Cuaderno de acompañamiento pedagógico del DVD

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Cuaderno de acompañamiento pedagógico
del DVD
En la memoria del Profesor Rex NETTLEFORD
Las ideas y opiniones expuestas en la presente publicación son las propias de sus autores
y no reflejan necesariamente las opiniones de la UNESCO.
Las denominaciones empleadas en esta publicación y la presentación
de los datos que en ella figuran no implican, por parte de la UNESCO,
ninguna toma de posición respecto al estatuto jurídico de los países,
ciudades, territorios o zonas, o de sus autoridades,
ni respecto al trazado de sus fronteras o limites.
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,
4.4
4.5
4.6
4.7
4.8
4.9
4.10
Modalidades de acción .................................................................31
Los decretos abolicionistas ...........................................................32
De la abolición a la libertad ...........................................................32
Una mano de obra mal pagada .....................................................33
El abolicionismo estadounidense ..................................................33
El fin de la esclavitud en los Estados Unidos ................................35
Colonización y abolición de la esclavitud .......................................36
> Cuadro 4 : Cronología de la abolición........................................38
5.
UN CASO DE ESTUDIO: LAS REPERCUSIONES
DE LA REVOLUCIÓN HAITIANA
41
5.1
5.2
5.3
5.4
5.5
Importantes movimientos de población .........................................41
Alteraciones duraderas de la geografía de la producción...............42
Medidas administrativas cautelares ..............................................43
La notable propagación de las revueltas .......................................44
La solidaridad con los movimientos de liberación
de América del Sur ......................................................................45
6.
CREACIÓN E IDENTIDAD EN LAS SOCIEDADES
POST-ESCLAVISTAS
47
6.1
6.2
6.3
6.4
6.5
6.6
Las artes ......................................................................................52
El lenguaje....................................................................................53
La religión ....................................................................................53
La ciencia y la técnica ..................................................................54
Origen y difusión de las teorías racistas ........................................54
Secuelas sociopsicológicas...........................................................56
7.
ESCLAVITUD HISTÓRICA Y FORMAS
MODERNAS DE SERVIDUMBRE
7.1
7.2
7.3
59
Instrumentos internacionales de prohibición de la esclavitud ........59
La esclavitud a día de hoy ............................................................60
Similitudes y continuidad ..............................................................61
Lista de ilustraciones ....................................................................63
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INTRODUCCIÓN - ¿POR QUÉ ESTE CUADERNO?
/
a UNESCO, que fue fundada en 1946, es la organización
de las Naciones Unidas dedicada a la lucha contra la
ignorancia y el fomento de la comprensión mutua entre
los pueblos. Convencida de que la ocultación de los
grandes acontecimientos históricos constituye de por sí un
obstáculo a esta comprensión mutua, a la reconciliación y a
la cooperación entre los pueblos, la UNESCO inició en 1994
el proyecto La Ruta del Esclavo para romper el silencio que envolvía a la
trata de negros y la esclavitud, tragedia cuyos efectos se dejaron sentir
en todos los continentes y provocaron enormes alteraciones que todavía
afectan a las sociedades modernas.
El presente cuaderno de acompañamiento tiene por finalidad completar
ciertos aspectos del documental y dar pistas de reflexión para el debate
sobre este tema. El cuaderno permite situar la cuestión de la trata de
negros y la esclavitud en un contexto más general y aclarar algunos de los
interrogantes que puede suscitar. Por ejemplo: ¿cuáles son las diferencias
y similitudes entre la trata de esclavos en las diferentes regiones del
mundo? ¿Cómo han contribuido las resistencias, las aboliciones y los
procesos de emancipación de los esclavos a transformar el mundo
moderno? ¿Cuáles son las diferencias y las similitudes entre la esclavitud
histórica y las formas modernas de esclavitud? ¿Cuáles son los legados
de la esclavitud? ¿Cómo construir nuevas identidades y conceptos de la
ciudadanía en las sociedades post-esclavistas?
El presente manual tiene por objeto ayudar a los usuarios del documental,
y especialmente a los que deseen proyectarlo en las escuelas o entre el
público en general para contribuir a la divulgación de este tema.
Con este propósito, conviene hacer dos observaciones previas en relación
con las imágenes y las cifras, que permitirán captar mejor el mensaje del
documental.
El documental, como cualquier otra obra que recurra a imágenes
históricas y artísticas (pinturas, grabados, fotografías, etc.), plantea la
cuestión del uso crítico de la iconografía
Estas imágenes, que hoy en día pertenecen al dominio público, no
siempre son un reflejo fiel de la realidad. Son una obra y, como tal, el
,9
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fruto de la interpretación personal de sus autores, muchos de los cuales
no han asistido en persona a los sucesos que describen; además,
reflejan su época y las corrientes de pensamiento que la caracterizaron.
Influenciadas por un discurso colonial y etnocéntrico, estas imágenes dan
a menudo una visión exótica y paternalista y ofrecen por consiguiente una
perspectiva limitada de la realidad, que es mucho más compleja. Para
contrarrestar esta visión incompleta y parcial de las ilustraciones y los
archivos escritos utilizados, las entrevistas del documental reservan un
lugar importante a las intervenciones de los especialistas de ascendencia
africana. Es necesario pues que los espectadores mantengan una actitud
crítica y vigilante respecto de las imágenes utilizadas.
La segunda observación se refiere a la utilización de las cifras para medir
las proporciones de la trata de negros. Las cifras son indispensables
para escribir la historia de la trata de seres humanos y los regímenes de
servidumbre y, además, desempeñan a menudo un papel determinante
en la historiografía y el debate sobre estos fenómenos. No obstante, en
muchas ocasiones la elaboración de datos cifrados disimula lagunas
importantes en el conocimiento histórico. Algunos historiadores han
hecho el recuento de navíos y cautivos, polemizando sobre la supuesta
exactitud o globalidad de los datos obtenidos. Sus trabajos - cuyos
resultados suelen fluctuar según las épocas - han permitido determinar
órdenes de magnitud; empero, los datos obtenidos se prestan a algunas
reflexiones. Las investigaciones recientes sobre la trata de negros
transatlántica han demostrado, por ejemplo, que por cada cautivo
africano que llegaba vivo al Caribe o al continente americano otros cuatro
o cinco morían en las fases previas de las guerras, las razzias, la captura,
las marchas forzadas hacia las costas occidentales de África, el encierro
en los barracones a la espera de los barcos negreros, o por último, el
viaje a ultramar.
Es menester una extremada prudencia en el manejo de las cifras, máxime
teniendo en cuenta el elevado número de tráficos clandestinos de cautivos
durante el periodo llamado “legal” de la trata de negros (del siglo XVI
a comienzos del XIX) y la importancia del tráfico ilegal durante todo el
siglo XIX. Tráficos paralelos no contabilizados han existido en todas las
épocas: por consiguiente, las evaluaciones no pueden ser definitivas.
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1. LA TRATA DE NEGROS TRANSATLÁNTICA
Y LA ESCLAVITUD: UN EPISODIO CAPITAL
DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD
La esclavitud es una institución cuya omnipresencia se ha constatado en todas las
épocas de la historia de la humanidad. Fue un pilar de las civilizaciones egipcia
y grecorromana, y hay pruebas de su existencia en las sociedades ribereñas del
Océano Índico durante la mayor parte del último milenio; después de la caída del
Imperio romano se perpetuó en el mundo mediterráneo y en África (especialmente
en el África subsahariana) hasta tiempos recientes.
A lo largo de la historia ningún grupo de población ha estado totalmente a salvo de
la esclavitud: no obstante, muchas de las poblaciones reducidas a la servidumbre
de la cuenca del Mediterráneo, el Oriente Próximo y el Océano Índico eran
originarias de África. En cuanto llegaron al continente americano, en 1492, los
europeos empezaron a esclavizar a las poblaciones autóctonas y esta forma de
sometimiento prevaleció mucho tiempo en algunas zonas de América colonizadas
por ellos.
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@3(,4,9.,5*0(+,34<5+646+,956
Bajo la iniciativa de los europeos, la trata de negros transatlántica adquirió
proporciones excepcionales en la historia mundial de la esclavitud. Esta trata se
distingue ante todo por su magnitud y por su carácter exclusivamente racial. En
total, unos 12,5 millones de esclavos negros africanos fueron trasladados de una a
otra orilla del Atlántico entre 1500 y 1867 - de los cuales casi la mitad en el siglo
XVIII - en lo que sigue siendo la mayor empresa de deportación transoceánica de
la historia. Ello da una idea de la necesidad de mano de obra servil del sistema
organizado por los europeos para explotar los recursos naturales del continente
americano y satisfacer la demanda creciente de los mercados del “Viejo Mundo”,
cada vez más atraídos por los productos coloniales, y en particular los metales
preciosos. Ello demuestra también la capacidad de los negociantes europeos de
financiar y administrar, en colaboración con sus homólogos de las costas atlánticas
de África, una empresa intercontinental de semejante envergadura en la época de
la marina de vela.
Quizás más que ninguna otra forma de comercio de seres humanos de la que
se tenga constancia histórica, la trata de negros transatlántica ha tenido
consecuencias a escala planetaria, hasta el punto de que puede decirse que ha
desempeñado un papel determinante en el proceso de globalización que empezó
a dar forma al mundo moderno en el momento en que Cristóbal Colón pisó por
primera vez la tierra americana.
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Desde la más remota antigüedad, el tráfico de seres humanos ha ocupado un
lugar importante en los intercambios internacionales e incluso en el comercio
interior de las sociedades y, a pesar de la repulsa universal de la esclavitud, sigue
constituyendo un problema. Para ciertas poblaciones de Europa y de Asia, ser
capturados en el curso de una razzia y vendidos como esclavos era cosa corriente,
en particular en los imperios esclavistas de la cuenca del Mediterráneo y de
Oriente Medio. Las rutas por las que se trasladaba a estos esclavos pasaban por
los Balcanes, Crimea y el Cáucaso.
Desde un principio los esclavos africanos fueron especialmente apreciados por
los traficantes. Prueba de ello es la existencia de una red de rutas que enlazaba
el norte de África y el África subsahariana con los mercados de esclavos de otros
continentes. Entre las rutas más importantes figuraban las transaharianas, por las
cuales los esclavos eran trasladados al Mar Rojo, el Golfo Pérsico y el Océano
Índico.
Por otra parte, sabemos que el tráfico de seres humanos, bastante corriente en la
Europa medieval, estaba también muy extendido en la propia África subsahariana.
Todas esas prácticas internas del África precedieron -en varios siglos en el caso
de la trata transahariana- a la trata de negros transatlántica y se mantuvieron, e
incluso cobraron mayor intensidad, durante y después de ésta.
Los datos históricos del comercio de esclavos africanos por vía terrestre son
mucho menos numerosos y detallados que los de la trata transatlántica. No
obstante, algunos autores creen que, dada su larga historia, el tráfico transaríano
podría haber causado la deportación de más africanos que la trata de negros
transatlántica. Al igual que el tráfico en dirección al Mar Rojo, el Golfo Pérsico
y el Océano Índico, el tráfico transahariano quizás haya alcanzado su máxima
intensidad en el siglo XIX. En resumidas cuentas, parece probado que los pueblos
de origen africano han sido las principales víctimas de las prácticas esclavistas en
la época moderna, y la trata de negros transatlántica no es más que un ejemplo
especialmente trágico de ello.
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¿Por qué los europeos recurrieron básicamente a la mano de obra servil africana
para el aprovechamiento y la explotación de sus ricas posesiones americanas? En
un principio esto se atribuyó a la capacidad de adaptación de los diferentes grupos
raciales a las condiciones de trabajo en condiciones tropicales o semitropicales,
pero después se han aventurado otras explicaciones. La larga tradición de
explotación de la mano de obra africana en los países de la cuenca mediterránea,
la repoblación con africanos de las islas del Atlántico conquistadas por Portugal
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y España después de 1450, la extendida práctica
de las sociedades africanas de canjear presos por
mercancías o la resistencia a la esclavitud de las
poblaciones locales amerindias son otras tantas
explicaciones eventuales del temprano recurso de
Portugal y España a los esclavos africanos para
explotar sus nuevas posesiones americanas. Este
modelo iba a reproducirse ya a finales del siglo XVI
en otras naciones europeas, y especialmente en
Holanda, Inglaterra y Francia, cuando estas naciones
empezaron a su vez a hacer razzias en las colonias
americanas, dando una magnitud sin precedentes a la
trata de negros transatlántica.
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Cualesquiera que fueran los motivos que incitaron a los europeos a reducir a
los africanos a la esclavitud, no cabe duda de que este hecho tuvo profundas
repercusiones en la distribución de los ingresos y las riquezas en el mundo moderno.
En lo que respecta a África, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la
deportación de poblaciones enteras redujo el ritmo de crecimiento demográfico y
por ende el desarrollo económico del continente negro. De no existir la esclavitud,
la energía dedicada a sojuzgar y deportar esas poblaciones se habría podido
utilizar de modo más eficaz. El déficit demográfico resultante de la deportación
de los esclavos y de las destrucciones y pérdidas humanas ocasionadas por las
guerras y operaciones de captura tuvo un impacto duradero en África, afectando
diversamente a las diferentes partes del continente según su grado de implicación
en el sistema de la esclavitud.
Sin embargo, si contabilizamos en el balance demográfico global el conjunto
de personas de ascendencia africana que viven en el continente americano, en
Europa y en Asia, veremos que la población africana ha seguido aumentando.
Dicho de otro modo, el África
occidental ha contribuido en
proporciones no desdeñables
a la repoblación de otras
regiones del mundo. Esto
significa que, si los africanos
de la diáspora y sus
descendientes han aportado
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una vasta contribución al desarrollo de Europa, de América y de Asia, la energía
que han gastado en proyectos de desarrollo en ultramar representa una mengua
equivalente de mano de obra, materia gris y dinamismo económico para África.
Es indiscutible que hubo africanos que participaron en la captura, el traslado a
marchas forzadas y la venta de esclavos africanos a los negreros europeos, y que
obtuvieron beneficios políticos y financieros de su participación. La esclavitud ya
formaba parte integrante de la realidad económica y política de numerosas regiones
de África, pero la trata de negros transatlántica ofreció a las élites tradicionales o
recientes nuevas posibilidades de reforzar su influencia. Con todo, esos beneficios
eran muchas veces ilusorios y, en cualquier caso, se obtuvieron en detrimento
de las víctimas directas del tráfico - muchas de las cuales no sobrevivían a la
deportación- y también de sus comunidades de origen.
La esclavitud y la trata hundían sus raíces en la violencia: la esclavización
de las poblaciones daba ocasión a numerosos episodios dramáticos, como
enfrentamientos armados, razzias y secuestros, sin olvidar la manipulación o el
soborno de las autoridades políticas y judiciales
existentes. Además, como los compradores
europeos preferían a los sujetos jóvenes, y en
particular a los jóvenes adultos de sexo masculino,
con el tiempo el comercio de esclavos acabó
modificando el perfil demográfico de las sociedades
implicadas, con consecuencias negativas para las
tasas de reproducción de la población.
Es imposible calcular con precisión el coste
social y humano de la trata de negros transatlántica. Pretender, como hacen
algunos historiadores, que las dificultades actuales de África son achacables casi
por completo a las exacciones de los negreros europeos y a la colonización es
probablemente exagerado. Pero si pensamos, como numerosos observadores, que
la estabilidad política y social es una condición esencial de la prosperidad y el
desarrollo económico a largo plazo, podemos afirmar que la intervención de África
en la trata de negros transatlántica –sin olvidar las otras formas de tráfico- fue
más nefasta que beneficiosa para todos aquellos cuyas vidas resultaron alteradas
en consecuencia.
