® VOL• XXI 1 • JUNE 2013 VOL. XXI N.º •3NO • OCTUBRE DE 2013 VOL XI NO• 1 JUNE • 2013 Dismenorrea primaria: una necesidad urgente Vol. XXI, Issue 1 L Editorial Board a dismenorrea, definida como el dolor asociado a la Jane C. Ballantyne, MD, FRCA menstruación, se clasifica en Anesthesiology, Pain Medicine primaria, en ausencia de USA enfermedad orgánica subyacente, o Advisory Board secundaria a una anomalía específica. Las Michael J. Cousins, MD, DSC posibles anomalías causales de la Pain Medicine, Palliative Medicine dismenorrea secundaria son Australia endometriosis (y adenomiosis), fibromas uterinos (miomas), anomalías congénitas del útero, pólipos uterinos, uso de dispositivos anticonceptivos intrauterinos, embarazo ectópico, adherencias pélvicas, abscesos pélvicos, enfermedad inflamatoria pélvica, quistes ováricos y, en raras ocasiones, neoplasia uterina u ovárica1–3. Aunque se cree que la “causa” más habitual de la dismenorrea secundaria son las June 2013 50 % de las mujeres que tienen buena parte del tema central de este Psychosocial Aspects of Chronic Pelvic Pain menstruación, y un 10-20 % de ellas número de Pain: Clinical Updates, el cual describen su dolor como intenso y se centra en la dismenorrea primaria. angustiante7–10. El dolor es tan fuerte La dismenorrea primaria suele 11 , losurvival (i.e., como de un cólico renalfor comenzar entre 6 y 12 despuéscommon, Pain is unwanted, is meses unfortunately andel remains essential suficientemente intenso como para de evading la menarquia y se caracteriza danger) and facilitatingpor medical diagnoses. This complex amalgamation of 12 , interferir en las actividades cotidianas dolor espasmódico en la parte inferior sensation, emotions, and thoughts manifests itself as pain behavior. Pain is a moti1y puede ir acompañado de anomalías delvating abdomen que irradiarse a la and for emergency department visits and is factor forpuede physician consultations cardíacas13. Los factores de riesgo de la región lumbar y la cara anterior o dismenorrea son: antecedentes interna de los muslos. El dolor familiares positivos para la enfermedad, usualmente presenta un patrón ser adulto joven (<30 años), menarquia temporal definido: empieza unas horas precoz (<12 años), índice de masa antes o justo al inicio de la corporal alto o bajo (<20 o >30), menstruación, es más intenso al nuliparidad, tabaquismo, ciclos principio y va disminuyendo menstruales o catameniales gradualmente a lo largo de dos o tres prolongados, flujo menstrual irregular o días, y en ocasiones va acompañado de abundante, síntomas premenstruales, náuseas, vómitos y diarrea, así como de 3,6 sospecha clínica de enfermedad cefalea, fatiga, nerviosismo y mareo . inflamatoria pélvica, antecedentes de agresión sexual y síntomas psicológicos como depresión y ansiedad14,15. La dismenorrea primaria es muy habitual, sobre todo en Curiosamente la dismenorrea, incluida adolescentes. Hasta un 90 % de las adolescentes y más la asociada a endometriosis, a menudo de un 50 % de las mujeres de todo el mundo que tienen la ocurre de forma conjunta con otros trastornos de dolor crónico como menstruación reconocen padecerla, y un 10-20 % de ellas síndrome del intestino irritable, dolor describen su dolor como intenso y angustioso. lumbar, cistitis intersticial (síndrome de vejiga dolorosa), dolor musculoesquelético pélvico y abdominal lesiones endometriales ectópicas de la En cambio, la dismenorrea secundaria 4 crónico, vulvodinia, fibromialgia, dolor endometriosis/adenomiosis , estudios empieza generalmente pasados los 25 de cabeza crónico, enfermedad de la recientes indican que la evidencia sobre años de edad, y tanto la duración como articulación temporomandibular, una causalidad directa está lejos de ser la intensidad del dolor pueden variar 5 síndrome de fatiga crónica y dolor concluyente . Algunos mecanismos y en relación con la menstruación; asociado a litiasis ureteral5,16–18. terapéutica de la endometriosis pueden también pueden manifestarse otros Editor-in-Chief entonces considerarse relevantes para Dra. Karen J. Berkley Program in Neuroscience Florida State University Tallahassee, Fla. 32306-4301 EE. UU. Correo electrónico: [email protected] PAIN: CLINICAL UPDATES • Octubre de 2013 síntomas ginecológicos, como la dispareunia y la menorragia2. La dismenorrea primaria es bastante habitual, especialmente en adolescentes. En el mundo, este padecimiento se presenta hasta en un 90 % de las adolescentes y en más del Mecanismos de la dismenorrea El mecanismo principal que