GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 2 presentación Introducción Resulta un hecho comúnmente aceptado que el legado grecolatino forma la base donde se asienta la mayoría de las manifestaciones culturales de la civilización occidental y que la Antigüedad clásica ha sido fundamental en la formación de las ideas estéticas, morales y filosóficas del mundo actual, así como en la configuración de sus instituciones jurídicas y políticas. Planificar un viaje, entender las instituciones europeas, reconocer los referentes clásicos en una obra de arte o literaria, expresarse con fluidez en la lengua materna, conocer el significado del nombre de los días de la semana, comprender el porqué de las festividades estacionales y rituales... son actividades de la vida cotidiana que demuestran la utilidad de una asignatura como la Cultura clásica. La lengua, el arte y el pensamiento grecolatino ayudan a la comprensión y análisis de la realidad que nos rodea, y aportan los conocimientos que constituyen una parte fundamental del bagaje que define hoy día a una persona culta. En la Educación Secundaria Obligatoria, la Cultura clásica es una materia optativa, desde la que además de la consecución de sus objetivos específicos, contribuye en la adquisición de los objetivos generales de la etapa. Cumple, por tanto, una triple finalidad: Contribuir a que el alumnado reconozca (y reflexione sobre ellos) planteamientos ideológicos, actitudes vitales, concepciones del mundo e, incluso, hábitos y costumbres que provienen de la Antigüedad clásica y que, a pesar de los siglos transcurridos, continúan vigentes. 3 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 4 Insertarse en el mismo marco teórico que las demás áreas lingüísticas del currículo, con las que comparte un enfoque común, unos mecanismos de aprendizaje y unos criterios didácticos destinados a alcanzar un mismo objetivo: el desarrollo y la mejora de la capacidad de comprensión y expresión de los usos y formas de comunicación por parte del alumnado. Participar de los mismos objetivos que las áreas de ciencias sociales, con las que colabora en el conocimiento de la cultura y el medio que nos han legado nuestros antepasados, para que, desde su conocimiento, el alumnado pueda reflexionar sobre los diferentes elementos de nuestra cultura, así como desarrollar su personalidad desde una perspectiva abierta y comprensiva con el mundo que le rodea. programación Objetivos Despertar el interés y la curiosidad de los alumnos por la Antigüedad clásica, para que, de esta manera, conozcan un periodo fundamental para la formación de la cultura y la identidad europeas. Conocer y valorar las aportaciones del legado grecolatino presentes en el pensamiento, en las instituciones y en las costumbres del mundo actual. Reflexionar sobre los símbolos, creencias, valores, modelos de comportamiento, estereotipos y demás componentes del imaginario occidental, mediante la comparación y el análisis de las semejanzas y diferencias entre el mundo actual y el de las representaciones mentales de griegos y romanos en la Antigüedad. Despertar una actitud crítica ante los prejuicios existentes en las creencias, costumbres y tradiciones de nuestra sociedad que provienen o se relacionan con modelos socioculturales de la Antigüedad clásica. Aprender a manejar textos de autores clásicos como fuente de información sobre el pensamiento, los valores y las costumbres de la Grecia y Roma antiguas. Conocer el origen y la evolución de las lenguas europeas actuales. Comprender y respetar la diversidad lingüística de Europa, de España y de la propia comunidad autónoma, como producto de procesos históricos complejos. 4 5 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 6 Mejorar la capacidad de expresión oral y escrita del alumnado, así como enriquecer y ampliar su vocabulario tanto con el conocimiento de los étimos griegos y latinos más productivos, como mediante la adquisición de vocablos que les permitan acceder, paulatinamente, al manejo del registro culto de la lengua. Profundizar en el análisis de la lengua propia (castellano, catalán, gallego, vasco) a través de la comparación con el latín, modelo de lengua flexiva. Comprender de manera correcta el significado de los latinismos y expresiones latinas que se han incorporado a la lengua hablada, científica, literaria y del Derecho. Contenidos Como en cualquier otra área de la ESO, los contenidos que abarca la materia de Cultura clásica forman un conjunto de saberes de tres tipos: conceptuales (aprendizaje de datos, hechos y conceptos), procedimentales (desarrollo de destrezas con las que se construye el conocimiento) y actitudinales (adquisición de actitudes, valores y normas por las que se rige la ciencia y la vida en sociedad). En relación con estos contenidos, el mayor problema que se presenta en esta asignatura es la amplitud y heterogeneidad del legado de la Antigüedad clásica, dado que la Cultura clásica, en la mayoría de las comunidades autónomas, sólo tiene asignadas dos horas semanales y no es posible dividir los contenidos entre 3.º y 4.º, ya que no existe, en principio, ninguna garantía de que los alumnos que la elijan en 3.º la escojan, de nuevo, en 4.º. 6 No creemos que en estas condiciones sea posible analizar la totalidad de los conocimientos que abarca esta materia, con un mínimo de rigor científico y con el sosiego necesario para evitar un tratamiento superficial y anecdótico que, necesariamente, conduce a una trivialización de esta área. Por ello, como ya hicimos para 3.º de ESO, hemos seleccionado algunos contenidos para este segundo nivel, procurando además que se encuentren implícitos los aspectos fundamentales tratados en el curso anterior, con vistas a los alumnos que elijan esta asignatura en 4.º, pero de manera que no resulten reiterativos para los que ya cursaron Cultura clásica en 3.º. Al igual que en nuestra propuesta de contenidos para 3.º de ESO, hemos escogido también para 4.º aquellos aspectos del mundo grecolatino que, siendo esenciales y definitorios del mismo, pueden resultar más atractivos para chicos y chicas de 16 años, de forma que lleguen a estimular su curiosidad por conocer otros. Ésta es la razón fundamental de que hayamos elegido la mitología como hilo conductor del trabajo en el aula, ya que probablemente sea uno de los aspectos del legado grecorromano que ha conservado mejor su lozanía y que, además, puede despertar más interés en el alumnado por muy variadas razones, entre las que destacamos: El atractivo que los mitos clásicos mantienen gracias a su belleza, amenidad y carga simbólica. El interés que adquieren en la adolescencia los grandes temas existenciales: la muerte, la instauración de la autoridad, el anhelo de inmortalidad, etc., sobre los que versa la mayoría de los relatos míticos clásicos. La mitología es un sistema de pensamiento que funciona como un aglutinante de la totalidad de la cultura, lo que per- 7 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 8 mite un acercamiento idóneo a los diversos aspectos del universo mental de la civilización clásica. El potencial creativo que encierran los mitos clásicos y su capacidad para renovar constantemente su significado, como demuestra su presencia en la literatura y el arte occidental de todas las épocas. La pervivencia de los mitos griegos en la cultura de nuestros días, donde los personajes míticos divinos y humanos se han convertido en símbolos y prototipos para expresar los grandes problemas existenciales del ser humano. Del amplio campo de la mitología clásica, y puesto que no es posible abordarla en su totalidad, hemos seleccionado el estudio de los mitos y leyendas de los principales héroes y heroínas, los seres fabulosos con los que deben enfrentarse, los lugares que han de visitar, así como los dioses y diosas que les ayudan o persiguen. Es decir, aquellos personajes que han pervivido hasta nuestros días convertidos en símbolos y arquetipos de la cultura occidental. Al igual que en el curso anterior, el estudio de los distintos mitos introduce los aspectos de la civilización grecolatina que hemos escogido para estudiarlos, priorizando siempre los que mejor puedan ayudar a entender nuestra identidad como europeos. Partiendo, por tanto, de estas consideraciones, en la propuesta didáctica que realizamos hemos seleccionado los siguientes contenidos: Conceptos Principales leyendas y aventuras de los héroes y heroínas de la mitología griega y romana (Hércules, Perseo, Jasón, Edipo, 8 Ariadna, Medea, Antígona, etc.), los seres fabulosos con los que deben enfrentarse (centauros, amazonas, esfinges, dragones, el Minotauro, la Gorgona Medusa, etc.), los lugares que han de visitar (los Infiernos, el Jardín de las Hespérides, islas perdidas, etc.), así como los dioses y diosas que les ayudan o persiguen (Juno, Zeus, Afrodita, Atenea, etc.) Diversas maneras en que estos personajes se han reflejado en el arte y la literatura occidentales Aspectos de la civilización grecolatina que perviven en nuestros días y nos ayudan a entender nuestra identidad como europeos: la romanización, la democracia, la república, el Estado de derecho, la educación, la concepción del amor y la amistad, etc. Principales costumbres y elementos de la vida cotidiana de griegos y romanos, especialmente los que reflejan su concepción del mundo, su sistema de valores, sus creencias y temores Prejuicios heredados de la Cultura clásica que todavía siguen vigentes Nombres pertenecientes a los grandes autores de la literatura grecolatina, que el alumnado adquirirá a través de la lectura de fragmentos de obras Selección elemental de étimos latinos y griegos relacionados con el lenguaje de las ciencias y la técnica Alfabeto griego como medio de acceder a la lectura de buena parte de los étimos propuestos Procedimientos esenciales para la formación de términos de origen griego y latino 9 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 10 Elementos básicos de la lengua latina: las clases de palabras, la presentación de la flexión nominal y verbal, la concordancia y el orden de palabras, estructuras oracionales fundamentales Práctica de ejercicios de definición, empleados para descubrir las relaciones entre morfología y semántica, y también como instrumentos para cuidar la precisión en la expresión y aprender a responder preguntas adecuadamente Locuciones latinas y latinismos incorporados a la lengua hablada Análisis de la lengua propia a partir de la comparación con el latín Procedimientos Lectura comprensiva de textos de autores clásicos Uso de textos antiguos como fuente de información Elaboración de resúmenes que recojan las ideas fundamentales de un texto Utilización de los diversos registros (exposiciones orales, dramatización de textos escritos en el aula, redacción de textos periodísticos, etc.) que permitan desarrollar la capacidad de comunicación del alumnado Manejo de bibliografía para poder comentar un texto Realización de pequeñas investigaciones que relacionen elementos de la cultura clásica con aspectos culturales del presente Interiorización de la idea de que todo vocablo se puede seccionar en sus elementos constitutivos y ser examinado, lo que facilitará el análisis comprensivo de cualquier término desconocido con que pueda encontrarse el alumnado Identificación del origen y comprensión del significado de los prefijos y sufijos griegos o latinos más usados en la lengua 10 Reconocimiento de los elementos básicos de las flexiones nominal y verbal latinas Análisis morfosintáctico y traducción de textos latinos adaptados y sencillos Actitudes Valoración del mito como un sistema de pensamiento diferente al racional, y no como una forma de pensamiento inferior Respeto a la existencia de la variedad, sin que ello suponga la desigualdad Interés hacia los aspectos culturales extinguidos como medio de despertar la curiosidad por culturas distintas a la propia Interés por la civilización clásica como una fuente esencial de conocimiento para explicar muchas de las características de la cultura occidental Afición por la lectura y, en especial, por la literatura griega y latina Valoración de la aportación lingüística, literaria y cultural del mundo clásico a la cultura universal 11 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 12 Valoración positiva de la diversidad y parentesco cultural entre las lenguas románicas, especialmente las de España Interés por buscar explicaciones científicas, históricas o antropológicas a los fenómenos culturales, las costumbres, las fiestas, etc. Interés por descubrir y valorar un vocabulario culto internacional de origen grecolatino Disposición para identificar elementos morfológicos y estructuras sintácticas elementales de la lengua latina, compararlos tanto con la propia lengua como con otras, y valorar la aportación del latín al mejor conocimiento de otras lenguas Estos materiales se estructuran en diez unidades didácticas, divididas en estos apartados: mitología, civilización y léxico e introducción al latín. Las unidades tratan los siguientes aspectos: Unidad 1: Hércules Trabajo y esclavitud en Grecia y Roma. Las clases sociales Vocabulario básico de economía. Lenguas indoeuropeas y lenguas románicas Unidad 2: Teseo Las formas de gobierno en Grecia Vocabulario básico de política. Características de las lenguas flexivas Unidad 3: Perseo Infancia y educación Vocabulario básico de gramática y literatura. Diferencias entre el latín y las lenguas modernas 12 Unidad 4: Jasón y Medea Formas de gobierno en Roma Vocabulario básico de medicina. El caso nominativo. La flexión verbal Unidad 5: El mito de las edades. La figura de Prometeo El cómputo del tiempo Vocabulario básico de ciencias sociales. El caso vocativo. Temas verbales y morfemas personales Unidad 6: La creación de Pandora La justicia y el derecho Vocabulario básico de ciencias de la naturaleza. El caso acusativo. Presente y pretérito perfecto de indicativo activo Unidad 7: Edipo y Antígona El teatro Vocabulario básico de química. El caso genitivo. Pretérito imperfecto y pluscuamperfecto de indicativo activo Unidad 8: Orfeo y Eurídice La poesía lírica Vocabulario básico de música. El caso dativo. El futuro Unidad 9: Rómulo y la monarquía latina La arquitectura pública y privada Vocabulario básico de física. El caso ablativo. El adjetivo y su clasificación Unidad 10: Los reyes etruscos La romanización 13 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 14 Vocabulario básico de matemáticas. Los numerales. Los pronombres personales Actividades Como hemos visto, las unidades didácticas se dividen en tres apartados: mitología, civilización y léxico e introducción al latín. Cada uno incluye, además de la información pertinente, una serie de actividades con distintos niveles de complejidad y diferentes grados de elaboración, para dar respuesta a la diversidad del alumnado y que pueden realizarse en su totalidad o bien sólo en parte. Los dos primeros apartados van siempre precedidos por un breve cuestionario («Aproximación inicial») cuya finalidad es, por una parte, conectar y sacar a la luz lo que el alumnado sabe de los contenidos que se van a tratar y hacerle reflexionar previamente sobre ellos, mientras que, por otra parte, se pretende despertar su interés y curiosidad. Se refiere, por tanto, a los aspectos más importantes del mito o del tema estudiado, con el fin de resaltar el carácter de los protagonistas o las características esenciales de la información que se va a ofrecer posteriormente. Este cuestionario puede abordarse de dos maneras: o bien cada alumno lo contesta por escrito en el cuaderno y luego lo contrasta con el resto de la clase, o bien siguiendo el método de la lluvia de ideas, cada uno expone lo que en ese momento sabe del tema, para que el docente escoja y resuma lo que juzgue más interesante. Es posible que el alumnado no sepa responder alguna cuestión. En ese caso, conviene que el profesor trate sólo las que no se responden en la información presentada a continuación, y que remita a ésta para las demás. 14 En el apartado de mitología la información se suministra de forma gradual. Normalmente, es el profesor quien inicia la narración. La lectura de los textos aporta el conocimiento de las secuencias esenciales de cada mito, si bien éstos suelen necesitar una introducción por parte del docente para enmarcarlos en un contexto y proporcionar los datos necesarios para que el alumnado no pierda el hilo conductor del relato. Es conveniente que estas introducciones se realicen de la manera más amena posible y procurando crear un cierto suspense que estimule la lectura del texto (para facilitar esta tarea, en cada unidad se incluye una sinopsis de los temas sobre los que versan estas narraciones). Hemos optado, sobre todo, por este último procedimiento, porque creemos que parte de la fascinación que estos viejos relatos siguen ejerciendo reside en su textura narrativa eminentemente oral, la cual no tiene ninguna similitud con la presentación descarnada y poco atractiva a que se ven obligados los diccionarios, más atentos a recoger todos los datos y versiones que a deleitar a sus lectores. Por otro lado, nos pareció apropiado que esta parte del mundo clásico llegara a nuestro alumnado bajo la forma denominada por Platón cuentos de nodriza, que pasaban directamente de una generación a la siguiente, constituyendo un bagaje de conductas y de saberes fuera de texto. Por último, es también una oportunidad de ofrecer a los alumnos la posibilidad de revivir el placer de escuchar una historia bien contada, algo cada vez más inusual en una sociedad como la nuestra, donde la información y el conocimiento en general llegan más por la vista que por el oído. El alumnado, mientras escucha, puede anotar los hitos esenciales del relato. No obstante, es fácil que, dada su inexperiencia en tomar apuntes, esté más pendiente de la literalidad de lo que oye 15 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 16 que de disfrutar con la historia. En ese caso, resulta preferible que escuche tranquilamente y que, al final, se le entregue por escrito una breve sinopsis del contenido. El hilo conductor del trabajo en este apartado es, como ya se ha indicado, la lectura y comentario de diversos fragmentos de obras, pertenecientes a la literatura griega y latina, que van narrando el mito. Se sugiere que estos textos se lean en voz alta. Cada uno va acompañado de una serie de cuestiones, con una finalidad múltiple: ayudar a la comprensión del texto, resumir sus aspectos esenciales, ordenar la información suministrada sobre las divinidades que intervienen o ampliar los datos sobre algún personaje con una especial repercusión en la cultura occidental. Se pueden contestar todas las cuestiones o sólo algunas, realizándolas en clase bien inmediatamente después de leer el texto, bien dando un tiempo para hacerlas de forma individual o en grupo. También se puede pedir que se respondan en casa o al finalizar la unidad, y utilizarlas como una prueba de evaluación. Las posibilidades son múltiples, dependiendo del nivel de la clase y del interés que pueda despertar cada uno de estos textos. Periódicamente, en los cuestionarios, se incluye alguna propuesta consistente en situar una ciudad o accidente geográfico en un mapa mudo, así como trazar un itinerario. Su objetivo es reforzar el conocimiento geográfico de la Antigüedad grecolatina. Para contestarla, puede usarse directamente el mapa mudo que acompaña estos materiales o confeccionar uno basándose en él. El alumnado encontrará la información que precisa en el apéndice final de mapas de Grecia y Roma. Al final de esta primera parte, se propone una serie de actividades de refuerzo, cuyo objetivo es, por una parte, ampliar la información con temas relacionados o profundizar en el contenido de 16 la unidad y, por otra, familiarizar al alumnado con la búsqueda y manejo de bibliografía y con la realización de pequeñas investigaciones. Suelen aparecer agrupadas en dos apartados y siempre se ofrece la posibilidad de elegir una, de acuerdo con las preferencias o intereses personales. Las del primer apartado persiguen, por un lado, que los alumnos se ejerciten en buscar una información y desarrollen la capacidad de resumir sus aspectos esenciales y, por otro, que se acostumbren a expresarse oralmente con la máxima corrección. Es conveniente que, una vez entregado el resumen, se corrija lo más rápidamente posible, para poder decidir en la clase siguiente a quién le corresponde hacer la exposición. El tiempo debe limitarse (en muchos casos, cinco minutos son suficientes) para fomentar la precisión. Puede ser útil que después el resto de la clase opine sobre cómo se ha realizado la exposición o, incluso, la puntúe atendiendo a la claridad, amenidad, estructuración de las ideas, rigor, seguridad, etc. En las actividades del segundo apartado, normalmente, se puede elegir entre efectuar una reflexión a partir de una información buscada por el alumnado o suministrada por el profesor, o bien otras actividades de carácter más creativo, consistentes en trabajar el contenido de un mito mediante varios procedimientos opcionales: escribir la página de un diario, componer un poema, elaborar una versión humorística o realizar un trabajo periodístico (una entrevista a algún personaje, una noticia sobre un suceso sorprendente, una crónica de sociedad, un editorial, una columna, una nota necrológica, una tira cómica, etc.). En este tipo de actividades, es muy importante el trabajo de corrección y mejora del texto elegido, por lo que los originales deben rehacerse tantas veces como resulte necesario, haciendo las rectificaciones de la expresión, la ortografía y de otros errores que se detecten. 17 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 18 El apartado de civilización va precedido de un largo texto en forma de relato, soliloquio, informe o diálogo que, si bien es de elaboración propia, procura mantenerse siempre lo más fiel posible a los datos recogidos en los autores antiguos. Esta introducción tiene siempre como protagonista a un personaje o un acontecimiento histórico de primera magnitud. Con ella hemos pretendido un doble objetivo: por una parte, dar a conocer al alumnado personajes y acontecimientos esenciales de la Antigüedad clásica, presentándolos de una forma cercana y amena para que despierten su interés; y, por otra, introducir los aspectos esenciales del tema sobre civilización tratado en cada unidad. Este texto puede leerse en voz alta de forma continuada o bien haciendo breves interrupciones, para llamar la atención sobre aquellos aspectos que se considere oportuno, o, incluso, invitando al alumnado a que los relacione con cuestiones que conozca o sean de actualidad. Existe también la alternativa de iniciar este segundo apartado con la lectura de la información incluida en el Anexo que, de forma sucinta y ordenada, recoge y resume los aspectos esenciales del tema que va a exponerse. Esta información puede leerse en voz alta en clase o, individualmente, en casa o en el aula. En los textos de autores antiguos se tratan los aspectos esenciales del tema propuesto. Estos textos son numerosos, por lo que es probable que no puedan verse todos en clase, dado el reducido número de horas lectivas. Es preciso, por tanto, que el profesor elija los que considere más interesantes o apropiados para trabajar en el aula y, asimismo, según su dificultad, seleccione los que crea convenientes para dar respuesta a los diversos intereses de los alumnos, así como a sus distintas capacidades y ritmos de aprendizaje. En relación con las cuestiones, deben seguirse estas mismas pautas. 18 Al finalizar este segundo apartado, se propone también una serie de actividades de refuerzo, de carácter heterogéneo, para elegir una. Dos de ellas aparecen en todos los temas. Consisten en solucionar sendos cuestionarios relativamente amplios, cuyo objetivo es ayudar al alumnado a ordenar y asimilar el contenido de la información suministrada en el texto introductorio o en el Anexo, respectivamente. Las demás actividades se proponen ampliar la información estudiada o conectarla con temas afines de actualidad. En muchas unidades, se incluye en estos dos apartados un tema para debatir en clase. Es importante que la discusión se lleve a cabo de forma ordenada y que las opiniones expresadas sean fruto de una reflexión. Para ello, los alumnos haciendo breves interrupciones pueden escribir su opinión en el cuaderno, antes de empezar el debate; a continuación, pueden exponer los argumentos a favor y en contra y, por último, dedicar un turno para rebatir, argumentando las razones que se han dado en uno u otro sentido. El docente, al principio, puede realizar el resumen de la discusión y, cuando los alumnos vean la técnica que sigue, alguno de ellos puede continuar esta tarea. En el apartado de léxico no se incluye información previa, sino que se pasa directamente a la solución de los ejercicios etimológicos que se plantean sobre el vocabulario básico de carácter científico y técnico, seguidos de una o dos actividades destinadas a reforzar el léxico estudiado. Antes de iniciar este apartado, es necesario dedicar un tiempo al conocimiento del alfabeto griego. Para facilitar este aprendizaje, un método posible es dividir las letras en tres grupos de ocho, de forma que se trabaje su memorización durante diez minutos las tres primeras clases, mientras se van analizando otras cuestiones relativas al significado de los tér- 19 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 20 minos mito y mitología. Las actividades de las secciones tercera, cuarta y quinta proponen el conocimiento de una serie de locuciones latinas, acrósticos, abreviaturas o frases latinas famosas de uso frecuente en el lenguaje oral y escrito. Al resultar prácticamente imposible que el alumnado aprenda todas las expresiones, podrá escoger sólo las dos o tres que más le agraden. A continuación, se añade una actividad en la que puede poner a prueba los conocimientos adquiridos. Finalmente, se incluye un apartado destinado a la introducción al estudio del latín, donde se explican los aspectos esenciales de esta lengua, y se proponen ejercicios para reforzar su aprendizaje. En algunos casos, aparecen textos latinos muy sencillos, y se pide a los alumnos que, con la ayuda del profesor, intenten traducirlos. Lógicamente, como en el resto de la unidad, el grado de interés del alumnado es el que debe marcar el tiempo que se dedique a este tercer apartado. Los tres apartados van acompañados de ilustraciones, cuya finalidad didáctica, aparte de amenizar y aligerar el texto escrito, es ilustrarlo para contribuir a su comprensión o mostrar no sólo cómo los griegos y romanos plasmaron en imágenes sus dioses, héroes o episodios míticos, sino también de qué manera se representaron en la pintura y escultura de épocas posteriores. De ahí, entonces, la importancia de que el profesorado las comente en clase. No es necesario tratar las unidades tal como se presentan, ni tampoco trabajar todos los contenidos, sino que, de acuerdo con las características e intereses del alumnado, puede alterarse el orden o, dentro de cada unidad, abordarse los tres apartados simultáneamente, lo que, sin duda, ofrecerá más variedad al desarrollo de cada clase. En cada unidad de esta guía, con el fin de facilitar el trabajo del profesorado, se proporciona un esquema del mito escogido y se 20 aporta un solucionario de las cuestiones de carácter más erudito, o que puedan resultar algo confusas en su planteamiento o impliquen datos de los que no se suele disponer fácilmente. Cuaderno de clase El cuaderno de clase es un instrumento muy importante en la metodología de trabajo que se propone, ya que en él queda reflejado cómo va elaborando la información cada alumno. Por ello, el profesor debe controlarlo periódicamente (por ejemplo, al final de cada unidad) y valorarlo en la evaluación. Es conveniente exigir que se lleve al día y que las actividades se resuelvan de manera ordenada y clara, tanto las referidas al trabajo individual o en grupo, como las correcciones y aclaraciones derivadas de ponerlo en común con el resto de la clase o de las intervenciones del profesorado. Asimismo, después de la lectura de cada texto, deben anotarse en el cuaderno las palabras cuyo significado se desconoce. Cuando el sentido del término no pueda deducirse por el contexto, éste se buscará en el diccionario y, a continuación, se anotará la definición hallada. Principios metodológicos Entendemos que el alumnado debe ser el auténtico agente constructor de su saber, el cual surge tanto de sus propios intereses y necesidades como de sus conocimientos previos y experiencias individuales y colectivas. En el proceso de enseñanzaaprendizaje, tampoco debe olvidarse la gran influencia que ejerce el entorno físico, socioeconómico y cultural del centro donde desarrollamos nuestra labor docente. 21 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 22 Por todas estas razones, en nuestra propuesta didáctica hemos atendido a los siguientes principios de intervención educativa: Partir de los conocimientos previos del alumnado, para lo que hemos propuesto distintas actividades de aproximación inicial. Tener en cuenta las posibilidades reales de los alumnos. Para ello hemos considerado las aportaciones de la psicología y la pedagogía modernas en relación con el grado de madurez general de los alumnos de 4.º de ESO y hemos utilizado las técnicas didácticas más adecuadas para proponer actividades coherentes, apropiadas para la edad y las diferentes capacidades e intereses, sin que resulten confusas ni arbitrarias, sino motivadoras, con la mejor presentación posible, etc. Asegurarse de que los alumnos construyan no sólo redes conceptuales, sino también los procedimientos necesarios y las actitudes y valores propios de las sociedades democráticas modernas. Rechazar el simple aprendizaje memorístico de conceptos y proponer auténticos aprendizajes significativos que se integren en la estructura cognitiva previa del alumnado, de forma que puedan ser duraderos y sólidos, y contribuir a su desarrollo general. Atender a la funcionalidad del aprendizaje, de modo que los alumnos y alumnas utilicen los contenidos trabajados, cuando lo necesiten, en situaciones y contextos distintos a los del aula, para que puedan aprender por sí mismos y sea posible la educación permanente. Desarrollar una metodología basada en la experimentación y la participación activa de todo el alumnado; por ello, nues22 tro método es eminentemente activo: propone actividades que permiten al alumnado reconocer, por propia experiencia, los principales elementos de la corriente cultural a la que pertenecen. Atender tanto a la personalización del alumnado (favoreciendo el desarrollo de su propia identidad, autonomía y autoestima) como a su socialización (a través de su correcta integración en el grupo-clase y en la sociedad donde vive). El centro de interés de esta propuesta didáctica es la lectura significativa de textos de autores griegos y latinos. Con ella, se pretende analizar y consolidar la información que en cada momento se ha proporcionado; introducir al alumnado en el gusto por una literatura que, a primera vista, le puede parece lejana e incomprensible; y, finalmente, motivar y contextualizar el trabajo posterior, individual o en grupo, sobre los aspectos concretos o generales que aparecen en estos fragmentos de la literatura clásica, aparte de los específicamente tratados en cada unidad. El trabajo con los textos se ha planteado de manera que los alumnos puedan extraer de ellos información que, añadida a la que ya poseen, les ayude, al mismo tiempo, a corregir las posibles carencias en su capacidad de comprensión y expresión tanto oral como escrita. Asimismo, los textos seleccionados son numerosos, y su lectura presenta diversos niveles de dificultad, con el fin de que el profesorado pueda dar respuesta a la heterogeneidad y diversidad del alumnado. Por tanto, cada profesor deberá seleccionar aquellos textos que encuentre idóneos para la competencia e intereses de sus alumnos. Además, creemos que una correcta intervención educativa deberá tener en cuenta: 23 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 24 Lograr una adecuada organización y distribución espaciotemporal. Así, la organización del aula debe ser la más apropiada en cada momento para favorecer el trabajo individual, en pequeño o gran grupo, o la asamblea de clase que proponemos en algunos casos. En cuanto a la temporización, en líneas generales consideramos que cada unidad didáctica requiere unas diez sesiones (cuatro para cada uno de los apartados de mitología y civilización, y dos para el léxico), si bien cada docente definirá la secuenciación temporal más conveniente a sus propósitos y a su grupo concreto. Seleccionar y utilizar correctamente los recursos didácticos. En nuestra propuesta, los recursos impresos (libro, cuaderno del alumno y guía didáctica) son el material didáctico por excelencia. También es conveniente que se disponga de una pequeña biblioteca de aula, con los libros básicos para la consulta, investigación y ampliación de conocimientos de los alumnos, facilitándoles la elaboración de las actividades de consolidación, refuerzo o recuperación que les propongamos. Emplear los recursos audiovisuales con una finalidad concreta e integrada en los objetivos de la unidad didáctica correspondiente, para representar, aproximar o facilitar el acceso del alumnado a la observación, investigación o comprensión de la realidad que trabajamos en el aula (diapositivas o vídeos de arte, documentales o películas de tema clásico, etc.); pero no hacerlo nunca de forma indiscriminada y sin planificar, como sucede en el ámbito doméstico, pues ello tendría más efectos negativos que positivos y favorecería la pasividad y el desinterés del alumnado por la materia. El uso del ordenador, si el centro dispone de un aula de informática y con conexión a Internet. Puede ser un instru- 24 mento útil, ya que los alumnos se muestran, por lo general, bien dispuestos a emplearlo, exige un trabajo activo y permite el desarrollo de nuevos procesos cognitivos y distintos tipos de actividades. Las estrategias interactivas y comunicativas en el aula. Deberemos crear el clima apropiado de seguridad y confianza que permita una adecuada interacción entre el docente y el alumnado así como entre los propios alumnos, de forma que favorezca la participación activa de todos, la comunicación, la libre expresión de ideas y opiniones, la colaboración y el respeto mutuo. La necesaria coordinación con los docentes de otras áreas, en particular con los de Ciencias sociales, Ciencias de la naturaleza, Lengua castellana y Lengua de la comunidad autónoma, para unificar criterios y pautas de actuación, y beneficiarse mutuamente. Por otro lado, se puede solicitar la colaboración de los departamentos de Plástica, Música, Tecnología, etc., para llevar a cabo actividades concretas. Contenidos transversales Creemos que existe una relación vital entre valores y educación, ya que no puede haber una buena educación sin una auténtica formación ética. Hablar de valores supone considerar la forma en la que los seres humanos nos relacionamos con el mundo, nuestro entorno, y cómo aprendemos a resolver conflictos, a dialogar y a cooperar. La educación, sobre todo la obligatoria, no debe reducirse a una mera adquisición de conocimientos académicos para conseguir en 25 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 26 el futuro una buena salida profesional. Los docentes no podemos olvidar un aspecto formativo básico como es la capacidad de crítica ante las pautas que impone la sociedad. Debemos fomentar el gusto por adquirir nuevos conocimientos, así como enseñar a vivir de una forma mejor y más digna, sin preocuparse exclusivamente por obtener un trabajo bien remunerado. hoy, tales como considerar al hombre el «sexo» por excelencia y a las mujeres el «otro sexo», o pensar en los hombres como individuos y en las mujeres como seres genéricos que forman parte de un colectivo, con la minusvaloración de las mujeres que se deriva de todo ello. Por otra parte, el individuo común, independientemente de su posición social o cultural, posee una serie de valores o prejuicios sobre aspectos diversos y los aplica indistintamente, de forma inconsciente en la mayoría de los casos, tanto en su ámbito privado como profesional. Tales componentes ideológicos del subconsciente colectivo mediatizan y determinan, en gran medida, las relaciones sociales. Pues bien, la mayoría de ellos procede del ámbito grecorromano y otros se originan en la mentalidad judeocristiana. La atención a la diversidad Por esta razón, en nuestra propuesta didáctica hemos seleccionado contenidos y actividades que fomenten en el alumnado los valores morales que han inspirado el modelo de Estado social y democrático de derecho establecido por la Constitución española: la libertad, la igualdad, la solidaridad, el derecho a vivir en un mundo saludable, a la calidad de vida, a la paz, a disfrutar de una naturaleza conservada y sostenible, a la información y a la protección de los derechos de los consumidores, a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Con relación a esta última cuestión, el estudio de la mitología griega resulta especialmente indicado, ya que la polaridad masculino/femenino es uno de los rasgos fundamentales que impregnan la mayoría de sus relatos. Además, en ellos el sexismo, a diferencia de lo que ocurre en las construcciones simbólicas actuales, es evidente, sin apenas estar enmascarado, por lo que en la mitología griega se puede descubrir el origen de prejuicios sexistas que todavía perviven 26 La actual Enseñanza Secundaria Obligatoria española se encuentra sometida a una tensión entre dos polos: la comprensibilidad y la atención a la diversidad. Por un lado, debemos ofrecer las mismas posibilidades educativas básicas a todos los alumnos, para garantizar el principio democrático de igualdad de oportunidades, independientemente de su origen socioeconómico, cultural o de sus características personales; y, por otro lado, debemos dar una respuesta educativa adecuada a las distintas capacidades, motivaciones, intereses, estilos cognitivos y necesidades que presentan nuestros alumnos. En el caso de que tengamos en el aula de Cultura clásica a algún alumno con necesidades educativas especiales permanentes, las dificultades que plantee su correcta integración deberán afrontarse con las ayudas o recursos educativos, psicológicos o médicos más adecuados para conseguir las correspondientes adaptaciones de acceso al currículo y/o las adaptaciones curriculares individuales significativas. Los materiales didácticos que presentamos permiten la atención a la diversidad del alumnado al proponer actividades variadas que comprenden toda una gama de posibilidades entre lo más próximo y lo más distante, lo fácil y lo difícil, lo conocido y lo desconocido, lo particular y lo general, así como lo concreto y lo abstracto. 27 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 28 Como ya hemos comentado, los textos seleccionados presentan diversos grados de dificultad, tanto a nivel léxico como semántico, al igual que las actividades y los ejercicios de léxico. A su vez, las actividades de refuerzo siempre permiten al alumno elegir entre distintas opciones, que favorecen la creatividad y la fantasía, o bien la búsqueda y tratamiento de la información. _ Valorar la lectura de textos clásicos originales traducidos que narren sus hazañas y disfrutar con ellos. Al final del libro, se incluye un anexo con información más detallada sobre cada uno de los temas de civilización tratados, un breve diccionario de mitología, el alfabeto griego, unos mapas y un índice de autores clásicos citados, que favorecerá la consulta y la realización de actividades adecuadas a las características individuales de los alumnos. _ Distinguir el marco geográfico e histórico de Grecia y Roma. Finalmente, en esta misma guía didáctica se ofrecen orientaciones precisas y se añaden otras actividades, textos, bibliografía o material complementario. _ Establecer semejanzas y diferencias entre mitos y héroes antiguos y actuales. Civilización _ Reconocer los hitos esenciales de la literatura grecolatina como base literaria de la cultura europea y occidental. _ Conocer los elementos esenciales del desarrollo de la vida cotidiana en Grecia y en Roma, así como de sus instituciones jurídicas y políticas, confrontándolos con los correspondientes actuales. _ Localizar los principales vestigios clásicos en el patrimonio de la comunidad autónoma, de España y de Europa. Léxico e introducción al latín Criterios de evaluación Mitología El alumnado, para superar la materia, deberá: _ Conocer las principales leyendas y aventuras de los héroes y heroínas de la mitología clásica. _ Reconocer su presencia en el arte y la literatura occidentales. _ Reconocer su valor como creadora de arquetipos humanos de conducta y su papel en la producción de estereotipos y prejuicios sociales. 28 _ Comprender la existencia de diversos tipos de escritura y su función. _ Identificar las lenguas románicas y su distribución geográfica. _ Constatar el origen grecolatino de términos de uso común, así como del léxico científico y técnico de las lenguas modernas. Conocer los étimos correspondientes y deducir el significado de nuevas palabras. _ Formar familias de palabras y aplicar los mecanismos adecuados de derivación y composición. _ Localizar expresiones y locuciones de origen latino en las lenguas conocidas por el alumno y explicar su significado. 29 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 30 _ Identificar elementos morfológicos y estructuras sintácticas elementales de la lengua latina. _ Comparar elementos morfológicos del latín con los de la lengua propia. Instrumentos y técnicas de evaluación La normativa indica que la evaluación debe ser continua. Entendemos esta exigencia como el medio para comprobar la progresión en el aprendizaje de los diferentes contenidos propuestos, y poder corregir todo aquello que la impida o dificulte. Debe considerarse la actitud y el trabajo que cada estudiante realiza en el aula, así como las actividades efectuadas fuera de ella, tanto de forma individual como colectiva. Los instrumentos para esta evaluación son básicamente dos: El cuaderno de trabajo del estudiante. El cuaderno de trabajo del profesor, en el que se anotan las incidencias de las sesiones de trabajo, las intervenciones de cada estudiante y las calificaciones de los trabajos realizados fuera del aula (lectura de textos y solución de cuestionarios, ejercicios sobre el mapa mudo, elaboración de paneles o murales y los comprendidos en el apartado de actividades de refuerzo). Periódicamente, puede realizarse alguna prueba por escrito, para que los alumnos puedan demostrar los conocimientos adquiridos. Estas pruebas, al margen de proporcionar un elemento más para la evaluación, han de constituir per se una herramienta de carácter pedagógico, que no sólo ayude a los alumnos a comprobar lo que saben, sino que se inserte en la actividad didáctica 30 como un medio más de adquisición de conocimientos. Por tanto, debe evitarse, en la medida de lo posible, el mimetismo, característico del examen tradicional, que supone realizar trabajos idénticos a otros ya efectuados. En estos controles se puede combinar: Uno o más textos que sirvan de entrada, comentario o ejercicio deductivo de aspectos del mito y de los contenidos del apartado de civilización, con la ayuda de un breve cuestionario. Un breve resumen de uno de los relatos míticos tratados que ayude a ejercitar la capacidad de síntesis. Una pregunta directa sobre algunos aspectos de la información cultural que obligue a seleccionar determinados elementos y no otros. La respuesta de los cuestionarios de los textos. Uno o más ejercicios sobre el vocabulario tratado, bien de combinación de elementos léxicos para obtener palabras, bien de ubicación de éstas en un contexto. Alguna frase donde se puedan aplicar algunos de los conocimientos adquiridos en los apartados II, III, IV y V de la tercera parte de cada unidad. El comentario de alguna imagen que ilustre alguno de los contenidos tratados y el reconocimiento de los personajes míticos estudiados. Una práctica que comporta excelentes resultados, aunque también aumenta considerablemente el trabajo del profesorado, es añadir, en las correcciones de los trabajos o los controles, las indicaciones para enmendar los errores observados en vez de las 31 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 32 soluciones, para que los alumnos rehagan tranquilamente las actividades en casa. De esta manera, cada uno comprueba sus propios fallos, fija en su memoria los conocimientos que allí se resaltan y puede superarse. Para estimular este trabajo, que siempre resulta pesado y laborioso, cada autocorrección generará una nueva nota que servirá para elevar la anterior. Por último, se debe tener en cuenta que estas pruebas constituyen una actividad más, por lo que no es necesario que todos los contenidos estudiados se pregunten en un examen escrito, cosa que, por otra parte, disminuiría innecesariamente el escaso tiempo lectivo de esta materia. Hojas de seguimiento para la evaluación continua Proponemos unos ejemplos válidos para todas las unidades didácticas; hay uno diferente para cada apartado. Los nombres de los alumnos se colocan de forma horizontal y los ítems por evaluar, en posición vertical. Mitología UNIDAD DIDÁCTICA _ Conoce las características principales del héroe o heroína estudiado. _ Conoce sus principales aventuras. _ Reconoce a los personajes fabulosos con los que tuvo que enfrentarse. _ Identifica los lugares que visitó. _ Conoce las características y atributos de los dioses o diosas que le ayudaron o entorpecieron su labor. 32 _ Identifica y reconoce su presencia en la literatura, las artes plásticas y la lengua hablada. _ Reconoce su valor arquetípico y propone alternativas para superar estereotipos y prejuicios sociales inadecuados. _ Participa de forma activa, ordenada y respetuosa en las distintas actividades propuestas. _ Realiza las actividades de refuerzo en los plazos previstos y de forma satisfactoria. _ Utiliza adecuadamente el cuaderno de clase. Civilización UNIDAD DIDÁCTICA _ Conoce las características principales del personaje histórico que introduce la unidad. _ Valora las aportaciones del mismo a la cultura occidental. _ Reconoce los elementos esenciales de la vida cotidiana y de las instituciones estudiadas, y los relaciona con los actuales. _ Reconoce las principales manifestaciones de la cultura clásica y a sus principales autores. _ Valora la importancia de los textos clásicos como fuente de placer, de información y de saber. _ Participa de forma activa, ordenada y respetuosa en las distintas actividades propuestas. _ Realiza las actividades de refuerzo en los plazos previstos y de forma satisfactoria. _ Utiliza adecuadamente el cuaderno de clase. 33 GD Cultura clásica ok 10/4/02 Léxico e introducción al latín 17:12 Página 34 UNIDAD DIDÁCTICA – Reconoce los étimos estudiados, los entiende y los usa con propiedad. – Es capaz de formar familias de palabras mediante la derivación y la composición. – Deduce el significado de vocablos nuevos con criterios etimológicos. _ Identifica locuciones y expresiones latinas, y conoce su significado y su uso correcto. _ Identifica los elementos morfológicos y las estructuras sintácticas latinas estudiados. _ Compara el latín con su propia lengua y valora el aprendizaje de éste como una vía para mejorar su competencia comunicativa en otras lenguas. Anexo: Información sobre algunos géneros periodísticos En algunas actividades de carácter creativo, los alumnos deberán tener en cuenta las características de los géneros periodísticos. La noticia La noticia parte de todo hecho que tenga interés para los lectores, generalmente y se trata de un suceso poco habitual que puede tener consecuencias futuras o un acontecimiento normal rodeado de circunstancias raras, inquietantes o sorprendentes. La redacción de una noticia debe responder seis preguntas: qué ha ocurrido, quién lo ha realizado, cuándo se ha producido, dónde, por qué, cómo. 34 Redacción de una noticia: la noticia suele tener tres partes. _ Título: es el rótulo en negrita que explica sintéticamente lo que ha ocurrido. Si la noticia es de importancia, puede llevar también un antetítulo que concrete algunos detalles complementarios. _ Lead (anglicismo que podríamos traducir como «cabecera»): es un breve resumen en el que se recogen todos los datos esenciales para que el lector pueda hacerse, rápidamente, una idea de la noticia. Casi siempre se compone de un cuerpo mayor de letra que el resto o se incluye en la primera página. _ Cuerpo: es el desarrollo de la noticia con todos los detalles disponibles o con los que se quieren dar a conocer. Los aspectos más importantes (la ampliación de lo ofrecido en la cabecera) aparecerán al principio, mientras que se dejan para el final las cuestiones secundarias, a las que sólo llegará el lector auténticamente interesado en la noticia. Lenguaje de la noticia: las noticias deben escribirse en un lenguaje claro y directo. El redactor debe mantener la objetividad, limitándose a narrar los hechos sin dar valoraciones sobre ellos. Por lo general, se procura utilizar pocos adjetivos y adoptar un tono aséptico. Sin embargo, puede ocurrir que la objetividad recomendable se vea alterada por los intereses del redactor o de la publicación y, entonces, la noticia resulte manipulada. Se trata de casos en los que se destacan cuestiones menores para que, de esta manera, las de mayor importancia queden oscurecidas, o bien se mezclan los hechos objetivos con la opinión del informante. Por ello, siempre es recomendable saber de dónde procede la noticia y quiénes nos la transmiten. 35 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 36 La crónica La crónica es el relato de un acontecimiento de relieve que interesa a un amplio sector del público. Amplía la noticia analizando ciertos detalles de los hechos, y trata de presentarlos de forma amena y como una experiencia vivida. Busca los aspectos humanos del suceso y las anécdotas significativas. A diferencia de la noticia, que es una información siempre de segunda mano (el periodista tiene como fuentes los informes de la policía, la Administración, un sindicato, una agencia informativa, etc.), la crónica exige la presencia del periodista. La redacción de la crónica tiene elementos comunes con la de la noticia, pero el cuerpo presenta una estructura más libre. No es imprescindible que aparezca la información más importante; el corresponsal puede elegir el detalle más original, aunque sea secundario, u optar por una narración de lo sucedido. Las crónicas van firmadas y en ellas se mezcla la narración objetiva de los hechos con la valoración que el periodista realiza sobre ellos. Es, por tanto, un género híbrido entre la información y la opinión. La entrevista La entrevista es el diálogo que mantiene un periodista con un personaje. Puede ser una larga conversación previamente acordada o un encuentro en medio de una sesión de trabajo. Este intercambio de preguntas y respuestas tiene como objetivo retratar a la persona entrevistada y dar a conocer sus opiniones. Cuando la conversación es larga, casi siempre va precedida por una breve biografía, una descripción física y un retrato moral (eto- 36 peya). Esta presentación informa a los lectores de todos los detalles significativos para interpretar adecuadamente las palabras del personaje. El periodista puede seleccionar las respuestas, pero, en este caso, debe ser escrupulosamente fiel al espíritu de la conversación y no transcribir frases sueltas que desvirtúen el sentido de las afirmaciones realizadas por el entrevistado. La importancia del personaje: el objetivo de una entrevista no son los hechos sino el personaje y sus opiniones. El periodista debe ser hábil para extraer de su interlocutor todo lo que pueda interesar al lector. Por eso, una entrevista no es una charla de café, en la que se divaga sobre cualquier tema, sino que requiere una preparación rigurosa. El periodista debe documentarse previamente y preparar las preguntas de forma que permitan al personaje expresarse y autodefinirse. El entrevistador es un intermediario entre la persona entrevistada y el público. Su misión es adivinar las preguntas que formularían los lectores si tuvieran la oportunidad de realizarlas. Además, debe ordenarlas de manera que se obtenga un coloquio fluido y coherente. El retrato y sus tonos: en el retrato, el periodista debe trazar el perfil físico y psicológico del personaje. Puede hacerlo de una manera fría y objetiva o adoptar un tono efusivo y cariñoso. También puede elegir, aunque no es recomendable, un tono crítico, pero siempre dentro del más absoluto respeto a la persona entrevistada, aunque se discrepe de su forma de opinar. Sería deshonesto ponerle zancadillas en las preguntas o manipular las opiniones con las que el periodista no esté de acuerdo; lo más correcto, pues, es dejar que el entrevistado se defina con sus palabras. 37 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 38 Estructura del diálogo: en la entrevista puede incluirse una cabecera o resumen inicial de los aspectos de mayor interés. Después, se alternarán fragmentos narrativos y diálogo. Es conveniente explicar al alumnado estas características y ofrecerles ejemplos de la prensa del día para que los analicen individualmente o en grupo. La forma más frecuente es reproducir el diálogo alternando las preguntas y respuestas. Para distinguir unas de otras, puede cambiarse el tipo de letra y poner delante las iniciales de los interlocutores o las siglas p (pregunta) y r (respuesta), o bien simplemente alternarlas sistemáticamente. El editorial El editorial es un artículo que se publica sin firma y que refleja la postura del periódico frente a los grandes acontecimientos de la realidad. Su misión no es dar una noticia, sino interpretarla. Aunque recoge la opinión colectiva, el autor es un periodista (el director, el redactor jefe, un especialista, etc.) que conoce bien la ideología del periódico. El editorial es una pieza didáctica, ya que expone unos hechos y extrae unas conclusiones políticas, morales, sociales, etc. El artículo firmado y la columna El artículo es un trabajo firmado que trata de los más diversos temas. Su enfoque puede variar desde la más estricta objetividad a la manifestación de una opinión personal, pasando por el humor, la crítica o la sátira. La columna, como indica su nombre, es un artículo breve que sólo ocupa una columna de una página (generalmente la quinta parte). La brevedad obliga a concentrar las ideas y a presentarlas de manera ingeniosa, viva y ágil. 38 39 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 40 solucionario unidad 1 Hércules Aproximación inicial A diferencia de las demás unidades, en las que, como hemos indicado, el método de lluvia de ideas nos parece el más adecuado, en esta primera las cuestiones iniciales deben tratarse detenidamente, ya que tienen como finalidad establecer las características de los héroes de la Antigüedad clásica y su influencia en el concepto de héroe construido por nuestra cultura. En primer lugar, los alumnos deben debatir qué es para ellos un héroe, a partir de los cuentos, cómics, libros, películas, series de televisión o juegos de ordenador, así como las características que les permiten identificarlo. Si con el debate no quedan definidos estos rasgos, se puede recurrir a la figura de algún héroe famoso (por ejemplo, Astérix o Superman) o a algunos pasajes de películas (La guerra de las galaxias, Indiana Jones, Gladiator, El último mohicano, Willow, El señor de los anillos, etc.), para pedir al alumnado que describa al protagonista, las acciones que emprende y el motivo por el cual las hace, así como los medios de que se vale. Una vez aclarado el concepto de héroe de ficción, conviene que lo comparen con algún personaje histórico que sea considerado como tal. Cuando las características de este tipo de héroe estén perfectamente delimitadas, se puede analizar el significado de la palabra héroe en nuestra sociedad actual, las diferencias entre uno real y otro imaginario, y la necesidad que tienen todas 40 las sociedades y culturas de que existan estas figuras. Al final, es conveniente resumir todas las ideas expuestas y sistematizarlas, de modo que queden claros los siguientes puntos: Un héroe es una persona que manifiesta una actitud extraordinaria en la lucha contra unos enemigos, más o menos monstruosos, que encarnan el mal. Suele enfrentarse a ellos individualmente, aunque a veces recibe la ayuda de algún compañero, el cual suele ser una divinidad en la Antigüedad clásica. Normalmente, un héroe actúa para proteger una comunidad, defender a personas tratadas injustamente, o para vengar una ofensa cometida contra él o su familia; tras demostrar un gran valor, inteligencia y capacidad de sufrimiento durante sus proezas, siempre excepcionales, consigue el triunfo. En nuestra sociedad, se considera un héroe a cualquier persona que, en el cumplimiento de su deber, en la defensa de unos valores éticos o en el intento de salvar una vida ajena, arriesga la suya más allá de lo humanamente exigible, y llega muchas veces a morir durante su empeño. Sus hazañas siempre aportan un beneficio para los demás o elevan el listón de las posibilidades humanas. Es en ellas donde el héroe manifiesta su condición excepcional, la característica esencial de todo héroe, así como su enorme capacidad para el esfuerzo, el sufrimiento y/o el sacrificio. Todas las sociedades y culturas necesitan estos personajes excepcionales como modelos para contrarrestar la debilidad intrínseca a la condición humana, para aportar un sentido al mundo y una visión ética de la vida, así como para demostrar la capacidad del ser humano de mantener la dignidad y defender valores superiores. Por esta razón, su nombre y ejem- 41 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 42 plo perduran como un referente en el imaginario colectivo de las sociedades. A este respecto, conviene diferenciar muy claramente entre héroe y famoso (deportistas, figuras del cine o la televisión, etc., cuyas acciones no contribuyen a dar un significado a la existencia humana ni aportan nada para mantener la fe en unos valores realmente dignos). Se trata de personajes que brillan fugazmente y pronto son olvidados y sustituidos por otros. Un caso extremo es la tendencia actual a la creación de auténticos antihéroes que hacen fortuna mostrando sus intimidades ante la curiosidad morbosa de los demás, quienes, contrariamente a lo que ocurre con los héroes, se sienten superiores en comparación con ellos. A partir de estas premisas, expondremos las características de un héroe clásico; destacan las siguientes: Excepcionalidad, es decir, una naturaleza superior al resto de los mortales, que se manifiesta en: el linaje (los héroes están emparentados con los dioses, a veces son hijos de una divinidad); un nacimiento extraordinario (frecuentemente, como consecuencia de su concepción divina: muchos de ellos suelen ser hijos de vírgenes); una infancia humilde y sin conocimiento de su verdadero linaje hasta que el éxito en sus hazañas (la marca por excelencia de su carácter heroico) deja patente su naturaleza excepcional. No obstante, reciben durante su niñez una educación especial a cargo de personajes extraordinarios (por ejemplo, el centauro Quirón). Realización de forma más o menos clara de un ritual de iniciación en la adolescencia, consistente en alguna hazaña que pronto evidencia su condición heroica y descubre su verdadero linaje. 42 Capacidades especiales: fuerza, valor, inteligencia, belleza, fortaleza, resistencia, etc., de entre las que destaca una en especial (en Hércules, su fuerza; en Ulises, su inteligencia; en Aquiles, su valor, etc.). Objetos especiales que le son propios. Constituyen una especie de continuación de su personalidad y llegan a formar una parte esencial de su identidad: armas (espada, maza, arco, casco, etc.); medios de locomoción (caballo, barco, sandalias, botas, etc.); vestiduras (capa, traje, piel de algún animal, etc.). nombre griego del dios Zeus nombre romano Júpiter (imagen correspondiente recortada de las láminas incluidas al final del libro de texto.) atributos funciones rayo, cetro, águila... poder sobre el cielo, fenómenos atmosféricos... otras informaciones (epítetos, mitos en que interviene...) (pueden añadirse a lo largo del curso.) Gran capacidad de sufrimiento y sacrificio para realizar sus hazañas que, unas veces, les son impuestas por los dioses y otras, las busca siguiendo su propio afán de aventura. Su objetivo último siempre es conseguir la gloria personal. En relación con este aspecto, la generosidad y la capacidad de sacrificio que parece exigirse a los héroes de la vida real son ajenos a los héroes mitológicos, puesto que todavía no existe conciencia del «yo». En el caso de los héroes clásicos, se ha dicho que actúan de forma excepcional no por ser héroes, sino que lo son precisamente porque llevan a cabo hazañas extraordinarias. Los motivos para realizarlas pueden ser diversos: 43 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 44 _ La recuperación de un trono. _ La venganza. _ La expiación de una falta. _ El afán de aventura, etc. Caracter ajeno a la sociedad, ya que la mayor parte de su vida transcurre al margen del espacio civilizado, lo cual explica: _ Sus ataques de desmesura. Parecen contagiarse de la naturaleza salvaje de los monstruos contra los que deben luchar. _ Su soledad. Tienen problemas en sus relaciones familiares y suelen ser incapaces de llevar una vida normal. De hecho, con alguna excepción, si no mueren jóvenes, envejecen con dificultades. Información Esquema de la historia de Hércules Alcmena es la esposa de Anfitrión, rey de Tebas. Zeus se enamora de Alcmena y desea fervientemente unirse a ella, que ama a su marido y no parece dispuesta a serle infiel. Zeus, aprovechando que Anfitrión se ha marchado a guerrear contra los telebeos, adopta su figura y acude al palacio. Alcmena, sin sospechar nada, se une con el dios. Apolo, para contribuir al placer de Zeus, obedece sus órdenes y alarga la noche retrasando la aparición de la Aurora, la cual anuncia la llegada del carro del Sol. 44 En dicha unión Alcmena concibe un hijo, que cree de su marido, puesto que ese mismo día regresa el verdadero Anfitrión y también se une con su esposa. Fruto de esta última unión, nace Ificles, hermano gemelo de Heracles. Hera, esposa de Zeus, enterada de la aventura de su marido, se encoleriza y trama la manera de vengarse. Actividades Antes de iniciar la lectura de los textos, conviene aclarar al alumnado que pueden encontrarse en la mitología griega diversas versiones de cada mito, debido al hecho de que en Grecia nunca existió un libro sagrado como la Biblia que recogiera los diversos relatos. Los mitos no sólo se transmitían por tradición oral, provocando variantes de las historias, sino que fueron la fuente de la creación artística y literaria, lo que dio lugar a numerosas versiones, en muchos casos aparentemente contradictorias. Además, en diferentes ciudades se introdujeron variaciones en la narración de los mitos con fines políticos y de propaganda ideológica (por ejemplo, los atenienses con la figura de Teseo o los espartanos con la de Heracles). 1. En este texto, se debería comentar previamente que se trata de la traducción en prosa de unos versos pertenecientes a un poema épico y, a continuación, explicar someramente el funcionamiento de los epítetos homéricos que, aparte de ser un procedimiento métrico, sirven para señalar las características o cualidades esenciales de personas, animales y cosas. También es necesario señalar el valor del sufijo -ida como patronímico: Persíada (hijo o descendiente de Perseo), Cronida (hijo de Crono). 45 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 46 Asimismo, junto con este texto, se incluye el primer ejercicio sobre los dioses olímpicos: se trata de que los alumnos recopilen los datos básicos sobre las divinidades que aparecen. Encontrarán la información en el pequeño diccionario del anexo. Se les puede proponer que construyan fichero con los datos de cada dios o héroe. A continuación, ofrecemos unos ejemplos: Con la última cuestión se pretende que los alumnos ubiquen geográficamente el mito y que se familiaricen con el escenario de la Antigüedad clásica. Para ello, deben fotocopiar el mapa mudo incluido al final del libro, y facilitar, así, la corrección. Los griegos suponían que la sede de los dioses se ubicaba en el monte Olimpo, cuya cumbre suele estar envuelta en nubes que ocultan a los mortales la visión de los palacios divinos. Según Homero, las Horas, hijas de Zeus, son las encargadas de extender estas nubes que esconden las puertas de entrada. Heracles, desde el momento de su nacimiento, dio muestras de su gran fuerza y corpulencia, como podrá verse en el texto 2b. El gran juramento de los dioses lo instituyó el propio Zeus, como garantía de la pervivencia en el mundo del orden establecido por el mismo dios. Estipuló la obligatoriedad de cumplirlo, condenando a los infractores a apartarse, en medio de grandes padecimientos, de la comunidad de los dioses. Por tanto, a Zeus, muy a su pesar, no le queda más remedio que cumplir su predicción, por lo que debe beneficiar a Euristeo, en vez de a su hijo Heracles, como era su deseo. En una ocasión, Lino intentó castigarlo, pero Heracles montó en cólera y lo golpeó con la lira, con lo que le causó la muerte (al respecto, se puede comentar que los héroes griegos, en su origen, no actuaban de forma modélica, sino que eran frecuentes sus manifestaciones de desmesura). Ilitía, hija de Zeus y Hera, es la diosa de los partos, la cual debe estar al lado de la parturienta para que ésta pueda dar a luz. De ello se vale Hera para retrasar el nacimiento de Heracles, que permaneció así diez meses en el seno de su madre. Cuando Heracles cumplió los dieciocho años, destacaba por su gran estatura. Su primera hazaña (rito de iniciación) consistió en matar al león del monte Citerón, que causaba grandes estragos en la región. Euristeo es nieto de Perseo (hijo de Zeus y Dánae, y otro de los grandes héroes griegos) y primo hermano de Anfitrión y Alcmena (por tanto, tío de Heracles). Nació sietemesino, ya que Hera adelantó su alumbramiento para que pudiera reinar en Micenas, Tirinto y Midea, ciudades situadas en la región de la Argólide, en el Peloponeso. En los cincuenta días que tardó en cazar y matar a este león, también dio muestra de su gran virilidad, ya que se instaló en el palacio del rey Tespio, quien, deseoso de emparentar con un descendiente de Zeus, cada noche ordenaba a una de sus cincuenta hijas que se metiera en la cama del héroe, el cual creía que siempre era la misma. De estas uniones nacieron cincuenta niños, los Tespiadas. 46 Continuación del esquema de la historia de Hércules Heracles demostró ser, desde el principio bastante indisciplinado, lo que obligaba a Lino, su maestro de música, a reprenderlo continuamente. Según algunas versiones, Anfitrión, temiendo el carácter irascible de Heracles, decidió confiar su educación a Quirón, un centauro sabio y bondadoso, maestro de héroes (entre ellos, de Aquiles). 47 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 48 En el camino de regreso, Heracles liberó a los tebanos de pagar un tributo al rey de Orcómeno. Como agradecimiento, Creonte, el rey de Tebas, le dio en matrimonio a su hija mayor, Mégara. b) Una vez que Heracles vuelve en sí, se da cuenta de su terrible crimen y se llena de desesperación. Así lo encuentra Teseo, rey de Atenas. Heracles vivió feliz con Mégara y tuvieron varios hijos (el número varía según las versiones). b1) Con el episodio de las serpientes, Hera continuó su persecución contra Heracles, iniciada ya desde el momento mismo de su concepción, al retrasar su nacimiento. Pero este suceso también sirvió para que Heracles evidenciara su condición de hijo de un dios, al ahogar con sus manos a los enormes reptiles. Según la versión de Eurípides, en ausencia de Heracles, Lico mata al rey Creonte y se apodera del trono de Tebas, mientras Mégara y sus hijos se refugian en el altar de Zeus para evitar la muerte. Cuando Heracles regresa, mata a Lico y se dispone a abrazar a su esposa e hijos, pero sucede algo terrible. 2. a1) Heracles odia a Euristeo porque sabe que el trono que ocupa le estaba destinado a él. De hecho, siempre sentirá Argos como su patria y es en el Peloponeso donde se establecerán sus descendientes. Por eso, los espartanos se consideraban descendientes de los Heraclidas. a2) Las confunde con los hijos de Euristeo. a3) Las Gorgonas eran monstruos femeninos (se verán en la unidad 3) que tenían el poder de petrificar a quien las mirase. a4 y a5) Entre las características de la diosa Atenea está su especial predilección por los grandes héroes, a los que en todo momento suele proteger. En el caso de Heracles, con su ayuda trata de contrarrestar el odio de Hera y favorecer así a uno de los hijos predilectos de Zeus. a6) Entre los atributos de Heracles, figura la piel del león de Nemea que, por ser invulnerable a las flechas y las lanzas, utilizará como coraza, y la gran maza o clava, símbolo de su gran fuerza física, la cual él mismo talló a partir del tronco de un olivo. 48 b3) Heracles piensa en suicidarse, pero Teseo lo disuade haciéndole ver que incluso los dioses están obligados a asumir sus propias faltas y los errores impuestos por el destino. Sería un acto de soberbia que los dioses se sometieran al destino y un mortal no. b4) La purificación es un ritual de la religión griega mediante el cual los mortales limpiaban sus faltas, si bien siempre tenían que expiar su responsabilidad con alguna acción compensatoria. En nuestros días, la confesión es el ritual de purificación por excelencia de la religión católica. b5) La ilustración reproduce un fresco romano donde se representa a Heracles ahogando a las serpientes, ante la admiración de Alcmena y Anfitrión. 3. Nos apartamos aquí de la versión de Eurípides, que intercala, en medio de los trabajos, el episodio del ataque de locura de Heracles y el asesinato de su mujer e hijos, situándolo tras su regreso del Hades. Sobre los 12 Trabajos, existen también diversas versiones que explican, de forma distinta, las razones por las que Heracles se ve obligado a someterse a la voluntad de Euristeo. Pero todas ellas coinciden en resaltar el contras- 49 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 50 te entre el héroe y Euristeo, un hombre con deformidades físicas y miedoso, que no sabe estar a la altura del poder que Zeus, a pesar suyo, le concedió. 3.1 Esta actividad puede requerir algún tiempo, si se confecciona el mural en clase y se exponen oralmente los 12 Trabajos. Para abreviar se puede pedir que se elabore, en casa, un panel en una cartulina donde se explique cada uno, acompañado de alguna ilustración. Para evitar que los alumnos se limiten a copiar los datos de forma literal, se les propone que estructuren la información siguiendo un esquema similar a éste: – Nombre del trabajo. – Petición de Euristeo. – Características del objeto, animal o monstruo sobre el que versa el trabajo. – Lugar donde sucede. – Adversarios contra los que Heracles debe luchar y peligros que ha de superar. – Personas que ayudan a Heracles en su empresa y/o medios que utiliza para conseguir su objetivo. – Destino final del objeto o trofeo obtenido, y reacción de Euristeo. Los 12 trabajos de Hércules 1. El león de Nemea. El león de Nemea es un monstruo hijo de Ortro y Equidna, y nieto de Tifón. Es hermano de otro monstruo, la Esfinge de Tebas. Hera lo educó –o tal vez la diosa de la Luna, Selene, que lo habría entregado en préstamo a Hera– y lo llevó a la región de Nemea, donde asolaba el país, devorando a sus habi- 50 tantes y ganados. Este león tenía por guarida una caverna con dos accesos, y era invulnerable. Heracles empezó por dispararle flechas, pero sin resultado; entonces, amenazándolo con la maza, le obligó a entrar en la cueva y clausuró una de las entradas. Lo cogió luego entre sus brazos y lo ahogó. Muerta ya la fiera, Heracles la despellejó y se revistió con su piel; la cabeza le sirvió de casco. Cuenta Teócrito que el héroe estuvo largo tiempo perplejo ante esta piel, que ni el hierro ni el fuego podían rasgar. Finalmente, se le ocurrió la idea de romperla con las propias garras del monstruo, con lo que consiguió su propósito. Heracles llevó el león a Micenas, y Euristeo se asustó tanto del valor del héroe, capaz de abatir un monstruo semejante, que le prohibió la entrada en la ciudad, ordenándole que, en adelante, dejase su botín ante las puertas de ésta. Para perpetuar la hazaña de Heracles, Zeus puso al león entre las constelaciones. 2. La hidra de Lerna. Al igual que el león de Nemea, la hidra de Lerna es un monstruo, hija de Equidna y Tifón. La crió Hera para que sirviese de prueba a Heracles, debajo de un plátano, cerca de la fuente de Amimone. Se representa esta hidra como una serpiente de varias cabezas, cuyo número varía desde cinco o seis hasta cien, según los autores. A veces, incluso se tenían por cabezas humanas. El hálito que salía de sus fauces era mortal: quienquiera que se acercase, incluso mientras el monstruo dormía, moría infaliblemente. Devastaba también las cosechas y los ganados del país. Para combatirla, Heracles utilizó flechas encendidas; pero también se dice que le cortó las cabezas con una harpe (especie de cimitarra). Le ayudó en esta hazaña su sobrino Yolao, ayuda muy necesaria, pues de cada cabeza cortada surgía otra nueva. Para impedir que volvieran a salir, Heracles cauterizaba con fuego cada herida, lo que hacía imposible que la carne creciera de nuevo. Una vez muerto el monstruo, el héroe empapó 51 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 52 sus flechas con la sangre de la hidra, que era venenosa, y de esta manera convirtió las heridas que causaban en irremediablemente mortales. 3. El jabalí de Erimanto. Euristeo le encargó traer vivo un monstruoso jabalí que vivía en el monte Erimanto. Heracles, con sus gritos, forzó al animal a salir a su encuentro; después lo obligó a ir hasta una zona cubierta de una capa espesa de nieve, fatigándolo de tal modo que logró capturarlo. Con el animal sobre sus espaldas, regresó a Micenas. Al verlo, Euristeo, aterrorizado, se ocultó en una tinaja. En Cumas se enseñaban los colmillos de este jabalí, conservados como un exvoto. 4. La cierva de Cerinia. El cuarto trabajo que Euristeo impuso a Heracles fue la captura de una cierva que habitaba en Énoe. Eurípides cuenta, simplemente, que era un animal de gigantesco tamaño que asolaba las cosechas. Heracles la mató y consagró su cornamenta en el templo de Ártemis. Pero esta versión presenta contradicciones con la leyenda tal como se cuenta generalmente, y tiene por objeto borrar del ciclo lo que parecía un rasgo de impiedad del héroe. Esta cierva, según Calímaco, era una de las cinco que Ártemis había encontrado paciendo en el monte Liceo. Todas tenían cornamentas de oro y eran mayores que toros. La diosa se quedó con cuatro, que enganchó a su cuadriga; pero la quinta, por orden de Hera, se refugió en el monte Cerinia, y con el tiempo sirvió como prueba a Heracles. El animal estaba consagrado a Ártemis, y se dice que llevaba un collar con la inscripción «Taigeto me ha dedicado a Ártemis». Matarla, e incluso tocarla, era, por tanto, un acto impío. Esta cierva era muy veloz. Heracles la persiguió un año entero sin alcanzarla; sin embargo, acabó fatigándose y buscó refugio en el monte Artemisio. Como Heracles iba tras ella sin descanso, mien- 52 tras cruzaba un río, el héroe la hirió levemente con una flecha, después de lo cual le fue muy fácil apresarla y cargarla sobre sus hombros. Sin embargo, cuando atravesaba Arcadia, se encontró con Ártemis y Apolo; ambas divinidades quisieron quitarle el animal, que les pertenecía y, además, lo acusaron de haber intentado matarlo, lo cual constituía un sacrilegio. Heracles salió del apuro cargando la responsabilidad a Euristeo, hasta el extremo de que los dioses le devolvieron la cierva y lo autorizaron a proseguir su camino. Píndaro da una versión mítica de esta persecución. Según él, Heracles siguió la cierva hacia el norte, a través de Istria, el país de los Hiperbóreos, e incluso el de los Bienaventurados, donde Ártemis lo acogió benévolamente. 5. Las aves del lago Estinfalo. Las aves que vivían en una espesa selva a orillas del lago Estinfalo, en Arcadia, habían huido en otro tiempo de una invasión de lobos. Se habían multiplicado en proporciones extraordinarias, hasta el punto de convertirse en una plaga para los países vecinos. Devoraban los frutos de los campos y destruían las cosechas; por eso Euristeo ordenó a Heracles que acabase con ellas. La dificultad residía en obligarlas a salir de su tupido bosque. Para conseguirlo, el héroe recurrió a unas castañuelas de bronce, que él mismo se fabricó o, en otras versiones, que le había dado Atenea, elaboradas por Hefesto. El ruido de este instrumento asustó a las aves, por lo que abandonaron la espesura, y Heracles pudo derribarlas fácilmente a flechazos. Otras tradiciones presentan estos animales como aves de rapiña que devoraban incluso a las personas. También se decía que sus plumas eran de acero, agudísimas, y que las disparaban como flechas contra sus enemigos. 6. Los establos del rey Augias. Augias era rey de Élide, en el Peloponeso, e hijo de Helio (el Sol). Había heredado de su padre 53 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 54 numerosos rebaños, pero no se cuidaba de quitar el estiércol que iba depositándose en los establos, con lo que el suelo quedaba privado de abonos y el país condenado a la esterilidad. Por orden de Euristeo, quien quería humillar al héroe imponiéndole un trabajo de esclavos, Heracles tuvo que encargarse de limpiar estos establos. Pero antes de hacerlo, estipuló con Augias un salario; según unos, el rey se comprometía, si Heracles conseguía realizar la limpieza en un día, a entregarle parte de su reino; según otros, tenía que darle, en iguales condiciones, la décima parte de sus rebaños. Heracles realizó la proeza concentrando en el patio del establo, tras desviarlos, el curso de dos ríos, el Alfeo y el Peneo. Sin embargo, Augias le negó el salario convenido, y llegó incluso a desterrar al héroe de su reino. Más tarde, éste emprendió una guerra contra él. 7. El toro de Creta. El toro de Creta es el animal que, según unos, había raptado a Europa por cuenta de Zeus y, según otros, había sido amante de Pasífae, esposa de Minos, rey de Creta. Finalmente, una tercera tradición lo presenta como un toro milagroso, salido del mar, un día en que Minos había prometido a Posidón sacrificar lo que apareciese en la superficie de las aguas. Pero Minos, al ver la belleza del toro, lo quiso guardar como semental y lo envió a sus rebaños, de forma que sacrificó al dios otro menos precioso. Posidón se vengó volviendo furioso al animal. Este toro que, como algunos autores aseguran, lanzaba fuego por la nariz, era el que Heracles debía traer vivo, por orden de Euristeo. El héroe pasó, pues, a Creta y pidió la ayuda de Minos; éste se la negó, pero lo autorizó a apresar el animal a condición de hacerlo solo. Heracles capturó el toro, regresó con él a Grecia y lo presentó a Euristeo, quien quiso dedicarlo a Hera. Sin embargo, la diosa se negó a aceptar un presente ofrecido en nombre de Heracles y soltó a la bestia, que recorrió la Argólide, cruzó 54 el istmo de Corinto y llegó al Ática. 8. Las yeguas de Diomedes. Diomedes era un rey de Tracia, propietario de unas yeguas que se nutrían de carne humana. Eran cuatro, y se llamaban Podargo, Lampón, Janto y Deino. De las dos tradiciones relativas a esta leyenda, la más antigua cuenta que Heracles partió solo a Tracia por vía terrestre, y entregó a Diomedes a la voracidad de sus animales, después de lo cual, éstos, saciados, se dejaron conducir sin dificultad. 9. El cinturón de la reina Hipólita. A petición de Admete, hija de Euristeo, Heracles se dirigió al reino de las Amazonas a la conquista del cinturón de su reina, Hipólita. Se dice que este cinturón era el del propio Ares, que lo había entregado a Hipólita para simbolizar el poder que ella poseía sobre su pueblo. Heracles se embarcó con varios compañeros voluntarios en una sola nave, y, tras numerosas aventuras, llegó al puerto de Temiscira, el del país de las Amazonas. Allí Hipólita accedió de buen grado a cederle su cinturón, pero Hera, disfrazada de Amazona, suscitó una disputa entre los hombres del séquito de Heracles y las Amazonas. Se entabló una batalla campal, y Heracles, creyéndose traicionado, mató a Hipólita. Otras tradiciones cuentan, por el contrario, que se rompieron las hostilidades con el desembarco de Heracles y sus compañeros. Una de las amigas (o la hermana) de Hipólita, Melanipa, cayó prisionera en la acción y, para rescatarla, Hipólita concertó una tregua, en la que entregó su cinturón a cambio de la libertad de Melanipa. 