Transformar el futuro Metas cumplidas y desafíos renovados en el Sistema Nacional Integrado de Salud 2 3 Capítulo 5. La Junta Nacional de Salud. Una pieza clave en la construcción de la capacidad de rectoría sectorial Índice Presentación 6 Prólogo 7 Capítulo 1. El Sistema Nacional Integrado de Salud en las políticas sociales del Uruguay Introducción 12 Sección 1. Las políticas sociales a partir de 2005 12 Sección 2. El nuevo contexto institucional producto de las reformas introducidas en el Estado en su conjunto 14 Sección 3. Los contenidos de las nuevas políticas sociales. Estructura institucional y apertura programática 18 Sección 4. La salud en el nuevo cuadro de actuación 20 Sección 5. Algunos desafíos en la continuidad y desarrollo del SNIS, en el contexto del nuevo Estado de Bienestar Bibliografía 22 27 Capítulo 2. Financiamiento del Sistema Nacional Integrado de Salud 4 Introducción Sección 1. Funciones del financiamiento en salud 28 Sección 2. La estructura institucional Sección 3. Uruguay: Financiamiento en la reforma del sistema de salud 33 Sección 4. Conclusiones y desafíos 46 Bibliografía 47 28 Capítulo 3. El pago de los servicios de salud por parte del Seguro Nacional de Salud Capítulo 7. La construcción del pilar normativo del Sistema Nacional Integrado de Salud : su proceso político Introducción 100 Sección 1. Introducción 140 Sección 1. Reforma de Salud: Recuperar el Rol Rector del Estado 100 Sección 2. Miradas a los procesos de la decisión política 141 Sección 2. Propuestas programáticas 104 Sección 3. El escenario y sus protagonistas 143 Sección 3. El proceso de diseño de la nueva institucionalidad 104 Sección 4. El proceso político de la creación normativa 146 Sección 4. La nueva Junta Nacional de Salud 107 Sección 5. Consideraciones finales 163 Bibliografía 165 La reforma de la salud: una síntesis final 166 Glosario de siglas utilizadas 173 Sección 1. Introducción 48 Sección 2. Antecedentes teóricos y aplicación internacional 48 Sección 5. Fortalecer la Rectoría del Seguro Nacional de Salud 114 Sección 3. Las formas de pago del Seguro de Salud del BPS hasta 2007 56 Bibliografía 117 Sección 4. La aplicación del sistema de pago ajustado por riesgo en Uruguay 57 Sección 5. La aplicación del sistema de pago por desempeño en Uruguay 62 Bibliografía 70 Anexo al capítulo 3 71 Capítulo 6. La participación social en el Sistema Nacional Integrado de Salud: opciones y debates Sección 1. Introducción 118 Sección 2. La concepción de la salud y el rol de los ciudadanos 119 Sección 3. Tipos de participación social 120 Sección 4. Uruguay: panorama histórico de la participación social en salud 123 79 Sección 5. Creación del SNIS: nuevas oportunidades para la gestión democrática 125 Sección 3. ASSE en el Sistema Nacional Integrado de Salud 83 Sección 6. Concreción nacional de las nuevas oportunidades: la institucionalidad pendiente 130 Sección 4. Los cambios al interior de ASSE 88 Sección 7. La mirada desde los usuarios 131 Sección 5. Conclusiones 97 Sección 8. Aportes esperados de la participación 135 Bibliografía 98 Sección 9. Reflexiones finales 136 Bibliografía 138 Capítulo 4. ASSE en la Reforma de la Salud Sección 1. Punto de partida Sección 2. Marco teórico 72 36 5 Presentación Dra. María Julia Muñoz Ministra de Salud Pública Con la llegada al gobierno de la Republica Oriental del Uruguay de la Presidencia del Dr. Tabaré Vázquez, el 1° de marzo de 2005, se asume por parte de todo el gobierno el firme compromiso de realizar una reforma de la Salud, que comenzara en Uruguay el proceso de consagrar la salud como derecho humano esencial por ley. Esto significa consolidar la equidad en las prestaciones de salud y en los modelos de cuidados para todos los uruguayos y uruguayas, desterrando del país una salud para pobres y otra para los sectores de medios y altos ingresos. El comienzo de este proceso no estuvo exento de conflictividad y tensiones, que hubo que resolver de la mejor manera posible, de acuerdo a la coyuntura sociopolítica y teniendo presente el beneficio de las mayorías populares. Se partió de un Programa de Gobierno elaborado por una fuerza política que demoró 23 años en llegar a gobernar y en cuya elaboración participaron destacados especialistas en Salud Pública con experiencia internacional, médicos, trabajadores de la salud sindicalizados (tanto del sector público como del privado) y usuarios de los servicios de salud. Este punto de partida, junto al estudio y conocimiento de experiencias internacionales, permitió llegar a un modelo uruguayo que respeta las preferencias de opciones institucionales por parte de los ciudadanos, dándoles cada vez más elementos para elegir entre prestadores públicos o privados, y en particular del sector privado-social, integrado por mutualistas y cooperativas médicas. Apostando a una fuerte regulación y rectoría del MSP en los aspectos de calidad de atención, teniendo en cuenta la epidemiología del país y abriendo cada vez más espacios de participación ciudadana. La capacitación de los recursos humanos y su relación en el primer nivel de atención han sido priorizados, a los efectos de estimular el cambio del modelo de atención mediante metas asistenciales por cuyo cumplimiento se premia a las instituciones, lo que significa una motivación constante y dinámica para mejorar cada vez más los servicios de atención, promoción, prevención y rehabilitación. En un país como Uruguay, que completó la transición demográfica, incorporar la rehabilitación y los cuidados paliativos al primer nivel de atención es un importante desafío que se debe encarar en profundidad. Preparar recursos humanos para los nuevos desafíos es un imperativo para las instituciones formadoras y para las empleadoras, en diálogo constante. Realizar los análisis económicos del sistema para que sea éticamente sustentable es un deber del país, por lo cual la formación en microgestión es tan o más importante que la macrogestión, por los desafíos que los avances científicotecnológicos nos plantean. Este libro plantea un abordaje plural y desde diferentes dimensiones a un fenómeno de gran actualidad, a un proceso que no se detendrá nunca, pues es la esencia de la vida misma. Mis sinceras felicitaciones a todos los autores que realizaron el esfuerzo, desde sus diversas perspectivas, de ayudarnos a pensar con más profundidad esta temática de relevante interés. Prólogo Dr. Jorge Basso Garrido Director General de la Salud del MSP Un cambio necesario EEn este período de gobierno del Dr. Tabaré Vázquez se han procesado importantísimos avances en la reforma sanitaria. Siendo una de las reformas más importantes que se vienen procesando en el Uruguay, la creación del Sistema Nacional Integrado de Salud, financiado por un Seguro Nacional de Salud y conducido por el Ministerio de Salud Pública como autoridad sanitaria, responde a la concepción de la salud como derecho ciudadano a ser garantizado por el Estado. A tal efecto, la reforma depende de un proceso de acumulación permanente, que abarca lo político, político-sanitario, institucional, social y comunitario, gremial y comunicacional, entre otros desafíos. Ese proceso de acumulación, imprescindible para realizar una reforma con objetivos tan ambiciosos como los que se propone, implica desarrollar un conjunto de políticas explícitas, en el marco de definiciones programáticas, sumado a una estrategia que involucre a usuarios, trabajadores técnicos y no técnicos, y a las instituciones de salud pública y privada involucradas. Procesar cambios de tal magnitud, viabilizarlos, sostenerlos y profundizarlos, es una tarea colectiva, nunca exenta de contradicciones en materia de tiempos que tienen lógicas diferentes, donde lo gradual entra en conflicto con las necesidades concretas, surgidas del compromiso de resolver históricas inequidades en sectores tradicionalmente postergados de la sociedad. La salud, en tanto derecho, requiere marcos reguladores que establezcan límites desde donde acorralar la mercantilización sanitaria y sus múltiples consecuencias. Esto implica mejorar y profundizar los aspectos que garantizan la calidad, la accesibilidad y la equidad de la atención integral de toda la población, así como los controles necesarios para asegurar el cumplimiento del mismo. Las competencias del Estado, en sus distintas estructuras, definen los espacios para el desarrollo de la actividad privada, que son muchos y de singular importancia. Lo anterior resulta clave en la medida que se propone un sistema mixto, con instituciones públicas y privadas de carácter integral a las cuales se suman otros servicios parciales de atención, mayoritariamente privados y coordinados con los primeros. Se plantea que el sistema sea integrado en el sentido de coordinar y complementar, avanzando en la concreción de convenios a todos los niveles posibles, que tengan dimensión nacional y no sean solamente urbanos o regionales. El cambio del modelo de atención que se propone supone trabajar en un primer nivel de atención de base territorial, 6 promoviendo verdaderos equipos de salud resolutivos, interinstitucionales y adecuadamente referenciados con otros niveles de atención, que aseguren lo integral de las prestaciones de cara a mejorar indicadores sanitarios. Este componente de la reforma no es un tema para nada menor, teniendo en cuenta la realidad epidemiológica vinculada al peso que tienen en nuestro país las enfermedades crónicas no transmisibles. Estas, relacionadas con hábitos y formas de vida, sólo pueden intentar modificarse, a partir de actividades programadas a lo largo del tiempo y en función de equipos de salud responsables. Sólo promoviendo el cambio en el modelo de atención que se señalaba, pueden comenzar a revertirse indicadores sanitarios que han resultado de la aplicación de un modelo asistencialista, orientado casi exclusivamente a atender eventos agudos y episodios de descompensación de enfermedades crónicas. Resulta clave también, promover una gerencia eficiente de las instituciones privadas y públicas, a lo que en el lenguaje de la reforma se le ha llamado cambio en el modelo de gestión. El mismo comprende la administración de los recursos promoviendo la contraposición de intereses, contando con la participación de todos los actores (como corresponde a una administración moderna), con compromisos de gestión y evaluación de performance. A esos efectos se han promovido ámbitos nuevos de participación social, comunitaria y del conjunto de representantes de funcionarios y trabajadores de la salud, denominados Consejos Consultivos y Asesores (Decreto 133/2005). Resulta un verdadero desafío promover un fuerte impulso para mejorar la capacidad gerencial de las instituciones de salud, sobre la base de una administración moderna, ya que implica comprometerse con un conjunto de políticas entre las que señalamos la vinculada a los recursos humanos, estimulando su capacitación continua, la mejor relación con los usuarios, el compromiso en términos de calidad y buenas prácticas, que involucra también el cuidado de los recursos materiales y económicos. Es enorme el desafío institucional que supone construir un verdadero Ministerio de Salud como autoridad sanitaria, en el marco de un proceso de reforma. Se trata de definir un marco regulador en consonancia con el desarrollo armónico de las funciones esenciales del MSP y la determinación de objetivos sanitarios plasmados en metas asistenciales. Establecer políticas explícitas que sustituyan a las implícitas y definir prestaciones obligatorias para todo el SNIS, tal cual lo estable el marco legal. El tema de las metas asistenciales, que se desarrollará posteriormente, pretende motivar el esfuerzo institucional para trabajar con programas y no exclusivamente a demanda, con estímulos y desestímulos en función de los resultados. Además, es necesario construir una nueva organización, con prácticas y cultura remozadas, capaces de responder a los enormes retos de la reforma. En ese sentido, la presencia de cargos gerenciales en la DIGESE, la reestructura y nuevo organigrama de la DIGESA, apuntan a desarrollar un fuerte componente técnico, que genere credibilidad ciudadana en el desempeño ministerial de las funciones esencia7 les. Se trata de mejorar el análisis de la enorme cantidad de información que genera el ministerio, jerarquizar la gestión técnica y revisar los procesos y su estructura organizacional, obteniendo además el necesario crédito de la ciudadanía para liderar la reforma, revirtiendo históricas omisiones y debilidades. A un año y once meses de la implementación del Sistema Nacional Integrado de Salud, son múltiples los balances e informes disponibles que atestiguan los resultados obtenidos acorde a los objetivos y fines planteados . La naturaleza fundacional e incluyente del sistema amerita un esfuerzo constante de cambio, con necesidades siempre crecientes de la población. Una población que comienza a conocer sus derechos, que se reconoce como usuaria más allá de su condición de consumidora, y por tanto se organiza (aún con dificultades) y apuesta a exigir que se cumplan con los compromisos de la reforma. Como expresión de un mercado imperfecto, en la medida que aumenta la oferta de servicios, en particular los servicios públicos de salud, se verifica un incremento de la demanda de la población que resulta fundamental resolver en términos de sistema, con complementación e integración asistencial y no con profundización de la fragmentación de servicios y prestadores, donde cada uno de ellos funcione como si el resto no existiera. El modelo hegemónico del mercado de la salud, con sus reglas economicístas, presupone la competencia como única expresión de los múltiples prestadores, generando costos por despilfarros, resultado de la descoordinación de dichos efectores. Trabajar para crear un sistema genera también un escenario de convenios entre los prestadores públicos y privados, privados y privados, públicos y públicos. Los más de 90 convenios firmados en esta etapa han estado vinculados, por ejemplo, a: -- Utilización de infraestructura y recursos materiales, como compartir locales de atención ambulatoria, maternidades, equipos y tecnología. -- Coordinación de recursos humanos y especialidades, en particular en algunas zonas del país donde se constatan carencias de cobertura. -- Complementación en el desarrollo de actividades programadas, vinculadas al primer nivel de atención, en el marco de la creación de nodos territoriales. -- Articulación de actividades de capacitación, como resultado de actividades de la Escuela de Graduados de la Facultad de Medicina y de las metas asistenciales. Estos convenios de complementación en el marco de la actual etapa de la reforma sanitaria, se diferencian de los antecedentes existentes en que existe una expresa voluntad de promoverlos, a tal punto que se generan estímulos desde la autoridad sanitaria en esa dirección. Concretamente, esto supone que establecer que, como paso previo al desarrollo de nuevos emprendimientos institucionales, se encomienda a los prestadores avanzar en la integración y complementación asistencial, elemento sustantivo en el proceso de construcción del SNIS. Sin duda que el tema de los recursos humanos es el que plantea los mayores desafíos en términos de complementación y esfuerzos de integración, por ser el escenario en que ha sido histórica la competencia entre los distintos prestadores por contar con el mayor compromiso institucional de los equipos técnicos. Con ese panorama de fondo, los nuevos tiempos de la reforma suponen revisar todo aquello que facilite contar con equipos de salud suficientes en calidad y cantidad en todo el territorio nacional. y tecnología en todo el país, supuso construir un mapa de recursos en salud a partir del recorrido de todo el territorio y solicitarle a los prestadores el conjunto de recursos instalados existentes. La verificación de esa información in situ permitió identificar que tan sólo el 50% de las instalaciones habían sido inspeccionadas por los servicios de inspección del MSP. Los servicios públicos tampoco contaban con habilitación del MSP. La construcción de verdaderos compromisos para cumplir con un programa de mejoras del marco regulador existente es lo que ha permitido avanzar en los procesos de habilitación de las instalaciones existentes. • El 80% de la tecnología instalada no estaba habilitada, En la construcción del Sistema Nacional Integrado de Salud podemos señalar algunos hitos sustantivos: de lo que surge que la autoridad sanitaria desconocía su existencia. Esto hacía imposible generar una política de tecnología basada en las necesidades de la población, en la medida que no estaban debidamente evaluadas ni se conocía el parque tecnológico existente. • La modificación de buena parte del marco regulador, • En materia de recursos humanos las carencias eran La construcción del SNIS: desafíos y experiencias que en general se podía catalogar como inexistente o anticuado, con superposición de normas y reglamentaciones que hacía difícil identificar la normativa vigente. • El proceso de habilitación de estructuras asistenciales aún mayores, por lo que se debió realizar un censo a los efectos de identificar su número, su localización territorial e institucional, y calificarlos por categoría, especialización y por sus antecedentes de capacitación realizados en los últimos años, una de las variables más importantes. Información disponible en la página web del MSP (www.msp.gub.uy) y en las distintas publicaciones realizadas por el Ministerio. 1 8 9 • En ese mismo sentido puede señalarse el actual Plan Integral de Atención a la Salud (PIAS), que consiste en el listado de las prestaciones obligatorias que deben brindar los prestadores. En este momento existe un nuevo diseño de las mismas, diferenciadas por niveles de atención, con el objetivo de priorizar la capacidad de resolución del primer nivel de atención. El PIAS incluye también el Formulario Terapéutico de Medicamentos único para todo el SNIS, que superó la existencia de dos Vademécum, uno para el sector privado y otro para el público. • Se establecieron por primera vez tiempos de espera máximos que todas las instituciones deben respetar. Además, en términos de inversión pública, se ha privilegiado la mejora de la capacidad de respuesta asistencial de las policlínicas del primer nivel en zonas periféricas y alejadas. • Se ha decretado la gratuidad de exámenes preventi- vos de importancia sanitaria (en determinados tramos etarios) como son el PAP y la Mamografía, los controles del embarazo y del niño sano. Se ha establecido la accesibilidad a la medicación de las enfermedades crónicas de mayor incidencia como la diabetes y la hipertensión. Asimismo, se lograron canastas de tiques y órdenes gratuitas para los jubilados que tengan cobertura a través del FONASA. • Se avanzó en la promoción de la protocolización y la construcción de guías de atención vinculadas a las patologías con mayor prevalencia en la población, lo que significa trabajar basado en evidencia científica para la atención integral de las enfermedades crónicas no transmisibles, responsables del 60% de la carga de morbimortalidad del país y del 70% de los costos en salud. • Luego de realizada la Encuesta Nacional Step de la OMS, se llegó al diagnóstico de situación sobre los factores de riesgo en la realidad sanitaria de los adultos en Uruguay. Desde el MSP se definieron metas asistenciales a ser cumplidas por los prestadores, y sujetas a estímulos económicos según resultado: la construcción y posterior capacitación en protocolos para la atención integral de la hipertensión, diabetes, adicción al tabaco y violencia doméstica. • Se hizo hincapié en que las guías se construyeran con el consenso de los equipos asistenciales que luego deberán aplicarlas, y en que las horas de capacitación obligatorias (para recibir los estímulos económicos) estuvieran sujetas a la correcta aplicación de dichos protocolos. Posteriormente está planteada la evaluación y autoevaluación en la aplicación de los protocolos, como componente sustantivo de la evaluación de los procesos de atención. Se trata del paso previo a evaluar el impacto de estos cambios en la gestión clínica, conociendo que la evaluación de resultados es multifactorial y lleva tiempo. organización de servicios ambulatorios, vinculadas en mayor o menor medida a nuevas formas de remuneración de la práctica asistencial (por ejemplo, sistemas de capitación o pago por resultados), las mismas no han sido incorporadas a los convenios acordados en nuestro país. Se trata de aprovechar lo existente tanto a nivel nacional como internacional, para promover mejores resultados en términos sanitarios y económico financieros. • Otro de los grandes desafíos, sobre el cual hemos avanzado, son los sistemas de información, en particular los instrumentos de registro de la práctica clínica, así como la gestión asistencial y económico financiera. En este sentido hay un antes y un después de esta administración, que jerarquizó la existencia de auditorias de historias clínicas, un trabajo del MSP que fue reconocido con el Premio Salud Pública 2009, otorgado por la Academia Nacional de Medicina. • La construcción del SNIS conlleva un complejo pro- ceso de ruptura con hábitos y costumbres instituidas en el sistema heredado, tanto en lo previo como en lo posterior a la aprobación de la Ley del SNIS. Entre estos procesos renovadores vale la pena señalar la participación de usuarios y trabajadores en organismos decisorios como el Directorio de ASSE, la JUNASA o los Consejos Consultivos Asesores. Así, la conformación de movimientos de usuarios en todo el país y su representación en los organismos ya señalados, permite y fomenta el control social y democrático de la gestión. En la misma línea se ha potenciando el sistema de vigilancia sanitaria, dando respuestas rápidas a los problemas de la gente, tanto a nivel departamental como regional, en todo el territorio nacional. La interacción de las actividades de promoción de salud, trabajando desde los determinantes del proceso salud-enfermedad, se conjuga con las acciones a nivel comunitario y poblacional en el marco de los programas de inclusión comunitaria (Proyecto Uruguay Saludable). Se trata de acciones de prevención de enfermedades, cuidado de la salud, ambientes libres de humo de tabaco, promoción de una alimentación saludable y actividad física de acuerdo a la edad y posibilidades. A esto se suma el enorme esfuerzo realizado en el marco del desarrollo de los Programas Prioritarios de Salud a nivel nacional, a los que se han agregado servicios de prestación obligatoria a los usuarios como la atención de la salud bucal (con la vigorosa participación del programa de Presidencia a nivel escolar) y la atención a la salud mental, incorporando el tratamiento de adicciones. Hoy ya nadie discute que el derecho a la salud debe garantizarse desde un Estado moderno, eficiente, que no se desentiende de los problemas de salud de la población sin valorar su situación económica ni su localización territorial. Hasta el momento hemos afrontado ese desafío, apostando a la generalización de la reforma democrática del Estado, que es lo que permitirá darle continuidad a este rico proceso de la reforma sanitaria. El diseño de la reforma supone contar con el control del financiamiento como herramienta para avanzar en la construcción del SNIS. La creación de la JUNASA como administrador del Seguro Nacional de Salud y como una Unidad Ejecutora del MSP, le permite contar con dichos recursos para hacer cumplir su rol de autoridad sanitaria y promover los cambios en el modelo de atención anteriormente señalado. El financiamiento del SNIS, tema incluido en ésta publicación, da cuenta del convencimiento de que sin contar con el control de los recursos económicos es imposible resolver los temas del sector. Asimismo, y con la misma lógica, diríamos que el control del financiamiento en el sector es tan necesario como insuficiente, se requieren sin lugar a dudas políticas explícitas y mucha gestión. La reforma sanitaria ha debido acompañarse, como se mencionó anteriormente, de una reforma de la propia estructura y organización del MSP. En ese sentido, separar las funciones normativas, fiscalizadoras y de habilitación, como forma de modernizar la separación de funciones dentro de la estructura ministerial, se ha ido logrando junto al debut de los compromisos de gestión. A su vez, la democratización de la información da cuenta que la información está siempre disponible en la página web del MSP y a través de oportunos comunicados a la población. • Sin perjuicio de que existen varias experiencias en la 10 11 Capítulo 1. El Sistema Nacional Integrado de Salud en las políticas sociales del Uruguay Álvaro J. Portillo Introducción En el presente capítulo se propone analizar la reforma de la salud en el contexto de las nuevas políticas sociales que comenzaron a aplicarse a partir de marzo de 2005. ¿Las políticas en salud son algo concreto del resto de las políticas aplicadas o se trata de la expresión de un conjunto de conceptos comunes que encuentran su especificación en el ámbito de la salud? Intentando responder esta interrogante se hace un repaso del panorama encontrado a inicios de la actual administración, buscando en especial cuáles eran los criterios y los supuestos conceptuales en el abordaje de los problemas sociales. Desde este punto de partida se ubican las nuevas propuestas conceptuales y políticas, advirtiendo una comunidad de enfoques a nivel latinoamericano. Enfrentando problemas similares, los nuevos gobiernos progresistas de la región redefinieron los contenidos y la forma de las políticas sociales, en cuyo contexto se inscribe la gestión del gobierno uruguayo. Señalando sucintamente la nueva estructura institucional y la apertura programática desarrollada, se señalan un conjunto de cambios más generales que hacen a toda la gestión gubernamental y que tendrán particular influencia en la implementación de las nuevas políticas sociales. Ejes de actuación que permiten reconstruir lo que se denomina un Estado de Bienestar de nuevo tipo. Complementariamente se identifican los aspectos centrales de la reforma de la salud, en tanto expresión de esos cambios más generales, constatando el importante grado de coherencia entre lo ocurrido en el ámbito de la salud y en otros campos de actuación. Finalmente se entiende que lo que está en ciernes es un proceso altamente dinámico, que apenas se puede decir que ha dado nacimiento a otro modelo de atención en salud, pero con mucho por delante en el plano de la consolidación y el desarrollo. A efectos de ilustrar esa dinámica se señalan un conjunto de desafíos a los que el SNIS tendrá que ir enfrentándose. Desafíos que, de acuerdo a cómo se los encare, contribuirán al desarrollo de lo nuevo o podrán operar negativamente. Es decir, un análisis que sea capaz de superar la visión instantánea de lo ocurrido puede aportar más elementos. Sección 1. Las políticas sociales a partir de 2005 El gobierno que da inicio en marzo de 2005 traía como uno de sus compromisos programáticos más relevantes el de dar inicio a un tratamiento radicalmente diferente de los temas sociales con respecto a las anteriores administraciones gubernamentales. Un escenario social sumamente complicado, producto en lo inmediato de lo que aún eran las consecuencias de la crisis del año 2002, pero en lo fundamental con una serie de procesos involutivos en cuanto a desarrollo humano que era consecuencia de un modelo de abordaje de los problemas sociales originario de varias décadas atrás. Vale la pena recordar alguno de los indicadores de tan negativa situación (MIDES, 2008): desempleo en más del 13% de la población económicamente activa, y de los empleados un 47% tenía un empleo con limitaciones por precariedad, inestabilidad o carencia de cobertura social e informalidad. Una capacidad de compra de los salarios que había sufrido un caída del 22% en el período 2001-2004, pobreza que ascendía al 31% de la población, acentuándose entre los menores de 6 años a 56%. También se imponía un panorama fiscal muy complejo por endeudamiento (por un monto equivalente al 100% del PBI), una deuda que en su mayoría imponía muy fuertes condicionamientos. Y se puede agregar otros tópicos que venían arrastrándose de mucho tiempo atrás como la bajísima inversión pública y privada, y en general una dinámica de estancamiento productivo instalada. La tónica de los gobiernos anteriores había sido la de un abordaje parcial e insuficiente de las necesidades básicas de la población. Desde la perspectiva de una subsidiaridad en la la intervención estatal, complementada con abordajes localizados, todo el amplio espectro de requerimientos que usualmente se atienden desde las políticas sociales se mostraba insuficiente e ineficiente. Salud, educación, vivienda, seguridad social, infancia, obedecían a estructuras institucionales perimidas y en franca decadencia, dándose la paradoja de que en ocasiones, si bien la masa de recursos afectada no era tan baja, el mal funcionamiento impedía mayor eficacia. El conjunto de las intervenciones estatales estaban caracterizadas por la falta de planificación y coordinación, con lo que se fragmentaban las intervenciones o en ocasiones se superponían. Esto tuvo una expresión muy clara en la salud. Es importante tener presente una serie de supuestos teóricos que caracterizaron el abordaje de lo social en los períodos anteriores. Dada la preeminencia casi absoluta en la consideración del mercado como el factor ordenador del conjunto de la economía y la vida social, se asume la presencia del Estado como subsidiaria, pero a su vez en retroceso con respecto a lo que históricamente había sido en otras épocas en Uruguay. Se trataba de operar de manera enfocada a situaciones extremas pero sin desarrollar una visión universal sobre la igualdad de oportunidades. Esa era tarea del mercado, que de una forma u otra garantizaría la inserción de todos. Estos supuestos que tienen su plena formulación a partir de los años noventa (con anterioridad la perspectiva neoliberal había estado centrada esencialmente en el abordaje de la economía), tuvieron un proceso de concreción contradictorio y complejo. La “ola neoliberal” se expandía por toda América Latina pero con efectos diferentes, según las particularidades de cada sociedad . Un ejemplo extremo de aplicación de esa visión fue Chile, mientras que países como Brasil y Uruguay fueron más cautelosos en el desmantelamiento del Estado Benefactor heredado. En el caso de Uruguay no solamente sucedió por el elevado grado de desarrollo que en el pasado tuvieron las instituciones del bienestar, sino por la propia resistencia activa de los sectores populares, que mantuvieron un fuerte rechazo a la ofensiva neoliberal, sin éxito en lo político pero con importantes bloqueos . CEPAL. El contexto económico social y político de los programas de transferencias condicionadas de ingresos. Serie Políticas Sociales, Núm. 134. 1 12 13 Por ello es que en el 2004 se asiste no solamente a un complicado escenario social y económico -producto de fallas estructurales y efectos de la crisis- sino también a una institucionalidad muchas veces híbrida entre el antiguo Estado de Bienestar de origen batllista y los elementos de las políticas neo liberales. La salud, la seguridad social, la enseñanza o la vivienda son claros ejemplos de ese híbrido que desde una perspectiva institucional contribuía a agudizar el problema. En la salud, la crisis de las IAMC (Instituciones de Asistencia Médica Colectiva), producto de la ausencia total de controles y de políticas ordenadoras. En la salud pública, ofrecida directamente por el Estado, se observaba notoria insuficiencia de recursos, incremento de población a atender y falta de orientaciones. Y paralelamente, el surgimiento de opciones de medicina privada en diversas modalidades, indirectamente alentadas y que además de superponer esfuerzos estaban claramente dirigidas a una demanda solvente socialmente minoritaria. En la seguridad social, la coexistencia del régimen de solidaridad intergeneracional con el de las aseguradoras, quitándole fortaleza al primero en detrimento de lo nuevo, pero a su vez haciendo inviable la seguridad social para importantes mayorías. Este complejo panorama institucional se repite en los demás componentes de las políticas sociales, completando el cuadro de ineficiencia en la gestión de los recursos con ineficacia en el cumplimiento de los propósitos de cubrir necesidades sociales. Es en este escenario tan adverso que da comienzo una política que se asume como radicalmente diferente. Se trata de dar respuestas inmediatas, pero en simultánea comenzar a construir otro esquema de actuación basado en diferentes valores y objetivos estratégicos. Desde la perspectiva de una estrategia de cambios profundos para la sociedad uruguaya (manifiestos en ese otro proyecto de país expresado en parte en el programa de gobierno) se plantea la necesidad de echar a andar un amplio abanico de políticas en todos los ámbitos de la vida del país, que en lo inmediato alivien las consecuencias más dañinas del modelo anterior, pero en simultáneo inicien otra forma de encarar el desarrollo. Se define a las políticas sociales como un componente de suma importancia, mucho más allá de un mero correctivo a necesidades básicas insatisfechas. En este ámbito de actuación estatal se apuesta a la contribución para la construcción de prácticas sociales que supongan una mejor calidad de vida. En lo fundamental, es necesario no dejar de tener presente que lo ocurrido no es solamente un cambio de política en cuanto al bienestar social. La ola neoliberal que aplicó sus recetas en América Latina fue la expresión de la necesidad histórica de intereses en un relanzamiento del patrón de acumulación capitalista. Es decir, más allá de la ideología y el discurso de los gobernantes neoliberales, existieron un conjunto de condicionantes estructurales que empujaron a hacer lo que se hizo. Las consecuencias fueron muy negativas para las mayorías sociales latinoamericanas, pero muy exitosas para las elites criollas e internacionales que se beneficiaron con un ajuste tan profundo. Exclusión, pobreza, desempleo, desindustrialización, pérdida de calidad de vida, entre otras cosas, fueron necesarias para el beneficio de otros. Esto conduce al abordaje de otro problema, que es el de la democracia. La salida de las dictaduras en América Latina trajo consigo la instalación de procesos democráticos en los países de la región. Pero la continuidad de las estructuras generadas no solamente no se alteró sino que en los años noventa se profundizó. Esto es lo que ha puesto en entredicho el valor de una democracia que no atiende debidamente a los intereses sociales mayoritarios. Las nuevas políticas sociales que comienzan a implementarse con los gobiernos progresistas en América Latina son una primera gran respuesta a esta insatisfacción con la democracia, intentando desde la perspectiva del bienestar social comenzar a atacar el sistema de desigualdades instalado. Como se decía, el problema es más complejo que un mero esfuerzo de redistribución, ya que tiene fuertes implicancias estructurales. Es así que da comienzo a una redefinición del desarrollo nacional en su conjunto, en cuyo interior las nuevas políticas sociales se insertan como piezas de cambios más profundos. A efectos de la implementación de esta nueva perspectiva se comenzará desde el inicio mismo de la gestión con una transformación institucional acompañada de acciones y programas para atender el corto plazo y para comenzar a construir una nueva política. Sección 2. El nuevo contexto institucional producto de las reformas introducidas en el Estado en su conjunto Los cambios que se operan en las políticas sociales no son exclusivos de ese sector de actuación. Una nueva concepción de la gestión estatal va a estar operando en todo el Estado, dándole coherencia al conjunto a pesar de las particularidades sectoriales. El período se inicia con una serie de medidas puntuales pero de amplio impacto entre las que pueden mencionarse el Plan de Emergencia y el inicio mismo de los pasos para la conformación del nuevo Sistema Nacional Integrado de Salud. Las políticas sociales que se inauguran con el gobierno del FA no estaban inscriptas en un modelo de Estado alterna- Midaglia, C; Mirza, C; Portillo, A. La izquierda en el gobierno. Políticas sociales progresistas: Argentina, Brasil, Chile, Venezuela y Uruguay. Transnational Institute. Ámsterdam. Inédito. 2 14 tivo previamente definido. La tarea programática consistió en identificar los problemas y las necesidades, y en tomar compromisos con las respuestas concretas a poner en práctica. Por tanto, al comienzo de este proceso no había un modelo de referencia al que remitirse. Se comenzaron a implementar las distintas medidas y con ello un proceso de transformación institucional. Al cabo del tiempo transcurrido, es posible constatar un nuevo tipo de forma estatal que, sin generar profundas rupturas con la institucionalidad heredada, ha ido dibujando un nuevo esquema que bien puede ser considerado como un Estado de Bienestar de nuevo tipo. Este nuevo curso se fue aplicando en los diversos ámbitos estatales, con diferencias por según las particularidades sectoriales. Algunos de los principales componentes de este nuevo curso institucional pueden definirse en los siguientes ejes: Fuera del ámbito de la Administración Central el denominado sector público para-estatal, constituido fundamentalmente por la empresas públicas, también da comienzo a una coordinación periódica a efectos de complementarse operativamente tanto para el mejor cumplimiento de sus objetivos específicos, como en lo relativo a mayor eficiencia de gestión y coordinación de aspectos comunes como la política de compras, la publicidad, la relación con los gobiernos departamentales o la articulación con la sociedad. a) Coordinación interestatal. La institucionalidad heredada, además de padecer las ineficiencias anotadas, se caracterizaba por una dificultad crónica en desarrollar una actuación ensamblada entre sus diferentes componentes. Razones políticas, vinculadas con los espacios de poder asignados en los diversos gobiernos, hacían que se actuara más para la eficacia de las partes individualmente consideradas que para el éxito del todo como conjunto. Esto, por cierto, como consecuencia de la búsqueda de lucimiento personal del jerarca de turno, que no ayudaba a la adecuada articulación entre todo el aparato estatal. b) Descentralización. Otro eje estratégico impulsado en el proceso de reestructuración del Estado tuvo que ver con la descentralización. Un exceso de centralización promovido por lo que fuera el Estado de Bienestar de origen batllista, vigente durante buena parte del siglo XX, terminó convirtiéndose en anacrónico por sus ineficiencias, dispendios y distancia con los problemas concretos. También, razones ideológicas abrevaron en este sentido: el descreimiento del Estado como factor de desarrollo nacional contribuyó para no preocuparse demasiado por su rendimiento y sí por cómo disminuir su volumen de actuación y su presupuesto. Ante esta situación el nuevo gobierno inauguró una enfática preocupación por la coordinación y la complementariedad a todo nivel: la formulación de las políticas, la definición del presupuesto y la puesta en práctica de las acciones y los programas. Para ello se efectúan diversas líneas de trabajo, entre las que se destacan una muy fuerte revalorización de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, así como la formación de los gabinetes interministeriales. A través de estos últimos se busca involucrar operativamente a los distintos componentes de la Administración Central, de acuerdo a grandes áreas de funcionamiento. Gabinete Productivo, Gabinete de la Investigación y la Innovación y Gabinete Social son algunas de esas nuevas instancias que se promueven. Habiendo revalorado la función rectora del Estado, se trata de que los distintos ministerios actúen coordinadamente en función de objetivos comunes en el ámbito de sus respectivas competencias. Para ello no solamente es necesaria la coordinación al más alto nivel gubernamental, que es el Consejo de Ministros, sino también la actuación en un ámbito más especializado como son estos gabinetes por áreas de actuación. Un tercer elemento de coordinación estuvo constituido por una nueva forma de relación entre el Gobierno Central y los gobiernos departamentales. La reunión periódica del Congreso de Intendentes, la definición y gestión de los fondos comunes y la coordinación más estrecha con las instancias centrales, fueron algunas de las nuevas formas desarrolladas. En su momento esta construcción centralizada tuvo su razón de ser al servicio del proyecto nacional que se erigió a inicios del siglo XX, pero el curso del tiempo y las nuevas realidades lo transformaron en algo muy disfuncional a cualquier intento de desarrollo. La descentralización emprendida ha tenido también un doble propósito: profundizar la democracia involucrando a los gobiernos locales y a las expresiones concretas de la sociedad civil en la gestión gubernamental, y potenciar la eficiencia de gestión y eficacia social de esa gestión. Es decir, un objetivo político y doctrinario que hace a la concepción de cómo gobernar y un objetivo esencialmente práctico sobre cómo mejorar la gestión. Esta descentralización tiene su expresión esencialmente en el territorio. La búsqueda de comprender y adecuar la oferta estatal a las peculiaridades de la población en su distribución geográfica. Pero conjuntamente con la descentralización territorial señalada se apeló a la denominada descentralización funcional. Por tal se entiende la redistribución de competencias a nivel propiamente sectorial, separando los aspectos estrictamente operativos de lo referido a la conducción política, la regulación, el control y seguimiento. A estos efectos fueron creados una serie de nuevas instancias de gestión a las que en su mayoría se le dio formato de agencias o servicios descentralizados. Es el caso de la Agencia de la Innovación y la Investigación, la Agencia Nacional de la Vivienda, la Agencia para el Gobierno Digital y la Sociedad de la Información, la creación de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), la Agencia para el Desarrollo en proceso de gestación, la Corporación Vial, la Corporación Ferroviaria, el fortalecimiento de la Ad- Gordon, Sara. Desarrollo social y derechos de ciudadanía. In: Sojo, Carlos (ed.). Desarrollo Social en América Latina. FLACSO-Banco Mundial, San José de Costa Rica. 4 15 ministración Nacional de Puertos, entre otros. La concepción de un Estado gestor de un proyecto nacional de desarrollo en el cual su participación es protagónica, requería de manera ineludible nuevas instancias operativas que permitieran una acción concreta y en expansión. En todos estos casos de descentralización funcional se han manejado estatutos jurídicos diferentes: servicios públicos descentralizados, personas públicas no estatales en régimen de derecho privado, sociedades anónimas con capital estatal mayoritario, entre otras. Es decir, diferentes formas de organización adecuadas a la realidad de los contenidos concretos, mediante las cuales se pueda cumplir esa nueva actuación estatal expansiva y eficiente. c) Nueva relación público-privado en la operativa de las políticas. Un proyecto de desarrollo de país debe ser inexorablemente un esfuerzo compartido entre el aporte del Estado y el resto de la sociedad. En las concepciones anteriores se partía de un Estado que tendría que ir retirándose progresivamente hasta llegar a su mínima expresión, dado que lo central del desarrollo se asumía en la sociedad, promovido y estructurado por el mercado. Por el contrario, en la concepción inaugurada en 2005 al Estado le corresponde una responsabilidad central en la definición e implementación del proyecto de desarrollo. Esto no quiere decir que el ámbito privado no tenga ningún lugar allí, sino que, por el contrario, será un papel preciso y debidamente regulado. Es así que surgen dos grandes modalidades de relación vinculante con los privados: la que hace a la relación con las empresas y la referida al denominado privado social. En el ámbito empresarial, cuya característica central es la búsqueda de una ganancia a partir del emprendimiento asumido, la participación estatal ha tenido diversos énfasis. En primer término, con la mejora en la legislación reguladora de toda forma de contratación por parte del Estado. En segundo, por el cumplimiento preciso y riguroso de la normativa de adjudicaciones, dándole la transparencia necesaria a los procedimientos y de esa forma garantizando los derechos de cualquier empresa postulante. Asimismo se ha iniciado un proceso de incorporación de ciertas condiciones en los llamados a precios y en las licitaciones, mediante los cuales se pretende efectivizar otro tipo de objetivos. Por ejemplo, privilegiar en ocasiones a empresas nacionales, favorecer la generación de empleo preferentemente para jóvenes, desarrollar tecnología, entre otros. Este es un camino que recién comienza a transitarse y que es muy dependiente del tipo de bien o servicio a adquirir de los privados, así como de la entidad estatal que interviene. Lo central es que se asume que el Estado es un muy importantes comprador de bienes y servicios y por lo tanto esta actividad puede y debe hacerla cumpliendo otros propósitos además de la adquisición en sí. Adicionalmente, el Estado cuenta con actores del denomi16 nado sector privado social. Por tal se entiende al conjunto de emprendimientos sin fines de lucro que ofrecen bienes y servicios de forma mercantil, es decir, vendiéndolos pero con el exclusivo propósito de cubrir los costos de su producción. Hay aquí, fundamentalmente, cooperativas y asociaciones civiles que son la expresión más destacable de la denominada economía social. La nueva política iniciada en 2005 ha definido la necesidad de apoyar y promover a este importante sector de la economía, que posee en la sociedad uruguaya una larga tradición, aunque en los últimos tiempos padeció una suerte de postergación y débil reconocimiento. Usualmente se recurría a este sector para encarar tareas o funciones no asumidas por el sector privado empresarial y como mano de obra de bajo costo. La nueva orientación al respecto no solamente reconoce al privado social, sino que lo valora y promueve. Esto ha tenido expresiones en varios sectores de la economía, pero muy especialmente en los programas sociales. Este actor privado social se ha demostrado en muchos casos como una alternativa eficiente por su elevado sentido vocacional en el emprendimiento y sus costos más adecuados. Piénsese en los institutos de asistencia técnica del cooperativismo de vivienda, en las asociaciones civiles que administran los programas CAIF (que involucran a casi 50 mil niños en todo el país), en la gran cantidad de programas de apoyo a la infancia convenidos con el INAU o en las organizaciones no gubernamentales que implementan distintos programas sociales a nivel local. Conceptualmente hay aquí una defensa y búsqueda de desarrollo de una diferente concepción de la esfera pública . El aliento a actividades que -jurídicamente fuera del Estadose proyectan como una diferente forma de actuación en la que no existe la presencia directa del Estado ni la búsqueda de ganancias en el emprendimiento. Una alternativa laboral que actúa en términos de mercado pero esencialmente al servicio del éxito del emprendimiento definido. La diferencia del nuevo encare no solamente ha sido un mayor reconocimiento y apoyo. Se entiende que es muy importante acompañar ese apoyo con asistencia y controles que permitan garantizar el cumplimiento de los fines acordados. país, el papel de la Administración Central fue esencialmente el de una inercia con cambios poco sustanciales. El paso del tiempo condujo a la profundización de los problemas que esa inercia conservadora implicaba: ineficiencia, corrupción, carácter ajeno a los problemas y en definitiva un comportamiento autodestructivo que alentaba la crítica al Estado como tal (ilustrados en frases como “el problema es el Estado”). La nueva forma de gobernar ubica en primer lugar al programa de gobierno como el factor estructurante del todo. Se trata de un programa validado por la ciudadanía, que merece y debe ser aplicado lo más rigurosamente posible. Desde el punto de vista operativo estas definiciones tuvieron como consecuencia una nueva forma de gobernar. La cúspide del Poder Ejecutivo, que es la reunión del presidente con sus ministros en el Consejo de Ministros (por primera vez en varias décadas, no obstante estar indicado constitucionalmente) actúa como un colectivo. Reunión semanal y en ocasiones con mayor frecuencia, analizando la marcha cotidiana de la gestión gubernamental y definiendo las grandes líneas de actuación. Como se anotaba anteriormente, los cambios introducidos en la estructura institucional estuvieron orientados a separar relativamente la función rectora de la función operativa. Con ello se permite ejercer ambas funciones con mayor eficacia y sin interferencias. e) Participación ciudadana. Este eje estructurante de las transformaciones implementadas tiene que ver con un designio determinante: la reafirmación de la vigencia de los derechos humanos en todas sus expresiones y la profundización de la democracia. Ambos son conceptos entrañables en la identidad de la fuerza política y por lo tanto van a ser factores medulares en los cambios. Una de las expresiones más importantes son las distintas modalidades de participación ciudadana que se han comenzado a poner en práctica. En términos generales es posible advertir diversos niveles que encuentran su expresión en los ámbitos territoriales y sectoriales. Como ya puede advertirse, en esta concepción del Estado la participación es el correlato de la descentralización institucional. d) Fortalecimiento del papel rector del Estado en la formulación y seguimiento de las políticas en todas sus expresiones. Esta es una concepción que reubica el rol del Estado en la centralidad del cambio. Evidentemente implica asumir plenamente la formulación de la política en todas sus dimensiones. Para ello es determinante que los vértices del poder decisorio que en el Estado uruguayo se concentran en la Administración Central (la que se expresa por los diferentes ministerios en nombre de la Presidencia de la República) formulen elocuentemente sus políticas. A modo de ejemplo, y en un proceso muy dinámico en el que seguramente se sigan produciendo cambios y modificaciones, es posible señalar las siguientes modalidades: -- Consejos Sociales promovidos por el MIDES (Ministerio de Desarrollo Social) en el ámbito departamental. -- Consejo Superior Tripartito promovido por el MTSS (Ministerio de Trabajo y Seguridad Social) para la definición de los Consejos de Salarios. -- Comisión Bipartita para la fijación de las remuneraciones de los funcionarios públicos. -- Consejo Superior Tripartito Rural promovido por el MTSS para las condiciones de trabajo en el ámbito rural. -- Consejo Consultivo para la implementación del Siste- En el pasado la tradición era otra. En la medida que en lo general se transitaba por una continuidad de proyecto de 4 ma Nacional Integrado de Salud. -- Junta Nacional de Salud. -- Representación obligatoria de usuarios y trabajadores en las entidades públicas o privadas de salud. -- Participación con carácter obligatorio establecida por -- la Ley de Ordenamiento del Territorio y Desarrollo Sustentable, para la elaboración y aprobación de los planes. Consejos Consultivos de uruguayos residentes en el exterior, creados por la Ley de Migraciones. Asimismo, debe sumarse a este empuje de participación, la apertura de los ámbitos de decisión a los trabajadores responsables de la función en cuestión. Hay casos en que esta modalidad de participación se institucionalizó, como es la participación en el Directorio del BPS o en la Dirección de ASSE. En otros casos la participación fue producto de una decisión de las autoridades, que convocaron a los trabajadores a incorporarse a los ámbitos de dirección, como ha ocurrido en algunas empresas públicas. En este caso la participación tiene como su principal sentido el incorporar la visión de los trabajadores en la gestión cotidiana de la entidad en cuestión. Ha sido también una práctica frecuente la convocatoria a grandes instancias nacionales para el abordaje de problemas concretos. Ocurrió en el tema de defensa nacional, reforma educativa, cultura, seguridad social, entre otros. Fueron instancias de consulta para la elaboración de los planes y la definición de orientaciones de corto y mediano plazo. Los siguientes son algunos ejemplos: -- Plan Nacional de Igualdad de Derechos y Oportunida----- des. Diálogo Nacional de la Seguridad Social. Debate Educativo. Estrategia Nacional para la Infancia y la Adolescencia. Reforma de la Salud. f) Sustentabilidad. Los nuevos objetivos de gobierno implicaron una importante expansión del Estado. Indefectiblemente, esto supuso una fuerte alteración presupuestal al alza, por lo que existían (y existen) riesgos de un incremento del déficit fiscal y las posibles consecuencias inflacionarias. Para hacer posible una adecuación presupuestal sin mayores inconvenientes fue que se comprometió una política económica de rigor fiscal y marcado compromiso con la preservación de los equilibrios. A diferencia de experiencias de gobiernos pasados, no se quiso transitar por la irresponsable actitud de emisión de moneda descontrolada o la ignorancia de la marcha del déficit fiscal. Por tanto se buscó disponer de recursos genuinos que permitieran cumplir con los nuevos fines sin poner en riesgo el funcionamiento del todo. Esto trajo aparejado un gran debate político, dado que los gobiernos inmediatamente anteriores habían hecho de los equilibrios fiscales y la disciplina un factor absoluto al que todo debía supedi- Borón, A. Socialismo siglo XXI ¿Hay vida después del neo liberalismo? Editorial Monte Ávila. Caracas, Venezuela 2009. 17 tarse. El camino emprendido trató de salir de esa lógica, considerando la marcha de la macro economía con el cumplimiento de los demás compromisos programáticos. Entre otras cosas fue posible por el nuevo funcionamiento institucional que se detallaba con anterioridad y por un conjunto de nuevas acciones emprendidas que permitieron ampliar la base presupuestal: la mejora en la eficiencia recaudatoria, un manejo favorable de la deuda pública, un seguimiento preciso de la gestión, y en especial un presupuesto programado en términos quinquenales y con claras metas y objetivos . Paradójicamente éste era un mandato constitucional desde el año 1967, cuando se sancionó la actual Constitución, y hasta ahora no había logrado aplicarse cabalmente. Todo esto es la expresión de un concepto más esencial que hace a la necesaria sustentabilidad que debe tener toda gestión gubernamental. Una forma de considerarla que no solamente hace a lo financiero, pero que de ninguna manera lo deja de lado. Desde esta perspectiva todas las políticas fueron sometidas al rigor de su viabilidad económica y por tanto a su sustentabilidad. Inclusive el Plan de Emergencia (que como su nombre lo indica, obedeció a una emergencia nacional producto de la hecatombe social heredada) fue objeto de evaluación previa y posterior en cuanto a sus costos y posibilidades (MIDES, 2009). Sección 3. Los contenidos de las nuevas políticas sociales. Estructura institucional y apertura programática Las nuevas políticas sociales que se comienzan a aplicar en América Latina por parte de los denominados gobiernos de izquierda y progresistas, tienen una serie de puntos en común. Un estudio recientemente realizado detecta las siguientes características comunes de las políticas sociales progresistas: -- Nueva jerarquía de las políticas sociales. -- El mercado no resuelve per se la provisión de bienes y servicios sociales. -- El Estado interviene en una mayor proporción en la ----- provisión de bienestar. Se procura la articulación de la red de asistencia y protección con las políticas sectoriales. Se integran modalidades de promoción con asistencia social. Las políticas sociales no se subordinan a las políticas económicas. Los gobiernos asumen y se hacen cargo de la deuda social acumulada y manifestada por la pobreza y la in- digencia. -- Se invierte en capital humano. -- La descentralización y la participación cobran un nuevo signo. Se trataba de un escenario sumamente complejo en el que coexistían graves problemas sociales, con una orientación del papel del Estado y de las políticas sociales que urgía un fuerte cambio de rumbo si se quería obtener resultados con cierta celeridad. En el caso uruguayo el nuevo compromiso programático asumido en 2005 refleja estas mismas intencionalidades, que en algunos tópicos se correspondían con antiguas demandas, mientras que otros habían sido objeto de experimentación en la importante experiencia de gestión de la Intendencia Municipal de Montevideo, que gobernaba desde 1990. Los lineamientos del gobierno que da inicio en 2005 parten de la idea de que el conjunto de los ciudadanos, más allá de su condición socioeconómica, de género, de edad o étnica, deben tener igualdad de oportunidades, que permita una vida plena a través del ejercicio de sus derechos ciudadanos. A estos efectos el Plan de Emergencia primero y luego el Plan de Equidad (que manifiesta una estrategia de superación de la pobreza y la desigualdad social) estuvieron dirigidos a proporcionar respuestas a las diversas situaciones de riesgo planteadas. Los criterios estructurantes de esta planificación fueron: Cuadro 1. La nueva institucionalidad de las políticas sociales Gabinete Social • Reducción de la deserción en ciclo básico y revincula- • • • • • • • Revinculación al sistema educativo de adolescentes y • • Ministro de Economía y Finanzas Ministro de Educación y Cultura Ministro de Trabajo y Seguridad Social Ministro de Salud Pública Ministro de Turismo y Deporte Ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente Oficina de Planeamiento y Presupuesto Presidente del Congreso de Intendentes (invitado permanente) Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales • • • • • • • Director General de Políticas Sociales (MIDES) Ministerio de Educación y Cultura Ministerio de Trabajo y Seguridad Social Ministerio de Salud Pública Ministerio de Turismo y Deporte Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente Oficina de Planeamiento y Presupuesto Organismos e instituciones invitadas: • Administración Nacional de Educación Pública • Banco de Previsión Social • Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay • Instituto Nacional de Estadística -- Construir un sistema de seguridad social capaz de pro- -- -- teger a los ciudadanos y a los hogares incorporados al mercado de trabajo formal, financiado por trabajadores, empresarios y el Estado. Regular la provisión privada y pública de bienes sociales a través de las agencias estatales correspondientes, que aseguren la calidad de los servicios de forma que ello no quede librado a la manipulación de los grupos corporativos y económicos. Construir una red de asistencia social con el objetivo de amparar a los sectores sociales más vulnerables, articulada con el sistema de seguridad social y el conjunto de las políticas universales básicas (MIDES, 2009). A efectos de poner en práctica los nuevos objetivos se establecen una serie de modificaciones institucionales sin pretender modificar demasiado el organigrama heredado. Las dificultades fiscales y financieras provenientes del gobierno anterior no hacían aconsejables grandes cambios que pudieran implicar importantes costos burocráticos. Es por ello que lo estrictamente nuevo se redujo al mínimo y el mayor esfuerzo se centró en el cambio de la forma de gestión. Programas de educación dirigidos a adolescentes y jóvenes: El nuevo enfoque de las políticas sociales se va a expresar en una muy vasta apertura programática (cuadro 2) que será la expresión del nuevo énfasis político y en especial del nuevo caudal de recursos afectados al bienestar. El crecimiento del denominado Gasto Público Social se tradujo en una gama muy amplia de líneas programáticas buscando comprender a la mayoría de los principales problemas sociales existentes. Cuadro 2. Apertura programática Políticas de educación: • Programas de inclusión educativa dirigidos a primera infancia e infancia • Programas dirigidos a educación inicial • Programas de educación dirigidos a niños y niñas de edad escolar • Maestros comunitarios • Recreación y deporte • Plan Ceibal ción con la enseñanza media jóvenes que no han básica completado la educación media Programas de educación dirigidos a personas jóvenes y adultas: • Aprender siempre Políticas laborales y de seguridad social: • Política salarial y negociación colectiva • Fuero sindical • Políticas activas de empleo. Incentivos a la contrata• • • • ción. Uruguay Trabaja Cooperativas sociales Seguro de desempleo Mejor acceso a la jubilación Fomento a la formalización Políticas de vivienda: • • • • • • • • Compra de vivienda nueva Compra de vivienda usada Fondo de Garantía de Alquileres Refacción y Mejora de la Vivienda Atención Primaria Habitacional Cooperativas de vivienda Programas de MEVIR Programa de Integración de Asentamientos Irregulares (PIAI) Protección social y políticas de transferencias: • • • • • • • • • • • • • Asignaciones Familiares Política Nutricional Programas de Inclusión Social Programa Uruguay Integra Programa de Alfabetización Programa de Atención a los Sin Techo Programa de Mejoramiento del Hábitat Programa Nacional de Discapacidad Situaciones de calle Programa de prevención y atención a adicciones Trabajo infantil y adolescente Programa de medidas socio educativas de base comunitaria para la atención de jóvenes con infracciones a la ley penal Programa de Participación Infantil y Adolescente 5 Olesker, D. Crecimiento e inclusión. Logros del gobierno frenteamplista. Editorial Trilce. Montevideo, Uruguay, 2009. La izquierda en el gobierno. Políticas sociales progresistas: Argentina, Brasil, Chile, Venezuela y Uruguay. Op. cit. 6 18 19 Políticas de salud. Programas prioritarios de atención en salud: • • • • • • • • • • • Programas Nacional de Nutrición Programa Nacional de Mujer y Género Programa Nacional de Salud Bucal Programa ITS-SIDA Programa Nacional de Discapacidad Programa Nacional de Salud Mental Programa Nacional de la Niñez Programa de Control de Tabaco Programa de Atención a Usuarios Problemáticos de Drogas Programa Nacional de Adolescencia Programa Nacional del Adulto Mayor Fuente: MIDES. De la emergencia a la equidad social. Uruguay Social. Consejo Nacional de Políticas Sociales. Esta compleja apertura programática -sintéticamente reseñada- supone abordajes integrales de los distintos problemas sociales. Se busca que la división sectorial, necesaria operativamente, no constituya un impedimento en la complementariedad de los distintos actores que intervienen. Se puede destacar también el gran salto en materia presupuestal que implicaron las nuevas políticas sociales. En esta decisión presupuestal puede comprobarse la coherencia entre un programa que fija determinados compromisos sociales y su efectivo cumplimiento. En este esquema, las políticas de salud han tenido una importancia relevante por distintos motivos. En primer lugar, porque tuvo uno de los mayores flujos de recursos presupuestales asignados. En segundo lugar, porque la estrategia de reforma de la salud expresada en el SNIS es una de las iniciativas más innovadoras de toda la gestión gubernamental. Y tercero, porque existe una intensa interrelación entre todas las políticas de salud y el resto de las políticas sociales. En este último aspecto, cabe destacar la fuerte interrelación entre los programas de salud con los siguientes otros componentes de las políticas sociales: • Políticas de protección social y de transferencias • • en las que se establecen claras contraprestaciones vinculadas al nuevo modelo de salud. Políticas hacia la infancia y la adolescencia en las que el componente salud es uno de los principales. Políticas educativas a través de las cuales se educa en salud. Plan Ceibal mediante, se llega a los niños y sus familias con información y promoción en salud. Sección 4. La salud en el nuevo cuadro de actuación En el contexto de las denominadas políticas sociales progresistas que se han empezado a aplicar en América Latina, la reforma de la salud iniciada en Uruguay es una de las que más avanza de cara a una atención justa e igualitaria, para hacer efectivo el derecho a la salud de toda la población. En el cuadro 3 se puede observar de manera comparativa las distintas intervenciones en materia de salud en el continente y desde esa perspectiva evaluar la trascendencia de la uruguaya. Si bien en los diversos países de la región existían antecedentes muy disímiles, hubo en todos ellos una voluntad política de mejorar la cobertura y la calidad de la atención en salud. En el caso de Brasil, la iniciativa se remonta a la nueva constitución de 1988 y a un largo debate desatado al respecto, que va a terminar imponiendo el Sistema Único de Salud, que durante el gobierno del presidente Lula Da Silva será mejorado fundamentalmente en lo referido a la atención del primer nivel y a la expansión de la cobertura. Chile iniciará transformaciones en el gobierno del presidente Ricardo Lagos, orientadas fundamentalmente a fortalecer la atención pública. No obstante esos esfuerzos, estudios recientes señalan la permanencia de fuertes asimetrías entre la atención en el sector privado empresarial con respecto al resto del sistema. En Argentina habrá un fuerte incremento de los recursos para volver a fortalecer al sector público estatal y mejorar la gestión de las denominadas obras sociales. No obstante, aquí también las diferencias con el sector privado empresarial siguen siendo significativas. Venezuela, a través de la Misión Barrio Adentro -con importante apoyo económico y solidario de miles de médicos y paramédicos cubanos- da un paso muy importante al poder llegar a vastos sectores populares históricamente excluidos de todo tipo de atención en salud. De todas formas, pareciera que aún sigue siendo un problema la calidad de la atención y una mejor coordinación con el resto de los efectores en salud. En el cuadro 3 lo realizado en Uruguay no ofrece grandes novedades, pero tal vez en la comparación pareciera que es uno de los abordajes más coherentes en cuanto a la construcción efectiva de un sistema de salud nuevo y diferente. Lejos de tratarse de un universo cerrado, se ha buscado un adecuado ensamble con el resto de las políticas sociales y con la política en general, coherente con la decisión de avanzar en la construcción de un Estado con eficacia social y al servicio del interés general. A efectos de comprender mejor la reforma de la salud en Uruguay, puede ser útil repasar cómo se expresan los nuevos ejes de transformaciones iniciados en la reforma de la salud, que se mencionaban anteriormente: Reformas en salud Argentina Reformas parciales. Mayor rectoría del Estado. Aumento de la inversión pública. Brasil Sistema Único de Salud descentralizado. Chile Reformas estructurales reforzando el sistema público. Plan Auge. Atención asegurada a 56 enfermedades. Uruguay Sistema Nacional Integrado de Salud. Acceso universal. Efectores mixtos. una nueva estrategia en la búsqueda de efectivizar el derecho a la salud a través de una acción universal y con plena responsabilidad estatal. -- La estrategia sectorial en materia de salud está estre- chamente ligada a definiciones en materia de política económica, atendiendo a la contribución diferencial de los usuarios de acuerdo a sus ingresos y sus necesidades, en estrecha relación con los criterios de la reforma tributaria y considerando una importancia estratégica del Gasto Público Social en el conjunto del presupuesto nacional. afirma su función rectora, definiendo las políticas y desempeñando un papel activo en el control de todos los agentes involucrados en su puesta en práctica. Es decir, además del efectivo cumplimiento del rol de policía sanitaria, evalúa y controla la operativa de todos quienes tienen responsabilidades en la materia. -- Como consecuencia de la mayor responsabilidad asu- mida, se busca fortalecer la participación directa del Estado como prestador de salud, para lo cual se refuerzan significativamente los recursos de la entidad correspondiente (ASSE) pero a su vez se la modifica en su naturaleza, incrementando su descentralización funcional a efectos de diferenciar el papel de operador del sistema y el de rector del mismo. Todo esto sin perjuicio de las mayores ventajas operativas que supone la descentralización. La nueva naturaleza de ASSE la transforma en una de las principales entidades del sector para-estatal. Esto, además de redefinir su papel como prestador de servicios en el nuevo modelo, también le asigna una función relevante a nivel general. Su política de adquisición de bienes y servicios (medicamentos en especial), sus posibles definiciones de producción propia, el apoyo al desarrollo tecnológico, entre otros, convierten a ASSE en un jugador altamente influyente más allá de sus objetivos específicos de prestador de servicios de salud. -- 20 Los cambios asumidos, además de constituir una estructura institucional diferente, suponen un nuevo Al igual que en el resto de las políticas sociales la descentralización ha sido un criterio rector en la reforma de la salud. Descentralización funcional, como se señalaba en el nuevo rol de ASSE, pero también descentralización a nivel de las unidades de atención, fortaleciendo la autonomía y la capacidad operativa de los distintos centros. Pero también descentralización en el territorio, actuando coordinadamente a nivel departamental a efectos de incorporar las problemáticas locales, así como el aporte de los distintos actores en ese nivel. -- Se la concibe a la reforma de la salud en términos de -- El Estado a través del Ministerio de Salud Pública re- Venezuela Desarrollo de la Misión Barrio Adentro. Estrategia APS. Fuente: MIDES. De la emergencia a la equidad social. Uruguay Social. Consejo Nacional de Políticas Sociales. -- -- La reforma de la salud expresada en el SNIS implica Cuadro 3. Las reformas en salud de algunos de los gobiernos progresistas de América Latina Países modelo de atención que implica profundas transformaciones en la forma de operar de las instituciones mismas. Desde una nueva formación de los recursos involucrados para pasar de un modelo de atención curativo a otro prioritariamente preventivo, hasta cambios y articulaciones al interior de las instituciones comprendidas en el SNIS, como en los ámbitos en los que se forman los recursos técnicos responsables. Ello no solamente requiere otra formación técnica sino otra “actitud” frente al usuario, de cara a un enfoque particularizado de la función. -- un sistema en el que concurren actores público-estatales, privados, y privados-sociales. Estos últimos adquieren en la reforma una gran relevancia, al igual que en otras expresiones de las políticas sociales. Se trata de incorporar a actores competentes y comprometidos que aporten su trabajo remunerado pero sin fines de lucro. Esta relación, que ya existía en el pasado, se ha intentado mejorar por la vía de nuevos marcos normativos que garanticen el cumplimiento adecuado de los fines, sin por ello dejar de respetar los derechos laborales de los protagonistas. Los contratos de prestación de servicios son un muy buen ejemplo de esta nueva perspectiva que persigue ser una alternativa a la estatización o a la privatización convencional. El SNIS queda constituido así por un actor estatal, un privado-social y otro privado empresarial. Más del 95% de la cobertura va a operar con los dos primeros actores mencionados, por lo que se asiste a un sistema ampliamente mayoritario fuera de la estricta lógica mercantil. El mercado permanece como ordenador de la actividad de actores esencialmente no mercantiles. Precisamente, en la esencia de las nuevas políticas sociales, y de la reforma de la salud en particular, existe una convicción sobre las nefastas consecuencias de un bienestar social sustentando en el mercado, con actores en función del lucro. -- El SNIS no es solamente una reestructura institucional que mejora el rendimiento de los recursos afectados. Hay un cambio sustancial en el encare mismo de la salud, que se expresa en un nuevo modelo de atención. Se redefinió la noción social de salud, actuando para prevenir la enfermedad y alentando una forma de vida sana que se traduzca, en definitiva, en una calidad de vida superior para toda la sociedad. El Estado no actúa subsidiariamente cuando sobreviene el daño sino ade21 lantándose, en un esfuerzo educativo sobre cómo vivir de forma más saludable. -- -- El carácter universal en la defensa y garantía del derecho a la salud no soslaya las diferencias y desigualdades heredadas de una sociedad en la que históricamente se fueron generando inequidades. Al igual que en las otras políticas sociales, junto con las garantías para el conjunto de la sociedad, se actúa de manera enfática hacia ciertos grupos que objetivamente están en posición de mayor debilidad. Es el caso de las mujeres, la infancia y adolescencia, los adultos mayores o las personas discapacitadas, entre otros, para los que se ofrecen líneas programáticas especiales que contemplen sus particulares dificultades. El SNIS ha significado un importante aumento presupuestal en todas sus modalidades. Esto fue producto del cumplimiento de un compromiso programático, que una vez en el gobierno fue objeto de importante deliberación en el contexto del presupuesto general nacional. En todo momento se ha asumido la necesidad de definir planes y programas con sus costos operativos, y por ende con límites infranqueables. Esto permite que el sistema, al igual que las demás políticas sociales, tenga sustentabilidad y no se transforme en una fuente de sorpresas que ponga en peligro total o parcialmente su continuidad. Sección 5. Algunos desafíos en la continuidad y desarrollo del SNIS, en el contexto del nuevo Estado de Biene La reforma de la salud, con toda la complejidad que la caracteriza, es ante todo un proceso. Se han echado apenas las bases de un nuevo modelo que necesariamente irá evolucionando. Es posible conjeturar que, más allá del signo político de los futuros gobiernos, difícilmente algunos de los cambios introducidos puedan sufrir variantes. De todas formas no queda la menor duda que la evolución de esta reforma tiene múltiples caminos posibles. En el presente surgen algunos aspectos, muy vinculados al resto de las políticas sociales, que aparecen como desafíos o encrucijadas para un futuro próximo. Tal vez sea útil enumerar alguno de ellos, tanto para reflexionar sobre los futuros posibles como para comprender mejor el camino recorrido. Hacia una política de población El nuevo gobierno del Frente Amplio en Uruguay ha venido desarrollando un conjunto de acciones e intervenciones con muy fuertes implicancias en el modelo de población. El gran problema es que no ha existido ni un debate ni definiciones globales acerca de una política de población para la sociedad uruguaya. No existió en el programa de gobierno y no llegó a discutirse -y menos definirse- desde la propia gestión de gobierno. No obstante es interesante advertir una serie de intervenciones que claramente tienen impacto y consecuencias en la política de población. Piénsese en las políticas de combate a la mortalidad infantil, la mejora en la atención en salud para toda la población, el incremento de las asignaciones familiares en tanto transferencias monetarias directas que apoyan a las familias con hijos, la ayuda alimenticia a los hogares de menores ingresos con hijos a su cargo, la habilitación de los estudios de fertilidad en el paquete de prestaciones en salud, la política de vinculación con los uruguayos emigrados y el aliento al retorno de estos y sus hijos, las nuevas normas migratorias, las normas de adopción que habilitan a parejas del mismo sexo, entre otras. Queda pendiente un conjunto de definiciones que encuadren estas políticas. Así como en el siglo XIX y comienzos del siglo XX el país definió una política de población con un modelo de familia articulado en el Código Civil (conjuntamente con otra serie de normas que en su momento eran de vanguardia como el reconocimiento de los derechos de la mujer, la Ley de divorcio, el Código del Niño, etc.) hoy la sociedad uruguaya necesita debatir para acordar un determinado patrón de reproducción biológica y social. ¿El Uruguay es un país pequeño que necesita más población? ¿Hay que interrumpir el envejecimiento poblacional con políticas activas de crecimiento demográfico? ¿Hay que incentivar el retorno de los que se fueron y eventualmente alentar la llegada de extranjeros? Éstas y otras preguntas hacen al futuro inmediato del país. Es de capital importancia asumirlas para actuar en consecuencia, de lo contrario la política de población será la sumatoria de un conjunto de medidas desarticuladas que no siempre serán coherentes entre sí. Las políticas sociales son uno de los componentes cruciales de esta perspectiva estratégica. La relación público-privado Las políticas sociales en general y la reforma de la salud en particular, establecen un conjunto de estrategias cuya puesta en práctica es responsabilidad compartida de distintos tipos de actores: público-estatal, privado, y privadosocial. Como ya fue señalado, cada una de estas instancias está enmarcada en un determinado régimen, en el que el Estado deberá controlar su cumplimiento. En el caso de la reforma de la salud es de destacar la importancia del sector privado-social, que se nutre de las instituciones de asistencia cooperativas o con la modalidad de sociedad mutual. Ello es producto de la importante relevancia histórica de estos actores en la evolución del sector de la salud uruguayo, que la reforma va a respetar incorporándolo al nuevo SNIS. De esta forma queda conformado un sistema en el que la gestión sin fines de lucro (Estado y privado-social) tiene la mayor significación. Esta circunstancia plantea a futuro un escenario relativamente nuevo en el que existirá un mercado regulador en el que se desempeñan mayoritariamente actores no lucrativos. A esto debe agregarse algo que hasta el momento ha tenido poco desarrollo: la regulación de la política de adquisición de bienes y servicios por parte del conjunto del SNIS, a partir de objetivos cuyo criterio rector no será solamente la rentabilidad financiera expresada en el precio más conveniente. Una política de adquisiciones que considere la naturaleza de las empresas proveedoras, cómo generan empleo en su desempeño, el grado de I+D que despliegan, y otros Fernández Galeano, M. y Olesker, D. Rectoría del Estado y justicia social. In: Gozos y sombras del gobierno progresista. Aportes al balance. Editorial Dedos. Montevideo Uruguay, 2009. 7 22 23 criterios que persigan objetivos de desarrollo más allá de la inmediata conveniencia dada por el precio y la calidad. Se ha dicho que en este tipo de escenarios se está ante la importante expansión de una esfera pública que es más que el Estado, cuyo funcionamiento e impactos habrá que ir evaluando. Una incorporación a la economía de mercado con fuertes y diferentes matices en los procesos de generación de valor. Articulación del nuevo modelo de salud con el resto de los programas sociales La coordinación institucional y la concepción integral de las políticas ponen en la agenda de prioridades el tema de la coordinación entre los diferentes actores institucionales. En el caso de la salud, esta coordinación es particularmente necesaria y determinante para el éxito en el logro de los objetivos. El modelo de salud requiere una fuerte presencia en el sistema educativo. Hay que apostar a la formación de las nuevas generaciones para la transferencia de conocimientos e información, así como para la promoción de nuevos y mejores hábitos de vida. La nueva conectividad que está interiorizando la sociedad uruguaya a través del Plan Ceibal y luego con el Plan Cardales, habilita una impresionante capacidad comunicativa, excepcional inclusive en comparación con otras sociedades. Conectividad que no solamente hace posible la recepción de mensajes sino que también habilita nuevos y novedosos mecanismos de intervención, librando la capacidad creativa y de uso de la gente, conforme se siga avanzando en la apropiación social de las telecomunicaciones. Varios programas sociales, en especial los que implican transferencias (de dinero y alimentos) están condicionados al cumplimiento de objetivos de otra naturaleza en el campo de la educación y la prevención en salud. Es el caso de las denominadas Asignaciones Familiares -otorgadas por el Banco de Previsión Social- dirigidas a los hijos o menores a cargo de los trabajadores con un tope de ingresos. Los niños son los beneficiarios de estas asignaciones con la condición de que reciban educación primaria estatal o privada hasta los 14 años. Los adolescentes también son beneficiarios, con una cuota superior, también condicionada a que cursen estudios secundarios hasta cumplir los 18 años. Asimismo, tienen derecho a la asignación de por vida quienes padecen de alguna discapacidad o se encuentren en algunas otras situaciones de particular vulnerabilidad. Esto plantea el reto a las autoridades del SNIS de saber conjugar un adecuado control del cumplimiento de estos condicionamientos (en lo que refiere a la salud), para lo cual habrá que saber conjugar las acciones coercitivas (interrupción de los beneficios) con las acciones de tipo persuasivo, que sepan llegar a quienes las incumplen para conocer sus razones y convencerlos da asumir las 24 acciones establecidas (vacunación, controles médicos, cumplimiento de obligaciones educativas, etc.). impidan la decadencia del sistema en su conjunto por el afloje de los controles. Para que esto ocurra la descentralización y la participación son componentes claves, y ambas se verán ampliamente beneficiadas con las nuevas tecnologías de comunicación. Hay que advertir que la reforma de la salud en el contexto de las nuevas políticas sociales es portadora de una propuesta cultural diferente. Pero esto no se expande y consolida en la sociedad por un mero acto de voluntad, requiere de un persistente esfuerzo de convencimiento que permita ir ganando al conjunto de la población. Por eso se requiere una estrategia de comunicación mucho más potente que lo realizado en los inicios de esta reforma. Es importante tener presente que las instituciones de salud de corte mutual o cooperativas que fueron desarrollándose a lo largo del siglo XX tuvieron un comienzo muy positivo en cuanto al tipo de servicio ofrecido y a la mística solidaria, característica de estas instituciones. Pero el contexto de crisis general del país y la total ausencia de controles fueron creando un panorama que las terminó desvirtuando. El contexto mercantil comenzó a horadar el espíritu originario instalando múltiples desviaciones e inclusive corruptelas. Elevados salarios votados por los encargados de las decisiones, políticas de compras sin transparencia y sirviendo intereses personales, e irresponsabilidad con los usuarios, fueron algunos de los males que desfiguraron a estas instituciones. Algo similar ocurrió en la Argentina con las obras sociales surgidas en el ámbito de los sindicatos de trabajadores. La gente debe de estar enterada de las alternativas y además debe comprenderlas y asumirlas. Tomemos como ejemplo la reciente decisión de incorporar los estudios de fertilidad al paquete de oferta en salud por parte de los prestadores de servicios. Además de ser un hecho absolutamente excepcional en términos internacionales, requiere que el común de la gente conozca de qué se trata y pueda usarlo para la resolución del dramático problema de la infertilidad en las parejas. Lo mismo podría señalarse sobre la alimentación sana, sobre las distintas alternativas para combatir la vida sedentaria, la lucha contra la cultura de la ingesta descontrolada de medicamentos instalada en nuestra sociedad, entre tantas otras situaciones a abordar. Por tanto una estrategia de comunicación es fundamental e inevitable para el debido cumplimiento de la estrategia comprometida. Es un importante esfuerzo que en buena medida implica educación para la salud, para con ello comenzar a alterar las determinantes de la división social del trabajo, en lo referido a quienes manejan el conocimiento y quienes solamente deben obedecer sus indicaciones. La función de inspección y regulación del MSP y el resto del Estado Al interior de la institución se plantea el reto de completar un cuerpo de inspección que sea capaz de cumplir con sus funciones. Hay que asumir que con anterioridad a este gobierno la función de inspección estaba totalmente degradada. En el presente no solamente se trata de recuperarla sino también de adecuarla a todas las nuevas atribuciones que implica la reforma de la salud. Esta función hace a la clásica policía sanitaria, que corresponde actualizar y desarrollar, pero también tiene mucho que ver con el seguimiento y control de los diversos prestadores de servicios tanto públicos como privados. Las normas definidas son precisas y marcan con claridad las características que los distintos servicios habrán de cumplir. El sistema de premios y castigos establecido es un dispositivo adecuado para el seguimiento. Pero ello requiere de una constancia y rectitud de procedimientos que Por eso es que el seguimiento intenso de la gestión de estas instituciones es clave para evitar volver a la degradación del sistema, lo que pareciera que ocurre indefectiblemente si no se controla. Este es un problema que no solamente atañe a la reforma de la salud, ya que los mismos controles deben estar (mejorados y desarrollados) en la custodia del medio ambiente, en la inspección laboral que permita que la nueva legislación que ampara el derecho de los más débiles se cumpla, en el seguimiento de las propuestas educativas para asegurar la necesaria mejora que requieren, y del mismo modo en otros variados ámbitos de la vida nacional. Sobre la capacidad de consolidar los cambios La reforma de la salud en Uruguay ha sido uno de los aspectos más transformadores de la realidad. Aunque se trataba de una vieja aspiración de diversos actores sociales y políticos, su implementación tuvo que enfrentar diversos obstáculos. El sector salud en este país tuvo un importante desarrollo que se expresó en instituciones, prácticas y en especial en un conjunto de intereses conformados a partir de esa historia. Por tanto, no era posible concebir la profunda reestructura iniciada sin oposiciones ni bloqueos. A estos efectos vale la pena tener presente algunos conceptos determinantes en la gestión de las políticas sociales. La capacidad estatal de llevar adelante los cambios que se definan, particularmente cuando estos son de envergadura, requiere sumar dos tipos de capacidades: la administrativa y la política . El Estado es mucho más que un aparato burocrático, se trata de una compleja entidad que refracta las correlaciones de fuerzas sociales y políticas existentes en toda la sociedad, con lo que se quiere destacar los conflictos y las contradicciones a las que permanentemente han de someterse los procesos de gestión. Se ha dicho que “la implementación constituye la esencia de la política pública, en tanto la misma es la que efectivamente determina el sentido de la intervención estatal, ya que del modo en que ésta se implemente dependerá su impacto en la sociedad”. Teniendo presente la gran importancia del curso concreto de la gestión, la capacidad administrativa remite fundamentalmente a la formación técnico-profesional requerida. Está prácticamente fuera de discusión que en la actual sociedad buena parte de las tareas que desarrolla el Estado en el campo de las políticas sociales requiere funcionarios poseedores de las destrezas y conocimientos disciplinares correspondientes. Durante la hegemonía del pensamiento neoliberal, se creyó que este requisito era el único y determinante, a tal grado que se redefinieron las jefaturas en términos de gerencias para, entre otras cosas, referirlas a operadores con calificaciones específicas como requisito único. La historia reciente demuestra la insuficiencia de este requisito. La capacidad administrativa necesariamente debe de estar acompañada de capacidad política, que se entiende como “la capacidad de los gobernantes para problematizar las demandas de los grupos mayoritarios de la población, tomando decisiones que representen los intereses e ideologías de los mismos”10. La fase transitada hasta el presente implica haber logrado darle nacimiento a lo nuevo, pero aún estamos lejos de considerarlo claramente consolidado. Un largo proceso ha dado inicio y será en los próximos años cuando se podrá ir apreciando el grado de consolidación obtenido. Por ello es que la forma y el contenido del proceso de cambio a encarar en el futuro es determinante para prefigurar el logro de los objetivos. Repetto, F. La implementación de las políticas sociales: una mirada a su dimensión política. Revista Medio Ambiente y Urbanización. Núm. 70. Abril de 2009. Argentina. 9 Martínez Nogueira, R. Las administraciones públicas paralelas y la construcción de capacidades institucionales: la gestión por proyectos y las unidades ejecutoras. In: Reforma y Democracia, Núm. 24. Caracas, Venezuela. 10 La implementación de las políticas sociales: una mirada a su dimensión política. Op. cit. 8 25 La capacidad administrativa (con todo lo valiosa y necesaria que es), sin la mirada política, ineludiblemente deriva en una gestión socialmente híbrida en la que, en términos weberianos, se termina instalando en la gestión el ritualismo burocrático y con ello la distancia y el desinterés por el sentido mismo de las políticas y los programas. Dicho de otra forma, es crucial tener permanentemente presente cómo se hacen las cosas y para qué. De lo contrario se corre el riesgo de que sofisticadas formulaciones que expresan el cambio deseado queden progresivamente en letra muerta, siendo sustituidos por una práctica híbrida seguramente más parecida el pasado que al futuro deseado. Todo ello adquiere particular impacto en el ámbito de las políticas sociales. En él la indiferencia y la indolencia burocrática generan efectos negativos inmediatos, contribuyendo al desarme de las estrategias de cambio. Es importante tener presente ejemplos nacionales y de la región de caminos ensayados y sus resultados obtenidos. A nivel nacional, cabe destacar la experiencia del MIDES. Frente a un ambicioso compromiso programático en el campo del bienestar social -expresado en lo inmediato en la puesta en práctica de un Plan de Emergencia Social y luego el Plan de Equidad- se crea un nuevo ministerio que se nutre de funcionarios contratados al efecto, pero también, y en lo fundamental, por funcionarios públicos de otras dependencias que voluntariamente asumen la decisión de incorporarse al nuevo ministerio. El resultado, expresado en varias evaluaciones realizadas, fue una elevada efectividad en el cumplimiento de los objetivos establecidos. Se aventaron todos los pronósticos negativos y se puso en práctica un nuevo sistema de políticas sociales que ya goza de una relativa consolidación. Buena parte del secreto de este éxito radica en la modalidad de implementación, ya que todo indica que se logró un adecuado balance entre capacidad administrativa y capacidad política. Otro ejemplo que puede resultar útil a colación es la experiencia de las misiones en el Gobierno Bolivariano de Venezuela . En este caso, un programa de cambios muy ambicioso encontró bloqueos y limitaciones en una estructura burocrática heredada. La respuesta fue construir en paralelo a la estructuras estatal existente, con funcionarios enteramente reclutados al efecto, entre los que se cuentan los miles de médicos y paramédicos cubanos incorporados a la tarea. Los resultados de esta modalidad de gestión expresados en indicadores cuantitativos son altamente positivos. En un plazo de muy pocos años la sociedad venezolana comenzó a superar importantes atrasos que padecía en casi todos los campos del bienestar social. Surge entonces la pregunta: ¿Es replicable el camino de las misiones venezolanas? Más allá de las muy variadas diferencias entre los procesos políticos y sociales, en buena medida los logros de las misiones encuentran su explicación en la abundante disponibilidad de recursos gracias a la renta petrolera, que permitió edificar una estructura estatal al costado de la existente. Definitivamente, esto no solamente no se puede extrapolar cuando los recursos son mucho más limitados, sino que además surgen las interrogantes de la evolución de esa dualidad de estructuras estatales en el mediano plazo. Todo lo expresado reafirma las complejidades de una gestión que debe estar permanentemente sometida al cernidor del análisis político, en la plena conciencia que la herramienta con la que se cuenta está imbuida de hábitos y costumbres muchos de ellos diametralmente opuestos a los asumidos en el presente. Hay una tarea de deconstrucción de lo viejo que debe hacerse sin detener la marcha cotidiana e incorporando todas las innovaciones que plantea lo nuevo . La denominada capacidad política que se definía con anterioridad, implica una gran capacidad de negociación con los operadores de la reforma y los beneficiarios de la misma. Una negociación que permanentemente debe hacerse en el contexto de las coordenadas previstas en la estrategia de reforma de la salud. Una de las mayores dificultades registradas para avanzar ha sido la defensa de intereses particulares, que de manera pertinaz en ocasiones han intentado bloquear la continuidad de los avances. En definitiva, la continuidad y el éxito del cambio estarán directamente asociados a la capacidad de involucrarse y a la aceptación de las mayorías sociales, que son las directamente beneficiarias de estos cambios y por tanto las que deben terminar por apropiárselos. Bibliografía Banco Mundial. Las políticas de transferencias de ingreso en Uruguay: cerrando la brecha de cobertura para aumentar el bienestar. Informe del Banco Mundial. Unidad de Gestión de Países para Argentina, Chile y Uruguay. Departamento de Desarrollo Humano. Oficinia Regional para América Latina y el Caribe. Borón, A. Socialismo siglo XXI ¿Hay vida después del neo liberalismo? Editorial Monte Ávila. Caracas, Venezuela, 2009. CEPAL. El contexto económico social y político de los programas de transferencias condicionadas de ingresos. Serie Políticas Sociales, Núm. 134. Cunill Grau, N. El mercado en el Estado. Revista Nueva Sociedad, Núm. 221. Mayo-Junio de 2009. Fernández Galeano, M. y Olesker, D. Rectoría del Estado y justicia social. In: Gozos y sombras del gobierno progresista. Aportes al balance. Editorial Dedos. Montevideo Uruguay, 2009. Gordon, Sara. Desarrollo social y derechos de ciudadanía. In: Sojo, Carlos (Ed.). Desarrollo Social en América Latina. FLACSO-Banco Mundial, San José de Costa Rica. Martínez Nogueira, R. Las administraciones públicas paralelas y la construcción de capacidades institucionales: la gestión por proyectos y las unidades ejecutoras. In: Reforma y Democracia. Núm. 24. Caracas, Venezuela. Midaglia, C; Mirza, C; Portillo, A. La izquierda en el gobierno. Políticas Sociales Progresistas: Argentina, Brasil, Chile, Venezuela y Uruguay. Transnational Institute. Ámsterdam. Inédito. MIDES. De la emergencia a la equidad. Cuatro años de políticas sociales. Consejo Nacional de Políticas Sociales. Edición preliminar. Olesker, D. Crecimiento e inclusión. Logros del gobierno frenteamplista. Editorial Trilce. Montevideo, Uruguay, 2009. Portillo, A. Otro Estado es posible. Algunos aspectos de la nueva realidad. Editorial Icaria. Barcelona, España, 2002. Presidencia de la República, Oficina de Planeamiento y Presupuesto y Ministerio de Desarrollo Social. Reporte social 2009. Principales características del Uruguay Social. Montevideo, Uruguay, 2009. La izquierda en el gobierno. Políticas sociales progresistas: Argentina, Brasil, Chile, Venezuela y Uruguay. Op. cit. Portillo, A. Otro Estado es posible. Algunos aspectos de la nueva realidad. Editorial Icaria. Barcelona, España, 2002. 