Adecuación del procedimiento judicial hipotecario a la normativa europea: sentencia del TJUE de 14 de marzo de 2013 M.ª José ACHON BRUÑÉN Doctora en Derecho Procesal En el presente artículo se analizan los efectos en el ordenamiento jurídico español de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 14 de marzo de 2013, cuya importancia se ha sobredimensionado dado que sus postulados tan sólo resuelven de manera parcial el drama de las ejecuciones hipotecarias. I. INTRODUCCIÓN La sentencia del TJUE de 14 de marzo de 2013 (rec. 415/2011) ha venido a confirmar las deficiencias del procedimiento judicial de ejecución hipotecaria español que se confiesa incapaz de facilitar las soluciones que la sociedad de nuestros días reclama. El Derecho, y en especial el Procesal, es un instrumento creado para lograr la justicia en la solución de conflictos, cuando fracasa en dicho cometido resulta ineficaz provocando situaciones injustas que en el caso que nos ocupa han llegado a cobrarse vidas humanas, víctimas de la desesperación y la impotencia. Nuestro legislador se ha limitado a ofrecer soluciones fragmentarias en modo alguno satisfactorias. Esperemos que los postulados contenidos en esta sentencia le obliguen a reflexionar a la luz de los derechos de defensa y de igualdad de partes tan minados en las ejecuciones hipotecarias. II EXPECTATIVAS CREADAS POR LA SENTENCIA La sentencia del TJUE de 14 de marzo de 2013 resuelve la cuestión prejudicial planteada en el auto de 19 de julio de 2011 por el Magistrado del Juzgado de lo Mercantil núm. 3 de Barcelona en el sentido de considerar que el procedimiento judicial de ejecución de bienes hipotecados español no se adecúa a la Directiva 93/13/CEE, del Consejo de 5 de abril de 1993 sobre cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores. No es la única cuestión prejudicial que un Juez español ha planteado sobre esta materia sino que en similares términos, y solicitando la acumulación a la anterior, se pronunció el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción núm. 1 de Catarroja en el auto de fecha 15 de noviembre de 2012. La citada sentencia constituye un hito importante en la defensa de los derechos de los deudores hipotecarios, pero a nuestro juicio su importancia se ha sobredimensionado, dado que tan sólo solventa el drama de las familias que se encuentran en peligro de desahucio por el impago de su hipoteca cuando en sus contratos de préstamo figure una cláusula abusiva y, aun en este caso, la solución es parcial, pues, lejos de evitar el lanzamiento, tan sólo lo demora o suspende hasta que se decida sobre la nulidad o validez de la cláusula impugnada, corriendo mientras tanto intereses para el deudor y devengándose costas. Procede preguntarse si la sentencia del TJUE podrá tener efectos retroactivos, es decir, si aquellos deudores que hayan sido desahuciados de sus viviendas podrán recuperarla o al menos conseguir algún tipo de indemnización. Resulta difícil defender una respuesta positiva o, mejor dicho, defenderla es fácil pero llevarla a la práctica harto complicado; sin embargo, desde que la Directiva 93/13/CEE es de obligado cumplimiento (31 de diciembre de 1994) se han practicado numerosos desahucios por impago de préstamos hipotecarios cuyas cláusulas han podido resultar abusivas. A nuestro juicio, si dichas cláusulas eran de intereses desorbitados o aumentaban indebidamente la cantidad debida por el deudor, deberán verse afectadas por la nulidad cuando, aun habiendo concluido el procedimiento hipotecario, todavía reste algún importe pendiente de pago y el deudor estuviere sufriendo el embargo de sus bienes por haber resultado insuficiente la garantía hipotecaria. Otro problema que procede plantearse es qué ocurrirá con las hipotecas que no se firman por consumidores sino por profesionales como promotores de viviendas ¿tendrán las entidades bancarias una patente de corso para fijar todo tipo de cláusulas? No es justo responder en sentido afirmativo; sin embargo, la STJUE sólo obliga a adecuar nuestra normativa a la Directiva 93/13/CEE relativa a cláusulas abusivas en contratos celebrados con consumidores. III. RETICENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL A RECONOCER LAS INSUFICIENCIAS DEL PROCEDIMIENTO JUDICIAL DE EJECUCIÓN HIPOTECARIA Resulta sangrante que haya tenido que ser el TJUE el que haya puesto de manifiesto las carencias del procedimiento judicial de ejecución hipotecaria dada la reticencia de nuestro Tribunal Constitucional a reconocer unas deficiencias tan palpables que han sido percibidas hasta por los más profanos en Derecho. Nuestro Alto Tribunal llegó a empecinarse en la idea de que en el procedimiento hipotecario se daba cumplimiento al derecho de defensa y así en el Auto 113/2011 dictado por el Pleno en fecha 19 de julio de 2011 [rec. 7223/2010, núm. de Auto: 113/2011, núm. de Recurso: 7223/2010 (1)], redundando en su doctrina anterior (2), inadmitió a trámite una cuestión de inconstitucionalidad sobre los arts. 579, 695 y 698 