l`o sse rvator e romano

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L’OSSERVATORE ROMANO
EDICIÓN SEMANAL
EN LENGUA ESPAÑOLA
Unicuique suum
Año XLV, número 7 (2.302)
Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
17 de febrero de 2013
El anuncio al término del Consistorio ordinario público el 11 de febrero
Benedicto
XVI
deja el pontificado
Sede vacante a partir de las 20 horas del próximo 28 de febrero
Publicamos la traducción del latín de las palabras con las que Benedicto
XVI, al término del Consistorio ordinario público celebrado el lunes 11 de
febrero por la mañana, en la sala del Consistorio del palacio apostólico,
anunció la decisión de renunciar al ministerio de Obispo de Roma.
El futuro
de Dios
Queridísimos hermanos:
GIOVANNI MARIA VIAN
s un acontecimiento sin
precedentes, y consecuentemente ha dado
enseguida la vuelta al mundo:
se trata de la renuncia de Benedicto XVI al papado. Como
el propio Pontífice ha anunciado con sencilla solemnidad a
un grupo de cardenales, desde
la tarde del 28 de febrero la sede episcopal de Roma estará
vacante e inmediatamente después se convocará el cónclave
para elegir al sucesor del apóstol Pedro. Así se especifica en
el breve texto que el Papa ha
redactado directamente en latín y que ha leído en el consistorio.
La decisión del Pontífice se
tomó hace muchos meses, tras
el viaje a México y Cuba, y
con una reserva que nadie pudo romper, después de «haber
examinado ante Dios reiteradamente» la propia conciencia
(conscientia mea iterum atque
iterum coram Deo explorata), a
causa de la avanzada edad. Benedicto XVI ha explicado, con
la claridad propia de él, que
sus fuerzas «no están en condiciones para ejercer adecuadamente» la enorme tarea que se
pide a quien es elegido «para
gobernar la barca de san Pedro
y anunciar el Evangelio».
Por esto, y sólo por esto, el
Romano Pontífice, «muy consciente de la seriedad de este
acto, con plena libertad» (bene
conscius ponderis huius actus
plena libertate) renuncia al ministerio de obispo de Roma
que le fue encomendado el 19
de abril de 2005. Y las palabras que Benedicto XVI ha elegido indican de modo transparente el respeto de las condiciones previstas por el derecho
canónico para la dimisión de
un encargo sin igual en el
mundo dado su peso real y la
importancia espiritual.
Es de sobra sabido que el
cardenal Ratzinger no buscó
de modo alguno la elección al
pontificado, una de las más rápidas de la historia, y que la
aceptó con la sencillez propia
E
SIGUE EN LA PÁGINA 2
DECLARACIÓN
EN LATÍN, PÁGINA
7
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también
para comunicaros una decisión de
gran importancia para la vida de
la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente
mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio
petrino. Soy muy consciente de
que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado
a cabo no únicamente con obras
y palabras, sino también y en no
menor grado sufriendo y rezando.
Sin embargo, en el mundo de
hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones
de gran relieve para la vida de la
fe, para gobernar la barca de san
Pedro y anunciar el Evangelio, es
necesario también el vigor tanto
del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha
disminuido en mí de tal forma
que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio
que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la
seriedad de este acto, con plena
libertad, declaro que renuncio al
ministerio de Obispo de Roma,
Sucesor de San Pedro, que me
fue confiado por medio de los
Cardenales el 19 de abril de 2005,
de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas,
la sede de Roma, la sede de San
Pedro, quedará vacante y deberá
ser convocado, por medio de
quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo
Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy
las gracias de corazón por todo el
amor y el trabajo con que habéis
llevado junto a mí el peso de mi
ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su
Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su
Santa Madre, que asista con su
materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo
Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera
servir de todo corazón a la Santa
Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.
Vaticano, 10 de febrero de 2013
BENEDICTUS
PP. XVI
El Pontífice celebra en San Pedro la misa del miércoles de Ceniza
Volver a Dios para superar rivalidades y divisiones
PÁGINAS 8
Y
9
L’OSSERVATORE ROMANO
página 2
En las palabras del cardenal decano Angelo Sodano el agradecimiento y la cercanía espiritual de la Iglesia
El anuncio inesperado
en la sala del Consistorio
Desconcierto, sorpresa, estupor, conmoción ante las palabras de Benedicto XVI, quien comunicó su decisión de «renunciar al ministerio de
obispo de Roma». Sentimientos que
se dibujan en los rostros de los cardenales y prelados —reunidos en
Consistorio ordinario público el lunes 11 de febrero por la mañana, en
la sala del Consistorio del palacio
apostólico— que han escuchado de labios del Papa el
inesperado anuncio.
Las miradas de todos se
cruzaron, un leve rumor se
alzó en la sala y la estupefacción se transformó en
disgusto. Pero después de
los primeros momentos de
desconcierto se abrió paso
en los presentes —entre
ellos también los ceremonieros pontificios, los representantes de las postulaciones, los cantores de la Capilla Sixtina, los sediarios
pontificios y los asistentes
técnicos— el reconocimiento unánime de que el gesto realizado por el Pontífice es un extraordinario gesto de humildad.
Una decisión que llegó por sorpresa a todos. Y que el Pontífice
—acompañado por los arzobispos
Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia, y Guido Pozzo, limosnero, por los monseñores Leonardo
Sapienza, regente de la Prefectura
de la Casa pontificia, y Alfred Xuereb, de la Secretaría particular— quiso comunicar personalmente cuando, terminada la celebración de la
Hora media y después del anuncio
relativo a que el 12 de mayo tendrán
lugar las tres canonizaciones previstas en el orden del día del Consistorio, leyó el texto en latín de la Declaratio escrita de su propio puño y
letra. Hablando con voz firme y serena, mientras los presentes le escuchaban en un silencio casi irreal, explicó las razones de su elección, realizada «con plena libertad» y «después de haber examinado ante Dios
reiteradamente mi conciencia».
De un momento de oración y de
alegría, la atmósfera se transformó
en tristeza. De ello se hizo portavoz
el cardenal Angelo Sodano, decano
del Colegio cardenalicio, quien inmediatamente tomó la palabra en
nombre de todos los purpurados.
«Santidad, amado y venerado sucesor de Pedro, como un relámpago
en el cielo sereno —dijo— ha resonado en esta aula su conmovido mensaje. Le hemos escuchado con sentimiento de estupor, casi del todo incrédulos. En sus palabras hemos
percibido el gran afecto que usted
siempre ha tenido por la santa Iglesia de Dios, por esta Iglesia que usted tanto ha amado».
cónclave, fue él mismo quien pidió
«con voz también temblorosa» al
nuevo Papa: «¿Aceptas tu elección
canónica como Sumo Pontífice?». Y
«usted —siguió— no tardó, si bien
con trepidación, en responder diciendo que aceptaba confiando en la
gracia del Señor y en la materna intercesión de María, Madre de la
Iglesia. Como María, aquel día usted dijo su “sí” e inició su luminoso
pontificado en la línea de la conti-
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VATICANA EDITRICE «L’OSSERVATORE ROMANO»
El futuro de Dios
VIENE DE LA PÁGINA 1
de quien verdaderamente confía su
vida a Dios. Por ello Benedicto
XVI nunca se ha sentido solo, en
una relación auténtica y cotidiana
con quien amorosamente gobierna
la vida de cada ser humano y en la
realidad de la comunión de los
santos, sostenido por el amor y
por el trabajo (amore et labore) de
los colaboradores, y apoyado por
la oración y por la simpatía de muchísimas personas, creyentes y no
creyentes.
En esta luz hay que leer también
la renuncia al pontificado, libre y
sobre todo confiada en la providencia de Dios. Benedicto XVI sabe bien que el servicio papal, «por
su naturaleza espiritual», puede ser
llevado a cabo también «sufriendo
y rezando», pero subraya que «en
el mundo de hoy, sujeto a rápidas
transformaciones y sacudido por
cuestiones de gran relieve para la
GIOVANNI MARIA VIAN
director
Carlo Di Cicco
subdirector
Marta Lago
redactor jefe de la edición
don Sergio Pellini S.D.B.
director general
vida de la fe», para un Papa «es
necesario también el vigor tanto
del cuerpo como del espíritu», vigor que en él naturalmente va disminuyendo.
En las palabras dirigidas a los
cardenales, primero sorprendidos y
después conmovidos, y con su decisión sin precedentes históricos
comparables, Benedicto XVI demuestra una lucidez y una humildad que es ante todo, como explicó una vez, adhesión a la realidad,
a la tierra (humus). Así, al no sentirse ya capaz de «ejercer bien» el
ministerio que se le ha encomendado, ha anunciado su renuncia. Con
una decisión humana y espiritualmente ejemplar, en la madurez plena de un pontificado que, desde su
inicio y durante casi ocho años,
día tras día, no ha dejado de sorprender y dejará una huella profunda en la historia. Esa historia
que el Papa lee con confianza en el
signo del futuro de Dios.
Redacción
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La ceremonia oficial
para las canonizaciones
Nuevos santos
el 12 de mayo
nuidad con sus 265 predecesores en
la cátedra de Pedro, el humilde pescador de Galilea, hasta los grandes
papas del siglo pasado, desde san
Pío X al beato Juan Pablo II».
El purpurado aseguró a Benedicto
XVI que «antes del 28 de febrero,
como usted ha dicho, día en que desea poner fin a su servicio pontifical
llevado a cabo con tanto amor, con
tanta humildad, antes del
28 de febrero podremos expresarle mejor nuestros sentimientos. Así harán muchos pastores y fieles diseminados por el mundo, así
harán muchos hombres de
buena voluntad, junto a las
autoridades de tantos países». También se hizo referencia a los próximos compromisos
del
Pontífice.
«Todavía este mes tendremos la alegría de oír su voz
de pastor, ya el miércoles
de Ceniza, después el jueves con el clero de Roma,
en los Ángelus de estos domingos, en las audiencias de los
miércoles. Así que habrá muchas
ocasiones de oír aún su voz paterna». Su misión —concluyó— «continuará, sin embargo. Usted ha dicho
que estará siempre cerca con su testimonio, con su oración. Ciertamente, las estrellas del cielo seguirán
siempre brillando y así brillará siempre entre nosotros la estrella de su
pontificado. Estamos cerca de usted,
Padre Santo; bendíganos».
«Permítame que le diga —añadió—
en nombre de este cenáculo apostólico, del Colegio cardenalicio, en
nombre de estos queridos colaboradores suyos, permita que le diga que
le estamos más cerca que nunca, como lo hemos estado en estos luminosos ocho años de su pontificado».
El cardenal recordó además que el
19 de abril de 2005, al término del
domingo 17 de febrero de 2013, número 7
Benedicto XVI celebró en la mañana del lunes 11 de febrero, en el
palacio apostólico, el Consistorio
ordinario público para la canonización de los beatos Antonio Primaldo y compañeros, mártires;
Laura de Santa Catalina de Siena
Montoya y Upegui, fundadora de
la congregación de las Misioneras
de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena; y María Guadalupe García Zavala, cofundadora de
las Siervas de Santa Margarita
María y de los Pobres.
El Papa llegó hacia las 11 horas
a la sala del Consistorio, donde
estaban reunidos 51 cardenales, y
ocupó su lugar en la Cátedra. Al
comienzo de la celebración de la
«Hora Sexta» introdujo brevemente los argumentos en cuestión.
Fue seguido por el canto de los
salmos 18B y 7 y finalizado con la
proclamación de la Lectio brevis tomada de la carta de Santiago (1,
19B-20.26). Le correspondió entonces al cardenal Angelo Amato,
prefecto de la Congregación para
las causas de los santos, la peroración de las tres causas de canonización. El Pontífice pidió a los
cardenales —entre ellos Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio, y Tarcisio Bertone, secretario
de Estado— y a los obispos presentes —entre ellos los arzobispos
Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, y Dominique
Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados— el parecer sobre las tres canonizaciones
propuestas. Benedicto XVI, durante la Perpensio votorum de propositis
Canonizationibus, dirigió a los presentes la pregunta ritual: «Cum
autem de re maximi momenti agatur, antequam consilium certum et
definitivum capiatur et statuantur
dies quibus iidem Beati in Sanctorum album adscribantur, si quis
vestrum opportunum exsistimet
aliquid addere, fidenter manifestare velit quid sentiat», al final de la
cual decidió inscribir en el libro
de los santos a los beatos Primaldo y compañeros, y a las beatas
Montoya y Upegui y García Zavala. La fecha establecida para la canonización es el 12 de mayo.
Luego el Papa dirigió la oración
por la Iglesia, invocando la presencia de la Trinidad en la vida
del pueblo de Dios. La triple invocación terminó con el canto del
Pater noster.
El Pontífice finalmente impartió
la bendición apostólica a los presentes. Después, el Maestro de las
ceremonias litúrgicas pontificias,
monseñor Guido Marini, invitó a
monseñor
Leonardo
Sapienza,
protonotario apostólico, a redactar
el instrumento público ad perpetuam rei memoriam.
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Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00.
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número 7, domingo 17 de febrero de 2013
L’OSSERVATORE ROMANO
Lectio divina de Benedicto
XVI
página 3
en el Pontificio Seminario Romano Mayor
El futuro es de Dios
«El árbol de la Iglesia no es un árbol moribundo, sino el árbol que crece siempre
de nuevo». Benedicto XVI lanzó este mensaje de esperanza a los formadores y
alumnos del Pontificio Seminario Romano Mayor, al que acudió en visita el
viernes 8 de febrero, por la tarde, como es tradición en la fiesta de la Virgen de
la Confianza. «Como cristianos tenemos el futuro: el futuro es nuestro, el futuro
es de Dios», subrayó en la Lectio divina que pronunció, cuya traducción ofrecemos.
Eminencia, queridos hermanos en el
episcopado y en el sacerdocio, queridos amigos:
ser el griego de un pescador del Lago de Galilea. Y no sólo el lenguaje,
la estructura de la lengua es óptima,
sino también el pensamiento es ya
bastante maduro, pues existen ya
fórmulas concretas en la cuales se
condensa la fe y la reflexión de la
Iglesia. Por lo tanto, ellos dicen: se
trata de un estado de desarrollo que
no puede ser el de Pedro. ¿Cómo
responder? Hay dos posiciones importantes: primero, Pedro mismo
—es decir, la Carta— nos da una cla-
Cada año es para mí una gran alegría estar aquí con vosotros, ver a
tantos jóvenes que caminan hacia el
sacerdocio, que están atentos a la
voz del Señor, que quieren seguir esta voz y buscan el camino para servir al Señor en este tiempo nuestro.
Hemos escuchado tres versículos
de la Primera Carta de San Pedro
(cf. 1, 3-5). Antes de entrar
en este texto, me parece importante estar atentos precisamente al hecho de que es
Pedro quien habla. Las dos
primeras palabras de la Carta son «Petrus apostolus» (cf.
v. 1): él habla, y habla a las
Iglesias en Asia y llama a los
fieles «elegidos y extranjeros
en la diáspora» (ibidem). Reflexionemos un poco sobre
esto. Es Pedro quien habla, y
habla —como se escucha al
final de la Carta— desde Roma, a la que ha llamado
«Babilonia» (cf. 5, 13). Pedro
habla: es casi una primera
encíclica, con la cual el primer apóstol, vicario de Cristo, habla ve de por qué al final del Escrito dia la Iglesia de todos los tiempos.
ce: «Os escribo por medio de SilvaPedro, apóstol. Habla entonces no —dia Silvano». Este por medio
aquél que encontró en Cristo Jesús [dia] puede significar cosas diversas:
al Mesías de Dios, que habló el pri- puede significar que él [Silvano]
mero en nombre de la Iglesia futura: transporta, transmite; puede querer
«Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios decir que él ayudó en la redacción;
vivo» (cf. Mt 16, 16). Habla aquél que él realmente era el escritor prácque nos ha introducido en esta fe. tico. En todo caso, podemos conHabla aquél a quien dijo el Señor: : cluir que la Carta misma nos indica
«Te entrego las llaves del reino de que Pedro no escribió solo esta Carlos cielos» (cf. Jn 16, 19), a quien ta, sino que expresa la fe de una
confió su rebaño después de la Re- Iglesia que ya está en camino de fe,
surrección,
diciénen una fe cada vez
dole
tres
veces:
más madura. No esPedro, al venir a
«Apacienta mi rebacribe solo, como inño, mis ovejas» (cf.
dividuo aislado, esRoma, va hacia la
Jn 21, 15-17). Habla
cribe con la ayuda
Cruz; nos invita a
también el hombre
de la Iglesia, de las
que cayó, que negó
personas que ayuaceptar el aspecto
a Jesús y que tuvo
dan a profundizar la
martiriológico del
la gracia de contemfe, a entrar en la
plar la mirada de
profundidad de su
cristianismo, que puede
pensamiento, razoJesús, de ser tocado
tener formas muy
en su corazón y de
nabilidad y profunhaber encontrado el
didad. Y esto es
distintas. Nadie puede
perdón y una renomuy importante: no
ser
cristiano
sin
seguir
vación de su misión.
habla Pedro como
Pero es sobre todo
individuo, habla ex
al Crucificado
importante que este
persona Ecclesiae, habla como hombre
hombre, lleno de
pasión, de deseo de Dios, de deseo de la Iglesia, ciertamente como perdel reino de Dios, del Mesías, que sona, con su responsabilidad persoeste hombre que encontró a Jesús, el nal, pero también como persona que
Señor y el Mesías, es también el habla en nombre de la Iglesia: no
hombre que pecó, que cayó, y sin sólo ideas privadas, no como un geembargo permaneció bajo la mirada nio del siglo XIX que quería expresar
del Señor y así permaneció el res- sólo ideas personales, originales, que
ponsable de la Iglesia de Dios, en- nadie habría podido decir antes. No.
cargado por Cristo, portador de su No habla como genio individualista,
amor.
sino que habla precisamente en la
Habla Pedro el apóstol, pero los comunión de la Iglesia. En el Apoexegetas nos dicen: no es posible calipsis, en la visión inicial de Cristo
que esta carta sea de Pedro, porque se dice que la voz de Cristo es la
el griego es tan bueno que no puede voz de muchas aguas (cf. Ap 1, 15).