10. Los bueyes de Geriones. Geriones era un gigante monstruoso que poseía tres cabezas y un cuerpo triple hasta las caderas. Era hijo de Crisaor y, por tanto, nieto de Posidón y la Gorgona Medusa. Tenía grandes manadas de bueyes, que guardaba su pastor Euritión en la isla de Eritia. Euritión tenía como auxiliar al mons- 55 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 56 truoso perro Ortro, nacido de Tifón y Equidna. Esta isla estaba situada en el occidente extremo, y también en ella el pastor Menetes guardaba los rebaños de Hades. Euristeo envió allí a Heracles, con la orden de traerle los preciosos bueyes. La primera dificultad era cruzar el Océano, y, para resolverla, el héroe pidió prestada la copa del Sol. Era ésta una gran copa en la que el Sol se embarcaba todas las noches, cuando llegaba al río Océano para regresar a su palacio situado en el oriente del mundo. Pero el Sol no se la cedió espontáneamente. Mientras el héroe atravesaba el desierto de Libia, el calor solar lo incomodó tanto que amenazó al astro con dispararle sus flechas. Éste le pidió que no lo hiciese, y Heracles accedió a condición de que le prestase su copa para cruzar el Océano hasta Eritia; el Sol aceptó el trato. Luego, una vez embarcado, el héroe tuvo que amenazar al dios Océano con sus flechas, ya que, para ponerlo a prueba, lo sacudía con cierta rudeza sobre las olas. Esta divinidad tuvo miedo, de forma que la travesía fue tranquila en lo sucesivo, hasta la llegada a Eritia. Allí lo vio el perro Ortro y se lanzó contra él, pero Heracles lo abatió de un mazazo. Otro tanto le ocurrió al boyero Euritión, que había acudido en auxilio de su perro. Luego partió con los bueyes. Menetes, el pastor de Hades, testigo presencial de la escena, corrió a avisar a Geriones, quien se presentó al momento y dio alcance a Heracles en las márgenes del río Ántemo, y le atacó, pero no tardó en caer bajo las flechas del héroe. Entonces éste embarcó los animales en la copa del Sol y puso rumbo a la orilla opuesta del Océano, a Tartesos. Durante este viaje de regreso de Heracles a Grecia, acontece la mayoría de las aventuras que se le atribuyen en el occidente mediterráneo. Cuéntase que, ya en el viaje de ida, había liberado a Libia de un gran número de monstruos, y que, como recuerdo de su paso por Tartesos, había erigido dos columnas, una a cada lado 56 del estrecho que separa Libia de Europa: son las Columnas de Hércules (el peñón de Gibraltar y el de Ceuta). 11. El can Cerbero. El undécimo trabajo que Euristeo impuso a Heracles consistió en enviarle al Hades, el país de los muertos, con la orden de que le trajese el perro Cerbero. Este monstruo tenía tres cabezas de perro, un rabo acabado en una especie de dardo de escorpión y multitud de serpientes en su espalda. Se dice que era hijo de Equidna y Tifón y, por tanto, hermano de Ortro, el perro de Geriones, de la hidra de Lerna y del león de Nemea. Heracles, pese a su valor, no habría podido salir victorioso de esta empresa, si, por mandato de Zeus, no le hubiesen ayudado Hermes y Atenea. Ante todo, se hizo iniciar en los misterios de Eleusis, que precisamente enseñaban a los creyentes la manera de llegar, con plena seguridad, al otro mundo después de la muerte. Según la tradición más generalmente admitida, Heracles, para bajar a los Infiernos, tomó el camino del lago Ténaro. Pero los habitantes de Heraclea del Ponto creían que había descendido y regresado por una misma boca: la boca del Infierno, situada cerca de su ciudad. Al verlo llegar a su reino, los muertos sintieron miedo y huyeron; sólo dos le aguardaron: la Gorgona Medusa y el héroe Meleagro. Heracles desenvainó la espada para acometer a la primera, pero Hermes, quien le guiaba, le advirtió que era sólo una sombra vana. Contra Meleagro tensó el arco, pero él se le acercó y le relató su muerte en términos tan conmovedores que Heracles no pudo contener las lágrimas. Le preguntó si le quedaba alguna hermana; Meleagro le contestó que Deyanira aún vivía y el héroe le prometió casarse con ella. Más allá encontró a Teseo y Pirítoo, que estaban vivos, pero Hades los tenía encadenados por haber llegado hasta su mansión para llevarse a Perséfone. Heracles, con permiso de Perséfone, libertó a Teseo, mas Pirítoo tuvo que quedarse en los Infiernos, como castigo a su 57 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 58 audacia. Para dar sangre a los muertos, quienes mediante libaciones sangrientas pueden recuperar un poco de vida, Heracles ideó sacrificar algunos animales de los rebaños de Hades. Al verlo, el pastor Menetes trató de oponerse, pero Heracles lo agarró por la cintura, de manera que le quebró varias costillas, y lo habría matado de no interceder Perséfone por él. Finalmente, Heracles se presentó ante Hades y le pidió autorización para llevarse a Cerbero. El dios accedió, pero con la condición de que debía dominar al animal sin recurrir a sus armas habituales, revestido únicamente con su coraza y su piel de león. El héroe atacó a Cerbero, luchó contra él a brazo partido, agarrándolo por el cuello y casi ahogándolo, hasta que consiguió someterlo. Subió luego a la tierra con su botín, y salió por la boca del Infierno situada en Trecén. Al ver a Cerbero, Euristeo experimentó tal terror que corrió a ocultarse en la tinaja, su habitual refugio. No sabiendo qué hacer con el perro, Heracles lo devolvió a su dueño, Hades. 12. Las manzanas de las Hespérides. Cuando aconteció la boda de Hera con Zeus, la diosa Gea (la Tierra) había regalado a la novia, como presente nupcial, unas manzanas de oro, que Hera encontró maravillosas, hasta el punto de haberlas mandado plantar en su jardín de las inmediaciones del monte Atlas. Como las hijas de Atlante solían ir a saquear este jardín, la diosa confió la custodia del árbol maravilloso con sus manzanas a un dragón inmortal de cien cabezas, nacido de Tifón y Equidna. Asimismo, colocó como guardianas a las tres ninfas del atardecer, las Hespérides, llamadas Egle, Eritia y Hesperaretusa, es decir, «la Resplandeciente», «la Roja» y «la Aretusa de Poniente», nombres que recuerdan los matices del cielo cuando el Sol va hacia el ocaso. Las manzanas de este lugar son las que Euristeo ordenó traer a Heracles. El Jardín de las Hespérides se ubica tanto al oeste de Libia, como al pie del Atlas, o en el país de los Hiperbóreos. La primera 58 preocupación de Heracles fue la de conocer el camino que conducía al país de las Hespérides. Para ello, partió en dirección norte y supo, por una ninfa, que sólo el dios marino Nereo podría informarle sobre el país que buscaba. Las ninfas lo llevaron ante Nereo mientras éste dormía, y, aunque el dios adoptó toda clase de formas, Heracles lo ató fuertemente y no consintió en soltarlo hasta que le hubo revelado el lugar donde se hallaba el Jardín de las Hespérides. Realizó un complicado itinerario que le llevó por Libia, Egipto, Asia Menor y Arabia, y desde allí, hacia el Norte, hasta el pie del Cáucaso. Durante la ascensión de esta montaña, liberó a Prometeo, cuyo hígado devoraba un águila y se regeneraba al momento. Agradecido, el titán le aconsejó que no cogiera con su propia mano las manzanas maravillosas, sino que encomendara esta misión a Atlante. Heracles prosiguió su camino y llegó finalmente al país de los Hiperbóreos; fue al encuentro del gigante Atlante, quien sostenía el Cielo sobre sus hombros, y le ofreció aliviarlo de su carga el tiempo que necesitara para ir a recoger tres manzanas de oro en el Jardín de las Hespérides, el cual se hallaba contiguo. Atlante aceptó de buen grado; pero, a su regreso, declaró a Heracles que él mismo llevaría los frutos a Euristeo, y entretanto el héroe seguiría sosteniendo la bóveda celeste. Éste simuló consentir en ello; sólo pidió a Atlante que lo descargase por un momento, el tiempo necesario para ponerse una almohada en los hombros. El gigante accedió sin recelo, pero Heracles, tan pronto se vio libre, cogió las manzanas que Atlante había dejado en el suelo y emprendió la fuga. Según otras tradiciones, Heracles no necesitó la ayuda de Atlante, sino que mató al dragón de las Hespérides, o lo durmió, y se apoderó de los áureos frutos. También se cuenta que las Hespérides, desesperadas por haber perdido las manzanas que debían custodiar, se transformaron en árboles: un olmo, un sauce y un álamo, a cuya 59 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 60 sombra se refugiaron más tarde los Argonautas. El dragón fue transportado al cielo, donde se convirtió en constelación: la Serpiente. Heracles, en posesión ya de las manzanas de oro, las llevó fielmente a Euristeo. Pero éste, cuando las tuvo en sus manos, no supo qué hacer con ellas y las devolvió al héroe, quien las ofreció a Atenea. La diosa las restituyó al Jardín de las Hespérides, pues la ley divina prohibía que estuviesen en otro lugar que no fuese aquél. (P. Grimal). 3.2 Tradicionalmente, los seis primeros trabajos se sitúan en el Peloponeso y los seis restantes, en el resto del mundo conocido en aquella época. Es conveniente ofrecer al alumnado la siguiente información para que, en una fotocopia del mapa mudo, señalen los lugares y coloquen junto a ellos, mediante un número o el nombre, el trabajo correspondiente: León de Nemea (monte Citerón) Hidra de Lerna (Argos) Jabalí de Erimanto (cerca de Acaya) Cierva de Cerinia (cerca de Corinto) Aves del lago Estinfalo (cerca de Olimpia) Establos de Augias (Elis) Toro de Creta Yeguas de Diomedes (Tracia) Amazonas (centro de Asia Menor) Gerión (Cádiz) 60 Trecén (sur del Ática) Hespérides (cordillera del Atlas) Continuación del esquema de la historia de Hércules 4. a) Cuando Heracles bajó al Hades, se encontró con Meleagro y, conmovido por su muerte, le prometió casarse con su hermana Deyanira. Ésta es la narradora del texto. Al terminar los trabajos, Heracles se dispuso a cumplir su promesa, por lo que fue a Calidón para pedirla en matrimonio a su padre Eneo. Sin embargo, la muchacha ya tenía otro pretendiente. a2) Tal vez, de la misma manera que el agua puede adaptarse a la forma del recipiente que la contiene, también las divinidades relacionadas con ella poseen el poder de metamorfosearse. a4) En Grecia era el padre o, en su defecto, el tutor quien decidía el matrimonio de una mujer. a6) La ilustración muestra una cerámica griega de figuras rojas, donde se representa a Heracles sujetando con sus poderosos brazos al río Aqueloo, representado con cuernos y con cola de serpiente. De esta manera, se funden en una sola imagen dos de las identidades de Aqueloo, descritas por Deyanira. El lenguaje pictórico se permite estas licencias para poder ofrecer la máxima información. Continuación del esquema de la historia de Hércules b) Tras residir un tiempo en Calidón, Heracles abandonó esta ciudad con su esposa Deyanira. En el viaje utilizaron los servicios del centauro Neso, quien ayudaba a los viajeros a 61 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 62 cruzar el río Eveno. El centauro cruzó en primer lugar al héroe, y, cuando transportaba a Deyanira, trató de violarla, lo que Heracles impidió matándolo con una flecha. Heracles y Deyanira se instalaron en la casa de Ceix, acogiéndose a su hospitalidad, a cambio de la cual Heracles realizó varias expediciones guerreras para él. En una de ellas, causó la muerte a Ífito, hijo de Éurito, rey de Ecalia, en un acceso de locura. Para purificarse de este crimen fue de nuevo a Delfos, pero la Pitia se negó a contestarle. Heracles, encolerizado, amenazó con saquear el santuario y robar el trípode sagrado. Apolo acudió en auxilio de su sacerdotisa y se entabló una lucha entre ambos. Zeus, con un rayo, puso fin a este enfrentamiento entre hermanos. La Pitia dijo a Heracles que, para expiar su crimen, debía servir un año como esclavo de Ónfale, reina de Libia. Ónfale le obligó a realizar varias proezas, así como a vestirse de mujer e hilar la lana, mientras ella se apoderaba de su maza y vestía la piel del león. Una vez finalizado este nuevo periodo de servidumbre, Heracles volvió a Ecalia en busca de Yole, la hija de Éurito, de quien se había enamorado. Como Éurito se negó a sus deseos, arrasó su ciudad, se apoderó de Yole, la convirtió en su concubina y regresó a casa de Ceix, donde le esperaban su esposa Deyanira y su hijo Hilas. Antes de llegar, se detiene para dedicarle un sacrificio a Zeus, como agradecimiento por su victoria. b3) Los Centauros son seres híbridos, mitad caballo y mitad hombre. Tienen el busto, y a veces las piernas, como los humanos, pero la parte posterior, desde la grupa, es de caballo. Viven en los montes y bosques, y son seres salvajes que se alimentan de carne cruda, famosos por su brutalidad y lujuria. 62 Personifican, por tanto, los aspectos más violentos de la naturaleza salvaje. Sólo hay entre ellos dos excepciones: los centauros Folo y Quirón, quienes no sólo carecen del carácter brutal de sus congéneres, sino que son sabios, benévolos, hospitalarios y amantes de los humanos. b5) Deyanira en ningún momento quiere causarle daño a Heracles, sino que su única aspiración es recuperar el amor de su esposo. Por eso, no reacciona agresivamente ante la presencia de Yole ni se manifiesta celosa, sino triste, al verse desplazada por otra mujer más joven. b6) La ilustración que acompaña este texto reproduce un mosaico romano, donde se representa al centauro Neso con Deyanira sobre su grupa. Él la abraza, mientras ella forcejea y grita para evitarlo; Heracles le apunta con su arco. c3) Una libación es un ritual consistente en derramar sobre el suelo, en honor de los dioses, unas gotas de un líquido, antes de beberlo. c4) Sobre el final de Heracles, no deja de parecer una paradoja que el mayor héroe de la mitología griega, quien derrotó a tantos monstruos, muriese a causa de una mujer. Sin embargo, tal vez porque ningún adversario podía vencerlo sin menoscabar su condición heroica, tenía que morir a manos de una figura que, dada su débil naturaleza, nunca puede ser el oponente de un héroe. c6) En la ilustración, se ve a Heracles subido ya a la pira (la leña es visible), desnudo, como la pintura y escultura griegas suelen representar a los héroes y dioses, y tumbado sobre la piel del león, en el momento de entregar su arco a Filoctetes. 63 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 64 d2 y d3) Al saber Deyanira que es la causante de la muerte de su esposo, decide, sin ninguna duda, suicidarse. No actuó así Heracles, cuando no sólo mató con sus propias manos a su mujer, sino también a sus hijos. Es cierto que pensó en suicidarse, pero, finalmente, no lo hizo. Esta diferencia de actuación es el reflejo de la distinta valoración que los hombres y las mujeres reciben en una cultura de ideología patriarcal. Por este motivo, en las tragedias griegas las mujeres mueren con mucha más frecuencia que sus maridos (Edipo y Yocasta, Creonte y Eurídice). e2) El fuego despoja a Heracles de su parte mortal para que, purificado y libre de la corrupción que ésta supone, pueda llegar al Olimpo, donde finalmente se reconciliará con Hera y vivirá como un dios inmortal. e5) Los emperadores romanos solían representarse con los atributos de Júpiter u otros dioses, como una manera de evidenciar su deificación y apoteosis post mortem. En este caso, son bien evidentes los atributos propios de Heracles: la piel del león y la clava. f2) En el mundo griego, la apoteosis es propiamente la divinización de un héroe, como es el caso de Heracles. En el mundo grecorromano se divinizaba también, con fastuosos rituales de homenaje, al fundador de una ciudad o a un benefactor eminente, y en Roma se celebraba la apoteosis de los emperadores una vez muertos, quienes pasaban a recibir culto. Por esta razón, hoy día hablamos de apoteosis, en sentido figurado, cuando asistimos a un homenaje fastuoso a un personaje o colectividad, o para referirnos a un final, especialmente brillante, de un espectáculo teatral o musical donde interviene toda la compañía. Asimismo, calificamos de apote- 64 ósico a todo lo fastuoso y brillante, o a lo que se acompaña de grandes manifestaciones de glorificación. f3) Hebe es hija de Zeus y Hera, y su nombre significa «juventud». Su matrimonio con Heracles simboliza que el héroe no sólo ha vencido a la muerte, sino a un aspecto todavía más temible para los griegos: la vejez. Hebe, como buena hija, se encargaba de servir la bebida a Zeus, papel que compartía con Ganimedes. 5. A modo de ejemplo, se adjunta un esquema que puede servir de guía a los alumnos para realizar esta actividad. Dramatización: Hércules y las manzanas del Jardín de las Hespérides Primera escena Un narrador explica al público quién es Hércules, por qué es esclavo de Euristeo, quién es éste y dónde se encuentra en ese momento el héroe (debe escribirse el texto del narrador). Personajes: Hércules, esclavo, Euristeo (deben escribirse los diálogos entre ellos). Hércules vuelve de su décimo trabajo trayendo los bueyes que ha robado a Geriones. Un esclavo anuncia a Euristeo la llegada de Hércules. Euristeo, asustado, se esconde en la vasija. Euristeo encarga a Hércules un nuevo trabajo: robar las manzanas del Jardín de las Hespérides. Lugar: palacio de Euristeo (se debe describir el decorado y la manera de vestir de los personajes, y especificar si hay música). 65 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 66 Segunda escena El narrador da a conocer al público quién es Prometeo y cómo entabló amistad con Hércules, después de que éste lo liberara del castigo impuesto por Zeus: estaba atado en el monte Cáucaso y, todos los días, un águila le devoraba el hígado, que por la noche le crecía de nuevo (debe escribirse el texto del narrador). Personajes: Hércules y Prometeo (se debe escribir el diálogo entre ellos). Hércules pregunta a Prometeo de quién son las manzanas y dónde se hallan. Prometeo se lo explica, le indica el camino y le aconseja que no las recoja él, sino que debe conseguir que lo haga Atlante. Lugar: el campo (se debe describir el decorado y la forma de vestir de los personajes, e indicar si se debe oír música). Tercera escena El narrador explica al público quién es Atlante, cómo Zeus, al derrotar a los Titanes, lo condenó a sostener el mundo sobre sus hombros, y dónde vive (debe escribirse el texto del narrador). Personajes: Hércules y Atlante (debe escribirse el diálogo entre ellos). Hércules convence a Atlante de que vaya a buscar las manzanas, ofreciéndose a sustituirle en su tarea de sostener el mundo. 66 Lugar: cordillera del Atlas (se debe describir el decorado y los vestidos de los personajes, y comentar si debe oírse música). Cuarta escena El narrador relata cómo Atlante con la ayuda de sus hijas, quienes otras veces ya habían robado alguna manzana, consigue burlar al dragón y arrancar las frutas (debe escribirse el texto del narrador) Personajes: Hércules y Atlante (debe escribirse el diálogo entre ellos). Atlante se niega a formar de nuevo el mundo sobre sus hombros. Hércules le engaña. Lugar: cordillera del Atlas (se debe describir el decorado y los vestidos de los personajes, y comentar si debe oírse música). Actividades de refuerzo 1. a) «Existen varias leyendas que cuentan cómo Heracles, cuando todavía era un bebé, fue amamantado en el seno de Hera, lo que se considera la condición necesaria para que el héroe pudiera, tras su muerte, gozar de la inmortalidad. Para ello, fue preciso recurrir a un ardid. Según ciertas tradiciones, Hermes acercó el niño al pecho de la diosa dormida. Cuando ésta se despertó, lo arrojó lejos de sí, pero ya era demasiado tarde. La leche que fluyó de su pecho dejó en el cielo una estela: la Vía Láctea (galaxia viene de la palabra griega galasías, «lácteo»). Otra tradición cuenta el episodio de modo distinto: Alcmena, temiendo los celos de Hera, habría expuesto 67 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 68 al pequeño Heracles, recién nacido, en los alrededores de Argos –y no de Tebas, como la verosimilitud parecería exigir si esta leyenda se integrase en el ciclo tebano del héroe–, en un lugar que, en lo sucesivo, se denominó Llanura de Heracles. Atenea y Hera acertaron a pasar por allí. Atenea, admirada ante el vigor y la belleza del recién nacido, pidió a Hera que le diese el pecho. Así lo hizo la diosa, pero Heracles chupó con tal violencia que la hirió; ésta, entonces, lo rechazó con viveza. Atenea lo recogió, lo entregó a Alcmena y le ordenó que criase sin temor a su hijo» (P. Grimal). b) Cuando Heracles fue en busca de los bueyes de Geriones, en el viaje de ida, libró a Libia de un gran número de monstruos, y, como recuerdo de su paso por Tartesos, erigió dos columnas, una a cada lado del estrecho que separa Libia de Europa: son las Columnas de Hércules (el peñón de Gibraltar y el de Ceuta). En ellas grabó esta frase: Non plus ultra, para indicar que más allá no había más tierra, sino únicamente el mar lleno de monstruos y calamidades. Cuando Colón descubrió América, los Reyes Católicos colocaron en su escudo esta frase, aunque suprimiendo, lógicamente, la negación (Plus ultra); esta divisa todavía aparece en el escudo de España. En la actualidad, se utiliza para indicar que algo ha conseguido su máxima cima y no puede ser superado. 2. Trabajo y esclavitud en Grecia y Roma. Las clases sociales Aproximación inicial Aunque Cristo predicó la igualdad de todos los seres humanos, la Iglesia no abolió la esclavitud, que siguió siendo una realidad durante toda la Edad Media cristiana. El descubrimiento de América y su explotación económica por parte de las metrópolis europeas propició, a partir del siglo XVI, un próspero comercio de esclavos procedentes del África negra. Durante el siglo XVIII, la esclavitud fue duramente criticada por los filósofos ilustrados, sobre todo por Voltaire y Montesquieu; por otro lado, los economistas liberales señalaron su arcaísmo improductivo. Gran Bretaña encabezó el movimiento abolicionista, de forma que se condenó la trata de negros en el Congreso de Viena (1815) y se prohibió la esclavitud en 1833. Todavía a comienzos del siglo XX existían Estados esclavistas; Mauritania fue el último país en abolir la esclavitud (1980), pero, en la práctica, sigue vigente de manera solapada en varios Estados del Tercer Mundo. Además, nuestra época ha creado nuevas formas de esclavitud (comercio de niños, trata de blancas, explotación infantil, tanto laboral como sexual, etc.). Según nuestro Código Civil, la ciudadanía o nacionalidad se adquiere por dos derechos que derivan del sistema judicial romano: el ius sanguinis (derecho de sangre o ascendencia) o el ius soli (nacimiento dentro del país). También se puede conseguir por matrimonio con un ciudadano del país, o por residencia. Los principales derechos del ciudadano son poder elegir y ser elegi- 68 69 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 70 do para los órganos de gobierno, ser protegido por las leyes, acceder a la educación, la sanidad y el mundo laboral en igualdad de condiciones con los demás ciudadanos. Los principales deberes son someterse a las leyes del país, pagar impuestos y contribuir a la defensa del mismo en caso de guerra. (En líneas generales, éstos coinciden con los de los ciudadanos de la Atenas y Roma clásicas, como verán los alumnos en la «Información»). Información «Cornelia (siglo II a. de C.) es la hija de Escipión el Viejo. Su padre la entregó en matrimonio a Tiberio Sempronio Graco. Según algunos autores, como Livio, Valerio Máximo y Cicerón, este matrimonio selló la reconciliación entre los dos hombres, hasta entonces enemigos declarados. Ella dio a su marido doce hijos, entre ellos Tiberio, uno de los mayores, y Cayo, uno de los menores (los Gracos). Plutarco y otros autores la alaban como una mujer, descendiente del poderoso y culto linaje de los Escipiones, de conducta singular, con un papel importante en la vida cultural y social de su época, y como la excelente educadora de los Gracos. Cornelia sufrió la muerte consecutiva de sus dos hijos Tiberio y Cayo. En el año 124 a. de C., Nepote escribió una «carta» de Cornelia a Cayo, donde lo apremia a la moderación y al dominio del sentimiento de venganza. En la historia de Roma, Cornelia aparece como un personaje de gran nobleza. Es modelo de sobriedad y autodominio, como si fuese pareja de Catón el Censor. Plutarco menciona que la viuda rechazó una petición de matrimonio del rey egipcio Ptolomeo (VI o VII, ya que no está muy claro). Aunque este 70 relato no ha tenido ninguna resonancia en otros autores, se le concedió más notoriedad a la anécdota relatada por Valerio Máximo, en el contexto de una serie de testimonios sobre la renuncia a los artículos de lujo: cuando una matrona romana presumía de sus joyas ante Cornelia, ésta le mostró a sus hijos diciendo que ellos eran sus únicos y verdaderos tesoros». (E. M. MOORMANN & W. UITTERHOEVE, De Adriano a Zenobia.) Actividades 1. La ilustración corresponde a un cuadro de Suvée, el cual reproduce el interior de una casa romana, tal como se consideraba en la época del pintor. Las estatuas, colocadas en las hornacinas abiertas en la pared, representarían a los antepasados, como corresponde a una familia de la nobleza de los Gracos. Los alumnos deberían observar atentamente las robustas columnas que enmarcan la escena por la derecha. En el centro, aparece el personaje de Cornelia en el momento de mostrar con orgullo sus hijos a otra matrona romana y pronunciar la famosa frase haec ornamenta sunt mea. 2. a1) El trabajo, para griegos y romanos, era una actividad realizada no por voluntad propia, sino por necesidad. Según Aristóteles, el ocio era la condición inherente a una vida civilizada, pues ofrecía a los hombres libres la posibilidad de disfrutar de los placeres nobles de la vida. El trabajo envilece porque se considera una tarea de esclavos. El trabajo manual, según Jenofonte, denigra al hombre, ya que lo debilita y lo feminiza. En una mujer, por el contrario, el hilar y tejer la lana se consideraba una ocupación que dignificaba, entre otras razones porque las mujeres tenían vedada toda actividad pública. 71 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 72 a4) Sólo la agricultura se consideraba una profesión digna del hombre libre, entre otros motivos porque la posesión del suelo era inseparable de la ciudadanía. a5) En nuestra sociedad, el trabajo en el campo ha perdido la aureola de nobleza que tenía en la Antigüedad clásica, si bien hasta hace poco, en zonas como Andalucía, los grandes terratenientes todavía solían llamarse «labradores». b1) Tanto Sócrates como Cicerón consideran indigno el trabajo manual, si bien en el caso del segundo la razón se debe a su condición de trabajo asalariado, lo cual obliga a depender de la voluntad de quien paga, aunque excluye aquellas actividades que requieren preparación intelectual. b3) En la actualidad, la valoración del trabajo intelectual es ambigua, ya que, si bien sigue gozando de un prestigio social mayor que el trabajo manual, no siempre es el mejor remunerado (suele ser proverbial el comentario de que un fontanero gana más dinero que muchas personas con estudios universitarios). b4) La ilustración muestra un relieve romano que representa a un maestro en clase (más que a un pedagogo, cuya misión principal es acompañar al niño a la escuela), mientras desenrolla un papiro para leerlo a sus alumnos. c1) Es uno de los textos más conocidos de Aristóteles. En él justifica la inferioridad de los esclavos y de las mujeres por un imperativo de la naturaleza difícilmente argumentable, como lo es cualquier manifestación de racismo. c3) La Declaración de Independencia de los EE.UU. de América (1776) sostiene ya por evidentes en sí mismas estas verda- 72 des: que todos los hombres son creados iguales; que su creador les ha dotado de ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la revolución francesa (1789), cuyo lema es «Libertad, igualdad, fraternidad», proclama en su art. 1.º: «Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en el bien común. Finalmente, la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) sentencia en su art. 4.º: «Nadie estará sometido a esclavitud ni servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas». c5) El voto para las mujeres no se consiguió hasta el siglo XX. Durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, distintos grupos de mujeres, sobre todo en Gran Bretaña y EE.UU., aunque también en otros lugares, exigieron la modificación de la ley electoral y el voto femenino. En 1917, se concedió el derecho al voto a las mujeres cabeza de familia mayores de 30 años. En 1928, se consiguió en Gran Bretaña el voto para todas las mujeres. En España, el voto femenino se aprobó en 1932, con la Segunda República. d1) Los últimos tiempos de la República, debido fundamentalmente a las diferencias económicas existentes entre la población, estuvieron agitados por guerras civiles que ensangrentaron diversas provincias del imperio. En la península Itálica, los grandes propietarios que formaban la oligarquía senatorial fueron acaparando las tierras propiedad del Estado (ager publicus), procedentes de la conquista, lo que provocó la ruina de los pequeños campesinos, ya que, al no poder competir con los precios de los grandes latifundios, se endeuda- 73 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 74 ban, hipotecaban la tierra y la perdían. Así pasaban a formar parte de los plebeyos, predispuesto a todo tipo de desórdenes callejeros, que hicieron peligrar la seguridad interna de Roma. Anteriormente, una salida fácil era enrolarse en el ejército, donde se recibía una paga y, al licenciarse, una tierra en cualquier provincia. El ejército era, pues, gigantesco, ya que se necesitaban muchos soldados para las múltiples guarniciones de todos los territorios, pero con la ruina de los campesinos romanos (sólo podían ser reclutados los que poseían tierras), de los que fundamentalmente se nutrían las legiones, se produjeron grandes problemas para el sostenimiento de éstas. Los tribunos intentaron promulgar una ley agraria que limitara los latifundios y repartiera el ager publicus entre todos, pero no lo consiguieron. Los conflictos sociales que esto generaba, junto con los problemas ocasionados por la administración directa de un imperio territorial que ya abarcaba todo el entorno del Mediterráneo, dieron lugar a una fractura de la sociedad romana entre los que detentaban el poder político y económico (clases senatorial y ecuestre) y los sometidos. Las luchas civiles producidas por todo ello causaron la crisis de la República y provocaron un cambio en la forma de gobierno. d5) La ilustración reproduce una conocida estatua de un patricio llevando, en una ceremonia, las máscaras de sus antepasados. Éste era un privilegio exclusivo de la clase senatorial. Los bustos se guardaban en casa y se elaboraban a partir de la mascarilla mortuoria del difunto, confeccionada con cera. f) En este texto, se refleja perfectamente, con el tono satírico propio de la obra a la que pertenece, el paso de un esclavo a liberto y la condición de ambos estados en la Roma imperial. 74 Actividades de refuerzo 3. La idea de que la esclavitud desapareció de la Europa occidental a fines de la Edad Media, es totalmente infundada. El profesor Domínguez Ortiz ha demostrado que el número de esclavos en Castilla alcanzó su máximo a fines del siglo XVI; eran unos cien mil, concentrados sobre todo en las ciudades andaluzas. Sin embargo, la esclavitud europea tiene escasa importancia comparada con la ultramarina. El descubrimiento de América abrió unas posibilidades de expansión ilimitadas a la agricultura de plantación dedicada a productos tropicales (caña de azúcar, café, tabaco, cacao), para su exportación. Para ello, se necesitaba disponer de mano de obra adecuada, y esta mano de obra compatible con el duro trabajo en las plantaciones de Brasil o de las Antillas fue el negro africano, cuya captura se produjo en tal escala que provocó el empobrecimiento del continente africano. Se ha calculado que, en cuatro siglos, se transportaron de África a América unos doce millones de esclavos, pero incluso esta cifra traduce mal la magnitud de las pérdidas, ya que a ella hay que sumar las muertes acontecidas durante las expediciones de captura y las defunciones en el curso del viaje (éstas, con frecuencia, significaban la pérdida de la mitad del cargamento humano), sin contar que se seleccionaba a los individuos jóvenes y robustos. Los portugueses fueron quienes iniciaron este comercio del negro a gran escala, a mediados del XV, y convirtieron sus establecimientos coloniales (Angola, Guinea) en centros de captura y trata de esclavos. Un breve del papa Nicolás V, emitido en 1452, les autorizaba a conquistar las tierras africanas en poder de los sarracenos y a esclavizar a sus habitantes. Era como una continuación de la reconquista, llevada ahora a suelo africano. La Iglesia no se opuso, por tanto, 75 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 76 a la captura y venta de esclavos. Los portugueses, que habían iniciado el cultivo de la caña de azúcar en las islas del Atlántico, lo implantaron con éxito en ciertas regiones de Brasil; pero la mano de obra indígena no hubiera bastado para ello, pese a las expediciones de captura de indios a las que se dedicaban sistemáticamente los bandeirantes. Así pues, el desarrollo de la primera producción azucarera hubiera sido imposible en Bahía o Pernambuco sin las crecidas importaciones de esclavos, de modo que pudo llegar a decirse: Brasil tiene su cuerpo en América y su alma en África. De esta manera, se formó una sociedad esclavista cuyos dos polos, contrapuestos e integrados, eran la casa grande del dueño y la senzala del esclavo. La esclavitud en la América española: los asientos. La importación de esclavos negros parece haberse iniciado muy tempranamente en la América española, tanto que en 1516 el cardenal Cisneros prohibió que fueran llevados más negros a las Antillas, temeroso de las consecuencias que podía acarrear su multiplicación. Pero, como las leyes españolas se opusieron muy pronto a la esclavización de los indígenas americanos (aunque se buscaron diversos modos de burlarlas y en uno y otro lugar del continente hubo esclavos indios hasta fines del siglo XVII), puesto que, a diferencia de lo que sucedía con los negros, no parecía haber justificación moral para someterlos a servidumbre, el propio padre Las Casas propugnó la importación de esclavos africanos para liberar a los indios de los trabajos pesados; estos esclavos se destinaban a las minas, ya que se les consideraba inútiles para la agricultura. El comercio de esclavos estuvo raras veces en manos de españoles, quienes no dispusieron de factorías africanas donde proveerse de trabajadores forzados. La Corona concedía licencias particulares a 76 quienes deseaban llevar negros a América, o concertaba un asiento para introducir un número determinado de esclavos en unos años. Los primeros asientos se establecieron con negociantes alemanes; en la primera mitad del siglo XVII se otorgaron con frecuencia a portugueses, y en la segunda mitad, a holandeses, con diversas excepciones, como la de 1677, en que se hizo cargo del asiento el comercio y consulado de Sevilla. En 1696, se otorgó a la Compañía Real portuguesa, pero uno de los primeros actos de gobierno de Felipe V fue dar el asiento de esclavos a la Compañía Real de Guinea, una empresa francesa en la que estaban directamente interesados el propio monarca español y su abuelo Luis XIV. En 1713, los británicos obtuvieron en el tratado de Utrecht la concesión del asiento por treinta años, comprometiéndose a introducir un total de ciento cuarenta y cuatro mil negros. En 1748 se renovó este contrato, pero en 1750 Gran Bretaña accedió a renunciar a él, a cambio de una indemnización. En lo sucesivo la Corona no dio más asientos de carácter general, sino que concedió licencias particulares, como la otorgada en 1786 a unos comerciantes de Liverpool para que introdujeran unos seis mil negros anuales. A partir de 1789 se declaró el comercio libre de esclavos por dos años, y esta disposición se siguió renovando regularmente hasta que tuvo lugar la abolición oficial de la trata de esclavos. La edad dorada del esclavismo en América. El desarrollo de la producción azucarera en las Antillas y Brasil, así como el cultivo del algodón y del tabaco en la parte meridional de EE.UU., llevó a su auge el sistema de la plantación esclavista. Ello sucedía en un periodo en que ya se estaba tronando en Europa contra la esclavitud, en nombre de unos principios éticos (Montesquieu, Voltaire), políticos (Raynal) o económicos 77 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 78 (Adam Smith). Las Antillas francesas vieron multiplicarse su población negra, que se explotaba allí de forma mucho más brutal que en la América anglosajona o en la española; la emancipación dictada por la Convención francesa en 1794 fue anulada por Napoleón, lo que dio lugar a las insurrecciones negras que conmovieron la vida de Haití a comienzos del siglo XIX. También Brasil se resistió a todas las presiones en favor de la abolición y vio aumentar el número de los esclavos hasta 1850. El imperio esclavista, dominado por la aristocracia rural de los propietarios, murió muy lentamente: en 1871 se concedió la libertad de vientres (es decir, se declaraba libres a los hijos de esclava que nacieran en lo sucesivo) y en 1885 se dio la libertad a los esclavos mayores de sesenta años. Sólo en las últimas horas del imperio, en 1888, se promulgó la llamada «ley áurea», que extinguía la esclavitud en Brasil. A Cuba comenzaron a llegar esclavos en gran escala, en tiempos de la ocupación británica (1762-1763); se vendieron en menos de un año once mil esclavos en La Habana, hecho que demostró la capacidad de absorción de aquel mercado. Así se explica que, entre 1792 y 1821, se introdujeran en la isla unos seiscientos mil negros y que, entre 1774 y 1842, la proporción de blancos en su población disminuyera del 68 al 42%. La prohibición oficial de la trata detuvo este proceso, ya que se ha calculado que entre 1823 y 1865, en plena prohibición, entraron en Cuba más de trescientos mil negros. Una aristocracia parasitaria, cuya riqueza se basaba en la explotación del esclavo africano, puso poco empeño en luchar por una independencia que podía poner en peligro la estabilidad del sistema social, mientras que la economía del monocultivo condenó a Cuba a seguir dependiendo económicamente de EE.UU., tras conseguir su independencia. 78 Las etapas de la abolición. El movimiento abolicionista empezó en la Gran Bretaña (1807) y culminó en prohibiciones internacionales de la trata en los congresos de Viena (1815), Aquisgrán y Verona (1822). En EE.UU. el enfrentamiento entre los abolicionistas del Norte y los esclavistas del Sur traduce la oposición entre una sociedad capitalista, que deseaba desarrollar la economía norteamericana por las vías de la industrialización, y una aristocracia de plantadores, que había optado por una producción intensiva de base agraria destinada a la exportación. La pugna –que en el terreno literario se manifestó con hechos tales como la publicación de La cabaña del tío Tom (1852)– condujo a la guerra de Secesión, al término de la cual se concedió la libertad a los esclavos (1865). En España, Fernando VII prohibió la trata de esclavos, debido a las presiones del gobierno británico, que le compensó económicamente por los beneficios que perdía. Sin embargo, las primeras medidas abolicionistas efectivas las promulgaron los gobiernos revolucionarios de la etapa 18681874: la libertad de vientres, y la abolición de la esclavitud en la Península y en Puerto Rico (1873). El miedo a perder el apoyo de los propietarios cubanos frenó las medidas relacionadas con esta isla, donde el problema era de dimensiones mucho más considerables que en la Península o en Puerto Rico. En 1880 se concedió la libertad a los esclavos cubanos, pero se les dejó sujetos a tutela mediante un régimen de patronato que aún había de permanecer seis años. Estos hechos contribuyen a explicar la decidida participación de los negros en las luchas por la independencia de Cuba. Las condenas internacionales de la esclavitud se han reiterado en numerosas ocasiones: el Acta de Berlín (1885), la Conferencia Colonial de Bruselas (1890), la Convención de 79 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 80 Ginebra sobre la esclavitud (1926), el art. 4.º de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU (1948). Esta misma repetición, así como la existencia de un informe sobre la esclavitud en la Comisión Internacional de los Derechos Humanos, se explica por el hecho de que la esclavitud todavía no ha desaparecido por completo en ciertos Estados del mar Rojo, el Golfo Pérsico y el océano Índico» (Nueva Enciclopedia Larousse). 4. Para encontrar información sobre los emigrantes, la prensa es, sin duda, la mejor fuente, dada la actualidad de este fenómeno social. 5. «Espartaco es originario de Tracia y, según algunos autores, de sangre real; pertenecía a la palestra de un tal Léntulo de Capua. Con algunas decenas de gladiadores, se sublevó en el año 73 a. de C. Este movimiento pudo propagarse rápidamente por la participación de los esclavos, sometidos a un trato extraordinariamente duro y que, a menudo, habían llegado a esta situación sin culpa alguna. Pasó por Campania con su grupo de partidarios, que aumentaba continuamente, y venció a los ejércitos enviados por Roma y que estaban bajo el mando de los dos cónsules, Léntulo y Gelio. El ejército de esclavos atravesó toda Italia e incluso se alió con los galos en la llanura del Po. Los grandes éxitos desembocaron en una mayor debilidad, a pesar de las advertencias de Espartaco contra el ansia de botín y la relajación de la disciplina. Por fin, el pretor Craso (posteriormente miembro del triunvirato con César y Pompeyo) pudo alcanzar la victoria en el año 71 a. de C., cerca de Petelia, en el sur de Italia. a lo largo del camino entre Brindisi y Roma. Algunos autores de la Antigüedad, entre ellos Plutarco en su biografía de Craso, muestran cierta admiración por la valentía de Espartaco, sus advertencias en contra de la rapiña y su habilidad como estratega, comparándolo con Aníbal, quien después de la batalla de Cannas también había conseguido mantener el país aterrorizado. Sin embargo, para Cicerón, y un siglo más tarde para Lucano, Espartaco es un malvado. Desde finales del siglo XVIII, Espartaco desempeñó un papel importante en las discusiones políticas y literarias, sobre todo en Alemania. Lessing lo llamó defensor de los Derechos Humanos. En sus cartas a Engels, Marx lo caracterizó como un representante del antiguo proletariado. En un escrito sobre el Estado, publicado póstumamente en 1930, Lenin lo ensalzaba como el gran caudillo de las rebeliones de los esclavos, que estremecieron los cimientos del sistema romano. En 1932, Stalin declara que las rebeliones de esclavos debían considerarse como factor de la liquidación del antiguo modo de producción. En el mundo comunista, pues, Espartaco siguió siendo un símbolo apreciado de la revolución contra la clase propietaria: así, el club de fútbol de Praga lleva su nombre». (E. M. MOORMANN & W. UITTERHOEVE). Según la mayoría de los autores, Espartaco pereció en esta batalla; los colaboradores supervivientes fueron crucificados 80 81 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 82 3. Léxico unidad 2 Actividades 1. 1 c + 1 = economía c + 2 = economista a + 3 = microeconomía c + 4 = economizar c + 5 = económico b + 6 = macroeconomía 2 Ecología, ecosistema, autonomía, anomia. 2. a + fic- +1 = bonificar d + fac- + 2 = factura c + fac- + 3 = manufactura b + fic- + 4 = beneficio d + fac- + 5 = facturar a + fic- + 6 = bonificación c + fac- + 7 = manufacturar b + fic- + 8 = beneficiario 3. 1 1 hipoteca 2 hipotecario 3 hipotecable 2 biblioteca, discoteca, hemeroteca, pinacoteca. 4. 1 fiscalizar 2 fiscal 3 fisco 5. 1 duopolio 2 oligopolio 3 monopolio 6. Finanzas: f3 Inflación: c2 Exportar: g8 Erario: e1 Financiar: a9 Salario: h7 Importar: i5 Hacienda: b4 Deflación: d6 2 confiscar 7. 1 V, 2 F, 3 V, 4 F, 5 V, 6 V, 7 F, 8 V. 8. a4; b5; c6; d1; e7; f2; g8; h3. 9. 1 ratio, 2 plus, 3 deficit, 4 INRI, 5 per capita, 6 memorandum, 7 superavit, 8 non plus ultra, 9 gravamen, 10 motu proprio, 11 panem et circenses. 82 1. Teseo Aproximación inicial El laberinto es un recinto creado artificialmente, por medio de caminos que se entrecruzan, de modo que es difícil orientarse para salir de él. Aparecen ya formas laberínticas en el arte prehistórico, con un significado esotérico o religioso. Cuando se descubrieron las ruinas del palacio de Minos, en Cnosos (Creta), algunos autores lo identificaron con el «laberinto» presente en el mito, dado que en sus muros exteriores aparecían innumerables representaciones de la doble hacha (labrys en cario), símbolo heráldico del rey de Creta. Este laberinto o «palacio de las hachas» tuvo sus precedentes en los hipogeos dedicados al culto de la Diosa Madre. Su complicada planta se conoce hoy gracias a las excavaciones de Evans. Un dédalo es un laberinto; la palabra procede del nombre del personaje que construyó el laberinto de Creta. La ilustración muestra un mosaico romano que representa, en el centro de un laberinto, a Teseo venciendo al Minotauro y dispuesto a matarlo. Ésta es la hazaña de Teseo más reproducida en el arte antiguo, tanto en la cerámica como en los relieves o los numerosos mosaicos romanos. A partir de éste, sería interesante que los alumnos describieran las características de un laberinto (si bien la ilustración no lo muestra completo), así como la acción que representa y los principales rasgos de los dos personajes. 83 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 84 Información Esquema de la historia de Teseo Teseo es el hijo de Egeo, rey de Atenas, y, por antonomasia, el héroe nacional de Atenas y el Ática. Egeo fue a Delfos a consultar cómo podía tener un hijo varón. En el camino de regreso, fue acogido hospitalariamente en el palacio de Piteo, rey de Trecén. A partir de este punto del relato, existen dos tradiciones sobre los orígenes de Teseo: la humana y la divina. Según la primera, es hijo de Egeo y Etra, ya que Piteo embriagó a Egeo y, por la noche, le introdujo en el lecho a su hija Etra, la cual concibió un hijo, Teseo. En cambio, según la versión ateniense, éste en realidad era hijo de Posidón: la misma noche en que Etra se unió a Egeo, había acudido, engañada por un ensueño que le mandó Atenea, a ofrecer un sacrificio en una isla y allí el dios se había unido a ella. Egeo no se llevó el niño a Atenas, porque temía a los Palántidas, sus sobrinos, los cuales, creyendo que Egeo no podía tener hijos, tenían la pretensión de sucederle en el trono. Teseo se quedó en Trecén con su madre Etra y con su abuelo materno Piteo. Actividades 1. a2) Piteo y Etra le habían recomendado que fuera a Atenas por mar, pues el istmo de Corinto estaba repleto de monstruos y bandidos. Sin embargo, Teseo, celoso de la gloria de Heracles, quiso imitarlo y optó por la ruta terrestre. 84 El camino a Atenas supone para Teseo un auténtico rito de paso a la edad adulta, simbolizado por su hazaña de acabar con todos los bandoleros y monstruos que hacían intransitable el lugar. Sólo después de superar con éxito esta iniciación, está preparado para que su padre lo reconozca como heredero. Además, estas hazañas permiten confirmar su condición de héroe, una de cuyas características era, precisamente, la de librar a la humanidad de las calamidades y limpiar la tierra de monstruos. a3) El bandido Procrustes simboliza la intolerancia hacia las personas diferentes, e intenta que todo el mundo ajuste su comportamiento a las medidas impuestas por él. a5) El carácter de Teseo como héroe nacional ateniense hizo que su presencia en la cerámica ática fuera abrumadora. Además del motivo de la lucha contra el Minotauro, se reprodujeron profusamente las otras hazañas del personaje, en particular el enfrentamiento con los diversos monstruos en el camino de Trecén a Atenas, como en esta ilustración. Estas hazañas, que se consideraban paralelas a las de Heracles, aparecen tratadas, sobre todo en las copas, como ciclos de gestas, por lo que en una misma copa podemos observar varias de ellas, tanto en el interior como en el exterior. b2) Aunque la figura de Medea se tratará de forma completa en la unidad 4, la cual versa sobre Jasón, los alumnos deben saber que Medea, hija del rey de la Cólquide y nieta de Circe, es, como su abuela, una famosa hechicera, experta en todo tipo de filtros y venenos. Desde la más remota antigüedad, las mujeres de la cuenca mediterránea recolectaban y conocían las propiedades bue- 85 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 86 nas y malas de las hierbas, de las bayas y de las especias, saber que se transmitía de madres a hijas. En el mundo griego muchas mujeres eran llamadas pharmakis (esto es, «brujas, hechiceras»), no sólo cuando, como Medea o Circe, utilizaban sus conocimientos para perjudicar a los varones, sino también al preparar pociones milagrosas que procuraban el bienestar y la tranquilidad espiritual, como es el caso de Helena. Los varones, quienes no conocían los secretos de la elaboración de los filtros de amor y muerte, temían terriblemente a estas magas poderosas. b4) Este relieve trata el tema del reconocimiento de Teseo por Egeo, reproduciendo el momento en el cual éste ofrece a su hijo la copa con el veneno, ante la mirada de Medea; sin embargo, este motivo apenas aparece en el arte antiguo. La pintura moderna, en especial la francesa, representa a menudo esta escena, siguiendo el relato de Plutarco y, sobre todo, el de Ovidio. El concurso del Premio de Roma de 1832 tuvo como motivo «Teseo reconocido por su padre» y consiguió el premio H. Flandrin, con un famoso cuadro (París, École des Beaux-Arts) en el que vemos la copa derramada con el veneno, el reconocimiento de la empuñadura de la espada y la contrariedad de Medea, quien se dispone a huir. Información Esquema de la historia de Minos y el Minotauro Minos es el legendario rey de Creta, hijo de Zeus y Europa, que, según la tradición, civilizó a los cretenses, los gobernó 86 con justicia y bondad, y les dio excelentes leyes, inspiradas directamente por su propio padre divino. Se casó con Pasífae, hija del Sol (Helio) y Perseis, de la que tuvo varios hijos, entre ellos, Androgeo, Ariadna y Fedra. Minos había llegado al trono de Creta con la ayuda de Posidón, quien hizo salir del mar un toro atendiendo a su súplica; de esta forma dejó claro a sus hermanos que él debía ser el rey, puesto que gozaba del favor de los dioses. Sin embargo, Minos no quiso sacrificar el toro a Posidón, como le había prometido, dado que era un magnífico ejemplar, de manera que lo envió junto a sus rebaños para mejorar su raza. El dios hizo entonces que la reina se enamorara del toro. Pasífae, para poder consumar su terrible pasión, pidió a Dédalo, el arquitecto de palacio, que le construyera un simulacro de ternera en madera, después se introdujo en él y realizó la monstruosa cópula. Fruto de esta unión nació el Minotauro, un monstruo con cuerpo humano y cabeza de toro, que se alimentaba de carne humana. Cuando nació el Minotauro, Minos hizo que Dédalo construyera un gran laberinto, del que nadie, excepto él, supiera salir, y encerró allí al Minotauro. Posteriormente, Androgeo, hijo de Minos, acudió a Atenas para participar en las competiciones atléticas organizadas por Egeo y derrotó a todos sus rivales, lo que motivó la envidia de 87 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 88 éste. Así pues, lo mandó a combatir con el toro de Maratón, que asolaba el país, y Androgeo murió. Minos emprendió varias expediciones militares contra Atenas para vengar la muerte de su hijo y, tras derrotar a los atenienses en esta gran guerra, les exigió, cada año, un tributo de siete jóvenes y de siete doncellas, que eran ofrecidos como comida al Minotauro. Teseo se ofreció voluntariamente para ir a Creta. Su padre le entregó dos juegos de velas: velas negras para la ida, pues el viaje era funesto, y velas blancas para la vuelta, por si lograba vencer al Minotauro y regresaba a Atenas sano y salvo. Al llegar a Creta, Ariadna, una hija de Minos, se enamoró de él y decidió ayudarle. 2. a) En estas actividades, únicamente conviene ofrecer los datos más esenciales sobre Dédalo, ya que es objeto de una de las actividades de refuerzo: era un genial artista, arquitecto, escultor e inventor de recursos mecánicos. Es el artesano por excelencia de la mitología griega. Era ateniense de nacimiento, pero, tras cometer un crimen, fue desterrado y Minos lo acogió en Creta y lo convirtió en su arquitecto c3) Ariadna suplica que recoja sus huesos, pues enterrar a los muertos con el ritual debido era una obligación ineludible para los antiguos, para despedir y honrar a la persona fallecida y, a la vez, asegurarse de que su alma partía al Más Allá, y no permanecía en el mundo de los vivos, sin reposo, e incluso atormentando a éstos (para más información, remitimos a Cultura clásica 1, págs. 100 y ss., «La muerte y los rituales funerarios»). 88 c4) Los mitógrafos difieren en los motivos del abandono: unos aseguran que la dejó porque no la quería, tras servirse de su amor para salir del laberinto; otros, que la había abandonado por orden de Dioniso, quien amaba a la joven; otros, en fin, que se lo había ordenado Atenea o Hermes... c6) El motivo del abandono de Ariadna por Teseo se encuentra con frecuencia en el arte, desde la Antigüedad. Ariadna aparece dormida, o bien sumida en una profunda tristeza, perfectamente captada por este cuadro de G. F. Watts, quien ha logrado reproducir la sensación de bella melancolía y emotividad del texto de Ovidio en el que se inspiró. d1) Para la información básica sobre Baco, remitimos al breve diccionario de mitología del anexo o a la unidad 5 de Cultura clásica 1. d2) Se llama constelación o asterismo al grupo de estrellas fijas próximas que presentan una figura convencional determinada. Los griegos, como otros pueblos de las más diversas culturas, se han enfrentado ante el cielo estrellado con una mezcla de religiosidad, interés utilitario y temor. Todo ello cristalizó en un sentimiento poético de contemplación, el cual originó un despliegue creador de bellas leyendas. Una parte de estas leyendas se recoge bajo la clasificación de catasterismo, palabra que A. Ruiz de Elvira define en su doble acepción como la conversión en constelación de un personaje o ser mitológico, y también la constelación misma que así resulta y que por su nombre, forma y cualidades se admitía que seguía siendo el mismo personaje o ser en cuestión, transformado en astro pero conservando de algún modo, más que en las metamorfosis ordinarias, su antigua personalidad o individualidad peculiar. Se han contado hasta ochenta y ocho constelaciones, la 89 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 90 mayoría asociadas a héroes o monstruos procedentes de la mitología clásica (Andrómeda, Centauro, Géminis –Cástor y Pólux–, Hércules, Hidra, León, Orión, Pegaso, Perseo, Tauro –Zeus transformado en toro para raptar a Europa–, etc.). En el texto, se alude a la constelación de la Corona o de Ariadna. d3) El encuentro de Baco y Ariadna ha sido objeto de un buen número de representaciones, a partir de este cuadro de Tiziano (1522-1523), conservado en la National Gallery de Londres, y que ilustra el famoso texto de Catulo. Frente al estatismo y la tristeza de las representaciones del abandono, destacan aquí el colorido, el movimiento, el bullicio y la alegría que traen Baco y su cortejo a la solitaria Ariadna. e2) Al acercarse a la costa del Ática, Teseo olvidó cambiar las velas negras por las blancas, en señal de victoria, tal como le había indicado Egeo, quien, al ver las velas negras y suponer que su hijo había muerto, se suicidó arrojándose al mar. Éste, aún hoy, lleva su nombre: mar Egeo. f2) La primera acción de Teseo como rey de Atenas fue el sinecismo, esto es, la unificación en una sola ciudad de varias poblaciones dispersas por el campo. Atenas se convirtió en la capital del Estado, dotándola de importantes edificios públicos; también instituyó las fiestas de las Panateneas, fiesta nacional de Atenas, acuñó moneda, etc., y, al igual que Heracles había fundado los Juegos Olímpicos en honor de Zeus, Teseo reorganizó en Corinto los Juegos Ístmicos, en honor de Posidón. f4) La figura de Teseo, héroe nacional, unificador y liberador, que se identifica con su ciudad, sirve a Tucídides para justificar el papel hegemónico de Atenas entre los Estados griegos, desde los tiempos más remotos y, en especial, a partir de la vic90 toria contra los persas en Salamina. Atenas se revelaba como la polis culta por excelencia, «escuela de Grecia», benefactora de los griegos, liberadora de los persas, asilo de exiliados políticos, y defensora de los Estados débiles y de los oprimidos por la tiranía; en fin, semejante en todo a su héroe legendario Teseo. Respecto a la cuestión de hasta qué punto los griegos creían en sus mitos, se debe tener en cuenta que con ellos dieron forma, autoridad y legitimación a la retórica y a la acción políticas. Y que era usual el empleo de argumentos con precedentes míticos para reforzar una causa política. Los especialistas, basándose en la frecuencia con que se invocaban los mitos en situaciones críticas de la política, llegan a la conclusión de que los griegos se los tomaban en serio, o que en cualquier caso podían ser verosímiles en dichos contextos, y llegaban incluso a utilizarse como paradigmas en la política. De esta manera, la actualización del mito se convertía a veces en acción política; así, antes de pasar a Asia Menor, el rey espartano Agesilao quiso hacer un sacrificio en Áulide, como el realizado por Agamenón. De igual modo, los espartanos buscaban los huesos de Orestes y los atenienses se llevaron a su tierra los de Teseo, desde Esciro, como se verá más adelante. Actividades de refuerzo 1. «Ícaro es hijo de Dédalo y de una esclava de Minos llamada Náucrate. Cuando Dédalo hubo enseñado a Ariadna cómo Teseo podría encontrar su camino en el laberinto, y después de que éste diera muerte al Minotauro, Minos, irritado, encerró en el laberinto a Dédalo y a su hijo. Pero Dédalo, a quien nunca faltaban recursos, fabricó para Ícaro y para sí mismo 91 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 92 unas alas, y las fijó con cera en los hombros de los dos, hecho lo cual, ambos emprendieron el vuelo. Antes de partir, Dédalo había recomendado a Ícaro que no se remontase con exceso ni volase demasiado bajo. Sin embargo, Ícaro, lleno de orgullo, no atendió los consejos de su padre; se elevó por los aires, y se acercó tanto al Sol que la cera se derritió, por lo que se precipitó al mar. Este mar, desde entonces, se llamó mar de Icaria (el que rodea la isla de Samos). Otra versión contaba que Dédalo había huido de Atenas después de asesinar a su sobrino y discípulo Talo. Su hijo Ícaro, desterrado a su vez, había emprendido la búsqueda de su padre. Sin embargo, naufragó en las aguas de Samos, y el mar de aquellos parajes recibió un nombre derivado del suyo (como en la versión ordinaria). Las olas arrojaron su cuerpo a la costa de la isla de Icaria, donde Heracles le dio sepultura. Se decía, también, que Ícaro y Dédalo habían huido de Creta cada cual en un barco de vela. Dédalo acababa de inventar el uso de las velas, pero Ícaro no supo gobernar su nave y naufragó. Otra versión cuenta que, al abordar en la isla de Icaria, saltó torpemente a tierra y se ahogó. Todas estas variantes tienen por objeto reducir el carácter maravilloso de la aventura, ya que suprimen el episodio de las alas. Se enseñaba la tumba de Ícaro en un cabo del mar Egeo. Además, se relataba que Dédalo había erigido dos columnas, una en honor de su hijo y la otra señalada con su propio nombre, en las islas del Ámbar; y también que había representado con sus propias manos, en las puertas del templo de Cumas (dedicado a Apolo), el triste fin de su hijo. A veces, se considera a Ícaro como el inventor del trabajo en madera». (P. GRIMAL) 92 2. «Si Creta es la mayor de las islas griegas por su superficie, hubo también un tiempo en que lo fue por su esplendor. Su longitud, de este a oeste, es de doscientos sesenta kilómetros, y su anchura máxima, de sesenta. Es como un muro que sirve de límite sur al mar Egeo; las altas montañas que la forman ofrecen a sus costas un aspecto bastante diverso. La situación que ocupa permitió que, en la época turbulenta en torno al año 2000 a. de C., desarrollara una civilización, llamada minoica, antecesora de la civilización helénica que anuncia ya la gloria futura de Grecia. Al estar lo suficientemente alejada del continente como para no temer las invasiones que, por entonces, afectaban a toda la península Balcánica, por ser rica en productos agrícolas tales como la vid y el olivo, además de estar provista de calas y bahías bien abrigadas, como la de Candía, que en nuestra época ha adquirido la importancia de la antigua Cnosos, Creta pudo contar con una existencia independiente y, según sus necesidades, establecer o romper sus relaciones con las Cíciades y el Peloponeso, así como con las antiguas civilizaciones del Nilo y de Oriente. Su mejor época es la comprendida entre los siglos XVIII y XV a. de C. Hasta entonces, bien en el neolítico, bien durante el periodo minoico antiguo, cuyo comienzo es incierto, pero que termina alrededor del 2200 a. de C., la isla estuvo ocupada por un pueblo que, al parecer, era ya industrial, aunque su civilización no era especialmente brillante. Hacia el año 2000 a. de C. se construyen palacios, se fundan ciudades y se entrevé ya una existencia opulenta y pacífica, dirigida por unos príncipes que, con dominios de escasa extensión, obtienen productos con los cuales comercian. No son raras las relaciones con el extranjero, y Creta adopta muchas técnicas procedentes de Egipto; algunas vasijas de piedra o de terracota parecen haberse copiado de las que 93 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 94 se fabricaban en el país de los faraones. Los particulares se construyen casas muy iluminadas, de varios pisos; su aspecto nos ha llegado, con gran viveza, a través de unas curiosas láminas de loza. En el siglo XVIII a. de C., una catástrofe cuya naturaleza ignoramos, ya fuera una invasión o, con más probabilidad, un temblor de tierra, afectó a Creta. Pero sobre los palacios arrasados se construyeron otros más bellos y más amplios, planeados para la comodidad de sus habitantes y provistos de un gran patio central, con aposentos ocupados por la familia real, otros por cortesanos y domésticos. Las ruinas de Cnosos, Malia y Festos, así como las de la villa de Hagia Tríada, nos revelan la extraordinaria prosperidad de Creta durante esta época. En estos edificios, es sorprendente el poco espacio que se reservaba para el culto divino: la piedad de la época se conforma con pequeñas capillas. Es así porque las divinidades son adoradas sobre todo al aire libre; la divinidad principal es femenina y en ella reside el principio de la fecundidad; tiene su sede en la cumbre de las montañas, cerca de las fuentes, a la sombra de un gran árbol. Las fiestas que se celebran en su honor tienen lugar fuera de los edificios, muchas veces en el patio del palacio, en presencia de espectadores que se apiñan alrededor, de pie o sentados en graderíos; se celebraba una especie de corridas de toros durante las cuales acróbatas de ambos sexos se entregaban a ejercicios sumamente peligrosos. Los aposentos consistían en habitaciones pequeñas que dan a patios estrechos; los fragmentos de las pinturas descubiertas en las paredes nos asombran por la libertad de su técnica y de su inspiración. La debilidad de las defensas nos revela que los habitantes de estos enormes edificios poseían un sentimiento de seguridad casi total: no era la guerra la que enriquecía a príncipes y súbditos, sino la agricultura, el comercio y la indus- 94 tria; entre las cien ciudades que, según los antiguos, hubo en Creta –y, aunque la cifra es exagerada, las excavaciones han demostrado que, en verdad, las aglomeraciones urbanas eran extraordinariamente populosas–, la paz sólo se turbó en casos excepcionales. De este hecho procede, sin duda, la reputación legendaria de Creta entre los griegos de la época clásica: se hablaba con admiración de un soberano, Minos, que, según la tradición, gobernó en la isla; también citaban otros reyes, como Radamantis, cuyo sentido de la equidad era tal que seguían juzgando a los muertos en los Infiernos. El inmenso palacio de Cnosos, que los griegos ya no conocieron, se convirtió en el Laberinto. Sin duda, el Minotauro que devoraba a los jóvenes prisioneros, exigidos a los vencidos, no simbolizaba tanto la crueldad como el poder de Creta. En el siglo XVI a. de C., cuando la Grecia balcánica salió del periodo de agitación coincidente con el principio del milenio, el mundo cretense establece relaciones que en el Peloponeso aparecen atestiguadas por la importación e imitación de obras minoicas. A la gran isla se debe también, en parte, la formación y desarrollo de la civilización micénica. Ignoramos la fecha en que cambiaron de cariz las relaciones entre los dos países. Pero, a finales del siglo XV a. de C., Creta entra en decadencia y podemos creer que el poderío micénico triunfó mediante la fuerza sobre los soberanos de Creta; en adelante será la Argólide y no la isla de Minos la cuna de la civilización. Como todas las regiones rodeadas por el mar Egeo, Creta, tras la ruina del mundo micénico, cae en una especie de sopor y padece el choque de la invasión doria. Sin embargo, parece ser que, igual que a principios del segundo milenio, Creta se mantiene un tanto al margen de lo que sucede en el continente: su cerámica no deja de experimentar la influencia del estilo geométrico, pero las 95 GD Cultura clásica ok 96 10/4/02 17:12 Página 96 formas de las vasijas, así como su decoración, son bastante diferentes de las del continente y se deja sentir claramente la fuerza de la tradición local. En Creta se advierte mayor libertad, más fantasía que en el resto de la Hélade. También como a principios del segundo milenio, Creta establece contactos bastante estrechos con Oriente y con Egipto, y es en la isla donde aparecen, por primera vez, algunos de los rasgos más característicos de la cultura griega del futuro. Debió de ser intensa la actividad espiritual durante todo el siglo VII: en todo caso, los habitantes del continente envían sus legisladores a Creta, y la mayor parte de las técnicas que se desarrollarán en el Peloponeso, en el Ática y en las Cíclades parecen haberse ensayado, y tal vez inventado, en la isla de Minos; este hecho se muestra particularmente claro en el arte del bronce y de la terracota, pero sin duda fue también en Creta donde se tallaron las primeras estatuas de piedra. La arquitectura cretense no parece haber ejercido gran influencia sobre la del continente, aunque no faltaban los monumentos, entre los que destaca la construcción, en la llanura central de Mesara, del pequeño templo de Prinias, con su curiosa decoración esculpida. Continuación del esquema de la historia de Teseo Después de haber sido, como ya hemos dicho, el crisol de todas las invenciones griegas, Creta cae en una verdadera decadencia, seguramente debido al hallazgo de nuevas rutas de navegación. A principios del siglo VI, el aislamiento que condicionó su poderío se convierte en causa de su inferioridad. Sigue siendo rica y materialmente próspera, pero en el mundo griego sólo desempeña un papel muy borroso». (P. DEVAMBEZ, Diccionario de la civilización griega). 1.2. Como todo héroe que se precie, también Teseo quiere contar entre sus trofeos con una Amazona. Su comportamiento con ella no desmerece de su condición de héroe, dado el carácter monstruoso que los griegos atribuían a estas mujeres (eran guerreras), cuya naturaleza se veía como una amenaza para el orden instaurado por los varones en la polis griega. Por otro lado, la Amazona no era una esposa legítima, sino una especie de «trofeo», y el hecho de que le diera un hijo a Teseo prueba que éste no sólo la había vencido en el terreno de las armas, sino que también le había hecho reconocer su condición de mujer, cuya función social no era luchar sino, ante todo, dar hijos varones a sus Tras la muerte de Egeo, Teseo tuvo que desembarazarse de sus primos, los Palántidas, los cuales, viendo esfumarse sus aspiraciones al trono, se amotinaron y atacaron la ciudad. Teseo mató a los cincuenta hijos de Palante, sus primos hermanos. Luego llevó a cabo grandes reformas en la ciudad. Atenas se convirtió en la capital de un nuevo Estado unificado y la dotó de magníficos edificios públicos como el Pritaneo, la Bulé, etc., instituyó las fiestas de las Panateneas y reorganizó los Juegos Ístmicos en Corinto. Teseo concedió protección al héroe Edipo, que se había refugiado en Colono (véase unidad 6), y, después, participó en la campaña de los Siete contra Tebas, pues Adrasto le había pedido que le ayudara a recuperar los cadáveres de los caídos ante la ciudad (véase también unidad 6). A continuación, decidió acompañar a Heracles en su trabajo al país de las Amazonas. 97 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 98 maridos. Por otra parte, un héroe griego se medía por su valentía y por el éxito de sus hazañas, no por su cortesía hacia las mujeres (algo desconocido en esta sociedad tan patriarcal), hecho más propio de los héroes medievales. 5. Las Amazonas son uno de los motivos más frecuentes en la cerámica ática, donde encontramos tanto el episodio de Heracles como el de Teseo, así como en la decoración escultórica de los templos (Basas, Eretria, Partenón, etc.), que presenta escenas de combate o rapto. En la iconografía ateniense, el enfrentamiento y la victoria de Teseo contra las amazonas sirvió de motivo mítico para ilustrar la victoria de griegos contra persas (véase en la unidad 9 «Pericles y la construcción del Partenón»). 2. 1 y 2. Consúltese el breve diccionario de mitología. 3 y 4. En la mitología griega, encontramos una serie de relatos sobre adolescentes de ambos sexos que, en el tránsito a la madurez, adoptan una actitud rebelde y extraña que los llevará finalmente a la ruina. Estos mitos tienen la función de ejemplificar a los jóvenes las consecuencias de no aceptar el matrimonio patriarcal, una de las instituciones básicas que, en la religión olímpica, definen a los seres humanos. Éste es el caso de Hipólito, un joven que, frente a los demás jóvenes de su edad y sexo, quienes despiertan a la relación erótica y la valoran sobremanera, decide mantenerse casto como una ninfa y consagrarse a Ártemis. Este desprecio del placer erótico provocará la ira de Afrodita y la trágica muerte de Hipólito en plena juventud, muerte que pone de manifiesto el peligro que supone para los adolescentes el no aceptar las obligaciones impuestas por la sociedad a los adultos, entre ellas, la de casarse y asegurar con sus hijos varones la pervivencia de la ciudad. 98 3.1. Estas palabras de Hipólito se suelen poner como ejemplo de la misoginia griega, cuyo sueño más querido es un mundo sin mujeres, como en el que vivían los varones en el reinado de Crono, antes de que los dioses fabricaran la temible raza de las mujeres. Para el imaginario griego, la felicidad de la edad de oro se asociaba con la ausencia de mujeres (se verá en la unidad 6). El deseo de Hipólito se repite luego en boca de algunos romanos y, después, en ciertos padres de la Iglesia. En el año 131 a. de C. el censor Metelo Numídico inicia así un discurso: «Si pudiéramos vivir sin las mujeres, Quirites, viviríamos todos sin ese engorro...». Por otro lado, san Agustín (PG 38, Sermo LI) dice: «Ya que no tenéis otra manera de tener hijos, consentid en la obra de la carne sólo con dolor, puesto que es un castigo de aquel Adán del que descendemos...». Hipólito también quiere que las mujeres enmudezcan. El silencio femenino ha sido otro de los grandes deseos de la sociedad patriarcal. Para griegos y romanos la palabra era un instrumento esencial en la filosofía, la práctica judicial y la política, del que se sentían muy orgullosos y al que dedicaron importantes estudios de retórica y oratoria, pero para ellos la palabra no pertenecía al género femenino, no era de su incumbencia. Según la ideología patriarcal, la mujer es «por naturaleza» ligera, incauta e irreflexiva y, por tanto, debe guardar silencio, debe callar, ya que la palabra, usada por ella, se convierte en vana charlatanería, o peor, en causa de desagradables equívocos y daños inútiles. 4.1. Fedra actúa de acuerdo con el código de honor, imperante en la sociedad patriarcal, que deshonra a la mujer infiel (se consume o no el adulterio), no le deja más salida que la muerte. Fedra acepta, por tanto, y hace suyas estas reglas impuestas por los varones, 99 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 100 por lo que se siente incapaz de hacer frente a la vergüenza y a la pasión amorosa que la deshonra. No obstante, antes de morir, decide vengarse de Hipólito, por la arrogancia con la que ha reaccionado al conocer su amor por él, en vez de compadecerla. Fedra, además, teme que el joven, en su intransigencia, se lo cuente a Teseo, lo que supondría su deshonra y la de sus hijos. 3. Fedra, antes de morir, escribió una carta a su marido en la que acusaba a Hipólito de haber querido violarla. Teseo, preso de cólera, rogó a Posidón que matara a su hijo. 5. Todas las representaciones de Fedra en el arte figurativo de la Antigüedad siguen el Hipólito de Eurípides. A menudo, la joven aparece sentada o tumbada, y triste, con la carta en la mano, en compañía de su nodriza. El joven Hipólito está a su lado, cazando o en el carro. El tema se repite en mosaicos o pinturas murales de Antioquía y Pompeya (como el de la ilustración). 5. 2. La autoinmolación de Fedra le devuelve el honor y deja intacta su nobleza, a pesar de haber calumniado a Hipólito, cuyo desprecio por Afrodita fue, al fin y al cabo, el desencadenante de la tragedia. Se puede decir que Hipólito es, para los griegos, más responsable de lo ocurrido que Fedra. 4. Rubens recrea la muerte de Hipólito en este famoso cuadro (1611-1612), que ilustra el texto de Eurípides en Hipólito (págs. 1172 y ss.), o la versión de Ovidio en las Metamorfosis (XV, págs. 497546) (la tromba de agua, el monstruo marino, los caballos espantados, el carro volcado, Hipólito derribado y enredado con las riendas, arrastrado y golpeado furiosamente contra las piedras...). Esquema de las últimas aventuras de Teseo Fedra, despreciada por Hipólito y desesperada, se ahorca. Ya en su madurez, Teseo participó junto a su amigo Pirítoo, el héroe lapita, en el combate contra los Centauros, pues éstos, ebrios durante una boda, habían intentado violar a Hipodamia, la prometida de Pirítoo. Los Centauros fueron vencidos y obligados a abandonar Tesalia. Teseo, tras leer la nota de su esposa muerta, expulsa y maldice a Hipólito, y ruega a Posidón, su padre, que acabe con él. Después, ambos amigos decidieron que sólo se casarían con hijas de Zeus. Un día, mientras Hipólito paseaba en su carro junto al mar, un monstruo marino enviado por Posidón asusta a los caballos, que hacen volcar el carro y provocan la muerte de Hipólito. Conviene resaltar, de nuevo, la dimensión de exceso y desmesura que caracteriza a los héroes griegos. Esta desmesura le llega a Teseo en su madurez, la cual viene simbolizada por el impío propósito al que se entrega con su amigo Pirítoo. Esquema de la muerte de Fedra e Hipólito Los esclavos llevan a palacio el cuerpo destrozado de Hipólito y, al verlo, Egeo se llena de dolor. Ártemis aparece como deus ex machina para situar de nuevo los hechos, al revelar que Fedra ha sido el instrumento de Afrodita para castigar a Hipólito. 100 6. a5) Es probable que la mayoría de los alumnos recuerde cómo Teseo ayudó a Heracles a salir de su desesperación, tras haber matado a su mujer Mégara y a sus hijos, llevándoselo a Atenas para purificarlo. Heracles le corresponde liberándolo del Hades. 101 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 102 b1) La Pitia es la sacerdotisa de Apolo en Delfos que, en estado de trance, emitía oráculos en su nombre (véase Cultura clásica 1). 2. Las formas de gobierno en Grecia b3) La tumba de Teseo en Atenas era un asylon, esto es, un lugar inviolable, que acogía a perseguidos de todo tipo, quienes acudían buscando protección o amparo. En Grecia varios templos tenían reconocido el derecho de asilo, originado en el respeto y el temor a la divinidad. Esta tradición de asilo religioso se mantuvo en las iglesias cristianas, y no se podía detener al perseguido que se acogía «a sagrado», incluido el delincuente. El mundo moderno conoce el asilo territorial (la persona perseguida en su Estado, una vez cruza la frontera, queda a salvo) y el diplomático (al ser acogido en una embajada), si bien se han establecido tratados de extradición para entregar a los delincuentes a las autoridades judiciales de sus países respectivos. Aproximación inicial b4) Los patronos son santos bajo cuya invocación y protección se pone una iglesia, un pueblo, una ciudad o un país, para que los ampare, ayude y defienda de todo tipo de males. La etimología de democracia se estudia en el léxico de esta misma unidad (pág. 53). Las características principales de los actuales sistemas democráticos son: – La soberanía popular. – La igualdad ante la ley, en derechos y obligaciones. – La libertad individual y colectiva. – El Estado de Derecho. – El sufragio universal. Según la Constitución española de 1978, España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político. El fin primordial de la Constitución es consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular (Preámbulo). La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado (art. 1.2). Las principales libertades que garantiza son las siguientes: – Libertad ideológica, religiosa y de culto. – Libertad de residencia y movimiento por el territorio nacional. – Libertad de expresar y de difundir pensamientos, ideas y opiniones. 102 103 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 104 – Libertad de producción artística, literaria, científica y técnica. – Libertad de cátedra. – Libertad de prensa. – Libertad de reunión y de asociación, etc. Estas libertades sólo están limitadas por el respeto a los derechos que la Constitución exige, en particular el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia. El adjetivo espartano tiene en las lenguas modernas el sentido de «duro, riguroso», debido a las duras costumbres del sistema espartano, patentes en los textos que proponemos. Lacónico se refiere a Laconia, la región donde se halla enclavada Esparta o Lacedemonia; como en el caso de espartano, ha adquirido un doble sentido, pasando también a significar «breve, conciso», en alusión a los ideales educativos de Esparta, donde el cultivo de la retórica era inexistente. Consecuentemente, se contaba con una escasa capacidad para la oratoria, de donde proviene la acepción actual de lacónico como «parco en palabras». Información «La vida de Alcibiades está repleta de impresionantes aventuras y peripecias. Este joven, ahijado de Pericles, cuyo trato cultivaba Sócrates, estuvo en el centro de toda la vida política de finales del siglo V a. de C. Empujado por la ambición y dotado de un talento extraordinario, determinó primero la política de Atenas; después, la de Esparta y, por último, la de los sátrapas persas. Su vida tuvo altibajos dignos de una tragedia griega: en Atenas, Alcibiades lo dirigía todo, pero pronto tuvo que huir de la ciudad, ya que lo 104 condenaron a muerte; al cabo de varios años, regresó como salvador, entre honores y homenajes, para ser exiliado de nuevo por una decisión política, a una aldea de la Alta Frigia donde acabó asesinado. Siguiendo su trayectoria, pasamos de una ciudad a otra, de Sicilia a Lidia, y de un proyecto a otro, acompañados de la pertinaz piedra de escándalo que sus amores e insolencias ponen en su carrera. »Esta vida de aventuras no se desarrolla en un ambiente normal. La guerra del Peloponeso, en la que él desempeñó un papel decisivo, fue uno de los principales puntos de inflexión de la historia griega: se inició cuando Atenas estaba en la cúspide de su poderío y de su esplendor, y terminó en una derrota aplastante, ya que Atenas perdió su imperio y su flota; se acabó aquí el siglo de los grandes trágicos y de la gloria. Pues bien, Alcibiades influyó en todas las decisiones, tanto en un bando como en el otro; le cabe, pues, una responsabilidad innegable en el desaguisado. Por otra parte, murió el mismo año de la derrota de Atenas. Desde todos los puntos de vista, su aventura personal se reflexionó con los momentos cruciales de la historia de Atenas. Por esta misma razón, su figura centró la atención de los mayores espíritus de la época, a los que movió a la reflexión. Nada más empezar, hemos mencionado a Pericles y a Sócrates: el que dio su nombre al siglo y el fundador de la filosofía occidental, respectivamente. Pero pueden agregarse otras muchas personalidades: Alcibiades es uno de los personajes de Tucídides, el gran historiador de la época. Platón lo menciona con frecuencia. Aparece en los escritos de Jenofonte, tanto en las obras históricas como en sus recuerdos de Sócrates. Algunos, como Aristófanes o Eurípides, hicieron alusiones o transposiciones del personaje y otros, como Isócrates y Lisias, disertaron sobre su trayectoria y su carácter inmediatamente después de su muerte. 