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BIBLIOTECA
de zMéxico
NÚMERO TRES-CUATRO / AGOSTO DE 1991
Plaza de la Ciudadela 4, Centro Histórico de la Ciudad de México
Tel. 51 2 09 27
Jaime García Terrés
El juego del saber 2
James Joyce
Anna Livia Plurabelle 36
Peter Handke
Jukebox 4
Pedro Serrano
Tres canciones lunáticas 44
FAX 510 41 85
Fabienne Bradu
Antonieta en Nueva York 46
Rafael Torres Sánchez
Carta de Relaáón 9
Bernardo Ruiz
La casa de las grullas 49
Inéditos de Carlos Pellicer
Mi credo 11
Soneto 17
Coplas 18
Jóvenes sanforizados 19
Soneto 21
Leonardo Sciascía
Dos poemas 53
Carmen Leñero
Máscara de tres cabezas 54
Gabriel Zaid
Pellicer: Un desastre editorial 13
Leonardo Sciascía
ñrandello, Cervantes, Unamuno 59
Guillermo Sheridan
Carlitos saluda a Pepe 21
Agustino Birrel
La compra de libros 61
Alejandro Katz
De la correspondenáa personal 22
Ricardo Pérez Montfort
Cuarenta años de reescritura 63
Gerardo Denlz
Mester de maxmordonia II 67
Cyril Connolly
La posición de Joyce 25
Manuel Porras
El rincón del bibliómano 68
Finnegans Wake:
La nueva dimensión del verbo
Ricardo Silva-Santisteban 31
El escritor público 70
Conseio Nacional
p a r a la
C u l t u r a y las Arles
Presidente
Víctor Flores Olea
B I B L I O T E C A DE M É X I C O
Director G e n e r a l
Jaime García Terrés
Revista B i b l i o t e c a d e M é x i c o
Director: Jaime García Terrés
Coordinación
Editorial: Jaime Moreno Villarreal y Juan Villoro
Consejo de Redacción: Fernando Álvarez del Castillo, Gerardo Deniz
Julio Hubard, Manuel Porras, Bernardo Ruiz, Rafael Vargas
Diseño: Germán Montalvo
Tipografía
Redacta
No se responde por textos no solicitados, ni se entablará correspondencia al respecto
JAIME GARCiA ΤERRES
•
ΕΙ
ΕΡίstοla
)
ue
moral
Ninguno sabe para quien trabaja
ηί cualmusa le dicta 10 que canta
ηί casi nada de cuanto sucede
ροτ las calles de Dios cada minuto .
Nadie -grima peor- tiene derecho
de ηο saber 10 mucho que ηο sabe,
ηί menos al Ρregόη de su ignorancia.
(La de la ley ηο excusa, reza el Cόdίgο
Civil, su cumplimiento compulsivo;
ηί la de Cusa, siendo la mas docta,
nos salva de caer en agujeros.)
ίΑdόηde
diantres caminar entonces?
ίΕη que sombra sapiente refugiarme
del sol que me calcina, si son negras
oquedades las sombras conocidas?
Sόcrates,
" e l mas sabio de 10s hombres,"
en su tiempo 10 fue porque sabίa
diafanamente bien que ηο sabίa .
ΕΙ episodio vale ροτ sί ρτορίο:
su relato perdura como ejempl0
Υ a traves de 10s libros nos conmueve
aun ahora, pero ya ηο bastan
semejantes humildes confesiones
ennoblecidas ροτ el son heroico,
a desbrozarnos una sola νίa,
ο siquiera a curar esa translucida
futesa de sublimes calidades.
Υο
tengo que saber ροτ dόηde νΟΥ,
cuantos miles de pesos necesito
para seguir en pie, las acres horas
Υ el sudor que requiere devengarlos,
cόmσ pedir Υ conceder favores,
el tiempo de callar a toda costa
Υ el tiempo de confiar en 10s demas,
el precio del honor Υ la amargura
Υ las reglas escualidas del juego
de palabras en turno; todo esto
Υ muchas otras vainas son premisas
indispensables a la subsistencia
Biblioteca
dε Mιixico
2
g o d e ls a b e r
del cuerpo y el espíritu, la sangre
que sin compás de espera los anima
mientras el aluvión no los destruye.
Un reloj en el muro determina
cotidiano y preciso los arranques
de la mañana y sus confines legos.
A las ocho mi taza de café,
una copa de vino al mediodía,
fruta en la cena; y el reposo
cuando sea posible, culminadas
labores y rutinas esenciales.
Por supuesto, sí caben extensiones
y modificaciones al horario.
Las sílabas contadas en el verso,
las notas en el aide-mémoire, podrían
multiplicarse o bien disminuir,
entre el cero y el nubil infinito.
Sin embargo, no cabe, por principio,
saltarse a la torera tantas leyes
que rigen mal o bien la convivencia,
la comunicación, el toma y daca.
Urge, claro, aprenderlas de memoria
y jamás olvidarlas, si se quiere
funcionar en el tráfago diurno.
Quédense las humildes ignorancias
para glorificar esos momentos
a solas y en silencio: madrugadas
a punto de cernir la noche plena,
surcada por mil rayos de tiniebla,
cuando la sangre cruza porque sí
la vena, y su guardián vuelve los ojos
a otra parte, negándolos al crudo
aprendizaje gris de la vigilia;
cuando al cabo revientan los ayeres
como el tropel de luces de Bengala,
y no se abren ni se cierran puertas
por ausencia ideal de carpinteros.
Pero un agrio repique, sin demora,
te lanzará de nuevo a tus relojes,
fuera de limbos y contemplaciones,
trocando la rudeza mitológica
de tu hueco por dobles manecillas
que recuerdan edictos perentorios
y el término fatal para cumplirlos.
Es necesario reanudar entonces
el ágil cumplimiento de la norma:
saber cómo sacar agua del pozo,
algo de llaves y cerrajería,
freír un huevo, lengua nacional
y matemáticas elementales,
poseer un oficio (profesión,
con todo y el diploma), pasaporte
visado, mapamundis, instructivos
al por mayor. . . y usar en su manejo
tu sentido común, tu don de gentes.
¡Vaya desfalleciente repertorio
de la sabiduría cotidiana!
A fin de soportar esta faena
tendrás que sazonarla con un grano
de amor y un miligramo de distancia,
dosis opuestas entre sí, por cierto,
pero que se concilian en relámpagos
excepcionales de viviente gracia.
Y para cosechar tales efímeros
meteoros habrás de visitar
el caos y pedirle su consejo
tras de pagar el precio requerido,
cuyo importe no siempre detentamos.
Ven. Al caos iremos otro día.
Ahora ven y préstame la fuerza
increada que fluye de tus manos.
Si de jugar se trata, por ahora
juguemos a saber aun no sabiendo,
y del tiempo normal, amo despótico,
tomemos vacaciones a destiempo.
Tal vez infusa valga más la ciencia
que los aprendizajes de memoria.
En suma y a la postre, tanto monta
el mito breve de la poesía.
Tukebox
(fragmentos)
f fragmentos!
f
Traducción
y nota de Juan Villoro
En su libro más reciente, Totes Holz
(Madera muerta), Günter Grass se
pregunta: " Qué hacer~> ¿Ver todo negro o pedirle palabras de consuelo al
poeta Handke?" Grass ha sido, a no
dudarlo, el polemista más activo de la
transición alemana; sus artículos de
1989-90 integran ya un par de libros
que los dogmáticos de izquierda y de
derecha ven con recelo, como si se tratara de esas bombas que no estallaron
en la segunda guerra y de cuando en
cuando aparecen en las hortalizas
prusianas. Sin embargo, rodeado de
los agonizantes bosques de Europa, este escritor al que parecen sobrarle respuestas, pide preguntas, palabras de
poeta.
c
Peter Hondke.
En 1989, mientras el autor de El
tambor de hojalata atacaba el tema
de la reunificación alemana desde todos sus flancos, recordando el modelado en arcilla que alguna vez practicó como escultor, Peter Handke viajaba por los países de Europa que no
hablan alemán, sin otro equipaje que
una maleta. Handke no tiene casa;
cuando escribió el guión para la película de Wim Wenders El cielo sobre
Berlín (rebautizada por la distribuidora norteamericana como Las alas del
deseo), su "método" de trabajo consistió en enviar escenas sueltas desde los
distintos hoteles donde paraba. Con
Handke, las definiciones sólo tienen
sentido entre comillas: su "guión" resultó una lista de preguntas poéticas.
Tal vez la única constante de este
transgresor de géneros ha sido la búsqueda de la voz; sus "obras de teatro"
carecen de acción dramática y han sido escritas para recitarse por hablantes inmóviles. El lenguaje como variable sonora. En 1966, en el prefacio a
Insultos al público, hizo un listado de
los sonidos que los recitadores debían
tener en mente: el murmullo que sale
de las iglesias católicas, la multitud en
un estadio de fútbol, las revueltas callejeras, los debates, los sistemas de
traducción simultánea, las ruedas de
bicicleta, las revolvedoras de cemento, los trenes, los Rolling Stones y el
hit parade de Radio Luxemburgo.
En los años sesenta, Handke usó su
lenguaje como un ruido en las frecuencias dominantes. Sus obras reclamaban un público al cual insultar y sus
discursos garantizaban un happening (baste recordar sus ataques al
Grupo 47, que reunía a los principales escritores alemanes de la posguerra, o su discurso al recibir el premio
Hauptmann, donde se limitó a hablar
del estudiante Benno Ohnesorg, asesinado por la policía de Berlín). Sin subordinar su literatura a tanas de moda, Handke logró trazar una radiografía moral de la generación del 68
alemán. En 1969 se vendieron 75 mil
ejemplares de su poemario El mundo
interior del mundo exterior del
mundo interior y la prensa lo etiquetó como "el Bob Dylan austríaco". Sus
novelas El miedo del portero ante el
penalty (1970) y Carta breve para un
largo adiós (1972) confirmaron su
condición de héroe contracultural. Sin
embargo, a fines de los años setenta
su relación con los lectores cambió por
completo: ni insultos ni aclamaciones;
había dejado de ser el enemigo y el
vocero.
Handke también descartó una de
las salidas favoritas de la contracultura de los sesenta: el silencio del gurú. Hasta la fecha se mantiene como
uno de los autores más prolífícos de
la lengua alemana, pero si algo caracteriza sus últimas obras es su repliegue social, su alejamiento de la cosa
pública. Entre 1979 y 1981 escribió la
tetralogía Lento retorno, 420 páginas
en un alemán diáfano y tedioso.
Handke sucumbió a un pánico por los
acontecimientos que no se veía desde
la nouveau román; en la tetralogía,
un suceso equivale a un error estético. Narrativa sin trama, sin sesgos
psicológicos, sin personajes definidos,
sólo definible por climas, atmósferas,
cambios de luces. Un sonido cada vez
más semejante a la "garganta del silencio" buscada por su maestro Beckett.
En los últimos años él buzo ha vuelto a la superficie. Sus novelas breves
Historia de un lápiz y La tarde de
un escritor inician un nuevo proceso
de conocimiento. Handke dispone de
un lenguaje no menos virtuoso y dúctil que el de Mann en La montaña
mágica o el de Broch en La muerte
de Virgilio, pero lo aplica a zonas restringidas: la descripción de horas comunes y cosas diarias.
No es extraño que Versuch über
die Jukebox, su novela de 1990, lleve
el nombre de "ensayo", tampoco que
trate de una rocola. nada mejor que
una caja de ruidos para recobrar él
lenguaje. Improbable Montaigne del
hit parade, Handke "se ensaya a sí
mismo", busca sus señas de identidad
en un aparato al borde de la desaparición. "¿Podía haber alguien más ri-
dículo que él, en ese momento en que
cada día era una fecha histórica?" El
muro de Berlín es derribado, Ceaucescu muere, Handke está en la pequeña
ciudad de Sona, escogiendo sus discos
favoritos: "Justo ahora que la Historia
se convertía en el gran cuento de hadas del mundo y todos los días narraba para sí misma y se encantaba a sí
misma (¿o era sólo otra versión del viejo cuento de fantasmas?), quería alejarse hasta esa ciudad rodeada de estepas y nscos desérticos, sorda para
la Historia?" ¿Arte de la fuga? ¿Evasión del presente- No del todo. Se trata, quizá, de darle otra denominación
al lenguaje, mientras en Alemania se
barajan cantidades billonarias, Handke junta sus monedas para activar un
viejo aparato. El resultado acaso sea
más elocuente que las atronadoras
certezas arrojadas ese "año de la Historia".
Rodeado del bosque enfermo, Gúnter Grass pide palabras de alivio, no
las suyas, las de los Grandes Temas,
no el torrente caudoloso de quien ha
hecho del mundo su casa, sino el soplo leve, exacto, de un poeta sin casa.
Silencio, el aire late e n las sienes ( e n una ocasó
i n se le ocurrió
q u e una e m p r e s a d e c o s m é t i c o s
ofreciera, para esa parte del rostro, una e s e n c i a capaz d e h a c e r
q u e el m á s l e v e s o p l o fuera percibido p o r la p i e l c o m o e x p r e sión, ¿ c ó m o decirlo?, del A h o r a ) .
Al regresar del descampado
t o m ó un café e n un bar d e la rib e r a l l a m a d o Río. U n j o v e n gitan o tras el m o s t r a d o r . E n t r e l o s
e s p e c t a d o r e s absortos e n el p r o g r a m a matinal de t e l e v i s i ó n , había v a r i o s pensionistas ( s e g ú n el
d i c c i o n a r i o , e n e s p a ñ o l se llam a n " j u b i l a d o s " ) . El i n c e s a n t e
tráfico d e la c a r r e t e r a hacía q u e
las tazas y los vasos v i b r a r a n entre los dedos. En un rincón había
una h o r n i l l a d e h i e r r o , a p e n a s
daba a las rodillas de los c o m e n sales, era c i l i n d r i c a y se angostaba e n la parte d e arriba, t e n í a
un a d o r n o al c e n t r o , s e m e j a n t e
a una concha, m á s abajo, la b o ca e x h a l a b a el r e s p l a n d o r d e l
fuego. Del suelo de azulejos llegaba el o l o r d e l aserrín r e c i é n
cortado.
En la calle, al subir una colina, pasó j u n t o a un saúco c o n un
t r o n c o del g r u e s o d e un m a m u t ;
sus r a m a s esbeltas, claras, se
t r e n z a b a n e n una m i r í a d a d e arcos. N i n g u n a i m a g e n l e despertaba s u p e r s t i c i o n e s , ni s i q u i e r a
los c u a d r o s o los dibujos: perm a n e c e r í a e n Soria y, s e g ú n l o
p l a n e a d o , se d e d i c a r í a a su "en-
sayo". Entre tanto, deseaba conocer l o m á s p o s i b l e d e las mañanas y las n o c h e s d e esa ciudad
tan abarcable. " N o , n o m e marc h a r é hasta acabar m i asunto".
En Soria v e r í a flotar las últimas
hojas de los platanares. El paisaje
estaba d o m i n a d o p o r una l u z d e
una oscura i n c a n d e s c e n c i a , q u e
p a r e c í a surgir de la tierra, la l u z
q u e s i e m p r e l o había i m p u l s a d o
a a b a n d o n a r c u a l q u i e r cosa para d e d i c a r s e a escribir, escribir,
escribir, sobre nada e n particular, o incluso sobre una r o c o l a .
T o d o s los días, a n t e s de sentarse a trabajar, caminaría e n el vasto d e s c a m p a d o q u e surgía e n der r e d o r a p e n a s se abandonaba la
ciudad —¿en q u é m e t r ó p o l i s
ocurría a l g o semejante?— para
r e c o g e r s e e n el s i l e n c i o q u e c o n
la e d a d se le v o l v í a m á s necesario y q u e habría de d e t e r m i n a r
la f o r m a de sus frases. L u e g o se
a b a n d o n a r í a al e s t r u e n d o d e la
ciudad, y t a m b i é n a sus rincones
silenciosos; nada, e n su identidad
irrepetible, podría pasar inadvertido, n i n g ú n pasaje, n i n g ú n c e m e n t e r i o , n i n g ú n bar, n i n g ú n
campo deportivo.
C o m o quiera q u e sea, e n ese
m o m e n t o se c e l e b r a b a n días d e
fiesta e n España — t i e m p o d e
viaje— y e n Soria sólo había
cuartos disponibles para c o m i e n zos d e la p r ó x i m a semana. T a m b i é n esto l e v e n í a b i e n ; de n u e v o viajaría a la ventura, según su
costumbre; además, la obligación
de alejarse p r o v i s i o n a l m e n t e a
otra ciudad le p e r m i t i r í a , a la salida y al r e g r e s o , h a c e r s e otra
idea de la ubicación de Soria, tan
i n e r m e e n el altiplano, pues sólo c o n o c í a la vista d e s d e el o e s te, l l e g a n d o de Burgos. A l g o de
i n m i n e n t e utilidad.
Disponía de dos días y d e c i d i ó
pasar el p r i m e r o e n el n o r t e y el
s e g u n d o e n el este, e n l u g a r e s
fuera de Castilla: L o g r o ñ o , e n los
v i ñ e d o s d e La Rioja, y Z a r a g o z a ,
e n la p r o v i n c i a d e A r a g ó n . En
realidad, el viaje se d e c i d i ó p o r
los horarios de los autobuses. A s í
las cosas, t o m ó asiento en u n o de
e s o s restaurantes e s p a ñ o l e s de
trastienda; ahí se sentía p r o t e g i do, p u e s p o d í a estar a solas y al
m i s m o t i e m p o e n t e r a r s e de l o
q u e ocurría afuera: las p a r e d e s
delgadísimas y la puerta corrediza abierta de c o n t i n u o l e traían
el b a r u l l o del bar, la t e l e v i s i ó n y
los j u e g o s m e c á n i c o s .
En el autobús a L o g r o ñ o sólo
una m o n j a iba c o n él. L l o v í a . En
Nuestro epónimo (pues d a nombre a esta columna) ratón es tan poco narcisista
que nos ha suplicado que lo mencionemos
aquí lo menos posible. Naturalmente no
podemos hacerle mucho caso, porque sus
actividades —y no sólo su i n f o r m a c i ó n nos parecen dignas de comentarios. Por
ejemplo, tanto se ha civilizado y a el susodicho roedor que, a estas alturas, casi
por completo hemos logrado que se abstenga de consumir literalmente los libros
notables de nuestra (su) biblioteca y ha
venido, por fortuna, acostumbrándose a
no devorarlos sino con los ojos y el cerebro.
A trueque de semejante sacrificio, esencial p a r a la subsistencia de nuestra institución, el público en general le trae pedacitos de queso y otros antojos de mejor sabor que los volúmenes importantes
alojados en estas paredes. En v e r d a d ,
desde que vive en la Ciudadela, el ratón
no ha sido culpable de ninguna destrucción considerable. Si acaso, roe los libros
inútiles — p o r mutilados o arruinados—
que los custodios le reservan.
Pero el virtual ex roedor sí se indigna en
cambio por algunas de sus lecturas. O p i na —con razón— que no todo lo que dicen los libros, por bellas que sean las encuademaciones, es cierto. Por ejemplo,
después de leer el artículo " S o u r i s " en
el Dictionnaire de la conversation (compilado p a r a el tipógrafo Firmin Didot en
1873, " p o r una sociedad de eruditos y
firmin Didot.
la frontera de las p r o v i n c i a s fue
c o m o si viajaran a t r a v é s de la
p r o p i a nube de la t o r m e n t a : p o r
las ventanillas no se veía otra cosa q u e un v e l o gris. Entonces del
radio del autobús salió Satisfaction, de los R o l l i n g Stones, una
c a n c i ó n q u e expresaba, c o m o
n i n g u n a otra, el "rugido de la rocola", una de las m u y p o c a s q u e
había sobrevivido por décadas e n
las r o c o l a s del m u n d o : "un standard", p e n s ó el pasajero, m i e n tras la otra, e n hábito n e g r o ,
a p r o v e c h a b a ese m o m e n t o satur a d o p o r el bajo d e Bill W y m a n
para hablar c o n el c h o f e r de un
a c c i d e n t e de c o n s t r u c c i ó n —dos
m u e r t o s e n t r e la varilla y el cem e n t o fresco— o c u r r i d o e n una
callejuela una hora antes, m i e n tras él almorzaba e n la serenidad
del restaurante de trastienda.
L u e g o el radio siguió c o n Ne me
qwttes pas, de Jacques Brel, un
canto de súplica a la amada, otra
c a n c i ó n q u e p e r t e n e c í a a los clásicos d e la rocola, al m e n o s desd e su i n t r o d u c c i ó n e n los países
d e habla francesa, y q u e p o r l o
g e n e r a l se e n c u e n t r a a la d e r e cha del tablero, e n esa hilera de
teclas casi i n a l c a n z a b l e , d o n d e
las r o c o l a s austríacas s u e l e n c o -
l o c a r la l l a m a d a "música p o p u lar" y las italianas arias y c o r o s
d e óperas, sobre t o d o el aria Celeste Aída y el c o r o de l o s prision e r o s de Nabucco.
D e c u a l q u i e r f o r m a , siguió
p e n s a n d o el v i a j e r o , resultaba
curioso q u e el s a l m o del cantante b e l g a surgiera casi d e s p r o v i s to d e v o z , sin el m e n o r t o n o personal ("¡esto l o d i g o y o , y sólo a
t i ! " ) , acaso p o r q u e n o salía de
un aparato p ú b l i c o a c t i v a d o c o n
m o n e d a s , sino del autobús vacío,
e n t r e las curvas d e un paso de
m o n t a ñ a , a casi dos m i l m e t r o s
d e altura, a t r a v e s a n d o a q u e l l a
h ú m e d a , b r u m o s a , tierra d e nadie.
P o r e x p e r i e n c i a propia, sabía
q u e las r o c o l a s e r a n e s p e c i a l m e n t e populares en lugares de
paso, d e m a s i a d o g r a n d e s para
ser p u e b l o s , p e r o q u e aún n o tenían un casco urbano, p o b l a c i o nes alejadas del tráfico importante, e n m e s e t a s dilatadas, sin lagos e n l o s a l r e d e d o r e s (si había
u n a r r o y o , se e n c o n t r a b a e n las
afueras y p o r l o g e n e r a l estaba
s e c o ) , habitadas p o r una inusual
c a n t i d a d de i n m i g r a n t e s , trabajadores extranjeros y / o soldados:
l u g a r e s d e cuartel. P e r o incluso
e n estos sitios las r o c o l a s evitab a n el c e n t r o ( n o m a y o r q u e un
c h a r c o de lluvia, p o r l o d e m á s )
y las orillas (ahí, o aun m á s l e jos, había cuando m u c h o una disc o t e c a ) ; se dejaban sentir e n las
zonas intermedias, de preferencia c e r c a del cuartel, de la estación de trenes, e n el bar de la gasolinera, e n a l g ú n p u n t o solitar i o d e u n canal; b a r r i o s d e m a l a
m u e r t e , p o r supuesto, "más allá
d e l o s a n d e n e s d e carga", d e cara a esas a g l o m e r a c i o n e s aún sin
cara.
U n sitio q u e ofrecía este desp l i e g u e de rocolas, a d e m á s de su
lugar de n a c i m i e n t o , era el v a l l e
friulano de Casarsa. A h í e n t r ó a
un l o c a l q u e debía su n o m b r e a
los v i ñ e d o s q u e l o circundaban:
della Delizia. L l e g ó una n o c h e de
d o m i n g o , procedente de U d i n e
—capital de p r o v i n c i a rica, sofisticada, sin rocolas—, a n i m a d o
p o r seis palabras de un p o e m a de
P a s o l i n i ( q u i e n pasó una parte
d e su j u v e n t u d e n esa p e q u e ñ a
ciudad, "tras el tagliamento", y
m á s tarde criticaría las r o c o l a s y
las m á q u i n a s t r a g a m o n e d a s de
R o m a c o m o la p r o l o n g a c i ó n d e
la g u e r r a p o r otros m e d i o s ) : " e n
el desesperado vacío de Casarsa".
D e s p u é s d e intentar un r e c o r r i d o p o r las afueras, i n t e r r u m p i d o p o r el intenso tráfico, había
entrado, de un m o d o casi maquinal, e n los n u m e r o s o s bares: el
r e s p l a n d o r de las rocolas llegaba
hasta la calle —una, m u y distinguida, t e n í a un aparato d e v i d e o
e n la cima, de d o n d e t a m b i é n salía el sonido. T o d o s aquellos m o d e l o s —antiguos, nuevos— estaban e n servicio, tocando una música q u e n o era d e f o n d o c o m o
e n otros lugares; rugían, a t o d o
volumen, en primer plano.
Era n o c h e d e d o m i n g o y las
despedidas abundaban e n los bares, sobre t o d o e n los m á s cercan o s a la estación de t r e n e s . L o s
reclutas, e n su m a y o r í a c o n asp e c t o de regresar de unas b r e v e s
v a c a c i o n e s , m a t a b a n las horas
hasta el a c u a r t e l a m i e n t o obligat o r i o a la m e d i a n o c h e . A m e d i da q u e se hacía tarde, los parroq u i a n o s dejaban d e r e u n i r s e e n
grupos; se acercaban, solitarios,
a la W u r l i t z e r , una copia del clásico m o d e l o c o n l o s c o l o r e s del
a r c o iris, p e r o n o d e ésas c o n las
l u c e s transformadas e n burbujas
d e aire: el aparato esparcía res-
p l a n d o r e s sobre los cuerpos; l o s
rostros y los c u e l l o s i n c l i n a d o s
sobre el m a n d o de los discos, pasaban del azul al rojo, al a m a r i llo. D e t r á s de ellos, la c a l l e d e la
estación describía una c u r v a y
desaparecía e n la oscuridad. En
el bar de e n f r e n t e se e m p e z a b a
a hacer la l i m p i e z a , p e r o los m u chachos u n i f o r m a d o s e n gris y
café seguían ahí, algunos y a c o n
la m o c h i l a al h o m b r o , m u y cerca de la r o c o l a ( u n m o d e l o n u e vo, contundente, metálico, que
hacía j u e g o c o n el n e ó n ) , cada
q u i e n para sí. En a q u e l l o c a l casi desierto, las m e s a s orilladas a
la pared, una silla aquí, otra allá,
e n a q u e l piso de azulejos q u e l e
c o n f e r í a un b r i l l o m á s i n t e n s o ,
la r o c o l a era perfecta.
M i e n t r a s un soldado se retiraba a n t e el trapeador, l o s ojos
m u y abiertos, c l a v a d o s e n la rocola, otro se a s o m a b a p o r el u m bral, el rostro e c h a d o hacia atrás,
para v e r la luna llena. La p u e r t a
de v i d r i o v i b r ó y p a l p i t ó durante l a r g o rato p o r un o s c u r o t r e n
de carga q u e o c u l t ó los c a m p o s
de m a í z allá al fondo. En el m o s trador, una m u j e r j o v e n , c o n un
rostro de f a c c i o n e s r e g u l a r e s , al
q u e l e faltaba un d i e n t e .
Las c i u d a d e s e s p a ñ o l a s l e depararon algunas d e c e p c i o n e s . En
ocasiones n o e n c o n t r ó rocolas ni
e n los b a r e s d e arrabal, atrás d e
m o n t o n e s de cascajo, al fondo de
un c a l l e j ó n sin salida, r e c o n o c i b l e s p o r su m a l a i l u m i n a c i ó n . N i
siquiera ahí e n c o n t r ó una fría
huella d e l o b j e t o buscado, a l g o
s e m e j a n t e a la m a n c h a de cal e n
una pared descascarada. A u n q u e
a v e c e s se confundía al escuchar
d e s d e afuera, sabía q u e la música p r o v e n í a d e radios, casets y,
e n los nichos m á s singulares, de
tocadiscos.
En esa ciudad e s p a ñ o l a había
m á s bares q u e e n c u a l q u i e r otro
l u g a r d e l m u n d o , sin e m b a r g o
p a r e c í a n d e m a s i a d o n u e v o s para c o n t a r c o n un o b j e t o y a clásico ( y t a m b i é n p r e s c i n d í a n del
o t r o cuarto, la trastienda para
e s c u c h a r ) , o d e m a s i a d o viejos,
apropiados para los ancianos q u e
j u g a b a n c o n s e r i e d a d a las barajas (la r o c o l a p o d í a c o n v i v i r c o n
el j u e g o , ¡ p e r o n o c o n esa seriedad!) o sostenían su c a b e z a entre las m a n o s , solitarios. Seguram e n t e c u a n d o el aparato alcanzaba su a p o g e o fue prohibido p o r
la dictadura y l u e g o d e j ó d e ser
surtido. D e c u a l q u i e r forma, durante su inútil búsqueda conoció,
n o sin c i e r t o placer, pues y a se
resignaba a n o l o g r a r nada, rinc o n e s peculiares, los m a t i c e s
de dos ciudades a p a r e n t e m e n t e
idénticas.
*
Estuvo e n un bar de crápulas,
d o n d e una bala d e pistola se había incrustado e n el mostrador,
y l u e g o e n un café de desempleados q u e r e s e r v a b a una m e s a para q u i e n e s p o d í a n salir del v e c i n o hospital psiquiátrico: rostros
m u d o s , i m p á v i d o s , q u e sólo se
m o v í a n para tragar tabletas c o n
c e r v e z a . N a d i e l e hubiera c r e í d o
q u e n o estaba ahí p o r el a m b i e n te, s i n o para v o l v e r a oír Hey Joe
y Me and Bobby McGee. ¿ N o significaba eso q u e buscaba las rocolas para e v a d i r s e del presente,
s e g ú n solía d e c i r s e ? T a l v e z . D e
c u a l q u i e r forma, casi s i e m p r e l e
pasaba l o c o n t r a r i o : a d e m á s d e
la música, captaba el e n t o r n o ,
una f o r m a p e c u l i a r del p r e s e n te. D e preferencia, se sentaba e n
un lugar q u e le p e r m i t i e s e v e r la
sala e n t e r a y al m i s m o t i e m p o
e c h a r un v i s t a z o hacia afuera.
Así, m i e n t r a s fantaseaba a c e r c a
de la rocola, casi sin q u e r e r l o , las
otras cosas a d q u i r í a n r e l i e v e , se
hacían presentes. Curiosamente,
a q u e l l o q u e ganaba sustancia n o
era l o particular o l o d e c o r a t i v o ,
sino l o m á s c o m ú n , las f o r m a s y
los c o l o r e s d e c o s t u m b r e y, p o r
alguna razón, ese presente acend r a d o l e p a r e c í a valioso; n o se
trataba de a l g o sofisticado o dign o d e e x p o r t a c i ó n , c o m o la rocola misma, sino de una modalidad
del p r e s e n t e sólo e n c o n t r a b l e e n
un l i b r o e n c a n d i l a n t e . N o p o d í a
evitar sentirse sugestionado cuando un h o m b r e c a m i n a b a , un arbusto se m o v í a , el trolebús era
a m a r i l l o y daba v u e l t a e n la est a c i ó n d e trenes, el cruce d e calles formaba un triángulo, la m e sera se q u e d a b a i n m ó v i l e n la
puerta, la tiza y a c í a e n la orilla
de la m e s a de billar, c u a n d o l l o vía, cuando, cuando, c u a n d o . . .
Sí, e s o era, ¡el p r e s e n t e adquiría
bisagras!, y hasta los n i m i o s usos
de nosotros, la g e n t e d e rocola,
m e r e c í a n pasar p o r la m i r a .
C u a n d o p r e s i o n a b a las teclas
él t e n í a una m a n o e n la c a d e r a
y se i n c l i n a b a hasta casi tocar el
aparato, o t r o e s c o g í a su p i e z a
a p o y a n d o las m a n o s e n el tablero, las p i e r n a s m u y separadas,
los b r a z o s e x t e n d i d o s c o m o un
técnico, un tercero pasaba los de-
letrados") nos comentó: "Está muy bien
que el señor Belfield-Lefébvre reconozca la antiquísima tradición literaria del
Mus musculus L., que se remonta a esa
admirable epopeya atribuida a Homero, La batracomiomaquia, (que no pocos
prefieren aun a la llíada). Lo que no está bien es que se repitan las insensateces
de Buffon, quien atribuye a toda la especie ratonil lindezas tales como la debilidad, la timidez miedosa, y el horror
e incomodidad que causa a los demás. . .
Menos mal que, hasta Buffon, admite que
no somos feos, que tenemos viveza y f i nura . . . Pero ¿por qué diablos una obra
que se ocupa de los ratones domésticos,
de los campesinos que viven entre espigas de trigo, y de los del valle del A r n o ,
en Italia, que arrastran ruedas de piedra,
por qué tan completa enciclopedia olvid a la existencia de los ratones de biblioteca, que poco nos parecemos a los demás y además favorecemos la difusión de
la cultura?"
Podemos sentirnos orgullosos de contar
entre nuestros amigos a Jean Meyer. N o
sólo por su labor cultural y editorial al
frente del Centro de Estudios Mexicanos
y Centroamericanos sino, principalmente, por su fina sabiduría, su o b r a literaria y sus enormes aportaciones a la historia de este país nuestro, tan suyo.
La Biblioteca de México ha recibido, para
completar la Colección de documentos
para la historia de Nayarit, cuatro nuevos títulos: De Cantón de Tepic a Estado
de Nayarit, El Gran Nayar, Nuevas Mutaciones y Los albores de un nuevo mundo (este útlimo, obra de Thomas Calvo).
Estos títulos se añaden al que y a teníamos, La tierra de Manuel Lozada, y completan la serie de una excelente investigación documental.
Y, por si fuera poco, también nos envían un hermosísimo libro: La mitad del
mundo (Cuerpo y cosmos en los rituales
otomíes), de Jacques Galinier, coeditado p o r la U N A M , el CEMCA y el I N I .
Por lo pronto, mientras esto se imprime,
recibimos los primeros comentarios sobre
las dos (sí: dos) obras de teatro que actualmente se presentan en esta Biblioteca. La primera, por antigüedad de estreno, es Estrategias Fatales, representada
dos sobre las teclas a la m a n e r a
de un pianista, l u e g o se retiraba
e n forma i n t e m p e s t i v a , s e g u r o
d e su d e c i s i ó n , o se q u e d a b a inm ó v i l , c o m o si aguardase el r e sultado de un e x p e r i m e n t o , y
a p e n a s e m p e z a b a el s o n i d o desaparecía r u m b o a la calle, alg u i e n m á s p r o g r a m a b a sus canc i o n e s sin apartarse de la m e s a ,
a t r a v é s d e señas q u e o t r o c o n o cía d e m e m o r i a , p e r o l o q u e tod o s t e n í a n e n c o m ú n era la perc e p c i ó n d e la r o c o l a c o m o u n
ser, una e s p e c i e d e a n i m a l d o méstico: "Desde ayer c o m o que
n o está bien", " N o sé l o q u e le pasa h o y , anda m e d i o loca".
¿ R e a l m e n t e l e daba l o m i s m o
u n aparato u o t r o ? N o . H a b í a
m a r c a d a s d i f e r e n c i a s e n t r e el
afecto tranquilo y la ternura, p o r
n o hablar del r e s p e t o absoluto.
¿ P o r un p r o d u c t o fabricado e n
s e r i e ? Q u i z á p o r las huellas q u e
l e dejaban l o s h o m b r e s . C o n el
t i e m p o , la f o r m a d e l aparato l e
había l l e g a d o a p a r e c e r m e n o s
i m p o r t a n t e . Si p o r él fuera, la rocola p o d r í a s e m e j a r un i m p l e m e n t o militar, ser d e m a d e r a y
en v e z de Wurlitzer llamarse
"Sinfonía" o "Fanfarria", y el
c u e r p o p o d r í a incluir algún aparejo d e l m i l a g r o a l e m á n o incluso c a r e c e r d e luces: un b l o q u e de
v i d r i o n e g r o , i m p e n e t r a b l e , sil e n c i o s o , c o n a s p e c t o refrigerado, q u e al r e c i b i r una m o n e d a
e n c e n d i e r a el t a b l e r o y c o n la
p r e s i ó n d e una tecla e x h a l a r a el
s o n i d o y el b r i l l o d e un r e f l e c t o r
e n su fachada negra.
*
L e disgustaban las rocolas dond e la lista d e c a n c i o n e s n o rev e l a b a una e l e c c i ó n i r r e p e t i b l e ,
"personal", h e c h a ahí m i s m o , sin o q u e r e s p o n d í a a un d i s e ñ o e n
s e r i e , s i e m p r e i d é n t i c o , q u e se
r e p e t í a d e l o c a l e n l o c a l p o r el
país e n t e r o . A q u e l l o s sitios parec í a n al s e r v i c i o d e una i n e f a b l e
casa m a t r i z q u e él i m a g i n a b a c o m o una e s p e c i e d e mafia, la mafia d e las rocolas. Para c o l m o , e n
casi t o d o s los países y a s ó l o q u e daba una mafia: listas uniformes,
sin m a t i c e s , una oferta l i m i t a d a
a c a n c i o n e s r e l a t i v a m e n t e rec i e n t e s . Era fácil r e c o n o c e r l a s ,
i n c l u s o d e n t r o d e una añosa y
noble Wurlitzer: en v e z de letreros q u e a l o m u c h o estaban escritos a m á q u i n a , a p a r e c í a un
p r o g r a m a i m p r e s o , prefabricado,
e x t e n d i d o a t o d o l o largo, sobre
las casillas d o n d e d e b í a n ir l o s
n o m b r e s de los cantantes y los
títulos d e las c a n c i o n e s .
C u r i o s a m e n t e t a m b i é n evitaba las rocolas c o n p r o g r a m a c i ó n
escrita a m a n o p e r o a la m a n e r a
d e l m e n ú d e un restaurante, d e
arriba abajo, d e i z q u i e r d a a derecha, c o n una sola caligrafía,
aun c u a n d o cada disco p a r e c i e ra e x p r e s a m e n t e e s c o g i d o para
él: el p r o g r a m a n o debía r e v e l a r
i n t e n c i ó n alguna —así fuese una
tan n o b l e — , s i n o p r o p o n e r una
m e z c l a , c o n su dosis d e m a t e r i a l
d e s c o n o c i d o ( m á s y m á s abundante con los años), donde encontraban r e f u g i o c a n c i o n e s m u y
v a r i a d a s y d o n d e las auténticas
preseas eran aquellas q u e e x p r e saban ese instante; bastaba enc o n t r a r unas cuantas e n el c o m p l e j o tablero. Las r o c o l a s d e este t i p o se r e c o n o c í a n p o r su lista
d e c a n c i o n e s , p o r el r e v o l t i j o d e
caligrafía y m e c a n o g r a f í a , p e r o
sobre t o d o p o r la f o r m a e n q u e
las caligrafías v a r i a b a n d e un título al otro; una letra d e m o l d e ,
e n tinta, seguida d e una d e s e n fadada, casi taquigráfica; de cualq u i e r f o r m a , a pesar d e los distintos trazos y las variables inclin a c i o n e s de las letras, casi todas
suscitaban una i m p r e s i ó n de cuid a d o e x t r e m o , d e e n o r m e seriedad, algunas s e m e j a b a n una l e tra infantil, casi pintada, las faltas de ortografía escritas c o n toda
precisión (incluidos guiones y
a c e n t o s ) p o r alguna m e s e r a a
q u i e n los n o m b r e s de las canciones l e resultaban m u y , p e r o m u y
e x t r a n j e r o s , el p a p e l y a a m a r i l l e a d o a q u í y allá, c i e r t o s n o m b r e s a g ó n i c o s , difíciles d e descifrar, a v e c e s c o n un n u e v o títul o p e g a d o e n c i m a q u e dejaba
traslucir un garabato ilegible p e ro todavía presente.
Poco a poco aprendió a no
b u s c a r su gusto e n el t a b l e r o , sin o el de q u i e n e s escribían l o s
n o m b r e s de las canciones. Cuand o s ó l o había un n o m b r e e s c r i t o
a m a n o e s c o g í a ése, así se tratara d e a l g o extraño, d e s c o n o c i d o .
U n a v e z , e n un b a r n o r a f r i c a n o
d e París, descubrió e n la orilla de
una r o c o l a —cuya p r o g r a m a c i ó n
d e hits franceses la identificaba
c o m o e n v í o d e la mafia— una
e t i q u e t a escrita a m a n o , c o n l e tras g r a n d e s , i r r e g u l a r e s , cada
una c o m o un s i g n o d e a d m i r a ción: escogió aquella canción
árabe c o n t r a b a n d e a d a e n la r o cola, y hasta la fecha seguía
a c o m p a ñ a d o d e l r e s o n a r d e SI-
R I M A N S U R , q u e , s e g ú n l e dijo
al barman al salir de su m u t i s m o ,
era e l n o m b r e d e "un sitio singular, fuera d e l o c o m ú n : ¡ahí n o
se v a así nada más!"
¿Quería decir t o d o esto q u e lam e n t a b a la d e s a p a r i c i ó n d e sus
r o c o l a s , a q u e l l o s objetos d e l pasado, q u e p r o b a b l e m e n t e n o tend r í a n u n s e g u n d o futuro?
N o . T a n s o l o q u e r í a dar cuenta d e l o q u e una cosa significaba
para alguien. A n t e s de q u e las rocolas t a m b i é n desaparecieran de
su vista, deseaba expresar l o q u e
p o d í a d e s p r e n d e r s e d e una simp l e cosa. P o r e j e m p l o : la cafetería d e un club d e p o r t i v o e n las
afueras d e Salzburgo. E x t e r i o r .
U n a clara n o c h e d e v e r a n o . L a
rocola está a la i n t e m p e r i e , j u n t o
a la puerta abierta. En la terraza,
los comensales varían de mesa
a mesa: holandeses, ingleses y
e s p a ñ o l e s c o n v e r s a n e n sus resp e c t i v o s i d i o m a s ( e l l o c a l tamb i é n atiende al camping contiguo
al a e r o p u e r t o ) . Es a principios de
los a ñ o s ochenta, e l a e r o p u e r t o
aún n o se llama Salzburg Airport.
El ú l t i m o a v i ó n a t e r r i z ó c o n e l
c r e p ú s c u l o . L o s á r b o l e s q u e sep a r a n la terraza d e l club d e p o r tivo son abedules y álamos; en
el a i r e tibio, las hojas c e n t e l l e a n
sin r e p o s o contra el c i e l o dorado. H a y una m e s a ocupada p o r
gente de Salzburgo, m i e m b r o s del
"Club D e p o r t i v o d e l o s Trabajad o r e s M a x g l a n " e n c o m p a ñ í a de
sus m u j e r e s . E n t o n c e s el e q u i p o
d e fútbol t o d a v í a estaba e n seg u n d a d i v i s i ó n ; esa tarde había
v u e l t o a p e r d e r y se e n c a m i n a ba a un i r r e m e d i a b l e d e s c e n s o .
Sin e m b a r g o , e n la n o c h e , e n t r e
el c o n t i n u o ir y v e n i r d e l b a r a
las t i e n d a s d e c a m p a ñ a , l o s p r o tagonistas d e r e p e n t e h a b l a n d e
los árboles: ¡qué altos están y qué
d e r e c h o han crecido, desde que
ellos, l o s m i e m b r o s d e l club,
a r r a n c a r o n las s i m i e n t e s d e la
tierra m u s g o s a para trasplantarlas e n hileras, ahí, e n la arcilla!
En las pausas d e la música, se escucha el r u m o r del follaje y el ton o m o n o c o r d e d e las v o c e s . Después, e n el paulatino a n o c h e c e r ,
v u e l v e a oírse una c a n c i ó n cantada p o r la v o z entusiasta d e H e l e n Schneider. Se l l a m a Hot Summer Nites. A t o d o esto, e n la parte i n t e r i o r d e l bar n o h a y n a d i e .
