LOS DERECHOS HUMANOS: ¿UNA EXCEPCIÓN A LA INMUNIDAD DE JURISDICCIÓN DEL ESTADO? Cecilia Inés Silberberg Doctoranda en la Cátedra de Derecho Internacional Público de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, España Docente de la Cátedra de Derecho Internacional Público de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba, República Argentina. I. INTRODUCCIÓN Tanto la inmunidad de jurisdicción del Estado como los derechos humanos han sido objeto de progresos y evoluciones que responden a las tendencias actuales del Derecho Internacional. La inmunidad de jurisdicción del Estado pasó de ser una regla jurídica absoluta a permitir ciertas excepciones. Principalmente, por el aumento de la participación de la persona física en las relaciones internacionales, el incremento de la actividad del Estado en ciertas esferas no pública, ciertas modificaciones en la concepción del individuo y una mayor restricción del dominio reservado del Estado, entre otras causas. Esta transformación se tradujo en un verdadero cambio de paradigma ya que los Estados dejaron de velar por una doctrina incondicional de la inmunidad de jurisdicción y adoptaron, en forma definitiva, la doctrina restringida de la misma. Como corolario, en la actualidad existen circunstancias en las que un Estado se encuentra posibilitado para entablar un proceso judicial contra otra entidad estatal en sus propios tribunales. En el campo de los derechos humanos, ese progreso se produjo tras el reconocimiento universal de la dignidad del ser humano. Gracias a ello la persona física comenzó a ocupar un lugar privilegiado en el ordenamiento jurídico internacional, lo cual se ha reflejado en la cristalización de sus derechos inalienables en diferentes instrumentos jurídicos. La persona humana, por tanto, ha dejado de ser un mero objeto de protección jurídica internacional para constituirse como un verdadero sujeto de Derecho Internacional como consecuencia de la existencia de mecanismos que pueden ser directamente aplicables por ella para su protección y resguardo. Tanto la práctica de los Estados como la jurisprudencia internacional y la doctrina han puesto de relieve que, en determinadas situaciones, las evoluciones jurídicas alcanzadas en estas materias parecieran que fueran incompatibles. En efecto, en algunos casos, se ha llegado a pensar que los objetos jurídicos protegidos por estas instituciones normativas se encuentran enfrentados ya que la salvaguarda de los derechos humanos se ha encontrado con una verdadera barrera procesal cuando las violaciones a los mismos han sido el producto de la conducta, activa o pasiva, de un Estado extranjero. Asimismo, la soberanía estatal se ha hallado amenazada por la pretensión de resguardar derechos humanos fundamentales a través del ejercicio de mecanismos judiciales nacionales diferentes a los del Estado en cuestión. Si se analizan los casos en que dicho enfrentamiento normativo podría tener lugar, se concluye que cuatro podrían ser las hipótesis de conflicto. La primera de ellas se presenta cuando la violación a los derechos humanos se efectúa por parte de un Estado extranjero en el territorio del Estado del foro. La segunda, cuando la violación por parte del Estado extranjero se realiza dentro de su propia jurisdicción. La tercera, cuando la vulneración a los derechos humanos se ejecuta en la jurisdicción de un tercer Estado y, la cuarta, cuando es el propio Estado del que es nacional la persona que ha visto vulnerado sus derechos y se quiera entablar la acción en un Estado distinto porque en el suyo no existe un recurso judicial efectivo que la víctima pueda utilizar para hacer valer su derecho o a ésta no se le haya permitido acceder a la justicia o haya sufrido un retardo injustificado de la misma y no existe un mecanismo internacional más idóneo para entablar la demanda como sería, por ejemplo, recurrir a un sistema regional de protección de los derechos humanos. En función de la problemática planteada, este trabajo intenta brindar una solución al respecto teniendo en cuenta que, pese al reconocimiento 303 Revista do Instituto Brasileiro de Direitos Humanos, v. 13, n. 13, 2013. Cecilia Inés Silberberg de la persona humana como sujeto de Derecho Internacional, el sistema jurídico internacional aún responde a una lógica estatocéntrica. Con dicho propósito, se esbozarán las ideas centrales de las distintas teorías utilizadas tanto por la jurisprudencia como de las diferentes propuestas elaboradas por la doctrina para resolver la controversia y se propondrá una tesis que busca encontrar un equilibrio en la protección de ambos bienes jurídicos, la dignidad del ser humano y la soberanía del Estado. II. TEORÍAS Y DOCTRINAS JURÍDICAS UTILIZADAS PARA SOLUCIONAR LA CONTROVERSIA Del estudio de la jurisprudencia y de la doctrina sobre la materia se puede vislumbrar que los recursos y argumentos jurídicos utilizados para llegar a una solución de la controversia han sido: a) la excepción a la inmunidad de jurisdicción del Estado por muerte o lesiones a las personas o daños a sus bienes; b) el recurso de la renuncia implícita; c) la teoría de la jerarquía normativa; d) la falta de precedentes para fallar de una manera diferente; e) la necesidad de promover la cooperación y las buenas relaciones entre los Estados; f) la teoría de la asunción de la responsabilidad internacional del Estado como fundamento para preservar la inmunidad de jurisdicción; g) la teoría de la ponderación de intereses; h) la protección diplomática; i) la construcción de un Protocolo de Derechos Humanos que complete la Convención de Naciones Unidas sobre la Inmunidad de Jurisdicción de los Estados y de sus Bienes y; j) la construcción de una Corte Internacional de Derechos Humanos. a) La Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado por Muerte o Lesiones a las Personas o Daños a sus Bienes Es uno de los recursos más utilizados y examinados por la doctrina y la jurisprudencia para resolver el presente conflicto normativo. Se trata de una excepción a la inmunidad que es reconocida por la práctica de varios Estados y que ha sido contemplada tanto en legislaciones nacionales como en convenciones internacionales.1 Como toda excepción a la inmunidad, ella constituye una limitación a la soberanía del Estado extranjero y para que se configure es preciso que se conjuguen determinadas circunstancias.2 304 De acuerdo al artículo 12 de la Convención de Naciones Unidas sobre Inmunidad de Jurisdicción del Estado y de sus Bienes, “Salvo que los Estados interesados convengan otra cosa, ningún Estado podrá hacer valer la inmunidad de jurisdicción ante un tribunal de otro Estado, por lo demás competente, en un proceso relativo a un acción de indemnización pecunaria en caso de muerte o lesiones de una persona, o de daño o pérdida de bienes tangibles, causados por un acto o una omisión presumiblemente atribuible al Estado, si el acto o la omisión se ha producido total o parcialmente en el territorio de ese otro Estado y si el autor del acto o de la omisión se encontraba en dicho territorio en el momento del acto o de la omisión.”3 Quienes participaron en la redacción de este artículo entendieron que a los fines de la configuración de esta excepción no cabía la distinción entre actos de iure imperii y actos de iure gestionis; que tanto por unos como por otros actos podía desconocerse la inmunidad de jurisdicción del Estado que hubiera producido los perjuicios.4 Pese a ello, algunas prácticas estatales demuestran que ciertos tribunales aún realizan esta diferenciación,5 por lo que cabe inferir, entonces, que la Convención de Naciones Unidas ha realizado desarrollo progresivo sobre el tema. Del análisis de esta limitación a la inmunidad y de sus trabajos preparatorios se deduce que contiene un ámbito de aplicación restringido y que esa restricción se revela en tres aspectos. Por un lado, quedan excluidas de ella aquellas conductas que se efectúan contra los derechos de la persona física fuera de la jurisdicción del Estado del foro, ya sean violaciones cometidas dentro del ámbito jurisdiccional del Estado demandado o las cometidas en un tercer Estado.6 En segundo lugar, sólo contempla los daños materiales producidos por la conducta antijurídica del Estado demandado, resultando exceptuados de ella los daños morales o psicológicos que normalmente producen las violaciones de derechos humanos fundamentales como la tortura.7 Y, en tercer lugar, sólo prevé como resarcimiento estrictamente las compensaciones pecuniarias, impidiendo que otros mecanismos de reparación como la restitución, la rehabilitación, la satisfacción y las garantías de no repetición puedan utilizarse.8 Como corolario, este mecanismo no pareciera brindar una solución al problema normativo objeto de este trabajo. Fundamenta dicha conclusión la mayoría de la jurisprudencia nacional en la que dicha confrontación normativa se presentó ya que en esos casos los tribunales nacionales resolvieron Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? que la conducta presuntamente violatoria del Estado extranjero no encuadraba en el supuesto fáctico de la norma en cuestión por tratarse de violaciones cometidas fuera de la jurisdicción del Estado del foro.9 En consecuencia, muchas violaciones a los derechos humanos quedan sin la posibilidad de obtener una reparación civil en el marco jurídico de esta excepción. b) El Recurso de la Renuncia Implícita Antes de adentrarse en el examen de este recurso, es preciso tener presente que, por principio, si el Estado extranjero no decide voluntariamente someterse a la jurisdicción del Estado del foro o no se han configurado algunas de las excepciones taxativamente establecidas, este último debe abstenerse de ejercer su jurisdicción en contra de aquél. En función de ello, dado que el asentimiento del Estado extranjero conforma una causal de excepción a la jurisdicción del Estado competente es que, algunos autores y cierta jurisprudencia, han acudido al recurso de la renuncia implícita para poder juzgar a un Estado extranjero que ha cometido violaciones al Derecho Internacional. Es oportuno recordar, asimismo, que, para el consentimiento del Estado extranjero constituya una renuncia a su inmunidad de jurisdicción, es necesario que la manifestación del mismo sea expresa. Esa manifestación puede llevarse a cabo de tres maneras: 1) cuando esa voluntad sea exteriorizada por medio de acuerdos internacionales, de un contrato escrito; o de una declaración o una comunicación ante el tribunal competente; 2) cuando el Estado extranjero comparezca espontáneamente en un proceso incoado en su contra o realice actos procesales concernientes al fondo de la cuestión planteada en su contra y; 3) cuando efectúe una reconvención que verse sobre los mismos hechos que la demanda principal.10 La regla subyacente es, entonces, que no debe existir duda respecto a la voluntad del Estado extranjero de someterse a los tribunales del Estado del foro. La renuncia implícita a la inmunidad de jurisdicción o la aceptación tácita de la competencia del Estado del foro sólo pueden ser válidas si del accionar del Estado demando se desprende su anuencia respecto del ejercicio de la jurisdicción del Estado del foro a fin de solucionar un controversia en particular en su contra. Accionar que debe ser, en consecuencia, inequívoco, no una mera presunción.11 A pesar de esta regla general y ante la necesidad que las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos obtengan compensación por sus sufrimientos, algunos especialistas han utilizado el ya mencionado recurso de la renuncia implícita.12 Esta técnica jurídica posibilita que la inmunidad de jurisdicción del Estado demandado sea desconocida si éste ha cometido previamente violaciones al Derecho Internacional; fundamentalmente vulneraciones a las normas ius cogens. Básicamente, este recurso se funda en que quien viola una norma internacional no puede encontrarse amparado por un privilegio otorgado por el Derecho Internacional para exonerarse de su responsabilidad. Al respecto cabe decir que, aunque el recurso de la renuncia implícita a la inmunidad tiene su lógica porque, como se verá más adelante, responde a la Teoría de la Jerarquía Normativa, no ha tenido aceptación en la jurisprudencia. En los asuntos en los que se ha utilizado, los tribunales han concluido que este recurso no concuerda con la interpretación corriente que se efectúa sobre la expresión de la voluntad.13 Por frustrante que en algunos casos pueda parecer, la realidad demuestra que el consentimiento del Estado extranjero no es algo que pueda presuponerse ni es la inmunidad un privilegio que el Estado del foro pueda desconocerse cuando se lo considere justo o conveniente.14 Por el contrario, la Inmunidad de jurisdicción del Estado es un principio de Derecho Internacional Consuetudinario y como tal, debe preservarse a menos que se configuren algunas de las excepciones reconocidas al mismo. Excepciones en las que se incluye el consentimiento del Estado para someterse a tribunales extranjeros, ya sea éste tácito o expreso. Por tanto, para que exista una renuncia implícita o un reconocimiento tácito de la jurisdicción del Estado del foro, el Estado extranjero debe haber ejecutado algún tipo de acto que demuestre su voluntad de someterse a esa jurisdicción. Los casos en donde este recurso ha sido utilizado demuestran que la confrontación de los derechos humanos con la inmunidad de jurisdicción no puede ser resuelta violando los códigos ordinarios de relaciones. En el sistema jurídico internacional, como sucede en cualquier sistema normativo interno, la voluntad debe ser manifiesta o presunta pero nunca puede dejar de ser considerada. El recurso de la renuncia implícita si bien busca un fin noble, la protección de la persona por encima de las conductas 305 Cecilia Inés Silberberg abusivas estatales, no logra conjugar los demás factores que deben tenerse en cuenta a la hora de someter a un Estado a un tribunal, ya sea éste nacional o internacional. La voluntad estatal continúa siendo uno de los pilares