amparo directo en revisión 181/2011

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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
QUEJOSO: MIGUEL PÉREZ GARCÍA O MIGUEL
LÓPEZ AGUILAR
MINISTRO PONENTE: ARTURO ZALDÍVAR LELO DE LARREA
SECRETARIO: ARTURO BÁRCENA ZUBIETA
S Í N T E S I S:
MATERIA DEL ASUNTO: La inconstitucionalidad de la pena prevista en el
artículo 163 bis del Código Penal para el Distrito Federal (CPDF) para el delito de
secuestro express.
Artículo 163 Bis. […] Se le impondrá de veinte a cuarenta años de prisión y
de quinientos a dos mil días multa, sin perjuicio de las penas que corresponden por
los delitos de robo o extorsión y de las reglas de aplicación del concurso para la
imposición de sanciones.
AUTORIDADES RESPONSABLES: La Sexta Sala del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal
ACTO RECLAMADO: La resolución definitiva dictada con fecha veinte de abril
de dos mil diez, en el toca U-529/2010.
SENTIDO DEL PROYECTO:
El quejosos fue condenado a una pena de treinta años de prisión y novecientos
dieciséis días de multa por el delito de secuestro express agravado, cometido a bordo de un
vehículo, en grupo y con violencia. Inconforme con dicha resolución, interpuso recurso de
apelación. La Sala resolvió modificar la sentencia impugnada. La Sala disminuyó el grado
de culpabilidad, redujo la pena de prisión y absolvió al inculpado de la reparación del daño.
En desacuerdo, el quejoso promovió demanda de amparo directo. El Tribunal Colegiado
negó el amparo al quejoso. En contra, el quejoso interpuso el presente recurso.
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
El recurrente argumenta la violación al principio de proporcionalidad de las penas
previsto en el artículo 22 constitucional. La consulta sostiene que el argumento
efectivamente planteado tiene dos vertientes: (1) la violación al principio de
proporcionalidad derivado del artículo 22 constitucional; y (2) el incumplimiento de la
exigencia de proporcionalidad de toda intervención legislativa en derechos fundamentales.
!
Es infundado el argumento (1) que plantea que la pena prevista para el delito de
secuestro express violenta la cláusula de proporcionalidad de las penas contemplada en
el artículo 22 constitucional (proporcionalidad en sentido estricto). Se considera que el
contenido de este derecho consiste en la exigencia de una adecuación entre la gravedad
de la pena y la gravedad del delito.
Se propone que hay que partir de la siguiente premisa: la relación entre la pena y el
delito es una relación convencional. Para establecer si una pena es desproporcionada
no basta con constatar que un delito tiene una pena mayor que otro que afecta a un bien
jurídico de similar o mayor importancia. En ese sentido, se sostiene que la escala de
penas determinada en los códigos penales establece una jerarquía de castigos no sólo
en función de la importancia de los distintos bienes jurídicos protegidos y de las
afectaciones a éstos, sino también atendiendo a consideraciones de política criminal.
Si un examen de proporcionalidad impone la necesidad de comparar la pena enjuiciada
con otras penas asignadas a otros delitos, en el caso concreto la comparación no puede
realizarse en relación a delitos que protegen bienes jurídicos distintos, sino con
aquellos que atentan contra el mismo bien. De acuerdo con lo anterior, si se compara la
sanción del secuestro express con los extremos de la escala de penas, puede constatarse
que aquélla resulta proporcionada.
!
Es infundado el argumento (2) que plantea que la pena del secuestro express
constituye una intervención legislativa desproporcionada en la libertad del recurrente
(proporcionalidad en sentido amplio). El derecho fundamental intervenido
directamente con mayor intensidad es la libertad ambulatoria del sentenciado. El fin
inmediato de la medida es la prevención general de las conductas constitutivas del
delito de secuestro express. La finalidad es legítima toda vez que está encaminada de
modo inmediato a instrumentar una política criminal que busca prevenir la realización
de determinadas conductas y de forma mediata está dirigida a proteger principalmente
libertad ambulatoria de las personas.
En la realización del test de proporcionalidad en sentido amplio se sostuvo lo siguiente:
II
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
(i)
Idoneidad de la medida. En el caso concreto, se presupone que el aumento en las
penas es una medida eficaz para prevenir la incidencia del delito de secuestro
express. Al no existir evidencia que muestre que esta premisa es manifiestamente
falsa, debe considerarse que se trata de una medida causalmente idónea para la
consecución del los fines perseguidos.
(ii)
Necesidad de la medida legislativa. En ausencia de evidencia que desmienta esa
mayor idoneidad preventiva de la nueva pena, debe entenderse que esa
incertidumbre juega en beneficio de la constitucionalidad de la medida. En
consecuencia, en este caso concreto es posible afirmar el aumento en la pena para
el delito de secuestro express supera el examen de necesidad de la medida.
(iii)
Proporcionalidad en estricto sentido. Se considera que el aumento de la pena
para el delito de secuestro express constituye una medida proporcionada, toda vez
que dicha intervención supone un costo para los derechos fundamentales de los
sentenciados que se ve compensado por la importancia de los bienes protegidos y,
especialmente, porque el delito cuya pena se aumentó constituye un problema
social cuya prevención resulta prioritaria para la sociedad.
Puntos resolutivos:
PRIMERO. En la materia de la revisión se confirma la sentencia recurrida.
SEGUNDO. La justicia de la Unión no ampara ni protege a Miguel Pérez García o
Miguel López Aguilar, en contra de la autoridad y del acto precisados en el resultando
segundo de esta ejecutoria.
TESIS APLICADAS:
PENAS. PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD CONTENIDO EN EL ARTÍCULO 22
DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.
LEYES PENALES. AL EXAMINAR SU CONSTITUCIONALIDAD DEBEN
ANALIZARSE LOS PRINCIPIOS DE PROPORCIONALIDAD Y RAZONABILIDAD
JURÍDICA PENAS Y SISTEMA PARA SU APLICACIÓN. CORRESPONDE AL
PODER LEGISLATIVO JUSTIFICAR EN TODOS LOS CASOS Y EN FORMA
EXPRESA, LAS RAZONES DE SU ESTABLECIMIENTO EN LA LEY
III
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
QUEJOSO: MIGUEL PÉREZ GARCÍA O MIGUEL
LÓPEZ AGUILAR
MINISTRO PONENTE: ARTURO ZALDÍVAR LELO DE LARREA
SECRETARIO: ARTURO BÁRCENA ZUBIETA
México, Distrito Federal. Acuerdo de la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, correspondiente al día seis de abril de dos mil once.
VISTO BUENO
MINISTRO:
V I S T O S los autos para resolver el amparo directo en revisión número 181/2011
interpuesto en contra de la sentencia dictada en el juicio de amparo directo número
484/2010 por el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito;
R E S U L T A N D O:
COTEJÓ:
PRIMERO. El ocho de marzo de dos mil diez, el Juez Quincuagésimo Quinto
Penal del Distrito Federal dictó sentencia condenatoria, en el expediente número 74/2009,
en contra de Miguel Pérez García o Miguel López Aguilar por el delito de secuestro
express agravado, cometido a bordo de un vehículo, en grupo y con violencia. La pena
impuesta al quejoso fue de treinta años de prisión y novecientos dieciséis días de multa.