Esto quiere decir: la voz de Cristo
reune todas las aguas del mundo,
lleva en sí todas las aguas vivas que
dan vida al mundo. Es Persona, pero precisamente ésta es la grandeza
del Señor, que lleva en sí todo el río
del Antiguo Testamento, es más, de
la sabiduría de los pueblos. Y cuanto se dice aquí sobre el Señor vale,
en otro modo, también para el apóstol, que no quiere decir sólo una palabra suya, sino que lleva en sí realmente las aguas de la fe, las aguas
de toda la Iglesia; y justamente de
este modo da fertilidad, da fecundidad, y precisamente así es un testigo
personal que se abre al Señor, y se
convierte en alguien abierto y
amplio. Por lo tanto, esto es importante.
Luego me parece también importante que en esta conclusión de la
Carta se nombren a Silvano y a
Marcos, dos personas que pertenecen también a las amistades de san
Pablo. De este modo, a través de esa
conclusión, los mundos de san Pedro y de san Pablo van juntos: no es
una teología exclusivamente petrina
contra una teología paulina, sino
que es una teología de la Iglesia, de
la fe de la Iglesia, donde —ciertamente— hay diversidad de temperamento, de pensamiento, de estilo al
hablar entre Pablo y Pedro. Es un
bien, también hoy, que existan tales
diversidades, diversos carismas, diversos temperamentos, que sin emSIGUE EN LA PÁGINA 4
Es Pedro quien habla
GIOVANNI MARIA VIAN
na vez más Benedicto XVI,
improvisando durante casi
media hora, ha hablado del
ser cristianos. El punto de partida
fue el comienzo de la primera carta
de Pedro, «casi una primera encíclica», texto sobre el que el obispo
de Roma reflexionó ante sus seminaristas. Según la praxis antigua de
la meditación sobre la Escritura
inspirada por Dios (lectio divina) y
con palabras que tocan el corazón
e interpelan la razón. Y gracias a
una reflexión riquísima e impresionante sobre el destino de quien está llamado a presidir la comunión
católica, pero también de la Iglesia
y de cada cristiano.
Quien habla es Pedro, el primero
de los apóstoles, que reconoció en
el maestro de Nazaret al ungido de
Dios, al Cristo. Así que un hombre
lleno del «deseo de Dios», pero
también pecador. Como siempre, y
como antiguo profesor habituado a
afrontar cualquier dificultad, el Papa no ignoró las objeciones sobre
la autenticidad del texto. Con finura y plena plausibilidad histórica
las resolvió subrayando que la carta
expresa la fe de la Iglesia, porque
en nombre de ella (ex persona ecclesiae) el autor dicta sus palabras, y
no —añadió con un punto de ironía— como un genio del siglo XIX .
En el centro de la meditación
del sucesor de Pedro está la Iglesia
de Cristo. Y precisamente el camino del apóstol de Jerusalén a Ro-
U
ma muestra su destino y el de la
comunidad cristiana, en todo tiempo. Destino que desde siempre ha
comprendido el martirio, el cual
—observó significativamente Benedicto XVI— «puede tener formas
muy distintas», en un grupo que
hoy es el más perseguido, pues no
es conformista. Una minoría con
una «gran historia» y que sin embargo lleva en sí el destino de la
dispersión en este mundo, del ser
siempre extranjeros.
Con lenguaje bíblico y como un
antiguo autor, el Papa supo describir con imágenes sugestivas y auténticas «el árbol de la Iglesia»,
que no está moribundo, sino que
«crece siempre de nuevo». De hecho Benedicto XVI sabe —muchas
veces lo ha dicho y lo experimenta,
como cada cristiano— que «la Iglesia muere a causa de los pecados
de los hombres», pero al mismo
tiempo es «el árbol de Dios» y
porta en ella la verdadera herencia
que permanece.
Por esto el Papa ha repetido con
fuerza la palabra de Juan XXIII,
medio siglo después de la apertura
del concilio y desmintiendo otra
vez a quien se obstina en tacharlo
de pesimista: no hay que dejarse
impresionar por los «profetas de
desventuras», porque la Iglesia no
muere, sino que siempre se renueva
y renace (semper reformanda). En
un proceso de purificación que desea la curación y mira hacia el futuro de Dios.
página 4
L’OSSERVATORE ROMANO
El futuro es de Dios
VIENE DE LA PÁGINA 3
aspecto martiriológico del cristianismo, que puede tener formas muy
distintas. Y la cruz puede tener formas muy distintas, pero nadie puede
ser cristiano sin seguir al Crucificado, sin aceptar incluso el momento
martiriológico.
Después de estas palabras sobre el
remitente, unas breves palabras también sobre las personas a las cuales
escribió. He dicho ya que san Pedro
define a aquellos a quienes escribe
con las palabras «eklektois parepidemois», «a los elegidos que son extranjeros en la diáspora» (cf. 1 P 1,
1). Tenemos nuevamente esta paradoja de gloria y cruz: elegidos, pero
dispersos y extranjeros. Elegidos: este
era el título de gloria de Israel: nosotros somos los elegidos, Dios eligió a este pequeño pueblo no por-
bargo no son contrastantes y se
unen en la fe común.
Quisiera decir otra cosa: san Pedro escribe desde Roma. Es importante: aquí ya tenemos al Obispo de
Roma, tenemos el inicio de la sucesión, tenemos ya el inicio del primado concreto situado en Roma, no
sólo entregado por el Señor, sino
ubicado aquí, en esta ciudad, en esta
capital del mundo. ¿Cómo llegó Pedro a Roma? Esta es una pregunta
seria. Los Hechos de los Apóstoles nos
relatan que, tras la fuga de la cárcel
de Herodes, fue a otro lugar (cf. 12,
17) —eis eteron topon—, no se sabe a
qué otro lugar; algunos dicen Antioquía, otros dicen Roma. En todo caso, en este capítulo, se dice también
que, antes de huir,
confió la Iglesia judeo-cristiana, la Iglesia de Jerusalén, a
Santiago; y, confiándola a Santiago, él
permanece sin embargo Primado de la
Iglesia universal, de
la Iglesia de los paganos, pero también de
la Iglesia judeo-cristiana. Y aquí en Roma
encontró
una
gran comunidad judeo-cristiana. Los liturgistas nos dicen
que en el Canon romano hay rastros de
un lenguaje típicamente judeo-cristiano.
De este modo vemos
que en Roma se encuentran ambas partes de la Iglesia: la
judeo-cristiana y la
pagano-cristiana, unidas, expresión de la
Iglesia universal. Para
Pedro, ciertamente, el paso de Jesu- que somos grandes —dice el Deuteroralén a Roma es el paso a la univer- nomio— sino porque Él nos ama (cf.
salidad de la Iglesia, el paso a la 7, 7-8). Somos elegidos: esto, ahora
Iglesia de los paganos y de todos los san Pedro lo traslada a todos los
tiempos, a la Iglesia siempre tam- bautizados, y el contenido propio de
bién de los judíos. Y pienso que, vi- los primeros capítulos de su Primera
niendo a Roma, san Pedro no sólo Carta es que los bautizados entran
pensó en este paso: Jerusalén/Roma, en los privilegios de Israel, son el
Iglesia judeo-cristiana/Iglesia univer- nuevo Israel. Elegidos: me parece
sal. Ciertamente se acordó también que vale la pena reflexionar sobre
de las últimas palabras de Jesús diri- esta palabra. Somos elegidos. Dios
gidas a él, recogidas
por san Juan: «Al fiEstar contentos porque Dios nos ha
nal, tú irás adonde no
quieras ir. Te ceñirán,
elegido, nos ha amado, no es triunfalismo,
extenderán tus manos»
es gratitud. «Elegidos» es una palabra
(cf. Jn 21, 18). Es una
profecía de la crucifide privilegio y de humildad a la vez
xión. Los filólogos nos
muestran que es una
expresión precisa, técnica, este «ex- nos conoce desde siempre, antes de
tender las manos», para la crucifi- nuestro nacimiento, de nuestra conxión. San Pedro sabía que su final cepción; Dios me quiso cristiano, casería el martirio, que habría sido la tólico, me quiso sacerdote. Dios ha
cruz. Y así, se encontrará en el com- pensado en mí, me ha buscado a mí
pleto seguimiento de Cristo. Por lo entre millones, entre muchos, me ha
tanto, al venir a Roma fue cierta- visto y ha elegido, no por mis mérimente también al martirio: en Babi- tos que no existían, sino por su bonlonia lo esperaba el martirio. Por lo dad. Ha querido que yo sea portatanto, el primado tiene este conteni- dor de su elección, que es siempre
do de la universalidad, pero también también misión, sobre todo misión,
un contenido martiriológico. Desde y responsabilidad por los demás.
el comienzo, Roma es también lugar Elegidos: debemos estar agradecidos
del martirio. Pedro, al venir a Roma, y alegres por este hecho. Dios ha
acepta de nuevo esta palabra del Se- pensado en mí, me ha elegido como
ñor: va hacia la Cruz; y nos invita a católico, a mí como portador de su
que también nosotros aceptemos el Evangelio, como sacerdote. Me pare-
domingo 17 de febrero de 2013, número 7
responsables de los demás y, precisamente así, dando fuerza al bien en
nuestro mundo.
Llegamos finalmente a los tres
versículos de hoy. Quisiera sólo subrayar, o digamos interpretar un poco, por lo que puedo, tres palabras:
la palabra regenerados, la palabra herencia y la palabra custodiados por la
fe. Regenerados —anaghennesas, dice el
texto griego— quiere decir: ser cristiano no es simplemente una decisión de mi voluntad, una idea mía;
yo veo un grupo que me gusta, me
hago miembro de este grupo, comparto sus objetivos, etc. No: ser cristiano no es entrar en un grupo para
hacer algo, no es un acto sólo de mi
voluntad, no primariamente de mi
voluntad, de mi razón: es un acto de
Dios. Regenerado no concierne sólo al
ámbito de la voluntad, del pensar, sino del ser. He renacido: esto quiere
decir que llegar a ser cristiano es sobre todo pasivo; yo no puedo hacer-
ce que vale la pena reflexionar muchas veces sobre esto, y volver a entrar en este hecho de su elección: me
eligió, me quiso; ahora yo respondo.
Tal vez hoy nos tienta decir: no
queremos estar contentos por haber
sido elegidos, sería triunfalismo.
Triunfalismo sería si nosotros pensáramos que Dios me eligió porque
soy grande. Esto sería realmente
triunfalismo equivocado. Pero estar
contentos porque Dios me ha querido no es triunfalismo, es gratitud.
Pienso que debemos volver a aprender esta alegría: Dios ha querido que
yo nazca así, en una familia católica,
que haya conocido desde el comienzo a Jesús. ¡Qué gran don ser amado por Dios, de tal modo que he
podido conocer su rostro, he podido
conocer a Jesucristo, el rostro humano de Dios, la historia
humana de Dios en esEl futuro es realmente de Dios: es la gran
te mundo! Estar alegres porque me ha elecerteza de nuestra vida, el verdadero
gido para ser católico,
optimismo. La Iglesia es el árbol de Dios
para estar en esta Iglesia suya, donde subsistit
que vive eternamente y lleva la auténtica
Ecclesia unica; debemos
herencia: la vida eterna
estar alegres porque
Dios me ha dado esta
gracia, esta belleza de conocer la me cristiano, sino que me hacen renaplenitud de la verdad de Dios, la cer, el Señor me rehace en la profunalegría de su amor.
didad de mi ser. Y yo entro en este
Elegidos: una palabra de privilegio proceso del renacer, me dejo transfory de humildad al mismo tiempo. Pe- mar, renovar, regenerar. Esto me paro «elegidos» —como decía— está rece muy importante: como cristiano
acompañado de «parapidemois», dis- no me hago sólo una idea mía que
persos, extranjeros. Como cristianos comparto con otros, y si dejan de
estamos dispersos y somos extranje- gustarme puedo salir. No: concierne
ros: vemos que hoy en el mundo los precisamente a la profundidad del
cristianos son el grupo más perse- ser, es decir, llegar a ser cristiano coguido porque no son conformistas, mienza con una acción de Dios, soporque es un estímulo, porque están bre todo una acción suya, y yo me
contra las tendencias del egoísmo, del dejo formar y transformar.
materialismo, de todas estas cosas.
Me parece que es materia de refleCiertamente los cristianos no son xión, precisamente en un año en el
sólo extranjeros; somos también na- que reflexionamos sobre los Sacraciones cristianas, estamos orgullosos mentos de la iniciación cristiana, mede haber contribuido a la formación ditar esto: este pasivo y activo prode la cultura. Hay un sano patriotis- fundo del ser regenerado, del devenir
mo, una sana alegría de pertenecer a de toda una vida cristiana, del dejaruna nación que tiene una gran histo- me transformar por su Palabra, por
ria de cultura, de fe. Pero, como la comunión de la Iglesia, por la vicristianos, somos también siempre da de la Iglesia, por los signos con
extranjeros, —la historia de Abrahán, los que el Señor trabaja en mí, trabadescrita en la Carta a los Hebreos. ja conmigo y para mí. Y renacer, ser
Somos, como cristianos, precisamen- regenerados, indica también que ente hoy, siempre también extranjeros. tro en una nueva familia: Dios, mi
En los lugares de trabajo los cristia- Padre; la Iglesia, mi Madre; los denos son una minoría, se encuentran más cristianos, mis hermanos y heren una situación de extrañeza; asom- manas. Ser regenerados, dejarse regebra que uno hoy pueda aún creer y nerar implica, por lo tanto, dejarse
vivir así. Esto pertenece también a voluntariamente introducir en esta
nuestra vida: es la forma de ser con familia, vivir para Dios Padre y desCristo Crucificado; este ser extranje- de Dios Padre, vivir desde la comuros, viviendo no según el mundo en nión con Cristo su Hijo, que me reel que viven todos, sino viviendo —o genera mediante su Resurrección, cotratando al menos de vivir— según mo dice la Carta (cf. 1 P 1, 3), vivir
su Palabra, en una gran diversidad con la Iglesia dejándome formar por
respecto a lo que dicen todos. Y la Iglesia en muchos sentidos, en
precisamente esto es característico tantos caminos, y estar abierto a mis
para los cristianos. Todos dicen: hermanos, reconocer en los demás
«Pero todos hacen así, ¿por qué yo realmente a mis hermanos, que junto
no?». No, yo no, porque quiero vivir a mí son regenerados, transformados,
según Dios. San Agustín dijo una renovados; uno lleva la responsabilivez: «Los cristianos son aquellos que dad por el otro. Una responsabilino tienen las raíces hacia abajo co- dad, por lo tanto, del Bautismo, que
mo los árboles, sino que tienen las es un proceso de toda una vida.
raíces hacia arriba, y viven esta graSegunda palabra: herencia. Es una
vitación no en la gravitación natural palabra muy importante en el Antihacia abajo». Roguemos al Señor guo Testamento, donde se dice a
para que nos ayude a aceptar esta Abrahán que su descendencia heremisión de vivir, en cierto sentido, co- dará la tierra. Y esta fue siempre la
mo dispersos, como minoría; de viSIGUE EN LA PÁGINA 5
vir como extranjeros y ser incluso
L’OSSERVATORE ROMANO
número 7, domingo 17 de febrero de 2013
El Ángelus de Benedicto
XVI
página 5
en la plaza de San Pedro
Confiaron en Jesús
«La debilidad humana no debe causar
miedo si Dios llama». Fueron palabras
del Papa al introducir el Ángelus del
domingo 10 de febrero en la plaza de
San Pedro.
Queridos hermanos y hermanas:
En la liturgia de hoy, el Evangelio
según san Lucas presenta el relato
de la llamada de los primeros discípulos, con una versión original respecto a los otros dos sinópticos: Mateo y Marcos (cf. Mt 4, 18-22; Mc 1,
16-20). La llamada, en efecto, está
precedida por la enseñanza de Jesús
a la multitud y por una pesca milagrosa, realizada por voluntad del Señor (Lc 5, 1-6). De hecho, mientras
la muchedumbre se agolpa en la orilla del lago de Genesaret para escuchar a Jesús, Él ve a Simón desanimado por no haber pescado nada
durante toda la noche. En primer
lugar le pregunta si puede subir a la
barca para predicar a la gente, ya
que estaba a poca distancia de la
orilla. Después, terminada la predicación, le pide que se dirija mar
adentro con sus compañeros y que
eche las redes (cf. v. 5). Simón obedece, y pescan una cantidad increíble de peces. De este modo, el evangelista hace ver que los primeros discípulos siguieron a Jesús confiando
en Él, apoyándose en su Palabra,
acompañada también por signos
prodigiosos. Observamos que, antes
de este signo, Simón se dirige a Jesús llamándole «Maestro» (v. 5), y
después le llama «Señor» (v. 7). Es
la pedagogía de la llamada de Dios,
que no mira tanto la calidad de los
elegidos, sino su fe, como la de Simón que dice: «Por tu palabra,
echaré las redes» (v. 5).
La imagen de la pesca remite a la
misión de la Iglesia. Comenta al res-
pecto san Agustín: «Dos veces los
discípulos se pusieron a pescar por
orden del Señor: una vez antes de la
pasión y otra después de la resurrección. En las dos pescas está representada toda la Iglesia: la Iglesia como es ahora y como será después de
la resurrección de los muertos. Ahora acoge a una multitud imposible
de enumerar, que comprende a los
buenos y a los malos; después de la
resurrección comprenderá sólo a los
buenos» (Discurso 248, 1). La experiencia de Pedro, ciertamente singular, también es representativa de la
llamada de todo apóstol del Evangelio, que jamás debe desanimarse al
anunciar a Cristo a todos los hombres, hasta los confines del mundo.
