Entre la Tradición y la Invención: ¿Cómo nos tornamos analistas? Tradición e Invención en la Formación Analítica A partir de la propuesta del Congreso de FEPAL-2012, Invención y Tradición, constituimos un grupo de Miembros Aspirantes de la Sociedad Psicoanalítica de Porto Alegre (SPPA), con la finalidad de realizar un trabajo sobre el tema. Además de estar viviendo intensamente este momento de la formación en nuestras carreras analíticas, la curiosidad científica sobre los temas fue la demanda inicial que nos movilizó al estudio y a la escritura. Reflexionaremos, inicialmente, sobre posibles similitudes y/o diferencias presentes en los términos Innovación e Invención, que a menudo nos confundían cuando hacíamos referencia al tema del Congreso. Cuestionamos la posibilidad de inventar/innovar, a partir de la Tradición, en la formación analítica vigente para, a continuación, imaginar el futuro de la misma. Por lo tanto, centramos nuestro tema más específicamente en comprender como nosotras, actuales analistas en formación, transitamos a través de este legado de la Tradición en dirección a la Invención de lo que vendrá. El Legado de la Tradición en la Formación Analítica El Psicoanálisis surgió a partir de la Invención de Sigmund Freud, rompiendo con la Tradición de la época. Al mismo tiempo en que se mantuvo, como no podría dejar de ser, un producto de distintas tradiciones, como la científica, insertada en la atmósfera cultural y religiosa de su tiempo (Eizirik, 2011). Necesitando adeptos para dar continuidad a sus descubrimientos, pues la lucha aún no había terminado, Freud pronto se enfrentó al problema de la formación de nuevos analistas que darían continuidad al legado de la Tradición inventada por él. En 1910, Freud, al ser interrogado acerca de cómo alguien podría volverse analista, respondió que sería a través del análisis de sus propios sueños. En 1912, al elogiar a la Escuela de Zurich, resaltó el énfasis que esta institución daba al análisis personal del candidato por otro analista con más conocimiento teórico, como prerrequisito para la formación. En Recomendaciones a los médicos que ejercen el psicoanálisis (1912), advirtió sobre la importancia de la individualidad de cada terapeuta y destacó la atención flotante, la libre asociación y los principios éticos en la práctica del psicoanálisis, eligiendo a la abstinencia y a la neutralidad como condiciones fundamentales para el ejercicio de esta profesión. Tradición fundamental que se mantiene hasta la actualidad. La sistematización de la formación psicoanalítica comenzó en 1920, a través del trabajo desarrollado en el Instituto Psicoanalítico de Berlín, siendo oficializada como modelo de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) en el Congreso de Bad-Hamburg en 1925. La 1 estandarización comprende el análisis didáctica, la enseñanza teórica y el trabajo clínico supervisado, el denominado trípode analítico. Actualmente, la IPA reconoce tres modelos de formación: el Modelo Eitington, utilizado en la mayoría de las formaciones (incluso en nuestro instituto), el Modelo Francés y el Modelo Mixto, aplicado e en la Asociación Psicoanalítica del Uruguay (APU). Estos modelos difieren entre sí de acuerdo con el énfasis que la institución da a cada uno de los vértices que forman el trípode analítico. Eizirik (2011), refiriéndose al funcionamiento de las instituciones psicoanalíticas, llama la atención hacia la importancia de la Tradición en la formación. Alerta para el hecho de que ésta también puede ser un instrumento para el control, el conservadorismo y la castración de nuevas iniciativas, ideas y participación activa de los jóvenes analistas. Resalta que la división estanque en categorías de miembros, currículos rígidos, dificultades impuestas para la progresión en la carrera analítica y obediencia acrítica a los estándares internacionales fueron algunos de los peores aspectos de una Tradición similar a los regímenes dictatoriales, contribuyendo a la destrucción de la creatividad. Un