TITULO DEL VIII SENADO Art. 93. El Senado se compondrá de tantos miembros cuantos senadores correspondan a los departamentos, a razón de tres por cada departamento. Por cada senador se elegirán dos suplentes. § 93. Asunto de muy grave meditación los Constituyentes, la determinación el Senado; pues se trataba en ambas Cámaras; políticas lidad histórica y administrativa, o soberanía de "cuerpo La Comisión bitró de 1863 conservador que preparó senadores, de a las secciones igualdad fuesen la población, que ahora de dar al Senado de las instituciones", el proyecto de Constitución, por departamentos de elección de que de suyo personería política, se- constitucional". ar- que los (en sustitución de suerte que cada departamento igualdad había re- 90 dos medios; a saber: primero, senadores fuesen nombrados especie entidades por eso la auto- el interés en las "Bases de reforma en su artículo de los Estados), sin heredar y por último, gún lo prometido de ciertas que, por modo anárquico, la Constitución son departamentos; intereses: de los Estados una especie de persona- nomía política el carácter tres grandes que ha de tener su representación el de la conservación que heredasen conocido del modo de componerse de conciliar el de la unidad de soberanía, tenía que ser para eligiese tres significaba una cualesquiera que extensión territorial, riqueza y fuerza los departamentos; y segundo, que para neutralizar modo esta igualdad y aumentar la fuerza moral y material de en cierto del 208 CONSTITUCIÓN Poder Ejecutivo, mediante DE COLOMBIA se diese a éste representaci6n la facultad de nombrar en el Senado, seis senadores a más de los que eligiesen los departamentos. De esta combinación, y la segunda armonía con los principios titucionales cuerpo la primera de todo punto era muy Si se quería de las instituciones hacer sino también estaba en darles el carácter cons- del Senado y de notoria bilidad, no sólo había que exigir determinadas senadores, razonable, La primera de la ciencia y las tradiciones de Colombia. conservador parte inadmisible. un respeta- cualidades en los de mandatarios ele- gibles por entidades políticas permanentes, sin dejar de ser por esto representantes de toda la nación. Y como los departamentos iban a ser entidades Constitución, quedaba -de tal garantida las Asambleas propias-, y hacía parte departamentales (por entidades quedaba constituído tuciones fundamentales. Por otra parte, y en los posteriores políticas de desde los primeros hasta -los las provincias dores no sólo representaban dos o entidades calificadas histórica nacional idea persistente: de las insti- entre la de 1821 a 1830, y Y después, (1863 a 1885), de soberanas. establecía represen- en que se dividía de 1832 a 1857-; a entidades políticas, los sena- sino a Esta-· Por lo mismo, la tralos colombianos una la de dar a los senadores la importancia y el elegibles por secciones políticas, a di- carácter de mandatarios ferencia de los representantes, de electores, que al seccional. el Senado tiempos de la República, entidades federación y atribuciones elegidos por de- conservador colombianos, neo-granadinas, la constitucional, tener 1857, los senadores habían departamentos dición según era necesaria, permanentes), como un cuerpo en la época de la segunda grupos del orden habían más o menos las grandes nación, con vida propia, que su existencia era claro que, siendo los senadores partamentos tado políticas modo que, pudiendo correspondían más al ser elegidos por elemento popular DERECHO Pero la miento intervención de senadores, particulares, distintos a ser una INTERNO del Poder Ejecutivo haciéndose en representar no solamente y de gobierno sino que pugnaba 209 el por nombra- seis de ellos de los elegidos por departamentos, innovación, pio republicano PÚBLICO contraria verdaderamente con el sentimiento venía a todo princi- representativo, nacional y con las tradi- ciones polí ticas de Colombia. Las Cámaras condiciones son cuerpos de origen representativos y elegibilidad), como pueblo, ya de secciones políticas ción. Asimismo tantes los poderes Ejecutivo y mandatarios cionales: y las poderes consisten como diferencias responsabilidad de los gobernates pancias de modo de elección, o renovación. 10 Pero en del Estado, y en el punto cia constitucional, una autoridad tinto, se deduce cerse representar, tal manera respetable, delante o la autoridad y con la gratuita suposición bierno representarían equilibrio, y de la cien- son iguales, y, aunque tienen por modo dis- de la nación. de esos tres poderes delealguno para ha-o 10 poderes Por especiosas, de que los seis senadores del Gode las altas no serían cual se violaba de los poderes públicos, sometiendo a los otros del representado. el hecho con palabras los intereses con someta imperante que tales senadores del Poder Ejecutivo; independencia del Soberano tiene razón ni título que se quisiese revestir era evidente discre- a su vez, ante uno de los demás o ambos, de que esta representación a la influencia mucho substancial, y la y de duración de vista de los principios que ninguno gatarios o representativos los tres y jueces, y en ciertas de funcionamiento representan por igual la