Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL EN LENGUA ESPAÑOLA Unicuique suum Año XLV, número 7 (2.302) Non praevalebunt Ciudad del Vaticano 17 de febrero de 2013 El anuncio al término del Consistorio ordinario público el 11 de febrero Benedicto XVI deja el pontificado Sede vacante a partir de las 20 horas del próximo 28 de febrero Publicamos la traducción del latín de las palabras con las que Benedicto XVI, al término del Consistorio ordinario público celebrado el lunes 11 de febrero por la mañana, en la sala del Consistorio del palacio apostólico, anunció la decisión de renunciar al ministerio de Obispo de Roma. El futuro de Dios Queridísimos hermanos: GIOVANNI MARIA VIAN s un acontecimiento sin precedentes, y consecuentemente ha dado enseguida la vuelta al mundo: se trata de la renuncia de Benedicto XVI al papado. Como el propio Pontífice ha anunciado con sencilla solemnidad a un grupo de cardenales, desde la tarde del 28 de febrero la sede episcopal de Roma estará vacante e inmediatamente después se convocará el cónclave para elegir al sucesor del apóstol Pedro. Así se especifica en el breve texto que el Papa ha redactado directamente en latín y que ha leído en el consistorio. La decisión del Pontífice se tomó hace muchos meses, tras el viaje a México y Cuba, y con una reserva que nadie pudo romper, después de «haber examinado ante Dios reiteradamente» la propia conciencia (conscientia mea iterum atque iterum coram Deo explorata), a causa de la avanzada edad. Benedicto XVI ha explicado, con la claridad propia de él, que sus fuerzas «no están en condiciones para ejercer adecuadamente» la enorme tarea que se pide a quien es elegido «para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio». Por esto, y sólo por esto, el Romano Pontífice, «muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad» (bene conscius ponderis huius actus plena libertate) renuncia al ministerio de obispo de Roma que le fue encomendado el 19 de abril de 2005. Y las palabras que Benedicto XVI ha elegido indican de modo transparente el respeto de las condiciones previstas por el derecho canónico para la dimisión de un encargo sin igual en el mundo dado su peso real y la importancia espiritual. Es de sobra sabido que el cardenal Ratzinger no buscó de modo alguno la elección al pontificado, una de las más rápidas de la historia, y que la aceptó con la sencillez propia E SIGUE EN LA PÁGINA 2 DECLARACIÓN EN LATÍN, PÁGINA 7 Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice. Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria. Vaticano, 10 de febrero de 2013 BENEDICTUS PP. XVI El Pontífice celebra en San Pedro la misa del miércoles de Ceniza Volver a Dios para superar rivalidades y divisiones PÁGINAS 8 Y 9 L’OSSERVATORE ROMANO página 2 En las palabras del cardenal decano Angelo Sodano el agradecimiento y la cercanía espiritual de la Iglesia El anuncio inesperado en la sala del Consistorio Desconcierto, sorpresa, estupor, conmoción ante las palabras de Benedicto XVI, quien comunicó su decisión de «renunciar al ministerio de obispo de Roma». Sentimientos que se dibujan en los rostros de los cardenales y prelados —reunidos en Consistorio ordinario público el lunes 11 de febrero por la mañana, en la sala del Consistorio del palacio apostólico— que han escuchado de labios del Papa el inesperado anuncio. Las miradas de todos se cruzaron, un leve rumor se alzó en la sala y la estupefacción se transformó en disgusto. Pero después de los primeros momentos de desconcierto se abrió paso en los presentes —entre ellos también los ceremonieros pontificios, los representantes de las postulaciones, los cantores de la Capilla Sixtina, los sediarios pontificios y los asistentes técnicos— el reconocimiento unánime de que el gesto realizado por el Pontífice es un extraordinario gesto de humildad. Una decisión que llegó por sorpresa a todos. Y que el Pontífice —acompañado por los arzobispos Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia, y Guido Pozzo, limosnero, por los monseñores Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa pontificia, y Alfred Xuereb, de la Secretaría particular— quiso comunicar personalmente cuando, terminada la celebración de la Hora media y después del anuncio relativo a que el 12 de mayo tendrán lugar las tres canonizaciones previstas en el orden del día del Consistorio, leyó el texto en latín de la Declaratio escrita de su propio puño y letra. Hablando con voz firme y serena, mientras los presentes le escuchaban en un silencio casi irreal, explicó las razones de su elección, realizada «con plena libertad» y «después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia». De un momento de oración y de alegría, la atmósfera se transformó en tristeza. De ello se hizo portavoz el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio, quien inmediatamente tomó la palabra en nombre de todos los purpurados. «Santidad, amado y venerado sucesor de Pedro, como un relámpago en el cielo sereno —dijo— ha resonado en esta aula su conmovido mensaje. Le hemos escuchado con sentimiento de estupor, casi del todo incrédulos. En sus palabras hemos percibido el gran afecto que usted siempre ha tenido por la santa Iglesia de Dios, por esta Iglesia que usted tanto ha amado». cónclave, fue él mismo quien pidió «con voz también temblorosa» al nuevo Papa: «¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?». Y «usted —siguió— no tardó, si bien con trepidación, en responder diciendo que aceptaba confiando en la gracia del Señor y en la materna intercesión de María, Madre de la Iglesia. Como María, aquel día usted dijo su “sí” e inició su luminoso pontificado en la línea de la conti- L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt 00120 Ciudad del Vaticano [email protected] TIPO GRAFIA http://www.osservatoreromano.va VATICANA EDITRICE «L’OSSERVATORE ROMANO» El futuro de Dios VIENE DE LA PÁGINA 1 de quien verdaderamente confía su vida a Dios. Por ello Benedicto XVI nunca se ha sentido solo, en una relación auténtica y cotidiana con quien amorosamente gobierna la vida de cada ser humano y en la realidad de la comunión de los santos, sostenido por el amor y por el trabajo (amore et labore) de los colaboradores, y apoyado por la oración y por la simpatía de muchísimas personas, creyentes y no creyentes. En esta luz hay que leer también la renuncia al pontificado, libre y sobre todo confiada en la providencia de Dios. Benedicto XVI sabe bien que el servicio papal, «por su naturaleza espiritual», puede ser llevado a cabo también «sufriendo y rezando», pero subraya que «en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la GIOVANNI MARIA VIAN director Carlo Di Cicco subdirector Marta Lago redactor jefe de la edición don Sergio Pellini S.D.B. director general vida de la fe», para un Papa «es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu», vigor que en él naturalmente va disminuyendo. En las palabras dirigidas a los cardenales, primero sorprendidos y después conmovidos, y con su decisión sin precedentes históricos comparables, Benedicto XVI demuestra una lucidez y una humildad que es ante todo, como explicó una vez, adhesión a la realidad, a la tierra (humus). Así, al no sentirse ya capaz de «ejercer bien» el ministerio que se le ha encomendado, ha anunciado su renuncia. Con una decisión humana y espiritualmente ejemplar, en la madurez plena de un pontificado que, desde su inicio y durante casi ocho años, día tras día, no ha dejado de sorprender y dejará una huella profunda en la historia. Esa historia que el Papa lee con confianza en el signo del futuro de Dios. Redacción via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano teléfono 39 06 698 99410 fax 39 06 698 81412 Servicio fotográfico [email protected] Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A System Comunicazione Pubblicitaria Via Monte Rosa 91, 20149 Milano [email protected] La ceremonia oficial para las canonizaciones Nuevos santos el 12 de mayo nuidad con sus 265 predecesores en la cátedra de Pedro, el humilde pescador de Galilea, hasta los grandes papas del siglo pasado, desde san Pío X al beato Juan Pablo II». El purpurado aseguró a Benedicto XVI que «antes del 28 de febrero, como usted ha dicho, día en que desea poner fin a su servicio pontifical llevado a cabo con tanto amor, con tanta humildad, antes del 28 de febrero podremos expresarle mejor nuestros sentimientos. Así harán muchos pastores y fieles diseminados por el mundo, así harán muchos hombres de buena voluntad, junto a las autoridades de tantos países». También se hizo referencia a los próximos compromisos del Pontífice. «Todavía este mes tendremos la alegría de oír su voz de pastor, ya el miércoles de Ceniza, después el jueves con el clero de Roma, en los Ángelus de estos domingos, en las audiencias de los miércoles. Así que habrá muchas ocasiones de oír aún su voz paterna». Su misión —concluyó— «continuará, sin embargo. Usted ha dicho que estará siempre cerca con su testimonio, con su oración. Ciertamente, las estrellas del cielo seguirán siempre brillando y así brillará siempre entre nosotros la estrella de su pontificado. Estamos cerca de usted, Padre Santo; bendíganos». «Permítame que le diga —añadió— en nombre de este cenáculo apostólico, del Colegio cardenalicio, en nombre de estos queridos colaboradores suyos, permita que le diga que le estamos más cerca que nunca, como lo hemos estado en estos luminosos ocho años de su pontificado». El cardenal recordó además que el 19 de abril de 2005, al término del domingo 17 de febrero de 2013, número 7 Benedicto XVI celebró en la mañana del lunes 11 de febrero, en el palacio apostólico, el Consistorio ordinario público para la canonización de los beatos Antonio Primaldo y compañeros, mártires; Laura de Santa Catalina de Siena Montoya y Upegui, fundadora de la congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena; y María Guadalupe García Zavala, cofundadora de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres. El Papa llegó hacia las 11 horas a la sala del Consistorio, donde estaban reunidos 51 cardenales, y ocupó su lugar en la Cátedra. Al comienzo de la celebración de la «Hora Sexta» introdujo brevemente los argumentos en cuestión. Fue seguido por el canto de los salmos 18B y 7 y finalizado con la proclamación de la Lectio brevis tomada de la carta de Santiago (1, 19B-20.26). Le correspondió entonces al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, la peroración de las tres causas de canonización. El Pontífice pidió a los cardenales —entre ellos Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio, y Tarcisio Bertone, secretario de Estado— y a los obispos presentes —entre ellos los arzobispos Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, y Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados— el parecer sobre las tres canonizaciones propuestas. Benedicto XVI, durante la Perpensio votorum de propositis Canonizationibus, dirigió a los presentes la pregunta ritual: «Cum autem de re maximi momenti agatur, antequam consilium certum et definitivum capiatur et statuantur dies quibus iidem Beati in Sanctorum album adscribantur, si quis vestrum opportunum exsistimet aliquid addere, fidenter manifestare velit quid sentiat», al final de la cual decidió inscribir en el libro de los santos a los beatos Primaldo y compañeros, y a las beatas Montoya y Upegui y García Zavala. La fecha establecida para la canonización es el 12 de mayo. Luego el Papa dirigió la oración por la Iglesia, invocando la presencia de la Trinidad en la vida del pueblo de Dios. La triple invocación terminó con el canto del Pater noster. El Pontífice finalmente impartió la bendición apostólica a los presentes. Después, el Maestro de las ceremonias litúrgicas pontificias, monseñor Guido Marini, invitó a monseñor Leonardo Sapienza, protonotario apostólico, a redactar el instrumento público ad perpetuam rei memoriam. Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00. Administración: 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164, e-mail: [email protected]. En México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios, 222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 5594 11 25, + 52 55 5518 40 99; e-mail: [email protected], [email protected]. En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax + 2324 428 102/432 412; e-mail: [email protected]. En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82; e-mail: [email protected]. número 7, domingo 17 de febrero de 2013 L’OSSERVATORE ROMANO Lectio divina de Benedicto XVI página 3 en el Pontificio Seminario Romano Mayor El futuro es de Dios «El árbol de la Iglesia no es un árbol moribundo, sino el árbol que crece siempre de nuevo». Benedicto XVI lanzó este mensaje de esperanza a los formadores y alumnos del Pontificio Seminario Romano Mayor, al que acudió en visita el viernes 8 de febrero, por la tarde, como es tradición en la fiesta de la Virgen de la Confianza. «Como cristianos tenemos el futuro: el futuro es nuestro, el futuro es de Dios», subrayó en la Lectio divina que pronunció, cuya traducción ofrecemos. Eminencia, queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio, queridos amigos: ser el griego de un pescador del Lago de Galilea. Y no sólo el lenguaje, la estructura de la lengua es óptima, sino también el pensamiento es ya bastante maduro, pues existen ya fórmulas concretas en la cuales se condensa la fe y la reflexión de la Iglesia. Por lo tanto, ellos dicen: se trata de un estado de desarrollo que no puede ser el de Pedro. ¿Cómo responder? Hay dos posiciones importantes: primero, Pedro mismo —es decir, la Carta— nos da una cla- Cada año es para mí una gran alegría estar aquí con vosotros, ver a tantos jóvenes que caminan hacia el sacerdocio, que están atentos a la voz del Señor, que quieren seguir esta voz y buscan el camino para servir al Señor en este tiempo nuestro. Hemos escuchado tres versículos de la Primera Carta de San Pedro (cf. 1, 3-5). Antes de entrar en este texto, me parece importante estar atentos precisamente al hecho de que es Pedro quien habla. Las dos primeras palabras de la Carta son «Petrus apostolus» (cf. v. 1): él habla, y habla a las Iglesias en Asia y llama a los fieles «elegidos y extranjeros en la diáspora» (ibidem). Reflexionemos un poco sobre esto. Es Pedro quien habla, y habla —como se escucha al final de la Carta— desde Roma, a la que ha llamado «Babilonia» (cf. 5, 13). Pedro habla: es casi una primera encíclica, con la cual el primer apóstol, vicario de Cristo, habla ve de por qué al final del Escrito dia la Iglesia de todos los tiempos. ce: «Os escribo por medio de SilvaPedro, apóstol. Habla entonces no —dia Silvano». Este por medio aquél que encontró en Cristo Jesús [dia] puede significar cosas diversas: al Mesías de Dios, que habló el pri- puede significar que él [Silvano] mero en nombre de la Iglesia futura: transporta, transmite; puede querer «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios decir que él ayudó en la redacción; vivo» (cf. Mt 16, 16). Habla aquél que él realmente era el escritor prácque nos ha introducido en esta fe. tico. En todo caso, podemos conHabla aquél a quien dijo el Señor: : cluir que la Carta misma nos indica «Te entrego las llaves del reino de que Pedro no escribió solo esta Carlos cielos» (cf. Jn 16, 19), a quien ta, sino que expresa la fe de una confió su rebaño después de la Re- Iglesia que ya está en camino de fe, surrección, diciénen una fe cada vez dole tres veces: más madura. No esPedro, al venir a «Apacienta mi rebacribe solo, como inño, mis ovejas» (cf. dividuo aislado, esRoma, va hacia la Jn 21, 15-17). Habla cribe con la ayuda Cruz; nos invita a también el hombre de la Iglesia, de las que cayó, que negó personas que ayuaceptar el aspecto a Jesús y que tuvo dan a profundizar la martiriológico del la gracia de contemfe, a entrar en la plar la mirada de profundidad de su cristianismo, que puede pensamiento, razoJesús, de ser tocado tener formas muy en su corazón y de nabilidad y profunhaber encontrado el didad. Y esto es distintas. Nadie puede perdón y una renomuy importante: no ser cristiano sin seguir vación de su misión. habla Pedro como Pero es sobre todo individuo, habla ex al Crucificado importante que este persona Ecclesiae, habla como hombre hombre, lleno de pasión, de deseo de Dios, de deseo de la Iglesia, ciertamente como perdel reino de Dios, del Mesías, que sona, con su responsabilidad persoeste hombre que encontró a Jesús, el nal, pero también como persona que Señor y el Mesías, es también el habla en nombre de la Iglesia: no hombre que pecó, que cayó, y sin sólo ideas privadas, no como un geembargo permaneció bajo la mirada nio del siglo XIX que quería expresar del Señor y así permaneció el res- sólo ideas personales, originales, que ponsable de la Iglesia de