LEC alegando que la ausencia de contradicción procesal en el seno de dicho proceso no ocasionaba indefensión, dada la posibilidad de iniciar un juicio declarativo posterior (3). El TC parece olvidar que dicho juicio declarativo no produce la suspensión del procedimiento hipotecario ni, por ende, de la subasta del inmueble y que aunque en aquel se llegue a dictar sentencia favorable al deudor, ya no va a poder recuperar el bien subastado. El TC llegó a afirmar que quien constituye una hipoteca ya sabe que se somete a un procedimiento con elementos de cognición limitados, por lo que aunque no renuncia a su derecho de defensa, consiente que el mismo tenga una eficacia momentáneamente disminuida. A nuestro juicio, con esfuerzo se entiende que dichos postulados hayan podido emanar del máximo garante de las garantías constitucionales en España, pues parece culpar al deudor hipotecario de someterse a un procedimiento con elementos de cognición limitados por el mero hecho de constituir una hipoteca, siendo que los préstamos hipotecarios son auténticos contratos de adhesión. Además, el derecho de defensa, por su categoría de fundamental, no puede ser objeto de renuncia ni siquiera parcial, no alcanzándose a comprender como el TC puede concebir si acaso la posibilidad de que alguien pueda consentir en un contrato la limitación de este derecho. Tampoco la renuncia de los derechos reconocidos en la legislación de consumidores y usuarios se puede considerar válida y no se puede olvidar que el particular que concierta un préstamo hipotecario con una entidad financiera se encuentra protegido por esta normativa. IV. REFORMAS LEGALES QUE RESULTAN OBLIGADAS A RAÍZ DE LA SENTENCIA DEL TJUE 1. Ampliación de las causas de oposición en el procedimiento judicial hipotecario La Sentencia del TJUE ha puesto de manifiesto que se opone a la Directiva 93/13/CEE del Consejo, de 5 de abril de 1993 sobre cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores que una normativa de un Estado miembro no prevea en el marco del procedimiento de ejecución hipotecaria la posibilidad de formular motivos de oposición basados en el carácter abusivo de una cláusula contractual que constituye el fundamento del título ejecutivo. Con base en dicha declaración, resulta obligado reformar el procedimiento judicial hipotecario en el sentido de añadir una nueva causa de oposición al art. 695 LEC, lo que tendrá un doble efecto positivo: por un lado, evitará al ejecutado tener que iniciar un juicio declarativo para impugnar este tipo de cláusulas y, por otro, permitirá la suspensión de la ejecución hipotecaria hasta que se decida el carácter abusivo de la misma. A nadie se oculta que dicha previsión normativa puede ocasionar fraude de ley, pues la mera oposición con base en una cláusula abusiva, pudiera ser utilizada como artimaña fraudulenta para paralizar el procedimiento hipotecario y, por ende el lanzamiento, pero dichos abusos no deben preocupar el legislador, ya que para evitarlos se encuentran los Jueces que podrán apreciar la falta de fundamento de la oposición en aras de denegar la suspensión. En cuanto a las cláusulas que pueden considerarse abusivas, la sentencia recuerda que el Anexo de la Directiva 93/13/CEE sólo contiene una lista indicativa que no exhaustiva, como reconoce el art. 3.3 de la misma, por lo que para determinar si una cláusula puede ser motivo de desequilibrio entre las partes debe ponderarse si el consumidor la hubiera aceptado en el marco de una negociación individual. La modificación del art. 695 en el sentido apuntado resulta más que necesaria, pero, a nuestro juicio no resulta suficiente, pues para adecuar el procedimiento de ejecución hipotecaria al derecho de defensa serían necesarias otras reformas adicionales: En primer lugar, y en relación a la primera causa de oposición que contempla el art. 695 (extinción de la garantía o de la obligación garantizada) se deberían ampliar los medios de prueba permitidos, ya que no cobra razón de ser que mientras en un procedimiento de ejecución ordinario cualquier documento sea válido para probar el pago, en el hipotecario se exija una escritura pública, no pudiendo al deudor acreditar la extinción de la obligación por documentos privados como los recibos emitidos por el banco ejecutante. En segundo lugar, se debería incluir expresamente en el art. 695 como causa de oposición la alegación de defectos procesales, ya que no tiene sentido remitir al ejecutado a un juicio declarativo posterior para discutir dichos defectos, siendo que incluso pueden ser objeto de subsanación. Con la legislación actual, y ante la incoherencia de que la ley silencie dicho motivo de oposición, se acude al forzado argumento de considerar que el art. 698 tácitamente lo permite, habida cuenta de que dicho precepto remite a un juicio declarativo posterior para alegar la nulidad del título, pero no la nulidad de actuaciones, como en el derogado art. 132 LH. En tercer lugar, el art. 695 debería contemplar un plazo expreso para que el