influencia de los cambios del proceso de envejecimiento

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CAPÍTULO 9
ASPECTOS ÉTICOS Y LEGALES EN
EL CUIDADO A LAS PERSONAS
MAYORES
MONTSERRAT BUSQUETS SURRIBAS
Enfermera.
Profesora Ética y Legislación.
E.U.E. Universidad de Barcelona
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CAPITULO 9
ASPECTOS ÉTICOS Y LEGALES EN EL CUIDADO A LAS
PERSONAS MAYORES
1. ASPECTOS ÉTICOS
Todas las personas precisamos de los demás a lo largo de la vida. Los niveles de
dependencia varían a lo largo del ciclo vital y en función de las situaciones de vida. Los
problemas de salud suelen comportar mayores niveles de dependencia, y dar respuesta a
ello es parte fundamental del contenido profesional de las enfermeras.
Una de las características de las personas ancianas es que los demás ven en ellas niveles de
dependencia mayores que en la vida adulta. A su vez, la dependencia puede ser interpretada
como una deficiencia en la capacidad de tomar decisiones, así la autonomía de las personas
mayores puede verse coartada, sobre todo en situaciones de pérdida de salud y de contacto
con el marco sanitario.
La autonomía de las personas se ve frecuentemente comprometida en la vida de la persona
adulta cuando afronta problemas de salud, incapacidades físicas o psíquicas... Esto se suele
ver agravado al añadir las dificultades propias del proceso de envejecimiento. Puede
parecer que la toma d decisiones deba quedar en mano de la familia y de los profesionales.
El anciano y aún más el anciano enfermo, corre el riesgo de ser tratado de forma
paternalista, como si de un niño pequeño se tratase.
Reflexionar sobre la incidencia de los cuidados profesionales en el ámbito gerontológico, y
como éstos pueden influenciar de forma positiva o negativa en la autonomía del anciano, es
cada vez una obligación profesional más importante.
Concretar la responsabilidad profesional es considerar que cualquier decisión de cuidados
debe tener como objetivo preservar, potenciar y defender el bien del anciano. Los derechos
humanos, en el marco sanitario son corresponsabilidad de todos los profesionales, requieren
la atenta consideración de todos los que intervienen en el proceso de atención.
Por último cabe considerar que la toma de decisiones profesionales está altamente
influenciada por los valores personales de la enfermera y por las emociones. Conocer los
propios valores, identificar las emociones derivadas de la relación con el anciano y su
familia, es un paso previo e indispensable para poder comprender los valores y emociones
de los demás.
La enfermera a la vez que profesional es una persona y ello no puede olvidarse. Tampoco
puede dejarse de lado el estrés y/o ansiedad que conlleva la relación sanitaria y la toma de
decisiones. El autoanálisis y el análisis en grupo ayudan a poder diferenciar la enfermera
como persona de la enfermera como profesional, y por ello ayudan a centrar mejor la
atención en las necesidades del anciano y no en las necesidades que la enfermera supone
que el anciano tiene. La interpretación de la demanda de cuidados y la planificación de los
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mismos debe estar lo más centrada en el anciano posible, por ello, identificar las emociones
personales nos ayuda a ser más objetivos y a escuchar con mejor predisposición al anciano
y a su familia.
1.1.
PRINCIPIOS BIOÉTICOS
Los principios bioéticos se plantean como los principios éticos básicos referidos al ámbito
sanitario. Surgen de la necesidad de tener una guía que ayude al profesional a tomar la
mejor decisión. Los principios bioéticos son una respuesta a las nuevas posibilidades de
diagnóstico y tratamiento que el avance científico y técnico hace posible. La bioética se
ocupa de analizar las diversas perspectivas que puede tener una misma situación desde los
valores humanos implícitos en ella, y trata de proporcionar a los profesionales elementos de
reflexión ética para que cualquier situación profesional se desarrolle desde la buena praxis
profesional, tanto si plantea conflictos de valores o no.