se cree que subyace a la dismenorrea, independientemente de la presencia concurrente de endometriosis/ adenomiosis, es la vasoconstricción e 1 FIGURE 1 Fase secretora (decidualización) Fase menstrual (reducción de la producción de progesterona) Células endometriales epiteliales y estromales Quimiocinas IL-8/MCP1 Genes de la superfamilia del TGF-b (+/-) BMP/lefty2/NODAL Citocina proinflamatoria (+) TNF/IL-1/IL-6 Prostaglandinas PGE2/PGF2α Activación de leucocitos (neutrófilos/NK/linfocitos T) Fase proliferativa (reparación del endometrio) Factor de crecimiento (VEGF/EGF/PDGF) OT/OTR/Ca2+ Músculo liso uterino (-)Genes de la superfamilia del TGF-b BMP/lefty2/NODAL Liberación de proteasas MMP/tPA/caspasa Liberación de PGF2α/OT/endotelina/ otros mediadores inflamatorios Ruptura del endometrio/sangrado Hipoxia-isquemia y dolor Citocina proinflamatoria (+) TNF/IL-1/IL-6 Fig. 1. Modelo de la base biológica de la aparición del dolor menstrual. La menstruación es la respuesta a la reducción en la producción de progesterona y depende de interacciones complejas entre las hormonas ováricas y el sistema inmunitario. Diversos factores inmunitarios no solo regulan la inflamación y el dolor en la menstruación, sino que también afectan a la decidualización, la degradación de los tejidos y su pronta reparación en el proceso de la menstruación. ↑, aumento de la regulación de la expresión génica; ↓, disminución de la expresión génica; (+), regulación positiva; (–), regulación negativa. Abreviaturas: BMP, proteínas morfogenéticas óseas; EGF, factor de crecimiento epidérmico; IL-1, interleucina 1; IL-6, interleucina 6; IL-8, interleucina 8; MCP1, proteína quimiotáctica monocítica 1; MMP, metaloproteinasas de matriz; NK, neurocinina; OT, oxitocina; OTR, receptor de oxitocina; PDGF, factor de crecimiento derivado de plaquetas; PGE2, prostaglandina E2; PGF2α, prostaglandina F2α; TGF-β, factor de crecimiento transformante β; TNF, factor de necrosis tumoral; tPA, activador tisular del plasminógeno; VEGF, factor de crecimiento endotelial vascular. Reproducido de Ma et al.22 hipercontractilidad del miometrio uterino19–21. Un creciente número de factores relacionados con el propio útero o con el flujo menstrual o sangre periférica han sido propuestos como contribuyentes a estos cambios en la fisiología uterina. Estos factores se muestran en la Fig. 122 e incluyen prostaglandinas, quimiocinas, citocinas, factores de crecimiento, oxitocina (y su receptor), leucotrienos y vasopresina22–27. Otro posible factor contribuyente a la dismenorrea primaria puede ser un aumento de la inervación de las capas endometriales y miometriales del útero, independientemente de la presencia de lesiones endometriales ectópicas, si bien la utilidad clínica de tal incremento en la inervación es incierta hoy en día5,29–31. Sin embargo, en general es poco lo que se sabe, incluidos los mecanismos de la propia contractilidad uterina32, para formular hipótesis 2 satisfactorias referentes a cómo esta diversidad de factores moleculares, fisiológicos, vasculares y, posiblemente, neurales periféricos asociados al útero provocan dolor25, o incluso si otras causas contribuyentes van más allá del útero y su entorno. Tratamiento de la dismenorrea Teniendo en cuenta lo anterior, no sorprende que en la actualidad las revisiones sistemáticas confirmen que solo un tratamiento presenta un beneficio claro para la dismenorrea: los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE), que probablemente actúan reduciendo la hipercontractilidad uterina6,12. Por desgracia, no todas las mujeres pueden utilizarlos, pues los efectos adversos no son poco frecuentes, e incluso en las mujeres que pueden utilizarlos, estos fármacos no son universales o completamente eficaces33. Como se muestra en la Tabla I, se siguen investigando activamente otros posibles tratamientos potencialmente beneficiosos y que presentan una eficacia o potencial dañino variable 1,12,34,35. Por lo tanto, en general un número significativo de mujeres con dismenorrea de moderada a grave siguen experimentando dolor. En este contexto, los ginecólogos han acordado que, dado que la “dismenorrea es un trastorno muy habitual y a veces debilitante”, la mejor práctica para el tratamiento es “un abordaje multidisciplinar... con el fin de limitar su repercusión en las actividades cotidianas”1. Carencia de estudios sobre dismenorrea El limitado conocimiento actual de tratamientos claramente eficaces para la dismenorrea primaria se debe probablemente a que le han prestado