Camino 6-9: Requisitos para ser contemplativas:

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Camino 6-9: Requisitos para ser contemplativas:
Amor de unas con otras: en qué consiste (cap. 6-7).
Y del amor a los familiares (cap. 8-9).
Pistas de lectura.
Aunque el tema no queda agotado aquí (cf. p. ej. cap. 36), por fin trata positivamente del amor
perfecto, espiritual: 6,3-7,4 (teoría) y 7,5ss (práctica). Por tanto, atendamos: en qué consiste y,
sobre todo, cómo aman los que lo tienen (algo que desarrolla en diálogo explícito con las lectoras). Y luego a los “avisos [ejercicios concretos] para ganarle” (cap. 7 título). Por último (cap. 8-9),
los mismos criterios generosos y exigentes aplica al amor a los familiares; aunque no olvidar que
distingue de éstos a padres y hermanos (9,3).
Para reflexionar, revisar la vida, interceder, agradecer, contemplar…
1. Este amor “puro espiritual” es una gracia que “tienen” pocos (6,1; CE 11,4), de hecho, nuestra
inclinación suele ser más bien contraria (cf. 6,5.7). Sin embargo, la santa invita a desearlo y procurarlo. ¿Tienes experiencias propias o cercanas de un amor así? Recuerda, agradece, alaba…
2. El tema del amor en general y de éste en particular solía ser tenido por signo de alumbradismo
y, por tanto, muy mirado por la Inquisición. Eso explica sin duda el tono del párrafo 6,2 y la tan
revisada reelaboración de algunas de estas páginas. Pero, ¿tendrá que ver también en ello lo
complejo de la cuestión de los afectos: donde hace falta naturalidad, pero también prudencia, no
hacerse boba, etc. (cf. CE 7,2 y 11,4?)
3. ¿Has reparado en el apasionado texto CV 7,1? Por otro lado, ¿sabías que en la última revisión
(CT) la santa añadió a mitad del párrafo: “no se ha de entender que es con inquietud interior”?
Pìensa, revisa, ora…
4. En este amor no cabe “doblez, porque si les ven torcer el camino [a sus seres queridos], luego
se lo dicen, o algunas faltas” (7,4; 6,5) y, sin embargo, también hay que saber acoger, tener paciencia, conversar… (cf. 7,7; 41,7). ¿Qué te parece este contraste? ¿En qué te ves mejor y en qué
peor: corrección fraterna o ‘mano izquierda’…? ¿Por qué? ¿Y tu comunidad o grupo? Después de
reflexionar, como siempre, no dejes de agradecer, interceder, pedir para ti, alabar…
5. Aunque se trate de una gracia concedida a pocos (cf. arriba cuestión 1), puede ejercitarse (7,5)
y, sobre todo, debe hacerse, pues de lo contrario “podría por aquí el demonio ir enfriando la caridad con los prójimos y hacernos entender es perfección lo que es falta” (7,6)1. Para ello la santa
1
Cf. Ficha anterior cuestión 4.
madre ofrece ahora todo un elenco de propuestas concretas: I) “como sea en general2, es bueno y
necesario algunas veces mostrar ternura”, especialmente en las penas (7,5-6); II) “velar y orar”,
discernir siempre, buscando esa finura (7,6); III) saber holgar con las hermanas (7,7; cf. 41,7); IV)
ser comprensivas con sus faltas (7,7; cf. 36,7.12-13); V) corregir desde la virtud: “hacer la virtud
contraria” (7,7-8; cf. 4,10); VI) recordar sus virtudes (7,9); VII) quitarles trabajo (7,9); VIII) orar por
la unión en las dificultades (7,10) y, añadimos, fuera de ellas3.
6. Dentro de “que es muy bien las unas se apiaden de las necesidades de las otras. ¡Miren no sea
con falta de discreción en cosas que sea contra la obediencia! Aunque le parezca áspero dentro
en sí lo que mandare la prelada, ¡no lo muestre ni dé a entender a nadie –si no fuere a la misma
priora con humildad– que haréis mucho daño!” (7,7). Es decir, compadecerse es bueno, pero no
para alimentar tentaciones contra la obediencia: piensa, revisa, ora…
7. Si en las duras advertencias de los cap. 8-9 no hay que incluir a padres y hermanos o, al menos, no del mismo modo que al resto de parientes (9,3), entonces la cuestión no es un inhumano
rechazo de las relaciones familiares, sino una sensata experiencia de que las obligaciones sociales de la familia –¡en sentido amplio, como clan!, propias de su tiempo– son una fuente enorme de
distracciones (cf. 9,1-2). Por supuesto, no hay que discernir sólo la intención o ‘pesadez’ de esos
familiares, amigos… ¡sino también la de uno mismo! (8,3). Y esto sin duda es válido para todos,
no sólo contemplativos o célibes (cf. 8,1; 9,5; Mt 10,34-39)4. Una vez más, piensa, revisa, ora…
8. La santa se congratula en estas páginas, por un lado, de cierta “merced” (8,2) y, por otro, de los
“mejores deudos” que Su Majestad le ha ido regalando (9,5): recuerda, revisa, agradece, suplica…
Es decir, sin acepción de personas, “amistades particulares” y excluyentes.
Respecto a los problemas que alude en 7,10-11: volverá en los cap. 12-15.
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Existe un tipo de cercanía que no sabe respetar el espacio autónomo de los otros y que es parasitaria. Hay célibes que “se atan” a una relación para disfrazar la soledad inherente a la vida consagrada. Pasan sus vacaciones con una familia amiga “que todos los años me invitan porque no
saben moverse sin mí”. Buscan el consuelo en sobrinos que aprecian al tío religioso, sin caer en la
cuenta de que éstos suspiran secretamente por liberarse un poco de su atosigante presencia.
Consideran que son imprescindibles para todo bautizo, matrimonio o funeral que suceda en su
ancho radio de acción, “porque a ellos les gusta que presida yo”. Cuando se acerca la Navidad
dedican horas y horas a escribir felicitaciones “porque tengo un montón de compromisos que no
puedo descuidar”. El día de su cumpleaños anotan cuidadosamente todos los saludos recibidos…
En fin, miden su amor por la suma de dependencias afectivas que han ido acumulando con el paso de los años (…) Hay un tipo de soledad inherente a toda experiencia de encuentro, y hay que
saber respetarla e integrarla… Cf. G. FERNÁNDEZ SANZ, Los “otros” pecados contra la castidad, en Cuadernos de Vida Religiosa 94 (2003) 135-144. Por supuesto, el artículo también tiene
en cuenta que la prudencia puede ser una excusa para la retirada cobarde ante los peligros que
entrañan las “distancias cortas”: transferencias, enamoramientos… Es decir, no olvida ni contradice mucho de lo apuntado arriba en las cuestiones 2, 4 y 5, por ejemplo.
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