PDF (Parte IV, Título VIII: Del senado)

Anuncio
TITULO
DEL
VIII
SENADO
Art. 93. El Senado se compondrá de tantos miembros
cuantos senadores correspondan a los departamentos, a
razón de tres por cada departamento.
Por cada senador se elegirán dos suplentes.
§ 93. Asunto
de muy grave meditación
los Constituyentes,
la determinación
el Senado; pues se trataba
en ambas Cámaras;
políticas
lidad histórica
y administrativa,
o soberanía
de "cuerpo
La Comisión
bitró
de 1863
conservador
que preparó
senadores,
de
a las secciones
igualdad
fuesen la población,
que ahora
de dar al Senado
de las instituciones",
el proyecto
de Constitución,
por departamentos
de elección
de
que de suyo
personería política,
se-
constitucional".
ar-
que los
(en sustitución
de suerte que cada departamento
igualdad
había re-
90 dos medios; a saber: primero,
senadores fuesen nombrados
especie
entidades
por eso la auto-
el interés
en las "Bases de reforma
en su artículo
de los Estados),
sin heredar
y por último,
gún lo prometido
de ciertas
que, por modo anárquico,
la Constitución
son departamentos;
intereses:
de los Estados una especie de persona-
nomía política
el carácter
tres grandes
que ha de tener su representación
el de la conservación
que heredasen
conocido
del modo de componerse
de conciliar
el de la unidad de soberanía,
tenía que ser para
eligiese tres
significaba
una
cualesquiera
que
extensión
territorial,
riqueza
y fuerza
los departamentos;
y segundo,
que para
neutralizar
modo esta igualdad
y aumentar
la fuerza moral y material
de
en cierto
del
208
CONSTITUCIÓN
Poder
Ejecutivo,
mediante
DE
COLOMBIA
se diese a éste representaci6n
la facultad
de nombrar
en el Senado,
seis senadores
a más de los
que eligiesen los departamentos.
De esta combinación,
y la segunda
armonía
con los principios
titucionales
cuerpo
la primera
de todo punto
era muy
Si se quería
de las instituciones
hacer
sino también
estaba en
darles el carácter
cons-
del Senado
y de notoria
bilidad, no sólo había que exigir determinadas
senadores,
razonable,
La primera
de la ciencia y las tradiciones
de Colombia.
conservador
parte
inadmisible.
un
respeta-
cualidades en los
de mandatarios
ele-
gibles por entidades políticas permanentes, sin dejar de ser por
esto representantes de toda la nación. Y como los departamentos
iban
a ser entidades
Constitución,
quedaba
-de
tal
garantida
las Asambleas
propias-,
y hacía
parte
departamentales
(por
entidades
quedaba
constituído
tuciones
fundamentales.
Por otra parte,
y en los posteriores
políticas
de
desde los primeros
hasta
-los
las provincias
dores no sólo representaban
dos o entidades
calificadas
histórica
nacional
idea persistente:
de las insti-
entre
la
de 1821 a 1830, y
Y después,
(1863 a 1885),
de soberanas.
establecía
represen-
en que se dividía
de 1832 a 1857-;
a entidades
políticas,
los sena-
sino a Esta-·
Por lo mismo, la tralos colombianos
una
la de dar a los senadores la importancia
y el
elegibles por secciones políticas,
a di-
carácter
de mandatarios
ferencia
de los representantes,
de electores,
que al seccional.
el Senado
tiempos de la República,
entidades
federación
y
atribuciones
elegidos por de-
conservador
colombianos,
neo-granadinas,
la
constitucional,
tener
1857, los senadores habían
departamentos
dición
según
era necesaria,
permanentes),
como un cuerpo
en la época de la segunda
grupos
del orden
habían
más o menos las grandes
nación,
con vida propia,
que su existencia
era claro que, siendo los senadores
partamentos
tado
políticas
modo
que, pudiendo
correspondían
más
al
ser elegidos por
elemento
popular
DERECHO
Pero
la
miento
intervención
de senadores,
particulares, distintos
a ser una
INTERNO
del Poder
Ejecutivo
haciéndose
en
representar
no solamente
y de gobierno
sino que pugnaba
209
el
por
nombra-
seis de ellos
de los elegidos por departamentos,
innovación,
pio republicano
PÚBLICO
contraria
verdaderamente
con el sentimiento
venía
a todo
princi-
representativo,
nacional
y con las tradi-
ciones polí ticas de Colombia.
Las
Cámaras
condiciones
son
cuerpos
de origen
representativos
y elegibilidad),
como pueblo, ya de secciones políticas
ción. Asimismo
tantes
los poderes Ejecutivo
y mandatarios
cionales:
y
las
poderes consisten
como
diferencias
responsabilidad
de los gobernates
pancias de modo de elección,
o renovación.
