Tehuelche

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Introducción:
En un perÃ-odo de la era glaciar, hace unos 13.000 años llegó el hombre a Patagonia. Hay distintas
hipótesis con respecto a las rutas que tomó. Las tres hipótesis más trascendentes son: que el hombre
llego a América por el estrecho de Bering, la segunda es que llegó navegando desde Europa, bordeando
Groenlandia; y la tercera, pero no menos importante es que el hombre llegó bordeando la costa este del
continente.
Estos primeros hombres son los denominados: Paleo indios, que se caracterizan por haber vivido con fauna
extinta. Es decir, estos grupos cazadores recolectores, que arribaron hace 13000 años a Patagonia son los
lejanos antecesores de los Tehuelche.
Ésta es una etnia que se desarrollo desde rÃ-o Negro y el rÃ-o Limay, al norte hasta el estrecho de
Magallanes, al sur.
Los tehuelches fueron vistos por primera vez por la expedición de Hernando de Magallanes. Eran muchos
los aborÃ-genes patagónicos cuando el hombre blanco descubrió las costas santacruceñas.
Durante un largo perÃ-odo de exploraciones, españoles e ingleses tuvieron repetidas y pasajeras relaciones
con los indÃ-genas.
Objetivos:
A fin de transmitir y abordar temáticas relacionadas sobre los primeros pueblos que habitaban la Patagonia;
se detallarán los aspectos más importantes sobres la cultura Tehuelche: religión, vestimenta, herramientas,
costumbres, etc.
Además de informar, tenemos el objetivo de que la sociedad tome razón de la rica cultura que tuvieron los
primeros habitantes de la región que hoy habitamos todos.
Desarrollo:
Tehuelche
El vocablo "tehuelche" es de origen mapuche y significa "gente bravÃ-a" y corresponde a los pueblos de la
¨raza¨ pámpidos.
Sin embargo, estos indÃ-genas ubicados al norte del rÃ-o Chubut se denominaban: GUNUNA KUNNE (¨la
gente por excelencia ¨) o Tehuelche septentrionales, y los pueblos del sur del rÃ-o Chubut se hacÃ-an
llamar AONIKENK o Tehuelche Meridionales.
Los navegantes de la expedición de Magallanes los llamaron "patagones" por las enormes huellas que
dejaban sus pies envueltos en cueros de guanaco. De esa denominación derivó el nombre actual de la
Patagonia.
Estos pueblos se ubicaban desde el rÃ-o Limay y rÃ-o Negro, en el norte, hasta el estrecho de Magallanes, en
el sur.
Las caracterÃ-sticas principales de estos indÃ-genas son:
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• CaracterÃ-sticas fÃ-sicas:
Desde la antigüedad los tehuelche han atraÃ-do la atención de los cientÃ-ficos y curiosos debido a las
noticias circundantes sobre su gigantesca estatura.
El mito de los ¨gigantes Patagones¨ surgió en el momento mismo del descubrimiento. Fue Antonio
Pigaferra, el acompañante de Magallanes, quien al referirse al primer patagón que vio en el puerto San
Julián, dijo que: ¨ era tan grande que nuestra cabeza llegaba apenas a su cintura¨.
En la actualidad se dispone de varias series de mediciones antropométricas, y si bien todas ellas coinciden
en que estos indÃ-genas representan en un bello tipo de Hombre y unos de los más altos de la Tierra, no por
eso se les puede llamar ¨gigantes¨.
El promedio de estatura para los hombres era de 1.80 m y para las mujeres de 1.69 m aproximadamente. Sin
embargo debe tenerse enguanta que las mediciones efectuadas se refieren sólo a individuos de raza pura y
que han llegado a su completo desarrollo. En los casos en que decrece la altura se debe a la sencilla razón de
que los ancianos van desapareciendo y los jóvenes que los reemplazan en la vida son en su mayor parte
mestizos, es decir, hijos de blanco y de india, siendo estas últimas de menor estatura que los hombres de su
propia raza.
El armazón óseo se distingue por sus formas macizas, por la longitud de los fémures, por el desarrollo
acentuado de la cavidad torácica y por la curvatura acentuada del húmero, entre otras caracterÃ-sticas.
Entre las caracterÃ-sticas fÃ-sicas, se observa una bien marcada gradación de color de la piel, según el
sexo, según la edad, según la pureza de sangre del individuo. En los hombres sin mezcla de sangre domina
un tiente facial rojizo oscuro que empalidece en el resto del cuerpo. En las mujeres la coloración es mucho
menos acentuada, formando a veces un contraste muy notable entre el tinte normal de la cara y la blancura
relativa del pecho y las piernas.
El cabello es netamente negro, lacio, grueso y tupido. Es de rápido crecimiento y tardÃ-a la descoloración.
Tienen los ojos negros, aparentemente pequeños, que en la juventud se distinguen por cierta vivacidad y
energÃ-a; y con los años toma una expresión lánguida y adormilada.
La nariz es, en general de amplia cavidades y rebordes gruesos.
Los pómulos son abultados y salientes; la abertura bucal es grande y los labios son carnosos: tienen
redondeado mentón: las orejas son pequeñas e inclinadas hacia delante; el tórax fuerte y saliente, los
brazos bien formados y más bien largos que cortos, las manos relativamente pequeñas y los propio con las
extremidades inferiores.
"La risa de estos indÃ-genas descubre, por lo general buenos dientes, a los que conservan blancos y limpios
mascando Maki, una goma que exuda del arbusto del incienso, y que las mujeres y las criaturas recogen con
cuidado. Esta goma tiene sabor agradable y es un excelente dentÃ-frico. "
"Vida entre los Patagones".
George C. Musters.1871.
• EconomÃ-a: De tipo extractiva con un patrón de asentamiento nómada.
Los Tehuelche no eran de vida sedentaria, sino nómade. Y de acuerdo con esto, su economÃ-a se basaba en
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la caza y en la recolección de productos agrestes.
Con respecto a la caza, el guanaco y el choique eran los principales animales. Además consumÃ-an huevos
de avestruz, y también se cazaban otros animales menores, pero ninguno alcanzaba la importancia
sustantiva de los Lama y los Pctenonemia Pennata.
La caza era casi diaria, y constituÃ-a la primera y más importante ocupación de los tehuelches. En ella
tomaban parte todos los hombres aptos, y a veces, solo quedaban en los toldos los enfermos y los niños
pequeños. La elección de los parajes donde se cazarÃ-a era siempre anticipada, con frecuencia discutida, o
dejada al árbitro del capitán del campo o lÃ-der, designación que se daba al mejor cazador, al más
entusiasta o exigente.
