FALLA DEL SERVICIO PRESUNTA- Características de este

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FALLA DEL SERVICIO PRESUNTA- Características de este régimen de
responsabilidad / FALLA DEL SERVICIO PRESUNTA-Daño causado con
vehículo oficial / PERJUICIOS MATERIALES A HIJOS MAYORESImprocedencia
CONSEJO DE ESTADO
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
SECCION TERCERA
Consejero ponente: ANTONIO JOSE DE IRISARRI RESTREPO
Colaboró: JUAN CARLOS HENAO PEREZ
Bogotá, D. E., diecinueve (19) de diciembre (12) de mil novecientos ochenta y
nueve (1989)
Radicación número: 4484
Actor: ROSA HELENA FRANCO VIUDA DE BERNAL
Demandado: DEPARTAMENTO DE CUNDINAMARCA
Referencia: Expediente número 4484 (75).
El proceso de la referencia se encontraba en estado de recibir sentencia
cuando sobrevinieron los insucesos del Palacio de Justicia. Ordenada su
reconstrucción con arreglo a lo dispuesto por elDecreto 3825 de 1985, procede
desatar el recurso de apelación interpuesto por la parte actora contra el fallo
de primer grado, proferido por el Tribunal Contencioso Administrativo de
Cundinamarca, el 27 de enero de 1984.
I. La sentencia apelada:
Luego de estudiar las pruebas que ameritan las circunstancias en las cuales se
produjo el accidente de tránsito en el que, se afirma, murió el señor Juan
Emiliano Bernal, denegó el Tribunal las súplicas de la demanda, pues estimó
que "no aparece claramente demostrada la falla del servicio en el presente
proceso por no haberse probado plenamente que el hecho dañoso fuese
imputable al Departamento de Cundinamarca" (fl. 15, cdno. 1).
Consideró el a quo que "de las pruebas que obran en autos no se deduce con
exactitud cuándo o mejor, en qué momento ocurrió el deceso del señor Bernal
y si su muerte fue por causa directa del accidente, ya que a pesar de que en el
expediente (sic) la partida de defunción a que antes se hizo mención (fl. 10) y
que tiene fecha del mismo día del insuceso, no obra ningún certificado de las
autoridades de tránsito o de policía que den cuenta del hecho. También se
echa de menos algún reconocimiento médico sobre la víctima, o el
levantamiento del cadáver, o la necropsia, o la historia clínica en el caso de
que haya sido recibido en el hospital tal como lo señalaron los testigos al decir
que llevaron a los heridos a la institución médica, o sea, pruebas que acrediten
que la causa de la muerte fue producida por el accidente de tránsito a que
hace mención la demanda" (fl. 14, cdno. 1). Afirma además el Tribunal, que
deponentes en el proceso testimonian acerca de que la causa de la muerte fue
el accidente de una volqueta de uso oficial "pero ninguno de los testigos es
claro en cuanto a la marca ni a las placas del vehículo accidentado" (fl. 13,
cdno. 1).
II. Posición de las partes: Alegatos de la parte actora:
En aras de sustentar la apelación interpuesta, argumenta el apoderado judicial
de la parte actora (fls. 33, 37, cdno. 1), que obran en el expediente las
pruebas necesarias para que se profiera la declaratoria de responsabilidad del
Departamento de Cundinamarca.
Considera que de autos se desprende claramente que quien conducía la
volqueta accidentada era el señor José Vicente Gómez Jiménez, que está
probado que dicha volqueta pertenecía el día del accidente a la Secretaría de
Obras Públicas del Departamento de Cundinamarca, que el señor Juan Emiliano
Bernal Peña murió como consecuencia directa del accidente, y que quien
conducía el vehículo se encontraba en ese instante en estado de embriaguez.
Alegatos de la parte demandada:
Como se ha anotado, el expediente se destruyó durante los hechos de
noviembre de 1985, y a pesar de que al gobernador del Departa mentó de
Cundinamarca se le notificó el auto admisorio de la solicitud de reconstrucción
impetrada por la parte actora (fl. 46, cdno. 1), no consta en el informativo
actuación procesal de la entidad demandada encaminada a impugnar las
afirmaciones de la actora.
III. El concepto fiscal:
Tampoco fue posible recuperar el concepto de fondo emitido por el agente del
Ministerio Público.