soberanía De aquí constitu- entre de los Legisladores los tres poderes públicos igualmente son represen- (dar, ejecutar y apli- en sus diversos objetos en la irresponsabilidad entera, de la na- entidades substanciales car las leyes); diversas componentes y Judicial del Soberano, únicas (con ya de la nacion clases sociales, sino representantes el principio y se rompía al Poder Legislativo de la el necesario al inevitable predo- 210 CONSTITUCIÓN mimo del Gobierno. DE Así venía político de una nación titución esencialmente COLOMBIA a introducirse republicana como Colombia, monárquica, otros países para neutralizar en el mecanismo imaginada las resistencias una ins- en Inglaterra y o el poder de Cá- maras aristocráticas. Estas y otras observaciones Constituyente, y por fortuna fueron pática idea de los senadores nombrados República, y quedaron hechas en prevalecieron. consignados el Consejo Desechóse la anti- por el Presidente en el artículo de la 93 estos dos principios: Los senadores no son elegidos por fracciones populares, sino por secciones políticas, esto es, por departamentos; y los departamentos, como entidades políticas representa- das, son iguales en representación, sean cuales fueren sus desi- gualdades territorial, de población, extensión mentos, y cada departamento obsta para elige tres senadores; que éstos, así como los representantes, a la nación entera, y deban proceder la justicia Otro y el bien común". punto o continencia por medio de suplentes. porque en Europa, de ordinario "consultando (Artículo muy importante el de la limitación conocida riqueza, etc. los senadores corresponden a los departa- En consecuencia, representen únicamente 105). resuelto en el artículo en la representación en lo general; 93, es senatorial de los suplentes es des- La institución no tienen lo que no y esto se comprende, los parlamentos ya días fijos para abrir sus sesiones, ya porque las grandes facilidades que ofrecen las vías de comunicación rios, permiten la pronta do hay vacante suplentes No acontece cilmente de los territo- de los electores, cuan- de una plaza de senador o diputado. Así los son innecesarios. ticularmente trabajos y la escasa extensión reunión eventual lo propio en las repúblicas en Colombia. en toda ocasión, y por lo tanto, electorales americanas, y par- Los electores no pueden reunirse fá- a períodos hay que reducir los fijos y fechas determinadas. No DERECHO se aviene el espíritu PÚBLICO republicano 211 INTERNO a tolerar que se deje al arbi- trio del Gobierno la fijación de las fechas en que deben reu- nirse las Cámaras, y exige que la Constitución señale el día en que ellas abran sus sesiones por derecho propio. la necesidad de que, de antemano, currir al Congreso. mer lugar, Por lo mismo, si faltan y no es fácil dado, haciendo con suplentes, nuevas reemplazarlos elecciones, Tanto por la escasez de población, Bogotá) tritos tad sería mayor mediante para la tardía tamentales. tiempo momento las vacantes que los principales, más necesario formar Distritos En cuanto reemplazarlos necesarios en Colombia, (con excepción Distritos municipales, de electorales esos Dis- radicados en a los senadores, la dificulcon elecciones eventuales, de las Asambleas los suplentes, así para y es esto, cuanto, sino que es forzoso formar y costosa reunión Son, pues, es llenar no hay ciudades con varios o muchos muy extensos territorios. largo fuerza que por sí solas puedan para elegir representantes; los elegidos en pri- en cualquier elegidos al mismo tiempo para el mismo período. Esto envuelve se sepa quiénes han de con- depar- y lo serán por los senadores como para los representantes. Pero en Colombia titución o arbitrio se había abusado por extremo de los suplentes, seguramente quía que reinaba entre los Estados en materia de la ins- por la anar- de elecciones. En algunos de ellos la lista de suplentes era muy larga, y en otros inagotable, de suerte no representaban que el mayor en manera o de las Asambleas alguna legislativas. número de los designados la opinión Al faltar quiera residente en la capital podía presentarse respectiva tenido y ocupar el puesto de aquél, aunque más de un voto aislado en la elección y así se formaban A esto pone Cámaras remedio cual- ante la Cámara no hubiese obcorrespondiente. singularísimas! la Constitución: por cada senador, sino dos suplentes, mentar de los pueblos un principal, no pueden elegirse elección que ha de regla- la ley; y la misma regla rige para los representantes. 