SEGUNDO. Inconforme con dicha resolución, el ahora quejoso interpuso recurso
de apelación. La Sexta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal
conoció del recurso y lo radicó con el número de toca U-529/2010. En fecha veinte de abril
de dos mil diez, resolvió modificar la sentencia impugnada. La Sala disminuyó el grado de
culpabilidad, redujo la pena de prisión, y absolvió al inculpado de la reparación del daño.
TERCERO. En desacuerdo con esa determinación, el quejoso promovió demanda
de amparo directo en contra de la sentencia dictada por la Sexta Sala. Los preceptos
constitucionales que el quejoso estimó violados fueron los artículos 14, 16 y 22.
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
Por auto de catorce de octubre de dos mil diez, el Tercer Tribunal Colegiado en
Materia Penal del Primer Circuito, admitió la demanda y la registró con el número
484/2010. Seguidos los trámites legales correspondientes, el ocho de diciembre de dos mil
diez, el referido Órgano Colegiado dictó sentencia en el sentido de no amparar al quejoso.
CUARTO. Mediante escrito presentado el catorce de enero de dos mil once, el
autorizado quejoso interpuso recurso de revisión en contra de la sentencia de amparo
directo. El Tribunal Colegiado remitió los autos a esta Suprema Corte de Justicia de la
Nación a través del auto de veinticuatro de enero de dos mil once.
Recibidos los autos en este Alto Tribunal, su Presidente admitió el recurso de
revisión, lo registró con el número181/2011 y ordenó se remitieran a esta Primera Sala los
autos en virtud de que la materia corresponde a su especialidad. Asimismo, determinó que
se notificara a las autoridades responsables y al Procurador General de la República.
En fecha diez de febrero de dos mil once, el Presidente de la Primera Sala ordenó el
avocamiento del asunto y que se turnara el expediente al Ministro Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea para la formulación del proyecto respectivo.
C O N S I D E R A N D O:
PRIMERO. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es
competente para conocer y resolver el presente recurso de revisión, conforme a lo dispuesto
en los artículos 107, fracción IX, de la Constitución; 84, fracción II, de la Ley de Amparo;
21, fracción III, inciso a) de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, en
relación con los puntos Segundo, párrafo segundo y cuarto del Acuerdo Plenario 5/2001,
toda vez que el recurso fue interpuesto en contra de una sentencia pronunciada por un
Tribunal Colegiado en un juicio de amparo directo.
SEGUNDO. El recurso de revisión hecho valer por la parte quejosa fue interpuesto
en tiempo y forma, de conformidad con el artículo 86 de la Ley de Amparo. De las
constancias de autos se advierte que la sentencia de amparo le fue notificada por lista el día
catorce de diciembre de dos mil diez, surtiendo efectos el día tres de enero de dos mil once,
por lo que el plazo de diez días que señala el artículo referido corrió del cuatro al diecisiete
de enero de dos mil once, descontándose los días ocho, nueve, quince y dieciséis de enero
de dos mil once por ser inhábiles de conformidad con el artículo 23 de la Ley de Amparo.
Asimismo, debe descontarse el segundo periodo vacacional establecido en el acuerdo 2665/2009, que contempla como días inhábiles del trece al treinta y uno de diciembre de dos
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VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
mil diez. Si el recurso de revisión fue presentado el catorce de enero de dos mil once, es
evidente que éste se interpuso oportunamente.
TERCERO. En este apartado se resumen los conceptos de violación, las
consideraciones expuestas por el Tribunal Colegiado en la sentencia del juicio de amparo
484/2010 y los agravios esgrimidos por la parte quejosa.
I. Conceptos de violación
En su demanda de amparo, la quejosa formuló los siguientes conceptos de
violación:
(1) Argumentó las siguientes cuestiones de legalidad: (i) indebida valoración de las
pruebas; (ii) incorrecta individualización de la pena; (iii) insuficiencia probatoria; y
(iv) falta de fundamentación y motivación.
(2) El artículo 163 Bis del Código Penal para el Distrito Federal, publicado en la Gaceta
Oficial del Gobierno del Distrito Federal el veinticuatro de febrero de dos mil seis,
vulnera el contenido del artículo 22 constitucional porque prevé una sanción
desproporcional a la conducta cometida y al bien jurídico tutelado. La pena prevista
en el artículo en cuestión incumple las exigencias derivadas del principio de
proporcionalidad: (i) no se adecua al fin de la norma; (ii) es una pena innecesaria; y
(iii) viola el principio de proporcionalidad en estricto sentido.
II. Sentencia de amparo directo
El Tribunal Colegiado respondió de la siguiente manera los argumentos de la
quejosa:
(1) Los argumentos de legalidad fueron desestimados en atención a las siguientes
consideraciones: (i) el material probatorio se valoró debidamente; (ii) la
individualización de la pena fue correcta; (iii) las pruebas de cargo eran suficientes
y las de descargo contradictorias; (iv) la sentencia se fundó y motivo
adecuadamente.
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VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
(2) El concepto de violación que plantea la inconstitucionalidad de la pena prevista en
el artículo 163 Bis del Código Penal para el Distrito Federal por violar el principio
de proporcionalidad de las penas es infundado, de conformidad con el criterio
establecido por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la
tesis aislada “SECUESTRO EXPRESS. EL ARTÍCULO 163 BIS DEL CÓDIGO
PENAL PARA EL DISTRITO FEDERAL QUE PREVÉ ESE DELITO, NO
VIOLA EL ARTÍCULO 22 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS”.
III. Recurso de revisión
El quejoso planteó los siguientes argumentos en su escrito de agravios:
(1)
La tesis aislada citada por el Tribunal Colegiado para desestimar el planteamiento
de constitucionalidad no resulta aplicable al caso concreto. En consecuencia, puede
decirse que persiste un problema de constitucionalidad porque el Tribunal
Colegiado no respondió el concepto de violación donde se plantea la
inconstitucionalidad de la pena prevista en el artículo 163 Bis del Código Penal para
el Distrito Federal por violar lo dispuesto en el artículo 22 constitucional e
incumplir las exigencias derivadas del principio de proporcionalidad.
(2)
En esta línea, se reiteran las consideraciones expuestas en la demanda de amparo
sobre las violaciones al artículo 22 constitucional y al principio de proporcionalidad.
CUARTO. A continuación se analiza si en este caso concreto se cumplen con los
requisitos de procedencia del recurso de revisión en amparo directo a los que se refieren el
artículo 107 fracción IX de la Constitución y el punto primero del Acuerdo General
Plenario 5/1999. Para la procedencia de este recurso tiene que actualizarse cualquiera de los
supuestos previstos en el inciso (a) y cumplirse adicionalmente con los requisitos a los que
se refiere el inciso (b).