sobre los que se erige el orden jurídico internacional por lo que cualquier actuación que se realice eludiendo esta realidad contradice el Derecho Internacional contemporáneo. Concuerda con lo expresado lo manifestado por la Corte Internacional de Justicia en el asunto “República Democrática del Congo c. Ruanda” cuando, al momento de resolver, dijo que no tenía competencia para entender en el caso, pese a tratarse de violación de normas ius cogens y erga omnes, ya que Ruanda no había prestado su consentimiento para ello.15 c) La Teoría de la Jerarquía Normativa La Teoría de la Jerarquía normativa ha sido apoyada por numerosos autores16 y ha sido utilizada, con algunos matices, en los casos “Al-Adsani” (por parte de la minoría disidente), “Ferrini c. República Federal Alemana” 17 y en “República de Alemania c. República de Italia (Grecia Interviniente)” ante la CIJ (en el voto disidente del Juez Cançado Trindade).18 Se verá que sus fundamentos constituyen la doctrina subyacente del recurso de la renuncia implícita. Los seguidores de la Teoría de la Jerarquía Normativa entienden que existe consenso sobre el hecho de que determinadas reglas jurídicas poseen la característica de ser normas imperativas. Esgrimen que las normas ius cogens son superiores a cualquier otra norma que no posea la misma condición jurídica y fundamentan esa superioridad en los valores que ellas protegen. Valores que son considerados como esenciales para la comunidad internacional para el establecimiento del orden internacional. De otro modo, consideran que las normas imperativas conforman el orden público internacional19 por lo que la aplicación de cualquier otra norma que no revista tal característica y sea contraria a las mismas atenta contra el propio sistema internacional. Esta superioridad no sólo se admite entre normas sustantivas sino también cuando se enfrentan a normas procesales ya que de lo contrario estiman que la hegemonía de las normas imperativas se tornaría abstracta. Señalan que si la supremacía normativa no puede efectivizarse en un caso concreto ella no sería real y no podría hablarse de un orden jurídico internacional. Indican por ende, que toda norma ius cogens 306 contiene, o presupone, una regla procesal que garantice su ejecución judicial.20 Ejecución tanto en procesos civiles como penales.21 En el específico conflicto con las inmunidades estatales, quienes propugnan esta teoría declaran que las normas imperativas prevalecen a la inmunidad debido a que ésta última se encuentra en una categoría normativa inferior.22 La Teoría de la Jerarquía Normativa adoptada en los asuntos señalados también conforma el fundamento jurídico del recurso de la renuncia implícita a la inmunidad. Al tratar este recurso en el presente trabajo se dijo que los tribunales nacionales que lo habían aplicado se basaron fundamentalmente en que consideraban una contradicción del derecho que un Estado se pudiera amparar en un privilegio por la comisión de conductas contrarias al Derecho Internacional. Se agregó también que el recurso se aplicaba, según los seguidores de esta técnica, especialmente cuando las violaciones imputadas al Estado extranjero conformaban vulneraciones a normas ius cogens. Implícitamente ellos sostienen que las normas imperativas son superiores a cualquier otra norma que no revista tal calidad y, en consecuencia, entienden que los violadores de estas normas jerárquicamente superiores no pueden ser amparados por normas de rango inferior; normas como la inmunidad de jurisdicción del Estado. Resumiendo, dada la importancia de las normas imperativas por los valores que protegen, éstas constituyen una renuncia tácita a la inmunidad del Estado. Sería una inconsistencia del derecho el que por un lado se proteja ciertos valores y luego se impida la posibilidad de hacerlos efectivos en el caso concreto a través del reconocimiento de un privilegio a los actores estatales que las vulneran. A pesar de que este argumento pareciera que responde a las leyes de la lógica no ha logrado obtener consenso ni en la jurisprudencia ni en la mayoría de la doctrina. La razón de ello se debe a que alrededor del tema de las normas imperativas existen vaguedades e incertidumbres.23 No hay acuerdo, por ejemplo, acerca de su proceso de formación ni hay un único instrumento jurídico que las enumere o establezca sus consecuencias, especialmente cuando se contraponen a normas procesales.24 Son estos motivos señalados los que han generado la reticencia de algunos magistrados y estudiosos para aplicarla. Temen las consecuencias que ello podría generar, no sólo en materia de inmunidades (tanto de jurisdicción como de ejecución) sino también en materia comercial o en Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? cualquier otra área en donde podrían presentarse conflictos normativos por proteger intereses contrapuestos.25 La conclusión arribada hace pensar que esta teoría no responde para algunos a un criterio de realidad. Aunque, claro está, sobre ésta última consideración siempre cabe preguntarnos si a caso el derecho no debe prevalecer a pesar de que su aplicación pueda generar fricciones en otros ámbitos o, si no es al fin y a cabo la aplicación del derecho la única manera de lograr orden y justicia. d) La Falta de Precedentes para Fallar de una Manera Distinta La falta de precedentes para afirmar la ausencia de inmunidad en cuestiones civiles por violación de derechos humanos ha sido un argumento común de la Corte Europea de Derechos Humanos y la Corte Internacional de Justicia en casos relativos a la inmunidad del Estado.26 Específicamente, dichos tribunales manifestaron que no había antecedentes ni en las legislaciones nacionales, ni en la práctica de los Estados ni en la doctrina que les permitiera fallar de una manera diferente. En referencia a ello es oportuno mencionar que con frecuencia los jueces se encuentran faltos de herramientas legislativas para solucionar un caso concreto o, poseyéndolas, éstas no son claras y precisas. A pesar de ello, es preciso recordar que los magistrados están obligados a fallar; aún cuando existan lagunas normativas o la legislación que regule la situación sea vaga u oscura. En tales circunstancias se debe recurrir a los principios generales del derecho con el objeto de obtener una solución legítima y justa. La ausencia de precedentes no puede constituir una razón suficiente para solucionar un conflicto jurídico.27 e) La Promoción de la Cooperación y las Buenas Relaciones entre los Estados Este argumento fue utilizado por la Corte Europea de Derechos Humanos en el ya citado asunto “Al-Adsani”. En esa oportunidad, la mayoría expresó que: “la garantía de inmunidad del Estado respecto de procesos civiles persigue un objetivo legítimo dado que sirve para promover la cooperación y las buenas relaciones entre los Estados a través del respeto de la soberanía de otro Estado”.28 Ese razonamiento fue luego profundizado por el voto razonado del Juez Pellonpää (al que se adhirió el Juez Bratza) haciendo referencia a la inmunidad de ejecución como parte integrante del derecho de acceso a la justicia y que con tal criterio se podrían ejecutar bienes públicos. Ante este pensamiento corresponde realizar algunas aclaraciones que cuestionan su construcción. En primer lugar, la realidad internacional demuestra que el levantamiento de la inmunidad de jurisdicción no implica también la posibilidad de desconocer la inmunidad de ejecución. La práctica estatal, las convenciones y legislaciones sobre la materia indican que el consentimiento prestado para someterse a una jurisdicción extranjera o el aceptar que una determinada conducta constituya una excepción a la inmunidad de jurisdicción no conllevan a la aceptación de la ejecución del fallo. En la actualidad es necesaria la prestación de dos consentimientos distintos e independientes: uno para levantar el velo de la inmunidad de jurisdicción y otro para hacerlo respecto del de la inmunidad de ejecución.29 Es indudable que el cumplimiento de la sentencia perfecciona el derecho al acceso a la justicia. Asimismo, es lógico pensar que si desconocemos la inmunidad de jurisdicción por violaciones de normas ius cogens deberemos también levantar la barrera de la inmunidad de ejecución por los mismos motivos. Sin embargo, ello no conduce a la posibilidad de poder ejecutar bienes públicos. Estos bienes, como embajadas, consulados, cuentas bancarias estatales, hacen a la soberanía funcional del Estado.30 La jurisprudencia y los cuerpos normativos sobre la inmunidad del Estado han establecido en varias situaciones cuáles son los bienes que pueden ser ejecutados y cuales no. Así, por ejemplo, puede citarse al artículo 21 de la Convención de Naciones Unidas sobre la Inmunidad de Jurisdicción del Estado y de sus Bienes que establece una categoría de bienes sobre los que, pese a que pudiera haber consentimiento por parte del Estado, por ser bienes utilizados o destinados a fines públicos no podrán ser ejecutados.31 Por último, vale comentar también aquí que, en su voto razonado, el Juez Pelompää mencionó la necesidad de adoptar una postura cauta para no poner en riesgo las relaciones internacionales. Al respecto, es oportuno decir que este enfoque paraliza cualquier progreso jurídico posible. Si los Estados todavía estuvieran enrolados en esta posición no se podrían haber efectuado ninguno de los avances realizados en materia de inmunidades. Todavía estaríamos defendiendo la inmunidad absoluta del Estado con todos los abusos que eso implicaba cuando 307 Cecilia Inés Silberberg éste se relacionaba con particulares. Progreso no significa, eventualmente, ser poco prudente y no tener en cuenta las consecuencias de decisiones que modifican el estado actual de las relaciones internacionales. Es cierto que la inmunidad como reflejo de la soberanía del Estado también tiene como fin evitar conflictos entre las entidades estatales. “El privilegio de la inmunidad salvaguarda y preserva la paz internacional”.32 Pese a ello, cuando no se encuentra en riesgo la soberanía funcional del Estado, es decir, su capacidad para desenvolverse tanto en el plano nacional como internacional, parece imposible pensar que exista cosa que perjudique más a las relaciones internacionales que las conductas contrarias a normas jus cogens. Estas violaciones amenazan indiscutiblemente a la paz y la seguridad de la comunidad internacional por lo que mantenerlas en un cierto status quo no tiene mayor sentido si con eso de desampara a la persona humana y no se daña sustancialmente la soberanía del Estado. En consecuencia, y al contrario de lo expuesto por los jueces Pellonpää y Bratza, son estas violaciones las que provocan desequilibrios cuando no se hace peligrar la existencia misma del Estado infractor, no el desconocer la inmunidad de jurisdicción a quien las vulnera.33 f) La Teoría de la Asunción de la Responsabilidad Internacional del Estado como Fundamento para Preservar la Inmunidad de Jurisdicción En el asunto “Alemania c. Italia” ante la CIJ el Juez Bennouna esboza, en su opinión individual, un nuevo recurso para solucionar el asunto. Éste se encuentra ligado con la responsabilidad internacional del Estado. El mencionado magistrado, considera que dicha responsabilidad está intrínsecamente unida al ejercicio de la soberanía del Estado por lo que la igualdad soberana de las entidades estatales sólo cobra sentido cuando existe igualdad en el respeto de la legalidad internacional. En consecuencia, la asunción de responsabilidad por parte del Estado justifica su inmunidad de jurisdicción basándose en el principio de igualdad soberana. En otros palabras, el reconocimiento de la inmunidad por parte de un tribunal no significa que el Estado en cuestión ha sido exonerado de su responsabilidad sino que éste debe efectivizar el derecho de reparación de las víctimas mediante otras vías, ya sean éstas diplomáticas o judiciales, pero todas como consecuencias de entablar relaciones interestatales.34 308 Como corolario, considera que sólo en circunstancias excepcionales un Estado podría perder el beneficio de la inmunidad de jurisdicción: cuando se presume que el Estado en cuestión es el autor de actos ilícitos y no asume la responsabilidad de esas conductas.35 Lo valioso de este recurso es que considera que el reconocimiento de la inmunidad de jurisdicción de un Estado por parte de un tribunal extranjero indefectiblemente genera la obligación para el Estado involucrado de asumir la responsabilidad por los actos que se le atribuyen. El derecho a la inmunidad conlleva el deber de reparar y responder por los actos que se le adjudican. De esta manera, intenta salvar las situaciones de impunidad. De aplicarse esta teoría, el tribunal competente tendría que analizar los hechos atribuidos al Estado previamente para luego determinar si corresponde reconocer la inmunidad de jurisdicción. Es decir, entrar en el fondo del asunto para luego poder expedirse sobre la cuestión de forma o procesal. El Juez Bennouna reconoce que los tribunales muchas veces se apoyan en la concepción “mecánica” de considerar a la inmunidad como una cuestión preliminar sin considerar las circunstancias del caso, sin embargo, concluye que esa es una ilusión teórica porque, en la práctica, para que un tribunal pueda reconocer la inmunidad de jurisdicción a un Estado demandado tiene primero que analizar la clase de conducta que se le atribuye e, incluso, en algunos casos, los tribunales deciden la cuestión “preliminar” una vez que han podido dilucidar la cuestión de fondo.36 Al respecto, cabría argumentar que, si bien cuando se inicia una causa judicial contra un Estado extranjero el tribunal interviniente categoriza la conducta atribuible al Estado con el objeto de determinar si ese accionar queda comprendido dentro de una de las excepciones contempladas a la inmunidad de jurisdicción, ello no necesariamente conlleva al análisis de fondo de la cuestión. El asunto “Alemania c. Italia.” constituye un claro ejemplo de ello. En esa oportunidad, la CIJ no examinó la ilegalidad de las