Las v e n t a n a s están abiertas y las
cortinas b l a n c a s v u e l a n hacia
d e n t r o . D e s p u é s d e t o d o , sí h a y
alguien en un rincón. U n a muj e r j o v e n llora en silencio
RAFAEL TORRES S Á N C H E Z
Carta
de relación
" E y , tú, te estoy hablando."
En la bóveda de esta caverna
en que nos devoramos
se escucha el eco.
¿Quién pronuncia la frase?
No lo sabemos.
El/^tón
por el grupo La Rendija. La crítica especializada se ha ocupado en subrayar el
profesionalismo y la alta calidad dramática de esta o b r a . La segunda o b r a , Los
arrieros con sus burros por la hermosa caiital, fue montada exclusivamente con
ectores de esta Biblioteca, aficionados,
no profesionales, convocados al taller de
teatro por nuestra amiga —ella sí, absolutamente profesional— Sandra Félix,
quien ha sido capaz de llevar a cabo una
puesta en escena realmente notable.
Í
Tardía (somos bimestrales), pero sinceramente felicitamos a Fabio Morabito por
la obtención del premio nacional de poesía Aguascalientes 1991 y a José Luis Rivas p o r la obtención del premio Villaurrutia. Fabio colaboró en nuestro número 1 y José Luis en nuestro número 2.
Sobra decir que consideramos sus premios más que merecidos. ¡Felicidades!
Nos escribe Federico Campbell:
" M u y estimado Don Jaime:
A c a b a de caer en mis manos un ejemplar de Biblioteca (núm. 2) y lo felicito.
Ya Antonio Alatorre me había mostrado
el número 0 y me encantó. Me parece un
trabajo finísimo, elegantísimo y hecho con
todo el amor a las letras.
Un a b r a z o conmovido de
Federico C a m p b e l l "
Su muy gentil carta viene acompañad a de esta foto:
Juntamos la hojarasca,
barremos la basura
y le prendemos fuego.
i \\K¿
Cuando el suelo está limpio
y tibio el lecho
nos seguimos comiendo.
En la bóveda sigue,
Don Soliloquio,
el eco.
Se trata de nuestro amigo, con su esposa Carmen Gaytán, ¡unto a una reproducción exacta de la imprenta de Gutenberg, hecha por Francisco Manuel Acuña.
Mil gracias, amigo Campbell.
Leemos con regocijo, y esperaremos cada mes su aparición, La Tarántula, revista
sin pelos en la lengua, publicada en a l gún rincón —al fondo de un barril desvencijado, quizás— de Xalapa. Nos complació leer, en su primera entrega, bue-
ANUARIO
DE LOS AUTORES AMERICANOS
Su credo literario, sus ideales, sus proyectos
ñas páginas dedicadas a las ratas y los
ratones, de la pluma del Dr. Gustavo A .
Rodríguez y Sáinz, quien copia fielmente de una zarzuela titulada Enseñanza
Libre los siguientes versos:
Era un ratoncito Retechiquitito
Que con su colita
Y su rabito, etc.
Se metió a la alcoba
De una Señorita
Que era medio boba
¡ A y ! la pobrecita, etc., etc.
En su octava entrega, La Tarántula envía a esta Biblioteca de México un saludo y una felicitación. Nos da gusto saber que El Ratón tiene una arácnida amiga que habita también cabe los tesoros
de las bibliotecas. " A m i g a Tarántula, es-
la TARÁNTULA
añol
Uesde su inicio, Biblioteca de México ha querido arrojar una mirada insólita sobre los archivos, los papeles
dispersos, los textos nómadas que
por obra del tiempo o del azar no alcanzaron el reposo del libro. Letras
desconocidas de autores conocidos.
En este verano abrimos la ventana
a Carlos Pellicer. Nadie mejor que el
poeta tabasqueño para celebrar al
sol y sus dominios:
En la lenta explosión del mediodía
Xaiapa-Enríquez.Ver.
mi
6
toy seguro de que cuando Paul Valéry escribió aquello de que 'los libros tienen los
mismos enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, las alimañas, el tiempo;
y su propio contenido', al pasar por las
alimañas, no se refería a ninguno de nosotros d o s . " Firma: El Ratón.
Decía Séneca que las mejores ideas son
propiedad de todos; pero ¿fue Séneca el
primero en decirlo? ¿O simplemente
transcribió la ¡dea, por ser propiedad de
todos?
la luz hace del trópico un Sebastián sangrante.
Gracias a la generosidad de Carlos
Pellicer López disponemos de los inéditos que presentamos a continuación: un soneto, las coplas con las
que el poeta pensaba adornar los
muros de su casa en Tepoztlán, una
carta a sus sobrinos Juan y Carlos
Pellicer López, fotografías, memorabilia.
La visita a Pellicer se complementa con un poema de juventud y las
reflexiones de Gabriel Zaid y Guillermo Sheridan: inmejorables parasoles de este mediodía.
Nos preguntamos lo anterior porque, a
propósito de que en nuestra primera entrega de El Ratón transcribimos un hermoso proverbio castellano ["Ratón que
no sabe más de un horado, presto le caca el g a t o " ] , un amigo latinista nos ha
referido a Plauto, en donde hallamos este
elogio del roedor: " Q u é sagaz animal,
el pequeño ratón, que no fía su vida a un
solo a g u j e r o " , (Truculentus, acto IV). Y
por nuestra parte hemos hallado estos
versos de Alexander Pope, que no resistirían traducción: "The mouse that always
trusts to one poor hole I can never be a
mouse of any soul."
GABRIEL Z
ID
Pe,llicer:
desastre
editorial
Para q u i e n e s " e n t i e n d e n " a través d e c o m p a r a c i o n e s absurdas, d i g a m o s q u e la poesía d e P e l l i c e r es
m e j o r , p o r e j e m p l o , q u e la de Borges. C o m p a r a c i ó n ,
c o n t o d o , nada absurda: h a y un p a r a l e l i s m o notable
e n la obra p o é t i c a d e a m b o s , d e s d e su vanguardism o inicial ( m u y s u p e r i o r e n P e l l i c e r ) hasta sus últimos poemas, medidos y rimados (equiparables). N o
hay, p o r supuesto, p a r a l e l o e n la gloria. Cosa, p o r
lo d e m á s , sin i m p o r t a n c i a , para un b u e n l e c t o r d e
poesía, p e r o q u e resulta d e c i s i v a para q u e existan
o p o r t u n i d a d e s prácticas de l e e r una obra valiosa; y
hasta para q u e la " a p r e c i e n " q u i e n e s t i e n e n m e j o r
o í d o para el r e n o m b r e q u e para el v e r s o .
El r e n o m b r e es difícil de e x p l i c a r y m á s aún de
p r o m o v e r . A u n q u e h a y t o d o un r e c e t a r i o d e trucos
m á s o m e n o s c o n o c i d o s para l l a m a r la a t e n c i ó n , y
una suspicacia g e n e r a l sobre las m a l a s artes q u e seg u r a m e n t e e m p l e a n las p e r s o n a s m á s c o n o c i d a s , es
d e c r e e r s e q u e una i n v e s t i g a c i ó n l l e v a r a a la siguiente paradoja:
1. P r á c t i c a m e n t e todos los g r a n d e s escritores, artistas y p e r s o n a s r e n o m b r a d a s se p r o m u e v e n .
2. P r á c t i c a m e n t e todas las p e r s o n a s q u e se prom u e v e n para l l e g a r a ser g r a n d e s escritores, artistas y p e r s o n a s r e n o m b r a d a s fracasan.
Se dirá q u e , a d e m á s de p r o m o c i ó n , es n e c e s a r i o
un v a l o r i n t r í n s e c o . P e r o t a m b i é n aquí la situación
es paradójica:
3. H a y m u c h a s obras y p e r s o n a s m e d i o c r e s e n t r e
los g r a n d e s n o m b r e s .
4. H a y muchas obras y personas desconocidas que
v a l e n m á s q u e otras de r e n o m b r e .
L o cual n o n e c e s a r i a m e n t e d e m u e s t r a b u e n a o
m a l a p r o m o c i ó n . P u e d e reflejar, s i m p l e m e n t e , q u e
el r e s p e t a b l e p ú b l i c o , m e n o s m a n i p u l a b l e de l o q u e
se c r e e , es capaz de e q u i v o c a r s e p o r sí m i s m o .
L o m e n o s q u e se p u e d e decir, si, c o m o p a r e c e , los
cuatro e n u n c i a d o s son ciertos, es q u e el r e n o m b r e
es un m i s t e r i o , y q u e las p e r s o n a s r e n o m b r a d a s deb e r í a n t e n e r un m í n i m o de m o d e s t i a y h u m o r sob r e su p r o p i a situación. A u n q u e , p o r ú l t i m o , t a m bién parece cierto que
Con sus alumnos, en la ciudad de México.
5. P r á c t i c a m e n t e todas las personas r e n o m b r a d a s
t u v i e r o n una fe casi i r r e s p o n s a b l e e n su obra y e n
sí m i s m o s ( c o n dudas i g u a l m e n t e i r r e s p o n s a b l e s ) .
6. P r á c t i c a m e n t e todas las personas fracasadas e n
su e m p e ñ o de adquirir r e n o m b r e , t u v i e r o n una fe
casi i r r e s p o n s a b l e e n su obra y e n sí m i s m o s ( c o n
dudas i g u a l m e n t e i r r e s p o n s a b l e s ) .
C o n este p r e á m b u l o , q u e r e m o s p r e v e n i r al l e c t o r
para q u e t o m e c a u t e l o s a m e n t e la s i g u i e n t e posible
explicación de por qué Carlos Pellicer no ha sido m u y
l e í d o : p o r q u e sus e d i c i o n e s fueron un desastre.
A u n q u e su estilo editorial n o d e m u e s t r a s e n t i d o
crítico, l o tenía: l o ejercía prefiriendo esto sobre aquello, a u n q u e s i e m p r e p r e n d i d o al esto y al a q u e l l o ,
d e l o s cuales n o p o d í a ( o n o quería, o n o l e gustaba)
separarse, p o r un acto d e i m a g i n a c i ó n abstracta. Sab í a m u c h í s i m o d e poesía q u e n o sabía e x p l i c a r sino
e j e r c e r , c o m o sabía mirar, m i l a g r o s a m e n t e , un ár-
En el Parque de La Venta. Foto de Guillermo Ángulo.
b o l m i l e n a r i o e n una r a m i t a caída, y así l o s v a r i o s
materiales que recogía del c a m p o para sus N a c i m i e n tos. Era, e n t é r m i n o s j u n g u i a n o s , un e x t r o v e r t i d o
sensorial: el p o l o o p u e s t o de los i n t r o v e r t i d o s m e n tales q u e s u e l e n ser los críticos. C a r e c í a de esa urg e n c i a d e o r g a n i z a c i ó n d e l y o q u e l l e v a a los c e r e b r a l e s a d e f e n d e r s e de la dispersión, a refugiarse e n
r e p r e s e n t a c i o n e s habitables y e n f o r m a s d e organiz a c i ó n ( o p r e t e n d i d a s f o r m a s de o r g a n i z a c i ó n ) d e la
propia vida ( c o m o puede verse, patéticamente, en
los c u a d e r n o s í n t i m o s d e B a u d e l a i r e ) . N o sentía la
n e c e s i d a d de organizarse e n la s u p r e m a unidad cont e m p l a b l e de g r a n d e s conjuntos de actos o d e ideas
o d e i m á g e n e s . Sentía m á s v i v a m e n t e la a r m o n í a del
m u n d o q u e la u n i d a d del y o . Su o r g a n i z a c i ó n n o era
d e s d e a d e n t r o s i n o d e s d e afuera: m o v e r s e o m o v e r
cosas hasta e n c o n t r a r esa a r m o n í a .
F r e n t e a su p r o p i a obra, se m o v í a c o m o ante un
m a t e r i a l e x t e r n o , m i l a g r o s a m e n t e dado p o r la naturaleza. U n m a t e r i a l p o é t i c o q u e trataba c o m o un follaje, m á s o m e n o s p r e f e r i b l e ; e n parte, c o n suerte,
r e c o r t a b l e ; a c o m o d a b l e , sí, p e r o n o r e f u n d i b l e . P o cos d e sus p o e m a s están h e c h o s d e una sola p i e z a ,
c o n ese i n i n t e r r u m p i d o despliegue, cuya unidad hace
feliz al y o lector. Sus p o e m a s son " N a c i m i e n t o s " : hal l a z g o s m i l a g r o s o s d e d i v e r s o s m a t e r i a l e s q u e Pellic e r e n c u e n t r a y respeta c o m o dados.
P e l l i c e r es un m u s e ó g r a f o de sus h a l l a z g o s p o é t i cos, m á s que un "editor" ( e n el sentido inglés). N u n c a
se h u b i e r a a t r e v i d o , c o m o Eliot, a una r e f u n d i c i ó n
c o m p l e t a d e La tierra baldía. Y si un a m i g o , c o m o
P o u n d , l e h u b i e r a d i c h o : "Mira, Carlos, t i e n e s q u e
r e h a c e r estas hojas", s e g u r a m e n t e ni l e hubiera ent e n d i d o . ¿ Q u é significa r e h a c e r unas hojas, si esta-
m o s frente a un árbol? ¿En q u é consiste refundir un
ramaje?
Su i n c o m p r e n s i ó n d e las n e c e s i d a d e s intelectuales del lector crítico, le estorbó para organizar la pres e n t a c i ó n de su obra.
N o le faltaba el i m p u l s o a presentarse. D e s d e m u y
j o v e n , l l a m ó la atención c o m o un poeta e x c e p c i o n a l .
N o tan j o v e n c o m o nos h i z o creer, q u i t á n d o s e m u y
p r o n t o , a los v e i n t i t a n t o s años, casi tres ( e n la m á s
difundida de sus fechas de n a c i m i e n t o : 4 de n o v i e m bre de 1899); y hasta m e d i a d o c e n a , ú l t i m a m e n t e .
N a c i ó el 16 de e n e r o de 1897. ( H a b í a c u m p l i d o
o c h e n t a , p o c o a n t e s d e m o r i r , el 16 de f e b r e r o de
1977). Eso n o l e quita m u c h a p r e c o c i d a d a una presentación pública iniciada e n septiembre de 1910 con
"Estrofas a H i d a l g o " , un p o e m a l e í d o e n las fiestas
del C e n t e n a r i o .
En 1914, 16 y 17, publica sus p r i m e r o s p o e m a s .
En 1917, sale "casi e n h o m b r o s " ( N o v o ) de una lectura de p o e m a s e n el A n f i t e a t r o d e la Preparatoria.
Entre 1918 y 20, se da a c o n o c e r e n el m u n d o hispan o a m e r i c a n o , p u b l i c a n d o y viajando c o m o d e l e g a do de la F e d e r a c i ó n de Estudiantes M e x i c a n o s . C o m o
todo j o v e n brillante con paseos por el extranjero, consigue un b u e n e m p l e o e n el g o b i e r n o , nada m e n o s
q u e c o n el S e c r e t a r i o de Educación, José V a s c o n c e los. En 1921, publica su p r i m e r l i b r o (Colores en el
mar), ilustrado p o r R o b e r t o M o n t e n e g r o . En 1922,
figura e n una a n t o l o g í a publicada e n París. En térm i n o s de r e n o m b r e , había alcanzado l o m á x i m o para
un j o v e n p o e t a de v e i n t i c i n c o años.
R a m ó n L ó p e z V e l a r d e , o t r o j o v e n p o e t a q u e estaba a b r i e n d o n u e v o s c a m i n o s p o r e n t o n c e s , iba m á s
d e s p a c i o : el gran r e c o n o c i m i e n t o l e llega e n el m o -
m e n t ó de la m u e r t e , en 1921. P e r o , a los v e i n t i c i n co años ( e n 1913), era un j u e z p u e b l e r i n o fracasado
e n sus intentos de c o l o c a r s e con el p r e s i d e n t e M a d e r o y de o b t e n e r la diputación de su p u e b l o natal.
P e l l i c e r , q u e era n u e v e años m á s j o v e n , lo había alc a n z a d o en r e n o m b r e , y hasta parecía que iba a d e j a r l o atrás, antes d e q u e "La suave Patria" se v o l v i e ra un best-seller de la cultura oficial.
Resulta f r a n c a m e n t e a d m i r a b l e que, ante la apoteosis d e L ó p e z V e l a r d e , q u e tanta i n f l u e n c i a t u v o
e n t r e l o s poetas j ó v e n e s ( c o m o V i l l a u r r u t i a ) y aun
e n poetas d e m a y o r e d a d ( c o m o T a b l a d a y G o n z á l e z
L e ó n ) , Pellicer, q u e tenía m á s v o c a c i ó n y antecedentes para la cultura oficial, continuara a l e g r e m e n t e
p o r su propio c a m i n o y escribiera a continuación una
p o e s í a vanguardista, nada l o p e z v e l a r d i a n a , que, si
insistimos e n las c o m p a r a c i o n e s absurdas, es tan buena c o m o la de L ó p e z V e l a r d e .
Y ahora v i e n e l o m á s difícil de creer: esa extraordinaria poesía apenas circuló, a pesar de que su autor
t u v o p r o n t o r e n o m b r e y e s t u v o e n el c a n d e l e r a dos
tercios de siglo.
¿Cuál era la situación editorial de P e l l i c e r a princ i p i o s de 1962, a los 65 años? Desastrosa. El f a m o s o
p o e t a figuraba e n m u c h a s p u b l i c a c i o n e s , p e r o sólo
unos cuantos c e n t e n a r e s de l e c t o r e s tenían sus libros principales. Según O t h ó n Lara Barba (Boletín del
Instituto de Investigaciones Bibliográficas),
de 1921 a
1961 la poesía de P e l l i c e r fue editada 72 v e c e s , o sea
e n p r o m e d i o casi dos p o r año. El n o m b r e de Pellic e r t u v o una p r e s e n c i a constante, m á s aún si se sum a n los p r ó l o g o s y otros t e x t o s d e prosa q u e publicó, las m e n c i o n e s sobre él, etc. P e r o v e a m o s de q u é
e d i c i o n e s se trata:
a ) 34 e d i c i o n e s de p o e m a s e n revistas, d e las cuales 30 m e x i c a n a s .
b ) 21 e d i c i o n e s de p o e m a s e n antologías, de las
cuales 17 h e c h a s en M é x i c o o l i m i t a d a s a M é x i c o .
c ) 8 folletos d e poesía, de 4 a 24 páginas, o sea n o
m á s páginas q u e una e d i c i ó n en revista, p e r o con
una c i r c u l a c i ó n i n c o m p a r a b l e m e n t e m e n o r .
d ) 9 libros, todos en e d i c i o n e s a n o r m a l e s p o r l o
q u e h a c e a p e r m i t i r q u e algunos m i l e s de l e c t o r e s
( n o e s t a m o s p i d i e n d o m á s ) p u d i e r a n f á c i l m e n t e adquirirlos.
L o m á s p a r e c i d o a una e d i c i ó n n o r m a l fue Recinto ( 1 9 4 1 ) , y sin e m b a r g o el F o n d o de Cultura E c o n ó m i c a la sacó e n aquella c o l e c c i ó n T e z o n t l e , m á s o
m e n o s v e r g o n z a n t e , m u c h o s d e c u y o s títulos, hasta
la fecha, siguen e m b o d e g a d o s sin q u e se e n t e r e n sus
posibles lectores, p o r q u e ni siquiera se anuncian e n
los catálogos. L o s otros casos son p e o r e s : e d i c i o n e s
d e c i e n t o s de e j e m p l a r e s , fuera de r u m b o o fuera de
p r e c i o para el p ú b l i c o g e n e r a l .
Fuera de r u m b o : dos de los m e j o r e s libros de Pel l i c e r : Hora y 20 ( 1 9 2 7 ) y Camino ( 1 9 2 9 ) , se editaron
e n París con tirajes l i m i t a d o s . O t r o de sus g r a n d e s
libros, Subordinaciones ( 1 9 4 9 ) , fue e d i t a d o e n M é x i co, p e r o p o r la Editorial Jus, q u e es c o m o p u b l i c a r l o
e n París. P u e d e d e c i r s e l o m i s m o d e Piedra de sacrificios (1924), Seis, siete poemas (1924) y Hora de junio
(1937).
N i n g u n a e d i c i ó n de Pellicer ha resultado especialm e n t e bonita, c o n la e x c e p c i ó n d e Práctica de vuelo
( 1 9 5 6 ) , q u e el F o n d o p u b l i c ó a un p r e c i o de lujo y
c o n un tiraje de apenas cientos de e j e m p l a r e s , cuand o y a el p o e t a iba a c u m p l i r sesenta años y era una
g l o r i a nacional. Las otras, ni siquiera realizan ese
ideal artístico de las e d i c i o n e s limitadas: t o d o su absurdo lujo es q u e son limitadas.
En r e s u m e n : después de m e d i o siglo de present a c i o n e s públicas (1910-1962), a los sesenta y c i n c o
años de edad, e n p l e n a gloria, ni u n o solo de sus lib r o s se había r e e d i t a d o , ni u n o sólo se había editado
n o r m a l m e n t e , n o había n i n g u n o e n las librerías y
s ó l o un c e n t e n a r de p e r s o n a s l o s t e n í a todos, no
p o r las vías n o r m a l e s sino p o r cortesía del autor. Pel l i c e r era un n o m b r e i m p o r t a n t e , p e r o sólo un n o m bre, para algunas d e c e n a s d e m i l e s d e m e x i c a n o s ;
un p o e t a l e í d o e n antologías o revistas p o r algunos
m i l e s de lectores de habla española; el autor de unos
libros de bibliófilo para a l g u n o s c i e n t o s d e c o l e c c i o nistas; el creador de una obra c o n o c i d a a fondo, para
algunas d o c e n a s d e c o n o c e d o r e s . En p l e n a gloria.
P e l l i c e r s i e m p r e e s t u v o cerca del poder, r o d e a d o
de g e n t e que r e c o n o c í a su v a l o r o le debía favores
( e r a m u y g e n e r o s o ) . N o hay excusa posible: pudo hac e r e d i c i o n e s n o r m a l e s q u e l l e g a r a n a m i l e s de lectores. Si sus libros n o circularon fue porque casi siempre, al editar, t o m ó d e c i s i o n e s absurdas. N u n c a
e n t e n d i ó el p r o c e s o editorial, ni supo dejarse guiar
p o r q u i e n e s l o e n t e n d í a n . P r o c e d í a c o m o un pintor
q u e considera n o r m a l ir dejando sus obras por el cam i n o , e n t r e unas cuantas personas, y p e r d e r l a s de
vista, fuera de algunas e x p o s i c i o n e s . U n i n d i c i o de
q u e v e í a sus e d i c i o n e s bajo un m o d e l o p i c t ó r i c o l o
d i o al c o m p a r a r r e p e t i d a m e n t e el é x i t o de los p o e tas y el de los p i n t o r e s . C o n s i d e r a b a injusto, c o n raz ó n , q u e R i v e r a y S i q u e i r o s se hubieran h e c h o m i l l o n a r i o s c o n una obra n o m e j o r q u e la suya. N u n c a
e n t e n d i ó la d i f e r e n c i a c o m e r c i a l e n t r e a m b o s tipos
de c i r c u l a c i ó n . P r o c e d í a c o m o un pintor: o regalaba
su obra a q u i e n se le p e g a b a la gana o p e d í a un ojo
de la cara. T a n t a g e n t e m e d i o c r e r e c i b i ó manuscritos de su p u ñ o y letra ( o t r o i n d i c i o " p i c t ó r i c o " ) , p o e m a s dedicados, p o e m a s para editar, cartas elogiosas,
r e c o m e n d a c i o n e s o p r ó l o g o s suyos, q u e se v o l v i ó un
p e l i g r o recibir estas g e n e r o s i d a d e s de su parte. T a n tas v e c e s p i d i ó un ojo de la cara p o r una e d i c i ó n norm a l , q u e los e d i t o r e s n o r m a l e s l l e g a r o n a r e h u i r l o .
L o q u e h i z o e n 1962 fue la c u l m i n a c i ó n de esa serie de e r r o r e s : se d e c i d i ó , p o r fin, a reeditar sus libros ¡y se los dio a la U n i v e r s i d a d N a c i o n a l ! Estaba
o r g u l l o s í s i m o de que, p o r fin, le pagaran d e c e n t e m e n t e : c i n c u e n t a m i l pesos, q u e eran una fortuna.
¿Y q u é g a n ó ? Q u e le h i c i e r a n un m a m o t r e t o espantoso, i m p o s i b l e de manejar, fuera de r u m b o y fuera
de precio, para el c o m ú n de los lectores. T o d a v í a hay
e j e m p l a r e s e n b o d e g a (Material poético, 1962), si algún tenaz c o l e c c i o n i s t a q u i e r e e m p r e n d e r esa odisea q u e es c o n s e g u i r un l i b r o de la U n i v e r s i d a d .
N o veía la d i f e r e n c i a . T o d a v í a hace unos m e s e s ,
la U n i v e r s i d a d Juárez de T a b a s c o se dio el lujo de
i m p r i m i r ( p u b l i c a r sería m u c h o d e c i r ) doscientos
e j e m p l a r e s charrísimos de una s e l e c c i ó n de sus poemas cívico-histórico-geográficos (Cuerdas, percusiones
y alientos, 1976). Otra edición charra de Villahermosa:
50 años de quehacer poético, e d i c i ó n m i m e o g r á f i c a ,
1969.
L o m e n o s m a l o ha sido la Primera antología poética ( 1 9 6 9 ) , incluida a c e r t a d a m e n t e e n la C o l e c c i ó n
P o p u l a r del F o n d o de Cultura E c o n ó m i c a . Es el prim e r libro de Pellicer q u e v e n d e varios m i l e s de ejemplares. P e r o si la e d i c i ó n física y c o m e r c i a l es un
acierto, cuesta trabajo n o declararla charra t a m b i é n
en t é r m i n o s de e d i c i ó n literaria. ¿ D ó n d e se ha visto
una " a n t o l o g í a " d e casi cuatrocientas páginas de un
solo poeta? ¡Y tres p r ó l o g o s ! Y una d e s o r i e n t a d o r a
s e l e c c i ó n , si p u e d e así l l a m a r s e un a m o n t o n a d e r o
de p o e m a s . . .
Descanse e n paz, don Carlos Pellicer, e n t e r r a d o
e n sus p é s i m a s e d i c i o n e s . La U n i v e r s i d a d N a c i o n a l ,
Bellas A r t e s , Sep Setentas, los i n n u m e r a b l e s departamentos editoriales de innumerables dependencias,
los e d i t o r e s de p r o v i n c i a y tantas b u e n a s personas
h e r o i c a m e n t e dedicadas a gastar toneladas de papel
que no circula, tal v e z acaben de e n t e r r a r l o para
s i e m p r e con g r a n d e s paletadas de celulosa. P e r o n o
p o d e m o s sino desear que algún día, alguien que haya
sido sacudido p o r el m i l a g r o oculto de su obra, sepa
resucitar y difundir el c e n t e n a r de páginas q u e harán de P e l l i c e r a l g o m á s q u e un gran n o m b r e : una
revelación.
1977
En Yoxchilón.
Posdata, 1991: Gracias a Carlos P e l l i c e r L ó p e z , al
F o n d o de Cultura E c o n ó m i c a y a la ventaja de q u e
el p o e t a ya n o p u e d e i n t e r v e n i r , el cuadro e m p e z ó
a c a m b i a r después de su m u e r t e . D e j ó unos 10 000
e j e m p l a r e s publicados a lo largo de 55 años (19211976). Las e d i c i o n e s postumas s u m a n unos 80 000.
P e r o sospecho que todavía i n t e r v i e n e , y que bajó del
cielo para sustraer el cuaderno de Esquemas para una
oda tropical q u e faltó en sus Obras. Poesía. Y que sigue retrasando la c o m p i l a c i ó n de su prosa, ya n o se
diga el a r r a n q u e de la industria pelliceriana, en los
m o l i n o s a c a d é m i c o s . A j e n o a las p r e o c u p a c i o n e s críticas, se ríe de nosotros. A t e r r i z a y se e l e v a nuevam e n t e e n sus prácticas de v u e l o , m i e n t r a s
Los molinos piensan
académicamente.
en la
aviación
Carlos Pellicer
Soneto
Octubre me ha dejado una ventana
que entreabre un cielo de mirada hermosa.
Si yo puedo pensar en cada cosa,
si yo puedo decir que la mañana
tiene sobre la mesa una manzana ,
que alude al paladar de cada cosa
y encarna en su tibieza deliciosa \
un recuerdo soluble de campana
es porque alzando la mirada al día
como quien ha encontrado lo perdido
la vida y yo decimos: tuyo y mía.
Y el papelito de la mariposa
que cayó en una rosa por descuido
deja mi corazón en cada cosa.
13 de octubre de 1957
C
A
R
L
O
S
,e\ de lib
e
Esta es casa
para cuerpo y alma.
Por esta puerta
amor y paz sólo entran.
Casa como poema:
belleza, amor y paz por lema.
Esta puerta se abre
sólo para el que ame.
Por aquí al paisaje
se entra, y se va al viaje. . .
Aquí la puerta
es corazón:
siempre abierta.
Coplas, a la manera de Juan Ramón Jiménez, para adornar los muros de su casa en Tepoztlán.
P
E
L
L
Esta carta se dirige a mi hermano Juan y a mí, que estudiábamos entonces en Londres. Su tono informal no impide hondos pensamientos. Como en otras, el poeta es
siempre joven y siempre maestro.
Hay un comentario a su participación en un mitin contra la invasión norteamericana a Santo Domingo. Después
se refiere a la inminente inauguración del Museo Arqueológico de Tepoztlán, Morelos, al que donó su colección,
que después él mismo organizó. Alfonso Ayala es un exdiscípulo suyo, uno de los paisajistas mexicanos contemporáneos más distinguidos, junto con Nicolás Moreno.
Chabela —Isabel Peña— fue el ama de llaves que estuvo con él los últimos 16 años; murió en 1989. Merceditas
—María Mercedes Gutiérrez— es una de nuestras "hermanas" colombianas; entonces también vivía en Londres. Óscar Brooks, mexicano, su mujer e hijo fueron nuestra segunda familia allá.
Carlos Pellicer López
M é x i c o , D.F., a 15 d e j u l i o d e 1965.
Sres. Juan y C a r l o s P e l l i c e r e n L o n d r e s .
J ó v e n e s sanforizados y
fluorescentes:
Gracias p o r las tarjetas q u e m e han e n v i a d o . Y o
r u e g o a N u e s t r o S e ñ o r todos, t o d o s los días p o r U d s .
q u e son el lujo d e m i vida. Estas casas sin uds. son
nada más vistosas o q u e d a d e s . La e x t r a o r d i n a r i a persona q u e es el j u e z y l i c e n c i a d o , m e c o m u n i c a c o n
f r e c u e n c i a las cartas d e uds. En l o escrito e n Espa-
I
C
E
R
ña, resulta Juan un e s c r i t o r c o n c a m i n o a b i e r t o para ser ilustre. ¡Qué p r e c i o s o b i e n decir! ¡Qué sentim i e n t o e n el c o r a z ó n de las palabras! ¡Qué escritor
admirable t e n e m o s "ad portas"! M i t o c a y o sigue const r u y e n d o su c e n t e l l a n t e sistema solar c o n las consabidas sonrisas e n t r e M a r t e y V e n u s . Esto t i e n e un
e n o r m e v a l o r de a f i r m a c i ó n para Uds. Es un disparo e n p l e n o b o s q u e y t o d o q u e d ó alerta para s i e m p r e : l o m i s m o el j a g u a r q u e la ardilla y q u e la hoja
q u e c a y ó . La v i d a t i e n e el s e n t i d o q u e n o s o t r o s le
d a m o s . S i m p l e m e n t e p o r q u e son nuestros p r o p i o s
s e n t i d o s —altos y n o tanto— los q u e la c o n s t r u y e n .
N o h a y q u e o l v i d a r q u e fuera del p r o g r a m a cristian o l o d e m á s es i n t e l i g e n c i a y v o c a c i ó n .
A p r o v e c h e n —sigan aprovechando— lo q u e N u e s tro Señor ha puesto tan h e r m o s a m e n t e e n Uds. y ador e n a sus padres q u e d e m u e s t r a n c o n o c e r la m a t e ria espiritual q u e h a y e n ustedes. I n t e l i g i r , e n t e n der "rara avis", Uds. ahora están h a c i e n d o c e r á m i c a .
C u a n d o v u e l v a n a M é x i c o la m e t e r á n al h o r n o . Y cuidarán m u c h o el g r a d o d e c a l o r . . . Y l o sabrán h a c e r
m u y b i e n . Estoy s e g u r o . C u i d e n su t i e m p o . El t i e m p o es cosa p e r s o n a l , c o m o una camisa. D e s c a m i s a r se o usar la d e fuerza, a m b a s cosas son saludables.
Y s o m o s la H u m a n i d a d . P e r o s i r v i e n d o a M é x i c o y
a N u e s t r a A m é r i c a , la s e r v i m o s . S e r v i r es t a m b i é n
r e c r e a r n o s e n nosotros m i s m o s . El t i e m p o . N o s o t r o s
s o m o s el t i e m p o . N o lo p e r d a m o s . N o nos p e r d a m o s
( D e l o t r o l a d o del canal a l g u i e n dijo: " I I faut se perd r e p o u r se r e t r o u v e r " .
Con Juan Silveti y Pedro Vargas, en el callejón de la Plaza México.
Bueno: A s y o u like it. P e r o ¿en d ó n d e está la
chinga-musa? A p r o p ó s i t o : no se hagan bolas y vay a n c o n f r e c u e n c i a al M u s e o del r o b o . La música es
d e n o c h e y la cosa esa es de día. Casi estoy s e g u r o
q u e n o han i d o al Victoria a n d A l b e r t . H a g a n t i e m p o . M o n t e n una fabriquita de t i e m p o . Y o sé lo q u e
les d i g o .
Sí, salí a la calle y grité l o q u e quise. P e r o ahora
con esto de Sto. D o m i n g o , ya e m p e z ó a c r e c e r la conc i e n c i a c o n t i n e n t a l . B o l í v a r está e n el h o r i z o n t e . Y o
a p e n a s l e v e o . A Uds. les toca v e r l e bajar del Cabal l o . Y n o les m e n t é la m a d r e p o r q u e n o t i e n e n . Hasta esa ventaja t i e n e n estos jijue-putas! ( A d ogni m o d o ! ) ¡Qué falta m e h i c i e r o n U d s . ese día! Y a se repetirá.
El m u s e í t o de T e p o z t l á n se inaugurará d e n t r o de
10 días. Es una j o y a v e r d a d e r a . T o d a una p r e c i o s i dad. En 60 vitrinas q u e d ó la flor y el canto de m i c o lección. L e p e d í a A l f o n s o A y a l a copias de 5 fragmentos de pinturas prehispánicas y las h i z o en plan —de
magister—, n a t u r a l m e n t e . M i r e n U d s . j ó v e n e s águilas descalzas y otros e p i f o n e m a s ; el m u s e o de T e p o z t l á n es una p e q u e ñ a obra maestra. P e r o n u n c a
digan q u e y o se los dije. N a d a de dije: es un m o n t ó n
de j o y a s . Claro: ya dije l o q u e dije. Y así q u e d ó !
T r e s g r a n d e s e x p o s i c i o n e s , 4, M o n t e n e g r o , Ruelas, Nicolás M o r e n o y el famoso Portocarrero, el gran
p i n t o r c u b a n o m o d e r n o q u e n o halla palabras para
e l o g i a r a V e l a s c o . Se v e n d i ó de este p o b r e h o m b r e
un cuadro, antier, e n d o s c i e n t o s m i l pesos. C h a b e l a
les m a n d a recados. Juanito c u a n d o v u e l v a s a v e r un
tigrito c o m o los que c o m p r a m o s , q u i e r o uno para mí,
p u e s v o l ó el q u e traje. M e l o m a n d a s c o n tu papá
e n S e p t i e m b r e . El tres de A g o s t o llega el cura Cá-
mara. Pasará aquí t o d o el m e s . V a y a n al Británico
y al otro. V e r de b u l t o es m e j o r q u e " L e e r l o s " . N o s
c o n t a r o n q u e ustedes hablan i n g l é s c o n a c e n t o andaluz. ¡Y q u é !
T o c a y o hiciste b i e n e n paisajearte.
T e n g o i n v i t a c i ó n f o r m a l para ir a Israel e n Octub r e . A c e p t é . La c o l u m n a va m e j o r y si m e j o r a m á s
v o l v e r é S.D.Q. a Europa p e r o a fines de S e p t i e m b r e
para r e g r e s a r e n D i c . y e n t o n c e s i r é a pasar una sem a n a c o n Uds. D e s p u é s de casi un a ñ o de no escrib i r h i c e el s o n e t o c o r t o q u e les m a n d o . M e l o pidió
el m a g n í f i c o A r c i n i e g a s , para un l i b r o de él. Si n o
les gusta h á g a n l o pasar p o r de S h a k e s p e a r e . ¡Y q u é !
Está l l o v i e n d o . L l u e v e c o n ese r u m o r de casimires e n una tienda b i e n cortada. A p a r e c i ó el p e n d e j i s m o . H a c e 6 m e s e s que no v o y a Villafea. El 28 deste
iré p o r una s e m a n a . U s o un aparato a n t i c o l u m n i s t a
q u e m e ha m e j o r a d o . A fines d e A g o s t o sabré si m e
o p e r a n o no. V e a n la m a n e r a de visitar B u c k i n g h a m
y W i n d s o r . Son casitas b i e n .
Saludos a M e r c e d i t a s y a sus papas, papas de lujo,
de gran lujo.
J ó v e n e s arti-métricos
m i c o r a z ó n es d e U d s .
Carlos P e l l i c e r .
U n gran abrazo a Óscar y a su esposa e hijo. L o s rec u e r d o c o n v e r d a d e r o afecto.
C P .
C h a b e l a a g r a d e c e y e n v í a c a r i ñ o s a m e n t e saludos.
Cantos saluda a Pepe
(Un poema inédito de Carlos Pellicer)
C r e o que el s o n e t o p u e d e fecharse e n 1925. G o rostiza acaba de r e g r e s a r de N u e v a Y o r k , d o n d e
ha pasado varios m e s e s trabajando para Ciro M é n dez. Es r e c i b i d o c o n una c o m i d a c a m p e s t r e , organizada por P e l l i c e r y Villaurrutia, a la q u e se invita a sus a m i g o s , q u e aún n o se l l a m a n los
C o n t e m p o r á n e o s . P e l l i c e r , p o r su parte, p r e p a r a
su viaje a Europa (1926-1929) d e s p u é s de haber
publicado, e n un solo a ñ o ( 1 9 2 4 ) , Piedra de sacrificios y Seis, siete poemas.
El " t i e m p o d e los d o b l e s a p e l l i d o s " se r e f i e r e
a los años (1915-1918) e n q u e los m i e m b r o s de la
p r i m e r a p r o m o c i ó n del g r u p o cursaban sus estudios en la Escuela N a c i o n a l Preparatoria. Era cost u m b r e e n t o n c e s identificar a los a l u m n o s c o n la
doble n o m e n c l a t u r a i m p u e s t a p o r el m é t o d o d e
pasar lista. Es interesante que Pellicer reserve, con
estricto r i g o r d o c u m e n t a l , la p r i m e r a estrofa del
soneto a los m i e m b r o s de esa p r o m o c i ó n y esa cost u m b r e ( T o r r e s Bodet, O r t i z de M o n t e l l a n o , G o n zález Rojo y G o r o s t i z a A l c a l á ) , y q u e traslade a la
segunda a Villaurrutia q u e , n a c i d o unos años des-
pués, p e r t e n e c i ó a la segunda p r o m o c i ó n y, c o n
N o v o , O w e n y Cuesta, fue p o r tanto "más c o r t o
de s o n i d o s . " Es curioso t a m b i é n q u e P e l l i c e r se
incluya e n este sub-grupo, pues r e c i e n t e m e n t e ha
dejado de e m p l e a r el C á m a r a q u e le h e r e d ó doña
Deifilia, su m a d r e . N o v o propondría, años más tarde, q u e eso de los dobles a p e l l i d o s se debía al afán
de i m i t a r e n t o d o a P e d r o H e n r í q u e z U r e ñ a q u e
t e n í a n los m i e m b r o s de la p r i m e r a p r o m o c i ó n .
La fiesta b u r l o n a y afectuosa q u e P e l l i c e r organiza para sus a m i g o s se contagia al soneto, c u y a
p o b r e z a de rimas, su abundancia de "trasposición
se llama esta figura" y el voluntarioso desacato n o
sólo d e tumbarle el acento a "ágape" sino, a la v e z ,
de forzarle una sinalefa c o n "este", a m e r i t a n q u e
el profesor de retórica le estreche también al autor
la m a n o c o n m o v i d o .
1
Guillermo Sheridan
1
("Mutilación y pequenez de los nombres seudónimos",
Revista de Revistas, 16 de septiembre de 1928, p. 36).
El tiempo de los dobles apellidos
— ¡hace diez años ya!— fue la divisa
que a Jaime y a Bernardo unió en la liza,
y a Enriquito y a Pepe distinguidos.
Xavier y yo, más cortos de sonidos,
besados por el soplo de la brisa,
hicimos este ágape con la prisa
de saludar amigos tan queridos.
Y que otra vez aquí, todos reunidos,
a la mirada uniendo la sonrisa,
añoremos los dulces años idos.
En primer plano: Mérida, Rodríguez Lozano, Pellicer, Novo, Montenegro y Castellanos.
En la cabecera: Gorostiza. Al fondo: Samuel Ramos, Florisel, Villaurrutia, González
Ro|o, Cordoza y Aragón, Lazo y Luquín.
Y comiendo productos de hortaliza,
estrechemos la mano, conmovidos,
pálida, de Pepito Gorostiza.
A
L
E
J
A
N
D O
Ú l t i m a m e n t e he recibido multitud
de cartas escritas con procesadores
de palabras. Todos mis corresponsales han pretendido justificarse aduciendo horrorosas caligrafías y detallando con prolijidad las ventajas
que para mí, sacrificado lector de jeroglifos, tendría la lectura de esa sobria y clara letra impresa en una Epson LX810 o, llegado el caso, en una
IBM Pageprinter Landscape. Mis
puntuales respuestas no dejan de incluir el agradecimiento de rigor ante
semejante cortesía. Un computador
personal sigue siendo costoso, digan
lo que digan los esforzados publicistas de las tecnologías masivas. Así
que nada me cuesta imaginar los padecimientos que mis amigos —todos
jóvenes, todos carentes de recursos— han debido soportar tan sólo
para simplificarme las dificultades
de la lectura.
Pero a mí, debo confesarlo, me
gustaban las cartas manuscritas.
Había quienes escribían sobre delicados papeles de formatos pequeños y de color celeste, había otros
que utilizaban gruesas hojas de cartulina, algunos más las rugosas servilletas de las confiterías. Recibía,
en aquel entonces, cartas escritas
con tintas de colores v a r i a d o s
—verde y rojo y negro y, por supuesto, azul—, con plumas fuente y
con bolígrafos y con lápices mecánicos de 0.5. Había caligrafías pequeñas y apretadas que ocupaban toda
la superficie de la hoja; otras, más
expansivas, trazadas con amplios
dibujos que ocupaban únicamente el
O
K A T Z
centro de la página. No faltaban
breves ilustraciones, manchas, sobre todo tachones y enmiendas. ¡Ah,
las correcciones! Cuánto extraño las
correcciones de las viejas cartas manuscritas. En ellas podía yo rastrear
el trayecto de un pensamiento que
me tenía como interlocutor, la búsqueda de la expresión correcta, de
la palabra justa, imprescindible para decirme algo. Aquellas eran las
cartas de alguien: en los rasgos que
las definían se presentaba ante mí
una persona única —y querida justamente por eso. El papel, la tinta, la
letra, las vacilaciones de la frase dibujaban el rostro del amigo distante.