La tradición sanitaria ha considerado al enfermo, anciano o no, como sujeto incapaz, ha
tomado las decisiones y ha llevado a cabo las acciones “pensando” en el paciente, pero a
menudo “ sin” el paciente. El modelo biologista ha imperado como base de la buena
práctica profesional y aún sigue presente en mayor o menor medida en los ámbitos
sanitarios.
Desde la segunda guerra mundial y con el protagonismo cada vez más creciente de los
ciudadanos en los aspectos concernientes a su propia vida, este modelo sanitario ha tenido
que ir dando paso a posturas más democráticas y de consenso, y ha tenido que reformular el
concepto de buena atención sanitaria. La enfermedad, incapacidad, deficiencia... no
justifican incapacitar al enfermo para tomar decisiones sobre su vida, bien es cierto que la
toma de decisiones, cuando la persona está enferma, puede ser más difícil puesto que la
situación es desconocida y tiene que poner en marcha recursos nuevos, diferente..., tiene
que hacer frente a momentos de vida particulares y a menudo dolorosos. Ello supone que, si
cabe, hay que ser más considerados con la autonomía de la persona y hay que estar más
alerta sobre su posible vulneración, puesto que el enfermo puede necesitar protección. La
enfermedad y el profesional sanitario dejan de ser el núcleo de la atención y éste se
desplaza al paciente, que comienza a denominarse usuario y/o cliente.
Para la profesión enfermera esto supone la corroboración de los conceptos base de las
teorías y modelos enfermeros, ya que todos ellos, sea cual sea su concepción de cuidar,
basan su cuidado en la persona.
Los principios bioéticos hacen hincapié además en la importancia que tiene la gestión de las
instituciones de cuidados y la interrelación entre organización, usuarios y profesionales. La
organización y la gestión de los centros sanitarios también debe regirse por los mismos
principios que los profesionales sanitarios, y a su vez también debe tener como objetivo
primordial la persona o personas usuarios.
Los principios bioéticos se definen como guía para la actuación diaria y para el abordaje de
situaciones de conflicto de valores.
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Se denominan de la siguiente manera: autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia.
1.1.1. AUTONOMÍA
Se define como principio para el usuario. Autonomía se comprende como la capacidad que
toda persona tiene de decidir sobre sí mismo. Ello requiere a menudo el poder disponer de
la información necesaria acerca de las consecuencias de las posibles acciones a realizar. La
autonomía supone el respeto a las personas, esto implica como mínimo que las personas
deben ser tratadas como agentes autónomos y que las personas que tienen disminuida su
autonomía tienen el derecho a la protección. Respetar la autonomía implica dar valor a las
consideraciones y a las opciones personales, implica, como enfermeras, cuidar desde la
perspectiva del enfermo: creencias, expectativas, forma de vida, costumbres... El límite de
la autonomía personal se establece cuando el comportamiento es claramente nocivo, dañino
o perjudicial para los demás, o cuando la capacidad de razonar, de poder valorar las
consecuencias de los actos no es posible.
El mantenimiento de la autonomía del anciano supone considerarlo capaz para la toma de
decisiones, para ello es necesario establecer una relación interpersonal sin coacción, ni
persuasión, donde la información, las dudas, la consideración de los aspectos de su vida
cotidiana sean prevalentes . El objetivo de la información no es convencer al anciano de
nuestra propuesta, sino que él pueda tener más argumentos para tomar decisiones
relacionadas con su salud. En las situaciones en las que la autonomía está limitada, hay que
definir lo más claramente posible el alcance de esta limitación, puesto que siempre hay
algún ámbito de la vida sobre el que la persona puede decidir.
Disponer de criterios de valoración lo más objetivos posible para poder determinar el grado
y el tipo de incapacidad del anciano; y en las situaciones de enfermedad y/o de vida en las
que su autonomía esté limitada considerar que la incapacitación nunca debe suponer la
negación de la persona, y que por tanto aunque el anciano no pueda decidir algunos
aspectos de su cuidado o su tratamiento, ello no implica que la relación que haya que
establecer sea una relación paternalista que no le permita seguir siendo él mismo. La
incapacitación nunca es total y depende del buen hacer profesional que la dignidad de la
persona se mantenga lo mejor posible sea cual sea su problema de salud.