Sin embargo, el texto de hoy hace
reflexionar sobre la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada. La
vocación es obra de Dios. El hombre no es autor de su propia vocación, sino que da respuesta a la propuesta divina; y la debilidad humana no debe causar miedo si Dios llama. Es necesario tener confianza en
su fuerza que actúa precisamente en
nuestra pobreza; es necesario confiar
cada vez más en el poder de su misericordia, que transforma y renueva.
Queridos hermanos y hermanas,
que esta Palabra de Dios reavive
también en nosotros y en nuestras
comunidades cristianas la valentía, la
confianza y el impulso para anunciar
y testimoniar el Evangelio. Que los
fracasos y las dificultades no induzcan al desánimo: a nosotros nos corresponde echar las redes con fe, el
Señor hace el resto. Confiamos también en la intercesión de la Virgen
María, Reina de los Apóstoles. Ella,
bien consciente de su pequeñez, respondió a la llamada del Señor con
total entrega: «Heme aquí». Con su
ayuda materna, renovemos nuestra
disponibilidad a seguir a Jesús,
Maestro y Señor.
Al término de la oración, el Pontífice
felicitó el año nuevo lunar a los
pueblos del Lejano Oriente y recordó la
Jornada mundial del enfermo.
Hoy, varios pueblos del Lejano
Oriente festejan el año nuevo lunar.
Paz, armonía y acción de gracias al
Cielo son los valores universales que
se celebran en esta feliz circunstancia y todos los desean para construir
la propia familia, la sociedad y la
nación. Deseo que se puedan realizar para esos pueblos las aspiraciones de una vida feliz y próspera. Envío un saludo especial a los católicos
de esos países, a fin de que en este
Año de la fe se dejen guiar por la sabiduría de Cristo.
Mañana, memoria litúrgica de la
Virgen de Lourdes, tendrá lugar la
Jornada mundial del enfermo. La celebración solemne será en el santuario mariano de Altötting, en Baviera.
Con la oración y el afecto estoy cerca de todos los enfermos y me uno
espiritualmente a quienes se reunirán
en el santuario, particularmente querido por mí. (italiano)
La Jornada mundial del enfermo
que se celebra mañana, nos invita a
estar cerca de las personas que sufren. Que con el afecto y el apoyo
que les damos puedan encontrar la
esperanza y la confianza en Dios
que les ama. Jesús nos ha pedido visitar a los enfermos, aprovechemos
el Año de la fe para profundizar en el
verdadero sentido de este gesto que
no separa la fe de la caridad. Que la
Virgen María, Nuestra Señora de
Lourdes, nos acompañe durante la
Cuaresma que está a punto de comenzar. (francés).
Desde aquí dirijo mi saludo particularmente a todos los enfermos y a
todos los que mañana se reunirán en
oración en Altötting con ocasión de
la Jornada mundial del enfermo. Esta Jornada se celebra cada año el 11
de febrero en la fiesta de Nuestra
Señora de Lourdes. En Lourdes, la
Virgen se le apareció a la humilde
joven Bernadette Soubirous y le indicó la fuente en donde numerosos
enfermos han sido curados. María
quiere estar cerca de los pobres, enfermos y necesitados de todos los
tiempos; y quiere recorrer con ellos
el camino hacia Cristo que es la
fuente de la vida. Para vosotros y
vuestros seres queridos, en especial
para los enfermos, imploro la intercesión de María salud de los enfermos y madre del consuelo. ¡Que
Dios os bendiga a todos! (alemán).
El Papa al Pontificio Seminario Romano Mayor
VIENE DE LA PÁGINA 4
promesa para los suyos: Vosotros
tendréis la tierra, seréis herederos de
la tierra. En el Nuevo Testamento,
esta palabra se convierte en una palabra para nosotros: nosotros somos
herederos, no de un determinado país, sino de la
tierra de Dios, del futuro
de Dios. Herencia es una
cosa del futuro, y así esta
palabra dice sobre todo
que como cristianos tenemos el futuro: el futuro es
nuestro, el futuro es de
Dios. Y así, siendo cristianos, sabemos que el futuro es nuestro y el árbol de
la Iglesia no es un árbol
moribundo, sino el árbol
que crece siempre de nuevo. Por lo tanto, tenemos
motivo para no dejarnos
persuadir —como dijo el
Papa Juan XXIII— por los
profetas de desventuras, que dicen:
la Iglesia, bien, es un árbol nacido
del grano de mostaza, creció en dos
milenios, ahora tiene el tiempo tras
de sí, ahora es el tiempo en el cual
muere. No. La Iglesia se renueva
siempre, renace siempre. El futuro es
nuestro. Naturalmente, existe un falso optimismo y un falso pesimismo.
Un falso pesimismo que dice: el
tiempo del cristianismo se acabó.
No: ¡comienza de nuevo! El falso
optimismo era el posterior al Concilio, cuando los conventos cerraban,
los seminarios cerraban, y decían:
pero... nada, está todo bien... ¡No!
No está todo bien. Hay también caídas graves, peligrosas, y debemos reconocer con sano realismo que así
no funciona, no funciona donde se
hacen cosas equivocadas. Pero tam-
bién debemos estar seguros, al mismo tiempo, de que si aquí y allá la
Iglesia muere por causa de los pecados de los hombres, por causa de su
falta de fe, al mismo tiempo, nace
de nuevo. El futuro es realmente de
Dios: esta es la gran certeza de nuestra vida, el grande y verdadero optimismo que conocemos. La Iglesia es el
árbol de Dios que vive
eternamente y lleva en sí
la eternidad y la verdadera herencia: la vida eterna.
Y, finalmente, custodiados por la fe. El texto del
Nuevo Testamento, de la
Carta de San Pedro, usa
aquí una palabra rara,
phrouroumenoi, que quiere
decir: están «los vigilantes», y la fe es como «el
vigilante» que custodia la
integridad de mi ser, de
mi fe. Esta palabra interpreta sobre todo a los «vigilantes»
de las puertas de una ciudad, donde
ellos están y custodian la ciudad, a
fin de que no la invadan los poderes
de destrucción. Así la fe es «vigilante» de mi ser, de mi vida, de mi herencia. Debemos estar agradecidos
por esta vigilancia de la fe que nos
protege, nos ayuda, nos guía, nos da
la seguridad: Dios no me deja caer
de sus manos. Custodiados por la fe:
así concluyo. Hablando de la fe
pienso siempre en aquella mujer siro-fenicia enferma, que, en medio de
la multitud, logra llegar a Jesús, lo
toca para ser sanada, y es curada. El
Señor dice: «¿Quién me ha tocado?». Le dicen: «Pero Señor, todos
te tocan, ¿cómo puedes preguntar:
quién me ha tocado?» (cf. Mc 7, 2430). Pero el Señor sabe: existe un
modo de tocarlo, superficial, exterior, que no tiene realmente nada
que ver con un verdadero encuentro
con Él. Y existe un modo de tocarlo
profundamente. Y esta mujer le tocó
verdaderamente: le tocó no sólo con
la mano, sino con su corazón, y así
recibió la fuerza sanadora de Cristo,
tocándolo realmente desde dentro,
desde la fe. Esta es la fe: tocar a
Cristo con la mano de la fe, con
nuestro corazón, y así entrar en la
fuerza de su vida, en la fuerza sanadora del Señor. Pidamos al Señor
que podamos tocarle cada vez más
de este modo para ser sanados. Pidamos que no nos deje caer, que
también ella nos tome siempre de la
mano y, de este modo, nos custodie
para la verdadera vida. Gracias.
L’OSSERVATORE ROMANO
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domingo 17 de febrero de 2013, número 7
Cuando un Papa ha renunciado (o ha tenido que renunciar) a su ministerio
Descendieron del solio de Pedro
a respuesta de Benedicto XVI
en el libro-entrevista Luz del
mundo había sido explícita. A
la pregunta del periodista Peter Seewald («Por tanto, ¿puede pensarse
en una situación en la que usted
considere apropiada una renuncia
del Papa?») había respondido: «Sí.
Si el Papa llega reconocer con claridad que física, psíquica y mentalmente no puede ya con el encargo
de su oficio, tiene el derecho y, en
ciertas circunstancias, también el deber de renunciar».
En verdad, la reconstrucción histórica de los casos en los que se ha
interrumpido un pontificado antes
de la muerte del Papa nos remite a
poquísimas figuras y en ningún caso
a una situación como la que se ha
verificado con la decisión de Benedicto XVI.
En los albores de la Iglesia, cuando aún la predicación de los apóstoles era realidad viva y recordada por
testimonio directo, encontramos la
figura del Papa Clemente: en la lista
de los obispos de Roma elaborada
por Ireneo de Lyon está indicado
como tercer sucesor de Pedro después de Lino y Anacleto. Las fuentes no son unívocas al reconstruir
una fecha exacta de su pontificado:
según Eusebio de Cesarea, habría
sucedido a Anacleto en el año duodécimo de Domiciano, es decir, el
año 92 (Historia Ecclesiastica, III, 15).
Pero Jerónimo refiere, además de esta, la tradición que consideraba a
Clemente como sucesor inmediato
de Pedro. Epifanio de Salamis se
preguntaba cómo podía ser que un
contemporáneo de los apóstoles le
hubiera sucedido sólo más tarde en
el episcopado romano, y supone que
los apóstoles podían haber ordenado
a quienes les sustituyeran en el gobierno de la Iglesia romana mientras
ellos estaban empeñados en el ministerio apostólico. Epifanio imagina, basándose en la carta de la Iglesia de los Romanos a la de los Corintios (cf. 54, 2) —tradicionalmente
atribuida a Clemente, aunque en
realidad el hecho no está documentado, y en la cual se exhorta a los
más generosos a alejarse antes que
suscitar sediciones, divisiones y discordias—, que en este pasaje se refleja una situación personal del autor,
quien, para no crear problemas en el
seno de la comunidad, se habría
abstenido de ejercer las funciones
episcopales hasta que no se vio obligado por la muerte de Pedro, de Lino y de Cleto.
Pero nos hallamos en un ámbito
en el que el condicional es obligatorio, y las noticias carecen del necesario fundamento histórico. También
porque —es la orientación de los estudios actuales— al menos hasta el
siglo II la guía de la Iglesia de Roma parece tener como protagonista
un colegio de presbíteros más bien
que una figura prevalente.
De Clemente se pasa a Ponciano.
Décimo octavo obispo de la Iglesia
de Roma, la fecha de comienzo de
su episcopado se fija, por conjetura,
en el 230. La fuente más atendible,
el Catálogo liberiano, establece que su
ministerio duró cinco años, dos meses y siete días. En 235 Ponciano fue
L
deportado a Cerdeña junto con el
presbítero Hipólito. La dureza de la
medida se deduce de la especificación del texto: in insula nociva, fórmula que probablemente describe el
clima insalubre y la condena a trabajos forzados en una mina. El Catálogo recuerda, pues, la fecha de la renuncia del Papa Ponciano a su car-
El último por orden
cronológico fue Gregorio XII
Cuyo gesto, a petición
del concilio de Constanza,
condujo a la solución
del gran cisma de Occidente
go, renuncia expresada con el término técnico discinctus est (cf. Thesaurus linguae latinae, V, 1, Lipsiae 190934, col. 1316), que tuvo lugar en Cerdeña (in eadem insula) el 28 de septiembre, y la ordenación, como sucesor, de Antero, el 21 de noviembre.
Ponciano, como supone la Enciclopedia de los Papas, «podría haber
sido impulsado por un admirable
realismo, habiendo dado por cierto
que no habría salido vivo de la deportación, y que la ausencia de un
pastor habría perjudicado a la grey.
Pero algunas circunstancias particulares podrían haberlo inducido a un
gesto de fuerte significado simbólico. Si el presbítero Hipólito, exiliado con él, identificable o no con el
autor del Èlenchos, hubiera sido el
jefe espiritual de una comunidad romana disidente con la orientación
mayoritaria representada en aquel
momento por Ponciano, el gesto de
este último cobraría ulterior valor,
porque tendía a favorecer o establecer una reconciliación. Y si quisiéramos ir más allá del campo de la conjetura, la elección de Antero en Roma, un griego de origen oriental, como debería haber sido Hipólito, tendría el sabor de una ulterior apertura a la reunión de los diversos componentes de la comunidad romana».
Con un salto de cerca de tres siglos se llega al Papa Silverio. En el
momento de la muerte de su padre
(el Papa Hormisdas) en 523, compuso su epitafio, hoy perdido, en el
que celebraba los intentos de reconciliación con Oriente y el retorno de
África a la libertad. No se sabe si en
aquel tiempo Silverio ya había entra-
La breve aparición de Celestino
V
Es la figura más conocida también a causa de
la celebérrima cita dantesca («aquel que hizo
por pusilanimidad el gran rechazo»), por lo
demás de interpretación incierta. Pedro del
Morrone, el futuro Celestino V, nació en 1209
o a comienzos de 1210: la fuente más segura a
este propósito, la Vita Coelestini (publicada en
los «Analecta Bollandiana»,
16, 1897), indica que tenía
ochenta y siete años en el
momento de su muerte,
ocurrida el 19 de mayo de 1296.
Era originario del condado de
Molise, que entonces era una
provincia del reino de Sicilia. Fue
canonizado el 5 de mayo de 1313
por Clemente V; su memoria
litúrgica se celebra el 19 de mayo.
Pedro fue elegido Papa en 1294; el
11 de julio se le mandó una
embajada a Sulmona. El 18 de
julio recibió en su celda a los
emisarios del Colegio cardenalicio
y al cardenal Pedro Colonna;
Carlos II llegó a Sulmona el 21 de
julio para rendir homenaje
al recién elegido, y desde
aquel momento ya no se
alejó del nuevo
Pontífice. El soberano
enseguida dio orden de
preparar la coronación
de Celestino en L’Aquila,
ciudad que formaba parte
de sus dominios. El 28 de
Relicario del Papa Celestino V
julio, sobre el lomo de un
(siglo XVIII), Santa Maria di Collemaggio,
asno, el Papa ingresó en la
L'Aquila (Italia)
ciudad, pero comenzó a
pensar en su renuncia
inmediatamente después de su llegada a Nápoles, en noviembre de
1294. «En el gran drama entre Ecclesia spiritualis y Ecclesia carnalis
—escribe Arsenio Frugoni hablando de la enigmática figura del
ermitaño abruzo—, Celestino V es una breve aparición, pero tan
reveladora que es casi su símbolo. Pero su personalidad mantiene una
indeterminación que ni los antiguos biógrafos ni los estudiosos más
recientes han podido remover eficazmente, para captar rasgos
individuales y concretos».
do en el clero, puesto que la inscripción no tiene ningún título, pero se
sabe que cuando murió el Papa Agapito, en Constantinopla, el 22 de
abril de 536, era subdiácono de la
Iglesia de Roma.
Su candidatura al solio pontificio,
impuesta por el rey Teodato, según
el cronista del Liber pontificalis, suscitó un difundido malhumor entre el
clero, como reacción al rango modesto del candidato en la jerarquía
eclesiástica. Era la primera vez que
un subdiácono accedía al pontificado. Silverio se empeñó en la lucha
contra los monofisitas en el concilio
que se celebró del 2 al 4 de junio de
536, durante el cual se condenó en
contumacia a Antimo, que fue depuesto de su sede de Trebisonda.
Esta política de represión del monofisismo irritó a la emperatriz Teodora, que decidió arruinar a Silverio,
mandándole una carta al general Belisario en la cual le intimaba a deponer al Papa.
Belisario obedeció, convocando a
los presbíteros, a los diáconos y a todo el clero para que eligieran a Vigilio, que fue consagrado el 29 de
marzo de 537, aunque el Liber pontificalis lo designa como diácono hasta
la muerte de su predecesor. Según la
misma fuente, Silverio fue confinado
en la isla de Palmarola, una de las
Pontinas, y reducido al estado
monástico. Liberato en cambio
habla de un primer exilio en Patara, en Licia, mostrando una
relativa concordancia con Procopio, que refiere que Belisario
mandó al Papa acusado de traición
«a Grecia».
En una época muy diferente se
encuadra Benedicto IX, en el siglo
Teofilacto de los condes de Túsculo,
reinante entre octubre de 1032 y septiembre de 1044. Le tocó representar
el signo de la absoluta mundanización e instrumentalización del poder
papal. En su compleja historia, el
Pontífice fue expulsado de Roma,
donde volvió antes de ser derrotado
definitivamente. Aunque es incierta
la fecha de su nacimiento y la exacta
posición de su ascendencia, de todos
modos se puede decir que no era un
muchacho en el momento de su
elección, como se sostuvo durante
mucho tiempo. Los Anales romanos
afirman que en 1044 estalló en Roma
una revuelta contra el Papa, que
fue expulsado. Inmediatamente
después fue elegido el obispo
de Sabina, Juan, quien tomó el
nombre de Silvestre III; este, a
su vez, después de cuarenta y
nueve días fue removido por Benedicto IX, que volvió al solio pontificio. En su cargo Benedicto IX
permaneció desde el 10 de marzo
hasta el 1 de mayo de 1045, cuando
lo cedió a Juan Graciano, que se
convirtió en Pontífice con el nombre
de Gregorio VI. La sucesión se había
hecho con un mecanismo usual, considerados los tiempos: el de la adquisición con dinero.