(a)
En la sentencia recurrida debe subsistir alguno de los problemas de
constitucionalidad que a continuación se señalan: (i) pronunciamiento sobre la
constitucionalidad de una ley, tratado internacional o reglamento; (ii) interpretación
directa de un precepto constitucional; o (iii) haber omitido el estudio de cualquiera
de las dos opciones anteriores cuando éstas fueron planteadas en la demanda de
amparo.
4
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
(b)
El problema de constitucionalidad debe entrañar la fijación de un criterio jurídico de
importancia y trascendencia a juicio de la Sala respectiva. Al respecto, el Acuerdo
General Plenario 5/1999 señala que no se actualizan los requisitos de importancia y
trascendencia en los siguientes supuestos: (i) cuando exista jurisprudencia sobre el
problema de constitucionalidad planteado; o (ii) cuando no se hayan expresado
agravios o éstos resulten ineficaces, inoperantes, inatendibles o insuficientes y no
haya que suplir la deficiencia de la queja.
El presente recurso cumple los requisitos de procedencia previstos en la fracción IX
del artículo 107 de la Constitución y el punto primero del Acuerdo General Plenario
5/1999. El recurrente alega que de la sentencia de amparo directo se desprende que persiste
el problema de constitucionalidad que alegó en su demanda de amparo. En esta línea,
combate las razones esgrimidas por el Tribunal Colegiado para desestimar el planteamiento
de inconstitucionalidad de la pena prevista en el artículo 163 Bis del Código Penal del
Distrito Federal. De acuerdo con el recurrente, la tesis citada por el Tribunal Colegiado no
resulta aplicable al caso. En consecuencia, la sentencia no se pronuncia sobre las
violaciones alegadas al artículo 22 constitucional y las exigencias derivadas del principio
de proporcionalidad.
Esta Suprema Corte considera que persiste el problema de constitucionalidad
planteado por el quejoso en su demanda de amparo. De la tesis citada por el Tribunal
Colegiado para desestimar el concepto de violación se desprende que el precepto analizado
en la ejecutoria que dio origen al criterio no corresponde a la redacción actual del artículo
impugnado por el quejoso.
El artículo 163 Bis estudiado en el amparo directo en revisión 1987/2006
contemplaba una pena de siete a veinte años de prisión y de cien a mil días multa para el
delito de secuestro express.1 En cambio, el artículo efectivamente impugnado, modificado
por una reforma legal que se publicó en la Gaceta Oficial del Gobierno del Distrito Federal
el veinticuatro de febrero de dos mil seis, prevé para el mismo delito una pena de veinte a
cuarenta años de prisión y de quinientos a dos mil días multa.2
1
Artículo 163 Bis. […]
Se le impondrá de siete a veinte años de prisión y de cien a mil días multa, sin
perjuicio de las penas que corresponden por los delitos de robo o extorsión y de las reglas de
aplicación del concurso para la imposición de sanciones.”
2
Artículo 163 Bis. […]
Se le impondrá de veinte a cuarenta años de prisión y de quinientos a dos mil días
multa, sin perjuicio de las penas que corresponden por los delitos de robo o extorsión y de las
reglas de aplicación del concurso para la imposición de sanciones.
5
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
En consecuencia, el precedente no se ocupa de estudiar la pena impugnada por el
quejoso, sino la sanción vigente antes de que se modificara el Código Penal del Distrito
Federal. Así, debe entenderse que las consideraciones esgrimidas por el Tribunal
Colegiado, con apoyo en el precedente citado, responden de forma incorrecta el argumento
planteado por el quejoso. Lo que significa que persiste un problema de inconstitucionalidad
susceptible de estudiarse en la presente instancia. Toda vez que no existe jurisprudencia
aplicable, esta Primera Sala estima que el recurso de revisión es procedente.
QUINTO. El recurrente argumenta la violación al principio de proporcionalidad de
las penas previsto en el artículo 22 constitucional. De acuerdo con el quejoso, dicho
principio se traduce en tres exigencias: (i) adecuación de la pena al fin perseguido por el
legislador penal; (ii) necesidad de la medida; y (iii) proporcionalidad en sentido estricto de
la pena. El agravio del quejoso confunde dos acepciones del principio de proporcionalidad
en materia penal. Por ello, para poder dar respuesta a su planteamiento debe entenderse que
el argumento efectivamente planteado tiene dos vertientes: por un lado, una violación al
principio de proporcionalidad derivado del artículo 22 constitucional que tiene que
analizarse con una lógica retributiva; y por otro lado, el incumplimiento de la exigencia de
proporcionalidad de toda intervención legislativa en derechos fundamentales que tiene que
estudiarse en clave consecuencialista. A continuación se analizan cada uno de estos
argumentos y se les da una respuesta por separado.
El primer argumento derivado del agravio es infundado. El recurrente sostiene que
la pena prevista para el delito de secuestro express violenta la cláusula de proporcionalidad
de las penas contemplada en el artículo 22 constitucional. De acuerdo con este precepto,
“toda pena deberá ser proporcional al delito que sancione y al bien jurídico afectado”. En
esta línea, este derecho fundamental recoge lo que en la doctrina penal se denomina la
concepción estricta del principio de proporcionalidad en materia penal.3 El contenido de
este derecho consiste en la exigencia de una adecuación entre la gravedad de la pena y la
gravedad del delito.
Esta Suprema Corte se ha encargado de analizar en otras ocasiones la
constitucionalidad de penas establecidas por el legislador a la luz del principio de
3
Lopera Mesa, Gloria Patricia, Principio de proporcionalidad y ley penal, Madrid, 2006, p.
171.
6
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
proporcionalidad contemplado en el artículo 22 constitucional.4 En este sentido, se ha
sostenido que “la gravedad de la pena debe ser proporcional a la del hecho antijurídico y
del grado de afectación al bien jurídico protegido; de manera que las penas más graves
deben dirigirse a los tipos penales que protegen los bienes jurídicos más importantes.”5
El derecho fundamental a una pena proporcionada constituye un mandato dirigido
tanto al legislador como al juzgador.6 El primero cumple con ese mandato al establecer en
la ley penal la clase y la cuantía de la sanción atendiendo a la gravedad de la conducta
tipificada como delito. Así, la proporcionalidad en abstracto de la pena se determina
atendiendo a varios factores: la importancia del bien jurídico protegido, la gravedad del
ataque a ese bien, el ámbito de responsabilidad subjetiva, etc. Por su parte, el juez penal es
el encargado de determinar la proporcionalidad en concreto de la pena. El legislador debe
proporcionar un marco penal abstracto que permita al juzgador individualizar la pena
teniendo en cuenta las circunstancias concretas de cada caso, tales como: la lesión o puesta
en peligro del bien, la intervención del agente para causar la lesión o crear el riesgo, así
como otros factores sociales o individuales que sirvan para establecer la menor exigibilidad
de la conducta.7
En este caso, el recurrente se duele de la desproporción en abstracto entre el delito
de secuestro express y la pena asignada por el legislador a esa conducta, que de acuerdo
con el artículo 163 Bis del Código Penal del Distrito Federal es de veinte a cuarenta años de
prisión y de quinientos a dos mil días multa. El quejoso sostiene que el artículo 22
constitucional impone la exigencia de que el legislador configure un sistema armónico de
penas que sean proporcionadas a la gravedad de los delitos.