212 CONSTITUCIÓN DE COLOMBIA Art. 94. Para ser senador se requiere ser colombiano de nacimiento y ciudadano no suspenso, tener más de treinta años de edad y disfrutar de mil doscientos pesos, por lo menos, de renta anual, como rendimiento de proPiedades o fruto de honrada ocubacion, § 94. Franca y racionalmente ciones colombianas 1858 Y 1863, faltando cidas desde 1821, gibilidad entre conservador es este artículo. a las tradiciones habían establecido senadores dano. Apoyábase cualidad completa que supone ofrezca el elegido, únicamente han de fundarse sobre todo, cuando, de en mucha parte uso de la libertad. que una alta nombramientos portancia, titud de funcionarios quien nombra, tantas tado, aun cuando pieren el Gobierno en el acierto con hagan subalternos elecciones o o de mediana im- dejándose mucha la- en que respecto garantías La responsabilidad y elevado criterio de él se halla el nombrado, de que el nombramiento el escogido no reuna determinadas ser consideradas de que lo acompaña, como garantías será acercualidades de idonei- y moralidad. Pero cuando han colectivamente, de su responsabilidad especiales cualidades. que a priori puedan dad, dignidad lo que son las o elección, y sin exigir que el nombra- el ilustrado y la dependencia que el patriotismo y lo que es la naturaleza que estén bajo su dependencia; do o elegido tenga tancia o un muy so- las garantías Puede muy bien confiarse al nombramiento son otras por cierto todas procediendo la conciencia corporación sin exigir en en la capacidad, elecciones en todo país del mundo, de ele- los Legis- que el de ser ciuda- del elector. Esto es desconocer y buen sentido humana, públicos, o requisito estable- igualdad y entre esta idea en la doctrina, fística, de 1853, republicanas y representantes, ladores y todos los demás funcionarios unos y otros mayor de las institu- Las constituciones se trata de funcionarios de altísima impor- que han de decidir de la suerte de la nación, y que no de estar bajo la dependencia del elector; y cuando este DERECHO PÚBLICO INTERNO 213 elector es una masa popular muy considerable, o una entidad que puede obedecer a las pasiones políticas, sin responsabilidad de sus actos; es un error deplorable dejar la elección al entero arbitrio de los que la hacen, sin pedir a los elegibles ciertas garantías preestablecidas o que hacen presumir la idoneidad, la dignidad y la moralidad del elegido. De ahí las condiciones de elegibilidad que la Constitución exige respecto de los senadores, de los representantes y de muchos otros funcionarios públicos. En cuanto a los senadores, los requisitos son, como se ve en el artículo que comentamos, de cuatro calidades distintas: de nacionalidad, la cual ha de ser de la primera clase, esto es, por nacimiento; de condición, o sea de posesión del carácter político de ciudadano en ejercicio; de edad, que ha de ser mayor que la de treinta años, o sean treinta años cumplidos, con algún exceso; y de posición social, consistente en el disfrute o posesión de una renta anual por lo menos de mil doscientos pesos, proveniente de propiedades o de honrada ocupación. Parécenos que el propósito de los Constituyentes, al hablar de propiedades, no fue referirse únicamente a bienes inmuebles, ya porque el vocablo empleado tiene ordinariamente un sentido lato que se aplica a toda clase de bienes susceptibles de producir renta, como acontece con títulos de deuda pública, dinero colocado a interés, acciones sobre compañías anónimas o en comandita, o semovientes u otros valores productivos; ya porque la expresión "fruto de honrada ocupación", empleada como disyuntiva, indica que toda industria, profesión u ocupación honrada es cosa distinta de la aplicación de propiedades, muebles o inmuebles, a la producción de un rendimiento. Ni tampoco sería justo hacer distinción entre la renta de lo mueble y de 10 inmueble, cuando lo que se ha querido es buscar una garantía en la riqueza o en el trabajo honrado. 214 CONSTITUCIÓN DE COLOMBIA Art. 95. Los senadores durarán seis años, y son reelegibles indefinidamente. El Senado se renovará por terceras partes en la forma que determine la ley. § 95. Este artículo como elemento por sí solo es de capital de estabilidad de la república, de los senadores y de buen gobierno. mucha monta, discreparon Contiene reelección, en la república, En cuanto ni se ha innovado a la posibilidad de ni se ha dejado de respetar posición medio alguno eficaz de corromper sobre éstos coacción que tuerza un principio tienen uni- a su dis- a sus electores o de su voluntad. Ningún poder ejercen que se haga sentir por medio de la fuerza, autoridad, damente, personal que es mucha cuando en la respectiva o individual. las libertades legisladores; justifican públicas, es nula en su manifestación en su favor de todo ñado bien sus funciones. anterior artículo novación de suma importancia 95: la duración para de los las razones que que ha desempe- y experiencia son enton- sin riesgo al- en caso de ser reelegido. son las dos que contiene el de los senadores por seis años, y su re- por terceras partes, en la forma que la ley determine, que necesariamente del período total. dad y cordura Baste considerar habrá de ser cada dos años, tercera Con senadores de esta duración, parte habrá serie- en el Senado y serán estables las instituciones. para afirmarlo en la composición, entre indefinida es garantía, guno de presión, de la que observará Reformas todas funcionario Su práctica ces preciosas, y su conducta y su y ordena- peligro hay, por lo tanto, con la reelegibilidad y sí militan la reelección se ejerce colectiva Cámara, Ningún de no lo que era tradicional versal. Ni los senadores ni los representantes ejercer innovaciones y expresa ideas en que los Constituyentes ni por un momento. indefinida importancia, de respetabilidad el priori, la diferencia que hubo la respetabilidad y la conducta la época