Tampoco el nuevo Papa permaneció mucho tiempo en el solio: llegado a Italia en el otoño de 1046, Enrique III reunió un concilio en Sutri,
SIGUE EN LA PÁGINA 7
número 7, domingo 17 de febrero de 2013
L’OSSERVATORE ROMANO
página 7
Caminos nuevos
CARLO DI CICCO
a mejor y más transparente comprensión de la Iglesia de Benedicto XVI sucede en el momento de máximo estupor
y desconcierto de todos: cuando el Papa ha
decidido dejar el pontificado y retirarse a
orar. Su ponderada y libre decisión —como
ocurre en todas las que abren caminos nuevos
en la historia—, objeto de atención y comentarios apasionados y variados en el mundo entero, sella la coherencia entre doctrina y práctica cristiana del actual Pontífice. La Iglesia
de Benedicto XVI es una Iglesia de la fe cristiana. No fe genérica ni abstracta o ideológica, sino en una persona concreta e histórica,
Jesús de Nazaret, a quien se decide seguir libremente. Él permanece como la síntesis perfecta del amor de Dios por el hombre que los
creyentes deben traducir en el amor real, concreto por el prójimo. Esta línea explica Ratzinger en su continuidad de pensamiento y
acción: como teólogo, obispo, cardenal y Papa.
Fue una sorpresa en su elección cuando,
inspirándose en el padre del monaquismo en
Occidente, eligió el nombre de Benedicto para relanzar la actualidad de su regla de vida
centrada en el principio de que nada debe anteponerse a Cristo. Como Papa, Ratzinger
siempre ha difundido y alentado esta regla
como referencia primaria de cada cristiano en
cualquier nivel de responsabilidad. Y a la luz
de esta norma se definió inmediatamente después de la elección como un humilde trabajador en la viña del Señor.
Benedicto sorprendió de nuevo con su primera encíclica dedicada al amor de Dios, considerado, con el amor al prójimo, como el distintivo de cuantos creen en el Evangelio.
Muchas más han sido las sorpresas de la
acción a contracorriente de este Pontífice hasta la última: salir de escena con desconcertante dignidad y naturalidad, consciente de que
la barca de Pedro está guiada ante todo por
el Espíritu de Dios. De ser maestro de la fe
ha pasado así a ser testigo de la credibilidad
de las promesas de Dios al que merece dedicar la vida entera.
La herencia de Benedicto XVI es grande ya
ahora. Pero decantada en el tiempo se verá
aún más preciosa y entendida de lo que es
hasta ahora. Intentar explicarla arrojándola en
medio de oscuras maniobras de las que defenderse sería perjudicar la transparencia intelectual del Papa. Igual que no percibe la alta señal de su gesto quien piensa en su renuncia
como en una evasión de la responsabilidad.
Los momentos difíciles de la Iglesia, que
no han faltado ni siquiera en sus ocho años
de pontificado, los ha afrontado y superado
con plena confianza en Dios y llevando hacia
la solución cuestiones antiguas recibidas en
herencia.
La renuncia de Benedicto XVI sucede en el
Año de la fe y en el cincuentenario del inicio
del Concilio Vaticano II. No es una coincidencia casual, sino un signo de los tiempos,
que el Pontífice ha leído para el bien de la
Iglesia. Joseph Ratzinger como joven teólogo
dio mucho a la consecución del Concilio contribuyendo a elaborar importantes textos de
la histórica asamblea. A continuación se prodigó de toda manera para recomponer los
conflictos encendidos en torno a la interpretación del acontecimiento conciliar, planteando
como Papa el camino de la reforma de la
Iglesia. El Concilio no pretendió cambiar la
fe cristiana, sino repensarla en un lenguaje actualizado y comprensible en el mundo de hoy.
El Papa Benedicto lo ha hecho con tolerancia,
sencillez y coherencia recurriendo incluso a
las técnicas de comunicación más innovadoras
para anunciar a Jesucristo a todos —recuérdese el Atrio de los gentiles— y en particular a
las nuevas generaciones. Le ha importado
mucho el futuro de la fe cristiana sobre la tierra y por esto ha creído necesario dar un paso
que cambiará muchas cosas.
L
La declaración pronunciada
por el Pontífice en latín
Fratres carissimi
Non solum propter tres canonizationes ad hoc
Consistorium vos convocavi, sed etiam ut vobis
decisionem magni momenti pro Ecclesiae vita
communicem. Conscientia mea iterum atque iterum coram Deo explorata ad cognitionem certam
perveni vires meas ingravescente aetate non iam
aptas esse ad munus Petrinum aeque administrandum.
Bene conscius sum hoc munus secundum suam
essentiam spiritualem non solum agendo et loquendo exsequi debere, sed non minus patiendo
et orando. Attamen in mundo nostri temporis rapidis mutationibus subiecto et quaestionibus magni ponderis pro vita fidei perturbato ad navem
Sancti Petri gubernandam et ad annuntiandum
Evangelium etiam vigor quidam corporis et animae necessarius est, qui ultimis mensibus in me
modo tali minuitur, ut incapacitatem meam ad ministerium mihi commissum bene administrandum
agnoscere debeam. Quapropter bene conscius
ponderis huius actus plena libertate declaro me
ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, mihi per manus Cardinalium die 19 aprilis
MMV commisso renuntiare ita ut a die 28 februarii
MMXIII, hora 20, sedes Romae, sedes Sancti Petri
vacet et Conclave ad eligendum novum Summum
Pontificem ab his quibus competit convocandum
esse.
Fratres carissimi, ex toto corde gratias ago vobis
pro omni amore et labore, quo mecum pondus ministerii mei portastis et veniam peto pro omnibus
defectibus meis. Nunc autem Sanctam Dei Ecclesiam curae Summi eius Pastoris, Domini nostri Iesu Christi confidimus sanctamque eius Matrem
Mariam imploramus, ut patribus Cardinalibus in
eligendo novo Summo Pontifice materna sua bonitate assistat. Quod ad me attinet etiam in futuro
vita orationi dedicata Sanctae Ecclesiae Dei toto
ex corde servire velim.
Ex Aedibus Vaticanis, die 10 mensis februarii
MMXIII
Cuando un Papa ha renunciado a su ministerio
VIENE DE LA PÁGINA 6
invitando a los tres Pontífices
que habían sido protagonistas de
los acontecimientos de los últimos dos años. Silvestre III no se
presentó. Gregorio VI, el único
presente, reconoció su culpa,
aunque afirmó su buena fe. Ni
siquiera Benedicto IX se presentó, y en el concilio romano inmediatamente sucesivo, en la
Navidad de 1046, fue declarado
depuesto por el nuevo Pontífice
Clemente II. Pero tras la muerte
repentina de Clemente, el 9 de
octubre de 1047, Benedicto IX
logró volver una vez más al solio
de Pedro, fortalecido por el apoyo de Bonifacio de Canossa y
aprovechando la lejanía de Enrique III de Italia. Pero duró poco. Enrique le pidió a Bonifacio
que escoltara a Roma al nuevo
Pontífice elegido por él mismo,
Popón de Bressanone, que
adoptó el nombre de Dámaso II.
Después de un rechazo inicial,
Bonifacio debió ceder ante las
amenazas del soberano y acompañó muy a su pesar al Papa
alemán a la ciudad eterna, determinando el alejamiento definitivo de Benedicto IX, quien se refugió entre los castillos de la Sa-
bina. Allí Teofilacto siguió considerándose en el cargo, en un
retiro despreciado.
Después del caso de Celestino
V —sobre el que escribimos en el
párrafo aparte—, se llega al último Pontífice que dejó el solio
de Pedro. Ángel Correr, hijo del
patricio veneciano Nicolás di
Pietro, Papa desde 1406 hasta
1415 con el nombre de Gregorio
XII, habiendo renunciado como
vicario de Pedro (pero a petición
del concilio de Constanza), trató
de encontrar la solución a una
serie de problemas extraordinariamente complejos: años de lucha y de contiendas jurídicas,
bélicas y diplomáticas con los
antipapas Benedicto XIII, expresión de la facción aviñonesa, y
Juan XXIII (nombre que luego
volverá a utilizar el Papa Roncalli) durante el cisma de Occidente.
En marzo de 1415 había nombrado a Carlos Malatesta su procurador, delegando al mismo
tiempo a sus propios representantes con la potestad de convocar en su nombre el concilio. Si
la asamblea conciliar hubiera
aceptado dicho procedimiento,
Gregorio habría sido considerado como el único Papa legítimo;
se trataba de un reconocimiento
formal, pero importante. De todos modos, el concilio consideró
oportuno acoger la petición,
destinada a allanar el camino a
la unidad. Así, el 4 de julio de
1415, el cardenal Dominici leyó
la bula de convocatoria del concilio, después de lo cual Malatesta hizo el anuncio oficial de
la renuncia de Gregorio XII. El
concilio había decidido conferir
a Gregorio XII el título de cardenal obispo de Porto, con el primer rango después del Papa y el
nombramiento vitalicio como legado para la Marca de Ancona.
De lo que había sucedido en
Constanza el 4 de julio de 1415
tuvo noticia el 19 de julio, y al
día siguiente, en el último consistorio que quiso convocar, se
despojó de los símbolos del poder papal, revistiendo el hábito
cardenalicio. Desde enero de
1416, habiendo vuelto a ser Ángel Correr, vivió en Recanati,
donde falleció el 18 de octubre
de 1417. El 11 de noviembre de
ese mismo año, con la elección
de Odón Colonna, quien tomó
el nombre de Martín V, el gran
cisma había terminado definitivamente.
L’OSSERVAT
número 7, domingo 17 de febrero de 2013
El Pontífice celebra en San Pedro la misa del miércoles de Ceniza
Volver a Dios para superar rivalidades y d
Retornar a Dios: la invitación del profeta Joel es la propuesta del Papa como
itinerario cuaresmal. Este fue el centro de la homilía que pronunció el 13 de febrero, por
la tarde, en la basílica de San Pedro en la misa del miércoles de Ceniza.
Venerados hermanos, queridos hermanos y hermanas:
Hoy, miércoles de Ceniza, iniciamos
un nuevo camino cuaresmal, un itinerario que se articula durante cuarenta
días y nos conduce a la alegría de la
Pascua del Señor, a la victoria de la Vida sobre la muerte. Siguiendo la antiquísima tradición romana de las stationes cuaresmales, nos hemos reunido
hoy para la celebración de la Eucaristía. Tal tradición prevé que la primera
statio tenga lugar en la basílica de Santa Sabina, en el Aventino. Las circuns-
el ministerio petrino y para pedir un
recuerdo particular en la oración.
Las lecturas que han sido proclamadas nos ofrecen inspiraciones que, con
la gracia de Dios, estamos llamados a
hacer que se conviertan en actitudes y
comportamientos concretos en esta
Cuaresma. La Iglesia nos vuelve a proponer, ante todo, la fuerte llamada que
el profeta Joel dirige al pueblo de
Israel: «Así dice el Señor: convertíos a
mí de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos» (2, 12). Hay que subrayar la expresión «con todo el corazón»,
que significa desde
el centro de nuesMuchos están dispuestos a «rasgarse las
tros pensamientos
y
sentimientos,
vestiduras» frente a escándalos e injusticias
desde las raíces de
—naturalmente de los demás—, pero pocos lo están
nuestras
decisiopara actuar sobre el proprio corazón, dejando que
nes, elecciones y
acciones, con un
el Señor transforme, renueve y convierta
gesto de total y radical libertad. ¿Petancias han sugerido que nos reunamos ro es posible este retorno a Dios? Sí,
en la basílica vaticana. Estamos en gran porque existe una fuerza que no reside
número en torno a la Tumba del Após- en nuestro corazón, sino que emana del
tol Pedro también para pedir su inter- corazón mismo de Dios. Es la fuerza
cesión por el camino de la Iglesia en de su misericordia. Dice también el
este particular momento, renovando profeta: «Convertíos al Señor vuestro
nuestra fe en el Pastor Supremo, Cristo Dios, un Dios compasivo y misericorSeñor. Para mí es una ocasión propicia dioso, lento a la cólera y rico en amor,
para dar las gracias a todos, especial- que se arrepiente del castigo» (v. 13). El
mente a los fieles de la diócesis de Ro- retorno al Señor es posible como «grama, mientras me preparo para concluir cia», porque es obra de Dios y fruto de
la fe que nosotros ponemos en su misericordia. Esta vuelta a Dios se hace realidad concreta en nuestra vida sólo
cuando la gracia del Señor penetra en
lo íntimo y lo estremece dándonos la
fuerza de «rasgar el corazón». Es el
profeta que otra vez hace resonar de
parte de Dios estas palabras: «Rasgad
vuestros corazones, no vuestros vestidos» (v. 13). En efecto, también en
nuestros días muchos están listos para
«rasgarse las vestiduras» frente a escándalos e injusticias —naturalmente come-
tidos por los demás—, pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el proprio
«corazón», sobre la propia conciencia y
sobre las propias intenciones, dejando
que el Señor transforme, renueve y
convierta.
Ese «convertíos a mí de todo corazón», además, es un clamor que involucra no sólo al individuo, sino a la comunidad. Hemos escuchado también
en la primera lectura: «Tocad la trompeta en Sión, proclamad un ayuno santo, convocad a la asamblea, reunid a la
Interminable aplauso en la última liturgia pública
«Gracias. Volvemos a la oración». Dos veces, con un
gesto de la mano, Benedicto XVI intentó discretamente que cesara el aplauso, que verdaderamente parecía
no tener fin —casi cuatro minutos de ovación—, que se
alzó espontáneo al término de la misa del miércoles
de Ceniza en la basílica vaticana. Fue la última celebración litúrgica pública del pontificado. En pié
aplaudieron todos los presentes, desde los cardenales
hasta los numerosísimos fieles que, al no encontrar sitio en la basílica, siguieron el rito desde la
plaza, en pantallas gigantes. Fue un testimonio de afecto fuertemente conmovedor. Hasta las lágrimas.
Benedicto XVI impartió la bendición apostólica. Y después del Ite, missa est cantado
por el diácono —mientras el coro de la Capilla Sixtina entonó la antífona mariana Ave,
Regina Caelorum—, el aplauso se reanudó
con mayor fuerza aún. Conmovido, atronador. Y acompañó al Papa a lo largo de la
nave central hasta la capilla de la Piedad.
Fue justamente esta gran participación lo
que había aconsejado celebrar el inicio de la
Cuaresma en la basílica vaticana y no, como
es tradición, en el Aventino, en las basílicas
de San Anselmo y Santa Sabina.
En la celebración, sobre la cabeza del Papa impuso la ceniza el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la basílica vaticana y vicario general para la Ciudad del Vaticano. Y
a su vez el Papa impuso la ceniza a cinco
cardenales, a algunos benedictinos de San
Anselmo y dominicos de Santa Sabina, a
una familia con dos niños, a una religiosa y
a dos laicos de la Pontificia Academia Cultorum Martyrum, que organiza las stationes
cuaresmales en Roma. A ellos se sumaron
los diáconos y algunos ceremonieros pontificios.
El austero rito penitencial había comenzado en el
atrio de la basílica. En procesión, al canto de las letanías de los santos, en la plataforma móvil, el Papa recorrió la nave central hasta el altar de la Confesión.
Le acompañaron los arzobispos Georg Gänswein,
prefecto de la Casa Pontificia, y Guido Pozzo, limosnero de Su Santidad, los monseñores Alfred Xuereb,
de su Secretaría particular, y Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de
la Casa Pontificia, y el
médico personal Patrizio
Polisca.
Concelebraron con el
Papa cuarenta y cinco cardenales, entre ellos Ange-
lo Sodano, decano del colegio cardenalicio, y Tarcisio
Bertone, secretario de Estado —seis fueron los cardenales no concelebrantes, como el vicedecano Roger
Etchegaray—, y numerosísimos prelados, entre quienes
se contaron los arzobispos Angelo Becciu, sustituto
de la Secretaría de Estado, y Dominique Mamberti,
secretario para las Relaciones con los Estados. También numerosos los prelados de la Curia romana que
participaron en la celebración.
Con el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa
Sede estuvieron los monseñores Peter Bryan Wells,
asesor; Ettore Balestrero, subsecretario para las Relaciones con los Estados, y José Avelino Bettencourt,
jefe del Protocolo. Entre los presentes también el
Gran Maestro de la Orden de Malta Matthew Festing, y el director de nuestro periódico.
TORE ROMANO
páginas 8/9
divisiones
gente, santificad a la comunidad, llamad a los ancianos; congregad a los
muchachos y a los niños de pecho; salga el esposo de la alcoba y la esposa
del tálamo» (vv. 15-16). La dimensión
comunitaria es un elemento esencial en
la fe y en la vida cristiana. Cristo ha
venido para «reunir a los hijos de Dios
dispersos» (cf. Jn 11, 52). El «Nosotros» de la Iglesia es la comunidad en
la que Jesús nos reúne juntos (cf. Jn
12, 32): la fe es necesariamente eclesial.
Y esto es importante recordarlo y vivirlo en este tiempo de Cuaresma: que cada uno sea consciente de que el camino
penitencial no lo afronta solo, sino junto a muchos hermanos y hermanas, en
la Iglesia.