Para dar contestación a este argumento hay que partir de la siguiente premisa: la
relación entre la pena y el delito es una relación convencional. Esto quiere decir que
depende de aspectos contingentes que no están dados de antemano. Así, la relación entre
delito y pena no sólo atiende a cuestiones éticas o valorativas propias de cada sociedad y
momento histórico, sino también a consideraciones de oportunidad. En este sentido, la
4
Por todos, véanse los siguientes precedentes: acción de inconstitucionalidad 20/2003;
acción de inconstitucionalidad 31/2006; amparo directo en revisión 1405/2009; amparo directo en
revisión 123/2009; y amparo directo en revisión 304/2010.
5
Véase la siguiente tesis de rubro “PENAS. PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD
CONTENIDO EN EL ARTÍCULO 22 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS.” [Novena Época, Instancia: Primera Sala, Fuente: Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, XXX, Diciembre de 2009, Página: 289, Tesis: 1a. CCXXVII/2009].
6
Sobre este punto, véase Lopera Mesa, op. cit., pp. 175-180.
7
La distinción entre proporcionalidad en abstracto y proporcionalidad en concreto de las
penas ha sido recogida en la acción de inconstitucionalidad 146/2007.
7
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
exigencia de proporcionalidad no implica que el sistema de penas previsto en los códigos
penales atienda exclusivamente a la importancia el bien jurídico protegido, la gravedad del
ataque a ese bien o al grado de responsabilidad subjetiva del agente.
Al analizar el alcance de la garantía de proporcionalidad de las penas prevista en el
artículo 22 constitucional, esta Suprema Corte ha sostenido en varios precedentes que “[e]l
legislador en materia penal tiene amplia libertad para diseñar el rumbo de la política
criminal, es decir, para elegir los bienes jurídicamente tutelados, las conductas típicas
antijurídicas y las sanciones penales, de acuerdo con las necesidades sociales del momento
histórico respectivo”.8 Ahora bien, para establecer si una pena es desproporcionada no basta
con constatar que un delito tiene una pena mayor que otro que afecta a un bien jurídico de
similar o mayor importancia. Este tipo de comparación es insuficiente y problemática al
menos por dos razones.
En primer lugar, porque aunque existen casos claros en donde habría un consenso
sobre la mayor importancia de un bien jurídico tutelado por una norma penal, hay muchos
otros en los que no habría un acuerdo al respecto. Así, por ejemplo, ¿puede decirse que es
más grave un delito que atenta contra la vida que otro que ataca a la libertad sexual?, o ¿es
más grave un delito contrario a la libertad ambulatoria que otro que lesiona la salud
pública? La dificultad de hacer este tipo de comparaciones estriba en que en muchos casos
los valores o los intereses recogidos en los bienes protegidos son inconmensurables. Dicho
carácter se explica, entre otras razones, por la distinta naturaleza aquéllos.
En segundo lugar, la comparación es problemática porque la lesión o puesta en
peligro de un bien jurídico puede ser de diferente intensidad dependiendo de cada tipo
penal. Esto implica reconocer que una afectación menor a un bien jurídico muy importante
puede ser menos grave que una afectación muy intensa a un bien jurídico de menor
importancia. En este sentido, por ejemplo, en determinadas circunstancias podría
concluirse que una tentativa de lesiones, que es un delito que protege la integridad física, es
menos grave que un fraude bancario donde ha sido afectado el patrimonio de miles de
ahorradores.
Las consideraciones anteriores muestran que la cláusula de proporcionalidad de las
sanciones penales contemplada en el artículo 22 de la Constitución no puede significar
8
LEYES PENALES. AL EXAMINAR SU CONSTITUCIONALIDAD DEBEN ANALIZARSE
LOS PRINCIPIOS DE PROPORCIONALIDAD Y RAZONABILIDAD JURÍDICA [Novena Época,
Instancia: Pleno, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, XXVIII, Septiembre de
2008, Página: 599, Tesis: P./J. 102/2008, Jurisprudencia, Materia(s): Constitucional, Penal]. En el
mismo sentido, véase la sentencia recaída en el amparo directo en revisión 1405/2009.
8
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
simplemente que sea inconstitucional una pena cuando ésta es mayor a la de un delito que
protege un bien jurídico del mismo valor o de mayor importancia. Esta Suprema Corte
entiende que la escala de penas determinada en los códigos penales establece una jerarquía
de castigos no sólo en función de la importancia de los distintos bienes jurídicos protegidos
y de las afectaciones a éstos, sino también atendiendo a consideraciones de política
criminal.
En esta línea, es legítimo desde el punto de vista constitucional que esa política
criminal tenga como objetivo disminuir la incidencia delictiva a partir del aumento de las
penas. Así, el incremento en la comisión de ciertos delitos justifica que el legislador
instrumente una respuesta penal de mayor intensidad que se traduzca también en un
aumento de las penas. Por tanto, para evaluar la proporcionalidad de una pena también debe
tenerse en cuenta si el legislador ha considerado, al momento de determinar su cuantía, que
se trata de un delito cuya alta incidencia lo lleva a enderezar una intervención penal que se
traduzca en una pena mayor.
Esto significa que tanto la gravedad de la conducta incriminada como la cuantía de
la pena no sólo está determinada por el bien jurídico tutelado, la afectación a éste o el grado
de responsabilidad subjetiva del agente, sino también por la incidencia del delito o la
afectación a la sociedad que éste genera, siempre y cuando haya elementos para pensar que
el legislador ha tomado en cuenta esta situación al establecer la pena. Al respecto, este Alto
Tribunal ha puesto de manifiesto la conveniencia de que el legislador exprese las razones
que lo llevan a determinar una pena para un delito como un elemento especialmente
relevante para evaluar la constitucionalidad de una intervención penal.9 Con todo, esto no
debe llevarnos al extremo de sostener que la ausencia de una justificación legislativa
expresa comporte la inconstitucionalidad de la pena.
En este orden de ideas, en este caso concreto es incorrecto sostener que la pena de
prisión de veinte a cuarenta años prevista en el artículo 163 Bis del Código Penal del
Distrito Federal para el delito de secuestro express es inconstitucional porque es mayor a la
pena de ocho a veinte años de prisión que ese mismo ordenamiento establece en el artículo
123 para el delito de homicidio simple. En opinión del quejoso, toda vez que el bien
jurídico protegido por el delito de homicidio es de mayor importancia que el bien tutelado
9
En este sentido, véase la tesis jurisprudencial de rubro “PENAS Y SISTEMA PARA SU
APLICACIÓN. CORRESPONDE AL PODER LEGISLATIVO JUSTIFICAR EN TODOS LOS CASOS
Y EN FORMA EXPRESA, LAS RAZONES DE SU ESTABLECIMIENTO EN LA LEY” [Novena
Época, Instancia: Primera Sala, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, XXXIII,
Enero de 2011, Página: 340, Tesis: 1a./J. 114/2010].