La situación actual de África es tributaria en cierta medida del pasado, aunque en
los últimos tiempos ya no sea la esclavitud sino las dificultades económicas o la
esperanza de obtener una educación mejor lo que impulsa a los africanos a emigrar
al extranjero. En todo caso, esta emigración se salda para África en un déficit neto de
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mano de obra, experiencia y dinamismo
económico. El enriquecimiento que la
nueva diáspora africana ha aportado al
resto del mundo ha empobrecido a África
en las mismas proporciones. Al mismo
tiempo, las condiciones de vida de estos
nuevos inmigrantes africanos no siempre
son más envidiables, por la persistencia
de ciertos comportamientos racistas que
son como una secuela de la esclavitud.
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Si África es sin lugar a dudas la gran perdedora, ¿qué beneficios obtuvieron
los europeos de la trata de negros transatlántica? O, más precisamente,
¿desempeñaron la esclavitud y la trata transatlántica un papel determinante en
la primera revolución industrial, creando así las condiciones para la desigualdad
creciente de riquezas y de ingresos entre Europa y África, que en la actualidad es
tan pronunciada?
La cuestión de la importancia del trabajo forzoso para el proceso de acumulación
capitalista en Europa y América del Norte se viene debatiendo desde el siglo XIX. En
1944 el autor caribeño Eric Williams relanzó la polémica al afirmar que la esclavitud
y la trata transatlántica fueron una de las principales causas de la acumulación de
riqueza que hizo posible la revolución industrial de Inglaterra. La tesis de Williams
ha sido muy criticada: en primer lugar porque atribuye a la esclavitud y a la
trata tasas de rentabilidad extraordinariamente
altas, y en segundo lugar porque no explica
el hecho de que las diferencias de ingresos y
de distribución de las riquezas mundial hayan
seguido agravándose con el transcurso del
tiempo. En el plano estrictamente financiero,
la esclavitud no fue necesariamente la gallina
de los huevos de oro que imaginó Williams, y
los beneficios derivados de la esclavitud no fueron tales que
expliquen por sí solos los avances de Gran Bretaña (y de los otros protagonistas
europeos y norteamericanos de la primera revolución industrial) en el proceso de
industrialización.
Con todo, no es menos cierto que el comercio transatlántico de los productos
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manufacturados por los esclavos africanos fue uno de los factores más dinámicos
de la expansión del comercio internacional en el siglo XVIII, y siguió incrementando
considerablemente el volumen de los intercambios incluso después de la revolución
industrial en Europa y Norteamérica. Lo cual no quiere decir que el desarrollo del
consumo y los progresos de la industria y las finanzas de las primeras grandes
naciones capitalistas después de 1750 fueran dependientes por completo, o ni
siquiera esencialmente, de la explotación económica de los esclavos africanos,
aunque es innegable que ello ha podido desempeñar un papel nada desdeñable
en la evolución de Occidente. Si comparamos los “beneficios” de los Occidentales
con las “pérdidas” de África, la trata de negros transatlántica se nos aparece como
un elemento determinante de la globalización que tanto ha contribuido a configurar
el mundo moderno.
En términos demográficos, África ha contribuido ampliamente a poblar el
continente americano. Las cifras varían según las épocas, en función de las
necesidades de mano de obra y de la tasa de natalidad de los esclavos africanos.
Países como Uruguay, Brasil, Cuba, Puerto Rico, la República Dominicana o México
han absorbido una importante proporción de personas de ascendencia africana
en determinados periodos de su historia. Mientras que en 1852 sólo el 11% de
la población censada de Argentina era de origen africano, en 1820 la proporción
correspondiente era del 62% en Colombia, y en 1815 del 59% en Venezuela.
Estas cifras explican la composición actual de la población latinoamericana,
integrada en su mayor parte por mestizos; en total en el continente americano
viven unos 180 millones de personas de ascendencia africana (de los cuales 30
millones en Estados Unidos y 500 000 en el Canadá, y el resto en América Latina y
el Caribe). Brasil es hoy día el país del mundo de mayor población negra, después
de Nigeria.
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2. DIFERENCIAS Y PUNTOS COMUNES ENTRE
LAS DIVERSAS MODALIDADES DEL
TRÁFICO DE ESCLAVOS
La historia nos enseña que el tráfico de
seres humanos reducidos a la esclavitud es
una práctica antigua, cuya existencia se ha
constatado en todo el mundo, prácticamente.
Pero la trata de negros transatlántica fue
particularmente brutal y degradante, sin duda
más que cualquier otra práctica similar en
la historia. Es cierto que no hay puntos de
referencia que faciliten la comparación, pero lo
que es incuestionable es que la condición de los seres humanos sometidos a la
esclavitud es en todo momento y lugar una abominación. Si queremos comparar
las diversas modalidades de compraventa de seres humanos esclavizados,
deberemos pues tener en cuenta otros factores, además de los grados relativos de
brutalidad e inhumanidad. En consecuencia, para profundizar en la historia de la
deportación de africanos a lo largo de las “Rutas del esclavo”, es esencial estudiar
en qué circunstancias precisas los esclavos eran capturados y vendidos antes de
salir de África con rumbo a otros lugares de todo el mundo.
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*653(,:*3(=0;<+05;,95(*065(3
Históricamente, es importante reconocer la existencia de un flujo migratorio
continuo de esclavos africanos que salían del continente, en el marco de un tráfico
que subsistió durante más de un milenio. Este éxodo de las poblaciones africanas
tuvo un impacto demográfico de consecuencias planetarias. Mucho antes de
la deportación masiva de esclavos africanos hacia el continente americano, el
crecimiento de la población africana tuvo ya como corolario la expansión de una
diáspora con frecuencia reducida a la esclavitud y dispersa entre el Océano Índico,
el Oriente Medio y buena parte de Europa. Esta tendencia persistió paralelamente
a la trata de negros transatlántica.
A lo largo de su historia, África ha pagado un elevado tributo a los traficantes
de esclavos, y no sólo por la trata de negros transatlántica hacia el continente
americano. Cuando se estudia la relación entre África y la esclavitud internacional,
conviene recordar que la esclavitud fue una práctica muy frecuente en todas las
sociedades africanas. Sea como fuere, desde el punto de vista de las víctimas las
controversias filosóficas y políticas sobre el grado de horror y el carácter alienante
de lo que han sufrido no tienen mucho sentido.
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7
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El comercio de esclavos desde África era indisociable del tráfico local, que
alimentaba las redes de la deportación. Todos los documentos de que disponemos
demuestran que en África siempre ha habido esclavitud. Esta práctica implica la
enajenación física del individuo, lo que significa que puede comprarse o venderse
como cualquier otra
mercancía, y que
se le puede asignar
un valor monetario.
Pero las víctimas de
estos cálculos fríos
e inhumanos seguían
siendo, obviamente,
seres
humanos.
Lo que hace tan
difícil de entender
que la esclavitud
haya podido ser un
fenómeno histórico
es la contradicción
inherente
al
hecho de tratar a
seres
humanos
como mercancías,
siendo así que no
dejaban de ser personas. La trata transatlántica, con su séquito de brutalidades
y comportamientos racistas, no fue más que una de las manifestaciones de la
actitud esquizofrénica que impulsa a algunas personas a tratar a sus semejantes
de manera radicalmente distinta según pertenezcan o no a una comunidad, no
siempre bien definida.
,3;9Í-0*6+,,:*3(=6:,5,305;,9069+,Í-90*(
Como hemos visto, la esclavitud fue una práctica muy extendida en el mundo
entero. Incluso en el interior de África, la esclavitud ha existido desde hace mucho
tiempo y ha afectado a todo el continente. Es una realidad histórica que hemos de
mirar
de frente. Al principio, las transacciones individuales se
efectuaban localmente o entre comunidades vecinas
a través de intermediarios ocasionales u oficiosos,
y las más de las veces tenían por objeto prisioneros
o marginales rechazados por la comunidad. A
continuación se congregaba a estos individuos en los
grandes centros comerciales, donde quedaban en
poder de redes muy organizadas que los trasladaban
a plazas comerciales o mercados situados fuera de
África. De este modo, y durante mucho tiempo, los
esclavos africanos eran desplazados a distancias
considerables de un lado a otro del continente,
como una mercancía cualquiera. Se les vendía en la
plaza pública o por intermedio de establecimientos
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comerciales especializados, y eran transportados en caravanas o por vía fluvial.
Como cualquier otra mercancía, los esclavos eran sometidos a estrecha vigilancia,
no por miedo a que fueran robados sino por el riesgo de fuga.
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(5;,:+,3(;9(;(;9(5:(;3Í5;0*(
Dicho de otro modo, la esclavitud era una práctica muy extendida en África ya
antes de que diera comienzo la trata de negros transatlántica, tanto en el interior
del continente como en dirección al mundo musulmán y el Océano Índico. El
derecho islámico reconocía la institución de la esclavitud, que era objeto de
sesudos debates y restricciones según las cuales un musulmán nacido libre no
podía ser reducido a esclavitud. El extendido uso del árabe - que es la lengua del
Corán - en el mundo islámico ha hecho creer a veces que este comercio estaba
monopolizado por el grupo étnico de los mercaderes “árabes”, siendo así que, en
realidad, los traficantes eran musulmanes de todos los orígenes, que no usaban
necesariamente el árabe en la práctica de su actividad comercial. Además, el
mundo musulmán
no se abastecía únicamente de esclavos africanos, sino
que también había cautivos originarios de algunos
lugares de Europa y Asia.
En las proximidades del Océano Índico los esclavos
africanos eran transportados hacia el norte siguiendo
la costa este de África y cruzaban el Mar Rojo en
dirección a Arabia, Persia y más allá. Por lo común el
tráfico seguía rutas controladas por los mercaderes
musulmanes, y los cautivos africanos, aunque fueran
originarios de diferentes regiones del continente, seguían en general itinerarios
paralelos a través del Sahara, en dirección al Océano Índico. Como sucedía en
todas las partes del mundo musulmán, con los esclavos africanos se mezclaban
otros muchos esclavos venidos de países asiáticos y europeos colindantes con
tierras islámicas. En los grandes Estados musulmanes (el Imperio Otomano, Persia
y el Imperio Mogol de la India) había un gran número de esclavos que no eran todos
de origen africano, ni mucho menos. En el Imperio Otomano había muchos esclavos
originarios de Asia Central, los Balcanes, e incluso Polonia y Rusia, mientras que en
Persia eran más bien de origen georgiano y circasiano.
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El tráfico de esclavos a través del Sahara y hacia el Océano Índico procedió
paralelamente a la trata de negros transatlántica y no se terminó con la abolición.
Está demostrado que durante todo el periodo de deportación masiva de esclavos
africanos al continente americano ( siglos XVI - XIX), se mantuvo un mercado mundial
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de esclavos africanos con múltiples destinos. El desarrollo de la
trata de negros transatlántica no hizo sino intensificar el tráfico
de las poblaciones esclavizadas y dio lugar a un rápido aumento
del número de africanos deportados, hemorragia que la gran
cantidad de víctimas indirectas de la esclavitud hizo aún más
fuerte. Además, la trata transatlántica de africanos afectó esencialmente a regiones
de África que apenas habían participado en el tráfico transahariano y hacia el Océano
Índico. Si bien las regiones que comerciaban con el mundo musulmán siguieron
suministrando esclavos, no es menos cierto que regiones costeras hasta entonces
relativamente desvinculadas del tráfico se vieron directamente implicadas en la trata
de negros transatlántica.
El desarrollo de la trata de negros transatlántica modificó por completo la fisonomía del
tráfico de esclavos en África. Antes de la apertura de las rutas marítimas, los esclavos
africanos solamente salían del África negra en dirección al Océano Índico, por el norte
o por el este, cruzando el Sahara; con el nuevo tráfico numerosos africanos fueron
deportados al continente americano y, desde finales del siglo XVII hasta el siglo XIX,
hubo muchos más esclavos enviados al Nuevo Mundo que a los países islámicos o el
Océano Índico. Se estima que, hasta 1650, el número de esclavos africanos deportados
al mundo islámico y más allá fue muy superior al de los enviados al continente
americano. De hecho, es probable que en los siglos XVI y XVII el número de esclavos
africanos deportados a los países islámicos (del Maghreb al Océano Índico) haya
sido más o menos igual al de los deportados al continente americano. Pero a partir
de mediados del siglo XVII, y en todo caso hasta la prohibición de la trata de negros
por Gran Bretaña en 1807, el volumen de las expediciones transatlánticas aumenta
rápidamente, aunque es cierto que hasta 1850 aproximadamente la práctica continúa
en gran escala. Todo este periodo de la trata transatlántica constituye un episodio
inédito de la historia de las migraciones y de los movimientos de población que ha
tenido importantes consecuencias en las zonas implicadas, tanto en los países costeros
del Atlántico como, hasta cierto punto, en el Océano Índico.
CUADRO 1: LA TRATA DE NEGROS (1400-1900)
Período
1400-1500
1500-1600
1600-1700
1700-1800
1800-1900
Trata transatlántica
0%
30,10 %
65,30 %
83,30 %
77,40 %
Mundo musulmán
100 %
69,90 %
34,70 %
16,70 %
22,60 %
Entre 1400 y 1900, más de 17 millones de africanos fueron deportados a través del
Sahara, el Océano Índico y el Océano Atlántico. Lo que debe retenerse ante todo
es que, a largo plazo, la hemorragia de población proveniente de África causada
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
por la esclavitud nutrió no solo la trata transatlántica de
negros sino también el tráfico en dirección al mundo
musulmán. Por otra parte, el número de víctimas del
tráfico fue en aumento entre los siglos XV y XVIII y
mantuvo su importancia durante buena parte del siglo
XIX.
El aumento más espectacular del tráfico transatlántico se produjo en el siglo
XVIII, esencialmente en el Brasil y el Caribe, que absorbieron prácticamente
en las mismas proporciones a la gran mayoría de los recién llegados. Hasta
1650 aproximadamente, el número de esclavos africanos enviados de África
al continente americano fue relativamente reducido, en comparación con las
proporciones que adquirió el tráfico en los siglos XVIII y XIX. En aquel entonces
se enviaban más esclavos al norte del Sahara, el Mar Rojo y el Océano Índico
que hacia el continente americano. Después de 1650 el número de africanos
deportados a este continente aumentó considerablemente, y en el siglo XVIII era
cinco veces mayor que el de los enviados al mundo islámico y el Océano Índico.
En todo el periodo comprendido entre 1400 y 1900, casi las tres cuartas partes de
los esclavos africanos deportados fueron destinados al continente americano, pese
a que la trata en dirección al mundo islámico empezó mucho antes y duró más
tiempo que la trata transatlántica.
120%
100%
80%
60%
Transatlántico
40%
Mundo islámico
20%
900
0-1
180
800
0-1
170
700
0-1
160
0-1
150
0-1
140
600
0%
500
fico
Porcentaje del trá
total de esclavos
africanos
CUADRO 2: DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA TRATA DE NEGROS
(1400-1900)
Siglo
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
África
Sudoriental
Senegambia
Sierra Leona
Costa de
Barlovento
Costa de Oro
Golfo de Benin
Golfo de Biafra
África
Centro-Oriental
África
Sudoriental
Porcentaje
6.00%
3.10%
2.90%
9.70%
16.00%
12.70%
45.50%
4.30%
Nombre de
esclavos
755,000
388,700
336,900
1,209,000
1,999,100
1,594,600
5,694,600
542,600
CUADRO 3: PUNTOS DE PARTIDA DE LA TRATA EN ÁFRICA (1500-1867)
Lo que llama la atención en estas estimaciones es la contribución desigual de las
diferentes regiones de la costa atlántica a la trata transatlántica. A este respecto,
el África Centro-Occidental, junto con el África Sudoriental, ocupan con creces
el primer lugar con un total de más de 6,2 millones de individuos. Si sumamos
la contribución del África Sudoriental, veremos que la mayoría de los africanos
deportados a América eran originarios de regiones que hablaban lenguas bantúes.
En lo referente al África Occidental, conviene hacer una distinción entre los esclavos
capturados relativamente cerca de las costas o a más de 100-150 km al interior.