105 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 106 »En efecto, existía el problema de Alcibiades: este pupilo de Pericles parecía haber seguido en política el rumbo opuesto al de su maestro, y, durante veinticinco años, se observó que este cambio de rumbo coincidía con la ruina de Atenas. ¿Existía alguna relación? ¿En qué consistía? ¿Se trataba, simplemente, del relevo generacional, cuestión de personas y temperamentos? ¿Había que ver en ello una degeneración más amplia del sentido cívico y de la moral en los comportamientos políticos? ¿Esta decadencia era señal o era causa de una crisis de la democracia y de su funcionamiento? Si, tal como sugiere la visión del momento, esta última hipótesis es la válida, la cuestión nos interesa sobremanera, e interesa a todo el que defienda la idea de democracia. Podemos añadir, incluso, que la vida de Alcibiades planteó en el siglo V a. de C. dos problemas de política que todavía siguen siendo de actualidad. »En primer lugar, Alcibiades encarna el imperialismo ateniense en su forma extrema y conquistadora, así como en las imprudencias que provocaron su caída. Por tanto, este personaje, al que iluminan los análisis de Tucídides, nos permite reflexionar sobre el espíritu de conquista. Por otro lado, Alcibiades es la figura que antepone la ambición personal al interés común. En este aspecto es exponente del análisis de Tucídides, que muestra cómo los sucesores de Pericles, incapaces de imponerse por méritos como él, se vieron reducidos a la necesidad de halagar al pueblo y recurrir a las intrigas personales, nefastas para la colectividad. Así pues, toda reflexión sobre los problemas de la democracia en general gana con el examen de las rocambolescas aventuras de Alcibiades, las cuales se clarifican con los análisis de Tucídides y de los filósofos del siglo IV a. de C. »Alcibiades es un caso único y extraordinario, pero también resulta un ejemplo típico que a cada instante puede servirnos de 106 modelo. Por ello, sin duda, descubrimos en él tanto parecido con la actualidad de nuestro tiempo. En la vida de Alcibiades encontramos ambición y lucha por el poder, hallamos victorias deportivas que tanto contribuyen a la popularidad de los campeones, pero que acarrean procesos de índole financiera. Se presentan «casos» en los que, de la noche a la mañana, aparecen comprometidos todos los grandes. Vemos virajes de la opinión pública en uno u otro sentido. En algunos momentos, tenemos la impresión de que el célebre texto en el que Tucídides compara a Pericles con sus sucesores podría aplicarse al general De Gaulle y los suyos. »Sin duda, hay que guardarse de las comparaciones, que siempre son odiosas, pero uno siente que se le aviva el interés por esta vida de Alcibiades, al descubrir que se sitúa en una crisis sentida de forma muy próxima.» (J. DE ROMILLY, Alcibiades.) Actividades 1. Se trata del famoso busto de Pericles, copia romana de un original de Cresilao (c. 440 a. de C.). Pericles aparece siempre representado con el yelmo en la cabeza, debido a su condición militar, o, según otros, para disimular un pequeño defecto en la constitución de su cráneo (para más información sobre el genial estadista, véase la unidad 9, «Pericles y la construcción del Partenón»). 2. a1) Según J. de Romilly, en Atenas acaecía algo que hasta entonces nunca se había visto. ¿Quiere esto decir que no había habido democracia en ningún otro lugar? Quizá sí la hubo en Grecia o fuera de Grecia [...]; pero hay una distinción capital: a pesar de que Atenas no inventó la democracia, fue la primera que tomó conciencia de sus principios, que la 107 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 108 nombró, que analizó su funcionamiento y sus formas, y que, por tanto, inventó, sin ninguna sombra de duda, la idea misma de democracia. Los atenienses se sentían, pues, muy orgullosos de su régimen político, ya que, frente a la monarquía, la oligarquía o la tiranía, creían que era el régimen que mejor garantizaba los ideales de igualdad y libertad de todos los ciudadanos. La democracia ateniense alcanza su máxima perfección en la época de Pericles. En Atenas el régimen tradicional había sido la oligarquía, que sustituyó el poder del rey por el de unos pocos, y las magistraturas las ocupaban exclusivamente nobles. El origen social determinaba los derechos y la posición de las personas; los nobles eran los dueños de las tierras y tenían la obligación de defender la comunidad. Se consideraban descendientes y elegidos de los dioses, y, por tanto, la riqueza sólo les correspondía a ellos, frente al pueblo llano que vivía en la pobreza. Es importante que el alumnado distinga entre la democracia ateniense, que era directa, apropiada para un Estado pequeño, y las actuales, que son representativas, adecuadas para amplios territorios. En las democracias modernas, el pueblo elige a sus representantes y prácticamente no interviene en política hasta la celebración de nuevas elecciones; en cambio en Atenas el ciudadano no sólo depositaba el voto, sino que intervenía directamente en el gobierno, como obligación continua y compatible con sus tareas cotidianas. Salvando las distancias entre la tiranía y la democracia griega con las tiranías/dictaduras y democracias actuales, es importante que el alumnado reflexione sobre la naturaleza de 108 ambos regímenes y las consecuencias que se derivan de su aplicación. Conviene aclarar a los alumnos que el sistema democrático garantiza la igualdad ante la ley, esto es, igualdad de oportunidades, derechos y obligaciones, independientemente del origen social, sexo, religión, etc. El texto a explicita bien este concepto, recordando que se eligen los cargos públicos en función de los méritos personales y no de otras consideraciones. Libertad es la palabra clave que aparece en todas las manifestaciones democráticas, ya que la democracia es el único gobierno que garantiza las libertades individuales y colectivas. Para los griegos es una de las palabras más amadas y que mejor define su condición y forma de vida, frente a los persas, egipcios, etc., que están sometidos al poder de un monarca absoluto. La actual bandera griega tiene los tonos azul y blanco del mar Egeo con olas, metáfora de la libertad, pues el mar no se puede domeñar ni limitar sus aguas; además, presenta nueve franjas por cada una de las nueve letras de la palabra libertad en griego: eleuzeria. a4) Se trata del famoso relieve conocido como Atenea pensativa o melancólica, del 450 a. de C.; se halló en la Acrópolis de Atenas, y representa a la diosa apoyada sobre su lanza y girando pensativa la cabeza, con una gran sencillez en la técnica, pero sin dejar de emanar finura, sensibilidad y sobriedad. En esta obra, apreciamos que el paso de la escultura arcaica a la clásica ya se ha producido, pues la figura empieza a expresar carácter y emociones. b2) En los sistemas democráticos, el uso de la palabra era fundamental para la política, lo cual supuso el desarrollo de la 109 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 110 retórica y también la aparición de los primeros demagogos o «conductores del pueblo». Aunque originariamente se entendía demagogo como «jefe del partido popular», la palabra adquirió pronto el sentido peyorativo que tiene hoy, como persona que utiliza la palabra para convencer y movilizar a las masas con fines partidistas, o para servir a sus intereses personales, frecuentemente adulando o fomentando las más bajas pasiones con el fin de garantizarse el voto. f y g1) La ocupación habitual de la mujer grecorromana era el hilado y el tejido (para más información véase Cultura clásica 1, págs. 40 y ss., «La vida de las mujeres en Grecia y Roma»). Actividades de refuerzo 1. 3. La guerra del Peloponeso fue un gran conflicto que enfrentó a Atenas y Esparta, y dividió Grecia (431-404 a. de C.). Esparta dominaba la Liga del Peloponeso, en la que habían entrado beocios, focenses y locrios opuntios. Cuando Atenas intentó incluir en la Liga de Delos a ciudades que estaban en la esfera de influencia espartana, Esparta decidió acabar con el imperialismo ateniense. Después de las guerras Médicas (490-479 a. de C.), Atenas se convirtió en la ciudad hegemónica de Grecia gracias a su poderosa flota, construida por iniciativa de Temístocles, jefe del partido popular. Arístides, jefe del partido aristocrático, organizó la Liga o Confederación marítima ático-délica, base del futuro imperialismo ateniense. Durante ese periodo hubo en Atenas una lucha entre demócratas y conservadores; este enfrentamiento terminó con el triunfo de la democracia radical de Pericles (462 a. de C.), quien eliminó los obstáculos que impedían que todo el poder residiera en la asamblea. Poco a 110 poco, Atenas fue convirtiendo la Liga ático-délica en un imperio propio, lo que la condujo a un enfrentamiento con Esparta en la guerra del Peloponeso (431-406). En esta contienda, se decidía quién iba a imponer su hegemonía sobre los demás Estados griegos; se enfrentaban, además, dos concepciones políticas completamente distintas. Al principio, la guerra fue en cierta medida favorable a Atenas, mientras siguió las directrices de Pericles, pero a su muerte en el 429 a. de C. los políticos que le sucedieron no estuvieron a la altura de las circunstancias, y debilitaron la posición de Atenas con sus luchas partidarias. Sobre todo, resultó un golpe decisivo el fracaso de la expedición a Sicilia, operación inspirada por Alcibiades. El partido popular se desprestigió considerablemente con este desastre. Fracasada la expedición ateniense a Sicilia (415-413 a. de C.), se produjo un golpe de Estado oligárquico (411 a. de C.), que excluyó la asamblea del gobierno de la ciudad. Ante la mala gestión política de la oligarquía, la flota, fondeada en Samos, se sublevó y eligió como general a Alcibiades, pese a su turbulento pasado. Bajo su mando los atenienses vencieron en Cízico (410 a. de C.), lo que favoreció la caída del gobierno oligárquico y la restauración de la democracia. Alcibiades (410-408 a. de C.) restableció la hegemonía ateniense en el Egeo y regresó triunfalmente a Atenas, donde se le absolvió de las acusaciones de traición e impiedad. Dos años más tarde los espartanos, bajo el mando de Lisandro, derrotaron la flota ateniense en Notión (406 a. de C.); como consecuencia, la asamblea acusó de negligencia a Alcibiades quien, odiado por todos, huyó a Tracia. Los atenienses reorganizaron la armada y obtuvieron un gran triunfo naval en las Arginusas (406 a. de C.), sobre el almirante espartano Calicrátidas, que carecía de la experiencia de Lisandro. Una gran 111 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 112 tempestad impidió a los generales atenienses ocuparse de los náufragos, por lo cual fueron acusados y condenados a su regreso a Atenas en medio de la histeria colectiva. Los espartanos, de nuevo, entregaron el mando de las operaciones navales a Lisandro, quien consiguió el apoyo de los persas. El último enfrentamiento de la guerra del Peloponeso se desarrolló en Egospótamos (405 a. de C.), donde Lisandro sorprendió a la flota ateniense mientras sus hombres se aprovisionaban en tierra firme, de forma que pudo apoderarse sin lucha de casi todas las naves enemigas (aproximadamente, ciento sesenta trirremes). Posteriormente, Lisandro obligó a todos los colonos atenienses a regresar a su patria, con lo que se agravaron los múltiples problemas de subsistencia que ya tenía Atenas: la falta de alimentos, el hacinamiento de la población, el peligro de epidemias... Los atenienses, desmoralizados, iniciaron conversaciones de paz con Lisandro, pero, ante las duras exigencias espartanas, desistieron en un principio; no obstante, obligados por la gravedad de la situación, enviaron a Terámenes a Esparta con plenos poderes para negociar la paz. Se llegó a las siguientes condiciones, que la asamblea ratificó: – Destrucción de las murallas y fortificaciones. – Entrega de las naves. – Abandono de su imperio. – Regreso de los desterrados. – Ingreso en la Liga del Peloponeso. A finales de abril del año 404 a. de C., Lisandro entraba triunfalmente en el Pireo y apoyó la instauración en Atenas de un régimen oligárquico, el de los Treinta Tiranos, que fracasó por su extrema crueldad. Después de una guerra civil, se res- 112 tauró la democracia (403 a. de C.), la cual permaneció prácticamente sin cambios sustanciales hasta la victoria de Macedonia sobre Atenas (338 a. de C.). Las principales fuentes sobre el conflicto son la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides y las Helénicas de Jenofonte. 3. Léxico Actividades 1. 1 a-2: monarquía d-5: jerarquía b-4: patriarca e-1: oligarquía c-3: anarquía 2. 1 a-3: aristocracia d-2: gerontocracia g-5: tecnocracia b-7: democracia e-4: burocracia c-6: autócrata f-1: teocracia a-3: política d-1: megalópolis b-4: cosmopolita 2 ácrata 3. 1 a-2: policía c-5: metrópolis 5. 1 1V, 2 F, 3 V, 4 V, 5 F. 6. a3, b5, c7, d6, e2, f8, g1, h4. 7. 1 conditio sine qua non; 2 lapsus linguae; 3 placet 4 peccata minuta; 5 vox populi; 6 mare magnum 7 honoris causa; 8 sui generis. 8. En esta actividad, los alumnos deben deducir y explicitar las diferencias morfológicas de género y número en los nombres, y de número, persona, tiempo y modo en el verbo. 113 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 114 9. En las lenguas románicas, la declinación de los pronombres personales constituye el único resto de la declinación latina. Se debe reflexionar sobre las diferencias que éstos presentan y deducir a qué obedecen; permitirá introducir los conceptos de declinación y caso. 10. 1 Livia filiam amat; 2 Livia cum filia venit; 3 Domus filiae pulchra est; 4 Livia filiae vivit. La Pitia le predijo que de su hija nacería un varón, pero que este nieto lo mataría. Acrisio, para impedir el nacimiento de este niño, encerró a su hija en una cámara subterránea de bronce. Zeus, que había visto a Dánae y se había enamorado de ella, penetró en la cámara en forma de lluvia de oro y la fecundó. Dánae dio a luz a su hijo y durante unos meses, con la complicidad de su nodriza, pudo ocultarlo de su padre. unidad 3 Sin embargo, el niño, un día mientras jugaba, dio un grito y Acrisio lo oyó. 1. Perseo Ignorando las explicaciones de su hija sobre el origen divino del niño, encerró a ambos en un cofre y los arrojó al mar. Aproximación inicial Durante días, la madre y el hijo fueron a la deriva, a merced de las olas, hasta que llegaron a una playa de la isla de Sérifos. En relación con estas aventuras de Zeus, los alumnos deben recordar los amores de éste con Alcmena. Respecto a las Medusas marinas, se puede pedir al alumnado que las describa y que opine sobre el motivo por el cual se les dio este nombre. Allí los encontró dentro del cofre, todavía con vida, un pescador llamado Dictis, hermano de Polidectes, el rey de la isla. Dictis recogió a los náufragos, y los llevó a su casa. Cuidó de Dánae y educó al niño, quien se convirtió en un espléndido joven. Información Actividades Esquema del nacimiento y la infancia de Perseo Dánae es hija de Acrisio, rey de Argos. Acrisio, como no tenía ningún hijo varón, se fue a Delfos para consultar la forma de conseguirlo. 114 1. 1. En estas ilustraciones, como en las demás, los alumnos deben describir el personaje o personajes representados, añadiendo, si lo saben, su nombre y las características que les han permitido deducirlo; asimismo deben relatar la acción desarrollada. En estos dos casos, se trata del mismo motivo mítico: 115 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 116 Dánae y la lluvia de oro. En el cuadro de Tiziano aparece una sirvienta que intenta recoger la lluvia de monedas y en el de Correggio, Dánae está acompañada por unos «amorcillos» (trasunto del personaje de Eros o Cupido) que erotizan la escena. 2. Las Gorgonas eran tres monstruos femeninos, hijas de Forcis y Ceto. Dos de ellas poseían la condición de inmortalidad, pero la tercera, llamada Medusa, no. Continuación de la historia de Perseo Perseo no tiene más remedio que obedecer a Polidectes e ir en busca de la Gorgona Medusa. Su primer problema es no conocer el lugar donde viven las Gorgonas. Siguiendo los consejos de Hermes y Atenea, visita a las Fórcides o Grayas, una especie de ogros con afición a la carne humana y que ya habían nacido viejas. Su misión era cerrar el camino que conducía a las Gorgonas, aparte de ser las únicas que sabían dónde vivían las ninfas de Occidente, al mismo tiempo que poseían los medios necesarios para que un mortal pudiera enfrentarse a las Gorgonas. 2. b2) Para los griegos, Finisterre y el estrecho de Gibraltar suponían el final de su mundo conocido. De ahí que creyeran que, más allá, había lugares terribles, donde apenas brillaba la luz del Sol, habitados por todo tipo de monstruos. Algo similar ocurría a los europeos con el océano Atlántico, hasta los descubrimientos de Colón. b5) Debe comentarse que Perseo, al conseguir su propósito y eludir el peligro que las Grayas suponían, hace patente su 116 condición de héroe (conviene recordar que se reconoce a un héroe por sus hazañas). Hasta ese episodio, no se le había presentado la ocasión de demostrarla, ya que su infancia transcurrió como la de cualquier otro niño de Sérifos. El episodio de las Grayas supone, pues, su rito de iniciación. b6) La ilustración representa el momento en que Perseo arrebata a las Grayas su único ojo. c2) Las alas son un símbolo de los mensajeros de los dioses. Por esta razón, los ángeles también tienen este atributo. d6) El nombre de medusa proviene del personaje mitológico, dada la semejanza que los zoólogos observaron entre los tentáculos de estos celentéreos y los cabellos serpentinos de Medusa. e2) La violación de Posidón a Medusa es especialmente ofensiva para Atenea, no tanto por el hecho en sí, sino por consumarla en el templo de una diosa con una vocación tan firme por la virginidad. Atenea no podía actuar contra un dios tan poderoso como Posidón, pero, por otra parte, una ofensa a una divinidad no podía quedar impune y alguien debía pagar por ella, aunque fuera inocente. Por este motivo, existe una versión en la cual se relata que Medusa se jactaba de que su cabello era más hermoso que el de Atenea, de forma que ésta la castigó por su osadía. f5) Probablemente, los alumnos que cursaron Cultura clásica 1 recuerden que, lo mismo que Andrómeda, Ifigenia pagó la ofensa que su padre Agamenón había hecho a la diosa Ártemis, por lo que fue sacrificada en el puerto de Áulide, para que, a cambio, la diosa permitiera partir a la flota griega hacia la conquista de Troya. 117 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 118 f6) Las Nereidas eran divinidades marinas, hijas de Nereo y Dóride, hija, a su vez, de Océano (el sufijo -ida equivale a «hijo/a de»). Entre ellas destacan Tetis, madre de Aquiles; Galatea, el amor del cíclope Polifemo; y Anfítrite, esposa de Posidón. Todas eran muy bellas y vivían en el fondo del mar, aunque también les gustaba jugar en las olas, entre caballos de mar, delfines y tritones. f7) En el cuadro de G. Cesari se incluye un elemento que no aparece en el mito griego: Perseo va montado en el caballo alado Pegaso, indicio de que el pintor confundió este personaje con Belerofonte, el jinete de este animal. La confusión se explica porque ambos héroes lucharon contra un ser monstruoso y, además, Pegaso está presente en el mito de Perseo, ya que éste permitió el nacimiento de aquél al decapitar a su madre. g3) La figura de san Jorge recoge elementos tanto del mito de Perseo, la lucha con el dragón por salvar a una doncella, como del de Belerofonte y su enfrentamiento con la Quimera, donde contó, gracias a Atenea, con la ayuda del caballo Pegaso. g4) En este cuadro, G. Vasari representa el momento en que Perseo se dispone a liberar a Andrómeda, tras matar a Medusa y depositar su cabeza sobre unas algas que, con su contacto, se han petrificado, dando origen al coral. Vasari, con toda certeza, se inspiró en el siguiente pasaje de las Metamorfosis de Ovidio: «Para no magullar contra la arena dura la cabeza portadora de serpientes, mulle con hojas la tierra, extiende plantas nacidas bajo las aguas, y coloca encima la cabeza de la Forcínide Medusa». Los tallos recién cortados y vivos aún en su porosa médula absorbieron el poder del monstruo, se 118 endurecieron a su contacto y adquirieron en sus ramas y hojas una extraña rigidez. Entonces las Ninfas marinas ensayan aquel prodigio en otros tallos, se regocijan de que ocurra lo mismo, y arrojan una y otra vez a las olas las semillas que sacan de aquéllos. Aún ahora han conservado los corales la misma propiedad de cobrar dureza al contacto del aire, de manera que lo que era flexible vástago dentro del mar se convierte en piedra encima de los mares. h4) Este relieve corresponde a una de las metopas del templo de Selinunte, donde se representa, en un estilo muy arcaico, a Perseo decapitando a Medusa, sin mirarla, mientras Atenea permanece al lado del héroe. i4) Perseo es bisabuelo de Heracles, ya que fue padre de Alceo (progenitor de Anfitrión, el marido de Alcmena) y Electrión (padre de Alcmena, madre de Heracles). Actividades de refuerzo 1. a) «Las sirenas son genios marinos, mitad mujer, mitad ave. Son hijas de la musa Melpómene y del dios-río Aqueloo. Libanio cuenta que habían nacido de la sangre de Aqueloo cuando Heracles lo hirió. Las sirenas se mencionan por primera vez en la Odisea, donde figuran dos. Otras tradiciones posteriores citan cuatro: Teles, Redne, Molpe y Telxíope; o tres: Pisínoe, Agláope, Telxiepia. Son músicas notables y, según Apolodoro, una tocaba la lira, otra cantaba y la tercera tocaba la flauta. Según la versión más antigua, las sirenas habitaban una isla del Mediterráneo y con su música atraían a los navegantes que pasaban por allí. Entonces, los barcos se acercaban peligrosamente a la costa rocosa de la isla y zozo- 119 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 120 braban al chocar con los escollos; después, los cadáveres de sus tripulantes se corrompían bajo el sol. Se cuenta que los argonautas pasaron cerca de las Sirenas, pero Orfeo cantó tan melodiosamente mientras la nave Argos estuvo al alcance de su música, que los héroes no sintieron la tentación de acercarse, excepto Butes, quien se arrojó al mar para ir a su encuentro, aunque Afrodita lo salvó. Al pasar por los mismos parajes, Ulises, prudente y curioso a la vez, mandó a sus marinos que se tapasen los oídos con cera, y él se hizo amarrar al mástil, con orden de que nadie lo desatase por insistentes que fuesen sus ruegos. Al obrar de este modo, seguía los consejos de Circe, quien le había revelado el peligro al que se exponía. Cuando comenzó a oír la voz de las Sirenas, Ulises sintió un invencible deseo de ir hacia ellas, pero sus compañeros se lo impidieron. Se dice que las Sirenas, despechadas por su fracaso, se precipitaron al mar y perecieron ahogadas. Desde la Antigüedad, los mitógrafos han especulado sobre el origen y la doble forma de las Sirenas. Ovidio dice que no siempre habían poseído alas de ave, sino que antes eran muchachas de aspecto normal, compañeras de Perséfone. Pero cuando ésta fue raptada por Plutón, pidieron a los dioses que les diesen alas para poder ir en busca de su compañera, tanto por mar como por tierra. En cambio, otros autores aseguraban que esta transformación era un castigo infligido por Deméter, porque no se habían opuesto al rapto de su hija. Algunas versiones afirman que Afrodita les había arrebatado su belleza porque despreciaban los placeres del amor. Finalmente, se contaba también que, después de su metamorfosis, pretendieron rivalizar con las musas, las cuales, irritadas, las habían desplumado y se habían coronado con sus despojos. 120 »Tradicionalmente, la isla de las Sirenas se sitúa frente a la costa de la Italia meridional, sin duda delante de la isla de Sorrento» (P. GRIMAL). b) Polifemo es el cíclope más famoso. Los cíclopes son seres monstruosos y gigantescos, que poseen sólo un enorme ojo, colocado en la frente, y a quienes les gusta la carne humana. Polifemo es hijo de Posidón y de la ninfa Toosa, hija, a su vez, de Forcis. La Odisea lo presenta como un horrible gigante, el más salvaje de todos los cíclopes. Es pastor, vive de sus ovejas y habita en una caverna. Aunque conoce la utilidad del fuego, devora la carne cruda. Conoce el vino, pero lo bebe raramente y no se preocupa de los efectos de la embriaguez. No es del todo insociable, ya que los demás cíclopes acuden en su ayuda, aunque es incapaz de hacerles comprender su problema. Ulises llegó a la isla donde vivía Polifemo, quien lo capturó, junto con doce de sus compañeros, y los encerró en su caverna. Cuando el cíclope le preguntó por su nombre, Ulises con gran astucia le dijo que se llamaba «Nadie». Entonces empezó a devorar a algunos hombres, y prometió a Ulises que se lo comería en último lugar, como agradecimiento por haberle dado un vino delicioso. Durante la noche, mientras el cíclope estaba profundamente dormido bajo los efectos del vino, Ulises y sus compañeros afilaron una enorme estaca y, después de endurecerla al fuego, la clavaron en el único ojo del gigante. Por la mañana, al salir el rebaño a pacer, los griegos, agarrados al vientre de los carneros, franquearon el umbral de la caverna, donde Polifemo, ciego, comprobaba con las manos que sólo salieran los animales. Ya en libertad, y cuando la nave se hubo hecho a la mar, Ulises, a gritos, se dio a conocer a Polifemo, burlándose de él. Se daba el caso de que, en otro tiempo, un oráculo había vaticinado al cíclope 121 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 122 que sería cegado por el héroe. El monstruo, furioso por el engaño, arrojó contra el barco enormes peñascos, pero sin alcanzarlo. De aquí proviene la cólera contra Ulises de Posidón, padre de Polifemo. Con posterioridad a los poemas homéricos, este cíclope se convierte, de un modo harto singular, en el protagonista de una aventura amorosa con la nereida Galatea. Teócrito, en su Idilio, nos ha conservado el más célebre cuadro del cíclope galante, enamorado de una doncella coqueta que lo encuentra demasiado vulgar. Por otro lado, Ovidio trata el mismo tema. Textos sobre el significado del personaje de Medusa 2. 1. 1. «Verla [a Medusa], aunque sólo sea un instante, es dejar para siempre la claridad del sol, perder la vida con la vista: ser transformado en piedra, bloque ciego, opaco a los rayos luminosos. [...] Si la visión de este monstruo es insostenible, es porque mezcla en su faz lo humano, lo bestial y lo mineral; es la figura del caos, del retorno a lo informe, a lo indistinto, a la confusión de la Noche primordial: el rostro mismo de la muerte, de esta muerte que no tiene rostro» (J. P. VERNANT). 2. 1. 2. «¿Qué hay en Medusa que justifique este espanto supremo? ¿Una fealdad horripilante o una belleza devastadora? ¿Este tipo de belleza fatal y helada que seduce hasta el punto de paralizar y cortar cualquier retirada, pero también cualquier avance, que genera un deseo que ni ella misma ni ninguna otra cosa del mundo puede saciar? [...] »¿Cómo impresiona a Medusa su propio poder? Lo ignoramos, pero somos capaces de intuirlo. El pathos meduseo nos conmueve, incluso en mayor grado que el de la Esfinge tebana, porque ésta, al menos, gozaba de los jóvenes y conversaba con 122 ellos, mientras que Medusa carece de interlocutor, está condenada al silencio de los fondos marinos. Ella nada dice a Perseo ni a ningún otro; no puede hablar, no puede opinar. En su soledad, únicamente grita. ¿Cómo fueron sus amores con Posidón? Se nos escapan los pormenores, pero no la brutalidad general del idilio: debió poseerla sin mirarla, como las fieras. Amada y decapitada sin intercambio de miradas, Medusa es el monstruo más solitario que conocemos, o, al menos, el de más patético exilio» (P. PEDRAZA). 2. 1. 3. «Si la Esfinge y las Sirenas representan la seducción de la voz femenina, la fascinación de la mirada la encarna la Gorgona Medusa, uno de los personajes más terroríficos, si no el que más, de la mitología griega, cuyo rostro petrificaba a toda persona que depositaba en él su mirada. En este sentido se ha dicho que Medusa encarna la muerte en lo que ésta podía tener de más inhumano y terrorífico para un griego, ya que la petrificación supone no sólo la privación de la vida, sino el retorno a lo informe y la vuelta, en definitiva, a la confusión del caos primigenio. Pero, junto a su imagen de horrible Gorgona, hay una variante en la leyenda sobre Medusa que nos habla de una joven de extraordinaria belleza, belleza que despierta los celos de la diosa Atenea y por ello la convierte en un ser aterrador. Medusa fue condenada de esta manera a una existencia solitaria y alejada de cualquier manifestación de vida, un monstruo que no busca a sus víctimas, sino que es buscada por ellas, y cuya vida terminó el día en que Perseo, con la ayuda de Atenea, cortó su cabeza para, en la versión tradicional, llevársela como trofeo pero, según otras versiones, para no separarse jamás de esta resplandeciente faz. Esta doble tradición es la que ha hecho preguntarse si es la fealdad o la belleza la causa del terror que suscita Medusa, o 123 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 124 es, precisamente, la mezcla inseparable de las dos la que desvitaliza a sus víctimas paralizándolas en la fascinación por una belleza fatal, ante la que no pueden retroceder, pero hacia la que tampoco pueden avanzar, ya que “genera un deseo que ni ella misma puede saciar”. Medusa se ha convertido así en el símbolo de los peligros que encierra la belleza femenina, ya que, bajo el brillo y la seducción que ejerce el rostro de una mujer, puede estar agazapada la más terrorífica de las muertes, en ese juego de interferencias entre Thánatos (Muerte) y Eros (Amor) tan querido de los griegos» (M. MADRID). 2. Infancia y educación Aproximación inicial e Información «En la historia del mundo occidental, Alejandro Magno (356-323 a. de C.) es sinónimo de héroe, de conquistador y, a veces, de destructor. Ya antes del nacimiento de Alejandro se dan signos de que del matrimonio de Filipo y Olimpia, reyes de Macedonia, nacerá un niño excepcional. Olimpia sueña que un rayo se clava en su seno, y Filipo, en una visión onírica, cierra la matriz de su esposa con un sello en forma de león: señal de que nacerá de ese seno un niño con el orgullo de un león. »El oráculo de Apolo en Delfos dio, en relación con Zeus/Amón, la noticia de que una serpiente habría dormido al lado de Olimpia; con ello se establece la idea, de la cual también participará más tarde Alejandro, de que el padre no era Filipo sino Zeus. Desde sus años jóvenes el hijo del rey muestra una gran ambición, tanta incluso que le preocupa que su padre, rico en éxitos, no le 124 deje suficiente mundo para conquistar. Irritado por su padre, quien considera indomable al caballo Bucéfalo («cabeza de buey»), Alejandro doma a este gigantesco y excepcional animal, con cuernos en su cabeza, y que después llevará por todos los países. »De la educación de Alejandro se encargan con esmero los artistas Apeles y Lisipo, y Aristóteles, el cual educa al joven en la comprensión de la filosofía y de las letras. El libro favorito de Alejandro es la Ilíada de Homero, que lleva con él en todos sus viajes dentro de una cajita, guardándola bajo su almohada. Pronto surgen las dificultades entre Filipo y su hijo, y Olimpia participa en ellas instigando a Alejandro en contra de su marido. Alejandro estalla cuando Filipo quiere repudiar a su mujer en favor de una tal Cleopatra. La riña entre padre e hijo en un banquete no desemboca en una lucha a muerte sólo porque ambos combatientes están bebidos. Sin embargo, los conflictos continúan aumentando tanto que, cuando Filipo es asesinado por un cortesano agraviado, se sospecha que Alejandro y Olimpia están implicados en ello. »Tras la muerte de Filipo, el reino macedonio es asediado por peligros tanto internos como externos. Alejandro acaba rápidamente con sus adversarios y marcha entonces contra Tebas, la cual arrasa, salvo la casa del poeta Píndaro, aunque más tarde se mostrará arrepentido de esta destrucción. »A partir de este momento, sus conquistas se sucedieron sin tregua, y en ellas se entremezclaron episodios de brutalidad con ejemplos de clemencia. Las expediciones de Alejandro pueden analizarse según dos ejes principales: la conquista de Asia, a la sazón bajo el dominio de Darío III, de 334 a 327 a. de C.; a continuación la de la India, de 327 a 325 a. de C. Aún le quedaban dos años de vida, durante los cuales reside en las ciudades de Persia; mientras preparaba una nueva expedición a Arabia le sorprendió la muerte. 125 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 126 »Los acontecimientos más sobresalientes de esta grandiosa epopeya fueron tanto las batallas como los actos simbólicos que llevó a cabo, en especial su intento de identificarse con Aquiles, el héroe por excelencia de la guerra de Troya. La primera victoria de Alejandro sobre el ejército persa fue en Gránico, en la primavera del año 334 a. de C. Le siguió la conquista de las ciudades griegas situadas en las costas meridionales de Asia Menor, de Licia, Panfilia y Frigia. Fue entonces cuando acaeció el incidente del nudo gordiano, en la ciudad Frigia de Gordio. La primera batalla en toda regla entre el ejército macedonio y los persas tuvo lugar en Iso, Cilicia, el año 333. príncipes locales se le someten espontáneamente y Alejandro les concede audiencia en Taxila, pero otros rehúsan reconocer su autoridad, como el rey indio Poro. Tras una batalla regular especialmente sangrienta –Poro combate con trescientos carros y doscientos elefantes–, Alejandro se impone, aunque debe reconocer el valor de su adversario. A la pregunta de cómo desea ser tratado, Poro responde: “Trátame como a un rey”. En el otoño del año 326 a. de C., hallándose a las orillas del río Hífasis (actual Bias), agotados tras ocho años de campañas, los soldados de Alejandro se niegan por primera vez a obedecer las órdenes del conquistador: emprenden el camino de regreso. »Tras su derrota, Darío se refugia en Babilonia para recomponer su ejército. Alejandro continúa la conquista de las ciudades costeras: en el año 332 a. de C., Tiro, asedio que dura seis meses. Tras esta difícil conquista marcha victorioso sobre Egipto, lo ocupa y funda Alejandría. Dirigiéndose entonces hacia el este, logra sobre Darío una segunda victoria, en una batalla en las proximidades de Gaugamela (llamada también batalla de Arbela, nombre de una villa próxima), y se adueña de las residencias de Darío: Babilonia, Susa, Persépolis, Pasagarda. Alejandro persigue a Darío, que se ha refugiado en Media, donde lo asesinan unos conjurados persas a cuyo frente se ha puesto el sátrapa Beso. Alejandro se erige entonces en vengador y heredero político de Darío; se ocupa de sus funerales y persigue a Beso, a quien manda juzgar y ejecutar en 329 a. de C. Adopta el ceremonial de la corte de Darío y se casa con Roxana, hija del noble bactrio Oxiartes, en 327 a. de C. Algunos macedonios sienten recelos de verse tratados en el mismo plano de igualdad que los persas, pero Alejandro los reprime enérgicamente. »Durante el invierno de este mismo año, descienden por el Indo con una considerable flota construida en ese mismo lugar (en torno a mil barcos), y someten o masacran a los pueblos que encuentran a su paso. En el año 325 a. de C., Alejandro se instala en Patala, en el delta del Indo, y decide que el regreso del ejército a Persia se efectúe en varias columnas: una expedición, por las regiones del interior; otra, en paralelo a las costas del golfo Pérsico; una tercera, por mar, bordeándolo. Tras este difícil regreso, aguarda a Alejandro, una vez llegado a las capitales persas, la tarea de reprimir las revueltas e incipientes complots. En el año 324 a. de C., adoptando la costumbre persa de la poligamia, se casa con dos princesas aqueménidas en una suntuosa fiesta nupcial, donde también contraen matrimonio numerosos compañeros de armas, emparentándose con jóvenes muchachas de la nobleza persa o meda. »En la primavera de 327 a. de C, el ejército emprende la conquista de la India; cruza el río Indo un año más tarde. Algunos 126 »Algunos soldados macedonios reprueban esta política de fusión cultural y se sienten amenazados; Alejandro los tranquiliza, y empieza con los preparativos de la expedición que proyecta emprender hacia Arabia. Llegado a Babilonia, es víctima de una 127 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 128 fiebre maligna, a resultas de la cual muere el 13 de junio del año 323 a. de C. Su sucesión se prevé complicada: interrogado en su lecho de muerte, parece que dijo que dejaba su reino “al mejor”. Los conflictos entre sus sucesores fueron muy violentos, ya que Alejandro no había dejado ningún heredero directo, sin contar a su hermanastro, retrasado mental, y al hijo póstumo que esperaba Roxana. Fue Tolomeo quien logró hacerse con el cadáver de Alejandro y lo trasladó a Alejandría para darle allí sepultura». (E. M. MOORMANN & W. UITTERHOEVE). en un monte o bosque, los padres no quedaban manchados por su muerte, ya que salvar al niño o la niña siempre estaba en manos de los dioses. El motivo de la exposición de hijos no deseados es frecuente en los mitos; tal vez el caso de Edipo es el más significativo. f2) Hasta hace poco, en Gran Bretaña, los castigos corporales formaban parte de la educación de los niños y niñas, sobre todo en los exclusivos colegios privados para las elites. Todavía en nuestros días, es un tema polémico y existen personas que continúan estando a favor de ellos. Actividades 2. a1) Las mujeres en Esparta gozaban de una mayor libertad y de una consideración social superior a las de otras ciudades griegas. Esta situación era una consecuencia más del hecho de que, en esta ciudad, todo estaba destinado a conseguir que sus ciudadanos fueran guerreros invencibles. De ahí que se prescribiera que las niñas practicaran deporte y se ejercitaran fisícamente, bajo la creencia de que así se favorecería el que dieran a luz hijos sanos y fuertes. Por ese motivo, esta ciudad era la única donde se equiparaba la muerte de un guerrero en la batalla con la de una mujer en el parto; ambos recibían los mismos honores por su fallecimiento glorioso. a3) La ilustración reproduce un mosaico de una villa romana. Al respecto, conviene dejar claro que las mujeres romanas gozaban de mucha más libertad que las griegas, sobre todo una vez casadas. b2) La costumbre de «exponer» a un recién nacido estaba muy extendida por toda Grecia, pero sin llegar a los extremos de lo que ocurría en Esparta. Se pensaba que, al abandonarlo 128 Actividades de refuerzo 1. Con un ejército compuesto por unos cuarenta mil hombres y el firme propósito de liberar las ciudades griegas sometidas por los persas, Alejandro atravesó el Helesponto en la primavera de 334 a. de C., iniciando su marcha contra el imperio persa y dejando su reino en manos de Antípatro. Precisamente, la composición de su ejército, unida a su indiscutible talento como estratega y a la hábil elección de hombres capacitados y de confianza como generales, constituyó la clave de sus victorias. Ya en la configuración de su primer ejército se reunía un conjunto equilibrado de efectivos con armas diferentes. Este conjunto lo formaban la infantería pesada, integrada por contingentes griegos enviados por la Liga de Corinto y por mercenarios; la falange macedonia de armamento pesado, con la característica sárissa (una lanza de unos cinco metros de longitud); la infantería ligera, compuesta por macedonios, tracios y peonios dotados de jabalina; el cuerpo de arqueros cretenses; y, ocupando una posición relevante, la caballería pesada macedonia, principal 129 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 130 cuerpo de choque de su ejército, apoyados por la ligera, de tesalios y tracios. Cuando arribó a tierras asiáticas, Alejandro inauguró la serie de acciones rebosantes de carga simbólica e ideológica, con su visita a la tumba del mítico Aquiles en Troya. Casi de inmediato, se enfrentó a las tropas persas, superiores en número, junto al río Gránico, obteniendo una rotunda victoria y enviando a Atenas trescientas armaduras de los vencidos como ofrenda a la diosa Atenea. Esta primera victoria no sólo asestaba un golpe de gracia al imperio persa, sino que validaba el poder y las fuerzas de Alejandro; asimismo consolidaba su posición frente a los griegos. Nada podía detener ya su avance hacia las ciudades griegas de la costa de Asia Menor, que se concretó en la toma de Sardes y Éfeso, y en una fácil neutralización de la resistencia por parte de Mileto y Halicarnaso, animada por el rodio Memnón, aliado de los persas. Ante estas ciudades se presentó como libertador, instaurando sistemas pretendidamente democráticos, si bien bajo su control. En su marcha hacia el interior, por Licia y Panfilia, llegó a Gordion en Frigia, donde se hallaba el célebre nudo que, según la leyenda, otorgaría el dominio de Asia a quien fuera capaz de deshacerlo. Alejandro lo resolvió cortándolo con un golpe de espada, incorporando otro acto repleto de simbolismo a sus acciones de confirmación, alarde de poder y legitimación de sus ambiciones. A través de Capadocia dirigió su ejército hacia Siria, alcanzando la ciudad de Tarso en la región de Cilicia, donde se vio retenido por una grave enfermedad. Pero, apenas se hubo restablecido, continuó con la conquista de las ciudades próximas, como Solos y Malos. Encaminándose hacia el norte de Siria, en el otoño del año 333 a. de C., llegó a enfrentarse con el propio rey aqueméni130 da, Darío III, en Issos. En esta batalla infligió una nueva derrota a las tropas persas, obligando al Gran Rey a retirarse más allá del río Éufrates y quedando a su merced el campamento donde se encontraba la familia real, la esposa, los hijos y la madre de Darío. Comenzó así una nueva etapa en la que consolidó su control en Asia Menor, en cuyas costas sucumbieron los últimos focos de resistencia persa, mientras la flota macedonia liberaba las islas del Egeo; también abrió nuevas posibilidades de conquista en la región siriopalestina, cerrando las salidas al mar del imperio persa, al tiempo que lograba acallar las voces de determinados sectores griegos que aún se alzaban en su contra. Las ciudades fenicias de la costa, desde Arados a Sidón, se entregaron sin presentar oposición alguna ante el irrefrenable avance del macedonio. Simultáneamente, Alejandro rehusaba las ventajosas propuestas de Darío III, que le ofrecía los territorios asiáticos del otro lado del Éufrates, así como una de sus hijas en matrimonio y diez mil talentos, a cambio de la paz y de la liberación de su familia (cuyos integrantes sí restituyó al rey persa). Empeñado en su campaña de conquista, llegó ante las puertas de la ciudad de Tiro, cuya larga resistencia se reveló inútil, castigándose a su población de forma ejemplar, al igual que la de Gaza, pues en el invierno del año 332 a. de C. había culminado ya la conquista de Palestina y se dirigía hacia Egipto. Ante la población egipcia, bajo el yugo persa, Alejandro se convirtió en el auténtico artífice de su liberación; por ello, al alcanzar el delta del Nilo, no encontró demasiadas dificultades para vencer al sátrapa persa, aislado y sin el apoyo del pueblo egipcio. A su llegada a Menfis, se le aclamó como liberta- 131 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 132 dor, invistiéndole con el poder y la corona del faraón. Precisamente, una de sus primeras medidas fue la fundación de una ciudad en el delta del Nilo, a la que dio su propio nombre, Alejandría. Después, se dirigió a través del desierto hasta el santuario del oráculo de Amón, en el oasis de Siwa, donde los sacerdotes lo proclamaron «hijo de Amón», dios que los griegos ya identificaron con Zeus, de manera que consolidaba su propia ascendencia divina, como descendiente de la dinastía argéada, la cual se remontaba a Heracles y, por ende, al propio Zeus. Alejandro no se demoró mucho tiempo en Egipto, sino que retrocedió sobre sus pasos para llegar a las costas fenicias, desde donde partió hacia Mesopotamia en el verano del año 331 a. de C. Habiendo dejado atrás el río Éufrates y después de atravesar el Tigris, se encontró en Gaugamela con el ejército de Darío, quien había renovado sin éxito su propuesta de paz. La victoria en esta batalla resultó decisiva, pues la retirada desordenada de los persas y la huida del rey dejaron indefensos muchos de los centros vitales del imperio persa. Babilonia fue fácilmente sometida, apoderándose así del magnífico tesoro real, y en Persia sucumbieron una tras otra las ciudades de Susa, Persépolis, donde incendió el palacio real, y Pasargada. Los continuos éxitos de Alejandro se vieron transitoriamente ensombrecidos por la sublevación de Esparta, secundada por otras ciudades antimacedonias y finalmente reprimida por Antípatro. En la primavera del año 330 a. de C., Alejandro de nuevo emprendió la marcha en pos del Gran Rey hacia Media. Al llegar a Ecbatana, Darío se había escabullido otra vez, refugiándose en Bactriana. Antes de continuar la persecución, Alejandro decidió reorganizar sus tropas, relevando a 132 los efectivos griegos recompensados con magnanimidad, al tiempo que encomendaba al macedonio Harpalo la custodia de las ingentes riquezas obtenidas en los botines. En su enconado acoso al rey persa se adentró en la región del nordeste, atravesando las Puertas Caspias. Entretanto, Darío había sido derrocado por Beso, el sátrapa de Bactriana, quien ante el avance de Alejandro ordenó dar muerte al gran rey, proclamándose soberano él mismo con el nombre de Artajerjes. Teniendo en cuenta la inesperada forma en que se habían precipitado los acontecimientos y se había transformado la situación, en ese verano del año 330 a. de C., no resulta extraño que Alejandro se hiciera cargo de los restos de su difunto enemigo, ordenando su sepultura y unos sepelios reales. Con este aparente gesto de benevolencia, en realidad estaba subrayando su condición de legítimo sucesor de Darío III y, como tal, debía acabar con el usurpador del trono y conquistar los territorios orientales del imperio persa. En la región suroriental del mar Caspio y en el área irania, fueron sometidos diversos pueblos, así como los territorios de Partia. Alejandro marchó entonces hacia Oriente, conquistando sucesivamente Aria, Drangia, Aracosia, donde se detuvo en la primavera del año 329 a. de C. antes de atravesar el Paropániso, y la cordillera del Hindu-Kush. Sin que las imponentes alturas supusieran un obstáculo, llegó a Batriana, el refugio del usurpador que, sin embargo, se había dado a la fuga. Siguiéndolo con tenaz empeño por el territorio de Sogdiana, Beso fue finalmente capturado y ejecutado. Alejandro tomó la capital de Sogdiana, Macaranda (Samarcanda), alcanzando así el límite del imperio persa. Sin embargo, la búsqueda de una frontera natural explica su posterior campaña 133 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 134 en la India, en la región del río Indo, conocida como la de los «cinco ríos» (Punjab). En la primavera del año 326 a. de C., llegó a las riberas del Indo, granjeándose pronto el apoyo del rey Taxiles y de otros príncipes de la zona del río Hidaspes. Finalmente, alcanzó el río Hifasis, el más oriental de todos, obteniendo de esta forma la sumisión de la región. Disuadido, ante la negativa del ejército de seguir avanzando hacia el este y tras convertir este curso fluvial en el límite oriental del imperio, emprendió el regreso. En la región del Hidaspes, donde se detuvo el ejército en el invierno de 325 a. de C. para construir una flota, se produjo el enfrentamiento con los malios, en el que Alejandro resultó gravemente herido por una flecha. En el verano del mismo año emprendió el retorno, dividiendo el ejército con el fin de seguir un doble itinerario, uno por tierra, a lo largo de la costa y bajo el mando de Alejandro, y otro por mar, con la flota construida para la expedición a través del océano Índico y del Golfo Pérsico, dirigido por Nearco. En el itinerario seguido por Alejandro, destaca su enconado empeño de atravesar el desierto de Gedrosia (Beluchistán), emulando al propio Ciro, pero con un elevado coste en vidas entre las filas de su ejército. En la primavera del año 324 a. de C. llegaba a Susa, dirigiéndose durante el verano a la ciudad de Opis y en el invierno del mismo año, por fin, a Babilonia, convertida en capital de su efímero imperio. Desde allí se afanaba en sus planes para preparar una amplia expedición de conquista a Arabia, que se truncó con su prematura muerte, el 13 de junio del año 323 a. de C., provocada por la fiebre, acaso originada por anteriores y crónicas afecciones nunca curadas. 134 3. Léxico Actividades 1. a + 2 = gramática c + 8 = semántica e + 6 = etimología g + 3 = morfología b + 4 = literatura d + 7 = filología f + 1 = sintaxis h + 5 = fonética 2. a + 3 = monólogo c + 2 = epílogo b + 4 = prólogo d + 1 = diálogo 3. 1 a + 4 = ortografía c + 1 = criptografía e + 2 = tipografía b + 5 = caligrafía d + 3 = taquigrafía 2 4. 1 2 Biografía: escrito que explica la historia de la vida de una persona. Autobiografía: vida de una persona escrita por ella misma. Monografía: descripción y tratado de determinada parte de una ciencia o de un asunto en particular. a + 5 = anónimo c + 6 = homónimo e + 1 = parónimo g + 8 = patronímico b + 7 = antónimo d + 2 = sinónimo f + 4 = pseudónimo h + 3 = topónimo Onomástica: ciencia que trata de la catalogación y estudio de los nombres propios. 5. a + 2 = metonimia b + 3 = metátesis c + 1 = metáfora 6. a + 8; b + 5; c + 7; d + 1; e + 2; f + 3; g + 6; h + 4. 7. 1 alter ego, in aeternum, carpe diem, curriculum vitae, junior, etc., cum laude, numerus clausus, stricto sensu, 10 ex cathedra, 11 cum laude. 135 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 136 unidad 4 Información Esquema de la historia de Jasón Jasón es hijo de Esón, a quien le correspondía el trono de Yolco (Tesalia), pero éste le fue arrebatado por su hermanastro Pelias. 1. Jasón y Medea Jasón fue educado por el centauro Quirón en el monte Pelión. Aproximación inicial Cuando alcanzó la edad adulta, se dirigió a Yolco para tratar de recuperar el trono de su padre. Posiblemente, salvo en el caso de Medea, las Sirenas y las Amazonas, la mayoría de los alumnos no sepa contestar estas cuestiones introductorias. Si alguno conoce la respuesta, conviene resaltarlo y pedirle que informe al resto de la clase, y que el profesor se limite a corregir datos erróneos, de forma que se deje la explicación para los textos de la unidad. Si nadie puede responder, la mejor opción es dejar la solución en suspenso. En cuanto a la ilustración, por el pie de foto saben que se refiere a los argonautas, aunque no aparece ningún elemento que les indique la razón de este nombre. Como en el resto de las ilustraciones, se les debe pedir que la describan. Cualquier alumno puede ya comentar que pertenece a una vasija griega, de figuras rojas, en la que se representan unos guerreros, lo cual se deduce porque llevan armas (lanzas, espadas), así como cascos y escudos; aparecen dos personajes que probablemente reconocerán: en el centro Heracles (por la clava y el arco), y a la izquierda Atenea (por la vestidura larga); las demás figuras están desnudas (héroes) o llevan la túnica corta de los guerreros. También pueden explicar que la presencia de la diosa indica la realización de una hazaña peligrosa en la que ésta actúa de protectora. En el camino, perdió una sandalia (tal vez, al cruzar algún río). Cuando llegó a Yolco, descalzo de un pie, su presencia conmocionó enormemente a Pelias, a causa de un oráculo que éste había recibido. Actividades 1. Estas cuestiones se responden a partir de la narración del profesor o profesora. 2. 1 Como se sabe, los griegos pensaban en Delfos como el centro de la tierra y, por eso, lo consideraban «el ombligo del mundo». De hecho, en su Museo se conserva una reproducción de éste, tallada en piedra. Esquema de la historia del vellocino de oro Frixo y Hele eran dos hermanos, hijos de Atamante y Nefele, que reinaban en el país de Coronea, en Beocia. Atamante se separó de Nefele para casarse con Ino, una hija del rey Cadmo de Tebas, y tuvo otros dos hijos de ella. 136 137 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 138 Ino, celosa de los hijos del primer matrimonio, tramó un engaño para librarse de ellos. Jasón preparó una expedición, a la que se unieron los héroes más famosos de su época. Persuadió a las mujeres del reino para que, a escondidas de sus maridos, tostasen el trigo destinado a la siembra. Encargó a Argos, el más hábil artesano de Yolco, la construcción de un medio de transporte para llegar hasta la Cólquide. El trigo, lógicamente, no fructificó tras sembrarse, por lo que el rey, temiendo que fuera una plaga enviada por alguna divinidad, mandó un mensajero a consultar el oráculo de Delfos. La diosa Atenea inspiró a Argos la construcción de una nave y le aconsejó que, como mascarón, colocara una rama del roble sagrado de Dodona, tallada por ella misma y dotada de una propiedad maravillosa. Ino sobornó a los mensajeros para que comunicaran al rey que Apolo reclamaba el sacrificio de su hijo Frixo, porque sólo así el trigo volvería a fructificar. 3. b2) En esta respuesta, no conviene ofrecer la explicación completa del motivo por el cual la rama del roble de Dodona posee la facultad de hablar. Deberá realizarla el alumno o alumna que elija como actividad de refuerzo, precisamente, la búsqueda de información sobre el santuario de Dodona. Cuando Atamante se disponía a sacrificar a su hijo, Nefele interviene para salvarle y envía un carnero, regalo de Hermes, que tenía su lana de oro (vellocino o toisón) y la facultad de caminar por el aire. Frixo y su hermana Hele subieron al carnero y huyeron en dirección a oriente. Cuando sobrevolaban el actual mar de Mármara, Hele se cayó y murió, recibiendo su nombre este lugar (Helesponto). Frixo llegó a la Cólquide y fue recibido hospitalariamente por Eetes, rey de Colco. Frixo sacrificó el carnero a Zeus y consagró su piel a Ares, colgándola en un árbol de un bosque dedicado al dios, quien envió un dragón para custodiarla. Cuando Jasón reclamó el trono a Pelias, éste prometió devolvérselo si era capaz de traerle el vellocino de oro. 138 b6) Sobre Orfeo, salvo que alguien disponga de más información, basta comentar su condición de músico excepcional, ya que su figura se trata con todo detalle en la unidad 8. c2) Las Harpías eran dos seres (en algunas versiones, tres) que se representan como mujeres aladas (o aves con cabeza de mujer) y dueñas de unas afiladas garras. Pertenecen, por tanto, a la especie de monstruos alados como las Sirenas y las Esfinges, con las que comparten también su carácter de daímones o genios infernales. Se puede destacar el carácter refinado y cruel que tienen los castigos de los dioses de la mitología clásica, sin necesidad de ser truculentos o morbosos (cf. Tántalo, Sísifo o las Danaides). c4) Boreas es el dios del viento del Norte. Según los griegos, habita en Tracia, el país más frío de Grecia, y se representa como un hombre alado con barba y gran corpulencia. Era 139 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 140 hijo de Eos (Aurora) y el titán Astreo (pertenecía, por tanto, a la estirpe de los Titanes). Raptó a Oritía, hija de Erecteo, rey de Atenas, cuando jugaba con sus amigas en la ribera del río Iliso. Con ella concibió a sus hijos Calais y Zetes, que acompañaban a Jasón. Eran seres alados, como corresponde a su naturaleza aérea, es decir, simbolizan su condición de hijos de un viento y su facilidad para desplazarse tan rápidamente como su progenitor. d, e, f3) Las obras de Hefesto son siempre maravillosas y causaban la admiración de los dioses por su maestría e ingenio. Este dios es el creador de los primeros autómatas que se conocen en la cultura occidental. Homero ya ofrece la descripción de aquellos que le ayudaban en su fragua. Estos toros son también autómatas y, por tanto, imposibles de domesticar por un mortal, salvo que cuente con la ayuda de alguna divinidad. La petición de Eetes a Jasón era doble: uncir los toros y, con ellos, labrar un campo y sembrar en él, en vez de semillas de cereal, los dientes de un dragón. Por tanto, son dos pruebas las que proponen a Jasón, a cuál de las dos más peligrosa. d, e, f5) Hécate es objeto de una de las actividades de refuerzo. Por eso, en esta respuesta es suficiente señalar su carácter de diosa de la magia. g, h3) Jasón es fácilmente reconocible porque suele representarse, como en esta famosa estatua de B. Thorvaldsen, con el vellocino. Continuación del esquema de la historia de Jasón y el vellocino de oro Medea ayuda a Jasón a librarse de las asechanzas de su padre de la siguiente manera: 140 – Le proporciona un bálsamo que le vuelve invulnerable al fuego y al hierro, durante un día entero, para protegerlo de los toros de Hefesto. – Le previene de que, una vez consiga uncir los toros y sembrar los dientes del dragón, de éstos nacerán unos guerreros terribles que intentarán darle muerte. – Para evitarlo, aconseja a Jasón que arroje una piedra en el centro y los guerreros se enzarzarán en una lucha entre ellos hasta matarse. Eetes, cuando ve que Jasón ha superado las pruebas, no está dispuesto a cumplir con su promesa y entregarle el vellocino, sino que se dispone a dar muerte a Jasón y a sus compañeros mientras duermen. Medea avisa a Jasón y, huyendo con él, lo lleva hasta el bosque donde está el vellocino. 4. b3)La ilustración de esta copa ática muestra una escena en la que se ve a Jasón vomitado por el dragón, a instancias de la diosa Atenea, quien aparece con aire protector a su lado. No nos ha llegado ningún testimonio escrito de este motivo de la leyenda, por lo que desconocemos los pormenores del episodio. Se puede aprovechar esta circunstancia para explicar la limitación de nuestro conocimiento sobre los detalles de muchos mitos, así como de las vías por las que nos han llegado. Asimismo, se puede pedir a los alumnos que imaginen y den su propia versión de este hecho. 5. a1) Esta versión recogida por Apolodoro carga todo tipo de crímenes sobre Medea para justificar su imagen de mujer salvaje y cruel (cf. su actitud con el joven Teseo), y exculpar a Jasón. 141 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 142 a2) Para explicar la facultad de hablar que tiene la nave, debe recordarse que lleva como mascarón una rama del roble de Dodona. a3) Circe es hija del Sol y de la oceánide Perseis (según algunos autores, su madre es Hécate). Es, por tanto, hermana de Eetes, rey de Colcos, y de Pasífae, esposa de Minos. Vive en la isla de Ea (o Eea), y a todos los marineros que llegan a su palacio, tras acogerlos amablemente, les ofrece una bebida que los convierte en animales. Sólo Ulises, gracias al antídoto que le proporciona Hermes, consiguió salir indemne de la magia de Circe. Continuación del esquema de la historia de Jasón y los argonautas Los argonautas llegan a la isla de Circe donde, gracias a la petición de Medea, son purificados de la muerte de Apsirto. Desde allí inician el camino de regreso a Yolco. Sin embargo, antes de llegar, todavía deben vencer numerosos peligros. b2) Las Rocas Errantes eran unos peñascos marinos móviles que destrozaban, al entrechocar entre sí, a todos los barcos que pasaban a través de ellas. b3) Escila y Caribdis son dos monstruos marinos que, tradicionalmente, se situaban en el estrecho de Mesina. Escila tenía forma de mujer y, en su parte inferior, la rodeaban unos perros que devoraban todo lo que estaba a su alcance. Se dice que había sido una hermosa joven por cuyo amor Glauco había despreciado el de Circe, quien, en su despecho, convirtió a Escila en un ser monstruoso. Su muerte se atribuye a Heracles, quien, enfurecido, acabó con ella por haber devo- 142 rado algunos de los bueyes que el héroe había robado a Geriones. Caribdis, hija de Gea y Posidón, era un enorme remolino marino que tres veces al día absorbía todo lo que flotaba a su alrededor. b4) Talo es, tal vez, el autómata más famoso de los fabricados por el maravilloso arte de Hefesto. También se dice que era el último representante de los hombres de la raza de bronce. Su cuerpo se movía gracias al icor, nombre que Homero da a la sangre de los dioses, que corría por sus venas. Protegía la isla de Creta arrojando grandes piedras contra los intrusos. A quienes se salvaban de este ataque, les esperaba una muerte atroz: Talo calentaba su cuerpo con fuego al rojo vivo y luego oprimía con sus brazos a los sobrevivientes de forma que resultaran abrasados. Un cyborg es un ser de la nueva mitología creada por la ciencia ficción que, a diferencia de los robots, con una apariencia semejante a la de una máquina, presenta un aspecto exterior parecido al de un ser humano. Resulta, por tanto, un robot humanizado. El caso paradigmático está encarnado por el personaje del replicante Nexus VI en la novela Do Androids Dream of Electric Sheep?, de Phiplip K. Dick, en la que se basó la película Blade Runner (Ridley Scott, 1982); este cyborg incluso tiene sentimientos y se propone impedir su destrucción, cuando se entera de que ésta se programó en el momento mismo de su creación. b5) En la ilustración se muestra un vaso donde se reproduce el momento en que Talo se derrumba, una vez que Medea le ha sacado el clavo y le fluye el icor. b6) Para trazar el itinerario de regreso de los argonautas, a los alumnos puede servirles de guía el mapa que acompaña el 143 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 144 texto d, en la pág. 83. En cuanto a la ubicación de la isla de las Sirenas y demás personajes míticos, ya desde la Antigüedad se ha discutido mucho si correspondería o no a un lugar geográfico concreto. Entre las hipótesis que más se barajaron, se apuntan los siguientes: – Golfo de Nápoles: la isla de las Sirenas. – Monte Circeo, al sur del Lacio: la isla de Ea, morada de Circe. – Estrecho de Mesina: Escila y Caribdis. – Sicilia: la isla Trinacria. – Corfú: la isla de los feacios. c1) En ausencia de Jasón, Pelias, creyendo que éste había muerto, obligó a Esón a suicidarse. c2) El repudio de Medea por parte de Jasón, que le permitía casarse con la hija del rey de Corinto, es el motivo que Eurípides eligió de este mito para componer una tragedia, Medea, considerada como una de las obras maestras del teatro griego, entre otras cosas, por la enorme fuerza y la fascinación que sigue ejerciendo su protagonista. También es una de las más representadas en la actualidad. c3) En este vaso con figuras negras, se describe el momento en que Medea muestra a Pelias (sentado a la izquierda) cómo ha conseguido rejuvenecer un carnero después de cocerlo. Los otros personajes presentes son las hijas de Pelias. 6. 4 Los argumentos de Jasón para justificar el repudio de Medea, hoy día, rezuman cinismo. Sin embargo, probablemente, muchos de los espectadores atenienses estarían de acuerdo con ellos, ya que, tal como reconocían las leyes, el esposo tenía el derecho de repudiar a su mujer. Además, la condición de 144 extranjera y bárbara de Medea justificaría no sólo este rechazo, sino la creencia de que ésta ya debería darse por satisfecha por el hecho de vivir en la civilizada Hélade, donde impera la ley y la justicia, en vez de la violencia y la barbarie, como en su patria. No opinaría así Eurípides, ya que el retrato que realiza de Jasón, de su egoísmo y debilidad, no presenta ninguna afinidad con el espléndido héroe que embarcó a la búsqueda del vellocino, del que hablaba la versión tradicional del mito. 7. 1 Medea prometió a Egeo que, si la acogía en Atenas y se casaba con ella, le daría un hijo varón. Egeo en ese momento no sabía que ya había engendrado en Etra a su hijo Teseo. 3 El efecto del veneno con el que Medea impregna el velo y la corona nupcial que envía a Glauce es similar al de la hidra de Lerna, con el que, sin saberlo, Deyanira impregnó la túnica que entregó a Heracles. En ambos casos, las vestiduras se adhirieron al cuerpo, abrasándolo en medio de terribles dolores de sus víctimas. 8. a, b2) Para un hombre griego, una de las desgracias más terribles era morir sin hijos varones que siguieran su estirpe. Medea, con sus acciones, consigue así infligir a Jasón un dolor mayor al de la muerte, ya que lo deja sin hijos varones y sin la esposa que podía haberle dado otros. a, b4) El crimen de Medea debía de ser especialmente espantoso para los griegos, no sólo porque jamás se piensa que una madre pueda asesinar a sus hijos, sino porque, al hacerlo, contraviene un principio del derecho ateniense: los hijos pertenecen al padre, no a la madre, hecho que no admitía discusión en caso de divorcio. Por eso, la acción de Agamenón al sacrificar a su hija Ifigenia no recibe ninguna crítica por parte del ejército griego reunido en Áulide. 145 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 146 a, b6) Las dos ilustraciones tienen el mismo tema: Medea, provista de un puñal, se dispone a matar a sus hijos. En el fresco romano, el personaje contempla a los niños con infinita tristeza, como si todavía dudara de su terrible decisión, mientras la figura del pedagogo parecería querer protegerlos. El cuadro de E. Delacroix es más explícito y representa a Medea ya totalmente enajenada en su afán de venganza, cogiendo a sus hijos en un abrazo que va a terminar con su muerte. Actividades de refuerzo 1. 1a) El santuario de Dodona. Dodona era una ciudad griega situada en el Epiro, el antiguo país de los molosos. En la Antigüedad era famosa porque allí se ubicaba un santuario. En su origen, dicho lugar parece que fue un oráculo desde donde la diosa Gea (Tierra) profetizaba. En época histórica, el santuario estaba dedicado a Zeus y de él se encargaban unos sacerdotes llamados selli. El hecho de que estos sacerdotes fueran descalzos y, por tanto, estuvieran en contacto directo con la tierra se interpreta como un vestigio de su antigua función. El culto era muy austero, ya que no había danzas ni cantos. En él se recurría a diversos procedimientos para los oráculos: el vuelo de las palomas, los dados, el sonido de una bandeja de bronce; pero, sobre todo, el ruido que hacían al moverse con el aire las hojas de las encinas o robles sagrados. En este rumor se consideraba que se mezclaba la voz de Zeus. Como ocurría también con Delfos, este oráculo tuvo una importancia no sólo religiosa sino también política, y fue muy valorado por los atenienses, entre otras cosas, porque sus vaticinios solían favorecerles más que los de Apolo en Delfos. Los etolios destruyeron este templo en el año 219 a. de C. Posteriormente, los cristianos lo convirtieron en una iglesia. 146 1b) La diosa Hécate. Hécate es una diosa que los romanos identificaron con Diana, y sobre la que apenas existe ningún relato mítico. Es una divinidad bastante misteriosa, que se caracteriza más bien por sus funciones y atributos que por las leyendas en que interviene. Hesíodo la considera hija de Asteria y Perses, y descendiente directa de la generación de los Titanes. Es, pues, independiente de las divinidades olímpicas, pero Zeus le mantuvo, y aun acrecentó, sus antiguos privilegios. Extiende su benevolencia a todos las personas, y concede los favores que se le piden; otorga principalmente la prosperidad material, el don de la elocuencia en las asambleas políticas, así como la victoria en las batallas y en los juegos. Procura abundante pesca a la gente de mar y aumenta o disminuye el ganado, a voluntad. Sus prerrogativas se extienden a todos los dominios, contrariamente a como ocurre, en general, con las divinidades. Se invoca particularmente como diosa nutricia de la juventud, con igual título que Ártemis y Apolo. Posteriormente, Hécate sufrió una especialización en un sentido diferente. Se la consideró como la divinidad que preside la magia y los hechizos, y se vinculó al mundo de las sombras. Se aparece a los magos y a las brujas con una antorcha en la mano o en forma de distintos animales: una yegua, una perra, una loba, etc. Además, se le atribuye la invención de la hechicería. Finalmente, la leyenda la ha introducido en la familia de los magos más reconocidos, Eetes y Medea de Cólquide. Tradiciones tardías le dan por hija a Circe (en otras versiones, Circe es tía de Medea, e incluso a veces se la considera su madre). Hécate, como maga, preside las encrucijadas, los lugares por excelencia de la magia. En ellas se levanta su estatua, en forma de mujer con triple cuerpo, o bien tricéfala. Antiguamente, estas esculturas eran muy abundantes en los campos, y a su pie se depositaban ofrendas. (P. GRIMAL). 147 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 148 2a) Atalanta. Es una heroína considerada hija de Yaso, hijo, a su vez, de Licurgo y descendiente de Árcade. Sin embargo, según Eurípides, Atalanta tiene por padre a Ménalo, epónimo del monte Ménalo; y en otra versión, más generalmente admitida desde Hesíodo, es hija de Esquenco, uno de los hijos de Atamante y Temisto. Como su padre sólo quería hijos varones, abandonó en el monte Partenio a la niña recién nacida. Una osa la amamantó hasta un día en que aparecieron unos cazadores que la recogieron y la criaron. Convertida ya en mujer, Atalanta no quiso casarse y se mantuvo virgen, dedicándose, como su patrona Ártemis, a cazar en los bosques. Los centauros Reco e Hileo intentaron violarla, pero ella los mató con sus flechas. Tomó parte en la cacería del jabalí de Calidón, donde desempeñó un importante papel. En los juegos fúnebres celebrados en honor de Pelias, obtuvo el premio de la carrera –o quizás el de la lucha– con Peleo como adversario. Atalanta no quiso casarse, ya por fidelidad a Ártemis, ya porque un oráculo le había anunciado que, de hacerlo, se convertiría en animal. Por eso, con objeto de alejar a los pretendientes, había anunciado que su esposo sería únicamente el hombre capaz de vencerla en una carrera, con la condición de que, si era ella la ganadora, mataría a su contrincante. Atalanta era muy ligera y corría velozmente. Se dice que empezaba dando un poco de ventaja a su rival y lo perseguía, armada de una lanza, con la que lo atravesaba al alcanzarlo. Numerosos jóvenes habían encontrado la muerte de este modo cuando surgió un nuevo pretendiente, llamado, en algunas ocasiones Hipómenes, hijo de Megareo, y Melanión (o Milanión)en otras, hijo de Anfidamante y, por tanto, primo hermano de Atalanta (en la versión en que ésta aparece como hija de Yaso). 148 El recién llegado traía consigo las manzanas de oro que le había dado Afrodita. Estas manzanas procedían de un santuario de la diosa en Chipre o del Jardín de las Hespérides. Durante la carrera, en el momento en que iba a ser alcanzado, el joven fue echando, uno por uno, los áureos frutos a los pies de Atalanta. Ella, curiosa –y quizás también, enamorada de su pretendiente y feliz de engañarse a sí misma–, se detuvo el tiempo necesario para recogerlos, con lo que Melanión –o Hipómenes–, ganó y obtuvo el premio convenido. Más tarde, en el transcurso de una cacería, los dos esposos entraron en un santuario de Zeus (o de Cibeles), donde saciaron su sed de amor. Indignado ante este sacrilegio, este dios los transformó en leones (lo cual se explica por la creencia griega de que los leones no se unían entre sí, sino con leopardos). Se enseñaba también, en la región de Epidauro, una fuente de Atalanta: se contaba que, estando sedienta en una cacería, la joven había golpeado la roca con su jabalina, y al punto había brotado una fuente. Atalanta tuvo de su marido –o de Ares– un hijo, Partenopeo, que participó en la primera expedición contra Tebas (P. GRIMAL). 2b) Las Amazonas. Son un pueblo de mujeres que desciende del dios de la guerra Ares y de la ninfa Harmonía. Su reino se ubica al norte, en las laderas del Cáucaso, en Tracia, o bien en la Escitia meridional (en las llanuras de la margen izquierda del Danubio). Se gobiernan por sí mismas, sin intervención de ningún hombre, y a su cabeza tienen una reina. Sólo toleran la presencia de hombres a título de criados, para los trabajos serviles. Según algunos, al nacer mutilaban a sus hijos varones, y los volvían ciegos y cojos; según otros, los mataban, y, en determinadas épocas, se unían con extranjeros para perpetuar la raza, criando sólo las niñas. A estas hijas les cortaban 149 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 150 un seno para que no les estorbase en la práctica del arco o el manejo de la lanza, costumbre que explicaba su nombre («las que no tienen seno»). Su pasión principal es la guerra. Diversas leyendas cuentan los combates que mantuvieron los héroes griegos contra estas extranjeras: Belerofonte, cumpliendo una orden de Yóbates; Heracles, a quien Euristeo ordenó ir a las márgenes del río Termodonte, en Capadocia, a apoderarse del cinturón de Hipólita, reina de las Amazonas. Hipólita habría consentido en dar esta prenda al héroe, pero Hera, celosa de éste, provocó una sedición entre las Amazonas, de forma que Heracles tuvo que matar a la reina y retirarse luchando. También formaba parte de esta expedición Teseo, quien se apoderó de una Amazona, llamada Antíope. Para vengar el rapto, las Amazonas se dirigieron contra Atenas, y la batalla aconteció en la propia ciudad; las invasoras acamparon en la colina que, posteriormente, recibió el nombre de Areópago («colina de Ares»). Fueron vencidas por los atenienses, acaudillados por Teseo. También se contaba que las Amazonas habían enviado a Troya un contingente mandado por su reina Pentesilea, en socorro de Príamo. Pero Aquiles no tardó en dar muerte a Pentesilea, cuya última mirada despertó en él un amor abrasador. Principalmente, la diosa a quien adoraban las Amazonas era, naturalmente, Ártemis, cuya leyenda ofrece muchos aspectos comunes con el género de vida asignado a aquéllas, guerreras y cazadoras. Por esta razón, se les atribuye a veces la fundación de Éfeso y la construcción del gran templo de Ártemis en esta ciudad (P. GRIMAL). 3. 2 Las aventuras de Odiseo o Ulises. Éstas constituyen el objeto de la Odisea, el segundo poema atribuido a Homero. Tras la destrucción de Troya, los griegos embarcaron con el botín en dirección a sus distintas ciudades. Menelao salió el primero, 150 con Néstor. Ulises fue el único que partió con Agamenón entre todos los príncipes griegos, pero pronto una tempestad lo separó de él y lo arrojó a Tracia, al país de los cicones, donde tomó la ciudad de Ísmaro. Entre todos sus habitantes, sólo perdonó la vida a uno, Marón, sacerdote de Apolo. Agradecido, Marón le obsequió con doce jarras de un vino dulce y fuerte, que le sería de gran utilidad en el país de los cíclopes. En el desembarco, Ulises perdió seis hombres de cada una de sus naves y, ante un contraataque de los cicones del interior, volvió a hacerse a la mar. Navegando con rumbo sur avistó, dos días después, el cabo Malea; pero un violento viento del norte lo empujó hasta la costa de Citera, y al cabo de otros dos días llegaba al país de los lotófagos. Envió a algunos de sus hombres a informarse sobre sus habitantes, quienes los recibieron amistosamente. Les dieron a probar un fruto del país, el loto, el cual constituía su alimento, y era tan exquisito que los griegos se negaron a embarcar de nuevo, olvidando que debían regresar a su patria. Ulises tuvo que obligarlos empleando la fuerza. Los geógrafos antiguos situaban este país en la costa de Tripolitania. Remontando hacia el norte, Ulises y sus compañeros llegaron a una isla llena de cabras donde pudieron avituallarse abundantemente. De allí pasaron al país de los cíclopes, identificado siempre con Sicilia. Acompañado de doce hombres, Ulises desembarcó y entró en una caverna. Había procurado llevarse varios odres de vino, como presente de hospitalidad hacia las personas que encontrase. En la caverna hallaron abundante queso, leche fresca y cuajada, etc. Sus compañeros insistieron en que Ulises se aprovisionase y partiese, pero él se negó. Y cuando llegó el dueño de la cueva, el cíclope Polifemo, se apoderó de los extranjeros y los encerró 151 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 152 en su antro; luego se dispuso a devorarlos de dos en dos. Ulises le ofreció vino de Marón. El cíclope, quien nunca había probado el vino, lo encontró bueno, y bebió tanta cantidad que se emborrachó. Entonces preguntó su nombre a Ulises, el cual respondió: «Nadie». En recompensa de tan excelente bebida, el cíclope le prometió que lo devoraría el último y, tras una última copa, se quedó dormido. Ulises, sirviéndose de una estaca endurecida al fuego, perforó el único ojo del gigante y, al llegar la mañana, el héroe logró que sus compañeros escaparan de la cueva atándolos a los vientres de las ovejas, de manera que pasaron desapercibidos cuando el cíclope palpó los lomos de los animales conforme iban saliendo. Él mismo escapó el último agarrado al vientre de un carnero. El cíclope pidió socorro a sus congéneres. Pero, al preguntarle éstos quién le atacaba, el gigante hubo de contestar: «Nadie». Los demás cíclopes, que no comprendieron el sentido de la respuesta, lo tomaron por loco y se marcharon. Desde este momento, Posidón, que era el padre del cíclope, empezó a odiar a Ulises. Habiendo escapado de este modo del cíclope, Ulises llegó a la isla de Eolo, el dios de los vientos, quien lo recibió hospitalariamente y le dio un odre de piel de buey donde estaban encerrados todos los vientos, excepto una brisa favorable, que le había de conducir directamente a Ítaca. Ya los navegantes podían ver las hogueras encendidas por los pastores en la isla cuando Ulises se durmió. Sus compañeros, creyendo que el odre encerraba oro, lo abrieron, y los vientos, al escaparse huracanados, los impulsaron en dirección contraria. Los barcos llegaron de nuevo a la isla de Eolo, y Ulises fue otra vez al encuentro del dios para pedirle un viento favorable. Eolo le contestó que no podía hacer nada en su favor, ya que los dio- 152 ses habían manifestado muy claramente su oposición a su regreso. Ulises reanudó su navegación al azar y, remontando hacia el norte, arribó al país de los lestrigones, identificado generalmente con la costa de los alrededores de Formias o de Gaeta, al norte de la Campania. Actuando con prudencia, aprendida en su aventura con los cíclopes, Ulises envió a varios hombres a explorar. Éstos se encontraron con la hija del rey, quien los condujo ante su padre, Antífates. El rey devoró a uno en el acto, y los demás huyeron, perseguidos por él y por todo el pueblo, en dirección a sus naves. Los lestrigones apedrearon a los griegos, hundieron los barcos y mataron a sus tripulantes. Sólo Ulises logró cortar el cable que sujetaba su nave y hacerse a la mar. Reducida su tripulación a los navegantes de un solo barco, continuó remontando la costa hacia el norte y pronto llegó a la isla de Eea, morada de la ninfa Circe –ubicada en el actual promontorio del monte Circeo, al sur del Lacio–. Ésta lo envió a consultar el alma de Tiresias para saber cómo regresar a Ítaca. Tiresias le comunica que llegará a su patria solo y en un barco extranjero; además, una vez allí tendrá que vengarse de los pretendientes que intentaban casarse con su mujer Penélope y, más tarde, partir otra vez con un remo al hombro, en busca de un pueblo que no conociera la navegación. Allí debía ofrecer un sacrificio expiatorio a Posidón y, finalmente, moriría, de edad avanzada, en medio de la dicha y lejos del mar. Tras ver a cierto número de héroes entre los muertos evocados, Ulises vuelve a la mansión de Circe. Finalmente, la abandonó, no sin que la maga le aconsejara cómo esquivar los peligros que le acechaban. Pasó primero a lo largo de la isla de las Sirenas (situada, según se creía, en las cercanías del golfo de Nápoles), cuyo canto 153 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 154 pudo escuchar porque tapó con cera los oídos de sus compañeros y les ordenó que lo ataran al mástil de la nave, para impedir que se arrojara al agua hechizado por la voz de las Sirenas. Después evitó pasar por las Rocas Errantes y eligió el estrecho entre Caribdis y Escila, que devoró a seis de sus marineros, aunque los demás se salvaron; también el barco escapó ileso a los remolinos de Caribdis. Pronto llegó a la isla de Trinacria, donde pacían unas manadas de toros blancos propiedad del Sol. Allí amainó el viento y escasearon los víveres. A fin de remediar el hambre, los marineros sacrificaron varias vacas del Sol para comérselas, pese a la prohibición de Ulises, quien sabía por Circe que debían respetarlas. El Sol, al verlo, se quejó a Zeus y le pidió reparación, bajo amenaza de bajar al Hades e iluminar el país de los muertos. Por eso, Zeus, cuando el barco volvió a zarpar, envió una terrible tempestad que hizo zozobrar la nave, y sólo Ulises, que no había participado en el festín sacrílego, pudo salvarse a duras penas, agarrado a un mástil. La corriente lo arrastró de nuevo a través del estrecho, y sólo por milagro escapó al abismo de Caribdis. Tras nueve días a la deriva, llegó a la isla de Calipso (probablemente la región de Ceuta, en la costa marroquí, frente a Gibraltar), quien lo acogió amorosamente y le ofreció quedarse con ella convertido en inmortal. do y agarrado a un madero, llegó a la isla de los feacios, que en la Odisea se llama Esqueria y es probablemente Corfú. Extenuado, se durmió en los matorrales que bordeaban un río. Por la mañana lo despertaron los gritos y las risas de un grupo de muchachas. Era Nausícaa, la hija del rey de la isla, con sus criadas, que habían ido a lavar la ropa y a jugar a orillas del río. Ulises se presentó ante ellas y les pidió ayuda. Nausícaa le indicó el camino del palacio de su padre, el rey Alcínoo, mientras ella regresaba por otra ruta, con sus sirvientas, a fin de no despertar la malicia de los transeúntes. Alcínoo y la reina Arete tributaron a Ulises una acogida muy afectuosa y hospitalaria. Se dio en su honor un gran banquete, durante el cual Ulises contó sus aventuras con todo detalle. Después lo cargaron de regalos y, al declinar el ofrecimiento de casarse con Nausícaa y, en cambio, insistir en su deseo de regresar a Ítaca, pusieron una nave a su disposición. Durante el viaje, que fue breve, Ulises se quedó dormido, y los marinos feacios lo depositaron en un lugar apartado de la isla de Ítaca con los tesoros que le había regalado Alcínoo. El barco volvió a Esqueria, pero en el momento de llegar a la isla, Posidón lo convirtió en una roca, con lo cual se vengó del servicio prestado a Ulises contra voluntad del dios. La propia ciudad quedó rodeada por una montaña y dejó de ser puerto. La estancia en la mansión de Calipso duró diez años –o bien ocho, cinco o incluso uno, según los diversos autores–. Finalmente, tras los ruegos de Atenea, protectora del héroe, Zeus hizo que Hermes ordenara a Calipso soltar a Ulises. Ésta, sin deseo alguno, puso a disposición del héroe la madera necesaria para construir una balsa, y Ulises partió con rumbo hacia el este. Pero la cólera de Posidón no menguaba. El dios provocó una tempestad, que destruyó la balsa, y el héroe, desnu- La ausencia de Ulises ha durado veinte años. Mientras tanto, Penélope lo ha aguardado fielmente, a pesar de ser objeto del acoso de los pretendientes, que, establecidos en el palacio de Ulises, devoran sus riquezas en continuos banquetes. Estos pretendientes suman ciento ocho. Procedían de Duliquio, Same, Zacinto y de la propia Ítaca –que son los países sobre los cuales se extiende la autoridad de Ulises–. Penélope trataba de desanimarlos, y para ello se valió de una estratagema que 154 155 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 156 se ha hecho célebre. Les había prometido elegir a uno cuando terminase de tejer una tela que sirviera de mortaja para su suegro Laertes. Durante el día trabajaba en la labor, y por la noche deshacía el trabajo diurno, hasta que los pretendientes descubrieron su engaño y la obligaron a terminar la tela. lo. Ulises la anima a realizar el proyecto. Al día siguiente, se celebra el concurso: se trata de atravesar con una flecha los anillos formados por varias hojas de hacha juntas. Sucesivamente, todos los solicitantes empuñan el arco, pero ninguno es capaz de tensarlo. Al despertarse, Ulises resuelve no dirigirse al palacio. Acude primero a la casa de Eumeo, el jefe de sus porquerizos, en quien tiene gran confianza. Se da a conocer y encuentra allí a su hijo Telémaco. Entonces ambos se dirigen al palacio; Ulises sigue disfrazado de mendigo. Nadie lo reconoce, excepto su perro Argo, que, con sus veinte años a cuestas, llevaba una existencia miserable. Al ver a su amo, utiliza sus últimas fuerzas en levantarse gozoso para saludarlo y, al instante, cae muerto. En palacio, Ulises pide de comer a los pretendientes. Éstos lo insultan, y un mendigo llamado Iro, habitual de estos festines, desafía al intruso que viene a amenazar su privilegio. Ulises lo derriba a puñetazos. El héroe es entonces objeto de una serie de ofensas por parte de los pretendientes, y, sobre todo, del que aparece como más importante, Antínoo. Al fin, Ulises pide el arma, y da en el blanco a la primera. Sus criados cierran las puertas del palacio. Telémaco acude a las armas, y comienza la matanza de los pretendientes. Luego, las criadas, que no habían mostrado la discreción conveniente, se llevan los cadáveres, limpian la sala y son ahorcadas en el patio del palacio, junto con el cabrero Melancio, quien se había puesto de parte de los enemigos de su señor. Al fin, Ulises se da a conocer a Penélope y, para eliminar sus últimos escrúpulos, le describe la cámara nupcial, que sólo ellos dos conocen. A la mañana siguiente, Ulises se traslada al campo, donde residía su padre, y también revela su identidad. Entretanto, los familiares de los pretendientes se han reunido y exigen, armados, satisfacción. Sin embargo, gracias a la intervención de Atenea, la cual adopta la figura del anciano Mentor, no tarda en restablecerse la paz en Ítaca (P. GRIMAL). Penélope, enterada de que ha llegado un mendigo extranjero, desea verlo para preguntarle si tiene noticias de UIises; pero éste decide aplazar la entrevista hasta el anochecer. Llegada la noche, Telémaco, siguiendo órdenes de su padre, manda transportar a una habitación alta todas las armas que contiene el palacio. Entonces se desarrolla la conversación entre Ulises y Penélope. El héroe no se da a conocer, y se limita a pronunciar palabras de esperanza. Ella ha soñado que su marido iba a volver pronto, pero no cree en el sueño y se propone, al día siguiente, organizar un concurso entre los pretendientes y otorgar su mano al vencedor. Les entregará el arco de Ulises, y el ganador será el que mejor sepa utilizar- 156 2. Las formas de gobierno en Roma Aproximación inicial Como en las otras unidades, estas cuestiones iniciales pueden responderse a partir de la información ofrecida en los textos, o bien en el resumen correspondiente del anexo. 