9
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
por el tipo de secuestro express, la pena asignada a este último es desproporcionada por ser
mayor a la de aquél.
De acuerdo con lo expuesto hasta ahora, puede afirmarse que de conformidad con el
artículo 22 constitucional el juicio sobre la proporcionalidad de una pena no puede
realizarse de manera aislada, sino tomando como referencia las penas previstas por el
propio legislador para otras conductas de gravedad similar. Pero también se ha sostenido
que esa comparación no puede hacerse de forma mecánica o simplista, porque además de la
similitud en la importancia de los bienes jurídicos lesionados y la intensidad de la
afectación, deben considerarse aspectos relacionados con la política criminal instrumentada
por el legislador. O dicho de otra manera, para determinar la gravedad de un delito también
hay que atender a razones de oportunidad, que están condicionadas por la política criminal
del legislador.
Ahora bien, si el principio de proporcionalidad impone la necesidad de comparar la
pena enjuiciada con otras penas asignadas a otros delitos, esta Suprema Corte tiene que
establecer la forma de seleccionar las penas que constituyen ese tertium comparationis. Al
respecto, es necesario rechazar que en este caso esa comparación pueda hacerse con las
penas previstas para delitos que protegen bienes jurídicos distintos. Así, no resulta legítimo
comparar las penas previstas para los delitos en contra de la libertad personal con las penas
de los delitos que atentan contra la vida. Como se sostuvo anteriormente, la ilegitimidad de
esta comparación no sólo se justifica porque en muchos casos los bienes protegidos resultan
inconmensurables, sino también porque una mayor penalidad puede explicarse por la
intensidad en la afectación del bien jurídico o por razones de política criminal.
En este caso concreto, el tertium comparationis con el que se debe contrastar la
pena prevista para el delito de secuestro express lo constituyen las penalidades previstas por
el Código Penal para el Distrito Federal para los tipos simples de los delitos que atentan
contra la libertad personal. Si se ordenan estos delitos en atención a la gravedad de su pena,
el resultado de esa jerarquización sería la siguiente escala de sanciones expresada en orden
ascendiente:
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VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
DELITO
PENA
CONDUCTA
1
Privación de la
libertad personal
(artículo 160)
Seis meses a tres
años de prisión y de
veinticinco a cien
días multa
Privar a otro de su libertad sin el
propósito de obtener un lucro, causar
un daño o perjuicio a la persona
privada de su libertad o a cualquier
otra.
2
Privación de la
libertad con fines
sexuales
(artículo 162)
3
4
Retención de
menores o incapaces
(artículo 171)
Tráfico de menores
(artículo 169)
5
Sustracción de
menores o incapaces
(artículo 171)
6
Desaparición forzada
Uno a cinco años de
prisión.
Uno a cinco años de
prisión y de cien a
quinientos días de
multa.
Dos a nueve años de
prisión y de
doscientos a
quinientos días
multa.
Privar a otro de su libertad con el
propósito de realizar un acto sexual.
Retener a un menor de edad o incapaz
sin el consentimiento de quien ejerza su
custodia legítima o su guarda y sin
tener
relación
de
parentesco
(ascendiente, descendiente, cónyuge,
pariente colateral o afín hasta el cuarto
grado) o de tutela con el menor.
Entregar a un menor ilegalmente a un
tercero para su custodia definitiva a
cambio de un beneficio económico con
el consentimiento de un ascendiente
que ejerza la patria potestad o de quien
tenga a su cargo la custodia de un
menor aunque ésta no haya sido
declarada.
Sustraer a un menor de edad o incapaz
de su custodia legítima o su guarda sin
Cinco a quince años
tener
relación
de
parentesco
de prisión y de
(ascendiente, descendiente, cónyuge,
doscientos a mil días
pariente colateral o afín hasta el cuarto
multa.
grado) o de tutela con el menor.
Quince a cuarenta
11
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
de personas
(artículo 168)
7
8
Secuestro express
(artículo163 Bis)
Secuestro
(artículo 163)
años de prisión y de
trescientos a mil días
multa, destitución e
inhabilitación para
el desempeño de
cualquier cargo,
empleo o comisión
hasta por diez años.
Veinte a cuarenta
años de prisión y de
quinientos a dos mil
días multa.
Cuarenta a sesenta
años de prisión y de
mil a tres mil días
multa.
El servidor público del Distrito Federal
que con motivo de sus atribuciones,
detenga y mantenga oculta a una o
varias personas, o bien autorice, apoye
o consienta que otros lo hagan sin
reconocer la existencia de tal privación
o niegue información sobre su
paradero, impidiendo con ello el
ejercicio de los recursos legales y las
garantías procesales procedentes.
Privar de la libertad a otro por el
tiempo estrictamente indispensable
para cometer los delitos de robo o
extorsión o para obtener algún
beneficio económico.
Privar de la libertad a otro con el
propósito de obtener rescate, algún
beneficio económico, causar daño o
perjuicio a la persona privada de la
libertad o a cualquiera otra.
La pregunta que hay que formularse entonces es si la pena asignada por el legislador
al secuestro express es desproporcionada en comparación con las penas establecidas para
otros delitos que atentan contra la libertad personal con similar intensidad. Esta Primera
Sala entiende que el resultado de esa comparación conduce a declarar la constitucionalidad
de la pena enjuiciada.
Por un lado, existen delitos que atentan contra la libertad personal a los cuales el
legislador les asignó una pena muy inferior a la que corresponde al secuestro express. Esta
menor penalidad se justifica, entre otras razones, por la menor intensidad en la afectación al
bien jurídico protegido. Y por otro lado, la mayor pena asignada por el legislador al delito
de secuestro también se justifica con la misma lógica: una afectación más intensa al bien
jurídico protegido.
12
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
De acuerdo con lo anterior, si se compara la sanción del secuestro express con los
extremos de la escala de penas, puede constatarse que aquélla resulta proporcionada. No
obstante, es necesario reconocer que existen algunos delitos que se encuentran en una zona
de penumbra con los que la comparación no arroja un resultado tan claro. En efecto, como
se observa en el cuadro comparativo, por ejemplo, la pena asignada al delito de privación
de la libertad con fines sexuales es mucho menor a la que le corresponde al secuestro
express. Con todo, no se puede decir de manera concluyente que ambos delitos tengan una
gravedad similar y, por tanto, no puede afirmarse que en comparación con aquella pena la
del secuestro express sea desproporcionada.
Un argumento determinante en estos casos para negar esta similitud es el alto índice
en la comisión del secuestro express. La alta incidencia de este delito es un aspecto muy
relevante al momento de establecer si existe una similitud o no en la gravedad de los delitos
cuyas penas se están comparando. Así, el hecho de que el legislador establezca penas más
severas para un delito como una medida para responder a un aumento en la criminalidad
constituye un indicio de la mayor gravedad de ese delito para la sociedad en su conjunto.