11 Repetto, F. La implementación de las políticas sociales: una mirada a su dimensión política. Revista Medio Ambiente y Urbanización. Núm. 70. Abril de 2009. Argentina. 12 26 27 Capítulo 2. Financiamiento del Sistema Nacional Integrado de Salud Marcelo Bérgolo Daniel Olesker Ida Oreggioni Gabriela Pradere Introducción La principal función de un sistema sanitario es la provisión de servicios de salud a la población. No obstante, el financiamiento del sistema resulta de vital importancia para que la provisión se realice adecuadamente, y especialmente para que todas las personas tengan acceso a estos servicios independientemente de los medios económicos de que dispongan. En este sentido, el objetivo del financiamiento en un sistema de salud es obtener fondos y administrarlos eficazmente con el propósito de que la población reciba de forma apropiada atención sanitaria pública y/o privada sin que su condición económica sea una restricción para ello o que su bienestar se reduzca como consecuencia del pago de estos servicios. El financiamiento de salud involucra básicamente tres funciones: recaudación de ingresos, unificación de los recursos y compra de servicios de salud (WHO, 2000). La interacción entre estas funciones debe ser tal que permita un vínculo adecuado entre proveedores y usuarios, protegiendo financieramente a estos últimos y estableciendo incentivos que motiven a los primeros a mejorar su capacidad de respuesta y, en general, el estado de salud de la población. La forma en que se organiza el sistema de financiamiento juega un rol relevante y, como lo veremos más adelante, estas funciones parten de diferentes arreglos institucionales y formas de organización. También se debe considerar que su desempeño tiene implicancias sobre distintas dimensiones de la equidad y la eficiencia, tanto en el financiamiento como en el sistema en su conjunto. Este capítulo se organiza en dos secciones. En la sección 28 1 se analizan, en primer lugar, las formas alternativas de recaudación. Luego las alternativas de unificación de recursos y los aspectos más relevantes de la función de compra. Finalmente se consideran los arreglos institucionales organizativos alternativos para el financiamiento. El modelo de financiamiento adoptado por la reforma de salud uruguaya se analiza en la sección 2. Sección 1. Funciones del financiamiento en salud 1.1 Recaudación La recaudación es el proceso a través del cual el sistema de salud recibe dinero de distintos agentes (familias, organizaciones, empresas y donantes) que participan o no en la economía, para financiarse. Los sistemas presentan distintos esquemas para recaudar ingresos, entre los cuales encontramos (WHO 2000): • Impuestos generales • Contribuciones obligatorias a seguros de salud de ca• • • rácter social (a través de la seguridad social) Contribuciones voluntarias a seguros de salud privados Pagos de bolsillo del usuario Donaciones El origen de la recaudación suele clasificarse por la literatura en fuentes de financiamiento de carácter público o privado. La delimitación de estos conceptos no es clara, aunque en general se entiende por financiamiento público aquel que proviene de tributos, como impuestos generales, tasas y contribuciones, y en algunos casos como el uruguayo también de precios que surgen en las empresas públicas. En tanto, por defecto, todo aquello que no es considerado como fuente pública puede ser asignado a la categoría de financiamiento privado (MSP, 2006). Desde la literatura no se desprende que la discusión relevante sea una posible “dicotomía” entre el financiamiento público-privado, ya que en general se ha centrado en dar respuesta a cuáles son los mecanismos más adecuados para financiar un sistema de salud. Un primer criterio utilizado para el abordaje de este tema es el de la capacidad y eficacia en la recaudación. Esto es, considerar la capacidad institucional y organizativa del país para recaudar, así como su estructura económica, resultan ser claves en la elección. En este sentido, países de nivel de desarrollo económico medio y alto con organismos de recaudación sólidos, tienen mejores posibilidades de financiarse por medio de fuentes públicas, especialmente a través de tributos directos (impuestos directos o contribuciones a la seguridad social). En tanto, países de menor desarrollo económico, en los que el sector informal representa una parte importante de la economía y la capacidad institucional no es sólida, ven limitadas las posibilidades de recaudación por medio de tributos (especialmente directos), siendo relevante la fuente de financiamiento privado (Tanzi y Zee, 2000. Gottret y Schieber, 2006. Musgrove, 1996). Un segundo criterio muchas veces seguido es enmarcar este análisis en la dimensión de la justicia del financiamiento. Si el objetivo es proteger a los usuarios contra el riesgo financiero en el que incurren, el problema central es buscar las alternativas que permitan el nivel más alto de separación entre contribución y utilización de servicios de salud. La principal herramienta para lograr esto es incrementar la participación en la recaudación del mecanismo de pago anticipado en relación al pago de bolsillo. La diferencia más importante entre ambas formas de pago es que, al contrario del primero, el de bolsillo implica pagar el costo de los servicios en el momento de buscar el tratamiento, lo cual evidentemente limita el acceso de aquellos con menos dinero para afrontarlo. Ahora bien, el nivel de pago anticipado, y por lo tanto la capacidad de separar contribución y utilización, está estrechamente ligado al mecanismo de recaudación de ingresos que principalmente es utilizado para financiar el sistema. Considerando este criterio el esquema de financiamiento a través de impuestos generales (tributos o contribuciones a la seguridad social) resulta ser la mejor estrategia para lograr la máxima separación entre contribución y utilización. Sin embargo, aunque sea recomendable el máximo nivel de pago anticipado, la literatura señala -retomando el criterio de capacidad y eficacia- que la tributación general como fuente principal de financiamiento del sistema exige una importante capacidad recaudadora, así como instituciones sólidas para llevarlo a cabo. Por lo cual, en escenarios de menor desarrollo económico se recomienda esquemas de financiamiento que privilegien el pago anticipado y que al 29 Si bien existe un relativo consenso en la importancia que debe tener en los esquemas de financiamiento el pago anticipado en relación al de bolsillo, un punto controversial suele ser la contribución de los co-pagos. Este mecanismo tiene por objetivo racionar la utilización de una determinada intervención, especialmente cuando su bajo costo no justifica el gasto administrativo del pago anticipado. Muchas veces la utilización de este instrumento se fundamenta en la hipótesis de que servicios o bienes gratuitos (como los medicamentos) se traducen mecánicamente en una sobreutilización injustificada por parte de los usuarios. Este argumento, implica asumir un conjunto de supuestos sobre las preferencias de los consumidores y condiciones de la demanda (como su elasticidad), que no parecen ser los que caractericen un mercado tan particular como el de la salud. También se desconoce la existencia de costos asociados a los servicios para el usuario, especialmente para los pobres, como los derivados del transporte o pérdidas de horas de trabajo (Gottret y Schieber, 2006). Considerando estos aspectos la WHO (2000) plantea que los co-pagos deberían de utilizarse para controlar la sobreutilización de un bien o servicio de salud concreto, cuando esta sea evidente (previo análisis de la demanda) y no se debería recurrir a este instrumento como un mecanismo de financiamiento. promedio de atención y edad. Claramente, tanto a la derecha del punto A como a la izquierda del punto B, existe una brecha (negativa) entre las necesidades de atención (y por lo tanto costos asociados) y las capacidades de financiarlas. Esta brecha implica que individuos u hogares enfrentados ante estas situaciones necesitan ser subsidiados para poder acceder a la atención sanitaria sin incurrir en gastos excesivos. Es evidente que muchos hogares con recursos suficientes nunca se encontrarán en una posición que implique la necesidad de subsidio, así como habrá otros cuyos perfiles de ingresos nunca les permitirán financiar adecuadamente el acceso a servicios de salud y necesitarán ser subsidiados por la sociedad a lo largo de sus vidas (Gottret y Schieber, 2006). cost of health service package for the average person Figura 2- Unificación para distribuir el riesgo y subsidio cruzado para lograr mayor equidad (la flecha indica la corriente de los fondos) A 1.2. Unificación de recursos 30 En la figura 2 se intenta mostrar la dinámica entre distribución de riesgos y mayores niveles de justicia en el financiamiento. subsidy required B La función de unificación de recursos (o de aseguramiento, como también se la conoce), refiere a la acumulación y administración de los recursos en un fondo común, a partir del cual el riesgo de tener que pagar una intervención sanitaria la comparten todos los miembros del fondo y no cada contribuyente de manera individual (WHO, 2000). El objetivo de este mecanismo es entonces compartir el riesgo financiero de eventos sanitarios inciertos entre los participantes de un mismo fondo. En ese sentido, si bien como se señaló antes la idea de prepago y por ende de separación entre contribución y utilización son elementos centrales en el esquema de financiamiento, por sí solos no aseguran un financiamiento justo si se hace de forma individual. Esto es así dado que no hay nada que asegure que la capacidad de destinar recursos al sistema por parte de un individuo sea la misma a lo largo de toda su vida y converja con sus necesidades de utilización, por lo que podría verse limitada en algún momento su posibilidad de accesos a los servicios de salud. A efectos de ejemplificar esta situación, en la figura 1 se presenta la relación entre el costo promedio de financiamiento de una canasta de servicios de salud y la capacidad de pago de un individuo a lo largo de su vida. La línea continua representa la relación entre la capacidad de pago de servicios por parte de un individuo y su edad, mientras que la línea punteada lo hace entre costos de la necesidades de utilización y por lo tanto del riesgo financiero en el que incurren. Ahora, si bien la posibilidad de subsidios entre bajo y alto riesgo es una propiedad deseable de este tipo de mecanismos, también lo es que estos no sean regresivos. Esto implica que los esquemas de protección financiera deben asegurar que no se darán mecanismos de subsidio de aquellos individuos con bajo riesgo y bajos ingresos hacia aquellos con alto riesgo y altos ingresos. En este sentido, los sistemas de salud no sólo deben administrar riesgos (subsidiar riesgos) sino también asegurar un financiamiento equitativo de los servicios de salud a través de subsidios de individuos de altos ingresos hacia aquellos de bajos ingresos (subsidio de ingresos). Por ello un esquema como el que venimos desarrollando, en el que las definiciones implican prepago de los servicios, separación entre contribución y uso de los servicios y unificación de los recursos en un fondo común, debe acompañarse también del hecho de que dicha contribución sea proporcional a los ingresos de las familias que son las usuarias del sistema de salud. Figura 1 - Costo de los servicios de salud, capacidad de pago y necesidad de subsidios durante la vida de un individuo típico income mismo tiempo sean fáciles de recaudar, como contribuciones a través de la seguridad social o el aumento de la proporción de financiamiento público, enfocados especialmente en los pobres (WHO, 2006). capacity to contribute for average person Contribución Mancomunación (a igualdad de ingresos) ya que la variación de los costos individuales pueden ser tales que hagan que un fondo demasiado pequeño no pueda afrontar un evento catastrófico, mientras que aquellos más grandes podrán amortiguar las variaciones en los gastos sanitarios de sus miembros, reduciendo así el costo esperado de cada intervención y liberando mayores recursos. En este sentido, la presencia de un sistema de financiamiento fragmentado, en el que la función de unificación está dividida en varios fondos comunes, puede traer consecuencias en la sustentabilidad y adecuación en la prestación de servicios del sistema, especialmente si los fondos son pequeños. El problema en estos casos es la baja capacidad administrativa y de reservas financieras para alcanzar una adecuada viabilidad financiera de las organizaciones (Gottret y Schieber, 2006). Esto último nos lleva a otro plano de la discusión que refiere a la necesidad de generar o no las condiciones para la competencia de fondos comunes. Aquellos que defienden esta posición plantean que la competencia mejora la capacidad de respuesta de las organizaciones, incentiva la búsqueda de mejores condiciones para los participantes, así como la reducción de costos. Por otro lado, están quienes fundamentan que la competencia entre fondos comunes profundiza los problemas de información de los mercados de salud: específicamente, aquellos asociados a los problemas de selectividad de los agentes, ya que por un lado los fondos intentarán escoger a los usuarios de riesgo más bajo (selección de riesgo), que realizarán Transferencia neta Utilización Bajo Riesgo Source: ILO/STEO 2002. Fuente: Gottret y Schieber, 2006. En este sentido, personas con alto riesgo de tener que solicitar atención, como enfermos, recién nacidos o ancianos, no podrán acceder a servicios de salud si no tienen los suficientes ingresos, mientras que los individuos de bajo riesgo, como los jóvenes y sanos, podrán realizar pagos anticipados por largo tiempo sin necesidad de utilizarlos. Este ejemplo nos permite observar que por sí solo el pago anticipado, sí se realiza de forma individual, no nos cubre del riesgo financiero a lo largo de la vida y por tanto vamos a necesitar un mecanismo que permita subsidiarnos en momentos donde no podamos afrontar el costo de demandar servicios. Es más, estos mecanismos deberían permitir subsidios cruzados, desde los individuos con menor riesgo hacia aquellos donde la probabilidad esperada de un evento que requiera atención es más importante, ya que beneficia a estos últimos y no perjudica a los primeros. Por lo tanto, la unificación permite nivelar la capacidad de aporte de los individuos, al hacerlas independientes age Alto Subsidio (a igualdad de riesgo) Bajo Ingreso Alto Fuente: WHO, 2000. Otras dimensiones discutidas sobre la unificación de recursos en la literatura refieren a su grado de fragmentación y al tamaño de los fondos comunes. En general, se ha señalado que fondos comunes grandes son mejores ya que permiten asignar una mayor parte de los recursos exclusivamente a los servicios de salud. También el aprovechamiento de las economías de escala en la administración de riesgos permite reducir el costo esperado de la atención. Esto es así, contribuciones pero utilizarán muy poco los servicios, y por otro, los consumidores de más alto riesgo buscarán cobertura más activamente en relación al resto (selección adversa). Los problemas de selección en un sistema de salud pueden traer importantes perjuicios para los usuarios, ya que aquellos de mayor riesgo esperado pueden encontrar problemas para asegurarse (“descreme”), mientras que si las organizaciones realizan una desequilibrada selección de riesgo tendrán problemas de sustentabilidad financiera 31 (Arrow, 1963). Con respecto a este tema, literatura especializada (WHO, 2000) ha señalado que si existen incentivos y arreglos institucionales adecuados, los fondos únicos nacionales son más eficientes que la competencia entre fondos para organizar la unificación, especialmente porque evitan los efectos negativos de la fragmentación. En síntesis, la unificación reduce la incertidumbre tanto de los usuarios del sistema como de los proveedores de servicios de salud. Esto es así dado que aumenta la probabilidad de que los primeros tengan la capacidad de pagar la atención demandada y al mismo tiempo estabiliza la corriente de recursos financieros que recibe el proveedor. En cuanto al tamaño del fondo común, cuanto mayor sea este, más importante será la posibilidad de administrar riesgo debido a que aumenta la exactitud en la predicción del costo total y medio esperado. Fondos comunes grandes y contribuciones de acuerdo a la capacidad de pago facilitan el subsidio cruzado (alto riesgo-bajo riesgo, y bajo ingresoalto ingreso), e incrementan la protección financiera de sus participantes. hace uso de diferentes mecanismos reguladores, contractuales, financieros y de monitoreo, para asegurar que los prestadores que actuarán como agentes ofrezcan a la población usuaria servicios oportunos y de calidad adecuada a un precio acordado. En una tercera relación de agencia el comprador actúa como agente del estado o gobierno, que como principal procura el logro de los objetivos prioritarios del sistema de salud desde su función de rectoría (OBS Europeo 2005). El comprador en su rol estratégico puede compensar las asimetrías de información de la población pero también se presentan asimetrías de información entre el comprador y los proveedores Figura 3 - Visión esquemática del proceso de compra Establecimiento de necesidades 1.3. La función de compra En su informe del año 2000 la OMS plantea que “la compra desempeña una función fundamental para alcanzar la coherencia de los objetivos externos para los proveedores mediante los mecanismos de contratación, elaboración del presupuesto y pago”. La función de compra suele asociarse a la asignación de recursos, entendiéndose como el mecanismo mediante el cual aquellos que disponen de recursos financieros los destinan o asignan a aquellos que producen servicios de salud. Sin embargo una definición más amplia como la utilizada por la OMS considera a la compra como fundamental para mejorar el desempeño de los sistemas, y en este sentido la compra estratégica consiste en una búsqueda constante de la forma de lograr el máximo rendimiento del sistema de salud decidiendo qué comprar, a quién y cómo. El modelo de compra debe entonces evolucionar desde un rol de comprador pasivo (que se produce de acuerdo a un presupuesto predeterminado o se reembolsa retrospectivamente) hacia la compra estratégica. Desde la perspectiva teórica de principal-agente, el modelo tradicional de provisión de servicios de salud confiaba en la relación agente-principal entre los usuarios y los prestadores, ignorando la asimetría de información existente entre ambos y confiando en que los proveedores responderían a las demandas de salud de la población. En este contexto el rol pasivo del comprador se refleja en una simple intermediación financiera. La mayor justificación de la compra estratégica es entonces la falla existente en esta relación de agencia. En el marco de una relación de triple agencia, los organismos compradores actúan como agente de los consumidores para obtener las prestaciones de salud que éstos necesitan. A su vez, el comprador actuando como principal Monitoreo de resultados Especificación de prestaciones Compra de cuidados / servicios de salud Fuente: Adaptado de McKee y Brand. La definición sobre cuáles son las intervenciones a comprar se encuentran básicamente en dos planos distintos. El primero está vinculado a las metas y lineamientos de política sanitaria que generalmente vienen dados por el organismo rector del sistema y que establecen cuáles son las intervenciones mínimas a las cuales el usuario debe acceder (que por lo tanto son un dato para el comprador). El organismo rector del sistema, Ministerio de Salud Pública, tiene la responsabilidad de conocer las necesidades de salud de la población y, en particular, identificar tanto aquellas que difícilmente sean demandadas por la población como aquellas necesidades cuya atención no es la adecuada. El segundo plano compete al comprador y está asociado a su capacidad de negociar la calidad, cantidad y costos de las prestaciones a suministrar a los usuarios. La decisión de compra debe basarse entonces en la elección de aquellas intervenciones de salud o prestaciones que mejor aporten al logro de los objetivos del sistema. El conjunto de prestaciones que se comprarán a los proveedores debe ser lo más amplio posible dadas las restricciones de financiamiento, contemplando criterios de equidad y de eficiencia. También deben establecerse claramente los mecanismos de monitoreo que permitirán asegurar que los beneficiarios recibirán las prestaciones de salud en forma oportuna y con la calidad adecuada. Luego de establecido el conjunto de prestaciones a comprar se debe definir cuál será el grado de desagregación en la que se hará efectiva la compra de esta unidad (plan de prestaciones), y por lo tanto cuáles serán los proveedores que se contratará. El nivel de desagregación de la compra puede abarcar desde la compra de intervenciones individuales (incluso únicamente los insumos necesarios para la atención) hasta toda la atención sanitaria para individuos o grupos de población. En general, existe un acuerdo en que la compra de unidades demasiado pequeñas tiene una serie de inconvenientes, especialmente relacionadas con la capacidad de controlar la eficacia en la prestación de servicios, así como dificulta la posibilidad de negociación de mecanismos de pago basados en la participación del riesgo y contención de costos (WHO, 2000). Las responsabilidades en la producción de los servicios de salud pueden recaer en el sector público o en el sector privado con o sin fines de lucro. Es necesario entonces identificar las ventajas comparativas de cada uno de estos sectores. El diseño de los contratos de compra deberá tener en cuenta estas características de forma de superar las limitaciones de cada tipo de proveedor. Los proveedores contratados deberán ser capaces de brindar las prestaciones especificadas y en las condiciones establecidas en los contratos. Finalmente, se debe señalar la importancia de la negociación de contratos entre organizaciones compradoras y proveedores en relación a los servicios que se van a prestar. Entre las características que deben tener estos contratos es que deben ser lo mas explícitos posibles en cuanto a los servicios a proveer. Deben contar con cláusulas de desempeño y de evaluación del mismo, así como premios y castigos ante logros y desvíos de las metas fijadas. En este sentido, el contrato debe ser una herramienta más a ser utilizada para generar los incentivos adecuados hacia los proveedores, en cuanto a la gestión de recursos y provisión de servicios. En la negociación, sin duda, el tamaño de la organización compradora juega un papel importante, ya que cuanto más grande sea se encontrará en posición de acordar mejores términos. Esto es de especial importancia, dado que en los mercados de salud es frecuente la necesidad de negociar con agentes que tienen poder de mercado. También la capacidad organizativa e institucional del sistema es relevante en la negociación de contratos debido a la posibilidad de que estos contengan componentes relacionados con los lineamientos de política sanitaria llevados adelante por el organismo rector del sistema de salud. luación. El organismo comprador y los proveedores deben acordar las prestaciones que se brindarán a cambio de un pago predeterminado compartiendo el riesgo entre ambas partes. En qué medida cada una de las partes asume el riesgo, eso dependerá del mecanismo de pago acordado1. Numerosas experiencias demuestran que los mecanismos de contratación pueden contribuir a mejorar el desempeño de los prestadores. Varios países pertenecientes a la OCDE, como Holanda, Alemania, Austria e Israel, han introducido formas selectivas de compra de acuerdo a criterios de desempeño. Los acuerdos de compra pueden lograr ganancias de eficiencia tanto técnica como de asignación, con lo cual ayudan a un mejor uso de los recursos del sistema. El diseño de los contratos debe considerar los incentivos adecuados para lograr cuatro objetivos: “Prevenir problemas de salud de los miembros de la organización mancomunada, prestar servicios y resolver problemas de salud de esos miembros, responder a las expectativas genuinas de los usuarios y contener los costos” (WHO, 2000). Sección 2. La estructura institucional Los sistemas de salud en el mundo han ensayado diversos arreglos institucionales y organizativos para alcanzar una adecuada distribución del riesgo y la justicia en el financiamiento. Es evidente que los elementos que hemos venido desarrollando como objetivos del sistema de salud se hacen incompatibles con la estructuración en base a Seguros Privados Voluntarios (SPV). Los Seguros Privados proveen servicios de salud con las siguientes características: • Son provistos por organizaciones privadas con fines de lucro. • Su financiamiento está asociado al riesgo del individuo. • Muchas veces no tienen una integración vertical de las • distintas funciones sino que sólo cumplen la función de administradora de riesgos (aseguradora) y contrata a distintas organizaciones (públicas o privadas) para que provean los servicios de salud a sus afiliados. Se da el carácter voluntario del financiamiento a cambio de una canasta de servicios que en algunos casos puede ser igual para todos y en otros depende del nivel de aporte y riesgo del individuo. Dentro de las condiciones que se establecen en los contratos se incluye la forma de pago y los mecanismos de eva- Un análisis más detallado de este aspecto se desarrollará en el capítulo destinado a los mecanismos de pago del Seguro Nacional de Salud. 1 32 33 Estos sistemas son incompatibles con los objetivos definidos anteriormente porque presentan: 2.1. Servicio Nacional de Salud Las principales debilidades de este esquema son: A. Barreras financieras al acceso de los servicios. En muchos casos no existe separación entre contribución y utilización, por lo cual aquellos individuos cuya capacidad de pago es más importante son quienes logran acceder a estos servicios de salud, mientras que quienes menos ingresos tienen acceden a servicios parciales o directamente no pueden asegurarse bajo estos esquemas. Los sistemas del tipo Servicios Nacional de Salud (SNS) que han comenzado a desarrollarse en Gran Bretaña (modelo Beveridge) constituyen los mecanismos de financiamiento más extendidos en el mundo, especialmente en aquellos países que tienen mayor capacidad institucional para recaudar impuestos y proveer eficientemente servicios. Los SNS, en cuanto a la función de financiamiento, constituyen un fondo administrador de riesgos para toda la población financiado por el presupuesto del Estado. Las principales características de este tipo de sistemas son: A. Inestabilidad de los recursos. Debido a que la corriente de recursos proviene de las Rentas Generales, el monto disponible para financiar el sistema está relacionado al ciclo del producto, así como a las decisiones de política en cuanto a la distribución del presupuesto. La capacidad de asignar una cantidad de recursos adecuados al sistema de salud también se ve disminuida en países de menor desarrollo, donde la base imponible es más reducida. B. “Gorduras” de la competencia. Varios estudios han señalado que de una mayor competencia entre proveedores no necesariamente resultan menores costos, especialmente si los sistemas están muy fragmentados. Incluso en algunos países desarrollados (EEUU, por ejemplo) el gasto total en salud se ha incrementado bajo estos esquemas y no se han verificado importantes innovaciones o mejoras en la calidad derivadas de la competencia (OCDE, 2004). C. Descreme del sistema. Uno de los principales problemas de los modelos de seguros voluntarios son los riesgos relacionados con la selección adversa que muchas veces conducen a situaciones de “descreme” del sistema. El problema de selección adversa surge como una situación de asimetría de información, que tiene como principal consecuencia que aquellos individuos con mayores riesgos sean quienes son asegurados (o tengan incentivos a asegurarse), generando potenciales problemas de sustentabilidad a las instituciones (mala selección de riesgos y descalce). El principal peligro de esta conducta en sistemas de Seguros Privados Voluntarios es que genera un incentivo a que gran parte de los consumidores (los mas riesgosos) queden fuera del sistema de cobertura. Esto ocurre debido que los SPV intentarán evitar aquellos individuos mas riesgosos (mala selección) y asegurar únicamente a quienes representen menores riesgos. Por ello se requiere un sistema de financiamiento basado en los principios desarrollados anteriormente, que se estructuran en dos alternativas posibles que desarrollaremos a continuación. • Carácter universal • Provisión de servicios de forma gratuita • Financiamiento a través de impuestos generales Los impactos de estos esquemas en términos de justicia, simplicidad y sustentabilidad dependen en gran medida de las fuentes de recaudación utilizadas por los gobiernos para financiar el sistema. Un país con una estructura tributaria en la cual los impuestos a las rentas tienen poca incidencia y los impuestos al consumo son mayoritarios (como en general ocurre en los países de menor desarrollo) no aseguran a través del financiamiento por impuestos un grado relevante de justicia social en el servicio de salud. Al mismo tiempo (y por esa misma razón de dificultades de financiamiento) en muchos países este esquema de manejo de riesgos convive con otro tipo de arreglos. Es frecuente que en países de desarrollo medio y bajo los Ministerios de Salud actúen como SNS para cubrir a segmentos de la población específicos como las franjas más pobres. Las principales fortalezas de este esquema son: A. Cobertura universal de la población. La naturaleza no contributiva de este esquema facilita la inclusión de toda la población, incluso aquella vinculada a los sectores menos estructurados de la economía. El carácter comprensivo de su cobertura no genera incentivos a la selección de riesgos o selección adversa, y hace de este sistema quizás el más justo en términos de acceso. La inclusión de toda la población en un fondo común único permite una mejor administración de riesgos y aprovechamiento de las economías de escala. También provee mayor viabilidad financiera en comparación con sistemas fragmentados. A. Amplitud en las fuentes de financiamiento. Debido a que los recursos del sistema provienen de Rentas Generales, las fuentes de financiamiento pueden ser múltiples, haciendo potencialmente posible que toda la población contribuya. Su impacto en términos de justicia, como ya fue señalado, depende del sistema impositivo vigente en el país. En este sentido, si la estructura tributaria es progresiva el esquema de financiamiento es fuertemente equitativo, al no estar asociado al riesgo (sanitario). Ahora, si el sistema tributario está basado principalmente en impuestos regresivos, aunque se conserva la equidad en la distribución de riesgos, se pierde esta característica en cuanto al financiamiento. 34 A. Potencial ineficiencia en la provisión de servicios. Muchas veces se suele alegar que la rigidez en la estructura de este tipo de sistemas impide la capacidad de ajuste de las organizaciones proveedoras. También se ha fundamentado que los problemas de ineficiencia derivan de la falta de competencia que genere incentivos para una adecuada gestión de los recursos. En algunos países como Holanda o Gran Bretaña se han introducido reformas en este sentido, buscando descentralizar y generar espacios donde se permita la competencia entre agentes privados (ver Enthoven, 1988). A. Acceso desigual a los servicios. Si bien estos esquemas aseguran igualdad en el acceso a los servicios de salud, varios estudios han mostrado resultados donde se observa una mayor utilización de los estratos más altos en relación a los más bajos. Se han ensayado varias explicaciones al respecto: mayor costo de transacción (cercanía a los centros de atención) y de oportunidad (pérdidas de horas de trabajo) de los estratos más bajos, mayores recursos públicos destinados a centros donde se concentra geográficamente la población más rica, mayor (y mejor) infraestructura y recursos concentrados en áreas urbanas en relación a las rurales. 2.2. Seguros Sociales de Salud Los esquemas de financiamiento basados en el Seguro Social de Salud (SSS) se han establecido en varios países, comenzando por Alemania (modelo Bismarck, en el siglo XIX) y extendiéndose a varios países en desarrollo, especialmente en América Latina. • Los SSS suelen tener cierto grado de autonomía del gobierno, ya que si bien este define sus principales características (condiciones de afiliación, contribuciones, paquete de prestaciones), su administración muchas veces es compartida con otros actores del sistema. En los esquemas de SSS el principio de solidaridad resulta un valor que en la práctica implica un importante nivel de subsidios cruzados en términos de riesgos e ingresos en el sistema. En las últimas décadas se han observado algunas tendencias en los esquemas de SSS: • Por un lado, la evolución hacia una menor cantidad de fondos participando en el sistema, buscando principalmente una mejora en la administración de riesgos y el aprovechamiento de las economías de escala. • Por otro, la extensión en el criterio de participación de los fondos hacia otros grupos de población, como los jubilados y la familia del trabajador. Las principales fortalezas de los SSS son: A. Mecanismo de recaudación. La sencillez y efectividad del sistema de aportes y recaudación del SSS lo constituye en una alternativa deseable para incrementar el flujo de recursos destinado al sistema de salud y la posibilidad de extender el sistema hacia otros grupos de población, vinculados al contribuyente y su familia. También se suele destacar como un aspecto positivo el vínculo directo entre aporte y beneficio, que le da a quien aporta al fondo una perspectiva más clara de hacia dónde va dirigida su contribución. terminado grupo de la población. A. Menor dependencia en la negociación del financiamiento. A diferencia de los SNS, cuyos recursos provienen de Rentas Generales, aquí la necesidad de negociación con el gobierno por recursos se ve disminuida. Sin embargo, como ya lo mencionamos, muchas veces existe una brecha importante entre la capacidad de aporte de los contribuyentes y la necesidad de financiamiento, por lo cual es necesario recurrir a subsidios por parte del Estado. de la participación de grupos específicos de trabajadores o del conjunto de trabajadores asociados al sector formal de la economía. Estos, junto a los empleadores, realizan una contribución obligatoria (en relación a la nómina) independien- A. Justicia en el financiamiento. Los esquemas de SSS suelen tener un importante componente de redistribución. Esto es así dado que el mecanismo de recaudación (no asociado al riesgo) y de unificación, permiten subsidios cruzados entre individuos u No existe consenso en la literatura acerca de una definición “pura” de lo que se debe entender por esquemas del tipo SSS . Sin embargo, desde un enfoque más pragmático podemos señalar algunas de sus principales características: • La participación en el fondo es obligatoria para un de• En general estos esquemas se han construido a partir • • temente del riesgo, lo que les da derecho a los trabajadores a recibir como contrapartida un conjunto de prestaciones de salud. Como en general este mecanismo de financiamiento es insuficiente, el Estado debe realizar contribuciones de su presupuesto general para equilibrar el fondo. La provisión de las prestaciones en algunos casos es realizada directamente por el SSS, mientras que en otros éste contrata a proveedores públicos o privados y los usuarios eligen en cuál de ellos atenderse. 35 hogares de bajos y altos ingresos, entre aquellos de bajo y alto riesgo, desde los más jóvenes a los más viejos. A efectos de analizar la justicia, y como este sistema se complementa con recursos fiscales, la estructura tributaria debe considerarse en el análisis lo progresivo del sistema. A. Confianza de usuarios y proveedores. En los países con tradición de SSS donde la cobertura y prestaciones de salud han sido importantes, se observa un alto grado de confianza de parte de los usuarios y proveedores. Los primeros comparten los valores de solidaridad en que se sustenta esta organización, mientras que a los proveedores de servicios de salud les trasmite un horizonte de relativa estabilidad, en particular en términos financieros. Las principales debilidades de los SSS son: A. Limitaciones en la universalización de la cobertura. Debido a que la mayoría de los sistemas de SSS están basados en el vínculo con el mercado de trabajo y en particular con el sector formal, esto representa una potencial limitación para cumplir con el objetivo de universalización de la cobertura. El problema es más relevante en países donde el sector informal y la población excluida del mercado de trabajo representan una parte importante de la economía. Si extender la cobertura es un objetivo político se deben buscar arreglos institucionales lo suficientemente flexibles como para que esta población pueda integrarse al sistema. A. Inestabilidad de los recursos. El flujo de recursos de un sistema basado en las contribuciones de los trabajadores es claramente determinado por los niveles de empleo y salario, asociados a su vez al ciclo económico. Las bajas del mercado laboral formal implican menor gasto pero también menor protección en salud para la población. El problema es aún mayor cuando la familia del contribuyente también es amparada por el seguro. A su vez, el nivel de ingresos de los contribuyentes determina el nivel de recaudación por concepto de contribuciones a la seguridad social, lo que puede condicionar el nivel de prestaciones que es posible financiar o las necesidades de financiamiento a través de impuestos generales. B. Efectos negativos del mecanismo de aporte sobre la economía. Desde la literatura muchas veces se suele señalar (aunque no hay evidencias muy claras sobre el punto) que la contribución que hace el empleador a la seguridad social incrementa de forma desmedida los costos laborales. En la medida en que éste no pueda trasladar el incremento de costos a precios o salarios, potencialmente puede traducirse en un problema de competitividad. En ese sentido, se plantea que este mecanismo genera incentivos a la informalidad o incluso puede producir desempleo. Sección 3. Uruguay: Financiamiento en la reforma del sistema de salud La reforma del sistema de salud iniciada en Uruguay en el año 2005 tuvo como uno de sus principales objetivos cambiar el modelo de financiamiento de la atención en salud. Las tres funciones del financiamiento mencionadas al inicio del capítulo fueron entonces afectadas en forma muy importante por la reforma. 3.1. La situación previa a la reforma Según las estimaciones de las Cuentas Nacionales de Salud (CNS), para el año 2004 la mitad del financiamiento era de origen público (impuestos, contribuciones a la seguridad social y precios de las empresas públicas) mientras que el financiamiento privado provenía de los hogares a través de cuotas de prepago y gasto de bolsillo. Las fuentes de financiamiento del sistema de salud antes de la reforma presentaban la siguiente estructura: Gráfico 1 - Fuentes de financiamiento del gasto en salud. Año 2004 0.8% 21.9% 49.6% optar por el amparo del Seguro de Enfermedad. La familia de los trabajadores y jubilados beneficiarios no estaba amparada por el seguro. Los trabajadores públicos tampoco estaban amparados por este seguro, presentándose situaciones de gran inequidad: a los trabajadores de mayores ingresos pertenecientes a las empresas públicas y entes autónomos se les brindaba cobertura en salud en Instituciones de Asistencia Médica Colectiva (IAMC), con seguros privados para ellos y sus familias, mientras que los trabajadores de menores ingresos que desarrollaban sus tareas fundamentalmente en la administración central carecían de esa protección financiada por el Estado. Un 40% del financiamiento privado, proveniente de los hogares, se destinaba a cuotas de prepago a los principales prestadores privados, las IAMC, prestadores integrales sin fines de lucro (asimilables a un seguro social privado, altamente regulados en precios)4. El 36% del gasto en salud de los hogares (18% del gasto en salud del país) constituye “gasto de bolsillo” en medicamentos, consultas privadas, clínicas, entre otros. El 24% restante corresponde a prepagos en prestadores parciales. El gasto de bolsillo de los hogares se estimó (en las CNS de 2004) en base a la actualización de la información correspondiente a la última Encuesta Nacional de Gasto e Ingresos de los Hogares, disponible en ese momento en el país para los años 1994 y 1995. Estimaciones realizadas en base a la última Encuesta Nacional de Gasto e Ingresos de los Hogares (ENGIH) aplicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) entre octubre de 2005 y setiembre de 2006, indicaban que el gasto de bolsillo ascendía al 29% del gasto en salud de los hogares. La cobertura en salud de la población uruguaya por los principales prestadores del sistema puede observarse en el siguiente cuadro de 20064. Cuadro 1. Cobertura en salud de la población. Año 2006 25.4% Prestadores 2.3% ASSE Fuente: CNS, 2004. A través del financiamiento proveniente de Rentas Generales se financiaba al principal prestador público, la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) que brindaba cobertura a aproximadamente el 40% de la población del país. También la principal fuente de financiamiento de los Servicios de Sanidad Militar y de Sanidad Policial provenía de transferencias de Rentas Generales que se complementaban con aportes de los trabajadores y los jubilados, brindando cobertura también a sus familias. El Seguro de Enfermedad administrado por el Banco de Previsión Social financiaba el 18% de su gasto también a través de transferencias del estado. El resto a través de contribuciones de un 3% sobre los ingresos de los trabajadores privados, 5% de sus empleadores y 1% solidario del total de los jubilados, para brindar cobertura a los jubilados de menores ingresos, que aportando 2% adicional podían % 39,1 Sanidad Policía/ Militar 7,2 Públicos parciales 3,2 IAMC 44,5 Otros 3,1 No se atiende 2,8 Fuente: División Economía de la Salud, MSP. En base a la Encuesta Nacional de Hogares Ampliada de 2006. Los dos principales prestadores integrales de salud del país, la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) y el subsector de las IAMC, ofrecían cobertura en salud a aproximadamente el 84% de la población en el año 2006. Los servicios de salud ofrecidos para los trabajadores del Ministerio del Interior y el Ministerio de Defensa (y sus familias) también se consideran integrales. Las IAMC fueron hasta el año 2007 las únicas prestadoras que podían ser contratados por el BPS para la cobertura en salud de los beneficiarios del Seguro de Enfermedad. En el siguiente cuadro puede apreciarse la estructura de afiliados de estas instituciones en diciembre de 2006. Casi la mitad de los mismos son financiados a través de la seguridad social. Los afiliados individuales y colectivos pagan mensualmente una cuota de prepago regulada por el Poder Ejecutivo. En caso de requerir atención deben pagarse tasas moderadoras, que habían llegado a constituirse en fuertes barreras al acceso previo a la reforma, fundamentalmente para aquellos beneficiarios del Seguro de Enfermedad de menores ingresos. Cuadro 2. Afiliados del sub-sector IAMC según tipo de cobertura. Diciembre de 2006 Región Individual Colectivo BPS Parcial TOTAL Montevideo 29% 25% 45% 1% 886.417 Interior 22% 20% 54% 4% 564.450 TOTAL 26% 23% 48% 2% 1.450.867 Fuente: División Economía de la Salud, MSP. En base a datos del SINADI. A partir del año 2000, y como producto de la crisis económica que comienza a transitar el país, las IAMC perderán 200 mil afiliados en 3 años, comenzando en el año 2004 una lenta recuperación que en 2006 no había permitido aún recuperar los niveles anteriores a la crisis. La contrapartida de esta menor cobertura en las IAMC es un importante aumento de la población que obtenía cobertura en ASSE en forma gratuita o con pagos muy reducidos. ASSE debió entonces dar cobertura a un mayor número de usuarios con una asignación presupuestal que había venido disminuyendo en los últimos años. De esta manera se profundizan las inequidades en el gasto entre los subsistemas público y privado, llegando a triplicar el gasto por usuario en las IAMC con respecto al gasto promedio de los usuarios del sector público5. Los beneficiarios del Seguro de Enfermedad del BPS disminuyen también como producto de la crisis. Entre el año 2000 y el año 2002, más de 90.000 trabajadores pierden su cobertura en salud a través de la seguridad social. En enero de 2005 se habían recuperado los valores previos a la crisis y en agosto de 2007 los beneficiarios del seguro eran aproximadamente 700 mil personas, el 21% de la población uruguaya. 3.2. Los cambios impulsados por la reforma El programa de gobierno del Frente Amplio optó por privilegiar el financiamiento público del sistema. Un fondo único y obligatorio centralizaría la recaudación destinada a Las IAMC eran un total de 40 en el año 2006, 28 de ellas instaladas en el interior del país y 12 en Montevideo. Población en el año 2006: 3.314.466 habitantes. INE. 3 36 4 37 Figura 5. Seguro Nacional de Salud: Imagen objetivo pas para avanzar en el proceso gradual hacia la cobertura universal del SNS. 3.2. Los cambios impulsados por la reforma Fondo Único, Público y Obligatorio de Salud Aporte del Estado Aporte de los Hogares Aporte de las Empresas A partir del 1º de enero de 2008 ingresan al SNS los menores de 18 años a cargo de los trabajadores ya amparados por el mismo, y también a partir de ese momento todos los trabajadores amparados por el SNS que se jubilen conservan la cobertura en salud7. En primer lugar el diseño inicial de la reforma tributaria, y en particular del IRPF, no incluyó una alícuota para el seguro de salud, dado que al tratarse de un impuesto de transición requería una estructura simple y un impacto recaudatorio adecuado. En segundo lugar, la articulación del seguro de salud y el IRPF presentaba dificultades vinculadas fundamentalmente con los mínimos no imponibles y las diferentes tasas de aporte según la estructura familiar6 Y en tercer lugar, tomando en cuenta la necesidad de una eficiencia recaudatoria que asegure el financiamiento del sistema de salud, el nuevo IRPF presentaba ciertas incertidumbres sobre el monto a recaudar y sobre la eficacia de su propia recaudación. La estrategia de Seguro Social presentaba en cambio diversas fortalezas. El Seguro de Enfermedad administrado por el BPS (autoridad nacional en materia de seguridad social) contaba con una larga historia en el país, brindando cobertura a los trabajadores privados y en tiempos más recientes a los jubilados de menores ingresos. La capacidad y eficacia en la recaudación y administración de los fondos realizada por el BPS, no sólo de los aportes al Seguro de Enfermedad sino también de los aportes provisionales y la administración de otros fondos de asistencia social, es reconocida por todos los actores del sistema, brindando certezas para la construcción del Seguro Nacional de Salud. INSTITUCIONES Integrado al Sistema Nacional de Salud Público y Privado eso ngr r or I o p milia P ag b. Fa o yC El programa de gobierno del Frente Amplio optó por privilegiar el financiamiento público del sistema. Un fondo único y obligatorio centralizaría la recaudación destinada a la cobertura en salud de la población. La propuesta inicial consideraba que el aporte al fondo se realizaría a través de una alícuota del Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF), a crearse con la reforma tributaria. Pero diversos factores determinaron que esta alternativa fuera sustituida por la estrategia de Seguro Social. Pago po Capita r: , Edad ,S Metas Presta exo y cional es la cobertura en salud de la población. La propuesta inicial consideraba que el aporte al fondo USUARIOS LIBRE ELECCION BRINDAN ATENCION INTEGRAL 3.2.1. Cobertura La cobertura del Seguro Nacional de Salud (SNS) que se crearía estaba condicionada por las restricciones de financiamiento tanto en lo referente a las posibilidades de contribución de los hogares como a las restricciones fiscales que limitaban las contribuciones del Estado al SNS. La imagen objetivo incluía a todos los uruguayos en el SNS. Sin embargo fue necesario optar por un proceso gradual. La primera etapa se inició en agosto de 2007, cuando a partir de la Ley 18.131 se incorpora al Seguro de Enfermedad administrado por el BPS a los trabajadores públicos de la Administración Central y a los pertenecientes a organismos del artículo 220 de la Constitución de la República. Se trata de aquellos trabajadores públicos que hasta el momento no obtenían protección en salud a través del Estado, tal como fue señalado anteriormente. A partir de esta Ley se crea el Fondo Nacional de Salud (FONASA), que centraliza y separa los fondos que hasta el momento el BPS destinaba al Seguro de Enfermedad y que continúa siendo administrado por al autoridad en seguridad social. La Ley 18.211 vigente a partir del 1º de enero de 2008 crea el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) y el Seguro Nacional de Salud. El Seguro de Enfermedad administrado por el BPS será entonces el pilar fundamental sobre el que se construirá el SNS, y el FONASA lo financiará. Esta Ley fundacional del SNIS y el SNS establece las siguientes eta- El papel de ASSE en el proceso de reforma es desarrollado en detalle en el capítulo 4 del presente libro. El mínimo no imponible del IRPF era muy superior al que se planteaba para el seguro de salud (5 BPC y 3 BPC respectivamente) lo que obligaba a la existencia dos mínimos, con las dificultades administrativas correspondientes. 5 6 38 El ingreso al SNS de la mayoría de los trabajadores públicos que ya tenían cobertura en una IAMC o seguro privado financiado por el Estado, comienza en marzo de 2008 y consta de diversas etapas. La definición del cronograma de incorporación de estos colectivos de trabajadores y sus hijos estuvo condicionada por diversos factores, todos ellos vinculados a la segmentación preexistente en la cobertura en salud8. Podemos diferenciar, a grandes rasgos, cuatro situaciones diferentes: aquellos organismos públicos que financiaban la cobertura en salud de sus trabajadores, jubilados y familias; aquellos que financiaban sólo la cobertura del trabajador; dos organismos, el Banco Hipotecario del Uruguay (BHU) y la Administración Nacional de Combustibles Alcohol y Pórtland (ANCAP) que tienen infraestructura propia para brindar servicios de salud al trabajador y su familia; y por último la enseñanza pública en sus tres niveles, que independientemente de brindar cobertura presentaban dificultades administrativas que dificultaban el envío de la información necesaria para la administración del FONASA. La situación de cada organismo requirió de extensas negociaciones desde el inicio del período de gobierno. En marzo de 2008 se incorporaron todos los trabajadores públicos, con la excepción de la enseñanza pública que se incorpora en julio de 2008, sumada al BHU y ANCAP9. Estos últimos organismos, que poseían infraestructura propia para brindar servicios de salud, ingresan también al SNS en el correr del año 2008 pero en condiciones especiales de transición, ya que el prestador integral contratado por el SNS subcontrata a su vez los servicios de primer nivel del propio organismo. El ingreso de los cónyuges de los trabajadores está previsto en la Ley 18.211 entre los años 2010 y 2013. Este proceso diferido estuvo ligado a la existencia de recursos fiscales que permitían financiar a los hijos de manera inmediata (US$ 76 millones estimados) y a los cónyuges de manera diferida (US$ 192 millones estimados). económica, conformaran sus propios fondos de salud, quedando exonerados de aportar al fondo centralizado por el BPS. Estos seguros recaudan los mismos porcentajes de aportes tanto del empleado como del empleador (3% y 5% respectivamente) y deben ofrecer como mínimo el mismo nivel de cobertura que el régimen centralizado de DISSE, administrado por el BPS. Los colectivos de trabajadores que optaron por conformar sus propias Cajas de Auxilio tienen ingresos muy superiores a los del promedio de trabajadores amparados por el Seguro de Enfermedad del BPS, por lo que la recaudación de estos fondos supera ampliamente el gasto en prepago de cuotas en las IAMC y les permite entonces brindar cobertura a sus familias u obtener beneficios adicionales en salud. Situaciones similares existen a nivel del sector público y el paraestatal, con regímenes amparados por otras leyes específicas, tales como el seguro de salud de los trabajadores de OSE, CHASSFOSE, la cobertura en salud de la Caja Notarial y diversas Cajas de Auxilio de trabajadores amparados por la Caja Bancaria. En la medida en que el mantenimiento de estas excepciones atenta contra el espíritu solidario de un fondo común, profundizando la segmentación, la Ley 18.211 prevé la incorporación de estos trabajadores al SNS antes del año 2011. Lo diferido del ingreso de estos colectivos al fondo común es resultado de diversas negociaciones con los sindicatos de trabajadores, que debieron considerar, entre otras cosas, la pérdida de beneficios resultante así como la necesaria disolución de estructuras de administración preexistentes. La ley faculta también al Poder Ejecutivo para la inclusión en el SNS de los trabajadores de los Gobiernos Departamentales, sin especificar plazos. Pero hasta el momento no han sido incluidos. En el cuadro 3, a continuación, se aprecian los principales cambios de la cobertura en salud de la población según prestadores del sistema, resultantes del proceso descrito anteriormente. Los trabajadores amparados por Cajas de Auxilio o Seguros Convencionales según lo establecido en la Ley 14.407 de 1975 (que creaba la Administración de Seguros de Salud del Estado, que luego pasaría a ser DISSE, Dirección de Seguros de Salud del Estado) eran aproximadamente 55.000 en el año 2005. Mediante este régimen se permitió que determinados colectivos de trabajadores, en general pertenecientes a una misma empresa o rama de actividad También tienen derecho a cobertura en salud los hijos discapacitados de los trabajadores y jubilados beneficiarios del SNS, sin importar la edad. Se entiende por segmentación a la coexistencia de subsistemas con distintas modalidades de financiamiento, afiliación y provisión, “especializadas” de acuerdo a los diferentes segmentos de la población, determinados por su nivel de ingresos y posición económica. OPS 2007, Sistemas Integrados de Servicios de Salud. 9 Dentro de la enseñanza pública se consideran la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y la Universidad de la República (UDELAR 7 8 39 Cuadro 3. Cobertura en salud de la población. Años 2006 y 2008 Prestadores ASSE 2006 2008 39,1% 31,3% Sanidad Policía y Militar 7,2% 7,1% Públicos parciales 3,2% 2,3% IAMC 44,5% 52,5% Otros 3,1% 4,8% No se atiende 2,8% 2,0% Fuente: División Economía de la Salud, MSP. En base a ENHA 2006 y ECH 2008. La Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) pasa a ofrecer cobertura a poco más del 30% de la población mientras que las IAMC superan el 50% en el año 2008. Estos cambios son consecuencia casi únicamente de la reforma de salud implementada y en particular de la creación del SNS. Los beneficiarios del SNS pueden elegir obtener cobertura en una IAMC, en ASSE o en un seguro privado. A partir del 1º de enero de 2008 el ingreso al SNS de los menores de 18 años a cargo de los trabajadores, optando por una IAMC, es la principal causa del cambio observado. En el período de diciembre de 2007 a diciembre de 2008 el crecimiento de afiliados FONASA en las IAMC fue del 67,2%. En tanto, los menores que ahora atienden su salud en el sistema mutual son 256.797 más que en 2007. 40 Cuadro 4. Estructura de afiliados a las IAMC Afiliados IAMC 2004 2009 Individuales 55% 28,2% Seguridad Social 42,6% 71,1% Parciales 2,3% 0,7% Fuente: DES, SINADI, MSP. Por su parte ASSE, el principal prestador público, había actuado históricamente como un Servicio Nacional de Salud para cubrir las necesidades sanitarias de la población de menores recursos financiándose a través de Rentas Generales. Como ya fue señalado, el Seguro de Enfermedad del BPS no contrataba a ASSE y es recién a partir de agosto de 2007 que los beneficiarios del SNS pueden elegirlo como prestador integral. Sin embargo, en los años previos a la reforma ASSE había enfrentado una importante disminución de recursos sumado a un gran incremento de la población, por lo que se vio afectada su capacidad de respuesta y por tanto su calidad de atención. Una parte de sus usuarios “regresa” al sector de las IAMC a partir del año 2004 y otra parte ingresa al SNS a partir de la ampliación de la cobertura a nuevos colectivos, eligiendo una IAMC como prestador. En el período de agosto de 2007 a julio de 2009 la cobertura del Seguro Nacional de Salud es superior a la duplicación. Gráfico 2. Evolución de la cobertura del Seguro Nacional de Salud 1.600.000 1.400.000 1.200.000 1.000.000 800.000 600.000 400.000 200.000 1.377.743 1.411.318 458.892 35% 927.470 689.945 Ago-07 Ene-08 Gráfico 3. Cuotas de salud pagas por el SNS según categoría de beneficiarios. Julio de 2009 Dic-08 Jul-09 78.580 5% 906.352 63% Fuente: elaboración propia en base a información del FONASA. Los trabajadores amparados por el SNS se duplican en el período, producto de la ampliación de la cobertura a un importante número de trabajadores públicos y también por un incremento de los trabajadores privados, producto del incremento del empleo y la disminución de la informalidad. 41 3.2.2 Recaudación Respecto al financiamiento del SNS, el mismo se realiza a través de aportes de los trabajadores, las empresas y el Estado. En el caso de los trabajadores el Proyecto de Ley enviado al parlamento en marzo de 2007 preveía una tasa única del 6% sobre los ingresos, que implicaba adicionar al 3% preexistente en el Seguro de Enfermedad del BPS, otro 3% que se destinaría a la cobertura en salud de los menores de 18 años a cargo de los trabajadores. El fundamento pragmático de esta definición era que las familias más numerosas se encontraban en los deciles inferiores de la distribución del ingreso y por ende una tasa única generaba redistribución desde los hogares de mayores ingresos (y menor tamaño familiar) a los de menores recursos (y mayor tamaño familiar). El proceso de discusión parlamentaria derivó en la inclusión de dos tasas de aportes: 4,5% para quienes no tienen hijos y 6% para quienes sí los tienen. De esta forma se elevó igualmente en 1,5% el aporte de los trabajadores sin hijos, manteniendo en parte la intención de un aporte adicional solidario (y redistributivo) entre las familias. La tasa de aporte patronal se mantiene en el 5% al igual que en el Seguro de Enfermedad del BPS. Y la ley prevé un aumento del 2% en la tasa de aporte del trabajador a partir del momento en que los cónyuges ingresen al SNS. Cuadro 5. Tasas de aporte al Seguro Nacional de Salud APORTES Aporte patronal Complemento patronal TASAS DE APORTES 5% Variable Aporte de trabajadores públicos y 3% privados con ingresos > 2,5 BPC 4,5% Aporte de trabajadores públicos y privados con ingresos < 2,5 BPC 6% 3% Aporte de jubilados 4,5% 6% 42 OBSERVACIONES En caso de que el 5% patronal mas el 3% personal no alcance a financiar la cuota promedio. Con o sin hijos a cargo Sin hijos a cargo. 3% personal + 1,5% adicional solidario Con hijos a cargo. 3% personal + 3% adicional Jubilados de menores ingresos Jubilados a partir de 2008 sin menores a cargo Jubilados a partir de 2008 con menores a cargo La mayor justicia del nuevo modelo de financiamiento es producto fundamentalmente del ingreso de los hijos menores al SNS, muchos de los cuales obtenían cobertura en salud a través de una cuota de prepago en una IAMC. Disminuye entonces el peso de los prepagos privados en las IAMC, que es sustituido por el prepago que realiza el SNS, financiado públicamente a través de contribuciones según el nivel de ingresos. Aumenta entonces la protección financiera de la población. La reforma de la salud tiene gran impacto en los hogares pobres, contribuyendo a la reducción de los niveles de pobreza y de desigualdad del país. Los logros son más que significativos en la incidencia de la pobreza para las poblaciones de menores de 18 años. En particular, el Instituto Nacional de Estadística planteaba en su informe de setiembre de 2008: “El descenso de la pobreza entre el primer semestre de 2006 y el mismo período de 2008 es de 6.7 puntos porcentuales, pero se sitúa en 4,3 puntos si no se considera la aplicación del FONASA a los menores de 18 años a partir del 1° de enero de 2008, lo que da una pauta del significado del acceso a la atención de la salud de los menores en los hogares más pobres. En el último año la disminución alcanza a 4,7 puntos en tanto llega al 2,3 si no se incluye la reforma de la salud”. La estimación de los cambios en el gasto de bolsillo y de prepago de los hogares observados en el año 2008, como consecuencia de los cambios en el financiamiento y la ampliación de la cobertura, requiere la realización de simulaciones en base a la ENGIH. La División Economía de la Salud del MSP realizó estas estimaciones identificando en cada hogar a los individuos que cumplían con las condiciones para ingresar al SNS (trabajadores públicos, hijos de activos del FONASA) y quienes tenían cobertura de salud antes de su ingreso, para de esta manera restar el gasto de prepago del gasto total del hogar. De esta manera se estima que el gasto en prepago de los hogares disminuyó en un 17% en el año 2008 respecto al período 2005-2006, mientras que las transferencias a los hogares provenientes del FONASA aumentan un 34%, reduciéndose el gasto total en salud de los hogares en un 12%. El gasto total en salud de los hogares pasaría entonces de un 12,2% en 2005-2006, a 10% en 2008. A su vez, las disminuciones de mayor magnitud se producen en los hogares de la primera mitad de la distribución del ingreso. Sin embargo, la simulación realizada subestima la disminución del gasto de los hogares ya que no tiene en cuenta el incremento del empleo formal que se observó en el período posterior a la ENGIH, y tampoco es posible estimar una probable disminución del gasto de bolsillo en la medida en que no existen nuevos datos respecto al patrón de consumo de los hogares. Gráfico 4. Relevancia del gasto en salud en el gasto total, según nivel de ingresos para los hogares FONASA. Años 2005 y 2008 Gráfico 5. Fuentes de financiamiento del gasto en Salud. Año 2008 20.0% 15.0% 10.0% 5.0% 0.0% 1 2 3 4 2005 5 decil 6 7 8 9 10 2008 Fuente: División Economía de la Salud, MSP. En base a la ENGIH. El gasto de bolsillo podría haber disminuido básicamente por dos vías. En primer lugar por la disminución del gasto privado directo en servicios de salud para aquellos hogares que anteriormente no estaban asegurados. En segundo lugar, por la política de reducción del precio de las tasas moderadoras de las IAMC, impulsada por el Ministerio de Salud Pública. En particular, el precio de ticket de medicamentos experimentó una reducción del 50% en términos reales en el período 2005-2008. En ese mismo período se decretó la gratuidad de ticket de medicamentos para diabéticos, exámenes para control del embarazo, órdenes de consulta en los controles obligatorios de niños y adolescentes, así como importantes rebajas en las órdenes que pagan los jubilados, amparados por el SNS. Las órdenes y ticket cobrados por las IAMC presentaron un proceso de disminución de su peso relativo en los ingresos de las instituciones: cuando en 2004 implicaban el 2,6% y 9,5% respectivamente, en 2008 representaron el 2,4% y 7%. Por lo tanto, el peso de los co-pagos o tasas moderadoras en el ingreso de estas instituciones se redujo del 12,2% en 2004 al 9,4% en 2008. Las estimaciones preliminares de las Cuentas Nacionales de 2008 muestran la nueva estructura de las fuentes de financiamiento del sistema de salud uruguayo, producto de la reforma del modelo de financiamiento. Fuente: elaboración propia en base a estimaciones de la División Economía de la Salud, MSP. Las fuentes de financiamiento públicas, que en el año 2004 representaban el 50% del total del gasto en salud del país, son ahora las dos terceras parte del mismo (66%). El aumento de la participación de este tipo de fuentes se produce tanto por el incremento de los recursos que se canalizan a través de la seguridad social y en particular del FONASA, como de los provenientes de impuestos a través de Rentas Generales. La seguridad social pasa entonces de representar un 25% del gasto a un 38%. Los recursos destinados al Seguro de Enfermedad obligatorio, ex DISSE y actual SNS, aumentan un 130% en términos reales, pasando a representar el 27% del total del gasto en salud del país. El gasto de bolsillo de los hogares se estima en un 13% del gasto nacional en salud. 3.2.3. Unificación: El FONASA financia al SNS El Fondo Nacional de Salud creado en agosto de 2007 da inicio al proceso de constitución de un fondo único, público y obligatorio para toda la población uruguaya. El objetivo de este fondo único de financiamiento es el de articular los aportes que financian la cobertura sanitaria de la población con el pago a los prestadores de asistencia que integran el sistema. Un pool de riesgos más amplio permite distribuir riesgos en forma más equitativa entre la población beneficiaria del SNS. En forma gradual se van incorporando nuevos colectivos al SNS, y el FONASA centraliza entonces diversos fondos que con anterioridad se destinaban a la cobertura en salud de la población, aumentando de esta forma la solidaridad intergeneracional y de ingresos al compartir los riesgos financieros, así como eliminando las inequidades preexistentes, producto de la segmentación del sistema. Se producen entonces subsidios cruzados desde la población de mayores ingresos a la de menores recursos, y entre sanos y enfermos. Las contribuciones se realizan entonces a un fondo único, el Fondo Nacional de Salud (FONASA) en función de los 43 ingresos y la estructura familiar. El BPS recauda los aportes y administra el FONASA. La Junta Nacional de Salud (JUNASA), organismo desconcentrado del Ministerio de Salud Pública, es quien administra el Seguro Nacional de Salud financiado por el FONASA, contratando prestadores integrales públicos y privados. El BPS por orden de la JUNASA paga mensualmente a los prestadores una “cuota salud” por cada beneficiario del SNS, asociada a la edad y sexo del mismo y al cumplimiento de metas asistenciales establecidas en los contratos de gestión. La separación entre la contribución y la utilización de los servicios es máxima: todos los beneficiarios del SNS tienen derecho al Plan Integral de Atención a la Salud (PIAS). Cuadro 6. Estructura de financiamiento del Seguro Nacional de Salud. Año 2008. (En millones de pesos y porcentaje) Fuente 2008 2008 Empleador 6.532 46,2% Empleado 6.115 43,3% Jubilados 486 3,4% Rentas Generales 1.002 7,1% Total 14.134 100% Fuente: Rendición de Cuentas 2008 del SNS. La centralización de los recursos permite lograr eficiencias administrativas y el poder de compra del organismo administrador del seguro, la JUNASA, se concreta a través de los Contratos de Gestión. 3.2.4. La función de compra: la Junta Nacional de Salud contrata prestadores integrales La Ley 18.211 establece que todos los usuarios del Sistema Nacional Integrado de Salud tendrán derecho al Plan Integral de Atención en Salud (PIAS). Este plan está articulado en torno a 11 programas prioritarios de atención a la salud definidos por el MSP, y busca la atención integral de la población, evitando la fragmentación preexistente. A través de un decreto del Poder Ejecutivo se establecen las prestaciones obligatorias que todas las instituciones integrales deben ofrecer a sus usuarios. Las mismas se definen taxativamente, de forma de ordenar la confusión preexistente, respecto a la obligatoriedad o no de lo que deben ofrecer los prestadores integrales, e incluye un formulario terapéu44 tico de medicamentos (FTM) obligatorio. La elección de las prestaciones obligatorias fue producto de un largo proceso. El punto de partida fueron las prestaciones que ya eran ofrecidas de forma obligatoria por las IAMC y ASSE. A partir de allí se realizaron consultas con especialistas analizando la pertinencia de incorporar diferentes procedimientos al PIAS y se efectúan estudios con expertos, incluyendo análisis de costo-efectividad que brinden evidencia científica a las decisiones. Otro punto relevante en la definición de las prestaciones obligatorias tiene que ver con su financiamiento. Por un lado el SNS pagaría a los prestadores contratados por ese conjunto de prestaciones, lo cual implica definir un prepago que permita financiarlas, y por otro, en el caso de las IAMC, el precio del prepago privado por el mismo programa integral es un precio regulado, por lo que también se vería afectado. La Junta Nacional de Salud como administradora del SNS es quien contrata a los prestadores integrales que brindarán el PIAS a sus beneficiarios. La definición de prestadores integrales se encuentra en la Ley Presupuestal del año 2005. Se incluye en la misma a todos aquellos que brindaban prestaciones integrales a esa fecha: IAMC, seguros privados y ASSE. En el año 2008 la JUNASA contrató a ASSE, a 40 IAMC de todo el país y a ocho seguros privados integrales radicados en Montevideo. Las Instituciones de Asistencia Médica Colectiva reciben el 86% del total del pago de cuotas-salud por el SNS. Por su parte, ASSE capta sólo el 5% de esos fondos, producto de una baja captación de población beneficiaria del SNS. Los seguros privados integrales, instituciones con fines de lucro y bajo régimen de libre mercado, sin regulaciones en materia de precios de las primas, presentan una participación de sólo un 1%. Esto se explica por el régimen especial de pago de cuotas-salud a estos prestadores previsto en la Ley 18.211, por el cual no existen subsidios cruzados entre aquellos asegurados que elijan a estos prestadores, y el SNS paga el mínimo entre el valor de las cuotas-salud y los aportes del asegurado. Figura 10. Gasto del Seguro Nacional de Salud según tipo de proveedor Prestamos contratos por el SNS 2008 8% 1% 5% 86% Cuota Salud IAMC Cuotas Salud ASSE Cuotas Salud Seguros integrales Cuotas Fondo Nacional de Recursos Fuente: elaboración propia en base información del FONASA. Los Contratos de Gestión El mecanismo de compra del Plan Integral de Atención en Salud se define en un Decreto del Poder Ejecutivo del 2 de octubre de 2008, ayudando a fortalecer la función de compra. A través de los Contratos de Gestión que firma la Junta Nacional de Salud con los prestadores integrales, se busca establecer los incentivos adecuados para que los mismos ofrezcan servicios de salud de calidad y en forma oportuna. En los contratos se establecen las obligaciones de las partes en materia asistencial, de gestión y de financiamiento. En términos generales los contratos hacen referencia a todos los usuarios del Sistema Nacional Integrado de Salud y no sólo del Seguro Nacional de Salud, a excepción de algunos artículos que así lo indican expresamente. En primer lugar, se establece el alcance de las prestaciones que deben brindarse a los usuarios del SNIS, ya sea a través de servicios propios o contratados a terceros. En segundo lugar, se asegura la continuidad de las prestaciones y se establece la prohibición de rechazar a los usuarios del SNS. En un tercer apartado se define la forma de pago y los precios del SNS, así como la forma en que estos últimos serán actualizados. El cumplimiento de estos objetivos da lugar al pago del “componente meta” de la cuota- salud. En este conjunto de artículos se establecen obligaciones de desarrollo de actividades de prevención secundaria relacionadas con problemas de salud que prevalecen tales como la hipertensión, la diabetes y un conjunto de enfermedades oncológicas, así como también acciones para la detección precoz y la prevención de enfermedades. Se fomenta además la elaboración de guías de práctica clínica, la capacitación de los recursos humanos y la complementación asistencial entre prestadores tanto públicos como privados. Las condiciones de acceso a las prestaciones se establecen en un nuevo apartado, haciendo referencia a los tiempos de espera máximos, los horarios de atención del primer nivel, las facilidades que se deben ofrecer para la coordinación de consultas, y la gratuidad de los controles obligatorios establecidos en los Programas Nacionales de Salud de la Niñez y Salud de la Adolescencia para todos los menores de 18 años usuarios del SNIS. Otro conjunto de artículos hace referencia a los sistemas de información y define los mecanismos de control. Se establece también la obligación para el prestador de brindar información a los Consejos Consultivos y Asesores que deben existir en cada prestador (conformados con usuarios y trabajadores), así como informar a la JUNASA del funcionamiento e integración de los mismos. El penúltimo apartado considera las obligaciones referentes a la información y atención a los usuarios, estableciendo los medios de comunicación, información obligatoria sobre derechos y deberes, precios, lista de profesionales, así como la obligación de realizar encuestas de satisfacción. Finalmente, en el mismo decreto se establecen las sanciones de las que serán pasibles los contratados en caso de no cumplimiento, pudiendo disponer la JUNASA la suspensión total o parcial, temporal o definitiva, del pago de las cuotas salud. Las sanciones tienen en cuenta la gravedad de los incumplimientos y la frecuencia con que se verifican. Las faltas pueden ser entonces menores, en el caso que pueden solucionarse en el corto plazo, y no tienen un impacto sanitario significativo. En segundo lugar se consideran faltas mayores aquellas con gran impacto en la calidad de la atención, que dificulten el cambio de modelo asistencial o impidan el acceso a la información necesaria para el ejercicio de contralor. Por último, serán graves las faltas que afectan los derechos de los usuarios en cuanto al acceso y la atención integral. El apartado siguiente comprende los artículos relacionados con el cambio de modelo asistencial y la calidad de la atención, incluyendo, para el prestador integral, la obligación de formar equipos de salud del primer nivel, así como definiendo las metas asistenciales que deberá cumplir en el marco de la evaluación de los Programas Nacionales de Atención a la Niñez y de Salud de la Mujer y Género. 45 Sección 4. Conclusiones y desafíos En la medida en que la opción adoptada incorporó a los trabajadores y sus hijos en el financiamiento, y definió etapas futuras para otros contribuyentes (profesionales, cajas de auxilio, cónyuges), el objetivo de cobertura universal planteaba la interrogante sobre la protección en salud de los sectores no contributivos, básicamente informales y desocupados. La opción en este caso fue aportar fiscalmente los recursos para estos sectores en un pilar no contributivo, postergando el financiamiento de esta población a partir del fondo único. En este período de transición esta solución implicó aumentar los recursos que Rentas Generales aportaba a los prestadores públicos, donde se atendían los sectores no contributivos de menores ingresos. La política de construcción del Seguro Nacional de Salud y el aporte fiscal para su sustentabilidad se complementaron entonces con un importante aumento de los recursos fiscales destinados al principal prestador público, ASSE. Las inequidades en el gasto entre los subsectores público y privado con anterioridad a la reforma, requerían esta medida como forma de avanzar hacia un acceso equitativo y una cobertura universal. El objetivo final de este crecimiento de recursos es igualar el presupuesto de ASSE con el que le correspondería si recibiera por sus usuarios el pago capitado que hoy paga el SNS a los prestadores contratados. Una vez que se igualen los recursos fiscales de ASSE con los capitados, se estará en condiciones de ingresar al FONASA a los usuarios de ASSE, y pasarán a ser integrantes del SNS, aportando el fisco por ellos a través de un pilar no contributivo. La construcción de un modelo de financiamiento universal y equitativo realizó los siguientes pasos hasta el momento: • Construcción del SNS financiado por el FONASA. Un fondo único, público y obligatorio. El mismo nace a partir de la ampliación del Seguro de Enfermedad del BPS, incluyendo a todos los trabajadores asalariados y cuentapropistas, a sus hijos y a un conjunto creciente de jubilados. • Definición de plazos para el ingreso de otros colectivos. La ley que crea el SNIS prevé las fechas de las futuras incorporaciones de nuevos colectivos. • Tasas de aportes según ingresos y diferenciadas según se tengan o no menores de 18 años a cargo. Tanto el empleado como el empleador aportan al FONASA, así como también lo hacen los jubilados. • Aporte fiscal complementario al aporte obrero-patronal, y de los jubilados a la seguridad social. De esta forma se asegura el financiamiento del PIAS para los beneficiarios del SNS. 46 • Aporte fiscal a ASSE. Para ir nivelando las cápitas de contributivos y no contributivos. El proceso histórico de deterioro e inadecuación presupuestal del principal prestador público -que atiende a la mitad de la población del país y a la totalidad de la población de menores recursos- requiere de un proceso de reconstrucción en el marco del cual se produce la descentralización de ASSE. • Compra estratégica a través de la firma de Contratos de Gestión de la JUNASA con los prestadores integrales. El poder de compra del organismo público, contratando prestaciones integrales para más del 40% de la población del país, es utilizado estratégicamente como forma de lograr mejoras en la calidad, el acceso y el cambio del modelo asistencial. • Prepago de cápitas ajustadas por edad y sexo, y pago por el cumplimiento de metas asistenciales. La combinación de estas dos formas de pago a los prestadores buscan, por un lado, alinear los gastos de los prestadores con sus costos esperados de acuerdo a la estructura de riesgo de su población, y por otro, brindar incentivos para el logro de objetivos sanitarios nacionales tendientes al cambio del modelo asistencial y a la atención prioritaria de poblaciones especialmente vulnerables. Se desincentiva la selección de riesgos por parte de los prestadores, con lo cual mejora el acceso de la población. El sistema de financiamiento que comenzó a crearse busca generar los recursos necesarios para brindar atención integral en salud al conjunto de la población y asignar esos recursos de forma más eficiente, tratando de generar los incentivos adecuados en los prestadores contratados, a la vez que se asegura el acceso a través de un financiamiento más equitativo y solidario. El impacto de las reformas realizadas deberá ser evaluado a la luz de estos objetivos. Bibliografía Arrow, K. Uncertainty and the welfare economics of medical care. American Economic Review 53 (5): 851-83. 1963. Enthoven, A. Managed competition of alternative delivery systems. Journal of Health Politics, Policy and Low. 1988; 13:305-321. Tanzi, V. y Zee, H. Tax policy for emerging markets: developing countries. Working Paper. Fondo Monetario Internacional. Washington, D.C. 2000. Tapay, N. y Colombo, F. Private health insurance in OECD countries. OECD. Paris, 2004. WHO. The world health report 2000. Health systems: improving performance. World Health Organization. Ginebra, 2000. Figueras, J., Robinson, R. y Jakubowski, Elke. Purchasing to improve health systems performance: drawing the lessons. European Observatory on Health Systems and Policies Series. Open University Press, Inglaterra, 2005. Gottret, P. y Schieber. G. Health financing revisted. A practioner’s guide. Banco Mundial. Washington, D.C. 2006. División Economía de la Salud, MSP. Cuentas Nacionales de la Salud 2004, Mayo 2006 Uruguay. INE. Informe sobre pobreza e indigencia. 1er semestre 2008. Cifras preliminares. Uruguay, 2008. Kutzin, J. A descriptive framework for country-level analysis of health care financing arrangements. Health Policy 56 (3): 171-204. 2001. Maceira, Daniel. Dimensiones horizontal y vertical en el aseguramiento social en salud de América Latina y el Caribe. In: Iniciativas Latinoamericanas (HSPH, FPMD, PHR, PAHO, USAID). Edición Especial Núm. 3. Estados Unidos, 2001. McKee, M. y Brand, H. Purchasing to promote population health. In: Effective purchasing for health gain (Ed. Figueras, J., Robinson, R. y Jakubowski, E). 140-63. Open University Press. Buckingham, U.K. 2005. MSP. Inequidades del sistema de salud uruguayo. División Economía de la Salud. Ministerio de Salud Pública. Montevideo, Uruguay. 2006. Musgrove, P. Public and private roles in health: theory and financing patterns. Discussion Paper 339. Banco Mundial. Washington, D.C. 1996. Rice, Nigel y Smith, Peter. Approaches to capitation and risk adjustment in health care: an international survey. Centre for Health Economics, University of York. York, 1999. Sojo, Ana. La garantía de prestaciones en salud en América Latina: equidad y reorganización de los cuasimercados a inicios del milenio. CEPAL. México, 2006. 47 Capítulo 3. El pago de los servicios de salud por parte del SNS Marisa Buglioli Andrés Dean Fernando Esponda Elizabeth Raffaele Sección 1. Introducción La compra de servicios de salud se entiende como el proceso por el cual se retribuye a los proveedores con recursos financieros mancomunados para que presten un conjunto especificado o no de prestaciones de salud (WHO, 2000). Esta función no es importante únicamente por ser proveedora de recursos que financien las intervenciones de salud, sino porque los mecanismos que se establezcan para el pago de servicios deberían generar los incentivos adecuados para que las organizaciones lo hagan eficazmente. Además debe considerarse que la compra también juega un importante rol en la búsqueda de eficiencia del sistema, ya que se debe procurar que las distintas modalidades de pago incentiven la contención de costos. En este sentido, generalmente se sugiere un rol activo o estratégico de compra de servicios en un sistema sanitario, el cual debe tomar en cuenta al menos tres aspectos: qué intervenciones se deben comprar, la forma de comprarlas y cuál es el mejor mecanismo de pago y arreglo contractual. Un elemento clave en la interacción entre proveedores y compradores es el precio que este último deberá pagar por la canasta o unidad de prestaciones. Esto es así dado que el precio es uno de los principales instrumentos del sistema para brindar señales adecuadas hacia los proveedores. Estas señales deben generar incentivos para que las organizaciones tomen decisiones de gestión que consideren tanto el objetivo de una prestación de servicios de alta calidad, como el adecuado manejo de recursos y control 48 de costos. En este sentido, el diseño de los mecanismos de pago constituye una parte fundamental de los arreglos institucionales para que estos incentivos sean trasmitidos adecuadamente a los agentes del sistema de salud. La reforma de la salud, a través de la Ley 18.131, introdujo dos formas nuevas de pago a los prestadores en Uruguay: el pago ajustado por riesgo, y el pago por desempeño. Al análisis de estas dos formas de pago en particular estará dedicado el presente capítulo. Este capítulo se estructura de la siguiente manera. En la sección 2 se presentan brevemente los antecedentes de elaboración teórica sobre dichas formas de pago y sobre la aplicación a nivel internacional de estos mecanismos. En la sección 3 se realiza una breve descripción de las formas de pago del Seguro de Salud del BPS hasta 2007. Finalmente, en las secciones 4 y 5, se describe la metodología para la puesta en práctica de los sistemas de pago ajustado por riesgo y por desempeño en Uruguay. Sección 2. Antecedentes teóricos y aplicación internacional 2.1. Mecanismos de pago Los mecanismos o sistemas de pago a prestadores se pueden definir como las distintas formas que existen para transferir los recursos del agente financiero a los proveedores del servicio de salud. Existen diferentes mecanismos de pago utilizados, entre ellos se destacan: El sistema de pago a prestadores es uno de los componentes más importantes de las relaciones contractuales entre los distintos agentes de un sistema sanitario. Distintos mecanismos de pago generan distintos incentivos para la eficiencia y la calidad, constituyendo criterios relevantes para la valoración de un sistema de salud. • • • • Por una parte, son especialmente importantes para la eficiencia del sistema, fundamentalmente porque las decisiones sobre gasto y nivel de producción dependen de las fórmulas de pago. Por otra parte, la calidad del sistema se verá beneficiada al promover la eficiencia y mejorar el acceso de todos los usuarios del sistema, evitando la selección de riesgos que pueden provocar determinados mecanismos de pago (Álvarez et al, 2000). Pago por servicio. Pago por egreso hospitalario. Pago por presupuesto. Pago por capitación. Cada uno de ello tienen ventajas y desventajas, por lo cual cada sistema de salud debe aplicar mecanismos de pago adaptados a cada realidad, sabiendo que cada uno tiene implícito un conjunto de incentivos y riesgos financieros que afectarán en cierta medida el desempeño del sistema. En el cuadro siguiente (1) se resumen dichos mecanismos y sus principales características. Los sistemas de pago pueden describirse según tres dimensiones: 1. La unidad de pago (cuáles son los servicios que se incluyen en el sistema de pago) 2. La dimensión temporal (si el pago es prospectivo o retrospectivo). 3. La distribución de riesgos financieros entre el proveedor y el financiador. 49 Cuadro 1. Descripción de los principales mecanismos de pago Mecanismo de Pago Descripción Pago por servicio Pago por egreso hospitalario Distribución de riesgos Principales efectos previsibles Acciones de contralor Se paga el servicio El riesgo financiero prestado, constituyen- recae sobre el finando la unidad de pago ciador. menos global o más desagregada. Se realiza un pago retrospectivo. Puede incentivar la sobre-utilización de servicios. Disminuye incentivo para desarrollar programas preventivos. Aumenta incentivo al uso de alta tecnología. Puede existir una inducción de la demanda. Mecanismos de control sobre el gasto. Auditorias médicas. Fijación de tarifas máximas. Se paga al prestador por cada paciente egresado. Si no se ajusta el pago, el prestador soporta el riego. Si se ajustan las tarifas según los costos esperables, el riesgo recae sobre el financiador. Puede incentivar el aumento de ingresos hospitalarios y la disminución del promedio de estadía. Fomentaría la actividad hospitalaria en detrimento de lo ambulatorio Control sobre la tasa de reingresos. Ajuste de las tarifas. Pago por presupuesto Se paga al prestador a partir de la actividad esperada en un plazo de tiempo. El riesgo financiero suele recaer sobre el prestador. Pocos incentivos para mejorar la productividad. Control sobre racionamiento de los servicios. Pago per cápita Pago de un monto fijo o variable al proveedor por cada usuario al cual le presta servicio. Sin ajuste, el riesgo recae sobre el prestador. Con ajuste, el riesgo se comparte con el agente financiero. Ventajas en el control de costos y prevención. Fomentaría la integración de servicios y la continuidad de atención. Sin ajuste, riesgo de selección. Control de calidad y fomento de la competencia. Fuente: Elaboración propia en base a Álvarez et al (2000). 2.2. Pago capitativo Por sus ventajas en cuanto al control de costos y prevención, la capitación se ha introducido como el principal mecanismo de pago en muchos sistemas de todo el mundo (WHO, 2000). Por pago capitativo se entiende el monto que se asigna a una persona con determinadas características por concepto de servicios sanitarios, con conocimiento a priori de qué servicios incluye y el tiempo considerado (Buglioli y Ortún, 2000). En este capítulo nos centraremos en el sistema de pago per cápita, por ser incorporado en nuestro país como el principal mecanismo de pago a los prestadores integrales del Sistema Nacional Integrado de Salud. Si un sistema de salud opta por un pago capitativo a los prestadores puede incluir solamente determinados servicios, como por ejemplo los ambulatorios, o puede ser a cambio de un paquete integral de prestaciones. Si se elige la primera alternativa, es decir, pagar por servicios sanitarios a proveedores no integrados, se tiende a favorecer la competencia entre niveles, la duplicación de servicios, el uso inadecuado de tecnología y la diferenciación de servicios. En definitiva se estaría favoreciendo la fragmentación del proceso de atención. 50 Si la opción es el pago per cápita por una atención integral, se pueden identificar ventajas desde una vertiente económica y de salud pública. Por un lado, se logra una mayor eficiencia al reducirse las prestaciones innecesarias y promover una utilización adecuada de recursos. Por otra parte, desde el punto de vista sanitario, brinda mayor coordinación de las distintas instancias necesarias para proveer atención a los pacientes según sus necesidades en salud (continuidad asistencial), debido a que se identifica a un responsable de brindar la atención integral al paciente. de salud y percepción sobre el estado de salud futuro, por lo cual se puede producir un proceso de selección adversa, es decir, se van del mercado los grupos de menor riesgos y quedan los de mayor riesgo, conformando entonces un mercado incompleto (salen del sistema aquellos que estiman que la prima a pagar es mayor al uso esperado). La solución frente a este fallo sería la conformación de un seguro obligatorio para toda la población. Se puede decir entonces que este mecanismo de pago fomenta la articulación entre las distintas modalidades asistenciales (atención ambulatoria ya sea en el ámbito institucional o domiciliario y hospitalización en sus distintos niveles de complejidad), impidiendo de esta manera la fragmentación del proceso asistencial. • Problemas de agencia, que se presentan cuando las Esta “integración entre niveles”, entendida como una red coordinada de servicios que proporcionan la asistencia longitudinal a una población determinada (interacción del paciente con el prestador de salud a lo largo del tiempo) y cuyos consumos sanitarios implican un riesgo financiero, presenta por lo tanto más ventajas sanitarias y económicas que inconvenientes (Ortún, 2002). asimetrías de información se combinan con altos costos se supervisión. En estos casos puede ser el prestador (agente) quién no tenga incentivos a contener los gastos perjudicando al asegurador (principal). Para lograr que el Agente sea eficiente se plantean diversas soluciones destacando la importancia de la gestión clínica y el diseño de modos de pago a los prestadores que incentiven la eficiencia tales como el pago por desempeño. • Selección de riesgos por parte de los prestadores de servicios, quienes pueden tener incentivos a atraer a los usuarios con riesgos asociados más bajos. La selección de riesgos o descreme (cream skimming) opera fundamentalmente a través de dos mecanismos: el primero consiste en brindar servicios de diferente calidad para usuarios con distintos riesgos, brindando “peores servicios” cuanto mayor sea el riesgo asociado a los usuarios (siendo la situación extrema la no aceptación de la persona como beneficiario del servicio). El segundo consiste en brindar la misma calidad en cada servicio sin importar el riesgo de cada usuario, pero ofreciendo servicios de peor calidad cuando sean mayoritariamente demandados por pacientes de mayor riesgo (mayor demora en atención, por ejemplo). El proceso de selección de riesgos afecta la calidad de los servicios del sistema, ya que los prestadores podrían evitar incrementar la calidad de los servicios demandados por los usuarios costosos para no atraerlos. Asimismo amenaza la eficiencia de los servicios, ya que puede resultar más rentable destinar recursos a atraer usuarios poco costosos que a brindar servicios eficientes (García Goñi, 2005). Sin embargo, si bien una financiación capitativa por prestaciones integrales presentaría las ventajas relativas señaladas, si el pago per cápita no guarda relación con las características de los afiliados, entonces el riesgo sería soportado por el proveedor de servicios. Un sistema de este tipo se denomina per cápita puro o sin ajustes, y con él aparecerían problemas tales como la selección de riesgos. En tal sentido, los mercados de servicios de salud presentan diversos problemas de incentivos conocidos debido a la presencia de distintas “fallas de mercado”, entre las que se destacan: • Riesgo moral, que implica que al contar con cobertura de salud los usuarios pueden consumir mayor cantidad de servicios que los que necesitan y tener menos incentivos a cuidar su salud. La respuesta frente a este fallo podría ser el establecimiento de co-pagos al momento de utilizar el servicio, pero un problema de este mecanismo es que si se utiliza sin tomar en cuenta las necesidades de salud puede constituirse en una barrera económica al acceso, generando inequidades. • En definitiva, los diferentes sistemas de pago pueden • Asimetrías de información, que se pueden presentar desde tres perspectivas diferentes: -- El médico tiene más información que el paciente, por lo cual el médico puede actuar como inductor de la demanda. -- La asimetría de información se da también entre el médico y la institución prestadora de servicios y puede llevar al uso ineficiente de recursos. -- El consumidor (paciente) tiene mayor información que el proveedor en cuanto a sus hábitos • tratar de resolver algunos de los problemas señalados. El “pago per capita ajustado por riesgo” es un mecanismo que intenta eliminar los incentivos a la selección de riesgos, manteniendo los incentivos a la eficiencia y en el que el pago “per cápita” varía en función de las características de los afiliados y/o de los costes esperados de la asistencia. Con este sistema el riesgo pasa a ser soportado por el agente financiero (OPS, 1998). Ver cuadro 1. Asimismo, los problemas de los sistemas de pago capitativo varían según exista una base territorial (como es el caso del sistema español e inglés) o se trate de sistemas sin base territorial. En estos últimos es fundamental evitar la selección de riesgos. En los prime51 • ros, se trata de efectuar un ajuste de riesgos tal que permita igual financiación para igual necesidad (Ortún et al, 2000). Con relación al riesgo financiero, cabe destacar que prestadores con un amplio número de individuos adscriptos son probablemente menos vulnerables a las fluctuaciones aleatorias en la demanda de servicios que aquellos que poseen colectivos más reducidos. De ahí la importancia de asegurar un mínimo de población que permita consolidar determinados niveles de riesgo. La cuestión fundamental es cuan amplio tiene que ser el sector poblacional cubierto por un proveedor de servicios para que pueda gestionar por sí mismo el riesgo. En el Reino Unido, las distintas experiencias van desde el umbral de 250 mil personas hasta un mínimo de tres mil (Ortún et al, 2000). 