la compraventa - Wolters Kluwer

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LA COMPRAVENTA
Eugenio Llamas Pombo
Tratados
LA COMPRAVENTA
Eugenio Llamas Pombo
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LA COMPRAVENTA
Eugenio Llamas Pombo
© Eugenio Llamas Pombo, 2014
© Wolters Kluwer España, S.A., 2014
Edita: LA LEY
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Tel.: 902 42 00 10 – Fax: 902 42 00 12
http://www.laley.es
1.ª edición: julio 2014
ISBN: 978-84-9020-338-5
Depósito Legal: M-16864-2014
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Printed in Spain
A mi maestro, Mariano Alonso Pérez
Eugenio Llamas Pombo
La Ley 57/1968 no habla en ninguna parte de la obligación de suscribir dos
seguros, uno para cubrir la obligación de devolver las cantidades entregadas y
otro para cubrir la de destinar las mismas a los gastos de la promoción inmobiliaria. Es cierto que esta última fórmula aseguradora (garantizar mediante un
seguro que las cantidades entregadas a cuenta se destinarán en exclusiva a financiar la promoción de las viviendas) puede formar parte de la oferta de algunas
compañías aseguradoras. Pero desde luego tal denominación carece de toda base
legal, científica o jurisprudencial, y semejante producto constituye algo puramente voluntario dentro del principio de autonomía privada que preside el mercado asegurador, que por lo tanto no tiene nada que ver con las garantías que
exige la Ley 57/1968. Una cosa es el indeseable efecto que trata de prevenir la
Ley: que quienes entregan cantidades a cuenta para adquirir una vivienda todavía
no construida, se queden sin dinero y sin vivienda; y otra bien distinta, la causa
que lo motiva: que el promotor destine los fondos a finalidades distintas de la
promoción y, en caso de frustrarse esta, no pueda devolverlo.
Por eso la Ley 57/1968 establece dos obligaciones distintas a cargo del promotor:
1) Garantizar la devolución de las cantidades más el 6% mediante aval o
seguro de caución.
2) Percibir las cantidades a través de cuenta especial con destino exclusivo
a la promoción.
La garantía siempre va referida a lo primero, es decir, a la devolución de las
cantidades. Y no a lo segundo, que constituye una obligación que ha de cumplir
el promotor, y también un requisito elemental de dicha garantía, pero no una
garantía en sí mismo. Ello explica que el Tribunal Supremo haya repetido hasta
la saciedad que el ingreso en la cuenta especial «es un deber del vendedor, no
de los compradores, quienes cumplen con anticipar las cantidades en la forma
exigida por éste, sin que el asegurador le pueda oponer aquella circunstancia
como una excepción al pago»(1153). Y también que la jurisprudencia haya condenado a la aseguradora a la devolución de las cantidades, incluso cuando a consecuencia de la falta de ingreso de las cantidades entregadas en la cuenta especial,
la compañía no hubiera emitido las pólizas individuales(1154). Con toda contun(1153) SSTS 7 junio 1983, 25 octubre 1985, 23 marzo 1990, 30 diciembre 1998. Sobre el asunto, puede
verse MONDÉJAR PEÑA, M. I., «El afianzamiento de las cantidades anticipadas en la construcción
y venta de viviendas», en Revista Española de Seguros, n.o 128, 2006, pág. 722.
(1154) STS 22 septiembre 1997.
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dencia lo ha señalado la importante STS 13 septiembre 2013, que califica el
seguro colectivo suscrito por una cooperativa de viviendas como de los previstos
con carácter obligatorio en la Ley 57/1968, sobre percibo de cantidades anticipadas en la construcción y venta de viviendas, y en la disposición adicional 1.ª
de la Ley 38/1999, de Ordenación de la Edificación, y no como un seguro de los
conocidos en la práctica aseguradora como «de Tramo I», que únicamente garantiza que las cantidades aportadas por los cooperativistas se destinen a sufragar los
gastos del proyecto promotor en sus fases iniciales.
9.2.3. Lugar del pago
El artículo 1500 del CC establece, en cuanto al lugar del pago del precio, las
mismas reglas que para el momento de dicho pago. Como primer criterio, hay
que atender al «lugar fijado en el contrato», y en defecto de tal fijación, habrá de
efectuarse el pago «en el lugar en que se haga entrega de la cosa». En consecuencia, el primer criterio es coincidente con el párrafo primero del artículo 1171
del CC; pero el segundo se aparta de las reglas que establecen los párrafos 2.º
(lugar donde existiese la cosa al tiempo de constituirse la obligación) y 3.º (domicilio del deudor) de dicho precepto, en cuanto al lugar del cumplimiento de las
obligaciones. Desde MANRESA(1155), la doctrina unánimemente explica la divergencia de esta norma especial del artículo 1500, frente a la norma general del artículo
1171, en el carácter bilateral de las obligaciones nacidas de la compraventa,
puesto que la regla establecida en la teoría general está pensada más bien para
las obligaciones unilaterales. En todo caso, es obvia la prevalencia de la regla
especial frente a la general.
