MATEU _Locación-lesion subjetiva-cláusula penal - CEDEF

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"Mateu, Virginia Graciela c/ Raffo Magnasco, Martín y Otros s/ daños y perjuicios" – CNCIV
– SALA K – 28/10/2011
En Buenos Aires, a los 28 días del mes de octubre de 2011, hallándose reunidos los Señores Vocales de la
Sala K de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal, a fin de dictar sentencia en
los autos: "Mateu, Virginia Graciela c/ Raffo Magnasco, Martín y otros s/ daños y perjuicios", y habiendo
acordado seguir en la deliberación y voto el orden del sorteo de estudio, el Dr. Ameal dijo:
I.- Vienen estos autos a este Tribunal con motivo del recurso de apelación interpuesto contra la sentencia
de Primera Instancia dictada a fs. 443/48 expresando agravios la actora en la memoria de fs. 483/84,
haciendo lo propio la demandada a fs. 487/90, siendo contestado el respectivo traslado a fs. 497/98 y fs.
499/501.//II.- Antecedentes.Virginia Graciela Mateu promovió demanda de daños y perjuicios contra Martín Armando Raffo
Magnasco, Julio Miguel Carrizo y María Celinda Gigena por reintegro de gastos y retención indebida en
relación al inmueble de la Avda. Córdoba 2810, piso 14, Dto. B de esta ciudad.Adujo que con fecha 1 de marzo de 2002 suscribió con Martín Armando Raffo Magnasco y Virginia Ortiz
Torres un contrato de locación respecto del inmueble mencionado, por el término de dos años, operando el
vencimiento el día 28 de febrero de 2004, constituyéndose como garantes Julio Miguel Carrizo y María
Celinda Gigena.Manifestó que a partir del mes de septiembre de 2003, los locatarios dejaron de abonarle el alquiler,
debiendo su parte iniciar un juicio de desalojo y otro por ejecución de alquileres, efectivizándose el
desahucio el 29 de marzo de 2004.En función de ello reclamó en autos el pago de los daños y perjuicios derivados de la retención indebida del
inmueble, conforme cláusula penal pactada en la disposición "Undécima" del contrato de locación, a través
de la cual se acordó la cantidad de U$S 50 diarios por cada día de demora en desocupar la
propiedad, y que en razón de los 213 días que llevó a su parte recuperar el bien, asciende a la suma de U$S
10.650.Requirió asimismo se le restituyan las sumas abonadas por expensas, impuestos y servicios que enumera,
como así también las sufragadas por restitución de la línea telefónica dada de baja por falta de pago.El demandado Raffo Magnasco negó en el responde los hechos expuestos por la actora y opuso excepción
de cosa juzgada y de defecto legal, que fueran desestimadas a fs. 99/100.Reconoció luego el contrato de alquiler acompañado a la demanda, sosteniendo sin embargo, que el 17 de
julio de 2003 decidió abandonar el inmueble como consecuencia de desavenencias con su pareja, Virginia
Ortiz Torres, entregándole a ésta las llaves de la finca, comprometiéndose ésta última a darle aviso si
desmejoraba su situación económica, dejando finalmente de cumplir sus obligaciones sin anoticiar a su
parte.Subsidiariamente requirió la reducción de la cláusula penal pactada.A fs. 87 la actora desistió de la acción respecto de los garantes Carrizo y Gigena, solicitando el demandado
a fs. 93 su citación como terceros, oponiendo estos últimos al contestar la citación el acuerdo arribado con
la accionante en mediación, donde se hicieron cargo de las obligaciones incumplidas por los locatarios.A fs. 99/100 se hizo lugar al pedido de citación como tercero en los términos del art. 94 del CPCC de
Virginia Ortiz Torres, quien debidamente notificada, no se presentó a estar a derecho (fs. 100- punto III-,
fs. 125 y fs. 143)).A fs. 222 se decretó la intervención obligada en el proceso de María Celina Gigena y Julio Miguel Carrizo
con los alcances de los arts. 94 y 96 del CPCC, quienes contestan el respectivo traslado a fs. 255/58.III.- Sentencia.El Sr. juez de grado hizo lugar parcialmente a la demanda entablada y en uso de la facultad conferida por el
Art. 656, segundo párrafo del Código Civil, redujo la cláusula penal pactada en el contrato a la suma total
de $10.500, calculada sobre la base de dos veces y media el alquiler oportunamente acordado por cada
mes de demora en la entrega, admitiendo asimismo el reclamo efectuado por restitución de la línea
telefónica.En consecuencia, condenó a Martín Raffo Magnasco a abonar a Virginia Graciela Mateu en concepto de