Desde muy temprano, en tiempos hispanos, recogÃ-a las caballadas, y luego en parejas o uno detrás del otro
iban a reunirse a un sitio dado, que es el punto de partida. De ahÃ- tomaban cada uno la dirección que
preferÃ-an o la que el capitán de campo indicaba. Formaban un gran cÃ-rculo que poco a poco iban
estrechando. AsÃ- conseguÃ-an encerrar un gran número de animales, que huÃ-an de todos lados hacia el
centro del cerco. Finalmente, en muy poco tiempo eran tomados con boleadoras y ayudados por numerosas
cuadrillas de perros, siempre escuálidos, pero rápidos.
SolÃ-a ser enorme el número de guanacos y avestruces que aprisionaban de esta forma. Luego de matarlos
los disponÃ-a sobre los recados. A veces el cazador regresaba con un guanaco adulto entero y media docena
de avestruces. Cuado esto acontecÃ-a, los kaus tomaban un aspecto de fiesta, sus palos delanteros se
inclinaban al peso de la carne, chirrÃ-an en los fogones las picanas y los buches apetitosos.
Los Tehuelche antiguos no conocÃ-an el caballo ni los perros y la caza de los guanacos y avestruces no
podÃ-a practicarse con su ayuda, como se hizo más tarde, a partir el siglo XVIII. De manera que la caza
tenÃ-a que practicarse de a pie y con el arco y flecha, que eran sus armas propias. SolÃ-an disfrazarse con
plumas de avestruz o utilizaban pequeños guanacos amansados como señuelo, para atraer a los
compañeros. Sin embargo, los Tehuelche posteriores, en cambio, conocieron el caballo y utilizaron la
boleadora para cazar.
En el caso de las mujeres, se encargaban de elaborar quillangos de cuero y toldos y en época de contactos
con los Mapuche (Tehuelche Septentrionales), hilar y tejer la lana. No cultivaban la tierra, y tampoco tenÃ-an
ganado.
Además, no comÃ-an pescado, ni tampoco cerdo. A veces consumÃ-an hojas y pecÃ-olos de achicoria
silvestre, y extraÃ-an de los parajes húmedos unas raÃ-ces o tubérculos azucarados y blancos que ellos
llamaban jaye o péchoro, según fueran cortos o largos, que comÃ-an crudos o ligeramente tostados.
Además consumÃ-an piche, zorro y vizcacha de la sierra.
Gracias a las relaciones comerciales frecuentes que mantenÃ-an con los cristianos, introdujeron en su
alimentación algunos artÃ-culos como la yerba, azúcar y harina.
También hacen uso del café, pero nada prefieren tanto como el alcohol.
• Vivienda:
Dado que su economÃ-a se basaba en la caza y la recolección, es natural que el género de vida de los
Tehuelche fuera nómade. No tenÃ-an, por tanto, vivienda fija, sino que se iban mudando sus correrÃ-as de
casa, siguiendo itinerarios determinados dentro de un territorio definido.
El Kau, toldo o choza actual, se armaba enterrando en el suelo algunos palos o piquetes, de una a tres varas de
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alto, y se los disponÃ-a en tres hileras: al frente, los más largos, luego los medianos y en la parte posterior
los otros. Sobre esta armazón tendÃ-an una especie de manta o cubierta hecha con pellejo de guanacos
adultos, cuya lana dejan al exterior o en tiempos hispánicos de caballo y vaca. Estiraban enseguida la
cubierta, amarraban su reborde frontal a los palos delanteros, provistos de pequeñas horquetas y finalmente
fijaban con estacas los bordes laterales en el suelo.
En zonas altas de montañas conformaban parapetos de piedra, que eran paredes bajas de 50 cm. de altura, de
forma semicircular que permitÃ-a afirmar el toldo ante los fuertes vientos reinantes.
• Vestimenta:
El traje de los tehuelche originalmente era un quillango, manto de piel, y cubre sexo de piel y tamangos de
cuero en los pies, con pasto adentro. En tiempos hispánicos utilizaban chiripa, que es una prenda inferior que
se ata sobre la cintura hecha en poncho, o de un pedazo de tela, o también de piel de guanaco (quillango).
Sin embargo, sea cual fuere su material, esa prenda es indispensable y la usaban escrupulosamente, porque su
sentimiento de decencia es muy fuerte.
Sobre la ropa utilizaban una manta de piel de guanaco, que era amplia y abrigada. Ésta la usaban puesta
con el pelo hacia adentro y el lado hacia fuera era pintado. El dibujo preferido, salvo cuando el dueño de la
prenda estaba de luto, era un colorado con crucecitas negras y rayas longitudinales azules y amarillas con
ribetes, o con un zigzag de lÃ-neas blancas, azules y coloradas. Estos mantos los mantenÃ-an secos y
abrigados en épocas de lluvias o de mucho frÃ-o. Cuando cazaban se sacaban esta vestimenta, pero cuando
montaban a caballo se la ajustaban a la cintura con un cinturón de cuero o una correa.
Otra vestimenta que utilizaban en tiempos hispánicos eran las botas o borceguÃ-es de potro hechas con la
piel del corvejón de caballo y a veces con la pata de un puma grande, estirada hasta la rodilla y atada
alrededor del pie. Esta bota la usaban por un par de dÃ-as hasta que la piel tomaba la forma del pie, luego se
la cortaba justo a los dedos y se la cosÃ-a para amoldarla. Cuando se gastaba la suela o cuando el tiempo era
muy húmedo o nevoso, usaban, además, chanclos de cuero. Las huellas dejadas con este calzado eran tan
grandes que esto explicarÃ-a, en parte, el término patagón que aplicaron los descubridores españoles.
Cuando estaban en el campamento no utilizaban las botas porque el material es muy delicado. Para cabalgar
se las aseguraban con ligas, hechas de fajas tejidas de distintos colores o para los jefes de cuero y con grandes
hebillas de plata.
Utilizaban también una vincha de color para ajustar el pelo, a veces en caso de haber ceremonia se
engalanaban con sombreros si los podÃ-an conseguir.
Otros utensilios que utilizaban eran collares, cinturones, pipas, cuchillos, vainas y arreos adornados con plata
que obtenÃ-an en su comercio con las colonias, los cuales eran modelados a golpes.
