En la ciudad de Santa Fe, a los 19 días de abril del año dos mil doce, se reúnen en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de la Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Laboral, Dres. José Daniel Machado, Sebastián César Coppoletta y Julio César Alzueta, para resolver los recursos de nulidad y apelación puestos por la demandada, contra la sentencia dictada por el Señor Juez de Distrito 1 de Primera Instancia en lo Laboral de la Cuarta Nominación de Santa Fe, en los autos caratulados: “VILLAMAYOR, Francisco Benito c/ MALVICINO S.A. y otros s/ C.P.L.” (Expte. 8 - Fo. 94 Año 2012). Acto seguido el Tribunal se plantea las siguientes cuestiones: PRIMERA: ¿Procede el recurso de nulidad? SEGUNDA: En caso contrario ¿se ajusta a derecho la sentencia impugnada? TERCERA: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar? Dispuesto el orden de votación, resulta: Alzueta, Machado, Coppoletta. A la primera cuestión el Dr. Alzueta dice: La parte demandada plantea, juntamente con el de apelación, recurso de nulidad pero, en su escrito en la Alzada, los conceptos desarrollados, permiten el tratamiento de la cuestión sin retrotraer el procedimiento. Por otra parte, no se advierten, en el proceso, vicios que impusieran de oficio la anulación, el llamamiento de autos está firme y ejecutoriado, las consideraciones del fallo resultan adecuadas y aquí se formulan observaciones de base tan exigua que impiden el acceso a ellas desde la Jurisdicción,así como noticia, sin postulación alguna, sobre declaración de quiebra de Malvicino SA, lo que no impide agotar etapa declarativa a su respecto. A mi juicio y de acuerdo con las breves consideraciones expuestas, el recurso de nulidad se rechaza. En consecuencia, voto por la negativa. A la misma cuestión el Dr. Machado dice: Que expone las mismas razones vertidas por el Juez preopinante y, como él, vota por la negativa. A igual cuestión el Dr. Coppoletta dice: (Expte. N°8 - Año 2012) Que comparte los fundamentos vertidos por los preopinantes, y como ellos, vota por la negativa. A la segunda cuestión el Dr. Alzueta continúa diciendo: Se cuestionó lo resuelto “A quo” (fs. 119/121vto. y 123 y vto.) de fechas 23.06.11 y 29.07.11, respectivamente; del Juzgado de Distrito 1 de Primera Instancia en lo Laboral de la Cuarta Nominación de Santa Fe. El recurso fue concedido, decisión que cuadra confirmar, por advertirse cumplidos los requisitos rituales para ello. En la Alzada ambas partes evacuaron las respectivas cargas procesales, y, por lo tanto, consolidado como está el decreto de f.181, han quedado los autos en condiciones apropiadas para que se pueda dictar resolución. No estará de más recordar, según hace reiteradamente esta Sala, los límites impuestos al tribunal de alzada en tanto la naturaleza revisora de sus atribuciones, siendo la expresión de agravios el fundamento y medida del recurso, pudiendo haber deserciones parciales cuando no existen críticas serias sobre algunos puntos desarrollados en lo resuelto o están insuficientemente desarrolladas y, por ende, no son idóneas para ser tratadas (v. Ibáñez Frocham, "Tratado de los Recursos en el Proceso Civil", p. 193, Omeba 1963; Alsina "Derecho Procesal", t. IV, p. 289, Ediar 1961; Podetti, "Derecho Procesal, Civil, Comercial, y Laboral", V, "Tratado de los Recursos", p. 164, Ediar 1958) En lo referente a las pruebas asertivas de tiempo de trabajo realizado el mismo demandado cita conclusiones “A quo” motivadas en la falta de contestación a la demanda y en la falta de atención a la audiencia del art. 51 del C.P.L. y ello es así ya que la presunción legal no sería tal si se exigiera prueba para presumir. Respecto de los montos percibidos la demandada vuelve a argüir falta de prueba y dudas derivadas de ausencia de reclamación, pero nada obsta a lo presumido, ni a las testimoniales de autos, ni a la falta de producción, por su parte, de prueba asertiva que destruya esa construcción procesal. Marra también la accionada cuando arguye que correspondía al actor producir otra prueba distinta a la ya consignada para acreditar su derecho a una satisfacción que, por incumplimiento de la otra parte, motivó el despido indirecto. La teoría de los actos propios, enarbolada por la recurrente en relación con el actor, se diluye ante la existencia de violencia que vicia el consentimiento por estado de necesidad del actor implícito en el contrato de trabajo. El juzgador ha de basarse en las reglas de la sana crítica como método que deja libertad de admitir la prueba que considere útil y apreciarla conforme la lógica, psicología y experiencia común que permiten discernir lo verdadero de lo falso, quedando claro que el crédito a testigos corresponde a los jueces, infringiéndose esas reglas sólo cuando se hace una valoración absurda o cuando se extraen conclusiones contradictorias lo que aquí no ocurre. La nolición evidenciada por la demandada, al resistir el reclamo, resta fuerza a las observaciones sobre la procedencia de los rubros otorgados, el defecto en la registración afecta el