Dios, en- nadie habría podido decir antes. No. cargado por Cristo, portador de su No habla como genio individualista, amor. sino que habla precisamente en la Habla Pedro el apóstol, pero los comunión de la Iglesia. En el Apoexegetas nos dicen: no es posible calipsis, en la visión inicial de Cristo que esta carta sea de Pedro, porque se dice que la voz de Cristo es la el griego es tan bueno que no puede voz de muchas aguas (cf. Ap 1, 15). Esto quiere decir: la voz de Cristo reune todas las aguas del mundo, lleva en sí todas las aguas vivas que dan vida al mundo. Es Persona, pero precisamente ésta es la grandeza del Señor, que lleva en sí todo el río del Antiguo Testamento, es más, de la sabiduría de los pueblos. Y cuanto se dice aquí sobre el Señor vale, en otro modo, también para el apóstol, que no quiere decir sólo una palabra suya, sino que lleva en sí realmente las aguas de la fe, las aguas de toda la Iglesia; y justamente de este modo da fertilidad, da fecundidad, y precisamente así es un testigo personal que se abre al Señor, y se convierte en alguien abierto y amplio. Por lo tanto, esto es importante. Luego me parece también importante que en esta conclusión de la Carta se nombren a Silvano y a Marcos, dos personas que pertenecen también a las amistades de san Pablo. De este modo, a través de esa conclusión, los mundos de san Pedro y de san Pablo van juntos: no es una teología exclusivamente petrina contra una teología paulina, sino que es una teología de la Iglesia, de la fe de la Iglesia, donde —ciertamente— hay diversidad de temperamento, de pensamiento, de estilo al hablar entre Pablo y Pedro. Es un bien, también hoy, que existan tales diversidades, diversos carismas, diversos temperamentos, que sin emSIGUE EN LA PÁGINA 4 Es Pedro quien habla GIOVANNI MARIA VIAN na vez más Benedicto XVI, improvisando durante casi media hora, ha hablado del ser cristianos. El punto de partida fue el comienzo de la primera carta de Pedro, «casi una primera encíclica», texto sobre el que el obispo de Roma reflexionó ante sus seminaristas. Según la praxis antigua de la meditación sobre la Escritura inspirada por Dios (lectio divina) y con palabras que tocan el corazón e interpelan la razón. Y gracias a una reflexión riquísima e impresionante sobre el destino de quien está llamado a presidir la comunión católica, pero también de la Iglesia y de cada cristiano. Quien habla es Pedro, el primero de los apóstoles, que reconoció en el maestro de Nazaret al ungido de Dios, al Cristo. Así que un hombre lleno del «deseo de Dios», pero también pecador. Como siempre, y como antiguo profesor habituado a afrontar cualquier dificultad, el Papa no ignoró las objeciones sobre la autenticidad del texto. Con finura y plena plausibilidad histórica las resolvió subrayando que la carta expresa la fe de la Iglesia, porque en nombre de ella (ex persona ecclesiae) el autor dicta sus palabras, y no —añadió con un punto de ironía— como un genio del siglo XIX . En el centro de la meditación del sucesor de Pedro está la Iglesia de Cristo. Y precisamente el camino del apóstol de Jerusalén a Ro- U ma muestra su destino y el de la comunidad cristiana, en todo tiempo. Destino que desde siempre ha comprendido el martirio, el cual —observó significativamente Benedicto XVI— «puede tener formas muy distintas», en un grupo que hoy es el más perseguido, pues no es conformista. Una minoría con una «gran historia» y que sin embargo lleva en sí el destino de la dispersión en este mundo, del ser siempre extranjeros. Con lenguaje bíblico y como un antiguo autor, el Papa supo describir con imágenes sugestivas y auténticas «el árbol de la Iglesia», que no está moribundo, sino que «crece siempre de nuevo». De hecho Benedicto XVI sabe —muchas veces lo ha dicho y lo experimenta, como cada cristiano— que «la Iglesia muere a causa de los pecados de los hombres», pero al mismo tiempo es «el árbol de Dios» y porta en ella la verdadera herencia que permanece. Por esto el Papa ha repetido con fuerza la palabra de Juan XXIII, medio siglo después de la apertura del concilio y desmintiendo otra vez a quien se obstina en tacharlo de pesimista: no hay que dejarse impresionar por los «profetas de desventuras», porque la Iglesia no muere, sino que siempre se renueva y renace (semper reformanda). En un proceso de purificación que desea la curación y mira hacia el futuro de Dios. página 4 L’OSSERVATORE ROMANO El futuro es de Dios VIENE DE LA PÁGINA 3 aspecto martiriológico del cristianismo, que puede tener formas muy distintas. Y la cruz puede tener formas muy distintas, pero nadie puede ser cristiano sin seguir al Crucificado, sin aceptar incluso el momento martiriológico. Después de estas palabras sobre el remitente, unas breves palabras también sobre las personas a las cuales escribió. He dicho ya que san Pedro define a aquellos a quienes escribe con las palabras «eklektois parepidemois», «a los elegidos que son extranjeros en la diáspora» (cf. 1 P 1, 1). Tenemos nuevamente esta paradoja de gloria y cruz: elegidos, pero dispersos y extranjeros. Elegidos: este era el título de gloria de Israel: nosotros somos los elegidos, Dios eligió a este pequeño pueblo no por- bargo no son contrastantes y se unen en la fe común. Quisiera decir otra cosa: san Pedro escribe desde Roma. Es importante: aquí ya tenemos al Obispo de Roma, tenemos el inicio de la sucesión, tenemos ya el inicio del primado concreto situado en Roma, no sólo entregado por el Señor, sino ubicado aquí, en esta ciudad, en esta capital del mundo. ¿Cómo llegó Pedro a Roma? Esta es una pregunta seria. Los Hechos de los Apóstoles nos relatan que, tras la fuga de la cárcel de Herodes, fue a otro lugar (cf. 12, 17) —eis eteron topon—, no se sabe a qué otro lugar; algunos dicen Antioquía, otros dicen Roma. En todo caso, en este capítulo, se dice también que, antes de huir, confió la Iglesia judeo-cristiana, la Iglesia de Jerusalén, a Santiago; y, confiándola a Santiago, él permanece sin embargo Primado de la Iglesia universal, de la Iglesia de los paganos, pero también de la Iglesia judeo-cristiana. Y aquí en Roma encontró una gran comunidad judeo-cristiana. Los liturgistas nos dicen que en el Canon romano hay rastros de un lenguaje típicamente judeo-cristiano. De este modo vemos que en Roma se encuentran ambas partes de la Iglesia: la judeo-cristiana y la pagano-cristiana, unidas, expresión de la Iglesia universal. Para Pedro, ciertamente, el paso de Jesu- que somos grandes —dice el Deuteroralén a Roma es el paso a la univer- nomio— sino porque Él nos ama (cf. salidad de la Iglesia, el paso a la 7, 7-8). Somos elegidos: esto, ahora Iglesia de los paganos y de todos los san Pedro lo traslada a todos los tiempos, a la Iglesia siempre tam- bautizados, y el contenido propio de bién de los judíos. Y pienso que, vi- los primeros capítulos de su Primera niendo a Roma, san Pedro no sólo Carta es que los bautizados entran pensó en este paso: Jerusalén/Roma, en los privilegios de Israel, son el Iglesia judeo-cristiana/Iglesia univer- nuevo Israel. Elegidos: me parece sal. Ciertamente se acordó también que vale la pena reflexionar sobre de las últimas palabras de Jesús diri- esta palabra. Somos elegidos. Dios gidas a él, recogidas por san Juan: «Al fiEstar contentos porque Dios nos ha nal, tú irás adonde no quieras ir. Te ceñirán, elegido, nos ha amado, no es triunfalismo, extenderán tus manos» es gratitud. «Elegidos» es una palabra (cf. Jn 21, 18). Es una profecía de la crucifide privilegio y de humildad a la vez xión. Los filólogos nos muestran que es una expresión precisa, técnica, este «ex- nos conoce desde siempre, antes de tender las manos», para la crucifi- nuestro nacimiento, de nuestra conxión. San Pedro sabía que su final cepción; Dios me quiso cristiano, casería el martirio, que habría sido la tólico, me quiso sacerdote. Dios ha cruz. Y así, se encontrará en el com- pensado en mí, me ha buscado a mí pleto seguimiento de Cristo. Por lo entre millones, entre muchos, me ha tanto, al venir a Roma fue cierta- visto y ha elegido, no por mis mérimente también al martirio: en Babi- tos que no existían, sino por su bonlonia lo esperaba el martirio. Por lo dad. Ha querido que yo sea portatanto, el primado tiene este conteni- dor de su elección, que es siempre do de la universalidad, pero también también misión, sobre todo misión, un contenido martiriológico. Desde y responsabilidad por los demás. el comienzo, Roma es también lugar Elegidos: debemos estar agradecidos del martirio. Pedro, al venir a Roma, y alegres por este hecho. Dios ha acepta de nuevo esta palabra del Se- pensado en mí, me ha elegido como ñor: va hacia la Cruz; y nos invita a católico, a mí como portador de su que también nosotros aceptemos el Evangelio, como sacerdote. Me pare- domingo 17 de febrero de 2013, número 7 responsables de los demás y, precisamente así, dando fuerza al bien en nuestro mundo. Llegamos finalmente a los tres versículos de hoy. Quisiera sólo subrayar, o digamos interpretar un poco, por lo que puedo, tres palabras: la palabra regenerados, la palabra herencia y la palabra custodiados por la fe. Regenerados —anaghennesas, dice el texto griego— quiere decir: ser cristiano no es simplemente una decisión de mi voluntad, una idea mía; yo veo un grupo que me gusta, me hago miembro de este grupo, comparto sus objetivos, etc. No: ser cristiano no es entrar en un grupo para hacer algo, no es un acto sólo de mi voluntad, no primariamente de mi voluntad, de mi razón: es un acto de Dios. Regenerado no concierne sólo al ámbito de la voluntad, del pensar, sino del ser. He renacido: esto quiere decir que llegar a ser cristiano es sobre todo pasivo; yo no puedo hacer- ce que vale la pena reflexionar muchas veces sobre esto, y volver a entrar en este hecho de su elección: me eligió, me quiso; ahora yo respondo. Tal vez hoy nos tienta decir: no queremos estar contentos por haber sido elegidos, sería triunfalismo. Triunfalismo sería si nosotros pensáramos que Dios me eligió porque soy grande. Esto sería realmente triunfalismo equivocado. Pero estar contentos porque Dios me ha querido no es triunfalismo, es gratitud. Pienso que debemos volver a aprender esta alegría: Dios ha querido que yo nazca así, en una familia católica, que haya conocido desde el comienzo a Jesús. ¡Qué gran don ser amado por Dios, de tal modo que he podido conocer su rostro, he podido conocer a Jesucristo, el rostro humano de Dios, la historia humana de Dios en esEl futuro es realmente de Dios: es la gran te mundo! Estar alegres porque me ha elecerteza de nuestra vida, el verdadero gido para ser católico, optimismo. La Iglesia es el árbol de Dios para estar en esta Iglesia suya, donde subsistit que vive eternamente y lleva la auténtica Ecclesia unica; debemos herencia: la vida eterna estar alegres porque Dios me ha dado esta gracia, esta belleza de conocer la me cristiano, sino que me hacen renaplenitud de la verdad de Dios, la cer, el Señor me rehace en la profunalegría de su amor. didad de mi ser. Y yo entro en este Elegidos: una palabra de privilegio proceso del renacer, me dejo transfory de humildad al mismo tiempo. Pe- mar, renovar, regenerar. Esto me paro «elegidos» —como decía— está rece muy importante: como cristiano acompañado de «parapidemois», dis- no me hago sólo una idea mía que persos, extranjeros. Como cristianos comparto con otros, y si dejan de estamos dispersos y somos extranje- gustarme puedo salir. No: concierne ros: vemos que hoy en el mundo los precisamente a la profundidad del cristianos son el grupo más perse- ser, es decir, llegar a ser cristiano coguido porque no son conformistas, mienza con una acción de Dios, soporque es un estímulo, porque están bre todo una acción suya, y yo me contra las tendencias del egoísmo, del dejo formar y transformar. materialismo, de todas estas cosas. Me parece que es materia de refleCiertamente los cristianos no son xión, precisamente en un año en el sólo extranjeros; somos también na- que reflexionamos sobre los Sacraciones cristianas, estamos orgullosos mentos de la iniciación cristiana, mede haber contribuido a la formación ditar esto: este pasivo y activo prode la cultura. Hay un sano patriotis- fundo del ser regenerado, del devenir mo, una sana alegría de pertenecer a de toda una vida cristiana, del dejaruna nación que tiene una gran histo- me transformar por su Palabra, por ria de cultura, de fe. Pero, como la comunión de la Iglesia, por la vicristianos, somos también siempre da de la Iglesia, por los signos con extranjeros, —la historia de Abrahán, los que el Señor trabaja en mí, trabadescrita en la Carta a los Hebreos. ja conmigo y para mí. Y renacer, ser Somos, como cristianos, precisamen- regenerados, indica también que ente hoy, siempre también extranjeros. tro en una nueva familia: Dios, mi En los lugares de trabajo los cristia- Padre; la Iglesia, mi Madre; los denos son una minoría, se encuentran más cristianos, mis hermanos y heren una situación de extrañeza; asom- manas. Ser regenerados, dejarse regebra que uno hoy pueda aún creer y nerar implica, por lo tanto, dejarse vivir así. Esto pertenece también a voluntariamente introducir en esta nuestra vida: es la forma de ser con familia, vivir para Dios Padre y desCristo Crucificado; este ser extranje- de Dios Padre, vivir desde la comuros, viviendo no según el mundo en nión con Cristo su Hijo, que me reel que viven todos, sino viviendo —o genera mediante su Resurrección, cotratando al menos de vivir— según mo dice la Carta (cf. 1 P 1, 3), vivir su Palabra, en una gran diversidad con la Iglesia dejándome formar por respecto a lo que dicen todos. Y la Iglesia en muchos sentidos, en precisamente esto es característico tantos caminos, y estar abierto a mis para los cristianos. Todos dicen: hermanos, reconocer en los demás «Pero todos hacen así, ¿por qué yo realmente a mis hermanos, que junto no?». No, yo no, porque quiero vivir a mí son regenerados, transformados, según Dios. San Agustín dijo una renovados; uno lleva la responsabilivez: «Los cristianos son aquellos que dad por el otro. Una responsabilino tienen las raíces hacia abajo co- dad, por lo tanto, del Bautismo, que mo los árboles, sino que tienen las es un proceso de toda una vida. raíces hacia arriba, y viven esta graSegunda palabra: herencia. Es una vitación no en la gravitación natural palabra muy importante en el Antihacia abajo». Roguemos al Señor guo Testamento, donde se dice a para que nos ayude a aceptar esta Abrahán que su descendencia heremisión de vivir, en cierto sentido, co- dará la tierra. Y esta fue siempre la mo dispersos, como minoría; de viSIGUE EN LA PÁGINA 5 vir como extranjeros y ser incluso L’OSSERVATORE ROMANO número 7, domingo 17 de febrero de 2013 El Ángelus de Benedicto XVI página 5 en la plaza de San Pedro Confiaron en Jesús «La debilidad humana no debe causar miedo si Dios llama». Fueron palabras del Papa al introducir el Ángelus del domingo 10 de febrero en la plaza de San Pedro. Queridos hermanos y hermanas: En la liturgia de hoy, el Evangelio según san Lucas presenta el relato de la llamada de los primeros discípulos, con una versión original respecto a los otros dos sinópticos: Mateo y Marcos (cf. Mt 4, 18-22; Mc 1, 16-20). La llamada, en efecto, está precedida por la enseñanza de Jesús a la multitud y por una pesca milagrosa, realizada por voluntad del Señor (Lc 5, 1-6). De hecho, mientras la muchedumbre se agolpa en la orilla del lago de Genesaret para escuchar a Jesús, Él ve a Simón desanimado por no haber pescado nada durante toda la noche. En primer lugar le pregunta si puede subir a la barca para predicar a la gente, ya que estaba a poca distancia de la orilla. Después, terminada la predicación, le pide que se dirija mar adentro con sus compañeros y que eche las redes (cf. v. 5). Simón obedece, y pescan una cantidad increíble de peces. De este modo, el evangelista hace ver que los primeros discípulos siguieron a Jesús confiando en Él, apoyándose en su Palabra, acompañada también por signos prodigiosos. Observamos que, antes de este signo, Simón se dirige a Jesús llamándole «Maestro» (v. 5), y después le llama «Señor» (v. 7). Es la pedagogía de la llamada de Dios, que no mira tanto la calidad de los elegidos, sino su fe, como la de Simón que dice: «Por tu palabra, echaré las redes» (v. 5). La imagen de la pesca remite a la misión de la Iglesia. Comenta al res- pecto san Agustín: «Dos veces los discípulos se pusieron a pescar por orden del Señor: una vez antes de la pasión y otra después de la resurrección. En las dos pescas está representada toda la Iglesia: la Iglesia como es ahora y como será después de la resurrección de los muertos. Ahora acoge a una multitud imposible de enumerar, que comprende a los buenos y a los malos; después de la resurrección comprenderá sólo a los buenos» (Discurso 248, 1). La experiencia