percepción de riesgos

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PERCEPCIÓN DE RIESGOS
Desde siempre los grupos humanos se han enfrentado a numerosos riesgos para su
vida, salud o bienestar. Es una situación que como especie debemos seguir
enfrentando, ya sea que las amenazas provengan de enfermedades, fenómenos
ambientales, circunstancias sociales o aspectos tecnológicos. Así, prácticamente todas
las actividades del diario vivir implican un cierto grado de riesgo, aunque éste puede no
ser percibido o percibirse en forma que no se corresponde con la realidad.
Al respecto, en el informe sobre la salud en el mundo correspondiente al año 2002, la
entonces Directora General de la Organización Mundial de la Salud, Dra. Gro Harlem
Brundtland, afirmó que “El mundo vive peligrosamente, bien sea porque no le queda
otro remedio o porque adopta decisiones equivocadas”. Muchas de tales decisiones
equivocadas pueden eliminarse mediante una adecuada comunicación de riesgos.
1. Relevancia de la percepción de riesgos
Quizás una pregunta que se hace la mayoría de las personas que ingresan a este sitio
sea ¿porqué incluir un tema de percepción en un curso sobre comunicación de riesgos?
La respuesta es sencilla: porque la percepción es uno de los pilares fundamentales de
la comunicación.
Efectivamente, el conocimiento de las opiniones, creencias, sentimientos, valores y
actitudes que tiene una persona o comunidad acerca de un posible riesgo, debe ser una
herramienta fundamental de quienes permanente o esporádicamente desarrollan
materiales, acciones y/o campañas de comunicación de riesgos.
De hecho, una vez identificada o anticipada una situación de riesgo, el primer eslabón
en la cadena de acciones para afrontarla tendría que ser un acercamiento a la forma en
que las personas perciben dicha situación; es decir, los estudios de percepción de
riesgos son la base para el desarrollo de los siguientes eslabones, pues la estrategia de
comunicación a utilizar en una circunstancia dada dependerá no solamente de lo que
los especialistas conozcan acerca del fenómeno, sino también, de manera importante,
de lo que las poblaciones piensan acerca del mismo.
Esta afirmación cobra un gran sentido si se atiende a uno de los principios cardinales en
la comunicación de riesgos: tener siempre presente que percepción es realidad. Para
las comunidades, es de mucha mayor importancia ver que se atienden sus
percepciones, sus propias inquietudes acerca de un riesgo, que los elementos técnicos
de la solución.
Por ello, como en otros campos de la comunicación, al comunicar riesgos resulta
fundamental conocer al grupo objetivo (o audiencia, si se quiere) y no dar por sentado
que de antemano se sabe lo que dicho grupo piensa, conoce o siente. Peor aún es
creer que se puede resolver una situación de riesgo ignorando las opiniones –certeras o
erróneas-, y los conocimientos, –escasos y equivocados o suficientes y correctos-, de
las personas expuestas.
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La percepción del riesgo y el tipo de reacción de las personas ante una situación de
emergencia puede ser influenciada a través de la comunicación. Desde un punto de
vista conductual, la respuesta de enojo o apatía de las personas confrontando una
situación de riesgo puede variar en función de su percepción individual del riesgo y de la
percepción de la eficacia de la respuesta frente a la amenaza. Independientemente de
que el riesgo sea o no real, la percepción individual del riesgo motiva la necesidad de
actuar, mientras que la percepción individual de eficacia determina el tipo de actuación
en respuesta a la situación de emergencia. De acuerdo a Peter Sandman, existen
cuatro clases de comunicación de riesgos (Ver el artículo completo en la siguiente
dirección electrónica: http://www.psandman.com/col/4kind-1S.pdf):
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Relaciones públicas: Peligro Alto - Indignación Baja Cuando la percepción de riesgo
es baja (es decir, baja percepción de susceptibilidad individual y severidad de las
consecuencias). Por definición corresponde a un público indiferente. NO hay
respuesta a los mensajes de comunicación (ni siquiera son procesados; el nivel de
eficacia no influye).
Relaciones de interesados directos: Peligro Moderado - Indignación Moderada. A
diferencia de los distintos públicos que puedan existir los interesados directos son
una audiencia atenta, ni demasiado apática ni demasiado molesta para escuchar.
Las relaciones de interesados directos se basa en el diálogo interpersonal,
complementados por algunos medios especializados como boletines informativos y
sitios webs, pero no en los medios de difusión.
Gestión de la Indignación: Peligro Bajo – Indignación Alta. Cuando la percepción de
riesgo es alta, pero la de eficacia es baja (es decir, baja percepción de utilidad de la
acción y de confianza en que la persona sea capaz de seguir la acción
recomendada), la respuesta suele dirigirse a controlar el miedo (con
manifestaciones diversas como el enojo o la negación del problema) e ignorar los
mensajes.