IV. Consideraciones de la Sala:
Para la Sala se encuentran debidamente acreditados los siguientes hechos:
El día 29 de noviembre de 1981 se produjo un accidente de tránsito de la
volqueta marca Fiat, de placas RNV-0953 (fls. 69, 106, cdno. 1).
Dicho accidente consistió en el volcamiento de la volqueta (fls. 104, 106,
cdno.1).
La propietaria del mencionado automotor era, en la fecha del accidente, la
Secretaría de Obras Públicas del Departamento de Cundinamarca (fls. 64, 66 y
69, cdno. 1).
El vehículo era conducido por el señor José Vicente Gómez Jiménez, quien era
inspector de carreteras de la Secretaría de Obras Públicas mencionada (fls. 64,
66, 69, 104 y 106, cdno. 1).
A raíz de dicho accidente murió el señor Juan Emiliano Bernal Peña, quien
viajaba en la parte trasera de la volqueta, y quien fue aprisionado por la
misma al momento de volcarse (fls. 64, 66, 95, 104 y 106, cdno. 1).
Frente a la situación fáctica descrita, considera la Sala oportuno exponer
algunas consideraciones sobre los elementos necesarios para que se configure
la responsabilidad estatal cuando el perjuicio es causado con vehículos
automotores pertenecientes a las personas públicas.
I. La elección del régimen de responsabilidad:
A pesar de que del contexto del libelo pueda colegirse que se imputa una falla
del servicio del Departamento de Cundinamarca, al permitir que una de sus
volquetas fuera utilizada en día feriado por un funcionario de la Secretaría de
Obras Públicas del mencionado departamento, estima la Sala que ello no es
óbice para que el juez, al calificar la realidad histórica del proceso, y
prevaliéndose del principio iura novit curia, goce de la facultad de determinar
el régimen de responsabilidad aplicable al caso concreto que es objeto de la
decisión.
En varias oportunidades ha tenido la Sala ocasión de pronunciarse al respecto.
Así, por ejemplo, en sentencia de 31 de julio de 1989, expresó:
"La escogencia de uno de los varios regímenes de responsabilidad y, con ello,
la exigencia de las condiciones que su aplicación supone para que la
responsabilidad del Estado pueda ser declarada ante determinados perjuicios,
es tarea que corresponde realizar libremente al juez, a menos que dichas
condiciones estén contempladas expresamente en la ley" (Expediente núm.
2852, actor: Jorge Arturo Herrera Velásquez, copiadores de la Sección Tercera,
tomo 104, fls. 276 y ss.).
Teniendo en cuenta lo anterior, se abstendrá la Sala de estudiar en el presente
caso la posible falla del servicio por omisión que hubiere podido cometer el
Departamento de Cundinamarca, al permitir que funcionarios suyos
dispusieran de vehículos automotores en días en los cuales los reglamentos no
los autorizan para ello, causando con ellos y en dichos días perjuicios como el
de que trata el presente proceso. Y estima irrelevante el análisis de dicho
elemento, porque considera que un vehículo automotor, por su peligrosidad, al
ser nexo instrumental en la causación de un perjuicio, compromete de por sí la
responsabilidad del ente público a quien el vehículo pertenece, sin necesidad
de que se pruebe la falla del servicio, que por demás bien puede existir.
Así las cosas, estima la Sala que la prueba de la falla del servicio, cuando se
trata de perjuicios causados con vehículos automotores pertenecientes a las
personas públicas no es necesaria para comprometer la responsabilidad de
éstas últimas, siempre y cuando, obviamente, se haya probado el hecho
dañoso y su relación causal con el perjuicio y además que el elemento con el
cual se causó el daño pertenecía al servicio o estaba a su disposición. Se debe
aplicar por tanto a este tipo de perjuicios, a juicio de la Sala, el denominado
régimen de la falla del servicio presunta.
II. La caracterización del régimen de la falla presunta del servicio:
De conformidad con la precitada sentencia de julio 31 de 1989, estima
oportuno la Sala precisar las características fundamentales del régimen de la
falla del servicio presunta, para los eventos en los cuales los perjuicios han
sido causados con vehículos automotores oficiales, así:
La aplicación de la regla actori incumbit probatio se atenúa respecto de la falla
del servicio. Es decir, no se dispensa de toda prueba al demandante, sino que
el "onus probandi" no cobija la prueba de la falla del servicio, aunque sí la del
hecho causante del daño y su relación con el mismo. Corresponde por tanto al
actor probar solamente la existencia de un perjuicio, que debe guardar relación
de causalidad con la utilización del vehículo automotor oficial.