2.3. Pago capitativo ajustado por riesgo El gasto en salud varía según las necesidades de los individuos, dependiendo de sus características personales como edad, sexo, morbilidad, circunstancias sociales, etc. (Rice y Smith, 2001). Como se mencionó anteriormente, si no existen ajustes que permitan aproximar el valor de la prima que se paga al proveedor al costo esperado por cada individuo, la tendencia natural es la selección de aquellos individuos con menores riesgos, llevando a graves problemas de inequidad en el sistema, a la hora de brindar respuesta a un problema de salud según la necesidad de cada individuo. Por lo tanto, cada país debería dar respuestas o soluciones a este fallo del mercado sanitario en el diseño de su sistema de salud. Se conoce como “ajuste de riesgos” al proceso por el cual se trata de adecuar el pago capitativo a las características de cada individuo. El ajuste de riesgos pretende estimar cuál sería el gasto sanitario esperado de un individuo durante un período de tiempo determinado (Ortún et al, 2000). De esta manera, los sistemas capitativos con ajuste explícito de riesgo, configuran la acción paliativa al problema de la selección de riesgos, buscando por un lado promover la eficiencia, al aproximar el pago de la cápita a los gastos justificados, y por otro mejorar la accesibilidad de los individuos de mayor riesgo, evitando la selección de pacientes que puede ocurrir en sistemas capitativos sin ajuste (Buglioli y Ortún, 2000). Si bien cabe señalar que no existe un predictor “ideal” de riesgo, entre los “ajustadores de riesgo” más utilizados (definidos como aquellas variables o características de los individuos que permiten calcular el gasto esperado individual en salud) se describen: • Variables demográficas como edad y sexo. • Utilización previa de los servicios. • Variables epidemiológicas y diagnósticas. Se puede considerar entonces que un primer grupo de mo52 delos de ajuste predominante en varios países -sobre todo de Latinoamérica- se basan fundamentalmente en variables demográficas, debido en primera instancia a la mayor disponibilidad de información. En estos casos lo usual es estimar un modelo de regresión lineal que explique el gasto esperado en función de variables como sexo, edad, ingreso, localización geográfica, inserción laboral, etc. Evidentemente, la edad y el sexo son importantes factores determinantes de las variaciones de los gastos, pero la experiencia internacional muestra que el ajuste de riesgo usando variables demográficas suele ser insuficiente para predecir los gastos en salud. Existen muchas otras posibilidades de ajuste de riesgo, pero la incorporación de otras variables muchas veces se ve restringida por la disponibilidad de datos (Rice y Smith, 2001). Dentro de los modelos que incorporan variables relacionadas con categorías de diagnóstico, existen distintas maneras para hacer operacional el estado de salud. Los sistemas de clasificación más conocidos son el Ambulatory Care Group (ACG, Weiner 1998) y la familia de modelos Diagnostic Cost Groups (DCG, Ash et al. 2000). En estos casos las variables de clasificación de diagnósticos se agregan a las demográficas. Si bien estos modelos tienen como ventaja que aumentan en gran medida la capacidad de predicción de los gastos, plantean como dificultad que requieren sistemas de información acordes, muchas veces no disponibles y de mayor costo. Por último se han desarrollado modelos basados en categorías clínicas, tales como el Clinical Risk Groups (CRG). En estos casos se estima el gasto esperado por grupos de riesgo de categorías clínicas, basados en el historial clínico de los usuarios. Por otro lado, el método de estimación del pago ajustado por riesgo puede ser prospectivo o retrospectivo. En el primero se considera el gasto estimado en el futuro, siendo más adecuado para resolver problemas de eficiencia, mientras en el segundo se considera el gasto pasado de los prestadores, siendo más adecuado para resolver problemas de selección de riesgos. Sin embargo, en la medida que el método retrospectivo tiende a convalidar el gasto pasado de los usuarios, genera incentivos negativos sobre la eficiencia de los prestadores. Por otro lado, el pago prospectivo seguirá teniendo problemas de selección de riesgos cuando el pago no se ajusta exactamente al gasto esperado por usuario. Es esperable que exista esa deferencia dadas las asimetrías de información entre el asegurador y el prestador. Se denomina capitación perfecta a aquella que iguala los gastos esperados por usuarios. Sin embargo, incluso si se pagara una capitación perfecta a los prestadores, no desaparecerían los incentivos a la selección de riesgos ante la presencia de conductas adversas al riesgo por parte del prestador (García Goñi, 2005). A pesar de lo dicho anteriormente existe consenso en que cuanto mejor sea el ajuste de riesgos, menor será el incentivo a la selección de riesgo, potenciándose la solución si existe una importante regulación del sistema, como se menciona más adelante. La experiencia internacional muestra que estos distintos métodos se han aplicado en una gran diversidad de formas. Mientras en Israel se ha utilizado un modelo prospectivo que considera únicamente la edad, en Bélgica y Holanda se han añadido otras variables como localización, discapacidad, ingreso, empleo y mortalidad. Pero ambos países han incorporado el gasto pasado como variable explicativa. Esto último también ha sido aplicado en Alemania pero en base al método retrospectivo y, a su vez, Alemania y Holanda han incorporado variables diagnósticas en sus modelos, con el objetivo de acercarse a modelos teóricos óptimos de ajuste de riesgo (Vargas et al, 2005). En Chile, debido a la poca exactitud respecto a la varianza de los costos que pueden predecir las variables demográficas se propuso utilizar, como ajustadores de riesgo en el Fondo de Compensación Solidario entre ISAPRES (Instituciones de Salud Previsional), un sistema de medida de la morbilidad poblacional para el conjunto de la población chilena, junto a los costes asociados a la misma. Desde la mirada de la salud pública, lo más adecuado a la hora de seleccionar variables de ajuste serían aquellas que reflejen necesidades de la población. Pero en la práctica existen problemas tales como el escaso desarrollo de investigación o dificultades para poder separar los factores de necesidad de los de utilización u oferta. La alternativa es incorporar alguna variable de utilización previa, que presenta como desventaja más importante la posibilidad de convertirse en un estímulo a ofrecer más servicios de los necesarios por parte del prestador, promoviendo por tanto la ineficiencia (Buglioli y Ortún, 2000). En suma, el ajuste de riesgo es utilizado en varios países. Si bien los ajustadores más utilizados son los mencionados anteriormente, con predominancia del sexo y edad, se describen en la literatura modelos que utilizan otras variables como discapacidad, mortalidad, nivel de urbanización y variables socioeconómicas como escolaridad, desempleo, indigencia, vivienda, clase social, ingreso y estructura de la familia (Vargas et al, 2005). En la medida que el pago ajustado por riesgo debe reflejar los cambios en la estructura de gastos asociada a la cobertura de las necesidades sanitarias de la población, más allá de eventos coyunturales, este instrumento suele ser actualizado con una frecuencia de entre 5 y 10 años. Por ejemplo, en el caso de Israel la actualización se realiza cada 6 o 7 años. Por otra parte, la eficacia de los mecanismos de ajuste de riesgo puede ser medida a través de la proporción de la varianza del gasto esperado que logra explicar el modelo (el estadístico más utilizado es el R2). Algunos autores establecen que el mejor modelo de ajuste de riesgo a lo sumo podría explicar un 20% a 25 % de la varianza de gasto. Por otra parte, se establece que si se incorporan solamente variables demográficas no se logra explicar más del 2% de la varianza (R2= 0.02). Si a ellas se agregan los gastos pasados, se podría llegar a explicar un 10% de la variación del gasto. Si se incorporan variables epidemiológicas y diagnósticas se llegaría también a explicar alrededor del 10%. Con los modelos basados en categorías clínicas se podría llegar a explicar el 12%. Estas cifras, además de indicar que no se alcanzarían niveles de explicación de la varianza muy elevados, inducen a concluir que, en la medida que el porcentaje máximo de la variación que puede explicarse es de 25%, los prestadores tendrían margen para realizar selección de riesgos, utilizando aún el más preciso sistema de ajuste de riesgo disponible, basado en los CRG. Pero si se utilizan otros instrumentos para la cobertura de aquellos eventos catastróficos, es decir de alto costo y baja frecuencia, entonces dichos mecanismos de ajuste adquirirían mayor precisión (Baeza y Cabezas, 1999). Este sería el caso de Uruguay con la implementación del Fondo Nacional de Recursos (FNR) como fondo reasegurador de aquellas prestaciones catastróficas. De no existir esta estructura institucional, dichas prestaciones causarían una mayor selección de riesgos por parte de los prestadores integrales. La existencia de un fondo para la cobertura de eventos catastróficos no garantiza que igualmente el prestador no pueda enfrentar eventos de este tipo, es decir de alto costo y baja frecuencia, que no estén cubiertos por dicho fondo. En estos casos el rol de la regulación resulta fundamental para asegurar que los prestadores tengan una escala mínima adecuada (una cantidad mínima de afiliados) a la hora de autorizar su funcionamiento. De este modo se debería garantizar que cada prestador tenga un pool de riesgos compatible con su sustentabilidad económica. Por último, queda claro que para implementar cualquier mecanismo de pago ajustado por riesgo es relevante contar con sistemas de información confiables y adaptados a los requerimientos del sistema, lo que implica elevados costos institucionales, que muchas veces son difíciles de asumir en países de medianos y bajos ingresos. 53 2.4. Relevancia de la regulación Los mecanismos de ajuste deben ser complementados con un marco regulador fuerte, que apoye su funcionamiento y potencie la viabilidad técnica del ajuste de riesgo. Entre las medidas de regulación y contralor aplicables sobre distintos determinantes se destacan (Baeza y Cabezas, 1999): • Regulación del reporte de información hacia el ajustador. • Establecimiento del tamaño mínimo del pool de riesgo. • • • • • Debido a la ley de los grandes números, si se incrementa el tamaño las diferencias de varianza serán menos significativas y la selección de riesgos será más dificultosa. Definición de un paquete de prestaciones obligatorias y control del acceso a las mismas en forma oportuna y con la calidad adecuada. Establecimiento de tiempos de duración de contratos con los prestadores. Promoción de perfiles de compensación intergeneracionales. Prohibición de toda discriminación respecto a las poblaciones aseguradas. Implementación de un fondo reasegurador para grandes riesgos (en ese sentido se destaca la importancia de la existencia del FNR en nuestro país). Si no existe integración entre el ajuste de riesgo y la regulación, el efecto para evitar la selección será reducido. Si por el contrario se produce una verdadera complementariedad entre el ajuste y el marco regulador existente, entonces se potenciará el efecto perseguido. Como ya fue señalado, desde la mirada de la salud pública lo más adecuado a la hora de seleccionar variables de ajuste serían aquellas que reflejen necesidades de salud de la población. Este aspecto resulta particularmente relevante a la hora de evaluar el rol del pago ajustado por riesgo, inserto en un proceso de cambio de los modelos de atención y gestión. En este sentido la estructura de gastos pasada reflejará los gastos correspondientes al modelo de atención vigente. Por lo tanto, la utilización del pago ajustado por riesgo con estimación retrospectiva deberá ser complementada con otros instrumentos que constituyan una mejor señalización de las prácticas asistenciales deseadas por las autoridades sanitarias. Un ejemplo de las situaciones a corregir del modelo de atención hegemónico lo constituye la baja utilización de servicios y el gasto actual de la población trabajadora del sexo masculino. En tal sentido, el pago por desempeño puede jugar un rol complementario al ajuste de cápitas. 54 2.5. El pago por desempeño Contexto en que surge el pago por desempeño Los contratos que incluyen metas por desempeño pueden ubicarse como una potencial solución a los problemas que surgen en las diferentes “relaciones de agencia” dentro del sistema de salud. Se busca que a través de un contrato se establezcan los incentivos necesarios para inducir al agente a un comportamiento deseado por el principal (hacer participar al agente del costo de transferirle el riesgo derivado de la oscilación de resultados, medidos de distintas formas según establezca el contrato). En el SNIS se puede identificar a la JUNASA como principal y a los prestadores integrales (IAMC, ASSE y Seguros Privados Integrales) como agentes, siendo los contratos de gestión el instrumento que formaliza y explicita el vínculo o relación de agencia que existe entre ambos. Asimismo, en la bibliografía consultada se identifica en general un énfasis excesivo por parte de los sistemas de salud sobre los incentivos explícitos para resolver los problemas de agencia. Del mismo modo se plantea como necesidad considerar los denominados incentivos “implícitos” derivados del contexto legal, social, profesional y laboral, así como el papel del Estado y del mercado. El tipo de organización, el grado de competencia y/o cooperación entre cada institución, entre otros factores, determinan el impacto de los incentivos (fuerza y adecuación de los mismos). También surge de la evidencia disponible -como un componente ineludible de las reformas sanitarias- la necesidad de incorporar cambios en la gestión, fortaleciendo el papel del equipo de salud del primer nivel de atención, con un rol activo en las decisiones clínico administrativas. Tal como se menciona sobre el papel de los médicos generales en el Sistema Nacional de Salud (NHS) en Inglaterra: compradores más imaginativos, exigentes y efectivos que los propios distritos (Gervás, 1997). Si bien no serán considerados estos aspectos en el presente capítulo, cabe al menos mencionarlos para no omitir la valoración de su relevancia en los sistemas de salud en general, y en el SNIS en particular. Desde el punto de vista del “objeto de pago” a los proveedores, lo más frecuente en los sistemas de salud ha sido comprar “actividad asistencial”. La actividad puede definirse como producto intermedio, es decir, no se compra la salud de la población afiliada a un prestador en forma directa sino un conjunto de prestaciones o servicios: consultas, estudios, días cama, atenciones domiciliarias, medicamentos, etc. Esta última característica se suma a otra dificultad muy conocida: no es sencillo establecer cuánto influye la intervención de los servicios provistos en los resultados en salud obtenidos y cuánto se debe a otras variables o determinantes de salud (estilo de vida, factores socio-económicos, ambientales, etc.). En el SNIS se define por Decreto el Plan Integral de Atención a la Salud (PIAS), que reglamenta uno de los objetivos establecidos en la Ley 18.211: implementar un modelo de atención integral, a partir de acciones de promoción, protección, diagnóstico precoz, tratamiento oportuno, recuperación, rehabilitación, incluyendo cuidados paliativos, respetando los principios de bioética y calidad de atención por los que los usuarios pasan a ser el centro del sistema. Se cambia el listado de exclusiones (que era lo vigente previo a la reforma de la salud) por un listado exhaustivo y detallado integrado a dos anexos del Decreto: uno contiene todos los Programas de Salud y el otro el Catálogo de Prestaciones. Este último incluye las modalidades de atención médica, los profesionales y técnicos de la salud, los procedimientos diagnósticos, terapéuticos y de rehabilitación, las prestaciones de salud bucal, medicamentos y vacunas, y por último el transporte sanitario. El alcance de las prestaciones es integral, universal y obligatorio para todos los prestadores de salud integrales que integren el SNIS. es también el control de los pacientes diabéticos: allí la calidad no se mide por tener equipos sofisticados ni por “hacer” (consultas, ingresos) sino por evitar complicaciones. El indicador considerado como parámetro de resultado/calidad del control de la enfermedad es la hemoglobina glicosilada. -- Al medir y pagar por desempeño podemos contribuir a disminuir la calidad clínica, en el caso que el médico centre su atención en lo que se mide o evalúa, algo que puede ser diferente a lo que el paciente necesita. Este efecto es más grave si se seleccionan áreas e indicadores no relacionados con los problemas principales de la población, y por tanto se alcanza escaso impacto en la salud de las personas. -- Evitar la “ingeniería documental” que no contribuya a la transparencia y objetividad de la información técnicoadministrativa, necesaria para la construcción de los indicadores que garantizan el incentivo económico. -- Pueden generarse problemas éticos: que el trabajo clínico se centre en su cumplimiento, que se rechacen pacientes en cuyo seguimiento el cumplimiento de los indicadores sea más difícil, o que se incrementen indicaciones diagnósticas y terapéuticas innecesarias. Antecedentes y comparación internacional del pago por desempeño Se inició en Australia en 1994 y se desarrolló posteriormente en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Nueva Zelanda. El objetivo fue generar incentivos a la calidad, pagando a cambio de que determinadas actividades se hicieran como se espera que se hagan, de acuerdo a ciertas normas preestablecidas. Puede decirse que el pay for performance (P4P) mezcla cantidad y calidad en la forma de brindar las prestaciones seleccionadas, a partir de la medición del rendimiento o desempeño real del servicio o equipo de salud, en comparación con el esperado. Si se dispone de una serie de metas claramente definidas, teniendo bien determinada la manera de medirlas y evaluarlas, podemos comparar el nivel de consecución de las metas en diferentes sistemas de salud. Sin embargo, el concepto de desempeño es más complejo que el simple registro del grado de logro de las metas. Para determinar el desempeño de un sistema de salud hay que relacionar los resultados logrados y los resultados que podrían haberse obtenido. En otras palabras, el desempeño es un concepto relativo. La medición del desempeño relaciona el grado de logro de las metas con los recursos disponibles en el sistema de salud (OMS, 2000). También hay recomendaciones muy específicas sobre cómo seleccionar los indicadores y diseñar los incentivos: -- Incluir problemas de salud frecuentes. -- Tener bien demostrada su relación con el cambio en la --------- salud de las personas. Incluir problemas generales y no tan específicos. Monitorear potenciales efectos adversos. Promover coordinación entre niveles de atención. Que su implementación signifique una intensidad de uso de recursos adecuada al contexto país. Trabajo en equipo y seguimiento integral del paciente. Énfasis en los aspectos de relación interpersonal y de la equidad. Que el cumplimiento de las metas fijadas dependa principalmente de quien recibe el incentivo. Que sea de auditoria factible. En otras publicaciones se demanda mayor precaución o De la revisión realizada por Gervás y Pérez Fernández (2008) se pueden extraer algunas conclusiones y recomendaciones de interés: -- “El pago por desempeño puede ser bien intencionado, pero precisa demostrar sus beneficios en la salud de los pacientes y de la población”. Existe evidencia, por ejemplo, en el caso del consejo contra el tabaquismo y el abandono del mismo. Un ejemplo muy gráfico 55 cautela antes de introducir incentivos varios -entre ellos los del pago por rendimiento- identificando algunos requisitos complementarios a los ya mencionados (Ortún, 2007. Peiró y García, 2008): • Necesidad de cambio en el comportamiento de • • • • • • • distintos actores. Apoyo informático a las decisiones clínicas. Publicación y transparencia de los resultados. Incentivos dirigidos también a los usuarios. Evitar la selección de pacientes o de los denominadores. Cuidar la pérdida de autoestima y autonomía profesional. Que sean estables al menos unos años, para permitir comparaciones a lo largo del tiempo. Ser capaces de orientar a la organización hacia la mejora. La innovación y avance en las medidas de resultado en la atención en salud debería contribuir, por un lado, a reducir la brecha entre eficacia y efectividad, entre el resultado ideal de acuerdo a la evidencia científica y el real que obtenemos con los usuarios del SNIS. Y por otro, obtener una base para la evaluación del comportamiento de los prestadores para incentivar la calidad de los servicios y fomentar la elección informada de los usuarios. Las diferentes experiencias muestran que cada sistema de salud ha escogido y seleccionado la modalidad de incentivos y objetivos de calidad que creían más adecuada para la organización y el contexto concreto donde se aplicaba. Sección 3. Las formas de pago del Seguro de Salud del BPS hasta 2007 Hasta julio de 2007 el Seguro de Salud del BPS pagó a las IAMC (los únicos prestadores de salud habilitados hasta ese momento) una cuota por usuario diferente a cada prestador. Para el cálculo de la cuota a pagar a cada IAMC se clasificaba a los usuarios del prestador según estuvieran afiliados a través de la seguridad social o no. En el segundo caso, cuando los usuarios pagaban la cuota de su bolsillo, se los clasificaba según estuviesen afiliados en el marco de un convenio colectivo o no. Este último grupo, los afiliados individuales que pagaban la cuota de su bolsillo, era el que se consideraba para calcular la cuota a pagar por parte del BPS. Para hacerlo se calculaba la cuota promedio pagada por este tipo de afiliados en cada institución. Una vez establecida la cuota promedio de cada IAMC, el BPS procedía a pagar el 88,6% de la misma por cada trabajador activo afiliado a través de la seguridad social. En el caso de los jubilados usuarios de una IAMC afiliados a 56 través del BPS se pagaba el 95% o el 100% de dicha cuota promedio según la categoría de jubilado. A su vez, por cada jubilado afiliado a una IAMC a través del Seguro de Salud del BPS, éste último realizaba un pago fijo (denominado sustitutivo de tiques) al prestador, dando así derecho a estos jubilados a dos medios tiques de medicamentos y dos órdenes a consultorio gratuitas. Sección 4. La aplicación del sistema de pago ajustado por riesgo en Uruguay En la presente sección se relata el procedimiento para la estimación del pago ajustado por riesgo de los servicios de atención médica en Uruguay. El mecanismo, que fue implementado a partir de 1992 con el beneplácito de los propios prestadores, no incorporaba ninguna forma de pago ajustado por riesgo o por desempeño. De esta manera se pagaban 41 cuotas diferentes (una por prestador) sin que dichas deferencias obedecieran a ningún criterio de persecución de objetivos sanitarios o de eficiencia. Al mismo tiempo, con este método se establecía un mecanismo de pago manipulable por parte del prestador: dado que la cuota a pagar por parte del BPS dependía de la información brindada por la IAMC, la institución podía incrementar el pago recibido modificando la información entregada. En el caso uruguayo las restricciones en cuanto a la información disponible impidieron que se utilizaran algunos de los métodos más sofisticados descritos anteriormente en este capítulo. No se dispuso de estudios sobre el costo eficiente de los servicios que están obligadas a prestar las IAMC, ni se contó con información sobre el gasto de los usuarios pertenecientes a diferentes grupos relacionados a diagnósticos. En la práctica se optó por estimar el gasto esperado de los usuarios mediante un análisis retrospectivo del gasto asociado a las variables demográficas sexo y edad. En la medida que la cuota pagada a cada prestador se fijaba a partir de la declaración que los mismos realizaban al Ministerio de Economía y Finanzas, bastaba con que la institución declarara un mayor número de usuarios con cuotas bajas (o un menor número de usuarios con cuotas altas) en la categoría de afiliados colectivos, declarándolos en la categoría de afiliados individuales, para que la cuota promedio calculada aumentara y el BPS pagara una cuota mayor al prestador. Para ello se consideró el gasto anual promedio de las Instituciones de Asistencia Médica Colectiva (IAMC) para dar cobertura al Plan Integral de Asistencia en Salud (PIAS). No se incluyeron en la estimación de la cápita los gastos correspondientes a la cobertura de otro tipo de prestaciones que no son brindadas por las IAMC. La aclaración resulta particularmente pertinente, ya que de esta manera se excluye el gasto destinado a la cobertura de eventos catastróficos, es decir de alto costo y baja frecuencia, que están cubiertos por el FNR. Dicha estimación se ha realizado todos los años desde 2005. De este modo, en la medida que la variabilidad del pago recibido por los prestadores no se asociaba a los costos enfrentados por cada uno, se generaban importantes inequidades entre las IAMC. Algunas instituciones con poblaciones aseguradas más costosas (o de mayor costo) recibían pagos considerablemente más bajos que otras que atendían a sectores de la población asociados a gastos esperados menores. Adicionalmente, entre 1992 y 1999 la regulación oficial no establecía ningún requisito para que un socio fuese afiliado en la categoría “convenio colectivo”. De este modo muchos usuarios jóvenes fueron afiliados en dicha categoría sin que mediara realmente un convenio entre el prestador y otra organización. A partir de 1999 la regulación estableció que sólo podían ser afiliados en la categoría “convenio colectivo” aquellas personas que estuviesen afiliadas a una organización con personería jurídica que tuviese un convenio firmado con las IAMC. Dicha reglamentación, que trató de paliar este problema, resultó ser claramente insuficiente, por no existir mayores exigencias sobre las características de las organizaciones en convenios. La normativa podía ser fácilmente burlada en la medida que los propios prestadores podían ser quienes crearan una asociación con personería jurídica y luego firmaran un convenio con ella. Posteriormente alcanzaba con afiliar a dicha asociación a los usuarios menos costosos de las IAMC. El gasto promedio por usuarios según sexo y edad se estimó de la siguiente manera: El cálculo se realizó, en principio, hallando la participación de cada tramo de sexo y edad en el total de consultas (como indicador de la demanda de servicios ambulatorios) y de días cama ocupados (como indicador de la demanda de servicios de internación). Si bien originalmente se consideraron únicamente estos dos grupos de productos asistenciales, en los años subsiguientes se fueron incorporando nuevos ítems. Las referencias a los elementos considerados son las siguientes: GP = Gasto realizado por cada institución para la producción del servicio asistencial P. QPij = Cantidad demandada del producto asistencial P por los usuarios del tramo de edad i y el sexo j. Bij = Número de usuarios registrados en la institución del tramo de edad i y el sexo j. Cápitaij = Gasto esperado de los usuarios registrados en cada institución del tramo de edad i y el sexo j. Una de las limitaciones de esta forma de estimación de las cápitas reside en que supone un costo igual por unidad de producción. En otras palabras, se supone que una consulta o DCO tiene el mismo costo independientemente de que sea utilizada por un niño o un anciano, un hombre o una mujer. El efecto negativo de dicha limitación sobre la estimación se reduce considerablemente al aumentar la cantidad de productos asistenciales considerados, ya que el patrón de utilización de cada producto por cada grupo poblacional es bien distinto. Es por ello que se ha pasando de considerar dos productos en la estimación con datos de 2005 a 11 productos en la estimación con datos de 2008. En la estimación del gasto esperado por sexo y edad para 2008 se consideran los siguientes productos asistenciales: • • • • • • • • • • • Atención en Policlínica Atención de Emergencia / Urgencia Centralizada Atención en Domicilio No Urgente Atención en Domicilio Urgente Servicio de Internación de Corta Estadía Servicio de Internación Domiciliaria Servicio de Internación en Cuidados Básicos Servicio de Internación en Cuidados Moderados Servicio de Internación en CTI y CI de Adultos Servicio de Internación en CTI y CI Pediátrico Servicios de Block Quirúrgico 57 Las referencias a los elementos considerados son las siguientes: para estimar las cápitas, en función de los filtros sobre la calidad de la información que se impusieron. GP = Gasto realizado por cada institución para la producción del servicio asistencial P. QPij = Cantidad demandada del producto asistencial P por los usuarios del tramo de edad i y el sexo j. Bij = Número de usuarios registrados en la institución del tramo de edad i y el sexo j. Cápitaij = Gasto esperado de los usuarios registrados en cada institución del tramo de edad i y el sexo j. Una de las limitaciones de esta forma de estimación de las cápitas reside en que supone un costo igual por unidad de producción. En otras palabras, se supone que una consulta o DCO tiene el mismo costo independientemente de que sea utilizada por un niño o un anciano, un hombre o una mujer. El efecto negativo de dicha limitación sobre la estimación se reduce considerablemente al aumentar la cantidad de productos asistenciales considerados, ya que el patrón de utilización de cada producto por cada grupo poblacional es bien distinto. Es por ello que se ha pasando de considerar dos productos en la estimación con datos de 2005 a 11 productos en la estimación con datos de 2008. Corrección por sub-utilización Las cápitas estimadas Las cápitas estimadas en 2006, que son las que hoy utiliza el FONASA, fueron las expresadas en el siguiente cuadro (2) y gráfico (1): Cuadro 2. Cápitas relativas Uno de los problemas detectados en el sistema IAMC es la sub-utilización que realizan los socios FONASA (ex DISSE) de los servicios de salud a los que tienen derecho. La misma se verifica por un comportamiento discriminatorio por parte de las instituciones, que fijan precios de co-pagos mayores para este tipo de usuarios, aprovechando la inamovilidad a la que están sujetos la mayoría de ellos. La sub-utilización calculada, a partir de la consideración de diferentes tipos de consultas, se estimó por la División de Economía de la Salud en un promedio de 38,88%. En otras palabras, la demanda de servicios asistenciales de los usuarios ex DISSE fue un 38,88% inferior a la de los demás usuarios de su mismo tramo de edad y sexo. Para considerar este fenómeno se corrigió el nivel de gasto de los usuarios FONASA ajustando su participación en el gasto total, asumiendo que tuviesen un nivel de demanda similar a los demás usuarios de su mismo tramo de edad y sexo. <1 6.52 <1 5.57 Hombres 1 a 4 5 a 14 15 a 19 20 a 44 45 a 64 1.90 1.11 1.08 1.00 2.07 Mujeres 1 a 4 5 a 14 15 a 19 20 a 44 45 a 64 1.79 1.00 1.43 2.12 2.53 65 a 74 3.99 >74 5.26 65 a 74 3.47 >74 4.34 Gráfico 1. Cápitas relativas estimadas por sexo y edad 7 6 Problemas con los datos Selección de instituciones Seguidamente se señalan algunos de los inconvenientes que pueden presentar los datos utilizados para estimar las cápitas por sexo y edad: Además de los requisitos en cuanto a la calidad de la información, para seleccionar las instituciones que serían tomadas en cuenta para la estimación de las cápitas se consideró el nivel de eficiencia de las mismas. Para ello se tomó en cuenta el trabajo realizado por la División de Economía de la Salud, que clasificó a las IAMC según sus niveles de eficiencia técnica. En cada medición hubo siempre algunas IAMC que no entregaron la información solicitada o bien la misma estaba incompleta. En los casos en que la información faltante correspondiera a algunos meses específicos, las estimaciones pueden subestimar la estacionalidad de la producción asistencial. En algunos casos las IAMC podrían haber incorporado las consultas y DCO correspondientes a convenios o actividades de venta de servicios, pudiéndose estar subestimando el costo unitario de dicha producción. Hubo casos en que la información asistencial entregada por las instituciones, si bien estaba completa, no era consistente con la información económica, apareciendo costos unitarios excesivamente altos o bajos. Para realizar un control de la calidad de información se consideraron las tasas de utilización promedio para cada tramo etario por sexo, para los productos considerados en cada institución. De este modo se desecharon las instituciones que presentaron valores anómalos en sus niveles de utilización promedio para algún tramo de edad y sexo. Estas limitaciones llevaron a que no se considerara a todas las IAMC 58 Por eficiencia técnica se consideró la cantidad de recursos materiales y humanos que utilizó el prestador para generar una unidad de producto asistencial (por ejemplo, una consulta). El concepto de eficiencia técnica no incorpora la eficiencia asignativa. En otras palabras, no se consideró si esa unidad de producto asistencial se generó con la combinación menos costosa de recursos o no, sino simplemente si pudieron ser utilizados menos recursos. A partir de estos elementos se desechó -para realizar el cálculo- al conjunto de instituciones que se encontraban en el tercio inferior de niveles de eficiencia técnica. 5 4 3 2 1 0 <1 1a4 5 a 14 15 a 19 20 a 44 45 a 64 65a 74 74< Hombre Mujeres Estimación del nivel absoluto de las cápitas en 2006 Para la estimación del nivel absoluto de las cápitas se tomó como restricción el gasto del BPS en 2007 en cuotas pagadas a las IAMC. Para ajustar las cápitas a la mencionada restricción se distribuyó entre los 691.350 usuarios ex DISSE registrados en el BPS, los $ 541.559.339 que gastó el BPS en setiembre de 2007, pero asumiendo que la relación entre el gasto esperado por usuario según su sexo y edad era la estimada en las cápitas anteriores, obteniendo el siguiente resultado (cuadro 3). 59 Cuadro 3. Cápitas absolutas estimadas (a pesos de setiembre de 2007) <1 2654 <1 2265 Hombres 1 a 4 5 a 14 15 a 19 20 a 44 45 a 64 773 451 441 407 844 Mujeres 1 a 4 5 a 14 15 a 19 20 a 44 45 a 64 730 406 582 862 1028 Los resultados no varían sustancialmente aunque se observa un gasto ligeramente mayor para los últimos dos tramos, y en el segundo y tercer tramo en 2004. Por otro lado se muestran a continuación (gráfico 3 y 4) los resultados con estimaciones realizadas en nuestro país en el pasado (Grau et al, 2000). 65 a 74 1624 >74 2140 65 a 74 1410 >74 1765 Gráfico 3. Cápitas relativas estimadas por edad para el sexo masculino. Año 2000 Uruguay Hombres 2000 6 Esta sería la cápita que pagaría el BPS a las IAMC si gastara el mismo monto que en setiembre de 2007, pero ajustando su pago al gasto relativo esperado por sexo y edad. 5 4 Sin embargo, las cápitas estimadas fueron superiores a los costos que enfrenta el grupo de instituciones seleccionadas para dar cobertura de salud a la población en consideración, en un 6%. La diferencia en este gasto fue la utilizada para establecer el pago por cumplimiento de metas a los prestadores del FONASA. De modo que las primeras cápitas pagadas por el FONASA fueron las mostradas en el siguiente cuadro (4), adicionándose un pago por cumplimiento de metas de $ 45 por usuario. 3 2 1 0.00 0a5 Cuadro 4. Cápitas absolutas pagas por el FONASA (a pesos de setiembre de 2007) 6 a 14 15 a 18 19 a 44 45 a 64 65 a 74 >74 Uruguay 2005 Uruguay 2000 Hombre Mujeres <1 2732 2334 1a4 796 750 5 a 14 465 419 15 a 19 20 a 44 45 a 64 65 a 74 453 419 867 1672 599 888 1060 1454 >74 220 1818 Gráfico 4. Cápitas relativas estimadas por edad para el sexo femenino. Año 2000 Uruguay mujeres 2000 Comparaciones con otras estimaciones 7 6 Resulta de interés saber cuánto se acercan las estimaciones realizadas a otras hechas en el pasado tanto en Uruguay como en otros países. Para realizar dicha comparación se muestra, en primer lugar, el resultado de las estimaciones de la División de Economía de la Salud con datos el año 2004. 5 4 3 Gráfico 2. Cápitas relativas estimadas por sexo y edad. Año 2004 2 1 0 Cápitas 2004 9.00 6 a 14 15 a 18 19 a 44 45 a 64 65 a 74 >74 Uruguay 2005 8.00 Uruguay 2000 7.00 Hombre 6.00 Mujeres 5.00 4.00 3.00 2.00 1.00 0.00 0a5 <1 1 a 4 5 a 14 15 a 19 20 a 4445 a 64 65a 74 74< Ambas estimaciones muestran grandes similitudes salvo en los tramos correspondientes a las personas de mayor edad en ambos sexos. Para dichos tramos aparece un gasto relativo mayor en las estimaciones realizadas por la División de Economía de la Salud del MSP. En el anexo al presente capítulo se muestran también los resultados comparativos con estimaciones realizadas para Canadá, Chile y Brasil. Cabe aclarar que dichas estimaciones fueron realizadas bajo metodologías diferentes. Si bien no es propósito de este trabajo revisar las metodologías utilizadas, corresponde señalar que las mismas refieren a diferentes paquetes de prestaciones de salud. Por ejemplo, suelen incluir la cobertura ante gastos catastróficos, a diferencia de lo que sucede para las estimaciones correspondientes a Uruguay (en nuestro país esas prestaciones están cubiertas por el FNR y no por las IAMC). Esto puede explicar las diferencias observadas en los resultados, en particular el mayor gasto observado entre los mayores de 65 años. R. Fischer et. al. Financiamiento de la salud en la tercera edad. Cuadernos de Economía, Nº 134, 1998. 1 60 61 Sección 5. La aplicación del sistema de pago por desempeño en Uruguay 5.1. Implantación de la estrategia de metas en Uruguay 5.1.1. Introducción Al conjunto de metas aplicado actualmente en Uruguay se lo puede dividir en tres grandes grupos: • Meta 1: Salud del Niño y la Embarazada • Meta 2: Recursos Humanos • Meta 3: Adulto Mayor Como se comentó anteriormente, las metas asistenciales constituyen una de las formas de pago del FONASA a las instituciones y son quizás las herramientas más potentes para contribuir, desde el financiamiento, al cambio del modelo de atención. Las metas aplicadas en Uruguay en su comienzo son la 1 y la 2. Las mismas se detallan en el cuadro 6 a continuación. Cuadro 6. Metas en Uruguay El primer grupo de metas consiste en 12 indicadores referidos a la salud del recién nacido, del niño en su primer año de vida y de la embarazada. Meta 1 El segundo consistió, en el primer año, en que las instituciones tuvieran una estructura de personal adecuada para atender a su población afiliada. Posteriormente esta meta se transformó en dos metas diferentes: la meta de capacitación, que busca que las instituciones capaciten a su personal en temas prioritarios como hipertensión, diabetes, tabaquismo y violencia doméstica. La segunda es la meta de médico de referencia, que apuesta a que cada afiliado tenga un médico de referencia asociado. 1) Derivación del recién nacido (que tenga el alta con cita programada a control pediátrico para antes de los 10 días de nacido). El tercer grupo contiene a la meta del Adulto Mayor. Esta busca que todos los adultos mayores posean el Carné del Adulto Mayor. 4) Certificado de vacunación vigente. En octubre de 2008 comenzaron a aplicarse la meta 1 y 2 en su primera etapa. En julio de 2009 se cambió el indicador de estructura de personal adecuada de la meta 2 por la meta de médico de referencia y la de capacitación, así como también comenzó la meta 3. Por tal motivo esta sección se centrará fundamentalmente en el proceso recorrido por la meta 1, de la cual tenemos más información en relación a su desarrollo y desempeño Cuadro 5. Cronograma de implementación de Metas Meta 1: Encío de información para establecer línea de base Meta 2: Médico de referencia y Capacitacioón meta3: Adulto mayor Octubre 2008 Salud infantil 2) Captación del recién nacido (que efectivamente tenga su primer control médico antes de los 10 días de nacido). 3) Controles en el primer año de vida (dos controles en el primer mes, uno mensual hasta los 6 meses de vida y uno bimensual en el segundo semestre de vida). 5) Promoción de la lactancia materna. 6) Ecografía de cadera antes de los 4 meses de vida. Salud materna 1) Control adecuado del embarazo (al menos seis controles prenatales). 2) Captación de la embarazada antes del primer trimestre de embarazo. 3) Control de VIH y VDRL en el primer y tercer trimestre de embarazo. 4) Historia Clínica Perinatal Básica (hoja SIP completa). 5) Control odontológico de la puérpera. 6) Embarazada con derivación odontológica. Meta1: Niño y embaraza Meta 2 (estructura RRHH) 62 5.1.2. Definición de las metas en la primera etapa y comparación con marco teórico Julio 2009 Meta 2 Recursos Humanos 1) Número de médicos generales, pediatras y ginecólogos cada 1.000 habitantes. Veamos a continuación si estos indicadores siguen las recomendaciones planteadas en la bibliografía internacional sobre el tema. 5.1.3. Operativa de metas de salud infantil y materna Para empezar, incluyen problemas de salud “frecuentes y generales”, ya que se basan, por un lado, en la prevención y los controles médicos, y por otro, en algunas enfermedades de importancia o de fácil tratamiento de ser detectadas de forma temprana, como el HIV, la sífilis congénita y las enfermedades de cadera en los menores de un año. También tienen una “relación demostrada con la salud de las personas”, tanto la cantidad de controles como la vacunación, la lactancia materna, la captación temprana y el control odontológico. • Cómo se marcan las metas El énfasis en los controles permite “monitorear potenciales efectos adversos” en la salud de las personas. La existencia de metas sobre controles y no sobre determinados valores médicos asociados a una u otra enfermedad permite la detección de una amplia variedad de patologías. Promueven la “coordinación entre niveles”, ya que se enfocan principalmente en el primer nivel de atención para la detección de problemas que podrán ser tratados inmediatamente o ser derivados a otros niveles. La “intensidad de uso de recursos adecuada” está contemplada en la meta de recursos humanos, que busca que las instituciones tengan determinadas proporciones de recursos humanos que permitan una correcta atención en salud. La meta planteada premia a quien tiene una cantidad de médicos suficientes, siempre y cuando la cantidad sea acorde a la población, para evitar el despilfarro de recursos en el sistema. Por otro lado, como las metas del niño y la embarazada se establecen básicamente sobre controles necesarios, no aparece el riesgo de un uso excesivo de los recursos o una sobre-medicación, como en otros tipos posibles de metas. Por último, “la equidad” está contemplada, desde el momento en que las metas son sobre el niño y la embarazada, importante definición en un país en el cual los hogares con más niños son los más pobres y con mayor propensión a tener problemas de salud, un país con una historia reciente muy fuerte en torno a la infantilización de la pobreza. El inicio de las metas asistenciales con estas poblaciones forma parte de una estrategia más amplia a nivel gubernamental, que toma en consideración la inequidad desde este punto de vista. Realizada la comparación entre el planteo de las metas y su marco teórico, pasamos ahora a las puntualizaciones relacionadas con la operativa de la estrategia de metas asistenciales. El primer trimestre cuyo desempeño incidió en el pago a las instituciones fue el período octubre_dicimbre 2008. Durante los meses anteriores el MSP solicitó a todas las instituciones prestadoras de salud que presentaran información sobre cada uno de los indicadores, con la finalidad de construir una línea de base de cada una de las metas, es decir, el estado inicial de cada una de las instituciones. Luego de recibir la línea de base, el MSP les solicitó que marcaran a qué nivel de metas se comprometían llegar al cabo de un año, marcando metas intermedias por cada trimestre (octubre - diciembre 2008, enero - marzo 2009, abril - junio 2009, julio - setiembre 2009). Se decidió en esta primera instancia no plantear metas mínimas a nivel nacional sino que cada institución marcara su propio nivel de metas. El objetivo de esta libertad fue permitir la viabilidad política de una estrategia de metas asistenciales que recién empezaba. Esta libertad, sin embargo, no tuvo como resultado que todas las instituciones cumplieran con sus metas. Podría decirse que, mientras algunas instituciones marcaron metas bastante accesibles -incluso se permitió que algunas instituciones marcaran metas por debajo de su línea de base-, otras se marcaron metas un poco más ambiciosas, llegando al no cumplimiento de las mismas. Algunas instituciones, por ejemplo, llegaron a plantear que querían bajar la meta que se habían marcado en un inicio, porque habían tenido un error de perspectiva o porque por determinados factores no iban a poder cumplirlas. En julio de 2009 la JUNASA resolvió aceptarlo siempre y cuando la meta planteada inicialmente fuera del 100% y el nuevo valor planteado no fuera menor al promedio de las otras instituciones. • Entrega de las metas Las instituciones debían entregar la información sobre el desempeño de las mismas en el trimestre, antes de los 35 días posteriores a la finalización del trimestre. La información de las metas se entrega con una desagregación mensual, con el objetivo de facilitar la auditoria. • Pago de las metas El cumplimiento de todas las metas con respecto a la salud infantil y la salud materna otorgaba el derecho, en el primer trimestre, al cobro de $ 50 por afiliado FONASA, ajustado semestralmente por IPC. Para dar una idea de la importancia de este pago se puede ilustrar que para una institución media uruguaya, con 30.000 afiliados FONASA, el cumplimiento de las metas durante todo el año (o sea, en los cuatro trimestres) implicaría un ingreso anual para la institución de aproximadamente $ 18 millones (unos US$ 63 750 000 mil con el tipo de cambio a 24 pesos por dólar). Destaquemos que los $ 50 se dividen en 12 metas, haciendo un promedio de $ 4,16 por cada meta. Se consideraron situaciones como que en alguna de las metas las instituciones no llegaban al guarismo marcado, pero sí habían avanzado en el desempeño de la misma. En este caso, el pago de la meta puntual resulta proporcional al grado de avance de la institución, de acuerdo a su avance entre la meta pactada en el trimestre anterior y la meta para el trimestre en consideración, siguiendo la siguiente ecuación: Pago propor- = cial de la meta desempeño del trimestre actual - meta anterior meta del trimestre actual - meta anterior X Pago por meta cumplida Así, por ejemplo, si la institución tenía que llegar a un 70% de embarazadas con derivación odontológica, tenía planteado llegar a un 50% en el trimestre anterior y efectivamente llegaba a un 60%, entonces recibía un pago por la meta de derivación odontológica de la embarazada, aunque no hubiera llegado a su objetivo. Siguiendo la siguiente ecuación: Durante el primer año se otorgaron una serie de flexibilidades para que las instituciones tuvieran mayor facilidad para el alcance de las metas. Primero, cuando el cumplimiento de la meta implicaba un número no natural de personas, se tomaba como correcto si llegaba al número redondeado. Por ejemplo, si el 75% de los niños con derivación implicara 5,25 niños derivados, se tomaba como correcto si la institución derivaba a 5 niños, aunque esto implicara cumplir el 71% de la meta. Segundo, en aquellos casos en que la institución no llegase a la meta planteada en el trimestre pero sí lo hiciera en el último mes, se consideraba como meta cumplida. Por último, antes de finalizar el año se habilitó el cambio de la meta propuesta por la institución, pero sólo en el caso en que ésta se hubiera marcado un 100% de cumplimiento y los nuevos valores fueran mayores que el promedio de las instituciones en esa meta. 5.1.4. Operativa de metas de Recursos Humanos (RRHH) La meta sobre RRHH buscaba que las instituciones contaran con un número apropiado de médicos en el primer nivel de atención para cubrir las necesidades de su población afiliada. Para controlar esto se construyó un indicador que consistía en tres mediciones: • Horas contratadas de pediatría sobre cantidad de afiPago propor- = cial de la meta 60 - 50 70 - 50 X Pago por meta cumplida • • Pago proporcial de la meta = 0.5 X Pago por meta cumplida La institución cobraría la mitad de lo correspondiente a la meta cumplida, porque su avance entre la meta anterior y la del trimestre actual fue, precisamente, de la mitad del recorrido. • Auditoria de las metas Luego de la entrega por parte de las instituciones de sus resultados de los diferentes indicadores, el ministerio iniciaba un período de auditoria. Toda la información presentada sobre las metas de salud infantil y salud materna debía estar contenida debidamente en las historias clínicas, documentos que serían auditados. Para la auditoria no se seleccionan todas las historias clínicas, sino sólo las de uno de los meses, para ver si la información corresponde a los resultados presentados para ese mes. La auditoria se realizaba luego del pago por parte del ministerio. En caso de encontrarse alguna falla o error en la información declarada por la meta y la información contenida en las historias clínicas, el ministerio tenía la potestad de sancionar a la institución y hacer las deducciones correspondientes. 64 liados menores de 14 años. Horas contratadas de médico general sobre cantidad de afiliados mayores de 14 años. Horas contratadas de ginecología sobre cantidad de afiliadas mayores de 14 años. En la medida que las cargas horarias de los médicos diferían entre instituciones y dentro de las mismas, se trabajó con cargos “equivalentes” de 26 horas mensuales. La construcción del indicador se realizó ponderando las horas contratadas de pediatría por 60%, las de medicina general por 30% y las de ginecología por 10%. Como se percibe, se da una mayor importancia a las horas de pediatría, en la línea de priorizar a los niños y porque se constataba que era en pediatría donde surgían las mayores necesidades adicionales de recursos, dado el ingreso masivo de menores al Seguro de Salud. El indicador planteado era: Se pagaba $ 18 por mes a las instituciones cuyo indicador fuera mayor que 1 y menor que 3. Se escogió un valor mínimo y máximo fundamentado en la necesidad de contar con recursos humanos mínimos para hacer frente al incremento de usuarios del sistema, al tiempo que se quería evitar el estímulo a la ineficiencia en el uso de recursos. El control de la meta fue semestral, mediante los datos proporcionados por el sistema SCARH (Sistema de Control y Análisis de Recursos Humanos). 5.1.5. Segunda etapa de metas Como ya se mencionó, en julio de 2008 se procesaron algunos cambios en las metas. La meta 2 se divide en dos nuevas metas. La primera es la “meta capacitación”, que busca que los trabajadores de las instituciones se capaciten fundamentalmente en temas prioritarios como hipertensión, diabetes, tabaquismo y violencia doméstica, siempre con énfasis en el primer nivel de atención. Lo propuesto era que en el primer semestre no menos del 20% de los trabajadores vinculados al área asistencial y administrativa que atendiera público, debían participar en las actividades de capacitación. Asimismo, del total de trabajadores que participaban, no menos del 50% debía cumplir funciones en las áreas de policlínica y radio. El segundo cambio es la aparición de la “meta médico de referencia”, que busca que los afiliados de las instituciones cuenten con un médico de referencia. Se priorizó para el comienzo de la implementación a dos grupos poblacionales: los menores de 15 y los mayores de 44 años. Las instituciones deben llegar, al cabo de un año, a que el 35% de dicha población tenga un médico de referencia asociado. Para que la meta no sea meramente administrativa se exige que el afiliado acepte a su médico de referencia a través de la firma de un comprobante de aceptación. Por último, se agrega una nueva: la meta del adulto mayor. Esta meta consiste en que cada uno de los adultos mayores (edad superior a 65 años) cuenten con el Carné del Adulto Mayor, un carné generado por el Programa Nacional del Adulto Mayor. Sin embargo, algunos aspectos pueden ser evaluados al día de hoy, sobre todo los referidos al desarrollo de la propia política y de los procesos generados, más allá de sus impactos concretos en términos de resultados. Cabe aclarar que durante esta sección nos referiremos a datos referentes al desempeño del sector privado, compuesto por 47 instituciones, y que nos centraremos fundamentalmente en la evolución de la meta 1. 5.2.1. Peso en el financiamiento de las instituciones Como ya se mencionó, la meta de la salud infantil y materna implica $ 50 por afiliado FONASA. A su vez, la meta de RRHH involucra un total de $ 18 por afiliado FONASA. Y la meta del adulto mayor es un componente variable por institución, pero el promedio es de $ 15. Montos monetarios de las metas Metas Monto aproximado Meta 1 $ 50 por afiliado FONASA. Meta 2 $ 18 por afiliado FONASA. Meta 3 Variable según cantidad de adultos mayores. Si suponemos que la institución cumple la totalidad de las metas, cobraría por este componente $ 83 por afiliado FONASA al mes, lo que representa aproximadamente el 9% del total de recursos que reciben las instituciones por parte del FONASA. 5.2.2. Cumplimiento de las metas 100% 80% 60% 40% I= hs_cont_pol_ped *0.3+ niños0 - 14 26 *0.6+ pediatría hs_cont_pol_mg 26 mujeres_más_14 ginecología hs_cont_pol_mg 26 adultos_más_14 medicina general *0.1 5.2. Evaluación Actualmente, hacer una evaluación certera del impacto de la estrategia de metas asistenciales sería un poco apresurado. Al momento de escribir este capítulo todavía no ha cumplido un año la política de metas asistenciales. Evidentemente, con tan poco tiempo es imposible medir el impacto de las metas en términos puramente asistenciales. 20% 0% OctDic 08 EneMar 09 EneJul 09 No cumplieron todas las metas Cumplieron todas las metas En el trimestre octubre - diciembre de 2008, de las 564 65 metas (son 12 metas por 47 instituciones) se alcanzaron aproximadamente 9 de cada 10 metas planteadas. Si miramos por institución, vemos que de las 47 instituciones, 25 (el 53%) lograron cumplir el objetivo en todas sus metas, mientras que 11 fallaron en una de ellas y 11 fallaron en más de una meta . En el trimestre enero - marzo de 2009 la cantidad de instituciones que cumplieron el 100% de las metas ascendió a 36. Mientras que en el trimestre abril - julio de 2009 también fueron 36 las instituciones que cumplieron todas las metas marcadas. 5.2.3. Resultado de que las instituciones se marcaran sus propias metas El hecho de permitir que las instituciones se marcaran sus propias metas generó, como ya se dijo, situaciones diferentes: algunas marcaron metas ambiciosas y algunas metas muy bajas. A continuación presentamos dos gráficos (5 y 6) a modo de ejemplo. El primero se refiere a la derivación de los recién nacidos. Como se observa, las instituciones se marcaron, en general, metas cercanas al 100%. El segundo se refiere a la meta lactancia. Como se aprecia, las metas marcadas son mucho más heterogéneas, con instituciones que se marcaron valores cercanos al 100% e instituciones con valores cercanos al 0%. Gráfico 5 y 6. Dispersión de metas planteadas: derivación del recién nacido y lactancia 5.2.4. Avance asistencial Con respecto al avance asistencial, en los tres primeros trimestres se percibe una mejoría en todos los indicadores, como se muestra en los siguientes gráficos (7 al 18). Cabe aclarar que lo que se muestra son los promedios simples de las instituciones y no los promedios ponderados según las distintas poblaciones, pero sirve para ver el avance del sistema en su conjunto. 100 80 60 40 80% 60% 70% 50% 40% 60% LB 1º trim 2º trim 3º trim LB 1º trim 2º trim 3º trim 90% 60% 80% 50% 40% 70% 1º trim 2º trim 3º trim 50% 40% LB 80% 94% 47% 89% Crecimiento 16% 11% 21% 18% 2% 24% Metas salud materna Controles de embarazada Hoja SIP HIV y Capta- DeriVDRL ción vación odontológica Control odontológico LB 86% 51% 71% 69% 50% 49% Tercer trimestre 95% 87% 88% 81% 82% 92% Crecimiento 9% 35% 17% 12% 33% 42% 1º trim 2º trim 3º trim Uno de los aspectos más importantes de las metas asistenciales ha sido el impacto en la organización de las instituciones. Para adecuarse a este nuevo enfoque y poder cumplir las metas planteadas, cada una de las instituciones se vio obligada a iniciar un camino de reingeniería organizacional, en la línea de un cambio de atención de lo curativo a lo preventivo. Coordinación interinstitucional A su vez, en los cuadros siguientes (7 y 8) se muestra el promedio de las instituciones privadas en el inicio (su línea de base) y el desempeño en el tercer trimestre. En cuanto a las metas de salud infantil se percibe que los mayores crecimientos se obtuvieron en los controles del niño y en la realización de la ecografía de cadera. LB 50 97% Ecografía de Cadera 50% 40% 40 Tercer 99% trimestre 5.2.5. Cambios organizacionales 60% 60% 20 Lactan- Ecogracia fía de cadera 45% 65% 100% 70% 70% 40 Cap- Contro- Vacutación les del nación niño 86% 58% 76% 90% 100% 60 Derivación 83% 100% 80 30 N5 (lac) 3º trim Lactancia 80% 20 2º trim 50% 40% Derivación 100 10 1º trim Vacunación 70% 90% 0 LB 90% 50 120 0 50% 40% 80% Captación 20 30 N1 (der) Metas salud infantil LB 60% 100% 20 10 70% 90% LB 0 80% 100% 40 0 90% Gráficos 7 al 18. Avance de indicadores en los tres primeros trimestres 80% 120 Cuadros 7 y 8. Crecimiento de metas entre la línea de base (LB) y el tercer trimestre 100% 1º trim 2º trim 3º trim Controles del niño Por otro lado, en relación a las metas de salud materna, los crecimientos más importantes son los relacionados a la salud bucal de la embarazada y el correcto llenado de la Historia Clínica Perinatal Básica (Hoja SIP). El cambio de modelo plantea una mayor coordinación interinstitucional, y algunas metas refuerzan esta idea. Por ejemplo, la meta de captación del recién nacido plantea que la institución en donde el niño nació debe asegurarse que éste sea captado (sin importar que sea afiliado de la misma o no). Esto ha provocado una mayor interacción entre las instituciones, ya que aquella que ofrece servicios de maternidad debe estar en permanente contacto con la institución donde el niño es afiliado, para asegurarse que éste efectivamente sea captado. A dos instituciones se le dieron como válidas algunas metas no cumplidas en rigor, ya fuera por redondeo hacia abajo o porque llegaban a la meta en algunos de los meses. Tomado esto en cuenta, la cantidad de las instituciones que llegaron al 100% de las metas asciende a 27. 2 66 67 Por otra parte, para el cumplimiento de la meta de capacitación de RRHH las instituciones han realizado diferentes estrategias. FEMI, por ejemplo, ha planteado como conjunto un curso único para todas las instituciones del interior del país, realizado mediante teleconferencias y talleres locales. Este es un caso de coordinación interinstitucional que permite homogeneizar criterios y a la vez disminuir costos. Cambios en los sistemas de información El seguimiento de las metas ha implicado también cambios en los sistemas de información de las instituciones, que han debido acomodarse para poder alcanzar sus objetivos. Estos implican un seguimiento más personalizado del afiliado. A modo de ejemplo podemos tomar la meta de la Historia Clínica Perinatal Básica completa (hoja SIP), que implica directamente el buen llenado de la Historia Clínica. En la medida en que esta meta esté enlazada con el Sistema Informático Perinatal, estará impactando directamente en un registro sistemático de la situación de la embarazada y el recién nacido. Como otro ejemplo se encuentra la meta del médico de referencia, que tiene como objetivo que toda la población cuente con un médico al que referirse. Para cumplir este objetivo las instituciones deben tener una actitud proactiva hacia el socio, para poder asignarle a éste un médico de referencia que le satisfaga. Unido a esta meta se encuentra, sin lugar a dudas, el cumplimiento del Art. 21 de los Contratos de Gestión, que determina que las instituciones deben tener actualizados los datos básicos (nombre, edad, sexo) y de contacto (teléfono, dirección) del afiliado, y que también implica la búsqueda de un conocimiento cabal de parte de las instituciones hacia cada uno de sus afiliados. Todos estos cambios implican una readecuación organizativa de las instituciones. 5.3. Futuro La estrategia de metas asistenciales en Uruguay recién está comenzando. Como toda nueva política, está en continuo cambio y revisión. Sin embargo, es aconsejable que esta estrategia tenga una dinámica importante, que no se estanque. En esta última sección se comentarán algunos de los cambios realizados finalizando el primer año de la implantación de metas, así como también algunas posibles líneas a desarrollar. Líneas que buscarán siempre contribuir al cambio del modelo de atención y al cambio en el modelo de gestión desde el sistema de financiamiento. 68 5.3.1. Cambios luego del primer año Cambios organizativos dentro del MSP Uno de los cambios sobre el final del primer año fue el diseño de una página web específica para el ingreso de la información de las metas asistenciales (antes se entregaban planillas por mail). Dentro del Ministerio, la política de las metas asistenciales tiene diversas etapas: formulación, recepción de información, respuesta de consultas, cálculo del pago, auditoria. Varias divisiones trabajan en coordinación, dependiendo de la etapa. La coordinación de estas etapas fue conduciendo a la creación de un Equipo de Metas Asistenciales, con individuos de las diferentes áreas del Ministerio. Cambios en las metas de salud infantil y salud materna La meta de lactancia es un claro ejemplo de una meta que medía directamente un resultado más que un proceso, lo que llevaba a injusticias (que la madre dé lactancia exclusiva va mucho más allá del alcance real de la institución, pasando por factores educativos, económicos y laborales), así como también problemas de veracidad de la información (ya sea porque el médico marque simplemente que la madre tiene lactancia exclusiva como porque la propia madre diga que lo hace cuando en realidad no) y a incentivos que podrían no ir en la dirección de mejorar la salud de la población (porque hay situaciones en las que es mejor que la madre no dé lactancia exclusiva). El bajo crecimiento de esta meta, así como la heterogeneidad de las metas marcadas y los desempeños, son consecuencias de estos atributos. Esta meta cambió de exigir un porcentaje de recién nacidos con lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses de vida a que la institución logre en un año la acreditación de buenas prácticas alimenticias. 5.3.2 Perspectivas a futuro Meta 1 Habrá que lograr la profundización de las metas actuales, de la siguiente manera: a) Profundización cuantitativa. Las metas podrían seguir avanzando, imponiendo cada vez porcentajes mayores. Sin embargo, algunas metas empezarán a mostrar signos de agotamiento como objetivos, en el momento en que todas las instituciones empiecen a tener desempeños en esas áreas muy cercanos al 100% o a porcentajes en los que sea muy difícil seguir avanzando. En estos casos se deberá pensar una estrategia para generar nuevas metas, que impliquen un esfuerzo a la institución y sigan conduciéndola hacia un nuevo modelo de atención y gestión, pero cuidando que no caiga el desempeño en aquellas áreas donde antes había un incentivo monetario y ahora no. Habrá que tener cuidado con el “efecto lupa”, propio de este tipo de estrategias. Sin embargo, esta preocupación puede verse disminuida porque las presentes metas se focalizan en la generación de procesos y de cultura organizativa. En la medida en que la institución comienza a funcionar de una determinada manera y se acostumbra a este funcionamiento, no es tan fácil que vuelva a su estado anterior. Esa es la búsqueda esencial de las metas: servir como un apoyo inicial para que las instituciones hagan lo correspondiente para brindar una buena atención a sus afiliados. b) Profundización cualitativa. Bajo el mismo concepto algunas metas pueden tener una evolución cualitativa. Un ejemplo de esta posibilidad puede ser pasar de requerir un 100% de las Historias Clínicas Perinatales completas a un 100% de Historias Clínicas cargadas en el Sistema Informático Perinatal. c) Territorialización de las metas. Un aspecto a destacar es la posibilidad, en un futuro cercano, de generar metas territoriales, en las que todas las instituciones de un territorio (por ejemplo, de un departamento) tengan que conseguir determinados objetivos y el pago de cada una de esas metas dependa del desempeño global del territorio. Este planteo busca generar mayores incentivos a la complementación y colaboración entre las instituciones, sobre todo entre el sector público y el privado. Otras metas En este momento, con la entrega de información de las metas se entrega información relacionada con porcentajes de mujeres con Papanicolau y mamografía. El establecimiento de una línea de base a partir de esta información puede brindar soporte para marcar metas en este sentido. Otro insumo para el futuro de esta estrategia es el programa Previniendo, que estará implantándose en los próximos meses en el departamento de Treinta y Tres y que tiene como objetivo la reducción de la carga de enfermedad determinada por cuatro enfermedades crónicas no transmisibles: hipertensión, diabetes, obesidad/sobrepeso y cáncer de colon. Para tal fin el programa promoverá: • • • Estímulo de hábitos de vida saludables para reducir los factores de riesgo de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT). Captación precoz mediante tamizaje (screening). Adecuado seguimiento y control de la población con ECNT detectadas, en el primer nivel de atención. Luego de observar y evaluar dicha experiencia, puede incorporarse este programa a la estrategia de metas asistenciales en todo el país. Meta 2 Con respecto a la meta de capacitación, las líneas a recorrer pueden pasar por una rotación de los diferentes temas a encarar en los cursos, siempre con énfasis en la promoción y la prevención de la salud. También consta en la resolución de la JUNASA referente a esta meta, incorporar requisitos mínimos para personal médico y no médico. En relación a la meta médico de referencia, el futuro pasa por: a) Aumentar los porcentajes de población con médico de referencia. b) Ampliar la población objetivo, pasando de los menores de 15 y mayores de 44 años a toda la población. c) Pasar del esquema del médico de referencia a un equipo de referencia, con profesionales de diferentes disciplinas. Meta 3 Actualmente el pago es a cambio de la entrega del Carné del Adulto Mayor, pero sin metas cuantitativas. En los próximos meses se deberán fijar porcentajes de alcances cuantitativos para medir la evolución real de esta meta. 69 Bibliografía Álvarez, B., Pellisé, L. y Lobo, F. Sistemas de pago a prestadores de servicios de salud en países de América Latina y de la OCDE. Revista Panamericana de Salud Pública. 2000. Baeza, C. y Cabezas, M. ¿Es necesario el Ajuste de Riesgo en los Mercados de Seguros de Salud en Competencia en Latinoamérica? Centro Latinoamericano de Investigaciones en Sistemas de Salud. 1999. Buglioli, M. y Ortún, V. Sistemas de ajuste por riesgo. Revista Médica del Uruguay. 16: 123-132. 2000. Fischer, R. et al. Financiamiento de la salud en la tercera edad. Cuadernos de Economía, Nº 134. 1998. García Goñi, M. El ajuste de riesgos en los mercados sanitarios. In: Integración asistencial: fundamentos, experiencias y vías de avance. Compilado por Ibern, P. CRES. Barcelona, 2005. Peiró, S. y García-Altes, A. Posibilidades y limitaciones de la gestión por resultados de salud, el pago por objetivos y el redireccionamiento de los incentivos. Gaceta Sanitaria, 22 (Sup1): 143-55. 2008. Anexo al capítulo 3 Comparación cápitas de Uruguay en relación a Canadá, Chile y Brasil Rice, N. y Smith, P. Capitation and Risk Adjustment in Health Care Financing: An International Progress Report. University of York, 2001. Vargas, V., Cid, C., Matus, M., Delgado, I., Sánchez, J., Heyerman, B. y Angulo, J. Una metodología para ajustar y compensar las diferencias de riesgo entre el sistema público y privado de salud en Chile. 2005. Canadá Hombres 12.00 10.00 8.00 6.00 4.00 2.00 0.00 <1 1 a 4 5 a 14 15 a 44 45 a 64 65 a 74 >74 Canadá Gervás, J. y Pérez Fernández, M. AMF. 4 (6): 344-352. 2008. Gervás, J. Regulación y eficiencia de la atención sanitaria primaria en España. In: La regulación de los servicios sanitarios en España. Ed. Civitas, Madrid, 129-155. 1997. Grau, C. et al. Propuesta de un nuevo mecanismo para el reajuste del valor de la cuota de las IAMC. 2000. OMS. Mejorar el desempeño de los sistemas de salud. 2000. OPS. Foro Regional sobre Mecanismos de Pago a Proveedores. Informe de relatoría. Organización Panamericana de la Salud. Perú, 1998. Brasil 1996 Uruguay 2005 6 5 4 3 2 1 0 0 a 12 13 a 21 22 a 44 45 a 59 60 a 70 Brasil 1996 >70 Uruguay 2005 Canadá Mujeres 12.00 10.00 8.00 6.00 4.00 2.00 0.00 <1 1a4 5 a 14 15 a 44 45 a 64 65 a 74 >74 Canadá Uruguay 2005 Ortún, V. Formas de incentivación en atención primaria. Seminario de Innovación en Atención Primaria, Madrid. Junio 2007. Ortún, V. Reforma de la Sanidad. Utilización docente de un capítulo de: Muñoz Machado S., García Delgado J. L. y González Seara L.: Las estructuras del bienestar. Propuestas de reforma y nuevos horizontes. P. 159-207. Madrid, 2002. Ortún, V. y López-Casasnovas, G. Financiación capitativa, articulación entre niveles asistenciales y descentralización de las organizaciones sanitarias. Convenio CRES- FUNDACIÓN BBV. 2000. Panel de Expertos para la Evaluación del Fondo de Compensación Solidario entre Isapres. Superintendencia de Salud, Chile, 2008. 70 Chile 1998 4 3.5 3 2.5 2 1.5 1 0.5 0 0a1 2 a 17 18 a 44 Chile 1998 45 a 59 >60 Uruguay 2005 71 Capítulo 4. ASSE en la Reforma de la Salud Wilson Benia Fernando Isabella Noemí Katzkowicz Mijail Yapor Sección 1. Punto de partida Cuadro 1.1 - Distribución geográfica de unidades asistenciales. Año 2006 Introducción En el momento en que se inicia el actual proceso de transformaciones del sistema de salud, en el año 2005, la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) era el principal prestador de salud del país. Su población usuaria de entonces sólo se puede obtener por aproximaciones y se estima en alrededor de 1.500.000 personas, es decir, poco menos del 50% de la población del país. Tipo Respecto a la capacidad asistencial de ASSE, en un trabajo realizado en 2006 se afirma: “se estima que ASSE cuenta con más de 400 unidades asistenciales dispersas en todo el país (…) De éstas, 60 son hospitales que se ubican en las localidades más importantes del interior del país (centros auxiliares), capitales departamentales (centros departamentales y regionales) y Montevideo (hospitales de referencia nacional e institutos especializados). Los mismos varían por lo tanto en cuanto a su nivel de complejidad” . A continuación se presenta, a grandes rasgos, la distribución geográfica de estas unidades Número TOTAL Interior Montevideo Centro auxiliar s/ cirugía (C. Aux.) 16 16 0 Centro auxiliar c/ cirugía (C. Aux.) 15 14 1 Centro departamental 14 14 0 Centro regional 4 4 0 Hospital de crónicos 3 2 1 Hospital de referencia nacional 8 0 8 60 50 10 TOTAL Fuente: tomado de Magnífico, Gloria y Misa, Adriana. 2006. Nota: en el caso de Montevideo, se clasificó al Hospital Saint Bois como centro auxiliar con cirugía (en el marco de la clasificación vigente). Se consideró el Programa de Cirugía General Ambulatoria que se encuentra desarrollando dicho hospital. Además de los hospitales, la red de ASSE contaba con las siguientes categorías de unidades asistenciales de menor complejidad, orientadas exclusivamente al primer nivel de atención: policlínica barrial, policlínica rural, consultorio médico, centro de salud. Por tanto, si se considera el total del país, las unidades asistenciales de ASSE superaban las 400. ASSE funcionaba, al inicio del proceso de Reforma de la Salud, como un servicio desconcentrado dependiente del Ministerio de Salud Pública, creado en 1987 en el marco de la Rendición de Cuentas. Anteriormente, la función de prestación directa de servicios de salud estaba en manos del Ministerio de Salud Pública. La ley de creación estableció asimismo sus competencias: “Compete a la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), la administración de los establecimientos de atención médica del Ministerio de Salud Pública”3. caso de enfermedad. El Estado proporcionará gratuitamente los medios de prevención y de asistencia tan sólo a los indigentes o carentes de recursos suficientes”. Esta formulación establece, más que el derecho a la salud, la obligación de los habitantes de cuidar su salud, por motivos de salud pública. Asimismo, establece el deber del Estado de legislar en cuestiones de salud pública y su deber de financiar los costos de la prevención y la asistencia sólo en caso de que la persona sea “indigente o carente de recursos suficientes”. Por tanto, el Estado se obliga únicamente a un papel subsidiario en cuanto al financiamiento directo de la atención de salud de la población, consistente únicamente en asistir a los pobres. El papel de ASSE en el sistema Desde esta perspectiva, puede visualizarse a ASSE como la herramienta del Estado para cumplir ese papel de subsidiariedad, a través de la atención directa de aquellas personas que no puedan hacer frente a los gastos de atención de su salud. Así, el papel de ASSE en el sistema de salud respondía a esta formulación. Se trataba claramente de un “prestador de salud para pobres”. Si bien es común afirmar que en Uruguay la salud es un derecho constitucional, lo cierto es que el Art. 44 de la Constitución establece: “El Estado legislará en todas las cuestiones relacionadas con la salud e higiene públicas, procurando el perfeccionamiento físico, moral y social de todos los habitantes del país. (…) Todos los habitantes tienen el deber de cuidar su salud, así como el de asistirse en Por otra parte, eventualmente, ASSE estaba habilitada para vender servicios a todo aquel que estuviera dispuesto a pagar por ellos en un régimen de “pago de bolsillo”. El decreto 179/002 por el cual se definen los diferentes carné de asistencia, establece la población usuaria de ASSE. El artículo 1º establece: “Carné Gratuito de Asistencia: Estarán comprendidos dentro de esta categoría las personas Una de las características del funcionamiento de ASSE al comienzo del proceso, como se verá más adelante, es la crítica situación en cuanto a registros y sistemas de información. 2 Magnífico, Gloria, y Misa, Adriana. Estudio de la situación de la demanda y la oferta asistencial actual de ASSE. 2006. 1 72 73 con radicación efectiva en el país cuyo ingreso mensual no supere las 25 UR (…) A dichos usuarios no se les cobrarán los servicios prestados y el carné respectivo les será otorgado sin costo”. Luego se definen dos tipos de Carné Arancelados que permiten la venta de servicios con diferentes niveles de descuento en virtud de los ingresos de los interesados. Quienes presenten un ingreso superior al tope máximo establecido en los Carné Arancelados deberían pagar por los servicios el valor total de los aranceles fijados. De esta forma quedaba definida en primera instancia la población usuaria de ASSE. Se trataba de los “pobres”, es decir, todos aquellos que presentaran ingresos inferiores al tope establecido . Asimismo, quienes presentaran ingresos superiores a dicho tope deberían pagar (total o parcialmente) aranceles prefijados por prestación recibida. Este hecho no es menor, ya que implicaba que la única forma de hacer uso de los servicios de ASSE para los no pobres era pagando por cada prestación. Esta forma de pago concentra todo el riesgo financiero derivado de necesidades imprevistas de atención a la salud del usuario, por lo que es desaconsejable como estrategia permanente de cobertura de salud. Resulta claro entonces que no se buscaba captar para ASSE usuarios por fuera de la población cuyos costos de atención fueron encargados al Estado por parte de la constitución, y sólo se pensó en la posibilidad de venta eventual de servicios en situaciones concretas. Por tanto, ASSE nunca implicó ningún tipo de competencia para el subsector privado de salud, en la medida que sólo se hacía cargo de aquellas personas que, por motivos de ingresos, no pudieran acceder a otro tipo de coberturas. En efecto, el procedimiento para obtener un carné de usuario consistía, además de en una declaración jurada sobre el nivel de ingresos y la composición del núcleo familiar, en un contraste con el sistema RUCAF (Registro Único de Cobertura de Asistencia Formal) que consiste en un registro donde la mayoría de los efectores de salud (totales y parciales) vuelcan los datos de sus usuarios. En este contraste se buscaba que el aspirante a usuario no contara con otra cobertura integral, en cuyo caso, se rechazaba su solicitud. Cuadro 1.2 - Usuarios de ASSE según decil de ingresos. Año 2007 Decil Usuarios ASSE % % acumulado 1 278.857 20,37 20,37 2 255.278 18,65 39,02 3 218.840 15,98 55,00 4 190.344 13,9 68,90 5 150.814 11,02 79,92 6 113.100 8,26 88,18 7 81.596 5,96 94,14 8 49.550 3,62 97,76 9 23.370 1,71 99,47 10 7.342 0,54 100,00 Gráfico 1.1 - Distribución por edad de usuarios de ASSE y población total. Año 2005 40.0% Asimismo, la existencia de DISSE también tiene efectos en las características demográficas de los usuarios de ASSE. En efecto, la mayor participación masculina en la Población Económicamente Activa y, en particular, en el empleo formal, trae aparejada una clara feminización e infantilización de los usuarios de ASSE. Es decir, se destaca el peso relativo de los sectores no cubiertos por DISSE. En el siguiente gráfico se presenta la participación relativa de los diferentes tramos de edad de los usuarios de ASSE y la población total del país para el 2005. A su vez, a partir de las mismas fuentes de datos podemos afirmar que el 55% de la población de ASSE es de sexo femenino, mientras que a nivel nacional ese valor disminuye a 52%. Resulta de interés señalar a su vez que, en el año 2004, el 43.1% del total niños nacidos en nuestro país lo hicieron en dependencias de ASSE. 35.0% 30.0% 25.0% 20.0% 15.0% 10.0% 5.0% 0.0% Fuente: elaboración propia en base a datos de la ECH 2007. Como puede observarse, el 80% de las personas que afirmaban asistirse en ASSE correspondían al 50% más pobre de la población . Al respecto se señala que “casi tres cuartas partes de las personas pobres tienen como única cobertura la brindada por el sector público, mientras este guarismo se ubica por debajo del 25% entre los ciudadanos no pobres” . rencias marcadas por grupo etario. Más de la mitad de los menores de edad no tiene cobertura privada, mientras que, entre los mayores de 64 años, sólo el 22% no cuenta con algún tipo de cobertura proveniente del sector privado”8. Financiamiento <1 1a4 5 a 14 15 a 19 20 a 44 45 a 65 65 a 74 Tramos de edad >74 Pobl. Total ASSE Fuente: elaboración propia en base a datos del Sistema de Registro de Usuarios de ASSE e INE. Se observa que los grupos de hasta 19 años están sobrerepresentados en la población de ASSE, mientras que los grupos de mayor edad se encuentran sub-representados. Esto sucede a pesar de existir un grave problema de subregistro de los niños en ASSE. “A su vez, se observan dife- Dado que el financiamiento de ASSE estaba casi totalmente basado en aportes de Rentas Generales, a partir del presupuesto votado en el Parlamento Nacional con el Presupuesto Quinquenal y las correcciones aplicadas por las sucesivas leyes de Rendición de Cuentas, el monto de recursos volcado a esta institución dependía de la prioridad política dada al tema y de la disponibilidad presupuestal del Estado. No estaba referida ni a niveles de producción ni a población cubierta. Además, dejaba a este prestador absolutamente vulnerable a las políticas de ajuste implementadas en momentos de crisis económicas, justamente aquellos momentos en que la población usuaria crecía por los efectos de esa misma crisis. A continuación se exponen los valores de gasto de ASSE y su relación con los usuarios (cápitas) en los últimos quinquenios, previos al inicio de la actual administración. Cuadro 1.3 - Presupuesto por rubros e indicadores de gasto por usuario En el mismo sentido, el sistema de cobertura por medio de la Seguridad Social, el seguro social de salud para trabajadores dependientes formales, conocido como DISSE, sólo habilitaba al beneficiario a escoger, para la prestación de los servicios de salud, entre las IAMC (Instituciones de Asistencia Médica Colectiva) privadas, no existiendo por tanto la posibilidad de elegir ASSE. Así se completa la ubicación de ASSE en su rol subsidiario, atendiendo básicamente a las personas sin otro tipo de cobertura ni ingresos suficientes como para contratar otro efector/asegurador. Año Inversiones Remuneración Otros Total Usuarios Cápitas Inv./ mens. usuario 1995 161.417.639 1.424.575.395 2.012.871.263 3.598.864.296 1.385.237 217 117 1996 269.405.960 2.050.512.726 1.925.925.898 4.245.844.585 1.401.530 252 192 1997 185.087.855 2.224.818.814 2.280.207.269 4.690.113.938 1.398.249 280 132 1998 220.266.589 2.527.019.187 2.557.005.907 5.304.291.683 1.412.156 313 156 1999 130.069.212 2.875.261.832 3.370.318.886 6.375.649.931 1.195.856 444 109 2000 150.651.498 3.200.881.236 3.179.178.028 6.530.710.762 1.478.894 368 102 2001 152.088.342 3.078.472.549 2.839.222.826 6.069.783.717 1.534.648 330 99 2002 154.717.604 1.931.265.981 2.924.423.583 5.010.407.169 1.632.790 256 95 2003 57.323.279 2.559.183.122 2.670.879.090 5.287.385.491 1.649.956 267 35 2004 95.084.615 2.824.966.704 2.699.868.985 5.619.920.304 1.554.488 301 61 2005 67.803.111 2.737.809.018 2.731.881.598 5.537.493.726 1.510.718 305 45 Fuente: elaboración propia en base a datos de Sistema de Registro de Usuarios de ASSE y la Dirección de Recursos Económicos y Financieros de ASSE. Los datos están expresados a precios del 2007. Art. 269 de la Ley 15.903. El valor de 25 UR de ingreso mensual establecido como tope máximo para el acceso a Carné Gratuito de Asistencia equivale, en valores de junio de 2009, a US$ 445 aproximadamente. 5 Este registro se crea a partir de un decreto del año 1997 y es administrado por el MSP. 3 4 74 Los valores totales de usuarios no coinciden exactamente con los aportados anteriormente, ya que se obtienen a través de diferentes fuentes y para diferentes años. Como se observa, las diferencias son pequeñas. 7 Banco Interamericano de Desarrollo. Pobreza, red de protección social y situación de la infancia en Uruguay. Diciembre 2004. Informe preparado bajo la coordinación de Mónica Rubio, por un equipo conformado por Verónica Amarante, Rodrigo Arim y Andrea Vigorito. 8 Pobreza, red de protección social y situación de la infancia en Uruguay. Op. cit. 6 75 Como se observa, si bien el presupuesto total y las cápitas de ASSE fueron crecientes durante la segunda mitad de la década de los 90, el presupuesto comenzó a declinar al iniciarse el siglo actual, lo que junto al fuerte incremento en la cantidad de usuarios refleja una abrupta caída en la cápita por usuario (cae un 40% en términos reales entre 1999 y 2002). Este período coincide con una gran crisis económica y social que atravesó el país, que no sólo deterioró los ingresos fiscales sino que, al afectar especialmente el mercado de trabajo, generó una fuerte caída en la cobertura de la Seguridad Social y un gran deterioro en los ingresos de los hogares. Esto se reflejó en una fuerte pérdida de usuarios de las IAMC, que por defecto se convertirían en usuarios de ASSE. Así, el presupuesto por usuario de ASSE está totalmente ligado al ciclo económico del país. Se destaca más fuertemente aún la enorme caída en los niveles de inversión, los cuales caen un 80% en términos reales en sus montos, comparando el año más bajo de la serie (2005) contra el más alto (1996), más aún considerando la inversión por usuario. El gráfico a continuación muestra la evolución de las inversiones totales a precios constantes. Gráfico 1.2 - Inversiones totales de ASSE. Años 19952005 300: 250: 200: 150: 100: 50: 0: 19951996 1997 1998 1999 2000 20012002 2003 2004 2005 Fuente: elaboración propia en base a la Dirección de Recursos Económicos y Financieros de ASSE. En millones de pesos constantes de diciembre de 2007. Esta evolución refleja el fuerte deterioro que presentó la capacidad asistencial instalada de ASSE en la década previa al inicio del presente período de reformas. Es relevante comparar la cápita de ASSE con la de las IAMC, para observar la diferencia en la disposición de recursos a lo largo de toda la década10. Gráfico 1.3 - Evolución de la cápita relativa IAMC-ASSE. Años 1995-2005. 4.0 3.5 3.0 2.5 2.0 1.5 19951996 1997 1998 1999 2000 20012002 2003 2004 2005 Fuente: Elaboración propia en base a la Dirección de Recursos Económicos y Financieros de ASSE y SINADI. Como se observa en el gráfico, las IAMC han presentado un gasto entre 2,5 y 3,5 veces superior al de ASSE por usuario a lo largo de todo el período. Estos datos, además de sugerir déficit en la calidad del servicio brindado en ASSE (al menos en relación al sector privado), también marcan graves problemas de equidad en el acceso a servicios de salud en Uruguay. Al respecto se ha señalado que “por otra parte, la comparación del nivel de gasto por cápita entre los diferentes proveedores no tiene en cuenta las diferentes necesidades de salud de los beneficiarios según estructura etaria, perfil epidemiológico, condiciones de vida, entre otros. Sin embargo puede presumirse que los diferenciales observados no se justifican desde ninguno de los determinantes señalados. En particular podría esperarse que las necesidades de salud de la población usuaria de los servicios de ASSE sean mayores que para los usuarios de servicios privados de salud, en la medida en que se trata de población con menores niveles de ingreso y condiciones de vida, lo que está asociado a peores condiciones de salud”11. De esta manera, las inequidades serían aún más serias que las que muestran las cifras anteriores. Modelo de atención Los sucesivos gobiernos posteriores a la recuperación democrática han mantenido un discurso teñido por las definiciones políticamente correctas, fundamentadas en la Declaración de Alma Ata de 1979: una concepción integral de salud, con un modelo de atención inspirado en la Atención Primaria de Salud (APS) que fortalezca el primer nivel y jerarquice las acciones de prevención y promoción de la salud. Más allá de lo discursivo, el modelo de atención dominante ha estado centrado en la enfermedad, con un enfoque biológico y curativo, y una concepción hospitalaria y médico-hegemónica de la organización sanitaria, desconectado de la realidad demo-epidemiológica del país. Publicaciones oficiales de ASSE del año 2002 señalaban la brecha existente entre la capacidad resolutiva de los servicios ambulatorios respecto a los de internación, evidenciando que “los servicios del Primer Nivel de Atención representados por médicos de familia, policlínica, centros de salud, se centran en general en la atención médica, con escasa disponibilidad de tecnología adecuada para resolver la demanda esperada, y se caracterizan por su escasa coordinación y complementación entre sí y con los demás efectores”. A efectos ilustrativos, desagregando el gasto de ASSE en 2004 por Unidades Ejecutoras (UE) y asociando a éstas el nivel de atención al que están principalmente abocadas, se destaca que el 81.2% del gasto fue realizado en UE asociadas al segundo y tercer nivel de atención, mientras que sólo un 18.8% se realizó en UE principalmente abocadas al primer nivel de atención13. Cuadro 1.4 – Presupuesto según nivel de atención. ASSE, 2004 Presupuesto Primer nivel 2004 698.382.225 18,8% Seg. y tercer nivel 3.006.809.443 81,2% Total 3.705.191.668 100% Fuente: elaboración propia en base a la Dirección de Recursos Económicos y Financieros de ASSE. Datos a precios corrientes. Investigaciones realizadas en el año 2003 señalaban que el modelo de atención estaba marcado por un enfoque materno infantil , orientado a la asistencia de los niños y mujeres madres, lo que desde una perspectiva de género evidencia carencias en lo integral de la oferta de servicios y la exclusión del varón. Desde el punto de vista sanitario pone de manifiesto una estructuración de servicios que si bien responde al perfil demográfico predominante de sus usuarios, evidencia un desfase respecto a otros grandes desafíos de la situación demo-epidemiológica, marcada por un fuerte envejecimiento poblacional (más del 13% de la población superior a 65 años) y una morbimortalidad determinada por las enfermedades crónico degenerativas. Ubicación jurídica de ASSE Como fue previamente mencionado, ASSE funcionaba como un organismo desconcentrado dependiente del MSP. Si bien más adelante profundizaremos en los conceptos de centralización y descentralización administrativa y el lugar en que se ubica un organismo desconcentrado, a los efectos de la presente caracterización resulta necesario aclarar que “la desconcentración es (…) una forma administrativa que consiste en el traspaso de la titularidad y el ejercicio de una competencia que las normas le atribuyen como propia a un órgano administrativo en otro órgano de la misma administración pública jerárquicamente dependiente (…) Se distingue la descentralización de la desconcentración, ya que ésta consiste en atribuir facultades de decisión a algunos órganos de la administración que, a pesar de recibir tales facultades, siguen sometidos a los poderes jerárquicos superiores” . De esta forma se aprecia que la desconcentración es sólo una variante dentro de la modalidad organizativa centralizada. Así, las decisiones tomadas por las autoridades de ASSE eran directamente revocables por el órgano del que era jerárquicamente dependiente, no disponía de patrimonio propio ni podía realizar una gestión autónoma de la administración central. Vale recalcar además que el órgano del cual era dependiente ASSE (el MSP) era, a su vez, el encargado de la función de contralor de todas las instituciones prestadoras de servicios de salud en su rol de Policía Sanitaria, así como de la regulación del sistema, lo que le generaba una situación de “juez y parte”, ya que en el marco de sus funciones debería proceder a controlarse a sí mismo. Esta situación y sus inconvenientes resultan evidentes cuando se advierte que, al inicio de este proceso, eran excepcionales los centros asistenciales de ASSE que estuvieran habilitados por el MSP, muchos de los cuales tampoco disponían de habilitación de bomberos e incluso en algunos casos no existían planos . Por otra parte, ASSE no volcaba regularmente información de ningún tipo al MSP. Las IAMC en particular, estaban obligadas a entregar un conjunto de información periódica al Sistema Nacional de Información (SINADI) del MSP, mientras que ASSE no entregaba ni producía para consumo propio esa información, de manera que no podía ser controlada, en los hechos, de la misma forma que los efectores privados. A su vez, no se contaba con un registro único de usuarios sino con uno por cada departamento. Una vez conciliados todos estos registros el resultado fue un número de usua- DES. Inequidades en el Sistema de Salud Uruguayo. 2006. Pág. 20. Magnífico G., Noceti C., Rodríguez N. Planificación de la Red Asistencial de ASSE. MSP-ASSE, 2002. Pág. 44. 13 Se consideran unidades ejecutoras enfocadas al primer nivel de atención a los centros auxiliares y la RAP (Red de Atención Primaria), mientras que los centros departamentales, los especializados y los de referencia nacional se consideran abocados al segundo y tercer nivel. Esta aproximación es limitada en cuanto a que algunos centros auxiliares disponen de servicios quirúrgicos y de internación (algo más propio del segundo nivel) y los centros departamentales e incluso los de referencia nacional realizan también, por ejemplo, atención ambulatoria en especialidades básicas (propias del primer nivel de atención). 14 López A., Benia W., Contera M. y Güida C. Del enfoque materno infantil al enfoque de la salud reproductiva. Tensiones, obstáculos y perspectivas. Cátedra Libre en Salud Reproductiva, Sexualidad y Género. Facultad de Psicología, UDELAR - UNFPA. Montevideo, 2003. 15 Cerruti, R., González, D. y Voelker, R. La Descentralización de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). 2006. Pág. 8. 16 Información proporcionada por el Arq. Carlos Baldoira, quien tiene a su cargo el proceso de habilitaciones de centros de atención de ASSE. 11 12 La cantidad de usuarios aquí fue calculado por defecto, es decir, partiendo de la población total del país y descontando los usuarios de los demás prestadores integrales de salud. Esto se debe a los graves problemas que presentan los sistemas de información de ASSE en este período, sobre los que se profundizará más adelante. 10 Una comparación más exacta entre los recursos disponibles por los usuarios de los subsectores públicos y privados debería incluir también el gasto del Hospital de Clínicas (universitario), ya que su población usuaria se superpone con la de ASSE. De todas formas, en ese caso, los resultados no varían sustancialmente. 11 DES. Inequidades en el Sistema de Salud Uruguayo. 2006. Pág. 20. 12 Magnífico G., Noceti C., Rodríguez N. Planificación de la Red Asistencial de ASSE. MSP-ASSE, 2002. Pág. 44. 