A menudo es la enfermera, por su proximidad y por el contenido propio del cuidado de
enfermería, quien puede respetar y mantener con más argumentos la autonomía del anciano.
1.1.2. BENEFICENCIA
La beneficencia supone actuar persiguiendo el mejor bien para el anciano. Es el principio
que se define para la actuación del profesional. Compromete a las enfermeras a disponer de
conocimientos suficientes para poder plantear las acciones de cuidados pensando en el bien
del anciano. Ahora bien, el principio de beneficencia discute el concepto de paternalismo o
maternalismo, que supone tratar a los ancianos como si fueran niños. En el mundo
sanitario, sobre todo en nuestro país, se tiende a considerar que las personas enfermas, y
más las ancianas, no pueden, por la propia enfermedad y la vejez, decidir sobre si mismos,
y se ha considerado que esa decisión debía recaer en los profesionales sanitarios, que son
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los que saben científicamente, con el beneplácito d las familias. Ello se traduce en
relaciones interpersonales que tienen como objetivo persuadir al anciano, o incluso en
algunos casos pedirle más o menos explícitamente la incondicional conformidad con el
cuidado y/o tratamiento prescrito.
Este principio alerta sobre el paternalismo duro y plantea la conexión del buen hacer
profesional con la autonomía del enfermo, con el consentimiento informado. El objetivo no
es el consentimiento sino establecer un diálogo para poder formular el bien del anciano
desde planteamientos lo más próximos a él que sea posible.
La beneficencia no paternalista supone proponer al anciano las mejores acciones de
cuidados posible respetando su forma de vida y sus decisiones. Cuando su situación de
salud no le permita la comprensión, hay que actuar persiguiendo el mejor bien posible para
él. Para ello, conocer su historia de vida nos ayuda a poder ponernos en su lugar de forma
recíproca y empática y poder pensar que decidiría él si pudiese hacerlo. Hay que recordar
que sólo en casos de incapacidad psicológica / mental la familia es la responsable de las
decisiones. Si no es así, es el propio anciano el primer interlocutor y garante de sí mismo.
1.1.3. NO MALEFICENCIA
Algunos autores lo definen como parte de la beneficencia. Trata de no dañar a la persona.
En las situaciones en que plantear el mejor cuidado es cuando menos muy difícil, la no
maleficencia nos dice qué hay que plantearse para no hacerlo mal. Para ello es
imprescindible disponer de estándares de cuidados, de formación suficiente, de criterios...,
pero sobre todo en las situaciones en las que el cuidado se centra en hábitos de vida ya sea
porque su enfermedad o problema de salud precise algunas modificaciones o porque
cambie el lugar de residencia del anciano. La no maleficencia, en muchos casos, supone
establecer y programar cuidados respetando los hábitos de vida.
La no maleficencia es el trabajo desde la buena práctica profesional. Mantener la seguridad
física y psicológica del anciano y prevenir posibles alteraciones, lesiones, es parte básica de
este principio.
1.1.4. JUSTICIA
La justicia hace referencia a la distribución equitativa de recursos. Dado que los recursos no
son ilimitados, hay que buscar la forma más correcta de repartirlos y utilizarlos. La justicia
se define como principio para la organización sanitaria en general, para las instituciones o
centros en concreto. Recuerda que el anciano es el centro de la organización sanitaria.
Desde la perspectiva asistencial, el profesional que proporciona los cuidados directos debe
establecer también una relación con la institución, a través de comisiones, grupos de
trabajo, en sesiones de discusión de casos... Para que los criterios de beneficencia y
autonomía del cuidado directo sean conocidos, y cuando haga falta pueden establecerse
cambios o medidas alternativas a las del normal funcionamiento. A su vez, una institución
sanitaria democrática debe considerar también los principios bioéticos en su gestión y
facilitar la participación activa de los profesionales y ancianos en ella.
