REDIELUZ ISSN 2244-7334 / Depósito legal pp 201102ZU3769 Vol. 2 Nº 2 · Julio - Diciembre 2012: 169 - 180 Moral and Religious Symbolism of the Fantastic Gothic Bestiary and its Relationship with Evil Gianni Guerrero y Aspacia Petrou Escuela de Artes Plásticas. Facultad Experimental de Arte. Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela. [email protected] Resumen El presente estudio se centra en el análisis iconográfico e iconológico del Fisiólogo y de los Bestiarios que se derivan de éste. Se trata, en principio, de modelos literarios moralizados que ponen en escena una amplia zoología de tipo fantástico que simboliza el mal. Se analiza la importancia de estos bestiarios moralizados como representación del mal y su aplicación en la escultura gótica. Al final, se concluye que tanto el Fisiólogo como los Bestiarios, y toda la tipología escultórica de tipo fantástico que se deriva de éstos, son mecanismos fundamentales en la transmisión del mensaje religioso, y que lo feo como forma de representación escultórica, también es vía para remontarse a Dios. Palabras clave: Concepto de fealdad, bestiario fantástico gótico, representación del mal, Fisiólogo. Abstract This study focuses on the iconographic and iconological analysis of the physiologist and the bestiaries that derive from it. Initially, it deals with a series of moralized literary models that place a broad, fantastic zoology symbolizing evil on the scene. The importance of these moralized bestiaries as representations of evil and their application in Gothic sculpture Recibido: 25 / 07 / 2012. Aceptado: 05 / 11 / 2012 are analyzed. Finally, conclusions are that the physiologist and the bestiaries, as well as all the fantastic sculptural typology that derives from them, are basic mechanisms for transmitting a religious message, and that ugliness as a form of sculptural representation, is also a way to ascend to God. Keywords: Concept of ugliness, fantastic Gothic bestiary, representation of evil, Physiologist. INTRODUCCIÓN La representación del animal en la naturaleza desempeña un papel importante en el conocimiento del mundo material y espiritual del hombre. El aspecto más interesante de la iconografía zoológica de la Edad Media en Occidente, es su vinculación a las virtudes morales y los vicios, consideró al animal como una oscura imagen del pecado, una extensión del mal o figura del diablo. En este sentido, las representaciones bestiarias que exhiben con profusión las catedrales románicas y góticas, son el testimonio de una forma de pensamiento y de un proceso creativo que nos permite maravillarnos, ante aquello que extrañamente produce placer, como las imágenes grotescas del diablo, de quimeras erizadas, de gárgolas amenazadoras y dragones custodios, una experiencia estética que por muchas razones, la lectura de los Escritos Sagrados no era capaz de proporcionar al creyente de la época. No cabe duda, que la Edad Media Occidental sintió gran fascinación ante lo extraño y repulsivo del arte profano, esto explica, quizás, la tendencia des- Ciencias Sociales y Humanas DEL SIMBOLISMO RELIGIOSO Y MORAL DEL BESTIARIO FANTÁSTICO GÓTICO Y SU VINCULACIÓN CON EL MAL 170 Gianni Guerrero y Aspacia Petrou Del simbolismo religioso y moral del bestiario fantástico gótico y su vinculación con el mal medida que se tuvo por representar animales de connotaciones negativas con una clara advocación diabólica. De todas las obras consagradas a la naturaleza zoomórfica, las más curiosas sean quizás, el Fisiólogo y los Bestiarios que se derivaron de éste. En ellas encontramos, entre otros, las fábulas que Cesias, Plinio y Eliano, recogieron sobre los animales y los comentarios místicos que unieron a ellas los primeros cristianos. Los animales que describen el Fisiólogo y los Bestiarios están cargados de un gran simbolismo. Evidentemente, la imagen del animal dependerá en principio del valor que se le conceda en la Biblia. En el caso del mal, el poder del diablo y sus demonios queda simbolizado por los cuatro animales descritos en el Salmo 90: áspid, basilisco, león y dragón. Tratados como el Fisiólogo o los Bestiarios, serán vitales para el conocimiento de estas criaturas y su interpretación moral o religiosa. Hablamos de una tradición que florece con gran fuerza durante el siglo XII y que se extiende hasta el siglo XV. Siguiendo ese mismo modelo, vemos la influencia de exemplas, fábulas (isopetes) y poemas que entroncan con eta amplia tradición animalística. Del impacto de estas obras, sobre el mundo del arte, bastará con ver la amplia iconografía de animales pétreos que exhiben, aún en la actualidad, las portadas de iglesias y catedrales del período gótico. Aquí arte y ciencia, concentrados antaño en los grandes monasterios, escapan del laboratorio y corren a las catedrales. De la iconografía bestiaria gótica y su amplia gama de animales reales y/o fantásticos, con advocaciones positivas o negativas, nos ha interesado analizar aquellos que nos remiten al ideario fantástico gótico como representación del mal. DE LO FEO QUE SURGE POR OPOSICIÓN A LO BELLO Y SU VINCULACIÓN AL MAL Lo feo siempre se ha definido por oposición a lo bello, esta es una verdad afín a todos los que han teorizado acerca de una u otra acepción. Construir un corpus bien compendiado de lo feo como categoría estética o artística, no ha sido tarea fácil, sobre todo, porque las primeras observaciones en cuanto a este tema las encontramos en el campo de la filosofía a modo de alusiones parentéticas, comentarios dispersos o interpretaciones analógicas que surgen por oposición a la teoría del ideal de la belleza. Unas de las principales líneas de reflexión en torno a lo feo parecieran provenir de Platón (1981). Para este filósofo el mundo material con su carácter tempo- ral, cambiante y corruptible se convierte en un depositario de lo feo. Lo feo como expresión del mal, sólo existe en el orden de lo sensible, como aspecto de la imperfección del universo físico respecto al mundo ideal. Esto plantea una idea del mal que surge en oposición al bien, como un efecto desordenado de la verdad, un dualismo indisociable que surge como causa