Luis Albarrán y Pliego Escultor pintor y orfebre

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colección mayor | bellas artes
LUIS ALBARRÁN Y PLIEGO
escultor, pintor y orfebre 1893-1967
Eruviel Ávila Villegas
Gobernador Constitucional
Raymundo E. Martínez Carbajal
Secretario de Educación
Consejo Editorial: Efrén Rojas Dávila, Raymundo E. Martínez Carbajal,
Erasto Martínez Rojas, Carolina Alanís Moreno,
Raúl Vargas Herrera
Comité Técnico:
Alfonso Sánchez Arteche, Félix Suárez, Marco Aurelio Chávez Maya
Secretario Técnico: Agustín Gasca Pliego
Luis Albarrán y Pliego. Escultor, pintor y orfebre. 1893-1967
© Primera edición. Instituto Mexiquense de Cultura. 2002
© Segunda edición. Instituto Mexiquense de Cultura. 2008
© Tercera edición. Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México. 2013
DR© Gobierno del Estado de México
Palacio del Poder Ejecutivo
Lerdo poniente núm. 300,
colonia Centro, C.P. 50000,
Toluca de Lerdo, Estado de México.
© Luz María Albarrán y Favela
© Fotografías: Josefina Rodríguez Marxuach y Paulina Díaz Albarrán
ISBN: 978-607-495-292-6
Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal
www.edomex.gob.mx/consejoeditorial
Número de autorización del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal:
CE: 205/01/95/13
Impreso en México
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o
procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México a través del
Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.
Luz María Albarrán y Favela
Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a todas las personas
que me acompañaron en este proceso tan laborioso, que se interesaron
por mi trabajo y me brindaron su apoyo y colaboración, ya que en forma
directa o indirecta me ayudaron a concretar este sueño:
a mis padres, doctor Luis Albarrán Boeuf y Luz María Favela de Albarrán;
a mi marido y compañero de toda la vida, licenciado Fernando Díaz
Hermosillo; a mis hijos, Fernando, Paulina y Arturo que son el proyecto
más importante de mi vida; a la memoria de mi abuela, María Luisa Boeuf
de Albarrán; por su ayuda profesional, a la doctora Teresa Favela Fierro;
al doctor Luis Ortiz Macedo, al maestro Lorenzo Rafael, a la doctora Eloisa
Uribe Hernández, a la doctora Alfia Leiva del Valle, a la licenciada Margarita
García Luna Ortega y a la doctora Bertha Abraham Jalil.
De manera muy especial al Consejo Editorial de la Administración
Pública Estatal por el apoyo, empeño y dedicación que me brindaron
para la integración, diseño y publicación de esta obra.
PRÓLOGO
a la primera edición
C
onocí a Luz María Albarrán y Favela hace algunos meses, cuando
buscaba información para publicar un artículo sobre su abuelo, el artista
Luis Albarrán y Pliego, nacido en Toluca hacia el año de 1893.
Desde hace tiempo, ya tenía referencia de la obra escultórica de don
Luis realizada en el Monumento a la Bandera de Toluca en 1940 y de los
monumentos a los generales José Vicente Villada y Agustín Millán, ejecutados al siguiente año para la capital del Estado de México: pero cuando vi
algunas de sus esculturas taurinas me sorprendió la vitalidad, el vigor, la
fuerza, el realismo y movimiento que imprimía en las figuras humanas y
de animales, y decidí conocer algo más de la vida y obra de este personaje.
A pesar de que busqué en diferentes libros e historias del arte mexicano, sólo pude encontrar datos someros y aislados sobre este artista que
parecía olvidado por la ciudad y el estado que lo vio nacer.
Cuando me presentaron a su nieta, la historiadora de arte Luz María
Albarrán, y me informó que estaba llevando a cabo una investigación para
dar a conocer la obra de este escultor, pintor y orfebre toluqueño, me dio
mucho gusto saber que se rescataba al artista del olvido.
Luz María terminó su trabajo y una mañana me llamó para invitar-
me a hacer la presentación del mismo: llegó con un texto elaborado a lo
largo de muchos años y saturado de emoción y cariño.
Podríamos dividir el libro en dos partes: en la primera se proporciona información sobre la vida del escultor, desde su nacimiento hasta su
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muerte, dentro del contexto histórico y cultural que correspondió a sus
diferentes etapas, y en la segunda se describen sus obras plásticas; la escultura taurina, la escultura relacionada con la charrería y los gallos, los
trofeos que ejecutó, su obra pública civil y religiosa, su pintura y orfebrería.
Con un lenguaje ameno, la autora introduce al lector en la vida de Luis
Albarrán y Pliego, nacido en la época porfirista y descendiente de dos familias ilustres de hacendados del valle de Toluca, los Albarrán y los Pliego.
Sus vivencias infantiles y juveniles fueron determinantes en la obra
plástica que ejecutó años más tarde. El artista pasó los primeros años en
el campo, en las haciendas, jineteando, coleando, asistiendo a las peleas
de gallos, desarrollando un gusto por los ejercicios vaquerizos y taurinos
heredado por sus padres, sus abuelos y por varias generaciones que le
antecedieron. Este ambiente desarrolló su sensibilidad para observar la
naturaleza, los movimientos de los animales y para sentir la emoción de la
fiesta brava y la charrería.
Su formación fue autodidacta, nunca estuvo inscrito en alguna escuela de arte: pero su talento, constancia y pasión por lo que creaba lo
convirtió en un reconocido artista.
Luis Albarrán y Pliego se vio en la necesidad de trasladarse con su familia
a la ciudad de México, donde desempeñó varios empleos; pero finalmente
pudo desenvolverse como escultor en los años del México posrevolucionario. Su obra se consolidaba con el tiempo y en el concurso convocado en
1926 por la Asociación Nacional de Charros para construir el Monumento al
Charro que habría de colocarse en la entrada del bosque de Chapultepec,
resultó que al abrir los sobres que amparaban el primero y segundo lugares,
los dos correspondían al mismo concursante: Luis Albarrán y Pliego.
En el libro escrito por Luz María Albarrán se aprecia que don Luis siempre estuvo dispuesto a perfeccionar sus técnicas escultóricas y la fundición artística. En 1929 viajó a Europa para estudiar en Florencia, Madrid,
Barcelona y Sevilla todo lo relativo a la fundición: en la exposición mundial
1929-1930 celebrada en Sevilla obtuvo medalla de oro, también aprendió
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en la fundición artística Masriera y Campins y trabajó con el escultor valenciano Mariano Benlliure.
A su regreso a México, Luis Albarrán y Pliego montó un taller de fundición para realizar trabajos a la cera perdida y a la arena. Tuvo la particularidad
de que modelaba y fundía su propia obra; llegó a ser simultáneamente un
magnífico escultor y un prestigiado fundidor.
En la década de 1930 presentó sus primeras exposiciones individuales
y varias colectivas; continuando con su trayectoria artística, realizó una
serie de trofeos taurinos, bustos de personajes y esculturas ecuestres;
también impartió clases de fundición en la Facultad de Filosofía y Bellas
Artes en la Universidad Nacional Autónoma de México.
A principios de la década de 1940 ejecutó las esculturas que aparecen
en ambos costados del Monumento a la Bandera en Toluca y los monumentos de los generales José V. Villada y Agustín Millán que adornan esta
ciudad; participó en las exposiciones del Círculo de escultores y realizó
magníficas obras como la escultura del torero Silverio Pérez para la fuente
monumental de la plaza de toros El Toreo (1943) o la corona de la virgen de
Guadalupe para el quincuagésimo aniversario de su coronación (1945). En
las décadas siguientes continuó participando en otras exposiciones y dejó
varias obras en la iglesia ubicada en Cumbres de Maltrata, en la ciudad de
México (1962).
Durante sus últimos años, don Luis Albarrán y Pliego disminuyó el
ritmo de trabajo al estar afectado de salud. En esos años disfrutaba de
su familia, recibía a sus amigos con los que compartía un taller y pintaba
imágenes relacionadas con la vida de las haciendas. El escultor, pintor y
orfebre toluqueño falleció en noviembre de 1967.
En el “Réquiem a un charro” que la autora reproduce al finalizar la
primera parte de su libro, coincido totalmente con la afirmación que hace
al respecto:
don Luis, sutil conocedor de los caballos y de los secretos de la actividad vaqueriza
y artista genial, se dedicó por puro amor al arte, a la escultura y a la pintura... De
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él son las mejores esculturas charras y taurinas que existen en México... Gustaba
cuidar, como nadie, de la presencia anatómica del caballo y del vestuario del
jinete... Sus obras son, para la posteridad, a la manera de los óleos de Ernesto
Icaza, documentos sabios de la más rígida ortodoxia charra...
En el libro titulado Luis Albarrán y Pliego, escultor, pintor y orfebre,
1893-1967, Luz María Albarrán y Favela rescata y difunde la vida y obra de
este escultor toluqueño profundamente enamorado de la fiesta brava, de
la charrería y de su terruño, de este hombre apasionado por el arte y con
una gran vocación para expresarlo. Sin lugar a dudas, con la investigación
histórica e iconográfica de Luz María, la figura de Luis Albarrán y Pliego
cobra vida y permanecerá en la memoria colectiva de la ciudad y el estado
que lo vio nacer.
Margarita García Luna Ortega
Cronista de Toluca
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PRÓLOGO
a la tercera edición
S
i el “lugar de nacimiento es destino”, en el caso del artista Luis
Albarrán y Pliego se justifica esta sentencia: hijo de connotadas familias
de hacendados del Valle de Toluca, creció en un ambiente que le permitió
estar en contacto con la naturaleza, con las labores del campo y las faenas
propias de un lugar dedicado a la ganadería y a la crianza de aves. Desde
niño se familiarizó con el deporte de la charrería: la elegancia de sus caballos y la destreza de sus jinetes. Igualmente, le fue heredado el gusto por
el deslumbrante y complejo mundo de la tauromaquia y el de las peleas
de gallos.
Lo anterior, unido al talento y los dones que la vida le obsequió, dio
lugar al surgimiento de un gran artista plástico, cuya vida y trayectoria
profesional son estudiadas en esta obra, fruto de la acuciosa investigación
realizada por Luz María Albarrán y Favela.
La autora, motivada por un gran afecto familiar y en su calidad de historiadora de arte, elaboró una investigación que nos presenta a un hombre cuya infancia se desarrolló en el ambiente de las haciendas. Luz María,
al hablar del tema, nos remite a una realidad que tuvo una gran trascendencia en la historia de la localidad, me refiero al momento anterior a la
transición de lo rural a lo urbano, que si bien fue absorbido por una sociedad industrial, los descendientes de tales hacendados aún forman parte
de la sociedad tolucense. Así, la historiadora menciona algunos aspectos
que se relacionan con tal desaparición, al mencionar la manera como el
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padre del artista tuvo que dejar su hacienda para marcharse a la capital e
iniciar un nuevo estilo de vida con su familia.
En la primera parte de este libro, Luz María nos lleva a descubrir a un
niño dotado de una enorme sensibilidad artística, poseía un espíritu libre
que trascendía las normas de una institución educativa, por lo cual más
adelante, aprendió el oficio de platero, lo que tal vez, según los convencionalismos sociales de ese tiempo, no era algo común. Sin embargo, para
este personaje significó el descubrimiento de su verdadera vocación: la
creación artística. Con el tiempo, Albarrán y Pliego quizá experimentó las
contradicciones internas que implica emplearse en áreas e instituciones
que nada tenían que ver con su verdadera vocación; posible causa de la
corta perdurabilidad en sus empleos. No obstante, se le reconoce su gran
valor para dedicarse totalmente al arte, incluso cuando no tenía una formación previa en este ámbito, sino que de manera autodidacta comenzó
a esculpir.
Albarrán y Pliego encontró su camino en el arte, y en su vida personal
se casó con su compañera de siempre, María Luisa Bouef Sánchez Narvaez, en cuyo cortejo mostró algunas conductas simpáticas poco convencionales; quizá fueron “chispas” de su ser tan pleno de libertad.
En la segunda parte del libro la autora comenta que Albarrán y Pliego
no solamente destacó en su quehacer como artista, sino que brindó un
gran apoyo a la formación de nuevos escultores: al fundarse la Escuela
de escultura y talla directa participó como docente. En 1929, debido a los
méritos mostrados como profesor en jefe de enseñanza para la fundición
artística de dicha escuela, fue comisionado para realizar un viaje de estudio relacionado con la enseñanza de la fundición en los centros educativos
más importantes de Italia y España, y para presentar sus trabajos en la
Feria Mundial de Sevilla. En ella expuso dos esculturas, una referente a la
tauromaquia y, otra, a la charrería; con ambas obtuvo medallas de oro y
diploma de primer lugar. Este resultado confirmó la talla internacional que
como artista ya había alcanzado.
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Se desempeñó como docente en algunas instituciones como la Escuela Superior de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, la Escuela Industrial de Artes y Oficios de Toluca y la Facultad de Filosofía y Bellas Artes de
la Universidad Nacional Autónoma de México, con lo que contribuyó a la
formación de un buen número de artistas.
Es importante destacar que su generosidad como docente, también
se manifestó en su propio taller, espacio que fundó en 1926 y en el que
compartió conocimientos con sus colaboradores. La creación de este taller fue, además, una muestra de su faceta como emprendedor y en este
sitio alcanzó la maestría. De él, Federico Canessi —otro destacado escultor— se expresó así: “Es un excelente fundidor al que le ayuda ser escultor, probablemente es el único capaz de realizar la fundición de obras de
importancia”. Dentro de esa faceta de emprendedor, años después, en
sociedad con Rubén Fernández, creó un taller donde fabricaban pulseras,
aretes y collares de plata que eran exportados a Estados Unidos.
Luis Albarrán también fue fundador de una asociación no oficial, El
Círculo de Escultores, que propició la reunión de los más destacados creadores en esa rama del arte.
Con respecto a su obra como escultor y orfebre, Luz María Albarrán
destaca aquella en la que el artista empleó el bronce y la plata. También
son singulares las miniaturas que desarrolló en el maleable y delicado material aureo, tales como anillos, prendedores y fistoles. Sobre estas piezas,
el escultor Ernesto Tamariz dijo:
El maestro Albarrán era miniaturista, tenía un carácter muy delicado y realizaba
verdaderas esculturas en miniatura. Tenía calma para hacer las cosas y sentía
verdadero amor por hacerlas, era muy detallista…
Era un hombre que se entregaba con paciencia y amor por lo que estaba haciendo… buscaba la perfección, lo que para él era perfecto. Y cuando se hace una
cosa con amor y se sabe hacer, pues sale algo muy bueno...
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Esta opinión, citada por la autora, nos da una idea de la calidad y el
amor que el escultor ponía en sus creaciones.
La temática de la mayoría de su producción escultórica y pictórica surgió de su propia historia: escenas que muestran la galanura de los
charros y la maestría de las suertes por ellos logradas. A ese respecto, es
importante destacar que en 1926 en el concurso convocado por la Asociación Nacional de Charros para construir el Monumento al Charro, al abrir
los sobres que revelaban la identidad de los ganadores, la sorpresa fue
grande al descubrir que Albarrán y Pliego había sido acreedor al primero
y segundo lugares, lo cual mostró la calidad que para entonces ya tenían
sus obras.
Otro tema que inspiró importantes piezas fue la tauromaquia, para
ilustrar su maestría en temas taurinos, el artista reproduce la valentía
del torero, la experiencia de los picadores y la bravura del ganado. Por
otro lado, plasmó la figura del gallo, protagonista de las peleas en los
palenques feriales.
Su obra escultórica incluye, además, innumerables monumentos,
bustos de próceres de nuestra historia y trofeos para distintos certámenes; en paralelo, aunque en menor número, produjo obras para diversos
templos católicos, como medallones, puertas e imágenes.
Su pintura en acuarela también es numerosa y gira alrededor de los
mismos temas que la escultura. Basta revisar la exhaustiva recopilación
que realizó Luz María en el apartado que dedica a la producción de Albarrán y Pliego.
El estilo realista que caracterizó al autor estuvo influenciado también
por su experiencia como cazador, la cual le permitió conocer a detalle la
anatomía de pequeñas especies, a la par, fue a través del estudio profundo
que conoció la de algunos animales salvajes; ejemplos de ambas reprodujo
en distintas esculturas.
El estudio que hace la autora nos indica que Albarrán y Pliego perteneció al grupo de connotados escultores del país, especialmente en las
décadas de los treinta y cuarenta del siglo xx, para demostrarlo la autora
16
del libro cita lo publicado por algunos diarios de circulación nacional del
momento, en 1942, la crítica Columba Byrne, en el periódico Excélsior, se
refirió a él en los siguientes términos: “uno de los escultores más completos en conocimientos técnicos, ya que modela y funde su propia obra”. En
1944 en el periódico El Nacional, se le reconocía como: “El fundidor perfecto y artista captador de la dinámica de la fiesta brava…”.
De igual manera, fue motivo de inspiración para otros destacados
creadores plásticos como, el reconocido Humberto Peraza, quien afirmó:
“… tuve una gran admiración y respeto a su obra, la cual yo considero en
el campo taurino antecesor de la mía; yo me inspiré en sus obras”.
Luis Albarrán y Pliego continuó ofreciendo al mundo su creación en
las décadas de los cincuenta y sesenta, hasta 1967, año en que falleció;
para entonces había logrado con creces su objetivo como artista, en sus
propias palabras: “Inmortalizar en bronce las costumbres mexicanas”.
La publicación que presentamos: Luis Albarrán y Pliego. Escultor, pintor y orfebre (1893-1967) integra la información de numerosas y diversas
fuentes a las que acompaña una rica iconografía, y un afortunado diseño,
elementos que dan por resultado un libro de amena lectura en el que la
historiadora de arte, Luz María Albarrán y Favela, hace justicia a un gran
artista mexiquense de talla nacional. En él nos ofrece, dentro de un marco
histórico, la valiosa obra plástica de este hombre multifacético, quien se
inspiró en costumbres y tradiciones mexicanas, mismas que siguen trascendiendo al tiempo y a la modernidad. Esta obra, en su tercera edición,
es un llamado a preservar estas manifestaciones que constituyen parte de
nuestro patrimonio cultural, y a revalorar la aportación al arte mexicano
de este excelente creador plástico.
Bertha Teresa Abraham Jalil
Toluca, México, agosto de 2013.
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INTRODUCCIÓN
N
o cabe duda que la decisión que toman quienes piensan escribir un
libro muchas veces es circunstancial; al menos en mi caso así sucedió.
La idea de hacer esta investigación surgió al impartir un curso de arte
moderno en la Universidad Iberoamericana, en la ciudad de México. Me
disponía a preparar mis clases y empecé a hojear el libro El arte moderno
en México, de Justino Fernández, cuando de pronto la fotografía de una
escultura llamó mi atención: Zapata, por el escultor Luis Albarrán y Pliego
(bronce).
“Mi abuelo”, pensé, y con gran curiosidad comencé a leer la información que hablaba sobre su vida y su obra. Pero, con gran sorpresa y frustración, me di cuenta de que eran muy pocos los datos, pues solamente
hacían una vaga referencia sobre su vida y algunas de sus obras en unas
cuantas líneas. “Cómo es posible”, me dije, “no puedo creer que no le den
el crédito que merece, si él se dedicó toda su vida al arte”.
Esa terrible desconsideración fue como un acicate para mí. “Debe
haber otros libros donde informen más sobre su obra, su trayectoria, sus
enseñanzas y su aportación a la cultura de México”, pensé. Entonces empecé a buscar mayor información en las fuentes que forzosamente deberían
contener algunos datos. Recurrí a enciclopedias, a libros especializados en
escultura, a los archivos de Bellas Artes, etc., donde analicé varias fichas
y textos sobre escultura y corrientes artísticas de la época, con la ilusión
de encontrar testimonios de su obra y de su aportación a la historia de la
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cultura mexicana. Al encontrar tan poco material sentí una gran tristeza;
en ese momento decidí imponerme un reto: darlo a conocer no sólo como
artista, sino mostrar también su lado humano; tal vez por ello no alcanzó
los niveles de difusión de otros artistas, que además de crear se dedican a
promocionarse. Es necesario identificar su obra, profundizar en ella, rescatarla y exponerla a las nuevas generaciones, así como ubicarlo dentro
del panorama escultórico de su tiempo.
Mi abuelo es uno de los clásicos artistas casi anónimos que aportaron
mucho a la cultura de México, no únicamente por su obra, sino por las
enseñanzas que como maestro en escuelas y talleres de arte transmitió
a muchos de los actuales artistas. Si no son tan conocidas su trayectoria
y sus obras es debido a que, por su espíritu bohemio, se dedicaba a crear
para él y para sus personas queridas. No le interesaba hacer política para
conseguir obras públicas o para comercializar su trabajo; se contentaba
con realizar las obras que para él eran de importancia, o las que le pedían
por encargo, y subsistir con la habilidad, creatividad y sensibilidad con las
que estaba dotado.
Para la realización de este libro tuve la fortuna de contar con el testimonio de mi abuela, María Luisa Boeuf, su compañera de toda la vida;
quien además de las largas charlas que sostuvimos sobre la vida y obra
del artista, puso en mis manos una gran cantidad de material gráfico y
pictórico, periódicos de antaño que contenían reportajes, mostraban sus
proyectos, trofeos, monumentos y algunas de sus exposiciones individuales y colectivas. Me mostró al artista, al ser humano, al esposo, al padre,
al amigo y compañero de trabajo, siempre dispuesto a compartir con ellos
su alegría y amor a la vida. Siempre tenía una sonrisa que darle al prójimo.
Fue un hombre sencillo que tuvo una formación artística por interés
propio; nunca realizó estudios formales en el campo del arte, aprendió
en la escuela de la vida. Fue un autodidacta que se dedicó al arte por el
puro placer que éste le producía. Disfrutaba de la vida tranquila y hogareña y se entregaba por horas a trabajar en su estudio, ya fuera pintando,
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modelando o dándole el último toque a la cera de una escultura o de una
pieza de orfebrería.
Para mí sus obras siempre fueron de gran mérito; sin embargo,
valoré su papel como artista hasta cuando realicé estudios de arte. Al
observar sus obras desde el punto de vista artístico, como las de un escultor mexicano y no como el trabajo de mi abuelo, me instalé de nueva
cuenta en su estudio, ya no como la nieta que lo visitaba para recibir
sus cariñosas palabras o para que escuchara con atención y paciencia
mis niñerías, sino para tratar de penetrar en su mundo de artista, poder
verlo desde otra perspectiva, admirar y valorar sus bocetos, sus trabajos
en plastilina, en yeso, en ceras y recrearme con sus acuarelas: todo lo
que formaba parte de él.
Al entrar a su estudio, después de 18 años de no hacerlo, empecé a
redescubrir cada uno de los detalles decorativos que llenaron la habitación por años, y que nunca había percibido como hasta ahora: frenos de
caballo y espuelas de antigua procedencia, espadas, machetes y puñales,
una colección de acuarelas sobre gallos, vasijas, figurillas y demás objetos
prehispánicos.
De pronto, sin pensarlo, percibí algo que me transportó al pasado: era
el característico olor a plastilina; esos olores de la infancia guardados en la
memoria; sólo faltó su presencia física para que me diera la mejor de sus
sonrisas con la alegría y amabilidad que le caracterizaban.
Por el empeño con el cual se dedicó a su trabajo y por los temas que
representó a lo largo de su vida, en gran parte taurinos, se puede decir que
lo hizo de acuerdo con la descripción que Pepe Alameda hacía del arte del
toreo “no es graciosa huida sino apasionada entrega”.
“Arte en que se impone la personalidad de un hombre que ha entregado a ella su vida; cuya autoridad es indiscutible en esa misma obra
madurada en la que ha dejado total y absoluta su inspiración de artista”.
En su obra “puede descubrirse toda una existencia independiente y
personalísima. Salta a la vista la riqueza de su imaginación, el calor de sus
21
sentimientos, la seguridad de su instinto y más que nada una clara y viva
percepción”.1
En este trabajo, además de recorrer su vida, su formación artística
y profundizar en su obra, lo situé dentro del panorama histórico, social y
cultural que le tocó vivir.
Espero que este libro justifique la obra del escultor, pintor y orfebre
Luis Albarrán y Pliego, y dé lugar a estudios posteriores.
Luz María Albarrán y Favela
1
Mercedes Padres, “Decisión y vocación Luis Albarrán y
Pliego”, Novedades, martes 17 de abril de 1962.