En las mujeres, por su parte, la vestimenta consistÃ-a en una manta similar a la de los hombres, sujetada en la
garganta con un gran alfiler de plata provisto de un disco, un clavo o una espina, según sea el grado de
riqueza o pobreza de la portadora. Debajo de esto usaban una bata de percal o tela liviana que bajaba desde el
hombro hasta el tobillo. Cuando viajaban se ajustaban la manta con un ancho cinturón adornado con cuentas
azules y tachones de plata o bronce. Las botas eran semejantes a la de los varones, salvo que al prepararlas se
dejaba el pelo. También utilizaban adornos y zarcillos enormes de forma cuadrada, aretes que atravesaban
el lóbulo de la oreja y por ultimo collares de plata con cuentas azules.
A los niños se los vestÃ-a con mantas chicas, pero lo mas frecuente era que los dejaran desnudos hasta los
seis u ocho años. En algunos casos se les hacÃ-a botitas con la piel de las patas delanteras de los guanacos,
ablandándolas a mano, pero los niños preferÃ-an andar descalzos.
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Otra costumbre que tienen tanto los hombres como las mujeres es de embadurnarse la cara y a veces el cuerpo
con pinturas para protegerse de la acción del viento, del sol, contra la excoriación o paspado de la piel. Esta
pintura esta compuesta por acres rojos, negros o blancos, los cuales tienen distintos significados: el primero
significa regocijo, el segundo duelo y el ultimo puede haber tenido en alguna época significado guerrero;
estos ocres estaban compuestos por componentes minerales como la tierra mezclados con grasa sacada de los
huesos medulares de los animales muertos que cazaban, como el guanaco.
También era común, en ambos sexos, el uso de tatuajes denominados Chaine. Éstos eran hechos
mediante un procedimiento sencillo pero doloroso: se pinchaba la piel con un punzón y se introducÃ-an una
mezcla azul con pedazos de vidrio seco en el antebrazo o en el pecho.
• Organización Social y PolÃ-tica:
La base era como siempre, la familia, la cual es divisible y el hombre, según sea su bienestar o riqueza,
puede tomar una o más mujeres.
El matrimonio Tehuelche era una especie de concubinato y se hacÃ-a mediante la compra de la mujer.
Cuando un Tehuelche deseaba casarse y tenÃ-a ¨novia¨, entablaba la petición directamente o por
intermediarios, dando tantos caballos, o perros o plata, y el padre, la madre o el pariente mas inmediato
respondÃ-a si o no.
Si la oferta era aceptada, los valores pasaban a ser de la familia de la novia. Al dÃ-a siguiente los recién
casados se alojaban bajo el mismo toldo.
El adulterio, que nunca va seguido de fuga ni escenas turbulentas, es poco común; y mientras el hombre no
falte a sus deberes más importantes, salvo un estado patológico especial o cierta perversión en el sentido
moral, la mujer es siempre fiel a su marido.
Cada matrimonio, y con éste los hijos y parientes más inmediatos, habitaban bajo la misma choza, en
donde sólo era común el alimento. Toda pareja es en cierto punto independiente de las otras, y lejos de
haber promiscuidad, guardan apariencias de pudor y recato, ocupando cada una un sitio distinto, separado de
los otros por una especie de cortina o pellejo extendido.
En todas las familias se desarrollaban distintas ceremonias en momentos puntuales. Uno de estos
acontecimientos era, en primer lugar la fiesta del recién nacido, que era un momento esperado con
interés. Esto se debe a que la maternidad era la preocupación constante y el anhelo de la joven primeriza.
El momento del parto se desarrollaba sin gritos ni abluciones, pero con la ayuda de todas las comadronas, e
inmediatamente después del nacimiento la noticia se comentaba de toldo en toldo. Al dÃ-a siguiente se
sacrificaban una o dos yeguas y se festejaba con gran alegrÃ-a.
Cuando el niño llegaba a los cuatro años se repiten las mismas demostraciones de alegrÃ-a; y según sea
su sexo, le perforan con aguja una o las dos orejas. Inmediatamente se introducÃ-a en el aguajero o los
agujeros algunas cerdas de caballo o diminutas estaquillas de plomo. Éstas es la ¨fiesta de los Aros¨,
que comienza a usarse desde el momento en que cicatrizan las pequeñas heridas.
También la primera menstruación motiva importantes acontecimientos: presencia el suceso la madre de la
joven; acuden a verla sus amigas, y en un momento se arma el toldo de fiesta en la misma disposición que
los otros, pero en lugar de pieles de guanacos se recubre con mantas y ponchos nuevos de confección
indÃ-gena, a lo que se agregan plumas de avestruz, discos circulares de plata sujetos sobre tiras de cuero
pintado; entre otros objetos. AllÃ- se sienta la nueva mujer. Se encendÃ-a una hoguera y se danzaba
alrededor.
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El último regocijo, en orden de tiempo, es el del matrimonio, y a corta diferencia se repiten las misma
ceremonias mencionadas anteriormente.
En el caso de la propiedad era individual, se transmitÃ-a de padres a hijos y cuando éstos no existÃ-an,
heredaban los parientes más cercanos, primero las mujeres y luego los hombres. El parentesco fue siempre
respetado. La consanguinidad solo era admitida hasta cuarto grado, y era costumbre que los tÃ-os se hagan
cargo de sus sobrinos huérfanos. El padre era el jefe absoluto de la familia, pero ejercÃ-a una autoridad
afectuosa, y casi nunca inflingÃ-a castigos a su mujer e hijos.
Por encima de la familia estaban las parcialidades, esto es grupos de 5 a 40 familias, con un cacique a su
frente.
Estas parcialidades solÃ-an ser inferiores a las 400 personas en total. En cuanto al cacique, era mal obedecido,
y una de sus pocas funciones consistÃ-a en ordenar rumbo y sentido a las continuas migraciones, y disponer
el orden de la caza. Antes de salir a una expedición, este solÃ-a dirigirse a su gente con una pequeña
reflexión, cuyo texto en dialecto tehuelche meridional aún se conserva.
• ErgologÃ-a
La ergologÃ-a de los Tehuelche comprendÃ-a solo elementos relativamente simples, fabricados de piedra,
hueso o cuero.
Los que vivÃ-an en los primeros tiempos hispánicos tenÃ-an el arco y la flecha como arma principal. Era un
arco corto y recio, cuya cuerda fabricaban de intestino o tendones de animal, tensados en ramales. Las flechas
eran cortas, estaban emplumadas y tenÃ-an punta de piedra con apéndice; se guardaban en un carcaj de
cuero.