poca atención científica a este trastorno, aunque es un padecimiento común que conlleva una reducción significativa de la calidad de vida (incluidos los absentismos escolar y laboral6,36,37). En ese sentido, distintas búsquedas en las bases de datos PubMed y ScienceDirect (3 de junio de 2013) de los términos “dismenorrea” o “dolor” han mostrado que menos del 0,1 % de los artículos sobre “dolor” tratan de la dismenorrea (4936/529 651 en PubMed; 7587/799 651 en ScienceDirect). La mayoría de los PAIN: CLINICAL UPDATES • Octubre de 2013 Tabla I Tratamientos actuales de la dismenorrea y su eficacia Beneficiosos AINE (distintos del ácido acetilsalicílico) Probablemente beneficiosos Digitopresión Ácido acetilsalicílico y acetaminofeno (paracetamol) Intervenciones conductuales (relajación) Anticonceptivos (orales combinados) Fitoterapia (p. ej., toki-shakuyaku-san) * Histerectomía34 ** TENS Aplicación de calor local (aproximadamente 39 °C) Vitamina B1 (tiamina) Vitamina B61 Vitamina E Eficacia desconocida Acupuntura Ejercicio35 Hinojo1 Aceite de pescado Magnesio1 Imanes Gestágenos (intrauterinos) Vitamina B12 Probablemente no beneficiosos Manipulación vertebral Probablemente ineficaces o nocivos Interrupción quirúrgica de las vías nerviosas pélvicas Fuente: la mayoría de los tratamientos enumerados proceden de Latthe et al.12, con adiciones de otras fuentes según se indica. * Beneficiosa para la dismenorrea; eficacia en cuanto al dolor pélvico crónico. ** Neuroestimulación eléctrica transcutánea de alta frecuencia; los efectos de baja frecuencia son dudosos. artículos sobre la dismenorrea, alrededor del 28 %, se publicaron en revistas médicas sobre ginecología o salud en la mujer (ScienceDirect, 19 revistas: 2142/7587). Un número de documentos sorprendentemente bajo, alrededor del 3 %, fueron publicados en revistas médicas sobre dolor (ScienceDirect, 11 revistas: 223/7587), lo que pone de manifiesto que el problema ha sido prácticamente ignorado incluso por los especialistas en dolor. Una situación parecida ocurre con el financiamiento a la investigación. Por ejemplo, en los Estados Unidos, una búsqueda en NIH RePorter (http://projectreporter.nih.gov/reporter.cfm) reveló que, de las 2938 becas que durante el 2013 están recibiendo PAIN: CLINICAL UPDATES • Octubre de 2013 fondos para investigaciones que incluyen la palabra “dolor”, solamente ocho cuentan con financiamiento para investigaciones sobre la dismenorrea, es decir, solo un 0,3 % de todas las investigaciones relacionadas con el dolor. El número de subvenciones asciende a 33 si se añade “dolor por endometriosis” a la búsqueda, si bien el porcentaje sigue siendo minúsculo, el 1,1 % de las investigaciones sobre el dolor. Las cifras para otros tipos de dolor son algo mejores. Por ejemplo, existen 595 becas para el dolor en el cáncer (20,3 %), 213 para el dolor de cabeza (7,3 %), 113 para la fibromialgia (3,8 %) y 101 para el dolor por intestino irritable (3,4 %). Esta desatención se observa incluso en políticas muy recientes. En una publicación reciente del Instituto de Medicina de las Academias Nacionales (Institute of Medicine of the National Academies), un distinguido cuadro de expertos reclamó fervientemente “una transformación cultural del modo en que se entiende, evalúa y trata el dolor”38. Sin embargo, la dismenorrea solamente se menciona una vez, en la página 33, donde se presenta como un ejemplo de dolor agudo (en oposición al dolor crónico) que “puede ser un problema recurrente”. La dismenorrea también está siendo ignorada en los estudios longitudinales actuales diseñados para mejorar nuestros conocimientos sobre el desarrollo de los trastornos de dolor crónico, a pesar de que se sabe que la dismenorrea coexiste con ellos5,16 y, lo que es muy importante, aunque su tratamiento puede aliviar los síntomas de trastornos concurrentes17. Por ejemplo, en un estudio reciente diseñado para evaluar los factores que contribuyen a la desregulación multisistémica en trastornos dolorosos de la articulación temporomandibular, parte del análisis incluyó la recopilación de información sobre los trastornos concurrentes caracterizados por dolor de los pacientes39. Los trastornos examinados fueron fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, síndrome del intestino irritable, cistitis intersticial, dolor pélvico crónico, dolores de cabeza frecuentes y dolor lumbar frecuente. En otras palabras, aunque el estudio se limitó a las mujeres, muchas de las cuales todavía tenían la menstruación (18-60 años de edad), la