LA INFLUENCIA DE LA MÚSICA EN EL SER HUMANO Catalina Simonet Primera edición: 2012 La influencia de la música en el ser humano © de la edición Fundación Sophia, 2012 Jaume Ferrer, 3. 07012 Palma de Mallorca Islas Baleares. España. Tel. 971 72 15 55 www.fundacionsophia.com [email protected] ISBN: 978-84-938165-5-1 Depósito Legal: PM-640-2012 Impresión Fullcolor Printcolor S.L. Barcelona, España Dedicado a los que desde siempre me enseñaron a amar la música. Y a todos mis alumnos, que hacen que me reenamore de ella cada día. Índice Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 1. El sonido y el cerebro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 1.1. La naturaleza del sonido . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.2. El órgano auditivo: anatomía y fisiología . . . . . 1.2.1. El oído externo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.2.2. El oído medio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.2.3. El oído interno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.3. El oído durante la gestación del bebé y su sentido musical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.4. Cualidades del sonido en relación con el oído . 1.5. Funcionamiento del cerebro . . . . . . . . . . . . . . 1.6. Los hemisferios cerebrales . . . . . . . . . . . . . . . . 1.6.1. El hemisferio izquierdo . . . . . . . . . . . . . 1.6.2. El hemisferio derecho . . . . . . . . . . . . . . . 1.6.3. Los hemisferios y la música . . . . . . . . . . 1.7. La enseñanza musical basándose en la hemisfericidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.7.1. La enseñanza musical en la infancia . . . . 1.7.2. Concordancia funcional . . . . . . . . . . . . . 1.8. Lesiones cerebrales o amusias . . . . . . . . . . . . . 1.8.1. Ejemplos de lesiones . . . . . . . . . . . . . . . . 1.8.2. Alucinaciones musicales . . . . . . . . . . . . . . 1.8.3. Disarmonía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.8.4. Pérdida de un oído . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.8.5. Sinestesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 15 16 18 19 7 22 24 25 29 30 30 32 39 43 49 50 52 56 56 57 57 2. La música en la antigüedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 2.1. La mentalidad trascendente del hombre antiguo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1.1. El mito, lo sagrado y lo profano . . . . . . . . 2.1.2. Mitos cosmogónicos en relación con el sonido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1.2.1. La India . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1.2.2. Egipto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1.2.3. América . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1.2.4. Grecia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2. El pensamiento musical en la antigüedad . . . . 2.2.1. La India . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.2. Egipto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.3. Grecia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.4. La educación musical en Grecia . . . . . . . 2.3. La armonía de las esferas . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.3.1. La escala de sonidos armónicos . . . . . . . 2.3.2. Difusores de la armonía de las esferas . . . 2.4. Postura del cristianismo ante la música en la edad media . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.5. Renacimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.6. Edad Moderna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62 63 65 66 67 71 71 74 78 82 85 87 89 3. Musicoterapia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 3.1. El redescubrimiento de la música humana . . . . 3.2. Aplicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3. Musicoterapia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3.1. Un caso práctico: Farinelli y el rey Felipe V . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3.2. Ámbito de la musicoterapia . . . . . . . . . . 3.3.3. Perfil del musicoterapeuta . . . . . . . . . . . 3.3.4. Origen de las enfermedades . . . . . . . . . . 101 103 105 8 59 59 93 96 98 106 108 110 113 3.3.5. Hacia una nueva mentalidad holísitica . . 3.3.6. Aplicaciones de la musicoterapia . . . . . . 3.3.7. Condicionantes de una sesión de musicoterapia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3.8. El efecto Tomatis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3.9. El efecto Mozart . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.4. Música y sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.4.1. La música en el ámbito comercial . . . . . . 3.4.2. Silencio, sonido y ruido . . . . . . . . . . . . . . 3.5. La música en el ámbito personal . . . . . . . . . . . 120 122 123 126 131 139 143 4. Efectos de la música en el ser humano . . . . . . . . . . . . 149 4.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.2. La música y el cuerpo físico . . . . . . . . . . . . . . . 4.2.1. Efectos fisiológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.2.2. La energía y el ritmo . . . . . . . . . . . . . . . . 4.3. La música y las emociones . . . . . . . . . . . . . . . . 4.4. La música y la mente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.5. La música y los estados de conciencia no ordinarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149 152 153 164 166 174 A modo de conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193 9 114 117 178 Introducción El presente ensayo es el resultado de la inquietud por recoger y ordenar el amplio espectro que comprende la música en relación con el ser humano a lo largo de la historia. Desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, toda sociedad ha creado una música que ha sido capaz de expresar sus más profundos sentimientos e ideas y de cumplir múltiples funciones que han dado lugar a la gran diversificación del fenómeno musical. Los diferentes capítulos, para los que se ha consultado una amplia bibliografía, tratan de examinar la música desde sus diferentes ángulos y enfoques. El primer capítulo es un acercamiento al sonido, la materia prima de la música, desde el punto de vista del proceso que permite la escucha física. A través de la anatomía y la fisiología del oído y del cerebro, exponemos las diferentes posibilidades que se tiene para percibir los sonidos, así como la mejor manera de educarlo en el terreno de la enseñanza. También se plantean una serie de fenómenos y peculiaridades que surgen en patologías cerebrales que afectan al sentido musical. El segundo capítulo está enfocado a distintas civilizaciones y culturas del pasado con el fin de recoger el legado musical que nos permita conocer la importancia que le conferían al sonido y a la música otros pueblos, así como entender la mentalidad en cuyo seno se desarrollaron. Para lograr este fin hace falta una fuerte dosis de empatía histórica, que nos facilite la comprensión de la cosmovisión del hombre de las 11 culturas estudiadas. Sin este ejercicio de aproximación al alma de un pueblo resulta imposible entender su forma de ver la música. El tercer capítulo versa sobre la musicoterapia, la música aplicada a fines terapéuticos. Del mismo modo, se recopilan diferentes maneras de incorporar la música en el ámbito comercial y diversos estudios como el «efecto Mozart» o el método Tomatis. Por último, el cuarto capítulo recoge la influencia de la música en distintos aspectos del ser humano: el cuerpo, la energía, las emociones, la mente y los estados de conciencia no ordinarios (ECNO). No solemos ser conscientes de que la música nos rodea por todas partes, de que ejerce una importante influencia sobre nosotros, positiva o negativa, según el caso. Resulta fundamental conocer esta influencia y educar a la sociedad al respecto por los innumerables beneficios que podemos obtener. 12 1 El sonido y el cerebro 1.1. La naturaleza del sonido «Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra»1. Según este antiguo axioma, todo lo que existe en el Universo vibra. Las partes en las que se descompone el átomo, los electrones junto a los protones y neutrones, están en constante movimiento; esta vibración a la que está sometida el aire, el agua o la propia materia, oscila en diferentes niveles de frecuencia2 que se diferencian en relación a su velocidad de movimiento. Estas frecuencias pueden manifestarse en forma de luz, color, sonido y forma. En el mayor grado de velocidad se produce la oscilación de las hondas de luz, y sus respectivos colores varían según los cambios de vibración. A menor velocidad surge el sonido y siguiendo la desaceleración aparecen las formas. En todo momento estamos refiriéndonos a la vibración que, con sus frecuencias determinadas, crea todos los planos de existencia, desde los más sutiles hasta los más densos. 1 2 El Kybalion, que es un libro hermético egipcio. La frecuencia es la cantidad de vibraciones por segundo. 13 El ser humano está dotado de los sentidos, una especie de «antenas» que pueden captar y decodificar las diferentes frecuencias. En realidad, todos ellos se hallan relacionados entre sí, la diferencia estaría en la forma en que cada uno es capaz de captar unas determinadas frecuencias y, a continuación, enviar la información al cerebro. El sentido auditivo se encuentra muy relacionado con el tacto; conforma el primer sentido que se desarrolló y afecta a todos los demás. En realidad, las moléculas de aire desplazadas por los sonidos entran en contacto con el tímpano y registran un mensaje que el cerebro capta como sonido. De igual modo, las ondas acústicas entran en contacto con toda nuestra superficie corporal y es por ello que, a menudo, según el sonido emitido, sentimos presión en el plexo solar, la cabeza, el vientre, etc3. El ser humano puede captar una frecuencia entre 16 y 20.000 Hz a través de su órgano auditivo. Inferior a los 16 Hz se encuentran los sonidos subsónicos y por encima de 20.000 se hallan los ultrasónicos. Las frecuencias extremadamente altas se pueden percibir en forma de calor en la piel, por lo que reciben el nombre de «térmicas»4. Al respecto, Daniel Barenboim comenta: «El espacio que ocupa el sistema auditivo en el cerebro es menor que el que ocupa el sistema visual, aunque según el neurólogo Antonio Damasio, está más cerca de las partes del cerebro que regulan la vida, son las zonas del dolor, el placer, los impulsos y las emociones básicas. Además, el ser humano puede cerrar los ojos cuando quiere pero es incapaz de desconectar los oídos, el sonido penetra en el interior y le in- 3 Fregtman, Carlos D.: El tao de la música (Buenos Aires: Editorial Troquel S.A., 1994), p. 54. 4 Ibíd., p. 29. 14 fluye de forma más directa sin que el ser humano tengo control alguno sobre dicha influencia»5. Todas estas observaciones no hacen más que reforzar la extraordinaria importancia que tiene el sonido en el ser humano, teniendo en cuenta, a nivel anatómico, la ubicación de los órganos receptores de sonido y sus características. 1.2. El órgano auditivo: anatomía y fisiología El principal receptor del sonido en el ser humano lo constituye el oído. En realidad todas las células de nuestro cuerpo son posibles receptoras por ser excitables mediante un estímulo exterior a ellas. Pero cuando un grupo de células se especializa de forma determinada en recibir unas sensaciones externas y ser capaz de procesarlas hasta convertirlas en información e impulsos nerviosos, se habla de un órgano sensorial, en este caso el auditivo. Dicho órgano está relacionado con otras células, también especializadas, que pueden participar conjuntamente para otra finalidad que no sea la de la audición; por ejemplo, en el caso del oído, éste nos proporciona a la vez el sentido del equilibrio. En general, el oído está relacionado con la orientación general del cuerpo en sentido temporo– espacial, el control de los movimientos y la acción corporal. Es un sentido que ayuda al organismo a ajustarse con el medio que le rodea6. 5 Barenboim, Daniel: Music Quickens Time (Milano: Giangiacomo Feltrinelli Editore, 2007), [traducido por Dolors Ubina: El sonido es vida (Barcelona: Edigrabel S.A., 2008), pp. 39 y 40]. 6 Fregtman, Carlos D.: El tao de…, op. cit., p. 51. 15 En relación al equilibrio, el órgano vestibular (una parte del oído interno) nos orienta en cuanto a la fuerza de gravedad y a la postura del cuerpo en todo momento, mediante el registro de aceleración, deceleración, ángulos de giro, etc. Ello nos permite controlar los movimientos y mantenernos en pie. La inclinación en cierta dirección provoca de inmediato una reacción muscular compensatoria para evitar caídas y restablecer el equilibrio. Dicho sistema es anterior en la evolución al sistema auditivo, aunque actúa de forma paralela. El proceso, en síntesis, consiste en la recepción del estímulo que se transforma dentro del oído en energía eléctrica, pasando a través del nervio sensitivo auditivo hasta llegar al sistema nervioso en el cerebro, que analiza e interpreta dicha información hasta que percibimos los distintos sonidos como tales. Este proceso, tan natural y asimilado a nuestras vidas, es posible gracias a un complicado y altamente definido sistema de células que van posibilitando la captación del sonido. Un solo fallo en la cadena auditiva podría conllevar la falla del sistema, impidiendo el proceso. No podemos por menos que sorprendernos de la perfección de un sistema que es capaz de tener tal definición y calidad. Para facilitar la comprensión del funcionamiento de dicho sistema, expondremos ahora las tres partes de las que consta el oído y su funcionamiento básico: oído externo, oído medio y oído interno. 1.2.1. OÍDO EXTERNO Está encargado de la captación de las ondas sonoras que conforman el sonido. Dicho sonido se produce por la vibración de un objeto que transmite sus vibraciones a través de un medio, generalmente el aire, en forma de ondas que oscilan, como hemos comentado antes, entre los 16 y los 16 20.000 Hz. Cualquier vibración superior o inferior no es captada por nuestro sistema auditivo y, por lo tanto, no la escuchamos. La ciencia puede medir estos ultrasonidos o infrasonidos; por ejemplo, los perros son capaces de escuchar y atender a la llamada de unos silbatos que producen vibraciones superiores a nuestra franja auditiva. De ahí extraemos la limitación del oído humano, que sólo percibe una parte de la realidad que nos rodea, si bien ésta nos permite adaptarnos al medio perfectamente. Al mismo tiempo, nos protege de un exceso y un bombardeo constante de sonidos al que estaríamos sometidos si nuestra franja fuera más amplia y captara más sonidos. El oído externo está conformado por el pabellón auricular, llamado comúnmente oreja, y por el conducto auditivo externo. Los relieves de la oreja facilitan la captación y transmisión de la onda sonora y la localización del sonido. La existencia de dos sistemas auditivos permite localizar la procedencia del sonido. Según de donde proceda éste reconocemos qué oído lo escucha más intenso; y al dirigirnos a la fuente moviendo la cabeza hasta captar el sonido por igual en ambos oídos, es que controlamos perfectamente el origen sonoro. Las personas que padecen una patología que les impide oír por ambos oídos tienen la dificultad de no distinguir la procedencia de los sonidos, con la consecuente desorientación que ello provoca. Sería como escuchar música en mono y no en estéreo7. Lo mismo ocurre con el órgano visual, los dos ojos nos permiten ver en tres dimensiones. Con uno sólo, no capta- 7 Storr, Anthony: Music and the mind (London: Harpers Collins Publishers, 1992), [traducido por Verónica Canales Medina: La música y la mente, Paidós de Música, 3 (Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica S.A., 2002), p. 64]. 17 mos la profundidad de los objetos ni podemos ubicarlos en la distancia con exactitud. El conducto auditivo es el encargado de conducir las ondas sonoras al oído medio. Tiene unos 24 mm de longitud. En su parte más externa, el canal es cartilaginoso y al adentrarse se transforma en hueso. Su diámetro es de entre 5 y 9 mm. La parte interna está tapizada con piel, con folículos pilosos y glándulas sudoríparas, sebáceas y ceruminosas que tienen la misión de proteger el oído medio de los insectos, agentes externos y además mantienen húmedo el conducto. Un exceso de estas glándulas puede producir los tapones de cera que obstruyen el tímpano y afectan a la audición. 1.2.2. OÍDO MEDIO Está encargado de captar las ondas y amplificarlas antes de que lleguen al oído interno. Es una cavidad ósea ubicada en la zona temporal del cráneo que presenta cuatro orificios. El mayor de ellos comunica con el conducto anterior y está cubierto por el tímpano, una membrana de forma circular de unos 9 mm de diámetro que protege el oído medio y filtra las ondas sonoras. Los otros dos orificios, llamados ventanas oval y redonda, comunican con el oído interno y prosiguen el proceso. El cuarto orificio es la embocadura de la trompa de Eustaquio; este canal une el oído medio con la faringe y está encargado de igualar las presiones del aire de la caja timpánica con la del aire exterior. De ahí que cuando se viaja en avión se recomiende masticar o activar la mandíbula para ayudar al canal a regular las presiones para evitar la sordera temporal provocada por la elevación de la presión exterior. Por otro lado, cuando el tejido linfático que recubre este último 18 orificio, se inflama por un catarro o constipado, impide el paso del aire y ello provoca el típico ensordecimiento. Los responsables de la amplificación de las ondas son unos huesecillos llamados martillo, yunque y estribo que actúan como un sistema de palancas y conectan el tímpano con la ventana oval, haciendo de resonadores. Amplifican la vibración del tímpano 2,5 veces. 1.2.3. OÍDO INTERNO Se encuentra a continuación del oído medio y ocupa unas cavidades talladas en el hueso temporal. Es un laberinto óseo relleno de tubos y dilataciones. En él distinguimos dos elementos: la ventana oval que da acceso al vestíbulo, conecta con unos conductos semicirculares relacionados con el sentido del equilibrio. Estos conductos están rellenos de una masa gelatinosa que envía información a las fibras nerviosas, que a su vez transmiten al sistema nervioso central la posición de la cabeza ante cualquier movimiento. Por otra parte, realiza movimientos automáticos que tienden a mantener el equilibrio. A modo de resumen, el nervio auditivo se divide en dos: el coclear, que permite la audición y el vestibular, que permite el equilibrio. Es interesante comprobar cómo las leyes de la acústica se aplican a este sistema orgánico en sus ínfimos detalles. Por poner un ejemplo, la membrana que conforma la ventana oval es ocho veces menor que el tímpano, provocando que las ondas sonoras se amplifiquen en total por veinte (2,5 x 8). En segundo lugar, está la ventana redonda que comunica con el caracol o cóclea, órgano de la audición propiamente dicho. Su nombre es debido a que tiene forma de caracol alrededor de una columna que ocupa un eje; en su interior 19 está el órgano de Corti, responsable de transformar las ondas en energía eléctrica que a través del nervio auditivo llegan al cerebro (que procesa los impulsos eléctricos en sonidos concretos). Básicamente está conformado por unas hileras de células sensitivas ciliadas sobre las que oscila una masa gelatinosa. Discriminan los diferentes tonos según la frecuencia de las vibraciones (las de alta frecuencia se extinguen antes que las de baja frecuencia, y, por tanto, activan menor número de fonorreceptores). Estas células envían la información a las fibras que conectan con el cerebro a través del nervio acústico8. Hay 3.500 células pilosas encargadas de captar las diferentes frecuencias de sonido, por ello, cuando se produce un trauma sonoro se ven alteradas determinadas frecuencias según estén afectadas las células pilosas correspondientes. Se puede oír con precisión sonidos muy alejados y flojos siempre que no estén dañadas las células correspondientes; en cambio, es posible no escuchar sonidos más cercanos pero que están en el ámbito de las células afectadas. Un oído medio puede detectar hasta diez octavas de sonido, entre treinta y doce mil vibraciones por segundo; asimismo, puede diferenciar una séptima parte de un tono. El órgano de Corti está bien protegido de daños accidentales, se aloja en el interior del hueso pétreo y flota en fluido para absorber las vibraciones accidentales. En cambio, es altamente vulnerable a los sonidos fuertes, en casos de edad avanzada y de sordera coclear hereditaria. Se piensa que escuchar auriculares a gran volumen —y, en general, los volúmenes altos de sonido—, provoca efectos auditivos graves. Al respecto, estamos ante una generación de futuros 8 Alfonso Corti, fisiólogo italiano, descubrió en 1851 el órgano de Corti, que se halla sobre la membrana basilar de la cóclea y contiene las células pilosas (receptores auditivos). 20 sordos si tenemos en cuenta la contaminación acústica propia del entorno social de nuestra cultura occidental9. Para los casos de sordera, se realizan implantes cocleares de electrodos que permiten escuchar el habla, pero difícilmente captan la música que tiene más variaciones de tono. Nuevos estudios sobre el órgano de Corti han observado numerosas conexiones que van desde el cerebro a la cóclea y de allí a las células pilosas exteriores. Éstas sirven para «afinar» las células pilosas interiores y no transmiten impulsos nerviosos al cerebro sino que captan las «órdenes del cerebro». De esto se deduce que el cerebro y el oído son un sistema de doble sentido, pues puede no sólo captar sonidos sino modular la capacidad de reconocimiento de los mismos desde el propio cerebro, como se demuestra en el caso de los estudios musicales que agudizan la percepción sonora en múltiples aspectos10. Relacionado con lo anterior encontramos el siguiente experimento: Noreña y Eggermont en 2005 descubrieron que gatos expuestos a un «trauma sonoro» y luego sometidos a un ambiente tranquilo y silencioso experimentaban pérdida de oído e incluso distorsión de tonos. En cambio, si se les sometía a un ambiente acústico enriquecido, la pérdida de oído era menos grave y no se producían distorsiones sonoras11. De ello se deduce que el oído se puede «volver a afinar» y recuperar —de manera considerable en ciertos casos—, gracias a una actividad musical intensa que supone atención y voluntad como forma de reeducación. 9 Sacks, Oliver: Musicophilia (New York: Ed. Alfred A. Knopf, 2007), [traducido por Damián Alou: Musicofilia, Colección Argumentos, 394 (Barcelona: ed. Anagrama, 2009), pp. 162 y 163]. 10 Ibíd., pp. 166 y 168. 11 Ibíd., pp. 173. 21 1.3. El oído durante la gestación del bebe y su sentido musical El órgano de Corti se gesta en el feto a partir del cuarto mes, siendo el primer sentido que se desarrolla en el útero materno. Signo, tal vez, de la importancia que tiene el sonido y su audición en todo ser humano. De hecho, se ha comprobado que las notas disonantes alteran al bebé, mientras que acordes consonantes los calman y relajan. A partir de aquí sería muy interesante investigar sobre la sensibilidad auditiva y el gusto por unos intervalos más consonantes, y el rechazo por aquellos más disonantes, como parte de un proceso biológico que se complementa con la pertenencia a una sociedad con un determinado modelo de estética musical. Al parecer, el hecho de que guste más o menos una música va en función de ambos parámetros. Se sabe que el feto, a la octava semana de gestación muestra un oído externo que ya empieza a tomar forma. A los cuatro meses los pabellones auditivos están prácticamente desplegados de la piel de la cabeza y empiezan a despuntar los lóbulos auriculares. A los cinco meses la oreja está formada y el feto reacciona a los sonidos. A los seis, el sentido del oído funciona plenamente; es capaz de oír el latido cardíaco, el sonido de la respiración, ruidos abdominales y la voz materna. Naturalmente, el feto capta estos sonidos de forma distorsionada, a través del medio acuoso del líquido amniótico. Se sabe que sólo puede percibir sonidos inferiores a los dos mil Hz, entre 1.500 y 2.000, aunque según Feijoo, parece que percibe sonidos inferiores a estas cifras, más bien entre 16 y 1.000 Hz. Es interesante saber que la voz humana se sitúa entre los 300 y los 3.000 Hz; sus sonidos atraviesan la pared abdominal de la madre con una pérdida de unos 10 dB y sin gran distorsión. La música es la única de las bellas artes que influye en el ser humano aún antes de na22 cer12. Incluso cuando son recién nacidos ya se pueden beneficiar de la estimulación con música; en el caso de bebes prematuros, escuchar música en la incubadora posibilita su aumento de peso y facilita su desarrollo, pudiendo dejar la UCI antes que los bebes no sometidos a la audición musical. Wundt relaciona el placer al escuchar música con el nivel de activación física y psíquica. Si la activación provocada es poca, la música resulta aburrida, mientras que si es excesiva, provoca ansiedad. Esto podría ser más una causa que una consecuencia; es decir, la música que nos gusta nos activa psíquicamente, mientras que lo contrario no nos estimula. De igual modo, está comprobado que la música que nos es familiar y ya conocemos nos resulta más agradable que la música que escuchamos por vez primera. Realmente el gusto musical depende de muchos factores que se pueden dividir en dos grupos: Por un lado, depende del emisor en referencia al estímulo: el tono, la intensidad, el ritmo, la melodía y la armonía, entre otros aspectos. Por otro lado, el receptor, en este caso el oyente: su personalidad, edad, sexo, experiencia musical, contexto social y circunstancias personales. Todos estos datos se imprimen en el sistema nervioso central (SNC), y se manifiestan en el ser humano a nivel holístico en lo físico y en lo psíquico, a través de los estímulos sensoriales, cognitivos, emocionales y motores, como veremos más adelante en el cuarto capítulo. 12 Poch, Serafina: Compendio de Musicoterapia, volumen I (Barcelona: Ed. Herder S.A., 1999), p. 198. 23 Cuando la información llega al cerebro se producen: La sensación, es decir, cuando se oye un sonido. Es algo inherente a todo sujeto. La percepción se produce cuando identificamos el sonido, por ejemplo el sonido emitido por la tecla de un piano. La gnosis, deriva del valor conceptual que le damos al sonido. Estas observaciones referentes a la capacidad auditiva y al desarrollo del gusto musical sirven de base y se desarrollarán de forma más exhaustiva en los capítulos tercero y cuarto. 1.4. Cualidades del sonido en relación con el oído La altura, nos permite clasificar todos los sonidos que percibimos en graves y agudos, en función de la frecuencia de sus ondas sonoras que se miden en ciclos por segundo o hercios. Si bien, como decíamos antes, el oído puede captar entre 16 y 20.000 Hz, generalmente el oído humano se se mueve en la frecuencia del lenguaje, que oscila entre 125 y 12.000 Hz. La intensidad, nos permite distinguir la potencia de los sonidos; éstos pueden ser fuertes o de gran intensidad, o más suaves o de menor intensidad. Esto se debe, acústicamente, a la amplitud de onda; a mayor amplitud mayor intensidad. Su medición se realiza en base al sonómetro que mide los decibelios (nombre proveniente de su descubridor, Alexander Graham Bell) que pueden oscilar entre 0 dB y 140 dB, que marca el umbral del dolor para el oído humano. En cuanto a la intensidad, el exceso de decibelios puede 24 producir daños irreversibles en el oído, llegando incluso a causar sordera total. El exceso de exposición a intensidades por encima de los 90 dB no es nada recomendable. En ningún caso se debería exceder jamás los 115 dB. La duración, determina el tiempo que el cuerpo sonoro emite una vibración. Se diferencia entre duraciones más cortas o más largas. Está determinada por la longitud de onda que es la distancia entre el principio y el final de una onda completa, también llamada ciclo. El timbre, es la cualidad que nos hace distinguir entre dos sonidos que se emiten con la misma altura, intensidad y duración. Las diferencias están condicionadas por la naturaleza del objeto sonoro y por su forma de entrar en vibración. Nos permite distinguir las voces humanas, los instrumentos y, en fin, cualquier objeto que produzca un sonido. Depende del número de armónicos que acompañan a la frecuencia fundamental. Los armónicos le dan a cada sonido una personalidad propia y los hacen agradables o desagradables, suaves, roncos, ásperos, aterciopelados, etc. 1.5. Funcionamiento del cerebro Desde el punto de vista cibernético, las energías exteriores al ser humano —formadas por vibraciones, reacciones químicas y fenómenos físicos— impresionan nuestros circuitos exteroceptores y a través de los transductores (convertidores de energía) los transforman en energía eléctrica. Los estímulos que afectan al oído son los fonones, del griego fones que significa sonido13. La energía eléctrica del oído llega a través del nervio auditivo al lóbulo temporal, en concreto a la región de la corteza cerebral auditiva primaria. Es allí donde 13 Fregtman, Carlos D.: El tao de…, op. cit., p. 52. 25 el cerebro clasifica cada sonido en bandas de frecuencia, intensidad, duración y timbre (las cuatro cualidades del sonido). Las células de dicha corteza también realizan una labor de selección de los sonidos aumentando los contrastes y suprimiendo los ruidos de fondo con el fin de evitar distorsiones y ruidos que provoquen caos y mezcla de tonos. Por poner un ejemplo de cómo funciona dicho sistema de selección, un sonido determinado, constante e igual termina por no oírse gracias a la adaptación de los receptores a dicho sonido y a un proceso llamado de habituación, por el que, por ejemplo, dejamos de escuchar el sonido del aire acondicionado cuando transcurre un tiempo. El cerebro, por otra parte, no sólo está receptivo sino que envía fibras hacia las células sensoriales del oído interno controlando su sensibilidad, además de participar en los distintos procesos de modificación y filtración de la información auditiva. De ahí que el oído se pueda educar en la captación de diferentes sonidos, en su reconocimiento y sensibilización, pues el entrenamiento bien dirigido —especialmente en la infancia— predispone al órgano auditivo a poder apreciar mucho mejor y con más rigor los distintos sonidos. Otra demostración del papel activo del cerebro se encuentra en el hecho de que para oír música no necesitamos del oído físico propiamente dicho, pues al imaginarla se activan áreas temporales del cerebro que participan de la audición. Pongamos por caso la figura de Beethoven, que fue capaz de componer la música que se imaginaba, y no la que podía oír a con su sistema auditivo por padecer de sordera. Siguiendo con el proceso, en el lóbulo temporal la corteza auditiva primaria está rodeada por la secundaria y ésta, a su vez, por una terciaria. La corteza primaria es responsable de la relación entre los diferentes tonos de forma individualizada; la corteza secundaria está encargada de la rela26 ción entre los diferentes tonos de modo simultáneo o sucesivamente. Las señales eléctricas son, entonces, retransformadas en la corteza para provocar una experiencia subjetiva de la música. A su vez, otras áreas de asociación integran, interpretan y almacenan la información sensorial. Aquí cabe distinguir entre el hemisferio derecho, que se especializa en la relación entre los tonos simultáneos y analiza la relación armónica entre ellos, de la misma zona en el hemisferio izquierdo, que se encarga de la conexión entre secuencias de sonidos. Es, pues, normal que se ubique la percepción del ritmo y la melodía en dicho hemisferio. Por otra parte, la región prefrontal que está conectada con todas las zonas de la corteza cerebral, entre una de sus funciones tiene que atender un estímulo e inhibir otro, además de comunicar con el sistema límbico, regulador de las emociones. Es así que las áreas frontales mantienen la atención hacia la música y, junto con el sistema límbico, responden emocionalmente a los estímulos sonoros. El sistema límbico está formado por: El hipotálamo, que regula la temperatura del cuerpo, el deseo de comer y las respuestas al dolor, a la depresión y al placer. El tálamo, que recibe información de los sentidos y la devuelve a las diferentes áreas del córtex. El hipocampo, que elabora la memoria reciente y prepara sus mensajes para que sean almacenados posteriormente en otras áreas del cerebro. La amígdala, donde se elaboran los recuerdos antiguos y los hábitos para pasar luego al córtex. Todo en conjunto, demuestra que este sistema está relacionado con los diferentes aspectos emocionales. Y es, en este sentido, que se vincula con la necesidad de hacer músi- 27 ca. Por este motivo, diversas hipótesis pretenden ubicar la música, y el placer que reporta al ser humano, en el sistema límbico. Otra parte del cerebro en relación con el sonido es el córtex, la cubierta que controla nuestra inteligencia y actividades superiores. La memoria, la formación de decisiones y los procesos lógicos, por tanto, con ella podemos evocar melodías y otras experiencias musicales. El córtex se divide en los dos hemisferios, otras zonas que lo conforman son: El lóbulo parietal, que selecciona la información que llega al cerebro para que sea guardada e interpretada, e identifica el sentido del tacto. El lóbulo temporal, es el centro gracias al cual oímos y memorizamos la información que nos llega a través del sonido, como hemos visto antes. El lóbulo frontal, es la parte del cerebro más reciente y más desarrollada. Se encarga de las relaciones con los demás lóbulos y elabora los objetivos globales u holísticos14. Otra de las zonas que se activan al escuchar música tienen que ver con el movimiento y la coordinación, como es el caso del cerebelo, que regula lo motriz y realiza funciones cognitivas como la atención y el procesamiento del lenguaje y la música, entre otras. De todo lo anterior, se observa de forma evidente cómo el acto musical es una experiencia que implica la participación de muchas partes diferentes del cerebro. Éste se entiende como un holograma, un sistema interconectado por redes que se complementan entre sí. Algunas de estas partes tienen la primacía sobre un determinado aspecto musical, 14 Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., pp. 66 y 67. 28 pero el conjunto nos permite la completa experimentación vivencial del sonido. 1.6. Los hemisferios cerebrales Tras haber observado el proceso a través del cual la vibración del aire penetra en los oídos y se transforma en sonido hasta llegar al cerebro, el siguiente paso es comprobar de qué modo el cerebro actúa, es decir, qué partes están más activas y cuáles más pasivas respecto al sonido. Para ello, es importante detenerse en el funcionamiento de los dos hemisferios que conforman el cerebro. Entre 1961 y 1964, los estudios de Kimura demostraron que el cerebro procesaba los estímulos que recibía a través de dos hemisferios, de manera separada o conjunta, según fueran estímulos de tipo temporosecuenciales o de tipo videoespaciales15. Ya en el año 1844 Wigan argumentó que el cerebro era «dos en uno»: «Puedo probar que, en primer lugar, cada hemisferio se distingue del otro y posee su propio modo de pensamiento, y, en segundo lugar, que los dos hemisferios pueden presentar simultáneamente un proceso de pensamiento o de racionalización, a la vez separado y distinto»16. Tras múltiples estudios e investigaciones se ha comprobado que el cerebro humano funciona en base a la unión de dos hemisferios que tienen diferentes campos de acción. 15 Despins, Jean Paul: Le cerveau et la musiqué, ed. Christian Bourgois (1986), [traducido por María Renata Segura: La música y el cerebro (Barcelona: Ed. Gedisa, 2001), p. 16]. 16 Ibíd., p. 25. 29 1.6.1. EL HEMISFERIO IZQUIERDO Rige lo verbal, lo lógico, lo analítico y lo racional. Es el primero en traducir cualquier percepción en forma de representaciones lógicas, semánticas y fonéticas de la realidad. Se comunica con el exterior sobre esta codificación lógico–analítica del mundo circundante. Su competencia se ejerce sobre los fenómenos lingüísticos, hablados o escritos. Las lesiones que padece afectan al nivel de elocución, escritura, cálculo, juicio, razonamiento, sentido rítmico y del dominio motor necesario para la ejecución musical. 