10
Pero en
del Estado, y en el punto
cia constitucional,
una autoridad
tinto,
se deduce
cerse representar,
tal manera
respetable,
delante
o la autoridad
y con la gratuita
suposición
bierno representarían
equilibrio,
y
de la cien-
son iguales,
y, aunque
tienen
por modo dis-
de la nación.
de esos tres poderes delealguno para ha-o
10
poderes
Por
especiosas,
de que los seis senadores del Gode las altas
no serían
cual se violaba
de los poderes públicos,
sometiendo
a los otros
del representado.
el hecho con palabras
los intereses
con
someta
imperante
que tales senadores
del Poder Ejecutivo;
independencia
del Soberano
tiene razón ni título
que se quisiese revestir
era evidente
discre-
a su vez, ante uno de los demás o ambos, de
que esta representación
a la influencia
mucho
substancial,
y la
y de duración
de vista de los principios
que ninguno
gatarios o representativos
los tres
y jueces, y en ciertas
de funcionamiento
representan por igual la soberanía
De aquí
constitu-
entre
de los Legisladores
los tres poderes públicos
igualmente
son represen-
(dar, ejecutar y apli-
en sus diversos objetos
en la irresponsabilidad
entera,
de la na-
entidades
substanciales
car las leyes);
diversas
componentes
y Judicial
del Soberano,
únicas
(con
ya de la nacion
clases sociales,
sino representantes
el principio
y se rompía
al Poder Legislativo
de la
el necesario
al inevitable
predo-
210
CONSTITUCIÓN
mimo del Gobierno.
DE
Así venía
político
de una nación
titución
esencialmente
COLOMBIA
a introducirse
republicana
como Colombia,
monárquica,
otros países para neutralizar
en el mecanismo
imaginada
las resistencias
una ins-
en Inglaterra
y
o el poder de Cá-
maras aristocráticas.
Estas
y
otras observaciones
Constituyente,
y por fortuna
fueron
pática idea de los senadores nombrados
República,
y quedaron
hechas en
prevalecieron.
consignados
el Consejo
Desechóse la anti-
por el Presidente
en el artículo
de la
93 estos dos
principios:
Los senadores no son elegidos por fracciones populares, sino
por secciones políticas,
esto es, por departamentos;
y los departamentos,
como entidades
políticas
representa-
das, son iguales en representación,
sean cuales fueren sus desi-
gualdades
territorial,
de población,
extensión
mentos, y cada departamento
obsta para
elige tres senadores;
que éstos, así como los representantes,
a la nación entera, y deban proceder
la justicia
Otro
y el bien común".
punto
o continencia
por medio de suplentes.
porque
en Europa,
de ordinario
"consultando
(Artículo
muy importante
el de la limitación
conocida
riqueza,
etc.
los senadores corresponden a los departa-
En consecuencia,
representen
únicamente
105).
resuelto en el artículo
en la representación
en lo general;
93, es
senatorial
de los suplentes es des-
La institución
no tienen
lo que no
y esto se comprende,
los parlamentos
ya
días fijos para
abrir sus sesiones, ya porque las grandes facilidades que ofrecen
las vías de comunicación
rios, permiten
la pronta
do hay vacante
suplentes
No acontece
cilmente
de los territo-
de los electores, cuan-
de una plaza de senador
o diputado.
Así los
son innecesarios.
ticularmente
trabajos
y la escasa extensión
reunión eventual
lo propio en las repúblicas
en Colombia.
en toda ocasión, y por lo tanto,
electorales
americanas,
y par-
Los electores no pueden reunirse fá-
a períodos
hay que reducir los
fijos y fechas determinadas.
No
DERECHO
se aviene el espíritu
PÚBLICO
republicano
211
INTERNO
a tolerar
que se deje al arbi-
trio del Gobierno
la fijación
de las fechas en que deben reu-
nirse las Cámaras,
y exige que la Constitución
señale el día en
que ellas abran sus sesiones por derecho propio.
la necesidad de que, de antemano,
currir
al Congreso.
mer lugar,
Por lo mismo, si faltan
y no es fácil
dado, haciendo
con suplentes,
nuevas
reemplazarlos
elecciones,
Tanto
por la escasez de población,
Bogotá)
tritos
tad sería mayor
mediante
para
la tardía
tamentales.
tiempo
momento
las vacantes
que los principales,
más necesario
formar
Distritos
En cuanto
reemplazarlos
necesarios
en Colombia,
(con excepción
Distritos
municipales,
de
electorales
esos Dis-
radicados
en
a los senadores, la dificulcon elecciones
eventuales,
de las Asambleas
los suplentes,
así para
y
es esto, cuanto,
sino que es forzoso formar
y costosa reunión
Son, pues,
es llenar
no hay ciudades
con varios o muchos
muy extensos territorios.
largo
fuerza
que por sí solas puedan
para elegir representantes;
los elegidos en pri-
en cualquier
elegidos al mismo tiempo
para el mismo período.
Esto envuelve
se sepa quiénes han de con-
depar-
y lo serán por
los senadores
como
para
los representantes.
Pero en Colombia
titución
o arbitrio
se había
abusado por extremo
de los suplentes,
seguramente
quía que reinaba entre los Estados en materia
de la ins-
por la anar-
de elecciones. En
algunos de ellos la lista de suplentes era muy larga, y en otros
inagotable,
de suerte
no representaban
que el mayor
en manera
o de las Asambleas
alguna
legislativas.
número
de los designados
la opinión
Al faltar
quiera residente en la capital podía presentarse
respectiva
tenido
y ocupar
el puesto de aquél, aunque
más de un voto aislado en la elección
y así se formaban
A esto pone
Cámaras
remedio
cual-
ante la Cámara
no hubiese obcorrespondiente.
singularísimas!
la Constitución:
por cada senador, sino dos suplentes,
mentar
de los pueblos
un principal,
no pueden
elegirse
elección que ha de regla-
la ley; y la misma regla rige para los representantes.