dismenorrea (independientemente de la intensidad) no se incluyó en la lista de trastornos de dolor concomitantes de los investigadores. Otros dos ejemplos están relacionados con el dolor lumbar que, como se ha mencionado anteriormente, puede ser un síntoma de la dismenorrea. En el primer informe, los investigadores identificaron la presencia de dolor de cabeza, asma y enfermedad atópica en adolescentes como posibles factores pronóstico de dolor lumbar persistente 3 en hombres y mujeres adultos40. De nuevo, no solo no se analizaron los datos por sexo, sino que la dismenorrea no se tuvo en cuenta como posible factor pronóstico. En el segundo informe, que describe un gran estudio longitudinal todavía en curso y cuyo objetivo es identificar los factores de riesgo de transición de dolor lumbar localizado a dolor generalizado crónico, tampoco se incluye la dismenorrea como uno de los posibles factores de riesgo41. ¿A qué se debe esta falta de estudios sobre la dismenorrea? Uno puede preguntarse razonablemente por qué se ha descuidado tanto la dismenorrea de moderada a grave, que afecta a una cuarta parte de toda la población mundial en edad reproductiva. Un factor clínico a considerar es que, debido a que la dismenorrea es muy común en mujeres adolescentes y adultas, muchas de ellas la consideran un trastorno “normal” que no es necesario notificar8,16,41, y sus médicos, con la probable excepción de los ginecólogos, no preguntan al respecto42. Este fallo de omisión o falta de comunicación por ambas partes puede tener sus orígenes en actitudes bíblicas y culturales hacia la menstruación. En muchas religiones, la menstruación se considera impura, un período en el que las mujeres deben aislarse y ser evitadas43,44, hecho llevado notablemente a la ficción por Anita Diamant en la novela “La tienda roja” 45. Uno de los términos habituales en inglés para designar la menstruación tiene connotaciones peyorativas: “the curse”46,47 (en español, la maldición). Durante siglos, la menstruación se ha considerado un tema tabú, siendo famosa la definición que de ella hizo Simone de Beauvoir en 1952 como “su verdad más íntima, pero es una verdad vergonzosa que mantiene oculta” (pág. 619)48, en referencia a la mujer. De hecho, la palabra “tabú” posiblemente “proviene de la palabra de origen polinesio para designar la menstruación: tupua” (pág. 3)46. Tales 4 actitudes siguen vigentes hoy en día49,50, incluso en la publicidad51. En una encuesta reciente (julio de 2013) llevada a cabo en 81 mujeres y 50 hombres, todos estudiantes universitarios, con edades comprendidas entre los 23 y 37 años, en el Departamento de Psicología de la Universidad del Estado de Florida, con una tasa de respuesta del 32 % para ambos sexos, un 41 % de las mujeres y un 27 % de los hombres encuestados contestaron “sí” a la pregunta “¿Crees que la menstruación es actualmente un tema tabú en el debate público, la publicidad, etc.?” (Protocolo n.º 2013.10749 del Institutional Review Board). Cambio de actitud, nuevos hallazgos y una necesidad Por otra parte, y por suerte, las actitudes negativas hacia la menstruación parece que están cambiando. Así pues, en la misma encuesta, aunque un 36 % de los estudiantes sabían que antes se denominaba de forma generalizada Imágenes del cerebro Los estudios de la función neural durante los últimos 20-30 años han demostrado de manera creciente y conjunta que los trastornos de dolor crónico, como dolor de cabeza, síndrome del intestino irritable, fibromialgia, cistitis intersticial/ síndrome de vejiga dolorosa, trastorno de la articulación temporomandibular, artrosis y varios dolores neuropáticos, están todos asociados a cambios significativos, generalizados y, en ocasiones, duraderos en el estado de reposo, la anatomía, la conectividad y las características bioquímicas del sistema nervioso central52–54. Estos hallazgos plantean una cuestión obvia en relación con la dismenorrea: ¿ los cerebros de las mujeres con dismenorrea presentan cambios parecidos? Recientemente, cuatro estudios de imágenes del cerebro han demostrado que, en realidad, los cerebros de mujeres, por lo demás sanas, con dismenorrea de moderada a grave presentan diferencias En los últimos años se han publicado una serie de estudios que, tomados en su conjunto, abogan por un cambio en la clasificación e importancia de la dismenorrea, y de los cuales emana una necesidad urgente de atención clínica e investigación. “the curse” a la menstruación, solo un estudiante se refirió a ella con estos términos. Y lo