de Pedro, ciertamente singular, también es representativa de la llamada de todo apóstol del Evangelio, que jamás debe desanimarse al anunciar a Cristo a todos los hombres, hasta los confines del mundo. Sin embargo, el texto de hoy hace reflexionar sobre la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada. La vocación es obra de Dios. El hombre no es autor de su propia vocación, sino que da respuesta a la propuesta divina; y la debilidad humana no debe causar miedo si Dios llama. Es necesario tener confianza en su fuerza que actúa precisamente en nuestra pobreza; es necesario confiar cada vez más en el poder de su misericordia, que transforma y renueva. Queridos hermanos y hermanas, que esta Palabra de Dios reavive también en nosotros y en nuestras comunidades cristianas la valentía, la confianza y el impulso para anunciar y testimoniar el Evangelio. Que los fracasos y las dificultades no induzcan al desánimo: a nosotros nos corresponde echar las redes con fe, el Señor hace el resto. Confiamos también en la intercesión de la Virgen María, Reina de los Apóstoles. Ella, bien consciente de su pequeñez, respondió a la llamada del Señor con total entrega: «Heme aquí». Con su ayuda materna, renovemos nuestra disponibilidad a seguir a Jesús, Maestro y Señor. Al término de la oración, el Pontífice felicitó el año nuevo lunar a los pueblos del Lejano Oriente y recordó la Jornada mundial del enfermo. Hoy, varios pueblos del Lejano Oriente festejan el año nuevo lunar. Paz, armonía y acción de gracias al Cielo son los valores universales que se celebran en esta feliz circunstancia y todos los desean para construir la propia familia, la sociedad y la nación. Deseo que se puedan realizar para esos pueblos las aspiraciones de una vida feliz y próspera. Envío un saludo especial a los católicos de esos países, a fin de que en este Año de la fe se dejen guiar por la sabiduría de Cristo. Mañana, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes, tendrá lugar la Jornada mundial del enfermo. La celebración solemne será en el santuario mariano de Altötting, en Baviera. Con la oración y el afecto estoy cerca de todos los enfermos y me uno espiritualmente a quienes se reunirán en el santuario, particularmente querido por mí. (italiano) La Jornada mundial del enfermo que se celebra mañana, nos invita a estar cerca de las personas que sufren. Que con el afecto y el apoyo que les damos puedan encontrar la esperanza y la confianza en Dios que les ama. Jesús nos ha pedido visitar a los enfermos, aprovechemos el Año de la fe para profundizar en el verdadero sentido de este gesto que no separa la fe de la caridad. Que la Virgen María, Nuestra Señora de Lourdes, nos acompañe durante la Cuaresma que está a punto de comenzar. (francés). Desde aquí dirijo mi saludo particularmente a todos los enfermos y a todos los que mañana se reunirán en oración en Altötting con ocasión de la Jornada mundial del enfermo. Esta Jornada se celebra cada año el 11 de febrero en la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. En Lourdes, la Virgen se le apareció a la humilde joven Bernadette Soubirous y le indicó la fuente en donde numerosos enfermos han sido curados. María quiere estar cerca de los pobres, enfermos y necesitados de todos los tiempos; y quiere recorrer con ellos el camino hacia Cristo que es la fuente de la vida. Para vosotros y vuestros seres queridos, en especial para los enfermos, imploro la intercesión de María salud de los enfermos y madre del consuelo. ¡Que Dios os bendiga a todos! (alemán). El Papa al Pontificio Seminario Romano Mayor VIENE DE LA PÁGINA 4 promesa para los suyos: Vosotros tendréis la tierra, seréis herederos de la tierra. En el Nuevo Testamento, esta palabra se convierte en una palabra para nosotros: nosotros somos herederos, no de un determinado país, sino de la tierra de Dios, del futuro de Dios. Herencia es una cosa del futuro, y así esta palabra dice sobre todo que como cristianos tenemos el futuro: el futuro es nuestro, el futuro es de Dios. Y así, siendo cristianos, sabemos que el futuro es nuestro y el árbol de la Iglesia no es un árbol moribundo, sino el árbol que crece siempre de nuevo. Por lo tanto, tenemos motivo para no dejarnos persuadir —como dijo el Papa Juan XXIII— por los profetas de desventuras, que dicen: la Iglesia, bien, es un árbol nacido del grano de mostaza, creció en dos milenios, ahora tiene el tiempo tras de sí, ahora es el tiempo en el cual muere. No. La Iglesia se renueva siempre, renace siempre. El futuro es nuestro. Naturalmente, existe un falso optimismo y un falso pesimismo. Un falso pesimismo que dice: el tiempo del cristianismo se acabó. No: ¡comienza de nuevo! El falso optimismo era el posterior al Concilio, cuando los conventos cerraban, los seminarios cerraban, y decían: pero... nada, está todo bien... ¡No! No está todo bien. Hay también caídas graves, peligrosas, y debemos reconocer con sano realismo que así no funciona, no funciona donde se hacen cosas equivocadas. Pero tam- bién debemos estar seguros, al mismo tiempo, de que si aquí y allá la Iglesia muere por causa de los pecados de los hombres, por causa de su falta de fe, al mismo tiempo, nace de nuevo. El futuro es realmente de Dios: esta es la gran certeza de nuestra vida, el grande y verdadero optimismo que conocemos. La Iglesia es el árbol de Dios que vive eternamente y lleva en sí la eternidad y la verdadera herencia: la vida eterna. Y, finalmente, custodiados por la fe. El texto del Nuevo Testamento, de la Carta de San Pedro, usa aquí una palabra rara, phrouroumenoi, que quiere decir: están «los vigilantes», y la fe es como «el vigilante» que custodia la integridad de mi ser, de mi fe. Esta palabra interpreta sobre todo a los «vigilantes» de las puertas de una ciudad, donde ellos están y custodian la ciudad, a fin de que no la invadan los poderes de destrucción. Así la fe es «vigilante» de mi ser, de mi vida, de mi herencia. Debemos estar agradecidos por esta vigilancia de la fe que nos protege, nos ayuda, nos guía, nos da la seguridad: Dios no me deja caer de sus manos. Custodiados por la fe: así concluyo. Hablando de la fe pienso siempre en aquella mujer siro-fenicia enferma, que, en medio de la multitud, logra llegar a Jesús, lo toca para ser sanada, y es curada. El Señor dice: «¿Quién me ha tocado?». Le dicen: «Pero Señor, todos te tocan, ¿cómo puedes preguntar: quién me ha tocado?» (cf. Mc 7, 2430). Pero el Señor sabe: existe un modo de tocarlo, superficial, exterior, que no tiene realmente nada que ver con un verdadero encuentro con Él. Y existe un modo de tocarlo profundamente. Y esta mujer le tocó verdaderamente: le tocó no sólo con la mano, sino con su corazón, y así recibió la fuerza sanadora de Cristo, tocándolo realmente desde dentro, desde la fe. Esta es la fe: tocar a Cristo con la mano de la fe, con nuestro corazón, y así entrar en la fuerza de su vida, en la fuerza sanadora del Señor. Pidamos al Señor que podamos tocarle cada vez más de este modo para ser sanados. Pidamos que no nos deje caer, que también ella nos tome siempre de la mano y, de este modo, nos custodie para la verdadera vida. Gracias. L’OSSERVATORE ROMANO página 6 domingo 17 de febrero de 2013, número 7 Cuando un Papa ha renunciado (o ha tenido que renunciar) a su ministerio Descendieron del solio de Pedro a respuesta de Benedicto XVI en el libro-entrevista Luz del mundo había sido explícita. A la pregunta del periodista Peter Seewald («Por tanto, ¿puede pensarse en una situación en la que usted considere apropiada una renuncia del Papa?») había respondido: «Sí. Si el Papa llega reconocer con claridad que física, psíquica y mentalmente no puede ya con el encargo de su oficio, tiene el derecho y, en ciertas circunstancias, también el deber de renunciar». En verdad, la reconstrucción histórica de los casos en los que se ha interrumpido un pontificado antes de la muerte del Papa nos remite a poquísimas figuras y en ningún caso a una situación como la que se ha verificado con la decisión de Benedicto XVI. En los albores de la Iglesia, cuando aún la predicación de los apóstoles era realidad viva y recordada por testimonio directo, encontramos la figura del Papa Clemente: en la lista de los obispos de Roma elaborada por Ireneo de Lyon está indicado como tercer sucesor de Pedro después de Lino y Anacleto. Las fuentes no son unívocas al reconstruir una fecha exacta de su pontificado: según Eusebio de Cesarea, habría sucedido a Anacleto en el año duodécimo de Domiciano, es decir, el año 92 (Historia Ecclesiastica, III, 15). Pero Jerónimo refiere, además de esta, la tradición que consideraba a Clemente como sucesor inmediato de Pedro. Epifanio de Salamis se preguntaba cómo podía ser que un contemporáneo de los apóstoles le hubiera sucedido sólo más tarde en el episcopado romano, y supone que los apóstoles podían haber ordenado a quienes les sustituyeran en el gobierno de la Iglesia romana mientras ellos estaban empeñados en el ministerio apostólico. Epifanio imagina, basándose en la carta de la Iglesia de los Romanos a la de los Corintios (cf. 54, 2) —tradicionalmente atribuida a Clemente, aunque en realidad el hecho no está documentado, y en la cual se exhorta a los más generosos a alejarse antes que suscitar sediciones, divisiones y discordias—, que en este pasaje se refleja una situación personal del autor, quien, para no crear problemas en el seno de la comunidad, se habría abstenido de ejercer las funciones episcopales hasta que no se vio obligado por la muerte de Pedro, de Lino y de Cleto. Pero nos hallamos en un ámbito en el que el condicional es obligatorio, y las noticias carecen del necesario fundamento histórico. También porque —es la orientación de los estudios actuales— al menos hasta el siglo II la guía de la Iglesia de Roma parece tener como protagonista un colegio de presbíteros más bien que una figura prevalente. De Clemente se pasa a Ponciano. Décimo octavo obispo de la Iglesia de Roma, la fecha de comienzo de su episcopado se fija, por conjetura, en el 230. La fuente más atendible, el Catálogo liberiano, establece que su ministerio duró cinco años, dos meses y siete días. En 235 Ponciano fue L deportado a Cerdeña junto con el presbítero Hipólito. La dureza de la medida se deduce de la especificación del texto: in insula nociva, fórmula que probablemente describe el clima insalubre y la condena a trabajos forzados en una mina. El Catálogo recuerda, pues, la fecha de la renuncia del Papa Ponciano a su car- El último por orden cronológico fue Gregorio XII Cuyo gesto, a petición del concilio de Constanza, condujo a la solución del gran cisma de Occidente go, renuncia expresada con el término técnico discinctus est (cf. Thesaurus linguae latinae, V, 1, Lipsiae 190934, col. 1316), que tuvo lugar en Cerdeña (in eadem insula) el 28 de septiembre, y la ordenación, como sucesor, de Antero, el 21 de noviembre. Ponciano, como supone la Enciclopedia de los Papas, «podría haber sido impulsado por un admirable realismo, habiendo dado por cierto que no habría salido vivo de la deportación, y que la ausencia de un pastor habría perjudicado a la grey. Pero algunas circunstancias particulares podrían haberlo inducido a un gesto de fuerte significado simbólico. Si el presbítero Hipólito, exiliado con él, identificable o no con el autor del Èlenchos, hubiera sido el jefe espiritual de una comunidad romana disidente con la orientación mayoritaria representada en aquel momento por Ponciano, el gesto de este último cobraría ulterior valor, porque tendía a favorecer o establecer una reconciliación. Y si quisiéramos ir más allá del campo de la conjetura, la elección de Antero en Roma, un griego de origen oriental, como debería haber sido Hipólito, tendría el sabor de una ulterior apertura a la reunión de los diversos componentes de la comunidad romana». Con un salto de cerca de tres siglos se llega al Papa Silverio. En el momento de la muerte de su padre (el Papa Hormisdas) en 523, compuso su epitafio, hoy perdido, en el que celebraba los intentos de reconciliación con Oriente y el retorno de África a la libertad. No se sabe si en aquel tiempo Silverio ya había entra- La breve aparición de Celestino V Es la figura más conocida también a causa de la celebérrima cita dantesca («aquel que hizo por pusilanimidad el gran rechazo»), por lo demás de interpretación incierta. Pedro del Morrone, el futuro Celestino V, nació en 1209 o a comienzos de 1210: la fuente más segura a este propósito, la Vita Coelestini (publicada en los «Analecta Bollandiana», 16, 1897), indica que tenía ochenta y siete años en el momento de su muerte, ocurrida el 19 de mayo de 1296. Era originario del condado de Molise, que entonces era una provincia del reino de Sicilia. Fue canonizado el 5 de mayo de 1313 por Clemente V; su memoria litúrgica se celebra el 19 de mayo. Pedro fue elegido Papa en 1294; el 11 de julio se le mandó una embajada a Sulmona. El 18 de julio recibió en su celda a los emisarios del Colegio cardenalicio y al cardenal Pedro Colonna; Carlos II llegó a Sulmona el 21 de julio para rendir homenaje al recién elegido, y desde aquel momento ya no se alejó del nuevo Pontífice. El soberano enseguida dio orden de preparar la coronación de Celestino en L’Aquila, ciudad que formaba parte de sus dominios. El 28 de Relicario del Papa Celestino V julio, sobre el lomo de un (siglo XVIII), Santa Maria di Collemaggio, asno, el Papa ingresó en la L'Aquila (Italia) ciudad, pero comenzó a pensar en su renuncia inmediatamente después de su llegada a Nápoles, en noviembre de 1294. «En el gran drama entre Ecclesia spiritualis y Ecclesia carnalis —escribe Arsenio Frugoni hablando de la enigmática figura del ermitaño abruzo—, Celestino V es una breve aparición, pero tan reveladora que es casi su símbolo. Pero su personalidad mantiene una indeterminación que ni los antiguos biógrafos ni los estudiosos más recientes han podido remover eficazmente, para captar rasgos individuales y concretos». do en el clero, puesto que la inscripción no tiene ningún título, pero se sabe que cuando murió el Papa Agapito, en Constantinopla, el 22 de abril de 536, era subdiácono de la Iglesia de Roma. Su candidatura al solio pontificio, impuesta por el rey Teodato, según el cronista del Liber pontificalis, suscitó un difundido malhumor entre el clero, como reacción al rango modesto del candidato en la jerarquía eclesiástica. Era la primera vez que un subdiácono accedía al pontificado. Silverio se empeñó en la lucha contra los monofisitas en el concilio que se celebró del 2 al 4 de junio de 536, durante el cual se condenó en contumacia a Antimo, que fue depuesto de su sede de Trebisonda. Esta política de represión del monofisismo irritó a la emperatriz Teodora, que decidió arruinar a Silverio, mandándole una carta al general Belisario en la cual le intimaba a deponer al Papa. Belisario obedeció, convocando a los presbíteros, a los diáconos y a todo el clero para que eligieran a Vigilio, que fue consagrado el 29 de marzo de 537, aunque el Liber pontificalis lo designa como diácono hasta la muerte de su predecesor. Según la misma fuente, Silverio fue confinado en la isla de Palmarola, una de las Pontinas, y reducido al estado monástico. Liberato en cambio habla de un primer exilio en Patara, en Licia, mostrando una relativa concordancia con Procopio, que refiere que Belisario mandó al Papa acusado de traición «a Grecia». En una época muy diferente se encuadra Benedicto IX, en el siglo Teofilacto de los condes de Túsculo, reinante entre octubre de 1032 y septiembre de 1044. Le tocó representar el signo de la absoluta mundanización e instrumentalización del poder papal. En su compleja historia, el Pontífice fue expulsado de Roma, donde volvió antes de ser derrotado definitivamente. Aunque es incierta la fecha de su nacimiento y la exacta posición de su ascendencia, de todos modos se puede decir que no era un muchacho en el momento de su elección, como se sostuvo durante mucho tiempo. Los Anales romanos afirman que en 1044 estalló en Roma una revuelta contra el Papa, que fue expulsado. Inmediatamente después fue elegido el obispo de Sabina, Juan, quien tomó el nombre de Silvestre III; este, a su vez, después de cuarenta y nueve días fue removido por Benedicto IX, que volvió al solio pontificio. En su cargo Benedicto IX permaneció desde el 10 de marzo hasta el 1 de mayo de 1045, cuando lo cedió a Juan Graciano, que se convirtió en Pontífice con el nombre de Gregorio VI. La sucesión se había hecho con un mecanismo usual, considerados los tiempos: el de la adquisición con dinero. Tampoco el nuevo Papa permaneció mucho tiempo en el solio: llegado a Italia en el otoño de 1046, Enrique III reunió un concilio en Sutri, SIGUE EN LA PÁGINA 7 número 7, domingo 17 de febrero de 2013 L’OSSERVATORE ROMANO página 7 Caminos nuevos CARLO DI CICCO