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La ética y la bioética tratan de defender al débil, a las personas que por su situación
personal requieren una mayor atención de la sociedad. A menudo el anciano, y más el
anciano enfermo, es esa persona débil, no como persona, sino en su posibilidad de
mantener su vida diaria de la forma más óptima. A menudo ello requiere la utilización de
recursos, y disponer o no de ellos es esencial para la vida del anciano. Por tanto, la mayoría
de acciones de cuidado también pueden considerarse como facilitadoras o no de justicia.
1.2.
RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
La responsabilidad profesional supone que la enfermera, después de una formación
específica en su disciplina, es capaz de tomar decisiones y argumentarlas desde los
estándares de la profesión. Por tanto, responsabilidad no es sólo responder de lo realizado,
sino que también es anticipación, deliberación y opción entre varias posibilidades. En
definitiva, es el proceso de toma de decisiones y los resultados obtenidos lo que acredita la
responsabilidad de un profesional, sea de la disciplina que sea.
La responsabilidad profesional está delimitada por la legislación vigente (Constitución
Española, Ley General de Sanidad, normas específicas de cada comunidad autónoma...), las
recomendaciones de organismos nacionales e internacionales (colegios profesionales,
consejo internacional de enfermería, OMS, ministerio de sanidad, asociaciones
profesionales científicas...), los conceptos básicos de la profesión (cuidar, persona, entorno,
salud) y el propio juicio personal de cada enfermera que debe interrelacionarlos con la
situación concreta de cada anciano y familia.
La responsabilidad tiene tres consideraciones: una, la responsabilidad hacia el propio
anciano y su familia; otra la responsabilidad hacia la institución; y por último, la
responsabilidad hacia la propia profesión. Por ello la responsabilidad de la enfermera
requiere una concreción del ámbito propio de actuación y de su aportación al conjunto de la
atención sanitaria. Cuidar las necesidades de salud de la persona y llevar a cabo de
actividades de colaboración con el médico son la responsabilidad básica reconocida en la
enfermería.
El concepto de trabajo en equipo y el desarrollo de la corresponsabilización de la atención,
planteando la responsabilidad profesional de cada miembro, son imprescindibles. Para ello
puede ser de ayuda llevar a cabo sesiones inter e intradisciplinares, donde se discuta el
alcance y contenido de cada profesional, donde se conozcan mejor los planteamientos e
idearios de sus miembros, donde se plantee de forma conjunta el trabajo, se evalúen los
resultados obtenidos, y donde de antemano se puedan plantear las situaciones
supuestamente conflictivas; todo ello respetando la autonomía de cada profesional.
Una garantía del cumplimiento de la responsabilidad profesional es el modo de toma de
decisiones llevado a cabo. El proceso de enfermería y su registro son la demostración que la
toma de decisiones es científica, rigurosa, planteada desde las necesidades del anciano y
posteriormente evaluada.
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Seguramente la responsabilidad puede ayudarnos a plantear la priorización de las
actividades. Frecuentemente, justificado por la presión asistencial, se argumenta la no
posibilidad de realizar el cuidado profesional tal y como debería ser. ¿Cuál es entonces el
alcance de la responsabilidad profesional? ¿Cuál es el nivel de responsabilidad de cada
enfermera en el mantenimiento de esta situación? ¿Cómo responder de esa falta de cuidado,
y cómo modificar la situación?
Otro aspecto importante que hay que considerar en el apartado de responsabilidad
profesional, es el registro. Es importante dejar constancia escrita del proceso de cuidados de
forma argumentada, y disponer de registros de incidencias.
Por último hay que señalar también la importancia de la comunicación y discusión de la
experiencia clínica de cada enfermera con los colegas de su profesión, con el resto de
profesionales del equipo sanitario y con el conjunto de la sociedad.
1.3.