necesaria y que se opone a la verdad más pura. Siglos más tarde Plotino (2007), se referirá a la materia como mal y error, tipificando una clara correlación entre lo feo y el mundo material. Plotino, la figura más influyente del neoplatonismo, destaca por la originalidad de su pensamiento, quizás, la más sorprendente de sus resoluciones sea aquella que se refiere a la materia como objeto de lo amorfo, como una fuerza que obstaculiza a la forma, “la substancia que no se puede moldear totalmente para convertirla en figura” (Barasch, 1999: 43). Plotino tenía el aspecto de quien se siente avergonzado de estar en un cuerpo. Con estas palabras inicia Porfirio la Vida de Plotino, las mismas son el prefacio a su edición de las Enéadas. También nos relata de su maestro, que pidiéndole Amelio (filósofo de la época) permiso para que se le hiciera un retrato, le respondió: “¿No es ya suficiente llevar encima esta imagen en la que la naturaleza nos ha encerrado? ¿Piensas de verdad que puedo también consentir en dejar, como espectáculo deseable para la posteridad, una imagen de otra imagen?” (Barasch, 1999: 43). Esta actitud negativa hacia la materia, aunque quizás no desprovista del todo de raíces en fases anteriores del pensamiento griego, es un preludio de las principales tendencias del mundo intelectual de la Edad Media, para quien la materia representará muchas veces “el Mal”. Cuando buscamos en las Enéadas qué es la materia, nos encontramos con una serie de pasajes que nos dicen no lo qué es, sino lo qué “no es”, y ese es precisamente el problema con el que nos topamos a la hora de descubrir su estructura. El mundo sensible, el más bello posible, es un mixto de forma y materia. En palabras de Plotino: “¿Cómo, si existe el bien, existe también por necesidad el mal? ¿Es acaso por ello que deba existir la materia en todo el universo? Necesariamente, el universo se compone de cosas contrarias y no existiría de no existir la materia. Todo cuanto viene a él (al universo), es bueno; el mal, en cambio, proviene de la antigua naturaleza, o dicho con el lenguaje de Platón, de la materia que aún no ha sido ordenada” (Enéadas I, 8, 7). Para Plotino el mal está ligado a la materia (hýle), pero no en un sentido positivo sino en cuanto sombra, es un “no ser”. La materia surge de esa parte REDIELUZ Vol. 2 Nº 2· Julio - Diciembre 2012: 169 - 180 inferior del Alma, es el último grado de la procesión descendente, sustrato del mundo sensible, último escalón y límite inferior de la realidad. Ésta representa el punto en el que la luz emitida por el primer principio (lo Uno) se vuelve oscuridad, el punto en que acaba la vida. Aristóteles, por su parte, remitiéndose al campo de la acción, específicamente, al estudio de las tragedias, nos dirá que se pueden imitar bellamente las cosas feas, y se admiraba de la manera en que Homero había representado perfectamente la repugnancia física y moral de Tersites (Eco, 2007: 30). Y es que los griegos no creían necesariamente que el mundo fuera bello en su totalidad. Su mitología da cuenta de sus fealdades y errores, de presencia de fabulosos portentos humanos y animales como símbolos de un modo diferente de fealdad. Lo cierto, es que el mundo griego estaba obsesionado por muchos tipos de fealdad. La mitología griega se convierte en un extenso catálogo de crueldades inarrables como el caso de Saturno que devora a sus hijos, o Medea, que mata a los suyos para vengarse del marido infiel. Es un mundo dominado por el mal, incomprensible y absurdo, en el que seres físicamente bellos cometen acciones “feamente” atroces. En este mundo fantástico predominan también seres espantosos, físicamente repulsivos que violan las leyes de las formas naturales. Tenemos por ejemplo, las sirenas de Homero, parte vírgenes y parte pajarracos rapaces, con su canto hechizan y atraen a los navegantes, en torno a ellas amarillea un enorme montón de huesos y renegridos pellejos humanos putrefactos. Las Gorgonas, por su parte, son meretrices con serpientes por cabellera, que petrifican con la mirada y tienen un solo ojo que utilizan por turnos. Tal aberración de deformidad, causaba tal expectación en la mente de quien las contemplaba, que podía creerse que convirtieran en piedra a todo aquel que con excesivo placer se atrevía a contemplarlas (Eco, 2007: 101). Una mirada a las distintas manifestaciones del arte nos permitirá ir más allá de una imagen estereotipada, de un canon idealizado de belleza artística que obedece a una mera proporción orgánica de formas bien ejecutadas, o a la precisión de contornos y detalles, introduciéndonos en la concepción de lo feo a partir de lo vago y lo monstruoso, como aquello que no tiene cabida en la expresión de una realidad idealizada con base en lo bello. Por su parte, el arte profano y religioso de época medieval, hará uso de imágenes iconográficas de tipo zoomórfico o de híbridos mitad humanos mitad bestias, como formas de adoctrinamiento. A través de éstas se denuncia la corrupción moral del alma humana. La idea de que el pecado destruye el orden natural de 171 las cosas, es una teoría afín al mundo cristiano. Esta noción va a ser ampliamente desarrollada por el mundo medieval en todos sus estratos, en ésta se da por sentado que el hombre tiende al pecado, y que, siendo pecador, necesita expiación por sus culpas, además de purificación moral, si quiere ser salvo. A partir del siglo XII la pintura y la escultura se verán invadidas por una corriente emocional tremendamente expresiva, en donde la representación de lo feo, lo abyecto, lo repugnante, lo despreciable, lo que carece de valor positivo, en el sentido moral, encuentra igual cabida que lo bello. Ahora bien, ¿reconocía el espectador medieval el carácter turbador en la obra de arte? ¿Era consciente el artista del impacto que generaba su obra en el espectador? Al respecto San Buenaventura, nos decía que aún la imagen del diablo puede ser bella si se representa bien su fealdad (Eco, 2007: 20). Pero ¿Qué pensaban lo fieles o indoctos que contemplaban escenas de tormentosos castigos o de imágenes de monstruos deformes devorando las almas de pecadores penitentes