JURISPRUDENCIA Contrato de trabajo. Relación de trabajo. Presunción de su existencia. Estudiante de Derecho. Empleado de estudio jurídico. Ausencia del libro especial. Extinción por despido sin causa. Procedencia. C.A.S. c/L.L.G. s/despido, C.N.A.T., Sala VIII, 16/11/04. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los 16 días del mes de noviembre de 2004, se reúnen en acuerdo los jueces de la Sala VIII de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo para dictar sentencia en la causa del epígrafe, y, de acuerdo con el resultado del sorteo realizado, proceden a votar en el siguiente orden: El doctor Juán Carlos E. Morando dijo: I. La sentencia de fs. 139/140 calificó como laboral la relación que la actora, a la sazón estudiante de Derecho, mantuvo con el demandado, abogado, en cuya ejecución aquélla cumplió tareas de control de expedientes judiciales e información a clientes, a cambio de una retribución en dinero. En consecuencia, declaró procedente el despido indirecto pronunciando por la demandante, e hizo lugar a las pretensiones de cobro de indemnizaciones por despido, multas y demás partidas correspondientes a la liquidación final. II. El vencido viene en apelación. Cuestiona la interpretación de la prueba testimonial y la omisión de valoración de la instrumental, informativa y pericial contable. Insiste, como conclusión en que la relación no fue de trabajo. Más allá de que los testimonios que el apelante glosa distan de arrojar luz respecto de cuestiones relevantes, en principio, para establecer circunstancias de hecho que podrían tener incidencia sobre aspectos accesorios de la controversia, son, a los efectos de crear convicción sobre la naturaleza de la relación, irrelevantes. Con mayor o menor precisión y diferentes grados de credibilidad, confirman lo que nunca estuvo en tela de juicio: el desempeno de la actora, en tareas propias de la explotación de un estudio jurídico, que es una empresa, a los fines de la aplicación del Derecho del Trabajo, conforme al art. 9 L.C.T. De allí se desprenden dos consecuencias inmediatas, de vital importancia para la suerte del recurso: rige la presunción del art. 23 L.C.T., que manda presumir, juris tantum, que la prestación de servicios personales, como medio de una empresa ajena, reconoce como fuente un contrato de trabajo y, de no mediar la prueba en contrario que esterilice la operatividad de la presunción, el así calificado como sujeto “empleador”, de dicho contrato, viene obligado a llevar el registro ordenado por el art. 52. Es verdad que el demandado, en cuanto no es comerciante, no está obligado a llevar los libros establecidos por el Código de Comercio, debe hacerlo con el que la L.C.T. impone a los empleadores. El apelante no ha aportado la prueba contraria a la presunción, ni lleva el libro del art. 52 L.C.T. Con aquélla, el señor juez a quo estableció la naturaleza laboral de la relación. Con la falta del registro, por vía también presuncional, tuvo por ciertas la fecha de ingreso y la remuneración denunciadas por la actora. Aplicó, para ello, el art. 55 de la ley citada, con un alcance que no comparto, pero el quejoso nada dijo que sugiera la pertinencia de la revisión de la forma en la que aplicó las presunciones, lo que ha dejado al abrigo de censura las conclusiones que de ello extrajo. En ese contexto, la cuestión del informe de fs. 70/74 resulta insustancial, ya que, de todos modos, la tarjeta de acceso a la revista “La Ley on line” sólo prueba que el demandado habilitó a la actora a utilizar ese servicio, pero nada dice sobre las razones que pudo haber tenido para ello; la inscripción del apelante en la A.F.I.P. no indica si, en la explotación de su estudio, contrató o no personal, y si le interesaba probar que la actora tributaba como empresaria independiente, debió ofrecer, a su turno, prueba informativa. Como abogado, no podía ignorar que difícilmente un litigante se preocupará por arrimar al proceso información favorable a su contraparte. Lo que se dice sobre las cartas documento intercambiadas, además de la extrema vaguedad que presenta en la individualización de las piezas a las que, en concreto, se refiere, es irrelevante, no sólo porque no invita al Tribunal a extraer conclusiones contrarias a las de la sentencia en crisis, sino porque no se discute la existencia de una relación de cambio de servicios por retribución, ni que el demandado sostuvo su naturaleza extralaboral, ni que la actora la denunció con justa causa. Reitero que el apelante no expresó agravios respecto de cuestiones tales como la fecha de ingreso, el monto de la remuneración y el modo de determinarla, y el cumplimiento de los presupuestos formales de procedencia de las condenaciones accesorias. III. Por lo expuestos y argumentos propios de la sentencia de fs. 139/140, que se dan por reproducidos, propongo se la confirme en todo lo que fue materia de agravios; se impongan al apelante las costas de Alzada y se regulen los honorarios de los letrados firmantes de los escritos dirigidos a esta Cámara en el 25% de los que, respectivamente, les fueron regulados en la instancia anterior (arts. 68 C.P.C.C.N.; 14 de la Ley 21.839). El doctor Roberto J. Lescano dijo: Que, por compartir sus fundamentos, adhiere al voto que antecede. Por ello, EL TRIBUNAL RESUELVE: 1. Confirmar la sentencia apelada en todo lo que fue materia de agravios; 2. Imponer al apelante las costas de Alzada; 3. Regular los honorarios de los letrados firmantes de los escritos dirigidos a esta Cámara en el 25% de los que, respectivamente, les fueron regulados en la instancia anterior. Regístrese, notifíquese y, oportunamente, devuélvanse. Lescano y Morando