157 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 158 Información Tiberio Claudio Nerón (42 a. de C.-31 d. de C.) es hijo de Tiberio Claudio y de Livia. En el año 38, poco antes del nacimiento de Druso, hermano de Tiberio, Livia se divorció de su marido para casarse con Augusto. Tiberio recibió el nombre de Tiberio Julio César. Se hizo digno de mérito durante las campañas militares en España, Armenia y Galia. Cuando Agripa, marido de Julia, la hija de Augusto, y destinado a ser el sucesor de Augusto, falleció en el año 12 a. de C., Livia consiguió que su hijo mayor Tiberio ocupase su puesto, incluyendo el matrimonio con Julia. Tiberio se divorció contra su voluntad y la de su esposa, Vipsania Agripina, para contraer matrimonio con Julia, una mujer licenciosa e insoportable, según todos los autores antiguos. En el año 6 a. de C. se estableció en Rodas, posiblemente para apartarse de las intrigas tendidas para reservar la sucesión de Augusto a Lucio y Cayo, los hijos del matrimonio anterior de Julia con Agripa. La insistencia de Livia, que consiguió desterrar a Julia perpetuamente a la isla de Pandataria por impudicia, contribuyó a que Augusto hiciese volver a su hijastro de Rodas. Después del fallecimiento de los dos hijos de Julia, Tiberio fue adoptado como hijo y sucesor por Augusto. De nuevo se le encargó el mando de las campañas militares, especialmente en Germania. Cuando falleció Augusto en el año 14, Tiberio se convirtió en su sucesor. Se mostró un dirigente competente del Imperio romano, que entretanto se había hecho gigantesco. Sin embargo, también fue un autócrata cínico, inescrutable e inaccesible, que, con la ayuda de numerosos delatores y nuevas o revividas leyes sobre delitos de lesa majestad, eliminaba sin piedad a los adversarios, reales o supuestos. En este clima recayó sobre él la sospecha de haber hecho envenenar a su sobrino Germánico, tan que- 158 rido en todas partes. En el año 27, el emperador se retiró definitivamente a la isla de Capri, inasequible para los administradores romanos y para su familia, incluso para Livia, su ambiciosa madre. En dicho lugar se habría entregado a los desenfrenos sexuales más perversos y crueles. Dejó el gobierno en manos de su confidente Sejano. Este comandante de la guardia imperial ya había adquirido importantes poderes, desde hacía tiempo, como mano derecha de Tiberio. También habría mantenido una relación adúltera con Livila, la esposa de Druso, el hijo de Tiberio. Después de que ésta hubiese asesinado a Druso, su confidente se dirigió a Tiberio con la petición de casarse con ella, pero tal pretensión le fue denegada. Cuando Tiberio recibió en Capri la advertencia de que Sejano estaba planeando hacerse con el poder, tomó medidas. Sejano fue atraído al Senado con la noticia de que se leería una carta de Tiberio, por la que se le concederían ascensos u honores; su guardia personal fue despedida. Sin embargo, la carta resultó contener una serie de acusaciones en su contra y fue capturado por Macro, un oficial de la guardia imperial convertido en confidente de Tiberio. Se le ejecutó ese mismo día, junto con los miembros de su familia. Tiberio, que había designado a su nieto Gemelo y a su sobrino segundo, Calígula, como sus sucesores para gobernar alternativamente, falleció en el año 37; según diversas noticias, Calígula habría precipitado el fin del enfermo Tiberio asfixiándolo con una almohada. Dión Casio describe malévolamente el primer periodo de gobierno, y sitúa la degeneración por el abuso de poder sólo después de la muerte de Germánico. Éste, voluntariamente o no, suponía un peligro para Tiberio por su enorme popularidad, así que este último tuvo que dominarse hasta que Germánico desapareció del escenario. Suetonio y Tácito, historiógrafos que 159 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 160 se lamentan de la pérdida de poder de la elite senatorial a la que Augusto todavía había tratado con respeto, escriben en términos muy duros sobre Tiberio, instigado por el odio y la desconfianza. Suetonio describe cómo consigue matar a la esposa y los hijos de Germánico, y divaga sobre las torturas y desenfrenos sexuales en Capri. Tácito se disculpa por su enumeración, a veces monótona, de tristes hechos que contrastan tan desfavorablemente con el vigor de la vida política en la antigua República, donde, al fin y al cabo, todo era una cuestión de conflictos de poderes (E. M. MOORMANN & W. UITTERHOEVE). Actividades 1. La primera ilustración es una estatua imperial de Tiberio, donde aparece ligeramente idealizado, como es usual en este tipo de esculturas. La segunda es un fragmento del relieve perteneciente al altar denominado Ara Pacis, que Augusto mandó construir para celebrar el final de las guerras civiles y donde hizo esculpir a los miembros de su familia. En este fragmento, la figura central es Agripa, primer marido de Julia, la hija de Augusto. 2. a1) Polibio presenta una imagen idealizada de la República romana, como la forma perfecta de gobierno, por su equilibrio y equidad, sobre todo, porque una de las finalidades de su obra era justificar el dominio de Roma sobre los pueblos conquistados. a3) El lema de la República romana era Senatus Populusque Romanus, que dejaba claro la equivalencia de poder entre el Senado y el pueblo. Sin embargo, la realidad era distinta. 160 El Senado, aunque sólo era un consejo asesor, poseía un gran poder sobre las asambleas y las magistraturas y, de hecho, tenía la última palabra en todos los ámbitos de la política interior y exterior, así como en el campo fundamental de las finanzas. El estamento senatorial constituía, pues, una auténtica oligarquía, una clase política cada vez más cerrada. Su elevada preeminencia sobre el resto de la sociedad romana se manifestaba en signos externos, tales como el uso exclusivo de la túnica orlada con una ancha franja de púrpura, las sandalias doradas, el anillo de oro y el derecho a exhibir en las ceremonias los bustos de sus antepasados. El pueblo, no obstante, aceptó este estado de cosas, ya que sentía vínculos de dependencia social y moral con los miembros de esta aristocracia, como las relaciones de clientela y patronato y el respeto al mos maiorum, es decir, a las sagradas costumbres de los antepasados. Las asambleas eran, ciertamente, una pieza imprescindible para el funcionamiento del Estado, ya que en ellas se elegía a los magistrados, se votaban las leyes y se decidía la declaración de guerra y la firma de tratados. Pero el principio de la soberanía del populus, expresado en las asambleas, resultaba en muchos aspectos más formal que real, y estaba sometido a una serie de cortapisas que aseguraban el control por parte del Senado y los distintos magistrados. b2) El temor a que el poder pudiera acumularse en una sola persona, tal como lo habían detentado los primitivos reyes de Roma, hizo que todas las magistraturas republicanas fueran colegiadas y anuales. b3) Los cónsules eran los magistrados supremos, y desempeñaban la dirección jurídica del Estado y el mando del ejército. Su ámbito de competencias apenas tenía límites: convoca- 161 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 162 ban las asambleas populares y el Senado, y juzgaban las causas de carácter civil y penal. Eran, en definitiva, las cabezas visibles del Estado. Todos los magistrados les estaban subordinados, ya que ellos eran la cúspide del cursus honorum. Sólo los tribunos, elegidos por el concilium plebis, quedaban fuera de la carrera de las magistraturas, y podían ejercer su derecho de veto no sólo sobre cualquier ley que lesionara los intereses de la plebe, sino también sobre las acciones de los cónsules, contra quienes muchas veces propusieron las leyes más progresistas del Estado romano. c1) Según Salustio, el miedo al enemigo exterior era el fundamento en que se basaba la concordia entre los diversos estamentos de la sociedad romana, a pesar de las diferencias económicas y de todo tipo que existía entre ellos. Estas diferencias ocuparon el primer plano una vez que los romanos acabaron con Aníbal, su mayor enemigo, en la batalla de Zama, la cual puso fin a las guerras Púnicas y al peligro que durante años supusieron los cartagineses. e1) El paso del río Rubicón, como se sabe, marcó el inicio de la guerra civil entre César y Pompeyo. Sobre el significado de esta frase y la de Alea iacta est, véase pág. 117. Actividades de refuerzo 3. 2 Julia. Era la muy querida hija de Augusto y su primera esposa Estribonia, quien la dio a luz poco antes de ser repudiada por el emperador para casarse con Livia. Julia vivió siempre con él, y fue educada en la tradición de austeridad de las antiguas casas nobles; durante su juventud, hilaba la lana y tejía las túnicas de su padre, lo que no fue impedimento para que recibiera la educación refinada y la cultura de las mujeres de su época. Augusto 162 sentía ciertamente por su hija un gran afecto, aunque esperaba sobre todo que ella le ayudara a resolver el difícil problema de su sucesión. Puesto que Livia no era capaz de darle un hijo, Julia podía traer a la casa imperial un yerno capaz de tomar, algún día, la responsabilidad del poder. Se tenía aún el recuerdo de que, muchos siglos antes, los reyes de Roma transmitían de esa forma su dignidad. No es casualidad que los poetas Propercio y Virgilio, cada uno a su manera, evocaran esta antigua costumbre. Y, hacia el tiempo en que Virgilio contaba cómo el viejo Latino, el rey de los laurentes, había entregado a Eneas la mano de su hija Lavinia y su reino, Augusto elegía por yerno al joven Marcelo, hijo de Octavia, su propia hermana. Algo menos de un año después, Marcelo moría. Julia no contaba por entonces más que dieciséis años. Augusto se apresura a casarla por segunda vez. El nuevo esposo de Julia será Agripa, fiel amigo de Augusto. Agripa debió interrumpir su matrimonio, que era feliz, con Marcela, la hija mayor de Octavia. Él tenía cuarenta y un años. La elección, bastante sorprendente, sin duda le vino dictada a Augusto por el recuerdo de la crisis que, en el año 23 a. de C., había conducido el régimen a su perdición: muy enfermo, pudo pensar en cierto momento que había de tener solucionado en breve plazo el asunto de su sucesión, y el hombre que designó fue precisamente Agripa. Es natural que quisiera hacer definitivo un arreglo que, en el año 23 a. de C., no había sido más que mera improvisación dejada al azar. Enseguida, la unión entre Julia y Agripa se revelaría fecunda: Cayo César y, después, Lucio nacerían en los años 21 y 17 a. de C., separados por una hija, la joven Julia. En adelante, se puede creer asegurada la sucesión. Augusto se apresura, en el año 17 a. de C., a celebrar los juegos seculares, 163 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 164 que simbolizan el inicio de una era de prosperidad y de paz, las que prometen a Roma los hijos de Julia. Pero cinco años más tarde, Agripa muere bruscamente, por lo que Augusto busca un tercer esposo para su hija. En esta ocasión, no pudo sustraerse a las insistencias de Livia, y eligió a Tiberio. Durante algunos años, hubo entendimiento entre los esposos, pero después las desavenencias se interpusieron en la pareja. Recientemente se han podido demostrar las verdaderas razones: Tiberio sólo ha sido elegido a título de «protector» de los jóvenes herederos; Augusto le tiene reservado un papel secundario y temporal. Julia no puede aceptar una decisión como ésta, mientras que Tiberio, modestamente, se acomoda bastante bien en esta función. A ella le horroriza, tras haber esperado convertirse algún día en la consorte del emperador, descender a un segundo plano. Así se lo hace saber a Tiberio, reprochándole lo que ella considera cobardía. Y Tiberio, finalmente, decide abandonar Roma y retirarse a Rodas como simple ciudadano. El exilio de Tiberio, esa salida a la que Augusto intenta oponerse por todos los medios, todavía hoy sigue estando rodeado de misterio. Probablemente, Tiberio se sentía en una posición ambigua. Ya se comenzaba a murmurar en Roma que él conspiraba para eliminar a Cayo y Lucio, lo que no era más que una calumnia, si bien tenía todos los elementos para parecer creíble. ¿Acaso no resultaría natural desear el poder, en especial cuando se tiene al lado a una mujer cuya desmesurada ambición es conocida por todos? Ciertamente, Tiberio no deseaba el poder, de lo cual tenemos constancia, o creemos tenerla, ya que en su época se le tenía por un verdadero maestro en el arte del disimulo, un arte heredado de su madre, y sus negativas, tanto como su actitud poco definida, no con- 164 vencían a nadie. Tiberio huía de algo retirándose a Rodas, pero ¿era solamente del peligro que conllevan las situaciones ambiguas? Algunos afirman que Julia no le era fiel y que él encontró así el modo de escapar de su deshonor. Los historiadores cuentan sobre la hija de Augusto numerosas anécdotas escandalosas, repetidas hasta la saciedad con el paso del tiempo. Ellos nos hablan de su coquetería, que en ocasiones la llevaba a vestir de manera indecente, que provocaba los comentarios irritados de su padre; también se le atribuía un dicho, en respuesta a la sorpresa de algunos amigos al ver hasta qué punto los hijos que había dado a Agripa se parecían a su padre: Yo sólo cojo pasajero cuando el muelle está lleno. En resumen, Julia se ha convertido en el símbolo de todas las infamias perpetradas, según gusta imaginar, en las estancias más sombrías del palacio imperial. Llegados a este punto, resulta igualmente difícil tanto aceptar como contradecir los juicios tradicionales, y se pueden invocar, ya sea para acusarla o para defenderla, argumentos similares. Justo es decir que resulta poco verosímil que Julia pudiera mantener, durante mucho tiempo, una vida abocada al exceso en una ciudad tan ansiosa de escándalos como era Roma, con todas las miradas puestas en ella, y donde la policía imperial, y quizá la clarividencia de Livia, imposibilitaban semejantes licencias. Pero también se puede pensar que Julia, esposa disimuladora mientras aún esperaba alcanzar el poder, se entregó abiertamente a un libertinaje al que llamaba su verdadera naturaleza una vez que se desesperó con la actitud de Tiberio, y comenzó a traicionarle, quizás, algo antes de su partida hacia Rodas. Pudo ocurrir también que se levantara alrededor de su desordenada vida, durante años, una especie de conspiración de 165 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 166 silencio, sin que nadie se preocupara de informar al emperador y a Livia de que ella estaba esperando pacientemente el momento idóneo. Después de todo, Julia no era la única gran dama romana que aceptaba en ocasiones determinados encuentros clandestinos. El propio Augusto apenas si respetaba el honor de las «matronas», y se llegaba a afirmar que las leyes sobre adulterio las impusieron algunos senadores que esperaban de esta manera estorbar sus andanzas. Sin embargo, no se puede negar que, tras la partida de Tiberio hacia Rodas, Julia mantuvo numerosas relaciones. Tenía treinta y tres años; se encontraba en la plenitud de su belleza, y su carácter excesivo la llevaba a sobrepasar cualquier límite con tal de ver satisfecha su sensualidad. No obstante, no era sólo la búsqueda del placer lo que la llevaba a rodearse de amantes, como afirman algunos autores. El historiador Veleyo Patérculo redactó una lista de sus «amistades». Especialmente, cierto nombre llama la atención, el de Lulo Antonio, hijo de Antonio y de Fulvia, y uno de los yernos de Octavia. Lulo parece haber sido su preferido, si bien compartía los favores de Julia con un tal Apio Claudio Púlquer y, tal vez, aunque esto no es seguro, con uno de los hijos de P. Clodio. Se menciona también a un Sempronio Graco y un Cornelio Escipión, lo que, en resumen, indica que se encontraban vinculados con esta mujer los nombres más célebres de la aristocracia, por lo cual no cabría extrañarse si se sugiere, como todo invita a pensar, que Julia atraía hacia sí a todos estos jóvenes no tanto para satisfacer sus pasiones como para preparar una conjura contra su propio padre. Ella quería gobernar. Ahora bien, Augusto les reservaba el poder a sus nietos Cayo y a Lucio César, a quienes había adoptado, sustrayéndo166 los así a su madre, que de este modo no podía ejercer la menor influencia sobre ellos. Por otro lado, Julia no sentía ninguna inclinación por el cargo de emperadora-madre, puesto que ambicionaba ser la consorte de un príncipe, «la primera dama de Roma», en sustitución de Livia. Para ello, no vería ningún otro medio salvo el de destronar a Augusto, es decir, asesinarle. Para lograrlo, se sirvió de su influjo sobre los jóvenes nobles entre los que ella repartía sus encantos. Se comprende en esas condiciones por qué había convertido en su favorito a Antonio. Pensaba, con motivo o sin él, que el recuerdo de los días anteriores a Accio no se había borrado por completo y que podía surgir todavía un «partido antoniano», decidido a empuñar las armas en favor del hijo del vencido. Se trata de una opinión compartida, como es evidente, por este mismo Antonio, a quien, por añadidura, le animaba el deseo de vengar a su padre. Puede imaginarse fácilmente la cólera, casi el desespero, de Augusto al enterarse de que su propia hija preparaba un parricidio, y que resurgía en contra de él, y de su propia sangre, la vieja coalición entre una mujer y un Antonio. Los otros amigos de Julia agitaban irritados también sus numerosos agravios contra el nuevo régimen. Ellos echaban de menos los tiempos de la «libertad», cuando los nobles detentaban el poder sin la necesidad de compartirlo con nadie. Se trataba de un nuevo complot, formado por una camarilla de jóvenes irresponsables, probablemente sin gran influencia real, aunque peligroso por su loca impulsividad, que soñaba con repetir los sucesos de los Idus de marzo. Séneca ha dejado de esta conjura un retrato que se supone exagerado, pero que ciertamente debe de contener alguna verdad, pues otros testimonios confirman muchos detalles: 167 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 168 Numerosos amantes introducidos en su casa por manadas, vagabundeos nocturnos por la ciudad en alegre y avinado tropel; el mismo foro o la Rostra, en donde su padre promulgara las leyes sobre el adulterio, son los lugares elegidos por la hija para sus desenfrenos; reuniones cotidianas en Marsias, mientras que de adúltera se torna en prostituta profesional, concediéndose el derecho de disfrutar de todo en los brazos de un amante desconocido (De Beneficiis, VI, 32, 1). Julia contaba con algunos cómplices en su propia casa, entre otros cierta liberta llamada Febe, que se suicidaría al ser informado Augusto de estas escapadas nocturnas. No deja de resultar un tanto sorprendente que los conjurados eligieran el foro, aunque fuera en plena noche, para celebrar sus conciliábulos. Quizá pensaban que su mejor salvaguarda consistía precisamente en la publicidad. Pero, sobre todo, desafiaban a la opinión pública. Julia, una vez decidida a romper con la austeridad e incluso con la decencia, quiso afirmar su derecho soberano, que parecía tener garantizado por la pertenencia a su clase, a desafiar todas las leyes del decoro. Es posible, igualmente, que ella se viera arrastrada a estas locuras por culpa de Antonio, quien se acordaba de las insolencias de su padre. Sin embargo, éste podía permitirse el lujo de dejar en mal lugar la casa de Pompeyo, así como de escandalizar a una aristocracia todavía convaleciente a causa de la guerra civil. Para eso era Antonio el triunfador, el compañero del dictador. El otro Antonio, su hijo, había tan sólo heredado un nombre peligroso. No podía aspirar a sobrevivir si no se adhería al nuevo régimen. Roma llevaba veinticinco años viviendo bajo la autoridad moralizadora de Augusto. El tiempo de la «vida sin parangón» ya había pasado. Augusto acabó por comprenderlo (sería, nos cuenta Dión Casio, el último en enterarse); 168 sólo se le puso en guardia cuando las verdaderas intenciones de los conjurados fueron evidentes. Entonces, su cólera no respetó a nadie. El escándalo había durado aproximadamente tres años. Será en el año 2 a. de C. cuando adviene el castigo. A Lulo Antonio lo condenaría a muerte. Julia fue enviada al exilio a la isla de Pandataria (Ventotene), frente a las costas de Campania, y viviría allí como una prisionera sin otra compañía que la de su madre Escribonia, quien pidió y consiguió compartir su castigo. Después de la muerte de Augusto, la primera diligencia de Tiberio se encaminó a agravar todavía algo más su situación (entretanto, ella había sido transferida a Reggio, en Calabria), hasta el punto de que, al cabo de unos meses, murió a causa de las privaciones y de la miseria. A los demás amantes de Julia, solamente se les confinó. Algunos años más tarde, en el año 8, una nueva tragedia, en apariencia bastante similar a la primera, vendría a agitar de nuevo la casa imperial. En esta ocasión la culpable será Julia, la joven hija de Julia y Agripa. Las circunstancias en las que se produjo el escándalo resultan todavía más oscuras que las que habían rodeado la condena de la primera Julia. Los agravios, oficialmente, eran los mismos; siguiendo el ejemplo de su madre, la muchacha, esposa de Emilio Paulo, había mantenido una relación prohibida con un joven noble, D. Junio Silano. Pero determinados indicios sugieren que esto únicamente fue un pretexto: su marido, Emilio Paulo, sería ejecutado (lo sabemos por Suetonio) por haber conspirado contra Augusto. Por otro lado, el exilio de Julia la joven parece haber coincidido con el alejamiento de su hermano Agripa Póstumo, al cual se acusaba de actuar como una especie de bestia, inhumana y cruel. Resulta bastante inquietante asistir así a la 169 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 170 deportación, uno tras otro, de los dos últimos hijos de Julia y Agripa, los únicos en los que sobrevivía la sangre del propio Augusto y que no tenían ninguna vinculación con los Claudios. La última hija, la primogénita Agripina, debió seguramente su salvación al matrimonio con Germánico, el nieto de Livia. Entre los demás acontecimientos del año 28, Tácito (Annales, IV, 71, 5) relata la muerte de la joven Julia de este modo: Hacia esa misma época moría Julia, encontrada culpable de adulterio y condenada por Augusto pese a ser su nieta, y abandonada en la isla de Trimera, no lejos de las costas de Apulia. Allá viviría en el exilio durante veinte años, gracias a la ayuda que le enviaba Livia, quien, tras abatir por medio de oscuras intrigas a los hijos nacidos de su primer matrimonio, a pesar de que se encontraban en la cima de su fortuna, presumía todavía de piedad hacia ellos en su desgracia (P. GRIMAL, El amor en la Roma antigua). 3 Livia. Octavio Augusto se casó a los 23 años con Estribonia, de la que se separó muy pronto, porque, con la firma de la paz de Micena con Sexto Pompeyo, había dejado de serle útil políticamente y porque se había enamorado de otra mujer: Livia Drusila. Sus retratos nos muestran una belleza serena, de facciones redondeadas y labios carnales. Así pues, ella suscitó en el corazón de Octavio una ardiente pasión. Pero, a primera vista, dos obstáculos se interponían al amor: Livia estaba casada con Tiberio Claudio Nerón y esperaba un hijo, el futuro emperador Tiberio. Además, su familia tenía serias razones para odiar a Octavio, puesto que M. Livio Druso Claudiano, el propio padre de Livia, había sido proscrito y se suicidó después de la batalla de Filipo, donde había combatido por Bruto y Casio. Pero Octavio era el dueño y señor, y todos se plega- 170 ban a sus deseos. Cuando Escribonia hubo alumbrado a su hija Julia, Octavio la repudió. Después consiguió, no sabemos por medio de qué argucias o presiones, que Livia le fuera entregada por su propio marido. Antonio, el rival de Octavio, en una de esas cartas insultantes que desde Alejandría le escribía, afirma que Nerón tuvo que ser testigo de su propio deshonor el día en que, en un banquete al que asistía con Livia y Octavio, éste, incapaz de resistirse a la pasión, abandonó repentinamente el comedor llevándose consigo a Livia a una habitación vecina, y volviéndola a traer luego con las orejas enrojecidas y los cabellos desordenados. Nerón, en tales condiciones, sólo podía renunciar a esa mujer reclamada por el amo. Y Livia, por su parte, no podía hacer otra cosa más que obedecer. Lo haría de bastante mal grado, por lo que parece: era una esposa joven (tenía 23 años), a punto de ser madre por segunda vez, que detestaba abandonar a un marido con el que había compartido los peligros de la guerra y los sinsabores del exilio. Ella se vería obligada, sin embargo, a dejar la casa de su marido e instalarse en la de Octavio, donde, el 14 de enero del año 38 a. de C., traía al mundo a su segundo hijo, Druso. Tres días más tarde se casaba solemnemente con Octavio, no sin que los sacerdotes aseguraran que los dioses no veían el menor impedimento a este matrimonio. Aunque, para casarse con Livia, Octavio no había tenido que enfrentarse a la opinión pública (que, sin embargo, no se privaba de cotillear sobre el particular), podría pensarse que el amor no era la única cuestión que estaba en liza en este asunto: una alianza con los Claudios, la muy aristocrática gens a la que pertenecía Livia, venía a consagrar en cierto modo la reconciliación 171 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 172 entre el heredero de César y los proscritos del año 43 a. de C. Este matrimonio resultaría ser muy provechoso. Al final de su vida, Octavio Augusto sentía todavía afecto por Livia. En sus últimos momentos le diría: «¡Livia, acuérdate de nuestra unión mientras vivas! ¡Adiós!». Ésas fueron sus últimas palabras. Es bien cierto, según el testimonio que nos ofrece el mismo Augusto, que este matrimonio concertado en medio del odio, la violencia y el escándalo llegaría a ser, a pesar de todo, una unión dichosa si se juzga sólo por las apariencias. Sin embargo, cómo se puede llamar feliz un matrimonio que sería estéril, o casi (nacería un hijo, aunque apenas vivió), cuando la ausencia de heredero constituyó para Augusto un drama que le pesaría toda su vida; cómo se puede considerar feliz una unión a la que Livia, por su parte, sería fiel, aunque debiendo soportar las numerosas aventuras de Augusto, llevadas con entera libertad y a veces incluso con la complicidad de su esposa. Si Augusto juzga su matrimonio de manera distinta a como nosotros estamos tentados de hacerlo, debe de ser porque no se sentía atado por los imperativos ordinarios y porque, de forma semejante a los romanos de su época, ponía por encima de los «accidentes» de la carne esa concordia, esa unión de voluntades que nos parece la gran conquista del amor romano. En cambio, Livia siempre le fue fiel, no traicionó jamás ningún secreto, y era requerida a menudo como consejera por su esposo. A medida que pasaron los años, parece que su influencia fue en aumento. Hoy día, no es fácil medir con precisión el papel que ella tuvo en la formación y en la consolidación del régimen imperial. Los indicios que se suelen aportar no siempre se pueden interpretar con certeza, pero es seguro que sin Livia el Imperio no hubiera sido como fue tras la muerte de Augusto. 172 Como las «matronas» de la generación anterior, Livia procura el engrandecimiento de su gens. Su habilidad se orientaba a poner al servicio de la gens Claudia el poder que César, y después Augusto, otorgaron a su propia familia, la gens Julia. Y su habilidad era grande. Conocemos el juicio que sobre ella se formó su biznieto Calígula (Cayo César): un Ulises con faldas. Calígula tan sólo la conocería en su vejez, aunque ya se había comenzado a ver su influencia bastantes años atrás. El gran problema para Augusto no era tanto gobernar como asegurar su sucesión, el conseguir que el sistema político que había edificado, y que se apoyaba en su persona pudiera algún día funcionar en su ausencia. Su poder personal descansaba, en parte, sobre el carácter semidivino que le reconocía el pueblo: él era divi filius, hijo del dios César. ¿A quién transmitir ese carisma, sino a un hijo? Ahora bien, Livia no demostró ser, decididamente, una fecunda esposa. Sin embargo, tenía dos hijos de su primer matrimonio, Tiberio y Druso. ¿Por qué no hacía que Augusto los adoptara, del mismo modo que él había sido adoptado por César, del que no era hijo consanguíneo? Livia necesitaría largos años para arrancar el Imperio de manos de la gens Julia y entregárselo a un Claudio, a ese Tiberio por el cual Augusto no sentía la menor simpatía y que, en lo más hondo de su corazón, se sentía republicano. Es posible que el azar favoreciera los propósitos de Livia haciendo desaparecer, uno tras otro, a todos los herederos elegidos sucesivamente por su marido: el joven Marcelo en el año 23 a. de C., y después los dos nietos de Augusto, Cayo y Lucio, los «príncipes juveniles», que morirían, respectivamente, en los años 2 y 4. En la actualidad, no se piensa seriamente que Livia pudo haber ayudado a la fortuna, aunque esas muertes sucesivas la favorecieron tanto que cualquier suposi- 173 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 174 ción parece posible. Finalmente, ella ganó la partida, y fue su voluntad la que impuso a Tiberio, al cual Augusto se resignó a adoptar porque no tenía la menor elección. (P. GRIMAL). 3. Léxico Actividades 1. 1 a + 2 = psiquiatra c + 1 = geriatra b + 4 = pediatra d + 3 = foniatra 2 Iatrógeno: califica las enfermedades que, paradójicamente, tienen su origen en los hospitales o en las prácticas médicas (literalmente, generado por la medicina). 2. 1 a + 4 = cefalalgia c + 1 = neuralgia e + 6 = analgésico g + 2 = ostalgia b + 5 = gastralgia d + 3 = menalgia f + 7 = nostalgia 3. 1 a + 3 = fisioterapia c + 1 = hidroterapia e + 4 = psicoterapia g + 2 = talasoterapia b + 5 = helioterapia d + 6 = hipnoterapia f + 7 = quimioterapia 4. 1 a + 2 = glucemia c + 4 = leucemia e + 1 = anemia b + 5 = alcoholemia d + 3 = uremia 2 a + 3 = hemofilia c + 2 = hemostático b + 1 = hemorragia 3 a + 3 = hematuria c + 2 = hematocrito b + 1 = hematoma 174 5. 1 a + 5 = cardiopatía c + 1 = neuropatía e + 3 = psicopatía b + 6 = (p)neumopatía d + 2 = encefalopatía f + 4 = osteopatía 6. 1 a + 4 = hepatitis c + 5 = rinitis e + 2 = flebitis b + 1 = gastritis d + 3 = otitis 7. 1 F, 2 V, 3 V, 4 F, 5 V, 6 V, 7 F, 8 V, 9 V, 10 V, 11 F. 8. a + 3; b + 4; c + 5; d + 7; e + 2; f + 1; g + 6. 9. ad hoc, per se, quórum, referéndum, alias, casus belli, in vivo... in vitro. 175 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 176 unidad 5 1. El mito de las edades. La figura de Prometeo Aproximación inicial En esta ilustración de una copa con figuras negras, los alumnos podrán reconocer con facilidad a los dos personajes representados, ya que los han tratado desde la unidad 1: uno es Atlas sosteniendo el mundo y el otro, Prometeo atado a una roca del Cáucaso, aquí en forma de columna, mientras un ave (águila o buitre) le devora durante el día el hígado que le crece de noche. Información Casi todas las cuestiones se pueden contestar, sin problemas, a partir de la lectura de los textos. Para que el alumnado lo perciba, conviene recalcar la concepción pesimista que encierra este relato, donde las sucesivas razas humanas suponen una degradación no sólo de sus condiciones materiales de vida, sino sobre todo de la moral y las costumbres. 2. a1) Los hermanos Prometeo y Epimeteo («el Inteligente» y «el Necio») se han considerado un símbolo de la condición humana, mezcla de inteligencia previsora e insensatez. a3) Sobre los beneficios del fuego, los alumnos pueden señalar fácilmente el progreso técnico, la mejora en la alimenta- 176 ción y la salud que aportan los alimentos asados o cocidos, así como en el bienestar y en la lucha contra los animales. a5) La dos visiones, progresista y conservadora, presentes en toda la historia del pensamiento occidental, se remontan, respectivamente, a estos dos mitos que nos han llegado uno en la versión de Hesíodo y el otro en la de Platón, aunque en este último parece reproducirse la opinión de Protágoras. En dicho mito, la finalidad del gran sofista es justificar la distinción entre la técnica política, o arte de convivir en las ciudades de acuerdo con unas leyes moralmente válidas para todos, y las otras técnicas especializadas, como la medicina. También pretende señalar que el progreso humano se basa no sólo en el dominio de unas técnicas instrumentales y especializadas, sino en unas normas morales que permitan la convivencia y la sociedad civil. Para ello, se debe educar a las personas desde la niñez, de modo que aflore en ellas su sentido innato de la moralidad y la justicia. a7) Las dos ilustraciones representan a Prometeo realizando las dos acciones a partir de las que se convirtió en un referente cultural para Occidente, desde los griegos a nuestros días: es el padre y gran benefactor de la humanidad. b1, 2, 3 y 4) En relación con la Edad de Oro, durante el reinado de Crono, ya se ha visto cómo vivían los seres humanos y su naturaleza prácticamente divina. No existía, pues, una línea clara que diferenciara a las personas de los dioses y tampoco de los animales. Desde el punto de vista humano, ésta era una época de plena felicidad; sin embargo, desde la visión divina, en ella reinaban la injusticia y el desorden, ya que Crono se negaba a que sus hijos crecieran. Tras ser derrotado por ellos y expulsado del trono divino, Zeus, el nuevo rey, ins- 177 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 178 tauró el «orden» (kosmos) que existe ahora en la naturaleza, el cual, entre otras cosas, se caracteriza por la jerarquización y la separación nítida de los seres. Por eso, puso fin al comensalismo de los dioses y hombres, y marcó los límites y las características de la condición humana. Este cambio, en el lenguaje mítico, se expresa de diversas maneras (aniquilación de una raza y creación de otra, instauración del sacrificio sangrante como nuevo modo de relacionarse hombres y dioses –cf. unidad 6–, etc.). En este texto, el protagonismo recae sobre Prometeo y sobre el castigo que recibió por enfrentarse al nuevo rey de los dioses. Como se verá en la unidad siguiente, en la versión de Hesíodo, su motivación era rivalizar en inteligencia con Zeus, pero para Esquilo, en la tragedia donde se incluye este texto, la razón fue su gran devoción por la humanidad, a la cual no sólo libró de ser aniquilada y sepultada en el Hades, sino que le proporcionó todo tipo de inventos y hallazgos para que pudiera sobrevivir y progresar: el calendario, los números, el alfabeto, la agricultura, la rueda, las naves, las medicinas, la adivinación, la minería. Esta versión difiere de la que se ofrece en el texto anterior, donde Platón recoge la tradición de la filosofía presocrática, según la cual fueron los seres humanos, gracias a su ingenio, los que poco a poco hallaron los procedimientos e instrumentos para mejorar su vida y dominar la naturaleza. b5) El valor simbólico de la figura de Prometeo queda claro en el siguiente texto de C. García Gual, Prometeo: mito y tragedia: Esquilo se ha servido de un viejo mito para revestirlo de la forma trágica. Y en esta forma trágica se nos ofrece una parte, una parte esencial, de la leyenda de Prometeo, el dios rebelde, el ladrón del fuego, el filántropo promotor de la cultura humana, del que la mitología griega nos cuenta varias andanzas. Sobre la figura de Prometeo tenemos 178 tres relatos antiguos de innegable fascinación: el de Hesíodo, el de Esquilo (si el autor de la tragedia de que vamos a hablar fue Esquilo) y el de Platón (es decir, el que Platón pone en boca del sofista Protágoras en el diálogo de tal nombre, y que puede provenir de la enseñanza del democrático pensador de Abdera). Las variantes entre una y otra versión son muy interesantes y sugestivas, y han dado lugar a numerosos comentarios filológicos. Contrastaremos esos textos para ilustrar así la complejidad de la tradición mítica en torno a la figura de Prometeo; aunque nuestro comentario va a centrarse sobre el héroe de la tragedia, ese héroe anormal y divino, ese patético rebelde, símbolo de la arrogancia inflexible contra la tiranía. Paradójicamente, el destino doliente de este dios se convierte, para el espectador de la tragedia atribuida al gran Esquilo, en un símbolo del destino del hombre. De los protagonistas de tragedia griega, Prometeo es un titán preolímpico, uno de los más próximos a nuestra comprensión y simpatía. En su obcecada oposición al designio del todopoderoso Zeus, en su decisión de sufrir por los más débiles, en ese afán humanitario de redentor por la cultura de una humanidad desamparada, se expresa un magnánimo impulso que ha atraído desde siglos atrás la admiración cordial de poetas y filósofos. Desde Goethe y Shelley a Albert Camus y Kazantzakis son múltiples las alabanzas de Prometeo, considerado como el rebelde altivo contra la tiranía del más fuerte, que en la tragedia griega se llama Zeus. Todo eso enlaza con un motivo de resonancias míticas muy hondas: el del rapto del fuego, arrebatado al dominio de los dioses para obsequio de los hombres y fundamento de la cultura. Pero sobre este punto quisiera recordar las palabras de Werner Jaeger: «En Prometeo el dolor se convierte en el signo específico del género humano. Aquella creación de un día trajo la irradiación de la cultura a la oscura existencia de los hombres de las cavernas. Si necesitamos todavía una prueba de que este dios encadenado a la roca en escarnio casi de sus acciones encarna, para Esquilo, el destino de 179 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 180 la humanidad, la hallaremos en el sufrimiento que comparte con ella y multiplica los dolores en su propia agonía. No es posible que nadie diga hasta qué punto llegó el poeta a la plena conciencia de su simbolismo. La personalidad individual, característica de las figuras míticas de la tragedia griega y que las hace aparecer como hombres que realmente han vivido, no aparece de un modo tan claro en Prometeo. Todos los siglos han visto en él la representación de la humanidad. Todos se han sentido encadenados a la roca y participado con frecuencia en su odio impotente. Aunque Esquilo lo ha tomado ante todo como figura dramática, la concepción fundamental del robo del fuego lleva consigo una idea filosófica de tal profundidad y grandiosidad humana, que el espíritu del hombre no la podrá agotar jamás. Estaba reservada al genio griego la creación de este símbolo del heroísmo doloroso y militante de toda creación humana, como la más alta expresión de la tragedia de su propia naturaleza» (Paideia). b7) Las representaciones del castigo de Prometeo en la pintura occidental han sido muy abundantes. En este cuadro de J. Jordaens se realza el dramatismo y la crueldad de la escena. 4. d) Son frecuentes los mitos griegos sobre el nacimiento del primer varón, generalmente a partir de la tierra, pero sólo existe uno sobre el nacimiento de la primera mujer, el que recoge Hesíodo y que se estudia en la siguiente unidad. Para la mitología griega, por tanto, los hombres y las mujeres son seres de naturaleza diferente y carecen de un origen común. En el relato de Deucalión y Pirra se fortalece esta creencia por el hecho de que nacen mujeres de las piedras arrojadas por ella y varones de las de él. Como señala N. Loraux: «Los dos sexos separados y paralelos se reproducen cada uno por su lado, sin mezclarse». a, b, c y d8) La primera ilustración representa una estatua romana de Zeus, quien se reconoce por la barba, la posición 180 majestuosa y por llevar el cetro real en la mano. En la segunda, se trata el tema del diluvio universal, un mito presente en muchas culturas, como es el caso de Grecia e Israel. La tercera muestra un paisaje, donde aparecen dos columnas, pertenecientes al santuario de Delfos. La cuarta es un famoso cuadro de Rubens, en el cual se representa a Pirra y Deucalión cuando arrojan las piedras a sus espaldas, que se transforman en hombres y mujeres de la nueva raza humana, capaz de soportar todo tipo de sufrimientos que los dioses quieran enviarles, gracias a la dureza y resistencia del material originario del que nacieron. Actividades de refuerzo Textos complementarios Texto 1 Viendo Yavé que la maldad de los hombres sobre la tierra era muy grande y que todos los pensamientos de su corazón tendían continuamente al mal, se arrepintió de haber creado al hombre sobre la tierra y se afligió tanto en su corazón, que dijo: «Exterminaré de sobre la faz de la tierra al hombre que he formado; hombres y animales, reptiles y aves del cielo, todo lo exterminaré, pues me pesa de haberlos hecho». Mas Noé encontró gracia a los ojos de Yavé. Ésta es la historia de Noé: Noé era justo, íntegro y temeroso de Dios entre sus contemporáneos. Engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. La tierra estaba corrompida delante de Dios y toda ella llena de iniquidad. Miró Dios a la tierra y he aquí que estaba corrompida, porque todo mortal había corrompido su camino sobre ella. Entonces dijo Dios a Noé: «Veo llegado el fin de toda carne, porque la tierra está toda llena de iniquidad por causa de los hombres. He aquí que voy a exterminarlos a todos ellos juntamente con la tierra. Hazte un arca de maderas resinosas, divídela en compartimentos y calafatéala con pez por dentro y por fuera. Éstas serán sus dimen181 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 182 siones: trescientos codos de largura, cincuenta de anchura y treinta de altura. Harás arriba un tragaluz y a un codo de éste la terminarás. A un lado harás la puerta, y en el arca harás tres pisos. Yo voy a arrojar sobre la tierra un diluvio de aguas para destruir bajo el cielo toda carne en la que haya hálito vital. Todo cuanto hay sobre la tierra morirá. Contigo, en cambio, estableceré mi Alianza. Entrarás tú en el arca y contigo tus tres hijos y tu mujer y las mujeres de tus hijos. De todos los seres vivientes meterás contigo en el arca dos individuos de cada especie, macho y hembra, para que se salven contigo. De las aves del cielo según su especie, de todos los animales según su especie, de todos los reptiles de la tierra según su especie, dos entrarán contigo para que se salven. Y por tu parte procúrate todo aquello que pueda serviros de alimento tanto a ti como a ellos». Hízolo así Noé, conforme Dios le mandó. Después, dijo Yavé a Noé: «Entra en el arca tú con toda tu familia, porque sólo tú has sido hallado justo en medio de esta generación. De todos los animales puros tomarás siete pares de cada especie, machos y hembras, y de los impuros tomarás un par, macho y hembra; también de las aves del cielo siete pares de cada especie, a fin de conservar la especie sobre la tierra. Porque dentro de siete días haré llover sobre la tierra por espacio de cuarenta días y cuarenta noches y exterminaré de sobre ella todos los seres que he hecho». Noé hizo todo cuanto Dios le había mandado. Tenía Noé seiscientos años cuando sobrevino el diluvio inundando la tierra. Noé, pues, junto con su mujer, sus hijos y las mujeres de sus hijos, entró en el arca para librarse de las aguas del diluvio. Los animales puros e impuros, las aves del cielo y los reptiles terrestres de dos en dos entraron con Noé en el arca, macho y hembra, conforme había ordenado Dios. Al término de los siete días cayeron sobre la tierra las aguas del diluvio. Era el año seiscientos de la vida de Noé, el día diecisiete del mes segundo cuando irrumpieron todas las fuentes del abismo y se abrieron las cataratas del cielo. Y la lluvia cayó sobre la tierra por espacio de cuarenta días y cuarenta noches. Aquel mismo día entró en el arca Noé con sus hijos Sem, Cam 182 y Jafet, con su mujer y las mujeres de sus tres hijos. Y con ellos toda bestia según su especie y todo ganado según su especie, y todo reptil terrestre según su especie y toda ave del cielo según su especie. De dos en dos entraron en el arca después de Noé, de toda carne en la que palpita hálito vital. De toda especie animal, macho y hembra entraron en el arca conforme se lo había ordenado Dios, y Yavé cerró la puerta tras él. Diluvió por espacio de cuarenta días sobre la tierra, y las aguas, siempre en crecida, levantaron en alto el arca, que flotaba sobre las aguas. Más y más crecieron y aumentaron las aguas sobre la tierra, mientras el arca continuaba flotando sobre su superficie. Tanto crecieron las aguas sobre la tierra que llegaron a cubrir todos los montes más altos de debajo del cielo. Quince codos subieron las aguas por encima de los montes más altos. Entonces pereció todo animal que se mueve sobre la tierra, tanto de las aves del cielo como de los ganados, bestias y reptiles terrestres y todo ser humano; todo aquello con hálito vital en sus narices y que habita la tierra seca pereció. Todos los seres vivientes sobre la superficie de la tierra fueron exterminados; hombres y bestias, reptiles y aves del cielo desaparecieron de sobre la tierra. Únicamente quedó Noé, y los que estaban con él en el arca. La inundación de las aguas sobre la tierra duró ciento cincuenta días. Acordose Dios de Noé y de todos los que estaban con él en el arca. Hizo pasar un viento sobre la tierra y bajaron las aguas. Se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas del cielo y cesó de caer la lluvia. Después las aguas fueron retirándose gradualmente de sobre la tierra y al cabo de ciento cincuenta días comenzaron a secarse. El día diecisiete del séptimo mes quedó anclada el arca sobre los montes de Ararat. Continuaron alejándose las aguas hasta el mes décimo, y el primer día de este mes aparecieron las cimas de los montes. Al cabo de cuarenta días abrió Noé la ventana que había hecho en el arca y soltó un cuervo que revoloteaba sobre las aguas, yendo y viniendo, hasta que se secaron las aguas sobre la tierra. Soltó después una paloma para ver si se habían secado las aguas sobre la tierra. Mas la paloma no encontrando dónde posarse, volvió de nuevo con 183 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 184 él al arca, porque las aguas cubrían todavía la superficie de la tierra. Sacó Noé la mano, la agarró y la metió en el arca. Esperó siete días más y de nuevo soltó la paloma fuera del arca. A eso de la tarde volvió a él trayendo en su pico una rama tierna de olivo. Conoció así Noé que las aguas no cubrían ya la superficie de la tierra. No obstante esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma que ya no volvió más a él. El año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día del primer mes se secaron las aguas sobre la superficie de la tierra. Levantó Noé la cubierta del arca, miró y he aquí que estaba seca la superficie de la tierra. El día veintisiete del segundo mes la tierra estaba completamente seca. Entonces habló Dios a Noé y le dijo: «Sal del arca tú, tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos contigo. Haz salir también todos los animales de toda especie que están contigo: aves, ganados y todo reptil terrestre. Llenad la tierra, procread y multiplicaos sobre ella». Salió pues Noé con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos. Y todas las bestias, los ganados, las aves y todo reptil terrestre salieron también del arca, una especie después de otra. Noé levantó un altar a Yavé y tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras ofreció holocaustos sobre él. Yavé aspiró el agradable olor, diciéndose en su corazón: «No maldeciré más la tierra por causa del hombre, porque los impulsos del corazón del hombre tienden al mal desde su adolescencia; jamás volveré a castigar a los seres vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, sementera y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche no se interrumpirán más». (Génesis VI-VIII). 184 2. El cómputo del tiempo Información Cayo Julio César (100-44 a. de C.) era hijo de Cayo Julio César y de Aurelia, sobrina de Mario. El vínculo familiar con Mario contribuyó a que César escogiese el bando de los Populares en su primera actuación política. En el año 84 a. de C. contrajo matrimonio con Cornelia, hija del mandatario de ese momento, Cinna. Como yerno suyo estuvo en grave peligro cuando Sila tomó el poder y restableció la hegemonía del partido senatorial conservador, los Optimates. No quiso divorciarse de Cornelia y, finalmente, Sila lo perdonó. En un viaje a Rodas, donde quiere completar su formación en retórica, cayó en manos de los piratas, un relato que está algo adornado en la historiografía. Pagó un rescate, pero, todavía en cautiverio, les anunció insolentemente que se vengaría. En efecto, inmediatamente después de su liberación reunió un grupo de barcos y hundió a los piratas. Tras una estancia en Oriente donde, entre otras cosas, participó en la lucha contra Mitrídates, regresó a Roma. En la carrera que comienza entonces, se hace querer en amplios círculos por su enorme generosidad. Así, como edil, ofrece grandes juegos al pueblo romano. Esta forma de actuar le conlleva continuamente problemas financieros, de los que siempre le salvan sus amigos. En los años siguientes, Craso, que es inmensamente rico, le ayudará, y César conseguirá acumular una nueva fortuna como propretor en España. En el año 63 a. de C. es nombrado pontifex maximus, una prestigiosa función religiosa que se investía para toda la vida. En el Senado, se enfrenta con los Optimates, el partido conservador, y sobre todo con Catón de Útica. Así se produ- 185 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 186 ce una disputa en torno a la cuestión de cómo proceder con los partidarios de Catilina, que habían urdido una rebelión. César –algunos autores sostienen que él mismo habría pertenecido durante algún tiempo a los conspiradores– plantea que es suficiente con el arresto y el destierro, pero Catón y Cicerón logran que el Senado se exprese a favor de la condena a muerte. En el año 63 a. de C., César se pone en un aprieto por el extraño escándalo surgido en torno a Clodio Pulcher. Este demagogo agresivo y temido había penetrado en la casa del pontifex maximus para reunirse con Pompeya, que, tras el fallecimiento de Cornelia, se había convertido en la segunda esposa de César. César se divorcia de Pompeya, pero no insiste en tomar medidas contra Clodio Pulcher, y más tarde incluso se habría servido de los sicarios de Clodio en la lucha de poder contra Cicerón y Pompeyo. En el año 60 a. de C. conquista la función pública más alta, el Consulado, en la que supera tanto a su compañero de Consulado, Calpurnio Bíbulo, representante de los Optimates, que, según Suetonio, ya por aquellos días se habla de dos cónsules, Julio y César. Entretanto, se ha aliado con los dos hombres más poderosos de Roma: Craso, quien puede dominar con sus inmensas riquezas el panorama político, y Pompeyo, que durante sus batallas en Oriente ha ganado gran fama y seguidores. La relación con este último se refuerza, ya que César le entrega en matrimonio a su hija Julia. Como cónsul consigue llevar adelante una ley de distribución que proporciona tierras de los bienes del Estado a plebeyos y veteranos. Con el apoyo de Craso y Pompeyo, se fuerzan las disposiciones legales especiales que otorgan a César competencias extraordinarias: recibe el mando supremo a largo plazo sobre la Galia Cisalpina (la parte de la península Itálica comprendida entre el 186 Rubicón y los Alpes), lliria y la Galia Transalpina (entonces todavía sólo la Galia Narbonense, la Provenza). Se le prorrogan estas competencias después de la deliberación entre los miembros del triunvirato de Lucca. El genio militar de César somete en esos años gran parte del noroeste de Europa. En el tratado Comentarii de Bello Gallico realiza un informe de sus campañas militares, sucesivamente, contra los germanos que están bajo el mando de Ariovisto, quienes son vencidos en Besançon, contra las tribus del actual norte de Francia y Bélgica, y contra los armoricanos y los vénetos, en las actuales Normandía y Bretaña. César también describe las dos invasiones de Britania. La primera no conduce a nada, mientras que en la segunda se impone una tasa a los habitantes de la parte meridional de la isla. A continuación, César tuvo que enfrentarse a las invasiones de los germanos y a los levantamientos de los belgas, en los que Ambiorix, procedente del país de los Tungros (alrededores de Tongeren), desempeña un importante papel. Finalmente, la amenaza más peligrosa surge de los galos, unidos bajo el liderazgo de Vercingetórix, quien es derrotado finalmente en Alesia (la actual Auxois) y tiene que someterse. César se convierte entonces en dueño y señor de un extenso territorio, que resultará ser una enorme garantía de poder en el futuro. Cuando regresa con sus legiones a la Galia Cisalpina, se dibuja el principio de la lucha final por el poder. El Senado, que entretanto se ha asegurado el apoyo de Pompeyo, deniega a César una prolongación de sus competencias y tampoco le permite que, estando fuera de la ciudad de Roma, aspire a un nuevo consulado. Por tanto, el candidato tendrá que dirigirse sin legiones y sin competencias a Roma, donde por otra parte todavía le están esperando una serie de procesos. Mientras, bajo la amenaza del poder de 187 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 188 César, Pompeyo ha sido elegido único cónsul. César da ahora un paso decisivo: cruza con sus tropas el Rubicón, la frontera de la Galia Cisalpina que se le había concedido. lugar en el teatro o cerca de él. En el vacío de poder que se produce tras este asesinato, Marco Antonio, con una gran oración fúnebre, consigue volver los ánimos contra Bruto y sus cómplices. Diversos autores han dramatizado esta travesía. Así, Suetonio describe cómo César reflexiona antes de realizarla. Aparece un personaje gigantesco que coge la trompeta de un soldado y vadea el río haciéndola sonar. Con las palabras Alea iacta est («La suerte está echada», expresión de una obra perdida de Menandro, que significa que el asunto está decidido), César cruza ahora el río. La guerra con Pompeyo finaliza con la victoria de César en Farsalia en el año 48 a. de C. César persigue a Pompeyo hasta Egipto, pero allí se entera de que éste ha sido asesinado a su llegada al país. El hecho de que le ofrezcan la cabeza de su contrincante como trofeo, para él, es ir demasiado lejos, de forma que les da la espalda. Según Plinio, todavía muestra su magnanimidad de otro modo: quema las cartas de Pompeyo y se priva así de la posibilidad de perseguir a sus partidarios, un proceder que también elogia Séneca en De ira. Suetonio concluye su biografía con descripciones del coraje personal de César, que han permanecido en la memoria de épocas posteriores. Así, existe el relato en el que César durante un ataque de los enemigos en Alejandría fue el primero en saltar a un bote desde un puente; cuando éste se sobrecarga, se salva nadando. Además, en esta acción, habría sujetado sus documentos por encima del agua y el manto de general, entre los dientes. Al mismo tiempo, según sus contemporáneos, también se va comportando como un rey en muchos aspectos, y se adorna con una diadema de oro, imitando a Alejandro. Suetonio ejemplifica su conducta arrogante con el hecho de que no se levanta de su asiento cuando el Senado comparece. Su relación con Cleopatra, presente en Roma de un modo llamativo, puede haber contribuido a que recayeran sobre él las sospechas de que tenía aspiraciones monárquicas. En los Idus de marzo del año 44 a. de C., es asesinado por algunos senadores conspiradores, entre ellos M. J. Bruto. Casio Suetonio menciona los presagios de esta muerte que se avecina y cita una predicción del adivino Espurina. Este autor también da detalles acerca del asesinato, que probablemente tuvo 188 Actividades 2. a4) En el antiguo calendario romano el año comenzaba con la primavera en marzo, mes que Rómulo nombró en honor del dios Marte, su padre. d) Jano es uno de los dioses más antiguos del panteón romano. Se le representa con dos caras opuestas, una que mira hacia delante y otra, hacia atrás. Sus leyendas son exclusivamente romanas y están ligadas a las de los orígenes de la ciudad. Según ciertos mitógrafos, Jano era en Roma una divinidad indígena, y en otro tiempo habría reinado en ella con Cameses, un rey mítico del cual apenas se conoce más que el nombre. Más tarde, a la muerte de Cameses, reinó solo en el Lacio, y acogió a Saturno, expulsado de Grecia por su hijo Júpiter. Mientras Jano ocupaba el Janículo, Saturno reinaba en Satumia, ciudad emplazada en la cumbre del Capitolio. Se atribuyen a este reinado de Jano las habituales características de la Edad de Oro: honestidad perfecta en los seres humanos, abundancia, paz completa, etc. Jano habría sido el primero en emplear barcos para trasladarse de Tesalia a ltalia, así como el inventor de la moneda. 189 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 190 En efecto, las monedas romanas de bronce más antiguas llevaban en el anverso la efigie de Jano, y en el reverso una proa de barco. Jano habría civilizado, además, a los primeros habitantes del Lacio, los aborígenes –lo cual se atribuye también a Saturno–. Antes de él, éstos llevaban una existencia mísera y no conocían ciudades, ni leyes, ni el cultivo del suelo. Jano les enseñó todo esto. Después de su muerte, Jano fue divinizado, y a su personalidad divina se unen otras leyendas que no parecen guardar relación con las precedentes. Se le atribuye especialmente un milagro que salvó a Roma de la conquista sabina. En la época en que Rómulo y sus compañeros raptaron a las mujeres sabinas, Tito Tacio y los sabinos atacaron la nueva ciudad. Una noche, Tarpeya, hija del guardián del Capitolio, entregó la ciudadela al enemigo. Éste escaló las alturas, y estaba a punto de rodear a los defensores, cuando Jano hizo brotar ante los asaltantes un surtidor de agua caliente, que les asustó y les puso en fuga. Para conmemorar este milagro, decidieron que en tiempos de guerra se dejaría siempre abierta la puerta del templo de Jano, para que el dios en cualquier momento pudiera acudir en auxilio de los romanos, mientras que en los periodos de paz se cerraría. (P. GRIMAL). d4) En la costumbre romana de las strenae está el origen del regalo de las «estrenas» o «aguinaldos» familiares que se recibe en Navidad, así como en la costumbre de felicitar las Navidades y el año nuevo. e1) Ante diem tertium Idus Novembres: 11 de noviembre. Pr. Idus Novembr.: 12 de noviembre. Hora quinta: una hora antes del mediodía (varía cada día del año si nos regimos por el horario actual). 190 Ante diem XII Kal. Decembr.: 20 de diciembre. Ante mediam noctem: antes del punto medio entre la puesta y la salida del sol. Ad meridiem: al finalizar la hora sexta, justo el punto medio entre la salida y el ocaso del sol. Ante diem VIII Kal. Decembre: 24 de diciembre. Hora noctis nona: en la tercera vigilia, pasada ya la mitad del periodo de oscuridad, entre el ocaso y la salida del sol. f1) En las creencias romanas los manes son las almas de los muertos. Se les nombra por antífrasis (como las Erinias), pues manes es un antiguo vocablo latino que significa «los benévolos». De este modo, por medio de una inocente lisonja, la gente se congraciaba con ellos tan sólo nombrándolos. Los manes eran objeto de culto; se les ofrecía vino, miel, leche, así como flores. Había dos fiestas especialmente consagradas a ellos: las rosaria (o violaria), en que se adornaban las tumbas con rosas o violetas, y las parentalia, celebradas del 18 al 21 de febrero. Se creía que la costumbre de las parentalia en Italia la había introducido Eneas, quien instituyó esta fiesta en honor de su padre Anquises. También se contaba que, cierto año, en Roma se olvidaron de celebrar la festividad de los muertos, los cuales se vengaron invadiendo la ciudad. Salieron de sus tumbas y se esparcieron por todas partes, y sólo la celebración de los ritos consiguió aplacarlos (P. GRIMAL). f4) Los rituales para honrar la memoria de los muertos existen en todas las culturas y han perdurado hasta nuestros días, en que el carácter no laborable de la festividad del día 1 de noviembre tiene su justificación en permitir que todo el mundo pueda ir al cementerio a llevar flores a los difuntos. 191 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 192 Actividades de refuerzo 3. Marco Antonio y Cleopatra. Tras la derrota del Senado, en el campo de batalla de Farsalia, entre otras cosas, se produjo una violenta reacción y algunos romanos creyeron llegado el momento de rehabilitar otras formas de vida, prohibidas por la moral tradicional. Una reacción tanto más comprensible por cuanto sobrevenía después de las angustias generadas por la guerra civil, ya que, desde siempre, a las grandes tensiones nacionales ha seguido cierto relajamiento general de las costumbres. El protagonista de esta nueva moral (o, si se prefiere, de esta inmoralidad) sería Marco Antonio. Él se dejó llevar por su temperamento, que le predisponía a todos los excesos, y también por una determinada tradición familiar, que quería que la gens Antonia descendiera de Hércules, el de las proezas heroicas y grandiosas, el «monstruo sagrado» que escapaba a las normas de la moral habitual, capaz de estrangular a un león tan sólo con sus manos y de darles, en una sola noche, cincuenta hijos a las hijas de Testio. Plutarco nos explica cómo, en su manera de vestir y en su aspecto, Antonio se esforzó siempre por imitar a Hércules. Mientras César batallaba todavía por España, con intención de reducir los últimos restos del partido senatorial, Antonio recorría Italia con sus comediantes y bailarinas, deteniéndose a pie de camino para celebrar unos banquetes en los que se bebía más de la cuenta y se solía acabar en orgías. Durante algún tiempo, la influencia de su esposa Fulvia, y quizá también las reprimendas de César, pondrían algún freno a ese furioso apetito de goce, que tanto chocaba a la opinión pública, o al menos a los aristócratas, pues parece que el pueblo se encaprichó de él como de un héroe. Era difícil, en una Italia ins- 192 tintivamente «burguesa», dotar a su propio personaje de las oportunas dimensiones míticas. César, que lo intentaría con mayor sutilidad que Antonio, no lo conseguiría, y pagó el fracaso con su vida. Pero aún quedaba Oriente, y sería allí donde el heráclida iba a intentar recrear su propio mito. En el reparto del mundo que había seguido a la conclusión del segundo triunvirato, Antonio obtuvo el Oriente, con cierta facilidad, ya que a Octavio le satisfacía mantener alejado a este dudoso aliado suyo de una Italia donde se dirimía, realmente, el destino del orbe. Desde el año 41 a. de C., Antonio se encontraba en Asia Menor. Él se presentó allí no tanto a la manera de un Hércules, tal como cabría esperarse, sino de un Dioniso. En realidad, se percibe en la mística de ese tiempo más de una analogía entre Hércules y el dios de las Ménades: se trata, en ambos casos, de héroes triunfadores, que descienden a los Infiernos y que acceden a los secretos del más allá; se sabe que los Ptolomeos se habían atribuido una doble ascendencia que los relacionaba con uno y con otro. Estamos en una época donde los viejos mitos son objeto de ciertas exégesis, a veces sutiles y otras más complacientes, prestándose a todas las interpretaciones. Ahora bien, los reinos de Oriente habían visto nacer y desarrollarse las hermandades de adoradores de Dioniso, que ejercían un gran poder sobre el mundo del espíritu. Los componentes de estas cofradías se reclutaban sobre todo entre los «dionisiastas», músicos, cantantes o danzarines, cuyos oficios consistían precisamente en participar, en las ciudades, en las fiestas de esta divinidad. Y así encontraremos a Antonio, al llegar a Asia Menor, rodeado de artistas de esa índole, lo que causa enorme indignación a Plutarco. Cuando efectuó su entrada en Éfeso, lo hizo como triunfador dionisíaco. Las mujeres corrían disfrazadas de bacantes, mien- 193 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 194 tras que los hombres y jóvenes precedían su cortejo vestidos de sátiro y de dios Pan; la ciudad entera rebosaba de hiedra y de tirsos, de liras y de flautas, al tiempo que el pueblo le aclamaba. Bajo esta apariencia enloquecida se ocultaba cierta intención política. Se trataba de atraer las simpatías populares, y nada podía servir mejor a los designios de Antonio que el apoyo de los sectarios del dios del que pretendía ser encarnación. Heredero de los proyectos de César, Antonio esperaba emprender una expedición a la India, más allá del reino de los partos. ¿Quién no recordaba la triunfal parada «militar» que protagonizó Dioniso, que llegó hasta orillas del Ganges? En Roma, todo esto se habría considerado de locos, una farsa indigna. Pero en Éfeso, al son de las flautas y de los tamboriles, era quizá lo más sabio y adecuado. Tal sería el momento elegido por Cleopatra para presentarse ante el futuro conquistador del mundo. En el curso de la guerra contra los asesinos de César, Cleopatra se había mantenido fiel al partido de Casio, y Antonio, después de su victoria, entendía que había de pedirle cuentas. Le envió un mensajero con la orden de que se dirigiera a Cilicia para disculparse, si es que quería hacerlo. Cleopatra, que conocía bien a Antonio, puesto que se habían encontrado en Roma –y quizá por haber sido ya su amante–, decidió presentarse en Tarso y mantener con él una entrevista decisiva. Ella estaba enterada, gracias a sus agentes, de su conducta tras llegar a Asia Menor. Así pues, sabía lo que Antonio pretendía y los medios con los que contaba, y juzgó que podía ganarle si le seguía el juego. Remontó el curso del Cidnus a bordo de una embarcación real, de dorada popa y velas color púrpura; los 194 remos tenían incrustaciones de plata, y la cadencia se daba a los remeros por medio de flautas, acompañadas de liras y de syrinx. Ella se recostaba bajo un palio bordado en oro, parecida a la diosa Afrodita, mientras que unos efebos situados a ambos lados de su reclinatorio, tal como se veía en las pinturas, la refrescaban con sus abanicos. Entre el séquito había unas sirvientas, jóvenes y hermosas, que se parecían a las Gracias y a las Nereidas; los perfumadores expandían su humo aromático por las riberas. Las muchedumbres acudieron de todas partes para gozar del espectáculo y, pocos instantes después de su llegada, ¡Antonio se había quedado solo, sobre su tribuna, en medio del ágora! Enseguida se extendió el rumor de que la diosa Afrodita había venido en persona a reunirse con Dioniso, para mayor gloria de Asia. Al caer el sol se celebró, en el río, una extraordinaria fiesta nocturna. Antonio, olvidando que él era el amo y que la reina había acudido obedeciendo sus órdenes, aceptó la hospitalidad de Cleopatra a bordo de tan celestial galera. Y en ese momento da comienzo una aventura «sin parangón» (ése fue el término con que los propios amantes se refirieron a la vida que llevarían en lo sucesivo) entre el nuevo Dioniso y la nueva Isis. Juntos, fueron a Alejandría, mientras Fulvia desencadenaba la guerra civil en Italia. Ambos, Cleopatra y Antonio, salían por la noche y, disfrazados, se dedicaban a molestar por las calles a los transeúntes, quienes les insultaban y en ocasiones incluso les llegaban a golpear. El resto del tiempo, Cleopatra jugaba a los dados con él, bebía en su compañía o cazaba, o bien le miraba ejercitarse con las armas. Fueron momentos deliciosos. Cleopatra conjugaba a las mil maravillas el hacerle rabiar con, al mismo tiempo, el serle agradable. 195 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 196 Sin embargo, nos equivocaríamos si creyéramos que Antonio se sentía completamente subyugado por la reina. No se había convertido, en sus brazos, en ese instrumento maleable con el que ella soñaba. Cuando las noticias llegadas de Italia anunciaron los manejos de Fulvia para comprometerle a sus espaldas, no dudó en abandonar Alejandría, dirigiéndose primero a Grecia y después a Brindisi, donde alcanzaría la paz con Octavio. Además, como la situación exigía un arreglo definitivo, y ya que Fulvia había muerto en el ínterin, accedió a convenir un nuevo matrimonio, esta vez con Octavia, la hermana de Octavio. Probablemente, no se sentía demasiado bien en el papel de «marido» de la reina: ella no era para él más que una concubina, apenas algo más que una cortesana. Quizás incluso la considerara como su propio instrumento para conseguir el dominio total de Oriente: después de todo, los reyes de Egipto accedían normalmente a la soberanía del país por medio del matrimonio. Pero, por el momento, había que esperar. El sueño de supremacía oriental quedaba aparcado. Para materializarlo, convenía, primeramente, tener las manos libres en Italia, cosa que le aseguraba su matrimonio con Octavia. Durante tres años, sin que se volviera a acordar de Cleopatra, Antonio se portó con su esposa como un hombre fiel. Incluso cuando estaba en Siria para dirigir las operaciones contra los partos, durante la primavera del año 38 a. de C., no aprovechó la ocasión para reencontrarse con la reina. Evidentemente, apenas le ocupó lugar su amor por ella, el recuerdo de aquel invierno maravilloso y de la vida sin parangón que disfrutaran, lo que no deja de confundir un tanto a algunos historiadores, a quienes gustaría poder explicar toda la historia de ese periodo en relación con los encantos de Cleopatra. Otros autores, por contra, reducen la importancia del papel 196 de la reina y señalan, de acuerdo con los testimonios antiguos, que Cleopatra no era ya en ese momento demasiado joven, y que seguramente Octavia debía de ser mucho más seductora que ella. De hecho, el debate quizá no sea tan simple, y no admita situarlo en el plano de la mera pasión. Octavia y Cleopatra simbolizan dos «tentaciones» de Antonio, tentaciones políticas antes que pasionales, dos caminos entre los que era preciso elegir. Y sería propio de una moral algo estrecha el pensar, al modo de Pródicos, que uno de los caminos representa el de la virtud y el otro, el de la molicie. Del lado de Octavia estaba Roma, con su tradición de matrimonios políticos, de las alianzas sabiamente dosificadas, y el reparto del poder con Octavio; reparto que, como Antonio bien tenía que saber, sólo iba a ser transitorio. Frente a ella, se encontraba Cleopatra, cuyo apoyo podía transformar al general romano en un soberano helenístico; era una vieja tentación a la que, cada vez con mayores dificultades, habían podido resistirse los imperatores que habían gozado de Oriente. En compañía de ella, más de la mitad del camino estaba ya hecho: en el año 40 a. de C. nacieron dos gemelos como fruto de sus amores, Alejandro-Helios y Cleopatra-Selene, cuyos nombres astrales (la Luna y el Sol) no dicen bastante del ambiente religioso en el que se criarían. Antonio, en el año 37 a. de C., se encuentra verdaderamente delante de un cruce de caminos, y es necesario reconocer que la situación política en Italia, donde Octavio se esforzaba visiblemente por eliminar a sus colegas de triunvirato, asociados y cómplices en los días difíciles y ahora odiados rivales, no le invitaba a permanecer inactivo. Su única oportunidad residía en lograr una victoria absoluta en Oriente, en alcanzar el 197 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 198 éxito mediante una aventura grandiosa que redujera a nada los retorcidos cálculos de Octavio. Ahora bien, este acrecentamiento de su prestigio, del que tanta necesidad tenía, y a falta del cual sería irremediablemente barrido de la escena política, solamente podía aspirar a obtenerlo si estrechaba su alianza con Cleopatra. Ésta, por su parte, no permanecía en absoluto inactiva, y no era sólo, ni en especial, el amor que pudiera sentir por Antonio lo que la impulsaba. Durante el tiempo de ausencia de Antonio, se había entregado a numerosas intrigas en Oriente. Su objetivo resulta evidente: recuperar aquel «gran Egipto» que, en otro tiempo, reunía bajo la corona de los Ptolomeos parte de Siria. Para lograrlo, necesita fortalecerse frente a Roma. Su juego consistía, en primer lugar, en mantener dividido lo máximo posible este imperio que, en tiempos de César, había flaqueado en el intento de devorar su reino; y, lo que aún es mejor, ella no desesperaba, gracias a Antonio, en lograr que el poder romano sirviera a sus designios. En esta diplomacia, el amor no viene a ser sino un elemento más, un medio entre otros; pero no el único. La propaganda de Octavio ha popularizado la figura, convertida en legendaria, de un Antonio esclavizado por sus pasiones, traidor a su patria con tal de complacer a la reina, un nuevo Hércules arrastrándose a los pies de Ónfale. Se trataba de un pretexto excelente para justificar la ruptura definitiva con el amo de Oriente, alrededor del cual se concentraba cada vez más la renacida oposición «republicana»; pero ésta no era, sin duda, la verdad, o por lo menos toda la verdad. Después de la entrevista en Tarento entre Octavio y Antonio, en la primavera del año 37 a. de C., éste recobraba el Oriente: su elección estaba consumada. Reemprendía así, tras un intervalo de tres años, sus proyectos de guerra contra el reino parto, y su pri- 198 mera decisión fue reunirse con Cleopatra. Octavia se quedaba en Occidente, al cuidado de su hermano. El invierno del año 37-36 a. de C. lo pasó en Siria. Mientras proseguían los preparativos de guerra, Antonio y la reina recobraron su perdida intimidad. Los dos niños nacidos en el año 40 a. de C., Alejandro y Helena, fueron reconocidos oficialmente, lo que convertía a Antonio, moralmente, en protector del reino de Egipto, asociándose más estrechamente con la dinastía legítima. Se trataba de una solución muy astuta al problema político que significaba Egipto, una provincia nada fácil de gobernar. Frente a frente, Antonio y Cleopatra eran opuestos uno al otro, radicalmente, por todo lo que representaban. La reina intentaba desesperadamente mantener un reino anacrónico dentro del mundo romano, y Antonio se esforzaba por asociar ese mismo reino, con más apremio que nunca, a la suerte de Roma, por movilizar sus fuerzas sin correr el riesgo de una anexión abierta. Estos dos rivales, estos dos políticos, no tenían más remedio que amarse si lo que querían era alcanzar sus designios. Y lo milagroso del caso es que a ninguno le repugnaba tal idea. Antonio parece haber sido perfectamente consciente de la situación. El dios que llevaba dentro de sí y que le impulsaba a amar, a prodigarse en desórdenes siempre renovados, era su guía y su fuerza. ¿Acaso no había sido Dioniso a la vez conquistador y dios de la orgía, de la sexualidad desenfrenada? En cuanto a Cleopatra, era la madre Isis, personificación de la feminidad y de la fecundidad –de lo que daban prueba sus sucesivas maternidades–, figura mítica de la esposa que devolvía la vida al esposo en virtud de sus caricias, un esposo que las potencias malignas se encarnizaban, inútilmente, por arran- 199 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 200 carlo de sus manos. En Egipto, los Ptolomeos habían creado una nueva divinidad, Serapis, en la que se fundían el antiguo Osiris y el Dioniso heleno; este dios se había popularizado con rapidez en todo el orbe mediterráneo, hasta el punto de que en la propia Roma los poetas le rendían sus alabanzas. Todo estaba preparado para la aventura «sin parangón» de esos dos amantes, unidos, lo quisieran o no, por una situación política que no tenía más salida que su amor, y también por los mitos que se habían originado antes de ellos, los cuales les ceñían como la malla mágica con la que Hefesto, en tiempos muy antiguos, castigó los amores de Afrodita y de Ares. Durante seis años se prolongaría esta extraña situación. Octavia, que comprendía a Antonio, y que le era tan fiel como en otra época le fuera Fulvia, se esforzaba en proporcionarle lo que éste esperaba de Cleopatra, es decir, armas y dinero. Así, iría hasta Oriente cargada de regalos sacados a su hermano. Él tuvo el coraje de no sucumbir a la tentación y de mantener sus propósitos. ¿Qué eran dos mil o tres mil hombres al lado de los posibles recursos de todo un reino? Y, además, Cleopatra, cuando el peligro se hizo acuciante, supo interpretar mejor que nunca su comedia de amor. Pronto llegó la ruptura con Roma, y Antonio, convertido en rey helenístico, tanto en pensamiento como en hechos, se vio obligado a aceptar la guerra contra ella. Así termina, en las aguas de Accio, este drama cuyo final, si la fortuna hubiera concedido la victoria a la flota de Antonio, pudo haber cambiado ciertamente el rumbo del mundo. Pero los encantos marchitos de Cleopatra quizá no habrían soportado la responsabilidad. Y, sin embargo, la derrota de Antonio y el fin de una «vida sin parangón», que se convertiría en unión más allá de la muerte, no pudieron abolir una experiencia, no suprimieron una mística de la 200 realeza «dionisíaca» que encontrará otros medios para sobrevivir en el seno mismo de Roma. La noche que precedió a la muerte de Antonio, hacia la medianoche, mientras la ciudad de Alejandría permanecía sumergida en el silencio oprobioso de la angustia, he aquí que el aire se llenó de una música sobrenatural. Se diría que eran los sonidos emitidos por una infinidad de instrumentos varios que acompañaban los cantos y los gritos de una muchedumbre de bacantes. El tumulto llenó las calles en un instante, sin que se viera a nadie; después se desplazó, y llegó a la puerta que se abría en dirección al enemigo. Allí se redobló el estruendo, para cesar bruscamente como si el invisible gentío hubiera dejado la ciudad. Todos los habitantes de Alejandría lo escucharon, y alcanzaron a comprender: era Dioniso, que abandonaba a Antonio. De hecho, se trataba también del final de una era: la ley de Roma iría reemplazando la mística orgiástica de la que Antonio y Cleopatra serían los últimos adeptos sobre el trono de los Ptolomeos. Octavio, el nuevo amo, era un conquistador sombrío. Arrastraba consigo el puritanismo romano, del que imitaba su austeridad sin aprovechar sus virtudes. (P. GRIMAL, El amor en la Roma antigua). 