Capítulo Completo - Escuela de Familias y Discapacidad

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Módulo I. Desarrollo personal, hábitos saludables y motivación.
Tema 3. Aspectos evolutivos del desarrollo afectivo.
Capítulo. 3. Socialización: familia, educación, entorno social.
Agustín Huete García
Sociólogo. Universidad de Salamanca.
Resumen
La socialización es un proceso que comienza con el nacimiento y se alarga toda la vida. Con
socialización, definimos el aprendizaje cotidiano por el que cualquier persona llega a adquirir
todas aquellas cosas que es necesario conocer para vivir en sociedad. La socialización supone
la interiorización de la cultura. Si bien este proceso tiene momentos de mayor intensidad (por
ejemplo en la infancia y la adolescencia) no concluye, sin embargo, nunca; también los
ancianos deben asimilar sin cesar, cada día, nuevos aprendizajes del mundo que les rodea.
Nuestra personalidad, la forma de ser de cada individuo, se va construyendo a lo largo de la
vida, sumando características personales con la cultura del grupo al que pertenecemos, con el
que más nos relacionamos. El niño va descubriendo a poco su propio “yo”, aprende a distinguir
entre aquellas partes de su cuerpo que le pertenecen y su entorno, que no forma parte de él.
Cada sociedad trata de conformar un tipo básico de personalidad, adaptada perfectamente al
lugar, grupo y tiempo en el que vive. Esto hace que las experiencias que vivimos también
conforman nuestra personalidad, que en buena medida será semejante a la de la mayoría de
las personas que nos rodean. Esto no quiere decir que todos seamos iguales, ni nos
comportemos siempre de la misma manera que los demás, de hecho, a menudo nos
desviamos de la personalidad típica, en mayor o menor grado de importancia.
Palabras clave: cultura, aprendizaje, personalidad.
Esquema o índice de contenidos:
Introducción .................................................................................................................................. 2
Cultura y sociedad ......................................................................................................................... 2
Socialización .................................................................................................................................. 4
Reflexión final: cultura y socialización en niños y niñas con discapacidad ................................... 5
Bibliografía .................................................................................................................................... 6
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Introducción
En este capítulo hablaremos fundamentalmente de dos palabras: Cultura y Socialización. Estas
palabras se utilizan a menudo en la vida cotidiana, y muchas veces para referirnos a cosas muy
distintas. Si pensamos en la palabra cultura, seguramente nos vendrán a nuestra mente
pensamientos relacionados con la sabiduría de las personas y seguramente nos sonarán frases
como estas:
“…hay que ver qué culta es mi prima, está todo el día leyendo…”
“…el abuelo no tiene mucha cultura, empezó a trabajar cuando era niño, no pudo estudiar…”
Otras veces, utilizamos la palabra cultura, cuando queremos hablar sobre el arte. Hablar así de
la cultura, suele ser frecuente en artistas y políticos, por ejemplo, cuando un Ministro o
Ministra dice “este Gobierno apoya la cultura”, normalmente quiere decir que dedican
presupuesto para el cine, o los museos.
Cultura es por tanto un término que nos puede valer para referirnos a muchas cosas pero
básicamente a lo que podemos aprender. Cultura en general significa todo aquello que vamos
adquiriendo desde que nacemos, durante toda la vida. Esta forma de entender cultura en
sentido amplio, es el que utilizaremos a continuación.
Cultura y sociedad
Desde el primer día de nuestra vida, crecemos rodeados por personas con las que nos
relacionamos. De ellas aprendemos infinidad de cosas que nos van sirviendo para poder crecer
en sociedad, entendiendo lo que nos rodea y haciéndonos entender por quienes nos rodean.
La cultura por tanto, es todo aquello que aprendemos socialmente y es compartido por los
miembros de un grupo, pequeño (como nuestra familia) o grande (como nuestra sociedad).
cultura es al fin y al cabo, todo aquello que conforma nuestra personalidad, y que no hemos
heredado biológica o genéticamente.
Cultura no es que seamos altos o bajos, calvos o peludos… pero sí lo es en buena medida que
seamos deportistas o sedentarios, atrevidos o comedidos, generosos o precavidos…. Por eso
es importante comprender nuestra cultura y saber de qué forma la adquieren nuestros hijos e
hijas.