El profeta finalmente se detiene en la
oración de los sacerdotes, quienes, con
lágrimas en los ojos, se dirigen a Dios mada para nosotros, a fin de que este
diciendo: «No entregues tu heredad al camino cuaresmal se caracterice por
oprobio ni a las burlas de los pueblos. una escucha más atenta y asidua de la
¿Por qué van a decir las gentes “dónde Palabra de Dios, luz que ilumina nuesestá su Dios”?» (v. 17). Esta plegaria tros pasos.
nos hace reflexionar en la importancia
En la página del Evangelio de Madel testimonio de fe y de vida cristiana
teo, que pertenece al llamado Sermón
de cada uno de nosotros y de nuestras
de la montaña, Jesús hace referencia a
comunidades para manifestar el rostro
tres prácticas fundamentales previstas
de la Iglesia y cómo este rostro, a vepor la ley mosaica: la limosna, la oraces, es desfigurado. Pienso en particución y el ayuno. Son también indicaciolar en las culpas contra la unidad de la
nes tradicionales en el camino cuaresIglesia, en las divisiones en el cuerpo mal para responder a la invitación de
eclesial. Vivir la Cuaresma en una co- «volver a Dios con todo el corazón».
munión eclesial más intensa y evidente, Pero Jesús subraya que es la calidad y
superando individualismos y rivalida- la verdad de la relación con Dios lo
des, es un signo humilde y precioso pa- que cualifica la autenticidad de cada
ra quienes están lejos de la fe o son in- gesto religioso. Por esto Él denuncia la
diferentes.
hipocresía religiosa, el comportamiento
«Pues mirad: ahora es el tiempo fa- que quiere aparentar, las actitudes que
vorable, ahora es el día de la salvación» buscan el aplauso y la aprobación. El
(2 Co 6, 2). Las palabras del apóstol verdadero discípulo no se sirve a sí misPablo a los cristianos de Corinto resue- mo o al «público», sino a su Señor, en
nan también para nosotros con una ur- la sencillez y en la generosidad: «Y tu
gencia que no admite ausencias o iner- Padre, que ve en lo secreto, te recomcias. El término «ahora» repetido va- pensará» (Mt 6, 4.6.18). Así que nuesrias veces dice que este momento no se tro testimonio será cada vez más incisipuede dejar escapar, se
nos ofrece como una ocaJesús denuncia la hipocresía religiosa,
sión única e irrepetible.
Y la mirada del Apóstol
la apariencia, la aprobación de los demás
se concentra en la partiEl verdadero discípulo no se sirve
cipación con la que Cristo ha querido caracterizar
a sí mismo o al «público», sino
su existencia, asumiendo
a su Señor
todo lo humano hasta
cargar con el pecado mismo de los hombres. La frase de san Pa- vo cuanto menos busquemos nuestra
blo es muy fuerte: Dios «lo hizo peca- gloria y seamos conscientes de que la
do en favor nuestro». Jesús, el inocen- recompensa del justo es Dios mismo,
te, el Santo, el «que no conocía el pe- estar unidos a Él, aquí abajo, en el cacado» (2 Co 5, 21), carga el peso del mino de la fe, y al final de la vida, en
pecado compartiendo con la humani- la paz y en la luz del encuentro cara a
dad el resultado de la muerte, y muerte cara con Él para siempre (cf. 1 Co 13,
de cruz. La reconciliación que se nos 12).
ofrece tuvo un precio altísimo, el de la
Queridos hermanos y hermanas, inicruz elevada en el Gólgota, de la que
ciamos confiados y alegres el itinerario
colgó el Hijo de Dios hecho hombre.
En esta inmersión de Dios en el sufri- cuaresmal. Que resuene fuerte en nosomiento humano y en el abismo del mal tros la invitación a la conversión, a
está la raíz de nuestra justificación. El «volver a Dios con todo el corazón»,
«convertíos a mí de todo corazón» en acogiendo su gracia que nos hace homnuestro camino cuaresmal pasa a través bres nuevos, con esa sorprendente node la Cruz, de seguir a Cristo por el vedad que es participación en la vida
camino que conduce al Calvario, del misma de Jesús. Entonces que ninguno
don total de sí. Es un camino para de nosotros desoiga este llamamiento,
aprender cada día a salir cada vez más que se nos dirige también en el austero
de nuestro egoísmo y de nuestra cerra- rito, tan sencillo y a la vez sugestivo,
zón, para hacer espacio a Dios que de la imposición de la ceniza, que denabre y transforma el corazón. Y san Pa- tro de poco realizaremos. Que nos
blo recuerda cómo el anuncio de la acompañe en este tiempo la Virgen
Cruz resuena para nosotros gracias a la María, Madre de la Iglesia y modelo
predicación de la Palabra, de la que el de todo auténtico discípulo del Señor.
Apóstol mismo es embajador; una lla- ¡Amén!
Saludo del cardenal Bertone
La fuerza de la humildad
Al término de la celebración, el cardenal
Tarcisio Bertone, secretario de Estado,
dirigió al Papa el siguiente saludo:
Beatísimo Padre:
Con sentimientos de gran conmoción y de profundo respeto no sólo
la Iglesia, sino todo el mundo, han
recibido la noticia de su decisión de
renunciar al ministerio de Obispo de
Roma, Sucesor del Apóstol Pedro.
No seríamos sinceros, Santidad, si
no le dijéramos que esta tarde hay
un velo de tristeza en nuestro corazón. En estos años, su Magisterio ha
sido una ventana abierta a la Iglesia
y al mundo, que ha dejado filtrar los
rayos de la verdad y del amor de
Dios, para dar luz y calor a nuestro
camino, también y sobre todo en los
momentos en los que las nubes se
condensan en el cielo.
Todos nosotros hemos comprendido que es precisamente el amor profundo que Vuestra Santidad tiene
por Dios y por la Iglesia aquello que
le ha llevado a este acto, revelando
esa pureza de ánimo, esa fe robusta y
exigente, esa fuerza de la humildad y
de la mansedumbre, junto a un gran
valor, que han distinguido cada paso
de su vida y de su ministerio, y que
pueden venir sólo de estar con Dios,
de estar a la luz de la Palabra de
Dios, de subir continuamente a la
montaña del encuentro con Él para
después descender a la ciudad de los hombres.
Santo Padre, hace pocos
días, con los seminaristas de
su diócesis de Roma, usted
nos dio una lección especial:
dijo que siendo cristianos sabemos que el futuro es nuestro, el futuro es de Dios, y
que el árbol de la Iglesia crece siempre de nuevo. La Iglesia se renueva siempre, renace
siempre. Servir a la Iglesia
con la firme convicción de
que no es nuestra, sino de
Dios, que no somos nosotros
quienes la construyen, sino
que es Él; que podamos decir
con verdad la palabra evangélica: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que teníamos que hacer» (Lc 17,
10), confiando totalmente en
el Señor, es una gran enseñanza que usted, también
con esta sufrida decisión, nos
da no sólo a nosotros, Pastores de la Iglesia, sino a todo
el Pueblo de Dios.
La Eucaristía es dar gracias
a Dios. Esta tarde queremos dar gracias al Señor por el camino que toda
la Iglesia ha realizado bajo la guía
de Vuestra Santidad y deseamos decirle desde lo más íntimo de nuestro
corazón, con gran afecto, conmoción
y admiración: gracias por habernos
dado el luminoso ejemplo de simple
y humilde trabajador de la viña del
Señor; un trabajador, en cambio, que
ha sabido en cada momento llevar a
cabo lo que es más importante: llevar
a Dios a los hombres y llevar a los
hombres a Dios. ¡Gracias!
L’OSSERVATORE ROMANO
página 10
Benedicto
XVI
a la Soberana Orden de Malta en el
IX
domingo 17 de febrero de 2013, número 7
centenario de su reconocimiento oficial
La caridad cristiana no es una simple filantropía
«Vuestra preciosa obra benéfica, concentrada principalmente
en el servicio al enfermo con estructuras hospitalarias y
sanitarias, no es simple filantropía, sino la expresión eficaz y
el testimonio vivo del amor evangélico». Fue la afirmación
del Papa a los miembros de la Soberana y Militar Orden
de Malta en el encuentro en la basílica vaticana el 9 de
febrero por la mañana, al término de la misa que presidió el
cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, por el IX
Queridos hermanos y hermanas
Me es grato recibiros y saludaros
a todos, Caballeros y Damas, Capellanes y voluntarios de la Soberana y
Militar Orden de Malta. Saludo de
modo especial al Gran Maestro, Su
Alteza Eminentísima Fray Matthew
Festing, agradeciendo las amables
palabras que me ha dirigido
en nombre de todos vosotros; muchas gracias también
por el donativo que me habéis ofrecido, y que he destinado a una obra de caridad.
Deseo expresar mi afecto a
los cardenales y a los hermanos en el episcopado y en el
presbiterado, en particular a
mi Secretario de Estado, que
hace poco ha presidido la
Eucaristía, así como al cardenal Paolo Sardi, patrono de
la Orden, y al cual agradezco la solicitud con que se
dedica a consolidar el vínculo especial que os une a la
Iglesia católica, y de una
manera particular a la Santa Sede.
Saludo con reconocimiento a vuestro
prelado, el señor arzobispo monseñor Angelo Acerbi. Saludo, en fin, a
los diplomáticos, y también a las altas personalidades y autoridades que
están presentes.
El motivo de este encuentro lo
ofrece el IX centenario del solemne
privilegio Pie postulatio voluntatis, del
15 de febrero de 1113, con el cual el
Papa Pascual II puso a la recién nacida «hermandad hospitalaria» de
Jerusalén, con el título de San Juan
Bautista, bajo la tutela de la Iglesia,
haciéndola soberana, constituyéndola como una Orden de derecho eclesial, con el derecho a elegir libremente a sus superiores sin interferencia por parte de otras autoridades
laicas o religiosas. Esta importante
conmemoración adquiere un especial
significado en el contexto del Año de
la fe, durante el cual la Iglesia está
llamada a renovar la alegría y el
compromiso de creer en Jesucristo,
único Salvador del mundo. En este
sentido, también vosotros estáis llamados a acoger este tiempo de gracia para profundizar en el conocimiento del Señor y para hacer resplandecer la verdad y la belleza de
la fe, mediante el testimonio de
vuestra vida y vuestro servicio en el
hoy de nuestro tiempo.
centenario del reconocimiento oficial de la institución.
Participaron 4.000 personas en representación de los 13.500
miembros, de los 80.000 voluntarios y de los más de
25.000 médicos, enfermeras y auxiliares que en 120 países
gestionan directamente una veintena de hospitales, miles de
centros sanitarios, 33 cuerpos de voluntariado y 110
residencias de ancianos. Estas fueron las palabras que les
dirigió Benedicto XVI.
Desde sus comienzos, vuestra Orden se ha distinguido por la fidelidad a la Iglesia y al Sucesor de Pedro, así como por su irrenunciable
perfil espiritual, caracterizado por el
elevado ideal religioso. Seguid avanzado por este camino, dando testimonio de manera concreta de la
nunciar nunca a los ideales originarios, especialmente el de la intensa
vida espiritual de cada uno de sus
miembros. En esta dirección debe
continuar vuestro compromiso, con
una atención muy especial a la consagración religiosa —la de los profesos— que constituye el corazón de la
Orden. Nunca debéis olvidar
vuestras raíces, cuando el
beato Gerardo y sus compañeros se consagraron con los
votos para el servicio a los
pobres, y el privilegio Pie
postulatio voluntatis corroboró
su vocación. Los miembros
de la institución recién constituida se configuraban así
con los rasgos de la vida religiosa: el compromiso de alcanzar la perfección cristiana
mediante la profesión de los
tres votos, el carisma al que
se consagran y la fraternidad
entre los miembros. La vocación del profeso debe ser objeto de gran atención también
hoy, unida al cuidado de la vida espiritual de todos.
En este sentido, respecto a otras
organizaciones comprometidas en el
ámbito internacional en la asistencia
a los enfermos, en la solidaridad y la
promoción humana, vuestra Orden
se distingue por la inspiración cris-
fuerza transformadora de la fe. Por
la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir a Jesús, y después fueron
por el mundo entero, cumpliendo
con el mandato de llevar el Evangelio a toda criatura; anunciaron a todos sin temor la fuerza de la cruz y
la alegría de la resurrección de Cristo, de la cual
fueron testigos
Respecto a otras organizaciones de asistencia a
directos.
Por
la fe, los márlos enfermos, solidaridad y promoción humana,
tires dieron su
vuestra Orden se distingue por la inspiración
vida, mostrando la verdad
cristiana que debe orientar constantemente
del Evangelio
el compromiso social de sus miembros
que les había
transformado
y hecho capaces de llegar hasta la tiana que debe orientar constanteentrega más grande, fruto del amor, mente el compromiso social de sus
perdonando a sus propios persegui- miembros. Conservad y cultivad este
dores. Y por la fe, a través de los si- rasgo característico, y actuad con reglos, los miembros de vuestra Orden novado ardor apostólico, siempre
se han prodigado primero en asistir con una actitud de profunda sintoa los enfermos en Jerusalén, y des- nía con el Magisterio de la Iglesia.
pués en socorrer a los peregrinos en Vuestra preciosa obra benéfica, artiTierra Santa, expuestos a graves pe- culada en varios campos, y que se
ligros, escribiendo así páginas bri- lleva a cabo en diversas partes del
llantes de caridad cristiana y defensa mundo, concentrada principalmente
del cristianismo. En el siglo XIX, la en el servicio al enfermo con estrucOrden se abrió a nuevos y más am- turas hospitalarias y sanitarias, no es
plios campos de actividad en el ám- simple filantropía, sino la expresión
bito asistencial y de servicio a los eficaz y el testimonio vivo del amor
enfermos y los pobres, pero sin re- evangélico.
En la Sagrada Escritura, la llamada al amor al prójimo está unida al
mandamiento de amar a Dios con
todo el corazón, con toda el alma y
con todas las fuerzas (cf. Mc 12, 2931). Por consiguiente, el amor al
prójimo responde al mandato y al
ejemplo de Cristo si se funda en un
verdadero amor a Dios. Así es posible para el cristiano hacer experimentar a los demás a través de su
entrega la ternura providente del Padre celestial, gracias a una configuración cada vez más profunda con
Cristo. Para dar amor a los hermanos, es necesario tomarlo del fuego
de la caridad divina, mediante la
oración, la escucha asidua de la Palabra de Dios y una vida centrada
en la Eucaristía. Vuestra vida cotidiana ha de estar impregnada de la
presencia de Jesús, ante cuya mirada
estáis llamados a poner también el
sufrimiento de los enfermos, la soledad de los ancianos o las dificultades de las personas con discapacidad. Saliendo al encuentro de estas
personas, servís a Cristo: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con
uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,
40), dice el Señor.
Queridos amigos, seguid actuando
en la sociedad y en el mundo por
las vías maestras indicadas por el
Evangelio: la fe y la caridad, para
reavivar la esperanza. La fe, como el
testimonio de adhesión a Cristo y de
compromiso con la misión evangélica, que os impulsa a una presencia
cada vez más viva en la comunidad
eclesial y a una pertenencia cada vez
más consciente al Pueblo de Dios; la
caridad, como expresión de fraternidad en Cristo, mediante las obras de
misericordia con los enfermos, los
pobres, los necesitados de amor, de
consuelo y ayuda, con los afligidos
por la soledad, la desorientación y
las nuevas formas de pobreza material y espiritual. Estos ideales están
bien expresados en vuestro lema:
«Tuitio fidei et Obsequium pauperum».
Son palabras que sintetizan bien el
carisma de vuestra Orden, la cual,
como sujeto de derecho internacional, no aspira a ejercer poder e influencias de carácter mundano, sino
que desea desarrollar con plena libertad su propia misión para el bien
integral del hombre, cuerpo y alma,
con la atención puesta tanto en cada
persona como en la comunidad, y
sobre todo en quienes están más necesitados de esperanza y de amor.
Que la Santísima Virgen María
—la bienaventurada Virgen de Filermo— sustente con su materna protección vuestros propósitos y proyectos; que vuestro celestial protector,
san Juan Bautista, así como el beato
Gerardo y los santos y beatos de la
Orden, os acompañen con su intercesión. Por mi parte, os aseguro mis
oraciones por los que estáis aquí,
por todos los miembros de la Orden, así como por los numerosos y
beneméritos voluntarios, incluido el
nutrido grupo de niños, y por cuantos os apoyan en vuestras actividades, a la vez que os imparto con
afecto una especial bendición apostólica, que complacido hago extensiva a vuestras familias. Gracias.
número 7, domingo 17 de febrero de 2013
L’OSSERVATORE ROMANO
página 11
El Papa a la plenaria del Consejo pontificio para la cultura
Jóvenes sin esperanza,
sociedad sin futuro
«Si los jóvenes ya no esperaran y no
progresaran, si no introdujeran en las
dinámicas históricas su energía, su
vitalidad, su capacidad de anticipar el
futuro, nos encontraríamos con una
humanidad replegada en sí misma,
privada de confianza y de una mirada
positiva al futuro». Lo dijo el Papa a
los miembros del Consejo pontificio
para la cultura recibidos en audiencia
en la sala Clementina el jueves 7 de
febrero por la mañana, con ocasión de
la asamblea plenaria. Este fue su
discurso.
Queridos amigos:
Me alegra verdaderamente encontrarme con vosotros en la apertura
de los trabajos de la asamblea plenaria del Consejo pontificio para la
cultura, en la que estaréis dedicados
a comprender y profundizar —como
ha dicho el presidente—, desde diversas perspectivas, las «culturas juveniles emergentes». Saludo cordialmente al presidente, cardenal Gianfranco Ravasi, y le agradezco las
corteses palabras que me ha dirigido
en nombre de todos vosotros. Saludo a los miembros, a los consultores
y a todos los colaboradores del dicasterio, deseando un proficuo trabajo que ofrecerá una contribución
útil a la acción que la Iglesia realiza
respecto a la realidad juvenil; una realidad, como
se ha dicho, compleja y
articulada, que ya no puede comprenderse dentro
de un universo cultural
homogéneo,
sino
más
bien en un horizonte que
puede definirse «multiverso», es decir, determinado
por una pluralidad de visiones, de perspectivas, de
estrategias. Por eso es
oportuno hablar de «culturas juveniles», considerado que los elementos
que distinguen y diferencian los fenómenos y los
ámbitos culturales prevalecen sobre aquellos que,
aun presentes, por el contrario los asocian. Numerosos factores concurren,
en efecto, a diseñar un
panorama cultural cada vez más
fragmentado y en continua y velocísima evolución, al que por cierto no
son extraños los medios de comunicación social, los nuevos instrumentos de comunicación que favorecen
y, a veces, provocan ellos mismos
continuos y rápidos cambios de
mentalidad, de costumbre, de comportamiento.