212
CONSTITUCIÓN
DE
COLOMBIA
Art. 94. Para ser senador se requiere ser colombiano
de nacimiento y ciudadano no suspenso, tener más de
treinta años de edad y disfrutar de mil doscientos pesos,
por lo menos, de renta anual, como rendimiento de proPiedades o fruto de honrada ocubacion,
§ 94. Franca
y racionalmente
ciones colombianas
1858
Y 1863,
faltando
cidas desde 1821,
gibilidad
entre
conservador
es este artículo.
a las tradiciones
habían
establecido
senadores
dano. Apoyábase
cualidad
completa
que supone
ofrezca
el elegido, únicamente
han
de fundarse
sobre todo, cuando,
de en mucha
parte
uso de la libertad.
que una
alta
nombramientos
portancia,
titud
de funcionarios
quien nombra,
tantas
tado, aun cuando
pieren el
Gobierno
en el acierto con
hagan
subalternos
elecciones
o
o de mediana
im-
dejándose mucha
la-
en que respecto
garantías
La responsabilidad
y elevado criterio
de él se halla el nombrado,
de que el nombramiento
el escogido no reuna determinadas
ser consideradas
de
que lo acompaña,
como garantías
será acercualidades
de idonei-
y moralidad.
Pero cuando
han
colectivamente,
de su responsabilidad
especiales cualidades.
que a priori puedan
dad, dignidad
lo que son las
o elección, y sin exigir que el nombra-
el ilustrado
y la dependencia
que
el patriotismo
y lo que es la naturaleza
que estén bajo su dependencia;
do o elegido tenga
tancia
o un
muy so-
las garantías
Puede muy bien confiarse
al nombramiento
son otras
por cierto
todas
procediendo
la conciencia
corporación
sin exigir en
en la capacidad,
elecciones en todo país del mundo,
de ele-
los Legis-
que el de ser ciuda-
del elector. Esto es desconocer
y buen sentido
humana,
públicos,
o requisito
estable-
igualdad
y entre
esta idea en la doctrina,
fística,
de 1853,
republicanas
y representantes,
ladores y todos los demás funcionarios
unos y otros mayor
de las institu-
Las constituciones
se trata
de funcionarios
de altísima
impor-
que han de decidir de la suerte de la nación, y que no
de estar
bajo la dependencia
del elector;
y cuando
este
DERECHO
PÚBLICO
INTERNO
213
elector es una masa popular muy considerable, o una entidad
que puede obedecer a las pasiones políticas, sin responsabilidad
de sus actos; es un error deplorable dejar la elección al entero
arbitrio de los que la hacen, sin pedir a los elegibles ciertas garantías preestablecidas o que hacen presumir la idoneidad, la
dignidad y la moralidad del elegido. De ahí las condiciones de
elegibilidad que la Constitución exige respecto de los senadores, de los representantes y de muchos otros funcionarios públicos.
En cuanto a los senadores, los requisitos son, como se ve
en el artículo que comentamos, de cuatro calidades distintas:
de nacionalidad, la cual ha de ser de la primera clase, esto es,
por nacimiento; de condición, o sea de posesión del carácter
político de ciudadano en ejercicio; de edad, que ha de ser mayor que la de treinta años, o sean treinta años cumplidos, con
algún exceso; y de posición social, consistente en el disfrute
o posesión de una renta anual por lo menos de mil doscientos
pesos, proveniente de propiedades o de honrada ocupación.
Parécenos que el propósito de los Constituyentes, al hablar
de propiedades, no fue referirse únicamente a bienes inmuebles,
ya porque el vocablo empleado tiene ordinariamente un sentido
lato que se aplica a toda clase de bienes susceptibles de producir renta, como acontece con títulos de deuda pública, dinero
colocado a interés, acciones sobre compañías anónimas o en
comandita, o semovientes u otros valores productivos; ya porque la expresión "fruto de honrada ocupación", empleada como disyuntiva, indica que toda industria, profesión u ocupación honrada es cosa distinta de la aplicación de propiedades,
muebles o inmuebles, a la producción de un rendimiento. Ni
tampoco sería justo hacer distinción entre la renta de lo mueble y de 10 inmueble, cuando lo que se ha querido es buscar
una garantía en la riqueza o en el trabajo honrado.
214
CONSTITUCIÓN
DE
COLOMBIA
Art. 95. Los senadores durarán seis años, y son reelegibles indefinidamente.
El Senado se renovará por terceras partes en la forma
que determine la ley.
§ 95. Este artículo
como elemento
por sí solo es de capital
de estabilidad
de la república,
de los senadores y de buen gobierno.
mucha
monta,
discreparon
Contiene
reelección,
en la república,
En cuanto
ni se ha innovado
a la posibilidad de
ni se ha dejado de respetar
posición medio alguno eficaz de corromper
sobre éstos coacción
que tuerza
un principio
tienen
uni-
a su dis-
a sus electores o de
su voluntad.