3. Léxico Actividades 1. a-6, b-4, c-5, d-1, e-3, f-2 2. a + 2 = paleolítico c + 1 = megalito b + 4 = neolítico d + 3 = monolito 201 GD Cultura clásica ok 3. 4. 10/4/02 17:12 a + 2 = paleografía c + 4 = cartografía e + 3 = etnografía g + 7 = demografía Página 202 b + 5 = historiografía d + 1 = geografía f + 6 = gliptografía a + lógos = 4; b + syn = 6; c + diá = 5; d = 7. e + aná = 1; f = 2; g + cum = 3. 5. 1 + h; 2 + e; 3 + d; 4 + c; 5 + j; 6 + i; 7 + a; 8 + b; 9 + f; 10 + g. 6. 1 beligerante; 2 belicoso; 3 bélico; 4 belicismo; 5 rebelde. 7. 1 F, 2 V, 3 F, 4 V, 5 V. 8. a + 4; b + 1; c + 2; d + 3; e + 7; f + 5; g + 6. 9. 1 ad calendas graecas; 2 a posteriori; 3 in memoriam; 4 idem; 5 ipso facto; 6 sine die; 7 o tempora, o mores; 8 a priori; 9 in albis. unidad 6 1. La creación de Pandora Aproximación inicial Algunos autores han relacionado los mitos sobre una primitiva Edad de Oro o paraíso perdido con esa inclinación de los seres humanos a idealizar el pasado (cualquier tiempo pasado fue mejor), bien porque el paso del tiempo suele despojar los recuerdos de los aspectos negativos, bien porque se tiende a recordar con más detalle las vivencias buenas que las malas experiencias. Además, existe otra constante que suele darse en la mayoría de la gente: considerar la infancia como la época más feliz de su vida. En ningún texto de la mitología griega se nos dice claramente si existían o no mujeres en la Edad de Oro. Concretamente, el texto canónico de Hesíodo no las menciona en ningún pasaje. Así pues, dado que en numerosos mitos los varones nacen directamente de la tierra y, sobre todo, que Hesíodo sitúa la fabricación de Pandora con posterioridad a la Edad de Oro, puede suponerse que también los hombres de esta edad nacían de la tierra y que las mujeres todavía no existían. El cuadro de J. Cousin representa a Eva al estilo tradicional de Venus, con una intención clara, por tanto, de resaltar el aspecto erótico de esta mujer. En ella, el pintor funde las dos primeras mujeres de las dos mitologías esenciales de la cultura occidental, la griega y la hebrea, a pesar de que estas figuras son distintas en muchos e importantes aspectos. 202 203 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 204 Actividades 1. El triunfo de Zeus sobre Crono supuso para los hombres el fin de la Edad de Oro y su separación de los inmortales. La tarea de delimitar la esfera que en el orden olímpico correspondía a los seres humanos, la llevó a cabo Prometeo, quien, mediante el sacrificio de un buey, pretendió engañar a Zeus y rivalizar con él. El rey de los dioses en todo momento era consciente del engaño de Prometeo, pero aceptó entrar en el juego, porque planeaba un nuevo estatus para los hombres, con el que se pusiera fin al estado de permanente felicidad que había caracterizado la vida humana bajo el reinado de Crono. Los griegos conocían los acontecimientos que tuvieron lugar en ese momento, sobre todo, por la narración que de ellos realizó Hesíodo, quien se refiere en dos ocasiones al mito de Prometeo, una en la Teogonía y otra en los Trabajos y Días. inteligencia astuta) y cuyas armas suponen el engaño, así como la ocultación de bienes dentro de males y males dentro de bienes. La victoria, lógicamente, será para Zeus, el metíeta por excelencia, y con ella quedarán fijados los límites de la condición humana. Vernant analiza este relato en tres niveles: Análisis formal: Los agentes son Prometeo y Epimeteo, que representan a los seres humanos, y Zeus, que representa a los dioses. Las acciones consisten en un duelo de astucia, cuyas reglas de juego residen en la dinámica dar/no dar, y en sus contrapartidas tomar/rechazar lo que es dado, o rechazar/tomar/robar lo que no es dado. La estructura del relato consta de tres secuencias: Prometeo entrega un regalo a Zeus, y éste lo acepta. Para ayudar al comentario de este relato central en la mitología griega, resumimos las principales conclusiones de la conocida interpretación realizada por J. P. Vernant. Este autor distingue tres partes del mito: Zeus no da a los hombres el fuego ni el sustento, por lo que Prometeo roba el fuego. Zeus priva del fuego y de los cereales a los hombres, como consecuencia del engaño perpetrado por Prometeo en el reparto de la comida del sacrificio. La lógica del relato muestra que las reglas del juego dar/no dar pueden integrarse una en otra, ya que: Prometeo roba el fuego y se lo entrega a los hombres. Zeus, como respuesta, castiga a los hombres enviándoles a la mujer y, posteriormente, castiga a Prometeo encadenándolo en el Cáucaso. El relato se presenta como un duelo entre Zeus y Prometeo, un duelo de astucia entre dos divinidades dotadas de métis (la 204 Zeus da un regalo a los hombres, y Epimeteo lo acepta. No dar es igual a esconder un bien para que se obtenga con esfuerzo: las divinidades no dan la semilla de los cereales, habrá que esconderla en la tierra; el fuego habrá que esconderlo en la cañaheja y la semilla del hombre habrá que esconderla en el vientre de la mujer. Dar es igual a esconder un mal bajo la apariencia seductora de un bien: cada regalo es un engaño, ya que dentro lleva un mal. 205 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 206 Análisis del contenido semántico. Entre los diversos elementos del relato hay una serie de oposiciones y equivalencias, que les conlleva una notable ampliación de su campo de significación. Pandora es igual a las partes del buey inmoladas (ambas son un engaño) y es igual, en particular, al lote divino (ambos son un regalo seductor y falso). Los cereales son igual que Pandora (ambos necesitan sembrarse para dar su fruto). El fuego es igual que los cereales (ambos necesitan una semilla). Pandora es igual que el fuego (ambos pueden quemar y secar al hombre). Los resultados de este nivel de análisis son congruentes con los del anterior y vienen a aclarar las características de la condición humana: para los seres humanos, los bienes se hallan escondidos en los males y los males en los bienes. Todo es ambiguo y la existencia humana se encuentra bajo el signo de la mezcla de bienes y males, así como de la duplicidad. Análisis del contenido sociocultural. El fraude prometeico tiene varias consecuencias para los seres humanos: El trabajo para conseguir el alimento, esto es, la agricultura. La utilización del fuego, lo que supone el alimento cocido, la tecnología y el sacrificio. El matrimonio como medio para conseguir una legítima descendencia, lo cual significa el nacimiento a partir de una mujer, 206 es decir, un inicio para la vida y, por tanto, también un final de la misma. Todos estos elementos se interrelacionan y sirven de cuadro de referencia, en otros muchos relatos, para definir los rasgos específicos de la condición humana y distinguirla tanto de la divina como de la animal: frente a la omofagia y alelofagia de los animales y al néctar y ambrosía de las divinidades, los seres humanos se nutrirán de cereales y alimentos cocidos; frente a la promiscuidad de los animales y la ausencia de nacimientos entre los dioses, la humanidad se caracterizará por el matrimonio; frente a la vida feliz y ociosa de las divinidades o la inconsciencia de los animales, los seres humanos tendrán que trabajar. De acuerdo con este análisis de Vernant, el mito de Prometeo relaciona el ritual del sacrificio con los acontecimientos primordiales que han otorgado a la humanidad sus rasgos distintivos: está formada por seres separados y distintos de las divinidades, con las que, no obstante, tienen contacto, y, al mismo tiempo, son seres diferentes de los animales, con los que, sin embargo, presentan muchos puntos en común. Y este carácter ambiguo de la naturaleza humana se ve reforzado por el hecho de que, en la vida, los bienes y los males se hallan indisolublemente unidos. En cuanto a la figura de Pandora, es el elemento más importante del mito y el símbolo más claro de la ambigüedad de la existencia humana. Hesíodo describe a esta primera mujer como una doncella maravillosamente vestida y adornada por dioses y diosas; todo en ella respira encanto, gracia y sensualidad; su visión provoca la admiración de hombres y dioses; su imagen es igual a la de las diosas. Pero bajo este aspecto mara- 207 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 208 villoso se esconde un carácter voluble y una mente cínica: no se conforma con la penuria, sino con la saciedad; en su pecho esconde mentiras y palabras seductoras; su mente está siempre ocupada en perniciosas tareas; es como los zánganos que pretenden vivir a costa del trabajo de las abejas. Pandora representa mejor que nadie todas las tensiones de la condición humana: es un ser doble que, en el exterior, se asemeja a las diosas, pero que, en su interior, esconde un corazón de «perro». Hesíodo dice que es un bello mal, reverso de un bien, es decir, con ella se le plantea al hombre el siguiente dilema: casarse, con lo que obtendrá un bien, los hijos, pero también un mal, la mujer; o no casarse, en cuyo caso conseguirá un bien (no habrá mujer), pero, asimismo, un mal (no tendrá hijos). De esta forma, los dos términos del dilema se presentan bajo un aspecto similar: un bien que tiene como contrapartida un mal, o un mal que tiene como contrapartida un bien. En la mujer, por tanto, el bien y el mal se asocian como las dos caras inseparables de una misma realidad. La fabricación de la primera mujer es el golpe de gracia en el duelo de Zeus con Prometeo, una respuesta digna del rey de los dioses. Se comprende que Zeus estalle de risa y gozo con la idea de este «regalo» que prepara para los hombres; la primera acción de Pandora es abrir la tinaja, con lo que cumple su misión de instrumento de la venganza del dios y, al mismo tiempo, cierra el círculo de la narración iniciada con el engaño de Prometeo: Pandora destapa la tinaja y se encuentra con los males, de igual modo que Zeus descubrió la grasa y se halló con los huesos (M. MADRID, La dinámica de la oposición masculino/femenino en la mitología griega). Hesíodo presenta una imagen totalmente negativa tanto de la naturaleza de las mujeres como de su actividad, considerán208 dolas seres que no son acreedores de ningún elogio, a no ser por su terquedad en cumplir el fin para el que Zeus ordenó su creación. A este respecto, uno de los aspectos que más llama la atención es la insistencia con que, en los Trabajos, Hesíodo proclama la inutilidad y holgazanería de las mujeres, precisamente en un mundo donde los campesinos tienen que trabajar tan duramente para arrancar el sustento a la tierra. No creemos necesario argumentar que esta imagen no puede reflejar la realidad histórica, ya que las mujeres contemporáneas de Hesíodo debieron de trabajar tan duramente como los varones, tanto en la casa como ayudando en las tareas del campo, aunque sólo sea porque, de no ser así, sería el único caso en la historia de la humanidad en el cual las mujeres campesinas no han trabajado, y ello mucho menos en un momento de crisis económica donde todos los esfuerzos vendrían a resultar pocos. Estos seres perezosos y glotones que, como zánganos, aguardan ociosos la llegada de sus maridos a casa son, claramente, un producto de la imaginación del poeta. De la relación de calificativos que Hesíodo aplica a Pandora se puede concluir que las mujeres son criaturas fabricadas artificialmente, dotadas de una naturaleza fría y húmeda, engaños vivientes de bella apariencia pero con corazón desleal; que tienen a su cargo la reproducción de la especie, pero cuya maternidad plantea problemas; que son las causantes de los males que afligen a la condición humana; y que su humanidad es dudosa. Todos estos aspectos confieren a las mujeres una naturaleza propia a la que Hesíodo alude con ese hallazgo lingüístico que constituye el sintagma génos gynaikôn («raza de las mujeres»), por medio del que éstas se perciben como un colectivo donde las semejanzas (su condición de thelyterai, 209 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 210 «que amamantan») se imponen a las diferencias que puedan presentar como individuos, y que tanta fortuna van a tener en la literatura posterior. De ahí que la expresión thelyteráon gynaikôn génos («raza de las femeninas mujeres») resuma como ninguna otra la alteridad que Hesíodo otorga a las mujeres, así como su carácter de especie distinta, en la cual derivan de ellas mismas en una sucesión cerrada; al mismo tiempo, permite, según N. Loraux, agruparlas para facilitar el vituperio. En cuanto a su comportamiento, las mujeres hesiódicas son volubles, mentirosas y desmesuradas por su glotonería y lujuria, pero, sobre todo, holgazanas y perezosas. Respecto a la humanidad de las mujeres, Hesíodo presenta a la primera de ellas con una apariencia semejante a la de las diosas, pero con un corazón de perro, una descripción que la coloca fuera de los límites que encuadran lo propiamente humano, en un caso por exceso y en el otro por defecto. Las mujeres están dotadas de la capacidad del lenguaje articulado, propia del ser humano, y así lo señala explícitamente Hesíodo con el vocablo anthrópou, pero cuando hablan sólo dicen mentiras, con lo que pervierten el fin último de esta habilidad de los humanos para entenderse. Por último, Pandora es una criatura sin padre ni madre, ni relación familiar alguna, es decir, un artificio que las divinidades han inventado para castigar a los hombres. Por otra parte, cuando aparece la primera mujer, los hombres ya existían como comunidad constituida y, de hecho, se dice que de Pandora desciende no la raza humana, sino la de las mujeres. Por tanto, Pandora no es propiamente la madre de la humanidad, sino, como señala Loraux, sólo la madre de las mujeres. Tal vez sería un poco gratuito concluir que Hesíodo no considera a las mujeres como seres humanos, pero tampoco queda muy claro 210 que se pueda afirmar lo contrario (M. MADRID, La misoginia griega). 16) La caja de Pandora era, en realidad, una tinaja. El hecho de que en la tradición occidental el término tinaja se convirtiera en caja parece deberse a una mala lectura del texto griego realizada por Erasmo, quien leyó pyxís donde ponía píthos. 2. 1 En el capítulo segundo del Génesis, al menos en la versión oficial impuesta por el cristianismo, Yavé, una vez terminada la creación, pensó que no era bueno que el hombre estuviese solo, y entonces creó a la mujer de una costilla de Adán (Génesis II, 20-3). Eva, pues, no fue creada de tierra y agua ni en el momento primordial de la creación, como ocurrió con el primer hombre, sino que se creó como un complemento de éste, una porción suya destinada a procurarle compañía y felicidad. Pero Eva pervirtió el fin para el que fue creada, pecó e hizo pecar a Adán, y por ello durante toda la existencia sus hijas tendrán que pagar y expiar esta culpa. No sucedió de esta forma porque el mal estuviera en la primera mujer como algo congénito con su ser, sino porque, dada su naturaleza inferior, fue elegida por el enemigo de Yavé, y así fueron su debilidad, su irresponsabilidad y su incapacidad para prever las consecuencias de sus acciones lo que le impidieron resistirse a la serpiente. De esta manera, los encantos que Yavé le había dado para que proporcionara al hombre la felicidad, Eva los utilizó para seducirlo y acarrearle el mal (M. MADRID). 7 La concepción del trabajo como «castigo divino» o «maldición bíblica» estuvo vigente durante mucho tiempo, sobre todo en las zonas de influencia católica; por el contrario los protestantes, convirtieron el trabajo en un camino para la salvación. En las sociedades occidentales actuales, el derecho a 211 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 212 trabajar en condiciones dignas es fundamental y, por el contrario, es el paro lo que se considera una lacra social. No obstante, al mismo tiempo, también en nuestra cultura está presente la concepción heredada de la Antigüedad clásica de que el ocio es una condición inherente a una vida civilizada, ya que, como decía Aristóteles, permite a los hombres libres disfrutar de los placeres nobles de la vida. Actividades de refuerzo 2. 1 El feminismo es un movimiento social y político que se inicia formalmente a finales del siglo XVIII –aunque sin adoptar todavía esta denominación– y que supone la toma de conciencia de las mujeres, como colectivo humano, de la opresión, dominación y explotación de que han sido y son objeto en el seno del patriarcado, por parte del colectivo de varones, bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que aquélla requiera. Marcuse dice que el movimiento feminista actúa a dos niveles: uno, el de la lucha por conseguir la igualdad completa en lo económico, social y cultural; otro, «más allá de la igualdad», tiene como contenido la construcción de una sociedad donde quede superada la dicotomía hombre/mujer, una sociedad con un principio de la realidad nuevo y distinto (Marxismo y feminismo). Los orígenes del feminismo como movimiento colectivo de mujeres hay que situarlos en los albores de la revolución francesa. Entre los numerosos Cahiers de doleances («cuadernos de quejas») que se publicaron entonces con ocasión del anuncio de convocatoria de los Estados Generales, varios se hacían eco 212 de quejas femeninas. En 1791, Oympia de Gouges publica Los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, réplica femenina y feminista de la Declaración de Derechos del Hombre (1789) que no incluía, ciertamente, a la mujer. De Gouges pide también la abolición del matrimonio y su sustitución por un «contrato social» entre hombre y mujer en paridad de derechos. En 1792, paralelamente a los sucesos de Francia, en Inglaterra otra mujer, Mary Vollstone Kraft escribió y publicó un libro titulado Vindicación de los derechos de la mujer. El derecho al trabajo, a la educación, la emancipación económica y la paridad de modales se solicitan y razonan concienzudamente en el libro, el cual, a pesar de su halo romántico y de haber sido superado por los acontecimientos, se considera un símbolo del feminismo en tanto que primer libro publicado en favor de derechos de las mujeres. El segundo paso importante se dio en Estados Unidos de América. En 1848, en la población de Séneca Falls del Estado de Nueva York, se leyó la Declaración de Séneca Falls redactada por Lucretia Mott, de Filadelfia, y Elisabeth Cady Stanton, que utilizaron como modelo, como antes había hecho De Gouges con Los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, un documento anterior debido a los hombres y que tampoco las incluía: la Declaración de Independencia de Estados Unidos. Paradójicamente, mientras que las mujeres habían podido votar –de modo restringido, en tanto que propietarias solamente– cuando Norteamérica había sido una colonia de Gran Bretaña, este voto les fue prohibido a partir de la Independencia. La participación de las mujeres en la lucha por la abolición de la esclavitud les permitió darse cuenta de que ellas mismas estaban también sometidas. La Declaración de Sentimientos de 213 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 214 Séneca Falls fue firmada por sesenta y ocho mujeres y treinta y dos hombres, y en ella se pedía igualdad de derecho de propiedad, de salario en el trabajo, a la custodia de los hijos, derecho de hacer contratos, de llevar a alguien a los tribunales y de ser llevada (comparecía el marido en sustitución de la mujer), de prestar testimonio y de votar. Lo más difícil de adquirir fue el voto, y el año 1848 fue el punto de partida de la lucha por el sufragio, la cual ha durado hasta nuestros días –Suiza concedió el voto a la mujer en 1972 y no en todos los cantones–. En 1900 sólo un país había concedido el voto a la mujer. En España, el voto femenino se obtuvo en 1931, durante la Segunda República. La opresión de las leyes poniendo trabas a la actividad cultural, social, familiar y política de las mujeres obliga a que se hable más de «derechos de la mujer» que de feminismo propiamente dicho. No es extraño, pues, que un movimiento que tiene raíces tan hondas dé lugar a diversas corrientes de pensamiento: Feminismo burgués: se origina en la revolución burguesa, primero de Francia y más tarde de los demás países. Está llevado por mujeres de la clase burguesa y aristocrática, o con su mentalidad. Es reformista y no revolucionario. Se conforma con obtener para las mujeres las mismas oportunidades que los hombres, sin cuestionarse el modelo socioeconómico vigente. Creen que, cuando todas las mujeres trabajen como los hombres y en los Parlamentos el porcentaje de diputados esté al 50% (como es la proporción de hombres y mujeres en la sociedad), las cosas funcionarán bien. Feminismo sufragista: ya no existe, pues salvo unos pocos países, las mujeres tienen el voto en prácticamente todo el mundo. Fue una forma de feminismo burgués, puesto que 214 se concentró en la lucha por el voto como si éste y el sistema parlamentario occidental fuesen la solución definitiva a los problemas del mundo. Duró desde 1880 aproximadamente hasta la primera guerra mundial. La lucha sufragista estuvo unida muchas veces, sobre todo en Estados Unidos, a la lucha contra el alcohol. No obstante, las sufragistas dieron la medida de hasta dónde podían llegar las mujeres cuando se disponían a reivindicar, ya que utilizaron gran diversidad de medios para conseguir sus objetivos. Se las ridiculizó porque se las temía. Pero han quedado en la historia del feminismo como mujeres de gran inteligencia y valor. Feminismo católico: las mujeres católicas habitualmente se han organizado en sus propias asociaciones, independientes de las demás. Han solicitado siempre el derecho a la educación de la mujer, aunque fundamentalmente para que sea mejor madre de sus hijos. Han reivindicado también la igualdad de salario. Han denunciado la prostitución como un atentado a la moral pública, pero sin plantearse su origen o explicándolo con razonamientos inaceptables, tales como la ignorancia y la falta de preparación de las mujeres. Luchan por una mayor consideración de la mujer, pero sin apartarla del hogar y la familia, considerados como principales centros de realización. Incluso las más progresistas, retenidas por su deber de obediencia al Papa, no suscriben documentos conjuntos con otros grupos feministas a causa de obstáculos como el divorcio, los anticonceptivos y la interrupción voluntaria del embarazo. Luchan por su derecho a asistir a los Concilios, por el derecho a ser ordenadas sacerdote y por una mejora del estatus de las monjas. Feminismo socialista: es el de aquellas mujeres que militando en partidos socialistas o comunistas estan presentes, a su 215 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 216 vez, en alguna organización feminista (doble militancia), o bien se organizan dentro de su propio partido para cuestiones específicamente femeninas, separadas de los hombres, a los que llevan luego sus conclusiones con el objetivo de que el partido las asuma. Esta forma de actuación, muy frecuente en España, desde 1976 ó 1977 no lo es tanto en otros países de Europa, como Francia, por ejemplo. Las feministas «de partido» suelen dar prioridad a la lucha de clases tradicional y critican a las independientes, por considerar que la división de fuerzas en el seno del feminismo actúa a favor del capitalismo y retrasa la lucha por los objetivos socialistas. Ven a las mujeres burguesas como enemigas de clase y se centran en los derechos de las trabajadoras. Feminismo radical: el feminismo radical considera la lucha socialista como una condición necesaria, pero no suficiente, para el establecimiento de una sociedad en la que las mujeres sean libres. Se supone que el socialismo no incluye el feminismo, mientras que el feminismo sí puede contener el socialismo. Marcuse reconoce que también las instituciones socialistas pueden discriminar a la mujer y que, en este sentido, no sólo está justificado sino que es necesario un movimiento de mujeres independiente (Marxismo y feminismo). Él sólo constató un aspecto que las mujeres ya tenían muy claro y que, desde hacía tiempo, estaban realizando. El feminismo radical piensa que las mujeres han de organizarse solas, sin hombres, pues la lucha va dirigida contra las instituciones del patriarcado que ellos representan. Se acepta la participación paralela de varones antipatriarcales. Feminismo homosexual: es la organización feminista de las mujeres lesbianas, quienes luchan básicamente por el dere- 216 cho a una vida privada y una sexualidad sin injerencias del Estado y la autoridad, pero asumen también los demás puntos de las feministas radicales. A veces entran en conflicto con ellas, a causa de temas tales como el divorcio y el aborto que, como homosexuales, no les afectan. Las lesbianas empezaron a agruparse como feministas en Estados Unidos. Feminismo de la diferencia: es una corriente del feminismo que data de 1978. Junto con los razonamientos de «igualdad» entre los sexos en que se apoyan socialistas y radicales, las feministas de la diferencia reivindican simultáneamente aquellas cualidades femeninas que piensan pueden ser congénitamente propias de la mujer, tales como la sensibilidad, la intuición, una menor agresividad, etc. Hay un temor a que la mera igualdad política y laboral con el hombre no haga sino que las mujeres se parezcan cada vez más a los varones en competitividad, insensibilidad y espíritu de agresión, con lo que aquéllos acabarían ganando la partida. Las feministas radicales o socialistas temen, en cambio, que una exaltación de los valores supuestamente «femeninos», pero impuestos culturalmente a la mujer para su alienación, pudieran relegarla de nuevo a las tareas y roles tradicionales. Actualmente, el término ha quedado relegado, pero en cambio las feministas tienen más claro que el concepto de «igualdad entre los sexos» no pasa necesariamente por la imitación. Tanto el feminismo radical como el homosexual y el de la diferencia quedan incluidos dentro de la denominación más amplia de feminismo independiente, el cual puede diversificarse incluso en más corrientes, ya que las sutilezas de opinión pueden llegar a ser extremas. 217 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 218 Feminismo oficial: es aquella parte de la lucha por la liberación de la mujer que han tomado bajo su control y autoridad las fuerzas políticas dominantes, en el ámbito de la organización mundial, las Naciones Unidas. El 7 de noviembre de 1967 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Su objetivo es conseguir la igualdad de derechos para hombres y mujeres, de acuerdo con las disposiciones de la Carta y los principios enunciados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. La Declaración consta de once artículos, y existe una Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer cuya misión es velar por la aplicación de la Declaración en todos aquellos países adscritos a la Organización de las Naciones Unidas y que, además, han suscrito documentos relativos a la supresión de discriminaciones concretas. El feminismo oficial no puede considerarse feminismo en tanto que sólo es una forma restringida de intentar la canalización de los verdaderos derechos y necesidades de las mujeres, desde una ratificación total de la sociedad existente y sin poner en cuestión ninguno de los sillares en que ésta se sustenta. Sin olvidar la realidad de algunas mejoras concretas aunque esporádicas, especialmente en el terreno de la educación y en el de la igualdad de salarios –si bien de hecho muchas veces no se cumple–, la actividad para la no discriminación de la mujer confirma al hombre en su lugar superior e intenta que ésta se eleve a su mismo nivel (V. SAU, Diccionario ideológico feminista). 2 La tradición nacional de cada ciudad griega da como ancestro un «primer hombre», fundador de la estirpe y héroe civilizador o político, nacido del suelo, como Erictonio de Atenas; 218 de un río nutriente, como Foroneo de Argos; de una ciénaga, como Alalcómenes de Beocia; o incluso surgido de la unión de un dios y una mortal (o una ninfa), como Árcade, epónimo de los arcadios, que es hijo de Zeus y de la ninfa Calisto, o Pelasgo, hijo de Zeus y de la mortal Níobe. Aunque la erudición alemana del siglo XIX intentó reducir estas múltiples leyendas a un único mito, un relato sobre el origen de la humanidad común a todos los griegos y del cual cada ciudad sólo presentaría una versión local: los hombres nacieron de la Tierra, o de la unión de la Tierra y el Cielo (Zeus representaría el Cielo y cada una de sus compañeras la Tierra-madre, de la que ellas sólo serían una hipóstasis apenas individualizada). Sin embargo, es un mal método intentar siempre reconstituir la unidad, como si un logos primitivo, uno y siempre perdido, se manifestase aún a través de los fragmentos del discurso, como vestigios contingentes de un paradigma desaparecido. No es que cada ciudad no quiera explicar a su manera el nacimiento de un primer hombre. Pero cualquier tradición nacional no busca tanto dar una visión de los inicios de la humanidad como postular la nobleza originaria de una estirpe. Entre cada uno de estos «primeros hombres» de nacimiento milagroso o de origen divino y las razas de los primeros hombres surgidos de la tierra o creados por los dioses, se abre una diferencia, la misma que separa al individuo de la especie, el nombre del anonimato. No hay, en los mitos griegos, un ancestro genérico de la humanidad que reciba un nombre –incluso tampoco el de Hombre, como Adán en el Génesis–, sino que, inversamente, cualquier ancestro de una estirpe heroica o de una colectividad cívica se caracteriza por el nombre que lleva y que, de un modo u otro, transmite a sus descendientes (así, en los trágicos, los ate- 219 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 220 nienses son todos Erecteidas, y una de las diez tribus que constituyen el cuerpo cívico de Atenas se denomina Erechtheis; mientras que los argivos, a su vez, conmemoraban el recuerdo de la primera ciudad fundada por Foroneo). Algunos textos califican a Pelasgo o a Foroneo de «primer hombre» (prótos anthrópos). ¿Debemos concluir que, al atribuirse un ancestro primordial, todas las ciudades reivindicaban, cada una para sí, el honor de haber hecho nacer a la humanidad? Ciertamente, el carácter insular de las ciudades griegas las estimulaba a ello, así como también la rivalidad en el prestigio que las enfrentaba: de este modo, Argos hace de Foroneo el héroe civilizador que, reuniendo a los hombres en una ciudad, pone fin por primera vez a su dispersión y a su soledad (Pausanias, 11 15, 5); los argivos llegan a afirmar que fue Foroneo y no Prometeo quien dio el fuego a la humanidad (íd., 11 19, 5). En Atenas, en cambio, predomina otro modelo, pues allí, atribuyéndose colectivamente la autoctonía de Erictonio, los ciudadanos se consideran primero como andres ejemplares, surgidos del suelo cívico que, más que una madre, es la tierra de sus padres; por otra parte, el deseo de haber visto nacer al primer humano (anthrópos) tiene lugar después de proclamar la ejemplaridad de los autóctonos y no es seguro (a pesar de Platón, Menexeno, 237 d 7) que haya jugado un papel importante en la tradición nacional de Atenas. (N. LORAUX, en Diccionario de las Mitologías T. II). Árcade: es hijo de Zeus y de la ninfa cazadora Calisto, compañera de Ártemis. Según otra versión, se le considera hijo del dios Pan. Cuando murió Calisto, amada de Zeus, o, según la versión más extendida, quedó transformada en osa, Zeus confió el niño a Maya, madre de Hermes, quien lo crió. Por parte de su madre, Árcade era nieto del rey Licaón, que reinaba en el país llamado 220 más tarde Arcadia. Un día Licaón, deseando poner a prueba la clarividencia de Zeus, parece que le sirvió los miembros del niño, guisados y dispuestos para comer; pero el dios no cayó en la trampa, y, derribando la mesa, fulminó con un rayo la casa de Licaón. El rey fue transformado en lobo, y Zeus, reuniendo los miembros de Árcade, le restituyó la vida. Un día, siendo ya hombre, Árcade encontró en una cacería a su madre en forma de osa, y la persiguió. El animal se refugió en el templo de Zeus «Licio». Árcade penetró tras ella en el sagrado recinto. Pero una ley del país castigaba con la muerte a quien entrase así en el templo. Sin embargo, Zeus se apiadó de ellos y, para evitar que los matasen, los transformó en constelaciones: la Osa y su Guardián (Arturo). Árcade reinó sobre los pelasgos del Peloponeso, que después de él adoptaron el nombre de arcadios. Sucedió al hijo de Licaón, Níctimo, y enseñó a su pueblo a cultivar el trigo, arte que había aprendido de Triptólemo, a elaborar el pan y a hilar la lana. Se casó con Leanira, hija de Amiclas de la que tuvo dos hijos, Élato y Afidas. De la ninfa Erato tuvo un tercer hijo, Azán. Entre los tres, repartió el reino de Arcadia (P. GRIMAL). Erictonio: es uno de los primeros reyes de Atenas. Las tradiciones acerca de su genealogía varían: tan pronto se le da por madre a Atis, hija de Cránao, como –y ésta es la versión más corriente– se le cree hijo de una pasión de Hefesto por Atenea. El dios había recibido en su taller la visita de Atenea, que iba a encargarle armas, y Hefesto, al verla, se enamoró de ella. La diosa huyó, pero su perseguidor le dio alcance a pesar de ser cojo. Atenea se defendió y, en el forcejeo, parte del semen del dios se le esparció por la pierna. Asqueada, se secó esta inmundicia con lana, que arrojo al suelo. La Tierra, así fecundada, dio nacimiento a un niño, que la diosa recogió y llamó Erictonio –nombre cuyo primer elemento recuerda el de la «lana», y el segundo, el del «suelo» del que el 221 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 222 niño había nacido–. Atenea, sin que lo supiesen los dioses, introdujo a Erictonio en una cesta, que confió a una de las hijas de Cécrope. Las muchachas, acuciadas por la curiosidad, abrieron la canasta y vieron al niño guardado por dos serpientes. Según ciertas versiones, el propio cuerpo de la criatura acababa en una cola de serpiente, como la mayor parte de los seres nacidos de la Tierra; o bien, al encontrarse con la canasta abierta, escapó, en forma de serpiente, yendo a refugiarse tras el escudo de la diosa. Las doncellas, aterrorizadas ante el espectáculo, se volvieron locas, y precipitaron desde lo alto de las rocas de la Acrópolis. Atenea educó a Erictonio en la Acrópolis, en el recinto sagrado de su templo. Más tarde, Cécrope le traspasó el poder. Según ciertos autores, Erictonio expulsó a Anfictión, que reinaba en Atenas. Se casó con una ninfa náyade, Praxítea, y tuvo un hijo, Pandión, que le sucedió en el trono de Atenas. Se atribuye generalmente a Erictonio la invención de la cuadriga, la introducción en el Ática del uso del dinero y la organización de las Panateneas, la festividad de Atenea, en la Acrópolis. Algunas de estas innovaciones se asignan también a su nieto Erecteo (P. Grimal). mir la querella entre Hera y Posidón, quienes se disputaban el Peloponeso. Decidió en favor de Hera. Se contaba también que Foroneo había enseñado a los hombres a reunirse en las ciudades y les había mostrado el uso del fuego. También se le atribuía la introducción en el Peloponeso del culto a la Hera argiva. Las tradiciones no concuerdan en relación con el nombre de su esposa: a veces la llaman Cerdo; otras, Telédice, así como también Peito. Asimismo, varía mucho la lista de sus hijos, según las fuentes. Corrientemente se cita a Car, el primer rey de Mégara, y a la Níobe argiva (P. GRIMAL). 2. La justicia y el derecho Aproximación inicial Espartos: los Espartos, los «hombres sembrados», son los que nacieron en el lugar de la futura ciudad de Tebas de los dientes del dragón muerto por Cadmo, los cuales sembró en el suelo por consejo de Atenea (o de Ares). Salieron armados del suelo y se destruyeron mutuamente. Sólo sobrevivieron cinco: Ctonio, Udeo, Peloro, Hiperenor y Equión. Cadmo los admitió en su ciudad, y con su ayuda construyó la Cadmea, que es la ciudadela de Tebas (P. GRIMAL). Como se sabe, el Derecho es una de las grandes aportaciones de los romanos a la civilización occidental. En las sociedades primitivas y también en los primeros tiempos de Roma, el Derecho nace de la religión. El propio término ius tiene valor religioso: como compuesto, iusiurandum significa lo que es lícito mediante el cumplimiento de ciertos ritos religiosos o mágicos, en todo caso, ritos oficiales que constituyen el Derecho y que sólo conocen los sacerdotes; si el hombre no cumple los ritos comete iniuria. El otro gran concepto jurídico es el fas: la aprobación divina de los actos jurídicos realizados conforme al ius, que otorga a cada acto su eficacia. Foroneo: en las leyendas del Peloponeso, es el primer hombre, hijo del dios-río Ínaco y de una ninfa, Melia, cuyo nombre recuerda el de los fresnos. Foroneo fue elegido como árbitro para diri- La designación inicial del Derecho como ius fasque revela la íntima unión de religión y Derecho en la Roma antigua. Esto implica que el Derecho no es escrito, ni siquiera en esta época, con- 222 223 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 224 suetudinario, sino basado en la decisión del juez-sacerdote: la sanción judicial se formula después de un rito sagrado que la convierte también en sagrada, adquiere fuerza absoluta (erga omnes), y crea un Derecho que paulatinamente irá transformándose en costumbre. Esta sanción judicial, dado el contenido religioso del Derecho, fue patrimonio de la clase sacerdotal, que lo interpretó y aplicó conforme a unas fórmulas rituales secretas: las «acciones legales». El proceso se presenta, pues, como un acto religioso, altamente formalista y ritualizado. Los pontífices son, en la mentalidad primitiva, los intermediarios ineludibles para que la justicia se produzca, como son los mediadores necesarios para interpretar la voluntad divina o incluso para dominarla en los ritos exclusivamente religiosos; son, además, los únicos competentes para indicar el calendario público y establecer, según la división de los días en fasti y nefasti, aquéllos en los que se puede decir el fas, o sea, los propicios para el ejercicio de la justicia. Semejante misión indica los conocimientos matemáticos y astronómicos de estos «peritos sagrados», reclutados entre los patricios y de gran poder político. Desde la Ley de las XII Tablas a finales de la República, el monopolio del Derecho de los pontífices entra en crisis, como consecuencia de lo que puede considerarse una conquista de los pueblos civilizados: la fijación escrita de la ley, primera garantía de seguridad jurídica. Este lento proceso llevó aparejada en Roma la progresiva laicización del Derecho: se establece la distinción entre el ius (Derecho humano) y el fas (Derecho divino), si bien estos conceptos no llegan nunca a oponerse de una manera total, como prueba de la propia definición de jurisprudencia: Iurisprudentia est divinarum atque humanarum rerum notitia (ANA M.ª MOURE, Temas de COU: Latín y Griego). 224 Información Sócrates (469-399 a. de C.), hijo del escultor Sofronisco y la comadrona Fainarete, era él mismo escultor. Según Pausanias, una obra suya (Las Tres Gracias) se hallaba en la entrada del ágora de Atenas. Tanto en política como en varias expediciones militares se comportó como un ciudadano ateniense leal. Así, luchó en Potidea, Delion y Anfípolis entre los años 432 y 429 a. de C., habría salvado la vida de su amigo Alcibiades en Potidea o en Delion. A causa de estas guerras, perdió su modesto caudal. Las actividades más importantes para Sócrates eran la filosofía y la enseñanza a la juventud aristocrática. Sus ideas filosóficas no se conocen por sus propios escritos: la conversación misma, el diálogo con amigos y forasteros debía conducir a la formulación de la verdad o, al menos, a un intento de la verdad. Muchas de sus ideas se conocen a través de sus alumnos directos, Platón y Jenofonte, pero también gracias a Aristóteles, aunque siempre debemos tener en cuenta que estos autores, y particularmente Platón, ponen en boca de Sócrates sus propias ideas. En una alusión irónica a la profesión de su madre, Sócrates llama a su manera de trabajar un método de comadrona: él mismo no tiene una doctrina o verdad que sacar a la luz, pero ayuda al otro para que nazca la verdad. Su manera de actuar se describe en los diálogos de Platón y en su biografía, obra de Diógenes Laercio. A veces, Sócrates mistifica conscientemente su propio conocimiento o su fuente de conocimiento. Así, en el Symposion, es una sacerdotisa de Apolo con dones proféticos la que inspira sus ideas al pensador. Sócrates es blanco de las burlas por su aspecto. Con su cabeza gruesa, su calva, sus ojos saltones y su nariz chata se habría parecido a un Sileno. Este aspecto lo aprovecha el propio pensador 225 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 226 continuamente para ilustrar sus ideas: ese Sileno es una apariencia, ya que dentro se esconde un elemento divino, lo verdadero, el alma. También establece paralelos con su profesión: el molde para una estatua de bronce es áspero y frío, el resultado del proceso es una estatua lisa. El hecho de que hubiese enseñado a la juventud aristocrática a ser impertinente y, de ésta y otras maneras, estuviese minando las verdades y los valores establecidos en la sociedad ateniense, habría provocado seguramente las protestas en contra de su conducta. Aristófanes ya ridiculizaba a Sócrates en la comedia Las nubes (423 a. de C.). En el año 399 a. de C., se produjo el proceso ante el areópago a causa de su «corrupción de la juventud». A pesar de la denuncia poco clara y después de una defensa impresionante, en la que Sócrates de ningún modo bajó la cabeza y de la que tenemos dos versiones en las Apologías de Platón y Jenofonte, el septuagenario fue condenado a muerte. En la cárcel, todavía reúne el último día a sus amigos y, hasta que la cicuta empieza a hacer su efecto lentamente, habla con ellos de la inmortalidad del alma. Todo ello lo narra Platón en su Fedón. A una edad relativamente avanzada, Sócrates se casó con Jantipa, y tuvieron tres hijos. De su esposa apenas se sabe nada. Platón describe en el ya mencionado Fedón la visita que ella le hace a la cárcel, junto con su hijo mayor. Es despedida por Critón: aparentemente Sócrates prefiere la conversación filosófica y quiere mostrar su imperturbabilidad ante la proximidad de la muerte. A través de algunos pasajes del Symposion de Jenofonte, Jantipa ha conseguido su proverbial mala reputación. Cuando Sócrates, preguntado por Antístenes sobre el matrimonio, dice que un hombre debe dejar hacer todo a una mujer mientras estén bien juntos, Antístenes sugiere que debe educar a la suya. Pero ella es muy pesada es la respuesta de Sócrates; probablemente se trataba de una broma, pero pasó a la posteridad como un estigma. En la 226 literatura posterior, existen numerosos ejemplos, en Diógenes Laercio, en las Moralia de Plutareo, en Eliano y en Gelio, donde Jantipa aparece representada como una arpía frente a un imperturbable Sócrates que reacciona humorísticamente. Así, existen relatos en los que, celosa, perturbaba las conversaciones del filósofo con sus amigos. Se cuenta que una vez, después de haberle echado un sermón atronador, derramó una tina de agua sucia sobre la cabeza de Sócrates, a continuación de lo cual éste observó que tras el trueno se podía esperar la lluvia. A una pregunta de Alcibiades de por qué no se deshacía de una mujer tan protestona, Gelio le hace contestar que con Jantipa puede practicar el sufrimiento de la injusticia y la impertinencia. Tal vez, la supuesta tensa relación sea la causa de que en varias fuentes se hable de una segunda mujer, Mirto. En la imitación de un diálogo platónico, injustamente atribuido a Luciano, Alción, Sócrates llama a Mirto y a Jantipa sus dos esposas (E. M. MOORMANN & W. UITTERHOEVE). Actividades 1. a) Las Leyes de las XII Tablas, escritas en el 450 a. de C., significan la promulgación del derecho escrito, constituyen el primer código anotado de derechos y deberes de los romanos, que regula asimismo la normativa civil y penal. En ellas se define el principio de que la ley ha de ser igual para todos, prohibiéndose expresamente que se propongan leyes dirigidas a unos en particular (IX, 1). Lo conservamos sólo de manera fraccionaria a través de las múltiples citas literales de sus leyes, que muestran una arcaica, rígida y concisa expresión formular. Hay testimonios de que su aprendizaje memorístico era una norma dada en la propia ley y, así, incluso los analfabetos sabían recitarlas. 227 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 228 Su reconstrucción y estudio crítico han puesto de manifiesto que las Tablas contenían normas correspondientes a la fase cultural del siglo V, junto a otras ancestrales y antiquísimas. La puesta por escrito de una ley que obligaba a todos supuso que los pontífices perdieran el monopolio de la jurisprudencia que, hasta entonces, había sido la gran clave del poder patricio. La narración tradicional explica la ley como fruto de la victoria de los plebeyos sobre los patricios después de años de lucha, que se inicia en el 462 a. de C. con la moción presentada por el tribuno de la plebe Terentilio Arsa. todo Zeus, son los encargados de castigar la injusticia, es decir, la violación de este orden normal. Sin embargo, el valor de la dike es relativamente pequeño. Pero ya en el siglo VIII encontramos en el poeta Hesíodo la creencia en un orden general basado en un principio divino: Dike es una diosa, hija de Zeus, que la protege cuando es agraviada y castiga al culpable. Esta justicia se concibe como una defensa del pueblo, al cual pertenece el poeta, frente a los nobles que administran una «justicia» parcial. En Grecia, al comienzo de la época arcaica, se detecta en numerosas ciudades la publicación de las normas de justicia: el Código de Dracón en Atenas, de Zaleuco en Locros, etc. Estas compilaciones suelen reproducir en lo esencial la legalidad existente. Pero pronto resulta evidente la crueldad e insuficiencia de las leyes y, en nombre de principios generales, se llega a la modificación de estas normas. Así aparecen los legisladores que crean unos códigos u ordenaciones (Solón en Atenas, Pítaco en Mitilene, etc.) que se rigen por un concepto de la justicia como un principio general de tendencia igualitaria, que buscará una mejora en las condiciones de vida del pueblo con vistas al beneficio de toda la ciudad. Actividades de refuerzo b) La justicia (dike) en Homero, como señala Rodríguez Adrados, no es más que el orden general de los acontecimientos: es dike de los mortales que el alma marche al Hades cuando muera; de los servidores, el tener miedo cuando tienen un nuevo amo; de los reyes, amar a algunos súbditos y odiar a otros; de la noche, seguir al día, etc. Este «orden natural» es también un orden humano que, como suele ocurrir, se considera ejemplar, socialmente aprobado. Los dioses, sobre 228 1. 3 Los discursos de Lisias. La afición de los atenienses a los pleitos y la exigencia del sistema judicial, que obligaba a los ciudadanos a acusar o defenderse personalmente ante los tribunales, originó la existencia de los logógrafos, profesionales especializados en escribir discursos por encargo, que luego los interesados memorizaban y recitaban ante el tribunal. Nos han quedado numerosas muestras de este tipo de discursos, y entre ellas destacan los de Lisias (445-380 a. de C.), un meteco ateniense que, por su condición de no ciudadano, no pudo pronunciar discursos políticos y tuvo que dedicarse a componerlos para otros. Los antiguos alaban en él, sobre todo, el arte de la caracterización, consistente en acomodar los discursos a las personas que los habían de pronunciar, como por ejemplo en el caso del lisiado que pedía la prolongación de la asistencia pública que le prestaba el Estado. De sus doscientos treinta y tres se han conservado treinta y cuatro, entre ellos el famosísimo Contra Eratóstenes, miembro de la oligarquía de los Treinta Tiranos, bajo el cual fue sentenciado a muerte Polemarco, hermano de Lisias. Es el único pronunciado por 229 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 230 el propio orador. Además de sus discursos judiciales, hay de él un Erótico (discurso al amor) que Platón somete a aguda crítica en el Fedón. Este discurso, lo mismo que el Epitafio (oración fúnebre), de dudosa autenticidad, consagrado a los caídos en la guerra corintia, son únicamente modelos literarios; otro tanto puede decirse de la Defensa de Sócrates, dirigida contra el sofista Polícrates. Lisias es un narrador nato, con un estilo sencillo y claro que sabe siempre adaptarse a la personalidad de su cliente y a la circunstancia de su defensa. Gracias a sus discursos, tenemos muchas noticias sobre las intimidades de un hogar ateniense, los bajos fondos de la ciudad o los entresijos de la política y las finanzas de Atenas. Los discursos de Cicerón. Cicerón ostenta de forma insuperable la característica, propia de otros muchos personajes romanos, de aunar pensamiento y acción, otium y negotium. Desarrolla una actividad intelectual incesante y una tarea política intensa. Esta última era para el romano deber primordial. Cicerón nos dice que él podía haber vivido muy tranquilo, entregado a las dulzuras del estudio que, desde su niñez, había sido su mayor encanto; pero no dudó en exponerse a las más duras tempestades para salvar y para comprar, a costa de mi propio riesgo, la tranquilidad de todos; porque la patria nos engendra y nos educa no para que hagamos lo que nos plazca, sino que se reserva para su servicio lo más y lo mejor de nuestra alma, de nuestras cualidades naturales y de nuestra inteligencia (De Rep. I, 4). En este ideal de servicio a la patria y a los conciudadanos, nace y se desarrolla la elocuencia ciceroniana. Él quiere ser el orator optimus, en los dos planos: moral y literario. Él mismo cuenta (Br., 304 y ss.) su formación y sus comienzos en el foro: su ocupación en el estudio día y noche; sus ejercicios dialécticos con el estoico Diódoto; sus ejercicios de declama- 230 ción en griego y en latín; su débil constitución física, que hacía peligrosa su dedicación a la oratoria, pero que él está dispuesto a superar; su viaje a Grecia y a Asia, donde escucha las lecciones de filósofos y rétores de primera fila, como Antíoco, Demetrio Siro, Molón de Rodas, etc.; y su vuelta a Roma y la fulgurante carrera en el foro. Sus discursos pueden dividirse en «judiciales», pronunciados ante un tribunal, como abogado defensor o acusador (respectivamente, discursos pro y discursos in), y «políticos», pronunciados en el Senado o en el foro (bien en defensa o contra alguien). Citemos, por orden cronológico, algunos de los más importantes: In C. Verrem (70): Cicerón había sido cuestor en Sicilia y había dejado allí un buen recuerdo; por eso, cuando los sicilianos acusan de concusión y extorsión a su ex-gobernador Gayo Verres, encomiendan a Cicerón la defensa de sus intereses, mientras que Verres era defendido por Hortensio. Cicerón, después de un exhaustivo acopio de pruebas, argumentos y testimonios irrefutables contra las tropelías de Verres, escribe siete discursos demoledores. Parece que sólo pronunció los dos primeros, pues el acusado, viéndose perdido, se desterró voluntariamente, adelantándose al fallo seguro del tribunal. Las Verrinas, obra maestra de la oratoria por la solidez argumental y la brillantez de expresión, dispararon definitivamente a Cicerón hacia la fama. Pro lege Manilia o De imperio Gn. Pompei (66): Cicerón apoya la propuesta de ley del tribuno Manilio en orden a que se conceda a Pompeyo el mando supremo (imperium) de las tropas romanas en la guerra contra Mitrídates, rey del Ponto. Este discurso, que anuda la amistad entre el orador y el general, contiene el mayor elogio conocido de las cualidades militares y personales de Pompeyo. 231 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 232 In L. Catilinam (63): Catilina, candidato al Consulado junto con Cicerón, no es elegido. Y trama una conjuración para hacerse con el poder, incluyendo en ella el asesinato de Cicerón. Éste, que está al tanto de todas las maquinaciones por la información que recibe de uno de los conjurados, pronuncia contra Catilina cuatro discursos en el Senado, el primero de ellos (Quousque tandem...?) en presencia del propio Catilina, al que señala acusadoramente una y otra vez, presionándole para que salga de Roma y se ponga abiertamente al frente de las tropas que tenía preparadas, cosa que consigue. La actuación de Cicerón le acarreó una gloria apoteósica y el apelativo de «padre de la patria». Pero esta misma actuación, en la que mandó ejecutar a los cómplices de Catilina sin concederles el derecho de apelar al pueblo, le ha de ser más tarde funesta, ya que en ella se apoyará su mortal enemigo Clodio para enviarlo al destierro, donde pasó un año de amarga desesperación. A su vuelta dio las gracias, en sendos discursos, al Senado (Cum senatu gratias egit) y al pueblo (Cum populo gratias egit), que habían apoyado su regreso. Y, posteriormente, tuvo la ocasión de tomarse la revancha contra Clodio en otros dos discursos: el Pro Caelio (56), en defensa de su joven amigo Celio, ex-amante de Clodia (la Lesbia de Catulo), hermana de Clodio, la cual, por despecho, le acusaba de haber querido envenenarla. Cicerón aprovecha la oportunidad para poner en la picota a la hermana y, de paso, al hermano, con un ataque rebosante de sarcasmo y de certera ironía contra la infamante vida privada y pública de ambos; y el Pro Milone (52), en defensa de Milón, que había dado muerte a Clodio en un encuentro callejero entre bandas rivales, de las que ellos eran los respectivos jefes. Cicerón asume con entusias232 mo esta defensa, pronunciada en el foro en un ambiente tenso, entre los gritos e insultos mutuos de los partidarios de ambos cabecillas. Pro Archia poeta (62): toma como pretexto la defensa del poeta griego Arquías, a quien se acusaba de usurpación del derecho de ciudadanía, para realizar un elogio encendido y entusiasta de las letras en general y de la poesía en particular. Pro Marcello y Pro Ligario (46): tras el triunfo de César, Cicerón, perdonado, pronunció estos discursos en defensa de dos personajes que habían sido, como él, enemigos del dictador. Apela a la cementa cesariana, de la que hace un desmedido elogio. In M. Antonium oraciones Philippicae (44-43): las catorce Filípicas contra Marco Antonio fueron el canto de cisne de Cicerón como orador y, para muchos, sus mejores piezas oratorias, que componen, según Wuilleumier, un friso grandioso y deslumbrante por la pureza del vocabulario, la justeza de los términos, la variedad de las figuras, la densidad de la expresión, el vigor de las frases, la vivacidad del ritmo y el martilleo de las cláusulas, donde se reflejan la pasión del hombre y el ardor de la lucha (A. HOLGADO REDONDO, Temas de COU: Latín y Griego). Los sofistas. Son los exponentes del nuevo pensamiento griego, que consideran de validez general, y no unido a una u otra ciudad. Llevan a cabo una auténtica revolución cultural, al romper con la tradición y al pretender crear un hombre nuevo y moderno que se atuviera, en su conducta individual y social, a la razón. La palabra sofista, primero sinónimo de sofós, adoptó con este movimiento un sentido transitivo: «el que hace sabio a otro». Eran educadores dedicados a la enseñan233 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 234 za de los jóvenes de clases acomodadas. Percibían, por tanto, honorarios, cosa que siempre escandalizó y les reprochó Sócrates. Los sofistas están alejados de la antigua religiosidad: así, Protágoras escribió un tratado que empezaba diciendo que no sabía si existían o no los dioses, pero que no le importaba, ya que la vida era corta y el problema, complejo. También se muestran distantes de los valores absolutos y tradicionales. Para Protágoras, el hombre es la medida de todas las cosas, afirmación que supone una creencia en el relativismo, frente a los valores absolutos, ya que para los sofistas una gran parte de la conducta humana es nómos, «convención», y no hay verdades absolutas, sino opiniones más o menos correctas, de modo que es el hombre dotado de una mejor educación el que hace triunfar las mejores sobre las peores. A esto le llaman «convertir en fuerte el argumento débil». Hay varias escuelas de sofistas. Una de tipo liberal, cuya figura más eminente es Protágoras, quien ve en la posesión común de la razón el fundamento de la democracia. Pero Gorgias opina que es la pasión la que triunfa sobre la razón y que el orador debe dominar todos los registros de lo emocional para atraerse a su público. Existe también una tendencia sofística inmoral, como la de Calicles, quien piensa que la justicia es la conveniencia del fuerte. A veces, se ha identificado a todos los sofistas bajo este último tipo, por influencia de Sócrates y Platón, y se ha olvidado el importante papel que tuvieron en el fundamento de la idea de democracia o en la creación del concepto de técnica. Tanto la medicina de Hipócrates como la historia de Tucídides estuvieron fuertemente influenciadas por las teorías de los sofistas. 234 La figura de Aquiles. La leyenda de Aquiles es una de las más ricas y antiguas de la mitología griega. Debe su celebridad, ante todo, a la Ilíada, cuyo tema no es la conquista de Troya, sino la cólera de Aquiles, que, en el curso de la expedición, estuvo a punto de provocar la pérdida del ejército griego. Así, el poema épico más leído de toda la Antigüedad contribuyó a popularizar las aventuras del héroe. Otros poetas y las leyendas populares se apoderaron de su protagonista y se las ingeniaron para completar la narración de su vida, inventando episodios que colmaron las lagunas de los relatos homéricos. De este modo, fue creándose poco a poco un ciclo de Aquiles, con frecuencia sobrecargado de incidentes y leyendas muchas veces divergentes, que inspiró a los poetas trágicos y épicos de toda la Antigüedad, hasta la época romana. Aquiles era hijo de Peleo, quien reinaba en la ciudad de Ptía, en Tesalia. Es descendiente directo, por su padre, de la raza de Zeus, y su madre es una diosa, Tetis, hija de Océano, el dios del Océano. Las versiones no coinciden en lo referente a su educación. Ora nos lo presentan como criado por su madre en la casa paterna, bajo la dirección de su preceptor Fénix o del centauro Quirón, ora nos cuentan que sus padres tuvieron una riña y que su madre abandonó a su marido, de modo que el niño fue confiado al referido centauro, quien habitaba en el monte Pelión. Tetis, por ser diosa, había formado con el mortal Peleo una unión que no podía ser duradera: demasiadas diferencias separaban a los esposos. Aquiles –dicen– era el séptimo hijo del matrimonio, y Tetis había intentado eliminar de la naturaleza de cada uno de ellos los elementos mortales aportados por Peleo. Para ello, los sometía a la acción del fuego, el cual los mataba. Pero cuando nació el séptimo hijo, Peleo se puso al acecho y sorprendió a Tetis en el momento 235 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 236 de efectuar su peligroso experimento. Le arrancó el niño, que salió con sólo los labios y el huesecillo del pie derecho quemados. Tetis, enojada, volvió al seno del mar, a vivir con sus hermanas. Habiendo salvado a su hijo, Peleo llamó al centauro Quirón, experto en el arte de la medicina, para que sustituyese el hueso quemado. A este fin, Quirón desenterró un gigante, Dámiso, que en vida había sido un corredor extraordinario, y puso en lugar del hueso que faltaba el correspondiente del gigante. Ello explica las aptitudes de corredor que tanto distinguieron a Aquiles. Otra leyenda afirma que, en su infancia, su madre lo bañó en las aguas del Éstige, el río infernal. Esta agua tenía la virtud de volver invulnerables a quienes se sumergían en ella. Sin embargo, el líquido milagroso no mojó el talón por el que Tetis sostenía al niño, y quedó vulnerable. En el Pelión, Aquiles quedó al cuidado de la madre del Centauro, Fílira, y de su esposa, la ninfa Cariclo. Ya mayor, empezó a ejercitarse en la caza y la doma de caballos, así como en la medicina. Además, aprendió a cantar y a tocar la lira, y Quirón lo ilustraba acerca de las virtudes antiguas: el desprecio de los bienes de este mundo, el horror a la mentira, la moderación, la resistencia a las malas pasiones y al dolor. Era alimentado exclusivamente de entrañas de leones y jabalíes, para comunicarle la fuerza de estos animales; de miel –que debía conferirle dulzura y persuasión– y de médula de oso. En la Ilíada, Aquiles decide participar en la expedición de Troya correspondiendo a una invitación personal que Néstor, Ulises y Patroclo fueron a hacerle a Tesalia. Marcha al frente de una flota de cincuenta naves, que transporta un cuerpo de 236 mirmidones. Va acompañado por su amigo Patroclo y su preceptor Fénix. En el momento de partir, Peleo formula el voto de consagrar al río Esperqueo –que regaba su reino– los cabellos de su hijo, si éste volvía sano y salvo de la expedición. Por su parte, Tetis advierte a Aquiles del fin que le aguarda: si va a Troya, su fama será inmensa, pero breve su vida. Si se queda, en cambio, vivirá muchos años, pero sin gloria. Sin vacilar, Aquiles opta por la vida corta y gloriosa. Tal es la tradición homérica. Pero los poetas posteriores, sobre todo los trágicos, narran esta partida de una manera muy distinta. Dicen que un oráculo había revelado a Peleo (o a Tetis) que Aquiles moriría frente a Troya. Cuando entre los griegos se debatió la cuestión de marchar al Asia contra la ciudad de Príamo, Peleo (o Tetis) trató de ocultar al muchacho vistiéndolo de doncella y recluyéndolo en la corte de Licomedes, rey de Esciro, donde compartía la vida de las hijas del monarca. Allí pasó nueve años. Lo llamaban Pirra (es decir, «la rubia») por sus cabellos de un rubio de fuego. Bajo este disfraz, se unió a Deidamía, una de las hijas de Licomedes, con la que tuvo un hijo, Neoptolemo que, más adelante, debería llamarse Pirro. Pero el disfraz fue inútil para burlar el destino. Ulises había sabido, por mediación del adivino Calcante, que Troya no podría tomarse sin la intervención de Aquiles. Inmediatamente salió en su busca, y acabó por enterarse del lugar de su retiro. Entonces se presentó en la corte de Esciro disfrazado de mercader, y, entrando en el aposento de las mujeres, ofreció sus mercancías. Las mujeres escogieron utensilios para bordar y telas, pero Ulises había cuidado de mezclar armas preciosas con estos objetos. A ellas se dirigió inmediatamente la codicia de «Pirra». Muy poco le costó a Ulises persuadir al muchacho de que se descubriese. 237 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 238 También se dice que, para estimular la manifestación del instinto bélico de Aquiles, Ulises imaginó otra treta: de repente hizo sonar la trompeta en el harén de Licomedes. Mientras las mujeres escapaban asustadas, sólo Aquiles permaneció firme, pidiendo armas; tan poderoso era el espíritu guerrero en él. Por tanto, Tetis y Peleo hubieron de resignarse a lo inevitable, y nada contrarió ya la vocación guerrera de Aquiles. Al salir de Áulide, donde se hallaba concentrada la flota griega, Tetis dio al héroe una armadura divina, ofrecida antaño por Hefesto a Peleo como regalo de boda. Añadió a ella los caballos que Posidón le había regalado en la misma ocasión. Además, en un último esfuerzo para conjurar el destino, colocó junto a su hijo a una esclava, cuya única misión era impedirle, con sus consejos, que diese muerte a un hijo de Apolo, pues un oráculo había revelado que Aquiles moriría de muerte violenta si mataba a un hijo de este dios, sin dar más datos sobre él. Según la tradición seguida por la Ilíada, el ejército griego pasó directamente de Áulide a Troya; mas otras leyendas posteriores se refieren a una primera tentativa que terminó en fracaso. Desde Argos, la flota griega se trasladó a Áulide, donde quedó inmovilizada por una calma chicha, enviada, según Calcante, por la diosa Ártemis, la cual exigía el sacrificio de la hija de Agamenón, Ifigenia. El padre se avino al sacrificio y, para atraer a su hija a Áulide sin despertar sus sospechas ni las de su madre (Clitemnestra), ideó como pretexto prometer a la doncella con Aquiles. Éste no estaba al corriente del ardid del rey; cuando lo supo, la joven estaba ya en Áulide, y era demasiado tarde para actuar. Trató de oponerse al sacrificio, pero los soldados, amotinados contra él, lo habrían lapidado. Tuvo que resignarse a lo inevitable. Parece que fueron sobre todo los trágicos los que desarrollaron este episodio. 238 Entretanto, llegan los vientos propicios, y el ejército, al mando de Télefo, aborda a la isla de Ténedos. Allí, en un banquete, explota la primera riña entre Aquiles y Agamenón. En Ténedos fue también donde Aquiles dio muerte a un hijo de Apolo, Tenes, cuya hermana trataba de raptar. Al darse cuenta, demasiado tarde, de que había cumplido el oráculo contra el cual le previniera su madre, celebró en honor de Tenes magníficos funerales y mató, en castigo de su negligencia, a la esclava encargada de impedir aquel homicidio. Nueve años permanecieron los griegos ante Troya, antes de que se iniciaran los acontecimientos cuyo relato constituye la Ilíada. Este periodo está lleno de gestas, algunas de las cuales conoció ya el poeta autor de aquella obra, mientras otras son de elaboración posterior. La Ilíada cita una serie de operaciones de piratería y bandolerismo realizadas contra las islas y ciudades de Asia Menor, especialmente contra Tebas de Misia, que fue tomada por Aquiles, y cuyo rey, Eetión, padre de Andrómaca, sucumbió a sus manos, así como sus siete hijos. También raptó a la reina. De la misma serie es la operación contra Lirneso, en la que capturó a Briseida, mientras Agamenón se apoderaba de Criseida en la acción de Tebas. Junto con Patroclo, Aquiles intenta una razia contra las manadas de bueyes que Eneas apacentaba en el Ida. Entre esos combates preliminares de los nueve primeros años, se introdujeron aún otros episodios, particularmente las escaramuzas del desembarco, en el curso de las cuales los troyanos, victoriosos al principio, fueron puestos en fuga por Aquiles, que mató a Cicno, hijo de Posidón. 239 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 240 Se contaba también que Aquiles, quien no figuraba entre los pretendientes de Helena antes de haber sido elegido Menelao por esposo, sintió curiosidad por verla, y que Afrodita y Tetis les proporcionaron una entrevista en un lugar apartado. Mas no parece que nunca se haya tratado de presentar a Aquiles como enamorado de Helena. Con el décimo año de guerra empiezan las narraciones propiamente homéricas, así como la riña por causa de Briseida. Una epidemia diezmaba las filas de los griegos; Calcante revela que la plaga se debe a la ira de Apolo, quien la ha enviado a petición de su sacerdote Crises, cuya hija Criseida fue raptada y atribuida a Agamenón como parte del botín de Tebas. Aquiles convoca una asamblea de los jefes y obliga a éste a restituir la doncella. Pero el rey, en compensación, exige que se le entregue a Briseida, la cual en el reparto había correspondido a Aquiles. Éste se retira a su tienda, y se niega a tomar parte en la lucha contra los troyanos mientras se le dispute la propiedad de la joven. Cuando los heraldos se presentan a reclamarla, él la entrega y protesta solemnemente contra aquel acto que considera injusto. Luego, dirigiéndose a la orilla del mar, invoca a Tetis, la cual le aconseja dejar que los troyanos ataquen y lleguen hasta las naves, al objeto de hacer indispensable su presencia, pues él solo inspira al enemigo el terror suficiente para impedirle que acometa a los griegos con eficacia. Tetis, volviéndose al cielo, se dirige al encuentro de Zeus y le pide que conceda la victoria a los troyanos mientras Aquiles continúe al margen de la lucha. Zeus consiente en ello, y durante varios días se suceden las derrotas de los griegos. En vano Agamenón envía un embajador a Aquiles para aplacarlo y le promete a Briseida un magnífico rescate, así como veinte de las mujeres más hermosas de 240 Troya, y a una de sus hijas en matrimonio. Aquiles se mantiene inflexible. La lucha se acerca al campamento, mientras él la contempla desde el puente de su nave. Al fin Patroclo, que no puede resistir, pide a Aquiles permiso para acudir en auxilio de los griegos, cuyos barcos van a ser incendiados. Aquiles se aviene a prestarle su armadura. Muy pronto, sin embargo, tras algunos éxitos que sólo duran mientras los troyanos lo toman por Aquiles, Patroclo sucumbe bajo los golpes de Héctor. Su amigo es preso de un inmenso dolor. Tetis oye sus lamentos y se le presenta, prometiéndole una nueva armadura en sustitución de la que Héctor acaba de conquistar sobre el cadáver de Patroclo. Sin armas, aparece Aquiles, cuya voz ahuyenta a los troyanos, que en torno al cuerpo de Patroclo luchan contra los griegos por la posesión del cadáver. A la mañana siguiente, Aquiles propone a Agamenón olvidar sus diferencias. Está decidido a combatir a su lado. A su vez, Agamenón le pide perdón y le restituye a Briseida, a la que ha respetado. Y muy pronto Aquiles vuelve a la lucha, aunque no antes de que su caballo Janto (el Alazán), que por un momento ha recibido milagrosamente los dones de palabra y de profecía, le haya predicho su próxima muerte. Aquiles, despreciando la advertencia, se adelanta al combate, y los troyanos emprenden la fuga; sólo Eneas, inspirado por Apolo, quiere resistir. La lanza de Aquiles atraviesa el escudo de su adversario. Éste se dispone a arrojar una enorme piedra, cuando Posidón los aparta a ambos del peligro y los envuelve en una nube. Varias veces Héctor también intenta atacar a Aquiles, pero en vano. Los dioses se oponen. Los hados no permiten que, de momento, se enfrenten ambos héroes. 241 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 242 Aquiles prosigue su avance hacia Troya. Al vadear el Escamandro, captura a veinte jóvenes troyanos y los destina a ser sacrificados sobre la tumba de Patroclo. El dios del río intenta detener la carnicería y dar muerte a Aquiles, cuyas víctimas obstruyen su lecho. Aquiles sigue atacando en dirección a las puertas, a fin de cortar la retirada a los troyanos, pero lo desvía de su ruta Apolo, quien lo atrae con un engaño. Al volver a Troya, es ya demasiado tarde; sólo Héctor se halla ante las puertas Esceas. Pero, en el momento de entrar en combate, al ver avanzar a Aquiles, el troyano siente miedo. Dando tres veces la vuelta a la ciudad, Aquiles se lanza a una caza del hombre, que no termina hasta que Zeus, alzando la balanza del Destino, pesa la suerte de Aquiles contra la de Héctor. El platillo de éste se inclina hacia el Hades. Entonces Apolo abandona a Héctor. La Odisea nos presenta a Aquiles en el reino de los muertos, donde recorre a grandes zancadas la pradera de Asfódelos. Allí se apiñan los héroes, sus amigos de la guerra: Ayax, hijo de Telamón, Antíloco, Patroclo, Agamenón. Completan este ciclo las narraciones posteriores a los poemas homéricos. Viene primero la lucha con la reina de las Amazonas, Pentesilea. Esta reina acudió en socorro de Troya, donde llegó en el momento de celebrarse los funerales de Héctor. Comenzó rechazando a los griegos hasta su campamento, pero después Aquiles la hirió mortalmente y, antes de que ella expirara, le descubrió el rostro. Ante tanta belleza, el héroe se sintió sobrecogido de dolor. Su pena fue tan manifiesta –Aquiles era incapaz de disimular sus sentimientos–, que Tersistes se burló de él por enamorarse de una muerta. Aquiles lo mató de un puñetazo. Entra en escena Atenea e inspira al troyano el deseo fatal de enfrentarse a su enemigo. Para ello adopta la figura de Delfobo, hermano del héroe. Héctor cree que éste acude en su ayuda. Desengañado muy pronto, muere, y predice a Aquiles que tampoco su hora está lejana. Al expirar, pide a su enemigo que entregue su cadáver a Príamo. Aquiles se niega y lo arrastra atado a su carro tras perforarle los talones y atarlos con una correa. Luego regresa al campamento, y se celebran los funerales de Patroclo. Todos los días, Aquiles arrastra alrededor de Troya el cuerpo de su enemigo, el que le arrebató a su llorado amigo. Al cabo de doce días, Tetis, por encargo de Zeus, comunica a Aquiles que los dioses se sienten indignados por su falta de respeto a los muertos. Príamo, que acude en embajada a reclamarle el cadáver de Héctor, es bien recibido por Aquiles, el cual le devuelve a su hijo a cambio de un cuantioso rescate. Tal es el relato de la Ilíada. Se relataba luego la lucha contra el hijo de la Aurora, Memnón, en presencia de las dos madres –Eos, la de Memnón, y Tetis, la de Aquiles–. Finalmente, se hablaba de su amor por Políxena, una de las hijas de Príamo. Habiéndola visto en ocasión del rescate del cuerpo de Héctor, Aquiles se prendó de ella hasta el extremo de prometer a Príamo que, traicionando a los griegos, se pondría de su parte si el rey consentía en otorgarle a la doncella en matrimonio. Príamo estuvo de acuerdo, y el pacto debía sellarse en el templo de Apolo Timbreo, que se levantaba a poca distancia de las puertas de Troya. Aquiles acudió sin armas, y allí fue donde Paris, oculto detrás de la estatua del dios, lo mató. Entonces los troyanos, apoderándose del cadáver, exigieron por él el mismo rescate que habían pagado por el cuerpo de Héctor. Sin embargo, esta romántica versión del fin del héroe parece tardía. 242 243 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 244 Otros autores cuentan que Aquiles halló la muerte combatiendo, cuando, una vez más, acababa de rechazar a los troyanos hasta los muros de su ciudad. Se le apareció Apolo y le ordenó retirarse; al no obedecer, lo mató de un flechazo. A veces el arquero que dispara la flecha es Paris, pero Apolo dirige el proyectil al único punto vulnerable del cuerpo del héroe: el talón. En torno a su cuerpo se produjo una lucha tan fiera como la que había seguido a la muerte de Patroclo. Finalmente, Áyax y Ulises lograron conducirlo al campamento, manteniendo al enemigo a distancia. Los funerales fueron celebrados por Tetis y las Musas, o las Ninfas; Atenea ungió el cuerpo con ambrosía para evitar su putrefacción. Después de que los griegos le hubieron erigido una sepultura a la orilla del mar, se dice que Tetis se llevó el cuerpo a la desembocadura del Danubio, a la isla Blanca, donde Aquiles siguió viviendo una existencia misteriosa. Los marinos que pasaban por las cercanías oían durante el día un continuo crujido de armas y, por la noche, el ruido del chocar de copas y los cantos de un banquete eterno. Dícese también que, en los Campos Elíseos, Aquiles se casó con Medea, o con Ifigenia, Helena o Políxena, y que, antes de la partida de los griegos, tomada ya Troya, una voz salida de la tumba de Aquiles había pedido que sacrificasen a Políxena en memoria del héroe. El recuerdo de Aquiles quedó muy vivo en la imaginación popular de los griegos, y su culto se difundió por las islas y por el continente asiático, teatro de sus hazañas. El retrato homérico de Aquiles es el de un joven de gran belleza: cabello rubio, ojos centelleantes y poderosa voz. Desconocedor del miedo, su mayor pasión es la lucha. Es violento y ama la gloria por encima de todo. Pero su carácter tiene facetas más dulces, casi tiernas. Músico, sabe aquietar las 244 preocupaciones con la lira y el canto. Quiere a su amigo Patroclo y a Briseida, con la que lleva una existencia de amor correspondido. Se manifiesta cruel, cuando manda ejecutar a los prisioneros troyanos y exige, desde la ultratumba, que sacrifiquen a Políxena sobre su sepultura. Es hospitalario y llora con Príamo al presentarse éste a reclamarle el cuerpo de su hijo. En los Infiernos se alegra al saber que su hijo Neoptólemo destaca por su valentía. Venera a sus padres, confía en su madre y, cuando conoce la voluntad de los dioses, no demora su ejecución. A pesar de todos estos rasgos humanos, los filósofos helenísticos, y particularmente los estoicos, han considerado a Aquiles como el prototipo del hombre violento, esclavo de sus pasiones, y se han complacido en contraponerlo a Ulises, el hombre prudente por excelencia. También se sabe el culto que Alejandro tributó a Aquiles, a quien tomó como modelo. Ambos murieron jóvenes. (P. GRIMAL). El oráculo de Delfos. Este santuario de Apolo estaba ubicado en uno de los lugares más impresionantes de la geografía helénica. Apolo había desplazado de este lugar a otros dioses más antiguos que él de época micénica, a la diosa Tierra y a Posidón. Como en otras ocasiones, asistimos a la lucha entre lo antiguo y lo nuevo con la victoria de la divinidad invasora. El dragón de Delfos, Pitón, fue vencido por Apolo, que ocupó desde entonces su puesto. Delfos no aparece en los poemas homéricos, pero sí en la Teogonía de Hesíodo, donde se nos cuenta cómo Zeus colocó la piedra que tragó su padre, tras vomitarla, en la anchurosa Tierra, en la divina Pito, bajo las laderas del Parnaso, con el fin de que allí constituyese un monumento perdurable, asombro de los humanos. Para los 245 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 246 homéridas, por el contrario, Apolo vaticinaba desde un laurel, que, como el olivo a Atenea, pertenece al dios de Delfos. bían de Delfos la solución adecuada. En su templo estaban escritas sentencias tan famosas como: conócete a ti mismo y nada en exceso, mediante las cuales Delfos se relaciona con las leyes morales más que con prescripciones sociales. El siglo VI a. de C. fue el momento de mayor esplendor de este santuario panhelénico, que se llenó de estatuas, tesoros y ofrendas procedentes de toda la Hélade. Su fama rebasó las fronteras del mundo griego y reyes de estirpe extranjera, como Creso y Amasis, preguntaron a su oráculo y le obsequiaron con largueza. En forma versificada, Apolo respondía por boca de la Pitia, sentada sobre el trípode sagrado, a las preguntas que le llevaban mensajeros de toda Grecia sobre las más diversas actividades y problemas. Herodoto nos ha conservado gran número de estos oráculos, que revelan el amplio poder y reconocimiento de que gozó este santuario en la Antigüedad. El texto es con frecuencia muy ambiguo, con lo que quedaba siempre a salvo la veracidad del vaticinio pítico. Los intérpretes de Apolo se encontraban esparcidos por todo el territorio griego, y con ellos este dios se convirtió en el verdadero guía de la nación helena en sus realizaciones más importantes. La colonización y la fundación de nuevas ciudades se efectuaban según los preceptos délficos. El culto a los héroes y a posibles dioses extranjeros era regulado por Delfos, que rara vez permitía el culto a otros dioses. Legisladores como Licurgo y Solón estuvieron vinculados al oráculo de Apolo, y el calendario griego surge no antes del siglo VII a. de C., precisamente en la época en que Delfos comenzó su mayor florecimiento. La vida y el culto quedaban así regulados por Apolo, cuyo nombre aparece repetidas veces en la denominación de los días de los meses. La consecución de la paz entre los hombres y los dioses, así como de la tranquilidad política y social reci- 246 En general, esta especie de convenios, que llenaban las paredes y columnas del templo, tenían que ver con la amistad, el respeto a los mayores, la educación de los hijos, el propio dominio, la gratitud, el odio a la soberbia, la justicia, etc. Procedentes de los siete sabios, Delfos las acogió y protegió. Por último, diremos que Píndaro, Sócrates y Platón, por ejemplo, fueron grandes admiradores del Apolo délfico, que para el segundo era el único dador de leyes (J. GARCÍA LÓPEZ, La Religión Griega. 3. Léxico Actividades 1. 1 a + 3 = biología d + 4 = bioesfera 2 a + 1 = aerobio d + 2 = microbio e + 3 = antibiótico b + 1 = biocenosis e + 2 = biótopo b + 4 = anfibio c + 5 = anaerobio 2. a + 2 = omnívoro c + 3 = herbívoro b + 1 = carnívoro 3. a + 2 = metabolismo c + 1 = anabolismo b + 3 = catabolismo 4. a + 2 = protozoo c + 4 = saprozoo e + 5 = neozoico b + 1 = espermatozoo d + 3 = paleozoico f + 6 = mesozoico 247 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 248 5. a + 4 = citoplasma c + 2 = cromatoplasma b + 1 = protoplasma d + 3 = amiloplasma 6. a + 4 = atmósfera c + 3 = astenosfera e + 2 = mesosfera b + 1 = litosfera d + 5 = endosfera 7. ósmosis = ẃsm’j + 4 fagocito = fa´gw + 3 ^ fagocitosis = fa´gw + 5 genotipo = génoj + t›poj + 1 pangea = p≠n + g≈ + 6 fenotipo = faínw + t›poj + 7 oncogén = ◊gkoj +génoj + 2 8. 1 V, 2 F, 3 F, 4 V, 5 F, 6 V, 7 F. 9. a + 8; b + 6; c + 2; d + 3; e + 7; f + 4; g + 1; h + 5. 10. 