1.6.2. EL HEMISFERIO DERECHO Rige lo simultáneo, lo sintético, lo intuitivo y el mundo emocional. Especializado en la percepción holística de las relaciones, de los modelos, de las configuraciones y de las estructuras. Puede poner de manifiesto motivos visuales y auditivos, por ejemplo, reconocer una pieza musical con sólo escuchar unos acordes, así como relacionar mentalmente las partes de un todo dentro de un sentido global. Su visión es holística, responde con mayor rapidez, pero no con exclusividad, a la novedad, a lo desconocido y a la creatividad artística. Las lesiones que sufre acarrean trastornos en la percepción de las imágenes, de las estructuras y de las proporciones espaciales. También puede ver deteriorada su facultad de síntesis y de integración. Un músico con una lesión en el hemisferio derecho podría, por poner 30 un caso, ejecutar mecánicamente un instrumento sin ser capaz de poner sentimiento en su ejecución. Los dos hemisferios están unidos por el cuerpo calloso que conecta ambos lados del cerebro, una lesión en esta zona impide la conexión. En general, para poder entender el mundo y las circunstancias que nos envuelven es necesario un equilibrio entre ambos hemisferios, entre ambas formas de procesar los estímulos que recibimos desde el exterior o el interior, para poder tener una visión completa y objetiva de la realidad. Un exceso de actividad del hemisferio izquierdo conduce a una percepción exclusivamente racional de la realidad, en donde falta el aspecto emocional, creativo y artístico que completa al ser humano. En cambio, un desarrollo del hemisferio derecho en detrimento del izquierdo puede conducir a una visión poco racional y concreta de las cosas. Según los parámetros de la actual sociedad —en donde lo racional es considerado más auténtico y válido que lo emocional— el acento se ha puesto de forma absoluta en el desarrollo de nuestro hemisferio izquierdo, considerando que todas las capacidades que allí se acrecientan son las habilidades para poder desenvolvernos con éxito y evolucionar como adultos en la sociedad. Esta premisa, en cuanto a la inteligencia más válida, es cuestionada por Ornstein en el siguiente pasaje: «Las actividades complementarias de nuestros dos modos de pensar han contribuido asimismo a hacer del ser humano lo que es, pero el valor dado a una o a otra de ambas formas de inteligencia varía considerablemente según los casos (…). Por lo tanto, las más de las veces, y es muy lamentable, podemos ver a los intelectuales denigrar la inteligencia no verbal, mientras que los místicos estigmatizan el pensamiento 31 racional. No obstante, una conciencia humana completa debería incluir los dos modos de pensamiento, de la misma manera que la jornada completa incluye el día y la noche. El hecho de saber que ambos modos de conciencia se apoyan en basen fisiológicas tal vez ayude a la ciencia y la psicología a restablecer un justo equilibrio. Los dones de imaginación, de prospección y de intuición propios del hemisferio derecho deben tomarse en cuenta. Pueden revelarse fundamentales para nuestra sobrevida individual y cultural»17. 1.6.3. LOS HEMISFERIOS Y LA MÚSICA El hemisferio que domina sobre el aspecto musical es el derecho, debido a que regula la tonalidad, la línea melódica, el timbre, la expresión musical, el análisis armónico y el ritmo sencillo. Todos estos aspectos conforman básicamente las cualidades del sonido: altura, timbre, duración, intensidad. Mientras tanto, el hemisferio izquierdo predomina en los ritmos asociados al campo lingüístico, aquellos que son más complicados o que se están aprendiendo y conllevan un esfuerzo mental importante. También predomina en la parte motriz musical, es decir, en la ejecución de un instrumento con sus características técnicas y manuales. Es por ello que la interpretación musical se ubica principalmente en este hemisferio. En cambio, la capacidad de imaginar música activa la parte sistema límbico, que está ubicado en el hemisferio derecho. Todas estas investigaciones se han podido realizar gracias al análisis, por medio de técnicas modernas, de la ima17 Ibíd., p. 19. 32 gen cerebral mientras está en funcionamiento, es decir, se trata de grabar imágenes del cerebro en tiempo real. Algunas de ellas son: 1. El electroencefalograma, que es una exploración neurofisiológica que registra la actividad bioeléctrica cerebral (es decir las ondas cerebrales). Por medio de la colocación de electrodos en el cuero cabelludo, mide la actividad cerebral (pero en ningún caso el pensamiento). 2. La tomografía por emisión de positrones (PET). Se trata de una radiografía que mide los positrones que actúan en las neuronas que se estudian; son una especie de fotografías dinámicas. En el scanner PET se puede medir y diferenciar entre la audición, reproducción e imaginación de la música. 3. La resonancia cerebral mide el magnetismo de las células a través de ondas de radio y un fuerte campo magnético, obteniendo imágenes de alta calidad. No produce radiaciones. La prueba se realiza inyectando un contraste que ilumina el cerebro en diferentes colores; el pensamiento, al consumir energía, ilumina de forma diferente la zona del cerebro que está activa por el estímulo de un determinado pensamiento o emoción. 4. El magnetoencefalograma, es una técnica no invasiva que registra la actividad funcional cerebral mediante la captación de campos magnéticos, pudiendo averiguar qué zona del cerebro está activada ante una función cerebral determinada. En numerosos experimentos e investigaciones se ha comprobado que en los melómanos que no conocen el lenguaje musical sino que disfrutan con la música como aficionados, se activa la parte derecha exclusivamente. No hay 33 interferencias de la parte racional que pueda analizar lo que está escuchando, como en el caso del lenguaje; no se dedican a pensar en la estructura o tonalidad, y no hay una escucha consciente de las notas y el ritmo que están percibiendo. Su conexión entre la música y su aspecto emocional es genuina y la valorarán en función de lo que les provoca a nivel estético y emocional, como música que gusta o disgusta, según una apreciación muy personalizada e individual. En cambio, los músicos, al conocer el lenguaje musical y dominar todos los aspectos técnicos y expresivos de la música, ya sea interpretando o escuchando, se ha comprobado que activan sus dos hemisferios con más equilibrio. Por lo tanto, se puede afirmar que los músicos manifiestan una mayor bilateralidad en la percepción musical que los aficionados. Pongamos el caso de un cantante que está interpretando un lied: la letra, su pronunciación y la comprensión del texto, así como la técnica vocal que aplique para emitir una buena impostación vocal, están a cargo del hemisferio izquierdo; mientras que la entonación, la expresividad y el carácter de la obra dependerá de su hemisferio derecho, sede de la parte emocional y holística. En cambio, si no hay palabras la canción se activará especialmente en este último hemisferio. Un desequilibrio en los dos aspectos conducirá irremediablemente al resultado de un músico incompleto que, en caso de centrarse en el desarrollo de lo que compete a su hemisferio izquierdo, realizará una interpretación tal vez muy correcta técnicamente pero mecánica y carente de musicalidad y sentimiento, y su música será incapaz de conmover al auditorio ni al propio ejecutante. Mientras que un desarrollo exclusivo de la parte derecha del cerebro, dará como resultado una ausencia de los fundamentos técnicos necesarios para comunicar el mensaje musical. Tal vez, el intérprete transmita calidez a través de su voz y apure las 34 capacidades expresivas que tiene de forma innata sin una formación muy refinada, pero rápidamente se encontrará con un límite que le imposibilitará aumentar su repertorio, sumamente sencillo, de forma que al no sustentar su talento natural en una base técnica no podrá desarrollar su habilidad con éxito. Cuántos intérpretes hay que contando con una técnica muy depurada y trabajada con método y constancia, son capaces de realizar magníficas demostraciones de virtuosismo sobre el instrumento, pero carecen de mensaje y emoción. No saben cómo poner sentimiento en lo que están tañendo y el resultado es una obra musical muy correcta pero carente de vida y de capacidad de conmover a nadie. ¿Y qué sentido tiene la música si no nos puede estimular algún tipo de respuesta emocional? Un entrenamiento excesivo de las capacidades motrices en detrimento de las propiamente musicales, conlleva como resultado un músico estéril y carente de sentido. Pues, en este caso, la música que interpreta se limita a realizar una labor que hoy en día la tecnología puede perfectamente asumir, a través de los magníficos programas de sonido y de grabación. Pero, si bien éstos pueden ser una ayuda útil, en ningún caso van a poder sustituir al ser humano en la ejecución de música en vivo. Para un procesamiento completo de la vivencia musical se requiere de ambos hemisferios, si bien predomina el derecho en general; pero ambos lóbulos, frontales y temporales, se complementan para lograr una experiencia musical plena. Para decirlo de forma sencilla: el hemisferio derecho realiza procesos más simples que el hemisferio izquierdo. Una reflexión que surge como fruto de la experiencia personal es observar cómo muchos melómanos adultos, si bien aman la música y forma parte de sus vidas, tienen una especial dificultad para la interpretación musical, provocan35 do la frustración en muchos de ellos cuando lo intentan. Una posible hipótesis sería que su afición musical se ha centrado sobre todo en el área del hemisferio derecho, desarrollando la respuesta emocional a la vivencia musical. En cambio, para tocar un instrumento se requiere cierta habilidad técnica de interpretación y capacidad de análisis más objetivo que el emocional. Todo esto recuerda, una vez más, la necesidad de complementariedad entre la parte formal y la expresiva para vivir la música de forma completa. Otro ejemplo en relación con el anterior hace referencia a la reacción física que se produce cuando se escucha música involucrando el aspecto emocional. En este caso la música afecta a la presión sanguínea, a la respiración, a las pulsaciones y otras funciones controladas por el sistema nervioso involuntario y autónomo. Mientras que, cuando la escucha es analítica, esto no ocurre. Como resultado de las investigaciones con las técnicas de imagen cerebral se han comprobado las siguientes cuestiones: Las personas que tienen «oído absoluto», es decir, que reconocen el tono exacto de cada sonido sin necesidad de referencias previas («oído relativo»), tienen una parte del lóbulo temporal, llamado el plano temporal, más grande. Dicho plano está relacionado con la comprensión del lenguaje. La capacidad de oído absoluto se relaciona con factores genéticos y con un entorno musical más rico, aunque no se sabe a ciencia cierta y tan sólo se puede especular al respecto. Lo que sí se ha comprobado por medio de estadísticas es que, en los casos de ceguera precoz, aproximadamente un 50 % de niños nacidos ciegos tienen tono absoluto. 36 Se ha revelado, según un estudio de Hamilton, Pascual–Leone y Schlaug que el 60% de los músicos ciegos tiene tono absoluto, frente a un 10 % de los músicos que ven. La explicación radica en que una tercera parte o más del córtex cerebral está dedicado a la visión, y si se pierde esta capacidad, se produce una reorganización y reestructuración del cerebro, desarrollándose más y ocupando más zonas cerebrales otras áreas. Es el caso de los ciegos, que desarrollan el oído a modo compensatorio18. Otra correlación extraña se da según el entorno lingüístico. Diana Deutsch dirigió un ensayo en el que, comparando alumnos de música de Nueva York y Pekín que comenzaron sus estudios a los cinco años, el 60 % de los chinos cumplían tono absoluto, mientras que tan sólo el 14 % de los alumnos neoyorkinos tenían esta capacidad. Al comenzar a estudiar más mayores, las cifras se iban reduciendo: a los siete años la proporción era de 55 % y 6 % respectivamente, y al comenzar a los nueve años, se reducía a 42 % en chinos y ningún caso en los americanos. La explicación estriba en que el mandarín es una lengua muy tonal, la inflexión de la voz marca el sentido de las palabras, mientras que el inglés no es tonal en absoluto, el tono no varía el significado de las palabras19. Esta influencia del lenguaje determina en este caso la capacitación auditiva. Parece ser que los cuerpos callosos, comisura que conecta los dos hemisferios, es más grande en los músicos profesionales20. 18 Sacks, Oliver: Musicophilia, op. cit., p. 200. Ibíd., pp. 157 y 158. 20 Ibíd., p. 120. 19 37 En cuanto a la formación y desarrollo del cerebro se ha comprobado que los músicos que comenzaron sus estudios musicales antes de los siete años tiene más desarrollada la mitad anterior del cuerpo calloso que une ambos hemisferios. Al aprender música se activa alrededor de un 25% más de la región auditiva del hemisferio izquierdo, incremento que es más posible en la medida que se comienza la formación musical a más temprana edad. Al tocar un instrumento se desarrolla la motricidad más fina y específica de las manos y los dedos. En el caso de los pianistas se destaca una mayor coordinación de las áreas motoras de los dos hemisferios. Es debido a que el cuerpo calloso que contiene el haz de fibras que interconecta las dos áreas motoras es mayor en el músico. Igualmente ocurre con la conexión del cerebelo y de la corteza motora. El cerebro responde rápidamente al adiestramiento musical. Utilizando ejercicios para los pianistas, el córtex motor puede mostrar cambios a los pocos minutos de haber iniciado las prácticas. Además, las mediciones del flujo sanguíneo en el cerebro demuestran un incremento en los ganglios basales y el cerebelo, así como en zonas del córtex cerebral, no sólo con la práctica musical física sino también con la mental21. Los músicos gastan menos energía cerebral cuando ejecutan movimientos con las manos, de igual modo activan menos partes del cerebro cuando escuchan música o la imaginan; es como si les costara menos esfuerzo conectarse con la función que realizan y por ello activan menos partes del cerebro para obtener el mismo resultado que otras personas. 21 Ibíd., pp. 120 y 121. 38 Imaginar música puede activar el córtex auditivo de una manera casi tan intensa como si se escuchara. Asimismo, imaginar la acción de tocar un instrumento estimula dicho córtex. Cuando imaginamos música de forma deliberada y consciente, además del córtex auditivo y motor también se activa el frontal, que interviene en la elección y planificación. Este proceso no se debe confundir con la imaginación musical involuntaria que surge cuando «nos entra» una melodía en la cabeza y no podemos «sacarla». Al respecto, Sacks narra una anécdota sobre un amigo que, habiendo puesto en el tocadiscos un tema de Mozart, y escuchado con gran placer, cuando le dio la vuelta a la cara… se dio cuenta de que no lo había puesto en marcha en ningún momento22. 1.7 La enseñanza musical basándose en la hemisfericidad El conocimiento de los fundamentos fisiológicos en los que se basa el cerebro humano es esencial para poder orientar una correcta educación en el campo de la enseñanza en todas las materias y, cómo no, en la educación musical. Teniendo en cuenta los aspectos que desarrolla cada uno de los dos hemisferios en la formación integral del ser humano, nos encontramos con la necesidad de estimular la bilateralidad y la complementariedad entre ambos aspectos del cerebro. A lo largo del siglo XX, surgieron metodologías musicales de extraordinaria calidad como las de Dalcroze, Willems, Martenot, Orff o Kodaly, entre otros. Desafortunadamente, dichos sistemas de enseñanza no se terminaron de 22 Ibíd., pp. 50 y 53. 39 implantar de forma generalizada y sistematizada en los programas de estudios de conservatorios y escuelas de música de todo el mundo. Encontramos excepciones en países como Hungría, donde se regularizó la enseñanza estatal del método Kodaly para todas las escuelas de música, o en el caso de diferentes escuelas que, a nivel privado, desarrollan su propia línea de formación —como la escuela Willems—. Parece como si todos los esfuerzos por desarrollar un trabajo serio y completo de la formación musical pasaran desapercibidos ante el peso contundente de la tradición decimonónica que ha ignorado los avances en el terreno de la pedagogía musical. Según Carpenter, la enseñanza musical se ha limitado durante generaciones a explotar más las actividades temporo–secuenciales en la búsqueda de un desarrollo del hemisferio cerebral izquierdo, en detrimento de la lógica intuitiva y global del hemisferio derecho: «Se nos presenta un campo de investigación relativamente nuevo. Trata sobre el papel de los dos hemisferios del cerebro humano y se revela como uno de los más procedentes para la educación musical (…). Pero, en detrimento del aprendizaje musical, que es patrimonio del hemisferio derecho, los profesores de música insisten demasiado en el aspecto escrito y analítico de la música, propiedad del hemisferio izquierdo. Los alumnos menos dotados para la expresión verbal o cuyo estilo está más bien controlado por el hemisferio derecho, a menudo se sienten perdidos, si la enseñanza está demasiado orientada hacia un método verbal y analítico (…). Los educadores, en adelante, deberán tomar en cuenta estas nuevas teorías sobre el cerebro y su aporte en educación musical»23. 23 Despins, Jean Paul: Le cerveau et…, op. cit., p. 18. 40 Es curioso comprobar cómo, a menudo, las metodologías antes nombradas no se han consolidado entre muchos educadores, pues ellos suelen seleccionar de sus propuestas prácticas los aspectos técnicos y obviar, muy a menudo, las cualidades artísticas y que estimulan la creatividad. Por ejemplo, se escogen ejercicios para controlar el ritmo o las notas musicales y su entonación, pero se hace menor uso de aquellos destinados al desarrollo de la improvisación y la creatividad. Actualmente predomina la insistencia en una formación casi exclusiva del aspecto teórico musical, en oposición a la parte afectiva y expresiva de la misma. Tal vez se podrían barajar tres causas que condicionan este hecho. En primer lugar, las materias musicales relacionadas con la parte racional y temporo–secuencial son mucho más fáciles de organizar en un sistema de enseñanza, pues sus resultados se pueden comprobar, analizar y establecer en un programa de estudios progresivo y secuencial. En cambio, el pensamiento que se rige por la lógica intuitiva y global es mucho más difícil de cuantificar, controlar, supervisar. Sus resultados no se pueden observar a corto plazo e incluso, no se pueden medir de forma estricta a largo plazo. Por este motivo, al aparecer como complemento subordinado a la parte racional del intelecto, no se considera prioritario su desarrollo sino que se parte de la premisa de que cada alumno tiene ya unas capacidades innatas que le harán o no ser mejor músico, en función de lo que éste aprenda. En segundo lugar, la formación musical en los conservatorios y escuelas de música tiene como objetivo el enseñar a tocar instrumentos; asimismo, todas las materias colindantes buscan dotar al alumno de una formación teórica completa que lo capacite como intérprete, musicólogo o pedagogo musical. Es obvio que tal finalidad requiere la insistencia en una buena base de lecto–escritura musical, oído, en41 tonación y demás capacitaciones que son premisa básica para poder ser músico. Ello no es en absoluto negativo, lo que ocurre es que el estudio de dichas capacitaciones no deja espacio para la parte afectiva y expresiva musical. O no hay tiempo debido a las limitaciones de la aplicación curricular, o se sobreentiende que el estudiante deberá hacerlo, bien por motu proprio o porque ya lo debe llevar incorporado de forma innata. La formación teórica y técnica no debería ocupar el cien por cien de las materias musicales sino que convendría complementarla equilibradamente con el aprendizaje que atañe a la creatividad, a las emociones y al aspecto holístico de la música. Por último, no se puede limitar la enseñanza a la canalización de futuros profesionales de la música. Se debería concebir como una formación que desarrolla la sensibilidad, la creatividad y el aspecto intuitivo y emocional del hemisferio derecho, que completa la formación holística del ser humano y lo capacita para vivir de manera más plena y madura. Habría que distinguir, pues, con más claridad, la formación profesional de los conservatorios y escuelas de música —enfocada a capacitar completamente a los profesionales del campo musical—, y, por otro lado, el hecho de que cualquier persona tenga la posibilidad de experimentar los beneficios más inmediatos de la música. Todo planteamiento de un sistema de enseñanza, cualquiera que sea la materia, proviene de un determinado enfoque acerca epistemológico y de la corriente de pensamiento que genera una sociedad con una escala de valores determinada. Si la sociedad pone el acento en el aspecto racional y analítico del ser humano condicionará el enfoque de todos y cada uno de los aspectos que la rigen. Como veremos más adelante en el segundo capítulo, existieron sociedades en el pasado que tuvieron otro enfoque de la realidad, lo que generó una cultura y unas actitudes ante la 42 música muy diferentes de las actuales. Así, para poder tener una visión ecléctica y realizar un estudio comparativo justo que amplíe nuestra visión de la enseñanza musical, es fundamental adentrarse en dicha mentalidad con curiosidad y libres de prejuicios y estereotipos. No debemos olvidar que los sistemas de enseñanza provienen del ser humano que los concibió así, de igual forma que los hubiera podido concebir de otro modo. Es por ello que, al sumergirnos en los orígenes y fundamentos de la enseñanza musical debemos contextualizarla en la sociedad que la aplica y, a su vez, entender la escala de valores que ha generado una cultura determinada. Sin esta clave inicial jamás podremos investigar de forma objetiva y holística, con rigor y seriedad, sobre ningún tema. 1.7.1. LA ENSEÑANZA MUSICAL EN LA INFANCIA Según los estudios tradicionales, existía la creencia de que los niños, en sus primeros años de vida, presentaban una simetría de los dos hemisferios sin comprobar el fenómeno de la lateralización. Pero estudios más recientes parecen demostrar que lo que realmente se va desarrollando no es la capacidad de funcionamiento específico de cada hemisferio sino las cualidades cognitivas de su inteligencia. Es así que se observa en los niños manifestaciones de lateralización, en la medida que su inteligencia y su desarrollo neuronal pueda aplicarse en los dos hemisferios. Esta idea se alinea perfectamente con los estudios de Piaget sobre la estructuración de la inteligencia. Al respecto, una observación de Durden–Smith y Desimone: 43 «A partir de trabajos de Jerre Levy sobre grupos de niños de cuatro años se extrajeron las siguientes conclusiones: ―el hemisferio derecho y sus aptitudes propias se desarrollan con más rapidez en varones que en las niñas, y el hemisferio izquierdo y sus aptitudes se desarrollan con más rapidez en las niñas que en los varones.‖ Como consecuencia de ello, las niñas son más precoces en el lenguaje con una clara ventaja en el terreno escolar… ―algunos estudios han demostrado que están adelantadas a los varones en aproximadamente doce meses a los seis años de edad, y aproximadamente dieciocho meses a los nueve años. Los varones, parece, sólo sobresalen después de la escuela primaria. Y esto, únicamente en campos que requieren aptitudes matemáticas y mecánicas‖». Según Despins, estas diferencias de grado de maduración entre los dos hemisferios en los niños y niñas, parece concordar con el nivel de consolidación de las funciones espaciales y verbales. En los tests espaciales, los niños superan en resultados a las niñas desde los cuatro años, mientras que las niñas tienen más elocuencia en el terreno del lenguaje. Las instituciones sociales, al acentuar más el desarrollo de lo verbal versus lo espacial, darían como resultado este ventaja sobre las niñas en nuestro sistema educativo. Siguiendo estas observaciones se extraen las siguientes conclusiones en el terreno de la enseñanza musical: A los niños les cuesta más el aprendizaje de la lectura de las notas y la teoría musical, mientras que destacan en composición, musicología y estética musical. En general sobresalen en el aspecto denotativo24. En dirección orquestal, al usar el aspecto videoespacial y audio24 Es el significado básico conceptual asociado a una palabra, el que aparece en los diccionarios de forma objetiva. «Vida de perros» hace referencia a la vida de dichos animales. 44 espacial sin relación con lo verbal, también tendrán más facilidad al estar ubicadas estas capacidades en el hemisferio derecho. A las niñas les cuesta más las matemáticas en general y la composición musical, mientras que tienen más facilidad en lo connotativo25 y la comunicación personalizada, por ello destacan en el campo de la pedagogía. Los niños tienden a tener más capacidad para improvisar y más creatividad, a la vez que las niñas realizan mejor una coreografía precisa que requiera análisis y concreción, así como les es más fácil, por ejemplo, aprender las digitaciones de flauta. En general, las niñas parecen más dotadas para captar y almacenar información mediante simple memorización; también tienen una intuición que les permite percibir globalmente el estado afectivo de los demás a través de la decodificación de su tono de voz o sus gestos… Ello se debe a que procesan con más rapidez los datos que reciben, pudiendo extraer conclusiones con mayor eficacia. Asimismo, según parece, las niñas suelen unir más los dos hemisferios, vinculando estímulos audioespaciales a fenómenos lingüísticos. Mientras que los niños reaccionan mejor ante estímulos videoespaciales pero sin lograr vincularlos de modo inmediato con los fenómenos lingüísticos. Por ejemplo, para analizar secuencias de tono diferentes, los músicos hombres utilizarán el hemisferio derecho, mientras que las mujeres tendrán propensión a usar ambos hemisferios. Una experiencia que se realizó a tal efecto, fue la visualización de la película Pedro y el lobo, con música de Prokofiev. La mayoría de las niñas prestaban mucha atención y se 25 Hace referencia a todos los valores subjetivos asociados a un término. «Vida de perros»: mala vida. 45 emocionaban cuando el nivel de conversación era intenso e incitante, pero se relajaban cuando el nivel era menos intenso aunque siguiera presente el movimiento. En cuanto a los niños, su atención se centraba especialmente en los momentos de acción, sin relación con el nivel lingüístico. Esta experiencia permite entender cómo las niñas pueden poner en relación interhemisférica, con más facilidad y de forma simultánea, fenómenos lingüísticos y de tipo audioespacial. En cuanto a los niños, esta relación es menos flexible y puede requerir de tiempo para realizarse. No relacionan en el acto el nivel lingüístico con el nivel espacial porque en este último campo lo que les cautiva en primer lugar es lo visual antes que lo auditivo. Los niños extraen informaciones espaciales y lógicas con independencia del contexto en los dos hemisferios. En conclusión, las diferencias entre niños y niñas no se deben a factores de lateralización sino a cómo se estructuran ambos hemisferios. Sin embargo, no se debe olvidar que las diferencias cognitivas de cada individuo, sea hombre o mujer, dependen de su grado de maduración en el aprendizaje. A nivel estadístico es curioso comprobar cómo en el terreno de la dirección orquestal, la composición o el jazz instrumental destacan los hombres, tal vez porque la composición es eminentemente de carácter analítico (denotativo) mientras que la dirección es de tipo holístico (connotativo). Hay en ambas disciplinas menor ambivalencia de los dos hemisferios, al contrario de la interpretación musical, terreno en que las mujeres se siente cómodas al relacionar con más facilidad lo denotativo con lo connotativo, pues ejecutar una obra requiere una comunicación interhemisférica más hábil. Hay diferentes maneras de percibir la realidad. Algunos estudiantes, al analizar una obra saben detenerse en el detalle pero son incapaces de extraer una información global, 46 mientras que otros ven el aspecto total con facilidad pero les cuesta detenerse en las secciones y observarlas con precisión. Igualmente sucede con los dictados musicales: hay alumnos que rápidamente al escucharlo por primera vez captan mucha información de la tonalidad, el tempo y la armonía básica, mientras que otros necesitan analizarlo por secciones, pero al hacerlo lo reproducen con mucha fidelidad sin ser capaces de percibir sus rasgos generales. Otro ejemplo sería el caso de los músicos de flamenco que aprenden de oído, transmitiendo algunos más afectividad que los músicos escolarizados, cuya mente se centra más en los componentes analíticos que hacen parte del proceso de percepción musical. Si los educadores tienen estos conocimientos previos de las diferentes tipologías de alumnos, posiblemente desarrollarán una secuenciación de aprendizaje más acorde con las habilidades naturales de cada estudiante para, poco a poco, ir ampliando su visión y enseñarles a percibir la realidad de un modo más amplio. Al final del proceso, los dos métodos tienen que alcanzar unos resultados muy similares; este trabajo exige una responsabilidad por parte del docente, una flexibilidad basada en una metodología y la aplicación de recursos que den más dinamismo y éxito a su acción. La hemisfericidad natural es la que se da cuando existe un intercambio flexible de información entre los sistemas de cada hemisferio. Ello conduce a una correcta recepción de los estímulos tanto externos como internos. Por otra parte, implica también que ante un determinado trabajo específico, hay una prioridad natural de cada hemisferio que de forma biológica responde a la necesidad concreta requerida. Esta respuesta se va trabajando y desarrollando según el grado de maduración cognitiva y las capacidades innatas en cada individuo. De ahí la importancia de la educación en el desarrollo de estas cualidades, que pueden tener como meta 47 la formación de un músico integral y bien preparado, pues ha canalizado sus recursos cerebrales del mejor modo posible. Tal como indica Maggio, «Existen pruebas de que se pueden modificar los datos dentro del cerebro antes de que alcancen las regiones sensoriales de la corteza. Esta modificación se efectúa gracias al modo de funcionar del sistema nervioso de cada individuo y a las experiencias de aprendizaje de cada uno. La experiencia modela los mecanismos neurofisiológicos, aun los que supuestamente son más estables, porque fueron adquiridos por factores genéticos y bioquímicos…»26. La hemisfericidad no es estática sino que está sujeta a un continuo devenir de procesos dinámicos, y varía y evoluciona con las distintas fases de la vida27. La educación canaliza estos procesos y si se realiza incorrectamente aparecen problemas de aprendizaje que frenan el avance natural para ese individuo. Al alumno se le pueden evitar muchos disgustos si se observa qué tipo de capacidades tiene, si son más bien verbales, o, por el contrario, videoespaciales. La hemisfericidad artificial sería el resultado de aplicar actividades educativas que frenan la colaboración natural y flexible entre los dos hemisferios. Dedicarse todo un año a sacar adelante una pieza musical puliendo detalles secundarios en detrimento de su interpretación global, puede desanimar al alumno que no tiene todavía —por falta de maduración cognitiva— la capacidad de apreciar estas sutile26 Maggio, E.: Psychophysiology of learning and memory (Springfield: Charles C. Thomas, 1971), citado en Despins, Jean Paul: Le cerveau et…, op. cit., p. 86. 27 Ibíd., p. 88. 48 zas. Y si, en cambio, se van aprendiendo piezas sin detenerse en aspectos concretos y técnicos que mejoren la calidad de la obra, puede derivar en una búsqueda fácil de emociones y satisfacción propia del hemisferio derecho. En ambos casos se produce una falta de comunicación interhemisférica que provoca problemas de aprendizaje y, muy a menudo, rechazo y abandono de la formación musical. 1.7.2. CONCORDANCIA FUNCIONAL Se produce cuando existe un equilibrio dinámico entre la disponibilidad de las funciones analítico–lógicas del hemisferio izquierdo, y la disponibilidad de las funciones holísticas de síntesis, con integración de las elaboraciones simultáneas del hemisferio derecho. Por poner un ejemplo, es el alumno que ante un examen de su instrumento es capaz de vibrar emocionalmente mientras mantiene un grado de ejecución impecable. El fracaso deviene cuando hay ausencia de equilibrio entre los dos hemisferios y su concordancia funcional, tendiendo como consecuencia los bloqueos funcionales que acarrean rigideces, presiones, falta de concentración, y, por último, una mala interpretación. Cuando cada hemisferio se alía para un fin común es más fácil llevar a cabo la actividad con éxito. En la docencia cualquier actividad debe contemplar la colaboración interhemisférica en la medida de lo posible. Al respecto, la música es un ejemplo natural, pues en su esencia necesita de ambas lateralidades para poder experimentarse. Interpretar una pieza requiere técnicamente un desarrollo activo del hemisferio izquierdo a la vez que emocionalmente implica al derecho. Un auténtico maestro de música tiene que dar prioridad a lo comprendido por encima de lo aprendido. Comprender 49 algo es hacerlo de uno, es razonar sobre ello y convertirlo en parte del conocimiento del individuo; mientras que aprender supone, en demasiadas ocasiones, memorizar una serie de datos que permanecen en las capas superficiales de nuestro entendimiento sin poder establecer relaciones con otros conocimientos previamente aprehendidos por parte del alumno. Como dice con acierto Despins, «Todo pensar musical y toda ejecución musical que no pueden transformarse en pensamiento emocional o en sensaciones reales ridiculizan la esencia misma de la música y el papel fundamental que ella desempeña en el nivel del equilibrio cerebral»28. Todo lo desarrollado en este capítulo fundamenta la necesidad de que la asignatura de música esté en el currículum de primaria y secundaria, pues su práctica y aprendizaje, siempre de forma correcta, posibilita de forma especial y simultánea la práctica de lo verbal y lo no verbal, el desarrollo equilibrado de los dos hemisferios. 1.8. Lesiones cerebrales o amusias La amusia consiste en la pérdida de la capacidad musical producida por una lesión cerebral, bien sea congénita o provocada por un trastorno momentáneo del cerebro. En general, se trata de una patología poco conocida porque, salvo en el caso de los músicos o melómanos, las repercusiones que provoca no son molestas (salvo en casos muy concretos como el de una persona que perciba cualquier música como ruido con la consiguiente molestia que ello conlleva). 28 Ibíd., p. 121. 50 La primera descripción detallada de la amusia la hizo Grant Allen, cuando publicó en 1878 en la revista Mind: «no son pocos los hombres y mujeres incapaces de distinguir de manera consciente entre los sonidos de dos tonos que queden dentro de los límites de media octava (o incluso más)»29. Para entender un poco mejor esta afección podemos pensar, a nivel metafórico, que todo el mundo padece amusia, en mayor o menor medida, respecto a la capacidad de percibir y entender básicamente la música de otras culturas y sociedades muy alejadas de nuestra concepción y canon estético. Por poner un ejemplo, hay determinadas regiones de África que viven la experiencia musical como un acto social, en el que improvisan y participan tanto los músicos como el público, utilizando unos ritmos que son difíciles de entender por la cultura occidental. Del mismo modo, al contrario, esta sociedad le es muy complicado entender una sinfonía de Mozart o cualquier concierto de música clásica, dadas la previsibilidad y falta de improvisación por parte de los intérpretes. Las amusias pueden ser sensoriales, en cuanto a que afecten a la parte oral–expresiva (no poder cantar ni tararear), apraxia musical (no pueden tocar un instrumento), agrafia musical (no poder escribir música); pero también receptivas (cuando se pierde la capacidad de reconocer melodías); amnésicas (que impiden reconocer melodías familiares); o la alexia, que imposibilita la lectura musical. Se pueden presentar una o varias, estas lesiones dependen del área del cerebro que esté dañada. Por este motivo, son fructíferas en el terreno de la investigación de las zonas cerebrales, pues se puede percibir su función en la medida en que éstas, al verse afectadas, dejan de cumplirla. 29 Sacks, Oliver: Musicophilia, op. cit., p. 134. 51 Lo que sí está comprobado es que cuando un área está muy dañada, se pueden reestructurar y reeducar los canales del sistema nervioso, de modo que se produzca una adaptación a la nueva situación. En tal caso, las áreas laterales adquieren la función del área dañada. No siempre es posible, según la lesión y la zona. Este es, por ejemplo, el caso de aquellos que perdieron el habla por una lesión en el hemisferio izquierdo (afasia de Broca) y les fue aplicada una terapia melódica y de entonación para readquirir el lenguaje a través del canto. Resulta increíble observar cómo el hemisferio derecho —que no posee capacidades lingüísticas— puede convertirse en órgano fonador bastante razonable con menos de tres meses de adiestramiento, teniendo la música como propiciatoria del cambio30. 1.8.1. EJEMPLOS DE LESIONES El neuropsicólogo ruso Luria estudió en 1965 el caso del compositor Shebalin. Padecía una lesión en el hemisferio izquierdo, en concreto una afasia en forma de alexia y agrafia del lenguaje, es decir, no podía leer ni escribir. Sin embargo, fue capaz de seguir componiendo y, en palabras de Shostakovich, su Quinta Sinfonía era un trabajo brillante y creativo, lleno de emociones elevadas, optimista y pleno de vida. Un caso contrario fue el de Ravel. En 1948 Alajouanine, tras estudiarlo, dijo: «La memoria, el juicio, la afectividad y el gusto están intactos». Al igual que el pensamiento musical: reconocía melodías, tonos, errores musicales, ritmos; pero no podía cantar o tocar el piano tanto por imitación o espontáneamente. Tampoco 30 Ibíd., p. 270. 