Renta básica y socialdemocracia - Philippe van Parijs | Sin Permiso

Anuncio
Renta básica y socialdemocracia
Philippe van Parijs (/Autores/Philippe-van-Parijs) 17/04/2016
(http://www.sinpermiso.info/printmail/textos/rentabasica-y-socialdemocracia)
(http://www.sinpermiso.info/print/textos/rentabasica-y-socialdemocracia)
PDF
(http://ww
w.sinpermis
o.info/print
pdf/textos/
rentabasica-ysocialdemo
cracia)
El enfoque de la renta básica resulta absolutamente esencial, pero no forma
parte de la tradición socialdemócrata. Pensemos en ello. El consenso de
postguerra se centraba en el programa de seguridad social, no se centraba en la
renta básica. Ahora bien, o tenemos una renta básica que regule esta nueva
sociedad o vamos a tener conflictos sociales de gran envergadura.
— Yanis Varoufakis, The Economist, 31 de marzo de 2016
La idea de una renta básica incondicional está de moda. De Finlandia a Suiza, de
San Francisco a Seúl, la gente habla de ella como nunca anteriormente. En dos
ocasiones anteriores, la renta básica fue objeto de verdadero debate público, si
bien de modo breve y limitado a un solo país cada vez. En ambos episodios, el
centro izquierda desempeñó un papel central.
El primer debate tuvo lugar en Inglaterra tras la Primera Guerra Mundial. Dennis
Milner, cuáquero e ingeniero, logró que se debatiera su propuesta de “bono del
Estado” en el congreso del Partido Laborista de 1920. Fue rechazada, pero
destacados miembros del partido siguieron defendiéndola en los años siguientes
con la etiqueta de “dividendo social”. Entre ellos estaba George Cole,
economista de Oxford y teórico político, y el futuro Premio Nobel James Meade.
El segundo debate se produjo en los Estados Unidos a finales de los años 60 y
principios de los 70. Otro futuro Premio Nobel, James Tobin, abogó por la
introducción de una “demosubvención”, junto al economista de Harvard y autor
de éxitos de ventas, John Kenneth Galbraith, también en la izquierda del Partido
Demócrata. Convencido por ellos, el senador George McGovern incluyó la
propuesta en su programa durante su campaña para su designación como
candidato demócrata a la presidencia, pero la desechó en los últimos meses
antes de las elecciones de 1972 que perdió frente a Richard Nixon.
El debate actual, bastante más prolongado y cada vez más global, tuvo su
origen en Europa en los años 80. El interés por la renta básica surgió de modo
más o menos simultáneo en varios países y propició la creación de una red
(BIEN) que dispone ahora de ramas nacionales en todos los continentes. Esta
vez, sin embargo, la izquierda socialdemócrata no está exactamente al frente,
bastante menos que los verdes, por ejemplo, o que algunos componentes de la
derecha liberal y de la extrema izquierda.
Malentendidos corrientes
¿Qué hay en la renta básica que pueda disparar la suspicacia de los
socialdemócratas y qué hay en ella que deba propiciar su entusiasmo? Con el fin
de responder a estas cuestiones, es importante clarificar qué es y qué no es una
renta básica. Se puede decir que los programas de asistencia social son incondicionales en
tres sentidos: las prestaciones se pagan en metálico, no son condicionales
respecto al pago previo de contribuciones a la seguridad social, y no se
restringen a ciudadanos del país en cuestión. Una renta básica es incondicional
en tres sentidos adicionales. Es ciudadana, es decir, independiente de la
situación doméstica de sus beneficiarios. Es universal, es decir, el derecho a la
misma no depende del nivel de renta de otras fuentes. Y está libre de
obligaciones, a saber, no se restringe a aquellos que trabajan o desean trabajar.
¿No es absurdo pagar a todos esa renta básica, incluyendo a los ricos? No lo es.