conductas atribuidas a Alemania, aunque recordó tal carácter como opinión compartida por las partes. La Corte se limitó a analizar si la inmunidad de jurisdicción se preserva en casos de actos cometidos en el marco de un conflicto armado. Por otro lado, este razonamiento tampoco provee de una solución jurídica al conflicto normativo ya que la obligación del Estado de responder por las conductas antijurídicas que hubiera cometido quedan en el ámbito Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? de lo político, en el contexto de las relaciones interestatales. Además, resulta relevante resaltar que las violaciones a los derechos humanos constituyen vulneraciones a normas erga omnes y algunas, inclusive, a normas ius cogens por lo que la solución del problema no puede depender de la discrecionalidad de los Estados, de la voluntad de entablar relaciones interestatales para solucionar la controversia o de razones de oportunidad, mérito o conveniencia; los derechos humanos deben ser preservados siempre. g) La Teoría de la Ponderación de Intereses Esta teoría busca encontrar un nuevo equilibrio entre los dos bienes jurídicos protegidos: la soberanía del Estado y la protección de los derechos humanos. Fue esbozada por una de las voces disidentes en el asunto “Al-Adsani” (Juez Loucaides) y, si bien, varios juristas la han seguido, el más representativo de ellos es Jürgen Bröhmer.37 Jürgen Bröhmer crea toda una teoría sobre cómo llegar a un resultado proporcional y equitativo a fin de evitar adoptar una postura arbitraria y para ello hace alusión fundamentalmente a dos ideas: a) la inmunidad de jurisdicción del Estado tiene también como fin evitar conflictos entre los Estados y; b) debe tenerse en cuenta la soberanía funcional del Estado Se refiere a la soberanía funcional como la capacidad que tienen los entes estatales para cumplir con sus fines primordiales. Plantea que las reclamaciones civiles por violaciones a los derechos humanos podrían entablarse contra el Estado perpetrador de tales violaciones, en un foro distinto del lugar donde éstas fueron cometidas, en la medida en que ellas no provoquen un detrimento a la soberanía funcional de ese Estado. En este orden de ideas expresa que hay que distinguir dos clases de violaciones: las violaciones individuales y las violaciones masivas. Denomina “violaciones individuales” a aquellas que son realizadas con la intención de infringir un daño a una persona predeterminada. En contraste, las “violaciones masivas” son aquellas perpetradas contra un grupo indeterminado de sujetos, por ejemplo, aquellas efectuadas en el contexto de un conflicto armado.38 Manifiesta que sólo respecto de las primeras se podría plantear excepciones a la inmunidad de jurisdicción del Estado ya que de ejecutarse tales reclamaciones ellas no podrían generar mayores perjuicios al Estado demandado. Por el contrario, en los casos de reclamaciones masivas, por ejemplo en casos de genocidio, el pago de tales indemnizaciones podría poner en riesgo la existencia misma del Estado si éste no contase con la capacidad suficiente para hacer frente a todas las reclamaciones. Situación ésta que, a su modo de ver, ciertamente comprometería la capacidad del Estado de satisfacer el bienestar general de su población y con ello, incluso, la paz y la seguridad internacionales.39 Fundamenta lo expuesto acerca de los casos de “violaciones masivas” razonando que quienes las han sufrido no obtendrían ninguna ventaja eliminando la barrera de la inmunidad; cree que sólo unos pocos afectados conseguirían mantener la esperanza de cobrar por el daño soportado. Considera que esta situación difiere en el contexto de las “violaciones individualizadas” de los derechos humanos. Estima que en muchos de esos casos las reclamaciones se constituirían como incidentes particulares por lo que el Estado responsable no se colocaría en una situación más desventajosa que en un proceso de simple responsabilidad comercial. Supone que el remover la inmunidad en estas circunstancias permitiría también otorgar al individuo la posibilidad de recuperarse por las lesiones sufridas y serviría como un incentivo para que el Estado se abstenga de realizar tales conductas. Entiende, por lo tanto, que la amenaza a la soberanía del Estado en estas cuestiones es mínima en comparación con, por un lado, los beneficios que el individuo en particular podría obtener y, por otro, el grado de eficacia que podrían alcanzar los derechos humanos. Señala además, que en los casos de “violaciones masivas” los tribunales nacionales se encontrarían con una dificultad extra para poder investigar y llegar a la verdad de los hechos dada la complejidad del asunto. Circunstancia ésta que se agravaría aún más si estuvieran involucradas otras normas internacionales (como por ejemplo la prohibición de genocidio) o se produjeran en un contexto de conflicto armado. Agrega al respecto, que los tribunales nacionales no están preparados para lidiar con tales asuntos y que se correría el peligro de que tribunales de diferentes países fallasen en formas diversas. A su vez, establece dos situaciones en la que los Estados demandados podrían continuar haciendo uso de la inmunidad de jurisdicción. La primera de ellas es frente a la dificultad de determinar cuándo una violación a los derechos humanos es masiva. Dado que no se ha fijado un número fijo para ello, en estas circunstancias el Estado demandado podría estar autorizado para invocar la inmunidad como defensa. Tendría para ello que establecer, para la satisfacción del tribunal, que el ejercicio de la jurisdicción en ese 309 Cecilia Inés Silberberg caso particular podría generarle otros muchos procedimientos judiciales, ya sea en ese u otro foro, lo que acumulativamente podría menoscabar la soberanía funcional del Estado demandado. La segunda situación que contempla es cuando el Estado extranjero probara ante el tribunal del foro que ha sometido la cuestión a una instancia internacional a fin de otorgarle al reclamante una reparación adecuada. En definitiva, él propone que los tribunales nacionales ejerzan su jurisdicción en casos de violaciones de derechos humanos pero sólo con respecto a asuntos individuales y cuando- y aquí agrega dos requisitos más para constituir la excepción- esos derechos estén contemplados en el derecho interno del Estado del foro y a su vez constituyan violaciones de normas ius cogens generales. Por lo tanto, no sólo estima relevante la cantidad de las violaciones sino también la calidad de las mismas. No cualquier vulneración a los derechos humanos podría constituir una excepción a la inmunidad, solamente aquellas que sean contrarias a la integridad básica del ser humano. En este contexto ya no importa si el accionar del Estado perpetrador de la infracción la haya cometido en virtud de su poder de imperio o no, sólo es necesario que viole una norma fundamental del ordenamiento internacional que al mismo tiempo esté contemplada en la legislación interna del Estado que ejerce la jurisdicción. Por ende, fuera de estas circunstancias señaladas, los Estados pueden recurrir a la inmunidad de jurisdicción como defensa por violaciones de derechos humanos.40 La virtud de esta cuarta postura es lograr una solución ecléctica y racional aunque su proposición para los casos de “violaciones masivas” ha sido objeto de algunas críticas. Especialmente Andrea Gattini y Hazel Fox han sostenido que la propuesta de Bröhmer discrimina a favor de los grandes tiranos. Mientras permite el desconocimiento de la inmunidad para casos de “violaciones individualizadas”, injustificadamente permite el gozo de este privilegio respecto de aquellos Estados que comenten “violaciones masivas” a los derechos humanos.41 h) La Protección Diplomática Dentro del marco doctrinario, Jürgen Bröhmer42, se ha planteado la tradicional institución de la protección diplomática podría servir como instrumento para la solución de esta controversia jurídica. Siendo que ésta constituye una prerrogativa del Estado para la defensa de sus nacionales contra otro Estados y “consiste en 310 la invocación por un Estado, mediante la acción diplomática o por otros medios de solución pacífica, de la responsabilidad de otro Estado por el perjuicio causado por un hecho internacionalmente ilícito de ese Estado a una persona natural o jurídica que es un nacional del primer Estado con miras a hacer efectiva esa responsabilidad”,43 el mencionado autor se pregunta si la inmunidad de jurisdicción del Estado extranjero podría desconocerse en este marco. Cabe recordar que para el ejercicio de esta institución jurídica tradicionalmente dos requisitos que deben cumplimentarse: el de la nacionalidad efectiva44 y el del agotamiento de los recursos internos.45 46 De acuerdo al Derecho Internacional Consuetudinario y a lo plasmado por la Comisión de Derecho Internacional en su Proyecto de Artículos sobre Protección Diplomática, no será necesario el cumplimiento de este segundo requisito cuando: a) no hayan recursos internos razonablemente disponibles que provean una reparación efectiva o los recursos internos no ofrezcan ninguna posibilidad razonable de obtener esa reparación; b) en la tramitación del recurso exista dilación indebida atribuible al Estado cuya responsabilidad se invoca; c) no exista a la fecha en la que se produce el perjuicio vínculo pertinente entre la persona perjudicada y el Estado cuya responsabilidad se invoca; d) la persona perjudicada esté manifiestamente impedida de ejercer los recursos internos; o e) el Estado cuya responsabilidad se invoca haya renunciado al requisito de que se agoten los recursos internos.47 A primera vista, no pareciera que exista algún impedimento legal para que la inmunidad de jurisdicción del Estado extranjero fuera desconocida en este contexto. Sin embargo, y aún suponiendo que fuera factible, esta medida sólo podría ser aplicada a algunos de los supuestos planteados en este trabajo. Recuérdese que entre éstos se mencionaron los siguientes: violaciones a los derechos humanos cometidas por un Estado extranjero en el Estado del foro, violaciones a los derechos humanos efectuadas por un Estado extranjero en su propio territorio, violaciones a los derechos humanos realizadas por un Estado extranjero en un tercer Estado y violaciones a los derechos humanos ejecutadas por el propio Estado del foro en su territorio cuando la víctima no puede lograr una reparación de su derecho vulnerado por alguna razón. En consecuencia, sólo podría ser utilizada en el primero y en el tercero de los casos pensados ya que cabría la posibilidad de encuadrarlos en la excepción al agotamiento de los recursos internos del Estado extranjero Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? por falta de una vinculación pertinente entre la víctima y el Estado foráneo al momento de la violación. Ello claro está, si se lograra probar, como lo aclara la Comisión de Derecho Internacional en el cometario que realiza en el Proyecto sobre Protección Diplomática sobre esta excepción, que la víctima no se encontraba en el territorio del Estado demandado o que ésta no tenía residencia ni ejercía ningún tipo de negocio en ese territorio al momento de la consumación de la violación y que no realizó alguna conducta que implícitamente le hubiera hecho asumir el riesgo de someterse a la jurisdicción del Estado demandado.48 En los demás supuestos la protección diplomática no podría ser aplicada por la imposibilidad material de cumplir con sus requisitos esenciales. De lo expuesto se infiere que la posible respuesta afirmativa se circunscribiría sólo a dos casos de las cuatro hipótesis planteadas. Sin embargo, aún en ellos la conclusión al final sería negativa ya que, aunque la protección diplomática es una institución jurídica de antigua data del Derecho Internacional, su aplicación es discrecional,49 depende de la voluntad del Estado de la nacionalidad de la víctima el querer ejercerla y ello atenta contra el carácter erga omenes de los derechos humanos. i) La Construcción de un Protocolo de Derechos Humanos que complete la Convención de Naciones Unidas sobre la Inmunidad de Jurisdicción de los Estados y de sus Bienes Esta propuesta ha sido planteada por autores como Lorna McGregor50 o Christopher Keith Hall.51 Ella se fundamenta en que el reducido campo material de aplicación que posee la Convención recién mencionada no permite que personas que han visto violentados sus derechos humanos fundamentales por parte de un Estado puedan hacer efectivo su derecho a la reparación. Hacen, particularmente, un análisis del artículo 12 de esa Convención, artículo que contempla la excepción a la inmunidad de jurisdicción del Estado extranjero por lesiones o muerte a las personas o daños a sus bienes, y manifiestan que los supuestos en él previstos sólo abarcarían una clase de este tipo de violaciones, aquellas suscitadas en el territorio del Estado del foro, por lo que muchas otras quedan sin resguardo jurídico. Fundamento éste que, a su vez, encuentra su basamento en el hecho de que el derecho a la reparación es un derecho universalmente reconocido como un derecho humano por lo cual su desconocimiento constituye una verdadera inconsistencia jurídica. En definitiva, consideran que se estaría frente a una involución jurídica internacional si la Convención de Naciones Unidas sobre Inmunidad de Jurisdicción de los Estados y de sus bienes entrara en vigor sin un protocolo de derechos humanos que permitiera hacer efectivo el derecho a la reparación que poseen las víctimas de este tipo de violaciones. Ahora bien, si se analiza detenidamente esta propuesta, se vislumbra que lo autores citados consideran que el derecho humano a la reparación debiera prevalecer en el caso de confrontarse con el principio de inmunidad de jurisdicción del Estado. Razonan que es una contradicción jurídica que se preserve la inmunidad de jurisdicción de un Estado cuando éste ha sido autor de violaciones a los derechos humanos fundamentales. En cierta medida, estos autores están de acuerdo con la aplicación de la Teoría de la