Revista destiempos N°43 LA VEROSIMILITUD EN “EL BESO” DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER: deslinde de la autorreferencialidad y la metaficción Laura Sofía Rivero Cisneros Universidad Nacional Autónoma de México A inicios del S. XX, la expansión de las diferentes estéticas vanguardistas que observaban como elemento común la transgresión a las pautas tradicionales de la creación artística, propició la conformación de un arte contestatario que cuestionaba su naturaleza a partir de sí mismo1. Este proceso autorreferencial fue percibido en los años 50´s y 60´s por teóricos como Guillermo de Torre que en 1951 hablaba de la “metapintura”, Roland Barthes que en su texto “Literatura y metalenguaje” de 1959 abordaba el concepto de “metaliteratura” y Lionel Abel que sugiere la noción de “metateatro” en 1963. Así pues, fue adoptado el prefijo “meta” ─ya empleado años atrás por Roman Jakobson en su propuesta de las funciones de la lengua donde señalaba la función metalingüística─ en el afán de discurrir en torno a todas aquellas manifestaciones autorreferenciales dentro de los diferentes sistemas artísticos y semióticos. Es una condición inherente al ser de la literatura reflexionar sobre la condición autorreflexiva de su ser ficcional puesto que la lengua es autorreferencial en tanto siempre remite al código. Es posible rastrear estas cualidades desde las producciones textuales más remotas. 1 Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 32 Revista destiempos N°43 En 1970, William Grass y Robert Scholes acuñan el término de “metaficción” que conforma una categoría incluyente de todas las específicas esferas del arte y de las narraciones ficcionales. A finales del S. XX, numerosos estudios2 abordarán dicha propuesta desde diferentes ángulos y perspectivas. Destacan las propuestas teóricas de 1984: la canadiense Linda Hutcheon revisa la “literatura narcisista” ─en evidente relación al mito grecolatino de Narciso como una mirada reflexiva─ en su libro Narcissit Narrative. The Metafictional Paradox a propósito de las manifestaciones posmodernas entre las cuales distingue dos tipos de metaficción: la diegética-narrativa y la enunciativa-discursiva; asimismo Patricia Waugh generará un sistema de tres grados de la metaficción en su libro The Theory and Practice of Self-Conscious Fiction. Esta tendencia teórica anglosajona ha sido adoptada por diversos estudiosos del ámbito hispánico cuyos trabajos académicos no únicamente aplican dichas propuestas sino que configuran nuevos modelos de descripción y análisis sobre los mecanismos autorreferenciales. Aunados a estas perspectivas teóricas han existido comentarios que se postulan como detractores de todos estos acercamientos a las manifestaciones autoconscientes. A propósito de las interrogaciones sobre su escritura metaliteraria, el escritor Enrique Vila Matas afirma en su conferencia dictada en Madrid en el 2008 “Intertextualidad y Metaliteratura. Poética a posteriori”: “Hago literatura y con ello quiero indicar que no hago metaliteratura que, por otra parte, es algo que no existe o, mejor dicho, es un invento de ciertos críticos enemigos de lo intelectual”. Robert Alter sugiere la noción de “novela autoconsciente” en 1975 y Lucien Dällenbach profundizará en la estructura de la mise en abyme (puesta en abismo) en su obra Le récit spéculaire de 1977. Una precisa cronología comentada de los estudios sobre la metaficción en la tradición europea, norteamericana e hispánica aparece en: Gil González, “Figuras del autor en la literatura española contemporánea”, 2012. 2 Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 33 Revista destiempos N°43 Como argumento principal, los opositores de los estudios sobre la metaficción y sus especies análogas3 destacan la imposibilidad de su examen partiendo de la escasa acotación de sus características que pueden ser extensibles a cualquier texto. De este modo, consideran que cualquier obra literaria es metaficcional en tanto que cada una cuestiona su propia hechura y las relaciones que traba con el sistema; obteniendo como conclusión que la metaficción es una categoría inútil para el análisis puesto que señala una condición inherente a cualquier objeto estético. Dichas afirmaciones ponen de manifiesto una problemática terminológica: todos los conceptos afines a la noción de metaficción son utilizados como sinónimos dentro de algunos núcleos institucionales. De este modo, resulta fundamental hacer una distinción entre categorías para la comprensión global de los fenómenos autoconscientes. Dentro del ámbito hispánico destaca la figura del teórico Antonio