De hecho, la inmensa mayoría de esclavos del Golfo de Biafra, el Golfo de Benín y
la Costa de Oro (Biafra) eran originarios de las regiones costeras (casi la totalidad
para el Golfo de Biafra y los dos tercios o más para el Golfo de Benín y la Costa de
Oro). Entre las tres regiones se llega a la cifra de 4,8 millones de esclavos, o sea
un 38% del total de africanos deportados. También hubo un número considerable
de esclavos musulmanes, quizás un 10%, originarios en su mayoría del interior de
Sierra Leona y de Senegambia. Algunas etnias del África Occidental, como los Igbo,
los Yoruba, los Akan y los
Mandé (Mandingo, Mandinka, etc.) aportaron grandes cantidades de esclavos.
Más de la mitad de estos africanos fueron deportados al Brasil, y el resto se
repartieron por las islas del Caribe. De hecho, muy pocos de ellos fueron deportados
a América del Norte, salvo en el caso de Barbados, aunque es cierto que muchos
esclavos desembarcados en Barbados fueron trasladados a otros destinos, en
particular de América del Sur. El análisis de los efectos de este tráfico muestra que
la trata transatlántica afectó más a unas regiones que a otras, empezando por el
África Centro-Occidental, las costas de Biafra y de Benín, la Costa de Oro y algunas
partes del Golfo de Guinea. Por lo demás, el tráfico se intensificó a todo lo largo
del siglo XVIII, alcanzando su punto culminante en los últimos años del siglo, más
exactamente en 1807, año en el cual la decisión británica de prohibir la trata de
negros cambió totalmente la situación.
.
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
3. RESISTENCIA Y SUPERVIVENCIA
En todas las partes del mundo en que se capturaba y esclavizaba a las
poblaciones, y en todas las épocas, hubo actos de resistencia. En los archivos y
en las tradiciones orales subsisten testimonios de este rechazo de la servidumbre
por parte de sus víctimas directas, los sujetos de la trata y los esclavos de las
minas y las plantaciones, y la arqueología podría proporcionarnos otros. A estos
enfrentamientos directos contra la esclavitud en los territorios coloniales, vinieron
a añadirse a partir del siglo XVIII los movimientos antiesclavistas surgidos en
Occidente. Las campañas organizadas a partir de 1780 en América del Norte y
Europa por esos movimientos corrieron parejas con un largo ciclo de prohibiciones
de la trata humana y medidas de supresión de la esclavitud, que duró hasta el final
del siglo XIX.
9,:0:;,5*0(
Fenómenos de resistencia a la esclavitud
se produjeron en la propia África y durante
los largos recorridos hacia las costas y los
puertos donde se negociaban los esclavos. Las
investigaciones arqueológicas y los testimonios
orales compilados atestiguan la reacción de la
gente contra las grandes razzias de que eran
víctimas las poblaciones de numerosas zonas de
África, y contra el trabajo forzoso. Esta resistencia
continuaba manifestándose en los barracones
instalados a lo largo de las costas e incluso en los
barcos negreros, donde podía provocar la muerte de una parte del cargamento,
y a veces de todos los esclavos. Frente a las costas del África Occidental, los
quilombos de los angolares de Santo Tomé, que eran grandes campamentos
fortificados, prefiguraban las construcciones que después sirvieron de refugio, en
el Caribe y en el continente americano, a las comunidades de negros cimarrones
desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. En efecto, es en América y el Caribe donde
tuvieron lugar los actos de resistencia de los esclavos mejor documentados, donde
el fenómeno de la servidumbre cobró mayor densidad, fue más masivo – del 70 al
85 por ciento de la población del Caribe insular eran esclavos – y duró más tiempo.
Sobrevivir al desarraigo, la deportación, las separaciones, los ritmos de trabajo,
la malnutrición, las enfermedades, la violencia de los golpes, el látigo, la presión
moral: en esto consiste la trama secular de la resistencia de los esclavos de
América y el Caribe. Acomodarse a estos rigores era resistir, pero también lo
era negarse a trabajar, entorpecer o sabotear el trabajo, robar comida o intentar
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
envenenar al encomendero o al ganado de la plantación. Provocar un aborto o
matar a un recién nacido era resistir, y también lo era suicidarse, como rechazo
último de la esclavitud.
El término “vida subterránea” designa el conjunto de medios de supervivencia
de que se valieron los esclavos, estableciendo relaciones sociales paralelas o
constituyendo sociedades de esclavos, estrechamente vigiladas por las autoridades
coloniales. Hoy, de estos medios de supervivencia siguen dando testimonio la
música, las canciones, las danzas, los cuentos o las ceremonias fúnebres que han
resistido el paso del tiempo.
9,=<,3;(:
Una de las primeras grandes revueltas
de esclavos originarios del África
subsahariana de que hay constancia
tuvo lugar a finales del siglo IX en el
bajo Irak, en las plantaciones de caña
de azúcar de la región de Basora. En
869 estalló la insurrección de los zanj,
liderada por el persa Ali ibn Muhammad
al-Alawi, a la que se sumaron los
campesinos pobres de la región, los
trabajadores de las marismas y los soldados negros del ejército del califa. Los
rebeldes asaltaron varias ciudades. Tras más de un decenio de guerra larvada, en
883 el gobierno del califa Al- Mutamid capturó y ejecutó al jefe de los rebeldes.
En 890 renació la insurrección –llamada ahora la revuelta de los cármatas–,
extendiéndose a gran parte de Irak, Siria y Palestina, hasta la muerte de su jefe
Zikrawayh en 906. Otras fuentes, en particular arqueológicas, dan cuenta de la
destrucción violenta de plantaciones
azucareras en la región marroquí del
Suss, donde trabajaba una mano de
obra esclava.
Las zonas de cultivo de la caña
de azúcar y fabricación de azúcar,
desde la Edad Media -en las zonas
costeras del Mediterráneo y en el
Oriente Medio- hasta los siglos XVI
a XIX en América y el Caribe, fueron
el escenario constante de revueltas de la abundante mano de obra servil, que
trabajaba en condiciones particularmente duras.
Las primeras revueltas de esclavos de origen africano de las que ha quedado
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constancia escrita en los informes de los administradores tuvieron lugar en La
Española, en Cuba, en México y en las minas colombianas. En diciembre de 1521,
la plantación de caña de azúcar de Diego Colón, en La Española, fue devastada
por los esclavos rebeldes. En 1533 tuvo lugar en Cuba el primer levantamiento
de esclavos, en una mina de oro de la parte oriental de la isla. Desde el principio
mismo de la implantación colonial en Guadalupe, Martinica, San Cristóbal o
Barbados, en el siglo XVII, se señalan las primeras revueltas de esclavos, tras una
sucesión de destrozos causados por las primeras bandas de negros cimarrones
que actuaban a veces en colaboración con poblaciones indígenas.
La primera de la larga serie de revueltas de esclavos
que padeció Jamaica estalló en 1673. En la costa
norte de la isla, unos 200 coromantees, que eran
akan originarios de la Costa de Oro, asaltaron las
plantaciones y se refugiaron después en las montañas,
constituyendo así la primera banda de cimarrones de
Sotavento. Entre 1720 y 1740 se registró un incremento
gradual del número de revueltas de esclavos en las
colonias inglesas y francesas del Caribe oriental, lo
que hizo decir a un gobernador británico que imperaba
un “peligroso espíritu de libertad”.
Cuando los esclavos rebeldes de las plantaciones y los negros cimarrones de los
campamentos fortificados pudieron aliarse, como ocurrió en Jamaica en el siglo
XVIII, las autoridades coloniales europeas tuvieron que librar verdaderas guerras
contra ellos. La insurrección acaudillada por Tacky en 1760 fue suficientemente
violenta para que se la haya podido comparar con la rebelión de los esclavos
de Santo Domingo que tuvo lugar tres decenios después. Pero la rebelión más
ambiciosa que se haya registrado en Jamaica estalló en 1831 y movilizó a unos
20 000 esclavos, de los cuales fueron ejecutados más de 500. El acontecimiento
precedió en algunos meses a una renovación parcial del Parlamento británico, a
raíz de la cual la tendencia abolicionista pasó a ser mayoritaria en el mismo, y el 1
de agosto de 1833 los parlamentarios votaban la Abolition Bill (Ley de Abolición).
En el Caribe Oriental, las poblaciones karibs se aliaron con los esclavos fugitivos
para combatir la implantación europea. De este modo nacieron los black karibs,
que se refugiaron en islas “neutrales” como San Vicente, de donde los británicos
los deportaron en 1796 a la Isla Roatán y a las costas de la Bahía de Honduras. Son
los antepasados de los llamados actualmente garifunas.
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
3(-<.(
Darse a la fuga fue una de las formas de resistencia más frecuentes: los esclavos
fugados eran conocidos con el nombre de “cimarrones”. Los cimarrones fueron
instalándose en los territorios boscosos y de montaña, donde los asentamientos
clandestinos encontraban una protección natural. Por ejemplo, después del fracaso
de varias expediciones en Nueva Granada, en 1612-1613 los españoles tuvieron
que avenirse a conceder la libertad a los negros cimarrones del palenque de
San Basilio, fundado en 1599-1600 cerca de Cartagena de las Indias. En Santo
Domingo, los negros cimarrones empezaron a refugiarse en la Sierra de Bahoruco
en el siglo XVII. En Cuba, el “Nuevo reglamento y arancel que debe gobernar en la
captura de esclavos cimarrones”, de 1796, permitió la captura de 16 000 fugitivos
en la región de La Habana, pero las batidas con perros de los “rancheadores”
persistieron hasta la abolición de la esclavitud en la isla, en 1886.
En el interior de los refugios fortificados,
quilombos, palenques, grandes campamentos
y ajupas, los negros cimarrones forjaron una
cultura de resistencia, desde el Brasil –
donde los esclavos rebeldes de Pernambuco
y del quilombo de Palmares resistieron a los
asaltos regulares de los holandeses y, más
tarde, de los portugueses durante casi todo
el siglo XVII– hasta Cuba y Florida. Cultos
religiosos venidos del Golfo de Guinea, de
Cabo Verde o de Santo Tomé se perpetuaron
transfigurándose a veces, gracias a esos
frágiles conservatorios que fueron las
ceremonias que organizaban los cimarrones
y en las que participaban esclavos fugados de
las plantaciones vecinas. El vodú, la santería
o el candomblé surgieron al amparo de los
dioses de los yoruba, que acompañaron a
sus fieles a través del Océano Atlántico en
las bodegas de los buques. La primera guerra de los “maroons” de Jamaica, de
1725 a 1740, terminó con una negociación entre los ingleses y los jefes Cudjoe,
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Accompong, Cuffee, Quaco y Johnny. En marzo de 1738, el Gobierno británico
firmó un tratado de paz con los “maroons” de Trelawney Town y les concedió la
libertad y 15 000 acres de tierra.
La selva amazónica y el escaso número de colonos europeos en las Guayanas
hicieron posible la constitución, ya en el siglo XVII, de comunidades de negros
fugados que todavía hoy sobreviven. En 1749 las comunidades establecidas a
orillas de los ríos Saramaka y Suriname, en la Guayana holandesa, lograron que las
autoridades coloniales reconocieran su independencia y pasaron a denominarse
saramakas. En 1760 un tratado idéntico reconocía a los djuka, ubicados a orillas
del arroyo del mismo nombre, afluente del río Maroni. En 1760, el negro Boni
declaró la guerra a los holandeses, antes de cruzar el Maroni para establecerse
en territorio francés. Los boni, comunidad que tomó el nombre de su antiguo jefe,
fueron reconocidos en 1860 por un convenio franco-holandés. En el Océano Índico,
la fuga de esclavos adquirió proporciones excepcionales en las Islas Mauricio (Île
de France) y de la Reunión (Île Bourbon) en el siglo XVIII.
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
4. MOVIMIENTOS ABOLICIONISTAS
El Occidente tardó más en movilizarse respecto del tema de la condición de los
esclavos en sus colonias. Las poblaciones estaban poco o mal informadas. De
las numerosas obras publicadas sobre el tema colonial desde el siglo XVIII se
desprende que a los comerciantes, los economistas o los juristas les preocupaba
más el mantenimiento eficiente del orden esclavista y la rentabilidad del
sistema de explotación que la condición de los cautivos. Sin embargo,
a partir de mediados del siglo XVIII las denuncias de la trata de negros
y el sistema esclavista fueron en aumento, desde Filadelfia hasta
Londres y París. Los escritores de la Ilustración, desde Montesquieu
hasta Diderot, y más adelante Condorcet, trataron este tema con
mayor o menor vehemencia, aunque siempre insistiendo en la
necesidad de poner fin a la práctica. Los autores ingleses se inspiraron
en los principios religiosos y sociales de los cuáqueros norteamericanos. En
1688, la Sociedad de los Amigos (cuáqueros) de Pensilvania condenó el hecho de
“comprar y guardar negros”. Un siglo más tarde, en 1772, Anthony Benezet, en
su obra An Historical Account of Guinea, afirmaba que ya era hora de devolver la
libertad a los esclavos del continente americano.
El artículo « Esclavage » de la Encyclopédie o Dictionnaire
raisonné des sciences, des arts et des métiers, publicada en
París en 1755, ofrecía un argumento simple y directo: “La
esclavitud establece un derecho fundado en la fuerza, que
hace que un hombre sea propiedad de otro hasta el punto de
que éste es dueño de la vida, los bienes y la libertad de aquél
(…) Todos los hombres nacen libres, habiéndoles hecho iguales
la Naturaleza. (…) Después de hacer un recorrido de la historia de la
esclavitud, desde sus orígenes hasta hoy, demostraremos que atenta contra la
libertad del hombre, que es contraria al derecho natural y civil, que se opone a las
formas de los mejores gobiernos, y, por último, que de por sí es inútil.”
Después de la publicación en 1770 de la Histoire philosophique et
politique des établissements et du commerce des Européens
dans les deux Indes, del Abad Raynal, y de las Réflexions sur
l’esclavage des Nègres, que escribió Condorcet con el seudónimo
de Joachim Schwartz, en 1781, de Inglaterra vino la iniciativa
de ejercer presión sobre los gobiernos. Thomas Clarkson, autor
en 1786 de un célebre Essay on the Slavery and Commerce of
the Human Species, particularly the African, emprendió una activa
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
campaña abolicionista, a la cual se sumaron James Ramsay, Granville Sharp y
el parlamentario William Wilberforce. El movimiento se reforzó con la publicación
del testimonio autobiográfico de un antiguo esclavo africano, Olaudah Equiano (o
Gustavus Vassa), autor en 1789 de The Interesting Narrative of the Life of Olaudah
Equiano or Gustavus Vassa, the African. En febrero de 1788 se fundó en París por
iniciativa de Jacques-Pierre Brissot la Société des Amis des Noirs, sobre el modelo
del Committee for the Abolition of the Slave Trade, creado en Londres un año antes,
en mayo de 1787.
36:,:*3(=6:+,:(5;6+6405.604765,5
3(()630*0Ô5
No obstante, el acontecimiento decisivo tuvo lugar
en las colonias mismas, y más concretamente
en la rica colonia francesa de Santo Domingo,
cuyos plantadores aspiraban desde hacía
decenios a una mayor independencia comercial.
Varios cabecillas de las rebeliones adquirieron
celebridad, como Makandal a mediados del siglo
XVIII, y Boukman, Georges Biassou o Jean-François
de 1775 a 1785. El grito “Libertad o muerte” resonó
no solo en Santo Domingo sino también en todas las
colonias vecinas, mientras que los negros cimarrones
intensificaban la guerrilla con actos de saqueo, incendios de plantaciones, raptos y
envenenamientos. En Santo Domingo había entonces unos 500 000 esclavos que
representaban el 85% de la población. La
gran sublevación se produjo en la noche del
22 al 23 de agosto de 1791, provocando la
deserción de miles de esclavos de los talleres
de las plantaciones. Este movimiento impuso
la abolición de la esclavitud en la localidad
en 1793, y después en la Convención
Revolucionaria de París, el 16 de pluvioso del
año II (4 de febrero de 1794).