52 nombrar, cantar o tocar notas escritas. Asistía a conciertos con placer e ideaba música. Según las propias palabras del compositor: «tengo la cabeza llena de música pero no soy capaz de escribirla». Se da el caso de niños con lesiones cerebrales en el hemisferio derecho que pueden leer pero les cuesta comunicar sus sentimientos. No tienen entonación y hablan de forma monótona e inexpresiva. En su libro sobre casos de amusia, Sacks comenta el caso de una mujer que al escuchar música percibía ruidos abrumadores e insoportables, no era capaz de reconocer ni el «Cumpleaños feliz». En el caso de los enfermos de Parkinson que no controlan su sistema motriz, la música que les beneficia y les armoniza debe ser legato (es decir, muy melodiosa) y con un ritmo bien definido. Una ciencia que de forma indirecta ha podido ayudar en el estudio del cerebro es la Comisuroterapia, técnica de la neurocirugía funcional que consiste en cortar conexiones entre los dos hemisferios, es decir el cuerpo calloso y las comisuras entre ambos hemisferios, con aplicaciones en ciertos tratamientos de epilepsia. Dicha desconexión pudo demostrar cómo cada hemisferio canalizaba una prioridad en el cumplimiento de funciones concretas. En contra de estas conclusiones cabe argumentar que estas desconexiones se han realizado con pacientes profundamente epilépticos o con lesiones cerebrales serias. Habría que observar si ocurre lo mismo en personas sanas. Por otro lado, un hemisferio desconectado del otro muestra el funcionamiento propio pero no olvidemos que la combinación de ambos es la que se produce de forma natural en todo cerebro simplemente con un predominio de un hemisferio. Asimismo, es prácticamente imposible aislar las 53 dos partes, pues el cuerpo calloso que los une, siempre sigue dejando abierta la posibilidad de conectarse de nuevo a través de comisuras alejadas del lugar de la operación de separación. Tampoco debemos olvidar que, cuando un hemisferio está muy dañado, el otro toma el relevo, tratando en la medida de lo posible de readaptarse a un solo hemisferio y abarcando el mayor número de funciones posibles. Otro experimento es la desconexión farmacológica, que consiste en inyectar en forma alternada pequeñas cantidades de una sustancia en una de las arterias carótidas que provoca un adormecimiento de algunos minutos de uno u otro hemisferio. La inyección en la carótida derecha afectaba de forma negativa al canto, la melodía y la entonación, pero no al ritmo ni al lenguaje. A su vez, la inyección en la izquierda tenía efectos en el lenguaje, mientras que el canto, la melodía y el ritmo no se veían interferidos. En su Compendio de musicoterapia, Poch explica la teoría holográfica del cerebro. Según Karl Pribram, la memoria es como un holograma en el que pequeños fragmentos de información están guardados por todo el cerebro. Cada neurona tendría la capacidad de guardar billones de estos segmentos microscópicos. La información «resuena como una campana» y sus ondas se transmiten a otras neuronas. Ha habido casos de personas que, tras padecer traumatismos con pérdidas importantes de neuronas, y con tan sólo un dos por ciento de fibras en buen estado, han logrado recuperar casi totalmente su capacidad cerebral normal. Los sonidos también cumplen un patrón holístico pues contienen a su vez todos los pequeños sonidos armónicos. Esta característica constituye el gran poder que tiene la música 54 para activar la mayor cantidad posible de segmentos de memoria31. La música es un conjunto de varios elementos (melodía, ritmo, timbre) que cuando se unen dan un resultado sonoro; a través de ellos es que la reconocemos. Las personas que la practican suelen tener fortalezas y debilidades al respecto. Por ejemplo, se puede gozar de mucho sentido del ritmo pero, a la vez, tener dificultades para reconocer las notas concretas de una melodía. De alguna forma, son pequeñas «amusias» locales que se pueden ir trabajando en la gran mayoría de las ocasiones. La cultura en que nos hemos educado también nos condiciona a entender y percibir sonidos como música o no. Para nosotros los occidentales, acostumbrados a la tonalidad, la música oriental tradicional es a veces difícil de comprender y sentir por su planteamiento totalmente distinto al nuestro. Los patrones que la rigen son claramente más cíclicos y holísticos y no tan detallistas en cuanto a los elementos constitutivos. Por otro lado, muchas personas no saben silbar o cantar de forma afinada, y no por ello se padece amusia. Pero se piensa que un 5 % de la población total sufre amusia al tono y no es capaz de reconocer el desafine cuando se produce por uno mismo o por otros. 1.8.2. ALUCINACIONES MUSICALES En 1975, Norman Geschwind publicó un ensayo acerca de esta patología neuronal que consiste en que el sujeto escucha música de forma involuntaria sin que suene de manera real en un medio exterior a su cerebro. Hay muchas varian31 Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p. 69. 55 tes; a veces se escucha la misma canción insistentemente y otras va cambiando, pero con un repertorio que, a menudo, no es del agrado del que lo padece. Se puede llegar a escuchar música de forma ininterrumpida mientras se está despierto durante años, o toda la vida. Una posible causa puede ser la epilepsia en el lóbulo temporal; otras veces se puede deber a lesiones en el oído o apoplejías y ataques cerebrales. Todos los casos experimentan la sensación de que están escuchando música que suena y al no encontrar la causa externa, terminan observando que surge de su cerebro. No imaginan la música, la perciben como fenómeno real. Parece ser que no es algo tan excepcional y muchas personas deciden no contarlo para no ser tomadas por dementes32. 1.8.3. DISARMONÍA Consiste en la incapacidad del sujeto para poder percibir la armonía en la música. La escucha siempre es horizontal, captando la melodía, y no vertical, que consistiría en apreciar la combinación de sonidos simultáneos. El problema se padece cuando a raíz de lesión cerebral que puede ser provocada por accidente, de repente la persona que podía escuchar globalmente, pierde la capacidad de percibir la armonía e integrar voces e instrumentos en una misma música. En un aspecto positivo, se es capaz de percibir una línea melódica con total nitidez separada de cualquier distracción provocando experiencias muy sensibles con respecto a esta alta definición del sonido33. 32 33 Sacks, Oliver: Musicophilia, op. cit., pp. 84–86. Ibíd., p. 144. 56 1.8.4. PÉRDIDA DE UN OÍDO Se da el caso de un doctor noruego, Jorgensen, que perdió el oído derecho. A partir de ese momento su percepción del tono y timbre no cambió pero sí su recepción emocional de la música que se vio disminuida. Percibía la música como plana y bidimensional. Realmente su pérdida se debió a que dejó de oír en estéreo; no escuchaba la amplitud, volumen, riqueza, resonancia y, por ello, la música le resultaba sosa y anodina, como si oyéramos música con un transistor de muy mala calidad mono34. Así como a las personas que pierden la visión en un ojo se les anula su capacidad de ver en tres dimensiones y la pantalla visual se vuelve plana —con los consiguientes problemas espaciales que esto conlleva—, en el caso en el oído, la percepción de la realidad sonora disminuye en calidad y profundidad. 1.8.5. SINESTESIA Con esta denominación que se traduce literalmente como «fusión de los sentidos», se hace referencia a la capacidad de relacionar sonidos con colores, números, sabores, etc. Es una mezcla de distintos sentidos ante una percepción concreta que se supone atañe a un solo sentido. Por ello, en el terreno musical, los sonidos se relacionan con otras percepciones sensoriales que pueden variar en grados aunque, según los sujetos que lo experimentan, en ningún caso se debe hablar de patología ni dolencia. Los que padecen sinestesia siempre experimentan la misma relación concreta entre determinados sonidos con colores, números y sabores. Tal vez la más habitual sea la capacidad de ver colores al 34 Ibíd., pp. 175 y 176. 57 escuchar sonidos. Está comprobado que la sinestesia consiste en la activación simultánea de dos o más zonas sensoriales del córtex cerebral. Según diversos estudios se supone que afecta a una de cada dos mil personas. Al parecer, esta hiperconectividad entre las zonas del cerebro ya está presente en el feto y en los bebés, pues, como mencionan Baron–Cohen y Harrison, «todos somos sinestésicos de oído y color hasta que perdemos las conexiones entre esas dos zonas, más o menos a los tres meses de edad. Esta separación de las zonas corticales posibilita una percepción más correcta del mundo externo»35. 35 Ibíd., pp. 219 y 220. 58 2 La música en la antigüedad 2.1. La mentalidad trascendente del hombre antiguo 2.1.1. EL MITO, LO SAGRADO Y LO PROFANO El interés suscitado por la música a lo largo de todos los tiempos es algo que se puede comprobar fácilmente a través del estudio de la historia y del arte de cada época, cultura o civilización. Como veremos más adelante, incluso en épocas pretéritas como la Prehistoria aparecen vestigios del uso de instrumentos. Lo cierto es que en el pasado, el hombre era más consciente del poder de música y se beneficiaba de ella de diferentes modos, en función de la cosmovisión que tenía acerca del sentido de la existencia humana. Se hace necesario, pues, para poder comprender el verdadero significado de la música, tener una básica idea de las sociedades a las que nos estamos refiriendo, es decir, todas las antiguas civilizaciones que precedieron a la etapa filosófica, véase la India, China o Egipto, entre otras. Para profundizar en todos los aspectos de estas sociedades es necesario primero averiguar qué pensamiento tenían acerca del mundo, de su origen, así como sus creencias, sus necesidades, en fin…, su escala de valores. 59 El pensamiento antiguo se asienta en la idea del mito como explicación y fundamentación de cualquier actividad humana. Tal como explica Mircea Eliade36, el mito es un modelo ejemplar que relata una historia sagrada, un acontecimiento que tuvo lugar al inicio de los tiempos. Es una historia en la que los protagonistas siempre son dioses o héroes civilizatorios que con sus gestas señalan el origen que dio lugar al mundo que conocemos. Según narra el autor, «Se trata evidentemente de realidades sagradas, pues lo sagrado es lo real por excelencia. Nada perteneciente a la esfera de lo profano participa en el ser, ya que lo profano no ha recibido un fundamento ontológico del mito, carece de modelo ejemplar (…) Ningún dios, ningún héroe civilizador ha revelado nunca un acto profano»37. M. Eliade explica que lo sagrado y lo profano constituyen dos modalidades de ver el mundo, dos situaciones existenciales asumidas por el hombre a lo largo de la historia. Lo sagrado está en oposición a lo profano y se manifiesta a través de hierofanías, expresiones de algo diferente que no pertenece al mundo que forma parte de nuestra realidad cotidiana. Al representar lo sagrado, un objeto cualquiera se convierte en otra cosa sin dejar de ser él mismo, pues continúa participando del medio cósmico circundante. Por ejemplo, la montaña Chomolungma, el Everest, es sagrada para los tibetanos y representa la montaña de la diosa, el lugar en donde surgió la vida a partir del caos y las aguas primordiales. Al mismo tiempo, sigue siendo una montaña que pertenece a la cordillera de los Himalayas. En palabras del autor: 36 Eliade, Mircea: Das Heilige und das Profane (Hamburgo, ed. Rowohlt Taschenbuchverlag, 1957), [traducido por Luís Gil: Lo sagrado y lo profano (Barcelona: ed. Labor S.A., 1967), p.84]. 37 Ibíd., p.85. 60 «Al manifestar lo sagrado, un objeto cualquiera se convierte en otra cosa sin dejar de ser él mismo, pues continúa participando del medio cósmico circundante (…). Para aquellos que tienen una experiencia religiosa38, la naturaleza en su totalidad es susceptible de revelarse como sacralidad cósmica. El cosmos en su totalidad puede revelarse como una hierofanía (…). Para el hombre de las sociedades pre–modernas, lo sagrado equivale a la potencia y, en definitiva, a la realidad por excelencia. Lo sagrado está saturado de ser. Potencia sagrada quiere decir a la vez realidad, perennidad y eficacia. La oposición sacro–profano se traduce a menudo como una oposición entre real e irreal (…). El mundo profano en su totalidad, el cosmos completamente desacralizado, es un descubrimiento reciente del espíritu humano»39. Precisamente, esta nueva concepción de la realidad se remonta a la Grecia del siglo VI a.C., tal como relata M. Eliade40: «A partir de Jenofonte (hacia 565–470), que fue el primero en criticar y rechazar las expresiones ―mitológicas‖ de la divinidad utilizadas por Homero y Hesíodo, los griegos fueron vaciando progresivamente al mythos de todo valor religioso o metafísico. Opuesto tanto a logos como más tarde a historia, mythos terminó por significar todo ―lo que no puede existir en la realidad (…)‖. No es el estadio mental o el momento histórico en que el mito ha pasado a ser una ―ficción‖ 38 Religare= volver a unir lo profano con lo sagrado, al hombre con su parte espiritual. 39 Eliade, Mircea: Das Heilige und…, op. cit., pp. 18–20. 40 Eliade, Mircea: Aspects du Mythe (Nueva York, ed. Harper & Row, 1963), [traducido por Luís Gil: Mito y realidad (Barcelona: ed. Labor S.A., 1968), pp. 7 y 8]. 61 el que nos interesa41. Nuestra investigación se dirigirá, en primer lugar, hacia las sociedades en las que el mito ha tenido hasta estos últimos tiempos ―vida‖, en el sentido de proporcionar modelos a la conducta humana y conferir por eso mismo significación y valor a la existencia». El mito le permite al hombre posicionarse frente al mundo y encontrar un sentido a la existencia, pues explica su origen, su finalidad y capacita al ser humano para vivir de forma más plena en él. Sin entrar a valorar la realidad de esta concepción, lo cierto es que el hombre con esta mentalidad trascendente del mundo no sufría de crisis existenciales por no encontrar sentido a la vida, no padecía de depresión —epidemia que afecta a la sociedad occidental moderna—, y, sin obviar los problemas que tenían, como en toda sociedad, la incertidumbre acerca del destino y la ansiedad por entender qué hacemos en el mundo no figuraba en su lista de prioridades a resolver. 2.1.2. MITOS COSMOGÓNICOS EN RELACIÓN CON EL SONIDO En todos los mitos de creación aparece como elemento protagonista en mayor o menor medida, el sonido, al que se le atribuye un origen divino, y por ello, como veremos a continuación, está dotado de cualidades generatrices de vida y de poder en múltiples aspectos. El primer mito que da sentido a la creación es precisamente el cosmogónico, que narra el origen de la existencia en todos los planos de realidad (el universo, el mundo, el 41 Nos identificamos con el enfoque del término mito que propone Eliade. 62 hombre, los animales, las plantas, los minerales, etc.). Veamos a continuación el papel del sonido en la mitología de algunas civilizaciones. 2.1.2.1. La India Juliette Alvin, relata cómo el universo ha sido creado por una sustancia acústica, según narra Marius Schneider42: «El mundo había sido creado por un sonido inicial que, al emerger del abismo, primero se hizo luz y poco a poco parte de esta luz se hizo materia. Pero esta materialización nunca fue totalmente completa, pues cada cosa material continuaba conservando más o menos sustancia sonora de la cual fue creada». Los textos védicos describen cómo Prajapati, el creador de todos los seres, después de ser incubado y nacer del huevo cósmico, pronunció las palabras que crearon el cielo, el paraíso y la tierra: «Bhuh, Bhuvah, Svar». El creador habló, y el sonido marcó el comienzo de la Creación43. Fritjof Capra recoge un extracto de Alexandra David– Neel que en su Tibetan Journey relata la visión de un lama tibetano que se definía a sí mismo como maestro del sonido: 42 Schneider, Marius: Les Fondaments intellectuels et psychologiques du Chant Magique, Colloques de Wegimont (Bruselas: ed. Elsevier, 1956), p. 61, citado en Alvin, Juliette: Music Therapy, (Londres, ed. John Baker Publishers Ltd. 1967), [traducido por Enrique Molina de Vedia: Musicoterapia (Barcelona: ed. Paidós Ibérica, S.A., 1997), p.14]. 43 Gaynor, Mitchell: Sounds of Healing (Nueva York: Broadway Books, 1999), [traducido por Andrea Morales: Sonidos que curan (Barcelona: ed. Urano, S.A., 2001), p.52]. 63 «Todas las cosas (…) son agregaciones de átomos que danzan y con sus movimientos producen sonidos. Cuando el ritmo de la danza cambia, el sonido que produce también cambia (…). Cada átomo canta perpetuamente su canción, y el sonido, en cada momento, crea formas densas y sutiles»44. En este texto, comenta Capra, se define de forma poética al sonido en tanto que es una onda que vibra en el espacio a determinadas frecuencias. Los átomos son también ondas con frecuencias proporcionales a sus energías, por lo que si todo átomo vibra, canta perpetuamente su canción produciendo energías que se manifiestan en formas más sutiles o densas. Este hecho se ve representado con acierto por la imagen del dios Shiva, divinidad hindú que aparece realizando una danza que representa la Vida–una con sus manifestaciones de vida y muerte, de creación y destrucción, en un ritmo que continúa en ciclos eternamente. En palabras de Ananda Coomaraswamy45: «En la noche de Brahma, la naturaleza está inerte, y no puede danzar hasta que Shiva lo desea: él sale de su éxtasis y danzando envía a través de la materia inerte ondas pulsantes de sonido despertador, y ¡ahí está!, la materia también danza, apareciendo como un círculo de gloria a su alrededor. Danzando, él sostiene sus múltiples fenómenos. En la actualidad del tiempo, todavía danzando, él destruye todas las 44 Capra, Fritjof: The Tao of Physics (1975), [traducido por Juan José Alonso Rey: El tao de la física (Madrid: ed. Luís Cárcamo, 1984), p. 275]. 45 Coomaraswamy, A.K.: The dance of Shiva (Nueva York: The Nooday press, 1969), p. 78, citado en Capra, Fritjof: The Tao of…, op. cit., pp. 275 y 276. 64 formas y nombres mediante el fuego y da nuevo descanso. Esto es poesía, pero no por ello menos ciencia». En su iconología más conocida, Shiva es representado bailando con cuatro brazos cuyos gestos expresan el ritmo y la unidad de la vida. La mano derecha superior sostiene un tambor para simbolizar el sonido primordial del origen del universo, la mano izquierda superior sostiene una lengua de fuego, el elemento de la destrucción. La armonía entre las dos manos muestra el equilibro dinámico de la Creación y la destrucción del mundo. 2.1.2.2. Egipto Los egipcios antiguos tenían una fe absoluta en el origen divino del sonido y en su poder creador. En la cosmogonía menfita, el sonido primordial es pronunciado por la enéada de dioses, cuyo papel en la Creación queda definido en el hecho de ser «los dientes y los labios de esa gran boca que dio su nombre a todas las cosas»46. Por otra parte, en la cosmogonía de Hermópolis, el cosmos nacía a través de Thot, llamado «el Señor de las palabras divinas», la Inteligencia universal que articula el sonido creador. El universo es, por tanto, sonido hecho substancial y Thot es el poder divino que pronuncia los sonidos primordiales que se condensaron para crear el mundo, por ello, también es el inventor de la escritura que es palabra o sonido plasmado en la materia47. 46 Naydler, Jeremy: The temple of the Cosmos, ed. Jacobo Stuart (1996), [traducido por María Tabuyo y Agustín López: El templo del Cosmos (Madrid: ed. Siruela, S.A., 2003), p.170]. 47 Ibíd., p. 170. 65 En los textos de los sarcófagos, el dios Heka, personificación de la magia —entendida como magna ciencia o conocimiento de las leyes que rigen el cosmos— afirma que él existe en la palabra creadora primitiva del dios Atum, por medio de la cual aparecieron los dioses. Este poder está contenido en la palabra divina48. Para los egipcios la música era la manifestación física de una armonía que envuelve el cosmos y lo define. El orden se plasmaba a partir de unas leyes que eran las mismas para el cielo, la tierra y el hombre, tal como dividían al universo entero. Su objetivo era reflejar el orden celeste en el orden terrestre. Su concepto de armonía, orden y justicia estaba representado por la diosa Maat, equivalente al Dharma hindú o al Tao de la cultura china. La música es parte fundamental en este proceso de «mantener la Maat», pues no hay que olvidar que el universo se creó a partir del sonido primigenio; éste puede regenerar la vida y permite mantener la misma energía que se necesita para que la creación siga existiendo. Como vemos, no se trata de una función tan sólo estética sino que es útil, pues cumple una finalidad importante como mantenedora de la vida y el orden. Más adelante analizaremos diferentes divinidades relacionadas con la música, que nos revelan aspectos profundos de la visión del mundo. 2.1.2.3. América El magnífico poema El Popol Vuh, que relata los mitos de la Creación del pueblo maya, describe la llegada del hombre a la Tierra a través del poder de la palabra. «No nacieron de 48 Ibíd., p. 152. 66 mujer, ni fueron engendrados por el Creador, ni tampoco por los antepasados, sólo por un milagro mediante un encantamiento, los hizo el Creador»49. Los nativos norteamericanos, según Gaynor, hacen referencia al sonido como parte fundamental en el proceso de la Creación. La tribu atabasca en Canadá occidental, cree que el dios Asintmah entretejió canciones «en la gran manta de la Tierra» para crear el mundo50. Los hopis explican que la mujer araña creó todas las formas de vida en la Tierra, incluidos los seres humanos, y les transmitió el hálito vital cantándoles una canción de Creación51. En la mitología navaja «es el viento el que le dio al primer hombre y a la primera mujer la vida…» Aquí el viento nos habla del aliento capaz de insuflar vida52; el sonido es aliento que se concreta en vibraciones y con su energía es capaz de crear. 2.1.2.4. Grecia Los griegos relacionaron el sonido con el cosmos a través del número y las proporciones matemáticas entre los planetas y los astros. Peter Crossley Holland dice: «los filósofos 49 MacLagan, David: Creation Myths (Londres: Thames & Hudson, 1977), p. 30, citado en Gaynor, Mitchell: Sounds of…, op. cit., p. 52. 50 Stone, Merlin: Ancient Mirrors of Womanhood, Our Godess and heroine heritage, vol. 2 (Nueva York: New Sibylline Books, 1979), p. 97, citado en Gaynor, Mitchell: Sounds of …, op. cit., p. 53. 51 MacLagan, David: Creation Myths (Londres: Thames & Hudson, 1977), p. 30, citado en Gaynor, Mitchell: Sounds of …, op. cit., p.53. 52 Highwater, Jamake: Ritual of the Wind (Nueva York: Viking Press, 1977), p. 17, citado en Gaynor, Mitchell: Sounds of …, op. cit., p.53. 67 pitagóricos concebían las escalas musicales como un elemento estructural del cosmos»53. Pitágoras desarrolló una cosmovisión del número, encerrando en su Tetraktys54, y en el símbolo de cada número, no sólo un valor numérico, sino el origen y composición del universo, las leyes de armonía y parentesco entre todos los seres y la Creación. Para Pitágoras el arché, el principio de todas las cosas, es el número: «Grande perfeccionadora de todo, omnieficiente, fundamento y guía de la vida divina y humana, participadora de todo, es la fuerza del número (…) sin él todo es indefinido, oscuro e intransparente». Cuando esta armonía del número materializado en la forma, se producía entre los astros y planetas, al sonido originado por su movimiento y vibración se le llamaba Armonía de las esferas, inaudible para el oído humano pero capaz de percibirse en sueños como el de Escipión. Cicerón lo narra de la siguiente manera: «Mirando alrededor de aquel elevado puesto de observación (se encuentra en el espacio) todo me parecía maravilloso en extremo. Había allí estrellas que nosotros no vemos nunca desde la Tierra, cuyas dimensiones eran mucho mayores de lo que nunca hemos sospechado (…) Pregunté: ¿qué es esta fuerte y suave armonía que llena mis oídos? Replicó él: esta música es producida por el impulso y el movimiento de estas mismas esferas. Los intervalos desiguales que hay entre ellas están dispuestos conforme a una proporción estricta, de forma que las notas agudas se combinan agradablemente con las 53 Crossley Holland, Peter: Non–Western Music–Greece, Pelican History of Music, p.100, citado en Alvin, Juliette: Music …, op. cit., p.14. 54 Combinación del 1, 2, 3, 4, símbolo que fundamenta los estudios pitagóricos. Símbolo del cosmos porque encierra el punto, la línea, la superficie y el volumen, es decir, la esencia de todas las cosas. 68 graves, de este modo se producen diversas y suaves armonías»55. Platón, en su «mito de Er», que se encuentra en el Libro X de La República, escribe56: «En cada uno de estos círculos (planetas) había una sirena que giraba con él, haciendo oír una sola nota de su voz siempre con el mismo tono; de suerte que de estas ocho notas diferentes resultaba un acorde perfecto». A modo explicativo y desarrollando el anterior fragmento, Macrobio comenta lo siguiente57: «Platón dice que una sirena se sienta en cada una de las esferas, indicando así que mediante los movimientos de las esferas se ofrecía un canto a las divinidades; pues una sirena que canta es equivalente a un dios en la acepción griega de la palabra. Además, los cosmogonistas decidieron considerar a las nueve musas como el canto melodioso de las ocho esferas y la armonía dominante que todas ellas producen. En la Teogonía (líneas 78–79), Hesíodo llama Urania a la octava musa, porque la esfera octava, la portadora de las estrellas, situada por encima de las siete esferas errantes, aparece identificada correctamente como el cielo; y para demostrar que la novena era la más grande, resultante de la armonía de todos los soni55 Eliade, Mircea: From primitives to zen, A Thematic Sourcebook on the History of Religions, (Nueva York, Harper & Row, 1967), [traducido por E.J.Míguez y D. Rocco de Vignolo: Historia de las creencias y las ideas religiosas, IV (Madrid: ed. Cristiandad, S.L., 1980), pp. 388 y 389]. 56 Platón: La República, traducido por Patricio de Azcárate, col. Austral, 296 (Madrid: ed. Espasa Calpe, S.A., 2000), p.436. 57 Godwin, Joscelyn: The Harmony of Spheres, [traducido por María Tabuyo y Agustín López: Armonía de las esferas, Imaginatio vera, 33 (Girona: ed. Atalanta, 2009), p.112]. 69 dos juntos, añadió: ―Calíope, también, que es preeminente entre todas‖. El mismo nombre muestra que la novena musa se distinguía por la dulzura de su voz, pues Calíope significa ―la mejor voz‖. (…) Llaman también a Apolo, dios del Sol, ―guía de las musas‖, como para decir que es el guía y soberano de las demás esferas, igual que Cicerón, al referirse al Sol, lo llamaba ―guía, soberano y regulador de los demás planetas, mente y moderador del universo‖». Los griegos bebieron de las fuentes del conocimiento de Egipto, no en vano Platón cuenta, en el Timeo, que un anciano sacerdote saíta le decía al sabio Solón, refiriéndose a los griegos: «vosotros los griegos sois siempre niños (…), sois todos jóvenes en lo que a vuestra alma respecta. Porque no guardáis en ella ninguna opinión antigua, procedente de una vieja tradición, ni tenéis ninguna ciencia encanecida por el tiempo»58, haciendo referencia a la instrucción que les dieron y a todo lo que se perdió en este traspaso de conocimiento. Tal como relata J. Alvin, al parecer los griegos construyeron su concepto de belleza a partir del sentido del equilibrio de los egipcios, «un feliz equilibrio entre todas las facultades que distinguen al hombre y, especialmente, las morales. Belleza y bondad iban unidas; la belleza era concebida como un recreo del espíritu, no de los sentidos»59. Se le otorgaba un origen divino a la música. Soterico de Alejandría escribe: 58 Platón: Obras completas (Madrid: ed. Aguilar, 1990), p. 1129. Scott, C: Music, its secret influence throughout the ages (Londres: The Aquarium Press, 1969), p.165, citado en Poch, Serafina: Compendio de …, op. cit., p. 396. 59 70 «El delicioso y útil ejercicio de la música no fue de humana invención, sino originado por el dios a quien todas las virtudes y perfecciones adorna: Apolo»60. «Querían que el hombre se sujetara a los ritos y fórmulas ancestrales, de lo contrario, la música que hubiera compuesto no habría tenido ―encanto‖, o sea, poder de encantamiento, ni por otra parte pensaban que ningún mortal fuera capaz de inventar giros ―nómicos‖61 puesto que éstos nacieron en las cavernas misteriosas de la tradición‖. Sin embargo sus citaredos (…) eran realmente artistas, eran creadores de la música que ejecutaban, sólo que la conocían por inspiración del numen. (…) Se hacía dentro de las normas preestablecidas. Por ello, por proceder la música de la divinidad, es por lo que su música poseía valores terapéuticos»62. 2.2. El pensamiento musical en la antigüedad 2.2.1. LA INDIA Los diversos modos de hacer música se establecen en diferentes ragas, que se traduce del sánscrito como «color, estado de ánimo»; cada uno de ellos tiene un carácter particular y un tiempo apropiado para ser interpretada. Su ejecución está relacionada con una estación, incluso con un momento 60 Salazar, A: La música en la cultura griega (México: El colegio de México. Fondo de cultura económica, 1954), p.333, citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p. 396. 61 Nomos: «ley, norma»; fórmulas musicales asociadas a los diferentes pueblos de Grecia y diferentes cultos. 62 Poch, Serafina: La influencia de la música en el niño (Universidad de Barcelona, Tesina de licenciatura, 1964), p. 67, citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p.397. 71 del día, de manera que se vincula el hombre, el Cosmos y las energías que irradia a través del espacio–tiempo. Según Godwin, es posible que los cantos llanos de la liturgia católica tuvieran un propósito similar al ser realizados en diferentes horas del día de manera regular63. De ahí que la armonía que aparece en su música no se deba tanto a la simultaneidad de los sonidos físicos, como a la relación del sonido con el cosmos. En cuanto al carácter propio de cada cultura, en el caso de la India, Ciryl Scott propone que las características de su música no son de volumen, de fuerza, sino de sumisión, y por ello posee cuartos tonos64. Esta característica sintoniza con estados de conciencia que favorecen la meditación y el estado de trance. Es una música al servicio de un pueblo que vive la espiritualidad de forma activa en múltiples aspectos de su vida. Los mantrams, versos tomados de las obras védicas, son invocaciones a través de oraciones recitadas con palabras y sonidos rítmicamente dispuestos de tal modo que producen determinadas vibraciones con una finalidad espiritual y de armonía con la naturaleza en todos sus aspectos. Los sacerdotes hindúes realizaban siete cantos a lo largo del día en determinadas horas (al amanecer, al mediodía,…). Es así que la música se usaba, en este caso, como medio para desarrollar sus facultades mentales y espirituales. Pongamos por caso, siguiendo la tradición veda, «el mantram ―Aum‖ que pretendía 63 Godwin, Joscelyn: Harmonies of Heaven and Earth (Londres: Thames and Hudson, 1987), [traducido por Radamés Molina y César Mora: Armonías del cielo y de la Tierra (Barcelona: Ed. Paidós Ibérica, S.A., 2000), p.44]. 64 Scott, C: Music, its secret influence throughout the ages (Londres: The Aquarium Press, 1969), p.154, citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p.392. 72 curar la ceguera de los hombres sumidos en las ilusiones de los sentidos. La vocal ―a‖ representa el sonido de la Tierra, la ―u‖ es la del espacio intermedio y la ―m‖ toca el cielo y hace caer la columna que separa los dos mundos. La curación a través de la música sigue un camino inverso: la musicoterapia busca restablecer la materia a su origen sonoro y luminoso y conservar al hombre en su pureza acústica original»65. En la India se cree que la enfermedad está causada por faltas conscientes o inconscientes cometidas por el enfermo, que aumentan su materia inerte y le alejan de la sustancia sonora. Por ello, la curación se identifica con una purificación de la materia para poder volver a «elevarse» a planos más espirituales. S. Poch explica que la música india tiene tres estilos: alegre, solemne y triste. En cambio no cuenta con música guerrera o enérgica propia de pueblos más combativos y luchadores66. Este enfoque de la música como resultante del alma de un pueblo no es descabellada; si se realiza un estudio detallado de la música de cada cultura se podrá observar que los sonidos, melodías e instrumentos elegidos por cada una son el resultado de una forma de pensar, de una concepción de la vida y de una escala de valores que se expresa a través del arte en general y del arte sonoro en particular, como fiel exponente de esta mentalidad. El ser humano de todas las épocas elige la música con la que se siente identificado. Actualmente es evidente observar como todas las personas tenemos preferencias musicales que se adecuan a los gustos estéticos y a la forma de ser. Nos rodeamos de la música 65 Schneider, M.: Le role de la musique dans la mythologie et les rites des civilisations non europées (París: Enciclopedie de la Pleiade, 1960), pp. 131–132, citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p.393. 66 Poch, Serafina: Compendio de..., op. cit., p.393. 73 con la que nos identificamos o la que expresa nuestra visión particular de la estética. Hoy en día, tenemos la posibilidad de disponer de toda la música del mundo. Y es una realidad que la música que elegimos es una prolongación de nuestra vida, en la medida en que la necesitamos y es importante para nosotros. Al respecto, Confucio, en la China del siglo VI a.C. dice lo siguiente en sus Analectas: «¿Queremos saber si un reino está bien gobernado, si las costumbres de sus habitantes son buenas o malas? examinemos la música vigente. Así la música de un país próspero y pacífico es tranquila y alegre, y el gobierno ordenado; la música en un país agitado revela descontento y cólera; la música de un país en desorden, se muestra caótica y el pueblo está agresivo; la música de un país en decadencia revela pena y nostalgia por el pasado y el pueblo está desesperanzado, angustiado y resignado»67. Es así que, siguiendo esta premisa planteada por el sabio oriental, podemos entender la música de la India como resultado de un pueblo altamente místico y enfocado a lo espiritual; por supuesto tenían música de ocio y entretenimiento, pero el sonido común que latía en todas las interpretaciones siempre era delicado y sutil. 2.2.2. EGIPTO De todas las divinidades en relación con la música, tal vez la más representativa sea la diosa Hathor, diosa del amor, la 67 Confucio: The Analects of Confucious (Nueva York: Norton &Company, 1997), [traducido por Alfonso Colodrón: Analectas de Confucio (Madrid: ed. Edaf, S.A., 1998) p. 68. 74 alegría, la danza, la música, lo exultante y entusiasta. Sus objetos sagrados son el sistro y el menat (collar sagrado), ambos con una asociación a mitos religiosos. Su hijo Ihy, llamado «el tocador del sistro», está relacionado con los ciclos lunares, entendiendo la música como orden del cosmos y sus ciclos. La importancia de ésta se puede observar en la gran cantidad de divinidades conectadas de un modo u otro con sus aspectos: Meret, como diosa de la danza; Osiris, vinculado a los instrumentos de viento, la flauta y la trompeta; Ptah, identificado con la fabricación de sistros (instrumentos especiales en razón a sus medidas y proporciones); Unut, relacionada con el concepto de tiempo– horario y, por ello, con el ritmo; y, por supuesto, Thot, patrón de los escribas, inventor de la escritura e inspirador de las artes como la inteligencia divina que ordena el mundo, por ello se le consideraba el primer teórico de la música68. Se dice que creó una lira de tres cuerdas, señalando los tres modos: Tono alto, ajet o verano. Tono medio, peret o primavera. Tono bajo, shemu o invierno. Esta brevísima exposición de los distintos aspectos de la música y su relación con una divinidad sirven para acentuar el carácter sagrado y divino vinculado al hecho musical, por lo que no es de extrañar que tuviera tanta repercusión y protagonismo en múltiples facetas de la vida cotidiana, además de los rituales religiosos. Había diferentes tipos de música según el contexto y la función; una popular para las fiestas, otra para acompañar las diferentes profesiones como la de agricultor, pescador, 68 Pérez Arroyo, Rafael: La música en la era de las pirámides (Madrid: ed. Centro de estudios egipcios, S.L., 2001), p.90. 75 etc., música de templo y aquella dedicada a las curaciones. En cuanto a ésta última, se sabe que en todos los templos tenían hospitales y en algunos, como el de Denderah, dedicado a la diosa Hathor, realizaban curaciones mediante el sonido. Respecto a la música del templo, se usaba en el culto diario en donde había instrumentistas, cantantes y danzarinas. Parece ser que se recitaban los textos sagrados de forma silábica y melismática, a una voz o con coro y diferentes instrumentos. Incluso había inspectores de música que velaban para mantener la pureza en los modos; era una ciencia del sonido que tenía que realizarse a determinadas horas para que pudiera cumplir su función mágica. En este caso nos recuerda a los ragas de la India, que tenían el mismo concepto de sintonizarse con la música del orden cósmico69. Platón, en un conocido pasaje de su diálogo sobre las leyes, dice: «De antiguo, según parece, fue conocido de ellos este principio que nosotros enunciamos ahora de que conviene que los jóvenes de las ciudades se ejerciten habitualmente en buenos ademanes y buenas melodías. Y prescribiendo cuáles y de qué modo habían de ser éstos, los expusieron en los templos, y ni a los pintores, ni a otros algunos de los que producen figuras y cosas semejantes, les era lícito innovar en contra de ellos ni discurrir otros modelos que los patrios; ni ahora les está permitido, ni en estas cosas ni todo cuando comprende la música. Y observando hallarás allí que las pinturas o grabados de hace diez mil años (y digo diez mil años no por decir, sino como cifra real) no son ni más hermosas ni más feas que las ejecutadas actualmente, sino que están trabajadas con el mismo arte (...). En lo que toca a la música es 69 Ibíd., p.102. 