9 76 77 rios superior a 4 millones , donde se registraban casos de usuarios con más de 90 registros. Por otra parte, no existían mecanismos de depuración del padrón, como, por ejemplo, por la baja de los fallecidos. Tampoco existía un procedimiento estándar de recolección de la información, por lo que las diferentes unidades asistenciales aplicaban definiciones y procedimientos distintos18. Además, la ubicación jurídica de ASSE determinaba la imposibilidad de desarrollar una gestión autónoma y, al ser parte de la administración central, compartía su rígido marco normativo: “Existe una extendida convicción de que el peso y la excesiva rigidez administrativa de la administración central constituyen un serio obstáculo para la gestión eficiente de un servicio de una institución de producción. Por este motivo ya no queda en nuestro país ninguna área de producción de bienes o servicios dentro de la estructura de la administración central”19. En definitiva, resulta evidente que la ubicación jurídica de ASSE era funcional al papel subsidiario que ocupaba, por el que su accionar era percibido como una función de “caridad” hacia población necesitada. Esta perspectiva eximiría de toda obligación de calidad y cumplimento de normas a ASSE ya que se trata de una “ayuda” del Estado a los pobres. Éstos a su vez quedaban ubicados en una situación en la que resulta muy difícil reclamar derechos y exigir calidad en las prestaciones que reciben, ya que no son simples usuarios de servicios de salud, sino personas que reciben la asistencia del Estado. La asimetría frente al resto de los usuarios del sistema (quienes se atienden en instituciones efectivamente controladas y reguladas por el MSP) era evidente. Recursos Humanos Los recursos humanos (RRHH) son el recurso básico en cualquier efector de salud, por lo que los niveles de calidad asistencial están muy relacionados con éstos. Para caracterizar la situación inicial en términos de estructura de recursos humanos en ASSE, se presenta a continuación un cuadro que diferencia esta estructura según diferentes profesiones para el año 2005. Cuadro 1.5 – Número y distribución de funcionarios según profesión. Año 2005 Médicos Aux. de enfermería Nurse Técnicos no médicos Otros Sin dato Total 2005 4.439 4.911 544 2.450 7.096 202 19.642 Distribución 23% 25% 3% 12% 36% 1% 100% Como se puede observar en el cuadro, la distribución de funcionarios entre aquellos que se vinculan de forma más directa a la atención en salud y los que realizan tareas mayormente administrativas era de 60% y 40% respectivamente. En términos absolutos, los 19.642 funcionarios que trabajaban en 2005 dan una dimensión de la magnitud de esta institución, la más importante en materia sanitaria de nuestro país. Ahora bien, la cantidad de RRHH necesarios para un buen desempeño de las actividades está relacionado con la cantidad de usuarios a los que se presta servicio. A continuación reproducimos un cuadro donde se compara la disponibilidad de RRHH en relación a los usuarios entre el sector público y el privado, para el año 2005. Cuadro 1.6 - Relación entre recursos humanos y usuarios. Año 2005. IAMC ASSE Total Médicos cada mil usuarios 6,06 3,02 4,49 Enfermeros cada mil usuarios 5,25 3,77 4,49 No médicos cada mil usuarios 10,61 6,08 8,27 Fuente: Informe Recursos Humanos y Equidad. DES, 2005. Las diferencias observables son elocuentes: el sector privado dispone del doble de médicos por mil usuarios que ASSE y cerca de un 50% más de enfermeros y técnicos no médicos. Si bien estos datos deberían ser corregidos por carga horaria, señalan diferencias notorias. Así se afirma: “En síntesis, vemos que si bien Uruguay es un país que cuenta con una amplia dotación potencial de recursos humanos calificados en el área de la salud, la población no tiene acceso a los mismos por igual, estando condicionado esto por el sub-sector al que pertenezca (…) Si bien el sub-sector público y el privado tienen un número similar de usuarios, en esta primera aproximación al concepto de equidad en términos de recursos humanos se puede afirmar que existen importantes brechas en este sentido, ya sea en términos de personal médico como de enfermería” . Otro aspecto relevante en cuanto a los RRHH refiere a su remuneración. La situación de partida de ASSE en este sentido es muy clara. Cuadro 1.7 – Salario promedio ASSE – IAMC. Año 2005 Tipo de profesión IAMC ASSE ASSE/IAMC Enfermería $ 10.524 $ 7.263 69% Médicos * $ 24.623 $ 10.267 42% * Excluye a anestésico quirúrgicos. Fuente: elaboración propia en base a datos de DES. En pesos corrientes. Fuente: elaboración propia sobre datos de la base Lotus Notes de ASSE. 78 Como se puede observar, la situación salarial de los recursos humanos de ASSE es desventajosa en comparación con el sector privado. En enfermería el salario promedio de ASSE es un 69% del de las IAMC, mientras que para los médicos esta situación es mucho más grave, ya que el salario promedio de los médicos de ASSE representa bastante menos de la mitad del salario promedio en las IAMC. La contraparte de las bajas remuneraciones ha sido el ausentismo y el incumplimiento horario, con niveles de control dispares para trabajadores médicos y no médicos, siempre más riguroso para los segundos. En algunas unidades ejecutoras se formalizaron acuerdos exigiendo a los médicos el cumplimiento presencial de una proporción muy baja de su carga horaria contratada. A modo de ejemplo, en contratos por 24 horas semanales sólo se exigía a médicos especialistas un cumplimiento presencial de 12 horas por semana, a efectos de lograr un pago diferencial del “costo hora” que permitiera retener a los especialistas en los servicios públicos. En algunas unidades ejecutoras del interior la proporción del tiempo presencial ha sido aún menor. Asimismo, también en los funcionarios no médicos existían altos niveles de ausentismo incentivados por las bajas remuneraciones y exigencias establecidas. A modo de ilustración, en el Hospital Maciel -centro de referencia nacional en agudos y uno de los principales hospitales de ASSE- el ausentismo diario promedio en personal de enfermería en el año 2005 se establecía en 35%22. El sistema de calificaciones de los funcionarios, por su parte, se ha desarrollado en base a un modelo único aplicable a todos los puestos de trabajo, sin considerar requerimientos específicos por niveles de profesionalización, responsabilidades específicas, etc. Ello devino en que las calificaciones no significan estimulo alguno para el buen desempeño funcional o para el compromiso con las metas institucionales. Conclusión A partir de las diferentes dimensiones analizadas, surgen indicios claros de una profunda inequidad en la prestación de servicios en el sector público en relación al privado, así como problemas de calidad de los servicios. La ubicación de ASSE en el sistema como “servicio para pobres”, los recursos económicos escasos y tendientes a la baja (dependientes a su vez del ciclo político y económico), la vertical caída de las inversiones, los RRHH escasos y mal remunerados (con bajas exigencias de cumplimiento de horas, tareas, y sin exclusividad), que ASSE formara parte de la Administración Central con los problemas de control y de gestión que ello implica, y un modelo asistencial inadecuado a las necesidades de la población, fungen como argumentos suficientes para poder afirmar tanto la inequidad entre el sector público y privado como la baja calidad de los servicios prestados por ASSE. Sección 2. Marco teórico El presente apartado tiene como objetivo el desarrollo de un marco conceptual que dé sustento tanto al proceso de reestructuración organizativa como al cambio en el modelo de atención realizados por ASSE durante los últimos años. En primer lugar se realiza una breve descripción sobre la articulación entre los procesos de reforma y el modelo de atención en salud impulsado. En segundo lugar se profundiza sobre el rol del sector público en la atención en salud y su articulación con las instituciones privadas. Por último, se analiza el rol de las políticas públicas en los sistemas sanitarios. Acerca de los procesos de reforma y la atención primaria de salud Los procesos de reforma del sector salud en América Latina a partir de la década de los 80 han estado atravesados por enfoques diversos. Un primer enfoque responde a una corriente impulsada en 1978 desde la Conferencia de Alma Ata (URSS), en que la OMS validó la denominada Estrategia de Atención Primaria de Salud (APS). Esta estrategia significó en América la definición de algunas metas mínimas en salud (vinculadas a la esperanza de vida al nacer, el descenso de la mortalidad infantil, las inmunizaciones, el acceso al agua potable y la cobertura de servicios de salud para el 100% de la población, entre otros), un fuerte impulso de los componentes de prevención y educación para la salud, la apertura de espacios de participación comunitaria y el fortalecimiento del primer nivel de atención. Todas esta metas tenían el objetivo de asegurar la accesibilidad y el desarrollo de los denominados ocho elementos básicos de la APS, que integraban desde mejoras en la alimentación hasta el suministro de medicamentos esenciales, pasando por el control de las enfermedades endémicas y el fortalecimiento de servicios de curación, prevención y rehabilitación. En varios países la APS devino en APS selectiva, con un conjunto específico de actividades de los servicios de salud dirigidas a los pobres, con énfasis en pocas intervenciones de gran repercusión (control de crecimiento, vacunación, Inequidades en el Sistema de Salud uruguayo. DES, 2006. Págs. 15 y 16. Si bien pueden existir diferentes cargas horarias efectivas que distorsionen la comparación, las cargas horarias teóricas a que corresponden estos datos son similares. Como complemento se agrega que en la RAP el salario promedio de un médico de emergencia por 24 horas semanales era en 2004 de $ 5.651, valor similar al salario de un Licenciado en Enfermería. 22 Dato aportado por el Dr. Daniel Parada, director del Hospital Maciel. 17 20 18 21 La población total del país es poco más de 3 millones. Datos obtenidos a partir de entrevistas realizadas a Ingrid Bercovich, directora del Departamento de Gestión de la Información de ASSE, y a Federico Ramos, integrante de dicho departamento. 19 La Descentralización de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). Op. cit. Pág. 9. Intentando dar una visión más global de estas deficiencias, resulta conveniente considerar las opiniones de los usuarios. En este sentido, “el 11% de los usuarios del subsistema público considera que sus necesidades de salud están mal cubiertas o muy mal cubiertas, mientras que en las IAMC sólo el 5% tiene esa opinión. El 53% de los usuarios públicos y el 72% de los privados consideran bien o muy bien cubiertas sus necesidades sanitarias. Ante la ausencia de otras medidas de necesidad en salud de la población, estas cifras sólo nos permiten suponer una importante demanda insatisfecha, en la cual inciden factores de cantidad y calidad”23. 79 rehidratación oral, lactancia materna). En pocos países latinoamericanos (Cuba, Costa Rica) se desarrolló como una estrategia integral, dirigida a toda la población y de alcance nacional. En los países europeos, particularmente en los que tenían sistemas nacionales de salud estructurados, la atención primaria fue entendida como sinónimo de primer nivel de atención, con énfasis en su calidad y accesibilidad como puerta de entrada al sistema y tendiente a asegurar la continuidad en la atención.24,25 El segundo enfoque deviene del empuje de políticas neoliberales que tuvieron en el sector salud su propuesta más elaborada en el documento Invertir en Salud, propuesto en 1993 por el Banco Mundial. Allí se proponen un conjunto de medidas que, en algunos países como Chile y México, han influido de forma importante la estructura sanitaria. Según los críticos de las reformas neoliberales latinoamericanas, con esta iniciativa se han perseguido los objetivos básicos de compatibilizar las políticas de salud con la doctrina neoliberal, ubicando la atención de la salud en el ámbito de lo privado. A su vez, estas iniciativas buscaron adecuar la política de salud a las prioridades del ajuste fiscal, en orden a disminuir y reestructurar el gasto social público y delinear políticas para amortiguar los costos sociales y políticos del ajuste, debido a una creciente preocupación por los efectos indeseados del proyecto neoliberal expresados en el deterioro social y la conflictividad política. Desde esta perspectiva, la APS y los servicios públicos son visualizados “en razón del alivio de la pobreza”, reorientando el gasto público en salud hacia programas de salud pública con grandes externalidades y servicios clínicos esenciales, dando a las ONG un rol preeminente en la atención de los pobres, trasladando a las unidades familiares gran responsabilidad para mejorar su nivel de salud (con acciones explícitas como programas de mejora de la educación de las niñas), impulsando la mercantilización de los servicios asistenciales al trasladarlos al sector privado con fines de lucro, particularmente a las aseguradoras. Esto se ha llevado adelante mediante una facilitación de mayor diversidad y competencia en el financiamiento y la prestación de los servicios de salud, sobre los supuestos básicos de la ineficiencia y la escasez de recursos del sector público y la noción de que el cuidado de la salud pertenece al ámbito de lo privado26,27,28. Estos procesos de reforma han sido generadores de grandes inequidades, en la medida que las personas y las familias adquieren “paquetes” de prestaciones en función de su capacidad de pago, con especial impacto de inequidad de género, sobre la salud las mujeres, consideradas más “siniestrosas” por las aseguradoras debido a las vicisitudes particulares del ciclo reproductivo. Recientemente la OPS, luego de una ronda de consultas regionales iniciada en 2003 al cumplirse los 25 años de Alma Ata, propuso la Renovación de la Atención Primaria de Salud de las Américas a través de la construcción de los Siste- mas de Salud basados en APS, sustentados en un conjunto consensuado de valores, principios y elementos29. Entre los valores centrales destaca el derecho de los ciudadanos al mayor nivel de salud posible, reafirmando el carácter público de este derecho, independientemente de que se ejerza o goce individualmente, ya que tiene el estatuto de un valor ético compartido y priorizado socialmente. Las propuestas más recientes de OPS contribuyen a redefinir la noción de lo público, aproximándose a la concepción de que el carácter público de un bien o una acción se determina a partir de que la sociedad lo considera valioso y socialmente prioritario, y decide asumirlo y financiarlo colectivamente. En el mismo sentido parecen orientarse algunos procesos de fortalecimiento de la atención primaria de salud en los países europeos, aún en el marco de una tesitura que asimilan la atención primaria al primer nivel de atención, pero acentuando la relevancia de su articulación con los otros niveles asistenciales y las garantías de continuidad de la atención y su carácter integral. Partiendo de algunos ejemplos mencionamos los avances del Sistema Nacional Español, que se ha propuesto en sus documentos oficiales recientes aumentar los recursos y la capacidad de resolución de la atención primaria, reconociendo su función de agencia para contribuir a la eficiencia del sistema, dotándola del soporte diagnóstico apropiado y de los recursos profesionales y tecnológicos necesarios. También incorpora el rol relevante de la medicina familiar y la gestión clínica, las prestaciones a través de equipos de salud y en base a programas con fuerte carácter preventivo y promocional, con ámbitos de participación ciudadana (más allá de los derechos del paciente a decidir sobre lo que respecta a su salud), con alcance comunitario y proyección en las decisiones del conjunto del Sistema y sus organizaciones . El Plan Estratégico de Cuidados de Salud Primarios 20072009 del Ministerio de Salud de Portugal, plantea entre sus ejes el liderazgo y autonomía de gestión de los Centros de Salud, la mejora de la accesibilidad a través de la presencia de equipos multidisciplinarios en las comunidades, la mejora continua de la calidad a través de la gestión clínica y la sistematización de la mejores prácticas. Así también, propone la ampliación de la cartera de servicios en el primer nivel y el desarrollo de prácticas activas de promoción de la autonomía de los ciudadanos en el cuidado de su salud y el combate a la exclusión social . Entre las líneas de acción prioritarias se señalan en los documentos oficiales portugueses el desarrollo de unidades móviles de atención domiciliaria a poblaciones específicas por su vulnerabilidad y el desarrollo de un sistema único de información, que permita manejar indicadores de evaluación. Se observa en estas propuestas, así como en otras desarrolladas en los países europeos, una tendencia hacia la cesión de poder y presupuesto al primer nivel para el soporte de atención especializada, la conformación de equipos multidisciplinarios que -incluyendo la medicina familiar- den ca- Encuesta de Equipos Mori a solicitud del MSP, citada en Inequidades en el Sistema de Salud Uruguayo. Op. cit. Kroeger A. y Luna R. Atención Primaria de Salud, principios y métodos. Serie Paltex para ejecutores de programas de salud Nº 10. OPS. México. 1992. p 5-19. 25 La renovación de la Atención Primaria de Salud en las Américas. OPS - OMS. Washington D. C., 2007. 23 24 80 bida a otras especialidades médicas y otros profesionales de la salud, así como una cartera de servicios muy amplia vinculada a la atención primaria, que incluya la incorporación tecnológica adecuada para aumentar su efectividad y capacidad de contención. Se tiende asimismo a que los servicios del primer nivel tengan dispositivos de vinculación con los ciudadanos, que constituyan ámbitos de democratización e inclusión social22. Acerca de la articulación público-privada y las modalidades de financiación El SNIS uruguayo se caracteriza por el hecho de que, en su “imagen objetivo”, el Fondo Nacional de Salud (FONASA) sería el único comprador de servicios de atención integral para la población, y entre los prestadores existen instituciones públicas y privadas (sistema mixto), entre las cuales el usuario elige el donde quiere asistirse y, por tanto, define el prestador al que FONASA compra los servicios de salud. En el caso uruguayo la opción por la conformación de un sistema mixto fue dada por la práctica. En efecto, existe una larga historia de desarrollo de instituciones mutuales (IAMC) que al inicio del proceso presentaban una importantísima acumulación en términos de usuarios, algunos resultados sanitarios y apoyo social que hacían que la viabilidad política y sanitaria de cualquier reforma del sistema estuviera vinculada a su inclusión activa en el mismo. Así, el papel a asumir por el prestador público debe compatibilizar con esa realidad. En este marco podría pensarse que el prestador público debe funcionar, al menos en términos presupuestales, como un prestador más, y que sus recursos dependen, al igual que para los demás prestadores, de los usuarios que lo seleccionen. Así, ya no tiene sentido un “prestador para pobres” porque en esta imagen objetivo no habría población sin cobertura que requiera la acción subsidiaria del estado para brindarle atención. En este contexto se establece, necesariamente, una situación de competencia entre los diversos prestadores, ya que sus ingresos dependerán de los usuarios que los seleccionen. La supervivencia y el desarrollo de las instituciones dependerán de la capacidad de competir por éstos con las otras instituciones del sistema. Por otra parte, uno de los objetivos expresos del sistema se centra en la complementación de recursos que permita una racionalización de los diversos recursos involucrados . Se ubica aquí entonces un cruce de caminos central en cuanto a la estrategia del prestador público: ¿debe priorizar los acuerdos de complementación con el objetivo de mejorar la atención de todos los usuarios del SNIS, buscando la racionalización de recursos en el sistema aún cuando esto le implique resignar una ventaja competitiva? ¿O debe priorizar su rol de competidor, cuidar y potenciar sus ventajas competitivas, a pesar de tener que reservarse para sí y sus usuarios determinados recursos, corriendo el riesgo de profundizar de esa manera la duplicación y la ineficiencia en el sistema como un todo? En términos más generales, el prestador público puede asumir un funcionamiento meramente empresarial y, por tanto, ser un competidor más en el mercado. O puede asumir un papel de “ente testigo”, buscando elevar los parámetros de calidad, accesibilidad y eficiencia del sistema, brindando directamente servicios a todos los usuarios del SNIS o apostando a que, vía competencia, vayan siendo posteriormente asumidos por los demás efectores. En este último caso el prestador público no se comporta con una lógica empresarial, sino que, de alguna manera, es un brazo ejecutor de lineamientos sanitarios impulsados por las autoridades competentes. Así, algunas de las iniciativas tomadas pueden no ser lógicas desde una perspectiva empresarial, por ejemplo, por no ser económicamente rentables. La primera opción implica una mayor confianza en que, el funcionamiento competitivo del sistema (con una adecuada regulación de las autoridades), redundará en los mejores resultados socio-sanitarios posibles, mientras que la segunda implica una intervención mucho más directa. Sin embargo ambas estrategias no son mutuamente excluyentes. El prestador público puede adoptar una o la otra dependiendo el contexto en el cual deba desempeñarse. En el caso de áreas no rentables, que no sean cubiertas por el simple funcionamiento del mercado, el prestador público puede ejercer un rol relevante, adoptando una política de cobertura a la población que allí reside. Por otro lado, en áreas urbanas donde el acceso a la atención en salud es mayor, el prestador público puede entrar en competencia con los efectores privados o de lo contrario, vía acuerdos de complementación, distribuir los servicios sanitarios de forma de optimizar los recursos disponibles34. En estos casos, surge la necesidad de que el prestador público cuente con recursos presupuestales, además de lo que cobre al FONASA por venta de servicios ya que, de lo contrario, se encontraría en situación desventajosa frente al resto de los prestadores, al hacerse cargo de actividades más costosas con los mismos ingresos. Es el caso, por ejemplo, de la prestación de servicios en áreas rura- 26Banco Mundial. Informe sobre el desarrollo mundial. Invertir en salud. 2003. 27 Asa Cristina Lawrell. Nuevas tendencias y alternativas en el sector salud. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Fundación Friedrich Ebert. México, 1995. Págs. 9-31. 28 Petchesky R. Globalización, reforma del sector salud, género y salud reproductiva: Consecuencias para la justicia económica. Fundación Ford. Santiago de Chile, 2002. Págs. 60 y 61. 29 Organización Panamericana de la Salud. La renovación de la Atención Primaria de Salud en las Américas. OPS - OMS. Washington D.C. 2007. 30 Marco estratégico para la para la mejora de la Atención Primaria en España. 2007-2012. Proyecto AP21. Disponible en: http://www.msc.es/profesionales/proyectosActividades/docs/AP21MarcoEstrategico2007_2012.pdf. Consultado el 23 junio de 2009. 31 Missao para os cuidados de saude primarios. Reforma dos Cuidados de Saúde Primarios. Plano Estratégico. 2007-2009. Lisboa, 2007. 81 les alejadas de centros urbanos, o en núcleos urbanos en situación de extrema exclusión social que exigen dispositivos sanitarios específicos. Esto implica problematizar la “imagen objetivo” planteada, en la medida en que aún con toda la población dentro del FONASA, el cumplimiento del objetivo de equidad exige la existencia de partidas presupuestales complementarias para el prestador público, actuando como “ente testigo”. Asimismo, la función en el SNIS como ente testigo al servicio de la mejora de la calidad y el cumplimiento de metas sanitarias, admite un apoyo presupuestal complementario por parte del gobierno central, más allá de las cápitas que le correspondan según su número de usuarios. Desde una perspectiva teórica, no es esa la única opción para impulsar cambios asistenciales acordes con los lineamientos políticos nacionales o, en términos más generales, para cubrir las áreas no rentables del sistema. En efecto, otra opción sería que el FONASA pagara por encima de las cápitas normales a todos aquellos prestadores que otorgaran el servicio o impulsaran ese cambio. En efecto, en el sistema adoptado en Uruguay se incluye el pago por metas, asociadas a objetivos de prestación. Por lo tanto, la opción de que sea el prestador público quien impulse esos procesos deseables, puede responder a problemas de información que hagan difícil el control del cumplimiento de los mismos en el resto de las instituciones. Cabe plantearse la perspectiva de pagar cápitas diferenciales por usuarios en situación de riesgo social (colectivos en situación de pobreza estructural o inercial, diferentes categorías de exclusión social, etc.), instalándose la dificultad de diseñar un sistema de indicadores que mida objetivamente el “riesgo social”. De todas formas, sea cual sea el esquema en el que el prestador público actúe, la autoridad sanitaria debe presentar distancia del prestador público. En particular, la importancia de la descentralización del prestador público y la consecuente autonomía en la toma de decisiones se vuelve mucho más relevante en el caso en que se adopte un modelo principalmente competitivo. Acerca del sector público y las políticas públicas En América Latina existe experiencia acumulada y estudios realizados sobre los efectos debilitadores y desarticuladores que han tenido las visiones reduccionistas de la APS y las políticas de ajuste en base a un lógica de mercado, sobre los sistemas sanitarios, comprometiendo gravemente la situación de salud de las poblaciones, vulnerando el ejercicio de derechos en el campo de la salud por parte de los ciudadanos. Estos fenómenos han sido acompañados de fuertes componentes de inequidad de género y dotan de gran fragilidad a la capacidad de los estados para reaccionar ante contingencias locales o regionales, así como para cumplir con sus funciones esenciales de Salud Pública . La nueva generación de reformas en la región (que algunos estudiosos del sector prefieren no denominarlas como tal para discriminarlas de las impulsadas por el empuje neoliberal de fines del siglo XX) redefinen el rol del Estado, vinculándolo como un actor relevante en la construcción de políticas públicas. Estas reformas en particular integran al sector salud en la agenda de intervenciones contra la pobreza. Incluso las instituciones multilaterales (Banco Mundial, FMI) han modificado el perfil de sus planteos, impulsando políticas sociales clásicas en el campo de la reducción de la pobreza y la protección social . A su vez, organizaciones de la sociedad civil, grupos de consumidores, sindicatos, etc., han desarrollado estrategias de “advocacy” para ser habilitados como interlocutores válidos para definir necesidades y prioridades, así como controlar la asignación y ejecución de recursos38. Se impone así una noción del Estado como articulador de políticas públicas, que se entienden como un conjunto de decisiones del Estado frente a asuntos o problemas de la sociedad de interés general o público y que inciden en los procesos de desarrollo. Este conjunto de decisiones actúan como criterios orientadores, de carácter integral, permiten respuestas articuladas y oportunas, con coherencia y eficacia, frente a diferentes problemáticas de la sociedad. El carácter de públicas está dado por abordar asuntos de interés general definidos y priorizados por el gobierno en conjunto con los actores sociales. Los aspectos vinculados a la atención en salud y la organización sanitaria se presentan como un típico ejemplo en el que gobierno y sociedad enfrentan problemas colectivos. El carácter público se reafirma además por la participación social e incorpora la toma de decisiones de los distintos actores. Las políticas públicas en salud no son producto del trabajo iluminado de un grupo de especialistas; involucran a la sociedad, las organizaciones sociales, el sector privado y la administración pública, ministerios y organismos gubernamentales. Sin embargo las políticas públicas se apoyan en el conocimiento técnico y científico, y en el conocimiento interdisciplinario sobre la atención a la salud y sus determinantes . Desde esta perspectiva, ASSE y otros componentes del sector público pueden considerarse un eje articulador y ejecutor de políticas públicas en Salud. Es un ámbito del Estado que opera como escenario de negociaciones y acuerdos entre diversos actores, que permite avanzar en un proceso Rico A. y Saltman R. ¿Un mayor protagonismo para la atención primaria? Reformas organizativas de la atención primaria de salud en Europa. Observatorio Europeo de Sistemas Sanitarios. Revista de Administración Sanitaria 2002; 4:39-67. 33 El Art. 4º, literal E de la Ley 18.211 de creación del SNIS afirma que es objetivo del SNIS “Lograr el aprovechamiento racional de los recursos humanos, materiales, financieros y de la capacidad sanitaria instalada y a instalarse”. Asimismo, el artículo 6º establece: “(…) Toda nueva incorporación de tecnología deberá ser aprobada por el Ministerio de Salud Pública teniendo en cuenta la información científica disponible, la necesidad de su utilización y la racionalidad de su ubicación y funcionamiento”. 32 82 de reforma centrado en la equidad, la humanización de los servicios, la calidad de la atención y las intervenciones en salud como estrategias de inclusión social. Sección 3. ASSE en el Sistema Nacional Integrado de Salud La descentralización de ASSE La ley 18.161, del 29 de julio de 2007, consagra la descentralización de ASSE. Como fuera ya expuesto en el punto de partida, la situación previa de ASSE era la de un servicio desconcentrado, sujeto jerárquicamente al MSP. En este sentido “se puede entender la descentralización como la atenuación de la jerarquía administrativa, de tal modo que el poder central solo conserva limitadas facultades de vigilancia y control. La autonomía de los órganos descentralizados presupone no estar sujetos a la administración central, esto es, no estar sujetos a las decisiones jerárquicas de ésta. Dotar de personería jurídica y patrimonio propios a los entes descentralizados es una forma de asegurar en parte esa autonomía”40. Esta ley va en el sentido de cambiar la ubicación y el papel de ASSE en el sistema, pasando de ser un prestador “para pobres” a cumplir el papel de un prestador más, al menos en términos formales, dentro del sistema. De esta manera, además de favorecer la capacidad de gestión eficiente de ASSE en cuanto se diluye su vínculo con el estricto marco normativo de la Administración Central, lo obliga a incluirse en el SNIS41, donde no se hacen diferencias entre prestadores públicos y privados, a la vez que se establece claramente el conjunto de derechos y obligaciones de los usuarios42 ,quienes en el nuevo marco se transforman en sujetos de derechos y no más en depositarios de la “caridad pública”. En efecto, la mencionada Ley en su artículo 1º adjudica la personería jurídica a ASSE y, en su artículo 2º establece sus autoridades, aspecto que es complementado en el capítulo III. Finalmente el capítulo V de esta Ley establece el patrimonio y los recursos con los que contará el nuevo servicio descentralizado. En cuanto a los cometidos del nuevo organismo, explicitados en el capítulo II, comparten el sentido planteado en cuanto son suficientemente generales como para ser compatibles con la autonomía propia de un organismo descentralizado. En el literal A del artículo 4 se establece como cometido: “Organizar y gestionar los servicios destinados al cuidado de la salud en su modalidad preventiva y el tratamiento de los enfermos”. El literal C establece el cometido de “formar parte del Sistema Nacional Integrado de Salud (…) al que contribuirá en su implementación”. Finalmente, el literal F determina que cumplirá sus cometidos mediante “una organización que cubra y coordine adecuadamente el nivel nacional y los niveles departamentales y locales, y que abarque las diversas etapas de la atención integral en materia de salud”. Así queda habilitado el organismo -a través de sus autoridades designadas- a diseñar los mecanismos de gestión más adecuados para el cabal cumplimiento de esas responsabilidades. Esto se explicita claramente en el literal B del artículo 5º: “Disponer (…) la descentralización interna o las delegaciones que estime convenientes que permitan asignar a sus unidades asistenciales (…) responsabilidades para el logro de objetivos, metas y resultados”. Como integrante del SNIS, ASSE pasará a ser controlada por el MSP al igual que todos los prestadores pertenecientes al sistema. Anteriormente, como ya fue mencionado, ASSE no brindaba ningún tipo de información al SINADI. En su nueva ubicación debe proporcionar información periódica al MSP. De esta forma se puede fiscalizar al igual que al resto de los prestadores del Sistema y se puede controlar el cumplimiento de las políticas sanitarias que el MSP proponga. Bajo esta nueva normativa, entonces, ASSE queda obligado a cumplir con las normas y los estándares de calidad que se establezcan por las autoridades nacionales sanitarias. Es importante señalar que el literal E del capítulo II agrega como cometido: “Desarrollar el cumplimiento de los derechos en materia de salud que tienen los habitantes de la República, de conformidad con el artículo 44 de la Constitución de la República”. Dicho artículo, como fue señalado en el punto de partida, establece el papel subsidiario que corresponde al Estado en cuanto al financiamiento de la cobertura de salud para las personas carentes de recursos. Así, queda establecido que ASSE mantendrá su papel de brazo ejecutor del Estado en cuanto a este rol, al menos mientras siga habiendo personas sin cobertura de salud y sin recursos para financiarla. Este aspecto tendrá importantes consecuencias en el financiamiento de ASSE y su inclusión en el SNIS. Un aspecto relevante que establece esta Ley y que comienza a saldar la disyuntiva planteada en el marco teórico respecto a las opciones que se abren al prestador público, se lee en el literal G del artículo 5, referente a los poderes del Directorio: “Suscribir con otros servicios de salud, públicos o privados, compromisos de gestión concertada, evitando siempre la superposición innecesaria de servicios y la insuficiente utilización de recursos humanos y materiales”. En este sentido, se habilita a ASSE a hacer convenios con otros prestadores, siempre que abonen en el sentido planteado en la ley del SNIS respecto a la racionalización de recursos y capacidades asistenciales. De alguna manera esto limita la capacidad de ASSE de actuar como un prestador más y le impone la prosecución de fines propios del sistema como un todo, dejándolo entrever como “ente testigo”, en los términos planteados en el marco teórico. Una justificación de este tipo de políticas, así como propuestas de instrumentación de las mismas en un modelo de atención a la salud puede verse en Pluralismo Estructurado: Hacia un Modelo Innovador para la Reforma de los Sistemas de Salud en América Latina, de Juan-Luis Londoño y Julio Frenk. Banco Interamericano de Desarrollo, Oficina del Economista Jefe. Documento de Trabajo 353. Año 1997. 35 Petchesky R. Globalización, reforma del sector salud, género y salud reproductiva: Consecuencias para la justicia económica. Fundación Ford. Santiago de Chile, 2002. Pág. 60 y 61. 36 Matamala M. Modelos de salud en el contexto de la globalización. Revista Mujer y Salud. Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe. RSMLAC 4, 2000. 34 83 En otro orden de cosas, la citada Ley establece, en el artículo 2º, que “cuando el Poder Ejecutivo elabore la propuesta de Directores tendrá especialmente en cuenta, como condiciones personales de dos de los cinco miembros, que sean representativos de los usuarios y de los trabajadores de ASSE”. Si bien los aspectos relativos a la participación social en el proceso de reforma de la salud se abordan en otro capítulo del presente libro, sólo queremos señalar que al momento de escribir este trabajo ya se han integrado al Directorio los representantes sociales aquí mencionados, ambos con amplia aceptación de sus respectivos movimientos sociales. El FONASA, los impactos financieros y el presupuesto de ASSE La imagen objetivo del proceso de reforma de la salud en curso implicaría que el presupuesto per cápita de ASSE (ajustado por riesgo) se igualara al del resto de los efectores incluidos en el sistema. Sin embargo, el costo que hubiera implicado la inclusión de toda la población en el FONASA al inicio del proceso hizo fiscalmente inviable esta opción43. Así, se optó por un proceso gradual, a partir del cual se han ido incluyendo progresivamente en el FONASA diferentes colectivos, de manera de acompasar el proceso a las posibilidades fiscales. A partir de lo anterior, y debido a las opciones realizadas en cuanto a los colectivos priorizados, ASSE se introdujo en el sistema en una situación de transición. En efecto, la ampliación de la cobertura comenzó por los trabajadores de la Administración Central, luego los hijos menores de 18 años de los trabajadores formales (públicos y privados) y los jubilados no dependientes de bajos ingresos. Los pasos siguientes establecidos en la ley del SNIS establecieron el ingreso de los cónyuges de los trabajadores formales y los propietarios de empresas unipersonales que presten servicios únicamente fuera de la relación de dependencia . De esta forma un porcentaje relevante de los usuarios de ASSE previos a la reforma de la salud quedaron incluidos, particularmente en el colectivo de hijos menores de trabajadores formales, cuyo ingreso al FONASA se produjo el 1º de enero de 2008. A su vez, de la mano del avance en el empleo formal, también muchos usuarios de ASSE, al darse de alta en la Seguridad Social, quedaron incluidos en el FONASA, tanto ellos como sus hijos menores. En ese colectivo, se incluye gran cantidad de trabajadores informales, desempleados o inactivos que, si no se han incluido en la Seguridad Social a través del acceso a un empleo formal, aún no han sido incluidos (ni ellos ni sus hijos menores) en el FONASA. Entonces, la mayor parte de los usuarios de ASSE no han sido incluidos en el FONASA al momento de escribir este trabajo, y su cobertura es financiada vía recursos presupuestales de ASSE, procedentes de Rentas Generales, conformando la situación de “transición” en la que ASSE se encuentra actualmente en relación a su inclusión en el sistema. De todas maneras, como fue explicitado en el apartado sobre la descentralización de ASSE, su propia ley de creación mantiene el cometido de hacerse cargo de la atención de estas personas, por lo que, si bien desde la perspectiva del SNIS puede visualizarse como una situación transitoria, desde la perspectiva de ASSE esta situación debe entenderse como normal. Así, a marzo de 2009, ASSE presenta 87.443 “socios FONASA” en un total aproximado de 1.200.000 usuarios46. Comparando este valor con los datos del punto de partida surge que cerca de 300.000 usuarios ASSE quedaron incluidos en el FONASA y optaron por otra institución, ya sea porque pertenecían a los colectivos a los que primeramente se amplió la cobertura, o porque se insertaron en el mercado formal de trabajo y por esa vía quedaron incluidos (a los que se sumaron sus hijos menores a partir del año 2008)47. Además, de los 87.443 socios FONASA, un porcentaje relevante eran previamente usuarios de ASSE financiados por Rentas Generales. Si bien existen casos de personas que previamente eran usuarios de otras instituciones del sistema y que optaron por ASSE una vez abierta la posibilidad a través del FONASA, podemos considerar bastante menor esta cantidad , por lo que, en suma, cerca de 400.000 personas usuarias de ASSE en el punto departida, quedaron incluidas en el FONASA. A continuación se presenta la evolución en la cantidad de usuarios de los diferentes efectores. El total final es una aproximación a la población total del país. Sin embargo, también existe un importante porcentaje de usuarios ASSE “originales” que no quedaron incluidos. Como fue comentado en el punto de partida, los usuarios ASSE eran fundamentalmente los “pobres” no incluidos en la cobertura a través de la Seguridad Social y sus hijos. Evers, B. y Juarez, M. Globalización y reforma del sector salud: una perspectiva de género. In: Globalización, reforma del sector salud, género y salud reproductiva. Fundación Ford. Santiago de Chile, 2002. 38 Standing, Hilary. Actual estado de las políticas y la implementación. Revista Mujer y Salud. Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe. RSMLAC 4, 2000. 39 Londoño, A. Políticas públicas en salud para la equidad de género. Taller: Reformas de la region: respuestas urgentes para la salud sexual y reproductiva de las mujeres. RSMLAC. Lima, Perú. Octubre 2003. 40 La Descentralización de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). Op. cit. Pág. 7. 41 Literal C, Art. 4º, Ley 18.161. 42 Artículo 51, Ley 18.211. 37 84 Cuadro 3.1 – Usuarios según efector de salud. Años 2005 - 2009 IAMC ASSE BPS/ FONASA Otros TOTAL OTROS BPS/ FONASA Otros TOTAL TOTAL 2005 645.968 769.482 1.415.450 - - 1.510.718 323.396 3.210.491 2006 701.667 749.200 1.450.867 - - 1.484.543 323.396 3.225.325 2007 800.141 727.808 1.491.874 18.467 1.282.880 1.301.347 332.387 3.135.005 2008 1.280.406 526.344 1.806.750 96.402 1.114.190 1.210.592 315.678 3.319.499 Marzo 09 1.285.130 523.833 1.808.963 87.443 1.114.190 1.201.633 315.678 3.313.526 Fuente: elaboración propia en base a datos del SINADI y el Sistema de Registro de Usuarios de ASSE. Se observa en el Cuadro 3.1 que entre 2005 y 2007 la población de ASSE cae en 200.000 personas, mayormente por efecto del crecimiento del empleo formal. Entre 2007 y marzo de 2009 hay una nueva caída en los usuarios de ASSE de aproximadamente 100.000 usuarios, debido principalmente a la extensión del FONASA y a la elección por otros prestadores. Paralelamente, surgen cerca de 90.000 usuarios de ASSE por FONASA, que se suman a los anteriores, aunque en este caso hicieron la opción por ASSE. De lo anterior surge que el verdadero efecto financiero del FONASA en ASSE debe observarse a través de la cápita, es decir, la relación entre ingresos y usuarios. Esto se debe, en realidad, a una de las excepciones o “huecos” del sistema. Este consiste en que aquellos usuarios de ASSE que al comienzo del proceso que fueron incluidos en el FONASA (de manera directa o a través de un familiar) y que optaron por otro prestador, no implicaron para ASSE pérdida de recursos. Es decir, “no se llevaron la cápita” que disponían en ASSE, ya que esos recursos no eran “capitados” sino presupuestales. Un caso de esos implica para ASSE un usuario menos (con sus consecuencias en baja de gastos de funcionamiento y en necesidades de inversión) pero no implica cambios en los recursos asignados. Entonces, el efecto de la pérdida de usuarios por esta vía es un incremento en la relación entre ingresos y usuarios. Esta modalidad de aplicación del sistema fue adoptada expresamente a los efectos de mejorar la situación presupuestal de ASSE que, como ya fue tratado, presentaba una cantidad de recursos por usuario muy baja en relación a las IAMC. Asimismo -de manera coherente con la anterior justificación, aunque generando una asimetría en el funcionamiento del sistema- los usuarios de ASSE a través de FONASA sí aportarían (vía FONASA) su cápita a ASSE. Debe tenerse presente que esta situación podría llevar a que los recursos por usuario de ASSE crecieran por encima de los del resto de los prestadores, en caso de que muchos usuarios ASSE quedaran incluidos en FONASA y optaran por otro prestador. Sin embargo, a los efectos de limitar el excesivo efecto fiscal expansivo que esa situación generaría, la redacción de la ley del SNIS estableció que por los socios ASSE FONASA, el segundo pagara al primero la diferencia entre la cápita correspondiente y la cápita promedio de ASSE, entendiendo por tal el cociente entre el presupuesto y los usuarios del prestador49. Tal como entendemos este artículo, la situación que queda configurada es bastante contraproducente en relación al marco del SNIS, ya que existe el riesgo de que ante la captación de nuevos usuarios FONASA, ASSE vea reducidos sus recursos per cápita. Esto puede configurarse, a partir de la cláusula recién comentada, toda vez que ASSE capte un usuario cuya cápita (ajustada a su riesgo) sea inferior al doble de la cápita promedio de ASSE. Incluso, dado que las cápitas están ajustadas al riesgo de los usuarios, actualmente ya no sería conveniente para ASSE captar nuevos usuarios, desde que los recursos netos que va a recibir por éste serían inferiores al valor esperado de los costos que su atención implicaría (su cápita)50. Más allá de estos riesgos a futuro, la evolución del presupuesto de ASSE ha sido muy favorable, tanto por los efectos del SNIS en el mismo, como por la evolución del presupuesto votado por el parlamento. Mostramos a continuación la evolución de la asignación presupuestal a ASSE, incluyendo una estimación del monto que ASSE cobraría del FONASA en 2009. La deducción a aplicar previamente comentada fue descontada del presupuesto, mientras que el monto a cobrar por FONASA figura sin esa deducción. El costo extra de incorporar a toda la población uruguaya al FONASA en 2005 hubiera sido de $ 15.745 millones, equivalentes al 2,79% del PBI de dicho año, según se menciona en el Informe preliminar sobre el costo de incorporar nuevos colectivos al FONASA elaborado por la DES. 44 Las condiciones para ingresar al Seguro Nacional de Salud y el cronograma de ingresos de los diferentes colectivos puede consultarse en los artículos 66 a 71 de la Ley 18.211. 43 85 Cuadro 3.2 - Presupuesto de Rentas Generales y cobros por FONASA. ASSE, 2004-2009 2004 2005 2006 2007 Gráfico 3.2 – Inversiones de ASSE. Años 2005 - 2008 2008 2009 Presupuesto ASSE 6.185.041.671 6.094.326.538 7.115.161.933 8.088.934.101 9.575.327.869 9.798.486.6433 Ingresos por FONASA - - - - - 867.277.8388 Presupuesto total ASSE 6.185.041.671 6.094.326.538 7.115.161.933 8.088.934.101 9.575.327.869 10.665.764.4811 Usuarios ASSE 1.554.488 1.510.718 1.484.543 1.301.347 1.210.592 1.201.6333 Cápita 332 336 399 518 659 7400 Fuente: elaboración propia en base a datos de la Dirección de Recursos Económicos y Financieros de ASSE . Precios constantes de Actualmente, además de los ingresos mencionados que ASSE percibe, se está implementando una cuota social, es decir, un sistema de prepago para que ASSE pueda ser elegible por aquellas person as que se encuentran por fuera del FONASA y que cuentan con ingresos por encima de los necesarios para acceder a atención gratuita52. Esto, además de profundizar su autonomía presupuestal, fortalece el nuevo posicionamiento de ASSE en el sistema, dejando atrás el papel de “prestador para pobres”. Como resultado de estos efectos financieros, en el último quinquenio y con mayor intensidad a partir de 2005, ha existido un importante aumento presupuestal, lo que genera una disminución de la brecha entre la cápita ASSE y la de las IAMC. Esto implica, en la medida en que se usen adecuadamente de los recursos disponibles, un aumento de la calidad y una mejora en la atención de salud pública, a la vez que una caída de la inequidad señalada en el punto de partida. El gráfico 3.1 muestra dicha disminución en los últimos cinco años para dos casos diferentes. Uno en que se consideran los ingresos totales de ASSE y las IAMC. Otro en que sólo se utiliza, para el cálculo de las cápitas de las IAMC, los ingresos y usuarios DISSE-FONASA. La baja en la relación, considerando ambos indicadores, permite concluir que el gasto por usuario en ASSE tiende a equipararse al de las IAMC, lo que implica un mejor posicionamiento en el sistema. Sin embargo la reducción es diferente según el indicador: la caída es más notoria para el caso en que se utilizan sólo los ingresos DISSE-FONASA, llegando la relación casi a uno en 2008. 900: 800: 700: 600: 500: 400: 300: 200: 100: 0: 2005 enero de 2009. Gráfico 3.1 – Evolución cápita relativa IAMC-ASSE. Años 2005 - 2008 2006 2007 2008 Fuente: elaboración propia en base a datos de la Dirección de Recursos Económicos y Financieros de ASSE. Millones de pesos a precios constantes de diciembre 2008. Como se observa en el gráfico, existió una clara trayectoria creciente de las inversiones a partir de 2005, la que se diferencia en gran manera de las grandes oscilaciones presentadas en el período 1995-200553. Una observación más detenida del destino de los incrementos presupuestales nos permite observar el uso que se le ha dado a los mismos. Para ello desagregamos el incremento observado comparando, punta a punta, el año 2008 (último para el que tenemos desagregación por rubros de gasto) con el año 2005, último año en que estuvo en vigor el presupuesto quinquenal anterior. 3.50 3.00 2.50 2.00 Expresado a valores constantes de 2008, el incremento punta a punta fue de $ 3.691.486.003. La desagregación de dicho monto por rubros se muestra en el gráfico 3.3, a continuación. 1.50 1.00 0.50 0.00 2004 2005 2006 2007 2008 Fuente: elaboración propia en base a datos de SINADI y el Sistema de Registro de Usuarios de ASSE. Gráfico 3.3 - Aumento presupuestal por rubros. Años 2005-2008 3.000 s/ingresos totales s/ingresos seduridad social Además se ha procesado un gran incremento, en el período considerado, de las inversiones en ASSE (aspecto que había sido señalado como problemático en el punto de partida), pasando a representar casi un 9% del gasto total. El gráfico que sigue muestra la evolución de las inversiones en estos años. El mismo está expresado a precios constantes del año 2008. Para el año 2008, y como excepción, dado los refuerzos de financiamento por encima de lo presupuestado que ASSE obtuvo de Rentas Generales en 2007, el Ministerio de Economía y Finanzas retuvo los pagos del FONASA a ASSE. Así, en 2009 se procederá por primera vez a efectuar estos pagos, estando aún en discusión la modalidad de implementación. 46 El dato definitivo del mes de marzo no está pronto al momento de escribir este trabajo. 47 Podría haber casos de personas que sin estar cubiertas por la Seguridad Social hayan mejorado sus ingresos (como trabajadores informales o por cuenta propia) y hayan salido de la población “pobre” objetivo de ASSE, por lo que hayan migrado a una IAMC. De todas formas se considera que estos casos serán mínimos porque que no existe en ASSE una política de seguimiento a sus usuarios con carné de asistencia para verificar cambios en sus ingresos. 48 Entre otras cosas porque en el momento al que refieren los datos, la posibilidad de optar por ASSE para los usuarios integrados al FONASA estaba muy limitada. Esta situación cambió a partir de julio de 2009. 2.500 2.000 1.500 782 500 383 Por otra parte, se observa que cerca del 65% del incremento presupuestal se destinó al rubro remuneraciones. Debe tenerse presente que lo que se compara en este rubro es masa salarial y no nivel de salarios. Así, el crecimiento observado se debe tanto a mejoras salariales como a incremento de la dotación de RRHH. Como se señaló en el punto de partida, en ambos aspectos ASSE presentaba preocupantes rezagos frente a la actividad privada y en ambos hubo mejoras, como se detalla en este capítulo. En segundo lugar, el rubro inversiones es el que más recursos adicionales se lleva: $ 782 millones, el 21% del incremento presupuestal. Sin embargo, si observamos a continuación (gráfico 3.4) la evolución porcentual del gasto en los diferentes rubros, la historia es bien diferente. 210 1.175 180 179 150 156 0 77 37 -131 -500 144 133 120 Remuneraciones Inversiones Gastos funcionamiento S.S Contratos Medicamentos Materiales y suministros Extraordinarios 45 86 Ante la ya comentada caída de usuarios que ha atravesado ASSE, lo esperable es también una caída en los rubros “variables”. Por otra parte, los datos del gasto han sido deflactados por la variación del IPC general, que presenta un crecimiento promedio del 6,6% anual en el período de enero de 2005 a diciembre de 2007. Sin embargo, el rubro “productos medicinales y farmacéuticos” presenta en variación nula en el período considerado. Es decir, los medicamentos han tenido un abaratamiento relativo de sus precios, lo que también explica la caída del gasto en ese rubro. Finalmente, se pueden señalar algunas mejoras en los sistemas de control que a priori también habrían impactado a la baja en el gasto de este rubro. Gráfico 3.4 - Evolución porcentual del gasto por rubros. Índice 2005=100 2.388 1.000 Como se observa, todos los rubros considerados crecieron en el gasto a precios constantes, excepto el gasto en medicamentos. Dicho rubro tuvo una caída de 7% fundamentalmente en el año 2008. Si bien se podría investigar más en profundidad, no debe llamar la atención esta evolución por varios motivos. El primero de ellos es que el gasto en medicamentos es un costo totalmente “variable”, es decir, directamente asociado a los niveles de producción y por tanto, a la cantidad de usuarios. Fuente: elaboración propia en base a datos de Dirección de Recursos Económicos y Financieros de ASSE 90 108 100 2005 2006 Remuneraciones S.Salud Contr. Materiales y sum. 2007 2008 1.200 900 600 300 0 Materiales y sum. Remuneraciones Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Dirección de Recursos Económicos y Financieros de ASSE. Artículo 59 de la Ley 18.211 de creación del SNIS. Al momento de redactar este documento no se ha efectivizado el pago del FONASA a ASSE, por lo que aún desconocemos la forma concreta en que se hará. 51 Presupuesto 2009 estimado. 52 Decreto del Poder Ejecutivo Nº 068-729/ 2009. 53 Ver gráfico 1.2 del punto de partida. 49 50 87 El gráfico anterior presenta esta evolución, partiendo de un valor del índice igual a 100 para el año 2005 para todos los rubros. Se quitó el rubro medicamentos (cuya evolución ya fue comentada) para evitar que impida observar adecuadamente el resto . El índice del rubro inversiones toma, para 2008, un valor de 1.175 (o sea que el gasto en términos reales se ha multiplicado casi por 11) con una evolución constante para todos los años considerados. En segundo lugar, el rubro remuneraciones presenta un gasto casi 80% superior al de 2005, seguido por gastos de funcionamiento que crecen en un 44%. Sección 4. Los cambios al interior de ASSE Los cambios que se han procesado en ASSE en el actual proceso de Reforma de la Salud, han sido más amplios que los directamente relacionados con la inclusión de ASSE en el nuevo SNIS. Asimismo, nuestra opinión es que el nuevo marco genera oportunidades de transformación y desarrollo aún más amplias de las efectivamente operadas. Así, en este capítulo pretendemos reflejar los cambios en curso, así como aquello que marca una agenda futura de transformaciones a impulsar. Nuevas inversiones Como fue expuesto en la sección anterior, los ingresos totales de ASSE han tenido un fuerte aumento, fruto de su inclusión en el SNIS y de la mayor disponibilidad de recursos procedentes de Rentas Generales aprobados en el presupuesto nacional. Una de las consecuencias de esto se observa en el fuertísimo incremento de las inversiones, las que, además, crecen a una tasa muy superior a la del crecimiento de los recursos totales, es decir, que se han priorizado las inversiones sobre el gasto corriente. Así, además de pasar de unos de $ 70 millones en 2005 a $ 852 millones en 2008 (expresado a precios constantes de 2008), también pasó de representar poco más del 1% del gasto a casi un 9%55. Esto, a su vez, se refleja en las mejoras a los servicios existentes así como en la creación de nuevos servicios. En la Red de Atención del Primer Nivel (RAP-ASSE) de Montevideo se realizaron obras de ampliación y remodelación en 10 de los 12 centros de salud, con un monto de inversiones en planta física que asciende a los 60 millones de pesos, incluyendo la puesta en funcionamiento de nuevas policlínicas barriales en diversas áreas de salud. La incorporación a ASSE del Hospital Español, luego de su rescate del desmantelamiento del que había sido objeto como servicio privado en épocas anteriores, ha fortalecido la red asistencial de ASSE en la capital, aumentando la dotación de camas de patología aguda y de terapia intensiva, un nuevo servicio de emergencia y un centro cardiológico de referencia para diversas zonas de salud de la ciudad. Por otra parte existieron importantes inversiones en servicios completamente nuevos en el período considerado. Las más destacadas fueron la creación del Hospital de Ojos y del Portal Amarillo, que lograron comenzar a dar respuesta a una importante demanda insatisfecha a nivel nacional, como son la salud ocular y el consumo problemático de sustancias psicoactivas. El Hospital de Ojos inaugurado en el año 2007 se ha constituido en el primer centro oftalmológico público de referencia nacional, brindando atención oftalmológica a la población con cobertura de ASSE proveniente de todo el país. Esto se tradujo en 120.000 atenciones realizadas a pacientes con alteraciones visuales y 8.500 intervenciones quirúrgicas, principalmente de cataratas, llevadas a cabo con una dinámica de 60 cirugías diarias. Las operaciones de cataratas se realizan en base a la mejor evidencia científica disponible, con la técnica Blumenthal (técnica convencional modificada), que simplifica la intervención y acorta los tiempos quirúrgicos, asegurando calidad, bienestar y el menor riesgo para el paciente. Ha contado con el apoyo del gobierno de Cuba que, además del equipamiento, aportó una brigada de especialistas para comenzar el proceso y capacitar a los técnicos locales. Se trata de una prestación que si bien está incluida como obligatoria en el PIAS56, no lo está con la ventajosa técnica descripta. De esta forma, ASSE incorpora un servicio diferencial, que se ubica claramente por encima de lo exigido y brindado por el resto de los prestadores, y es ofrecido en forma totalmente gratuita a sus usuarios. Además, se ha podido dar respuesta también -mediante una política de convenios- a usuarios de otras instituciones del SNIS como el Hospital Policial y a todos los jubilados del país con ingresos bajos y medios, a través de un convenio con el Banco de Previsión Social57. A su vez, se creó el Portal Amarillo, un centro nacional de atención a los consumidores de drogas en el que se lleva a cabo atención ambulatoria con diversas estrategias terapéuticas y que, a su vez, cuenta con un sector para internación. En el mismo existe un equipo interdisciplinario integrado por médicos, psiquiatras, psicólogos, toxicólogos, internistas, enfermeros, asistentes sociales, educadores sociales y recreadores. A partir de 2008 se puso en funcionamiento en el departamento de Maldonado el Centro Jagüel, con similares características, y se prepara la implementación del Centro Casabierta en Artigas, aumentando los dispositivos de contención para las situaciones de consumo problemático de sustancias. Este es otro caso de prestación diferencial que supera lo brindado por el resto de los prestadores del sistema. Se destaca la inauguración de más de 37 espacios para adolescentes en todo el país, en el marco del Programa INFAMILIA, ejecutado entre ASSE y el Ministerio de Desarrollo Social. Así, se puso en marcha del Programa de la Adolescencia en ASSE, para la atención integral en salud de una población que históricamente ha tenido poco contacto con los servicios de salud. Mención aparte merecen también los desarrollos novedosos como el Servicio de Internación Domiciliaria implementado por el Hospital Maciel, así como el llevado adelante en el Hospital Pediátrico del Centro Hospitalario Pereira Rossell, un servicio único en el país especializado en la detección precoz y la atención oportuna de alteraciones auditivas en recién nacidos y lactantes, que permite que los niños desarrollen la capacidad auditiva y desplieguen su comunicación verbal. En el interior del país se destacan las inversiones en el Centro Oncológico e Imagenológico de Tacuarembó, la remodelación y ampliación del Hospital de Artigas y de Bella Unión, las nuevas emergencias en múltiples centros auxiliares, entre otras obras en diferentes servicios de segundo y tercer nivel. Estas nuevas acciones y obras llevan a ASSE a marcar la línea en ciertos aspectos fundamentales, ya que desarrolla servicios hasta el momento escasos, logrando atender problemas de gran importancia sanitaria y alto costo de mercado. La población presentaba, hasta el momento, grandes dificultades para acceder a estos servicios, constatándose por tanto una importante demanda insatisfecha, ante lo cual ASSE ha empezado a delinear un rol de ente testigo en el abordaje integral de la salud. Así, implementa nuevos servicios diferenciales, sostiene y profundiza otros que ya se venían desarrollando (como los de anticoncepción y complementación nutricional) y los brinda gratuitamente a sus usuarios, generando una presión competitiva que lleva al resto de los prestadores a evaluar la incorporación de servicios similares. Asimismo, el hecho de que esos servicios en ocasiones se brinden mediante convenios a otras poblaciones no usuarias, como es el caso del Hospital de Ojos y el convenio con Sanidad Policial y BPS, casi sin contrapartidas económicas, abona en el mismo sentido. Como se afirmó en el marco teórico, nos encontramos en una situación en la que ASSE no se comporta como un prestador más, sino que toma decisiones persiguiendo objetivos más amplios que los del simple desarrollo del prestador, incorporando valoraciones que hacen al sistema como un todo. Reafirmamos así la conclusión primaria, ya surgida en ocasión del estudio de la ley de Descentralización de ASSE, que apunta a identificar indicios de comportamiento como “ente testigo” en el caso de ASSE en el SNIS: indicar un polo de referencia en accesibilidad, calidad e integración, marcando los estándares y la definición de buenas prácticas, que interpelen a todos los prestadores del sistema. El fortalecimiento del primer nivel y el cambio de modelo de atención Existe otro conjunto de políticas llevadas adelante por la presente administración que resulta relevante destacar, no sólo porque implican un proceso de cambio profundo a la interna de la institución, sino porque acompañan las líneas generales de transformación de la salud en nuestro país. En líneas generales puede afirmarse que el primer nivel de ASSE ha potenciado un diferencial que le es propio al SNIS y se vincula con sus altos niveles de accesibilidad tanto geográfica (por la amplia distribución de su capacidad en todo el territorio nacional, incluyendo zonas suburbanas y rurales) como por la ausencia de barreras económicas para acceder a los servicios, así como algunas facilidades como el costeo de traslados por parte de la institución en casos de pacientes crónicos postrados, derivaciones del interior a Montevideo, entre otras. Respecto al primer nivel de ASSE, el mismo reviste características diferentes en Montevideo y en el interior del país, lo que ha determinado algunas variantes en los lineamientos estratégicos para su fortalecimiento y para avanzar en un cambio de modelo que se sustente en la estrategia de APS. En la capital, el primer nivel está organizado a través de la Red de Atención del Primer Nivel (RAP-ASSE), que funcionando como unidad ejecutora con autonomía de gestión y presupuesto propio para gastos de funcionamiento y recursos humanos, integra en el departamento de Montevideo 114 puntos de contacto con la población de efectores territoriales de salud (12 centros de salud, 32 policlínicas, 70 consultorios de área) y un sistema de unidades móviles para emergencia, urgencia y traslados. Esta red de servicios de primer nivel se ha visto fortalecida por el Plan de Acción Conjunto firmado en 2005 entre el Ministerio de Salud Pública y la Intendencia Municipal de Montevideo, que permite una articulación profunda entre la RAP-ASSE y las policlínicas municipales (21 efectores coordinados por el Servicio de Atención a la Salud de la IMM) para llevar adelante los ejes estratégicos del cambio de modelo y aumentar la amplitud y la potencia resolutiva de los efectores de salud en el territorio. Ver gráfico 3.2 de la sección 3: ASSE en el Sistema Nacional Integrado de Salud. PIAS: Plan Integral de Atención a la Salud, que establece taxativamente todas las prestaciones que los efectores integrantes del SNIS están obligados a prestar a sus usuarios. 57 El Banco de Previsión Social es el instituto encargado de la seguridad social que, entre otras cosas, paga las jubilaciones y pensiones. 58 En este caso, los servicios se brindan a cambio de mínimas contraprestaciones, como estudios diagnósticos tradicionales. El valor de mercado de estos se ubican sensiblemente por debajo del valor de mercado de las intervenciones de cataratas brindadas por ASSE. 55 56 Como se observa, el gráfico tiene doble eje. En el de la derecha se lee solamente la evolución del rubro inversiones, mientras todos los demás se leen en el de la izquierda. Esto se hizo para evitar qua la explosiva evolución de aquel rubro impida observar el de los demás. 54 88 89 Los ejes estratégicos definidos para viabilizar este proceso de cambio han sido: Nutrición, Salud Mental y Atención a Consumidores de Drogas. • Reorganización de la base territorial. Se han definido • Política de recursos humanos. Se regularizó la situa- tres regiones, 18 zonas de salud y 71 áreas de salud, implantando efectores en aquellas áreas que no contaban en el 2005 con ninguno. Así se concretaron las policlínicas y consultorios de área de El Monarca, Villa Sarandí, Servando Gómez, Capurro, Fraternidad y la Liga de la Buena Voluntad, por citar algunos ejemplos. • Fortalecimiento de primer nivel. En cuanto a su ca- pacidad de resolución y contención. Se ampliaron y remodelaron los centros de salud, se aumentó la accesibilidad a los medicamentos mediante convenios con farmacias comunitarias del Centro de Farmacéuticos del Uruguay, se triplicó el número de efectores donde se recogen muestras para estudios de laboratorio. A través del Préstamo Italiano se incorporó equipamiento y tecnología: ecógrafos portátiles aptos para amplia gama de estudios, aparatos de rayos X, sillones odontológicos, cardiodesfibriladores, electrocardiógrafos, soporte informático, etc. Además, acuerdos institucionales y gastos de inversiones permitieron dotar de equipamiento básico a los efectores en áreas de salud: camillas, balanzas de adultos y pediátricas, tallómetros, etc. • Diseño y ejecución de programas priorizados. Nueve han sido los programas interinstitucionales diseñados y ejecutados en el primer nivel: Niñez, Adolescencia, Mujer y Género (con énfasis en Salud Sexual y Reproductiva), Población Adulta, Adulto Mayor, Salud Bucal, 90 ción de 230 “suplentes fijos” que fueron presupuestados. Entre 2005 y 2009 se incorporaron alrededor de 300 funcionarios de diferentes disciplinas (médicos, enfermeros, técnicos en registros médicos, odontólogos, higienistas dentales, asistentes sociales) y se capacitó a los recursos humanos ya existentes a efectos de: a.Instalar progresivamente equipos de área permitiendo la implantación de efectores. Debe destacarse la incorporación a la RAP en 2005 de 66 médicos de familia que hasta ese momento se desempeñaban en forma independiente a la unidad ejecutora de primer nivel, bajo la modalidad de contratos unipersonales, coordinados desde un organismo diferenciado y exclusivo para medicina familiar. Desde el 2005 los médicos de familia pasan a integrar la red de efectores de primer nivel de la RAP. b.Sostener las incorporaciones de equipamiento y tecnologías mencionadas, vinculadas a la ejecución de los programas con mejora en los niveles de calidad y resolución. c.Dar cuenta de requerimientos específicos de los diversos programas como la atención a situaciones de violencia doméstica, referentes en drogas e infecciones de transmisión sexual, cuidados paliativos, nefroprevención, grupos de obesos, diabéticos e hipertensos, policlínicas de cesación de tabaquismo, transversalización de género, etc. Una política de recursos humanos acorde al cambio de modelo de atención ha requerido generar una Unidad de Capacitación, interdisciplinaria y con representación gremial, a efectos de definir la agenda anual de capacitación de los equipos de salud que pasó de 42 actividades en 2005 a 92 en 2008. Por otro lado se han generado dispositivos y actores capacitados para facilitar los ámbitos de trabajo grupal, que permitan la reflexión sobre las prácticas y las realidades laborales e interpersonales, sosteniendo procesos de humanización del espacio laboral. • Participación de la comunidad organizada. Se im- • Coordinación intersectorial e interinstitucional. Estos ejes estratégicos a su vez se complementan y potencian. A modo de ejemplo: la puesta en funcionamiento de policlínicas de cesación de tabaquismo en los 12 centros de salud de Montevideo ha sido posible por el impulso del desarrollo del Programa de la Población Adulta, el acuerdo interinstitucional con el FNR para facilitar el acceso a la medicación (bupropion) y la capacitación de equipos interdisciplinarios entre los funcionarios motivados para esta actividad. Lo mismo ha sucedido con el Programa de Nefroprevención, que con intervenciones oportunas ha disminuido en los últimos años la cantidad de pacientes que requieren diálisis. Multiplicidad de acuerdos y convenios han permitido sumar esfuerzos con organismos del estado (IMM, MIDES, ANEP, Plan CAIF, INAU, BSE, FNR, BPS, OPP, ONSC, UDELAR) a efectos de potenciar políticas públicas. Con organizaciones no gubernamentales (organizaciones vecinales, Legión de la Buena Voluntad, Asociación de Diabéticos del Uruguay, Mujer y Salud en Uruguay, iniciativas sanitarias contra el aborto en condiciones de riesgo) a efectos de desarrollar o profundizar componentes programáticos específicos o implantar servicios en territorio. Cooperación nacional (empresas como ANCAP, Visión Echagüe o laboratorios de la industria farmacéutica en el marco de la responsabilidad social de las empresas) e internacional (Embajada de Japón, Embajada de Italia, PNUD, UNFPA) a efectos de obtener recursos para obras y sostener iniciativas como el Programa de Buenas Prácticas de Alimentación del Recién Nacido y el Lactante y el programa Para Ver un País Mejor orientado a las alteraciones visuales en escolares, o la realización de las Primeras Jornadas de APS de la RAP. pulsaron las Asambleas Representativas de Usuarios en las diferentes zonas de salud de montevideo y se propusieron e implantaron a lo largo de dos años las Comisiones de Participación en los 12 centros de salud (ámbitos tripartitos que incluyen a los equipos de gestión, representantes de los trabajadores y de los usuarios organizados) a efectos de monitorear el desarrollo de los programas así como las debilidades y fortalezas del proceso de cambio de modelo de atención. En el interior del país el proceso de fortalecimiento del primer nivel tuvo como protagonistas a los coordinadores regionales de ASSE. Mientras que en Montevideo desde sus inicios los coordinadores regionales se integraron al equipo de gestión central de la RAP, actuando en la decisión de todos los aspectos de la gestión del primer nivel, en el interior del país no estuvieron insertos formalmente en las estructuras de las unidades ejecutoras. Estos construyeron su rol y la base de sustentación de su accionar a 91 través de la coordinación de recursos preexistentes en las unidades ejecutoras vinculados al primer nivel (policlínicas barriales, rurales, centros auxiliares) y la construcción de un entramado de acuerdos que les permitiera avanzar en el fortalecimiento del primer nivel. Allí los convenios con las intendencias municipales fueron una línea de acción fundamental, así como gran cantidad de acuerdos de complementación publico-privados entre ASSE y las IAMC, que permitieron instalar servicios en localidades donde no los había y evitar duplicaciones ineficientes, punto sobre el que se profundizará más adelante. La extensión a todo el país del Programa Aduana (captación y seguimiento de recién nacidos y niños hasta los 2 años de vida) ha significado un avance notorio, con el consiguiente soporte informático en base el Sistema de Gestión en Salud (SGS). Tanto el Programa Aduana como el SGS pasaron de ser herramientas utilizadas sólo en la capital para estar articulados en todo el territorio nacional. Asimismo, se constataron avances en áreas programáticas como la salud bucal, la implantación de anticoncepción gratuita, etc. Se llegó a avanzar en la conceptualización del primer nivel del interior del país como Red de Atención del Primer Nivel del Interior (RAPI) con base en una nueva regionalización descentralizada, sin lograr aún concretarlo estructural y normativamente. Debe destacarse que el fortalecimiento del primer nivel en Montevideo y el interior del país no ha sido a costa de las inversiones en planta física y equipamiento del segundo y tercer nivel, poniendo a ASSE a resguardo de las visiones reduccionistas antes mencionadas (tanto de la APS como atención barata para pobres, así como una APS que se fortalece desarticulada y en detrimento de otros niveles asistenciales, comprometiendo la atención continua del paciente). En términos presupuestales, el siguiente cuadro muestra el peso relativo de los diferentes niveles de atención sobre el presupuesto, aplicando la metodología ya previamente expuesta. Como se puede observar, ha existido un progresivo aumento del peso relativo del presupuesto destinado al primer nivel de atención. Cuadro 4.1 – Presupuesto según nivel de atención Presupuesto 2004 2005 2006 2007 El cuadro 4.2 presenta indicadores que muestran algunos resultados del progresivo énfasis puesto en el desarrollo del primer nivel de atención como parte de la estrategia de APS implementada. Como puede observarse, destaca en primer lugar el constante crecimiento de la cantidad promedio de consultas por usuario, lo que es un indicador de mejoras en la accesibilidad a los servicios de salud, en particular al primer nivel de atención. Asimismo, la caída en la relación entre consultas urgentes y consultas programadas sugiere una mejor estructuración de los servicios además de mayor accesibilidad a las consultas programadas de seguimiento, con sus implicaciones en la calidad de la atención. Por otra parte, el crecimiento en la cantidad de Días Cama Ocupados (DCO) por usuario y el mencionado aumento del presupuesto del primer nivel de atención permiten afirmar que, por un lado, se ha logrado un uso más eficiente de los recursos y, por otro, que las mejoras en los indicadores del primer nivel no fueron a costa de los niveles más complejos. Así, la mejora en la accesibilidad a los servicios parece constatarse para todos los niveles. Finalmente, la proporción de nacimientos en ASSE en relación al total sólo muestra los efectos de la extensión del FONASA, ya comentados en la sección anterior. En otro sentido, si desagregamos los usuarios ASSE y FONASA por tipo de UE a la que corresponden surgen conclusiones interesantes. Actualmente el 8% de los usuarios de ASSE son afiliados FONASA, lo que representa el 7% del total de usuarios FONASA. Aquellos centros que han captado mayor cantidad de afiliados, situándose por encima del promedio, son centros auxiliares que tienen la peculiaridad de especializarse principalmente en lo referente al primer nivel de atención. Dado que, como se señaló anteriormente, uno de los énfasis de cambios fundamentales en ASSE ha sido el cambio de modelo atención, el presupuesto de estos centros presentó un incremento absoluto y relativo. Este factor, sumado al hecho de la adecuada utilización de los recursos disponibles, permitió mejorar la calidad de los servicios -cosa que los usuarios del sistema percibieronllevándolos a optar por el sector público en las localidades donde se ubican los centros respectivos. Además, la no existencia de tasas moderadoras en ASSE implica una mejora en la accesibilidad en el SNIS, que presiona a los efectores privados a rever sus políticas al respecto. Descentralización interna y regionalización en ASSE Esta captación de usuarios contribuye al mejoramiento gradual de ASSE en lo que respecta a su nuevo rol como prestador integral elegible por la Seguridad Social. El cuadro que sigue muestro los centros que han captado más afiliados FONASA. En ASSE se ha procesado a lo largo de este período una inconclusa discusión respecto a la regionalización a llevar adelante, entendiéndola como parte fundamental de un proceso de descentralización interna, en el cual se transfieren competencias y recursos a niveles intermedios de la organización definidos en base a un criterio territorial: “las regiones”. Así se afirmaba en el año 2007: “La aplicación de la descentralización a la organización (…) conduce a la regionalización, como método de estructuración de los servicios de salud para una población georeferenciada. La estructuración regionalizada constituye una táctica operativa para aplicar la estrategia de APS, optimizar la distribución de los recursos, contribuir a la descentralización administrativa y ejecutiva, potenciar acciones intersectoriales e interinstitucionales y promover la participación activa de las comunidades. Así el sistema se hace más efectivo, eficiente y equitativo”60. Más adelante se profundizaba: “Se define a la región como una unidad organizativa que dispone de recursos para resolver ampliamente los problemas de salud a través de una red asistencial que ofrezca atención sanitaria accesible a la población”61. Cuadro 4.2 – Indicadores asistenciales de ASSE Cuadro 4.3. – Centros con mayor captación FONASA 2004 2005 2006 2007 2008 Consultas / Usua- 4,09 rios * 4,16 4,10 4,71 4,98 Consultas urgentes / Consultas programadas 0,43 0,38 0,35 0,34 0,32 DCO / Usuarios * 0,709 0,731 0,673 0,755 0,836 Nacimientos ASSE / Total de nacimientos 0,431 0,425 0,416 0,384 0,378 Fuente: elaboración propia en base a datos del Departamento de Gestión de la Información de ASSE. * DCO: Días Cama Ocupados. Se excluyen unidades ejecutoras de crónicos. 2008 Unidad Ejecutora Cen. aux. Young 2.045 16,9% Cen. aux. Sarandí Grande 4.248 3.527 644 15,2% Cen. aux. Carmelo 7.667 6.585 978 12,8% Cen. dep. Colonia 14.752 12.968 1.583 10,7% Cen. aux. Libertad 6.365 5.744 617 9,7% Cen. aux. Guichón 5.815 5.224 559 9,6% 15.038 13.685 1.267 8,4% 57.159 52.063 4.574 8,0% 18,8% 20,0% 20,8% 21,3% 22,1% Segundo y tercer nivel 81,2% 80,0% 79,2% 78,7% 77,9% Cen. dep. Salto Total 100% 100% 100% % de FONASA 9.915 Primer nivel 100% Carnet FONASA 12.131 Cen. aux. Bella Unión 100% Total Fuente: elaboración propia en base a datos del Departamento de Gestión de la Información de ASSE. “El término descentralización puede ser considerado desde el punto de vista técnico, jurídico y administrativo (…) o como un concepto político dándole otro alcance a dicho término. Desde esta perspectiva política, se hace referencia básicamente a una forma y una estrategia de gestión de un sistema o de un subsistema. Tiene íntima relación con el diseño organizacional que permitirá o no lograr una efectiva descentralización hacia el interior de la organización con el propósito de lograr mayor eficiencia y eficacia institucional. (…) De modo que la separación institucional es una condición necesaria, pero no suficiente para alcanzar los objetivos planteados al principio. Esta debe acompañarse de descentralización de la estructura. Hablamos de descentralización de la estructura si hablamos de transferencia de competencias y poder de decisión central a los demás niveles de la organización; así como de los recursos necesarios para poder ejercer esas potestades delegadas”59. En este sentido, se planteaba la estructuración por regiones amplias territorialmente definidas, que tuvieran a su cargo la atención de salud de la población de referencia, y para lo cual tuvieran autonomía de gestión sobre la red de centros asistenciales de agudos ubicados en el territorio correspondiente y de su presupuesto, atado a las características de la población de referencia (cantidad y riesgo). Esto implicaba la creación de “direcciones regionales”, es decir, ámbitos jerárquicos intermedios de toma de decisiones en cada región, en consonancia con las políticas nacionales emanadas del Directorio de ASSE. Fuente: elaboración propia en base a datos de la Dirección de Recursos Económicos y Financieros de ASSE La Descentralización de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). Op. cit. Pág. 7 y 8. Propuesta de Plan Estratégico de ASSE, emanado del ciclo de discusiones participativas conocido internamente como Proceso Pliegues. Año 2007. Página 5. 61 Propuesta de Plan Estratégico de ASSE. Op. cit. Pág. 9. 59 60 92 Propuesta de Plan Estratégico de ASSE. Op. cit. Pág. 9. Es decir, que en caso de derivar a un usuario a otra unidad asistencial de la red nacional, la responsabilidad por los costos ocasionados dejan de corresponder a su unidad de origen, lo que incentiva la derivación excesiva así como el rechazo de pacientes que lleguen de otras unidades. 64 Básicamente replican la división política del país, correspondiendo una región a cada departamento, a excepción de Montevideo (dividido en tres regiones) y Canelones (dividido en dos). 62 63 93 Así, a la definición territorial de las regiones se asocia un conjunto de potestades en cuanto a toma de decisiones de gestión de la red asistencial, una población de referencia cuya atención en salud es responsabilidad de la región y un presupuesto atado a las características de esa población. A su vez, cada región es parte de la red nacional que es ASSE, que centraliza algunas decisiones consideradas estratégicas en cuanto a una política nacional, así como algunos recursos asistenciales que presenten alta especialización y fuertes economías de escala. De esta forma se apunta a la creación de un nivel intermedio de gestión, territorialmente definido pero que cuestiona la tradicional estructuración regional de cualquier organización nacional en el país: la división política en departamentos. Esto último se desprende de los criterios propuestos en su momento para la definición de regiones que a continuación transcribimos : 1. Autosustentabilidad asistencial, con carácter resolutivo del 90% de las necesidades de atención de su población. 2. Consideración de las diversas vías de comunicación (…) que permitan una accesibilidad y movilidad adecuada de lo beneficiarios. 3. Identidad cultural (…) Idiosincrasia e influencia poblacional de fronteras. 4. Dotación actual de servicios instalados en lo edilicio y tecnológico. 5. Consideración de los RRHH de la región. 6. Tendencias marcadas de movimientos demográficos de orígenes culturales y de desarrollo agroindustrial (dinámica poblacional). 7. Pool de riesgos adecuado basado en una cantidad mínima de usuarios afectados a cada región. De esta manera se podría habilitar un proceso de toma de decisiones más cercano a las necesidades locales de los usuarios, dotar a la organización de mayor velocidad de respuesta a las demandas y otorgarle flexibilidad para adaptarse a las necesidades locales (siempre sujeto a lineamientos centrales emanados del Directorio). Además se avanzaría en la equidad interna al atar el presupuesto a las características de la población de referencia, superando históricas inequidades en este sentido, y se incentivaría el uso eficiente de los recursos, al desconectar el presupuesto de patrones históricos y de financiación a demanda. Finalmente se facilitarían procesos de facturación interna por uso de servicios de una región por parte de usuarios de otra (o de uso de servicios centralizados nacionalmente). Esta propuesta abarca entonces no sólo una nueva estructuración de la organización, sino que implica una reingeniería de la estrategia asistencial del prestador y un cambio sustancial en la modalidad de financiamiento interno de los diferentes servicios y unidades asistenciales. Por otro lado, trae implícita la reestructura de los organismos de conducción de la institución, con la consiguiente modificación de la dinámica del poder de decisión y las responsabilidades, ya que se prevé la integración de los directores regionales a un órgano de conducción nacional, entendido como “órgano colectivo de conducción participativa a los efectos de la toma de decisiones”. La estructura actual de ASSE, sin embargo, es altamente centralizada; está organizada en las unidades ejecutoras (básicamente unidades asistenciales, no redes de unidades como serían las regiones) como únicos ámbitos de toma de decisiones a nivel inferior a la estructura central, a las que está asignada la población de referencia, pero sin vincular la asignación presupuestal a las características de ésta y sin establecer la responsabilidad sobre las necesidades de atención de esa población63. Existen nominalmente 22 regiones64 sólo referidas al premier nivel de atención y sin correlato con la financiación ni con un nivel intermedio de toma de decisiones, que además no cumplen con los criterios antes expuestos. Como consecuencia, como se demuestra en un trabajo del año 2008 , la distribución presupuestal en las actuales regiones de ASSE no responde ni a características de la población asignada ni a producción efectiva, sino simplemente a un criterio histórico de distribución de recursos, lo que genera múltiples inequidades y no incentiva un uso eficiente de los mismos. Por todo esto, entendemos que este es un aspecto en el cual es posible y necesario continuar avanzando, por lo que nos interesa incorporarlo a una agenda próxima de ASSE. Recursos Humanos Como fuera mencionado en el primer capítulo, ASSE representa la institución prestadora de servicios de salud más grande de nuestro país, lo cual se refleja en un gran número de funcionarios. A continuación se presenta el mismo cuadro del punto de partida pero para el año 2008. En términos absolutos se observa un incremento en el número de funcionarios en todas las profesiones, mientras que en términos de distribución las relaciones se mantienen prácticamente sin cambios. El cuadro que sigue refleja las variaciones de los recursos humanos distribuido por funciones. Cuadro 4.5 – Variación de los recursos humanos. Años 2005-2008 Variación 2005-2008 Médicos 17,80% Aux. de enfermería 16,19% Nurse 37,13% Técnicos no médicos 18,61% Otros Sin dato % Médicos 5.229 23% Aux. de enfermería 5.706 25% 746 3% Técnicos no médicos 2.906 13% Otros 7.220 32% 596 3% 22.404 100% Nurse Sin dato Total Fuente: elaboración propia en base a datos del Departamento de Gestión de la Información de ASSE. - Total 14,06% Fuente: elaboración propia en base a datos de ASSE. Se puede observar que el incremento total fue de un 14%. El mayor aumento lo presentaron las nurse (37%). El resto del incremento se distribuyó de manera homogénea entre las diversas funciones. Esto, en el marco de una reducción importante del número de usuarios, debería reflejar una mejoría en los indicadores que refieren a la calidad de la atención. En este sentido, si se considera la relación de recursos médicos y no médicos cada 1.000 usuarios (indicador fundamental para evaluar la calidad dentro de los sistemas sanitarios) esta ha mejorado de forma sustancial si comparamos el año 2008 con el 2005 en el siguiente cuadro (4.6). Cuadro 4.6 – Indicadores de recursos humanos Cuadro 4.4. – Número y distribución de funcionarios según profesión. Año 2008 2008 1,75% 2005 2008 Médicos cada 1.000 usuarios 3.88 4.7 No médicos cada 1.000 usuarios 8.52 8.54 Enfermeros cada 1.000 usuarios 4.77 5.20 Fuente: elaboración propia en base a datos de ASSE El cuadro precedente nos muestra la relación del personal de ASSE con respecto a la cantidad de usuarios existentes. Como se mencionó anteriormente, existe un problema sobre las horas reales trabajadas por el personal médico para realizar la relación RRHH/usuarios. Igualmente podemos utilizarla como una primera aproximación sobre este indicador para el prestador público. Se desprende del cuadro 4.6 que se ha incrementado en más de un 20% el número de médicos cada 1.000 usuarios, considerando los años 2005 y 2008. Por su parte, el personal no médico ha experimentado un muy leve incremento, mientras que el indicador referente al personal de enfermería ha experimentado un incremento de casi un 10%. A priori, este aumento de la relación genera una mejora en la equidad respecto a la dotación de recursos humanos y un avance en las condiciones para mejorar la calidad de las prestaciones. En el punto de partida nos hemos referido a otro aspecto fundamental en lo que respecta a los recursos humanos: su remuneración. En el período considerado, las mejoras salariales han consumido una parte sustancial de los incrementos presupuestales que se han expuesto en ASSE. Esto se refleja no sólo en un sustancial incremento salarial en términos reales (para el caso de los médicos el salario real promedio aumentó un 81,5% entre 2005 y 2009), sino también en una fuerte caída en la brecha salarial constatada respecto al sector privado. De hecho, el objetivo del acuerdo médico firmado en el año 200866 es tender a la equiparación con el sector privado. El cuadro que sigue (4.7) muestra estos datos y, además de establecer la relación entre los salarios en los diferentes efectores considerados, replica esa relación establecida en el punto de partida. Cuadro 4.7 – Salario promedio ASSE – IAMC. Año 2009 Tipo de profesional IAMC ASSE ASSE/ ASSE/IAMC IAMC 2005 Enfermería $ 14.978 $ 15.000 100% 69% Médicos* $ 32.652 $ 23.476 72% 41% * Médicos en las IAMC incluye a anestésico-quirúrgicos. Salario convertido al equivalente a 24 horas semanales. En ASSE se trata del promedio simple de lo establecido en el acuerdo médico para médicos generales y especialistas. Fuente: elaboración propia en base a datos de DES, la División Recursos Humanos de ASSE y el Acuerdo Médico Como se observa, en el caso de la enfermería se ha logrado una completa equiparación salarial al comparar con las IMAC como un todo. En el caso de los médicos, si bien aún no se ha producido la completa equiparación, se observa que la brecha se ha reducido fuertemente67. Cabe remarcar a su vez que el acuerdo contiene otros aspectos importantes. En particular -dado que el valor hora aumenta más que proporcionalmente para las mayores dedicaciones horarias- se incentiva la mayor dedicación a ASSE, transformándolo en competencia real en el sistema en cuanto a contratación de recursos humanos. De forma complementaria, el acuerdo establece el compromiso de cumplir con el horario acordado, por lo que apunta a la reducción del ausentismo y del pluriempleo. En este sentido se han tomado otras medidas administrativas tendientes a la reducción del ausentismo tanto en médicos como en no Convenio laboral firmado entre el Sindicato Médico del Uruguay y ASSE, por el cual se acuerda un fuerte reajuste salarial. Para el 2009 el dato de las IAMC incluye tanto a los médicos anestésico-quirúrgicos como al resto, lo que tiende a elevar ese valor en relación a lo presentado para 2005, que excluía a aquellos. Así, la reducción de la brecha sería aún mayor si se pudieran desagregar esos datos. 68 Datos aportados por el Dr. Daniel Parada, director del Hospital Maciel. 66 Estudio de distribución y ejecución presupuestal en ASSE. Dirección de Planificación Estratégica, 2008. 65 94 67 95 médicos. A modo de ejemplo y retomando el dato aportado en el punto de partida, en el Hospital Maciel, donde el ausentismo en enfermería ascendía al 35% promedio en 2005, el mismo se redujo a 8,3% en 2006, 7% en 2007 y 5,4% en 200868. Acuerdos de complementación Como se citó en la sección anterior, la Ley de Descentralización de ASSE establece en el literal G del artículo 5º, referente a los poderes del Directorio: “Suscribir con otros servicios de salud, públicos o privados, compromisos de gestión concertada, evitando siempre la superposición innecesaria de servicios y la insuficiente utilización de recursos humanos y materiales”. Dando cumplimiento a esta potestad que, como también fue comentado, está sujeta al logro de objetivos más propios del sistema como un todo que del prestador en sí mismo, ASSE ha suscrito innumerables convenios de complementación con los más variados objetivos, referentes a todo el país y con infinidad de organizaciones69. Nos proponemos en este apartado destacar algunas de las características que entendemos más relevantes de los convenios. En efecto, una línea central en cuanto a objetivos de los convenios refiere a la complementación de capacidades en determinadas zonas geográficas, procurando la utilización por parte de los usuarios de todos los prestadores presentes en la zona, evitando así la necesidad de nuevas inversiones redundantes desde el punto de vista del sistema de salud y permitiendo un uso más intensivo y más eficiente de las capacidades existentes. Estas capacidades pueden consistir en recursos tecnológicos, recursos humanos capacitados y disponibles, plantas físicas aptas para la atención de salud y, frecuentemente, capacidades más complejas, como todos los recursos necesarios para la prestación de un determinado procedimiento, que requiere todo lo anterior pero también un aprendizaje institucional que haga que todo funcione aceitadamente para el logro de los objetivos. Resulta ilustrativo de lo antedicho el acuerdo referente a la localidad de Young70 suscrito entre ASSE y CAMY. Dicho acuerdo, firmado en setiembre de 2006, establece como objeto “la contraprestación de servicios asistenciales entre el centro auxiliar de Salud Pública de Young y la mutualista CAMY, con el objetivo de no duplicar servicios y aumentar la capacidad de resolutividad local para los usuarios de ambas instituciones”71. En efecto, este último objetivo es también muy relevante para la mejora en la calidad de asistencia a los usuarios de ASSE, ya que desde que su estructuración como red nacional implica la centralización nacional o regional de ciertas capacidades, algo que, aunque comprensible desde la perspectiva del prestador, implica la necesidad de traslados (con su posible efecto negativo en la calidad asistencial, vinculado a la creación de barreras al acceso) y las consecuentes molestias a los usuarios. En concreto el acuerdo consiste en la utilización, por parte de los usuarios de ambos prestadores, de la maternidad del centro auxiliar de ASSE (reconocida y premiada, lo que certifica su nivel de calidad) a cambio de la realización en CAMY de las intervenciones quirúrgicas traumatológicas, así como el acceso por parte de todos los usuarios a consultas con especialistas de CAMY, y la realización en esta institución de algunos estudios diagnósticos de cierta complejidad. Cabe aclarar que el acceso a médicos especialistas, principalmente en el área de traumatología, es un problema en casi todo el interior para ASSE, más aún el acceso cirugías traumatológicas, que hoy en día están casi totalmente centralizadas en el Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatología, situado en Montevideo y en situación de permanente saturación. De esta forma, CAMY evita hacer una costosa inversión en una nueva maternidad, que sería redundante dada la población de la localidad, y se utiliza a niveles óptimos la de ASSE. A su vez los usuarios de ASSE acceden en la localidad a servicios de cierta especialización, por los que tendrían que movilizarse hasta la capital de no existir este acuerdo. El acuerdo ha sido positivamente evaluado por todas las partes en base al cumplimiento de los objetivos planteados, lo que se traduce en la sucesiva renovación del mismo hasta el presente, cuando su duración inicial era de seis meses. Un acuerdo similar aunque a menor escala existe en Colonia Nicolich, donde tanto ASSE como el prestador privado Círculo Católico (CCOU) tienen centros de atención. Allí se ha establecido un sistema de complementación de las especialidades médicas que dispone cada efector, proporcionando a los usuarios del otro parte de sus servicios, conformando conjuntamente una oferta amplia de servicios a todos los usuarios. En el mismo sentido pero con variantes, en la localidad de Atlántida se ha firmado un convenio con la misma institución CCOU, que tiende a que los servicios de la sede secundaria que éste tiene allí instalada sean accesible también para los usuarios de ASSE de la localidad (donde ASSE no tiene centro de atención) a cambio del aporte por parte de ASSE de cierta dotación de recursos humanos que trabajarán es esa sede y atenderán indistintamente a usuarios de ambos efectores. Por otra parte, en la localidad de Carmelo existe un convenio con la institución CAMEC que tiende a centralizar en ésta las cirugías traumatológicas, fijando un arancel que ASSE abona por cada una. Sin embargo, como se desprende de la evaluación efectuada por el director del correspondiente centro auxiliar, esto implica un claro ahorro para ASSE, que debía derivar a un saturado centro de referencia nacional donde el promedio de internación es sustancialmente mayor al constatado en el convenio (11 días contra 2,5), sin considerar las ventajas para los usuarios y sus fa- Sólo en Montevideo se registran 13 convenios con organizaciones comunitarias para la creación de nuevos centros de atención: 5 con organismos del Estado y 17 con empresas y ONG. 70 Young es una localidad del departamento de Río Negro, de aproximadamente 15.000 habitantes, ubicada a 60 Km de la ciudad de Paysandú, donde los únicos prestadores integrales son ASSE (a través del centro auxiliar de Young, que integra la red) y CAMY (cooperativa médica integrada al SNIS). 