Ningún
poder ejercen que se haga sentir por medio de la fuerza,
autoridad,
damente,
personal
que es mucha
cuando
en la respectiva
o individual.
las libertades
legisladores;
justifican
públicas,
es nula en su manifestación
en su favor
de todo
ñado bien sus funciones.
anterior
artículo
novación
de suma importancia
95: la duración
para
de los
las razones
que
que ha desempe-
y experiencia
son enton-
sin riesgo al-
en caso de ser reelegido.
son las dos que contiene el
de los senadores por seis años, y su re-
por terceras partes, en la forma que la ley determine,
que necesariamente
del período
total.
dad y cordura
Baste considerar
habrá
de ser cada dos años, tercera
Con senadores de esta duración,
parte
habrá serie-
en el Senado y serán estables las instituciones.
para afirmarlo
en la composición,
entre
indefinida
es garantía,
guno de presión, de la que observará
Reformas
todas
funcionario
Su práctica
ces preciosas, y su conducta
y su
y ordena-
peligro hay, por lo tanto,
con la reelegibilidad
y sí militan
la reelección
se ejerce colectiva
Cámara,
Ningún
de
no
lo que era tradicional
versal. Ni los senadores ni los representantes
ejercer
innovaciones
y expresa ideas en que los Constituyentes
ni por un momento.
indefinida
importancia,
de respetabilidad
el priori, la diferencia que hubo
la respetabilidad
y la conducta
la época en que los senadores duraban
cuatro
del Senado,
años, y la
posterior, en que su período se redujo a dos. A tal punto se vul-
DERECHO
PÚBLICO
INTERNO
215
ganzo y aun degradó el nobilísimo cargo de Senador, que casi
se volvió despreciable. No había para qué buscar en los más de
los senadores ilustración, respetabilidad personal ni experiencia
de los negocios, puesto que, merced de una alternabilidad excesiva que no dejaba tiempo a los legisladores para medio aprender
su oficio, los hombres más nulos y menos meritorios se creían
con tí tulos para hacerse elegir senadores.
Con períodos de seis años, ni el pueblo será inquietado con
frecuentísimos actos electorales que relajan las funciones de los
electores, ni se dejará de solicitar para la senaturía a los hombres
más distinguidos, competentes y respetables. El personal del Senado será seguramente muy escogido. En cuanto a los senadores mismos, seguros como estarán de durar seis años en el ejercicio' de sus funciones, se aplicarán a estudiar a fondo la Constitución, la legislación y las necesidades del país, a posesionarse
bien de las prácticas parlamentarias, a redactar con esmero lo
que sea de su competencia, y a merecer con aptitudes verdaderamente oratorias la adquisición de una benéfica influencia parlamentaria. Las leyes serán preparadas y discutidas con circunspección y acierto, y la legislación de Colombia ganará mucho
en método y claridad, precisión y concordancia.
Podía parecer a muy celosos partidarios de la alternabilidad,
que los períodos de seis años, de los senadores, serían excesivos,
no obstante la notoria conveniencia de dar respetabilidad al cargo y estabilidad y acierto a la legislación. Para acallar aquel escrúpulo se imaginó un sabio correctivo: el de la renovación de
los senadores por terceras partes. De esta manera, cada dos años
podrá manifestarse la opinión en cada Departamento, por medio de su asamblea, eligiendo un nuevo senador, o reeligiendo al
saliente; y sin embargo, quedarán en el Senado los restantes. Así
el Senado recibirá siempre nueve miembros de reciente elección,
conservando diez y ocho que tendrán dos o cuatro años de experiencia en los trabajos de la Cámara, y que mantendrán la
216
CONSTITUCIÓN
DE
COLOMBIA
tradición y práctica de los negocios, cosa excelente para el buen
desempeño general.
Art. 96. Corresponde al Senado conocer de las acusaciones que intente la Cámara de Representantes contra los
funcionarios de que trata el artículo 102 (inciso 49).
§ 96. Por punto general, es contraria a los principios de la
Ciencia constitucional toda confusión de poderes, máxime cuando el ejercicio de una parte de ellos es irresponsable. Así, los
legisladores han de ocuparse únicamente en hacer leyes, sin que
siente bien a su carácter el ejercicio de funciones gubernativas ni judiciales. Pero hay en la práctica del régimen constitucional dificultades de hecho, por tal modo insuperables, si a
ellas se aplica el rigor de los principios, que por fuerza es necesario relajar éstos un tanto para allanar aquéllas. Así acontece cuando se trata de acusar y juzgar a los más altos funcionarios de los dos poderes responsables, que son el ejecutivo
y el judicial.
Absurdo sería que a la Corte Suprema correspondiese juzgar a sus propios miembros, por motivos de responsabilidad,
esto es, por mal desempeño en el ejercicio de sus funciones (lo
que frecuentemente equivaldría a juzgarse a sí misma), o que
al Procurador general de la nación, subordinado al Poder Ejecutivo, incumbiese la atribución de acusar al Presidente de la
República y a los ministros. Tampoco sería conveniente crear
un tribunal especial para conocer de aquellos juicios, puesto
que sus miembros también deberían ser responsables ante alguna entidad, y ésta tendría que ser la más alta posible. Se caería de esta suerte en un círculo vicioso, y para evitarlo, no
hay más arbitrio que aceptar 10 posible, sometiéndose a la necesidad de que el más alto acusador o fiscal sea la Cámara de
Representantes y el más alto tribunal el Senado, cuerpos irres-
DERECHO
PÚBLICO
INTERNO
217
ponsables e inviolables. Esto explica y justifica la disposición
del artículo 102 (inciso 4Q), que autoriza solamente a la Cámara de Representantes para formular y sostener ciertas acusaciones, y solamente al Senado para oírlas y conocer de los
juicios respectivos. Al tratar del artículo 97 haremos la debida
distinción sobre las atribuciones que tiene el Senado respecto
de las acusaciones que entabla la Cámara de Representantes.