en los portales y dinteles de las catedrales? ¿Acaso no reaccionaban con terror al pensar que sus almas también podían enfrentar tan dantesco destino, o sus impresiones, se remiten solamente al fenómeno estético, de suerte que sólo podían reaccionar con repulsión ante tan grotesco escenario? Sea como fuere, tales imágenes pretendían provocar, mostrar o presagiar, y en este sentido, puede decirse, que el artífice logró su cometido. Al respecto, cabe destacar las reflexiones que hiciera san Bernardo en torno a este tema. Bernardo siempre luchó contra la excesiva ornamentación de las iglesias y catedrales, y más aún contra el exceso de esta deformis formositas ac formosa deformitas. El ascetismo cisterciense frenó durante algún tiempo la influencia estimuladora de los Bestiarios y a la vez favoreció una evolución de la estatuaria hacía el realismo. Su reacción negativa al arte no se debe a que careciera de sensibilidad estética, mucho menos porque desconociera la fuerza expresiva del arte, lo condenaba por pertenecer al lado oscuro del mundo, por prestarse a la representación de imágenes de impúdicos monos, de seres semihumanos, híbridos devoradores de hombres, de cuadrúpedos con colas de serpiente, o de peces con cabezas de cuadrúpedos (Barasch, 1999: 90). En su Historia de la Fealdad, Eco nos presenta un extracto de la Apología de Bernardo en la que se describen parte de sus impresiones: “¿Qué pinta en los claustros, donde los monjes están leyendo el Oficio, esa ridícula monstruosidad, esa especie de extraña hermosura deforme y deformidad hermosa? ¿Qué pintan allí los inmundos simios? ¿O los fieros leones? ¿O los monstruosos centauros? ¡O los semihombres? ¿O los manchados ti- 172 Gianni Guerrero y Aspacia Petrou Del simbolismo religioso y moral del bestiario fantástico gótico y su vinculación con el mal greduras?, pueden verse muchos cuerpos bajo una única cabeza y viceversa, muchas cabezas sobre un único cuerpo. Por una parte, puede verse un cuadrúpedo con cola de serpiente; por la otra, un pez con cabeza de cuadrúpedo. Aquí, un animal tiene aspecto de caballo y arrastra medio cuerpo posterior de cabra, allí un animal cornudo tiene la parte posterior de caballo. En resumen, se ve por todas partes una variedad tan grande y tan extraña de formas heterogéneas que resulta más placentero leer los mármoles que los libros y pasar todo el día admirando una por una estas imágenes que meditando la ley de Dios” (san Bernardo citado por Eco, 2005:149). Evidentemente las palabras de Bernardo son de condena, pero la descripción que ofrece del mal está imbuida de fascinación, es como si él tampoco pudiera liberarse de la seducción que producía la contemplación de tales portentos. Lo cierto es que el agudo intelecto de Bernardo supo reconocer que la obra de arte, tal y como lo afirmarán siglos después los románticos, expresa algo que no puede decirse de ninguna otra manera. Se admite también con esto un principio que es respetado de manera casi uniforme: “Si bien existen seres y cosas feas, el arte tiene el poder de representarlos de manera hermosa, y la belleza (o, al menos, la fidelidad relista) de esta imitación hace aceptable lo feo. De modo, que si nos paramos a reflexionar, la cuestión es sencilla: existe lo feo que nos repugna en la naturaleza, pero que se torna aceptable y hasta agradable en el arte que expresa y denuncia “bellamente” la fealdad de lo feo tanto en sentido físico como moral” (Eco, 2005: 133). Poco a poco los temidos monstruos, bestias o portentos van penetrando con toda la fascinación de lo horrendo en las artes visuales, mucho más después de las descripciones infernales de Dante, para luego impregnar las pinturas del Bosco. Unos siglos más tarde, en la decadente atmósfera romántica, se reconocerán sin más miramientos, la belleza del diablo y la fascinación por lo horrendo (Eco, 2005: 148). La fascinación por lo horrendo, la exaltación de lo feo, del placer buscado en el dolor que se inicia en el arte medieval con las múltiples representaciones de los condenados al infierno, de los monstruos devoradores de las almas penitentes, y la tan controversial representación del Cristo sangrante y flagelado, se extenderán hasta la modernidad. Al contrario de Bernardo, Santo Tomás de Aquino nunca manifestó una gran sensibilidad estética, mucho menos se relacionó con los efectos expresivos del arte. Sus observaciones ocasionales con respecto a éste último, se vinculan más al campo de la estética. Su explicación de lo bello y del mal tratan fundamentalmente de los aspectos metafísicos del problema, como por ejemplo, definir la belleza como el esplendor del bien (Barasch, 1999: 92). Al reflexionar sobre el mal Aquino nos dice, “no hay nada ni nadie que sea totalmente malo” (q 5, sol a. 3). También queda perfectamente demostrado que ningún ser en cuanto ser es malo, sino en cuanto se encuentra privado de algo, así, tenemos que: “se llama malo al hombre que está privado de virtud, se llama malo al ojo que está privado de la capacidad de la visión” (q 5, a2). Figura 1 Figura 2 Puerta central o del Juicio Final. Principios del siglo XIII. Puerta norte del transepto. Teófilo de Adana. Catedral de Nótre-Dame de Paris, Francia) Catedral de Nótre-Dame de Paris (Francia). REDIELUZ Vol. 2 Nº 2· Julio - Diciembre 2012: 169 - 180 Haciendo eco de los planteamientos patrísticos que pretendían justificar la presencia del mal en el marco de la belleza total del universo (pancalía), Aquino nos dirá que lo feo como error, como defecto, como cosa que sustrae al ser lo que debería tener, también tiene una razón de ser dentro del orden universal de las cosas, “la perfección del universo requiere que haya desigualdad en las cosas a fin de que se cumplan todos los grados de bondad” (q 48 a2). Al modo del más puro agustinismo, Aquino afirmará que, “el mal pertenece a la perfección de la totalidad de las cosas” (q 48 a.1), y que “la admirable belleza existe a partir de la totalidad. En dicha belleza el llamado mal, si está bien ordenado y en su sitio, hace resaltar más lo bueno” (q 48 a.1). Siguiendo las huellas de Santo Tomás, encontramos en el pensamiento escolástico