71 Convenio de contraprestación de servicios asistenciales. ASSE-CAMY. Pág. 1. 69 96 milias de no tener que trasladarse hasta la capital en estos casos. Por otra parte se están negociando múltiples acuerdos tendientes a la conformación de puertas de emergencia únicas abiertas las 24 horas para todos los usuarios del SNIS, tanto en plantas físicas de ASSE (Guichón) como del prestador privado (Nueva Palmira). Asimismo, existen múltiples acuerdos consistentes en el uso de las unidades asistenciales rurales y periféricas de ASSE por toda la población de la zona (se dispone por lejos de la más amplia red de centros de primer nivel de atención del país) a cambio del aporte, por parte de los efectores privados, de recursos humanos especializados, que, como se dijo, constituyen un problema para ASSE en el interior del país. De esta forma se utiliza plenamente la red de ASSE y se mejora su nivel asistencial, con beneficios para todos los usuarios mediante el fortalecimiento de su plantilla de recursos humanos. Finalmente, y en el mismo sentido de lograr la plena utilización de la capacidad instalada logrando a la vez mejoras asistenciales para la población, cabe mencionar el proyecto de acuerdo, aún en negociación, entre ASSE y la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM)72, tendiente a reforzar el impacto del Programa Aduana73. A través de él se formaliza la integración ya existente entre la red de policlínicas de la IMM, los efectores de la RAP-ASSE y las maternidades del Centro Hospitalario Pereira Rossell y el Hospital de Clínicas, para la captación y seguimiento de la población objetivo (recién nacidos y lactantes con cobertura de ASSE), mediante la fijación de objetivos sanitarios cuyo cumplimiento implica el pago por parte de ASSE de ciertos montos en efectivo, con el compromiso por parte de la IMM de reinvertirlos en el fortalecimiento del mismo programa. Es notoria la diferente estrategia para la concreción de acuerdos entre Montevideo e interior: en este último se ha optado principalmente por convenios con las IAMC, mientras que en la capital la mayoría de los convenios son con organizaciones comunitarias. De todas maneras, la centralización de la estructura y el mantenimiento de criterios históricos para la distribución presupuestal generan claros desincentivos a la mejora en la gestión y al avance de los acuerdos de complementación tendientes a la mejora en las resoluciones locales. A modo de ejemplo, una UE que acuerda con otro efector la realización local de procedimientos que antes debían derivarse a centros de referencia nacional con importantes niveles de saturación, a cambio del aporte de servicios con importante capacidad ociosa, sólo percibe en su presupuesto el incremento en los costos variables asociados a los servicios brindados, mientras que el ahorro resultante de la no derivación al nivel central, especialmente importante cuando se trata de áreas con niveles de saturación, es retenido por la estructura central. Así, acuerdos que pueden ser claramente convenientes desde la perspectiva global de ASSE, pueden ser rechazados por UE con presupuestos demasiado acotados, cuyos incentivos no están alineados a los de ASSE como un todo. Sección 5. Conclusiones Como se ha señalado a lo largo del capítulo, ASSE ha transitado profundos cambios tanto en su interna como en su posición en el esquema de salud de nuestro país: modificaciones institucionales que se reflejan directamente en la estructura jurídica y política, cambios en el conjunto de usuarios a los que van dirigidos sus servicios, así como transformaciones en el modelo de atención y en la calidad de los servicios. Respecto al desempeño propio de ASSE, diversos indicadores muestran una clara mejora en la calidad de la atención, que se apuntala con un fuerte incremento presupuestal que sitúa a la institución en 2008 con un gasto por usuario levemente inferior al de las instituciones privadas. Otro aspecto a destacar es la transformación de la ubicación jurídica de ASSE, su descentralización es un potente instrumento para modificar su anterior posicionamiento en el sistema así como para mejorar su gestión. Los nuevos servicios, el fortalecimiento del primer nivel de atención, la mejora en la remuneración y condiciones de trabajo de los funcionarios médicos y no médico, así como el papel de ente testigo en ciertas áreas, generan impactos positivos adicionales en la calidad de la atención de los usuarios del sistema. La actual administración ha concretado avances en el fortalecimiento de la capacidad instalada de los servicios de ASSE en todos los niveles de atención, con énfasis en el primer nivel. Se sitúa así en condiciones para aportar a la construcción de un sistema de salud basado en APS, en el marco del SNIS. ASSE ha apostado a un enfoque de la APS que tiene puntos de contacto con el modelo europeo y algunas experiencias latinoamericanas, propendiendo un primer nivel con alta accesibilidad y capacidad de resolución, que alberga en su interior distintos niveles de complejidad, incorporando en sus equipos diversas disciplinas y especialidades médicas, con tecnología apropiada y equipamiento adecuado, para tener capacidad de contención en el territorio de las problemáticas de salud de los individuos, las familias y las comunidades. La reorganización de la base territorial, la autonomía de gestión como unidad ejecutora del primer nivel en Montevideo y la capacidad de articular convenios de complementación público-privado en el interior, han contribuido fuertemente para estos avances. En este sentido, los centros auxiliares se posicionan como pilares estructurantes para la construcción de una red de primer nivel del interior. La retención en muchos de ellos de una elevada proporción de usuarios FONASA son sugestivas en ese sentido y vinculables a la calidad de las prestaciones y la aceptación por parte de la población. Asimismo la consolidación de estructuras de segundo y tercer nivel con adecuados estándares de calidad y capacidad de respuesta a las necesidades de derivación desde el primer nivel, junto al poder resolutivo para pacientes complejos, aseguran la continuidad en la atención de los usuarios. La IMM dispone de una amplia red de policlínicas de primer nivel de atención cuya población objetivo se superpone a la de ASSE en del departamento. Programa de salud dirigido a recién nacidos y lactantes hasta el segundo año de vida. 72 73 97 Desde la perspectiva de la APS y su componente de participación social, históricamente tan evocada en el discurso y tan poco concretada institucionalmente, se han mostrado desde el año 2005 avances notables en diferentes niveles de la organización, desde las comisiones de participación en los centros de salud hasta la integración de representantes de los trabajadores y de los usuarios en el Directorio de ASSE. ASSE ha evidenciado además ser un potente instrumento para el impulso y concreción de políticas públicas en el campo de la salud y la inclusión social. Está llamada a profundizar su protagonismo en el cumplimiento de los programas priorizados por el organismo rector en salud con énfasis en la prevención y promoción de salud, contribuyendo a modificar los determinantes de las condiciones de salud de toda la población. Los componentes integrales del modelo de atención impulsan la articulación intersectorial para la mejora continua de las condiciones de vida de los ciudadanos con cobertura del efector público, movilizando a la vez componentes del sector privado. Finalmente quedan abiertos aún importantes temas en los que avanzar en el nuevo marco jurídico, político y presupuestal, fundamentalmente en aspectos referentes a su funcionamiento interno y a la mejora en su gestión. En particular, la actual centralización de la estructura y el mantenimiento de criterios históricos para la distribución presupuestal generan claras desmotivaciones hacia la mejora en la gestión y al avance en acuerdos de complementación tendientes a la mejora en la capacidad de resolución local. Bibliografía Banco Interamericano de Desarrollo. Pobreza, red de protección social y situación de la infancia en Uruguay. 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Documento de Trabajo 353. Año 1997. 98 99 Capítulo 5. La Junta Nacional de Salud (JUNASA). Una pieza clave en la construcción de la capacidad de rectoría sectorial Cristina Becoña Giselle Jorcin Marcelo Setaro Introducción El objetivo de este artículo es el de analizar uno de los aspectos fundamentales de la nueva institucionalidad del SNIS. Esto es, la Junta Nacional de Salud como organismo responsable de la administración del Seguro Nacional de Salud. La JUNASA es un nuevo dispositivo institucional, que forma parte de la autoridad sanitaria y que desempeña un rol fundamental en la asignación de recursos dentro del sistema de servicios de salud. La Junta es la responsable de implementar las definiciones de políticas de salud que establece la autoridad sanitaria, a través de la asignación de los recursos del Seguro Nacional de Salud. Importa conocer en detalle ese proceso, por que esas decisiones de asignación de recursos impactan de forma directa en la organización del modelo de atención en salud. Para ello analizaremos los antecedentes, las alternativas que se manejaron durante la fase de discusión técnico-política, su procesamiento político y la concreción final en la Ley 18.211. El capítulo se cierra con los principales desafíos que enfrenta el proceso de fortalecimiento de la rectoría de los procesos de financiamiento en el sector salud. Sección 1. Reforma de Salud: Recuperar el Rol Rector del Estado La reforma de salud es un tema que ha sido largamente debatido por parte del sistema político uruguayo. La conciencia de enfrentar una situación de decadencia, progresiva e irremediable, ha estado presente en los diversos diagnósticos que se han realizado sobre el sistema de salud. A pesar de la existencia de un diagnóstico compartido, durante los 20 años que transcurren desde la reapertura democrática no se logró implementar ninguna transformación significativa del sistema. En un reciente informe publicado por el MSP (2009: 28-47) se incluye una síntesis apretada de los principales problemas que presentaba el sector salud, previos a la asunción de la administración del presidente Tabaré Vázquez. En lo que hace a la atención en salud se resalta el estancamiento y pérdida de dinamismo en la evolución de los indicadores de salud, que acompaña a la emergencia de una nueva estructura epidemiológica de riesgos. El predominio de un modelo de atención basado en un enfoque curativo y asistencialista, en combinación con una situación generalizada de pluriempleo del personal de la salud, que conspira claramente contra la calidad de la atención. Por otra parte, a pesar del alto gasto en salud, se destacaba la deficiente organización del sistema de financiamiento y una distribución inequitativa de los recursos de salud dis- La explosión en la demanda de servicios que experimentaba ASSE se relacionaba directamente con la crisis económica, que impactaba en el mercado de trabajo y en los niveles de ingreso de la población en general. 1 100 ponibles (MSP, 2005 y 2006). El principal efector público presentaba un déficit crónico de inversión, insuficiente dotación de recursos humanos e infraestructura, además de enfrentar una demanda creciente de servicios1. A esto se unía la crisis sostenida del sistema mutual, en el plano asistencial y financiero, que alcanza su punto crítico en los primeros años del nuevo siglo. En términos globales, se constataba una dificultad persistente para acceder y utilizar la cobertura de atención formal, que redundaba en una atención episódica y despersonalizada. Uno de los problemas fundamentales se localizaba en el plano de la rectoría del sistema. El sistema de salud carecía de la capacidad para establecer un rumbo estratégico del sistema de salud. Históricamente, el MSP se ha limitado a un papel de árbitro distante e ineficaz, en el marco de relaciones crecientemente mercantilizadas. En un informe del año 2002, la OPS indicaba las áreas de peor desempeño de la rectoría ministerial, entre las que se contaban: acceso equitativo a servicios de salud, garantía y mejoramiento de la calidad de los servicios (OPS, 2002). En el plano institucional del financiamiento y la prestación de servicios, el sistema presentaba problemas muy severos. El viejo sistema de asignación de recursos no establecía incentivos asistenciales adecuados, limitándose al pago a los proveedores de servicios, sin fijar orientación estratégica a la prestación de servicios. El sistema carecía de una orientación programático-sanitaria explícita, que se vinculara efectivamente con el sistema de asignación de recursos . Todos estos aspectos derivaron en una crisis de confianza de los usuarios respecto al sistema de salud. El deterioro de la relación médico-paciente, las crecientes denuncias por mal praxis médica, son apenas indicadores de una situación de malestar generalizada. No podemos olvidar que la salud es una condición necesaria para el ejercicio efectivo de otros derechos fundamentales de la ciudadanía. Por tanto, no resulta extraño que las demandas ciudadanas hacia el Estado se multipliquen, en tanto Rector del sistema y garante del elemental derecho a la vida. Aspectos conceptuales: la importancia de la Rectoría en Salud Para autores como Saltman et al. (2000, citado por OMS, 2000: 137), la Rectoría en salud consiste en “la función de un gobierno responsable del bienestar de la población, al que le preocupan la confianza y la legitimidad con que la ciudadanía considera sus actividades”. Esta función es la que permite el logro de las metas de todo sistema de salud, es decir, mayores niveles de salud y de equidad en la distribución de los resultados. En esta tarea es fundamental el papel de los Ministerios de Salud, porque son quienes generan inteligencia, influencia y orientación estratégica para todo el sistema de salud. Como se muestra en otros capítulos de este libro, el viejo sistema que administraba el BPS pagaba cuotas planas, indiferenciadas según riesgo, a los prestadores privados que contrataba. Este sistema no alienta a los prestadores a tener una postura activa en el manejo asistencial de sus usuarios, con una racionalidad que enfatice la prevención y promoción en salud. 2 101 La OPS amplía esa definición, indicando que la Rectoría consiste en “el ejercicio de las responsabilidades y competencias sustantivas de la política pública en salud, en el contexto del nuevo esquema de relaciones entre gobierno y sociedad en el Estado moderno. Es una función de competencia característica del gobierno, ejercida mediante la Autoridad Sanitaria Nacional. Su propósito es implementar decisiones y acciones públicas para satisfacer y garantizar, en el marco del modelo de desarrollo nacional adoptado, las necesidades y legítimas aspiraciones en salud de los conjuntos de los actores sociales” (OPS, 2007: 6). Por lo tanto, la Autoridad Sanitaria es responsable de asumir el rol rector. Esto es compatible con la existencia de instituciones públicas diversas y complementarias, en las cuales prima el concepto de especialización de funciones. Se plantea que “se entiende el concepto de ‘Autoridad Sanitaria’ como el conjunto de organizaciones (…) del Estado, responsable de velar por el bien público en materia de salud”. La creación de agencias especializadas permite el “ejercicio de la función rectora por organizaciones más estratégicas y ágiles con mayor poder de conducción, autonomía y capacidad para delegar funciones operativas” (OPS, 2007: 9). En cuanto al ejercicio de la función de rectoría, es conocida la apertura en seis dimensiones propuesta por OPS y ratificadas en el XL Consejo Directivo de la OPS/ OMS (1997): 1. Conducción sectorial. Comprende la capacidad de orientar a las instituciones del sector y movilizar instituciones y grupos sociales en apoyo de la Política Nacional de Salud. 2. Regulación. Dimensión que abarca el diseño del marco normativo sanitario que protege y promueve la salud, al igual que la garantía de su cumplimiento. 3. Modulación del financiamiento. Incluye las competencias de garantizar, vigilar y modular la complementariedad de los recursos de diversas fuentes para asegurar el acceso equitativo de la población a los servicios de salud. 4. Garantía del aseguramiento. Enfoca su quehacer en garantizar el acceso a un conjunto de prestaciones de cobertura de servicios de salud para todos los habitantes, o planes específicos para grupos especiales de la población. 5. Armonización de la provisión. Constituida por la capacidad para promover la complementariedad de los diversos proveedores y grupos de usuarios para extender la cobertura de atenciones de salud equitativa y eficientemente. 6. Ejecución de las Funciones Esenciales de Salud Pública (FESP). Son competencia indelegable de la Autoridad Sanitaria. 102 De las dimensiones indicadas, resultan de particular interés la modulación del financiamiento, la garantía del aseguramiento y la armonización de la provisión. En este campo se reconoce que los Rectores de los sistemas de salud no han tenido un desempeño destacado, especialmente en los países latinoamericanos. Las transformaciones demográficas, epidemiológicas y socioeconómicas exigen cada vez más un rol activo de los Estados, buscando potenciar la capacidad de respuesta de los sistemas de salud a los nuevos retos sanitarios. En ese sentido, la rectoría del financiamiento resulta fundamental, porque implica considerar aspectos sustantivos, relativos a la equidad y sustentabilidad del gasto en salud. Capacidad de respuesta a los nuevos retos sanitarios En los últimos años la agenda de reformas de los sistemas de salud ha estado concentrada en los crecientes problemas de financiamiento de los servicios de salud y en la búsqueda de formas más eficaces y eficientes de proveer atención en salud. Como ya ha sido indicado en otros capítulos de este libro, el propósito de la reforma del financiamiento es el de “contar con fondos, así como establecer incentivos financieros adecuados para los proveedores, con miras a lograr que todo el mundo tenga acceso a servicios eficaces de salud pública y de atención sanitaria personal” (OMS, 2000: 109). Por ello es que los gobiernos tratan de vincular los objetivos de política con la asignación de los recursos para la provisión eficaz y eficiente de servicios de salud. El financiamiento comprende tres tareas interrelacionadas: la recaudación de ingresos, el aseguramiento de recursos y la compra de intervenciones sanitarias. Las primeras dos funciones refieren a los mecanismos de constitución de fondos de salud y distribución de riesgos entre la población, y están ampliamente consolidadas . Por el contrario, la tercera función, la de asignación o compra estratégica de recursos, muestra un potencial para la innovación institucional muy grande. Debe tenerse en cuenta que los responsables de asignar recursos tratan de maximizar cuatro objetivos simultáneos: prevenir problemas de salud, prestar servicios y resolver problemas de salud, responder a las expectativas de las personas y contener los costos, de acuerdo a prioridades establecidas. Por ello es que en los últimos tiempos la función de asignación, o de compra estratégica, ha cobrado una gran presencia en los procesos de reforma. Históricamente, esta función se realizaba de forma pasiva, limitándose a pagar a los prestadores según las actividades que realizaban (OMS, 2000: 110-111). Para la OMS, los sistemas de salud deberían avanzar hacia formas de compra estratégica, eligiendo las intervenciones que suponen un mayor beneficio sanitario para los individuos, por medio de contratación selectiva y planes de incentivos. Esto significa articular los objetivos sanitarios con la provisión de servicios de salud, mediante el proceso de asignación estratégica de los recursos del sistema. Entonces, en sistemas de salud complejos, donde coexisten múltiples actores que participan del proceso de “producción” de salud, es fundamental contar con una fuerte capacidad de Rectoría. Sólo el Estado, en nombre de la sociedad toda, puede asumir el rol de orientador de los recursos de salud hacia el logro de los objetivos sanitarios. Agencias especializadas de regulación Durante la década de los 90 América Latina experimentó una ola de reformas promercados muy importante. Esto se acompañó por la emergencia de nuevas instituciones regulatorias del sector salud, las llamadas Superintendencias. Estas nuevas instituciones se fundamentan en un creciente cuerpo de teoría económica, que ha realizado aportes significativos al campo de la regulación en el sector salud. Conceptos tales como asimetría de información, relación Principal-Agente, selección adversa y selección de riesgo, describen fenómenos que marcan la necesidad de la existencia de regulaciones específicas por parte del Estado. La literatura especializada marca además algunas áreas prioritarias en la regulación de mercados de seguros de salud. A modo de ejemplo, es necesaria una presencia fuerte del Estado en las funciones de: a) regulación de los planes de salud, en particular con miras a establecer condiciones en la oferta de los planes que garanticen una cobertura mínima; b) regular los contratos de adhesión; c) permitir la compensación de riesgos; d) controlar la calidad de los prestadores; e) facilitar e incentivar las políticas preventivas en salud; y f) educar al usuario en cuanto a sus derechos y el modo en que debe ejercerlos (Ferreiro, A. et al., 2004). Si bien la función de regulación tiene su base institucional en los Ministerios de Salud, se entiende que las funciones de contralor pueden estar delegadas en organismos como las Superintendencias. Esto forma parte del concepto de especialización de funciones, y de los beneficios que otorga la concentración de capacidad técnica en un organismo con tareas específicas. En este escenario, pasa a ser un elemento fundamental la discusión de los mecanismos más adecuados de coordinación y de vinculación entre los organismos de conducción política (el Principal) y los de ejecución técnica (el Agente). La experiencia latinoamericana de los 90 muestra una variedad de experiencias en materia de agencias especializadas en la regulación económica del sector salud. Se puede apreciar una importante heterogeneidad institucional en cuanto a su estructura y funciones, así como en las formas de relacionamiento con los Ministerios de Salud. A pesar de esta variedad, todas muestran un cierto núcleo duro de funciones: ingreso y permanencia de prestadores, auditoría económico-financiera y control de los planes asistenciales, entre otras. El cumplimiento de estas funciones requiere de equipos de alta especialización técnica. La experiencia comparativa muestra que estas agencias cuentan con un liderazgo técnico fuerte, sobre el cual construyen sus bases de legitimidad y credibilidad, que son elementos fundamentales para un ejercicio regulatorio eficaz. Las modalidades de coordinación política sobre estas agencias son variables, existiendo diversos grados de autonomía. En casi todos los casos el liderazgo de estas agencias está confiado a individuos que combinan un alto perfil técnico, con la confianza política de los responsables de la conducción de la política de salud (MSP-DES, 2006). Finalmente, importa destacar que estas agencias latinoamericanas han tenido como propósito fundamental la regulación de los mercados de seguros de salud. Es una regulación que apunta a fomentar la competencia entre prestadores y a establecer las salvaguardas mínimas a los clientes de los seguros. Sin embargo, comienza a surgir un nuevo consenso, que supera la confianza ciega en los mecanismos de mercado característicos de las reformas de los años 90. Los países comienzan a cuestionarse respecto a las combinaciones ideales de eficiencia económica, eficacia sanitaria y equidad social. La experiencia uruguaya de reforma, por su propia novedad, se nutre de esos cuestionamientos. La nueva institucionalidad del SNIS supone un Ministerio de Salud fortalecido en su papel Rector. Pero además, crea una Junta Nacional de Salud, que funciona como una instancia especializada del Ministerio, con competencia en el proceso de asignación de recursos en el seguro. Esta nueva agencia combina funciones regulatorias, al estilo Superintendencia, con una vocación muy explícita de vincular regulación económica con objetivos sanitarios y de equidad social, mediante la introducción de una lógica de vinculación contractual entre el Fondo de Salud y los Prestadores del sistema4. En los capítulos siguientes trataremos de explicar las características de este nuevo organismo político que es la JUNASA. Procuraremos demostrar que es un organismo de regulación económica de nuevo tipo, porque busca anudar la administración del Seguro de Salud con las orientaciones estratégicas de política de salud que define la Autoridad Sanitaria. La Junta entonces, es una pieza fundamental para el ejercicio de la Rectoría ministerial sobre el sistema de salud. Este producto institucional novedoso es resultado de la orientación político-ideológica de la reforma, basada en derechos, pero también del complejo proceso político de la reforma de salud. Por supuesto, los países latinoamericanos presentan grados diversos de desarrollo de estas funciones. Esto marca la complejidad de las reformas institucionales en muchos países americanos, que todavía deben enfrentar los problemas de equidad social, eficacia sanitaria y eficiencia económica. 4 Como se muestra más adelante, así como en otras partes del libro, los Contratos de Gestión que la Junta firma con prestadores de salud, están orientados a promover el acceso, la calidad asistencial y la eficiencia económica. 3 103 Sección 2. Propuestas programáticas En el momento de asumir el nuevo gobierno se podían reconocer dos ideas fuerzas respecto a la reforma de salud: se crearía un Seguro y un Sistema Nacional Integrado de Salud. Es decir, se ampliaría la base de financiamiento a la atención en salud, con un esquema de provisión de servicios mixto, con participación público-privada. Las referencias respecto a cómo se gobernaría este sistema y sobre qué institucionalidad se asentaría, eran relativamente modestas. Los documentos programáticos del gobierno mostraban mayor desarrollo respecto a temas tales como los de cambio de modelo de atención y de financiamiento. Se aprecian además algunas líneas muy generales, como la necesidad de contar con participación social en los organismos de conducción del sistema. El programa de gobierno se limitaba a expresar que se avanzaría “sustantivamente en la construcción de un Sistema Nacional de Salud con un Seguro Nacional de Salud con amplia participación de trabajadores y usuarios en la conducción” (FA, 2003). En un documento de la Unidad Temática de Salud del Frente Amplio se aprecian lineamientos de mayor profundidad. Aparece claramente identificado el SNIS, gobernado por una Junta Nacional de Salud que se integraría por el Ministro de Salud, Director General de Salud y el Superintendente. También contaba con la participación de representantes de trabajadores y usuarios. Los prestadores de salud formarían parte de una Comisión de carácter consultivo (FA, 2004). Por otra parte está el Seguro Nacional de Salud, que formaría parte del MSP como un organismo descentralizado. Sería administrado por un Consejo Directivo de tres miembros designados por el Poder Ejecutivo, uno de los cuales presidiría como Superintendente de Salud. Se partía entonces de dos organismos, responsables de la administración de dos áreas diferenciadas: la gestión asistencial del SNIS y la económico-financiera del SNS. Por otra parte, existían algunos documentos de los grupos sindicales que más han reflexionado en torno a la reforma del sector: el SMU (Sindicato Médico del Uruguay) y la FUS (Federación Uruguaya de la Salud). Sin embargo, sus documentos están referidos principalmente a los aspectos de regulación sanitaria y condiciones de trabajo. Es poca la reflexión sobre los aspectos institucionales, aunque sí se hace alguna mención a los organismos: Junta, Fondo, Seguro, Superintendencia. En particular, en referencia al Seguro, se especifica que debe tener autonomía, con participación interinstitucional e inclusión de los representantes sociales5. En el mes de Abril de 2005 el presidente Tabaré Vázquez es invitado por la Universidad de Montevideo a realizar una disertación sobre su plan de reforma de salud. En esa presentación explicaba cómo funcionaría el Seguro Nacional de Salud (su forma de aportes, de pago, etc.) y culminaba diciendo: “El Seguro Nacional de Salud será administrado por una Superintendencia de Salud” (Presidencia, 2005). Sobre estas ideas básicas el equipo asesor del Ministerio trabajó en la elaboración de propuestas de organización institucional del sistema. De esta forma, para fines de 2005 se comenzó a pensar en una persona pública no estatal para dar forma a la Superintendencia, como un formato que permitía la participación múltiple y que incluía a los empresarios (Documento Lineamientos de la Reforma de la Salud, diciembre 2005). Para principios de 2006, los equipos técnico asesores elaboraban un documento de discusión para las autoridades ministeriales, en el cual se planteaban algunos escenarios para la construcción de la institucionalidad del Seguro. El documento se fundamentaba en los objetivos de política planteados por el gobierno y se nutría, además, de la experiencia comparativa, en el análisis de Superintendencias de Salud en América Latina. Las autoridades definieron el diseño institucional general de la administración del Seguro y su relacionamiento con el Ministerio. Se crearía una agencia que administraría un nuevo esquema de incentivos, con una lógica de premios y castigos, pago por cumplimiento de metas asistenciales y supervisión de la gestión asistencial y económico-financiera de los prestadores. Además, durante la discusión político-técnica se definieron las funciones de regulación orientadas al cambio del modelo de atención, que deberían ser desempeñadas por esta nueva agencia. Comienza a emerger entonces, fruto de la discusión política y técnica, una agencia reguladora sui generis, que combina funciones clásicas de Superintendencia en salud, pero que añade un novedoso esquema contractual orientado al logro de objetivos sanitarios. Sección 3. El proceso de diseño de la nueva institucionalidad El diseño de la reforma de salud fue un complicado proceso político-técnico. Las definiciones político-programáticas iniciales fueron enriquecidas por la discusión política, social y técnica. En tal sentido, este apartado describe sintéticamente el proceso de discusión en cada uno de esos ámbitos. a) Los aportes del Consejo Consultivo En el mes de Abril de 2005 la Ministra de Salud convoca la conformación del Consejo Consultivo para la implementación del SNIS, dando participación a los principales actores del sistema de salud. Durante ese año se organizaron siete mesas de trabajo , encargadas de elaborar los informes primarios, en base a los cuales el Consejo Consultivo esta- Por ejemplo, en el 11º Congreso de la FUS en 2003, o en el Solís II del SMU de 2002. 5 104 blecería sus recomendaciones respecto a la propuesta de reforma del gobierno. Cada mesa de trabajo contó con la participación de entre 11 y 19 organizaciones, participando en total 57 organizaciones diversas. La mesa de Seguro de Salud lograría aportes concretos respecto a la institucionalidad del futuro sistema. Las conclusiones del documento indican que “a partir de las definiciones básicas del gobierno, esta comisión entiende adecuados dos principios que estructuran el SNS, en lo que hace al financiamiento y los mecanismos de asignación de recursos: compuesto por aportes públicos, empresariales y de los hogares con un porcentaje de sus ingresos; el reembolso por cápitas ajustado por riesgo y en función de las metas de la estrategia asistencial”. El informe final también señala que es necesario seguir estudiando la posibilidad de avanzar en: -- “Profundizar en el análisis de los distintos mecanismos que permitirían incorporar a los efectores de salud en el funcionamiento del Fondo. Esta comisión entiende que las instituciones de salud poseen una importante experiencia en materia de gestión asistencial, que podría ser de gran utilidad para el eficaz funcionamiento del Fondo”. -- “En el análisis de la transición financiera hacia el Seguro Nacional. Respecto a este punto, algunos actores de esta comisión (lo que se ve en los anexos presentados por los participantes) sugieren al Consultivo estudiar la factibilidad de expandir los mecanismos existentes de la Seguridad Social, como etapa de transición hacia el Fondo único y en consonancia con los avances de la coordinación con las normas tributarias”. -- “Profundizar en los mecanismos de elección y movilidad de los usuarios en el marco del SNS y el SNIS”. -- “Incorporar los aportes provenientes de la Comisión sobre Cambio de Modelo para la definición de las Prestaciones Integrales del Sistema. Se entiende que este es un aporte fundamental, para la estimación de las cápitas del Seguro Nacional de Salud”. b) La discusión técnica sobre la estructura institucional Una de las primeras movidas importantes del nuevo gobierno fue la de crear en el Ministerio de Salud una unidad especializada en temas económicos: la División de Economía de la Salud. Dentro de las tareas encomendadas por el gabinete ministerial, una de ellas fue la de generar opciones en materia de arreglos institucionales, que se adaptaran a las definiciones de política que el nuevo gobierno traía consigo. Uno de los primeros productos consistió en el análisis exhaustivo de la bibliografía teórica y de la experiencia comparativa en materia de agencias de regulación en salud. Los Consejos Consultivos también aportaron importantes insumos, volcados por los principales actores del sistema de salud. A partir de estos trabajos, se comienzan a definir escenarios posibles para la creación de la nueva institucionalidad regulatoria que exigiría la reforma de la salud en nuestro país. Se visualiza a la Superintendencia como un organismo público, que podría ser estatal o no estatal, que participa en la definición de las políticas de financiamiento del seguro de salud. Esta agencia estaría bajo el contralor del MSP, que sería el responsable de orientar y controlar el accionar de la Superintendencia. Tendría cinco miembros designados por el Poder Ejecutivo, representantes de instancias estatales (tres: MSP, BPS y MEF). Contaría con un presidente que podría ser el Ministro de Salud o su alterno. La Superintendencia debería contar con algún espacio para la participación y el contralor social. Este organismo de participación social podría estar ubicado en la Junta Nacional de Salud, tal cual estaba planteada originalmente. Alternativamente, tal vez la Superintendencia podría tener alguna instancia consultiva, de participación social. Además, la Superintendencia debería contar con un apoyo técnico muy fuerte. Un equipo conformado por especialistas en el análisis de información económico-asistencial del Seguro. Al frente de esta repartición estaría un Director Técnico, con un perfil asociado a las funciones económicas y asistenciales de la Superintendencia. Estructura básica y relaciones del sistema La estructura institucional básica del Seguro estaría compuesta por los siguientes actores: la Autoridad Sanitaria, la Superintendencia y la Junta Nacional de Salud. Sobre este triángulo se debería asentar la rectoría del sistema. La Autoridad Sanitaria estaría integrada por el MSP, como órgano rector del sistema. El MSP sería el responsable de coordinar y dar dirección a las nuevas agencias que se crearían, como sus brazos auxiliares para la conducción del nuevo sistema. El sistema se completaría con la presencia de una Junta Nacional de Salud, como un organismo de integración interinstitucional y de representación social. Esa Junta tendría funciones relevantes de consulta y contralor del sistema, además de participar en el proceso de formulación de las políticas de salud. Por otro lado, tendríamos a la Superintendencia, la responsable de administrar los recursos provenientes del BPS y Rentas Generales. Esta agencia tendría una orientación predominantemente económica. El tipo de relaciones que se establecerían entre los distintos componentes institucionales del Seguro, serían los siguientes: 1. La Autoridad Sanitaria sería contralor de la Superintendencia, responsable de impulsar la producción legislativa necesaria (leyes y decretos relativos a cápitas, tasas financiamiento, etc.) para el funcionamiento del Seguro. La Superintendencia sería un organismo Colegiado, integrado por representantes de organismos Los temas de las mesas fueron: Seguro de Salud, Modelo de Atención, Estatuto del Trabajador, Tecnología, Emergencias Móviles, Seguros Privados, Medicamentos. 7 Informe Final de la Comisión de Seguro Nacional de Salud, presentado a la Ministra de Salud en el mes de Junio de 2005. 6 105 estatales, con mayoría del MSP. 2. La Superintendencia sería responsable de administrar un fondo conformado por los recursos del BPS y los diversos aportes del Ministerio de Economía y Finanzas - Rentas Generales. Recibiría información relativa al estado financiero de estas dos cajas con recursos destinados a salud. Además, sería responsable de enviar las órdenes de pago a los Prestadores Integrales del Sistema. Un servicio desconcentrado no implicaba grandes reformas jurídicas ni administrativas (lo cual se veía como una ventaja) y dejaba clara la responsabilidad política por el funcionamiento del Sistema en el MSP. En contrapartida a esto, se percibía el riesgo de perpetuar y/o aumentar las deficiencias de la estructura del MSP. La opción por un servicio descentralizado, parecía combinar mejor las opciones de lograr una estructura técnica especializada, con el adecuado contralor político del Poder Ejecutivo. 3. Las dos cajas se encargarían de pagar a los distintos Prestadores Integrales del Sistema. Esto se haría contra estricta orden de pago de la Superintendencia. La experiencia comparativa muestra que las Superintendencias de Salud son organismos técnicos, especializados en la interpretación y aplicación de normas referidas a la interacción (competencia) de prestadores de servicios del sector. Si bien tienen un enfoque dirigido principalmente a los temas financiero-contables, estas agencias asumen también -como desarrollos más recientes- funciones de contralor de las estructuras y prácticas asistenciales, así como defensa de los derechos de los usuarios. 4. Los Prestadores Integrales se relacionarían con la Superintendencia mediante un doble flujo de información. Por un lado recibirían de la Superintendencia orientaciones, que se establecerían en contratos o compromisos de gestión asistencial (asociadas al pago de cápitas en su parte fija y variable), que establecen los incentivos adecuados para la transformación del modelo de atención y, por otro lado, envían todas las informaciones económico-financieras y asistenciales solicitadas por la Superintendencia. 5. 5) Los usuarios del SNIS recibirían el Plan Integral de Prestaciones de parte de sus Prestadores Integrales. 6. Los usuarios financiarían el Seguro de Salud, mediante sus aportes a la seguridad social y las distintas cargas impositivas nacionales. El diagrama siguiente (cuadro 2) presenta algunas opciones analizadas para conformar la Superintendencia. Dentro de las diferentes alternativas, se sopesan las ventajas y desventajas de cada una de las opciones. El objetivo era generar un nuevo organismo, que pudiera tener un razonable grado de autonomía y especialización técnica. Las propuestas, además, debían contar con razonable factibilidad jurídica y política. Cuadro 2. Opciones para la creación de la Superintendencia 1. Crear una nueva repartición en el MSP a.Dirección, División, Departamento. b.Un servicio desconcentrado (Ejemplo: ASSE, CEP, UTU-CETP) 2. Crear un servicio descentralizado (Ejemplo: el Proyecto del Ministro Purriel) 3. Crear un Ente Autónomo (constitucionalmente no es posible hacer esto con funciones del MSP) 4. Crear un Organismo Público No Estatal (Ejemplo: FNR, Fondo Solidaridad, CH-Salud Cardiovascular, CHL-Cáncer). Fuente: DES, 2006. 106 Para esta última tarea la presencia territorial es muy importante, permitiendo supervisión más directa y un conocimiento más detallado de las actividades de las organizaciones reguladas. La integración de las direcciones de estas unidades sigue criterios estrictamente técnicos. Pueden ser órganos de tipo colegiado (como en Brasil o Argentina) o de tipo unipersonal. Pero en todos los casos el cargo de Superintendente, o quien haga sus veces, tiene una gravitación muy importante en el funcionamiento de la agencia. El peso de la figura del Superintendente se destaca en el hecho de que en la mayor parte de los casos es una figura designada directamente por el presidente del país, muchas veces con participación del Ministro de Salud. Las funciones propiamente normativas se mantienen concentradas en los órganos políticos de nivel superior. Las agencias reguladoras son una expresión técnica de la aplicación de normativas emanadas por órganos políticos. Pero además, el alto grado de concentración técnica, de experticia, hacen de estas agencias las instancias más indicadas para la producción de informaciones relevantes sobre el funcionamiento del sistema. Guardan un grado de dependencia muy claro con un superior político, responsable de fijar las reglas generales de funcionamiento. Y se diferencian con mucha claridad las tareas de las unidades de regulación de las funciones que corresponden a los ámbitos de fijación de políticas. Estas Superintendencias no fijan los fines o los medios sustantivos para alcanzarlos. Su rol en el proceso de formulación de políticas de salud se limita a la asesoría técnica, la investigación, la generación de informaciones consistentes y la aplicación de regulaciones. Son las autoridades políticas (Ministerios u órganos colegiados como los Consejos Nacionales) quienes fijan las definiciones sustantivas en materia de política de salud (precios, financiamiento, etc.). c. El tratamiento político de la propuesta Luego de lograr los acuerdos básicos en el Consejo Consultivo, el MSP se propuso implementar su proyecto de reforma. Un primer paso fue la ley de presupuesto nacional, en la cual el MSP propuso anticipar sus primeros lineamientos sobre la reforma de salud. Posteriormente, el gobierno nacional definió que en el 2006 la prioridad política estaría en el tratamiento de la ley de reforma impositiva. De manera simultánea se define que el proceso de reforma de la salud debía ser canalizado por el camino de la seguridad social. Esto es, la reforma impositiva, en esta primera etapa, no sería el camino para financiar la reforma de salud. Esto tiene una consecuencia directa en la modalidad de organización institucional del nuevo sistema. El ente de la seguridad social, el BPS, pasa a ser un actor institucional fundamental, que debe ser considerado en el nuevo diseño. En los primeros meses de 2006 el MSP define la estrategia de expansión gradual del Seguro de Salud del BPS. En esos primeros meses de 2006 el gabinete ministerial también define un cambio sustantivo sobre la propuesta elaborada por la Unidad Programática del Frente Amplio. Además de un Seguro Social de Salud, la reforma crearía un nuevo organismo de conducción del sistema, que concentraría las funciones de Superintendencia y Junta Nacional de Salud. El nuevo organismo se denominaría Junta Nacional de Salud y combinaría funciones de las dos agencias. Combinaría aspectos de regulación económica, participación social y de participación en la implementación de orientaciones en materia de cambio de modelo de atención y de gestión del sistema. La nueva Junta sería un nuevo brazo del MSP, con gran potencialidad para contribuir a la transformación del sistema de salud. El proceso parlamentario de reforma mas que establezca el Ministerio de Salud Pública”). De todas maneras, en el resto del articulado la Junta conservaría ese rol de conducción del SNIS. Otro aspecto a mencionar es la incorporación de los Seguros Integrales lucrativos, mediante el artículo 22 de la Ley 18.211. El proyecto original prohibía expresamente el lucro en el nuevo sistema. Sin embargo, la forma de incorporación de estos prestadores supone una regulación especial por parte del organismo regulador. Otra novedad en el proyecto es la incorporación de Consejos Asesores Honorarios Departamentales y Locales de la Junta Nacional de Salud, lo cual puede ser percibido como un fortalecimiento institucional de la Junta. El proyecto enviado por el Poder Ejecutivo al Parlamento era muy explícito en la definición de competencias de la Junta. Este señalaba que se debía conformar una estructura de trabajo concreta, para cumplir con los cometidos que le encomendaba la ley. Si bien los cometidos y funciones se mantienen en el resto del articulado, la conformación de la estructura de la Junta quedaría librada entonces a la iniciativa que tuviera el Poder Ejecutivo. También se introduce un nuevo artículo que define con mayor claridad el papel del BPS en la administración del FONASA (Art. 57). Finalmente, el 10 de octubre de 2007 el proyecto ingresa a la Cámara de Diputados, donde experimenta algunos cambios menores. Más tarde el proyecto reingresa al Senado (el 14 de noviembre) para ser aprobado el 21 de Noviembre de 2007. La ley entra en vigencia el 1° de Enero de 2008. A partir de ese momento comienza el intenso proceso de instrumentación de la ley, contándose hasta el momento más de 12 decretos reglamentarios. Sección 4. La nueva Junta Nacional de Salud El mismo sufriría varios cambios en lo que respecta a la configuración institucional del sistema. Por ejemplo, la transformación de la Junta, que pasaría de ser organismo descentralizado a organismo desconcentrado del MSP. Como explicamos en secciones anteriores, el MSP propuso la creación de un nuevo organismo, que combinara aspectos de Superintendencia y Junta, tal cual estaban expresados en el programa de gobierno. Así es que la Ley 18.211 crea la Junta Nacional de Salud como un organismo desconcentrado, dependiente del Ministerio de Salud Pública. Con la creación de la JUNASA el Ministerio gana en especialización para cumplir diversas funciones de orientación y regulación de los servicios de salud. La integración de la Junta contempla a los actores estatales que tienen competencias en materia de regulación sectorial y a los actores sociales directamente involucrados (siete integrantes en total). También se le quita referencias expresas al papel de la Junta en la conducción y planificación de todo el SNIS (se elimina el viejo artículo 23.a. que decía: “Planificar, organizar, dirigir y controlar el funcionamiento del Sistema Nacional Integrado de Salud, de conformidad con las políticas y nor- El MSP cuenta con dos representantes, uno de los cuales preside la Junta. A estos se suma un representante del Ministerio de Economía y Finanzas, en función de su importante incidencia en la fijación de precios sectoriales y en la definición de los lineamientos de financiamiento del presu- El 5 de marzo de 2007 el proyecto de reforma de salud ingresa a la Cámara de Senadores, donde sería tratado por parte de las Comisiones Integradas de Hacienda y Salud. Durante ese período el proyecto es parte de una intensa discusión paralela en la bancada parlamentaria del gobierno. Finalmente, el proyecto es aprobado el 9 de octubre por el Senado. 107 puesto público nacional. La representación del Estado se completa con el BPS, como responsable de la recaudación del FONASA y de realizar los pagos -definidos por la Juntaa los prestadores. La Junta también posee representación social. Entre los actores sociales se incluyen representantes de usuarios, trabajadores y prestadores de salud. Esta integración social se corresponde con los lineamientos definidos para todos los niveles del SNIS, reuniendo múltiples beneficios. Todos los representantes tienen carácter honorario, son designados por el poder ejecutivo y en el caso de los sociales se garantizan los mecanismos previos de selección democrática de los mismos. La Junta podrá contar además con Consejos Asesores Honorarios Departamentales y Locales, en los cuales deberán estar debidamente representados trabajadores y usuarios. Esos consejos tendrán funciones de asesoramiento y proposición de medidas pero sin carácter vinculante. Los cometidos principales de la JUNASA son: administrar el Seguro Nacional de Salud y velar por la observancia de los principios rectores y objetivos del Sistema Nacional Integrado de Salud. Estos son los dos ejes principales a los que debemos remitirnos para comprender el funcionamiento de la Junta. Sin embargo, es de orden considerar previamente a los artículos 11 y 14 de la Ley 18.211. Ellos establecen que pueden integrar el SNIS los servicios de salud a cargo de personas jurídicas públicas, estatales o no estatales y las entidades a las que refiere el Art. 265 de la Ley 17.930. 108 Estos prestadores deben contar con la autorización de la Junta para integrar el SNIS. Para ello, la Junta tendrá en cuenta el caudal de usuarios, los recursos humanos, la planta física, el equipamiento, los programas de atención en salud, la tecnología, el funcionamiento organizacional y el estado económico-financiero del prestador. También es un requisito previo para el ingreso al SNIS encontrarse habilitado por el MSP, contar con órganos asesores y consultivos de trabajadores y usuarios y designar un Director Técnico como autoridad técnica responsable. Como parte de la administración del Seguro, la Junta debe fiscalizar la efectiva integración de los aportes al Fondo Nacional de Salud (FONASA), aplicando los mecanismos de financiamiento de la atención integral que corresponda a los usuarios del SNIS. La Junta dispone también el pago de cuotas a los prestadores que integren el Sistema Nacional Integrado de Salud, de acuerdo a sus padrones de usuarios y previa verificación del cumplimiento de las obligaciones a su cargo. Podrá disponer la suspensión temporal o definitiva, total o parcial, del pago de esas cuotas en caso de incumplimiento de las obligaciones a cargo de los prestadores, determinado por acto administrativo firme. Como parte del cometido de aplicar los principios rectores y objetivos del SNIS, la Junta debe guiarse por los programas asistenciales definidos por el MSP. De estos programas se deducen además las metas asistenciales que deben ser logradas por los efectores y que son acordadas con ellos. De esta forma la Junta aplica mecanismos de estímu- lo económico, mediante el pago de metas asistenciales, las cuales se van ajustando y definiendo a lo largo del tiempo, de acuerdo a los objetivos sanitarios y de acceso a los servicios que establece la autoridad sanitaria. La Junta también debe velar por la calidad y la oportunidad de la atención. Por ejemplo, vigilando el cumplimiento de los tiempos de espera para las diferentes consultas, establecidos por el MSP. También asegurando la elección informada, brindando información a los usuarios sobre los prestadores, como los precios de tasas moderadoras, cumplimiento de exigencias contractuales, etc. La ley establece que la Junta debe fomentar el establecimiento de redes de atención en salud, para brindar una adecuada asistencia y racionalizar el uso de los recursos. En este sentido, la Junta debe asesorar al MSP frente a la solicitud de los prestadores de creación de servicios médicos, así como nuevas inversiones en equipamiento o en planta física, que deben ser autorizadas por el MSP. Además, establece los mecanismos de referencia y contra referencia entre los distintos niveles de atención. La ley establece que el SNIS debe organizarse en redes por niveles de atención, según las necesidades de los usuarios y la complejidad de las prestaciones. El SNIS tendrá como estrategia la atención primaria en salud y priorizará el primer nivel de atención. En este sentido, la Junta oficia como el órgano responsable de autorizar los contratos que realicen los diferentes prestadores, en el marco de la política de complementación asistencial que defina el MSP. Así como también realiza el control del cumplimiento por parte de los Seguros Integrales lucrativos que se incorporen al se- guro, de la entrega de información asistencial y económica financiera que les sea requerida, a efectos de controlar sus obligaciones respecto a los usuarios del SNIS. Todos estos derechos y obligaciones quedan formalmente establecidos en los Contratos de Gestión. El Art. 15 de la Ley 18.221 establece con precisión que la Junta “suscribirá Contratos de Gestión con cada uno de los prestadores que integran el SNIS con el objetivo de facilitar el contralor del cumplimiento de las obligaciones que impone a éstos la presente ley”. Los Contratos son una herramienta para introducir la gestión por resultados en el SNIS. Mediante ellos la JUNASA pueda asegurar el cumplimiento y facilitar el control de los programas de atención en salud, de las prestaciones que están incluidas en el PIAS (Plan Integral de Atención a la Salud) y el desarrollo de una política activa de promoción de la salud. Su diseño se basó en un análisis crítico realizado sobre la experiencia de los contratos firmados en años anteriores entre el BPS y los prestadores, además de la evidencia empírica disponible a nivel internacional sobre el tema. Según la literatura, los Contratos pueden ser caracterizados como una relación de Principal-Agente. El Estado (como Principal), a través de la Junta Nacional de Salud, actúa como comprador de servicios de Salud para la población beneficiaria del Seguro Nacional de Salud (SNS). Su rol es asegurar una asignación y un uso eficiente y equitativo de los recursos, alineado con los objetivos sanitarios nacionales, que a su vez aseguren la sostenibilidad de los prestadores. Por otra parte, los Prestadores Integrales (en tanto Agentes) contratados por la JUNASA deben mostrar un desem109 peño adecuado en la atención de las necesidades de salud de la población y en el uso de los recursos, de acuerdo a las directivas de la autoridad sanitaria. renegociados de mutuo acuerdo, la aplicación discrecional los debilita como mecanismo de acuerdo, los vuelve poco creíbles y tiende a llevarlos al fracaso. Es de esperar que exista asimetría de objetivos y de información, entre el principal y el agente, entre la JUNASA y los Prestadores integrales. Es por esta razón que un contrato debe explicitar las expectativas de ambas partes y ofrecer soluciones a eventuales dificultades. En este sentido, los contratos de gestión son una herramienta para: A la luz de esta descripción de los cometidos de la Junta y el contenido de los Contratos de Gestión tratemos de ver la real dimensión de la JUNASA, comparándola con las clásicas Superintendencia relevadas y presentadas en este mismo capítulo. 1. Alinear el actuar de las agencias con los objetivos del Principal. 2. Crear una instancia de participación para las agencias. 3. Fortalecer las tareas de fiscalización del Principal. 4. Reconocer el mejoramiento de la gestión de la agencia mediante incentivos. Superintendencias de América Latina Junta Nacional de Salud (JUNASA) 1. Aplicar y fiscalizar el cumplimiento de las reglas de La JUNASA autoriza el ingreso de los prestadores al SNIS ingreso y permanencia de los prestadores de servicios en evaluando diferentes indicadores asistenciales y económiel sistema. co- financieros. 2. Participar en los procesos de certificación y acreditación de prestadores de servicios del sistema, dentro de procesos de aseguramiento. 3. Auditoria económico financiera de las instituciones participantes en el sistema (aseguradoras y prestadoras). Observancia de las reglamentaciones de solvencia financiera. La JUNASA obliga a los prestadores a entregar en forma mensual información de calidad sobre su situación económica financiera. Se obliga a los prestadores a tener sistemas de información ajustados a las disposiciones legales y proporcionar a la Junta toda la documentación que le solicite. El contrato debe explicitar qué se compra (incluyendo cantidad, calidad y disponibilidad de las intervenciones), a quién se compra y cómo se paga. 4. Arbitraje y resolución de conflictos entre prestadores de servicios, y entre los usuarios y los prestadores de servicios. En algunos casos se observa la presencia de tribunales especializados dentro de las Superintendencias. La JUNASA está autorizada por ley a crear un sistema de recepción de quejas y denuncias, así como mecanismos de solución de diferendos entre los usuarios y los prestadores. Otro aspecto a considerar a la hora de su redacción es su diseño, aspecto que no debe ser considerado secundario, ya que del mismo dependen buena parte de los resultados. Señalamos algunas de las características más importantes: 5. Supervisión de los mecanismos de contratación entre usuarios y prestadores de servicios, así como la subcontratación entre prestadores de servicios (en estos casos las Superintendencias actúan como el registro obligatorio de los distintos contratos que se realizan en el sector). Aseguramiento del flujo de pagos entre los distintos actores, por contraprestación de servicios. Los contratos de gestión regulan en varios de sus artículos los mecanismos de afiliación de los usuarios a los servicios, con especial aseguramiento de la libertad de elección y trabas a la intermediación lucrativa. También incluyen entre sus cometidos controlar las relaciones entre prestadores y entre estos y terceros. Los contratos firmados entre prestadores deberán ser sometidos a la autorización de la Junta. 6. Aplicación de sanciones a los infractores de las normativas de funcionamiento del sector. La mayoría de las veces en forma de multas y/ o suspensiones. En casos extremos con potestades de cierre y liquidación de empresas, por insolvencia financiera o deterioro asistencial. También participan en los procesos de reestructuración y/o fusión de instituciones. La JUNASA puede disponer la suspensión temporal o definitiva, total o parcial del pago de las cuotas salud, como sanciones a la violación de las obligaciones establecidas en el contrato. Ver decreto. 7. Vigilancia del cumplimiento de los Planes de Salud establecidos en los contratos. 8. Vigilar el efectivo respeto de los derechos de los usuarios (aplicación de cartillas de derechos de usuarios). Funcionar como receptor de quejas y denuncias. Ídem del punto 4. 9. Generación de estadísticas e informaciones relativas al funcionamiento del sistema. Tanto en este punto como en el 7, la JUNASA cuenta con las áreas División Economía de la Salud y Fiscalizaciones (DIGESA) para el cumplimiento de estos cometidos. • Simple y directo. Es aconsejable que en un primer momento se describan objetivos alcanzables y medibles. Los compromisos deben negociarse sobre bases realistas, de acuerdo a la información disponible. Recordemos que los contratos son un instrumento de la gestión por resultados. • Responsabilidades y procedimientos claros. Ambos facilitan la transparencia y credibilidad. • Pocos objetivos, metas e indicadores. Se hace difícil medir el resultado si hay demasiados objetivos o estos se cambian constantemente. • Sistema de monitoreo fuerte, consistente y constan- te. Los sistemas de información juegan un papel central en este aspecto, tanto para negociar compromisos sobre bases realistas como para verificar lo acordado. • Premios y castigos poderosos y explícitos. Para lograr incidir en el comportamiento de los agentes. Los incentivos deben ser fuertes para lograr cambiar la conducta de los agentes y las sanciones, si existen, deben aplicarse. • Asegurar un mecanismo imparcial de resolución de controversias. Para que los contratos sean un proceso justo es necesario que las diferencias de criterio en las evaluaciones puedan resolverse con una función de conciliación entre ambos. A esto se suma la necesidad de un compromiso fuerte y claro de aplicar el contrato, de atenerse a sus términos y evitar la discrecionalidad. Si bien los contratos pueden ser 110 Funciones de las Superintendencias de salud en América Latina vs Funciones de la JUNASA 10. Asesorar a los órganos políticos superiores en los La JUNASA no cumple esta función. procesos de innovación, ajuste y adaptación normativa a las circunstancias sectoriales (investigación en políticas de salud). Fuente: División Economía de la Salud, 2006. Del análisis previo surge que estamos frente a un organismo que reúne en su diseño, cometidos claramente asignados tradicionalmente a las superintendencias, con una modalidad de integración que oficia como espacio para la participación y el control social del tipo de una junta. Este organismo denominado Junta Nacional de Salud, se apoya en equipos conformados previamente en el ministerio, con especialistas en el análisis de información económica y asistencial. 111 El funcionamiento de la JUNASA La creación de este órgano de conducción del Seguro de Salud fue resultado de un largo y trabajoso camino de reflexión y negociación. También debe considerarse que apenas ha transcurrido un año desde su puesta en funcionamiento. Es claro que varios de los cometidos que la ley le atribuye a la Junta todavía están en proceso de desarrollo, mientras que otros tantos todavía no se han iniciado. Es que la puesta en marcha de un diseño tan particular de reforma de salud exigió gran flexibilidad política, imaginación y desarrollo de variadas dimensiones. Desde la concreción de aspectos básicos de infraestructura, hasta la puesta en marcha de aspectos que hacen a la esencia de su existencia. Desde la creación de una nueva y compleja normativa reglamentaria, hasta la toma de decisiones para situaciones concretas de funcionamiento propio y de los prestadores de salud. Aquí veremos el funcionamiento de la Junta en dos planos: Integración, y herramientas e infraestructura, con el fin de detectar las oportunidades de mejora correspondientes y como instrumento para el análisis del futuro de la JUNASA. Integración Pensado originalmente como un ámbito que combina la especialización técnica y la concertación social, la Junta debe fundamentar técnicamente y legitimar socialmente complejos procesos de toma de decisiones. Por ello es que su integración previó la presencia de empresarios, trabajadores y usuarios. Además, el cúmulo de funciones que la ley le encomendó supone disponer de un grado importante de especialización técnica. La representación del MSP en el directorio se ha plasmado como una tarea “extra” para los Directores de Salud y de Secretaría. Lo mismo podría decirse de los directores que representan al BPS y al MEF. Estamos hablando de perfiles tecno-políticos de gran valor, pero que gestionan complejas agendas en sus lugares de origen. Por tanto, la representación del Estado en este organismo no es exclusiva o específica, lo cual tiene consecuencias concretas en el funcionamiento de la Junta. Desde el punto de vista de la representación social, el MSP ha promovido los espacios de participación con el convencimiento de los múltiples efectos positivos que la misma tiene sobre el Sistema. Permite a los involucrados canalizar sus necesidades o demandas hacia un espacio institucional en el cual participan y resuelven. Por su parte, el Estado se ve sometido al contralor social, con lo cual se fortalece la necesaria rendición de cuentas a la sociedad. En lo que respecta a la presencia empresaria y de los trabajadores, se puede decir que la misma es relativamente El problema más importante está en la participación propiamente ciudadana, de los usuarios del SNIS. El Uruguay no cuenta con una tradición importante de movimientos de usuarios8. Esta participación todavía está en proceso de desarrollo en el sentido de su consistencia, su capacidad de comunicar, de análisis y propuesta. Sin dudas que los movimientos de usuarios, como se verá en otras partes de este libro, requiere de algún tipo de apoyo por parte del Estado9. Herramientas e infraestructura Los Contratos de Gestión son la principal herramienta con que cuenta la JUNASA para cumplir sus objetivos. En esta herramienta se incluyen cuestiones centrales del cambio de modelo asistencial, se articulan las decisiones de asignación de recursos económicos con las orientaciones de políticas que establece la autoridad sanitaria. Este juego de articulación -entre objetivos de política y decisiones de asignación- se expresa en acciones operativas de los prestadores de salud, en servicios concretos de atención a la población. Podemos considerar cuatro grandes grupos de artículos: los que exigen el envío de información económica o asistencial (Ejemplo: Art. 42, 43, 45, 46, 47 y 49); los relativos a derechos de los usuarios (Ej.: Art. 7, 10, 27 al 35); los que incluyen derechos de los usuarios no asistenciales (Ej.: Art. 36, 37, 51 al 56); y por último los relativos a precios y forma de pago (Ej.: Art. 23 al 26). La historia de los contratos que históricamente se firmaban con el BPS indicaba que esa situación no marcaba mayor conflicto o negociación con los actores. Esos contratos no pasaban de ser un mero trámite burocrático, ritualista y sin sentido. No eran una herramienta para la orientación por objetivos de la provisión de servicios. Esta situación cambiaría fuertemente con la creación de la Junta. Evaluados en su conjunto, los Contratos de Gestión son una herramienta muy poderosa, con fuerte sustento técnico y que significaron un salto cualitativo con respecto a lo existente hasta el momento. Ahora bien, orientar a los prestadores del sistema de acuerdo a objetivos de salud sólo es posible en la medida en que se acompañe con una estructura de contralor adecuada y eficiente. Para cumplir con esto la Junta cuenta hoy con dos grandes soportes: el área de Fiscalizaciones y la División Economía de la Salud (DES). La excepción es el movimiento mutual, de larga historia en nuestro país, pero que ha llegado a un punto de agotamiento total, por la pérdida de las bases sociales que le daban sustento (migración, organizaciones religiosas, etc.). 9 En caso contrario, el riesgo es que esta presencia se mantenga en términos testimoniales, encapsulada en pequeños grupos marginales o de intereses específicos (asociaciones de enfermos, por ejemplo). En ese escenario el riesgo de captura de este sector por parte de intereses organizados (como la industria) no es despreciable. 8 112 robusta. Especialmente en lo que respecta a las empresas, que lograron ganar este espacio adicional para plantear sus puntos de vista al gobierno. La incorporación de estos actores dentro de la Junta amplia la base de consenso y legitimidad de las decisiones colectivas. La primera ha realizado en el último tiempo una profunda reestructura, que apunta al desarrollo y especialización del área de fiscalización. El nuevo cuerpo de fiscales viene a cubrir una debilidad muy importante del Ministerio. Por otra parte, la DES, creada durante esta administración, tiene una estructura más funcional a la Junta o a un modelo de Superintendencia clásico. Debe recordarse que los Contratos se respaldan en una normativa que establece importantes sanciones por incumplimientos de los prestadores. La normativa clasifica los incumplimientos en menores, mayores y graves, al tiempo que considera la reiteración de la falta como un agravante de incumplimiento. Las sanciones que se prevén son temporales o definitivas, parciales o totales, según surge de la combinación de los dos elementos mencionados anteriormente (gravedad del incumplimiento y reiteración del mismo). ra el desempeño y los resultados efectivos con los planes. Pero además, en esta etapa el monitoreo nos permitiría asegurar los derechos de las personas, en cantidad, calidad y oportunidad, a través del cumplimiento de las obligaciones de los prestadores. Además, los procesos de monitoreo y evaluación son complementarios, ya que el monitoreo sin evaluación sólo nos permite juzgar la ejecución de una iniciativa, sin poder concluir nada con respecto a los beneficios de la misma y la necesidad de continuarla o suspenderla. Fortalecer todas las estructuras de monitoreo y de evaluación es una tarea que debe ser atendida con premura. Por tanto, la función fiscalizadora es fundamental, por que aporta una mirada experta que evalúa el desempeño de los prestadores. Pero también importa el análisis de la importante cantidad de información económico-asistencial que produce el Ministerio. Para ejercer un rol eficaz de vigilancia y supervisión en el terreno, ésta se debe acompañar de una mirada global y comprensiva, que permita orientar el análisis sobre focos concretos de funcionamiento. Otro desafío a considerar es el fomento del establecimiento de redes de atención en salud, tal cual establece la Ley 18.211. El establecimiento de metas colectivas con base territorial puede ser un importante estímulo para el cumplimiento de esta recomendación. Se debe premiar la complementación entre prestadores públicos y privados, alentando el aprovechamiento colectivo de recursos ociosos, para lograr el mejor cumplimiento de los programas integrales. También es fundamental avanzar en la evaluación de la situación económica-financiera, asistencial, y en el grado de cumplimiento de todos los requisitos impuestos por la JUNASA para avalar la permanencia de cada uno de los prestadores en el SNIS. Hasta el momento la vigilancia efectiva de la totalidad de los Contratos de Gestión se realiza con ciertas dificultades, pero podemos señalar varias fortalezas en la conformación de una estructura de monitoreo. Se cuenta con un plan de monitoreo, se realizan informes regulares a la Junta y se registra en un programa informático, desarrollado con recursos propios y diseñado para estos contratos. Este es un campo en el que el MSP ha desarrollado, en estos primeros tiempos, un enfoque regulatorio relativamente flexible sobre los prestadores. Sería deseable que los prestadores perciban que las regulaciones existen para ser cumplidas, que su aplicación será justa y generalizada, y que de su cumplimiento resultará un mejor funcionamiento del sistema de salud. Este registro no sólo permite tener la historia de cada prestador en materia de cumplimiento de contratos, sino también conocer su relación con el MSP en su conjunto. Adicionalmente, es muy importante desarrollar en todo su potencial el conocimiento de los contratos que los prestadores realizan entre sí o con terceros, para adquirir servicios que no poseen. Los estudios de la DES nos permitieron realizar un primer mapa de la situación de contratación y subcontratación de servicios en el sector, y esto debe permitirnos priorizar algunos aspectos que seguramente será necesario regular, como precios, control de efectividad de los servicios, evitar contratación a demanda, etc. Funciones en proceso de desarrollo Existen algunas tareas que todavía no han sido desarrolladas plenamente por la Junta. Una futura administración de la Junta debería consolidar los avances que se han concretado, pero además desarrollar algunas de las funciones que aparecen como relativamente postergadas. Uno de los temas tiene que ver con la evaluación y seguimiento de los contratos. Las buenas prácticas en manejo de contratos hablan de la necesidad de un monitoreo consistente y constante de su cumplimiento. El monitoreo de los contratos contribuye a la meta de alinear la conducta de los prestadores a los objetivos de la autoridad sanitaria, en nuestro caso, al cambio de modelo de atención. El monitoreo debería orientar la ejecución del proyecto hacia su finalidad, detectando cualquier problema que haga probable que el proyecto no logre los resultados previstos. Esto supone un seguimiento periódico en que se compa- Finalmente, los desafíos antes señalados nos obligan a preguntarnos si es posible su cumplimiento a partir del grado de desarrollo actual de la JUNASA. La estructura que la Junta ha desarrollado hasta ahora es la de un espacio de coordinación interinstitucional -con participación socialque es sostenido técnicamente por servicios dependientes del Ministerio de Salud. Esto ha permitido dar un cierto funcionamiento a la Junta, pero existen cuestionamientos respecto a su potencialidad para acometer la importante agenda de temas regulatorios pendientes. Algunos analistas podrían decir que la Junta requiere de mayor tiempo para su aprendizaje y consolidación institucional. Esta es una postura atendible y con cierto grado de validez, pero desde nuestra perspectiva, si el MSP aspira 113 a que la JUNASA se convierta en su agencia especializada para la conducción del proceso de asignación de recursos del Seguro de Salud, debe fortalecer su infraestructura actual, su integración y funcionamiento. Sólo de esta forma podremos desarrollar un esquema en el cual el Ministerio se pueda dedicar a fijar las prioridades nacionales de Política de Servicios de Salud, y la JUNASA se dedique a buscar las aplicaciones técnicas más apropiadas. En resumen, como ya ha sido dicho, el futuro del SNIS se juega en la implementación del cambio de modelo de atención y de gestión. La conducción del proceso de asignación de recursos en el Seguro persigue esa finalidad. Para ellos necesitamos de instituciones de salud de alto desempeño asistencial y eso implica una reconfiguración profunda de los actuales procesos asistenciales. Eso es una tarea titánica, que requiere de capacidades de conducción ministerial muy refinadas y de una Junta a la altura de las orientaciones ministeriales. En la sección siguiente proponemos algunas líneas de trabajo para fortalecer la conducción del Seguro Nacional de Salud. Sección 5. Fortalecer la Rectoría del Seguro Nacional de Salud Como señalamos al inicio, uno de los objetivos principales de la reforma de salud consiste en desarrollar y fortalecer la capacidad estatal de conducción de la política de salud. Para eso, uno de los focos fundamentales consistió en fortalecer los procesos de asignación de recursos en el SNIS. Por ello, en este capítulo hemos profundizado en el nuevo esquema institucional, que apunta a la rectoría del proceso de financiamiento de los servicios de salud que operan bajo el Seguro Nacional de Salud. Cabe recordar que la apuesta del gobierno consistió en desarrollar un organismo con alta especificidad técnica, concentrado en la aplicación de procesos concretos que le fueran encomendados por el Ministerio de Salud y por la ley. Esta agencia contempla la participación de otros organismos del Estado, que complementan la visión sanitaria con una perspectiva de protección social (BPS) y de prudente administración de los recursos públicos (MEF). A esto se añade la visión de los actores involucrados en el sector salud que, en conjunto con los representantes políticos, pueden contribuir a generar un espacio de neutralidad técnica. Esta neutralidad tiene por fin contrarrestar visiones puramente partidistas o gremialistas, que puedan obstaculizar el adecuado funcionamiento de la nueva agencia. Por tanto, esta agencia es un espacio de concertación para las necesarias e impostergables políticas para el cambio de modelo de atención10. El proceso de diseño e implementación de los contratos de gestión (con todo lo que implicó definir líneas de base y metas a lograr11) fue una instancia que puso a prueba a este nuevo organismo. Sin dudas, esa experiencia podría marcarnos algunos límites al “método de coordinación abierta” que el Ministerio viene implementando, porque exige gran experticia y una cuota muy importante de credibilidad a los técnicos responsables de conducir el proceso de fijación de metas12. Dentro de una clara línea de política democrática, el Ministerio es el responsable ante la ciudadanía de definir los lineamientos de la política de salud. Pero también es responsable de que esos lineamientos se apliquen y se cumplan. Resulta evidente que para que se cumpla lo segundo el Ministerio también debe poseer la capacidad técnica necesaria para realizar la supervisión y control del órgano en el cual delega competencias técnicas específicas. En buen romance esto quiere decir que el desarrollo de competencias técnicas en el organismo en que se delega, debe ir necesariamente acompañado por el desarrollo de competencias en el organismo delegante. Si no existe una centralización previa de las funciones de conducción y de visión integral del sistema de salud, la descentralización puede conducir a aumentar la fragmentación. El escenario actual de funcionamiento de la Junta Nacional de Salud, su actividad regulatoria y el esquema de relacionamiento respecto al Poder Ejecutivo, han sido descritos, a groso modo, en el capítulo anterior. Frente a ello se nos presentan dos opciones muy claras. Por un lado, mantener a la Junta como un espacio de articulación de diversos servicios ministeriales. Por otro, plantear a la Junta como un espacio de concertación y de mayor autonomía, con capacidad de conducir de manera eficaz los procesos de asesoramiento a la formulación y diseño de opciones de regulación que se implementan desde la Junta (por ejemplo, los contratos). Los dos escenarios de desarrollo planteados requieren acciones concretas de fortalecimiento, que marcaremos a continuación. La Junta como espacio de articulación La Junta ejerce hoy la función, para nada menor, de coordinación, diálogo, comunicación y concertación entre actores sociales e institucionales. Esa lógica de funcionamiento exige vínculos activos de relacionamiento interinstitucional y un marco de toma de decisiones interrelacionado y orgánico. Pero también exige una mejor coordinación del trabajo de las variadas unidades técnicas que brindan servicios a la Junta. En este punto deberíamos evitar ser ingenuos en dos sentidos: confianza excesiva en los incentivos económicos y confianza excesiva en la buena voluntad de los actores. La transformación del modelo de atención requiere una combinación adecuada de incentivos económicos, pero también de incentivos sociales: acuerdos entre pares, mecanismos de control y participación social. Para lograr esto es necesario contar con un ámbito institucional calificado y jerarquizado, pero que sea capaz de fundamentar técnicamente las políticas. 11 Estas actividades, entre las cuales podríamos también mencionar el PIAS (Plan Integral de Atención a la Salud) y las cápitas, son demasiado relevantes para la estrategia del MSP de construcción del SNIS. Si esos procesos técnicos fueran cuestionados por “contaminación política”, buena parte del edificio regulatorio que el MSP viene construyendo trabajosamente se caería como un castillo de naipes. 12 El proceso de fijación de Metas Asistenciales realizado por MSP es similar al Método Abierto de Coordinación que utiliza la Unión Europea para fijar metas colectivas en materia de política social comunitaria. Este método tiene la ventaja comprobada de alentar el compromiso de los actores con el cumplimiento de las metas, impulsando a los actores de peor desempeño relativo hacia cotas más altas de desempeño, ya que existen mínimos tolerables que son fijados por la autoridad. Puesto en esos términos, el escenario de articulación de servicios plantea al menos dos problemas. En primer lugar, la actual dispersión de las unidades técnicas que generan información y análisis para la Junta no facilitan el proceso de toma de decisiones. Es preciso lograr una mejor coordinación del trabajo de las unidades que brindan servicios a la Junta, como forma de tener productos técnicos de elevada factura. Este punto es crítico, porque cuestiona la capacidad ministerial de conducir el desarrollo del sistema. En segundo término, la Junta no ha logrado todavía desarrollar una identidad propia como espacio de toma de decisiones. La representación ministerial en la Junta debe tratar de combinar su agenda de trabajos específicos, con la más concreta y compleja de la administración del Seguro. En la medida que la Junta no sea un actor que agregue valor al proceso de toma de decisiones, se corre el severo riesgo de que se erosione y pierda su carácter de potencial espacio concertador de políticas. Los actores sociales pueden razonar que los procesos de toma de decisión se localizan en otros espacios y desarrollar sus estrategias en consecuencia. En función de estos problemas se plantean algunas opciones. En primer lugar, reforzar la representación ministerial en la JUNASA, con directores designados por el ministro de salud, con dedicación específica a este trabajo. Este director debería tener condiciones tecno-políticas adecuadas para cumplir el doble rol de la conducción política y técnica de este organismo. Por otra parte, se debería crear un equipo técnico básico en la Junta, con capacidad de desarrollar las orientaciones políticas en salud. Este equipo debe encargarse de coordinar los insumos técnicos que generan diversos espacios del Ministerio, además de articular técnicamente las demandas de información que genera la Junta . Claro que este punto habría que acompañarlo de una política adecuada de recursos humanos, que permita reclutar, incentivar y retener a los equipos de trabajo, principal activo logrado en esta administración14. Sin duda que estos aspectos constituyen una apuesta mínima para mejorar el funcionamiento de la Junta. Avanzan en las conformaciones políticas y organizacionales mínimas que permiten dar el sustento básico a un organismo con responsabilidades tan importantes en la asignación de recursos económicos del Seguro de Salud. Sin embargo, a pesar de los avances, persiste la inquietud respecto a cómo continuar fortaleciendo, globalmente, el papel del MSP como rector del sistema. Importa recordar que la Junta es apenas una pieza más (aunque muy importante) en el andamiaje de la rectoría sectorial. La rectoría, como fuera explicado al inicio de este capítulo, implica el desempeño de funciones esenciales, que sólo pueden ser ejercidas por parte de la autoridad ministerial. El desafío es el de abordar el fortalecimiento de la Junta como parte del proceso crítico de construcción de capacidades de rectoría sobre todo el sistema de salud15. En tal sentido, resulta fundamental la articulación entre Ministerio de Salud (en tanto responsable directo de velar por los derechos de la ciudadanía) y la Junta de Salud. La Junta como pieza clave en la construcción de la rectoría Parece razonable realizar un camino acompasado de construcción de capacidades institucionales, tanto en el MSP como en la JUNASA, para asegurar que las orientaciones de la autoridad sanitaria se conviertan en decisiones de asignación de recursos en el sector salud. Esto implica un proyecto de desarrollo institucional, que debe considerar las diferentes funciones de rectoría con una perspectiva más amplia. Como ya dijimos, la Junta abarca apenas algunos aspectos de las funciones de rectoría, pero que presentan un alto grado de visibilidad pública y de posible conflictividad política. En primer lugar, resulta vital fortalecer el proceso políticotécnico de definición de prioridades en materia de salud colectiva. Para ello importan las capacidades ministeriales de generar inteligencia en materia de salud colectiva. Es necesario contar con capacidades muy fuertes en la generación de inteligencia aplicada, articulando información y conocimiento en salud en el diseño e implementación de políticas de salud. Esto implica avanzar más allá de la disponibilidad de conocimiento respecto a las prácticas y tecnologías de probado costo-efectividad. Debe existir un marco que permita compatibilizar las innovaciones técnicas con el marco valorativo de la sociedad uruguaya y sus recursos institucionales. Un punto asociado al anterior es el de vincular las orientaciones de política sanitaria con las decisiones de asignación. Es preciso contar con un marco de política explícito, que establezca prioridades y metas indicativas. Por ejemplo, desarrollando planes nacionales o regionales de salud. Esto requiere, además de inteligencia sanitaria, marcos de participación social y de elaboración de consensos, que permitan legitimar propuestas y comprometer a todos los actores en el logro de las metas. A partir de un esquema de este tipo, el accionar de organismos como el de la Junta Nacional de Salud se ve potenciado. Con un esquema claro de política de salud, con metas explícitas de lo que la autoridad sanitaria aspira a lograr, se 10 114 Los insumos de información económico-asistenciales que produce la División Economía de la Salud, o los de morbi-mortalidad que produce la DIGESA, son fundamentales. Se han dado pasos importantes, pero todavía hay que dar pasos firmes en la mejora de las capacidades tecnológicas y humanas de producción de información y análisis aplicado a políticas de salud. 14 El “brain drain” no sólo se produce hacia el mundo desarrollado, sino también desde el sector público hacia el privado. Por ejemplo, recientemente ASSE -fruto del éxito de la reforma- se ha incorporado como un competidor aguerrido en la captación de recursos humanos calificados. 15 La Junta puede desarrollar una tarea tan importante como la de asignación de recursos o compra estratégica. Pero también importa, y mucho, la formación de los recursos humanos, la regulación de la industria médica, el desarrollo de políticas de salud pública, por mencionar algunos puntos fundamentales. En este campo tan complejo de políticas e intervenciones públicas, el papel de la autoridad sanitaria es fundamental para el desenvolvimiento armónico de todo el sistema de salud. 13 115 pueden definir con mayor claridad las responsabilidades. El MSP pasa a preocuparse porque la JUNASA logre soluciones técnicas adecuadas a los objetivos de política y que su implementación sea consensuada con los actores participantes de la propia Junta. En este esquema, el MSP fija los objetivos estratégicos y la Junta establece medios técnicos consensuados. Esto exige, como ya ha sido mencionado, fortalecer la capacidad técnica de la Junta Nacional de Salud para convertir las orientaciones de política en regulaciones adecuadas, en arreglos contractuales que expresen operacionalmente dichas orientaciones. Para ello la Junta debe contar con muy buenos sistemas de información, que permitan monitorear el cumplimiento de los contratos de gestión, pero también contar con referentes políticos y técnicos de alta dedicación a la Junta. Otro punto a considerar en el fortalecimiento del esquema de regulación y asignación de recursos, es el de continuar ampliando la participación ciudadana. Esto apunta a que el proceso de asignación de recursos y las regulaciones sean sensibles a las preferencias de las personas. Los Consejos Consultivos de las instituciones juegan un papel clave, pero también el desarrollo de otros mecanismos adicionales de consulta y participación como pueden ser las encuestas, los foros y la aplicación de las nuevas tecnologías de gobierno electrónico. También se debe atender a las formas de vinculación que la autoridad sanitaria viene estableciendo con otras áreas de política social, en su esfuerzo de generar un abordaje integral de la atención en salud. Por ejemplo, es preciso pensar en la enorme red de servicios sociales que coordina el MIDES y su potencialidad para brindar servicios para el SNIS. Existen áreas de participación muy directas, como pueden ser la captación y seguimiento de embarazadas u otras en los servicios de salud mental. Las posibilidades son infinitas y es preciso tener una estructura en la Junta que le permita monitorear estos desarrollos. Por último, en este proceso de fortalecimiento institucional se debe tener una perspectiva estratégica sobre el proceso de ampliación del Seguro Nacional de Salud, que supondrá una gran ampliación del radio de acción de la Junta. En un futuro no muy distante, con la universalización del Seguro, la Junta se convertirá en la herramienta de asignación de recursos de todo el sistema de servicios de salud. Mientras se procesa esta expansión del Seguro Nacional sería bueno ir ensayando nuevas formas de financiamiento para los nuevos efectores, que será necesario ir incorporando para aumentar la capacidad asistencial del SNIS. Más concretamente, es preciso plantearse nuevas formas de asignación de recursos con otros prestadores públicos que se van a ir sumando (Universidad, Intendencias, otros Ministerios). En conclusión, en un camino hacia la universalización del Seguro Nacional de Salud, la capacidad de conducción, la rectoría sectorial, es cada vez más necesaria. En un horizonte de mediano plazo, sin dudas deberemos discutir otras medidas para fortalecer la conducción de los procesos de asignación de recursos. Tal vez con esquemas de 116 mayor autonomía para la JUNASA, convirtiéndola en un organismo descentralizado del MSP o un organismo público no estatal, que permita generar un ámbito técnico especializado más fuerte, con una política de recursos humanos más selectiva. Pero para ello todavía hay que recorrer un camino previo en la construcción de un Ministerio de Salud fuerte, que sea capaz de liderar el sistema de salud, de fijar sus objetivos y de supervisar de manera eficaz el accionar de la Junta Nacional de Salud. Bibliografía DES, Primer Informe de Avance: Alternativas para construcción de una Superintendencia de Salud. 2006. FA, V Congreso Extraordinario Zelmar Michelini. Lineamientos programáticos. 2003. Disponible en: http://www. frenteamplio.org.uy/files/Programa%20VC.pdf FA, Congreso Héctor Rodríguez, Frente Amplio. 2003. 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La creación del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) y sus nuevas herramientas institucionales son procesos en los que se manifiestan con mayor nitidez estas nuevas oportunidades para la gestión democrática. La reforma sanitaria está orientada al cambio de los modelos de atención, financiamiento y gestión. En la interdependencia entre esos tres pilares se pueden identificar variados espacios para la participación de la sociedad, ahora, con nuevas oportunidades y responsabilidades. Entre los principales cambios se destaca el rol que ocupan los usuarios del sistema de salud en los nuevos espacios de gestión, como representantes de toda la ciudadanía. Esta inédita oportunidad para la participación de los usuarios en espacios donde se toman decisiones se refuerza con el tipo de convocatoria que se hace desde el Estado. Esta novedad es la razón por la que el presente trabajo prestará especial atención a la situación de los usuarios: los ciudadanos son convocados en cuanto tales (sin la mediación de otros sistemas de intereses) para que aporten, desde su experiencia, insumos para la toma de variadas decisiones sectoriales, de igual manera que los gestores públicos u otros grupos sociales con mayor trayectoria de asociación y representación. Claramente, trabajadores y empresarios también encuentran en esta reforma nuevas entidades que formalizan espacios de representación, pero a diferencia de los usuarios afrontan este desafío apoyados en una larga historia de asociación para la defensa de sus intereses y de múltiples experiencias de negociación, tanto entre ellos como con el Estado1. Este trabajo presenta una discusión inicial sobre la concepción de la salud, sus implicancias en el rol que se reconoce a los ciudadanos y, en particular, lo que implica la participación de la sociedad en la esfera sanitaria. A partir de allí se propone una clasificación de seis niveles para la participación social en salud, presentando un recorrido panorámico de la experiencia uruguaya en este terreno. En los apartados siguientes se relevan las nuevas oportunidades para la gestión democrática que se generan a partir de la creación del SNIS. Posteriormente, se encuentra una caracterización de los movimientos de usuarios más importantes del país y una descripción de sus principales puntos de vista. En el penúltimo apartado se hace una síntesis de los beneficios esperados de la participación social en la gestión, para, al final, aportar a la reflexión y la identificación de algunos elementos que permitan fortalecer este proceso de ampliación de los derechos ciudadanos. En el capítulo 7 de este libro se analiza el proceso político de instrumentación legal del SNIS. En él se presenta el vínculo que los distintos actores sociales han tenido con el proceso de reformas y se puede ver cómo a partir de experiencias, tradiciones y recursos distintos, los diferentes actores sociales han influido en su desarrollo. 1 118 Sección 2. La concepción de la salud y el rol de los ciudadanos La búsqueda y promoción de nuevos espacios para el involucramiento de la ciudadanía están, en buena medida, condicionados por la concepción que se tenga sobre sus derechos. En el caso uruguayo, el andamiaje legal vigente permite identificar las distintas posiciones que los sustentan. Por un lado, el texto de la Constitución de la República uruguaya establece que son los habitantes del país quienes tienen el deber de cuidar su salud y asistirse en caso de enfermedad. Se le otorga al Estado el rol de proveedor de asistencia pero sólo para aquellas personas que no pueden sustentar por sus propios medios el acceso a los servicios sanitarios. Por otro lado, la sanción de la Ley Constitutiva del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) , evidencia un cambio en la concepción de la salud, los factores que intervienen en sus logros y el rol que debe jugar la sociedad para mejorarlos. Sus primeros artículos contienen expresiones como “derecho a la protección de la salud que tienen todos”, “orden público e interés social” y aseguramiento del “acceso a servicios integrales de salud a todos los habitantes residentes en el país”. En cuanto al reconocimiento de la influencia de los factores externos a la red de atención, entre los principios rectores del sistema se fijan “la promoción de la salud con énfasis en los factores determinantes del entorno y los estilos de vida de la población” y “la intersectorialidad de políticas”. El rol de los ciudadanos también está redimensionado, ya que, entre otros elementos que se promueven como rectores del nuevo sistema, se ubica “la participación social de trabajadores y usuarios” (Art. 3). Esto tuvo como consecuencia que, en el plano de las responsabilidades del Estado sobre este ítem, se fijó entre los objetivos del SNIS el “fomentar la participación activa de trabajadores y usuarios”. Como materialización institucional de este objetivo se establecieron diversos espacios donde tendrán representación estos actores sociales y, en particular, el artículo 53 de la Ley expresa que los usuarios “tendrán el derecho” a participar en los órganos consultivos previstos para los prestadores integrantes del sistema. Por lo tanto, se observa que la participación queda establecida como un derecho de los usuarios del sistema de salud, favoreciendo la construcción de un nuevo rol de los ciudadanos en el mismo. De la noción del paciente original, pasivo receptor de políticas y tratamientos, se pasa a la de usuario que adquiere el derecho a elegir y utilizar bienes y servicios de salud, para llegar a la de sujeto de derechos, que se informa, controla y decide. Un sujeto de derecho es una persona que conoce sus derechos, las instituciones responsables de hacerlo efectivo y su funcionamiento, pero además propone, cuestiona y participa en los ámbitos que corresponden para defenderlos, mejorando su situación personal, la de sus pares y la del sistema. Ley 18.211, del 5 de diciembre de 2007. 