Se constata de este modo un clima difundido de inestabilidad que
toca el ámbito cultural, así como el
político y económico —este último
marcado también por las dificultades
de los jóvenes de encontrar un trabajo—, para incidir sobre todo a nivel psicológico y relacional. La incertidumbre y la fragilidad que caracterizan a muchos jóvenes, a menudo los impulsan a la marginación,
los hacen casi invisibles y ausentes
de los procesos históricos y culturales de las sociedades. Y cada vez
más frecuentemente fragilidad y
marginalidad desembocan en fenómenos de dependencia de las drogas, de desviación, de violencia. La
esfera afectiva y emotiva, el ámbito
de los sentimientos, como el de la
corporeidad, están fuertemente afectados por este clima y por la situación cultural que deriva de él, manifestada, por ejemplo, por fenómenos
aparentemente contradictorios, como
la espectacularización de la vida íntima y personal y la cerrazón individualista y narcisista respecto a las
propias necesidades e intereses. También la dimensión religiosa, la experiencia de fe y la pertenencia a la
Iglesia son vividas a menudo en una
perspectiva privada y emotiva.
No faltan, sin embargo, fenómenos decididamente positivos. Los
impulsos generosos y valientes de
numerosos jóvenes que dedican a
sus hermanos más necesitados sus
mejores energías; las experiencias de
fe sincera y profunda de muchos
muchachos y muchachas que, con
alegría, testimonian su pertenencia a
la Iglesia; los esfuerzos realizados
para construir, en muchas partes del
mundo, sociedades capaces de respetar la libertad y la dignidad de todos, comenzando por los más pequeños y débiles. Todo esto nos
sumismo globalizado, para la cultura
de los privilegios consolidados, de la
que se beneficia un reducido grupo
de la población del mundo occidental. Las culturas juveniles, en consecuencia, se transforman en «emergentes» también en el sentido de
que manifiestan una necesidad profunda, un pedido de ayuda o incluso una «provocación», que no puede ser ignorada o descuidada ya sea
por la sociedad civil, ya sea por la
comunidad eclesial. Muchas veces
he manifestado, por ejemplo, mi
preocupación y la de toda la Iglesia
por la así llamada «emergencia educativa», a la que se suman seguramente otras «emergencias», que to-
conforta y nos ayuda a bosquejar un
cuadro más preciso y objetivo de las
culturas juveniles. Por tanto, no nos
podemos contentar con leer los fenómenos culturales juveniles según
paradigmas consolidados, pero que
ahora se han convertido en lugares
comunes, o analizarlos con métodos
que ya no son útiles, partiendo de
categorías culturales superadas y no
adecuadas.
Nos hallamos, en definitiva, frente
a una realidad muy compleja, pero
también fascinante, que hay que
comprender de manera profunda y
amar con gran espíritu de empatía,
una realidad cuyas líneas de fondo y
desarrollos es necesario saber captar
con atención. Mirando, por ejemplo,
a los jóvenes de muchos países del
así llamado «tercer mundo», nos damos cuenta de que representan, con
sus culturas y con sus necesidades,
un desafío para la sociedad del con-
can las diversas dimensiones de la
persona y sus relaciones fundamentales, y a las cuales no se puede responder de modo evasivo y banal.
Pienso, por ejemplo, en la creciente
dificultad en el campo laboral o en
la fatiga de ser fieles en el tiempo a
las responsabilidades asumidas. De
ahí derivaría, para el futuro del
mundo y de toda la humanidad, un
empobrecimiento no sólo económico
y social sino sobre todo humano y
espiritual: si los jóvenes ya no esperaran y no progresaran, si no introdujeran en las dinámicas históricas
su energía, su vitalidad, su capacidad de anticipar el futuro, nos encontraríamos con una humanidad replegada en sí misma, privada de
confianza y de una mirada positiva
hacia el futuro.
Aunque somos conscientes de las
numerosas situaciones problemáticas
que tocan también el ámbito de la fe
y de la pertenencia a la Iglesia, queremos renovar nuestra confianza en
los jóvenes, reafirmar que la Iglesia
mira su condición, sus culturas, como un punto de referencia esencial e
ineludible para su acción pastoral.
Por eso querría retomar nuevamente
algunos pasajes significativos del
Mensaje que el Concilio Vaticano II
dirigió a los jóvenes, a fin de que
sea motivo de reflexión y de estímulo para las nuevas generaciones. Ante todo, en este Mensaje se afirmaba:
«La Iglesia os mira con confianza y
amor… Posee lo que hace la fuerza
y el encanto de la juventud: la facultad de alegrarse con lo que comienza, de darse sin recompensa, de renovarse y de partir de
nuevo para nuevas conquistas». Por tanto, el venerable Pablo VI dirigía
este llamamiento a los jóvenes del mundo: «En el
nombre de este Dios y de
su hijo, Jesús, os exhortamos a ensanchar vuestros
corazones a las dimensiones del mundo, a escuchar la llamada de vuestros hermanos y a poner
ardorosamente a su servicio vuestras energías. Luchad contra todo egoísmo. Negaos a dar libre
curso a los instintos de
violencia y de odio, que
engendran las guerras y
su cortejo de males. Sed
generosos, puros, respetuosos, sinceros. Y edificad con entusiasmo un
mundo mejor que el de vuestros mayores».
También yo quiero reafirmarlo
con fuerza: la Iglesia tiene confianza
en los jóvenes, espera en ellos y en
sus energías, tiene necesidad de ellos
y de su vitalidad, para seguir viviendo con renovado impulso la misión
que le confió Cristo. Deseo vivamente, pues, que el Año de la fe sea, también para las jóvenes generaciones,
una ocasión valiosa para reencontrar
y reforzar la amistad con Cristo, de
la cual hacer brotar la alegría y el
entusiasmo para transformar profundamente las culturas y las sociedades.
Queridos amigos, agradeciéndoos
el empeño que con generosidad ponéis al servicio de la Iglesia, y por la
atención especial que dirigís a los jóvenes, de corazón os imparto mi
bendición apostólica. Gracias.
L’OSSERVATORE ROMANO
página 12
Audiencias pontificias
EL SANTO PADRE
HA RECIBID O:
Sábado 2 de febrero
—Al cardenal Marc Ouellet, P.S.S.,
prefecto de la Congregación para
los obispos.
Colegio episcopal
Viernes, día 8
—Al cardenal Willem Jacobus
Eijk, arzobispo de Utrecht (Holanda).
—Al cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio.
A los obispos de Italia, de la Conferencia episcopal de Emilia-Romaña, en visita «ad limina Apostolorum»:
A los obispos de Italia, de la Conferencia episcopal del Lacio, en visita «ad limina Apostolorum»:
—Cardenal Carlo Caffarra, arzobispo de Bolonia.
—Monseñor Vincenzo Pelvi, arzobispo Ordinario militar para Italia.
—Monseñor Paolo Rabitti, arzobispo emérito de Ferrara-Comacchio.
—Monseñor Vincenzo
obispo de Velletri-Segni.
—Monseñor Claudio Stagni, obispo de Faenza-Modigliana.
—Monseñor Lino Pizzi, obispo de
Forlì-Bertinoro.
—Monseñor Carlo Mazza, obispo
de Fidenza.
—Monseñor Gianni Ambrosio,
obispo de Piacenza-Bobbio.
—Monseñor Francesco
obispo de Carpi.
Cavina,
Apicella,
—Monseñor Marcello Semeraro,
obispo de Albano.
—Monseñor Gino Reali, obispo
de Porto-Santa Rufina.
—Monseñor Ernesto Mandara,
obispo de Sabina-Poggio Mirteto.
—Monseñor Domenico Sigalini,
obispo de Palestrina.
—Monseñor Mauro Parmeggiani,
obispo de Tívoli.
—Monseñor Raffaello Martinelli,
obispo de Frascati.
Lunes, día 4
—A Su Beatitud Louis Raphaël I
Sako, patriarca de Babilonia de los
caldeos, con los miembros del Sínodo de los obispos de la Iglesia caldea.
—A monseñor Paul Richard Gallagher, arzobispo titular de Holdem, nuncio apostólico en Australia.
—Dom Mauro Meacci, O.S.B.,
abad de la abadía territorial de Subiaco.
—Padre Emiliano Fabbricatore,
archimandrita exarca de la
abadía territorial de Santa María de
Grottaferrata.
O.S.B.I.,
Sábado, día 9
—Al presidente de la República
italiana, Giorgio Napolitano.
—Al cardenal Marc Ouellet, P.S.S.,
prefecto de la Congregación para
los obispos.
A los obispos de Italia, de la Conferencia episcopal de Emilia-Romaña, en visita «ad limina Apostolorum»:
A los obispos de Italia, de la Conferencia episcopal del Lacio, en visita «ad limina Apostolorum»:
—Monseñor Antonio Lanfranchi
arzobispo de Modena-Nonantola.
—Monseñor
Fabio
Bernardo
D’Onorio, O.S.B., arzobispo de Gaeta.
—Monseñor Luigi Negri, arzobispo de Ferrara-Comacchio.
—Monseñor Lorenzo Ghizzoni,
arzobispo de Ravenna-Cervia.
—Monseñor Francesco Lambiasi,
obispo de Rímini.
—Monseñor Tommaso
obispo de Imola.
Ghirelli,
—Monseñor Enrico Solmi, obispo
de Parma.
—Monseñor Douglas Regattieri,
obispo de Cesena-Sarsina.
—Monseñor Massimo Camisasca,
F.S.C.B., obispo de Reggio EmiliaGuastalla.
—Monseñor Delio Lucarelli, obispo de Rieti.
—Monseñor Giuseppe Petrocchi,
obispo de Latina-Terracina-SezzePriverno.
—Monseñor Lino Fumagalli, obispo de Viterbo.
—Monseñor
Lorenzo
obispo de Anagni-Alatri.
domingo 17 de febrero de 2013, número 7
Loppa,
—Monseñor Romano Rossi, obispo de Cività Castellana.
—Monseñor Ambrogio Spreafico,
obispo de Frosinone-Veroli-Ferentino.
Jueves, día 7
—Monseñor Luigi Marrucci, obispo de Civitavecchia-Tarquinia.
—A la ministra presidenta del
Land Saar (Alemania), Annegret
Kramp-Karrenbauer, con el séquito.
—Monseñor Gerardo Antonazzo,
obispo electo de Sora-Aquino-Pontecorvo.
—Al cardenal Fernando Filoni,
prefecto de la Congregación para la
evangelización de los pueblos.
—Dom Pietro Vittorelli, O.S.B.,
Abad de la abadía territorial de
Montecassino.
Monseñor Domingo Buezo Leiva, obispo titular
de Dardano y vicario apostólico de Izabal (Guatemala)
RENUNCIAS:
El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la
archidiócesis de Portland en Oregón (Estados Unidos) que monseñor JOHN GEORGE VLAZNY, le había
presentado en conformidad con el
canon 401 § 1 del Código de derecho canónico.
John George Vlazny nació en
Chicago el 22 de febrero de 1937.
Recibió la ordenación sacerdotal el
20 de diciembre de 1961. Juan Pablo
II lo nombró obispo titular de Stagno y auxiliar de la archidiócesis de
Chicago el 18 de octubre de 1983;
recibió la ordenación episcopal el 13
de diciembre sucesivo. El mismo
Papa lo nombró obispo residencial
de Winona el 13 de mayo de 1987, y
el 28 de octubre de 1997 lo promovió a arzobispo metropolitano de
Portland.
El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la
archidiócesis de Calabar (Nigeria)
que monseñor JOSEPH EDRA UKPO,
le había presentado en conformidad
con el canon 401 § 1 del Código de
derecho canónico.
Joseph Edra Ukpo nació en
Okpoma, diócesis de Ogoja, el 6 de
junio de 1937. Recibió la ordenación
sacerdotal el 25 de abril de 1965. Pa-
blo VI lo nombró obispo titular de
Cullu y auxiliar del obispo de Ogoja el 24 de abril de 1971; recibió la
ordenación episcopal el 19 de septiembre de dicho año. El mismo Papa lo nombró obispo residencial de
Ogoja el 1 de marzo de 1973. Juan
Pablo II lo promovió a arzobispo de
la archidiócesis de Calabar el 14 de
noviembre de 2003.
El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la
archidiócesis de Monreale (Italia)
SIGUE EN LA PÁGINA 14
Nombramientos
pontificios
El Santo Padre ha agregado al
Colegio de los protonotarios apostólicos «de numero participantium» a monseñor LEONARD O SAPIENZA, R.C.I., regente de la Prefectura de la Casa pontificia.
El Papa ha nombrado auditor general de la Cámara apostólica a
SCIACCA,
monseñor
GIUSEPPE
obispo titular de Fondi, secretario
general de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Lutos en el episcopado
—Monseñor JOSEPH MADEC, obispo
emérito de Fréjus-Toulon (Francia),
falleció el 5 de febrero. Había nacido en Ploërmel, diócesis de Vannes,
el 15 de marzo de 1923. Era sacerdote desde el 5 de abril de 1947. Juan
Pablo II lo nombró obispo de Fréjus-Toulon el 8 de febrero de 1983;
recibió la ordenación episcopal el 10
de abril sucesivo. El mismo Santo
Padre aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha diócesis el 16
de mayo de 2000.
—Monseñor D OUGLAS J. WARREN,
obispo emérito de Wilcannia-Forbes
(Australia), falleció el 6 de febrero.
Había nacido en Canowindra, diócesis de Bathurst, el 21 de marzo de
1919. Era sacerdote desde el 20 de
diciembre de 1942. Pablo VI lo nombró obispo titular de Acque nuove
di Numidia y auxiliar de WilcanniaForbes el 16 de junio de 1964; recibió la ordenación episcopal el 27 de
julio de dicho año. El mismo Papa
lo nombró obispo residencial de
Wilcannia-Forbes el 26 de septiembre de 1967. Juan Pablo II aceptó su
renuncia al gobierno pastoral de dicha sede el 30 de marzo de 1994.
—Monseñor ARTHÉ GUIMOND, arzobispo
emérito
de
GrouardMcLennan (Canadá), falleció el 6
de febrero. Había nacido en Rimouski el 22 de mayo de 1931. Era
sacerdote desde el 23 de junio de
1957. Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Grouard-McLennan el 10
de mayo de 2000; recibió la ordenación episcopal el 15 de agosto sucesivo. Benedicto XVI aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha sede el 30 de noviembre de
2006.
—Monseñor WILLIAM ANTHONY
HUGHES,
obispo
emérito
de
Covington (Estados Unidos), falleció el 7 de febrero. Había nacido en
Youngstown el 23 de septiembre de
1921. Era sacerdote desde el 6 de
abril de 1946. Pablo VI lo nombró
obispo titular de Inis Cathaig y auxiliar de Youngstown el 17 de julio
de 1974; recibió la ordenación episcopal el 12 de septiembre de dicho
año. Juan Pablo II lo nombró obispo residencial de Covington el 8 de
marzo de 1979. El Papa aceptó su
renuncia al gobierno pastoral de dicha sede el 4 de julio de 1995.
L’OSSERVATORE ROMANO
número 7, domingo 17 de febrero de 2013
Mensaje de Benedicto
XVI
página 13
para la 50º Jornada mundial de oración por las vocaciones
Donde se funda nuestra esperanza
(Mc 10, 21). Para responder a esta invitación es necesario dejar de elegir
por sí mismo el propio camino. Seguirlo significa sumergir la propia
voluntad en la voluntad de Jesús,
darle verdaderamente la precedencia,
ponerlo en primer lugar frente a todo lo que forma parte de nuestra vimomentos de mayor dificultad como
da: la familia, el trabajo, los interelos del Exilio, aparece un elemento
ses personales, nosotros mismos.
constante, subrayado particularmenSignifica entregar la propia vida a
te por los profetas: la memoria de
Él, vivir con Él en profunda intimilas promesas hechas por Dios a los
dad, entrar a través de Él en comuPatriarcas; memoria que lleva a iminión con el Padre y con el Espíritu
tar la actitud ejemplar de Abrahán,
Santo y, en consecuencia, con los
el cual, recuerda el Apóstol Pablo,
hermanos y hermanas. Esta comu«apoyado en la esperanza, creyó
nión de vida con Jesús es el «lugar»
privilegiado donde se experimenta la
contra toda esperanza que llegaría a
ser padre de muchos pueesperanza y donde la vida
blos, de acuerdo con lo
será libre y plena.
que se le había dicho: Así
Las vocaciones sacerdoserá tu descendencia» (Rm
Queridos hermanos y hermanas:
tales y religiosas nacen de
4, 18). Una verdad consola experiencia del encuenCon motivo de la 50ª Jornada ladora e iluminante que
tro personal con Cristo,
mundial de oración por las vocacio- sobresale a lo largo de todel diálogo sincero y connes, que se celebrará el 21 de abril da la historia de la salvafiado con Él, para entrar
de 2013, cuarto domingo de Pascua, ción es, por tanto, la fideen su voluntad. Es necesaquisiera invitaros a reflexionar sobre lidad de Dios a la alianza,
rio, pues, crecer en la exel tema: «Las vocaciones signo de la a la cual se ha compromeperiencia de fe, entendida
esperanza fundada sobre la fe», que se tido y que ha renovado cacomo relación profunda
inscribe perfectamente en el contex- da vez que el hombre la
con Jesús, como escucha
to del Año de la fe y en el 50° aniver- ha quebrantado con la ininterior de su voz, que resario de la apertura del Concilio fidelidad y con el pecado,
Ecuménico Vaticano II. El siervo de desde el tiempo del dilusuena dentro de nosotros.