Las nuevas cartas son, diría, productos acabados, industriales, casi
perfectos. Las computadoras personales no admiten fallas: ni errores
de ortografía, ni dudas entre uno y
otro término, ni repeticiones ni imperfecciones, en fin, de ningún tipo
encuentra uno en las cartas actuales.
Ya no hay en ellas señas particulares
—a menos que se consideren tales la
utilización de un Word Perfect 5.0 o
de un M. S. Word 4.1, de una impresora Epson o de una Panasonic. . .
Creo haberlo dicho: a mí me gustaban las cartas manuscritas. Intuyo
ue a mis amigos no. ¿Cómo entener de otro modo esas veladas insinuaciones referidas a la desprolijidad de mi letra, a las dificultades
que les causa la lectura de mis cartas, al tiempo que pierden —así lo
han dicho— en descifrar cuanto escribo? No soy propenso a ofenderme
con facilidad, pero creí llegada la
3
De la correspondencia personal
hora de definir mi actitud: o interrumpía definitivamente mi correspondencia con esa canalla postindustrial, o me allegaba un computador. La decisión era casi evidente:
ocos deseos tenía yo de disfrazar,
ajo la sórdida excusa de la fácil legibilidad, el gesto vanidoso, groseramente pedante que hay detrás de
quien escribe a sus amigos con un
computador. ¿Acaso me contaba yo
entre los advenedizos que desean
ingresar en el primer mundo por la
engañosa puerta de las nuevas tecnologías? Y puesto que siempre me
sentí orgulloso de mi Parker 51, ¿qué
necesidad podía tener de entrar en
la modernidad de la mano de un
computador cuando, por lo demás,
todo el mundo anda y a jactándose
de salir de la posmodernidad?
Así pensé. Y pensé que nunca más
le escribiría a nadie que expresara
reparos ante los desaliños de mi caligrafía. " E s e soy yo —me dije—. Mi
letra es en la distancia lo que mi vestimenta en la intimidad. Ningún amigo verdadero dejará de frecuentarme porque mi camisa no esté dentro
del pantalón." Eso me dije, y supe
que nunca tendría un computador
personal.
Me equivoqué. Lo tengo en casa.
No podría decir cómo ocurrió, pero
tiene 40 megas rom, un mega ram y
doble disquetera. Mis amigos están
de veras contentos. Yo, por supuesto, comienzo todas mis cartas presentando excusas por utilizar un
procesador de palabras. Las razones
caben en cinco líneas: "Espero, que-
C
rido, que sepas disculparme por la
frialdad de esta horrorosa carta. No
es mi deseo ofender tu espíritu sensible al utilizar este impersonal aparato. Como siempre lo he hecho, sólo
pensé en ti al aventurarme en el infecto mundo de los chips: si vieras mi
letra cuneiforme, de seguro me quedarías agradecido". Se trata, naturalmente, de cinco líneas siempre
iguales, pues las he archivado en la
memoria de mi computador. Gano
con ello mucho tiempo. Por lo demás, las cartas —lo confieso— quedan preciosas, con cabezales y notas
al pie, folios bien centraditos, impresas en letra de calidad con serifes.
A pesar de todo, no estoy satisfecho. Me resisto a desaprovechar las
maravillosas capacidades de mis 40
megas rom, me niego a convertir a
mi computador en un calígrafo. Actualmente, estoy diseñando un programa que me permita generar todas las cartas posibles para todas
las situaciones posibles. En poco
tiempo y a no tendré la necesidad de
escribirle a nadie: bastará con imprimir la carta correcta en el momento
oportuno. Mis amigos, entonces, no
deberán leer mis cartas para saber
qué les digo. Igual que y o , ganarán
mucho tiempo —de ése que antes
perdían descifrando mi letra. Y
cuando ello ocurra, suelo pensar
mientras pongo a punto el program a , cuando ello ocurra vamos a estar tan, pero tan contentos, mis amigos y y o . . .
CYRIL CONNOLLY
La posición de Joyce
J a m e s Joyce ha publicado un
nuevo libro. Es un fragmento de
otro más largo, y su título es Anna
Livia Plurabelle. Estamos habituados
a que la reputación de los escritores varíe año con año, pero la del
señor Joyce también varía de lugar
a lugar. Es visto con resentimiento
en Irlanda, con poca atención en Inglaterra, con admiración por un grupo en Norteamérica, y con reverencia por otro en Francia. En todo país
existe un público general y un público literario. En Irlanda el público general es provinciano y dominado por clérigos. No le perdona a
Joyce su blasfemia ni sus desdeñosas parodias del jingoísmo irlandés.
El otro, el público más reducido, ha
preferido escapar a través de un romántico retorno al pasado, caracterizado por una especial nota lírica
de fácil e indefinible melancolía nacida de la autoindulgencia. Joyce es
un realista, y no tiene contactos intelectuales con esa generación. "Michael Roberts recuerda la belleza olvidada. Estrecha entre sus brazos la
hermosura que hace mucho tiempo
se ha desvanecido del mundo. Y o
deseo estrechar en mis brazos la
hermosura que aún no ha llegado al
mundo." Así, los únicos discípulos
de Joyce en Irlanda son los jóvenes
realistas del periodo posterior a la
rebelión. En Inglaterra el público literario está dominado por el buen
gusto. Cautos como un cenotafio,
los críticos deciden el valor de un
libro en términos de "delicioso" y
"encantador". El público general es
igualmente conservador, y el destino de un libro como Ulysses (irremediablemente impresentable si se
le somete al canon de Chelsea) es
decidido por anticipado. Es en Norteamérica, donde existe un público
general más amplio y menos refinado, y en París, donde hay un gran
número de jóvenes escritores ansiosos por experimentar con las formas
literarias, que se ha desarrollado
una "generación Ulysses".
En sus conferencias sobre la novela, fija perfectamente la actitud
inglesa hacia Joyce, el malvado coco de las letras. "Ulysses —escribe
Forster— es un terco intento por cubrir el universo con lodo, una suerte de victorianismo a la inversa, un
intento por hacer que la suciedad y
la vulgaridad triunfen donde la luz
Óleo de Jacques-Emile Manche, 193S.
y la dulzura fracasaron, una simplificación del carácter humano en favor del Infierno." Es también "una
épica de la mugre y la desilusión. . .
una superfetación de fantasías, un
monstruoso acoplamiento de reminiscencias. . . en el cual pululan y
hormiguean pequeñas mitologías,
como gusanos entre las escamas de
una serpiente venenosa." "En literatura —añade el señor Forster— la
indignación nunca sale del todo
bien", y el párrafo que he citado no
hace casi más que expresar la actitud generalizada de la cultura inglesa hacia la novedad, y probar que
el vocabulario de escandalizada vituperación deriva de la especie de
los reptiles en todas las épocas.
"La indignación" no es una cualidad de la obra de Joyce, pero "la
rabia de Joyce parece esencialmente fantástica, y carece de la nota en
pos de la cual pronto estaremos escuchando", continúa el señor Forster, quien procede a calificar Ulysses
como una obra perteneciente al periodo de Zuleika Dobson.* Antes de
evaluar la obra posterior de su
autor, tratemos de hacernos una
idea clara de lo que es Ulysses. Por
temperamento, James Joyce es un
medievalista. Siempre se ha rebelado contra sus dos más grandes limitaciones: su educación jesuíta y su
romanticismo céltico. Cada uno de
sus libros revela un creciente temor
hacia la belleza; no porque la vida
no sea hermosa, sino porque hay algo esencialmente falso y suntuoso
en la manera "Crepúsculo céltico"
de aproximarse a ella. Este elemento oropelesco es muy fuerte en los
primeros poemas de Joyce, y está
contrastado por una repulsión igualmente pronunciada hacia él en el
Retrato del artista. En el Ulysses lo tenía controlado, y lo vemos experimentar con otras formas de aproximación a la belleza: la pagana simplicidad de la fantasía de la señora
Bloom, la austeridad matemática
del catecismo que la precede. Sólo
Stephen Dedalus, el joven hamletiano, piensa automáticamente con la
dicción del "Crepúsculo céltico"; pe* Zuleika
Dobson,
novela
de
Max
Beerbohm publicada en 1911, es una
mofa de la vida de Oxford. Zuleika es
una hechicera por cuyo amor todos los
estudiantes de Oxford sacrifican su vida (n. del t.).
Biblioteca
de
25
México
ro en él el remordimiento, el culpable sentimiento de soledad que ataca
a los hombres valerosos pero débiles que destruyen el marco religioso de su juventud, se ha fundido con
su melancolía de poeta menor y
brinda a su fantasía la cualidad de
un coro griego. De hecho, Stephen
Dedalus provee a la generación de
Ulysses de un fatalisrrio, una dramatización de sus propios presentimientos, y de una cualidad muy rara entre los norteamericanos, muy
reducida en Inglaterra, y muy corriente en Europa: el Sentido Trágico de la Vida. Este es el gran vínculo entre Joyce y Proust, tan equívocamente comparados en otros
sentidos Tanto el irlandés como el
judio poseen una inteligencia trágica, la idea de que la vida solo puede ser apreciada —e incluso solo
puede ser vivida— si la inteligencia
es empleada para registrar toda la
belleza y toda la intimidad que existen en irónico contraste con la monótona tristeza de la mugre y el vacio, la mediocridad, la enfermedad
y la muerte.
Pues toda nuestra inteligencia y
[lecturas no hicieron
sino traernos un sentido mas
[profundo de la tristeza.
El climax entero del Ulysses es un
singular momento de intimidad en
el que Bloom, el personaje cómico,
rescata a Stephen de un pleito de
borrachos. Bloom tema un hijo que
murió, Stephen un padre que esta
vivo; pero por ese instante de paternidad espiritual todo el bochorno cié
ese verano urbano, todos los recorridos de taberna en taberna de
Bloom y Stephen, el "gusano" y las
"escamas" y las "serpientes" quedan
en su sitio. La emoción central del
Ulysses no es la indignación, sino el
remordimiento; y el remordimiento, aunque tal vez ocupe un lugar
secundario en la vida, es una emoción que generalmente tiene éxito
en la literatura. La expiación y el
sentido de la fatalidad, que conforman la esencia de la tragedia griega, son solamente una variación de
este sentimiento; y aunque entre la
gente real el remordimiento parece
tan débil y estático, su misma tranquilidad y distanciamiento de la acción le brindan una cristalina belle-
za literaria. En Ulysses Stephen vive con la conciencia de haber
precipitado la muerte de su madre
por causa de su ateísmo, Bloom
siente oscuramente el suicidio de su
padre y la conflictiva historia de su
pueblo, mientras toda Irlanda parece desganadamente consciente de
su destino. Quizá la escena más representativa del Lílysses es aquella
en la que Stephen, quien ha huido
— Mis ojos dicen que ella tiene. ¿Me ven así los otros?
Pronto, lejana y atrevida, sombras de mi mente.
T o m ó de su mano el libro sin
tapas. Cartilla de francés de Chardenal.
— ¿Para qué compraste eso?
—le preguntó—. ¿Para aprender
francés?
Ella dijo que sí con la cabeza,
J o y c e sentado frente a la escuela e n Clongowes.
de la suciedad de la casa de su padre, se topa con su hermana quien
también trata de escapar de su ambiente sin la ayuda que él podría haberle brindado:
Se dio vuelta y se detuvo al lado
del carretón de libros inclinados.
— Dos peniques cada uno —dijo
el vendedor ambulante—. Cuatro
por seis peniques. Páginas hechas jirones. El colmenero irlandés, Vida y milagros del cura de
Ars, Guía de bolsillo de Killarney.
"Podría encontrar aquí uno de
mis premios escolares empeñados."
— ¿Qué estás haciendo aquí,
Stephen?
Los altos hombros de Dilly y
su vestido andrajoso.
Cierra el libro enseguida. No
dejes que lo vea.
— ¿Qué haces
tú?,
dijo
Stephen.
Un rostro Stuart del sin par
Carlos, largos cabellos lacios cayendo a sus costados. Brillaban
cuando ella se agachaba para alimentar el fuego con las botas hechas pedazos. Le hablé de París.
Perezosa para levantarse de la cama bajo una colcha de viejos cobertores, jugando con un brazalete de bisutería, recuerdo de Daniel Kelly.
— ¿Qué tienes ahí?, preguntó
Stephen.
— Lo compré en el otro carretón por un penique —dijo Dilly
riendo nerviosamente—. ¿Valdrá
la pena?
ruborizándose y apretando los
labios.
No demuestres asombro. Compórtate de manera natural.
—Toma —dijo Stephen — . Está bien. T e n cuidado de que
Maggy no te lo empeñe. Supongo que todos mis libros habrán
desaparecido.
— Algunos —dijo Dilly—. Tuvimos que hacerlo.
Ella se está ahogando. Mordedura ancestral. Sálvala. Mordedura ancestral. Todos contra nosotros. Me ahogara con ella, ojos y
cabellos. Lacias espirales de cabello de alga marina a mi alrededor, mi corazón, mi alma. Salada muerte verde.
Nosotros.
Mordedura ancestral de Inwit.
Miseria."*
Esta cita revela muchos otros aspectos del libro; el viejo término empleado para hablar del remordimiento, por ejemplo, se convierte
en una de esas frases como bolas de
nieve de las que está llena la novela. Al manifestarse continuamente
en los sueños despiertos de los personajes, cobra ímpetu tras cada asociación, resonando a través de los
capítulos hasta que al final están
cargados de tanta fuerza y personalidad como los propios pensadores.
Luego lo deslustrado de la escena,
el diálogo titubeante y trivial, ilus* Las citas de Ulysses provienen de
la versión en español de Salas Subirat,
editada por Santiago Rueda.
tran la otra cara del Ulysses: el esfuerzo por crear belleza a partir de
la vida de la ciudad, y un estilo a
partir del inglés demótico que en
ella se habla. Cada año más personas viven sus vidas en las ciudades
y menos viven en el campo; pero
mientras que existe un acabado vocabulario de belleza rural, hasta
ahora sólo existe una débil estética
de las ciudades y una burda técnica para apreciarlas. Joyce ha hecho
por Dublín lo que Baudelaire y Laforgue hicieron por París, o lo que
el señor T.S. Eliot hizo por Londres;
y en una época en que Yeats y
Synge habían monopolizado el lado
gaélico del irlandés, fue capaz de
crear un lenguaje con el habla comercial de los anglicanizados burgueses de la propia ciudad de Dublín. El inglés literario se ha vuelto
muy trillado, como lo puede probar
inmediatamente un vistazo a cualquier libro de ensayos o los prefacios a las antologías, y en Ulysses
Joyce se afanó por revivirlo al introducir el habla coloquial y popular de
su propia ciudad, al formar nuevas
palabras —al estilo griego— con adjetivos compuestos, al comprimir la
gramática, al emplear el fresco vocabulario de los manuales de ciencia, de las cantinas o la jerga isabelina. T e n e m o s aquí, por ejemplo,
dos citas, una para ilustrar la estética de la ciudad, la nota de melancolía céltica implícita en las descripciones de una veraniega puesta de
sol urbana cerca de la colina de
Howth, donde Bloom hizo el amor
por primera vez; la otra, es un ejemplo del inglés marcadamente latinizado de Joyce, el cual da una impresión de una retórica austera a la vez
que produce un ritmo original.
"A long-lost candle wandered up
the sky from Myrus' bazaar in
search of funds for Mercer's hospital and broke, drooping, and shed
a cluster of violet but one white
stars. They floated, fell: they faded.
The shepherd's hour: the hour of
holding: hour oftryst. From house
to house, giving his everwelcome
double knock, went the nine o'clock
postman, the glow-wom's lamp at
his belt gleaming here and there
through the laurel hedges. And
among the fine young trees a hoisted linstock lit the lamp at Leahy's
Terrace. By screens oflighted Windows, by equal gardens, a shrill
voice went crying, wailmg, ü v e ning Telegraph—stop press ediñon! Result of the Gold Cup races!'
And from the door of Dignam's
house a boy ran out and callea.
Twittering the bat flew here, flew
there. Far out over the sanas the coming surf crept, gray. Howth settled for slumber, tired oflong days,
of yumyum rhododendrons (he was
oíd) and felt gladly the night breeze lift, ruffle his fell offerns. He lay
but opened a red eye unsleeping,
deep and slowly breathing, slumberous but awake. And jar on Kish
barik the anchored lightship twinkled, winked, at Mr. Bloom.
Whatplay offorces, inducing inertia, rendered departure undesirable?
The lateness ofthe hour, rendering procrastinatory: the obscurity
ofthe night, rendering invisible: the
uncertainty ofThoroughfares, rendering perilous: the necessityfor repose, obviating movement: the proximity of an occupied bed, obviating research: the anticipation of
warmth [human] tempered with
coolness [Unen], obviating desire
and rendering desirable: the statue
ofNarcissus, sound without echo,
desired desire. "*
Además de esto, dirigió una campaña de parodias contra las extravagancias y los arcaísmos latentes en
el estilo prosístico inglés. Es en ver-
* Una larga candela perdida vagaba
cielo arriba desde la kermesse de Miras,
en busca de fondos para el hospital Mercer y se rompió, inclinándose; y derramó un racimo de estrellas violáceas a
excepción de una blanca. Flotaron, cayeron: desvaneciéndose. La hora del
pastor: la hora de la posesión, hora de
la cita. De casa en casa, dando su doble
golpe siempre bien recibido, iba el voceador de las nueve, brillando la lámpara luciérnaga en su cinturón aquí y
allá a través de los cercos de laurel. Y
entre los cinco árboles jóvenes un encendedor izado encendía la lámpara en
la terraza de Leahy. Por las persianas
iluminadas de las ventanas, por los jardines iguales, una voz chillona gritaba,
perdiéndose: \El Telégrafo vespertino,
edición extraordinaria! ¡Resultados de la
Carrera por la Copa de Oro! y de la puerta de la casa de Dignam salió un muchacho corriendo y llamó. Inquietando la
noche, de un lado al otro, volaba el murciélago. Lejos sobre las arenas la marea
trepaba creciente, gris. El Howth se disponía al sueño, cansado de largos días,
de rododendros yumyum (envejecía) y
sentía complacido la caricia de la naciente brisa nocturna, que venía a rizar
el vello de los heléchos. Reposaba sin
dormir, abierto un ojo profundamente
rojo, respirando lentamente, pero despierto. Y allá lejos, sobre el banco de
Kisch el faro flotante titilaba, enviando
guiños al señor Bloom.
•
¿Qué juego de fuerzas inducidoras a la
inercia, convertían la partida en algo indeseable?
Lo avanzado de la hora, que invitaba a la postergación; la oscuridad de la
noche, que la volvía invisible; la inseguridad de las vías públicas, que la hacía peligrosa; la necesidad de reposo,
que se oponía al movimiento; la anticipación del calor (humano), temperado
con la frescura (lino) obviando el deseo
y haciéndolo deseable; la estatua de Narciso, sonido sin eco, deseo deseado.
dad como un enemigo de la "literatura" que Joyce puede parecerle al
señor Forster, trabajando "en favor
del infierno".
Aunque Joyce no inventó el "flujo de la conciencia" como una forma de escritura, se dio cuenta de
que al registrar los pensamientos de
cada personaje se podía tomar algunas libertades estenográficas en
cuanto a su sintaxis a la vez que de
esta manera se adentraba más en el
"yo" de cada uno de ellos. También
es el único, entre quienes han empleado este método, que ha comprendido que la gente, además de
pensar de manera diferente, piensa a ritmo diferente. La señora Woolf,
cuyo Mrs. Dalloway es en más de un
sentido una adaptación femenina
para el gusto inglés de una idea del
Ulysses, tiende a hacer que todos sus
personajes piensen en el mismo
tempo. Nos da rebanadas anatómicas; no seres humanos, sino secciones de ellos, que presentan las dudas, las ternuras, las esperanzas a
medias y los temores a medias de
la mente humana, concebidos todos
en el mismo ánimo de discreta desesperación. En cambio, Bloom, la
señora Bloom, Stephen, y los cíclopes sin nombre son dueños de procesos mentales incomparables entre sí. La retorcida y cordial curiosidad científica de segunda mano de
Bloom le brinda un singular colorido a todas sus meditaciones. La
amargura, la imaginación y la petulancia intelectual de Stephen apuran febrilmente el pulso de su pensamiento. El animoso, cínico y desvergonzado gusto del Innominado
transforma su relato en el remolino de los vientos de Eolo que intenta simbolizar, en tanto que el elaborado estilo periodístico retarda la velocidad del libro hasta llegar a
aquellos capítulos en que la acción
llega a un punto muerto. Por último, la apacible respiración de la señora Bloom se acompasa con su
ininterrumpida fantasía física, sus
meditaciones paganas tan exentas
de la angustia medieval de Stephen,
del escepticismo de Bloom o de los
problemas que uno enfrenta por la
mañana, el otro por la tarde y todos
por la noche.
El vínculo entre el nuevo trabajo de Joyce y el Ulysses es principalmente un vínculo de lenguaje, aunque ambos están unidos por la misma preocupación, por la estética de
las ciudades, por el carácter absurdo de la democracia judeo-norteamericana, y por la capacidad de belleza que aún conserva esta democracia.
Aquí tenemos dos citas. En una
aparece otra vez la colina de Howth,
tratada de manera simbólica; la otra
es un elogio de Dublín, retórico como las ciudades mismas — Earwicker (el castillo danés) está riñendo a su esposa, Liffey, por todo lo
que él ha hecho por ella. He trans-
crito el texto con anotaciones, de
manera que pueda medirse la complejidad del lenguaje compuesto:
"Oíd Whitehowth is speaking again.
Pity poor Whiteoath! Deargone
mummeries, goby. Tell the woyld
I have lived true thousand hells.
Pity please, lady, for poor O. W. in
this profoundest snobbing I have
caught. Nine dirty years mine age,
hairs white, mummery failing, deaf
as Adder. I askt you, dear lady, to
judge on my tree by our fruits. I
gave of the tree. I gave two smells,
two eats: my happy blossoms, my
all failing fruits of my boom. Pity
poor Haveth Children Everywhere
with Mudder. That was Communicator a former Colonel."
". . . And I built in Urbs in Rure foi
mine elskede, my shiny brows, at
earth closet wherewithin to be qui
in most convenience from her sabbath needs: did not I festfix my unniverseries, Wholly rational and
got alike, was not I rosetted on two
stelas oflittle Egypt, had not rockcut readers, hieros, gregos, anddemocriticos, and by my syvendialed
changing charties Hibernska ulitzas made not I to pass through 12
Threadneedles and Newgade and
Vicus Veneris to cooinsight. Oi polled ye many, but my fews were
chosen: and I ser up twin-minsters,
the pro and the con woven of peeled wands and
attachattouchy
floodmud arched for the convenanters and shinner's rifuge; all truant
trulls made I comepull, all rubbeling gnomes I pushed, go go, and
thirly for ewigs I did reform and
restore for my smuggy piggiesknees
her paddy palace on the cross-knoll
and added there unto a shallow laver to put out her hell fire and posied Windows for her oriel house
and she sass her nach, chillybombom and 40 bonnets, upon the
áltarstane, may all have mossyhofiours!
"I hung up at the Yule my pigmy
suns helphelped ofKettil Frashnose for the supper hour ofmy frigid
one, coulomba mea, frimosa mia,
through all Livania's voltea ampire from anods to cathods, and from
the topazolites ofMoume bay Arcglow's sapphire seamanslure and
Waterford's hook and crook lights
to the polders of Hy Kinsella."
Cuando el hombre de letras ordinario se enfrenta con la civilización
moderna, juega al avestruz hundiendo la cabeza en la arena. Sin duda un avestruz muy caprichosa, socarrona, falsamente apologética y
bien subsidiada. De hecho, ellos son
los payasos a sueldo de la democracia, los bufones a quienes se les concede la licencia de lamentar el traqueteo de los cabriolé, y de comen-
zar cada frase con "Debo reconocer
que nunca me he encontrado cara
a cara con aquellos que", y finalizan
diciendo "no obstante, desde mi
punto de vista, cuando todo se ha
dicho y hecho. . .". Desde luego, no
existe ninguna ley que exija a nadie
pertenecer a su periodo; pero no
pertencer a él es refugiarse, arrastrar una existencia extravagante y
un estilo arcaico en una semiboscosa Utopía, visitada, como un salón
de té isabelino, por el público más
insípido, aquel que uno quisiera evitar. Si el Ulysses es fundamentalmente una parodia de las buenas
maneras literarias, una muestra de
insatisfacción con el estilo, la nueva obra de Joyce es una parodia del
lenguaje, un intento de crear un
nuevo vocabulario para la literatura misma. Y ambas, aunque los lectores no estén dispuestos a verlo,
fueron hechas para divertir. Después de todo, la balada del Jabberwock se ha convertido en uno de los
tesoros admirados del idioma inglés, sin embargo, cuando quiere
aplicarse en la prosa contemporánea el método que usó Carroll para
revigorizar las palabras dotándolas
de un doble sentido —cosa que sin
duda alguna necesita— el resultado
es que le colgamos al inventor el
sambenito de loco.
El lenguaje literario en Inglaterra
se ha apartado mucho de la conversación y no es capaz de sacar provecho, como en Norteamérica, de
un rico sustrato de jerga políglota.
Por lo demás, hubo una tendencia
a emplear todos los términos literarios — especialmente entre los poetas georgianos— sin una debida convicción respecto a su significado, y
esto depreció tanto esas palabras
que se convirtieron en teclas muertas de un piano viejo, que producen
un leve sonido cuando se les toca,
pero nunca resuenan con brillantez.
El mejor ejemplo de esto es el penúltimo párrafo de The Oxford Book
of English Prose. El nuevo lenguaje
de Joyce es como la afinación de un
piano, mediante la cual tensa ciertas palabras injertándoles equivalentes extranjeros más frescos,
aproximándolas a otras palabras
que les ayudan a recuperar su vigor,
jugando con ellas muy libremente,
y confiriendo a las palabras un significado sintético, con el cual pueden o bien expresar vida, o simplemente hacer una serie de bromas
académicas. El experimento puede
ser un fracaso, al igual que el esperanto o la pronunciación fonética,
pero la idea misma en ningún momento es contraria a la razón. El
principal defecto del nuevo lenguaje del señor Joyce es que, hasta ahora, ha ocultado la calidad lírica de
sus otros escritos en prosa; no es
tanto que haya tratado de zurcirlos
como de hacer imitaciones retóricas
de ellos. He aquí el final de una fábula llamada "The Mookse and the
Gripes", que puede compararse con
el crepúsculo citadino del señor
Bloom citado líneas arriba:
The shades began to glidder along
the banks, dusk unto dusk, and it
was as glooming as gloaming could
be in the waste of all peaceable
wolds. The mookse had a sound
eyes right but he could not all hear.
The Gripes had light ears left yet
he could but ill see. He ceased. And
he ceased and it was so dusk of
both of them. But still one thought
of the deeps he would profound on
the morrow and still the other
thought of the scrapes he would escape if he had luck enough.
El nuevo libro está lleno de fábulas, porque toda la primera parte es
en realidad una aproximación surréaliste a la prehistoria de Dublín,
a los mitos y las leyendas de su origen, Duke Humphrey y Anna Livia,
la montaña y el río, de uno de cuyos trechos tomó su nombre la ciudad. Las palabras iniciales "riverrun
bnngs us back to Howth Castle and
Environs" (la música del río nos devuelve a Howth Castle y sus Inmediaciones) sugiere las melodías que
seguirán. Toda la cultura urbana de
Irlanda es de origen escandinavo; y,
para subrayarlo, al describirla Joyce ha dado cabida a la mayor cantidad posible de palabras nórdicas. El
libro se divide en cuatro partes: la
primera es una especie de fotografía aérea de la historia irlandesa,
una celebración del opaco pasado
de Dublín, así como el Ulysses lo es
de su sombrío presente; la segunda
es un interludio en un granero cerca de Chapelizod: en ella unos niños están jugando, e inconscientemente reaccionan a los viejos relatos que se cuentan en la primera
parte (Isolda, princesa de Irlanda, se
liga con el nombre del suburbio); en
la tercera parte, de "los acontecimientos del pasado que dejan sus
sombras atrás" en la primera parte,
saltamos a "los acontecimientos por
venir que proyectan sus sombras
hacia adelante"; en ella se trata, en
cuatro secciones, las cuatro vigilias
de una noche. Como esto es una crítica literaria, no puedo entrar en el
contenido metafísico que hay en el
nuevo libro de Joyce, basado en la
visión de la historia de Vico y en
una nueva filosofía del T i e m p o y
del Espacio; pero hay otras dos cosas que destacan: la misma preocupación del autor por su ciudad natal, su deseo de ver todo el universo a través de esa pequeña lente, y
su sentido poético para captar las fases del anochecer, para percibir ese
crepúsculo al cual debe su renombre el renacimiento céltico. El libro
se inicia en un museo con una momificada descripción de la batalla de
Waterloo:
"This the way to the museyroom.
Mind your hats goan in! Now yiz
are in the Willingdone museyroom.
This is a Prooshious gun. This is
a ffnnch. Tip. This is the flag ofthe
Prooshious, the Cap and Soracer.
This is the bullet, that byng the flag
ofthe Prooshious. This the ffnnch
that fvre on the Bull that bang the
flag of the Prooshious. Salóos the
crossgun! up with your pike and
fork! Tip. (Bullsfoot! Fine ) This is
the triple-won hat ofLipoleum. Tip.
Lipoleumhat. This is the Willingdone on his same white harse, the Cokenhape."
1
Monótonos como el golpeteo de
la vara de un conferencista, anticuados, arcaicos, los viejos artificios de
la historia se revelan, el pasado cobra existencia lenta y penosamente bajo el toque del vivaz y animado guía. La sala de exhibición, los
visitantes —moviéndose confusamente entre los vestigios de la olvidada batalla—, ocupan su sitio en el
tosco lenguaje; estamos mirando la
tierra desde una distancia muy remota, como tal vez la veríamos si
sus imágenes viajaran a través de
los rayos de la luz, enfocando un telescopio sobre la Edad Media desde
algún planeta tan distante que aún
podría observarse su transcurso.
"Only a fadograph ofa yestem scene."
So, now idler's winds tuming pages onpages, annals ofthemselves
timing, the cycles bring fassilwise
to pass. how. 1132 A D Men like to
ants or emmets wondem upon a
groot hwide Whallfisk which lay in
a Runnel. Blubby wares up at
Ublamum.
Ciertas figuras emergen de la crónica: en ese antiguo Dublín, un irlandés se encuentra con un noruego, en una situación típica de todo
malentendido desde los días de Babel. El irlandés comienza:
"Hop! In the ñame of Anem this
cari on the kopje a parth alone who
the Joebiggar be he? Forshapen his
pigmaid hoagshead, shroonk his
plodsfoot, me seemeth a dragón
man....
He is almonthst on the
kiep fieg by here, is Comestipple
Sacksounn, be itjumpery or febrewery, marracks or alebill, or the
ramping nots of prouriose andfroriose. What a quhare soort ofa mahan. It is evident the minchmdaddy. He can prapsposterous the
pillowy way to Hirculos pillar. Scuse us, chorley guy! You tollerday
donsk N. You tolkatiff scowegian~>
Nn. You spigotty anglese? Nnn
You phomo Saxo? Nnnn. Clear all
so! Tis a Jute. Let us swop hats and
excheck a few strong verbs weak
oach eather yapyazzard abast the
blooty creeks."
>
y
Jute. Yutah'
Mutt: Mukk's pleasurad.
/ufe: Are you jeff?
Mutt: Somehards.
Jute: But you are not jeffmute?
Mutt: Noho. Only an utterer.
fute: Whoa! Whoat is the matter with you?
Mutt: I became a stun a stunner.
Poco a poco aparecen otros héroes,
Shaun, el cartero rabelesiano, el marrullero Shem, su hermano escritor
H.C. Earwicker (here comes everybody —aquí vienen todos) (apodado
la Colina de Howth), el típico gran
hombre de la nueva democracia, y
su novia, la adorable Anna Livia.
Los escritores pisan un suelo más
firme cuando se ciñen a lo que les
interesa, y la clave para este libro,
oscuro y difícil, es la pietas que el
autor siente por su ciudad natal. La
vida de Joyce ha estado más cerca
de la tradición clásica de los grandes escritores que de la comodidad
victoriana de los hombres de letras
de hoy día. Su existencia es parecida a la de los antiguos poetas griegos: una juventud transcurrida entre la política citadina y las parrandas domésticas; luego, el destierro
en el extranjero, la publicación de
una obra maestra diez años después
hecha, según la promesa de Déda-
lo, con las armas del "silencio, el
exilio y el ingenio". Ahora dedica todo su arte a celebrar su pueblo nativo, aunque sus sentimientos por
Dublín, sus plazas y calles olorosas
a guisos y cerveza, sus colinas y litorales, las riberas del Liffey y la
verdura de Dodder, sean muy diferentes del provincianismo del patriotismo irlandés y más afines al
sentimiento pagano de amor por el
suelo natal. No hay nada ostentoso
en su tierna actitud hacia la "pobrecita y quebradiza nación llena de
magia, más bien corta de luces".
Anna Livia es un episodio de este libro en el que se describe la leyenda del Liffey. Dos viejas lavanderas se paran a cada lado del joven
río y chismorrean mientras friegan
la ropa. ("Oh, cuéntame todo sobre
Ana Livia.") Hablan de la aventura
que Earwicker sostuvo con ella baj o su otra identidad, la de Duke
Humphrey, y gradualmente su habla se convierte en una melodía de
música acuática, una especie de
pean, como el elogio del arroyo Kishon, en el cual se vierten los nombres de todo río concebible como
una larga cadena onomatopéyica.
y zarlió por un boquete en el despilfaradero de Devil's Glen mientras Sally, su nodriza, dormía y
mitadmitad, caryó en un canal de
Con un grupo d a estudiantes y p r o f e s o r e s , 1 9 0 0 .
desagüe antes de encontrar su
tranco y yaciera y meneárase en
todas las estancantadas aguas negras de la lluvia bajo un barbecho
vac y ella rióse inosfría con sus
brazos y un hato de doncellas de
Hawthorne se avergonzaba al
contemplarla. Y luego tejió una
guirnalda para sus cabellos. La
plegó. La pligó. De hierba de los
prados y de espadañas de los ríos,
de juncos y hierbajos acuáticos y
de dolorosas caídas de sauces llorones.
De vez en cuando, las criadas hablan de sus propios problemas:
¡Oh, mi espalda, mi espaldra, mi
escalda! Quisiera ir a Aix-les-Pies.
¡Pingpong! Ahí está la Campaña
para Sexoloitz! ¡Y Concepta de
Ven-ora! ¡Pang! ¡Escurre la ropa!
¡Escurre el rocío! ¡Manten el
aguacero, Godavari! ¡Y vierte tu
gracia! ¡Aman! ¿Las extendemos
ahora? Ay, lo haremos. ¡Flip! Extiéndelas en tu orilla, y extenderé la mía. ¡Flep! Es lo que hago.
¡La extiendo! Está enfriando. Se
leva el viento.
Paulatinamente el río se ensancha
y las hace apartarse mientras cae la
noche, pues se encuentran paradas
en las dos orillas del río como sobre
una escalera móvil, y el trecho entre ellas se ha ensanchado conforme el Liffey salta —según las palabras de su canción— "con los limones de la Tolka o de la playa de
Clontarf para sentir el jocundo aire
de la bahía salada de Trublín y la carrera del viento en lo alto de mi desembocadura". Cuando la noche
cae, las viejas, gritándose en la oscuridad, ya no pueden entenderse;
aún chismorreando, se han transformado en un olmo y una piedra,
la extraña oscuridad de la cual han
emergido los antiguos mitos se ciñe en torno a ellas, y el motif del pasado de Irlanda encuentra resonancia en su torpe y tosco lenguaje;
pues el Mookse y el Gripes han sufrido el mismo destino, ser mortales junto al río inmortal:
". . and it ivas never so thoughtfull
of either of them. And there were
left now only an elm tree and bút
a stone. O! Yes! and Nuvoletta, a
lass."
El final de Anna Lwia es otra de las
extraordinarias descripciones que
hace Joyce del anochecer:
¿Por qué? No escucho con las ondas de. Las cantarínas ondas de.
Volantes murciélagos, ratones
charlanchillan. ¡Ei! ¿No fuiste a
tu casa? ¿Que no viste a Toma-
sa? N o escucho con los chillidos
de los murciélagos, todas las liffeyantes ondas de. Ei, ¡sálvanos
ruido! Mis pies no se mueven.
M e siento tan vieja como aquel
olmo. ¿Un cuento contado de
Shaum o Shem? Todos los hijohijas de Anna Livia. Oscuros halcones nos oyen. ¡Noche! ¡Noche!
Mi tonta tabeza tae. Me siento
tan pesada como esa piedra.
Cuéntame de John o Shaum.
¿Quiénes fueron Shem y Shaum,
los vivientes hijo-hijas de? ¡Noche ya! ¡Dímelo, dímelo olmo!
¡Noche! ¡Noche! Cuéntamecuento de tronco o piedra. Al lado de las rientes ondas de, de las
golpeantes y lejanas ondas allende de. ¡Noche!
La mejor manera de leer el nuevo
libro de Joyce, aparte de esta rara
reimpresión de Anna Livia, es en
una revista trimestral llamada Transition, publicada por norteamericanos que viven en París. Con frecuencia, sus contenidos son tan grotescos como loable es su esfuerzo,
pero en Inglaterra carecemos de
una revista dedicada a la experimentación literaria y la literatura
es, después de todo, un negocio tan
técnico como la medicina o la ingeniería. A veces Transition es una revista boba, y a veces es intensamente divertida pues, como la mayoría
de las publicaciones rebeldes, su sátira es mejor que su originalidad,
pero es la única que publica las honestas, a veces fascinantes, con frecuencia incoherentes, investigaciones de aquellos que, en los diversos
países, toman seriamente la literatura. Desde luego, es imposible dar
un veredicto sobre la nueva obra de
Joyce mientras tenga un carácter
fragmentario. Acaso lo mejor que
puede brindar este artículo es decir
que el nuevo libro de Joyce es legible y sumamente respetable. La
concepción de la obra nada tiene de
insensato ni su ejecución es espuria. Aunque para muchas solteronas
caprichosas probablemente le seguirá faltando "la nota en pos de la cual
pronto estaremos escuchando", para otros será una promesa de diversión y uno de los más extraños e interesantes enfoques sobre la vida y
la belleza. En suma, es un experimento. Estamos contentos con otorgar la más amplia tolerancia al reciente panfleto de Einstein —ilegible e incluso no comercial. ¿No
podríamos conceder un poquito de
la misma tolerancia a una obra de
la escritura que no comprendemos?
Debe recordarse que Joyce, además
de ser un amante de las palabras, es
un irlandés que no tiene por qué
sentirse obligado a conformarse con
el idioma inglés, y también que,
mientras nuestra literatura —inconsciente de la decadencia de Occidente, o de su defensa— se vuelve cada día más bucólica y conservadora, la literatura europea se
alimenta de un vigorizante sentido
de incertidumbre en cuanto al futuro que vuelve permisibles las libertades de quienes habitan en un volcán, y de las cuales carecemos por
completo. En esencia, la literatura
es una serie de nuevos universos
impuestos por sus creadores a un
público moroso. Tal vez éste sea
una tomadura de pelo, pero no proviene de un autor que nos haya defraudado antes; tal vez sea un fracaso, pero sin duda es cautivante, y
más importante que muchos éxitos
contemporáneos. En lo personal,
como crítico siento especial inclinación por las obras de mi nacionalidad, y tengo el mismo sentimiento
en cuanto a Dublín, pero aún más
por el entusiasmo que todos sienten
al descubrirse a sí mismos a través
de un libro —un servicio que, por
lo general, Joyce, Proust y Gide han
brindado a todas las personas pensantes de nuestra generación. Para
mí, cualquier crítica hacia el Ulysses
se verá afectada por una mañana
húmeda en Florencia cuando, en la
biblioteca vacía de una villa, con el
olor de la madera en la chimenea,
las gotas escurriendo en el alerón de
la casa, abrí el volumen intonso sentado en el cómodo sillón: Narciso se
asomaba al estanque.
Abril de 1929
Traducción de R.V.
RICARDO SILVA-SANTISTEBAN
Finnegans Wake:
La nueva dimensión del verbo
Como Homero, Dante o Shakespeare, como Goethe o Mallarmé, Joyce
es ahora uno de los monstruos s a grados de la literatura universal.
Este escritor obstinado, como buen
irlandés, orgulloso de su misión literaria, ha logrado lo que sólo los profetas y los fanáticos obtienen: una
muchedumbre de seguidores pues
sus escritos no son para ser discutidos sino artículo de fe; son para ser
estudiados, interpretados, venerados. Los comentarios a su obra llenan bibliotecas y Joyce, en vida tan
absurdamente combatido y desairado, lleno de confianza en sí mismo,
sabía que esto iba a ser así en un futuro no muy lejano a él. No necesitaba esperar un siglo, como Stendhal,
o cuarenta años, como Nietzsche,
para ser reconocido, famoso y valorado. Me pregunto si realmente le
importaba a Joyce el desprecio de
sus contemporáneos cuando era
dueño absoluto del inmenso futuro.
Me pregunto si le importaba el reconocimiento, en detrimento suyo, de
los filisteos a los escritores coetáneos, famosos y reinantes en la escena literaria del momento, escritores de los que ahora sólo conocemos
el nombre. Combatido, prohibido,
plagiado y pirateado, además de
pobre y ciego, Joyce comenzó a escribir Finnegans Wake, su última
obra, en marzo de 1923; terminaría
en 1939 en que, por vez primera, no
tendría demoras ni problemas editoriales ni tampoco las prohibiciones
absurdas que habían rondado a sus
libros anteriores. Y a es sabido que
Ulysses sólo pudo aparecer en París
en 1922 porque no había editores ingleses o norteamericanos que se
atreviesen a publicarlo y que hasta
1933 estaría prohibido en los Estados
Unidos acusado de obscenidad. Además de seguir siendo Ulysses incomprensible para muchos, más lo eran
los diferentes capítulos de Finnegans
Wake que se habían ido editando
por separado, pero Joyce contaba
ya con un grupo de admiradores y el
reconocimiento de grandes críticos
como Edmund Wilson, T.S. Eliot, Ernst
Robert Curtius y Valéry Larbaud, y
de algunos discípulos a cuya ayuda
física se debe en gran parte la escritura de este libro.
