La seguridad económica para la época post-carbono

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La seguridad económica para la época post-carbono
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La seguridad económica para la
época post-carbono
El trabajo remunerado no garantiza la seguridad económica
Al núcleo de la renta básica universal está la idea que todo el mundo tiene el
derecho a la seguridad económica. Esto no es una idea nueva, sino una utopía
eterna que es cada vez más necesaria.
Los mercados no proporcionan de manera universal ni la seguridad económica ni la
posibilidad de contribuir de manera significativamente a la sociedad. Sin embargo,
dentro de nuestro modelo actual, el vínculo entre el trabajo remunerado y la
seguridad económica permanece.
Siempre ha existido una tensión entre quienes insisten que todo el mundo tiene el
derecho a ganarse la vida, y quienes insisten que quienes no trabajan se merecen la
penuria. El punto entremedio: la situación actual donde las personas trabajan, pero
no necesariamente ganan sueldos dignos.
Esta posibilidad es implícita dentro de lo modelos más simplistas del mercado
laboral, que presuponen que los salarios son el factor que se ajusta para generar un
equilibrio entre la oferta y la demanda – es decir, para lograr el pleno empleo los
salarios tienen que caer. La implicación es que, en el punto de equilibrio, no se
puede conseguir que todo el mundo trabaje y que todo el mundo se gane la vida de
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manera digna. 1 Esto explica la persistencia de la categoría de los trabajadores
pobres.
Sencillamente, el trabajo remunerado (cuando se puede conseguir) no garantiza la
seguridad económica. Nunca ha sido suficiente en si mismo. Su complemento
necesario era el estado de bienestar, que tampoco bastaba.
Los conflictos alrededor de la gestión de la demanda, la composición de la política
fiscal, el papel de los bancos centrales, y la política industrial son componentes de
una batalla más amplia sobre como se configuran los mercados y cuanto espacio se
les deja. La lucha por unas vidas dignas inevitablemente conduce a una contienda
por el control de la economía en su conjunto.
Las tendencias apuntan a un aumento del precariado
El contexto global es preocupante. El modelo Bismarck-Beveridge del estado de
bienestar se ha ido desgastando. Ha sido sacudido por diversas causas
interrelacionadas: el colapso del sistema de Bretton Woods y el auge del
neoliberalismo, la globalización del comercio, la entrada masiva de trabajo rural al
mercado, un incremento en la automatización de la producción, etc.
Pero aún sin estos factores, lo que Guy Standing llama el modelo laborista nunca
aportó la seguridad económica universal.2 Sin embargo, diversas tendencias que
pueden generar más precariedad se han ido y se irán intensificando. Vale la pena
considerar dos de estas tendencias – el envejecimiento de la población, y la
automatización – para confirmar que los retos serán cada vez mayores.
Envejecimiento de la población
Los sistemas de pensiones son un ejemplo claro de que la seguridad económica no
puede depender exclusivamente del trabajo remunerado. Las poblaciones de los
países industrializados tendrán pirámides de población cada vez más envejecidos, lo
cual complica la sostenibilidad de los sistemas de pensiones. Con cada vez menos
personas trabajando por cada pensionista, los modelos actuales no son viables.
Según la formulación ortodoxa, se puede optar por una mezcla de subir las
contribuciones o los impuestos, incrementar la edad de jubilación, o bajar las
pensiones. No son precisamente decisiones neutras. Si se sube la edad de
jubilación pero se insiste en trabajo a tiempo completo – en lugar de gradualmente
reducir las horas – se fortalece la tendencia cada vez más anacrónica de obligar a
jornadas laborales largas. Bajar las pensiones simplemente quiere decir tolerar la
pobreza entre una franja de la población que no tiene la posibilidad de remediar la
situación.
El debate sobre las pensiones se puede formular de una forma más sencilla: o habrá
más pobreza o habrá más redistribución. Esta formulación se puede y se debe
generalizar, porque también es aplicable al dilema que se plantea cuando el
mercado laboral no aporta ingresos suficientes a los individuos.
1
Esta tensión se ejemplifica tras las reformas del mercado laboral en Alemania y la proliferación de
mini-jobs. En lo que supuestamente es la economía más fuerte de Europa, la precariedad ha
aumentado de manera significativa.