quantum de Invención en la Formación Analítica ¿En qué consiste el término Invención? De acuerdo con el diccionario Aurélio es el acto, facultad, proceso o efecto de inventar. Imaginación productiva o creadora, capacidad creativa, descubrimiento o creación (derivada del estudio o experimento) de alguna cosa (concreta o abstracta). Facultad de crear, de concebir algo nuevo o de poner en práctica, de ejecutar una idea, una concepción; creación. Mientras que Innovación es el acto o efecto de innovar. Novedad. Observamos a lo largo de la realización de este trabajo que confundíamos, un sin número de veces, los términos Invención e Innovación. Al fin y al cabo, a partir del descubrimiento inicial de Freud, lo que vino después puede ser denominado Invención o se trata de Innovación, ¿variaciones sobre el mismo tema? Constatamos que la similitud de los términos puede ser ambigua. A partir de eso, suponemos que resistencias puedan surgir en respuesta a lo nuevo. ¿Nuestra confusión de conceptos podría reflejar una resistencia en pensar lo nuevo, interrogando a Tradición, legado transmitido a nosotros a través de nuestros analistas, profesores y supervisores? Ferenczi (1928), uno de los pioneros en destacar la importancia de la persona del analista en el proceso, destacó el objeto terapéutico del análisis de este. Ese es un ejemplo que ilustra cómo nuevas ideas pueden ser inicialmente rechazadas y solamente aceptadas y ampliadas a posteriori. Innovaciones importantes han surgido a lo largo del tiempo. La ampliación del concepto de contratransferencia, a partir de los trabajos de Heimann y Racker y la teorización al respecto del 2 campo analítico de los Baranger, solamente para citar algunos ejemplos, nos han llevado al reconocimiento actual de la relación entre analista y paciente como algo más que la suma de los atributos de cada uno de los objetos. Estas modificaciones paradigmáticas en la teoría de la técnica psicoanalítica resultan en un impacto de proporciones significativas en nuestra formación, especialmente en un Instituto que proporciona la pluralidad de ideas dentro de la formación. Es en la vida institucional, sea científica, representativa o social, donde nos enfrentamos al principal choque de ideas, costumbres, tradiciones y modismos. Ese hecho nos parece imprescindible, pero también demanda autoconocimiento y crecimiento personal para que podamos aprovechar la diversidad. Innovar, inventar pueden ser sinónimos de transgredir. Si eso no sucede, corremos el riesgo de destruir el potencial creativo, materia prima preciosa para nuestra formación. Por lo tanto, usamos la descripción de Piera Aulagnier (1990), al respecto del tema, o sea: La transgresión, en la acepción que le damos fuera del registro perverso o psicótico, es el movimiento que lleva al sujeto a sobrepasar lo “sabido”: lo que él transgrede es una verdad hasta entonces planteada como ley sagrada y como garantía de un saber. Actuando así, destituye al saber vigente en nombre de una verdad in status nascendi que, a su vez, retomará la función esperando un nuevo transgresor… La transgresión se debe concebir como aquello que, en ese movimiento, viene a representar los puntos de inflexión. (p.64-5) Es sobre esta Invención - transgresión - que deseamos hablar. Aquella que es creadora y creativa en sí misma. Para cada nuevo candidato que ingresa en un Instituto, cada nueva pareja analista/analizando que se forma, a partir de este encuentro sui generis, toda Tradición es nuevamente transmitida y renovada. Por eso e también crucial que tengamos en mente la importancia de la individualidad del analista. Además, consideramos que para que haya experiencia emocional verdadera, que concebimos como el prototipo del encuentro analítico, los participantes de este proceso enfrentarán el sufrimiento de su dolor emocional que es específico y único. El analista, tal como lo concebimos en la actualidad, tiene que estar allí siendo y tornándose, y no solamente comprendiendo (Luz, 2011). En el