Dios Pablo VI, durante la Asamblea vio (cf. Gn 8, 21-22), al del
Este itinerario, que hace
conciliar, instituyó esta Jornada de éxodo y el camino por el
capaz de acoger la llamada
invocación unánime a Dios Padre desierto (cf. Dt 9, 7); fidede Dios, tiene lugar dentro
para que continúe enviando obreros lidad de Dios que ha venide las comunidades cristiaUn grupo de religiosas ante la catedral neoyorkina de San Patricio esperan
a su Iglesia (cf. Mt 9, 38). «El pro- do a sellar la nueva y eternas que viven un intenso
el inicio de la misa con Benedicto XVI (19 de abril de 2008)
blema del número suficiente de sa- na alianza con el hombre,
clima de fe, un generoso
cerdotes —subrayó entonces el Pontí- mediante la sangre de su
testimonio de adhesión al
fice— afecta de cerca a todos los fie- Hijo, muerto y resucitado para nues- dispuesto a empeñarse para realizar- Evangelio, una pasión misionera que
les, no sólo porque de él depende el tra salvación.
la plenamente. El amor de Dios si- induce al don total de sí mismo por
futuro religioso de la sociedad crisEn todo momento, sobre todo en gue, en ocasiones, caminos impensa- el Reino de Dios, alimentado por la
tiana, sino también porque este proaquellos
más difíciles, la fidelidad bles, pero alcanza siempre a aquellos participación en los sacramentos, en
blema es el índice justo e inexorable
que se dejan encontrar. La esperanza particular la Eucaristía, y por una
de la vitalidad de fe y amor de cada del Señor, auténtica fuerza motriz de se alimenta, por tanto, de esta certe- fervorosa vida de oración. Esta últila
historia
de
la
salvación,
es
la
que
comunidad parroquial y diocesana, y
za: «Nosotros hemos conocido el ma «debe ser, por una parte, muy
testimonio de la salud moral de las siempre hace vibrar los corazones de amor que Dios nos tiene y hemos personal, una confrontación de mi
familias cristianas. Donde son nume- los hombres y de las mujeres, confircreído en Él» (1 Jn 4, 16). Y este yo con Dios, con el Dios vivo. Pero,
rosas las vocaciones al estado ecle- mándolos en la esperanza de alcanamor exigente, profundo, que va por otra, ha de estar guiada e ilumisiástico y religioso, se vive generosa- zar un día la «Tierra prometida».
más allá de lo superficial, nos alien- nada una y otra vez por las grandes
mente de acuerdo con el Evangelio» Aquí está el fundamento seguro de
ta, nos hace esperar en el camino de oraciones de la Iglesia y de los san(Pablo VI, Radiomensaje, 11 de abril toda esperanza: Dios no nos deja
la vida y en el futuro, nos hace tener tos, por la oración litúrgica, en la
de 1964).
nunca solos y es fiel a la palabra da- confianza en nosotros mismos, en la cual el Señor nos enseña constanteEn estos decenios, las diversas co- da. Por este motivo, en toda situa- historia y en los demás. Quisiera di- mente a rezar correctamente» (Enc.
munidades eclesiales extendidas por ción gozosa o desfavorable, pode- rigirme de modo particular a voso- Spe salvi, 34).
todo el mundo se
La oración constante y profunda
tros jóvenes y repetiros: «¿Qué sería
han encontrado eshace crecer la fe de la comunidad
vuestra
vida
sin
este
amor?
Dios
cuiLas vocaciones sacerdotales y religiosas nacen
piritualmente unida del hombre desde la creación cristiana, en la certeza siempre renodas cada año, en el
del encuentro personal con Cristo, del diálogo
hasta el fin de los tiempos, cuando vada de que Dios nunca abandona a
cuarto domingo de
llevará a cabo su proyecto de salva- su pueblo y lo sostiene suscitando
sincero y confiado con Él para entrar en su
Pascua, para imción. ¡En el Señor resucitado tene- vocaciones especiales, al sacerdocio
plorar de Dios el
voluntad. Es necesario crecer en la experiencia mos la certeza de nuestra esperan- y a la vida consagrada, para que
don de santas voza!» (Discurso a los jóvenes de la dió- sean signos de esperanza para el
de fe: en la relación profunda con Jesús
caciones y volver a
cesis de San Marino-Montefeltro, 19 de mundo. En efecto, los presbíteros y
proponer a la rejunio de 2011: L’Osservatore Romano, los religiosos están llamados a darse
flexión común la urgencia de la res- mos nutrir una sólida esperanza y edición en lengua española, 26 de de modo incondicional al Pueblo de
Dios, en un servicio de amor al
puesta a la llamada divina. Esta sig- rezar con el salmista: «Descansa sólo junio de 2011, p. 5).
Evangelio y a la Iglesia, un servicio
nificativa cita anual ha favorecido, en Dios, alma mía, porque Él es mi
Como sucedió en el curso de su
en efecto, un fuerte empeño por si- esperanza» (Sal 62, 6). Tener espe- existencia terrena, también hoy Je- a aquella firme esperanza que sólo la
tuar cada vez más en el centro de la ranza equivale, pues, a confiar en el sús, el Resucitado, pasa a través de apertura al horizonte de Dios puede
espiritualidad, de la acción pastoral Dios fiel, que mantiene las promesas los caminos de nuestra vida, y nos dar. Por tanto, ellos, con el testimoy de la oración de los fieles, la im- de la alianza. Fe y esperanza están, ve inmersos en nuestras actividades, nio de su fe y con su fervor apostóliportancia de las vocaciones al sacer- por tanto, estrechamente unidas. De con nuestros deseos y nuestras nece- co, pueden transmitir, en particular a
las nuevas generaciones, el vivo dedocio y a la vida consagrada.
hecho, «“esperanza”, es una palabra sidades. Precisamente en el devenir
seo de responder generosamente y
central
de
la
fe
bíblica,
hasta
el
punLa esperanza es espera de algo
cotidiano sigue dirigiéndonos su pa- sin demora a Cristo que llama a sepositivo para el futuro, pero que, al to de que en muchos pasajes las pa- labra; nos llama a realizar nuestra vi- guirlo más de cerca. La respuesta a
mismo tiempo, sostiene nuestro pre- labras “fe” y “esperanza” parecen in- da con Él, el único capaz de apagar la llamada divina por parte de un
sente, marcado frecuentemente por tercambiables. Así, la Carta a los nuestra sed de esperanza. Él, que vi- discípulo de Jesús para dedicarse al
insatisfacciones y fracasos. ¿Dónde Hebreos une estrechamente la “pleni- ve en la comunidad de discípulos ministerio sacerdotal o a la vida conse funda nuestra esperanza? Con- tud de la fe” (10, 22) con la “firme que es la Iglesia, también hoy llama sagrada, se manifiesta como uno de
templando la historia del pueblo de confesión de la esperanza” (10, 23). a seguirlo. Y esta llamada puede lle- los frutos más maduros de la comuIsrael narrada en el Antiguo Testa- También cuando la Primera Carta de gar en cualquier momento. También
SIGUE EN LA PÁGINA 15
mento, vemos cómo, también en los Pedro exhorta a los cristianos a estar ahora Jesús repite: «Ven y sígueme»
«Las vocaciones signo de la esperanza fundada sobre la fe», es el tema del
mensaje de Benedicto XVI para la 50a Jornada mundial de oración por las
vocaciones, que se celebrará el 21 de abril de 2013, cuarto domingo de Pascua.
«También hoy —escribe el Pontífice— Jesús, el Resucitado, pasa a través de los
caminos de nuestra vida... y sigue dirigiéndonos su palabra; nos llama a realizar
nuestra vida con Él, el único capaz de apagar nuestra sed de esperanza».
siempre prontos para dar una respuesta sobre el logos —el sentido y la
razón— de su esperanza (cf. 3, 15),
“esperanza” equivale a “fe”» (Enc.
Spe salvi, 2).
Queridos hermanos y hermanas,
¿en qué consiste la fidelidad de Dios
en la que se puede confiar con firme
esperanza? En su amor. Él, que es
Padre, vuelca en nuestro yo más profundo su amor, mediante el Espíritu
Santo (cf. Rm 5, 5). Y este amor,
que se ha manifestado plenamente
en Jesucristo, interpela a nuestra
existencia, pide una respuesta sobre
aquello que cada uno quiere hacer
de su propia vida, sobre cuánto está
L’OSSERVATORE ROMANO
página 14
domingo 17 de febrero de 2013, número 7
Fue observador permanente de la Santa Sede ante la ONU y presidente del dicasterio para los emigrantes
La muerte del cardenal Giovanni Cheli
Llamado a formar parte del servicio
diplomático de la Santa Sede —durante trece años fue observador permanente ante la ONU— jamás perdió
de vista el compromiso pastoral, con
una mirada especialmente atenta a
las cuestiones relacionadas con los
refugiados y los emigrantes antes
aún de que estos hechos asumieran
las dimensiones actuales, vastas y a
menudo dramáticas.
Nació en Turín, si bien su madre
era de Asti y su padre toscano. Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de
junio de 1942. Comenzó su ministerio sacerdotal como prefecto de disciplina y profesor en el seminario de
su diócesis. Al mismo tiempo, colaboró apostólicamente como asistente
diocesano del sector juvenil de la
Acción católica, y fue también vicario parroquial en Isola d’Asti.
Durante la segunda guerra mundial, gracias a una radio de onda
corta, ideó una red de correspondencia entre los soldados prisioneros italianos y sus familias. Radio Londres
transmitía periódicamente un mensaje, al que seguían los nombres de los
prisioneros. Tras captar el contenido
de la transmisión, don Cheli compilaba un texto para cada uno de ellos
con el mensaje y el nombre del soldado. Luego, con la colaboración de
jóvenes seminaristas que se trasladaban en bicicleta, los textos se entregaban a las familias. Incluso terminada la guerra promovió un servicio
de acogida para los sobrevivientes.
En 1949 fue enviado a Roma para
completar sus estudios en la Pontificia Universidad Lateranense. Asimismo, desempeñó su ministerio pastoral como capellán de una comunidad de religiosas y trabajando en la
pastoral parroquial. Tras conseguir
el doctorado en derecho canónico y
El cardenal Giovanni Cheli, presidente emérito del Consejo pontificio para
la pastoral de los emigrantes e itinerantes, falleció el 8 de febrero a los noventa y cuatro años. Había nacido el 4 de octubre de 1918 en Turín (Italia). Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de junio de 1942. Pablo VI le
nombró observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de
las Naciones Unidas en Nueva York el 25 de julio de 1973. Juan Pablo I
lo nombró arzobispo titular de Santa Giusta, y le dio el título de nuncio
apostólico, el 8 de septiembre de 1978; recibió la ordenación episcopal el 16
de septiembre sucesivo. Juan Pablo II le nombró pro-presidente de la Comisión pontificia para la pastoral de las migraciones y del turismo el 18 de
septiembre de 1986. Dicho dicasterio, a partir de 1988 con la constitución
apostólica «Pastor Bonus», se convirtió en el Consejo pontificio para la
pastoral de los emigrantes e itinerantes, del que pasó a ser presidente el 1 de
marzo de 1989. Renunció a dicho cargo el 21 de febrero de 1998 y, en el
consistorio que tuvo lugar ese mismo día, Juan Pablo II le creó cardenal de
la diaconía de San Cosme y San Damián, luego elevada «pro hac vice» a
título presbiteral cuando, el 1 de marzo de 2008, pasó a formar parte de la
orden de los cardenales presbíteros. El funeral, presidido por el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio, se celebró el sábado 9 de febrero en la basílica de San Pedro.
la licenciatura en teología, regresó a
su diócesis y, en 1952, entró en el
servicio diplomático de la Santa Sede. Seguidamente, prestó servicio en
la nunciatura apostólica en Guatemala, donde, con la llegada al poder
del partido comunista, las relaciones
del Gobierno con la Iglesia y la Santa Sede eran difíciles. En ese contexto, además del trabajo en la representación pontificia, se dedicó a la
formación religiosa de los jóvenes,
dando vida a los Scout católicos y
enseñando en la Universidad católica Santa María, recién fundada por
los jesuitas. En 1955, como secretario, fue trasladado a la nunciatura en
España, y en 1962 a la representación pontificia en Italia.
En 1967 fue llamado por el Papa
para trabajar en el Consejo para los
Asuntos públicos de la Iglesia, dentro de la Secretaría de Estado. En
ese tiempo fue colaborador cercano
del arzobispo Agostino Casaroli, en-
tonces secretario de dicho dicasterio,
que se encargaba de las relaciones
entre la Santa Sede y algunos países
de Europa del este. Entre otras cosas, colaboró en las negociaciones
para la liberación del cardenal húngaro József Mindszenty.
Pablo VI le nombró observador
permanente de la Santa Sede ante la
Organización de las Naciones Unidas en Nueva York el 25 de julio de
1973. En esta nueva misión se ocupó
de reorganizar la actividad de dicha
oficina, sobre todo gracias a una
vasta red de colaboradores externos,
y participó en numerosas Conferencias internacionales. En en julio de
1978 fue nombrado arzobispo titular
de Santa Giusta y nuncio apostólico;
recibió la ordenación episcopal el 16
de septiembre sucesivo, de manos
del entonces secretario de Estado, el
cardenal Jean-Marie Villot.
Juan Pablo II le nombró pro-presidente de la Comisión pontificia para
Colegio episcopal
VIENE DE LA PÁGINA 12
que monseñor SALVATORE DI CRISTINA, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del
Código de derecho canónico.
Salvatore Di Cristina nació en
Palermo el 16 de marzo de 1937. Recibió la ordenación sacerdotal el 2
de julio de 1960. Juan Pablo II lo
nombró obispo titular de Bilta y
auxiliar de Palermo el 23 de diciembre de 2000; recibió la ordenación
episcopal el 26 de enero de 2001.
Benedicto XVI lo promovió a arzobispo de Monreale el 2 de diciembre de 2006.
EL PAPA
HA NOMBRAD O:
—Arzobispo
metropolitano
de
Portland en Oregón (Estados Unidos) a monseñor ALEXANDER KING
SAMPLE, hasta ahora obispo de
Marquette.
Alexander King Sample nació en
Kalispell, diócesis de Helena, el 7
de noviembre de 1960. Recibió la
ordenación sacerdotal el 1 de junio
de 1990. Benedicto XVI lo nombró
obispo de Marquette el 13 de
diciembre de 2005: recibió la or-
denación episcopal el 25 de enero
de 2006.
—Arzobispo metropolitano de Calabar (Nigeria) a monseñor JOSEPH
EFFIONG EKUWEM, hasta ahora
obispo de Uyo.
Joseph Effiong Ekuwem nació en
Offi Udah, diócesis de Uyo, el 18
de diciembre de 1949. Recibió la ordenación sacerdotal el 30 de junio
de 1979. Juan Pablo II lo nombró
obispo de Uyo el 4 de julio de
1989; recibió la ordenación episcopal el 9 de diciembre sucesivo.
—Arzobispo de Monreale (Italia) a
monseñor MICHELE PENNISI, hasta
ahora obispo de Piazza Armerina.
Michele Pennisi nació en Licodia
Eubea, diócesis de Caltagirone, el
23 de noviembre de 1946. Recibió
la ordenación sacerdotal el 9 de
septiembre de 1972. Juan Pablo II lo
nombró obispo de Piazza Armerina
el 12 de abril de 2002; recibió la
consagración episcopal el 3 de julio
del mismo año.
—Obispo de Dori (Burkina Faso) al
presbítero LAURENT BIRFUORÉ DABIRÉ.
Laurent Birfuoré Dabiré nació en
Dissin, diócesis de Diébugu, el 17
de septiembre de 1965. Recibió la
ordenación sacerdotal el 29 de diciembre de 1995. Se doctoró en
utroque iure en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma. Ha sido profesor en los seminarios menor y mayor de su diócesis; vicario
judicial y canciller; oficial del Tribunal de la provincia eclesiástica de
Bobo Dioulasso; y profesor de derecho en la Unité Universitaire de
Bamako, en Malí.
—Obispo titular de Dardano y vicario apostólico de Izabal (Guatemala) al presbítero D OMINGO BUEZO
LEIVA.
Domingo Buezo Leiva nació en
Zulia, diócesis de Zacapa, el 12 de
diciembre de 1962. Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de noviembre de 1988. Obtuvo la licenciatura
en teología pastoral en la Pontificia
Universidad Lateranense de Roma.
Inició su ministerio como vicario
parroquial; luego ha sido párroco
en Zacapa, Ipala y Camotán, y vicario episcopal para la pastoral, cargo que desempeñaba desde 1998.
la pastoral de las migraciones y del
turismo en septiembre de 1986. Dicho dicasterio, a partir de 1988 con
la constitución apostólica «Pastor
Bonus», se convirtió en Consejo
pontificio para la pastoral de los
emigrantes e itinerantes, del que fue
su primer presidente. En el cumplimiento de su misión en ese dicasterio, organizó congresos mundiales y
regionales, y puso en marcha múltiples iniciativas encaminadas especialmente a intensificar el apostolado
del mar y la asistencia a los prófugos
y refugiados. Durante su presidencia, además, se afrontaron y profundizaron las complejas cuestiones de
las nuevas migraciones, también a
través de sus intervenciones en las
asambleas especiales del Sínodo de
los obispos para África, América y
Asia. En el gran mundo de la movilidad humana, un lugar privilegiado
lo tenía siempre la atención de la dimensión espiritual, también con una
atención especial a la experiencia de
la peregrinación.
Benedicto XVI, al recibir noticia de la
muerte del cardenal Giovanni Cheli, se
recogió en oración. Luego envió a monseñor Francesco Ravinale, obispo de
Asti, el siguiente telegrama de pésame:
He recibido con tristeza la noticia
de la muerte del venerado cardenal
Giovanni Cheli y deseo expresar
sentimientos de sentido pésame a
esa comunidad diocesana, que lo
cuenta entre sus hijos más ilustres,
así como a los familiares y a cuantos
lo han conocido y estimado. Recuerdo agradecido la valiosa y diligente
colaboración que prestó durante tantos decenios a la Sede apostólica en
las representaciones pontificias, en la
Secretaría de Estado, luego como
observador de la Santa Sede ante las
Naciones Unidas, y por último como presidente del Consejo pontificio
para la pastoral de los emigrantes e
itinerantes. Él deja el testimonio de
una vida entregada en la adhesión
coherente y generosa a la propia vocación, como sacerdote solícito por
la necesidad de los fieles, especialmente por la formación cristiana de
la juventud. Elevo fervientes oraciones de sufragio para que el Señor
acoja en el gozo y en la paz eterna a
este pastor celoso, fiel al Evangelio y
a la Iglesia, y envío a vuestra excelencia, a todo el presbiterio y a
cuantos participan en el dolor por
su muerte, la confortadora bendición
apostólica.