Mientras que Toussaint Louverture
establecía progresivamente un poder
autónomo en Santo Domingo con la
Constitución proclamada en 1801, y que
en Guadalupe se sucedían las revueltas de
esclavos desde 1791, Napoleón Bonaparte
decidió restablecer la autoridad francesa y
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
la esclavitud mediante la Ley de 20 de mayo de 1802, que reponía la legislación
anterior a 1789, y envió una expedición militar a cada una de esas colonias.
Toussaint Louverture fue hecho preso y trasladado a Francia en julio de 1802,
muriendo el 7 de abril de 1803 después de algunos meses de cautiverio en el
fuerte de Joux, en el Jura. A continuación se libró una verdadera guerra colonial en
Santo Domingo, hasta que las tropas francesas fueron derrotadas en noviembre de
1803 y el 1 de enero de 1804 se proclamaba la independencia de Haití.
En Guadalupe, una expedición militar al mando del General Richepance
desembarcó en mayo de 1802, entregándose a una feroz represión que causó
más de 10 000 muertos. Se había agravado el conflicto entre las autoridades
coloniales y los partidarios de la libertad, cuyo lema era “Vivir libres o morir”.
El 10 de mayo de 1802 el coronel Delgrès, “hombre de color” martiniqueño,
lanzó junto con sus compañeros una proclama titulada “Al universo entero, el
último grito de la inocencia y la desesperación”; después, él y sus camaradas se
suicidaron colectivamente en las laderas del volcán La Soufriére. En julio de 1802
se restableció la esclavitud en la isla.
05-3<,5*0(+,3(9,=63<*0Ô5/(0;0(5(
Las
repercusiones
de
los
acontecimientos de Santo Domingo/
Haití se dejaron sentir en todo el
continente americano durante
más de un siglo. En Cuba, entre
1792 y 1796 hubo levantamientos
de esclavos en las plantaciones
de caña de azúcar cercanas a La
Habana, en Puerto Príncipe y en
Trinidad. Se temían las “conjuras” de
los franceses y su influencia en las “gentes de color”, y hasta en los palenques de
negros cimarrones que proliferaron por aquel entonces. En Jamaica, el gobernador
temía que los emigrantes franceses de Kingston importasen esclavos negros
procedentes de Santo Domingo, que pusieran en peligro el orden colonial de la
isla. En los Estados Unidos, las agitaciones registradas en las plantaciones entre
1800 y 1830 se atribuyeron a refugiados negros originarios de Santo Domingo. La
segunda guerra de los “maroons” de Jamaica, que empezó en 1795, se consideró
una consecuencia de la rebelión de Santo Domingo. También se produjeron
sublevaciones en las colonias holandesas, como en Curaçao en 1795, en la
Guayana y en la provincia de Demerara-Essequibo. Los negros cimarrones se
aliaron con los esclavos, proclamando las consignas revolucionarias de “libertad”,
“igualdad”, etc.
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
De 1795 a 1800, las insurrecciones de esclavos socavaron también las bases de
las posesiones españolas y portuguesas. En Venezuela por ejemplo, el 10 de mayo
de 1795 se produjo en la región de Coro una revuelta de 300 negros y “pardos”
encabezada por dos emancipados, José Leonardo Chirino y José Caridad González.
Los insurgentes invadieron la ciudad de Coro después de haber proclamado
abiertamente sus objetivos: la aplicación de la “ley de los franceses”, o sea el
establecimiento de una república democrática, y la liberación de los esclavos. La
influencia haitiana llegó hasta el Brasil y el Uruguay; en este último país hubo
un alzamiento de esclavos, que se concentraron en una isla del río Yi donde
proclamaron la república a tenor de la ley de los franceses, bajo el lema “Libertad,
Igualdad y Fraternidad”. En el Brasil, los protagonistas de la conspiración llamada
“Inconfidência da Bahia”, anunciaron el próximo estallido de la revuelta en
Salvador de Bahía, en agosto de 1798.
Durante toda la primera mitad del siglo XIX, y hasta la abolición de 1848, las
autoridades de las colonias francesas de Guadalupe y Martinica mantuvieron bajo
vigilancia las costas porque temían la llegada de emisarios haitianos que incitaran a
la revuelta. Este temor perduró hasta principios del siglo XX: en el decenio de 1910,
el gobernador de Guadalupe sospechaba que provocadores haitianos sostenían las
grandes huelgas de obreros agrícolas que se produjeron en estos años…
3<*/(:*65;9(3(;9(;(+,5,.96:
Existe un estrecho vínculo entre la trata de negros y el sistema esclavista; no
así entre la prohibición y la abolición de la esclavitud. Más concretamente,
los que militaron en favor de la interrupción del tráfico de los negreros no se
comprometieron de inmediato contra la esclavitud. Para unos, atacar de frente
los dos fenómenos hubiera dado lugar a un rechazo global de ambas propuestas
por los gobiernos; para otros, el fin de la trata de negros tendría como principal
consecuencia la abolición posterior de la esclavitud.
En los Estados Unidos, el Gobierno Federal prohibió la trata de negros por decisión
del Congreso en 1794, legislación que fue confirmada en enero de 1807 por el
Senado y la Cámara de los Representantes y entró en vigor el 1 de enero de 1808.
Pero la abolición de la esclavitud no se decidió en los Estados Unidos hasta 1863,
durante la guerra civil. Barcos de las más diversas nacionalidades abastecieron
los mercados de esclavos. Inglaterra prohibió la práctica de la trata en las costas
africanas el 25 de marzo de 1807, pero fue en agosto de 1833 cuando votó la
emancipación de los esclavos de sus colonias. Dinamarca prohibió la trata
de negros a partir del 1 de enero de 1803, pero no aceptó la entrada en vigor
del decreto de emancipación de los esclavos en sus colonias del Caribe hasta
1848. Francia no tomó medidas relativamente eficaces de prohibición de la trata
hasta 1831, y no abolió la esclavitud hasta 1848. Sin embargo, los desembarcos
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
nocturnos de cautivos de la trata ilegal continuaron en las costas del Brasil, de los
Estados Unidos y de las colonias francesas, holandesas, danesas y españolas del
Caribe. El proceso celebrado en los Estados Unidos en 1839 en relación con los
cautivos del barco cubano Amistad ilustra la complejidad de las redes de la trata
transatlántica ilegal.
46+(30+(+,:+,(**0Ô5
Inglaterra, que había dominado
durante dos siglos el tráfico
negrero, llevó la voz cantante
en el movimiento abolicionista
mundial a lo largo de más de
un siglo. Los comités británicos
recurrieron a las acciones
más diversas para sensibilizar
a la opinión pública y a las
instancias
gubernamentales
contra la esclavitud. Se
organizaron conferencias en cada condado, y en las pequeñas localidades se
fijaban carteles antiesclavistas y se distribuían octavillas y folletos que describían
las condiciones de la deportación de los cautivos africanos y el trabajo de los
esclavos en las plantaciones americanas. Las peticiones abolicionistas recogían
centenares de miles de firmas. Los grupos de obediencia protestantes y los comités
femeninos se implicaron particularmente en esta lucha, que adquirió dimensiones
extraordinarias a finales del siglo XVIII. La British and Foreign Anti-Slavery Society,
que ambicionaba desempeñar un papel internacional, organizó dos convenciones
antiesclavistas mundiales en 1840 y 1843.
A finales del siglo XVIII, economistas como Adam Smith o Jean-Baptiste Say
calcularon que el trabajo del obrero libre era más rentable que el del esclavo.
Ya en el decenio de 1830, las economías coloniales basadas en la exportación
casi exclusiva del azúcar de caña sufrían la fuerte competencia del azúcar de
remolacha que se producía en Europa. En cuanto a Gran Bretaña, todos sus
intereses económicos se habían orientado hacia Asía.
Las iglesias abordaron de modo tardío y más bien modesto el problema de la trata
de negros, la esclavitud y su abolición. Mientras que los primeros antiesclavistas
anglosajones fueron cuáqueros o pertenecían a otras sectas protestantes, en
la Iglesia Católica imperó el silencio sobre el tema, a pesar de la bula papal de
Gregorio XVI en 1839 en la que se recomendaba a los fieles que no poseyeran
esclavos.
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36:+,*9,;6:()630*0650:;(:
La Abolition Bill que votó el Parlamento británico en 1833 entró en vigor el 1 de
agosto de 1834, imponiendo a los antiguos esclavos un periodo de aprendizaje no
retribuido. El Banco de Inglaterra asignó veinte millones de libras esterlinas a las
indemnizaciones de los plantadores. En Francia, el Gobierno provisional republicano
salido de la revolución de 1848 que puso término a la monarquía, firmó un decreto
que adoptaba el principio de la liberación de los esclavos. El abolicionista Victor
Schoelcher presidió la Comisión para la Abolición de la Esclavitud que el 27 de
abril de 1848 hizo firmar el decreto de supresión de la esclavitud y un conjunto
de decretos de reorganización social y política de las
colonias, cuyo objetivo esencial era “proponer los
medios más adecuados para garantizar el trabajo y
la libertad”. El decreto francés otorgaba la libertad
inmediata a los esclavos y preveía la representación
parlamentaria de las colonias en la Asamblea nacional,
elegida por sufragio universal. Este mismo decreto,
fuertemente inspirado en el que se había promulgado
en Inglaterra, contemplaba la indemnización de los
propietarios de esclavos; por su parte, los esclavos no
recibieron tierras ni indemnizaciones.
+,3(()630*0Ô5(3(30),9;(+
El clero tuvo una intervención notable en el periodo que siguió a la emancipación
en las colonias británicas y francesas, Su misión era incitar a los antiguos esclavos
a trabajar en las plantaciones, contraer matrimonio y formar familias legales.
Toda una serie de medidas constituían el marco del control social destinado a
colmar los huecos dejados por la desaparición del régimen de la esclavitud. Se
limitó la superficie de las tierras que los nuevos emancipados estaban autorizados
a arrendar o comprar y se controló los cultivos a los que podían dedicarse. El
propósito era reintegrar en las grandes plantaciones al máximo de emancipados
posible, a cambio de salarios que se percibían irregularmente. En las Indias
Occidentales Británicas, el acceso a la propiedad de tierras confería la condición
de elector y, eventualmente, la posibilidad de ser elegido para formar parte de las
asambleas locales. Así pues, todas estas medidas se concibieron para frenar el
acceso de los antiguos esclavos a las responsabilidades políticas.
En las colonias francesas, las consignas de la emancipación fueron las siguientes:
orden público, mantenimiento del trabajo, olvido del pasado. Estas consignas
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
eran transmitidas por mediadores muy eficaces, los clérigos, encargados de la
enseñanza y la prensa. El objetivo era proteger la propiedad mediante un control
social reforzado, atraer inversiones exteriores en un contexto de revolución
industrial y monocultivo azucarero mediante la creación de bancos y organismos
de crédito coloniales y, por último, promover el consumo de los “nuevos
emancipados”, aunque manteniendo a un nivel bajísimo las remuneraciones.
<5(4(56+,6)9(4(37(.(+(
Los flujos de migración
de la mano de obra en
el interior del Caribe
cobraban nuevo impulso
con cada emancipación.
Inmediatamente se abrían
negociaciones
para
emplear a los trabajadores
contratados en África, India,
China, Malasia, Indonesia
y hasta el Japón. Francia había iniciado el proceso en 1818-1819 contratando
ilegalmente a trabajadores indios provenientes de Pondichery y Karikal con destino
a La Reunión, tráfico que no fue legal hasta 1830. En 1844 los ingleses empezaron
a recurrir a la abundante mano de obra india, iniciando así un flujo migratorio que
no se interrumpió hasta 1917. Las colonias danesas, donde la esclavitud había
sido abolida en 1848, utilizaron esta mano de obra a partir de 1862. Las colonias
holandesas, en las que la esclavitud se abolió en 1863, contrataban trabajadores
en China, la isla de Madeira y Barbados desde 1853 y recibieron los primeros
coolies indios en 1872. Los holandeses contrataron trabajadores para el Caribe y
Guayana/Surinam en sus posesiones indonesias desde 1872 hasta 1933.
,3()630*0650:46,:;(+6<50+,5:,
Los cuáqueros de Filadelfia dieron el tono y la señal de salida de las campañas
abolicionistas europeas, mientras que en su propio país la emancipación no
se conseguiría hasta 1865, al término de una terrible guerra civil en la que la
esclavitud fue uno de los principales casus belli. Los países de América del Sur bajo
dominio español –así como Cuba y Puerto Rico– se pronunciaron en favor de la
abolición inmediata cuando su población de esclavos era poco abundante, o de una
abolición muy gradual cuando la esclavitud era un pilar esencial de la economía.
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
Otra modalidad de liberación de los esclavos masculinos fue la resultante de su
alistamiento en los ejércitos de liberación alzados contra España. Este fue el caso,
por ejemplo, de Venezuela y Bolivia y también, de manera momentánea, de Cuba.
En las colonias españolas que lograron su independencia en la primera mitad del
siglo XIX, la emancipación de los esclavos se inserta en el contexto de los conflictos
militares. En Venezuela Francisco de Miranda concedió la libertad en 1812 “a los
esclavos que se alisten y sirvan en el ejército diez años, prometiendo indemnizar a
sus amos en mejores circunstancias”. En Chile en 1814, y en el Brasil en 1817, se
decretó que los esclavos que se negasen a alistarse a cambio de una promesa de
libertad serían mantenidos en un estado de “esclavitud perpetua por orden
del Gobierno”. Simón Bolívar prometió abolir la esclavitud a cambio de la
ayuda logística que recibió de Alexandre Pétion, presidente de Haití. En
1816 empezó por liberar a los 800 esclavos de su hacienda familiar,
y el mismo año proclamó la abolición de la esclavitud en Venezuela.
Los emancipados debían alistarse en el ejército republicano, como
condición de su liberación. Pero el Congreso venezolano no ratificó
los decretos del Libertador.
La guerra civil estadounidense, la creación en Madrid de la Sociedad
Abolicionista Española en 1864, la mayoría liberal en las Cortes de 1868 y,
por último, la guerra de los diez años en Cuba ejercieron una presión
decisiva en pro de una ley de emancipación para España. En Madrid,
el gobierno en el poder desde 1868 se pronunció en favor de una
abolición gradual, por tramos de edad. El proyecto de ley propuesto
por Segismundo Moret fue aprobado por las Cortes en junio de
1870.
En Cuba, la intensificación del trabajo en las plantaciones de caña de
azúcar causó una multiplicación de las revueltas durante la primera
mitad del siglo XIX. La conspiración de Aponte (abolicionista) en 1812,
y la de La Escalera en 1843-1844, permanecen en la memoria colectiva. En
el decenio de 1840, Cuba era la colonia de esclavos productora de azúcar más
próspera, con aproximadamente 400 000 esclavos. Desde 1800 hasta el decenio
1870, la colonia española incumplió todas las prohibiciones de la trata de negros,
importando más de 700 000 esclavos africanos, sin contar los adquiridos en los
mercados del Caribe. La abolición de la esclavitud en esta extensa isla del Caribe
tomó las formas más variadas: liberaciones inmediatas de esclavos, tutelaje de
los amos sobre los esclavos o abolición gradual con arreglo a la Ley Moret. En el
Brasil, por fin, donde Joaquim Nabuco fue sin duda el abolicionista más activo, el
13 de mayo de 1888 la princesa regente Isabel firmó la “Lei Áurea” que abolía la
esclavitud en el país.
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
,3-05+,3(,:*3(=0;<+,536:,:;(+6:<50+6:
Al igual que en Europa, el movimiento abolicionista en los Estados Unidos se
desarrolló en dos tiempos. Las campañas incesantes de los cuáqueros, limitadas
al Norte del país - donde el sistema esclavista no era un componente fundamental
de la economía - habían dado lugar a la creación de comités tan activos que ya
a finales del siglo XVIII la abolición estaba inscrita en la constitución de varios
estados. La segunda fase del proceso abolicionista en los Estados Unidos abarca
desde el decenio de 1830 hasta la emancipación en 1865.