El perjuicio causado con vehículo automotor oficial, hace presumir la falla del
servicio, puesto que, al ser el mecanismo de la presunción una técnica
probatoria que sólo exonera al actor del aporte de la prueba de la falla, no
excluye el análisis que de la misma puede realizar el juzgador. Es, pues, un
régimen en el cual la falla del servicio sí está presente, lo que implica que se
excluye, por definición, toda aplicación de la teoría del riesgo y de cualquier
otro régimen de responsabilidad objetiva.
Por ser presunta la falla del servicio, ésta puede ser desvirtuada por la
administración, mediante prueba que desmienta la premisa sobre la cual está
cimentada la presunción. En otros términos: puede la administración aportar
probanza contraria que impida al juzgador extraer las consecuencias de la
premisa que sirve de fundamento a la presunción de falla que pesa sobre la
administración.
En consecuencia, si la administración demuestra la ausencia de falla, se
exonera de su responsabilidad. Más para que ello sea así, el juez debe llegar a
la convicción de que el actuar administrativo fue de tal manera prudente y
diligente, que el perjuicio ocasionado con vehículo automotor oficial no guarda
relación causal alguna con la falla del servicio imputable a la persona pública.
El hecho o culpa de la víctima, al igual que en todos los regímenes de
responsabilidad, exonera o atenúa, según el caso, la responsabilidad estatal.
Corresponderá al juez, frente al caso concreto objeto de la decisión,
determinar si se presentan, y en qué medida, los elementos que estructuran
ésta causal exonerativa.
El hecho de un tercero exonera o atenúa, igualmente, la responsabilidad de la
administración.
La fuerza mayor exonera igualmente a la administración. En efecto, su
existencia supone que ésta no ha cometido falla alguna, y ello porque la causa
de la falla del servicio no puede imputarse a la administración, sino a un hecho
conocido, irresistible e imprevisible, que es ajeno y exterior a la actividad o al
servicio que supuestamente causó culposamente el perjuicio.
El caso fortuito, al contrario, no exonera a la administración frente a este tipo
de perjuicios.
En efecto, si se concibe dicha causal en su acepción moderna sus
administrativista de causa desconocida, no exonera a la administración, ya
que, al decir del profesor Paul Amselek, "todo sistema de presunción de falta
supone, por hipótesis misma, que en caso de no ser posible determinar las
circunstancias exactas en las que se produjo el daño, el llamado a responder
por las fallas presuntas deberá reparar, por encontrarse en incapacidad de
demostrar una ausencia de falta en el origen del perjuicio" (citado por F.
LorensFraysse, "La présomptión de faute dans le contentioux administratif de
la responsabilité", L.G.D.J., Paris, 1985, p. 147).
Estima la Sala que, de presentarse un caso fortuito en la acepción anotada, es
a la administración a quien le corresponde resarcir el perjuicio, habida
consideración de que no puede desvirtuar la presunción que sobre ella pesa, y
que consiste en determinar a priori, y dada la peligrosidad de los vehículos
automotores de uso oficial, que un perjuicio causado con uno de ellos, se debe
a falla del servicio.
II. El análisis del caso concreto:
Con base en las anteriores consideraciones, procede la Sala al estudio de los
elementos necesarios para determinar si la responsabilidad de la
administración puede o no ser declarada en el caso de autos.
a) La relación causal.
A diferencia de la opinión del a quo, estima la Sala que en el proceso de la
referencia, sí se presentó la relación causal entre el accidente de la volqueta
RNV-0953, perteneciente a la Secretaría de Obras Públicas del Departamento
de Cundinamarca, conducida por su agente Vicente Gómez Jiménez, y la
muerte del señor Juan Emiliano Bernal.
Al respecto obran en el expediente las siguientes pruebas:
1. Oficio número 526 del Juez Diecisiete Superior de la ciudad de Bogotá,
dirigido a la Secretaría de esta Sección, y en la cual puede leerse:
"Por medio del presente me permito informar a su despacho que dentro del
proceso número 4429 se sindica a Jorge Vicente Gómez Jiménez, como la
persona que conducía el vehículo que ocasionó la muerte de Juan Emiliano
Bernal Peña, el día 30 de noviembre de 1981. El vehículo que conducía el
citado Gómez Jiménez el día de los hechos es una volqueta marca Fiart (sic),
modelo 1981, color azul oscuro placas R.N.V.-0953 perteneciente al
Departamento de Obras Públicas, y el citado conductor se identificaba (sic) con
la c.c. número 290.675 de Junín" (fl. 64, cdno. 1).