2
El modelo laborista se estructuraba entorno del trabajo masculino en familias con solo una persona
trabajando, creando desequilibrios obvios de poder dentro de la unidad familiar.
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automatización de la producción y los servicios
Existe una larga tradición de trabajadores desplazados por la tecnología, encarnada
en primer lugar por los luditas. Los avances tecnológicos que ahorran mano de obra
nunca han sido malos en si; son la precondición para el desarrollo total de la
felicidad humana. Esto nos recuerda la amplia literatura que recuerda un futuro con
más prosperidad y menos trabajo.3
Sin embargo, las tendencias apuntan a que la economía del futuro será más
intensivo en capital y beneficiará sobre todo a los que tienen conocimientos
especializados. Muchos trabajos poco cualificados y poco remunerados acabarán
siendo obsoletos.4 La evolución tecnológica ya ha provocado que hayan cada vez
menos trabajos en los sectores agrícolas y industriales, dejando al sector servicios
como el motor de creación de empleo. Y es un secreto a voces en las instituciones
internacionales que no se anticipa poder crear los trabajos suficientes para sustituir
los que se hayan desplazado por la tecnología, ni se da por hecho que estos sean
buenos trabajos.
Muchos de los trabajos nuevos que se van creando son trabajos basura; que ni
generan satisfacción ni aportan ingresos suficientes ni estabilidad vital. Las múltiples
conocidas formulas de precarización del empleo van aumentando de forma
dramática. Hasta dentro de las profesiones liberales (eg., académicos, abogados,
maestros, arquitectos) se puede observar la tendencia a la precariedad, sobre todo
en los países que más sufren la crisis. El sector servicio va de camino hacía un
modelo dual, con una elite privilegiada por una parte y luego una muchedumbre de
sirvientes.
Los avances tecnológicos, que generan beneficios agregados, de nuevo ponen en
relieve otra cuestión fundamental: o habrá más desigualdad o habrá más
redistribución.
Ante las nuevas tendencias, un nuevo modelo de seguridad económica
Todos los elementos del viejo marco laborista están padeciendo ataques. El estado
de bienestar se está desmontando progresivamente. La inversión pública está
cayendo. Los beneficios no-monetarios se están recortando. Las protecciones
laborales están disminuyendo. El trabajo es más flexible pero menos seguro. La
planificación económica en Europa, en términos de políticas fiscales y monetarias,
es claramente regresiva. Los puestos de mando de la economía (las finanzas y la
energía, por ejemplo), están captadas por estructuras oligárquicas. Todos estos
elementos generan más precariedad.
El encogimiento de las protecciones sociales deja en evidencia que el trabajo
remunerado es insuficiente para la seguridad económica. De hecho, la asociación
entre la tenencia de un trabajo remunerado y la posibilidad de la seguridad
económica es más bien ideológica. Ante un modelo que rinde cada vez menos, ha
llegado el momento de romper este vínculo y forjar otro.
3
Por ejemplo, El derecho a la pereza de Paul Lafargue, Elogio a la ociosidad de Bertrand Russell, Las
posibilidades Económicas para nuestros nietos de John Maynard Keynes.
4
Roubini, Where Will All the Workers Go? http://www.project-syndicate.org/commentary/technologylabor-automation-robotics-by-nouriel-roubini-2014-12
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La necesidad de una nueva economía
Este nuevo modelo de seguridad económica se tendrá que situar en la economía
que está por venir.
Concretamente, existe la necesidad de descarbonizar la economía. La lucha contra
el cambio climático nos obliga a acabar con la economía del carbono. El consenso
científico es que si no se limita el cambio climático, las consecuencias serán terribles.
En todos lados serán los más pobres que serán los más vulnerables. Las
desigualdades emergentes inexorablemente serán climáticas; desigualdades en
emisiones de contaminación por un lado, y en acceso a la energía, el agua, y
recursos naturales por otro lado. Sin una solución, millones de personas se
desplazarán y fallecerán, víctimas del holocausto de carbono.