a mejor y más transparente comprensión de la Iglesia de Benedicto XVI sucede en el momento de máximo estupor y desconcierto de todos: cuando el Papa ha decidido dejar el pontificado y retirarse a orar. Su ponderada y libre decisión —como ocurre en todas las que abren caminos nuevos en la historia—, objeto de atención y comentarios apasionados y variados en el mundo entero, sella la coherencia entre doctrina y práctica cristiana del actual Pontífice. La Iglesia de Benedicto XVI es una Iglesia de la fe cristiana. No fe genérica ni abstracta o ideológica, sino en una persona concreta e histórica, Jesús de Nazaret, a quien se decide seguir libremente. Él permanece como la síntesis perfecta del amor de Dios por el hombre que los creyentes deben traducir en el amor real, concreto por el prójimo. Esta línea explica Ratzinger en su continuidad de pensamiento y acción: como teólogo, obispo, cardenal y Papa. Fue una sorpresa en su elección cuando, inspirándose en el padre del monaquismo en Occidente, eligió el nombre de Benedicto para relanzar la actualidad de su regla de vida centrada en el principio de que nada debe anteponerse a Cristo. Como Papa, Ratzinger siempre ha difundido y alentado esta regla como referencia primaria de cada cristiano en cualquier nivel de responsabilidad. Y a la luz de esta norma se definió inmediatamente después de la elección como un humilde trabajador en la viña del Señor. Benedicto sorprendió de nuevo con su primera encíclica dedicada al amor de Dios, considerado, con el amor al prójimo, como el distintivo de cuantos creen en el Evangelio. Muchas más han sido las sorpresas de la acción a contracorriente de este Pontífice hasta la última: salir de escena con desconcertante dignidad y naturalidad, consciente de que la barca de Pedro está guiada ante todo por el Espíritu de Dios. De ser maestro de la fe ha pasado así a ser testigo de la credibilidad de las promesas de Dios al que merece dedicar la vida entera. La herencia de Benedicto XVI es grande ya ahora. Pero decantada en el tiempo se verá aún más preciosa y entendida de lo que es hasta ahora. Intentar explicarla arrojándola en medio de oscuras maniobras de las que defenderse sería perjudicar la transparencia intelectual del Papa. Igual que no percibe la alta señal de su gesto quien piensa en su renuncia como en una evasión de la responsabilidad. Los momentos difíciles de la Iglesia, que no han faltado ni siquiera en sus ocho años de pontificado, los ha afrontado y superado con plena confianza en Dios y llevando hacia la solución cuestiones antiguas recibidas en herencia. La renuncia de Benedicto XVI sucede en el Año de la fe y en el cincuentenario del inicio del Concilio Vaticano II. No es una coincidencia casual, sino un signo de los tiempos, que el Pontífice ha leído para el bien de la Iglesia. Joseph Ratzinger como joven teólogo dio mucho a la consecución del Concilio contribuyendo a elaborar importantes textos de la histórica asamblea. A continuación se prodigó de toda manera para recomponer los conflictos encendidos en torno a la interpretación del acontecimiento conciliar, planteando como Papa el camino de la reforma de la Iglesia. El Concilio no pretendió cambiar la fe cristiana, sino repensarla en un lenguaje actualizado y comprensible en el mundo de hoy. El Papa Benedicto lo ha hecho con tolerancia, sencillez y coherencia recurriendo incluso a las técnicas de comunicación más innovadoras para anunciar a Jesucristo a todos —recuérdese el Atrio de los gentiles— y en particular a las nuevas generaciones. Le ha importado mucho el futuro de la fe cristiana sobre la tierra y por esto ha creído necesario dar un paso que cambiará muchas cosas. L La declaración pronunciada por el Pontífice en latín Fratres carissimi Non solum propter tres canonizationes ad hoc Consistorium vos convocavi, sed etiam ut vobis decisionem magni momenti pro Ecclesiae vita communicem. Conscientia mea iterum atque iterum coram Deo explorata ad cognitionem certam perveni vires meas ingravescente aetate non iam aptas esse ad munus Petrinum aeque administrandum. Bene conscius sum hoc munus secundum suam essentiam spiritualem non solum agendo et loquendo exsequi debere, sed non minus patiendo et orando. Attamen in mundo nostri temporis rapidis mutationibus subiecto et quaestionibus magni ponderis pro vita fidei perturbato ad navem Sancti Petri gubernandam et ad annuntiandum Evangelium etiam vigor quidam corporis et animae necessarius est, qui ultimis mensibus in me modo tali minuitur, ut incapacitatem meam ad ministerium mihi commissum bene administrandum agnoscere debeam. Quapropter bene conscius ponderis huius actus plena libertate declaro me ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, mihi per manus Cardinalium die 19 aprilis MMV commisso renuntiare ita ut a die 28 februarii MMXIII, hora 20, sedes Romae, sedes Sancti Petri vacet et Conclave ad eligendum novum Summum Pontificem ab his quibus competit convocandum esse. Fratres carissimi, ex toto corde gratias ago vobis pro omni amore et labore, quo mecum pondus ministerii mei portastis et veniam peto pro omnibus defectibus meis. Nunc autem Sanctam Dei Ecclesiam curae Summi eius Pastoris, Domini nostri Iesu Christi confidimus sanctamque eius Matrem Mariam imploramus, ut patribus Cardinalibus in eligendo novo Summo Pontifice materna sua bonitate assistat. Quod ad me attinet etiam in futuro vita orationi dedicata Sanctae Ecclesiae Dei toto ex corde servire velim. Ex Aedibus Vaticanis, die 10 mensis februarii MMXIII Cuando un Papa ha renunciado a su ministerio VIENE DE LA PÁGINA 6 invitando a los tres Pontífices que habían sido protagonistas de los acontecimientos de los últimos dos años. Silvestre III no se presentó. Gregorio VI, el único presente, reconoció su culpa, aunque afirmó su buena fe. Ni siquiera Benedicto IX se presentó, y en el concilio romano inmediatamente sucesivo, en la Navidad de 1046, fue declarado depuesto por el nuevo Pontífice Clemente II. Pero tras la muerte repentina de Clemente, el 9 de octubre de 1047, Benedicto IX logró volver una vez más al solio de Pedro, fortalecido por el apoyo de Bonifacio de Canossa y aprovechando la lejanía de Enrique III de Italia. Pero duró poco. Enrique le pidió a Bonifacio que escoltara a Roma al nuevo Pontífice elegido por él mismo, Popón de Bressanone, que adoptó el nombre de Dámaso II. Después de un rechazo inicial, Bonifacio debió ceder ante las amenazas del soberano y acompañó muy a su pesar al Papa alemán a la ciudad eterna, determinando el alejamiento definitivo de Benedicto IX, quien se refugió entre los castillos de la Sa- bina. Allí Teofilacto siguió considerándose en el cargo, en un retiro despreciado. Después del caso de Celestino V —sobre el que escribimos en el párrafo aparte—, se llega al último Pontífice que dejó el solio de Pedro. Ángel Correr, hijo del patricio veneciano Nicolás di Pietro, Papa desde 1406 hasta 1415 con el nombre de Gregorio XII, habiendo renunciado como vicario de Pedro (pero a petición del concilio de Constanza), trató de encontrar la solución a una serie de problemas extraordinariamente complejos: años de lucha y de contiendas jurídicas, bélicas y diplomáticas con los antipapas Benedicto XIII, expresión de la facción aviñonesa, y Juan XXIII (nombre que luego volverá a utilizar el Papa Roncalli) durante el cisma de Occidente. En marzo de 1415 había nombrado a Carlos Malatesta su procurador, delegando al mismo tiempo a sus propios representantes con la potestad de convocar en su nombre el concilio. Si la asamblea conciliar hubiera aceptado dicho procedimiento, Gregorio habría sido considerado como el único Papa legítimo; se trataba de un reconocimiento formal, pero importante. De todos modos, el concilio consideró oportuno acoger la petición, destinada a allanar el camino a la unidad. Así, el 4 de julio de 1415, el cardenal Dominici leyó la bula de convocatoria del concilio, después de lo cual Malatesta hizo el anuncio oficial de la renuncia de Gregorio XII. El concilio había decidido conferir a Gregorio XII el título de cardenal obispo de Porto, con el primer rango después del Papa y el nombramiento vitalicio como legado para la Marca de Ancona. De lo que había sucedido en Constanza el 4 de julio de 1415 tuvo noticia el 19 de julio, y al día siguiente, en el último consistorio que quiso convocar, se despojó de los símbolos del poder papal, revistiendo el hábito cardenalicio. Desde enero de 1416, habiendo vuelto a ser Ángel Correr, vivió en Recanati, donde falleció el 18 de octubre de 1417. El 11 de noviembre de ese mismo año, con la elección de Odón Colonna, quien tomó el nombre de Martín V, el gran cisma había terminado definitivamente. L’OSSERVAT número 7, domingo 17 de febrero de 2013 El Pontífice celebra en San Pedro la misa del miércoles de Ceniza Volver a Dios para superar rivalidades y d Retornar a Dios: la invitación del profeta Joel es la propuesta del Papa como itinerario cuaresmal. Este fue el centro de la homilía que pronunció el 13 de febrero, por la tarde, en la basílica de San Pedro en la misa del miércoles de Ceniza. Venerados hermanos, queridos hermanos y hermanas: Hoy, miércoles de Ceniza, iniciamos un nuevo camino cuaresmal, un itinerario que se articula durante cuarenta días y nos conduce a la alegría de la Pascua del Señor, a la victoria de la Vida sobre la muerte. Siguiendo la antiquísima tradición romana de las stationes cuaresmales, nos hemos reunido hoy para la celebración de la Eucaristía. Tal tradición prevé que la primera statio tenga lugar en la basílica de Santa Sabina, en el Aventino. Las circuns- el ministerio petrino y para pedir un recuerdo particular en la oración. Las lecturas que han sido proclamadas nos ofrecen inspiraciones que, con la gracia de Dios, estamos llamados a hacer que se conviertan en actitudes y comportamientos concretos en esta Cuaresma. La Iglesia nos vuelve a proponer, ante todo, la fuerte llamada que el profeta Joel dirige al pueblo de Israel: «Así dice el Señor: convertíos a mí de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos» (2, 12). Hay que subrayar la expresión «con todo el corazón», que significa desde el centro de nuesMuchos están dispuestos a «rasgarse las tros pensamientos y sentimientos, vestiduras» frente a escándalos e injusticias desde las raíces de —naturalmente de los demás—, pero pocos lo están nuestras decisiopara actuar sobre el proprio corazón, dejando que nes, elecciones y acciones, con un el Señor transforme, renueve y convierta gesto de total y radical libertad. ¿Petancias han sugerido que nos reunamos ro es posible este retorno a Dios? Sí, en la basílica vaticana. Estamos en gran porque existe una fuerza que no reside número en torno a la Tumba del Após- en nuestro corazón, sino que emana del tol Pedro también para pedir su inter- corazón mismo de Dios. Es la fuerza cesión por el camino de la Iglesia en de su misericordia. Dice también el este particular momento, renovando profeta: «Convertíos al Señor vuestro nuestra fe en el Pastor Supremo, Cristo Dios, un Dios compasivo y misericorSeñor. Para mí es una ocasión propicia dioso, lento a la cólera y rico en amor, para dar las gracias a todos, especial- que se arrepiente del castigo» (v. 13). El mente a los fieles de la diócesis de Ro- retorno al Señor es posible como «grama, mientras me preparo para concluir cia», porque es obra de Dios y fruto de la fe que nosotros ponemos en su misericordia. Esta vuelta a Dios se hace realidad concreta en nuestra vida sólo cuando la gracia del Señor penetra en lo íntimo y lo estremece dándonos la fuerza de «rasgar el corazón». Es el profeta que otra vez hace resonar de parte de Dios estas palabras: «Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos» (v. 13). En efecto, también en nuestros días muchos están listos para «rasgarse las vestiduras» frente a escándalos e injusticias —naturalmente come- tidos por los demás—, pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el proprio «corazón», sobre la propia conciencia y sobre las propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta. Ese «convertíos a mí de todo corazón», además, es un clamor que involucra no sólo al individuo, sino a la comunidad. Hemos escuchado también en la primera lectura: «Tocad la trompeta en Sión, proclamad un ayuno santo, convocad a la asamblea, reunid a la Interminable aplauso en la última liturgia pública «Gracias. Volvemos a la oración». Dos veces, con un gesto de la mano, Benedicto XVI intentó discretamente que cesara el aplauso, que verdaderamente parecía no tener fin —casi cuatro minutos de ovación—, que se alzó espontáneo al término de la misa del miércoles de Ceniza en la basílica vaticana. Fue la última celebración litúrgica pública del pontificado. En pié aplaudieron todos los presentes, desde los cardenales hasta los numerosísimos fieles que, al no encontrar sitio en la basílica, siguieron el rito desde la plaza, en pantallas gigantes. Fue un testimonio de afecto fuertemente conmovedor. Hasta las lágrimas. Benedicto XVI impartió la bendición apostólica. Y después del Ite, missa est cantado por el diácono —mientras el coro de la Capilla Sixtina entonó la antífona mariana Ave, Regina Caelorum—, el aplauso se reanudó con mayor fuerza aún. Conmovido, atronador. Y acompañó al Papa a lo largo de la nave central hasta la capilla de la Piedad. Fue justamente esta gran participación lo que había aconsejado celebrar el inicio de la Cuaresma en la basílica vaticana y no, como es tradición, en el Aventino, en las basílicas de San Anselmo y Santa Sabina. En la celebración, sobre la cabeza del Papa impuso la ceniza el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la basílica vaticana y vicario general para la Ciudad del Vaticano. Y a su vez el Papa impuso la ceniza a cinco cardenales, a algunos benedictinos de San Anselmo y dominicos de Santa Sabina, a una familia con dos niños, a una religiosa y a dos laicos de la Pontificia Academia Cultorum Martyrum, que organiza las stationes cuaresmales en Roma. A ellos se sumaron los diáconos y algunos ceremonieros pontificios. El austero rito penitencial había comenzado en el atrio de la basílica. En procesión, al canto de las letanías de los santos, en la plataforma móvil, el Papa recorrió la nave central hasta el altar de la Confesión. Le acompañaron los arzobispos Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia, y Guido Pozzo, limosnero de Su Santidad, los monseñores Alfred Xuereb, de su Secretaría particular, y Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, y el médico personal Patrizio Polisca. Concelebraron con el Papa cuarenta y cinco cardenales, entre ellos Ange- lo Sodano, decano del colegio cardenalicio, y Tarcisio Bertone, secretario de Estado —seis fueron los cardenales no concelebrantes, como el vicedecano Roger Etchegaray—, y numerosísimos prelados, entre quienes se contaron los arzobispos Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, y Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados. También numerosos los prelados de la Curia romana que participaron en la celebración. Con el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede estuvieron los monseñores Peter Bryan Wells, asesor; Ettore Balestrero, subsecretario para las Relaciones con los Estados, y José Avelino Bettencourt, jefe del Protocolo. Entre los presentes también el Gran Maestro de la Orden de Malta Matthew Festing, y el director de nuestro periódico. TORE ROMANO páginas 8/9 divisiones gente, santificad a la comunidad, llamad a los ancianos; congregad a los muchachos y a los niños de pecho; salga el esposo de la alcoba y la esposa del tálamo» (vv. 15-16). La dimensión comunitaria es un elemento esencial en la fe y en la vida cristiana. Cristo ha venido para «reunir a los hijos de Dios dispersos» (cf. Jn 11, 52). El «Nosotros» de la Iglesia es la comunidad en la que Jesús nos reúne juntos (cf. Jn 12, 32): la fe es necesariamente eclesial. Y esto es importante recordarlo y vivirlo en este tiempo de Cuaresma: que cada uno sea consciente de que el camino penitencial no lo afronta solo, sino junto a muchos hermanos y hermanas, en la Iglesia. El profeta finalmente se detiene en la oración de los sacerdotes, quienes, con lágrimas en los ojos, se dirigen a Dios mada para nosotros, a fin de que este diciendo: «No entregues tu heredad al camino cuaresmal se caracterice por oprobio ni a las burlas de los pueblos. una escucha más atenta y asidua de la ¿Por qué van a decir las gentes “dónde Palabra de Dios, luz que ilumina nuesestá su Dios”?» (v. 17). Esta plegaria tros pasos. nos hace reflexionar en la importancia En la página del Evangelio de Madel testimonio de fe y de vida cristiana teo, que pertenece al llamado Sermón de cada uno de nosotros y de nuestras de la montaña, Jesús hace referencia a comunidades para manifestar el rostro tres