Y ¿dónde está la cultura?, esta es una pregunta difícil, pero muy interesante. Algunos
productos de nuestra cultura, se pueden tocar, ver, oler, oír, saborear, es decir, captarlos con
nuestros sentidos. Es lo que llamamos la cultura material, por ejemplo: el “salchichón”, la
música de “Camarón de la Isla” o la “fregona”, son productos de nuestra cultura.
Pero los componentes más importantes de nuestra cultura, no son tan fáciles de identificar, no
son materiales, difícilmente se pueden tocar, ver, oler, oír o saborear… pero existen. Imagínese
que usted es de Cuenca… ¿Cómo aprendió usted a ser de Cuenca? ¿Cómo sabe que se acerca
el frío, que mañana es la fiesta de la Patrona, que hay ciertas calles a las que mejor no acudir
de noche, o que el Zarajo no se debe mezclar con Ajo Arriero para cenar?
Algunas personas antes que nosotros se han hecho estas preguntas y, afortunadamente, han
ido encontrando respuestas. La cultura de cualquier grupo (grande o pequeño), se compone al
menos de estos elementos:
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Sabiduría. Ya lo hemos dicho antes, todos los grupos humanos van haciendo
descubrimientos importantes, que pasan a formar parte de la cultura. Por ejemplo, los
pueblos que viven junto al mar, van aprendiendo a pescar cada vez con más eficacia, y
no sólo por las herramientas que usan, también van aprendiendo los lugares más
adecuados, la mejor hora del día para salir, o cómo conservar y cocinar el pescado.
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Creencias, que son ideas que damos por ciertas aunque no las podemos comprobar, y
que son tan importantes para que podamos asumir cosas que son difíciles de
entender, porque nos superan, como por ejemplo una catástrofe, o la desaparición de
un ser querido. A los grupos de creencias los solemos llamar Religiones.
-
Valores, que son también ideas sobre lo que está bien y lo que está mal. A veces no
necesitamos experimentar ciertas cosas para saber que no se deben hacer, como por
ejemplo robar, pegar o insultar. Todas las culturas tienen sus valores, que son muy
importantes para la convivencia, porque a partir de ellos se dictan las normas.
-
Los signos, que son manifestaciones físicas que nos indican cosas que son importantes.
Por ejemplo una señal redonda, roja, con un rectángulo blanco horizontal en el centro,
indica al conductor “dirección prohibida”. Los signos se suelen agrupar en códigos,
como por ejemplo el “código de la circulación”. Hoy en día este código es casi universal
para todas las culturas, pero si lo pensamos bien, no siempre ha sido así, por ejemplo
en Inglaterra el código indica poner el volante al lado contrario del coche. Esa es una
muestra una diferencia la cultura inglesa de la nuestra.
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El lenguaje, toda cultura tiene su idioma. En realidad, el lenguaje es un código, como
hemos dicho antes, pero es tan importante, que debemos considerarlo como un
elemento más. Sin lenguaje no hay cultura, ni sociedad. Pero ojo, no todos los
lenguajes son verbales, por ejemplo muchas personas sordas utilizan un idioma
diferente, la lengua de signos, que en buena medida explica por qué existe una
“cultura sorda”.
-
Las costumbres, que son manifestaciones propias de una cultura, en forma de
celebraciones, formas de vestir, cortesía, protocolo… Y que marcan muy claramente
diferencias entre unas culturas y otras.
Como podemos comprobar, para el ser humano, tener cultura no es un adorno, o un
complemento del que podemos prescindir. La cultura es una necesidad vital. Somos un animal
único y diferente a otros, porque sin cultura, no podríamos sobrevivir. El recién nacido es débil
y precisa de nuestros cuidados, pero también de nuestras enseñanzas para seguir viviendo.
Hasta tal punto llega la importancia de eso que hemos definido como cultura.
Todos los grupos humanos tienen su cultura propia, o al menos sus rasgos culturales propios.
La cultura española es muy parecida a la del resto de europeos, pero no es exactamente la
misma, cambian nuestros horarios, algunas costumbres, nuestro idioma…
El mismo juego podríamos hacer para pensar en diferencias y parecidos entre regiones, entre
ciudades, entre barrios de la misma ciudad, o incluso entre familias. Todas las familias
tenemos nuestra pequeña cultura, con saberes propios, expresiones, costumbres diferentes…
pequeñas manifestaciones culturales que nos distinguen de otros grupos, que se van
mezclando, superponiendo, diferenciando…. Hasta componer nuestra sociedad.