deudor se opusiera a la ejecución, pues el silencio legal origina opiniones encontradas lo que causa inseguridad jurídica y prácticas diversas en los Juzgados: así, por un lado, se considera que debe aplicarse, merced a la analogía, el plazo de diez días contenido en el art. 556 para la ejecución ordinaria (4), pero, por otro lado, se entiende que en la ejecución hipotecaria no existe un trámite de oposición, sino que se permite al ejecutado alegar unas causas tasadas de impugnación que no coinciden con las previstas en el art. 557 LEC, por lo que la oposición se podrá formular desde el momento en que se admite la demanda ejecutiva hasta el remate del bien (5). En cuarto lugar, también se descuida la defensa de los terceros afectados por un procedimiento hipotecario, resultando criticable que la tercería de dominio resulte prácticamente inoperante (6) y que ni siquiera se mencione la posibilidad de plantear una tercería de mejor derecho, lo que dificulta a los acreedores preferentes —como los trabajadores del ejecutado (art. 32.1 ET)— a reclamar su preferencia en el cobro frente al acreedor hipotecario (7). 2. Declaración expresa del carácter abusivo de ciertas cláusulas Son tres las cláusulas que se mencionan como abusivas en la STJUE de 14 de marzo de 2013 que exigen un pronunciamiento legal al respecto: A) Vencimiento anticipado de todo el préstamo por impago de una sola cuota de la hipoteca No resulta admisible permitir el vencimiento anticipado de todo el préstamo garantizado con la hipoteca por el impago de una única cuota sino que el incumplimiento debe tener un carácter suficientemente grave en relación a la duración y a la cuantía del préstamo. Si por el impago de una cuota se inicia un proceso judicial, ni tan siquiera tiene tiempo el deudor de expresar las razones del retraso que incluso pueden ser debidas a fuerza mayor. El Gobierno ha anunciado que en el futuro no va a permitir que las cuotas impagadas que permitan abrir un proceso judicial hipotecario sean menos de tres, pero a nuestro juicio, dicha reforma no resulta suficiente sino que sería conveniente que expresamente se previera la posibilidad de modular dicho número si se apreciaran circunstancias excepcionales como desempleo de larga duración, enfermedad o discapacidad grave de alguno de los miembros de la familia dado que estas u otras desgracias, por razones de humanidad, merecen una moratoria mayor. Los Bancos y Cajas de Ahorro han venido poniendo (o mejor dicho imponiendo) en las escrituras de hipoteca este tipo de cláusulas de carácter claramente intimidatorio y amenazante. Bien es cierto que en exculpación de su carácter abusivo alegan que suelen esperar más del impago de una cuota para iniciar la reclamación judicial, pero este argumento no convalida la nulidad de este tipo de estipulaciones que se refieren incluso al impago de una sola prima del seguro que afecte a la finca hipotecada. De todos modos, no sólo se puede hacer responsable a las entidades financieras de la existencia de dichas cláusulas sino que los Registradores también tienen su tanto de culpa, ya que, de conformidad con lo dispuesto en el art. 12 LH, y dada la trascendencia real de estas estipulaciones, en cumplimiento de su labor calificadora deberían denegar su acceso al Registro (8). Asimismo, resulta reprobable que el propio Tribunal Supremo en su sentencia de 16 de diciembre de 2009 [rec. 2114/2005, núm. 792/2009 (LA LEY 273170/2009)] concluyera que «el impago de una cuota es justa causa de vencimiento anticipado y cláusula válida» (9), ya que, al igual que ha sucedido con el Tribunal Constitucional, no se alcanza a comprender cómo dicho órgano judicial ha podido volver de esta manera la espalda al drama de los deudores hipotecarios. En nuestro ordenamiento jurídico, las cláusulas de vencimiento anticipado ya se contemplaron en la Ley Hipotecaria de 1861, de donde pasaron al art. 135 LH 1946 y, posteriormente, al art. 693 de la vigente LEC. A nuestro juicio, este último precepto se encuentra necesitado de urgentes reformas, pues no sólo se puede considerar abusivo el vencimiento anticipado de todo el préstamo por el impago de una parte nimia del mismo, sino que todavía es más sangrante que al ejecutado no se le permita liberar el bien —y por ende dejar sin efecto el vencimiento de toda la deuda— cuantas veces se inicie contra él un procedimiento de ejecución hipotecaria mediante la consignación de la cantidad exacta que por principal e intereses adeude en la fecha de presentación de la demanda, incrementada, en su caso, con los vencimientos del préstamo y los intereses de demora. Con la legislación vigente, tan sólo puede ejercitar dicha facultad una vez cada cinco años, por lo que legalmente se está autorizando el lanzamiento de deudores que se pongan al corriente de pago cuando no haya transcurrido un plazo de cinco años desde la última vez que ejercitaron este mismo derecho. Los intereses de demora y las costas del proceso ya son bastante sanción como para desincentivar a los