indemnización de daños y perjuicios, la suma de pesos diez mil seiscientos ochenta y uno con cincuenta
centavos($10.681,50), con más intereses y costas.IV- Agravios.-
Contra decisión se alzan las partes.La actora cuestiona la reducción que efectúa el a quo de la cláusula penal.El demandado a su turno, se agravia en relación al progreso de la demanda, insistiendo que dejó de habitar
el inmueble en el mes de julio de 2003, por lo que a la fecha del vencimiento del contrato no mantenía con
la actora vínculo contractual alguno;; invocando por lo demás, que el acuerdo arribado en mediación entre
esta última y los fiadores (fs. 265/70) incluye un pago cancelatorio total.Sostiene asimismo, que por aplicación del art. 659 del Código Civil y siendo la cláusula penal acordada de
carácter indemnizatoria y no moratoria, no cabe exigir el cumplimiento de la obligación principal y a su vez
la cláusula penal; solicitando por último, se haga extensiva la condena a Virginia Ortiz Torres, en los
términos del artículo 96 del CPCC.V.- En primer lugar cabe destacar que la valoración de la expresión de agravios, a los fines de determinar si
reúne las exigencias necesarias para mantener el recurso interpuesto, no debe llevarse a cabo con
injustificado rigor formal que afecte la defensa en juicio. Si así se actúa, cabe descalificar lo resuelto por
haberse incurrido en arbitrariedad.De ahí que, en la sustanciación de dicho recurso, el cumplimiento de sus requisitos debe ponderarse con
amplitud, mediante una interpretación que los tenga por cumplidos aun frente a la eventual precariedad de
la crítica del fallo apelado, directiva que tiende a la armonía en el cumplimiento de los requisitos legales y
la aludida garantía de la defensa en juicio y a delimitar restrictivamente el ámbito de las sanciones que
importan pérdida o caducidad de los derechos del apelante (conf. CNCiv., sala E, del 24/9/74, LL 1975-A573; íd. Sala G, del 10/4/85, LL 1985-C-267; conf. CNEsp. Civ. y Com. Sala I, del 30/4/84, ED 111-513).El criterio amplio que preside la materia tiende, así, a asegurar a las partes en litigio una mayor
oportunidad para defender sus derechos y afianzar con ello la garantía consagrada por el art. 18 de la
Constitución Nacional.En ese marco, los agravios vertidos por los recurrentes al expresar su disconformidad con el
pronunciamiento en vista, han dado cumplimiento, en lo pertinente, con lo dispuesto por el art. 265 del
Código Procesal.Se desestima en consecuencia la deserción de los respectivos recursos solicitada por ambos apelantes.VI.- Cabe en consecuencia el tratamiento de los agravios vertidos y en primer término, conforme un orden
metodológico adecuado, los esgrimidos por el demandado Raffo Magnasco relativos a la procedencia de la
presente demanda.Sostiene el recurrente, que el a quo no ha tomado en consideración que a la fecha de vencimiento del
sinalgma (1 de marzo de 2004), no existía contrato de locación vigente entre Virginia Graciela Mateu y su
parte, al haber quedado demostrado que para esa fecha, el Sr. Raffo Magnasco ya no habitaba el inmueble
y en consecuencia no reunía la calidad de locatario, condición que recaía exclusivamente en Virginia Ortiz
Torres, siendo ésta quien retuvo indebidamente la propiedad, situación que era conocida por la actora.Agrega luego, que la presente acción finalizó con el acuerdo conciliatorio agregado a fs. 254, celebrado
entre la actora y los fiadores, María Celina Gigena y Julio Miguel Carrizo.Ello toda vez que el monto allí acordado ($25.000) resulta superior al capital de condena por el que
prosperara el juicio sobre ejecución de alquileres, con más sus intereses y costas, aunado a las costas
devengadas en los autos sobre desalojo, debiendo interpretarse en consecuencia, que los daños y perjuicios
peticionados en autos han quedado cancelados mediante el aludido convenio.Pues bien, conforme contrato de locación suscripto entre las partes y acompañado a la demanda (fs. 6),
Virginia Graciela Mateu, como locadora y Martín Raffo Magnasco y Virginia Ortiz Torres como locatarios,
suscribieron un contrato de locación respecto del inmueble sito en la Avda. Córdoba 2810/12, piso 14,
Dpto. B, por el término de dos años, a partir del 1 de marzo de 2002, operando el vencimiento el 28 de