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Poco a poco, vamos comprendiendo que la familia es toda una institución social, un grupo de
la mayor importancia para la sociedad. La familia es responsable de transmitirnos la cultura, en
los primeros años de nuestra vida. Esta es una de las razones por las que nos sentimos tan
vinculados a nuestra familia, y por ello este grupo social es tan importante.
Socialización
Al principio hablábamos de dos conceptos importantes, que tienen muchos significados:
cultura y socialización. En realidad, son conceptos muy relacionados. La socialización, es
sencillamente el proceso por el que adquirimos la cultura que nos rodea. Es la forma en la que
poco a poco, vamos aprendiendo los saberes, las creencias, los valores, las normas, los
códigos, el lenguaje y las costumbres de la sociedad en la que vivimos.
El proceso de socialización es muy intenso en los primeros años de nuestra vida, cuando
adquirimos aspectos básicos de la cultura que nos permitirán entender todo aquello que nos
rodea, y tan importante como esto, hacernos entender.
Mientras se va socializando la persona, va adquiriendo su propia personalidad. Parece una
contradicción, pero en realidad no lo es. A la vez que aprendemos la cultura del mundo en el
que vivimos, desarrollamos nuestra propia personalidad, encontrando aquellos aspectos que
nos definen como persona.
Cada sociedad intenta configurar un tipo básico de personalidad, adaptado perfectamente a su
cultura, de forma que todos los individuos que pertenecen a esa cultura tengan un
comportamiento parecido, o incluso igual, respecto a los valores, creencias o códigos
fundamentales. Esta uniformidad cultural es mucho más evidente en grupos pequeños, y
menos exigente conforme las sociedades se hacen más grandes y complejas.
A lo largo del proceso de socialización, intervienen muchas personas e instituciones que
contribuyen a transmitir la cultura, que llamamos Agentes de socialización. Los Agentes de
socialización serán tanto más importantes, cuanto más presencia tengan en los primeros años
de vida, aquellos en los que se aprende el fundamento de la cultura. Cualquiera de nosotros
puede ejercer en un momento dado como agentes de socialización de otras personas a lo largo
de la vida.
Pero existen algunos agentes de socialización que son especialmente importantes para que el
proceso de socialización resulte un éxito, para que un recién nacido, con el paso de los años,
llegue a alcanzar la cultura de su sociedad de manera que pueda desenvolverse en ella de la
manera más adecuada posible.
La familia es un agente de socialización fundamental, que interviene en el momento en que la
persona tiene mayor capacidad de aprendizaje: la infancia. El proceso de socialización en el
entorno familiar es especialmente exitoso además, porque se produce en un contexto en el
que se dan elementos facilitadores para inculcar la cultura.
En la familia, el niño encuentra autoridad, intimidad, dependencia y persistencia, o dicho de
otra manera, una estabilidad emocional y material en la que se asientan las bases del proceso
de socialización. El papel de la familia es pues fundamental en la socialización del niño.
Existe otro Agente de socialización muy importante, al que pocas veces prestamos atención,
pero que como la familia, tiene capacidad para transmitir componentes clave de nuestra
cultura en un contexto facilitador, en el que de manera informal, puede encontrarse
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autoridad, intimidad, persistencia e incluso dependencia: es el grupo de iguales, o dicho de
una manera más sencilla, el grupo de amigos.
Quien tiene o ha tenido hijos adolescentes se habrá preguntado cómo es posible que los
chavales y las chavalas cambien tanto y aprendan tantas cosas –y a veces tan extrañas- cuando
se juntan con unos y otros grupos de amigos. La capacidad socializadora de los grupos de
amigos es muy alta y también muy importante para introducir a sus miembros en escenarios
sociales muy diferentes a los de la familia. Los grupos de amigos juegan un papel socializador
fundamental en el crecimiento en sociedad.
Haremos mención a dos agentes de socialización más, que juegan un papel importante en el
proceso de socialización: la escuela y los medios de comunicación.