Acabar con la economía basada en el carbono es un deber moral. El vínculo entre
más emisiones de carbonos y más prosperidad no es sostenible. Una alternativa al
capitalismo industrial es una necesidad, no una opción, como argumenta Naomi
Klein en su último libro. Dicho de otra manera, esta vez “no hay alternativa” ha
cambiado de bando. No hay futuro rojo sin futuro verde.
Estas dos luchas son inseparables. La necesidad de conseguir un nuevo modelo
económico está íntimamente relacionada con la necesidad de conseguir un nuevo
modelo de seguridad económica. Sobre este terreno se sitúa el combate.5
Vincular la nueva economía y la seguridad económica universal
Para lograr la época post-carbono, se tendrá que ofrecer seguridad económica para
la nueva era. Toca provocar un doble movimiento.
Dentro de las economía industriales ya se puede detectar las consecuencias que
pueden resultar si no se provoca este cambio: sociedades altamente endeudadas,
envejeciendo a marchas forzadas, cerrados a la inmigración, donde se imponen los
roles de genero tradicionales.6 Un futuro donde la tradición y las deudas de todas las
generaciones muertas lastran las posibilidades de futuro.
Este escenario de sociedades reaccionarias y económicamente estancadas,
también supone un colapso en la acumulación, y un retorno a la acumulación
primitiva, la acumulación mediante la desposesión. Esta desposesión opera de
manera encadenada. Guy Standing describe muy bien como los ciudadanos pasan a
ser meros habitantes. Un día afecta a los inmigrantes, el siguiente a los jóvenes.
Avanza sin piedad para generar precariedad.
La lógica encadenada de la desposesión que ocurre dentro de países concretos
también opera a escala internacional; los ajustes neoliberales que se impusieron en
5
Tony Wrigley, en su obra Energía y la revolución industrial inglesa contrasta los escritos de Adam
Smith y David Ricardo con los de Carlos Marx. Escribiendo una generación más tarde, Marx
contemplaba un mundo de crecimiento explosivo donde Smith y Ricardo contemplaban un escenario
mucho más estable. Según Wrigley el detonante de este cambio fue la energía, específicamente la
explotación de fuentes inorgánicas de energía. Con el nacimiento del capitalismo industrial, se marginó
la tierra como factor de producción, para generar un modelo centrado en la interacción del factor trabajo
y el factor capital. Hay que recuperar el factor tierra. El tema de la energía, el capital natural, y las
rentas generadas por el suelo (sobre todo en las ciudades) no se pueden obviar.
6
Grecia, Italia, y Japón aportan ejemplos de esta tendencia.
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America Latina en los 80s y Asia en los 90s ahora han llegado a la periferia de
Europa. Es la misma lógica. Las vallas que separan Ceuta y Melilla son equivalentes
funcionales de los muros que protegen las comunidades cerradas.
Hay que romper esta lógica de desposesión con un proyecto cosmopolita y
republicano. No habrá plena ciudadanía sin seguridad económica, pero tampoco se
podrá consolidar la seguridad económica sin nuevas alianzas.
Modelos que garantizaban seguridad para una parte (por ejemplo trabajadores
industriales, funcionarios, jubilados) solo pueden sobrevivir si se radicalizan y
garantizan la seguridad económica para todos, permitiendo una coalición más
amplia. Aquí, la renta básica universal puede servir como piedra angular, elemento
fundamental para articular una alianza para superar la economía basada en los
carbonos y para garantizar el bienestar universal.
La renta básica universal anticipa la utopia necesaria, una especie de socialismo
solar que combine la libertad profunda y la plenitud. Es un mecanismo para superar
ese sálvese quien pueda que nos va configurando un eco-apartheid planetario, para
lograr un mundo donde todos y todas se quedan a salvo y donde encima se salva el
mundo.
David Lizoain es economista y Secretario de Estudios y Programas del Partit dels Socialistes de Catalunya.
sinpermiso electrónico se ofrece semanalmente de forma gratuita. No recibe ningún tipo de subvención
pública ni privada, y su existencia sólo es posible gracias al trabajo voluntario de sus colaboradores y a
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www.sinpermiso.info, 1 de febrero de 2015 5 
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