en que los senadores duraban cuatro del Senado, años, y la posterior, en que su período se redujo a dos. A tal punto se vul- DERECHO PÚBLICO INTERNO 215 ganzo y aun degradó el nobilísimo cargo de Senador, que casi se volvió despreciable. No había para qué buscar en los más de los senadores ilustración, respetabilidad personal ni experiencia de los negocios, puesto que, merced de una alternabilidad excesiva que no dejaba tiempo a los legisladores para medio aprender su oficio, los hombres más nulos y menos meritorios se creían con tí tulos para hacerse elegir senadores. Con períodos de seis años, ni el pueblo será inquietado con frecuentísimos actos electorales que relajan las funciones de los electores, ni se dejará de solicitar para la senaturía a los hombres más distinguidos, competentes y respetables. El personal del Senado será seguramente muy escogido. En cuanto a los senadores mismos, seguros como estarán de durar seis años en el ejercicio' de sus funciones, se aplicarán a estudiar a fondo la Constitución, la legislación y las necesidades del país, a posesionarse bien de las prácticas parlamentarias, a redactar con esmero lo que sea de su competencia, y a merecer con aptitudes verdaderamente oratorias la adquisición de una benéfica influencia parlamentaria. Las leyes serán preparadas y discutidas con circunspección y acierto, y la legislación de Colombia ganará mucho en método y claridad, precisión y concordancia. Podía parecer a muy celosos partidarios de la alternabilidad, que los períodos de seis años, de los senadores, serían excesivos, no obstante la notoria conveniencia de dar respetabilidad al cargo y estabilidad y acierto a la legislación. Para acallar aquel escrúpulo se imaginó un sabio correctivo: el de la renovación de los senadores por terceras partes. De esta manera, cada dos años podrá manifestarse la opinión en cada Departamento, por medio de su asamblea, eligiendo un nuevo senador, o reeligiendo al saliente; y sin embargo, quedarán en el Senado los restantes. Así el Senado recibirá siempre nueve miembros de reciente elección, conservando diez y ocho que tendrán dos o cuatro años de experiencia en los trabajos de la Cámara, y que mantendrán la 216 CONSTITUCIÓN DE COLOMBIA tradición y práctica de los negocios, cosa excelente para el buen desempeño general. Art. 96. Corresponde al Senado conocer de las acusaciones que intente la Cámara de Representantes contra los funcionarios de que trata el artículo 102 (inciso 49). § 96. Por punto general, es contraria a los principios de la Ciencia constitucional toda confusión de poderes, máxime cuando el ejercicio de una parte de ellos es irresponsable. Así, los legisladores han de ocuparse únicamente en hacer leyes, sin que siente bien a su carácter el ejercicio de funciones gubernativas ni judiciales. Pero hay en la práctica del régimen constitucional dificultades de hecho, por tal modo insuperables, si a ellas se aplica el rigor de los principios, que por fuerza es necesario relajar éstos un tanto para allanar aquéllas. Así acontece cuando se trata de acusar y juzgar a los más altos funcionarios de los dos poderes responsables, que son el ejecutivo y el judicial. Absurdo sería que a la Corte Suprema correspondiese juzgar a sus propios miembros, por motivos de responsabilidad, esto es, por mal desempeño en el ejercicio de sus funciones (lo que frecuentemente equivaldría a juzgarse a sí misma), o que al Procurador general de la nación, subordinado al Poder Ejecutivo, incumbiese la atribución de acusar al Presidente de la República y a los ministros. Tampoco sería conveniente crear un tribunal especial para conocer de aquellos juicios, puesto que sus miembros también deberían ser responsables ante alguna entidad, y ésta tendría que ser la más alta posible. Se caería de esta suerte en un círculo vicioso, y para evitarlo, no hay más arbitrio que aceptar 10 posible, sometiéndose a la necesidad de que el más alto acusador o fiscal sea la Cámara de Representantes y el más alto tribunal el Senado, cuerpos irres- DERECHO PÚBLICO INTERNO 217 ponsables e inviolables. Esto explica y justifica la disposición del artículo 102 (inciso 4Q), que autoriza solamente a la Cámara de Representantes para formular y sostener ciertas acusaciones, y solamente al Senado para oírlas y conocer de los juicios respectivos. Al tratar del artículo 97 haremos la debida distinción sobre las atribuciones que tiene el Senado respecto de las acusaciones que entabla la Cámara de Representantes. Art. 97. En los juicios que se sigan ante el Senado, se observarán estas reglas: l' Siempre que una acusación sea públicamente admitida, el acusado queda de hecho suspenso de su empleo. 2' Si la acusación se refiere a delitos cometidos en ejercicio de funciones, o a indignidad por mala conducta, el Senado no podrá imponer otra pena que la de destitución del empleo, o la privación temporal o Pérdida absoluta de los derechos políticos; pero se le seguirá juicio criminal al reo ante la Corte Suprema, si los hechos le constituyen responsable de infracción que merezca otra pena. Jf Si la acusación se refiere a delitos comunes, el Senado se limitará a declarar si hay o no lugar a seguimiento de causa, y en caso afirmativo pondrá al acusado a disposición de la Corte Suprema. 