La escuela destaca entre ellos porque en realidad es el único Agente de Socialización de los
que hemos visto que ha sido creado, específicamente, para el aprendizaje de la cultura, es
decir, parar socializar.
La escuela cumple funciones además, que van mucho más allá de la mera transmisión de
conocimientos, y no son pocas las ocasiones en las que fracasa precisamente por eso, porque
se empeña limitarse a la transmisión de meros conocimientos, a los que es difícil encontrarles
sentido si no es en un contexto cultural más amplio.
La escuela, además de servir para transmitir sabiduría, nos enseña a aceptar la autoridad, la
organización del tiempo y las responsabilidades, nos prepara para el trabajo, nos enseña a
poner límites a nuestras expectativas y las de quienes nos rodean, a comprender el valor del
esfuerzo personal, pero también de la solidaridad. En el entorno escolar, aprendemos a
cumplir deberes, a ejercer derechos; en ella encontramos un entorno seguro en el que
permanecer mientras nuestros mayores realizan otras actividades básicas para el
sostenimiento de la familia. La escuela es, en suma, un agente de socialización fundamental.
Haremos una mención más a un Agente de Socialización que va adquiriendo importancia
conforme nuestras sociedades se modernizan y complejizan: Los Medios de Comunicación. Los
niños y niñas de hoy se encuentran expuestos a multitud de canales a través de los que le
llegan contenidos culturales. Los Medios de Comunicación nos ofrecen contenidos, pero
también opinión y juicios sobre los acontecimientos que ocurren, y modelos de
comportamiento en los que fijarse. Como el grupo de iguales, juegan un papel importante en
el proceso de socialización, y tienen un poder de influencia que no conviene despreciar.
Reflexión final: cultura y socialización en niños y niñas con discapacidad
Hemos llegado hasta aquí, sin mencionar una sola vez la discapacidad, y no lo hemos hecho
porque sí. ¿Cómo debe ser la socialización de los niños y niñas con discapacidad? En pocas
palabras: en la medida de lo posible, la misma que para el resto de las personas de nuestro
grupo social.
Hasta ahora hemos aprendido qué es lo que transmitimos (cultura) y cómo lo transmitimos
(socialización), mientras nos preparamos para vivir en sociedad. ¿Es diferente este proceso en
los niños y niñas con discapacidad?, la respuesta es clara: muchas veces SÍ lo es, aunque NO
debería serlo.
Tal como hemos indicado, en el proceso de socialización se transmiten los componentes clave
de la cultura, a los nuevos miembros de nuestra sociedad. Pero este proceso, aunque es
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intenso en la infancia, no acaba nunca, para ninguna persona. Cualquiera, tenga las
condiciones de salud que tenga, está continuamente sometido al aprendizaje de la cultura.
Y esta es la clave de por qué no es justificable que transmitamos a las personas con
discapacidad una cultura distinta, simplificada, especial o adulterada. La lucha de las personas
con discapacidad por la inclusión social en todos los ambientes se justifica simplemente
porque es allí donde se ponen en juego los elementos culturales que precisamos para
desenvolvernos en sociedad de una manera adaptada, adecuada, exitosa.
Desde un punto de vista social, nos parece raro, extraño, todo aquello que es ajeno a nuestra
cultura y tomamos como propio aquello que conocemos. Someter a las personas con
discapacidad a entornos en los que se transmite una cultura diferente, no hace sino
convertirlas, cada vez más, en personas extrañas, a las que después resulta más fácil rechazar.
La lucha por la inclusión en cualquier escenario social de las personas con discapacidad, por
tanto, no consiste tanto en perder el miedo lo extraño, como en hacer propio lo que nunca
debió ser ajeno.
O como decía Don Alfredo Diestéfano, cuando un portero nuevo llegaba al equipo: “usted, las
que vayan fuera, no las meta adentro…”, pero al revés: “no echemos fuera, los que nacen
dentro”.
Bibliografía
FERNANDEZ PALOMARES, (2011): Sociología de la Educación. Barcelona: Pearson.
GUERRERO SERÓN, A., (2003): Enseñanza y sociedad: el conocimiento sociológico de la
educación. Madrid: Siglo XXI.
NOELLE-NEUMANN, E. (1995): La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social.
Barcelona: Paidós.
ONU (2006): Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Asamblea
General. 76ª sesión plenaria. Nueva York.
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