Los Tehuelche de la segunda época histórica, al adoptar el caballo, adoptaron también la lanza larga y
la boleadora, y el arco y flecha pasaron al olvido.
La lanza era pesada y era utilizada cuando estaban desmontados.
En el caso de las boleadoras, habÃ-a de distinto tipo:
− Boleadora de dos bolas: llamada Chume. Ésta la utilizaban para la caza del avestruz.
− Boleadora de tres bolas: llamada Yachico, utilizada para cazar al guanaco.
− Bola perdida o sencilla: Se llama asÃ- porque se la arrojaba para no volver a recogerla. Esta clase de arma
era de fabricación rápida: se tomaba una piedra de punta aguda, se le forraba de cuero, excepto en la punta
que se la deja afuera, se le ataba una correa de cuero crudo y se formaba un nudo en el extremo para impedir
que se zafe de la mano cuando se arrojaba.
Las bolas estaban hechas principalmente de piedra, pero a veces las hacÃ-an de metal blando o cobre que
obtenÃ-an de las colonias, estas últimas no necesitaban forros. Además abundaban las bolas de hierro
fundido o bruto, a las que los tehuelche le daban la forma requerida.
No se conocÃ-a o no se practicaba la cesterÃ-a.
Tampoco era conocida la fabricación de la cerámica, y los pocos vasos de barros que los descubridores
pueden haber visto en manos de los antiguos Chónik, procedÃ-an del trueque con otro pueblos.
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Además de los elementos anteriormente mencionados, cabe mencionar el trabajo más importante que
desarrollaban las mujeres:
"La ocupación más importante de las mujeres en el campamento era la fabricación de mantas de piel,
trabajo que merece una descripción detallada. Se empieza por secar al sol las pieles, estaquillándolas con
espinas de algarrobo. Una vez secas, se las recoge para rasparlas con un pedazo de pedernal, agata, obsidiana,
o vidrio a veces, asegurado en una rama encorvada naturalmente de modo que forma un mango. Luego se les
unta de grasa e hÃ-gado hecho pulpa, y después se les ablanda a mano hasta hacerlas completamente
flexible; entonces se las tiende en el suelo, se las corta en pedazos con un cuchillo pequeño muy afilado,
haciendo muescas para ensamblarlas unas con otras a fin de dar más fuerza a la costura, y se las distribuye
entre cuatro o seis mujeres armadas de las correspondientes agujas y hebras de hilo, que consisten en
punzones hechos de clavos aguzados y en tendones secos extraÃ-dos del lomo del guanaco adulto.
Cuando la manta es grande no se la cose toda de una vez; asÃ- que la mitad esta concluida, se la estaquilla y
se le aplica la pintura de la manera siguiente: se humedece un poco la superficie; luego, cada una de las
mujeres toma una pastilla, o pedazo de ocre colorado y mojándolo aplican la pintura con gran cuidado. Una
vez terminado el fondo, se pinta con la mayor precisión el dibujo de motitas negras y rayas azules y
amarillas; en lo que las mujeres trabajan todo el dÃ-a con la perseverancia más asidua. Concluido esto se
pone a secar la piel durante una noche, y se termina debidamente la otra mitad y las alas, que sirven de
mangas; después se junta todo, y una vez terminado el trabajo, la piel presenta una superficie compacta. El
dibujo preferido, salvo cuando el dueño de la prenda esta de luto, es un colorado con crucecitas negras y
rayas longitudinales azules y amarillas con ribetes, o con un zigzag de lÃ-neas blancas, azules y coloradas. Es
sorprendente la energÃ-a infatigable con que trabajan las mujeres y la rapidez con que cosen. "
"Vida entre los Patagones".
George C. Musters.1871.
División del pueblo Tehuelche:
Como se mencionó anteriormente, los Tehuelche corresponden a la misma etnia. Sin embargo se pueden
diferenciar dos grupos, de acuerdo a su distribución geográfica. Ellos son:
− Tehuelche septentrionales (gennakenk), distribuidos desde el norte del rÃ-o Chubut, hasta el rÃ-o Negro
(o según algunos autores incluso más al norte, ocupando todo el territorio pampeano).
− Tehuelche meridionales (aonikenk), al sur del rÃ-o Chubut, hasta el Estrecho de Magallanes.
Estos grupos no sólo se diferenciaban por su ubicación geográfica, sino que también se distinguÃ-an
por su lengua y su cosmovisión.
Estas diferencias las vamos a desarrollar a continuación:
Tehuelches septentrionales:
• Lengua: Günün a'ajech.
• Cosmovisión:
A partir del siglo XVII los Araucanos cruzaron desde el actual Chile, a su región; situación que culminó
con la casi desaparición de la cultura Tehuelche Septentrional como tal en las provincias de Buenos Aires, la
Pampa y Neuquén hasta el RÃ-o Limay, permaneciendo hacia el oeste algunos grupos
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Günün−a−küna, que sólo se fusionaron con los araucanos después de la avanzada militar del
General Villegas en 1886.
En consecuencia, de su mitologÃ-a quedan relatos incompletos, donde se destaca la figura del ELEMGASEM
(Elel, elelche, Kollón, Walicho), padre o generador de la raza tehuelche, que vive en una cueva. Se lo
describe como un gigante con una gran coraza, que la llevaba en la espalda, similar a la de un gliptodonte.
Tiene la caracterÃ-stica de petrificar a quien lo mira a los ojos o de petrificarse. Posee caracterÃ-sticas
benéficas o maléficas, según las circunstancias de las personas. Se le atribuye la autorÃ-a de las
pinturas rupestres (estilo de grecas).
También es el que provoca los grandes vientos de Patagonia. Rapta a las mujeres y niños. Es el
dominador y dueño de los guanacos, de la vizcacha de la sierra.
Los tehuelches septentrionales tenÃ-an un canto dedicado al Elemgasem y decÃ-an que era el "dueño" de
todos los animales vivientes y que sólo podÃ-a ser muerto por el rayo. Raspaban los huesos del Elemgasem
(cualquier fósil hallado) y se lo daban
de beber a los niños para que sean fuertes y sanos.
Ceremonia del lugarteniente:
Un rito de pasaje femenina, luego de la 1º menstruación de la mujer, a la cual se la dejaba aislada en un
toldo, y se le daba por dÃ-a una determinada ración de agua y comida. Al mismo tiempo se nombraba a un
joven para que ocupara el lugar de Elel. Por medio de este poder, podÃ-a saldar justicia por mano propia. A
veces se llevaba a una mujer a un toldo.