Con mucho, Finnegans Wake es la
obra más difícil de Joyce y casi tan
extensa como Ulysses. ¿Qué sucede
cuando intentamos penetrar su, al
principio, tan densa y casi impenetrable maraña? De entrada los murmullos nos aturden, reconocemos
una especie de inglés en un lenguaje babélico en que se mezclan desesperadamente multitud de otras lenguas que, al igual que las del mismo
inglés, se desparraman no sólo en su
escritura natural sino también deformadas; pero no sólo son otras
lenguas (se han estudiado y ubicado
usos y vestigios de alrededor de sesenticinco idiomas en el F.W.) sino
también insólitas invenciones lingüísticas (acoplamientos, deformaciones, onomatopeyas, neologismos,
paronomasias, idiotismos, aliteraciones, etc.) que, en una primera lectura, apenas se vislumbran por el
impacto de su totalidad, así como fusiones de palabras que, en su manejo, añaden al idioma, aglutinado de
diferentes lenguas, una nueva dimensión pues las fusiones permiten lograr múltiples significados y alusiones. T.S. Eliot ha manifestado que en
la obra de juventud de Joyce, y en
arte de Ulysses, existía una notailísima imaginación visual. Sin embargo, en sus últimos años, a causa
de su ceguera, la provisión de imágenes visuales había sido insuficiente y en Finnegans Wake encontraba
una imaginación auditiva anormalmente agudizada a expensas de la
visual. De ahí que Finnegans Wake
pueda leerse como una especie de
poema en prosa. Esta imaginación
auditiva explica los procedimientos
y recursos de F.W. y el que la obra
sea pródiga en fragmentos con procedimientos musicales, y a sea que
utilice palabras que se repiten como
notas dentro del acorde, o ecos recurrentes a manera de leitmotiv, onomatopeyas o palabras que sólo tienen funciones acústicas. Y a se supondrá por eso la inmensa cantidad
de neologismos existentes en el Finnegans Wake. Pero no sólo es el lenguaje la única dificultad con que nos
encontramos frente a este monumento apocalíptico, hay cientos de referencias geográficas, míticas e históricas al igual que alusiones literarias
y a personajes creados por el propio
Joyce que, además, se transforman
continuamente en otros nuevos. En
Finnegans Wake tenemos la epopeya de la humanidad a través del funcionamiento del sueño en una obra
que relata una noche de la vida del
hombre. " S e trata —escribía Joyce—
de los pensamientos de un hombre
que está por despertar. En tales momentos sus ideas son turbias y, para
expresarlas,- me parece necesario
usar palabras imprecisas a las que
C
1
afecte la confusión de las ideas y la
interrelación que tienen unas con las
otras sin estar sometidas al autocriterio del soñador". Como el lenguaje común le era insuficiente, y a hemos mencionado que Joyce utilizó
varios idiomas, combinó palabras
con el objeto de lograr múltiples significados, onomatopeyas y sonidos,
sin ningún significado, a efectos-de
obtener un valor musical en la frase. Esto, en esencia, constituía un remontarse a los orígenes caóticos de
la formación del lenguaje. Según
Joyce ésta era la única forma de traducir el lenguaje del sueño, de ese
mundo que despierta cuando dormimos, que se abre sin barreras o límites de ninguna clase, que puede
tomar los más diversos colores y
cambiar fácilmente de vastos espacios. Un mundo inexplorado poblado
de símbolos y terrores ancestrales,
de luces y de sombras desconocidas.
Así, tenemos el monólogo interior de
Ulysses llevado a una nueva dimensión: de la vigilia, al sueño donde
todo se confunde: el espacio, los personajes, el tiempo, el idioma que y a
no nos pertenece. Pero todo esto podría hacer pensar al desprevenido
lector que es el caos lo que prima en
el F.W. cuando, precisamente, es todo lo contrario. La obra tiene como
sólida estructura (alrededor de la
cual convergen o divergen las historias de Humphrey Chimpden Earwicker, su esposa Anna Livia y sus hijos),
la teoría de la historia del filósofo
italiano Giambattista Vico (16681744) desarrollada en Principi de
Seienza Nova (Principios de la nueva ciencia) que considera el desenvolvimiento de la historia universal
en tres ciclos: la edad de los dioses,
la de los héroes y la del pueblo (tipificada cada una por instituciones como el nacimiento, el matrimonio y la
muerte) pero seguidas de una resurrección que encadena nuevamente
con el primer ciclo. Así, Finnegans
Wake es un cosmos que enlaza su fin:
Un camino uno solo al final amado
a lo largo de
con su principio, anunciando y denotando el flujo circular del tiempo de
acuerdo a la teoría del filósofo italiano:
la corriente del río, pasados Adán
y Eva, que del desvio de la playa
a la curva de la bahía, nos lleva de
regreso por una comodius vieus de
recirculación hacia Howth, su Castillo y sus Elrededores.
A través de diecisiete capítulos, divididos en cuatro partes, se irá desarrollando el libro hasta llegar al ricorso y empezar nuevamente en su
infinito devenir.
Desde que se publicó en revistas y
en volúmenes separados a fines de
la década de los veinte, Anna Livia
Plurabelle, el capítulo con que concluye la primera parte del F.W., fue
reconocida como una indiscutible
obra maestra. Al terminarlo y enviarle una copia, Joyce explicaba a
Harriet Shaw Weaver: ''Es el chismorreo, de una a la otra orilla del
río, entre dos lavanderas quienes, al
caer la noche, se transforman en un
árbol y en una piedra". El principio
femenino de eternidad subyace en
la persona y el símbolo de Anna Livia, la mujer, la madre, emblema de
la naturaleza encarnada en el río.
Detrás del chismorreo de las lavanderas se enmarca la ciudad de Dublín atravesada por el río Liffey, llamado en los antiguos mapas Anna
Liffey. La conversación de las lavanderas auna consigo el murmullo de
las aguas y el ruido de un laborioso
trabajo. Comentan acerca de las faltas de Earwicker, el marido de Anna
Livia, al lavar sus calzoncillos. Sus
chismes recorren las relaciones de
Anna Livia y de H.C.E. y recorren
también la ciudad cuyos trapos sucios, en última instancia, son los que
están lavando. Los nombres de cientos de ríos, cuyo principio de movimiento es esencial al texto, se enlazan al infinito diálogo de las dos
mujeres. El ruido de las aguas del río
va en aumento cuando todo en derredor comienza a detenerse. Las
sombras se adensan y, gradualmente, las lavanderas, en una transformación mítica, se convierten en un
olmo y en una piedra; y a casi no escuchan entre si sus murientes voces
y el sentido de sus palabras se confunde. El sonido de la corriente del
río se hace cada vez más fuerte y
todo se vuelve música y murmullo.
Ahí, en la oscuridad de la noche, percibimos las dos riberas del río, una,
con un olmo; la otra, con una piedra
y la música en aumento de las aguas
danzarinas.
Como con la música o con la gran
poesía, la manera de leer Anna Livia
Plurabelle, o cualquier página del
Finnegans Wake, es dejarse llevar
2
por el fluir de las ondas de esta pros a , al comienzo incomprensible pero
rápidamente inconfundible. Llevados por sus ondas, una y otra vez, se
nos d a r á , como la música que se desenvuelve en el tiempo, una certeza
y una realidad más allá de lo puramente racional, el conocimiento que
nutren sangre y sensación.
*
Sabido es que la traducción es una
ilusión, pero el mundo que nos rodea
está hecho de ilusiones. Para mí, que
siempre he gustado de recomponer
en castellano poemas de otras lenguas, la fascinación de intentar verter a la nuestra algunos fragmentos
de Finnegans Wake fue simplemente inevitable. Puede afirmarse, sin
lugar a dudas, que toda tentativa de
traducción del Finnegans Wake está
condenada de antemano al fracaso
y el traductor debe ser el primero en
reconocerlo con toda honestidad;
sus páginas pueden, más bien, recrearse por fragmentos. Joyce, en
esta obra, intentó lo imposible y, por
cierto, creó un lenguaje que no puede traducirse sino a riesgo de ser definitivamente tradittore. El traductor
se encuentra ante el dilema del apego al sentido del texto original y la
barrera, casi siempre infranqueable, por su tramado indisoluble de
acoplamientos y de equívocos, de
trasladar estos juegos de palabras y
fusiones tridimensionales, con su
consecuente pérdida de sentido en el
idioma al que se traduce: ser fiel al
sentido es no serlo a la esencia de su
creación verbal. Sin embargo, siguiendo el camino de aquellos dos
preciosos ejemplos realizados por el
propio Joyce de fragmentos de Anna
Livia Plurabelle, al francés y al italiano, que muestran un ingenioso
proceso de transvase y, con un mucho de trabajo, un otro de inspiración y un último de atrevimiento,
presentamos la versión de estos
fragmentos de Finnegans Wake.
Quizá excuse mi intento el interés
que he visto producían en Latinoamérica los primeros fragmentos
que vertí hace quince años, y luego
en el centenario del nacimiento de
Joyce, reproducidos varias veces,
con o sin mi consentimiento, en diversas publicaciones. Ahora, sólo
debo confesar que, aunque sé que
mi tentativa puede ser con razón recusada, nunca llegaré a arrepentirme de ella. El lector juzgará.
3
NOTAS
1
El lector actual cuenta con la a y u d a de una
serie de libros notables p a r a los conocimientos
enciclopédicos del Finnegans Wake, desde el
a u r o r a l A Skeleton Key to 'Finnegans
Wake'
(New Y o r k , Harcourt, Brace & W o r l d , 1944) e s crito por Joseph C a m p b e l l , autor de e x c e l e n t e s
obras sobre mitología, y el novelista Henry Morrón Robinson, que contiene una e x c e l e n t e introducción y una v a l i o s a sinopsis de la o b r a a l igual
q u e , en el cuerpo principal del v o l u m e n , un Finnegans Wake a b r e v i a d o y a n o t a d o ; luego, los
censos de p e r s o n a j e s establecidos por Adeline
G l u s h e e n , c u y a última acumulación se h a publicado en Third Census of 'Finnegans Wake' (Berk e l e y and Los A n g e l e s , University of California
Press, 1977); los estudios específicos dedicados
a a l g u n a s lenguas utilizadas en la o b r a : Dounia
Christiani: Scandinavian Elements of 'Finnegans
Wake' (Evanston, Northwestern University Press,
1965); B.O. Hehir: A Gaelie Lexicón for 'Finnegans Wake' (Berkeley a n d Los A n g e l e s , University of California P r e s s , 1967); H. Bonheim: A
Lexicón ofthe Germán in 'Finnegans Wake' (Berk e l e y a n d Los A n g e l e s , University of California
Press, 1967); B.O. Hehir a n d J . D. Dillon: A Classical Lexicón for 'Finnegans
Wake'
(Berkeley
a n d Los A n g e l e s , University of California P r e s s ,
1977); libros tan útiles como la s e g u n d a edición
de A Concordance to 'Finnegans Wake'
(New
Y o r k , Paul P. A p p e l , 1974) p r e p a r a d a por Clive
Hart; el de W a l t o n Litz: The Art of James Joyce
(London, O x f o r d University P r e s s , 1961) y el de
William Y o r k Tindall: A Reader's Cuide to 'Finnegans Wake' (London, Thames a n d Hudson,
1969); las alusiones literarias se estudian en J . S .
Atherton: The Books at the Wake (New Y o r k ,
Paul P. A p p e l , 1974), las g e o g r á f i c a s en A 'Finnegans Wake' Gazeteer (Bloomington, Indiana
University P r e s s , 1978); h a y innumerables glosas en libros y publicaciones periódicas, la revista A Wake Newslitter d e d i c a d a íntegramente a l
estudio de Finnegans Wake, de aparición bimest r a l , hasta llegar, por el momento, a l libro de Ronald Me Hugh, Annotations to 'Finnegans
Wake'
(London and Henley, Roudledge and K e g a n P a u l ,
1980), escrito p a r a a c o m p a ñ a r con c o m o d i d a d ,
página por p á g i n a , el libro de J o y c e que condens a y o r d e n a mucho m a t e r i a l e s p a r c i d o en publicaciones anteriores. Así, las f r a s e s , las alusiones,
los juegos, la multiplicidad idiomática v a n ced i e n d o , posibilitando la l e c t u r a , interpretación
y secretos de este libro singular, v e r d a d e r a sumiría d e la literatura de nuestro tiempo.
8 7 - 1 0 2 . La versión italiana, también d e d o s fragmentos, a p a r e c i ó en 1940 en la revista Prospectiva el primero, bajo el título de Anna Livia Plurabelle, en el número correspondiente a l 15 de
f e b r e r o , traducido por J a m e s J o y c e y Ettore Sett a n i ; el segundo, bajo el título I Fiumi
Scorrono,
en el número correspondiente al 15 de diciemb r e , traducido por J a m e s J o y c e , Niño Frank y
Ettore Settani: James Joyce e la prima
versione
italiana del Finnegan's (sic) Wake (Venezia, Edizioni del C a v a l l i n o , 1955) y en Te) Quel No. 55
( P a r i s , Automne, 1 9 7 3 , pp. 59-62). Existen tres
versiones a l a l e m á n completas recogidas en el
libro: J a m e s Joyce: Anna Livia Plurabelle (Frankfurt a m M a i n , S u r h k a m p V e r l a g , 1970) r e a l i z a d a s por W o l f g a n g Hildesheimer, Hans Wollsc h l a g e r y G e o r g G o y e r t , esta última b a s a d a en
la edición de Faber a n d Faber de 1930. La única
versión completa del Finnegans Wake que conozco es la de Philippe L a v e r g n e (Paris, G a l l i m a r d , 1982). Rodolfo J . Wilcock tradujo f r a g mentos bajo el título Frammenti
scelti da 'La
Veglia di Finnegan' en Tutte le opere di James
Joyce (Milano, Mondadori, 1961), III, pp. 11251174; una n u e v a edición en m a r c h a es J a m e s
J o y c e , Finnegans Wake: H.C.E. Traducción de Luigi Schenoni, Introducción de Giorgio Melchiori
(Milano, Mondadori, 1982), que contiene los cuatro primeros capítulos íntegros. En portugués el
libro Panorama do Finnegans Wake (Sao P a u l o ,
Conselho Estadual de Cultura, 1962), contiene la
v e r s i ó n de once breves fragmentos del libro de
J o y c e . A g r e g u e m o s , f i n a l m e n t e , las g r a b a c i o n e s ; en primer lugar la r e a l i z a d a por el propio
J o y c e p a r a el Orthological Institute, por invitación del lingüista C . K . O g d e n , de las p á g i n a s fin a l e s de Anna Livia Plurabelle que se encuentra
reproducida en Meeting of James Joyce Society
on October 23, 1951-Finnegans
Wake (Folkway
Records & Service Corp. N Y FP 9 3 / 9 4 ) y en James
Joyce reads James Joyce (Caedmon Records TC
1340); en el C a e d m o n cassete CDL 5 1 8 0 8 6 se e n cuentran e s t u p e n d a s lecturas de Shem The Penman por Cyril Cusack y de Anna Livia
Plurabelle
por Siobhan Me K e n n a .
2
V e r s i o n e s iniciales d e Anna Livia
Plurabelle
se publicaron en Le Nuit d'Argent
(octubre de
1925, pp. 61-74); Transítion (noviembre de 1926,
pp. 17-35). Como v o l u m e n s e p a r a d o , en las ediciones bajo los sellos C r o s b y G a i g e (New Y o r k ,
1928) y Faber a n d F a b e r (London, 1930). La última versión se e n c u e n t r a en l a p r i m e r a edición
de Finnegans Wake en 1 9 3 9 pp. 1 9 6 - 2 1 6 . Los
distintos manuscritos y p r i m e r a s v e r s i o n e s h a s ta llegar a la edición de F a b e r a n d F a b e r se e n cuentran transcritas en el libro de Fred Higginson: Anna Livia Plurabelle:
The Making
of a
Chapter (Minneapolis, The University of Minnesota Press).
3
La traducción f r a n c e s a de dos f r a g m e n t o s
de Anna Livia Plurabelle
r e a l i z a d a por S a m u e l
Beckett, Alf red P e r r o n , I v a n G o l l , Eugéne J o l a s ,
Paul León, Adrienne Monnier y Philippe Soupault,
en colaboración con J o y c e a p a r e c i ó en el v o l .
X I X , N o . 2 1 2 , correspondiente a m a y o d e 1931
d e La Nouvelle Revue Francaise; posteriormente se h a reproducido en el libro de Philippe Soupault: Souvenir de James Joyce (Argel, Fontain e , 1943) y en J a m e s J o y c e : Finnegans
Wake,
fragmentos
traducidos por A n d r é s du Bouchet,
Introducción de Michel Butor, Suivls d'Anna Livia
Plurabelle ( P a r í s , Editions G a l l i m a r d , 1962) p p .
J o y c o en Trloite.
A
M
E
S
¡Oh,
cuéntame todo sobre
Anna Livia! Quiero oír todo
sobre Anna Livia. Bien, ¿tú conoces a Anna Livia? Por
supuesto, todo el mundo la conoce. Dímelo todo. Dímelo ya. Es el acabóse. Bien, ya sabes, cuando el viejo
hizo futt e hizo lo que sabes. Sí, lo sé, continúa. Lava
tranquila la ropa y no salpiques tanto. Remángate y desembucha lo que sabes. ¡Cuidado! Casi me golpeas la
mitra al agacharte. Triataba de hacer no sé qué cosa
en el Infémix Park. Asqueroso. ¡Mira su camisa! ¡Mira
qué sucia! Ha dejado negra el agua. La he fregado y
refregado no sé cuántas veces la última sumana. ¡De
memoria me sé los sitios que le encanta ensuciar al
malmaldito! Chachamuscando mis manos y hambreando mi hambre para lavar sus calzoncillos en público.
Dale duro con tu raqueta y déjala limpia. Mis muñe-
y mesones y casasdelocos y el resto de incurables y los
últimos inmudables, la pantavelnosa vía para traspiés.
¿Quién te vendió esta historia tabalámpara? ¡Puro paté de Pemmican! Ni una hierba para anillarla, ni un
gramno de oro. Se embarcó en-una gabarra, la barca
de la vida, desde el inseguro Océano Ivérnico, hasta
que él espió el telar de su última tierra y arrojó dos
refunfuñadores de debajo de su toldo, el gran filibustero fenicio. Por el aromo de su algas construyeron una
casa de palomas. ¡Cuánto se disvirtieron! Pero, ¿dónde estaba, Elmismo, el timonel? Aquel mercader siguió
a sus escoceses por el camino del lavado, soplando sobre él sus camellados albornoces, hasta que con su bauprés fugitivo guió y reventó su barra. ¡Pilcomayo! ¡Sakatahuán! Y la ballena se fue con el cáliz. ¡Modula tu
zampona y zarpa el zumbido, naciste ijipcia, y no eres
poca cosa! Bien, tolomía, cuéntame pronto y reprime
cas están entumecidas de tanto fregar y refregar las
manchadas moulduras. ¡Qué dniepers de humedad y
gangres pecadores! Pero, ¿quién no hizo cola en absoluto del Animal Sendai? ¿Cuánto estuvo bojo elojo y
el ni? Estaba en las notisas que hizo, nisas y frisas, el
fierrorrey Humphrey, con iluces ilícitas, despojos y todo. Poro el trompo lo dirá. El no domado tiompo que
nadie escucha. Flujo y reflujo. ¡Oh, viejo cerdo insolente! Martirmonio mixto o placer el amor. ¡Divo Gacho estaba derecho y Divo Diestro a la siniestro! ¡Y qué
elegante! ¡Y qué fatuo! Cómo alzaba la cabeza cual un
Howth, el fasmoso y enxtraño duque, con una inmensa giba sobre sí como una rata caminadora. Y su voz
arrarrastraba cada frase y su hinchada marrana doblinizando cuando ando y me desbando. Pregunta a Líctor Hackett o a Lector Rector o a Gérard de Normal o
a Boy, apodado Browning. ¿Cómo se flama? Hughes Caput Embozado. ¿Dónde nació o dónde lo abandonaron?
¿Urgotolandia, Tfisburgo sobre el Kattekat? ¿Nueva Extraña, Concordia sobre el Marrymake? ¿Quién herredó su duro yunque o aulló sobre su balde? ¿Nunca
anunciaron sus bandos en Adán y Eva o fueron arrunzados por el capitán? Con mis alas etéreas te veo, ánade mío, con mi salvaje mirada de grulla salvaje. Flujo
y Monte, en la orilla del tiempo, desear felices pizcas
y próspero ano nuevo. Ella puede mostrar todas sus
líneas, con amor, con licencia para jugar. ¡Y si no se
casan de nuevo, el gancho y ojimayo! ¡Oh, pasamás y
lotra menos! ¡Don Dom Dombdomb y pequeño folio!
¿Asegurda su ayurda en la Cigüeña y el Pelícano contra los búlpedes, la gripe y el tercer riesgo de las partes? Oí quizo sus buenos cobres con su muñeca, primero delván y luego duvlín, cuando raptó a su casa,
Sabrina samorosa, en una jaula de papagallo, por tierras traicioneras y deltas desviados, jugando ergido y
mitiado con el resplandor en su shadda, (¡si un policía
estuvo allí para alzarlo y condimentarlo!) después gente
tu esquimo. Cuando ellos lo vieron dispararle raudo en
la vaguina, saba, saba, como un jocundo señor salomono, sus toros ruriaban cubiertos con rocío. ¡Boyarka
buah! ¡Boyanabueh! Pagó caro su sustonto, su pan duro, el comerciante. Por cierto, mira aquí. En el psudor
de su frente. ¿Sabías que lo nohombraban descendiente de los salmares? ¿Nacedeagua el niñodeagua? ¡Ave
marea! ¡Lo era! H.C.E. de ojos de vacalao. ¿Ella? Ella
misma, sire, es como un bláder. ¿Quién? ¿Anna Livia?
Sí, Anna Livia. ¿Sabes que llevabua arguas de donde
fuerua, niumba nu, chamba chu, para hacerse entender, su errante chef, para hacerle cosquillas a ese pontífice así oíse? ¿De veras? ¡Dios manto! ¡Es inaguantable! Como El Negro reculó cuando se vio en Mar del
Plata. ¡Oh, cuéntame, quiero oírlo todo, cómo dejó una
escala diextra! Un guiño de conejo luego de arriar la
bandera. ¡Vamos, no tuvo cuidado, sina feza, me absentí, su hombre en pasesión, el proxeneta! ¿Proxeneta? ¿Quis iso? ¡Eme por tu jerga rusohindú! Dilo en cristiano y llama al pan, pan y al vino, vino. ¿No te enseñaron el hebro en la escola, tu antiabecedario? Es lo
mismo que si, por etemplo, yo conservara ahora la causa de telekinesis y te proxenetizara. Por amor a coexistir, ¿eso es lo que es ella? Blotetel, creí que ella actuó en esa loa. ¿No la viste en su ventaano, balanzándose en su mecedora de hueso, con una miúsica frente
a sus letras cuneiformes, pretehendiendo deseentrañar
el enigma del violín en que tañía? ¿Seguro ella no puede abtener un do, con el arco de abandoono? ¡Seguro
que no puede! Por cierto. ¡Bien, hasta ahora nunca oí
el queso de eso! Cuéntame muás. Dime muás. Bien,
el viejo Humber era liento como una garpa, con sus
taras en la puerta y sus bubones seculares y ni el arquero con su dardo ni el mosquetero con su plomo,
tiraban en los riscos y la ñera lámparas en la cocina
o en la iglesia y las cavernas de los gigantes en el camino real de Grafton y los champiñones venenosos en
J
O
derredor del pulcro sepulcro de Fingías y del túmulo
del gran tribuno cúmulo de odarnell, cayendo las sombras en su trono, soñaando y soñolando, preguntaando al cabahierro de la trriste figúrate, dejando a sus hijos incitar sus obsequios donde él verificó sus deudas
en el Támesis mormón de la mañana, averiguaando
y cedendo, jop, paso y hondofín, con sus nacimientos
en su diaria labor, su tragona golondrina abierta de docce a cuactro y las gallinas de agua de las acequias picoteando sus croes, golpeados por el hambre todos solos
y sosteniendo sobre sí mismo el juicio final, aceptando su destino, con su periglo y su cerquillo peinado sobre sus hojos y durmiyendo en el suelo hasta ver que
se acercan las estrellas, depués de las negras causas
y malas hierbas y los tics de Buddha y los despojos de
pest y para ver si valía una meisa indagar por Parish.
Tú habrás creído que todo era de él mientras en el en-
Y
9
•
Versión de Ricardo Silva-Santisteban
tretanto dormía. Él estuvo vomitando siete años. Y allá
estaba Anna Livia, quien no osaba ni pestañear a pausa del sueño, susurraando en derredor como el gemido de un niño, Wendawanda, un tosco dedo en una falda de verano y mejillas de amazonas, para desearle
bonzur a su querido y sucio doblión. Con néufatres y
sal de sus magias y en un momento singular ella le cocinó blumas de bescado y buso a los pies de su corazón la espurma de sus ojos y tocino danés con tostadas y una copanjaiba muy de té de Groelandia o una
zungaria de Kaffué de moca, una cebellina negra o azúcar Sikiang o su cerveza de heléchos en tú eres pedro
y en un pan negro (¿con un jamón, buana?) para aparciguar el estómago de aquel hombre cuelgado hasta que
su paar de rodillas se encogieron mientras sus dobles
articulaciones remecidas con guusto y tan bruuscamente como ella se lanzaba con su cima de vivas sobre su
tamiz (su tempestuósica cólera se consume y se agiganta) mi volcán jarda de él mismo se lo lanzó con una
fuerte meirada de desprecio, tanto como dices que viste
y viste, y si él no aseguró la bandeja en su casco, créeme, por los clavos, ella estaba muy segura. Y luego ella
pidió silbar un himno, El corazón agobiado o Los libertinos de Mallow o La calumnia e un uermicelli de Chelli
Michele o un trozo construido de La vieja Jo Robídson.
Flauteando y fustando "¡podría dividirte en dos!" Ella
remojó la gallina que canta en la terraza de Babel. ¡Qué
daño si ella sabía cómo quiquiriquear con su boca! Y
no un lardar de Hum no mucho más que afuera de la
planchadora. ¿Es la fe? Es un fecho. Luego, montando
en la litera y la gotera romanceada, Annona, nacida Nivia aroostocráticamente, doctora de Siensia y Arte, con
centellas pirriflegetónicas chispichillando su abanico,
con sus trenzas en torbepollinos de mariposas, — ¡mientras que las bellas novias se puavoniaban bajo sus pieles de oso! — en una túnica de estilo de jade cambiante
que podría cubrir dos asientos de cardenales y destro-
C
E
en esa kirkeguarda. Ella no puede recordar ni la mitad
de los nombres de cuna que saboreó en ellos por la gracia de su infalible pantufla de arzoabispa, la caña para
Kund y los juncos para Eyolf y tal vez nada para Yacov Yea. ¿Un ciento y cómo? Pues, bien hicieron en
rebautizarla Pluhurabella. ¡Oh Lorelei! ¡Qué acequia
es Loddon! ¡Ei, ei! Pero es mucho lo que ella tiró en
los naipes: doblió, truplicó, cuadruplicuó, quintuplicuó,
jugó, arriesgó tanto al norte como al sur, al este y al
noeste, todo en una carta. Al Rey, a la Reina, a la Sota
de todas las sotas y al Joker. ¡Jijau! Ella debe haber sido una vagabunda en sus buenos tiempos, por cierto
que sí, más que las demás. Fue fenomenal. Una fuera
de serie. Pero llegó una sacudida que estremeció a la
pequeña, así te amo amor mío, el agapo. Dime, dime,
¿cómo vino, cómo es que vino entre sus semejantes,
ella era un neckar, la divalínea? Lanzando sus peligros
ante nuestros aldeanos desde Fonte-en-Monte hasta Tidingtown y desde Tidingtown hasta llegar al mar. Atarando a uno y gorolpeando al siguiente, horadeando
un flanco y golpetereando un saledizo y saciando y despareciendo y claideando hacia el poniente. ¿Quién fue
el primero en comérsela? Alguien fue, quienquiera que
fuese, en táctico ataque o en singular combate. Calderero, sastre, soldeado, marigüero, ricachón o polistamano. Eso es lo que y o siempre quise saber. ¡Alza y
alza más juerte y ven al cuartel en la cima de la colina! ¿Era el año de waterclose, después de Grattan o del
Diluvio, o cuando estaban las doncellas de Arco o cuando tres permanecieron hospedando! Fidaris hallará
cuando insurja la Duda como Nieman, el de Nirgendes, encontró el Nihil. Cuídate de suspiros, Albern, ¿oh
Respuesta? Desata los enmarañados nudos por los puños con gemelos. ¡Qvic y Nuances! Por el momento ella
no puso su mano en él. ¡Tez thelon el anglo, caminando con cansancio! ¡Tal bobo remontando la senda! Ella
misma dijo que apenas sabía por qué anal la embara¿Y cuál fue la canción de ruina rima que compuso?
zó su enterrador, alguien de la dinastía Leinster, un lo¡Odet! ¡Odet! Dime el hilo mientras lavo los calzonci- bo de mar, o qué hizo o cuál gozo desempeñó o cómo
llos de Denis Florence MacCarthy. Levántalo, flut, pian,
la hizo huir. Ella era precisamente una pálida joven dulpiane. ¡Me muero en mis sucios pies si noigo ahonra
ce púdica esbelta, algo de entonces discurriendo por
lhistobarda de Anna Livia, que fue escriuta por alguien,
un argénteo lago de luna y él era un penoso caminanleída por dos y hallada por una gallina en el parco! Puete balanceándose fuera de la tierra de un hombre de
do verlo, sí. ¿Cómo regresó? Óyelo. ¿Me escuchas? ¡Sí,
Curragh, poniendo su trampa para quienes brilla el sol,
sí! ¡Por supuesto! ¡Torna tu torno! ¡Escruta la canción!
fuerte y obstinado como los robles (¡estás con ellos turba!) utilizados para susurrar aquel tiempo abajo por los
¡Por la tierra y las nubes, pero apenas quiero un nuevo
diques del mortífero Kildare, para las caídas de agua
tizón en la orilla, maldita que yo lo hago, y en un gordo ahí!
con un charco cruzándola. ¡Pensó ella hundirse bajo
Porque el putifar que tengo está malogrado, así es, sen- el piso, con vergüenza de insecto, cuando le dio a él
una mirada de tigris! ¡Oh, dichoso pecado! ¡Él era mi
tado, ladrando y esperando por mi viejo Danés con guandeseo! ¡Estás mal ahí, requetemal! ¡No sólo en esta note ododorante, mi compañero de vida en muerte, mi llave
che que estás anaqueronística! Fue hace muchas épofrugal de nuestra despensa, mi muy sedienta joroba de cacas atrásgo cuando los nulas no eran nadie, en el conmello, mi compadreladrón, mi miel de luna de mayo, mi
dado de Wickenlow, jardín de Erin, antes que ella soloco del último día de diciembre, para despertar de su sueño
ñase siempre dejió Kilbride y fue volcando su espurma
de invierno y aburrirme como él solía hacerlo.
Me pregunto, ¿hay ahí algún señor del feudo o un pa- bajo el puente de Horsepass, su huella con la gran tormentada del sudeste y el medio granowaster buscaranladín del condado descabalgado, aquel que me dio una modo su huella, andando ahora sus caminos, robecca o
neda o dos para lavar y zurcir sus honorables calcetines,
peor, para hiler y moler, para trocar y trillar, por todo
ahora que estamos ayunos de leche y cabalones~
su áureo liffey entre los campos de cebada y callejas
Solamente por mi camita de Brittas tan abrigada como
del pueblo de Ford de los Hurdles en Humphrey y folhuele, me gustaría brincar con los limones de la Tolka o
go con un brincatierras, willingtonosaurio. ¡Ay, lagos
de la playa de Clontarf para sentir el jocundo aire de la
de jusventud! ¡Por la paloma de las dunas! ¿Erella? ¿Lobahía salada de trublín y la carrera del viento en lo alto
sé? ¿Ciortamente erestú? ¿Dónde el Finn no se conde mi desembocadura.
funde con el Mourne, dónde el Nore no dieja al Bloem,
dónde el Yo no muda su curso entre Cullin y Conn en¡Onón! ¡Onón! Cuéntame más. Hasta el más pequetre Cunn y Collin? ¿O donde Neptuno cingló y Tritónño detalle. Quiero conocer todos los ángulos. Hasta el
burgo
bogó y tres leandros preñaron dos heroínas? ¡Nevolar de los alfareros en la cuevadora. ¿Y por qué éramos los gordos vesles? Todas las lomas conducen a Ro- ya, narev, nen, nonni, nos! Luego, ¿hacia qué sitio en
Ow y Ohvoca? ¿Era al iste o al ueste del Lucano Yuma. ¡Si el hombre de casza me lastrimara! Sería un bunkón
o donde la mano del hombre no había pisado nundukiboi con un askarigal. Bien, ahora vienen las nueca? ¡Diume dónde, la primemera vez! ¡Lo haré si escuces duras de pelargo. Luego de Clondalkin, el mesón
chas! ¿Conoces el valle, la cañada de Lugglelaw? Bien,
del Rey. Bien, pronto estará en el fresco riachuelo.
allí una vez vivió un eremita local, Michael Arklow era
¿Cuántos alevinos tuvo ella en tutal? No podría decírsu riverendioso nombre, (¡con muchos suspiros aspersé
telo con ceorteza. Solo Cióse lo sabe. Dicen que ella
sus lavabos!). Y un vierndnes de juniojulio, osó, tan dultenía tres cifras para llenar y confinarse a sí misma en
ce y tan frígida y tan blanda lucía, Nonce la Ondina,
ciento once, guno por guno, haciendo nimacuminoyas.
¿Aleph, lamedh y todo aquel peh? N o tenemos posada
zando la infame Cullen y al lisonjero MacCabe. ¡Oh,
truenos! ¡Sus púrpurhablantes! Y bramines para abajar el caído alimento, con sus bondades femtífijas de
agradables finales, del polvo caído de su nariz: ¡Niñocu. a de Errwickero! ¡Hola, patito mío, por favor, no te
mueras! ¿No sabes que ella comenzó a piar después,
con una estudiada voiz como de aguaglucks o de Madame Dekba a Romeores? No lo adivinarías. Dime. Dime. Dímelo, querida Febe, oh, dímelo y te querré como
jamás supiste. Sigamos. Era como si ella muriese por
las canciones zuzuherradas a todos los hombreos: Así
amo a las damitas bellitas y pequemtas. y así y así, y así
primero y así después en un tono sonoro y Unn Bothar bajo como Bheri-Bheri en su túnica de arena, tan
umvolosy, tan sordo como un bostezo, el imbécil. ¡Fuera! ¡Pobre viejo zafio! ¡Solo, ligero y jorobando! ¿Anna
Liv? ¡Como tiza es mi sentencia! ¿Y no se alzó ella en
sorgues y fue y trotó dum y se irguió en su douro, soplando su vieja pipa, y cada tonta niña sirvienta o atractiva labriega andando los caminos de Sawy, Fundally,
Daery o Maery, Milucre, A w n y o Graw, no solía ella
mostrarles una sonrisa o signo para arrojarlo al solipuerto? ¿No querrás decir la tonta posta? ¡Pues sí que
sí! ¡Llamándolos a ellos, uno a uno (¡a Blockbeddum
aquí! ¡a Shoebancaddie allá) y bailoteando una jiga o
algo así para mostrarles cómo mover sus corcovas y
el manjar, cómo recordar los más alegres atavíos fuera de la vista y todo el camino de una doncella con un
hombre y hacer una suerte de ruidoso cloqueo por un
penique o dos por media corona sosteniendo una moneda de plata. Soñor, soñor, ¿lo hizo así? ¡Bien, lo mejor que sí! ¡Arrojando todas las neisias putillas del mundo! A cualquiera de sus apresadas mozuelas que desees
de no importa qué sexo de sendas de placer dos adda
tammar un lisio lucio para fov y fav abrigo en el mandil de Humpy.
>
Joyce en Zurlch.
Nanón L'Escóut, en el silencio, de los sicómoros, todos oían, las suaves cururvas que tú, simplemente, no
puedes dejar de sentir, él hundió ambas de sus nuevamente untadas manos, el coorazón de sus puulsos, en
sus singinaris moños de vellos azafrán, partiéndolos y
calmándola y mezclando, en la gamplia y hondascuridad como este rojo pantano a la caída del sol. Cabe el
Valle de Voclose, el de Lícidas, los siete arcos del cielo, los marcoíris, larrancaron lanaranjaron. Amarillus
afrodisíacos, sus esmaltarados ojos lo indigoamaron
hasta el virgen violeta. ¡Anhela un anhelo! ¿Por qué un
porqué? ¡Mavro! El reír diáfano de Letty Lerek arrojó
ahora esos laurales en su canción dáfnica de petrock.
¡Miiisa! Pero la ondha mághica hizo mallas pronto. Y
Simba el Homicida fue muerto por su Oga. No pudió
ayudarse a sí mismo, sed dábale el calor, no habría olvidado el monje en el hombre y así, refregándola y suavizándola, el bespó sus lapios sonriendo, besa abesa
después de besakús (cuando le advirtió su nevar, nevar, nivar) en Anna-na-Poghue de frente pecosa. Mientras tú profanaste sequeresa, ella se mantuvo a sí miasma. Pero ella se elevó dos pies más altho en su prropia estiuma. Y andezancos desdentonces. ¡Eso era un
sanibesa con bantús como bálsamo! Oh, ¿él no era el
párroco disidiente? ¿Y ella no era la inicua Livvy? Náutica Naama lleva ahora por nombre. Dos muchachos
en pantalones escoceses la atravesaron antes, Robar
Burns y Wallowne Wade, la nobleza de los pikos de Lugnaquilia, antes que ella tuviese alguna idea de cabellos en su gracia para esconder o un pecho para tentar
un abedul canoero para no mencionar una bharca haciendo guagua. Y hete aquí nuevamente, leda, leda, todo sin terminarr, muy laánguido para flotoar al más
vello jinete, muy débil para retozar con una pluma de
ciesne, un sabueso la lamió, Chirripa Chirruta, mientras le picaba el po, pura y sencillamente, sobre el aguijón de la colina del viejo Kippure, al cantar de los pájaros y al son de la esquila, pero, antes que nada, lo más
peor, la tibia livia tomó partido y zarlió por un boque-
te en el despilfaradcro de Devil's Glen mientras Salí y,
su nodriza, dormía y mitadmitad, caryó en un canal
de desagüe antes de encontrar su tranco y yaciera y
meneárase en todas las estancantadas aguas negras de
la lluvia bajo un barbecho vac y ella rióse inosfría con
sus brazos y un hato de doncellas de Hawthorne se
avergonzaba al contemplarla.
Désjamc oírr el clangorr de las trrompetas, Mtu o
Mti, como alghunho testimoniaba. Y drime por qué como la Flanders, Molí, tenía miodo. Lánzameagua y dime si era una marondeada o si era sobrenatural lo que
usaba. Y, ¿aquélardo inclinaron ellos sus brasardores
en su apuro, abajando su vehemencia o afrontoneando al mar? ¿Por el temor agresor del amor de tanto dulzor o por desear el mar y embarcar al azar ¿Estás en
dentro o en fuera del baile? ¡Oh, anda, onda, enda!
Quiero decir, sobre lo que sabes. Sé muy bien lo que
quieres decir. ¡Rother! T e gustarían las cofias y las tocas, hocicuda, y a mi hacer la grasienta tarea con los
estropajos de la vieja Verónica. ¿Vale la pene o es un
surplicio? Aarran, ¿dóndestá tu nariz? ¿Y dónde el almidón? Ése no es el vestuario de olor a bendecion. De
aquí que pueda decir por su mu de Coló y el perfume
de su aroma que es de la señora Magrath. Y tu debes
cuidarlos. Viernen de ella. Son de seda crisada, no del
prado de crampton. ¡Absuélveme, padre, porque ella
ha pescado! Con su anillo de bodlas los liberró fácilmente, con sus jip jip ra ra ratas por sus lazos en las
rodillas. El único paar con adémanos afectados en el
viego llano. ¡Los declaro: así son! ¡Bien, bien, bien! Si
mañana too va bien, ¿quién viendrá a veer? ¿Cómo?
¡Pídeme lo que sigue, pues! Los exhibicionistas Belvedereanos. Con sus gorras navegantes y remotes colores. ¡Que quien son banda! ¡Y qué, basta, ellos lavan!
Y aquí en sus nubiles cartas también. Ellis en qué con
ropas escarlata. Unido al mundo en un campo fluyicaliente. Annan la ondina, luergo de mostrar que ellos
no eran de Laura Recríe. ¡Oh, quiera el diáblolo torcere su seguro alfilero! ¡Tú, hija de Mammón, Lilith de
7
Kinsella! Ahora, ¿quién rasgó en ella la pierna de sus.
gavetas? ¿Qué pierna? La de las campanas. ¡Lárvalas
y guaárdalas contigo! ¿Dónde me detengo? ¡Nunca!
¡Continuarración! ¡No estás allí todavía! Aún espero.
¡Garonne, garonne!
Bien, después que fue colocrado en el hebdomadario de los Mercenarios Cordiales Mendicantes-DomgoLun-es Wakeschrift (por una vez mancharon sus blancos ahguantes, rumiando después de comer poli y tocín, con su mostrarnos aquí y allá su mente errando
de esto y aquello cuando hayas acabado con el mataría] de lectura) aun la nieve que nevó su cavello canoso tuvo un disguusto contra él! ¡Deshiela, deshiela, sava, savutto! ¡Marca su Haro Chuff Exsquire! Todo el
mundo siempgre donde fuiste y cada tapón con que
siempre tapaste, en ciudá o suburbio o en áreas estériles, la Rosa y la Botella o la Tabierna del Fénix o la Posada de Power o el Hotel de Judas o dondequiera que
tú fregases la campiña de Nannywater a Vartryburgo
o de la Porta Latina al Barrio Latino encontraste su icono graabando arrhiba y abhajo chiquirincones burlándose de Guy y de Morris el Hombre, en el papel de un
Rolls Royce en su turco el terrible, (¡elgante cheekme,
Ahdáhn hizo esta ruta, Fátima, de media vuelta!) encarrujando e injurielando rieles alredodor del local como las zamponas y banjos tañían agudos con los impares de su triple tiara rotundraspando alrededor de
su cuero cabealludo. Como Paté-cabe-el-Neva o Pestesobre-el-Maar. Estés el Hausman pavimentado y empedrado, que enjauló la Cabina que nunca se tuvo y
que cocinó su pierna y condimentó su Entremés. Y la
gentuza mandarina alrededor de él en el areópago, fracasando un grande grancañón con sus tambores. ¡Preocúpate de tu Abuelo! ¡Piensa en tu Maa! ¡King Hong
es su apodo! ¡Canta un bolero, torea una ley! Ella jurió
sobre los cruciestigios hasta por nuevo veces que ella
igualaría aun todos los nudos de ellos. ¡ Por la Vulnerable Virgen María del Dame! Así se dijo ella a sí misma
que había forjado un plan para matar un afecto, el causagravios, como nunca oíste. ¿Qué plan? ¡Cuéntame rápido un don tan cruel! ¿Qué muerte provocó? Bien, ella
purso un sakco, un vergonpozo y malhadado-saco de
cartas, con la abstinencia de un empréstito de la luz
de su lámpara, de sus suijos gemelos, Shaum el Cartero, y luego ella fue y consultó sus libelos, el viejo Mot
Moore, el Euclides de Casey y el Despliegue de Modas
y ella misma hizo la marea para unirse a la mascarada. Oh, tú parlas y charlas de darlas. ¡No puedo decirte cómo! ¡Hay demasiada bulla para recirlo, no peo seguir! ¡Minneha, minnehi minaaehe, minneho! ¡Oh, pero tienes que hacerlo, tienes que hacerlo! ¡Déjamelo
oír, desembúchalo, como el más lejano desembuchar
en el fosco hosco tosco! ¡Por el sagrado manantial de
Mulhuddart, juro que empeñé mi chanza al mostrarla
al cielo a través de los montes de impiedad de Tirry
y Killy para oírlo todo, todapalabra! ¡Oh, déjame mis
facultades, mujer, por un momento! Si no te gusta mi
historria, podes irte. Bien, haz como quieras. Siéntatate aquí y haz como te digo. T o m a mi golpe y entiéndete. ¡Adelántate y jala las pesas de tu balandra! Tartamudea tu slaney y créspalo con dulzura. Dilme suavemente. Tómate tu tiempo. Respira hondo. Toma el
canalizo. Prontamente lento y anda al scheldt. Préstanos aquí sus sagradas cenizas, hasta que refriegue los
cañones de estos pantalones. Sigue con tu historia. No
te detengas. Pero lenta, lentamente.