Diligencia de inspección ocular y levantamiento del cadáver del occiso, en
donde consta el volcamiento de la volqueta "RNV-0953 color azul perteneciente
a la Secretaría de Obras Públicas de Cundinamarca, conducida por el señor
José Vicente Gómez Jiménez, y, además, donde se afirma que "de la parte
delantera del vehículo al lugar donde se encontró el occiso hay 40 centímetros"
(fl. 66, cdno. 1).
El testigo Héctor Manuel Mancera Garavito, quien a pesar de no estar presente
en el lugar exacto del accidente en el instante en que éste se produjo, se
encontraba cercano a dicho lugar y corrió a auxiliar a los accidentados, afirmó:
"... al saber esta noticia me fui yo para allá, a ver si los podríamos auxiliar en
algo, vi la volqueta ya volcada más o menos como de quince a veinte metros
de la carretera hacia abajo, contra un árbol sauz que había, estaba un señor
caído debajo de la volqueta, la volqueta quedó de medio lado no se fue de
frente sino de lado y el que estaba caído era don Juan Emiliano Bernal, se
estaban saliendo otras personas de dentro de la cabina, el conductor era don
Vicente Gómez..." (fl. 104, cdno. 1).
A su turno, el señor Lucio Antonio Rodríguez Tribaldos, quien iba en el vehículo
accidentado y quien a raíz del accidente quedó en estado de inconciencia,
afirmó que "en la cabina venía el conductor Vicente Gómez la esposa que se
llama Emilia de Gómez, doña Julia de Jiménez y me parece que el esposo de
doña Julia. En el platón venía, al lado izquierdo venía Javier el hijo de Vicente
Gómez, en el centro el difunto Emiliano y mi persona al lado derecho" (fl. 105,
verso, cdno. 1).
En la respuesta al oficio número 88.0234 de la Sección Tercera de esta
Corporación, afirmó el secretario de Obras Públicas del Departamento de
Cundinamarca que la volqueta RNV-0953 pertenecía el día del accidente a
dicha Secretaría, que el señor Vicente Gómez Jiménez desempeñaba el cargo
de inspector de carreteras, y que "no existe autorización escrita para que el
vehículo en mención, transitara por la carretera que del Municipio de Sueva
conduce al Municipio de Junín, el día 29 de noviembre de 1981 en horas del
mediodía" (fl. 69, cdno. 1).
Del conjunto de pruebas anotadas, queda entonces claro para la Sala que la
suerte del señor Juan Emiliano Bernal, quien viajaba en la parte trasera de la
volqueta RNV-0953 accidentada, de propiedad de la Secretaría de Obras
Públicas del Departamento de Cundinamarca y conducida por su funcionario
Vicente Gómez Jiménez, fue causada directamente por dicho accidente.
Habiéndose probado entonces que el instrumento con el cual se causó la
muerte al señor Bernal pertenecía el día del accidente a la demandada, es
suficiente para que pueda imputarse a ésta, a juicio de la Sala, una falla
presunta del servicio en relación con los hechos que se valoran en el presente
proceso.
Sin embargo, como se ha dicho en la presente providencia, dicha presunción
de falla del servicio puede ser desvirtuada por la existencia de una cualquiera
de las causales de exoneración mencionadas. Pero, a criterio de la Sala,
ninguna de ellas se presenta en el caso sub judice, como pasa a verse.
En efecto, ni la fuerza mayor, ni el hecho de un tercero, ni la culpa o el hecho
de la víctima aparecen configuradas en el presente proceso, habida
consideración de que se sabe con certeza que la muerte del señor Bernal fue
ocasionada por el volcamiento del automotor descrito, conducido por un
funcionario de la demandada que disponía del mismo, y sin que mediare
comportamiento alguno de la víctima que fuere relevante en la causalidad del
accidente.