febrero de 2004.El alquiler se fijó en la suma de $500 para el primer año y en $600 el siguiente.Ante el incumplimiento por parte de los inquilinos del pago de los cánones mensuales a partir del mes de
septiembre de 2003, se ordenó el desalojo del inmueble, lanzamiento que se hiciera efectivo con fecha 29
de septiembre de 2004.A su vez, la actora arribó en la instancia de mediación a un acuerdo conciliatorio con los fiadores, Julio
Miguel Carrizo y María Celia Gigena, cuya copia obra a agregada fs. 253 de estos autos, y en el que se
acordó el pago por parte de estos últimos de una suma de $25.000, desistiendo la accionante de la acción y
del derecho respecto de los nombrados en estos obrados.La accionante reclama entonces la indemnización de los daños y perjuicios ocasionados por la retención
indebida del inmueble desde el 1/3/04 (fecha de vencimiento del contrato) hasta la fecha en que se hizo
efectivo el desalojo (29/9/04), pretendiendo el demandado desligarse de sus obligaciones como inquilino
so pretexto de no habitar el inmueble a la fecha estipulada de vencimiento.Tal postura no resulta atendible, toda vez que la circunstancia invocada por el recurrente en cuanto a si
habitaba o no el inmueble, no hace cesar las obligaciones que asumiera contractualmente en su condición
de arrendatario, subsistiendo tanto su obligación de abonar los alquileres como de entregar el inmueble al
vencimiento del contrato, en tanto el locador, no cuente con la disponibilidad jurídica del bien.En tal entendimiento, sabido es que el sujeto obligado al pago del arrendamiento es el inquilino y que de
haberse celebrado un contrato de locación respecto a varias personas, se entiende que todas ellas estarán
obligadas al pago del alquiler, pudiendo el locador exigir de cualquiera de los codeudores el cumplimiento
íntegro de la obligación (conf. art. 686 del CC).Por otra parte, el arrendatario debe restituir la cosa locada una vez concluido el contrato de locación (art.
1556 in fine), obligación que no se cumple con la mera desocupación del bien, sino con su restitución al
locador, extremo que en el caso se configuró, no al vencimiento del contrato, sino recién al hacerse efectivo
el desalojo por falta de pago que fuera ordenado mediante sentencia de fs. 30/31 del Expte. 2.816/04, es
decir con posterioridad a la fecha del vencimiento del sinalagma, sin que la condición contractual que
revestía Raffo Magnasco hubiese variado, insisto, por la mera circunstancia de no habitar el inmueble.El inquilino cuenta además con la facultad de resolver el contrato anticipadamente mediante el mecanismo
que prevé el art. 8 de la ley 23.091, opción que no fue ejercida en autos.Debe en consecuencia el demandado responder por los daños y perjuicios ocasionados al locador por la
retención indebida de la cosa luego del vencimiento, ya que los daños e intereses por la demora en la
restitución del inmueble se deben computar hasta la fecha en que el locador entró en su efectiva
disponibilidad, haya o no continuado el accionado (quien como señalara mantenía su condición de
inquilino) en el uso y goce del bien por las razones que esgrime.Tampoco corresponde acordar al acuerdo arribado en mediación entre la actora y los garantes del contrato
de locación, el alcance que pretende el recurrente, que considera que los montos reclamados en este pleito
estarían comprendidos en aquel acuerdo.En efecto, en el convenio mencionado las partes acordaron el pago de una suma de $25.000 comprensiva
de capital, intereses, gastos, costas y honorarios correspondientes a los expedientes de ejecución de
alquileres y desalojo (cláusula primera), dando por satisfecho todo reclamo iniciado o a iniciarse respecto
de los garantes en relación al citado contrato de locación y en especial los incluidos en los mencionados
expedientes judiciales, desistiendo de la acción y del derecho respecto de los Sres. Carrizo y Gigena en el
proceso iniciado por daños y perjuicios, no teniendo nada más que reclamarles por ningún concepto
derivado del mismo (cláusula segunda).A raíz de ello, la actora subrogó a los garantes en forma conjunta e indistinta, en todos los derechos que le
correspondían en función del crédito originado por el incumplimiento del contrato en cuestión,
comprendiendo tal subrogación solamente los juicios de ejecución de alquileres y desalojo (cláusula
tercera).El alcance entonces del acuerdo arribado entre las partes en mediación, se limitó al cumplimiento de la