La ausencia de una prueba de haberes no resulta mejor para los ricos. Es mejor
para los pobres. Cierto, los ricos no necesitan una renta básica, igual que no
necesitan que estén sin gravar o gravados con tipos bajos los tramos más bajos
de su renta, como sucede con los sistemas fiscales de renta personal. Los que
ganan mucho pagarán, por supuesto, su propia renta básica y parte de la renta
básica pagada a otros. Una gran ventaja de una renta que se paga
automáticamente a todos, independientemente de los ingresos, es que llega a
los pobres de modo bastante más efectivo que un programa que evalúa los
medios económicos, y sin estigmatizar. Otra es que les proporciona un suelo
sobre el que sostenerse, dado que se puede combinar con emolumentos, más
que una red en que la que pueden quedarse fácilmente enganchados porque se
retira si la gente pobre empieza a tener ingresos. ¿No resulta inaceptable substituir el derecho a un puesto de trabajo por el
derecho a una renta? Una renta básica no hace nada por el estilo, al contrario.
Proporciona una forma flexible, inteligente de compartir. A la gente que trabaja
demasiado le hace más fácil reducir su horario de trabajo o tomarse una pausa
en su carrera. Permite a quienes no tienen trabajo escoger el trabajo así
liberado, tanto más fácilmente en la medida en que pueden hacerlo sobre la
base de un tiempo parcial. Y el suelo firme que proporciona la renta básica
permite un tránsito más fluido entre empleo, formación y familia, lo que
debería reducir la aparición del agotamiento y la jubilación temprana,
permitiendo que la gente extienda el empleo a una parte más prolongada de su
vida. Tal como subrayan correctamente los socialdemócratas, el acceso al
trabajo remunerado tiene importancia por razones que no se reducen a los
ingresos que proporciona este trabajo. A quienes abogan por una renta básica
sin la condición de un trabajo no les hace falta negar esto. Se da incluso por
hecho entre los que se muestran seguros al respecto que una generosa renta
básica incondicional sería sostenible; pese a una fiscalidad más elevada y a una
opción más cómoda de no trabajar, asumen, la gente seguirá trabajando
precisamente porque trabajar significa para ellos bastante más que sólo unos
ingresos. ¿Fin del Estado del Bienestar?
¿No amenaza la introducción de una renta básica la existencia misma de
nuestros estados del Bienestar? Por el contrario, viene en su auxilio. No hace
falta decir que una renta básica no supone en modo alguno una alternativa a la
educación y la atención sanitaria con fondos públicos. Tampoco está destinada
a proveer un substituto pleno de las prestaciones de protección social ligadas a
ingresos y financiadas con aportaciones de los trabajadores. Considerando que
cada uno de los miembros de una unidad familiar dispondrá, sin embargo, de su
renta básica, los niveles de las prestaciones en metálico y la financiación que
requieren pueden reducirse de manera correspondiente, las prestaciones pueden
individualizarse y simplificarse, y menguará la envergadura de las trampas
ligadas a las condiciones a que están sometidas. Ni siquiera a largo plazo puede
esperarse tampoco que desaparezca la asistencia social. Debido a que es a la vez
individual y universal, niveles sensatos de renta básica no nos permitirán
deshacernos de complementos sometidos a evaluación de medios económicos
para determinada gente en circunstancias concretas. Nuevamente, dado ese
suelo incondicional, se reducirán las trampas, disminuirá el número de personas
dependientes de estas prestaciones condicionales y se facilitará la importante
labor de los trabajadores sociales. Hacer encajar un suelo incondicional en el
Estado del Bienestar existente no desmantelará sino que fortalecerá
debidamente nuestros programas de protección social y asistencia social.
Resulta cierto, no obstante, que una renta básica constituye un modelo de
protección social fundamentalmente distinto de estos dos modelos actuales.
Por consiguiente, se puede esperar que la gente más estrechamente
comprometida con en el sistema prexistente se sienta cuestionada y ofrezca
resistencia. Así sucedió en el siglo XVI, cuando la asistencia pública municipal
desafió el monopolio de la caridad organizada por la Iglesia, y desde finales del
siglo XIX, cuando los sistemas de protección de pensiones y salud pusieron en
tela de juicio la posición de las instituciones de socorro a los pobres. No resulta
inverosímil conjeturar que la falta de entusiasmo por la renta básica entre los
socialdemócratas y en las organizaciones sindicales tiene algo que ver con el
importante papel que han desempeñado en la iniciación, desarrollo y gestión de
los programas de protección social que forman hoy el grueso de la mayoría de
nuestros estados del Bienestar.