76 tan verdadero como digno de reflexión el que fuera posible en esta materia establecer por ley firme y confiadamente las melodías que se muestran rectas por naturaleza»70. Es una lástima el que hoy se haya perdido el sonido propio de su música y su forma de escritura no se pueda interpretar con exactitud; tan sólo hay ligeras hipótesis respecto a la quironimia, o notación musical, que vemos reflejada en la iconografía, especialmente del Imperio Antiguo. Aparecen músicos con diferentes posiciones del brazo y la mano, realizando una especie de mudras como los del teatro katakhali o las danzas Baratanatya del sur de la India. Pero lo que podemos observar de estas imágenes es el rigor que nos describe Platón respecto a la exactitud de lo que tenía que sonar, a juzgar por las posiciones precisas y repetidas de los instrumentistas cuando tañen un instrumento. Siguiendo con el planteamiento de Ciryl Scott, vemos que, si la música de la India actuaba sobre la mente, la de Egipto lo hacía sobre las emociones. Su música es una búsqueda de la purificación de los sentimientos induciendo a una especie de trance emocional. De hecho, como veremos más adelante, había músicas de trance para los rituales de momificación que pretendían ayudar al difunto en el proceso del ritual funerario. El efecto sanador de la música lo aplicaban en las labores cotidianas como un modo de canalizar la energía del trabajo y mantener el ánimo alegre, y como terapia en la curación de diferentes enfermedades. Como resultado de estas costumbres, nos ha llegado la imagen de un pueblo sereno, alegre y equilibrado, como se refleja en sus costumbres y su iconografía. Un papiro descubierto en Kahun por 70 Platón: Las leyes, Clásicos de Grecia y Roma (Madrid: ed. Alianza, 2002), p.13–139. 77 Petrie en 1889 versa sobre la influencia de la música sobre el cuerpo humano. Otro dato nos revela que Herofilo, médico de Alejandría, regulaba la presión arterial de acuerdo con la escala musical y en correspondencia con la edad del paciente71. 2.2.3. GRECIA En la Grecia Antigua la música también tenía un papel relevante en la sociedad, expresado a través de divinidades y mitos que justificaban y mostraban su importancia. El dios de la música por excelencia era Apolo, dios solar que junto con las musas inspiraba todas las artes. No hay que olvidar que el término «música» proviene de mousiké: «el arte de las musas»; con ello, el concepto se extiende a todas las artes que inspiraban las nueve musas, entre otras, la poesía, el teatro, la danza, la comedia, etc. Uno de los Himnos órficos que datan de los antiguos misterios órficos en Grecia, expresa el culto a Apolo. Es de suponer que se habrían usado en ceremonias con la intención de atraer las virtudes de los diversos dioses que invocaban. A continuación exponemos un pasaje de dicho himno que convoca la armonía y el orden72: «…Miras fijamente la inmensidad etérea, y en la Tierra fecunda contemplas con atención el crepúsculo. En la serena oscuridad de la noche iluminada por las estrellas ves bajo las raíces de la tierra, y sostienes los límites del mundo entero. Tuyos, también, son el principio y el final que ha de llegar. 71 72 J Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p.394. Godwin, Joscelyn: Harmonies of Heaven…, op. cit., p.94. 78 Haces que todo florezca, y con tu lira versátil armonizas los polos, alcanzando ora el tono más agudo, ora el más grave, y de nuevo el modo dórico equilibrando armoniosamente los polos, mientras mantienes las distintas razas diferenciadas. Has infundido armonía en el destino de todos los hombres, dándoles en igual medida verano e invierno. Las notas más graves pulsas en invierno, las más agudas en verano, Y tu modo es el dórico para la adorable y radiante estación de la primavera…» Apolo, dios de la armonía, la música y la medicina, representó el relevo de la anterior religión griega en la que predominaba un culto más dionisíaco. Lo apolíneo y lo dionisíaco hacen referencia a la doble naturaleza humana; contraponen la parte del espíritu (nous), apolínea, con la del alma (psyche) y el cuerpo (soma), relacionados con Dionisos, la parte humana. Las dos naturalezas se van alternando como el yin y el yang, generando un ciclo continuo que provoca un equilibrio. En el frontispicio del templo de Apolo en Delfos se encontraban las siguientes leyendas que establecen un orden, huyendo del caos: «Lo más exacto es lo más bello» «Respeta el límite» «De nada demasiado» «Odia la insolencia» Por lo anterior es comprensible que Dionisos tuviera relación con la danza, con los instrumentos de viento, el aulos, el desenfreno, mientras que Apolo se asociara con la parte más mística. La lira, permite recitar en voz alta y cantar a la inspiración divina y al entheos o entusiasmo que surge de las musas. El oráculo de Apolo sería la expresión máxima de inspiración a la que puede llegar un mortal al 79 serle revelado, a través de la pitonisa, un mensaje divino. Finalmente, Dionisos es considerado dios de la vegetación, de los muertos, dios oracular, taumaturgo con poder para curar, además de regir la tragedia, la comedia y el ditirambo. Arístides Quintiliano diferencia los instrumentos relacionados con Apolo y con Dionisos en el siguiente fragmento73 del Libro II de su De Musica: «(…) de los instrumentos, los equipados con cuerdas se asemejan mucho a la región etérea, seca y sencilla del cosmos y parte de la naturaleza espiritual, al ser menos pasionales, más inmutables y hostiles a la humedad se ven desplazados de su ser genuino por el aire húmedo; los instrumentos de viento se parecen mucho a la región ventosa, más húmeda y cambiante, hacen el oído demasiado femenino, estando adaptados al cambio de lo sencillo y obtienen su constitución y su capacidad por medio de la humedad. (…) Así pues, al mostrar que el beneficio obtenido de la melodía aulética es escaso y advirtiendo al sabio que evite en general su facilidad, dicen que la diosa rechazó los auloi porque no añadían un placer adecuado a los que deseaban la sabiduría; pero este tipo de melodía es utilizado para aquellos seres humanos agotados y exhaustos a causa del trabajo y el esfuerzo continuados. También mencionaron cómo un castigo persiguió a Marsias, que dignificó su música más allá de su valor, y cuyos instrumentos estaban tan por detrás de los de Apolo como tantos artesanos y hombres ignorantes están por detrás de los sabios, y el mismo Marsias por detrás de Apolo. Ésta es la razón de que también Pitágoras aconsejara a sus discípulos que cuando escucharan el aulos limpiaran sus oídos tan co- 73 Godwin, Joscelyn: Harmonies of heaven …, op. cit., pp. 104–106. 80 rrompidos por el aliento, y purificaran por completo los impulsos irracionales del alma con el mele adecuado al acompañamiento de la lira pequeña. Pues el aulos cultiva lo que preside las peores partes, pero la lira —al cuidar de la naturaleza racional— es amable y grata». Otra divinidad muy importante es Orfeo. Según el mito, era un poeta griego de gran talento al que se le confiere el haber puesto nueve cuerdas a la lira en honor de las musas. De todas sus aventuras, la más representativa es la de su bajada a los infiernos para rescatar a su amada Eurídice; para ello, amansa al Can Cervero con el poder su música. Con esta gesta introduce en Grecia el concepto de reencarnación ya que es capaz de regresar del Hades y establecer un equilibrio entre permanecer unos meses en el inframundo y otros sobre la Tierra. A partir de Platón el significado del mito cambia. Antaño, explicaba el origen de todas las cosas trascendentes; sin embargo, Platón crea los mitos necesarios para explicar en lenguaje velado lo que la razón no puede explicar. Por ejemplo, en el mito de Er, en su libro La República, narra cómo Er vio el sistema de siete planetas y de estrellas fijas con una sirena sobre cada esfera que «daban un tono que modulaciones diversas hacían variar, y las ocho al unísono componían una única armonía»74. Para Scott, la música griega se caracteriza por el «medio tono» que actúa sobre la parte material o física del hombre. Por ello, partiendo de lo sutil de la India y lo menos sutil de Egipto, llega hasta a Grecia, en donde ve que la estética y el equilibrio se reflejaba, más que en el plano simbólico– espiritual, en las formas materiales. De ahí la perfección de sus formas en todas las artes que seguían el canon clásico, 74 Godwin, Joscelyn: Harmonies of Heaven…, op. cit., p.79. 81 basado en el número áurico o proporción de la naturaleza, que fue aplicado en escultura, arquitectura y música75. 2.2.4. LA EDUCACIÓN MUSICAL EN GRECIA Grecia, en el desarrollo de su Paideia o educación, vincula de forma muy importante el papel de la música en la formación de los jóvenes, o lo que es lo mismo, en la educación en los valores representativos de su sociedad. Platón es uno de los filósofos que trataron este tema en su obra, tal cómo explica este fragmento: «La música es una ley moral; brinda un alma al universo, alas al pensamiento, vuelo a la imaginación, encanto a la tristeza, alegría y vida a cada cosa. Es la esencia del orden que ella restablece y eleva hacia todo lo que es bueno, justo y bello y, aunque invisible, es la forma deslumbradora, apasionante, eterna de todo ello»76. Pitágoras, por su parte, no sólo se dedicó a la naturaleza del sonido sino a investigar sobre los efectos que tenía en la psique. Fruto de sus observaciones propuso todo un plan de estudios para la formación musical vinculada a la formación del carácter; su obra está teorizada con detalle por Damón (siglo V a.C.), maestro de Pericles. Su línea de pensamiento se basa en que hay una sustancial identidad entre las leyes que regulan las relaciones entre los sonidos, y las leyes que regulan el comportamiento del espíritu humano. Es decir, 75 Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p.396. Willems, Edgar: La valeur humaine de l’education musicale (Bienne: ed. ―Pro Musica‖, 1975), [traducido por María Teresa Brutocao y Nicolás Luís Fabiani: El valor humano de la educación musical (Barcelona: ed. Paidós Ibérica, S.A., 1994), p. 177]. 76 82 que la música influye en el carácter. En cuanto a los modos, afirma que sólo el dórico y el frigio son válidos y recomendables, pues animan al valor en tiempos de guerra y a la moderación en tiempos de paz. Como resultado de estas reflexiones, se clasificaron los modos musicales según los efectos, teniendo en cuenta el ethos o «influencia ética» que provoca el sonido en el ser humano. Platón sigue el mismo desarrollo que Damón y, en su Libro IV de La República, expone su pensamiento musical en relación a lo que conviene o no para vivir en una sociedad equilibrada. En cuanto a los modos, defiende, al igual que Damón, el dórico y el frigio; propone como instrumentos la lira y la cítara para la ciudad y la siringa para el campo, buscando en todo momento instrumentos sencillos sin grandes abalorios ni excesivas cuerdas; en lo referente a los ritmos establece aquellos que sean propios de una vida ordenada y valerosa y que puedan acompañar a las palabras transmitiendo lo que éstas expresan. En general, busca la simplicidad y la naturalidad y huye de lo complicado y rebuscado respecto a instrumentación, modos, melodías y ritmos. Para lograr una formación completa en todos los sentidos, unifica la música a la gimnasia pues la primera sirve para formar al alma y la segunda para formar al cuerpo. Advierte de los peligros que conlleva el dedicarse sólo a una de las dos disciplinas: los que se consagran a la gimnasia en exclusiva, se vuelven duros e intratables, y los que sólo se vuelcan a la música, se tornan blandos y muelles; un equilibrio entre ambas provoca la armonía: «Por consiguiente, el que ha llegado a encontrar el debido acuerdo entre gimnástica y música, y las aplica como conviene a su alma, merece mucho más el nombre de músico y po- 83 see mejor la ciencia de las armonías que aquel que se limita a templar las cuerdas de su instrumento»77. Aristóteles, discípulo de Platón, también se detiene en la importancia del sonido pero introduce nuevas ideas al calificar la música como un placer, además de tener capacidad para educar. En este sentido, se podría afirmar que su pensamiento se encuentra en un término medio entre el platonismo y el hedonismo: «Dificultoso es decir en qué consiste su poder y cuál es su verdadera utilidad. ¿Es un puro pasatiempo, como el sueño y los placeres de la mesa, entretenimientos poco nobles en sí mismos? (…) Nada hay tan poderoso como el ritmo y el canto de la música, para imitar, aproximándose a la realidad tanto como es posible, la cólera, la bondad, el valor, la misma prudencia, y todos los sentimientos del alma, como igualmente todos los opuestos a éstos. Los hechos bastan para demostrar cómo la simple narración de cosas de este género puede mudar la disposición del alma. (…) Es, por tanto, imposible, no reconocer el poder moral de la música; y puesto que este poder es muy verdadero, es absolutamente necesario hacer que la música forme parte de la educación de los jóvenes»78. Los capítulos 5, 6 y 7 del Libro VIII de La Política están dedicados a la educación de los jóvenes. Entre algunas de las recomendaciones que da se encuentra la de formar a los niños en la música pero jamás para que se dediquen a participar en certámenes ni de manera profesional: 77 Platón: La República, traducido por Patricio de Azcárate, col. Austral, 296 (Madrid: ed. Espasa Calpe, S.A., 2000), p.172. 78 Aristóteles: La Política, traducido por Patricio de Azcárate, col. Austral (Madrid: ed. Espasa Calpe, S.A., 1941), pp. 205 y 206. 84 «Sería bueno que se dedicaran a ella en la medida precisa para poder gozar de las buenas melodías y ritmos, y no sólo de lo más general de la música. (…) No se han de emplear flautas ni ningún otro instrumento técnico, como la cítara o cualquier otro por el estilo, sino tan sólo los que formen buenos oyentes de la música y de la educación en general. (…) Añadamos que tocar la flauta resulta opuesto a la educación, por el hecho de impedir el uso de la palabra»79. En resumidas cuentas, siguiendo la línea de Damón, entiende que las melodías imitan tanto las virtudes como los vicios, no obstante, es más liberal en el sentido que admite todas las músicas siempre que se utilicen en circunstancias oportunas; es decir que cuando la música imita las pasiones de las que queremos liberarnos podemos experimentar una catarsis. Para Aristóteles la música cumple múltiple funciones: educa, provoca catarsis, ayuda al reposo, eleva el espíritu. 2.3. La armonía de las esferas «Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba». Este llamado «principio de correspondencia» pertenece al Kybalion, tratado de origen egipcio alejandrino, que establece las siete leyes que rigen el universo y que afectan tanto a éste (también llamado macrocosmos), como al hombre (microcosmos). Dicho principio establece un vínculo entre todas las partes del cosmos, que está regido por unos mismos principios o leyes que afectan a todo lo que existe en la naturale- 79 Aristóteles: La Política, traducido por Carlos García Gual y Aurelio Pérez Jiménez, Clásicos, 1193 (Madrid: Alianza Editorial, 1995), pp. 297 y 298. 85 za. Según esta idea, el hombre cuando hace música está reflejando la armonía de los cuerpos celestes en la Tierra de un modo perceptible al oído humano. Las proporciones que se establecen entre los sólidos tienen su esencia en el número, el arché de todo el pensamiento pitagórico, como vimos anteriormente. Estas proporciones se expresan en razones matemáticas que establecen la relación o intervalo entre dos sonidos. Todo en la naturaleza se manifiesta preferentemente en proporciones de números enteros. Pitágoras, según nos narra Boecio en De Institutione Música I, al pasar por delante de una herrería y oír los sonidos producidos por los martillos de los herreros, apreció que tales sonidos eran consonantes. Al regresar a su casa, realizó una serie de experimentos con diferentes pesos atados a cuerdas, con flautas, vasos de agua, etc. con el fin de comprobar matemáticamente las relaciones numéricas de las consonancias producidas. A raíz de ello, construyó un monocordio que le permitió investigar las armonías producidas por los intervalos de los diversos fragmentos de la cuerda sonora. Por ejemplo, si tomamos una cuerda y la mantenemos en tensión, al pulsarla emitirá un sonido, si dividimos la cuerda por la mitad y hacemos sonar una parte, el sonido que resulta es una octava respecto al sonido de la cuerda entera; en razón matemática se expresaría como 2:1. Si dividimos la cuerda en tres fragmentos y hacemos sonar dos, el resultado será un intervalo de quinta expresado en la razón 3:2, y dividiendo la cuerda en cuatro partes y percutiendo tres se obtiene un intervalo de cuarta, expresado en la fracción 4:3. Con estos ejemplos de los intervalos más consonantes o armónicos observamos cómo se pueden traducir en una fracción matemática. 86 2.3.1. LA ESCALA DE SONIDOS ARMÓNICOS Son aquellas notas agudas que vibran de forma natural, en concomitancia con un sonido único llamado «fundamental». Dichos armónicos constituyen un número de vibraciones en un múltiplo exacto, expresado en números enteros de la nota fundamental. Estos sonidos se escuchan de forma muy sutil y su cantidad y volumen determina el timbre del sonido fundamental. El primer armónico siempre suena a distancia de octava y, como hemos visto anteriormente, tiene el doble de vibraciones; el segundo forma una quinta respecto al primero; el tercero una cuarta respecto al segundo. Estos tres intervalos conforman los llamados intervalos puros. A continuación se produce el de tercera mayor y luego, el de tercera menor. El séptimo sonido tiene un carácter de cierre, pues a partir del octavo armónico la secuencia se reduce a intervalos muy pequeños que comienzan con la segunda mayor y la segunda menor. Si nos basamos en la nota do, los armónicos producidos serían do1, sol1, do2, mi2, sol2, sib2, do3,… Observamos como los primeros cinco sonidos establecen el acorde de «Do Mayor», demostrando que no es una invención de la cultura occidental sino que se encuentra en la propia naturaleza intrínseca del sonido. Realizando un paralelismo con los mitos de Creación del universo, observamos que en la propia estructura de los armónicos se establece un orden que va del Uno o principio creador, primer armónico, a su siguiente plano de manifestación que se resuelve en la tríada divina (theos, caos, cosmos; Brahma, Vishnu, Shiva; Osiris, Isis, Horus). El siguiente paso es la manifestación de la dualidad, el principio masculino y femenino que rige la Naturaleza y la observamos en todos los reinos (mineral, vegetal, animal y humano). Es el Yin y Yang del pensamiento chino. A partir de 87 esta dualidad se establece la multiplicidad de las formas, cada vez más alejadas del principio creador, hasta que se conforman las disonancias, fruto de la diversidad de los sonidos que requieren de una resolución, de una vuelta al orden primero. Se ha descubierto que el órgano del oído genera unos sonidos paralelos o armónicos que presentan la misma estructura que la escala armónica. Si dos sonidos llegan al mismo tiempo al oído surgen acordes o combinación de sonidos simultáneos. Si estos sonidos coinciden en gran parte con los armónicos, apreciamos el acorde como consonante y nos resulta agradable al oído; si, por el contrario, los sonidos no coinciden con los armónicos, la sensación que se produce es molesta y se percibe el acorde como no armónico. De todo lo anterior se deduce que los sonidos armónicos son más aceptados como bellos al oído físico, pero no debemos olvidar que en el mundo manifestado en el que vivimos, el movimiento genera momentos de tensión que buscan resolverse en momentos de quietud y orden, el fluir de ambos genera la vida y hace posible la evolución. Es por ello que una música debe contener ambos aspectos, que se complementan a lo largo del tiempo, provocando sus efectos en función del saber hacer del compositor más que en función de la escala que se ha elegido para componer. Músicas basadas solamente en la tríada básica darían como resultado una composición muy estática que no resultaría interesante ni agradable al oyente, a no ser que se realice con una finalidad concreta dentro del ámbito de la musicoterapia. 88 2.3.2. DIFUSORES DE LA ARMONÍA DE LAS ESFERAS Teón de Esmirna (115–140 d.C.) explica que: «según la doctrina de Pitágoras al estar el mundo ordenado armónicamente, los cuerpos celestes, que están distantes unos de otros según las proporciones de los sonidos consonantes, producen por el movimiento y la velocidad de sus revoluciones, los sonido armónicos correspondientes». He aquí lo que dice Alejandro de Etolia: «Las esferas se elevan cada vez más; La divina luna es la más cercana a la Tierra; La segundo es Estilbo, ―la brillante‖, la estrella de Hermes, inventor de la lira; Luego viene Fósforo, estrella brillante de la diosa de Citarea (Venus); Encima está el Sol, cuyo carro es tirado por caballos, y que ocupa el cuarto lugar; Pirois, la estrella del mortífero Marte de Tracia, es la quinta; Faetón, el astro brillante de Júpiter, el sexto; Y Fenón, el astro de Saturno, cerca de las estrellas, es el séptimo. Las siete esferas dan los siete sonidos de la lira y producen una armonía (es decir, una octava) debido a los intervalos que separan a unas de otras»80. Estas esferas, los planetas que habitan en nuestro sistema solar, describen una elipse que gira alrededor del sol. Kepler (1571–1630), astrónomo del Barroco, siguiendo con el estudio de sus antecesores griegos, avanzó en el estudio de las armonías celestes, y para ello comparó el valor de los puntos más alejados (perihelio) con los puntos más cerca- 80 Godwin, Joscelyn: Harmonies of Heaven…, op. cit., p. 60. 89 nos (afelio) al Sol. El resultado obtenido, si se analiza según la armonía musical, establece consonancias en todos los casos. La Academia de Ciencias Bávaras completó estos análisis con los planetas que Kepler no conocía y el resultado volvió a establecer consonancias entre dichos planetas. Censorino explica sobre la armonía de las esferas: «(…) tenemos la afirmación de Pitágoras de que el mundo entero está hecho según un plan musical y que los siete astros errantes entre el cielo y la Tierra, que afectan al nacimiento de los mortales, se mueven rítmicamente y en posiciones que corresponden a intervalos musicales, y emiten varios sonidos consonantes con su altitud que dan lugar conjuntamente a la melodía más exquisita. Pero ésta es inaudible para nosotros debido a la grandiosidad del sonido, que nuestros limitados oídos son incapaces de aprehender»81. De todos los filósofos que han profundizado en la armonía de las esferas, Boecio (480–525) ha supuesto un puente entre la sabiduría clásica y la Edad Media y el Renacimiento puesto que su labor fue la de compilar y sintetizar todo el conocimiento que había al respecto hasta entonces. La triple división de la música que plantea en su obra De Institutione Musica82 es muy clarificadora83: Música mundana o cósmica. Aquella que se produce a través de las órbitas de los cuerpos celestes. Música humana. La relación armónica entre el alma y el cuerpo. 81 Ibíd., p.92. Escribió esta obra ante la falta de textos latinos acerca de las obras de los filósofos griegos hablando de música. 83 Godwin, Joscelyn: Harmonies of Heaven…, op. cit., p. 118. 82 90 Música Instrumentalis. Trata acerca de lo que consideramos propiamente música, es decir, la que podemos oír producida por la voz o por los diversos instrumentos. Añadimos un fragmento del capítulo II del primer libro de su obra De Institutione Musica, en donde comenta en qué consisten las tres divisiones establecidas: «(…) en primer lugar, la cósmica es perceptible sobre todo en los fenómenos que se ven en el mismo cielo, en la combinación de los elementos y en la sucesión de las estaciones, pues ¿cómo puede suceder que una máquina tan veloz como la del cielo se mueva en una carrera callada y silenciosa? Aunque su sonido no llegue a nuestros oídos porque por muchas causas es necesario que así sea, sin embargo, un movimiento tan velocísimo de cuerpos tan voluminosos no podría en absoluto dejar de producir algún sonido, mayormente porque los cursos de las estrellas están acompasados con una armonía tan grande, que nada puede concebirse igualmente compaginado, nada tan ajustado. En efecto, unas órbitas se deslizan más arriba, otras más abajo, y de tal forma giran todas con el mismo impulso, que, por medio de distintas desigualdades84, el orden de estos cursos se mantiene fijo. De ahí, que no pueda faltar de esta carrera celeste la secuencia fija de una modulación. (…) Cualquiera que profundiza en sí mismo, percibe la música mundana. En efecto, ¿qué es lo que comunica al cuerpo esa incorpórea vivacidad de la razón, sino una cierta armonía y una especie de equilibrio de voces graves y agudas que producen una única consonancia? ¿Qué otra cosa es lo que une entre sí las partes del alma misma, 84 Para que hayan consonancias musicales deben existir desigualdades. Por ello, las desigualdades de las órbitas de los cuerpos celestes son la causa de la música cósmica. 91 que como place a Aristóteles, está constituida por lo racional y lo irracional? ¿Qué otra cosa es lo que combina los elementos del cuerpo o mantiene unidas sus partes con una armonía fija? (…) La tercera es la música que, según se dice, descansa en ciertos instrumentos. Ésta es producida bien por tensión, como en las cuerdas, bien por soplo, como en las flautas y en los instrumentos que se mueven hidráulicamente, bien por percusión, como en los instrumentos con cámaras de aire que reciben los golpes; y de esta forma se producen los distintos sonidos. De esta música instrumental creo que debemos discutir en esta primera parte de mi obra». Otra importante clasificación que realizó fue la de establecer el programa de educación que sería seguido durante la Edad Media y el Renacimiento. Concibió siete disciplinas o artes liberales divididas en dos grupos: Trivium, que engloba las disciplinas lingüísticas (retórica, gramática, dialéctica). Quadrivium, que incluye las disciplinas matemáticas (aritmética, geometría, astronomía y música). La música está englobada en este grupo, entendida como el estudio de las proporciones numéricas. Se encuentra especialmente vinculada a la aritmética, pues ésta trata sobre la relación de los números entre sí. Respecto a la ubicación de la música como un conocimiento asociado estrechamente a las matemáticas y a la filosofía, Boecio explica en el capítulo 34 del mismo tratado: «¡Cuánto más ilustre, pues, es la ciencia de la Música como conocimiento de la razón que como composición e interpretación! Evidentemente tanto cuanto la mente supera al cuerpo, que, privado de raciocinio, permanece en servidumbre. La 92 mente impera y lleva por el camino recto; mas la obra, si no obedece su mandato, se tambaleará por falta de raciocinio. De aquí que la especulación de la razón no necesite del acto de obrar; por el contrario, ninguna obra de las manos existiría si no fuera guiada por la razón. (…) Y es músico no el que ejecuta una composición musical, sino quien, de acuerdo con una especulación y un cálculo determinado de antemano y adecuado a la música, tiene la facultad de emitir un juicio sobre los modos y los ritmos, sobre los tipos de cantinelas, sobre las consonancias, sobre todos los temas que serán posteriormente desarrollados». 2.4. Postura del Cristianismo ante la música en la Edad Media El tránsito hacia la Edad Media está imbuido por la mentalidad cristiana respecto a la música. Por una parte, recogieron la tradición grecorromana pagana y la unieron con la tradición hebrea de la sinagoga. Estos dos enfoques crearon una serie de ambigüedades que condujeron a valorar la música como medio de elevación, al mismo tiempo que como medio de perdición. Esa doble posibilidad dependía de la intencionalidad de la música: si se usaba como canal de goce espiritual era lícita, pero como simple disfrute sensual era algo negativo que conducía al pecado. Platón ya había condenado un tipo de música por ser contraria a la educación de las almas, en tanto que fomentaba otra que ejercía buena influencia. Aristóteles, en cambio, considera que la música como ocio puede ser benéfica y no la rechaza, siempre que las personas estén educadas en buenos ocios. La figura del Cristianismo que abordó este tema con singular dedicación fue san Agustín (354–430). El que fuera obispo de Nipona define la música como la Sciencia bene 93 modulandi, es decir, como la ciencia del movimiento bien regulado, una ciencia racional basada en la numerología pitagórica que en segundo lugar se plasma en sonidos. Establece, asimismo, una jerarquía en la que sitúa a la música sensual en el peldaño inferior, la que surge del instinto; por ejemplo, el canto de un ruiseñor. En segundo lugar se encuentran los tañedores de instrumentos que imitan lo que han aprendido de otros; éstos siguen sin usar la razón para hacer música. Por último, en el primer escalón se encuentra la música como una ciencia que no comparte nada con los sentidos. La música cumple su función en la medida que reafirma la palabra de la liturgia, no obstante, hay momentos en los que se cantan melismas sin texto en la última sílaba del «aleluya» y lo considera correcto porque, en este caso, aunque no exista texto, la música ensalza los sentimientos inefables: «Quien canta júbilos no dice palabras, sino que la alegría suena sin palabras; porque el canto es una expresión de alegría difusa del alma, que expresa como le es posible su contento de este modo, sin dar cuenta de ello a la razón. Una persona que se alegra con júbilo, pasa de las palabras que se pueden decir a una forma de expresión regocijante sin palabras. Parece que se alegra en su expresión vocal pero que está tan repleto de alegría que no es capaz de explicar la razón de su alegría con palabras. (…)¿Cuándo jubilamos de este modo? Cuando alabamos lo que no podemos expresar con palabras. ¿Y quién merece estas jubilaciones sino el Dios inefable?»85. Es así que la música constituye, por un lado, la expresión de alabanzas verbales y, por el otro, un medio de ex- 85 San Agustín: Ennarrationes in psalmos, p. 1394. 94 presar sentimientos espirituales que van más allá de los límites del lenguaje. Después de san Agustín y Boecio, el personaje que aúna el pitagorismo con la religiosidad cristiana fue Casiodoro (siglo VI), que acude tanto a las tradiciones griegas como a las judeocristianas y concilia ambas posturas. Por último, san Isidoro de Sevilla (siglos VI–VII) en su obra Etimologías explica que la música rige tanto el Macrocosmos: «se dice que el universo se mantiene unido gracias a determinadas armonías sonoras», como del Microcosmos: «cada pulsación de nuestras venas está en conexión, por obra de los ritmos musicales, con el poder de la armonía». Entre los siglos VIII y X se seguirán las enseñanzas de estos primeros pensadores, prestando muy poca atención al desarrollo de la música como arte práctico. Pero a partir del siglo X, el acento se comienza a poner en la música humana y en el deleite que los sonidos provocan en el hombre. El teórico Guido d´Arezzo (siglo XI) representa el cambio definitivo que, si bien se basa en la mentalidad anterior, comienza a prestar gran atención a las cuestiones técnicas. A él se le deben los actuales nombres de las notas, y será referencia obligada para todos los tratadistas posteriores que se centrarán en todas las cuestiones y problemas musicales que surgirán en la polifonía. Engelberto, en el siglo XIV, al referirse a Boecio, manifiesta que de los tres tipos de música la que merece atención es la instrumentalis, porque es la única que se puede oír. A partir de este momento, todos los tratados se referirán a este tipo de música enfocada hacia los instrumentistas, separándolos de la filosofía y del concepto que englobaba la música en el Quadrivim. El concepto de armonía se aplicará, a partir de ahora, hacia el estudio de las consonancias y disonancias que generan placer o disgusto al escucharse, y los teóricos renegarán 95 de los conocimientos pitagóricos y platónicos, llegando a manifestar sentencias tan contundentes como ésta que escribe Johannes Tinctoris: «creo firmemente en Aristóteles (…) así como en nuestros filósofos más recientes, los cuales han demostrado con toda evidencia que en el cielo no hay sonido, ni en potencia ni en acto»86. Tinctoris, nacido en Flandes, escribe tratados musicales que marcan la ruptura definitiva con el pensamiento medieval. La armonía se define según términos subjetivos: «una cierta placidez producida por los sonidos apropiados». La consonancia y disonancia, según Fubini, se definen también en términos subjetivos: «consonancia como combinación de sonidos distintos que lleva dulzura a los oídos», mientras que disonancia consistiría de nuevo en una «combinación de sonidos distintos que por su naturaleza ofenden a los oídos»87. El enfoque del estudio musical se basa en una concepción más aristotélica que platónica respecto al reconocimiento del placer como fin musical. Tendrá que ser en el Renacimiento el período que vuelva de nuevo a dirigir la mirada hacia la Cultura Clásica, rescatando el conocimiento olvidado. 2.5. Renacimiento Época que comprende desde la toma de Bizancio por los turcos en 1454 hasta 1527, año del saqueo de Roma por Carlos V. Florencia, ciudad en donde surgió este fenómeno, 86 Fubini, Enrico: Estetica della musica (Bologna: Società editrice il Mulino, 1995), [traducido por Francisco Campillo: Estética de la música, La balsa de la Medusa, 116 (Madrid: ed. Machado Libros, S.A., 2004), p. 91]. 87 Ibíd., pp. 91 y 92. 96 reunió, por un lado, las características necesarias a nivel social y político y, por el otro, a las personalidades extraordinarias que fueron capaces de unirse para recoger el legado de la Cultura Clásica en todas sus facetas: filosofía, arte, ciencia… Cosme de Médicis le encargó a su leal amigo y médico Marsilio Ficino la creación de una academia platónica que pudiera rescatar el conocimiento perdido en la Antigüedad. Para ello cedió la Villa Careggi, centro de sus reuniones e investigaciones, y juntó a personajes de la talla de Leonardo da Vinci, Poliziano, Pico de la Mirandola, Alberti, Brunelleschi, y, cómo no, su sucesor y nieto, Lorenzo el magnífico, que llevó a la plenitud dicho propósito. Junto con el esfuerzo de los humanistas por recuperar el material perdido en el pasado también se retoma el concepto de música entendida bajo el punto de vista de la armonía de las esferas y su relación con la naturaleza y el ser humano. Para ilustrar este enfoque reseñamos un extracto de una carta de Ficino a Canisiano: «Preguntas, Canisiano, por qué con tanta frecuencia mezclo los estudios de medicina con los de música. ¿Qué relación tienen, dices, los fármacos con la cítara? (…) Sucede que el alma y el cuerpo están mutuamente en armonía por cierta proporción natural, y, a su vez, lo están las partes del alma entre sí, y también el cuerpo en sus partes. Esta consonancia parecen reproducirla incluso los ciclos armónicos de las fiebres y de los humores, y el movimiento del propio pulso. La consonancia de las partes del alma, como Platón y Aristóteles indican y nosotros hemos experimentado con frecuencia, la conserva y devuelve la música noble; pero el concierto de las partes corporales, la medicina. Así pues, si concuerdan entre sí, como hemos dicho, alma y cuerpo, puede ser fácil el con- 97 cierto de las partes del alma misma, e incluso puede cultivarse el de las del cuerpo»88. No hay que olvidar que Apolo, además de ser el dios de la música, también regía la medicina, pues ambas tienen en común la armonía en todos los planos de la existencia. En otra carta al filósofo y maestro de música Benivieni, le escribe lo siguiente: «Platón piensa que la música no es otra cosa que la armonía de la mente: natural, en la medida en que sus poderes son consonantes con los poderes de la mente, y adquirida, en la medida en que sus movimientos son consonantes con los movimientos de la mente. Piensa que su reflejo es esa música que modula notas y sonidos para encanto de nuestros oídos. Cree que la musa Urania preside la primera y Polimnia la última. (…) Pitágoras acostumbraba a llamar maestro de música a quien había alcanzado ambas, y él y sus seguidores han reconocido esto en hechos y palabras»89. Podríamos decir que la magna labor de recopilación y traducción al latín de las obras de los filósofos clásicos permitió a Occidente recobrar un legado cultural de gran importancia para la historia, a la vez que impulsó el humanismo y devolvió la dignidad al hombre tras varios siglos de oscurantismo e ignorancia. 2.6. Edad Moderna Cada vez más la música mundana se redujo a un pequeño grupo de autores. Desde entonces, incluso hasta nuestros 88 89 Ficino, Marsilio: Epistolarum, I, Opera omnia, pp. 650 y 651. Godwin, Joscelyn: Harmonies of Heaven…, op. cit., p. 218. 