Los escultores Luis Albarrán y Guillermo Ruiz junto al Esclavo
moribundo de Miguel Ángel, en el Museo de Louvre
ORÍGENES
Luis Albarrán, primeras décadas del siglo xx
El artista nace y no se hace. Si en alguna ocasión está plenamente justificado
este proverbio, es en el caso de Luis Albarrán y Pliego, el formidable escultor y
modelista toluqueño, cuya exquisita sensibilidad artística lo convierte en uno de
los mejores exponentes del folclor nacional.
Leopoldo Zincúnegui Tercero
Toluca en mis recuerdos.
D
on Luis Albarrán y Pliego, nacido en la ciudad de Toluca, capital del
Estado de México, es vástago honroso de familia ilustre, y el atavismo charro
circula verdaderamente en sus venas. Dos, tres, cuatro generaciones anteriores a él, hasta perderse la memoria en el recuerdo, llenaron con sus
hazañas y aventuras de color y de emoción la historia de la familia Pliego y
de la familia Albarrán.
En 1893, hacia el mes de septiembre, vio su primera luz el artista, y
sus tendencias, fijas desde la adolescencia, se encaminaron justamente
a la escultura y al cultivo de la amada tradición ecuestre, que tomara del
vivo ejemplo de sus padres.2
Hijo de don Benito Albarrán y Pliego y de doña María de Jesús Pliego, fue
el tercero de los ocho hijos que tuvo este matrimonio: Alfredo, Teodoro, Luis,
Ricardo, María de los Ángeles, Adolfo, José y María Teresa.
Lo bautizaron con el nombre de Luis Gil Francisco de Paula, sus padrinos
fueron don Trinidad Pliego y Pliego y doña Cruz Pliego, que eran hacendados del Estado de México. La época en que nació don Luis está simbolizada
plenamente en la figura del general Porfirio Díaz, presidente de la república
mexicana de 1876 a 1910, periodo que conocemos como Porfiriato.
En ese entonces, el pueblo mexicano estaba hastiado del desorden
que imperaba y del continuo estado de guerra, y el presidente Díaz se había propuesto imponer la paz a cualquier costo. Con mano firme, trató de
eliminar las diferencias de opiniones sobre asuntos de política y se dedicó
27
2
Sóstenes, el Caporal, “Quién es quién en la charrería actual”, El Nacional, tercera sección, 1 de marzo de
1936, p. 2.
a mejorar el funcionamiento del gobierno. Por eso su lema fue “Poca política y mucha administración”. Aunque la paz no fue total, Díaz consiguió
mantener el orden mediante el uso de la fuerza pública.
Teodoro, Ricardo, Alfredo y Luis con sus padres
Luis Albarrán y Pliego, de Angelina Barthez | óleo sobre tela
Don Benito Albarrán y Pliego y doña María de Jesús Pliego de Albarrán
su vida en el campo
Durante su infancia vivió en la ciudad de Toluca, en la segunda calle
de Aldama núm. 31, así como en la hacienda de San Miguel de Sehue,
propiedad de su familia y que era administrada por don Benito, su padre.
Años más tarde esta hacienda fue adquirida por el actor Mario Moreno,
Cantinflas y la llamó La Purísima.
Fue descendiente de familia de hacendados por ambas ramas, por
lo que entabló grandes amistades con la mayoría de los hacendados del
Estado de México. Por tal motivo frecuentaba a menudo sitios como la
hacienda de Boximó, posesión de su abuelo paterno, y las de Serratón y
Nijiní, propiedades de sus parientes Joaquín Silva y su hermana Josefa Silva
de Albarrán.
En ellas participaba en las charreadas y en los capaderos de ganado;
de igual modo lo hacía en otras haciendas, como las de Amarillas, Jajalpa, Xajay, Pastejé, Enyegué, Ayala, San Diego de los Padres y Atenco. Esta
última era propiedad de los Barbabosa, otros parientes suyos, donde se
desarrolló la primera ganadería de toros bravos en el país, y que fue la
cuna del famoso torero y charro de mayor prestigio, tanto estatal como
nacional: Ponciano Díaz.
Su padre, don Benito, que era un charro consumado, fue su primer
maestro en los ejercicios vaquerizos. De la época de su niñez, el escultor
recordaba la imponente figura de su padre:
31
Corrida de toros organizada por Clara Pliego y Luis Albarrán y Pliego en la Hacienda de Boximó | 1919
Premiación al terminar la corrida
... Muy niño aún, apenas si podía con su naciente humanidad, cuando apenas
empezaba a caminar, hubo de enhorquetarse en su primer mushi (caballo chiquito), obedeciendo al irrefrenable impulso y a los vivos deseos paternales [...] En
esas primeras correrías con su padre, los acompañaban los hacendados y notables charros don Benito Pliego Ballesteros y don Vicente Pliego, dueño de Ayala, a
quienes todo el mundo llamaba cariñosamente los Pechines.3
Al formarse en el ambiente de la charrería, fue forjando su sensibilidad
para posteriormente manifestarla en su obra artística. En ese entonces casi
toda la economía del país se basaba en el desarrollo agrícola y ganadero; la
industria no estaba ni muy difundida ni muy desarrollada y las actividades
comunes de la gran mayoría de la población todavía no se concentraban en
las ciudades. La gente vivía en comunión con las actividades del campo. En
esa época las haciendas estaban repletas de ganado, y las suertes charras
eran parte de la vida diaria.
Sobre esta situación don Luis narraba: “... En mi tierra siempre charreamos en grupos aislados y nunca con carácter formal, pues obedecíamos
a situaciones del momento y constantemente cambiábamos de rumbo
para lazar, o bien nos dispersábamos e íbamos a engrosar grupos existentes en otros puntos...”;4 en las ocasiones especiales como “la jierra”
de ganado, las faenas duraban hasta meses. En ese medio Luis Albarrán
se daba gusto jineteando, coleando y lazando, asistía a las peleas de gallos
e incluso toreaba.
Don Leovigildo Islas Escárcega, gran personaje en el ambiente de la
charrería, definió a Luis Albarrán y Pliego con las siguientes palabras: “... A
sus aficiones charras especialmente, unía gran capacidad de observación,
gran constancia y notables facultades físicas, por lo que en sus mocedades llegó a dominar los ejercicios vaquerizos y taurinos, siendo además un
notable amarrador de gallos...”.5
Esas primeras experiencias de caballista le dejaron un profundo recuerdo que lo acompañaría toda su vida. En sus mocedades no tenía otra
ambición que llegar a ser un buen charro. Cuando estaba en plena adoles33
3
Idem.
4
Idem.
5
“Don Luis Albarrán y Pliego, artista de la charrería”, La
Prensa, edición charra, núm. 58, 27 de septiembre de
1970, p. 14.
cencia, llegó a Toluca el primer charro profesional de que tuvo memoria,
Silviano Sánchez, personaje que dejó una huella en todos los aficionados,
pues siendo —como lo fue— un charro de verdad, que manejaba con gran
calidad las suertes charras, entusiasmó sobremanera a todos los que, como él, pugnaban por llegar a ser algo en el ambiente charro.
Por el medio en el cual vivió, desde pequeño don Luis desarrolló una
gran capacidad de observación de la naturaleza, le gustaba estudiar las
formas y movimientos de los animales. Esta capacidad lo condujo a dos de
sus grandes aficiones, que lo acompañarían el resto de su vida: una era la
cacería, y la otra el gusto por plasmar a los animales en dibujos y esculturas
en lodo o barro.
El escultor solía contar que cuando era niño cazaba chupamirtos con
resortera para venderlos en el mercado —donde eran utilizados para hacer amuletos— y con el dinero obtenido compraba municiones para su
rifle y poder ir a las cacerías de agachonas, patos y gansos.
Para él era toda una aventura asistir a las cacerías con galgos en la hacienda de Boximó, ya que las liebres ganaban cuando iban cuesta arriba,
pero en las bajadas los perros las alcanzaban y las tiraban con el hocico.
Sus estudios de primaria los realizó en el Instituto Científico y Literario.
Él disfrutaba tanto del dibujo que se olvidaba de lo que pasaba a su alrededor; un día en el salón de clases se encontraba tan absorto dibujando
que no se dio cuenta cuando sus demás compañeros se pusieron de pie
porque había entrado el director; el maestro, al ver que no se levantaba,
se acercó e intentó levantarlo de una oreja y como no pudo hacerlo inmediatamente, por estar atorado en el pupitre, le dio tales jalones que le
desprendió la parte baja de la oreja y lo dejó sangrando.
La escuela no fue muy de su agrado, en parte por sus malas experiencias y en parte por su espíritu libre; cada vez que podía, después de pasar
lista, se escapaba de clases. A él le gustaban el campo, los animales, la
cacería, todo lo que no iba de acuerdo con la idea de estar sentado escuchando a un profesor, con las manos quietas en vez de estar realizando
algún dibujo o escultura referente a sus vivencias.
34
Don Luis aparece en esta fotografía con don Pedro, administrador de la hacienda, y con su amigo don Vicente Oropeza
De pequeño, nuestro personaje era pícaro y ocurrente, le encantaba ir a los portales de Toluca y sentarse frente al quiosco de los músicos
a comer tamarindos, con las gesticulaciones correspondientes. Como los
instrumentos que tocaban eran de aliento, al ver los gestos de los niños,
se les llenaba la boca de saliva y tenían que hacer esfuerzos inauditos para
seguir tocando.
Sus primeras obras, entre los ocho y doce años, fueron títeres hechos
para representar funciones de teatro; elaboraba personajes bien caracterizados y animales verosímiles gracias al conocimiento de su anatomía. A
partir de este momento jamás dejaría de expresarse plásticamente.
Al terminar sus estudios de primaria, laboró en una platería en Toluca;
ahí aprendió a trabajar el cobre, el fierro y la plata. Con Ángel Quiroz, platero toluqueño, aprendió a cincelar y a fundir en plata anillos, arracadas
y “milagritos”.
Podemos decir que de esta forma se inicia la etapa de aprendizaje de
Albarrán y Pliego, quien nunca estuvo inscrito en una escuela de arte en
donde le dieran los conocimientos necesarios para desarrollarse como escultor; fue autodidacta, aprendió en la escuela de la vida, experimentando
y solucionando problemas técnicos, gracias a su gran fuerza de voluntad y
constancia, pues supo sacar provecho de sus aptitudes artísticas.
La personalidad y el carácter artísticos del escultor, pintor y orfebre,
los resume acertadamente el escritor mexiquense Leopoldo Zincúnegui
en el libro que escribió sobre los personajes más importantes de su estado
natal, Toluca en mis recuerdos:
... Luis Albarrán nació para el arte y, sin más dirección que su propia intuición y
su explosiva inquietud juvenil, empezó a dar rienda suelta a sus inclinaciones,
haciendo monitos de migajón, de barro o plastilina, mientras sus dedos se adiestraban a la difícil tarea de reproducir a la naturaleza...
... Sus primeros ensayos fueron, naturalmente, un poco torpes, pero su asombrosa
facilidad para reproducir cuanto se ponía ante sus ojos, no tardó en señalarle a
36
él mismo la trayectoria a recorrer en los primeros años de su juventud, convirtiéndose de esa manera en lo que los norteamericanos denominan como un self
made man...6
6
Leopoldo Zincúnegui Tercero, Toluca en mis recuerdos, Libros de México, México, 1970.
Don Luis Albarrán y sus amigos en El Oro, Estado de México
Boda del escultor y doña María Luisa | 1920
traslado a la capital
La hacienda de San Miguel de Sehue, en donde vivía el joven escultor, se
tuvo que vender para repartir el producto de esta venta entre los hermanos de don Benito Albarrán, su padre, ya que ellos reclamaban la parte que
les correspondía porque no aprobaban los planes de don Benito de importar
toros sementales y vacas de registro, así como guajolotes y gallos de pelea
finos, que él había ido a comprar específicamente a la feria de San Luis
Missouri, en Estados Unidos.
Con el dinero que le correspondió, don Benito compró una casa en
Toluca y un establo, abrió una cremería en Ixtlahuaca y se quedó como
administrador de la hacienda de Boximó.
Tiempo después su esposa enfermó, por lo que en 1909 fue necesario vender sus propiedades y emigrar a la ciudad de México, para que
ella recibiera la atención médica adecuada y para que sus hijos siguieran
estudiando.
Mientras vendían sus propiedades en Toluca, los Albarrán mandaron a
sus hijos Teodoro, Alfredo y Luis a la capital de la república para conseguir
un sitio donde establecerse. Lo primero que hicieron los hermanos fue instalarse en una casa de asistencia, en la calle de Guatemala, para arreglar lo
necesario respecto a sus estudios, porque Alfredo estudiaría para ser contador público; Teodoro ingresaría a la Escuela Militar para cursar ingeniería,
y Luis se dedicaría a conseguir una casa para toda la familia, y después de
que llegaran sus padres de Toluca y se establecieran, buscaría trabajo.
39
Gracias al apoyo del doctor Reynaldo Defiss, médico y amigo de la familia, se instalaron en la calle de Rinconada de Jesús núm. 13, en el centro
de la ciudad, casi frente a la casa de los condes de Santiago de Calimaya, hoy
Museo de la Ciudad de México, donde residía y tenía su estudio el pintor y
paisajista Joaquín Clausell, con quien años más tarde don Luis entablaría
amistad, incluso en algunas ocasiones saldría al campo a pintar junto con
otros pintores, amigos de ambos.
Una vez instalado en la gran ciudad, tuvo numerosos empleos. Por
recomendación del doctor Reynaldo Defiss trabajó como supervisor del
taller La Carrocería del Paje, de Alberto Arellano. Por su personalidad sencilla, franca y afable, en seguida se hizo amigo de los empleados hasta el
grado de invitarlos a salir de cacería con él en los días de descanso; esto
le pareció muy normal, pero esta actitud amistosa no fue del agrado del
dueño, por lo que don Luis decidió renunciar.
Su siguiente trabajo fue como agente de compras de la mina Dos Estrellas, localizada en el pueblo de El Oro, Estado de México, donde adquiría
las provisiones necesarias para los empleados de esta mina, pues en esa
época la situación era difícil por los problemas de abastecimiento y cambios de gobierno que ocasionó la Revolución; además, estableció un local
para vender leña y carbón en la calle de Álvaro Obregón, pero tiempo después tuvo que cerrarlo porque su puesto de agente de compras lo absorbía
demasiado y le era imposible atenderlo.
Más tarde, trabajó como tenedor de libros en el departamento de
contabilidad de la compañía mexicana de petróleo el Águila, S.A., pero como el trabajo era tedioso y rutinario, decidió cambiar de dirección dentro
de la misma compañía y se dedicó a ser agente viajero vendiendo parafina,
petróleo y gasolina en el estado de Morelos.
Al tiempo que probaba suerte en estos diferentes empleos, en sus ratos
libres satisfacía su vocación artística, creando esculturas en barro policromado que representaban tipos mexicanos. De esta época también son sus
caricaturas en acuarela y al pastel que realizó de personajes famosos como
Chaplin y Caruso, las cuales aún conservan sus hijos.
40
La pareja con un venado que cazaron en Balsas
Asimismo, pintaba acuarelas de escenas taurinas, temas charros y
peleas de gallos que llevaba a vender a la Casa Pellandini, ubicada en la
segunda calle de San Francisco núm. 10, y a otra empresa importante del
centro que vendía objetos de arte.
En 1916 conoció, gracias a la amistad con el abogado Javier Gaxiola, a
la mujer que sería su compañera de toda la vida. Antes de que se hiciera
la presentación formal, como era debido, él rondaba su casa montando una bicicleta y haciendo piruetas, deseando que por algún balcón
se asomara la distinguida señorita María Luisa Boeuf Sánchez Narváez
(quien todavía a sus 93 años de edad recordaba el coraje que le daba
cuando le preguntaban por su “malabarista”).
A principios de 1920 se concertó el matrimonio, pero debido al fallecimiento del padre del artista, don Benito, la boda se aplazó para el 7 de
abril de ese año, en la iglesia de San Rafael; la pareja se estableció en las
calles de Carmona y Valle, en las casas del Buen Tono, en la actual colonia
Doctores.
Respecto a don Luis y doña María Luisa, podemos aplicar el refrán bien
conocido que dice “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”, ya
que ella siempre lo impulsó, le reconoció el mérito que tenían sus obras, le
daba su opinión cuando él se la pedía —con su clásico refrán “cuatro ojos
ven más que dos”—, incluso le ayudaba en la cobranza, oficio que no era
la especialidad de don Luis.
De recién casados, doña María Luisa compartió con el escultor su afición por la cacería, la cual posteriormente trasmitió a sus hijos, a quienes
llevaba desde los seis años a practicar, enseñándoles dicho arte con todas
sus reglas, para evitar accidentes.
Tuvieron cuatro hijos: María Luisa, Luis Reynaldo, Ricardo José Luis y
Guadalupe, por todos conocidos como los Luisitos, por razones obvias.
42
El matrimonio Albarrán con tres de sus hijos: María Luisa, Luis y Ricardo | 1926
LA ESCULTURA EN EL MÉXICO
POSREVOLUCIONARIO
Álvaro Obregón | bronce | ca. 1958
C
on Álvaro Obregón como presidente (1920-1924), la Revolución
mexicana comenzó su proceso de institucionalización y la unidad nacional [...]
se empezó a construir entre los distintos sectores sociales y culturales. Obregón
procuró la conciliación de los obreros, de los campesinos y de las masas urbanas
con el Estado revolucionario. Paralelamente, surgió la necesidad de afianzar la
unidad nacional en el espíritu de los mexicanos. Comenzando la década de los
veinte apareció el primer gran empeño de crear un nacionalismo cultural que
integrara a la colectividad y que absorbiera y conformara el impulso de la Revolución mexicana.
El 2 de octubre de 1921 se creó la Secretaría de Educación Pública y
el presidente Obregón nombró como ministro al filósofo ateneista José
Vasconcelos.
El objetivo de la política educativa del ministro fue consolidar la unión espiritual
de los mexicanos a través de una producción cultural que brindara cohesión e
identificación. Al resultado de este proyecto, que Vasconcelos llevó a cabo de
1921 a 1924, se le ha nombrado “nacionalismo cultural”.
La Secretaría de Educación Pública se dividió en tres grandes departamentos: el
departamento escolar, el departamento de bibliotecas y archivos y el departamento de bellas artes. En el primero se da instrucción y se educa; en el segundo
47
se difunde la cultura, y en el tercero se da a esa misma cultura el coronamiento
que necesita para ser completa y alta.7
Vasconcelos se pronunció por el desarrollo de una escuela nacional de arte. Para
él, un arte que reflejara el alma nacional sería el instrumento revolucionario de
regeneración cultural del pueblo mexicano. Su meta era que la alta cultura, restringida hasta antes de la Revolución a una minoría privilegiada, se masificara y
tuviera alcance nacional.
Varios artistas mexicanos que estaban pensionados en el extranjero
habían regresado.
Entre 1909 y 1910: Roberto Montenegro, Ángel Zárraga, Ignacio Rosas, Francisco
Goitia y Alfredo Ramos Martínez, entre otros. Y en 1921: Diego Rivera, David Alfaro
Siqueiros y Adolfo Best Maugard. Todos estos repatriados buscaron contribuir a
la reconstrucción espiritual de su país. Venían empapados de los lenguajes artísticos europeos, con la idea de integrarlos a la expresión autóctona mexicana y
crear un verdadero arte nacional.8
Es así como inicia el muralismo: se otorgan edificios públicos —incluso
templos— a Orozco, Rivera, Siqueiros, Xavier Guerrero, Roberto Montenegro, al Dr. Atl, Carlos Mérida, Jean Charlot, Fernando Leal, Alva de la Canal,
Fermín Revueltas y otros pintores.
La escultura, sin embargo, careció de un movimiento precursor, firme
y consecuente, con un programa ideológico que contemplara de manera
simultánea técnicas, estilos y tendencias artísticas, de ahí que en lugar de
ser un movimiento colectivo valioso y resuelto, acabó teniendo destellos
de ciertas individualidades.
El papel que tenían que desempeñar los escultores fue mucho más di-
7
Itzel Rodríguez Mortellaro, Una crónica del arte en el
México callista: la revista Forma (1926-1928), México,
1995.
8
fícil que el de los pintores y grabadores. Ida Rodríguez Prampolini escribió:
Idem.
48
El artista trabajando en su taller. Al fondo se distinguen algunas de sus obras
El artista con Ignacio Asúnsulo y uno de sus operarios
La escultura en México nunca había llegado a someterse con la misma docilidad
al dogma político y nacionalista como la pintura y por ello era considerada, por el
gran público, como un arte menos importante.
La escultura no se prestaba tan fácilmente a tal dramatismo retórico, pues las
obras, fundamentalmente estáticas, no podían contar anécdotas ni expresar
dogmas como lo hacían las pinturas murales. Rota toda conexión con la arquitectura la evolución de la escultura siguió un doble curso: el de la ornamentación
en forma de pequeña pieza doméstica, el bibelot y el busto o género retratístico
y la escultura monumental. 9
Don Benito Albarrán y Pliego, padre del artista | bronce | s/f
9
Juan Salvat y José Luis Rosas (dirs.), “Arte contemporáneo”, en Arte mexicano, t. II, México, 1986.
Luis Albarrán y Pliego realizando la escultura de don José de Jesús Pliego
escultor de tiempo completo
En esta nueva etapa de su vida (1919) decide dedicarle todo el tiempo y
la atención necesarios a su vocación artística; abandona su empleo en la
compañía petrolera El Águila, S.A., y monta un taller de fundición en la calle
de Manuel M. Contreras, de la entonces distinguida colonia Santa María la
Ribera, en el garaje de la casa de sus amigos, los hermanos José y María
González y Pavón.
Una vez que se dedica de lleno a la escultura, la primera pieza que
realiza es precisamente una de tema taurino titulada Un tumbo, pues como ya se mencionó, desde su infancia fue un aficionado a la fiesta brava,
lo cual le permitió dar a sus esculturas de esta índole una gran fuerza y
dramatismo.
Esta pieza la fundió en metal babbit, ya que aún estaba experimentando los diferentes metales, pero no quedó satisfecho con el resultado,
por ello decidió hacer una segunda fundición, esta vez en bronce; el resultado fue el deseado, tanto, que se la compró un gran conocedor de toros,
José González Pavón, dueño de la hacienda de Tepeyahualco, una de las
ganaderías de toros bravos de más cartel en aquellos años.
Leopoldo Zincúnegui, quien lo conoció bien, escribió lo siguiente:
“... Naturalmente con posterioridad fue adquiriendo los conocimientos
y la técnica necesarios para llegar a la perfectibilidad, sin olvidarse de
que en sus principios todo se lo debió a su intuición y esfuerzo personal...”.10
10
53
Leopoldo Zincúnegui Tercero, op. cit.
Al mismo tiempo, motivado por un gran afán de superación y para
mejorar las técnicas de su arte, asistía de oyente a las clases de pintura,
escultura y fundición en la Academia de San Carlos. Esta última le interesaba en particular para perfeccionarse en el método de la cera perdida,
Página anterior: Don Carlos Rincón Gallardo,
marqués de Guadalupe y duque de Regla en su caballo
el Jarocho | Proyecto en plastilina que fundió en
plata | 1922
el método que más utilizaba para elaborar sus esculturas y piezas de
orfebrería, el cual se explicará más adelante en el artículo de Patricia Cox
“Cómo se funde una estatua”.
También asistía a la Academia de San Carlos porque ahí tenía oportunidad de relacionarse con los pintores, escultores y arquitectos de la época,
intercambiar ideas y enriquecer su formación. Entre los artistas que conoció se cuentan: Germán Gedovius, Gerardo Murillo, Dr. Atl; Joaquín Clausell,
Diego Rivera, Pastor Velásquez, Fidias Elizondo, Manuel Centurión, Rafael
Olvera, Lorenzo Rafael, Ignacio Asúnsulo, Adolfo Laubner, Juan Urbina, Juan
Olaguíbel, Argüelles Bringas y el doctor Carlos Dublán, algunos de los cuales
llegaron a ser buenos amigos suyos.
Leopoldo Zincúnegui comenta sobre don Luis Albarrán:
... Después el artista que llevaba dentro de sí, fue cuajando y afirmándose en
sus conocimientos, hasta llegar a ser el gran escultor y modelista que es en la
actualidad, ya perfeccionado por la técnica y la práctica. Empezó produciendo
pequeños monitos y diminutos bibelots, acabando por ser un formidable miniaturista, sobre todo tratándose de figuras de animales, los que modela con una
fidelidad asombrosa...11
Hacia 1921 conoció en Chapultepec a don Marcos E. Raya, distinguido
charro mexicano, quien era de las personas interesadas en que se creara una
asociación que se dedicara al cultivo de la charrería en todos sus aspectos.
