Enzimas para la texturización Ver fotos y comprobar que es la última versión Cada vez más los consumidores esperan que los alimentos satisfagan diversas necesidades emocionales y la textura desempeña un importante papel para ello. Crear las características de textura que responden a los deseos del consumidor puede ser crucial para el éxito de un producto. Por ello, la textura es uno de los factores esenciales en el proceso de desarrollo de nuevos productos (Commarmond, 2011). Las enzimas se utilizan desde hace siglos para mejorar la textura, la apariencia y el valor nutricional de algunos alimentos. Se trata de proteínas que actúan como catalizadores de las reacciones bioquímicas (Van Oort, 2010). En producción alimentaria, las enzimas tienen grandes ventajas ya que pueden emplearse como sustitutos de sustancias químicas en un amplio rango de procesos; actúan de forma específica, reduciendo las reacciones secundarias y los residuos y, al actuar como catalizadores, propician condiciones menos extremas en las reacciones y procesos de transformación, permitiendo conservar los atributos de los alimentos y sus componentes. En la actualidad, la legislación aplicable sobre el uso de enzimas en el procesado de alimentos está regulada por cada país y es variable entre países, tanto de la Unión Europea como a nivel internacional. Así, es posible que dos países que permitan el uso de una enzima lo hagan para distintas aplicaciones o procesos, o que el uso de una enzima esté permitido en un país y en otro no. A nivel comunitario, el Reglamento 1332/2008 establecerá las normas para la aplicación de enzimas alimentarias que desempeñen no solo una función tecnológica (fabricación, elaboración, tratamiento, embalaje, transporte o almacenamiento) sino también las utilizadas como coadyuvantes tecnológicos. Este reglamento establecerá que solo las enzimas alimentarias que figuren en la lista comunitaria podrán comercializarse como tales y utilizarse en alimentos (art.4) y no podrá comercializarse ningún alimento preparado con una enzima alimentaria que no cumpla con el presente reglamento y sus aplicaciones (art.5). Por otra parte, en marzo de 2011, la Comisión Europea publicó una modificación del Reglamento 1331/2008 que establece el procedimiento de autorización de las enzimas alimentarias. Esta modificación entró en vigor el 11 de Septiembre, fecha a partir de la cual las empresas tendrán dos años para la presentación de los expedientes de las enzimas alimentarias que ya se comercializan en el mercado europeo. Una vez que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) haya completado todas las evaluaciones, la Comisión Europea establecerá la primera lista positiva comunitaria de enzimas alimentarias (art.17, 1332/2008). Hasta entonces, seguirán siendo aplicables en los Estados miembros las disposiciones nacionales vigentes relativas a la comercialización y el uso de enzimas alimentarias y de alimentos elaborados con enzimas (art. 24, 1332/2008). Una nueva generación de productos: los reestructurados En los últimos años la tecnología de reestructuración está siendo muy utilizada por la industria alimentaria, especialmente en los sectores cárnico y pesquero, con el objetivo de comercializar una nueva generación de productos, entre los que destacan los análogos o sucedáneos. En la elaboración de estos productos se emplean aditivos alimentarios que proporcionan textura, consistencia y estabilidad al producto y que son conocidos como agentes de textura. Entre los aditivos más utilizados se encuentran: almidones modificados, celulosas modificadas, sustancias pécticas, gomas, gelatinas y otras proteínas, y varios preparados comerciales que contienen enzimas en su composición. A modo de ejemplo, los alginatos se emplean para elaborar reestructurados de aros de cebolla o rellenos para aceitunas, como gelificantes en rellenos cremosos de pastelería o para estabilizar masas panarias y rellenos de frutas, entre otras aplicaciones. Los carragenatos permiten obtener un amplio rango de texturas de gel con aplicación en carnes en conserva y aportan cremosidad y estabilidad en productos lácteos como postres, helados y queso. El uso de preparados comerciales que contienen la enzima transglutaminasa es habitual en la elaboración de productos cárnicos y pesqueros reestructurados siendo sus aplicaciones en alimentación muy versátiles (Figura 1). Así, en el mercado se pueden encontrar productos elaborados con distintas materias primas que combinan, por ejemplo, bacalao y salmón en una misma pieza. Aprovechamiento de subproductos La elaboración de productos reestructurados a partir de materias primas con bajo o nulo valor comercial puede considerarse una alternativa para la industria alimentaria. Esto puede ser importante para el sector cárnico, pero sobre todo para el sector pesquero, ya que el volumen de subproductos que se origina tras el procesado del pescado es considerable y su gestión representa un importante coste económico para las empresas transformadoras. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción pesquera mundial por captura y acuicultura en 2008 fue de 142.287.000 toneladas de las cuales, el 81% se destinó a consumo humano (fresco, congelado, curado y en conserva) y el 19% a otros fines (reducción y usos varios). En España, un 8.2% de la producción pesquera se destinó a usos no alimentarios (FAO, 2011). Por otra parte, estos subproductos también pueden constituir una nueva fuente de obtención de enzimas u otras sustancias gelificantes para su aplicación en la fabricación de productos reestructurados. Uso de enzimas en procesos de gelificación en frío En el mercado existen varios preparados comerciales que contienen enzimas en su composición y que se aplican en los procesos de gelificación en frío de productos tanto cárnicos como pesqueros. La empresa holandesa Sonac comercializa, bajo el nombre de Fibrimex®, un preparado a base de fibrinógeno y trombina que se basa en la capacidad para formar redes tridimensionales de la fibrina. La trombina, enzima implicada en el proceso de coagulación sanguínea, es la responsable de la transformación del fibrinógeno a fibrina. La formación del gel se debe a la interacción de la fibrina con el colágeno permitiendo unir distintas materias primas, así como cambiar la forma, el tamaño, el sabor y la palatabilidad del producto y aumentar la capacidad de retención de agua y el rendimiento. El uso de este preparado está permitido, por ejemplo, en Estados Unidos, Francia, Canadá y Japón. En la normativa francesa, está considerado una preparación enzimática y debe etiquetarse como “stabilisant: préparation enzymatique d’origine bovine/(porcine)” , pudiendo utilizarse únicamente en reestructurados cárnicos o pesqueros que sean consumidos tras el cocinado. En España, el preparado podría considerarse un ingrediente y debería mencionarse “proteína de plasma” en la etiqueta del producto final aunque, no existe legislación sobre el uso de la trombina en alimentos. Recientemente, el Parlamento Europeo rechazó su uso por el riesgo de inducir a error al consumidor al presentarse distintas piezas como un único producto y por el riesgo de no poder garantizar la seguridad microbiológica del producto final (RSP/2010/2679). Por ello, con el fin de ayudar a asegurar la información a los consumidores acerca de los productos que compran y contribuir a una mayor transparencia, el nuevo Reglamento Europeo sobre Etiquetado establece que los productos elaborados a partir de diferentes partes de pescado o carne empleando otros ingredientes como aditivos o enzimas alimentarias deberán especificar que se trata de un producto reestructurado en la parte frontal del envase mediante las expresiones “combinado de piezas de carne” o “combinado de piezas de pescado”. Otra de las enzimas utilizadas en los procesos de reestructuración en frío es la transglutaminasa. La particularidad de esta enzima frente a otros agentes gelificantes no enzimáticos es que, además de ligar las proteínas sin necesidad de un tratamiento térmico, la estructura formada es estable tras el mismo (Motoki & Seguro, 1998) y no altera el sabor ni el aroma ni el color del alimento. Ajinomoto Co. Inc., comercializa varios preparados enzimáticos “ready-to-use” constituidos principalmente por un polímero, habitualmente maltodextrina, y transglutaminasa de origen microbiano. El inconveniente es que al emplearse como coadyuvante tecnológico (se inactiva por tratamiento térmico), en España no existe una legislación que marque los límites máximos de su uso en alimentos ni sus aplicaciones. En Francia está permitida su utilización como coadyuvante tecnológico y la normativa establece que la transglutaminasa debe estar inactiva en el producto final, razón por la cual, solo está autorizada su aplicación en productos tratados por calor (queso pasteurizado, preparados cárnicos cocidos y productos de panadería – bollería). Aun así, la transglutaminasa está aprobada para su uso en alimentación en Estados Unidos (GRAS, Generally Recognized As Safe), Canadá, Brasil, Japón, Corea, China y Tailandia, entre otros países. Las transglutaminasas: nuevas posibilidades en las especies marinas En la década de los 80, se realizaron importantes investigaciones que demostraron que soluciones con alta concentración de proteínas procedentes de vacuno, cerdo, pollo y pescado podían ser gelificadas por una transglutaminasa proveniente de hígado de cerdo (Motoki & Seguro, 1998). Por otro lado, estudios sobre la transglutaminasa endógena presente en el surimi congelado de abadejo de Alaska (Theragra chalcogramna) mostraron que la enzima era responsable de la gelificación