98 días, se ha mantenido la creencia de que la primacía de la música reside en la música mundana y que la humana es un reflejo de esta armonía. En comparación a ellas, la música instrumentalis se considera técnica y de menor importancia. En relación con las investigaciones de Kepler, Godwin añade que los estudios de Rudolf Haase muestran que las mediciones de las órbitas de los nuevos planetas todavía no descubiertos en la época de Kepler, cumplen las consonancias con la misma claridad que los planetas anteriores90. No obstante, el nuevo enfoque de la música mundana está teñido por la ciencia y su aportación a la naturaleza de los sonidos. Zarlino afronta el problema de refundar la teoría musical enfocada a la interpretación, basada en los fundamentos del sonido y la serie de armónicos. Por poner un ejemplo, la nueva armonía de los modos mayor y menor justifica el «acorde perfecto mayor» al ubicarlo en la propia naturaleza del sonido, mientras que el modo menor lo resuelve a través de fórmulas matemáticas. Este nuevo enfoque de la música mundana se aleja de la armonía de las esferas y se identifica con la racionalización del mundo natural91. La «teoría de los afectos» que surgirá en el barroco, durante los siglos XVII y XVIII, conduce al terreno de la psique humana, de los sentimientos y las emociones en la música92. Numerosos teóricos definen ahora la música como el lenguaje de los sentimientos. Una época que comparaba al ser humano con una máquina muy perfecta, que funcionaba con precisión al igual que los planetas y el universo en general, no es de extrañar que se fijara sobre todo en los aspectos físicos de la vibración del sonido y la resonancia 90 Godwin, Joscelyn: Harmonies of Heaven…, op. cit., p. 288. Fubini, Enrico: Estetica…, op. cit., pp. 94 y 95. 92 Ibíd., p. 106. 91 99 que podía producir en el hombre. La física es la que toma el relevo de explicar los procesos del sonido y su relación con el ser humano, y se dejan en segundo término causas más profundas y psíquicas. A partir de la segunda mitad del siglo XVIII se fue superando muy lentamente la visión mecanicista y vislumbrando que las relaciones entre el sonido y el ser humano eran mucho más complejas. Era, pues, un error tratar de analizarlas de forma simplista y superficial, basándose tan sólo en un parámetro unilateral, sin contemplar la totalidad de aspectos que abarca la naturaleza humana. En 1800, Dogiel relacionó la influencia de la música con el sistema circulatorio y demostró la importancia de la psique en los procesos físicos. Si la música afecta a la psique, incide, por tanto, en lo físico. Los estudios realizados ese año se consideran el inicio de la musicoterapia moderna, que —como se desprende del presente capítulo— no consiste en el inicio de un nuevo saber, sino en el redescubrimiento de una ciencia olvidada. Pero es durante el siglo XX que ésta se desarrolla plenamente, y que, unida a la tecnología y el conocimiento de los avances científicos, logra llegar a conclusiones muy similares, por no decir, idénticas a las de nuestros antepasados. El pedagogo musical E. Willems resume este redescubrimiento de la música con unas sencillas palabras: «unir música, hombre y cosmos, ¿audacia? No, simplicidad. Pero en un mundo cada vez más complicado, ¿quién busca la simplicidad?»93. 93 Willems, Edgar: La valeur humaine de…, op. cit., p. 181. 100 3 Musicoterapia 3.1. El redescubrimiento de la música humana En el capítulo anterior nos hemos detenido en la investigación realizada por insignes filósofos acerca de la música mundi. El siguiente nivel se concretiza en la música humana, que afecta al llamado microcosmos o ser humano, un pequeño universo que actúa en función de las mismas leyes que rigen el macrocosmos. Platón solía comparar al hombre con un arpa, el marco en el que estaban tensadas las cuerdas era el cuerpo físico; el alma o la psique eran las cuerdas. Si las cuerdas estaban demasiado templadas, el marco sufría desperfectos y enfermaba; de modo contrario, si el marco se dañaba, las cuerdas padecían los efectos por exceso de tensión o relajación. De un modo u otro, se marcaba claramente la relación entre la psique y el cuerpo de forma directa. Realmente nos podríamos comparar con un instrumento que emite sonidos audibles e inaudibles, producto de nuestra disposición interior. Ésta es la suma de nuestro temperamento —cualidad innata que no podemos cambiar—, y nuestro carácter —que vamos conformando desde el nacimiento y es susceptible de ser educado—. Ambas características determinan un «sonido» exclusivo y único que «emitimos» continuamente. El sonido es vibración, el movimiento es vibración y todo lo que es propio del hombre está en relación con nues101 tro sonido. Podemos determinar si queremos estar en sintonía con la música mundi o desafinar de un modo u otro. Pero en cualquier caso, no debemos olvidar que un instrumento está afinado cuando todas sus cuerdas lo están, sin excepción; una orquesta emite un sonido armónico cuando todos los músicos interpretan una misma partitura con equilibrio entre las diferentes familias de instrumentos; asimismo, un hombre está «afinado» cuando sus pensamientos, sus emociones, su energía y su cuerpo físico están equilibrados y afinados entre sí, y en relación con el medio que le rodea y del cual forma parte. Novalis, médico del siglo XIX, decía que cada enfermedad no era más que un problema musical. El médico era el responsable de encontrar la «clavija» correspondiente a cada enfermedad, y tenía que apretarla o aflojarla para poder restablecer el «tono» propio de la persona cuando estaba sana o «afinada». Carlos Fretgman expone que el término personalidad deriva de la etimología per–sona = «por el sonido»94. Independientemente de que el sonido de la voz sea nuestra forma más evidente de comunicarnos, todo nuestro ser se expresa y manifiesta a través de las vibraciones que emitimos continuamente, en la acción y el reposo. Cuando escuchamos una música determinada que nos provoca una respuesta en algún plano de nuestra personalidad, estamos en sintonía con la vibración producida por esa obra musical. Ambas partes, el emisor y el receptor, están hechos de la misma energía vibratoria y es lógico que se produzca una interrelación, una resonancia fruto de esa concordancia. Observamos cómo al emitir determinado sonido con cualquier instrumento, a menudo comienzan a vibrar objetos situados en la misma habitación que respon94 Fregtman, Carlos D.: El tao de…, op. cit., p. 90. 102 den a esa frecuencia. Es normal, entonces, que si unas llaves o un cristal vibran también lo haga nuestro cuerpo o nuestras emociones. Fretgman, una vez más, retomando el discurso platónico explica95: «A modo de simple resonancia electromagnética, las distintas notas de la escala musical del sistema pitagórico, activan determinadas zonas del organismo. Sin existir unanimidad en este aspecto, estimo que la nota do se relaciona con la glándula pineal; re con la glándula hipófisis; mi con el plexo cardíaco; fa y sol con el plexo solar; la con el plexo hepático y si con el plexo sacro. (…) En Grecia, la escala dórica, que comienza con la nota mi, relacionada con el plexo cardíaco, era utilizada para educar la parte emocional; el modo frigio, que comienza en re, glándula hipófisis, era utilizada para educar y desarrollar la parte mental; la escala lidia, que comienza en do, glándula pineal, nivel coronario, era utilizada para desarrollar la intuición superior». 3.2. Aplicaciones A lo largo de la historia se han establecido dos hipótesis en relación a si la música afectaba primordialmente a las emociones y éstas generaban estados de ánimo que, a su vez, actuaban sobre el cuerpo; o, por el contrario, el cuerpo captaba los sonidos que resonaban en el plano psíquico de las emociones96. Tal vez la respuesta no esté en elegir uno de los dos postulados sino en pensar de forma holística y global: el ser humano capta la música no sólo a través de su 95 96 Ibíd., p. 143. Alvin, Juliette: Music…, op. cit., p.101 y 102. 103 oído, que emite señales eléctricas al cerebro, sino que todo el cuerpo percibe las vibraciones del sonido y actúa como una caja de resonancia ante el estímulo sonoro. Siempre que se investigue poniendo el acento en un aspecto concreto, la visión objetiva de la realidad a estudiar será parcial, y, por tanto, incompleta. Lo más importante a tener en cuenta en la musicoterapia es la efectividad de la experiencia musical; que sea útil al objetivo propuesto es el modo de evaluar con acierto el éxito o fracaso del tratamiento. Para una buena elección será primordial tener en cuenta todos los condicionamientos por parte del paciente, como son los prejuicios, el medio social, la educación recibida y otros factores que pueden provocar reacciones a diversas músicas por asociación con personas, situaciones, etc. Generalmente, el ser humano responde con más atención a la música de su civilización, aquella que ha aprendido a escuchar en mayor o menor grado y que asocia a un significado y emoción especial 97. Es por ello que hay numerosos casos donde observamos cómo un occidental, al escuchar las ragas hindúes, no siente nada y difícilmente capta el mensaje de la obra; del mismo modo un músico hindú de reconocido prestigio, al escuchar en directo la Novena sinfonía de Beethoven, comentó decepcionado que esa música era muy predecible, se «veía venir» lo que iba a sonar, y ello le alejaba de su concepto de la música como algo vivo, siempre diferente y cíclico, al contrario de la estructura lineal de la música occidental. Por último, no hay que olvidar que en el tratamiento de la musicoterapia el elemento más importante es el sonido, por encima de cualquier otro aspecto. Por ejemplo, si se quiere establecer comunicación con un niño que tiene retraso mental profundo, el darle instrumentos para que los 97 Ibíd., p.103. 104 manipule y experimente a nivel táctil, no sería el objetivo del musicoterapeuta; más bien, primero establecería la comunicación a través del sonido propiamente dicho y, sólo más adelante, le permitiría tocar el instrumento como algo secundario. Pasemos, pues, a la exposición de la musicoterapia como ciencia que cada vez está siendo más reconocida y aplicada con grandes resultados probados en numerosos ámbitos y entornos. 3.3. Musicoterapia Según Serafina Poch, el término deriva de una errónea traducción del inglés, primera lengua que acuñó el concepto en nuestra época actual. La traducción correcta de Music Therapy sería «terapia a través de la música»98. Esta rama está enmarcada dentro de las llamadas artes creativa–terapia tales como la danzaterapia, el psicodrama o el arteterapia (aplicación de las artes plásticas). Todas ellas tratan de conectar con el paciente a través de su hemisferio derecho, en contraposición con los tratamientos habituales que afectan más al hemisferio izquierdo y siguen un procedimiento verbal principalmente. Dicha hipótesis ha sido apoyada por otros expertos99. Las dos ideas clave de este concepto son, por un lado, terapia, en relación a la capacidad de provocar cambios en las personas que se someten a ese tratamiento, y, por el otro, música, como recurso utilizado para provocar este cambio. 98 J Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p.39. Zwerling, I: The Creative Arts Therapies as a Reals Therapies, Hospital and Community Psychiatry, vol.30, nº12 (Diciembre 1979), p.843, citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p.39. 99 105 Otro concepto un poco más desarrollado define la Musicoterapia como «la aplicación científica del arte de la música y la danza con la finalidad terapéutica para prevenir, restaurar y acrecentar la salud tanto física como mental y psíquica del ser humano, a través de la acción del musicoterapeuta»100. Es importante hacer una aclaración al respecto de estas definiciones: en ningún caso podemos confundir musicoterapia con el hecho de realizar cualquier actividad musical. Es evidente que tocar un instrumento, cantar, bailar, son acciones positivas, pero si no hay una terapia que busque tratar un problema que padece el paciente, no podemos hablar de musicoterapia. 3.3.1. UN CASO PRÁCTICO. FARINELLI Y EL REY FELIPE V Buscando situaciones reales que han pasado a la historia de la musicoterapia, cuando no estaba contemplada como tal, nos resulta sorprendente el siguiente caso que destaca por los personajes que lo protagonizaron. J. Alvin lo narra del siguiente modo101: «Farinelli nació en 1705; fue el más grande sopranista italiano de su época, y una personalidad excepcional. Famoso por sus triunfos en la ópera, fue colmado con honores y riquezas (…) En 1751 visitó Viena, y por alguna razón desconocida estudió nuevos métodos que modificaron su estilo de manera profunda. En lugar del virtuosismo lo transformó en un estilo de simplicidad, sinceridad y pathos. Esto dio proba- 100 Poch, S: La música com a vehicle de salut (Barcelona: Llar del Llibre, 1988), p. 65, citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p.41. 101 Alvin, Juliette: Music…, op. cit., pp. 78–81. 106 blemente a su canto una calidad de expresión mucho más profunda. En 1737, Farinelli visitó España y llegó a Madrid, donde Felipe V sufría de aguda melancolía. El rey llevaba varias semanas sin atender a los asuntos de Estado. La reina invitó al músico a cantar en un recinto inmediato a aquel donde estaba el rey sentado y abatido. La reina pidió a Farinelli que eligiera algunas melodías expresivas y patéticas; la clase de música que correspondía con el ánimo del paciente. El rey oyó la música desde su cuarto y quedó tan conmovido por la inesperada experiencia que salió de su estancia letárgico, preguntó por el cantante para agradecerle y le pidió que fijara la retribución por aquella bella música. Farinelli le pidió al rey que volviera a la vida normal y cumpliera con sus deberes reales. El monarca accedió y volvió a presidir el Consejo de Estado. (…) El músico fue contratado como cantor personal del rey, y para ello renunció a su brillante carrera de virtuoso… durante diez años cantó, hasta la muerte de Felipe V, las mismas cuatro canciones para el rey todas las noches sin cambios de ninguna clase. De esta manera en el curso de diez años repitió unas 3.600 veces las mismas piezas, y nunca cantó otra cosa para el rey». Estamos ante un caso extraordinario de profesionalidad por parte del cantante, que renunció a su carrera profesional para poder ejercer como musicoterapeuta, dando prioridad a la salud del monarca por encima de su posible necesidad de variar su repertorio o viajar por toda Europa, donde era aclamado. La música, en este caso, fue el medio que sanó al paciente en un momento concreto, y la labor posterior fue de prevención para conseguir un equilibrio anímico que permitiera al rey ejercer sus funciones. 107 3.3.2. ÁMBITO DE LA MUSICOTERAPIA Los dos grandes campos en donde se desarrolla son la curación y la prevención102. En cuanto a la curación, se aplica en los siguientes contextos: Como ayuda en el diagnóstico clínico. En maternología. Con niños prematuros y recién nacidos. En rehabilitación precoz. En hospicios y casa cuna. En retraso mental. En educación especial. En psiquiatría infantil. En psiquiatría de adolescentes y adultos. En geriatría y geropsiquiatría. En drogodependencias. Con pacientes anoréxicos y bulímicos. En problemas relacionales de la pareja y terapia familiar. En minusvalías de origen neurológico: parálisis y lesiones cerebrales, epilepsia, problemas de lenguaje. En minusvalías físicas: espina bífida, distrofia muscular, amputaciones. En minusvalías sensoriales: ciegos con problemas emocionales, sordos parciales. En cirugía y odontología, como preparación y ayuda a la recuperación. En unidades paliativas del dolor. En oncología. Con enfermos terminales. Con enfermos de sida. 102 Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., pp. 45 y 46. 108 En centros de rehabilitación social. En casos psicosomáticos (enfermedades del estómago, asma, migrañas, alteraciones del ritmo cardíaco, gastritis, alteraciones del sueño…). En cuanto a la prevención, se aplica en lo siguiente: A nivel individual, cada persona puede ayudarse con la música. La madre en el período gestante y en la primera infancia del niño. En la guardería infantil. En educación preescolar y enseñanza primaria. En centros de recreo infantil y de colonias. En centros de acción social para adolescentes. En centros sociales para la tercera edad. En familia. Música funcional en el trabajo, ya sea manual, intelectual o bien artístico–creativo. Música religiosa. En los medios de comunicación social (teatro, radio y televisión). En los departamentos oficiales del medio ambiente, en relación con la contaminación sonora y aspectos afines. Según Poch, «esta actividad preventiva supone la utilización de la música en cualquier situación personal o actividad humana a fin de ayudar al hombre a evitar los efectos negativos de las mismas o el que sean causa de enfermedad»103. El primer país que estableció la carrera de musicoterapia como un estudio universitario fue Estados Unidos. Eva Augusta Vescelius fue la pionera, trabajando en ello entre 103 Ibíd., p. 591. 109 1900 y 1917. En 1903 fundó la National Society for Musical Therapeutics; se dedicó a impartir numerosas conferencias y creó una revista, Music and Health, en 1913. El primer curso universitario lo impartió Isa Maud Ilsen, en la Columbia University, en la ciudad de Nueva York (1919). Ilsen era enfermera y desde 1905 trabajó este campo con enfermos de tuberculosis. Posteriormente, en la I Guerra Mundial, comprobó la eficacia con soldados heridos y con problemas psíquicos. A partir de aquí son muchos los que tomaron el relevo y fueron conformando los estudios de Musicoterapia como una carrera oficial en diferentes universidades del país. En el año 1997 ya se contabilizaban programas de Musicoterapia en 132 universidades de todo el mundo. Actualmente en Europa se suele ofrecer la titulación a través de Másteres o Postgrados que requieren, para poder cursarse, una licenciatura o diplomatura previa y una formación musical104. 3.3.3. PERFIL DEL MUSICOTERAPEUTA Cualquier profesional que trabaje con terapias aplicadas a personas con desequilibrios de algún tipo, deben tener una estabilidad emocional y mental que le permita, junto a otras cualidades, poder ejercer con éxito su profesión. Según Muskatevk, las condiciones requeridas para poder ser un buen musicoterapeuta son105: Buena salud y vitalidad. Estabilidad emocional. 104 Ibíd., pp. 53 y 54. Muskatevc, L: The essential ingredient (NAMT: Journal of Music Therapy, 1966), p. 75., citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., pp. 49 y 50. 105 110 Comprensión y aceptación de uno mismo. Deseo de ayudar a los demás. Paciencia. Tacto. Saludable sentido del humor. Habilidad para el trabajo en equipo. A todas estas capacidades hay que sumarle aspectos musicales fundamentales para poder ejercer con acierto. Requiere sensibilidad musical y artística para saber elegir en todo momento la música y el ejercicio más adecuado para la problemática que deba tratar. Para ello, es importante que tenga creatividad y facilidad de improvisación pues el terapeuta deberá actuar en función del resultado de cada sesión, ajustando su planteamiento a las necesidades reales de los pacientes. De todo lo anterior se deduce que el musicoterapeuta debe ser un músico experimentado y con facilidad para trabajar en el terreno psicológico. Además, debe tener conocimientos de dirección de conjuntos vocales o instrumentales, estar capacitado para enseñar a cantar y tocar instrumentos variados y ser un buen improvisador con mucha imaginación. Realmente, el musicoterapeuta que no tiene esos conocimientos desarrollados tendrá una importante limitación que le hará contar con muchos menos recursos a la hora de impartir su terapia. Si bien se trata de una ciencia que se resuelve en un arte, como comentábamos anteriormente, las formas de medición de los resultados no son objetivas ya que no se pueden cuantificar en un lenguaje matemático y verbal concreto. Estamos hablando de trabajar con emociones, sentimientos y aspectos psíquicos de gran fuerza para el individuo, ubicados en el hemisferio derecho generalmente. 111 Los resultados se hacen visibles a través de la salud global del paciente y de la mejora de su calidad de vida. La función del musicoterapeuta le conduce a formar parte de un equipo terapéutico de más profesionales, por ello, debe tener facilidad para colaborar con más personas. Su valoración es importante ya que tiene la posibilidad de que el paciente se exprese de un modo mucho más libre que cuando está ante un médico. En las sesiones musicales es más fácil expresar las emociones, dejarse llevar por los sentimientos reales y extraer, sin cohibiciones ni bloqueos, el mundo oculto a simple vista. J. Alvin señala la importancia de anticipar la sesión de musicoterapia a la visita del psicoterapeuta106: «Los psicoterapeutas encuentran que las sesiones de musicoterapia inmediatamente anteriores a las sesiones psicoterapéuticas facilitan la emergencia de material inconsciente reprimido, de gran valor psicoterapéutico. Era introducida inmediatamente después y esto parecía aumentar en forma particular la comprensión íntima de los pacientes. En aquellos casos cuyas entrevistas no precedían a la psicoterapia, los informes remitidos al psicoterapeuta eran valiosos, pero el valor de la sesión de musicoterapia parecía disminuir por el lapso que transcurría hasta la psicoterapia». El profesor Thayer Gaston dijo en 1966 en la reunión anual de la NAMT, que el musicoterapeuta debía ser como «los ojos y los oídos del psiquiatra», de manera que la información que puede aportar es muy valiosa. De sus observaciones, el psiquiatra puede extraer información fundamental para poder tratar al paciente con acierto107. 106 107 Alvin, Juliette: Music…, op. cit., p.191. Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., pp. 52 y 53. 112 3.3.4. ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES Para poder aplicar la terapia adecuada es fundamental establecer el origen de la enfermedad, según sea de raíz fisiológica o psicológica. Al primer grupo pertenecen todas las enfermedades relacionadas con traumatismos, víricas, metabólicas o patologías derivadas de cuestiones neuronales en general; en el segundo grupo se contemplan aquellas que proceden de problemas psíquicos como la neurosis, las distintas patías, etc108. En el primer caso, la musicoterapia nunca podrá curar la causa del problema pero sí que puede ayudar al enfermo a paliar los efectos de su enfermedad, a aceptarla y mejorar su calidad de vida. En cambio, en las enfermedades psíquicas, se puede actuar sobre la raíz del problema; de este modo se colabora en su prevención y curación. En otras ocasiones, se trabaja con la integración al medio circundante en personas que han quedado ciegas o sordas. A nivel sensorial, la música puede ayudar al ciego a desarrollar percepción auditiva y le enseña a confiar en su poder de oír secuencias de sonidos. Además, el empleo de la música en su adiestramiento físico acaso le ayude a desarrollar el sentido espacial de que carece. Para los sordos, la música puede ser físicamente terapéutica, pues corrige ciertos defectos fisiológicos debidos a esa dolencia. El niño sordo carece de ritmo corporal, que se desarrolla con el oído desde el nacimiento. Al no tener esta base camina y habla de un modo caótico. Puede resultar paradójico usar música para sordos, pero se trata de formas simples de vibraciones rítmicas. El niño las percibe por canales nerviosos diferentes de los conductos auditivos: a través de la piel y de los huesos. Las vibraciones se transmiten con facilidad a través de 108 Ibíd., p. 197. 113 un suelo de madera, del lateral de un piano sobre el cual se apoya o del parche de un tambor que toca. De este modo, aplica las vibraciones que ha aprendido y memorizado a su forma de hablar y a sus movimientos corporales109. Por último, personas con senilidad o retardos profundos no tienen remedio, pero la música puede mejorar su realidad cotidiana y su bienestar. El placer y el goce que experimentan les estimula la mente, revive viejos recuerdos y activa el cuerpo. Simplemente cantar por placer puede darles un sentimiento de dignidad y felicidad que vale la pena110. En ambos casos, es fundamental el apoyo psicoterapéutico, y es a través de la musicoterapia como se puede ayudar al paciente de forma total, pues más allá de la opción que representa el curar su problema físico o psíquico con la farmacología, se busca hacerlo por medio de una ayuda emocional y mental. No se debe olvidar que el ser humano no es sólo un cuerpo físico sino que sus emociones y pensamientos, su actitud vital, su autoestima y su conciencia individual son el motor básico de su existencia. Yendo a la esencia de lo que es el hombre, ahondando en las causas más ocultas pero que en muchas ocasiones, dirigen los procesos de acción, es cómo se puede realizar una terapia verdaderamente efectiva. 3.3.5. HACIA UNA NUEVA MENTALIDAD HOLÍSITICA La idea de la relación que hay entre cuerpo y mente ya fue defendida por Hipócrates en el siglo IV a.C.: «Las fuerzas naturales que llevamos en nosotros son las auténticas sana- 109 110 Alvin, Juliette: Music…, op. cit., pp. 144 y 145. Ibíd., p. 154. 114 doras de la enfermedad»111. Sigue explicando Gaynor que la percepción de considerar al ser humano bajo un enfoque holístico siguió su curso hasta mediados del siglo XVII, cuando Descartes estableció el dualismo cartesiano, según el cual, la mente y el cuerpo son dos entidades sin ninguna influencia entre sí. Afortunadamente, hacia finales del siglo XIX varios doctores retomaron la tradición olvidada. Fueron investigando y fundamentando de nuevo la relación global que hay en nuestro organismo. El doctor Claude Bernard consideraba que nuestras células, órganos, hormonas y otros factores bioquímicos operan en conjunto para mantener sanas las defensas contra la enfermedad y posibilitar un buen funcionamiento de nuestros sistemas biológicos (cardiovascular, endocrino, linfático e inmunitario). Esta idea fue desarrollada por Walter Cannon que definió como homeostasis al proceso mediante el cual el organismo se auto–regula, buscando un equilibrio entre nuestra presión sanguínea, el ritmo cardíaco, la temperatura corporal y los niveles de azúcar en la sangre. Descubrimientos posteriores dieron, en los años ochenta, nacimiento a la fisioneuroinmunología, dedicada a descubrir las conexiones entre la mente, el sistema nervioso y el sistema inmunitario. Siguiendo esta línea de investigación, la doctora Candace Pert, descubrió que los elementos químicos específicos del cerebro, los neuropéptidos, actuaban como transportadores entre la mente y el sistema inmunitario. Esa visión demostró que no existen barreras entre nuestros pensamientos y sentimientos por una parte, y nuestro sistema de curación biológica, por la otra. Los neuropéptidos serían como llaves que accionan las cerraduras moleculares en la superficie de las células «receptoras». 111 Gaynor, Mitchell: Sounds of…, op. cit., pp. 83 y 84. 115 Por lo tanto, la química del cerebro puede funcionar por todo el cuerpo entregando mensajes de cómo deben funcionar nuestros sistemas para estar sanos. La doctora considera que no habría que hablar de conexiones cuerpo–mente sino de una sola unidad conformada por ambas. Los neuropéptidos viajan por nuestro flujo sanguíneo, enganchándose con los receptores de las células de cada rincón del cuerpo. A ellas les llevamos nuestros traumas, emociones y preocupaciones, provocando una «desafinación» de nuestro sonido vital. De igual manera, en estados de serenidad y equilibrio, conseguimos que nuestro cuerpo y sus sistemas orgánicos estén «afinados» y actúen de forma equilibrada provocando la salud. La relación del sonido con todo lo explicado estriba en que éste es una forma de energía, que, dentro y fuera de nuestro organismo regula las células del cuerpo. Las ondas sonoras pueden, por consiguiente, influir en los neuropéptidos y sus receptores celulares. De ahí que el sonido y su vibración sea una influencia fundamental para el proceso de salud psicosomática del ser humano112. Uno de los condicionantes de una buena salud radica en la correcta respiración, y, por ende, buena oxigenación de todas las células de nuestro cuerpo. Un estudio llevado a cabo en Australia demostró que la capacidad respiratoria era un factor más significativo que el consumo de tabaco, los niveles de colesterol y el metabolismo de la insulina, para determinar la longevidad de las personas. Esta relación también afecta al cáncer. En los años sesenta, el premio Nobel Otto Warburg publicó sus investigaciones con las que demostraba que las células cancerosas crecen más en un medio donde escasea el oxígeno. Un buen recurso para facilitar esta correcta respiración podría ser el cantar, una de las 112 Ibíd., pp. 83–88. 116 formas más efectivas —emocional y físicamente― de transformar nuestro modo de respirar113. La sincronía es otro concepto que relaciona al sonido y el ser humano. Se trata del proceso por el cual las vibraciones rítmicas de un objeto se proyectan en otro de frecuencia similar, haciendo que éste vibre en resonancia con el primero. El sonido puede alterar nuestros estados de energía y nuestras emociones, influyendo a nivel celular. Hay pruebas científicas que reafirman el concepto de la sincronía: Huygens observó que dos relojes de péndulo a corta distancia terminan por acompasar su ritmo sincronizando sus pulsaciones. Los pájaros que vuelan en manada no siguen a un líder, sino que forman una unidad que se mueve en sincronicidad perfecta. Toda la creación, átomos, órbitas planetarias, manadas de animales, el cuerpo humano, tiende hacia la armonía. Los sistemas del cuerpo (muscular, nervioso, respiratorio y circulatorio), están hechos para funcionar de acuerdo a un ritmo fijo en perfecto equilibrio114. Cuando hablamos de sonidos no podemos limitarnos a los audibles por nuestro oído físico, sino que existe una amplia gama de frecuencias sonoras que nuestro cuerpo puede captar a través de la vibración. Actualmente se está experimentando con ultrasonidos para disolver los cálculos de riñón, y para aislar y eliminar células cancerígenas en la sangre115. 3.3.6. APLICACIONES DE LA MUSICOTERAPIA En todo tratamiento de esta ciencia, la música es el elemento principal que puede establecer una relación con el pa113 Ibíd., pp. 97 y 98. Ibíd., pp. 99–105. 115 Godwin, Joscelyn: Harmonies of Heaven…, op. cit., p. 21. 114 117 ciente. No obstante, son varias las formas en las que se puede trabajar una sesión. Básicamente, podemos dividirlas en tres grupos: 1- Musicoterapia receptivo–pasiva: consiste en la audición musical. Puede usarse como una forma de escucha consciente hasta una más inconsciente, buscando unos efectos parecidos a la anestesia. En operaciones que requieren anestesia local a veces la música es un sustituto que permite tener resultados exitosos. 2- Musicoterapia activo–reproductiva: el paciente, sabiendo tocar un instrumento, puede elegir un repertorio ya existente, lo más adecuado a su estado de ánimo. 3- Musicoterapia activo–productiva: en esta ocasión el paciente puede tocar instrumentos que van desde instrumental Orff (xilófonos, triángulos, bombos, platillos) hasta un piano o la propia voz humana. La sesión propone que el paciente exprese su estado de ánimo a través de los instrumentos que va eligiendo y lo que exprese con su sonido. El musicoterapeuta puede establecer así un diálogo pregunta–respuesta penetrando en las capas más profundas de la psique humana. Otro enfoque de la división entre aplicaciones de la musicoterapia establece diferencias entre116: La cura mediante contrarios: sistema alopático. La cura mediante lo similar: sistema homeopático, «similia similibus curantur» (lo semejante cura a lo semejante). Cuando una persona que está triste, se siente totalmente consolada con una música de iguales características está experimentando un tratamiento homeopático, pues por un 116 Ibíd., p. 61. 118 proceso de identificación se siente en sincronía con los sonidos que simpatizan con ella y acompañan. Por el contrario, una música que es opuesta al estado de ánimo puede provocar un cambio de emoción despertando un sentimiento de alegría y entusiasmo que antes no se tenía. Se estaría aplicando en esta ocasión una cura alopática. Para saber discernir con inteligencia y provocar un resultado eficaz de la audición, se deberá tener en cuenta el momento y la situación concreta de la persona. Siguiendo esta línea se establecen cinco tipos de terapia musical117: 1- Terapia «Radio One». La audición de un programa musical de la BBC durante diez horas diarias a tres pacientes con daño cerebral primario que estaban en coma desde hacia 63, 14 y 13 días, respectivamente, condujo a que, al cabo de dos días de iniciar la terapia, los pacientes comenzaran a hablar. Habiendo trascurrido cinco días fueron capaces de caminar y el tratamiento cesó. Los pacientes en coma necesitan de esa estimulación sensorial para poder despertar de su letargo con mucha más facilidad. 2- Las personas que sufren retraso mental agudo están conscientes y consienten en participar en la terapia musical. Mediante el canto, la percusión o el placer de escuchar, los pacientes se alegran y estimulan contando con un espacio que les confiere dignidad y entretenimiento por un tiempo. 3- Se incita a una vivencia de emociones específicas. Se aplica a personas que fueron sanas y equilibradas pero que a raíz de un trauma sufren padecimientos mentales. La propuesta es seguir el método alopático: calmar 117 Ibíd., pp. 50–53. 119 al maniático y alegrar al deprimido. Todo ello puede modificar el comportamiento del paciente restaurando su equilibrio perdido. 4- Se pretende una exploración individual de la emoción, provocando una catarsis. En este caso se aplica el método homeopático. No se trata de cambiar el estado emocional del individuo sino de trabajar con ese estado y llevarlo a su clímax. Supone una vía de autoconocimiento y se puede aplicar en pacientes que gocen de un determinado equilibrio mentalmente. Con frecuencia, la catarsis es violenta y el paciente rompe sus inhibiciones dejando que sus emociones negativas estallen y se disuelvan en sonidos. 5- Exploraciones del yo a través de la música. Está en relación con las psicologías transpersonales (Jung, Assagioli, Maslow, etc.). Estas terapias, como su nombre indica, no se centran en el yo personal sino en el yo superior que trasciende la dimensión personal y vincula al individuo con las realidades mayores de la naturaleza y el cosmos. Determinadas músicas pueden provocar un estado de plenitud y perfección con el que la psique se identifica plenamente. Otro aspecto de esta línea está enfocado a recuperar, mediante músicas, partes de nuestro pasado que nos han conducido a ser lo que somos en la actualidad. También se pueden evocar imágenes del subconsciente que permiten sanar a la persona. 3.3.7. CONDICIONANTES DE UNA SESIÓN DE MUSICOTERAPIA Cada persona tiene establecido un vínculo diferente con la música. Muchos factores influyen y determinan esta relación a lo largo de toda nuestra vida: el contexto social, la 120 educación recibida y el entorno cultural. El musicoterapeuta debe conocer al máximo el historial del paciente al respecto, para poder tratarlo con efectividad. En musicoterapia no se distingue entre una música buena o mala, de mayor o peor calidad, sino que se diferencia en función de la efectividad que puede provocar. En general, se suele reaccionar de forma similar ante determinados estímulos sonoros, por ejemplo, una música bailable y muy alegre anima a la persona. Sin embargo, pueden aparecer reacciones excepcionales que revelan datos importantes acerca del paciente. Si alguien se entristece con una música alegre puede ser debido al recuerdo que ésta le evoca respecto a una experiencia negativa y penosa en su vida. Se puede rechazar la música al sentirla como una invasión de su mundo interior. Denota una negativa a exteriorizar sus sentimientos y a permitir un proceso de comunicación. Hay pacientes que reaccionan a la música de forma independiente al carácter que tiene. Están expresando su estado de ánimo sin tener en cuenta lo que escuchan. Por ejemplo, un neurótico puede percibir una música alegre y ligera como triste, oscura e inquietante; asimismo, puede suceder lo contrario. Estas respuestas incongruentes suelen ser claves para determinar el diagnóstico, pues arrojan luz sobre la personalidad del paciente, sus actitudes inconscientes y conflictos118. La mayoría de pacientes no pueden prestar mucha atención a la música durante un tiempo largo, pues la enfermedad afecta su capacidad de atención. Nunca hay que forzar en este sentido, pues la reacción puede ser contraproducente y pasar de estar estimulados a rechazar la música por cansancio o angustia. Todos estos factores acentúan el 118 Alvin, Juliette: Music…, op. cit., p.178. 121 carácter artístico de la musicoterapia ya que obligan a tener en cuenta muchas variables no mensurables psicológicas del paciente. 3.3.8. EL EFECTO TOMATIS Con este término propuesto por la Academia Francesa de Medicina, se fundamenta una tesis que expone que: «la voz sólo puede reproducir lo que el oído puede oír». El doctor Alfred Tomatis fue un médico francés que se especializó en oído, nariz y garganta, así como en los sonidos que percibe el bebé en el útero materno. Según él, «el feto oye una gama de sonidos predominantemente de baja frecuencia. (…) El universo sonoro en el cual está sumergido el embrión es notablemente rico en calidades de sonido de todo tipo. (…) Y luego la voz de la madre se afirma en este contexto (…) un sonido en forma de mensaje codificado de calidad excepcional»119. A raíz de sus investigaciones sobre el sonido y su repercusión en el ser humano en relación a la comunicación y el lenguaje, desarrolló una técnica llamada «Renacimiento sonoro», que recrea en el paciente el viaje desde el útero al alumbramiento y su primera infancia, a partir de cómo y qué oímos. Mediante el uso de grabaciones de la voz materna filtradas mecánicamente, o de composiciones de Mozart, los pacientes experimentan un «redespertar» de la conciencia temprana que es, psicológica y físicamente, curativa120. 119 Tomatis, Alfred: The Conscious Ear (Nueva York: Station Hill Press, 1991), p.127. 120 Gaynor, Mitchell: Sounds of…, op. cit., p.139. 