Al respecto don Luis le platicó lo siguiente a Sóstenes, el Caporal, en
una entrevista que le hizo sobre la charrería:
... Don Marcos E. Raya me hizo una exposición de sus planes (muy bellos por cierto) y cariñosamente me invitó a colaborar con él para la formación de este grupo;
55
11
Idem.
pero habiendo yo tenido urgencia de salir como agente viajero, me vi privado de
haber sido fundador de la hoy floreciente Asociación Nacional de Charros...
... Aprovechando los días que mi trabajo me permitía de una corta estancia en
México, concurrí siempre con los asociados de la Nacional a jaripeos que se daban en un corralón propiedad del señor Raya, en la colonia de los Doctores, y
asimismo a todos los jaripeos de sabor ranchero que se efectuaban domingo a
domingo en el pueblo de la Magdalena Mixuca...12
Así comenzó a realizar una serie de esculturas, entre las ecuestres se
encuentran la que hizo en 1921, por encargo del doctor Reynaldo Deffis,
para don Carlos Rincón Gallardo, marqués de Guadalupe y duque de Regla,
miembro de la recién creada Asociación Nacional de Charros y del Club de
Charros, encabezado por él abanderado del deporte nacional e infatigable
dignificador del charro y de la charrería. Contribuyó en la charrería organizada, fijando normas rígidas y ortodoxas que imperan hasta la fecha.
El marqués quedó tan complacido con la escultura que envió al escultor la carta que reproducimos a continuación:
Méjico, diciembre 13-1922.
Sr. Dn. Luis Albarrán.
Presente
Mi estimado y fino amigo:
El Dr. Deffis tuvo la gentileza de traerme la preciosa estatua, obra de las artísticas manos de Ud. Y realmente no encuentro palabras para expresarle a Ud.
Lo encantado que estoy con la figura ni lo agradecido que me siento hacia Uds.
Pues no pude haber tenido obsequio más de mi gusto.
12
Sóstenes, el Caporal, op. cit.
56
Don Marcos E. Raya y don Luis en Chapultepec
El charro dorado ocupa y ocupará siempre el lugar preferente en nuestro Salón
como recuerdo imperecedero de mis dos queridos amigos el Doctor y el notable
artista.
Me pongo a los p. q. b. de su apreciable esposa y quedo de Ud. Su muy att. afm.
amigo y S. S.
El Marqués de Guadalupe
Esta pieza estuvo en exhibición en un aparador de la joyería La Esmeralda, ubicada en avenida Madero esquina con Isabel la Católica, en el
centro de la ciudad de México, y podemos decir que sirvió para promocionar al escultor, pues a raíz de que esta obra estuvo expuesta al público, le
encargaron la ejecución de otros trabajos.
Ahí tuvo oportunidad de conocer esta escultura en plata don José de
Jesús Pliego, quien al ver esta pieza ecuestre tan bien lograda quedó vivamente impresionado por la calidad y fidelidad, por tal motivo le pidió a los
dueños de la joyería que lo pusieran en contacto con tan magnífico artista
(pues él no lo conocía), ya que al verla le nació la idea de ser representado
con su caballo predilecto. Y así fue como don Luis le hizo dos esculturas
ecuestres, una a la usanza charra y la otra a la inglesa.
Otra persona que al conocer la escultura del marqués se interesó en
que lo pusieran en contacto con el escultor fue el arquitecto Luis G. Olvera,
tesorero de la Comisión Organizadora del Congreso Nacional Eucarístico,
para encargarle la fundición de una custodia monumental. Esta obra fue
todo un reto, pues todavía no dominaba completamente la técnica del
vaciado; le costó mucho trabajo porque no sabía bien cómo sostener los
corazones de las columnas para que éstas fueran huecas y no se contrajera la plata, pero motivado por su tenacidad y constancia logró obtener
su objetivo.
La primera escultura que realizó para una institución pública se inauguró en noviembre de 1924: El chapulín, que realizó para la fuente que se
58
Don José de Jesús Pliego montado a la usanza charra e inglesa | bronce | 1923
encuentra en el alcázar del Castillo de Chapultepec, así como el pato y la
tortuga en bronce localizados en el centro de la fuente de Las Ranas, ubicada en el cruce de Paseo del Bosque y Gran Avenida.
Al año siguiente fundió el busto que se colocaría en el monumento
a Felipe Carrillo Puerto, en Tacuba de Morelos, en la ciudad de México. El
diseño escultórico lo realizó Fernando Toriello y el proyecto arquitectónico, S. Calderón.
En 1926 la Asociación Nacional de Charros, formada como tal en 1921,
convocó a todos los artistas relacionados con la charrería a un concurso
para que presentaran proyectos para la construcción del Monumento al
Charro, para erigirlo a la entrada del Bosque de Chapultepec. Dicho monumento tendría como ejemplo los levantados en varios países a la figura
representativa de su nación.
En este concurso había un primer y un segundo premios para recompensar a los triunfadores, y desde luego la construcción del proyecto que
obtuviera el primer lugar.
En dicho concurso tomaron parte los mejores escultores y modelistas de México;
pero resultó que al abrir los sobres que amparaban los trabajos presentados,
los correspondientes a los que se les habían asignado el primero y el segundo
premios, correspondían al mismo concursante... esto es: a Luis Albarrán y Pliego. Rigurosamente histórico... Detalle revelador que pinta de cuerpo entero al
hombre y su capacidad artística.13
El general Roberto Cruz, además de ser el presidente de la Asociación Nacional de Charros, era el jefe de la policía; al ocurrir el asesinato
de Álvaro Obregón lo destituyeron y se fue a Estados Unidos, por lo cual el
programa para realizar el Monumento al Charro se quedó pendiente.
Desafortunadamente este proyecto nunca se llevó a cabo, lo cual
es una lástima porque el premio consistía precisamente en realizar el
monumento.
13
Leopoldo Zincúnegui Tercero, op. cit.
60
Segundo premio, Monumento al Charro | 1926
Primer premio del concurso al charro mexicano | 1926
Premiación del Monumento al Charro. De izquierda a derecha al fondo: don Carlos Rincón Gallardo, Crisóforo Peralta o Enrique Torres Ovando,
no identificado, retrato de Álvaro Obregón, Filemón Lepe, no identificado, Miguel M. Delgado, Luis de León y Morales y Arturo. Adelante:
licenciado Ramón Cosío González, Sr. Rodríguez, maqueta del primer lugar, general Roberto Cruz, Luis Albarrán y Pliego, Antonio Gómez
Velasco y el arquitecto José Albarrán y Pliego
Facsímil del cartel grabado en madera, por Gabriel F. Ledesma, donde aparece el Armadillo cincelado
por Luis Albarrán, publicado en la revista Forma
escuela de escultura y talla directa
El antecedente directo de la Escuela de Escultura y Talla Directa fue el
gran éxito que alcanzaron las escuelas de pintura al aire libre. La primera
de éstas se fundó en 1913 a petición del director de la entonces llamada Academia Nacional de Bellas Artes, el pintor Alfredo Ramos Martínez,
nombrado por Victoriano Huerta al ascender a la presidencia del país.
Ramos Martínez, para conseguir dicha escuela, mandó una carta al
secretario de Instrucción Pública de la dictadura huertista, Nemesio García
Naranjo, en donde “expresaba el deseo de que sus alumnos trabajaran
directamente de los modelos y en contacto con la naturaleza, en sitios
donde el follaje y los efectos de perspectiva expresaran caracteres propios de México... dando la oportunidad al nacimiento de un verdadero
arte nacional...”.14
... La primera Escuela al Aire Libre se fundó en una casa en el pueblo de Santa Anita
Ixtapalapa y como lo característico fue la enseñanza del impresionismo francés
con relación al paisaje que introdujo Ramos Martínez, se le puso el nombre de
“Barbizon”, en honor del lugar en Francia, en donde en la primera mitad del siglo
xix, residieron artistas que pintaban paisajes del natural, en contraposición del
paisaje clasicista e histórico... 15
14
Raquel Tibol, Historia general del arte mexicano. Época moderna y contemporánea, Hermes, México-Buenos
Aires, 1981, p. 22.
15
65
Itzel Rodríguez Mortellaro, op. cit., p. 23.
Con la caída de Huerta, el Barbizon mexicano interrumpió su labor y
fue hasta 1920 cuando el pintor Alfredo Ramos Martínez reorganizó las
escuelas al aire libre, continuando con su proyecto hasta 1935.
Estas escuelas tuvieron una gran acogida entre la población y de
alguna manera allanaron el camino para que, el 10 de marzo de 1927,
el escultor Guillermo Ruiz lograra “su creación de mayor trascendencia
histórica y social”,16 al fundar la Escuela de Escultura y Talla Directa, en
el patio del exconvento de La Merced y dependiente, como las demás
escuelas y centros, de la Secretaría de Educación Pública.
En la opinión del crítico de arte Justino Fernández, la fundación de dicha
escuela “Es el esfuerzo más serio e importante que se ha hecho en los
últimos años para el resurgimiento de la escultura en México...”.17
Don Luis, al igual que Guillermo Ruiz y Gabriel Fernández Ledesma, fue
uno de los fundadores de dicha escuela; también colaboró como jefe del
Departamento de Fundición Artística, la cual comprendía las siguientes
materias: aprendizaje de moldes para hacer vaciados en cera, retocado de
las mismas figuras con hierros calientes, aplicación de entradas de metal
y salidas de aire, recubrimiento de esculturas para ser pasadas al fuego,
cocción para el desalojamiento de la cera, aleación de los metales empleados en la fundición artística, fusión de los metales, así como cincelado
de esculturas en bronce y pátina de las mismas.
Guillermo Ruiz acababa de regresar de Europa, después de haber estudiado con el escultor José de Creeft, quien abanderaba el movimiento
de los tallistas.
El método de trabajo era colectivo, se buscó establecer una actividad que creara vínculos solidarios entre los productores, a la manera
gremial, además de lograr un arte auténticamente democrático. Asimismo, en el taller se fomentaba la sensibilización, la espontaneidad y el
16
Mario Monteforte, Las piedras vivas, escultura y sociedad en México, unam, México, 1979.
17
Justino Fernández, El arte moderno en México. Breve
historia, siglos xix y xx, unam-Porrúa, México, 1937.
orgullo por el trabajo manual.
El sistema que manejó esta escuela fue la talla directa en piedra, sin
previo modelado en barro, copiando directamente de la naturaleza y no de
modelos en yeso, como anteriormente se hacía.
66
Armadillo | Lámina de hierro repujada, remachada y cincelada | 1927
Tanto el método de enseñanza como el tratamiento pictórico eran
más libres. Se fomentó el tema de lo mexicano; se pintaban escenas y
personajes populares en parajes de los alrededores, pues era más espontáneo y permitía una mayor libertad creativa.
Además de la talla en piedra, existían otras clases complementarias
como la talla en madera, el forjado en hierro, platería, aleación de metales
y trabajos en terracota, entre otras.
En la primera exposición que organizó la Escuela de Escultura y Talla
Directa, los alumnos presentaron una obra original e interesante, “... la cual
se mostró como una de las mejores obras de la escuela...”.18 La idea original
fue de Gabriel Fernández Ledesma y consistía en una puerta tallada en madera (cedro rojo). Los alumnos ejecutaron los tableros y el escultor Albarrán
y Pliego fundió los mascarones en bronce que se aplicaron a dicha puerta.
Don Luis, al tiempo que enseñaba la técnica de la cera perdida a los
alumnos de la escuela, continuaba produciendo su obra: cuando colaboraba en alguna fundición, trabajaba sus obras en la escuela, contribuyendo de
esta manera a que los alumnos aprendieran mejor.
De esta época son dos piezas de animales trabajadas en lámina de
hierro repujadas, ramachadas y cinceladas directamente: Armadillo y
Pinacate rueda bolas, las dos realizadas en fierro negro; la bola del pinacate
era una esfera trabajada en cobre.
El Armadillo salió publicado en la revista Forma (revista especializada
en artes plásticas) en 1927, volumen 4, página 37.
Sobre la obra de Albarrán y Pliego, el crítico de arte Justino Fernández
escribió lo siguiente:
Es uno de los escultores contemporáneos más distinguidos. Ha trabajado, con
especialidad el vaciado en metal, técnica que domina completamente... Sus
obras originales son refinadas, llenas de vida y movimiento, cultiva el realismo
que no le impide hacer estilizaciones tan interesantes como su Armadillo, pe-
18
“Armadillo. Lámina de hierro repujada, remachada y
cincelada...” Forma, vol. 1, núm. 4, México, 1927.
19
queña escultura en lámina cincelada. Sus esculturas pueden considerarse de
verdadero mérito...19
Ibidem, p. 33.
68
Se puede afirmar que Armadillo fue una pieza que llamó la atención,
pues además de ser publicada en la revista Forma, Gabriel Fernández Ledesma incluyó la imagen en grabado que realizó para un cartel.
Pinacate rueda bolas | Hierro y cobre cincelado | 1927
Detalle del mascarón
Puerta tallada en cedro rojo. Escuela de Escultura Talla Directa. Mascarones fundidos
por Luis Albarrán | ca. 1927
exposición mundial de sevilla, 1929
Dos años más tarde, en su carácter de profesor jefe de enseñanza para
la fundición artística de la Escuela de Escultura y Talla Directa, la universidad nacional, a través de la Secretaría de Educación Pública, y en atención
a sus méritos, lo comisionó a él y a otros escultores, entre ellos a Guillermo
Ruiz, del 1 de febrero al 30 de junio de 1929, para que realizaran un viaje
por Europa con el fin de estudiar en los principales centros educativos de
Florencia, Madrid, Barcelona y Sevilla, todo lo relativo a la enseñanza de la
fundición artística, así como exponer su trabajo en la feria mundial de
Sevilla, España.
Para llegar a Europa siguieron la ruta acostumbrada en esos tiempos:
arribaron a Veracruz en tren, donde se embarcaron en el vapor Alfonso XIII
de la marina española; despúes partieron a Cuba, donde permanecieron
día y medio, y de ahí realizaron una escala en Nueva York, que los recibió
con un frío tremendo. Continuando con su itinerario, se dirigieron a Cádiz,
puerto en el cual desembarcarían, pero debido a un fuerte temporal el
barco se desvió y desembarcaron en Vigo.
En España visitó Santiago de Compostela, Salamanca, Ávila, Segovia
y Mérida hasta llegar a Sevilla, sede de la exposición mundial de 19291930, ahí presentó dos obras, una taurina y otra de charrería: La última
querencia y Barbas de oro, con las cuales obtuvo medalla de oro y diploma
de primer lugar.
71
Tripulantes del barco Alfonso XIII en un momento de calma durante el trayecto a Europa
En su afán por aprovechar al máximo su viaje a Europa y de enriquecer
sus conocimientos recorrió los principales museos y galerías de los países
que visitó, admirando las obras de los grandes maestros.
Como sus recursos económicos eran pocos, pues es bien sabido que
los becarios de todos los tiempos siempre han recibido apoyos limitados,
recurrió a la venta de algunas de las obras que produjo durante su estancia
en el viejo continente.
Al llegar a París la suerte lo favoreció. Cuando iba saliendo de la estación
del tren vio un montoncito de billetes tirados en el suelo y rápidamente les
puso la maleta encima; se esperó una hora por si acaso alguien se acercaba
a buscarlos, pasado el tiempo que él consideró prudente los recogió; esto le
permitió viajar a Italia, donde visitó algunas ciudades para enriquecerse con
sus monumentos y museos.
Cuando llegó a Monte Carlo, por coincidencia, se encontró con su primo
Pedro Silva Albarrán, quien paseaba por Europa porque se había sacado la
lotería. Le sobraban 500 pesetas de lo que había destinado para el juego
y le dijo: “A ver si tienes más suerte que yo”. Don Luis entró al casino,
cambió las pesetas por fichas y se las puso al 13 negro, y qué sorpresa tuvieron los dos cuando don Luis le atinó “en seco”; entre la emoción y que
no dominaba bien el francés no entendió lo que le dijo el crupié, y no retiró
las fichas; al girar de nuevo la ruleta volvió a salir el 13 negro y entonces
sí recogió las fichas, le dio su propina al crupié, las cambió, le entregó la
mitad de sus ganancias a su primo y se regresó a Madrid a continuar con
su aprendizaje.
La mejor oportunidad de enriquecer su formación artística la obtuvo en la importante fundición artística Masriera y Campins, en donde
fundían las esculturas del famoso escultor valenciano Mariano Benlliure
(1862-1947). En el taller solicitó empleo y tuvo oportunidad de trabajar
con Benlliure, ayudándole a retocar, vaciar, cincelar y terminar varias de
sus esculturas, lo cual le fue de gran utilidad, ya que su principal interés
era perfeccionarse en el procedimiento de la cera perdida.
73
Para lograr el óptimo aprovechamiento de estas enseñanzas artísticas, convino con el artista valenciano en que medio tiempo de la jornada
de trabajo le ayudaría y la otra mitad la iba a dedicar a observar a los obreros
en sus tareas, para captar mejor las técnicas de fundición, pues para él era
muy importante ver cómo se debía preparar la fórmula de la cera y cómo
fijar los corazones, principales problemas que se le habían presentado al
realizar sus esculturas.
Como Benlliure estaba muy complacido con su trabajo, le pidió que se
quedara a trabajar con él, pero a don Luis lo que le interesaba era perfeccionarse en el método de la cera perdida y de la arena para poder realizar
mejor su labor escultórica y enseñarla en México, así que rechazó la proposición y se dispuso a regresar; llegó a México el 29 de julio de 1929.
Con todos los conocimientos adquiridos, a su retorno montó un buen
taller de fundición para que se realizaran trabajos a la cera perdida y a la
arena, y se empeñó en preparar de la mejor forma a sus operarios.
Por su profesionalismo logró que su taller fuera el más solicitado para
fundir las principales esculturas y placas conmemorativas realizadas por
los escultores mexicanos y extranjeros que radicaban en el México de
aquella época. El escultor Ernesto Tamariz comentó “que prefería el taller
de Albarrán y Pliego porque sobre todo respetaba la obra escultórica,
porque como escultor, y no como simple fundidor, entendía lo que los
artistas habían querido representar, procurando afinar el procedimiento
del vaciado, sin distorsionar las cualidades de cada pieza...”.20
También de su taller surgieron magníficos artesanos fundidores, como
Moisés del Águila y Eugenio Ortiz (quienes aparecen en la fotografía que se
hiciera al terminar la placa de la compañía de seguros La Nacional, en 1933),
que tiempo después serían muy solicitados por los escultores del momento.
Entre las obras que se fundieron en este taller (1930-1933) se cuentan
las placas que realizó para el edificio del Banco de Londres y México, y las
placas del Puente de Mezcala.
En esta época, además de trabajar en su taller, también fungía como
20
Entrevista al escultor Ernesto Tamariz, 1987.
director de fundición en el Instituto Técnico Industrial (iti), que se encon74
Comisión de la unam para asistir a las escuelas europeas
traba en la calle Allende núm. 80, en el centro de la ciudad de México y
que posteriormente se trasladó a espaldas de la Escuela Revolución, en la
colonia Doctores.
Placa del Banco de Londres y México | 1930-1933
Luis Albarrán con Placa del Puente de Mezcala | 1930-1933
Diploma de premiación, que a la letra dice: “El jurado superior de recompensas ha concedido Medalla de Oro al señor Luis Albarrán y Pliego,
en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929-1930) por sus piezas: La última querencia y Barbas de oro
La última querencia | bronce | 1929
Escultura de Francisco I. Madero para la ciudad de Puebla | Escultor Ernesto Tamariz. Fundidor: Luis Albarrán | 1932
cooperativa de escultores
En 1931 un grupo de escultores formó una sociedad cooperativa presidida
por Moisés Quiroz. A los escultores les interesaba realizar obras que interpretaran las inquietudes y aspiraciones de su época y llevar a cabo la fundición
de las esculturas en México y no en el extranjero, como se acostumbraba.
... En la cooperativa se trabajó con orden e iniciativa, con el espíritu de comprender las exigencias de la escultura moderna y su relación con las necesidades
arquitectónicas, reanudando la tradición escultórica mexicana, apoyándose en
lo más valioso del hecho social e histórico contemporáneo...
... La cooperativa funde las esculturas de sus escultores, hace el plano arquitectónico y lo realiza y, si es necesario adapta y renueva la arquitectura, el paisaje de
la plaza pública o del jardín en que debe colocarse el monumento...
Entre los trabajos que realizó la cooperativa se puede citar una figura
de Francisco I. Madero, modelada por el escultor Ernesto Tamariz. Don Luis
llevó a cabo la fundición de esta pieza colosal “su capacidad lo demuestra
el que haya fundido a la ‘cera perdida’ esta figura, que tiene tres y medio
metros de alto...”,21 la cual se destinó como monumento para la ciudad de
Puebla y fue inaugurada el 22 de febrero de 1932.
Otros monumentos que realizó la cooperativa fueron el de Emiliano Zapata, del escultor Oliverio Martínez; uno de Morelos, diseñado por
81
21
Máximo Bretal, “Un ejemplo: la Cooperativa de Escultores”, Revista de Revistas, 23 de febrero de 1932, p. 49.
Ernesto Tamariz y Oliverio Martínez, y uno de Emilio Carranza para la
ciudad de Saltillo.
En 1988 tuve la oportunidad de entrevistar al escultor Ernesto Tamariz
y me comentó lo siguiente sobre mi abuelo:
Él hacía muy buenas esculturas, indudablemente hacía unos animales formidables, con mucho realismo, fuerza y vigor, pues conocía con mucha precisión su
anatomía, lo admiraba mucho como escultor.
Tenía más fama como fundidor, porque las mejores piezas que se hacían en
México eran hechas por el maestro Albarrán, pero como escultor fue magnífico
y aun como pintor acuarelista, yo le conocí acuarelas muy buenas; y sobre todo
como amigo y como hombre, era un hombre extraordinario.
Yo veía al maestro Albarrán como maestro de fundición y lo que quería era que
él me enseñara a fundir y él bondadosamente lo hizo, me dio trabajo y hasta me
ayudó a fundir.
Casi todos le mandaban a fundir sus esculturas porque él respetaba lo que el
escultor hacía, tratando de superarlo y para eso se requería que fuera escultor,
ya que no cualquier fundidor podía hacerlo. Fue el maestro más connotado de
fundición, era muy cuidadoso y escrupuloso con las obras que fundía.
El método de fundición que estudió, en el que se desarrolló y se perfeccionó,
fue el de la cera perdida, el cual es un procedimiento bastante complicado, que
hacen sólo los que tienen un conocimiento profundo del mismo.
82
El chapulín | bronce | 1924
Nota publicada en Excélsior sobre la primera exposición individual de Luis Albarrán | 1932
primera exposición individual
El 23 de febrero de 1932 se inauguró en la Galería Excélsior —en la
avenida Madero núm.18, en el centro de la ciudad—, la primera exposición
individual de la obra de Luis Albarrán y Pliego. La exposición comprendía
tres partes: la escultórica, en la que destacan las obras de estudio de tipo
nacional, como la escultura ecuestre de don Carlos Rincón Gallardo; la de
repujado, y la de orfebrería, compuesta por más de cincuenta valiosas
alhajas, todas trabajadas directamente por el artista.
“La obra de Luis Albarrán tiene una significación capital para la escultura moderna, como expresión estética y como realización de oficio”.
Estas líneas fueron publicadas en Excélsior con el título “Otra exposición
en la Galería Excélsior”.
Entre los asistentes a dicho evento figuraban el ingeniero Alberto J.
Pani, secretario de Hacienda; el licenciado Carlos Trejo y Lerdo de Tejada;
los escultores Ignacio Asúnsulo, Luis Ortiz Monasterio y Carlos Bracho; los
pintores Gabriel Fernández Ledesma, Carlos Mérida, David Alfaro Siqueiros,
Francisco Díaz de León, entre otros.
Respecto a la exposición antes mencionada, el escultor Federico Canessi escribió:
Como para ilustrar una de las fases de la disputa de la escultura, el escultor Luis
Albarrán abrió una exposición en la galería Excélsior, en la que presenta una obra
variada y abundante. Albarrán es, entre los mexicanos el que mejor conoce todas
85
las exigencias del terrible y admirable oficio de escultor. Probablemente es el
único capaz de realizar la fundición de obras de importancia...22
Federico Canessi escribió lo anterior debido a la disputa que tenían
los escultores en México, porque él publicó en la Revista de Revistas los
comentarios que se hicieron respecto a la misma, y también a través de
este artículo invitaba al público a escuchar la conferencia que se daría el
día de la clausura, el 7 de marzo del mismo año, “Sobre los problemas de
la escultura contemporánea en México”, la cual se transmitió por la X E X
de Excélsior.