En relación con el primer criterio, resultan de gran importancia los usos de los
negocios, sobre todo en determinados ramos concretos (no tanto como los usos
locales), a la hora de interpretar adecuadamente cuál fue la voluntad de las partes,
de manera que es posible deducir la existencia de un pacto respecto del lugar del
pago con arreglo a dichos usos, aunque expresamente no se haya manifestado así
en el contrato(1156).
En la compraventa internacional de mercaderías, el artículo 57.1 de la CVVIM
establece que «el comprador, si no estuviere obligado a pagar el precio en otro
lugar determinado, deberá pagarlo al vendedor: a) en el establecimiento del ven-
(1155) MANRESA, Comentarios…, X, cit., pág. 379.
(1156) NAVARRO CASTRO, op. cit., pág. 233.
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dedor; o b) si el pago debe hacerse contra entrega de las mercaderías o de documentos, en el lugar en que se efectúe la entrega».
Para la adecuada interpretación y aplicación de las reglas del artículo 1500
del CC, existen algunos principios que resultan consolidados en la jurisprudencia:
1.º) El artículo 1500 del CC es aplicable como supletorio a las compraventas
mercantiles(1157) en lo relativo al lugar de pago.
2.º) En consecuencia, en la compraventa mercantil y a falta de pacto expreso,
el lugar del pago será el establecimiento comercial del vendedor, que es donde
éste debe poner las mercancías a disposición del comprador. Así, la STS 24
octubre 1995 señala que «a falta de pacto de sumisión expresa y no habiéndose
acreditado si las mercancías viajaron a riesgo del vendedor o del comprador,
ha de entenderse que lo fueron por cuenta de éste (portes debidos) y, por tanto,
que tales mercancías le fueron entregadas en el domicilio del vendedor, que es
donde debe pagarse el precio de las mismas, al no haberse pactado otro lugar
distinto para dicho pago (artículo 1500 del CC)». En efecto, ser admite en general que la cosa se entiende entregada, puesto que desde ese momento se
encuentra a disposición del comprador, en el momento en que el vendedor la
factura y la remite a aquél. Y por tanto, el pago habrá que realizarlo en el domicilio del vendedor.
3.º) Sin embargo, si las cosas objeto del contrato se remiten de un lugar a
otro, como es normal tratándose de contratos mercantiles, será elemento decisivo para la fijación del lugar en que deba realizarse la entrega (y, por tanto, el
pago del precio) el que los gastos de transporte hayan corrido a cargo del vendedor o del comprador(1158). Así, cuando las mercancías viajan a portes debidos,
se entiende como lugar de entrega el domicilio del vendedor (pues viajan a
riesgo del comprador, que paga los portes), mientras que si lo hacen a portes
pagados, o sea, por cuenta y riesgo del vendedor, se entienden entregadas en
(1157) SSTS 19 junio 1953, 12 enero 1956, 17 junio 1981, 23 junio 1981, 24 marzo 1988, 21 mayo
1991, 24 octubre 1995, 10 noviembre 1995, 15 julio 1997.
(1158) STS 21 mayo 1965. La cuestión tuvo enorme trascendencia bajo la vigencia de la vieja LEC
1881, cuyo artículo 62 fijaba, como uno de los criterios para establecer la competencia territorial, el del lugar de cumplimiento de la obligación, por lo que siempre que se reclamaba el
precio de una compraventa, resultaba necesario establecer con precisión cuál era el lugar del
pago, al objeto de determinar el tribunal competente. Hoy, establecida por la vigente LEC la
regla general del domicilio del demandado, la cuestión suscita menos litigiosidad y, ciertamente,
menor interés práctico.
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el domicilio del comprador(1159), salvo que dichos portes se consideren como
parte del precio(1160).
4.º) En el caso de que se vendan mercancías remesadas, unas a portes pagados y otras a portes debidos, señala la STS 19 mayo 1989 que «hay que atender
para determinar la competencia a la de aquélla o aquéllas que supongan mayor
entidad económica», salvo que excepcionalmente, dicho criterio acabe determinando la competencia de un tercer juzgado no interviniente en la contienda(1161).