Art. 97. En los juicios que se sigan ante el Senado, se
observarán estas reglas:
l' Siempre que una acusación sea públicamente admitida, el acusado queda de hecho suspenso de su empleo.
2' Si la acusación se refiere a delitos cometidos en ejercicio de funciones, o a indignidad por mala conducta, el
Senado no podrá imponer otra pena que la de destitución del empleo, o la privación temporal o Pérdida absoluta de los derechos políticos; pero se le seguirá juicio
criminal al reo ante la Corte Suprema, si los hechos le
constituyen responsable de infracción que merezca otra
pena.
Jf Si la acusación se refiere a delitos comunes, el Senado se limitará a declarar si hay o no lugar a seguimiento de causa, y en caso afirmativo pondrá al acusado
a disposición de la Corte Suprema.
4' El Senado podrá cometer la mstruccion. de los procesos a una Diputación de su seno, reservándose el juicio
y sentencia definitiva, que será pronunciada en sesión
pública, por los dos tercios, a lo menos, de los votos de
los senadores que concurran al acto.
§ 97. Por dos modos puede conocer el Senado de las acusaciones que la Cámara formula, según que los funcionarios
acusados lo son por distintos motivos. Pueden ser acusados por
delitos comunes, que son aquellos que se cometen contra el
común de los individuos, o contra el orden social, sin que la
ejecución atente a los derechos del Estado o dependa del ejer-
218
CONSTITUCIÓN
DE
COLOMBIA
cicio mismo de las funciones públicas; o por delitos oficiales
o de responsabilidad, que se cometen por razón del cargo que
se ejerce, ya sea faltando a los deberes impuestos al cargo mismo, ya atentando contra el orden legal o constitucional, esto
es, ofendiendo de algún modo al Estado, y no a particulares.
En el primer caso, la Constitución estima que el Senado es incompetente para el seguimiento del juicio, y sólo le da facultad para resolver si hay lugar o no a seguimiento de causa.
A. Si no hay lugar, la acusación no surte efectos; si hay
lugar, el Senado se limita a poner al acusado a disposición de
la Corte Suprema, para que ésta lo juzgue, dejándolo ipso
facto suspenso del ejercicio de sus funciones, por cuanto es ya
un criminal presunto.
B.Si,al contrario, se trata de acusación por delitos de responsabilidad ("cometidos en el ejercicio de sus funciones") o
de indignidad para seguir funcionando (por mala conducta),
la declaración que hace el Senado de haber lugar a formación
de causa somete a su propio jurisdicción al acusado, quedando
éste suspenso. Toca, pues, entonces al Senado conocer de la
causa, desde su iniciación hasta su conclusión. En este caso, la
única pena que el Senado puede imponer, es la de destitución,
o la de privación temporal o pérdida absoluta de los derechos
políticos. Pero si los hechos materia de la acusación merecen
otra pena, conforme a las leyes, el acusado ha de ser puesto
después a disposición de la Corte Suprema, para que ésta le siga
juicio criminal.
Cabe aquí advertir que, cuando se trata del Presidente de
la República, o del que en su lugar ejerza el Poder Ejecutivo,
si al tiempo de ser juzgado ha cesado en el ejercicio de sus
funciones, .en lugar de la pena de destitución, que no tendría
objeto, se le impone la de inhabilitación para ejercer nuevamente la presidencia (artículo 122, inciso 59).
C. Siendo lo esencial en estos juicios que el Senado entero
pronuncie los fallos, y teniendo comprobado la experiencia que
DERECHO
PÚBLICO
INTERNO
219
una corporacion es impropia para presidir actuaciones o encargarse por sí misma de lo que se llama la secuela del juicio,
el inciso 49 del artículo que comentamos autoriza al Senado
para cometer la instrucción de los procesos a comisiones de su
seno, reservándose el juicio (audiencia y conferencia)
y la
sentencia definitiva, para funcionar en su totalidad. Esta sentencia deberá ser pronunciada en sesión pública, y por los dos
tercios, a lo menos, de los votos de los senadores que concurran
al acto.
Hay en esto una locución defectuosa, pues se habla en el
inciso 49 de que la sentencia sea pronunciada; y como la sentencia puede ser absolutoria o condenatoria, no está claramente dicho si para absolver son necesarios los dos tercios de votos, lo mismo que para condenar. Entendemos que lo que se
quiso fue exigir los dos tercios de votos para condenar, por
ser esta mayoría una garantía muy importante en asunto de
tánta gravedad; pero que, si se formula sentencia absolutoria,
no ha menester sino de simple mayoría para ser aprobada. De
otra manera, se caería en un círculo vicioso, al no haber dos
tercios de votos en ningún sentido. De no aceptarse esta interpretación, sería necesario que la ley mandase formular siempre las sentencias solamente en sentido condenatorio; pues de
poderse formular en sentido absolutorio, al faltar los dos tercios de votos afirmativos quedaría el asunto indeciso.
D. Como en el presente artículo y en el anterior se alude
a ciertas acusaciones, conviene explicar por qué la Cámara de
Representantes ha de acusar a determinados funcionarios públicos, según lo dispone el inciso 49 del artículo 102. Dichas
acusaciones se refiere únicamente al Presidente y al Vicepresidente de la República (así como al designado cuando ejerce
el Poder Ejecutivo, pues viene a ser Presidente), a los ministros del despacho, a los consejeros de Estado, al Procurador general de la nación y a los magistrados de Corte Suprema.