varios ejemplos de fealdad como justificación de que todas las cosas en el universo tienen un significado sobrenatural. Bajo esta perspectiva, los monstruos como seres del mundo tienen un significado moral (nos instruyen sobre virtudes y vicios), o alegórico, sus formas y actitudes simbolizan cualidades sobrenaturales (nos advierten acerca de las consecuencias del pecado y sus posibles retribuciones). En las representaciones de Hieronymus Bosch (el Bosco), por ejemplo, se ha hablado de lo demoniaco del arte, en ellas encontramos una ventana a la atmosfera espiritual de finales de la Edad Media, una época dominada por la persecución religiosa, las guerras, el hambre y la peste. Un compendio de todas las fealdades diabólicas, humanas y animales aparecen en las pinturas del Bosco, sus obras contienen fermentos heréticos, alusiones al mundo del inconsciente y a la alquimia, 173 así como anticipaciones del surrealismo más puro (Eco, 2007: 102). En el Jardín de las Delicias, en los Siete Pecados Capitales, las Cuatro Postrimerias, o en el Carro de Heno, el Bosco nos ofrece sulfúreas visiones del más allá, escenas aparentemente amables, sensuales e idílicas, aunque inquietantes, imágenes que da vida a los placeres terrenales que conducen al infierno. En sus composiciones el Bosco establece una clara distinción entre la fealdad natural y la fealdad espiritual, contraponiendo la fealdad del cuerpo a la fealdad del alma. Toda desproporción, contranatura, desfiguración y deformación corporal, se contrapone a lo mezquino, lo vil, lo banal y a lo sucio espiritual. En ambos casos, el sentido de fealdad queda expresado plásticamente a partir de lo monstruoso, lo repugnante, lo muerto, lo vacío, lo asqueroso, lo demoniaco y lo satánico. Todas estas características enriquecen y complejizan la idea de lo feo como forma sensible. Demasiadas características contenidas en un concepto que surge sólo como simple oposición de lo bello (Eco, 2007: 16-17). Aquí la fealdad irrumpe como forma y como contenido eidético. En la pintura del Bosco el mal adquiere identidad propia, y, “sí el mal era algo que estorbaba y entorpecía el bien positivo del ser, este mal hecho arte se vuelve forma con realidad positiva” (Ramos, 2001: 103). BESTIARIO MEDIEVAL: LA IMAGEN COMO MEDIO COMUNICANTE DEL MAL A lo largo del Medioevo, surge una larga y extensa representación fantástica de animales. Es en el Figura 3 Bajorrelieve del Juicio Final. Condenados conducidos al infierno por los demonios. Cuarto pilar. Fachada de la Catedral de Orvieto. Provincia de Terni (Italia). 174 Gianni Guerrero y Aspacia Petrou Del simbolismo religioso y moral del bestiario fantástico gótico y su vinculación con el mal tardorrománico, básicamente, cuando se comienza a sacralizar esta estética pagana convirtiendo a los animales, tanto reales como imaginarios, en símbolos de virtudes o perversión. A partir del siglo XII, las catedrales se llenan de una gran cantidad de decoraciones escultóricas que, aparte de constituir una unidad iconográfica, evidencian un giro radical en la evolución del pensamiento. Sin poner de lado la larga tradición platónica imperante en el románico y que habrá de extenderse hasta la Baja Edad Media a través de los postulados neoplatónicos de los defensores del platonismo. Fieles a la tradición agustiniana, surge a la par, una nueva corriente de pensamiento dialéctico de raíz aristotélica, que intenta resolver el conflicto entre fe y razón. Con esto se introduce también, una nueva concepción de tipo naturalista. Las representaciones de los seres bestiales que adoptan múltiples formas heterogéneas se yerguen como somatización del mal. Algo con lo que también tendrá que lidiar el nuevo espíritu filosófico que arropa a la teología de la época. Del repertorio de criaturas de asombrosa fealdad que se encuentran en perfecta sintonía con las visiones proféticas del Antiguo Testamento y el Apocalipsis, bastará con ver las portadas de las iglesias y catedrales románicas y góticas, así como los tímpanos, dinteles, arquivoltas, parteluces, cornisas, derrames de jambas, además de capiteles, canecillos, metopas, sillerías y baptisterios, que se abren como amplios lienzos para dar cabida a toda una variedad de se- res de aspecto repulsivo y de extraño parecer. Representaciones visuales que pretenden dar vida a la universal conciencia de pecado en la que tanto insistirá la Iglesia, y con esto también se manifiesta la inminencia de la muerte, que hace más perentoria la necesidad de salvación. La iconografía bestiaria representada a modo de escultura monumental va a unir sus efectos a los de la arquitectura, como conocimiento que trasciende a partir de las cosas materiales para llegar a la comprensión de las verdades eternas. Una especie de labor pedagógica cuyo fin consistirá en enseñar a través de las imágenes de piedra lo que el pueblo no es capaz de leer en los libros. Pronto la autoridad clerical entendió que produce mayor placer para los fieles leer las múltiples formas escultóricas que adornan las catedrales que los códices, y que reporta mayor ganancia para los fieles someterse al placer contemplativo de tan heterogéneas formas que meditar todo el día en la ley de Dios. Estas representaciones escultóricas o bestiarios moralizados tienen su origen en un amplio repertorio literario, entre los que destacan el Fisiólogo y los Bestiarios procedentes de Plinio el Viejo, Isidoro de Sevilla, los Padres de la Iglesia y de tantos otros, que a lo largo de los siglos irán aportando nuevos detalles a tan extenso programa iconográfico. Por su importancia en la elaboración de este trabajo, hemos asignado una sección especial al Fisiólogo, así como a los bestiarios que derivan de él. Figura 4 Figura 5 Dragón. Gótico radiante. Fachada de la Catedral de Rouen (Francia). Basilisco en arquivoltas de la Iglesia de San Andrés, Burgos (España). REDIELUZ Vol. 2 Nº 2· Julio - Diciembre 2012: 169 - 180 FISIÓLOGO El Fisiólogo (Physiologus) se destaca de entre todos por ser uno de los primeros textos que penetra en el mundo cristiano. Fue el libro de historia natural más difundido y leído de la Edad Media