Jerarquía Normativa. Tanto McGregor como Hall entienden que existen ciertas normas en el ordenamiento jurídico cuyo valor intrínseco las coloca en una situación de superioridad respecto de otras y, en consecuencia, cuando los bienes jurídicos que ellas protegen colisionan en un caso concreto con otras que no revisten tal posición, las primeras deben prevalecer sobre las segundas. Como corolario, consideran que los derechos humanos, específicamente el derecho a la reparación que tienen las personas físicas por habérseles previamente vulnerado sus derechos fundamentales, deben prevalecer frente a la soberanía del Estado. Una posición contraria estaría en discordancia con el progreso obtenido en el campo de la protección del ser humano en el Derecho Internacional. Como se observa de lo expresado, cabe hacerle a esta propuesta las mismas críticas realizadas al desarrollar la Teoría de la Jerarquía Normativa. La construcción de un protocolo de derechos humanos proporcionaría una solución valedera al conflicto normativo que ahora nos ocupa pero la problemática que gira en torno a qué normas se encuentran en la cúspide de esa pirámide y qué consecuencias jurídicas ello conlleva la torna poco realista. Como se ha manifestado anteriormente, no hay consenso en la comunidad internacional acerca de la aplicación de las normas ius cogens en el campo del Derecho Civil ni en el del Derecho Procesal Civil y, aunque el derecho a la reparación no constituye una norma imperativa, los derechos humanos fundamentales del cual él deriva en este contexto sí lo son, por lo que la controversia 311 Cecilia Inés Silberberg doctrinaria que se desarrolla en relación a estas normas hacen de esta propuesta una solución poco factible. j) La Construcción de una Corte Internacional de Derechos Humanos. Esta idea fue lanzada por primera vez en 1947 por el gobierno australiano.52 Uno de los autores que propone esta idea, el Dr. Carlos Espósito, señala que para la conformación de esta Corte es necesaria la voluntad política por parte de los Estados. Reconoce que los mencionados sujetos internacionales se sentirán más “incentivados para establecer una jurisdicción universal de derechos humanos en la medida en que las víctimas insistan ante los foros nacionales para interponer sus reclamaciones contra Estados recalcitrantes y recurrentes en la violación de normas imperativas y obligaciones universalmente exigibles de derechos humanos”53. Sobre esta idea cabe hacer, principalmente, dos observaciones. En primer lugar, de lo expresado por el Dr. Espósito se concluye que él está de acuerdo que el paso previo a acudir a una corte internacional de estas características es recurrir a los tribunales internos de los Estados. En otras palabras, advierte la necesidad de que los particulares recurran previamente a los mecanismos jurídicos internos de los Estados para hacer efectivos sus derechos de reparación porque de saltearse esta etapa, los Estados no se verían compelidos a entablar una corte internacional para tales efectos. En segundo lugar, aunque desde un punto de vista netamente jurídico esta solución sería ideal, desde una perspectiva realista, no parece que fuera viable en el contexto internacional de los próximos años. A pesar de la gran evolución que se ha logrado en el campo de los derechos humanos, todavía la mayoría de los instrumentos jurídicos que los establecen y regulan, así como los tribunales internacionales creados para hacerlos efectivos, no han sido universalmente aceptados. Ello limita las posibilidades efectivas de su construcción, especialmente si te tiene en cuenta que el consentimiento de los Estados continúa siendo un elemento esencial para el ejercicio de la jurisdicción internacional, aún cuando se trate de violaciones de normas ius cogens.54 Sintetizando lo dicho, una Corte de estas características seguramente sea el ámbito más propicio para resolver en última instancia todas las reclamaciones de violaciones de derechos humanos, tanto las “individualizadas” como las “masivas”, utilizando los términos de Jürgen Bröhmer. Pero 312 para ello, como lo advierte Dr. Espósito, se torna indispensable que los Estados prevean recursos jurídicos internos para que las víctimas de estas violaciones puedan ejercer sus derechos. Tal como sucede con los tribunales regionales de derechos humanos, los particulares tendrían que agotar las vías jurídicas internas del Estado del foro y, para ello, se torna imprescindible que los derechos humanos, al menos aquellos que constituyen normas ius cogens, conformen una excepción a la inmunidad de jurisdicción del Estado. En definitiva, aún por perfecta que parezca esta propuesta es necesario primero resolver el conflicto normativo que ahora nos ocupa: ¿constituyen los derechos humanos una excepción a la inmunidad de jurisdicción de los Estados? III-1- APRECIACIONES GENERALES Del examen de las diferentes herramientas utilizadas por los tribunales y la doctrina para dar una solución coherente al problema que ahora nos ocupa, se concluye que no se ha logrado proporcionar una solución que preserve los dos bienes jurídicos en juego: la soberanía de Estado y la dignidad del ser humano. Como corolario, los recursos jurídicos utilizados hasta ahora no han llevado concluir que los derechos humanos constituyan una excepción a la inmunidad de jurisdicción del Estado. No obstante, y dado que ambas instituciones jurídicas han evolucionado en los últimos años, cabría preguntarse si esa desprotección que sufren las víctimas de violaciones a los derechos humanos fundamentales por parte de los Estados podría subsanarse en el marco del Derecho Internacional General contemporáneo sin que con ello se socave la soberanía estatal. En otras palabras, si la violación a los derechos fundamentales de la persona podría constituir una excepción a la inmunidad de jurisdicción del Estado en el presente sistema jurídico internacional. Será objeto de las próximas líneas responder a este interrogante y proporcionar una solución al conflicto normativo planteado. Se intentará para ello proveer de una tesis superadora de la controversia cuidando de no menoscabar los intereses jurídicos que tanto la inmunidad de jurisdicción como los derechos humanos protegen y procurando ser coherentes con el marco normativo que establece el actual Derecho Internacional contemporáneo. El problema, como se ha mencionado, y se trasluce en la práctica judicial sobre la materia, es cómo lograr que el desarrollo obtenido en el campo de la protección de los derechos humanos Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? permita a los Estados continuar con el ejercicio de sus funciones sin que ello les implique una restricción a sus soberanías y una intromisión en sus asuntos internos. Es decir, cómo establecer un equilibrio entre los dos principios que “coexisten y se condicionan recíprocamente en el ordenamiento internacional ya que los derechos humanos no han desplazado ni eliminado la soberanía de los Estados aunque sí la han erosionado y relativizado.” 55 Siguiendo a Hazel Fox en “State Immunity and the International Crime of Torture”, se señala que numerosos caminos se han explorado a fin de superar la inmunidad del Estado por causas civiles. Examinándolos se llega a la conclusión que la barrera de la inmunidad no sólo ha tenido como fundamento la independencia y el estatus de soberanía de los Estados demandados sino también otros límites como el carácter soberano de los actos, la extraterritorialidad de la acción y la necesidad de que la acción civil intentada esté tipificada en la legislación interna tanto del Estado del foro como del Estado demandado.56 Al respecto cabe expresar que, a pesar de que se han logrado muchos avances con el objeto de proteger a la persona humana y hacer efectivo sus derechos fundamentales, tal es el caso del ejercicio de acciones penales para perseguir al autor de un crimen internacional cometido fuera del Estado del foro o en la jurisdicción doméstica de un Estado extranjero, ello no se traduce todavía en un acción de reparación en el campo del Derecho Civil. Para ello, y si se posee realmente la intención de proteger de una manera más integral al ser humano, habría que superar los obstáculos legales manifestados y, asimismo, encontrar un mecanismo que no contradiga el ordenamiento jurídico internacional y que proteja los dos valores jurídicos en conflicto. De lo contrario, podrían suscitarse graves fricciones internacionales que en definitiva impedirían el progreso normativo que ahora se pretende. III-2- PROPUESTA A fin de cumplimentar el objetivo fijado, se tendrán presente las dificultades con las cuales se enfrentaron tanto magistrados como doctrinarios al tener que resolver esta controversia y, asimismo, se intentará dar respuesta a ciertos problemas teóricos y prácticos que pudiesen presentarse en el futuro si se aceptara que los derechos humanos constituyen una excepción a la inmunidad de jurisdicción del Estado. Resulta oportuno recordar que en algunas circunstancias la barrera procesal de la inmunidad de jurisdicción del Estado es removida y las personas físicas pueden recurrir a los tribunales del Estado del foro para hacer valer sus derechos. Tal es el caso, por ejemplo, cuando se configura la excepción a la inmunidad de jurisdicción del Estado por muerte o lesiones a las personas o daños a sus bienes. Si se examina cual es fundamento real por el cual se ha permitido semejante progreso en materia de inmunidad de jurisdicción del Estado, se concluye que la razón de ser de estas evoluciones es que las restricciones a la inmunidad contempladas en las convenciones que regulan la materia, en las legislaciones nacionales o en al propia práctica de los Estados, verdaderamente no ponen en riesgo la soberanía del Estado. En otras palabras, las excepciones a la inmunidad de jurisdicción universalmente aceptadas no impiden que el Estado pueda cumplir los fines esenciales para los cuales ha sido creado. Esto revela que los avances alcanzados tanto en el campo de protección de los derechos humanos como en el de las inmunidades estatales no son contrapuestos. Por el contrario, y aunque parezca paradójico, el desarrollo obtenido en el área de los derechos humanos se refleja también en el de la inmunidad de jurisdicción del Estado. En consecuencia, ni la soberanía estatal ni la protección de los derechos humanos son bienes jurídicos que se excluyen mutuamente sino que, por el contrario, son dos instituciones jurídicas que confluyen en determinadas intersecciones. Si se analizan las conclusiones arribadas por los tribunales que han tenido que resolver esta controversia jurídica en los asuntos aquí examinados, se concluye que ellos resaltaron el valor intrínseco de los derechos humanos y la condición de ius cogens de algunos de ellos. En todo caso, lo que no pudieron sortear fueron los obstáculos que les impidieron elevar la barrera de la inmunidad de jurisdicción del Estado. Obstáculos que en resumidas cuentas fueron: la ausencia en las legislaciones internas de una excepción aplicable a estas controversias, la falta de antecedentes para reconocer a la víctima de estas violaciones su derecho de entablar una acción civil en contra del Estado vulnerador de sus derechos humanos y la posibilidad de poner en riesgo las actuales relaciones internacionales. De todas ellas, sin embargo y atendiendo al fundamento real que está detrás de la aceptación de ciertas excepciones a la inmunidad de jurisdicción del Estado, la única dificultad cierta que existe para no proteger a los derechos humanos por sobre la soberanía estatal, es que ésta se vea 313 Cecilia Inés Silberberg menoscabada de tal forma que se ponga en peligro el propio funcionamiento del Estado en cuestión. En otras palabras, y como primera aproximación a esa respuesta, cabría afirmar que la mayor dificultad que tuvieron los jueces que enfrentar y que no pudieron sortear para proteger a los derechos humanos por sobre la soberanía estatal, es que ésta sufriera un menoscabo de tal magnitud que pusiera en peligro el propio funcionamiento del Estado en cuestión. En consecuencia, no es la pérdida de la soberanía en sí misma lo que debería generar preocupación a los entes estatales sino el verse imposibilitados de cumplir con sus funciones. Ese es el límite que se debe tener en cuenta a la hora de plantear cualquier situación que ponga en peligro la capacidad de imperio del Estado. Por tanto, sólo una fórmula que permita que no se vean afectados esencialmente los intereses jurídicos subyacentes de la inmunidad de jurisdicción del Estado y de la protección de los derechos humanos podría tener éxito para solucionar el problema que nos aqueja. Se ha visto al examinar la mayoría de las teorías y de los recursos utilizados por los tribunales o propuestos en ámbitos académicos, que ningún mecanismo que implique un mayor resguardo de la persona humana en detrimento de la soberanía estatal, aún cuando esté en juego la aplicación de normas ius cogens, es admitido. La única propuesta que pasa un examen riguroso, al menos en sus fundamentos, es la Teoría de la Ponderación de Intereses y ello porque pretende buscar un punto de encuentro para la protección de los dos valores jurídicos que en este marco de relación se encuentran enfrentados. La teoría recién mencionada ha permitido pensar en una opción que proteja a ambas partes de la relación jurídica teniendo en cuenta tanto los progresos señalados en materia de inmunidad de jurisdicción del Estado como los obtenidos en el campo de la protección del ser humano. Sin embargo, y pese a lo positivo que resulta su concepción, no debe olvidarse que ella también tiene sus propias limitaciones. En consecuencia, sería preciso reformular algunos de sus postulados para brindar una respuesta factible y acorde al presente contexto internacional. Es necesario recordar que la Teoría de la Ponderación de Intereses parte de la idea de que existen dos tipos de violaciones a los derechos humanos fundamentales. Por un lado, se encuentran las “violaciones individualizadas”, es