La petición de los cuáqueros de Germantown, en 1688, se considera la primera
protesta colectiva contra la esclavitud. Pero hasta el siglo XIX no se emprendió
una campaña abolicionista coherente en el Norte de los Estados Unidos, después
de una serie de sublevaciones de esclavos en los estados del Sur, acaudilladas en
Virginia por Gabriel Prosser en 1800, Nat Turner en 1831 o John Brown en 1859 y
en Carolina del Sur por Danmark Vesey en 1822. Políticos, religiosos, sociedades
femeninas, negros libres huidos de las plantaciones del Sur crearon grupos de
simpatizantes y fundaron periódicos. Los hermanos Tappan y William Garrison
dieron un nuevo impulso al movimiento. En 1845, Frederick Douglass, que
acababa de huir al Norte, publicó el relato de su vida de esclavo y su
evasión.
El Underground Railroad (ferrocarril subterráneo) era el camino que
seguían los esclavos fugados de los estados del Sur, con varias
escalas clandestinas, en dirección al Norte, donde la esclavitud
había sido abolida, y al Canadá. Esta ruta clandestina adquirió
celebridad gracias a la novela “La Cabaña del Tío Tom”, que publicó
en 1852 Harriet Beecher Stowe, que había participado personalmente
en actividades de ayuda a los fugitivos. La ley de 1850 sobre los
esclavos fugitivos, la Fugitive Slave Act, autorizaba a los cazadores de
esclavos fugitivos a perseguirlos en los estados del Norte donde se hubieran
refugiado. Harriet Ross Tubman, nacida esclava en Maryland, se escapó en 1850
y se estableció en Filadelfia, donde se hizo guía de los caminos del “ferrocarril
subterráneo”.
Para satisfacer el deseo de algunos estados del Sur, que no querían que los
esclavos emancipados se estableciesen en sus tierras, en 1816 se fundó la
American Colonization Society con el objetivo de transportar a los libertos a África
– para esto se fundó Liberia – como hicieron los ingleses con Sierra Leona en
1787.
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
En 1854, el Partido Republicano inscribió la abolición de la esclavitud en su
programa. Su candidato, Abraham Lincoln, que fue elegido presidente en 1860,
redactó una Ley de Emancipación y proclamó la abolición de la esclavitud el 1
de enero de 1863. La Ley, que reconocía a unos cuatro millones de esclavos
la condición de seres libres, entró en vigor en todos los estados de la Unión a
principios de 1865; el 18 de diciembre de este mismo año la esclavitud quedaba
prohibida en virtud de la decimotercera enmienda de la Constitución de los Estados
Unidos. Sin embargo, también en diciembre de 1865 se fundó en Tennessee el Ku
Klux Klan, que negaba todos los derechos otorgados a los antiguos esclavos.
En el Canadá, donde la esclavitud fue abolida en 1834 a raíz de la promulgación
de la abolición en Gran Bretaña, el aumento del número de esclavos fugados de
los Estados Unidos dio lugar a la creación en Toronto, por Georges Brown, de la
Sociedad Antiesclavista del Canadá el 26 de febrero de 1851.
*63650A(*0Ô5@()630*0Ô5+,3(,:*3(=0;<+
En el último cuarto del siglo XIX se crearon en Europa varias sociedades
antiesclavistas que eligieron África como terreno de acción. No obstante, en
realidad las líneas de penetración que siguieron los misioneros fueron las de las
sociedades comerciales y los grupos de presión coloniales que se habían hecho
especialmente poderosos en el decenio de 1880.
Poner término a la esclavitud en África se presentó a menudo como un problema
tan complejo y múltiple como los propios regímenes de servidumbre en todo
el continente. En las colonias británicas y francesas de África, los decretos de
abolición solo se aplicaron parcialmente. El régimen del protectorado permitía una
considerable laxitud en la observancia de la ley. En el África Oriental, las factorías
de Zanzíbar y de la isla de Pemba fueron los centros neurálgicos del tráfico de
esclavos en todo el Océano Índico hasta principios del siglo XX. La esclavitud fue
abolida oficialmente en estos territorios en 1897.
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
Según los objetivos fijados en las Conferencias de Berlín de 1884-1885, y de
Bruselas de 1890, Europa debía coordinar la lucha contra la trata de negros en
África; fue en nombre de la libertad, pues, que colonizó el continente. No obstante,
se acuñó el término “trabajo forzoso” para designar la contratación y el empleo
de mano de obra que no se podía someter a la esclavitud. En julio de 1900, los
participantes en la primera Conferencia Panafricana de Londres exigieron el
respeto de los ideales de Wilberforce y Garrison y el fin del trabajo forzoso en
África.
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
CUADRO 4: CRONOLOGÍA DE LA ABOLICIÓN
1777 La abolición de la esclavitud se
inscribe en la Constitución de
Vermont
1780 Abolición en Pensilvania
1783 Abolición en Massachusetts
1826
Abolición de la esclavitud en Bolivia
1829
1831
1784 AAbolición en Rhode Island y
Connecticut
1793 Abolición de la esclavitud en
Santo Domingo, a raíz de la
rebelión de los esclavos en agosto
de 1791
1794 Abolición de la esclavitud en las
colonias francesas
1802 Restablecimiento de la esclavitud
en las colonias francesas
1803 Prohibición de la trata de negros
en Dinamarca
1807 Prohibición de la trata de negros
en Gran Bretaña
1808 Prohibición de la trata de negros
en los Estados Unidos
1814 Prohibición de la trata de negros
en los Países Bajos
1815 Las potencias europeas reunidas
en el Congreso de Viena se
comprometen a prohibir la trata
de negros
1822 Abolición de la esclavitud en
Santo Domingo
Abolición de la esclavitud en México
Última ley francesa que prohíbe la
trata de negros
1833- Abolición de la esclavitud en las
1838 colonias británicas
1846 Abolición de la esclavitud en Túnez
1847
Abolición de la esclavitud en la
colonia sueca de San Bartolomé
1848 Abolición de la esclavitud en las
colonias francesas y danesas
1851 Abolición de la esclavitud en Colombia
1853 Abolición de la esclavitud en
Argentina
1854 Abolición de la esclavitud en
Venezuela
1855 Abolición de la esclavitud en Perú
1863 Abolición de la esclavitud en las
colonias holandesas
1863- Abolición de la esclavitud en los
1865 Estados Unidos
1870 Voto de la Ley Abolicionista Moret en
España
1873 Abolición de la esclavitud en Puerto
Rico
1876 Abolición de la esclavitud en Turquía
18801886 Abolición gradual en Cuba
1888
1896
1897
Abolición de la esclavitud en el Brasil
Abolición de la esclavitud en
Madagascar
Abolición de la esclavitud en Zanzíbar
1823 Abolición de la esclavitud en Chile
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
1909 La British and Foreign AntiSlavery Society, fundada en 1839,
pasa a llamarse Anti-Slavery
1910 International
Abolición de la esclavitud en
China
1919 Creación de la Oficina
Internacional del Trabajo
1920 Abolición de la esclavitud en
Somalia
1923 Abolición de la esclavitud en
Etiopía y Afganistán
1924 Abolición teórica de la esclavitud
en Sudán
Abolición en Iraq
1926 Convención de la Sociedad de las
Naciones relativa a la esclavitud
Abolición de la esclavitud en
Nepal
1962
1928 Abolición de la esclavitud en Irán
2000
1963
1970
Abolición de la esclavitud en Yemen y
Arabia Saudita
Abolición de la esclavitud en los
Emiratos Árabes Unidos
Abolición de la esclavitud en Omán
1974
Creación en las Naciones Unidas del
Grupo de Trabajo sobre las Formas
Contemporáneas de la Esclavitud
1980
Abolición de la esclavitud en
Mauritania (aboliciones previas en
1905 y 1961). Mauritania califica de
“crimen” la sujeción a la esclavitud
en 2008.
Abolición de la esclavitud en el
Pakistán.
1992
2003
2004
1930 Convenio sobre el Trabajo
Forzoso, de la Oficina
Internacional del Trabajo
1936 Abolición de la esclavitud en
Nigeria
1949 Convenio de las Naciones Unidas 2008
para la represión de la trata de
personas y de la explotación de la
prostitución ajena
1952 Abolición de la esclavitud en
Qatar
1956 Convenio suplementario de las
Naciones sobre la abolición de la
esclavitud, la trata de esclavos y
de las instituciones y prácticas
análogas a la esclavitud
1957 Convenio sobre la abolición
del trabajo forzoso, de la
Organización Internacional del
Trabajo
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
La Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europea
prohíbe la esclavitud, el trabajo
forzoso y la trata de seres humanos
Prohibición de la esclavitud en Níger
Naciones Unidas y UNESCO: Año
Internacional de Conmemoración de
la Lucha contra la Esclavitud y de su
Abolición
Prohibición del trabajo forzoso en
Nepal
5. UN CASO DE ESTUDIO: LAS REPERCUSIONES
DE LA REVOLUCIÓN HAITIANA
El movimiento revolucionario de los esclavos de
Santo Domingo en los años 1791-1803 tuvo una
repercusión considerable en toda América y el Caribe.
Tres aspectos fundamentales permiten apreciar la
magnitud del fenómeno. El primero son las sustanciales
modificaciones sobrevenidas en la distribución de la
población y el funcionamiento del sistema productivo
de algunas regiones vecinas de la colonia rebelde. El
segundo es la gran importancia que revistieron las
perturbaciones políticas y sociales para las autoridades
de algunos Estados y para las relaciones entre Estados,
que ya estaban ampliamente condicionadas por la
fuerte rivalidad que enfrentaba a las colonias entre sí. El
tercero consiste en la tendencia cada vez más acentuada en el espacio americano
a asumir actitudes de revuelta inspiradas en la proeza de los rebeldes de Santo
Domingo.
Desde 1804, fecha de creación del Estado antiesclavista, anticolonial y antirracista
de Haití, hasta la victoria de Ayacucho en 1824, esta nueva realidad ejercerá una
influencia importante en el proceso de liberación de las colonias españolas de
América del Sur. En esta misma perspectiva, cabe señalar el miedo que atenazó
durante mucho tiempo a los esclavistas de otros territorios de la región, que temían
que semejante “ejemplo funesto” se repitiera en sus posesiones.
04769;(5;,:46=040,5;6:+,76)3(*0Ô5
Durante este periodo de efervescencia política y social, buena parte de los
terratenientes de Santo Domingo abandonaron
la colonia para refugiarse en Francia o en otro
lugar. Muchos de ellos se instalaron en las otras
islas del Caribe, sobre todo Jamaica y Cuba, o
en el continente (los Estados Unidos, en especial
Luisiana y Virginia, y también en Venezuela); con
todo, los principales contingentes se encuentran
en Jamaica, Cuba y los Estados Unidos. En 1803
había en Cuba treinta mil personas de esta
procedencia, de las cuales dos tercios eran negros y mulatos libres y esclavos
provenientes de Haití. Unos 10 000 de ellos abandonaron la gran isla española para
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
establecerse en Luisiana, y especialmente en Nueva Orleáns, mientras que otros
fueron a Virginia, Filadelfia, Baltimore y Nueva York.
Este flujo migratorio afectó también a algunos sectores de combatientes por la
libertad, entre ellos. Las tropas auxiliares formadas por los antiguos esclavos
insurgentes de Santo Domingo que se habían alistado en el ejército español para
luchar contra Francia. Tras el acuerdo de paz firmado entre los dos países, toda la
isla quedó bajo el control de la República francesa y 700 oficiales de esas tropas
salieron de la colonia rumbo a España, Florida y América central. En esta última
región, y en particular en la costa atlántica de Honduras y Guatemala, se instalaron
hacia 1796 y un año más tarde se les unieron los garifunas, comunidad de la Isla
San Vicente surgida del mestizaje entre los indios caribes y los negros cimarrones
que había tenido lugar desde el siglo XVII.
(3;,9(*065,:+<9(+,9(:,53(.,6.9(-Ð(
+,3(796+<**0Ô5
Esos movimientos de población, relacionados directamente con el brusco
empeoramiento de la situación económica y la agravación de los conflictos políticos
en la colonia en estado de ebullición, causaron también modificaciones duraderas
en la geografía regional de la producción de bienes destinados a la exportación,
como el azúcar o el café. En efecto, a partir de esta época la hegemonía de
Santo Domingo en el sistema de la economía de la
plantación se trasladó a otras factorías españolas
o inglesas en el Caribe y en regiones más alejadas
del continente, como Luisiana y Venezuela. Jamaica
produjo por sí sola 110 000 de las 120 000 toneladas
de azúcar exportadas en 1805 por todas las islas
inglesas de las Antillas. Es evidente pues que
Jamaica se benefició ampliamente de la disminución
de la parte correspondiente a la producción de Santo
Domingo en el tráfico internacional.
Pero fue el territorio más extenso del Caribe el que
más se benefició de esta nueva realidad. En 1788
Cuba exportaba anualmente 14 000 toneladas de azúcar; hacia 1825, la cifra de
exportaciones de la colonia española (más de 40 000 toneladas) superaba con
creces el volumen que llegó a exportar Santo Domingo en su momento de máximo
auge (30.000 toneladas). La primera fase de fuerte explotación azucarera de
Cuba coincide precisamente con la revolución haitiana. Es significativa también
la importancia que adquiere el café en el mismo periodo. El cultivo del café,
introducido en la isla en 1768, se desarrolló notablemente con la instalación de
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
los fugados de Santo Domingo en la región oriental. Estos cambios en la geografía
de la producción regional trajeron consigo un crecimiento de la población servil,
mientras que en Santo Domingo sucedía exactamente lo contrario en el mismo
periodo histórico. En Jamaica, el número de esclavos aumentó, en términos
globales, de 257 300 en 1788 a 328 447 en 1810. En el caso de Cuba, el aumento
es todavía más espectacular (de 84 500 esclavos en 1792 a 225 000 en 1817). Se
presagian ya las consecuencias que van a tener esos fenómenos a nivel tanto de
las relaciones entre los Estados como de los actos de resistencia en los sectores
oprimidos de la sociedad esclavista, frente a la aceleración del movimiento de
emancipación en Santo Domingo.
4,+0+(:(+4050:;9(;0=(:*(<;,3(9,:
Los efectos de las transformaciones cada vez más radicales registradas entre
1791 y 1803 en la colonia francesa se reflejan también en las medidas y las
recomendaciones formuladas por las potencias coloniales y sus administraciones
estatales para prevenir cualquier posibilidad de que se propagaran esas
convulsiones en las zonas bajo su control. Ante todo se observa un fortalecimiento
sistemático de las tropas locales, mediante el aumento de las milicias o de las
unidades del ejército regular. En
Jamaica, por ejemplo, la milicia se
aumentó hasta los 20 000 efectivos,
con armamento renovado. Al mismo
tiempo, el número de soldados pasó de
4 000 a 6 000 efectivos.
En una situación caracterizada por las
fuertes rivalidades coloniales, las luchas
virulentas para hacerse con el control de
nuevos mercados y una decidida adhesión a la ideología esclavista y racista, lo que
más interesaba a los Estados expansionistas de la época era controlar y limitar al
máximo la circulación de las informaciones sobre las realidades revolucionarias del
momento. A pesar de la estricta vigilancia, la influencia del movimiento rebelde de
Santo Domingo se dejó sentir por múltiples vías. Las comunicaciones entre las islas
y con las costas del continente facilitaron la proliferación de contactos humanos
fuera de los circuitos oficialmente constituidos. Además, el flujo migratorio de los
colonos con sus esclavos hacia otras regiones, el traslado a otros países de los
rescatados de las “tropas auxiliares” y la reaparición de los corsarios fueron otros
tantos cauces de propagación de las ideas que conmocionaban a toda la región.