J. Gil González quien propone un deslinde entre cuatro diferentes conceptos operativos: autorreferencialidad, metaliteratura, metaficción y metaficción literaria. A la primera la concibe desde un plano general “tanto desde el punto de vista de los fenómenos implicados como del de los discursos en los que se manifiesta” (Gil González, “Variaciones sobre el relato y la ficción”, 13). La metaliteratura, por su parte, es asimilable al concepto de metatexto genettiano que se manifiesta como el comentario crítico a las obras literarias, y que se circunscribe a los productos textuales de la Academia así como a la ensayística que versa sobre literatura. A su vez, la metaficción se entiende “en sentido restringido, aunque virtualmente aplicable a cualquier dominio narrativo, ficcional o artístico” (Gil González, “Variaciones sobre el relato y la ficción”, 13). Finalmente, en la metaficción Hay una vasta enumeración de conceptos con características similares que suelen emplearse sin unificación de criterios ni rigor metodológico: autoconsciencia, autorreflexividad, recursividad, metaliteratura y sus variantes genéricas (metateatro, metapoesía, metanovela, etc.) o procedimientos como la metadiégesis, metalepsis y la mise en abyme. 3 Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 34 Revista destiempos N°43 literaria convergen los dos conceptos anteriores puesto que se refiere a las manifestaciones específicas de la metaficción en la literatura: el metateatro, la metapoesía, la metanovela e, incluso, el metacuento, entre otras variantes. Así pues, esta propuesta clasificatoria queda explicada en el siguiente diagrama que hace hincapié en los grados de abstracción de las diversas categorías: Los estudios sobre la autorreferencialidad y la metaficción han propiciado el surgimiento de nuevos cuestionamientos sobre las teorías de los géneros, la naturaleza de la ficción y las convencionalidades del sistema literario transgredidas en los textos. De este modo pueden encontrarse ciertas pautas próximas a modalidades discursivas como el fantástico y sus variantes: la configuración de la verosimilitud se asienta en mecanismos similares que Lauro Zavala ha notado al señalar ambas manifestaciones como poéticas de la incertidumbre puesto que tanto la narrativa fantástica como la narrativa posmoderna se producen a partir de la recombinación de elementos preexistentes. Sin embargo, la narrativa fantástica recombina algunos rasgos constitutivos de la realidad a partir de una inversión de la causalidad lógica para producir un universo sólo en apariencia nuevo. Por su parte, la narrativa posmoderna recombina algunos rasgos constitutivos de la tradición narrativa a partir de la ironización de las condiciones de posibilidad genérica para producir también un universo sólo en apariencia nuevo (Zavala, “El género fantástico y Todos dicen que te amo”, 166-167). Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 35 Revista destiempos N°43 Tan extensa es la presencia de lo sobrenatural en la literatura que han sido innumerables los intentos de clasificación4 y análisis de la “literatura fantástica”. Estas múltiples aproximaciones se distinguen por diversos matices ─que inclusive rechazan la teoría del género fantástico al considerarlo tan sólo un modo o estilo─ pero que convergen en la categorización de las cualidades extraordinarias bajo la denominación de: “géneros no miméticos de la literatura”5. Así pues, bajo este subtítulo quedan agrupadas las manifestaciones fantásticas, extrañas, milagrosas, prodigiosas, maravillosas y de la ciencia ficción, por enumerar algunas6. Aunque poseen cualidades particulares, todas convergen en poner de manifiesto la aparición de un elemento que trastoca el orden establecido por el propio relato. Lo sobrenatural reorganiza el funcionamiento de la verosimilitud puesto que éste, aparentemente, es en sí mismo una impertinencia dentro de la narración. La leyenda coincide con estas especies de lo fantástico por el planteamiento del hecho sobrenatural, sin embargo lo narrado suele asociarse a un acontecimiento real que es referido por la tradición de un pueblo; en consecuencia se transforma en un discurso oral repetido durante distintas generaciones que, finalmente, el escritor transcribe a un texto cerrado. Por esta razón, la sutil separación entre las nociones de ficción y archivo demandan una lectura particular en tanto que la función del discurso legendario se ve comprometido a una tensión entre la figuración y la historicidad. Es fundamental la Introducción a la literatura fantástica de Tzvetan Todorov que puso en la mira de los estudios literarios este género. Destacan también los trabajos de Remo Ceserani, Harry Belevan, Irène Bessiere y Roger Caillois; los dos últimos considerados fundamentales dentro de la investigación sobre el género fantástico. 