2 119 Estas transformaciones son congruentes con una noción del derecho a la salud como asunto de ética social. Así, los derechos humanos en general y el derecho a la salud en particular, son los que motivan y dan origen a las leyes, y no sólo un resultado de las mismas (Sen, 2008). Este enfoque también reconoce la dificultad de pensar en el derecho a la salud como un derecho más amplio que el de la atención a la salud, dado que los tomadores de decisión sectoriales sólo controlan los servicios de salud, y se reconoce que hay una serie de elementos extra sectoriales que influyen de manera determinante. El nivel socioeconómico y educativo de las personas, las condiciones de exclusión social y discriminación a las que se esté expuesto, el tipo de vínculo con el mundo del trabajo, las características de la comunidad en la que vive y el acceso a servicios son, sumados a cuestiones culturales individuales y de la sociedad, algunos de los elementos que influyen en el estado de salud de la población. Una visión sistémica de la salud, en interacción con todos estos espacios, permitiría identificar mejores acciones de tipo político, social, económico, científico y cultural a desarrollar para avanzar en el objetivo de buena salud para los integrantes de la sociedad. De esta forma, “la participación social puede considerarse un insumo tanto para los sistemas más pequeños como para los supra-sistemas, este enfoque le proporciona un espacio a la participación social en salud como parte de la dinámica a que está sujeta la participación social en general” (Sanabria, 2004: 3). Como se verá más adelante, apoyada en esta concepción de la salud la reforma sanitaria en curso ha generado (y tiene previsto habilitar más) oportunidades para la participación de la sociedad, tanto a nivel nacional como departamental y local. Estos nuevos espacios significan nuevas oportunidades y desafíos para la participación, en tanto tienen vínculos con el cambio del modelo de gestión, pero también con el de financiamiento y atención. De estos espacios y de los tipos de participación social vinculados a la gestión se ocuparán los siguientes apartados. Sección 3. Tipos de participación social El apoyo retórico que las asociaciones internacionales, los organismos multilaterales y los gobiernos de diferentes orientaciones ideológicas manifiestan hacia la participación social desde hace décadas ha generado acciones concretas variadas. En qué niveles y con qué competencias se deben involucrar los ciudadanos en la toma de decisiones de los diferentes sectores de la política pública, es una cuestión múltiplemente discutida y arroja diferentes resultados. A partir de observar las formas participativas en los programas federales de los Estados Unidos para la lucha contra la pobreza y la renovación urbana durante la década de 1960, Arnstein (1969) generó una escala con ocho pasos. La misma recorre desde la “no participación” (manipula- ción y terapia), hasta los niveles más elevados (poder por delegación y control ciudadano) en los que los ciudadanos comunes ocupan la mayor parte de los puestos de toma de decisiones o tienen todo el poder para autogestionarse. Con esta escala como base Brager y Specht (1973) presentan un continuum que abarca seis niveles, llevando también el análisis del rol participante desde la no participación hasta el control ejercido por la comunidad. Diagrama 1: Síntesis escalas de partición Nivel óptimo Bidereccional Estas concepciones de la participación como un continuo en el que los diferentes escalones van involucrando el aseguramiento de distintos conjuntos de derechos, permiten identificar el sentido de las comunicaciones entre los ciudadanos y el sistema. En los primeros escalones se aseguran los derechos individuales (garantía asistencial, confidencialidad, acceso a información y transparencia en la gestión), con un sentido comunicativo unidireccional, en el que la ciudadanía ocupa el status de objeto. El segundo nivel involucra los derechos de consulta, opinión y aportes específicos de las asociaciones de ciudadanos. En este nivel se asegura la participación directa de los ciudadanos, concebidos ahora como sujetos. La participación es, entonces, un instrumento que transforma en bidireccional el vínculo ciudadano-institución. El desarrollo del nivel más alto de la participación, el del ciudadano reconocido como sujeto de derechos, involucra el ejercicio del derecho a la participación en la elaboración de políticas y en el desarrollo de las mismas. El diagrama 1 sintetiza las distintas escalas de participación presentadas hasta el momento. Control Evaluación Niveles de participación síntesis de las escaleras Planificación conjunta Elaboración e implantación Unidireccional Complemento Partenariado Opinión Consultar informar Manipulación Terapia Derechos de 3 a generación Nivel satisfactorio Sujeto Derechos de 3 a generación Nivel básico Derechos de 1 a generación Objeto Nivel de coartada Fuente: Valle Rodríguez et al, 2007:5. La participación de la sociedad en el sector salud Llevando esta discusión al terreno específico de la participación social en el sector salud puede decirse que la experiencia es antigua y variada. Sin embargo, recién en la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria en Salud (APS) de 1978, realizada en Alma Ata se instala la noción de APS que promovía “la autonomía y la participación individual y comunitaria máximas en la planificación, en la organización, en la operación y en el control” (De Vos et al. 2009: 127). De esta forma la participación comunitaria y social se constituyó en uno de los caminos principales para alcanzar el propósito de “salud para todos en el año 2000”, con la convicción que la misma es clave para hacer llegar los servicios de salud a toda la población, y en particular a los grupos de mayor riesgo y menores recursos. La Organización Panamericana de la Salud entiende la participación social en la cogestión de la salud como “la acción de actores sociales con capacidad, habilidad y oportunidad para identificar problemas, necesidades, definir prioridades y formular y negociar sus propuestas en la perspectiva del desarrollo de la salud”, de una manera deliberada, democrática y concertada4. A partir de estas definiciones de la participación social en el proceso sanitario, y de las diferentes clasificaciones de la participación social en general y en salud en particular , proponemos una tipología de la participación en salud que diferencie entre aquellos formatos que apelan a un vínculo individual del ciudadano con el sistema y aquellos que implican formas colectivas de participación. 1. El paciente. Este es el vínculo con el sistema sanitario más alejado de la participación, representa la forma más rudimentaria del vínculo entre este “beneficiario” y los actores del sistema. Se comporta como un depositario pasivo de planes y tratamientos, encarnando la concepción del objeto de políticas, que desconoce sus derechos y más aún los mecanismos para hacerlos respetar. La tradición y la formación de los actores involucrados provoca que se mantenga esta relación en la base del sistema jerárquico de interacciones. Su opinión no es expresada por ningún canal y contribuye acríticamente a la legitimación del sistema. 2. El usuario. Es la otra forma de vincularse individualmente con el sistema, pero en este caso el usuario asume un rol activo. Como “consumidor” de servicios de salud se inquieta por conocer los derechos que posee y trata de utilizar los mecanismos previstos para reclamar por una atención de salud que lo satisfaga. Actúa en representación de sí mismo o ante situaciones personalmente cercanas, mediante distintos mecanismos de consulta (encuestas de satisfacción, grupos focales) o de recepción de quejas y sugerencias. 3. Usuario como promotor de salud. En este nivel comienza a materializarse el paso del rol de usuario al de sujeto, aprovechando los aportes que la participación hace al empoderamiento . Se verifican acciones individuales y colectivas, obteniendo y operando los recursos necesarios (información, materiales, mano de obra, etc.) hacia la promoción voluntaria de programas o políticas. En consecuencia, se fijan objetivos El capítulo 4 de esta publicación, que hace foco en el desempeño de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), presenta un buen seguimiento de la evolución de estos postulados 3 120 121 sanitarios desde la intersección de los sectores de la política pública que intervienen, haciendo que las particularidades del entorno comunitario (geográficas, económicas, culturales, de servicios) sean tenidas en cuenta. El accionar puede estar vinculado a un centro de salud específico o al “aterrizaje” en el barrio, el pueblo o la ciudad de un programa de salud de mayor alcance territorial. 4. Movilizador de recursos. A partir de este nivel el vínculo entre los ciudadanos y el sistema de salud está mediado siempre por acciones colectivas de los primeros. En esta categoría de la clasificación la finalidad de su asociación es la de proveerse servicios o insumos de salud. Ejemplo de ello son: a) las comisiones de apoyo de los servicios públicos de salud, b) las experiencias de trabajadores organizados para obtener mejores condiciones en su vínculo con los prestadores del sistema (convenios) o para proveerse de la asistencia (cajas de auxilio), c) el mutualismo, en que los ciudadanos que compartieron alguna característica (en general la nacionalidad o la religión) se asociaron para proveerse de los servicios, y d) las experiencias de las policlínicas comunitarias, en las que ante las carencias del sistema como proveedor o las dificultades de acceso, un conjunto de ciudadanos se asocian para proveerse de los servicios básicos de salud. 5. Control ciudadano. En los espacios generados para la participación social de este nivel, la comunidad organizada ejerce el control sobre el funcionamiento de todo o parte del sistema, contribuyendo al mejoramiento de la calidad de atención, la gestión o la distribución de los recursos. A su vez, tiene oportunidades institucionales legítimas para demandar la rendición de cuentas de los otros actores del sistema, en particular, los gestores públicos y privados. 6. Poder ciudadano. En los espacios que prevén un intercambio de este nivel, el sujeto social colectivo incide directamente en la toma de las decisiones estratégicas del sistema de salud. Supera el nivel de la rendición de cuentas, para, a partir de su saber específico, tomar las decisiones que entiende pertinentes para el sector sobre el que ejerce influencia. participación de un mismo individuo puede recorrer distintas categorías y, de la misma forma, es posible que los movimientos de usuarios inicien sus actividades vinculados a los niveles bajos e intermedios de la escala, complejizando progresivamente su accionar. Un ejemplo válido es el que proveen las asociaciones por enfermedad. Estas son un caso claro del desdibujo de los límites existentes entre los diferentes niveles de la clasificación propuesta y, a su vez, de los existentes entre formas de participación individual y colectivas. En ellos se evidencia la lógica de reclamo de mejores condiciones y el respeto de sus derechos en todos los niveles del sistema, y la de movilización de recursos, promoviendo la organización, el acceso a información y hasta la provisión de algunos servicios o insumos a la vez que, según los casos, aportan en el diseño de programas de salud vinculados. Cerrando al análisis de la clasificación, puede decirse que los niveles 1, 2, 3 y 4 involucran algún vínculo directo de la acción de los participantes con los centros de salud (alcance micro y meso). Los niveles 5 y 6, si bien pueden encontrar espacio para la participación vinculada concretamente a los centros de salud, los supera, teniendo oportunidad de participar en los órganos de control y dirección del sistema en su conjunto, tanto a nivel nacional como departamental (nivel macro). La convocatoria que se hace desde los dos últimos niveles es de tipo “ciudadano”, dado que se busca su opinión sobre temas generales, de interés colectivo, y se parte de la base de que su interés individual se subordina ante el de la comunidad que representa. El compromiso con sus representados y con los valores del sistema democrático es una condición sine qua non para su participación y para el desarrollo de la herramienta institucional que circunstancialmente emplea. El apartado siguiente presenta el recorrido histórico por las diferentes formas de participación que tuvieron lugar en el sector salud de Uruguay, tratando de identificar y describir ejemplos válidos para las diferentes categorías. Reconociendo que la innovación fundamental en materia de espacios para la participación de la sociedad organizada se da a partir de los niveles 5 y 6, su descripción se presenta por separado. Esta clasificación propuesta de seis puntos sólo puede ser validada como una herramienta funcional al análisis de la participación social en salud. Se debe reconocer que en la práctica ciudadana se desdibujan los límites entre las categorías propuestas, todos los casos presentados como ejemplos presentan matices en ese sentido. De hecho, la Sanabria, 2004: 1. Ver : Celedón y Noé (2000); Larrain (2001); Sanabria (2004); Wallerstein (2006); De Vos et al (2009). 6 Distintos autores (Sanabria, 2004; Wallerstein, 2006) consideran que el concepto de empowerment (o empoderamiento) refiere a la capacidad de las personas de llevar a cabo acciones de forma individual o colectiva. Implica el acceso a los recursos necesarios y al control sobre ellos. A nivel individual tiene consecuencias positivas sobre el participante en la medida en que favorece una mayor autoestima y el control de las etapas de un plan para alcanzar los objetivos planteados. En el ámbito comunitario el empoderamiento se funde con la participación social cuando se reconoce la necesidad de generar intercambios entre personas y organizaciones sociales, para, a partir de allí, construir alianzas que mejoren las posibilidades de influir en el rumbo de las políticas. El glosario de términos publicado por OMS (1998) define el empoderamiento en salud como un “proceso social, cultural, psicológico o político mediante el cual los individuos y los grupos sociales son capaces de expresar sus necesidades, plantear sus preocupaciones, diseñar estrategias de participación en la toma de decisiones y llevar a cabo diferentes acciones políticas, sociales y culturales para hacer frente a las necesidades identificadas”. Sanabria, 2004: 7. 4 5 122 Sección 4. Uruguay: panorama histórico de la participación social en salud Si se parte de la tipología presentada en el apartado anterior, se encuentra que el primer nivel, el del “paciente”, es justamente el de la “no participación”. Ya que no hay experiencias participativas a refrendar, resultará interesante rastrear algunas características del marco institucional y de la práctica sectorial que pudieran haber reforzado este tipo de vínculo de los ciudadanos con el sistema de salud. Es ineludible, entonces, hacer una nueva referencia a la Constitución de la República y su artículo 44: “El Estado legislará en todas las cuestiones relacionadas con la salud e higiene públicas, procurando el perfeccionamiento físico, moral y social de todos los habitantes del país. Todos los habitantes tienen el deber de cuidar su salud, así como el de asistirse en caso de enfermedad. El Estado proporcionará gratuitamente los medios de prevención y de asistencia tan sólo a los indigentes o carentes de recursos suficientes”. Consagra la obligación del ciudadano de cuidar su salud y también de asistir su enfermedad, y sólo la obligación del Estado en el caso de la prevención y de la asistencia pública para los indigentes. Por otra parte, se consolida la relación vertical que ubica al Estado, sin intercambio con la comunidad, como responsable de todas las cuestiones relacionadas con la salud. En otro nivel de las relaciones jerárquicas del sector salud, esta vez el del médico y sus pacientes, influyen múltiples elementos. Sostiene Barrán (1993): “En toda sociedad existe un entramado, a veces confuso, siempre complejo, de poderes. El poder médico fue uno de los primeros poderes que en el Novecientos, emano del saber, de la ciencia, es decir, de la forma cultural que asumió la verdad. Su sutileza, la dificultad para aprehenderlo, no le privó de ser terrible por cuanto aludía a la conservación de la vida y permitía eludir cuidadosamente el dolor y la muerte, en correspondencia con las aspiraciones y negaciones de aquella sociedad. Porque el medico fue el único al que el saber y la razón novecentista autorizaron para violar los cuerpos, escuchar la intimidad de las almas, y, en los hechos, dirigir, como antaño el cura, las conciencias”. Buscando una actualización de esta relación, Gabbiani et al (2007) plantean que el médico, en tanto detenta los conocimientos y por ende el poder, está imbuido de valores en los que prima la resolución de la situación de necesidad del paciente, a la que privilegia como valor fundamental. De esta manera, el paciente se somete al juicio autorizado, a la opinión científica. Sostiene que el poder médico está repartido, hoy en día, entre los laboratorios, las grandes industrias de medicamentos, los centros de alta complejidad tanto en diagnósticos como en tratamientos, y en la institución médica en si misma. Por lo tanto, se observa cómo los diferenciales en la posesión de recursos (económicos, de información, de vínculo político), se refuerzan históricamente con elementos simbólicos y culturales, provocando que siga siendo apreciable el número actual de ciudadanos que se comportan como pacientes en el sistema de salud, con las implicaciones que esto tiene para su calidad de vida y la del sistema sanitario. Si se hace el mismo ejercicio para tratar de identificar los elementos del sistema que remiten a la figura del “usuario”, se identifica recién en el año 1992 el primer decreto llamado de “derechos del paciente” (258/992). Del mismo, además de la referencia nominal al paciente, se infiere una concepción en la que éste continúa siendo objeto. Los matices aparecen cuando se le reconocen algunos derechos, entre los que se cuentan el derecho a la confidencialidad, respeto, información y a negarse a participar en una investigación. Se destaca que de los 52 artículos sólo 16 se refieren a este tema, estando los demás destinados a legislar sobre la conducta del médico. Según Hirschman (1970)7, en un sistema de proveedores múltiples el usuario puede participar mediante acciones llamadas de “abandono” y “voz”. Para que pueda expresar su voz, su descontento, necesita que existan mecanismos de quejas y reclamaciones u organismos de representación de los usuarios. Adicionalmente deberá tener la posibilidad de elegir entre proveedores, como incentivo para que las instituciones prestadoras tengan que competir para responder a las demandas. Vinculado a estos dos puntos planteados, durante la década de 1990 se dieron distintas experiencias. Por un lado, surgen las primeras acciones de la Asociación de Usuarios de Servicios de Salud (ADUSS) como un movimiento que promovía la transición del paciente al usuario, informado y atento a la oportunidad y calidad de la atención recibida. Esta es una acción que va en el sentido de lo planteado por Hirschman. Sin embargo, en un sentido contrapuesto, a principios de los años 2000 y en un contexto de crisis sectorial, se generó la limitación para que los usuarios de la salud a través de la seguridad social pudieran cambiarse de prestador de salud (recordar que en ese entonces sólo se permitía optar por prestadores del subsistema privadosocial o “mutualistas”). El “corralito” mutual, mutiló la posibilidad de la acción de “abandono” presentada por este autor. Cabría preguntarse qué efecto pudo haber tenido este recorte en la libertad de elegir de los usuarios, en las políticas desarrolladas por los prestadores privados durante esos años, en particular, en términos de calidad y acceso a la atención (montos de los co-pagos, disponibilidad de servicios, etc.). El surgimiento de las primeras organizaciones de usuarios puede verse como un proceso de difícil instalación y mantenimiento, en la medida que la defensa de los derechos mediante la participación, tanto individual como colectiva, conlleva a múltiples costos que no todos los individuos están dispuestos a asumir (tiempo, dinero, resistencias del entorno). El individuo sólo participará en acciones colectivas si percibe que tiene capacidad de influir en los resultados, que va a lograr una satisfacción a sus demandas, o Tomado de: Vázquez M. L. et al (2002). 7 123 que su participación es imprescindible. Por ello, será más probable que el individuo participe en salud si ya existen grupos o asociaciones que ofrecen una vía para ello, dado que los costos de instalación y acumulación se reducen. Aún así, siempre existirá el camino individual (Vázquez, M. L. et al, 2002). Como se dijo antes, el tipo de participación conformada por las asociaciones por enfermedad, donde los usuarios o, como en muchas ocasiones sucede, sus familiares, se organizan en función de similares patologías y problemáticas, está parado en los límites de distintas categorías de análisis. La función que persiguen es la de informarse e informar, a la vez que demandan mejoras en la prestación sanitaria o en otros aspectos relacionados con su calidad de vida, llegando incluso a la provisión o facilitación de algunos servicios. De esta forma, en los términos de Vázquez, se minimiza el costo de oportunidad de la participación, ya que la demanda individual se incorpora a la trayectoria de una demanda agregada8. En la categoría analítica del ciudadano como “movilizador de recursos” se presenta como caso paradigmático de la asociación para la provisión de servicios, el mutualismo. Históricamente, las instituciones de asistencia médica colectiva en nuestro país tienen orígenes vinculados a colectividades migratorias que luego ampliaron su atención a otros sectores de la sociedad. La importancia y la magnitud de estas asociaciones entre usuarios con fines sociales es un hecho peculiar en nuestro país, dado que la tradición de la estructuras del Estado de Bienestar uruguayo estuvieron desde sus inicios fuertemente pautadas por la presencia del Estado como proveedor. Sin embargo, en el sector salud es la sociedad civil quien propone una institucionalidad de asistencia colectiva y solidaria. Sus primeras expresiones se gestaron hace más de 150 años. Al moderarse el flujo inmigratorio, el impulso de la sociedad civil en la salud se retomó con la creación de otras instituciones, entre las que se destaca la del Centro Asistencial del Sindicato Medico del Uruguay (CASMU) en 1935 (Setaro, 2004). Tales instituciones se vieron favorecidas en su consolidación por el régimen de seguridad social que aseguraba la atención de salud de los trabajadores (vinculados por sector o rama de actividad laboral), sobre todo en el periodo 1960-1985. Como otra experiencia de asociación para la provisión, esta vez entre trabajadores, en los años ´50 y ´60 se puede encontrar el origen de las Cajas de Auxilio. En ese período los sindicatos obreros se movilizaban intensamente por la aprobación de leyes que ampararan sus necesidades de atención en salud. El primer seguro de enfermedad que se aprobó fue el de la construcción, luego se dieron los de otras ramas de actividad, como textiles, madera, metalúrgicos, aguja, etc. Estos seguros tenían una estructura similar: siendo gestionados en forma tripartita, eran dirigidos por comisiones honorarias con representantes de los obreros, patrones y el Estado. Los servicios cubrían sólo al trabajador y se financiaban con los aportes de obreros y patrones. Las Comisiones Honorarias eran las responsa- Instalada la dictadura cívico-militar a partir de la década de 1970, uno de los focos centrales de la represión fueron los sindicatos, y entre muchas consecuencias de distinta magnitud se ubica el desmontaje de los mecanismos de gestión tripartita de los seguros de salud, que fueron intervenidos. Se verificó entonces un proceso de unificación bajo la égida de la Dirección General de la Seguridad Social (DGSS), controlada directamente por el régimen autoritario. Esta dirección funcionaría como organismo recaudador de los aportes obrero-patronales, pagando una cuota plana a los prestadores privados habilitados, sin ninguna incidencia en la evaluación de la calidad de los servicios brindados al trabajador. En el nuevo contexto, el trabajador es responsable de elegir individualmente su afiliación en una institución privada habilitada (MSP, 2009). Sin embargo algunos de esos seguros lograron quedar fuera, manteniéndose hasta hoy bajo el nombre de Cajas de Auxilio o Seguros Convencionales. Con el sistema de aporte y administración bipartito (obrero y patronal) aseguran la atención de salud de sus beneficiarios, con algunos pocos servicios propios y contratando la mayoría a las instituciones privadas. En muchos casos, fruto de las negociaciones sindicales en etapas democráticas, se fueron agregando otros beneficios, como por ejemplo la ampliación de la cobertura a familiares o el acceso a servicios complementarios no provistos por el prestador privado de salud a quien contratan. En el proceso actual de reforma del sistema de salud se prevé su incorporación gradual al FONASA. Un lugar particular tienen las tradicionales Comisiones de Apoyo de las Unidades Ejecutoras del MSP (bajo la órbita de ASSE a partir de la reforma actual). Son definidas como personas jurídicas que, teniendo por objeto colaborar con la gestión de la respectiva UE, actúan bajo la supervisión del director de la misma. Están formadas por personas designadas a propuesta de la dirección de cada UE, como miembros honorarios, y según el decreto 185/2004 tendrán, entre otros, los siguientes fines: a) colaborar con la gestión de la Dirección de la UE en las áreas de recursos humanos y recursos materiales, b) procurar la obtención de recursos para la UE, y c) establecer y ejecutar programas para la difusión de normas sanitarias entre la población. Aparece aquí el cometido de realizar actividades de difusión y prevención, aunque en la práctica las Comisiones de Apoyo han sido comisiones pro-fomento, procurando la obtención de fondos para completar los insuficientes presupuestos de las UE, con poca o nula incidencia en la gestión de los mismos. El mayor o menor desarrollo de las comisiones está directamente vinculado a la voluntad y a la capacidad de ejercer liderazgo de los funcionarios responsables de la gestión de las UE y a la capacidad de identificar Con fines ilustrativos, de entre las múltiples asociaciones de este tipo se puede mencionar la Asociación de Celíacos del Uruguay (ACELU), que a partir de 1986 vinculó el esfuerzo de padres de niños con esta patología y profesionales médicos del Hospital de Clínicas, generando una asociación civil sin fines de lucro que se financia mediante un aporte mensual de sus miembros. Entre otros logros de ACELU destaca la obtención del pago de Asignaciones Familiares para los niños celíacos, la Ley 16.096 que reglamenta el etiquetado de alimentos, la generación de una canasta de alimentos específica para celíacos por parte del Instituto Nacional de Alimentación y la realización de anticuerpos antigliadina para centros públicos y privados, entre otros. 8 124 bles de licitar y contratar entre las mutuales los servicios para sus agremiados y controlaban que los servicios fueran satisfactorios. actores de la comunidad con verdadero interés en el tema. También dentro de esta categoría del ciudadano movilizando los recursos de la sociedad se ubican los emprendimientos comunitarios, policlínicas, asociaciones barriales, etc., que tienen por cometido cubrir la brecha asistencial entre el modelo fuertemente hospitalo-céntrico y las necesidades de la población de una atención más cercana tanto en lo geográfico como en lo humano. Hoy en día los roles y responsabilidades sanitarias de las policlínicas comunitarias están siendo evaluados de cara a su articulación con el SNIS. Esto significaría, en algunos casos, potenciar el desarrollo de dichas policlínicas, y en otros, integrar su actividad más profundamente con la de otro efector público de salud con mayor capacidad resolutiva. De esta forma se busca generar equidad en el acceso mediante la proximidad de los servicios, la calidad de atención y el acceso a niveles de complejidad creciente dentro del primer nivel de atención. Los nuevos convenios de trabajo acordados entre el MSP y la Intendencia Municipal de Montevideo establecen el compromiso de desarrollar el conjunto de los programas de salud y lineamientos estratégicos. Sección 5. Creación del SNIS: nuevas oportunidades para la gestión democrática Herramientas para el usuario Entre el marco de las posibilidades generadas por este proceso reformista para la acción individual, se ubican las Oficinas de Atención al Usuario. Si bien desde el año 2002 el decreto 395/2002 estableció la obligación de conformarlas en los Servicios de Salud y aprobó el “procedimiento para la tramitación de peticiones, reclamos o consultas de los usuarios de los Servicios de Salud”, fue el decreto 15/2006 el que le dio nuevamente impulso a estos espacios. Pero además, marcó una diferencia sustancial: la obligación de las instituciones prestadoras de informar mensualmente al MSP de los procedimientos iniciados por los usuarios. Adicionalmente fue creada el Área de Atención al Usuario del MSP, con el fin de canalizar esos procedimientos y esencialmente brindar al usuario información adecuada y oportuna. Dentro de este marco se implementó un programa informático para facilitar la transmisión de información entre las oficinas de atención al usuario de los prestadores y el MSP, de modo que éste último pudiera conocer la percepción del usuario sobre la calidad de la asistencia que recibe. Posteriormente, el decreto 464/008 de los Contratos de Gestión, en su cláusula número 55, establece las obligaciones de cumplir con la normativa en cuanto a la disposición de estas oficinas, sus horarios, régimen de funcionamiento, etc. Complementariamente, también la actual autoridad sectorial implantó el servicio telefónico 0800 4444, entendido como universal, gratuito y nacional, que funciona en el MSP. La línea brinda información general de los Servicios de Salud y del SNIS, orientación en salud y recepción de quejas y/o sugerencias. Siguiendo en el campo del vínculo individual de los usuarios con los servicios de salud, los Contratos de Gestión establecen la obligación de los prestadores de realizar Encuestas de Satisfacción del Usuario9. El promotor de salud En consonancia con la búsqueda del cambio de modelo de atención sanitaria, dejando el enfoque curativo y hospitalocéntrico para favorecer la prevención y promoción a la salud con una estrategia de APS, se fueron generando nuevas oportunidades para el usuario comprometido con este rol. Un escenario destacable es el generado por la IMM mediante las políticas de descentralización y la formación de comisiones de salud en los consejos vecinales zonales. En su desarrollo, se da el cambio cualitativo de usuario-objeto a usuario-sujeto, de consumidor individual a agente comunitario. En el año 2005, cuando la IMM convocó a los vecinos a los cursos de capacitación como Agente Comunitario de Salud (ACS), lo hacía con el propósito de que los usuarios fueran tomando conciencia de los cambios que se vislumbraban en la reforma que se preparaba a nivel del gobierno nacional. Los principios rectores de esas convocatorias eran la promoción de la APS y la concepción del derecho a la salud como derecho humano. Esto último supone el ejercicio activo de ese derecho por parte de la comunidad. Se partió de reconocer que, en salud, la creación de redes entre las múltiples formas de participación y la construcción de un movimiento de usuarios en base a la realidad de cada zona son pasos decisivos para el nuevo SNIS. En este contexto se inscribe el curso de capacitación de ACS. Éstos son entendidos como ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, comprometidos con su comunidad, apuntando a consolidar el ejercicio de la ciudadanía en un proceso en el cual el compromiso y la voluntad de actuar, intervenir y decidir son preponderantes10. Es un ejemplo del Estado asumiendo un rol activo en la gestación de ámbitos de encuentro, de capacitación de usuarios y de formación para la participación. “A los efectos de medir el nivel de satisfacción del usuario con los servicios, el prestador realizará a su cargo al menos una encuesta por año, que lo indague en base a los siguientes indicadores, como mínimo: respeto en el trato, facilidades de acceso, cumplimiento de los tiempos de espera, puntualidad de profesionales y técnicos, calidad de la atención, alcance y veracidad de la información a disposición”. Extractado de los Contratos de Gestión, cláusula 58. 10 Del documento del curso de capacitación de los ACS (2005) se extrae la concepción del trabajo del ACS como una herramienta fundamental en la creación de una conciencia crítica, de una nueva concepción social en salud, que conlleva un cambio de paradigma de toda la sociedad. Es una apuesta a la participación y promoción de la salud y al camino del desarrollo personal y colectivo. La capacitación de agentes comunitarios pasa por la formación en temas que tienen que ver con estilos de vida saludables, desarrollo humano, salud, solidaridad y esperanza. Con interacción permanente con la realidad y posibilidad de resolver los conflictos para poder crecer como personas y sociedad. Esta capacitación debe apuntar además al proceso de organización de usuarios, a su fortalecimiento. 9 125 Siguiendo en el nivel de promoción de salud se destaca el proyecto Uruguay Saludable11, de promoción de la salud y prevención de enfermedades crónicas no trasmisibles (ECNT). Este tiene como propósito contribuir a la mejora de la calidad de vida y el nivel de salud de la población, reduciendo las inequidades en salud y promoviendo una ciudadanía activa y responsable para el cuidado de la salud individual y colectiva en el contexto de la actual reforma sanitaria. Contribuye a los cambios en los modelos de atención y de gestión, a la territorialización de la promoción de la salud y al fortalecimiento del primer nivel de atención. El proyecto se estructura en dos componentes: uno de formación y capacitación, y otro de comunicación, educación y trabajo en red. En la implementación territorial se aplica la estrategia de entornos y estilos de vida saludables, en particular la de comunidades productivas y saludables. Los campos de actuación que privilegia este proyecto son los equipos de salud del primer nivel de atención -tanto públicos como privados-, las redes y organizaciones sociales locales y los equipos facilitadores del MSP. El eje principal de la estrategia de Comunidades Productivas y Saludables lo constituye el enlace entre dos dimensiones: la saludable y la productiva. El desarrollo de comunidades saludables opera en un contexto con condiciones de desarrollo productivo, y recíprocamente el desarrollo sólo puede producirse en el marco de buenas condiciones de salud de la población. Más que actuar sobre cada persona individualmente, se trata que la comunidad tome conciencia de los factores condicionantes y actúe participativamente para cambiarlos en pro de un beneficio colectivo. Herramientas de control ciudadano En el plano de la participación colectiva de los ciudadanos en el sistema sanitario es donde se pueden verificar las principales innovaciones institucionales del actual proceso de reformas. Haciendo un paralelismo con la clasificación propuesta en apartados anteriores, las experiencias presentadas aquí constituyen ejemplos de los niveles más altos previstos para la participación de la comunidad: control ciudadano y poder ciudadano. En ASSE, la Red de Atención del Primer Nivel (RAP) de Montevideo se propuso desde el inicio de este periodo fortalecer la participación de los usuarios y los funcionarios de la salud, considerada como uno de los ejes estratégicos del cambio de modelo. Así se inicio el proceso de formación de las Comisiones de Participación, concebidas como el ámbito institucional donde se produce el diálogo de los actores sociales, usuarios y trabajadores, con los equipos de gestión en cada centro de salud de la RAP. Para ello se hizo un proceso de elección de los representantes, tanto de los usuarios como de los trabajadores, garantizado por sus organizaciones a nivel local. El principal cometido de estas comisiones es el desarrollo de los programas de salud y su adaptación local, o sea, la activa participación en la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, tanto desde el desarrollo de habilidades personales como la modificación del entorno global y la reorientación de los servicios de salud. En tanto se procuran cambios en los determinantes de la salud, se generan redes de acción con numerosos actores sociales o estatales, buscando mejorar las condiciones de vida, reduciendo las inequidades y favoreciendo la inclusión social. Se cumple así con la concepción que tiene la OPS sobre los sistemas locales de salud, ya que este ámbito delimita una región geográfica específica, coordina recursos propios del sector con recursos externos, trata de identificar los problemas de salud de la zona y diseña y prueba soluciones. En síntesis, la comunidad organizada participa en la toma de decisiones y en el control de la gestión de las mismas12. Los Consejos Consultivos y Asesores (CCA) de los prestadores privados Para integrar el SNIS, la nueva legislación establece que las entidades públicas y privadas cuenten con órganos asesores y consultivos representativos de sus trabajadores y usuarios (Ley 18.211, Art. 12). El cumplimiento de dicha reglamentación fue controlado por la JUNASA a la hora de firmar los Contratos de Gestión con los prestadores. Están integrados por seis miembros honorarios (cada uno con su alterno): dos por el prestador, dos por los usuarios y dos por los trabajadores. Para jerarquizar el ámbito se estableció que al menos uno de los representantes del prestador deberá ser integrante de su órgano de gobierno u ocupar una posición de alta jerarquía. Ocupan sus cargos por dos años y pueden ser reelegidos una sola vez. Entre las responsabilidades del prestador respecto a los CCA está la de proveerles informaciones tales como: estados de resultado, ingresos y egresos de caja, estado patrimonial y composición de pasivos, número y estructura de afiliados, y la estructura de los recursos humanos. Se reúnen mensualmente o de forma extraordinaria en caso de necesidad. Pueden, además, crear grupos de trabajo que incluyan a los alternos y asesores. En términos formales, las propuestas de los CCA son no vinculantes para el prestador, pero las Instituciones están obligadas a atender estas recomendaciones y darles una respuesta. Los CCA pueden presentar sus informes o notas de disconformidad a la JUNASA. Tienen como competencia apoyar campañas de promoción y prevención de la salud; emitir opinión y formular propuestas sobre estrategias, políticas, planes, programas y acciones que hagan a la gestión del prestador; expedirse sobre los asuntos que someta a su consideración el prestador; evaluar el desarrollo en su institución de los Progra- Es administrado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ejecutado a nivel nacional por el MSP y su Dirección General de la Salud (DIGESA). En setiembre de 2007 dio comienzo la primera etapa del programa de formación para equipos de salud del primer nivel -públicos y privados-, referentes comunitarios e institucionales en nueve departamentos del país: Rivera, Cerro Largo, Salto, Paysandú, San José, Maldonado, Treinta y Tres, Florida y Rocha. Tomado de: Uruguay Saludable e Inclusivo. MSP, 2009. 11 126 mas de Atención Integral a la Salud aprobados por el MSP; velar por la calidad de los servicios de salud que brinde el prestador; participar en el análisis y evaluación de las reclamaciones de los usuarios del prestador, pudiéndose contactar y coordinar acciones con las Oficinas de Atención al Usuario y otros órganos con funciones similares. A su vez, pueden promover acciones encaminadas a fortalecer el compromiso de los usuarios y trabajadores con la gestión del prestador, o, por ejemplo, tomar conocimiento de los balances y memorias de la entidad a la que pertenece (Decreto 269/008). Posteriormente, el decreto 464/008 reglamentó que estarían exoneradas de la obligación de conformar sus CCA aquellas instituciones que tuviesen representación de usuarios y trabajadores en niveles más altos de la organización. Este es el caso del prestador público ASSE y algunas instituciones de las denominadas “mutuales” (Círculo Católico, Casa de Galicia y la Asociación Española). De manera similar a lo sucedido en otros aspectos de este proceso de reforma, los Seguros Privados Integrales quedaron bajo un régimen diferente, en tanto el decreto 464/008 los exonera de conformar los CCA. Si bien los representantes de los trabajadores en la JUNASA trataron de modificar esa situación, sólo lograron la obligación de dichas empresas de proporcionar a los trabajadores la misma información que se entregaría en un CCA, siempre y cuando, la misma no rivalice con su estructura particular de funcionamiento. Cabe consignar que los representantes de los usuarios en la JUNASA no manifestaron interés en la conformación de los CCA, contrariamente de lo sucedido en otras situaciones, como las exoneraciones de las mutuales y ASSE, donde sí manifestaron repetidamente la necesidad de modificar la reglamentación14. La consecuencia de estas reglamentaciones diferenciales es que casi la mitad de los usuarios del SNIS tienen representación en los CCA, dado que son usuarios de las IAMC “no mutuales”. Sin ninguna representación en las empresas están los usuarios de los Seguros Privados Integrales, que son aproximadamente el 2% del total. Por otro lado, los usuarios representados en la dirección de las mutuales son aproximadamente el 10%. Y, finalmente, el usuario en el Directorio de ASSE representa aproximadamente a 4 de cada 10 usuarios del SNIS. Si bien los CCA no tienen incidencia en la toma de decisiones de los prestadores (sus resoluciones no tienen “efecto vinculante” para la empresa), no es menor la posibilidad acceder a información, emitir opinión y, en consecuencia, controlar importantes aspectos del rumbo y la calidad de los servicios. Hasta la fecha se han realizado desde el MSP dos talleres nacionales con los integrantes de los CCA. El primero, cuando se dio la asunción formal de los representantes, trató de dar las herramientas y los conocimientos sobre el rol y las competencias antes descritas. El segundo taller, casi al año de la instalación, trató sobre el cambio de modelo de atención y las metas asistenciales que deben cumplir las instituciones prestadoras, considerando que los CCA tienen un rol importante a cumplir en la información y toma de conciencia del usuario. Participación social en espacios de gestión y toma de decisiones del SNIS La Junta Nacional de Salud (JUNASA). A grandes rasgos, la JUNASA es el organismo de administración del Seguro Nacional de Salud (SNS), integrada por representantes del Poder Ejecutivo (ministerios de Salud, Economía y Finanzas, y el Banco de Previsión Social). Los espacios para la participación de representantes de la sociedad incluyen representantes de los usuarios del sistema de salud, sus trabajadores y las empresas prestadoras. Lo novedoso, incluso si se compara con otras experiencias internacionales, es el salto cualitativo en la trascendencia que tiene la participación en la JUNASA. Se coloca a la sociedad civil en el lugar de decisión y control de los fondos de salud, así como también se le otorga la posibilidad de ejercer directa y colectivamente el control de la calidad del SNIS, a través de los Contratos de Gestión15. En particular para el caso de los usuarios, implica el acceso a espacios de gestión nunca antes ocupados. Los otros representantes de la sociedad civil en la JUNASA han tenido a lo largo de la historia nacional múltiples oportunidades de interacción entre ellos o con el Estado, para diferentes actividades de la realidad nacional. Sin embargo, los usuarios son convocados en cuanto tales, sin la mediación de otros sistemas de intereses (esto no sucede ni con los trabajadores, ni con los empresarios) con la expectativa de que logren aportar su visión, opinión y decisión sobre los mismos temas que los gestores públicos de alto nivel con que comparten cargos, o los representantes nacionales de trabajadores y empresarios. Como dato interesante a destacar vale decir que a partir de su integración a la JUNASA los usuarios han participado también de comisiones asesoras, que trabajaron y trabajan en temas tan trascendentes como la intermediación lucrativa, la reglamentación de la Ley de Derechos y Deberes de los Usuarios, la reformulación de la nueva Cartilla de Derechos y Deberes de los Usuarios, la reglamentación de la elección de los representantes sociales en los Consejos Consultivos y Asesores de los Prestadores. El directorio de ASSE. Un lugar destacado en la nueva institucionalidad creada por esta reforma es el asignado a la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) a partir de la Ley 18.161. En ella el prestador pú- Es destacable que en el proceso de capacitación (herramientas de comunicación, trabajo grupal, etc.) se involucró a la Oficina Nacional de Servicio Civil. Si bien inicialmente estaba previsto que fueran formados los facilitadores para los talleres y las comisiones de participación, finalmente también fueron incluidos en la capacitación los usuarios. 13 Los espacios creados para la participación social en ASSE se describen más adelante. 14 Sería interesante indagar sobre los motivos de esta conducta diferencial de los representantes usuarios en la JUNASA. Tal vez la característica socioeconómica del usuario medio de los seguros privados integrales, de alto poder adquisitivo, influya en la mirada que desde los otros sectores de usuarios se construye sobre ellos. Una posible explicación puede buscarse en la concepción de la participación como herramienta para mitigar inequidades, fundamentalmente vinculada a las poblaciones más vulnerables. 12 127 blico asume, además, el rol de coordinador de todos los servicios públicos del Estado. Se constituyó un Directorio de cinco miembros, donde tres son representantes del Poder Ejecutivo y dos representan a la sociedad. Uno de esos cargos es ocupado por un representante usuario y el otro por un representante trabajador del prestador público. Un breve recorrido histórico nos permitirá dimensionar mejor la naturaleza de estos cambios. Como se planteó anteriormente, la provisión de servicios de salud en Uruguay se había organizado a partir del mandato constitucional de proveer servicios para los indigentes. El primer Hospital de Caridad se creó en 1788, como un albergue para indigentes, marinos, mujeres sin hogar, dementes, náufragos, esclavos, niños abandonados. A partir de 1911 pasa a denominarse Hospital Maciel, asumiendo un perfil de hospital general pero también de manicomio, asilo para niños, hospital militar y lugar de internación de meretrices. En 1934 se sanciona la Ley Orgánica de Salud Pública, creando el Ministerio de Salud, con la responsabilidad de cumplir, entre otras, funciones asistenciales. Este recorrido ha marcado muy fuertemente la cultura organizacional de los servicios de salud pública (hoy ASSE) y su relación con el usuario-paciente. Aún en la actualidad tiene trascendencia la visión del paciente-beneficiario desde ambos lados del “mostrador” asistencial. Desde el lado del paciente, hay una proporción importante de ellos que no se siente sujeto de derechos porque hace uso de asistencia gratuita (aun se denomina popularmente “carné de pobre” al sistema de registro de usuarios). Otra conducta vinculable con ese estigma de la salud para pobres podría identificarse en la ilusión de ascenso social presente en la decisión de los nuevos asegurados por el Fondo Nacional de Salud, que muestran una fuerte tendencia a elegir su prestador en el subsistema privado. También dentro del panorama de usuarios de ASSE se encuentra la visión del usuario-comunitario, aquel que se integra a las comisiones de apoyo o participa en las actividades de su barrio o comunidad desde la perspectiva de colaborar con el sistema en la mejora de los servicios (comisión de fomento) o en las acciones de educación y prevención. La participación de usuarios en el propio Directorio de ASSE se magnifica si se tiene en cuenta esta trayectoria. Claramente es la imagen más clara del pasaje del usuario, con perfil de paciente (usuario-consumidor o partenaire) al rol del gestor con capacidad de controlar e incidir en las decisiones estratégicas para la salud de casi la mitad de la población y para el SNIS general. En términos objetivos, ASSE es la mayor empresa pública del país y el prestador de salud de mayor tamaño. Además, por la magnitud de las consecuencias de sus acciones, está destinado a marcar el rumbo de la reforma, del cambio de modelo de atención. Transformaciones en su calidad de atención o su gestión, por su tamaño e importancia, implican cambios en el sistema todo, tanto en las políticas propias de los privados como en los vínculos entre privados y el Estado16. En este sentido se debe destacar que si bien la JUNASA administra el Seguro, los Contratos establecen obligaciones para todos los usuarios del SNIS y para todos los prestadores, tanto públicos como privados. 15 128 La participación de los usuarios en el proceso de formulación de políticas de salud El Consejo Consultivo para la Implementación del SNIS. Este fue el ámbito elegido por las autoridades sectoriales para el intercambio de opiniones sobre las estrategias a seguir durante el proceso de transformaciones iniciado en el sector salud a partir de 2005. La presidencia del Consejo le corresponde a la Ministra de Salud y fueron convocados delegados de múltiples actores políticos, sociales, profesionales y empresariales. Entre los sectores participantes, figuran los trabajadores de la salud pública y privada y las asociaciones de usuarios de los servicios de salud17. Durante los dos primeros años de funcionamiento el Consejo generó múltiples comisiones de trabajo en torno a distintos temas, en las que se discutieron las propuestas del gobierno y se recogieron los aportes de los participantes. Es posible identificar cómo desde el inicio de este proceso de reformas y aún antes, desde la gestación de sus lineamientos principales, fueron convocadas las organizaciones de usuarios para la discusión. Si su participación no fue más destacada durante las primeras reuniones fue por debilidades organizativas propias y que estaban procesando sus estrategias de desarrollo como movimiento. El capítulo de esta publicación que da cuenta del proceso político de la reforma arriba a la conclusión de que la gestación de la misma siguió una lógica de búsqueda de acuerdos y de contemplación de las posiciones en pugna. La debilidad de los movimientos de usuarios hizo que no pudieran aprovechar a cabalidad la oportunidad generada por esta convocatoria. Sin embargo, el incentivo que pudo haber representado para acelerar su proceso de organización, no debe ser calificado como menor. La comisión de bioética. Al inicio de la gestión de las actuales autoridades del MSP, una de las primeras acciones emprendidas fue la integración de la Comisión de Bioética y Calidad Integral de la Atención de la Salud (decreto 610/005), como una comisión asesora de la Dirección General de Salud (DIGESA). Se hizo con el objetivo de contribuir al mejoramiento de la calidad de atención de los usuarios, integrando los aspectos éticos al concepto de calidad -en especial los deontológicos- así como el contenido humano. Con una integración multidisciplinaria, los usuarios tienen un lugar en ella. Por otra parte, podrá constituir una red de comisiones departamentales, regionales y locales en los diferentes efectores públicos o privados bajo su control. Si bien no tiene la visibilidad pública de otros espacios reseñados, corresponde identificar el lugar destacado que ocupa esta Comisión y, en ella, los representantes de los usuarios del sistema. Sin dudas, se ubica en el nivel más alto en la escala de participación, en particular por la incidencia que tienen en la toma de decisiones estratégicas que hacen a la calidad de la atención. Los Programas. Los Programas de Salud desarrollados por la DIGESA del MSP son ámbitos para la elaboración de pautas y normativas de aplicación nacional, articulación Un abordaje más completo sobre sus posibilidades puede encontrarse en el capítulo 4 de esta publicación, que hace foco en la experiencia de ASSE. El Decreto del Poder Ejecutivo 133/005 es el que formaliza la creación del Consejo y las organizaciones convocadas. 16 17 129 entre diferentes actores, promoción de políticas públicas saludables desarrollando sus componentes de comunicación y educación y, también, monitorear y evaluar el cumplimiento de las normativas vigentes y la calidad de las prestaciones definidas. Por lo tanto, la participación de usuarios en las comisiones de programa implica involucrarse en experiencias participativas en los niveles más altos de la escala. Si bien no es posible corroborar experiencias que abarquen globalmente a todos los programas18, se presentarán dos que son buenos ejemplos de esta experiencia: Programa Nacional de Salud Mental. Si bien desde 1986 existe en el Programa Nacional de Salud Mental (PNSM) una Comisión Asesora Técnica Permanente (CATP) integrada por las instituciones que redactaron el Programa, que preveía la incorporación de otros organismos de salud y de la comunidad, no fue sino hasta la presente administración que se integraron los movimientos de usuarios a la misma. En esta comisión se desarrollan diversas políticas y normativas en el área de la salud mental, mediante el trabajo en grupos de temas tales como: legislación y derechos humanos en salud, reformulación del plan de salud mental en línea con las nuevas políticas sanitarias, incorporación al sistema de salud de psicoterapia y técnicas psico-sociales (acreditación, normas de ejercicio), prestaciones sanitarias para el caso de uso indebido de drogas, normativa para habilitación de hospitales, clínicas, residencias, etc., medición de calidad, instauración de un sistema de indicadores para la medición de la calidad y la evolución de los resultados de las políticas aplicadas19. Programa Prioritario de Infecciones de Transmisión Sexual y SIDA. Este establece en su Plan Estratégico Nacional 2006-2010: “la participación de la sociedad civil organizada y de las personas con VIH, la articulación intersectorial e interministerial en el diseño y ejecución de las actividades”. A su vez, la Comisión Nacional de Lucha Contra el SIDA, creada en el año 1993, vio modificada su composición en el año 2008 para dar ingreso formalmente a cuatro representantes de organizaciones de la sociedad civil vinculadas a la temática VIH/SIDA y de los grupos de personas con VIH. Son competencias de esta comisión, entre otras, la presentación de propuestas en políticas públicas respecto al VIH/SIDA, así como proponer y colaborar en actividades de educación, promoción y difusión20. Sección 6. Concreción nacional de las nuevas oportunidades: la institucionalidad pendiente Si bien es notable la evolución en términos de nuevos espacios institucionalizados para la participación de los representantes sociales en las decisiones del sistema de salud, no es menos cierto que las normas prevén un desarrollo mayor, que todavía no se ha concretado. El propósito de este apartado es identificar los temas pendientes y a quién correspondería su implementación. La elección de los representantes sociales de la JUNASA se encuentra aún sin reglamentar. Si bien siempre son designados por el Poder Ejecutivo, el artículo 26 de la Ley 18.211 establece que la reglamentación garantizará mecanismos de selección democrática de los mismos. Por otro lado, el artículo 27 de la misma Ley establece que la JUNASA contará con Consejos Asesores Honorarios a nivel departamental y local. La nómina completa de sus integrantes y la forma de elección es parte de la reglamentación, pero seguro deben tener presencia de usuarios, trabajadores y prestadores. Dichos Consejos tendrán funciones de asesoramiento, proposición y evaluación en sus respectivas jurisdicciones, pero sus informes y propuestas no tendrán carácter vinculante. Otro espacio donde la elección de los representantes sociales sigue pendiente de reglamentación son los CCA de los prestadores privados del SNIS. Como ya fue mencionado, existió en la JUNASA una comisión asesora integrada por usuarios, trabajadores, prestadores y el Poder Ejecutivo (MSP y BPS). La misma elevó a la JUNASA un proyecto de reglamentación de ese proceso electoral. Actualmente dicho proyecto se encuentra en el ámbito del Poder Ejecutivo, para que éste le dé forma definitiva. La importancia de encarar estos pendientes radica en la posibilidad de dotar de una legitimidad mayor al proceso de toma de decisiones desarrollado en los distintos ámbitos, con un innegable refuerzo de los procesos de rendición de cuentas y transparencia en la gestión. En esta primera experiencia, de designación de representantes sin proceso electoral asociado, se han realizado múltiples cuestionamientos a la conformación de los CCA de los prestadores, así como de la propia JUNASA. Por otra parte, la expansión de los espacios consultivos plurales en el territorio nacional contribuiría a involucrar a los actores locales en las transformaciones que se desarrollan en el sistema de salud. Como una consecuencia positiva adicional estaría la consolidación nacional de los movimientos de usuarios, que como se verá en el apartado siguiente es muy incipiente y está relacionada a la acción en la capital del país. En la órbita de ASSE La constitución del Directorio de ASSE necesariamente debe incluir representantes sociales. La designación de sus integrantes se hará de acuerdo con lo dispuesto por el inciso primero del artículo 187 de la Constitución de la República. Cuando el Poder Ejecutivo elabore la propuesta de directores tendrá especialmente en cuenta, como condiciones personales de dos de los cinco miembros, que sean representativos de los usuarios y de los trabajadores de ASSE (Art. 2, Ley 18.161). Este artículo establece que dentro de un plazo de seis meses contados desde la promulgación La participación de usuarios en estos ámbitos está vinculada a las características organizativas del propio programa y de la población que involucra por un lado y, por otro, a la voluntad política de los equipos responsables de los mismos. 19 Tomado de: Programa Nacional de Salud Mental. Informe 2005-2008. 18 130 En la órbita de la Junta Nacional de Salud de dicha ley (julio de 2007), el PE reglamentará la forma en que los usuarios y los trabajadores formularán sus respectivas propuestas de candidatos para el Directorio. Sin embargo, hasta la fecha no se ha dictado la reglamentación que establece la mecánica mediante la cual los usuarios y trabajadores harán sus propuestas. La misma Ley establece que habrá un Consejo Asesor Honorario Nacional y Consejos Asesores Honorarios Departamentales o Locales, que se integrarán en la forma que establezca el reglamento general de ASSE, que garantizará la participación de sus usuarios y trabajadores. Estos Consejos Honorarios tendrán actividades de asesoramiento, proposición y evaluación en sus respectivas jurisdicciones. Todos sus informes serán presentados al Directorio de ASSE, aunque tampoco tendrán carácter vinculante. En cuanto al reglamento general de ASSE (competencia del Directorio) que establecería la integración y el funcionamiento de los Consejos, se contaba con el mismo plazo de 180 días. Hasta el momento no se ha realizado y tampoco se han verificado expresiones de los distintos actores involucrados en el proceso, que permitan posicionar el tema en la agenda de la administración de los servicios sanitarios estatales. Sección 7. La mirada desde los usuarios Considerando que la participación en salud es un proceso joven, cambiante, dinámico y diverso, es difícil pretender abarcarlo en su totalidad. La opción tomada en este apartado es la de reseñar con mayor profundidad solamente algunas experiencias en construcción, reconociendo que están quedando fuera otros ejemplos interesantes. La elección se basa en los movimientos que tienen representantes en lugares de destaque, algunos institucionalizados por este proceso de reformas, otros aún no. Por las características antes descriptas y por la poca producción documental de observadores externos a estos movimientos, la estrategia para construir un perfil de los mismos implicó recurrir a diferentes fuentes de información. Fueron buenos insumos los documentos generados por las organizaciones públicas más vinculadas a este proceso (IMM, RAP-ASSE), los documentos elaborados por los propios movimientos de usuarios seleccionados y las entrevistas personales realizadas por los autores a los principales referentes de cada movimiento. En ellas se pretendió explorar la concepción que tienen los usuarios sobre los orígenes de los movimientos, su organización y desarrollo, sus fortalezas y debilidades. A la vez, la intención fue identificar cómo visualizan el rol del Estado con respecto a ellos, a qué actores observan como aliados estratégicos y, finalmente, cuál es su rol como representantes. La gestación de los movimientos de usuarios En apartados anteriores se pudo ver que los procesos participativos en salud de nuestro país han tenido variados desarrollos. Un recorrido incompleto obliga a observar sus variantes, desde el rol como promotores de salud comunitarios o como organizaciones de usuarios de distintas características y con distintos fines (como la Asociación de Usuarios del Sistema de Salud, ADUSS, y el Movimiento de Usuarios de la Salud y Asistencia Social, MUSAS)21, o a través de usuarios agrupados en torno a los problemas generados por enfermedades especificas, usuarios vinculados a las policlínicas de ASSE o de las intendencias, o las comisiones de salud de los consejos vecinales, entre otras modalidades. Algunas de estas modalidades encontraron apoyo en la política de descentralización y la concepción del vínculo con la ciudadanía con las que el Frente Amplio arribó a la IMM en el año 1990. A partir de 2005 el cambio de autoridades a nivel nacional permitió la expansión de esa concepción a los organismos nacionales vinculados a la salud. De esta manera, se consolidó un vínculo entre la IMM y la RAP-ASSE, propiciando espacios para el intercambio de propuestas, negociación con los usuarios y entre ellos. En apartados anteriores de este trabajo se pudo conocer la experiencia del Agente Comunitario en Salud y los esfuerzos de la RAP en ese sentido. En general el rol convocante lo asumieron las comisiones de salud de los consejos vecinales, impulsados por la IMM y la RAP-ASSE. Se realizaron asambleas con previa difusión, recolección de expectativas y sugerencias, lo que les aseguró una numerosa participación. Un hecho importante para potenciarlas fue la participación directa de las autoridades, tanto de la IMM como de ASSE y el propio MSP. En ese marco se destacó la asamblea realizada el 30 de abril de 2005 en el Centro Comunal Zonal (CCZ) número 17, del oeste de la ciudad de Montevideo, cuyo tema era Hacia una organización de usuarios de los servicios de salud. La convocatoria apareció en la prensa y de allí surgieron comisiones de trabajo y asambleas por sub-zonas. A partir de ese momento el proceso se aceleró con la constitución de comisiones que trabajaron temas como la consolidación legal, los estatutos, etc. En ese marco asistieron a una entrevista con la Ministra de Salud Pública, María Julia Muñoz, que los reconoció como movimiento y los invitó a participar formalmente en el Consejo Consultivo para el Cambio. El 6 de abril de 2006 se eligieron los representantes para ello. Como en ese momento había al menos dos organizaciones perfiladas de manera diferente, el Movimiento Nacional de Usuarios de la Salud Pública y Privada (MNUSPP) y el Espacio Participativo del Movimiento de Usuarios de Salud, se elige un representante de cada uno. En ese marco se generó en los usuarios la necesidad de estudiar y discutir la Ley de Descentralización de ASSE, los programas prioritarios de salud, etc. Por otra parte surge también, con la integración de la Comisión de Bioética, la necesidad de estudiar y discutir el Proyecto de Ley sobre los derechos de los pacientes22. Fuente: Programa Prioritario de Infecciones de Transmisión Sexual y SIDA, y Decreto 255/008. Actualmente está integrado a la red del Espacio Participativo. 20 21 131 Movimiento Nacional de Usuarios de Salud Pública y Privada (MNUSPP)23 noraria por miembros del propio movimiento y con los que se hacen reuniones según los temas a discutir. Desde el año 2005 el MNUSPP desarrolla acciones en diversos ámbitos, tanto territoriales como institucionales. En el plano territorial realiza asambleas en los diversos barrios y localidades con los vecinos, gestando diagnósticos participativos para priorizar cuáles son las urgencias en materia de salud de cada lugar. Así, cada localidad elabora su propuesta, su plan de trabajo, y lleva adelante el seguimiento del mismo hasta su concreción. Se tiene la visión de los trabajadores de la salud como representantes sociales pero más preocupados por sus intereses, dado que en muchas oportunidades las reivindicaciones que hacen o las acciones que toman no tienen en cuenta al usuario. Por el contrario, como en el caso del conflicto actual del Hospital de Ojos, lo perjudican. También encuentran dificultades en el relacionamiento con los que ocupan cargos de relevancia en el sistema, como los directores de hospital, ya que no todos abren espacio a la participación de los usuarios. Este movimiento tiene la visión de que no todos los programas son aplicables en todo el territorio ni las necesidades son las mismas en todos lados. En el plano institucional participa en la planificación de los programas, ejerce el contralor de su funcionamiento y evalúa el trato que ahí recibe el usuario. Entre los objetivos del MNUSPP figuran: “Fomentar la participación y el involucramiento responsable de todos los ciudadanos en las políticas de salud, haciéndonos cargo de nuestros destinos. No esperar más que otros decidan por nosotros. Discutir los proyectos de ley que conducen a dicha reforma y ver si se adecuan a nuestras necesidades. Preguntarnos qué salud queremos, qué sistema de salud necesitamos, y elaborar nuestras propuestas y hacer llegar nuestras miradas sobre los distintos temas”. Sobre la organización, los documentos de este movimiento sostienen que de cada asamblea y de cada centro de salud van surgiendo delegados que van a representar a cada núcleo (tanto de vecinos de un barrio como de una localidad del interior o de una institución de salud). La lógica de acumulación implica, en primer lugar, desarrollar los ámbitos zonales, luego los departamentales y regionales, para culminar con la elección de sus voceros a nivel nacional. Éstos son los responsables de interactuar con las autoridades del Ministerio en los diferentes espacios generados (Consejo Consultivo, JUNASA). Actualmente una representante de este movimiento ocupa la representación titular de los usuarios en la JUNASA. La gestación de este movimiento se da a partir de la llegada al gobierno del FA y de la convocatoria a todas las comisiones de salud de la IMM. Se promueve la mirada sobre que debe existir un solo movimiento, que implique a los usuarios de salud pública y privada, para fortalecer las acciones de todos los usuarios, sin importar la institución a la que se encuentren afiliados. El movimiento fue tomando estructura cuando todas las comisiones de salud de los Centros Vecinales Zonales eligieron un delegado, con lo que se conformó una Comisión Departamental. Posteriormente se eligieron los delegados para el Consejo Consultivo para el Cambio y para la Comisión de Bioética, así como se integraron delegados de diferentes departamentos del interior. Para su actuación en la JUNASA se cuenta con un equipo técnico asesor (sociólogos, abogados, médicos, etc.) integrado de manera ho- Luego de un inicio en que el movimiento tuvo una estrategia de convocatoria directa hacia el usuario, sin ser mediado por otro tipo de organización, ahora se están vinculando con asociaciones por patologías, para trabajar en conjunto. Anteriormente su estrategia de acumulación implicaba el abandono de otras agrupaciones para unirse al movimiento, sin embargo, ahora se interpreta que el sentido de pertenencia de cada uno a su organización es muy fuerte y que hay otras formas de trabajar en conjunto. Desde su propia perspectiva se ubica la principal debilidad del movimiento en la sustentabilidad económica, ya que no tiene fuentes de financiamiento para sus actividades. Para salvar esas dificultades valoran decididamente el apoyo de la DIGESA del MSP, que les aporta soporte logístico: local de reuniones, pasajes y otros insumos. Por otra parte, a partir de este año cuentan también con una partida especial ($ 125.000 anuales) otorgada a través del Poder Legislativo. En la búsqueda de fondos actualmente preparan algunos proyectos para acceder a los Fondos Concursables de Comunidades Productivas y Saludables, y se están presentando ante organizaciones internacionales con el mismo objetivo. Se considera que el Estado debería financiar la participación social en el sector salud (mediante fondos, ámbitos de capacitación) pero sin incidir en los movimientos sociales, sin tratar de dirigirlos. En cuanto al rol de sus representantes, se considera que aportan “el sentir de la gente común y corriente, la mirada de la sociedad no técnica, ni médico ni economista”, aunque se deben defender las posiciones del movimiento por encima de las personales. Sobre este ítem recae su mayor preocupación actual: qué características deben tener los próximos representantes, tanto a nivel nacional como en los CCA. Se promueve la idea de que deberían ser militantes sociales con trabajo probado en la comunidad e inserción social, electos por mecanismos que garanticen Fue valioso para reconstruir este proceso el informe sobre la participación comunitaria en salud, elaborado por la RAP-ASSE (setiembre de 2006). Parte de la información para estos párrafos fue tomada del documento Historia del Movimiento Nacional de Usuarios. Sin datos de edición. 24 Fuente: Espacio Participativo de Usuarios de Salud. Declaración de Identidad. Sin datos de edición. 22 23 132 Desde el MNUSPP se considera que no existen otros movimientos de usuarios similares, de alcance nacional, con su nivel de organización y respaldados por una personería jurídica. Sin embargo, se reconoce que los aliados estratégicos son todos los usuarios, con la forma de organización que se den, en la medida en que son la principal fuerza con la que cuentan. transparencia. En cuanto a la generación de nuevos ámbitos como las Juntas Honorarias Locales u otros espacios para la participación, aún no están en agenda. Espacio Participativo de Usuarios de la Salud24 Es una organización social autónoma, de ciudadanos unidos voluntariamente para satisfacer las necesidades y aspiraciones en materia de salud como un derecho, y todos sus determinantes. Se basa en los principios de la persona como sujeto de derecho, con compromiso con la comunidad, partiendo de lo territorial hacia lo departamental, regional y nacional. Trabaja por políticas eficaces que apunten a la prevención de enfermedades y atención de la salud, respetando la dignidad en tanto personas. Sus objetivos son: reivindicar la salud como un derecho humano esencial; incidir en las decisiones sobre políticas de salud planteando las necesidades y demandas de cada zona; trabajar desde la salud, promoviendo conductas preventivas; lograr un sistema equitativo de prestaciones; interactuar con los efectores de salud para resolver los problemas de la provisión de servicios; informar y concientizar a los usuarios sobre sus derechos, sobre la importancia de la prevención y las conductas saludables y sobre el impacto de los otros determinantes de salud. En términos de su organización, los usuarios participan de manera individual o formando parte de otras organizaciones. Es así que allí se encuentran integradas más de 30 organizaciones que trabajan temáticas de mujeres, siendo tal vez la más representativa Mujer y Salud en Uruguay (MYSU). También se integran a la organización distintas comisiones de salud de jubilados o de diferentes gremios del PIT-CNT. No tienen direcciones intermedias de ningún tipo. No tienen personería jurídica propia y su funcionamiento se basa en asambleas con convocatorias previamente difundidas, en las que todos participan por igual. Se forman comisiones de trabajo y se han elegido representantes para diversas instancias como el Consejo Consultivo para el Cambio y el Directorio de ASSE (ocupando actualmente la titularidad del cargo). De las conversaciones con sus representantes se infiere la gestación del movimiento de usuarios de salud en el nivel barrial, vinculado a carencias de los efectores de salud de la zona y previo a la llegada del FA al gobierno nacional. Sin embargo, podría preverse un proceso de ampliación democrática, con nuevos espacios de participación. En el proceso hubo un acercamiento a otras organizaciones sociales, que con el paso de los años fue conformando un amplio movimiento de usuarios. El Espacio Participativo surge por diferencias de concepciones organizativas y metodológicas con el MNUSPP. Hoy en día reconocen la existencia de muchas organizaciones a lo largo y ancho del país y se proponen llegar a una coordinación de todos los espacios. Está integrado por organizaciones de jubilados, de género, de minorías sexuales, y también por ciudadanos a titulo individual. Desde el Espacio Participativo se remarca la necesidad de que cada uno mantenga su perfil propio. La organización es horizontal, sin estructuras de ningún tipo, ni ejercicio de representación (presidente, secretarios, etc.), sólo circulan información y se reúnen en asambleas locales y generales. En el directorio de ASSE se encuentran procurando contribuir en el control, en la propuesta, tratando de romper las rutinas institucionales que padece el usuario. Sin embargo, todavía se identifican diferencias entre las posibilidades de los representantes sociales y los políticos. En ese sentido, el planteo es que hay que procesar cambios culturales que permitan orientar mejor a los trabajadores de la administración, que les permita ser visualizados por la organización como un director igual a los otros. Entre otros problemas relacionados a esta situación, los directores sociales tienen dificultades para acceder a la información. Hoy en día no cuentan con un equipo asesor del Movimiento, ni tampoco equipo propio como parte de la estructura al servicio de la dirección que ocupan. Se deben canalizar sus consultas a los departamentos técnicos de ASSE, por lo que consideran que no está garantizada la autonomía necesaria a su gestión. Este movimiento no tiene financiación propia. En parte se financia por la remuneración que obtiene su representante como Director. Practican la venta de “bonos colaboración” y tratan de apelar sólo en ocasiones indispensables a la DIGESA del MSP, que, según sostienen, siempre los apoya. Procuran utilizar algunas de las herramientas provistas por ASSE al servicio del movimiento de usuarios, por ejemplo, los medios de transporte. Al igual que el MNUSPP, están buscando mecanismos de financiación en organizaciones internacionales. Sobre su vinculación con todo el sistema, identifican dificultades de representación en el subsistema privado. Son incipientes los contactos con usuarios de ese sistema y, en adición, los propios sistemas privados no tienen muchos ámbitos para que participen los usuarios. Plantean como un beneficio para el movimiento en general el hecho de que el MNUSPP tenga más arraigo en ese sector, ya que es una buena forma de complementarse. En referencia a la posibilidad de integrar los órganos departamentales y locales a los que se hizo referencia en la sección 6 de este capítulo, se estimula permanente la participación en ámbitos locales, informando y apoyando a los usuarios en todo el país, preparando el terreno para cuando se reglamenten las juntas locales o consejos honorarios locales de ASSE. Sostienen que deben “contribuir e ir aceptando lo que se nos presente como oportunidades de participar”. Entre las principales debilidades que identifican en su movimiento está la falta de motivación por la participación en general, no sólo en salud. A la hora de identificar las forta- Fuente: Estatutos de ADUSS. Durante el año 2008 el movimiento atendió 780 casos de reclamos que fueron formalizados por escrito. De ellos, sólo 28 llegaron al MSP para ser investigados, los demás se solucionaron antes. 25 26 133 lezas, plantean que las ven en su integración plural, en la medida en que no trabajan “basados en las diferencias sino en la diversidad respecto a los otros movimientos”. Consideran que el rol del Estado debe ser el que está cumpliendo actualmente, no usurpar espacios, respetar autonomías, apoyar en la capacitación y logística a los movimientos. Sería bueno avanzar hacia la concreción de espacios permanentes de formación, ya que los talleres realizados hasta el momento son insuficientes. A partir de estas carencias surge la preocupación por la posibilidad de renovación en la participación, que haya gente motivada para participar y asumir liderazgos. Los aliados estratégicos son los trabajadores organizados. Si bien se deben respetar los roles de cada uno, ven ahí una alianza natural, no sólo con los gremios de la salud sino con el propio PIT-CNT, en la medida que cada gremio tiene su comisión de salud. No obstante esta situación, desde el Espacio Participativo se visualiza el “temor en los trabajadores, funcionarios, en la academia… cada uno busca mantener sus espacios… hay trabas culturales”. juicios. La función de la organización es informar, ayudar, mediar y, en todo caso, llegar hasta iniciar trámites de denuncia e investigación en el MSP, pero no patrocinar juicios26. Desde su perspectiva, nadie en el sistema les reconoce ese rol. La Asociación de Usuarios del Sistema de Salud (ADUSS) Similitudes y diferencias Entre los años 1992 y 1994 hubo varios acontecimientos que contribuyeron a la gestación de este movimiento. Entre ellos, el primer Decreto de Derechos de los Pacientes (del Dr. Carlos Dellpiazzo), el largo conflicto médico que les dio visibilidad a través de los medios de comunicación en defensa de los derechos de los usuarios y, finalmente, la invitación del Ministro de Salud de la época (Alfredo Solari) a instalar una oficina en el propio edificio del MSP para recibir quejas, denuncias, etc. En ese contexto se comenzó a delinear el lugar que ocuparía este movimiento en el sistema, interesados en promover la transformación del paciente en usuario, mediante la información y la defensa de sus derechos. En el año 1994 se constituyó como una asociación civil sin fines de lucro, sin embargo recién en el año 2002, con la salida del edificio ministerial (aunque manteniendo el apoyo logístico), ADUSS empieza a tener identidad propia como movimiento. Sus objetivos son: a) lograr u obtener en forma constructiva propuestas concretas que colaboren en la solución de los problemas que afectan a los usuarios de los sistemas de salud; b) Aunar esfuerzos para lograr un mejoramiento en el trato, atención, respeto y consideración de los usuarios por parte de los prestatarios de los servicios de salud; c) en general, defender los derechos de los usuarios de dichas instituciones, consagrados en la Constitución y en las leyes y enumerados en el Decreto del Poder Ejecutivo de 10 de Junio de 1992, protegiendo sus ejercicios y reconocimientos por parte de cualquiera de sus asociados25. Desde su perspectiva, el rol del movimiento debe ser el de la mediación entre usuarios y prestadores, evitando en la medida de lo posible la resolución de conflictos mediante Actualmente, la organización tiene un directorio de siete miembros y cuenta con representantes en todo el país. También tiene asesores médicos, abogados y psicólogos, todos honorarios. Integran las Comisiones de Bioética del Hospital de Clínicas, la Universidad de Montevideo y el Hospital Pereira Rossell. Desde ADUSS se considera que no existen los movimientos de usuarios como tales, que el MNUSPP es un movimiento político y que a ADUSS “lo dejaron afuera” de los espacios de representación. Hay que recordar que el MSP no invitó a ADUSS al Consejo Consultivo, aunque sí tuvieron oportunidad de concurrir al Parlamento durante la discusión de las leyes del sistema. Si se analizan en conjunto, podría hacerse un corte claro entre el MNUSPP y el Espacio Participativo por un lado, y ADUSS por otro. Esto responde fundamentalmente a los objetivos que se fija cada movimiento y a los procedimientos que entienden idóneos para alcanzarlos. Mientras los dos primeros comparten el enfoque sanitario integral de la actual reforma y la importancia de construir organizaciones sociales que lo enriquezcan, ADUSS se ubica en un rol más limitado, centrado en la información y la defensa de los derechos de los usuarios ante los prestadores de salud. Mientras los primeros fomentan la asociación para interactuar con el sistema, reclamando y sirviéndose de las herramientas de formación y financiamiento que provee el Estado, ADUSS articula acciones individuales, movilizando los recursos propios y los públicos para cumplir esa tarea. En síntesis, podría decirse que ADUSS promueve una mirada parcial de la participación de los usuarios en salud, asumiendo lo que Tobar (2008) identifica con la tarea del Ombudsman de salud, o sea, recoger las denuncias de los ciudadanos y articular las soluciones con las autoridades sectoriales. Continuando con las similitudes entre los dos movimientos más nuevos que ocupan los principales espacios de representación de los usuarios, en general comparten su visión del rol del Estado, dado que le reclaman recursos diversos (económicos, de formación, logísticos) y a la vez que no intervenga como “tutor” de los movimientos de usuarios. Sobre el punto del financiamiento, también aparece como similitud el hecho de que están buscando recursos en el exterior que les permitan mantenerse con autonomía de los cambios en la orientación de la autoridad sectorial. Se da otro punto de encuentro en las dinámicas de acumulación de los dos movimientos principales: ambos parecen ser “tomadores” de espacios, ocupan los espacios que se les genera por parte de las autoridades políticas. En el plano de las lógicas de funcionamiento y el vínculo con los otros actores colectivos de usuarios parece encontrarse la principal diferencia. Los representantes del MNUSPP no reconocen la existencia de otros grupos similares a ellos y, en un principio, hacían incluso una convocatoria directa a los usuarios, pretendiendo que se desliguen de las asociaciones intermedias de las que formaban parte antes de integrarse al MNUSPP. Esta concepción ha comenzado a cambiar. Desde ADUSS, por otro lado, se considera que los otros movimientos de usuarios responden a otros sistemas de intereses (político-partidarios, por ejemplo) y no se plantean la interacción con ellos. En contrapartida, los representantes del Espacio Participativo sí reconocen a los demás movimientos, valorando su existencia a partir de identidades diferentes y tratando de acumular de manera organizativa y desde una lógica de redes, sumando las estructuras preexistentes27. Sección 8. Aportes esperados de la participación Diferentes observadores ven en la participación de los usuarios de los sistemas de salud beneficios de distinto tipo28. Los mismos pueden agruparse en tres niveles: el personal (ya sea como ciudadano o como usuario), un nivel intermedio de impactos en la gestión de los prestadores y del sistema que componen, y un nivel macro donde se presentan los efectos que puede tener la participación para el sistema democrático en general. En este marco se entiende que la participación social cumple con una doble condición: es un producto en sí mismo como herramienta de empoderamiento ciudadano y, a la vez, genera impacto en la calidad, equidad y efectividad de los programas de salud. Entre los beneficios esperados de la participación para el participante y su entorno social, puede contarse el hecho de que, básicamente, se convierten en sujetos más informados, con mayor capacidad de hacer valer sus derechos ante el sistema. Uno de los problemas que se pretende resolver con la participación de los ciudadanos es el de la asimetría de información entre los “expertos” y los no expertos. Es decir, entre la comunidad científica, las empresas prestadoras de servicios, desarrolladoras y proveedoras de tecnología para el diagnóstico y tratamiento médico, los representantes políticos, los gestores de los recursos públicos y privados, los profesionales involucrados a lo largo del proceso y, por otro lado, los ciudadanos que no tienen ni la formación médica ni la información que necesitan para tomar decisiones sobre tratamientos, asignación de recursos y reclamos que deben realizar ante lo que consideran incumplimientos o ineficiencias del sistema. Para hacer más compleja esta situación se debe tener en cuenta que los servicios de salud son “bienes de confianza”, es decir, su naturaleza hace que los usuarios no puedan evaluar con sencillez la calidad de los servicios y los efectos a priori, y muchas veces ni siquiera después de utilizarlos29. Se sostiene que la participación pública habilita, dado que los ciudadanos se informan, toman posición y discuten opciones con otros, en particular, con aquellas personas y grupos organizados con los que no acostumbran a interactuar en otros espacios de su vida, como por ejemplo los profesionales y técnicos, los trabajadores de la salud o, simplemente, grupos de usuarios de características diferentes a las propias. Así, los espacios de participación facilitan el diálogo y la tolerancia, y, dependiendo del ámbito, se discute sobre los trade-offs entre las diferentes opciones, se modifican (o confirman, pero esta vez por la vía de los hechos) los estereotipos y los prejuicios sobre otras personas o grupos diferentes. En definitiva, se crea capital social a la vez que se aumenta el conocimiento sobre el sistema y la confianza entre los distintos grupos de ciudadanos y los profesionales implicados o las instituciones sanitarias, con las que se está necesariamente vinculado. Sintetizando esta discusión, Lindström Karlson (2006: 9) sostiene que si se tiene en cuenta el número creciente de pruebas que van surgiendo sobre los beneficios de la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones de los temas que los afectan, “varias asociaciones y organismos recomiendan institucionalizar la participación, creando estructuras a tal fin que permitan a los ciudadanos participar en el proceso político, no sólo puntualmente, sino de forma regular en todos los niveles (macro, meso y micro)”. En apartados anteriores de este capítulo se describieron los espacios formalizados para la participación ciudadana en la toma de decisiones de los distintos niveles del sistema sanitario uruguayo. Entre los beneficios de la participación social para las instituciones sanitarias y el sistema de salud, se sostiene que hay evidencia de que puede mejorar la calidad de las decisiones, especialmente ante situaciones complejas con implicaciones éticas. Si se compromete el estudio y la aprobación de distintos actores involucrados, permitiendo evaluar consecuencias variadas y llegando a la toma de decisiones de consenso, éstas contarán con mayores niveles de legitimidad. Por otro lado, la construcción de espacios de intercambio más amplios permite integrar a los procesos de toma de decisión distintos elementos de la vida social, que no siempre encuentran espacio claro de expresión a lo largo del proceso de salud. Entre ellos se cuentan elementos que afectan el impacto de los tratamientos médicos pero que, a la vez, son afectados por los mismos, como por ejemplo las situaciones familiares, personales y de tipo socioeconómi- Un creciente número de organizaciones de salud ha desarrollado mecanismos denominados de Asistencia para la Toma de Decisiones (Decision Aids), como por ejemplo el Center for Shares Decision Making en Estados Unidos. En un mismo sentido la OMS Europa publicó en 2005 el informe del Health Evidence Network sobre Patient Decision Aids titulado: Should patient decision aids be introducen in the health care sistem? (Lindström Karlson, 2006). 30 “Por lo que se refiere al ‘déficit democrático’, en muchos países la participación en las elecciones y en los partidos políticos disminuye año a año, especialmente entre los jóvenes y ciertos grupos sociales. Para otros, el problema es la corrupción, y también hay países que son o se perciben como excesivamente centralizados”. (Lindström Karlson, 2006: 4). 29 La referencia al plano político-partidario es interesante, ya que los principales referentes de los distintos movimientos tienen o han tenido una dilatada trayectoria de militancia en la política partidaria, lo que podría estar dando cuenta de una acumulación personal diferencial, que les permitió posicionarse en lugares relevantes en sus organizaciones respectivas. 28 Ver, por ejemplo: Celedón y Noé, 2000; Coelho, 2003; Larraín, 2001; Sanabria, 2004; Lindström Karlson, 2006; Wallerstein, 2006. 27 134 135 cas, o las vinculadas al mundo del trabajo de los usuarios. Asociado a esto está el tema de la comunicación entre las instituciones y los distintos destinatarios de esa información, generando espacio para los ajustes que permitan llegar más efectivamente a los diferentes actores involucrados. En resumen, se espera que procesos democráticos e inclusivos aporten a la mejora de la comunicación entre los actores involucrados. Por otro lado, la rendición de cuentas horizontal entre distintos actores sociales, coparticipando de las decisiones, favorece la posibilidad de una gestión transparente de las instituciones de salud. Esta situación tiene efectos en la legitimidad del sistema de salud en su conjunto, en la medida en que gestiones plurales y transparentes facilitan la rendición de cuentas vertical entre niveles del sistema y entre el poder público y gestores privados. Otro conjunto de resultados esperables de la participación (Coelho, 2003) hace referencia a los impactos redistributivos que la misma tiene y a la mejora de la calidad de los servicios de salud. Quienes los identifican encuentran su causa en la eliminación de distorsiones del sistema de salud, en la posibilidad de obtener información veraz, clara y oportuna, en la utilización de los mecanismos para la defensa de los intereses de todos los sectores involucrados y no sólo de aquellos que cuentan a priori con diferenciales en información u otros recursos. Complementariamente, la participación de los ciudadanos parece crucial para asegurar la sensibilidad cultural y local de los programas de salud, mejorando así su productividad, efectividad y eficiencia (Wallerstein: 2006). En síntesis, la participación ciudadana reduce las brechas en la información, la comunicación y el acceso a los servicios, a la vez que mejora su calidad y disminuye las inequidades que tienen origen en esos factores. Los observadores identifican, como resultado de la participación ciudadana en los dos niveles anteriores, uno en el que se verifican impactos positivos en el desempeño del sistema democrático. Estos autores hacen referencia a que la participación de los ciudadanos contribuiría a disminuir el “déficit democrático” identificable en muchos países30. Se trata de la identificación de la participación como un fin en sí mismo, que a la vez que es un buen medio para ofrecer mejores soluciones de salud, es un indicador de democracia y desarrollo. Así, la participación efectiva es funcional a una concepción multidimensional de la democracia (Altman y Pérez Liñán, 1999), que supera la mera estabilidad del régimen electoral para concebirla como un sistema que consolida un Estado eficaz en el logro de los derechos inherentes a una ciudadanía plena, con representación de la pluralidad de intereses y visiones de la sociedad, encausando el conflicto dinámico de los mismos sin compromiso de la estabilidad del sistema en su conjunto. En este marco, cuanto mayor sea el grado de confrontación de visiones, intereses y realidades que una democracia pueda administrar con estabilidad en sus distintos niveles de toma de decisiones, mayor será su calidad. Al respecto, O´Donnell (2004: 47) sostiene que “habrá influencias recíprocas importantes entre la calidad de una democracia y las características de su contexto social. En particular, si los/as ciudadanos/as utilizan ampliamente sus derechos políticos y civiles, el contexto social tenderá a ser diverso y congenial a la democracia; por otro lado, dicho contexto tenderá a promover tales actitudes y prácticas por parte de sus ciudadanos/as”. Por ende, se pueden vincular los efectos que tiene la participación de los ciudadanos en el sistema de salud en tanto parte compleja del sistema democrático. La generación de nuevos espacios para el ejercicio de la democracia en el sistema de salud, implica la incorporación de los principios generales de la misma a un espacio novedoso, pautado por otras tradiciones. La democracia es, desde su concepción más básica, igualdad. Se supone que la “gente común”, los usuarios en este caso, están calificados para establecer los criterios según los cuales quieren vivir, en el marco de la estructura de oportunidades que se le presenta. Sección 9. Reflexiones finales En un contexto de reformas sectoriales profundas, uno de los ejes en los que se han corroborado más transformaciones es el de la participación de la ciudadanía. Los nuevos espacios generados se inscriben en un cambio de la concepción de la salud y el rol que en su promoción tiene. Este avance no se da aisladamente, ya que en el Uruguay se están procesando algunos cambios que parecen ir en el mismo sentido31. A pesar del poco tiempo transcurrido desde la implementación de esas transformaciones hasta el momento en que se realiza este trabajo, resulta interesante evaluar los logros y desafíos que se generaron por este proceso. En su trabajo Participación como derecho de ciudadanía, Coelho (2003) resume de manera interesante los distintos indicadores de éxito de un proceso participativo como el que se está dando en el Uruguay. Los mismos son: a) la generación de ciudadanos más informados y tolerantes, b) un proceso de toma de decisiones más transparente, c) si el proceso participativo genera un impacto redistributivo, y d) si la participación logra mejorar la calidad de los servicios. En la revisión de trabajos realizada por esta autora se encuentra que los determinantes del éxito de la experiencia participativa son identificados en dos niveles: el del grado de movilización de la sociedad civil y el del compromiso de los actores de gobierno. En el caso uruguayo, ambas situaciones han mostrado evidentes avances. Desde el lado de la sociedad civil se puede observar el desarrollo que en muy poco tiempo han tenido las organizaciones de usuarios, lo que les ha permitido no sólo comenzar a participar de los espacios generados desde el Estado, sino también avanzar paulatinamente en la constitución de movimientos de alcance nacional y para todos los niveles del sistema. Desde el lado de la autoridad política se puede ver un claro apoyo y promoción de los procesos participativos, a la vez que se ha procurado la consolidación legal de los ámbitos generados, pretendiendo otorgarles mayor respaldo y sustentabilidad. igualdad en la discusión entre los participantes, donde los representantes de los usuarios tienen un saber específico que aportar. Haciendo más complejo el análisis, la autora citada establece que lo determinante del éxito de la experiencia participativa es “el interés y capacidad de promover innovaciones institucionales que garanticen reglas claras de representación política, así como también procesos de difusión y toma de decisiones que lleven a una participación efectiva de los representantes con menos recursos argumentativos y conocimientos técnicos”. Este enfoque, posicionado desde la mirada de un gestor público, permite identificar los desafíos a los que se enfrenta este proceso. El último punto que marca Coelho, el de la estrategia de comunicación adecuada, es de responsabilidad compartida por todos los actores. Por un lado, involucra la difusión y promoción de los derechos de los usuarios y de los ámbitos de participación para el ejercicio de los mismos. En este terreno, si bien se han emprendido desde la autoridad sanitaria algunas actividades (folletos, talleres de formación) el mayor peso ha recaído en los propios movimientos de usuarios (asambleas, apariciones en la prensa, etc.). Desde la autoridad pública, los mecanismos de participación divulgados en los medios masivos de comunicación suelen ser los de niveles más bajos en la escala de participación, aquellos que son de acceso individual y que remiten al nivel del usuario del sistema. Un cambio en este terreno sería necesario si lo que se pretende es dar verdadera visibilidad y legitimidad pública a los espacios ocupados por los ciudadanos. En cuanto a la capacidad de la autoridad pública de promover innovaciones institucionales, a lo largo de este capítulo se han refrendado elementos que permiten calificar el proceso como altamente exitoso. Sin embargo, los demás elementos identificados como indicadores del éxito de la participación (reglas claras para la elección de los representantes de la ciudadanía, su habilitación para la incidencia en los resultados del proceso de toma de decisiones y procesos apropiados de difusión), permiten identificar los principales desafíos y factores pendientes de resolución. En cuanto a las reglas claras para la elección de los representantes de la ciudadanía, el apartado correspondiente de este capítulo hace una descripción de los elementos pendientes. Allí se describe el estado actual de la reglamentación de los procesos de elección. Su concreción y desarrollo bajo condiciones apropiadas contribuirán a legitimar los representantes, los cargos que éstos ocupan y, por consiguiente, las nuevas herramientas organizativas generadas. Relacionado al punto anterior, la generación de los recursos necesarios para que los representantes de la ciudadanía ejerzan efectivamente su nueva función de tomadores de decisiones, tiene varias implicancias. La más importante es que los gestores sociales se enfrentan a todas las resistencias asociadas a la “pérdida de poder”. En ese sentido, abrir espacios para el ejercicio del poder de nuevos actores implica establecer un nuevo equilibrio en las relaciones con los otros actores involucrados. De esta forma, los representantes políticos, los burócratas, los técnicos, los empresarios y los trabajadores del sector deben modificar, cada uno desde su función, su concepción del proceso de toma de decisiones involucrando a los nuevos representantes. Un elemento que dificulta este proceso es el hecho de que los distintos actores involucrados participan haciendo uso de distintas lógicas. Así, los representantes del Estado tienen una concepción jerárquica y vertical de la toma de decisiones, los representantes de los trabajadores parten de una matriz negociadora, y los empresarios de su lógica de mercado, tratando siempre de maximizar sus beneficios. Se debe tener en cuenta que partiendo de un diálogo entre grupos con marcadas asimetrías (argumentativas, de información y conocimientos), se pretenden construir ámbitos (JUNASA, Directorio de ASSE) donde rige el principio de Pasando a los desafíos que se le plantean a las organizaciones de usuarios, se pueden identificar con nitidez las dificultades de organización, la capacitación y la sustentabilidad económica. En cuanto a la organización, este trabajo permite detectar la tensión entre las estrategias de acumulación de los diferentes movimientos de usuarios. Podría identificarse el principal desafío en el esfuerzo de construir una red de asociaciones, que respetando las diferencias y sin perder la relación horizontal, permita generar un intercambio efectivo entre los representantes usuarios, que facilite su fortalecimiento ante los demás actores, tanto a nivel nacional como departamental y local. Algunos representantes usuarios han identificado dificultades para promover la participación y el involucramiento de sus pares. Otros observadores (Rudolf et al, 2007: 25-30) identifican algunos elementos que culturalmente dificultan la participación en salud: el modelo asistencialista y curativo tradicional, que desvaloriza la acción de promoción y prevención a la vez que consolida la idea de la salud como responsabilidad individual y no como una construcción social (por lo que no se apela a la acción colectiva) y, también, el hecho de que mejoras en el sistema (en el acceso, la calidad, etc.) puedan reducir las motivaciones para la participación (hay muchas experiencias de acción colectiva donde el sistema no es eficiente). Otro elemento que llama la atención es la composición social mayoritaria de estos movimientos, que está pautada por una sobre representación de las mujeres y, dentro de ellas, las de mediana edad. Podría conjeturarse que esta situación desbalanceada obedece al hecho de ser el segmento poblacional más cercano a los servicios de salud y, además, ser el responsable de las mayores cargas asociadas a los “cuidados”. Se debería pensar en estrategias que vuelvan atractiva y posible la participación en estos espacios, incluyendo aquellos sectores de la sociedad que hasta Como ejemplos se encuentran el incipiente proceso de reforma democrática del Estado y los Consejos Sociales del Ministerio de Desarrollo Social. 