carácter intrínseco de la misma y obvia las intimaciones que se pretenden como excusa. Por lo expuesto me pronuncio por la afirmativa con costas a la recurrente. A la misma cuestión el Dr. Machado dice: En relación a la cuestión del quantum de las horas suplementarias trabajadas, el discurso de la recurrente no se ajusta a la doctrina de esta Sala conforme a la cual -incluso si no mediaran las presunciones procesales derivadas de la incontestación de la demanda e incomparencia a la audiencia de trámite (como ha ocurrido en autos)- corresponde al empleador por efecto tanto de lo que impone el art.52 L.C.T. en su última exigencia genérica, como por lo que específicamente requiere el art.6 inciso “c” de la ley 11.544 y los Convenios 1 y 30 de la O.I.T. en punto a que debe llevarse un registro especial de horas trabajadas en exceso de jornada legal. A ello se suma también la exigencia de normas de policía provincial del trabajo muy precisas en orden a la registración diaria (Expte. N°8 - Año 2012) de ingreso y egreso y, por fin, la doctrina de la carga probatoria dinámica que, a todo evento, desplaza el riesgo de incertidumbres al respecto en contra de quien se encuentra en mejor posición técnica, profesional o fáctica para allegar la certeza faltante. Por otro pero afín costado, la alegación de la teoría de los actos propios (que en materia laboral impone una aproximación muy cauta y adecuada a la situación de dependencia del trabajador, conforme lo ha expresado la C.S. en la causa “Llosco c/Irmi S.A.”, especialmente en los votos de los Ministros Maqueda y Highton de Nolasco) soslaya que, en todo caso, el art.58 de la L.C.T. dispone que el silencio del trabajador no puede sustentar presunciones en contra de sus derechos, ya que en realidad el ordenamiento siquiera acepta que los renuncie de manera expresa (arts.12 y 260 L.C.T.). Dicha consideración brinda una solución adecuada a la cuestión en examen y al agravio de la recurrente, pareciéndome en cambio excesivas las afirmaciones terminantes del preopinante en orden a los vicios obstativos de la libertad (violencia y estado de necesidad) que, si se los admitiera como connaturales al estatus de subordinación, impedirían al trabajador producir cualquier acto jurídico válido por ausencia de voluntad. Es cierto que en reciente contribución doctrinaria (L.C.T. dirigida por Miguel Ángel Maza, editorial La Ley, de próxima aparición, comentario al art.240) he sostenido que el intérprete laboral no puede aplicar la teoría de los vicios de la voluntad del C.C. de manera idéntica que el Juez Civil y sin “adaptar” o modular sus requisitos conforme al dato no menor de una dependencia laboral que, al decir de Llambías, o Cifuentes, o Compagnucci de Caso, no es sino parte de las “condiciones personales” del afectado (art.938 C.C.). Pero de allí a considerar que toda acción u omisión del trabajador padece de un defecto inmanente que, por definición, impide considerarle acto voluntario, hay una brecha que no me parece legalmente sustentado ni lógico traspasar. Por fin, en punto a las intimaciones que el recurso dice faltantes (arts.2 de la ley 25.323 y 80 de la L.C.T.), es política estable de precedentes de esta Sala que, en tanto la demanda judicial es el modo más fehaciente de interpelación (al punto que interrumpe la prescripción, mientras las intimaciones privadas sólo la suspenden), no puede prevalerse de la ausencia de requerimientos anteriores quien a lo largo del pleito (desde el responde hasta la alzada) no solamente ha tenido tiempo suficiente para estar a derecho sino que ha resistido las pretensiones, lo que no permite suponer siquiera por vía conjetural que aquellas hubieran surtido el efecto pretendido por el legislador al imponer tal carga (evitar el litigio, lograr la pronta entrega de los certificados de trabajo). Voto también por la afirmativa, con costas a cargo de la recurrente. A igual cuestión el Dr. Coppoletta dice: Que en virtud de lo expuesto por el Dr. Machado, vota en idéntico sentido. A la tercera cuestión los Dres. Alzueta, Machado y Coppoletta dicen: Que atento el resultado de las votaciones precedentes corresponde: 1) rechazar los recursos de nulidad y apelación puestos por la demandada; 2) costas de alzada a la recurrente; 3) los honorarios de los letrados por el trámite del recurso de apelación se regularán en el 50% de los que, en definitiva, se regulen en primera instancia. Por los fundamentos y conclusiones del Acuerdo que antecede, la SALA II DE LA CÁMARA DE APELACIÓN EN LO LABORAL R E S U E L V E: 1) Rechazar los recursos de nulidad y apelación puestos por la demandada. 2) Costas de alzada a la recurrente. 3) Los honorarios de los letrados por el trámite del recurso de apelación se regularán en el 50% de los que, en definitiva, se regulen en primera instancia. Resérvese el original, agréguese copia, hágase saber y oportunamente bajen. Concluido el Acuerdo, firman los Señores Jueces por ante mí, que doy fe. Dr. ALZUETA Dr. MACHADO Dr. COPPOLETTA (Expte. N°8 - Año 2012) Dra. Claudia M. BARRILIS Secretaria