5 Es importante evitar la confusión que pueda generar esta denominación: no niega la condición mimética inherente a toda la literatura sino que señala la configuración de modelos del mundo alejados de la realidad factual. 6 Una profunda reflexión sobre las diferencias de los géneros que colindan con el fantástico aparece en: Ana María Morales, “Las fronteras de lo fantástico”, 47-61. 4 Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 36 Revista destiempos N°43 Nuestro objetivo no es discurrir en torno a las cualidades architextuales de la leyenda como discurso literario ni delimitarla de otras expresiones de lo sobrenatural. Nos proponemos exhibir los elementos que configuran el orden o normalidad del relato para, en segunda instancia, revisar la implantación del hecho transgresor y, finalmente, proponer el funcionamiento de la verosimilitud en virtud de los elementos autorreferenciales del texto. En El beso se relata la historia de un capitán francés que pasa la noche con su regimiento en el interior de una capilla de un convento en Toledo. Al ser despertado por la campana de la iglesia, el hombre se encuentra con un par de estatuas que adornan los sepulcros, una de ellas representa a una dama de inigualable belleza de la cual queda prendado el capitán y la otra figura al marido de dicha mujer. El militar relata el suceso a otros soldados escépticos que le solicitan acudir al convento para dar fe de la hermosura de la estatua y también para pasar el tiempo con el propósito de emborracharse. Llegada la noche dan inicio al festejo con botellas de Champagne y el capitán propone un brindis. Inmerso en el amor y el alcohol se propone besar a la dama de piedra. Sin embargo, justo al encontrarse frente a ella, la estatua del esposo le asesta una bofetada que lo deja muerto en el piso. Entre cada uno de estos acontecimientos cardinales se incrustan descripciones muy concretas de los personajes y los lugares. Estas catálisis son elementos que colaboran a la configuración de la verosimilitud pues dichas funciones no sólo son “detalles inútiles” sino que favorecen la creación de una atmósfera y un “efecto de realidad” (Barthes, “El efecto de realidad”, 180). Por esta razón resulta fundamental el empleo del léxico bélico y arquitectónico ya que las palabras, al ser tan específicas, delimitan Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 37 Revista destiempos N°43 los referentes y construyen imágenes precisas que aparentan su condición verdadera: Siguieron en silencio el camino adelante hasta llegar a una plazuela, en cuyo fondo se destacaba la negra silueta del convento con su torre morisca, su campanario de espadaña, su cúpula ojival y sus tejados de crestas desiguales y oscuras (Bécquer, “El beso”, 250). No sólo el lenguaje especializado que delimita a la narración propicia la manufactura de un discurso creíble sino que la propia leyenda inicia con un fragmento en el cual se utilizan diversas referencias factuales: Toledo, Carlos V, casa de los Consejos, Puerta del Sol y Zocodover. Así pues, se proporciona una filiación con un lugar específico reconocible dentro de la realidad, elemento imprescindible para la leyenda romántica pues ésta necesita señalar una tradición y asignarse a un contexto que le dé el carácter de historia arcaica. Por tanto, el texto adquiere la apariencia de un archivo, tipología propia del discurso histórico y no del ficcional. Las referencias factuales, en consecuencia, establecen un orden dentro de la leyenda por otorgar la apariencia de veracidad al texto. Cabe recordar que la ficción literaria no sólo representa los hechos y las vivencias vitales (la propia del sujeto), vicarias (la vivencia del otro) o virtuales (la vivencia experimentada a través del artificio) sino también parasita y mimetiza los diferentes sistemas semióticos como apunta Julia Kristeva: Lo verosímil, sin ser verdadero, sería el discurso que se asemeja al discurso que se asemeja a lo real. Siendo una «realidad» desajustada, que llega incluso a perder el primer grado de similitud (discurso-realidad) para jugarse sólo al segundo (discurso-discurso), lo verosímil no tiene más que una sola característica constante: quiere decir, es un sentido (Kristeva, “La productividad llamada texto”, 65). Proponer el inicio descriptivo de la leyenda similar a la estructura del archivo histórico sugiere la necesidad de establecer el funcionamiento de la