condena por costas en el juicio de desalojo y lo reclamado en el juicio de ejecución de alquileres, no
incluyéndose en modo alguno, el reclamo efectuado en esta litis.En efecto, en los autos "Mateu, Virginia Graciela c/ Raffo Magnasco, Martín Armando y otros s/ Ejecución
de Alquileres se reclamó ejecutivamente alquileres devengados desde septiembre de 2003 a febrero de
2004, pago de factura de Telecom S.A. y de expensas e intereses hasta marzo de2004.En autos, el objeto perseguido consiste, en los pretensos daños y perjuicios derivados de la retención
indebida de la unidad, que acaecieran desde marzo de 2004 hasta el desalojo judicial llevado a cabo con
fecha 29 de septiembre de 2004.De lo expuesto se infiere que el objeto del presente juicio es ajeno y distinto al que motivara el convenio
alcanzado en mediación y en el que el demandado en estos autos no participó.En dicha inteligencia, cabe resaltar, que los términos del acuerdo transaccional arribado entre la actora y
los garantes, hace cosa juzgada entre las partes intervinientes (conf. art. 850 del Código Civil), pero no
resulta oponible a terceros, en tanto "la transacción hecha por uno de los interesados, ni perjudica ni
aprovecha a terceros ni a los demás interesados" (arts. 851, 1195 del CC).La cuestión relativa a las razones por las que las partes intervinientes en el mencionado acuerdo arribaron
a la suma acordada y si esta excede o no los intereses comprometidos en los expedientes involucrados, es
ajena y excede el marco de este proceso, debiendo el recurrente efectuar los planteos que considere
pertinentes por la vía y forma que corresponda.-
VIII.- Cuestiona luego la actora la reducción que efectúa el a quo de la cláusula penal, esgrimiendo que se
parte de una premisa inexacta, al considerar el tipo de cambio actual con el monto del valor locativo
histórico, provocando ello un menoscabo en el derecho de propiedad de su parte que obsta a la reparación
integral del daño.Entiende en tal sentido la recurrente, que debió tomarse como parámetro, el valor del tipo de cambio a la
fecha de la promoción del juicio (30/12/04) equivalente a $150 diarios, en relación al último canon
locativo correspondiente al mes de febrero de 2004, $600.Considera asimismo, que el Sr. juez de grado no ha meritado adecuadamente el verdadero menoscabo
patrimonial sufrido por la actora, ni el equilibrio entre la importancia de la pena estipulada y el reproche
que suscita la conducta del deudor.Cabe recordar que la cláusula penal es un instituto polivalente: proporciona un incentivo para la conducta
debida del deudor, esto es el cumplimiento específico de su obligación (función compulsiva o estimulativa),
y fija de antemano el monto indemnizatorio para el caso de incumplimiento (función indemnizatoria), sea
éste definitivo (cláusula penal compensatoria) o temporario (cláusula penal moratoria) (Llambías,
Obligaciones, Tº I, nº 316, p. 421, nota; Borda, Obligaciones, Tº I, nº 181, p. 172; Rinessi, A.J., "Cláusula
penal", en LL 1994-B-266; Campagnucci de caso, R.H. "Incumplimiento del deudor y cláusula penal", en
LL 1994-E-622).La cláusula penal tiene entonces, además de la función compulsiva, una función indemnizatoria, que se
superpone a la anterior o la desplaza, y rige aunque no haya perjuicio para el acreedor, confor me así lo
dispone el art. 656 del Código Civil.Queda claro entonces, que un cometido, es la valuación convencional anticipada de los daños que pueda
sufrir el acreedor por la inejecución de la obligación principal. Sirve así a los intereses de este, pues al ser
presumida la relación de causalidad entre el incumplimiento del deudor y el monto tarifado para la pena,
no debe probar la existencia del perjuicio; y es útil también a los intereses del deudor, ya que si incurre
solamente en culpa-y no en dolo- en el cumplimiento, la pena pactada limita su deber resarcitorio al monto
de la prestación prevista para ella.Luego de la reforma introducida por la ley 17.711, el carácter de inmutabilidad absoluta que caracterizaba a
la cláusula penal fue atenuado a través del agregado del segundo párrafo del art. 656 del CC, que permite al
deudor solicitar la reducción de una pena exorbitante, configurándose una inmutabilidad relativa.En virtud de ello, la doctrina legal permuta el criterio de la nulidad total de la cláusula, para inclinarse