impacto de este encuentro del analista con su paciente, del candidato con sus profesores y supervisores, o aún con el método psicoanalítico es donde reside un quantum de Invención, de innovación, de transgresión, como lo deseemos llamar, necesarios para la formación de un nuevo analista. Para Gabbard y Ogden (2011) pocos de nosotros sabemos lo que estamos haciendo al terminar la formación psicoanalítica. Por eso la necesidad de buscar un estilo propio, respetando la singularidad de nuestra personalidad. Estos autores subrayan que la madurez del analista 3 tendría mucho en común con el desarrollo psíquico del mismo, ambos construidos arduamente a lo largo de la formación analítica. El desarrollo de un estilo analítico auténtico formaría parte del esfuerzo laborioso para con el tiempo soltar las cadenas de la ortodoxia, de la tradición y de nuestras prohibiciones irracionales inconscientes. Tornarse analista involucra, necesariamente, crear una identidad muy personal, diferente de la de cualquier otro analista. ¿Qué está por venir? Entre la Tradición y la Invención, el Futuro de la Formación Psicoanalítica Freud creó el Psicoanálisis bajo la influencia del Positivismo, que exigía pragmatismo y disciplina metódica. También, en aquella época, la Física Newtoniana era el paradigma del método científico, característicamente analítico, experimental y reproducible. En esta atmósfera cultural y científica de la época, Freud buscaba revelar algo, un secreto escondido en las profundidades de la mente, así como una relación directa de cusa-efecto (Teruchkin, 2011). Actualmente, la Física Newtoniana dio lugar a la Física Cuántica y al relativismo que ella conlleva. En ese clima, hubo una evolución del psicoanálisis. El analista no detenta el saber, él forma parte de una relación que construirá algo nuevo en medio al binomio transferenciacontratransferencia (Teruchkin, 2011). Sabemos que debido a tantos cambios, también la vida psíquica sufre alteraciones y distorsiones. En este intervalo de entendimiento surge nuestro interés cuanto al futuro de la formación psicoanalítica. Creemos que esa evolución es posible dentro de un espacio potencial, donde la Invención está permitida, siempre y cuando anclada en la Tradición, no como algo estancado, sino como materia prima para que surja lo nuevo. Nuestro objetivo no es el de dar respuestas, sino de crear un espacio donde podamos interrogar el futuro de nuestra formación, considerando a la Tradición e incorporando a los cambios que vienen ocurriendo. Consideramos importante ampliar el trípode de la formación analítica, incluyendo un “cuarto vértice”, la mayor participación del candidato en la vida institucional. Cuestionamos, además, de qué forma serán incluidas en la formación, la invasión del proceso analítico por las nuevas tecnologías que inciden sobre las formas de comunicación en la actualidad. ¿Y el tema de la frecuencia y duración del proceso analítico en el mundo actual, donde la rapidez es la palabra de orden? O, también: ¿Con qué trabajaremos en una cultura donde la lectura ha sido sustituida por las imágenes, que dificultan la creatividad dando menos espacio a lo imaginario? Como propone Viñar (2011), es necesario que pensamos sobre esto. Bibliografia 4 AULAGNIER, P (1968). Como podemos não ser persas? Reflexões a propósito do ensino. In: Aulagnier, P. Um interprete em busca de sentido I. São Paulo: Escuta, 1990, p. 39-57. FERREIRA, A. B. de H. Novo Dicionário da Lingua Portuguesa. 2ª ed. Revista e aumentada. Nova Fronteira, 1986. EIZIRIK, C.L. Tradição - Invenção em Psicanálise. FEPAL, 2011. FERENCZI, S. (1928). A Elasticidade da técnica Psicanalítica. In: Ferenczi, S. Obras Completas: Psicanálise . v. 4. São Paulo: Martins Fontes, 1992, p. 25-36. FREUD, S. (1910). Cinco Lições de Psicanálise: Terceira Lição. In: Edição Standard Brasileira das Obras Psicológicas Completas de Sigmund Freud. v. 11. Rio de Janeiro: Imago, 1990, p. 2937. _______. (1912). 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