deudores hipotecarios a incurrir en morosidad, por lo que no se entiende el ensañamiento del legislador a este respecto. Además, también sería oportuno que se previera la posibilidad de liberar el bien pagando lo adeudado, aun sin el consentimiento del acreedor, en todo tipo de inmuebles y no sólo en caso de vivienda familia, como actualmente prevé el art. 693.3 LEC. b) Intereses de demora excesivos Se debe evitar que en las escrituras de préstamos hipotecarios se fijen unos intereses de demora que no coincidan con los criterios de determinación de los intereses moratorios existentes en otros contratos que afectan a consumidores (10). En el supuesto de hecho que motivó la cuestión prejudicial ante el TJUE al deudor se le habían impuesto unos intereses del 18,75%, lo que resultaba a todas luces desproporcionado. El incremento de los intereses resulta sumamente perjudicial para el deudor, pues resultando insuficiente el inmueble hipotecado para cubrir lo adeudado, debe soportar el embargo del resto de su patrimonio para abonar lo que resta. A este respecto, el Gobierno ya ha anunciado que va a fijar un tope de intereses de demora que no podrá exceder de tres veces el interés legal del dinero. A nuestro juicio, no sólo se tendría que fijar un máximo de intereses en este tipo de contratos sino que además se debería permitir al ejecutado oponerse invocando el carácter abusivo de los intereses dentro del mismo proceso de ejecución. Resulta reprobable que con la legislación actual en un proceso de ejecución hipotecaria el ejecutado no se pueda oponer alegando el carácter usurario de los intereses al ser una materia que excede el estrecho ámbito de dicho procedimiento (11). Asimismo, tampoco en la ejecución ordinaria se permite alegar la nulidad de los intereses por considerar abusiva la cláusula que los establece dado que en ninguno de los motivos de oposición a la ejecución tiene fácil acogida dicha causa, En la praxis el ejecutado suele oponerse alegando pluspetición, pero dejando aparte alguna resolución minoritaria que ha estimado este motivo acudiendo a la facultad moderadora que el art. 1154 CC reconoce al Juez a propósito de la pena convencional (12), con carácter general se suele desestimar, habida cuenta de que los intereses se encuentran liquidados conforme a lo pactado y la pluspetición sólo se puede invocar cuando se reclama más de lo que permite el título ejecutivo (13). Asimismo, se debería reformar la legislación procesal en el sentido de permitir expresamente al Juez apreciar de oficio el carácter abusivo de los intereses por vulnerar los derechos de los consumidores y usuarios. Alguna resolución ya se ha pronunciado en este sentido, procediendo a su fiscalización de oficio en el trámite de admisión de la demanda ejecutiva (14). C) Liquidación unilateral de la cantidad adeudada aplicando cláusulas abusivas En principio se permite pactar en el título que la cantidad exigible en caso de ejecución sea la resultante de la liquidación efectuada por la entidad financiera acreedora en la forma convenida por las partes en la escritura. El problema es que esta cláusula en realidad no se pacta sino que se impone en el contrato de préstamo y aunque en sí misma no se puede considerar abusiva, sí que lo es cuando se acompaña de otro tipo de cláusulas como la llamada «cláusula suelo» que garantiza a la entidad bancaria un determinado tipo de interés para que caso de que el utilizado como referencia, generalmente el Euribor, descienda por debajo de un determinado tipo, convirtiendo de esta manera un préstamo variable en fijo. Resulta sangrante que el propio Banco de España en su «informe sobre determinadas cláusulas presentes en los préstamos hipotecarios» (15) declarara la legalidad de las cláusulas que establecen una limitación a la evolución de los tipos de interés sean de «suelo y techo» o sólo de «suelo» o de «techo» (16); afortunadamente, numerosas resoluciones de nuestros tribunales han declarado la nulidad de dichas cláusulas cuando, bajo la aparente y formal reciprocidad, se encubre una situación ventajosa únicamente para la entidad bancaria, máxime teniendo en cuenta que la misma posee mayor información acerca de cuál va a ser la evolución futura del Euribor (17). En el momento de escribir estas líneas tenemos conocimiento de que el Pleno de la Sala Primera del Tribunal Supremo acaba de estimar parcialmente un recurso de casación (485/2012), declarando nulas las denominadas 'cláusulas suelo' cuando haya falta de transparencia en los contratos de préstamo hipotecario a interés variable celebrados entre profesionales y consumidores, si bien, este pronunciamiento no comporta la devolución de las cantidades ya satisfechas. Es de esperar que el legislador, a consecuencia de los postulados de la Sentencia del TJUE, declare expresamente nulas esta y otras cláusulas y que se tengan por no puestas en todos los contratos hipotecarios ya concertados, sin obligar a los deudores a tener que invocar su nulidad en un proceso judicial. Conforme a la Directiva 93/13/CEE las cláusulas abusivas no deben vincular a los consumidores (art. 6.1), lo que obedece a que estos se hallan en inferioridad respecto del profesional tanto en lo relativo a su nivel de información como a su capacidad de negociación, situación que les lleva a firmar el contrato de adhesión que les presenta la entidad bancaria que aprovecha su posición predominante. Se consideran abusivas, conforme al art. 3 de dicha Directiva, las cláusulas contractuales que no se hayan negociado individualmente si, pese a las exigencias de la buena fe, causan en detrimento del consumidor, un desequilibrio importante entre los derechos y obligaciones de las partes, pronunciándose en similares términos el art. 82 RDLeg. 