Mientras don Luis continuaba con su trayectoria artística, daba clases
de fundición en la Escuela Superior de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, y sobre la escuela se escribió este comentario:
... separado de las escuelas de arte para ejercer su enseñanza en centros en
los que, por más que parezca paradójico, será más fructífera... De ahí saldrán
operarios, obreros que se limiten, por ejemplo a practicar mecánicamente su
oficio de fundidores; pero también pueden salir artistas que tengan diversas
ventajas sobre los otros, entre ellas la de la humildad...23
Don Luis tenía que acudir a renglones de carácter comercial (aunque
se opusieran al ideal de su vida), los cuales le proporcionaban los recursos
necesarios para realizar las obras que a él le interesaba hacer.
Para ilustrar lo anterior citaré las palabras de Roberto de la Selva en un
artículo publicado en la revista México al Día:
En nuestros círculos artísticos el escultor Luis Albarrán y Pliego, es ampliamente
conocido y se destaca de manera admirable como fundidor. Albarrán y Pliego es
el Benlliure mexicano, naturalmente menos famoso. Y es tan fino, que no sería
vano asegurar, cuando olvidándose de toros y caballos de pica, interpreta nues-
22
Federico Canessi, “La disputa de la escultura”, Revista
de Revistas, 6 marzo de 1932, p. 36.
23
tro ambiente; también podemos asegurar que hay más calidad en los trabajos de
Idem.
86
éste, que en los realizados en la India por Allan Clark, el famoso escultor que tiene
bien ganados laureles en Estados Unidos, así como dólares.
¿Qué hace Albarrán y Pliego?
Como todo artista en México, pasar la vida con una clasesita. Y cómo es lamentable que tamaño artista, el único que podría fundirnos una estatua como El
Caballito, o más grande, se dedique a pequeños bibelots, donde por pequeños,
pasan desapercibidos en nuestro ambiente arrasador; porque si tuviéramos una
cultura sin alardes, eso no tendría importancia, pues basta recordar las diminutas musas de Clodión y las divinas Tanagras...24
24
Imagen de los andamios que se montaron alrededor del general Villada cuando el
escultor realizó la escultura en plastilina | ca. 1941
Roberto de la Selva, “La vida artística en México.
La obra del escultor mexicano Luis Albarrán y Pliego”,
México al Día, 1 de mayo de 1933, pp. 15 y 16.
Momento de la premiación a Chucho Solórzano con el trofeo Toro de bronce | 1937
trofeos taurinos
A partir de 1932 realizó una serie de trofeos taurinos que favorecieron
la Cervecería Central y la Sociedad para la Ceguera en México, los cuales se
entregaban al finalizar cada temporada, para premiar al mejor torero, a la
mejor ganadería, la estocada de la temporada, etc. Sus obras constituyen
una tauromaquia escultórica.
Antes de ser otorgados, los trofeos se exhibían en la joyería La Esmeralda,
o bien en el Museo Taurino, ubicado en la calle 16 de Septiembre núm. 13,
en el centro de la ciudad. Entre los trofeos taurinos que realizó se cuentan
los titulados: El torero de la temporada, La estocada de la tarde, El triunfador, Toro de bronce, Bravura, etc., de los cuales haré una descripción
detallada en un apartado especial.
De los primeros bustos que realizó se encuentra el de su padre, don
Benito Albarrán y Pliego, el cual seguramente llevó a cabo por amor filial. Es
un busto de gran calidad tanto por el parecido como por las texturas.
A principios de mayo de 1933 entregó el busto (que hizo por encargo)
del hijo del general Abelardo Rodríguez, presidente de la república, y unas
mancuernillas con el rostro del mismo niño, así como el busto del licenciado Javier Gaxiola (padre del abogado del mismo nombre), secretario
particular del presidente Abelardo Rodríguez.
También se le encomendó la fundición a la arena de una placa para
el edificio de la compañía de seguros La Nacional, ubicado en la avenida
89
Juárez, frente a Bellas Artes, realizada por el escultor Manuel Centurión.
Dicha fundición se llevó a cabo en el iti, en la calle de Allende núm. 80.
El 18 de mayo de 1933 causó alta como maestro modelador en la Escuela Industrial de Artes y Oficios para Varones, en la ciudad de Toluca,
Estado de México. A pesar de sus tareas académicas, no descuidaba su
participación como expositor.
Toro padre | bronce | ca. 1935
El escultor modelando el trofeo taurino La estocada de la tarde | bronce | 1935
Luis Albarrán y sus operarios, tomada el día en que se terminó la fundición de la placa de La Nacional. Este edificio fue el primer rascacielos que
se construyó en la ciudad de México y está ubicado frente a Bellas Artes. La placa se encuentra en el quicio de la puerta de entrada.
De izquierda a derecha aparecen: persona no identificada, Eugenio Ortiz, Silvino, el escultor Albarrán y Pliego, Luis Albarrán Boeuf (hijo del
escultor), Terrones, Carlos y Moisés del Águila. Escultor Manuel Centurión, fundición Luis Albarrán y Pliego | bronce a la arena | 1932
exposición colectiva
La Sala de Arte Mexicano presentó, a partir del 18 de agosto de 1933,
una exposición colectiva en la que participaron Fermín Revueltas con
pintura, Roberto de la Selva con tallado en madera y Luis Albarrán con
escultura, la cual inauguró el Secretario de Educación Pública, el profesor Jesús Silva Herzog.
Entre las obras que presentó el escultor, las más elogiadas fueron una
india vendedora de patos, titulada India patera, y Perro en apuros; la primera por el conocimiento de los tipos mexicanos y la segunda por la forma
tan personal y peculiar de captar las actitudes específicas de los animales
en determinado momento.
En 1935 el doctor Carlos Dublán, director de la Facultad de Filosofía
y Bellas Artes de la Universidad Nacional Autónoma de México, lo invitó a
colaborar como profesor de fundición.
India patera | bronce | 1933
Perro en apuros | bronce | 1933
monumento a lázaro cárdenas
Cuando el ingeniero José Loreto Favela era director de Obras Públicas
del Departamento Central del Distrito Federal encargó a los escultores
Albarrán y Pliego y Oliverio Martínez una estatua del presidente de la
república, el general Lázaro Cárdenas, para ser colocada en la entonces
recién construida Escuela Revolución, ubicada en los terrenos de La Vaquita,
cerca del rastro de la ciudad. La escultura fue hecha en barro y representaba, con técnica vigorosa y moderna, al general Lázaro Cárdenas sentado con
un niño y una niña entre sus brazos, en una actitud protectora y señalando
horizontes mejores para México, simbolizados por los infantes. Debido a
la indiscreción de un periodista que publicó la noticia en el periódico en noviembre de 1933, la estatua no llegó a colocarse en el sitio elegido ni a ser
conocida por el público, porque sufrió la ira del general Lázaro Cárdenas,
quien la mandó destruir, arguyendo que no quería monumentos en vida.
95
Pancho Villa (Doroteo Arango) | bronce | 1936
Emiliano Zapata | bronce | 1936
Fray Bernardino de Sahagún | bronce | 1937
fundición artística
En el inicio de su gobierno, el presidente Lázaro Cárdenas mandó llamar
al escultor Luis Albarrán y Pliego para que se hiciera cargo de la elaboración de esculturas que necesitaba para concederlas como trofeos en la
subdirección que se llamó Fundición Artística de la Fundición de Artillería;
así, Albarrán fabricó numerosas representaciones de Pancho Villa, Emiliano Zapata (bustos y esculturas ecuestres) y temas campesinos, las cuales
se donaban en las exposiciones agrícolas y ganaderas: grupos de arado
con yuntas y con troncos de mulas; agraristas tipo norteño, sureño y de
altiplano central; peleas de marranos, de gallos; toro padre, vaca lechera,
caballo, potrillo, borrego, chivo, etc., así como representaciones de atletas: corredor olímpico, basquetbolista, polista, flechador, entre otras.
También realizaba trofeos hípicos para los concursos que organizaba
la Secretaría de la Defensa Nacional. El escultor Lorenzo Rafael, su gran
amigo y colega, también trabajaba en la Fundición de Artillería y ahí realizó
piezas de personajes como Simón Bolívar, San Martín, etc., que el presidente obsequiaba a los gobiernos de los países sudamericanos. Era tanto
el interés que Cárdenas tenía en estos trabajos que mandó construir un
puente directo entre la casa presidencial y el taller.
En 1936 realizó otras cuatro esculturas ecuestres; dos fueron hechas
para el general Cárdenas, una de Francisco Villa y otra de Emiliano Zapata, figuras que el general tenía en la entrada de su casa de Cuernavaca;
la tercera fue del popular charro don Marcos E. Raya, quien fue el primer
99
presidente de la Asociación Nacional de Charros, constituida el 4 de junio
de 1921, y la cuarta fue una réplica de la escultura ecuestre de Carlos IV,
“El Caballito”.
En este mismo año realizó bustos de personajes importantes para la
recién inaugurada Biblioteca del Congreso de la Unión, entre ellos están:
Sor Juana Inés de la Cruz, fray Bernardino de Sahagún, Guillermo Prieto,
Melchor Ocampo, Salvador Díaz Mirón y Gabino Barreda.
Cabe mencionar que en dicha biblioteca se encuentran otros bustos de
personajes destacados de México, los cuales son obra de otros escultores
contemporáneos, pero Albarrán y Pliego realizó la fundición de las piezas.
Actualmente las obras que aún se encuentran en esta Biblioteca son
Sor Juana, Guillermo Prieto, Melchor Ocampo y Gabino Barreda; las otras
dos se encuentran en la Biblioteca del Congreso en la Cámara de Diputados.
Cuando el general Manuel Ávila Camacho era secretario de la Defensa
Nacional se celebró en la ciudad de México, en febrero de 1939, el encuentro internacional de polo, entre los equipos de Oklahoma y Marte, y se
premió al equipo vencedor con un trofeo de Albarrán y Pliego.
Nuestro artista trabajó intensamente para entregar los trofeos a tiempo
y con gran calidad para que México hiciera un buen papel, pues se trataba
de un concurso internacional; sin embargo, nunca recibió el pago de su
trabajo debido a los avatares políticos, porque el general Ávila Camacho
dejó la Secretaría de la Defensa Nacional para iniciar su campaña política
presidencial. Así ha sido siempre nuestro medio, la tarea artística carece
de importancia para los políticos, y se le niega todo aliento a los artistas.
“‘Los cuadritos’, ‘los versitos’, ‘los monitos’, forma despectiva que tienen
para referirse a las obras de arte, mientras en otras partes sí alcanzan honores y remuneraciones...’”25
Para conmemorar el XXVIII aniversario del inicio de la Revolución
mexicana, en febrero de 1938 realizó un enorme busto de bronce de
Francisco Villa, donado por el general Velásquez, para un monumento
25
Xavier Sorondo, “Caballos y toros”, Revista de Revistas, año 28, núm. 1501, México.
que le erigieron en Ciudad Lerdo, Durango, con el objeto de rendir ho-
100
menaje al jefe de la División del Norte, uno de los primeros que encendió
la rebelión maderista.
Sor Juana Inés de la Cruz | bronce | 1937
El escultor modelando en plastilina la escultura de doña Francisca Pulido Cuevas la Titiritera | bronce | 1939
academia de san carlos
Por el año de 1939 Albarrán y Pliego asistía a la Academia de San Carlos
a tomar clases de pintura al desnudo y ahí conoció a un personaje peculiar
de México, una titiritera llamada Francisca Pulido Cuevas, quien aparece
fotografiada haciendo bailar sus títeres en el libro de Angelina Beloff titulado Muñecos animados. Historia, técnica y función educativa del teatro
de muñecos en México y en el mundo, editado por la Secretaría de Educación Pública, en el cual recopiló el trabajo realizado por un grupo de artistas para la creación de un teatro escolar. Entre el grupo de artistas que
participaron, además de Angelina Beloff, estaban Fermín Revueltas, Julio
Castellanos, Leopoldo Méndez, Ramón Alva de la Canal y Germán Cueto.
También Ángeles Garduño realizó un grabado (litografía) de aquella
mujer, el cual aparece en el catálogo de la Exposición de Grabados llevada a cabo por la Sociedad Mexicana de Grabadores en el Ateneo Español
de México, en 1953. Los pintores de la academia hicieron varios retratos de
este personaje, y don Luis la perpetuó en bronce en una escultura titulada Titiritera.
Titiritera | bronce | 1939
Ceremonia de inauguración del Monumento a la Bandera en la ciudad de Toluca | 1940
monumento a la bandera
En 1940 el gobernador del Estado de México, coronel Wenceslao Labra,
emprendió una intensa y extensa campaña con el fin de revalorar en toda
su hondura y amplitud el culto por el lábaro tricolor, por lo que se edificó
un monumento de relevancia, el Monumento a la Bandera en la ciudad de
Toluca, en la confluencia de las avenidas Hidalgo y Morelos oriente.
... Consiguió, incluso, que el gobierno de don Manuel Ávila Camacho patrocinara
la erección del monumento y la fijación, por decreto del Ejecutivo nacional, del 21
de febrero como Día de la Bandera. En esa fecha y en 1940, Ávila Camacho vino a
Toluca a inaugurar el Monumento a la Bandera, con uno de los festivales cívicos
más notables que recuerda nuestra capital del estado.[...] Fue don Armodio del
Valle Arizpe (Hermano de don Artemio, cronista de la ciudad de México) quien
diseñó el proyecto arquitectónico de la esbelta torre con su espejo de agua y sus
hipogrifos sedientos. De las esculturas que aparecen a los lados, padre y madre
de la raza de bronce enseñando a sus vástagos el emblema nacional, se encargó
el artista Luis Albarrán y Pliego, toluqueño, de una familia de gran abolengo. La
torre, que remata con el asta bandera, fue construida con el frente totalmente
iluminado con los tres colores del lábaro patrio a fin de que iluminara por las noches el entonces poco transitado camino a México.26
Bajo el patrocinio del mismo gobernador, en 1941 se inauguraron los
monumentos que realizó Albarrán y Pliego para darle realce a las princi105
26
Leopoldo Zincúnegui Tercero, op. cit.
El escultor realizando el Monumento a la Bandera para la ciudad de Toluca | mixta | 1940
pales avenidas de Toluca, de los generales José Vicente Villada, gobernador
del Estado de México en la época porfirista, y de Agustín Millán, gobernador en la época revolucionaria. La develación corrió a cargo del entonces
presidente de la república, general Manuel Ávila Camacho.
El escultor modelando en plastilina el águila del Monumento a la Bandera para la ciudad de Toluca | 1940
Exposición del Círculo de Escultores | 1942
círculo de escultores
En los años cuarenta participó en las exposiciones que realizaba el
Círculo de Escultores, un organismo apolítico e independiente al cual
pertenecían la mayoría de los escultores mexicanos y algunos extranjeros.
Fue un esfuerzo de los escultores, un intento de revitalizar el interés
por la escultura en México, pues siempre la pintura es la que ha tenido un
lugar preferente en el gusto y aprecio de nuestro medio artístico, tanto de
los particulares como del medio oficial.
La primera exposición se realizó del 16 al 26 de febrero de 1942, bajo
los auspicios de la Universidad Nacional Autónoma de México y se efectuó
en la Academia de San Carlos. Los artistas que lo integraban, además de
Albarrán y Pliego, eran: Fidias Elizondo, Ernesto Tamariz, Augusto Bozzano, José Fernández Urbina, Lorenzo Rafael, Modesto Barrios, Roberto de
la Selva, Natividad Correa, Manuel Centurión, José de la C. Tovar, Arnulfo
Domínguez Bello, Juan Olaguíbel, Ignacio Asúnsulo, Miguel Ángel Fernández, Enrique Guerra, Francisco Albert, Francisco Moctezuma, Humberto
Hoffman, Moisés Guzmán, José D. León, José Morales, Julio Adeath, Pedro
Abate y Adolfo Laubner.
“Con el general Ávila Camacho estuvieron los ministros de Educación
Pública, licenciado Octavio Véjar Vázquez; de Asistencia Social, doctor
Gustavo Baz; el rector de la universidad, licenciado Mario de la Cueva, y un
grupo de artistas, periodistas y literatos”.27
27
“La exposición de escultura en la Academia de San
Carlos”, Excélsior, México, febrero de 1942.
109
El presidente de la república, general Manuel Ávila Camacho, inauguró
la exposición y ofreció ayudar no solamente a la Academia de San Carlos,
sino también al Círculo de Escultores, por el gran esfuerzo de unificación
que habían logrado.
La declaración de clausura la llevó a cabo el rector de la Universidad
Nacional Autónoma de México, licenciado Mario de la Cueva, después de
que hablaron los escultores Albarrán y Urbina.
Sin embargo, esta agrupación subsistió apenas cinco años, debido a
la indiferencia de algunos de sus miembros y del sector oficial; a pesar de
esto existieron aportaciones estéticas por parte de sus agremiados.
En la revista Cima se publicó la siguiente nota sobre esta exposición:
Dos grandes artistas, perfectamente conocidos ya en sus especialidades, contribuyeron a dar importancia y amplitud universal a la exposición del Círculo de
Escultores. Nos referimos a Luis Albarrán y Lorenzo Rafael. El primero presentó
una buena colección de sus ya famosas fundiciones con motivos de toros y
charrerías; el esmero de su trabajo, que linda con las labores de platería, fue
debidamente apreciado por el público. El segundo, el gran repujador Lorenzo
Rafael, presentó varias notables planchas de repujado en las que se pone de
manifiesto su dominio de este hermoso arte.28
A juicio de la crítica Columba Byrne, del periódico Excélsior, Albarrán
y Pliego:
... es uno de los escultores más completos en conocimientos técnicos, ya que
modela y funde su propia obra. Encontramos en él una personalidad perfectamente definida. Es difícil que haya quien pueda superar sus asuntos de toros,
pues se advierte en ellos una fina sensibilidad y un pleno conocimiento,[...] lo
que se advierte en su pieza titulada una buena vara [...] Un afán de superación
28
se ve en la Pelea de gallos, cuya técnica moderna y amplio sentido decorativo,
Revista Cima, 1942.
simplificación de masas y de detalle, hacen esperar de él que continúe con este
29
Columba Byrne, “La exposición de escultura en la
Academia de San Carlos”, Excélsior, 6 febrero de 1942.
esfuerzo.29
110
Patricia Cox | “Cómo se funde una estatua” | 1942
Luis Albarrán y Pliego expresó, en una entrevista que le hicieron sobre
esta exposición, que su obsesión era: “Inmortalizar en bronce las costumbres mexicanas”,30 lo cual concuerda perfectamente con la temática que
él representaba.
A raíz de esta exposición, la escritora de gran renombre Patricia Cox,
autora de libros como El batallón de San Patricio y la Biografía de José Luis
Alconedo, publicó en la revista Estampa el artículo “Cómo se funde una
estatua”, que ilustra claramente el proceso tan elaborado para conseguir
que el bronce tenga la expresión estética.
Luis Albarrán y Pliego, escultor y fundidor, nos invitó para asistir a la fundición de
una estatua. Aquella tarde nublada y fría, cuando llegué a su taller, dos fogatas
prendidas a ras de suelo me impresionaron con sus llamas de tonalidades extrañas; diríase que jugaban a hacer iris de colores. En ellas, los crisoles de grafito
que contenían el bronce, ardían al rojo blanco.
La estatua que iba a fundirse, metida en un horno de ladrillos, se hallaba cubierta
por enormes planchas de hierro embisagradas que hacían presión para evitar
que el metal hirviente, al introducirse en el molde se dilatara y éste volara como
empujado por titánica fuerza.
Con unas enormes tenazas, los crisoles fueron sacados de la hornaza y colocados
en unos manerales —un arco de hierro con brazos largos—. Con un limpiador,
que es una barra terminada en curva, se quitó al bronce las impurezas que flotaban en su superficie. Las gotas del metal fundido saltaban como fuegos fatuos;
después se volcó en los recipientes una pequeña cantidad de fósforo que ardió
rápidamente iluminando el taller, que empezaban a invadir las sombras de la
noche, con una claridad azul.
La nerviosidad se apoderaba de todos. Yo había buscado previamente un lugar
donde pudiera verlo todo sin causar estorbo, y encaramada sobre un recio cajón
30
“Exposición del Círculo de Escultores”, año 3, núm.
139, Estampa, 3 de febrero de 1941.
dominaba la escena.
112
Los hombres iban y venían matemáticamente, acostumbrados ya a la peligrosa y
difícil tarea. Todos y cada uno saben el lugar que les corresponde y las maniobras
que deben ejecutar. A pesar de ello, la sensación nerviosa del momento se percibe en sus manos; en la expresión de sus rostros oscuros y en el brillo penetrante
de sus ojos.
Los hijos de Luis, jóvenes estudiantes, ayudan a su padre en la dura tarea. Diligentes y serios han vigilado la preparación de todo; algunas veces sus manos han
sabido también del fuego del bronce.
Todo está listo; ágilmente limpian el metal, colocan crisoles, toman herramientas.
—¡Un limpiador! —Grita de pronto Luis Albarrán. Y hay en su voz cierto temblor
nervioso.
—Cada uno a su sitio. —La voz suena vibrante, como una clarinada de alegría.
—¡Bueno! —La orden es obedecida automáticamente y el chorro del metal hirviente cae dentro del molde cubierto de placas metálicas. El golpe es preciso y
solamente algunas gotas de bronce se desprenden para caer al piso con fatuidad
de estrellas fugaces.
El molde está lleno y los crisoles se retiran, todavía ardientes, en los mismos
manerales donde fueron colocados para vaciarse.
En un crisol queda un poco de metal. Abriendo un hueco en la tierra, el metal se
vacía y se cubre. Los recipientes son colocados boca abajo, y son ahora, después
de la labor, dos puntos luminosos en la penumbra del taller. El fuego empieza a
apagarse. Los rescoldos dan una tenue claridad a los muros, donde algunas figuras
parecen hacer muecas cuando las flamas se alargan.
Costeña | bronce | 1943
113
El trabajo ha terminado sin ningún contratiempo. Las miradas son alegres y la
sonrisa ilumina los rostros. Mientras los hombres se cubren para librarse del
frío de la noche, hacen broma de la angustia sufrida.
Hace muchos años que funde Luis Albarrán. Multitud de ensayos, de luchas, de
fracasos ha sufrido. Cada figura representa un problema.
Después de que el escultor ha modelado en barro o algún otro material plástico
su obra, ésta se vacía en yeso para después reproducirla nuevamente en cera con
la mayor fidelidad posible. Una vez retocada la cera por el escultor, se coloca en
el lugar preciso donde se va a fundir.
Se recubre con un mezcla líquida de polvo de ladrillo y yeso que llaman picadizo;
operación que debe ser rápida y en vaciados continuos para evitar un fracaso
posterior. Una vez cubierta la estatua de cera con dicha pasta, se improvisa un
horno de tabiques a fin de secar por medio de fuego constante el picadizo húmedo. La cera alojada en el interior del molde, por efecto del calor, empieza a
derretirse, evaporándose; de ahí el clásico nombre del procedimiento: fundición
a la cera perdida. El espacio que abandonó la cera vendrá a ser ocupado después
por el metal fundido al penetrar el molde.
Ésta es la labor de días, paciente, continua, llena algunas veces de grandes
sinsabores. Toda ella en sí es compleja, se diría que en ocasiones es obra del
subconsciente, donde todo se adivina y el cálculo y las probabilidades campean
hondamente.
Si una fundición fracasa, principia otro esfuerzo con sus angustias y complejidades.
Romper el horno y los moldes que han servido al metal para su gestación es
emocionante. Sólo entonces se sabrá si la obra es perfecta.
114
Luis Albarrán y Pliego es hábil escultor. Sus asuntos de toros le dan una personalidad fuerte y definida.
Intuitivo en su arte y en su oficio de fundidor, es digno de admiración y respeto.
Profundo conocedor de la charrería, sus esculturas son admirables por la propiedad de su interpretación y sentimiento. Su decoro estético lo ha llevado a la
escultura monumental, a la que actualmente se dedica.