Algo parecido puede decirse si la comparación se efectúa con la pena del delito de
desaparición forzada. En este caso, podría argumentarse que la intensidad de la lesión al
bien jurídico resulta mayor porque se trata de una conducta más reprochable, en la medida
en que tiene que provenir de un funcionario público y no necesariamente debe tener un
móvil patrimonial. Con todo, de nueva cuenta, el hecho de que el secuestro express tenga
una pena mayor se justifica porque se trata de una modalidad delictiva que ha proliferado
de forma alarmante en el Distrito Federal.
Esta proliferación del delito es una de las razones que el legislador esgrimió para
aumentar la pena. En efecto, del proceso legislativo que dio lugar a la reforma de
veinticuatro de febrero de dos mil seis que aumentó la pena prevista para el secuestro
express se deprende de forma inequívoca la intención del legislador de responder a la alta
incidencia de las distintas modalidades del secuestro con una política criminal que imponga
castigos más severos a estas conductas.10
Por todo lo anterior, se concluye que la pena prevista para el delito de secuestro
express es una pena que se adecua a la gravedad de la conducta y, por tanto, no viola la
garantía de proporcionalidad contemplada en el artículo 22 constitucional.
10
Al respecto, véase la exposición de motivos de la iniciativa con proyecto de decreto por
el que se reforma y adiciona el Nuevo Código Penal Para El Distrito Federal de 11 de octubre de
2005; el dictamen de la Comisión de Administración y Procuración de Justicia; y la discusión que
tuvo lugar en la Asamblea Legislativa el 15 de diciembre de 2005.
13
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
Por otro lado, también es infundado el argumento que plantea que la pena del
secuestro express constituye una intervención legislativa desproporcionada en la libertad
del recurrente. En efecto, en el recurso de revisión se sostiene que la pena prevista en el
artículo 163 Bis debe analizarse a la luz de lo que en la literatura especializada se conoce
como el principio de proporcionalidad en sentido amplio.11 Así entendido, este principio
constituye una herramienta argumentativa para examinar la legitimidad constitucional de
cualquier medida estatal que afecte los derechos fundamentales de las personas. Al
respecto, es importante señalar que este tipo de escrutinio ha sido empleado en ocasiones
anteriores por este Alto Tribunal para analizar la constitucionalidad de sanciones civiles12 y
penales.13
Como técnica argumentativa dedicada a enjuiciar las medidas legislativas que
intervienen en derechos fundamentales, el principio de proporcionalidad se desarrolló
durante la segunda mitad del siglo XX en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
alemán, para posteriormente ser utilizado por muchos otros tribunales del mundo.14 En
aquellos lugares donde se emplea, el principio de proporcionalidad normalmente no tiene
un fundamento en normas constitucionales expresas. En el derecho comparado se pueden
encontrar una gran variedad de argumentos para justificar su aplicación en ausencia de una
norma que lo autorice: el principio de igualdad; el Estado de derecho; el contenido esencial
de los derechos fundamentales; la estructura principialista de los derechos fundamentales y
otras normas constitucionales, etc.15
La doctrina constitucional mexicana, por su parte, también ha propuesto varios
argumentos para justificar la utilización del principio de proporcionalidad en el control de
constitucionalidad de la ley, entre los que destacan los siguientes: la idea de que los
derechos fundamentales son mandatos de optimización; la unidad de la Constitución y su
interpretación sistemática; y la prohibición de la arbitrariedad que se desprende de la
garantía de motivación prevista en el artículo 16 constitucional.16
11
Por todos, véase Bernal Pulido, Carlos, El principio de proporcionalidad y los derechos
fundamentales, 2ª ed., Madrid, CEPC, 2005.
12
Al respecto, véase la Contradicción de tesis 21/2006-PL.
13
Véase el amparo directo en revisión 123/2009.
14
Bernal Pulido, op. cit., pp. 49-53.
15
Clérico, Laura, El examen de proporcionalidad en el derecho constitucional, Buenos
Aires, Eudeba, 2009, pp. 26-2716
Sánchez Gil, Rubén, “El principio de proporcionalidad en la jurisprudencia mexicana”, en
Miguel Carbonell (comp.), El principio de proporcionalidad y protección de derechos
fundamentales, México, CNDH, 2008, pp. 247-262.
14
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
Esta Suprema Corte ha sostenido que el fundamento para la aplicación del principio
de proporcionalidad en el control constitucional de la ley, al no existir norma expresa que lo
autorice, puede extraerse del principio de legalidad y la prohibición constitucional de actuar
de forma arbitraria, mandato que también está dirigido al legislador.17 De acuerdo con lo
anterior, a continuación se procede a aplicar el principio de proporcionalidad en sentido
amplio para examinar la constitucionalidad de la pena prevista por el Código Penal del
Distrito Federal para el delito de secuestro express.
Para poder realizar el análisis de la constitucionalidad de la medida es necesario
identificar las razones que existen tanto a favor como en contra de la pena. En primer lugar,
hay que determinar los derechos fundamentales afectados con la intervención legislativa.
Esta etapa tiene como objetivo clarificar las razones normativas que se oponen al
establecimiento de la norma de sanción. En este sentido, se trata de establecer los derechos
fundamentales limitados por la ley penal.
En principio, puede decirse que la pena tiene un carácter pluriofesivo.18 En este
caso, esto quiere decir que a través de su imposición legal se afectan varios derechos
fundamentales: la libertad personal, la propiedad, los derechos políticos, etc. Con todo, el
derecho fundamental intervenido directamente con mayor intensidad por la norma de
sanción prevista en el artículo 163 Bis del Código Penal para el Distrito Federal es la
libertad ambulatoria del sentenciado.
Por otro lado, también es necesario identificar el fin o los fines que se promueven
con la determinación de la pena. Al respecto, hay que distinguir dos tipos de fines: los
inmediatos y los mediatos. Los fines inmediatos son aquellos estados de cosas cuya
satisfacción debe alcanzarse por virtud de algún principio constitucional. Los fines
mediatos, en cambio, se identifican con los principios constitucionales protegidos por el
tipo penal. En este caso concreto, el fin inmediato de la pena prevista en el artículo 163 Bis
del Código Penal del Distrito Federal es la prevención general de las conductas
constitutivas del delito de secuestro express. Por su parte, el fin mediato de esa medida es la
protección del derecho fundamental a la libertad ambulatoria y el derecho de propiedad.19
17
Contradicción de tesis 21/2006-PL.
Lopera Mesa, op. cit., p. 299.
19
Al respecto, esta Suprema Cote determinó en el amparo directo en revisión 1987/2006
que los bienes jurídicos protegidos por el tipo penal de secuestro express son la libertad
ambulatoria y el patrimonio de las personas.