4' El Senado podrá cometer la mstruccion. de los procesos a una Diputación de su seno, reservándose el juicio y sentencia definitiva, que será pronunciada en sesión pública, por los dos tercios, a lo menos, de los votos de los senadores que concurran al acto. § 97. Por dos modos puede conocer el Senado de las acusaciones que la Cámara formula, según que los funcionarios acusados lo son por distintos motivos. Pueden ser acusados por delitos comunes, que son aquellos que se cometen contra el común de los individuos, o contra el orden social, sin que la ejecución atente a los derechos del Estado o dependa del ejer- 218 CONSTITUCIÓN DE COLOMBIA cicio mismo de las funciones públicas; o por delitos oficiales o de responsabilidad, que se cometen por razón del cargo que se ejerce, ya sea faltando a los deberes impuestos al cargo mismo, ya atentando contra el orden legal o constitucional, esto es, ofendiendo de algún modo al Estado, y no a particulares. En el primer caso, la Constitución estima que el Senado es incompetente para el seguimiento del juicio, y sólo le da facultad para resolver si hay lugar o no a seguimiento de causa. A. Si no hay lugar, la acusación no surte efectos; si hay lugar, el Senado se limita a poner al acusado a disposición de la Corte Suprema, para que ésta lo juzgue, dejándolo ipso facto suspenso del ejercicio de sus funciones, por cuanto es ya un criminal presunto. B.Si,al contrario, se trata de acusación por delitos de responsabilidad ("cometidos en el ejercicio de sus funciones") o de indignidad para seguir funcionando (por mala conducta), la declaración que hace el Senado de haber lugar a formación de causa somete a su propio jurisdicción al acusado, quedando éste suspenso. Toca, pues, entonces al Senado conocer de la causa, desde su iniciación hasta su conclusión. En este caso, la única pena que el Senado puede imponer, es la de destitución, o la de privación temporal o pérdida absoluta de los derechos políticos. Pero si los hechos materia de la acusación merecen otra pena, conforme a las leyes, el acusado ha de ser puesto después a disposición de la Corte Suprema, para que ésta le siga juicio criminal. Cabe aquí advertir que, cuando se trata del Presidente de la República, o del que en su lugar ejerza el Poder Ejecutivo, si al tiempo de ser juzgado ha cesado en el ejercicio de sus funciones, .en lugar de la pena de destitución, que no tendría objeto, se le impone la de inhabilitación para ejercer nuevamente la presidencia (artículo 122, inciso 59). C. Siendo lo esencial en estos juicios que el Senado entero pronuncie los fallos, y teniendo comprobado la experiencia que DERECHO PÚBLICO INTERNO 219 una corporacion es impropia para presidir actuaciones o encargarse por sí misma de lo que se llama la secuela del juicio, el inciso 49 del artículo que comentamos autoriza al Senado para cometer la instrucción de los procesos a comisiones de su seno, reservándose el juicio (audiencia y conferencia) y la sentencia definitiva, para funcionar en su totalidad. Esta sentencia deberá ser pronunciada en sesión pública, y por los dos tercios, a lo menos, de los votos de los senadores que concurran al acto. Hay en esto una locución defectuosa, pues se habla en el inciso 49 de que la sentencia sea pronunciada; y como la sentencia puede ser absolutoria o condenatoria, no está claramente dicho si para absolver son necesarios los dos tercios de votos, lo mismo que para condenar. Entendemos que lo que se quiso fue exigir los dos tercios de votos para condenar, por ser esta mayoría una garantía muy importante en asunto de tánta gravedad; pero que, si se formula sentencia absolutoria, no ha menester sino de simple mayoría para ser aprobada. De otra manera, se caería en un círculo vicioso, al no haber dos tercios de votos en ningún sentido. De no aceptarse esta interpretación, sería necesario que la ley mandase formular siempre las sentencias solamente en sentido condenatorio; pues de poderse formular en sentido absolutorio, al faltar los dos tercios de votos afirmativos quedaría el asunto indeciso. D. Como en el presente artículo y en el anterior se alude a ciertas acusaciones, conviene explicar por qué la Cámara de Representantes ha de acusar a determinados funcionarios públicos, según lo dispone el inciso 49 del artículo 102. Dichas acusaciones se refiere únicamente al Presidente y al Vicepresidente de la República (así como al designado cuando ejerce el Poder Ejecutivo, pues viene a ser Presidente), a los ministros del despacho, a los consejeros de Estado, al Procurador general de la nación y a los magistrados de Corte Suprema. 