decir, aquellas cuyas víctimas son un grupo predeterminado de personas y, por otro lado, se 314 hallan las “violaciones masivas”. Concepción ésta que hace referencia a la vulneración de derechos humanos dirigida a un grupo indeterminado de sujetos. Substancialmente, no habría mayor dificultad en aceptar que las “violaciones individualizadas” constituyan una excepción a la inmunidad de jurisdicción del Estado. Si es el menoscabo de la soberanía del Estado el que fundamenta el sostenimiento de la inmunidad de jurisdicción en los casos de violaciones a los derechos humanos fundamentales, en las “violaciones individualizadas” la soberanía estatal no se encuentra más comprometida que en los asuntos en los que se aplica la excepción por muerte o lesiones a las personas o daños a los bienes. No pareciera lógico pensar, por tanto, que la reparación en estos casos podría hacer peligrar la propia soberanía del Estado demandado. Por el contrario, todo indica que las consecuencias para el Estado afectado son prácticamente las mismas. En contraste, una de las principales críticas que la doctrina ha hecho a esta teoría es con respecto a las “violaciones masivas”. Jürgen Bröhmer estima que el ejercicio del derecho de reparación en esta clase de violaciones sí podría poner en riesgo la soberanía funcional del Estado. Fundamentalmente, porque si las víctimas de esta clase de vulneraciones quisieran obtener una indemnización pecuniaria podrían colocar al Estado afectado en una situación en la que se viera imposibilitado de responder a todas las reclamaciones. Ello iría en detrimento de sus propias facultades para ejercer las funciones esenciales para las cuales ha sido creado e incluso podría afectar el orden internacional. Lo que Jürgen Bröhmer parece olvidar es que, por principio, los Estados son solventes y que la capacidad que ellos poseen de reparar debe ser siempre proporcional a su capacidad de responder. No puede exigírsele al Estado que dé aquello que no tiene. Además, es importante recordar que existen diversas maneras de cumplir con la obligación de reparar, el otorgar una compensación económica sólo es una de ellas. Tal como lo señala la Resolución N° 60/147 de la Asamblea General de Naciones Unidas relativa a los “Principios Básicos y Guías sobre el Derecho a un Remedio efectivo y a la Reparación de las Víctimas de Graves Violaciones a los Derechos Humanos y Serias Violaciones al Derecho Internacional Humanitario”, pueden utilizarse otros mecanismos para que la víctima de una vulneración a sus derechos humanos fundamentales reciba consuelo. La restitución, la satisfacción o la garantía de no repetición pueden señalarse como ejemplo de ellos. Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? En consecuencia, se colige que si bien la indemnización es un buen medio para hacer efectivo el derecho humano a la reparación, ella no debe ser desproporcional a la capacidad del Estado de responder y que existen, en todo caso, otros mecanismos igualmente idóneos cuya aplicación no produciría ningún perjuicio sustancial a la soberanía del Estado ni pondría en vela su capacidad económica. Es dable considerar aquí que, históricamente, se han utilizado otros remedios que podrían servir de ejemplo para solucionar este problema, verbigracia, la ley de compensación dictada por Alemania tras la segunda guerra mundial,57 que, aunque imperfecta por no abarcar todos los casos de violaciones a los derechos humanos, puede resultar como parámetro para un legislación que comprenda todas las situaciones sufridas. Como corolario, aún en los supuestos de “violaciones masivas” a los derechos humanos puede brindarse un remedio que permita ejercer el derecho a la reparación a esta clase de víctimas sin que ello genere un perjuicio sustancial a la soberanía estatal. Cabe preguntarse ahora cómo superar los problemas que se pudieran plantear a fin de poder hacer efectiva tal excepción. La primera cuestión a resolver es cuál sería el ámbito espacial de aplicación de la excepción. Es decir, ¿se podría configurar por hechos cometidos en el Estado del foro, por hechos cometidos en un Estado distinto del Estado del foro o en ambas situaciones? Considero que esta última opción es la correcta. Dado que es internacionalmente reconocido que la protección de los derechos humanos fundamentales trasciende el ámbito doméstico de los Estados, no importa ya el lugar de comisión de las violaciones sino más bien la vulneración de esos derechos en sí mismas por el valor intrínseco que, al menos en el caso de las normas ius cogens, poseen. En consecuencia, y aplicando la Teoría de la Ponderación de Intereses y la reformulación aquí realizada respecto de las consecuencias que ésta le atribuye a las “violaciones masivas”, se podría conciliar el resguardo de la soberanía estatal con el derecho de la víctima a obtener una reparación por la violación sufrida. La segunda cuestión que se podría plantear es con relación a quiénes podrían interponer una acción de reparación contra un Estado extranjero por violación a sus derechos humanos fundamentales. ¿Sólo los particulares que han visto sus derechos vulnerados y sus derechohabientes o también el Estado en donde éstos residen o del que son sus nacionales? En otras palabras, ¿quién tendrían la legitimación activa? En general, las acciones civiles son siempre a instancia de parte dado que detrás de su interposición no existe un interés público que las fundamente. Ello se debe, básicamente, a que no hacen al bienestar general sino que, por el contrario, sólo producen beneficios para quienes las interponen. En consecuencia, sólo cabría la posibilidad de que las personas físicas afectadas, sus derechohabientes si éstas hubieran fallecido u ONGs58 que representan sus intereses (tal como está establecido en los sistemas regionales de protección de los derechos humanos), pudieran entablar una acción judicial de esta naturaleza. Pensar una hipótesis contraria, es decir, permitir que el Estado que guarda relación con la víctima pudiera entablarlas, sería en contraposición de nuestras tradiciones procesales que sólo amparan la posibilidad de que la entidad estatal participe en procesos judiciales cuyos beneficios sean para la comunidad nacional en general o en los que ésta tenga algún tipo de interés legítimo. Un tercer problema a remediar podría estar relacionado con los autores de los hechos que generarían la excepción. ¿La limitación a la inmunidad sólo se configuraría por violaciones a los derechos humanos fundamentales cometidas por agentes oficiales del Estado demandado o también por el accionar de particulares sobre los cuales ese Estado ejerce su jurisdicción? Si se utiliza el Proyecto de Naciones Unidas sobre Responsabilidad del Estado por Hechos Internacionalmente Ilícitos59 como referencia, los Estados son sólo responsables cuando existe un vínculo entre la persona física que lleva a cabo la violación y el Estado al que se le atribuye la conducta.60 En consecuencia, para demandar a un Estado extranjero bastaría probar la existencia de dicha relación entre la entidad estatal involucrada y la persona física concreta que lleva a cabo la conducta violatoria. Un cuarto punto que habría que solucionar es el relativo a qué Estado tendría competencia para resolver la cuestión o, en otras palabras, ¿cuál sería el Estado del foro? ¿Es necesario que exista un punto de conexión? La existencia de un vínculo con el Estado en donde se entabla la acción parece necesaria. En caso de no estipularlo, las víctimas podrían cometer abusos de derecho entablando acciones en los foros nacionales que más le convinieran, en otras palabras, podrían realizar forum shopping. Por tanto, probablemente lo más adecuado sería establecer como puntos de conexión tanto la residencia como la nacionalidad de la víctima 315 Cecilia Inés Silberberg para impedir cualquier tipo de fraude a la ley que pudiera cometerse y, al mismo tiempo, proteger también a los refugiados, apátridas que se encuentren en el Estado del foro.61 Así quedarían comprendidas también aquellas personas que han visto violentados sus derechos fundamentales por parte del Estado del que son nacionales pero que han tenido que recurrir a los tribunales de otro Estado, ya sea porque en el suyo no existe un recurso judicial efectivo que pudieran utilizar para hacer valer su derecho, porque no se les ha permitido acceder a la justicia o porque han sufrido un retardo injustificado de ella y no pueden recurrir a un mecanismo internacional más idóneo para entablar la demanda. Tal sería el caso, por ejemplo, de que la víctima tampoco pudiera acudir a un sistema regional de protección de los derechos humanos. De esta manera, asimismo, se evitaría que los tribunales nacionales se encontraran abarrotados de causas sin ningún elemento puntual para comenzar a investigar.62 Una quinta cuestión a dirimir es la referente al ámbito temporal de aplicación de la excepción. Dado que sólo puede pensarse, por ahora, que su aplicación sería con relación a la violación de normas ius cogens es preciso determinar el momento a partir del cual un Estado se encuentra obligado a la protección de un derecho considerado por la comunidad internacional como tal. Debido a que todo lo referente a esta clase de normas todavía está rodeado de un aro de incertidumbre, una solución subsidiaria que podría servir para resolver esta inconveniencia, es la que fue empleada en el asunto “Pinochet” con respecto a la prohibición de la tortura. Allí la Casa de los Lores decidió que se podría extraditar al General sólo por las torturas cometidas con posterioridad a la fecha en la que el Reino Unido había ratificado la Convención contra la tortura. Es decir, el criterio a utilizarse podría ser a partir del momento en que el Estado en cuestión se encuentra obligado internacionalmente respecto de ese derecho. Vale recordar aquí que las normas que no generan controversia acerca de su condición de normas imperativas en el campo de los derechos humanos son las relativas a la prohibición de genocidio, al principio de no discriminación, a las reglas que prohíben la esclavitud, la tortura u otros tratos crueles o degradantes y las ejecuciones extrajudiciales. Al respecto es oportuno mencionar que en la resolución dictada por el Instituto de Derecho Internacional en su sesión de Nápoles de 2009 relativa a “Los derechos fundamentales de la persona humana y la inmunidad de jurisdicción 316 del Estado en el Derecho Internacional” se ha manifestado que la violación de los derechos humanos fundamentales debiera constituir una excepción a la inmunidad y se ha contemplado que podrían quedar comprendidos dentro de esta excepción los crímenes reconocidos por la comunidad internacional como particularmente graves, verbigracia, la tortura, los crímenes contra la humanidad, las violaciones graves a las Convenciones de Ginebra de 1949 para la protección de las víctimas de la guerra y otras violaciones graves al Derecho Internacional Humanitario producidas tanto en conflictos internacionales como los de carácter no internacional y el genocidio. Con relación al funcionamiento de la excepción, el mecanismo sería igual al de cualquier otra excepción internacionalmente aceptada. Por lo tanto, frente al reclamo de la victima, el tribunal del Estado del foro podría desconocer la inmunidad del Estado extranjero. Ese desconocimiento podría realizarse de oficio, es decir cuando el propio tribunal se atribuye competencia para zanjar la cuestión y continuar con el proceso, o a pedido de parte, mediante la resolución positiva de una excepción de previo y especial pronunciamiento63. Habrá que tener en cuenta en este segundo supuesto que la parte demandante primeramente deberá probar que, como fue indicado en el párrafo anterior, guarda algún tipo de relación con el Estado del foro, es decir, tendrá que permitir comprobar al tribunal que éste es su lugar de residencia o que posee su nacionalidad. Otra dificultad que podría presentarse es concerniente a la obtención de evidencia para probar la violación cometida en un Estado extranjero. La solución que puede brindarse a dicho obstáculo no es distinta a la que otorgan los tribunales que ejercen jurisdicción universal o los tribunales internacionales de carácter penal. Es indudable que la carga de la prueba recaerá sobre quien quiera hacer valer su derecho, tal como acontece en cualquier otro procedimiento dispositivo civil. Habrá seguramente ciertos obstáculos que necesitarán ser sorteados en relación a la obtención de tales elementos probatorios pero, también es verdad, que éstos no serían superiores a cualquier otro procedimiento judicial en el que existe un elemento extranjero. Es preciso recordar, además, que los Estados tienen la capacidad de firmar tratados de cooperación judicial con otros países y esta es una práctica común en nuestro sistema jurídico internacional.64 En consecuencia, la obtención de la prueba sería un obstáculo salvable si hubiera Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? verdadera voluntad política por parte del Estado del foro de proteger a la persona humana de acuerdo a los parámetros internacionales actuales. Como en todo proceso judicial en el que se respeten las garantías del debido proceso, éste debería continuarse hasta la obtención de una sentencia definitiva de acuerdo al ordenamiento jurídico interno del Estado del foro. III-3- COMPATIBILIDAD CON CIERTAS PROPUESTAS ACADÉMICAS: III-3-1- Construcción de una Corte Inter nacional de Derechos Humanos Planteada de esta manera, una excepción a la inmunidad de jurisdicción del Estado por violaciones de derechos humanos fundamentales no pareciera que pudiera tener alguna incompatibilidad con la idea de construir de una Corte Internacional de Derechos Humanos. Una vez agotados los recursos internos del Estado que ejerce la jurisdicción podría recurrirse a ella tal como sucede con los tribunales de derechos humanos a nivel regional. III-3-2- Protocolo de Derechos Humanos a la Convención de Naciones Unidas sobre la Inmunidad de Jurisdicción del Estado