firmemente hacia la potestad judicial para reducir las penas a sus justas proporciones cuando sean
evidentemente desmesuradas.Para que sea procedente dicha reducción deben darse, a tenor de lo dispuesto por la norma citada, dos
presupuestos, uno objetivo y otro subjetivo.En primer lugar, el juez deberá apreciar si el monto de la pena es desproporcionado (presupuesto objetivo),
brindando la norma ciertas pautas que permitirán apreciar si el requisito se encuentra cumplido. En tal
sentido menciona: la gravedad de la falta cometida, el valor de las prestaciones y las demás circunstancias
del caso, lo cuál implica a la noción de equidad.Como presupuesto subjetivo, el art. 656, en su última parte, enuncia el segundo requisito que torna
procedente el pedido de reducción del monto de la pena pactada y es que el acreedor haya ejercido un
"abusivo aprovechamiento" de la situación en que se encontraba el deudor. Este modus operandi tiene
estrecha relación con lo preceptuado por el art. 954 respecto de la lesión, como vicio del acto jurídico, que
existe cuando una de las partes, explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra obtiene una
ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación, lo que permitiría calificar al
monto de la pena como desmesuradamente abusivo.Es importante tener en cuenta que dicha norma consagra asimismo una presunción iuris tantum en el
sentido de que tal aprovechamiento existe cuando la desproporción entre las prestaciones es notable,
evitando al deudor-en algunos casos-cargar con la prueba del vicio por el cual se pretende la reducción del
monto de la cláusula penal.Se ha dicho así que la desproporción hace presumir el aprovechamiento y porque, en todo caso, subsiste la
inmoralidad o la ilicitud del objeto de la cláusula penal excesiva. (conf. CNCiv., sala A, LL 1990-D-353;
ídem,Sala C, 16/2/88, LL, 1989-E-498; ídem, 8/3/88, LL1988-D-522; ídem, Sala F, 29/3/85, JA, 1986-II418;ídem, 10/3/88, JA 1989-I-845).La lesión está estructurada como un vicio del acto jurídico, y la reducibilidad de la cláusula penal como un
caso de lesión. Consiguientemente, la sanción que corresponde es la nulidad, pues se trata de un obstáculo
que incide en la formación del acto. Dicha nulidad es parcial, en la medida del exceso, a tenor de la facultad
conferida a los jueces de reducir el monto desproporcionado. Tiene a su vez la calidad de relativa, ya que
preserva el interés particular (Belluscio- Zannoni, Código Civil Comentado, T?3, pág. 221).-
En este lineamiento, considero que la cláusula Undécima del contrato, que prescribe que por cada día de
demora en desocupar el inmueble y entregarlo en las condiciones convenidas, sea por vencimiento del
plazo contractual o por haberse producido algunas de las circunstancias consideradas extintivas frente al
incumplimiento del locatario, este último se hará pasible de una indemnización diaria de cincuenta dólares
estadounidense (U$S50), lo que importa la presencia de monto notablemente desproporcionado respecto
de la pena pactada; en virtud de lo cual se presume iuris tantum la existencia de un abusivo
aprovechamiento de la situación del deudor, sin justificación (art. 954 segunda parte C. Civil).Ello es así, si se toma en consideración las pautas comparativas utilizadas por el a quo, que arroja el
reconocimiento de diez cánones mensuales, es decir de 70 meses de canon locativo por 7 meses de demora;
o en su caso, los valores a la fecha de la promoción de la demanda (12/04) como pretende la recurrente, ya
que de todos modos la desproporción subsiste al resultar aproximadamente 7 cánones mensuales por cada
mes de demora en la entrega, diferencia que se mantiene asimismo tomando valores históricos.Debe tenerse en cuenta, como bien se señala en la sentencia de grado, que se trata de una simple unidad
destinada a "vivienda familiar" eliminando de tal manera cualquier deferencia de carácter particular que
pudieran haber tenido en mira las partes al contratar.De tal manera, la decisión del Sr. juez de primera instancia de reducir la cláusula penal al importe total de
$10.500, calculados a partir de reconocer una indemnización de dos veces y media el alquiler
oportunamente pactado por cada mes de demora en la entrega, aparece a mi criterio razonable y
equitativo, si se toma en consideración lo preceptuado por el art. 622 del Código Civil, aplicable a un