ExistÃ-an diferentes representaciones de ELEMGASEM, por ejemplo e montañas como en La Figura, en
Pilcaniyeu, en el Collon−Cura, En Valle Encantado, etc. También existÃ-an árboles de ELEMGASEM,
los cuales eran árboles sagrados, y en ellos dejaban ofrendas como pequeñas bolsitas de tabaco, piedras,
etc.
Tehuelche Meridionales
• Lengua: Aonikenk
• COSMOVISIÓN:
La cosmovisión de los AONIKEK se puede dividir básicamente en cuatro ciclos, ellos son:
CICLO COSMOGONICO: ¨Donde se cuenta de la formación del mundo y los elementos¨
La creación del Tehuelche era atribuida a un ser que siempre existió denominado KOOCH. En un principio
vivÃ-a rodeado por densas y oscuras neblinas ¨ Allá donde se junta el cielo y el mar¨.
Pensando en la terrible soledad que le rodeaba, comenzó a llorar durante muchÃ-simo tiempo, tanto que es
imposible calcularlo.
De las lágrimas que brotaban se formó el Mar primitivo (ARROK). Cuando advirtió que el agua no
cesaba de salir de sus ojos, dejó de llorar y dio un profundo suspiro. Este suspiro originó el Viento, que
disipando las oscuras neblinas, dio lugar al nacimiento de la claridad ¨ igual que ahora aparece el dÃ-a
después de la noche en el lejano horizonte¨.
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Situado en medio del agua y rodeado de penumbras, KOOCH experimentó deseos de contemplar aquel
extraño mundo. Para ellos se alejó en el espacio, y como no podÃ-a ver con nitidez, alzó la mano
rasgando las tinieblas. De esta forma no solo aparto la oscuridad, sino que originó una chispa luminosa muy
grande que siguió el giro de la mano que la creo. Tal chispa era el Sol.
El Sol dio origen a las Nubes que flotan sobre el mar, y éstas al ser castigadas y por medio del trueno y
amenazaban con resplandecientes relámpagos. KOOCH se vio obligado a ordenar la actividad de los
elementos de la naturaleza que actuaban en aquel mundo sin vida.
Creados los tres elementos del espacio, el Viento, la Luz y las Nubes, KOOCH hizo surgir del seno del mar
primitivo una isla muy grande, sobre la cual creo la vida perecedera, es decir: las aves, los animales, los
insectos y los peces. Al fin de admirar aquella maravillosa obra, el Sol enviaba luz y calor; las Nubes llevaban
lluvia bienhechora y el Viento se encargaba de crear los pastos y no se ocupo más de maltratar a las nubes
arrastrándolas por el espacio, ocultando al Sol.
Un dÃ-a KOOCH comprendió que faltaba un elemento capaz de atenuar la oscuridad que envolvÃ-a la tierra
cuando el Sol se retiraba a descansar. Entonces puso en el cielo a la Luna. En un principio, el Sol y la Luna
evitaban verse, pero las nubes que vagaban por el firmamento tanto de dÃ-a como de noche, contaron al Sol
de la existencia de la Luna.
Tanto hablaron los dos por intermedio de las nubes, que ambos astros finalmente no pudieron resistir la
tentación de verse. AsÃ-, el sol apareció un dÃ-a mas temprano cuando aún la Luna no se habÃ-a
retirado, y otra vez la Luna apareció antes que el Sol se hundiera en el horizonte. Tanto se acercaron que
juntos se ocultaron tras la montaña.
La Noche, en estas ocasiones acudÃ-a a envolver la tierra, experimentando deseos amorosos, mientras
contemplaba a los amantes del espacio azulado. Cuando aquellos se separaban, la Oscuridad de alejaba de la
tierra, de manera que el amante de la noche solo podÃ-a en este caso ser el Tiempo. En consecuencia, la
Noche parió tres malos espÃ-ritus: AXSHEN, (el dolor fÃ-sico), MAIP (inquietudes espirituales y mala
suerte) y KELENKEN (la peste y la desgracia).
Luego la Oscuridad fue también madre de los gigantes (HOL−GOL). Ella, apenas nacÃ-an, los depositaba
en las montañas de la isla, donde cada uno tenÃ-a su caverna. Además, las montañas eran también
gigantes mujeres, que nacÃ-an muertas o muy enfermas, ya que vomitaban por la noche fuego o se
estremecÃ-an porque KELENKEN se habÃ-a metido en ellas y ningún brujo se ocupaba de curarlas.
CICLO DIVINO: ¨Donde se narra el nacimiento y las peripecias de Elal en la Isla¨
Reinaba la armonÃ-a en la isla creada por KOOCH, poblada por peces, mamÃ-feros, aves e insectos. El
hombre no habÃ-a sido creado.
Pocos conocÃ-an las actividades de los HOL−GOK gigantes hijos que vivÃ-an en la montaña.
NOSHTEX, uno de los HOL−GOK, raptó una nube y la tuvo prisionera durante tres dÃ-as y tres noches en
su caverna. En aquel entonces, las nubes al rozar las montañas de la legendaria isla se convertÃ-an en
mujeres.
Las demás nubes advirtieron su ausencia y en vano buscaron por las montañas y el firmamento.
Seguras de que la nube habÃ-a desaparecido en algún rincón de la isla, furiosas comenzaron a descargar
terribles tormentas; causando gran alarma y temor entre los seres que allÃ- vivÃ-an.
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Durante tres dÃ-as duró la furia de las Nubes que castigaban la isla. Al cavo de esos tres dÃ-as intervino el
Sol, para apaciguarlas, preguntándoles el motivo de tanto enojo. Las Nubes respondieron que faltaba una de
sus hermanas y que habÃ-a desaparecido estando en la isla. Sospechaban que alguno de los seres que allÃvivÃ-an la habÃ-a raptado y la mantenÃ-an prisionera. Como el Sol nada pudo averiguar, esa tarde, luego de
ocultarse en el horizonte, puso la novedad en conocimiento de KOOCH, pues las nubes amenazaban con
seguir maltratando la tierra y a todos los moradores, hasta tanto no apareciera la ausente.
KOOCH, al ver el penoso estado en el que se hallaba su obra: lo animales aterrados, los rÃ-os desbordados,
las aves mojadas y hambrientas, las rocas despeñadas, prometió al Sol que si la nube desaparecida tenia un
hijo, ese hijo serÃ-a, mas poderoso que su padre. El Sol. Ese mismo amanecer, comunicó la noticia a las
Nubes, y éstas, alegres y satisfechas con la promesa, la contaron al Viento.