1 de incógnito, 2 habitat, 3 máxime, 4 en flagrante / infraganti, 5 de iure ... de facto, 6 sub judice, 7 ex aequo, 8 in dubio, pro reo, 9 op. cit. unidad 7 1. Edipo y Antígona Aproximación inicial Se entiende por destino o hado la divinidad o voluntad divina que regula de una manera fatal los acontecimientos humanos, sin que los mortales y, ni siquiera, los mismos dioses puedan cambiar sus designios. En la mitología griega, son tres las divinidades que rigen el destino, las tres Moiras, hijas de Zeus. Posteriormente, se fueron divinizando otras abstracciones como Ananke («la Fatalidad»), Tiche («la Casualidad»). Los romanos adoraban el Fatum (la palabra divina, expresión de una decisión ineluctable) y la Fortuna (buena o mala). A las tres Moiras griegas corresponden las tres Parcas romanas. La historia de Edipo ilustra la tragedia de un hombre enfrentado a su destino fatal, por eso se le ha llamado a menudo «el hijo de la Fortuna». En las actividades de refuerzo se propone un trabajo sobre el complejo de Edipo. Si los alumnos no saben nada del tema en cuestión, el profesor debe indicar únicamente que el principio fue formulado por S. Freud, el padre del psicoanálisis, basándose en el mito que van a estudiar, y que alude al conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta respecto a sus padres, en forma de atracción por el progenitor de sexo contrario y repulsión por el del mismo sexo, complejo que alcanza su mayor intensidad entre los 3 y los 5 años. 248 249 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 250 La Esfinge aparece representada por primera vez en Egipto, en monumentos funerarios. Tiene forma de león, echado sobre el vientre, con las patas delanteras extendidas y paralelas, mientras que la cabeza adopta los rasgos del rostro del faraón, cubierta con una toca almidonada. Esta figura aparece también en el arte griego arcaico, así como en las estelas y el arte funerario etrusco. Para los griegos, la Esfinge por excelencia era el monstruo nacido de Tifón y Equidna. La descripción de su aspecto físico está incluida en el texto 2a. Actividades 1. 1 El antiguo nombre de Delfos era Pitón, debido a la serpiente Pitón, o la Dragona, un monstruo hijo de Gea que residía en el lugar, se alimentaba de animales y personas, y emitía oráculos. Apolo la mató y, tras purificarse, se apropió del oráculo de Gea en Delfos. A causa de la antigua denominación, a la profetisa que emitió allí los nuevos oráculos en nombre de Apolo se la llamó Pitia. 4 La ilustración muestra el interior de una copa griega, en la que aparece la Pitia sentada en el trípode dispuesta para entrar en trance, mientras en otra estancia del templo el consultante espera la respuesta. La columna representa el templo de Apolo. Esquema de la historia de Layo y Yocasta: Layo y Yocasta son los reyes de Tebas, la principal ciudad de Beocia, una región situada al norte de Atenas. Como no tienen hijos, Layo se dirige a Delfos para consultar el oráculo. 250 Pasa el tiempo y el rey no vuelve; por esta razón se propaga en Tebas el rumor de que ha muerto a manos de unos bandidos. Coincidiendo con la desaparición de Layo, la diosa Hera, para vengar un antiguo delito de éste, envía a Tebas a la Esfinge, la cual se establece en una roca a poca distancia de la ciudad, junto al camino. Desde allí devastaba el país, y a todos los caminantes que entraban o salían de la ciudad les proponía un enigma, que hasta entonces nadie había resuelto. Si no sabían la respuesta, la Esfinge se arrojaba sobre ellos y los asfixiaba. 2. a5) La ilustración reproduce una estatua llamada la Esfinge de Naxos, en la que el monstruo aparece sobre una columna. En la iconografía griega la columna alterna con la roca. b2) Creonte es el hermano de Yocasta, la reina viuda. En Grecia, la mujer siempre se consideró como una eterna menor de edad, sometida primero a la autoridad del padre, luego a la del marido y, en caso de ausencia de uno de éstos, a la de los hermanos, los hijos varones o el pariente masculino más próximo. Por eso, aunque la reina ocupa el trono en ausencia del rey, no puede disponer de sí misma, sino que, en este caso, es su hermano quien debe autorizar su nuevo matrimonio. b3) La boda con la reina viuda convertía al nuevo marido en rey, ya que para los griegos la esposa simboliza y se identifica con las posesiones del marido, y éste la «siembra» igual que siembra sus campos. c1) Edipo respondió que ese ser era el hombre, pues de pequeño anda a gatas, luego camina con dos piernas y cuando es viejo debe apoyarse en un bastón. 251 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 252 c2) El problema del enigma propuesto por la Esfinge reside en que éste no se encuentra en la pregunta, sino en la respuesta. En efecto, el gran enigma que Edipo no sabe resolver es «¿Qué es el hombre?», y más concretamente «¿Quién es el hombre Edipo?», cuya identidad es el auténtico interrogante, que él resolverá no con ingenio y sabiduría sino con sufrimiento y honradez. c3) El propio G. Moreau comentó este cuadro en los siguientes términos: La pintura supone al Hombre llegado a la hora grave y serena de la Vida, encontrándose en presencia del enigma eterno. Ella le oprime, le aprieta bajo su garra terrible. Pero el viajero orgulloso y tranquilo, en su fuerza moral, la mira sin temblar. Es la quimera terrestre, vil como la materia, atractiva como ella, representada por esta cabeza encantadora de la mujer con sus alas, prometedora del ideal, pero con el cuerpo de monstruo, del carnicero que desgarra y aniquila. Edipo no es un héroe, una naturaleza jerárquicamente superior a la Humanidad, es el hombre con su miseria y su grandeza. Tiene la actitud del viajero fatigado, pero todavía lleno de fuerzas. El ropaje es verde sombrío, muy severo, el sombrero echado sobre los hombros es negro. Tiene en la mano una lanza roja. La hora del día es la mañana, un creciente pálido se ve aún en el cielo. El aspecto severo de las altas cimas graníticas. El antro, la guarida del monstruo, es un pedazo de granito rojo, de una cierta forma arquitectónica particular. Un resto de viejo laurel muerto está al pie (Archivo del Museo Gustave Moreau, París). Esquema de la historia de Edipo Tras derrotar con su inteligencia a la Esfinge, Edipo entró en Tebas, donde todos los tebanos lo saludaron como su salvador, 252 y contrajo matrimonio con la reina viuda, convirtiéndose en el nuevo rey de Tebas. Edipo fue feliz en su matrimonio, y de su unión con Yocasta nacieron cuatro hijos: dos varones, Eteocles y Polinices, y dos mujeres, Antígona e Ismene. Los días felices terminaron cuando una terrible peste azotó la ciudad de Tebas y sus habitantes morían, uno tras otro. Tebas era presa del dolor y el llanto, y los tebanos, encabezados por el sacerdote de Zeus, acudieron al palacio de Edipo, llevando en sus manos ramas de olivo con cintas de lana, en calidad de suplicantes; se arrodillaron ante él y le pidieron que les salvara de la terrible enfermedad, como ya había hecho antes al librarlos de la cruel Esfinge. Edipo decidió que su cuñado Creonte fuera a Delfos y preguntara qué debía hacerse para salvar la ciudad. Creonte, al volver, dijo que Apolo ordenaba expulsar de Tebas al asesino del rey Layo, un tebano residente en la ciudad, cuya presencia era la impureza que provocaba la cruel enfermedad. 3. 2 La peste que hace estragos en Tebas presenta todas las características de una enfermedad mítica, de un castigo divino: afecta por igual a personas, animales y plantas (como la peste enviada por Apolo a los griegos en el canto primero de la Ilíada). La esterilidad que acaba con todo germen de vida en las mujeres, los ganados y los campos procede de un miasma religioso. Antes de la aparición de la medicina científica, se creía que las enfermedades las enviaban los dioses, que se vengaban así de 253 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 254 alguna ofensa recibida o castigaban un crimen. El miasma es la emanación fétida que desprenden los cuerpos enfermos, las materias en descomposición o las aguas estancadas, y hasta que se descubrieron los microbios, los miasmas se consideraban los agentes causantes de las enfermedades. Así pues, se creía que, al igual que la manzana podrida acaba pudriendo por contacto todas las manzanas del cesto, el criminal, el impuro, podía contaminar y destruir el cuerpo social, por lo que debía ser extirpado para evitar estas consecuencias funestas. Esta idea la defienden, desde la Antigüedad hasta nuestros días, algunos partidarios de la pena capital. Continuación del esquema de la historia de Edipo Edipo reacciona sospechando que Creonte, a quien habría correspondido el trono de Tebas si él no hubiera vencido a la Esfinge, lo ha tramado todo para apartarlo del poder, y por eso le ha sugerido preguntar al adivino. Edipo detiene a Creonte y le condena a muerte, pero Yocasta intercede por su hermano, quien acaba siendo desterrado. Yocasta, con la intención de tranquilizar a Edipo, muy afectado por las palabras de Tiresias, le asegura que tanto los oráculos como las palabras de los adivinos son patrañas sin ningún fundamento y, para demostrarlo, le cuenta un oráculo que le llegó hace años a Layo, su primer marido. Sorprendido y dolorido porque el anterior rey había muerto a manos de un compatriota que, además, tenía la desfachatez de permanecer en la ciudad, Edipo intensificó las investigaciones, pues temía que este asesino también quisiera matarlo a él, para ocupar el trono. Sin embargo, no consiguió más información. 4. 2 La exposición era el abandono a su suerte de los recién nacidos, pero sobre todo de las recién nacidas, que el padre no admitía. En Grecia era un uso que las leyes consentían y la conciencia social aprobaba sin problemas, y que, a pesar de la propuesta de Aristóteles de prohibirla, continuó aplicándose en la época helenística. Creonte le sugiere que pregunte al adivino Tiresias, un anciano ciego, pero con capacidad para ver y comprender lo que está oculto para los demás. En Roma, los recién nacidos se depositaban a los pies del pater familias, quien podía, según su propio criterio y sin tener que dar ninguna explicación de sus motivos, levantarlos del suelo y aceptarlos en la familia, o bien abandonarlos sobre las aguas de un río o en otros lugares donde estaban destinados a morirse de hambre y frío, a no ser que alguien los recogiera. Esto último no ocurría precisamente por razones filantrópicas, sino para utilizar a los niños como esclavos y, en el caso de las niñas, para dedicarlas a la prostitución. Tiresias acude al palacio real y es interrogado por Edipo. Al principio responde con evasivas, dice saber la identidad del asesino de Layo, pero que no la revelará; Edipo monta en cólera y amenaza al adivino. Entonces Tiresias le dice que es él mismo el impuro que mancilla la ciudad, y se marcha dejando a Edipo totalmente desconcertado. 254 3 y 4 Los pastores de Layo abandonaron a Edipo con los pies atravesados en el monte Citerón, en la parte de Beocia más 255 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 256 próxima a Corinto. El niño fue encontrado por unos pastores de Pólibo, el rey de Corinto, quien siempre había deseado tener un hijo sin conseguirlo, por lo que Edipo fue adoptado y educado en palacio como si se tratase del verdadero hijo del rey. Cuando creció, un joven ebrio le dijo que él no era hijo natural de sus padres y Edipo, a pesar de que éstos desmintieron terminantemente el hecho, decidió acudir a Delfos para averiguar su auténtico origen. Ante la pregunta de su procedencia, el oráculo no contestó, pero le predijo que mataría a su padre y se acostaría con su madre. Para no ver jamás cumplidos sus funestos oráculos, pensó que lo mejor sería no volver nunca a Corinto, por lo que decidió irse a Tebas. En el camino de Delfos a Tebas se encontró, sin saberlo, con su padre, y lo mató. 5. El pensamiento jurídico griego ya distinguía entre la acción y la intención. Desde el punto de vista ético, Edipo puede ser inocente, pues no tenía ninguna intención de cometer tales crímenes, sino que se ve arrastrado a ellos por la fatalidad de su destino. Pero, desde el punto de vista de los hechos, Edipo es culpable, porque éstos se han producido, perturbando el orden natural de las cosas: es una aberración, por un lado, quitar la vida a quien nos la ha dado y, por otro, dar un salto atrás en la sucesión normal de las generaciones humanas, entrando como hombre en la vagina de la que se salió como niño. El parricidio y el incesto han tenido lugar, de manera que la compasión que despierta Edipo por no merecer su trágico destino se entremezcla en la mente del espectador con el sentimiento de repugnancia por los hechos cometidos, así como el temor, más general, de que las personas no 256 poseamos la capacidad de controlar nuestra propia vida y nuestro destino. Continuación del esquema de la historia de Edipo Edipo, víctima de la maldición que él mismo había proferido contra el asesino de Layo, es expulsado de su ciudad. Sus hijos varones, Eteocles y Polinices, se niegan a intervenir en su favor y a prestarle auxilio, por lo que Edipo los maldice. 6. a2) En Edipo en Colono, como en otras muchas tragedias griegas, está presente la inversión de los papeles atribuidos a cada sexo. En este caso, se produce entre los hijos y las hijas de Edipo, ya que son éstas las que acompañan a su padre en el destierro, mientras que los hijos se han quedado en Tebas, al igual que, dice Edipo, ocurre en Egipto, donde los hombres permanecen en casa tejiendo cuando las esposas van en busca de recursos. Por eso, llama a sus hijas «varones» (Edipo C. 339345, 1368) y no mujeres. a5) El cuadro de André Marcel Baschet, Edipo maldice a su hijo Polinices (1883), conservado en la Escuela Superior de Bellas Artes de París, presenta a un Edipo anciano, con una larga barba blanca, y ciego, en el momento en que maldice a su hijo. Junto al personaje, aparecen sus dos hijas: Ismene, vestida de blanco (color de la pureza y la inocencia), y Antígona, vestida de rojo y cubierta con un velo negro (el rojo alude a su carácter y el negro a su final trágico). b5) El lienzo Edipo y Antígona de Charles François Jalabert (1819-1901) ilustra el triste peregrinar de Edipo, acompañado por su fiel lazarillo, ante el desprecio y el rechazo de todos, quienes bien le dan la espalda, bien tapan sus narices o bocas, 257 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 258 con expresiones de asco y de temor. En primer término, a la derecha, una madre deja de amamantar a su hijo, para señalar a Edipo y advertir de la presencia del impuro. Continuación del esquema de la historia de Edipo Tras un largo y penoso deambular, Edipo llega a Colono, en el Ática, y pide hospitalidad al rey Teseo. Éste se la concede, y Edipo decide pasar allí sus últimos días. Habiendo declarado un oráculo que el país donde estuviera la tumba de Edipo tendría la bendición de los dioses, Creonte y Polinices trataron de persuadirlo, ya moribundo, de que regresara a Tebas. Pero Edipo se negó y quiso que sus cenizas permanecieran en la tierra que le había acogido, y allí murió. Eteocles y Polinices, que eran gemelos, decidieron gobernar alternativamente un año cada uno. Eteocles, al acabar su periodo, se negó a ceder el trono a su hermano y lo expulsó de Tebas. 7. a1 y 2) En la poesía épica se denominan combates singulares los que establecen dos héroes no sólo como respuesta a un desafío (la guerra entonces se detiene), sino también cuando se encuentran en medio del fragor de la batalla. Entonces el poeta pasa por alto cualquier otro aspecto de la narración y centra su atención, exclusivamente, en la descripción de las vicisitudes de este enfrentamiento. Estos combates suelen seguir pautas muy ritualizadas: como aproximación inicial, suelen intercambiar algunas palabras, cuya finalidad es comprobar que ambos son mortales y ninguno tiene naturaleza divina, así como confirmar el linaje de cada uno; iniciada la lucha, primero se arrojan desde lejos las lanzas (una o dos, según si pueden conseguir la segunda); a continuación, si la lanza no ha dejado fuera de combate al adversario, desenvainan las espadas y se preparan para la lucha cuerpo a cuerpo; y, por último, si pierden esta arma, recurren a cualquier otro elemento que pueda servir para atacar al adversario (piedras, etc.). Estos combates recuerdan a los torneos medievales, que tan profusamente ha ilustrado el cine, aunque en este caso se realizan a pie y no a caballo. La lucha fue encarnizada y cruel. a4) Cuando cayeron los dos hermanos, Creonte se colocó al frente del ejército tebano y puso en fuga a los soldados de Polinices. Muertos los dos hijos de Edipo, Creonte accedió a trono y comenzó a gobernar de un modo cruel: prohibió enterrar a los soldados caídos en el bando de Polinices y decretó grandes honras fúnebres para los muertos en el ejército vencedor. Viendo aquello, Polinices decidió evitar que murieran más hombres, por lo que se acercó a la muralla y retó a su hermano a un combate singular para poner fin a la contienda: el vencedor sería el único rey de Tebas. b) Respecto de la importancia de cumplir con los rituales funerarios debidos a los muertos, véase Cultura clásica 1, págs. 100 y ss., o esta misma guía, unidad 2, en relación con la súplica de Ariadna de que se recojan sus huesos. Furioso por la injusticia cometida, Polinices fue a pedir ayuda a Adrasto, el rey de Argos, quien le prestó su ejército, y juntos convocaron a seis conocidos guerreros, con sus respectivos ejércitos, para atacar cada una de las siete puertas de la muralla de Tebas, con el objetivo de recuperar el trono. 258 259 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 260 b3) Antígona no está dispuesta a dejar insepulto a su hermano, y pide colaboración a Ismene para enterrarlo. Ésta le contesta que están solas, sin padres, sin hermanos, y que la naturaleza las hizo mujeres para no luchar contra los hombres, que son más fuertes y tienen el poder. Antígona menosprecia a Ismene por su cobardía y dice que lo hará ella sola, aunque la maten. Esquema de la historia de Antígona Al amanecer, Antígona acude junto al cuerpo insepulto de Polinices, destrozado por los perros y las aves de rapiña; profiere maldiciones contra los autores de tal ultraje, y cumple con los ritos funerarios debidos al muerto, siguiendo la preceptiva natural. Los centinelas apostados por Creonte la ven, la detienen, y la llevan a su presencia. c1) Las leyes no escritas (nómoi ágrafoi) eran las que pertenecían a la esfera de lo que hoy llamaríamos derecho natural, común a todos los pueblos, y que tenían como máximos garantes a los dioses. Estas leyes protegían derechos elementales como el derecho a la vida o, como en este caso, prescribían las honras fúnebres a los muertos; todos las respetaban y nunca perdían vigencia, por lo que no era necesario fijarlas por escrito. Así pues, las leyes no escritas las habrían establecido los dioses mismos en la conciencia de todos los mortales, frente a las leyes positivas, determinadas por los hombres, y que, por tanto, podían variar según las culturas y los regímenes políticos. c2) Con esta metáfora, Creonte compara a la mujer con un campo que debe ser arado para dar frutos. Y Creonte, incapaz de comprender el sentimiento amoroso de Hemón hacia 260 Antígona, considera que, para la función reproductora que la sociedad patriarcal asigna a la mujer, Antígona, quien ha demostrado tener un espíritu indómito y libre, no es la más adecuada, no es «una buena mujer». La imagen de mujermateria, mujer-objeto de placer y reproducción, está muy presente en todo el discurso de Creonte: Nada peor, hijo mío, que una mala mujer en casa como compañera del lecho; pues una mala mujer es un frío objeto para estrechar entre los brazos. [...] Olvídate, pues, de Antígona [...] así no nos llamarán inferiores a una hembra. c5) La figura de Antígona goza de escasas representaciones, tanto en el arte antiguo como en el moderno. El retrato de Lord Leighton (1882) nos muestra una Antígona serena y triste, con un rostro muy iluminado frente al fondo negro, en el que el autor –según sus propias palabras– quiso reflejar todo lo noble, honorable y valeroso que hay en el corazón humano, siguiendo una iconografía que recuerda a la de los mártires o santos del cristianismo. Frente a esta Antígona casi divinizada, el dibujo de J. Cocteau (1922) nos presenta una heroína mucho más humana, que frunce el ceño y cierra los puños amenazantes, como una fuerza poderosa enfrentada cara a cara con el poder absoluto de Creonte. El lienzo de Marie S. Stillman (1844-1927) reproduce la escena en la que Antígona cumple con los ritos funerarios a su hermano, cubriendo su cuerpo con un lienzo y derramando sobre él una fina capa de tierra, mientras los cuervos se acercan o revolotean alrededor del cadáver. En este caso, la pintora se aparta de la versión de Sófocles y hace aparecer en escena una Ismene temerosa, la cual vigila para evitar que las 261 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 262 descubran, al tiempo que es incapaz de dirigir la mirada al cuerpo en descomposición de Polinices. Continuación del esquema de la historia de Antígona Hemón, hijo de Creonte y prometido de Antígona, acude ante su padre para interceder por ella. Creonte intenta convencer a su hijo de que ésta no le conviene, con los argumentos ya descritos, y le conmina a que no traicione el amor de un padre por el goce de una mujer. En un bello parlamento, Hemón explica a su padre que la justicia, la inteligencia y la prudencia son excelentes regalos otorgados por los dioses a los hombres, y le dice que todo el pueblo de Tebas cree que Antígona actuó correctamente al cumplir con los ritos funerarios prescritos por los dioses. Creonte monta en cólera y le dice que no está dispuesto a recibir lecciones de cordura provenientes de un imberbe de su edad y, puesto que se ha atrevido a enfrentarse a su padre, hará traer a Antígona para que muera de inmediato y ante los ojos de su prometido. Hemón decide abandonar la casa de sus padres y le dice a Creonte que no volverá a verlo nunca más. Posteriormente, llega el adivino Tiresias para incriminar a Creonte por su impía acción, la cual altera el orden normal de las cosas establecido por los dioses, pues a Antígona la ha enterrado viva en un sepulcro y, en cambio, impide que se sepulte el cadáver de Polinices, privándolo del eterno descanso. Tiresias le dice que, aunque sea rey, no tiene potestad 262 alguna para actuar de tal forma, y le pronostica funestos augurios. Creonte reflexiona y, finalmente, cede. Autoriza el funeral de Polinices y ordena sacar a Antígona del sepulcro, para después dirigirse él mismo a la tumba. 8. 4 El tema de los amantes finalmente unidos en la muerte aparece en varios relatos mitológicos como éste o el de Píramo y Tisbe, o bien en historias más recientes como la de Romeo y Julieta, los amantes de Teruel, etc. 5 En la pareja Antígona-Hemón observamos una interesante inversión de los papeles tradicionales asignados a varones y mujeres: Antígona se suicida por defender un ideal y no doblegarse ante un decreto que considera injusto e indigno, mientras que Hemón se suicida por amor; es, en realidad, el único caso que recoge la tragedia griega de suicidio de un hombre por amor, frente al gran número de suicidios femeninos. La literatura clásica pone en escena a muchas mujeres capaces de acciones heroicas o terribles, pero siempre impulsadas por amor o por ver amenazado su «lecho», lo más importante para ellas (Ariadna, Fedra, Medea, Alcestis...), frente a los héroes masculinos que se mueven por otros intereses como la competición, la gloria, la ambición o el poder. En este caso, se invierten los roles, y Antígona llegará a afirmar que lo que ha hecho por su hermano no lo habría realizado por su marido, esto es, por Hemón, pues, jamás, ni aunque fuera madre de hijos, ni aunque mi esposo muerto se estuviera pudriendo, hubiera tomado sobre mí semejante fatiga [...]. Muerto mi esposo, otro hubiera podido tener, y un hijo de otro varón si lo perdía... (nótese la coincidencia ideológica con la opinión de Creonte también se pueden arar los campos de otras). 263 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 264 Actividades de refuerzo 1. a) Fortuna, Imperatrix Mundi. O Fortuna, velut luna, statu variabilis, semper crescis, aut decrescis; vita detestabilis nunc obdurat et tunc curat ludo mentis aciem, egestatem, potestatem dissolvit ut glaciem. Sors inmanis et inanis, rota tu volubilis, status malus, vana salus, semper dissolubilis, obumbrata et velata mihi quoque niteris; nunc per ludum, dorsum nudum fero tui sceleris. Sors salutis et virtutis mihi nunc contraria, est affectus et deffectus, semper in angaria. Hac in hora, sine mora cordum pulsum tangite; quod per sortem sternit fortem, mecum omnes plangite! «Oh Fortuna, como la luna, de naturaleza cambiante, siempre creces o decreces, la vida detestable a veces ensombrece y a veces ilumina la mente como un juego, y funde como el hielo la opulencia y pobreza. »Suerte monstruosa e inane, tú, rueda voluble, mala situación, vana salud, siempre disoluble, oscurecida y velada me iluminas también; y, ahora, por tu cruel juego, llevo el dorso desnudo. »Hoy me es adversa la suerte en salud y fuerza, hace y deshace, siempre en esclavitud. En esta hora, sin demora, pulsa la cuerda vibrante; puesto que la suerte abate al fuerte, llorad todos conmigo». 2 «Si el Edipo Rey conmueve al auditorio moderno lo mismo que conmovía a su auditorio griego contemporáneo, la única explicación que cabe encontrar es que su efecto no radica en el contraste entre el destino y la voluntad humana, sino que ha de buscarse en la naturaleza peculiar del material con que 264 se ejemplifica dicho contraste... Su destino nos conmueve únicamente porque pudo haber sido el nuestro, porque el oráculo nos impuso antes de nuestro nacimiento la misma maldición que le impuso a él. Tal vez es el hado de todos nosotros el dirigir nuestro primer impulso sexual hacia nuestra madre y nuestro primer odio e impulso homicida contra nuestro padre. Nuestros sueños nos convencen de que esto es así. El rey Edipo, que mató a su padre Layo y se casó con su madre Yocasta, nos muestra meramente el cumplimiento de nuestros deseos de infancia. Pero, más afortunados que él, posteriormente hemos logrado, si es que no nos hemos convertido en psiconeuróticos, despegar nuestros impulsos sexuales de nuestras madres y olvidar nuestros celos a nuestros padres» 5. (S. FREUD, A Collection of Critical Essays, 20-23). 2. El teatro Aproximación inicial Trágico remite a tragodía o «canción del macho cabrío». Se cree que, primitivamente, la tragedia fue una canción ejecutada por un coro, mientras se sacrificaba un macho cabrío al dios Baco. Posteriormente, se intercalaron en los intervalos del canto unas representaciones que realizaban actores disfrazados de sátiros, con pieles de macho cabrío. Más tarde, Esquilo y Sófocles perfeccionaron aquel acto escénico creando dramas, generalmente, con un desenlace funesto, el cual inspiraba temor; de ahí el sentido moderno de tragedia como «desgracia o suceso fatal». Cómico remite al término griego komodía o «canto del festín», en el que está el origen de la comedia dramática posterior. 265 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 266 Información Esquilo es un poeta trágico ateniense (525-455 a. de C.), nacido en Eleusis. Combatió en Maratón en el año 490 a. de C. y en Salamina en el 480 a. de C. Debutó en el teatro en el año 500 a. de C., pero no obtuvo el primer puesto en el concurso trágico hasta el 484 a. de C. Sus comienzos, pues, fueron laboriosos y difíciles. Triunfó en el 472 a. de C. con Los Persas, y Hierón, tirano de Siracusa, lo invitó a su corte para representar esta obra. Al regresar a Atenas, Esquilo representó la trilogía tebana, de la cual solamente nos queda una tragedia, Los siete contra Tebas. En el 458 a. de C. triunfó la Orestea, única trilogía que nos ha llegado completa. Más tarde, Esquilo volvió a viajar hacia Sicilla y murió en Gela. De las noventa tragedias y dramas satíricos compuestos por Esquilo, no nos quedan más que siete tragedias: Las suplicantes: se ha querido considerar recientemente como una obra tardía de Esquilo, pero es, desde luego, la que presenta una estructura más arcaica, ya que predomina el elemento lírico y el verdadero protagonista con la suerte en juego es el coro de las Danaides, perseguidas por sus primos, quienes pretenden tomarlas como esposas a pesar suyo. Los persas: en esta obra, ocho años después de la batalla de Salamina, Esquilo presenta las consecuencias de la victoria griega en el palacio de Susa, capital del imperio persa. La aparición del viejo rey Darío, evocado desde su tumba por los encantamientos de los Fieles que forman el coro, es una soberbia escena teatral. Para la representación de esta obra, que ensalzaba el sentimiento nacional, Pericles fue el corega de Esquilo. 266 Los siete contra Tebas: el personaje de Eteocles, defensor de su patria frente a la coalición formada por Polinices, es tal vez la figura masculina más hermosa de todo el teatro griego. Prometeo encadenado: en esta tragedia –teológica– todos los actores, así como los coreutas (las Oceánidas) son seres divinos. Los tres dramas que forman la serie de la Orestea: Agamenón, que presenta al jefe de los aqueos, vencedor en Troya y asesinado por su esposa Clitemnestra al regresar al palacio de Micenas; Las Coéforas, donde, a su vez, Clitemnestra muere a manos de Orestes, vengador de su padre; y Las Euménides, obra en la que Orestes, a fin de purificarse de su matricidio, el cual comete por orden de Apolo, marcha a Delfos, perseguido por las Erinias, y luego a Atenas, donde lo absuelve el tribunal del Areópago, instituido por Atenea; a partir de aquel momento, las Erinias, terribles furias vengadoras, pasarán a ser las Euménides, esto es, «las Benefactoras». En Esquilo se advierte un gran número de innovaciones técnicas. Como Píndaro, contemporáneo suyo, Esquilo es un creyente y un teólogo, dispuesto siempre a reflexionar sobre los dioses. Era hombre de carácter apasionado y arrogante, según nos es presentado en Las ranas de Aristófanes. La tragedia de Esquilo es un espectáculo grandioso que suscita en el espectador un sentimiento de inquietud, temor, angustia, espanto y terror. El lirismo de las partes corales se distingue por su fuerza y brillantez; no seduce, pero sí impresiona y deslumbra. Su estilo se caracteriza por un vocabulario lleno de neologismos y de palabras compuestas, a veces muy largas; por la abundancia de imágenes violentas y expresivas; por el tono casi siempre elevado y ampuloso que, sin embargo, no excluye expresiones y desarrollos sumamente realistas. 267 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 268 La Némesis, esto es, la Justicia divina, está en el centro del pensamiento teológico de Esquilo: Jerjes y Agamenón son víctimas de su orgullo, por haber olvidado los límites impuestos al destino y la condición humanos. Ahora bien, ¿son justos los dioses? Esquilo plantea este problema en el Prometeo; los otros dos dramas que componían la trilogía sacaban en conclusión que, si Zeus, el dios supremo, no siempre es justo, sí, al menos, acabó siéndolo. Para Esquilo, los designios divinos tienen siempre un sentido, aunque aparezca oscuro, y el hombre piadoso tiene obligación de tratar de conocerlo y entonces acomodar a él sus actos: Orestes, el asesino de su madre, es al fin absuelto por haber obedecido a los dioses. Esquilo «instruyó al pueblo», como dice Aristófanes, y su teatro, aunque sitúe el destino del hombre bajo un aspecto terrible, es en realidad optimista. Este optimismo lúcido, fortalecido por una fe que no es ciega, sino que trata incansablemente de encontrar una justificación racional a través de los antiguos mitos, acaba por conseguirse después de una larga y violenta lucha interior. Por la nobleza de inspiración, el poder de imaginación creadora y la solidez de su sentido dramático, Esquilo es, sin duda, el mayor de los poetas trágicos de Grecia. (R. FLACELIÈRE, Diccionario de la civilización griega). Actividades 1. El teatro de Epidauro se halla en la ladera del monte Cinortio. Es el teatro griego más famoso y mejor conservado; todavía en nuestros días se dan en él representaciones. Sus armoniosas proporciones se inscriben maravillosamente en el paisaje y está dotado de una acústica excepcional. Fue construido a principios del siglo III a. de C. –lo que dificulta su atribución a Policleto el Joven–; en su forma primitiva, constaba de una 268 orquesta circular con una thyméle (o altar de Dioniso) en su centro, así como treinta y cuatro filas de gradas divididas en doce sectores (kerkídes) capaces de dar asiento a unos seis mil espectadores. Esta orquesta circular es la única en Grecia que no fue transformada ulteriormente. En el siglo II a. de C. se añadieron los sectores superiores del graderío, separados por un diázoma, de manera que se duplicó prácticamente el aforo, hasta acoger casi doce mil espectadores. La primera y la última fila de la parte inferior y la primera fila de la parte superior eran los lugares de honor: aquí las gradas se sustituyeron por tronos de piedra. Los espectadores podían acceder a la parte superior del graderío por unos accesos laterales sin necesidad de atravesar la orquesta, que tiene más de veinte metros de diámetro. Delante de la orquesta, frente a la cávea, se levantaba la escena, compuesta de dos elementos angulares flanqueando el proscenio, con una fila de semicolumnas jónicas adosadas a la fachada; aquí se suspendían las tramoyas y decorados móviles (períakta). Entre la escena y la cávea había dos pasadizos laterales, los párodoí, que permitían el paso del coro, el mensajero, el heraldo, etc.; sus puertas monumentales daban un mayor empaque a la simplicidad de conjunto del edificio. El teatro de Dioniso se halla sobre las pendientes meridionales de la acrópolis de Atenas, junto al santuario de Dioniso Eleuterio; su primera fase se remonta al siglo VI a. de C. En efecto, fue Pisístrato quien introdujo en Atenas las Grandes Dionisiacas, fiestas que se acompañaban de bailes y coros, junto a escenas dialogadas y representadas con mímica, de las que habría nacido la primera representación dramática que tuvo lugar justamente en este teatro, en el año 534, y cuyo 269 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 270 autor fue el semilegendario Tespis. Hacia finales del siglo, se construyó en el teatro un escenario amurallado y una cávea de madera. Pero la grandiosa disposición definitiva se debe a Licurgo (siglo IV a. de C.). compasión la contemplación del dolor ajeno y, por otro, nos provoca temor el que en algún momento podamos vernos en una tesitura semejante. b) Se alude en el texto al empleo de máquinas como recurso escénico (véase pág. 269 del anexo). La cávea, reconstruida en mármol, se encarama por las pendientes de la acrópolis, con treinta metros de altitud, cien de largo y noventa de ancho. A sus pies se extiende la orquesta, el plano destinado al coro, en medio del cual estaba el altar de Dioniso. En el mismo plano, el escenario quedaba frente al espectador. El número total de asientos del teatro de Dioniso se calcula entre los catorce mil y diecisiete mil, aunque probablemente era mayor: Platón llega a hablar incluso de treinta mil personas. Desde el siglo I, la primera fila estaba reservada a los pritanos, arcontes y sacerdotes, quienes tenían asientos con respaldos; la mayoría de estos puestos de honor son de época romana, pero es bastante probable que se trate de copias de los asientos originales. El mejor asiento, en el centro, se reservaba al sacerdote de Dioniso. En cuanto a las ilustraciones de la cerámica, es interesante que los alumnos se fijen en la indumentaria de los actores, las máscaras, las escenas representadas, etc., y que a continuación las describan. 2. a3) Aristóteles utilizó un término médico, kátharsis (‘purga, purificación’), para definir el sentimiento de purificación que la tragedia provocaba en los espectadores, mediante la compasión y el temor que suscitaba en ellos. Según Aristóteles, la compasión la produce el hombre que no merece su destino, mientras que el temor lo suscita el que sea un ser semejante a nosotros. Así, por un lado, nos produce 270 d1) En Atenas, parásito era el ciudadano alimentado en el Pritaneo a expensas del Estado, y también el asesor de un magistrado que se admitía en los banquetes oficiales, o el asistente de los sacerdotes en los sacrificios, invitado a las comidas comunes, y que se encargaba de conservar las provisiones de la divinidad en el parasiteion. En la época helenística, el parásito es un nuevo tipo social que rodea a los príncipes y es alimentado por ellos. En Roma, parásito es el individuo admitido a la mesa de un rico en calidad de cliente, o bien a cambio de su ingenio o sus gracias. El parásito se convirtió pronto en uno de los tipos de la comedia clásica latina y en objeto favorito de la sátira, pasando luego a la tradición dramática y satírica occidental. 3. Léxico Actividades 1. a + 2 = clorhídrico c + 3 = anhídrido 1 a + 5 = hidrógeno c + 7 = hidrostática e + 3 = hidrodinámica g + 1 = hidrófila b + 1 = deshidratar b + 4 = hidrófugo d + 6 = hidráulica f + 8 = hidrólisis h + 2 = hidroeléctrica 271 GD Cultura clásica ok 10/4/02 2. 1 a + 3 = ánodo c + 2 = electrodo e + 1 = método 17:12 Página 272 b + 4 = cátodo d + 5 = periodo 3. anión y catión 4. a + 4 + e; b + 1 + g; c + 9 + f; d + 3 + b; e + 8 + d; f + 7 + j; g + 10 + a; h + 5 + h; i + 6 + i; j + 2 + c. 5. 1 F, 2 V, 3 V, 4 F, 5 F, 6 F, 7 V, 8 V, 9 F. 6. a + 4; b + 6; c + 8; d + 1; e + 7; f + 2; g + 5; h + 3. 7. 1 ultimatum; 2 manu militari; 3 vis comica; 4 accesit; 5 deus ex machina; 6 ex profeso; 7 grosso modo; 8 rara avis; 9 viceversa. 8. 1 V, 2 F, 3 F, 4 V, 5 F, 6 V, 7 F. 9. La fortuna fue propicia a los romanos y la ciudad que Rómulo había fundado floreció entre las ciudades vecinas. Muchas personas acudían junto a los romanos; así que los habitantes de Roma eran romanos y forasteros. Los romanos llamaban «plebeyos» a los forasteros, y a sí mismos «patricios». Muchos plebeyos poseían grandes riquezas, que habían acumulado gracias al comercio. unidad 8 1. Orfeo y Eurídice Aproximación inicial Orfeón es el nombre que reciben algunas asociaciones corales. En España, los más importantes son el Orfeó Català y el Orfeón Donostiarra, fundados respectivamente en 1891 y 1897. En este soneto, Garcilaso compara su propio dolor con el de Orfeo y considera que el suyo es mayor, pues él se ha perdido a sí mismo (se llora por perdido). La mayoría de los alumnos recordará a este personaje que acompañó a Jasón en la búsqueda del vellocino de oro. La lectura del soneto sirve de excelente introducción al tema, ya que trata sobre quejas y lamentos que cambian el curso de los ríos y desplazan los árboles en los montes, fieras que escuchan música, así como un descenso a los reinos del espanto. Actividades 1. 1 La patria de Orfeo es Tracia, región al norte de Grecia que se extendía hasta el Danubio por el norte y por el este hasta el mar Negro, con una naturaleza montañosa y salvaje. Esta región jamás se consideró propiamente griega; su lengua no tenía relación con el griego y adoraban a sus propios dioses. Fue anexionada a Macedonia por Filipo II. 272 273 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 274 2 Desde la época alejandrina, se atribuye a Calíope el dominio de la poesía lírica. 2. a-f2) Himeneo, cubierto por azafranado manto: es el dios que preside el cortejo nupcial y los esponsales. El azafranado manto alude al velo de color anaranjado con que se cubría la novia romana el día de la boda. Estigia: es el río o lago del Hades a través del cual Caronte conducía las almas de los muertos. Ante Perséfone y ante el soberano que gobierna el repulsivo reino de las sombras: para Perséfone y Hades, el soberano del reino de las sombras, véase el Breve diccionario de mitología. Tártaro: es la parte más profunda del Hades, en la que los condenados sufren sus castigos. Las tres gargantas, provistas de culebras en vez de vello: alude al perro Cerbero, del cual ciertas versiones dicen que tenía tres cabezas y su lomo se hallaba cubierto de erguidas serpientes. Si la fama del antiguo rapto no ha mentido, también a vosotros os unió el Amor: se refiere al rapto de Perséfone por Hades. Las almas sin sangre: al Hades iban únicamente las almas de los muertos. La sangre se asociaba a la vida, mientras que su pérdida, a la muerte. Tántalo: éste había sacrificado a su propio hijo, ofreciéndolo como alimento a los dioses. Fue condenado a hambre y sed eternas. Ixión: es un rey lapita, padre de Pirítoo y amigo de Teseo, famoso por su conducta impía y sacrílega. Para no pagar la dote, arrojó a su suegro a una sima con brasas ardientes, 274 donde murió; después se atrevió a enamorarse de Hera y trató de violarla. Zeus lo ató a una rueda encendida que daba vueltas y su castigo no cesaría jamás. Titio (o Ticio): era un gigante enviado por Hera para violar a Leto, quien acababa de dar a Zeus a Ártemis y Apolo, pero fue fulminado por Zeus. En el Hades dos águilas devoraban eternamente su hígado, que volvía a crecer con las fases de la luna. Sísifo: fue un rey de Corinto, que encadenó a la Muerte cuando vino a buscarlo. Por este motivo, se le condenó a subir una gran piedra por la ladera de una montaña, que siempre volvía a caer, debiendo empujarla de nuevo, con un esfuerzo tan inútil como querer rehuir la muerte. Erinias (o Euménides): son unas divinidades violentas, identificadas con las Furias romanas, cuya misión principal es la venganza del crimen. El barquero: es Caronte. Ayuno del don de Ceres: alude al pan, el alimento, pues Ceres es diosa de la agricultura, en particular de los cereales. El inútil don de Plutón: se refiere a la muerte (en general, para todo lo relativo al Hades y la muerte, véase Cultura clásica 1, págs. 100 y ss.). 3 La figura de Orfeo se ha representado multitud de veces en la historia del arte, sobre todo en los tres episodios principales del mito: Orfeo encantando a los animales, sus amores con Eurídice y su bajada al Hades, y su muerte a manos de mujeres tracias. _ El cuadro de N. Poussin (1648-1650) nos muestra la época feliz de Orfeo y Eurídice, disfrutando de su vida juntos y de la 275 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 276 música, en medio de un hermoso paisaje y una atmósfera bucólica (Museo del Prado). _ El cuadro Orfeo en la tumba de Eurídice de G. Moreau (1890) constituye una de las pocas representaciones del dolor de Orfeo por la pérdida irreparable de Eurídice. _ De un relieve votivo originario de Atenas (c. 420 a. de C.), conocemos dos copias romanas en mármol conservadas en el Louvre y en el Museo Nazionale de Nápoles: el relieve reproduce la mirada de Orfeo quebrantadora del pacto, tras quitar el velo que cubre a Eurídice, mientras Hermes ya coge la mano de ésta para apartarla definitivamente de su esposo y llevarla de nuevo al Hades. Toda la escena emana un gran patetismo y melancolía. _ E. S. Bergamo (1805-1854) ilustra el preciso momento en el que Orfeo, coronado de laurel, junto a Eros que lleva una antorcha para iluminar el camino, y cuando ya está a punto de salir de las tinieblas a la luz, se vuelve y ve que pierde a Eurídice para siempre; deja caer la lira e intenta cogerla, pero la rigidez del cuerpo y la expresión del rostro de la mujer revelan su muerte definitiva. _ El lienzo de E. Lévy La muerte de Orfeo (1866, Museo de Orsay, París) refleja el momento previo al despedazamiento por parte de las bacantes. El cuerpo de Orfeo yace tendido en el suelo; su rostro, más que temor, refleja un abatimiento y una tristeza infinitos. La lira del personaje está rota a su lado y la corona de laurel, seca. Frente al abatimiento de Orfeo, destaca el movimiento vertiginoso y salvaje, y la mirada agresiva de las bacantes, que hacen sonar instrumentos de percusión, mientras lo desnudan o lo amenazan con armas diversas. 276 En primer plano, una bacante coronada con las hojas de vid de Dioniso sostiene una serpiente. Vemos también un leopardo, una mesa con un ánfora y una copa de vino, y al fondo la figura de un sátiro. _ Frente a este salvajismo de las bacantes, G. Moreau pintó en su cuadro Doncella tracia con la cabeza de Orfeo (1865) a una joven tracia que ha recogido la cabeza y la lira de Orfeo, sosteniéndolas delicadamente entre sus manos. Conviene comentar que, según la versión del mito más difundida, el cuerpo de Orfeo se enterró a los pies del Olimpo, pero su cabeza y su lira se arrojaron al río Hebro, arrastrándolas la corriente marina hasta la isla de Lesbos, que llegaría a ser tierra privilegiada para la poesía lírica y cuna de grandes poetas como Alceo y Safo. _ El cuadro de J. F. Pierre Peyron (1744-1814) representa, sobre un gran fondo oscuro y rodeada de sus hijos y de su marido Admeto, la figura de Alcestis muerta. Los tonos claros y la iluminación sobre el personaje resaltan su pureza, entrega y heroísmo. Alcestis se convirtió en el arquetipo de esposa perfecta que llega a dar la vida por su marido. Eurípides le dedicó una tragedia. Actividades de refuerzo 1. 1) Dafnis y Cloe. Su historia se narra en la breve novela bucólica de Longo (siglo II), la única novela griega que sigue siendo célebre en nuestros días. La acción transcurre en la isla de Lesbos. Dos niños abandonados, Dafnis y Cloe, recogidos por unas familias de campesinos pobres, se crían juntos; un día Dafnis contempla a Cloe mientras se baña y se 277 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 278 enamora de ella. Pronto surge un adversario, el pastor Dorcón, y entre los dos jóvenes nace la rivalidad, pero Cloe elige a Dafnis. Tras la separación temporal de los enamorados y la iniciación amorosa de Dafnis por parte de Licenia, la obra concluye con la boda de los protagonistas. Fue modelo para la novela pastoril posterior y a ella dedicó M. Ravel su famosa sinfonía coreográfica Dafnis y Cloe (1912). Apolo y Dafne. El primer amor de Febo fue Dafne, la hija del río Peneo y no fue producto del ciego azar, sino de la violenta cólera de Cupido. A éste había visto Apolo en el momento en que doblaba los extremos de su arco tirando de la cuerda, y le dijo: «¿Qué tienes tú que ver, niño retozón, con las armas de los valientes? Llevar esa carga me cuadra a mí, que sé dirigir golpes infalibles a una fiera o a un enemigo, que hace poco he tendido por tierra, hinchada por mis innúmeras flechas, a Pitón, que con su vientre venenoso oprimía tantas yugadas de tierra. Tú conténtate con estimular con tu antorcha no sé qué pasiones amorosas, y no trates de aspirar a la gloria que me es propia». A lo que respondió el hijo de Venus: «Aunque tu arco atraviese todo lo demás, el mío te va a atravesar a ti, y en la misma medida en que todos los animales son inferiores a la divinidad, otro tanto es menor tu gloria que la mía». Dijo, y batiendo las alas se abrió camino por los aires y fue raudo a detenerse en la sombreada cima del Parnaso, donde sacó de su aljaba portadora de flechas dos dardos de diferente efecto; el uno hace huir al amor, el otro lo produce. El que lo produce es de oro y resplandece su afilada punta; el que lo hace huir es romo y tiene la caña guarnecida de plomo. Éste fue el que clavó el dios en la ninfa, hija del río Peneo, mientras que con el otro hirió hasta la médula de Apolo después de atravesarle los huesos. En el acto queda el uno enamorado; huye la otra hasta del nombre del amor y se complace en las espesuras de las selvas y en los despojos de 278 las fieras que cautiva, émula de la virginal Ártemis; una cinta sujetaba sus cabellos abandonados en desorden. Muchos la pretendieron, pero ella rechaza a sus pretendientes y, libre de marido al que no soportaría, recorre los parajes más solitarios de los bosques y desdeña enterarse de lo que es el Himeneo, el Amor o el lazo conyugal. Muchas veces le dijo su padre: «Un yerno me debes, hija». Muchas veces le dijo su padre: «Me debes nietos, hija mía». Ella, que odiaba como un crimen las antorchas nupciales, mostraba su bello rostro teñido de avergonzado rubor y, en los brazos acariciantes de su padre y colgada de su cuello, le decía: «Concédeme, padre mío querido, poder disfrutar de una virginidad perpetua; también a Diana se lo concedió su padre». Él desde luego atendió a sus ruegos; pero a ella su mismo atractivo le impide lograr lo que desea, y su hermosura se opone a sus anhelos. Febo está enamorado, ha visto a Dafne y ansía unirse a ella; lo que ansía, espera conseguirlo, y le engañan sus propios oráculos. Y como arden las pajas livianas una vez despojadas de las espigas, así se encendió en llamas el dios, así se quemaba su corazón entero y con sus esperanzas alimentaba un amor estéril. Advierte que sus cabellos le caen por el cuello sin aliño y se dice: «¿Y si se los peinara?». Ve sus ojos que resplandecen como ascuas y semejantes a estrellas, ve su boca, que no basta con ver; se extasía con sus dedos y manos, con sus brazos y con sus antebrazos desnudos en más de la mitad; y las partes ocultas las supone mejores aún. Pero ella huye más veloz que la brisa ligera, y no se detiene a estas palabras con que él la llama: «Ninfa, por favor, Peneide, detente; no soy un enemigo que te persigo; detente, ninfa. Así huye la cordera del lobo, así la cierva del león, así las palomas, con las alas revoloteando del águila, cada una de sus enemigos; el amor es el motivo que tengo para seguirte. ¡Desgraciado de mí! No vayas a caerte de bruces, no vayan las zarzas a señalar tus piernas que no merecen ser heridas, y 279 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 280 no vaya yo a ser causante de tu dolor. Son fragosos los parajes por donde te precipitas; no corras tanto, yo te lo pido, y modera tu huida; también yo te seguiré más despacio. Pero entérate de a quién gustas; no es un habitante del monte, no soy un pastor, no un ser repelente que guarde aquí vacas o rebaños de ovejas. No sabes, temeraria, no sabes de quién huyes, y por eso huyes. A mí me obedecen como esclavas la tierra de Delfos y Claros y Ténedos y la residencia real de Pátara; Júpiter es mi padre; por mediación mía se revela tanto lo que será como lo que ha sido y lo que es; gracias a mí suena el canto en armonía con las cuerdas. Infalible es mi flecha, desde luego, pero hay una que lo es aún más que la mía, y que ha causado una herida en mi corazón antes intacto. Invento mío es la medicina, en todo el mundo se me llama auxiliador, y el poder de las hierbas me está sometido. ¡Ay de mí, porque ninguna hierba es capaz de curar el amor, y no sirven de nada a su señor las artes que sirven a todos los demás!». Aún iba a seguir hablando cuando Dafne huyó a la carrera, despavorida, y al abandonarlo dejándolo con la palabra en la boca, aun entonces le pareció agraciada; el viento le descubría las formas, las brisas que se le enfrentaban agitaban sus ropas al choque, y un aura suave le empujaba hacia atrás los cabellos; con la huida aumentaba su belleza. Pero el joven dios no puede soportar por más tiempo dirigirle en vano palabras acariciantes, y, obedeciendo a los consejos de su mismo amor, sigue sus huellas en carrera desenfrenada. Corren veloces el dios y la muchacha, él por la esperanza, ella por el temor. Sin embargo, el perseguidor, ayudado por las alas del amor, es más rápido, se niega el descanso, acosa la espalda de la fugitiva y echa su aliento sobre los cabellos de ella que le ondean sobre el cuello. Agotadas sus fuerzas, palideció; vencida por la fatiga de tan acelerada huida, mira a las aguas del Peneo y dice: «Socórreme, padre; si los ríos tenéis un poder divino, destruye, cambiándola, esta figura por la 280 que he gustado en demasía». Apenas acabó su plegaria cuando un pesado entorpecimiento se apodera de sus miembros; sus suaves formas van siendo envueltas por una delgada corteza, sus cabellos crecen transformándose en hojas, en ramas sus brazos; sus pies un momento antes tan veloces quedan inmovilizados en raíces fijas; una arbórea copa posee el lugar de su cabeza; su esplendente belleza es lo único que de ella queda. Aún así sigue Febo amándola, y apoyando su mano en el tronco percibe cómo tiembla aún su pecho por debajo de la corteza reciente; y estrechando en sus brazos las ramas, como si aún fueran miembros, besa la madera; pero la madera huye de sus besos. Y el dios le habla así: «Está bien, puesto que ya no puedes ser mi esposa, al menos serás mi árbol; siempre te tendrán mi cabellera, mi cítara, mi aljaba; y lo mismo que mi cabeza permanece siempre juvenil con su cabellera intacta, lleva tú también perpetuamente el ornamento de las hojas». Terminó de hablar Apolo; el laurel asintió con sus ramas recién hechas, y parecía que, como si fuera una cabeza, agitaba su copa. (OVIDIO, Metamorfosis I, 452-567, traducción de A. Ruiz de Elvira). A esta historia, G. Bernini (1622-1624) le dedicó un impresionante grupo escultórico en mármol a tamaño natural (Galleria Borghese, Roma). Eros y Psique. Eros, el hijo de Afrodita, era el dios griego del amor. En multitud de leyendas se le representa como un niño, pero en la época de esta historia se había convertido en un joven muy hermoso. Con su arco y su aljaba, siempre llena de flechas, tenía el poder de inocular el amor tanto a los dioses como a los hombres. Quien fuese rozado por su flecha se enamoraba inmediatamente de la primera persona que veía. 281 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 282 —Dime, Eros –le dijo un día Afrodita–. ¿He envejecido? ¿Me han salido arrugas en la piel? ¿Hay hilos blancos en mis cabellos? Eros se quedó desconcertado. No era el tipo de pregunta que esperaba de una mujer considerada como el símbolo mismo de la belleza, y que además lo sabía. No entendía la pregunta de su madre, pero respondió sinceramente: —Nadie es más hermosa que tú y nadie lo será jamás. ¿Acaso el mismo Paris no relegó a Hera y Atenea al segundo lugar? ¿Pero a qué viene esta pregunta? —No dudaba de tu respuesta –dijo Afrodita, sonriendo–, pero parece que la mortal Psique no está de acuerdo. He oído de fuentes autorizadas que pretende ser más hermosa que yo. Se jacta de ser como la luna y yo una estrella lejana que palidece ante el esplendor de sus rayos. —Por lo menos se expresa poéticamente –observó Eros, aunque Afrodita no hizo caso de la observación. —Hay que castigarla. Vete a buscarla y atraviesa su corazón con tu flecha, pero asegúrate de que cerca de ella haya algún ser horrible. Quiero que sufra por amor a la más abominable criatura del mundo. Eros no estaba impaciente por llevar a cabo su misión: intentó convencer a su madre, pero al fin se vio obligado a ceder. Cuando fue a buscarla, Psique estaba durmiendo en un prado, rodeada de flores, y quedó tan impresionado por su belleza que tropezó en una piedra y cayó junto a ella. La punta de una de sus flechas le arañó una pierna y, aun antes de que comprendiera lo que había pasado, descubrió que estaba perdidamente enamorado de ella. 282 Sabía que tenía que tener mucho cuidado. Afrodita no debía descubrir nada de su amor, y así decidió esconder su verdadera identidad incluso a Psique. Aquella noche fue a verla. —Nuestro amor será el más grande que nunca haya existido –le bisbiseó en la oscuridad–. Ven y seremos tan felices como no es posible imaginar. —¿Pero quién eres tú para hablarme de ese modo? –le preguntó la joven, más fascinada que alarmada. —No me preguntes eso. Todas las noches, cuando las aves rapaces comiencen a volar por el cielo oscuro, yo estaré contigo, pero no tendrás que mirar nunca mi rostro ni intentar descubrir mi nombre. Ten confianza en mí. Y así, todas las noches Eros y Psique se amaban, y todas las mañanas, antes de que el sol saliera por el oriente, el joven se marchaba. Pasaron los días y Psique recibió la visita de sus hermanas. Se escandalizaron un poco con la historia de la nueva vida de Psique, pero en el fondo la envidiaban. —También podías haberle echado una miradita rápida siquiera con el rabillo del ojo –dijo una de las hermanas. —Yo no podría soportar no saber quién es –añadió la otra. —A lo mejor es un monstruo horrible con siete cabezas –la acosó de nuevo la primera. —¡O tiene cuernos como una cabra! Horror tras horror, sus palabras salían descontroladas de su imaginación. Psique se limitaba a sonreír. 283 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 284 Sin embargo, aquella noche no conseguía librarse de las insinuaciones de sus hermanas. Sentía en su corazón que no podían ser verdaderas, pero, aunque no lo fueran, había deseado tantas veces ver a aquel maravilloso ser que venía a verla en la oscuridad... Hasta entonces había sido fiel a su promesa. Pero ¿qué mal habría en echar sólo una ojeada? —Oh diosa del amor, tú puedes comprender mis sufrimientos –le suplicó–. He perdido el bien más precioso que tenía y sólo por mi curiosidad. Ayúdame, te lo ruego. Ya he sido bastante castigada por mi ligereza. A la mañana siguiente se despertó antes del alba y de puntillas bajó a buscar una lámpara. Cuando Psique volvió, el joven estaba todavía durmiendo: levantó la luz, y lo que vio la colmó de felicidad, porque el joven era mucho más bello de cuanto había imaginado. ¡Cómo iba a burlarse de las dudas y sospechas de sus hermanas! —El joven que amas es mi hijo Eros. ¿Por qué va a amar un dios a una muchacha tan sosa como tú? Es posible que vuelva a ti, pero sólo si haces exactamente lo que yo te diga. Eros se movió y aun en sueños se cubrió el rostro con un brazo. Psique tuvo miedo de que se despertase y, como no quería ser descubierta, apagó la luz a toda prisa, pero una gota de aceite hirviendo cayó sobre el brazo de Eros, el cual abrió inmediatamente los ojos y la vio. Al joven se le ensombreció el rostro, pero no dijo nada; se levantó en silencio y dejó la estancia. Psique rompió a llorar. Aquella mañana sus hermanas notaron que tenía los ojos enrojecidos y le hicieron varias preguntas sin recibir respuesta. Llegó la noche, y ella se quedó sola en su lecho, escuchando todos los ruidos nocturnos. El más mínimo sonido la hacía sobresaltarse, pero luego se desvanecía en la nada. Se dio cuenta de que su enamorado no volvería. Pasaron varios meses, tristes y largos meses, y Psique anduvo por el mundo buscándolo, hasta que, desesperada, se dirigió a Afrodita. 284 Los dioses no perdonaban fácilmente cuando habían sufrido alguna ofensa, y Afrodita no era una excepción. Psique asintió esperanzada, pero no sabía aún que las pruebas serían muy difíciles para una muchacha como ella. Como primera prueba, Afrodita la llevó a un granero, donde había un gran montón de trigo, centeno y cebada. —¿Ves esta simiente? Tal como está no sirve para nada. Separa el trigo del centeno y de la cebada y haz tres montones separados. Cuando hayas terminado ven a verme. Psique se sentó en el suelo y puso manos a la obra. Pero enseguida se dio cuenta de que aunque viviera mil años no sería capaz de terminarlo. Después de una jornada de trabajo se preguntó si no valía la pena confesar su incapacidad. De pronto algo atrajo su atención. A la luz del último rayo del sol, que ya estaba poniéndose, vio avanzar por el pavimento un pequeño ejército de hormigas. Al llegar al montón de grano se dividieron en tres columnas: las hormigas del primer grupo se ocupaban del trigo; las del segundo, del centeno, y las del tercero, de la cebada. Apretando los granos entre sus minúsculas patitas, iban y venían hacia adelante y hacia atrás. Entretanto, los montones empezaban a crecer. Ya muy entrada la noche ter- 285 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 286 minaron y se fueron tan silenciosamente como habían venido. Afrodita se enfureció cuando se enteró de que el trabajo había sido terminado en tan poco tiempo, y no podía comprender la razón. Ni siquiera Psique podía explicarse lo que había sucedido; ¿acaso Eros, compadecido, había enviado a las hormigas en su ayuda? Afrodita, al ver el trabajo realizado, sospechó que no podía ser obra de sus mortales manos y le impuso una nueva prueba: —¿Ves allá abajo –le dijo– aquel bosque, cuyos últimos arbustos se reflejan en las aguas del río? Allí pastan unas ovejas cuyos vellones brillan como el oro. Tráeme inmediatamente uno. Afligida, Psique estaba decidida a arrojarse al río desde una roca para acabar con sus penas. Pero entonces, una caña verde le dijo desde el cauce del río: —Psique, aunque sometida a tan crueles pruebas, no mancilles la santidad de mis aguas con tu muerte, pero no te acerques ahora a las ovejas: cuando reflejan los ardientes rayos del sol están rabiosas, y con sus acerados cuernos, su testuz de roca e incluso con sus mordiscos envenenados atacan a los mortales hasta matarlos. Espera a que caiga el sol y las ovejas descansen, y entonces te bastará sacudir las ramas de los árboles para encontrar la lana de oro, pues queda diseminada por el bosque enredada en la espesura. Tampoco esta vez quedó conforme Afrodita, y le mandó una tercera prueba, más difícil todavía: traerle una jarrita de agua helada de una fuente tenebrosa, cuyas aguas negruzcas alimentaban la laguna Estigia y la estruendosa corriente del Cocito. La prueba era realmente imposible. La fuente estaba 286 protegida por dragones, y hasta las mismas aguas, que sabían hablar, se defendían a sí mismas gritando sin parar. Pero el águila de Zeus, que debía a Eros algunos favores, cogió la jarrita entre sus garras y, balanceándose sobre sus pesadas alas, extendidas como remos a derecha e izquierda, pasó entre los dragones, engañó a las aguas y consiguió la jarrita de agua para Psique. Como última prueba, Afrodita la mandó descender al mundo de ultratumba para buscar un cofrecito lleno de amor. Psique se encontró a Orfeo de regreso de su trágico viaje, y por ello supo dónde estaba el estrecho pasadizo que conducía al Hades. No perdió tiempo y partió para su misión. Como había sido enviada por Afrodita, Caronte y Cerbero la dejaron pasar sin hacerle preguntas, y muy pronto la joven fue llevada a presencia de la reina de los infiernos. —Afrodita tendrá su cofrecito –dijo Perséfone, después de haber escuchado el relato–. Pero lo que contiene el cofrecito es sólo para ella. Ninguna otra persona debe abrirlo. La diosa le entregó la arqueta y la joven emprendió el viaje de regreso. Mientras se acercaba al oscuro pasadizo para volver a subir, las palabras de Perséfone le daban vueltas en la mente. La tentación de ver lo que había dentro del cofrecito se iba haciendo cada vez más fuerte. Sólo de pensar en el poder que aquella arqueta podía conferirle olvidó por completo que la curiosidad ya había arruinado su vida con Eros. Quizá pudiera reconquistar el amor de su enamorado. Apenas llegó a la luz del sol, la joven levantó la tapa. En vez de amor, el cofrecito contenía sueño eterno. Psique se dejó caer sobre la hierba, cerró los ojos y se durmió. Zeus se apiadó de 287 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 288 ella y la llevó al cielo junto a Eros. Y quizá sigue allí, tendida entre las flores, como cuando Eros la vio por vez primera. (M. GIBSON, Monstruos, dioses y hombres de la mitología griega). Eco y Narciso. La ninfa Eco se había sentado al sol en una colina no lejos de Atenas. Con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados gozaba las caricias de la brisa sobre sus mejillas y dejaba que el sol acariciase su rostro. Sus rubios cabellos le caían por los hombros y ondeaban al viento dulcemente. Poco a poco, Eco se inclinó hacia adelante, cogiéndose las rodillas entre las manos y mirando los árboles de un bosquecillo que había a sus pies. Un poco más allá, en la ladera rocosa, había una bandada de abubillas. Con sus picos cortos y corvos estaban buscando hormigas en el terreno seco y arenoso. El marrón claro de sus plumas contrastaba vivamente con el verde de los árboles. Cuando la ninfa se puso de pie, volaron para volver a posarse en otro sitio. Eco las siguió con la mirada y luego se adentró entre la sombra de los árboles. Le pareció oír voces. Sí, un hombre y una muchacha estaban hablando. Decidió ver quiénes eran sin darse a conocer. Sospechaba un encuentro romántico y no podía resistir la curiosidad de averiguar si la muchacha era una de sus amigas. Se movió con precaución para ir a colocarse detrás de un matorral que le permitiera ver sin ser vista. En un pequeño claro, sentada en la hierba, había una ninfa que conocía, pero cuando se dio cuenta de que el brazo que la ceñía era el del poderoso Zeus, Eco empezó a retroceder llena de miedo. Temía la reacción de Zeus si la sorprendía espiándole, y sólo cuando estuvo a una distancia razonable se sintió aliviada. 288 Pero otra vez empezó a latirle con fuerza el corazón: una señora alta y hermosa se dirigía hacia ella. Eco la conocía: era la reina de los cielos, la esposa de Zeus. La expresión de su rostro no era precisamente de alegría. —Dime, ninfa. ¿Has visto pasar a mi marido y quizá acompañado? Creo que tiene que estar por aquí y necesito encontrarlo. —¿Cómo podré responder si no sé quién es? –dijo Eco. Naturalmente, Eco sabía la respuesta, pero temía verse envuelta en una contienda entre Zeus y Hera. Sus peleas eran famosas y la gente hacía lo posible por no entrometerse. Hera la miró fijamente, sospechando que no era tan inocente como parecía. —Bueno, mi marido es Zeus. No me digas que tú, una ninfa, no lo conoces. —Ahora que sé quién es, creo que lo conozco –respondió Eco–. He estado dando vueltas por el bosque toda la mañana y no me he encontrado con nadie. Hera se dejó convencer y se volvió por donde había venido. Al llegar al Olimpo, echó una mirada hacia abajo y vio a su marido y a la ninfa que paseaban por el bosque mano sobre mano. La expresión de su rostro cambió inmediatamente. Estaba claro que la ninfa la había engañado, y eso tenía que pagarlo. La maldijo, condenándola al silencio, de modo que no pudiera pronunciar más que las últimas palabras de las frases de los demás que le llegasen al oído. En aquel tiempo, vivía en aquella misma parte del país un joven llamado Narciso, hijo del río Cefino y de la ninfa 289 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 290 Liríope. Era Narciso tan hermoso, que todas las muchachas que lo veían se enamoraban irremediablemente de él. Pero su madre lo había echado a perder: le había repetido una y otra vez que era demasiado guapo para andar perdiendo el tiempo con las muchachas del lugar, y Narciso se lo creyó hasta volverse desdeñoso. Creció su vanidad hasta tal punto, que decidió que ninguna mujer de la tierra era digna de él. Muy pronto sus amigos, que no podían soportar su presunción, lo abandonaron. Narciso se quedó solo, aunque satisfecho con la compañía de sí mismo. Un día, la ninfa Eco, ahora triste y solitaria figura reducida al silencio, mientras estaba paseando por el bosque en que se había encontrado con Hera, lo vio y comprendió al instante que Narciso era el amor de su vida. Se acercó, deseosa de comunicarse con él, pero el joven le indicó con señas que se alejara. Estaba imaginando que era un dios y no quería que nadie turbara su sueño. —Déjame solo, muchacha –le dijo con desprecio–. ¿No ves que me estorbas? —... me estorbas –repitió la ninfa. —¿Qué yo te estorbo? ¡Vamos, no digas tonterías! —¡... tonterías! –continuó Eco. —Eres una insolente. Si supieras quién soy, serías más amable. Ya va siendo hora de que las ninfas aprendáis a tener más respeto. —... amor –asintió la muchacha. —Justo lo que pensaba. Eres como las demás. Ya no me queda más que decirte adiós –concluyó Narciso, alejándose. —... adiós –contestó Eco. Narciso atravesó las espesuras de los árboles y se detuvo junto a una fuente que había en el claro. Las aguas de las lagunas cercanas estaban limpias, inmóviles, tersas como un espejo. Tenía sed y se inclinó para beber. Pero se quedó como aturdido: su imagen reflejada en el agua le hizo creer que había encontrado a la persona más bella que jamás hubiera podido imaginar. Se quedó admirado, más encantado cada vez. Luego empezó a hablar, pero aunque los labios de la imagen se movían no le llegaba ningún sonido. Se inclinó entonces para besarla. Pero el agua, al moverse, despedazó los contornos de la imagen y la hizo desaparecer. Narciso se quedó perplejo. Luego, cuando la laguna recobró su inmovilidad, el rostro volvió a aparecer con nitidez en toda su belleza. El joven se inclinó de nuevo para darle otro beso; lo intentó por tercera vez, pero inútilmente. La imagen desaparecía y parecía huir de él. —¡Me has rechazado! –gritó desesperado–. ¡No puedo vivir sin ti! Y diciendo esto, tomó el puñal y se hundió la afilada hoja en el corazón. —... más respeto –respondió la ninfa. —¡Adiós, amor! –dijo mientras caía. —Eso está mejor. Pero vosotras, las muchachas, no vais buscando más que el amor. —¡... amor! –repitió como un eco una voz lejana entre los árboles. 290 291 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 292 Narciso murió. Aunque vanidoso y egoísta, había sido un joven muy hermoso y los dioses se entristecieron ante el pensamiento de verlo desaparecer para siempre. Entonces convirtieron todas sus gotas de sangre en una flor. Desde entonces hay una flor que lleva el nombre del infortunado joven y crece perfectamente a las orillas de las fuentes. El final de Narciso está relatado de un modo bellísimo en el libro III de las Metamorfosis. La última voz que despidió, mirando al agua como solía, fue: «¡Ay, joven en vano amado!», y las mismas palabras repitió el lugar; dijo «adiós», y «adiós» respondió Eco. Dejó caer su cansada cabeza sobre la verde hierba y la muerte cerró aquellos ojos que admiraban la hermosura de su señor. Y aún en la laguna Estigia se contemplaba atentamente luego que fue recibido en el imperio de Plutón. Le lloraron las Náyades, sus hermanas, y le ofrecieron los cabellos que se habían cortado sobre su sepulcro. Lloraron también las Dríades, y Eco corresponde a su llanto. Disponían ya la hoguera, la leña partida y el féretro; pero en ninguna parte encuentran el cadáver y, en su lugar, hallaron una flor roja ceñida de unas hojas blancas. (M. GIBSON). Hero y Leandro. Hero y Leandro eran dos jóvenes habitantes de sendas ciudades costeras del Helesponto: Hero, de Sesto y Leandro, de Abido. Sesto estaba en la costa tracia, mientras que Abido se localizaba en la costa de Asia Menor. Entre ambas ciudades mediaba el mar, que precisamente en aquella parte llegaba a su máxima angostura: según los cálculos de los antiguos, eran aproximadamente siete estadios, es decir, unos mil doscientos cuarenta y tres metros, los que separaban las dos poblaciones (hoy algo más, unos mil ochocientos metros, por la erosión que ha sufrido el litoral). Pues bien, con oca- 292 sión de las fiestas de Afrodita celebradas en Sesto, donde la bellísima Hero ejercía como sacerdotisa de la diosa, se encuentran ambos en el templo y Leandro se enamora instantáneamente de la muchacha. Se le declara y consigue felizmente provocar en ella el mismo sentimiento. En aquélla, su primera entrevista, acordaron verse a escondidas, de noche, en la torre costera, donde Hero vivía aislada, por voluntad de sus padres, con la única compañía de una sirvienta. Leandro fue fiel a su cita diariamente durante un cierto tiempo; cruzaba a nado cada noche el brazo de mar que lo separaba de su amada, mientras ella lo alumbraba y guiaba con un candil desde su atalaya; gozaban ambos de sus furtivas relaciones y, al rayar el alba, volvía Leandro a su ciudad, de modo que nadie se percató de sus amores mientras duraron. Hasta que, entrado el invierno, una noche de tempestad acabó con la vida del amante nadador e, indirectamente, con la de Hero, quien, a la mañana siguiente, al ver el cadáver de Leandro sobre la playa, se arrojó desde la torre también ella y murió con él. Eran extraños y fueron amantes. Él era de otras playas y ella también. Sólo el mar les servía de camino. Y su gozo estaba más allá del mar. Ella vigilaba en la torre con su lámpara, con sus ojos fieles en las aguas del estrecho. Leandro era un delfín todas las noches rumbo al amor solícito de Hero; y al alba regresaba a su ciudad. Pero vino una noche de truenos y huracanes, el viento apagó el candil, las olas insensibles inundaron el cuerpo del nadador, y la mañana descubrió sobre la arena –cuenta Museo– los cuerpos jóvenes, lívidos, de los dos amantes. (V. CRISTÓBAL, Amores míticos). Acis y Galatea. Fruto de Fauno y de la ninfa Simétide (hija del río Simeto) fue Acis, gozo inmenso de su padre y de su madre, pero mayor aún para mí, pues sólo a mí se unió él. Hermoso, y con su octavo cum- 293 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 294 pleaños por segunda vez celebrado, llevaba las tiernas mejillas marcadas por un tenue bozo: a él buscaba yo, y a mí el Cíclope Polifemo, sin punto de reposo. Mira, si me preguntas qué era en mí más apasionado, si el odio al Cíclope o el amor a Acis, te lo diré: ambos eran iguales. ¡Oh, cuán grande es el poder de tu reino, Venus bienhechora! Porque aquel ser bestial, espantable hasta para las mismas selvas, a quien ningún extraño pudo ver impunemente y despreciador del gran Olimpo, y con él de sus dioses, supo lo que es el amor, y presa de violenta pasión arde en ella, olvidado de sus ganados y de sus cuevas. Y ya te preocupas de tu figura, y ya tratas de agradar, ya peinas con un rastrillo, Polifemo, tus cabellos tiesos, ya te place recortarte con una hoz la erizada barba, y contemplar en el agua tu rostro feroz y acicalarlo; cesan tu afición a la matanza, tu salvajismo y tu sed infinita de sangre, y llegan ya y se marchan sin peligro los bajeles. Durante esa época arribó Télemo al siciliano Etna, Télemo el Eurímida, a quien ningún ave de agüero hizo engañarse nunca, y dirigiéndose al terrible Polifemo le dijo: «el ojo único que llevas en medio de la frente, te lo arrebatará Ulises». Se echo a reír y habló así: «Oh el más necio de los adivinos, te engañas; la Nereida Galatea me lo ha arrebatado ya». Así desdeña él vanamente a quien le anuncia la verdad y, o bien camina por la playa, que hace trepidar bajo sus pasos de gigante, o bien cansado vuelve a sus cuevas tenebrosas. Se alarga hacia el mar un risco en forma de cuña de prolongada punta, cuyos flancos están bañados por las marinas ondas que los circundan. A él subió el salvaje Cíclope y se sentó en medio; sus lanudas reses le seguían sin que nadie las guiase. Después de poner ante sus pies el pino que le servía de cayado, propio para servir de soporte a veleras antenas, y de echar mano a una zampoña formada de cien cañas ensambladas, todos los confines de los montes percibieron sus pastoriles silbidos, y las ondas los percibieron. Escondida yo bajo una roca y descansando en los 294 brazos de mi Acis, con mis oídos recogí a lo lejos las siguientes frases, palabras que oí y he retenido: «Oh Galatea, más blanca que las hojas de la nevada alheña, más florida que los prados, más espigada que el estirado sauce, más brillante que el cristal, más juguetona que el cabrito, más pulida que las conchas que el agua continua desgasta, más agradable que los soles del invierno, que la sombra del verano, más noble que las manzanas, más distinguida que el plátano alto, más resplandeciente que el hielo, más dulce que la uva madura, más blanda que las plumas del cisne y la leche cuajada, y si no me huyeras, más hermosa que un jardín regado. Y al mismo tiempo, Galatea, más cruel que los novillos sin doma, más dura que una encina añosa, más falsa que el agua, más escurridiza que las ramas del sauce y las vides blancas, más inconmovible que estos peñascos, más impetuosa que los ríos, más orgullosa que el alabado pavo real, más cruel que el fuego, más erizada que las espinas, más salvaje que la osa preñada, más sorda que los mares, más furiosa que una serpiente a la que se ha pisado, y, lo que principalmente quisiera poderte quitar, más huidiza no ya que el ciervo agitado por claros ladridos sino incluso que los vientos y la brisa veloz. «Aunque si me conocieras bien, sentirías haber huido de mí, censurarías tú misma tu propia tardanza y te esforzarías por retenerme: poseo una cueva, parte de una montaña, suspendida en la roca viva, en la cual ni se nota el sol en pleno verano ni se nota el invierno; poseo frutas que cargan sus ramas; poseo uvas semejantes al oro en prolongadas viñas, y también otras de color purpúreo: para ti las reservo, unas y otras. Tú misma con tus manos cogerás blandas fresas brotadas en las sombras del bosque, tú misma cerezas silvestres de otoño, y ciruelas, no sólo las que por su negro jugo presentan un tono cárdeno, sino también las de clase superior, y que semejan cera reciente. 295 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 296 «Siendo yo tu esposo no te faltarán ni castañas ni frutos del madroño: todos los árboles estarán a tu servicio. Este ganado es todo mío; y muchas son las cabras que andan por los valles, muchas las que oculta la selva, muchas las que se recogen en las cuevas; y no podría yo, si acaso me lo preguntaras, decirte cuántas hay; propio de pobres es contar el ganado. En cuanto a la prosperidad de estas reses, no te fíes de mí; tú misma puedes ver, delante de ti, cómo apenas pueden abarcar entre las patas las hinchadas ubres. Hay también un producto menor, corderos en tibios apriscos, y luego, de la misma edad, cabritos en otros apriscos. Siempre dispongo de leche como la nieve; de ella conservo una parte para beber, y el resto lo solidifica el líquido cuajo. Y no dispondrás sólo de placeres ordinarios y obsequios vulgares, como gamos, liebres y cabras, o un par de palomas, o un nido arrancado de la copa de un árbol. Descubrí dos cachorros gemelos de una peluda osa, que podrían jugar contigo, y tan parecidos que difícilmente se los distinguiría. Los descubrí y dije: «ésos los guardaré para mi dueña». «Y ahora, saca ya del mar azul tu espléndida cabeza, ven ya, Galatea, y no desdeñes mis obsequios. Porque yo me conozco bien, y hace poco me he visto reflejado en las límpidas aguas, y al verme me ha gustado mi propia imagen. Contempla lo corpulento que soy; no es mayor que mi cuerpo Júpiter en el cielo (puesto que soléis hablar de que reina un tal Júpiter); una cabellera abundantísima se derrama sobre mi fiero semblante y sombrea como un bosque mis hombros. Y no estimes feo el que mi cuerpo esté erizado de una apretada espesura de rígidas cerdas: feo es un árbol sin hojas, feo un caballo si la crin no cubre su blonda cerviz; el plumaje protege a las aves, y a las ovejas las hermosea su lana; a los hombres les cuadra la barba y las cerdas hirsutas». «Un solo ojo tengo en mitad de la frente, pero semejante a un inmenso escudo. ¿Y qué? ¿No lo ve todo desde el cielo el gran Sol? Sin embargo, el Sol no tiene sino un disco. Añade que en vuestro mar es rey mi 296 padre; a él te doy por suegro. Sólo te pido que te apiades de mí, que escuches mis humildes súplicas, porque sólo a ti me rindo yo; y yo, que desprecio a Júpiter y al cielo y al rayo destructor, a ti te venero, Nereida; tu cólera es más temible que el rayo. Y además, para mí sería más tolerable este desdén tuyo, si fueras esquiva para todos; mas ¿por qué, rechazando al Cíclope, amas a Acis y a mis abrazos juzgas preferible a Acis? Pero está bien: que ése se agrade a sí mismo y te agrade, mal que me pese, a ti, Galatea; con sólo que se me ofrezca ocasión, ya se dará cuenta de que mis fuerzas están en proporción con mi enorme cuerpo; he de arrancarle vivas las entrañas, y he de cortar y esparcir sus miembros por los campos y por tus ondas (¡que sea así como a ti se una!). Porque estoy ardiendo, y el fuego, agitado, se desborda con más violencia, y me parece que se ha trasladado y llevo en mi corazón el Etna con sus fuegos; y tú, Galatea, no te conmueves». Después de haber manifestado tales quejas en vano (porque yo lo veía todo), se levanta y, como un toro enfurecido a quien han arrebatado la vaca, no puede permanecer inmóvil y vaga por la selva y por los riscos familiares, hasta que el monstruo, de improviso y cuando nada temíamos, nos ve a mí y a Acis, y grita: «Os he visto y os aseguro que éste va a ser vuestro último encuentro de amor». Y era su voz todo lo imponente que había de ser la de un Cíclope irritado; con aquel alarido se estremeció el Etna. Yo entonces, aterrorizada, me sumergí en el mar de inmediato. Acis había vuelto la espalda y dándose a la fuga, decía: «Socórreme, Galatea, por favor; socorredme, padres, y acoged en vuestro reino a quien está a punto de perecer». Le sigue el Cíclope y le arroja un trozo que arranca del monte y, aunque sólo le alcanza la punta misma del peñasco, da con Acis entero por suelo. Entonces yo (lo único que el destino me permitía hacer) conseguí que Acis recuperara las fuerzas de sus antepasados. De la mole manaba sangre color de púrpura y en un breve espacio de tiempo comenzó a perder su rojez; toma el color de un río enturbiado por las primeras lluvias, y poco a poco se torna 297 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 298 claro. Luego la mole quebrada se entreabre y por sus grietas aparecen cañas lozanas y la cóncava abertura de la roca resuena con aguas saltarinas. De pronto, ¡oh prodigio!, surge hasta la cintura un joven ceñido de juncos entrelazados en sus nacientes cuernos. De no ser porque era más grande y su cara de un color azul de mar, aquel joven era Acis. Pero así y todo era Acis convertido en río, y sus aguas conservaron su antiguo nombre. (OVIDIO, Metamorfosis XIII, 750-897). Procris y Céfalo. Procris era mi esposa; su padre, Erecteo, rey de Atenas, la unió a mí: feliz me llamaban y lo era, pero no lo quisieron así los dioses; en otro caso, quizá seguiría siéndolo ahora. Corría el segundo mes después de los ritos del matrimonio, cuando, estando yo tendiendo las redes a los ciervos astados, desde la más alta cima del siempre florido Himeto me ve la dorada Aurora, al amanecer, después de ahuyentadas las tinieblas, y contra mi voluntad me rapta. Permítaseme expresar la verdad y que la diosa me perdone: aun cuando ella es admirable por su rostro de rosas, aun cuando ocupa el lindero entre el día y la noche, aun cuando se nutre de aguas de néctar, yo amaba a Procris; en mi corazón estaba Procris, y Procris siempre en mi boca. Yo hablaba de vínculos matrimoniales y de abrazos inéditos y de tálamos recientes y de las primeras alianzas de un lecho abandonado. Se apiadó la diosa y dijo: «Cesa en tus lamentos, ingrato; ¡ten a Procris! Pero, si mi mente ve el porvenir, querrás no haberla tenido». Y encolerizada me devolvió a ella. Regresaba yo considerando en mi interior las advertencias de la diosa, y me acometió el temor de que mi esposa no hubiera guardado bien las leyes del matrimonio: su belleza y juventud me ordenaban creer en el adulterio, su carácter me impedía creerlo; pero, aun así, yo había estado ausente y todo lo tememos los que amamos. Decido, para mi mal, investigar y atentar con obsequios a su casta firmeza; la Aurora estimula estos temores míos y cambia mi figura (creí advertirlo). 