que es más importante, en relación con la dismenorrea, en los últimos años se han publicado una serie de estudios que, considerados en conjunto, abogan por un cambio en la clasificación e importancia de la dismenorrea, y de los cuales emana la urgente necesidad de atención clínica e investigación. Los hallazgos están relacionados con dos tipos de estudios previos sobre el dolor: de imágenes del cerebro de pacientes con dolor crónico y de la repercusión que tienen el dolor y el estrés en una edad temprana sobre el dolor años más tarde. significativas en distintos aspectos de su funcionamiento en comparación con mujeres sin dismenorrea (Fig. 2). Se observan diferencias en el metabolismo cerebral (tomografía por emisión de positrones con fluorodesoxiglucosa)55 y en la estructura cerebral (morfometría basada en vóxel) tanto para el rasgo56 de dismenorrea como para el estado de dismenorrea (cambios morfológicos rápidos entre el dolor por dismenorrea y los estados sin dolor)57. También se registran diferencias en la actividad neural inducida por estimulación cutánea nociva (RMf) en mujeres con dismenorrea frente a mujeres sin dismenorrea, incluso cuando se aplica la estimulación en zonas alejadas de la PAIN: CLINICAL UPDATES • Octubre de 2013 Lóbulo cuadrilátero CCA/CCdP SII/ínsula posterior CCA/CCdP Mesencéfalo Mujeres control Dismenorrea: RASGO Hipotálamo Respuestas a la estimulación cutánea térmica nociva y = -1,5 Puntuaciones z Lóbulo cuadrilátero CTS/CTM Mujeres con dismenorrea Brazo Hipocampo posterior Ínsula media Puntuaciones t Puntuaciones totales ajustadas en el MPQ r = 0,594 p = 0,032 Puntuaciones totales ajustadas en el MPQ Tálamo (-6, -12, 3) Cambios en el volumen de SG ajustados r = 0,645 p = 0,005 Hipotálamo (0, 2, -15) Cambios en el volumen de SG ajustados Cambios en el volumen de SG ajustados Núcleo caudado (21, -22, 22) Abdomen Dismenorrea: ESTADO r = 0,565 p = 0,046 Puntuaciones totales ajustadas en el MPQ Fig. 2. Alteraciones de la estructura y función cerebrales en mujeres con dismenorrea. Izquierda superior: rasgo de dismenorrea: cambios significativos en el volumen de sustancia gris (SG) regional en pacientes con dismenorrea primaria, que muestran aumentos en el (A) hipocampo posterior derecho; (C) circunvolución del cuerpo calloso anterior/dorsal posterior (CCA/CCdP, área del cerebro [AC] 23/24), mesencéfalo e hipotálamo; (D) porción ventral izquierda del lóbulo cuadrilátero (AC 31); (E) circunvolución temporal superior/media izquierda (CTS/CTM, AC 22). Se observó una disminución del volumen de SG en la (B) porción central derecha del lóbulo cuadrilátero (AC 7) y la corteza prefrontal medial (CPFm, AC 10); (D) porción ventral derecha del lóbulo cuadrilátero (AC 7/31); (E) corteza somatosensorial secundaria bilateral (SII)/ínsula posterior; (F) ínsula media. Los colores rojo y azul representan el aumento y la disminución del volumen, respectivamente. Reproducido con el permiso de Tu et al.56 Izquierda inferior: estado de dismenorrea. cambios en el volumen de SG relacionados con la experiencia de dolor menstrual actual en la dismenorrea. Se detectó una correlación positiva entre la experiencia de dolor menstrual actual y los cambios en el volumen de SG entre fases (fase menstrual frente a fase periovulatoria) en el núcleo caudado derecho y el hipotálamo, mientras que se observó una correlación negativa en el tálamo izquierdo en la dismenorrea. Los colores rojo y azul representan la correlación positiva y negativa, respectivamente. Las barras de colores representan las puntuaciones t. Los diagramas de dispersión muestran la relación entre los cambios en el volumen de SG ajustados en el vóxel de valor máximo y las puntuaciones totales ajustadas del índice de valoración del dolor del Cuestionario del dolor de McGill (MPQ). Se muestran los coeficientes de correlación (r) y los valores p corregidos. Reproducido con el permiso de Tu et al.57 Derecha: respuestas a la estimulación térmica nociva de la piel del brazo izquierdo (arriba) o la línea media de la parte inferior del abdomen (abajo) en mujeres con o sin dismenorrea en los días 1-2 de la menstruación. El amarillo significa activación y el azul, desactivación. Los datos que se muestran son los resultados de los análisis de efectos mixtos, corregidos para múltiples comparaciones, z >3, p <0,05. Reproducido con el permiso de Vincent et al.58 región pélvica/abdominal, como el brazo58. Este hallazgo ayuda a explicar estudios anteriores que muestran que la sensibilidad al dolor muscular y