después de la Biblia. Por sus características es, sin lugar a dudas, una de las obras más significativas de la simbología cristiana. El Fisiólogo se origina en Alejandría durante los siglos II y III de nuestra era. Desde sus inicios se intentó adjudicar su autoría de este texto a algunas autoridades de la Iglesia, tales como San Ambrosio, San Gregorio, San Jerónimo, San Crisóstomo, San Basilio o San Epifanio. Esto es natural, ya que todos ellos escribieron sobre historia natural valiéndose del Fisiólogo. Durante el siglo IV y principios del V fue traducido al latín, sirio, etíope, copto y armenio. Posteriormente, al alto alemán, flamenco, islandés, anglosajón, italiano y español. Siendo las traducciones latinas las que permitieron su expansión por el occidente europeo (De La Fuente, 2002: 184). Su antigüedad, ha sido constatada por una serie de autores de la época entre los que destaca Rufino de Aquilea, quien hace una referencia al Physiologus en De benedictionibus patriarcharum, al describir la naturaleza de los cachorros del león (Villar y Docampo, 2003: 10). Esta obra magna de la Antigüedad, estuvo sometida a un largo proceso de copias y traducciones, lo que hizo que sufriera una serie de variaciones, amputaciones, adiciones e interpolaciones. En su versión original el Fisiólogo ofrece descripciones, básicamente científicas de diversos animales, en el que juegan un papel de suma importancia las interpretaciones simbólicas de cada descripción, las mismas están relacionadas con el mundo cristiano, con la figura de Cristo, del diablo o de la Iglesia. De su sistematización, Gásquez (2006), comenta: “La mayor parte de los capítulos del Fisiólogo comienzan con un texto bíblico, seguido por una narración naturalista, luego la interpretación, y en muchos casos, se cierra el relato con las palabras: bene ergo Physiologus dicit de“. La influencia que tuvo el Fisiólogo, tanto en la literatura como en el arte de Época Medieval es tan extensa, que ella en sí misma merecería otro estudio. Su impacto en la literatura se origina a través de la traducción etíope de la versión original del griego a mediados del siglo V. El valor de esta traducción se debe al esfuerzo del autor por tratar de apegarse lo más fidedignamente posible al original. También, tenemos la versión armenia del Fisiólogo, que es probablemente tan antigua como la etíope, aunque sus alegorías muestran significativas variaciones con respecto al original. La misma contiene 35 ani- 175 males, entre los que se destacan tres nuevos géneros, a saber, el pájaro zerechav, la abeja y el tigre. Tan antigua como las versiones etíopes y armenias, es la traducción del sirio antiguo, en éste se omiten las alegorías, y en algunos casos las citas bíblicas. Es en estas versiones tempranas del Fisiólogo donde ya se comienzan a realizar las primeras adiciones, así vemos como en la versión siria de Land, por ejemplo, los primeros cuarenta y siete capítulos son tomados del Fisiólogo, mientras que los restantes han sido tomados del Hexaemeron de San Basilio. Existen dos traducciones al árabe, de las cuales, una está formada por once capítulos y la otra por treinta y cinco. Esta última se apega al orden esquemático de la traducción etíope. En su encabezado se le atribuye su origen a Gregorio Teólogo (Gregorio de Nazianzus). La traducción temprana del latín, aparece entre los siglos IV y VI. De ésta sólo se conservan los manuscritos que datan de los siglos VIII, IX, y X. La traducción latina está caracterizada por un amplio repertorio alegórico, entre los que destaca la asociación del elefante con el samaritano, y la interpretación de los múltiples colores de la paloma, por citar algunos. De las versiones escritas en latín, una de las más antiguas es la “Y”, que junto con la “A” y la “C”, son, según Santiago Sebastián, las que mayor relación guardan con el texto original. La llamada versión B es, sin embargo, la que más influyó en la literatura zoológica posterior. De ella surgieron los llamados Dicta Chrisostomi de naturis rerum de Juan Crisóstomo, el Physiologus rimado de Montecassino y las Etimologías de Isidoro de Sevilla. En él también se inspiraron los libros II y III de Besttis et aliis rebus, los bestiarios latinos desarrollados en Inglaterra durante los siglos XII y XIV y los bestiarios franceses escritos en lengua vernácula como el de Guillermo Le Clerc de Normandía, Philippe de Thaon y Pierre de Beau (De La Fuente, 2002: 184). La verdadera riqueza del Fisiólogo B no se encuentra en la información naturalista que ofrece, ya que queda claro que esta versión al igual que el original griego, se fundamenta más en fábulas y recreaciones fantásticas que en observaciones reales. Lo que se observa aquí es una intensificación del recurso de las citas bíblicas que sirven de apoyo en la explicación alegórico-moral, que experimenta, como ya se comentó anteriormente, un mayor desarrollo y complejidad. “La doctrina encerrada en estos textos se centra más en la exaltación de la figura de Cristo como Salvador del género humano, acosado por los peligros representados por el diablo” (Villar y Docampo, 2003: 20). Además, en los catorce capítulos de esta versión, se desarrollan distintos aspectos del pecado, de una manera general o en alusión a compor- 176 Gianni Guerrero y Aspacia Petrou Del simbolismo religioso y moral del bestiario fantástico gótico y su vinculación con el mal tamientos concretos contrarios a la moral cristiana tales como: lujuria, soberbia, avaricia, embriaguez y ambición. En el siglo XII el Fisiólogo sufre una gran transformación, ya que se le adicionan toda una serie de comentarios procedentes de Plinio, Solino y Eliano. Así mismo, de las 48 descripciones primitivas, se va aumentando hasta contener más de 200 descripciones de animales, plantas y piedras (De La Fuente, 2002: 184). Hablamos de una obra que se encuentra dividida en tres partes: bestiario, herbario y lapidario. Autores como Herodoto, Ovidio, Estacio, Tácito, Tertuliano, San Agustín e Isidoro de Sevilla, reprodujeron sus leyendas en sus escritos con algunas variantes. Isidoro de Sevilla, el gran compilador medieval, destaca entre