DERECHOS HUMANOS
La dignidad, libertad e igualdad humanas se concretan en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos adoptada por las Naciones Unidas en 1948. Se ha convertido en la base
jurídica de las sociedades democráticas y por ello, a pesar de que están formulados como
una recomendación, cada país la traduce en leyes específicas que obligan a los ciudadanos
y/o recomiendan formas de convivencia social de acuerdo a esos tres elementos básicos de
la vida humana.
La Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1982, realizó un documento de
recomendaciones sobre el envejecimiento. En él hace un primer bloque de
recomendaciones en materia de salud y nutrición, y focaliza la atención al anciano en el
bienestar. Recuerda la interrelación entre los factores físicos, ambientales, sociales,
espirituales, psíquicos y plantea la estrategia básica en la atención primaria, para poder
mantener al anciano lo más independiente posible en el seno de su familia y lo menos
aislado del resto de la sociedad. Para ello la aportación de las enfermeras en atención
primaria/comunitaria es primordial.
Por su parte, el Consejo Internacional d Enfermería, en 1971 y posteriormente en 1983,
realizó declaraciones instando a las enfermeras a concretar su papel en la defensa y
salvaguarda de los Derechos Humanos, concretando su cumplimiento y fomento en la
formación, asistencia, gestión e investigación, al tiempo que denuncia medidas correctoras
en casos de vulneración.
El cumplimiento, fomento de los derechos humanos es un requerimiento legal y ético a la
vez, personal y profesional.
La autonomía y autodeterminación, el respeto por la libertad individual, bases de la
convivencia social, no tienen por qué ser diferentes en el ámbito sanitarios. La enfermedad
o la situación de dependencia no tienen que suponer la renuncia a derechos básicos, como
la información, el respeto, la igualdad, la intimidad. Tampoco la diferencia de edad entre el
profesional y el anciano deben suponer una situación de ventaja profesional.
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Quizá pueda afirmarse que el desarrollo sanitario está relacionado con el cumplimiento de
los derechos humanos; su puesta en práctica de forma cotidiana. Corremos el riesgo de
utilizar los derechos humanos como argumentos solamente en situaciones de conflicto. Es
bastante difícil mantener los derechos de la persona en situaciones conflictivas cuando no
se consideran en situaciones cotidianas. Puede incluso suceder que no seamos conscientes
de la vulneración de un derecho por la conflictividad de la situación. Por ejemplo un
ingreso en una institución. Es posible que se plantee con la familia, y que conjuntamente
familiares y profesionales decidan el ingreso. Es una situación de relativa coacción y/o
persuasión que trata de trabajar la voluntad del anciano, a pesar de que el anciano no
deseara ingresar. Si tiene capacidad para ello, el ingreso debe ser voluntario. Corremos el
riesgo de no contar con él en la toma de decisión y de plantearle el hecho como una
obligatoriedad. Los derechos humanos nos recuerdan que la autonomía del anciano debe
estar presente en la interrelación, en el cuidado. A menudo, ayudar a la familia a plantear
conjuntamente la situación es garantía del cumplimiento de los Derechos. La enfermera,
para ello puede ser esencial.
El derecho a la atención sanitaria, a su vez, está también recogido en nuestra legislación. En
el ámbito gerontológico es posible que en ocasiones el anciano no pueda acceder por su
propia cuenta al sistema sanitario. Sobre todo a la atención primaria. Esté donde esté, el
anciano es usuario de los servicios de enfermería. Por ello tener conocimiento de cuál es la
población anciana, de sus necesidades de salud, desplazarse a los lugares donde viven,
residencias, hogares,... y plantear cuidados y/o medidas preventivas, correctoras, es parte
del cumplimiento y desarrollo de los derechos del anciano. Trabajar en común con las
familias, profesionales de residencias, pisos asistidos, hogares de ancianos, cuidadores... es
una línea de trabajo que concreta la aportación de las enfermeras en el mantenimiento de
los derechos del anciano.