1/2007, de 16 de noviembre por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias. D) Otras cláusulas dudosas sobre las que no se ha pronunciado el TJUE A la luz de la normativa de consumidores y usuarios, parte de la doctrina (18) ha llegado a cuestionar el contenido del art. 579 LEC (que permite al acreedor hipotecario solicitar el despacho de ejecución para embargar el resto del patrimonio del deudor cuando subastados los bienes hipotecados su producto fuera insuficiente para cubrir el préstamo), habida cuenta de que el art. 85.6 RDLeg. 1/2007 de 16 de noviembre que aprueba el Texto Refundido de la Ley General de Defensa de los Consumidores y Usuarios establece que son cláusulas abusivas aquellas estipulaciones que supongan la imposición de una indemnización desproporcionadamente alta al consumidor y usuario que no cumpla sus obligaciones, lo que permite plantearse la nulidad de aquellas cláusulas que, por mor de lo dispuesto en el art. 105 LH, contemplan una asunción personal de la deuda cuando la garantía hipotecaria cubre sobradamente el préstamo solicitado. Tampoco parece muy ortodoxo que en la escritura de hipoteca se haga constar el valor del bien para que sirva de tipo en la subasta con independencia del tiempo que pueda transcurrir y de las variaciones del mercado; además, en el momento de la tasación del inmueble pueden pesar sobre el mismo cargas anteriores que minoren su valor y que cuando se vaya a subastar hayan podido extinguirse o disminuir, para lo que a nuestro juicio resultaría oportuno que en el procedimiento judicial hipotecario -al igual que en el de ejecución ordinaria- se previera la necesidad de solicitar información al ejecutado y a los acreedores que figuren con anterioridad en el Registro sobre la subsistencia y cuantía actual de dichas cargas (art. 657 LEC). También se puede cuestionar como abusiva la actuación de la entidad financiera que, declarada desierta la subasta, se adjudica el bien por un valor muy inferior al real (60% de su valor de tasación en caso de vivienda habitual o por el 50% o todo lo debido en otro caso), vendiendo posteriormente el mismo por un precio muy superior al de adjudicación e iniciando después un proceso de ejecución ordinario por el resto de lo adeudado solicitando el embargo del resto del patrimonio del deudor. A nuestro juicio, al menos debería restarse de lo reclamado la ganancia obtenida en la venta del bien. Nuestro derecho ampara dichas prácticas y el propio Tribunal Supremo (19) no ha apreciado la existencia de enriquecimiento injusto o abuso de derecho cuando la adjudicación de los bienes — aun por valor muy inferior al de mercado— se produce en el seno de un procedimiento de ejecución forzosa al amparo de una norma legal, ya que el adjudicatario deviene propietario con toda la protección que dicho derecho dominical le brinda, lo que le otorga plena libertad de disposición dado que el enriquecimiento sin causa no puede ser aplicado a supuestos previstos y regulados por las leyes (20). V. APRECIACIÓN DE OFICIO POR PARTE DEL JUEZ DEL CARÁCTER NULO DE UNA CLÁUSULA SIN NECESIDAD DE QUE EL DEUDOR SE OPONGA Se debería contemplar expresamente la posibilidad de que el Juez pudiera apreciar de oficio en el proceso de ejecución la existencia de cláusulas abusivas que afecten al título ejecutivo. Es doctrina del TJUE que el juez nacional pueda examinar de oficio el carácter abusivo de una cláusula contractual incluida en el ámbito de aplicación de la Directiva 93/13/CEE y de este modo subsanar el desequilibrio existente entre el consumidor y el profesional (21). La facultad de los órganos jurisdiccionales para examinar de oficio el carácter abusivo de una cláusula contractual constituye un medio idóneo para alcanzar el resultado señalado por el art. 6 de la citada Directiva, a saber, impedir que el consumidor individual quede vinculado por una cláusula abusiva, garantizándole una protección efectiva dado el riesgo no desdeñable de que este ignore sus derechos o encuentre dificultades para ejercitarlos atendiendo al coste económico del proceso y a la incertidumbre del resultado final. Así, y en relación al proceso monitorio, el TJUE ya puso de manifiesto que se opone a la citada Directiva que el Juez que conoce de un proceso monitorio no