todos por su realismo. En sus Etimologías, Isidoro hace uso del Fisiólogo para destacar el simbolismo religioso de diversas imágenes medievales. Escritas en el siglo VII, Las Etimologías dedican numerosas páginas a describir los animales. Para Isidoro, la observación de las costumbres y características animales tienen sentido, ya que a través de éstas se intuye lo divino y se desprenden ejemplos que reafirman las verdades de las Escrituras, sobre todo aquellas que aluden a Cristo. Durante la Edad Media tardía el Fisiólogo se populariza bajo la influencia de autores como Tomás de Cantimpré, Alberto Magno, Vicente de Beauvais, el pseudo Hugo de San Victor, Alexander Neckam, Jacques de Vitry, Bartolomé Anglicus y Honorio de Autun. Aparece, también una nueva forma de escritos de la naturaleza animal conocidos como bestiarios, en el cual se concentran todos los mitos y leyendas animales, incluyendo aquellas que nos llegan del Fisiólogo. La influencia del Fisiólogo en el mundo del arte puede verse representada en el amplio repertorio iconográfico que exhiben las esculturas de las catedrales románicas y góticas. Aquí, todos y cada uno, de los procesos inherentes a la obra plástica se postran al servicio de una idea, sobre todo, cuando se trata de un arte de características eminentemente religiosas, que construye mediante el uso de patrones previamente establecidos verdaderos programas iconográficos que proponen una forma más dinámica de contemplar y vivir la imagen. Y en este proceso, la retórica es una herramienta útil, a la hora de imponer una visualización, a menudo, dramática de imágenes de contenido universal como aquellas que representan los vicios, el pecado, el diablo o los demonios, pero aún estas imágenes del mal, tienen un único fin, conectar a los hombres al principio primero que es Dios. Son imágenes que por su contenido simbólico, lograron impactar y conmover la mente y el espíritu del hombre, y en esto el Fisiólogo, como contenido cognoscitivo jugará un papel vital. BESTIARIOS Se conoce como Bestiarios al conjunto literario más o menos sistemático de animales, generalmente cargado de significación simbólica (Souriau, 1998: 190). En la Edad Media se designa con el nombre de bestiarios (de bestia) a los tratados consagrados a la descripción de animales: a sus propiedades, costumbres y a sus maravillas, sobre las cuales los compiladores insistirán, según sus gustos personales y según el público al que se dirijan. Al igual, que los lapidarios o los herbarios, los bestiarios son tratados moralistas. Los Bestiarios son formas extendidas del Fisiólogo, Figura 6 De izquierda a derecha: Sirena-pajaro. MénsuIa de la entrada. Iglesia francesa de Montceaux L’Etoile (Francia). Sirena erguida. Claustro de la Abadía Benedictina San Pere de Galligants, Gerona. REDIELUZ Vol. 2 Nº 2· Julio - Diciembre 2012: 169 - 180 sus significaciones simbólicas buscan mediante la descripción de animales reales o fantásticos, la evidencia de una alegoría moral o religiosa. Los Bestiarios se encuentran divididos en categorías: mamíferos, pájaros, peces, reptiles, entre otros, seguidos por una enseñanza de tipo pseudocientífica o moralizante, según corresponda al autor, como aquellas que se extraen de las Etimologías de Isidoro. Así tenemos, que la víbora recibe su nombre debido a la violencia con la que pare, que la majestad del ave fénix se relaciona al color morado con el que se reviste, y que la naturaleza del castor, se define por su condición de castrado, ya que cuando se le intenta cazar se arranca a mordidas sus testículos para salvar su vida. Tanto el Fisiólogo como los Bestiarios son mecanismos fundamentales en la transmisión del mensaje religioso, no sólo porque son capaces de encarnar valores morales o físicos, también se prestan a significados diversos, y a veces ambivalentes. Como figura alegórica, el animal es capaz de transmitir mensajes de carácter positivo o negativo, y en este radio de acción doctrinal y catequético, predicadores, poetas y fabulistas medievales harán uso de la alegoría, la comparación y la metáfora. La alegoría, entendida como modo discursivo caracterizado por la presentación de varias metáforas en continuidad, había mostrado, desde tiempos antiguos, una especial predilección por el mundo animal. Y en esa línea, la pintura y la escultura, como formas de arte, incorporarán a sus bestiarios la riqueza de estos recursos retórico-literarios en la transmisión de todo un ideario simbólico-religioso. También las miniaturas que adornan los manuscritos y tratados, las joyas, platería, bordados, escudos y vitrales, acogerán complacidas a estos animales simbólicos, ya representándolos bajo un aspecto más realista, ya favoreciendo sus infinitas posibilidades de metamorfosis fantásticas, según el dictamen de las tendencias estéticas del momento. El final del siglo XII conoció en la escultura de iglesias y catedrales, una verdadera proliferación de animales fantásticos surgidos de las páginas de estos bestiarios, cuyas morfologías reflejan las más diversas influencias: griegas, sumerias, sasánidas, incluso chinas o escandinavas. Los Bestiarios al igual que el Fisiólogo, se ubican en la línea de los exempla. Santiago los define como narraciones inventadas o no, que insertan historietas o fábulas que pretenden, mediante las parábolas cautivar al lector o al espectador. “Como una lejana imitación de las parábolas que Cristo insertaría en el Evangelio, de gran efecto pedagógico” (Santiago, 1996: 252). Y por ello los predicadores desde la época patrística las introdujeron en sus sermones. Ya desde el siglo VIII se recomendaba a los clérigos que incluyeran los ejemplos (exemplas) en sus sermones y que tengan homiliarios, es decir, colecciones de pláticas piadosas para predicar a los fieles, y es que las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran. Al respecto, De La Fuente refiere: “estas fantasías, al ser expuestas de los pulpitos en el contexto de las homilías, dirigidas a un pueblo, que tomaba como artículo de fe todo aquello que procedía de las cátedras religiosas, produjeron un lastre que acompañó al desarrollo del conocimiento