Comunicación de crisis: Peligro Alto - Indignación Alta. Cuando la percepción de
riesgo y de eficacia son altos, las personas se sienten motivadas a tomar acciones
que les permitan controlar la situación de amenaza para protegerse.
Si bien se tienen claros estas cuatro clases de comunicación de riesgos existen otras
formas a partir de diversas condiciones que van definiendo el problema, cómo las
personas lo perciben, cómo se responde al problema y la manera en que debe
organizarse el plan de comunicación de riesgos para que tenga éxito.
En algunas personas (o grupos), una misma situación de emergencia puede provocar
una respuesta débil, mientras que en otros se observa una respuesta extrema o incluso
irracional. En ciertas situaciones se puede observar apatía o desesperanza, reflejando
la percepción de las personas de que nada de lo que hagan puede servir. Pueden
también experimentar negación, lo que conduce a evitar las advertencias, no creyendo
que la amenaza sea real o no aceptando que aplica para ellos. Estas actitudes pueden
dar como resultando que haya inacción hasta el último minuto o cuando
desafortunadamente sea ya muy tarde.
Un análisis de los niveles de percepción de riesgo y de eficacia de distintos grupos de
población puede ayudar a determinar los contenidos de los mensajes y los objetivos
conductuales de las acciones de comunicación. De manera alternativa, también se ha
justificado la pertinencia de ofrecer a las personas opciones de medidas a tomar en
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función de sus percepciones: un nivel de protección mínima, otro de respuesta máxima,
y una respuesta de nivel intermedio.
En cualquier situación de emergencia, es muy importante ofrecer a la población
medidas efectivas y razonables que puedan tomar para elevar su percepción de
eficacia. Los comunicadores de riesgo quieren que los ciudadanos estén vigilantes y
confiados para seguir las recomendaciones de las autoridades involucrándose en el
control de la situación.
2. ¿Qué medir en un estudio sobre percepción de riesgos?
Nótese que el título de este apartado incluye la palabra medir, pues conocer las
características del grupo con el que se está tratando no significa “tener una idea” o
“imaginar”, sino que implica mediciones concretas, sistemáticas y apropiadas, ya sean
cuantitativas o cualitativas, de los elementos clave que faciliten el desarrollo y el éxito de
la comunicación de riesgos. Es claro que el conjunto de estos elementos variará de
acuerdo con el riesgo y la comunidad en cuestión, pero a manera de ejemplo pueden
mencionarse los siguientes.
a) El nivel de riesgo que la población percibe, que puede ir de insignificante a muy
grave; por lo general no es el mismo que tienen los expertos y puede también
mostrar variabilidad entre los integrantes de la comunidad.
b) La población que está expuesta a dicho riesgo; suele prestar mayor atención a los
riesgos a los que está expuesta la población infantil.
c) La presencia permanente o variable del peligro bajo análisis.
d) La capacidad percibida por la población de hacer frente al riesgo; esto es, su
percepción de control sobre el mismo.
e) Las experiencias y repercusiones que algunos o todos los integrantes de la
comunidad hayan tenido con la situación de riesgo estudiada o una semejante.
f) El nivel de confianza que tiene la población en la instancia o persona responsable
de atender la situación de riesgo.
g) El conocimiento que tienen sobre el fenómeno o proceso, identificando en particular
la información equivocada o incompleta.
h) La atribución que hacen sobre las causas –o los causantes- del riesgo.
i) Si existen elementos culturales de orden local que influyan en el comportamiento de
las personas ante el riesgo.
j) Si se presentan elementos de índole ajena a la situación de riesgo, pero que pueden
entorpecer el proceso de comunicación, como intenciones políticas o influencias
religiosas.
Algunos de estos elementos se describen brevemente, pero se recomienda su revisión
a fondo en la bibliografía citada al final del apartado.
3. Elementos importantes en la percepción de riesgos
El mito de la invulnerabilidad personal
Generalmente las personas consideran que la probabilidad de que sufran daños por
alguna situación de riesgo es menor que la probabilidad de que otros –familia, vecinos,
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amigos- resulten perjudicados por la misma situación. Es decir, las personas creen que
tienen una suerte de invulnerabilidad. Esta creencia, paradójicamente, las vuelve más
vulnerables pues dejan de tomar precauciones y/o se exponen frecuentemente a
riesgos. Por ejemplo, es común que una persona que fuma piense que a ella no le va a
afectar, que no va a sufrir daño. Lo mismo pasa con quienes practican deportes
extremos; se consideran a salvo de lesiones graves, invalidez o muerte.