Tampoco existe prueba alguna que desvirtúe la presunción de falla del servicio,
que en el caso de autos consiste en presumir que la utilización del vehículo
oficial por el agente está originada en una falla del servicio que le permitió
disponer del mismo. A pesar de que, como se ha anotado, el accidente ocurrió
en día festivo, sin que mediare autorización escrita para que el agente
dispusiera de la volqueta oficial, no existe prueba alguna tendiente a
demostrar que la utilización del vehículo en la forma mencionada, hubiere sido
ajena al deber de vigilancia y control que tienen las personas públicas sobre su
parque automotor. Por el contrario, los hechos de que trata el presente
proceso muestran la laxitud en el control de las personas públicas sobre sus
automotores, y corroboran aún más, la inexistencia de la ausencia de falla del
servicio de la entidad demandada en el caso que ahora ocupa la atención de la
Sala.
En similar sentido se pronunció la extinta Sala de Negocios Generales de la
honorable Corte Suprema de Justicia, en sentencia de julio 15 de 1953, al
expresar:
"Demostrado como está que el sargento Gonzalo Merchán Espinosa estaba al
servicio del Estado y desempeñaba las funciones de conductor y chofer en las
dependencias de Sanidad del ejército el día 11 de septiembre de 1948, hay
que aceptar que si a las 12 de la noche de ese día manejaba el vehículo de la
sanidad que causó los perjuicios a la sociedad demandante, era porque podía
disponer de él para los fines del servicio al cual se hallaba adscrito, sin control
riguroso de parte de aquellas dependencias. De aquí que no pueda
considerarse que el accidente de autos fuera absolutamente extraño al servicio
que prestaba en la sanidad Merchán Espinoza, pues cuando menos sirvió de
ocasión o motivo para que se produjera, dadas las circunstancias
anteriormente anotadas.
"De otra parte, si Merchán Espinoza estaba sujeto a la disciplina militar y sin
embargo, pudo sacar de las dependencias de la sanidad el vehículo del
accidente sin órdenes de sus superiores, de ahí apenas puede deducirse el
relajamiento o descuido con que funcionaba aquella disciplina, lo que hace
también por este aspecto, o sea por falta de vigilancia del servicio, haya de
considerarse comprometida la responsabilidad del Estado" (Corte Suprema de
Justicia, Sala de los Negocios Generales, 15 de julio de 1953, ponente: Doctor
Luis A. Flórez, G. L., Tomo LXXV, núm. 2130, pág. 742).
Igualmente el salvamento de voto del doctor Betancur Jaramillo en la
sentencia de agosto 11 de 1983, expediente número 3354, expresó:
"De manera pues, que no basta afirmar que se dio la falta personal del agente
para exonerar el Estado, sino que es preciso calificar si esa conducta tenía o no
vinculación con el servicio.
"En el caso concreto esa relación es obvia. El conductor no era un particular
sino un servidor del departamento demandado; ésta entidad, si no había
encomendado una misión especial al chofer, por qué dejó el vehículo en su
poder? Por qué no lo estacionó en lugar seguro, luego de sus labores
ordinarias?
"Estos interrogantes no fueron respondidos y muestran que la administración
con su descuido o falta de vigilancia facilitó que el señor Adolfo Rojas tomara el
vehículo oficial causante de la tragedia. Es apenas lógico que si la
administración hubiera hecho cumplir los reglamentos de utilización de su
parque automotor, la tragedia no se habría producido. Su descuido o
negligencia fue patente y su responsabilidad resultó así evidenciada" (Tomo 48
de los copiadores de la Sección Tercera, fl. 417).
Así las cosas, estima la Sala que la presunción anotada de falla del servicio no
aparece desvirtuada en la realidad histórica del proceso en estudio.
b) El perjuicio.
Habida consideración de que varios son los rubros del perjuicio solicitados en el
libelo demandatorio, la Sala procederá a estudiarlos separadamente, así:
1. Perjuicio morales.
Solicita el apoderado judicial de la actora, se reconozca resarcimiento por los
perjuicios morales sufridos por la esposa del occiso, y sus nueve hijos.
Respecto del parentesco existente entre el hoy occiso y las personas que
demanda resarcimiento por los perjuicios morales padecidos, obra en el
expediente:
El notario Unico del Círculo de Junín de Cundinamarca, certifica que en el libro
de registro civil de matrimonios de dicha notaría, aparece la partida en la cual
consta que Juan Emiliano Bernal y Rosa Helena Franco contrajeron matrimonio
católico en el Municipio de Junín, el 4 de mayo de 1957 (fl. 75, cdno. 1).
También certifica el mismo notario que en el libro de registro civil de
defunciones de su notaría, obra una partida en la que consta que el 29 de
noviembre de 1981 falleció el señor Juan Emiliano Bernal Peña (fl. 76, cdno.