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3(56;()3,7967(.(*0Ô5+,3(:9,=<,3;(:
En estas condiciones, no es de sorprender que de 1791 a 1803 se produjeran en
la zona de influencia del Caribe numerosas rebeliones de esclavos, de intensidad
variable, relacionadas directamente - o de modo más o menos imaginario - con
la atmósfera insurreccional que prevalecía en Santo Domingo. En los Estados
Unidos, el historiador norteamericano Herbert Aptheker estima en torno a los 250
el total de actos de sedición organizados por los afroamericanos para liberarse
de la esclavitud, a lo largo de la historia de esta “institución particular” del país.
Según este mismo autor, en Luisiana, Virginia y Carolina del Norte en
particular, donde estaban presentes numerosos cautivos huídos de
los disturbios de Santo Domingo, los doce años posteriores a
1790 son precisamente aquellos en los que las agitaciones y
rebeliones fueron más intensas y frecuentes. Por lo tanto no
es casualidad que, en aquellos doce agitados años, el miedo
a las rebeliones incitara a someter a severa vigilancia los
desembarcos de expediciones de esclavos. Entre 1784 y
1800 se multiplicaron las disposiciones de restricción y
control a nivel federal y estatal.
En Venezuela, José Leonardo Chirino, descendiente de un
esclavo y de una india americana, acaudilla la primera revuelta
importante contra la esclavitud. En compañía de su amo, un rico
comerciante de la villa de Coro, había tenido la oportunidad de visitar más de una
vez la colonia francesa sacudida por los disturbios, aprovechando estas visitas
para informarse sobre la marcha de las luchas sociales. De vuelta a su país,
basándose en informaciones obtenidas en sus frecuentes visitas y con la ayuda de
José Caridad González, inicia en 1795 un movimiento armado de protesta contra
el sistema esclavista y contra los exorbitantes impuestos que abruman a la gente
humilde. Enfrentados a fuerzas superiores, la acción fracasa y los dos dirigentes,
así como numerosos participantes, caen ante las balas de sus enemigos. Cuatro
años más tarde, el 6 de mayo de 1799, atracan en el puerto de Maracaibo las
goletas “La Patrouille” y “Brutus”, venidas directamente de Puerto Príncipe bajo
el mando respectivo de dos mulatos de Santo Domingo, Jean Gaspar Bocé y
Augustin Gaspar Bocé. Se prepara una insurrección contra la esclavitud para el día
13 del mismo mes, pero fracasa debido a una denuncia. Los dos capitanes y sus
compañeros son ajusticiados.
En Cuba, las autoridades temen a los muchos esclavos llegados de Santo Domingo
con sus amos, por ver en ellos posibles instrumentos de agitación. Por doquier en
las Antillas se señala la presencia de emisarios procedentes de Santo Domingo
587$6'(/(6&/$9281$9,6,21081',$/
para contribuir a la organización de la lucha contra la esclavitud.
Ya en aquella época, el eco de la Revolución haitiana no deja de hacerse sentir
también en el plano cultural. En Cuba, los emigrados de la colonia francesa, y en
particular los esclavos, introducen nuevas formas musicales y coreográficas como
el cinquillo, la rumba, la conga y las canciones en criollo. Por último, el personaje
Toussaint Louverture es el héroe de canciones populares entre los garifunas, pueblo
instalado en la costa caribeña de América Central en 1796 que se extendió desde
Belice hasta Nicaragua. Durante este mismo periodo, en el Brasil el municipio de
Río de Janeiro publicó un bando prohibiendo a los negros llevar una divisa con la
leyenda “Toussaint Louverture, Rei dos Negros”.
3(:630+(90+(+*6536:46=040,5;6:
+,30),9(*0Ô5+,(4i90*(+,3:<9
Después de 1804 el área de influencia del movimiento insurreccional de los
antiguos cautivos de Santo Domingo se hizo más extensa. Con el triunfo de la
independencia se constituye una nueva entidad política. Desde el principio mismo
del movimiento, en el escenario mundial dominado por el colonialismo, el esclavismo
y el racismo la independencia simboliza un peligro, una amenaza permanente que
debe aislarse a toda costa, si no se puede eliminar. Al mismo tiempo, todos los que
aspiran a liberarse de las cadenas de su servidumbre encontrarán en la existencia
de ese Estado un aliento moral, una prueba indiscutible de que su lucha tiene
posibilidades de éxito y, si acaso, ayuda material. Para muchos la experiencia
haitiana demuestra que una comunidad víctima de las formas más bárbaras
de la opresión, puede igualmente, como escribe Wilberforce, “concebir grandes
proyectos (…) y aplicarlos con vigor”.
Pero el auge del movimiento de solidaridad entre los países de América se
produce sobre todo en los años 1815 y 1816. En una carta de fecha 19 de
diciembre de 1815 dirigida a Pétion, Bolívar reconoce que Haití es “el asilo de
todos los republicanos de esta parte del mundo”. En ciudades como Puerto
Príncipe, Les Cayes o Yaquimel hay multitud de exilados, conspiradores, dirigentes
revolucionarios, agentes secretos y espías españoles que vigilan las idas y venidas
de los jefes sudamericanos en sus empresas desestabilizadoras del orden colonial.
El mejicano Francisco Javier Mina, acompañado de Pedro Girard, J. Cadenas y dos
centenares de combatientes, algunos de ellos haitianos, encuentran toda la ayuda
que necesitan para montar una expedición de liberación de Méjico.
Cuando las tropas leales a la metrópoli retoman Cartagena en 1815, unas dos
mil personas abandonan el último baluarte de la primera ola independentista y,
hacinados en una decena de barcos bajo el mando del comodoro Louis Aury, llegan
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el 6 de enero de 1816 a la metrópoli haitiana del Sur, donde hallarán refugio.
La ayuda total e inquebrantable aportada sucesivamente a Bolívar y al conjunto
de sus partidarios por el gobierno de Pétion en aquel año fue decisiva para la
segunda ola, esta vez definitivamente victoriosa, del movimiento de liberación
de América del Sur. Aprovisionamiento de hombres, armas, municiones, barcos,
dinero y material de impresión, acuerdo sobre una nueva estrategia que vincula
estrechamente la reivindicación de la abolición de la esclavitud con la lucha contra
el dominio extranjero, discreción respecto al inestimable apoyo de Haití… no se
escatima ningún esfuerzo para asegurar el éxito de la empresa.
Sin embargo, ya a partir de 1824 los viejos prejuicios racistas contra la revolución
haitiana van a triunfar rápidamente. El país, en plena batalla para su incorporación
de pleno derecho a la escena mundial, ve como algunos partidarios de aquellos
a quienes acaba de ayudar con tanta generosidad se niegan a firmar un tratado
de amistad, alianza y comercio con Haití. Así fracasa
la misión de Jean Desrivières Chanlatte, enviado
oficial ante las autoridades de la Gran Colombia.
Dos años más tarde, en 1826, los dirigentes de este
país rechazan de manera totalmente inesperada y
lamentable la presencia de los representantes del
Gobierno haitiano en el Congreso Panamericano de
Panamá, de resultas de una maquinación urdida por
los Estados Unidos. Así es como se cierra el ciclo de
la solidaridad de Haití con la lucha de liberación de
los países de América del Sur. Este ostracismo se
mantendrá a todo lo largo del siglo XIX.
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6. CREACIÓN E IDENTIDAD EN LAS SOCIEDADES
POST-ESCLAVISTAS
Aunque no hiciera nada más, el
sistema esclavista en las plantaciones
americanas abastecidas por el tráfico
transatlántico de esclavos impuso a
todas las personas implicadas en esta
obscenidad secular el reto de la búsqueda
incesante de su identidad en una
situación opresiva y deshumanizadora
en la que los amos compartían el estado
de encarcelamiento de los esclavos,
puesto que, por definición, los guardianes y los reclusos están encarcelados juntos.
América, llamada también “Plantation America”, que se extendía desde Nueva
Escocia a lo largo del litoral oriental de los Estados Unidos y América Latina y
englobaba las Antillas, es el resultado de encuentros históricos sobre suelo
extranjero durante más de medio milenio. Los que allí se encontraron venían
de Europa (conquistadores, aventureros, inversores y colonos que huían de la
persecución religiosa), de África (de resultas de la trata de africanos esclavizados)
o de Asia (que, para sustituir a los libertos africanos, proporcionaba servidores bajo
contrata procedentes de la meseta del Deccan en la India y del Valle de Cantón en
China, de lengua hakka); más tarde vinieron también libaneses y sirios del litoral
de Levante que huían de las persecuciones anticristianas, así como buscadores de
fortuna. Todos esos “migrantes” debían congraciarse no solo con sus compañeros
de inmigración sino también con los nativos americanos que habían llegado antes
o que gozaban de una ocupación efectiva de la tierra.
Sólo los africanos, arrancados por la fuerza de sus hogares ancestrales, llegaron
como “individuos” sin ninguna garantía contractual de retorno. En la práctica, para
facilitar el control y la administración pacífica de la mano de obra explotada por
los esclavistas, a los esclavos africanos que compartían una cultura común de la
lengua, la religión, o la consanguineidad se les separaba vendiéndolos a distintos
propietarios de plantaciones, lo cual era a la vez una medida de seguridad y una
garantía de beneficios.
Para sobrevivir, estas personas debían encontrar con rapidez un lugar propio
que les consolase psíquicamente de la separación de sus tierras ancestrales y el
traslado a otras tierras sin posibilidad de regreso, así como de los padecimientos
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sufridos en las plantaciones, los castigos humillantes por cualquier falta, en
un ambiente caracterizado por la discriminación racial cada vez mayor de las
personas de origen africano y la denigración de todo lo que fuera africano, sobre la
base de los “descubrimientos” filosóficos y antropológicos de los sabios europeos
y de unas “leyes de la naturaleza” que los preservaban en forma inmutable.
El esfuerzo por «ser» y la lucha por la identidad inspiraron muchas de las
preocupaciones de las personas de origen africano, privadas de la condición de
ciudadanos por que la ley no las reconocía como “personas” sino simplemente
como bienes. La realidad del paisaje humano diverso y profundamente estratificado
que prevaleció no sólo durante la esclavitud sino también inmediatamente
después de su abolición y a lo largo del periodo de dominio colonial hizo que, en el
continente americano, las personas de origen africano se apropiasen de espacios
inviolables inasequibles a la opresión para funcionar mejor como “seres humanos”,
especialmente en las Antillas que todavía hoy son un laboratorio viviente de la
intertextualidad del encuentro de culturas interactivas.
Éste es el legado de estas personas, que gestionaron la diversidad cultural,
construyeron un pluralismo cultural y conservaron la memoria de la esclavitud
en una sociedad que ha acabado siendo multiétnica, pero que no podía ignorar la
fuerza y el impacto de la presencia africana. Hoy en día, de un ciudadano antillano
puede decirse que en parte africano, en parte europeo, en parte asiático, y en
parte indígena americano (en el sentido mítico, si no biológico), pero totalmente
antillano. Lo cual no es sino la reivindicación de una mezcla de múltiples estratos
que no entienden muchas personas que viven en sociedades consideradas
homogéneas en el plano étnico (y por consiguiente cultural). Igual sucede con las
personas que comparten lo que, a su modo de ver, es una etnicidad común y tienen
la experiencia del poder hegemónico ejercido sobre otras personas a las que no
se consideraba aptas para el autogobierno porque se las creía desprovistas de
toda aptitud para pensar y razonar y no poseedoras de vidas o historias dignas de
explicación y teorización.
La diáspora africana en el continente americano ha presenciado la división de
los Estados Unidos entre las “minorías” y una mayoría étnicamente blanca, de
origen anglosajón, con tendencias religiosas protestantes. A pesar de la absurda
persistencia de este error de percepción, la sociedad sigue clasificando como
minorías a los negros ( que antes eran llamados despectivamente “blacks” y ahora
son llamados afroamericanos, y que durante mucho tiempo vivieron sin derecho
de voto ni acceso a los resortes del poder), a los judíos (a quienes a pesar de las
riquezas adquiridas y de su capacidad intelectual se les mantuvo en condición de
parias, aunque solo fuera porque el fundamentalismo cristiano les consideraba
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culpables de la crucifixión de Jesucristo, que también era judío pero al que los
gentiles han encerrado desde hace tiempo en una fe militante), a los hispanos (que
son una mezcla de varias etnias y no son ciertamente de religión protestante), a los
nativos americanos (exiliados desde hace tantos años en reservas y marginados
pese a su reivindicación histórica del descubrimiento anterior de esta tierra, que
después reivindicaron los blancos apoyándose en su ocupación efectiva) y a todos
los Otros (sobre todo los que se alzan contra las clasificaciones fáciles decididas,
o incluso dictadas, por el grupo dominante).
Las personas de ascendencia africana
indubitable han seguido cargando
con el peso de la discriminación
racial y la marginación psicosocial.
El “jimcrowismo”, que es la versión
estadounidense
del
apartheid
sudafricano,
no
existe
más,
técnicamente, bajo la forma de una
separación institucional. Sin embargo,
hay que seguir luchando contra una situación de precariedad que no resulta facilitada
por el empobrecimiento constante de las personas de ascendencia africana, que
se manifiesta en la elevada tasa de desempleo y la falta de perspectivas de la
población negra, la mala calidad de la enseñanza, una atención médica mínima
y a precios inabordables, así como un elevado índice de enfermedades - desde
la hipertensión hasta el SIDA pasando por la diabetes - entre esta parte de la
población de todo el continente americano.
La llegada a la Casa Blanca del afroamericano Barack Obama (cuyo nombre
es musulmán) provoca naturalmente un cierto malestar entre los partidarios
intransigentes de una estructura de poder blanca homogénea. A estas personas les
cuesta aceptar la realidad del pluralismo y la diversidad culturales que caracterizan
al mundo globalizado del tercer milenio. Poco importa que numerosas personas
por cuyas venas corre sangre africana hayan dirigido los gobiernos de otras varias
naciones americanas como Haití, cuya revolución emblemática de 1804 en pro de
la emancipación de los esclavos no ha conseguido, después de tantas décadas,
ganar la adhesión de la joven república blanca de los Estados Unidos, a pesar
de que ésta también tiene un pedigrí “revolucionario”. Los restantes países de la
comunidad caribeña, desde las Bahamas hasta Guayana, han tenido desde 1962
numerosos jefes de gobierno negros surgidos de elecciones libres. Pero ninguno de
esos países posee la condición de superpotencia que le permitiría ejercer un fuerte
impacto en el planeta. Por esto los descendientes de los esclavos africanos sigan
luchando en pro de su identidad “humana”, sus derechos, su libertad, la justicia y
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el respeto combinados con una voluntad frenética de prosperidad económica o la
oportunidad de tener acceso a ella.
Los artes, que son el fruto del ejercicio de la imaginación creadora, ofrecen desde
hace mucho tiempo una excelente ocasión de acceder a la dignidad, el respeto y la
construcción de una nueva identidad y ciudadanía. Es este contexto el que explica
la importancia del movimiento artístico negro en el continente americano a partir
del jazz, que puede considerarse razonablemente la música clásica de los EstadosUnidos del siglo XX, y los grandes éxitos del teatro musical en el que se expresan
la vida y el talento de los afroamericanos.
En las Antillas, otros éxitos paralelos, fruto de la gestión especialmente creativa
del pluralismo cultural, los constituyen los grandes festivales artísticos como el
jonkonnu, la mascarada y el carnaval en sus diferentes manifestaciones, desde
Río de Janeiro hasta Port of Spain, y en la celebración del hosay, que refleja la
aparición reciente del mahometismo entre la población india originaria del sistema
contractual. Los africanos y los indios americanos participan en todos esos
festivales artísticos. Las artes son el camino más seguro hacia el conocimiento
cuando los educadores se toman en serio la educación de sus pupilos, y hacia
la liberación colectiva de muchos de aquellos cuyos antepasados llegaron como
cargamentos humanos después de cruzar el Atlántico.