220 CONSTITUCIÓN DE COLOMBIA Fácilmente se alcanza la razón de esta especie de privilegio de tan altos funcionarios, que sólo por la Cámara de Representantes pueden ser acusados. Si bien es cierto que la mayor garantía de las libertades públicas y los derechos individuales consiste, en resolución, en la facilidad que tengan los ciudadanos para hacer exigir responsabilidad a los funcionarios públicos por los abusos que cometan, también es verdad que para los funcionarios debe haber formas protectoras que los defiendan del odio y resentimiento de los particulares sobre quienes tienen que hacer sentir el peso de la autoridad. Cuanto más abajo en la escala oficial se encuentran los funcionarios públicos, mayor número de tribunales y empleados superiores hay que los puedan amparar, y menos expuestos están a ser el blanco de las pasiones políticas. Los más altos funcionarios, por el contrario, son comúnmente objeto de las mayores iras, porque en ellos se resume la autoridad superior. Además, su eminente categoría exige, por respeto a la nación, que no se les sujete sino a la más alta jurisdicción posible. Todo esto justifica, respecto de los más eminentes empleados nacionales, que no se les sujete a juicio sino por consentimiento del Senado, y mediante acusación de la Cámara de Representantes. Art. 98. Son también atribuciones del Senado: l' Rehabilitar a los que hubieren perdido la ciudadanía. Esta gracia, según el caso y circunstancias del que la solicite, podrá referirse únicamente al derecho electoral, o también a la capacidad para desempeñar determinados puestos públicos, o conjuntamente al ejercicio di' todos los derecbos políticos; 2' Nombrar dos miembros del Consejo de Estado; 3' Admitir o no las renuncias que hagan de sus empleos el Presidente y Vicepresidente de la República y el designado; DERECHO PÚBLICO INTERNO 221 4' Aprobar o desaprobar los nombramientos que haga el Presidente de la República para magistrados de la Corte Suprema; 5' Aprobar o desaprobar los grados militares que confiera el Gobierno, desde Teniente-Coronel hasta el más alto grado del Ejército o Armada; 6' Conceder licencias al Presidente de la República para separarse temporalmente, no siendo caso de enfermedad, o para ejercer el poder fuera de la capital; r Permitir el tránsito de tropas extranjeras por el territorio de la república; 8' Nombrar las comisiones demarcadoras de que trata el artículo 49; 9' Autorizar al Gobierno para declarar la guerra a otra nación. § 98. A más de las atribuciones legislativas y judiciales que tiene el Senado, la Constitución ha querido conferirle algunas de carácter administrativo, ya porque se refieren a situaciones excepcionales de los particulares, ya porque se relacionan con actos muy importantes del Gobierno; ora porque interesan muy de cerca a la soberanía nacional, o porque afectan a intereses que importan a dos o más departamentos. Y de estas cuatro naturalezas son las atribuciones administrativas del Senado. La 1~ de las determinadas en este artículo, se refiere a un grande interés de los particulares; la 2\ 3ª, 4ª, 5ª Y 6ª a negocios de alta administración nacional; la 7ª y la 9ª a negocios de política exterior, y la 8~ a un asunto que interesa a dos o más departamentos, y es, sin embargo, de tan difícil solución judicial como gubernativa. A. Si el artículo 16 determina los casos en que se pierde la calidad de ciudadano, justo es admitir también que la pena no sea irreparable, y que quien la haya merecido pueda ser acreedor al restablecimiento de sus derechos, mediante una conducta meritoria, posterior a la pérdida sufrida. Este recurso es el que se llama de rehabilitación, que antes era concedido para ante la Corte Suprema, y ahora se hace efectivo ante el 222 CONSTITUCIÓN DE COLOMBIA Senado. Como en lo general los motivos de la rehabilitación son de carácter político o moral, el asunto parece ser más propio de una corporación política como el Senado, que de un tribunal como la Corte Suprema, que procede judicialmente y conforme al rigor de las pruebas. El texto mismo de la atribución 1~, Y la naturaleza del caso, hacen comprender que la rehabilitación es un acto esencialmente político, ya porque envuelve aumento del número de ciudadanos, ya porque afecta a la condición de los nacionales delante del Estado. B. El Consejo de Estado, excelente institución que existió hasta 1843, ha sido restablecido como un grande elemento de trabajo preparatorio de la Legislación, de administración de justicia en lo contencioso-administrativo, y de buen gobierno, y por lo tanto, de estabilidad. Al restablecerlo, se ha querido que se componga de cuatro elementos muy respetables: el popular, representado por el Vicepresidente de la República; el senatorial, mediante el nombramiento de dos consejeros que hace el Senado; el parlamento popular, por los dos consejeros que nombra la Cámara de Representantes; y el gubernativo, por los dos que nombra el presidente. Nada puede ser más acertado que este concurso de varios poderes públicos y del pueblo a la formación del Consejo de Estado, institución que analizaremos en su lugar respectivo (Título XIII). C. Siendo de la más alta categoría posible, en el ramo ejecutivo, el presidente y vicepresidente, de origen popular, es natural que cuando estos funcionarios renuncien sus empleos después de haberlos aceptado, sea la -más alta y respetable corporación electiva la competente para aceptar o no estas renuncias. No hallamos la misma lógica respecto de la renuncia del designado, puesto que éste es elegido por el Congreso; pero así está dispuesto, por asimilación de circunstancias, esto es, porque el designado, lo mismo