220
CONSTITUCIÓN
DE
COLOMBIA
Fácilmente se alcanza la razón de esta especie de privilegio
de tan altos funcionarios, que sólo por la Cámara de Representantes pueden ser acusados. Si bien es cierto que la mayor
garantía de las libertades públicas y los derechos individuales
consiste, en resolución, en la facilidad que tengan los ciudadanos para hacer exigir responsabilidad a los funcionarios públicos por los abusos que cometan, también es verdad que para
los funcionarios debe haber formas protectoras que los defiendan del odio y resentimiento de los particulares sobre quienes
tienen que hacer sentir el peso de la autoridad. Cuanto más
abajo en la escala oficial se encuentran los funcionarios públicos, mayor número de tribunales y empleados superiores hay
que los puedan amparar, y menos expuestos están a ser el blanco de las pasiones políticas. Los más altos funcionarios, por el
contrario, son comúnmente objeto de las mayores iras, porque
en ellos se resume la autoridad superior. Además, su eminente
categoría exige, por respeto a la nación, que no se les sujete
sino a la más alta jurisdicción posible. Todo esto justifica, respecto de los más eminentes empleados nacionales, que no se
les sujete a juicio sino por consentimiento del Senado, y mediante acusación de la Cámara de Representantes.
Art. 98. Son también atribuciones del Senado:
l' Rehabilitar a los que hubieren perdido la ciudadanía. Esta gracia, según el caso y circunstancias del que
la solicite, podrá referirse únicamente al derecho electoral, o también a la capacidad para desempeñar determinados puestos públicos, o conjuntamente al ejercicio di'
todos los derecbos políticos;
2' Nombrar dos miembros del Consejo de Estado;
3' Admitir o no las renuncias que hagan de sus empleos el Presidente y Vicepresidente de la República y
el designado;
DERECHO
PÚBLICO
INTERNO
221
4' Aprobar o desaprobar los nombramientos que haga
el Presidente de la República para magistrados de la Corte Suprema;
5' Aprobar o desaprobar los grados militares que confiera el Gobierno, desde Teniente-Coronel hasta el más
alto grado del Ejército o Armada;
6' Conceder licencias al Presidente de la República
para separarse temporalmente, no siendo caso de enfermedad, o para ejercer el poder fuera de la capital;
r Permitir el tránsito de tropas extranjeras por el territorio de la república;
8' Nombrar las comisiones demarcadoras de que trata
el artículo 49;
9' Autorizar al Gobierno para declarar la guerra a
otra nación.
§ 98. A más de las atribuciones legislativas y judiciales que
tiene el Senado, la Constitución ha querido conferirle algunas
de carácter administrativo, ya porque se refieren a situaciones
excepcionales de los particulares, ya porque se relacionan con
actos muy importantes del Gobierno; ora porque interesan
muy de cerca a la soberanía nacional, o porque afectan a intereses que importan a dos o más departamentos. Y de estas
cuatro naturalezas son las atribuciones administrativas del Senado. La 1~ de las determinadas en este artículo, se refiere a
un grande interés de los particulares; la 2\ 3ª, 4ª, 5ª Y 6ª a
negocios de alta administración nacional; la 7ª y la 9ª a negocios de política exterior, y la 8~ a un asunto que interesa a
dos o más departamentos, y es, sin embargo, de tan difícil
solución judicial como gubernativa.
A. Si el artículo 16 determina los casos en que se pierde
la calidad de ciudadano, justo es admitir también que la pena
no sea irreparable, y que quien la haya merecido pueda ser
acreedor al restablecimiento de sus derechos, mediante una
conducta meritoria, posterior a la pérdida sufrida. Este recurso
es el que se llama de rehabilitación, que antes era concedido
para ante la Corte Suprema, y ahora se hace efectivo ante el
222
CONSTITUCIÓN
DE
COLOMBIA
Senado. Como en lo general los motivos de la rehabilitación
son de carácter político o moral, el asunto parece ser más propio de una corporación política como el Senado, que de un
tribunal como la Corte Suprema, que procede judicialmente
y conforme al rigor de las pruebas. El texto mismo de la atribución 1~, Y la naturaleza del caso, hacen comprender que la
rehabilitación es un acto esencialmente político, ya porque
envuelve aumento del número de ciudadanos, ya porque afecta
a la condición de los nacionales delante del Estado.
B. El Consejo de Estado, excelente institución que existió
hasta 1843, ha sido restablecido como un grande elemento de
trabajo preparatorio de la Legislación, de administración de
justicia en lo contencioso-administrativo, y de buen gobierno,
y por lo tanto, de estabilidad. Al restablecerlo, se ha querido
que se componga de cuatro elementos muy respetables: el popular, representado por el Vicepresidente de la República; el
senatorial, mediante el nombramiento de dos consejeros que
hace el Senado; el parlamento popular, por los dos consejeros que nombra la Cámara de Representantes; y el gubernativo, por los dos que nombra el presidente. Nada puede ser
más acertado que este concurso de varios poderes públicos y
del pueblo a la formación del Consejo de Estado, institución
que analizaremos en su lugar respectivo (Título XIII).