El Viento corrió veloz hacia la isla y contó la novedad a los animales, a fin de disipar sus temores. Como el
Viento sabÃ-a de la existencia de los gigantes, bramó en medio de prolongados silbidos la noticia en la
entrada de las cavernas en que los monstruos se habÃ-an refugiado, AsÃ- fue como NOSHTEX se entero de
que el hijo que la Nube serÃ-a mas poderoso que él. La Nube escucho la noticia y le anuncio que el tal hijo
que habÃ-a de vengarla, según la promesa de KOOCH, ya latÃ-a en su vientre. Esta revelación aterrorizo
al gigante. No sabÃ-a como alejar el peligro. Sentado en la puerta de la cueva meditaba mientras la Nube
dormÃ-a. Hacia el anochecer, llegó Maip, el viento helado, que se arrastraba entre los matorrales y sopló su
aliento helado sobre un pajarito posado en una rama. El ave cayó muerto, y NOSHTEX pensó que podÃ-a
asesinar a la nube. Pero antes de morir el ave puso un huevo, y el gigante reflexionó que aun cuando matara
a la madre, bien podrÃ-a seguir viviendo el hijo. Ya a la luz de la Luna, pasó un zorro y al ver al pajarito
muerto se lo comió, y luego husmeando entre las matas, encontró el huevo y lo comió también.
Fue asÃ- como NOSHTEX pensó que podÃ-a abrir el vientre de la nube y devorar al hijo. Previendo el
amanecer; antes era de color lechoso; y temeroso de que la sangre de la nube fuese vista por alguien,
NOSHTEX se apresuró a abrir su vientre y viendo el manantial de sangre que brotaba, revoleó los despojos
del cuerpo de la nube; la sangre que brotaba de las heridas manchó el firmamento y fue asÃ- que al salir el
sol, el cielo se mostró por primera vez de color rojizo.
Sin embargo NOSHTEX no logró su cometido, porque TERR−WERR (el Tuco−Tuco) salvó a la divina
criatura y la llevó a su cueva.
Cuando el escondite de TERR−WERR resultó inadecuado para el niño, el Tuco−Tuco organizó una
reunión planeando la huida de la nube, para la que era necesaria la colaboración de todos los animales.
El zorrino, el piche, el chingolo, el zorro, el pecho colorado, el chorlo y la lechuza estaban presentes en la
reunión. AllÃ- se decidió que el niño serÃ-a llevado a una tierra que hoy se conoce con el nombre de
Patagonia en el extremo sur de Argentina, situada al oeste de la isla, lugar elegido por el chorlo que conocÃ-a
estas tierras, y el cisne serÃ-a el encargado de llevarlo volando hasta allÃ-.
Todos los animales se reunieron a la orilla del mar para proteger su huida, para esto, el zorrino le avisarÃ-a a
la avutarda, al piche, al flamenco, al chingolo, al cisne, al zorro y al ñandú. El pecho colorado debÃ-a
cantar para entretener a los gigantes. La lechuza no se mostró de acuerdo con lo decidido y voló de la
reunión. Sin embargo, solo el chingolo, que le avisarÃ-a al cisne, cumplió con su cometido.
En el caso del ñandú, que según los relatos tehuelche antiguamente podÃ-a volar, perdió el privilegio de
surcar los aires, porque en vez de remontar vuelo, cuando el zorro le anuncia que el niño le aguardaba en la
orilla de la laguna, decidió ir en ayuda de la criatura utilizando sus piernas en lugar de las alas. Esta actitud
se debió a que tuvo miedo de un gigante que le observaba. Irritado el niño, al enterarse de los motivos de
su tardanza, desde ese mismo instante le quinto para siempre el privilegio de volar. A su vez, el zorro, que
sorteó peligros y obstáculos para acercarse al ñandú, enterado del fracaso de su misión, se convirtió
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en su mortal enemigo.
El zorrino debÃ-a informar a la Avutarda que el niño estaba en condiciones de emprender el viaje y alejarse
de isla donde habÃ-a nacido. Tan alegre partió, que un gigante, intrigado al verlo tan contento, lo detuvo
para preguntarle los motivos de su alegrÃ-a, Asustado el zorrino, tras algunas vacilaciones, al cerrarse la
noche sintió miedo y confesó al monstruo los móviles de su viaje y la misión encomendada, Mientras
contaba los detalles de la proyectada fuga, fue oÃ-do por la Lechuza, que acababa de retirarse de la asamblea.
Como la Lechuza tenÃ-a el privilegio de ver en la oscuridad, al acercarse distinguió al zorrino mientras
temblando de miedo delataba la conspiración.
De inmediato voló de nuevo a la reunión, y comunicó a los demás animales los pormenores de la
traición del Zorrino. La indignación de todos los seres fue unánime y la condenación terminante. Apenas
el hijo de la Nube fue enterado de este episodio, el pequeño traidor fue rodeado por ese insoportable olor
que delata su presencia a grandes distancias, Todos huyen de él, y por esa causa no tiene ni un solo amigo,
Arrepentido de su falta, desde entonces el Zorrino trata de rehabilitarse, y por ellos, a pesar de su
insignificancia, es el único animal que enfrenta al hombre y le ataca tratando de hacerle llegar su
nauseabunda rociada, convencido de que vuelve a encontrarse con un gigante que le intercepte el paso.
El flamenco llegó tarde a la cita con el niño debido a que el Piche, que era el que tenÃ-a que avisarle, lo
hizo tarde. Esto sucedió porque el pequeño animal, al ver a un gigante sintió miedo creyendo que el
monstruo le observaba. Para despistar, el piche fingió husmear la tierra, y se ocultó entre las ramas para
alejarse de tan peligroso observador. Apenas pudo comunicarse con el flamenco, éste de inmediato
remontó vuelo, pero cuando arribó a la laguna, ya el cisne le habÃ-a precedido y el niño estaba ya en la
espalda del ave. En consecuencia, gran tristeza embargo al flamenco, y el niño, compadecido de su pena
hizo que las blancas plumas, que hasta entonces lucÃ-a el ave, adquirieran el color del cielo a la hora del
amanecer. Mas este privilegio no fue suficiente para el ave, y desde entonces sigue viviendo triste oculto en
las lejanas lagunas de la Patagonia.