Ante todo ella dejó caer sus cabellos esparciendo a
sus pies teviotes en torbellinos. Luego, maternalmente, se bañó en leche y en fragante lodo de pistania, arroba y abajo, de la cabeza a los pies. Después untó la estela de su quilla, verrugas y lunares y sarnas con mantequilla antioxidante y azúcar rubia y trementina y
serpentina y con moldedehoja introdujo alrededor de
las prunelas islas e islotes altos, al tresbolillo, por toda
su pequeña mar-ía. Áurea película de figuras de cera
y su panza gelatinosa y sus granos de incienso de bronce anguila. Y luego tejió una guirnalda para sus cabe-
llos. La plegó. La pligó. De hierba de los prados y de
espadañas de los ríos, de juncos y hierbajos acuáticos
y de dolorosas caídas de sauces llorones. Entonces ella
hiza sus pulceras y sus ajorcas y sus brazales y un amuleto de azabache como collar de sonorosos guijarros y
golpetereantes guijas y rumomorosos ripios, richmond
y rehr, de rúnicas piedrras irrlandesas y brazaletes de
concheperla. Hecho eso, una impresión de tizne en sus
altaneros párpados, Annushka Lutetiavich Pufflovah,
y el labiosa colorete para sus labiosos y el pico de la
cajapintada para sus pómulos, del rojo fresa hasta el
ultravioleta, y ella envió sus docellas de buduloir a Su
Afluencia, Ciliega Grande y Kirschie Real, los dos primos, con respectos de sus misios, colador y cosedor,
y ella podría pasar de él un pedido para un alfilercito.
Una llamada para pagar y encender una bujía, en Brieon-Arrosa, de un aspersor. ¡El gallo se sacudió nueve,
las estrelas brillian su signo, hay un Zambosi esperándome! Ella dijo que sólo iría la mitad del camino. Entonces, entonces, tan pronto como volteó la joroba de
su espalda, con su mochila de cartas sobre sus hombros, Anna Livia, caradeostra, vino avanzando desde
su bajuseno.
¡Descríbela! Rápido, ¿por qué no puedes? Escupe sobre la tierra mientros está caliente. N o para el lucro
de Lombard Street. ¡Oséanos de Gozo, debo oír de la
demosela aquella! ¡Oh, anda presta! ¡Rápido, antes que
Julia la veya! ¿Ishikari y enmascarada, la cara catimana? ¿Cuál bella dama? ¿Dodecamerón? ¿Bon a ventura? ¿Malagassy? ¿Qué tenía encima la vieja y singular
Liddel? ¿Cuánto festoneó ella, pesos y jaeces? ¡Hela
aquí, Ann Amnistía! Llámala calamidad que electriza
al hombreee.
N o electrisa sino a la vieja Moppa Necesidad, pues
que es madre del injonio. T e diré una posa. Pero estáte quieta. Escúchame bien con sosiego lo que voy ahora a decirte. Podrían haber sido diez o veinte a uno de
la Noche de Todos los Sántganos o la siguiente de abril
cuando el flip de su horrible atuendo hizo flap y siguió
de puntillas una matorrosa mujer, la más querida moma que jamás viste, cabeceando alrededor de ella, toda sonrisas, con humos de vergüenza y ohs de asombro, entre dos hedades, una judireina, no hasta tu cudo. Ei, mira su atractivo y cógele su barriga que por
su miga vive el pillo que alimenta. ¡Sálvanos y tómanos! ¿Nada más? ¿Tú verrás en qué tierra cogiste siempre un Lambay de ternero tan grande como un cordero? A y , tienes razón. Apta estoy para olvidare Como
A m n a m e Poco A m n a m e Mucho. ¡Como el lino de mi
jarretera, diría! Ella usó zuecos tachonados de clavos
de un playboy, un par de playfilos en sí mismos: un
sombrero de pan de azúcar con su pico de gualdaquiviro y una venda de tojo como hornamento y un ciento de barcos danzando y un áureo alfiler para atravesarlos: antojos bifocales protergen sus ojos: y un pescadeojo para el sol no para destruir las arrugas de su
hidaspecto: las papaístas rizaban los lóbulos de las orejas de sus sonoros cepos: sus medias de cubataina salpicadas de escamas de salmón: ella retozó un gálligo
baile del atufrado tinto que nunca fue tan rápido como cuando llovió en el lavado: por decir, los rivales,
cubriundo su longura: sus sanglotantes pantalones cortos, ambos dos de doble uso, monstruo sus naturales
pantaanos negros, fantistástico, fáciles de sacar: su tánagra de rayas negras estaba senacocida y osipelucheada, con charreteras de ondulantes juncos verdes y un
descender aquí y allá de collar de cisne real: un broche de cigarrillos pegado a sus charreteras: su maanta
estaba bordada alrededor con un doble cinturón tonelero: una pequeña moneda de cuatro peniques en cada bolsillo para precaverlos de un gran ventarrón; ella
usaba un portamantos impermeable montrado en su
nariz y mascaba algo extraño en su boca y el rreke de
su fluvia de la cola de su vestrido de su residuo de tabaco falda llevada cincuerenta millas irlandesas detrás
de sus bargas.
¡Voto al infierno, siento haberla perdido! ¡Dulce co-
nocimiento y nadie despareció! Pero, ¿en cuál de sus
labios? ¿Briliaba su narez? T o d o el que la vio dijo que
la duulce pequeñuela delia lucía un poco rara. ¡Lotsaní ya te advertí, por el poddle! ¡Misús, sé buena y no
mires a quiún! Ella trabajó por el fénix. ¡El Chiuste de
Kickham que jamás viste! Haciendo pudín los ojos a
sus muchachos dobelón. Y sus doncellas la coronaron
con caricicias de reina. ¿Qué peina? ¡No digas! Bien,
porque no pudo verse a sí misma. Comprendí por qué
la sinvergüenza se miraba en el espejo. ¿Lo hizo?
¡Apiadte de mí! Habrá un coro de gotereteante sequía
en la faz de los hombres, ruidosa jererga y mastificación de tabaco, frutojo y aliméntatefior, en la contemplación de la fluctuación y la undificación de su Alimentación, acunando y alquilando North Lazar Wall
toda la llama infernal de la semana junto al Jukar Yoick
y tan pronto como vieron su meandro por aquella ruta marrítima en su hierbajos de la hierba de invierno
y consiguió aquel que estaba bajo su bonete de archidiácono, pez de Avondale, y pescado de Clarence, ambos juncos. Wit-upon-Crutches a Mastur Bates: ¡Entre
suelo o un escarnio cada vez que ella olisqueaba con
su cul de sac hasta las wabas llaneó y llagó de su mercadería espumosa, pobre recuerdo, para ricordar y todo por una dolorídica remembranza, apestosos y secuaces, hidalgos y holgazanes, sus hijos primogénitos y sus
babeantes hijas, los mi! y una noches, y el volapuk para cada uno de ellos. Por siempre jamal. Y besa el librro. Maldición de calderero y un lechón para hornear
su cachiporra para Gipsy Lee; un cartucho de sopa de
gallina con puerros para Chummy el Guardián; para
el terco y ácido sobrino de Pandora gotas de ácido deltoico; una tos y sonrorosadas mejillas para la pobre Piecolina Petite MacFarlene; un rompecabezas de agujas
y alfileres y sábanas y espinillas entre ellos para Isabel, Jezabel y Llewelyn Mmarriage; una bronceada nariz y mitones de paloma para Johnny Walker Beg; una
bandera pápale de los santos y rayas para Kevineen
O'Dea; un resosoplido para Pudge Craig y una liebre
con pesaguilla para Techertim Tombegby; un aguapiernas y chanclos para Bully Hayes y Huracán Hartigan;
un corazón pródigo y gordas mollejas para Buck Jones,
nuestros dos sursaciados y el granito que ellos calientan,
en su rostro se ha alzado o la Alp se ha dopado!
Pero, ¿cuál fue el juego en su mezclado bacarato?
¿Precisamente el tembo de su tumbo o el pichimento
de su pimiento? Peripecias, especias y alopecias. ¿Y bajo qué trueno despojó ella? ¿Antes del fraile o después
del baile? Quiero beber un refresco de la fuente. ¡Partir mi bearb es importante mientras embolso! ¡Sacude
hacia arriba, hazlo, hazlo! ¡Aquél es un buen hijoviejo
de una zorra! T e prometo que lo cuidaré bien. Y no
quiero decir quizás. Ni siquiera para convencerte. Dime la vergad y te diré la vergad.
Bien alrededorio de una ondoneada línea del arundo ella hizo ruiditos y se bamboleó y se echó a un lado, goteando de su peña a través de sus estrechos muisés, el disgusto en nuestro desecado lardo y el valle de
abundantes viñedos frente a nosotros, curará aquí, correrá allá, sin saber cuál medway o quizá para golpearlo, edereirer, charlaparlando a sus hijius, como Papá
Noel en la ruta del palor y lo enfermizo, oyendo palpitar sus corazoncitos, abrazando a Isolabella, luego corriendo con reconciliados. Romas y Reimus, como una
sanguijueala sacada como un venablo, luego lavando
las salpicaduras de Manos Sucias con escupitajos, con
regalos para caduno de sus hijius, sus regalos de cumpleaños que soñaaron garle a ella, ¡y todos los desperdicios que dejó en nuestra puerta! En la superficie, junto al pórtico y bajo el sótano. Los riachuelos corrieron
para ver a los chicos. De guatemala a guatepeor. Y todos en torno a ella, juveniles e ingenuinas, del eslimo
de sus sububurbios y herramientas de antesanos, raquíticos y sediciosos, como los muchachos de Smyly
en el levantamiento de su vicereina. ¡Viví vienne, pequeña Annchen! ¡Vielo Anna, larga vida! ¿Nos cantan
un solo, oh, susurrio! ¡Ausonia tandulce! ¿No tiene ella
el tiimbre! Quebrándose y alzando un poquito de con-
el orgullo de Clonliffe; una hogaza de pan y un temprano deseo paterno para Val de Skibereen; un ostentoso carro para Larry Doolin, el huevón de Ballyclee;
un viaje con náuseas en un buque del gobierno para
Teague O'Flanagan; un ratongo con su trampongo para Jerry Coyle; una grasa ligera para Andy Mackenzie;
una horquilla para el cabello y una crujiente bandeja
para Penceless Peter; aquel libro dodecafónico para
G.V. Brooke; una ahogada muñeca, con la cara hacia
abajo para la modesta Hermana Anne Mortimer; cartaractas para el lecho de Blanchisse; los calzones de Wildair para Magpeg Woppington; un gran ojo para Sue
Dot; un paso falso para Sam Dash; serpientes en abundancia, picadas y cortadas, y una víbora vaticanizada
cazando una visa para Patsy Prebys; una carrera cada
mañana para Standfast Dick y una gota cada minuto
para Stumblestone Davy; un rosario de olmoachaparrado para la beatificada Biddy; dos escabeles de lana
de manzana para Eva Mobboly; para Saara Philpot, un
té de urna del valle del Jordán; una hermosa caja de
Polvos Pattyfib para Eileen Aruna para blanquear sus
dientes y sobrepasar los de Helen Arhone; una picota
para Eddy Lawless; para Kitty Coleraine de Butterman's
Lañe, ahorrar peniques para derrochargos; una pala de
arcilla para Terry el Duende; una máscara de pótamo
para Dunne el Promotor; un huevo pascual con una
concha de doble flecha y un derecho dinamítico para
Pablo el Beneficiado; una cólera morbo para Mann, el
hombre de la Cloapa; una estrrella y una jarretera para Draper y para Deane; para Willy-But-Lleits y Bernar Show dos premios noveles para suecindulzar sus
amarguras; para Oliver Bound un camino de innesfrío;
para Seumas, piensapoco, una corona que le quede
grande; un montón tibertino con una cruz de maldelcongo en su detrás para Sunny Twimjim; sean una alabanza y ahórrame días para Brian el Bravo; muchopen-
te de piedad con ligaduras de lujuria para Olona Lena
Magdalena; para Camila, Dromila, Ludmila, Mamila,
una lejía, un paquete, un libro y una almohada; para
Nancy Shannon un broche de Tuami; para Dora Riparia Hopeandwater una ducha fresca y un calentador;
un par de jactancias de Blarney par Wally Magro; una
horquilla de lápiz de pizarra para el cabello para Elsie
Oram para que se rasque las nalgas, haciendo lo mejor que pueda con sus fracciones vulgares; una pensión de jubilación para Betty Belleza; un saquito de azul
para lavar ropa para Funny Fitz; una Missa pro Messa
para Taff de Taff; para Jill, la cuchara de una niña, para Jack, el caldo de un niño; un rápido Viernes de Rogerson Crusoe para Caducus Ángelus Rubiconstein;
trescientas sesentiséis popelinas de tyne para envolver con el tejido de su urdimbre a Victor Hugonote;
un firme y duro rastrillo y buenas variedades de estiércol para Kate la Limpiadora; un hueco en la balada
para Hosty; dos docenas de cunas para J.F.X.P. Coppinger; diezlibrasdiez sobre el chasquido de los delfines nacidos con cinco desperdicios de cohetes para una
Infanta; una carta que dure toda la vida para Maggi más
allá de la axila; el más pesado trozo de carne congelada de mujer de Lusk a Livienbad para Felim de Ferry;
un manantial de agua mineral y esperanza y néctar del
banquete para el minusválido, ciego y gotoso Gough;
un cambio de nombre y gozos y dolores para Armórico Tristán Amur San Lorenzo; una camisaguillotina para Reuben Redbreast y tirantes de cáñamo para Brennan on the Moor; un angolmo para Conditor Sawyer
y picaduras de mosquito para el Gran Tropical Scott;
un pedúnculo C 3 para Karmalite Kane; un mapa sin
sol del mes, incluyendo una espada y estampillas, para Shemus O'Shaun el Cartero, un chacal con piel para Browne que no es Nolan; un hombro de piedrahelada para Donn Joe Vanee; todas las cerraduras y ningún establo para Honorbright Merretrizas; un gran
tambor para Billy Dunbayne; un áureo fuelle culpable,
sóplame abajo, para Ida Ida y una mecedora para dormir, Elletrouvetout, para Quién-es-la-Platuda —¿Dóndeestá-él?; cualquier cosa que te guste para verter y lavar, para Yuinnes o Yennesay, Laagen o Niger, para
Festus King y Roaring Peter y Frisky Shorty y Treacle
T o m y O.B. Beham y Sully el Thug y Master Magrath
y Peter Cloran y O'Delawarr Rossa y Nerón MacPacem
y cualquiera que tengas la oportunidad de ver por ahí
cerca; y un gran globo de goma para Selina Susquehanna Stakelum. Pero, ¿qué les dio a Pruda Ward y a Katty
Kanel y a Peggy Quilty y a Briery Brosna y a Teasy Keran y a Ena Lappin y a Muriel Maasy y a Zusan Camac
y a Melissa Bradogue y a Flora Ferns y a Fauna FoxGoodman y a Grettna Greaney y a Penélope Inglesante, y a Roxane Rohan con Simpática Sohan y a Una Bina Laterza y a Trina La Mesme y a Filomena O'Farrell
y a Irmak Elly y a Josephine Foyle y a Snakeshead Lily
y a Fountainoy Laura y a Marie Xavier Agnes Daysy
Francés de Sales Macleay? Les dio a cada una de las
hijas de ultramadre una flor de luna y una mestruación; pero las uvas que maduraron antes de tiempo,
a las que sólo pisaron el lagar. Siguió Izzy, su doncella,
el amor brillaba allende de sus lágrimas como de Shem,
su pluma, la vida pascó antes de tiempo.
¡Dios móo, hablas de un saco postal! Una doucena
de trece con pequeños diezmos de zapatos. ¡Eso es lo
que puede llamarse el cuento del tonel! ¡Y un mercado Hibernoniano! Todo eso y más, bajo una envoltura
de crinolina, si te atreves a romper el sello de tocino
salado. No maravilla que huyan de su plaga venenosa.
¡Lánzanos tu jabón, Hudson, por amor al Clan! El escaso gusto que deja el agua. T e lo devolveré, al rayar
el alba. ¡Apiádense de mí! A y , y no olvides los relatos
que te empresté. Tienes todos los remolinos al dado
de tu orilla. Bien, ¿me avergonzaré si los tengo? Estars
en el lugar angosto de la corriente. Y o , en el ancho.
Sólo las despalidoras trompetas pasan a mi lado y los
crujidos divinos cloquean de sus sotanas, con su pantano del año pesado, narciso para hacerlo recontar su
feria de vanidades. He de leer sucias tiras de su biblia
en chino, saborearé bien solo chicles con pepinillos en
los títulos descupiertos en la portada. Sénior ga dito: Faciasi Orno! E Orno fu fó. ¡Jo! ¡Jo! Sénior ga dito: Faciasi
Hidamo! Hidamo se ga faccessá. ¡Ja! ¡Ja! Y Die Windermere Dichter y Lefanu (de nombre Sheridan) La vieja
caja junto al cementerio y Mili (J.) La mujer con El mulito junto al Floss. ¡Ja, un pantana para Altmuehler y una
piedra para sus flosis. ¡Sé cómo mueve las ruedas en
su carrera! Mis manos erstán azules de frío entre isker
y suda como esa pieza de tela china de ahí. Oh, ¿dónde está? La vi juncio a las juncias. ¡Hoango, mi sudor,
la he perdigo! ¡Aimijí! Con esa agua turbia, ¿quién puede ver? ¡Tan cerca y, sin embargo, tan lejos! ¡Pero, oh,
continúa! Me encantran tus burlas. Podré oír de huevo mars y mars. Llueve bajo el río. Desaparece en tus
ondas. Guersta es la vida para mí.
Bien, ¿lo sabes o no lo sabes? N o te dije que cualquier historia tiene un Finn que es un él o un ella. ¡Mira, mira, cómo se adensan las sombras! Mis hojas señeras se enraizan. Y mi fría silla se enceniza. ¿Fieluhr?
¿Filú? ¿Qué edad es? Se asa tarde. Cuan lejos parece
mi ojo o el cualcojo último en ver el relojo de Waterhouse. Oí que lo hicieron pedacitos. ¿Cuándo volverán
a unirlos? ¡Oh, mi espalda, mi espaldra, mi escalda!
Quisiera ir a Aix-les-Pies. ¡Pingpong! ¡Ahí está la Campaña para Sexoloitz! ¡Y Concepta de Ven-ora! ¡Pang! ¡Escurre la ropa! ¡Escurre el rocío! ¡Manten el aguacero,
Godavari! ¡Y vierte tu gracia! ¡Aman! ¿Las extendemos
ahora? Ay, lo haremos. ¡Flip! Extiéndelas en tu orilla,
y extenderé la mía. ¡Flep! Es lo que hago. ¡La extiendo! Está enfriando. Se leva el viento. Pondré unas piedras en las sabanas de la hostal. Un hombre con su novia abrazados entre ellas. Además, solo las derramé y
las doblé. Ataré aquí mi mandil de cortar carne. Está
seboso aún. Pasarán los ladrones. Seis fustanes, diez
pañuelos, nueve para el fuego y este para el frío, las
doce servilletas del convento, una manta para bebes.
Ella dijo: lo sabe la buena madre Yossip. ¿La cabeza de
quién? ¿Orto qué? ¡A dios grasas! Di, ¿dónde fueron sus
hijos? ¿En el reino que fue, en el poder por venir o en
la gloria que será para siempre jamaica? ¡Alosvivos, alalluvia! Algunos aquí, más no más, de nuevo más en tierra entraña. Oí que la muchacha de los Shannon se desposó en privado en España. Y todos los Dunses de Dunnes en Viñalandia de Marklandia allende el Ozóano
toma el número nueve de los sombreros de los yanksis. Y una de las bolitas de Biddy salsaltando hasta que
dio vuelta con una caléndula y un cirio derretido en
un lado extendido de la principal derivación de los
manzanares del Bachellor's Walk. Pero todo se dejó para el último de los Meaghers en el cursio de los años
prefijados entre los que hay una hebilla para la rodilla
y dos cuernos en la fruente. ¿Has dicho ahora lo que
oí? De veredas lo dije. ¡Orará por el Orbe y pobre Las
Ánimas! ¡Ussa, Ulla, sumus sumbras! Pues qué, ¿no oíste un diluvio de veces y veces, responde al espondeo?
¡Lo hiciste, lo hiciste! ¡Lo necesité, lo necesité! Es ese
acolchado que abrigó mis oullidos. Apaaciguó todo sonido. ¡Oronoko! ¿Cuáls tu problema? ¿Es aquel gran
Finnlíder mismo en yokimono sobre su estatua montando el gran bridón antes de Hengist! ¡Padre de las
guaguas, es él mismo! ¡Ahí! ¿Es aquél? ¿Sobre el Fallareen Common? Piensa en el Anfiteatro de Astley donde la policía te contuvo de hacer lápiz de azúcar para
labios para el blanco baballo fantasma de los Peppers.
¡Limpia, mujer, las telarañas de tus ojos y extiende tu
limpio lavado! Quiero conocer tu tipo de mugre. ¡Flap!
La yerma Irlanda es la Irlanda estable. ¡El Señor te proteja, María, llena de grasas, el pesor está conmigo! Tus
plegarias. ¡Me parce así! ¡Madammangó! ¿Estabas empinando el codo, dímelo, mejillas lustrosas, en la cantina de Conway en Carrigura? ¿Quién era yo, cocojeando? ¡Flop! Tu cólera es grecorumana, mas con tus hordas discordas. Nostuve de pie desde la húmeda aurora,
martaririzada maría alaloca, con el pulso de Corrigan
y mis venas variecosas, mi cuerda destrozada, Alice Ja-
ne en su oscaso y mi ojituerto dos veces vaciado, mojando y blanqueando ollas lavandrajos, y sudando frío,
una viuda como yo, para ataviar a mi hijo campeón de
tenis, ¿el lavandero con la lavandiera en pantalones?
Tomaste tu limpio limpopo de los híspidos húsares del
duque Collares y Puñetes que huyó del pueblo y tu reparo dio el hedor a Carlow. ¡Veo de nuevo al sagrado
Escamandro! ¡Junto a las áureas cataratas! ¡Isis aquí!
¡Forrmas de luz! ¡Ve las velas! ¡Subyuga tu ruido, hamilde creatura! Sólo es una crecida zarzamora o el asno griso de los cuatro avarientos. ¿Te refieres a Tarpey, a Lyons y a Gregory? Lo digo aura, gracias a todos, a los cuatro, y el rugido de ellos, que condruce ese
descarriado en la neblina y el viejo Johnny MacDougal entrellos. Ése es el faro Poolberg, allende, lejos, lejos, o una lanchencedida costeando cerrca a Kishtna,
o un resplandor que vi dentro de un seto, o mi Garry
que vuelve de las Indias. ¡Espera, amor mío, hasta la
miel de la luna! ¡Muere evra, pequeña evra, muere! Vemos el prodigio en tu ojo. Hasta pronto, partiremos de
nuevo. El sitio que brusco si encuentras la hora. Mi mapa relumbra en lo alto donde zozobra la leche azul. ¡Perdóname pronto! ¡Voy! ¡Muucho? Y tú, hala tu reloj, nomeolvides. Vespérame. ¡Asegura el fin del viaje! Mis
vistas nadan gruesas sobre mí por las sombras hasta
aquí. Voo el hogar lentamente ahora por mí misma en
camino hacia mivalle. Y yo misma al lado de minórete.
¡Ah, pero, de cualquier modo ella era la extraña vieja, Anna Livia trinkepié! Y seguro él era el extraño viejo
también, Doloroso y Desaucio Dublín, padremadre de
hijosdalgos e hijasdalgas. Hembras y hombros, somos
de la misma pandilla. ¿No tuvo siete mujeres para sa-
Saúl Villa, Retrato de James Joyce (detalle), 1985
marlo? Y cada una tenía siete muletas. Y cada muleta,
siete colores. Y cada color, un grito distinto. Espuma
para mí y sopa para ti y la cuenta del médico para Joe
John. ¡Auntes! ¡Noantes! Desposó sus mercados, lo barato con lo sucio, lo sé, como un Etrusco Católico Herético, en sus rosados naranjados cremados azulados
y sus turquesas índigos púrpuras. Pero en la miasamada, quién era la esposa? Entonces todo era hermoso.
¡El País-de-nunca-jamás! Tiempos mejores y feliz retorno. Paralelamente. Ordovico o vincordo. Anna fue,
Livia es, Plurabelle será. La Thing de los nórdicos cerca a sudfolk, pero, ¿cuántos incestros para hacer cada
una de nosotras? ¡Ponió en latín, mi preciucita erudita, de tu sánscristo a nuestro aramemeo! ¡Hircus Cwis
Eblanensis! Él tenía una tetas de cabra, suave leche para huérfanos. ¡Oh, Soñor! Mellizos en su pecho. ¡Sálvanos, Soñor! ¡Ei! ¿ Q u é ¿Cuáles, todos los hombres?
¿Gua? Hijas sonririentes de. ¿Por quié?
9
No escucho con las ondas de. La cantarínas ondas
de. Volantes murciélagos, ratones charlanchillan. ¡Ei!
¿No fuiste a tu casa? ¿Qué no viste a Tomasa? No escucho con los chillidos de los murciélagos, todas las liffeyantes ondas de. Ei, ¡sálvanos ruido! Mis pies no se
mueven. Me siento tan vieja como aquel olmo. ¿Un
cuento contado de Shaum o Shem? Todos los hijo-hijas
de Anna Livia. Oscuros halcones nos oyen. ¡Noche! ¡Noche! Mi tonta tabeza tae. Me siento tan pesada como
esa piedra. Cuéntame de John o Shaum. ¿Quiénes fueron Shem y Shaum, los vivientes hijo-hijas de? ¡Noche
ya! ¡Dímelo, dímelo olmo! ¡Noche! ¡Noche! Cuéntamecuento de tronco o piedra. Al lado de las rientes ondas
de, de las galopantes y lejanas ondas allende de. ¡Noche!
•
Tres canclones
Ι
Hace frίο en 1a vasta Υ desabrigada carnίcerίa de1 cie10,
un sufrimiento ausente Υ desprotegido,
e1 peso enorme de nubes Υ de rafagas,
hecho jirones e1 paisaje aso1ado,
hecho jirones, a campotraviesa.
Por 10s desabrigados campos,
e1 baile todo de sargazos Υ voces exc1uidas,
ahogos Υ murmullos del ahogo.
Εη
e1 pantano negro Υ estancado que nο refleja nada,
desierto Υ aterido como palido piso que nadie viera,
que nadie recorriera paso a paso,
en un des1iz sobre ese marmo1 negro,
sin una voz, sin una condo1encia,
pasa 1a 1una,
inquieta.
Como una incandescencia 1a 1una mira,
como un encantamiento la 1una manda,
como una inusitada cenicienta huye la 1una.
Ronda e1 viento, ronda e1 hado.
La noche fija sus atόnίtοs ojos azu1ados en tanto cie10 extenso.
Alla, .tan 1ejos, 1a 1una vaga en brama, a 1a deriva.
Α
su merced 1as aguas
Bibl io recα
Υ
1a vida.
de M exico
lunáticas
II
A los lunáticos
h a y que e n c e r r a r l o s s i e m p r e e n estos días,
los c a n d a d o s que p e s e n y ni u n solo visillo p a r a la luz l u n a r
[alucinante,
a los lunáticos,
que el c o r a z ó n les c o m e el a l m a e n estas n o c h e s ,
a u n q u e h a y a nubes,
a u n q u e h a y a cielo bajo y e n t e r r a d o , e n c a p o t a d o e n sí,
a los lunáticos
h a y que v a c i a r l e s ojos y l e n g u a p a r a que n o se a h o g u e n y se
hundan,
para que n o
se v a y a n
c o m o u n a l á c t e a vía que fuera luz y huella,
c o m o si la saliva les h u y e r a ,
c o m o si ellos e n ella fueran y e n e s a vista despavorida,
a los lunáticos, ay,
habría que a c o m p a ñ a r l o s de la m a n o
p a r a que n o se p i e r d a n y se ofusquen,
ay, a los lunáticos.
III
La l u n a v a t a n ella
consigo m i s m a
que no se a c u e r d a .
La l u n a v a r e d o n d a ,
sería u n a s u e r t e
que no se h u n d a .
La l u n a se h a soltado,
baila la l u n a
sola e n el p r a d o .
FABIENNE BRADU
Antonieta en
Nueva York
octubre de 1929
Su encuentro con Federico García
horca
El Fondo de Cultura Económica publicará, en breve, la biografía de Antonieta Rivas Mercado que
ha escrito Fabienne Bradu. El fragmento que publicamos tiene como antecedente la huida de Antonieta a Nueva York después de la muerte de
Germán de Campo por los ortizrubistas, a menos
de dos meses de las elecciones presidenciales de
1929.
En N u e v a Y o r k José C l e m e n t e O r o z c o se ganaba
una fama que su país l e había r e g a t e a d o . A n t o n i e t a
lo había c o n o c i d o t i e m p o atrás, e n M é x i c o , p o r m e dio de M a n u e l . Fue el p r i m e r o a q u i e n buscó el mism o día d e su l l e g a d a y t a m b i é n el p r i m e r o de una
larga lista de m e x i c a n o s r e s i d e n t e s e n los Estados
U n i d o s c o n los que acabó peleándose, repugnada por
v e r l o s h a c e r l o m i s m o q u e ella: buscar una carrera
artística e n c o m p l e t o d e s i n t e r é s p o r l o q u e estaba
s u c e d i e n d o e n M é x i c o . En sus cartas a R o d r í g u e z L o zano, Antonieta sentenciaba i m p l a c a b l e m e n t e a
A l m a R e e d , q u e se d e s v i v í a p o r l l e v a r al é x i t o n e o y o r q u i n o a O r o z c o . Según A n t o n i e t a , el " m a n c o " y a
sólo pintaba cuadros c o n d i m e n s i o n e s de departam e n t o para las e x p o s i c i o n e s q u e A l m a R e e d l e org a n i z a b a a diestra y siniestra. A n t o n i e t a d e c i d i ó ent o n c e s entrar al m u n d o de los art dealers e n n o m b r e
d e la justicia artística ( e s decir, para p r o m o v e r a Rod r í g u e z L o z a n o y a sus p r o t e g i d o s ) y para demostrarle a los a m e r i c a n o s q u i é n e s eran l o s v e r d a d e r o s tal e n t o s de M é x i c o . M á s q u e contra O r o z c o , la n u e v a
batalla iba dirigida contra A l m a R e e d que, según ella,
"era una A n t o n i e t a q u e n o hubiera c o n o c i d o a Rod r í g u e z L o z a n o , toda b u e n a v o l u n t a d y desorientación."
L u e g o de O r o z c o , su r e p u d i o c a y ó sobre José Juan
T a b l a d a , a q u i e n A n t o n i e t a acusaba de estar "enferm í s i m o de la m a n í a de ser el d e c a n o de la cultura
h i s p a n o a m e r i c a n a e n N u e v a Y o r k " . Esta o p i n i ó n la
c o m p a r t í a c o n m u c h o s de los artistas m e x i c a n o s que
estaban ahí o n o tardarían e n llegar, c o m o Rufino
T a m a y o . D e s p u é s atacó a Jean Charlot, que se creía
"el pintor m e x i c a n o por excelencia", y prácticamente
a todos los representantes del g o b i e r n o m e x i c a n o que
o r g a n i z a b a n c e n a s e n las q u e recitaban v e r s o s de
A m a d o Ñ e r v o y se r e g o d e a b a n e n el folklor d e un
M é x i c o de e x p o r t a c i ó n .
L e bastaron unos días para r e ñ i r c o n todos ellos,
lo q u e n o i m p i d i ó q u e aceptara la ayuda de A l m a
R e e d para e n c o n t r a r un a l o j a m i e n t o m e j o r . Se instaló e n el piso d i e c i n u e v e de un rascacielos cerca d e
H u d s o n . Era el edificio d e la A m e r i c a n W o m e n ' s A s sociation, construido gracias a la hija del tycoon Francis P. Morgan. Se trataba de una especie de hotel para
distinguidas pensionadas q u e contaba con un teatro,
s a l o n e s de r e u n i ó n , g i m n a s i o y t a n q u e de natación.
A n t o n i e t a se disponía a v i v i r a una altura aceptable,
e n un cuarto " e n v u e l t o e n un sudario de s i l e n c i o
t r a n s p a r e n t e c o m o el aire. I n v i t a a trabajar, es p e queño y acogedor."
A n t o n i e t a r e a n u d ó el trato con otros c o n o c i d o s de
M é x i c o . A l c a n z ó a v e r a G i l b e r t o O w e n que, a los
cuantos días, se m a r c h a r í a a D e t r o i t d o n d e l o m a n daba un n u e v o n o m b r a m i e n t o d i p l o m á t i c o . Casi n o
había c a m b i a d o e n p o c o m á s d e un año. O w e n se
m o s t r ó m á s q u e r e s e r v a d o sobre su a m o r p o r C l e m e n t i n a O t e r o a q u i e n escribía cartas desesperanzadas, l o q u e n o i m p i d i ó q u e le platicara a A n t o n i e ta de las muchachitas, muchachas y damas a q u i e n e s
había conquistado desde su llegada a los Estados Uni-
dos. A algunas de ellas ( c o n un n e o l o g i s m o q u e solía e m p l e a r e n las cartas a sus a m i g o s de Contemporáneos) p r e t e n d í a " r o d r i g u e z l o z a n e a r l a s " , es decir,
sacarles d i n e r o para p r o y e c t o s d e revistas y publicaciones. El p i n t o r e s p a ñ o l García M a r o t o fue o t r o
de los gratos r e e n c u e n t r o s . Había sido u n o de los admiradores más f e r v i e n t e s del T e a t r o de Ulises y ahora colaboraba e n Contemporáneos,
la n u e v a revista
del g r u p o . García M a r o t o puso a A n t o n i e t a en contacto con el pianista y crítico musical Francisco Agea,
a m i g o de Carlos C h á v e z , y c o n el p i n t o r y fotógrafo
m e x i c a n o Emilio A m e r o . Pronto, alrededor de la persona de A n t o n i e t a , se c o m e n z ó a f o r m a r un g r u p o
del q u e A g e a y A m e r o eran los m á s constantes, j u n to a F e r n a n d o d e l o s Ríos, F e d e r i c o de O n í s y Dámaso Alonso, españoles residentes en N u e v a York.
A estos hay que añadir la presencia decisiva para A n tonieta de F e d e r i c o García Lorca.
fundía con una bizarra repugnancia. Era el ocaso del
l l a m a d o " R e n a c i m i e n t o n e g r o " , durante el cual los
b l a n c o s se habían dejado conquistar por los r i t m o s
y la estética de la negritud. Para A n t o n i e t a , esa noche, el j a z z fue un delirio: las parejas f o r m a b a n un
"grupo espeso que se m o v í a en un recipiente", el aire
estaba saturado de h u m o y placer que parecían "una
b o c a n a d a de savia directa, sin elaborar". A l l í e n t e n dió que, en el baile de los n e g r o s , en el sentido relig i o s o del r i t m o , "ser m a c h o q u e busca a su h e m b r a
es un destino, no un placer ocasional". Antonieta e v o co el Salón M é x i c o , los d a n z o n e s , los " p e l a d o s " lúb r i c o s y e n g o m i n a d o s y a R o d r í g u e z L o z a n o , q u e le
había d e s c u b i e r t o ese m u n d o . Esta nostálgica de un
p l a c e r q u e nunca había t e n i d o y, en la s e m i o s c u r i dad escandalosa del club, incitada por la sensualidad
a m b i e n t e , i m a g i n a b a el c u e r p o de M a n u e l y se perdía en la i n v e n c i ó n de caricias y cópulas absoluta-
El m e s de octubre, su p r i m e r o e n la ciudad de N u e va Y o r k , fue m á s feliz de l o q u e A n t o n i e t a se hubiera i m a g i n a d o . Gracias a A g e a , a García M a r o t o y sob r e t o d o a E m i l i o A m e r o , q u e la escoltaba c o m o un
caballero a su d a m a de c o r a z o n e s , A n t o n i e t a dio sus
p r i m e r o s pasos p o r la e s t r u e n d o s a ciudad q u e trepidaba al ritmo del shimmy y se emborrachaba c o n cerv e z a falsificada a causa d e la p r o h i b i c i ó n . D e s c u b r i ó
e n una m i s m a n o c h e la plasticidad fría y casi perfecta d e las m u j e r e s de los Ziegfeld Folhes y la pegajosa sensualidad de los cabarets n e g r o s de B r o a d w a y .
Las p r i m e r a s l e p a r e c i e r o n " p r e c i o s a s m u ñ e c a s humanas" p e r o n o la c o n m o v i e r o n m a y o r cosa. En cambio, la fiesta orgiástica del j a z z , los c u e r p o s ondulantes de los n e g r o s , las v o c e s r o n c a s y p l a ñ i d e r a s d e
las mujeres, la h u n d i e r o n e n un éxtasis q u e se le con-
m e n t e ajenas a su habitual r o m a n t i c i s m o . Se sentía
ávida de placer, sin la m e n o r sombra de culpabilidad.
S i e m p r e a c o m p a ñ a d a de A g e a y de A m e r o , A n t o nieta v i o algunas m u e s t r a s del teatro n e o y o r q u i n o .
En el P r i n c e t o w n Player's v i o Fiesta, una obra en boga
y a c e r c a de la cual e s c r i b i ó una r e s e ñ a q u e h i z o llegar a X a v i e r Villaurrutia para su e v e n t u a l publicac i ó n e n Contemporáneos. C o m o nunca se publicó, se
d e s c o n o c e la o p i n i ó n de A n t o n i e t a al respecto. T a m b i é n fue a c o n o c e r el G u i l d T h e a t e r , u n o de los m u c h o s teatros i n d e p e n d i e n t e s q u e surgían e n N u e v a
Y o r k c o m o una alternativa a las g r a n d e s p r o d u c c i o n e s del teatro c o m e r c i a l . O b s e r v ó r á p i d a m e n t e q u e
el T e a t r o de U l i s e s nada tenía q u e e n v i d i a r l e al teatro m a r g i n a l d e N u e v a Y o r k , l o cual l e p r o d u j o desilusión y orgullo.
El e n e ".entro con García Lorca, a la semana de hab e r llegado, fue un oasis e n la aridez de los m e x i c a nos. Se lo presentó García M a r o t o y de i n m e d i a t o nació e n t r e ellos un a p r e c i o y un afecto basado, según
A n t o n i e t a , en la fina y callada c o m u n i c a c i ó n de las
almas. El retrato q u e hizo A n t o n i e t a para M a n u e l de
su n u e v o a m i g o , denota habilidad para capturar e n
unos cuantos trazos una p e r s o n a l i d a d tan extrañam e n t e c o m p u e s t a de s e n c i l l e z y de hondura:
" U n e x t r a ñ o m u c h a c h o de andar pesado y suelto,
c o m o si le pesaran las piernas de la rodilla abajo —de
cara de niño, redonda, rosada, de ojos oscuros, de
v o z grata. S e n c i l l o de trato, sin llaneza. H o n d o , se
le siente v i v o , p r e o c u p a d o de las m i s m a s preocupac i o n e s nuestras. Es n i ñ o , p e r o un n i ñ o sin agilidad,
el c u e r p o c o m o si se l e escapara, le pesa. Culto, de
añeja cultura espiritual, estudioso, atormentado —sensible. T o d a una tarde en que perdimos a Maroto rumbo al c e n t r o e n el subway, a n d u v i m o s j u n t o s diciéndonos cosas, pocas, p e r o reales. Parecen las cosas que
se d i c e n los q u e se r e c o n o c e n , las palabras rituales
de una c o m u n i ó n profunda. De la gente que está aquí
es el único q u e siento cerca de m í . Su última obra
es 'Una oda al Sagrado Sacramento'. A t o r m e n t a d o de
Dios —querría l e v a n t a r cosecha de i n q u i e t u d e s " .
Más q u e intereses c o n c r e t o s c o m o el teatro, c o m partían una disposición mental, una manera de sentir
el m u n d o y de q u e r e r r e v e l a r l a p o r el arte, q u e n o
estaba e x e n t a del m i s t i c i s m o q u e A n t o n i e t a anhelaba. García Lorca maduraba e n esa é p o c a su teoría
del "duende", e s p e c i e de d e m o n i o y de ángel con
el q u e el c r e a d o r c o m b a t e para dar n a c i m i e n t o y
m u e r t e a su creación. Había en su lenguaje una fuerte carga de religiosidad que, pagana y referida al arte,
c o i n c i d í a c o n las m á s profundas c r e e n c i a s de A n t o nieta. El andaluz se aureolaba t a m b i é n de d o l o r y
muerte, fatales compañías de todo creador, y que uno
y otra v i v í a n en carne propia. Para A n t o n i e t a , el dolor y la m u e r t e eran p r e s e n c i a s m á s tangibles, manos susceptibles de trascenderse e n una obra artística. P e r o su lenguaje l e s hablaba a los dos, c o n
i m á g e n e s que d i f í c i l m e n t e se articulan en palabras
o e n teorías. García Lorca poseía, además, lo que para
Antonieta era l o más preciado en un artista: una sensibilidad q u e era casi un estado n e r v i o s o y q u e distinguía a los v e r d a d e r o s c r e a d o r e s . D e s p u é s de un
b r e v e t i e m p o de tratarlo, Antonieta escribe a Manuel:
"Su presencia aquí m e ha salvado de tener consciencia constante de una d e s e s p e r a c i ó n q u e n o acabo de
c o m p r e n d e r , de un n o q u e r e r estar, de un desear
irme que m e c o m e viva."
A n t o n i e t a disfrazaba su malestar en la d i v e r s i ó n .
Se lograba sentir bien y recordaba los p r i m e r o s tiempos del "cacharro", es decir, los días felices. El peq u e ñ o grupo se reunía en el estudio de A m e r o a leer,
a tocar el piano, retratarse, v e r p e l í c u l a s c o n un peq u e ñ o p r o y e c t o r y o r g a n i z a r las e x p e d i c i o n e s a los
cabarets. " H e m o s charlado, discutido, i d o d e s p u é s
a las revistas negras, m a r a v i l l o s a s revistas negras,
d o n d e t o d o es pureza, la p u r e z a de los v e g e t a l e s , a
los cabarets negros, i n c o m p r e n s i b l e s para m í sin m i
i n i c i a c i ó n del M é x i c o y el I m p e r i o ; al c i n e , al teatro, a cenar, al restorán m e x i c a n o un día y al siguiente al italiano y l u e g o al español. Y m u c h a s n o c h e s
nos dan las dos y las tres de la m a ñ a n a c u a n d o v o l v e m o s e n el subway y nos v a m o s d e s p i d i e n d o a la
luz de la m a d r u g a d a . "
García L o r c a era fascinante c u a n d o se sentaba al
p i a n o . Hacía viajar a sus a m i g o s p o r toda España,
cantándola. La risa l e ganaba al g r u p o cuando adoptaba los acentos y las poses de las d i f e r e n t e s r e g i o nes d e su país; su r e p e r t o r i o era, a d e m á s , inagotab l e . Leía a sus a m i g o s r e u n i d o s e n el estudio de
A m e r o sus últimos p o e m a s , sus r o m a n c e s que l o habían h e c h o f a m o s o e n toda la l e n g u a española, y sus
p i e z a s d e teatro: Los títeres de Cachiporra,
El amor
de don Perlimplín con Belisa en su jardín, la Aleluya
erótica. Hacia el final de la n o c h e , e v o c a b a a su familia, a A n d a l u c í a , a sus a m i g o s de la R e s i d e n c i a e n
M a d r i d , sus e n c e n d i d a s discusiones c o n Dalí acerca
del surrealismo. Hablaba de poesía y de teatro c o m o
de la vida m i s m a . F e d e r i c o era, para A n t o n i e t a , un
don, un m i l a g r o , una v e n t a n a al c i e l o azul q u e de
c u a n d o e n c u a n d o se abría e n la grisura otoñal de
Nueva York.