C. Siendo de la más alta categoría posible, en el ramo ejecutivo, el presidente y vicepresidente, de origen popular, es
natural que cuando estos funcionarios renuncien sus empleos
después de haberlos aceptado, sea la -más alta y respetable corporación electiva la competente para aceptar o no estas renuncias. No hallamos la misma lógica respecto de la renuncia
del designado, puesto que éste es elegido por el Congreso; pero
así está dispuesto, por asimilación de circunstancias, esto es,
porque el designado, lo mismo que el presidente y el vicepresidente, está destinado a ejercer el Poder Ejecutivo, llegado el
caso.
DERECHO
PÚBLICO
INTERNO
223
En cuanto a las excusas para aceptar los mencionados empleos, suprimióse respecto de ellas la autorización, al discutirse
el inciso 3 y toca a la ley llenar este vacío.
D. Asunto de grave meditación era el determinar el modo
de nombrar los magistrados de la Corte Suprema. Reconocían
todos los Constituyentes que la elección popular de aquellos
empleados era cosa absurda, por cuanto los magistrados y demás jueces no son funcionarios políticos y han de tener cualidades especiales de idoneidad, que los pueblos no saben considerar; que por análogas razones, y por el interés de evitar elecciones debidas a la intriga irresponsable, no convenía tampoco
atribuír a las Cámaras legislativas, ni a las asambleas departamentales, el nombramiento de los magistrados; y que era muy
legítima la intervención del Poder Ejecutivo en este asunto, como que nadie mejor que él puede conocer las aptitudes propias
para la magistratura. Se reconocían estas verdades, con tal que la
situación de los magistrados fuese rodeada de todas las garantías
necesarias para asegurar su independencia y competencia.
Pero quedaba por considerar cuál de dos procedimientos sería el mejor: o que los magistrados fuesen escogidos por el Gobierno, de ternas de candidatos propuestas por el Senado; o que
el Gobierno los nombrase libremente (con las condiciones constitucionales), y sometiese los nombramientos a la aprobación
del Senado. Prevaleció lo segundo, porque se consideró que no
debía privarse al Poder Ejecutivo de la libertad de escoger, y
que el sistema de ternas ofrece inconvenientes notorios, respecto de la dignidad de los propuestos y el desagrado de los no
escogidos; y también se tomó en cuenta que la intervención
del Senado quedaba muy a salvo, dejándole plena libertad de
aprobar o desaprobar cualquier nombramiento. Con esta intervención, el Senado, que es un cuerpo de la más alta respetabilidad, da a la nación una excelente garantía, mediante su voto
aprobatorio, de que los magistrados nombrados por el Presidente de la República son dignos de servir tan elevado cargo;
Q
,
224
CONSTITUCIÓN
DE
COLOMBIA
y al propio tiempo, se consulta el interés del buen gobierno, y
el de atribuir a la nación, por medio de un cuerpo representativo conservador de las instituciones, la resolución definitiva
que aprueba cada nombramiento.
E. Cuando se da a un militar determinado destino, colocación o comisión, según el grado o categoría permanente que
tiene en la milicia, el acto es puramente administrativo, y no
afecta de un modo substancial a los intereses permanentes de
la nación. Es, por lo tanto, muy razonable, necesario, que en
tal caso el Gobierno obre por sí solo, por cuanto tiene bajo su
exclusiva autoridad a toda la fuerza pública, y sus funciones
son ejecutivas y administrativas.
Mas no acontece lo propio cuando el Gobierno concede un
grado o ascenso en la fuerza pública, desde el de TenienteCoronel hasta el más alto del Ejército o Armada. En este
caso, como el grado o empleo militar es asunto de categoría,
no de destino o colocación transitoria, y produce por su naturaleza derechos y deberes vitalicios, es necesario que la nación no sea obligada durante la vida del militar o jefe ascendido (y aun después de ella, si las leyes reconocen ciertos derechos a los descendientes o deudos), sin que intervenga en el
asunto el Congreso o algún Cuerpo representativo. No se
trata ya de la administración militar, sino de la constitución
misma del Ejército y de cosa de mucha substancia y duración;
por consiguiente, justo es que quien representa la soberanía
nacional y contribuye a decretar los gastos públicos, como el
Senado, preste o no su aprobación a las promociones vitalicias
que se decreten en favor de los jefes militares.
F. No menos es asunto muy importante de gobierno el
conceder licencias al Presidente de la República, o a quien
ejerce el Poder Ejecutivo, para separarse temporalmente de este
ejercicio. Según los principios de Ciencia administrativa, no es
lícito a ningún funcionario público abandonar su empleo, ni
separarse de éste discrecionalmente; pues de otra suerte la ad-
DERECHO
PÚBLICO
INTERNO
225
ministración pública estaría sujeta al capricho de todos los
mandatarios y empleados de la nación. Y salta a los ojos la necesidad de que sea siempre el superior quien conceda licencias
al inferior, o la corporación respectiva, cuando el empleado
funciona colectivamente. Pero como no hay entidad alguna
más alta que el Presidente, en la esfera que le es propia, se
hace necesario que sea el Senado, o en su receso la Corte Suprema, quien conceda al Jefe del Poder Ejecutivo las licencias
que necesite. Sobre esto, la ley ha de complementar la disposición constitucional.