prácticas fundamentales previstas de la Iglesia y cómo este rostro, a vepor la ley mosaica: la limosna, la oraces, es desfigurado. Pienso en particución y el ayuno. Son también indicaciolar en las culpas contra la unidad de la nes tradicionales en el camino cuaresIglesia, en las divisiones en el cuerpo mal para responder a la invitación de eclesial. Vivir la Cuaresma en una co- «volver a Dios con todo el corazón». munión eclesial más intensa y evidente, Pero Jesús subraya que es la calidad y superando individualismos y rivalida- la verdad de la relación con Dios lo des, es un signo humilde y precioso pa- que cualifica la autenticidad de cada ra quienes están lejos de la fe o son in- gesto religioso. Por esto Él denuncia la diferentes. hipocresía religiosa, el comportamiento «Pues mirad: ahora es el tiempo fa- que quiere aparentar, las actitudes que vorable, ahora es el día de la salvación» buscan el aplauso y la aprobación. El (2 Co 6, 2). Las palabras del apóstol verdadero discípulo no se sirve a sí misPablo a los cristianos de Corinto resue- mo o al «público», sino a su Señor, en nan también para nosotros con una ur- la sencillez y en la generosidad: «Y tu gencia que no admite ausencias o iner- Padre, que ve en lo secreto, te recomcias. El término «ahora» repetido va- pensará» (Mt 6, 4.6.18). Así que nuesrias veces dice que este momento no se tro testimonio será cada vez más incisipuede dejar escapar, se nos ofrece como una ocaJesús denuncia la hipocresía religiosa, sión única e irrepetible. Y la mirada del Apóstol la apariencia, la aprobación de los demás se concentra en la partiEl verdadero discípulo no se sirve cipación con la que Cristo ha querido caracterizar a sí mismo o al «público», sino su existencia, asumiendo a su Señor todo lo humano hasta cargar con el pecado mismo de los hombres. La frase de san Pa- vo cuanto menos busquemos nuestra blo es muy fuerte: Dios «lo hizo peca- gloria y seamos conscientes de que la do en favor nuestro». Jesús, el inocen- recompensa del justo es Dios mismo, te, el Santo, el «que no conocía el pe- estar unidos a Él, aquí abajo, en el cacado» (2 Co 5, 21), carga el peso del mino de la fe, y al final de la vida, en pecado compartiendo con la humani- la paz y en la luz del encuentro cara a dad el resultado de la muerte, y muerte cara con Él para siempre (cf. 1 Co 13, de cruz. La reconciliación que se nos 12). ofrece tuvo un precio altísimo, el de la Queridos hermanos y hermanas, inicruz elevada en el Gólgota, de la que ciamos confiados y alegres el itinerario colgó el Hijo de Dios hecho hombre. En esta inmersión de Dios en el sufri- cuaresmal. Que resuene fuerte en nosomiento humano y en el abismo del mal tros la invitación a la conversión, a está la raíz de nuestra justificación. El «volver a Dios con todo el corazón», «convertíos a mí de todo corazón» en acogiendo su gracia que nos hace homnuestro camino cuaresmal pasa a través bres nuevos, con esa sorprendente node la Cruz, de seguir a Cristo por el vedad que es participación en la vida camino que conduce al Calvario, del misma de Jesús. Entonces que ninguno don total de sí. Es un camino para de nosotros desoiga este llamamiento, aprender cada día a salir cada vez más que se nos dirige también en el austero de nuestro egoísmo y de nuestra cerra- rito, tan sencillo y a la vez sugestivo, zón, para hacer espacio a Dios que de la imposición de la ceniza, que denabre y transforma el corazón. Y san Pa- tro de poco realizaremos. Que nos blo recuerda cómo el anuncio de la acompañe en este tiempo la Virgen Cruz resuena para nosotros gracias a la María, Madre de la Iglesia y modelo predicación de la Palabra, de la que el de todo auténtico discípulo del Señor. Apóstol mismo es embajador; una lla- ¡Amén! Saludo del cardenal Bertone La fuerza de la humildad Al término de la celebración, el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, dirigió al Papa el siguiente saludo: Beatísimo Padre: Con sentimientos de gran conmoción y de profundo respeto no sólo la Iglesia, sino todo el mundo, han recibido la noticia de su decisión de renunciar al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor del Apóstol Pedro. No seríamos sinceros, Santidad, si no le dijéramos que esta tarde hay un velo de tristeza en nuestro corazón. En estos años, su Magisterio ha sido una ventana abierta a la Iglesia y al mundo, que ha dejado filtrar los rayos de la verdad y del amor de Dios, para dar luz y calor a nuestro camino, también y sobre todo en los momentos en los que las nubes se condensan en el cielo. Todos nosotros hemos comprendido que es precisamente el amor profundo que Vuestra Santidad tiene por Dios y por la Iglesia aquello que le ha llevado a este acto, revelando esa pureza de ánimo, esa fe robusta y exigente, esa fuerza de la humildad y de la mansedumbre, junto a un gran valor, que han distinguido cada paso de su vida y de su ministerio, y que pueden venir sólo de estar con Dios, de estar a la luz de la Palabra de Dios, de subir continuamente a la montaña del encuentro con Él para después descender a la ciudad de los hombres. Santo Padre, hace pocos días, con los seminaristas de su diócesis de Roma, usted nos dio una lección especial: dijo que siendo cristianos sabemos que el futuro es nuestro, el futuro es de Dios, y que el árbol de la Iglesia crece siempre de nuevo. La Iglesia se renueva siempre, renace siempre. Servir a la Iglesia con la firme convicción de que no es nuestra, sino de Dios, que no somos nosotros quienes la construyen, sino que es Él; que podamos decir con verdad la palabra evangélica: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que teníamos que hacer» (Lc 17, 10), confiando totalmente en el Señor, es una gran enseñanza que usted, también con esta sufrida decisión, nos da no sólo a nosotros, Pastores de la Iglesia, sino a todo el Pueblo de Dios. La Eucaristía es dar gracias a Dios. Esta tarde queremos dar gracias al Señor por el camino que toda la Iglesia ha realizado bajo la guía de Vuestra Santidad y deseamos decirle desde lo más íntimo de nuestro corazón, con gran afecto, conmoción y admiración: gracias por habernos dado el luminoso ejemplo de simple y humilde trabajador de la viña del Señor; un trabajador, en cambio, que ha sabido en cada momento llevar a cabo lo que es más importante: llevar a Dios a los hombres y llevar a los hombres a Dios. ¡Gracias! L’OSSERVATORE ROMANO página 10 Benedicto XVI a la Soberana Orden de Malta en el IX domingo 17 de febrero de 2013, número 7 centenario de su reconocimiento oficial La caridad cristiana no es una simple filantropía «Vuestra preciosa obra benéfica, concentrada principalmente en el servicio al enfermo con estructuras hospitalarias y sanitarias, no es simple filantropía, sino la expresión eficaz y el testimonio vivo del amor evangélico». Fue la afirmación del Papa a los miembros de la Soberana y Militar Orden de Malta en el encuentro en la basílica vaticana el 9 de febrero por la mañana, al término de la misa que presidió el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, por el IX Queridos hermanos y hermanas Me es grato recibiros y saludaros a todos, Caballeros y Damas, Capellanes y voluntarios de la Soberana y Militar Orden de Malta. Saludo de modo especial al Gran Maestro, Su Alteza Eminentísima Fray Matthew Festing, agradeciendo las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos vosotros; muchas gracias también por el donativo que me habéis ofrecido, y que he destinado a una obra de caridad. Deseo expresar mi afecto a los cardenales y a los hermanos en el episcopado y en el presbiterado, en particular a mi Secretario de Estado, que hace poco ha presidido la Eucaristía, así como al cardenal Paolo Sardi, patrono de la Orden, y al cual agradezco la solicitud con que se dedica a consolidar el vínculo especial que os une a la Iglesia católica, y de una manera particular a la Santa Sede. Saludo con reconocimiento a vuestro prelado, el señor arzobispo monseñor Angelo Acerbi. Saludo, en fin, a los diplomáticos, y también a las altas personalidades y autoridades que están presentes. El motivo de este encuentro lo ofrece el IX centenario del solemne privilegio Pie postulatio voluntatis, del 15 de febrero de 1113, con el cual el Papa Pascual II puso a la recién nacida «hermandad hospitalaria» de Jerusalén, con el título de San Juan Bautista, bajo la tutela de la Iglesia, haciéndola soberana, constituyéndola como una Orden de derecho eclesial, con el derecho a elegir libremente a sus superiores sin interferencia por parte de otras autoridades laicas o religiosas. Esta importante conmemoración adquiere un especial significado en el contexto del Año de la fe, durante el cual la Iglesia está llamada a renovar la alegría y el compromiso de creer en Jesucristo, único Salvador del mundo. En este sentido, también vosotros estáis llamados a acoger este tiempo de gracia para profundizar en el conocimiento del Señor y para hacer resplandecer la verdad y la belleza de la fe, mediante el testimonio de vuestra vida y vuestro servicio en el hoy de nuestro tiempo. centenario del reconocimiento oficial de la institución. Participaron 4.000 personas en representación de los 13.500 miembros, de los 80.000 voluntarios y de los más de 25.000 médicos, enfermeras y auxiliares que en 120 países gestionan directamente una veintena de hospitales, miles de centros sanitarios, 33 cuerpos de voluntariado y 110 residencias de ancianos. Estas fueron las palabras que les dirigió Benedicto XVI. Desde sus comienzos, vuestra Orden se ha distinguido por la fidelidad a la Iglesia y al Sucesor de Pedro, así como por su irrenunciable perfil espiritual, caracterizado por el elevado ideal religioso. Seguid avanzado por este camino, dando testimonio de manera concreta de la nunciar nunca a los ideales originarios, especialmente el de la intensa vida espiritual de cada uno de sus miembros. En esta dirección debe continuar vuestro compromiso, con una atención muy especial a la consagración religiosa —la de los profesos— que constituye el corazón de la Orden. Nunca debéis olvidar vuestras raíces, cuando el beato Gerardo y sus compañeros se consagraron con los votos para el servicio a los pobres, y el privilegio Pie postulatio voluntatis corroboró su vocación. Los miembros de la institución recién constituida se configuraban así con los rasgos de la vida religiosa: el compromiso de alcanzar la perfección cristiana mediante la profesión de los tres votos, el carisma al que se consagran y la fraternidad entre los miembros. La vocación del profeso debe ser objeto de gran atención también hoy, unida al cuidado de la vida espiritual de todos. En este sentido, respecto a otras organizaciones comprometidas en el ámbito internacional en la asistencia a los enfermos, en la solidaridad y la promoción humana, vuestra Orden se distingue por la inspiración cris- fuerza transformadora de la fe. Por la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir a Jesús, y después fueron por el mundo entero, cumpliendo con el mandato de llevar el Evangelio a toda criatura; anunciaron a todos sin temor la fuerza de la cruz y la alegría de la resurrección de Cristo, de la cual fueron testigos Respecto a otras organizaciones de asistencia a directos. Por la fe, los márlos enfermos, solidaridad y promoción humana, tires dieron su vuestra Orden se distingue por la inspiración vida, mostrando la verdad cristiana que debe orientar constantemente del Evangelio el compromiso social de sus miembros que les había transformado y hecho capaces de llegar hasta la tiana que debe orientar constanteentrega más grande, fruto del amor, mente el compromiso social de sus perdonando a sus propios persegui- miembros. Conservad y cultivad este dores. Y por la fe, a través de los si- rasgo característico, y actuad con reglos, los miembros de vuestra Orden novado ardor apostólico, siempre se han prodigado primero en asistir con una actitud de profunda sintoa los enfermos en Jerusalén, y des- nía con el Magisterio de la Iglesia. pués en socorrer a los peregrinos en Vuestra preciosa obra benéfica, artiTierra Santa, expuestos a graves pe- culada en varios campos, y que se ligros, escribiendo así páginas bri- lleva a cabo en diversas partes del llantes de caridad cristiana y defensa mundo, concentrada principalmente del cristianismo. En el siglo XIX, la en el servicio al enfermo con estrucOrden se abrió a nuevos y más am- turas hospitalarias y sanitarias, no es plios campos de actividad en el ám- simple filantropía, sino la expresión bito asistencial y de servicio a los eficaz y el testimonio vivo del amor enfermos y los pobres, pero sin re- evangélico. En la Sagrada Escritura, la llamada al amor al prójimo está unida al mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas (cf. Mc 12, 2931). Por consiguiente, el amor al prójimo responde al mandato y al ejemplo de Cristo si se funda en un verdadero amor a Dios. Así es posible para el cristiano hacer experimentar a los demás a través de su entrega la ternura providente del Padre celestial, gracias a una configuración cada vez más profunda con Cristo. Para dar amor a los hermanos, es necesario tomarlo del fuego de la caridad divina, mediante la oración, la escucha asidua de la Palabra de Dios y una vida centrada en la Eucaristía. Vuestra vida cotidiana ha de estar impregnada de la presencia de Jesús, ante cuya mirada estáis llamados a poner también el sufrimiento de los enfermos, la soledad de los ancianos o las dificultades de las personas con discapacidad. Saliendo al encuentro de estas personas, servís a Cristo: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40), dice el Señor. Queridos amigos, seguid actuando en la sociedad y en el mundo por las vías maestras indicadas por el Evangelio: la fe y la caridad, para reavivar la esperanza. La fe, como el testimonio de adhesión a Cristo y de compromiso con la misión evangélica, que os impulsa a una presencia cada vez más viva en la comunidad eclesial y a una pertenencia cada vez más consciente al Pueblo de Dios; la caridad, como expresión de fraternidad en Cristo, mediante las obras de misericordia con los enfermos, los pobres, los necesitados de amor, de consuelo y ayuda, con los afligidos por la soledad, la desorientación y las nuevas formas de pobreza material y espiritual. Estos ideales están bien expresados en vuestro lema: «Tuitio fidei et Obsequium pauperum». Son palabras que sintetizan bien el carisma de vuestra Orden, la cual, como sujeto de derecho internacional, no aspira a ejercer poder e influencias de carácter mundano, sino que desea desarrollar con plena libertad su propia misión para el bien integral del hombre, cuerpo y alma, con la atención puesta tanto en cada persona como en la comunidad, y sobre todo en quienes están más necesitados de esperanza y de amor. Que la Santísima Virgen María —la bienaventurada Virgen de Filermo— sustente con su materna protección vuestros propósitos y proyectos; que vuestro celestial protector, san Juan Bautista, así como el beato Gerardo y los santos y beatos de la Orden, os acompañen con su intercesión. Por mi parte, os aseguro mis oraciones por los que estáis aquí, por todos los miembros de la Orden, así como por los numerosos y beneméritos voluntarios, incluido el nutrido grupo de niños, y por cuantos os apoyan en vuestras actividades, a la vez que os imparto con afecto una especial bendición apostólica, que complacido hago extensiva a vuestras familias. Gracias. número 7, domingo 17 de febrero de 2013 L’OSSERVATORE ROMANO página 11 El Papa a la plenaria del Consejo pontificio para la cultura Jóvenes sin esperanza, sociedad sin futuro «Si los jóvenes ya no esperaran y no progresaran, si no introdujeran en las dinámicas históricas su energía, su vitalidad, su capacidad de anticipar el futuro, nos encontraríamos con una humanidad replegada en sí misma, privada de confianza y de una mirada positiva al futuro». Lo dijo el Papa a los miembros del Consejo pontificio para la cultura recibidos en audiencia en la sala Clementina el jueves 7 de febrero por la mañana, con ocasión de la asamblea plenaria. Este fue su discurso. Queridos amigos: Me alegra verdaderamente encontrarme con vosotros en la apertura de los trabajos de la asamblea plenaria del Consejo pontificio para la cultura, en la que estaréis dedicados a comprender y profundizar —como ha dicho el presidente—, desde diversas perspectivas, las «culturas juveniles emergentes». Saludo cordialmente al presidente, cardenal Gianfranco Ravasi, y le agradezco las corteses palabras que me ha dirigido en nombre de todos vosotros. Saludo a los miembros, a los consultores y a todos los colaboradores del dicasterio, deseando un proficuo trabajo que ofrecerá una contribución útil a la acción que la Iglesia realiza respecto a la realidad juvenil; una realidad, como se ha dicho, compleja