Gracias a la amabilidad y sencillez, con su carácter mexicanísimo, retraído y
modesto, generoso y amigo, tuve el placer de ver realizado el proceso interesante y laborioso que da cima al anhelo del escultor de ver convertida su concepción
estética en materia perdurable y eterna, en su grandioso espectáculo de fuego
y arte.31
Como resultado de un viaje a Veracruz, se inspiró para hacer dos obras
que salen de su temática habitual, Costeña y Buzos, las cuales denotan el
conocimiento anatómico del cuerpo humano.
Entre las obras de carácter religioso que le encargaron se encuentra
una corona monumental con motivo del quincuagésimo aniversario de la
coronación de Nuestra Señora de Guadalupe. El comité organizador de
dicho evento le encargó a Albarrán y Pliego la ejecución de la corona y lo
invitó a participar como comisionado especial para llevarla en la procesión. Posteriormente se le encargó la de la virgen de Acatzingo.
Continuando con la trayectoria de exposiciones del Círculo de Escultores de México, el 3 de enero de 1944 se inauguró la segunda exposición
de dicho organismo en el gran salón del Palacio de Bellas Artes (inaugurado
en 1934). De la presentación que se hizo a la prensa, se publicó el siguiente
artículo:
Esta exposición es el resultado de dos años de trabajo y se nota la calidad en las
obras que presentarán, por lo que se deduce que el esfuerzo de dicha agrupación
115
31
Patricia Cox, “Cómo se funde una estatua”, Estampa,
mayo de 1942, pp. 28 y 29.
independiente ha sido fructífera. Son 20 los artistas que estarán representados
en este acto cultural.
Entre los más destacados tenemos a Fidias Elizondo, Ignacio Asúnsulo, Herbert
Hoffman, Modesto Barrios, José Correa, Moisés del Águila, Manuel Centurión, Arnulfo Domínguez Bello, Julio Adeath, Augusto Bozzano, J. M. Fernández Urbina,
Miguel A. Fernández, Adolfo Laubner, Lorenzo Rafael, Juan Olaguíbel, Ernesto
Tamariz, Francisco Albert y Luis Albarrán y Pliego. El fundidor perfecto y artista
captador de la dinámica de la fiesta brava, nos sorprenderá ahora con escenas
de cacería.32
También presentó un retrato del fenomenal Silverio Pérez fundido en
bronce y un Quijote y Sancho Panza fundidos en plata.
Como don Luis era gran admirador del libro de Cervantes, realizó varias
esculturas que representan escenas de las aventuras de Don Quijote y su
leal escudero Sancho, incluso diseñó, modeló y fundió en bronce un juego
de ajedrez con sus personajes.
En 1945 Albarrán y Pliego, junto con el grabador Rubén Fernández,
formaron una sociedad y establecieron un taller donde fabricaban pulseras, aretes, prendedores y collares en plata que exportaban por kilo a
Estados Unidos. Don Luis hacía los modelos y los troqueles, y las piezas
se unían con plata. Esto fue muy bueno porque ayudó a que México fuese
conocido por la calidad de su plata y sus trabajos artísticos, los cuales son
muy apreciados en el extranjero. Sin embargo, no pudieron continuar con
el negocio debido a la devaluación, porque el alza del precio de la plata lo
hizo incosteable.
32
El Nacional, 5 de enero de 1944.
116
Don Quijote aleccionando a Sancho | bronce | 1944
Don Quijote de la Mancha | plata | 1944
Sancho Panza | plata | 1944
El escultor con relieve para el Museo de Caza Benito Albarrán en Guadalajara
premio nacional de artes plásticas
En 1946 se llevó a cabo en el Palacio de Bellas Artes la exposición
Premio Nacional de Artes Plásticas, en la cual participaron pintores, grabadores, escultores y arquitectos.
Las esculturas se exhibieron en el primer piso y formaban un conjunto armonioso —a pesar de la diversidad de estilos—, más consistente
y homogéneo. Los escultores que participaron fueron los siguientes: Luis
Albarrán y Pliego, Ignacio Asúnsulo, Carlos Bracho, Isaías Cervantes, Ceferino Colín, Leonardo Cordero, Juan Cruz, Germán Cueto, Fidias Elizondo,
Margarita de la Peña, Juan Hernández, Luis Ortiz Monasterio, Guillermo
Ruiz, Guillermo Toussaint y Alicia Villegas.
El 22 de marzo de 1955 participó en la exposición realizada por Las
Galerías de Arte, A.C., de Monterrey, Nuevo León. Era una exposición colectiva de 11 pintores, encabezada por Gerardo Murillo, mejor conocido
como el Dr. Atl, Jorge González Camarena, Carlos Orozco Romero, Gustavo Montoya, Raúl Anguiano, Francisco Dosamantes, Luis Nishizawa,
Fernando Castro Pacheco, Celia Calderón, Fanny Ravel y Rodolfo Segovia.
En ella Albarrán Pliego estuvo como invitado especial para exponer una
muestra de su trabajo de orfebrería en oro: piezas finísimas en miniatura, realistas, hechas con gran detalle, en donde destacan los temas
mexicanos en anillos, fistoles y prendedores.
121
En ese mismo año la casa Les Parfums Chanel le encargó a Albarrán y
Pliego la elaboración de un trofeo de golf titulado Trofeo Chanel, realizado
en plata maciza.
Don Luis padeció de ulcera por muchos años, la cual con el tiempo
se le fue recrudeciendo, por lo que a partir de 1963, delicado de salud,
redujo su ritmo de trabajo, pues tuvo que ser sometido a una operación
muy delicada. Su hijo, el doctor Luis Albarrán Boeuf, le tuvo siempre gran
admiración y a lo largo de su vida lo atendió con dedicación y cariño y
aprendió con él a disfrutar de la fiesta brava, por tal motivo don Luis le
obsequió la pieza titulada Una buena vara, la cual había presentado en
la exposición del Círculo de Escultores de México, y que fue muy elogiada
por la crítica Columba Byrne.
Al retirarse un poco del trabajo, se dedicó únicamente a producir
obras por encargo especial —éstas le satisfacían por estar relacionadas
con sus aficiones— y así se pasaba horas enteras en su estudio, ubicado
en la parte superior de su casa, en la calle Linares núm. 42, en la colonia
Roma, y el cual compartió en repetidas ocasiones con escultores como
Olaguíbel, Ernesto Tamariz, Oliverio Martínez y Laubner, porque era muy
hospitalario.
Compartió su taller por muchos años, de 1952 a 1967, con el escultor
catalán Angel Tarrac. Mientras cada uno se dedicaba a su trabajo intercambiaban ideas, se daban sugerencias o platicaban de las grandes obras
maestras de todos los tiempos.
Fue un compañerismo y una amistad que nunca terminó y ahora
continúa a través de su hijo Carlos, quien recientemente diseñó un museo
virtual para mostrar la obra de su padre y en uno de los salones de escultores
invitados aparece Albarrán y Pliego (http://home.att.net./~atguestartists/
albarranbio.html).
A este mismo estudio acudía a visitarlo el joven escultor Humberto
Peraza, a quien le interesaba platicar con él sobre escultura y fundición. En
una entrevista que tuve con él me comentó:
122
La aportación del maestro Albarrán a la fundición y a la escultura taurina fue magnífica, conocía perfectamente la tauromaquia y tenía gran calidad y profesionalismo.
Yo lo admiraba mucho, me gustaba lo que él hacía, entonces yo lo seguía, lo
buscaba y veía sus obras en las joyerías del centro. El maestro Albarrán siendo
diferente tenía más personalidad, más liberalidad y una forma peculiar de hacer
sus cosas, él no seguía una corriente de grupo. No llegué a trabajar con él, sin
embargo tuve una gran admiración y un gran respeto a su obra, la cual yo considero en el campo taurino antecesora de la mía, yo me inspiré en sus obras.
Trofeo Premio Chanel | plata maciza | 1955
Jirafa | bronce | ca. 1960
cacería
El escultor desde pequeño fue un gran aficionado a la cacería. Primero
formó un club con sus dos grandes amigos cazadores: los doctores Rafael
Revilla y Manuel Guadarrama (incluso realizó un distintivo en plata para
los tres).
Seguía toda la temporada de cacería: en agosto iba a la cacería de
gangas, conejos, tórtolas, liebres y codornices; en noviembre a la de patos y grullas, y en diciembre a la de venados, jabalíes, pumas, jaguares y
gansos.
En una de tantas veces en que Albarrán salió de cacería con sus hijos,
tuvo un accidente: en esa ocasión habían cazado conejos, y don Luis los
llevaba tomados por las orejas junto con su rifle, entonces uno de ellos
tuvo un estertor y pateó la escopeta, la cual al caer se disparó y toda la
carga de municiones le penetró en el brazo.
Inmediatamente su hijo Luis, que tenía alrededor de 15 años, le aplicó
un torniquete e hizo su debut como conductor para llevarlo al poblado
más cercano, para que lo curaran.
Al pasar los años, cuando mi abuelo nos platicaba de esa cacería nos
enseñaba las municiones que tenía en el brazo.
Cuando era época de veda tiraba con rifle al borrego y al guajolote en
el campo de tiro Moctezuma, que se encontraba en el kilómetro 14 de la
carretera a Toluca.
125
Los hijos de don Benito Albarrán, famoso cazador y editor de varios
libros de cacería, pidieron a don Luis que hiciera un busto de su padre,
con su atuendo de cazador y su rifle, así como una placa en relieve,
integrada por una manada de leones en diversas actitudes en su ambiente natural, para colocarlos en un museo que él mandó construir
ex profeso para poner los animales disecados que había casado; éstos
actualmente se pueden visitar en la ciudad de Guadalajara, como un
museo de historia natural.
Como él se metía de lleno a estudiar un tema cada vez que le encargaban una obra determinada, a raíz de los trabajos para don Benito
Albarrán, sobre animales africanos, realizó una serie de obras del mismo
tema, Leona atacando un órix, Pareja de leones, Dos leonas en combate,
Pieza cobrada y Jirafa; en las cuales muestra la capacidad de observación
y conocimiento de las actitudes de los animales.
Cacería de venados en Las Terillas, Morelos
En esa época se dedicó a disfrutar de momentos cotidianos y especiales con sus hijos y sus nietos, así como a pintar sus vivencias en las
haciendas, por lo que los temas eran de charrería, tauromaquia y gallos
(de estos últimos pintó los diferentes tipos de gallos de pelea).
En 1967 realizó un viaje a Estados Unidos con su hermano Teodoro
porque éste quería comprar gallos de pelea, y como don Luis era un experto en la materia quería que lo acompañara.
Al regresar lo invitó a la casa que tenía en Santo Tomás de los Plátanos, en el Estado de México, para que lo asesorara en todos los detalles
que se necesitan para diseñar y montar un gallinero para la crianza de
estos animales y un palenque en donde practicar las peleas.
La última escultura que realizó Albarrán y Pliego fue El chinaco, la cual
entregó a Rodolfo García-Bravo unos días antes de morir; no sabía que la
parca lo acechaba, “falleció súbitamente en esta capital, el caballeroso y
excelso escultor de la charrería y la tauromaquia”.33
El 14 de noviembre de 1967, con la dignidad con que vivió el señorial
artista toluqueño, entregó su alma al Creador; “llegó al cabestro, como
solía decir con gentil y suave humorismo”.34
33
Leovigildo Islas, “Don Luis Albarrán y Pliego, gran escultor de la charrería”, año 12, núm. 137, México Ecuestre,
noviembre de 1967.
34
Leovigildo Islas y Rodolfo García, “Don Luis Albarrán y
Pliego, artista de la charrería”, La Prensa, edición charra,
núm. 58, México, 1970, p. 14.
127
Revilla y Albarrán con los venados que cazaron
El escultor modelando en plastilina Pareja de leones
Escultura en plastilina de una pareja de leones | bronce | ca. 1960
León y cazador | s/f
Réquiem a un charro
El artista con su traje de charro
F
ue el miércoles último cuando don Luis Albarrán y Pliego, señor
de la vieja guardia y profundo cristiano, entregó su alma al Creador... La charrería
andante está por ello de luto...
El finado caballero había nacido en Toluca en 1893, hijo de don Benito Albarrán y
de doña María de Jesús Pliego... Emparentado con las más distinguidas familias
del Estado de México y hacendado del mejor linaje, tuvo una juventud y una madurez dinámicas, activas y gratas, saturadas de mexicanidad.
Practicó en las haciendas de su familia todas las suertes charras, con sin igual
destreza y elegancia... Recordaba jubilosamente la ocasión en que actuó en una
de esas fincas, cercana a Toluca, con motivo de la “jierra” de más de cinco mil
muías, habiendo durado tres meses la faena y el gusto para los charros... Don
Luis, charro travieso y de gran afición degolló, lazando muías broncas, en esa
ocasión, más de veinte fustes. La humareda que produjo el chorrear de sus reatas al derribar a las bestias, a cabeza de silla, “pudo haber ocultado un cerro”.
Desde su magnífica madurez, don Luis, sutil conocedor de los caballos y de los
secretos de la actividad vaqueriza mexicana y artista genial, se dedicó por puro
amor al arte, a la escultura y a la pintura... De él son las mejores esculturas charras
y taurinas que existen en México. Pocas, desafortunadamente. Jinetes en acción,
133
toros de lidia, etcétera. Todas, en poder de distinguidos conocedores. Una de
ellas, por cierto, pertenece a la familia del presidente Roosevelt.
La que realizó en plata maciza, del finado marqués de Guadalupe y duque de
Regla, es un portento de belleza y propiedad... Gustaba cuidar, como nadie, de
la presencia anatómica del caballo y del vestuario del jinete... Sus obras son,
para la posteridad, a la manera de los óleos de Ernesto Icaza, documentos sabios
de la más rígida ortodoxia charra.
Recientemente y por iniciativa del arquitecto Francisco Artigas y del licenciado
Rodolfo García-Bravo, trabajaba en la preparación de un proyecto para la estatua al charro mexicano, a erigirse en fecha próxima en alguna de las glorietas del
Paseo de la Reforma... Se había pensado entregar al presidente de la república
en original, de ochenta centímetros de altura, con la petición de que ordenara el
fundido y erección de la misma, de cuatro metros de alto... “El charro mexicano,
afirmaba don Luis, es un símbolo muy nuestro por su arrogancia y virilidad y por
su actitud caballerosa y recia, sostenida a través de los tiempos”.
Ahora, lamentablemente, no existe en el horizonte del arte escultórico nacional
nadie que sepa, con la sabiduría de don Luis Albarrán y Pliego, interpretar con
propiedad la sedeña estampa del hombre de a caballo... Su última obra, magistral
como todas las suyas, es propiedad del licenciado García-Bravo.
Ésta representa en bronce a un chinaco, perfectamente vestido y montado, a la
usanza de hace cien años, con una lanza “de punta de veneno” en la mano, del
lado de montar, y sobre un soberbio caballo de briosa apostura... El chinaco viste
calzonera de tapabalazo y botas de época. La obra tiene una fecha: X-14-976 y
una gentil dedicatoria: “Para los charros García-Bravo” Ojalá que esta pequeña
obra maestra pudiera ser aprovechada como modelo y se realizara, con toda la
dignidad requerida, en una magna estatua “al chinaco, noble y valeroso charro
mexicano, que luchó denodadamente por la libertad de México y sus institucio-
134
Don Luis ataviado con traje de charro
Charro mexicano | bronce | ca. 1936
nes, coadyuvando al triunfo de la república”... ¡Descanse en paz el gran señor
toluqueño, espejo de caballeros mexicanos y artista sin par!35
35
Charro | bronce | ca. 1936
“Requiem a un charro”, “Miscelánea Semanal”, Excélsior, 19 de noviembre de 1967, p. 2-B.
El escultor modelando la escultura de don José de Jesús Pliego
Luis Albarrán y su escultura la Charrita
El artista en su estudio
conversación con el artista en su estudio
Hay quienes nacen con un don y no les queda otra
opción en la existencia, más que hacerlo florecer.
Según palabras de don Leovigildo Islas Escárcega, en un artículo publicado en noviembre de 1967:
A pesar de sus años, que no son pocos, según su propia y espontánea declaración, el hombre permanece inmune a los embates del tiempo. Enhiesto, esbelto
y arrogante, da la impresión por su airoso continente, de un gentleman británico,
cuyo aspecto contrasta con su accesibilidad, llaneza y cordialidad, propias de los
viejos rancheros mexicanos. Su trato es afable y cortés, sin la menor afectación,
y su grata conversación delata indiscutible cultura, acrecentada indudablemente
en sus viajes al extranjero, por sus dotes de observación y por su aprendizaje en
la mejor escuela: la universidad de la vida.
Tuvimos la satisfacción de visitarlo recientemente en su residencia de esta capital, y disfrutamos de su amena charla, lo que nos permitió confirmar el concepto
que teníamos de él como persona de singulares prendas morales y artista de
muchos quilates.
Nos condujo a su pequeño estudio, que es un relicario. Aglomerados en mesas
y estantes, conserva numerosos objetos que atestiguan una meritoria labor
artística: pastas, colores, instrumentos de trabajo; algunas fotografías, desgraciadamente pocas en relación con su producción; bocetos; tres o cuatro
piezas en bronce y otras aún sin “patinar”; entre las primeras un charro, jinete
141
en caballo criollo, con equipo de faena que nos pareció ideal para utilizarse, con
pequeñas modificaciones, como modelo para el monumento al charro; ¡qué
precisión en los detalles, qué sentido de la proporción del conjunto y de la anatomía del corcel!
Los muros de aquel aposento están engalanados con algunas miniaturas pictóricas de peleas de gallos, en las que se contemplan diversas escenas de este juego
que tiene tantos adeptos entre la gente charra y campirana, todas ellas con un
colorido y un realismo que nos hacen llegar a la conclusión de que su autor, además de ser el escultor único de la charrería, es el pintor máximo de “los gallos”
en México.
Pendientes de uno de los muros, admiramos también una pequeña colección de
frenos antiguos, de barbada de argolla, réplicas o “descendientes” directos de los
que legaron a España nuestros abuelos en equitación, los árabes. Vimos, asimismo, con motivos ornamentales, en el mismo local, machetes, espadas, espuelas
y otros artefactos de legítima procedencia charra.
La labor de don Luis Albarrán no es múltiple, como ocurre con otros
artistas, cada una de sus piezas son originales, y aunque a veces recurra
al mismo tema, siempre existen variaciones que les dan un toque original.
142
El escultor dándole los últimos detalles a una pieza ecuestre. Al fondo se aprecian algunas de sus obras y una colección de espadas
Escultura de Arete, caballo del general Humberto Mariles
LA OBRA
Un quite coleando | bronce | ca. 1926
A
continuación presentaré una serie de obras y su descripción de
acuerdo con los temas que representó.
Como ya se había mencionado, Albarrán y Pliego nació, creció y se
desarrolló en el ambiente de las haciendas, y no sólo estaba familiarizado
con la charrería, la fiesta brava y los gallos, sino que además era un gran
aficionado, y gracias al conocimiento profundo de estas suertes pudo llevar, en su calidad de artista, a la escultura, la pintura y la orfebrería, con
propiedad y maestría, muchas escenas de las suertes charras, taurinas y
de gallos.
Continuaré con su obra pública, tanto civil como religiosa, así como
los trofeos que realizó. Para redondear las expresiones artísticas en las
cuales incurrió, también mencionaré —en forma general— las pinturas y
las piezas de orfebrería, que fueron principalmente sobre los tres temas
dominantes ya mencionados en toda su obra, debido a la influencia de sus
vivencias de la niñez y juventud en las haciendas.
147
La estocada de la tarde | bronce | 1935
escultura taurina
Desde que realizaba sus “monitos” en barro representó escenas taurinas,
pues desde temprana edad este tema le interesó; después, su pasión por la
fiesta brava lo convirtió en un taurófilo.
“El escultor Luis Albarrán y Pliego es entusiasta, franco, sin amanerados conceptos ni poses insubstanciales. Es un enamorado de la fiesta brava,
un aficionado ‘verdad’ que no pierde corrida, un hombre que de no haber
tomado el cincel hubiera propinado estocadas hasta la bola después de faenas elegantes y ceñidas”.36
Tenía una verdadera pasión por transportar al barro no solamente la figura, sino el espíritu que lo animaba, y precisamente por sus conocimientos
taurinos podía dar a sus esculturas toda la fuerza, movimiento y dramatismo que son necesarios para caracterizar a una pieza de esta índole.
“El artista trabaja por hacer sentir lo que hace, por comunicar la misma emoción que siente, por apasionar como él se apasiona con lo que
ejecuta, no busca admiradores sino trasmitir la excelsa pasión artística”.37
Don Leovigildo Islas Escárcega escribió lo siguiente sobre el escultor:
Poseedor por condición innata de grandes facultades artísticas poco comunes,
se dedicó con ahínco a la pintura y a la escultura, preferentemente de motivos
charros y taurinos que llegó a dominar con insuperable maestría, debido, entre
otros motivos, a que en sus mocedades fue ejecutante de ambos ejercicios, por
149
36
Puck,“Artistas Mexicanos, don Luis Albarrán y Pliego”,
El Universal taurino, p. 10.
37
Paco Puyazo, “Rejoneador, bronce del escultor Luis
Albarrán y Pliego para ilustrar poesía taurina”, La Lidia,
México, 26 de noviembre de 1943.
eso ha logrado captar con absoluta fidelidad las actitudes, con sus más nimios
detalles, de hombres y animales.38
De la fiesta taurina representa diferentes momentos taurinos, llamados tercios y se pueden observar en la mención de cada obra: primer
tercio: capote, Verónica de Chucho Solórzano; segundo tercio: picadores,
Una buena vara; tercer tercio: muleta, Trincherazo de Silverio Pérez y Paso
por alto de Manolete. Como ya se mencionó, su primera escultura de manera formal fue precisamente un tema taurino: Un tumbo, la cual terminó
en agosto de 1922 y fue adquirida por un gran conocedor de toros, don
José González Pavón, dueño de la hacienda de Tepeyahualco.
Curiosamente esta escultura se la robaron al dueño, y muchos años
más tarde doña María Luisa Boeuf de Albarrán, esposa del escultor, la vio
en exhibición en la Feria Mundial de Nueva York, en 1970.
Sobre esta pieza denominada Un tumbo, se transcribe a continuación
lo que escribió un reportero de El Universal taurino, en un artículo titulado
“Artistas mexicanos”, bajo el seudónimo de Puck:
Una mañana de vernisage en la Academia Nacional de Bellas Artes, Fernández
Urbina me mostró una escultura en bronce que acusaba una fina obervación y un
sentimiento muy delicado. Se titulaba: Un tumbo, y era un poema de dolor y
muerte. El artista veía la fiesta del oro y de la sangre en ese mismo minuto en
que Manuel Machado tomó la nota trágica; cuando “salta como rota cuerda, la
alegría”, cuando “hay un fracaso de costillas” y los dientes amarillos del caballo
agravan la mueca póstuma. No el minuto en que el diestro sale con el capotillo de
lujo y a los compases de un pasodoble, mientras el sol pone brillos de maravilla
entre la seda y las piedras preciosas; no el momento en que los ojos de la mujer
se agrandan frente a los peleles de la tarde gloriosa, no la parte sonriente que
ha quedado en las acuarelas dichosas y en los proemios de los cronistas enloquecidos. El escultor veía el “tumbo” del picador obscuro, cuando el caballo cae
38
Leovigildo Islas, “Don Luis Albarrán y Pliego gran escultor de la charrería”, México ecuestre, año 12, núm.
137, noviembre de 1967.
con el vientre destrozado y las entrañas entre las pezuñas, cuando el pitón insaciable se ensaña en los intestinos de la jaca, cuando el circo se llena de silencio
150
El escultor modelando en plastilina la escultura taurina de Silverio Pérez
Una buena vara | bronce | 1942
compasivo y mueren las notas de la musiquilla fácil. Con rara maestría estaban
modeladas las costillas de la “sardina”, los ojos inyectados de la fiera, la cara del
picador desencajada y pavorosa. Entre toda la colección de estatuas y bocetos,
la obra interesaba por su sentimiento y su resolución. Las líneas eran sencillas,
fáciles, desenvueltas. Ni una rigidez artificial, ni un músculo fuera de su sitio, ni
un detalle inútil y dislocado.39
Respecto a su escultura La última querencia (de la cual existe una
pieza en el Museo Bello de Puebla), inspirada en el toro Chispero de la ganadería de Atenco, el escultor dijo lo siguiente:
... la he visto en una corrida que toreó Gaona y no he podido olvidarla. Había
pasado ya la lidia soberbia. El toro nervioso y lleno de bríos había desmontado
a varios picadores, se había llevado en las astas mucha sangre de caballos y
muchos hilos de oro de las chaquetillas de lujo... Un resedá soberbio no hubiera
sido tan brillante como la sangre que escurría por el morrillo...