que el presidente y el vicepresidente, está destinado a ejercer el Poder Ejecutivo, llegado el caso. DERECHO PÚBLICO INTERNO 223 En cuanto a las excusas para aceptar los mencionados empleos, suprimióse respecto de ellas la autorización, al discutirse el inciso 3 y toca a la ley llenar este vacío. D. Asunto de grave meditación era el determinar el modo de nombrar los magistrados de la Corte Suprema. Reconocían todos los Constituyentes que la elección popular de aquellos empleados era cosa absurda, por cuanto los magistrados y demás jueces no son funcionarios políticos y han de tener cualidades especiales de idoneidad, que los pueblos no saben considerar; que por análogas razones, y por el interés de evitar elecciones debidas a la intriga irresponsable, no convenía tampoco atribuír a las Cámaras legislativas, ni a las asambleas departamentales, el nombramiento de los magistrados; y que era muy legítima la intervención del Poder Ejecutivo en este asunto, como que nadie mejor que él puede conocer las aptitudes propias para la magistratura. Se reconocían estas verdades, con tal que la situación de los magistrados fuese rodeada de todas las garantías necesarias para asegurar su independencia y competencia. Pero quedaba por considerar cuál de dos procedimientos sería el mejor: o que los magistrados fuesen escogidos por el Gobierno, de ternas de candidatos propuestas por el Senado; o que el Gobierno los nombrase libremente (con las condiciones constitucionales), y sometiese los nombramientos a la aprobación del Senado. Prevaleció lo segundo, porque se consideró que no debía privarse al Poder Ejecutivo de la libertad de escoger, y que el sistema de ternas ofrece inconvenientes notorios, respecto de la dignidad de los propuestos y el desagrado de los no escogidos; y también se tomó en cuenta que la intervención del Senado quedaba muy a salvo, dejándole plena libertad de aprobar o desaprobar cualquier nombramiento. Con esta intervención, el Senado, que es un cuerpo de la más alta respetabilidad, da a la nación una excelente garantía, mediante su voto aprobatorio, de que los magistrados nombrados por el Presidente de la República son dignos de servir tan elevado cargo; Q , 224 CONSTITUCIÓN DE COLOMBIA y al propio tiempo, se consulta el interés del buen gobierno, y el de atribuir a la nación, por medio de un cuerpo representativo conservador de las instituciones, la resolución definitiva que aprueba cada nombramiento. E. Cuando se da a un militar determinado destino, colocación o comisión, según el grado o categoría permanente que tiene en la milicia, el acto es puramente administrativo, y no afecta de un modo substancial a los intereses permanentes de la nación. Es, por lo tanto, muy razonable, necesario, que en tal caso el Gobierno obre por sí solo, por cuanto tiene bajo su exclusiva autoridad a toda la fuerza pública, y sus funciones son ejecutivas y administrativas. Mas no acontece lo propio cuando el Gobierno concede un grado o ascenso en la fuerza pública, desde el de TenienteCoronel hasta el más alto del Ejército o Armada. En este caso, como el grado o empleo militar es asunto de categoría, no de destino o colocación transitoria, y produce por su naturaleza derechos y deberes vitalicios, es necesario que la nación no sea obligada durante la vida del militar o jefe ascendido (y aun después de ella, si las leyes reconocen ciertos derechos a los descendientes o deudos), sin que intervenga en el asunto el Congreso o algún Cuerpo representativo. No se trata ya de la administración militar, sino de la constitución misma del Ejército y de cosa de mucha substancia y duración; por consiguiente, justo es que quien representa la soberanía nacional y contribuye a decretar los gastos públicos, como el Senado, preste o no su aprobación a las promociones vitalicias que se decreten en favor de los jefes militares. F. No menos es asunto muy importante de gobierno el conceder licencias al Presidente de la República, o a quien ejerce el Poder Ejecutivo, para separarse temporalmente de este ejercicio. Según los principios de Ciencia administrativa, no es lícito a ningún funcionario público abandonar su empleo, ni separarse de éste discrecionalmente; pues de otra suerte la ad- DERECHO PÚBLICO INTERNO 225 ministración pública estaría sujeta al capricho de todos los mandatarios y empleados de la nación. Y salta a los ojos la necesidad de que sea siempre el superior quien conceda licencias al inferior, o la corporación respectiva, cuando el empleado funciona colectivamente. Pero como no hay entidad alguna más alta que el Presidente, en la esfera que le es propia, se hace necesario que sea el Senado, o en su receso la Corte Suprema, quien conceda al Jefe del Poder Ejecutivo las licencias que necesite. Sobre esto, la ley ha de complementar la disposición constitucional. Las licencias que solicite el Presidente pueden ser de dos clases: o para separarse temporalmente del ejercicio de la presidencia, o para ejercerla fuera de la capital de la república, por un caso de necesidad. En uno y otro caso es muy razonable la atribución conferida al Senado. Pero si el caso es de enfermedad, la Constitución ha querido no obligar al