298 Entro, sin que se me pueda reconocer, en la Atenas de Palas, y penetro en mi casa; mi casa misma estaba libre de culpa y ofrecía indicios de pureza y estaba angustiada por el rapto de su dueño; con dificultad y gracias a mil tretas conseguí el acceso hasta la Eréctide. Al verla quedé maravillado y casi abandoné el plan concebido para probar su fidelidad; apenas pude contenerme para no confesarle la verdad, apenas para no darle besos como hubiera debido. Triste estaba ella (pero aun así ninguna puede haber más hermosa que ella en su tristeza), y sufría el dolor de la ausencia del esposo que le habían arrebatado. ¿Para qué contar cuántas veces su virtuosa entereza rechazó mis incitaciones, cuántas veces me dijo «Para uno solo guardo mis goces»? ¿Para qué hombre en su sano juicio no habría sido bastante grande aquella prueba de su fidelidad? ¡Yo no me doy por satisfecho y hurgo en mis propias heridas! Cuando, hablándole de darle una fortuna por una noche y aumentando aún mis promesas, la obligué al fin a vacilar, grito entonces yo, desgraciado farsante: «Por desgracia es un falso adúltero el que tienes delante. ¡Era tu propio marido! ¡Estás cogida, pérfida, por mi propio testimonio!». Nada dijo ella; solamente, doblegada por callada vergüenza, huye de su traidor hogar a la vez que de su mal esposo; y, odiando, por su resentimiento hacia mí, el linaje entero de los hombres, vagaba por los montes ocupándose en las tareas de Diana. Entonces a mí, abandonado, me acometió una pasión impetuosa que llegaba hasta los huesos, le pedía perdón y confesaba mi falta, así como que también yo habría podido sucumbir a semejante culpa por el ofrecimiento de regalos, si tan grandes regalos me hubieran ofrecido. Una vez que así lo declaré, considerando ella que había vengado la anterior afrenta a su virtud, se entrega de nuevo a mí y pasa en armonía conmigo unos dulces años. A lo largo de nuestros primeros años, yo era justamente feliz con mi esposa y ella era feliz con su marido. La mutua solicitud y el amor de 299 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 300 nuestra unión nos poseía a los dos, y ella no hubiera preferido el tálamo de Júpiter a mi amor, ni a mí había ninguna que me cautivase aunque viniese la misma Venus; iguales ardores inflamaban nuestros corazones. Apenas el sol rozaba las cimas con sus primeros rayos, solía yo ir a cazar animosamente a los bosques y no solían ir conmigo sirvientes ni caballos ni perros de sutil olfato, ni acompañarme las nudosas redes de lino: estaba yo seguro con mi jabalina; pero cuando mi diestra estaba saciada de mortandad de fieras, buscaba yo el frío y las sombras y la brisa que salía de los frescos valles: en busca de la brisa suave iba yo, acalorado, la brisa era lo que esperaba, y ella era el descanso de mis fatigas. «Brisa», (bien me acuerdo) «ven», solía yo cantar, «Confórtame y entra en mi regazo, deliciosa, y ten la gentileza de aliviar, como sueles hacerlo, los ardores que me tuestan». Puede ser que añadiera yo (a ello me arrastraba mi destino) más palabras cariñosas, y que acostumbrara a decir «Tú eres mi gran encanto, tú me reconfortas y me animas, tú haces que ame las selvas y los parajes solitarios, y que ese aliento tuyo siempre lo aspire mi boca». Aquellas palabras ambiguas llegaron, engañándolos, a los oídos de alguien que pensó que el nombre, tantas veces pronunciado, de la brisa, era el de una Ninfa: y cree que una Ninfa es objeto de mi amor. Y al punto, delator irresponsable de una culpa supuesta, va a ver a Procris y le cuenta los susurros que ha oído de mi lengua. Crédula cosa es el amor: cayó, según se me indica, desvanecida por repentina angustia; y cuando, tras largo tiempo, volvió en sí, se llamó desgraciada, mujer de adverso destino, se lamentó de mi inconstancia, y, espoleada por una culpa inexistente, temió lo que no es nada, temió un nombre sin cuerpo, y sufre la pobre como si se tratara de una rival verdadera. Muchas veces, sin embargo, duda, y tiene la esperanza, en medio de su inmensa aflicción, de engañarse, y rehúsa dar crédito a la denuncia, y no está dispuesta a condenar las faltas de su marido si ella misma no las ve. Las siguientes luces de la Aurora habían desa- 300 lojado a la noche: salgo, me dirijo a la selva, y, tendido, una vez vencedor, por la hierba, dije: «Brisa, ven y alivia mi fatiga». Y de repente creí oír, en medio de mis palabras, no sé qué gemidos; aun así dije: «Ven, preciosa». Las hojas caídas hicieron de nuevo un leve rumor, y yo creí que era una fiera y lancé mi volandera jabalina: era Procris, y apretando la herida en medio del pecho grita: «¡Ay de mí!». Cuando reconocí la voz de mi fiel esposa, a su voz corrí, presuroso y horrorizado. Moribunda la encuentro, sucios de sangre los vestidos en desorden, e intentando arrancar de la herida la jabalina (¡desgraciado de mí!), levanto delicadamente en mis brazos su cuerpo más querido que el mío, y, desgarrándome la ropa desde el pecho, ligo sus tremendas heridas y trato de contener la hemorragia y le suplico que no me abandone convertido en un criminal por su muerte. Desprovista de fuerzas, y a punto ya de morir, Procris consiguió decirme estas pocas palabras: «Por los vínculos de nuestro matrimonio, por los dioses del cielo y por los míos, por el bien que pueda yo haberte hecho y por el amor que aún ahora, al morir, conservo y es la causa de mi muerte, te pido suplicante que no permitas que la Brisa se haga esposa en mi propio tálamo». Así dijo, y entonces fue cuando comprendí yo, y se lo hice saber a ella, que se trataba de una confusión de nombre. ¿Pero de qué servía hacérselo saber? Se derrumba, y sus pocas fuerzas huyen a la vez que su sangre, y mientras aún puede mirar algo, me mira a mí, y en mí y en mi boca exhala su desventurado espíritu; aunque, por la expresión más plácida de su rostro, pareció morir tranquila. (OVIDIO, Metamorfosis VII, 836-862). Tisbe y Píramo. Píramo era el más bello de los jóvenes y Tisbe sobresalía entre las muchachas que tenía el Oriente. Ocupaban dos casas contiguas, allí donde se dice que Semíramis ciñó de muros de tierra cocida su elevada ciudad. La vecindad les hizo conocerse y dar los primeros pasos; con el tiempo creció el amor; ellos habrían querido celebrar la 301 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 302 legítima unión de la antorcha nupcial, pero se opusieron los padres; mas, y a eso no podían oponerse, por igual ardían ambos con cautivos corazones. Ningún confidente hay entre ellos, por señas y por gestos se hablan, y cuanto más ocultan el fuego, más se enardece el fuego oculto. La pared medianera de ambas casas estaba hendida por una delgada grieta que se había producido antaño, durante su construcción. El defecto, que nadie había observado a lo largo de los siglos, –¿qué no notará el amor?– vosotros, amantes, fuisteis los primeros en verlo, y lo hicisteis camino de vuestra voz; y así solían pasar seguras a su través, y en tenue cuchicheo, vuestras ternezas. Muchas veces, cuando de una parte estaba Tisbe y de la otra Píramo, y habían ellos percibido mutuamente la respiración de sus bocas, decían: «Pared envidiosa, ¿por qué te alzas como obstáculo entre dos amantes? ¿Qué te costaba permitirnos unir por entero nuestros cuerpos, o, si eso es demasiado, ofrecer al menos una abertura para nuestros besos? Pero no somos ingratos; confesamos que te debemos el que se haya dado a nuestras palabras paso hasta los oídos amigos». Y después de hablar así en vano y separados como estaban, al llegar la noche se dijeron adiós, y dio cada uno a su parte besos que no llegaron al otro lado. La aurora siguiente había ahuyentado las nocturnas luminarias, y el sol había secado con sus rayos las hierbas cubiertas de escarcha; se reunieron en el lugar de costumbre. Y entonces, después de muchos lamentos murmurados en voz baja, acuerdan hacer en el silencio de la noche la tentativa de engañar a sus guardianes y salir de sus puertas, y, una vez que estén fuera de sus hogares, abandonar también los edificios de la ciudad; y, para evitar el riesgo de extraviarse en su marcha por los anchos campos, reunirse junto al sepulcro del rey Nino y ocultarse a la sombra del árbol. Un árbol había allí, cuajado de frutos blancos como la nieve, un erguido moral, situado en las proximidades de un frío manantial. 302 Este plan adoptan; y la luz del día, que les pareció tardar en alejarse, se sumerge en las aguas, y de las mismas aguas sale la noche. Hábilmente en medio de las tinieblas hace Tisbe girar la puerta en su quicio, sale, engaña a los suyos, con la cara tapada llega a la tumba, y se sienta bajo el árbol convenido; el amor la hacía atrevida. He aquí que llega una leona con el hocico espumeante embadurnado de sangre de unos bueyes que acaba de matar, y con la intención de apagar su sed en las aguas de la vecina fuente. La babilonia Tisbe la vio de lejos, a los rayos de la luna, y con pasos asustados huyó a una oscura cueva; y al huir, cayó de su espalda un velo que dejó abandonado. Una vez que la feroz leona hubo aplacado con abundante agua su sed, al volver al bosque se encontró el tenue velo sin su dueña, y con su boca ensangrentada lo desgarró. Píramo salió más tarde, vio en el espeso polvo huellas seguras de una fiera, y palideció su semblante entero; pero cuando encontró también la prenda teñida en sangre, dijo: «Una sola noche acabará con los enamorados; de los dos, ella era la más digna de una larga vida, mientras que mi alma es culpable; yo he sido quien te he perdido, infortunada, yo que te he mandado venir de noche a un lugar terrorífico, y no he venido aquí el primero. Despedazad mi cuerpo y devorad a fieros mordiscos estas vísceras criminales, oh leones todos que habitáis bajo esta roca. Pero es de cobardes desear la muerte». Coge del suelo el velo de Tisbe, lo lleva consigo a la sombra del árbol de la cita, y después de dar lágrimas y besos a la conocida prenda, dice: «Recibe ahora también la bebida de mi sangre». Y hundió en sus ijares el hierro que llevaba al cinto, y sin tardanza se lo arrancó, moribundo ya, de la ardiente herida, quedando tendido en tierra boca arriba; la sangre salta a gran altura, no de otro modo que cuando en un tubo de plomo deteriorado se abre una hendidura, que por el estrecho agujero que silba lanza chorros de agua y rasga el aire con su persecución. Los frutos del árbol toman, por las cruentas salpicaduras, un tinte oscuro, y 303 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 304 la raíz, humedecida en sangre, matiza de color púrpura las moras que cuelgan. dos, conserva las señales de nuestra ruina, y ten siempre frutos negros y propios para el luto, en memoria de nuestra doble sangre». He aquí que, sin estar libre de miedo todavía, pero para no hacer defección a su amante, vuelve Tisbe, busca al joven con los ojos y con el alma, y arde en deseos de contarle el enorme peligro de que se ha librado; y si bien reconoce el lugar y la forma del árbol que ha visto, con todo la hace dudar el color del fruto; quédase perpleja sobre si será el mismo árbol. Mientras vacila, ve que unos miembros temblorosos palpitan sobre el suelo ensangrentado; retrocedió, y con el semblante más pálido que el boj sufrió un estremecimiento semejante al del mar que susurra cuando una leve brisa roza su superficie. Mas una vez que, poco después, reconoció a su amor, se maltrata con sonoros golpes los brazos que no lo merecían, se arranca los cabellos, y abrazando el cuerpo amado inundó de lágrimas sus heridas y mezcló su llanto con la sangre; y estampando sus besos en el rostro helado gritó: «Píramo, ¿qué desventura me ha dejado sin ti? Píramo, respóndeme; es tu adorada Tisbe quien te llama; escúchame y yergue tu cabeza abatida». Dijo, y colocando la punta de la espada bien por debajo de su pecho, se dejó caer sobre el hierro que aún estaba tibio de la otra sangre. Sus súplicas conmovieron a los dioses, conmovieron a los padres; pues el color del fruto, una vez que está bien maduro, es negruzco, y lo que resta de sus piras descansa en una única urna. (OVIDIO, Metamorfosis IV, 53-166, traducción de A. Ruiz de Elvira). Al nombre de Tisbe levantó Píramo los ojos, sobre los que gravitaba ya la muerte, y después de verla a ella, los volvió a cerrar. Cuando ella reconoció su prenda, y vio el marfil desprovisto de su espada, exclamó: «¡Tu propia mano te ha dado muerte y tu propio amor, infortunado! Para esto sólo tengo yo también una mano fuerte, y tengo también amor que me dará fuerzas para herirme. Iré tras de ti que ya has perecido, y de tu muerte se dirá que he sido yo trágica causa y compañera; y tú, a quien sólo la muerte ¡ay! podía arrancarme, ni aun la muerte podrá arrancarte de mí. Una cosa, sin embargo os han de pedir las súplicas de los dos, oh infelicísimos padres mío y suyo, que a aquellos a quienes unió un fiel amor y la última hora, no les rehuséis ser sepultados en la misma tumba. Y tú, árbol, que con tus ramas das sombra ahora al pobre cuerpo de uno solo, pero pronto la darás a los de los 304 Dido y Eneas. Dido (llamada también Elisa) es hija de un rey fenicio, que les lega su reino a ella y a su hermano Pigmalión. Dido se casó con su rico tío Sicarbas (o Acerbas o, en Virgilio, Siqueo). Dicho Sicarbas fue asesinado por Pigmalión, quien codiciaba sus riquezas. Dido embarcó clandestinamente con un número de fieles llevándose consigo los tesoros. Desembarcó en la costa norteafricana, donde el rey indígena Yarbas estaba dispuesto a cederle una porción de tierra, tan grande como pudiera abarcar una piel de bovino. Cortando la piel en tiras sumamente finas, consiguió una gran superficie en propiedad. Fundó Cartago y fue su primera reina. Yarbas pretendió su mano y por su rechazo –puesto que ella había jurado por lealtad a su marido asesinado que nunca se casaría con otro hombre– la amenazó con declarar la guerra a la ciudad. Entonces Dido se suicidó en una pira. Así es la versión más antigua de la historia, sólo conocida gracias al historiador romano Justino del siglo II d. de C. Virgilio trenza una adaptación de este relato dentro de su Eneida. En esta versión, Eneas desembarca en la costa de Cartago a causa de una tormenta y Dido lo recibe hospitalariamente. Afrodita y Eros despiertan en Dido el amor por el troyano. Cuando una tormenta sorprende a los dos durante una partida de caza y 305 GD Cultura clásica ok 2 10/4/02 17:12 Página 306 buscan amparo en una gruta, ella se le entrega. Viven entonces como marido y mujer hasta que Yarbas se dirige indignado a Zeus, porque Dido ha renunciado a su promesa de lealtad hacia su esposo asesinado, no por él sino por Eneas. Zeus, a través de Hermes, hace saber en términos severos a Eneas que su misión es colocar en Italia los cimientos para un reino y que tiene que romper la relación con Dido: una orden que Eneas ejecuta obedientemente aunque a su pesar. Cuando Dido ve partir la flota de Eneas, hace que su hermana Ana levante una hoguera, teóricamente para quemar todo lo que le recuerda a Eneas, y busca entonces la muerte en esta pira. Cuando más tarde Eneas desciende al reino de los muertos, el espíritu de ella, en su furia y amargura, se aparta de él. El relato de Dido, punto álgido del dramatismo en la Eneida de Virgilio, lo trata Ovidio en Las Heroidas en forma de una carta de Dido a Eneas, la cual alcanza una gran repercusión en el arte figurativo del último periodo del Imperio romano. (E. M. MOORMANN & W. UITTERHOEVE). Euridice una profunda reforma de la ópera, eliminando todos los gorgoritos y adornos superfluos que los divos exigían a los autores para su lucimiento personal, al afirmar que la única regla que seguiría para componerla sería la de reforzar una expresión grande e intensa, emocionar el corazón y excitar las emociones. Trabajó codo con codo con Calzabigi, el libretista, para conseguir la tan ansiada fusión de poesía y música. El mito de Orfeo, como no podía ser menos, tratándose del músico mítico por excelencia, ha tenido un lugar destacado en la historia de la música, en especial en el género que combina música, poesía y drama, esto es, en la ópera. Posteriormente, destacan las óperas de Haydn, L’anima del filosofo, y Offenbach, Orphée aux enfers. Monteverdi había recibido el encargo del Duque de Mantua de poner música al mito de Orfeo, deseoso de revivir el teatro griego y lo que éste había logrado: la síntesis armoniosa entre música y palabras. Por su Orfeo (1607), Monteverdi se considera el verdadero padre del bel canto. Entre los siglos XVII y XVIII se escribieron más de cincuenta óperas sobre Orfeo, la más célebre de las cuales ha sido la de Gluck. Este compositor se había propuesto con su Orfeo ed 306 Se estrenó en Viena en 1762 y obtuvo un éxito clamoroso, por su gran belleza musical y la calidad lírica del libreto. La pieza más famosa es el aria que canta Orfeo en el acto III: Que faró senza Euridice?, cuando pierde a su amada para siempre; en ella el autor logra un dramatismo, una intensidad y una emoción pocas veces conseguidos en la historia de la ópera. Otros pasajes notables los constituyen el coro de las Furias: Qui mai dell’Erebo?, cuando Orfeo entra en los Infiernos al principio del acto II, y, en el mismo acto, el extraordinario canto de los espíritus felices en los Campos Elíseos. 2. La poesía lírica Aproximación inicial Originariamente, se llamó poesía lírica a aquella que se cantaba acompañada de un instrumento musical, la lira, por lo general. 307 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 308 Tras la división de los tres grandes géneros poéticos en épica, lírica y drama, se llamó lírica al género literario en el que domina el sentimiento subjetivo del poeta. Dentro de la lírica, los poemas son de extensión reducida y de temática variadísima, pues expresan toda la gama de sentimientos humanos, si bien los temas amorosos ocupan un lugar preponderante. Se habla de varios subgéneros como la elegía, el epigrama, el yambo o la lírica coral. Un tópico (del griego tópos, «lugar») es un lugar común, un asunto o tema de conversación muy utilizado o al que se recurre habitualmente al hablar o escribir. Así pues, los tópicos literarios son aquellos temas recurrentes a lo largo de la historia de la literatura, como la fugacidad de la vida, el goce de la juventud, etc. Un mecenas es un protector de las letras y las artes. El vocablo procede de Cayo Cilnio Mecenas, consejero de Augusto (69-8 a. de C.) y hombre de gran riqueza, quien se rodeó de importantes hombres de letras, como Virgilio, Horacio, Propercio..., y los protegió. Información La poesía lesbia fue un fenómeno aislado que no tuvo imitadores hasta que despertó la simpatía de Catulo y Horacio. Los poetas normales en Grecia eran profesionales que confeccionaban poemas épicos, odas, himnos, poesías líricas, tragedias o comedias para algún concurso o representación pública. Eran los maestros del pueblo, y el tema de sus composiciones era esencialmente su historia, o, mejor, su prehistoria con toda la floración de mitos. La poesía lesbia y la helénica de Calímaco, Filetas 308 y otros sirvieron de trampolín para la nueva generación romana; pero todas las influencias sociales y literarias son de segundo orden comparadas con el genio de Catulo (87-57 a. de C.). Fue hijo de un prominente ciudadano de Verona; se le educó esmeradamente y se le envió a Roma con el propósito indudable de comenzar su carrera política, atacando brillantemente a cierto malandrín que ocupaba un puesto muy elevado. Describe Catulo cómo su amigo Licinio Calvo, vástago de una noble familia romana y a quien él admiraba como alma del grupo, se conquistó un nombre fustigando a Vatinio, partidario de Julio César. Aquel círculo de amigos compenetrados ideológicamente pudo desafiar los gustos populares y tradicionales. Catulo se puso a escribir sátiras contra César, una con su amigo Calvo; y acabó por sentir que su vocación le llevaba a considerar la poesía como el destino de su vida y no sólo como un pasatiempo ocasional, igual que le ocurriría después a Virgilio. Parece que esto se debió a que su amor por Lesbia fue muy diferente de las breves aventuras sentimentales de su amigo. Estas jóvenes podían poseer un grado de erudición comparable al de la segunda Safo con un gusto más refinado que las mismas musas, pero Lesbia era casi seguro la gran matrona de una familia distinguida, mujer de un cónsul, divorciada de su marido anterior, de gran ingenio y encanto, con chispa y sal, pero amoral, irresponsable y frívola. Estaba Catulo en casa de su amigo Alio cuando se le presentó Lesbia como una diosa, como su querida. Esta temática que luego desarrolló Propercio –el servitium a una domina–, y que llegaría a ser un tópico en la poesía posterior, empezó con Catulo, el cual de hecho invirtió el sentido usual de las relaciones en la poesía erótica grie- 309 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 310 ga. Los poetas helénicos describen la pasión incontenible de las amantes, no de los amantes. Catulo se aplica a sí mismo lo que Safo contaba de sí misma –el seudónimo Lesbia es una alusión a Safo de Lesbos–. Catulo se compara a Juno cuando ésta tuvo que soportar las infidelidades de Júpiter. Además, él quería que su amor y el de Lesbia durasen para siempre y fuesen algo mucho mayor que la pasión. Cuando ella le ofrece un afecto eterno, se agarró a esta promesa como a un clavo ardiendo, e intentó ahogar sus temores con un cúmulo de palabras grandilocuentes que culminaron con el vínculo eterno de una inviolable amistad, y ya sabemos por el poema treinta el sentido de seriedad que daba él a la amistad. En otro poemita, simboliza su concepto de amor utilizando una comparación única en la literatura antigua: su amor hacia Lesbia es como el afecto que siente un padre por sus hijos, sus hijas y sus yernos –en el caso del amor paterno, o afecto, usa la palabra diligere, muy diferente de amare–. En otra poesía realiza la misma distinción entre el amor y la «benevolencia», bene velle. Al parecer, Catulo deseaba casarse con Lesbia en cuanto muriese su marido. Pero el amor pasional que celebraban los poetas no tenía nada que ver con el matrimonio. La composición setenta nos da una idea de la forma en que Catulo supo comunicar un sentido personal a un tema calcado de Calímaco. Éste refiere el juramento que prestó un tal Calignoto a una tal Jonis y cómo lo quebrantó, porque los dioses no registran los juramentos de los amantes. Catulo sustituye a Calignoto por su Lesbia –mulier mea– y a Jonis por sí mismo, y refuerza el juramento con una hipérbole: aunque el propio Júpiter viniera a cortejarla. A esto alude también en la composición setenta y dos. Así, lo que 310 podría parecer algo impersonal lo incorpora Catulo a la historia de su propio amor, de esa pasión de intensidad incontenible que le invadió desde su primer arrebato de amor por Lesbia hasta su traición y la de sus falsos amigos, convertidos en rivales; así como desde la reconciliación hasta la nueva infidelidad. En su repudio final vuelve al metro sáfico y termina con una comparación: ha caído cortado como una flor tronchada por la reja del arado. La misma comparación que recogería Virgilio al describir la muerte de Eurialo, que cayó también tronchado más joven que Catulo. El poema setenta y seis es una plegaria vigorosa y solemne desarrollada en veintiséis estrofas elegíacas: en ella implora ayuda para librarse de su amor, esa horrible enfermedad. En el poema ocho desarrolla el mismo tema en un estilo más ligero y tristemente irónico. Aquí Catulo descarga sobre sí la pesada maza del escazonte –el trote de los yámbicos terminado con el espondeo del último pie–, y se presenta como un «melancólico clown» atenazado por la alternativa de repudiar su amor o de volverse a él con todo el impulso de su anhelo. Es muy característica su manera de dirigirse a sí mismo y de referirse a su propia persona como Catulo, en tercera persona. Supo combinar, paradójicamente, la jovialidad y el humorismo de los alejandrinos con la intensidad y sinceridad de una pasión desesperada. Si la poesía es la clara expresión de sentimientos encontrados, como dijo Auden, Catulo fue el primero que pulsó esta cuerda moderna. Podía sentir intensamente y analizar fríamente, como en los poemas ochenta y tres y noventa y dos, donde deduce el amor que le profesa Lesbia de la obsesión con que le traiciona y de la identidad de sus sentimientos: Mi Lesbia me maldice, me nombra a todas horas: apuesto la cabeza a que me adora... 311 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 312 En el poema ochenta y cinco acertó a expresar en un solo pareado, con la simplicidad de un arte consumado, el choque de sus sentimientos. Es el famoso odi et amo. Era éste un conceptismo helénico, expresado muchas veces con ingenio, pero Catulo supo darle una sinceridad punzante en la que se transparenta toda su pasión por Lesbia. mite conocer que Clodia se casó relativamente tarde para las costumbres de la época; en efecto, cuando murió su padre, aún estaba soltera y es de suponer que no porque le faltasen pretendientes. Clodia era bella, el resplandor de sus ojos era tal que amigos y enemigos la llamaban Boopis, «grandes ojos» (el sobrenombre de Hera, la esposa de Zeus). Esta espontaneidad y naturalidad transparente, y al parecer sin artificio, tanto de ésta como de otras muchas poesías cortas de Catulo, junto con su exquisita claridad, ha dado lugar a creer que en Catulo hay dos poetas irreconciliables: el hijo espontáneo de la naturaleza que escribía buena poesía cuando no intentaba presentarse como un alejandrino erudito, y mala, cuando lo intentaba. Pero tener esta visión es desconocer el arte supremo de las poesías ocasionales que parecen nacer como las flores silvestres, sin cultivo. Catulo sabía exactamente cuándo debía emplear el lenguaje más sencillo de la conversación corriente y cuándo la pomposidad poética tradicional. Aparte de estos datos, ¿qué sabemos de ella? Que en el año 63 a. de C. es la esposa de Quinto Cecilio Metelo Celere, destacado hombre político que se convertirá en cónsul en el 60 a. de C. y morirá en el 59 a. de C. Dos años más tarde tiene lugar la fecha del encuentro entre Clodia, que entonces tenía treinta y tres años, y Catulo, casi diez años más joven que ella. Y es precisamente Catulo una de las fuentes que tradicionalmente ha servido de base para comprender algo sobre ella, sobre su modo de vivir. Pero Catulo estaba locamente enamorado de Clodia y en la misma medida locamente celoso; sintiéndose traicionado, la amaba y la odiaba al mismo tiempo, como dice uno de sus célebres versos (odi et amo). No era, y no es por tanto, una fuente objetiva. Apenas tenemos espacio más que para mencionar la variedad y el encanto de otras poesías ocasionales de Catulo que no tienen nada que ver con Lesbia: el velero, Sirmio, los epigramas satíricos, el puente en Colonia, aparte de los muchos poemitas salvajemente obscenos o ferozmente agresivos. El único tema que nunca trató Catulo fue la filosofía (C. A. WATTS, Los romanos). Clodia era hermana de Clodio, ex tribuno y jefe de un grupo que apoyaba violentamente la política de los Populares y, en particular, la de César. De su vida sabemos poco con certeza, poco más que alguna fecha. Para empezar, el año de su nacimiento, el 94 a. de C. Después, el año de la muerte de su padre, el 76 a. de C., una fecha que nos interesa porque per- 312 Éste es el problema cuando se trata de Lesbia. Pocas veces las fuentes son tan descaradamente tendenciosas. Poco importa si por amor, como en el caso de Catulo, o por otras razones (sobre todo, políticas), como en el caso de Cicerón, el otro hombre que nos habla de ella. Pero después volveremos a Cicerón. Comencemos ahora por Catulo. Nos planteamos un problema preliminar. ¿Podemos creer la narración de su amor? Dicho de otro modo, lo que cuenta Catulo ¿es un verdadero amor o –como algunos sostienen– son sus versos el fruto de una imaginación poética que describe el objeto del amor, reproduciendo los modelos literarios? 313 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 314 Los que apuestan por la segunda hipótesis sostienen, como lógica consecuencia, que es imposible reconstruir el carácter de Lesbia sobre la base de sus poesías. Pero, si acaso se debe desconfiar de Catulo, no es porque él no describa un amor auténtico. Catulo no es fiable más bien porque es un enamorado que no consigue entender a la mujer que ama. Es cierto que Clodia debía de ser una mujer difícil de comprender; demasiado difícil quizá, no sólo para Catulo y para algún otro hombre de su época, sino incluso para muchos hombres bastante más próximos a nosotros en el tiempo. Precisamente por esto, porque no consiguió entenderla, es por lo que Catulo insulta a Clodia, describiéndola en ocasiones como una mujer desenfrenada, situada en los límites de la depravación. Clodia es por tanto un tópico, pero no necesariamente literario. Es el estereotipo, hondamente enraizado en la mentalidad masculina, de la mujer que, al afrontar una relación, rechaza o desilusiona cualquier pretensión de exclusividad. La historia que se desprende de las poesías de Catulo es la historia de un amor que es, a la vez, continua incomprensión; pero que, a pesar de esto, o quizá por esto precisamente, hace vivir a sus protagonistas momentos de intensísima pasión. Por ejemplo, la que se describe en el celebérrimo canto de los mil besos. A veces es Lesbia la que pide estos besos, la que quiere que Catulo le haga saber cuántos serán suficientes para saciarlo. Pero con la pasión se alternan su frialdad, los abandonos, los distanciamientos que en ciertos momentos parecen definitivos. Lo cierto es que Lesbia, no se sabe cuántas veces, después de abandonar a Catulo, vuelve con él. En ocasiones lo insulta, y 314 Catulo ve en los insultos una prueba de amor. A veces descarga feroces invectivas contra él en presencia de su marido; ¿quizá para tranquilizarlo? ¿Quizá para reírse de él? Y Catulo continúa alabando a Lesbia, a su belleza. Pero el suyo es un amor envenenado, odi et amo. Y es en estos momentos, cuando cree que el amor se ha terminado definitivamente, cuando está decidido a hacerlo terminar también dentro de sí, cuando Catulo lanza la más terrible de las invectivas: que se complazca ampliamente en sus trescientos amantes. Que los abrace a todos a la vez, aunque no ame a ninguno. Que les reviente las entrañas... Una Lesbia increíble, un estereotipo tan banal que desconcierta: A aquella Lesbia a la que he amado / más que a ninguna otra y más que a mí mismo, / es fácil encontrarla en cualquier esquina, en cualquier callejuela / masturbando a todos los hijos del gran padre Remo. Sin embargo, ha habido quien ha creído que Lesbia era tal y como la describe Catulo. Aún no hace muchos años (y, a veces, todavía hoy) en la mayoría de las publicaciones, Lesbia aparece como una mujer lujuriosa, inmoral, ávida de placer y de poder. Alguno incluso (es sólo un ejemplo) ha llegado a verla como una «mujer vampiro», una mujer que necesitaba las traiciones como el aire, que engañaba al marido con el amante... y al marido y al amante con cualquier pisaverde. Angustiaba a todos, en ocasiones con su odio, más aún con su amor, reservándose el privilegio de cada infidelidad, buscando ansiosamente los abandonos, los rechazos, los definitivos olvidos (E. CICCOTTI, 1895). Un estereotipo, decíamos. Pero, aunque dicho estereotipo se rechace, es posible conformarse una idea de Lesbia a partir de las poesías de Catulo. De estos versos, una vez depurados del veneno de los celos y las incomprensiones, emerge una mujer que, al parecer, amó a su vez a Catulo. Pero lo amó a su mane- 315 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 316 ra, y no como Catulo quería ser amado. Lo amó como ama una mujer libre y, se diría, feliz de vivir; cruel quizá, pero, consciente o inconscientemente, suele ocurrir a los enamorados. Las infamias de las que Catulo acusa a Lesbia se encuadran, por tanto, en el marco y en el juego que contrapone a menudo a los dos combatientes en una guerra de amor. Uno pide amor eterno y exclusivo; el otro ofrece un amor, si no ocasional, menos comprometido. Éste parece ser el problema entre Catulo y Lesbia. Pero, por detrás de este estereotipo, parece dibujarse una figura real de mujer fuerte, autónoma, y desde luego voluble en el amor. Voluble, al parecer, antes, durante y después de su relación con Catulo. Terminada ésta, Clodia se convierte en la amante de Celio Rufo; al menos, según la reconstrucción de Cicerón, que proyecta una imagen de Lesbia tan sombría que vuelve inofensivas las peores invectivas de Catulo. En efecto, Cicerón atribuía todo tipo de perversidad a Clodia, entre otras cosas, la definía «Clitemnestra», un nombre que era sinónimo de asesina, y además quadrantaria, «mujer de cuatro perras». Por no hablar del rumor que él se ocupó de difundir, según el cual Clodia habría sido la amante de su hermano Clodio y habría envenenado a su marido para heredar sus bienes y darse a la buena vida. Pero de nuevo se trata de acusaciones sin fundamento, y tampoco en esta ocasión es difícil entender la causa. Cicerón era acérrimo enemigo de Clodia por motivos familiares. Clodio, el hermano de ella, era su más odiado rival político. La imagen más sombría que presentó de Clodia tuvo lugar con ocasión de un discurso pronunciado durante un juicio, en el año 56 a. de C., en defensa de Celio Rufo, ex amante de Clodia; 316 en aquel proceso, Clodia actuó como testigo propuesta por los acusadores de Celio (por tanto, en contra de Celio). Clodia, decía Cicerón, había sido la amante de Celio y cuando éste la dejó, perdida ya toda esperanza de reconquistarlo, había jurado venganza. Precisamente por esto, Clodia, tergiversando la realidad de los hechos, sostenía que Celio había tomado posesión de sus joyas y había intentado matarla. Volcado en la defensa de Marco Craso, Cicerón (cuya arenga, de entre las de los abogados que intervinieron en la causa, es la única que nos ha llegado) había dado la vuelta a la situación. De acusadora, Clodia pasó a ser acusada. Es cierto que Celio había mantenido una relación con ella, pero ¿podía derivarse una culpa de esto? Una vez muerto su marido, en lugar de aguardar la vejez y la muerte (un punto importante éste en la defensa de Cicerón, como veremos luego), se había dado a la buena vida, frecuentando a las personas más indignas. Su casa de Roma, los jardines a lo largo del Tíber, las calles mismas fueron testigos de una conducta desvergonzada. Clodia se comportaba, hablaba y vestía como una prostituta. Por no referirse a lo que sucedía en su villa de Bayas, junto a Nápoles: festejos en la playa, banquetes, comilonas, intrigas amorosas, cantos, excursiones en barca, orgías en las que hasta los esclavos participaban. Nadie podía considerar a Celio culpable. En su juventud, todos habían frecuentado a las prostitutas; no sólo Celio sino también nuestros maiores; también los antiguos padres que hicieron grande a Roma. Cicerón dijo: si alguno considerase la conveniencia de que se prohíba que los jóvenes se relacionen con prostitutas, entraría en conflicto con las viejas costumbres, y con cuanto se permitió a nuestros antepasados. ¿Acaso existió algún tiempo en que no se hizo esto? ¿Cuándo se reprobó? ¿Cuándo no se permitió? 317 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 318 Sólo faltaban dos datos para completar el retrato de Clodia y Cicerón no los olvidó. Posiblemente, en un momento pasado la mujer envenenó a su marido, y durante toda la vida fue la amante de su hermano. mo tiempo el periodo de la viudez, suicidándose inmediatamente, o poco después de la muerte del marido, como ilustran los casos de Porcia, Cornelia o Arria, un patrón que, bien pensado, si se hubiera difundido más allá de ciertos límites, podría haber originado serios problemas sociales, pero al cual obviamente (y por suerte) no todas las viudas se adecuaban. Sólo algunas lo hicieron, e inmediatamente su nombre entraba en la historia. (E. CANTARELLA, Pasado Próximo). Al fin y al cabo, los testimonios de los esclavos de Clodia no tenían ningún valor. Después de participar en los excesos de su dueña, ésta los liberó para comprar su complicidad. Ante esta situación, una vez que Clodia fue puesta en su sitio, a Cicerón sólo le quedaba recrearse en las virtudes y en los méritos de Celio: excelente retórico, administrador público de gran valía, apreciadísimo por Pompeyo. Los romanos no debían, no podían permitir que uno de sus mejores conciudadanos fuese víctima de una venganza innoble, urdida por una mujer incalificable. Actividades 1. Rufo fue absuelto. Clodia contaba entonces treinta y ocho años, y a partir de ese momento no se tienen más noticias sobre su persona. ¿Qué decir de ella a la luz de estos testimonios? Sin duda se había alejado, y mucho, del modelo femenino que los antiguos ejemplos continuaban propagando. Era muy distinta del patrón que los romanos habían propuesto y seguían proponiendo a las viudas, y no sólo hasta la época en que Lesbia vivió, sino incluso después. Lesbia, que era precisamente una viuda, se había distanciado de este modelo de un modo excesivamente clamoroso. Pero para comprender hasta qué punto, y darse cuenta de las causas que provocaron las reacciones de sus conciudadanos, hay que contemplar más de cerca cómo se suponía (y se quería) que se comportasen las viudas. El modelo de viuda más elevado era el de la mujer que reducía a brevísi- 318 La escultura de A. Cánova Eros y Psique (1787-1793), que encabeza el tema, es la más conocida entre todas las que reproducen el mito. El autor la subtituló El beso de la vida, el beso de la muerte, dotando a los personajes mitológicos de la carga simbólica que se hallaba ya encerrada en sus nombres («Amor» y «Alma-Mariposa»). Las otras ilustraciones reproducen pinturas de L. AlmaTadema, pintor inglés (1836-1912), especialista en escenas de la Antigüedad grecolatina. En estos cuadros recrea, con un estilo realista y meticuloso, así como con una gran sensualidad, la vida lujosa y despreocupada de la alta sociedad romana, en particular las mujeres de la época imperial. 4. a1) Cnosia remite a Ariadna, nacida en Cnosos (Creta), mientras que se refiere a Andrómeda como joven cefea por Cefeo, su padre. Liber es el Dioniso itálico, con el cual quedó identificado desde muy temprano, pues su nombre, que significa «libre», se relacionó con uno de los sobrenombres de Dioniso: Lieo, «el liberador o el que desata». b2) Véase el Breve diccionario de mitología y Cultura clásica 1 («El culto privado a los dioses»). 319 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 320 b4) Ya hemos visto que, por su relación con Dafne, el laurel pasa a ser el árbol de Apolo, dios de los músicos y poetas. 6. a y b1) La metáfora rosa y azucena remite a la tez blanca y sonrosada de la amada, por tanto, a su belleza juvenil. Sin embargo, a la vez, la flor roja y la flor blanca simbolizan las dos caras del amor: la primera, la pasión, y la segunda, la ternura, el amor espiritual, como confirman las series de adjetivos y verbos del tercer y cuarto verso, con los que se relacionan semánticamente (así, rosa se relaciona con ardiente y con enciende, mientras que en la serie opuesta azucena se corresponde con honesto y refrena). La primavera ha sido desde siempre una metáfora de la plenitud y belleza de la juventud, frente al viento helado del invierno, que deshoja la rosa, remitiendo a la vejez y la muerte. Actividades de refuerzo 3. Tanto en Grecia como en Roma el estatus de las mujeres fue el de eternas menores de edad, ya que siempre estuvieron sometidas a la autoridad de un varón, el padre, el marido, el hermano mayor o, en su defecto, cualquier otro pariente. Las mujeres carecían, pues, de derechos políticos y jurídicos. Como ya vimos, el matrimonio era el estado al que aspiraban. Las obligaciones de las mujeres casadas eran gobernar la casa, vigilar el trabajo de las esclavas y cuidar de los hijos varones mientras eran niños y de las hijas hasta que se casaban. Su ocupación habitual era el hilado y el tejido. tir a determinadas fiestas religiosas. Una excepción a esta situación la constituían las mujeres espartanas, ya que a lo largo de toda su vida gozaban de una gran libertad y, dado que sus esposos vivían acuartelados y dedicados totalmente a la vida militar, ellas se responsabilizaban de todo lo referente a la economía y administración de la casa. Con todo, hay excepciones tanto en Grecia como en Roma, y hubo mujeres que, a pesar de las trabas que la sociedad les imponía, fueron grandes artistas (como la poetisa Safo de Lesbos) o tuvieron gran influencia en la política (como Aspasia en Atenas o Livia en Roma). El divorcio en la Antigüedad clásica suponía siempre que los hijos se quedaban con el padre y éste tenía que devolver la dote de su esposa. En Grecia, el marido podía divorciarse sin alegar motivo alguno. La falta de hijos podía ser causa de repudio y el adulterio probado de la esposa obligaba prácticamente al marido a divorciarse o ser censurado socialmente. También el padre de una mujer casada podía provocar el divorcio de su hija para casarla con otro hombre. El caso extremo lo constituían las hijas únicas, ya que, en caso de fallecimiento de su padre, se convertían en herederas y entonces el pariente varón más próximo podía exigir su divorcio para casarse con ella y administrar así el patrimonio familiar. Las mujeres, sólo en caso de recibir malos tratos por parte del marido, podían recurrir al arconte para pedirle que disolviera su matrimonio. En Grecia la mujer divorciada estaba socialmente mal vista. En la Grecia antigua las mujeres pasaban su vida en el gineceo, la parte de la casa reservada para ellas. No acompañaban a sus maridos en sus distracciones y sólo salían para asis- 320 321 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 322 3. Léxico 8. Actividades 10. Oh compañeros, la divinidad pondrá fin también a estos males. Recobrad los ánimos y desechad el triste temor. Tal vez un día nos complacerá recordar estas cosas. 1. a + 2 = musicógrafo c + 1 = musicología b + 3 = musicoterapia 2. a + 2 = sinfonía c + 1 = megafonía e + 5 = micrófono g + 7 = polifonía b + 3 = fonógrafo d + 6 = cacofonía f + 4 = eufonía 3. a + 4; b + 5; c + 1; d + 6; e + 2; f + 7; g + 3. 4. a + 2; b + 3 ; c + 4; d + 5; e + 1. 5. 1 V, 2 F, 3 F, 4 F, 5 F, 6 F, 7 F, 8 V. 1 inter nos, 2 totum revolutum, 3 errata(s), 4 ex novo, 5 contra naturam, 6 delirium tremens, 7 addenda, 8 post mortem Nota: el audiómetro es un aparato utilizado por los otorrinolaringólogos para realizar una audiometría o medición de la agudeza del aparato auditivo. El aparato que mide la intensidad del sonido, graduándola en fones o decibelios, es el fonómetro. Modernamente se llama también audímetro al aparato que mide el nivel de contaminación acústica en las ciudades. Algo que no se puede oír es inaudible (conviene que los alumnos recuerden el sufijo latino -bilis, que expresa posibilidad), e inaudito se refiere a aquello que no se ha oído nunca, algo insólito. 6. Sexteto, cuarteto y quinteto remiten a los numerales latinos sex, quattuor y quinque (6, 4 y 5). Los numerales latinos se estudian en la unidad 10. 7. a + 5; b + 1; c + 6; d + 8; e + 2; f + 7; g + 3; h + 4. 322 323 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 324 unidad 9 1. Rómulo y la monarquía latina Aproximación inicial Los alumnos que han cursado Cultura clásica en 3.º ya conocen tanto a Eneas como a Rómulo y Remo, por lo que podrán informar sobre ellos al resto de la clase. En caso contrario, el docente puede resumir los hechos principales de «la leyenda de Eneas» (véase Cultura clásica 1, págs.158 y ss., en el apartado de «Información»): Eneas, cuando la pérdida de Troya es irremediable y siguiendo los consejos de su madre, la diosa Venus, regresa a su casa para salvar a su familia. Se hacen a la mar y llegan a Tracia, donde un presagio les obliga a abandonar el país. Después de pasar por muchas islas, desembarcan en Creta. Cuando se acercan a Sicilia una erupción del Etna les obliga a bordear la costa y una tempestad los arroja, con las naves maltrechas y ellos mismos cansados y abatidos, a las costas de África, donde Dido, reina de la ciudad de Cartago, los acoge. Eneas, fiel seguidor de los designios divinos, reconstruye la flota y, a su pesar, parte de Cartago, costea la isla de Sicilia y finalmente arriba a Italia, a Cumas. 324 De la ribera de Cumas se dirige a la desembocadura del Tíber y llega hasta el lugar de la futura Roma, donde reinaba el arcadio Evandro, quien amistosamente acoge a Eneas. Cabe recordar a los alumnos que la relación entre Eneas y la casa de Troya es doble: por una parte, su esposa Creúsa es hija de Príamo y, por otra, Anquises, su padre, es pariente próximo de Príamo, ya que los dos tienen como antepasado a Dárdano. Para la aparición del fantasma de Creúsa, remitimos a la unidad 7, donde el fantasma de Patroclo se aparece a Aquiles (actividad 2), y a la 9, en la que este último es quien se manifiesta en sueños a su hijo Pirro (texto c). Los nombres de las siete colinas de Roma aparecen en el plano de la página 225. De momento, como en el caso de Eneas, Rómulo y Remo, sólo interesa sondear los conocimientos previos de los alumnos, es decir, si conocen el nombre de alguna colina y qué había o se encuentra en ella, etc. En cuanto a la Eneida de Virgilio, es posible que no conozcan la respuesta. El profesor puede apuntarlo y explicar que su nombre se debe al héroe Eneas, y que es un poema épico al estilo de la Ilíada. Los augurios eran presagios que obtenían los augures a partir del vuelo, canto de las aves u otras técnicas adivinatorias (para más información véase Cultura clásica 1, «El culto privado a los dioses», págs. 54 y ss.). La estatua de la loba es un famoso bronce del siglo V a. de C., que se encuentra en el Palazzo dei Conservatori de Roma, en pleno Capitolio. Los gemelos los añadió Antonio Pollaiolo en el siglo XV. 325 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 326 Información Esquema de la historia de Eneas Tras la muerte de Creúsa, Eneas se hace a la mar con su padre Anquises, su hijo Ascanio y otros supervivientes. Soportan muchas penalidades hasta llegar a Cartago. Cuando se acercan a Sicilia una erupción del Etna les obliga a bordear la costa, y llegan a Drépano donde muere Anquises. Se hacen de nuevo a la mar y Juno, enemiga de los troyanos, consigue de Eolo, rey de los vientos, que desencadene una gran tempestad. Como consecuencia, la flota de Eneas se dispersa por el mar, perdiendo a algunos de sus mejores hombres. Cuando finalmente Neptuno calma el mar, las naves maltrechas, con sus tripulantes cansados y abatidos, se encuentran frente a las costas de África. Allí la reina Dido, hija de Belo, rey de Tiro, había fundado la ciudad de Cartago, tras huir de la codicia de su hermano Pigmalión, quien había dado muerte a su marido Siqueo. Dido, por intervención divina, se enamora de Eneas y ofrece hospitalidad a él y a sus seguidores. Viven una intensa historia de amor hasta que Mercurio, por orden de Júpiter, se aparece a Eneas y le ordena seguir su viaje hasta las tierras de Italia para cumplir su destino. Eneas, fiel seguidor de los designios divinos, reconstruye la flota y, de noche, a escondidas de Dido, se hace a la mar. Dido, desesperada por el abandono de su enamorado, se suicida, lanzándose a la pira funeraria que había preparado. 326 Costeando Sicilia, los troyanos desembarcan en Drepanum y celebran unos funerales en honor de Anquises. Pisan la tierra de Italia en la costa de Cumas; allí Eneas visita a la sibila que le acompaña al Hades, donde su padre le predice el futuro de Roma. De la ribera de Cumas se dirige a la desembocadura del Tíber, enviando una embajada al rey Latino. Actividades 1. 2 El texto dice que Eneas era hijo de Anquises y Venus, y del hijo de Eneas, Iulo, afirmaba descender Julio César y su familia, la gens Iulia. Este parentesco divino justificaría el acceso de la familia Julia a la púrpura imperial, pues la realeza siempre ha pretendido justificar su estatus por su presunta ascendencia divina. No obstante, el propio historiador Tito Livio es crítico respecto a la historicidad de estas leyendas tradicionales, pues dice que no es mi intención ni afirmar ni rechazar los hechos anteriores a la fundación de la ciudad, que nos han llegado a través de leyendas poéticas y no en documentos auténticos de los hechos; a la antigüedad le estaba permitido hacer más nobles los orígenes de las ciudades mezclando lo humano con lo divino. 3 Para los dioses Penates, véase el Breve diccionario de mitología. 5 Los datos relativos a Creúsa se deben haber ofrecido ya en la información. 6 Su madre biológica es Creúsa. 8 La ilustración ofrece un detalle del gran fresco El incendio del Borgo, en las Estancias de Rafael en el Vaticano (1514-1517); 327 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 328 muestra a Eneas, con su padre Anquises sobre sus hombros, y el pequeño Ascanio huyendo del incendio y destrucción de Troya. Si bien el fresco debía ilustrar el incendio del barrio (borgo) que rodeaba al Vaticano, ocurrido en el año 847 y extinguido gracias a la bendición solemne que León IV dio desde el balcón de su palacio, Rafael se permitió la libertad de situarlo idealmente en la ciudad de Troya, e, incluso, incluir este impresionante grupo de Eneas, uno de los más bellos de su autor. 2. 2 Para la diosa Vesta/Hestia, véase el Breve diccionario de mitología. 5 La estatua de Ares es la famosa escultura sedente conocida como Ares Ludovisi, copia romana de una obra griega original de Escopas (siglo IV a. de C.), que, junto al Ares Borghese de Alcamenes (siglo V a. de C.), resultó de gran importancia para la iconografía del dios en el arte romano y en las representaciones posteriores. Muestra al dios desnudo, con unas hermosas proporciones masculinas y en actitud tranquila, en reposo, sentado junto a sus armas (Museo de las Termas, Roma). El cuadro de P. da Cortona (1643; Louvre, París) se titula Rómulo y Remo recogidos por Fáustulo. La pintura moderna ha representado, de forma destacada, el descubrimiento por parte de Fáustulo de los dos bebés amamantados por la loba (Rubens, Lafosse, Ingres, entre otros.). En el cuadro mencionado, aparece Fáustulo depositando a Rómulo en manos de Larencia, mientras señala el lugar donde lo ha encontrado y en el que todavía permanecen Remo y la loba. Es uno de los tres lienzos que el autor aportó a una serie de pinturas inspiradas en la historia romana para el Hôtel de la Vrillière de París. 328 6 Lupa tiene en latín el doble sentido de «loba» y «prostituta», como ocurre con el castellano zorra; de lupa, procede lupanar, «prostíbulo». Esquema de la historia de Rómulo y Remo Mientras Rómulo y Remo participaban en unos juegos, unos salteadores, airados porque les habían arrebatado el botín, les tendieron una emboscada. Rómulo pudo escapar, pero detuvieron a Remo y lo llevaron ante Amulio, acusándole de saquear junto a una pandilla de jóvenes las tierras de Numítor. Remo fue entregado a Numítor para que lo castigase. Ya hacía tiempo que Fáustulo sospechaba que los gemelos eran de sangre real, pues los hechos y las fechas coincidían con lo que se contaba. Así pues, decidió contar el secreto a Rómulo. Por su parte, Numítor, al enterarse de que Remo tenía un hermano gemelo y tras conocer su edad y su talante regio, concluye que se trata de sus nietos. Por un lado, Rómulo convoca a los pastores para que se dirijan al palacio real y, por otro, acude Remo en su ayuda con otro grupo de fieles a Numítor, y de esta forma matan al rey. Numítor convoca una asamblea y pone de manifiesto los crímenes de su hermano así como la justa venganza de sus nietos, contando la historia del nacimiento y la crianza de éstos. Rómulo y Remo se abren paso entre la muchedumbre y saludan como rey a su abuelo. Un clamor inmenso brota del pueblo, el cual le ratifica el título y el poder de rey. 329 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 330 para recibirla cuando lo mataste. Cuando vuelvas a labrar la tierra, no producirá nada. Andarás por la tierra errante y sin hogar. 3. a-c4) Sin duda, los alumnos recuerdan el enfrentamiento mortal entre Eteocles y Polinices, los hijos de Edipo, por el trono de Tebas. Por otra parte, los relatos de rivalidad entre hermanos, contrapunto del amor fraternal, son muy frecuentes en todas las culturas; quizá el ejemplo arquetípico sea el de Caín y Abel que narra la Biblia: Y Caín le dijo a Dios: —No puedo soportar este castigo. Me estás arrojando de la tierra y me privas de tu presencia. Seré un proscrito, y cualquiera que me encuentre me matará. Adán y Eva tuvieron dos hijos. El más joven, Abel, era pastor, mientras que su hermano mayor, Caín, trabajaba en el campo. En cierta ocasión ambos le hicieron ofrendas a Dios. Caín le ofreció una parte de sus cosechas, el fruto de los campos, mientras que Abel decidió ofrecerle la mejor y más grande de sus ovejas. Dios quedó complacido con la ofrenda de Abel, mas no con la de Caín. Y como Caín no pudo encontrar ninguna razón para este favoritismo, se sintió muy enojado y amargado con Dios y con su hermano, Abel. A lo que Dios le respondió: —No. Si alguien te matara, será siete veces castigado. Entonces Dios puso una señal en la frente de Caín, para advertir a todos los que lo encontrasen que no lo mataran. Y Caín se alejó de la presencia de Dios y se fue a vivir a una tierra llamada Nod, que significa «Errante», al oriente del Edén. San Agustín señalaba la inmoralidad del fratricidio como una prueba más de su argumentación sobre la nulidad e inexistencia de los dioses romanos, ya que habían permitido semejante hecho contra naturam. Sin embargo, Maquiavelo en El Príncipe (1513) defiende el asesinato argumentando que Rómulo tuvo que actuar así por el bien del Estado. Dios vio la ira de Caín, y dijo: —¿Por qué estás tan enojado? Si trabajas duramente, triunfarás. Si no lo haces, la culpa será tuya. Pero Caín no se tranquilizó con estas palabras. La ira creció en su interior. Sin embargo, como no era prudente estar enfadado con Dios, dirigió su furia contra su hermano menor. Siguió a Abel cuando éste se dirigía al campo, y allí lo atacó y asesinó. —Caín, ¿dónde está tu hermano? –le dijo Dios. —No lo sé –replicó Caín–. No soy el guardián de mi hermano. Pero Dios, por supuesto, sabía lo que había sucedido. —¿Por qué has cometido un acto tan horrendo? –le dijo Dios a Caín–. La sangre de tu hermano se escucha desde la tierra con voz que clama venganza. Yo te maldigo; nunca más labrarás la tierra. Ella ha absorbido la sangre de tu hermano como si hubiese abierto su boca 330 4b) Hécuba-Príamo / Anquises-Venus / Creúsa-Eneas / Amulio-Numítor / Rhea Silvia-Marte / Rómulo-Remo. 4. a3) Frente a la pasividad tradicional de la mujer en la guerra, en la que sólo participan como víctimas sufridoras, aportando a sus hijos o convirtiéndose en esclavas de los vencedores (los alumnos recordarán el caso sintomático de las troyanas Hécuba, Andrómaca, Casandra, Políxena, etc.), las Sabinas irrumpen valientemente en el campo de batalla y consiguen poner fin a la guerra. Este hecho insólito, que unas mujeres abandonen el ámbito que se les consideraba propio, el hogar, 331 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 332 y se adentren en un terreno masculino por excelencia como es la guerra, se justifica por el motivo de la irrupción: actúan así con la intención de preservar su familia, de no perder a padres y esposos, y de no manchar con un parricidio la frente de sus hijos, hijos de unos y nietos de otros. Prefieren que las maten a perder a padres y esposos o dejar sin parientes masculinos a sus hijos. Este heroísmo casaba muy bien con la ideología patriarcal y, por esta razón, las Sabinas se convirtieron en un modelo para las mujeres romanas. a4) El famoso cuadro El rapto de las sabinas (1799; Louvre, París), de J. L. David, describe magistralmente la escena de la irrupción de estas mujeres. Es una escena de enfrentamiento entre masas, en el que hombres y mujeres desempeñan papeles antagónicos: a la violencia de los hombres en la lucha, se opone la aflicción de mujeres y niños, que lloran, suplican o rasgan sus vestidos. En primer plano, Hersila, vestida de blanco, se interpone entre Tacio, el rey sabino, que guarda su espada en la vaina, y Rómulo, que se detiene y no lanza su jabalina. A su alrededor otras mujeres levantan a sus hijos y los ofrecen como escudos contra las armas, o bien suplican o se cogen a las rodillas de los litigantes, consiguiendo que el fragor de la batalla se paralice y las armas queden en suspenso. 5. 1 y 2 Los senadores afirmaban que Rómulo había sido elevado a los cielos por obra del propio Júpiter, el dios que ejerce su poder sobre truenos y relámpagos. No obstante, el propio Tito Livio dice que también circuló, si bien de forma soterrada, la versión de que Rómulo fue despedazado por los senadores con sus propias manos. Sin embargo, el miedo, por un lado, y la admiración que sentían hacia el rey, por otro, hizo que se consagrara la primera versión. La revelación de Próculo Julio de que Rómulo se le había aparecido como un 332 dios y le había revelado el destino glorioso de Roma, hizo que se aceptara finalmente este hecho extraordinario. 3 Ya hemos visto que Livio se muestra escéptico ante estas historias (una vestal violada por un dios, una providencial crecida de las aguas impide que la corriente del Tíber arrastre a los gemelos, una loba los amamanta...), por lo que utiliza para narrarlas formas como cuentan o se dice, o bien busca una explicación racional (la loba era una mujer de lupanar, los senadores asesinaron a Rómulo, etc.). En todo el periodo legendario de la historia romana, se repiten los signos que confirman la asistencia de los dioses a los romanos y el destino glorioso que, en consecuencia, les está reservado. En esta idea gloriosa de la Roma aeterna, destinada por los dioses a regir el mundo, sí que cree Tito Livio, y ésta es, para él, la función principal de la leyenda, como él mismo nos dice: Si a algún pueblo se le debe reconocer el derecho a sacralizar sus orígenes y a relacionarlos con la intervención divina, es de tal índole la gloria militar del pueblo romano que la pretensión de que su nacimiento y el de su fundador se deba a Marte más que a ningún otro la acepta el género humano con la misma ecuanimidad con que acepta su dominio [...] nunca hubo Estado alguno más grande ni más íntegro ni más rico en buenos ejemplos... Por tanto, la leyenda cumple la función de cimentar la idea de que Roma accedió al dominio sobre los demás pueblos y se convirtió en el princeps terrarum populus, guiada por un destino providencial. Fue también, pues, un «pueblo elegido»; la profecía de Rómulo divinizado a Próculo Julio así lo confirma. 6. 4 Egeria es una ninfa de Roma, en su origen una diosa de las fuentes, ligada al culto de la Diana de los Bosques, en Nemi. Se le tributaba culto también en Roma, cerca de la 333 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 334 puerta Capena, al pie de la colina de Celio. Según unas versiones habría sido la consejera del piadoso rey Numa; según otras, su esposa o amiga y tenía costumbre de citarse con él de noche. Le dictó su política religiosa y le enseñó oraciones y conjuros. La muerte de Numa sumió a Egeria en la más negra desesperación. Actividades de refuerzo 1. 1 Coincidió que había, entonces, en ambos ejércitos (el romano y el albano) tres hermanos gemelos, muy parejos en edad y fuerza. Es comúnmente admitido que fueron los Horacios y los Curiacios, y prácticamente no existe en la Antigüedad hecho más conocido; sin embargo, aun siendo tan notorio el acontecimiento, persiste la incertidumbre sobre los nombres: a qué pueblo pertenecían los Horacios, y a cuál los Curiacios. Hay historiadores a favor de ambas versiones; sin embargo, la mayoría llama Horacios a los romanos. Los reyes plantean a los gemelos que luchen con sus armas por su patria respectiva: la supremacía estará donde esté la victoria. No hay objeciones. Se acuerda el lugar y la hora. Antes de llevar a cabo el combate, se firmó un acuerdo entre romanos y albanos en el que se estipulaba que el pueblo vencedor ejercería sobre el otro una autoridad incuestionable. Cada tratado tiene sus propias cláusulas, pero todos se realizan con un procedimiento idéntico. En este caso se procedió, según dicen, de la manera que se describe a continuación –y no se recuerda ningún otro tratado más antiguo–. El fecial preguntó al rey Tulo lo siguiente: Rey, ¿me ordenas que formalice un tratado con el «pater patratus» del pueblo albano? El rey se lo 334 ordenó, y él prosiguió: Reclamo de ti, rey, la hierba sagrada. A lo que éste contestó: Toma hierba pura. El fecial trajo de la ciudadela la hierba pura. Acto seguido, formuló al rey esta pregunta: Rey, ¿me designas tú a mí como enviado real en representación del pueblo romano de los «quirites», e incluyes en tal misión a mis ayudantes y a mis utensilios sagrados? Respondió el rey: Sí, en la medida en que se haga sin menoscabo de mis derechos y los del pueblo romano de los «quirites». El fecial era Marco Valerio; hizo pater patratus a Espurio Fusio, tocándole la cabeza y los cabellos con la hierba sagrada. El pater patratus tenía por misión pronunciar el juramento, es decir, sancionar el tratado, y lo realizaba con un texto complejo expresado en una larga fórmula ritual que no vale la pena reproducir. A continuación, después de recitar las cláusulas, dijo: Escucha, Júpiter; escucha, «pater patratus» del pueblo albano; escucha tú, pueblo albano. Tal como esas cláusulas han sido públicamente leídas de la primera a la última según estas tablillas de cera, sin malicia ni engaño, y tal como han sido en este lugar y en este día perfectamente comprendidas, el pueblo romano no será el primero en apartarse de ellas. Si es el primero en apartarse de ellas por decisión pública y por malicia o engaño, entonces ese día tú, Júpiter, hiere al pueblo romano como yo ahora voy a herir a este cerdo en este lugar y en este día; y hiérele con tanta más contundencia cuanto mayor es tu fuerza y tu poder. Dicho esto, golpeó al cerdo con la piedra de sílice. Igualmente, los albanos recitaron sus fórmulas rituales y su juramento, por medio de su dictador y de sus sacerdotes. Concluido el tratado, los gemelos, según lo acordado, empuñaron las armas. Al animar cada bando a los suyos recordándoles que los dioses de su patria, la patria, los padres, los ciudadanos que habían quedado en la ciudad y los que estaban 335 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 336 en el ejército tenían, en ese momento, los ojos puestos en sus armas y en sus manos, ellos, fogosos ya por temperamento y henchidos por los gritos de aliento, avanzaban hasta el medio de las líneas. Habían tomado asiento, a un lado y a otro, delante de su campamento, los dos ejércitos, exentos de peligro inmediato pero no de preocupación; en efecto, en el valor y la suerte de unos pocos hombres estaba en juego la supremacía. Por eso, quedan en tensión y en suspenso ante aquel espectáculo en absoluto agradable. Se da la señal y, con las armas prestas, los jóvenes, tres de cada lado, como batallones en formación de combate, se lanzan al choque asumiendo el coraje de dos grandes ejércitos. Unos y otros llevan presente no su propio riesgo, sino el poder o la esclavitud de su pueblo y el destino de su patria, que habrán de ser, en adelante, los que ellos hayan labrado. Nada más resonar las armas al primer choque y brillar las espadas relucientes, un estremecedor escalofrío recorre a los espectadores; la esperanza no se inclina a una parte ni a otra y se les corta el aliento y la palabra. Trabados, acto seguido, en un combate cuerpo a cuerpo, ofreciendo a la vista no sólo ya el movimiento de los cuerpos y el amago incierto de las armas ofensivas y defensivas, sino también las heridas y la sangre, dos romanos se desplomaron uno tras otro, mientras que los tres albanos quedaban heridos. Al caer aquéllos, el ejército albano lanzó un grito de júbilo; las legiones romanas, perdida toda esperanza pero no libres de inquietud, estaban angustiadas por la suerte de su único superviviente al que habían rodeado los tres Curiacios. Afortunadamente, éste estaba ileso, aunque en evidente inferioridad: él solo frente a todos a la vez, pero temible para cada uno por separado. 336 Por este motivo, para obligarlos a luchar individualmente, emprendió la huida en la idea de que lo iban a perseguir según a cada uno se lo permitiesen sus heridas. Se había alejado un cierto trecho del lugar del combate y, al mirar hacia atrás, observa que le siguen muy distanciados entre sí y que uno está ya cerca. Se vuelve violentamente contra él, y, mientras el ejército albano grita a los Curiacios que ayuden a su hermano, ya el Horacio, eliminado su adversario, buscaba, victorioso, una segunda pelea. Entonces, con un griterío semejante al de los que animan a los suyos ante un éxito inesperado, los romanos alientan a su combatiente y él se apresura a liquidar la lucha. Antes de que el tercer Curiacio, que ya no estaba lejos, pudiese alcanzarlo, da muerte al segundo. Quedaba ya igualada la lucha, uno de cada bando, pero no tenían la misma moral ni las mismas fuerzas: uno, ileso, y dos veces vencedor, afrontaba lleno de valor su tercera pelea; el otro, arrastrando un cuerpo agotado por la herida, agotado por la carrera, vencido ya por la muerte de sus hermanos ante sus propios ojos, se ofrece a su adversario victorioso. Aquello no fue un combate. El romano grita, fuera de sí: He ofrecido dos víctimas a los manes de mis hermanos; la tercera la voy a ofrecer a la causa de esta guerra, para que el pueblo romano domine sobre el albano. Hunde su espada en vertical en el cuello del Curiacio que a duras penas sostenía las armas y, una vez abatido, lo despoja. Los romanos acogen al Horacio con ovaciones y enhorabuenas. Su alegría era tan intensa cuanto desesperada había sido la situación. Se dedican, después, unos y otros a enterrar a los suyos, con ánimo bien distinto: unos habían ensanchado su poder, los otros habían pasado a dominación extranjera. Los sepulcros existen aún en el lugar en que cayó cada uno; los dos romanos en un mismo sitio, más cerca de Alba; los tres 337 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 338 albanos en dirección a Roma, pero distantes entre sí, según se desarrolló el combate. Antes de marcharse de allí, Metio, ateniéndose al tratado, pregunta a Tulo cuáles son sus órdenes. Tulo le manda que mantenga en armas a la juventud, ya que recurrirá a sus servicios en caso de guerra con Veyos. Sin más, los ejércitos volvieron a casa. Iba Horacio en cabeza, mostrando ante sí los despojos de los tres gemelos. Su hermana, una doncella que había estado prometida a uno de los Curiacios, le salió al encuentro delante de la puerta Capena y, al reconocer sobre los hombros de su hermano el manto guerrero de su prometido que ella misma había confeccionado, se suelta los cabellos y entre lágrimas llama por su nombre a su prometido muerto. Encolerizan al orgulloso joven los lamentos de una hermana en el momento de su victoria y de una alegría pública tan intensa. Desenvaina, pues, la espada y atraviesa a la muchacha mientras la cubre de reproches: Marcha con tu amor a destiempo a reunirte con tu prometido, ya que te olvidas de tus hermanos muertos y del que está vivo, ya que te olvidas de tu patria. Muera de igual modo cualquier romana que llore a un enemigo. Una acción semejante les pareció horrorosa a los senadores y al pueblo, pero su proeza reciente le servía de cobertura. No obstante, fue acusado ante el rey. Éste, para no asumir personalmente la responsabilidad de un proceso tan penoso e impopular y del castigo consiguiente, reunió a la asamblea del pueblo y dijo: De acuerdo con la ley nombro duunviros para que juzguen a Horacio de crimen de alta traición. La ley tenía una fórmula ritual espeluznante: Los duunviros juzgarán el delito de alta traición; si el reo apela al pueblo, se abrirá un debate sobre la apelación; si la sentencia de los duunviros es confir- 338 mada, se le tapará la cabeza, se le colgará con una cuerda del árbol que no produce fruto, se le azotará dentro o fuera del «pomerium». De acuerdo con ella se nombraron los duunviros; estimaban éstos que con semejante ley no podían absolverle ni aunque fuese inocente; le condenaron, pues, y uno de ellos dijo: Publio Horacio, te declaro culpable de alta traición. Lictor, átale las manos. El lictor se había acercado ya y comenzaba a colocarle la cuerda; en ese instante Horacio, por consejo de Tulo, intérprete benévolo de la ley, dijo: Apelo. Y se abrió ante el pueblo el debate sobre la apelación. Los asistentes a aquel juicio se conmovieron, sobre todo cuando Publio Horacio padre declaró que él juzgaba justificada la muerte de su hija; que, de no ser así, habría castigado a su hijo en virtud de su derecho de padre. Suplicaba, a continuación, que no le privasen por completo de hijos, al que poco antes habían visto rodeado de una familia extraordinaria. Tras estas palabras, el anciano, abrazando al joven y mostrando con orgullo los despojos de los Curiacios, fijados en el lugar que hoy se llama Trofeo de Horacio, decía: A éste, a quien hace poco habéis visto marchando con las insignias y las ovaciones de la victoria, romanos, ¿sois capaces de verlo con la horca al cuello, atado, azotado y torturado? A duras penas podrían los albanos soportar la vista de un espectáculo tan vergonzoso. Lictor, anda y ata las manos que hace poco, empuñando las armas, dieron el dominio al pueblo romano. Anda, cubre la cabeza del libertador de nuestra ciudad; cuélgalo del árbol que no produce fruto; azótalo dentro del «pomerium», con tal que sea en medio de sus trofeos y despojos del enemigo, o fuera del «pomerium», con tal que sea en medio de las tumbas de los Curiacios. Pues, ¿a dónde podéis llevar a este joven donde su gloria no lo exima de un suplicio tan vergonzoso? 339 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 340 No pudo el pueblo resistir las lágrimas del padre ni el valor del hijo, el mismo siempre ante cualquier peligro. Lo absolvieron, más por admiración a su valentía que por la justicia de su causa. No obstante, a fin de que el crimen manifiesto fuese purgado con algún sacrificio, se ordenó al padre que purificase a su hijo, con cargo al tesoro público. El padre, después de llevar a cabo unos sacrificios expiatorios que, en adelante, constituyeron una tradición de la familia de los Horacios, atravesó un tronco en la calzada e hizo pasar por debajo al joven, con la cabeza cubierta, como si fuera bajo un yugo. Tal tronco existe todavía, restaurado constantemente por el Estado: se le llama «el tronco de la hermana». A la Horacia se le levantó un sepulcro de piedra tallada en el lugar en que había caído herida de muerte. (TITO LIVIO). 2 Cuando Rómulo murió, muchos años después de haber enterrado a Tito Tacio, los romanos dijeron que el dios Marte le había raptado para conducirle al cielo y transformarle en dios, el dios Quirino. Y como a tal le veneraron a partir de entonces, como hacen hoy los napolitanos con San Genaro. Le sucedió, como segundo rey, Numa Pompilio, al que la tradición nos describe como mitad filósofo y mitad santo, como lo fue varios siglos después Marco Aurelio. Lo que más le interesaba eran las cuestiones religiosas. Y dado que en esta materia debía de existir una gran anarquía porque cada uno de los tres pueblos veneraba sus propios dioses, entre los cuales no se alcanzaba a comprender cuál era el más importante, Numa decidió poner orden. Y para imponer este orden a sus rencillosos súbditos, hizo cundir la noticia de que cada noche, mientras dormía, la ninfa Egeria iba a visitarle en sueños desde el Olimpo, para transmitirle directa- 340 mente las instrucciones para ello. Quien hubiese desobedecido, no era con el rey, hombre entre hombres, con quien habría tenido que habérselas, sino con el padre eterno en persona. La estratagema puede parecer infantil, mas también hoy sigue arraigando, de vez en cuando. En pleno siglo XX, Hitler, para hacerse obedecer por los alemanes, no supo escoger otra mejor. Y, de vez en cuando, descendía de la montaña de Berchstegaden con alguna nueva orden del buen Dios en el bolsillo: la de exterminar a los hebreos, por ejemplo, o la de destruir Polonia. Y lo bueno es que, al parecer, también él se lo creía. En estos asuntos, la humanidad no ha progresado mucho desde los tiempos de Numa. Sin embargo, también en esta leyenda acaso hay un fondo de verdad, o, al menos, una indicación que nos permite reconstruirla. Hayan sido los que fueren sus nombres y sus orígenes, los de la antiquísima Roma, más que verdaderos reyes debieron de ser Papas como por lo demás lo era el «arconte Basileo» en Atenas. En aquellos tiempos, todas las autoridades se apoyaban ante todo en la religión. El poder del propio pater familias, o jefe de casa, sobre la esposa, los hermanos menores, los hijos, los nietos y los esclavos, era más que nada el de un sumo sacerdote a quien Dios había delegado ciertas funciones. Y por esto era tan fuerte. Y por esto las familias romanas eran tan disciplinadas. Y por esto cada cual asumía los propios deberes y los cumplía en la paz y en la guerra. Numa, al establecer un orden de prioridad entre los varios dioses que los distintos pueblos se habían traído a Roma, realizó tal vez una obra política fundamental: la que después per- 341 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 342 mitió a sus sucesores, Tulo Hostilio y Anco Marcio, conducir el pueblo unido a las guerras victoriosas contra las ciudades rivales de la región. Mas, como poderes políticos auténticos, no debían de tener muchos, porque los más grandes y decisivos permanecían en manos del pueblo que les elegía y ante el cual tenían siempre que responder. Esto, de por sí, no significaría nada, porque en todos los tiempos y bajo cualquier régimen quien manda dice hacerlo en nombre del pueblo. Pero en Roma no se trató de palabrerías, al menos hasta la dinastía de los Tarquinos, los cuales, por lo demás, perdieron el trono precisamente porque quisieron quedarse sentados como dueños en vez de como «delegados». Y la división del mando estaba hecha aproximadamente así. y comenzó a nombrar «funcionarios» a quienes encomendárselos. Así nació la llamada «burocracia». El que había sido ante todo un sacerdote se torna obispo, y designa párrocos y curas que le ayuden en las funciones religiosas. Después, necesita también de quien provea a los caminos, al censo, al catastro, a la higiene, por lo que nombra personas competentes que se ocupen de esos asuntos. Así nace el primer «ministerio»: el llamado Consejo de los Ancianos o Senado, constituido por un centenar de miembros que eran descendientes, por derecho de primogenitura, de los pioneros venidos con Rómulo a fundar Roma; al principio, tan sólo tienen la misión de aconsejar al soberano, pero después se tornan progresivamente más influyentes. La ciudad estaba dividida en tres tribus: la de los latinos, la de los sabinos y la de los etruscos. Cada tribu estaba dividida en diez curias o barrios. Cada curia, en diez gentes, o manzanas de casas y cada una de éstas, en familias. Las curias se reunían generalmente dos veces al año, y en estas ocasiones celebraban el comicio curiado, que, entre otras cosas, se ocupaba también de la elección del rey, cuando uno moría. Todos tenían igual derecho de voto. La mayoría decidía. El rey desempeñaba su cargo. Y por fin nace, como organización estable, el ejército, basado a su vez sobre la división en las treinta curias, cada una de las cuales había de proporcionar una centuria, o sea, cien infantes, y una decuria, o sea, diez jinetes con sus caballos. Las treinta centurias y las treinta decurias, es decir, tres mil trescientos hombres, constituían juntas la legión, que fue el primer y único cuerpo de ejército de la antiquísima Roma. Sobre los soldados, el rey, que era su comandante supremo, tenía derecho de vida o de muerte. Mas tampoco este poder militar lo ejerce de manera absoluta y sin control. Dirige las operaciones, pero después de haber pedido consejo al comicio centuriado, o sea, a la legión en armas, cuya aprobación solicita también para el nombramiento de los oficiales que en aquellos tiempos se llaman pretores. Era la democracia absoluta, sin clases sociales, la cual funcionó mientras Roma fue un pequeño y pacífico villorrio habitado por poca gente, la cual raramente asomaba la cabeza fuera de los muros. Después, los habitantes aumentaron y también incrementaron las exigencias. El rey, que antes, además de decir la misa, o sea, de celebrar los sacrificios y los otros ritos de la liturgia, debía aplicar también las leyes, es decir, actuar de juez, ya no tuvo tiempo para asumir todos estos cometidos 342 En suma, los romanos habían tomado todas las precauciones para que el rey no se convirtiese en un tirano. Tenía que quedarse en «delegado» de la voluntad popular. Cuando una ban- 343 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 344 dada de pájaros pasaba por los aires o un rayo partía un árbol, era deber suyo reunir a los sacerdotes, estudiar con ellos el sentido de aquellos signos y, si le parecía que significaban algo no muy bueno, designar los sacrificios que debían realizarse para aplacar a los dioses, evidentemente ofendidos por algo. Cuando dos particulares litigaban entre sí y acaso uno robaba o degollaba al otro, no era asunto suyo ocuparse de ello. Pero si uno cometía algún delito contra la comunidad o el Estado, entonces unos guardias lo conducían a su presencia y tal vez le condenaba a muerte. Por lo demás, no podía tomar decisiones. Tenía que pedirlas en tiempo de paz a los comicios curiados y en tiempos de guerra, a los centuriados. Si era astuto, lograba, como todavía ocurre hoy, presentar como «voluntad del pueblo» la suya personal. De lo contrario, tenía que soportarla. Mas siempre debía rendir cuentas, para ejecutarla, al Senado. Tal era el orden que el primer rey de Roma, haya sido o no Rómulo, y fuese la que fuere la raza a la que pertenecía, dio a la Urbe. Y tal fue el que su sucesor Numa dejó a su sucesor Tulo Hostilio, de temperamento mucho más vivaz. Éste llevaba en la sangre la política, la aventura y la codicia. Pero el hecho de que el comicio le hubiese elegido, precisamente a él, por soberano significaba que, tras los cuarenta años de paz que le asegurara Numa, toda Roma tenía muchas ganas de movimiento. De los burgos y ciudades que la circundaban, Alba Longa era la más rica e importante. No sabemos qué pretexto escogió Tulo para declararle la guerra. Tal vez ninguno. Mas ocurrió que un buen día los atacó y arrasó, por bien que la leyenda haya transformado aquel acto de fuerza en un acto caballeresco y casi simpático. Dícese, en efecto, que ambos ejércitos remitieron la suerte de las armas a un duelo entre 344 tres Horacios romanos y tres Curiacios albalonganos. Éstos mataron a dos Horacios. Pero el último, a su vez, les mató a ellos y decidió la guerra. Permanece el hecho de que Alba Longa fue destruida y su rey, atado por las piernas a dos carros que, lanzados en dirección opuesta, le despedazaron. Así fue como Roma trató a la que consideraba como su madre patria, la tierra de donde decía que sus fundadores habían venido. Naturalmente, el advenimiento debió de alarmar un poco a todas las demás poblaciones de la región que, no habiendo experimentado la influencia etrusca, se habían quedado atrasadas en el llamado progreso y, por tanto, se sentían más débiles y estaban peor armadas que los romanos. Tulo Hostilio y su sucesor Anco Marcio, que siguió el ejemplo, buscaron camorra un poco con todas ellas. Para concluir, el día en que fue elevado al trono Tarquino Prisco como quinto rey, Roma era ya el enemigo público número uno de aquella región cuyos límites no se conocen con exactitud, pero que debía de extenderse aproximadamente hasta Civitavecchia, al Norte, cerca de Ricti, al Este y hasta Frosinone, al Sur. Ahora bien, es muy probable que esa política de conquistas, destinada a tornarse aún más agresiva con los tres últimos reyes de la dinastía tarquina, fuese de inspiración sobre todo etrusca. Y esto por un simple motivo: mientras latinos y sabinos eran agricultores, los etruscos eran industriales y comerciantes. Cada vez que estallaba una nueva guerra, los primeros tenían que abandonar sus tierras, dejándolas arruinar, para enrolarse en la legión, de forma que se arriesgaban a perderlas si el enemigo vencía. Los segundos, en cambio, llevaban siempre 345 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 346 las de ganar: aumentaban los consumos, llovían los «pedidos» del gobierno y, en caso de victoria, conquistaban nuevos mercados. En todos los tiempos y en todas las naciones ha sido siempre así: los habitantes de las ciudades quieren las guerras contra la voluntad de los campesinos que, además, tienen que hacerlas. Cuanto más se industrializa un Estado, más ventaja saca la ciudad al campo y más aventurera y agresiva se torna su política. Hasta el cuarto rey, el elemento campesino prevaleció en Roma y su economía fue sobre todo agrícola. Aquellos tres mil trescientos hombres que constituían su ejército nos demuestran que la población total debía de ascender a unas treinta mil almas, de las cuales la mayor parte estaba seguramente diseminada en el campo. En la ciudad propiamente dicha debió de estar, poco más o menos, la mitad, que a la sazón se había desparramado desde el Palatino sobre las demás colinas. La mayor parte de ellos vivían en cabañas de barro construidas confusa y desordenadamente, con una puerta para entrar en la vivienda, pero sin ventanas y una sola estancia donde comían, bebían y dormían todos juntos, padre, madre, hijos, nueras, yernos, nietos, esclavos (quien los tenía), gallinas, asnos, vacas y cerdos. Por la mañana, los hombres bajaban al llano para labrar la tierra. Y entre ellos estaban también los senadores que, como todos los demás, uncían sus bueyes y sembraban la simiente o segaban las espigas. Los chicos les ayudaban, pues la labor del campo era su única y verdadera escuela, su único y verdadero deporte. Y los padres aprovechaban la ocasión para enseñarles que la semilla sólo daba buen fruto cuando el cielo mandaba el agua y sol en justas dosis sobre la gleba; solamente cuando 346 los dioses lo querían; que los dioses sólo lo querían cuando los hombres habían cumplido sus deberes hacia ellos; y que el primero de estos deberes consistía en la obediencia de los jóvenes a los viejos. Así crecían los ciudadanos romanos, al menos los de ascendencia latina y sabina, que debían de constituir la mayoría. La higiene y el cuidado de la propia persona debían de estar reducidos al mínimo, incluso para las mujeres. Nada de afeites, nada de coqueterías, poca agua o nada de ella, la cual las mujeres tenían que ir a buscar abajo y traer en ánforas puestas sobre la cabeza. No había retretes ni cloacas. Se hacían las necesidades puertas afuera y allí se dejaban. Barbas y cabello crecían descuidadamente. En cuanto al vestir, es mejor no hacer caso de los monumentos, que, por lo demás, pertenecen a épocas mucho más recientes, cuando Roma poseía una verdadera industria textil y una categoría de sastres evolucionados, que en su mayor parte eran de origen y de escuela griegos. En aquellos tiempos lejanos, la toga, que después adquirió tanta grandiosidad, o no había nacido aún o estaba reducida a su aspecto más elemental. Tal vez se asemejaba a la túnica que hoy usan los abisinios: un trozo de tela blanco, tejido en casa por las esposas e hijas con lana de oveja, con un agujero en medio para pasar la cabeza. Pocos tenían una de recambio. En general, llevaban siempre la misma, en verano y en invierno, de día y de noche; imaginad con qué consecuencias. No se privaban de ningún placer, ni siquiera de los de la mesa. Contra las teorías de los modernos científicos americanos, según los cuales la fuerza de un pueblo viene condicionada por su consumo de calorías y vitaminas, que a su vez está condicionado por la variedad de alimentos, los romanos demos- 347 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 348 traron que se puede conquistar también el mundo comiendo tan sólo un amasijo mal cocido de agua y harina, dos aceitunas y un poco de queso, regado solamente los días de fiesta con un vaso de vino. El aceite parece ser que llegó más tarde y, al principio, sólo lo usaron para untarse la piel, en defensa de las quemaduras del frío y de las del sol. Ello debía de aumentar no poco el hedor general. A este régimen no escapaba siquiera el rey, que tan sólo con la dinastía de los Tarquinos tuvo un uniforme, un yelmo e insignias especiales. Incluso Anco Marcio fue igual entre los iguales, también aró la tierra detrás de bueyes uncidos al yugo, sembró la simiente y segó la espiga. No parece ser cierto que tuviese un palacio o por lo menos una oficina. Sí, en cambio, que andaba entre la gente sin una escolta para protegerse, porque, de haber tenido una, todos le habrían acusado de querer reinar por la fuerza en vez de con el consenso del pueblo. Las decisiones las tomaba bajo un árbol, o sentado a la puerta de su casa, tras haber oído las opiniones de los ancianos que formaban círculo a su alrededor. Subía a la cátedra, y tal vez vestía un traje especial sólo cuando tenía que realizar un sacrificio o celebrar alguna otra ceremonia religiosa. Los romanos tampoco iban a la guerra con algo que semejase una organización militar propiamente dicha. El pretor que mandaba la centuria o la decuria no tenía insignias de grado. Las armas eran sobre todo garrotes, piedras y toscas espadas. Hizo falta tiempo antes de que se llegase al yelmo, al escudo y a la coraza, invenciones que entonces debieron de conseguir el efecto que en nuestros días realizaron la ametralladora y el tanque. Así pues, las grandes campañas que Roma emprendió 348 bajo sus primeros y belicosos reyes debieron de parecer, más que nada, expediciones punitivas y resolverse en grandes matanzas de hombre contra hombre, sin asomo de táctica y de estrategia. Los romanos las ganaron no tanto por ser los más fuertes, sino porque eran los más convencidos de que su patria había sido creada por los dioses para efectuar grandes empresas y que morir por ella constituía no un mérito, sino solamente el pago de una deuda contraída en el momento de nacer. El enemigo, una vez abatido, cesaba de ser un «sujeto» para convertirse solamente en un «objeto». El romano que lo había hecho prisionero le consideraba como una cosa propia: si estaba de mal humor, lo mataba; si estaba de buen humor, se lo llevaba a casa como esclavo y podía hacer de él lo que quisiera: matarlo, venderlo, obligarlo a trabajar... Las tierras eran requisadas por el Estado y arrendadas a los súbditos. Con mucha frecuencia se destruían las ciudades y se deportaba a sus moradores. Con estos sistemas, Roma creció a expensas de los latinos al sur, de los sabinos al este y de los etruscos al norte. En el mar, del que distaba pocos kilómetros, no osaba aventurarse porque todavía no tenía una flota y su población campesina desconfiaba de él por instinto. Bajo Rómulo, Tito Tacio, Tulo Hostilio o Anco Marcio, los romanos fueron «rurales» y su política, «terrestre». Fue el advenimiento de una dinastía etrusca lo que cambió radicalmente las cosas, tanto en la política interior como en la exterior. (I. MONTANELLI, Storia di Roma). 