y de sus Bienes La propuesta doctrinaria de elaborar un Protocolo de Derechos Humanos a la Convención de Naciones Unidas sobre la Inmunidad de Jurisdicción de los Estados y de sus Bienes tampoco resultaría contraria a la solución aquí brindada si se fundamentara, no ya en la Teoría de la Jerarquía Normativa sino, valorando los intereses jurídicos en juego y previera las dificultades aquí señaladas para que esta restricción a la inmunidad jurisdiccional del Estado pudiera ser aplicada efectivamente en la realidad. III-4- ÚLTIMAS OBSERVACIONES En concordancia con lo expresado por Christopher Hall o Andrea Bianchi se colige, por tanto, que la imposibilidad actual de las personas de hacer valer sus derechos humanos mediante una acción de reparación, es una verdadera inconsistencia del Derecho Internacional.65 No hay ninguna razón jurídica de relevancia que impida a una persona cuyos derechos humanos fundamentales han sido violentados por un Estado, a obtener reparación por tales padecimientos, principalmente, si ello constituye una violación de normas ius cogens. Aceptar lo contrario implicaría desconocer los avances logrados en materia de derechos humanos66 o, peor aún, convertirlos en una retórica jurídica alejada de la necesidad del ser humano de proteger sus derechos más primordiales. Finalmente, cabe realizar una última observación. Frente al temor de aquellos que pudieran pensar que los tribunales nacionales no están capacitados para llevar a cabo eficientemente esta tarea, la respuesta es que ellos no se encuentran ajenos a deficiencias más que cualquier otro que esté construido para hacer frente a atrocidades y a graves violaciones de los derechos humanos. Y, con relación al preconcepto de que los jueces nacionales no conocen el Derecho Internacional lo suficientemente bien como para aplicarlo de forma cotidiana, no hay que subestimar a estos magistrados porque ellos aplican derecho foráneo cada vez que en una causa judicial existe un elemento extranjero. Por tanto, tienen todas las herramientas para emplearlo y dado que nuestra sociedad internacional es una sociedad descentralizada, la aplicación del Derecho Internacional por jueces nacionales se torna absolutamente necesaria. Lo dicho no minimiza la función del posible Tribunal Internacional de Derechos Humanos. Este puede incentivar a los tribunales nacionales a que amplíen su jurisdicción; puede reemplazarlos cuando éstos no puedan o no tengan la voluntad de administrar justicia de manera equitativa, eficiente e imparcial y; en tercer lugar, sería no responder a la realidad, afirmar que especialistas en la materia no resolverán en una última instancia de una manera más justa y cabal una acción de esta naturaleza, sobre todo si el caso concreto conlleva la aplicación de varias normas de Derecho Internacional.67 Siguiendo las palabras de Antonio Cassese, es importante reflexionar acerca de que “Ninguna vía es perfecta. Probablemente la mejor respuesta a las atrocidades sea una prudente y bien estudiada combinación de mecanismos, no vistos como alternativas sino como reacciones conjuntas al intolerable sufrimiento del que estamos obligados a ser testigos todos los días”.68 317 Cecilia Inés Silberberg NOTAS 1. En este contexto pueden citarse la Ley inmunidades del Estado extranjero de 1976 Estados Unidos (The Foreign Sovereing Immnuties Act), la Ley de inmunidad del Estado extranjero del Reino Unido de 1978 (The United Kingdom State Immunity Act), la Ley sobre la Inmunidad de los Estados de Canadá de 1982, la Ley sobre Inmunidad de los Estados de Singapur de 1979, la Ley sobre Inmunidad de los Estados de Sudáfrica de 1981, la Ley sobre Inmunidad de los Estados de Australia de 1985 y la Ley de Inmunidad de los Estados Extranjeros ante los Tribunales Argentinos, Ley 24.488, de 1994, la Convención Europea sobre Inmunidades Estatales de 1972 o la Convención de Naciones Unidas sobre Inmunidad del Estado y de sus Bienes de 2004 (Ver también Artículo 2- d) de la Sesión de Basilea de 1991 del Instituto de Derecho Internacional: “Problemas Contemporáneos concernientes a la Inmunidad de los Estados en Relación a las Cuestiones de Jurisdicción y Ejecución”, Relator: Mr. Ian Brownlie; Artículo 3 del Proyecto de Convención sobre Inmunidad de los Estados adoptado en Buenos Aires en 1994 por la International Law Association.) 2. En términos generales, tanto las legislaciones nacionales como las prácticas de los Estados y las convenciones citadas coinciden en los elementos o requisitos necesarios para la conformación de esta restricción a la inmunidad de jurisdicción, pese a ello y para evitar errores de análisis, será el artículo 12 de la Convención de Naciones Unidas sobre Inmunidad de Jurisdicción de los Estados y de sus Bienes la que servirá de punto de partida de este apartado; fundamentalmente por la vocación universal que ella posee y porque su redacción responde al trabajo de compilación y de estudio de las diferentes prácticas y opiniones de la comunidad internacional. 3. Artículo 12 de la Convención de Naciones Unidas sobre la Inmunidad del Estado y de sus Bienes. 4. Ver Anuario de la Comisión de Derecho Internacional de Naciones Unidas del año 1984, Vol. II, 2da parte, p. 67, párrafo 8. 5. Ver por ejemplo los asuntos: “X v.URSS”Sentencia dictada por la Corte Suprema de Turquía con fecha 17 de marzo de 1986: Y.4.HD. E.1985/9190: K. 1986/2436; T. 17.03.1996, Revue des décisions de la Cour de 318 Cassation, Vol. 9. 1986, p. 1271; « X v. Embassy of The United States”: Sentencia dictada por la Corte Suprema de Austria con fecha 10 de febrero de 1961: Judgement n. 1 Ov167/49 y 1Ob171/1950, Grotius International Law Reports, Vol. 40, p. 73 y, más recientemente “McElhinney c. Irlanda”, sentencia dictada por la Corte Europea de Derechos Humanos e 21 de noviembre de 2001. 6. Anuario de la Comisión de Derecho Internacional de Naciones Unidas, Año 1984, Vol. I, p.324-325; FOX, Hazel: “Private Law Damages as a Method of State Accountability: The Tort Exception to State Immunity”, Third World Legal Studies, 1993, pp.116-117. 7. Puede recurrirse para el análisis de este punto a FOX, Hazel: “Private Law Damages as a Method of State Accountability: The Tort Exception to State Immunity”, Third World Legal Studies, 1993, p.115; HALL, Christopher Keith: “UN Convention of State Immunity: The Need for a Human Rights Protocol”, International and Comparative Law Quarterly, April 2006, Vol. 55, p. 421. 8. HALL, Christopher Keith: “UN Convention of State Immunity: The Need for a Human Rights Protocol”, International and Comparative Law Quarterly, April 2006, Vol. 55, p.420. 9. En este sentido, puede citarse los casos “AlAdsani c. Govierno de Kuwait” (100 ILR 465);“Interventor y Auditor General General c. Sir Ronald Davison”( Sentencia dictada por la Corte de Apelación de Wellington con fecha 16 de febrero de 1996: [1996] - 2 NZLR 278); “Princz. c. República Federal Alemana”( Sentencia dictada por la Corte de Apelación del Distrito del Circuito de Columbia en 1995 26 F. 3d 1166, 1176 (D.C. Cir 19940, CERT. DENIED, 513 U.S. 1121 (1995)); Siderman de Blake c. República Argentina”( 488 US 428 (1989); “República Argentina c. Amerada Hess Shipping Corporation”(Sentencia dictada por la Corte Suprema de Estados Unidos con fecha 23 de marzo de 1993: 100ILR 544); “Arabia Saudita c. Nelson”.”McKeel c. República Islámica de Iran” 722 F 2d. 582 (9th Cir. 1983), 81 ILR 543), “Saltany c. Reagan y Otros (DC Circ.1989, 87 ILR 680). 10. Artículos 7, 8 y 9 de la Convención de Naciones Unidas sobre la Inmunidad de Jurisdicción del Estado y de sus Bienes. Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? 11.. Esta concepción acerca del consentimiento se desprende de todas las legislaciones nacionales que regulan el tema de la inmunidad del Estado como así también de la Convención de Basilea de 1972 y del Artículo 2 de la Resolución sobre “L’immunité de jurisdiction et d’exécution forsée des États étrangers” de la Sesión de Aix-en-Provence de 1954 del Instituto de Derecho Internacional. 12. Los propulsores de esta teoría fueron: BELSKY, Adam C., MERVA, Mark y ROHT-ARRIAZA Naomi: “Implied Waiver under the FSIA: A proposed Exception to Immunity for Violations of Perentory Norms of International Law, California Law Review, 1989, vol. 77, pp. 365 y ss. 13. Hugo Princz. c. República Federal Alemana” (Sentencia 813 –F supp. 22 26 (DCC1992)) y “Prefectura de Voiotia c. República Federal Alemana”( Sentencia dictada por la Corte Suprema de Grecia (Areios Pagos) el 4 de mayo de 2000: Caso Nº 11/2000). 14. En contra de esta última concepción ver CAPLAN, Lee M.: “State Immunity, Human Rights, and Jus Cogens: A Critique of the Normative Hierarchy Theory”, American Journal of International Law, 2003, vol. 97, pp. 741 y ss. 15. Sentencia dictada sobre objeciones preliminares el 3 de febrero de 2006. 16. Consultar por ejemplo a REIMANN, Mathias: “A Human Rights Exception to Sovereign Immunity: Some Thoughts on Princz v. Federal Republic of Germany”, Michigan Journal of International Law, 1994-1995, Vol. 16, P. 403 y ss; BIANCHI, Andrea: “Immunity versus Human Rights: The Pinochet Case”, The European Journal of International Law (EJIL), 1999, Vol. 10, Nº 2, pp. 271-272; ORAKHELASHVILI, Alexander: “Restrictive Interpretation of Human Rights Treaties in the European Court of Human Rights”, European Journal of International Law (EJIL), 2003, Vol. 14, Nº 3, pp. 529-568 y “Arrest Warrant of 11 April 2000 (Democratic Republic of Congo vs. Belgium” The American Journal of International Law, Washington, Jul 2002. vol 96, Iss. 3, pp. 677-684; KARAGIANNAKIS, Magdalini: “State Immunity and Fundamental Human Rights”, Leiden Journal of International law, 1998, Vol. 11, p.19; WET, Erika de: “‘The Prohibition of Torture as an International Norm of Jus Cogens and its Implications for National and Customary Law”, European Journal of International Law, 2004, Vol. 15, Nº 1, p. 97-121; TERAYA, Koji: “Emerging Hierarchy in International Human Rights and Beyond: From the Perspective of Non- Derogable Rights”, European Journal of International Law, 2001, vol. 12, Nº 5, pp. 917941; JIMÉNEZ GARCÍA, Francisco: “Justicia Universal e Inmunidades Estatales: Justicia o impunidad: ¿Una Encrucijada Dualista para el Derecho Internacional?, Anuario de Derecho Internacional de España, 2002, Vol. 18, p. 110; McGREGOR, Lorna: “State Immunity and Jus Cogens”, International and Comparative Law Quaterly (ICLQ), April 2006, Vol. 55, pp. 437-446; HALL, Christopher Keith: “UN Convention of State Immunity: The Need for a Human Rights Protocol”, International and Comparative Law Quarterly, April 2006, Vol. 55, p. 411; - International Law Association: Committee of Compensation for Victims of WarProcedural Issues- Frankfurt 2005: FURUYA, Shuichi: “Procedural Aspect of Compensation for Victims of War”; International Law Association: Toronto Conference of 2006: “Compensation for Victims of War- Procedural Issues”: FURUYA, Shuichi: “State Immunity, An Impediment to Compensation Litigation Assessment of Current International Law”;ZIMMERMAN, Andreas: “Sovereign Immunity and Violations of International Jus Cogens –Some Critical Remarks”, Michigan Journal of International Law, 1994-1995, Vol. 16, pp. 433-440; BARTSCH, Kerstin- ELBERLING, Björn, “Jus Cogens vs. State Immunity, Round Two: The Decision of the European Court of Human Rights in the Kalogeropoulou et al. v. Greece and Germany Decision”, German Law Journal, 2003, Vol. 4, Nº 5, pp. 490-491. 17. Sentencia N° 5044 dictada por la Corte de Casación de Italia el 11 de marzo de 2004. 18. Sentencia dictada por la Corte Internacional de Justicia con fecha 3 de febrero de 2012. 19. BIANCHI, Andrea: “Immunity versus Human Rights: The Pinochet Case”, The European Journal of International Law (EJIL), 1999, Vol. 10, Nº 2, p.272 y ORAKHELASHVILI, Alexander: “Restrictive Interpretation of Human Rights Treaties in the European Court of Human Rights”, European Journal of International Law (EJIL), 2003, Vol. 14, Nº 3, p. 533. 20. BARTSCH, Kerstin-ELBERLING, Björn, “Jus Cogens vs. State Immunity, Round Two: The Decision of the European Court of Human Rights in the Kalogeropoulou et al. v. Greece and Germany Decision”, German Law Journal, 2003, Vol. 4, Nº 5, pp. 486-488. 319 Cecilia Inés Silberberg 21. Al respecto puede consultarse la opinión del Juez Breyer en el asunto -“Filartiga c. Peña Irala” Sentencia dictada por la Corte de Apelación del Segundo Circuito en 1980: 630 F2d 876. 