espontánea de las pastas de surimi y favorecía la fuerza de gel, que disminuía si se agregaban inhibidores de la enzima (Maruyama et al., 1995). Las transglutaminasas se distribuyen ampliamente en la naturaleza (Figura 2). Según la base de datos de enzimas de la Universidad Técnica de Braunschweig, el 28% está presente en mamíferos, el 19% en invertebrados marinos como la vieira, el langostino o el calamar; el 16% en microorganismos, el 16% en plantas, el 7% en peces, el 5% en aves y el 9% restante en otros organismos como nemátodos, mohos y parásitos (Brenda database, 2011). Investigaciones más recientes han detectado la presencia de transglutaminasa en surimi y músculo blanco de jurel (Trachurus murphyi), con valores óptimos de pH de 5.4 y 7.6 y temperaturas óptimas entre 50 y 60º C (Curotto et al., 2007); y en mojarra (Oreochromis niloticus), con una temperatura óptima de 37-50ºC y un pH óptimo de 7.5 (Worratao and Yongsawatdigul, 2005). Además, se han obtenido dos transglutaminasas a partir de hemolinfa y músculo de vieira (Pactinopecten yessoensis) que presentan temperaturas óptimas de 15 y 40ºC respectivamente (Nozawa et al., 2005), características muy interesantes para su aplicación en procesos de gelificación en frío de productos alimentarios. También se han descrito algunas transglutaminasas de origen microbiano. La enzima producida por Streptoverticillium mobaraense presenta un pH óptimo entre 5 y 8 y una temperatura óptima de 50ºC y, a diferencia de las transglutaminasas de origen animal, su actividad es independiente de calcio, permitiendo su aplicación en una gran cantidad de alimentos. La mayor parte de los estudios describen transglutaminasas de origen humano dada su implicación en varias enfermedades y su importante papel en la coagulación sanguínea. Sin embargo, la información disponible acerca de otras transglutaminasas es escasa, especialmente de las de origen marino (Figura 3), y sería interesante conocer sus condiciones óptimas de actividad así como sus constantes cinéticas para una mejor manipulación y aplicación a conveniencia en el procesado de alimentos. A nivel comercial, se utilizaron inicialmente transglutaminasas de origen animal pero su producción era costosa: la cantidad que se extraía era escasa y de calidad media y su aplicación en alimentos era difícil. Por ello se buscaron otras fuentes de transglutaminasa y tras evaluar la rentabilidad de extracción a partir de varios tejidos animales (hígado, músculo, sangre, etc.) y la producción en varias cepas de microorganismos (Palafox y García, 2007), se halló la especie de microorganismo más eficiente en la producción de transglutaminasa, el Streptoverticillium mobarense (Ando et al., 1989). Hoy en día, la producción industrial de transglutaminasa se lleva a cabo mediante un proceso fermentativo realizado por este microorganismo. En AZTI-Tecnalia se trabaja en el desarrollo de productos reestructurados a partir de materias primas de origen cárnico y pesquero mediante transglutaminasa microbiana y el preparado enzimático a base de fibrinógeno y trombina (Imagen 1). Se emplean especies de origen marino y de acuicultura como la bacaladilla, la verdel, el chicharro, la dorada, la lubina y el salmón, así como recortes procedentes del despiece y procesado cárnico y pesquero. Los productos resultantes son resistentes al corte y a la manipulación, y presentan una textura y unas características organolépticas satisfactorias. Aunque aún existe una limitación en este proceso debido a los tiempos de formación del reestructurado y al empleo de ingredientes de distinto origen a la materia prima utilizada (origen pesquero). Además, se están caracterizando nuevas enzimas de origen marino con capacidad de reestructuración y se ha visto que algunas de estas enzimas podrían trabajar en un amplio rango de temperaturas con una actividad adecuada como para obtener un proceso de gelificación óptimo y rápido a bajas temperaturas. Perspectivas de futuro Considerando la variedad de aplicaciones alimentarias de las transglutaminasas, la falta de legislación a nivel europeo sobre el uso de estas enzimas en alimentos, el empleo de ingredientes de diferente origen con respecto a la materia prima y la escasa información disponible acerca de las características enzimáticas de las transglutaminasas de origen marino, parece que la obtención y caracterización de enzimas a partir de pescado o sus subproductos podría ser una opción interesante para la elaboración de reestructurados pesqueros. Esto permitiría reducir costes, mejorar la imagen del producto frente al consumidor, incrementar la disponibilidad y comercialización de nuevos ingredientes y, sobre todo, conseguir un mayor aprovechamiento de los coproductos generados durante el procesado de pescado ofreciendo al consumidor productos frescos de alto valor añadido.