pueda apreciar el carácter abusivo de una cláusula sobre intereses de demora contemplada en un contrato celebrado entre un profesional y un consumidor cuando este último no haya formulado oposición (22). El TJUE también ha reconocido al órgano jurisdiccional la posibilidad de apreciar de oficio el carácter abusivo de una cláusula arbitral cuando conociera de la ejecución forzosa de un laudo dictado sin comparecencia del consumidor y que hubiera adquirido fuerza de cosa juzgada (23). VI. POSIBILIDAD DE RECUPERAR EL BIEN HIPOTECADO SI PROSPERA EL JUICIO DECLARATIVO INTERPUESTO POR EL EJECUTADO Conforme a lo previsto en el art. 698 LEC cualquier interesado —aunque no haya sido parte en el procedimiento hipotecario— puede interponer un juicio declarativo contra el ejecutante con objeto de alegar causas de oposición que no se puedan invocar en el procedimiento de ejecución hipotecaria dado su carácter sumario. En dicho juicio no existe limitación de causas de oposición, pudiéndose alegar incluso las que versen sobre la nulidad del título o sobre el vencimiento, certeza, extinción o cuantía de la deuda; el problema es que dicho proceso no suspende la ejecución hipotecaria (art. 698. 1 LEC). En el fallo de la sentencia comentada se pone de manifiesto que se opone a la Directiva 93/13/CEE que no se permita al Juez que conozca de dicho proceso declarativo adoptar una medida cautelar cuando resulte necesaria para garantizar la plena efectividad de la decisión final. La medida cautelar a la que se refiere el TJUE es la suspensión de la ejecución; no obstante, dicha medida tampoco es una panacea para el deudor, pues aunque bien es cierto que al menos evita que se subaste el inmueble hipotecado, para que dicha medida se acuerde se le va a exigir caución y, además, durante la suspensión seguirán corriendo intereses y se devengarán costas que son a su cargo. Actualmente, la medida cautelar que se suele interesar en dicho juicio declarativo es la anotación preventiva de demanda; el problema es que la misma presenta una escasa eficacia, pues conforme a lo previsto en el art. 131 LH las anotaciones preventivas de demanda de nulidad de la hipoteca posteriores a la nota marginal de expedición de certificación de cargas se cancelan al inscribir la enajenación de la finca a favor de adquirente en la subasta, por lo que únicamente si fueran anteriores subsistirán y dado que la certificación de cargas se solicita al principio del procedimiento hipotecario, es muy inusual que el juicio declarativo se inicie antes, por lo que dicha anotación preventiva de demanda tiene los días contados, cancelándose en el mismo momento en que tenga acceso al Registro la venta forzosa del inmueble, lo que impide al deudor recuperar el bien aunque prosperen sus pretensiones en el juicio declarativo interpuesto. El carácter definitivo del asiento de quien adquiere el inmueble en la enajenación forzosa se corrobora porque es objeto de inscripción, a diferencia de las sentencias que no son firmes o que, aun siéndolo, no ha transcurrido el plazo para ejercitar la acción de rescisión de sentencia dictada en rebeldía que no se inscriben en el Registro de la Propiedad sino que simplemente son objeto de un asiento provisional de anotación preventiva (art. 524.4 LEC), de lo que se deduce que el legislador presupone que la adquisición del rematante o adjudicatario resulta inatacable (24). Con la legislación vigente la única medida prevista para garantizar los intereses del deudor que haya interpuesto un juicio declarativo esgrimiendo causas de oposición que no puede alegar en el proceso de ejecución hipotecaria, es solicitar que se retenga todo o una parte de la cantidad que deba entregarse al acreedor por la enajenación del inmueble; no obstante, dicha medida se subordina a que el tribunal le pueda exigir previa y bastante garantía cuando no tuviere solvencia notoria y suficiente para responder de los intereses de demora y del resarcimiento de cualesquiera otros daños y perjuicios que puedan ocasionarse al acreedor; permitiéndose incluso al ejecutante interesar el alzamiento de dicha retención afianzando, a satisfacción del tribunal, la cantidad que estuviere mandada retener a las resultas del juicio declarativo (art. 698.2 y 3 LEC). Con base en esta pésima regulación, puede ocurrir que en el juicio declarativo posterior se reconozcan las pretensiones del demandante pero que este se deba conformar con la restitución del dinero obtenido por la venta de su inmueble sin poder recuperar este, lo que es una solución harto desafortunada y que origina indefensión, máxime teniendo en cuenta que normalmente se enajena por un previo muy inferior al de mercado o incluso se lo ha podido adjudicar el acreedor por un valor módico que en caso de subasta desierta será el 60% del valor de tasación si es la vivienda habitual del deudor o el 50% o todo lo debido en otro caso. Al menos el art. 698 debería haber previsto la obligación de devolución del bien cuando lo hubiera adquirido el acreedor