visceral se ve aumentada en mujeres con dismenorrea tanto en las regiones externas como internas del cuerpo PAIN: CLINICAL UPDATES • Octubre de 2013 fuera del área de referencia del útero, como la piel del brazo, el músculo deltoides y el colon/recto59–61. Otro aspecto de los cuatro estudios de imágenes del cerebro es que algunas de las diferencias en las características neurales se producen a lo largo del ciclo, es decir, de manera crónica, incluso cuando las mujeres con dismenorrea no experimentan dolor menstrual. Estos cambios son coherentes con los hallazgos, recientes y anteriores, de que las mujeres con dismenorrea muestran hiperalgesia profunda muscular en 5 FIGURE 3 Jefa de redacción Dra. Jane C. Ballantyne, FRCA Anestesiología y Medicina del dolor EE. UU. Comité asesor Dr. Michael J. Cousins, DSC Medicina del dolor y Medicina paliativa Australia Dra. Maria Adele Giamberardino Medicina interna y Fisiología Italia Dr. Robert N. Jamison Nivel sérico medio de cortisol (mcg/dL) Mujeres con dismenorrea Consejo editorial r = -0,77 p = 0,004 Psicología y Evaluación del dolor EE. UU. Duración de la dismenorrea (años) Dra. Patricia A. McGrath Psicología y Dolor pediátrico Canadá Dra. Maree T. Smith Farmacología Australia Dra. Claudia Sommer Neurología Alemania Dra. Harriët M. Wittink, PT Fisioterapia Países Bajos Edición Daniel J. Levin, Director de publicaciones Elizabeth Endres, Editora asociada Nivel sérico medio de cortisol (mcg/dL) Dr. M. R. Rajagopal Medicina del dolor y Medicina paliativa India Mujeres control r = -0,25 p = 0,44 Duración de la menstruación (años) Se han seleccionado asuntos de interés relacionados con la investigación y el tratamiento del dolor para su publicación, pero la información y las opiniones ofrecidas no han implicado la verificación de los hallazgos, conclusiones y opiniones por parte de IASP. Por consiguiente, las opiniones expresadas en la revista Pain: Clinical Updates no reflejan necesariamente las opiniones de IASP, de sus consejeros ni de sus asesores. La IASP no asume responsabilidad alguna por daños y/o perjuicios a las personas o bienes por motivos de responsabilidad civil, negligencia o derivados del uso de los métodos, productos, instrucciones o ideas incluidos en la presente información. Debido a los rápidos avances de las ciencias médicas, el editor recomienda la verificación independiente de los diagnósticos y las pautas posológicas de los fármacos. Si desea obtener permiso para reimprimir o traducir este artículo, póngase en contacto con: International Association for the Study of Pain 1510 H Street N.W., Suite 600, Washington, D.C. 20005-1020, EE. UU. Tel.: +1-202-524-5300 Fax: +1-202-524-5301 Correo electrónico: [email protected] www.iasp-pain.org 6 Fig. 3. Relación entre el cortisol medio y la duración de la dismenorrea en (A) mujeres con dismenorrea y (B) la menstruación en mujeres control. R, correlación de Pearson. Adaptado con el permiso de Vincent et al.58 todos sus ciclos59,62. Por último, según un quinto estudio, también se producen aumentos y disminuciones estructurales del volumen de la sustancia gris del cerebro de mujeres con dolor pélvico crónico (dismenorrea no evaluada), con independencia de la endometriosis concomitante63. Estos hallazgos de imágenes del cerebro y otros relacionados plantean una nueva cuestión: ¿es la dismenorrea un “dolor agudo repetitivo” según se describe en un informe reciente del Instituto de Medicina37, o los hallazgos justifican clasificar la dismenorrea de moderada a grave como un trastorno de dolor crónico? Se ha aducido que cambios en el cerebro como los observados con la dismenorrea y otros trastornos de dolor crónico no pueden considerarse válidos para ser utilizados, desde un punto de vista clínico o forense, como marcadores diagnósticos del dolor crónico64,65. Por otra parte, la coherencia entre los hallazgos de imágenes del cerebro y otros relacionados en mujeres con dismenorrea y los de individuos con otros trastornos de dolor crónico proporciona, con todo, un argumento sólido a favor de que la dismenorrea se considere un auténtico trastorno de dolor crónico. PAIN: CLINICAL UPDATES • Octubre de 2013 Desarrollo del dolor crónico Esta conclusión importante respecto a la clasificación clínica de la dismenorrea da lugar a una segunda área de investigación sobre el dolor que es pertinente para la importancia clínica de la dismenorrea: los mecanismos por los que aparece el dolor crónico a lo largo de la vida. Existe un amplio consenso acerca de que el dolor y el