Aun si una persona reconoce que está en situación de riesgo, por lo regular cree que tal
riesgo es menor que el de otras personas. Esto pasa frecuentemente con los que
padecen de una enfermedad crónica como diabetes o afecciones cardiovasculares;
consideran que abandonar temporalmente las prescripciones médicas o caer en
excesos indebidos no les va a acarrear ningún efecto.
A este fenómeno de invulnerabilidad percibida se le conoce también como optimismo
irreal, pues aunque no tiene fundamento alguno, las personas se dejan llevar por sus
creencias e impulsos y no anticipa ninguna consecuencia negativa importante.
Divergencias entre la población expuesta y los especialistas
Un hallazgo repetitivo y generalizado en la investigación sobre riesgos es la casi
siempre presente discrepancia entre los expertos y los expuestos a un riesgo. Esta
diferencia en la manera de apreciar el riesgo tiene su explicación en que cada grupo
toma en cuenta diferentes elementos.
Los especialistas centran su atención en aspectos técnicos, generalmente cuantitativos,
y tienden a ser objetivos, analíticos y con una visión mejor contrastada en cuanto a
conocimientos técnicos. Las personas expuestas, por otro lado, basan sus juicios y
toman sus decisiones con base en la información que tienen disponible, mucha de ella
proveniente de los medios de comunicación y en los últimos años de la Internet; en lo
que está más cercano a su realidad, en lo que imagina y recuerda de situaciones
semejantes; por tanto, acuden más a factores de índole psicológico y social.
Aunque como ya se dijo, las valoraciones de los expuestos y la de los expertos no van
en el mismo sentido, debe señalarse que los especialistas pueden mostrar los mismos
sesgos que el resto de la comunidad, como ocurre cuando se les inquiere acerca de la
vulnerabilidad ante fenómenos relacionados con el cambio ambiental global.
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Fuente: Canadian Food Inspection Agency
Diferencias individuales
Dentro de una misma comunidad o grupo hay también expresiones diferenciadas en la
forma en que sus integrantes perciben un riesgo en particular. Estas variaciones
obedecen lo mismo a variables atributivas como el sexo, la edad, la escolaridad y el
nivel socio-económico, que a circunstancias coyunturales como la opinión acerca del
gobierno en turno.
Se ha encontrado que por lo general las mujeres muestran una mayor sensibilidad a los
riesgos que amenazan a los niños y también una mayor predisposición a la ansiedad
ante situaciones de emergencia.
Igualmente, aunque se sabe que los adolescentes incurren frecuentemente en
situaciones de riesgo y se comportan de forma irreflexiva ante las presiones de su grupo
social, no debe dejarse de lado que otros grupos de edad sólo difieren en la expresión
formal de las conductas, pero no dejan de someterse constantemente a situaciones de
riesgo.
4. Sesgos en la percepción de riesgos
Existe una serie de elementos que pueden llevar a que un riesgo se perciba en su justa
dimensión, en forma exagerada o que se le subvalore. Aunque en una valoración
específica algunos de ellos tendrán mayor jerarquía que otros, la investigación ha
mostrado que, tengan o no sustento, todos ellos son significativos.
Sus dimensiones abarcan: si la exposición es voluntaria u obligada; si se trata de un
riesgo natural o tecnológico; si es o no de temerse; si es familiar o desconocido; si se
puede o no controlar por el individuo; si su manejo corresponde a una institución
responsable; si se maneja de manera responsable o irresponsable.
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La influencia de estos sesgos puede hacer que el péndulo de la valoración vaya hacia el
optimismo irreal ya mencionado, o bien que caiga en el otro extremo, en una indignación
sin fundamento.
La población puede tener un sesgo en cuanto a algunas interpretaciones que
evidentemente quedan fuera de su alcance por las limitaciones inherentes a su propia
formación, cultura, nivel educativo. Es ahí en donde el comunicador de riesgos debe
aclarar aquellas dudas con el fin de contrastar los conocimientos técnicos con aquellos
que la población tiene.
Fuente: Canadian Food Inspection Agency
Algunas características específicas del riesgo bajo análisis pueden hacer que éste se
sobreestime o se subestime. Entre dichas características están: la naturaleza de la
exposición, la fuente o el origen del riesgo, su controlabilidad y la confianza en su
manejo.
5. Aproximaciones generales a la percepción de riesgos
A lo largo de varias décadas de estudio en la percepción de riesgo se han formulado
varias aproximaciones teóricas o paradigmas, entre las que destaca la teoría
psicométrica, misma que fundamentalmente utiliza medidas cuantitativas, que se
obtienen por ejemplo mediante la aplicación de cuestionarios y la aplicación de
encuestas de actitudes.