122 Antes de trabajar con niños ya era famoso por tratar a cantantes con problemas de afinación y a obreros expuestos a exceso de ruido. En ambos casos el diagnóstico presentaba una articulación pobre y problemas de afinación. La conclusión ante tales síntomas fue que «la voz sólo contiene los armónicos que el oído puede captar»121. Como consecuencia de sus tratamientos hay casos espectaculares, como los resultados con niños autistas que estaban atascados en una etapa preverbal y pudieron superarla. Para llevar a cabo su terapia, usaba un aparato electrónico, inventado por él mismo, que es un «simulador de audición de alta calidad» que estimula los músculos del oído interno haciéndolo entrar en contacto con grabaciones de la voz hablada, del canto gregoriano y de música de Mozart, a las que se les han filtrado los sonidos, salvo los de alta frecuencia. Estos sonidos, según Tomatis, alimentan el cerebro, ya que constan de un número mayor de vibraciones, y, por ello, contienen más energía122. Según explica el doctor, seleccionó la música del canto gregoriano porque en ella abundan los sonidos de alta frecuencia, y sus ritmos reflejan el ritmo fisiológico en un estado sereno y relajado. En cuanto a la música de Mozart, su gama de frecuencias predomina en las agudas, además de usar ritmos siempre armónicos y equilibrados que contagian al cuerpo físico y le transmiten orden. 3.3.9. EL EFECTO MOZART Don Campbell, director del Institute for Music, Health and Education, acuñó este término fruto de las investigaciones 121 122 Tomatis, Alfred: The Conscious…, op. cit., p.34. Ibíd., p.139 y 140. 123 que siguieron la estela de Tomatis. Se llama así a los beneficios que se producen al escuchar la música de Mozart. Numerosas son sus aplicaciones en diferentes campos: 1- Estimula al feto en el periodo de gestación, lo armoniza y tranquiliza a la vez. 2- Posibilita que su audición retrase el nacimiento prematuro en niños precoces. 3- Usada bajo la batuta de profesionales de la psicología puede aplicarse en la superación de traumas emocionales y problemas mentales, aliviando e incluso superando totalmente algunos casos. 4- Potencia la memoria, la capacidad de atención y concentración y todo ello redunda en la mejora en el sentimiento de autoestima. 5- Acrecienta el rendimiento escolar en niños que regularmente escuchan su música. Especialmente en el campo de las matemáticas y las ciencias espaciales. 6- Facilita el aprendizaje de idiomas al mejorar el oído. 7- Es usada en hospitales como música ambiente para estimular a los trabajadores en sus turnos (cafeína para el oído), así como para tranquilizar a los pacientes y familiares en los difíciles momentos que suelen tener que enfrentar. La lista podría seguir con centros de psicología que utilizan su música como terapia, pero lo importante sería tratar de entender el porqué de estos beneficios. Si se hace un estudio de los sentimientos y emociones que provoca su música, aparece un equilibrio dinámico entre pasajes de relajación y los de exaltación o alegría. Sorprendentemente, el hilo conductor de sus composiciones se combina entre una serenidad y una energía y vitalidad que potencia la 124 acción. En su libro123, Campbell cita las investigaciones llevadas a cabo por el Center for Neurobiology and Memory, en Irvine (California), dirigidas por Frances H. Rauscher. En estos experimentos hizo escuchar a un grupo de alumnos la Sonata para dos pianos en Re mayor de Mozart, K. 448, y a otro grupo les hizo permanecer en silencio. Posteriormente les realizaron a todos un test de cociente de inteligencia espacial. Los que habían escuchado la sonata tuvieron mejores resultados que los que habían estado en silencio. Es como si la música hubiera avivado el cerebro facilitando procesos neuronales124. También es interesante observar cómo Mozart es uno de los compositores que más frecuencias altas utilizó en sus obras, aquellas que estimulan el cerebro de forma más intensa. Por otro lado, también podemos encontrar todas estas características en obras de otros músicos como Vivaldi, Haydn, Beethoven, etc. Tampoco hay que olvidar que la aureola de expectación alrededor de este efecto, más allá de formar parte de un marketing, propicia que Mozart sea escuchado por más públicos, cumpliendo así una función positiva al fin y al cabo. Tal vez lo que diferencia a Mozart de otros compositores es un sello especial que Tomatis trató de explicar de la siguiente manera: «Tiene un efecto, un impacto, que otros no tienen. Excepción entre las excepciones, posee un poder liberador, curativo y, hasta me atrevería a decir, sanador»125. 123 Campbell, Don: The Mozart Effect (Nueva York: Avon Books, 1997), p. 15. 124 Gaynor, Mitchell: Sounds of…, op. cit., p.142. 125 Tomatis, Alfred: The Conscious…, op. cit., p.15. 125 Algunas aplicaciones de la música de Mozart se han usado para terapia contra el dolor y para aliviar los ataques de cefalalgia musculotensiva, el tipo de dolor de cabeza más frecuente relacionado con el estrés y la ansiedad. El Concierto en Si bemol Mayor para violín y orquesta K. 207, es usado para reducir el dolor durante el parto. Una investigación realizada en el hospital de Nara en Japón, demostró que la música clásica en general actúa sobre los asmáticos duplicando la cantidad de aire inhalado; y los enfermos norteamericanos de Alzheimer han logrado que la musicoterapia esté subvencionada por el estado como una forma de frenar el avance de la enfermedad. 3.4. Música y sociedad El hombre es, por definición, un ser social. Las relaciones que se establecen entre las personas están marcadas por la comunicación. Dentro de este marco, la música favorece la expresión de nuestros pensamientos, emociones e ideas; es un medio muy valioso para poder conectar con otros individuos y entender más allá del lenguaje racional. Muy a menudo, la música es un símbolo que usamos para representar ideas, comportamientos y actitudes de modo muy directo y auténtico. Por otra parte, la música es asequible a todo ser humano desde el nacimiento, pues los niños también se comunican a través de la música y conectan con ella, a veces, incluso, de un modo más directo que los propios adultos. A nivel social, la música puede unir a un grupo de hombres que en un momento dado, mediante el mensaje subliminal de una obra, se conectan entre sí. La participación en un grupo musical, como un coro por ejemplo, puede crear un sentimiento de pertenencia en donde todos se unen para 126 un fin común que es la experiencia musical y la necesidad de expresar unos sentimientos a un público receptivo y atento. Por el contrario, al unir una música a un determinado grupo humano puede crear a la vez una barrera con respecto a otro grupo diferente. Realmente, el arte de los sonidos tiene poder para unir y para separar, es la misma energía dirigida hacia lo positivo o hacia lo negativo. De ahí su importancia y el cuidado que, desde las antiguas civilizaciones, se puso en su estudio. La música puede calmar a un grupo de manifestantes enfurecidos que, habiendo perdido su propia identidad actúan movidos por la inercia de la masa. Puede sacar a un hombre del estado hipnótico en que se sumerge cuando está alienado por ideas irracionales; como decíamos anteriormente, del mismo modo puede hacer enloquecer a un grupo humano que de repente pierde el sentido común y cae en un estado de inconsciencia, dejando aflorar los instintos más bajos. Así es el poder del sonido que conecta con nuestra esencia vibratoria y la altera en un sentido o en otro según la influencia sonora y la persona que la recibe. En cuanto al carácter universal de la música, Storr opina que no está tan claro. En nuestro actual momento histórico, la cultura occidental tiene un gran predominio respecto a otras culturas y, tal vez por ello, nos encontramos con intérpretes chinos, japoneses o coreanos expertos en la música de nuestro hemisferio, pero difícilmente ocurre al revés. En general, hay un gran desconocimiento de la música oriental y de su significado. No sabemos escucharla, pues su origen es diferente a nuestra percepción lineal del flujo sonoro, tal como lo escuchamos en nuestras composiciones. John Blacking, etnomusicólogo que estuvo conviviendo con los venda durante años, afirma lo siguiente: 127 «La idea de que la música es un lenguaje universal del futuro es posible gracias a que el ser humano posee una mente que le permite sentir emociones, superando así las trabas culturales de los diversos mundos musicales hasta el ser humano de a pie que inspiró la música. Por ello, este arte puede convertirse en un lenguaje universal si los individuos están familiarizados con todas las formas de expresión musical artística y a través de la transformación de los individuos se convierte en un ―vehículo para lograr la paz mundial y la unificación de la humanidad‖»126. Storr opina sobre este pensamiento que es, hoy por hoy, una utopía, ya que la mentalidad occidental se basa más en la alienación que en la cooperación con otras culturas, y desgraciadamente, este sentimiento de fraternidad todavía está lejos de poder realizarse, pues la humanidad en general se encuentra en un estadio bastante insipiente respecto al sentido de la existencia humana, y los separatismos culturales, políticos y raciales conforman la actualidad presente. Pero el hecho de que no sea fácil no significa que no sea posible. Para ello hace falta ir sembrando semillas que puedan germinar en un futuro hacia un nuevo modelo de convivencia que surja como alternativa ante el fracaso del modelo actual de nuestro sistema materialista, consumista y capitalista. John Blacking propone una definición de música como «sonido humanamente organizado»127, enunciación que cada vez más es tomada en consideración por su claridad y senci126 Blacking, John: A Commonsense View of all Music (Cambridge: University Press, 1987), p. 149, citado en Storr, Anthony: Music and…, op. cit., p. 77. 127 Blacking, John: How Musical is Man, (University of Washington Press, 1973), [traducido por Francisco Cruces: ¿Hay música en el hombre? (Madrid, Alianza editorial, S.A., 2006), p. 14]. 128 llez. A resultas de este pensamiento la musicología, que se limitaba al estudio de la música occidental, y la etnomusicología, que se centraba en las culturas no occidentales, se están uniendo cada vez más en sus investigaciones. Al respecto, continúa diciendo: «La historia universal de la música está fundamentada en el argumento de una complejidad creciente y bajo los criterios de valor más estrictos de la música europea, no es más que un discurso etnocéntrico que pretende justificar una ―superioridad musical‖ de la élite dominante de nuestra sociedad. Ni la complejidad de una obra musical indica ningún tipo de superioridad artística, ni tampoco puede igualarse simplicidad a arcaísmo»128. La función de la música es reforzar ciertas experiencias que han resultado significativas para la vida social, vinculando más estrechamente a la gente con ellas. Blacking cree en la música como una expresión que permite compartir y transmitir experiencias y emociones en los individuos y los grupos hacia un desarrollo armonioso del cuerpo, el espíritu y las relaciones sociales. Compartimos totalmente esta definición, pues consideramos que la música afecta al ser humano no sólo en las emociones sino a nivel global. Creemos que es fundamental enseñar a los alumnos que la música occidental europea es una de las muchas músicas étnicas del mundo que, en este caso, se desarrolló en una determinada época en Europa. Las divisiones entre música culta y música popular conducen a confusión pues lo que realmente es importante es saber qué sonidos y a qué tipo de comportamiento han decidido las sociedades llamar «musicales». Por ejemplo, 128 Ibíd., p. 17. 129 realizar un test musical para valorar la aptitud del alumno sólo sirve para medir el sistema musical que propone el examinador, tal vez, en otro sistema los resultados del test sean todo lo contrario. La música es una forma de comunicación que, en un contexto cultural compartido, puede evocar sentimientos de miedo, tensión, patriotismo, religiosidad, misterio, amor, alegría, etc. Sin este marco cultural es imposible asociar determinadas músicas a estados de ánimo. Por ejemplo, al escuchar el sonido de trompas tibetanas hay personas que se estremecen, mientras que los nativos del Tíbet lo asocian a estados espirituales profundos. Hay muchos más ejemplos al respecto. Opinamos, pues, que es fundamental investigar los patrones musicales sin prejuicios previos respecto a la forma de analizar la música, pues está claro que si pretendemos juzgar con nuestra particular visión, el resultado estará deformado por el ángulo desde el cual observamos la realidad. Estamos educados en una sociedad que aboga más por la competitividad que por la cooperación. En el campo musical la competencia exige a veces que se alcancen niveles muy elevados para poder llevar a cabo una carrera. El enfoque está mal planteado pues de ello no surge más que infelicidad y crispación. Hay muchos adultos que se arrepienten de haber dejado los estudios musicales en su adolescencia porque les aportaba más malas experiencias que buenas. Por eso surge la necesidad de vivir la experiencia musical desde el lado del disfrute, del compartir, del relajarse y no del de alcanzar unos determinados resultados o superar un examen. Esta idea no defiende el que no se valore la buena ejecución de la música, pero la motivación está en hacer las cosas bien y no en un examen como finalidad. Al respecto, según muestra Blacking en su libro, en las sociedades venda se valora en gran medida una buena ejecución para que se 130 cumpla la función musical correctamente. Al aplaudir la maestría de músicos excepcionales, los venda alaban el esfuerzo humano, es decir, los valores intrínsecos a la acción. Los grandes músicos que han pasado a la historia, como Bach o Beethoven, lo han hecho gracias al público, que los escucha y valora como oyentes educados en ese sistema musical. La principal característica de la música en su sociedad es que permite abrir un tiempo especial en el que ocurrirá alguna cosa que aleja al hombre de lo cotidiano y rutinario. Esta vivencia alejada de lo profano permite una transformación interior en el hombre que, conducido por la propia música, experimenta emociones profundas. En cuanto a las diferencias esenciales entre la música de distintas culturas, encontramos que el hecho de que la música de una determinada sociedad sea más compleja no significa que los músicos de ésta tengan mejores aptitudes que los de otras culturas, sino que obedece a parámetros sociales que han hecho que se desarrolle de este modo. «No es más fácil ni más difícil ser bosquimano que americano. Es distinto». Dejemos, pues, de valorar a los hombres según la tecnología que han llegado a desarrollar en sus sociedades y comencemos a juzgarlos según sus valores humanos. 3.4.1. LA MÚSICA EN EL ÁMBITO COMERCIAL Nunca tanto como ahora, en la historia de la humanidad se había escuchado música en tal cantidad. Los aparatos reproductores de sonido, cada vez más evolucionados y variados, junto con la televisión y la radio, han posibilitado una disponibilidad y acceso difícilmente imaginables para el hombre de hace un siglo. 131 Hemos superado una época en la que la música era un lujo exclusivo de la nobleza que tenía sus propias orquestas. La música, más que tener carácter y comprensión colectiva para trasmitir emociones, era una expresión estética con necesidad de un público y de ejecutantes profesionales129. Aparece ahora una demanda de espectáculos operísticos para la incipiente burguesía: la primera representación operística en público se realizó en 1.600 en Venecia. A partir de este momento, y en la medida que la nueva clase media se iba fortaleciendo y asumiendo una identidad sólida en las ciudades cada vez más desarrolladas, la música era cada vez más accesible a través de los numerosos conciertos y espectáculos musicales que se organizaban en los países más desarrollados de Europa. La demanda de estos espectáculos aumentó durante la segunda mitad del siglo XIX a consecuencia del crecimiento económico de la clase media. Dicho fenómeno lanzó a la fama a músicos como Offenbach o los dos Johann Strauss, entre otros. Durante el siglo XX, autores como Gershwin se adaptaron a los tiempos modernos con sus bandas sonoras para el cine. Es entonces, a partir de la segunda década del siglo XX, cuando la música clásica y la música popular se fueron distanciando cada vez mas hasta llegar a formar parte de dos mundos bastante alejados130. Si bien la música popular, la danza y las canciones que forman parte del patrimonio cultural de cada región es algo que siempre se ha mantenido, tal vez hoy estén en peligro debido a que, por nuestro actual modo de vida, ya no tenemos incorporada esta música tradicional en nuestros quehaceres habituales, como antaño, sino que básicamente 129 130 Fregtman, Carlos D.: El tao de…, op. cit., p. 81. Storr, Anthony: Music and…, op. cit., pp. 13 y 14. 132 nos limitamos a mantener agrupaciones que realizan certámenes y todavía actúan en las fiestas populares pero con un marcado acento folklórico alejado de su origen popular. Según los datos expuestos hasta ahora, cabría suponer que la música está reconocida como un bien importante y tendría que haber una concienciación de la necesidad de una educación musical así como un conocimiento general de sus beneficios y posibilidades. Pero, contra todo pronóstico, nos encontramos en una situación en que todavía la música se considera un «extra», que puede ser suprimible en bien de otras materias consideradas mucho más necesarias para el mantenimiento de nuestra sociedad: la informática, los idiomas y las ciencias en general están encumbradas en el ranking de asignaturas de formación necesaria para formar personas competentes en el futuro. Pero por muchos idiomas que se conozcan y por mucho lenguaje informático que se domine, ¿con qué temas llenarán sus conversaciones personas sin ningún tipo de formación humanista? Si no se promueve la educación en el arte como forma de expresar sentimientos y enriquecer al hombre, si no se transmite el conocimiento de la historia, si no se potencia la afición por la literatura, la poesía, y todas aquellas materias que le confieren dignidad al ser humano, ¿en qué nos convertiremos en un par de generaciones? En la actualidad se pone más acento en los medios de comunicación que en la propia comunicación. De poco sirve tener la más avanzada tecnología si no nos detenemos a educar en el arte de saber seleccionar aquello que nos puede enriquecer y beneficiar en todos los sentidos. Tenemos acceso a toda la información del mundo pero nos hemos olvidado de adjuntar el libro de instrucciones respecto a «¿qué vale la pena aprender?» Lo que ocurre con la música en la actualidad es una analogía de lo que sucede con el ser humano y la educación en general. No olvidemos que la música puede covertirse en 133 un gran negocio. En su momento, los Beatles aportaron a las arcas inglesas más beneficios que el turismo131. Las grandes discográficas van a la búsqueda de estrellas musicales que un estudio marketing lanzará a la fama. Se trata de cantantes que muchas veces son ínfimos, musicalmente hablando, pero que se visten con ropajes que cautivan a miles de jóvenes que los aceptan como sus nuevos ídolos. A partir de este momento lo que menos importa es la propia música y sí los beneficios millonarios que se repartirán los que lanzan el producto. Hay un gran sector de la sociedad, en especial la juventud, que elige automáticamente lo que los medios de comunicación les imponen. Al preguntarles sobres su elección por una determinada música suelen contestar: «es lo que se oye, es lo que está de moda», o, «la escucho porque fue el número uno en los cuarenta principales». Cuando entramos en un supermercado no solemos ser conscientes de que hay música de fondo que a menudo está estudiada para provocar un efecto de necesidad de compra. Para ello, la música elegida evoca un ambiente tranquilo, para no ir con prisas; pero no demasiado, para no perder el impulso de comprar. El tempo idóneo de estas músicas se encuentra aproximadamente en las 70 pulsaciones por minuto, que se corresponden con el ritmo cardíaco. Otro ejemplo de música aplicada para el consumo lo encontramos en los restaurantes: en los lugares de comida rápida eligen piezas musicales de pulsación acelerada para que los clientes consuman más velozmente. Un experimento en un self–service de Dallas demostró que las familias terminan de comer 11 minutos antes que en el caso de poner músicas más lentas. Aunque esto lo realizan con prudencia, sabien- 131 Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., p. 77. 134 do que un ritmo mayor de 100 pulsaciones por minuto podría irritar a los comensales. Uno de los secretos de la publicidad consiste en el uso de la música como reclamo para la compra de producto. Hay campañas de productos que pueden ir acompañados de un tema musical que se convierte en la «canción del verano», multiplicando el impacto publicitario. En la mayoría de negocios que requieren contacto con el público se tiene muy en cuenta la existencia del hilo musical, enmarcado dentro una estrategia de marketing enfocada a maximizar las ventas. El objetivo es encontrar el programa musical que más apetezca oír en cada hora del día y que más pueda encandilar al comprador. Si, aun así, la empresa cliente no está satisfecha, puede detallar sus preferencias, pedir esa canción que guarda en su memoria, para lo cual se confeccionará un canal a medida, completamente personalizado, que sólo se oirá en su negocio. Este fue el caso de Adolfo Domínguez, que pidió música clásica donde sólo tuvieran cabida las composiciones sin cambios de intensidad, de un clasicismo al estilo de Mozart o del barroco de Bach. No en vano el Hilo Musical tiene digitalizados 400.000 temas donde se puede encontrar 90.000 referencias de autores o compositores y 35.000 intérpretes. Pero en la combinación música–negocios entran en juego empresas como las granjas de animales, las estaciones de esquí o las inmobiliarias. Las gallinas ponen más huevos con música, explican en Hilo Musical, y las vacas duermen mejor. En las estaciones de esquí, además de motivar a la hora de la práctica deportiva, el hilo permite insertar cuñas publicitarias que permiten informar a los usuarios del estado de la nieve en las pistas, entre otros. El sector de los inmuebles también se cuenta entre los usuarios de Hilo Musical. Entre los valores que creen que les da la música está aportar seguridad y confianza a los 135 clientes a la hora de tomar una decisión tan importante como comprar una casa. «La música es un factor favorable para vender más pisos y sirve para crear un clima agradable entre los compradores», señala un profesional de este sector. Sin embargo, el comercio al por menor y la hostelería son los negocios que más se decantan por el Hilo Musical. Urge, pues, concienciar a la sociedad sobre la necesidad y derecho que tiene a recibir una educación musical que prepare a cada ser humano para poder beneficiarse de este bien universal que es la música. Informarle de sus efectos nocivos cuando se usa mal y de sus increíbles beneficios cuando se sabe elegir qué escuchar, cuándo y cómo. No se trata de limitar la música a unos estilos determinados —afortunadamente hay mucha variedad y eso enriquece el patrimonio universal— pero sería muy apropiado enseñar a distinguir entre buena y mala música, pues en todos los estilos, clásico, pop, jazz, rock, popular, bandas sonoras, música religiosa, etc., hay de ambas. Enseñar a escuchar, a sublimar cada vez más las emociones y los sentimientos desde los más burdos y vulgares hasta los más elevados e inherentes a la condición humana; enseñar a apreciar los matices, las estructuras internas musicales de las obras. En fin, enseñar a cultivar el oído de modo que pueda apreciar cada vez más aspectos esenciales pero sutiles del sonido. Además del placer estético, se genera un equilibrio vital en los planos físico, psíquico y espiritual que condicionan a la persona hacia una realización mucho más holística de su propia realidad existencial. Las personas que carecen de esta educación son en extremo manipulables y ello les resta discernimiento y sentido común. El director de orquesta Stockausen escribió hace años: «Se puede actuar sobre la sensibilidad eléctrica de un ser humano por ondas sonoras (…) se precisa únicamente pro- 136 gramar durante 12 horas seguidas por día una cierta música por la radio y un día, sin saber por qué las personas se pondrán en pie, se pondrán en marcha para morir por la libertad en nombre de Dios sabe qué»132. Según Poch, «la música eleva hasta lo más sublime o puede degradar, llevar a la droga o, en determinadas personas, conducir al suicidio. Todo depende del tipo de música que se escuche, del impacto personal, de la frecuencia, de la duración o del volumen a que se escuche. El poder de la música es real y hasta físico. (…) En la actualidad, la radio y la televisión constituyen modelos que imitar y pueden ejercer un conductivismo positivo o negativo sobre los oyentes o telespectadores»133. En la medida que primen más los intereses económicos que aquellos de los telespectadores o oyentes radiofónicos —que son los que financian estos medios al fin y al cabo—, la sociedad actual se aleja cada vez más de los beneficios que realmente puede aportar la música, y que son, según Poch134: 1- Alegría, distracción, que ayudan a evadirse de las preocupaciones diarias. 2- Relajación, sedación, cuando se busca parar un momento y serenarse. 3- Actividad física: predispone a la movilización corporal o puede acompañar a un trabajo no intelectual. 4- Actividad mental: predispone al trabajo intelectual y a la creatividad. 132 Stockausen, K: Interviewes, Esselier: VHIOL; nº 4, 1971, p. 110, citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., p. 77. 133 Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., p. 596. 134 Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., p. 597. 137 5- Culturalización musical: nos enriquece internamente desarrollando nuestra sensibilidad. 6- Ayuda a luchar contra la soledad: la música es el símbolo de los sentimientos humanos, en especial los que configuran la vida afectiva. 7- Ayuda a la vida espiritual, pues determinada música evoca trascendencia y sentimientos de esperanza y seguridad. La lista termina con una propuesta para no escuchar lo primero que se oye sino buscar el tipo de música que necesitamos en cada ocasión, según nuestra realidad en ese momento. Aprender a elegir es algo que no pueden hacer otras personas por nosotros. Asimismo, tener autonomía en la elección musical nos puede formar en la capacidad de discernir en cualquier aspecto de nuestra vida. Como complemento de la lista anterior, la musicoterapeuta propone una serie de condiciones previas para una mayor efectividad de la música seleccionada135: 1- Evitar escuchar música a alto volumen, porque la música más exquisita se convierte en ruido instantáneamente. 2- Escuchar la música al nivel de sonido que resulte cómodo para cada persona. 3- Es contraproducente escuchar música continuamente, todo el día, no sólo porque fatiga sino porque embota la sensibilidad musical. El exceso de un estímulo disminuye su respuesta. 4- El goce de la música se incrementa cuando preceden y siguen periodos de silencio. 135 Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., pp. 598 y 599. 138 5- Para escuchar música hay que elegir el mejor aparato estereofónico posible. Con preferencia, aparatos que emitan sonidos con riqueza de armónicos. Las mismas características deben tener los instrumentos musicales que se utilicen. Por último, los efectos de la música dependen de los siguientes aspectos: 1- De que sea expresión de la propia cultura. La música gamelán, por ejemplo, si no se sabe escuchar no transmite lo mismo que expresa para la sociedad que la concibió. Por tanto, no es extraño que para los demás no tenga efectos positivos. 2- De las vivencias y recuerdos personales. Una música que teóricamente provoca alegría en la mayoría de personas puede causar tristeza en una persona determinada porque asocie a ella algún recuerdo doloroso. 3- Del momento en que se escuche. Una misma música puede provocar emoción en un momento determinado y originar apatía en otro. 3.4.2. SILENCIO, SONIDO Y RUIDO El sonido no se puede separar del silencio, los dos se complementan y forman una dualidad que da sentido a uno a otro, pues la música es una combinación de ambos. El silencio aparece en las obras musicales y las enmarca en su inicio y su final. Es importante escuchar el silencio y valorarlo al igual que hay que saber apreciar el sonido. Sin momentos de silencio el ser humano podría desequilibrarse 139 llegando a enfermar. Existen curas de silencio para ciertas dolencias psíquicas136. Actualmente el silencio es un bien escaso en nuestras ciudades donde reina la alta contaminación acústica. Si queremos apreciarlo debemos ir a la naturaleza o a un lugar retirado del ajetreo cotidiano. Es en el silencio donde se suceden las mejores reflexiones y el hombre puede parar en el camino de forma auténtica, reencontrándose de nuevo. Las grandes decisiones en nuestra vida seguramente han estado enmarcadas por el silencio, que permite escuchar nuestros pensamientos de forma más elevada y nítida, sin distracciones. Como vimos en el primer capítulo, el sonido es el resultado de una oscilación del aire que se produce por pequeñas variaciones rítmicas percutiendo contra la presión atmosférica. Estas variaciones actúan sobre el oído humano y son interpretadas por el cerebro como sonidos137. En contraposición, el ruido, está conformado por sonidos cuyas vibraciones son irregulares138. Éste puede impactar en nuestro oído, alterar nuestro bienestar físico, interrumpir nuestro descanso, alterarnos emocionalmente, disipar nuestra atención, etc. 136 Ibíd., p. 599. Jones, G.R.; Hempstock, T.I.; Mulholland, K.A. y Scott, M.A.: Teach yourself Acoustics (Londres: The English universities Press, 1967), p. 2, citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p. 600. 138 Kryter, K.D.: Overview of Noise Annoyance Research, ponencia (Barcelona: Jornadas nacionales de Acústica, 1996), p. 2, citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., p. 601. 137 140 Niveles medios de ruido139: Ruidos insoportables 135 dB Avión a 30 metros de distancia 120 dB Límite en el que comienza el dolor (200.000 vibr./seg.) 110 dB Avión de reacción a 100 m. de distancia Martillo de aire comprimido Paso de un tren por un puente de hierro Ruidos fuertes 90 dB 80 dB Coche deportivo Camión pesado Motocicleta Ruidos medios 70 dB 60 dB 50 dB 40 dB Tráfico callejero intenso Conversación Calle tranquila Habitación en silencio Ruidos débiles 30 dB 20 dB 10 dB 0 dB Tic tac de un reloj Cuchicheo Murmullo de las hojas al viento. Límite de audibilidad (16 vibr./seg.) Un nivel de 80 dB es considerado peligroso si se sufre varias horas seguidas o períodos cortos pero muy repetidos. Por tanto, la mayoría de habitantes de las grandes ciudades soporta una agresión sonora grave. A modo de ejemplo contamos con los estudios de personas sometidas a una cercanía constante al ruido de aviones, por encima de 55 LDN (level day night). Las conclusiones al respecto son un aumento considerable respecto a: 139 Ibíd., p. 601. 141 El porcentaje de personas con hipotensión. El uso de medicamentos para controlar el estrés. El índice de visitas médicas. El índice de ingresos en hospitales psiquiátricos. La incidencia de los pesos de los niños al nacer que son por debajo de lo normal140. Según Andrés Berlanga «el ruido es un arma que mata silenciosamente», quien aporta un ejemplo de un decreto de la corte del emperador chino Shi Huang–ti de hace 2.000 años: «quién difame al emperador no ha de ser ahorcado ni acuchillado, sino que los tocadores de flauta y tambor le rodearán hasta que caiga al suelo muerto»141. El cuerpo humano posee mecanismos de autoprotección. El oído tiene dos músculos que se contraen bajo los efectos de la estimulación sonora y se ponen en funcionamiento cuando se alcanzan niveles entre 70 y 90 dB. Pero la repetición de los mismos estímulos puede causar fatiga en los músculos estepedianos y dejar de contraerse, con lo cual la protección puede ser nula. Otro ejemplo lo tenemos en las discotecas. Debido a los decibelios que se llega a alcanzar con la música (100 dB, cifra altamente preocupante pues está rozando el llamado «umbral del dolor»), la sordera y otras lesiones en el tímpano son consecuencia lógica en las personas que están expuestas a estas frecuencias, como sería el caso de los disc– jockeys. Los perjuicios no sólo afectan al sistema auditivo sino que, tal vez peor, la exposición repetida de estos sonidos conlleva a un embotamiento psíquico y a una atrofia de 140 Kryter, K.D.: Overview of Noise Annoyance Research, ponencia (Barcelona: Jornadas nacionales de Acústica, 1996), p. 7, citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., p. 603. 141 Ibíd., p. 603. 142 la percepción de sonidos sutiles o más suaves. Todo ello se traduce en una incapacidad para expresar o sentir emociones igualmente sutiles; de algún modo, las emociones se van atrofiando, llegando a ser necesarias experiencias muy fuertes y rudas para «sentir». 3.5. La música en el ámbito personal Según C. Fregtman, «el hombre hace música por el mismo motivo por el que baila o pinta; para expresar sus sentimientos, para ―pulsar‖ su emoción. Este concepto está totalmente imbricado en las sociedades tradicionales, mientras que en los siglos XIX y XX fue más bien el producto individual de unos pocos, alejándose de la realidad circundante y limitándose a grupos selectos»142. Nuestro sistema musical ha provocado una serie de programaciones que son como frases lapidarias que llevamos a cuestas: «No tengo ritmo», «son desentonado», «no tengo oído», «sin la partitura no sirvo de nada», «no sé improvisar», etc. Si bien no todas las personas tienen aptitudes musicales, sí pueden producir sonidos y expresarse por un medio no verbal. No se baila para conquistar una meta determinada, sino sencillamente para bailar; hacer música conlleva la misma finalidad por sí misma. No se trata de hacer música para triunfar sino para expresar nuestra humanidad143. A veces se tienen ideas muy estrictas respecto a la práctica musical. Una cosa son las condiciones que debe 142 143 Fregtman, Carlos D.: El tao de…, op. cit., p. 77. Ibíd., pp. 81 y 82. 143 poseer un músico profesional y la dedicación respecto a la práctica del instrumento, y otra, es tener la música como hobby, aprendiendo los conceptos básicos de lectura musical y practicando un repertorio sencillo. Muchas personas han dejado la música debido a los estrictos métodos con que el profesor les ha acercado al instrumento. Antes de dar clases es fundamental saber qué perspectivas tiene el alumno, qué resultados espera conseguir y qué tiempo le va a dedicar a esa práctica. Mezclar ejercicios técnicos con melodías que gusten y con improvisación puede resultar una buena combinación. Y si a todo ello se le añade el poder tocar música de cámara con otras personas, la experiencia puede resultar muy gratificante144. En cuanto a todo el proceso de la maternidad, tanto para el bebé como para la madre la música ayuda en esta etapa tan especial de la vida. Por un lado, durante la gestación ayuda a reducir el estrés y el nivel de ansiedad especialmente en madres adolescentes. Se suelen realizar sesiones en donde se combinan ejercicios de relajación física con música tranquila de efectos sedantes. Durante el parto es un eficaz medio de distracción que aleja la atención del dolor. Por otro lado, el bebé ya experimenta desde el cuarto mes una respuesta al sonido, pues ya se ha desarrollado su órgano de Corti en el oído interno. En China y Japón es costumbre contabilizar la edad del niño a partir de los nueve meses previos al nacimiento, porque entienden que durante la gestación son capaces de captar estímulos. Después del parto se puede ayudar al recién nacido: 1- Emocionalmente, a través de canciones de cuna y audición musical. 144 Poch, Serafina: Compendio de…, op.cit., p. 607. 144 2- Fisiológicamente, a través de masajes y movimientos corporales con música de fondo. 3- Cognitivamente, mediante la estimulación sensorial con ayuda de la música. De todos modos, no debemos olvidar que es importante alternar la música con el silencio, nada en exceso. En experimentos realizados sobre niños prematuros que tienen que estar durante un tiempo en una incubadora, con las carencias afectivas que supone estar en este entorno tan aséptico y desagradable, el poder escuchar música ha servido para disminuir el nivel de ansiedad, aumentar el apetito, ganar peso y mejorar su adaptación al nuevo entorno145. A partir de la primera etapa en la vida del niño comienza ya la educación emocional y mental en relación con la música. El repertorio adecuado y el modo en que se aproxima a los niños hacia el mundo de los sonidos supone toda una aventura en la que la familia, los pedagogos y los adultos en general deben ser una referencia a través de su propia vivencia musical. Que puedan contagiar a los futuros adultos que se empiezan a formar desde la más tierna edad dependerá de su ejemplo. Existen metodologías y estudios de profesionales que han desarrollado sistemas válidos para despertar el amor hacia la música y fomentar el sentido y la sensibilidad musical. Por otra parte, la música también nos beneficia a través de su escucha sin necesidad de tener que interpretarla para poder disfrutarla. A grandes rasgos, una selección adecuada según el momento puede aportar: Calor emocional, compañía. En momentos de soledad y de crisis personal está comprobado que el sonido de 145 Ibíd., pp. 608–616. 