... Después del tercio de banderillas, había recibido formidable estocada en la
cruz, y fue a morir junto a uno de los caballos que había matado en esa tarde
clara y entusiasta...
Sobre esto el reportero comentó:
Y el boceto es un trasunto fiel de aquel segundo. La bestia mortalmente herida,
se recuesta sobre el caballejo que tiene los ojos vidriosos y la lengua entre los
dientes...
... Las banderillas caen sobre la piel finísima y las astas quieren aún rasgar
vientres y destrozar entrañas... El contraste es formidable. Sobre la sardina
deshecha y vacía, cae la mole de aquel toro bien cebado que no quiere doblar
las patas a pesar de que lleva en el “sitio de las ocasiones” el estoque certera39
mente clavado...
153
Puck, op. cit.
Un tumbo | bronce | 1919
Romaneando a la víctima | bronce | ca. 1926
Un quite coleando, ... verdadero tour de force en cuestión de técnica y un acierto
encomiable en lo que se refiere a la fundición artística. Utilizando el difícil sistema
de la cera perdida, ha logrado esta escultura que muestra un escorzo dificilísimo
de lograr, y la figura de un torero haciendo esfuerzos sobrehumanos por quitar a
la fiera en el primer tercio. Escultura enérgica, de líneas sobrias, pero admirablemente entendidas, de una gracia y una finura que sólo pudiera igualar don
Mariano Benlliure 40 [el famoso escultor valenciano].
Otra de sus primeras piezas fue la titulada Romaneando a la víctima,
en la cual se puede ver cómo un toro embiste con toda su fuerza a un caballo que ha caído, y el artista capta ese momento cuando las dos figuras
se funden en una sola.
Para la temporada 1932-1933 de la plaza El Toreo, en la ciudad de
México, el periódico La Afición instituyó un premio denominado El torero
de la temporada; dicho galardón se otorgaba por medio de la votación de
los aficionados y lo patrocinaba la Cervecería Central, S.A.; esta circunstancia favoreció el desarrollo de las esculturas taurinas, pues cada fin de
temporada se otorgaba un trofeo al mejor torero, a la mejor estocada, a la
mejor pica y a la mejor ganadería.
Los votos que remitían los aficionados se acompañaban de una etiqueta de la famosa cerveza Corona Regia. El periodista taurino Rafael
Solana, Verdugillo, fue quien descubrió y recomendó a don Luis para que
realizara dichos trofeos.
Entre las esculturas que realizó como trofeos taurinos se cuenta El
torero de la temporada de 1932-1933, “... Escultura en bronce, primor de
acabado, prodigio de técnica y movimiento, en la que aparece el diestro
del éxito, toreando al natural, llevando al toro engreído entre los vuelos
de la muleta, echando línea y valor en un lance lleno de temple y gracia”.
“Fue muy alabado por su mérito artístico y por reproducir fielmente la
40
Idem.
técnica y plasticidad taurinas”.41
Este trofeo se exhibió, antes de ser entregado al torero ganador, en la
41
“El orfebre Luis Albarrán y Pliego cincelando el trofeo
taurino”, Excélsior, México, 1933.
corrida del 19 de febrero de 1933, en uno de los escaparates de la joyería
156
Toro bonito #85 | bronce | 1943
La Esmeralda, ubicada en la esquina de las avenidas Francisco I. Madero e
Isabel la Católica, en el centro de la ciudad de México.
Para la temporada 1934-1935 realizó el grupo escultórico El triunfador,
que representa a un torero que ha plasmado La estocada de la tarde, un
toro que se bambolea herido en mitad de las agujas con un estoconazo
padre.
La crítica al respecto se publicó en el periódico El universal, en el
artículo titulado “La estocada de la tarde”:
Una de las cosas más difíciles de llevar al arte es la escena taurina. Especialmente
en las artes plásticas es muy escabroso encontrar el momento, la posición, la figura correcta. Muchos son los que pintan de toros y muy pocos los que aciertan:
citaríamos a Ruano Llopis, a Roberto Domingo, a Martínez de León, y en nuestra
tierra a García Cabral, exclusivamente, retirado Manuel Torres Manolín. Pero muchísimo más difícil que encontrar un pintor de toros es encontrar un escultor de
toros. Don Mariano Benlliure, por eso, tuvo y tiene la primacía casi indiscutida
en este asunto [...] Pero ahora México cuenta con un gran escultor. Se trata de
Albarrán y Pliego, a quien hace unos 8 o 9 años descubriera Verdugillo como
escultor de escenas taurinas.
En efecto, fue ese periodista quien recomendó al artista, pues en ese
entonces Albarrán era ya un gran escultor y conocedor de la fiesta brava,
desde el punto de vista del aficionado:
porque no es lo mismo un toro bravo que uno manso, aun cuando se asemejan anatómicamente, pues la manera de embestir, de contraer cada músculo,
de llevar la cabeza, es peculiar en cada uno de ellos. Igual podría decirse de la
posición del torero, y del estoque, y de la flámula. Todos son pequeños detalles
indispensables para lograr la obra maestra...
Pues bien, Albarrán y Pliego ha conseguido ya una obra verdaderamente maestra, en que nada le falta. El grupo fundido en bronce se llama El triunfador, y
158
A punto de doblar | bronce | ca. 1943
representa La estocada de la tarde, a un toro mal herido, a punto de doblar, de
caer, haciendo trepidar la arena mientras el arte trepida ya en una ovación que se
escucha inmanente en las sonoridades del bronce. ¡Qué gran estocada! ¡Y qué gran
escultura! El aficionado confunde sus dos impresiones, y no sabe si aplaudirá
más al torero que ha dejado tan gran estocada, o al escultor que la ha fijado
eternamente en el bronce. Para una obra maestra de la torería, una obra maestra
de la escultura...
El triunfador, de Albarrán y Pliego, es el trofeo que la Cervecería Modelo ofrece al
matador que logre triunfar en el ya popular concurso “Corona Regia” para elegir al
mejor torero de la temporada. Se exhibe en el Museo Taurino, 16 de Septiembre 13,
vale la pena verla. Si al enorme valor artístico de esta obra, descontando su valor
material, se agrega el tremendo valor moral de haberla conquistado en buena
lid con artistas tan sobresalientes como los que están toreando en la temporada
actual, se tendrá la idea de lo que a cada uno de los diestros importa ganarla, y de
lo que a sus partidarios importa también que la ganen...42
Este trofeo lo obtuvo el maestro de Saltillo, Fermín Espinosa, Armillita,
ya que consumó en la última corrida uno de sus faenas más completas.
La Sociedad contra la Ceguera en México también organizaba corridas
de toros para obtener fondos y otorgaba premios al mejor torero de la
corrida o a la mejor ganadería.
Para la corrida que dicha institución organizó en marzo de 1937, en la
que alternaron Jesús Solórzano, Fermín Espinosa, Armillita Chico y Lorenzo Garza, don Luis presentó como trofeo el Toro de bronce, para el mejor
torero de esta corrida, el cual lo obtuvo por aclamación popular el diestro
michoacano Jesús Solórzano, apodado el Rey del temple, quien lo recibió
de manos del prestigiado charro don Carlos Rincón Gallardo, marqués de
Guadalupe y duque de Regla, dos genuinos representantes de nuestro deporte típico nacional. Este toro está bien parado en las cuatro patas, atento
a lo que le espera en el ruedo; se le nota la mirada alerta, los músculos en
42
“La estocada de la tarde”, El Universal, México, 1935.
160
tensión ante la expectativa y se pueden distinguir las diferentes texturas de
su corporeidad.
En marzo de 1938 “el notable escultor mexicano, Luis Albarrán y Pliego, a quien se le puede considerar el Benlliure de México, ejecutó para un
concurso de ganaderías este magnífico grupo Bravura”,43 para la corrida
anual que organizó la Sociedad contra la Ceguera en México.
Esta vez el premio se concedió al toro que diera mejor juego en la
competencia que hubo entre los toros mexicanos de don Jorge Guerrero,
de Querétaro, y los españoles de don Garciliano Pérez Tabernero, de Salamanca. La decisión para el jurado calificador había estado muy difícil, pero
para cerrar plaza salió el toro Perdigón, de don Garciliano Pérez Tabernero,
el cual desde el principio demostró que era el mejor de todos; fue así como
el trofeo Bravura se le entregó a los representantes de Pérez Tabernero,
los señores González y Escalante.
El tema de este trofeo era uno de sus momentos favoritos en las corridas
de toros, el segundo tercio: la suerte de varas o “pica”, en donde se representa el momento cuando el picador está ejecutando su encomienda.
Sobre este tema realizó diferentes piezas a lo largo de su vida; se
nota que fueron reproducidas de diferentes corridas, pues los atuendos y
los detalles varían, aunque en todos captó el momento de tensión, en donde
las tres figuras forman un conjunto armónico de gran fuerza y dinamismo.
Ésta es una de sus primeras obras que tiene la cualidad de recrear
toda una escena: el toro, con toda su fuerza, está levantando al caballo, y
el picador —al igual que el toro— con toda su fuerza le clava la pica para
librarse de él.
Casualmente su primer nieto, William Wignall Albarrán, gran admirador
de su obra, compañero de cacería y conocedor de los gallos por sus vivencias con él en los palenques, adquirió, a trasmano, una de sus primeras
piezas con este tema: un puyazo en todo lo alto, como suele suceder en la
historia de ciertas obras, ya que se la obsequió un conocedor de esculturas
taurinas que la vio en una galería.
43
161
J. Acoch, “Taurinerías”, El Universal.
Fermín Espinosa, Armillita, recibiendo el trofeo “La estocada de la tarde”, de manos de Lupita Lepe
Una de las esculturas más apreciadas de Albarrán y Pliego por los aficionados taurinos fue la que reprodujo un derechazo de Silverio Pérez en
su faena cumbre al toro Tanguito, de Pastejé. Para inmortalizar en bronce
la hazaña del torero texcocano, se conjugaron esfuerzos de diversas personalidades del momento para financiar la obra, desde el general Maximino
Ávila Camacho, el doctor José Hoyo Monte y el señor José Cano, hasta la
afición taurina que quiso rendirle un homenaje a Silverio Pérez por su singular faena.
Esta pieza finalmente se colocó en la plaza de toros El Toreo de la
Condesa, como remate de una fuente construida en forma de pirámide,
decorada con mosaicos de pinturas de Ruano Llopis y los fierros de las
ganaderías más importantes de México.
Sobre esta escultura de Silverio Pérez un reportero taurino escribió lo
siguiente en la nota periodística:
“El que no sea aficionado a los toros, encontrará en la obra escultórica,
la emoción de la belleza. Y el que sea taurino, le hallará más emotividad,
más dramaticidad, porque es Silverio Pérez, clavado, el que se está enroscando al astado, en la majeza de un derechazo cumbre”.44
Esta corrida de Silverio Pérez causó tal conmoción entre el público
taurino, que no sólo movió a los aficionados a rendirle un homenaje perpetuado en bronce por las manos de un gran enamorado y conocedor de
la fiesta brava, como fue siempre Albarrán y Pliego, sino que además sirvió
de inspiración para que Agustín Lara lo inmortalizara en su famosísimo
pasodoble.
Pepe Alameda, gran conocedor y cronista de la fiesta brava escribió lo
siguiente sobre dicha corrida en su libro Retrato inconcluso:
El famoso pasodoble que Agustín Lara le hizo a Silverio Pérez se lo inspiró la faena
a Tanguito, de Pastejé, aquella que Silverio hizo cuando toreaba con Fermín y con
Antonio Velázquez, el día de la alternativa de éste. Dice Agustín que, saliendo de
la plaza, se fue directamente a su casa, abrió el piano y, todavía con la emoción
163
44
“Escultura en bronce de Silverio”, Esto, 8 de noviembre de 1943.
“faraónica” en los dedos surgieron las primeras notas. De modo que es un nacimiento con fecha, con acta testimonial del autor: 31 de enero de 1943.45
Para una corrida a beneficio de la Cruz Roja Mexicana, que se celebró
el domingo 4 de abril de ese mismo año, en la plaza El Toreo de Puebla, don
Luis modeló, esculpió y fundió el trofeo que representaba a un toro al salir
de los corrales, de gran estampa, vitalidad y bien puesto de pitones, Toro
bonito # 85 de la ganadería de Ayala. El regiomontano Luis Briones obtuvo
dicho trofeo.
Por azares del destino esta pieza también regresó a la familia Albarrán,
ya que a Luis Albarrán IV —nieto del escultor— se le presentó la oportunidad de obtenerla.
De esta época es también otro toro que representa el final de la corrida: A punto de doblar, muestra el momento en que el toro está a punto de
perder el equilibrio, pero tratando de embestir todavía.
“Se admira la fidelidad con que reproduce las escenas taurinas que ha
escogido para sus obras”.46
El locutor Sordo Noriega presentó un reportaje de un encierro que hizo
Lorenzo Garza con seis toros en la plaza El Toreo de la Condesa, en el cual
hizo la siguiente reflexión: “El quinto toro tiene tan bonita estampa que
parece una escultura de Luis Albarrán y Pliego”.47
A manera de conclusión sobre este tema, se puede decir que “la obra
esencial, fuerte y encomiable del Benlliure mexicano está en sus escenas
de toros que están logradas al calor de un entusiasmo cálido por la fiesta
que pintó don Francisco de Goya”.48
45
José Alameda, Retrato inconcluso. Memorias, p. 73.
46
“El premo nacional de Artes Plásticas”, Jueves de Excélsior, 29 de agosto de 1946.
47
Sordo Noriega, programa de televisión “Toros y toreros”, Canal 11.
48
Puck, op. cit.
164
Silverio Pérez toreando a Tanguito. Bronce
Silverio Pérez toreando a Tanguito | bronce | 1943
Un puyazo en todo lo alto | bronce | s/f
Coleando | bronce | s/f
Charro lazando un toro | bronce | 1936
charrería
Casi todos los ejercicios vaquerizos que se practican en la actualidad
son originarios de México: nacieron de la necesidad, de la vida rural, de
manera que son privativos de los mexicanos, aun cuando de España nos
vinieran los primeros caballos y la indumentaria (modificada, en el transcurso del tiempo, a tal extremo, que en nuestros días ya no tiene ni remota
semejanza con la que le dio origen).
Entre los pioneros de este tradicional, noble y gallardo ejercicio, se
encuentran el segundo virrey de la Nueva España, don Luis de Velasco —a
quien se debe la creación de la silla vaquera y el freno mexicano, en 1555,
y el beato Sebastián de Aparicio, guía y mentor de los indios en las arduas
faenas de la domesticación y aprovechamiento de las bestias para el tiro y
la carga y, posteriormente, para la silla.49
Cuando se extendió el uso de los caballos entre los habitantes de
nuestro país —sin distinción de castas ni jerarquías—, debido a las necesidades de la vida del campo en lo concerniente al manejo del ganado
mayor, surgió la charrería entre los servidores de las grandes haciendas,
donde los animales equinos y bovinos se contaban por millares. Expertos vaqueros, caporales y hombres de campo en general, consumaban
admirables maniobras en las que campeaban el arrojo y la destreza, en
herraderos, tuzaderos, o por simple divertimento o “traveseada”. Durante
mucho tiempo la ejecución de estas rudas faenas fue del dominio exclusivo de la gente campirana, y en un prolongado lapso se intensificó, con
169
49
“El arte de la charrería”, en Artes de México, p. 15.
Charro | bronce | 1936
Escultura ecuestre del general Zapata | bronce | pieza propiedad de Lázaro Cárdenas | 1939
modalidades propias y singularísimas, la suerte de lazar y se creó la de
colear, que en ninguna parte del mundo se ejecuta como en México. De
los charros del campo, de los arrieros —que también eran hombres de a
caballo—, peregrinos incansables que recorrían todos los senderos y todos los caminos de nuestro territorio, de ese conglomerado de hombres
esforzados y valientes salieron la mayoría de los contingentes de patriotas
que combatieron en todas nuestras luchas libertarias, desde la guerra de
Independencia hasta la Revolución mexicana. De esa misma procedencia
resultaron los primeros charros profesionales y algunos de los aficionados
que fundaron, en la segunda década del siglo xx, las primeras asociaciones
de charros, cuyas actividades han alcanzado gran prosperidad.50
La charrería profesional tuvo su origen, propiamente, a fines del siglo
xix —aun cuando la denominación respectiva data de pocos años—, época
en la cual surgió el gran charro y torero mexicano Ponciano Díaz, nativo
de la hacienda de Atenco (la primera ganadería de toros bravos que se
estableció en América); el famoso caballista y torero, cuya popularidad no
tuvo paralelo en su tiempo, dio gran incremento a la charrería al convertirla en espectáculo; en un principio ligada a la tauromaquia —para lo que
contribuyó poderosamente su capacidad como notable ejecutante, pues
además de haber hecho figurar en su cuadrilla en calidad de picadores, y
a veces de banderilleros, a consumados charros como Agustín y Vicente
Oropeza, Celso González y Vicente Conde [...] con quienes presentó las primeras exhibiciones de charrería de paga.51
50
51
Ibidem, p. 6.
Ibidem, p. 7.
172
la charrería actual en el distrito federal
Debido, entre otras causas, a la desaparición de las grandes haciendas
ganaderas, la charrería casi ha dejado de practicarse en el medio rural,
y aunque parezca paradójico, se ha reconcentrado en las ciudades, particularmente en las más populosas, dejando de ser una necesidad para
convertirse en un deporte: el deporte nacional.52
Algunos charros además de dedicar su vida a la práctica de la charrería,
también se preocuparon por escribir innumerables tratados sobre este arte
sublime de tradición secular, desde el clásico de don Carlos Rincón Gallardo,
marqués de Guadalupe y duque de Regla, pasando por los de don Leovigildo Islas Escárcega y del licenciado Rodolfo García-Bravo, hasta los muy
documentados de José Ramón Ballesteros y J. Álvarez del Villar.
Don Leovigildo Islas Escárcega escribió lo siguiente sobre el escultor:
“Conocedor profundo de la técnica y el clasicismo de las suertes charras,
se consagró con preferencia a interpretarlas, en forma sorprendente en
sus impecables esculturas”.53
Entre su primeras esculturas ecuestres se cuenta la que realizó en
1922, en plata maciza, por encargo del doctor Reynaldo Defiss —quien era
socio del Club de Charros— para don Carlos Rincón Gallardo, notable charro
e impulsor de la charrería en México. Es una pieza muy bien lograda porque, además de la calidad técnica, es un documento fehaciente del atuendo
y montura charra de la época. Al conocer esta escultura del marqués, a
don José de Jesús Pliego (un personaje importante de la charrería en esa
173
52
Ibidem, pp. 14 y 15.
53
Leovigildo Islas, “Don Luis Albarrán y Pliego gran escultor de la charrería”, México Ecuestre, noviembre de 1967.
Don Marcos E. Raya | bronce | 1936
época), le nació la idea de ser perpetuado en bronce en su magnífico caballo Copros, tanto a la usanza charra como a la inglesa; el señor Pliego fue
un personaje importante de la charrería de esa época, ya que está retratado
en los lienzos de Ernesto Icaza, el pintor de la charrería.
Respecto a estas piezas leí lo siguiente en el suplemento de la Edición
Charra de La Prensa:
Son notables piezas, dignas de las vitrinas de un museo sus magníficas esculturas
ecuestres, entre otras la de don José de Jesús Pliego, acaudalado y distinguido
caballero toluqueño. En esta obra, joya y documento de la charrería clásica, el
prócer hacendado monta un soberbio cuaco con fierro de Ciénega de Mata, solar
de los Rincón Gallardo en Jalisco. La presentación del señor Pliego es impecable,
como lo son la postura de dicho jinete y la calidad de la silla de cantinas.54
En 1926 obtuvo el primer y segundo premios en el concurso que se
llevó a cabo para realizar el Monumento al Charro.
Entre los personajes que se distinguieron en la creación de la Asociación Nacional de Charros se cuenta don Marcos E. Raya, a quien Albarrán y
Pliego le hiciera una escultura, en su calidad de presidente fundador.
Además de las piezas que realizó para determinados personajes de la
charrería, “que se caracterizan por el parecido fiel y preciso de sus modelos”,55 captó y plasmó en el bronce las distintas suertes que se ejecutaban
regularmente en las faenas del campo, y que con la creación de las asociaciones de charros ahora se practican todos los domingos en los diferentes
lienzos o en festivales de importancia —que comúnmente tienen el carácter
de competencias deportivas—; las cuales se desarrollan, por lo regular,
conforme a un programa que más o menos consiste en lo siguiente: desfile
de charros, ofrecimiento de la fiesta, cala de caballo, piales en el lienzo,
coleadero, jineteo de animales caballares y vacunos, floreo y lazo a caballo
y a pie, paso de la muerte, escaramuza charra y, finalmente, un charro y
una china poblana bailan en el centro del ruedo, sobre una tarima espe-
54
Leovigildo Islas y Rodolfo García, “Don Luis Albarrán y
Pliego, artista de la charrería”, La Prensa, edición charra,
1970, p. 14.
55
cial, el jarabe tapatío, la danza típica por excelencia.
175
Idem.
Don Luis ejecutó varias esculturas que representan a un charro en los
diferentes momentos de una charreada o jaripeo, las cuales tienen el valor
de ser documentos fieles de la charrería de esa época.
La pieza Charro mexicano es un charro montado en un soberbio caballo, con la silla que corresponde a este tipo de eventos; el personaje lleva
un traje muy bien puesto, demostrando toda su gallardía, y ataviado con
un lazo.
Como todas sus esculturas, esta obra se caracteriza por el dominio de
los volúmenes y las líneas, sin descuidar los detalles anatómicos, el movimiento de las bestias, la postura y el atuendo del jinete.
Perpetuó en bronce escenas en las que el jinete está listo para lazar al
novillo. Las actitudes están claramente expresadas, el jinete está listo con
la reata, esperando el momento decisivo; el caballo nervioso, a punto de
arrancar a todo galope a la menor indicación de su amo, y el toro bravo,
decidido a embestir a ambos si no es lazado a tiempo.
También realizó varios coleadores; algunos representan a un charro
montado a caballo corriendo a todo galope en pos de la res, en el instante
cuando el jinete está a punto de tomar la cola del toro y hacer una gran
cola, es decir, hacer caer al toro y dar un gran espectáculo.
Otras composiciones muestran el momento del éxito, el instante en el
que el jinete da el tirón a la cola del novillo y, éste, con las cuatro patas en
el aire, está a punto de caer y provocar la ovación.
Estos grupos escultóricos se caracterizan por estar armoniosamente
integrados, las tres figuras se funden en una escena cargada de emoción y
dinamismo, en las cuales fluye el movimiento, y al verlas siente uno como
si hubiera observado la acción de principio a fin.
La jineteada de toros es una de las suertes más peligrosas, donde el
jinete debe de mostrar su arrojo y valentía para mantenerse sobre el toro
hasta que éste deje de reparar.
Página siguiente: Chinaco | bronce. Última
escultura que llevó a cabo el artista.
Dedicada a los charros García-Bravo, 14 de
En la obra Jineteo, el jinete muestra su habilidad al sostenerse dignamente, sombrero en mano, sobre un toro que corcovea.
octubre de 1967
176
La mujer también tiene un lugar muy importante dentro de este festejo, como
complemento rebozante de belleza, colorido y movimiento, un conjunto ecuestre
femenil llamado “Escaramuza charra”, las que ejecutan arriesgadas y vistosas
evoluciones, plenas de intrepidez y gallardía, en la cual lucen su encanto y el
atractivo de su exquisita feminidad.56
Esto lo testimonia don Luis en su escultura conocida como La charrita,
representación ecuestre de una mujer muy bien ataviada, quien demuestra
su habilidad para cabalgar en silla de lado.
De los personajes de nuestra historia hizo varias representaciones,
entre ellas la del caudillo del norte, Doroteo Arango, mejor conocido como
Pancho Villa, a quien representó montado a caballo, al igual que su homólogo del sur, Emiliano Zapata, que para el artista era un símbolo charro,
ya que él era un hombre “de a caballo”, pues según palabras del escultor:
... se formó en las haciendas de don Ignacio de la Torre, como caballerango. Y
guardó siempre uno de sus mejores entusiasmos por las bestias finas y buenas.
Sabía sentarse en la silla y se tenía, naturalmente con soltura, cuando el animal
tomaba su paso sobre los cuartos traseros.