5.º) El hecho de que para el pago del precio se hayan librado letras de cambio
en las que se haga constar como lugar de pago el del domicilio del comprador,
no implica per se una novación modificativa respecto del lugar de pago del
precio de la compraventa fijado inicialmente en el contrato, sino una mera
facilidad que se ofrece al comprador para realizar dicho pago(1162).
9.2.4. Garantías del pago del precio
Como hemos señalado, la acción para reclamar el pago del precio es de naturaleza personal, y nada indica que, en el ordenamiento español, exista algo parecido a una hipoteca legal que grave la cosa vendida y entregada en garantía del
pago del precio aplazado, como sí sucede en el ordenamiento italiano (artículo
2817.1 CC).
Por ello, muy al contrario, y aunque el artículo 10 de la LH establece que «en
la inscripción de los contratos en que haya mediado precio o entrega de metálico,
se hará constar (en la inscripción) el que resulte del título, así como la forma en
que se hubiese hecho o convenido el pago», el artículo 11 de la misma LH se
cuida mucho en señalar que «la expresión del aplazamiento del pago, conforme
al artículo anterior, no surtirá efectos en perjuicio de tercero, a menos que se
garantice aquél con hipoteca o se dé a la falta de pago el carácter de condición
resolutoria explícita».
Sin embargo, la doctrina pone de manifiesto la trascendencia económica que
entraña el cumplimiento de la obligación de pago del precio, que tiene incluso
relevancia macroeconómica dentro del sistema económico general, y por tanto
cierta relevancia jurídico-pública, así como la necesidad de proteger al vendedor
(1159)
(1160)
(1161)
(1162)
SSTS 25 junio 1947 y 4 julio 1984.
SSTS 25 septiembre 1985 y 24 marzo 1988.
Esta excepción fue introducida por la STS 15 marzo 1994.
SSTS 18 enero 1955, 17 junio 1981, 8 junio 1984, 24 marzo 1988 y 24 octubre 1994.
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La omnipresencia del contrato de compraventa en nuestra sociedad y la enorme multiplicidad de variedades que presenta, en función de la naturaleza de los sujetos que intervienen en el mismo (empresarios, particulares, Administraciones Públicas, etc.), de su objeto,
de su ámbito de aplicación nacional o internacional, o de las reglas y cláusulas que las partes
pueden introducir en su disciplina, deben llevarnos a la conclusión de que empieza a carecer
de sentido seguir hablando de «la compraventa», como si de una figura unitaria se tratase,
y que, en rigor, debiéramos hablar de «las compraventas».
Tal constatación se encuentra en la base sistemática de la presente obra, que constituye
un verdadero Tratado de la Compraventa, en el que, junto con los aspectos generales, se
estudian por separado y minuciosidad todas las distintas «compraventas» que existen en el
ámbito jurídico-privado:
1.º) El régimen del Código Civil, circunscrito a la regulación de la venta que se lleva a cabo
entre «particulares».
2.º) El régimen del Código de Comercio, dirigido a la venta celebrada «entre comerciantes», con todos los matices que ello requiere.
3.º) La venta de bienes de consumo, donde interviene el consumidor y usuario, quien es,
ante todo, un contratante y, en la mayor parte de los casos, un comprador. El contrato de
compraventa constituye, casi siempre, el camino de acceso para la adquisición de bienes de
consumo. En consecuencia, el estudio y regulación de las ventas de consumo acaba involucrando la práctica totalidad de las relaciones de consumo.
4.º) La regulación de las ventas internacionales.
El lector encontrará una exposición sistemática, concisa y fluida del modelo codificado
de la compraventa, pero no sólo eso. También se atiende a los procesos de trituración y de
erosión que ha conocido dicho esquema, que derivan de las profundas modificaciones en el
mercado y en sus reglas, que han conducido a una verdadera mutación de las técnicas de producción (y consumo) en masa, de marketing y colocación de productos, a nuevos sistemas
de integración industrial y comercial, y a los contratos de distribución.
El tratamiento de la materia se aborda con unidad sistemática, homogeneidad y proporcionalidad de sus diferentes partes y el imprescindible rigor teórico, pero con preterición de
estériles discusiones dogmáticas, para centrarse en los problemas prácticos y su solución a
la luz de la legislación vigente, cuyo examen, comentario e interpretación ha merecido particular atención; y, especialmente, de la copiosa jurisprudencia que se cita a lo largo del texto.
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203385
www.laley.es
3652K24089
ISBN: 978-84-9020-338-5
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