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Se postula que el riesgo es de naturaleza subjetiva y definido por el propio sujeto, quien
elabora sus juicios y puede ser influido por un amplio conjunto de factores psicológicos,
sociales, institucionales y culturales. Una de sus principales aportaciones ha sido el
planteamiento de que al valorar un riesgo, cada individuo sigue reglas heurísticas en las
que acomoda toda la información y circunstancias del momento, para emitir un juicio
basado en su experiencia y en sus propios procesos psicológicos; esto hace que en
ocasiones su juicio se corresponda con la realidad pero en otras ocasiones no es así.
Cuatro niveles contextuales en la percepción de riesgos
Influencias colectivas
Manifestaciones personales
Bagaje cultural
Instituciones
culturales
Cultura política,
social y económica
Identidad personal y
sentido de pertenencia
Visiones del mundo
Instituciones socio-políticas
Valores sociales
y confianza
Valores personales
e intereses
Factores cognoscitivo-afectivos
Estructuras
económicas
y políticas
Creencias personales
y afectos
emocionales
Conocimiento
de referencia
Heurística de procesamiento de información
Límites
organizacionales
Heurística
colectiva
Percepción
de
riesgos
Sentido
común
individual
Estatus
socioeconómico
Influencia
de los
medios
Fuente: Renn y Rohrmann 2000.
El cúmulo de elementos que pueden incidir en su valoración es muy amplio. Pueden
citarse por ejemplo los contextos generales dentro de los cuales se ubica la percepción
de riesgos, que van desde el más general, que es el bagaje cultural, a las instituciones
socio-políticas, a los factores psicológicos (cognoscitivos y afectivos), y finalmente a la
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heurística del procesamiento de información individual. A lo largo de dichos contextos se
enmarcan las influencias colectivas y las manifestaciones personales.
Por otro lado, elementos significativos en la percepción de riesgo son qué o quienes
están expuestos al riesgo, si es el medio ambiente o también los seres humanos, sus
pertenencias y su propio bienestar; la fuente del mismo (natural-tecnológica); el tipo de
exposición (individual-colectiva); el posible impacto (la salud-el ambiente; el tipo de
efectos (físicos-financieros-sociales); la permanencia (agudos-crónicos); los alcances
(local-regional-global); y el tiempo del impacto (presente-futuro inmediato-futuro
mediato).
Taxonomía de las Fuentes de Riesgo
Riesgos para el estado ambiental
Sujetos al
riesgo:
Riesgos para la salud de los seres humanos, el bienestar y sus
pertenencias
Ocupacionales
Actividades Individuales
Tipos de exposición
personal al riesgo:
Privadas
Riesgos naturales
Condiciones habitacionales
Riesgos tecnológicamente
inducidos
Tipos
de
efectos:
Físicos
Agudos
Regionales
Financieros
Crónicos
Sociales
Locales
Globales
En el presente
En la siguiente
generación
En un futuro
Tomada de Renn y Rohrmann 2000.
6. Conclusiones
El propósito mayor de la comunicación de riesgos es disminuir una situación de riesgo
para una persona o comunidad. Para lograrlo, deben cumplirse objetivos intermedios
entre los que tiene una presencia primordial la percepción que de dicho riesgo tienen los
involucrados.
En tal sentido, es necesario conocer cuáles son sus sentimientos, creencias, opiniones,
valores y actitudes hacia la fuente del riesgo, la gravedad del mismo, el daño potencial,
la población expuesta, las formas de afrontarlo y la instancia responsable de manejar el
riesgo, entre otros elementos.
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Si se parte de dicho conocimiento, el desarrollo de la estrategia, los materiales y la
campaña de comunicación de riesgos será, sin duda, mucho más exitosa.
7. Referencias bibliografía
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Canadian Food Inspection Agency
http://www.inspection.gc.ca/english/corpaffr/publications/riscomm/riscomme.shtml
Lundgren, R. y McMakin, A. Risk Communication: A Handbook for Communicating
Environmental, Safety and Health Risks. 3rd Edition, Battelle Press.
Renn, O. & Rohrmann, B. (2000). Cross-Cultural Risk Perception Research: State
and Challenges. En: O. Renn y B. Rohrmann (Eds.) Cross-Cultural Risk Perception.
A survey of Empirical Studies. London: Kluwer Academic Publishers
Rohrmann, B. & Renn, O. (2000). Risk Perception Research – An Introduction. En:
O. Renn y B. Rohrmann (Eds.) Cross-Cultural Risk Perception. A survey of Empirical
Studies. London: Kluwer Academic Publishers.
Slovic, P. (2000). The Perception of Risk. Earthscan, London: Earthscan.
Urbina, S. J. y Fregoso, M. J. (1991). Afrontamiento de riesgos ambientales: El caso
de San Juanico. Revista de Psicologñía Social y Personalidad 7(1):46-59.
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