Análogo telegrama de pésame envió el
secretario de Estado, cardenal Tarcisio
Bertone.
número 7, domingo 17 de febrero de 2013
L’OSSERVATORE ROMANO
En la audiencia general el miércoles 13 de febrero, Ceniza, Benedicto
XVI
página 15
indica el camino espiritual de la Cuaresma
El Señor no se cansa de llamar a la puerta del hombre
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, miércoles de Ceniza, empezamos el tiempo litúrgico de Cuaresma, cuarenta días que nos preparan
a la celebración de la Santa Pascua;
es un tiempo de particular empeño
en nuestro camino espiritual. El número cuarenta se repite varias veces
en la Sagrada Escritura. En especial,
como sabemos, recuerda los cuarenta
años que el pueblo de Israel peregrinó en el desierto: un largo período
de formación para convertirse en el
pueblo de Dios, pero también un
largo período en el que la tentación
de ser infieles a la alianza con el Señor estaba siempre presente. Cuarenta fueron también los días de camino del profeta Elías para llegar al
Monte de Dios, el Horeb; así como
el periodo que Jesús pasó en el desierto antes de iniciar su vida pública y donde fue tentado por el diablo. En la catequesis de hoy desearía
detenerme precisamente en este momento de la vida terrena del Señor,
que leeremos en el Evangelio del
próximo domingo.
Ante todo el desierto, donde Jesús
se retira, es el lugar del silencio, de
la pobreza, donde el hombre está
privado de los apoyos materiales y
se halla frente a las preguntas fundamentales de la existencia, es impulsado a ir a lo esencial y precisamente
por esto le es más fácil encontrar a
Dios. Pero el desierto es también el
lugar de la muerte, porque donde
no hay agua no hay siquiera vida, y
es el lugar de la soledad, donde el
hombre siente más intensa la tentación. Jesús va al desierto y allí sufre
la tentación de dejar el camino indicado por el Padre para seguir otros
senderos más fáciles y mundanos (cf.
Lc 4, 1-13). Así Él carga nuestras tentaciones, lleva nuestra miseria para
vencer al maligno y abrirnos el camino hacia Dios, el camino de la conversión.
Reflexionar sobre las tentaciones a
las que es sometido Jesús en el desierto es una invitación a cada uno
de nosotros para responder a una
pregunta fundamental: ¿qué cuenta
de verdad en mi vida? En la primera
tentación el diablo propone a Jesús
que cambie una piedra en pan para
El Papa relanza
conversiones de ayer y de
hoy, desde Pablo de Tarso y
Agustín de Hipona a Pavel
Florenskij, Etty Hillesum,
Dorothy Day
nidad cristiana, que ayuda a mirar
con particular confianza y esperanza al futuro de la Iglesia y a su tarea de evangelización. Esta tarea
necesita siempre de nuevos obreros
para la predicación del Evangelio,
para la celebración de la Eucaristía
y para el sacramento de la reconciliación. Por eso, que no falten sacerdotes celosos, que sepan acompañar a los jóvenes como «compañeros de viaje» para ayudarles a reconocer, en el camino a veces tortuoso y oscuro de la vida, a Cristo,
camino, verdad y vida (cf. Jn 14,
6); para proponerles con valentía
evangélica la belleza del servicio a
Dios, a la comunidad cristiana y a
los hermanos. Sacerdotes que muestren la fecundidad de una tarea entusiasmante, que confiere un sentido de plenitud a la propia existencia, por estar fundada sobre la fe en
ángeles, o sea, que realice
algo sensacional para poner a prueba a Dios mismo; pero la respuesta es
que Dios no es un objeto
al que imponer nuestras
condiciones: es el Señor
de todo (cf. vv. 9-12).
¿Cuál es el núcleo de las
tres tentaciones que sufre
Jesús? Es la propuesta de
instrumentalizar a Dios, de
utilizarle para los propios
intereses, para la propia gloria y el
propio éxito. Y por lo tanto, en sustancia, de ponerse uno mismo en el
lugar de Dios, suprimiéndole de la
propia existencia y haciéndole parecer superfluo. Cada uno debería preguntarse: ¿qué puesto tiene Dios en
mi vida? ¿Es Él el Señor o lo soy
yo?
Superar la tentación de someter a
Dios a uno mismo y a los propios
intereses, o de ponerle en un rincón,
y convertirse al orden justo de prioridades, dar a Dios el primer lugar,
es un camino que cada cristiano debe recorrer siempre de nuevo. «Convertirse», una invitación que escucharemos muchas veces en Cuaresma, significa seguir a Jesús de manera que su Evangelio sea guía concreta de la vida; significa dejar que
Dios nos transforme, dejar de pensar
que somos nosotros los únicos constructores de nuestra existencia; significa reconocer que somos creaturas,
que dependemos de Dios, de su
amor, y sólo «perdiendo» nuestra vida en Él podemos ganarla. Esto exige tomar nuestras decisiones a la luz
de la Palabra de Dios. Actualmente
ya no se puede ser cristiano como
simple consecuencia del hecho de vi-
Las pruebas a las que la sociedad actual
somete al cristiano son muchas y tocan
la vida personal y social. No es fácil
ser fieles al matrimonio cristiano, practicar
la misericordia, dejar espacio a la oración;
no es fácil oponerse públicamente
a opciones de aborto, de eutanasia,
de selección de embriones. La tentación
de dejar de lado la propia fe está siempre
presente y la conversión es una respuesta
a Dios que debe ser confirmada varias
veces en la vida.
Mensaje para la Jornada
de oración por las vocaciones
VIENE DE LA PÁGINA 13
satisfacer el hambre. Jesús rebate
que el hombre vive también de pan,
pero no sólo de pan: sin una respuesta al hambre de verdad, al hambre
de Dios, el hombre no se puede salvar (cf. vv. 3-4). En la segunda tentación, el diablo propone a Jesús el
camino del poder: le conduce a lo
alto y le ofrece el dominio del mundo; pero no es éste el camino de
Dios: Jesús tiene bien claro que no
es el poder mundano lo que salva al
mundo, sino el poder de la cruz, de
la humildad, del amor (cf. vv. 5-8).
En la tercera tentación, el diablo
propone a Jesús que se arroje del
alero del templo de Jerusalén y que
haga que le salve Dios mediante sus
Aquel que nos ha amado en primer
lugar (cf. 1 Jn 4, 19). Igualmente,
deseo que los jóvenes, en medio de
tantas propuestas superficiales y efímeras, sepan cultivar la atracción
hacia los valores, las altas metas, las
opciones radicales, para un servicio
a los demás siguiendo las huellas
de Jesús. Queridos jóvenes, no tengáis miedo de seguirlo y de recorrer
con intrepidez los exigentes senderos de la caridad y del compromiso
generoso. Así seréis felices de servir,
seréis testigos de aquel gozo que el
mundo no puede dar, seréis llamas
vivas de un amor infinito y eterno,
aprenderéis a «dar razón de vuestra
esperanza» (1 P 3, 15).
Vaticano, 6 de octubre de 2012
vir en una sociedad que tiene raíces
cristianas: también quien nace en
una familia cristiana y es formado
religiosamente debe, cada día, renovar la opción de ser cristiano, dar a
Dios el primer lugar, frente a las
tentaciones que una cultura secularizada le propone continuamente,
frente al juicio crítico de muchos
contemporáneos.
Las pruebas a las que la sociedad
actual somete al cristiano, en efecto,
son muchas y tocan la vida personal
y social. No es fácil ser fieles al matrimonio cristiano, practicar la misericordia en la vida cotidiana, dejar
espacio a la oración y al silencio interior; no es fácil oponerse públicamente a opciones que muchos consideran obvias, como el aborto en caso de embarazo indeseado, la eutanasia en caso de enfermedades graves, o la selección de embriones para
prevenir enfermedades hereditarias.
La tentación de dejar de lado la propia fe está siempre presente y la conversión es una respuesta a Dios que
debe ser confirmada varias veces en
la vida.
Sirven de ejemplo y de estímulo
las grandes conversiones, como la de
san Pablo en el camino de Damasco,
o san Agustín; pero también en
nuestra época de eclipse del sentido
de lo sagrado, la gracia de Dios actúa y obra maravillas en la vida de
muchas personas. El Señor no se
cansa de llamar a la puerta del hombre en contextos sociales y culturales
que parecen engullidos por la secularización, como ocurrió con el ruso
ortodoxo Pavel Florenskij. Después
de una educación completamente
agnóstica, hasta el punto de experimentar auténtica hostilidad hacia las
enseñanzas religiosas impartidas en
la escuela, el científico Florenskij llega a exclamar: «¡No, no se puede vivir sin Dios!», y cambió completamente su vida: tanto que se hace
monje.
Pienso también en la figura de Etty Hillesum, una joven holandesa de
origen judío que morirá en Auschwitz. Inicialmente lejos de Dios, le
descubre mirando profundamente
dentro de ella misma y escribe: «Un
pozo muy profundo hay dentro de
mí. Y Dios está en ese pozo. A veces
me sucede alcanzarle, más a menudo
piedra y arena le cubren: entonces
Dios está sepultado. Es necesario
que lo vuelva a desenterrar» (Diario,
97). En su vida dispersa e inquieta,
encuentra a Dios precisamente en
medio de la gran tragedia del siglo
XX, la Shoah. Esta joven frágil e insatisfecha, transfigurada por la fe, se
convierte en una mujer llena de
amor y de paz interior, capaz de
afirmar: «Vivo constantemente en intimidad con Dios».
La capacidad de oponerse a las lisonjas ideológicas de su tiempo para
elegir la búsqueda de la verdad y
abrirse al descubrimiento de la fe está testimoniada por otra mujer de
nuestro tiempo: la estadounidense
Dorothy Day. En su autobiografía,
confiesa abiertamente haber caído en
la tentación de resolver todo con la
política, adhiriéndose a la propuesta
SIGUE EN LA PÁGINA 16
L’OSSERVATORE ROMANO
página 16
Benedicto
XVI
domingo 17 de febrero de 2013, número 7
explica a los fieles su decisión de dejar el pontificado
La Iglesia es de Cristo
Benedicto XVI decidió renunciar al pontificado «con plena libertad por el bien de la Iglesia,
tras haber orado durante mucho tiempo y haber examinado» su conciencia ante Dios. Así
ha querido recalcarlo al inicio de la audiencia general el miércoles, de Ceniza, 13 de febrero,
en italiano a los dos días de leer su declaración en latín ante los cardenales en Consistorio.
Queridos hermanos y hermanas:
Como sabéis —gracias por vuestra simpatía—, he decidido renunciar al ministerio
que el Señor me ha confiado el 19 de abril
de 2005. Lo he hecho con plena libertad
por el bien de la Iglesia, tras haber orado
durante mucho tiempo y haber examinado
mi conciencia ante Dios, muy consciente
de la importancia de este acto, pero consciente al mismo tiempo de no estar ya en
condiciones de desempeñar el ministerio
petrino con la fuerza que éste requiere.
Me sostiene y me ilumina la certeza de
que la Iglesia es de Cristo, que no dejará
de guiarla y cuidarla. Agradezco a todos
el amor y la plegaria con que me habéis
acompañado. Gracias. En estos días nada
fáciles para mí, he sentido casi físicamente
la fuerza que me da la oración, el amor de
la Iglesia, vuestra oración. Seguid rezando
por mí, por la Iglesia, por el próximo Papa. El Señor nos guiará.
El minuto a minuto del anuncio de la renuncia
Mensaje de esperanza
Se esperaba a 3.500 fieles; se presentaron 8.000. Y no pocos fueron
incapaces de contener las lágrimas. En el Aula Pablo VI la audiencia
general del miércoles 13 fue el primer encuentro con Benedicto XVI después
de su renuncia al papado. Y los participantes le recibieron con una
auténtica standing ovation. Entre aplausos, el Papa les dió las gracias,
conmovido, por esta manifestación de afecto y no dudó en pedir oración:
«por el próximo Papa», «por mí, por la Iglesia y por el mundo».
Catequesis en la audiencia general
VIENE DE LA PÁGINA 15
marxista: «Quería ir con los manifestantes, ir a prisión, escribir, influir en los demás y dejar mi sueño
al mundo. ¡Cuánta ambición y
cuánta búsqueda de mí misma había en todo esto!». El camino hacia
la fe en un ambiente tan secularizado era particularmente difícil, pero
la Gracia actúa igual, como ella
misma subrayara: «Es cierto que
sentí más a menudo la necesidad de
ir a la iglesia, de arrodillarme, de
inclinar la cabeza en oración. Un
instinto ciego, se podría decir, porque no era consciente de orar. Pero
iba, me introducía en la atmósfera
de oración...». Dios la condujo a
una adhesión consciente a la Iglesia, a una vida dedicada a los desheredados.
En nuestra época no son pocas
las conversiones entendidas como el
regreso de quien, después de una
educación cristiana, tal vez superficial, se ha alejado durante años de
la fe y después redescubre a Cristo
y su Evangelio. En el Libro del Apocalipsis leemos: «Mira, estoy de pie
a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré
en su casa y cenaré con él y él conmigo» (3, 20). Nuestro hombre interior debe prepararse para ser visitado por Dios, y precisamente por
esto no debe dejarse invadir por los
espejismos, las apariencias, las cosas
materiales.
En este tiempo de Cuaresma, en
el Año de la fe, renovemos nuestro
empeño en el camino de conversión
para superar la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos y para, en
cambio, hacer espacio a Dios, mirando con sus ojos la realidad cotidiana. La alternativa entre el cierre
en nuestro egoísmo y la apertura al
amor de Dios y de los demás podríamos decir que se corresponde
con la alternativa de las tentaciones
de Jesús: o sea, alternativa entre poder humano y amor a la Cruz, entre
una redención vista en el bienestar
material sólo y una redención como
obra de Dios, a quien damos la primacía en la existencia. Convertirse
significa no encerrarse en la búsqueda del proprio éxito, del proprio
prestigio, de la propia posición, sino hacer que cada día, en las pequeñas cosas, la verdad, la fe en
Dios y el amor se transformen en la
cosa más importante.
«Una decisión inesperada, turbado- Pro Petri Sede, al presidente de Rura, conmovedora», debida al «decli- manía y a los obispos de Liguria en
ve físico, ante la extraordinaria ne- visita «ad limina»; de igual forma
cesidad presencial del Papa». En es- recibirá a los obispos de Lombardía
tos términos el cardenal Tarcisio el 16, y al presidente de Guatemala.
Bertone, secretario de Estado, co- El día 16 el Papa también mantenmentó la renuncia de Benedicto XVI drá un encuentro con el presidente
al pontificado en una entrevista te- del Consejo de Ministros italiano,
levisiva en Raiuno el 11 de febrero Mario Monti, y el 23 con el presipor la tarde, a las pocas horas del
dente de la República, Giorgio Naanuncio. El purpurado subrayó que
el Pontífice «escribió la declaración politano, pues ambos desean saluel 10 de febrero, y explicó que sen- darle personalmente.
Se anula, en cambio, la audiencia
tía disminuir las fuerzas físicas»,
mientras que «la capacidad intelec- al presidente de Camerún programada para el 28 de febrero, y la vitual permanece lúcida y fecunda».
En la entrevista el cardenal Berto- sita «ad Limina» de los prelados de
ne confió que se había reunido al fi- la región italiana de Las Marcas,
nal de la tarde con Benedicto XVI, programada entre el 25 y el 28 de
«como cada lunes», encontrándole febrero.
«muy sereno». «En la madurez de este Pontificado
nos deja de nuevo un mensaje de esperanza —recalcó—, el que nos había dado
el viernes pasado en el seminario romano: el árbol
de la Iglesia no está muriendo, sino que se renueva,
también con el don del espléndido pontificado de
Benedicto XVI». De quien
conserva
personalmente
«recuerdos extraordinariamente bellos: la dulzura de
trato, una confianza que
siempre me ha confirmado
incluso en las dificultades».
En cuanto a la agenda
papal, el padre Federico
Lombardi, director de la
Oficina de información de
la Santa Sede, precisa que
Benedicto XVI se trasladará
en helicóptero a la residenEl Papa tras el Consistorio del 11 de febrero al término
cia de Castelgandolfo a las
del cual anunció su renuncia al pontificado
17 horas del 28 de febrero,
3 horas antes del final de
su pontificado e inicio de la sede
El domingo 17 rezará el Ángelus
vacante. Ese día, por la mañana, el y hasta el 23 por la mañana, junto a
Pontífice recibirá en la sala Clemen- la Curia romana, participará en los
tina a los purpurados que deseen tradicionales ejercicios espirituales
cuaresmales. Ésta es la razón por la
saludarle.
Desde el anuncio de su renuncia que se suspende la audiencia genesu agenda ha continuado: se ha ral semanal. El domingo 24 volverá
mantenido la audiencia general del a rezar el Ángelus con los fieles en
13 de febrero y la misa del miércoles la plaza de San Pedro.
El lunes 25 el Pontífice recibirá a
de Ceniza por la tarde. Al día siguiente celebró el encuentro anual algunos cardenales en audiencia privada, y el miércoles 27 la audiencia
con los párrocos de Roma.
De igual modo, en agenda las general tendrá lugar en la Plaza de
audiencias, el día 15, a la Fundación San Pedro.
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