22. En el asunto “Al-Adsani” la minoría, utilizando esta teoría como fundamento, dividió su razonamiento principalmente en los siguientes postulados: a) la tortura es una norma ius cogens; b) las normas ius cogens tienen una jerarquía superior con respecto a aquellas normas que no revisten la misma calidad; c) la inmunidad de jurisdicción del Estado no constituye una norma ius cogens; d) la inmunidad de jurisdicción como norma de jerarquía inferior no puede anular los efectos de una norma superior por lo que la norma de prohibición de la tortura debe prevalecer; e) la superioridad de las normas ius cogens se impone tanto a normas sustantivas como procesales y; f) no hay concordancia en las consecuencias atribuidas por la mayoría entre los procesos penales y civiles. En el caso “Ferrini c. República Federal Alemana”, arriba mencionado, la Teoría de la Jerarquía Normativa fue utilizada para desconocer la inmunidad de Alemania por actos de iure imperii cometidos en la segunda guerra mundial en Italia. En efecto, la Corte de Casación italiana manifestó, en primer lugar, que la inmunidad de jurisdicción del Estado constituye una norma de Derecho Internacional Consuetudinario y como tal tiene aplicación directa en Italia de acuerdo al artículo 10 de su constitución. En segundo lugar, afirmó que los actos atribuidos a Alemania indiscutiblemente eran de iure imperii al ser actos de guerra y que dichos actos constituían violaciones a normas ius cogens. Agregó que la protección a los derechos humanos conforma un principio fundamental en el Derecho Internacional y que este principio necesariamente afecta a los demás principios jurídicos internacionales como el de la igualdad soberana de los Estados. En consecuencia, también influye sobre el principio de inmunidad de jurisdicción del Estado. Añadió que por el valor superior que las normas imperativas poseen en el ordenamiento internacional Alemania no podía ampararse utilizando una norma de jerarquía normativa inferior; no podía resguardarse en su inmunidad de jurisdicción (Para el análisis de este caso ver por ejemplo: BIANCHI, Andrea: “International Decision: Ferrini v. Federal Republic of Germany: Italian Court of Cassation, March 11, 2004: Italian Court of Cassation ruling on immunity from suit for damages for 320 deportation and forced labor during World War II”, American Journal of International Law, 2005, vol. 99, p. 242-251; DE SENA, Pasquale y DE VITTOR, Francesca, “State Immunity and Human Rights: The Italian Supreme Court on the Ferrini Case”, European Journal of International Law, 2005, Vol. 16, Nº1, p. 89-112; -FOX, Hazel: “State Immunity and the International Crime of Torture”, European Human Rights Law Review, 2006, Vol. 2, pp. 156-157; GATTINI, Andrea, “War Crimes and State Immunity in the Ferrini Decision”, Journal of International Criminal Justice, 2005, vol. 3, pp. 224-242; FOCARRELLI, Carlo, “Denying Foreign State Immunity for Commission of International Crimes: The Ferrini Decision”, International and Comparative Law Quaterly, 2005, vol 54, p. 951-958 y PARLETT, Kate: “Immunity in civil proceedings for torture: the emerging exception”, European Human Rights Law Review, 2006, vol. 1, pp. 57-58.). En el voto disidente del Juez Cançado Trindade en el asunto “República de Alemania c. República de Italia (Grecia Interviniente)” llevado ante la CIJ, la Teoría de la Jerarquía Normativa tuvo sus matices y además fue acompañada por otros argumentos que sirvieron para que el mencionado Magistrado llegara a la conclusión de que la inmunidad de Alemania debía ser desconocida en ese caso concreto. En su disidencia, en el mencionado Juez basó su resolución en que existen ciertos valores inalienables de la persona humana que no pueden ser desconocidos ni dejados de lado en aras de la protección de las entidades estatales a través de la inmunidad de jurisdicción ya que, de lo contrario, se estaría violentando el orden público internacional. En otras palabras, lo que altera y violenta el orden jurídico internacional son los crímenes internacionales no las demandas por reparación en búsqueda de justicia dado que las graves violaciones al derecho internacional y al derecho internacional humanitario, junto con los mencionados crímenes, constituyen actos antijurídicos, violaciones al ius cogens. Agregó, además, que el deber del Estado de proveer reparación a las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario tiene como fuente el derecho internacional y responde a uno de los principios fundamentales del derecho. Asimismo, concluyó que el admitir que la inmunidad de jurisdicción del Estado pueda ser Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? removida para casos de relaciones comerciales o lesiones a la personas y, sin embargo, proteger al Estado con inmunidad en casos de graves violaciones a los derechos humanos conduce a un absurdo jurídico. Manifestó también que, no es correcto enmarcarse en la postura formalista de ausencia de conflicto entre normas sustantivas y procesales, privando a las normas ius cogens de sus efectos y consecuencias legales. Los hechos demuestran que el conflicto existe y que prima el ius cogens. No puede mantenerse el privilegio o la prerrogativa de la inmunidad de jurisdicción en casos de crímenes internacionales. Estas son graves violaciones a las normas ius cogens y, en consecuencia, no puede alegarse inmunidad. Las normas ius cogens prevalecen sobre el privilegio o la prerrogativa de la inmunidad de jurisdicción con todas las consecuencias que ello implica, es decir, evitando la denegación de justicia y la impunidad (resulta relevante manifestar que, junto con los argumentos mencionados, el Juez Cançado Trindade argumentó su conclusión en base a los siguientes fundamentos: a) el derecho intemporal no puede servir a ciertos intereses sino que la evolución del derecho debe tenerse en cuenta; b) la inmunidad de jurisdicción no puede considerarse en abstracto sino que está ineludiblemente unida a los hechos que dieron origen al caso contencioso; c) la inmunidad de jurisdicción es una prerrogativa o un privilegio y no puede ser analizada abstractamente sino teniendo en cuenta la evolución del derecho y a la luz de los valores humanos fundamentales; d) tanto la doctrina como las instituciones académicas de derecho internacional han resuelto la tensión entre la inmunidad de jurisdicción del Estado y el derecho de acceso a la justicia a favor de este último; e) el derecho a la reparación fue reconocido incluso antes de la Segunda Guerra Mundial en la IV Conferencia de La Haya de 1907; f) los crímenes internacionales cometidos por Estados no son actos de iure gestionis, tampoco son actos de iure imperii¸ son crímenes, delicta imperii, para los cuales no hay inmunidad. La tradicional distinción mencionada se torna inmaterial aquí; g) en los casos de graves violaciones al derecho internacional y al derecho internacional humanitario el acceso de los individuos a la jurisdicción internacional está totalmente justificada para reivindicar esos derechos, incluso contra su propio Estado; h) los individuos son sujetos derecho internacional no meramente actores. Los individuos poseen derechos y tienen obligaciones que devienen directamente del derecho internacional. Las recientes evoluciones logradas tanto en el derecho internacional de los derechos humanos, en el derecho internacional humanitario, en el derecho internacional de los refugiados y el derecho internacional penal, son un testimonio inequívoco de esto; i) no es la inmunidad de jurisdicción la que no debe ser renunciada sino el derecho de acceso a la justicia en búsqueda de reparación por graves violaciones a los derechos humanos. Sin el ejercicio de este derecho no puede hablarse de que exista un sistema legal creíble ni a nivel de derecho nacional ni a nivel de derecho internacional; j) el hallazgo de graves violaciones al derecho internacional de los derechos humanos y al derecho internacional humanitario constituye un suficiente test como para remover la inmunidad de jurisdicción del Estado; k) es indistinto si la violación a los derechos humanos fue cometida por el gobierno, por un agente privado con aquiescencia del Estado o si fue cometido o no en el territorio del foro, la inmunidad de jurisdicción del Estado no puede ser mantenida frente a graves violaciones a los derechos fundamentales de la persona humana; l) las graves violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario además de violaciones al ius cogens, generan responsabilidad internacional para el Estado y la obligación de reparar a las víctimas; n) no existe razón fundada para que el régimen de reparación por graves violaciones a los derechos humanos se resuelva a nivel interestatal siendo que la reparación constituye un derecho inalienable de la persona humana. Por tal motivo, y siendo que el presente caso muchas personas no han podido ejercer su derecho a la reparación, corresponde levantar la barrera de la inmunidad de jurisdicción del Estado en pos de hacer justicia). 23. Puede recurrirse para el estudio de este tema a FOX, Hazel: “State Immunity and Other Norms of International Law: Possible Methods of Accommodation”, Liber Memorialis Peter Sarcevic´- Universalism, Tradition and the Individual, Ed. Vesna Tomljenovic, Johan A. Erauw, Paul Volken, 2006, p. 564. 24. Al respecto vale hacer referencia a autores como Christian Tomuschat, Andrea Gattini o Hazel Fox que consideran que es poco convincente el argumento de que las normas secundarias derivadas de normas ius cogens tengan también carácter imperativo.(Ver TOMUSCHAT, Christian: “L’ Immunité des Etats en Cas de Violations Graves des Droits de L’Homme”, 321 Cecilia Inés Silberberg Revue Général de Droit International Public (RGDIP), 2005, Vol. 109, Nº 1, p. 52; GATTINI, Andrea, “War Crimes and State Immunity in the Ferrini Decision”, Journal of International Criminal Justice, 2005, vol. 3, p.241; FOX, Hazel: “State Immunity and Other Norms of International Law: Possible Methods of Accommodation”, Liber Memorialis Peter Sarcevic´- Universalism, Tradition and the Individual, Ed. Vesna Tomljenovic, Johan A. Erauw, Paul Volken, 2006, p. 558) 25. SHELTON, Dinah: “Contennial Essay: In honor of the 100th Anniversary of the AJIL and the ASIl: Normative Hierarchy in International Law”, American Journal of International Law, 2006, Vol. 100, p. 296. 26. Veánse los asuntos “Al-Adsani v The.United Kingdom” (Sentencia de fecha 21 de noviembre de 2001 de la Corte Europea de Derechos Humanos) y el asunto “Alemania c. Italia (Grecia Interviniente)” (Sentencia de la Corte Internacional de Justicia del 3 de febrero de 2012). 27. BIANCHI, Andrea: “Immunity versus Human Rights: The Pinochet Case”, The European Journal of International Law (EJIL), 1999, Vol. 10, Nº 2, p. 260. 28. Este argumento fue utilizado un año después por la misma Corte Europea en el asunto“Kalogeropoulou y ot. al. c. Grecia y Alemania”: sentencia de fecha 12 de diciembre de 2002. 29. Ver Artículo 20 de la Convención de Naciones Unidas sobre la Inmunidad de Jurisdicción de los Estados y de sus Bienes. 30. BROHMER, Jürguen: “State Immunity and the Violation of Human Rights, Ed. Kluwer Law International, The Hague, 1997, p. 196 31. El artículo 21 de la Convención de Naciones Unidas sobre la Inmunidad del Estado y de sus Bienes establece que: “1. No se considerarán bienes utilizados o destinados a ser utilizados específicamente por el Estado para fines que no sean un servicio público no comercial… los bienes, incluida cualquier cuenta bancaria, que sean utilizados o estén destinados as ser utilizados en el desempeño de las funciones de la misión diplomática del Estado o de sus oficinas consulares, sus misiones especiales, sus misiones ante organizaciones internacionales o sus delegaciones en órganos de organizaciones internacionales o en conferencias internacionales; b) los bienes de carácter militar o los que sean utilizados o estén destinados a ser utilizados en el 322 desempeño de funciones militares; c) los bienes del banco central o de otra autoridad monetaria del Estado; d) los bienes que formen parte del patrimonio cultural del Estado, o parte de sus archivos, y no se hayan puesto ni estén destinados a ser puestos en venta; e) los bienes que formen parte de una exposición de objetos de interés científico, cultural o histórico y no se hayan puesto ni estén destinados a ser puestos en venta….” 32. BRÖHMER, Jürgen: ob. cit. p. 197. 33. En la misma línea de pensamiento puede consultarse a REIMANN, Mathias: “A Human Rights Exception to Sovereign Immunity: Some Thoughts on Princz v. Federal Republic of Germany”, Michigan Journal of International Law, 1994-1995, Vol. 16, p. 424 y, Cançado Trindade, Antônio Augusto en su voto disidente en el asunto “Alemania c. Italia (Grecia Interviniente)” ante la CIJ, p. 86. 34. Párrafos 8 y 33 de la opinión separada del Juez Bennouna en el asunto “Alemania c. Italia (Grecia Interviniente)” ante la CIJ. 35. Párrafos 14 y 15 de la opinión separada del Juez Bennouna en el asunto “Alemania c. Italia (Grecia Interviniente)” ante la CIJ. 36. Párrafo 29 de la opinión separada del Juez Bennouna en el asunto “Alemania c. Italia (Grecia Interviniente)” ante la CIJ. 37. BROHMER, Jürgen: “State Immunity and the Violation of Human Rights”, Ed. Kluwer Law International, The Hague, 1997; FOX, Hazel: “The Law of State Immunity”, Oxford University Press, New York, 2002, p.534. Puede citarse como como seguidor de esta doctrina a VOYIAKIS, Emmanuel: “Access to court v. state immunity”, International and Comparative Law Quarterly, 2003, Vol. 52, p. 322 y POPOVKI, Vesselin, “Sovereignty as duty to protect human rights”, UN Chronicle, Dec. 2004. 38. BRÖHMER, Jürgen, ob. cit., p. 205. 39. En el mismo sentido ver TOMUSCHAT, Christian: “Individual Reparation Claims in Instances of Grave Human Rights Violations: The Position under General International Law”, Publicado en State Responsibility and the Individual. Reparation in Instances of Grave Violations of Human Rights. Eds. Albrecht Randelzhofer and Christina Tomuschat, Ed. Kluwer Law International, La Haya 1999; TOMUSCHAT, Christian: “L’ Immunité des Etats en Cas de Violations Graves des Droits de L’Homme”, Revue Général de Droit Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? International Public (RGDIP), 2005, Vol. 109, Nº 1, p. 72. 40. Es dable destacar que, en su conclusión, Jürgen Brömer redacta la excepción a la inmunidad por violaciones de derechos humanos de la siguiente manera: “Un Estado extranjero no será inmune respecto de la jurisdicción del Estado del foro cuando: a- Si la causa de la acción está relacionada con la muerte o lesiones a las personas y el acto u omisión, ya sea un acto de naturaleza gubernamental o no, que cause la muerte o las lesiones también constituyen una violación a los derechos humanos fundamentales internacionales, los cuales son parte del derecho imperativo del Derecho Internacional, ej: la prohibición de la tortura y los homicidios extrajudiciales y: 1- si el acto u omisión del Estado extranjero que cause la muerte o las lesiones a las personas tenía como objetivo matar o lesionar a un individuo concreto y; 2- si el acto u omisión del Estado extranjero que cause la muerte o las lesiones a las personas no implica la violación a otras normas de Derecho Internacional dirigidas a proteger un grupo grande de individuos, ej. la prohibición al genocidio y; 3- si el acto u omisión del Estado extranjero que cause la muerte o las lesiones a las personas no ocurre en el contexto de un conflicto armado entre Estados. b- En circunstancias excepcionales un Estado extranjero podrá ser inmune de la jurisdicción del Estado del foro a pesar de la aplicación del apartado a- cuando: 1- si el Estado extranjero prueba que el ejercicio de la jurisdicción en este caso puede conducirlo a un número inabarcable de denuncias en ese mismo foro u otros foros y esos reclamos individuales seriamente pueden afectar el ejercicio de sus funciones públicas o si; 2- si el Estado extranjero, para la satisfacción del tribunal, prueba que a subsumido la cuestión a alguna institución internacional para que re-vea las alegaciones y provea al reclamante una adecuada compensación o ante algún otro mecanismo internacional de solución de controversias”( Traducción no oficial de BRÖMER, Jürgen, ob. cit., pp. 203-215). 