Es indispensable llegar a comprender
esta sed humana compartida por la
identidad y la libertad en términos
de significación cultural, porque los
impulsos que mueven a los pueblos
de América, y más especialmente de
las Antillas, a buscar el desarrollo por
vías independientes, son los mismos
que los inducen a crear una música,
lengua y literatura, dioses y creencias religiosas, y sistemas de parentesco y
modos de socialización y de percepción de sí mismos que les son propios. Su
misma capacidad para actuar y el sentido que tienen del contexto y el objetivo
que les confieren el sentido de su identidad personal (en su condición de seres
humanos) y social (que hace de ellos accionistas, en su calidad de ciudadanos),
solo se manifiestan cuando los pueblos pueden definirse en sus propias
condiciones y si tienen la capacidad de actuar sobre la base de estas definiciones.
El reconocimiento de este hecho y la atribución de un determinado estatuto en
función de este acervo son el bien más preciado para todos los miembros de
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este complejo multiétnico y culturalmente plural de los pueblos de América que
fueron esclavizados y colonizados, sean negros, blancos, mestizos, indios (nativos
o transplantados), chinos o libaneses. Es la heterogeneidad y no la homogeneidad
lo que constituye el principio de la organización social y la base de la tolerancia, el
respeto mutuo, la comprensión y la búsqueda de la paz.
No debe verse como una indulgencia epidérmica este gran valor que las
poblaciones de ascendencia africana que viven en las que fueron sociedades
esclavistas africanas atribuyen a la dignidad y el orgullo raciales. Estas personas
han demostrado su fina percepción del talento con el que deben negociar su lugar
en un mundo diverso, sin ceder a la tentación del “síndrome de Estocolmo” ni perder
en ningún momento el sentido de la centralidad histórica de la presencia africana
en el desarrollo humano del mundo occidental durante el último medio milenio.
La insistencia en el orgullo negro, la dignidad y el trato justo de la progenitura
africana fuera del continente africano no hace más que reflejar la determinación de
un grupo de gentes que comprenden que su supervivencia como seres humanos
y “ciudadanos” de su país y del planeta depende de que se borre definitivamente
de la conciencia humana: a) esa visión del mundo que denigra todo lo africano o
los fenómenos derivados de África y considera superior todo lo que es europeo y
blanco, y b) esa sensibilidad que vulnera la noción que tienen de la persona, de
su situación y de su objetivo allí donde imperan los valores occidentales de raíz
greco-cristiana, y que los fantásticos adelantos de la ciencia y la tecnología no
hacen más que reforzar.
Nada de eso obliga a responder con la misma moneda al racismo o el odio
vengativo, pese al alto perfil de reacciones tales como el nacionalismo negro
o el poder negro en la historia social reciente de los países americanos en los
que habitan los descendientes de los esclavos africanos. Muchos negros del
continente americano son demasiado sofisticados para ser racistas, pero no son
suficientemente estúpidos para no ser conscientes de su raza; y ello a pesar del
mito creado recientemente que prevé el advenimiento de una era post-racista.
Son muchos los que, ya desde ahora viven y construyen su personalidad sobre
la base de este equilibrio delicado de sensibilidades; esta es la paradoja de las
sociedades multiétnicas. Así, poblaciones que fueron esclavizadas en el pasado,
o antiguos grupos coloniales, de los que hay ejemplos en todo el mundo, han de
hacer frente al desafío, ahora y en un futuro previsible, de combatir el sedicente
silencio persistente que se les impone, para vencer lo que durante siglos ha sido
una obscenidad amenazadora.
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3(:(9;,:
La tradición del cuento, tan viva entre
los africanos y sus descendientes, es
una importante contribución a la vida
cultural de América. La transmisión oral
de los mitos es el vector privilegiado que
ha permitido a los esclavos africanos y a
sus descendientes transmitir su cultura
de generación en generación. En los
Estados Unidos, el conejo “sungura” de
las fábulas bantúes fue transplantado a
la cultura criolla como “Brother Rabbit” o “Uncle Rabbit”; en el Caribe, el avatar
akan del dios Anancy es “Anancy el astuto”, que también encontramos en América
Central junto al “hermano tigre” o al “hermano león”. Phillis Wheatley y Frederick
Douglass en América del Norte, Juan Francisco Manzano en Cuba y Francis Williams
en Jamaica se cuentan entre los autores más importantes del periodo colonial. En
los Estados Unidos, el periodo posrevolucionario ha producido intelectuales tan
brillantes como W.E.B. Du Bois, y Arthur A. Schomburg y Langston Hughes, que
son un legado del renacimiento de Harlem. En
América Latina, cabe mencionar a Plácido
en Cuba y Candelario Obeso en Colombia,
y sobre todo a Nicolás Guillén, cuyo retorno
a las raíces africanas se plasmó en el
“afrorrealismo”; conviene citar igualmente,
entre los autores contemporáneos, a Nancy
Morejón (Cuba), Lucía Charún Illescas (Perú),
Cubena y Gerardo Maloney (Panamá), Blas
Jiménez (República Dominicana), Eulalia
Bernard y Shirley Campbell (Costa Rica). Y no olvidemos a Alice Walker, Maya
Angelou y el premio Nobel Toni Morrison en los Estados Unidos, entre tantos otros.
La música es otra forma de expresión
privilegiada de los descendientes de
esclavos. Es ante todo gracias a ella que los
descendientes de africanos en el continente
americano pudieron preservar y reconstruir
su patrimonio cultural. En los lugares en que
los tambores africanos tradicionales estaban
prohibidos, como en los Estados Unidos, los
afroamericanos se valieron de su voz para
crear el acompañamiento rítmico de la música religiosa o para vocalizar las notas
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nostálgicas de la música soul, o bien recurrieron a los instrumentos europeos para
inventar el jazz. En América Latina, los fonemas bantúes /mb/, /or/, /ng/, asociados
a la música y la danza se encuentran no solo en los nombres de ritmos populares
como la cumbia (Colombia), el tango (Argentina), la rumba y el mambo (Cuba),
el merengue (República Dominicana) o el candomblé (Uruguay) sino también en
las designaciones de los instrumentos de música: marimba, quijongo, etc. Los
garifunas de Honduras nos han dado la llamada “punta”. Del Caribe nos llegan
danzas y ritmos tan populares como el calipso, el reggae y la soca (el soul de las
Antillas). En el Brasil vieron la luz primero la bossa nova y la samba y después la
samba-rock y la samba-reggae. Por último, desde hace algunos años las Stell
Bands (grupos de percusiones metálicas) están cada vez más en boga en Trinidad.
,33,5.<(1,
En el lenguaje hablado de América Latina y el Caribe se encuentran numerosas
palabras y expresiones de origen africano. Por ejemplo, Richard Allsop informa de
estudios sobre el terreno que han permitido identificar varias palabras africanas
en el español hablado en Puerto Rico. Por su parte, el español hablado en Cuba
parece haber conservado unas quinientas palabras yoruba. La versión criolla del
inglés hablado en Jamaica ignora la distinción de género: el mismo pronombre
se emplea indistintamente para nombrar a un hombre o una mujer, como en las
lenguas bantúes. Además, el sonido inglés /th/ suele estar ausente en algunas
formas del inglés hablado en las comunidades negras, siendo sustituido por el
sonido /d/, lo cual es un efecto directo de la ausencia de este sonido en numerosas
lenguas africanas. El término “unuh”, que significa “todos vosotros”, procede de
la lengua krio de Sierra Leona. En cuanto a la expresión inglesa universalmente
conocida “O.K.”, es la transcripción exacta del wólof “waw kay” que significa “todo
va bien”. Y la palabra inglesa “guy” tiene el mismo significado en inglés y en wolof:
“uno cualquiera”.
3(9,30.0Ô5
En materia de religión, los africanos lograron trasplantar
a América sus prácticas tradicionales, pese a que
las autoridades coloniales hicieron todo lo posible
por controlar o erradicar hasta las más mínimas
manifestaciones de africanidad. “Primitiva”, “salvaje”,
“indígena”, y también “pagana”: estos eran los
calificativos aplicados indistintamente a su cultura. Si los
africanos ya cristianizados (los originarios del reino del
Kongo) no tuvieron ninguna dificultad para fundirse en el
molde de la iglesia católica romana, otros se valieron de
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estratagemas para preservar su cultura, camuflando por ejemplo las divinidades
africanas en forma de “santos” del calendario. En el mundo protestante, los himnos
y más tarde los sermones se convirtieron en importantes vectores de comunicación
cultural (los “negro spirituals” fueron un instrumento de resistencia mucho antes
de ser un modo de expresión universalmente apreciado). Las sociedades o “logias”
que se constituían en el Caribe, como las “cofradías” en América Latina, eran
verdaderas instituciones de fines solidarios que se ocupaban de ayudar a los más
desfavorecidos y mejorar la suerte de la comunidad afroamericana.
3(*0,5*0(@3(;i*50*(
Muchos descendientes de africanos residentes en América han contribuido
individualmente al progreso científico y técnico. Podemos citar en primer lugar
a Garret A. Morgan, inventor del alumbrado público. Y a la oftalmóloga Patricia
Bath, que fue la primera en utilizar el láser en la operación de cataratas que
ha revolucionado la cirugía ocular. O también a Charles Drew, que contribuyó a
poner a punto las técnicas medicinales de acondicionamiento y almacenamiento
del plasma para la transfusión sanguínea. Sin embargo, la contribución más
importante (aunque la menos espectacular) de los esclavos y de sus descendientes
al desarrollo de Europa y de los Estados Unidos es el valor añadido de su trabajo,
que ha facilitado la diversificación de la economía de esos países. Cualquiera que
fuera la dinámica interna de la revolución industrial, es difícil concebir un paso
tan rápido y espectacular a la modernidad sin la explotación de la mano de obra
africana.
690.,5@+0-<:0Ô5+,3(:;,69Ð(:9(*0:;(:
El racismo puede definirse como un proceso de negación del ser humano, a partir de
fenotipos socialmente seleccionados. Este sistema pretende clasificar los pueblos
y establecer una jerarquía entre los grupos en función de sus características
físicas. En resumidas cuentas, se proclama a uno de esos grupos “raza” superior,
y a las otras “razas” se las considera inferiores. Así pues, el racismo no es fruto de
la ignorancia o del miedo al “otro” ni un fenómeno natural. En América, muchos
niños blancos eran criados y amamantados por sirvientas negras, lo cual no fue
óbice para que muchos de ellos se hicieran racistas convencidos.
Los criterios utilizados son los fenotipos, características que se transmiten por
los genes de una generación a otra. Así, una pareja mixta afroasiática no puede
engendrar niños rubios si uno u otro de los progenitores no tiene un antepasado
blanco. No obstante, aunque estos elementos son de orden biológico obedecen
a una selección histórica: todos los rasgos fisionómicos (el aspecto del pelo, por
ejemplo) son genéticamente transmisibles, pero es la sociedad la que elige los que
constituyen rasgos raciales característicos.
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Históricamente, el racismo doctrinario aparece en el siglo XVI en el contexto de
la conquista y la colonización del mundo por las potencias coloniales europeas,
con la finalidad de justificar el colonialismo dándole un barniz pseudocientífico.
Después del viaje de Cristóbal Colón (1492) y las conquistas que vinieron a
continuación, las potencias imperialistas necesitaban un fundamento jurídic
para justificar el colonialismo. Anteriormente, a los exploradores portugueses de
las costas africanas la bula del Papa Nicolás V les había concedido el derecho a
reducir a esclavitud perpetua a los africanos. El hermano dominico Juan Ginés de
Sepúlveda, historiador y eclesiástico español, adujo los “justos títulos”, o dicho de
otro modo las “justas prerrogativas”, que conferían a España el derecho e incluso
la santa obligación de “tutelar a los indígenas”, lo que implicaba la servidumbre y
la esclavitud de las poblaciones autóctonas bajo la férula de los españoles.
Para Voltaire (1694-1778), los negros eran una rama inferior de la especie humana.
En su Systema Naturae (1758), Linné enunció las bases del racismo doctrinario
clasificando a la humanidad en cuatro grupos, dotados cada uno de ellos de una
psicología distinta. Según Buffon (1774), todos los seres humanos eran de piel
blanca en su origen, pero los que vivían en los trópicos habían degenerado, lo
cual explicaba el color negro de su piel y sus facultades mermadas. En América
Latina y el Caribe, las potencias coloniales inventaron un sistema de castas para
legitimar la explotación de los descendientes de africanos y los indios americanos
Este sistema permitía una cierta movilidad social, basada en la idea de que una
sucesión de matrimonios mixtos acabaría “emblanqueciendo” a una familia.
Según cálculos improbables, era menester seis generaciones de uniones mixtas
consecutivas con personas de raza blanca para “blanquear” a un africano.
Las naciones-Estado de América Latina nacieron de la convergencia de
reivindicaciones contradictorias: mientras que los negros luchaban por su
emancipación personal y la abolición de la esclavitud, los blancos y mestizos
combatían por la libertad económica y política. En un principio, las élites asociaron
la independencia con la idea de un estado nacional fuerte y armonioso. Esta
concepción, que tomaba en cuenta la diversidad étnico-racial, fue precisamente la
que defendió Simón Bolívar en el Congreso de Angostura. Pero las teorías racistas
no le permitieron realizar su sueño ya que, como dijo José de San Martín cuando
combatía por la libertad de Argentina “sería quimérico creer que por un accidente
inconcebible los caminos se allanarán para poner en pie de igualdad al amo y el
esclavo”. Lo cual no impidió que el principio de la emancipación de los esclavos
fuera adoptado por la mayoría de Estados de América Latina desde los primeros
años de la independencia.
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Algunas sociedades latinoamericanas trataron de ocultar la realidad de la
discriminación y el discurso racista dominante, imponiendo el mito de una
democracia igualitaria y no racial y negando obstinadamente la existencia de
cualquier forma de conflicto racial; esto fue así por lo menos hasta la Conferencia
Mundial contra el Racismo, celebrada en Durban en 2001. En el Sur de los Estados
Unidos, el racismo oficial inventó las que se llamarían “leyes Jim Crow”. A todos
los afroamericanos se les llamaba negros en inglés. Se reivindicaba en voz bien
alta la absoluta superioridad del hombre blanco, estigmatizando el supuesto
subdesarrollo intelectual de la población negra. Cualquier mezcla de razas estaba
prohibida, incluso en los espacios públicos. La segregación reglamentaba el
acceso a los hospitales, escuelas, iglesias, peluquerías, bibliotecas, prisiones,
etc. En 1930, la ciudad de Birmingham prohibió las manifestaciones deportivas
interraciales, y en la misma época, el estado de Georgia creó jardines públicos
separados para blancos y para negros.
A comienzo de los años 20, el jamaicano Marcus Garvey reaccionó fundando la
United Negro Improvement Association, movimiento de vocación internacional que
iba a movilizar a centenares de miles de descendientes de africanos en todas
partes de Occidente. En Europa, en la misma época, un grupo de intelectuales
africanos y criollos militaba a favor de la independencia de África y el Caribe. El
senegalés Léopoldo Sédar Senghor, el martiniqueño Aimé Césaire y el guayanés
Léon Damas se hicieron los heraldos de la “negritud” y el trinitense Henry Sylvester
Williams convocó en Londres el primer Congreso Panafricano, cuya declaración
final redactada por W.E.B. Dubois se titulaba “Mensaje a las naciones del mundo”.
En los Estados Unidos, el movimiento de los derechos cívicos surgido en los años
1950 bajo el impulso de Rosa Parks, encabezado por eminentes descendientes de
africanos como Martin Luther King, Malcom X, Ángela Davis o Stokely Carmichael,
iba a asestar un golpe fatal al sistema de Jim Crow. Muchos dirigentes pagaron
con el exilio o con su vida sus esfuerzos en favor de la emancipación de los negros.
:,*<,3(::6*067:0*63Ô.0*(:
Actualmente, el racismo sigue desgraciadamente vivo bajo sus múltiples formas.