A su v e z , A n t o n i e t a l e hablaba de su M é x i c o glorioso y h e r i d o . L e c o n t ó c o n toda clase de p o r m e n o res la e x p e r i e n c i a del T e a t r o de Ulises, d e los p o e tas q u e se habían v u e l t o actores p o r n e c e s i d a d , de
las revistas de M é x i c o , su literatura y su música, sus
fiestas y sus l e y e n d a s . L o m a r a v i l l ó c o n la historia
de A b r a h a m Á n g e l , y F e d e r i c o insistía e n q u e se escribiera la b r e v e vida d e este á n g e l de las tinieblas.
Se dejó ganar p o r el e n t u s i a s m o de A n t o n i e t a todas
las v e c e s —y n o fueron pocas— e n q u e le habló del
talento y de la p u r e z a de un p i n t o r l l a m a d o M a n u e l
R o d r í g u e z L o z a n o . Y F e d e r i c o acabó p o r declararse
su a m i g o y le m a n d ó un e j e m p l a r dedicado de su Romancero. F e d e r i c o , p o r su parte, escribe a su familia q u e se había h e c h o " a m i g o de una millonaria m e x i c a n a " q u e p e r t e n e c í a a la categoría dariana de los
"raros". En b o c a del poeta andaluz, era una sorpresa y una alegría e n c o n t r a r s e c o n esos "raros" a m e ricanos, definitivamente más chispeantes y v i v o s que
los dinosaurios andaluces.
Entre los hispánicos de la U n i v e r s i d a d de C o l u m bia, d o n d e residía García Lorca, se decía q u e A n t o nieta se había e n a m o r a d o p e r d i d a m e n t e del poeta
e s p a ñ o l y q u e había sufrido una terrible desilusión
al e n t e r a r s e de su h o m o s e x u a l i d a d . Es p o c o probab l e q u e A n t o n i e t a , y a s u f i c i e n t e m e n t e alertada p o r
su e x p e r i e n c i a con Rodríguez Lozano, no hubiera adv e r t i d o la naturaleza d e las i n c l i n a c i o n e s del poeta.
Quizá, m á s allá de las e x c e p c i o n a l e s p e r s o n a l i d a d e s
de sus a m i g o s h o m o s e x u a l e s , A n t o n i e t a se sentía cóm o d a e n su trato con h o m b r e s q u e n o representaban p e l i g r o para ella. A s í podía abandonarse, ser ella
m i s m a , estar segura de q u e la apreciaban por su inteligencia, sin t e m e r q u e el interés p o r su c o n v e r s a ción escondiera i n t e n c i o n e s p u r a m e n t e sexuales. Su
amistad con García Lorca fue b r e v e , sincera y corresp o n d i d a . Sinceridad q u e atestiguaría Salvador N o v o
e n 1933, cuando García L o r c a l e p r e g u n t ó c o n "legítima furia" si era cierto q u e V a s c o n c e l o s había tenido la culpa del suicidio: " ¡ D í m e l o , d í m e l o —cuenta
N o v o , p a r o d i a n d o el a c e n t o del poeta—: si e z azi y o
le d i g o h o r r o r e a e z e v i e j o ! "
BERNARDO RUIZ
La casa de las grullas
ihí termina la carretera, acaba el
mundo. La selva y la montaña se
funden en la niebla, como envueltas en la sustancia de los sueños.
Cuetzalan emerge húmeda, blanca,
entre los jirones de nube, como escapada de una fantasmagoría propia
de la vigilia de los muertos. El mundo terminó hace un instante. El
auto queda abandonado en el extremo de la plaza, semeja —dice Marcia— el monumento de una estirpe
extinta millones de años atrás, en el
sistema de una consumida estrella.
Nos estremecen los pasos de los
indios, sus miradas furtivas, la inexpresividad de los rostros adultos.
Los tocados de las mujeres muestran su condición de etnia. Nahuas
y zacapoaxtlas. Los resabios de un
grandioso imperio.
Aunque se llaman hoteles en su
razón social, los cuartos de los albergues son de una sencillez cartuja.
Lo indispensable. Marcia me mira
con cara de esto no es la Costa Azul,
sin saber qué actitud tomar. El cuarto es limpio y mira hacia la plaza,
una plaza en declive, que termina
Fotografíos de Cuetzalan de Pilar Goniáleí y Tetley.
en una serie de plataformas escalonadas. La parroquia, una farmacia,
una baranda de piedra y la bruma.
El vestíbulo del hotel es alto,
adornado con máscaras de madera
polícroma, escudos para danzas rituales, y toda jardinera y espacio está protegido por lo que parece ser
el dios lar del sitio: garzas negras de
fibra vegetal, de pico y patas de madera rojas, con una infinita variante de proporciones, como la escenografía de una pesadilla surrealista.
Mas el conjunto no choca ni desagrada. Cosas peores se ven en el Galeón o en el Teatro del Bosque. Y como en una puesta en escena, el local es sala de televisión (sólo se
recibe el dos), comedor, bar, cafetería y sala de descanso. "Una fantástica economía de espacio", le comento a Marcia. Y ella me sonríe.
Nos sentamos a una mesa con
mantel de plástico, y una intimidada niña de unos siete años nos pregunta qué deseamos comer. "Caviar, salmón y champaña", pido.
En un español silabeado, como si
estuviera traduciendo difícilmente
y de memoria una canción bantú
del siglo doce, en suave tono, sin
mirarme, la niña afirma que hay
arroz, mole, bisteces, frijoles y mangos. Marcia, extasiada, le acaricia el
cabello negro y le pregunta cómo se
llama. "Kabah", dice la niña y Marcia le pide un poco de cada platillo,
agua mineral y limón para ella y
una cerveza para mí. Ya que Kabah
se ha ido, Marcia me dice que me
quiere, y que la niña es bellísima.
Seguramente en connivencia con
el presidente municipal y la liga de
la decencia, la dueña del hotel, que
debe tener los sesenta y cinco años
que ahora tendría mi padre, se acerca a nosotros para ver si nos atienden bien y averiguar nuestros generales y particulares. Mientras, intercala comentarios de su viudez y de
su cariño a Cuetzalan y cómo ha ido
coleccionando sus garzas, que vende para ayudar a los artesanos indígenas, junto con cestas y máscaras
—y el hotel, si se deja, pienso para
mis adentros.
Con toda paciencia, le explico a
esta colega de los Balsa y de las Ro-
bles que soy historiador, que admiro a Plutarco, y que mis investigaciones respecto a la comunión de
vida inimitable, modus vivendi instaurado por uno de los más gloriosos milites del apogeo del imperio,
Antonio, así, sin apellido, me han
traído hasta Cuetzalan junto con
Marcia East, letrada de noble origen, que, como la emperatriz de
Egipto que fascinó con su belleza e
inteligencia al romano, posee la gracia y el atractivo necesarios para
conmover los más inexpugnables
bastiones y doblegar por igual a macedonios, sirios, medos, partos, trogloditas, hebreos, árabes y etíopes,
para no mencionar a propios, tracios y patricios.
La hotelera, que me parece una
mente el sol, la lluvia y el viento gobernaban la ciudad. Hombres y dioses habían partido siglos atrás.
Ellas charlan mientras me pierdo entre edificaciones y lodazales.
El barro está resbaloso. Invado marcas de los arqueólogos y adivino su
afán de encontrar restos humanos.
Violamos tumbas para recuperar
nuestra perdida alma. Mas a doscientos kilómetros del mar, el agua
y los caracoles de las inscripciones
preservan la revelación.
De regreso a Cuetzalan, Kabah
duerme, Marcia calla. Aunque me
duele un poco la cabeza, conduzco.
Me concentro adivinando cada hondanada que atascaría el auto. Juego con la idea de que el silencio de
Marcia y el sueño de la niña son el
ne anuncia una de Pedro Infante,
Marcia me pide regresar donde las
garzas.
— Hace unos años mataron a
unos estudiantes al pie de la Malinche. Era un pueblo como éste. Con
párroco, altavoces y fanatismo. Vi
la película, todos los de Canoa, como Fuenteovejuna, lincharon a
aquellos muchachos. Kabah nos
despierta y nos promete el desayuno para cuando lleguemos a la mesa. Más tarde, nos lleva a un salto
de agua a través de una brecha empedrada, dificilísima, donde una
construcción entrevista en un recodo me sorprende. Pero Marcia quiere aprovechar el sol y el agua antes
de la hora de la niebla. Llegamos
hasta una cañada donde tras veinte
buena mujer, alcanza con rapidez el
aburrimiento que deseaba provocarle al principio del arroz. Para la primera papa frita de los bisteces, nos
ha abandonado. Suspiramos tranquilos en nuestra reconquistada soledad y saboreo la comida en tanto
Marcia evoca anécdotas de su viaje
europeo.
Aquí no fluye el tiempo con la rapidez con que sucede en otros sitios.
Miro el reloj y son apenas las cuatro de la tarde, con una luminosidad
imprecisa que bien pudiera definir
el mediodía.
Le pregunto a Kabah si sabe de
las excavaciones y pirámides que
están cerca de aquí. Se ofrece de
guía y partimos tras el café.
La brecha es lenta, lodosa, la vegetación exuberante. El centro ceremonial se ve abandonado. En días
nadie ha hollado su silencio. Recorremos cada pirámide y hurgo en
cada túmulo, me complazco pensando la actividad de este sitio hace seiscientos, setecientos años. Me
gusta la coloración de las piedras, su
secreta comunicación con Tajín,
con los olmecas, reconozco el rasgo que identifica algún dios. Son bajas las pirámides porque tienen además la estatura de las montañas.
Les comento a Kabah y a Marcia
que una impresión semejante deben haber producido las pirámides
de Teotihuacan en los conquistadores. Cuando ellos llegaron, única-
producto de años de matrimonio. Y
me doy cuenta de que hay una nostalgia de lo no vivido tanto o más
atroz que la del pasado.
Llegamos al anochecer, a la hora de la más densa bruma. Kabah se
despide de Marcia, promete llevarla a nadar mañana. A mi me enseñará la iglesia de las ollitas.
Caminamos hasta la farmacia, pido un analgésico; Marcia, unos tampax. El vendedor se escandaliza, llama a su mujer para que nos atienda.
Cosas de mujeres. Espero afuera, en
la plaza. A través de altavoces inmensos el cura proclama la hora de
la próxima misa. Marcia viene furiosa con un paquete de algodón y un
rosario de imprecaciones. Para callarla, entro en la iglesia; mujeres
embozadas visten de Dolorosa una
imagen de la Virgen y cantan el falsete con una tristeza que me enferma. En un ataúd de cristal y plata,
un Cristo muerto espera la resurrección.
resbalones y un sendero abrupto
hay una señora que vende cervezas
que saben mejor que las de cualquier anuncio, con un fondo natural más bello que el de muchos
anuncios.
Marcia se olvida de sus días, de
mí, de Kabah, del mundo y no puedo evitar la tentación del lugar común y estremecerme ante su belleza e imagino que así imaginó el griego a las ninfas y náyades y que,
como yo, casi lloraba de emoción y
de tristeza por comprender que esos
instantes sólo nos deslumhran y
consuelan el resto de nuestras vidas, mas no son eternos.
— Éste fue un convento que no se
acabó de construir nunca —miente
Kabah, con lentitud—. Los hombres
que deseaban vivirlo eran perversos, y quiso Dios que nadie habitara esta montaña, porque había huellas del mal en cada una de las piedras, y que se quedara así el lugar
para recuerdo de que los malvados
mueren por serpiente o los destroza la barranca.
Recorro lo que debió ser el proyecto de una hacienda cafetalera y
textil. Una construcción bien pensada, fuerte que, en cualquier descuido del presidente municipal, un
gobernador ambicioso convertirá en
centro turístico para desarticular la
vida de Cuetzalan y poner fin a la
leyenda de las garzas. El camino al
Calvario debió ser un ascenso tan
Afuera es de noche. Le cuento a
Marcia acerca de la complicidad de
Cleopatra y Antonio, que disfrazados, en la oscuridad, se divertían
adentrándose en los barrios y en las
tabernas, escandalizaban y vivían
como los más despreocupados y libertinos habitantes del imperio ptolomeico.
Pero el pueblo no es Atenas ni
Tebas, mucho menos Cartago o Babilonia. Fantasmal, discreto, un ci-
indefinida luz del alba. Bajan entonces a la tierra: se deslizan por las
pendientes del sol, se entremezclan
con las gentes en los sitios públicos,
en los mercados, en las hileras que
aguardan su autobús en las esquinas, en los parques. A veces los he
visto vender lágrimas de las mujeres de la luna, y estafar a los ambiciosos con los desechos del cielo. Se
burlan de la humanidad y, sonrientes, regresan a reposar en las máscaras o en esos antiguos habitáculos, para contar sus aventuras.
difícil como el camino a la iglesia de
las ollitas, el cementerio de Cuetzalan, con la diferencia de la llovizna,
las lajas resbalosas y la soledad de
la calle durante la siesta vespertina.
Agustín Yáñez se hubiera sentido en una orgía de tristeza arrebatadora en la blancura de estas calles
de mujeres enlutadas. Pero Kabah
afirma que éste es un pueblo donde también hay alegría. Asegura
que de los otros poblados vienen
cuando se festeja el café, y que rivalizan frente a la plaza diversos voladores de Papantla. Se goza durante los días de mercado, cuando las
mujeres lucen sus más coloridos rebozos, según su etnia, condición y
casta, y también los días cuando piden a una muchacha, y cuando hay
bautizo o matrimonio; y cuando haga ella su primera comunión habrá
fiesta, y podrá usar zapatos y los demás domingos también y Marcia le
dice que si quiere que ella sea su
madrina y Kabah dice que sí, que de
libro y rosario, porque ya tiene madrina de vestido, y va a estrenarlo
el día de su primera comunión.
La avenida desde el portal hasta
la iglesia la bordean las tumbas. Las
hierbas son casi tan altas como Marcia y cubren casi totalmente algunos sepulcros. Hay muchas lápidas
que hablan de niños muertos. Las
capillas familiares compiten en tamaño y ostentación. Los apellidos
se repiten, se cruzan, mantienen
sus incestos seculares tras la muerte. Éste es Cuetzalan, aquí permanecen los dueños de la tierra, y
aguardan a los que transitan por las
calles prestadas, por las iglesias y
mercados que hablan de efímeras
glorias o por los hoteles que tienen
puerta de salida. Éste no. Aquí gqbieman los Pedros Páramo y los mayores Sabines. Todos aquí, en medio de sus flores, parasitan el sueño de los vivos. Kabah reza. La torre
de la iglesia de las ollitas, piramidal,
funesta, tiene bordeada cada arista
por cientos de jarros vueltos hacia
la tierra. Las vidas pasadas son ollas
vacías.
— Éste es un viaje de placer—, le
digo a Marcia. Ella me toma de la
mano y seguidos por Kabah regresamos al hotel.
Es hora de la cena. Marcia se ha
bañado y trae húmedo el cabello. Se
apena conmigo de la admiración de
los rostros de los dos campesinos
que observan a un muchacho que
escribe en una hoja blanca. Lo interrumpen para preguntarle si no le
importa que lo miren, porque —
explican— se ve muy bonito que alguien pueda dibujar letras tan rápido y tan parejitas. Y le sonríen amigables. Él les invita una cerveza. La
escena es hermosa, pero no deja de
poseer un halo íntimo de tragedia.
— Me hace falta la ciudad. La ciudad matiza los extremos. Fuera de
ella, luces y sombras contrastan sin
matices intermedios.
— No puedes cambiar nada.
— Lo tengo claro desde la mañana que mataron en El Hotel a Masiosare.
— Patricio, eso tampoco tiene remedio. Pasó hace mucho.
— Esas cosas no terminan de pasar nunca. Siempre las recuerdo. No
hay más diferencia entre el pensamiento científico y el pensamiento
de lo sagrado. Científicamente se
actúa y vive de manera lineal; en el
mundo sagrado, los ciclos y la eternidad están conjugados. Es la diferencia que hay entre el periódico y
las revistas informativas con los libros de la revelación en las religiones, con sus mitos y sus ritos. En mi
pensamiento, conservo los ritos de
mi historia.
— Eres tu propio mito.
— ¡Claro!
— Estás loco, loco, Robles—, me
dice y me besa.
— No, mujer, soy un chamán de
los más efectivos que conoces. Ten
paciencia y te explico la verdad de
las cosas, aprovechando que estamos en el centro del universo.
Y le expongo que quizá en este
nudo, ónfalo del cosmos, como en
el mito de Brandan, los actos son reflejo de la gesta que origina el mundo. Símbolo del primigenio paraíso,
las garzas —trama de la hierba— nos
contemplan múltiples, mientras los
rostros de los demás dioses —débiles y poderoros— conjuran murmurantes tras las máscaras. Cantan por
las noches, Marcia, y de jirones de
nube fabrican sus vestimentas en la
En días de tedio se embriagan,
provocan pendencias entre los hombres, beben su sangre y desaparecen, sonrientes, maliciosos, en silencio. Secuestran a veces ángeles,
extorsionan fantasmas, cuenta Burton, y en los atardeceres melancólicos venden figurillas del pasado y
predicciones a quienes confían en
la suerte.
Si una hija de los hombres los seduce, buscan conquistarla, poseerla, arrebatárnosla: disfrázanse de gigantes y sitian las ciudades, pervierten el destino y a las furias para
asegurar su triunfo. Y son ellos
quienes rumoran acerca de demonios y de pestes para atemorizar al
débil.
Y observa: la rigidez de sus rostros, la madera, los colores deslumbrantes no impiden la percepción:
tras semejantes rictus, sus gestos
son más sublimes y terribles de contemplar que los de cualquier humano. Algo heredamos de su misericordia: si intentas develar el rostro,
no encontrarás nada más del estremecimiento en los íntimos recodos
de tu espíritu, donde sientes palpitar la vibración del eco de su carcajada: burla, advertencia, amenaza.
Los infiernos y los altos cielos son
nada más para la visión de los
sueños.
Y esa noche, tras la visita a la
iglesia, perdido en el amor de Marcia, en el cansancio y el deseo, encontraba en sus lunares, en la secreta posición sobre su piel de cada una
de sus tenues pecas, en la más leve
huella de una cicatriz, o en los trigales de su vello y sus cabellos, la
configuración verdadera de los caminos del cielo, la posición de estrellas y de constelaciones jamás
vistas por mirada de hombre; la
creación de quasares, novas y galaxias que únicamente se formaban
para mi testimonio en inaccesibles
espacios cósmicos. Y tuve su sabiduría secreta, ardiente, verdadera.
Y como la voz complaciente de Minerva, entre el canto de los grillos
y las cigarras, ululaba en la alta noche la lechuza, mientras a unos pasos conversaban los más antiguos
dioses.
F r a g m e n t o de la n o v e l a Los caminos del
hotel que será publicada p r ó x i m a m e n t e por
la editorial Joaquín Mortiz.
LEONARDO SCIASCIA
•
En memorla
Ει repentino Υ largo invierno se e xtenιia
en el siroco de mayo: helada
clara fabula que al concluir
te trae la muerte -asi como las amapolas
ahora se encienden
en una f10racίόη de sangre .
Υ las primeras rosas estan cerca
de tus manos exangίies,
las rosas que han brotado en este val1e
de olivos Υ de azufre, a un 1ado de la muerta
via del tren,
jun to a las aguas amarillas Υ fangosas
que 10s griegos
llamaron de oro. Para nosotros de οτο
fue tu vida, la nuestra
que nos queda -mientras las g010ndrinas
cruzan la noche con sus vue10s,
mi triste noche que es la tuya.
Υ
L ο s muertos
Los muertos van, en el carro negro
incrustado de οτο fιinebre, al ritmo
lento de 10s caballos: Υ la banda
a menudo toca para ellos.
Α su paso, 1as mujeres corren
a cerrar 1as ventanas,
se cierran 1as tiendas: sό10 un resquicio
para observar el d010r de 10s parientes,
1a cantidad de 10s que forman e1 cortejo,
la categoria de1 carro, las coronas.
Asi se van 10s muertos en mi tierra;
cerradas las ventanas Υ las puertas,
como implorandoles que sigan, que 01viden
a 1as mujeres atribu1adas,
al vendedor que pesa Υ roba,
a1 ηίfιo que juega Υ odia,
10s ojos vivos que pu1u1an
detras de 1a sίmu1acίόη de 10s postigos
que se cierran.
de La Sicilia } ίΖ suo cuore
Τraduccίόn
de Fabio
Μοrάbίto
Bibl io teca de N:i ιixico
S3
CARMEN LEÑERO
Máscara de
tres cabezas *
lguna vez se creyó que los ojos
emitían rayos de luz que al chocar
con los objetos hacían posible la visión. No me parece extraño. Al mirar sentimos que algún tipo de energía sale de nosotros. Aunque para
ver baste con abrir los ojos, asociamos la vista —más que el empleo de
los otros sentidos— a un movimiento de la voluntad. La mayoría de los
sonidos, olores, sabores, y muchas
de las percepciones ligadas al tacto,
como la de la temperatura, parecen
llegar hasta nosotros sin que hayamos tenido que hacer ningún esfuerzo: creemos ser receptores pasivos de las sensaciones. Por el contrario, mirar nos lanza fuera de
nuestra esfera corporal y nos involucra estrechamente con el entorno.
La más insignificante de las pasiones es suficiente para convertir
nuestra mirada en Acto (declaración, reto, súplica, anuncio, petición, pregunta), del que nos sentimos responsables aunque sea en secreto. En efecto, muchas veces
resulta más comprometedor observar las cosas que extender la mano
y tocarlas. Es por eso quizá que el
acto de ver acentúa nuestra ilusión
de ser sujetos originadores de la percepción.
¿Qué queda a la vista cuando levantamos los párpados? Lo más vulnerable del cuerpo exterior: dos esférulas húmedas con sus orificios y
sus delicadísimas membranas, que
a la luz despliegan un poder misterioso de atracción sobre el espacio
circundante. Y pareciera que sí, los
ojos abiertos "emiten" una fuerza
que llama la atención e inquieta a
otros seres, como un grito silencioso o una señal de alerta. No tan en
vano, me parece, esconde la cabeza el avestruz. Abrir los ojos y mirar significa también "darse a ver",
ofrecerse como espectáculo, y por
eso es esencialmente un acto reflexivo. Cuando Narciso se inclina sobre el ojo del estanque, dice Bachelard, no es sólo Narciso quien se mira reflejado, sino el paisaje entero
que "se" contempla sorprendido por
sus ojos. Lo que ha quedado a la vista, además de ese paisaje en forma
• Sobre E N R I Q U E I V de Pirandello
( e n la t r a d u c c i ó n de E d i c i o n e s G u e r n i ka, M é x i c o , 1 9 8 6 ) .
de cono —ángulo tridimensional de
nuestra visión, según explica Ruggero Pierantoni en El ojo y la ideaes un par de globos diminutos y gelatinosos, como dos animalillos, cuya cara anterior oscila de continuo,
apuntando aquí o allá, presa de incesantes vibraciones.
No se puede mirar a los ojos sin
ser visto —a menos, claro, que la luz
describiera de pronto trayectorias
fantásticas. La mirada ajena descubre en principio nuestra intención
de ver, y dado que esta intención,
salvo en casos extraños de contemplación desinteresada, viene cargando siempre algún deseo, algún
propósito, descubre también la carencia correspondiente, esa forma
que adopta nuestra necesidad, ansiedad y estrategia. Nuestra mirada
exhibe la ausencia del objeto que
deseamos, la finalidad aún no cumplida a la que se orienta nuestra pasión, eso que nos falta, modalidad
difícilmente camuflajeable de la intimidad. Y es ella, la intimidad que
revela nuestra intención, la parte
también más vulnerable, por expuesta, de nuestro espíritu. La ilusión de ser los sujetos primordiales
de la visión hace que esta intimidad
se confunda con una imagen más o
menos vaga de lo que llamamos
identidad. "Los ojos son las ventanas del alma", se dice. Y sin embargo no parece haber tras la mirada
un alma única, un ser siempre idéntico a sí mismo, más allá de los estereotipos y variaciones de la personalidad.
Esto resulta muy claro, por contraste, cuando miramos a los ojos de
un débil mental, un paranoico o un
esquizofrénico. ¿Quién se encuentra tras esos ojos? Los "filtros" de la
personalidad se han enturbiado o
desvanecido y sin ellos nuestra visión se abisma. Los ojos del ser que
nos enfrenta se niegan a actuar directamente como espejo, y parecen
más bien un pozo al fondo del cual
está el ser agazapado, translúcido,
como un fantasma desprovisto de
atributos. Si el lector ha tenido oportunidad de mirar en los ojos de un
loco se habrá hecho tal vez las mismas preguntas: ¿qué es este hombre?, ¿quién me mira?, ¿qué mira
en mí? Confundimos la expresión
de esos ojos con la mirada absorta
de un insecto, la mirada intraspasable de un dios o la ceguera pétrea
de una estatua que hubiera inesperadamente "despertado". Dice Enrique IV:
"¿Verdad
que
sentís
que
ésta
vuestra inquietud puede convertirse e n t e r r o r c o m o a n t e a l g o q u e
os p u d i e r a q u i t a r la t i e r r a b a j o l o s
p i e s , o el a i r e q u e r e s p i r á i s ? Sí, fat a l m e n t e . P o r q u e ¿ s a b é i s q u é sign i f i c a h a l l a r s e a n t e u n l o c o ? Significa hallarse a n t e u n o q u e sacud e d e s d e sus f u n d a m e n t o s
todo
cuanto habéis construido en vosotros, en d e r r e d o r d e v o s o t r o s "
( I I , P- 4 7 ) .
Es difícil mirar a los ojos de un
demente y conservar la ecuanimidad; difícil contemplarlos sin sentirse inquietantemente descubierto,
pero ¿por quién?
Ciertos insectos —como la
araña— y ciertos reptiles —como la
lagartija o la boa— atrapan a sus víctimas sometiéndolas a la fascinación de su mirada. Una vez hipnotizadas, quietas, saltan sobre ellas y
las engullen. ¿De dónde proviene su
poder hipnótico? Quizá de la esfericidad desnuda de sus ojos, de esa
irritante redondez, ilimitada aunque
finita; pero sobre todo, de una característica más difícil de nombrar
pues se trata de una ausencia: lo aún
no constituido en el ser del reptil o
del insecto, carencia que lo emparenta con lo elemental de la roca,
con el reino de lo estático y atemporal —¿será la falta de memoria, de
autoconciencia? La huella de "lo
que no es todavía" (o de "lo que ya
no es", en el caso de la estatua) forma en el iris eso que atrae, un vacío que busca colmarse, misterioso
sentido de su "hambre".
Como si en verdad fueran dos
animalitos amenazados, nuestros
ojos rehuyen el encuentro frontal
con una mirada igualmente voraz y
"carente", por desposeída; es decir,
de una mirada que por una u otra
razón hubiera extraviado los revestimientos que ocultan la desnudez
peligrosa del ser. Rehuyen mirar de
frente el extravío, por no quedar
cautivos, suspensos. Es difícil contemplar a los ojos de un desquiciado, pero también de cualquier otro
ser que se halle en trance de despo-
Altorrelieve pora la Puerta del Infierno, Augusto Rodin.
sesión a fin de ser "ocupado" por alguna potencia sobrenatural, como
sucede al médium, al místico, al poseso. Negarse a ver sería nuestra
única defensa, ya que mirar nos coloca en la misma vulnerable situación de quien ataca.
La peligrosidad más o menos resentida del acto de mirar se debe
también a otra circunstancia: ver
exige estar presente, hallarse frente al objeto que se observa, aunque
sea sólo una imagen reproducida.
Ver es estar ahí, presenciar. Quizá
por eso nuestra cultura privilegia,
entre las formas de contacto físico
con el entorno, la vista. Ella nos coloca en un estado de máxima intimidad con el mundo que conocemos. Ni el tacto, ni el oído, ni el olfato, ni el gusto, ni la imaginación
pueden proporcionar, salvo muy
peculiares excepciones, una sensación tan abrumadora. Del mismo
modo, no es igual conocer de oídas
— o de leídas— que mirar con propios ojos. Es ésta precisamente la
fuerza y la debilidad del teatro frente a la literatura.
Orwell cuenta cómo un corresponsal belga que había cubierto toda la información sobre la segunda
gran guerra sin haber tenido que
presenciar, curiosamente, ni una
sola batalla, cayó por primera vez
en la desesperación, durante un paseo, al ver el cadáver de un soldado
alemán tirado de espaldas sobre un
puente semidestruido. Hasta ese
momento la guerra había sido para
él algo inmaterial, una realidad imaginada, físicamente ajena.
La intensidad con que la visión
se impone a nuestra conciencia es
tal, que con frecuencia nos "separa" de nuestro mundo interior. T o da percepción visual parece ser capaz de "deslumhrarnos" al punto de
anular nuestras visiones más íntimas, nuestras secretas certidumbres. Y este deslumbramiento se
apodera de nosotros hasta que aparece alguien que desde afuera nos
descubre: un espectador de nuestra
mirada absorta. El tercer ojo de los
Lamas es quizá ese ojo extranjero,
fuera del terreno de la mismisidad
corporal y anímica. El que clava en
el vórtice del cono la frontalidad de
otra mirada. Ya no se trata sólo de
mí, que me miro hacer, sino de al-
guien más que me percibe de un
modo que desconozco. Y es que este tercer ojo, el Ajeno, no es directamente especular, no refleja nuestra faz inmediata —la de nuestra
personalidad— sino que la ignora,
atravesándonos. No sería el de la reflexión sino el de la refracción, pues
al mirarnos desvía la luz que nos
deslumhra. Es el ojo traslúcido y
ciego que se la traga, dejando a la
vista nuestra más impenetrable desnudez, nuestra desposesión de atributos. Y con esa especie de reflejo
opaco nos fascina.
Este tercer ojo, mirada de un espectador de cuerpo presente, traspasa el ámbito de la mimesis y con
su sola presencia instaura la teatralidad —superación de lo icónico, según Ubersfeld. Cuando Pirandello
lleva a escena los temas que ha desarrollado ya en su narrativa (la
identidad rota, la subjetividad irreconciliable con el mundo, la imposible comunicación entre los hombres) introduce un nuevo jugador
en el conflicto: el público, que al
presenciarlos problematiza estos temas de nueva cuenta. El lector de
sus novelas, situado en otro lugar y
en el futuro, podrá evadirse, ver sólo las huellas gráficas de una evocación, aunque sus ojos recorran
muchas veces las líneas que describen al personaje dividido, que reproducen las palabras del delirio,
que aluden a la mirada del demente
o de un muerto que resucita. En cambio, el espectador presencia el fulgor
del extravío en los ojos del loco, oye
los parlamentos del delirio, siente en
el espacio los cuerpos en que se desdobla el protagonista. El lector se
entera e imagina; el espectador v e
y escucha, pero además, es visto.
¿A quién ve y escucha?, y ¿qué
ve y escucha en lo que ve? En principio ve al actor, observa su actuación y escucha los parlamentos. Esto que ve y escucha ocurre en realidad pero es mero fingimiento de
"otra cosa"; el espectador lo sabe y
niega el sentido literal de lo que presencia (piensa por ejemplo: "ese
hombre no está loco"). Luego responde a su manera: con ruidos y
movimientos sobre su butaca, suspiros, atención, aplausos, reacciones químicas —en efecto perceptibles para el actor.
Las cosas se complican porque el
espectador no sólo mira al actor y
a su actuación, sino a un personaje
que en realidad no se está dirigiendo a él, sino sólo a los otros personajes. En este sentido, es simple testigo de lo que hacen y dicen ellos
en el universo cerrado e "intocable"
—corporalmente impenetrable— de
la ficción. Aunque las acciones y los
diálogos sean ficticios, el espectador
sabe que no son "reales" en la medida en que puede identificarlos con
su experiencia vital (y pensar: "ese
loco podría ser un hombre real"). La
identificación —consciente o no —
con el loco ( " . . . un hombre tan real
como yo mismo"), con su antagonista o con algún personaje del drama, ocurre en el secreto de su corazón: ni los otros espectadores, ni
los actores son testigos de tal encuentro. Pese al secreto, se da durante la representación un fenómeno de intimidad compartida: lo que
ocurre sobre el escenario —mentira
por ser mimesis, pero verdad por
ocurrir en el espacio y tiempo
concretos— es percibido como ficción e interiorizado como verdadero en complicidad con los demás espectadores, y los actores se convierten en testigos indeseables de este
invisible acuerdo. Relación silenciosa que va de espectador a espectador, y que se teje no sólo ante los
ojos pretendidamente ciegos del actor, sino ante los ojos efectivamente ciegos del personaje. Ciegos, digo, porque esa mirada se despliega
desde el ámbito de la ficción, ya que
el personaje está, de [acto, ausente
del lugar y del momento en que se
encuentra el espectador.
Observemos ahora: en el vórtice
del cono que forman las miradas de
los espectadores sobre la escena, están los ojos de un muerto: Enrique
IV de Alemania. ¿Es este complicado juego de la teatralidad, basado en
el viejo motivo del espejo y en el
igualmente viejo ardid de la locura
lo que contempla el público de Pirandello? Sufrimos la tentación de
responder, junto con los sociólogos
del teatro, que lo que Pirandello "da
a ver" al espectador es el espectáculo de sí mismo, en tanto que el individuo moderno dividido, aislado
de sus semejantes —los otros espectadores, los otros actores— allá en
lo profundo de su confusa conciencia. Pero creo que no es sólo eso.
Tampoco bastaría con decir que Pirandello quiere exhibir el inquietante rostro de la locura —que tuvo cotidianamente ante sus ojos durante
años—, o complacerse con otra ingeniosa composición del tipo "teatro dentro de! teatro" — corno eñ Seis
personajes. . . Ni filosofía recitada,
ni literatura ilustrada hace Pirande11o. ¿Qué es entonces lo que pone
ante nuestros ojos? En este punto
me atengo a lo que dice Enrique IV
cerca del final del acto segundo, como si se tratara de una clave:
A y d e v o s o t r o s si o s s u m e r g i e r a i s
c o m o y o para c o n s i d e r a r esta cosa h o r r i b l e q u e
quece:
que
de verdad
enlo-
si e s t á i s j u n t o a
al-
g u i e n y lo miráis a los ojos —com o y o m i r é un día c i e r t o s o j o s podéis consideraros mendigos
te u n a
p u e r t a p o r la q u e
an-
nunca
p o d r é i s entrar: el q u e entra nunc a s e r á u n o m i s m o c o n su
propio
m u n d o a d e n t r o , tal c o m o l o v e y
lo toca; s i n o otro, e n
su
mundo
impenetrable. . .
("Larga pausa, continúan las acotaciones de Pirandello. En la sala,
las sombras comienzan a hacerse
densas acreciendo la sensación de
extravío y de profunda consternación [. . . ] El gran enmascarado se
ha quedado absorto contemplando
una espantable miseria que no es
solamente suya, sino de todos. . . " ) .
Si acaso durante esa pausa Enrique
IV te mira ahí sentado en tu butaca, ¿quién te mira?, y ¿qué es lo que
mira en ti? Tú podrías responder
por eliminación: No me mira el verdadero e histórico Enrique IV, sencillamente porque está muerto. No
me mira el marqués demente, porque el marqués vive encerrado en
una villa solitaria de la Umbría. N o
me mira el personaje teatral que inventó Pirandello — un loco que imita su locura—, porque ese personaje es de palabras y pertenece al
mundo hermético de la ficción. No
me mira el actor, porque supuestamente está actuando y debe fingir
que ignora mi presencia. No me mira ese hombre de todos los días,
contemporáneo mío que se dedica
a ser actor, porque en estos momentos se encuentra ocupado en ser
otro, se ha desposeído de su personalidad habitual para encarnar el espíritu de un muerto y no puede, por
tanto, mirarme "a título personal".
¿Quién es entonces quien contempla "esa espantable miseria que no
es solamente suya, sino de todos" y
a la vez cruza su mirada extraviada
con la suya, atenta y fija en él?
En el teatro, área de excepción,
donde sí es posible mirar a los ojos
sin ser visto —en apariencia—, resulta que una mirada desde el escenario se ha topado contigo, ¿qué ha
sucedido en ese instante hipotético?
Mientras decides, y en el tiempo
que dura la pausa indicada por Pirandello, contaré una historia de
máscaras:
Movido por su arrogancia, Perseo
ofreció a Polidectes, rey de Sérifos,
entregarle la cabeza de Medusa, una
de las tres Gorgonas. Estos monstruos alados se encargaban de vigilar los límites entre el mundo de los
vivos, el de los muertos y el de los
inmortales; cruza de lo bestial y lo
humano —como la esfinge — , de lo
pétreo y lo divino, poseían cabellos
y brazos de serpientes, cara enmascarada, boca abierta en una mueca
aterradora, los carrillos inflamados,
el cuello protegido por escamas de
dragón, y colmillos de jabalí. Emitían ruidos inquietantes, como un
crujir de mandíbulas, relinchos, bufidos demoníacos. Y sus ojos tenían
el poder de convertir en piedra a
quien las mirara.
En una ocasión Atenea, que había inventado la flauta para imitar
esos sonidos sobrecogedores, descubrió en el reflejo del agua la deformación de su rostro mientras tocaba — tan semejante en ese momento al de la Gorgona— y encolerizada
arrojó lejos el humillante instrumento. La flauta, rival del dulce y
civilizado canto de Apolo, provocadora del trance, el delirio y la posesión durante los ritos dionisíacos,
quedó desde entonces asociada con
Gorgo, y Gorgo a su vez con la
locura.
| Palos Atenea, Gustov Kliml.
Las Ninfa brindaron a Perseo los
avíos para derrotar a Medusa: unas
sandalias voladoras para transitar
entre el cielo, la tierra y el infierno,
y el gorro de invisibilidad —el llamado casco de Hades—, que no era
sino la máscara de un muerto. A estos talismanes se sumó el espejo
que le dio Atenea —quizá su escudo—, gracias al cual Perseo logró ver
a Medusa en el reflejo y decapitarla sin cruzarse con su mirada petrificadora.
Del cuello sangrante de Medusa
surgió Pegaso, quien por ser portador del rayo y el trueno, transitaba
entre la zona ctónica y el éter como
mensajero del reino sobrenatural
que Gorgo vigilaba. Como él, Perseo
viajó sobre sus sandalias aladas, con
la cabeza del monstruo bajo su brazo. La cabeza conservó sus propiedades y Perseo, antes de dársela a
Atenea —que la pegó en su escudo—, la usó para convertir a sus
enemigos en estatuas.
"Ver a la Gorgona, explica Vernant (La muerte en los ojos), es mirarla a los ojos y con ese cruce de
miradas dejar de ser uno mismo, un
ser vivo, para volverse como ella,
potencia de muerte [ . . . ] significa
perder la vista, transformarse en
piedra ciega y opaca". Por efecto de
la misma fascinación que ejercen
ciertos reptiles sobre la presa, la
máscara de Gorgo, si acaso nos topásemos con ella, nos absorbería la
mirada, nos traspasaría —como la
mirada de un loco—, devolviéndonos una imagen primaria de nuestro ser, una imagen revertida. La
mirada sin fondo de lo sobrenatural
que posee el monstruo nos "daría a
ver" nuestro propio rostro de piedra, hueco, desposeído de emociones y cualidades, rostro de un desconocido: el muerto que seremos.
Es imposible mirar de frente el
rostro del enigma sin caer presa de
la fascinación. Para vencer la mirada de Gorgo harían falta los talismanes de Perseo, al menos simbólicamente. Ya sea porque usa el casco
de invisibilidad, ya porque porta la
cabeza degollada de Medusa, el héroe se identifica con su antiguo
nombre etrusco: Phersu, que significaba: "hombre enmascarado",
"portador de la máscara", y que da
origen a la palabra latina persona:
rol teatral, personaje.
Bien podría ser Enrique I V una
reencarnación de Perseo en la escena moderna. La Locura es máscara
cuya mirada lo fascina y petrifica,
convirtiéndolo en Forma fija opuesta a la Vida —según la propia concepción de Pirandello sobre el arte.
Recordemos que es la imagen de
Enrique IV a caballo, fija en un grabado, la que inspira primero aquella farsa carnavalesca que nos relatarán los personajes, y después, la
tragedia que sobre el escenario reviven. En el principio de la fabulación está pues la figura del Gran
enmascarado como jinete, y ello re-
cuerda también a Gorgo, enmascarada y equina.
Pirandello emplea la locura no
sólo como tema sino como metáfora del teatro, dice Bernard Dort en
su artículo "Genet y Pirandello". Pero a la vez, el juego de miradas que
instaura la teatralidad podría ser
una metáfora de los procesos de la
locura: desposesión, desdoblamiento, aislamiento en un mundo cerrado subjetivo, saltos de puntos de vista, ritualismo, etc.
El demente tiende a ignorar las
relaciones causales entre los hechos, o la relación de un fenómeno
con su significación y contexto. T o do acto se vuelve autónomo, absoluto, sin un afuera, un detrás o un
antes que lo explique. Dada esta
unicidad hermética, el más mínimo
gesto se convierte en enigma. La
conciencia pretende entonces desgajar esa impenetrabilidad esférica,
sin artistas ni agarraderas, romper
o desdoblar toda voz, objeto o imagen, y poner los elementos desgajados a dialogar. El diálogo no es necesariamente verbal, ni se realiza a
través de acciones contrapuestas; es
un encuentro de miradas, un duelo. Cada elemento del desdoblamiento es un núcleo de conciencia,
un ojo que mira otros ojos, y en
ellos se reconoce y desconoce. El
drama de Enrique IV se cumple en
este encuentro. Y entonces, actos y
palabras constituyen un rito sin finalidad aparente: gratuidad de lo
teatral. El sentido del rito permanece encerrado, en una villa solitaria
de la Umbría, hasta que se presenta una mirada ajena y rompe el
cerco.
En el teatro interior de la conciencia, el personaje de Pirandello
— sujeto y objeto del enigma— se ha
visto obligado a desdoblarse, ha
adoptado la máscara de la locura y
tras ella ha vertido su propia imagen de espectador. Pensémoslo
así. . . El actor: un marqués de principios de siglo. El personaje: Enrique IV. El espectador: un loco. Resulta curioso que la Locura sea no
sólo la máscara del actor sino sobre
todo la del espectador. No hay simple desdoblamiento del individuo en
tres caras "personas", ni simple reversión de roles (un actor-espectador, un espectador-personaje, un
personaje-actor, etc.), sino inversión
de funciones por obra de la locura:
un actor que finge actuar de loco,
un loco que finge ser actor. Su personaje, adoptando el disfraz de un
muerto, se da a ver el espectáculo
del desvarío. Y espectador de sí mismo descubrirá al final que su demencia — supuestamente ficticia—
es definitiva e involuntaria, y en esa
medida, real.