145 nuestras músicas preferidas nos consuela, acompaña y proporciona alivio. Energía física. La música rítmica nos proporciona vigor y renueva la vitalidad de cara a tener que realizar actividades que implican un esfuerzo físico. Siempre con la advertencia de no abusar de ella de modo exagerado pues provocaría un efecto contrario de agobio y agotamiento. Ayuda al trabajo intelectual. Empieza por una preparación, en donde se recomienda escuchar música que nos guste a la vez que realizamos estiramientos para acondicionar al cuerpo físico. Durante el proceso intelectual, la música está enfocada a no perder la concentración. Por ello, conviene poner música conocida que no capte nuestra atención y nos distraiga, además, de tener cuidado en escucharla a bajo volumen para que no nos impida oír nuestros pensamientos. Hay trabajos mentales que requieren de absoluto silencio para poder llevarlos a cabo, mientras que otros se pueden reforzar con música para crear una atmósfera afectiva que motive a la acción que vamos a realizar. La música que se recomienda para crear un entorno adecuado es de tipo melódico y música sin palabras —o al menos en un idioma desconocido que no capte nuestra atención—. Ayuda a la creatividad. Muchos artistas buscan la inspiración en la música, incluso los propios compositores antes de escribir. Chopin solía inspirarse en Bach. Poch comenta que cuando hace dibujar con música de fondo a los niños, los resultados son mucho más creativos que cuando hay silencio. La selección más conveniente sería de carácter sedante pero no sincopada o muy rítmica, que invita al movimiento físico y no al reposo. 146 Como recreación o distracción. Es tal vez el motivo más recurrente hoy en día. La música es un placer que alegra, distrae y relaja. Autoexpresión. La música es un recurso extraordinario para la liberación emocional y el equilibrio personal. La emoción es una reacción dinámica a ciertas experiencias y necesita una salida, pues la inhibición y la represión están entre las fuentes principales de los desórdenes mentales. Además, las emociones mentales sólo se hacen conscientes cuando toman forma mediante algún recurso de autoexpresión. Los griegos llamaban «purgas de las emociones» al efecto catártico que alguna música tiene sobre el oyente cuando lo devuelve a un estado armónico146. Hay diferentes maneras de escuchar música, según Aaron Copland: el sensual, el expresivo y el puramente musical. El primero hace referencia a la forma pasiva de escuchar cuando no prestamos atención. El segundo sucede cuando somos conscientes del carácter emocional de la música; y el tercero, por medio de la observación intelectual de la estructura, de la armonía y del estilo147. 146 Alvin, Juliette: Music …, op. cit., p.119. McCarthy, Maureen: The Nature of Music, ed. Riverhead Books (2001), [traducido por Daniel Berlanga Ramos: La naturaleza de la música (Barcelona: Ed. Paidós Ibérica, S.A., 2002), pp. 73 y 74]. 147 147 4 Efectos de la música en el ser humano 4.1. Introducción Independientemente de la utilización del sonido y la música en el tratamiento terapéutico de diferentes tipologías de enfermos, todo ser humano es susceptible de sentir los efectos de la música en todos los planos de su personalidad. A nivel físico, energético, emocional, mental y espiritual puede captar el poder del sonido y las repercusiones que éste tiene sobre un aspecto u otro de su ser. Storr se pregunta si existe alguna relación entre el hecho de que, al principio de la vida, podamos oír antes que ver, como se menciona en el primer capítulo. La primera experiencia auditiva tiene lugar en el seno materno mucho antes de que seamos capaces de ver nada. Además, en el aspecto emocional, parecer ser que el vínculo auditivo que nos comunica a las personas entre sí, es más poderoso que el acto visual. De hecho, las personas afectadas por sordera suelen sentirse más aisladas con su medio circundante que las personas ciegas148. La comunicación que se establece en el acto musical tienen que ver con dos factores: el emisor o música elegida 148 Storr, Anthony: Music and…, op. cit., p. 48. 149 y el receptor u oyente. Con ello queremos explicar que el tipo de música escogido es fundamental para experimentar diferentes respuestas; así como el tipo de oyente que las recibe es de igual importancia. El Réquiem Alemán de Brahms puede emocionar profundamente a un amante de la música clásica, o puede aburrir y dejar indiferente a alguien que no tiene ninguna conexión con su estilo; simplemente será para él como escuchar otro lenguaje que no tiene significado. Cada estilo musical es como un idioma que entiende aquel que lo habla. Del mismo modo que se pueden aprender lenguas, también es posible disfrutar con un nuevo estilo de música a través de la educación. Saber escuchar es lo prioritario y, tal vez, el requisito más importante para poder percibir el lenguaje de la música. De ahí que numerosos autores se hayan dedicado a establecer su propia división acerca de la tipología de oyentes que, según su característica predominante, además de su educación y entorno cultural, tienen una manera de escuchar. Odier establece cinco tipologías149: 1- Los racionales, que se encuentran sobre todo entre los técnicos de la música y en quienes el placer de la audición nace del estudio de las combinaciones de sonidos. 2- Los ideativos, que buscan en la obra musical la expresión de la idea abstracta; son, por ejemplo, los que reconocen en la Quinta Sinfonía de Beethoven la idea del destino. 3- Los imaginativos, que se entregan al desfile de las imágenes y al escuchar música ven pasajes y escenas más o menos plásticas. 149 Odier, Ch.: Comment faut–il ecouter la musique, Semaine Littéraire. Vol. XVII (Ginebra: 1919), citado en Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p. 543. 150 4- Los sentimentales, que traducen sus impresiones diciendo que tal o cual página expresa para ellos este u otro matiz de tristeza, esperanza, amor, agobio. 5- Los emotivos puros, que no pretenden ver en la música la traducción de algo, así fuera un sentimiento, pero que se sienten conmovidos, plenamente satisfechos con los sonidos mismos. Además de los distintos oyentes conviene recordar dos ideas ya mencionadas anteriormente; la primera es que la música está constituida por diferentes elementos que se unen dando paso al resultado final. Entre las partes constituyentes de la obra musical siempre hay un elemento predominante: el ritmo, la armonía, la melodía, el equilibrio entre éstos, etc. La preponderancia de una combinación u otra nos desvela el efecto que provocará en el oyente de forma natural. Por ejemplo, un tema muy rítmico impele al movimiento y la acción. En segundo lugar, llama la atención el hecho de que las investigaciones sobre el efecto de la música en el ser humano antes de la existencia de música grabada (Edison, 1918), obtenían mayores resultados que a partir de la comercialización de los transistores. Parece como si la respuesta fisiológica debido a la repetición de unos mismos estímulos provoca que los efectos sean menos intensos150. Por último, cabe resaltar la diferencia entre oír música de fondo mientras realizamos alguna actividad y el hecho de escuchar música, en sí, como acción propia. Es necesario sentarse y atender con todo el ser dejando la mente liberada de preocupaciones. Cuanta mayor calidad tenga la obra musical que nos disponemos a escuchar, mayor debe ser nuestra atención y compromiso. Es importante relajar el 150 Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p. 57. 151 cuerpo, equilibrar la respiración y abrir la percepción emocional a los sentimientos e ideas que la música nos va a transmitir. Si tenemos la oportunidad de escuchar la música en directo nos daremos cuenta de que se puede percibir incluso el doble de armónicos que en un sonido grabado. Por eso, no es de extrañar que una interpretación en directo sea mucho más impactante que una grabación. A modo de reflexión final diremos que, como el sonido viaja más rápido a través del agua, y el cuerpo contiene aproximadamente un 70% de líquido, los seres humanos somos unos excelentes conductores del sonido151. 4.2. La música y el cuerpo físico Siguiendo la evolución de la medicina tradicional occidental, la única aplicación que se ha realizado con el sonido en medicina ha sido en base a los diagnósticos mediante ultrasonidos. Gracias a ellos se pueden producir imágenes de corazones, vejigas, fetos, etc., mucho más detalladas que las percibidas a través de radiografías. Las mismas propiedades que capacitan al sonido para esta función también podrían usarse para la curación. Desgraciadamente, todavía hay que avanzar mucho en este terreno para incorporar las ondas vibratorias como parte del tratamiento contra muchas enfermedades. La razón de esta falta de investigación al respecto radica en la visión convencional de la medicina. Esta mentalidad divide en compartimentos estancos las distintas partes del cuerpo hasta reducirlo a su expresión celular con funciones independientes de su entorno. Afortunadamente, una nueva mentalidad fruto de un nuevo paradigma, un nuevo modelo de visión del mundo, ha ido demostrando 151 McCarthy Draper, Maureen: The nature of…, op. cit., p. 43. 152 que todas las acciones biológicas van acompañadas de una actividad generada por los genes, proteínas y receptores de las superficies celulares. En dichas acciones los pensamientos y emociones, cambios hormonales, las modificaciones del sistema inmunitario, la liberación de neurotransmisores y neuropéptidos, las fluctuaciones de la energía biológica, etc., influyen en el organismo y son responsables de su equilibrio. El sonido, con sus efectos vibratorios sobre células y órganos y sobre la psique, representa un campo por investigar en la medicina holística y psicosomática del futuro que, colaborando con la medicina tradicional, puede conducir a una nueva etapa de eficacia en la curación y prevención de enfermedades y desajustes orgánicos152. 4.2.1. EFECTOS FISIOLÓGICOS La doctora Poch establece un listado respecto a la influencia de la música en los siguientes aspectos del cuerpo humano153: 1- Presión de la sangre. La variable responsable no es el tipo de música sino el interés que despierta en el individuo según causas personales. 2- Ritmo cardíaco y pulso. Hay diferentes hipótesis al respecto pero la mayoría coinciden en que el HR (hearth rate) se acelera cuando aumenta el sonido en tempo musical rápido, mientras que el HR se retrasa cuando decrece el sonido y el tempo musical se lentifica. 152 153 Gaynor, Mitchell: Sounds of…, op. cit., pp. 81–83. Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., pp. 58–70. 153 3- Respiración. La música estimulante tiende a aumentar la respiración mientras que la sedante la disminuye. 4- Respuesta galvánica de la piel. La interrupción o aceleración de los SCL (niveles de conductancia de la piel), están relacionados con el tempo, la altura tonal y los componentes generales de una obra musical. 5- Respuestas musculares y motrices. Se distinguen seis: a- Reflejo pupilar de la luz. La música puede devolver la pupila a su tamaño normal cuando está fatigada por muchas exposiciones a la luz. Es un buen ejemplo de cómo puede reducir la fatiga. b- Movimientos peristálticos del estómago. En la digestión influyen dos factores: las glándulas endocrinas y los nervios. La música afecta a las glándulas que, a su vez, regulan las secreciones en la sangre. En cuanto al sistema nervioso, la música estimula o calma. En el caso de su relación con el estómago, sólo la música sedante es beneficiosa ya que la estimulante puede causar espasmos que conducen a una indigestión. Diferentes experimentos demostraron la eficacia del canto gregoriano, la música de Bach y la música pre– romántica en tratamientos para la gastritis, úlceras y dispepsias. c- Nivel de resistencia al dolor. Se aplica en circunstancias que impliquen dolor físico o moral para ayudar a soportarlo. Anestesiología, odontología, ginecología, etc. d- Incremento de la actividad muscular. Esta facultad se ha usado en la música funcional aplicada al trabajo en todas las épocas y culturas. 154 e- Efectos relajantes. No tan sólo en personas sanas sino en las que tienen diferentes patologías, por ejemplo, los niños autistas. f- Otros efectos varios: la música muy rítmica puede provocar ataques en pacientes epilépticos; el rock disminuye el ritmo de producción en las fábricas sonorizadas con ella, mientras que con música melódica los obreros aceleraban su producción; se detectan respuestas neuromusculares en diferentes personas mientras escuchan música y cosen, etc. 6- Respuesta cerebral. La corteza cerebral está formada por aproximadamente 12 billones de células: pequeñas unidades de información que producen miles de reacciones químicas y eléctricas que regulan todas las funciones de nuestro organismo. El cerebro del adulto se compone de 10.000 millones de células nerviosas, la mayor parte de ellas ya están formadas el primer año de vida. A partir de los 21 años mueren unas 10.000 de estas células por año. Cuantas más conexiones se puedan establecer entre las diferentes neuronas, más capacidades se tienen, como por ejemplo, la memoria. La música favorece la conexión interneuronal, con todos los beneficios que ello ocasiona. En cuanto a las ondas alfa, las que se producen en estados de relajación profunda, un experimento demostró en una audición que los oyentes que eran músicos producían como mínimo un tercio más de ondas alfa que los que no lo eran; ante la duda de si el motivo era que los no músicos no escuchaban música de su agrado, se les volvió a poner una audición de su estilo preferido a cada uno y, de nuevo, se produjeron los mismos resultados. 155 El especialista alemán Hans Berger, fue el primero en demostrar en 1923 la presencia de ritmos en el cerebro, su regularidad y cómo podían ser influidos por diferentes estados mentales. Ello proporciona un fundamento fisiológico de la importancia del ritmo en la música en relación con el ritmo cerebral. 7- El sistema límbico en relación con la sangre. Está conformado por el hipotálamo, que regula la temperatura del cuerpo, el deseo de comer y las respuestas al dolor, a la depresión y al placer; el tálamo, que recibe información de los sentidos y la devuelve a las diferentes áreas del córtex; el hipocampo, que elabora la memoria reciente y prepara sus mensajes para que sean almacenados posteriormente en otras áreas del cerebro; la amígdala, donde se elaboran los recuerdos antiguos y los hábitos, para pasar luego al córtex. Todo este sistema está en estrecha relación con las emociones, de tal modo que puede ser la sede del deseo de bailar, de hacer música o escucharla. 8- El córtex. Es la cubierta del cerebro, donde se inician sensaciones, experiencias y acciones voluntarias, así como la memoria, la toma de decisiones y los procesos lógicos. Gracias a él, podemos evocar melodías y otras experiencias musicales. 9- Según el postulado de Kribam, la memoria es como un holograma en el que pequeños fragmentos de información están guardados por todo el cerebro. Cada neurona tiene la capacidad de almacenar billones de estos fragmentos. La información que guardan la pueden transmitir a otras neuronas a través de ondas que resuenan como una campana con igual intensidad de tono y supertono. Han habido casos de personas que tras padecer graves traumatismos con pérdidas importantes de neuronas y con tan sólo un 2% de fibras en buen es156 tado, han logrado recuperar casi totalmente su capacidad cerebral normal. En música, esto significa que en cada sonido están contenido sus armónicos, de ahí el enorme poder de la música para activar la mayor cantidad posible de segmentos de memoria. 10- Teoría de departicularización. Nuestro cerebro realiza una función que consiste en almacenar lo esencial de un acto y relacionarlo con otros patrones del pasado comparando, buscando analogías y semejanzas. Por ello, una melodía que escuchamos por primera vez nos gusta o nos deja indiferentes en función de si podemos relacionarla con otras semejantes del pasado, que han ido conformando nuestras preferencia musicales. De todos los elementos que posee la música, tal vez el ritmo sea el que influye más directamente sobre el organismo humano. Como ya se mencionó, los ritmos lentos reducen la frecuencia del pulso y los rápidos la aumentan154, en este caso las arterias se contraen y la sangre se coagula más rápidamente, al mismo tiempo que en ésta aumentan las proteínas y los ácidos grasos. Igualmente, la tensión muscular se acentúa, incluso puede influir en la regulación del azúcar en la sangre155. En segundo lugar, la altura de los sonidos también puede provocar tensión nerviosa o relajamiento. Generalmente las notas graves ayudan a la relajación y son usadas en la meditación mientras que los sonidos agudos excitan el sistema nervioso. Los cambios rápidos de alturas también 154 Experimentos realizados con grabaciones de estilos musicales han demostrado que tanto la tensión sanguínea sistólica como la diastólica pueden bajar hasta cinco puntos (mm/Hg) en cada audición. El ritmo cardíaco se reduce entre cuatro y cinco pulsaciones por minuto. 155 Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p. 535. 157 provocan cierta tensión y desorientación que se traduce a nivel fisiológico. En cuanto a la velocidad de la música, si el tempo de una obra es muy exagerado puede sobreestimular los nervios, llegando incluso al dolor físico. Existen grabaciones que reflejan el aumento de pulsaciones del director de orquesta Karajan mientras interpretaba la obertura de Beethoven, Leonora Nº3. Se observa claramente que su pulso se acelera de forma considerable en los pasajes más conmovedores y no durante aquellos en los que realiza un mayor esfuerzo físico. Es curioso mencionar que cuando pilotaba y hacia aterrizar un avión sus pulsaciones demostraban fluctuaciones mucho menores que las producidas mientras dirigía156. Hay una estrecha relación entre la música y el ser humano, J. Alvin lo explica de la siguiente manera157: «Hay en la música, lo mismo que en cualquier organismo viviente, una alternancia perceptible de tensión y relajamiento, de actividad y de descanso, que existen aún en las vibraciones de un sonido simple. Los esquemas rítmicos y las líneas melódicas de la música corresponden estrechamente a características similares del organismo humano: no sólo reflejan la vida emocional o intelectual». A modo de ilustración del anterior párrafo y como prueba de la música y su relación con el orden humano, Gaynor cuenta una historia muy conocida en el ámbito de la musicoterapia158: 156 Storr, Anthony: Music and…, op. cit., p. 47. Alvin, Juliette: Music…, op. cit., p. 127. 158 Gaynor, Mitchell: Sounds of…, op. cit., pp. 29 y 30. 157 158 «A finales de los años sesenta, entre los monjes de un monasterio benedictino del sur de Francia se desató lo que parecía ser una enfermedad rara que carecía de diagnóstico. Por razones inexplicables se sentían cansados, e incapacitados para realizar sus tareas diarias. Aun así, ninguno de los médicos consultados pudo dar una explicación sobre cuál podría ser la causa de tan misteriosa epidemia de fatiga. Y de hecho, la sugerencia de que los hermanos abandonaran su dieta habitual vegetariana y comenzaran a comer carne, lo único que hizo fue exacerbar la situación. A todo esto, Tomatis fue invitado a visitar el monasterio para conocer su opinión sobre el malestar que los aquejaba. Entre sus anotaciones escribió: ―setenta de los noventa monjes están tirados en sus celdas como verdaderos trapos‖. Después de examinarlos y enterarse de sus historias, descubrió lo que, en su opinión, era la causa del problema. Tras las reformas del Vaticano II autorizadas por la Iglesia católica a mediados de los años sesenta, un joven abad recién llegado al monasterio decretó que los hermanos abandonaran su práctica tradicional de cantar cánticos gregorianos entre seis y ocho horas diarias para destinar el tiempo a iniciativas más provechosas. Tomatis supuso que para los monjes el canto suponía un energizador que ―despertaba el campo de su conciencia‖. Así pues, les sugirió que volvieran a cantar, y en cinco meses se recuperaron todos de su lasitud, pudiendo reiniciar sus rutinas habituales, en las que se incluían muy pocas horas de sueño». Según lo anterior no es extraño que el doctor Simon, director médico de los servicios neurológicos del Sharp Cabrillo Hospital, en San Diego y director médico del Chopra Center for Well–Being, señale que los cánticos se metabolizan químicamente transformándose en opiáceos endógenos 159 que actúan tanto de analgésicos internos como de agentes sanadores para el cuerpo159. Tan importante como la labor de curación es la prevención de enfermedades. En China, en épocas pretéritas, los médicos que se encargaban de un barrio cobraban por mantener la salud entre sus vecinos. Si alguno caía enfermo, el médico cubría el tratamiento y los gastos de las medicinas administradas. Ello significa que debía preocuparse de educar a los ciudadanos en medidas higiénicas, alimenticias, de ritmos y hábitos saludables que si se llevaban a cabo reforzaban en extremo el sistema inmunitario del ser vivo. Al respecto, un caso más contemporáneo, el fisiólogo investigador Mark Rider ha investigado sobre la influencia positiva de la música en las células protectoras del sistema inmunitario que luchan contra los agentes patógenos invasores y llevan a cabo la tarea de regenerar los tejidos dañados160. A nivel de los ritmos corporales básicos en el ser humano, la música es determinante en cuanto a la influencia que ejerce. Por poner varios ejemplos: Durante la audición de la Sinfonía Nº 5 de Beethoven por veintidós estudiantes en una clase, se registraron cambios notables en su ritmo cardíaco directamente correlacionados con cambios en el ritmo del primer movimiento. El investigador J. Kneutgen demostró que los bebés que se duermen con canciones de cuna comienzan a respirar al mismo ritmo de la música. En una serie de estudios que examinaban la forma en que la música afecta a la presión sanguínea, el pulso, la 159 160 Ibíd., p. 36. Ibíd., p. 36. 160 respiración y otros aspectos del sistema nervioso autónomo, se observó que los ritmos cardíacos de los participantes respondían al volumen y al ritmo de la música161. Entre los pacientes ingresados en una unidad de cuidados coronarios después de haber sufrido un ataque cardíaco, los que escucharon música durante dos días tuvieron menos complicaciones que los que no lo hicieron. Un informe elaborado por científicos de la Universidad estatal de Michigan en 1993 reveló que los niveles de interleucina–1 (molécula mensajera del sistema inmunitario que ayuda a regular la actividad de otras células de ese sistema) aumentaba de un 12’5% a un 14% cuando los sujetos escuchaban música durante quince minutos. Y los participantes que se pusieron lo que más les gustaba, ya fuera Mozart, jazz, impresionistas, etc., mostraron niveles de cortisol (una hormona del estrés que puede deprimir el sistema inmunitario cuando se produce en exceso) hasta un 25% más bajo. Este descubrimiento llevó a los investigadores a concluir que la música preferida puede disparar la emisión de hormonas capaces de contribuir a la reducción de los factores que incrementan el proceso de la enfermedad162. El anestesista Ralf Spintge, uno de los principales investigadores de la aplicación de la música en la medicina, resumió su impacto fisiológico en los tratamientos médicos de la siguiente manera: 161 162 Ibíd., p. 108. Ibíd., pp. 121–124. 161 «Parámetros fisiológicos tales como el ritmo cardíaco, la presión arterial, salivación, humedad de la piel, niveles de hormonas del estrés en la sangre como la hormona adrenocorticotrópica (ACTH), prolactina, hormona del crecimiento humano (HCH), cortisol, betaendorfina, muestran una reducción significativa en presencia de música ansiolítica, comparada con la premedicación farmacológica habitual. Estudios realizados con electroencefalogramas demostraron la posibilidad de inducir el sueño con ayuda de la música en la fase preoperatoria. Las respuestas subjetivas de los pacientes son sumamente positivas en un 97% (sobre 59.000 casos), ya que éstos dijeron que la música les fue de gran ayuda para relajarse antes de someterse a una operación, o bien, durante la misma intervención, en los casos en que sólo se les administró anestesia local»163. Fabien Maman, compositor y bioenergético, y Helene Grimal, bióloga del centro nacional de investigación científica de París, estuvieron durante un año y medio estudiando los efectos del sonido de baja frecuencia (30–40 Hz) en las células humanas. Para ello utilizaron la fotografía microscópica. La finalidad era observar el efecto del sonido en el núcleo y los campos electromagnéticos de las células humanas. Estuvieron estudiando tanto células sanas como cancerígenas, en este caso, extraídas de una paciente que padecía la afección en el útero. Observaron durante 21 minutos su reacción ante diversos sonidos emitidos por un gong, un xilófono, una guitarra acústica y por la voz humana cantando a capella. Cuando la voz sonó, la célula cancerígena se desorganizó con extrema rapidez, parecía 163 Ibíd., pp. 126 y 127. 162 que no pudiera soportar una acumulación progresiva de frecuencias vibratorias. En cuanto a los demás instrumentos, sobre todo el gong, también provocaron que las células se desintegraran y, en última instancia, estallaran. Basándose en estos descubrimientos, el mismo investigador experimentó con dos pacientes con cáncer de mama, a las que hizo cantar durante tres horas y media cada día durante un mes seguido. A una de ellas, el tumor le desapareció. La otra se sometió a una operación para extirparlo, y cuando abrieron se dieron cuenta de que se había «reducido y estaba completamente seco». Como no había metástasis, la paciente se recuperó del todo después de la operación. Según Maman, la energía vibracional del sonido actuando sobre una célula desestabilizada o enferma, le afecta y le impide adaptarse a esa energía, por lo que termina estallando164. El físico francés Joel Sternheimer reveló que todas las moléculas humanas tienen una frecuencia musical específica: «las masas de partículas se comportan y maniobran como si fueran notas musicales en la escala cromática temperada». Por lo tanto, concluyó, las explosiones dentro de las células pueden ser causadas por la disonancia entre la frecuencia de las partículas dentro de la estructura de la célula y las vibraciones de sonido165. El científico suizo Hans Jenny, acuñó el término Cimática, de la voz griega «onda», para referirse al estudio científico sobre la forma en que el sonido afecta a la materia. En sus conclusiones plantea que cada célula 164 165 Ibíd., pp. 190 y 191. Ibíd., p. 192. 163 humana tiene su propia frecuencia, y que la vibración de cada órgano humano puede ser un armónico de las células que lo componen166. 4.2.2. LA ENERGÍA Y EL RITMO Según hemos comentado anteriormente, a lo largo de la historia el hombre ha estudiado el sonido bajo un punto de vista vibracional en relación con la energía que existe en todo el cosmos. La vibración de todo lo que existe conlleva el movimiento y el ritmo. C. Fretgman comenta que si observamos nuestra piel con un microscopio electrónico, descubriremos todo un mundo que se mueve en una danza ejecutada con un determinado ritmo. Si nos introducimos en las moléculas, los protones, neutrones, positrones, electrones, quarks, veremos que están en continuo movimiento, en base a unos ciclos ejecutados con orden. Si ampliamos nuestra observación percibiremos cómo las diferentes partes de nuestro organismo se van integrando entre ellas, y éstas a su vez con el entorno exterior. Desde los latidos del corazón, la respiración, el equilibrio de la sangre entre alcalinidad y acidez, etc., existimos en base a un ritmo que armoniza las diferentes funciones de nuestro cuerpo. Cuando existe una arritmia de cualquier clase aparece la enfermedad, mientras que cuando estamos armonizados en todos los aspectos que conforman el ser humano, se habla de salud física y psíquica167. Antiguos médicos chinos, sigue comentando Fretgman, diagnosticaban una dolencia a partir de la comparación de seis pulsos distintos, presionando los dedos en las muñecas 166 167 Ibíd., pp. 192 y 193. Fretgman, Carlos D.: El tao de…, op. cit., p. 30. 164 del paciente y adoptando un estado de sosiego interno. En el Harvard Research Center in Creative Altruism se experimentó con la relación entre los ritmos vitales y distintos estados de conciencia. La conclusión fue que los estados de control consciente se expresan en un ritmo regular, así se trate de una actividad intelectual, una evocación afectiva o relajación mental; la aceleración del ritmo sucede en estados o actitudes antisociales, en momentos de ansiedad y preocupaciones múltiples. Por medio de una respiración profunda o con la audición de determinadas músicas se pueden lentificar nuestras ondas rítmicas168. Por otra parte, el ritmo es el aspecto que más afecta a las acciones físicas, pues además de organizar los distintos elementos de la música, en nuestra vida ordena las distintas acciones. Resulta sorprendente el caso de David, un niño autista al que durante nueve meses se intentó enseñarle a atarse los cordones de los zapatos sin éxito. Al descubrir que, sin embargo, tenía gran coordinación motriz–auditiva, se probó lo mismo con una canción. Al segundo intento David lo consiguió. Al organizar este acto en concordancia con la música el niño pudo establecer los pasos para conseguir su objetivo. De hecho, son bien conocidos los efectos de la música en las personas que sufren enfermedades neurológicas que repercuten en la motricidad. En palabras del violinista Yehudi Menuhin: «La música ordena el caos, pues el ritmo impone unanimidad en la divergencia, la melodía impone continuidad en la fragmentación, y la armonía impone compatibilidad en la incongruencia»169. Esta frase resume con gran acierto las propiedades de la música y su efecto en el ser humano. El ritmo unifica y ordena en el tiempo, la melodía crea una continuidad coherente que da 168 169 Ibíd., pp. 26–28. Storr, Anthony: Music and…, op. cit., pp. 55 y 56. 165 sentido a las partes, y la armonía es capaz de equilibrar las distintas partes de manera que suenen bien entre sí. Esta último, aplicada al ser humano, pasa por situar un centro conciencial desde el cual puede abarcar las distintas facetas de su existencia con equilibrio y naturalidad. La música es, pues, una gran metáfora de la vida misma y con nuestras acciones vamos creando un modelo sonoro único e intransferible adaptado a nuestras circunstancias personales. 4.3. La música y las emociones Tal vez, de todos los aspectos, sea el mundo emocional el más directamente relacionado con la música y su influencia sobre el ser humano. En realidad, cualquier obra de arte es propiciatoria para poder vivir una experiencia emocional que impacte profundamente en nuestro ser. Poch lo expresa muy bien en el siguiente párrafo: «Las obras de arte no nos hablan acerca de los sentimientos de un modo conceptual, descriptivo, con palabras, tal como lo hace la psicología, sino que nos los hacen experimentar y esta experiencia es el modo particular de penetrar en la naturaleza de los sentimientos. Las artes son los instrumentos más poderosos de que el hombre dispone para profundizar, comprender, refinar, sublimar sus emociones y sentimientos. De ahí el enorme valor educacional y terapéutico del arte para contribuir al equilibrio psíquico del ser humano»170. Mucho se ha escrito sobre el arte y diferentes teorías llenan páginas de tratados al respecto. De todos ellos, nos resulta interesante destacar la teoría de Tolstoi que se fun- 170 Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., p. 35. 166 damenta en la conexión directa entre cualquier arte y los sentimientos. El novelista ruso lo explica de la siguiente manera: «La actividad artística está basada en el hecho de que un hombre recibiendo a través de sus sentidos del oído o de la visión la expresión de los sentimientos de otro hombre, sea capaz de experimentar la emoción que ha movido al otro a expresarla». «Y es en esta capacidad del hombre para recibir la expresión del sentimiento de otro hombre, y la de experimentar estos sentimientos él mismo, lo que constituye la base de la actividad artística»171. Generalmente es más difícil poder medir los efectos de la música en la psique que en el cuerpo físico. Pero no por ello son menos importantes ni trascendentes sus resultados sobre el ser humano. Bergson lo comenta de la siguiente manera: «Los poderosos sentimientos que pueden afectar a nuestra alma, en momentos especiales, son fuerzas tan reales como aquellas que interesan a los físicos; el hombre no las ha creado, al igual que no ha creado el calor y la luz»172. Hanslick aporta un factor más de la influencia de la música sobre la psique, por encima de las demás artes: «La música opera en nuestra facultad emocional con mayor intensidad y rapidez que cualquiera de las otras artes. Unas pocas cuerdas pueden llegar a una parte de nuestra mente a la que un poema sólo puede llegar tras larga exposición o una pintura tras prolongada contemplación. (…) La acción del sonido es algo no sólo más inmediato, sino tam171 172 Ibíd., p. 21. Ibíd., p. 80. 167 bién más poderoso y directo. Las otras artes nos persuaden, pero la música nos toma por sorpresa. Estas características influencias sobre nuestros sentimientos se notan con mayor viveza cuando estamos en estados de exaltación o depresión fuera de lo normal»173. La música permite la vivencia de emociones y sentimientos más allá del proceso puramente intelectual. Una cosa es entender qué estamos sintiendo y qué nos está sucediendo internamente y, otra muy distinta, es poder experimentar cambios de ánimo provocados por una audición determinada intencionadamente para mejorar nuestro mundo emocional. Por ejemplo, cuando una persona está apática o desmotivada por cualquier circunstancia, una determinada música puede levantar su ánimo y devolverle la ilusión. Cada uno de nosotros, si conocemos nuestros procesos internos, podemos hacer uso de la música para modificar nuestras emociones de forma consciente, y, por ello, de forma más eficaz. Ese es un aspecto de la música aplicado a nuestra vida cotidiana que no se usa suficientemente, y es una verdadera lástima pues desaprovechamos una posibilidad valiosa de mantener un ánimo positivo y optimista, que es mucho más saludable que estar mal aspectado o con mentalidad negativa. Vale la pena ante situaciones de apatía escuchar una música que sabemos que provoca un efecto estimulador en nuestra psique en base a la experimentación. Tener un botiquín musical para facilitar diferentes estados de ánimo es una recomendación muy valiosa y práctica. Es muy importante que dicha selección sea personal y vivencial, que hayamos comprobado que funciona con nosotros. No todas las músicas sirven, ni todos los seres humanos somos iguales. No tiene porque ser173 Ibíd., p. 80. 168 virnos el botiquín de otra persona por muy vinculada a ella que nos sintamos. Cada oyente es una combinación de múltiples factores y tiene que descubrir los sonidos y música que más le pueden influenciar en positivo para mejorar su calidad de vida en todos los planos de su existencia. Entrando ya en materia respecto a las diferentes posibilidades de la música y su relación con las emociones, habría que distinguir dos grandes apartados: la música que estimula y la música sedante. A grosso modo, sus características más importantes son: Música estimulante Volumen de sonido: alto. Ritmo: rápido, irregular, cambiante, marcado. Tempo: más bien rápido. Notas: agudas o medias. Línea melódica: con saltos bruscos, sin repeticiones. Armonía: acordes disonantes. Timbre: depende del instrumento. Música sedante Volumen de sonido: bajo. Ritmo: lento, regular, uniforme, apenas perceptible. Tempo: más bien lento. Notas: graves o medias. Línea melódica: sin saltos bruscos, con repeticiones. Armonía: acordes consonantes. Timbre: depende del instrumento. Poch establece una serie de condiciones para que se produzca la emoción musical en una audición174: 174 Ibíd., pp. 72 y 73. 169 1- Capacidad personal para sentirse afectado por la música. Cada persona tiene un grado de sensibilidad musical. 2- La predisposición a escuchar el tipo determinado de música que pueda emocionar. 3- Las condiciones personales del momento concreto. No es lo mismo escuchar una música emotiva en momentos de tranquilidad y sosiego que en medio de preocupaciones agobiantes. 4- Los recuerdos vinculados a una música determinada se incrustan de tal modo en ella que a veces perduran toda la vida. 5- Las condiciones ambientales en que se escuche la música. Un ambiente ruidoso, las malas condiciones acústicas (tanto del lugar como del aparato emisor), la excesiva luminosidad… todo ello no contribuye a la concentración mental ni a crear el clima adecuado a los estados emotivos. 6- Efecto de habituación. La repetición excesiva de una música, por emotiva que pueda resultar al sujeto, si se produce sin interrupción provoca que su reacción afectiva y neurovegetativa se vaya debilitando, si el sujeto la escucha con atención. No ocurre así cuando la música actúa subconscientemente sobre la persona. 