Suele tratarse de un racismo que se podría calificar de residual o larvado en la
medida en que no se remite a una estratificación jerarquizada de los grupos étnicos
en función de criterios raciales. Pero sigue refiriéndose a conceptos heredados
del periodo en el que las teorías racistas prevalecían. Este racismo residual se
manifiesta hoy en la exclusión de los círculos del poder y de la vida política, la
ocultación de la historia y la negación de la identidad en los formularios oficiales
y los libros de texto escolares, con la consiguiente estigmatización, miseria y
formación de guetos.
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Todo ello conduce a la aniquilación de la identidad personal (a este respecto
podríamos hablar de psicosis etnicida). Como las víctimas no tienen historia,
esta negación de su identidad social tiene un impacto directo en los jóvenes,
que no encuentran en los libros de texto referencia alguna a sus héroes o a los
descendientes de africanos que podrían serviles de modelo.
Nutridas por los prejuicios, estas ideas se han convertido en falsedades que se
inculcan a diario a los niños no blancos bajo múltiples formas, para convencerles
del “emblanquecimiento”es su única salvación. Y los medios de comunicación
reproducen los mismos esquemas desvalorizadores. Cuando la prensa da una
noticia positiva que tiene que ver con una persona de raza negra o amerindia,
tiende a ocultar su apariencia étnica; por el contrario, cuando se ha cometido un
crimen o un delito, no se priva de destacar la fisonomía o la pertenencia étnica de
las personas incriminadas.
Igualmente devastadora es la imagen negativa proyectada sobre las personas
originarias de las regiones llamadas marginadas. La terminología que estigmatiza
algunos barrios (se habla incluso de “jungla”, en el sentido literal y figurado)
asociándolos con la pereza, la droga, el crimen y la “peligrosidad”, refleja
efectivamente una psicosis etnicida. Cuando se comete un crimen en alguna
parte, fuera de la ciudad o de la colectividad interesada, la responsabilidad se
hace extensiva a todo el grupo étnico o a la entera región. El medio natural se
presenta como “malsano” e “inhospitalario”, poblado por una fauna hostil y feroz,
saturada de parásitos y plantas venenosas. Otro problema igualmente preocupante
es el de los grupos de población expulsados de sus tierras ancestrales. Finalmente,
la existencia de conflictos armados no siempre permite llevar a cabo proyectos
de desarrollo económico de esas regiones o, a veces, esos programas no sirven
forzosamente los intereses de las poblaciones locales.
Hoy en día, en todas partes hay asociaciones locales y regionales que militan
en favor de los derechos humanos. Su actividad consiste principalmente en la
preparación de libros de texto y herramientas audiovisuales para luchar contra el
racismo en todas sus formas, promover la inserción, combatir la exclusión, crear
vínculos sociales, luchar contra el aislamiento y concebir programas objetivos y
justos para combatir los estereotipos reductores. Se trata de pasar gradualmente
de la simple tolerancia al respeto ajeno, y del respeto a un aprecio mutuo, con el
objetivo de crear una sociedad más justa y más abierta bajo el signo de la igualdad
en la diversidad.
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7. ESCLAVITUD HISTÓRICA Y FORMAS
MODERNAS DE SERVIDUMBRE
Definir la esclavitud ha sido siempre problemático, aunque solo sea por la
ambigüedad de un término que se suele utilizar en sentido peyorativo para
denunciar abusos de toda índole. Por ejemplo, en lo tocante a la esclavitud se habla
corrientemente de “salarios de esclavo” o de “esclavitud sexual”. La distinción
entre “esclavitud” en el sentido literal y los usos metafóricos del término se va
difuminando cada vez más, hasta el punto de que resulta difícil aprehender la
realidad de la esclavitud propiamente dicha y, por ende, combatirla. A partir del
momento en que un término engloba tantos significados diferentes, no siempre es
fácil saber dónde empieza y dónde termina la esclavitud.
Las formas tradicionales de la esclavitud propiamente dicha, la de la trata
de negros transatlántica, pueden definirse desde un punto de vista jurídico o
sociológico. En general, los juristas se concentran sobre la noción de propiedad
y los derechos aferentes. En cambio, los sociólogos tratan de definir la esclavitud
en relación con la sociedad, insistiendo en la marginación o en la condición de
“excluido”. Con una fórmula que se hizo famosa, Orlando Patterson equiparó la
esclavitud a una especie de “muerte social”. Otro sociólogo, Kevin Bales, habla
de “personas desechables”, refiriéndose a las víctimas de la esclavitud moderna.
En ambos casos, el acento se pone en la marginación, que constituye la esencia
misma de la esclavitud.
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+,796/0)0*0Ô5+,3(,:*3(=0;<+
En los dos últimos siglos la esclavitud ha sido denunciada
por múltiples conceptos, y el número de personas sujetas
a cualquiera forma de servidumbre o relegadas a la
categoría de ganado humano (como en los tiempos de
la trata) ha caído a un nivel históricamente bajo, muy
inferior a las estimaciones de 1800. Hoy en día, el
derecho internacional condena la esclavitud. Las luchas
libradas en Europa y América del Norte para llegar
a esta prohibición se plasmaron en varios acuerdos
internacionales. Dos de estos instrumentos son particularmente importantes. El
primero es el Convenio relativo a la esclavitud, aprobado en 1926 por la Sociedad
de las Naciones. Este texto define la esclavitud en términos jurídicos como “el
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estado o condición de un individuo sobre el cual se ejercitan los atributos del
derecho de propiedad o alguno de ellos”. Además, las altas partes contratantes se
comprometen a “procurar de manera progresiva, y tan pronto como sea posible, la
supresión completa de la esclavitud en todas sus formas”.
Para concretar el carácter más bien vago de este compromiso, en 1956 las
Naciones Unidas aprobaron un Convenio suplementario que añadía la servidumbre
por deudas, la servidumbre de la gleba, el hecho de dar a una mujer en matrimonio
sin su consentimiento y la entrega de niños con fines de explotación a la lista de
las instituciones y prácticas de la esclavitud. Esta nueva definición permitía ubicar
a la esclavitud en el contexto de toda una serie de violaciones de los derechos
humanos más o menos similares e instauraba un dispositivo regional y mundial
de intervención para luchar contra la esclavitud que aún subsiste hoy día (véase la
cronología y las referencias a los textos internacionales en la bibliografía).
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Más que como un logro definitivo, la abolición jurídica de la esclavitud debe verse
como una primera etapa indispensable para poner fin a este fenómeno “en todas
sus formas”. A este respecto, pueden hacerse dos observaciones. En primer lugar,
aunque la abolición jurídica haya podido contribuir a la mejora de las condiciones
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de vida de los antiguos esclavos, no es forzosamente sinónimo de emancipación
plena y entera de las personas interesadas. Las secuelas de la esclavitud siguen
impidiendo que los antiguos esclavos y sus descendientes se beneficien de la
igualdad de oportunidades y de remuneración en proporción a sus esfuerzos y
capacidades. En segundo lugar, la abolición no impide que la esclavitud y otras
prácticas abusivas se perpetúen en mayor o menor escala, incluso con factores
agravantes como la corrupción de los poderes públicos, las desigualdades globales
y la miseria, los intereses comerciales, e incluso los medios de transporte y de
comunicación que la globalización ha hecho posibles. El trabajo forzoso, a menudo
relacionado con el endeudamiento excesivo, y el trabajo de los niños, siguen
siendo moneda corriente en algunos países. A nivel internacional, la amplitud sin
precedentes de los movimientos de personas desplazadas permite encubrir el
tráfico ilícito de seres humanos con fines de explotación sexual o de otra clase,
del mismo modo que se encubre la explotación abusiva de gentes reducidas a la
servidumbre doméstica. La esclavitud dista mucho de haber desaparecido.
Debido al carácter ilegal de la esclavitud, no es fácil calcular el número de
personas que viven sujetas a la servidumbre. No obstante, las estimaciones de que
disponemos a nivel mundial y regional hablan de varios millones de personas, o sea
que son cifras de magnitud comparable a las de la trata de negros transatlántica.
En 2004, por ejemplo, Bales calculaba que 27 millones de personas en el mundo
vivían todavía en condiciones de esclavitud; aunque se verifican casos en todas
partes (incluso en los Estados Unidos), es un hecho que la gran mayoría de las
personas afectadas viven en el sur de Asia. En 2005, la Organización Internacional
del Trabajo calculó en 12,3 millones en número de víctimas del trabajo forzado
en todo el mundo. Cerca de 10 millones de ellas eran víctimas de operadores
privados, incluidos traficantes de carne humana; los otros trabajaban a las órdenes
del Estado o de militares disidentes. Una vez más este fenómeno concernía
esencialmente a Asia, aunque se había señalado un número no desdeñable de
casos en los países industrializados. La esclavitud sigue siendo pues un problema
planetario, que se deja sentir con fuerza en ciertas regiones del mundo en las que
las diferentes formas de esclavitud y de servidumbre de seres humanos forman
parte de una larga tradición o pertenecen a la historia reciente.
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Existen algunos puntos comunes y una continuidad evidente entre la esclavitud
de ayer y la de hoy. Como ocurría en el pasado, la esclavitud moderna no está
limitada por el color de la piel. La explotación del trabajo infantil sigue siendo
floreciente. El sobreendeudamiento y la servidumbre de los deudores definieron y
definen aspectos importantes de la esclavitud en África y en el Océano Índico. Si
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antes muchas esclavas servían de concubinas, todavía hoy la explotación sexual
de las mujeres y de los niños es un aspecto importante de la esclavitud. Hoy como
ayer, el tráfico de seres humanos es ante todo un comercio en el que están en
juego intereses financieros enormes, a veces con la complicidad de los gobiernos.
Por ello la esclavitud, a pesar de estar prohibida, sigue siendo una institución tan
sólida como capaz de adaptarse a todas las circunstancias.
Más de dos siglos después de la gran rebelión victoriosa de los esclavos de Santo
Domingo / Haití y el inicio del movimiento abolicionista en Europa y América del
Norte, la tarea de los antiesclavistas no ha terminado.
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LISTA DE ILUSTRACIONES
página I
página 6
página 9
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página 18
página 19
página 21
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página 27
página 28
página 29
página 31
página 32
El Profesor Rex NETTLEFORD (1933- 2010)
El barco negrero Fredensborg II, 1788, © Virginia Foundation for
Humanities
(1) Un Cautivo, © UNESCO/La Ruta del esclavo (2) Razzia y
captura en el interior, © Schomburg Centre for Research in Black
Culture, Nueva York (3) Caravana de esclavos en África (Frey)
Mapa de la ruta de los esclavos, © Joseph E. Harris/UNESCO,
2006
Caravana de cautivos en África: anon., siglo XVIII
(1) “Feitors corrigeant des nègres” (Un feitor castigando a un
negro), © UNESCO/La Ruta del esclavo (2) Negros en el fondo
de la bodega (cuadro de M. Regundas, 1835), © UNESCO/La
Ruta del esclavo
(1) Grupo de esclavos recién llegado, © UNESCO/La Ruta del
esclavo (2) Pestel. Sábado. Día de mercado (Haití), © Katerine
Marie Pagé
Mercado de esclavos en los Estados Unidos, por Gustave Doré,
según Deville, © UNESCO/La Ruta del esclavo
(1) Negros de Gambia en venta, (2) Un grupo de esclavos en
Zanzíbar, dibujo de M. W. A. Churchill (3) La esclavitud era una
práctica laboral corriente en África, © UNESCO/La Ruta del
esclavo
Esclavos en tránsito, © UNESCO/La Ruta del Esclavo
Zanzíbar, mercado de esclavos, © UNESCO/La Ruta del Esclavo
Caravana de esclavos, © UNESCO/La Ruta del esclavo
Rebelión a bordo, © UNESCO/La Ruta del esclavo
(1) Negros liberados dando la caza a negros cimarrones, grabado
italiano, 1825, (2) Esclavos fugitivos capturados por los perros de
la milicia, © UNESCO/La Ruta del Esclavo
Leonard Parkinson, Capitán de cimarrones, Jamaica,
© Schomburg Centre for Research in Black Culture, Nueva York
El cimarronaje, © UNESCO/La Ruta del esclavo
Un quilombo africano, © UNESCO/La Ruta del esclavo
(1) Thomas Clarkson y William Wilberforce, 1835, grabado de
Hardivillier (2) El abate Grégoire, (3) Victor Schœlcher
(1) La guerra de Santo Domingo (2) Toussaint Louverture,
© UNESCO/La Ruta del esclavo
Christophe y Dessalines, 1804, © UNESCO/La Ruta del Esclavo
Caricatura, ‘La abolición gradual de la esclavitud o dejar el azúcar
paso a paso’
Decreto de abolición de la esclavitud en Francia (Convención
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Nacional, sesión del 16 de Pluvioso del año II (4 de febrero de 1794),
© Bibliothèque Nationale de France(BNF)
página 33 Llegada de coolíes indios a Guadalupe, © UNESCO/La Ruta del
Esclavo
página 34 (1) Frederick Douglass, antiguo esclavo convertido en caudillo
de la causa antiesclavista (2) Harriet Tubman en 1880, © Marc
Ferrez P&P/ Shomburg Centre for Research in Black Culture,
Nueva York
página 35 Olaudah Equiano, finales del siglo XVIII, © Virginia Foundation for
Humanities
página 37 Esclavos yendo a las plantaciones bajo la dirección del capataz
de la plantación, ©UNESCO/La Ruta del Esclavo
página 41 (1) Toussaint Louverture, © UNESCO/La Ruta del Esclavo (2)
Esclavos emancipados, Carolina del Norte, 1863, © Virginia
Foundation for Humanities
página 42 Choza de negros, 1852, © UNESCO/La Ruta del Esclavo
página 43 Incendio del Cabo Francés, 23 de junio de 1793, © UNESCO/La
Ruta del Esclavo
página 44 Insurrección de las plantaciones, Cuba, © UNESCO/La Ruta del
Esclavo
página 46 Simón Bolívar, Liberador de America Latina (1783-1830)
página 47 Haití, riachuelo de Nippe, niña haitiana, © Katherina-Marie Pagé
página 49 Primeros representantes y senadores negros en el 41o y 42o
Congreso de los Estados Unidos, 1872, © Shomburg Centre for
Research in Black Culture, Nueva York
página 50 Músicos de jazz, © Shomburg Centre for Research in Black
Culture, Nueva York
página 52 (1) Festival del Día de los Tres Reyes, La Habana, Cuba, ca. 1850,
© Virginia Foundation for Humanities (2) Festival de esclavos,
Surinam, 1839, © Virginia Foundation for Humanities (3) La
Samba de Roda de Recôncavo de Bahía, © Luiz Santos/ UNESCO
página 53 Lao Simbi (pintura alegórica del ritual vudú, de André Pierre),
© Danièle Bégot
página 59 Logotipo de las Naciones Unidas
página 60 Cartel de campaña contra la esclavitud doméstica, © Antislavery
International
página 62 El negro cimarrón, Puerto Príncipe, Haití, 1970,
© Virginia Foundation for Humanities
CLT/CPD/DIA/2010/153
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81$9,6,21081',$/
Han contribuido a la redacción de este cuaderno:
> Quince DUNCAN
> Michel HECTOR
> Rex NETTLEFORD
> Joël QUIRK
> David RICHARDSON
> Nelly SCHMIDT
Publicado en 2010 por la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura
7, place de Fontenoy, 75352 Paris 07 SP
COORDINACIÓN Y CONTACTOS:
Proyecto La Ruta del esclavo
División de políticas culturales y del diálogo intercultural
UNESCO, 1, rue Miollis, 75732 Paris Cedex 15 – France
Tel : +(33) 1 45 68 49 45
www.unesco.org/culture/slaveroute
©UNESCO Totos los derechos reservados Concepción tipográfi ca: Anne-Sophie Breyne-Fürst. [email protected]
> Paul LOVEJOY
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