Ayudar a las familias, o a los cuidadores si el anciano vive en una residencia al
mantenimiento de sus necesidades básicas de la forma más autónoma posible (física,
psicológica, relacional, técnica, espiritual...) es ayudar al mantenimiento de los bienes
fundamentales del ser humano respeto a su vida, salud y libertad personal.
1.4.
VALORES PROFESIONALES
Los valores reflejan la importancia y el interés subjetivo que las personas confieren a una
cosa determinada. Por otro lado los valores reflejan las aspiraciones tanto individuales
como colectivas.
La función básica de los valores es el mantenimiento de la especie humana. Cada sociedad,
grupo, familia, hace explícitos sus valores a través de sus comportamientos. Los valores, a
lo largo de la historia, han cambiado en su forma de presentación, prioridad..., pero no en su
función.
La vida valorativa del ser humano en su vida reflexiva. La capacidad de valoración y de
priorización, es decir de tomar decisiones considerando los valores de cada comportamiento
posible, es parte de la vida global de las personas.
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Si para las enfermeras la autonomía en la salud es algo realmente importante, si ello no es
simplemente una cuestión de preferencias, es necesaria la promoción de comportamientos
que reflejen este valor. Es preciso que cada profesional individualmente y cada colectivo o
grupo analice su importancia, su alcance y vea la mejor forma de irlo convirtiendo en
realidad a través de los cuidados.
Es importante reflexionar acerca de cuáles son los valores profesionales y cómo se
trasmiten al conjunto de la sociedad. Ser conscientes de que lo que la sociedad conoce de
nosotros sobre cuál es el alcance y contenido del cuidado, de nuestra aportación concreta,
es algo que tiene que ver con el comportamiento de cada profesional. Así, conocer e
identificar los propios valores, traducir en comportamientos explícitos los valores
profesionales, es algo que concierne a todas las enfermeras, sea cual sea su lugar concreto
de actividad profesional.
En nuestra profesión los valores están altamente influenciados por la concepción de cuidar,
de salud, de persona y de medio ambiente. Según se comprendan y definan las acciones
profesionales, serán unas u otras. Situarnos en concepciones holísticas, de salud positiva, de
cuidado en la vida diaria, de comprensión de la interrelación entre el ambiente y la salud,
plantear la calidad de vida y no solamente la ausencia de enfermedad..., es considerar la
autonomía como valor a mantener, defender, promover desde la atención de enfermería.
Así la salud y el bienestar, el desarrollo de las personas hacia una mayor posibilidad de
vivir en salud, el mantenimiento de un medio lo más favorable posible a la persona y la
búsqueda de la excelencia profesional, son cada vez con más fuerza los valores buscados y
reconocidos para nuestra profesión.
1.5.
GUÍAS PARA LA PRÁCTICA PROFESIONAL
Los códigos deontólogicos son un instrumento de ayuda en la toma de decisiones
profesional. Presentan las grandes orientaciones que deben guiar a las enfermeras en su
práctica profesional.
Un código profesional, y por tanto tampoco el de enfermería, ni da soluciones concretas a
problemas o dilemas concretos. No describe todas las conductas profesionales: ello sería
imposible, al tiempo que reduciría a nada la autonomía personal d cada profesional.
Sin embargo, la enfermería como cualquier otra profesión, y más como profesión de
servicios, precisa disponer de la forma más clara posible guías para la correcta actuación. El
código debe recoger los valores profesionales, explicitarlos y plantearlos de forma que cada
profesional pueda utilizarlos como argumento en su toma de decisión, en la justificación de
sus cuidados profesionales. El código debe proporcionar los datos, las referencias, son los
que cada profesional debe desarrollar su propia deontología profesional. Así, deben
plantear los principios morales que sostienen la ética profesional de la enfermera. Eston
son:
1. La responsabilidad profesional de la enfermera derivada d su propio trabajo que
proviene de la competencia reconocida para la profesión.
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2. Los deberes de las enfermeras para la sociedad.