7- La actitud crítica frente a una determinada música por parte de uno mismo o proveniente del entorno grupal o social (medios de comunicación), que bloquea cualquier tipo de reacción emotiva si el sujeto no es suficientemente fuerte para hacerle frente en el último caso. Más allá del hecho individual de escuchar música, existe el acto social de vivir una experiencia compartida. Éste se ve reforzado por una música cuando intensifica y subraya los 170 sentimientos comunes a un grupo de personas, armonizando así al conjunto175. Por otro lado, sería simplista suponer que los sentimientos expresados a través de la música, la tristeza, el placer, etc., sean los mismos que experimenta el oyente al escucharla. Peter Kivy lo explica del siguiente modo176: «Debemos distinguir la afirmación de que la música puede emocionarnos de la afirmación de que la música puede ser triste, airada o terrorífica. (…) Una pieza musical puede conmovernos, en parte, porque expresa tristeza, pero no nos conmueve entristeciéndonos. El suicidio de Otelo es profundamente conmovedor, pero no nos impulsa a quitarnos la vida. Lo que nos conmueve es la forma en que Shakespeare y Verdi expresan la tragedia, convirtiéndola en parte de un todo artístico. Como apreció Nietzsche, incluso la tragedia es una afirmación de la vida»177. En muchas ocasiones la música hace de espejo y refleja las emociones del que escucha. Al igual que las famosas manchas de tinta inventadas por Hermann Rorschach y codificadas en un test psicológico que consiste en mostrar a los pacientes las manchas —que no tienen ninguna forma concreta—, para que ellos describan lo que ven. Como resultado, se observa que lo que perciben es producto de su psique más que de la mancha en sí. Con la música ocurre lo mismo: la respuesta a una determinada música está ligada al estado psíquico del que escucha y no es una consecuencia directa de la música. Pese a lo observado resulta apasionante el grado de consenso al que llegan los oyentes de una 175 Storr, Anthony: Music and …, op. cit., p. 45. Kivy, Peter: Music alone, Ithaca (Cornell University Press, 1990), p. 153, citado en Storr, Anthony: Music and…, op. cit., p. 52. 177 Ibíd., p. 52. 176 171 música que les resulta familiar por haber vivido una determinada experiencia similar con esa música. En este caso, la música es capaz de transmitir el mismo significado a diferentes oyentes con mayor precisión que el mensaje verbal, incluso es posible que el mensaje musical se pueda malinterpretar menos que las palabras178. El lenguaje musical va directo a la emoción y no pasa por la mente racional que, a menudo, puede ser un obstáculo para la vivencia y comprensión profunda de las cosas. Para reforzar la idea anterior, citamos a Maureen McCarthy Draper, quien afirma lo siguiente179: «Es más importante ser capaz de emocionarse con la música que saber reconocer una sonata o fuga. La verdadera escucha implica saber oír con el corazón, no sólo con la mente. (…) Por eso, la mejor música compuesta con el intelecto puede ser interesante, pero rara vez es genial». Estamos de acuerdo con la idea de esta escritora que antepone la vivencia a la comprensión racional del acto musical, teniendo claro que la combinación de ambas ayuda a una completura y profundidad del hecho musical mucho más auténtica y profunda. Cuando la experiencia es completa se provoca la liberación de endorfinas, las hormonas del bienestar que actúan como narcóticos naturales. La misma autora sigue explicando que las razones por las que nos atraen ciertas piezas y no otras nos ofrecen pistas acerca de nuestra psique. El director de orquesta Tilson Thomas describe la música como un «paisaje sonoro»180. Cada persona tiene sus preferencias musicales, y por sus gustos 178 Ibíd., pp. 98 y 99. McCarthy Draper, Maureen: The Nature of…, op. cit., p. 64. 180 Ibíd., p. 70. 179 172 personales podemos conocer la forma de ser de alguien; lo mismo sucede con la música a la que es aficionada. Godwin reproduce una antigua leyenda atribuida a Pitágoras181: «Una noche que salió a pasear para contemplar el cielo se encontró con un joven siciliano que había sido rechazado por su mujer y que, incitado por un intérprete aúlico de música frigia, se disponía a incendiar la casa de ella. En lugar de dirigirse al joven alocado, Pitágoras se acercó al músico y le pidió que cambiara su melodía por otra espondaica suave y solemne. El joven, cuyas emociones eran ya esclavas de la música, reaccionó al instante calmándose y al poco rato se fue a casa». En este relato se observa la influencia que la música ejerce sobre la psique, y por ende, sobre las acciones humanas, pues ésta llega a calmar —incluso sin contar con la voluntad de la persona— la ira y el descontrol. De esta idea se extrae que la música ejerce influencia no sólo de forma consciente y voluntaria sino que, a nivel vibracional, su sonido es capaz de modular nuestra emoción y pensamiento hasta extremos insospechados. Los pitagóricos tenían muy presente esta influencia y la incorporaban en sus hábitos cotidianos. Por ejemplo, «cuando iban a dormir purificaban su capacidad de razonamiento de las perturbaciones y ruidos a los que habían estado expuestos durante el día, mediante ciertas odas y canciones peculiares. De este modo procuraban dormir tranquilos, y tener pocos y buenos sueños. Cuando se levantaban se libera- 181 Godwin, Joscelyn: Harmonies of heaven…, op. cit., p. 42. 173 ban otra vez del sopor y la pesadez del sueño con la ayuda de canciones de otro tipo»182. 4.4. La música y la mente Al realizar una encuesta a los alumnos de una clase de lenguaje musical de niños de ocho años, planteándoles ¿para qué sirve la música?, las respuestas obtenidas fueron variadas y muy interesantes. Uno de ellos contestó rápidamente: «sirve para ser más inteligentes…» ¿Qué le movió a decir esta sentencia tan peculiar en un niño pequeño? Posiblemente lo haya oído decir a los adultos en repetidas ocasiones. Con fenómenos muy conocidos como «el efecto Mozart» se ha fomentado el uso de la música para estimular la mente y así desarrollar sus capacidades. Numerosos experimentos e investigaciones demuestran que esta sentencia se fundamenta en una base científica y sólida. Pero para concretar un poco más, Poch establece una lista de efectos intelectuales sobre el ser humano183: 1- La música ayuda a desarrollar la capacidad de atención sostenida por la inmediatez, la persistencia y la constante variedad del estímulo musical. En sí misma, es una constante llamada de atención. Esta cualidad de la música es especialmente importante en relación con el niño y con los enfermos mentales como medio de hacerles volver o permanecer en la realidad. 2- Gracias a la música los niños se inician en la meditación y en la reflexión de un modo agradable. 182 183 Ibíd., p. 44. Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., pp. 73–75. 174 3- Sirve para estimular la imaginación. La capacidad evocadora de la música es enorme; de entre las bellas artes es la que posee un mayor poder de sugerencia. La música no solo describe fenómenos naturales, sino también estados de ánimo de una persona o de una multitud. 4- La música sugiere no una realidad fotográfica, sino una realidad transformada bajo el prisma de la afectividad. La esencia afectiva de los fenómenos, he ahí su fuerza de convencimiento y germinal. 5- Es fuente de asombro y admiración. Esta capacidad existente durante la infancia, pero va perdiéndose progresivamente a medida que se desarrolla el pensamiento lógico. Sólo los genios y las personas altamente creativas no lo han perdido, sino que han sabido hacerlo compatible con la lógica racional. La música traslada a mundos diferentes y a regiones fantásticas, sugiere experiencias impensables, posibilidades y esperanzas fuera de toda razón, pero no irreales ni imposibles. El ser humano necesita soñar despierto y evadirse de la realidad, pero de una forma sana y creativa. 6- Ayuda al niño a transformar su pensamiento, eminentemente pre–lógico, en lógico, debido a que le otorga conciencia de tiempo sin apagar su afectividad. En este aspecto, la música es superior a las matemáticas y demás ciencias lógicas. 7- La música es una fuente de placer semejante al juego, debido a la variación constante y no determinada de sonidos, excepto si se conoce de antemano la melodía. 8- Ayuda a desarrollar la memoria. Este hecho es importante por cuanto la memoria se desarrolla o atrofia de acuerdo a si se ejercita o no; además, la música en todas su formas resulta un medio atrayente y fácil para trabajar la memoria. 175 9- Desarrolla el sentido del orden y del análisis. Esto es fundamental, pues en la educación el orden está relacionado sobre todo con el ritmo. Asimismo, el análisis que el estímulo musical le impone, lleva al individuo a hacer constantes juicios de valor no sólo a nivel consciente, sino también subconsciente. Es la mejor iniciación a estas cualidades para el niño pequeño. 10- El contrapunto ejercita la inteligencia de un modo muy valioso porque habitúa a seguir el curso de varios razonamientos a la vez (al obligar a seguir las diversas voces o melodías). 11- La música facilita el aprendizaje al mantener en actividad las neuronas cerebrales. La música, en cualquier caso, facilita el proceso de reordenación mental que propicia la adaptación al mundo exterior. Storr opina que, «si la música estuviera más presente en la vida de las personas de una manera provechosa, el ser humano no necesitaría huir de la realidad tan a menudo como lo necesita en nuestra actual sociedad. Si el escuchar música tiene, en la actualidad, cierto carácter evasivo, es porque nuestra cultura está comprometida con la consecución y la persecución del éxito. Dicho compromiso convierte la cotidianidad en una empresa tensa y llena de ansiedades sin cabida para las artes. La música puede y debe ser una parte de la vida que alegre nuestra existencia diaria»184. John Blacking también defiende la importancia de la música para el orden mental185: «El desarrollo de los senti184 Storr, Anthony: The Music and…, op. cit., p. 139 y 140. Blacking, John: A Commonsense View of All Music (Cambridge: Cambridge University Press, 1987), p. 118, citado en Storr, Anthny: The Music and…, op. cit., p. 141. 185 176 dos y la educación de las emociones a través del arte no son sólo opciones deseables, sino elecciones esenciales para la acción equilibrada y el uso efectivo del intelecto». A través de la enseñanza del reconocimiento de la estructura musical, de la diferenciación de los elementos que conforman un movimiento determinado, de la escucha selectiva de un instrumento por encima de los demás que tocan simultáneamente, de la percepción de los cambios de dinámica y de agógica que suceden durante el tiempo, etc., se puede desarrollar de forma intensa y, a la vez con gran entretenimiento por parte del que aprende, las diferentes capacidades mentales como son la atención, la concentración, la memoria, el análisis. En cuanto a la cuestión de si es positivo realizar un trabajo intelectual escuchando música de fondo o no, consideramos que no hay que ser categóricos en la respuesta pues dependerá del tipo de labor mental que haya que realizar y de la persona en cuestión. Ante una acción que requiera una concentración intensa y mucha atención, cualquier elemento que pueda distraer puede ser un obstáculo en el proceso. Por el contrario, si la labor requiere un trabajo mental más relajado, la música puede crear un ambiente propiciatorio que estimule la creatividad y el ordenamiento de ideas. Para esto es imprescindible contar con un espacio adecuado y agradable que permita al oyente actuar de forma armónica. De hecho hay mucha gente que si no trabaja en un lugar ordenado básicamente no se puede concentrar. Hay otras personas que asocian un cierto trabajo mental con una determinada música que les estimula, y si no la escuchan sienten que les falta algo para poder concentrarse adecuadamente. Cada persona debería investigar su reacción y necesidad ante cada acción que vaya a emprender y distinguir si requiere música de fondo o no. Tal como Zuckerkandl indica, los 177 torneos de ajedrez jamás se celebran con acompañamiento musical y, aunque cualquiera puede cantar mientras pela patatas, los estudiosos y los científicos no suelen hacerlo186. 4.5. La música y los estados de conciencia no ordinarios Gracias a las investigaciones que han tenido lugar durante las últimas décadas, se ha ido profundizando en el conocimiento de la psique humana llegando a poder definir una nueva visión del ser humano y sus estados de conciencia. Autores como Jung, Eliade, Wilber o Grof han aportado con sus estudios nuevos datos que demuestran que el ser humano está dotado de una conciencia que va más allá de su cerebro físico. Stanislav Grof lo explica de la siguiente manera187: «La ciencia mecanicista había descrito la conciencia como un epifenómeno, producto de una materia muy desarrollada: el cerebro. Pero las observaciones de los últimos decenios han cambiado radicalmente nuestra manera de entender la relación entre conciencia y materia y nuestra visión de las dimensiones de la psique. Estas observaciones no presentan la conciencia como subordinada a la materia, sino al mismo nivel o, en todo caso, siendo la materia la que está subordinada a la conciencia. A la luz de estos nuevos descubrimientos, la psique humana parece estar armoniosamente imbricada en todo lo que existe, y la visión que la ciencia de vanguardia 186 Zuckerkandl, Victor: Sound and Symbol, vol. II, Man the Musician (Princeton: Princeton University Press, 1973), p. 24, citado en Storr, Anthony: The Music and…, op. cit., p. 146. 187 Grof, Stanislav: «Sorpresas al explorar la conciencia», Monográfico de Integral, nº22, (1994), pp. 32–35. 178 tiene del mundo coincide cada vez más con la de las grandes tradiciones místicas de todos los tiempos.(…) El denominador común de estos estados alterados de conciencia o transpersonales, es una sensación de que la conciencia se ha extendido más allá de las barreras normales del ego y ha trascendido las limitaciones del tiempo y el espacio. En los estados ordinarios de conciencia nos experimentamos a nosotros mismos como seres que existen dentro de los límites del cuerpo físico, y nuestra percepción del entorno está limitada por el alcance de nuestros órganos sensoriales. En las experiencias transpersonales parecen trascenderse una o más de las limitaciones usuales: se da una trascendencia de las barreras espaciales provocando una identificación plena con todo o parte del Universo, se pueden experimentar episodios o recuerdos del inconsciente colectivo, incluso la conciencia se puede ampliar más allá del mundo fenoménico y de la continuidad tiempo–espacio tal como la percibimos en la vida cotidiana. (…) Las experiencias transpersonales hacen pedazos los presupuestos más básicos de la ciencia materialista y de la visión mecanicista del mundo. (…) Como ha demostrado Ken Wilber en sus escritos, la introducción de las experiencias transpersonales en la psicología crea un puente entre la ciencia occidental y la filosofía perenne». Fretgman lo define de esta forma más orgánica188: «Un estado alterado de conciencia es una alteración cualitativa en la pauta global del funcionamiento vital, de modo que quien lo vivencia percibe que su conciencia se halla en un estado de radical diferencia con la manera ordinaria de funcionar. (…) Los sonidos que escuchamos son una creación nuestra, toda experiencia es subjetiva, tenemos la conciencia 188 Fregtman, Carlos D.: El tao de …, op. cit., p. 58. 179 de los productos de los procesos de percepción, pero los procesos nos son inaccesibles. Creemos lo que nos dicen nuestros sentidos, pero es nuestro cerebro el que ―fabrica‖ la imagen que creemos percibir objetivamente». Ken Wilber explica los «tres ojos de la conciencia», con los que podemos contemplar la realidad189: «El ojo de la carne crea y revela ante nosotros un mundo de experiencia sensorial compartida. Este es el ―dominio de lo grosero‖, el reino del espacio, del tiempo y de la materia. Es el ojo empírico. El ojo de la razón, o el ojo de la mente, participa del mundo de las ideas, de las imágenes, de la lógica y de los conceptos. El dominio de lo mental incluye, pero trasciende, al dominio de lo sensorial. Por medio de la imaginación, por ejemplo, el ojo de la mente puede reproducir objetos sensoriales que no se hallan presentes. De hecho, a la luz de nuestra mente podemos ver cosas invisibles para nuestros sentidos corporales, como es el caso de las matemáticas. El ojo de la contemplación es al ojo de la razón lo que el ojo de la razón al ojo de la carne. Del mismo modo que la razón trasciende la carne, la contemplación trasciende a la razón. El ojo de la contemplación es transracional, translógico y transmental. Esta trascendencia depende de la función de la gnosis, denominada contemplación de lo Inmutable, Conciencia y Felicidad. La investigación filosófica, por consiguiente, no tiene nada que ver con la contemplación ya que la primera se ajusta estrictamente a un principio fundamental de adecuación verbal radicalmente opuesto a cualquier fina189 Wilber, Ken: Wilber, Ken: Eye to eye, ed. Journal of altered states of consciousness (1983), [traducido por David González Raga: Los tres ojos del conocimiento (Barcelona: ed. Kairós, S.A., 1999), pp. 14–18]. 180 lidad liberadora, a cualquier trascendencia de la esfera de lo verbal». Poch defiende la utilización de la música como medio para poder relacionarse con lo trascendente190: «(…) las demás bellas artes, el cine y hasta los deportes de masas, ayudan a salir de uno mismo hacia lo externo para olvidar, pero la música, un determinado tipo de música como es el auténticamente religioso, nos vacía pero no nos lleva fuera; nos mete dentro de nosotros mismos». En todas las culturas, como mencionábamos antes, el sonido es un elemento importante en la práctica mística. Tanto en Occidente como en Oriente, las oraciones y mantras cantados son más numerosos que los solamente recitados. La intención de esta práctica ha sido acentuar y facilitar la consecución de estados de conciencia trascendentes. Al respecto, Gaynor comenta que la tradición chamánica — que tiene entre 20.000 y 50.000 años de antigüedad y se ha practicado en todo el mundo, tanto en Siberia y África como América— ha hecho uso del sonido a través del ritmo firme y repetitivo de los tambores y cascabeles para provocar estados de conciencia que permitía a los enfermos emprender un viaje mental que les pudiera restablecer la salud191: «A comienzos de los años sesenta, el investigador Andrew Neher estudió los efectos del tambor tocado al estilo chamánico sobre el sistema nervioso central, y descubrió que ese ritmo sostenido alteraba la actividad en ―muchas áreas sensoriales y motrices del cerebro, que normalmente no suelen verse afectadas…‖ Según Neher, esto ocurría porque las numerosas frecuencias de un solo golpe estimulan múltiples cami190 191 Poch, Serafina: Compendio de…, op. cit., pp. 651–653. Ibíd., pp. 61–64. 181 nos neuronales en el cerebro. (…) Las canciones de poder cantadas por el chamán facilitan el paso de un estado de conciencia ordinario al estado no ordinario o chamánico. Las canciones, que en su mayoría consisten en una melodía sencilla y un ritmo repetitivo, pueden afectar al sistema nervioso central de una forma muy similar a la respiración profunda yóguica, que consigue reducir el ritmo cardíaco y el pulso, cuando quien lo practica pasa a un estado parecido al trance. (…) Por regla general, los médicos occidentales modernos muestran tan poco interés en el modelo antiguo de sociedad de curación como en la idea de utilizar el sonido, solo o acompañando la meditación, para crear un proceso holista de recuperación que toca la mente, el cuerpo y el alma. Los chamanes comprendieron que la música, el canto y la danza estaban inextricablemente unidos y que requerían grados variables de flexibilidad mental y física. Ello posibilita la interacción armoniosa de los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario en un cuerpo sano». De entre las antiguas tradiciones islámicas, el sufismo investigó con especial interés los efectos del sonido en el cuerpo y la mente192: «Una de sus primeras técnicas de meditación se basó en interpretar, en un tiempo calculado, un cántico sostenido de una sola nota, y vigilar después sus respuestas fisiológicas para determinar en qué forma había afectado a sus cuerpos. (…) Para ellos, el sonido es Ghiza–I–ruh, alimento para el alma. No sólo la existencia de nuestro cuerpo físico, sino también de nuestros pensamientos y sentimientos dependen de las leyes de la vibración. (…) Inayat Khan, fundador de la orden sufí en Occidente escribió: los que son capaces de es- 192 Ibíd., pp. 69–71. 182 cuchar el saut–e sarmad o sonido abstracto, vibración demasiado fina para ser audible, y meditar sobre ello se alivian de las preocupaciones, ansiedades, temores y enfermedades; el alma se libera de su cautiverio en los sentidos y en el cuerpo físico…Los yoguis y ascetas tocan el sing (un cuerno) o el shanka (una concha), que despierta en ellos este tono interior. Los derviches tocan el naj o la algosa (una flauta doble) con el mismo fin. Y las campanas y gongs de las iglesias y los templos están ahí para sugerir al pensador el mismo sonido sagrado, conduciéndole a la vida interior». Una tradición muy antigua de los monjes tibetanos consiste en cantar los armónicos vocales; los «cantores de la garganta» de Tuva en Siberia meridional también desarrollaron esta técnica vocal sumamente complicada. El rasgo característico consiste en conformar las cavidades bocales de forma que resuenen los armónicos del sonido que emite el cantante como si fueran sonidos distintos de su nota de origen; ese es el significado simbólico que le confirieron los monjes tibetanos. Huston Smith, experto en religiones, en su documental Requiem for a Faith lo explica como sigue193: «Los armónicos despiertan numerosos campos, percibidos sin ser oídos explícitamente. Para nuestro oído están exactamente en la misma relación que lo sagrado respecto a nuestras vidas mundanas habituales. Y dado que el objeto del culto es hacer que lo sagrado vaya de la conciencia periférica a una focal, la capacidad vocal para elevar los armónicos de la conciencia subliminal a la focal tiene un gran poder simbólico, ya que la búsqueda espiritual es precisamente esto: experimentar la vida repleta de los armónicos que hablan de una 193 Ibíd., pp. 72–74. 183 realidad que puede ser sentida, pero no vista; sentida, pero no dicha; oída, pero no explícita». Los budistas, para inducirse a los estados de meditación utilizan unas campanas pequeñas de la siguiente manera: «Tocan dos campanas pequeñas en forma de címbalos diminutos llamados Ting–Sha’s, ambas producen un tono ligeramente diferente al percurtirse. Estudios rigurosos demuestran que dichas diferencias tonales les permiten emitir sonidos de frecuencia extremadamente baja, entre 4 y 8 ciclos por segundo, es decir, la gama de ondas mentales que se produce durante la meditación, y por tanto las campanas sintonizan las ondas cerebrales con estas mismas frecuencias. De ahí que hayan sido utilizadas durante siglos para iniciar la meditación ayudando a introducir el estado de relajación profunda que se requiere»194. En la tradición hindú, el uso de la música para alcanzar estados elevados de conciencia se aplica en el yoga, en concreto con el Mantra Yoga195: «Utiliza como medio de concentración un mantra: sílabas, palabras u oraciones que se pueden o bien recitar o entonar en voz alta, o bien pronunciarse con la propia voz interior. Los sonidos empleados, por ejemplo, ―Om mani padme hum‖, siempre tienen un significado simbólico, pero si la práctica personal implica un conocimiento o una atención a los mismos, o combina el mantra con la visualización, o se concentra exclusivamente en el sonido, es algo que depende de las escuelas y los individuos. (…) En todo caso el mantra es sólo una ayuda en el camino, un bastón en el que apoyarse, con el 194 195 Ibíd., p. 113. Godwin, Joscelyn: Harmonies of …, op. cit., p. 96. 184 que se golpea a los pensamientos que nos agreden, y que se desecha al final». «Existen expertos hinduistas y budistas que afirman que los mantras son manifestaciones del shabda, el sonido sagrado, una energía dotada de poderes creativos, de transformación y destructivos muy poderosos. (…) Debe haber una relación entre el shabda y el sonido normal por muy grande que sea la distancia que separa a uno del otro. (…) Las vibraciones sutiles de los mantras se ven intensificadas por asociaciones mentales que cristalizan a su alrededor gracias a la tradición o a la experiencia individual. Se deduce que, aunque no desprovista necesariamente de importancia, la forma de enunciar el mantra importa mucho menos que el acto mental que lo acompaña. Así, un sonido sutil combinado con el poder mental puede evocar en la mente de quien recita el mantra fuerzas anteriormente dormidas; pero mientras que el poder mental separado del sonido sutil puede ser altamente efectivo, lo contrario no»196. Carlos Fretgman también investiga acerca del mantra y su repercusión sobre el mundo físico: «Los mantras son recitaciones de fórmulas salmodiadas basadas en la repetición–reiteración del sonido y del tono, que no se usan sólo por su significado, sino como evocadores y asimiladores de las fuerzas de los cuales son el símbolo. Tienen como finalidad, entre otras, la inducción de un estado de conciencia particular y supraconsciente. El canto desarrolla la respiración, aumenta la proporción de oxígeno que riega el cerebro y, por lo tanto, modifica la conciencia. (…) El mantra más conocido es el OM. La mayor parte de los man196 Blofeld, John: Mantras, sacred words of power, ed. George Allen&Unwin (1977), [traducido por Andrés Linares: Mantras, sagradas palabras de poder (Madrid: Ed. Edaf, 2004), pp. 178–181. 185 tras contienen ―m‖ o ―n‖, sílabas que parecen resonar en la cabeza aún cuando se repitan en silencio. Hace 4000 años los griegos daban al fonema ―OM‖ la significación de ―el todo‖. Científicos y estudiosos occidentales, que en realidad observan el fenómeno mántrico desde fuera, ―objetivamente‖ y en su superficie, afirman que el apoyo dado al último fonoma ―m‖, expulsando el aire por las fosas nasales, propaga la vibración de resonancia, la hipófisis y la glándula pineal. La glándula hipofisiaria controla la síntesis de numerosas hormonas, se relaciona con el equilibrio y asegura la orientación del cuerpo en el espacio; la pineal coordina el ritmo de la respiración y de los latidos de nuestro corazón, así como el pulso rítmico de las glándulas sexuales. Aseguran que con la repetición del mantra se da una transfusión del comportamiento físico, orgánico y psíquico. (…) Determinadas escuelas hindúes tienen la creencia de que fue una energía sonora la que creó el Universo y la doctrina hindú relativa a la fuerza del sonido sagrado —Shabda— posee un paralelismo con algunos conceptos relativos al Logos —la Palabra— , la armonía de las esferas y afirmaciones hechas por Confucio hace más de dos mil años. La liturgia mitráica contenía fórmulas mágicas consideradas como ―sonidos raíz‖; los mantras Bijas budistas se refieren a la semilla o raíz con conceptos muy similares al profundo y no siempre comprendido, párrafo inicial del Evangelio de San Juan: ―en el principio era el Verbo y el Verbo era Dios‖, que dicho de otra manera podría entenderse como ―en el Principio era el Sonido, la palabra, y el Sonido era todo‖; las obras de los agnósticos griegos afirman que el Universo surgió como respuesta a una sílaba creativa y las liturgias de diferentes Iglesias cristianas contienen algunos resabios de conocimientos relativos a la cualidad sonora. Las palabras ―amen‖ y ―aleluya‖ poseyeron en sus inicios una significación mántrica. (…) La eficacia del mantra no depende en absoluto del significado verbal, aunque generalmente lo 186 posee, y su longitud varía entre una y varios miles de sílabas. (…) Muchos ―expertos‖ repiten con frecuencia que la eficacia del mantra radica en las vibraciones que desata, y por lo tanto ponen excesivo énfasis en su pronunciación ―correcta‖. Sin embargo, los mantras sánscritos fueron trasladados al chino, tibetano o japonés, siendo casi irreconocibles, y conservaron su energía y poder. El verdadero poder radica más en la mente y el corazón del emisor, que en el sonido del mantra»197. Estos extractos de diferentes autores sirven para documentar los estudios que se han realizado con la finalidad de comprender el sentido del sonido en el proceso de la consecución de los estados de conciencia no ordinarios. Está claro que aún queda mucho por descubrir y seguramente, en el futuro, se podrá profundizar mucho más al respecto. 197 Fregtman, Carlos D.: El tao de…, op. cit., pp. 90–94. 187 A modo de conclusión Tras el recorrido por el mundo de los sonidos en la búsqueda de entender el porqué de su repercusión en el ser humano, no cabe sino seguir sorprendiéndonos de la armonía que existe en la creación, de la estrecha relación que podemos hallar entre los diferentes elementos de nuestro mundo manifestado y del vínculo indisoluble entre todos los seres vivos a través de esa vibración que posibilita este fenómeno que llamamos Vida. Pitágoras fue el primer filósofo que acuñó el término Cosmos para denominar al universo. Se puede traducir por «orden» pero también por «ornamento« o «adorno». Es decir, el mundo está bellamente ordenado. Para los pitagóricos la idea de belleza estaba íntimamente asociada a la armonía y ésta al mundo que nos rodea. Este concepto resulta fundamental para la estética europea, pues resalta no sólo la existencia de unas leyes que rigen la naturaleza sino que esas mismas leyes generan una belleza que habita inmanente en los diversos paisajes. La contemplación de la belleza en cada detalle nos provoca admiración y un respeto a esa armonía y estética que subyace detrás de la Naturaleza. La música forma parte de la vida de los seres humanos. Necesitamos de su presencia para sentirnos plenos y vivos. Hay músicas que nos inspiran a dialogar con nuestros pensamientos y emociones; otras que, en ocasiones, nos evaden de la cruda realidad cotidiana; todas, de una u otra 189 forma, permiten grabar en la memoria profunda momentos inolvidables gracias a los sonidos, testigos sonoros de una vivencia única. Melodías preferidas que nos han consolado en momentos de soledad reconfortando nuestra alma; canciones que nos ayudaban a expresar el entusiasmo de un sentimiento pletórico. En fin, cada momento, bueno o difícil, tiene una música que puede ensalzar, consolar o serenar nuestros sentimientos. Dicen que la vida es un estado de conciencia. Hay tantas vidas como personas. A diferencia de los animales o plantas, cuya conducta está determinada por patrones e instintos, los seres humanos tenemos la posibilidad de elegir, de decidir. Tenemos libre albedrío. Podemos equivocarnos o acertar. Tenemos libertad para pensar, sentir y actuar. Por supuesto que no podemos influir en todo lo que nos sucede, pero sí podemos decidir cómo queremos reaccionar ante los acontecimientos y de qué manera vamos a enfrentar el día a día. Una de las mejores decisiones que podemos realizar es la de usar la música para poder vivir más intensamente. Tenemos libertad para escoger qué músicas queremos que formen parte de nuestra vida, qué estilo escuchar, qué autores conocer, en qué momentos elegir el silencio de forma consciente o seleccionar una melodía que nos favorezca o haga disfrutar sin más, sin pretender otra cosa… Podemos elegir asistir a un concierto y vivir una catarsis en compañía de un público que experimenta la música en directo, o podemos decidir cantar en una coral y sentir la fuerza del conjunto. Podemos atrevernos a la aventura de aprender un instrumento y dominar su técnica. Podemos decidir componer nuestras propias músicas para expresar aquello que no se puede decir con palabras. Podemos servirnos de la musicoterapia para ayudar a personas que lo necesitan o para aliviarnos de alguna enfermedad o dolencia psicológica. Podemos educar a nuestros hijos enseñándoles 190 a ser futuros melómanos que sepan apreciar la importancia del sonido en sus vidas. Podemos elegir pasar una velada en casa escuchando un concierto sin hacer otra cosa, o irnos a correr oyendo música que nos recargue la energía. Podemos… hacer lo que queramos… y eso, abre un terreno ilimitado por descubrir y experimentar. Es aprender a escuchar con la mente y el corazón, a descubrir nuestros gustos, nuestra vibración particular y única, nuestro sonido —ese que nos conecta con un cosmos que ejecuta una constante sinfonía, solo audible para aquel oído sensible que esté dispuesto a percibirlo a través de todas las posibilidades de la vivencia—. No hay fronteras en la música. Su verdadera función de la de unir, la de eliminar diferencias. Porque, más allá de las culturas, edades y estilos, aquel que siente la música como parte de su vida siente lo mismo en cualquier rincón del planeta. En los más de veinte años que llevo impartiendo clases y como directora de una escuela de música que realiza audiciones mensuales, sin duda alguna, lo que más me llena de satisfacción y da sentido a mi labor es contemplar el rostro radiante de los intérpretes tras un concierto por la posibilidad de haber hecho música. No importa que haya habido algún error o no, lo esencial es cómo lo han vivido. La mayoría de veces no son capaces de expresarlo porque no es algo racional, pero sí absolutamente real e importante en sus vidas. La emoción de un alumno en clase, sus ojos vidriosos expresando ilusión por el encuentro con nuevas piezas musicales y su entusiasmo al mostrar el trabajo realizado; niños de cuatro años que preguntan a sus padres por su clase de música con expectación; y una gran cantidad de anécdotas, son como un tesoro, pues me hacen constatar una vez más que la música es necesaria en todos los sentidos. Me considero afortunada por poder dedicarme a ella en el terreno de la pedagogía. 191 Ojalá en el futuro nuevos libros y una información adecuada puedan divulgar la importancia del fenómeno musical y el gran poder que el sonido puede ejercer sobre el ser humano. 192 Bibliografía Alvin, Juliette: Music Therapy, (Londres, ed. John Baker Publishers Ltd. 1967), [traducido por Enrique Molina de Vedia: Musicoterapia (Barcelona: ed. Paidós Ibérica, S.A., 1997)]. Aristóteles: La política, traducido por Patricio de Azcárate, col. Austral (Madrid: ed. Espasa Calpe, S.A., 1941). Aristóteles: La política, traducido por Carlos García Gual y Aurelio Pérez Jiménez, Clásicos, 1193 (Madrid: Alianza Editorial, 1995). Barenboim, Daniel: Music Quickens Time (Milano: Giangiacomo Feltrinelli Editore, 2007), [traducido por Dolors Ubina: El sonido es vida (Barcelona: Edigrabel S.A., 2008)]. Blacking, John: How Musical is Man, (University of Washington Press, 1973), [traducido por Francisco Cruces: ¿Hay música en el hombre? (Madrid, Alianza editorial, S.A., 2006)]. Blofeld, John: Mantras, sacred words of power, ed. George Allen&Unwin (1977), [traducido por Andrés Linares: Mantras, sagradas palabras de poder (Madrid: Ed. Edaf, 2004)]. Campbell, Don: The Mozart Effect (Nueva York: Avon Books, 1997). Capra, Fritjof: The Tao of Physics (1975), [traducido por Juan José Alonso Rey: El tao de la física (Madrid: ed. Luís Cárcamo, 1984)]. Confucio: The Analects of Confucious (Nueva York: Norton &Company, 1997), [traducido por Alfonso Colodrón: Analectas de Confucio (Madrid: ed. Edaf, S.A., 1998)]. 193 Despins, Jean Paul: Le cerveau et la musiqué, ed. Christian Bourgois (1986), [traducido por María Renata Segura: La música y el cerebro (Barcelona: Ed. Gedisa, 2001)]. Eliade, Mircea: Das Heilige und das Profane (Hamburgo, ed. Rowohlt Taschenbuchverlag, 1957), [traducido por Luís Gil: Lo sagrado y lo profano (Barcelona: ed. Labor S.A., 1967)]. Eliade, Mircea: Aspects du Mythe (Nueva York, ed. Harper & Row, 1963), [traducido por Luís Gil: Mito y realidad (Barcelona: ed. Labor S.A., 1968)]. Eliade, Mircea: From primitives to zen, A Thematic Sourcebook on the History of Religions, (Nueva York, Harper & Row, 1967), [traducido por E.J.Míguez y D. Rocco de Vignolo: Historia de las creencias y las ideas religiosas, IV (Madrid: ed. Cristiandad, S.L., 1980)]. Ficino, Marsilio: Epistolarum, I, Opera omnia. Fregtman, Carlos D.: El tao de la música (Buenos Aires: Editorial Troquel S.A., 1994). Gaynor, Mitchell: Sounds of Healing (Nueva York: Broadway Books, 1999), [traducido por Andrea Morales: Sonidos que curan (Barcelona: ed. Urano, S.A., 2001)]. Godwin, Joscelyn: The Harmony of Spheres, [traducido por María Tabuyo y Agustín López: Armonía de las esferas, Imaginatio vera, 33 (Girona: ed. Atalanta, 2009)]. Godwin, Joscelyn: Harmonies of Heaven and Earth (Londres: Thames and Hudson, 1987), [traducido por Radamés Molina y César Mora: Armonías del cielo y de la Tierra (Barcelona: Ed. Paidós Ibérica, S.A., 2000)]. Grof, Stanislav: «Sorpresas al explorar la conciencia», Monográfico de Integral, nº22, (1994). McCarthy, Maureen: The Nature of Music, ed. Riverhead Books (2001), [traducido por Daniel Berlanga Ramos: La naturaleza de la música (Barcelona: Ed. Paidós Ibérica, S.A., 2002)]. 194 Naydler, Jeremy: The temple of the Cosmos, ed. Jacobo Stuart (1996), [traducido por María Tabuyo y Agustín López: El templo del Cosmos (Madrid: ed. Siruela, S.A., 2003)]. Nicolás Luís Fabiani: El valor humano de la educación musical (Barcelona: ed. Paidós Ibérica, S.A., 1994)]. Pérez Arroyo, Rafael: La música en la era de las pirámides (Madrid: ed. Centro de estudios egipcios, S.L., 2001). Platón: La República, traducido por Patricio de Azcárate, col. Austral, 296 (Madrid: ed. Espasa Calpe, S.A., 2000). 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Willems, Edgar: La valeur humaine de l’education musicale (Bienne: ed. ―Pro Musica‖, 1975), [traducido por María Teresa Brutocao y Tomatis, Alfred: The Conscious Ear (Nueva York: Station Hill Press, 1991). 195