1).
Constan igualmente en el libro de registro civil de nacimientos, según el
notario mencionado, los siguientes hechos:
Que Flor María Bernal Franco nació en el municipio de Junín, el 12 de julio de
1958 (fl. 77, cdno. 1).
Que Elda Elina Bernal Franco nació en el municipio de Junín, el 16 de
noviembre de 1960 (fl. 78, cdno. 1).
Que César Gonzalo Bernal Franco nació en el municipio de Junín, el 10 de junio
de 1962 (fl. 79, cdno. 1).
Que Pablo Emilio Bernal Franco nació en el municipio de Junín, el 9 de abril de
1964 (fl. 80, cdno. 1).
Que Ciro Hernando Bernal Franco nació en el municipio de Junín, el 26 de
marzo de 1966 (fl. 81, cdno. 1).
Que Jairo Emiliano Bernal Franco nació en el municipio de Junín, el 9 de abril
de 1969 (fl. 82, cdno. 1).
Que Clara Marlen Bernal Franco nació en el municipio de Junín, el 22 de abril
de 1971 (fl. 83, cdno. 1).
Que Dora Leticia Bernal Franco nació en el municipio de Junín, el 1° de
septiembre de 1977 (fl. 84, cdno. 1).
Que Yazmín Helena Bernal Franco nació en el municipio de Junín, el 9 de
octubre de 1979 (fl. 85, cdno. 1) y,
Que los mencionados Bernal Franco son hijos de Juan Emiliano Bernal y Rosa
Helena Franco (fls. 77 a 85, cdno. 1).
Teniendo en cuenta los anteriores parentescos, y de conformidad con la
reiterada jurisprudencia que afirma que el dolor moral se presume en su
máxima intensidad entre padres e hijos, y esposos o concubinos, la Sala
accederá a reconocer a cada una de las personas nombradas, de conformidad
con el petitum de la demanda, el equivalente a 1.000 gramos oro para la fecha
de ejecutoria de la presente providencia.
2. Perjuicios materiales.
A pesar de que en la demanda con la cual se inició el presente proceso, solicitó
el apoderado judicial de los actores un peritaje para efectos de establecer la
cuantía de los perjuicios materiales así como su actualización (fl. 18, cdno. 1),
no obra en autos dicho peritaje sin que se pueda determinar si su inexistencia
es debido a que nunca se practicó, o a que se quemó en los insucesos del
Palacio de Justicia de noviembre de 1985.
Sin embargo, la existencia de los perjuicios materiales está ameritada en el
caso sub judice. En efecto, el citado testigo Héctor M. Mancera afirma que "sí
me consta que Emiliano Bernal sostenía al hogar y a la esposa" (fl. 96, cdno.
1), y que en los días en los que el hoy occiso no trabajaba "se preocupaba en
su agricultura y en sus negocios de ganadería y cerdos, porque prácticamente
el sueldo no le alcanzaba para mantener a la familia" (fl. 97, cdno. 1). Dicho
testimonio merece credibilidad a la Sala, porque de su conjunto puede
establecerse que el declarante tenía cercano conocimiento de la familia Bernal
Franco, y porque por demás no fue tachado de falso. De él colige pues la Sala,
que el hoy occiso mantenía económicamente a su familia, y que la muerte de
quien en vida respondía por la economía hogareña, causó un perjuicio material
a sus deudos.