Para que esto suceda ha sido necesaria la llegada de visitantes ajenos a la villa. El loco es sorpendido
por la aparición de otro espectador
de su locura, un espectador distinto de su ser desdoblado. Son ellos,
sus amigos y enemigos, que conocen la vida del marqués pero también la historia de Enrique IV, los que
"hacen" verdaderamente la escena
teatral y abren la redondez invulnerable de su mundo subjetivo, de su
autónoma ficción. Y aunque esa ficción se hubiera apropiado ya del
tiempo y el espacio reales de la villa (con su mobiliario antiguo y sus
sirvientes disfrazados durante años),
no es sino hasta que llegan los intrusos cuando el drama de la subjetividad trasciende al ámbito craneal
del Rey y alcanza las proporciones
de un escenario. Voces e imágenes
de la mente del loco se materializan
y modifican ahora ante un público
espectador.
El teatro no es la mera puesta en
marcha de un relato sino la metamorfosis continua de sus signos
frente a una mirada extraña. La difracción del personaje no ha ocurrido sólo en el espacio —varios cuerpos, varias imágenes de Enrique
IV— sino en el tiempo: vemos en escena al hombre viejo y al hombre
joven, al hombre antiguo y al hombre moderno, al vivo y al muerto;
todos bajo el signo de la misma Máscara indefinible. Esa indefinición es
el secreto de la permanente transfiguración de sustancias en la obra.
La imagen del personaje transita del
estado etéreo del espectro al estado
material de la estatua, del pétreo al
carnal, del mortal al postrero, del
real al ficticio. Y circula como Pegaso y como Perseo alado, entre la
zona de lo visible y lo invisible. Tres
instancias son las que recorre como
ser: la imagen inasible, en el retrato; la máscara, en el cuerpo vivo; la
del muerto, en la estatua ausente.
Las leyes de la locura reinan en el
mundo que ha inventado primero
Enrique IV, y luego Pirandello, con
su tiempo y espacio autónomos,
aunque dolorosamente encajados
en lo real. Las fases en que actúan
estas leyes son también tres: el desdoblamiento, por el nombre; la reversión, por el relato —como el reflejo en el agua— y la inversión, por
la mirada ajena —como un espejo
falso.
El afán recursivo de Pirandello
parece ecuación vana hasta que entramos en la misma razón y comprendemos: el torbellino de desdo-
La sangre de Medusa, Fernand Khnopff.
blamientos, reversiones e inversiones que crea la locura hace el efecto
de un cono cuyo vórtice es un gran
ojo. Un ojo de tres caras (la del actor, la del personaje y la del espectador) enmascaradas, como las tres
cabezas de las Gorgonas.
En la locura, dice Foucault, se
pierde la personalidad y queda el
ser. Ese ser desnudo, sin rasgos fijos de carácter, presenta un rostro
impersonal cuya frontalidad sobrecoge. No podemos afrontar la visión
del ser desnudo sin sentir un terror
pánico y convertirnos metafóricamente en estatuas de sal. Para mirar
el enigma del ser, que es su propia
desnudez inafrontable, es preciso el
subterfugio del espejo, principio de
lo teatral: "videmus nunc per speculum in aemginate", escribe San
Pablo.*
* ( I . Corintios, I I I , 12) citado por Borges
(Obras
completas,
E m c c c , Buenos A i r e s ,
p. 720).
El escenario íntimo de la locura,
incomunicable para Pirandello, ha
sido sin embargo trasladado al teatro: se han puesto en marcha los
procesos de disgregación de la persona. Pero sobre todo, lo que Pirandello ha reelaborado es la magia de
la Mediación.
El loco, el médium, se sitúa justo
en la línea que divide el mundo de
lo mortal y de lo sobrenatural. Se
identifica alternadamente con el actor que cree ser, con la máscara que
presenta o con el espectador a
quien re-presenta. Se encuentra en
el titubeo entre ver y no ver, ver y
no ser visto. En este guiño funciona la Mediación. Y es ese instante
preciso del titubeo cuando Perseo
logra cortar la cabeza de Gorgo. El
filo de su hoz puede compararse
con el de la espada que usa Enrique
IV para desenmascarar en sí mismo
a la máscara pura (alternativa entre
ser el asesino o el muerto). Su ser
de ficción, su personaje ha sido petrificado en ese instante, y no podrá
nunca abandonarlo.
La espiral de ambivalencias en la
obra intenta engullirnos. Al fondo,
el ojo fascinador suspende las posibles conclusiones: "El teatro es a fin
de cuentas un diálogo con los muertos". "El teatro es la instancia mediadora con lo desconocido". "El ser
de carne y hueso que actúa sobre el
escenario es el instrumento de la
mediación". "El loco absoluto es el
actor que se vacía para ser poseído
por la alteridad absoluta".
El teatro de Pirandello y su transcurrir delirante transfigura la sustancia de sus signos, y como esos
signos son hombres de carne y hueso, transfigura al hombre (única respuesta al enigma triádico de la Esfinge). Como Mediación —entre el
hombre y su ser desconocido— la
representación teatral es el espejo
que permite ver a los ojos a Gorgo
sin morir, es la máscara en el escudo de tal conocimiento.
Volvamos a preguntar ahora sobre aquello que mira el personaje
durante la larga pausa en que enfrenta "una espantable miseria que
no es solamente suya. . .". Enrique
IV no ve nada al cruzarse de improviso con nuestra mirada absorta. Y,
sin que podamos detectar ningún
cambio de luz sobre el foro, balbucea: "Se ha puesto oscuro. . . esto"
(II, 4 7 ) .
Edipo es ciego, porque ha sido espectador. Perseo es invisible porque
ha sido actor. Enrique es la máscara mediadora, de tres rostros, como
Gorgo. Máscara de tres cabezas, pregunta de la Esfinge: "la locura de
ojos ardientes", como la llamaría
Eurípides en el Heracles. ¿Quién nos
mira desde el escenario? Enrique
IV, el vidente. Un tercer ojo convertido en el más cruel espectador de
nuestra mirada ingenua.
LEONARDO
SCIASCÍA
ñrandello.
Cervantes. Unamuno
blicado en el periódico La Nación de Buenos Aires, en 1924;
por nuestra parte, lo hemos
leído en el apéndice de la segunda edición de Hacia Cervantes (Madrid, Taurus, 1960).**
Es un descubrimento elemental: y justamente, Castro se
extraña, dada la universal difusión del Quijote, que haya pasado inadvertido a los numerosísimos críticos de Pirandello.
Esto no quiere decir —según
Castro— que Pirandello haya
imitado conscientemente a Cervantes: "luego que una forma
de arte es lanzada genialmenhablar de Seis personajes te por su inventor, el medio se
en busca de un autor y mencio- impregna de su virtud, y donnar que la obra retoma y desa- de menos se esperaría, surge
rrolla un motivo atisbado ya en el reflejo eficaz del tema o del
el relato La tragedia de un per- procedimiento. La literatura
sonaje (más que atisbado diría moderna debe a Cervantes el
yo), Tilgher* añade a modo de arte de establecer interferennota: "Un motivo análogo se cias entre lo real y lo quimériencuentra en el capítulo XXXI co, entre la representación de
de la novela Niebla de Miguel 10 sólo posible y la de lo tangide Unamuno, anterior por mu- ble. Se halla en él por primera
cho a Seis personajes, aunque vez el personaje que habla de
posterior al relato La tragedia él como tal personaje, que rede un personaje."
clama por sí existencia a la vez
En realidad, el interés por real y literaria, y exhibe el deestablecer prioridades cronoló- recho a no ser tratado de cualgicas cae fuera de todo propó- quier manera. Y ése es el punsito: no solamente porque, to central de Seis personajes,
cuando escribió Niebla, Una- del que todo lo restante es memuno desconocía el relato de ra consecuencia.
Pirandello, mientras que Pi"Desde el final del capítulo
randello no conocía la novela 11 de la Segunda Parte —conde Unamuno cuando escribió tinúa Castro—, los personajes
Seis personajes; no solamente capitales del Quijote comienporque sabemos efectivamen- zan a mostrar ante nosotros su
te cómo ciertas correspondencias y analogías son producto
" E l título del ensayo es "Cerdel tiempo, más que de la co- vantes y Pirandello", pp. 477-485.
municación efectiva; sino tam- ( T . )
bién porque —lo sabemos ahora gracias a un ensayo de AméPirandello nunca tuvo la m e rico Castro— Cervantes puede nor sospecha de esto; y en su enreclamarse como predecesor s a y o sobre El humorismo (Lanciano, Carabba, 1908, 2a. ed., aumende ambos.
tada, Florencia, Battistelli, 1920;
El ensayo de Castro fue pu- actualmente en Saggi, poesie, scritti
Leonardo Sciascía recalcó
en múltiples ocasiones la
importancia que la obra de
Luigi Pirandello tenía para
la suya propia. En palabras
de Mario Fusco, "sin duda,
es su ensayo Pirandello e la
Sicilia, de 1961, el testimonio más profundo de esta
incansable confrontación".
De este libro, desconocido
para el público de lengua
castellana, hemos extraído
un breve capítulo hispanista.
1
1
• A d r i a n o T i l g h e r (1887-1941),
f a m o s o crítico del teatro pirandelliano. ( T . )
vari, Milán, M o n d a d o r i , 1960), la
interpretación q u e hace del Quijote demuestra lo poco que había penetrado en su espíritu
doble personalidad de seres
reales, que viven y andan de
acá para allá, y de figuras literarias, a la merced de la 'segunda' existencia que a un escritor plugo concederles. 'Anoche, dice Sancho, llegó el hijo
de Bartolomé Carrasco, que
viene de estudiar de Salamanca, hecho bachiller, y yéndole
yo a dar la bienvenida, me dijo que andaba ya en libros la
historia de vuesa merced, con
nombre de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, y
dice que mientan a mí en ella
con mi mesmo nombre de Sancho Panza, y a la señora Dulcinea del Toboso, con otras cosas que pasamos nosotros a solas, que me hice cruces de
espanto cómo las pudo saber el
historiador que las escribió
Henos pues con el teatro metido dentro del teatro, de manera tan sutil, que deja en el
lector la inquietud de no saber
hasta dónde llega uno y otro
plano."
El capítulo tercero de la segunda parte del Quijote se abre
con la inquietud del protagonista: "Pensativo además quedó don Quijote, esperando al
bachiller Carrasco, de quien
esperaba oír las nuevas de sí
mismo puestas en libro, como
había dicho Sancho, y no se podría persuadir a que tal historia hubiese, pues aun no estaba enjuta en la cuchilla de una
espada la sangre de los enemigos que había muerto, y ya
querían que anduviesen en estampas sus altas caballerías.
Con todo eso, imaginó que algún sabio, o ya amigo o enemigo, por arte de encantamiento
las habría dado a la estampa,
si amigo, para engrandecerlas
y levantarlas sobre las más señaladas de caballero andante;
si enemigo, para aniquilarlas y
ponerlas debajo de las más viles que de algún vil escudero
se hubiesen escrito, puesto
do — respondió él—, si aún no
está acabada mi vida?"
Y para demostrar que el
personaje pertenece a su imaginación, y que nadie más podría continuar la historia, Cervantes se desmiente a sí mismo: declara que aquel viaje de
don Quijote a Zaragoza no ocurrió; tampoco las hazañas acaecidas en ese sitio. Una vez formulado el desmentido, hace a
don Quijote encontrarse con
un personaje del libro de Avellaneda, don Alvaro Tarfe,
quien admite no haber conocido iamás, hasta ese momento,
a don Quijote y a Sancho, y declara frente a un juez que el
don Quijote aquí presente "no
era aquél que andaba impreso
en una historia intitulada: Segunda parte de don Quijote de la
Mancha, compuesta por un tal
Avellaneda, natural de Tordesillas".
(decía entre sí) que nunca hazañas de escuderos se escribieron; y cuando fuese verdad
que la tal historia hubiese,
siendo de caballero andante,
por fuerza había de ser grandílocua, alta, insigne, magnífica y verdadera. Con esto se
consoló algún tanto; pero desconsolóle pensar que su autor
era moro, según aquel nombre
de Cide, y de los moros no se
podía esperar verdad alguna
porque todos son embelecadores, falsarios y quimeristas. Temíase no hubiese tratado sus
amores con alguna indecencia,
que redundase en menoscabo
y perjuicio de la honestidad de
su señora Dulcinea del Toboso; deseaba que hubiese declarado su fidelidad y el decoro
que siempre la había, menospreciando reinas, emperatrices
y doncellas de todas calidades,
teniendo a raya los ímpetus de
los naturales movimientos; y
así, envuelto y revuelto en estas y otras muchas imaginaciones, le hallaron Sancho y Carrasco, a quien don Quijote recibió con mucha cortesía."
Al conocer las noticias que
le da el bachiller Carrasco acerca del libro que Cide Hamete
(es decir, sobre la primera parte del Quijote de Cervantes), las
inquietudes de don Quijote se
aquietan. "Pero la desespera-
ción de nuestros amigos [es decir de don Quijote y de Sancho]
—dice Castro— es casi tan
grande como la de los Seis personajes al verse metidos en el
escenario del licenciado Alfonso Fernández de Avellaneda,
que tuvo la sandia audacia de
fraguar un complemento de
las vidas suyas, impenetrables
para un ingenio que no fuese
el de Cervantes."
Al término de la primera
parte del Quijote, Cervantes decía: "Pero el autor desta historia, puesto que con curiosidad
y diligencia ha buscado los hechos que don Quijote hizo en
su tercera salida, no ha podido hallar noticia de ellos, a lo
menos, por escrituras auténticas; sólo la fama ha guardado,
en las memorias de la Mancha,
que don Quijote la tercera vez
que salió de su casa fue a Zaragoza, donde se halló en unas
famosas justas que en aquella
ciudad hicieron, y allí pasaron
cosas dignas de su valor y buen
entendimiento. . ." La vida de
don Quijote no había terminado aún, ni sus hazañas: Cervantes proveía incluso algunos
datos sobre los lugares y los hechos notables de don Quijote
en el curso de su tercera salida, abandonándolo casi como
a un personaje en busca de
autor. Pero una vez que el li-
cenciado Avellaneda quiso hacerse autor de las nuevas andanzas de don Quijote, Cervantes escribió la segunda parte.
Pero no es por la sola satisfacción de infligir un desmentido a Avellaneda, como podría
creerse a primera vista, que
Cervantes confiere a don Quijote la doble naturaleza y la
conciencia de personaje real y
personaje literario: Cervantes
sabía muy bien que el verdadero desmentido residía en la
calidad de la imaginación y del
estilo. Esta técnica está ya implícita —anota Castro con justeza— en la concepción misma
del Quijote y en la invención de
Cide Hamete Benengeli como
autor del relato. Así encontramos, en el capítulo XXII de la
primera parte, la entrevista con
Ginés de Pasamonte, personaje que es a la vez real y literario:
"Sepa que soy Ginés de Pasamonte, cuya vida está escrita por estos pulgares.
— Dice verdad —dijo el
comisario—: que él mismo ha
escrito su historia. . .
—Y ¿cómo se intitula el libro? —preguntó don Quijote.
—La vida de Ginés de Pasamonte —respondió el mismo.
—Y ¿está acabado? —preguntó don Quijote.
—¿Cómo puede estar acaba-
Hemos resumido el ensayo de
Américo Castro, añadiendo algunas consideraciones de nuestra cosecha. Y deseamos agregar, brevemente unas cuantas
más: para que ese "Cervantes
y Pirandello", esa lejana y fortuita relación establecida por
Castro se haga menos lejana y
fortuita, la haremos pasar a través de Unamuno. Podríamos
decir que lo que fue imaginación en Cervantes, se hizo problema en Pirandello, por las
mismas razones que transformaron la inda de don Quijote en
un problema para Unamuno.
Don Quijote no experimenta
dramáticamente el hecho de
que un escritor de nombre Cide
Hamete Benengeli haya producido el primer relato de sus
hazañas; el personaje sale durante un lapso de tiempo del
espejo de su imaginación para
controlar su propia realidad; y
después vuelve a entrar a aquélla tranquilamente. Es sólo eso.
Pero para nosotros, esto quiere decir algo más: ese lapso en
el que don Quijote sale del espejo de la imaginación de Cervantes (incluso si su salida es
un juego de la imaginación en
la imaginación), es para nosotros el tiempo del drama. El
personaje entra en el juego dramático de refracciones, de perspectivas, de fugas: su existencia es interpretada e historizada, se convierte en problema.
El encuentro efectivo de Pirandello con Cervantes se lleva a cabo en el terreno de Unamuno: ahí donde don Quijote
cambia la realidad en ilusión y
la ilusión en realidad, y él mismo es figura de la realidad y de
la ilusión a un tiempo, figura
de la agonía.
Traducción de Jaime Moreno
Villarreal
La compra de libros
El inglés Agustine Birrell
(1850-1933) fue biógrafo de
Charlotte Bronté y de William Hazlitt. El ensayo que
presentamos fue tomado de
su libro Obiter Dicta (1884).
E l más distinguido entre los
ingleses vivos —grande como
es en tantos sentidos, también
es, acaso y sobre todo, un hombre de letras mucho más que
cualquier otra cosa— ha sido
lamentablemente ignorado cuando afirma que, en su ciudad
natal, hay hoy menos librerías
de las que podían hallarse hace sesenta años, cuando era niño. Incluso hoy, aquel lugar,
"con todo descaro", alardea el
hecho de ser una ciudad deslibrada.
Mr. Gladstone se refería,
por supuesto, a las librerías de
viejo o libertas de segunda mano. Ni él ni ninguna persona
sensible puede emocionarse
realmente con los libros nuevos. Cada vez que se publica
un libro nuevo es hora de leer
uno viejo, fue el consejo de algún severo crítico. Glorificar el
término "viejo" o "de segunda
mano" es uno de los logros de
las letras, al contrario de otros
oficios que consideran sus enseres de segunda mano como
"sucios y absolutamente inútiles". Es obvio por qué todos los
mejores libros son, necesariamente, de segunda mano. Los
escritores actuales no tienen
razón de hacer mohines. Dejémoslos que "esperen un rato".
Si sus libros valen algo, también algún día serán de segunda mano. Si no valen nada, hay
aún entre nosotros antiguos
negocios que necesitan papel
para operar: las panaderías y
los fabricantes de cajas de
cartón.
Ahora bien, ¿hay motivo
para la queja de que ya nadie
compra libros, queriendo decir
libros viejos? El viejo Mark Pattison, que tenía 16 000 volúmenes, y cuya más ligera palabra tenía, por tanto, su peso,
comentó que alguna vez le habían informado, y él lo creyó,
que varias personas de su propia Universidad de Oxford, a
pesar de recibir ingresos anuales desgravados de no menos
de £ 500, creían estar haciendo lo correcto al gastar sola-
mente £ 50 en librerías. Aunque no estamos obligados a
creer tal cosa, a menos que así
lo queramos. Había un toque
de morosidad en el último Rector de Lincoln que lo impelía
a ver a los hombres, y particularmente a los de Oxford, con
una visión abrumada.
Sin duda, pueden fácilmente encontrarse argumentos a
pnon para sustentar la afirmación de que la compra de libros
está en declive. Confieso conocer uno o dos hombres, no de
Oxford sino de Cambridge (y
la pasión de Cambridge por la
literatura es consabida) que,
con la excusa de tener mucho
trabajo, o porque iban a un funeral, pasaron de largo la librería de algún pueblo extraño sin
detenerse "ni siquiera para ver
si aquel amigo tenía algo". Pero, lastimosos como suelen ser
estos asuntos, cualquier inferencia que nos sintiéramos impelidos a obtener se disiparía
rápidamente con sólo comparar las listas de precios. Comparad el catálogo de un librero de viejo en 1882 con uno de
este año, y el pesimismo se
deslava con las lágrimas que
irreprimiblemente fluyen al
ver qué bonnes fortunes se han
dejado ir. Un joven comprador
de libros bien podría darse una
vuelta por Primrose Hill y deplorar su juventud tras comparar los catálogos viejos con los
nuevos.
"Nada sino competencia al
estilo americano", refunfuñan
algunos veteranos.
¡Y bien!, ¿por qué no? Esta
nueva batalla por los libros es
una lucha libre, no privada, y
las tierras de Colón "se han
unido". Lo que se busca no son
los precios bajos. El comprador
de libros de 1900 estará contento de poder comprar a los
precios actuales. A mí me deleita pensar, sin embargo, que
no le será posible. Los buenos
encuentros son cada vez más
escasos. Es cierto que hace
apenas unas semanas me topé
(tal es la feliz frase, en verdad
apta para describir lo que fue,
de hecho, un "percance callejero") un ejemplar de la edición original de Endymwn (el
poema de Keats — O subscnber
to Mudie's —, no la novela de
Lord Beaconsfield) por el cómodo precio de media corona
—pero ese fue uno de mis días
afortunados. El enorme incremento de los catálogos de libreros y su amplia circulación
en el mercado ha producido
una odiosa uniformidad de
precios. Id a donde queráis y
siempre es el mismo, aburrido
precio. Tiempos hubo en que
podía recorrerse el país con esperanzas de un buen botín.
Distritos hubo en que los dramáticos isabelinos estaban apenas custodiados. Una incursión
en el "alegre país del Norte"
nos devolvía a casa animados
1
c o n p a q u e t e s d e l i b r o s lastra-
e n estos casos son los catálo-
Estar o r g u l l o s o d e d o s m i l v o -
v i d u a l i d a d , su h i s t o r i a p r o p i a .
dos, a d e m á s , c o n viejos panfle-
g o s m i s m o s . A l m e n o s , se l e s
l ú m e n e s sería absurdo. Podría
S e r e c u e r d a d ó n d e fue
tos i n t e r e s a n t e s y curiosos; y,
c o n s i g u e gratis y no p u e d e ne-
igualmente
orgulloso
r i d o y c u á n t o se p a g ó p o r él.
al m i s m o t i e m p o , el O e s t e d e
garse q u e constituyen una her-
d e t e n e r d o s a b r i g o s . Es d e s -
F á c i l m e n t e se c r e e r á l o p r i m e -
Inglaterra
m o s a lectura. L o s altos p r e c i o s
pués de los dos mil
ro, p e r o n o lo s e g u n d o .
m e n t e en dar con el v a l o r de
c u e n t a n sus p r o p i o s
cuentos,
e m p i e z a n las dificultades; p e -
El h o m b r e q u e t i e n e u n a bi-
unas cuantas novelas. Recuer-
y n o s i n d u c e n a la c o n v i c c i ó n
ro, hasta los d i e z m i l v o l ú m e -
blioteca propia puede verse a
do
sí m i s m o c o n o b j e t i v i d a d y jus-
fallaba
frecuente-
estarse
cuando
adqui-
de que nunca c o m o hoy hubo
n e s , l o m e n o s q u e se d i g a so-
c o m p l e t o d e las p r i m e r a s e d i -
tantas
b r e la p r o p i a b i b l i o t e c a , m e j o r .
t i f i c a r la c r e e n c i a e n su p r o p i a
c i o n e s d e las B r o n t é , e n T o r -
crecimiento.
S ó l o entonces
existencia. N i n g ú n otro hom-
haber
adquirido
un
lote
q u a y , p o r casi n a d a .
librerías
privadas
en
L a s b i b l i o t e c a s n o se h a c e n :
se p u e d e c o m e n -
zar a hablar.
bre podrá haber h e c h o preci-
pa-
crecen. Los p r i m e r o s dos mil
Sin d u d a e s a g r a d a b l e p o d e r
s a m e n t e esa c o m b i n a c i ó n . D e
s a d o . El l i b r e r o d e la l o c a l i d a d
v o l ú m e n e s n o r e p r e s e n t a n di-
dejar una biblioteca. Q u i e n es-
h a b e r sido distinto, e n lo más
e s , d e h e c h o , m á s d a d o a la
ficultad,
to escribe no p u e d e
presumir
m í n i m o , su b i b l i o t e c a , tal c o -
e x a g e r a c i ó n d e sus e j e m p l a r e s
m e n t e p o c o . P o n g a m o s £ 400
haber recibido ese legado, pe-
m o es, j a m á s hubiera existido.
P e r o a q u e l l o s días han
y cuestan
asombrosa-
— p o r l o s c u e n t o s s o b r e las su-
y c i n c o a ñ o s y u n h o m b r e or-
ro aquí y por esto dicho acep-
Por tanto, c o n seguridad, m i e n -
b a s t a s e n L o n d r e s , y l o s catá-
dinario
sin
ta la t a r e a , p o r p o l v o r i e n t a q u e
tras e n la b r u m a o b s e r v a l o s l o -
logos que recibe por correo —
q u e a la i d e a d e s e p a r a r s e d e
su c a r g a , c o m o l o h a r í a u n lib r e r o c a m p i r a n o : "sólo para
l i m p i a r m i s e s t a n t e s , u s t e d sab e , y h a c e r m e u n p o c o d e espacio". La única c o m p e n s a c i ó n
p r i s a ni p r e s i ó n s o b r e sus g u s tos, d e u n n ú m e r o tal d e l i b r o s ,
t o d o s e n su l e n g u a ; d e a h í e n
adelante tendrá, por lo m e n o s ,
un l u g a r e n el m u n d o d o n d e
ser feliz. P e r o el o r g u l l o todavía n o está en posible j u e g o .
resulte,
b u e n o h e r e d a r una biblioteca,
es aún m e j o r c o n f o r m a r l a . Cada v o l u m e n , sin i m p o r t a r c u a n
l i g e r a m e n t e b r i n q u e n de estante a estante los ojos de un
e x t r a ñ o , t i e n e su p r o p i a i n d i -
m o s d e sus a m a d o s , p o d r á d e cir: " s o n m í o s c o m o y o s o y
suyo".
puede
rodearse,
de heredarla.
Y si e s
M a s la t r i s t e z a c o n su e t e r na nota hallará m o d o de entrar
i n c l u s o p o r el ojo de la cerrad u r a d e la b i b l i o t e c a . P u e d e
ser, al p a s a r a l g u n a c e r c a n a pág i n a d e S h a k e s p e a r e , c o n su
" i n f i n i t a v a r i e d a d " , su " m e n t e
multitudinaria" que surgieran
n u e v o s p e n s a m i e n t o s ; y, m i e n tras se d i v a g a e n e l l o , c a e r e n
L y c i d a s , el b u e n a m i g o , y p r o m e t e r s e u n o m i s m o el p l a c e r
d e c o n s u l t a r su o p i n i ó n la p r ó x i m a v e z q u e , j u n t o al f u e g o ,
mutuamente nos "ayudemos a
pasar un día p e s a d o " . O p u e d e ser, a c a s o , a l g u n a e x t r a ñ a y
tierna fantasía q u e s e d u c e nuestra s o l i t a r i a a t e n c i ó n , a l g o e n
Sir P h i l i p S y d n e y o e n H e n r y
Vaughan, y entonces nos volv e m o s a buscar a Phyllis, siemp r e la m e j o r i n t é r p r e t e d e l
a m o r h u m a n o o d i v i n o . Y , ¡oh,
t r i s t e z a ! la p á g i n a i m p r e s a se
e n s o m b r e c e bajo un ojo m e m b r a n o s o al r e c o r d a r , d e p r o n to, q u e L y c i d a s e s t á m u e r t o
— "la m u e r t e a n t e c e d e a su o r i g e n " — y q u e la p á l i d a m e j i l l a
d e P h y l l i s n u n c a m á s se r e i l u m i n a r á c o n la p u r a l u z d e su
e n t u s i a s m o . Y e n t o n c e s se piensa e n l o i n e v i t a b l e y , p o s i b l e m e n t e , e n tal e s t a d o , e n la n o
m a l v e n i d a h o r a , e n c u a n d o la
" v i e j a p a z " d e sus v i e j o s a m i g o s se v e a turbada, e n c u a n t o
unas m a n o s toscas los desaloj e n d e sus m o l d e a d o s
rincones
y q u i e b r e n su b o n d a d , su c o m pañía.
1
La muerte
y ya por
irrumpe
medio
entre
ellos
como
valva
pueblo los
esparce.
Formarán
combinaciones
n u e v a s , a l i g e r a r á n la c a r g a d e
o t r o s h o m b r e s , a l i v i a r á n la p e n a d e a l g ú n o t r o . T o n t o al d e c i r q u e a l g o e r a mío.
Traducción
de
Gabriela Galindo
"Dead ere his p r i m e " .
RICARDO
PÉREZ
MONTFOR
Cuarenta años de reescñtura
L a B. d e M . c u e n t a c o n u n a
r a r a e d i c i ó n d e El fistol
del
diablo
de
( e n la I m p r e n t a
Ignacio
Cumplido,
1859-
1860), que sirvió para este
e x a m e n d e las e d i c i o n e s d e
la c é l e b r e n o v e l a de M a n u e l P a y n o e n el siglo xix.
iutor d e m á s d e cuarenta
n o v e l a s cortas y d e o t r o s tantos relatos de viaje, ensayos,
tratados históricos y escritos de
temas
financieros,
Manuel
P a y n o e s c r i b i ó t r e s n o v e l a s largas, d o s d e l a s c u a l e s s o n i m p r e s c i n d i b l e s e n la h i s t o r i a d e
la l i t e r a t u r a
mexicana:
Los
bandidos de Río Frío y El fistol
del diablo. Si b i e n la p r i m e r a ,
publicada en España
entre
1889 y 1 8 9 1 , e s su n o v e l a m á s
c é l e b r e , la s e g u n d a e s la q u e
más e d i c i o n e s c o n o c i ó durante e l s i g l o x i x .
Este b r e v e e n s a y o v e r s a r á
sobre las cuatro e d i c i o n e s q u e
d e El fistol del diablo se h i c i e r o n d u r a n t e e l s i g l o p a s a d o , cad a u n a d i s t i n t a a su a n t e c e s o ra, p o r l o q u e p u e d e i n f e r i r s e
q u e se trata d e u n a n o v e l a q u e
P a y n o escribió y reescribió a lo
largo de por lo m e n o s cuarenta a ñ o s .
La p r i m e r a e d i c i ó n aparec i ó e n 1846 y la ú l t i m a e n
1887. E n t r e e s t a s f e c h a s se p u blicaron otras dos e d i c i o n e s ,
u n a e n 1859-1860 y o t r a e n
1871. L a s c u a t r o p a r t e n d e u n
c u e r p o inicial semejante p e r o
c a d a u n a t i e n e sus p a r t i c u l a r i d a d e s . M i e n t r a s q u e la p r i m e ra e d i c i ó n q u e d ó i n c o n c l u s a ,
l o s finales d e l a s o t r a s t r e s s o n
m u y d i s t i n t o s e n t r e sí, p o r l o
q u e e s fácil s u p o n e r q u e P a y n o fue a g r e g a n d o y m o d i f i c a n d o l a s c o n c l u s i o n e s d e su n o v e l a e n la m e d i d a e n q u e s e
reeditaba, p e r m i t i e n d o que los
turbulentos
acontecimientos
nacionales influyeran directam e n t e e n su c o n f e c c i ó n .
La g u e r r a c o n Estados U n i dos — q u e a p a r e c e e n por lo
m e n o s d o s v e r s i o n e s d e El fistol del diablo—,
los conflictos
s u s c i t a d o s p o r las L e y e s d e R e f o r m a , el I m p e r i o d e M a x i m i l i a n o , la R e p ú b l i c a R e s t a u r a d a
y el inicio del P o r f i n a t o e n m a r c a r o n sus d i s t i n t a s e d i c i o n e s .
Con frecuencia los personajes
de P a y n o —y él m i s m o e n ésta y o t r a s n o v e l a s — r e f l e x i o -
nan sobre dichos asuntos. De
tal m a n e r a q u e b i e n se justifica l o e x p u e s t o e n el e p í l o g o d e
la e d i c i ó n d e 1887, a u n c u a n d o e l l o n o fuera d e l t o d o c i e r to. D i c e :
sicion una multitud de c o nocimientos, observaciones
m u y prolijas y s i e m p r e una
buena dosis de entusiasmo
v pasión
de parte
del
autor. . . "
" . . . c o m o no es r e a l m e n t e
una n o v e l a , sino una s e r i e
de e s c e n a s reales y positivas entre personajes que
han existido y aún existen,
ha s i d o n e c e s a r i o s e g u i r e l
h i l o n a t u r a l d e l o s sucesos. . ."'
A s i , c o m o e n la m a y o r í a d e
l a s n o v e l a s d e l s i g l o XIX y s o b r e t o d o e n las d e f o l l e t ó n , e n
El fistol del diablo l o s a c o n t e c i m i e n t o s y l u g a r e s r e a l e s se e n t r e l a z a n c o n los p e r s o n a j e s y
sucesos
ficticios.
Si b i e n m u c h o d e l o q u e
P a y n o n a r r ó fue t o m a d o d e
a q u e l l o s sucesos, situaciones y
lugares reales, n o cabe duda de
que otra gran parte también
fue p r o d u c t o d e su i m a g i n a c i ó n . Él m i s m o e s c r i b i ó :
La p r i m e r a e d i c i ó n d e El fistol del diablo a p a r e c i ó e n la Revista Científica
y Literaria
de
Méjico e n t r e 1845 y 1846. A l par e c e r e s t a r e v i s t a fue la c o n t i n u a c i ó n d e otra, l l a m a d a M u seo Mejicano, q u e se e d i t a r a p o r
p r i m e r a v e z e n 1842, la c u a l
j u n t o c o n El Ateneo Mejicano d e
l o s a ñ o s 1844-1845, a l b e r g a r a
los p r i m e r o s e s c r i t o s d e M a n u e l P a y n o . El c a r á c t e r d e e s tas r e v i s t a s e r a s o b r e t o d o d e
d i v u l g a c i ó n literaria, a u n q u e
también contenían
diversas
notas de información general.
" . . . La n o v e l a d e l a r g o aliento e s la a c c i ó n , la v i d a , la
p i n t u r a , la f i l o s o f í a , la f o t o grafía,
mejor
dicho,
todo
j u n t o . E n t r a n e n su c o m p o -
1
Vid. Payno, Manuel, El fistol
del diablo, Vol. 2, J. Parres y Compañía Editores, M é x i c o , 1887,
p. 337.
J
P e r o v a y a m o s a las d i s t i n tas v e r s i o n e s d e e s t a n o v e l a .
- Ibid, Vol. I, p. 16.
Estaban
dirigidas
de
la n o v e l a se e m p e z ó a p u b l i c a r
El fistol del
s e p t i e m b r e d e 1859, c o n la q u e
e n a q u e l a ñ o d e 1859, c u a n d o
n o p u d o realizarse en los
abrían los editores el p r i m e r
P a y n o l l e v a b a t r e s a ñ o s retira-
volumen, explicaban:
d o d e la a c t i v i d a d p o l í t i c a , d e -
Si b i e n la c o n s u l t a d e l o s di-
principal-
m e n t e a los sectores pudientes
versos capítulos de
d e la s o c i e d a d m e x i c a n a , q u e
diablo
controlaban n o sólo los recur-
n ú m e r o s sueltos de dicha re-
" A d v e r t e n c i a " fechada el I
o
b i d o a sus d e s a v e n e n c i a s c o n
sos e c o n ó m i c o s y políticos del
vista, y a q u e ésta se e n c u e n t r a
p a í s s i n o t a m b i é n sus c ó d i g o s
agrupada en dos gruesos volú-
" . . . Hace c o m o doce años
los l i b e r a l e s juaristas. L o s tres
m o r a l e s , tan c a r o s p a r a la c o n -
m e n e s c o r r e s p o n d i e n t e s a los
q u e e n el folletín d e un p e -
primeros
v i v e n c i a " o r d e n a d a " . La m o r a l
a ñ o s d e 1845 y 1 8 4 6 , a j u z g a r
riódico
ponden
4
p o l í t i c o ( s i c ) se p u -
volúmenes
a ese año,
corresmientras
era
particularmente
estricta
por
la f e c h a d e v a r i o s a r t í c u -
blicó con m u c h a irregulari-
q u e l o s s i g u i e n t e s c u a t r o salie-
con
las m u j e r e s d e esa m i n o -
los
del
es
dad e interrupciones, parte
r o n h a s t a 1860.
ría
dominante,
fincaba
p r o b a b l e q u e la n o v e l a d e P a y -
de esta n o v e l a . P o r d i v e r s a s
El t e x t o d e l o s c a p í t u l o s pu-
g r a n p a r t e d e su h o n r a y sol-
no apareciera en los n ú m e r o s
p e r s o n a s se i n s t ó m u c h o al
b l i c a d o s e n 1845-1846 e s p r á c -
v e n c i a p ú b l i c a e n la v i r t u d d e
correspondientes a los m e s e s
a u t o r para q u e la c o n c l u y e s e
t i c a m e n t e e l m i s m o q u e apa-
sus
de
de
y se h i c i e r a u n a e d i c i ó n p o r
r e c e e n el p r i m e r t o m o d e es-
1845. En el p r i m e r t o m o se e n -
separado. Ausencias largas
ta
c u e n t r a n l o s c a p í t u l o s I al X I I ,
de México, ocupaciones n o
t e r m i n a c o n el capítulo llama-
esto es: desde "La C o n f e r e n c i a " — q u e e s e l e q u i v a l e n t e al
l l a m a d o "Visita misteriosa" e n
l a s s i g u i e n t e s e d i c i o n e s — hasta " V i a j e e n D i l i g e n c i a " — q u e
c o r r e s p o n d e al t i t u l a d o " V i a j e
a V e r a c r u z " e n las o t r a s e d i c i o n e s . Y e n el s e g u n d o t o m o d e
la r e v i s t a la n o v e l a i n i c i a c o n
un " c a p í t u l o I " de una "Segunda p a r t e " q u e e n las s i g u i e n t e s
e d i c i o n e s c o r r e s p o n d e al c a p í t u l o X I I I d e la p r i m e r a p a r t e ,
t i t u l a d o " E l v ó m i t o p r i e t o " . El
ú l t i m o capítulo de este segund o t o m o l l e v a el n ú m e r o X I y
se titula " F l o r i n d a " ; c o r r e s p o n de a una parte del capítulo
X X I I I titulado "El f a m o s o A r g e n t ó n " y e s la p r i m e r a d e " L a s
N o v e l a s de Rugiero", que en
esta p r i m e r a e d i c i ó n queda,
por cierto, inconclusa.
i n t e r r u m p i d a s y otra multitud de circunstancias le i m pidieron concluirla. . . "
do "El tinterillo" que corresp o n d e al V I I I d e l s e g u n d o to-
Las
preocupaciones
por
cuestiones morales también
afectaron a estos editores puesto q u e e n la m i s m a a d v e r t e n c i a a f i r m a b a n q u e la o b r a d e
Payno:
c a p í t u l o X X tanto d e esta edic i ó n d e 1859 c o m o d e la d e
1887. El s e g u n d o t o m o d e 1859
i n c l u y e t r e s c a p í t u l o s d e la v e r s i ó n d e 1845-1846; e s t o e s : e m p i e z a c o n "El h o m b r e á n g e l "
q u e c o r r e s p o n d e al c a p í t u l o
X X I d e la e d i c i ó n d e 1887, tit u l a d o "El Á n g e l d e la G u a r d a "
y sigue con "La vida del gran
t o n o " q u e es el capítulo X X I I
"Un jovencito del gran tono"
e n la e d i c i ó n d e 1887; El tercer c a p í t u l o d e esta "segunda
e d i c i ó n " e s e l ú l t i m o d e la d e
1845-1846, " F l o r i n d a " . Este seg u n d o t o m o continúa con lo
q u e s e r í a n las s i g u i e n t e s " n o velas de Rugiero" (Elena y
Margarita) para terminar con
el c a p í t u l o l l a m a d o " S e g u n d a
s e s i ó n " q u e sería el c a p í t u l o I V
esposas,
que
madres
e
hijas.
Revista Científica y Literaria, p o r l o
Los editores de aquella
tanto, estaban m u y c o n s c i e n tes d e q u e un a m p l i o p ú b l i c o
femenino, posible consumidor
de estas lecturas, debía e n c o n t r a r s e n e c e s a r i a m e n t e b a j o la
p r o t e c c i ó n de aquella sólida
m o r a l , a su v e z e j e r c i d a p o r
quienes podían comprar y leer
e s a s r e v i s t a s . En la i n t r o d u c c i ó n d e l p r i m e r n ú m e r o d e la
Revista Científica y Literaria,
por
e j e m p l o , se decía:
" . . . C o m o suponemos que
el b e l l o s e x o , e s a h e r m o s a
y e n c a n t a d o r a mitad del g é n e r o h u m a n o , podrá acaso
dignarse pasar los ojos por
las c o l u m n a s d e n u e s t r a revista, l o s m á s n ú m e r o s c o n tendrán una n o v e l a q u e podrá l e e r s e sin d e s c o n f i a n z a
alguna, pues los editores
p o r d e b e r y p o r sus p r o p i a s
c o n v i c c i o n e s r e s p e t a r á n la
m o r a l y la d e c e n c i a . Si e n
este punto logran que los
ojos d e las l e c t o r a s se h u m e d e z c a n c o n l á g r i m a s sin q u e
su c o r a z ó n q u e d e l a s t i m a d o ,
se c o n s i d e r a r á n s u f i c i e n t e mente recompensados. .
A d e m á s d e la c i t a d a n o v e la y o t r o s t e x t o s d e l m i s m o
primer
agosto
y
volumen,
septiembre
tífica y Literaria de Méjico y sus
Prieto. L o s t e m a s q u e trataban
iban d e s d e la c r ó n i c a d e e s p e c t á c u l o s hasta la d e s c r i p c i ó n d e
l a s h a c i e n d a s m i n e r a s . N o fal-
E s t e final tan a b r u p t o fue
e x p l i c a d o e n la s i g u i e n t e e d i -
t a b a n l o s p o e m a s ni las l i t o g r a fías. A l g u n a s p á g i n a s i n c l u s o
se r e l l e n a b a n c o n s e n t e n c i a s
tales c o m o "El a l m a y n o el
c u e r p o hacen q u e el m a t r i m o nio sea durable"; y de v e z e n
v e z s e i m p r i m í a n r e c e t a s d e la
m á s diversa í n d o l e , c o m o el
m o d o d e s o l d a r e l a c e r o al fier r o p o r m e d i o d e cal v i v a o la
preparación de una p o m a d a
p a r a e v i t a r la c a í d a d e l p e l o .
c i ó n q u e r e s u l t ó , a fin d e c u e n tas, la p r i m e r a v e r s i ó n c o m p l e -
bre cárceles norteamericanas
y u n o q u e o t r o relato d e viaj e — , la r e v i s t a c o n t e n í a e s c r i tos d e v a r i o s a u t o r e s i m p o r t a n tes del m o m e n t o , c o m o Ignacio Ramírez, Salvador Díaz
Mirón, José Joaquín Pesado,
José María Esteva y G u i l l e r m o
3
Vid. Revista Científica y Literaria de Méjico, T . I, Imprenta de
V i c e n t e G. T o r r e s , M é x i c o , 1845,
p. 11.
" o f r e c e una serie d e cuadros de nuestras costumb r e s n a c i o n a l e s y n a d a tien e q u e o f e n d a la m o r a l y la
d e c e n c i a , p u e s aún los lances e n q u e i n t e r v i e n e esa
terrible y misteriosa deidad
q u e se l l a m a A m o r , están
referidos con delicadeza y
decencia. . ."
7
O r g a n i z a d a , así, e n 7 t o m o s ,
A s í , l a s e n t r e g a s d e El fistol
del diablo r e a l i z a d a s p o r e l e n tonces j o v e n Manuel Payno en
1845-1846 se q u e d a r o n trunc a s . En e s t e ú l t i m o a ñ o e l
a u t o r r e a l i z ó un l a r g o v i a j e p o r
E u r o p a y el J a p ó n q u e no le
p e r m i t i ó s e g u i r el h i l o d e su
novela. Una comparación entre estos p r i m e r o s c a p í t u l o s
p u b l i c a d o s e n la Revista Cienc o r r e s p o n d i e n t e s e n las o t r a s
ediciones, permite establecer
q u e h u b o a l g u n o s c a m b i o s int e r e s a n t e s . El m á s i m p o r t a n t e
p a r e c e s e r el o b l i g a d o p o r la
a u s e n c i a d e final — q u e p o r
c i e r t o se p r o l o n g a r í a m u c h í s i m o e n las s i g u i e n t e s e d i c i o n e s
y a q u e e n esta p r i m e r a e d i c i ó n
la n o v e l a se i n t e r r u m p e a n t e s
de q u e c o n c l u y a el capítulo
X X I I I d e la p r i m e r a p a r t e .