limitando su poder de disposición para que no pudiera enajenarlo a un tercero hasta que se resolviera el juicio declarativo; sin embargo, el art. 698 no ha contemplado ninguna de estas medidas sino que su redacción actual desprotege escandalosamente al deudor. Es de esperar que, siguiendo las directrices de la sentencia del TJUE de 14 de marzo de 2013, se reforme el art. 698 LEC previendo expresamente la suspensión del proceso de ejecución si lo solicita el ejecutado que haya interpuesto un juicio declarativo para defender las pretensiones que no puede ejercitar en el procedimiento de ejecución hipotecaria; no obstante, se deberá subordinar dicha suspensión a la prestación de caución si el Juez lo considera conveniente para evitar que el juicio declarativo se inicie tan sólo a efectos dilatorios. NOTAS (1) Véanse los comentarios a dicha resolución de: BERNABÉU PÉREZ, I. C., «La constitucionalidad del art. 695 de la LEC y el Auto 113/2011, del Tribunal Constitucional de 1 de julio de 2011. Fundamentos», Práctica de Tribunales, núm. 86. Octubre 2011, Págs. 50 y 51. SÁNCHEZ-TEMBLEQUE PINEDA, A., «La cuestionada constitucionalidad del juicio hipotecario» Diario LA LEY, núm. 7775, Sección Jurisprudencia del Tribunal Constitucional, 13 Ene. 2012, Año XXXIII, Editorial LA LEY (LA LEY 17965/2011). (2) SSTC 41/1981, 64/1985, 8/1991, 6/1992, 217/1993, 21/1995, 69/1995. (3) Dicho auto de inadmisión tuvo un voto particular del Magistrado Don Eugeni Gay Montalvo que entendió que hubiera sido necesario admitir a trámite la cuestión y examinar si la limitación de los medios de oposición era o no compatible con los valores constitucionales dado el incremento de la complejidad de los créditos hipotecarios y el actual contexto económico social (4) Cfr. MIRABELL GUERÍN, L. M., «La ejecución sobre bienes hipotecados o pignorados en la Nueva Ley de Enjuiciamiento Civil», Diario LA LEY, 2001, Ref. D-6, T. I (LA LEY 21106/2001). CORDÓN MORENO, F., «Comentario al art. 695», Comentarios a la ley de Enjuiciamiento Civil, Ed. Thomson Reuters Aranzadi, Navarra, 2011, págs. 628, 630. (5) Cfr. BARBANCHO TOVILLAS, F. J., «Comentario al art. 695». Comentarios a la Nueva Ley de Enjuiciamiento Civil. Coordinadores FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, M. A.; RIFÁ SOLER, J. M.; VALLS GOMBAÚ, J. F., Ed. Iurgium Atelier. Madrid. 2000. Pág. 3138. (6) Dicha tercería tan sólo cabe en casos de doble inmatriculación del inmueble, error en la aplicación por el Registrador del principio de tracto sucesivo o cuando la tercería se interponga respecto de un bien mueble pretendiendo se excluya de la garantía hipotecaria. Sobre este particular: cfr. CRESPO ALLUÉ, F., «Comentario al art. 696». Comentarios a la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil». T. III. Director LORCA NAVARRETE, A. M., Coordinador GUILARTE GUTIÉRREZ, V. Ed. Lex Nova, Valladolid, 2000, pág., 696. MONTERO AROCA, J., Tratado de ejecuciones hipotecarias, Ed. Tirant lo blanch. Valencia. 2009. Págs. 1080 y 1081. BARBANCHO TOVILLAS, F. J., «Comentario al art. 696», Comentarios a la Nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, Coordinadores FERNÁNDEZBALLESTEROS, M. A.; RIFÁ SOLER, J. M.; VALLS GOMBAÚ, J. F., Ed. Iurgium Atelier. Madrid. 2000. Pág. 3141 PEDRAZ PENALVA, E y MORAL MORO, M.J. «Comentario al art. 696». Proceso Civil Práctico. IX. 4.ª ed., Ed. La Ley. Madrid. 2010. Pág. 516. CASERO LINARES, L. Los procesos civiles. Director GARBERÍ LLOBREGAT, J. Ed. Bosch, Barcelona, 2010, pág. 2945. CORDÓN MORENO, F.»Comentario al art. 696». Comentarios a la ley de Enjuiciamiento Civil. Comentarios a la ley de Enjuiciamiento Civil. Ed. Thomson Reuters Aranzadi. Navarra. 2011. Pág. 632. (7) VV.AA., Encuesta Jurídica: «En un procedimiento de ejecución hipotecaria, ¿cabe interponer una tercería de mejor derecho?», Febrero 2012. Tres encuestados (entre los cuales me encuentro) se pronuncian a favor y otros dos en contra. (8) Cfr. PARDO NOGUEROLES, C. Y PARDO NOGUEROLES, N., «Las causas de vencimiento anticipado de los préstamos hipotecarios», Diario LA LEY, núm. 7293, 27 de noviembre de 2009, Ref. D-366 (LA LEY 20198/2009). Estos autores fundamentan con sólidos argumentos la trascendencia real de las cláusulas de vencimiento anticipado a los efectos de que deban ser objeto de calificación por el Registrador. (9) Sobre un comentario crítico de esta sentencia, véase: BALLUGERA GÓMEZ, C. «Carácter abusivo del vencimiento anticipado por impago de una sola cuota del préstamo hipotecario en la STS de 16 de diciembre de 2009», Diario LA LEY, núm. 7507. 11 de noviembre de 2010, Ref. D- 244 (LA LEY 13575/2010). RODRÍGUEZ-PALMERO SEUMA, «La cláusula de vencimiento anticipado por impago de una cuota: su vinculación con la categoría del miedo o temor al incumplimiento», Diario LA LEY, núm. 7583, Sección Doctrina, 7 Mar. 2011, Año XXXII, Ref. D-100 (LA LEY 1675/2011). (10) Sobre este particular: cfr. DÍAZ MARTÍNEZ, A. «Intereses moratorios pretendidamente abusivos en contratos bancarios de préstamo. Especial referencia a la STJCE de 14 de junio de 2012», Aranzadi Civil-Mercantil num. 4/2012 Editorial Aranzadi, S.A., Pamplona, 2012. SÁNCHEZ MARTÍN, C., «Impugnación de los intereses pactados en un préstamo bancario. Concurrencia de la normativa de usura y protección al consumidor. Comentario a la STS, Sala 1.