Pero, conforme a la jurisprudencia de la Sección que estima que se presumen
perjuicios materiales en los hijos menores de la persona que fallece, ante la
imposibilidad en la que quedan de ser auxiliados económicamente por sus
padres, la Sala debe realizar la siguiente distinción: no se reconocerán dichos
perjuicios a favor de Elda Elina y César Gonzalo Bernal Franco, por cuanto
siendo mayores de edad al momento del fallecimiento de su padre, se presume
que veían por sí mismos, y nada se hizo por desvirtuar válidamente dicha
presunción. Es de anotar que no acoge la Sala la afirmación del apoderado de
los actores, en el sentido de que se debe acceder a otorgar perjuicios
materiales a los hijos mayores del finado, puesto que "los mayores no
devengan ingresos, razón por la cual toda su familia dependía económicamente
de su padre" (fl. 20, cdno. 1). Y no acoge dicha perspectiva porque nada se
hizo para probar que no devengan ingresos, y más importante aún, porque el
sólo hecho de no devengar ingresos un hijo mayor, no abre derecho a este
rubro del perjuicio. Acceder a ellos en los términos pedidos sería fomentar
jurisprudencialmente el ocio improductivo. Respecto de la hija mayor Flor
Marina Bernal, tampoco se decretarán a su favor los perjuicios en comento,
pues a pesar de que se afirma en la demanda que sufría de una parálisis
infantil que le impedía laborar, no hay prueba idónea sobre la existencia y
repercusión laboral de la enfermedad que supuestamente la aqueja. De los dos
testimonios que obran en el expediente a este propósito, ambos rendidos por
el precitado testigo Mancera, no puede saberse quién sufría dicha parálisis, y
menos aún, en qué consistía realmente. En este sentido afirmó el deponente
que "quedaron como cuatro pequeños y entre ellos había una niña enferma
también, no se el nombre de esa niña, si me consta que sufre de parálisis y él
la llevaba al hospital y la traía para que la trataran" (fl. 105, cdno. 1). En lo
atinente a Pablo Emilio, Ciro Hernando, Jairo Emiliano, Clara Merlen, Dora
Leticia y Yazmín Helena Bernal Franco, hijos menores del difunto, así como de
su cónyuge Rosa Helena Franco viuda de Bernal, sí se reconocerán perjuicios
materiales, de conformidad con las pautas que serán señaladas en éste
sentido.
Pero, respecto de los perjuicios materiales que por lo dicho se habrán de
decretar, considera la Sala que no existen bases ciertas para su fijación. En
efecto, la precitada declaración del testigo Mancera, no permite saber el monto
de los ingresos del finado, ni aún cuál era su labor habitual, a lo cual se a una
el hecho de que en el expediente obra constancia acerca de que el señor
Bernal fue retirado de la Secretaría de Obras Públicas del Departamento de
Cundinamarca, medíante Decreto 0098 de abril de 1976 "con el fin de que
tramitara su pensión" (fl. 69, cdno. 1).
Por ello, se procederá a la condena in genere prevista en los artículos 307 y
308 del Código de Procedimiento Civil, que se hará con base en las siguientes
pautas:
Se ameritarán los ingresos que obtenía el señor Juan Emiliano Bernal Peña,
derivados de sus actividades en el agro. Para ello, se tendrán en cuenta las
declaraciones de renta, no extemporáneas en relación con la fecha de
presentación de esta demanda, presentadas por el actor en los dos últimos
años gravables anteriores a aquel de su muerte; o, toda prueba que arroje
certeza sobre el monto de utilidades mensuales promedio del último año del
finado.
En caso de no establecerse la cuantía con base en el numeral precedente, se
acudirá al salario mínimo legal vigente, para octubre de 1981, en la región de
Junín (Cundinamarca).
La indemnización que se fijará a partir de la suma concreta que se establezca
con base en las pautas anteriores, comprenderá dos períodos, de conformidad
con los lincamientos jurisprudenciales de la Corporación, así: uno, vencido o
consolidado, que corre desde el día de causación del perjuicio (29 de
noviembre de 1981), hasta la fecha de esta sentencia. Otro, el futuro, desde el
día siguiente a la fecha de este fallo, hasta el término de vida probable del
señor Juan Emiliano Bernal Peña. Para determinar la vida probable del occiso,
se anexará al incidente de regulación de perjuicios su registro civil de
nacimiento, o la prueba supletoria autorizada por la ley, puesto que, a pesar
de saberse que el señor Bernal tenía 47 años al momento de su muerte (fls. 74
y 76, cdno. 1), desconoce la Sala la edad exacta con la cual contaba el mismo
para dicho momento. Teniéndose en cuenta la edad que se determine de
conformidad con lo anteriormente dicho, se establecerá la vida probable del
señor Bernal Peña, utilizando las tablas colombianas de mortalidad, aprobadas
por la Superintendencia Bancaria.
Al calcular la indemnización, se tomará en cuenta que los hijos de la víctima
tendrán derecho a la indemnización hasta cuando cumplan 18 años de edad,
conforme lo ha sostenido reiteradamente la jurisprudencia de esta Sección.
4. La cuantía que se establezca como ingreso mensual de la víctima, será
actualizada desde el 29 de noviembre de 1981 (día de causación del perjuicio),
hasta el día de ejecutoría de la presente providencia, con base en los índices
de precios al consumidor certificados por el DAÑE, y empleando la siguiente
fórmula:
índice final
VP = S
índice inicial
, en donde:
VP = Valor presente
S = Ingreso mensual
índice final = certificado DAÑE sobre precios al consumidor a la fecha de esta
sentencia.