estrés en una edad temprana son presagio de una calidad de vida reducida y dolor más intenso o crónico años más tarde. Por lo tanto, los estudios epidemiológicos proporcionan pruebas de que el dolor previo predice el dolor futuro66. Por ejemplo, uno de los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de dolor posquirúrgico crónico es el dolor concomitante o previo67. Este proceso del desarrollo es directamente aplicable a la dismenorrea debido a la gran proporción de las adolescentes que padecen dismenorrea grave o de moderada a grave. A pesar de que se conocen los factores de riesgo del desarrollo de la dismenorrea de moderada a grave en chicas y mujeres adultas jóvenes, no ha sido posible identificar estudios longitudinales relativos a cómo la dismenorrea en las adolescentes y las mujeres jóvenes puede predisponerlas años más tarde al desarrollo de dolor generalizado más intenso, enfermedad concomitante con otros trastornos dolorosos crónicos, reducción de la calidad de vida, trastornos psicológicos o fisiopatología. Solo dos informes fueron pertinentes. En uno, Lim et al. hallaron que el “dolor menstrual” era uno de los factores de riesgo significativos de desarrollo de trastornos de la articulación temporomandibular a lo largo de un período de tres años en 266 mujeres de edades comprendidas entre los 18 y los 34 años68. En el otro, que se muestra en la Fig. 3, Vincent et al. descubrieron que, cuanto más larga es la duración de los síntomas de dismenorrea notificados (de 2 a 28 años), mayor es la supresión del eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal de la mujer, según demuestra la reducción en los niveles de cortisol58. Conclusiones La dismenorrea primaria es un trastorno habitual en las mujeres en edad adulta que empieza en la adolescencia, período en el que suele ser muy dolorosa. Dado que la dismenorrea primaria afecta a una cuarta parte de las mujeres en edad de procrear, la falta de estudios referentes a este trastorno es deplorable. Nuestro ínfimo conocimiento actual de sus mecanismos References 1. Lefebvre G, Pinsonneault O. SOGC Clinical Practice Guideline 169. J Obstet Gynaecol Can 2005,27:1117–30. Available at: http://sogc.org/guidelines/ primary-dysmenorrhea-consensus-guideline. 2. Proctor M, Farquhar C. Diagnosis and management of dysmenorrhoea. BMJ 2006;332:1134–8. y opciones terapéuticas limitadas podría haber sido propiciado por actitudes sociales y clínicas hacia la menstruación que en el pasado han restado importancia a la dismenorrea. Afortunadamente, parece que los conceptos de menstruación como tabú y maldición están disminuyendo y existe un reconocimiento cada vez mayor de que los trastornos menstruales en general, especialmente en las adolescentes, no deben ignorarse69. De hecho, ahora las pruebas recientes demuestran que la dismenorrea es un trastorno de dolor crónico legítimo y significativo, igual de debilitante que otros dolores crónicos bien conocidos, y que puede tener lugar al mismo tiempo. La dismenorrea puede ser, en realidad, un factor fundamental que contribuye a la etiología de esos otros trastornos dolorosos y de las disfunciones psicológicas, fisiológicas y de calidad de vida asociadas que son más frecuentes en las mujeres16,57,70,71. De esta situación emana una firme necesidad no solo de más investigación y atención clínica centradas en la dismenorrea, sino también de su inclusión consciente en estudios longitudinales sobre cualquier tipo de dolor crónico y morbilidad debilitante asociada. En otras palabras, debe dejar de ignorarse la dismenorrea72. 11. Ayan M, Sogut E, Tas U, Erdemir F, Sahin M, Suren M, Kaya Z, Demirturk F. Pain levels associated with renal colic and primary dysmenorrhea: a prospective controlled study with objective and subjective outcomes. Arch Gynecol Obstet 2012;286:403–9. 12. Latthe PM, Champaneria R, Khan KS. Dysmenorrhoea. Clin Evid (Online) 2011:813. 3. Harel Z. Dysmenorrhea in adolescents. Ann NY Acad Sci 2008;1135:185–95. 13. Bilir C, Akdemir N, Colak D, Cinemre H. Electrocardiographic findings in patients with primary dysmenorrhea. Am J Med Sci 2012;343:27–9. 4. French L. Dysmenorrhea in adolescents: diagnosis and treatment. Paediatr Drugs 2008;10:1–7. 14. Latthe P, Mignini L, Gray R, Hills R, Khan K. Factors predisposing women to chronic pelvic pain: systematic review. BMJ 2006;332:749–55. 5. Stratton P, Berkley KJ. Chronic pelvic pain and endometriosis: translational evidence of the relationship and implications. Hum Reprod Update 2011;17:327–46. 