ª, de 18 de junio de 2012», Diario LA LEY, núm. 8030, Sección Tribuna, 25 Feb. 2013, Año XXXIV, Ref. D-75 (LA LEY 937/2013). (11) AAP Santa Cruz de Tenerife, Secc. 4.ª, 60/2008, de 23 de abril. Recurso 138/2008; Baleares, Secc. 5.ª, 65/2010, de 19 de marzo. Recurso 620/2009. (12) AAP de Asturias de 30 septiembre 2004. (13) AAAP Granada 4 diciembre 2009, Castellón 19 julio 2010, Murcia 8 noviembre 2011. (14) AAP Tarragona, Secc. 1.ª, de 19 de mayo de 2005, Rec. 126/2005: «...La cuestión debatida se centra en dilucidar si el Juez que despacha ejecución se halla facultado de oficio en la admisión a trámite de la ejecución a los fines de señalar que los intereses solicitados y pactados son usurarios o abusivos. (...). Llegados a este punto, atendiendo a la legislación y jurisprudencia mencionada, siguiendo el criterio señalado por esta Ilma. Audiencia Provincial en sentencias de fecha 7 mayo 2001, 28 junio 2001, en las que mantiene la aplicación de oficio de la apreciación de intereses abusivos y no habiéndose expuesto por la actora dato alguno que justifique un interés del 29% que supone cuatro veces el interés legal del año en que la póliza se suscribió y este dato, en ausencia de otros elementos que permitan sugerir lo contrario, nos lleva a entender que ese interés pactado no sólo es notoriamente superior al normal del dinero, sino que es desproporcionado con las circunstancias del caso». Por el contrario, con unos pronunciamientos totalmente contrarios: SAP de Vizcaya, Sección 3.ª, de 7 de junio de 2006. (15) BOCG, Senado, Serie I, de 7 de mayo de 2010, núm. 457, págs. 12-26. (16) A favor de dichas cláusulas, véase: GARCÍA CRESPO, J. M., «Mercado hipotecario y seguridad jurídica». Diario la Ley. Núm. 7661. 28 de junio de 2011, Ref. D-266 (LA LEY 12750/2011). (17) SAP Cáceres, Secc. 1.ª, 536/2012, de 14 de diciembre. Recurso 623/2012. En esta resolución se considera que la entidad actúa en contra de la buena fe, al establecer en la hipoteca una cláusula suelo que sabe que entrará en funcionamiento y, sin embargo, fijar una cláusula techo con un interés del 12%, porcentaje que es irreal y sin operatividad práctica En similares términos: SSAP de Barcelona, Secc. 14.ª, de 7 de abril de 2011; Burgos, de 23 de marzo de 2012; Zaragoza, Secc. 5.ª, de 8 de mayo de 2012; Cáceres, Secc. 1.ª, de 19 de junio de 2012. Sentencia del Juzgado de lo Mercantil de Sevilla núm. 2 , de 30 de septiembre de 2010. (18) Cfr. VIVES MARTÍNEZ, G., «Ejecuciones hipotecarias y dación en pago. Revisión jurisprudencial y problemas prácticos: dación en pago». Diario LA LEY, núm. 7908, Sección Doctrina, 24 de julio de 2012 (LA LEY 7901/2012). (19) SSTS de 29 de mayo de 2002, rec. 3964/1996, número de Sentencia: 510/2002 (LA LEY 101751/2002); 23 de julio de 2003, 16 de febrero de 2006, 25 Sep. 2008, rec. 1448/2002, número de Sentencia: 829/2008 (LA LEY 137731/2008). (20) SSTS de 2 de febrero de 2006; de 21 de octubre de 2005; 18 de enero de 2000, de 5 de mayo de 1997, de 4 de noviembre de 1994, de 19 de febrero de 1999. Sobre este particular: RIVES SEVA, J. M., «Subasta sin postor y adjudicación a acreedor por menor precio de tasación», Práctica de Tribunales, núm. 67, Enero 2010, págs. 45 y 46 (21) STJUE de 3 de junio de 2010, Asunto C-484/08. (22) STJUE de 14 de junio de 2012, Asunto C- 618/10 y de 21 de noviembre de 2002, Asunto C- 473/00. (23) TJCE/TJUE, Sala Primera, de 6 de octubre de 2009, Rec. C-40/08: «De ello se desprende que, en la medida en que el juez nacional que conozca de una demanda de ejecución forzosa de un laudo arbitral firme deba, con arreglo a las normas procesales internas, apreciar de oficio la contrariedad de una cláusula arbitral con las normas nacionales de orden público, está igualmente obligado a apreciar de oficio el carácter abusivo de dicha cláusula desde el punto de vista del artículo 6 de la citada Directiva, (93/13/CEE) tan pronto como disponga de los elementos de hecho y de Derecho necesarios para ello (véase, en este sentido, la sentencia Pannon GSM, antes citada, apartado 32)». Sobre este particular: cfr. RUIZ MORENO, J. M., «El control ex officio iudicis de la validez del laudo de consumo en el proceso de ejecución: una práctica errónea de las Audiencias Provinciales que ahora confirma la sentencia Asturcom Telecomunicaciones del TJUE». Diario LA LEY, núm. 7578, Sección Doctrina, 28 Feb. 2011, Año XXXII, Ref. D90, LA LEY 2628/2011. (24) Cfr. RAMÓN CHORNET, J. C., «La oposición a la ejecución hipotecaria en la nueva LEC». La ejecución, los procesos hipotecarios y aspectos registrales en la nueva ley de enjuiciamiento civil, Estudios de Derecho Judicial, Escuela Judicial,. CGPJ, 31, Madrid. 2000, págs. 488 y ss.