Hay que representarlo, pues, como un charro mexicano, bien sentado sobre el
penco, cabos negros y tordillo, y hay que ponerle, entre las piernas con chaparreras o con botonadura de plata, un caballo mexicano, ancho, nervioso, de
cabeza pequeña, de casco mulero y cola peinándose entre las patas.57
También realizó figuras ecuestres de estos dos personajes de la Revolución por encargo del general Lázaro Cárdenas.
Los renombrados Chinacos temibles guerrilleros que tan brillantemente se
destacaron durante la Intervención Francesa, fueron charros genuinos, repre56
“El arte de la charrería”, en Artes de México, p. 15.
sentativos de los jinetes nacionales de su época. El general Albino García fue
57
Xavier Sorondo, op. cit.
uno de los más destacados exponentes de estos denodados patriotas. Es tra-
178
dicional la fama de aquellos habilísimos jinetes sin par en el manejo de la lanza
que, “con sus caballos magníficamente arrendados” y con sus reatas, armas
poderosas y temibles en sus manos, desmontaban piezas de artillería y lazaban
o manteaban a los soldados que formaban parte de las aguerridas huestes enviadas por Napoleón III.58
La última escultura que llevó a cabo el artista fue El chinaco, el cual
viste calzonera de tapabalazo y botas de época. La obra tiene la fecha de
14 de octubre de 1967 y la dedicatoria “Para los charros García-Bravo”.
“Tiene el mérito de ser la única existente que perpetúa en bronce, la
señera figura de los bravos charros, que lanza en mano y con la mortífera
reata en los ‘tientos’ de sus sillas, defendieron, a la sombra de las banderas de don Benito Juárez, la integridad de la patria”.59 Leovigildo Islas
Escárcega y Rodolfo García-Bravo reprodujeron la escultura del chinaco
que realizó don Luis para ilustrar cómo utilizaban los chinacos la lanza, en
su libro Diccionario y refranero charro.
Teodoro y Luis Albarrán en Santo Tomás de los Plátanos, Estado de México | 1967
58
“El arte de la charrería”, en Artes de México, p. 11.
59
Leovigildo Islas y Rodolfo García... op. cit.
Charrita | bronce | s/f
gallos
Don Luis fue un apasionado de las peleas de gallos, por lo cual se
dedicó a estudiar la variedad de tipos de gallos, las diferentes navajas
que se utilizan en las peleas, la forma correcta de amarrárselas, incluso
debido al interés que le tuvo a esta fiesta instaló un palenque en San
Bartolo Naucalpan, Estado de México.
Sobre este tema, que para él fue de gran interés, nos dejó infinidad de
vivencias de los gallos que conoció, compró o llevó al palenque a pelear,
representadas en cuadros y en tres esculturas (dos en bronce a la cera
perdida: Gallero, ésta representa a un niño con su gallo, y Gallo padre;
además de una realizada en terracota: El epílogo de la pelea, de la cual
recientemente se hizo una fundición a la cera perdida sobre el original.
En esta pieza representó a los dos gallos de la contienda, al vencedor y al
perdedor, entrelazados con sus alas en un conjunto armónico).
Tuve la oportunidad de conocer a don Guillermo Fernández, dueño de
la Casa Guillermo, de gran tradición en la venta de esculturas. Cuando le
dije que era nieta del escultor Luis Albarrán y Pliego su rostro mostró una
agradable sonrisa, abrió su caja fuerte y sacó de ella ocho fotografías de
esculturas que don Luis le vendió hace más de 30 años. Al verlas se entusiasmó y me comentó con gran gusto que él le llevaba a vender sus obras
desde que su galería se encontraba en la calle 5 de Mayo núm. 7, junto al
Pasaje América, en el centro capitalino. Me dijo que la obra de mi abuelo:
181
Gallo padre | bronce | 1947
Tenía una categoría muy especial, dejaba su huella en el bronce, en México no
hubo nadie que fundiera como él. Los verdaderos artistas así son, él hacía lo
que le gustaba, porque le gustaba disfrutar lo que hacía.
Don Luis y un gallero entrenando a sus gallos
El epílogo de la pelea | bronce | 1948
En pleno combate | acuarela
Además de ser muy buen escultor era gallero, cuando venía a traerme sus esculturas me enseñaba sus navajas y me explicaba para qué tipo de pelea era cada
una, en verdad le encantaban las peleas de gallos, se veía que las disfrutaba, además de ser un magnífico escultor era un gran conocedor de las peleas de gallos.
El príncipe | acuarela sobre papel
trofeos
Albarrán y Pliego realizó varias esculturas que se entregaron como
trofeos para competencias de polo; para el campeonato internacional de
este deporte, disputado por los equipos de México y Estados Unidos, plasmó en bronce una Carga de polo, como premio para el equipo vencedor.
Es una pieza en la cual ágiles caballos se doblan en el aire para perseguir
la pelota, sus figuras tienen un movimiento que capta la atención del espectador, porque se manifiesta la lucha, la pugna varonil, nervio y pasión
de hombres y caballos por alcanzar el galardón.
Sobre este trofeo, el comentarista deportivo de la época, Xavier Sorondo, relató en la publicación Revista de Revistas el acercamiento de las
autoridades militares al escultor para convencerlo de realizar las obras,
la presión que ejercieron para que las entregara a tiempo, y la dedicación
de éste por cumplir. Sin importar ni valorar su arte, una vez ejecutados los
trabajos, describió el calvario que le representó a Albarrán y Pliego gestionar el pago correspondiente sin que nunca le llegara.
Realizó también el trofeo que el presidente de la república, licenciado
Miguel Alemán, donó en 1948 para los concursos hípicos internacionales
que anualmente se celebran en Toronto, Canadá, durante la Feria Real de
Invierno. El señor Luis Viñals fue comisionado para trasladar el trofeo “Miguel Alemán” a Canadá.
187
Página siguiente: Cazador | bronce | ca. 1950
“El trofeo presidencial es típicamente mexicano, ya que representa
a un coleador charro en el momento en que da el tiro para hacer caer al
novillo”.60
Otro trofeo que realizó para competencias ecuestres, que también
representaba a un coleador, se entregó en el Madison Square Garden como parte del Torneo Nacional Hípico de Nueva York.
Asimismo, elaboró el trofeo Challenge para el primer torneo nacional
de saltos de obstáculos, organizado por la Secretaría de la Defensa Nacional, el cual fue recibido por el capitán Humberto Mariles, jefe del Equipo
Ecuestre Nacional, de manos del general Francisco L. Urquizo, subsecretario de la Defensa Nacional; tiempo después, el capitán Humberto Mariles
le pidió a don Luis que le hiciera una escultura de su caballo favorito.
También fundió un sinnúmero de trofeos para las competencias desarrolladas en el campo de tiro “Moctezuma”, entre ellos podemos citar
un venado siete puntas, un cazador llevando en hombros al venado que
acaba de cobrar, y un borrego cimarrón.
En 1955 el señor Salvador Ulloa, publicista de la casa Les Perfums
Channel, le encargó a Albarrán y Pliego la elaboración de un trofeo que se
otorgaría a la persona o club que se hubiera destacado por mejorar el deporte del golf en México. Esta alegoría, debida a su inspiración, representa
la figura de una bella mujer en éxtasis, para simbolizar el perfume y la belleza en torno al deporte del golf. Tiene un diámetro de 64 cm y una altura
de 60 cm, con un peso aproximado de 20 kg en plata maciza.
60
“Precioso trofeo obsequió el presidente de México”,
Novedades, 27 de octubre de 1948.
188
Trofeo de tiro | bronce | s/f
OBRA PÚBLICA
Morelos | bronce | ca. 1945
obra civil
E
l bosque de Chapultepec, además de ser un lugar de esparcimiento y
recreo, está íntimamente ligado con nuestra historia, ya que desde la época
prehispánica el nombre de Chapultepec aparece ligado a nombres de personajes y hechos importantes.
En 1924 don Luis realizó una de sus primeras esculturas para una institución pública: El chapulín, esta escultura, símbolo del bosque milenario,
se ubica en el centro de una fuente localizada en la terraza sur del Castillo
de Chapultepec, frente a los recintos que fungieron como oficinas de gobierno. Mide 70 cm de altura, y se asienta sobre un pequeño pedestal en
el centro de una fuente octagonal, que a su vez está dentro de un espejo
de agua en forma de óvalo recubierto con mosaico verde. En los antiguos
códices nahuas el glifo de este insecto representa a Chapultepec.
193
Busto del general Villa | bronce | 1938
bustos de personajes distinguidos
A lo largo de su carrera artística, Albarrán y Pliego se dedicó a realizar
bustos, por encargo, de personajes importantes, algunos de la época y
otros de épocas anteriores, algunos mexicanos y otros extranjeros, entre
los que podemos citar el de monsieur Paul Signoret, que se encontraba en
el Hospital Francés, ahora desaparecido.
También numerosos bustos y representaciones de héroes salieron
de sus manos y de su taller, los cuales engalanaron diferentes recintos
y plazas públicas, entre ellos Hidalgo, Morelos, Benito Juárez, Francisco
I. Madero, Francisco Villa, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Vicente
Gómez Farías, Luis G. Dávila, Salvador Díaz Mirón, Rubén Darío, Gustavo
Adolfo Bécquer, Sor Juana Inés de la Cruz, Melchor Ocampo, Guillermo
Prieto, Justo Sierra y fray Bernardino de Sahagún.
Para la ciudad de Toluca llevó a cabo el Monumento a la Bandera en
1940, y en 1941 las esculturas de los generales José Vicente Villada y de
Agustín Millán, para las principales avenidas de esta ciudad, así como la del
gobernador interino Francisco Javier Gaxiola.
“Algunos funcionarios y políticos mexicanos le encomendaron, diversos trabajos especiales para obsequiarlos a estadistas y prohombres
extranjeros, uno de los cuales fue el presidente Roosevelt, de Estados
Unidos”.61
61
195
Leovigildo Islas, op. cit.
Gustavo Adolfo Bécquer | bronce | ca. 1960
El escultor modelando el busto de Luis G. Dávila | bronce | ca. 1961
Paul Signoret | bronce | ca. 1945
Salvador Díaz Mirón | yeso | 1937
obra religiosa
En 1924 el tesorero de la Comisión Organizadora del Congreso Eucarístico, arquitecto Luis G. Olvera, le encargó a don Luis la fundición de una
Custodia monumental, proyectada por el arquitecto en estilo churrigueresco, para darle un carácter especial que pudiera considerarse mexicano y a
la vez religioso.
En esta pieza, toda de plata, de ochocientos milésimos de ley; su mayor altura
es de 2 metros 45 centímetros; su mayor ancho de 78 centímetros; su peso
total de 389 kilos; y con un costo aproximado de $60 000.00. El proyecto fue
del arquitecto don Luis G. Olvera, el tiempo empleado para su ejecución fue de
un año, aproximadamente.62
Para describirla someramente podríamos decir que sobre la base se
asientan cuatro ménsulas, en las que se destacan los atributos de los
cuatro evangelistas representados en la forma tradicional, por lo que
aparecen el león, el toro, el águila y el ángel. Cabe mencionar que el
escultor tomó como modelo del ángel la cara de su hijo Luis, nacido en
marzo de 1922.
Continuando en forma ascendente encontramos una plataforma cuyos cuatro frentes están adornados con los escudos que llevan los nombres
de las 26 diócesis de la república. El cuerpo de la custodia está formado
por 12 pilastras estípites que nos recuerdan a las del Sagrario Metropolita199
62
“Una obra artística hecha en la ciudad de Puebla”,
Forma, vol. 1, núm. 2, noviembre de 1926, pp. 16 y 17.
no, y que albergan el sol clásico de toda custodia, pues ahí se encuentra el
relicario en donde se guarda la eucaristía; al pie del relicario se encuentra
el águila mexicana con la inscripción: salvum fac populum tuum domine
ésta, por ser la parte más importante, se cubrió con un dosel de filigrana y
se adornó con piedras preciosas por los joyeros López, de Puebla. Sobre la
cornisa de coronamiento se colocaron ocho remates con los escudos de
las arquidiócesis, y todo el conjunto se remató, como en todos los edificios
cristianos, con la cruz.
Durante muchos años la custodia se resguardó bajo el altar mayor
de la Catedral Metropolitana, y los domingos se elevaba sobre él, con un
mecanismo de poleas. En diciembre de 1998 la sacaron de este sitio y la
colocaron dentro de un capelo en el altar de Los Reyes, el cual la protegía,
pero el reflejo de los cristales impedía que se pudiera admirar.
Posteriormente, bajo la supervisión del Pbro. José de Jesús Aguilar, la
desarmaron pieza por pieza para realizar una limpieza minuciosa; actualmente se encuentra en el altar de Los Reyes, y los jueves de Corpus Christi
se baja del altar y se monta sobre un vehículo especial para llevarla en
magna procesión por el centro capitalino.
En 1931, para la Basílica de Guadalupe fundió en bronce las puertas de
los confesionarios y las bases de las columnas.
Con motivo del quincuagésimo aniversario de la coronación de Nuestra
Señora de Guadalupe, el viernes 12 de octubre de 1945, el legado a latere
del papa Pío XII, el cardenal canadiense José María Villeneuve, en solemne
ceremonia, ofrendó una corona monumental a la virgen, depositándola
a sus plantas en señal de pleitesía y reconocimiento como reina de las
Américas. En dicha ceremonia participaron los dirigentes religiosos de las
22 naciones del continente. El comité organizador del evento le encargó
a Albarrán y Pliego la ejecución de la corona y lo invitó a participar como
comisionado especial para llevarla en la procesión.
Posteriormente produjo una corona para la virgen de Acatzingo, para
una ocasión especial en que se coronó a la virgen de los Dolores.
200
Por los años 1950, su hijo, el arquitecto Ricardo Albarrán Boeuf, edificó
la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús —cuyo proyecto
realizó como tesis—, localizada en la calle de Cumbres de Maltrata, en la
colonia Narvarte.
Para el exterior de dicho templo, a Luis Albarrán y Pliego le encargaron
la ejecución de un medallón en bronce alusivo a la virgen a quien está
dedicado este recinto, así como unos relieves en bronce para decorar
las paredes que están a los lados de las escaleras, en los cuales se describe, por un lado, la aparición de la virgen a los fieles y, por otro, cómo
los religiosos acogen a los feligreses. Para el interior realizó el barandal del
presbiterio, la puerta del sagrario en plata y, para el ábside un óleo alusivo
a la virgen del Sagrado Corazón.
De los últimos monumentos religiosos, se cuenta la fundición de piezas
que representan a sacerdotes ortodoxos que le encargaron para Líbano.
Detalle de la base en la cual se encuentran los atributos de los cuatro evangelistas
Custodia monumental | plata con baño de oro | 1924
Detalle de las columnas en la iglesia de Sagrado Corazón de Jesús
Los comisionados portando el modelo en yeso de la corona de
la virgen de Guadalupe
pintura
Luis Albarrán también incursionó en la pintura. Su especialidad fue la
acuarela, que como es bien sabido es una técnica difícil de manejar, pues
se necesita rapidez, decisión y precisión en el trazo, ya que no se puede corregir, a diferencia del óleo (aunque eventualmente pintaba en óleo,
gouache y al pastel).
Sus cuadros en acuarela son pequeños, algunos más bien miniaturas,
todos muy reales, detallados, con gran transparencia y cuidado de la línea
y del color; en ellos se percibe la atmósfera, el ambiente, el aire, el polvo y
la textura de lo que está representando.
Frecuentemente salía a los alrededores de la capital a pintar con sus
amigos, Pastor Velázquez, Oropeza, Ignacio Rosas y Cornejo, quien tenía el
Rancho del Artista.
Al igual que Francisco Icaza, el charro pintor, tuvo gran amor por la
charrería, principalmente porque fueron sus vivencias infantiles y juveniles,
ya que dedicaba su tiempo libre a vigorosas faenas en el campo. Frecuentaba las haciendas, era pariente y amigo de charros y gran conocedor de
la materia, por ello sus obras son documentos fieles de las faenas que se
ejecutaban.
Nos legó un testimonio pictórico al ilustrar la vida charra, escenas
campiranas en donde los charros llevaban acabo las diferentes actividades
que les eran características, en donde los muestra muy bien ataviados en
sus corceles: lazando, ejecutando una mangana, jineteando y coleando;
203
Los tres burros, sus hijos: Luis (de pie) y Ricardo (sobre el burro) | acuarela
Acuarela referente al segundo premio del Monumento al Charro
Portada de la revista México Charro | acuarela
así como un charro y una china poblana bailando el jarabe tapatío, con tal
realismo que hasta la música se escucha.
Para su primo José Ramón Albarrán, conocido por todos como el Chope,
realizó cuatro pinturas al óleo que se encontraban en uno de los comedores
de la hacienda La Gavia.
La serie de pinturas de gallos sirve para ilustrar la variedad de estos
animales, las distintas clases y las diversas etapas del combate.
También pintaba escenas de cacería; personajes típicos de algunas
regiones; figuras prehispánicas; las joyas que se encontraron en la tumba
7 de Monte Albán; paisajes de su tierra natal o de lugares que visitaba como
Acapulco, Tequesquitengo, Lerma; detalles de iglesias; portones; retratos
de sus padres y de sus hijos (en diferentes actividades como la cacería que
disfrutaba con ellos) y, de Cristos en la cruz, a éstos los realizaba con gran
realismo y expresividad.
Las revistas especializadas en charrería y en gallos le encargaban
acuarelas alusivas a las suertes charras para las portadas de sus ejemplares.
Las asociaciones charras también acudían a él cuando se festejaba
algún evento especial o competencia charra de gran envergadura, para
que les realizara invitaciones con acuarelas originales alusivas a la charrería:
rayando al caballo, floreando, una mangana, una buena cola, entre otras,
las cuales eran miniaturas con gran realismo y movimiento, y en ellas,
además de la calidad plástica, estaba implícito todo su conocimiento sobre
el arte de la charrería.
207
Jineteando | acuarela
A punto de colear | acuarela
orfebrería
El escultor que realizó el monumento a los Niños Héroes, Ernesto
Tamariz, relató lo siguiente:
... El maestro Albarrán era miniaturista, tenía un carácter muy dedicado y realizaba verdaderas esculturas en miniatura. Tenía calma para hacer las cosas y
sentía verdadero amor por hacerlas, era muy detallista, formaba parte de su forma de ser, era muy estricto con lo que hacía. Era un hombre que se entregaba
a modelar con paciencia y amor por lo que estaba haciendo y no le importaba
estarse más tiempo con tal de que cada detalle fuera perfecto, buscaba la perfección, lo que para él era perfecto. Y cuando se hace una cosa con amor y se
sabe hacer, pues sale algo muy bueno y él lo hacía de esta forma...
Sus obras de orfebrería alcanzaron una belleza increíble, son piezas
muy pequeñas, bien trabajadas, a las que no se les escapa ni el más mínimo detalle. Para lograrlo, realizaba primero un boceto diez veces más
grande en yeso y después, con un pantógrafo, lo reducía al tamaño en que
lo iba a fundir.
Para realizar las piezas de orfebrería preparaba una cera muy plástica,
y modelaba en cera directamente con gran paciencia y minuciosidad, me
comentaron el escultor Modesto Barrios y David Galván.
Se inspiró en las mitologías griega y romana, para realizar anillos como
Leda y el cisne, La tragedia y la comedia, y Faunos.
Diseño de Leda y el cisne modelado en yeso
para un anillo
209
En cuanto a los temas prehispánicos, realizó en plata una interpretación del chimalli, pero en vez de tener el mosaico de turqueza le adaptó
una punta de pedernal auténtica; un anillo que representa la cabeza de un
jaguar sosteniendo un jade entre sus fauces; pectorales de oro con caritas
de obsidiana y adornados con cascabeles, así como figurillas en plata de
piezas parecidas a las caritas sonrientes, y a las olmecas y mayas.
Por cierto, cuando se descubrió la tumba 7 de Monte Albán surgió una
polémica entre Antonio Caso (su descubridor), y Ramón Mena (conservador oficial de las joyas) sobre la autenticidad o falsedad de las alhajas
encontradas en dicha tumba. Por tal motivo acudieron con Carlos Ortiz,
uno de los viejos joyeros oaxaqueños, quien, al igual que don Luis, había
realizado infinidad de trabajos de orfebrería y desde los descubrimientos
de la tumba 7 se había especializado en la manufactura de anillos, brazaletes, collares, prendedores, etc., del mismo tipo y forma de las famosas
piezas arqueológicas. El joyero respondió que eran auténticas, explicó que
los indios hacían figuras sobre cera negra, para el vaciado metálico, con
sus cuchillos y cincelitos de obsidiana, huellas que aparecían después de
la fundición, y si tenían alguna duda le preguntaran “al mejor fundidor de
México, don Luis Albarrán y Pliego, quien tiene suficiente autoridad para
decir si me asiste la razón o no.63
A lo largo de su trayectoria plástica Albarrán fundió gran cantidad
de anillos, como argollas de matrimonio formadas por una secuencia de
rosas o de espinas; dos angelitos besándose; hojas de laurel con alguna
piedra engarzada; peleas de gallos; escenas de cacería; cabecitas de toros,
entre otros.
También realizó unas mancuernillas de oro con el rostro del hijo del
presidente Abelardo Rodríguez.
De igual forma, hizo medallas con temas católicos, como la Virgen de
Guadalupe y el Sagrado Corazón de Jesús, para las cuales primero realizaba el modelo en yeso ocho veces más grande; de ahí sacaba el clavo en
63
Jorge Fernando Iturribarría, “No es lo mismo tijeras
que cuchillo”, ca. 1937.
acero templado, y ya con esto obtenía el troquel para hacer las medallas.
También utilizaba este procedimiento para fabricar arracadas.
210
Como ferviente católico, para él era muy significativa la representación de Cristo en la cruz, por lo cual produjo varias obras con este tema,
ejecutadas en oro.
También elaboró medallas conmemorativas para funcionarios importantes de México, Canadá y Estados Unidos.
Galgo tras un conejo | oro | s/f
Pieza de orfebrería inspirada en el Chimalli encontrado en la
Maqueta de una arracada | yeso | s/f
tumba 7 de Monte Albán | plata y punta de pedernal | s/f
CRONOLOGÍA
Don Quijote y su leal escudero Sancho | bronce | ca. 1944
1893 Nació el primero de septiembre en Toluca, Estado de México.
1900 Inició sus estudios de primaria.
1906 Trabajó en una platería de Toluca, aprendió a hacer trabajos en fierro, cobre y plata.
1909 Se trasladó a la ciudad de México.
1913 Trabajó en La Carrocería del Paje como supervisor del taller.
1915 Falleció su madre, doña María de Jesús Pliego de Albarrán.
1918 Trabajó en la compañía El Águila como tenedor de libros.
1919 Trabajó como agente de compras en la mina Dos Estrellas, en El Oro, Estado de México.
1920 Falleció su padre don Benito Albarrán y Pliego.
Contrajo matrimonio.
1921 Participó en la exposición de la escultura ecuestre en plata de don Carlos
Rincón Gallardo y Romero de Terreros, duque de Regla y marqués de Guadalupe y marqués de Villahermosa, joyería La Esmeralda.
Nació su hija María Luisa.
1922 Nació su hijo Luis.
Esculturas ecuestres de don José de Jesús Pliego, a la usanza charra y a la
inglesa.
1923 Nació su hijo Ricardo José Luis.
1924 Realizó la fundición de la custodia monumental para el Congreso Eucarístico.
Hizo la escultura El chapulín para la fuente del alcázar del Castillo de Chapultepec.
215
Ejecutó las piezas pato y tortuga en bronce para el centro de la fuente de
Las Ranas, en Chapultepec.
1925 Realizó la fundición del monumento a Felipe Carrillo Puerto, del escultor
Fernando Toriello.
1926 Obtuvo primero y segundo lugares en el concurso del Monumento al
Charro mexicano.
1927 Fue director de fundición en la Escuela de Escultura y Talla Directa.
1928 Exposición colectiva de la Escuela de Escultura y Talla Directa en el exconvento de La Merced, fundió los mascarones que adornaban la puerta.
Realizó las piezas Armadillo y Pinacate rueda bolas.
1929 Zarpó en el barco Alfonso XIII rumbo a Europa para perfeccionarse en el
procedimiento de la cera perdida en los principales centros educativos de
fundición artística de Florencia, Madrid, Barcelona y Sevilla. Medalla de oro
y diploma de primer lugar en la Feria de Sevilla con las piezas: La última
querencia y Barbas de oro.