y articulada, que ya no puede comprenderse dentro de un universo cultural homogéneo, sino más bien en un horizonte que puede definirse «multiverso», es decir, determinado por una pluralidad de visiones, de perspectivas, de estrategias. Por eso es oportuno hablar de «culturas juveniles», considerado que los elementos que distinguen y diferencian los fenómenos y los ámbitos culturales prevalecen sobre aquellos que, aun presentes, por el contrario los asocian. Numerosos factores concurren, en efecto, a diseñar un panorama cultural cada vez más fragmentado y en continua y velocísima evolución, al que por cierto no son extraños los medios de comunicación social, los nuevos instrumentos de comunicación que favorecen y, a veces, provocan ellos mismos continuos y rápidos cambios de mentalidad, de costumbre, de comportamiento. Se constata de este modo un clima difundido de inestabilidad que toca el ámbito cultural, así como el político y económico —este último marcado también por las dificultades de los jóvenes de encontrar un trabajo—, para incidir sobre todo a nivel psicológico y relacional. La incertidumbre y la fragilidad que caracterizan a muchos jóvenes, a menudo los impulsan a la marginación, los hacen casi invisibles y ausentes de los procesos históricos y culturales de las sociedades. Y cada vez más frecuentemente fragilidad y marginalidad desembocan en fenómenos de dependencia de las drogas, de desviación, de violencia. La esfera afectiva y emotiva, el ámbito de los sentimientos, como el de la corporeidad, están fuertemente afectados por este clima y por la situación cultural que deriva de él, manifestada, por ejemplo, por fenómenos aparentemente contradictorios, como la espectacularización de la vida íntima y personal y la cerrazón individualista y narcisista respecto a las propias necesidades e intereses. También la dimensión religiosa, la experiencia de fe y la pertenencia a la Iglesia son vividas a menudo en una perspectiva privada y emotiva. No faltan, sin embargo, fenómenos decididamente positivos. Los impulsos generosos y valientes de numerosos jóvenes que dedican a sus hermanos más necesitados sus mejores energías; las experiencias de fe sincera y profunda de muchos muchachos y muchachas que, con alegría, testimonian su pertenencia a la Iglesia; los esfuerzos realizados para construir, en muchas partes del mundo, sociedades capaces de respetar la libertad y la dignidad de todos, comenzando por los más pequeños y débiles. Todo esto nos sumismo globalizado, para la cultura de los privilegios consolidados, de la que se beneficia un reducido grupo de la población del mundo occidental. Las culturas juveniles, en consecuencia, se transforman en «emergentes» también en el sentido de que manifiestan una necesidad profunda, un pedido de ayuda o incluso una «provocación», que no puede ser ignorada o descuidada ya sea por la sociedad civil, ya sea por la comunidad eclesial. Muchas veces he manifestado, por ejemplo, mi preocupación y la de toda la Iglesia por la así llamada «emergencia educativa», a la que se suman seguramente otras «emergencias», que to- conforta y nos ayuda a bosquejar un cuadro más preciso y objetivo de las culturas juveniles. Por tanto, no nos podemos contentar con leer los fenómenos culturales juveniles según paradigmas consolidados, pero que ahora se han convertido en lugares comunes, o analizarlos con métodos que ya no son útiles, partiendo de categorías culturales superadas y no adecuadas. Nos hallamos, en definitiva, frente a una realidad muy compleja, pero también fascinante, que hay que comprender de manera profunda y amar con gran espíritu de empatía, una realidad cuyas líneas de fondo y desarrollos es necesario saber captar con atención. Mirando, por ejemplo, a los jóvenes de muchos países del así llamado «tercer mundo», nos damos cuenta de que representan, con sus culturas y con sus necesidades, un desafío para la sociedad del con- can las diversas dimensiones de la persona y sus relaciones fundamentales, y a las cuales no se puede responder de modo evasivo y banal. Pienso, por ejemplo, en la creciente dificultad en el campo laboral o en la fatiga de ser fieles en el tiempo a las responsabilidades asumidas. De ahí derivaría, para el futuro del mundo y de toda la humanidad, un empobrecimiento no sólo económico y social sino sobre todo humano y espiritual: si los jóvenes ya no esperaran y no progresaran, si no introdujeran en las dinámicas históricas su energía, su vitalidad, su capacidad de anticipar el futuro, nos encontraríamos con una humanidad replegada en sí misma, privada de confianza y de una mirada positiva hacia el futuro. Aunque somos conscientes de las numerosas situaciones problemáticas que tocan también el ámbito de la fe y de la pertenencia a la Iglesia, queremos renovar nuestra confianza en los jóvenes, reafirmar que la Iglesia mira su condición, sus culturas, como un punto de referencia esencial e ineludible para su acción pastoral. Por eso querría retomar nuevamente algunos pasajes significativos del Mensaje que el Concilio Vaticano II dirigió a los jóvenes, a fin de que sea motivo de reflexión y de estímulo para las nuevas generaciones. Ante todo, en este Mensaje se afirmaba: «La Iglesia os mira con confianza y amor… Posee lo que hace la fuerza y el encanto de la juventud: la facultad de alegrarse con lo que comienza, de darse sin recompensa, de renovarse y de partir de nuevo para nuevas conquistas». Por tanto, el venerable Pablo VI dirigía este llamamiento a los jóvenes del mundo: «En el nombre de este Dios y de su hijo, Jesús, os exhortamos a ensanchar vuestros corazones a las dimensiones del mundo, a escuchar la llamada de vuestros hermanos y a poner ardorosamente a su servicio vuestras energías. Luchad contra todo egoísmo. Negaos a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que engendran las guerras y su cortejo de males. Sed generosos, puros, respetuosos, sinceros. Y edificad con entusiasmo un mundo mejor que el de vuestros mayores». También yo quiero reafirmarlo con fuerza: la Iglesia tiene confianza en los jóvenes, espera en ellos y en sus energías, tiene necesidad de ellos y de su vitalidad, para seguir viviendo con renovado impulso la misión que le confió Cristo. Deseo vivamente, pues, que el Año de la fe sea, también para las jóvenes generaciones, una ocasión valiosa para reencontrar y reforzar la amistad con Cristo, de la cual hacer brotar la alegría y el entusiasmo para transformar profundamente las culturas y las sociedades. Queridos amigos, agradeciéndoos el empeño que con generosidad ponéis al servicio de la Iglesia, y por la atención especial que dirigís a los jóvenes, de corazón os imparto mi bendición apostólica. Gracias. L’OSSERVATORE ROMANO página 12 Audiencias pontificias EL SANTO PADRE HA RECIBID O: Sábado 2 de febrero —Al cardenal Marc Ouellet, P.S.S., prefecto de la Congregación para los obispos. Colegio episcopal Viernes, día 8 —Al cardenal Willem Jacobus Eijk, arzobispo de Utrecht (Holanda). —Al cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio. A los obispos de Italia, de la Conferencia episcopal de Emilia-Romaña, en visita «ad limina Apostolorum»: A los obispos de Italia, de la Conferencia episcopal del Lacio, en visita «ad limina Apostolorum»: —Cardenal Carlo Caffarra, arzobispo de Bolonia. —Monseñor Vincenzo Pelvi, arzobispo Ordinario militar para Italia. —Monseñor Paolo Rabitti, arzobispo emérito de Ferrara-Comacchio. —Monseñor Vincenzo obispo de Velletri-Segni. —Monseñor Claudio Stagni, obispo de Faenza-Modigliana. —Monseñor Lino Pizzi, obispo de Forlì-Bertinoro. —Monseñor Carlo Mazza, obispo de Fidenza. —Monseñor Gianni Ambrosio, obispo de Piacenza-Bobbio. —Monseñor Francesco obispo de Carpi. Cavina, Apicella, —Monseñor Marcello Semeraro, obispo de Albano. —Monseñor Gino Reali, obispo de Porto-Santa Rufina. —Monseñor Ernesto Mandara, obispo de Sabina-Poggio Mirteto. —Monseñor Domenico Sigalini, obispo de Palestrina. —Monseñor Mauro Parmeggiani, obispo de Tívoli. —Monseñor Raffaello Martinelli, obispo de Frascati. Lunes, día 4 —A Su Beatitud Louis Raphaël I Sako, patriarca de Babilonia de los caldeos, con los miembros del Sínodo de los obispos de la Iglesia caldea. —A monseñor Paul Richard Gallagher, arzobispo titular de Holdem, nuncio apostólico en Australia. —Dom Mauro Meacci, O.S.B., abad de la abadía territorial de Subiaco. —Padre Emiliano Fabbricatore, archimandrita exarca de la abadía territorial de Santa María de Grottaferrata. O.S.B.I., Sábado, día 9 —Al presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano. —Al cardenal Marc Ouellet, P.S.S., prefecto de la Congregación para los obispos. A los obispos de Italia, de la Conferencia episcopal de Emilia-Romaña, en visita «ad limina Apostolorum»: A los obispos de Italia, de la Conferencia episcopal del Lacio, en visita «ad limina Apostolorum»: —Monseñor Antonio Lanfranchi arzobispo de Modena-Nonantola. —Monseñor Fabio Bernardo D’Onorio, O.S.B., arzobispo de Gaeta. —Monseñor Luigi Negri, arzobispo de Ferrara-Comacchio. —Monseñor Lorenzo Ghizzoni, arzobispo de Ravenna-Cervia. —Monseñor Francesco Lambiasi, obispo de Rímini. —Monseñor Tommaso obispo de Imola. Ghirelli, —Monseñor Enrico Solmi, obispo de Parma. —Monseñor Douglas Regattieri, obispo de Cesena-Sarsina. —Monseñor Massimo Camisasca, F.S.C.B., obispo de Reggio EmiliaGuastalla. —Monseñor Delio Lucarelli, obispo de Rieti. —Monseñor Giuseppe Petrocchi, obispo de Latina-Terracina-SezzePriverno. —Monseñor Lino Fumagalli, obispo de Viterbo. —Monseñor Lorenzo obispo de Anagni-Alatri. domingo 17 de febrero de 2013, número 7 Loppa, —Monseñor Romano Rossi, obispo de Cività Castellana. —Monseñor Ambrogio Spreafico, obispo de Frosinone-Veroli-Ferentino. Jueves, día 7 —Monseñor Luigi Marrucci, obispo de Civitavecchia-Tarquinia. —A la ministra presidenta del Land Saar (Alemania), Annegret Kramp-Karrenbauer, con el séquito. —Monseñor Gerardo Antonazzo, obispo electo de Sora-Aquino-Pontecorvo. —Al cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la evangelización de los pueblos. —Dom Pietro Vittorelli, O.S.B., Abad de la abadía territorial de Montecassino. Monseñor Domingo Buezo Leiva, obispo titular de Dardano y vicario apostólico de Izabal (Guatemala) RENUNCIAS: El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis de Portland en Oregón (Estados Unidos) que monseñor JOHN GEORGE VLAZNY, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. John George Vlazny nació en Chicago el 22 de febrero de 1937. Recibió la ordenación sacerdotal el 20 de diciembre de 1961. Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Stagno y auxiliar de la archidiócesis de Chicago el 18 de octubre de 1983; recibió la ordenación episcopal el 13 de diciembre sucesivo. El mismo Papa lo nombró obispo residencial de Winona el 13 de mayo de 1987, y el 28 de octubre de 1997 lo promovió a arzobispo metropolitano de Portland. El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis de Calabar (Nigeria) que monseñor JOSEPH EDRA UKPO, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Joseph Edra Ukpo nació en Okpoma, diócesis de Ogoja, el 6 de junio de 1937. Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de abril de 1965. Pa- blo VI lo nombró obispo titular de Cullu y auxiliar del obispo de Ogoja el 24 de abril de 1971; recibió la ordenación episcopal el 19 de septiembre de dicho año. El mismo Papa lo nombró obispo residencial de Ogoja el 1 de marzo de 1973. Juan Pablo II lo promovió a arzobispo de la archidiócesis de Calabar el 14 de noviembre de 2003. El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis de Monreale (Italia) SIGUE EN LA PÁGINA 14 Nombramientos pontificios El Santo Padre ha agregado al Colegio de los protonotarios apostólicos «de numero participantium» a monseñor LEONARD O SAPIENZA, R.C.I., regente de la Prefectura de la Casa pontificia. El Papa ha nombrado auditor general de la Cámara apostólica a SCIACCA, monseñor GIUSEPPE obispo titular de Fondi, secretario general de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano. Lutos en el episcopado —Monseñor JOSEPH MADEC, obispo emérito de Fréjus-Toulon (Francia), falleció el 5 de febrero. Había nacido en Ploërmel, diócesis de Vannes, el 15 de marzo de 1923. Era sacerdote desde el 5 de abril de 1947. Juan Pablo II lo nombró obispo de Fréjus-Toulon el 8 de febrero de 1983; recibió la ordenación episcopal el 10 de abril sucesivo. El mismo Santo Padre aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha diócesis el 16 de mayo de 2000. —Monseñor D OUGLAS J. WARREN, obispo emérito de Wilcannia-Forbes (Australia), falleció el 6 de febrero. Había nacido en Canowindra, diócesis de Bathurst, el 21 de marzo de 1919. Era sacerdote desde el 20 de diciembre de 1942. Pablo VI lo nombró obispo titular de Acque nuove di Numidia y auxiliar de WilcanniaForbes el 16 de junio de 1964; recibió la ordenación episcopal el 27 de julio de dicho año. El mismo Papa lo nombró obispo residencial de Wilcannia-Forbes el 26 de septiembre de 1967. Juan Pablo II aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha sede el 30 de marzo de 1994. —Monseñor ARTHÉ GUIMOND, arzobispo emérito de GrouardMcLennan (Canadá), falleció el 6 de febrero. Había nacido en Rimouski el 22 de mayo de 1931. Era sacerdote desde el 23 de junio de 1957. Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Grouard-McLennan el 10 de mayo de 2000; recibió la ordenación episcopal el 15 de agosto sucesivo. Benedicto XVI aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha sede el 30 de noviembre de 2006. —Monseñor WILLIAM ANTHONY HUGHES, obispo emérito de Covington (Estados Unidos), falleció el 7 de febrero. Había nacido en Youngstown el 23 de septiembre de 1921. Era sacerdote desde el 6 de abril de 1946. Pablo VI lo nombró obispo titular de Inis Cathaig y auxiliar de Youngstown el 17 de julio de 1974; recibió la ordenación episcopal el 12 de septiembre de dicho año. Juan Pablo II lo nombró obispo residencial de Covington el 8 de marzo de 1979. El Papa aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha sede el 4 de julio de 1995. L’OSSERVATORE ROMANO número 7, domingo 17 de febrero de 2013 Mensaje de Benedicto XVI página 13 para la 50º Jornada mundial de oración por las vocaciones Donde se funda nuestra esperanza (Mc 10, 21). Para responder a esta invitación es necesario dejar de elegir por sí mismo el propio camino. Seguirlo significa sumergir la propia voluntad en la voluntad de Jesús, darle verdaderamente la precedencia, ponerlo en primer lugar frente a todo lo que forma parte de nuestra vimomentos de mayor dificultad como da: la familia, el trabajo, los interelos del Exilio, aparece un elemento ses personales, nosotros mismos. constante, subrayado particularmenSignifica entregar la propia vida a te por los profetas: la memoria de Él, vivir con Él en profunda intimilas promesas hechas por Dios a los dad, entrar a través de Él en comuPatriarcas; memoria que lleva a iminión con el Padre y con el Espíritu tar la actitud ejemplar de Abrahán, Santo y, en consecuencia, con los el cual, recuerda el Apóstol Pablo, hermanos y hermanas. Esta comu«apoyado en la esperanza, creyó nión de vida con Jesús es el «lugar» privilegiado donde se experimenta la contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueesperanza y donde la vida blos, de acuerdo con lo será libre y plena. que se le había dicho: Así Las vocaciones sacerdoserá tu descendencia» (Rm Queridos hermanos y hermanas: tales y religiosas nacen de 4, 18). Una verdad consola experiencia del encuenCon motivo de la 50ª Jornada ladora e iluminante que tro personal con Cristo, mundial de oración por las vocacio- sobresale a lo largo de todel diálogo sincero y connes, que se celebrará el 21 de abril da la historia de la salvafiado con Él, para entrar de 2013, cuarto domingo de Pascua, ción es, por tanto, la fideen su voluntad. Es necesaquisiera invitaros a reflexionar sobre lidad de Dios a la alianza, rio, pues, crecer en la exel tema: «Las vocaciones signo de la a la cual se ha compromeperiencia de fe, entendida esperanza fundada sobre la fe», que se tido y que ha renovado cacomo relación profunda inscribe perfectamente en el contex- da vez que el hombre la con Jesús, como escucha to del Año de la fe y en el 50° aniver- ha quebrantado con la ininterior de su voz, que resario de la apertura del Concilio fidelidad y con el pecado, Ecuménico Vaticano II. El siervo de desde el tiempo del dilusuena dentro de nosotros. Dios Pablo VI, durante la Asamblea vio (cf. Gn 8, 21-22), al del Este itinerario, que hace conciliar, instituyó esta Jornada de éxodo y el camino por el capaz de acoger la llamada invocación unánime a Dios Padre desierto (cf. Dt 9, 7); fidede Dios, tiene lugar dentro para que continúe enviando obreros lidad de Dios que ha venide las comunidades cristiaUn grupo de religiosas