Esa resistencia resulta perfectamente comprensible, hasta loable: nuestros
estados del Bienestar basados en la protección social suponen una inmensa
diferencia en términos de justicia social y vale la pena, por tanto, defenderlos.
Pero esto no exime a los socialdemócratas de tratar de poner al día su doctrina
con el fin de arrostrar mejor las demandas de nuestro siglo: un siglo en el que
tanto la deseabilidad y posibilidad de un crecimiento indefinido han perdido
para bien el carácter obvio con el que contaban los socialdemócratas en el siglo
anterior, un siglo en el que el trabajo asalariado a tiempo completo de por vida
será sólo posible y deseable para una minoría, un siglo en el que la izquierda ya
no puede ostentar el derecho a monopolizar el tema de la libertad. El tercer modelo
Por lo que respecta a la protección social, esto requiere dejar espacio para un
tercer modelo fundamentalmente distinto tanto del viejo modelo social
asistencial — la caridad pública — como del modelo de protección social — la
solidaridad de los trabajadores — con el que la socialdemocracia ha estado
estrechamente asociada y que se siente obligada a defender. Con el fin de ser
de capaz de abordar los desafíos de hoy, la izquierda tendrá que pasar del
“laborismo” al “socialismo”, como si dijéramos, deshaciéndose de una ilusión
que ha estado en el centro de buena parte del pensamiento de la izquierda ya
desde la teoría de la explotación de Marx. Tiene que reconocer plenamente que
el grueso de nuestros ingresos reales no es fruto de los esfuerzos de los
trabajadores de hoy (y no digamos de la abstinencia de los capitalistas de hoy)
sino un obsequio de la naturaleza cada vez más combinado con la acumulación
de capital, la innovación tecnológica y las mejoras institucionales heredadas del
pasado. En una perspectiva “laborista”, los que tienen moralmente derecho a
este obsequio — ya sea directamente en forma de salario o indirectamente en
forma de prestaciones sociales a las que tienen derecho gracias a su trabajo —
constituyen la presente generación de trabajadores, en proporción al valor de
mercado de sus capacidades, la longitud de su horario laboral y su capacidad de
negociación colectiva. En una perspectiva verdaderamente “socialista”, quienes
tienen derecho a ese don son todos ellos miembros igualmente de la sociedad,
hombres y mujeres, independientemente del grado de participación que tengan
en empleo bien protegido a tiempo completo, y en trabajo remunerado de
modo general.
Esta perspectiva más igualitaria, más emancipatoria, menos sesgada por lo
masculino, entraña una fuerte presunción en favor de una renta básica
incondicional. No es algo que debería amilanar a la izquierda. Es algo a lo que
debería adherirse con entusiasmo. ¿Hay alguna indicación de que vaya a
hacerlo? He aquí una. Andy Stern fue hasta hace poco presidente de Service
Employees International Union [SIEU - Sindicato Internacional de Empleados de
Servicios], con cerca de dos millones de afiliados uno de los mayores sindicatos
de los EE.UU. El título de su nuevo libro habla por sí mismo: Raising the Floor:
How a Universal Basic Income Can Renew Our Economy and Rebuild the
American Dream [Elevar el suelo: cómo puede una Renta Básica renovar nuestra
economía y reconstruir el sueño americano] (New York, Public Affairs, de
próxima aparición en junio de 2016).
Philippe van Parijs (/Autores/Philippe-van-Parijs) :
es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso. Fundador de la Basic
Income European (desde 2004 Earth) Network (BIEN). Profesor de la
Facultad de Ciencias Económicas, Sociales y Políticas de la Universidad de
Lovaina (UCL), en la que ha dirigido desde su creación en 1991 la Cátedra
Hoover de Ética Social y Económica.
Fuente: Social Europe Journal, 11 de abril de 2014
Traducción: Lucas Antón
Temática: Desigualdad económica (/Tem%C3%A1tica/Desigualdad-econ%C3%B3mica)
Izquierda institucional (/Tem%C3%A1tica/Izquierda-institucional)
Renta Básica (/Tem%C3%A1tica/Renta-B%C3%A1sica)
(http://www.sinpermiso.info/printmail/textos/rentabasica-y-socialdemocracia)
(http://www.sinpermiso.info/print/textos/renta-
Descargar