41. GATTINI, Andrea: “To What Extent are State Immunity and Non Justiciability Major Hurdles to Individual’s Claims for War Damages?”, Journal of International Criminal Justice, 2003, Vol. I, p. 364 y FOX, Hazel: “The Law of State Immunity”, Oxford University Press, New York, 2002, p. 322. 42. BRÖMER, Jürgen, ob. cit., pp.150-159. 43. Artículo 1 del Proyecto de Artículos sobre la Protección Diplomática aprobado en la Sesión 58º de la Comisión de Derecho Internacional, sesión del año 2006. 44. Respecto de ella, la Corte Permanente Justicia Internacional expresó en el asunto “Ferrocarril Panevezys-Saldutiskis” que “en ausencia de acuerdos particulares, es el vínculo de la nacionalidad entre el Estado y el individuo el único que da al Estado el derecho de protección diplomática” (Sentencia de la Corte Permanente de Justicia Internacional de 1939, Serie A/B, N° 76, p. 16). Asimismo el artículo 3 del Proyecto de Artículos sobre Protección Diplomática de la Comisión de Derecho Internacional establece que “El Estado con derecho a ejercer la protección diplomática es el Estado de la nacionalidad”. Los acuerdos particulares a los que hace referencia la sentencia citada son aquellos que se firman cuando un Estado ejerce la representación internacional de otro. Es el caso, por ejemplo, de un Estado que ejecuta las relaciones diplomáticas y consulares del Estado de nacionalidad de la víctima frente al Estado en que se está realizando la reclamación ) Ver Sentencia de la Corte Internacional de Justicia en el asunto “Nottebohm” de fecha 6 de abril de 1955). En el caso de las personas físicas, la nacionalidad se adquiere de conformidad con la legislación interna del Estado en cuestión, ya sea en razón del lugar de nacimiento, la filiación, la naturalización, la sucesión de Estados o de cualquier otro modo que no esté en contradicción con el Derecho Internacional (Artículo 4 del Proyecto de Artículos sobre Protección Diplomática de la Comisión de Derecho Internacional de Naciones Unidas. Es importante aclarar que de acuerdo al artículo 8 del Proyecto recién citado los apátridas y refugiados podrían solicitar la protección diplomática del Estado en donde tengan su residencia habitual). En el caso de las personas jurídicas, el criterio que comúnmente es aceptado es el del lugar de constitución de la misma. La Corte Internacional de Justicia se ha referido a ello en el asunto “Bacerlona Traction” de la siguiente manera “la regla tradicional atribuye el derecho a ejercer la protección diplomática de una sociedad al Estado bajo 323 Cecilia Inés Silberberg cuyas leyes se ha constituido ésta y en el que la misma tiene su sede” (“The Barcelona Traction, Light and Power Company, Ltd”, p. 42). Las excepciones a esta regla general se conforman cuando la entidad está controlada por nacionales de otro Estado u otros Estados, cuando no desarrolle negocios de importancia en el Estado en que se constituyó o tenga la sede de su administración y control financiero en otro Estado. En éstos últimos supuestos es el Estado en donde dichas actividades se ejecutan el que le otorgará la nacionalidad (ver artículo 9 del Proyecto de Artículos sobre Protección Diplomática de la Comisión de Derecho Internacional de Naciones Unidas). 45. Se trata de una regla establecida en el Derecho Internacional Consuetudinario que ha sido expresada por la Corte Internacional de Justicia de los siguientes términos: “Antes de recurrir a la jurisdicción internacional, se ha considerado necesario que el Estado en que se ha cometido la lesión pueda remediarla por sus propios medios, en el marco de su ordenamiento jurídico interno”(Sentencia dictada el 21 de marzo de 1959 en el asunto “Interhandel” (Suiza c. Estados Unidos de América ), p.27). Es decir, se otorga al Estado autor de la violación la posibilidad de remediar el conflicto de una manera autónoma antes de recurrir a alguna medida de naturaleza internacional. Se permite asimismo que ese Estado pueda hacer uso de cualquier tipo de recursos legales, ya sean judiciales, administrativos, ordinarios o especiales; basta con que ellos sean verosímilmente eficaces y suficientes para obtener una reparación o, en otras palabras, que sean aptos para obtener la reparación en la misma medida que resultaría de una reclamación internacional (Así fue caracterizado por el Instituto de Derecho Internacional en su sesión de Granada en 1956). 46. Junto a ellos cierta doctrina sostiene la necesidad de que quien solicita la protección diplomática lo haga con las “manos limpias”; es decir, sin haber cometido una conducta antijurídica que haya podido originar el comportamiento antijurídico del Estado autor de la violación. Conducta que podría constituir una violación al ordenamiento interno del Estado infractor o del ordenamiento internacional (Se trata de una teoría anglosajona denominada “clean hands” que ha pasado al ámbito internacional. Ver RUZIÉ, David: “Droit international public”, Paris, 14a ed., Ed. Dalloz,1999, p. 95; COMBACAU, Jean y SUR, Serge: “Droit international public”, Paris, 5a ed., Ed. Montchrestien, 2001, pp. 596 y 597, y 324 MALANCZUK, Peter: “Akehurst’s Modern Introduction to International Law, 7a ed. Revisada, 1997, pp. 263 a 269. También ver el Sexto Informe de la Comisión de Derecho Internacional sobre Protección Diplomática del Relator Especial John Dugard: Documento A/ CN.4/546.Ver REMIRO BROTÓNS, Antonio y otros: “Derecho Internacional”. Ed. Mc GrawHill, Madrid, España, 1997, p. 502, DIEZ DE VELAZCO, Manuel: “Instituciones de Derecho Internacional Público”, Madrid, 2003, Tecnos, p. 625). 47. Artículo 15 del Proyecto de Artículos sobre Protección Diplomática de la Comisión de Derecho Internacional de Naciones Unidas. 48. Ver Anuario de la Comisión de Derecho Internacional de Naciones Unidas del año 2006, vol II, parte II: 49. En concordancia con ello HALL, Christopher Keith: “UN Convention of State Immunity: The Need for a Human Rights Protocol”, International and Comparative Law Quarterly, April 2006, Vol. 55, pp. 411 y ss., nota de pie de p. 16 y MCGREGOR, Lorna: “Torture and Sate Immunity: Deflecting Impunity, Distorting Sovereignty”, European Journal of International Law, 2008, vol. 18. nº 5, p. 904 50. McGREGOR, Lorna: “State Immunity and Jus Cogens”, International and Comparative Law Quaterly (ICLQ), April 2006, Vol. 55, pp. 437446. 51. HALL, Christopher Keith: “UN Convention of State Immunity: The Need for a Human Rights Protocol”, International and Comparative Law Quarterly, April 2006, Vol. 55, p. 411 52. Sobre este tema puede consultarse un estudio elaborado bajo los auspicios del gobierno suizo con motivo de los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos humanos: “Protecting Dignity: An Agenda for Human Rights”: http:// www.udhr60.ch/docs/Panel-humanDignity_ rapport2011.pdf. 53.. ESPOSITO MASSICCI, Carlos: ob. cit. p. 263; relacionado a ello ver ADAMS, Wendy A., “In Search of a Defence of the Transnational Human Rights Paradigm: May Jus Cogens Norms be Invoked to Create Implied Exceptions in Domestic Immunity Statutes?”, in Craig Scott, ed., Torture as Tort: Comparative Perspectives on the Development of Transnational Human Rights Litigation, Oxford, U.K.: Hart Publishing, June 2001, p. 247. Los Derechos Humanos: ¿Una Excepción a la Inmunidad de Jurisdicción del Estado? 54. A modo ejemplificativo ver la Sentencia dictada pro la Corte Internacional de Justicia con fecha 03 de febrero de 2006 sobre objeciones preliminares en el asunto “República Democrática del Congo v. Ruanda”. 55. CARRILLO SALCEDO, Juan Antonio: “Soberanía de los Estados y Derechos Humanos en Derecho Internacional Contemporáneo”, Ed. Tecnos, Madrid, 1995, p. 21. 56. FOX, Hazel: “State Immunity and the International Crime of Torture”, European Human Rights Law Review, 2006, Vol. 2, pp. 156-157. 57. BARTSCH, Kerstin- ELBERLING, Björn, “Jus Cogens vs. State Immunity, Round Two: The Decision of the European Court of Human Rights in the Kalogeropoulou et al. v. Greece and Germany Decision”, German Law Journal, 2003, Vol. 4, No.5, pp. 484-485. 58. Organizaciones No Gubernamentales. 59. Resolución 56/83 de la Asamblea General de Naciones Unidas. 60. De acuerdo a dicho Proyecto, es atribuible al Estado el comportamiento: a) de cualquiera de sus órganos (entendiendo por tal, en este caso, sólo personas físicas que tengan esa condición según el derecho interno del Estado, ya sean personas que ejerzan funciones legislativas, judiciales, ejecutivas o de otra índole, cualquiera sean sus posiciones en la organización del Estado y tanto si pertenecen al gobierno central como a una división territorial del Estado (Art.4); b) de una persona que, sin ser órgano, esté facultada para realizar actos de poder público y actúe en esa capacidad (art. 5); c) de una persona o grupo de personas puestas a disposición de otro Estado en la medida en que esas personas ejerzan atribuciones de poder público del Estado a cuya disposición se encuentran (art. 6); d) de un órgano o persona facultada para ejercer actos de poder público aunque se exceda en su competencia o contravenga sus instrucciones (art. 7); e) de una persona o grupo de personas cuando ellas actúan bajo la instrucción, dirección o control del Estado (art. 8); f) de una persona o grupo de personas que ejerzan de hecho atribuciones de poder público en ausencia o en defecto de las autoridades públicas y en circunstancias tales que requieran el ejercicio de esas atribuciones (art. 9); g) de un movimiento insurreccional que se convierta en el nuevo gobierno del Estado (art. 10) y; h) aquel comportamiento que no siendo objetivamente atribuible al Estado sin embargo es reconocido y adoptado por éste como propio (art. 11). 61. Ello concordaría con la tendencia establecida en el Proyecto de Artículos sobre Protección Diplomática de la Comisión de Derecho Internacional de Naciones Unidas (Res. A/ RES/62/67) ya que en su Artículo 8 establece los siguiente: “ 1. Un Estado podrá ejercer la protección diplomática con respecto a una persona apátrida que tenga residencia legal y habitual en ese Estado en la fecha en la que se produjo el perjuicio y en la fecha de la presentación oficial de la reclamación. 2. Un Estado podrá ejercer la protección diplomática con respecto a una persona a la que ese Estado reconozca la condición de refugiado, de conformidad con las normas internacionalmente aceptadas, cuando esa persona tenga residencia legal y habitual en ese Estado en la fecha en la que se produjo el perjuicio y en la fecha de la presentación oficial de la reclamación. 3. El párrafo 2 no se aplicará cuando el perjuicio haya sido causado por un hecho internacionalmente ilícito del Estado de la nacionalidad del refugiado.” 62. CASSESE, Antonio: “International Criminal Law”, Oxford University Press, Nueva York 2003 pp. 290-292 al hablar de los riesgos de utilizar la jurisdicción universal. REIMANN, Mathias: “A Human Rights Exception to Sovereign Immunity: Some Thoughts on Princz v. Federal Republic of Germany”, Michigan Journal of International Law, 1994-1995, Vol. 16, p. 426. 63. Estas clases de excepciones deben ser resueltas previamente a la cuestión de fondo del asunto porque puede suceder que tras la consideración de las mismas por parte del tribunal éste tenga que declararse incompetente para resolver el asunto. 64. REIMANN, Mathias: “A Human Rights Exception to Sovereign Immunity: Some Thoughts on Princz v. Federal Republic of Germany”, Michigan Journal of International Law, 1994-1995, Vol. 16, p. 426. 65. HALL, Christopher Keith: “UN Convention of State Immunity: The Need for a Human Rights Protocol”, International and Comparative Law Quarterly, April 2006, Vol. 55, p. 414; JIMÉNEZ GARCÍA, Francisco: “Justicia Universal e Inmunidades Estatales: Justicia o impunidad: ¿Una Encrucijada Dualista para el Derecho Internacional?, Anuario de Derecho Internacional de España, 2002, Vol. 18, p. 111, BIANCHI, Andrea: “Immunity versus Human 325 Cecilia Inés Silberberg Rights: The Pinochet Case”, The European Journal of International Law (EJIL), 1999, Vol. 10, Nº 2, p. 276-277; REIMANN, Mathias: “A Human Rights Exception to Sovereign Immunity: Some Thoughts on Princz v. Federal Republic of Germany”, Michigan Journal of International Law, 1994-1995, Vol. 16, p. 423. 66. Ver el Artículo 8 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Artículo 6 de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, el Artículo 14 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, el Artículo 39 de la Convención sobre los Derechos del Niño y los Artículos 68 y 75 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional También, aunque no posean valor vinculante, la Resolución Nº 60/147 dictada por la Asamblea General de Naciones 326 Unidas con fecha 24 de octubre de 2005 relativa a los “Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del Derecho Internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones”; los informes de los distintos organismos surgidos a colación de las convenciones mencionadas supra como, por ejemplo, el Comité contra la Tortura (especialmente su informe anual sobre Canadá del año 2005). 67. CASSESE, Antonio: “International Criminal Law”, Oxford University Press, Nueva York 2003, p. 455 68. CASSESE, Antonio: “International Criminal Law”, Oxford University Press, Nueva York 2003, p. 458.