verosimilitud en tanto que el orden del texto factual-verdadero se ve Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 38 Revista destiempos N°43 transgredido por un hecho sobrenatural. En “El beso” es posible la implantación del acontecimiento extraordinario ─la estatua que vuelve a la vida─ porque el texto traba tres ejes temáticos rectores que se construyen a partir de la oposición de contrarios: lo sagrado y lo profano, la seriedad y la risa, y lo verdadero opuesto a lo verosímil. Estas contradicciones semánticas proporcionan la ambivalencia necesaria para configurar un discurso dialógico en el cual coexisten diferentes posturas sin sobreponerse unas a otras. Se instaura la apertura de un amplio abanico de posibilidades de resolución a los conflictos planteados por el propio relato. Lo sagrado opuesto a lo profano, como primer campo isotópico, se instituye con la llegada del regimiento al convento. En múltiples ocasiones el narrador hace hincapié en esta oposición al emitir comentarios y juicios de valor sobre los soldados y su profanación de un recinto sagrado: Como quiera que la iglesia del convento estaba completamente desmantelada, los soldados que ocupaban el resto del edificio habían creído que las puertas le eran ya poco menos que inútiles, y un tablero hoy, otro mañana, habían ido arrancándolas pedazo a pedazo para hacer hogueras con que calentarse por las noches. Nuestro joven oficial no tuvo, pues, que torcer llaves ni descorrer cerrojos para penetrar en el interior del templo (Bécquer, “El beso”, 250). La guerra y la iglesia como símbolos de lo bélico y lo sacro ponen de manifiesto una primera relación entre dos vertientes completamente opuestas: la profanación. Esta misma correspondencia se puede notar en el capitán y la dama de piedra. A ella se refiere no sólo en su aspecto artístico-material sino también en la esfera de lo sagrado: “armoniosas facciones”, “purísimas líneas”, “castas y celestes imágenes” y alude mediante la palabra “espíritu”. Así pues, conviven elementos dispares no en un modo armónico sino en actitud hostil. Lo bélico actúa de forma Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 39 Revista destiempos N°43 intempestiva a manera de una invasión. Mediante esta estructura se deja entrever el funcionamiento del fantástico como una perturbación al orden natural. Asimismo la seriedad y la risa se desarrollan de manera semejante. El capitán representa el primer elemento de este par temático: su reacción ante la estatua de la dama es una “actitud grave” como bien señala el narrador. Los soldados no vacilan en demostrar su escepticismo mediante la burla y la risa, esta reacción es una puesta en escena del conflicto entre dos polos opuestos de un mismo eje semántico. Podemos entender entonces a la carcajada como una falla dentro de la comunicación, una impertinencia7 inserta que pone de manifiesto el desajuste entre dos elementos distantes. Representados por el capitán y el guerrero de piedra encontramos en lo masculino el último par dicotómico: lo verdadero opuesto a lo verosímil. La realidad se iguala a la vida o a lo comprobable de manera empírica, la ficción se equipara a la mentira creíble. Atendiendo a los mecanismos con los cuales proceden los dos ejes semánticos anteriores, “El beso” anticipa la resolución de este tercero. El indicio planteado estructuralmente a lo largo de toda la leyenda es la oposición de contrarios que concluye en una profanación, una invasión o un desajuste. Por consiguiente, el hecho fantástico logra implantarse dentro del simulacro del discurso histórico por la configuración dialógica del relato. En este mismo eje temático localizamos las menciones explícitas a la ficción y a la verosimilitud. La relación del capitán con las esculturas proporciona informaciones sobre su juicio: “Junto a la imagen de esa mujer, también de mármol, grave y al parecer con vida como ella, hay un guerrero Utilizamos los términos “falla”, “impertinencia” y “desajuste” no con el propósito de atisbar un juicio axiológico del texto sino atendiendo únicamente a su carácter formal, es decir, al funcionamiento retórico de la narración puesto que comprendemos todos estos términos como explicaciones de la estructuración del fantástico. 