31 136 137 ahora se han mantenido mayoritariamente al margen (los jóvenes, por ejemplo). Entre los otros desafíos que identificaron los movimientos mayoritarios de usuarios surgen claramente dos elementos. Por un lado, el del financiamiento de las actividades de sus movimientos. En este campo, visualizan como un riesgo doble la asistencia del Estado: un cambio de autoridades públicas podría recortar la asistencia económica o, a su vez, esa misma autoridad podría pretender ejercer la tutela de la organización. El otro elemento sobre el cual ya están trabajando y hay experiencias es el de la capacitación de los usuarios. No se demanda una formación “técnica”, sino que se pretende generar insumos para una participación efectiva e informada, por ejemplo, en temas de derechos y obligaciones, en adquisición de dinámicas de funcionamiento grupal y modelos organizativos, formación en prácticas saludables de la población, manejo de herramientas de comunicación, etc. Es interesante plantear que todos los niveles de participación reseñados a lo largo de este capítulo evidencian avances. La bibliografía sobre el tema reconoce la falta de indicadores y la dificultad adicional que plantea la necesidad de “aterrizar” las metodologías de evaluación a la comunidad con la que se trabaje. En todos los niveles de la escala de participación se han registrado transformaciones importantes durante este proceso de reformas, en particular, con innovaciones institucionales fuertes en el nivel en que el ciudadano se involucra en el control y la toma de decisiones de aspectos importantes del sistema. La medición de su impacto es un desafío para el proceso reformista, más si se tiene en cuenta su característica de “proceso complejo e intermitente, que puede cambiar, crecer o disminuir basado en el despliegue de las relaciones de poder y el contexto histórico-social del proyecto. Sus resultados no son controlables o predecibles y pasa con o sin profesionales” (Rifkin, 2003). Sin embargo, las particularidades de la experiencia uruguaya (dimensiones, nivel de los cambios, juventud del proceso) parecen ser propicias para profundizar la evaluación de los resultados en términos de calidad de los servicios, disminución de las inequidades, cambio de conductas de la población, etc. En síntesis, de cara al futuro podría decirse que los avances plasmados en los niveles más altos de la escala de participación generan mayores desafíos a las organizaciones que ocupan por primera vez esos nuevos espacios. Particularmente en estas primeras etapas, se generan necesidades de formación, apoyo económico, técnico y respaldo en la difusión, que permitan fortalecer sus organizaciones y los procesos democráticos que su accionar demanda. La concreción de espacios locales y departamentales (como los previstos en las normas del sistema) donde ejercer estas responsabilidades, podría dinamizar estos movimientos nuevos y fortalecer sus estructuras. Sin embargo, una visión romántica de la participación en estos niveles no debería provocar el debilitamiento de los demás espacios generados, en los que también hay acumulación de mayor trayectoria. 138 En consecuencia, parece lógico hacer un esfuerzo por potenciar todas las herramientas disponibles para la participación individual o colectiva de los usuarios, en la oportunidad y de la forma más pertinente, respetando la diversidad de intereses y de motivaciones presentes en la sociedad. Bibliografía Arnstein, S. A ladder of citizen participation. Journal of the Royal Town Planning Institute. Abril, 1971. Reino Unido. Disponible en: http://ntru.aiatsis.gov.au/ifamp/practice/ pdfs/Arnstein_1971.pdf. Barten, F. y Pérez, R. Una propuesta para la evaluación de la participación y promoción de la Salud en el marco de la contratación de servicios de salud privados por el sector público en el Primer Nivel de Atención en América Central. Taller Internacional, San Salvador. Enero, 2003. 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Son el ámbito para la expresión de múltiples y variados intereses sociales, económicos y políticos, con diferentes espacios para la interacción formal e informal entre los actores y, por lo tanto, están compuestos por protagonistas de muy disímiles objetivos, capacidades de organización, recursos técnicos y económicos, tradiciones, etc. De su interacción constante y dinámica, de su construcción de acuerdos y coaliciones, y de las distintas correlaciones de fuerza, surgen variadas configuraciones en la relación Estado-sociedad-mercado, y por ende distintas improntas en la constitución de los sistemas de salud. Una reforma sanitaria como la planteada en el programa de la fuerza política gobernante desde 2005, inevitablemente afecta múltiples combinaciones de intereses. En el nuevo escenario es esperable que los distintos actores involucrados movilicen sus recursos tratando de promover, vetar, o, al menos, modificar en un sentido deseable las iniciativas propuestas por el partido de gobierno. A partir de esta constatación, el objetivo general de este trabajo es describir el proceso político que produjo los pilares institucionales y legales de la reforma del sector salud, iniciada en el Uruguay a partir del año 2005. En particular, se pretende presentar los posicionamientos iniciales de la fuerza de gobierno para diferentes áreas del sector, para luego hacer foco en la influencia que en el resultado final de la Ley 18.211 pudieron haber tenido diferentes actores sociales. Se intentará identificar en torno a qué áreas tuvieron mayor incidencia y cuáles fueron las transformaciones que lograron plasmar. Sobre esta base, será interesante tratar de evaluar las eventuales ganancias y pérdidas de los distintos actores durante esta fase inicial del proceso reformista. Para ello, se realizará un análisis documental de fuentes secundarias, siendo la materia prima los discursos públicos de los actores de interés. Ante el dinamismo y constante cambio de escenarios, la selección de cotas temporales es un imperativo en un análisis como el propuesto. Por lo tanto, el marco temporal dentro del cual se circunscribe el mismo es definido a partir de la elección de determinados hitos documentales: el punto de partida corresponde al Programa de Salud de diciembre del año 2003, en tanto posicionamiento y aspiración del Frente Amplio, previo a la elección de octubre de 2004. El periodo estudiado finaliza con la sanción legislativa de la norma fundamental del Sistema Nacional Integrado de Salud, la Ley 18.211 de diciembre de 2007, en tanto consecuencia y resultado de la interacción de los distintos actores involucrados. Allí donde el análisis lo exija, se recurrirá a documentos que representen distintos momentos en el camino hacia la construcción normativa del sistema y a otros que faciliten la comprensión del posicionamiento de los actores, incluso por fuera de los límites temporales que enmarcan el estudio. En el segundo apartado se presentan las referencias teó- *Los autores de este capítulo quieren agradecer especialmente la colaboración de Mariana Fry, sin cuya contribución el mismo no hubiera sido posible. 140 ricas y conceptuales que guiarán el análisis a lo largo de trabajo. A partir de los enfoques clásicos de interpretación de resultados de los procesos de decisión política, se opta por un modelo de análisis que reconoce las influencias recíprocas entre el Estado y la sociedad. En un sentido complementario, el rol asumido por las nuevas autoridades sectoriales impone la referencia a un enfoque teórico que reconozca las posibilidades de acción del gestor público. Seguido de ello, luego de una breve caracterización de los principales actores involucrados, se desarrollará el análisis del proceso político de construcción normativa del SNIS, que será organizado a partir de la identificación de las cuatro funciones básicas de todo sistema de salud. El apartado final sintetiza los resultados del proceso político desarrollado durante la construcción del hito normativo de la reforma, esbozando el balance posible para los actores más relevantes. Sección 2. Miradas a los procesos de la decisión política Este apartado no pretende agotar la discusión teórica ni hacer una exposición exhaustiva del estado del arte del debate sobre los procesos de la toma de decisiones políticas y el intercambio entre actores, sino más bien esbozar una presentación articulada de los grandes bloques conceptuales que guiarán el presente análisis1. La preocupación por identificar las causas de las transformaciones políticas está presente en todos los análisis de los procesos de interacción pública. Una clasificación tradicional de las teorías que tienen este objetivo es la que las agrupa según hagan foco en las relaciones entre actores en la sociedad (sociocéntricas) o las que se dan en el seno del propio Estado (estadocéntricas). El presente trabajo se sirve de algunos aportes analíticos que hacen estos dos conjuntos de interpretaciones, lo que permite acercarse al proceso de mejor forma, en particular a partir del cambio de rol de la autoridad sectorial de salud en el año 2005. Anteriormente, otros observadores de los procesos de transformación y continuidad del sector salud uruguayo durante el período 1985-2000, pudieron concluir que entre las principales dificultades que enfrentaron los intentos de reforma sectorial se encontraba un Estado débil y precario en su papel de regulador del sistema (Moreira y Setaro, 2002). El conjunto de transformaciones que se están desarrollando en el sistema de salud y, en particular, el desarrollo de las herramientas para el cumplimiento de las funciones de rectoría de la autoridad pública sectorial, da cuenta de un cambio del papel del Estado en este terreno, que no permite mantener ese diagnóstico (MSP, 2009). En consecuencia, por un lado, es imperioso utilizar un marco analítico que tenga como protagonista al Estado, en la medida que durante la presente administración guberna- Los trabajos que sí relevan este debate y son base para este apartado son: Saiegh y Tommasi (1998), Mendíaz (2004), Grindle y Thomas (1991). 2 Aunque se detallará su integración en este capítulo, se pueden recordar las más importantes: el Consejo Consultivo para el Cambio del sistema de salud, la Junta Nacional de Salud, el Directorio de ASSE, los Consejos Consultivos y Asesores de los prestadores privados de salud. 1 141 mental éste se transformó en el principal referente para el diseño institucional, la proposición de transformaciones sectoriales y subsectoriales, y la conformación de redes de intercambio entre los distintos actores públicos y privados involucrados en cada una de ellas . tivos sociales involucrados. Por ejemplo, los grupos de presión que se movilizan ante un cambio en la política de producción de medicamentos no necesariamente participarán de la discusión sobre las competencias de los espacios para la participación social. Por otro lado, es necesario analizar los cambios y bloqueos que sufrieron los impulsos reformistas del principal actor, a la luz de las múltiples presiones (conglomerados de empresarios, partidos políticos de oposición y de gobierno, sindicatos, etc.). Ante la imposibilidad de presentar la descripción de la totalidad de cambios propuestos inicialmente por la fuerza de gobierno, con los actores respectivamente involucrados en su procesamiento y el efecto que su acción pudo haber tenido en la configuración legal del SNIS, en este trabajo se hace una obligada selección de temas y actores. Por lo tanto, es buen insumo como marco de referencia teórica el neoinstitucionalismo, que tiene en cuenta la interdependencia entre el Estado y la sociedad, integrando los entramados institucionales y las oportunidades o limitaciones que proveen, con los intereses, preferencias y recursos de los actores que confluyen en las distintas etapas del proceso. Complementariamente, por su perspectiva centrada en el decisor público, serán particularmente productivos los desarrollos presentados por Grindle y Thomas (1991), quienes desde una perspectiva “optimista” respecto a sus posibilidades de acción, plantean que los gestores públicos y los políticos no son simplemente forzados por la realidad a tomar determinadas decisiones, sino que tienen una gama significativa de opciones en el manejo de los problemas públicos. Sí es cierto que esas opciones se ven restringidas por las presiones y manejos de los grupos de interés, los contextos políticos internacionales, las trayectorias institucionales, la realidad de la economía doméstica e internacional y la capacidad y complicidad de las burocracias. Sin embargo, su ideología, valores, capacidad técnica y de liderazgo, sumado a un adecuado manejo de la agenda política (la identificación del momento adecuado y la movilización de los recursos políticos disponibles para promover exitosamente los componentes de un proceso de reformas), configuran un “espacio político” que se amplía o reduce en función de la combinación de estos rasgos identitarios con el buen uso de sus recursos técnicos, económicos, políticos y burocráticos. Por lo tanto, entre un abanico más o menos importante de posibilidades, los valores, la ideología y los recursos de los hacedores de política son determinantes del sentido y las características de las transformaciones generadas. Criterios para la selección de los actores relevantes Los límites de ese espacio político también diferirán según el área temática, dado que la complejidad y el volumen del sector salud determinan que distintos temas impongan costos y beneficios diferenciales para los distintos colec- Comprender cómo es posible que los cambios se hagan efectivos implica, en buena medida, conocer cuáles son y qué roles desempeñan los integrantes del elenco de cada escenario concreto. Cada sistema político, y en particular cada sector de políticas públicas, tiene una configuración diferenciada de actores con capacidad de vetar o promover iniciativas, y de su intercambio depende el resultado concreto del proceso político. En la concepción de Tsebelis (1998), un “actor de veto” es aquel cuyo acuerdo se necesita para tomar una decisión política. Éstos pueden ser: a) institucionales, cuando se valen de las potestades constitucionales para ejercer su veto (el cargo de presidente de la República es el ejemplo paradigmático en Uruguay), b) partidarios, cuando sus votos son imprescindibles para alcanzar las mayorías parlamentarias necesarias (en el caso del Frente Amplio, la mayoría parlamentaria propia ambientó un giro en las necesidades de la negociación, desde el vínculo interpartidario hacia el interior de la propia bancada de gobierno), y c) en función de los temas que se traten pueden aparecer otros actores de veto, tal es el caso de importantes grupos de interés como pueden ser los empresarios del sector mutual o de los seguros privados integrales, o la central de trabajadores, entre otros. Desde este enfoque, la estabilidad de las políticas aumenta a medida que se incrementa el número de actores con capacidad de vetar un cambio, a medida que aumenta la distancia en las posiciones que los mismos defienden, y a medida que aumenta su cohesión (entendida como la similitud de las posiciones políticas de las unidades que componen cada actor de veto colectivo). Esta última concepción es particularmente relevante porque jerarquiza las consecuencias que para el curso general de transformaciones puede tener un cambio en las relaciones de poder internas de un actor colectivo complejo (como ejemplo, el Sindicato Médico del Uruguay es posiblemente el actor colectivo más complejo, a partir de la multiplicidad de lógicas de acción que se manifiestan en su interior: empresariales, gremiales, político-partidarias). Por lo tanto, la selección de los actores se hará según el subsector de políticas de que se trate y en función de los recursos con que los mismos cuenten para prolongar inercias o modificar el rumbo de las políticas sanitarias. En esa oportunidad llegó al 50,45% del total de votantes. Una lista incompleta de esas reformas trascendentes impulsadas con simultaneidad, incluye: la del sistema tributario y la Dirección General Impositiva, las transformaciones del andamiaje de las relaciones laborales (nuevas leyes, convocatoria a la negociación colectiva, etc.), la creación del Ministerio de Desarrollo Social y la implementación del Plan Nacional de Atención a la Emergencia Social, la reforma de la salud con sus correspondientes modificaciones institucionales, la discusión en torno a la Ley de Educación, la reforma democrática del Estado, etc. Sección 3. El protagonistas escenario y sus La votación de las elecciones en octubre de 2004 determinó que el Frente Amplio obtuviera más de la mitad de las bancas en el Parlamento . Y las modificaciones normativas necesarias para la implementación de la reforma del sistema sanitario no requerían mayorías parlamentarias especiales. Por estas dos razones, en la medida en que el oficialismo procesara sus decisiones de una forma que asegurara el apoyo de sus legisladores en el Parlamento, no sería forzoso sumar el de ningún otro partido. Al desaparecer la posibilidad de veto de los partidos de la oposición, la consecuencia esperable era que el foco de la negociación de las distintas reformas se orientara a los vínculos entre los sectores del propio FA. Si bien esto podría parecer un escenario ideal, la evolución de la dinámica partidaria demostraría que los acuerdos no fueron logrados de forma tan sencilla. Es necesario hacer más complejo el análisis teniendo en cuenta que el repertorio de reformas impulsadas simultáneamente desde el Poder Ejecutivo era bien variado y profundo , y adicionalmente, que cada sector de reformas era predominantemente “liderado” por un ministerio y la mayoría de éstos, a su vez, por una fracción del FA. La consecuencia esperable era que la correlación de fuerzas internas fuera un factor determinante para el timing de las reformas. El circuito de toma de decisiones de la reforma de la salud vincula actores del partido de gobierno a distintos niveles. Hay que tener en cuenta los intercambios entre el PE sectorial (MSP), con otros actores como el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Banco de Previsión Social (BPS) en todo lo que hace a la disponibilidad y administración de los recursos del sistema. Saliendo de las relaciones “horizontales” aparece el vínculo con Presidencia, constituida en lo que Tsebelis denomina “actor de veto institucional” (a posteriori de la sanción normativa). En el mismo nivel se encuentra la relación con el Consejo de Ministros, pero esta vez como un actor con capacidades políticas de incidir en el proceso de elaboración reformista (esta es una característica que también tiene Presidencia actuando por sí sola). El otro conjunto de intercambios se da con el Poder Legislativo, tanto con los partidos de la oposición (por tamaño decreciente: Nacional, Colorado e Independiente), como con el propio partido de gobierno. La correlación de fuerzas determinó, como se dijo, que el esfuerzo negociador se centrara en la interna del FA. La discusión formal en el Parlamento se procesó en los plenarios y las comisiones de ambas cámaras. Sin embargo, la dinámica sustancial de negociación y modificación del proyecto de la “ley grande” se concentró en las reuniones de la bancada del propio partido de gobierno. Por lo tanto, la movilización de los recursos y las alianzas políticas, sumados al buen manejo de las agendas sectoriales superpuestas, fueron cruciales para el impulso de las transformaciones promovidas desde cada sector de la política pública. En el caso de la reforma que nos ocupa, con este escenario cabía esperar que la influencia proveniente desde fuera del partido se origine en los grupos de interés de tipo empresarial o de los distintos actores sociales involucrados, quienes buscarían los mejores canales para la consideración de sus reclamos (que por la complejidad del circuito de toma de decisiones, eran múltiples). El Frente Amplio también preveía la constitución de alianzas sociales a favor o en contra del proyecto reformista. El documento de la Unidad Temática de Salud del FA, publicado en el Diario Médico de noviembre de 2004, establecía que la “gravedad y el carácter estructural de la crisis que se padece en la salud ha llevado a las distintas fuerzas sociales a combinar sus reivindicaciones y reclamos inmediatos con propuesta de cambios profundos en un sentido programático”. Entre esas fuerzas sociales promotoras de una reforma como la deseada, se ubicaba la Federación Uruguaya de la Salud, la Unión de Trabajadores del Hospital de Clínicas, la Federación de Funcionarios de Salud Pública y los funcionarios de la salud del BPS y el Banco de Seguros del Estado, quienes confluyeron en un conjunto de propuestas programáticas aprobadas por el 7º Congreso del PIT-CNT, que el documento del FA identificaba como coincidentes con la propuesta propia. Entre otros aliados ubicaba al Sindicato Médico del Uruguay y a la Federación Médica del Interior como promotores de propuestas con similar dirección. Sin embargo, en ese documento de la Unidad Temática no se hacía una suma inocente de todas esas adhesiones, por el contrario, se reconocía que “no se trata de un conglomerado exento de contradicciones y pueden generarse dinámicas negativas de disgregación y choques que debiliten los soportes del cambio progresista del sector”. Al hacer un análisis de los grupos que se opondrían a la reforma propuesta, el documento señala la necesidad de “valorar el poder que tienen sectores interesados en sostener el actual status quo”, entre los que identifica a “las grandes multinacionales del medicamento”, “sectores empresarios vinculados con un conjunto heterogéneo de servicios parciales de salud” (como “los sistemas privados de seguros” y “algunas emergencias móviles”), “un conjunto de instituciones vinculadas a determinadas tecnologías” y “algunos grupos corporativos con ingresos desmesurados y descontextualizados”5. 3 4 142 Si bien el documento no lo explicita, posiblemente la referencia a “algunos grupos corporativos con ingresos desmesurados y descontextualizados” se oriente hacia los médicos de las Sociedades Anestésico Quirúrgicas (SAQ). Si bien en los últimos años esta brecha se ha ido reduciendo, en el primer semestre del año 2009 sus ingresos representaron el 13,9% del total de la masa salarial del mutualismo (mientras que sólo ocupan el 8,3% del total de cargos, técnicos y no técnicos). Fuente: DES, MSP. 5 143 Como se dijo anteriormente, no todos los actores sociales tienen la misma incidencia en las mismas áreas. Reconociendo esto, los flancos por lo que avanzó la política sectorial de reformas permitieron evadir la resistencia que hubiesen generado algunos de los grupos sociales que el FA identificaba dentro de la coalición opositora. Para entender mejor las acciones que se detallarán a lo largo de este trabajo, será interesante esbozar una breve caracterización de algunos jugadores involucrados. El actor social que involucra más personas es el que conforman los usuarios del sistema de salud. Su participación no es nueva, aunque desde el inicio del actual proceso reformista se ha innovado en los tipos de participación y los espacios en los que se desarrolla. Más allá de los vínculos individuales de los usuarios con los diferentes niveles del sistema, su participación colectiva y organizada se daba tradicionalmente bajo la forma de asociaciones para la promoción de prácticas saludables o programas de salud y, también, para la provisión de distintos servicios o insumos sanitarios (el mutualismo o las policlínicas comunitarias son buenos ejemplos). A partir de la creación del SNIS se generaron espacios para la participación de la sociedad en niveles que involucran el control y la toma de decisiones sobre distintos aspectos de gestión, tanto de prestadores como del sistema en general . Los usuarios como actor social no han sido un grupo de presión determinante en el rumbo de la reforma. Sin embargo, desde el inicio del proceso han avanzado considerablemente en la construcción de su capacidad organizativa y sus representantes en los distintos órganos se han comenzado a constituir en canal de expresión de los intereses ciudadanos. Por otra parte, los trabajadores, concentrados en la central sindical PIT-CNT, componen el actor clave a la hora de canalizar demandas sociales en Uruguay, articulando tanto en torno a factores de tipo corporativo (salario, condiciones de trabajo) como en muchos otros temas de la agenda social nacional (derechos humanos, política internacional, etc.). La crisis que se consolidó en el sistema de salud en las últimas décadas motivó la generación de diagnósticos y propuestas de cambio desde todos los actores políticos y sociales vinculados al tema. En su 7º Congreso, realizado en 2001, el movimiento sindical denunciaba la situación crítica, a la vez que reconocía como soluciones la necesidad de fortalecer el rol regulador del Estado y la de crear un Sistema Nacional de Salud, a través de la articulación de los servicios públicos y privados existentes. Asimismo, en dicho congreso se trabajó en torno a las siguientes propuestas: “Regionalización y descentralización, organización del sistema por niveles de complejidad y la más amplia participación social. Creación de un Fondo Nacional de Salud que centralice los aportes. Ampliación de la cobertura de salud a través del sistema de Seguridad Social”. El Frente Amplio también recoge estas líneas, lo que pauta las fuertes coincidencias que durante el período se dan entre las propuestas de reforma del gobierno y las del movimiento sindical. Las discrepancias se dieron en cuanto al manejo de la agenda, dado que los sindicatos de trabajadores del sector reclamaban la necesidad de acelerar los procesos de cambios. Los grupos principales de trabajadores de la salud se organizan en la Federación de Funcionarios de la Salud Pública (FFSP), que nuclea a los trabajadores no médicos del sub-sector público, y la Federación Uruguaya de la Salud (FUS), que agrupa a los trabajadores no médicos del ámbito privado. Otros observadores, al analizar los vínculos entre los diferentes sindicatos sectoriales y la reforma de la salud, constataron que la FUS “ha planteado un apoyo acérrimo a la reforma en curso, no sólo colaboró en la propuesta que defiende el PIT-CNT, sino que (…) constituyen los insumos que dan cuerpo a la propuesta presentada en el Programa de Gobierno del Frente Amplio, hoy en curso” (Pérez, 2009: 46). En el caso de la FFSP, su propuesta planteaba la necesidad de construir un Sistema Único y Estatal de Salud . En este sentido, el apoyo a la reforma en curso se fundamenta en la lectura de que constituye un paso intermedio, que permite aproximarse a su propuesta. A diferencia de lo que ocurre con la FUS, este sindicato ha mostrado coincidencias y distancias con las propuestas del gobierno; la relación entre el gobierno y la FFSP durante el período no ha sido carente de conflictos. Sin embargo, es posible afirmar que el gobierno cuenta con un aliado en la FFSP, ya que a la vez que se visualiza la reforma como un sub-óptimo deseable desde el punto de vista estratégico, los trabajadores del sector han venido obteniendo mejoras muy importantes en sus condiciones de trabajo (que era un reclamo desde hace tiempo, como base para otras transformaciones). Otro actor clave del sector salud lo constituyen las organizaciones médicas gremiales, que son fundamentalmente tres: el SMU, la FEMI y las SAQ. Como primera organización de médicos de carácter gremial de nuestro país (fundada en 1920), el SMU tuvo una impronta capitalina en su conformación. Pese a la realización de actividades de difusión de la actividad sindical y de la constitución de distintos sindicatos a nivel departamental, la unidad médica nacional a nivel gremial fue un objetivo no alcanzado. En 1934 se organizó un centro asistencial dependiente del SMU: el CASMU. Esta particularidad hace del SMU un actor de carácter por lo menos dual, ya que siendo quien aglutina las expresiones y demandas gremiales del contingente médico, también reivindica intereses empresariales (por su calidad de prestador de servicios de salud integrado al SNS)8. Como ya se dijo, en la propuesta de la Unidad Temática de Salud del Frente Amplio se identificaba al SMU como un aliado en el proceso de reforma del sector. En este sentido, se destacaban las declaraciones finales del Encuentro de Solís II y de la VIII Convención Médica, como posiciones que se encontraban en sintonía con las propuestas del El capítulo 6 de esta publicación se ocupa específicamente de la participación social en salud. Allí se puede profundizar conceptualmente sobre los niveles de la participación en el SNIS y los procesos de gestación y desarrollo de los movimientos de usuarios en Uruguay. 6 144 Frente Amplio. Esta sintonía coincidía con una correlación de fuerzas interna del SMU que le era favorable: en 2005 la coalición mayoritaria estaba compuesta por dos sectores identificados con el FA: Fosalba y Convocatoria. No obstante, con la elección gremial del año 2006, la correlación de fuerzas interna cambió y por primera vez la Unión Gremial Médica (afín a los partidos tradicionales) fue el sector mayoritario. Esto supuso una reorientación del posicionamiento gremial ante el proceso de reforma, haciendo evidentes las discordancias (lo que se potenció por la capacidad que tuvo el SMU de introducir temas en la agenda pública del sector). tuido por las Instituciones de Asistencia Médica Colectiva (IAMC). En sus orígenes, estas se conformaron basadas en los principios del mutualismo, integradas a partir de diversos orígenes asociativos (nacionales, religiosos, etc.). Actualmente hay 41 IAMC que son responsables de la atención en salud del 52,8% de la población total del país (ECH, 2008). De ellas, 12 se encuentran ubicadas en Montevideo y las restantes 29 en el interior del país. Como se indicara anteriormente, 23 de estas últimas se agrupan en la FEMI, mientras que las seis restantes lo hacen en la Federación de Cooperativas Médicas del Interior (FECOMI). El perfil capitalino del SMU se equilibra desde el punto de vista gremial con la FEMI. Creada en 1966, inicialmente agrupaba a los médicos radicados en el interior del país en asociaciones departamentales y regionales. En la actualidad, FEMI está integrada por 22 instituciones gremiales pertenecientes a los 18 departamentos del interior del país y 23 instituciones de asistencia médica, que brindan cobertura a 680.000 personas. En Montevideo existen dos cámaras que agrupan a la mayoría de las IAMC: por un lado, el Plenario Mutual es una cámara integrada por instituciones de mediano porte, y por otro, está la Unión de la Mutualidad del Uruguay (UMU), integrada por los prestadores jurídicamente mutuales (propiedad de todos sus asociados). También hay prestadores no incluidos en ninguna cámara, algunos de ellos de gran porte (CASMU y MUCAM están en esta condición y en cuanto a número de afiliados representan, respectivamente, al primer y segundo prestador privado del sistema). Al igual que sucede con el SMU y el CASMU, la conformación dual de la FEMI dificulta la identificación de las lógicas que dan sentido a las distintas acciones colectivas. La FEMI es otro de los actores que el Frente Amplio identificó dentro del bloque de apoyos sociales que darían sustento a los cambios planteados en su propuesta programática. Según lo expresado en el documento de la FEMI La salud que queremos para los uruguayos, del año 2004, en términos generales, se comparten los objetivos y los valores que sustentan la reforma impulsada desde el gobierno. No obstante ello, a lo largo del trabajo serán presentados varios puntos en los cuales FEMI mostró posturas discrepantes. La Cámara de Seguros Privados nuclea a las restantes 6 instituciones privadas integrales del sistema de salud. Las mismas son instituciones con fines de lucro que no necesariamente cuentan con infraestructura asistencial propia. Atienden solamente al 1,8% de la población del país (ECH 2008), que es en general, la de mayor nivel de ingresos. Si bien su accionar político no tiene gran visibilidad pública, manejan múltiples recursos que los constituyen en un actor con importante capacidad de influir en el rumbo de las decisiones que lo atañen. El cuadro gremial de los médicos lo cierran las Sociedades Anestésico Quirúrgicas (SAQ). Originada en 1992 como una escisión del SMU, agrupa sociedades definidas por especialidad: traumatología, ginecología, cirugías, anestesiología, oftalmología, urología y otorrinolaringología. Desde el inicio de su trayectoria, las SAQ se han involucrado en varios conflictos, en su mayoría centrados en reivindicaciones asociadas a los tipos y montos de las remuneraciones que perciben los especialistas asociados o a las condiciones que permiten mantener los beneficios alcanzados en ese sentido9. Si bien es una asociación numéricamente menor, la función de sus asociados en el sistema y el hecho de que dispone de una importante batería de recursos la constituyen en un actor con indudable poder de veto. Otro actor central para el análisis de este proceso es el que conforman los prestadores privados de salud. Se pueden identificar prestadores sin fines y con fines de lucro, brindando servicios integrales o parciales. El segmento de prestadores integrales sin fines de lucro está consti- Los prestadores parciales de salud cubren una amplia gama de servicios, con arreglos institucionales diferenciales (público o privado), contratando a su vez junto a otros servicios de salud o a usuarios particulares. Dentro de esta variedad, los principales servicios son los de las Emergencias Médico Móviles, las Cajas de Auxilio, los Institutos de Medicina Altamente Especializada (IMAE) y las clínicas que diagnóstico y/o tratamiento. La peculiaridad de estos dos últimos actores es que incorporan tecnologías de alto costo para realizar sus procedimientos. Por sus dimensiones , uno de los representantes más activos de este sub-sector lo constituye la Cámara de Emergencias y Asistencia Extrahospitalaria del Uruguay. Ésta se encuentra integrada por tres de las principales empresas de emergencia móvil de Montevideo (SUAT, SEMM y UCM) y por otros 37 servicios de emergencia del interior del país. Las Cajas de Auxilio o seguros convencionales son otro actor de relevancia, en tanto dan cobertura a un importante número de usuarios. Se trata de un sistema de aporte y administración bipartitos, entre obreros y patrones, que ase- Con fines ilustrativos, se referencia una entrevista realizada al actual representante de los trabajadores de la salud pública en el Directorio de ASSE, Alfredo Silva, en la que sostuvo que: “Esta Federación (por la FFSP) va a defender el Sistema Único Nacional Público y Estatal, más allá de que tengamos algún compañero con mala memoria. Nosotros discrepamos con el sistema integrado, entendemos que no garantiza la equidad sanitaria para todos los uruguayos (…) Debemos corregir inequidades de todo tipo: del punto de vista salarial, de las condiciones de trabajo (…) para comenzar a transitar el camino hacia el Sistema Nacional de Salud con esa condición, de que sea Público y Estatal, sin ninguna palabrita ‘integrado’”. Tomado de Solidaridad: Periódico Obrero Popular. Núm. 2. Disponible en: http://www.nodo50.org/fau/revista/solidaridad_2/6.htm 8 Al día de hoy, el CASMU es la institución mutual que tiene más afiliados. A pesar de ello, desarrolla una crónica crisis económico-financiera, abriendo otro frente de confrontación con la reforma sectorial. 7 145 gura la atención a la salud de sus asociados. En la mayoría de los casos contratan servicios a instituciones privadas y suelen agregar servicios a la cobertura regular. La normativa vigente prevé su incorporación al FONASA. Por otro lado, en la Asociación de IMAE se agrupan los servicios públicos o privados que, mediante contratos con el Fondo Nacional de Recursos (FNR) , brindan cobertura a prestaciones de diagnóstico y tratamiento de enfermedades que por su complejidad y alto costo implican un tratamiento especializado. Mayoritariamente, son propiedad de médicos especialistas asociados a la utilización de esas técnicas. en Salud del Frente Amplio, aprobado en el Congreso Héctor Rodríguez de diciembre de 2003. El mismo se complementa con las propuestas del Plan de Gobierno de la Unidad Temática de Salud del Frente Amplio (culminado en el mes de mayo de 2004 y no sometido a una instancia de “validación” de la orgánica del FA)12. Con esto se pretende documentar la visión “ingenua” de la fuerza de gobierno. O sea, presenta la mirada que no tenía en cuenta las situaciones que sólo se conocen en profundidad a partir del acceso efectivo al ejercicio de gobierno (más aun en este caso, cuando el FA llega al gobierno nacional por primera vez). A lo largo de la parcial revisión de actores realizada en este apartado se puede ver que el escenario es complejo y las lógicas que recorren el accionar de los actores colectivos son múltiples y, en algunos casos, contrapuestas. Sin duda, se puede afirmar que el actor paradigmático en ese sentido son los médicos. Su inserción en todos los niveles del sistema, con distintas responsabilidades, hace que sus intereses recorran transversalmente partidos políticos, instituciones prestadoras, gremios, empresas proveedoras de tecnología, etc. Esto puede llegar a darse con rotación de las mismas personas en cargos de responsabilidad en las distintas esferas o también, directamente, con la superposición de los distintos roles en una misma persona. Por lo tanto, el discernimiento difícil del sentido de las acciones de estos actores colectivos complejos, debería encontrar una explicación en las correlaciones de fuerza variables entre sus variados componentes y lógicas de funcionamiento. De las más generales, podrían destacarse situaciones como la disponibilidad o carencia de los recursos económicos necesarios, los vínculos con otras dependencias del Estado o las “filtraciones” que pudieran generarse en los distintos niveles del sistema de toma de decisiones del gobierno. En lo estrictamente sectorial, figura la disponibilidad de recursos humanos nuevos y perfiles de los presentes en las dependencias a ocupar, las lógicas de funcionamiento institucional, las trayectorias de los responsables de ejecutar las diferentes medidas, la existencia de las bases de información adecuadas, entre muchas otras dificultades difíciles de valorar a priori. Un segundo momento que presenta el estado intermedio del proceso lo constituye el proyecto de la ley “grande” de creación del SNIS enviado por el Poder Ejecutivo a la Cámara de Senadores en marzo de 2007. El mismo sintetiza el proceso de diálogo y negociación con los actores del sistema de salud ocurrido durante los primeros años de gobierno. Finalmente, se procesa la Ley 18.211 aprobada el 5 de diciembre de 2007, que crea el nuevo sistema y condensa el conjunto fundamental de transformaciones que los actores del sector salud han logrado plasmar. Sección 4. El proceso político de la creación normativa El análisis del proceso de gestación de la reforma del sector salud se ordenará según cuatro dimensiones, vinculadas a las funciones básicas que debe asumir un sistema de salud según la OMS (2000). En primer lugar y en referencia a la función de rectoría, se analiza el proceso de debate sobre cuáles deberían ser las mejores herramientas institucionales para el gobierno del sistema y su integración. En segundo lugar, se analizan los cambios vinculados con la función de provisión de servicios de salud, particularmente en lo que refiere a las estrategias para el cambio del modelo de atención y a la definición de los prestadores que integrarían el sistema y su articulación. Posteriormente sigue el debate entorno al financiamiento del sistema, y finalmente el eje referido a la función de provisión de recursos para el funcionamiento del sistema de salud, especialmente en lo que atañe a recursos humanos, medicamentos y tecnología. Para el desarrollo de este trabajo se tomarán como referencia diferentes hitos que reflejan el proceso de debate de la reforma sanitaria y los cambios que se fueron introduciendo a lo largo del período. Se partirá del análisis Programa El año 1993 vio el fin de un largo conflicto protagonizado por las SAQ, con el resultado de la reconfiguración del pago por “acto médico”. El mismo es un pago adicional al salario fijo, que los especialistas reciben por cada intervención quirúrgica que realizan en las instituciones de salud privadas de Montevideo. Variados análisis han atribuido a esto parte importante de las dificultades económico-financieras que supo atravesar el sector mutual. Durante este período de gobierno se insinuó una solución legislativa desde la bancada del FA, que finalmente no prosperó. Ver: Diario El País, edición del 10/03/2009 y Diario La República, edición del 28/09/2007 9 146 Complementariamente, se consideran los documentos elaborados en el marco del Consejo Consultivo para el Cambio convocado por el MSP al iniciar la gestión (Decreto 133/005), cuya primera etapa abarcó los meses de mayo, junio y julio de 2005. Estos constituyeron un espacio de intercambio y negociación con los actores involucrados, que funcionaron a partir de reuniones plenarias de todos los representantes y de la convocatoria a mesas temáticas sectoriales (que abordaron la discusión de temas específicos: complementación asistencial, emergencias móviles, tecnología, etc.). El análisis de estos documentos permitió identificar las características del proceso desarrollado entre el momento inicial (previo a la asunción del gobierno por parte del FA) y el Proyecto de Ley presentado por el PE. Asimismo, el estudio del proceso de negociación y de las propuestas y reclamos de los actores se complementa con el análisis del debate parlamentario de la Ley. El insumo disponible son las actas que recogen la discusión procesada en las comisiones vinculadas de ambas cámaras13. Este estadio de la discusión involucró la participación de los actores extraparlamentarios vinculados a los diferentes temas, de manera que el procesamiento de estos docu- mentos permite analizar los diferentes posicionamientos. Por último, en cada uno de los apartados se complementa el estudio con documentos pertinentes, como decretos reglamentarios, propuestas de los participantes del Consejo Consultivo, síntesis documentales de las mesas temáticas, distintos documentos del PE, referencias en prensa, etc. 4.1. La concepción institucional del gobierno del SNIS La reconstrucción jurídico-institucional que el Frente Amplio entendía necesaria, abarcaba todos los niveles de la normativa vinculada a la salud de la población. El ejemplo paradigmático de las pretensiones de reforma del andamiaje legal podría identificarse en la propuesta de reforma constitucional contenida en el programa. En consonancia con la concepción de la salud como un derecho humano fundamental, se proponía la reforma del artículo 44 de la Constitución de la República, para que establezca que “el Estado tiene el deber y la responsabilidad de asistir la salud de todos los habitantes del país” y no, como lo hace actualmente, que consigna que “todos los habitantes tienen el deber de cuidar su salud, así como el de asistirse en caso de enfermedad. El Estado proporcionará gratuitamente los medios de prevención y de asistencia tan sólo a los indigentes o carentes de recursos suficientes”. Esta reforma no fue llevada adelante, aunque sí se plasmó esta concepción en los dos primeros artículos de la Ley 18.211. El artículo 1º reglamenta “el derecho a la protección de la salud que tienen todos los habitantes residentes en el país y establece las modalidades para su acceso a servicios integrales de salud. Sus disposiciones son de orden público e interés social”, y el artículo 2 establece como competencia del MSP “la implementación del Sistema Nacional Integrado de Salud”, el que, a su vez, “asegurará el acceso a servicios integrales de salud a todos los habitantes residentes en el país”. Las propuestas para el gobierno del SNIS Del recorrido documental que se realiza en este apartado surge claramente que la construcción de los nuevos órganos de gobierno del sistema y la definición de su naturaleza jurídica, fueron temas de debate constante . Aquí se pretende sintetizar los principales cambios que las propuestas del Poder Ejecutivo (en cuanto principal actor), muestran en distintos documentos de acceso público (fundamentalmente los vinculados a la naturaleza jurídica y la composición de la nueva institucionalidad). En los documentos elaborados por la fuerza de gobierno antes de asumir el control del PE, la conducción del SNIS se presenta estructurada sobre dos pilares: por un lado, la Junta Nacional de Salud (JUNASA), como responsable de la dirección general del sistema, y por otro, la Superintendencia de Salud, responsable de la administración del Seguro Nacional de Salud (SNS). La Junta Nacional de Salud En el Programa en Salud de diciembre de 2003 y en el documento de la Unidad Temática, se plantea que el “SNIS debe ser un organismo público descentralizado, en la órbita del MSP, dirigido por una Junta Nacional de Salud”. Se preveía que la JUNASA estaría integrada de la siguiente manera: el Ministro de Salud Pública (que la presidiría), el Superintendente de Salud, el Director General de Salud, un representante electo por los usuarios y un representante electo por los trabajadores. La Junta contaría con una Comisión Consultiva, integrada por un representante del mutualismo, uno del cooperativismo médico, uno odontológico y uno de la Universidad. En el Proyecto de Ley ingresado al Parlamento en marzo de 2007, el Art. 22 creaba la JUNASA como un servicio descentralizado. En consonancia, el inciso i) del Art. 25 establecía las competencias del directorio y, entre ellas, la de proyectar el presupuesto del organismo de acuerdo al artículo 220 de la Constitución de la República. En cuanto a la integración, estaba previsto que la dirección estuviera “a cargo de un Directorio integrado por siete miembros: cuatro de ellos designados por el Poder Ejecutivo de la forma prevista en el artículo 187 de la Constitución (dos a propuesta del Ministerio de Salud Pública, uno de los cuales lo presidirá), uno a propuesta del Ministerio de Economía y Finanzas y otro a propuesta del Banco de Previsión Social. Los restantes miembros, que representarán a los prestadores de servicios de salud que integren el Sistema Nacional Integrado de Salud, a sus trabajadores y a sus usuarios, a razón de uno por cada sector, serán elegidos por el procedimiento que asegure una selección democrática, según lo determine la reglamentación”. En el texto definitivo de la Ley, la naturaleza jurídica del nuevo organismo creado varió. El artículo 23 crea la JUNASA como un organismo desconcentrado, dependiente del MSP. El artículo 25 plasma algunas modificaciones al establecer que la JUNASA tendrá carácter honorario y, en cuanto al procedimiento de integración, se establece que los miembros serán designados directamente por el PE15. La cantidad y distribución de los cargos es la misma que la prevista en el Proyecto de Ley. Superintendencia en Salud En los documentos programáticos del FA previos al acceso al gobierno, la Superintendencia figuraba como la administradora del Seguro Nacional de Salud, dependiente del MSP y dirigida por un Consejo Directivo de tres miembros nombrados por el PE, uno de los cuales la presidiría como Superintendente. En el documento que resumía los lineamientos de la reforma, que circulaba a fines de 2005, se continúa hablando de una Superintendencia de Salud, aunque con una composición y algunas funciones similares a Brinda cobertura a más de un millón de usuarios y emplea aproximadamente a 4.000 trabajadores. El FNR es el organismo responsable de administrar los fondos (provenientes de aportes públicos y privados) para la contratación de los IMAE. Fue creado en 1980 bajo la forma jurídica de persona pública no estatal y es cogobernado por representantes públicos y privados. 12 Se hizo público en la edición digital de El Diario Médico, Núm. 8, de noviembre de 2004. 10 11 147 las planteadas inicialmente para la JUNASA16. Puntualmente, planteaba que la misión de la Superintendencia estaría dividida entre administrar y asignar los recursos del sistema (función prevista desde un principio para el organismo que llevara ese nombre) y también “regular los aspectos esenciales del funcionamiento, especialmente en lo relativo a la definición de las cápitas y su ajuste según riesgo de la población cubierta y a los trazadores de resultados y sus indicadores”. Claramente, esta es la función novedosa. Desde el punto de vista jurídico se preveía que fuera una persona pública no estatal y estuviera “presidida por un delegado del MSP, en cuya integración tendrá la mayoría el PE con presencia del MEF y BPS, y en su seno tendrán participación empresas prestadoras integrales del servicio de salud, usuarios del sistema y trabajadores del SNIS”. Posteriormente, en el proyecto enviado por el PE al Parlamento y en el texto de la Ley 18.211, no existe la referencia a esta organización. En realidad, en el documento de lineamientos de la reforma de fines de 2005 ya estaba claro que se crearía una sola institución, sea la JUNASA o la Superintendencia de Salud. En ese texto se vislumbra que la nueva organización sería un híbrido de las dos previstas inicialmente, tanto por su integración, como por las funciones atribuidas. Esto responde al procesamiento de múltiples opiniones y a la articulación con otras reformas implementadas en simultáneo por el gobierno nacional17. El resultado El intercambio con los distintos actores del sistema, privados y públicos, tuvo consecuencias. En cuanto a los primeros, es claro que se generó la modificación de los miembros de la organización creada. En especial, la inclusión de un representante de las empresas prestadoras de salud. Su participación estaba inicialmente prevista en una Comisión Consultiva de la JUNASA, junto a otros actores del sector (Universidad de la República, odontólogos). Aunque el tema de la participación de los actores sociales en los nuevos órganos de gobierno del SNIS es tema específico de otro capítulo, corresponde indicar que los prestadores se manifestaron en este sentido desde que tuvieron oportunidad. En el proceso de intercambio que abrió el Consejo Consultivo para el Cambio en Salud, una de las comisiones de trabajo que se generaron en la primera etapa fue la del Seguro de Salud. Entre los pendientes de ese grupo de trabajo ya figuraba “analizar la forma jurídica de la Superintendencia” y la “integración y participación de la sociedad y los prestadores” en la misma . La consecuencia es que, en los lineamientos de la reforma presentados a fines del primer año de gobierno, ya figuraba la inclusión de los prestadores en lo que terminaría denominándose JUNASA, aunque en ese momento estuviera pensada como Superintendencia de Salud. El Proyecto de Ley y la propia Ley, formalizarían esa inclusión. Los nuevos espacios para la participación social De todas formas, es factible que la definición de las instituciones de gobierno del SNIS sea de los temas más influenciados por los debates internos, de tipo técnico y político, y por el intercambio con otros actores públicos. El estudio de las alternativas formales y sus ventajas y desventajas, sumado a la posible acumulación de poderes de un órgano tan potente como el previsto en los programas del FA para la JUNASA (que podría rivalizar con el propio MSP, superponiendo estructuras y competencias), posiblemente hizo que el resultado sea el actual. La promoción de la participación de usuarios y trabajadores del SNIS es uno de los principios rectores de este proceso de reformas. En este apartado se dará cuenta de los espacios previstos inicialmente y los concretados efectivamente en la normativa del sistema. La participación de usuarios y trabajadores en el órgano de conducción del sistema estuvo prevista desde el momento programático y se consolidó con la sanción de la Ley 18.211 y la integración de la JUNASA. En ese sentido, la modificación de su rol está asociada al cambio de competencias que sufrió el propio organismo en el proceso. En cuanto a la negociación con los otros actores públicos involucrados, es probable que este ítem de la reforma de salud sea, junto a la estructura del financiamiento, de los más influidos por la agenda de los múltiples procesos de reforma que con simultaneidad se estaban iniciando en los primeros dos años de la actual administración de gobierno . El vínculo con el MEF se intensificaba por la instrumentación de la reforma tributaria, por lo que la definición del tipo de financiamiento y la administración de los recursos se vio determinada por esto. La preponderancia de la reforma tributara durante 2006, sumado a la decisión de canalizar la ampliación de la cobertura del SNS a través de la seguridad social, hicieron que el MEF y el BPS se transformaran en actores centrales (ocupando un lugar en la institución de gobierno resultante). En síntesis, podría concluirse que el proceso de conformación institucional, marcado por un debate que posiblemente aún no esté cerrado, generó una institución menos “potente” de lo previsto inicialmente por el programa del FA. La JUNASA actual tiene menor autonomía que la planificada (pasa de ser un organismo descentralizado a uno desconcentrado) y menor peso institucional real (no está incluido el Ministro de Salud, no tiene por qué estar integrada por el Director General de Salud). En contraste, el artículo 27 de la Ley 18.211 posibilita la integración de Consejos Asesores Honorarios Departamentales y Locales, los que también tendrán representación de los actores sociales involucrados. Estas instituciones aun no conformadas (similares a las que el Programa de Gobierno llamaba Sistemas Locales de Salud) podrían vigorizar la actuación de los representantes sociales y con ello la influencia de la JUNASA a nivel nacional. En la Cámara de Senadores fue la Comisión de Salud Pública integrada con Hacienda, mientras que en la Cámara de Representantes fue la de Hacienda integrada con la de Salud Pública y Asistencia Social. 14 Esto es tan así, que amerita que uno de los capítulos de este libro esté centrado en enriquecer y documentar esa discusión, presentando las opciones técnicas evaluadas por el equipo asesor del MSP, los aportes de otros actores, su tratamiento político y las características de la institución resultante. 15 El Art. 187 de la Constitución de la República establece que los miembros de los “Directorios y los Directores Generales que no sean de carácter electivo, serán designados por el Presidente de la República en acuerdo con el Consejo de Ministros, previa venia de la Cámara de Senadores”. Este requisito, dada la modificación institucional de la JUNASA, fue eliminado. 16 En este documento no se hizo ninguna referencia a la conformación de la JUNASA. El Programa aprobado en diciembre de 2003 establece que el modelo de gestión vigente a la fecha excluía “la participación de trabajadores y usuarios en la definición de políticas y planes de salud”. Además, se establecía que la participación de estos dos actores sociales era “uno de los principios fundamentales de la organización y el funcionamiento del SNIS, desde la base hasta la dirección, a nivel local, departamental y central”. En consecuencia, se planteaba que la elaboración del Plan Nacional de Salud debía ser una instancia participativa, con fuerte presencia de los sistemas locales de salud y con la intención de que la comunidad participe en los diagnósticos y la definición de los programas prioritarios y líneas de acción. Pero las transformaciones no estaban previstas sólo para los espacios de gestión públicos, sino que se pensaba en la modificación de “los estatutos de las empresas privadas que se integren al sistema, efectivizando la participación en sus directorios, de los trabajadores y usuarios”. Respecto a este último punto, el Plan de Gobierno en Salud del año siguiente ya establecía algunos matices. En el bloque de transformaciones propuestas vinculadas a la participación de trabajadores y usuarios, se plantea la inclusión en el Proyecto de Ley de la integración de representantes de estos colectivos a la JUNASA, “así como en las distintas Instituciones de Asistencia a la Salud Colectiva que se integren al SNIS”. Es evidente que aquí, por un lado, ya no se habla de todas las empresas privadas que integren el sistema sino de las IAMC, y por otro, no se propone la modificación estatutaria ni la integración en sus directorios de estos actores sociales. El informe de trabajo de la primera etapa del Consejo Consultivo establece que la comisión que trabajó en torno al modelo de gestión del sistema “profundizó en la línea de lo propuesto por el MSP en cuanto a la participación de trabajadores y usuarios a nivel de empresas y sistema, e impulsando movimientos de usuarios y de la comunidad a través de Asambleas Representativas de cada zona”. Si bien es cierto que el tema no estuvo en la agenda primordial de discusión durante los dos primeros años , aquí encontramos 13 148 una posible explicación: la debilidad de los movimientos de usuarios. En el mismo sentido, el documento consigna que para esa primera etapa de trabajo “no se pudo contar con la presencia organizada de los usuarios del sistema de salud”. Es evidente que el Consejo Consultivo funcionó en esas primeras reuniones plenarias como un espacio de intercambio y ajuste mutuo de posiciones. En la discusión genérica sobre la necesidad de la gestión democrática, transparente y eficiente, se llega a la conclusión de que “es necesario avanzar en las definiciones precisas de estos conceptos en su forma práctica”. La disminución del rango destinado a los espacios de participación a nivel de los prestadores privados de salud, insinuada ya en el documento de la Unidad Temática, se consolida en el Proyecto de Ley enviado al Poder Legislativo. El artículo 11 propuesto indicaba que para integrar el SNIS, “es preceptivo que las entidades públicas y privadas cuenten con órganos de control social representativos de sus trabajadores y usuarios, que tendrán funciones consultivas, de asesoría, de fiscalización de la gestión y de orientación en las estrategias institucionales”. El artículo 12 aprobado finalmente, eliminó el detalle de las funciones que desempeñarían esos órganos y la propia noción de “control social”, dejando el tema de su naturaleza y forma a la reglamentación de la Ley. En cuanto a la concepción de la participación, el Proyecto de Ley en su artículo 47 establecía que los usuarios “tendrán el derecho y el deber de participar”, mientras que el artículo 53 que finalmente se aprobó suprime la noción de la participación de los usuarios como un deber, consignando sí el derecho a hacerlo. El tema fue retomado por el Consultivo recién a finales de 2007, cuando el Proyecto de Ley se había convertido en la Ley 18.211. En el Consultivo convocado para el 4 de diciembre de 2007, el MSP plantea la discusión sobre, entre otros temas, la reglamentación de los órganos consultivos de participación de trabajadores y usuarios en las IAMC. Para esa instancia se elaboró un documento que planteaba una discusión sobre los objetivos de la participación, las funciones de los Consejos Consultivos y Asesores (CCA), el carácter preceptivo de la consulta, entre otros temas. Entre las funciones figuraban la de “aportar ideas y opiniones”, “realizar propuestas” o “ser escuchados” por los órganos directivos de los prestadores, apoyados en la idea de que los CCA “tienen un rol fundamental a jugar en el desarrollo de una estrategia diferente de modelo sanitario y de gestión”. También se establecía que la reglamentación de la Ley debía identificar cuáles serían las consultas que tendrían carácter preceptivo para la institución. Se planteaba que “sus resoluciones constituyen directrices, con el rango de recomendaciones para los órganos de gobierno de los prestadores, los cuales tendrán que dar respuesta motivada a todas las recomendaciones formuladas” por el CCA y que sean rechazadas o modificadas. Corresponde aclarar que la reglamentación de la Ley, plasmada en el Decreto 269/008, Como ejemplo de esta situación, el documento de lineamientos de la reforma planteaba que en esos momentos se había “decidido la creación de una comisión conjunta de los Ministerios de Salud y de Economía para analizar las formas de integración y convergencia de los aspectos de aportación del Seguro Nacional de Salud y el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas de la Reforma Tributaria”. 18 Tomado de: Informe de trabajo, primera etapa del Consejo Consultivo, MSP. 19 El estatuto del trabajador de la salud también fue influenciado por la agenda general del gobierno. En especial, se procesaba el reordenamiento de las relaciones laborales, dado que junto a la sanción de normas fundamentales en el área se reconvocaba a los Consejos de Salarios para todas las ramas de actividad. 17 149 fija en su artículo 10 que las resoluciones que adopten los CCA tendrán carácter de “recomendaciones sin efectos vinculantes para el prestador”. Con esto queda de manifiesto el proceso de reducción de competencias atribuidas a las instancias en las que participan los representantes sociales en el subsistema privado21. En contraste con esta situación, la Administración de los Servicios de Salud del Estado tiene, a partir de la sanción de la Ley 18.161, un directorio compuesto por cinco miembros, uno de los cuales representa a los trabajadores de la institución y otro a sus usuarios. Por otro lado, los artículos 10 y 11 de esta Ley prevén la creación de Consejos Asesores Honorarios Nacionales, Departamentales y Locales, en los cuales se “garantizará la participación de usuarios y trabajadores”. En consonancia con los CCA previstos para los prestadores privados, tendrán la función de “asesoramiento, proposición y evaluación, en sus respectivas jurisdicciones. Todos sus informes serán presentados al Directorio de ASSE, pero no tendrán carácter vinculante”. La visión de los prestadores privados Ante el estímulo para la discusión presentado por el PE en el documento Participación de usuarios y trabajadores en Consejos Consultivos y Asesores de los prestadores, de finales de 2007, los distintos colectivos de empresas afectadas hicieron sus planteos. Todos manifiestan su apoyo al proceso de participación en general, pero también plantean sus reparos. Aunque con matices, puede verse que todas plantean temores vinculados a la “intromisión” de los actores sociales en asuntos vinculados a la gestión, a las dudas respecto a la idoneidad con la que pudieran tratar estos temas los nuevos gestores, a la demora en la toma de decisiones que se podría dar y, más en general, a que no se respeten los derechos adquiridos sobre las empresas de su propiedad. FEMI hizo llegar al ejecutivo sectorial un documento donde plantea que “no se comparte el concepto de la cogestión” que surge del documento del Ejecutivo. En consonancia, especifican que los órganos del artículo 12, “deben funcionar bajo el concepto de la colaboración entre la empresa sus trabajadores y usuarios”, que “debe circunscribirse a aquellas áreas específicas de interés de estos dos grupos” (o sea, los usuarios en la “atención médica y aquellos servicios de apoyo vinculados con la misma” y los funcionarios en “lo concerniente al área laboral”). El planteo se cierra manifestando que “los demás temas de la gestión institucional no deben quedar incluidos en los ámbitos de estos nuevos órganos, por cuanto, tanto la idoneidad en el manejo de la institución, como la responsabilidad por las decisiones que se adoptan en la diaria tarea de dirigirla y administrarla, recaen –como marcan las leyes–, en los órganos estatutarios de las instituciones”. El Plenario de mutualistas también entregó un documento en el marco del Consejo Consultivo, en el que manifiestan sus “dudas relacionadas con la constitucionalidad de imponer esta participación a empresas privadas”. Por otro lado, señalan que “el Estado en su conjunto ha encarado un proceso de desburocratización y agilización de su actuación que parece orientarse en sentido contrario a lo que se propone para el ámbito de la salud”. A partir de allí, se hacen algunos planteos vinculados a su apoyo a la visión de la influencia de la participación social “como elemento fundamental en la producción de salud” y abogan “porque la misma se materialice a través de instrumentos que no obstaculicen la gestión institucional, ni afecten la necesaria agilidad de las decisiones que la misma supone”. En ese sentido, entre otros puntos, plantean que la reglamentación debería “respetar la autonomía institucional y de organización de las entidades privadas, en aplicación de los principios de libre asociación y libre empresa reconocidos por la Constitución de la República”, “garantizar la no obstaculización de la gestión en todos sus aspectos, evitando la demora innecesaria e injustificada en la adopción de las decisiones institucionales” y “acotar el ámbito de actuación a cuestiones relacionadas con el programa general de salud, evitando la incursión en cuestiones ajenas al mismo”. El planteo efectuado por la UMU tiene algunos matices con los anteriores y es, en algunos aspectos, esclarecedor. En particular, trata de dejar constancia de la existencia de múltiples arreglos institucionales entre las IAMC. A partir de allí, justifica la decisión del PE a la hora de estructurar los CCA. En su documento sostiene que “ante los planteos de las IAMC que no son mutualistas, el MSP, atendiendo a las dificultades jurídicas y prácticas de disponer la participación de usuarios y trabajadores en la dirección de por ejemplo cooperativas médicas, optó por proponer que tales órganos (…) tuvieran funciones consultivas, de asesoría. Así se previó en el texto del Art. 11 del Proyecto de Ley que el Poder Ejecutivo remitió al Poder Legislativo. Esa, nos consta a todos fue la motivación del cambio y no planteos por parte de las mutualistas, ya que la integración de sus órganos de dirección por usuarios y trabajadores no planteaba problemas a las Instituciones de UMU, por ser una realidad que desde larga data ocurre en las mismas”. Al hablar sobre la eliminación del término “control social” del Proyecto de Ley, concluye que “el Parlamento optó por preservar un mayor margen de acción a los propietarios de las entidades, a quienes por ejercicio de los derechos fundamentales de propiedad y libertad de empresa corresponde la dirección y el control de las mismas, limitando solamente el ejercicio de tales derechos en cuanto a la necesidad de organismos de ‘consulta y asesoramiento’”. Al plantear las diferencias entre las IAMC integrantes de UMU y la no correspondencia de la propuesta del PE en su caso (por “jurídicamente superflua” y “prácticamente redundante”) se concluye con una propuesta de reglamentación, conceptualmente igual a la presentada en el texto definitivo del artículo 12 del Decreto 269/008. Un buen ejemplo de ello es que el documento Lineamientos de la Reforma de Salud, presentado por el PE al Consejo Consultivo a fines de 2005, no contempla la discusión sobre la participación social en el sistema. 21 En el mismo sentido se debe tener en cuenta que los Seguros Privados integrantes del SNIS no conformaron los CCA, a pesar de lo expresado en el artículo 12 de la Ley 18.211. 20 150 4.2. Prestación de servicios Integración del SNIS y del Seguro Nacional de Salud Uno de los ejes en torno a los cuales se articuló la discusión del nuevo sistema se salud es el que refiere a la integración del SNS. En este sentido, se destacan dos aspectos de la discusión. Por un lado, el que refiere a cuáles serían los prestadores integrales que se integrarían al SNS, en tanto perceptores de cuotas salud. Por otro, la discusión referida a los prestadores parciales que se incorporarían al SNIS y cuál sería la modalidad de su incorporación -esto es, si se incorporarían captando cápitas o si percibirían recursos del FONASA a través de convenios con los prestadores integrales, de manera que dichos recursos serían administrados por estos últimos. La discusión con los seguros privados Inicialmente se preveía que los prestadores integrantes del SNIS fueran integrales y sin fines de lucro, de manera que dicho sistema incorporara a las IAMC y a ASSE, siendo perceptores de recursos del Seguro Nacional de Salud. En este sentido, en 2003 el congreso del FA planteaba lo siguiente: “Un Sistema Nacional Integrado de Salud en Uruguay debe: a) Integrar los efectores públicos, comunitarios, de las IAMC y del cooperativismo odontológico, sobre la base de una estrategia nacional expresada en un Plan Nacional Integrado de Salud, y de una financiación común por parte del Seguro Nacional”. Las mismas líneas se reproducen en el Plan de Gobierno en Salud elaborado en mayo de 2004. Estas definiciones iniciales dejan por fuera del sistema a los seguros privados integrales con fines de lucro. Las Instituciones de Asistencia Médica Privada Particular, o seguros privados, son empresas privadas con fines de lucro que brindan atención integral a cambio de una cuota que se establece en función del riesgo de los afiliados. Las mismas están muy poco reguladas (a diferencia de las IAMC, el Poder Ejecutivo no interviene en la fijación de las cuotas). El elevado monto de la cuota hace que sólo una proporción muy pequeña de la población pueda acceder a las mismas: éstas representan la cobertura del 1,8% de la población (ECH 2008) y “más del 70% de sus beneficiarios pertenecen al 30% más rico de la población”22. El proceso de incorporación de los seguros privados al Seguro Nacional de Salud estuvo signado por idas y venidas, que van desde la posición inicial del FA antes de llegar al gobierno de no integrarlos, hasta su incorporación en un régimen especial, que combina la integración al SNS como prestadores y por tanto sujetos a los mismos requisitos y contralores que ASSE y las IAMC, pero manteniendo el régimen de libre contratación que caracteriza a este tipo de seguros. Las características que tuvo este proceso pueden explicarse a partir del escenario que se planteaba de intereses Inequidades en el sistema de salud uruguayo. DES, 2006. Pág. 35. divergentes, entre los seguros que querían servirse de los recursos que administraría el nuevo sistema (y a la vez seguir operando bajo las leyes de mercado) y la voluntad reguladora del Poder Ejecutivo. Es así que inicialmente no estaba claro para los seguros privados la conveniencia de integrarse al sistema. “En virtud de que desde un principio se nos dijo que no podíamos integrar el Sistema Nacional Integrado de Salud con un producto indivisible, es decir, equivalente al mutual, que también tuviera únicamente el costo equivalente de la cápita, decidimos que no queríamos entrar con ese producto, por dos razones fundamentales. La primera de ellas es que no teníamos interés en competir con el mutualismo -nunca lo hicimos-, eso significaba perder un poco la esencia de nuestro sistema de cobertura. La segunda es, precisamente, que los usuarios de nuestro sector de actividad habían decidido, desde el momento en que optaron por una solución como esta para la salud, por una cobertura que tenía las características del nuestro, y queríamos seguir identificados con ese sistema y no con otro. En función de eso, planteamos no integrar el Sistema Nacional Integrado de Salud, quedar fuera de él, pero que a nuestros usuarios -que a nivel de sus ingresos ya habían sido afectados por la reforma tributaria y lo van a ser también por la reforma de la salud- se les contemplara en alguna medida esa situación, previendo la devolución o el pago de la cápita calculada por riesgo y edad, tal cual está planteado en el proyecto de ley del FONASA” decía Carlos Vallejo, presidente de la Cámara de Seguros Privados (en actas de la Comisión de Hacienda integrada con la de Salud Pública y Asistencia Social. Cámara de Representantes, 29 de octubre de 2007). La incorporación al Seguro registra su primer hito legal en la Ley 17.930 (Presupuesto Nacional) de diciembre de 2005. La misma consagra la incorporación al Seguro Nacional de Salud de los seguros privados que se encuentren funcionando al momento de la sanción de la Ley, lo que implica que se servirán de los recursos que recauda el FONASA en tanto prestadores del SNIS. No obstante, la inclusión de estos prestadores no estaba prevista en el Proyecto de Ley que el Poder Ejecutivo envía al parlamento. Por el contrario, ésta se consolidará en el artículo 22 de la Ley sancionada en diciembre de 2007, que establece un régimen de libre contratación para los seguros privados existentes al momento de la sanción de la ley, que a su vez se combina con la percepción de recursos por parte del FONASA a través de la cuota salud. La Ley 18.211, de creación del SNIS, establece lo siguiente: “Artículo 22. Los seguros integrales a que refiere el artículo 265 de la Ley Nº 17.930, de 19 de diciembre de 2005, podrán seguir prestando servicios a sus usuarios mediante el régimen de libre contratación, siempre que hayan sido habilitados por el Ministerio de Salud Pública y se sujeten a su control en lo sanitario. Los usuarios del Sistema Nacional Integrado de Salud que contraten con dichas entidades deberán comunicar su decisión a la Administración del Fondo Nacional de Salud. Estos usuarios aportarán al Fondo Nacional de Salud crea- 22 151 do por la Ley Nº 18.131, de 18 de mayo de 2007, de acuerdo a lo dispuesto en el Capítulo VII de la presente ley y gozarán de los mismos derechos asistenciales que quienes se inscriban en los padrones de las demás entidades que integren el Sistema Nacional Integrado de Salud. La Administración del Fondo Nacional de Salud pagará a los seguros integrales las cuotas salud que correspondan a dichos usuarios siempre que se cumplan acumulativamente los siguientes requisitos: 1) Que otorguen a los mismos las prestaciones incluidas en los programas integrales aprobados por el Ministerio de Salud Pública, sin perjuicio del régimen previsto en el inciso primero de este artículo, y, 2) aporten al Ministerio de Salud Pública y a la Junta Nacional de Salud la información asistencial y económico-financiera que les sea requerida a efectos del contralor de sus obligaciones respecto a los usuarios del Sistema Nacional Integrado de Salud. En caso de incumplimiento de las mismas, será aplicable el régimen sancionatorio previsto en el literal E) del artículo 28 de la presente ley. En ningún caso la Administración del Fondo Nacional de Salud pagará a los seguros integrales un monto superior al del aporte obrero-patronal del contribuyente. La reglamentación de la presente ley determinará la distribución del mismo considerando las cuotas salud y los aportes que deba transferir al Fondo Nacional de Recursos según la estructura del núcleo familiar del usuario. Los seguros integrales verterán al Fondo Nacional de Salud el 6% (seis por ciento) de los ingresos recibidos del propio Fondo por concepto de costos de administración el que se destinará al financiamiento del Seguro Nacional de Salud”. El régimen de libre contratación implica que los seguros privados podrán seguir estableciendo el valor de la cuota de afiliación, la cual se cobrará por encima de la cápita a los usuarios afiliados a través del FONASA. Asimismo, los usuarios tendrán movilidad para contratar con estos seguros, según lo establece el artículo 12 del Decreto de enero 2008 que reglamenta la aplicación de la Ley 18.211: “Las personas que hayan contratado con alguna de las instituciones previstas en el artículo 22 de la Ley Nº 18.211, podrán elegir otro prestador, debiendo registrarse en su padrón de usuarios. De igual forma, quienes estando registradas en un prestador que integre el Sistema Nacional Integrado de Salud, decidan cambiarse a una de las instituciones previstas en el artículo referido, podrán hacerlo registrándose en su padrón de usuarios” (Decreto del Poder Ejecutivo, 08/01/2008). Por otra parte, se establece un régimen diferencial de pago a este tipo de prestadores, ya que el FONASA abonará a los mismos la cuota salud únicamente en los casos en que ésta se encuentre cubierta por los aportes del usuario; y se reglamenta un aporte de los seguros al Fondo por concepto de gastos de administración. El mismo Decreto del Poder Ejecutivo establece: “Artículo 29. En el caso de los beneficiarios del Seguro Nacional de Salud que contraten con seguros integrales en 152 los términos del artículo 22 de la Ley 18.211, el Administrador del Fondo Nacional de Salud aplicará los siguientes procedimientos para el pago de las cuotas salud que correspondan: a) Si el beneficiario no tiene hijos amparados en el Seguro Nacional de Salud, pagará el importe de la cuota salud correspondiente según el tramo de edad y sexo al cual pertenezca, siempre que la suma de sus aportes personales y patronales supere o iguale la suma del valor de la cuota salud y la correspondiente al Fondo Nacional de Recursos. Si la suma de aportes es inferior a la suma de las cuotas referidas, pagará el total de los aportes. b) Si el beneficiario tiene hijos amparados en el Seguro Nacional de Salud, comparará la suma de los aportes personales y patronales con la suma de cuotas salud y cuotas del Fondo Nacional de Recursos que corresponda pagar por él y sus dependientes, con independencia del prestador elegido. Si la suma de aportes resulta superior, pagará al seguro integral el importe de cuotas salud que corresponda según tramos de sexo y edad de los beneficiarios. Si la suma de aportes es inferior, pagará al seguro integral el saldo de los mismos que resulte luego de deducir la suma de cuotas salud y del Fondo Nacional de Recursos que correspondan por los beneficiarios que no contrataron con dicho seguro. En el caso de que otro padre o madre de los dependientes desee sumar sus aportes, se considerará a su vez la suma de las cuotas salud y al Fondo Nacional de Recursos del mismo y sus propios dependientes amparados por el Seguro Nacional de Salud. En todos los casos, el Administrador del Fondo Nacional de Salud pagará al Fondo Nacional de Recursos las cuotas que correspondan a los asegurados referidos en el presente artículo, y restará de los totales a pagar al seguro integral el 6% de gastos de administración autorizado por el artículo 22 de la Ley Nº 18.211”. La solución a la que se arribó demuestra el gran poder de presión y de negociación que estos seguros han tenido, favoreciendo que sus intereses sean contemplados en el sistema de salud que se creaba. Ya en el año 2005 habían logrado establecer la posibilidad de incorporarse al SNS a través de la ley de presupuesto, más allá de que aún no habían llegado a un acuerdo acerca de la conveniencia de dicha opción. Posteriormente, durante el proceso de debate parlamentario de esta Ley, estos seguros lograron acordar una salida que les permitió incorporarse al sistema manteniendo a su vez la capacidad de establecer el monto de la cuota que abonarían los usuarios que opten por afiliarse a través del FONASA. El SNIS se construye en base a un criterio de progresividad impositiva, sustentado en un criterio de solidaridad, según el cual los grupos sociales perceptores de mayores niveles de ingresos realizan al sistema un aporte que es utilizado para garantizar la cobertura en salud a los grupos sociales que, siguiendo las leyes de mercado, no estarían en condiciones de garantizarse la cobertura en salud. La solución encontrada para incluir a los seguros con fines de lucro podría definirse como un punto de equilibrio entre los principios que orientan este sistema de protección social y los intereses económicos de los seguros privados y sus usuarios. Por un lado, el sistema tolera la contratación de servicios de salud bajo el régimen de libre empresa, según el cual contratarán estos seguros sólo aquellos que pueden pagarlo, dada la sobrecuota que se establece por encima de la cápita para los afiliados FONASA a estos seguros, permitiendo a los grupos sociales de mayores ingresos elegir el tipo de cobertura en salud que contratarán. El beneficio para estos afiliados reside en que su aporte al FONASA se les “devuelve”, descontándose de su cuota de afiliación. En este sentido, es necesario tener en cuenta que -como se señaló anteriormente en la expresión del representante de las cámaras de seguros privados- por su elevado nivel de ingresos estos sectores sociales ya habían sido afectados por la reforma tributaria y lo serían también por el nuevo sistema de salud, de manera que este régimen los contempla a través de la devolución de la cuota salud. Por otro lado, este régimen permite a estos seguros mantener su interés lucrativo, en la medida en que podrán establecer libremente las cuotas que cobrarán a sus afiliados FONASA, acorde a su riesgo. El punto de equilibrio con el SNIS se establece porque estos grupos sociales aportan promedialmente al sistema, recursos que superan los que utilizan, ya que el FONASA pagará por ellos, como máximo, el valor de la cuota salud calculada para cada usuario. En caso de que el usuario aporte al fondo un monto menor al equivalente a su cuota salud, no hay un criterio de solidaridad tendiente a derivar recursos públicos hacia estos usuarios y prestadores, dadas las características de la población que atiende y el interés lucrativo de dichos prestadores. En este sentido, los representantes de estas instituciones justifican la opción a la que se arribó de la siguiente manera: “¿Qué fundamentos esgrimimos para eso? El primero fue, precisamente, que se contemplara la situación de nuestros usuarios bajando la disonancia con el sistema, en función de qué recibían a cambio del aporte que estaban efectuando al futuro sistema -que de alguna manera es financiador de su propia cápita y de otras cápitas solidariamente por el nivel de ingresos que tienen- y que por lo menos se les devolviera la cuota salud correspondiente. Por otro lado, también buscamos una solución que no perforara desde el punto de vista fiscal el sistema que se está pensando. En ese sentido, lo que acabo de decir permitiría que no se viesen afectados los ingresos del seguro y que los egresos que va a tener el seguro fueran exactamente los mismos que si los socios de nuestro sector estuviesen dentro del Sistema Nacional” (Carlos Vallejo, presidente de la Cámara de Seguros Privados. En actas de la Comisión de Hacienda integrada con la de Salud Pública y Asistencia Social de la Cámara de Representantes, 29 de octubre de 2007). Prestadores parciales: la discusión con los servicios de urgencia y emergencia Inicialmente se preveía un avance del Estado en la reglamentación de las emergencias móviles. Esto se expresa tanto en las definiciones del congreso del FA realizado en 2003 como en el plan de gobierno en salud elaborado luego del triunfo electoral de 2004. Si bien en ese momento no se alcanzan definiciones en el plano operativo, queda clara la intención de reglamentar los servicios de emergencia y racionalizar la distribución de los mismos, en el marco de un proceso de redistribución geográfica que tome en consideración la articulación de los recursos existentes en cada zona. En este sentido, se plantea que “se establecerá una coordinación, reglamentación y redistribución nacional de los servicios de Urgencia y Emergencia con una articulación zonal de recursos y coberturas” (Programa en salud, Congreso H. Rodríguez, diciembre de 2003). En mayo de 2005, luego de la asunción del gobierno por parte del FA, comienzan a convocarse desde el Ministerio de Salud Pública los Consejos Consultivos para el Cambio, abriéndose un espacio de diálogo con los actores del sector salud. En este marco, las Cámaras de Emergencias Médicas Móviles participan de la mesa sectorial sobre emergencias y del grupo de trabajo de complementación público-privado. Estos prestadores “tuvieron su nacimiento a la luz de la carencia que los prestadores integrales tenían en determinados servicios y crecieron exponencialmente al abrirse (en los noventa) en el país, lógicas de mercado en varios sectores, incluyendo la salud” (Pérez, 2009: 43). Los mismos cuentan con alrededor de un millón de afiliados y emplean más de 4.000 trabajadores. Se nuclean en la Cámara Nacional de Emergencias y Asistencia Extrahospitalaria que incluye a SEMM, SUAT y UCM en Montevideo, y más de 30 servicios de emergencia móvil del interior del país. El debate en torno a la incorporación de las emergencias al SNIS se inicia con la discusión sobre el lugar que ocuparían en la construcción de dicho sistema. La propuesta inicial del MSP planteaba que la cobertura de urgencias y emergencias debería incluirse en el conjunto de prestaciones integrales que el SNS aseguraría a los usuarios, para lo cual sería necesario establecer una articulación con los servicios de emergencias móviles existentes. Desde la Cámara de Emergencias se entendía que dichos prestadores podrían incorporarse al SNIS como un pilar del sistema, aportando al desarrollo del primer nivel de atención: “Consideramos que el Sistema Integrado Nacional de Salud tiene como pilares fundamentales a los Centros Públicos, al Mutualismo y a las Empresas de Atención Pre Hospitalaria que desarrollamos hoy el Primer Nivel de Asistencia en Atención Primaria en Salud” (Documento presentado por la Cámara de Emergencias Médicas Móviles Del Uruguay ante la subcomisión de complementación de los Consejos Consultivos para el Cambio). 