3. Los deberes de las enfermeras hacia el paciente/cliente.
4. Los deberes de las enfermeras hacia la propia profesión.
El Consejo General de Enfermería editó en 1989 el Código Deontológico de la Enfermería
Española, enmarcando la buena praxis profesional en la prevención de las enfermedades,
mantenimiento de la salud de la población, atención rehabilitación e integración del
enfermo, educación para la salud y formación, administración e investigación enfermera.
Plantea trece capítulos mediante los cuales va desarrollando las obligaciones morales de las
enfermeras españolas respecto:
-
al ser humano,
a la sociedad,
a la profesión.
En este capítulo, referente a las guías profesionales, hay que hacer también mención a las
normas y recomendaciones de las diversas asociaciones científicas que comunican los
avances profesionales y que van desarrollando de forma evolutiva el saber profesional.
Por último, la creación de comités de bioética interdisciplinares, cada vez más frecuentes en
el ámbito hospitalario, sería también de utilidad en la atención primaria. Los comités,
tampoco se plantean como lugares a los que acudir en busca de solución a problemas
concretos, sino más bien lugares para la reflexión interdisciplinar, la elaboración de
protocolos, el análisis ético de las situaciones conflictivas, la detección de posibles
situaciones conflictivas y la promoción y desarrollo de la ética en el marco sanitario.
2. ASPECTOS LEGALES
La edad cronológica de los individuos establece diferencias entre ellos frente a la ley.
Constantemente en la legislación, se hace mención a los derechos, obligaciones,
exculpación o agravación de las penas, a que los ciudadanos deben someterse
específicamente, según su edad de calendario. En unos casos como necesidad de
reconocimiento de protección, en otros como exigencia de responsabilidades.
El límite de la edad de interés gerontológico, para la legislación, coincide con el de la
jubilación, momento en el cual el ciudadano pasa a formar parte de los sujetos pasivos de
una determinada sociedad, en este caso la nuestra, de contribuyente a beneficiario de los
servicios, de proteger a ser protegido. El ingreso en este “grupo “ puede producirse por
haber cumplido el número de años establecido, por jubilación anticipada o bien por la
incapacidad producida por una temprana senilidad.
La protección al grupo de ciudadanos mayores, ha de ser contemplada en la legislación para
prever posibles problemas y conflictos entre los individuos de distintas generaciones y/o
con lazos o no de parentesco. La ley debe conferir seguridad jurídica a los ancianos pero
también a sus familiares. El derecho de los mayores nace de dos factores primordiales: sus
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propias creencias o limitaciones y la solidaridad del conjunto de la sociedad. La aplicación
de este segundo concepto necesita como premisa que se de el primero.
Es preciso destacar que existen normas de Derecho Internacional que afectan a los
ciudadanos mayores, como también Legislación propia de cada país y legislación específica
de cada comunidad.
Breve referencia a normas de Derecho Internacional que afectan a la población mayor de 65
años.
ONU (Naciones Unidas): Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 22 y 25
. Derecho de toda persona a la Seguridad Social.
. Derechos económicos y sociales indispensables.
. Derecho a un nivel de vida que asegure la salud y bienestar de personas y familias.
. Derecho a la seguridad en caso de paro forzoso, enfermedad, invalidez, viudedad
y vejez.
OIT (Organización Internacional del Trabajo): Recomendaciones y convenios
. No discriminación de los trabajadores por edad.
. Voluntariedad y flexibilidad de la jubilación.
. Programas de preparación para la jubilación.
Consejo de Europa: Carta Social Europea, art. 11-14
. Derecho a la Seguridad Social
. Derecho a la asistencia social y médica.
. Derecho a los beneficios de los Servicios Sociales
Unión Europea:
Tratado constitutivo, art. 8 y 51
. Derecho a jubilarse en otro estado miembro
. Derecho a la Seguridad Social entre estados con acumulación de períodos
Recomendaciones del Consejo
. Derecho a escoger el momento de la jubilación
. Derecho a la jubilación flexible y progresiva
. Derecho a la pensión compatible con el trabajo
. Fomento de la preparación para la jubilación
Resoluciones del Parlamento
. Fomento de investigaciones sobre Asistencia en el hogar, política fiscal,
formación, formación de técnicos gerontólogos, revisión Instituciones, trabajo voluntario,
libreta sanitaria europea.