supuesto de incumplimiento del obligado.X.- El demandado a su turno, alega que en virtud de lo dispuesto por el art. 659 del Código Civil, y siendo
la cláusula penal pactada de carácter indemnizatorio y no moratorio, no se puede exigir conjuntamente el
cumplimiento de la obligación y la pena, ya que la imposición de la cláusula penal desplaza cualquier
pedido indemnizatorio relacionado con el mismo incumplimiento, para terminar solicitando, que de
confirmarse la sentencia de grado, sea condenado a abonar solamente los gastos por restitución de la línea
telefónica.Al respecto cabe señalar, contrariamente a lo sostenido por el recurrente, que se trata en el caso de una
cláusula penal moratoria y no compensatoria, aplicable en caso de inejecución temporaria, y cuya razón de
ser es indemnizar al acreedor por la demora en que ha incurrido el deudor, de manera que su pago tiene
causa distinta de las demás pretensiones a que aquél tiene derecho, por lo que es susceptible de ser
acumulada: 1) al cumplimiento, o a la ejecución específica, de la obligación principal ; 2) a la cláusula penal
compensatoria que se haya pactado; o 3) a la indemnización del daño compensatorio que sea fijada, en
caso de no haberse previsto una pena compensatoria.De tal manera, que la suma de $181,50 reclamada en concepto de reintegro de lo abonado por restitución
de la línea telefónica dada de baja por la empresa Telecom, resulta procedente debiendo, en consecuencia,
desestimarse los argumentos esgrimidos en tal sentido.XI.- Por último habrá de prosperar el agravio vertido por el demandado relativo a la extensión de la
condena a Virginia Ortiz Torres en los términos del art. 96 del CPCC.Ello por cuanto el art. 96 del CPCC, reformado por la ley 25.488, admite la posibilidad de que la sentencia
sea ejecutable contra el tercero, salvo que éste hubiese alegado la existencia de defensas o derechos que no
pudiesen ser objeto de debate y decisión en el juicio, dejándose sin efecto el Plenario "Balebona c/ Storzi"
del 3/3/92 dictado por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, en cuanto había establecido como
doctrina legal obligatoria que "no es factible dictar condena contra el tercero obligado que fuera citado al
proceso a propuesta del demandado y que constituye con éste un litisconsorcio pasivo facultativo" (Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, Comentado, T I Jorge L. Kielmanovich, pág. 141/42).En función de lo expuesto, no habiéndose presentado Virginia Ortiz Torres a estar a derecho y en
consecuencia no habiéndose invocado la existencia de alguna restricción derivada de la calidad con la cual
se incorporó al proceso, corresponde, a tenor lo dispuesto en el artículo mencionado en su actual
redacción, hacerle extensiva la condena.Por las razones expuestas expido mi voto: I) porque se modifique la sentencia recurrida haciéndose
extensiva la condena a Virginia Ortiz Torres en los términos del art. 96 del CPCC; II) porque se confirme en
todo lo demás que decide, manda y fuera objeto de agravios y III) porque se impongan las costas de Alzada
en el orden causado en atención a la naturaleza, alcance y suerte corrida por los agravios vertidos por una y
otra parte (conf. art. 68, segundo párrafo).La Dra. Hernández por las consideraciones y razones aducidas por el Dr. Ameal, vota en igual sentido a la
cuestión propuesta.
Fdo.: Oscar J. Ameal - Lidia B. Hernandez – Raquel Elena Rizzo (Sec.)
Es Copia.-
///nos Aires, octubre de 2011.Y visto lo deliberado y conclusiones establecidas en el Acuerdo trascripto precedentemente, por mayoría de
votos, el Tribunal decide: I) porque se modifique la sentencia recurrida haciéndose extensiva la condena a
Virginia Ortiz Torres en los términos del art. 96 del CPCC; II) porque se confirme en todo lo demás que
decide, manda y fuera objeto de agravios;; III) porque se impongan las costas de Alzada en el orden
causado en atención a la naturaleza, alcance y suerte corrida por los agravios vertidos por una y otra parte
(conf. art. 68, segundo párrafo) y IV) diferir la regulación de honorarios de alzada para su oportunidad.Se deja constancia que la Dra. Díaz no firma la presente por hallarse en uso de licencia (art. 109 del RJN).Regístrese, notifíquese y devuélvase.//Fdo.: Oscar J. Ameal - Lidia B. Hernandez – Raquel Elena Rizzo (Sec.)
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