349 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 350 2. La arquitectura pública y privada Aproximación inicial Independientemente de su nivel de precisión, la descripción que ofrezcan los alumnos de un atrio, un acueducto o una plaza de toros, inspirada en los anfiteatros romanos, con su arena circular y sus gradas, así como la estructura común de una plaza mayor, con sus edificios públicos y religiosos, servirá de excelente introducción a las distintas construcciones de la arquitectura pública y privada en Grecia y Roma. Información Pericles (495-429 a. de C.) fue hijo de Jantipo y de Agariste, mujer que pertenecía al linaje de los Alcmeónidas. Se opuso al gobierno de Cimón, y con Efialtes intentó conseguir una democracia amplia. Después del asesinato de Efialtes y el exilio de Cimón en el año 461 a. de C., obtuvo el liderazgo político de Atenas. La democracia se evidenció en la ampliación de los derechos a las clases bajas, la distribución de jornales entre los que querían presenciar las asambleas del pueblo y no podían perder ningún ingreso, y la ampliación del poder del demos («asamblea del pueblo») y de la boulé («consejo de los quinientos», sorteados entre la población). El derecho de ciudadanía se restringió a los hijos de padre y madre atenienses. Pericles fue escogido como estratega durante varios años consecutivos (442-429 a. de C.) y pudo determinar la política casi en solitario en el consejo de los diez estrategas. Ésta estaba orientada a la ampliación del poder ateniense dentro de la Confederación Marítima Ático-Délica, a la lucha con- 350 tra los persas y al saneamiento de las relaciones con Esparta. Con los persas se hizo un tratado en el año 449 a. de C. (la Paz de Calias), y con los espartanos se consiguió tres años más tarde la Paz de los Treinta Años. Por supuesto, Pericles tuvo que soportar la oposición de las fuerzas aristocráticas. Pericles persiguió conscientemente una unidad política y cultural, y trató de proporcionar a Atenas una posición tan brillante y dominante, por lo menos, como con los Pisistrátidas (560-511 a. de C.). Amplió las fortificaciones comenzadas por Temístocles y abogó por la construcción de la tercera «gran muralla» que comunicaba la ciudad portuaria del Pireo con Atenas. La Alianza Marítima Ático-Délica se subordinó completamente a Atenas y las riquezas de su tesoro, en su mayor parte de Delos, se transfirieron a Atenas y se emplearon para el embellecimiento y ampliación de la ciudad. Así comenzaron la reconstrucción del santuario de Deméter en Eleusis y la construcción del Partenón (447-438 a. de C.) en la Acrópolis, que todavía estaba llena de escombros desde su destrucción por los persas en el año 480 a. de C. Ese largo periodo en ruinas tal vez se pueda explicar por los continuos esfuerzos a causa de la guerra, los cuales habrían sido superados con los dos tratados de paz. En cuanto al aspecto cultural, Atenas consiguió una posición directriz gracias al ambiente que rodeaba a Pericles: el filósofo Anaxágoras, el poeta Sófocles, el historiador Herodoto y el arquitecto y escultor Fidias, entre otros. Se iniciaron concursos musicales en un nuevo odeón a los pies de la Acrópolis y se estimularon las representaciones teatrales. A Esparta le resultó imposible tolerar el creciente poder de Atenas. Los conflictos de ésta con las aliadas de Esparta, Corinto y Megara, dieron lugar a la guerra del Peloponeso, que estalló en el año 432- 351 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 352 431 a. de C. Pericles replegó a la población del campo dentro de las «grandes murallas» y dejó el Ática como pasto para las tropas espartanas. Sin embargo, esto condujo a fricciones y al hambre, y posiblemente a la peste, de tan mala fama, que azotó a la ciudad en dos oleadas en los años 429 y 428 a. de C.; esta enfermedad podría haber tenido su origen en las condiciones antihigiénicas, aunque un elemento exógeno, como en la Edad Media, sería la causa más probable. Tal vez Pericles también tuvo que soportar muchos ataques personales por ello: en las comedias se le acusó de abuso de poder, y su segunda esposa, la influyente Aspasia, originaria de Mileto, fue como una espina clavada para muchos. Fidias, amigo personal de Pericles, ya había tenido que marcharse en el año 438 a. de C. a causa de un supuesto hurto de oro. Probablemente, también Pericles murió a causa de la peste del año 429 a. de C. Por lo demás, el enfrentamiento con Esparta sólo acabaría en el año 404 con un tratado de paz excesivamente desfavorable para Atenas. necesariamente de los propios autores. Sin embargo, la mayoría de las veces se describe una imagen positiva, casi hagiográfica. Es fiel a su esposa Aspasia. Su rigurosa castidad es ilustrada tanto por Valerio Máximo como por Cicerón (De officiis) con el relato en el que, cuando su amigo Sófocles, escritor de tragedias y compañero estratega, alabó en cierta ocasión en términos entusiastas la belleza de un joven que pasaba, le reprendió diciéndole que se tenía que mostrar recatado no sólo con sus manos sino también con su mirada. Su perspicacia táctica se evidenció en la justa ponderación de abandonar la tierra al enemigo y hacer la guerra en el mar. Sus dones retóricos no se conocen por los discursos escritos de su puño y letra, pero sí a través de los admirables discursos que Tucídides le hace expresar en su obra histórica: el referente a la decisión de empezar la guerra con Esparta, el relativo a los caídos en el primer año de guerra, y el realizado para defenderse y para estimular a la población durante el segundo año de guerra. Plutarco califica a Pericles como el mejor orador de su tiempo; es incorruptible, reservado en el trato y nunca busca el beneficio personal. En su biografía paralela, lo enlaza con Fabio Máximo, entre otros, porque ambos mantenían una línea de gobierno constante frente a la errónea política del día a día. También Tucídides, que asimismo ejercía como estratega en la política y la guerra, da una imagen positiva retomada por los oradores del siglo IV Isócrates y Demóstenes, quienes también alabaron la política edificadora de Pericles. La crítica ya surgió en el siglo V, proveniente de los autores de comedias, sólo conocidos gracias a fragmentos de sus obras, Éupolis y Cratino y, póstumamente, en Los Acarnienses (425 a. de C.) y La Paz (421 a. de C.) de Aristófanes. Pericles sirvió, desde la Ilustración, como ejemplo de político moderno y crítico en el que domina la razón. La oración fúnebre, arriba mencionada, se hizo muy famosa y, muy a menudo, se imita en los siglos XVIII y XIX. Algunos de sus fragmentos se colocaron en los autobuses londinenses en 1915, con la finalidad de animar a los ingleses a ir a luchar contra Alemania. Y Pericles, que fue el que desarrolló Atenas hasta transformarla en la capital cultural de Grecia, se convirtió naturalmente en el representante por excelencia de este auge, durante la creciente admiración que surge desde finales del siglo XVIII por la Hélade. El gran florecimiento artístico y literario condujo a menudo a la glorificación del hombre que había hecho esto posible. Las críticas recogidas en el Gorgias de Platón y en El Estado de los Atenienses de Aristóteles se atribuyen a desconocidos y no son 352 En la literatura y el arte se ha reservado un lugar modesto para este hombre de Estado. Plutarco ha descrito su aspecto: tendría una cabeza asimétrica y exageradamente grande. Este rasgo físico 353 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 354 ya había dado lugar a apelativos como el de «cabeza de cebolla». Los retratos le muestran llevando un casco, según Plutarco por las razones mencionadas, pero, en realidad a causa de sus funciones. Fidias se habría representado con él en el escudo de la estatua de Atenea para el Partenón, lo cual dio motivo para la crítica por ser ilícitas las glorificaciones personales. En la Antigüedad, sólo se conocen retratos de la época posterior a Pericles y faltan las representaciones narrativas. (E. M. MOORMANN & W. UITTERHOEVE). Actividades 1. Las ilustraciones del Partenón, la metopa de hombre y centauro así como la maqueta con la reconstrucción de la acrópolis quedan suficientemente explicadas con la lectura del texto La construcción del Partenón. En cuanto al famoso friso de las cariátides del Erecteo, en la Acrópolis de Atenas, se puede decir que se da el nombre de cariátide a toda figura femenina que realiza la función de columna (si es masculina, se denomina atlante, en alusión al titán que sujeta el mundo). Aparecen a menudo en las artes menores (así, un gran número de trípodes o calderos descansan sobre los brazos levantados o la cabeza de graciosas estatuas femeninas). Las cariátides, pues, son mucho menos frecuentes como elemento arquitectónico (destacan las fachadas de los tesoros de Cnido y Sifno, en Delfos, y, sobre todo, las del Erecteo de Atenas). Son seis muchachas, cuatro en la fachada y una a cada lado, que se yerguen sobre un muro que disimula la escalera secreta por donde se bajaba desde la plataforma sagrada hasta el interior del templo. La mayoría de especialistas coincide en afirmar que representan a las arréforas, jóvenes que, una vez al 354 año y en una cesta colocada sobre la cabeza, transportaban desde el Erecteo hasta el santuario de Afrodita, objetos rituales y misteriosos. Por esta razón, el curioso capitel adopta la forma de un cesto. Una tradición recogida por Vitrubio afirmaba que los habitantes de Carias (Laconia) se aliaron con los persas y que algunas mujeres se unieron a ellos en el lecho; los griegos, tras conseguir la victoria, se habrían vengado matando a los hombres y vendiendo como esclavas a las mujeres y, para que no se olvidara la traición, los arquitectos habrían erigido estatuascolumna de las mujeres cariátides, quienes soportarían así el peso de su vergüenza eternamente. Esta tradición carece de fundamento, pues ya hemos visto que las cariátides arquitectónicas son muy anteriores a las guerras Médicas (tesoro de Sifnos, 525 a. de C.). Actividades de refuerzo 4. Se tardaba cerca de media hora en recorrer a pie el contorno de las murallas de la antigua Pompeya. La población de la ciudad, de unas veinte mil almas, era cuatro veces más numerosa que la de Herculano y representaba el promedio de las ciudades italianas de aquella época. En sus orígenes, Pompeya no había sido más que un irregular conglomerado de edificios, pero en el siglo V a. de C. se había hecho ya una planificación urbanista metódica y geométrica, conforme al modelo griego. A partir de entonces, se había ido expandiendo gradualmente. Sila y Augusto habían contribuido en ella con edificios y monumentos embellecedores; pero la máxima actividad edilicia se efectuó bajo Nerón, a consecuencia del terremoto del 355 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 356 año 62 a. de C. Sus calles, ateniéndonos a los criterios urbanísticos de hoy, son demasiado estrechas; pero esta característica, así como los balcones que resalían de muchas casas y tiendas, proporcionaba un poco de sombra durante los tórridos estíos. Estaban pavimentadas con grandes lastres de lava grisácea del Vesubio, en las que son todavía visibles los profundos surcos cavados por las ruedas de los carruajes. Como a menudo se llenaban de basuras o se inundaban de agua, se había dispuesto en ellas, a trechos grandes, piedras que permitiesen a los peatones cruzar de una acera a otra. Las encrucijadas de las calles de la ciudad desierta, sacadas a luz por las excavaciones, impresionaron profundamente a Madame de Staël, quien habla de ellas en su novela Corinne ou l’Italle, donde describe sus viajes: Cuando te detienes en medio de una de estas encrucijadas, desde las que se ven todas las zonas de la ciudad, que sobrevive aún casi completa, parece que estés esperando a alguien, que el dueño esté a punto de llegar, y de la misma apariencia de vida que ofrece este sitio hace que se sienta con mayor tristeza el silencio eterno que reina en él. Muchas de aquellas encrucijadas estaban provistas de fuentes, adornadas con mascarones esculpidos en piedra, y de abrevaderos, servidos –igual que los grandes baños públicos– por depósitos que alimentaba una derivación del acueducto, de veintiséis kilómetros de longitud, del Serino, construido tierra adentro en las proximidades del Avelino. En las murallas de Pompeya, muy importantes para los estudiosos de las fortificaciones antiguas de Italia, pueden distinguirse cuatro fases de construcción sucesivas. En un principio, no hubo más que un terraplén defendido con una empalizada; después, a mediados del siglo V, se le añadió un revestimiento de toba y 356 de piedra calcárea del Sarno, que fue reforzado varias veces en el siglo II a. de C., y al que, hacia el año 100 a. de C., se añadieron doce torres. Hay siete puertas, de importancia y arquitectura diversas; algunas de ellas estuvieron originariamente ornadas con estatuas de Minerva. Junto a los muros estaban, por fuera, los cementerios, con filas de mausoleos en forma de capillas de variada arquitectura; se han hallado algunos que contenían bellas pinturas murales, joyas y otros objetos valiosos. Porque los difuntos debían poder gozar en el más allá de algunas de las cosas gratas que poseyeron en esta vida. Sus parientes no se contentaban con visitar sus tumbas, sino que celebraban en ellas festines anuales; pero, cuando buscaron refugio en las mismas durante la famosa erupción del Vesubio, muchos quedaron a su vez sepultados. En Pompeya, la relación entre los muertos y los vivos es siempre íntima y compleja. Los edificios públicos resisten bien la comparación con los de cualquier otra ciudad de las mismas proporciones, aun en la Italia de hoy, donde son tantas las ciudades pequeñas que desde el Renacimiento pueden estar orgullosas de sus bellas plazas y de sus espléndidos palacios municipales. Como el reducido foro triangular de la primera Pompeya griega, el gran foro rectangular, construido después en otra parte de la población, sobre uno de sus escasos terrenos llanos, era un conjunto de magnífica concepción, con su columnata de edificios de dos plantas, recubiertos de estucos y pinturas, los cuales medían ciento cincuenta y cinco metros de largo por treinta y ocho de ancho: casi un precedente de la Plaza de San Marco de Venecia. En el lado occidental estaba la basílica, noble edificio con columnatas interiores, que servía para reu- 357 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 358 niones de carácter jurídico, comercial y social: antepasado de las iglesias basilicales, de los tribunales y lonjas, así como de esos pasajes cubiertos, las galerías, en que suelen darse hoy cita los habitantes de las ciudades italianas. Pompeya posee también un anfiteatro de piedra, lo bastante grande como para que quepa sentada en él toda la población de la ciudad; mucho más antiguo que su equivalente de Roma, es el edificio más antiguo de este género que ha llegado hasta nosotros. La Campania, bajo el influjo de los samnitas y los etruscos, sentía especial pasión por los crueles juegos gladiatorios y quizá se la transmitiese a los romanos. Pompeya contaba también con cuarteles para los gladiadores, en los que había unas cien celdas, repartidas en dos pisos y agrupadas en torno a un gran espacio rectangular. En estos edificios se encontraron sesenta y tres esqueletos de personas que perdieron la vida durante la erupción, entre ellos el de una mujer enjoyada, que había ido allí de visita. En muchas partes de la ciudad abundan los graffiti que celebran a los gladiadores favoritos. Por fortuna, los pompeyanos eran tan aficionados al teatro como a los juegos circenses. Había en la ciudad dos bellos teatros de piedra: ¿son hoy numerosas, acaso, las ciudades de veinte mil habitantes que puedan enorgullecerse de tener igual proporción de teatros? El Gran Teatro de Pompeya, lo mismo que el anfiteatro, es más antiguo que cualquier edificio equivalente de Roma; los asientos de toba de su cávea se construyeron unos trescientos años antes que el Coliseo. Pompeya se gloriaba también de poseer un elegante Teatrillo u Odeion, con capacidad para mil o mil quinientos espectadores, los cuales, a diferencia de los del Gran Teatro, tomaban 358 asiento bajo una especie de techumbre. Aunque las funciones teatrales no tuviesen, seguramente, tanto público como los combates de gladiadores, era mucho, empero, el entusiasmo que suscitaban, a juzgar por los numerosos graffiti que alaban a los actores y por la bella efigie en bronce de uno de ellos, descubierta en las excavaciones. Pompeya poseía además dos campos de deportes (llamados palestras) y no menos de cuatro lujosos establecimientos de baños públicos (¡mucho más, también en este caso, de lo que pueda hallarse hoy día en ciudades del mismo tamaño!). Sus calidaria, tepidaria y frigidaria, y a veces sus laconica (los hoy conocidos como «baños turcos»), aunque pequeños en comparación con los más vastos y tardíos edificios del mismo género en la capital, nos proporcionan las más completas y pormenorizadas informaciones de cuantas podemos obtener en parte alguna del mundo romano acerca de sus baños, sus refinados sistemas de calefacción central, y la animada vida social que allí se desenvolvía. Como en otras ciudades del Imperio, la vida estaba íntimamente ligada con la religión, ya fuese ésta la oficial, ya la individual o doméstica. En Pompeya se han sacado a la luz diez templos dedicados a diferentes divinidades, si bien en la mayoría de los casos se trata de escasas y decepcionantes ruinas. El santuario del protector de la comunidad griega primitiva, Heracles, apenas tiene nada que mostrar. El templo de su sucesor, Apolo, en tanto que principal deidad de la comunidad local, es más fácilmente reconstruible, pues aún pueden verse parte de las cuarenta y ocho columnas de su pórtico, así como una soberbia estatua de bronce del dios (que es sólo una copia, mientras que el original se guarda en el museo de 359 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 360 Nápoles). Sin embargo, durante la mayor parte de su existencia, Pompeya estuvo bajo la protección especial de la diosa Venus –la Afrodita griega–, que era para los pompeyanos la deidad omnipresente, garantizadora de su vida amorosa así como protectora de la naturaleza misma y del Universo. Con todo, su templo, gravemente dañado por el terremoto del 62, apenas había empezado a reconstruirse cuando sobrevino la catástrofe final. El templo de Júpiter, rey de los dioses, se hallaba en un extremo del foro, como era de rigor en una ciudad romana. Había también allí varios monumentos dedicados al culto a los emperadores, en particular un santuario dedicado al genio de Vespasiano, emperador que murió sólo un año antes de la destrucción de la ciudad. Estos diversos cultos eran más o menos formales, de carácter nacional y cívico; pero los que calaban mucho más hondo en los sentimientos de los pompeyanos, como en los de millones de habitantes del Imperio, eran los cultos de las religiones mistéricas, que prometían a sus iniciados la salvación en la vida futura y cuya ulterior difusión por todo el mundo antiguo impediría pronto el cristianismo. En Pompeya, uno de tales lugares de culto, el templo de la divinidad egipcia Isis es el mejor conservado de todos los edificios de la ciudad; sus exóticas características, propias de una comunidad en la que había fuerte proporción de mercaderes orientales, en 1788 las reprodujo Giambattista Piranesi en un bello grabado. Al producirse la erupción, los sacerdotes de Isis, que estaban comiendo, huyeron por las calles llevándose consigo los tesoros del templo. Pero fueron sucumbiendo uno tras otro, al tiempo que se dispersaban sus bienes según caían; los últimos supervivientes buscaron refugio en una casa, don- 360 de quedaron aprisionados y murieron. Otro culto mistérico de Pompeya fue el de Dioniso, dios del vino y libertador de la humanidad; los ritos dionisíacos aparecen pintados en los muros de la llamada Villa de los Misterios, fuera de la ciudad, auténtico memorial de su enigmático esoterismo. Pero son las casas particulares de Pompeya las que constituyen aún la más estupenda serie de monumentos de la ciudad; son únicas, junto con las de Herculano, en su potencia evocadora del mundo antiguo. Nos referimos, claro está, a las de las clases sociales superior y media; pues las de los pobres, a no ser que viviesen encima de sus tiendas o talleres, eran demasiado humildes y precarias como para sobrevivir. La casa típica de los pompeyanos más ricos constaba, en su primera época, de una sola planta, aunque después se añadieron otras, y es un edificio abierto sólo hacia el interior, ciego para la calle (como luego lo serían las casas de las ciudades árabes), con cierto número de piezas agrupadas en torno a un atrio que recibía la luz por arriba; detrás suele haber un jardín –o más de uno–, cerrado por una columnata o peristilo. A nosotros estas casas nos parecen una curiosa combinación de elegancia y falta de comodidad. Las habitaciones eran, generalmente, pequeñas; las cocinas y los baños, de tosca construcción e incómodos; la iluminación y la calefacción, insuficientes; las ventanas, pocas y por lo común sin vidrios: las vidrieras de selenita –una especie de yeso– eran más raras en las casas particulares que en los baños públicos. Por lo tanto, en invierno haría en tales interiores un frío mortal y, si los batientes permanecían cerrados, debían de reinar olores no muy agradables (a veces se procuraba disimularlos tostando pan). Así y todo, estas pequeñas estancias están llenas de 361 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 362 pinturas murales y sus pavimentos, cubiertos de mosaicos, lo cual, junto con los abundantes relieves de estuco, compone la más exquisita decoración de interiores que jamás se haya visto. Parece ser que los antiguos creían romper la armonía de las líneas arquitectónicas si colgaban cuadros en las paredes. En cambio, las recubrían enteramente con pinturas al fresco; algunas de las más bellas pueden verse hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Los temas representados son variadísimos: escenas mitológicas, paisajes idílicos que prefiguran los de Alessandro Magnasco, fantasías arquitectónicas, retratos, naturalezas muertas que prenuncian las de los pintores holandeses del siglo XVII, escenas de amor y de erotismo. Algunas son copias de obras griegas; otras son originales. Es una pintura ligera, aérea, alegre y graciosa, que muestra el perfecto dominio de una técnica difícil por parte de los artistas y, por la de los ricos propietarios comitentes, un gusto bastante seguro. Los mosaicos son también una de las maravillas del arte decorativo antiguo. Los romanos conocían las alfombras orientales, pero raramente las usaban para cubrir sus suelos, para los que preferían una decoración musivaria, tan esencial a la belleza de un interior como las pinturas de las paredes. Los mosaicos pueden clasificarse, aproximadamente, dividiéndolos en dos categorías: el tapete, con motivos insertos en un panel central (emblema) rodeado de mosaico uniforme, sin dibujos; y el tapiz, con dibujos que se extienden por toda la superficie y que reproducen a veces pinturas famosas, como por ejemplo la batalla de Isso, entre Alejandro y Darío. En contraste con esta profusión ornamental de las paredes y del 362 pavimento, los muebles eran escasos, al menos para nuestras costumbres actuales. Pero las mesas de bronce y las lámparas, los bastidores y los pies de los lechos, los divanes de madera y los trípodes que han llegado hasta nosotros muestran que el mobiliario, en su esencial sencillez, era funcional, elegante, y marcaba una neta distinción entre las piezas de valor y los objetos de producción corriente. Las casas de Pompeya formaban un todo con sus jardines, que eran y siguen siendo, deliciosos precursores de los jardines al estilo italiano. Gracias a ellos, las pequeñas y oscuras habitaciones tenían siempre asegurada la comunicación con el exterior y con el aire libre; y la sugestiva mezcla que en ellos encontramos de plantas, flores y árboles con estatuas, bajorrelieves, fuentes con mascarones y máscaras colgantes balanceadas por el viento, realiza la feliz fusión de naturaleza y arte que Goethe consideraba como la principal característica de Pompeya. (M. GRANT, Eros en Pompeya). 3. Léxico Actividades 1. a + 9; b + 1; c + 3, d + 2; e + 6; f + 7; g + 10; h + 4; i + 5; j + 8. 2. a + 6; b + 7; c + 4; d + 1; e + 3; f + 2; g + 5. 3. a + 9; b + 11; c + 4; d + 6; e + 7; f + 10; g + 2; h + 3; i + 8; j +; 1 k + 5. 4. a + 3; b + 1; c + 2; d + 5; e + 4. 363 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 364 5. 1 F, 2 V, 3 F, 4 V, 5 V, 6 F, 7 V. unidad 10 6. a + 7; b + 3; c + 1; d + 2; e + 8; f + 5; g + 4; h + 6. 7. 1 campus, 2 excursus, 3 in situ, 4 desideratum, 5 modus vivendi, 6 statu quo, 7 ad nauseam. 1. Los reyes etruscos Aproximación inicial Sobre la civilización etrusca hay información abundante en el apartado de Actividades de refuerzo. Si los alumnos no saben nada de los etruscos, el profesor debe apuntar únicamente que son un pueblo que apareció durante el siglo VIII a. de C., en la actual región italiana de la Toscana, aunque su procedencia se discute aún hoy. Además, en esta breve exposición se añadiría que los etruscos estuvieron en contacto con la cultura helénica a través de las colonias griegas en el sur de Italia y Sicilia, y que desarrollaron una importante civilización, la cual influyó poderosamente en la posterior romana. En las monarquías actuales, el sucesor del rey es su hijo primogénito, o los demás hijos o descendientes directos, hermanos del rey, descendientes de la rama colateral, etc., con unas reglas en el orden de sucesión al trono muy estrictas. Hay monarquías en las que se mantiene el mejor derecho del primogénito, independientemente de que sea hijo o hija, y otras en las que sólo reina la hija mayor en el caso de ausencia de hijos varones (como la española). El concepto de república y las diferencias que presenta con la monarquía podrán explicarlo a partir de la información extraída de «Las formas de gobierno en Roma» (pp. 256-259 del anexo). 364 365 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 366 Información La información sobre los reinados de Numa Pompilio, Tito Tacio y Anco Marcio se encuentra en esta misma guía, en la unidad 9. Sobre estos personajes versa precisamente una de las exposiciones propuestas en las «Actividades de refuerzo». Actividades 1. a) Los hallazgos arqueológicos han confirmado que, en el siglo VII a. de C., los etruscos se apoderaron de Roma y que la dinastía toscana de los Tarquinios reinó desde el 616 al 510 a. de C. En el año 509 a. de C., la tiranía de Tarquinio el Soberbio provocará la sublevación de Roma, y hasta mediados del siglo III, tras largas campañas militares, no se consiguió someter definitivamente a los etruscos de toda Italia. a7) La ilustración presenta un hermoso relieve en madera (1643) conservado en el Museo Capitolino de Roma. En la parte superior izquierda, vuela el águila con el sombrero de Tarquinio. En el carro, aparecen éste y Tanaquil y, sobre ellos, algunos monumentos romanos anacrónicos como el Panteón (siglo II) y la pirámide de Cestio (12 a. de C.). En la parte superior derecha, vemos a Numa Pompilio y la ninfa Egeria ante el roble sagrado. b2) A partir del ensayo que Bachofen dedicó a Tanaquil (Die Sage von Tanaquil, 1870), se ha hablado de una primacía femenina en Etruria, de matriarcado, evidenciado por el uso del matronímico en vez del patronímico para individualizar a las personas, lo que le llevó a la conclusión de que en la sociedad etrusca el nombre, la pertenencia a la familia y los derechos sucesorios se transmiten por vía materna. Por otra 366 parte, la arqueología había revelado que las etruscas sabían leer, participaban en banquetes junto a los hombres, recostadas al igual que ellos y no sentadas como las romanas (así se observa en el famoso sarcófago de la ilustración); además, gozaban de gran prestigio y libertad de acción. La canción de cuna etrusca conservada por Persio corroboraría la idea de que el que se casaba con la hija del rey se convertía en el futuro rey: Hunc optent generum rex et regina, puella hunc rapiant; quidquid calcaverit hic rosa fiat («Que lo deseen como yerno un rey y una reina. Que las chicas se lo disputen. Que por donde pise nazca una rosa»). E. Cantarella, como otros muchos especialistas, ha puesto recientemente en entredicho la teoría matriarcal etrusca y, si bien admite que las mujeres participaban de una cultura social y jurídica diferente de la romana, la cual les garantizaba una considerable dignidad, libertad de movimientos y ciertos derechos que una romana envidiaría, en ningún caso se puede hablar de poder femenino ni de matrilinealidad. 3 Servus en latín significa «esclavo», (en castellano ha dado la palabra siervo). 5 Le legitima la sucesión el matrimonio con la hija del rey. Esquema de la historia sobre el asesinato del rey Tarquinio Prisco y la estratagema utilizada por Tanaquil para conseguir el acceso al trono de Servio Tulio Los hijos de Anco Marcio, llenos de rencor porque habían sido desposeídos del trono de su padre por un forastero que ni siquiera era de Italia, pues procedía de Corinto, y que, además, ahora lo iba a poner en manos de un esclavo, decían que era una gran deshonra para los romanos en general y para su 367 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 368 familia en particular que el trono de Rómulo, dios hijo de un dios, recayera en un esclavo hijo de esclava. a4) Tito Livio no explica cómo los mataron, pero deja claro que hubo crimen, del cual culpa a Tulia la mayor. A fin de impedirlo prepararon el atentado contra el rey Tarquinio; escogieron para ello a dos pastores que, armados con hachas, simularon una ruidosa reyerta en el vestíbulo del palacio real y pidieron la mediación del rey. a5) Un parricidio es el asesinato de un familiar: padre, madre, hijo o cualquier otro de los ascendientes o descendientes legítimos, o bien ilegítimos o del cónyuge; la palabra procede del latín par-paris, «igual, semejante». Cuando se presentó ante ellos, mientras escuchaba a uno, el otro lo asesinó con el hacha; después ambos huyeron. b6) Tulia presenta similitudes sobre todo con Clitemnestra, que ha pasado a ser el prototipo de la mujer infiel, intrigante y asesina. Tanaquil ordena cerrar el palacio y expulsa a los testigos. Hace acudir a Servio y le ordena acatar su plan. c2) Los alumnos recordarán la prohibición de Creonte de enterrar a Polinices. La multitud se agolpa ante palacio; Tanaquil se asoma por una ventana y les tranquiliza diciendo que el arma no ha penetrado profundamente al rey, quien ya ha vuelto en sí y sólo está aturdido por el golpe, de forma que pronto podrán verlo en persona. c3) Como tiranía o dictadura. Entretanto, ordena que el pueblo obedezca a Servio Tulio, que será rey en funciones. Esquema de la historia de Lucio Junio Bruto, la consulta al oráculo de Delfos y la discusión sobre la virtud de Lucrecia y las otras esposas de los oficiales Durante algunos días Servio actúa como si, de vez en cuando, fuera a consultar al rey. Los hijos de Anco, al enterarse de que el rey vivía y de que habían sido apresados los pastores, se exiliaron. c5) Consúltese en el anexo «Las formas de gobierno en Roma» (pp. 256-259). Una serpiente se deslizó desde una columna de palacio y provocó el pánico general. Finalmente comunican la muerte de Tarquinio, y Servio, protegido por una amplia escolta, fue nombrado rey con el consentimiento del Senado, pero sin que el pueblo lo eligiera. El rey envió a sus dos hijos Tito y Arrunte a consultar el oráculo de Delfos, asignándoles como acompañante a Lucio Junio Bruto, hijo de Tarquinia, una hermana del rey, el cual se había hecho pasar por tonto (de ahí el sobrenombre de Bruto), al ver los crímenes de su tío materno. 2. a2) El autor remite, sin duda, a los crímenes familiares registrados en las tragedias griegas, en especial, en los palacios reales de Tebas y Micenas. Una vez realizado el encargo de su padre, preguntaron quién de los dos heredaría el trono de Roma, y desde la gruta una voz les respondió: aquél de vosotros, jóvenes, que dé primero un beso 368 369 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 370 a su madre. Tito y Arrunte juran que no revelarán este presagio a su hermano Sexto, que se ha quedado en Roma, y será el azar el que decida quién de ellos dos besará primero a su madre. Sin embargo, Bruto, comprendiendo que las palabras de Apolo tenían otro sentido, simuló perder el equilibrio a causa de un resbalón y besó la tierra, porque ésta es la madre común del género humano. Posteriormente, durante el sitio de la ciudad de Árdea, y debido a la inactividad, los hijos del rey se divertían en festines y francachelas. En una de ellas, los tres hijos del rey y su primo Colatino hablaban sobre la virtud de sus esposas. Deciden apostar y partir a Roma para comprobarla en persona. Gana Colatino, pues a su esposa Lucrecia la hallan hilando sola, ya muy entrada la noche, mientras las demás esposas se están divirtiendo en un suntuoso banquete. Sexto Tarquinio queda prendado de la belleza y virtud de Lucrecia. Los romanos varones disponían de un nombre de pila o praenomen, un nombre familiar o cognomen, y un tercer nombre, el de la gens, llamado nomen, de modo que cada hombre quedaba identificado como un ser único e irrepetible. Las mujeres siempre fueron excluidas de este sistema onomástico, designadas habitualmente con el nombre de familia en femenino, por ejemplo Julia o Tullia. Si había más de una mujer en la familia, como sucedía habitualmente, se diferenciaban entre sí por el sobrenombre de mayor o minor, o bien, prima, secunda, tertia... y así sucesivamente, o también por medio de diminutivos como Livilla o Iulilla, por ejemplo. Moses Finley, en The Silent Woman of Rome, ofrece una explicación a este pecu- 370 liar sistema onomástico romano: Los romanos, al no llamar a las mujeres por su nombre, querían transmitir un claro mensaje: que la mujer no era y no debía ser un individuo, sino tan sólo una fracción pasiva y anónima del grupo familiar. Siendo su destino el de esposa (de un marido no elegido por ella) y madre (de unos hijos sobre los que no tenía ningún poder), no había razón alguna para individualizarla y reconocerla como singular, específico e irrepetible ser humano. 2 La vieja sentencia mater certa, pater semper incertus ha aterrorizado a los varones durante siglos y, por ello, han establecido penas durísimas para las adúlteras o para varones que seducen a mujeres casadas y, por tanto, violan la propiedad privada de otro. No hay que olvidar que en el mundo clásico adúltero no es el hombre casado que engaña a su esposa –práctica totalmente habitual y manifiesta–, sino el hombre, soltero o casado, que mantiene relaciones sexuales con una mujer casada. Respecto a la distinta consideración del adulterio masculino y femenino, es muy ilustrativa una norma atribuida a Rómulo, de la que nos habla Catón y que seguía vigente siglos después: Si sorprendes a tu mujer cometiendo adulterio, puedes matarla impunemente; en cambio si es ella la que te sorprende a ti, no puede tomarse la justicia por su mano; ella no tiene derecho. 9 Las representaciones de Lucrecia han sido muy frecuentes a lo largo de la historia, convertida en una heroína casta, víctima heroica de la lascivia y símbolo de la fidelidad en el matrimonio, de las que muchos dicen, como san Jerónimo, que ya no quedan en su época. En este caso, Tintoretto ha ilustrado el momento de la amenaza, previo a la violación (c. 1568-1571). 371 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 372 Actividades de refuerzo 1. 1 En oposición a los romanos de hoy, que lo hacen todo en broma, los de la Antigüedad lo hacían todo en serio. Especialmente, cuando se empecinaban en destruir a un enemigo, ya que no sólo le hacían la guerra y no le daban tregua hasta haberlo derrotado, aun a costa de emplear ejército tras ejército y dinero sobre dinero, sino que después entraban en su casa y no dejaban piedra sobre piedra. Un trato particularmente severo les reservaban a los etruscos, cuando, después de haber soportado muchas humillaciones, se sintieron lo bastante fuertes para poder desafiarles. Fue una lucha prolongada y sin exclusión de golpes; al vencido no le dejaron ni los ojos para llorar. Rara vez se ha visto en la Historia desaparecer a un pueblo de la faz de la Tierra y a otro borrar todas sus huellas con tan obstinada ferocidad. Por este motivo, no ha quedado casi nada de la civilización etrusca. Sólo se han conservado algunas obras de arte y unos miles de inscripciones, de las que solamente pocas palabras han sido descifradas. Sobre esos escasísimos elementos, cada cual ha reconstruido aquel mundo a su manera. Entretanto, nadie sabe con precisión de dónde procedía aquel pueblo. A juzgar por cómo ellos mismos se representaron en los bronces y las vasijas de barro cocido, parece que eran más rollizos y corpulentos que los villanoveses (pueblo indoeuropeo del que descienden umbros, sabinos y latinos), y con unos rasgos que recuerdan a la gente de Asia Menor. En efecto, muchos sostienen que llegaron por mar, de aquellas regiones; y eso lo confirmaría el hecho de que fueron los primeros, entre los habitantes de Italia, que poseyeron una flota. No cabe duda de que ellos dieron el 372 nombre de Tirreno, que quiere decir precisamente «etrusco», al mar que baña la costa de la Toscana. Tal vez llegaron en masa y sometieron a la población indígena, o quizá desembarcaron en corto número y se limitaron a dominarla mediante sus armas más eficaces y su técnica más desarrollada. La superioridad de su civilización frente a la villanovesa queda demostrada por los cráneos hallados en las tumbas, que muestran trabajos de prótesis dental bastante logrados. En la vida de los pueblos, los dientes son un signo de gran importancia. Se deterioran con el desarrollo del progreso, que hace más imperiosa la necesidad de cuidados perfeccionados. Los etruscos conocían ya el «puente» para reforzar los molares y los metales que se necesitaban para fabricarlos. En efecto, sabían labrar no sólo el hierro, que fueron a buscar y encontraron en la isla de Elba, transformándolo de bruto en acero, sino también el cobre, el estaño y el ámbar. Las ciudades que inmediatamente se pusieron a construir en el interior, Tarquinia, Arezzo, Perusa, Veyes, eran mucho más modernas que los poblados fundados por los latinos, los sabinos y otras poblaciones villanovesas. Todas tenían bastiones de defensa, calles, y sobre todo, albañales. Seguían, en suma, un «plan urbanístico», como se diría hoy, y confiaban a la competencia de ingenieros, que eran excelentes para aquel tiempo, lo que los demás dejaban al azar y al capricho de los individuos. Sabían organizarse para trabajos colectivos, de utilidad general, y lo demuestran los canales con los que bonificaron aquellas comarcas infestadas por la malaria. Mas, sobre todo, eran formidables mercaderes, apegados al dinero y dispuestos a cualquier sacrificio por multiplicarlo. Los romanos ignoraban aún lo que había detrás del Soracte, montículo poco distante de su ciudad, cuando ya los etruscos habían llegado al 373 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 374 Piamonte, Lombardía y Véneto, cruzando a pie los Alpes y, remontando el Ródano y el Rin, llevado sus productos a los mercados franceses, suizos y alemanes para cambiarlos con los de la localidad. Fueron ellos quienes trajeron a Italia la moneda como medio de cambio, que los romanos copiaron después; este hecho es tan cierto que dejaron grabada en ella la proa de una nave antes de haber construido jamás ninguna. Era gente jovial que se tomaba la vida por el lado más agradable, y por esto al final perdieron la guerra contra los melancólicos romanos, quienes adoptaban una actitud vital austera. Las escenas reproducidas en sus vasijas y sepulcros nos muestran hombres bien vestidos, con aquella toga que después los romanos copiaron convirtiéndola en su traje nacional, de luengos cabellos y barbas ensortijadas, muchas alhajas en el cuello, en los dedos, y siempre dedicados a beber, comer y conversar, cuando no practicaban alguno de sus ejercicios deportivos. Éstos consistían, sobre todo, en el boxeo, el lanzamiento del disco y la jabalina, la lucha, y en otras manifestaciones que nosotros creemos, erróneamente, exquisitamente modernas: el polo y el toreo. Naturalmente, las reglas de aquellos juegos eran distintas a las que hoy se usan. Mas, sin duda, entonces, el espectáculo de la lucha entre el toro y el hombre en la arena era altamente estimado: hasta el punto de que los que morían deseaban llevarse a la tumba alguna escena-recuerdo pintada en las vasijas, para continuar divirtiéndose con ellos también en el más allá. Un gran paso adelante, respecto de las arcaicas y patriarcales costumbres romanas y de los demás indígenas, era la condición de la mujer, que en los etruscos gozaba de gran libertad, y que, en efecto, viene representada en compañía de los varo- 374 nes, tomando parte en sus diversiones. Parece ser que eran mujeres muy bellas y de costumbres muy libres. En las pinturas aparecen enjoyadas, llenas de afeites y sin demasiadas preocupaciones de pudor. Comen a más no poder, y beben a gollete, tendidas con sus hombres en amplios sofás. O bien tocan la flauta y danzan. Una de ellas, quien luego alcanzó gran importancia en Roma, Tanaquil, era una «intelectual» que sabía mucho de matemáticas y de medicina. Esto significa que, a diferencia de sus colegas latinas condenadas a la más negra ignorancia, iban a la escuela y estudiaban. Los romanos, que eran grandes moralistas, llamaban toscanas, o sea «etruscas», a todas las mujeres de costumbres fáciles. Y en una comedia de Plauto figura una chica acusada de seguir las costumbres toscanas porque se hace prostituta. La religión, que es siempre la proyección de la moral de un pueblo, estaba centrada en un dios llamado Tinia, quien ejercía su poder con el rayo y el trueno. No gobernaba directamente a los hombres, sino que confiaba sus órdenes a una especie de gabinete ejecutivo, compuesto de doce grandes dioses, tan grandes que era incluso un sacrilegio pronunciar sus nombres. Abstengámonos de ello, pues, nosotros también, para no confundir la cabeza de quien nos lee. Todos juntos formaban el gran tribunal del más allá, donde los genios, especie de dependientes o de guardias municipales, conducían las almas de los difuntos, en cuanto habían abandonado sus respectivos cuerpos. Y allí comenzaba un proceso en toda regla. Quien no lograba demostrar haber vivido según los preceptos de los jueces era condenado al infierno, a menos que los parientes y amigos vivos hiciesen por él muchos rezos y sacrificios para obtener su absolución. En este caso, quedaba absuelto en el paraíso, para continuar gozando en él de los 375 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 376 placeres terrenales a base de bebida y comilonas, sopapos y cancioncillas, cuyas escenas se había hecho esculpir en el sepulcro. Pero del paraíso parece ser que los etruscos hablaban poco y raramente, y quedaba más bien en una vaguedad. Tal vez iban muy pocos para saber algo preciso de él. De lo que estaban informadísimos era sobre el infierno, y conocían, uno por uno, todos los tormentos que en él se padecían. Evidentemente, sus sacerdotes creían que, para tener sujeta a la gente, valían más las amenazas de la condenación que las esperanzas de la absolución. Y este modo de ver las cosas se ha perpetuado hasta los tiempos más recientes, hasta los de Dante, que, nacido también en Etruria, manifestó el mismo parecer y se prodigó más acerca del infierno que sobre el paraíso. Con todo eso, no debemos pensar que los etruscos fuesen florecillas de gentileza. Mataban con relativa facilidad, aunque fuese con la buena intención de ofrecer en sacrificio a la víctima por la salvación de algún amigo o pariente. Sobre todo, a este cometido se destinaba a los prisioneros de guerra. Trescientos romanos, capturados en una de las muchas batallas que se libraron entre los dos ejércitos, fueron lapidados en Tarquinia. Y a la mañana siguiente, sobre sus hígados todavía palpitantes de vida, trataron de determinar los futuros eventos de la guerra. Evidentemente, no lo lograron, ya que, de lo contrario, la hubiesen interrumpido enseguida. Pero la costumbre era frecuente, aunque en general se servían de vísceras de algún animal, oveja o toro, aspecto que los romanos copiaron. Políticamente, sus dispersas ciudades no consiguieron unirse jamás, y, desgraciadamente, no hubo ninguna lo bastante pode- 376 rosa para tener en un puño a las otras, como hizo Roma con las rivales latinas y sabinas. Existió una federación llamada de Tarquinia, mas no acabó con las tendencias separatistas. Los doce pequeños Estados que formaban parte de ella, en vez de unirse contra el enemigo común, uno tras otro se dejaban derrotar y anexionar por Roma. Su diplomacia era como la de ciertas naciones europeas que prefieren morir solas a vivir juntas. Todo ello ha sido reconstruido, mediante deducciones, con los restos del arte etrusco que se han conservado y que constituyen la única herencia dejada por aquel pueblo. Se trata especialmente de cerámica y bronces. Entre la cerámica, la hay bellísima, como el Apolo de Veyes, llamado también el Apolo caminante, de terracota policromada, la cual denota en los alfareros etruscos una gran pericia y un gusto refinado. Los bronces son casi siempre de imitación griega y, salvo algún raro ejemplar como el «búcaro negro», no nos parecen gran cosa. Pero por muy escasos que sean esos restos, bastan para hacernos comprender cómo los romanos, una vez hubieron oprimido a los etruscos, tras haber seguido un poco su escuela y haber soportado su superioridad, sobre todo en el campo técnico de la organización, no sólo destruyeron a este pueblo, sino que procuraron borrar toda huella de su civilización. La consideraban enferma y corruptora. Copiaron todo lo que les acomodó. Mandaron a las escuelas de Vejo y de Tarquinia a sus jóvenes para instruirles, sobre todo en medicina e ingeniería. Imitaron la toga. Adoptaron el uso de la moneda. Y, tal vez, también tomaron prestada la organización política, que, sin embargo, los etruscos tuvieron en común con todos los demás pueblos de la Antigüedad, con el paso, también en su caso, de un régimen monárquico a otro republicano, regido 377 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 378 por un lucumon, magistrado electivo, y, por fin, a una forma de democracia dominada por las clases ricas. Pero las propias costumbres, basadas en el sacrificio y la disciplina social, Roma quiso preservarlas de la molicie etrusca. Comprendió instintivamente que no bastaba vencer en la guerra al enemigo y ocupar sus tierras, si después se le daba la oportunidad de contaminar la casa del amo, asimilándolo en calidad de esclavo o de preceptor, como solía hacerse en aquellos tiempos con los vencidos. No sólo destruyó al pueblo etrusco, sino que se empeñó en sepultar todos sus documentos y monumentos. Esto sucedió, empero, mucho tiempo después de que se hubiese establecido contacto entre los dos pueblos, los cuales precisamente ya se habían encontrado en Roma cuando vinieron los albalonganos y, al parecer, hallaron instalada una pequeña colonia etrusca, que había denominado el lugar con un nombre de su país. Parece, en efecto, que Roma proviene de Rumón, que en etrusco quiere decir «río». Y si esto es verdad, hay que deducir que la primera población de la Urbe la integraban no solamente latinos y sabinos, pueblos de la misma sangre y del mismo tronco, como haría creer la historia del famoso «rapto», sino también etruscos, gente de raza, lengua y religión muy diferentes. Es más, según ciertos historiadores, el propio Rómulo habría sido etrusco. De todos modos, etrusco fue ciertamente el rito según el cual se fundó la ciudad, al trazar un surco con un arado arrastrado por un buey y una yegua blancos, después de que doce pájaros de buen agüero hubieron revoloteado sobre sus cabezas. Sin querer competir con los entendidos que hace siglos vienen discutiendo sobre esos problemas, mencionaremos la versión que nos parece más probable de las dos. 378 Cuando latinos y sabinos llegaron a orillas del Tíber, los etruscos, que tenían la pasión del turismo y del comercio, habían fundado ya en ellas un pequeño poblado, el cual debía servir de estación de maniobras y abastecimientos para sus líneas de navegación hacia el sur. Aquí, y especialmente en Campania, habían establecido ya ricas colonias: Capua, Nola, Pompeya y Herculano, donde las poblaciones locales, que se llamaban sanitas y que eran de origen villanovés a su vez, iban a cambiar sus productos agrícolas con los industriales que llegaban de la Toscana. Era difícil, desde Arezzo o desde Tarquinia, llegar hasta allí por vía terrestre. No había caminos y la región estaba infestada de animales salvajes y de bandidos. Visto que eran los únicos que poseían una flota, resultaba mucho más fácil para los etruscos ir por mar. Pero el viaje era largo y requería semanas enteras. Las naves, grandes como cascarones de nuez, no podían embarcar muchos víveres para los hombres, y necesitaban de puertos, a lo largo de la ruta, donde proveerse de agua y harina para el resto del trayecto. La desembocadura del Tíber, a mitad del camino, constituía una cómoda bahía para llenar las bodegas vacías, y además, navegable como era en aquellos tiempos, ofrecía asimismo, un cómodo medio para remontar hasta el interior y llevar a cabo algún negocio con los latinos y los sabinos que lo habitaban. La región estaba salpicada no se sabe si de una treintena o una setentena de burgos, cada uno de los cuales constituía un pequeño mercado de intercambio. No es que pudieran hacerse grandes negocios, porque el Lacio no era rico más que en madera, debido (quién lo diría hoy) a sus maravillosos bosques. Por lo demás, no producía ni siquiera trigo, sino solamente farro, y un poco de vino y de aceituna. Por esto fundaron Roma, llamándola así o con otros nombres, pero sin dar 379 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 380 demasiada importancia al hecho. ¡A saber cuántas Romas había escalonadas a lo largo de la costa tirrena entre Liorna y Nápoles! Y pusieron en ellas, para cuidarlas, una guarnición de marineros y de mercaderes que tal vez consideraban aquel traslado como un castigo. Debían mantener en orden sobre todo el astillero, para la reparación de las naves deterioradas por las tempestades, y los almacenes, para abastecerlas. Después empezaron a llegar por grupos los latinos y los sabinos, un poco tal vez porque comenzaban a sentirse estrechos en sus casas, y un poco porque también ellos tenían ganas de comerciar con los etruscos, de cuyos productos estaban necesitados. Que entonces tuviesen ya un plan estratégico de conquista, primero de Italia y después del mundo, y que por esto considerasen indispensable la posición de Roma, son fantasías de los historiadores contemporáneos. Aquellos latinos y sabinos eran unos rústicos de pasta labriega, para los cuales la geografía se resumía en el huerto doméstico. Es probable que estos nuevos venidos llegasen a las manos entre ellos. Pero es también posible que después, en vez de destruirse recíprocamente, se aliaran para hacer frente a los etruscos, quienes debían de mirarles un poco como los ingleses miran a los indígenas en sus colonias. Ante aquella gente forastera que les miraba de arriba a abajo y que hablaba un idioma incomprensible para ellos, debieron darse cuenta de que eran hermanos familiarizados por la misma sangre, igual lengua e idéntica miseria. Por esta razón, pusieron en común lo poco que tenían: las mujeres. El famoso rapto no es probablemente más que un signo de este acuerdo, del que es natural que los etruscos hayan quedado excluidos, pero por propia voluntad. Se sentían superiores y no querían mezclarse con aquella chusma. 380 La división racial continuó al menos cien años, durante los cuales latinos y sabinos, fusionados ya en el tipo romano, debieron de tragar mucha saliva. Cuando, después de Tarquino el Soberbio, que fue el último rey, pudieron tomar la ventaja, la venganza no conoció cuartel. Y tal vez el ensañamiento que pusieron en destruir la Etruria no sólo como Estado, sino también como civilización, les fue inspirado precisamente por las humillaciones que los etruscos les habían hecho sufrir incluso en su patria. Y de ellos quisieron depurarlo todo, hasta la historia, dando también a Rómulo un certificado de nacimiento latino, cuando quizá lo tuviera etrusco, y haciendo remontar el origen de la ciudad a la unión con los sabinos. (I. MONTANELLI). 2. 2 Según Tito Livio, L. J. Bruto puso, durante su ejercicio del poder como cónsul de la nueva República, más empeño en proteger la libertad del que había puesto en reivindicarla. Sabía que el nombre de su colega en el Consulado, a falta de otro inconveniente, pues la virtud de Colatino era irreprochable, era mal visto por los ciudadanos. Decían que los Tarquinios se habían habituado al poder y ya no sabían vivir como simples ciudadanos, que aquel nombre no era grato y que era un peligro para la libertad. Bruto convocó al pueblo a una asamblea y le hizo repetir el juramento de que no consentiría que volviese a haber en Roma rey alguno, ni persona, que representase un peligro para la libertad. Luego dijo a Lucio Tarquinio Colatino algo que no le habría dicho jamás si el amor de la patria no le hubiese obligado: que el pueblo romano no creía tener aún la libertad plena; que la estirpe real, el apellido real, estaba aún en la ciudad e, incluso, en el poder; y que no la persona, pero sí el nombre, era un obstáculo para la libertad y un peligro para la República. Por 381 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 382 tanto, le rogó que por propia iniciativa alejase el nombre real de Roma, que se fuese como amigo con todos sus bienes, pues el pueblo creía que la realeza desaparecería únicamente cuando se hubiera ido toda la familia Tarquinia. Colatino se quedó sin habla, pero, luego, cuando empezó a replicar, toda la nobleza lo rodeó y le hizo la misma petición. Finalmente, presionado incluso por Espurio Lucrecio, su suegro, y pensando que aquello era irremediable y que, en caso de oponerse, se arriesgaba a la pérdida de sus bienes o a cualquier otra ignominia, presentó su dimisión como cónsul, trasladó todos sus bienes a Lavinio y se marchó de la ciudad. Bruto, previa autorización del Senado, presentó al pueblo una propuesta de destierro de toda la familia Tarquinia. Todos pensaban que la guerra contra dicha familia pronto tendría lugar. Había entre la juventud romana de alta cuna un grupo de jóvenes a los que todo se les había permitido durante la monarquía, de forma que se habían habituado a vivir como reyes junto a los jóvenes Tarquinios. Miraban con desprecio la situación igualitaria presente y añoraban los años de la monarquía, pues decían que la libertad del populacho los había convertidos a ellos, la gente de calidad, en esclavos. Así pues, de forma soterrada, iban tanteando los ánimos de otros jóvenes para intentar de nuevo instaurar la monarquía, y a los que acogían bien sus palabras, les entregaban una carta de los Tarquinios en la que les pedían encontrar la manera de hacerlos entrar en Roma clandestinamente durante la noche. Los dos hijos de Bruto, Tito y Tiberio, fueron incorporados a la conspiración por sus tíos maternos. Pero un esclavo escuchó lo que dialogaron y lo denunció a los cónsules. Éstos interceptaron la carta de los Tarquinios y ordenaron la detención de todos los conjurados, entregando al pueblo los bienes 382 reales para que los saquearan y así perdiesen todo deseo de avenencia con ellos. De esta forma, la magnífica finca de los reyes junto al Tíber pasó a ser el «Campo de Marte». Después del saqueo de los bienes reales, los traidores fueron juzgados, condenados y ejecutados. El cargo de cónsul que detentaba Lucio Junio Bruto impuso al padre el deber de ordenar la ejecución de sus propios hijos, Tito y Tiberio, y el azar quiso que, además, él fuera el designado para presidirlo. Livio describe así la ejecución: Todas las miradas se dirigían a los hijos del cónsul y a su padre [...]. Los cónsules fueron a ocupar sus sillas y los lictores recibieron la orden de proceder a la ejecución. Desnudaron a los reos, los azotaron con las varas y los hirieron de muerte con el hacha. En todo momento el público contemplaba al padre, su rostro, su expresión, en la que percibían destellos de sentimientos paternales en medio de su función pública de impartir justicia. La pintura de J. L. David que aparece en la pág. 229 muestra cómo se lleva el cuerpo de uno de los hijos a la casa paterna, en presencia de un Bruto imperturbable y de unas mujeres sumidas en la desesperación (1789, Louvre, París). 2. La romanización Información Publio Elio Adriano (76-138), originario de Itálica (España), era hijo de Publio Elio Adriano y Domicia Paula. Desde el año 85, 383 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 384 estuvo bajo la custodia del que posteriormente sería el emperador, Trajano, recibiendo una formación orientada a la carrera militar. En el año 100 se casó con Vibia Sabina, una sobrina lejana de su tutor. Se distinguió en muchas de las campañas militares de Trajano y también en expediciones independientes, entre otras, en las guerras dacias y partas, así como en Siria. La relación con Trajano debió de ser siempre problemática y no basada en una sólida amistad. Así, éste nunca lo adoptó, aunque lo pretendiese su esposa Plotina. Cuando Trajano falleció en el año 117, no había designado oficialmente un sucesor. Las tropas de Siria, donde Adriano era gobernador en ese momento, lo proclamaron emperador y el Senado las siguió un año más tarde, confiando en la noticia, probablemente divulgada por Plotina y su círculo, de que Trajano adoptó a Adriano y por ello había sido designado como sucesor. En Roma, una ciudad en la que debió de estar poco a causa de sus muchas expediciones y viajes, supo imponer respeto por su rápido y eficaz saneamiento de la situación política y, sobre todo, financiera. También sus enormes actividades constructivas despiertan admiración (los templos de Venus y de Roma, el Panteón). Las provincias orientales, recientemente conquistadas por Trajano, fueron abandonadas y se consolidaron las fronteras: en Inglaterra, por ejemplo, esto dio lugar a la construcción de la Muralla de Adriano, comenzada bajo la supervisión personal del emperador en el año 122. Un viaje por Grecia y el Oriente en el año 128 estuvo marcado, asimismo, por notables actividades constructivas. Así, entre otras, se construyó una gran biblioteca en Atenas, y Jerusalén, de hecho, fue fundada de nuevo bajo el nombre de Aelia Capitolina. En Egipto fundaría Antinoopolis. En el viaje de regreso desde este país, Adriano tuvo que verse con el sangriento levantamiento de los judíos bajo el liderazgo de Bar 384 Kochba. Sólo consiguió regresar a Italia en el año 135, donde no se instaló en Roma sino en su casa de campo en Tíbur (Tívoli), la cual probablemente fue proyectada en gran parte por él mismo. Durante una cura médica falleció en Bayas en el año 138. En el transcurso de su viaje por Asia Menor en el año 123, había conocido en Bitinia al joven Antinoo. Acogió al muchacho inmediatamente en su séquito, oficialmente como su sirviente personal, pero en realidad como su amante. El emperador aparecía en todas partes con Antinoo a su lado. En el año 130, Antinoo se ahogó en el Nilo, en Hermópolis (Egipto), bajo circunstancias poco claras. Algunos autores aceptan que fue por accidente, pero también existen especulaciones sobre un suicidio ritual, debido a que iba a poner en un aprieto al emperador cuando regresara a Roma, donde ya se había tachado de escandaloso el lugar preeminente que tenía Antinoo. La relación con Sabina, que ya no era demasiado afectuosa, pudo haber sido otro factor determinante. La muerte por propia elección de Antinoo también puede interpretarse, finalmente, como el término de una época ideal, que en todo caso habría llegado a su fin al convertirse el joven en adulto. Inmediatamente, Adriano declaró dios a Antinoo y fundó en la orilla frente a Hermópolis la llamada Antinoopolis, probablemente también porque se necesitaba una nueva ciudad por razones demográficas. Antinoo habría aparecido en el cielo, sobre ella, adoptando la forma de una estrella. (E. M. MOORMAN & W. UITTERHOEVE). Actividades 1. José de Madrazo pintó esta Muerte de Viriato (Casón del Buen Retiro, Madrid) dentro de una serie de cuadros que pretendía ilustrar y combatir la infamia romana, pues el pintor, animado 385 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 386 por un impulso de patriotismo tras la invasión napoleónica de España, resolvió pintar únicamente obras con escenas evocadoras de la resistencia hispana contra Roma. El cuadro, que sigue los moldes neoclásicos decimonónicos, no representa el momento del asesinato, sino el descubrimiento del cadáver por los soldados y su desolación ante el caudillo muerto. 2. a y b1) Iberia era el nombre que en la Antigüedad dieron algunos geógrafos e historiadores griegos a la actual península Ibérica. A partir de la conquista romana de este territorio (205 a. de C.), el nombre Hispania fue imponiéndose poco a poco y, finalmente, fue aceptado por todos. a y b2) Se llamaba Turdetania a la región situada en la actual Andalucía, desde el Guadiana hasta el estrecho de Gibraltar; estaba habitada por iberos descendientes de los tartesios. a y b5) La toga era la prenda más característica de un ciudadano romano. En Roma, los hombres llevaban sobre la piel una túnica hasta la rodilla, ceñida con un cinturón. Encima de ella se ponían la toga, la pieza de vestir más significativa para un ciudadano, la cual no podían llevar los esclavos ni al principio tampoco los plebeyos. Se trataba de una gran pieza de tela semicircular, gruesa y de lana en invierno, y fina en verano, enrollada en torno al cuerpo y sobre un hombro; era complicada de poner, ya que sus abundantes pliegues debían arreglarse y presentar una caída elegante. La toga que llevaba la nobleza estaba orlada con una franja dorada o de púrpura, un tinte muy costoso, obtenido de un molusco marino que vive en las costas de Fenicia, y que fue en muchas culturas monopolio de la alta nobleza, especialmente de la realeza. c3) Dado que la paz es la ausencia de guerra, se llamó pacificar al sometimiento definitivo de una provincia o territorio, ya 386 que de esta forma se terminaba con el enfrentamiento armado. En concreto, se habla de pax romana para referirse a la situación de paz vigente en el mundo mediterráneo durante los dos primeros siglos del Imperio. Esta paz, salvaguardada por los ejércitos romanos, se evocó en la numismática imperial, bajo la figura de una mujer que sostiene una rama de palma o de olivo, y a ella se le dedicó el famoso Ara pacis Augustae y un templo en Roma. Remitimos, igualmente, a los interesantes textos de Veleyo Patérculo y Salustio sobre la pax romana, recogidos en Cultura clásica 1, pp. 74-75. c6) Al mar Mediterráneo (que significa mar «en medio de tierras»), los romanos lo llamaron Mare Nostrum, «nuestro mar», una vez que hubieron conquistado todos los territorios que lo circundan. d1) Escipión Emiliano (185-129 a. de C.) conquistó Numancia. Fue un brillante orador, así como un enamorado de la cultura griega y distinguido militar. Su mayor gloria consistió en poner fin a las guerras Púnicas con la toma y destrucción de Cartago (146 a. de C.), que fue arrasada según las órdenes de Roma, aunque Apiano cuenta que él derramó lágrimas ante la destrucción de esta grandiosa ciudad. Tras la rendición de Numancia regresó a Roma, donde desafió el sentir popular al afirmar que el asesinato de Tiberio Graco, su propio cuñado, había sido justo. Después, en sus intervenciones políticas, se opuso a las reformas que encabezaba Cayo Graco, por lo que, cuando en el año 129 a. de C. se halló a Escipión muerto en su cama, corrió el rumor de que Graco y sus partidarios lo habían estrangulado. 387 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 388 d2) Respecto al asedio, remitimos a «Las tácticas militares en Grecia y Roma», en Cultura Clásica 1, págs. 86 y ss. e1 y 2) Los árabes dieron al río Betis el nombre de Guadalquivir, que aún conserva. Actividades de refuerzo 3. Lucio Eneo Séneca. Este filósofo (c. 4 a. de C.-65 d. de C.) nació en Córdoba, al igual que el poeta Lucano. Era hijo de Lucio Eneo Séneca y de Helvia. Siguiendo las huellas de su severo padre, perfecciona sus conocimientos de retórica. Agripina la Menor, para que se hiciese cargo de la educación del joven Nerón, revocó su exilio, decretado por Calígula, el cual tenía celos de su elocuencia según Dión Casio. Durante los primeros años de la dignidad imperial de Nerón, el orador, filósofo y literato –que ya tenía varias tragedias a su nombre, y que en su tratado De clementia ya había enseñado a Nerón una especie de manual del soberano– adquirió una posición política fuerte y una gran fortuna. Después de la muerte de Agripina y de su partidario, Burro, se debilitó su posición. En el año 62 a. de C. se retiró a sus propiedades rurales para dedicarse a sus escritos filosóficos y literarios, entre los que se encuentran las Epistulae morales, las cuales se han conservado. Fue obligado a acabar con su vida, por orden de Nerón, al ser sospechoso de complicidad en la conspiración de Pisón, según Dión Casio con razón, según Tácito sin pruebas. Este último da una descripción dramática del discurrir de los acontecimientos (Dión Casio es más sobrio): después de que un centurión transmita la orden imperial a Séneca, éste amones- 388 ta a sus amigos, que estallan en lamentos, y les recuerda sus sabias lecciones acerca de la aceptación del destino. Paulina, su esposa, quiere morir junto a él, y ambos deciden cortarse las venas. Temiendo que el dolor de uno minara el valor de otro, Séneca persuade a su esposa para que se despida de él y, después, abandonar la vida en habitaciones diferentes. El anciano pierde la sangre demasiado despacio, y cuando una copa de cicuta tampoco le conduce a una muerte rápida, se mete en un baño de agua caliente que acelera su fin. Nerón, por temor a la ira excesiva del pueblo, ordena detener el suicidio de Paulina, quien sobrevivirá a su marido algunos años. Tácito y Suetonio presentan a Séneca como un personaje noble, diametralmente opuesto a Nerón, en cambio Dión Casio es manifiestamente malicioso. Acusa a Séneca de mantener relaciones adúlteras con Julia, la hija de Germánico, y con Agripina, retratándolo como un intrigante, ávido de dinero y de poder, cuyos modales son contrarios a sus doctrinas, e incluso le imputa el haber sido el instigador del asesinato de Agripina por Nerón. Desde la Edad Media hasta el Barroco, Séneca gozó de una reputación excelente y su fallecimiento llegó a compararse con la pasión de Cristo. Sin embargo, para Diderot y otros autores, Séneca no posee en modo alguno una nobleza similar a la de Sócrates, ya que participó demasiado de la mala reputación de Nerón (E. M. MOORMANN & W. UITTERHOEVE). Marco Valerio Marcial. Fue un poeta latino (40-104), de origen hispano (Bilbilis, cerca de la actual Calatayud). En el año 64 se trasladó a Roma para completar sus estudios jurídicos. Como Séneca y Lucano habían muerto ya, la colonia hispana había quedado sin protectores; llevó primero una vida de 389 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 390 parásito y adulador, casi al borde de la miseria. Luego Tito le confirió títulos honoríficos y gozó de la protección de Domiciano, en cuyo reinado publicó prácticamente toda su obra. Con el advenimiento de Nerva y Trajano y la reacción antidomiciana hubo de regresar a Celtiberia (98), donde lo protegió Marcela, una dama rica. Su obra cumbre la constituyen los Epigramas, doce libros publicados espaciadamente, en los que brilla su estilo perfecto, su habilidosa versificación, y un ingenio agudo y sutil que sabía mezclar en sus poemas la sal y la hiel, no menos que el candor, en acertadas palabras de Plinio el Joven. Creó el modelo definitivo del epigrama y su influencia llega a nuestros días. Marco Ulpio Trajano. Este emperador (53-117) fue originario de Itálica (Hispania). Sirvió a los emperadores Domiciano (81-96) y Nerva (96-98), sobre todo en las fronteras del norte del Imperio romano, formadas por el Rin y el Danubio. Por su competencia y lealtad, Nerva lo adoptó y se le cedió una parte de las competencias imperiales. En el año 98, al fallecer Nerva, le sucede en el trono; fue el primer emperador originario de España. Se mostró como un soberano humano, accesible a sus soldados y súbditos, así como poseedor de un gran sentido de la justicia. Alrededor del año 100, se convirtió en el primer emperador al recibir del Senado el epíteto de Optimus («el mejor»). A pesar de su política encaminada a la paz, en gran medida estuvo ocupado por necesarias operaciones militares. En el norte fortificó las fronteras a lo largo del Rin, fundando nuevos campamentos militares y ciudades, sobre todo en lugares donde los romanos ya estaban establecidos; entre otras, Ulpia Noviomagus Nimega (Países Bajos) y Ulpia Traiana Xanten 390 (Alemania). Las guerras en el este contra los dacios (101-106) y contra los partos (113-117) mantuvieron al emperador alejado de Roma largo tiempo. La sumisión de Mesopotamia le permitió penetrar profundamente en el Oriente Medio, pero no resultó una expansión definitiva del territorio. En Siria y en la actual Israel, llamada entonces Arabia por los romanos, y en Jordania se fundaron o se ampliaron asentamientos importantes (Damasco, Bosra, Petra). Finalmente, hay que mencionar una dura intervención, según algunos autores, contra los judíos rebeldes en Palestina. El emperador también se mostró activo en el sentido legislativo y organizador. Se extendió la red de vías –en todas partes se encuentran miliarios con su nombre–, y la administración de las provincias se estandarizó. Con los enormes tesoros que especialmente había producido la campaña dacia, Roma fue embellecida y abastecida de numerosos acueductos. Trajano murió en el año 117, en la costa del mar Negro. Dejó a Adriano, su sobrino y mano derecha, un imperio que había alcanzado su máxima expansión. Sus cenizas fueron inhumadas en una urna bajo la Columna Trajana, situada en el Foro Trajano, lugar que lleva su nombre al haberlo arreglado él mismo, si bien fue terminado por su sucesor. Ya en la Antigüedad y mucho tiempo después, hasta la época de Montaigne, Trajano se consideró no sólo como un excelente emperador romano sino como el mejor, debido también al calificativo ya mencionado de Optimus. En la mayoría de los escritos aparece como un soberano pacífico perfecto; por ejemplo, Plinio el Joven, en un discurso extremadamente lisonjero y ostentoso, el Panegyricus in Traianum, muestra a Trajano como un reflejo de Júpiter que debe salvar el mundo 391 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 392 de la maldad. También el contemporáneo Dión Crisóstomo se expresa en tales términos. De los demás autores, Dión Casio es el más importante, mientras las cartas del mencionado Plinio, en las que se tratan cuestiones de naturaleza administrativa, ilustran el desarrollo normal de los acontecimientos en una provincia. Los Comentarii, una especie de memorias obra del propio Trajano, se han perdido. Las numerosas campañas militares de Trajano se han documentado de manera extensa mediante monedas y relieves; son testimonios especialmente importantes el Arco de Benevento del año 109 y la Columna Trajana del año 107-112, consagrada en el año 113. El primer monumento conmemora las guerras contra los partos y se encuentra al final de la nueva vía a Brindisi, construida como continuación de la antigua Vía Apia. La advocación divina del soberano se expresa por la presencia de los dioses olímpicos y de Heracles. La Columna «describe» las guerras contra los dacios, entre los años 101-102 y 105-106, en un friso de doscientos metros de largo que no se debe interpretar literalmente como una reproducción histórica, sino más bien como una expresión épica de esas expediciones. El emperador está representado unas sesenta veces, aunque nunca en actitud de combate. (E. M. MOORMANN & W. UITTERHOEVE). Flavio Teodosio. Este emperador romano (379-395) era llamado el Grande (Coca 347-Milán 395). El emperador Graciano le designó magister militum y luego, Augusto de Oriente. Se estableció primero en Tesalónica y después en Constantinopla. Tomó partido por la fe de Nicea y promulgó el famoso Edicto de Tesalónica (el 28 de febrero de 380), mediante el cual obligaba a la conversión al catolicismo de todos sus súb- 392 ditos y proscribía otras corrientes cristianas, como el arrianismo u otras «herejías», las cuales persiguió con particular saña. Integró la jerarquía eclesiástica en el orden civil, dictó pena de muerte para los herejes y los apóstatas, e intentó acabar para siempre con el paganismo: sucesivamente se prohibieron los oráculos, los sacrificios, la visita a los templos, así como los juegos olímpicos y otras manifestaciones culturales del mundo clásico. Intervino en las numerosas guerras por el poder en Occidente, eliminó a sus adversarios y reconstruyó en su persona la unidad del Imperio romano por última vez (394-395). Fue excomulgado por san Ambrosio, hasta que hizo penitencia por la matanza de los habitantes de Tesalónica que se sublevaron ante el Edicto. A su muerte, legó el Imperio de Oriente a su hijo mayor Arcadio y el de Occidente, a su hijo menor Honorio. 3. Léxico Actividades 1. a + 1; b + 2; c + 3; d + 4; e + 5. 1. 1 = polígono; 2 = binomio; 3 = diámetro; 4 = polinomio; 5 = monomio; 6 = trigonometría; 7 = poliedro; 8 = bisecar; bisectriz; 9 = bisección; 10 = diagonal; 11 = tetraedro; 12 = icosaedro. 2. tetrágono, tetraedro; pentágono, pentaedro; hexágono, hexaedro; heptágono, heptaedro; octágono u octógono, octaedro; eneágono, eneaedro; decágono, decaedro; dodecágono, dodecaedro. 393 GD Cultura clásica ok 10/4/02 17:12 Página 394 2. a + 3 = isomorfismo c + 4 = isométricas b + 2 = isósceles d +1 = isoperimétricas 3. a + 2 = equivalencia c + 4 = equidiferencia b + 3 = equidistancia d + 1 = equilátero 4. a + 3; b + 6; c + 2; d + 7; e + 10; f + 1; g + 4 ; h + 9 ; i + 5; j + 8. 5. 1 V, 2 F, 3 V, 4 V, 5 F, 6 V, 7 F, 8 V, 9 V, 10 F. 6. a + 4; b + 5; c + 2; d + 3; e + 7; f + 8; g + 6; h + 1. 7. 1 factotum; 2 mutatis mutandis; 3 primus inter pares; 4 mea culpa; 5 in mente; 6 do ut des; 7 in extremis 8 ad hominem; 9 gratia et amore. 8. 1 90; 2 duodécimo; 3 MCMXLV, MMMXXII; 4 1.826. 9. 3 Eolo, ya que el padre de dioses y rey de hombres te concedió el apaciguar las olas o encresparlas con el viento, un pueblo enemigo mío, que lleva Troya a Italia y a sus vencidos Penates, cruza el mar Tirreno. Infunde fuerza a los vientos, anega las naves hundidas y siembra de cuerpos el mar. Tengo dos veces siete primorosas ninfas, de las cuales te daré como esposa a la más bella, a Deyopea, para que, por tales méritos, viva contigo durante años y te haga padre de una hermosa prole. 394