. 1993. Año europeo de los mayores y de la solidaridad entre generaciones
Constitución Española de 1978
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Art. 15
Derecho a la integridad física y moral: En casos de insuficiencia de medios
para la subsistencia, o casos de discriminación por condición personal
Art. 14
Art.118.2
Igualdad ante la ley: Acceso a la prestación de Servicios Públicos.
Inviolabilidad del domicilio: respeto a los ancianos que viven en centros
residenciales
Derecho de asociación
Art. 22
Art. 29
Derecho de petición
Ambos afectan al movimiento asociacionista de personas mayores.
Art. 34
Derecho de fundación
Art. 38
Libertad de empresa
Ambos hacen referencia a la importancia en la prestación benéfica de servicios sociales
Art. 35
Derecho al trabajo. Importante de cara al futuro próximo en relación a la
jubilación forzosa
Art. 50
Los poderes públicos garantizan, mediante pensiones adecuadas y
periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos
durante la tercera edad. Así mismo, y con independencia de las obligaciones
familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios
sociales que atenderán los problemas específicos de salud, vivienda, cultura
y ocio.
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS
. Reflexionar sobre la forma de cuidar al anciano y a su familia
. Determinar con la mayor claridad posible cuál es el objetivo del cuidado al anciano.
. Identificar los principio y valores que defiende cada acción de cuidados.
. Desarrollar y/o incrementar la capacidad de establecer relaciones interpersonales de
ayuda
. Establecer normas específicas de buena praxis profesional aplicadas a su centro sanitario
en concreto, determinando los mínimos del cuidado.
. Aproximarse a los cuidadores informales (familias, cuidadores, voluntarios...)
ayudándoles a identificar las necesidades de los ancianos a su cargo. Ofrecerse como
referente para cuidar mejor.
. Compartir las experiencias, las dificultades... con otros profesionales de atención primaria
. Desarrollar el diálogo interdisciplinar como base para el conocimiento de las múltiples
necesidades de la población anciana y como garantía de un abordaje lo más correcto
posible.
. Trabajar de forma que se ofrezca el nivel de cuidados más óptimo posible.
. Mantener el nivel de formación personal y del grupo, contribuyendo a la
profesionalización cada vez más rigurosa de los cuidados.
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SÍNTESIS
En las líneas precedentes se han esbozado algunos de los aspectos básicos para la
comprensión y el desarrollo de la ética en los cuidados de enfermería. Inevitablemente las
ideas provenientes de la ética se han de entremezclar con el contenido de la profesión.
La ética en enfermería forma parte del desarrollo y contenido profesional. En la valoración
de la situación, en la definición de los problemas y objetivos, en la forma de planificar y
llevar a cabo su resolución y posterior evaluación, tanto la ética como el contenido
profesional son elementos de reflexión que nos invitan a posicionarnos como enfermeras
frente a las situaciones de vida de las personas que atendemos. Trabajar adoptando posturas
de autonomía profesional, es decir tener razones justificadas para optar por un cuidado y no
por otra, y centrar como objetivo de la justificación el bienestar y la autonomía del anciano
es el planteamiento que se ha seguido en el texto.
Asimismo se defiende la autonomía del anciano, planteando el cuidado desde su fomento y
mantenimiento. La ayuda a la familia y a los cuidadores informales de los posibles lugares
de residencia de los ancianos se plantea como parte del trabajo de la enfermera.
Las guías profesionales se concretan en el código deontológico, normas estándares de
cuidados, los principios bioéticos y los comités de ética asistencial.
La legislación se concreta en la Constitución Española, Ley General de Sanidad y las
normativas de cada comunidad autónoma, tanto desde Sanidad como desde Servicios
Sociales.
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