1931 Ejecutó las puertas de los confesionarios y bases de las columnas para la
antigua Basílica de Guadalupe.
1932 Cooperativa de Escultores: fundición de una escultura de Francisco I.
Madero para la ciudad de Puebla.
Participó en la primera exposición individual de escultura, repujado y orfebrería en la Galería Excélsior.
1933 Tomó parte en la exposición del trofeo taurino El torero de la temporada,
en la joyería La Esmeralda, obtenida por Fermín Espinosa, Armillita.
Realizó el busto del hijo del presidente Abelardo Rodríguez, mancuernillas
en oro con el rostro del niño.
Participó en la exposición colectiva en la Sala de Arte Mexicano, pintura,
tallado y escultura: Fermín Revueltas, Roberto de la Selva y Luis Albarrán y
Pliego.
Ejecuto la fundición a la arena de la placa para la Compañía de Seguros La
Nacional, diseñada por Manuel Centurión.
1935 Fue profesor de fundición en la Facultad de Filosofía y Bellas Artes de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
Se exhibió el trofeo El triunfador en el Museo Taurino.
Reportaje periodístico de un monumento que realizó por encargo del
director del Departamento Central para el presidente de la república,
general Lázaro Cárdenas.
216
1936 Realizó las esculturas ecuestres de Emiliano Zapata, Francisco Villa y Marcos E. Raya.
1937 Hizo el Trofeo taurino Toro de bronce, otorgado al torero Chucho Solórzano.
1938 Realizó el trofeo taurino Bravura.
Nació su hija Guadalupe.
1939 Elaboró el trofeo de polo.
1940 Ejecuta el Monumento a la Bandera, Toluca, Estado de México.
1941 Realizó monumentos a los generales Agustín Millán y José Vicente Villada,
Toluca, Estado de México.
1942 Participó en la primera exposición colectiva del Círculo de Escultores en la
Academia de San Carlos.
1943 Realizó la escultura del torero Silverio Pérez, como homenaje por su faena
a Tanguito, para la fuente monumental de la plaza de toros El Toreo, de la
colonia Condesa. Rejoneador.
1944 Participó en la segunda exposición colectiva del Círculo de Escultores en el
Palacio de Bellas Artes.
Ejecutó las piezas Don Quijote y Sancho Panza en plata; Silverio Pérez, El
duque, Pieza cobrada y Herido, en bronce.
Realizó una escultura taurina para rematar la fuente que se realizó en la
plaza de toros de la Condesa como homenaje a Silverio Pérez por su faena
a Tanguito.
1945 Elaboró la corona de la Virgen de Guadalupe para el quincuagésimo aniversario de su coronación.
1946 Participó en la exposición Premio Nacional de Artes Plásticas en el Palacio
de Bellas Artes.
1948 Monumento a Francisco Villa para ciudad Lerdo, Durango. Trofeo de polo
“Miguel Alemán” Coleador para Toronto, Canadá. Gallo.
1955 Expuso en las Galerías de Arte, A.C., en Monterrey, Nuevo León. Se presentó en la exposición colectiva: Orfebrería en oro de Luis Albarrán y Pliego.
Realizó el trofeo de golf Premio Chanel, para la casa Les perfumes Chanel.
Esculpió la obra Toro a punto de doblar.
1958 Ejecutó la obra el Charro mexicano.
1962 Realizó el medallón en bronce de Nuestra Señora del Sagrado Corazón,
puerta del sagrario en plata, barandal del presbiterio y bajorrelieves tallados en piedra en la iglesia construida por el arquitecto Ricardo Albarrán,
ubicada en Cumbres de Maltrata, ciudad de México.
217
1963 Ejecutó el busto del cazador Benito Albarrán y relieve Manada de leones.
Jirafa, Leona atacando un órix, Leonas, Pieza cobrada y Una buena vara.
1967 Ejecutó la pieza El chinaco, dedicada a los charros García-Bravo.
Fallece Luis Albarrán y Pliego.
Aparece la publicación periodística “Réquiem a un charro”.
1988 Celebran al escultor con un homenaje póstumo a los veinte años de su
fallecimiento: Exposición Retrospectiva en la Casa Domecq, México.
Realizan homenaje y develación de la placa El chapulín, en el Castillo de
Chapultepec, México.
1992 Se le reconoce en la semana de Cultura y Recreación Canaco 92: exposición colectiva Contrastres. Obra pictórica de Gabriel Vergara y Ernesto
Ceceña Ivich y obra escultórica del maestro Luis Albarrán y Pliego, Cámara
de Comercio de la ciudad de México.
Se le rememora con la expo-homenaje póstumo a los XXV años de su fallecimiento en la Sala Faustino Salazar del palacio municipal de la ciudad
de Puebla.
1993 Se realizó un homenaje en el centenario de su nacimiento en el Museo de
Bellas Artes de Toluca, Estado de México. Inaugurada por el director del
Instituto Mexiquense de Cultura: José Yurrieta.
Así también se le celebra con un homenaje en el centenario de su natalicio
en el club campestre Lomas de Cocoyoc.
2003 Se efectuó la exposición-homenaje para celebrar el 110 aniversario del
natalicio del escultor, para este acto se realizó la presentación del libro:
Luis Albarrán y Pliego Escultor, pintor y orfebre (1893-1967), editado por el
Instituto Mexiquense de Cultura. El festejo se llevó a cabo en el Centro Cultural Isidro Fabela, Casa del Risco, México, d.f., los comentarios estuvieron
a cargo del director de Fomento Cultural Domecq, Luis Ortiz Macedo y del
escultor Lorenzo Rafael.
2004 Se presentó el libro: Luis Albarrán y Pliego escultor, pintor y orfebre.
(1893-1967) en la Feria Internacional del Palacio de Minería. En esta ocasión los comentarios estuvieron a cargo de la investigadora titular de la
Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e
Historia, Eloísa Uribe y la coordinadora de Curaduría de la Academia de San
Carlos, Alfia Leiva. Ese mismo año se celebró la exposición de esculturas y
pinturas, así como la presentación de dicho libro en el Museo-Taller Luis
Nishizawa en Toluca, con los comentarios de la maestra en Historia del
Arte, Bertha Abraham Jalil y la cronista de la ciudad de Toluca y directora
del Museo-Taller Luis Nishizawa, Margarita García Luna.
218
2007 Se celebra la “Exposición retrospectiva del escultor, pintor y orfebre: Luis
Albarrán y Pliego (1893-1967)” en la Biblioteca general del Congreso de la
Unión.
2008 Fueron expuestas las esculturas taurinas ejecutadas por Albarrán y Pliego
en la presentación de la revista Castálida celebrada en el Centro Cultural
Taurino.
2011 Se llevó a cabo la exposición-homenaje al escultor Luis Albarrán y Pliego
en su 44 aniversario luctuoso. Dicha muestra estuvo integrada por escultura, pintura, orfebrería, publicaciones en periódicos y revistas, así como
fotografías. Se realizó en la Biblioteca Isidro Fabela de la Casa del Risco.
La presentación estuvo a cargo de la directora de dicho centro cultural,
Lucía Sáenz Viesca y de la investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas, INBA, María Teresa
Favela Fierro.
Cuatro generaciones de Luises: el artista (fotografía a la izquierda), su hijo, su nieto y
su bisnieto en la exposición del Museo de Bellas Artes de Toluca por el centenario del
natalicio de Luis Albarrán y Pliego
LISTA DE OBRA
Leona atacando un órix | bronce | ca. 1960
escultura
Taurina
Material
Año
Propietario
Un tumbo
Bronce
ca. 1921
Colección particular
Un quite coleando
Bronce
ca. 1926
Colección particular
Romaneando a la víctima
Bronce
ca. 1926
Colección particular
La última querencia
Bronce
1929
Museo Bello de Puebla
Barbas de oro
Bronce
1929
Colección particular
El torero de la temporada
Bronce
1933
Colección particular
La estocada de la tarde
Bronce
1935
Colección particular
El triunfador
Bronce
1935
Colección particular
Toro de bronce
Bronce
1937
Colección particular
Bravura
Bronce
1938
Colección particular
Toro padre
Bronce
ca. 1935
Colección particular
Quite del sombrero
Bronce
ca. 1942
Asociación Nacional
de Charros
Una buena vara
Bronce
1942
Colección particular
Manolete
Bronce
ca. 1943
Colección particular
Tres en uno
Bronce
ca. 1930
Colección particular
Silverio Pérez
Bronce
1943
Silverio Pérez
Toro bonito # 85
Bronce
1943
Colección particular
A punto de doblar
Bronce
ca. 1958
Colección particular
223
Charrería
Material
Año
Propietario
Don Carlos Rincón Gallardo
Plata
1922
Alfonso Rincón
Gallardo
Don José de Jesús Pliego
vestido de charro
Bronce
1923
Colección particular
Don José de Jesús Pliego
ataviado a la inglesa
Bronce
1923
Colección particular
Don Marcos E. Raya
Bronce
1936
Colección particular
Charro lazando
Bronce
1936
Lázaro Cárdenas
Charro lazando un toro
Bronce
1936
Colección particular
Emiliano Zapata
Bronce
1936
Colección particular
Pancho Villa
Bronce
1936
Colección particular
Coleador
Bronce
s/f
Colección particular
Coleando
Bronce
s/f
Colección particular
Jineteo
Bronce
s/f
Colección particular
Charrita
Bronce
s/f
Colección particular
El chinaco
Bronce
1967
Rodolfo García-B.
Material
Año
Propietario
Gallo padre
Bronce
1947
Colección particular
El epílogo de la pelea
Bronce
ca. 1948
Colección particular
El epílogo de la pelea
Terracota
ca. 1948
Colección particular
ca. 1948
Colección particular
Gallos
Niño con gallo
Bronce
224
obra pública
Civil
Material
Año
Propietario
El chapulín
Bronce
1924
Castillo Chapultepec
Mascarones de puerta
Bronce
1927
Exconvento de La
Merced
Placas del Banco de Londres
Bronce
y México
1930
Placas del Puente
de Mezcala
Bronce
1930
Rubén Darío
Bronce
1932
Colección particular
Don Miguel Hidalgo
Bronce
ca. 1934
Colección particular
Carlos IV, “El Caballito”
(réplica)
Bronce
1936
Colección particular
Sor Juana Inés de la Cruz
Bronce
1937
Biblioteca del
Congreso
Melchor Ocampo
Bronce
1937
Biblioteca del
Congreso
Guillermo Prieto
Bronce
1937
Biblioteca del
Congreso
Justo Sierra
Bronce
1937
Biblioteca del
Congreso
Salvador Díaz Mirón
Bronce
1937
San Lázaro
225
Fray Bernardino de Sahagún Bronce
1937
San Lázaro
Juan Ruiz de Alarcón
Bronce
1937
Colección particular
Busto del general Villa
Bronce
1938
Cd. Lerdo Durango
Escultura ecuestre del
general Villa
Bronce
1939
Lázaro Cárdenas
Escultura ecuestre del
general Zapata
Bronce
1939
Lázaro Cárdenas
Monumento a la Bandera
Mixto
1940
Toluca, Estado de
México
Monumento al general
Agustín Millán
Bronce
1941
Toluca, Estado de
México
Monumento al general
Vicente Villada
Bronce
1941
Toluca, Estado de
México
Paul Signoret
Bronce
ca. 1945
Hospital Francés
Morelos
Bronce
ca. 1945
Colección particular
Benito Juárez
Bronce
ca. 1954
Colección particular
Álvaro Obregón
Bronce
ca. 1950
Colección particular
Venustiano Carranza
Bronce
ca. 1958
Colección particular
Valentín Gómez Farías
Bronce
ca. 1959
Colección particular
Luis G. Dávila
Bronce
ca. 1961
Colección particular
Gustavo Adolfo Bécquer
Bronce
ca. 1960
Colección particular
Lic. Adolfo López Mateos
Bronce
ca. 1963
Colección particular
Material
Año
Propietario
Puertas de los confesionarios de la Basílica de
Guadalupe
Bronce
1931
Basílica de Guadalupe
Bases de las columnas de la
Basílica de Guadalupe
Bronce
1931
Basílica de Guadalupe
Religiosa
226
Medallón Virgen del Sagrado
Bronce
Corazón de Jesús
1955
Iglesia del Sagrado
Corazón
Puerta del Sagrario de la
Iglesia del Sagrado Corazón
de Jesús
Plata
1955
Iglesia del Sagrado
Corazón
Crucifijo
Bronce
ca. 1956
Colección particular
Figura
Material
Año
Propietario
Busto de Don Benito
Albarrán y Pliego
Bronce
ca. 1932
Colección particular
Ciclista
Bronce
ca. 1932
Colección particular
Busto del hijo del presidente
Bronce
Abelardo Rodríguez
1933
Colección particular
India patera
Bronce
1933
Colección particular
India patera
Terracota
1933
Colección particular
Milpero
Terracota
1933
Colección particular
Herrero
Bronce
ca. 1935
Colección particular
Titiritera
Bronce
1939
Colección particular
Costeña
Bronce
1943
Colección particular
Buzos
Bronce
1943
Colección particular
Don Quijote de la Mancha
Plata
1944
Colección particular
Sancho Panza
Bronce
1944
Colección particular
Don Quijote aleccionando a
Sancho
Bronce
1944
Colección particular
Busto del cazador Benito
Albarrán
Bronce
ca. 1960
Museo en Guadalajara
Fauno
Bronce
ca. 1960
Colección particular
Ajedrez
Bronce
ca. 1965
Colección particular
227
Cacería
Material
Año
Propietario
Borrego cimarrón
Bronce
ca. 1950
Colección particular
Elefante africano
Bronce
ca. 1950
Colección particular
Venado
Bronce
ca. 1950
Colección particular
Cazador
Bronce
ca. 1950
Colección particular
Rinoceronte
Bronce
ca. 1960
Colección particular
Leona atacando un órix
Bronce
ca. 1960
Colección particular
Leonas en combate
Bronce
ca. 1960
Colección particular
Pareja de leones
Bronce
ca. 1960
Colección particular
Jirafa
Bronce
ca. 1960
Colección particular
Pieza cobrada
Bronce
ca. 1960
Colección particular
Relieve Manada de leones
Bronce
ca. 1963
Museo en Guadalajara
Material
Año
Propietario
Armadillo
Hierro cincelado
1927
Colección particular
Pinacate rueda bolas
Hierro y cobre
cincelado
1927
Colección particular
Perro callejero
Bronce
1933
Colección particular
Perro en apuros
Bronce
1933
Colección particular
Burro
Bronce
ca. 1935
Colección particular
1950
Colección particular
Animales
Chango en un caballito
Bronce
de madera
228
Trofeos
Material
Año
Propietario
Carga de polo
Bronce
ca. 1936
Colección particular
Toro padre
Bronce
1939
Colección particular
Vaca lechera
Bronce
1939
Colección particular
Caballo
Bronce
1939
Colección particular
Agrarista tipo norteño
Bronce
1939
Colección particular
Agrarista tipo suriano
Bronce
1939
Colección particular
Agrarista tipo mesa central
Bronce
1939
Colección particular
Corredor olímpico
Bronce
1939
Colección particular
Basquetbolista
Bronce
1939
Colección particular
Grupo Pelea de gallos
Bronce
1939
Colección particular
Grupo Pelea de marranos
Bronce
1939
Colección particular
Grupo Arado con yunta
Bronce
1939
Colección particular
Grupo Arado con tronco de
mulas
Bronce
1939
Colección particular
Potrillo
Bronce
1939
Colección particular
Borrego
Bronce
1939
Colección particular
Chivo
Bronce
1939
Colección particular
Polista
Bronce
1939
Colección particular
Flechador
Bronce
1939
Colección particular
Trofeo “Miguel Alemán”
Coleador
Bronce
1948
Colección particular
Coleador
Bronce
1955
Colección particular
Rejoneador
Bronce
1955
Colección particular
Challenge
Bronce
ca. 1960
Colección particular
Premio Chanel
Plata maciza 1955
Colección particular
229
Fundición
Material
Año
Propietario
Plata y oro
1924
Catedral
Metropolitana
Monumento a Felipe Carrillo
Puerto, escultor Fernando
Toriello
1925
México, D.F.
Presidente Francisco I.
Madero, escultor Ernesto
Tamariz
1932
Puebla, Pue.
Placa de la Compañía de
Seguros La Nacional
1932
México, D.F.
Sacerdotes ortodoxos,
escultor Manuel Centurión
1962
Líbano
Custodia eucarística, Arq.
Luis G. Olvera
Proyectos
Año
1° y 2° lugares para el Monumento al Charro
1926
Monumento a Lázaro Cárdenas para la Escuela Revolución
1933
230
pintura
Taurina
Técnica
Un pase Acuarela
Un natural
Acuarela
Quite de un picador
Gouache
Caballo de pica (copia)
Pastel
Toro de lidia
Acuarela
Derechazo
Acuarela
Un tumbo
Acuarela
Charrería
Técnica
Monumento al charro
Acuarela
Lazando
Acuarela
Mangana
Acuarela
Coleando
Acuarela
Una buena cola
Acuarela
Jineteando
Acuarela
A punto de colear
Pastel
231
A todo galope
Pastel
El jarabe tapatío
Acuarela
Charrita
Acuarela
Herrando ganado
Óleo
Arreando un toro
Óleo
Coleador
Óleo
Charro en pony
Óleo
Gallos
Técnica
El príncipe
Óleo
Aladino
Acuarela
El simitarra
Acuarela
El giro
Acuarela
El mohiller
Acuarela
¿Pata... Plata?
Acuarela
Dos gallos giros
Acuarela
Un colorado y un osco
Acuarela
Un giro y un osco
Acuarela
Flor de caña y un retinto
Acuarela
Gallos de pico
Acuarela
El Ratón Macías
Acuarela
Giro canelo cantando
Acuarela
Gallo giro
Acuarela
Qué peleas maistro
Acuarela
Chucho el patero
Acuarela
Galleros
Acuarela
Giro canelo vs giro negro
Acuarela
Pleno combate
Acuarela
232
Final de la pelea
Acuarela
El epílogo de la pelea
Acuarela
Dos gallos giros
Acuarela
Suelten sus gallos
Acuarela
Pelea de gallos
Acuarela
Antes de la pelea
Acuarela
Palenque
Acuarela
Gallo qué garra
Acuarela
¡Allá va!
Acuarela
¿A cuál van?
Acuarela
Correteando un gallo
Acuarela
Picando la cresta
Acuarela
Religioso
Técnica
Virgen del Sagrado Corazón de Jesús
Óleo
Cristo
Acuarela
Cristo
Acuarela
Bendición del pan
Acuarela
Temas diversos
Técnica
Chaplin
Acuarela
Caruso
Acuarela
Don Quijote de la Mancha
Acuarela
Don Miguel de Cervantes Saavedra
Acuarela
Los tres burros
Acuarela
Casa de Linares
Acuarela
233
Mi hijo Luis
Pastel
Entrada al atrio
Acuarela
Iglesia de San Ángel
Acuarela
Iglesia de Jajalpa
Acuarela
Casa de pueblo en Morelos
Acuarela
Tendajón en el Estado de México
Acuarela
Tequesquitengo
Gouache
Acapulco
Acuarela
Estudio de flores
Acuarela
Flores
Acuarela
Joyas de Monte Albán: mascarilla
Acuarela
Joyas de Monte Albán: Chimalli
Acuarela
Gitana Acuarela
Carga de polo Acuarela
Mi sentencia Pastel
Fiestas patrias
Acuarela
Artesanías mexicanas
Pastel
Títere
Acuarela
Cerámica con pinceles
Acuarela
Guanajuato
Acuarela
Catedral de Guadalajara
Acuarela
Apocalipsis
Acuarela
Revilla y Albarrán con sus venados
Óleo
Chato con su primer venado
Acuarela
Cazador
Acuarela
Cacería con perros
Acuarela
Buho cazando un conejo
Acuarela
Mi primer venado
Acuarela
Jauría atacando un jabalí Acuarela
Cebras
Acuarela
Panteras peleando
Acuarela
234
orfebrería
Material
Corona de la virgen de Guadalupe
Oro
Corona de la virgen de Acatzingo
Oro
Crucifijo
Oro
Arracadas
Oro
Arracadas
Plata
Milagritos
Oro
Milagritos
Plata
Anillos
Material
Leda y el cisne
Oro
Angelitos
Oro
La tragedia y la comedia
Oro y jade
Hojas de laurel
Oro
Jaguar
Oro y jade
Fauno
Oro
Adivino
Oro
235
Pelea de gallos
Oro
Gallo cantando
Oro
Jade redondo
Oro
Mascarón tigre
Oro y jade
Cristal de roca
Oro
Zapoteca
Oro
Ranita
Plata
Prendedores
Material
Chimalli con punta de pedernal
Plata
Galgo tras un conejo
Oro
Ratón con queso
Oro con perla
Fistoles
Material
Cabeza de venado
Oro
Cabeza de toro
Oro
Elefante africano
Oro
Perro con hueso
Oro
Perro de muestra
Oro
Perro rascándose la oreja
Oro
Cabeza de pointer
Oro
Gallito muerto
Oro
Gallito escañol
Oro
Borrego salvaje
Oro
236
Pulseras
Material
Palomas
Plata cincelada
Rosas
Plata
Diversos diseños
Plata troquelada
Medallas
conmemorativas
Material
Adolfo López Mateos
Oro
Salvador Díaz Mirón
Oro
Edward Warner Award
Oro
237
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250
índice
Familia del escultor don Luis Albarrán y Pliego
9 PRÓLOGO a la primera edición
13 PRÓLOGO a la tercera edición
19 INTRODUCCIÓN
23 ORÍGENES
31 su vida en el campo
39 traslado a la capital
45 LA ESCULTURA EN EL MÉXICO POSREVOLUCIONARIO
53 escultor de tiempo completo
65 escuela de escultura y talla directa
71 exposición mundial de sevilla,1929
81 cooperativa de escultores
85 primera exposición individual
89 trofeos taurinos
93 exposición colectiva
95 monumento a lázaro cárdenas
99 fundición artística
103 academia de san carlos
105 monumento a la bandera
109 círculo de escultores
121 premio nacional de artes plásticas
125 cacería
131 Réquiem a un charro
141 conversación con el artista en su estudio
145 LA OBRA
149 escultura taurina
169 charrería
173 la charrería actual en el distrito federal
181 gallos
187 trofeos
191 OBRA PÚBLICA
193 obra civil
195 bustos de personajes distinguidos
199 obra religiosa
203 pintura
209 orfebrería
213 CRONOLOGÍA
221 LISTA DE OBRA
223 escultura
225 obra pública
231 pintura
235 orfebrería
239 BIBLIOHEMEROGRAFÍA
241 bibliografía
245 hemerografía
Luz María Albarrán y Favela (ciudad de México, 1949). Maestra normalista bilingüe; historiadora de arte por la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México.
Ha publicado artículos en revistas y periódicos como en Ibero, revista de la
Universidad Iberoamericana; Voz, El Redondel, Centauro, Castálida, El periódico
de México e Impulso Cultural.
Se dedicó durante varios años al rescate de la obra del escultor, pintor y
orfebre Luis Albarrán y Pliego; dicha investigación culminó con la tercera edición
del libro. Asimismo, ha difundido la obra del artista en distintos recintos culturales
como Casa Domeqc, Castillo de Chapultepec, Cámara de Comercio de la ciudad
de México, Palacio municipal de Puebla, Museo de Bellas Artes de Toluca, Club Campestre Lomas de Cocoyoc, Casa del Risco, Museo Taller Luis Nishizawa, Biblioteca
del Congreso de la Unión, Centro Cultural Taurino y Centro Cultural Isidro Fabela.
Desde el 2000 colabora con la Facultad de Ingeniería de la unam en el área
de Conservación y Restauración del Palacio de Minería y el Museo Manuel Tolsá.
de Luz María Albarrán y Favela se terminó de imprimir en noviembre
de 2013, en los talleres gráficos de Printing Arts México, S. de R.L. de
C.V., ubicados en calle 14 núm. 2430, colonia Zona Industrial,
C.P. 44940, Guadalajara, Jalisco. El tiraje consta de mil ejemplares.
Para su formación se usaron las tipografías Leitura Sans y Leitura,
diseñadas por Dino dos Santos_DSType.
Concepto editorial: Félix Suárez, Hugo Ortíz y Mariko Lugo. Formación
y portada: Mariko Lugo. Cuidado de la edición: Zujey García Gasca,
Delfina Careaga y la autora. Supervisión en imprenta: Mariko Lugo.
Editor responsable: Félix Suárez.
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