18
15
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
Ahora bien, antes de enjuiciar la pena a la luz del test de proporcionalidad también
es necesario determinar la legitimidad del fin perseguido con la medida. De acuerdo con lo
expuesto, el objetivo o fin inmediato del legislador al establecer la cuantía de una pena no
es otro que instrumentar una determinada política criminal. Como resultado de su
legitimidad democrática, el legislador tiene un amplio margen de apreciación para
establecer el contenido de las normas penales de sanción. En este sentido, además de las
prohibiciones previstas en el artículo 22 constitucional, existen al menos dos límites en sede
constitucional para la acción del legislador. Por un lado, la garantía específica de
proporcionalidad de las penas derivada del propio artículo 22, cuyo estudio se realizó en la
primera parte de este considerando. Y por otro lado, la garantía de intervención
proporcionada en los derechos fundamentales, cuyo estudio se hace a continuación.
En todo caso, es importante destacar que el amplio margen de acción que tiene el
legislador penal para instrumentar su política criminal condiciona de manera determinante
la intensidad del escrutinio de la intervención en los derechos fundamentales. En este
sentido, el juicio de proporcionalidad no es una herramienta para analizar las normas
penales a la luz de los criterios ético-políticos de una determinada ideología o filosofía
penal específica. Como instrumento de control de constitucional, el principio de
proporcionalidad está orientado exclusivamente a fundamentar la validez o invalidez de una
intervención en derechos fundamentales a la luz de los límites impuestos al legislador
democrático por la propia Constitución.
La finalidad perseguida por el legislador al incrementar la pena para el delito de
secuestro express es una finalidad legítima desde el punto de vista constitucional, toda vez
que está encaminada de modo inmediato a instrumentar una política criminal que busca
prevenir la realización de determinadas conductas y de forma mediata está dirigida a
proteger principalmente libertad ambulatoria de las personas. Una vez establecidas estas
premisas, esta Suprema Corte procede a realizar el test de proporcionalidad en sentido
amplio sobre la norma de sanción que constituye la intervención que impugna el quejoso.
El primer aspecto que debe verificarse es la idoneidad o adecuación de la medida.
Para que la pena determinada por el legislador supere esta grada del principio de
proporcionalidad no es necesario que se trate de la medida más idónea para proteger la
libertad ambulatoria de las personas. Aquí el principio de idoneidad se traduce en un
criterio negativo, orientado exclusivamente a censurar las medidas que sean
manifiestamente inadecuadas para alcanzar los fines inmediatos y mediatos de la
intervención penal. En esta línea, podría argumentarse que el aumento de las penas no
constituye una medida eficaz para alcanzar la prevención de los delitos. Lo que significaría
16
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
que la intervención enjuiciada no es idónea para conseguir el objetivo perseguido por el
legislador.
No obstante, esta Suprema Corte considera que la legitimidad democrática del
legislador penal también le otorga a éste un amplio margen de acción epistémico. Esto
significa que en todos aquellos casos en los que exista incertidumbre sobre las premisas
empíricas en las que se apoya la actuación del legislador, debe entenderse que existe a su
favor la presunción de que éstas son verdaderas. En el caso concreto, la modificación en la
pena prevista para el delito de secuestro express presupone que el aumento en las penas es
una medida eficaz para prevenir la incidencia de este delito. Al no existir evidencia que
muestre que esta premisa es manifiestamente falsa, debe considerarse que se trata de una
medida causalmente idónea para la consecución del los fines perseguidos.
La segunda grada del principio de proporcionalidad corresponde al análisis de la
necesidad de la medida legislativa. En materia penal, este subprincipio no debe entenderse
en el sentido de que la intervención en los derechos fundamentales o principios
constitucionales debe ser la más benigna entre los medios alternativos posibles que tengan
al menos la misma idoneidad para contribuir al fin perseguido. Para que el aumento en una
pena supere el examen de necesidad simplemente se requiere que el sacrificio que implica
la medida no sea manifiestamente innecesaria para los derechos fundamentales
intervenidos.
Cuando se analiza la proporcionalidad de una pena la forma de probar que la
medida es innecesaria consiste en mostrar que no existe una mayor eficacia preventiva de la
nueva pena con respecto a la anterior. En este sentido, también resulta relevante el margen
de acción epistémico que posee el legislador democrático. En ausencia de evidencia que
desmienta esa mayor idoneidad preventiva de la nueva pena, debe entenderse que esa
incertidumbre juega en beneficio de la constitucionalidad de la medida. En consecuencia,
en este caso concreto es posible afirmar el aumento en la pena para el delito de secuestro
express supera el examen de necesidad de la medida.
Finalmente, el aumento en la pena del secuestro express debe examinarse de
conformidad con el principio de proporcionalidad en estricto sentido. En materia penal, lo
que tiene que realizarse en esta grada es una ponderación entre los beneficios que pueden
esperarse de la protección penal del bien jurídico y los costes derivados de la sanción penal
desde la perspectiva de los derechos fundamentales afectados por ésta.20
20
Lopera Mesa, op. cit., p. 241.
17
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
En el presente caso, los beneficios serían básicamente la mayor prevención asociada
al aumento de la pena para el delito de secuestro express. Al respecto, puede considerarse
que se trata de un beneficio muy importante porque la medida examinada tiene como
finalidad proteger de modo más eficaz la libertad de las personas. En contraposición, el
costo de la intervención penal es una afectación mucho más intensa a la libertad del
sentenciado, en la medida en la que puede ser privado de este derecho por un tiempo
mínimo de veinte años y un máximo de cuarenta.
El examen de la proporcionalidad en sentido estricto también está condicionado por
el amplio margen de apreciación que el legislador tiene para realizar el balance entre los
beneficios y los costos de la intervención penal, en términos de los derechos fundamentales
promovidos con la medida y los intervenidos. En esta línea, esta Suprema Corte considera
que el aumento de la pena para el delito de secuestro express constituye una medida
proporcionada, toda vez que dicha intervención supone un costo para los derechos
fundamentales de los sentenciados que se ve compensado por la importancia de los bienes
protegidos y, especialmente, porque el delito cuya pena se aumentó constituye un problema
social cuya prevención resulta prioritaria para la sociedad.
Por lo expuesto y fundado, se resuelve:
PRIMERO. En la materia de la revisión se confirma la sentencia recurrida.
SEGUNDO. La justicia de la Unión no ampara ni protege a Miguel Pérez García o
Miguel López Aguilar, en contra de la autoridad y del acto precisados en el resultando
segundo de esta ejecutoria.
Notifíquese; con testimonio de esta resolución vuelvan los autos a su lugar de
origen y, en su oportunidad, archívese el expediente como asunto concluido.
Así, lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por
unanimidad de cinco votos de los señores Ministros: Jorge Mario Pardo Rebolledo, José
Ramón Cossío Díaz (quién formulará voto concurrente), Guillermo I. Ortiz Mayagoitia,
Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea
(Ponente).
Firman el Presidente de la Sala y Ponente con el Secretario de Acuerdos, que
autoriza y da fe.
PRESIDENTE DE LA PRIMERA SALA Y PONENTE:
18
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
MINISTRO ARTURO ZALDÍVAR LELO DE LARREA.