zoológico y del que no fue fácil desprenderse, pues tan enraizados estaban estos relatos fabulosos, que algunos de ellos llegaron a mezclarse con las correctas observaciones y las precisas descripciones de los autores postrenacentistas”. De lo que se trata, es de presentar al animal tal y como, figura en el universo creado por Dios, un mundo encantado bajo el signo de lo sagrado, de lo sobrenatural, por lo que se presenta su aspecto físico y su comportamiento a través de una tipología moral y religiosa. Aunque el mensaje simbólico del animal no siempre será fácil de descifrar, porque en el discurso se interfieren informaciones (no tan coherentes) desde diversos ángulos, resultando que un animal puede significar una cosa y también la contraria, tal es la ambivalencia del mensaje. Figura 7 Grifo. Kongelige Bibliotek, Gl. kgl. S. 1633 4º, Folio 15v. 177 178 Gianni Guerrero y Aspacia Petrou Del simbolismo religioso y moral del bestiario fantástico gótico y su vinculación con el mal Figura 8 Centauro armado con rodela y espada, luchando con un león. Techumbre de la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción. Teruel- Aragón. Al respecto, Santiago ha establecido una serie de fases en el estudio de las propiedades atribuidas a los seres contenidos en el Fisiólogo, y que define la intencionalidad de estos textos moralizantes, a saber, el alegorismo místico y religioso de su contenido, y el simbolismo moral tan utilizado por los predicadores (Santiago, 1996: 253). Los Bestiarios más comunes son los latinos, se desarrollaron en Inglaterra durante los siglos XII y XIII y pueden considerarse como formas extendidas del Fisiólogo. Todos estos manuscritos se confeccionaron a partir de la versión B del Fisiólogo y a través de la versión B-Is, que evolucionó primero a los llamados Bestiarios de transición y luego a los Bestiarios de la segunda, tercera y cuarta familia. Por su parte, Villar y Docampo (2003) han determinado una serie de características que permiten delimitar de forma más precisa a los bestiarios y que establecen una clara diferencia con respecto al Fisiólogo: – El número de capítulos es más del doble que en el Fisiólogo. – El material añadido (textos y enciclopedias de amplia difusión) es de procedencia diversa, Ambrosio, Rabano Mauro, Giraldo Cambrense, los escritos tardíos de Bartolomé Ánglico y, muy frecuentemente, las Etimologías de Isidoro. – Los géneros están clasificados siguiendo el mismo orden estructural del libro XII de las Etimologías de Isidoro, es decir: cuadrúpedos, aves, serpientes, peces, árboles, minerales y así sucesivamente. – Existen algunos capítulos que no poseen alegorías moralizantes, y sí la incluyen, la interpretación es menos teológica y más orientada al aspecto ético-moral. – Los manuscritos en su mayoría han sido ilustrados, guardando cuidadosamente los aspectos técnicos y estéticos de la imagen, lo que los hace verdaderas obras de arte. Pero los Bestiarios también presentan diferencias entre sí, y éstas, tienen que ver con las adiciones y amputaciones a las que se han visto sometidos. En unos casos se incorporan textos sobre la naturaleza (physis) y el universo (cosmos), lo que amplía su carácter pseudocientífico, y en otros, se incorpora material del Génesis (temas que se relacionan con la creación), lo que le otorga mayor relevancia al aspecto místico-religioso. Por otro lado, tenemos los Bestiarios franceses ilustrados, que son prácticamente traducciones de las versiones del Fisiólogo latino B, B-Is o Dicta Crisostomi. El más antiguo es el de Philippe de Thaun, escrito en verso hacia 1121. Posee treinta y ocho capítulos, la mayor parte de los cuales han mantenido el título en latín. Agrupados en bestiarios, los primeros treinta y cinco capítulos nos hablan acerca de la vida de los animales, y cuatro lapidarios con sus correspondientes moralizaciones. Además del Fisiólogo cita como fuentes a la Biblia, a San Isidoro y a Plinio, entre otros. El Bestiario de Gervais, también en verso, fue escrito a principios del siglo XIII en zona normanda, probablemente en la abadía de Barbery (Baja Normandia), y se conserva en un solo manuscrito: Londres, B.M., Add. 28260. Contiene mil doscientos setenta y ocho octosílabos distribuidos en sólo veintinueve capítulos sobre animales, un prólogo y un epílogo. Es prácticamente una traducción de un Dicta Chrysostomi, y al igual que éste la lista de animales comienza por el león y las aves por el águila, aunque mantiene algunos cambios en los capítulos de la sire- REDIELUZ Vol. 2 Nº 2· Julio - Diciembre 2012: 169 - 180 179 Figura 9 Sirenas. Bestiario de Oxford. Manuscrito Ashmode 1511. Siglo XIII. Biblioteca Boleian. Universidad de Oxford (Reino unido). na, el pelícano, el fénix y el serra, se omiten el fúlica y el nicticorax, y se incorporan el corvus, la mustela, el aspis y el ibis (Villar y Docampo, 2003: 16). Por su parte, Pierre de Beauvais o Pierre le Picard compuso alrededor de 1218, dos versiones en prosa, una de treinta y ocho capítulos y otra de setenta y uno. La primera se apoya en un manuscrito de la versión latina B-Is a la que añade algunos elementos, y los dos últimos capítulos, lupus y canis, al tiempo que suprime los referidos a Amos. La segunda versión, añade al contenido de la versión corta una gran cantidad de material de fuentes desconocidas, y a pesar de que introduce algunos capítulos con la frase Phisiologues nos dist, el texto no procede del Fisiólogo. Se cree que algunas de estas partes fueron tomadas de Odón de Cheriton, de Alexander Neckam y Gossouin de Metz, ya que al menos una decena de descripciones no guardan relación con el Fisiólogo ni con ninguna de sus formas extendidas. Guillaume le Clerc, compuso a comienzos del siglo XVIII la obra más acabada desde el punto de vista literario. El Bestiaire divin está considerado como el más largo de los bestiarios rimados franceses, fue muy popular y de él se conservan alrededor de 23 manuscritos, distribuidos en Inglaterra y Francia. En la mayoría de estos se revela una clara preocupación por parte del artista en cuidar los aspectos estéticos y técnicos de las ilustraciones, como por