El Pecho Colorado debÃ-a distraer a los gigantes con su canto, mientras el niño aguardaba el momento de la
partida. En consecuencia, el monstruo ordenó callar a la tÃ-mida ave, pero ésta siguió cantando.
Finalmente el gigante, irritado con el canto del ave, le arrojo una astilla que fue a herir al pájaro en medio
del pecho. Su grito de dolor fue oÃ-do por el niño, y cuando el ave llego a la laguna con el pecho
ensangrentado, la criatura no solo cura la terrible herida, sino que también hizo que las plumas del pecho,
manchadas de sangre conservaran para siempre ese hermoso color. Desde entonces, el Pecho Colorado luce
orgulloso tan caracterÃ-stica insignia.
Finalmente, el niño emprendió su viaje y fue bautizado con el nombre de ELAL, por el sonido que emite el
cisne en vuelo.
CICLO HEROICO: ¨ Cuando se cuenta la llegada de Elal a la Patagonia, la creación de los hombres,
cacerÃ-as y proezas¨
Elal llegó a la Patagonia volando sobre la espalda de un cisne. Éste detuvo su vuelo sobre la cúspide del
hermoso Chanten, y Elal; siendo un niño muy pequeño aún, descendió del ave y admiró el fantástico
panorama que se ofrecÃ-a ante su vista, Rodeado de las aves que le acompañaron en la fuga, estuvo tres
dÃ-as y tres noches contemplando la tierra cubierta de nieve y hielo. Durante ese tiempo las aves le
proporcionaron el calor de sus plumas y le trajeron alimento en sus picos, Finalmente, el niño descendió de
la cumbre del Chanten, y fue interceptado por el FrÃ-o y la Nieve, a quienes ahuyentó golpeando unas
piedras que dieron origen al fuego. En un principio el frÃ-o y la nieve junto con el hielo, ayudados por el
perverso Maip, pretendieron resistir y aniquilar a Elal. Finalmente, temerosos de que éste le enseñara a
las aves a encender el fuego, formalizaron un pacto y se alejaron, dejando el campo libre a la vida que llegaba
junto a Elal.
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Sin embargo NOSHTEX, el gigante padre de Elal, habÃ-a sido enterado por el cóndor de la nueva residencia
de su hijo, y se trasladó a la Patagonia para ganar su confianza.
Para defenderse del gigante, Elal creó el bosque y los hombres. En consecuencia GOSHTEX tuvo que
regresar a la isla.
Elal enseñaba a los hombres el arte de hacer fuego y les enseñó a cazar con arco y flecha. El mismo los
acompañaba en sus cacerÃ-as aconsejándoles sobre la importancia de ser valientes para poder sobrevivir.
Mientras tanto, NOSHTEX, de regreso en la isla, mando a GOSYE, su hermano, a matar a Elal. Sin embargo,
este gigante no conocÃ-a a Elal, en consecuencia mataba y devoraba a todos los cazadores y criaturas que se
le cruzaban. Trataron de matar al monstruo con cuchillos de piedra y flechas, pero no le hacÃ-an ningún
efecto. Finalmente Elal tuvo que intervenir, sometiendo al gigante a un terrible castigo. Fue asÃ- como
GOSYE tuvo que volver a la isla.
NOSTEX furioso, emprendió un nuevo viaje a la Patagonia. Esta vez desarrollo un plan muy minucioso:
Todo comenzó cuando un cazador, denomina Wenke, perseguÃ-a un chulengo herido y se internó en la
selva tras la presa que ya creÃ-a segura. AllÃ- se extravió y, al salir, en el deslinde del bosque fue atacado
por un puma, que de un zarpazo le desgarró la garganta. Antes de caer, Wenke logró tender el arco y
atravesar el cuello del puma con una flecha, dándole muerte. A continuación apareció un anciano
misterioso, que alzándolo lo llevó a su caverna, mientras marchaba con el herido, el viejo le decÃ-a: ¨ El
puma te temerá; tu eres fuerte y valiente como Elal, y los Chónek − los Hombres− gritarán tu nombre¨.
Luego el cazador quedó inconciente en la caverna, y al amanecer despertó como de un sueño,
completamente sano. Asombrado y temeroso regresó junto a los suyos, a quienes narró la extraordinaria
aventura que habÃ-a vivido, sin embargo nadie le creyó. Acontecimientos posteriores ratificaron las palabras
de Wenke, y el anciano brujo resulto ser el propio padre de Elal. Sin embargo el plan del gigante no
funcionó, ya que Wenke, en lugar de competir con Elal se convirtió en su Ã-ntimo amigo.
No obstante, NOSHTEX decidió intentar nuevamente derrotar a Elal, para esto llevó consigo, en su regreso
a la isla, a SHINTAUKEL, un joven cazador humano, En la isla fue adiestrado, y volvió a la Patagonia
custodiado por un gigante para desafiar a Elal. Como la pelea no terminaba de concretarse nunca, comenzó a
correr el rumor de que Elal temÃ-a a aquel personaje que tanto se le parecÃ-a. Finalmente, SHINTAUKEL y
Elal se encontraron en la meseta del Lago Sechlas (Candiel), que tomó su sabor amargo ya que en sus aguas
cayó el sudor de los contrincantes. En medio del encuentro, una manada de hambrientos pumas apareció y
todos los cazadores, creyendo que su héroe serÃ-a abatido, gritaron el nombre de SHINTAUKEL. El sol se
oscureció, SHINTAUKEL hirió a Léala mientras este luchaba con los pumas y el combate se suspendió
para poder controlar a la manadas. Después de la pelea, Elal desapareció.
La tribu tomó a SHINTAUKEL como nuevo héroe, sin embargo, poco tiempo después, éste se
enfrento nuevamente con Elal, que lo derrotó fácilmente. Durante la pelea, Elal vio gigantes y pensó que
su contrincante podrÃ-a ser un monstruo amigo de ellos, asÃ- fue como luego de vencerlo ante la tribu, lo
maniató y lo llevó a su caverna; allÃ- lo asesinó y comió su corazón. En ese momento, el Tuco Tuco
habÃ-a despertado de un largo tiempo, vÃ-ctima de un soplo de Maip, al confundirlo con un pájaro. El
roedor le dijo a Elal que no se comiera el corazón, ya que los gigantes lo tenÃ-an de piedra, sin embargo el
héroe exasperado no escucho los consejos.
Elal era nuevamente el héroe de los Chónek, pero para él nada era lo mismo, su creación lo habÃ-a
defraudado.