153 Sin embargo, desde la óptica del Poder Ejecutivo el sistema se estructuraría a partir de los prestadores integrales, los que se complementarían con los prestadores parciales: “Es fundamental la integración, complementación y racionalización de los recursos ya existentes para obtener un mejor aprovechamiento. Evitando las superposiciones de servicios dentro de una misma área territorial. Para ello es fundamental un relacionamiento IAMC- Emergencias, para procesar los marcos de acuerdo de complementación entre estas instituciones” (Documento base de emergencias médico móviles, MSP). Esta modalidad de incorporación de las emergencias al sistema pauta la forma en que se estructuraría el financiamiento de los servicios brindados por estos prestadores. En este sentido desde el MSP se proponía que “sólo los prestadores integrales de salud accedan en forma directa a la financiación del Seguro y éstos redistribuyan el ingreso de la cápita global a aquellos prestadores que les brinden servicios específicos” (Documento base de emergencias médico móviles, MSP). Este fue uno de los ejes de la discusión entre el Poder Ejecutivo y la Cámara de Emergencias, que plantearon como un reclamo central su incorporación al FONASA. Reclamaban que se realizara un pago directo por parte del FONASA a estas instituciones, en vez de pagarle la cápita al prestador integral y que este administrara los recursos provenientes de dicho fondo, derivando de allí la cuota correspondiente a las emergencias. “El financiamiento deberá ser recibido en forma directa del organismo recaudador, en el entendido de que los tres pilares del sistema, público, mutualismo y empresas de atención extra hospitalaria, poseen un rol preponderante y no comparable por constituir la columna vertebral de nuestro sistema sanitario” (Documento presentado por la Cámara De Emergencias Médicas Móviles Del Uruguay ante la sub comisión de complementación de los Consejos Consultivos para el Cambio, 20 de Febrero de 2006). El Proyecto de Ley que el Poder Ejecutivo envía al Parlamento preveía la inclusión de la cobertura de urgencias y emergencias en el conjunto de las prestaciones básicas que el SNIS garantizaría a sus usuarios. Sin embargo, no contenía ninguna referencia a la incorporación de los servicios de emergencia médico móvil al sistema y la modalidad en que se realizaría. Esto generó malestar entre las cámaras de emergencias, las cuales comparecieron ante las comisiones de salud de ambas cámaras del Poder Legislativo para realizar sus planteos. Los principales reclamos residían en la reducción de los servicios que brindarían en el marco del nuevo sistema de salud a crearse, más allá de que podrían seguir brindando todos los servicios de asistencia extrahospitalaria que brindaban hasta el momento en régimen de libre contratación. “El Sistema Nacional Integrado de Salud espera de nosotros, única y exclusivamente, que brindemos el servicio de emergencia en sentido estricto, es decir, en aquellos casos en que exista riesgo inminente de vida, lo que abarcaría solamente el 3% de los llamados que reciben nuestras ins154 tituciones en la actualidad. Por lo tanto, cuando comience a funcionar dicho sistema, el 97% de los servicios que prestamos quedará excluido. Además, se nos informa que por brindar puramente el servicio de emergencia, no recibiremos el valor del mismo en forma directa, sino que el FONASA pagará al prestador integral y éste a las instituciones de emergencia” (Contador Abel Sade, asesor de la Cámara Nacional de Emergencias y Asistencia Extrahospitalaria. En actas de la Comisión de Salud Pública integrada con Hacienda de la Cámara de Senadores, 26 de abril de 2007). la atención de emergencias y urgencias (clave 1) aún no se ha incorporado en la canasta básica de prestaciones cubiertas por el Seguro Nacional de Salud. Esto deja aún abierta la discusión: si bien la Ley 18.211 establece que esto se realizaría por la vía de acuerdos de complementación con los prestadores privados, no se ha establecido si la elección de los prestadores de los servicios de emergencia por parte de los usuarios se dará a través de la asignación de un servicio de emergencia a cada prestador o por la libre elección de los usuarios. Asimismo, esto generó temores vinculados a la potencial reducción del mercado de los servicios de emergencia que traería aparejada su incorporación al sistema, ya que al incorporar en la canasta de prestaciones del SNIS la atención de emergencia propiamente dicha, los usuarios podrían optar por dejar de contratar estos servicios. “En la medida en que se informe que el servicio de emergencia va a estar incluido en la canasta básica del prestador integral, es de suponer que una parte de la población entienda que no es necesario seguir siendo socio de una emergencia y, por lo tanto, decida desafiliarse de nuestras instituciones” (Contador Abel Sade, asesor de la Cámara Nacional de Emergencias y Asistencia Extrahospitalaria. En actas de la Comisión de Salud Pública integrada con Hacienda de la Cámara de Senadores, 26 de abril de 2007). El debate sobre este punto podrá implicar un punto de conflicto en la medida en que cuestione el derecho a la libre elección de los usuarios, que inicialmente reivindicaban las cámaras de emergencias. “Entendemos como punto de partida básico la conservación al momento de todas las carteras, así como la libre elección en las nuevas incorporaciones de los usuarios al sistema. Esta incorporación deberá ser proporcional a las carteras y estructuras asistenciales existentes en cada una de las empresas previo a la implantación del mismo” (Documento presentado por la Cámara de Emergencias Médicas Móviles Del Uruguay ante la subcomisión de complementación de los Consejos Consultivos para el Cambio). Las negociaciones con la cámara de emergencias arrojan como resultado la incorporación de un artículo en la Ley finalmente sancionada, que prevé la posibilidad de incorporar a estos prestadores al SNIS. En efecto, la Ley 18.211 establece lo siguiente: “Artículo 46. Las entidades que integren el Sistema Nacional Integrado de Salud deberán ofrecer a su población usuaria prestaciones de emergencia médica incluidas en los programas integrales que apruebe el Ministerio de Salud Pública. La reglamentación definirá las modalidades y fecha de aplicación de esta disposición. La afiliación a las entidades prestadoras de los referidos servicios de emergencia se realizará, por parte de los usuarios amparados por el Seguro Nacional de Salud, entre aquellas que se encuentren habilitadas por el Ministerio de Salud Pública para la prestación establecida en el inciso precedente y acepten las condiciones correspondientes. El Poder Ejecutivo, con intervención del Ministerio de Salud Pública y del Ministerio de Economía y Finanzas, oyendo a la Junta Nacional de Salud, fijará el importe que las entidades integrantes del Sistema Nacional Integrado de Salud abonarán a los prestadores de los servicios de referencia, así como los plazos en que el mismo deberá ser vertido”. Según este artículo, los servicios de emergencia móvil podrán incorporarse al Sistema a través de su vinculación con los prestadores integrales, de manera que no se prevé su incorporación al FONASA en tanto perceptores de cápitas, sino que se integrarían a través de acuerdos de complementación con los prestadores integrales. No obstante, hasta el momento no se ha reglamentado la modalidad en que se realizará dicha incorporación, ya que Modelo de atención Otro de los grandes ejes de discusión abordados respecto a la conformación de un Sistema Nacional Integrado de Salud versó en torno al modelo de atención, y vinculado a esto, cuestiones referentes a la gestión de los servicios que hacen a la conformación de un sistema de atención de la salud. En este sentido, se partía de un escenario en el que primaba un modelo de atención curativo, que no se correspondía con las características demográficas y epidemiológicas del país. Esto, sumado a una profunda fragmentación de los servicios de salud, lo que se expresaba en la superposición y falta de coordinación de los distintos efectores de salud y la consecuente pérdida en la calidad, eficiencia y eficacia de la atención. En ese contexto la propuesta programática del Frente Amplio definía como uno de sus objetivos la orientación del modelo de atención hacia una estrategia de atención primaria de la salud, con jerarquización del primer nivel en coordinación con los otros dos niveles de atención. Junto con esto, buscaba promover cambios vinculados con la gestión de los servicios de salud, procurando la coordinación y complementación en cada uno de sus niveles. Inicialmente, una de las estrategias previstas en la propuesta programática refería a la conformación de Sistemas Locales de Salud y la definición, a partir de ellos, de un Plan Nacional de Salud. Estos sistemas implicaban la articulación de efectores públicos y privados vinculados al primer nivel de atención, en base a una organización territorial. Concretamente, las aspiraciones programáticas del Frente Amplio hacían referencia a que el Sistema Nacional Integrado de Salud debía conformar “progresivamente Sistemas Locales con los efectores de salud que actúen en el primer nivel de atención, coordinando sus recursos materiales y humanos, para aplicar los planes locales de salud (…) En la gestación de nuevos servicios se procurarán formas integradas de organización y funcionamiento entre las distintas instituciones. Los Sistemas Locales tendrán una base de organización territorial en localidades del interior y zonas de las grandes ciudades, tendiendo a coincidir, cuando sea posible, con las circunscripciones de la descentralización, con una instancia departamental o regional de coordinación de las políticas y programas. Se conformará un Plenario Zonal integrado por todos los efectores de salud de la zona y representantes de los concejos vecinales o instancias similares de descentralización, con un equipo de dirección multidisciplinario que coordinará la aplicación de las políticas y planes definidos, articulando con los demás sistemas institucionales que confluyen en la calidad de vida de la población”. En este contexto, el Plan Nacional de Salud se visualizaba como una instancia participativa, en la que los Sistemas Locales de Salud y las comunidades donde éstos se insertan serían los actores protagónicos en el diagnóstico, definición de programas y acciones prioritarias a desarrollar. Esta propuesta no logró concretarse tal como fue planteada, pero algunas de sus premisas como la complementación y la territorialidad lograron plasmarse normativamente. Previo a la aprobación de la Ley de Presupuesto, en lo que refiere a la complementación asistencial, la temática fue trabajada concretamente en una de las comisiones integrantes del Consejo Consultivo. En estas instancias se abordaron las formas para hacer operativos estos acuerdos, en cuanto a lo jurídico y lo económico, así como las competencias de regulación del MSP sobre estas relaciones. En este sentido, en la Ley de Presupuesto de diciembre de 2005, el artículo 264 contempla que en la implementación del SNIS el mismo se “articulará sobre la base de la complementación público-privada”, y ello “de forma de alcanzar la atención integral y de calidad adecuada a todos los habitantes”. Finalmente, la Ley 18.211 plantea en su artículo 41: “Las entidades públicas y privadas que integren el Sistema Nacional Integrado de Salud podrán contratar entre sí y con terceros las prestaciones incluidas en los programas integrales de atención a la salud que apruebe el Ministerio de Salud Pública. Dichos contratos deberán ser sometidos a la autorización de la Junta Nacional de Salud, la que controlará todo lo referente a la habilitación de los prestadores y su infraestructura, capacidad asistencial, relación entre el volumen de prestaciones a contratar y el número de usuarios del prestador contratante, se preveía plazos de los contratos y la estabilidad de las condiciones de relacionamiento. La Junta Nacional de Salud verificará que las entidades contratantes no mantengan deudas vencidas con quienes pretenden contratar, en cuyo caso deberán cancelarlas o refinanciarlas antes de la firma de un nuevo contrato. Si la Junta Nacional de Salud no formula observaciones ni deniega la autorización dentro de los treinta días de presentada la solicitud, el respectivo contrato se considerará autorizado. En situaciones de caso fortuito, fuerza mayor y 155 otras razones de urgencia, los prestadores podrán contratar notificando de inmediato a la Junta Nacional de Salud. Ésta concederá un plazo prudencial para la presentación de la documentación contractual y acreditante de las circunstancias excepcionales que motivaron la contratación. En caso de incumplimiento, se aplicará el régimen sancionatorio previsto en el literal E) del artículo 28 de la presente ley”. Inicialmente, el Proyecto de Ley enviado por el Ejecutivo al Parlamento, contemplaba entre los distintos contralores a ejercer por la JUNASA, el referido a los precios y la forma de pago. No obstante, esa competencia fue eliminada, a partir de lo que se infiere que el avance del Estado sobre la regulación en la relación entre prestadores encontró la resistencia de algunos actores. Al respecto, desde la UMU se planteaba ante la Comisión de Salud Pública integrada con Hacienda: “Nos parece exagerado que se establezca el control de precios, de la forma de pago y de los plazos del contrato. Creemos que estos aspectos corresponden a la gestión autónoma de las empresas y que el Estado no debe intervenir en la determinación de los precios que se realiza entre prestadores. Consideramos que cuando se comienza a regular ese aspecto, se lesiona la autonomía de gestión que posibilita que uno pueda conseguir un precio menor. El proyecto de ley, en el artículo 38, establece que habría un precio de referencia fijado por el Poder Ejecutivo para la relación entre prestadores. No estaría bien definido que se trata precios de referencia, pero de todos modos, en nuestra opinión, este aspecto debería eliminarse para preservar la autonomía de las instituciones”. En sintonía con los planteos realizados desde la UMU ante la misma Comisión, un representante de FEMI señalaba que “representa un gran problema para FEMI en cuanto a la extrema limitación que se imponen las instituciones en lo que hace a su capacidad de gestión empresarial. El artículo 37 del proyecto de ley le da a la Junta Nacional de Salud el poder de controlar las relaciones entre todos los prestadores del Sistema Nacional y entre éstos y quienes no lo integren”. En cuanto a la territorialidad, en la Ley 18.211 se encuentra presente, en los principios y objetivos del Sistema Nacional Integrado de Salud, así como también se prevé en el artículo 39 y 40, que “la Junta Nacional de Salud fomentará el establecimiento de redes de atención en salud. Las entidades integrantes del Sistema Nacional Integrado de Salud podrán coordinar acciones dentro de un marco territorial definido, para brindar una adecuada asistencia y racionalizar los recursos”, y que “las redes territoriales de atención en salud podrán articular su labor con los centros educativos en cada zona así como con las políticas sociales existentes y el conjunto de las políticas dirigidas a mejorar la calidad de vida de la población, desarrollando una perspectiva intersectorial”. A diferencia de la especificidad con la que se avanza normativamente respecto a los acuerdos de complementación, en cuanto al trabajo en red con base en el territorio las definiciones normativas son bastante genéricas. Sobre este punto, algunas organizaciones que nuclean a los prestadores de salud hicieron su planteo en el marco del Consejo Consultivo respecto a su falta de acuerdo con el criterio de territorialidad, dada la distribución concentrada de las estructuras sanitarias. Por otro lado, en la misma instancia, la Comisión encargada de tratar temas vinculados al cambio de modelo de atención recomendaba un aumento en la inversión en el primer nivel de atención, creando o fortaleciendo las estructuras de los efectores. Respecto a los artículos propuestos en el Proyecto de Ley, que fueron aprobados con algunas modificaciones respecto al sentido imperativo con que fueron redactados, las distintas organizaciones representantes de los prestadores planteaban: “La articulación de las redes territoriales es muy inespecífica y no se conocen sus alcances, así como tampoco los derechos y obligaciones que tendrán las instituciones prestadoras” (representante de FEMI en Comisión de Salud Pública integrada con Hacienda, 26 de abril de 2007). Sobre el mismo punto, los representantes de la UMU ante esa comisión parlamentaria expresaron: “Otro punto que nos preocupa es el que figura en el artículo 35 que hace referencia a las redes de atención territorial. Creemos que está bien considerar la territorialidad y pensamos que los acuerdos y las redes territoriales son buenos para la prestación y utilización de los servicios y para la racionalización de los recursos, pero el texto propuesto está en modo imperativo y, por lo tanto, implica la obligatoriedad de las redes, lo que no es conveniente, más aún cuando se establece en una forma un tanto laxa”. 4.3. Financiamiento del sistema Un gran capítulo en la creación del Seguro Nacional de Salud estuvo vinculado a su financiamiento, en tanto función básica de todo sistema de salud que procura, no sólo su seguridad y sostenibilidad financiera, sino también y fundamentalmente la equidad contributiva. La evaluación diagnóstica hecha por el Frente Amplio previo a su triunfo electoral daba cuenta de una situación que distaba bastante de cumplir con los objetivos de seguridad, sostenibilidad y equidad. En este sentido, desde el Congreso Héctor Rodríguez, así como en la propuesta de la Unidad Temática de Salud, se visualizaba: “La estructura de financiación de la salud está agotada y es profundamente inequitativa ya que quienes tienen más aportan menos. Pérdida de equidad y aumento de la injusticia entre el sector público y el privado con una gran diferencia en el monto asignado por usuario entre ambos sectores, y también entre trabajadores con remuneraciones muy dispares para el cumplimiento de la misma función. La cuota única en el mutualismo es en sí misma un factor de inequidad que los tiques y órdenes agravan vulnerando la solidaridad intergeneracional y entre sanos y enfermos”. En este contexto, el Frente Amplio definió en su propuesta programática la constitución de un fondo único, público y obligatorio de financiamiento, como materialización de los principios de universalidad, equidad y solidaridad que orientan su política sectorial. La integración de este fondo sería, por un lado, a partir de los aportes de los usuarios, en función de su ingreso familiar, con la aplicación de un mínimo no imponible, y de no corresponder, con la aplicación de tasas progresivas según ingreso y tamaño del hogar. Aunque no se hace explícito en los documentos programáticos, operativamente se preveía que la estrategia de recaudación estuviera vinculada al nuevo sistema impositivo a ser impulsado desde la reforma tributaria, como alícuota del IRPF23. A esto, se le sumaría el aporte realizado por empresas públicas y privadas, proponiendo un 5% sobre la nómina salarial de sus trabajadores contratados y el aporte complementario requerido hecho por el Estado, a partir de asignación presupuestal. En contrapartida, la necesidad asistencial de la población sería el criterio que orientaría el pago del fondo a los prestadores, lo que se haría operativo con el pago de cuotas diferenciales según el riesgo asociado al sexo, la edad y otras variables no explicitadas. A esto último se agregaría el pago de una sobrecuota vinculada a prestaciones concretas, visualizado como instrumento para la reorientación del sistema hacia la estrategia de atención primaria y la priorización del primer nivel de atención, siendo otro de los ejes de cambio contemplado en la propuesta sectorial del Frente Amplio. Una vez en el gobierno, el Ministerio de Salud Pública pone estas propuestas a consideración de los distintos actores participantes en la Mesa de Seguro Nacional de Salud, durante la primera etapa del Consejo Consultivo para el Cambio, en los meses de mayo, junio y julio de 2005. Inicialmente, los actores allí convocados acuerdan en términos generales la constitución de un Seguro basado en un fondo único de financiamiento, así como el pago a prestadores integrales mediante cápitas ajustadas por riesgo24. Finalmente estas propuestas logran plasmarse normativamente en los artículos 264 y 265 de la Ley de Presupuesto 17.930, de diciembre de 2005. No obstante, el devenir del proceso que se inicia con la aprobación de la Ley de Presupuesto concluye con la aprobación de las Leyes 18.131 y 18.211, las que consolidan normativamente una estructura de financiamiento que difiere, en algunos aspectos, de las aspiraciones contempladas en las propuestas programáticas del Frente Amplio. En ese sentido, la premisa de constituir un fondo único, público y de contribución obligatoria fue abrazada por todos los actores, pero las diferencias surgieron respecto a la modalidad de su constitución. La propuesta inicial en cuanto al aporte de los usuarios en función a su ingreso familiar, con la aplicación de un mínimo no imponible y/o con tasas progresivas de acuerdo al ingreso y tamaño del hogar, debió replantearse al no prosperar la estrategia de aporte a través de una alícuota del IRPF. Esto supuso la reorientación hacia una estrategia basada en la seguridad social, ampliando la estructura ya edificada por el sistema DISSE, a través de la integración de nuevos colectivos y designando al BPS como administrador del fondo. Una interpretación al respecto es la propuesta por Pérez (2008) quien plantea que en tal modificación operaron presiones externas vinculadas al posicionamiento de FEMI favorable a la ampliación del sistema DISSE, así como presiones internas desde el Ejecutivo ante negociaciones con el BPS, administrador hasta entonces del sistema DISSE. En cuanto a FEMI, en su documento La Salud que queremos para los Uruguayos (2004), presentado como insumo para la discusión en el Consejo Consultivo para el Cambio, planteaba que “a la hora de definir el o los mecanismos de financiación, es necesario tener en cuenta lo que significa la experiencia de la Seguridad Social en nuestro país. El BPS y más concretamente DISSE, constituyen un pilar fundamental para todo el sistema de la Asistencia Médica Colectiva en el Uruguay. Este es prácticamente el único ejemplo de financiación de los servicios de atención médica que guarda equidad en el aporte, dado que la contribución al sistema se hace a través de un porcentaje del salario del trabajador (…) La ampliación de la cobertura del beneficio a otros sectores de la población tales como los trabajadores públicos, la familia de los trabajadores privados y el resto de los jubilados; podría perfectamente ser la forma para llegar a la cobertura universal, guardando la equidad que le exigimos al sistema. Por lo tanto la Federación Médica del Interior propone profundizar y extender la experiencia lograda por la Seguridad Social en el Uruguay”. Queda clara entonces la postura de FEMI a favor de la extensión de la seguridad social, pero surgen algunas interrogantes respecto al peso que esta pudo haber ejercido en la modificación de los planes del Ejecutivo, así como su voluntad de hacerlo cuando la estrategia de recaudación de ingresos no necesariamente afecta sus intereses directos, como sí en cambio lo puede hacer la estrategia de pago por la compra de servicios. Una interpretación alternativa de lo sucedido se vincula con las dificultades políticas y principalmente técnicas en la articulación de la reforma tributaria y la reforma de la salud. La misma se sustenta en los factores que identifica Bérgolo (en el capítulo 2 de esta publicación), respecto a la decisión de no optar por esta estrategia de recaudación, vinculada, por un lado, a la no inclusión de la alícuota de IRPF en el diseño inicial de la reforma tributaria (que priorizó la sencillez en su estructura y potencial recaudador), y por otro, a la dificultad de articular los requerimientos del seguro de salud (mínimo imponible distinto, consideración de estructura familiar, seguridad recaudatoria) con las características del nuevo sistema tributario en desarrollo. En cuanto al papel del BPS, no el Directorio en pleno, pero sí sus integrantes en representación del sector empresarial (con motivo de su comparecencia a la Comisión de Hacienda integrada con Salud y Asistencia Social) expresaron su opinión contraria respecto a la sustitución del BPS por la JUNASA en la administración del fondo. Sobre este asunto, planteaban que desde el BPS se contaba con toda la infraestructura necesaria como para administrar los fondos del Seguro y por otro lado, consideraban que siendo ellos El capítulo 2 de esta publicación ahonda en esa discusión. Fuente: Informe de trabajo de la primera etapa del Consejo Consultivo. 23 24 156 157 un actor de importancia en el financiamiento del sistema, deberían haber sido contemplados en la integración de la JUNASA (Comisión de Hacienda integrada con la de Salud Pública y Asistencia Social, 24 de octubre de 2007). Una vez definida la estrategia basada en la seguridad social, en lo que respecta al aporte de los usuarios al fondo, el Proyecto de Ley de creación del SNIS enviado por el Poder Ejecutivo al Parlamento, contemplaba un aporte a partir de una tasa única de 6% de los ingresos percibidos por concepto de trabajo formal que superara los 2,5 BPC (Base de Prestaciones y Contribuciones), independientemente del tamaño de hogar y en contrapartida de lo cual se tenía derecho a optar por un prestador público o privado para la atención de trabajador y sus hijos menores de 18 años. A través de esta formulación, se pretendía conservar el espíritu distributivo de las tasas progresivas en función del tamaño del hogar que se preveía inicialmente, en la medida que los hogares más numerosos se encuentran generalmente en los estratos sociales más bajos y viceversa. En el mismo proyecto, también se mantenía la propuesta de aplicación de un mínimo no imponible (de 2,5 BPC) mediante el cual todos aquellos integrantes del SNIS que tuvieran ingresos por debajo de este mínimo serían incluidos en el seguro, accediendo ellos y sus hijos menores a los mismos derechos de quienes están amparados por el seguro. No obstante, ambas intenciones se ven modificadas en la discusión parlamentaria. Como consecuencia, la Ley 18.211 no contempla la aplicación de un mínimo no imponible y aquellos usuarios cuyos salarios se ubican por debajo de las 2,5 BPC pasan a aportar un 3% de los mismos, independientemente de la tenencia o no de hijos. Por otro lado, la tasa única de 6% para aquellos con ingresos mayores a 2,5 BPC se desglosa en dos tasas: una de 4,5% para aquellos que no tienen hijos y otra que se mantiene en 6% para aquellos que sí los tienen, sin importar su número. Según Pérez (2008), estas modificaciones son producto de discusiones entre integrantes de la fuerza política de gobierno, entre el MSP, algunos representantes del Partido Socialista y los diputados Luis José Gallo y Álvaro Vega, como consecuencia de lo cual se introducen las modificaciones detalladas en la Cámara de Diputados. En lo que respecta a la modalidad de pago a los prestadores que integren el seguro, la propuesta inicial de pago por cápitas ajustadas según riesgo, vinculado al sexo y la edad, así como el pago vinculado a metas, logra plasmarse en la Ley 18.131 como en la Ley 18.211, que indica en su artículo 55: “La cuota salud, cuyo valor será igual para prestadores públicos y privados, será fijada por el Poder Ejecutivo, con intervención del Ministerio de Economía y Finanzas y del Ministerio de Salud Pública, oyendo a la Junta Nacional de Salud. Dicha cuota tendrá en cuenta costos diferenciales según grupos poblacionales determinados y cumplimiento de metas asistenciales”. No obstante, esta concreción normativa no estuvo exenta de discrepancias, provenientes fundamentalmente de algunas organizaciones que agrupan a los prestadores de salud, específicamente 158 PLEMU y FEMI. Las discrepancias, no necesariamente de orden conceptual, referían básicamente a los tiempos de implementación del nuevo sistema de pago, en vinculación con la progresividad en la incorporación de nuevos colectivos al seguro: la convivencia de dos sistemas de pagos diferenciados y los perjuicios económicos que ello podría acarrear en función de la composición etaria del conjunto de usuarios de determinados prestadores. En este sentido, ante la Comisión de Hacienda integrada con Salud Pública y Asistencia Social, FEMI expresaba que “este cambio parcial del régimen de reintegro de cuotas llevará, a partir de la aprobación de este Proyecto de Ley (refiriéndose al Proyecto de Ley de Creación del FONASA, N° 18.131), a que de hecho subsistan dos mecanismos diferentes mediante los cuales las instituciones van a recibir el reintegro de la cuota por sus afiliados. Por un lado, recibirán la contraprestación a través de este nuevo mecanismo, el generado por el FONASA, por medio del sistema de cápitas o de cuotas diferenciales en función de la edad y del sexo (…) Por otra parte, en forma simultánea, esas mismas instituciones van a seguir recibiendo por el resto de sus afiliados, tanto individuales como colectivos, el precio de una cuota mutual que es el que actualmente se maneja utilizando el clásico criterio de la solidaridad intergeneracional que, desde su origen, ha sido la base para el sistema de la asistencia médica colectiva en el Uruguay. Queremos advertir a los señores legisladores que la coexistencia de estos dos regímenes diferentes, que podemos estimar que no será por breve tiempo, va a acarrear importantes inconvenientes y perjuicios para muchas instituciones, además de las distorsiones que ello significa para una empresa reaseguradora, para el universo de su pull de riesgo (…) Con esto queremos señalar que un cambio de tal magnitud debería encararse teniendo en cuenta el ciento por ciento de la masa de afiliados, de cuya cobertura de asistencia médica integral es responsable la institución. Nos parece que no es adecuado encarar esto sólo con una categoría de afiliados, como se está proponiendo en este caso” (Comisión de Hacienda integrada con la de Salud Pública y Asistencia Social. Cámara de Representantes, 27 de marzo de 2007). Por otro lado, desde esta misma organización se planteaba su preocupación respecto a que en la distribución de recursos realizada por el Fondo, las instituciones de salud de Montevideo se vieran favorecidas en detrimento de las del interior del país. Al respecto, FEMI expresaba: “De acuerdo con los números y la información que manejamos, encontramos que se va a producir una suerte de transferencias de fondos y las IAMC del interior terminarán subsidiando a ciertas instituciones de la capital, que se verán beneficiadas por este cambio de régimen” (Comisión de Hacienda integrada con la de Salud Pública y Asistencia Social. Cámara de Representantes, 27 de marzo de 2007). Pese a los reparos planteados desde esta Federación, su postura no necesariamente ponía en cuestión la existencia del fondo tal cual estaba previsto, sino que, por el contrario, se sugería la toma de determinadas medidas que permitieran atravesar la transición de un sistema a otro, sin poner el peligro la sustentabilidad financiera de las instituciones:“Un cambio de régimen tan fuerte como el que se está plantean- do, pasando de la solidaridad intergeneracional a un sistema de reintegro por cápita ajustada a perfil demográfico, requiere de un proceso de transición que asegure flexibilidad, gradualidad y, si es necesario, apoyo financiero para su implementación. La FEMI entiende que es absolutamente necesario plantearse un régimen de transición que evite la injusta pérdida de recursos financieros a la que se verán sometidas muchas instituciones del país, para que no se verifiquen las consecuencias que puede generar este cambio, que podrían llegar a ser irreparables”. Por otro lado, desde el Plenario Mutual, organización que agrupa cinco instituciones de mediano porte en Montevideo, se coincidía con FEMI respecto a la inestabilidad que podía significar la coexistencia de dos formas de pago en aquellas instituciones con un importante número de afiliados a través de la seguridad social, previo a la incorporación de otros colectivos con cápitas más altas, como son los menores de 18 años o los nuevos jubilados. Al respecto planteaban: “Al aplicar un sistema de cápitas parcial, si bien se está pagando por riesgo por una parte de la población, se deja sin sustento a los dos extremos de la pirámide etaria, es decir, a los más jóvenes y a los afiliados mayores de edad que, casualmente, en ambos casos son los más costosos (…) Es de destacar que no escapa a nuestro conocimiento que el proyecto de reforma en general propone un sistema de cápitas generalizado, con el que estamos de acuerdo en la medida en que abarque a toda la población, a todo el universo a ser atendido y no sólo a una parte. Por eso nos preocupa la eventualidad de que se establezca un sistema parcial que haga coexistir dos regímenes de pago, algo que sería realmente funesto” (Comisión de Hacienda integrada con la de Salud Pública y Asistencia Social, 13 de marzo de 2007). En contrapartida, desde la Unión de la Mutualidad del Uruguay, organización que reúne a otras tres instituciones de Montevideo, tanto en los Consejos Consultivos para el Cambio, como ante la Comisión de Hacienda integrada con Salud Pública y Asistencia Social, planteaban su acuerdo con el sistema de pago propuesto, además de sugerir otras variables vinculadas a la morbilidad para el ajuste de las cápitas. Julio Martínez, representante de esta organización, expresaba: “Estamos de acuerdo con la fijación de cuotas diferenciales por grupos poblacionales, llamadas cápitas. Creemos que la fórmula amplia puede tener desventajas, pero también tiene la virtud de ingresar otros parámetros que hoy no están presentes cuando se habla de cápitas; por ejemplo, no sólo la edad y el sexo, sino el tipo de patología -sobre todo crónica- que padecen los socios. No es lo mismo una institución que, eventualmente, dentro de su masa social tenga un 10% o un 25% de diabéticos, que otra que sólo tenga un 1% de quienes padecen esta enfermedad. Entonces, en cuanto al artículo 48, creemos que se debería establecer que las cuotas sean adecuadas al costo del servicio; obviamente, esto es una sugerencia” (Comisión de Hacienda integrada con Salud Pública, 26 de abril de 2007). 4.4. Generación de recursos para la salud Recursos humanos Otro elemento contemplado en las definiciones programáticas del Frente Amplio hace referencia a la política de recursos humanos. Esta se desarrolla básicamente en dos sentidos. Por un lado, lo referente a la formación del recurso humano en salud. Por otro, la creación de un Estatuto del Trabajador. En cuanto a lo primero, se visualiza la formación del recurso humano en salud como una herramienta central para el desarrollo de la estrategia en general. En este sentido, desde el FA se identifica a la Universidad de la República como un actor decisivo en este proceso, en tanto actor con la capacidad de “revertir las tendencias a la sobreespecialización, jerarquizar la formación en la Atención Primaria en estudios de grado y postgrado, enriquecer la interrelación entre formación técnica y servicio a la comunidad, y las políticas de extensión universitaria son aspectos importantes del compromiso universitario con la salud de la población” (Programa de Salud aprobado en el Congreso Héctor Rodríguez, diciembre de 2003). Al respecto, la Universidad de la República y particularmente la Facultad de Medicina, según lo expresado en la Declaración de la Asamblea del Claustro de julio de 2004, parece posicionarse como un actor que se encuentra en sintonía y con un compromiso activo con las principales líneas estratégicas de cambio contempladas en la propuesta programática del Frente Amplio y luego, una vez en el gobierno, impulsadas desde el Ministerio de Salud Pública. Concretamente, en dicha declaración, la Asamblea del Claustro visualiza un rol de la Facultad de Medicina que, entre otros aspectos, contempla la participación activa en los órganos de dirección del nuevo Sistema Nacional de Salud, la armonización de la especialización de los recursos humanos en salud de acuerdo a las necesidades futuras, la promoción de la participación del Hospital Universitario en los tres niveles de asistencia (en tanto referencia y contra referencia) teniendo un rol estratégico en la incorporación y desarrollo de la tecnología diagnóstica y terapéutica de punta, así como también en la promoción de un trabajo estable, con remuneraciones similares en el Sector Privado y Público, y con un retiro decoroso que descongestione el actual mercado de trabajo (Declaración de la Asamblea del Claustro en relación al Sistema Nacional de Salud, julio de 2004). Sin embargo, esta sintonía en el posicionamiento de la Facultad de Medicina se conjuga con una débil y no acompasada participación en las distintas instancias abiertas para ello. Con excepción de la Unión de Trabajadores del Hospital de Clínicas y de algún Colegio Profesional específico, no hubo participación activa de la Universidad y, concretamente, de la Facultad de Medicina, en instancias del Consejo Consultivo, como la Comisión del Estatuto del Trabajador. 159 Esto quizás pueda explicar en parte la escasa referencia hecha en los distintos hitos normativos que dan constitución al Sistema Nacional Integrado de Salud, respecto a la formación de recursos humanos en salud y respecto al papel de la UDELAR en ello. La única mención de la Ley 18.211 respecto a la formación de recursos humanos en salud es la hecha en el artículo 9: “El Ministerio de Salud Pública, en coordinación con otros organismos competentes, promoverá y evaluará que el desarrollo profesional continuo de los recursos humanos de las entidades que integren el Sistema Nacional Integrado de Salud responda a los principios rectores del mismo”. En este sentido, en la comparecencia de la Facultad de Medicina ante la Comisión de Salud Pública integrada con Hacienda, encabezada por el Decano Felipe Schelotto, se reafirma la sintonía de esta casa de estudios con el Proyecto de Ley en tratamiento: “Nuestra posición frente al Proyecto de Ley que se ha presentado, en forma global, es favorable. Estuvimos discutiéndolo expresamente en el Consejo de la Facultad y hemos analizado los objetivos, la organización, las intenciones y los procedimientos. En general, nuestra posición es francamente favorable al tipo de construcción que se proyecta”. A lo largo de la exposición, también se hace referencia a las distintas acciones desarrolladas desde la Facultad de Medicina que se compatibilizan con lo contemplado en el Proyecto de Ley de Creación del SNIS: “Las intervenciones más relevantes que están en camino, tendientes a mejorar los recursos humanos en esos aspectos, se alinean totalmente con los fundamentos conceptuales e iniciales de la ley e implican acciones que buscan un aumento de la proporción de tiempo y esfuerzos recursos humanos y también monetarios, por supuesto- para la capacitación en el primer nivel. Eso implicó inicialmente cuatro o cinco intervenciones: el fortalecimiento del Departamento de Medicina General Familiar y Comunitaria; la creación de un Instituto de Atención Primaria en Salud, interdisciplinario, contando con los aportes de acción del primer nivel, pero también en articulación con el segundo y tercer nivel; la formación de recursos humanos en el Sistema de Salud inicial, en los primeros y segundos años; la comunicación o relación médico-paciente inicial, es decir el contacto con la atención primaria desde el primer y segundo año; y, por último, inclusive por medio de esto, probablemente en un nuevo Plan de Estudios se planteará la creación de un título intermedio que permitirá hacer una especie de Licenciatura en Promoción de Salud, donde además se cumplirán los requisitos de articulación horizontal con otras carreras de la salud”. En contrapartida, en la misma comparecencia se confirma la sintonía a destiempo de este actor, expresada en su sugerencia de incorporar en el articulado al Hospital Universitario, junto con ASSE y las IAMC, dentro de las instituciones prestadoras del Seguro Nacional de Salud, así como también su deseo de que la Universidad sea contemplada por el MSP en la designación de los integrantes de la Junta Nacional de Salud. Ante esta sugerencia, el Senador Alberto Cid planteaba: “Creo que lo que está planteando el señor Decano es un tema bien importante y relevante, pero está totalmente desfasado con la dinámica que ha tenido el tra160 tamiento del Proyecto de Ley. Esta iniciativa, llamada “ley chica” ya fue aprobada en el Senado, en el día de ayer se aprobó en la Cámara de Representantes, vuelve con pequeñas correcciones a la Comisión de Hacienda y allí se verá qué sucede, porque de no aceptarlas el siguiente paso es la Asamblea General. Entonces, mi pregunta es si este planteo que se está realizando ahora no tuvo un marco de relacionamiento entre la Universidad de la República y el Ministerio de Salud Pública a efectos de hacerlo notar. Reitero que lo que está planteando el doctor Schelotto es bien relevante y nos da la impresión de que se corre el riesgo de cometer una omisión de algo importante para la Universidad y para el sistema de salud”. En cuanto a la segunda línea de propuesta sobre el recurso humano en salud, ante un diagnóstico de situación que da cuenta de profundas inequidades entre los recursos humanos, particularmente entre el sector público y el sector privado, desde el Congreso Héctor Rodríguez y en la propuesta de la Unidad Temática de Salud del Frente Amplio, se propone la creación de un Estatuto del Trabajador, elaborado a partir de la participación de distintas organizaciones de trabajadores y visualizado como instrumento para la dignificación del trabajador de la salud. Junto con esto se plantea la necesidad de un laudo salarial único para todo el sistema, independientemente de donde se trabaje y con un tope de remuneraciones por todo concepto (Congreso Héctor Rodríguez). Una vez en el gobierno y ante la voluntad del MSP de concretar un Estatuto Único del Trabajador que pueda transformarse en ley, en el marco del Consejo Consultivo para el Cambio, se abre un espacio específico para la discusión y elaboración del mismo. Al cierre de la primera etapa de trabajo de esta comisión, según el Informe de trabajo de la primera etapa de los Consejos Consultivos: “Hay un acuerdo mínimo sobre la necesidad del estatuto único, pero se exigen definiciones al respecto y se visualizan dificultades para unificar lo público y lo privado, médico y no médico”. En esta etapa, el tratamiento de ciertas temáticas dejó entrever posicionamientos contrarios al avance normativo promovido desde el Ministerio, a través de la consolidación de dicho estatuto. En este sentido, desde organizaciones que nuclean a distintos prestadores de salud, era claro su posicionamiento sustentado en la noción de libertad empresarial, desde el cual aspectos tales como la selección e ingreso de recursos humanos, así como otros vinculados a la carrera funcional y la evaluación de desempeño, hacen a la gestión autónoma de las empresas privadas, enmarcadas en algunos casos dentro de la relación contractual establecida entre los trabajadores y las empresas. Por otro lado, desde las organizaciones de trabajadores se promovía tímidamente su avance, a partir de propuestas sobre la metodología del concurso para la selección de personal, así como la participación de los trabajadores en los procesos de evaluación. El trabajo desarrollado por esta comisión lentamente fue quedando por el camino y finalmente no alcanzó una salida legislativa, ni dentro del Proyecto de Ley de creación del SNIS, ni como Proyecto de Ley independiente. Ante ello, no hubo mayores reclamos por parte de los trabajadores, en tanto parte más que interesada en la sanción legislativa de un Estatuto Único del Trabajador de la Salud. Una interpretación plausible respecto a la suerte de esta Comisión del Estatuto del Trabajador refiere a las dificultades en el logro de acuerdos dentro de la misma, por lo cual, tales esfuerzos fueron canalizados hacia otros espacios del proyecto de reforma. Por otro lado, concomitantemente al desarrollo de esta comisión se planteaba la discusión salarial del sector en el marco de los Consejos de Salarios. Aunque inicialmente se preveía el trabajo coordinado del MSP y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, a fin de articular lo trabajado desde la Comisión del Estatuto del Trabajador con los avances sobre lo salarial realizados en el Consejo de Salarios, es posible pensar que la discusión se haya desplazado hacia uno de estos espacios de negociación. Es posible que se haya visualizado el espacio de negociación abierto por el Consejo de Salarios como el lugar donde la obtención de consensos y mejores logros a nivel salarial fueran más asequibles que la generación de consensos a través de la normativa de un Estatuto del Trabajador. No en vano el crecimiento del salario real, tanto médico como no médico, fue significativo durante este período, particularmente en ASSE. Medicamentos En las definiciones programáticas elaboradas antes de asumir el gobierno se preveía una fuerte regulación de los medicamentos. En este sentido, se señalaba la importancia de implementar una política nacional de medicamentos tendiente a racionalizar su uso y asegurar la accesibilidad y calidad. La misma incluiría, entre otros, la necesidad de implementar una política de genéricos, que desvincule la indicación médica del nombre comercial, la regulación de precios y tasas moderadoras, la elaboración de un vademécum único según principio activo y el impulso a la producción nacional de medicamentos: “Se avanzará progresivamente hacia la producción de un conjunto de medicamentos y otros insumos químicos por parte del Estado haciendo una fuerte inversión técnica y económica en los laboratorios del Hospital de Clínicas y en el Dorrego, apuntando a jerarquizarlos como reguladores del mercado, estimulando además la producción nacional en condiciones de competitividad y con los controles de calidad adecuados” (Programa en Salud, Congreso Héctor Rodríguez). Estas líneas son reafirmadas en el plan de gobierno de mayo 2004. Por un lado, se afirma la voluntad reguladora a través de medidas como la promoción de una Ley de Medicamentos Genéricos que desvincule la indicación médica del nombre comercial, el fortalecimiento de la vigilancia farmacológica por parte del MSP, el control de costos y precios, la racionalización de las compras que se realizan desde el sistema de salud y la reducción de tiques moderadores. Por otra parte, se plantea la necesidad de desarrollar la producción estatal de medicamentos, a la vez que se plantea el “estimulo a la producción nacional de medicamentos en condiciones de competitividad y con los controles de calidad adecuados” (Plan de Gobierno en Salud, 2004). El debate entorno a la política de medicamentos constituye un tema medular en el cambio del sistema de salud y alberga potenciales conflictos, en la medida en que afecta los intereses económicos de los laboratorios nacionales y extranjeros que producen medicamentos que vuelcan en nuestro mercado. No obstante, la presencia de estos actores en el debate fue débil. En nuestro país, los laboratorios se nuclean en dos organizaciones: la Asociación de Laboratorios Nacionales (ALN), que reúne 26 laboratorios del país, y la Cámara de Especialidades Farmacéuticas (CEFA), que reúne a 12 laboratorios pertenecientes a empresas transnacionales (Pérez, 2009). Estas empresas detentan un poder económico muy importante, tanto por el capital que manejan como por su capacidad de controlar un recurso central en el sistema de salud como son los medicamentos. La evaluación del impacto de la reforma del sistema de salud en los intereses de los laboratorios es compleja, ya que, por un lado, al incrementarse la cantidad de afiliados a prestadores integrales y regularse los precios de los tiques de acceso a medicamentos, se podría ampliar el consumo de los mismos. Pero por otra parte, el incremento de las regulaciones y la política de prescripción por nombre genérico son sin duda acciones que podrían afectar el interés de mercado de los laboratorios. Asimismo, el pasaje de un modelo de atención curativo a otro centrado en la prevención podría redundar, a largo plazo, en un descenso del consumo de medicamentos. No obstante, el punto medular que podría haber generado un escenario conflictivo con los laboratorios es la posibilidad de desarrollar la producción estatal de medicamentos, algo que había sido planteado en el programa del FA a través del fortalecimiento del Dorrego y del laboratorio del Hospital de Clínicas. Esta medida planteaba un fuerte impacto en el mercado de los medicamentos, ya que permitiría proveer un genérico de menor costo y, a través de ello, regular el mercado propiciando una baja de los precios. Esta medida fue eliminada del proyecto de reforma del sistema de salud al inicio de este proceso, de manera que en el Proyecto de Ley enviado por el Poder Ejecutivo al Parlamento la misma ya no estaba planteada, restringiéndose la política de medicamentos al rol regulador del Estado, no a la absorción de una parte del mercado. En ese sentido, la Ley 18.211 plantea en su Art. 7: “La política nacional de medicamentos tendrá por objetivo promover su uso racional y sustentable. El Ministerio de Salud Pública aprobará un formulario terapéutico único de medicamentos que contemple los niveles de atención médica y establecerá la obligatoriedad de su prescripción por denominación común internacional según sus principios activos; racionalizará y optimizará los procesos de registro de medicamentos y 161 fortalecerá las actividades de inspección y fiscalización de empresas farmacéuticas y la fármaco vigilancia”. Esta eliminación de la posibilidad de que el Estado compita como productor de medicamentos y, desde ese lugar, avance en la regulación del mercado, explica el hecho de que los laboratorios no hayan desempeñado un papel de relevancia en el proceso de debate de esta Ley. Es compartible la posición de Pérez (2009: 44-45), quien señala en relación a los laboratorios que “este actor (al menos explícitamente) no ha manifestado posición respecto a la reforma, pese a que se han planteado algunas iniciativas que podrían presumiblemente afectar su giro: la racionalización respecto a las compras, la equiparación entre los medicamentos utilizados por el subsector público y privado. Tal posición, se podría decir, está más vinculada a la no promoción de la producción nacional de genéricos por parte del gobierno, lo cual no ha visto dañado de forma significativa sus intereses hasta el momento. Desarrollar la producción nacional de genéricos, es para la reforma un desafío de largo plazo en el proceso gradual que la misma está desarrollando, que además deberá vencer entre los obstáculos aquellos de tipo legal (como las ‘patentes’ que poseen los diversos fármacos)”. Asociado a este punto, Pérez plantea que los actores que han aparecido más fuertemente en escena a la hora de debatir en torno a la política de medicamentos son las farmacias. Éstas se agrupan en la Asociación de Farmacias del Interior (AFI) y en el Centro de Farmacias del Uruguay (CFU), que nuclea a las farmacias de Montevideo. Las mismas ingresaron al debate en torno al nuevo sistema de salud en el marco de los Consejos Consultivos para el Cambio, y “reclaman que el SNIS los considere el único actor válido para la comercialización de medicamentos y que lo dejen de hacer las mutualistas, aduciendo su aporte histórico a la comunidad gracias a su servicio de descentralización” (Pérez, 2009: 37, 38). Éstas intervienen en el debate que se da a nivel parlamentario a través de su participación en la comisión que analizó el Proyecto de Ley. Critican fuertemente que no se haya previsto su incorporación al SNIS y plantean la necesidad de integrarse a dicho sistema, más allá de la modalidad en que se daría dicha incorporación: “En definitiva, pretendemos el aval de ustedes para que la farmacia pase a tener un rol definido en la gestión de distribución del medicamento del país” (Actas de la Comisión de Salud Pública integrada con Hacienda, Cámara de Senadores). Por otra parte, las farmacias manifiestan su preocupación a partir de la competencia que para ellas representan las IAMC en tanto proveedoras de medicamentos a precios más baratos. En la medida en que el FONASA ampliará la cobertura integral, se manifiesta el temor a que se reduzca la porción del mercado que acude a las farmacias. “Es muy claro que con el nuevo Sistema no vamos a tener clientes, ya que el cien por ciento de la ciudadanía va a estar integrada a él -entendemos que está bien que así sea- y va a ir a buscar el medicamento al lugar en que se lo den en forma más económica, es decir, en los sitios donde determine dicho Sistema. Obviamente, a la gente le va a resultar mejor 162 retirar los medicamentos en las ventanillas de las mutualistas donde, en virtud del Seguro, los recibirán en forma gratuita (…) Estos son nuestros temores porque, además, si el Sistema Nacional Integrado de Salud va a socializar, la distribución de medicamentos será prácticamente gratis, ya que se ha hablado de que la mayoría de los co-pagos van a desaparecer. Si los co-pagos desaparecen pero yo cobro (…) lógicamente, la gente va a defender su bolsillo y van a adquirir los medicamentos donde se los den más baratos” (Actas de la Comisión de Salud Pública integrada con Hacienda, Cámara de Senadores). Finalmente, se acuerda la incorporación de las farmacias en la Ley sancionada. Su integración al SNIS se establece a partir de la posibilidad de que firmen acuerdos con los prestadores integrales, a fin de facilitar la distribución de los medicamentos: “Artículo 42. Las farmacias registradas y habilitadas por el Ministerio de Salud Pública podrán dispensar medicamentos a los usuarios de los prestadores de salud que integren el Sistema Nacional Integrado de Salud, en los términos de los contratos que celebre con los mismos. A dichos contratos les será aplicable, en lo que corresponda, lo dispuesto en el artículo 41 de la presente ley”. En relación a la política de medicamentos Pérez sintetiza los resultados del debate sosteniendo que “en este campo, se avanzaría en términos de la racionalización (que tuvo un adelanto en la anterior administración con la creación de la Unidad Central de Adquisición de Medicamentos del Estado) y la equidad en el sistema. Otra apuesta es el estímulo a la producción nacional de genéricos, que hasta ahora no ha tenido mucho empuje. Los actores vinculados a este recurso, en especial las Industrias Farmacéuticas (la Asociación de Laboratorios Nacionales así como la Cámara de Especialidades Farmacéuticas), no han aparecido en escena hasta el momento” (Pérez, 2009: 37). Tecnología Otro de los ejes que se tuvo en cuenta a la hora de elaborar el plan de gobierno en salud es el que refiere a la tecnología, en tanto que constituye uno de los recursos centrales en un sistema de salud. En lo referente a este punto, los documentos de este período dan cuenta de la necesidad de desarrollar una política que permita regular la incorporación de tecnología, racionalizar su uso a través de la complementación e incentivar el desarrollo de la investigación y la producción nacional en esta materia. El debate sobre este eje se complementa con los aportes generados en la mesa sectorial de tecnología que se realizó en el marco de los Consejos Consultivos para el Cambio, que desarrollaron propuestas tendientes a fortalecer el rol regulador de la autoridad sanitaria en lo atinente a la incorporación y habilitación de tecnología médica y la evaluación de la misma en el marco de un criterio de racionalización del uso de este recurso. Asimismo, plantea la necesidad de dotar a la Universidad de la República de recursos que permitan desarrollar la innovación en tecnología médica. En la Ley que crea el SNIS el avance en la regulación estatal se plasma en la obligatoriedad de que la tecnología que se incorpore al sistema sea aprobada por el MSP, a partir de un criterio de racionalización del uso de este recurso. “El Ministerio de Salud Pública creará un registro obligatorio de recursos de tecnología de diagnóstico y terapéutica de alto porte de los servicios de salud. La reglamentación determinará los contenidos de la información que deban proporcionar las instituciones, su periodicidad y las sanciones en caso de incumplimiento. Toda nueva incorporación de tecnología deberá ser aprobada por el Ministerio de Salud Pública teniendo en cuenta la información científica disponible, la necesidad de su utilización y la racionalidad de su ubicación y funcionamiento” (Ley 18.211, artículo 6). Vinculado a esto se plantea el debate sobre el papel del Fondo Nacional de Recursos. Inicialmente, se preveía la absorción de éste por parte del Seguro Nacional de Salud una vez que el sistema esté en pleno funcionamiento: “Cuando estén en funcionamiento pleno el Seguro y el Sistema Nacional de Salud las actuales funciones del Fondo Nacional de Recursos serán cumplidas por el Seguro en cuanto a la recaudación y por la Unidad Nacional de Tecnología en cuanto al control y regulación de la tecnología” (Plan de Gobierno en Salud, 2004). Sin embargo, la estructura del mismo se mantiene en el marco de la creación del nuevo sistema, manteniéndose también su autonomía administrativa (Ley 18.211, artículo 73). Uno de los argumentos esgrimidos refiere a la gradualidad de la creación del nuevo sistema, dado que no toda la población ingresará al Seguro Nacional de Salud en la primera etapa de constitución del mismo, de manera que se hace necesario seguir manteniendo un seguro que garantice la cobertura universal de los tratamientos de alto costo y complejidad (Fernández Galeano en Actas de la Comisión de Salud del Senado, 29 de marzo 2007). De la mano de lo anterior, las propuestas iniciales de reforma preveían la reestructuración de los IMAE tendiente a racionalizar la utilización de los servicios que éstos brindan y a fortalecer a los prestadores públicos: “Se realizará una profunda reestructuración y reglamentación de la cobertura de servicios que hoy se brindan a través de los Institutos de Medicina Altamente Especializada (IMAE) sobre la base del fortalecimiento de los prestadores de servicios públicos y en particular los universitarios (Facultad de Medicina) y el cumplimiento de criterios asistenciales de racionalidad, solidaridad, equidad y calidad técnico-científica para todos los servicios efectores” (Plan de Gobierno en Salud, 2004). Estos actores tienen una escasa presencia en el debate sobre este tema, participan en la mesa sectorial de tecnología realizada en el marco de los Consejos Consultivos para el Cambio. En la síntesis de esta etapa del debate ya se habían eliminado las propuestas de reestructuración de los IMAE. En relación a las clínicas que importan y utilizan tecnología, éstas no formaron parte del debate del nuevo sistema de salud, ni en la etapa inicial representada en la convocatoria a los Consejos Consultivos para el Cambio ni en la discusión parlamentaria. Esto puede estar relacionado a que son muy heterogéneas y no constituyen un actor organizado. En ese sentido, Pérez señala: “Dichos sectores parecen ser bastante heterogéneos entre si, y no contar con un ejercicio de lobby evidente y de peso. En tal sentido, lo que puede suceder es que se sumen estos elementos de confrontación con parte del elenco médico y otros profesionales, que por lo general están al frente de tales clínicas, a otros actores en pugna con la reforma” (Pérez, 2009: 44). Por lo tanto, cabe plantearse la interpretación de que la escasa participación que han tenido en el debate entorno al nuevo sistema reside en que muchas veces son los propios médicos los propietarios de estas clínicas, lo que permite pensar que inciden en el debate ya sea desde otros actores como el SMU o a través de las IAMC, como utilizando canales informales. Sección 5. Consideraciones finales Un conjunto de reformas sectoriales tan profundas como las iniciadas en el sistema de salud de Uruguay durante la administración 2005-2010, inevitablemente toca muchos sistemas de intereses. La documentación de temas y actores que se abordan en este trabajo lo ponen así de manifiesto. En cuanto a los temas, de las cuatro funciones de los sistemas de salud entorno a las cuales se organizó este trabajo, se corroboran modificaciones importantes en todas ellas, aunque, naturalmente, con diferentes profundidades. De la misma forma, si se hace un seguimiento de los pilares conceptuales de la reforma sanitaria propuesta, se puede corroborar que también en todos ellos se verifican cambios en el sentido deseado por la fuerza de gobierno, tanto en el financiamiento como en la promoción de herramientas que favorezcan la transformación hacia nuevos modelos de atención y gestión. Por otra parte, de las dos formas en que el Estado puede desarrollar sus espacios de acción ante la sociedad y el mercado (como proveedor directo de servicios o como rector efectivo de una arena de políticas), pueden verificarse cambios importantes en ambas. Si bien el inicio de un proceso de fortalecimiento de los proveedores públicos de salud es evidente, el cambio más profundo se identifica en el rol que el Estado cumple ahora y en las herramientas de rectoría que se comenzaron a desarrollar en el sistema sanitario. Al observar los desempeños de los colectivos sociales involucrados, se visualiza que en mayor o menor medida todos se beneficiaron con algunos cambios, y también a todos les fue impuesta alguna reducción en sus aspiraciones. Si se intenta un acercamiento a esa distribución, podríamos decir que los usuarios del SNIS se vieron beneficiados por la ampliación de la cobertura de la seguridad social, la reducción de las barreras monetarias de acceso a la atención médica y la ampliación de múltiples espacios de participación (CCA, JUNASA, Directorio de ASSE y los potenciales espacios departamentales y locales). En cuanto a los “costos” asociados a la reducción del rango de los espacios en 163 los que participan (su salida de los órganos de gobierno de los prestadores privados del sistema) tienen dos causas fundamentales: la resistencia de uno de los actores más poderosos por un lado (las IAMC) y las debilidades propias de su organización. alterado su régimen comercial. Y, complementariamente, los médicos del sistema también se benefician de todas estas transformaciones, a la vez que han obtenido sustanciales aumentos salariales, especialmente en el subsector público. Por las coincidencias expresadas con los objetivos de la reforma y por las nuevas oportunidades que se les generaron, es esperable que en la medida en que se fortalezcan como organización, los movimientos de usuarios se constituyan en un factor de sostén y promoción de este proceso reformista, a la vez que los otros actores involucrados (trabajadores, empresarios, gestores públicos) encuentren un interlocutor definido en representación de la sociedad. Los trabajadores organizados constituyen un actor colectivo poderoso. En particular, los del sector salud obtuvieron su incorporación a los nuevos espacios de representación del SNIS, tanto en el sector público como en el privado, logrando asumir responsabilidades distintas a las que ejercen en otros ámbitos de negociación (por ejemplo, en los Consejos de Salarios). La acción combinada en múltiples espacios de gestión les permitió obtener un conjunto importante de mejoras que hacen a las condiciones de trabajo y remuneración (cuestiones largamente reclamadas). Adicionalmente, pueden considerar que con su acción están apuntalando un proceso de reformas conceptualmente compartido, y que las movilizaciones del conjunto de trabajadores se hicieron para denunciar públicamente los intentos de veto de otros actores involucrados, así como para reclamar mayor velocidad y profundidad del proceso de cambios. En este caso, tal como lo preveía el FA antes de asumir el gobierno, los trabajadores organizados constituyen el principal aliado y defensor de este proceso. En cuanto a los costos impuestos por este proceso, es posible que, desde su perspectiva, el principal sea el fortalecimiento del Estado en su rol de rector del SNIS y la implementación de nuevas herramientas para el cumplimiento de esa función: nueva legislación, instauración del pago por metas prestacionales, renovación y ampliación del cuerpo fiscalizador de la DIGESA, firma de Contratos de Gestión, etc. Por las dificultades para el análisis que generan la multiplicidad de lógicas que se combinan en el “complejo médico”, será interesante hacer un balance en conjunto de elementos que rozan sus intereses variados. Como se dijo anteriormente, este conglomerado incluye a gremios como el SMU, la FEMI y las SAQ, pero también a empresas prestadoras integrales y parciales, a proveedores de tecnología de alto costo, entre otros actores. Aquí también se hace evidente la asunción de ganancias y pérdidas. Las empresas prestadoras cuentan, entre las ganancias, el aumento de afiliados por la vía de la seguridad social, la mejora en la situación económico financiera del sector privado (con las consecuencias positivas que tiene, entre otras cosas, para las fuentes laborales), el logro de espacios para la representación de las empresas en las nuevas instituciones del sistema (en esta primera etapa la representación fue ocupada por FEMI y UMU), a la vez que incidieron en la no inclusión de usuarios y trabajadores en la dirección de sus empresas (aunque esto último también puede ser visualizado por las IAMC como una pérdida, dado que ahora tienen nuevos espacios de intercambio formalizados con esos actores). Los prestadores privados con fines de lucro pueden identificar entre sus logros la incorporación al SNIS y al SNS (inicialmente no previstas por el programa del FA) sin ver 164 Si bien el FA incluía algunos de estos actores entre la coalición promotora de una reforma como la planteada, se verificó en la práctica la presunción de que conforman un actor colectivo inestable. Si se analiza su funcionamiento colectivo, los integrantes de este conglomerado no han encontrado un accionar unificado y, mayoritariamente, las distintas cámaras y gremios se han valido de los espacios de representación obtenidos o de los vínculos formales e informales con los que cuentan, para intentar hacer prevalecer sus propias combinaciones de intereses. Teniendo en cuenta los múltiples intentos frustrados de reforma sanitaria que se habían dado en las últimas décadas en el Uruguay, cabe preguntarse cuáles son las diferencias que se introducen durante este período, que permitieron avanzar en este terreno. Uno de los elementos influyentes fue, sin dudas, la construcción de una coalición promotora fuerte, que incluía a la fuerza política mayoritaria del Parlamento y a los trabajadores organizados como principal actor social. Por otro lado, el escenario de crisis del sector favoreció el clima del reformismo haciendo que, desde múltiples miradas, se llegara a reconocer la necesidad de cambiar la situación precedente. Otro elemento que influyó en el desarrollo de este proceso es la superposición del mismo con otras reformas estructurales, ya que, por un lado, generó dificultades por el difícil manejo de las agendas sectoriales y el circuito de toma de decisiones, pero por otro brindó la oportunidad de que el accionar contrario de los partidos políticos de la oposición se concentrara en otros procesos de cambio (IRPF, Consejos de Salarios). Sin embargo, el principal cambio que permitió evadir las acciones de veto anteriormente exitosas tiene que ver con la orientación y la estrategia de funcionamiento asumidas por el principal promotor de las transformaciones. La autoridad sanitaria fue construyendo progresivamente su capacidad de gobierno del sector, de una forma que posibilitaría liderar y administrar el proceso político hasta la sanción de los pilares legales del SNIS. Hubo un reconocimiento inicial de los obstáculos que permitió elegir qué cambios impulsar, combinando la agenda sanitaria con los recursos que se pudieran obtener de otras transformaciones promovidas desde el gobierno. De hecho, al contrastar la voluntad programática del FA con los subsectores en los que se impulsaron los cambios, puede verse cómo se optó por avanzar en la concreción de la mayoría de ellos, mientras que se postergaron algunos otros temas (como los sistemas de remuneraciones de los profesionales o la producción pública de medicamentos). En síntesis, puede decirse que los resultados de este proceso político responden a la lógica de intercambio y ajustes mutuos que se dio en los diferentes espacios, formales e informales, generados para la interacción entre los actores, tanto públicos como privados. Así, tanto los cambios que se plasmaron en el sentido deseado por el principal agente promotor (el Estado), como aquellos que se vieron modificados o postergados, responden a esta lógica. Esto posiciona al actual proceso como dinámico, de transformación y progresión constante, en que los conocimientos técnicos se combinan con las destrezas políticas necesarias durante su implementación, articulando transformaciones de efectos inmediatos con otras cuyos resultados sólo pueden verse en el largo plazo. De continuarse desarrollando esta dinámica, ahora sumando las posibilidades que ofrecen los nuevos espacios para los intercambios formales entre los actores, parecería que una virtuosa combinación de herramientas políticas y técnicas permitiría consolidar y profundizar los cambios iniciados, así como avanzar sobre aquellos elementos postergados. Bibliografía Etviti, J. E. y Leyva, R. F. Los actores políticos y sociales en la formulación de la reforma sanitaria en España. Cadernos de Saúde Pública V. 11, N. 1. Río de Janeiro, 1995. Grindle, M. S. y John W. T. Public Choices and Policy Change: The Political Economy of Reform in Developing Countries. Baltimore, Maryland. Johns Hopkins University Press, 1991. Maceira, D. Economía política de las reformas de salud: Un modelo para evaluar actores y estrategias. Nota Técnica de Salud No. 2/2007. BID, Departamento de Desarrollo Sostenible. Washington DC, 2007. do, P. y Ramos, C. (Ed.). 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Las visiones desde el neoinstitucionalismo. 2004. Disponible en: http://rephip.unr.edu.ar/handle/2133/847 Midaglia, C. y Antía, F. La izquierda en el gobierno: ¿Cambio o continuidad en las políticas de bienestar social? Revista Uruguaya de Ciencia Política Nº 16. Instituto de Ciencia Política. Facultad de Ciencias Sociales, UDELAR. Montevideo, 2007. Moreira, C. y Setaro, M. Alternativas de reforma del sistema de salud en Uruguay. In: Mancebo, M. E.; Narbon- 165 La reforma de la salud: una síntesis final Daniel Olesker Ida Oreggioni Marcelo Setaro Los capítulos de este libro han tratado de abordar, desde diferentes perspectivas disciplinares, algunos aspectos de la reforma de la salud desarrollada en el Uruguay entre 2005 y 2009. Como el lector habrá podido apreciar, hay una combinación de enfoques sanitarios, económicos y sociológicos, como es de esperar en un libro de análisis de políticas públicas. Dentro de esta diversidad de perspectivas se reconoce un foco de análisis fundamental: las nuevas instituciones sanitarias para el financiamiento y la conducción del sistema de servicios de salud. Ese es el principal eje orientador de este libro, las instituciones sanitarias de financiamiento, y es desde esa perspectiva que deben valorarse principalmente los aportes. Pero además, esa orientación se enmarca en una visión más amplia, relacionada con la reformulación de la matriz de protección social que se ha procesado durante esta administración. Esto es, la visión de una reforma de carácter social, que redistribuye de la riqueza, universal en su acceso, homogénea en su calidad, participativa desde la sociedad y sustentable, cuestiones que constituyen los cimientos de un nuevo Estado de Bienestar. Por tanto, en este capítulo final trataremos de realizar una síntesis del proceso de la reforma. Esta síntesis trata, por un lado, de resumir los trazos sustanciales de un complejo proceso de reforma, que estuvo nutrido por variadas referencias teóricas y comparativas, pero que fue modelado por el peculiar proceso político democrático uruguayo. Pero además, de forma complementaria, tratamos de sistematizar los ejes de la implementación realizada y definir las líneas fundamentales para la continuidad de una reforma que apunta a convertir a la salud en un derecho. 166 1. El punto de partida Nuestro país partía de una situación en la cual la salud, como derecho humano, tenía un estatus cuestionado. Esto era así por que en el sistema de salud el acceso a la asistencia estaba siendo, cada vez más, determinado por la capacidad económica de los individuos. No existía universalidad en el acceso a la atención en salud, la injusticia en la distribución del gasto sanitario era cada vez más grande y se profundizaba el diferencial en la calidad de los servicios a los que accedían diferentes grupos de población. Al mismo tiempo, desde el punto de vista asistencial, predominaba un modelo asistencialista, con fuerte predominio de las especialidades médicas, con formas de remuneración a los recursos humanos que estimulaban la hiperespecialización. El pluriempleo, la desafección institucional, las limitadas posibilidades de establecer una adecuada relación entre el equipo de salud y el usuario, son todas manifestaciones de un funcionamiento patológico del mercado de trabajo. A estos puntos mencionados, muy someramente, se sumaba la presencia de un Estado prescindente, que no cumplía con sus obligaciones reguladoras más básicas. A pesar de contar con una extensa normativa reguladora, el Estado la delegó en el mercado, en la competencia entre los prestadores. Esto tuvo consecuencias muy graves en las lógicas de funcionamiento del sector privado social. Esta situación puede ser resumida en los siguientes puntos: a) La población se dividía en tres grupos: los que pagaban cuota de su bolsillo e iban a las asociaciones mutuales o cooperativas de profesionales (Instituciones de Asistencia Médica Colectiva, IAMC) o a un Seguro Privado (poco menos del 3% de la población); los que trabajaban en el sector privado y tenían derecho por la seguridad social y debían elegir una IAMC; y los que carecían de recursos y de trabajo formal en el sector privado y se atendían en la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), organización que pertenecía al gobierno central y se financiaba exclusivamente por Rentas Generales. tema de Salud. Lo que teníamos era una suma de sectores fragmentados entre si, injusticia en el acceso y el gasto, diferencias en la calidad de los servicios y falta de sustentabilidad global. Todo esto a pesar de un gasto en salud que era del orden del 10% del PBI y significaba US$ 400 por año y por persona a nivel país. b) El gasto promedio por mes y por persona era en 2004 de $ 900 (US$ 40) en las IAMC y de $ 280 pesos (US$ 12) en ASSE. 2. El diseño de la reforma c) La relación de nivel salarial entre las IAMC y ASSE era aproximadamente de 3 a 1 en el sector no médico y de 10 a 1 en el sector médico, generando un gran ausentismo y baja productividad en ASSE. d) La normativa vigente en materia de control sanitario era abundante, pero la desregulación operada en el país a todo nivel en los años 90 desmanteló la estructura de inspección del MSP y, al mismo tiempo, transformó los contratos que firmaban los prestadores con el Banco de Previsión Social (BPS) en meras formalidades para permitir el pago de la seguridad social a los prestadores sociales. e) El pago de las prestaciones de salud a través de cuotas únicas que no tomaban en cuenta el riesgo sanitario generó una discriminación (“descreme”) en perjuicio de las mujeres y de los adultos mayores. En síntesis, teníamos una situación de inexistencia de Sis- 2.1. La reforma de la salud: el Fondo Único y Obligatorio de Financiamiento y Gasto Frente al diagnóstico de situación, la reforma se plantea como meta la construcción de un Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) financiado por un Seguro Nacional de Salud (SNS). Estas dos ideas, la del sistema y el seguro, son grandes contenedores que comprenden las transformaciones profundas a procesar en los tres ejes estratégicos del cambio: • El modelo de atención • El modelo de gestión • El modelo de financiamiento y gasto Esos ejes estratégicos de cambio se materializan en dispositivos institucionales concretos. El primero, como rasgo esencial que define la reforma como social y que desplaza los ejes liberales y mercantiles desarrollados en los años 90, es la constitución de un Fondo Único Público y Obligatorio. El Fondo Nacional de Salud (FONASA), administra 167 el conjunto de recursos financieros que se destinan a la atención integral en salud de la población. Las funciones principales del Seguro Nacional de Salud y su Fondo, desde la perspectiva de los objetivos de universalidad, justicia social, calidad homogénea y fortalecimiento de la atención primaria de la reforma, son: a) Que el acceso a la salud sea universal a partir de la integración de toda la población al SNS. Objetivo: universalidad de cobertura. b) Que dicho acceso sea financiado con un aporte proporcional a la capacidad de pago de las familias. Que haya aporte de los empleadores para financiar la salud de sus trabajadores y que haya aporte fiscal de Rentas Generales para compensar la diferencia entre los aportes y los costos de la salud. Objetivo: redistribución, seguro social que subsidia según ingresos. c) Que haya separación entre la contribución económica de las familias y su utilización, lo que representa un elemento central en el financiamiento, puesto que independiza la atención de la salud de las personas de su situación económica y la vincula a sus necesidades asistenciales. Objetivo: asegurar la igualdad de atención sin tomar en cuenta la contribución en su magnitud. d) Como no hay nada que asegure que la capacidad de destinar recursos al sistema por parte de un individuo sea la misma a lo largo de su vida, y converja con sus necesidades de utilización, se hace también necesario que los recursos que aporta cada individuo sean compartidos por todos en un fondo único. Objetivo: asegurar la igualdad de atención sin tomar en cuenta la contribución en el tiempo. e) Que los prestadores de salud (públicos y sociales) reciban un ingreso por la atención de la población, que tenga en cuenta el riesgo sanitario de las personas sin que el costo asociado al riesgo sea pagado por la persona, que ya hizo su aporte en función de sus ingresos. Objetivo: equidad, seguro social que subsidia diferentes riesgos poblacionales. f) Que se ejerza una rectoría sobre el sistema a partir de la firma de contratos de gestión de carácter obligatorio con los prestadores públicos y sociales, en los que se establecen las normas de carácter general de la atención, los objetivos sanitarios, los derechos de los usuarios, así como se crea un sistema de evaluación de objetivos y de sanciones a su incumplimiento. Objetivo: contralor de la prestación del bien público y estimulación al cambio del modelo hacia una estrategia basada en la Atención Primaria de Salud. g) Que desde el SNS, a través de la estructura de los contratos de gestión por un lado y del pago por metas asistenciales por otro (un plus por encima de la cápita ajustada por riesgo), se oriente el cambio en el modelo de atención con énfasis en la atención primaria en salud (el 90% del pago por metas está asociado a objetivos sanitarios del primer nivel y el 10% a capacitación de recursos humanos). Objetivo: apoyo al cambio en el modelo de atención hacia una estrategia de atención primaria en salud. h) Que los usuarios del SNIS tengan en sus manos la posibilidad de decidir por un prestador social o público y no les esté vedado -a través de la seguridad social- el ingreso al prestador público. Para ello, dada la situación de partida que hemos descrito, se han tomado dos medidas claves. Por un lado separar el prestador público de la administración de gobierno y transformar a ASSE en una empresa pública, es decir, un servicio que sigue siendo estatal y al mismo tiempo tiene un carácter descentralizado en su gestión. Por otro lado, para ponerlo en condiciones de ingresar al SNIS como empresa pública, fue necesario una mejora presupuestal que duplicó su presupuesto en valores reales. Objetivo: justicia de distribución entre prestadores públicos y sociales e igualdad de condiciones de acceso y competencia entre todos los prestadores. En resumen, la reforma crea un Fondo Único y Obligatorio al cual se aporta según el nivel de ingresos y que da derecho a cobertura familiar, separación entre la contribución y la utilización de los servicios, prepago a los prestadores según riesgo (con un plus por cumplimiento de metas asistenciales) y libre elección de los usuarios entre todos los prestadores integrales. 2.2. La reforma de la salud: el ajuste del gasto asociado al riesgo sanitario y el pago como estímulo al cambio del modelo de atención El segundo rasgo esencial de la reforma, de carácter desmercantilizador, surge específicamente de la definición de las formas de pago (cápitas ajustadas por riesgo y plus por metas asistenciales). De esa manera se define una estructura de costos asistenciales, que es definida por el regulador y tiene en cuenta los costos asistenciales y de gestión, así como las alícuotas de inversión necesarias en el sistema de salud (el regulador debe aprobar cualquier inversión de alto porte que realice un prestador de salud) y que quita margen de acción sobre el precio del servicio para incorporar aspectos de especulación o de lucro. Objetivo: validar con la cuota salud las necesidades asistenciales presentes y futuras de los usuarios del sistema, limitando el espacio para conductas lucrativas. En este sentido se integran varias acciones de la política reguladora que convergen al objetivo planteado: • La fijación de los valores de las cápitas se realiza sobre la base de los costos asistenciales ajustados por riesgo. Toma entonces en cuenta los costos de la asistencia a valores medios de eficiencia del sistema, incluyendo los niveles salariales laudados en la negociación colectiva, y considera los niveles de inversión necesarios para el desarrollo de la renovación del sistema. • Los niveles de inversión en monto y características forman parte de las decisiones del regulador y están sujetas a las necesidades del sistema en su globalidad, al mismo tiempo que estimulan el aprovechamiento de las economías de escala en el uso de los recursos a través de la complementación de servicios entre prestadores. • Tanto a través de la estructura de cápitas que convalida los niveles salariales medios, como en la estructura y definición de metas asociadas al número de recursos humanos por usuarios, se obstaculiza la transferencia de sobre-ganancias de los prestadores al valor hora de los profesionales y niveles gerenciales, generando un fin de lucro encubierto como sucedió en los años 901. 2.3. La reforma de la salud: regulación de precios El tercer rasgo desmercantilizador de la reforma es que los precios de los servicios (cuotas y tasas) dejan de ser un factor de competencia entre las instituciones. Este problema se verificó durante los 90 con el crecimiento desmesurado del costo de las tasas moderadoras. Estas dejaron su rol de moderador del consumo dentro de las IAMC, asociándose al concepto de co-pago y convirtiéndose en importantes barreras al acceso de la población de menores recursos y con mayores necesidades de atención en salud. Ahora las tasas moderadoras son reguladas estrictamente por el Poder Ejecutivo, bajo el concepto de que no deben ser un obstáculo para acceder al Plan de Prestaciones y a los programas sanitarios obligatorios (Plan Integral de Atención en Salud). El Plan de Prestaciones asegura también el acceso a los medicamentos (Formulario Terapéutico de Medicamentos) regulado por la autoridad sanitaria. Además, existe una política explícita de exoneraciones para ciertos grupos de población: niños, mujeres, ancianos y pacientes con enfermedades crónicas. Lo mismo puede decirse de las cuotas de salud en su formato de cápitas ajustadas por riesgo, que establecen un limite a las prácticas de selección de usuarios de bajo riesgo (“descreme”) por parte de los prestadores. La competencia entre los prestadores de salud ahora se centra en aspectos de calidad asistencial (nivel de los profesionales, tiempos de espera en la atención, red geográfica de primer nivel de atención) en un marco de movilidad de los usuarios regulada por el propio SNS. La calidad pasa a ser la estrategia predominante de las instituciones para atraer y fidelizar a sus usuarios. El costo de la atención de las poblaciones costosas (ancianos, por ejemplo) se incorpora en la lógica de funcionamiento del seguro. El proceso de cambio en el modelo de financiamiento que impulsa la reforma, con el objetivo de recuperar el concepto moderador de la demanda y eliminar barreras al acceso, ha disminuido el precio de un importante número tasas moderadoras y ha eliminado otras, en especial en el primer nivel de atención y en las enfermedades crónicas más prevalentes en el país (diabetes, hipertensión). Un nuevo paso en este proceso consiste en la fijación de topes máximos a todo tipo de tasas moderadoras. 2.4. La reforma de la salud: el rol del Estado La reforma de la salud se concibe como un sistema al que concurren actores públicos-estatales, privados-sociales y privados-lucrativos. El sector privado-social adquiere en la reforma un rol de gran relevancia, al igual que en otras expresiones de las políticas sociales. Se trata de incorporar a actores competentes y comprometidos que aportan su trabajo remunerado pero sin fines de lucro. En ese sentido, más del 95% de la cobertura del SNS es ofrecida por los dos primeros actores mencionados, con lo que se asiste a un sistema ampliamente mayoritario fuera de la estricta lógica mercantil. Precisamente, en la esencia de las nuevas políticas sociales y de la reforma de la salud en particular, existe convicción sobre las nefastas consecuencias de un bienestar social sustentando en el mercado con actores en función del lucro. Al referirse al sector privado-social se alude a un conjunto de emprendimientos sin fines de lucro, que ofrecen bienes y servicios de forma mercantil pero con el exclusivo propósito de cubrir los costos de su producción y la renovación constante de su nivel de desarrollo, acorde con las necesidades del sistema. Se trata en nuestro país de las Instituciones de Asistencia Médica Colectiva (IAMC), las cuales incluyen cooperativas de profesionales y asociaciones civiles mutuales que son, en salud, la expresión más destacable de la denominada economía social. Las políticas de los años 90, con su énfasis en la competencia mercantil y la búsqueda de lucro, contribuyeron a bastardear el espíritu social de estas instituciones. De todas maneras, su esencia organizacional histórica permite, desde la perspectiva de una nueva función de regulación global, recuperar su papel social. Esto es, el funcionamiento histórico del sector privado-social, bajo la lógica de redes sociales autorreguladas, donde los principios ético profesionales y de solidaridad social contribuían a un resultado social virtuoso. La nueva política iniciada en 2005 ha definido la necesidad de apoyar y promover a este importante sector de la economía, que posee en la sociedad uruguaya una larga tradición. Al mismo tiempo, los prestadores privados integrales, con fines de lucro, también tienen un lugar dentro del SNIS. Ellos representan menos del 5% de la cobertura total del sistema y aportan una cierta cuota de innovación y dinamismo en materia de gestión. Sólo pueden ser contratados por el SNS quienes se encontraban habilitados como Durante los 90, los prestadores del sector privado social distribuían por dos vías las ganancias que generaba la gestión de la salud: inversiones en infraestructura o pago de sobre-salarios y compensaciones. 1 168 169 prestadores integrales al inicio del período de gobierno, y con posterioridad no pueden ingresar nuevos privados con fines de lucro. Al mismo tiempo, junto a esta interacción en la prestación del servicio de actores públicos y privados-sociales, la reforma ha reconstituido la rectoría pública, sustituyendo la intervención subsidiaria del Estado por una intervención estratégica de conducción del sistema y del seguro. Esta concepción reubica el rol del Estado en la centralidad del cambio e implica asumir plenamente la formulación de la política en todas sus dimensiones. En ese sentido es que se desarrollan: • La separación de las funciones de regulación y prestación de servicios. • El fortalecimiento de la función reguladora, otorgándo- se al Ministerio de Salud Pública una estructura acorde con sus nuevas y vigorizadas funciones. • La creación de la División Economía de la Salud (DES), que ejerció una función clave en el diseño y seguimiento de la reforma. • El fortalecimiento de la Dirección General de la Salud (DIGESA), de sus funciones de inspección y habilitación de servicios. • Y, como síntesis, la refundación de la función rectora la creación por la Ley 18.211 del organismo conductor del Seguro Nacional de Salud, es decir la Junta Nacional de Salud (JUNASA). A partir de esta nueva institucionalidad se refunda la relación entre la rectoría y los prestadores de salud, a través de la firma de los contratos de gestión. La JUNASA firma contratos de gestión con todos los prestadores integrales pertenecientes al Sistema Nacional Integrado de Salud. El principal objetivo es ayudar al cumplimiento de las obligaciones que la ley impone a los prestadores del SNIS, evaluar su eficiencia sanitaria y dar a los usuarios información sobre el desempeño de cada prestador. 2.5. La reforma de la salud: Participación social Finalmente, un aspecto adicional que debe analizarse tiene que ver con los cambios que, en la gestión de la reforma, se han realizado en términos de participación social. La reforma tiene por objetivo mejorar el acceso de las personas a la salud, pero para lograr esto se plantea involucrar a la ciudadanía en la conducción del nuevo sistema. Porque un sistema que funcione debe considerar las opiniones de sus usuarios, y la mejor fórmula para ello es ampliando las posibilidades de participación social. Por ello es que la reforma ha creado como institucionalidad de conducción del SNS a la Junta Nacional de Salud, organismo integrado por cuatro miembros del Poder Ejecutivo y tres representantes sociales elegidos por prestadores, 170 usuarios del sistema y trabajadores. Al mismo tiempo, cada prestador debe crear un órgano de consulta con representantes de sus usuarios y de sus trabajadores. Es de destacar que en el prestador público la opción elegida fue integrar usuarios y trabajadores en el propio organismo de conducción del prestador. 3. La implementación y los desafíos futuros El carácter universal en la defensa y garantía del derecho a la salud no puede soslayar las diferencias y desigualdades heredadas de una sociedad en la que históricamente se fueron generando múltiples inequidades. Al igual que sucede con las otras políticas sociales, junto con las garantías para el conjunto de la sociedad, se actúa de manera enfática hacia ciertos grupos que objetivamente están en una posición de mayor debilidad. Es el caso de las mujeres, la infancia y adolescencia, los adultos mayores, las personas discapacitadas, entre otros, para quienes se ofrecen líneas programáticas especiales que contemplan sus particulares dificultades. Punto de Partida 1/3/2005 • Privados • Prim. y Jub. • Pasivos dep. menos 4.200 Número de personas incluidas: 586.000 1a Etapa Agosto de 2007 2a Etapa Segundo Semestre de 2007 Lo anterior más trab. Públicos sin cobertura Lo anterior más públicos con cobertura Número de personas FONASA: 736.000 Número de personas FONASA: 780.000 4a Etapa Cónyuges (2010 a 2013) Profesionales (2011) Cajas de Auxilio (2011) 3a Etapa 1/01/08 Lo anterior más hijos menores de 18 años de trabajadores pcos y priv. y jubilados patrones. Número de personas FONASA: 1.450.000 Pendientes • Pasivos más de 4.200 • Rentas del Capital • Ap. de otras cajas • Municipales De esta manera, el proceso de implementación de la reforma de la salud definió un proceso gradual de incorporación de colectivos al SNS. La ampliación de la cobertura del seguro, que se detalla en el siguiente gráfico, se definió según criterios de equidad social y sustentabilidad económica. Así es que el SNS financia hoy la atención en el SNIS de 1.450.000 usuarios. El desarrollo de las diferentes etapas de ingreso al SNS estuvo basado en una definición global de gobierno que asignó la prioridad a los hogares con menores de 18 años, dados los mayores índices de pobreza que existían en dichos tramos etarios. La Ley 18.211 ya prevé cuáles serán los futuros ingresos al SNS (cónyuges, etc.). Pero además, ahora es necesario precisar el ingreso del resto de los colectivos, sobre la base de la definición de un programa de gobierno que aspira a que en el año 2014 todos los usuarios del SNIS sean financiados a través del SNS. Es necesario, por tanto, establecer los criterios de prioridad en el ingreso y los criterios de equidad y sustentabilidad económica. Otro aspecto a tener en cuenta en el proceso de definición de las etapas futuras tiene que ver con el Plan Integral de Atención en Salud (PIAS). La reforma partió de un nivel muy alto de prestación integral, tanto por los niveles de prestación ya obligatorios de los prestadores (lo que luego se transformó en el PIAS), como respecto a lo que otorga el Fondo Nacional de Recursos (FNR). Por ello es que en las primeras etapas de implementación el objetivo fue consolidar esta prestación integral, mejorando la calidad del servicio, definiendo una estructuración asistencial basada en programas de salud (integrados ahora al PIAS) y ampliando la cobertura de medicamentos de alto costo a través del FNR. Ello ha llevado a que quedaran como etapas de implementación futuras la incorporación de la emergencia en sentido estricto (clave 1), así como aspectos más desarrollados de salud mental y salud bucal. Un tercer aspecto del proceso futuro se refiere a la continuidad en la reducción del peso financiero de los co-pagos y tasas moderadoras, hasta llevarlos a un esquema de tasas moderadoras homogéneas en el sistema. Si bien existe un piso importante de prestaciones que se encuentran exoneradas o reguladas en los pagos por uso, es necesario seguir avanzando, identificando con claridad los grupos poblacionales que son prioridad en materia de salud pública. Por otra parte, la política de metas asistenciales se muestra como una herramienta de política pública particularmente prometedora. Como fue demostrado en el capítulo 5, las metas son el eje principal de una estrategia de rediseño organizacional, de las prácticas de gestión asistencial y, en definitiva, del modelo de atención. Continuar avanzando en esta estrategia implica un ejercicio de análisis crítico de las necesidades de salud colectiva, así como también identificar los puntos a fortalecer en los procesos de gestión asistencial de los prestadores de salud. En esto será fundamental el diálogo con los prestadores de salud, así como con los especialistas en salud pública y administración de servicios de salud. Otra cuestión de principal atención debe ser el papel de la nueva ASSE en el SNIS, y su vínculo con el MSP. Como se indicó en el capítulo 4, en el período se concretó una política de fuerte incremento presupuestal, con mejora de infraestructuras y recursos humanos. Esto debe ser sos- 171 tenido, pero además se debe continuar desarrollando el perfil de ente testigo, fijando niveles de calidad básicos y alentando la innovación en las prácticas de transformación asistencial. Para ello todavía está pendiente la definición de los grados de autonomía para la gestión asistencial que tendrán las unidades de ASSE. También se debe tener en cuenta la relación de ASSE con el Presupuesto Nacional, mientras se procesa su incorporación plena al seguro, para lo cual sería deseable establecer metas e incentivos adecuados para la transformación de esta empresa pública. Un punto final, crítico para todo este complejo proceso político, es el de la ampliación de la participación democrática en la potencialidad que conceden las leyes del SNIS. Como parte de la redefinición del concepto de salud, el ciudadano está llamado a tener un rol activo en la conducción del sistema, en la definición de los problemas de salud y en las metodologías de intervención. Sin dudas el futuro de la reforma sanitaria se juega en la ampliación de los canales democráticos de participación ciudadana. Finalmente, el propio diseño de la reforma de salud requiere de un Estado inteligente y activo, con capacidad de alentar la transformación progresiva del sistema de salud, adaptándolo a las necesidades de nuestro cambiante perfil demo-epidemiológico. Pero para lograr esto es fundamental una conducción política y técnica adecuada, sustentada en el consenso y la legitimidad que pueden brindar la participación ciudadana en el SNIS. Fortalecer las estructuras del MSP, de la JUNASA, así como los canales de participación social, son desafíos fundamentales para la reforma sanitaria. Es de ese proceso que emergerán los rasgos distintivos del nuevo Estado de Bienestar en el sector salud. 172 Glosario de siglas utilizadas ACS - Agente Comunitario de Salud ADUSS - Asociación de Usuarios de Servicios de Salud ADUSS - Asociación de Usuarios del Sistema de Salud AFI - Asociación de Farmacias del Interior ALN - Asociación de Laboratorios Nacionales ANCAP - Administración Nacional de Combustibles Alcohol y Pórtland APS - Atención Primaria en Salud ASSE - Administración de Servicios de Salud del Estado BHU - Banco Hipotecario del Uruguay BPC - Base de Prestaciones y Contribuciones BPS – Banco de Previsión Social CAIF - Centros de Atención a la Infancia y la Familia CATP - Comisión Asesora Técnica Permanente CCA - Consejos Consultivos y Asesores CCZ - Centro Comunal Zonal CEFA - Cámara de Especialidades Farmacéuticas CFU - Centro de Farmacias del Uruguay CHPR - Centro Hospitalario Pereira Rossell CNS - Cuentas Nacionales de Salud DCO - Días Cama Ocupados DES - División Economía de la Salud DIGESA - Dirección General de Salud ECH - Encuesta Continua de Hogares ECNT - Enfermedades Crónicas No Trasmisibles ENGIH - Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares ENH - Encuesta Nacional de Hogares FA - Frente Amplio FECOMI - Federación de Cooperativas Médicas del Interior FEMI – federación Médica del Interior FESP - Funciones Esenciales de Salud Pública FFSP - Federación de Funcionarios de la Salud Pública FNR - Fondo Nacional de Recursos FONASA - Fondo Nacional de Salud FTM - Formulario Terapéutico de Medicamentos FUS - Federación Uruguaya de la Salud IAMC - Instituciones de Asistencia Médica Colectiva IMAE - Institutos de Medicina Altamente Especializada INAU - Instituto del niño y Adolescente del Uruguay IRPF - Impuesto a la Renta de las Personas Físicas JUNASA - Junta Nacional de Salud MEF - Ministerio de Economía y Finanzas MIDES - Ministerio de Desarrollo Social MNUSPP - Movimiento Nacional de Usuarios de Salud Pública y Privada MTSS – Ministerio de Trabajo y Seguridad Social MUSAS - Movimiento de Usuarios de la Salud y Asistencia Social MYSU - Mujer y Salud en Uruguay MYSU - Mujer y Salud en Uruguay OCDE - Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico PIAS - Plan Integral de Atención a la Salud PNSM - Programa Nacional de Salud Mental PNSM - Programa Nacional de Salud Mental RAP - Red de Atención del Primer Nivel RAP - Red de Atención Primaria SAQ - Sociedades Anestésico Quirúrgicas SGS - Sistema de Gestión en Salud SINADI - Sistema Nacional de Información SMU - Sindicato Médico del Uruguay SNIS – Sistema Nacional Integrado de Salud SNS - Seguro Nacional de Salud SPV - Seguros Privados Voluntarios SSS - Seguros Sociales de Salud UE - Unidad Ejecutora UMU - Unión de la Mutualidad del Uruguay 173 Transformar el futuro Metas cumplidas y desafíos renovados en el Sistema Nacional Integrado de Salud 174 175 Edición María José Borges Datos imprenta 176