Las licencias que solicite el Presidente pueden ser de dos
clases: o para separarse temporalmente del ejercicio de la presidencia, o para ejercerla fuera de la capital de la república,
por un caso de necesidad. En uno y otro caso es muy razonable la atribución conferida al Senado. Pero si el caso es de enfermedad, la Constitución ha querido no obligar al Presidente
a que solicite las licencias: deberá estarse a lo que disponga
la ley, y el Presidente podrá optar entre separarse por su propia voluntad del ejercicio de sus funciones, temporalmente,
haciendo el llamamiento del caso al Vicepresidente; o continuar ejerciendo, no obstante el }nconveniente de la enfermedad. De paso diremos que, en esta materia, ninguna facultad
tiene el Congreso, por resolución ni por ley, sino el Senado solo.
G. De hecho, por la naturaleza del territorio colombiano,
sólo el istmo de Panamá pudiera servir al tránsito de tropas
extranjeras; y se comprende que así pueda suceder, por notoria necesidad o conveniencia de algunas o muchas naciones
amigas; sin perjuicio de la neutralidad que Colombia ha de
guardar, en caso de guerra entre dos o más naciones extranjeras. Este es punto que se decide según las circunstancias. Pero
es evidente que puede. ocurrir a una nación amiga la necesidad
de hacer pasar tropas suyas por el territorio colombiano, para
atender a servicios coloniales u otros análogos, y entonces, si
para Colombia no hay perjuicio alguno, será un acto de buena
226
CONSTITUCIÓN
DE
COLOMBIA
amistad la concesión del permiso, por cuanto la república tiene
una posición privilegiada entre los dos Océanos.
Trátase en tal caso de un acto que afecta seriamente a la soberanía nacional, y que aún puede comprometer la situación de
Colombia respecto de otras naciones. Lo más natural en tan delicada coyuntura, es que, una vez pedido el permiso a la nación,
sea el Senado quien lo conceda o no, precisamente por ser la más
alta corporación representativa de la república, y porque se trata de un hecho muy relacionado con la polí tic a nacional.
H. También corresponde al Senado nombrar las comisiones
demarcadoras de los límites de los departamentos, cuando las
líneas son dudosas, caso previsto en el tercer párrafo del artículo 4 Si de lo que se trata es de hacer demarcaciones, por
haber líneas dudosas, y no de desmembraciones de departamentos; si el Senado se compone de miembros nombrados por las
asambleas departamentales, y por lo tanto es una garantía común para todos éstos, y si la Corporación ha sido instituída
para servir como elemento de estabilidad de las instituciones,
una de las cuales son esos mismos departamentos; muy puesto
en razón está que sean nombradas por el Senado aquellas comisiones encargadas de estudiar los límites dudosos y hacer las
demarcaciones necesarias. Todo hace presumir que los nombramientos de tales comisiones tendrán el sello de la imparcialidad y del acierto.
l. Por último, si abundan razones para que sea el Senado
quien ejerza las ocho primeras atribuciones, más o menos políticas y administrativas, mayor fundamento hubo todavía
para que se le confiriese la nona. En ningún país regularmente regido deja de estar en manos del Gobierno la dirección de
las relaciones exteriores, y conforme a las prácticas del Derecho internacional, es el Gobierno quien representa al Estado
ante las demás naciones. Así, sólo al Jefe del Poder Ejecutivo
corresponde la facultad de declarar la guerra a otra nación, y
de esta manera lo dispone el inciso 119 del artículo 120.
Q
•
DERECHO
PÚBLICO
INTERNO
227
Pero es evidente que un caso tan grave como el de guerra
extranjera, requiere la intervención directa de los representantes de la nación que han de autorizar la formación de ejércitos y las erogaciones consiguientes. No debe estar, pues, al arbitrio del Gobierno el comprometer a la república en una guerra exterior, sin autorización del Congreso, salvo el caso de invasión o de necesidad de defensa. Pero como la Constitución ha
querido que la totalidad del Congreso no sea sino puramente legisladora, y en un solo caso electora, y ha tenido el propósito de
hacer del Senado un elemento respetabilísimo de autoridad; en
vez de dar a las dos Cámaras la atribución de autorizar, por
ley, al Gobierno, para declarar la guerra a otra nación, se la ha
conferido exclusivamente al Senado. Esto indica que los Constituyentes pensaron que el asunto no era materia de ley, sino
de resolución, puesto que las leyes han de ser obra del Congreso entero y necesitan de sanción.
No anduvieron descaminados en esto los Constituyentes,
innovando así una regla constitucional que era de tradición en
Colombia. Toda ley, para ser obligatoria y surtir todos sus
efectos, ha de tener promulgación, por lo que las leyes secretas son odiosas y contrarias a la naturaleza misma de la legislación. Pero- en el mayor número de casos, si no en todos, conviene mantener secretas las autorizaciones para declarar la guerra, mientras no se hace la declaración; por esto mismo, es mucho más ventajoso que la autorización sea dada en la forma de
resolución, que puede ser mantenida en secreto, evitándose así
los efectos que pueda producir desde luego la publicidad.
Haremos notar, sin embargo, que no sería prudente librar
la suerte de la república a una resolución momentánea del Senado, en el caso de dar éste su autorización para declarar la
guerra. Esto indica la conveniencia de que la ley exija dos o
tres debates, dados en distintos días y con ciertas formalidades,
para que tenga fuerza la resolución que adopte el Senado.
Descargar