índice inicial = certificado DAÑE sobre precios al consumidor el 29 de
noviembre de 1981.
Para efectos de establecer el índice final, la Secretaría de la Sección Tercera de
la Corporación, certificará la fecha de ejecutoria de este fallo.
5. Para liquidar la indemnización debida se aplicará la fórmula:
(1 + l)n—l
S = Ra
, en donde
i
S = suma a establecer;
Ra = renta actualizada (valor presente).
i = 6% anual o 0.4867; como se trabaja con el 1, el interés queda como
0.004867% mensual.
N = número de meses de vida probable.
Y para establecer la indemnización futura, la fórmula a utilizar es la siguiente:
(1 + l)n— 1
S = Ra
, en la cual
i(l + l)n
S = suma a establecer;
Ra = renta actualizada (valor presente),
i = 0.004867 como en la fórmula anterior,
n = número de meses de vida probable.
6. A la suma que se establezca de conformidad con los numerales anteriores,
se deducirá el 25% que, se supone destinaba el difunto para sus necesidades
personales.
En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso
Administrativo, Sección Tercera, administrando justicia en nombre de la
República de Colombia y por autoridad de la ley,
Falla:
Revócase la sentencia proferida por el Tribunal Administrativo de
Cundinamarca el 27 de enero de 1984, mediante la cual se denegaron las
pretensiones de la demanda. En su lugar se dispone:
Primero. Declárase responsable al Departamento de Cundinamarca —
Secretaría de Obras Públicas—, por falla presunta del servicio en la que de
manos de sus agentes, murió el señor Juan Emiliano Bernal Peña, el día 29 de
noviembre de 1981, en las circunstancias analizadas en la parte motiva de esta
providencia.
Segundo. Como consecuencia de la anterior declaración, condénase al
Departamento de Cundinamarca Secretaría de Obras Públicas a pagar, por
concepto de perjuicios morales las cantidades siguientes:
1. Mil gramos (1.000) oro puro a Rosa Helena Franco.
2. Mil gramos (1.000) oro puro a Flor Marina Bernal Franco.
3. Mil gramos (1.000) oro puro a Elda Elina Bernal Franco.
4. Mil gramos (1.000) oro puro a César Gonzalo Bernal Franco.
5. Mil gramos (1.000) oro puro a Pablo Emilio Bernal Franco.
6. Mil gramos (1.000) oro puro a Ciro Hernando Bernal Franco.
7. Mil gramos (1.000) oro puro a Jairo Emiliano Bernal Franco.
8. Mil gramos (1.000) oro puro a Clara Merlen Bernal Franco.
9. Mil gramos (1.000) oro puro a Dora Leticia Bernal Franco.
10.
Mil gramos (1.000) oro puro a Yazmín Helena Bernal Franco.
Este valor se considera como condena "in concreto" y se tasará de acuerdo con
la certificación del Banco de la República, sobre el precio del oro a la fecha de
ejecutoria de esta sentencia.
Tercero. Condénase al Departamento de Cundinamarca Secretaría de Obras
Públicasa pagar a Rosa Helena Franco, Pablo Emilio, Ciro Hernando, Jairo
Emiliano, Clara Merlen, Dora Leticia y Yazmín Helena Bernal Franco, por
concepto de perjuicios materiales, la suma que se determine por el
procedimiento previsto en el artículo 303 del Código de Procedimiento Civil,
conforme a las bases dadas en la parte motiva de este fallo.
Cuarto. Esta condena se cumplirá en los términos de los artículos 176 y 177
del C. C. A.
Quinto. Deniéganse las demás súplicas de la demanda.
Sexto. Devuélvase el expediente al Tribunal de origen.
Se deja constancia que la anterior providencia fue discutida y aprobada por la
Sala en sesión de fecha catorce (14) de diciembre de mil novecientos ochenta
y nueve (1989).
GUSTAVO DE GREIFF RESTREPO, PRESIDENTE DE LA SALA; ANTONIO
JOSE DE IRISARRI RESTREPO, CARLOS BETANCUR JARAMILLO, JULIO
CESAR URIBE ACOSTA
FELIX ARTURO MORA VILLATE, SECRETARIO
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