ante la catedral neoyorkina de San Patricio esperan a su Iglesia (cf. Mt 9, 38). «El pro- do a sellar la nueva y eternas que viven un intenso el inicio de la misa con Benedicto XVI (19 de abril de 2008) blema del número suficiente de sa- na alianza con el hombre, clima de fe, un generoso cerdotes —subrayó entonces el Pontí- mediante la sangre de su testimonio de adhesión al fice— afecta de cerca a todos los fie- Hijo, muerto y resucitado para nues- dispuesto a empeñarse para realizar- Evangelio, una pasión misionera que les, no sólo porque de él depende el tra salvación. la plenamente. El amor de Dios si- induce al don total de sí mismo por futuro religioso de la sociedad crisEn todo momento, sobre todo en gue, en ocasiones, caminos impensa- el Reino de Dios, alimentado por la tiana, sino también porque este proaquellos más difíciles, la fidelidad bles, pero alcanza siempre a aquellos participación en los sacramentos, en blema es el índice justo e inexorable que se dejan encontrar. La esperanza particular la Eucaristía, y por una de la vitalidad de fe y amor de cada del Señor, auténtica fuerza motriz de se alimenta, por tanto, de esta certe- fervorosa vida de oración. Esta últila historia de la salvación, es la que comunidad parroquial y diocesana, y za: «Nosotros hemos conocido el ma «debe ser, por una parte, muy testimonio de la salud moral de las siempre hace vibrar los corazones de amor que Dios nos tiene y hemos personal, una confrontación de mi familias cristianas. Donde son nume- los hombres y de las mujeres, confircreído en Él» (1 Jn 4, 16). Y este yo con Dios, con el Dios vivo. Pero, rosas las vocaciones al estado ecle- mándolos en la esperanza de alcanamor exigente, profundo, que va por otra, ha de estar guiada e ilumisiástico y religioso, se vive generosa- zar un día la «Tierra prometida». más allá de lo superficial, nos alien- nada una y otra vez por las grandes mente de acuerdo con el Evangelio» Aquí está el fundamento seguro de ta, nos hace esperar en el camino de oraciones de la Iglesia y de los san(Pablo VI, Radiomensaje, 11 de abril toda esperanza: Dios no nos deja la vida y en el futuro, nos hace tener tos, por la oración litúrgica, en la de 1964). nunca solos y es fiel a la palabra da- confianza en nosotros mismos, en la cual el Señor nos enseña constanteEn estos decenios, las diversas co- da. Por este motivo, en toda situa- historia y en los demás. Quisiera di- mente a rezar correctamente» (Enc. munidades eclesiales extendidas por ción gozosa o desfavorable, pode- rigirme de modo particular a voso- Spe salvi, 34). todo el mundo se La oración constante y profunda tros jóvenes y repetiros: «¿Qué sería han encontrado eshace crecer la fe de la comunidad vuestra vida sin este amor? Dios cuiLas vocaciones sacerdotales y religiosas nacen piritualmente unida del hombre desde la creación cristiana, en la certeza siempre renodas cada año, en el del encuentro personal con Cristo, del diálogo hasta el fin de los tiempos, cuando vada de que Dios nunca abandona a cuarto domingo de llevará a cabo su proyecto de salva- su pueblo y lo sostiene suscitando sincero y confiado con Él para entrar en su Pascua, para imción. ¡En el Señor resucitado tene- vocaciones especiales, al sacerdocio plorar de Dios el voluntad. Es necesario crecer en la experiencia mos la certeza de nuestra esperan- y a la vida consagrada, para que don de santas voza!» (Discurso a los jóvenes de la dió- sean signos de esperanza para el de fe: en la relación profunda con Jesús caciones y volver a cesis de San Marino-Montefeltro, 19 de mundo. En efecto, los presbíteros y proponer a la rejunio de 2011: L’Osservatore Romano, los religiosos están llamados a darse flexión común la urgencia de la res- mos nutrir una sólida esperanza y edición en lengua española, 26 de de modo incondicional al Pueblo de Dios, en un servicio de amor al puesta a la llamada divina. Esta sig- rezar con el salmista: «Descansa sólo junio de 2011, p. 5). Evangelio y a la Iglesia, un servicio nificativa cita anual ha favorecido, en Dios, alma mía, porque Él es mi Como sucedió en el curso de su en efecto, un fuerte empeño por si- esperanza» (Sal 62, 6). Tener espe- existencia terrena, también hoy Je- a aquella firme esperanza que sólo la tuar cada vez más en el centro de la ranza equivale, pues, a confiar en el sús, el Resucitado, pasa a través de apertura al horizonte de Dios puede espiritualidad, de la acción pastoral Dios fiel, que mantiene las promesas los caminos de nuestra vida, y nos dar. Por tanto, ellos, con el testimoy de la oración de los fieles, la im- de la alianza. Fe y esperanza están, ve inmersos en nuestras actividades, nio de su fe y con su fervor apostóliportancia de las vocaciones al sacer- por tanto, estrechamente unidas. De con nuestros deseos y nuestras nece- co, pueden transmitir, en particular a las nuevas generaciones, el vivo dedocio y a la vida consagrada. hecho, «“esperanza”, es una palabra sidades. Precisamente en el devenir seo de responder generosamente y central de la fe bíblica, hasta el punLa esperanza es espera de algo cotidiano sigue dirigiéndonos su pa- sin demora a Cristo que llama a sepositivo para el futuro, pero que, al to de que en muchos pasajes las pa- labra; nos llama a realizar nuestra vi- guirlo más de cerca. La respuesta a mismo tiempo, sostiene nuestro pre- labras “fe” y “esperanza” parecen in- da con Él, el único capaz de apagar la llamada divina por parte de un sente, marcado frecuentemente por tercambiables. Así, la Carta a los nuestra sed de esperanza. Él, que vi- discípulo de Jesús para dedicarse al insatisfacciones y fracasos. ¿Dónde Hebreos une estrechamente la “pleni- ve en la comunidad de discípulos ministerio sacerdotal o a la vida conse funda nuestra esperanza? Con- tud de la fe” (10, 22) con la “firme que es la Iglesia, también hoy llama sagrada, se manifiesta como uno de templando la historia del pueblo de confesión de la esperanza” (10, 23). a seguirlo. Y esta llamada puede lle- los frutos más maduros de la comuIsrael narrada en el Antiguo Testa- También cuando la Primera Carta de gar en cualquier momento. También SIGUE EN LA PÁGINA 15 mento, vemos cómo, también en los Pedro exhorta a los cristianos a estar ahora Jesús repite: «Ven y sígueme» «Las vocaciones signo de la esperanza fundada sobre la fe», es el tema del mensaje de Benedicto XVI para la 50a Jornada mundial de oración por las vocaciones, que se celebrará el 21 de abril de 2013, cuarto domingo de Pascua. «También hoy —escribe el Pontífice— Jesús, el Resucitado, pasa a través de los caminos de nuestra vida... y sigue dirigiéndonos su palabra; nos llama a realizar nuestra vida con Él, el único capaz de apagar nuestra sed de esperanza». siempre prontos para dar una respuesta sobre el logos —el sentido y la razón— de su esperanza (cf. 3, 15), “esperanza” equivale a “fe”» (Enc. Spe salvi, 2). Queridos hermanos y hermanas, ¿en qué consiste la fidelidad de Dios en la que se puede confiar con firme esperanza? En su amor. Él, que es Padre, vuelca en nuestro yo más profundo su amor, mediante el Espíritu Santo (cf. Rm 5, 5). Y este amor, que se ha manifestado plenamente en Jesucristo, interpela a nuestra existencia, pide una respuesta sobre aquello que cada uno quiere hacer de su propia vida, sobre cuánto está L’OSSERVATORE ROMANO página 14 domingo 17 de febrero de 2013, número 7 Fue observador permanente de la Santa Sede ante la ONU y presidente del dicasterio para los emigrantes La muerte del cardenal Giovanni Cheli Llamado a formar parte del servicio diplomático de la Santa Sede —durante trece años fue observador permanente ante la ONU— jamás perdió de vista el compromiso pastoral, con una mirada especialmente atenta a las cuestiones relacionadas con los refugiados y los emigrantes antes aún de que estos hechos asumieran las dimensiones actuales, vastas y a menudo dramáticas. Nació en Turín, si bien su madre era de Asti y su padre toscano. Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de junio de 1942. Comenzó su ministerio sacerdotal como prefecto de disciplina y profesor en el seminario de su diócesis. Al mismo tiempo, colaboró apostólicamente como asistente diocesano del sector juvenil de la Acción católica, y fue también vicario parroquial en Isola d’Asti. Durante la segunda guerra mundial, gracias a una radio de onda corta, ideó una red de correspondencia entre los soldados prisioneros italianos y sus familias. Radio Londres transmitía periódicamente un mensaje, al que seguían los nombres de los prisioneros. Tras captar el contenido de la transmisión, don Cheli compilaba un texto para cada uno de ellos con el mensaje y el nombre del soldado. Luego, con la colaboración de jóvenes seminaristas que se trasladaban en bicicleta, los textos se entregaban a las familias. Incluso terminada la guerra promovió un servicio de acogida para los sobrevivientes. En 1949 fue enviado a Roma para completar sus estudios en la Pontificia Universidad Lateranense. Asimismo, desempeñó su ministerio pastoral como capellán de una comunidad de religiosas y trabajando en la pastoral parroquial. Tras conseguir el doctorado en derecho canónico y El cardenal Giovanni Cheli, presidente emérito del Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes, falleció el 8 de febrero a los noventa y cuatro años. Había nacido el 4 de octubre de 1918 en Turín (Italia). Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de junio de 1942. Pablo VI le nombró observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York el 25 de julio de 1973. Juan Pablo I lo nombró arzobispo titular de Santa Giusta, y le dio el título de nuncio apostólico, el 8 de septiembre de 1978; recibió la ordenación episcopal el 16 de septiembre sucesivo. Juan Pablo II le nombró pro-presidente de la Comisión pontificia para la pastoral de las migraciones y del turismo el 18 de septiembre de 1986. Dicho dicasterio, a partir de 1988 con la constitución apostólica «Pastor Bonus», se convirtió en el Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes, del que pasó a ser presidente el 1 de marzo de 1989. Renunció a dicho cargo el 21 de febrero de 1998 y, en el consistorio que tuvo lugar ese mismo día, Juan Pablo II le creó cardenal de la diaconía de San Cosme y San Damián, luego elevada «pro hac vice» a título presbiteral cuando, el 1 de marzo de 2008, pasó a formar parte de la orden de los cardenales presbíteros. El funeral, presidido por el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio, se celebró el sábado 9 de febrero en la basílica de San Pedro. la licenciatura en teología, regresó a su diócesis y, en 1952, entró en el servicio diplomático de la Santa Sede. Seguidamente, prestó servicio en la nunciatura apostólica en Guatemala, donde, con la llegada al poder del partido comunista, las relaciones del Gobierno con la Iglesia y la Santa Sede eran difíciles. En ese contexto, además del trabajo en la representación pontificia, se dedicó a la formación religiosa de los jóvenes, dando vida a los Scout católicos y enseñando en la Universidad católica Santa María, recién fundada por los jesuitas. En 1955, como secretario, fue trasladado a la nunciatura en España, y en 1962 a la representación pontificia en Italia. En 1967 fue llamado por el Papa para trabajar en el Consejo para los Asuntos públicos de la Iglesia, dentro de la Secretaría de Estado. En ese tiempo fue colaborador cercano del arzobispo Agostino Casaroli, en- tonces secretario de dicho dicasterio, que se encargaba de las relaciones entre la Santa Sede y algunos países de Europa del este. Entre otras cosas, colaboró en las negociaciones para la liberación del cardenal húngaro József Mindszenty. Pablo VI le nombró observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York el 25 de julio de 1973. En esta nueva misión se ocupó de reorganizar la actividad de dicha oficina, sobre todo gracias a una vasta red de colaboradores externos, y participó en numerosas Conferencias internacionales. En en julio de 1978 fue nombrado arzobispo titular de Santa Giusta y nuncio apostólico; recibió la ordenación episcopal el 16 de septiembre sucesivo, de manos del entonces secretario de Estado, el cardenal Jean-Marie Villot. Juan Pablo II le nombró pro-presidente de la Comisión pontificia para Colegio episcopal VIENE DE LA PÁGINA 12 que monseñor SALVATORE DI CRISTINA, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Salvatore Di Cristina nació en Palermo el 16 de marzo de 1937. Recibió la ordenación sacerdotal el 2 de julio de 1960. Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Bilta y auxiliar de Palermo el 23 de diciembre de 2000; recibió la ordenación episcopal el 26 de enero de 2001. Benedicto XVI lo promovió a arzobispo de Monreale el 2 de diciembre de 2006. EL PAPA HA NOMBRAD O: —Arzobispo metropolitano de Portland en Oregón (Estados Unidos) a monseñor ALEXANDER KING SAMPLE, hasta ahora obispo de Marquette. Alexander King Sample nació en Kalispell, diócesis de Helena, el 7 de noviembre de 1960. Recibió la ordenación sacerdotal el 1 de junio de 1990. Benedicto XVI lo nombró obispo de Marquette el 13 de diciembre de 2005: recibió la or- denación episcopal el 25 de enero de 2006. —Arzobispo metropolitano de Calabar (Nigeria) a monseñor JOSEPH EFFIONG EKUWEM, hasta ahora obispo de Uyo. Joseph Effiong Ekuwem nació en Offi Udah, diócesis de Uyo, el 18 de diciembre de 1949. Recibió la ordenación sacerdotal el 30 de junio de 1979. Juan Pablo II lo nombró obispo de Uyo el 4 de julio de 1989; recibió la ordenación episcopal el 9 de diciembre sucesivo. —Arzobispo de Monreale (Italia) a monseñor MICHELE PENNISI, hasta ahora obispo de Piazza Armerina. Michele Pennisi nació en Licodia Eubea, diócesis de Caltagirone, el 23 de noviembre de 1946. Recibió la ordenación sacerdotal el 9 de septiembre de 1972. Juan Pablo II lo nombró obispo de Piazza Armerina el 12 de abril de 2002; recibió la consagración episcopal el 3 de julio del mismo año. —Obispo de Dori (Burkina Faso) al presbítero LAURENT BIRFUORÉ DABIRÉ. Laurent Birfuoré Dabiré nació en Dissin, diócesis de Diébugu, el 17 de septiembre de 1965. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de diciembre de 1995. Se doctoró en utroque iure en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma. Ha sido profesor en los seminarios menor y mayor de su diócesis; vicario judicial y canciller; oficial del Tribunal de la provincia eclesiástica de Bobo Dioulasso; y profesor de derecho en la Unité Universitaire de Bamako, en Malí. —Obispo titular de Dardano y vicario apostólico de Izabal (Guatemala) al presbítero D OMINGO BUEZO LEIVA. Domingo Buezo Leiva nació en Zulia, diócesis de Zacapa, el 12 de diciembre de 1962. Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de noviembre de 1988. Obtuvo la licenciatura en teología pastoral en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma. Inició su ministerio como vicario parroquial; luego ha sido párroco en Zacapa, Ipala y Camotán, y vicario episcopal para la pastoral, cargo que desempeñaba desde 1998. la pastoral de las migraciones y del turismo en septiembre de 1986. Dicho dicasterio, a partir de 1988 con la constitución apostólica «Pastor Bonus», se convirtió en Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes, del que fue su primer presidente. En el cumplimiento de su misión en ese dicasterio, organizó congresos mundiales y regionales, y puso en marcha múltiples iniciativas encaminadas especialmente a intensificar el apostolado del mar y la asistencia a los prófugos y refugiados. Durante su presidencia, además, se afrontaron y profundizaron las complejas cuestiones de las nuevas migraciones, también a través de sus intervenciones en las asambleas especiales del Sínodo de los obispos para África, América y Asia. En el gran mundo de la movilidad humana, un lugar privilegiado lo tenía siempre la atención de la dimensión espiritual, también con una atención especial a la experiencia de la peregrinación. Benedicto XVI, al recibir noticia de la muerte del cardenal Giovanni Cheli, se recogió en oración. Luego envió a monseñor Francesco Ravinale, obispo de Asti, el siguiente telegrama de pésame: He recibido con tristeza la noticia de la muerte del venerado cardenal Giovanni Cheli y deseo expresar sentimientos de sentido pésame a esa comunidad diocesana, que lo cuenta entre sus hijos más ilustres, así como a los familiares y a cuantos lo han conocido y estimado. Recuerdo agradecido la valiosa y diligente colaboración que prestó durante tantos decenios a la Sede apostólica en las representaciones pontificias, en la Secretaría de Estado, luego como observador de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, y por último como presidente del Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes. Él deja el testimonio de una vida entregada en la adhesión coherente y generosa a la propia vocación, como sacerdote solícito por la necesidad de los fieles, especialmente por la formación cristiana de la juventud. Elevo fervientes oraciones de sufragio para que el Señor acoja en el gozo y en la paz eterna a este pastor celoso, fiel al Evangelio y a la Iglesia, y envío a vuestra excelencia, a todo el presbiterio y a cuantos participan en el dolor por su muerte, la confortadora bendición apostólica. Análogo telegrama de pésame envió el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone. número 7, domingo 17 de febrero de 2013 L’OSSERVATORE ROMANO En la audiencia general el miércoles 13 de febrero, Ceniza, Benedicto XVI página 15 indica el camino espiritual de la Cuaresma El Señor no se cansa de llamar a la puerta del hombre Queridos hermanos y hermanas: Hoy, miércoles de Ceniza, empezamos el tiempo litúrgico de Cuaresma, cuarenta días que nos preparan a la celebración de la Santa Pascua; es un tiempo de particular empeño en nuestro camino espiritual. El número cuarenta se repite varias veces en la Sagrada Escritura. En especial, como sabemos, recuerda los cuarenta años que el pueblo de Israel peregrinó en el desierto: un largo período de formación para convertirse en el pueblo de Dios, pero también un largo período en el que la tentación de ser infieles a la alianza con el Señor estaba siempre presente. Cuarenta fueron también los días de camino del profeta Elías para llegar al Monte de Dios, el Horeb; así como el periodo que Jesús pasó en el desierto antes de iniciar su vida pública y donde fue tentado por el diablo. En la catequesis de hoy desearía detenerme precisamente en este momento de la vida terrena del Señor, que leeremos en el Evangelio del próximo domingo. Ante todo el desierto, donde Jesús se retira, es el lugar del silencio, de la pobreza, donde el hombre está privado de los apoyos materiales y se halla frente a las preguntas fundamentales de la existencia, es impulsado a ir a lo esencial y precisamente por esto le es más fácil encontrar a Dios. Pero el desierto es también el lugar de la muerte, porque donde no hay agua no hay siquiera vida, y es el lugar de la soledad, donde el hombre siente más intensa la tentación. Jesús va al desierto y allí sufre la tentación de dejar el camino indicado por el Padre para seguir otros senderos más fáciles y mundanos (cf. Lc 4, 1-13). Así Él carga nuestras tentaciones, lleva nuestra miseria para vencer al maligno y abrirnos el camino hacia Dios, el camino de la conversión. Reflexionar sobre las tentaciones a las que es sometido Jesús en el desierto es una invitación a cada uno de nosotros para responder a una pregunta fundamental: ¿qué cuenta de verdad en mi vida? En la primera tentación el diablo propone a Jesús que cambie una piedra en pan para El Papa relanza conversiones de ayer y de hoy, desde Pablo de Tarso y Agustín de Hipona a Pavel Florenskij, Etty Hillesum, Dorothy Day nidad cristiana, que ayuda a mirar con particular confianza y esperanza al futuro de la Iglesia y a su tarea de evangelización. Esta tarea necesita siempre de nuevos obreros para la predicación del Evangelio, para la celebración de la Eucaristía y para el sacramento de la reconciliación. Por eso, que no falten sacerdotes celosos, que sepan acompañar a los jóvenes como «compañeros de viaje» para ayudarles a reconocer, en el camino a veces tortuoso y oscuro de la vida, a Cristo, camino, verdad y vida (cf. Jn 14, 6); para proponerles con valentía evangélica la belleza del servicio a Dios, a la comunidad cristiana y a los hermanos. Sacerdotes que muestren la fecundidad de una tarea entusiasmante, que confiere un sentido de plenitud a la propia existencia, por estar fundada sobre la fe en ángeles, o sea, que realice algo sensacional para poner a prueba a Dios mismo; pero la respuesta es que Dios no es un objeto al que imponer nuestras condiciones: es el Señor de todo (cf. vv. 9-12). ¿Cuál es el núcleo de las tres tentaciones que sufre Jesús? Es la propuesta de instrumentalizar a Dios, de utilizarle para los propios intereses, para la propia gloria y el propio éxito. Y por lo tanto, en sustancia, de ponerse uno mismo en el lugar de Dios, suprimiéndole de la propia existencia y haciéndole parecer superfluo. Cada uno debería preguntarse: ¿qué puesto tiene Dios en mi vida? ¿Es Él el Señor o lo soy yo? Superar la tentación de someter a Dios a uno mismo y a los propios intereses, o de ponerle en un rincón, y convertirse al orden justo de prioridades, dar a Dios el primer lugar, es un camino que cada cristiano debe recorrer siempre de nuevo. «Convertirse», una invitación que escucharemos muchas veces en Cuaresma, significa seguir a Jesús de manera que su Evangelio sea guía concreta de la vida; significa dejar que Dios nos transforme, dejar de pensar que somos nosotros los únicos constructores de nuestra existencia; significa reconocer que somos creaturas, que dependemos de Dios, de su amor, y sólo «perdiendo» nuestra vida en Él podemos ganarla. Esto exige tomar nuestras decisiones a la luz de la Palabra de Dios. Actualmente ya no se puede ser cristiano como simple consecuencia del hecho de vi- Las pruebas a las que la sociedad actual somete al cristiano son muchas y tocan la vida personal y social. No es fácil ser fieles al matrimonio cristiano, practicar la misericordia, dejar espacio a la oración; no es fácil oponerse públicamente a opciones de aborto, de eutanasia, de selección de embriones. La tentación de dejar de lado la propia fe está siempre presente y la conversión es una respuesta a Dios que debe ser confirmada varias veces en la vida. Mensaje para la Jornada de oración por las vocaciones VIENE DE LA PÁGINA 13 satisfacer el hambre. Jesús rebate que el hombre vive también de pan, pero no sólo de pan: sin una respuesta al hambre de verdad, al hambre de Dios, el hombre no se puede salvar (cf. vv. 3-4). En la segunda tentación, el diablo propone a Jesús el camino del poder: le conduce a lo alto y le ofrece el dominio del mundo; pero no es éste el camino de Dios: Jesús tiene bien claro que no es el poder mundano lo que salva al mundo, sino el poder de la cruz, de la humildad, del amor (cf. vv. 5-8). En la tercera tentación, el diablo propone a Jesús que se arroje del alero del templo de Jerusalén y que haga que le salve Dios mediante sus Aquel que nos ha amado en primer lugar (cf. 1 Jn 4, 19). Igualmente, deseo que los jóvenes, en medio de tantas propuestas superficiales y efímeras, sepan cultivar la atracción hacia los valores, las altas metas, las opciones radicales, para un servicio a los demás siguiendo las huellas de Jesús. Queridos jóvenes, no tengáis miedo de seguirlo y de recorrer con intrepidez los exigentes senderos de la caridad y del compromiso generoso. Así seréis felices de servir, seréis testigos de aquel gozo que el mundo no puede dar, seréis llamas vivas de un amor infinito y eterno, aprenderéis a «dar razón de vuestra esperanza» (1 P 3, 15). Vaticano, 6 de octubre de 2012 vir en una sociedad que tiene raíces cristianas: también quien nace en una familia cristiana y es formado religiosamente debe, cada día, renovar la opción de ser cristiano, dar a Dios el primer lugar, frente a las tentaciones que una cultura secularizada le propone continuamente, frente al juicio crítico de muchos contemporáneos. Las pruebas a las que la sociedad actual somete al cristiano, en efecto, son muchas y tocan la vida personal y social. No es fácil ser fieles al matrimonio cristiano, practicar la misericordia en la vida cotidiana, dejar espacio a la oración y al silencio interior; no es fácil oponerse públicamente a opciones que muchos consideran obvias, como el aborto en caso de embarazo indeseado, la eutanasia en caso de enfermedades graves, o la selección de embriones para prevenir enfermedades hereditarias. La tentación de dejar de lado la propia fe está siempre presente y la conversión es una respuesta a Dios que debe ser confirmada varias veces en la vida. Sirven de ejemplo y de estímulo las grandes conversiones, como la de san Pablo en el camino de Damasco, o san Agustín; pero también en nuestra época de eclipse del sentido de lo sagrado, la gracia de Dios actúa y obra maravillas en la vida de muchas personas. El Señor no se cansa de llamar a la puerta del hombre en contextos sociales y culturales que parecen engullidos por la secularización, como ocurrió con el ruso ortodoxo Pavel Florenskij. Después de una educación completamente agnóstica, hasta el punto de experimentar auténtica hostilidad hacia las enseñanzas religiosas impartidas en la escuela, el científico Florenskij llega a exclamar: «¡No, no se puede vivir sin Dios!», y cambió completamente su vida: tanto que se hace monje. Pienso también en la figura de Etty Hillesum, una joven holandesa de origen judío que morirá en Auschwitz. Inicialmente lejos de Dios, le descubre mirando profundamente dentro de ella misma y escribe: «Un pozo muy profundo hay dentro de mí. Y Dios está en ese pozo. A veces me sucede alcanzarle, más a menudo piedra y arena le cubren: entonces Dios está sepultado. Es necesario que lo vuelva a desenterrar» (Diario, 97). En su vida dispersa e inquieta, encuentra a Dios precisamente en medio de la gran tragedia del siglo XX, la Shoah. Esta joven frágil e insatisfecha, transfigurada por la fe, se convierte en una mujer llena de amor y de paz interior, capaz de afirmar: «Vivo constantemente en intimidad con Dios». La capacidad de oponerse a las lisonjas ideológicas de su tiempo para elegir la búsqueda de la verdad y abrirse al descubrimiento de la fe está testimoniada por otra mujer de nuestro tiempo: la estadounidense Dorothy Day. En su autobiografía, confiesa abiertamente haber caído en la tentación de resolver todo con la política, adhiriéndose a la propuesta SIGUE EN LA PÁGINA 16 L’OSSERVATORE ROMANO página 16 Benedicto XVI domingo 17 de febrero de 2013, número 7 explica a los fieles su decisión de dejar el pontificado La Iglesia es de Cristo Benedicto XVI decidió renunciar al pontificado «con plena libertad por el bien de la Iglesia, tras haber orado durante mucho tiempo y haber examinado» su conciencia ante Dios. Así ha querido recalcarlo al inicio de la audiencia general el miércoles, de Ceniza, 13 de febrero, en italiano a los dos días de leer su declaración en latín ante los cardenales en Consistorio. Queridos hermanos y hermanas: Como sabéis —gracias por vuestra simpatía—, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me ha confiado el 19 de abril de 2005. Lo he hecho con plena libertad por el bien de la Iglesia, tras haber orado durante mucho tiempo y haber examinado mi conciencia ante Dios, muy consciente de la importancia de este acto, pero consciente al mismo tiempo de no estar ya en condiciones de desempeñar el ministerio petrino con la fuerza que éste requiere. Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla. Agradezco a todos el amor y la plegaria con que me habéis acompañado. Gracias. En estos días nada fáciles para mí, he sentido casi físicamente la fuerza que me da la oración, el amor de la Iglesia, vuestra oración. Seguid rezando por mí, por la Iglesia, por el próximo Papa. El Señor nos guiará. El minuto a minuto del anuncio de la renuncia Mensaje de esperanza Se esperaba a 3.500 fieles; se presentaron 8.000. Y no pocos fueron incapaces de contener las lágrimas. En el Aula Pablo VI la audiencia general del miércoles 13 fue el primer encuentro con Benedicto XVI después de su renuncia al papado. Y los participantes le recibieron con una auténtica standing ovation. Entre aplausos, el Papa les dió las gracias, conmovido, por esta manifestación de afecto y no dudó en pedir oración: «por el próximo Papa», «por mí, por la Iglesia y por el mundo». Catequesis en la audiencia general VIENE DE LA PÁGINA 15 marxista: «Quería ir con los manifestantes, ir a prisión, escribir, influir en los demás y dejar mi sueño al mundo. ¡Cuánta ambición y cuánta búsqueda de mí misma había en todo esto!». El camino hacia la fe en un ambiente tan secularizado era particularmente difícil, pero la Gracia actúa igual, como ella misma subrayara: «Es cierto que sentí más a menudo la necesidad de ir a la iglesia, de arrodillarme, de inclinar la cabeza en oración. Un instinto ciego, se podría decir, porque no era consciente de orar. Pero iba, me introducía en la atmósfera de oración...». Dios la condujo a una adhesión consciente a la Iglesia, a una vida dedicada a los desheredados. En nuestra época no son pocas las conversiones entendidas como el regreso de quien, después de una educación cristiana, tal vez superficial, se ha alejado durante años de la fe y después redescubre a Cristo y su Evangelio. En el Libro del Apocalipsis leemos: «Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (3, 20). Nuestro hombre interior debe prepararse para ser visitado por Dios, y precisamente por esto no debe dejarse invadir por los espejismos, las apariencias, las cosas materiales. En este tiempo de Cuaresma, en el Año de la fe, renovemos nuestro empeño en el camino de conversión para superar la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos y para, en cambio, hacer espacio a Dios, mirando con sus ojos la realidad cotidiana. La alternativa entre el cierre en nuestro egoísmo y la apertura al amor de Dios y de los demás podríamos decir que se corresponde con la alternativa de las tentaciones de Jesús: o sea, alternativa entre poder humano y amor a la Cruz, entre una redención vista en el bienestar material sólo y una redención como obra de Dios, a quien damos la primacía en la existencia. Convertirse significa no encerrarse en la búsqueda del proprio éxito, del proprio prestigio, de la propia posición, sino hacer que cada día, en las pequeñas cosas, la verdad, la fe en Dios y el amor se transformen en la cosa más importante. «Una decisión inesperada, turbado- Pro Petri Sede, al presidente de Rura, conmovedora», debida al «decli- manía y a los obispos de Liguria en ve físico, ante la extraordinaria ne- visita «ad limina»; de igual forma cesidad presencial del Papa». En es- recibirá a los obispos de Lombardía tos términos el cardenal Tarcisio el 16, y al presidente de Guatemala. Bertone, secretario de Estado, co- El día 16 el Papa también mantenmentó la renuncia de Benedicto XVI drá un encuentro con el presidente al pontificado en una entrevista te- del Consejo de Ministros italiano, levisiva en Raiuno el 11 de febrero Mario Monti, y el 23 con el presipor la tarde, a las pocas horas del dente de la República, Giorgio Naanuncio. El purpurado subrayó que el Pontífice «escribió la declaración politano, pues ambos desean saluel 10 de febrero, y explicó que sen- darle personalmente. Se anula, en cambio, la audiencia tía disminuir las fuerzas físicas», mientras que «la capacidad intelec- al presidente de Camerún programada para el 28 de febrero, y la vitual permanece lúcida y fecunda». En la entrevista el cardenal Berto- sita «ad Limina» de los prelados de ne confió que se había reunido al fi- la región italiana de Las Marcas, nal de la tarde con Benedicto XVI, programada entre el 25 y el 28 de «como cada lunes», encontrándole febrero. «muy sereno». «En la madurez de este Pontificado nos deja de nuevo un mensaje de esperanza —recalcó—, el que nos había dado el viernes pasado en el seminario romano: el árbol de la Iglesia no está muriendo, sino que se renueva, también con el don del espléndido pontificado de Benedicto XVI». De quien conserva personalmente «recuerdos extraordinariamente bellos: la dulzura de trato, una confianza que siempre me ha confirmado incluso en las dificultades». En cuanto a la agenda papal, el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de información de la Santa Sede, precisa que Benedicto XVI se trasladará en helicóptero a la residenEl Papa tras el Consistorio del 11 de febrero al término cia de Castelgandolfo a las del cual anunció su renuncia al pontificado 17 horas del 28 de febrero, 3 horas antes del final de su pontificado e inicio de la sede El domingo 17 rezará el Ángelus vacante. Ese día, por la mañana, el y hasta el 23 por la mañana, junto a Pontífice recibirá en la sala Clemen- la Curia romana, participará en los tina a los purpurados que deseen tradicionales ejercicios espirituales cuaresmales. Ésta es la razón por la saludarle. Desde el anuncio de su renuncia que se suspende la audiencia genesu agenda ha continuado: se ha ral semanal. El domingo 24 volverá mantenido la audiencia general del a rezar el Ángelus con los fieles en 13 de febrero y la misa del miércoles la plaza de San Pedro. El lunes 25 el Pontífice recibirá a de Ceniza por la tarde. Al día siguiente celebró el encuentro anual algunos cardenales en audiencia privada, y el miércoles 27 la audiencia con los párrocos de Roma. De igual modo, en agenda las general tendrá lugar en la Plaza de audiencias, el día 15, a la Fundación San Pedro.