SECRETARIO DE ACUERDOS DE LA PRIMERA SALA:
LIC. HERIBERTO PÉREZ REYES.
ABZ/HGS/anm.
VOTO CONCURRENTE QUE FORMULA EL MINISTRO JOSÉ RAMÓN COSSÍO
DÍAZ EN RELACIÓN CON EL AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011.
La Primera Sala de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió el amparo
directo en revisión 181/2011 en la sesión celebrada el seis de abril de dos mil once. En
dicha sesión se determinó confirmar la sentencia recurrida y consecuentemente, negar el
amparo solicitado en contra del artículo 163 bis del Código Penal para el Distrito Federal,
que a la luz de los argumentos del quejoso vulnera la garantía protegida por el artículo 22
Constitucional.
Coincido con los resolutivos de la sentencia que nos ocupa, sin embargo, me
permito emitir algunas reflexiones sobre algunos argumentos que no comparto.
I. Antecedentes: De los hechos contenidos en el expediente se desprende que el
quejoso, Miguel Pérez García o Miguel López Aguilar, fue considerado penalmente
responsable de la comisión del delito de secuestro express agravado, cometido a bordo de
un vehículo, en grupo y con violencia, por el Juez Quincuagésimo Quinto Penal del Distrito
Federal, por lo cual se le impuso una pena de treinta años de prisión y novecientos dieciséis
días de multa, todo esto dentro del expediente número 74/2009.
Inconforme con la anterior determinación, el quejoso interpuso recurso de apelación
cuyo conocimiento correspondió a la Sexta Sala del Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal, quien modificó la sentencia impugnada, disminuyó el grado de
culpabilidad, redujo la pena de prisión y absolvió al inculpado de la reparación del daño.
En desacuerdo con lo anterior, el quejoso promovió demanda de amparo directo,
mismo que fue negado por el Tercer Tribunal Colegiado el ocho de diciembre de dos mil
19
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
diez, dentro del expediente 484/2010, dando origen con ello al recurso de revisión cuya
resolución hoy se analiza.
El recurrente argumentó la violación al principio de proporcionalidad de las penas
previsto en el artículo 22 constitucional, planteándolo en dos vertientes: la violación al
principio de proporcionalidad derivado del artículo 22 constitucional y; el incumplimiento
de la exigencia de proporcionalidad de toda intervención legislativa en derechos
fundamentales.
II.
Consideraciones de la Mayoría. El argumento de la mayoría sostiene que
es infundada la primera vertiente del argumento planteado por el quejoso, que considera
que la pena prevista para el delito de secuestro express violenta la cláusula de
proporcionalidad de las penas, instaurada por el artículo 22 constitucional, que faculta a
exigir una adecuación entre la gravedad de la pena y la gravedad del delito.
Sobre este aspecto en particular se argumenta que la relación entre la pena y el
delito es convencional y por ello, para establecer si una pena es desproporcionada no basta
aseverar que un delito tiene una pena mayor que otro que afecta a un bien jurídico de
similar o mayor importancia, ya que los códigos penales también establecen la jerarquía de
los castigos atendiendo a consideraciones de política criminal.
En el caso concreto, la comparación de las penas no puede realizarse en relación a
delitos que protegen bienes jurídicos distintos, sino con aquellos que atentan contra el
mismo bien, lo cual arrojaría la conclusión de que la pena resulta proporcionada.
Se consideró además infundado el argumento que planteó el quejoso relativo a que
la pena prevista para el delito de secuestro express constituye una intervención legislativa
desproporcionada en la libertad del recurrente.
A pesar de lo anterior, se sostiene que la finalidad del legislador es legítima, toda
vez que está encaminada directamente a instrumentar una política criminal que busca
prevenir la realización de determinadas conductas, logrando con esto la protección de la
libertad ambulatoria de las personas.
La mayoría considera en el mismo sentido que el test de proporcionalidad se ve
colmado en el caso concreto al justificarse la idoneidad de la medida, la necesidad de la
medida legislativa y la proporcionalidad en sentido estricto, todo esto en relación con la
labor del legislador en lo tocante al delito en cuestión.
20
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
III.
Consideraciones del Voto. Respetuosamente expongo las razones conforme
a las cuales me permito disentir de algunas de las consideraciones que se expresaron en la
sentencia como sustento de la misma.
En primer lugar, considero que frente al argumento que plantea el carácter lesivo
que tiene sobre la libertad ambulatoria de una persona la imposición de una pena de prisión,
es innecesario adentrarse en una exposición que justifique cómo es que el legislador cuenta
con una razón válida y legítima para hacerlo.
La comprensión de que el legislador está facultado para imponer penas que, incluso
siendo privativas de la libertad ambulatoria, logren inhibir una conducta seleccionada por él
es un presupuesto básico y fundamental de toda forma de Estado moderno. Sobre éste
punto, me parece, era innecesario abundar en el proyecto en razón de su carácter
indiscutible.
Me encuentro igualmente en desacuerdo con el argumento que se refiere a que el
correcto estudio de la desproporción de una pena debe plantearse necesariamente en base a
la comparación que se haga de otra pena que busque inhibir otro delito que vulnere el
mismo bien jurídico.
Considero además, que el argumento que se refiere a que los castigos instaurados en
los códigos penales se regulan y atribuyen en razón de una lógica que busca establecer una
política criminal, es decir, que la jerarquía y aplicación de los castigos se plantean en la
legislación penal tomando en cuenta la instrumentación de la política criminal no es
correcto.
Los argumentos plasmados en los párrafos anteriores son, a mi entender,
excluyentes ya que siguen dos líneas argumentativas distintas y parecen dar dos respuestas
dispares a un mismo planteamiento.
El argumentar que una pena sobre la cual se realizará un análisis de
proporcionalidad existe gracias al establecimiento de una política criminal, hace inaplicable
un argumento en el mismo sentido que exponga que dicho análisis de proporcionalidad se
hace en base a la comparación de las demás penas y bienes jurídicos relevantes.
Igualmente me parece que la ejemplificación hecha en el proyecto, en su estudio
teleológico de las penas que buscan inhibir los delitos que atentan contra la libertad de las
personas, concretamente al hablar de la adecuada sanción que se le da al delito de privación
de la libertad con fines sexuales, no deja claras razones acerca de por qué esa conducta y su
21
VOTO CONCURRENTE
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 181/2011
penalidad sería la adecuada para ser comparada a la pena en el caso concreto ya que podría
válidamente argumentarse que la privación de la libertad con fines sexuales o incluso el
delito de sustracción de menores puede ser incluso más lesivo y agraviante que el delito de
secuestro express en cuestión.
Por las razones expuestas, aun cuando concuerdo con los resolutivos de la mayoría
me aparto de las razones en las que se apoyaron para tal efecto.
MINISTRO JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ
LICENCIADO HERIBERTO PÉREZ REYES
SECRETARIO DE ACUERDOS DE LA PRIMERA SALA.
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