7 Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 40 Revista destiempos N°43 [...]” (Bécquer, “El beso”, 255). Este fragmento indicia el final de la leyenda que se justifica por la reflexión del soldado sobre el arte, razonamiento fundado en una frase común repetida con frecuencia: la perfección de la estatua hace pensar que ésta cobra vida. Al respecto de este procedimiento Remo Ceserani señala que “[Todorov] identifica como uno de los elementos generativos de la literatura fantástica el procedimiento de actualización y consideración literal de una metáfora” (Ceserani, Lo fantástico, 103). Inclusive, este tópico es recurrente no sólo en la historia literaria sino dentro del propio movimiento romántico. En La Vénus d’Ille el escritor Prosper Mérimée también emplea el motivo de la estatua viviente al que Kennet Gross se avoca para rastrear sus múltiples apariciones dentro de las manifestaciones artísticas. En una suerte de ejercicio transtextual Bécquer alude a referentes literarios y artísticos dentro de “El beso”: a Ronsard, poeta tradicional francés que constituye la tradición de su pueblo en los cantos de los soldados, y a Galatea de la cual se habla en este diálogo: ―De tal modo te explicas, que acabarás por probarnos la verosimilitud de la fábula de Galatea. ―Por mi parte, puedo deciros que siempre la creí una locura; mas desde anoche comienzo a comprender la pasión del escultor griego. (Bécquer, “El beso”, 255). Como una resolución al conflicto de la verdad y la ficción, la sugerencia de los personajes es acudir al lugar donde se encuentra la estatua para poner en prueba su belleza a los ojos de los soldados. Así pues, lo verdadero se asume como testimonio; recae en el valor de la recepción la importancia de los sentidos como prueba de lo real. Por esta razón, resulta de suma importancia que en el desenlace de la historia los personajes hayan sufrido un cambio fundamental a causa de la borrachera: su testimonio es cuestionable puesto que los sentidos no son fiables en su condición final. La configuración de la verosimilitud se estructura a partir Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 41 Revista destiempos N°43 de la ambivalencia que da cabida al modo fantástico referido, principalmente, como la duda ante el hecho sobrenatural. Si bien es cierto que una de las dicotomías opuestas en el nivel semántico es la de lo verdadero y lo verosímil, esta misma contradicción se manifiesta en los elementos formales de la leyenda. Las constantes alusiones al acto escriturario o a la narración del suceso hacen considerar una autoconsciencia de su carácter narrativo: “En esta conformidad se encontraban las cosas en la población donde tuvo lugar el suceso que voy a referir” (Bécquer, “El beso”, 249). El narrador se asume como la voz enunciadora desde un principio, además de que existen dos narraciones insertas: la primera correspondiente al capitán que refiere a los soldados su encuentro con la dama, y la segunda procedente de uno de los militares que narra la anécdota de unas estatuas vivientes en el monasterio de Poblet. Si bien es cierto que existen alusiones al acto creativo ─característica fundamental y recurrente de las producciones posmodernas─ o que aparecen mecanismos recursivos como la metadiégesis (narración enmarcada), no es posible afirmar que la ficción “muestre sus costuras”. No necesariamente la autorreferencia tiene el propósito de hacer evidente la condición de artificio de la obra; también se le puede considerar como un procedimiento formal que dota al texto de la apariencia del testimonio y, por lo tanto, de ser un discurso factual o histórico. Reconocemos una estructura general dentro de la configuración del relato: la de la palabra ajena. No sólo el género fantástico se constituye por la intercalación de una transgresión en el orden natural de las cosas sino que la leyenda de “El beso” hace de este conflicto estructural la base para oponer distintos elementos enmarcados en el simulacro del discurso historiográfico creando así un “efecto de realidad”. La manera en que se Febrero- Marzo 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 42 Revista destiempos N°43 generan modelos de mundo a partir del tratamiento de la verosimilitud nos hace cuestionar que los procedimientos recursivos o autorreflexivos no necesariamente involucran un proceso metaficcional. Si bien la autorreferencia es inherente a las obras literarias, la metaficción implica mucho más que el empleo de ciertos recursos formales puesto que uno de sus principales focos de interés se encuentra en el efecto 8 producido en el lector a partir de elementos retóricos codificados en el texto. Resulta relevante involucrar más elementos de especulación teórica como los contextos de producción y las convencionalidades genéricas para evitar las aproximaciones reduccionistas sobre los procesos autoconscientes y, de este modo, permitir la elaboración de una terminología precisa y eficaz. 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