Los medicamentos en la tercera edad

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Los medicamentos en la tercera edad
La terapia farmacológica en este tipo de pacientes está condicionada por
las peculiaridades biológicas, funcionales y orgánicas que presentan.
Fuente: www.portalfarma.com
La esperanza de vida en el mundo occidental aumenta inexorablemente,
configurando uno de los cambios demográficos más importantes de las
últimas décadas: la presencia cada vez más elevada de personas mayores
en nuestra sociedad. Aunque el envejecimiento no es sinónimo de
enfermedad, sí implica un empeoramiento del estado de salud, debido al
proceso progresivo e irreversible de declive fisiológico funcional que tiene
asociado.
El proceso de envejecimiento se traduce en una progresiva disminución de
la funcionalidad de los diferentes órganos y sistemas corporales y que se
hará más marcada con el paso de los años, llegando a presentarse
fenómenos de disfunción constante en los ancianos, que implican el
empeoramiento de su estado general. Entre ellos cabe destacar la
disminución de la funcionalidad renal, hepática, cardiaca y respiratoria, la
disminución de la masa corporal y la inmunidad, trastornos del sistema
nervioso, endurecimiento de los vasos sanguíneos por la acumulación de
colesterol, debilitamiento de los huesos por pérdida de calcio, y
degeneración de las articulaciones.
La terapia farmacológica en el anciano, por tanto, estará condicionada por
las peculiaridades biológicas, funcionales y orgánicas que presentan y la
pauta de administración y la respuesta terapéutica serán diferentes
respecto a los individuos jóvenes.
Además, todos estos factores se manifiestan en el anciano en forma de
diferentes patologías, conllevando un mayor consumo de medicamentos con
respecto al adulto joven. Concretamente en España, país donde
actualmente la esperanza de vida es de 79,66 años (76,26 años en varones
y 83,86 años en mujeres) y se cifra que más de un millón de personas ya
superan esta franja de edad, el consumo de medicamentos del colectivo de
pensionistas representa el 70% del gasto farmacéutico total.
Este aumento del consumo de fármacos convierte al anciano en un
individuo polimedicado, en el que las reacciones adversas, el
incumplimiento de los tratamientos y las interacciones entre diferentes
fármacos constituyen un grave problema sanitario. La administración de un
fármaco para tratar a un paciente de edad avanzada, que tiene varias
enfermedades y recibe varios medicamentos adicionales, puede:

Empeorar otra patología presente. Por ejemplo, algunos fármacos
para tratar el asma pueden empeorar la función del corazón en el
anciano.


Interaccionar con otro medicamento utilizado para tratar otra
dolencia, como ocurre con el posible aumento de la presión arterial
por el uso de descongestionantes nasales en pacientes que utilizan
antidepresivos.
Provocar la aparición de toxicidad por acumulación de fármacos en el
organismo debida a la menor eliminación de los medicamentos
administrados por disminución de la funcionalidad de los riñones y el
hígado.
Es aquí, en este punto, donde el farmacéutico, como profesional sanitario
que a pie de calle tiene un contacto directo con el paciente de edad
avanzada o sus cuidadores, puede desarrollar una gran labor sanitaria y
social aconsejando sobre el uso racional de medicamentos en este grupo
etario.
La actuación del farmacéutico en la asistencia personalizada y en el
seguimiento farmacoterapéutico al anciano puede contribuir a la
consecución de una mayor protección de la salud de los mismos y
una mayor prevención de enfermedades.
La intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso
global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con
medicamentos.
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