Presidente a que solicite las licencias: deberá estarse a lo que disponga la ley, y el Presidente podrá optar entre separarse por su propia voluntad del ejercicio de sus funciones, temporalmente, haciendo el llamamiento del caso al Vicepresidente; o continuar ejerciendo, no obstante el }nconveniente de la enfermedad. De paso diremos que, en esta materia, ninguna facultad tiene el Congreso, por resolución ni por ley, sino el Senado solo. G. De hecho, por la naturaleza del territorio colombiano, sólo el istmo de Panamá pudiera servir al tránsito de tropas extranjeras; y se comprende que así pueda suceder, por notoria necesidad o conveniencia de algunas o muchas naciones amigas; sin perjuicio de la neutralidad que Colombia ha de guardar, en caso de guerra entre dos o más naciones extranjeras. Este es punto que se decide según las circunstancias. Pero es evidente que puede. ocurrir a una nación amiga la necesidad de hacer pasar tropas suyas por el territorio colombiano, para atender a servicios coloniales u otros análogos, y entonces, si para Colombia no hay perjuicio alguno, será un acto de buena 226 CONSTITUCIÓN DE COLOMBIA amistad la concesión del permiso, por cuanto la república tiene una posición privilegiada entre los dos Océanos. Trátase en tal caso de un acto que afecta seriamente a la soberanía nacional, y que aún puede comprometer la situación de Colombia respecto de otras naciones. Lo más natural en tan delicada coyuntura, es que, una vez pedido el permiso a la nación, sea el Senado quien lo conceda o no, precisamente por ser la más alta corporación representativa de la república, y porque se trata de un hecho muy relacionado con la polí tic a nacional. H. También corresponde al Senado nombrar las comisiones demarcadoras de los límites de los departamentos, cuando las líneas son dudosas, caso previsto en el tercer párrafo del artículo 4 Si de lo que se trata es de hacer demarcaciones, por haber líneas dudosas, y no de desmembraciones de departamentos; si el Senado se compone de miembros nombrados por las asambleas departamentales, y por lo tanto es una garantía común para todos éstos, y si la Corporación ha sido instituída para servir como elemento de estabilidad de las instituciones, una de las cuales son esos mismos departamentos; muy puesto en razón está que sean nombradas por el Senado aquellas comisiones encargadas de estudiar los límites dudosos y hacer las demarcaciones necesarias. Todo hace presumir que los nombramientos de tales comisiones tendrán el sello de la imparcialidad y del acierto. l. Por último, si abundan razones para que sea el Senado quien ejerza las ocho primeras atribuciones, más o menos políticas y administrativas, mayor fundamento hubo todavía para que se le confiriese la nona. En ningún país regularmente regido deja de estar en manos del Gobierno la dirección de las relaciones exteriores, y conforme a las prácticas del Derecho internacional, es el Gobierno quien representa al Estado ante las demás naciones. Así, sólo al Jefe del Poder Ejecutivo corresponde la facultad de declarar la guerra a otra nación, y de esta manera lo dispone el inciso 119 del artículo 120. Q • DERECHO PÚBLICO INTERNO 227 Pero es evidente que un caso tan grave como el de guerra extranjera, requiere la intervención directa de los representantes de la nación que han de autorizar la formación de ejércitos y las erogaciones consiguientes. No debe estar, pues, al arbitrio del Gobierno el comprometer a la república en una guerra exterior, sin autorización del Congreso, salvo el caso de invasión o de necesidad de defensa. Pero como la Constitución ha querido que la totalidad del Congreso no sea sino puramente legisladora, y en un solo caso electora, y ha tenido el propósito de hacer del Senado un elemento respetabilísimo de autoridad; en vez de dar a las dos Cámaras la atribución de autorizar, por ley, al Gobierno, para declarar la guerra a otra nación, se la ha conferido exclusivamente al Senado. Esto indica que los Constituyentes pensaron que el asunto no era materia de ley, sino de resolución, puesto que las leyes han de ser obra del Congreso entero y necesitan de sanción. No anduvieron descaminados en esto los Constituyentes, innovando así una regla constitucional que era de tradición en Colombia. Toda ley, para ser obligatoria y surtir todos sus efectos, ha de tener promulgación, por lo que las leyes secretas son odiosas y contrarias a la naturaleza misma de la legislación. Pero- en el mayor número de casos, si no en todos, conviene mantener secretas las autorizaciones para declarar la guerra, mientras no se hace la declaración; por esto mismo, es mucho más ventajoso que la autorización sea dada en la forma de resolución, que puede ser mantenida en secreto, evitándose así los efectos que pueda producir desde luego la publicidad. Haremos notar, sin embargo, que no sería prudente librar la suerte de la república a una resolución momentánea del Senado, en el caso de dar éste su autorización para declarar la guerra. Esto indica la conveniencia de que la ley exija dos o tres debates, dados en distintos días y con ciertas formalidades, para que tenga fuerza la resolución que adopte el Senado.