ejemplo, el trazado lineal, composición (estructuración de las formas y distribución en el espacio) y valoración de colores. Este bestiario toma como fuente un manuscrito de la versión latina B-ls, pero incluye a veces alegorías de otra procedencia que aparecen a menudo en las ilustraciones. Le da mucha importancia al significado ético-moral. Está distribuido en treinta y cinco capítulos que siguen prácticamente el orden del manuscrito modelo aunque añade el capítulo de mandragare y omite los de Amos y mirmicolion. CONCLUSIÓN La influencia que tuvo el Fisiólogo y posteriormente los Bestiarios que se derivaron de éste, en la vida social, intelectual y artística de la época medieval, queda plenamente revelada a través de las múltiples versiones y copias que surgieron por toda Europa occidental de estas grandes enciclopedias miniadas. El valor potencial de su contenido bien puede ser interpretado a partir de diferentes vertientes, desde una perspectiva estético artística, estas grandes enciclopedias del mundo animal fantástico dieron origen a un género artístico que se desarrolló de dos formas, por un lado, tenemos los bestiarios ilustrados, los más lujosos, como el de Oxford, iluminados con formas geométricas y una gran riqueza de contenidos naturalistas, ilustrados elegantemente con oro, color predominante en estas composiciones, y en raras ocasiones con plata y colores vivos. Otros, bestiarios eran miniados, es decir, ilustrados con miniaturas, y en los que predominaba el color rojo, de ahí el origen de la palabra latina minium que se traduce como “rojo”. Se trataba de dibujos lujosos, de gran predominio técnico, que se iban complejizando conforme avanzaba el medioevo. Sin embargo, por maravillosas que puedan ser las ilustraciones anteriormente referidas, no logran deslastrarse de la influencia literaria que les dio vida. Así que, en este punto, se trata de obras literarias que intentan reforzar el contenido simbólico religioso y moral, a través de imágenes bellamente decoradas. 180 Gianni Guerrero y Aspacia Petrou Del simbolismo religioso y moral del bestiario fantástico gótico y su vinculación con el mal Por otro lado, tenemos el producto acabado de siglos de maduración, de concreción de ideas, de tendencias y de fe populares, como un todo perfecto al que podemos acudir cuando tratamos de conocer el pensamiento de una época tan compleja y extensa como la medieval, en todos los terrenos: religioso, laico, filosófico o social, nos referimos a esos libros de piedra, a esos modelos complejos del arte escultórico, que reposan en esas grandes galerías de arte, que son las catedrales. Por la abundante floración de su ornato, por la variedad de los temas y de las escenas que la adornan, la catedral aparece como una enciclopedia muy completa y variada. Estas esfinges de piedra son, pues, educadoras, iniciadoras primordiales. Allí, gárgolas, quimeras, basiliscos, grifos, sirenas, centauros, sátiros y dragones, entre otros, se yerguen libres en el espacio sagrado, rompiendo con las normas compositivas de un románico caduco. Se impone un nuevo tratamiento del espacio, captado a la vez con una mayor unidad y ligereza. A la tridimensionalidad de las formas escultóricas, se une la durabilidad de los materiales, como la piedra, el mármol y el alabastro. La imponente solidez de estas esculturas las hace aptas para perpetuarse en el tiempo. A fin de cuentas, de lo que se trata es de eternizar una idea, un pensamiento, una forma de vida. Conforme avanza el gótico, estas esculturas tienden a recubrirlo todo, se magnifican, se vuelven más humanas, más expresivas. Sobre todo, a la hora de representar temáticas que aluden al mal, a demonios, a almas penitentes que son devoradas por monstruos antropomorfos, híbridos de heterogéneas formas. Todos estos monstruos se expresan en la fealdad de formas que tienden a un mismo fin, resaltar la inminencia de la salvación, a partir de la espiritualidad del mal. Sin dejar de lado el objetivo espiritual y catequético que da origen a estas formas, nos encontramos ante un hecho paradigmático, que ilustra la independencia de un conocimiento zoológico que otrora fuera expuesto desde los pulpitos en el contexto de las homilías. Evidentemente, esta elección obedece a un tipo diferente de sensibilidad, a un modo de pensamiento más complejo. Por último, en estos bestiarios del mal se concilian dos formas antagónicas de pensamiento, la pagana que nos llega por vía de los griegos y los romanos y la cristiana. Desde el punto de vista iconográfico las temáticas son tan variadas como diversas las técnicas aplicadas. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Aquino De, Santo Tomás (2001). Suma de Teología. Vol. I. Edición dirigida por los Regentes de Estudios de las Provincias Dominicanas de España. Editorial Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. Barasch, Moshe (1999). Teorías del Arte. De Platón a Winckelmann. Alianza Editorial. Madrid. Eco, Umberto (2005). Historia de la Belleza. Trad. Pons Irazazábal, María. 6º edición. Editorial Lumen. Borgaro Torinese. Eco, Umberto (2007). Historia de la Fealdad. Trad. Pons Irazazábal, María. Editorial Lumen. Borgaro Torinese. Fuente De La, José (2002). La Biología en la Antigüedad y la Edad Media. Ediciones Universidad de Salamanca. Castilla y León. Gásquez, José y Florio, Rubén (2006). Antología del Latín Cristiano y Medieval: Introducción y textos. Editorial de la Universidad Nacional del Sur. Bahía Blanca (Argentina). Platón (1981). República. Obras Completas. Trad. García Bacca, Juan. Facultad de Humanidades y Educación. Universidad Central de Venezuela. Caracas. Plotino (2007). Enéadas: Textos Esenciales. Trad. Santa Cruz, María y Crespo María. Ediciones Colihue S.R.L. Buenos Aires. Ramos, María Elena (2001). Armónico-disonante. Reflexiones sobre Arte y Estética. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas. Santiago, Sebastián (1996). Mensaje Simbólico del Arte Medieval. 4ª edición. Editorial Encuentro. Madrid. Villar José y Docampo Álvarez, Pilar (2003) El fisiólogo latino: versión B. 2, traducción y comentarios. Universidad de Alcalá de Henares. Madrid.