CICLO HUMANO: ¨ Donde se cuenta la decepción de Elal, su partida, su existencia en la isla y su
emanación benéfica de la tierra¨
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Defraudado por la falta de confianza de lo Chonek, Elal considera que ya les ha dado las herramientas para
vivir y ah removido los obstáculos de la naturaleza. Queda asÃ- cumplida su misión.
Amargado por la traición recibida desciende de la montaña y con gran amor aconseja a los Chonek sobre el
valor y el sentido de la vida.
Anuncia su retirada y les prohÃ-be que le rindan homenaje.
Les deja un espÃ-ritu protector, WENDEUK, para que sin ser visto los cuidará desde que nacÃ-an hasta que
llegaba el momento de su muerte. WENDEUK siempre estarÃ-a alerta para ayudar a los hombres a sortear los
malos trances de la vida, pero los Chonek debÃ-an ayudarlo, ya que este genio bondadoso por sÃ- solo no
podÃ-a contra los espÃ-ritus malos.
WENDEUK acompañarÃ-a a los muertos al lugar donde los esperaba Elal y una vez allÃ-, contarÃ-a todo
lo bueno y todo lo malo que hicieran en vida; si habÃ-an matado pumas, si habÃ-an guerreado con valor, si
habÃ-an tenido hijos y especialmente si habÃ-an hablado a sus descendientes de la gloria de Elal en la tierra.
Los Chonek no se preocupaban de llevar cuenta de sus actos, porque WENDEUK lo sabÃ-a, Después de la
vida y estando al lado de Elal, podÃ-an pedirle permiso ara contemplar a sus parientes subiendo al cielo
convertido en estrellas o conversar con él sobre sus actos y cacerÃ-as frente a una hoguera que nunca se
apagaba.
Después de entregarles estos consejos y consuelos, Elal se despidió y convirtiéndose en una avecilla se
posó sobre un cisne, como cuando llegó a la Patagonia.
Se fue hacia el Este escoltado por una rumorosa bandada de cisnes, descansando en islas que surgÃ-an de las
aguas heridas por sus flechas.
• Conclusión
Como conclusión, en primer lugar, hay que destacar la importancia de estos indÃ-genas en la historia de la
región que hoy habitamos. Esta trascendencia va desde el origen del vocablo Patagonia, hasta el simple
hecho de ser uno de los primeros pueblos originarios del paÃ-s.
También hay que destacar la influencia que tuvo el pueblo Mapuche en la vida de los Tehuelche,
principalmente en la de los Septentrionales, derivando en un proceso denominado ¨ araucanización¨. Esto
se puede observar en la adopción de distintos objetos tÃ-picos de pueblo chileno como pipas, piezas
cerámicas, hachas, técnicas textiles y de platerÃ-a, entre otras.
Por último, pero no menos importante, este trabajo nos deja un claro mensaje: que los pueblos originarios
tuvieron una interesante cultura, costumbres y por ende hay que valorarlos.
Como sociedad debeos aceptar al otro, a lo distinto, a su cultura, sus pensamientos, creencias.
El hecho de que sea diferente a nosotros o que no compartamos las misas ideas, no implica que sea superior o
inferior.
Como siempre decÃ-a mi profesora de historia en la secundaria: la historia sirve para ver lo errores cometidos
en el pasado y de ahÃ- tomar el ejemplo para no volver a repetirlos.
Entonces, ya que teneos un evidente caso, que es la llamada ¨Campaña del Desierto¨, en donde la
discriminación y la falta de respeto por otro aniquilaron y lastimaron un pueblo; ¿por qué lo seguimos
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haciendo nosotros?
Ya sabemos los resultados, entonces tomemos conciencia y tratemos de respetar y salvar lo poco que queda de
las culturas indÃ-genas, antes de que sea tarde.
• Ficha
Podemos aplicar los conocimientos del Tehuelche en distintos momentos de una excursión:
Con respecto a la subsistencia, si estamos recorriendo la estepa y vemos algún Choique o Guanaco podemos
contar que eran la base de la economÃ-a de estos aborÃ-genes.
Con respecto a la Cosmovisión de los Tehuelche Septentrionales, podemos contar de la existencia de
ELENGASEM cuando pasemos por:
• Valle Encantado; ya que vemos variadas formas en las rocas y podemos contar que son personas
petrificadas.
• También podemos lo podemos contar en Pilcaniyeu, donde vemos claramente una roca que tiene
extraña figura y una interesante historia.
• Además. Podemos contarlo cuando vemos algún árbol aislado, que hacen referencia a un Walicho
y donde es común dejar algún tributo.
• Otro lugar puede ser Collón Cura, ya que se relaciona Ã-ntimamente con la historia, ya que otro
nombre dado a Elengasem fue Collón.
Con respecto a la Cosmovisión de los Tehuelche Meridionales podemos aplicar el ciclo mÃ-tico de Elal en
variadas situaciones, ejemplo:
• Cuando salimos muy temprano y vemos el amanecer con sus hermosos colores, podemos contar
cuando NOSHTEX mató a la nube.
• Cuando realizamos una excursión y ya esta oscuro y vemos las estrellas, podemos contar que allÃestán los Chónek que mueren. Ellos viven con Elal y también pueden ver desde allÃ- a su
familia. Además podemos nombrar en esta situación a Wendeuk.
• En otra situación donde podemos contar esta historia es cuando vemos algún animal o ave. Por
ejemplo: del flamenco podemos contar porqué tiene esos hermosos colores y siempre los vemos tan
solitario. Del pecho colorado podemos contar porqué tiene esa vistosa mancha en el pecho. Del
Choique podemos contar que antes volaba y la razón de porqué ahora no lo hace. Del zorrino
podemos contar porqué posee ese horrible olor, etc.
• Podemos aplicar esta historia si pasamos cerca del Cerro Chanten, ya que allÃ- fue donde estuvo 3
dÃ-as y 3 noches Elal, y desde allÃ- admiró la hermosa Patagonia.
• También podemos contar cómo cazaba el tehuelche y que se lo habÃ-a enseñado Elal.
BibliografÃ-a
• ¨ Vida entre los Patagones¨: George Chaworth Musters.
• Los aborÃ-genes de la Argentina: de Salvador Canals Frau.
• Los Indios Tehuelches, una raza que desaparece: Ramón Lisa
2
Trabajo Práctico Nº 2
"Tehuelche"
14
AntropologÃ-a
Alumnos: Arriagada Cristian
Callaba Cintia
González Mariana
Kram Marcelo
Pannunzio Martin
15
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