P a y n o — e n t r e l o s q u e se e n c o n t r a b a n v a r i o s r e p o r t a j e s so-
6
ta d e El fistol del diablo.^ En la
* Estos t o m o s se encuentran
en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y en la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología e Historia.
1
Payno, Manuel, (ciudadano
m e x i c a n o ) Eí fistol del diablo Vols.
I-VII, Imprenta de Ignacio Cumplido, M é x i c o , 1859-1860. Seis t o m o s
de los siete que corresponden a esta edición se encuentran en la Colección Basave de la Biblioteca M é xico. El t o m o III parece estar
perdido.
6
Ibid.
7
Ibid.
"segunda
edición".
Este
m o d e la Revista Científica y Literaria y q u e a su v e z e s e l
d e la s e g u n d a p a r t e e n la e d i -
"mexicanas". N u e s t r o idio-
m á t i c o era c o m p a t i b l e con
c i ó n d e 1887.
m a s e c o m p o n e e n el d í a d e
la m a r c h a d e la a c c i ó n , tra-
1871 — q u e e n e s t r i c t o s e n t i d o
palabras latinas,
té d e r e s o l v e r un p r o b l e m a ,
s e r í a la t e r c e r a —
mente
Los capítulos incluidos en
francesas,
d o s v o l ú m e n e s , la e d i c i ó n d e
es
práctica-
los t o m o s I V , V , y V I c o r r e s -
inglesas, árabes, y multitud
el
ponderían en cierta m e d i d a a
d e las t o m a d a s del azteca,
fortuna,
la s e g u n d a y t e r c e r a p a r t e d e
d e m a n e r a q u e e l e s t i l o fa-
d e l d e s t i n o , d e la f a t a l i d a d ,
c i ó n e n v o l ú m e n e s c a m b i ó , sin
la e d i c i ó n d e 1887, i n c l u y e n d o
m i l i a r q u e se habla y se es-
d e la P r o v i d e n c i a . . .
e m b a r g o los capítulos son los
casi v e i n t e c a p í t u l o s d e la cuar-
cribe dista m u c h o de pare-
ta p a r t e . El t o m o V I t e r m i n a
cerse
con
Cervantes. .
el capítulo titulado
"Las
al e s p a ñ o l
puro
de
cuentas del gran Capitán" que
correspondería
al
terrible p r o b l e m a d e la
d e la
casualidad,
el m i s m o texto de
edición anterior.
La
la
distribu-
m i s m o s y p o r l o p r o n t o las d i C o m o reflexiones posterio-
f e r e n c i a s s a l t a n m á s a la v i s t a
r e s a las i n t e n c i o n e s d e 1857-
si s e c o m p a r a n
1860, el p á r r a f o a n t e r i o r p a r e -
d e l a e d i c i ó n d e 1887, l a c u a l ,
con
aquellos
capítulo
La c u e s t i ó n d e l l e n g u a j e pa-
c i e r a c o n t r a d e c i r el final d e es-
c o m o y a se h a v i s t o , e s la q u e
X V I I I "Las cuentas de D o n Pe-
rece preocupar tanto a P a y n o
ta " s e g u n d a e d i c i ó n " . S i n e m -
d i f i e r e e n m a y o r m e d i d a d e las
dro"
como
que
b a r g o si c o n s i d e r a m o s q u e s e
d e m á s . C o m o n o se t u v o a c c e -
s e r e f i e r e n al
trata d e u n a n o v e l a e s c r i t a y
s o al ú l t i m o v o l u m e n n o e s p o -
uso d e estas palabras " m e x i c a -
p e n s a d a d u r a n t e casi c u a r e n -
s i b l e c o n s t a t a r si e s t a e d i c i ó n
nas".
ta a ñ o s tal i n c o n g r u e n c i a
en-
c o n t a b a c o n un final d i s t i n t o al
justifi-
d e la e d i c i ó n d e 1859-1860, tal
c o m o lo afirma A l e j a n d r o Vil l a s e ñ o r y Villaseñor. "' D e todas m a n e r a s las s e m e j a n z a s
son tantas e n t r e esta e d i c i ó n
d e 1871 y la a n t e r i o r , q u e p u e d e p e n s a r s e q u e n o se trata d e
una e d i c i ó n distinta, sino m á s
b i e n d e u n a r e i m p r e s i ó n d e la
segunda edición."'
d e la c u a r t a p a r t e d e la
e d i c i ó n d e 1887.
editores ya
constantemente
El t o m o V I I q u e c o n s t a
de
d i e z c a p í t u l o s y c o n el c u a l term i n a la n o v e l a n o p a r e c e t e n e r
m u c h a r e l a c i ó n c o n el
final
q u e P a y n o r e s c r i b i ó p a r a sus
siguientes tratamientos. Desde
el c a p í t u l o V I I I t i t u l a d o " C o r r e s p o n d e n c i a " el estilo d e
P a y n o c a m b i a a una narrativa
e p i s t o l a r e n la q u e s e m a n t i e ne durante tres largos capítulos. A b a s e d e cartas q u e se esc r i b e n Florinda y C e l e s t e , el
autor cuenta c ó m o Arturo y
C e l e s t e se e n c u e n t r a n e n E u r o pa y se casan, para v i v i r m u y
f e l i c e s v i a j a n d o p o r Italia, l e j o s d e la g u e r r a q u e a z o t a al
país e n d o n d e se c o n o c i e r o n .
Este ú l t i m o v o l u m e n , p o r
cierto, i n c l u y ó otras dos obras
d e P a y n o , q u e al d e c i r d e sus
editores fueron m u y solicitadas p o r los l e c t o r e s " . . . a p e sar d e l a s d i f i c u l t a d e s q u e s o n
i n h e r e n t e s a las c i r c u n s t a n c i a s
q u e g u a r d a el país. . . " . Esas
o b r a s e r a n María Estuardo rei8
na de Escocia y El cura y la ópera. A m b a s f e c h a d a s e n
a sus
Como
"novela de
cos-
t u m b r e s m e x i c a n a s " el a u t o r y
sus e d i t o r e s i n s i s t e n e n n o hacer " . . . n i n g u n a corrección,
p u e s . . . s e r í a q u i t a r l e el e s t i l o
l o c a l q u e la c a r a c t e r i z a . . . " "
Esta " s e g u n d a e d i c i ó n " d e
también contó c o n un par d e g r a b a d o s . L o s
ejemplares revisados estaban
un tanto m a l t r a t a d o s y mutilados, y s ó l o c o n t e n í a n tres ilustraciones. D o s e n el t o m o II
que representaban con trazos
m u y finos e n b l a n c o y n e g r o ,
las d o s d i l i g e n c i a s e n l a s q u e
A r t u r o y T e r e s a se e n c u e n t r a n
c a m i n o a V e r a c r u z , y la m e s a
d e j u e g o e n d o n d e el c a p i t á n
M a n u e l se h a c e r i c o d e s p u é s
d e r e c i b i r la n o t i c i a d e q u e T e resa está v i v a y ha v i a j a d o a La
H a b a n a . El o t r o g r a b a d o se i n c l u y e c a s i al final d e l t o m o I V
y m u e s t r a c o n l o s m i s m o s trazos a una m u j e r ( T e r e s a ) lanz á n d o s e al a g u a d e s d e u n b a r co ( L a Flor de M a y o ) .
Elfistoldel diablo
1 2
1859.
C o m o y a s e d i j o , e l final d e
Esta " s e g u n d a e d i c i ó n " t a m bién incluye unos cuantos pies
de página q u e e x p l i c a n algunas palabras de uso c o m ú n e n
M é x i c o . P o r e j e m p l o , e n e l cap í t u l o I del t o m o I V un asterisc o l l a m a a la v o z d e " c o m p á s "
afirmando que " . . . quiere decir c o m p a d r e , v a l e d o r , a m i g o .
Esta p a l a b r a c o n las d e m á s q u e
v a n s u b r a y a d a s s o n m u y usual e s e n t r e la g e n t e d e l p u e b l o y
f o r m a n parte de lo que podría
llamarse gemianía o caló. . . "
Las p a l a b r a s q u e d e s p u é s apar e c e n subrayadas son muchas.
A l g u n o s ejemplos c o m o chinguirito, pelarles, repela, puesteras, m o r r a l l a , ojos d e hacha,
m a c u t e n o s , etc., p e r m i t e n asociarlas c o n otra p r e o c u p a c i ó n
d e l o s e d i t o r e s . E n la a d v e r t e n cia inicial habían establecido
que:
esta " s e g u n d a e d i c i ó n " e s u n final f e l i z , q u e d i f i e r e m u c h o d e l
9
q u e P a y n o e s c r i b i e r a p a r a la
e d i c i ó n d e 1887. El c a m b i o d e
e s t i l o t a m b i é n l l a m a la a t e n c i ó n , y a q u e al r e s o l v e r l o s distintos e n r e d o s entre Celeste y
Arturo, T e r e s a y M a n u e l , Florinda y C e l e s t e , e t c . , d e m a n e ra e p i s t o l a r , las r e f e r e n c i a s históricas —principalmente aquel l a s r e l a c i o n a d a s c o n la g u e r r a
d e l 47— p i e r d e n f u e r z a . El fin a l f e l i z d i s t a n c i a al l e c t o r d e
aquello que Payno confesó
m á s t a r d e c o m o su p r i n c i p a l
p r e o c u p a c i ó n , a la h o r a d e e s c r i b i r Elfistoldel diablo. E n e l
p r ó l o g o d e la e d i c i ó n d e 1887
el e s c r i t o r c o n f e s ó :
" . . . p o n i e n d o e n j u e g o una
serie de personajes, que en
parte representan tipos q u e
se e n c u e n t r a n e n M é x i c o y
" . . . U n purista podrá notar
e n el curso d e esta c o m p o sición, m u c h a s palabras y
aún frases q u e n o están rec i b i d a s p o r la A c a d e m i a Española; pero es menester
advertir q u e ellas están cons a g r a d a s p o r el u s o f a m i l i a r
y q u e las p o d r í a m o s l l a m a r
8
Vid.
p. 141.
9
Tomo
V I I , Ed.
1960,
Vid. T o m o I V , Ed. 1860, p. 6.
d á n d o l e c u a n t o i n t e r é s dra-
1 0
11
Vid. T o m o I, Ed. 1859, p. 2.
¡bid.
Cabe advertir también q u e
en el t o m o I de esta "segunda edición", en la portada, hay una nota
manuscrita sin firma q u e dice:
" R e c u e r d o de la Biblioteca de mi
padre, después de 27 años de perdida, esta obra fue recuperada. . .
C o m o una cuelga: recibí este día
la sorpresa. M a r z o 1 de 1929. . . "
1 2
cuentra
cación.
más
de
una
e d i c i ó n d e Elfistoldel
diablo c o r r e s p o n d i e n t e al a ñ o
d e 1871 f u e e n c a r g a d a a la I m p r e n t a d e F. D í a z d e L e ó n y
S a n t i a g o W h i t e . A l p a r e c e r se
trata d e una e d i c i ó n c o m p u e s ta d e c u a t r o v o l ú m e n e s , d e l o s
c u a l e s s ó l o fue p o s i b l e e n c o n t r a r d o s : el I I y el I I I .
E n la
portada del t o m o I I , una nota
e x p l i c a q u e s e t r a t a d e la "2a.
Edición
corregida por
el
autor".
La
1 4
A j u z g a r p o r el capitulado y
una r e v i s i ó n un tanto superficial d e los c o n t e n i d o s de estos
1
F i n a l m e n t e , la ú l t i m a e d i c i ó n d e Elfistoldel diablo e n e l
s i g l o x i x f u e a q u e l l a q u e J. F.
Parres y Cía. Editores publicara e n d o s g r u e s o s v o l ú m e n e s
e n 1887 e n B a r c e l o n a , m i e n tras M a n u e l P a y n o fungía c o m o
1 5
1 3
Vid. Ed. 1887 p. 36.
Estos dos v o l ú m e n e s se encuentran en la Biblioteca del Museo de A n t r o p o l o g í a e Historia, en
un estado lamentable.
1 4
op
Vid. Villaseñor y Villaseñor,
al. p. 7.
1 6
En el estudio p r e l i m i n a r de
la 5a. E d i c i ó n - ( P o r r ú a ) A n t o n i o
Castro Leal ni siquiera consigna la
existencia de esta edición de 1871.
cónsul mexicano en esa ciudad. Esta edición sirvió como base para las siguientes dos
ediciones que ya se realizaron
en el siglo xx.
Además de una gran cantidad de correcciones y cambios,
tanto en el texto como en el
orden de los acontecimientos
17
18
' ' Esta edición puede consultarse en las bibliotecas del Instituto
Mora, del M u s e o de A n t r o p o l o g í a
e Historia y en la Biblioteca Nacional
vida posterior de los personajes y escribiré y o m i s m o
personajes, los a c o n t e c i m i e n -
c i o n e s anteriores es definitiva-
a muchos de ellos que vi-
t o s h i s t ó r i c o s , las a n o t a c i o n e s
m e n t e el final. E n e s t a e d i c i ó n
v e n todavía, y t a m p o c o se-
r e l i g i o s a s , e t c . , n o r e s u l t e n dis-
P a y n o no sólo modificó aquel
rá e x t r a ñ o q u e r e c i b a el d í a
t i n t o s d e las e d i c i o n e s p r e v i a s .
final
m e n o s p e n s a d o la v i s i t a d e
C o m o p u e d e verse e n una
c i ó n , s i n o q u e l o a m p l i ó d e tal
Rugiero y hablemos
pida r e v i s i ó n d e los títulos de
manera que hubo que
f e l i z d e la s e g u n d a
edi-
muy
rá-
formar
d e t e n i d a m e n t e s o b r e la par-
los capítulos, P a y n o
una quinta y última parte de
te a c t i v a q u e t u v o s i n d u d a
g r a n p a r t e d e la n o v e l a e n t r e
la n o v e l a , i n c l u y e n d o u n e p í -
en los acontecimientos
logo que contenía cierta refle-
la l a r g a g u e r r a
x i ó n i r ó n i c a y un t a n t o pesi-
forma . . . "
mista,
muy
característica
a q u e l l o s q u e t u v i e r o n q u e reconciliarse
triunfantes.'
con
9
los
liberales
Decía:
" . . .Si D i o s l o p e r m i t e ,
d e s d e esta tierra de Europa
pediré a M é x i c o los inform e s q u e n e c e s i t o s o b r e la
de
la R e -
Vid. González, op cit., p. 20.
1859-1860
retrabajó
y 1887. Es m á s , a
j u z g a r p o r el largo texto introd u c t o r i o q u e a p a r e c e e n esta
2 0
última
Una relación pormenorizada d e l o s c a m b i o s e n t r e
esta
e d i c i ó n y las a n t e r i o r e s
sería
edición, no sólo tuvo
t i e m p o d e r e t r a b a j a r su n a r r a c i ó n s i n o q u e t a m b i é n p u d o ref l e x i o n a r s o b r e su q u e h a c e r li-
s u m a m e n t e larga y pesada, ya
terario.
que no hay página en que ya
sea el estilo, las r e f e r e n c i a s
m o r a l e s , las a c l a r a c i o n e s , los
q u e El fistol del diablo e s la "prim e r a n o v e l a larga" mexicana,
a q u e es ante todo una " n o v e la n a c i o n a l " , c o m p a r a b l e c o n
l o s t r a b a j o s d e Sir W a l t e r Scott,
de Alejandro Dumas, de Víctor
H u g o , etc., indican que Man u e l P a y n o y a se c o n s i d e r a b a
un novelista c o n s u m a d o .
2 0
1 9
de
de
1 8
Estas dos ediciones son la de
Editora Nacional, S.A., en 5 volúm e n e s , de 1960, y la de Editorial
Porrúa, cuya primera impresión se
realizó en 1967. La correspondiente a 1960 es prácticamente un "fusil", de la de 1887, ya que tanto grabados c o m o erratas y ortografía antigua se repiten.
l u g a r e s , la d e s c r i p c i ó n d e l o s
n a r r a d o s , la d i f e r e n c i a q u e s o b r e s a l e c o n r e s p e c t o a las edi-
421.
Vid. T o m o II, Ed. 1887, p
Varias
referencias
a
2 1
P e r o además de esos camb i o s m u y e s p e c í f i c o s y e s a s reflexiones
v a l e la p e n a d e s t a c a r
q u e la e d i c i ó n d e 1887 e s u n a
e d i c i ó n " d e l u j o " . C o n t i e n e 12
l i t o g r a f í a s , i n c l u y e n d o la p o r t a d a , a c o l o r , firmadas p o r u n
tal J u l i á n , y su t i p o g r a f í a e s
m u y cuidada y de b u e n tamañ o . A d e m á s d e la i n t r o d u c c i ó n
titulada " N o v e l a s , l e y e n d a s y
c u e n t o s " —por c i e r t o
firmada
bajo el s e u d ó n i m o de Pastor
F i d o — , la n o v e l a v a a c o m p a ñ a da p o r u n g l o s a r i o e n el q u e se
explican " . . .algunas palabras
y a l o c u c i o n e s q u e n o han sido
t o d a v í a a d o p t a d a s p o r la R e a l
A c a d e m i a Española y que por
ser c o n o c i d a s y de uso c o m ú n
e n M é x i c o se e n c u e n t r a n e n
esta obra. . , " .
2 2
La distancia e n t r e esta edic i ó n y las a n t e r i o r e s e s m u c h a .
N o solamente en cuanto a
tiempo y experiencias vividas
y r e f e r i d a s p o r el autor, s i n o e n
c u a n t o a la p e r s p e c t i v a y m e n saje q u e é l m i s m o se p r o p u s o
e x p o n e r a sus l e c t o r e s e n t r e
1845 y 1887. U n análisis a fond o d e esta distancia, m á s q u e
u n c a m b i o e n la p e r s p e c t i v a literaria, p r o b a b l e m e n t e redundaría e n u n m a y o r c o n o c i m i e n to d e las
transformaciones
i d e o l ó g i c a s d e un g r u p o d e
c r e a d o r e s d e la n a c i o n a l i d a d
mexicana. Aquellos que, c o m o
Payno, s o b r e v i v i e r o n a los violentos acontecimientos
que
p o b l a r o n el siglo xix m e x i c a n o . E s e a n á l i s i s d e s d e la p e r s p e c t i v a histórica-literaria está
por hacerse.
2 1
Vid. T o m o I, Ed. 1887, pp.
26-28.
2 2
Ibid., p. 3.
GERARDO
DENIZ
Mester de maxmordonía II
\ p r o b a b l e q u e el l e c t o r de
Da la c a s u a l i d a d d e q u e tan-
nuestro capítulo previo tenga
•
to " h o y d í a " c o m o " d e v e z e n
acaso, m e escurrí a escondidas
el
hábito
de poner
"Estados
des,
muchísimas. . .
Por
si
c u a n d o " figuran e n e l d i c c i o n a -
h a c i a e l e t e r n o d i c c i o n a r i o aca-
U n i d o s " a secas. N o será m e -
rio
démico. Oh asombro, encontré
nos probable que
acostumbre
b i e n , r o g a m o s n o sacar de es-
" p r i m e r a m e n t e " . P e r o "segun-
escribir "los Estados U n i d o s " ,
to n i n g u n a c o n c l u s i ó n a c e r c a
damente"
con
Seguramente,
del v a l o r y a u t o r i d a d q u e ha d e
mente. Cuartamente.
argumentos,
concederse a dicho mamotre-
m e n t e " ya no.
del g é n e r o d e l o s e x p u e s t o s e n
to ( t a m b i é n d e é l h a b r á c o s a s
el a n t e r i o r c a p í t u l o , e n p r o d e l
q u e d e c i r ) . L o q u e pasa es q u e
v a m o s a p r e t e n d e r aquí q u e dé
da a s i m i s m o la c a s u a l i d a d
artículo.
además, aducirá
de
la
Academia.
Ahora
también.
Tercera"Quinta-
T a m p o c o se s u p o n g a
que
de
lo m i s m o e s c r i b i r c u a l q u i e r c o -
suelen
sa d e c u a l q u i e r m o d o . N i m u -
— ni se a r m e — e l d i s c r e t o l e c -
cultivar una v e n e r a c i ó n extre-
cho m e n o s . Sólo que, primera-
tor: esta c o l u m n a n o va a ser
m a hacia e s e d i c c i o n a r i o , bas-
m e n t e , la n o c i ó n d e " b i e n e s -
un n u e v o rincón desde d o n d e
t a n t e m a l o . D e ahí q u e sea u n a
c r i t o " n o e s u n í v o c a . El m u n d o
un s e ñ o r m á s o m e n o s c o m p e -
e x p e r i e n c i a s i e m p r e satisfacto-
— por
tente d e f i e n d a a capa y espa-
ria p r e s e n c i a r
complicado.
Lo que
d a tal o c u a l m o d o d e e s c r i b i r
m o r d ó n se q u i e b r a u n
"bien" aquí,
puede
los n o m b r e s d e p a í s e s y m e n u -
c o n t r a la p r o p i a b i b l i a .
m o d o q u e p r e f i e r a usar.
Ante
todo, no
se
alarme
q u e los m a x m o r d o n e s
c ó m o el m a x diente
fortuna
a
veces—
es
resulta
no
estar
b i e n allá. A p a r t e , p o r supues-
No.
N o e s rara la s i t u a c i ó n . U n a
to, d e i n f i n i t a s p o r q u e r í a s i r r e -
Q u i e n e s t o e s c r i b e ha p a d e c i -
v e z e s t á b a m o s c h a r l a n d o e n la
dimibles. P o r otro lado, este gé-
dencias
por
el
estilo.
d o d e s d e h a c e c u a r e n t a a ñ o s la
editorial.
maxmordonía;
años.)
evocar
sólo aspira
algunos
episodios
a
de
( Y o aún
tenía
23
— Primeramente. . . —em-
s u s a m a r g u r a s al r e s p e c t o — y
pezó
d e sus d i v e r s i o n e s , q u e p o r for-
Héctor.
tuna n o escasean. Q u i e n esto
nero
de
apreciaciones,
mal
que les pese a los m a x m o r d o -
a
decir
el
infortunado
nes, sólo en m e d i d a
quinal
—¿Has d i c h o " p r i m e r a m e n -
e s c r i b e s i n t i ó e n sí m i s m o , has-
te"?
ta l o s v e i n t i t r é s a ñ o s , p u j o s d e
mordón, todavía en cierne pe-
— interrumpió
un
max-
limitada
d e p e n d e d e la a p l i c a c i ó n m a de "reglas", m u c h o
o
p o c o a c a d é m i c a s . A p r e c i a r si
determinada
bien"
—o
escritura
sea
es
"está
atinada,
ro q u e p r o g r e s a b a p o r ó p t i m o
certera— d e p e n d e d e q u i é n sa-
cumplió veinticuatro dándose
camino—
be cuántos factores i m p o n d e -
cuenta de que j a m á s lo conse-
"segundamente"?
llegar a ser
un
maxmordón,
guiría, y n o tuvo q u e alcanzar
los v e i n t i c i n c o para c o m p r e n d e r q u e tal i n c a p a c i d a d r e p r e sentaba una
gran suerte.
En
c u a n t o a esto, el l e c t o r habrá,
ni se d i g a , d e j u z g a r p o r
su
cuenta.
¿irás a d e c i r l u e g o
rables, p o r e n c i m a d e un
El c o r o d e risas d e o t r o s m o n a g u i l l o s a c a b ó d e r e d u c i r a la
n a d a al b a b i e c a d e l " p r i m e r a -
es-
queleto sintáctico aceptable.
Quien
emplee
la
palabra
" c u a r t a m e n t e " e s t a r á p o r fuer-
m e n t e " . Si y o n o m e b u r l é , f u e
za b r o m e a n d o — a u n q u e p u e -
por
de
la s e n c i l l a r a z ó n d e
que
c o m p r e n d í q u e p u d e h a b e r si-
ser en varios sentidos— y,
si p a s a a " q u i n t a m e n t e " , p o c o
d o y o q u i e n u s a r a la v e r g o n z o -
i m p o r t a q u e la A c a d e m i a a c o -
sa p a l a b r a . Estaba c l a r o q u e m i
j a o n o este v o c a b l o . P e r o ¡vá-
g u i e n c o n m u c h a s ideas acer-
p e r t e n e n c i a a a q u e l g r u p o se-
y a l e u s t e d c o n s u t i l e z a s así a
ca d e l u s o d e l i d i o m a . T a m p o -
lecto era precaria. . . q u e de-
un m a x m o r d ó n de hueso co-
c o e s a l g u i e n q u e s i e n t a u n in-
bía y o a f a n a r m e cuanto pudie-
lorado!
terés perfectamente respetable
ra p o r a p r e n d e r m u c h a s v e r d a -
Un
por
maxmordón
n o e s al-
estudiar y c o m e n t a r estas
cuestiones.
Si
maxmordones
bien
algunos
verdad
sa-
ben mucho, quienes más
sa-
ben
no
Pues
son
un
en
maxmordones.
maxmordón
maniático
rígido,
es
un
insufrible,
que c o n v i e r t e en lances de honor y en monstruos
infernales
una serie d e t e m a s que, aunq u e l l e g u e n a interesar,
reconocerse
gran
que
no
importancia.
debe
son
Un
de
max-
m o r d ó n es q u i e n p r o c l a m a a
rajatabla q u e " h o y e n día" está b i e n ,
mal.
p e r o " h o y día"
cribe, e n un m a n u a l
a
está
M a x m o r d ó n es q u i e n es-
instruir
a sus
destinado
semejantes,
q u e "de cuando en cuando" es
correcto, p e r o "de v e z e n cuando"
es a b o m i n a b l e . E j e m p l o s
de éstos los v e r e m o s a m o n t o nes más
adelante.
MANUEL
PORRAS
El Rincón del Bibliómano
"Estos coronistas
tenian
cuenta de los días, m e s e s y
años: y aunque no tenian
escritura c o m o nosotros, tenian e m p e r o sus figuras y
caracteres que todas las cosas que querían, significaban; y destas sus libros
grandes, por tan agudo y sotil artificio que podríamos
decir que nuestras letras en
aquello no les hicieron mucha ventaja. Destos libros
vieron algunos nuestros religiosos, y aun y o vide parte; los qualesse han quemado por parecer de los frailes, pareciendoles que por
lo que tocava á la religión
en este t i e m p o y principio
d e su c o n v e r s i ó n , quiza no
les hiciese d a ñ o . . . "
Fray Bartolomé de las Casas
ANTIGÜEDADES
DE MÉXICO
Qué próximos estamos de
1992, año en que habremos de
celebrar, algunos, y de oponernos, otros, el descubrimiento o
el encuentro de dos culturas:
la hispánica y la indígena americana. Dejemos tal discusión
a investigadores y estudiosos
más compenetrados en el tema para señalar que el descubrimiento de América y la posterior guerra de conquista no
son más que el primer momento de un largo proceso de
aculturación y transculturación que requiere de muchos
años para consolidarse. Lo que
influye permanentemente es
el contacto cultural posterior,
tanto más vivificador, cuanto
más variado es. Este contacto
de tres siglos entre indígenas
y europeos es el que constituyó la actual fisonomía del continente.
De ahí que el estudio del
período de conquista y colonia
sea fundamentalmente el estudio del proceso del contacto
cultural entre ambas razas, en
todas sus fases y manifestaciones, muchas veces relegado a
un segundo plano por el deslumbrante acaecer de los sucesos políticos.
Las culturas mesoamericanas alcanzaron un esplendor
cultural amplio y en algunas
ocasiones distinto del alcanzado en Europa. Mientras en la
Europa del siglo xv la imprenta hacía su aparición y con ello
la conservación y transmisión
Foto de Mórcela Flores.
de las ideas se facilitaba, en
América, ya con una añeja tradición, existían los códices
(del lat. codex-código), que no
eran sino los libros pintados en
los que se conservaba y transmitía el pensamiento y acontecer mesoamericano. Sin embargo, bajo la óptica europea,
estos libros pintados no representaban una forma de escritura, y aún más fueron vistos
como productos de la idolatría
y el paganismo indígena. Baste recordar la destrucción de
estos documentos o libros pintados ordenada por los religiosos de la época, con objeto de
destruir la memoria colectiva
de una cultura y dar paso a la
imposición de la cultura del
conquistador.
Desafortunadamente, de libros pintados prehispánicos se
conservan contadas piezas. Sin
embargo, después de la Conquista se siguieron realizando
innumerables documentos de
este tipo, bien como copias de
libros pintados prehispánicos,
que guardaban celosamente algunos grupos indígenas, o bien
realizados bajo el patrocinio de
los propios españoles, con fines religiosos, políticos, tributarios, territoriales, genealógicos, etc., y que presentan notable influencia europea.
"Si acaece algunas v e c e s olvidarse algunos de algunas
palabras ó particularidades
de la doctrina christiana, y
no sabiendo leer nuestra escritura, escriven toda la
doctrina ellos por sus figuras y caracteres m u y ingeniosamente, p o n i e n d o la figura que correspondia en la
v o z y sonido á nuestro v o cablo. Asi c o m o si dijésemos
A m e n , ponian pintada una
c o m o fuente, y l u e g o un
m a g u e y , q u e en su lengua
corresponde con A m e n , porque llamanlo A m e t l , y asi
de todo lo demás. Y o he visto mucha parte de la doctrina christiana escrita por sus
figuras é i m á g e n e s , que la
leian por ellas, c o m o y o la
leya por nuestra letra en
una carta, y esto no es artificio de i n g e n i o p o c o admirable."
Lo anterior, de Fray Bartolomé de las Casas, viene a confirmar la tradición continuada
durante la colonia de elaborar
libros pintados, dando origen
Biblioteca de
México
a lo que los estudiosos han denominado "Códices Testerianos", nombre derivado del
monje Testera de Bayona (antiguo chambelán del rey Francisco I), quien se sirvió de dibujos estilizados para enseñar
el catecismo cristiano a los grupos étnicos dominados.
Por fortuna algunos documentos prehispánicos y, en
mayor cantidad, algunos documentos coloniales, fueron conservados. En los siglos XVIII y
XIX estos documentos comienzan a ser revalorados por coleccionistas, viajeros y estudiosos, tanto nacionales como extranjeros, originando un fuerte
mercado, con lo que se propicia la salida de la gran mayoría hacia Londres, París, Viena,
Roma, etc.
El primer trabajo —obra
documental— de compilación
y difusión de los documentos
pictográficos que se encontraban el siglo pasado en museos
y bibliotecas europeos fue realizado por el gran mexicanista,
Sir Edward King, vizconde de
Kingsborough, y pertenece al
Fondo Reservado de las Colecciones Especiales de nuestra
biblioteca.
Kingsborough, Edward (17951837)
Antiqmties of México junto con:
The monuments
of New
Spain / Lord Kingsborough,
A. Aglio; Dib., M . Dupaix —
L o n d r e s : Robert H a v e l l :
Colnaghi, Son, 1831.
9 vols.: Lams. Col.; 53
cm.
Facsímil d e : A n c i e n t
m e x i c a n paintings and hierogliphics, conservados en
la Real Biblioteca de París,
Berlín y Dresde; en la Biblioteca del Vaticano; en el
M u s e o Borgia de Roma; en
la Biblioteca del Instituto de
Bolonia; y en la Biblioteca
Bodleiana de Oxford.
Sir Edward King nace y
muere en Dublín, recibe su
educación en el prestigiado
Colegio de Exeter, Oxford,
mostrando a temprana edad
una especial inclinación por el
estudio de las culturas del México antiguo. Principalmente a
través de la colección Bodleiana de códices mexicanos, comenzó a entrar en contacto
con las civilizaciones prehispánicas. Convertido en editor, se
da a la tarea de compilar com
espíritu sistemático y se vale
de los mayores recursos gráficos entonces disponibles para
publicar algunos de los más
importantes códices indígenas
en escritura jeroglífica, que se
hallaban dispersos en diversos
países.
Con sus propios recursos
económicos inicia la tarea de
copiar los textos y pinturas indígenas para darlos a luz en su
obra monumental. Los siete
volúmenes iniciales de esta
obra se imprimieron en 1831,
contando con la colaboración
del dibujante italiano Agostino
Aglio, que copió los códices in
situ. La Enciclopedia Británica
pasa por alto el nombre de este emérito investigador.
Ya Agustín Yáñez anotaba
en el prólogo de la edición basada en la recopilación de Lord
Kingsborough (Secretaría de
Hacienda y Crédito Público,
México, 1964) una suerte de
destino trágico: falleció el 27
de febrero de 1837, a la edad
de 42 años, a causa del tifo contraído en la prisión de Dublín,
a la que ingresara por deudor
insolvente, por no haber pagado parte del papel y los grabados de su obra, cuyo costo fue
de 32,000 libras esterlinas.
Los dos últimos volúmenes
(1848) no fueron completados
por Lord Kingsborough y se
publicaron después de su
muerte.
A continuación, reproduzco
sintéticamente el contenido de
los nueve volúmenes de que
consta la obra:
1. C ó d i c e M e n d o c i n o o C o lección Mendoza, conservado en la Biblioteca Bodleiana de Oxford (73 láminas);
2. C ó d i c e T e l l e r i a n o - R e mensis, conservado en la
Biblioteca Nacional de
París (93 láminas);
3. Códice Boturini o Tira de
la P e r e g r i n a c i ó n , que en
la é p o c a formaba parte
de la C o l e c c i ó n Boturini
y que, r e c u p e r a d o por el
G o b i e r n o M e x i c a n o , se
e n c u e n t r a ahora en el
M u s e o Nacional d e A n tropología e Historia de
la ciudad de M é x i c o (23
láminas);
4. Códice Bodley, conservad o en la Biblioteca Bodleiana de Oxford (40 láminas);
5. Rollo Selden o C ó d i c e
Selden I, c o n s e r v a d o en
la Biblioteca Bodleiana
(20 l á m i n a s ) .
6. C ó d i c e Selden II, conserv a d o en el m i s m o sitio
q u e el anterior (12 láminas).
7. C ó d i c e Vaticano 3738 o
Códice Ríos o C ó d i c e
Vaticano-Ríos, de la Bib l i o t e c a del V a t i c a n o
(149 láminas);
8. Códice Laúd, de la Biblioteca Bodleiana (46 láminas);
9. C ó d i c e de Bolonia o Códice Cospi y C ó d i c e Cospiano, c o n s e r v a d o en la
Biblioteca Universitaria
de Bolonia (24 l á m i n a s ) ;
10. C ó d i c e Vindobonensis,
de la Biblioteca I m p e rial, ahora Nacional de
V i e n a (66 láminas);
11. Códice Humboldt, de la
Biblioteca Real de Berlín (19 l á m i n a s ) .
El segundo v o l u m e n está formado por los cinco anteriores códices.
12. C ó d i c e Borgia o Borgiano, conservado en la Biblioteca del Vaticano
(76 láminas);
13. C ó d i c e de Dresde, de la
Biblioteca Real de Dresde (74 láminas);
14. C ó d i c e Fejérváry Mayer, localizado por Kingsborough en Pest, Hungría, ahora c o n s e r v a d o
en la Biblioteca Pública
d e L i v e r p o o l (44 láminas);
15. C ó d i c e V a t i c a n o B,
3773, de la Biblioteca
del V a t i c a n o (96 láminas).
Los anteriores conform a n el v o l u m e n tercero de
la obra
El cuarto volumen se integra de los siguientes materiales gráficos:
1. M o n u m e n t o s de la N u e va España tomados de los
dibujos origínales de M .
Dupaix ejecutados por
orden del Rey de España,
en tres partes (119 láminas);
2. Muestras de escultura
mexicana en poder de M .
Latour Aliar, en París (11
láminas);
3. Muestras de escultura
mexicana, del Museo Británico (5 l á m i n a s ) ;
4. L á m i n a s copiadas de II
G i r o del M o n d o de G e m e l l i Carreri, con el grabado de un ciclo mexicano tomado de una pintura
q u e se hallaba, anteriormente, en poder de Boturini (4 láminas);
5. Ejemplar de un quipo
ruano y láminas que
presentan una caja
ruana grabada ( 7
minas).
perepelá-
En los cinco volúmenes restantes, Kingsborough compila
materiales bibliográficos que
sitúan y explican el acervo gráfico de los Códices Mendocino,
Vaticano y Telleriano-Remensis y las láminas del cuarto volumen. Los autores: Humboldt,
Torquemada, Sahagún, García,
Acosta, Fernández de Echavarría y Veitia, Granganor, Hernán Cortés, Simón, Adair, Alvarado Tezozómoc, Alva Ixtlixóchitl, Fernández de Oviedo
y notas del propio Kingsborough.
La teoría perseguida por
Kingsborough en su colosal
obra era que los pueblos indígenas de América y sus formas
culturales, descendían de las
tribus de Israel. En el volumen
octavo de la obra, donde se encuentran sus Notas, sustenta
esta teoría, recurriendo a su libre y particular interpretación
de las obras de los principales
cronistas e historiadores de las
Indias Occidentales.
La obra tuvo errores, y
grandes. Éstos son imputables
más que a Kingsborough y sus
colaboradores, al atraso de la
época y a la ineficacia de los
medios entonces empleados
para la reproducción de los
materiales. Dentro de estos defectos destaca la absoluta falta de concordancia entre los dibujos y colores del artista italiano y de los tlacuüos o escritores
mesoamericanos. Sin embargo,
los documentos originales han
ido perdiendo claridad con el
tiempo y el uso, especialmente en los márgenes, haciéndose necesario acudir a esta primera edición para reconstruir
figuras y jeroglíficos.
El principal mérito —de entre los muchos que tiene la
obra— fue el de difundir un patrimonio que hasta antes de la
edición había estado al alcance sólo de un grupo de privilegiados.
Conviene mencionar que
Lord Kingsborough regaló
ejemplares de su obra a multitud de bibliotecas públicas. Los
siete primeros tomos se vendían a su salida en 120 libras,
y con láminas de color en 175
libras. Los nueve tomos de ocasión, 30 libras, según Quaritch
en 1886. En México (1942),
3 000 pesos; en 1949, en Porrúa Hermanos, a 15 000 pesos, según apunta el investigador español Antonio Palau,
quien señala también que se tiraron 2 ejemplares en gran papel y se conocen otros dos en
vitela, uno en el Museo Británico y otro en la Biblioteca
Bodleiana. El ejemplar que, de
acuerdo con Palau pertenece a
Porrúa Hermanos, en 1949, es
el que posee la Biblioteca de
México en sus Colecciones Especiales.
Son de destacar, en la des-
cripción física de la obra, el tamaño de los volúmenes (54 x
36 cm.), papel y pastas de gran
peso, la encuademación a la
holandesa, sobria, cantos dorados y el Ex-libns del gran bibliógrafo mexicano Joaquín
García Icazbalceta.
México ha rendido tributo
constante al hombre y a la
obra. Especial atención merecen las palabras con que el historiador Francisco del Paso y
Troncoso inicia la Monona
presentada al XVIII Congreso
Internacional de Americanistas (1912), donde explica el códice por él descubierto y designado con el nombre de Kinsborough:
"Espero se apruebe por los
americanistas la dedicatoria
que del M e m o r i a l de los Indios de T e p c t l a ó z t o c hice a
uno de sus antiguos poseedores, el noble y malogrado Kingsborough, víctima
de su altruismo, a quien no
se había hecho, hasta hoy,
el h o m e n a j e de un C ó d i c e
que perpetuara su m e m o r i a
entre los estudios a los que
hizo él tanto bien, poniend o en circulación la p r i m e ra obra monumental en que
las pinturas indianas tuvieron preferente lugar, quedaron
coleccionadas
for-
m a n d o serie, y se pudo hac e r de ellas, por lo m i s m o ,
un
estudio
comparativo,
q u e dio grande i m p u l s o a
los estudios americanistas
en general. .
mientras que
los c o e t á n e o s de Kingsborough vieron su obra con indiferencia y no estimaron el
sacrificio que aquel procer
había hecho en aras de la
Ciencia, de la cual
murió
mártir, a raíz de haber agotado, con la inteligencia, su
fortuna, y de haber perdido,
con la libertad, su salud. Reciba pues, en desagravio, este p e q u e ñ o tributo que a su
m e m o r i a dedico; y cuando
los estudiosos hojeen este
C ó d i c e q u e lleva su n o m bre, pongan el p e n s a m i e n to en aquel j o v e n malogrado, y consagren también a
su m e m o r i a un
recuerdo
afectuoso, que bien lo m e rece de todos nosotros".'
1. A n a l e s del M u s e o N a c i o n a l de
A r q u e o l o g í a , Historia y Etnología —Tom o I V - M é x i c o , 1912. p p . 483 y 484.
El escritor público
rá pagar un impuesto, es verdad, aunque poco oneroso, a la
ciudad.
Este oficio, del que hace
cincuenta años se extraían
considerables beneficios, aunque degenerado hoy día por
motivo del desarrollo de la
educación, es todavía de ésos
con los que uno se gana mejor
la vida.
Las únicas adquisiciones indispensables son: una mesita
corriente, un taburete, una silla o un sillón viejo para las labores, un tintero y unas cuantas plumas; la totalidad de estos objetos puede costar de
doce a quince francos. El gasto más considerable es el del
puesto, que puede reducirse,
con el letrero incluido, a treinta francos si puede uno mismo
m ida usted un permiso al
construírselo.
departamento de policía; escoAsí, incluidos todos los gasja un edificio donde se halle un
local conveniente para estable- tos, con cincuenta francos puecerse; réntelo. Si no, para ma- de abrirse un puesto de escriyor economía, hágase cons- tor público.
Durante las primeras sematruir, o construyase ud. mismo, con la ayuda de algunas nas, el escritor público no retablas, un puesto en el rincón cauda fuertes ingresos. Pero
de una plaza pública cualquie- una vez que se le conoce un
ra o en algún hueco de la ca- poco, no le faltan clientes, y se
lle. En este último caso, debeAbusando de la literalidad
traducimos este artículo,
que debía llevar en M é x i c o
el título de la n o v e l e t a de
Gamboa, El evangelista, aunque hoy al oficio se le llama
escuetamente "de mecanógrafo". Ha sido t o m a d o de
un librito que conserva la B.
de M . , publicado en París
en 1855, c u y o título reza
más o m e n o s : El libro de los
oficios fáciles, u honestos medios de llegar en muy poco
tiempo a ganarse la vida. Su
autor es desconocido. Confiamos en que los escritores
harán uso d e su b u e n
consejo.
D
convierte en secretario de un
gran número de empleados domésticos y obreros, como albañiles, empedradores, apisonadores, etc., que no saben escribir o no de modo suficiente
como para hacer su correspondencia.
En resumen, un escritor
público se embolsa, en promedio, de cuatro a cinco francos
por día.
Una vez que abundan las
actividades, el escritor público
cambia su puesto por una accesoria. A partir de entonces,
su ganancia puede ser muy
considerable, sobre todo si sabe traducir alguna lengua extranjera.
Debe tener un almanaque
de direcciones, conocer las variadas fórmulas necesarias para redactar solicitudes. Si entiende un poco de negocios, si
tiene algunas nociones claras
de derecho civil y público, y
sobre todo si tiene buen juicio,
puede dar muy buen servicio
y convertirse en el útil consejero de buen número de personas.
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