15. Roberts SC, Hodgkiss C, DiBenedetto A, Lee E. Managing dysmenorrhea in young women. Nurse Pract 2012;37:47–52. 6. Dawood MY. Primary dysmenorrhea: advances in pathogenesis and management. Obstet Gynecol 2006;108:428–41. 7. Davis AR, Westhoff CL. Primary dysmenorrhea in adolescent girls and treatment with oral contraceptives. J Pediatr Adolesc Gynecol 2001;14:3–8. 8. Durain D. Primary dysmenorrhea: assessment and management update. J Midwifery Womens Health 2004;49:520–8. 9. Ortiz MI, Rangel-Flores E, Carrillo-Alarcón LC, Veras-Godoy HA. Prevalence and impact of primary dysmenorrhea among Mexican high school students. Int J Gynaecol Obstet 2009;107:240–3. 10. Fedorowicz Z, Nasser M, Jagannath VA, Beaman JH, Ejaz K, van Zuuren EJ. Beta-2-adrenoceptor agonists for dysmenorrhoea. Cochrane Database Syst Rev 2012;5:CD008585. PAIN: CLINICAL UPDATES • Octubre de 2013 16. Giamberardino MA. Women and visceral pain: are the reproductive organs the main protagonists? Mini-review at the occasion of the European Week Against Pain in Women 2007. Eur J Pain 2008;12:257–60. 17. Giamberardino MA, Costantini R, Affaitati G, Fabrizio A, Lapenna D, Tafuri E, Mezzetti A. Viscero-visceral hyperalgesia: characterization in different clinical models. Pain 2010;151:307–22. 18. Smorgick N, Marsh CA, As-Sanie S, Smith YR, Quint EH. Prevalence of pain syndromes, mood conditions, and asthma in adolescents and young women with endometriosis. J Pediatr Adolesc Gynecol 2013;26:171–5. 19. Woodbury RA, Torpin R, Child GP, Watson H, Jarboe M. Myometrial physiology and its relation to pelvic pain. JAMA 1947;134:1081–5. 20. Akerlund M. Vascularization of human endometrium. Uterine blood flow in healthy condition and in primary dysmenorrhoea. Ann NY Acad Sci 1994;734:47–56. 7 21. Guo SW, Mao X, Ma Q, Liu X. Dysmenorrhea and its severity are associated with increased uterine contractility and overexpression of oxytocin receptor (OTR) in women with symptomatic adenomyosis. Fertil Steril 2013;99:231–40. 44. Quranic Path. Glorious Qur’an on menstruation. Available at: http://www. quranicpath.com/misconceptions/menstruation_islam.html. 22. Ma H, Hong M, Duan J, Liu P, Fan X, Shang E, Su S, Guo J, Qian D, Tang Y. Altered cytokine gene expression in peripheral blood monocytes across the menstrual cycle in primary dysmenorrhea: a case-control study. PLoS One 2013;8:e55200. 46. Delaney J, Lupton MJ, Toth E. The curse, revised edition. Chicago: University of Illinois Press; 1988. 23. Abu JI, Konje JC. Leukotrienes in gynaecology: the hypothetical value of anti-leukotriene therapy in dysmenorrhoea and endometriosis. Hum Reprod Update 2000;6:200–5. 24. Akerlund M. Targeting the oxytocin receptor to relax the myometrium. Expert Opin Ther Targets 2006;10:423–7. 25. Tzafettas J. Painful menstruation. Pediatr Endocrinol Rev 2006;3(Suppl 1):160–3. 45. Diament A. The red tent. New York: Picador, 1997. 47. Huppert K. The curse. New York: Farrar, Straus and Giroux; 1999. 48. De Beauvoir, S. The second sex. New York: Vintage; 1952. 49. Reddish S. Dysmenorrhoea. Aust Fam Physician 2006;35:842–4, 846–9. 50. Burbeck R, Willig C. The personal experience of dysmenorrhoea: an interpretative phenomenological analysis. J Health Psychol 2013; Epub Jul 1. 51. Simes MR, Berg DH. Surreptitious learning: menarche and menstrual product advertisements. Health Care Women Int 2001;22:455–69. 26. Nie J, Liu X, Guo SW. Immunoreactivity of oxytocin receptor and transient 52. Saab CY. Pain-related changes in the brain: diagnostic and therapeutic potentials. Trends Neurosci 2012;35:629–37. receptor potential vanilloid type 1 and its correlation with dysmenorrhea in adenomyosis. Am J Obstet Gynecol 2010;202:346.e1–8. 53. Farmer MA, Baliki MN, Apkarian AV. A dynamic network perspective of chronic pain. Neurosci Lett 2012;520:197–203. 27. Mechsner S, Grum B, Gericke C, Loddenkemper C, Dudenhausen JW, Ebert AD. Possible roles of oxytocin receptor and vasopressin-1alpha receptor in the pathomechanism of dysperistalsis and dysmenorrhea in patients with adenomyosis uteri. Fertil Steril 2010;94:2541–6. 54. Davis KD, Moayedi M. Central mechanisms of pain revealed through functional and structural MRI. J Neuroimmune Pharmacol 2013;8:518–34. 28. Zhang X, Lu B, Huang X, Xu H, Zhou C, Lin J. Endometrial nerve fibers in women with endometriosis, adenomyosis, and uterine fibroids. Fertil Steril 2009;92:1799–801. 29. Zhang X, Lu B, Huang X, Xu H, Zhou C, Lin J. Innervation of endometrium and myometrium in women with painful adenomyosis and uterine fibroids. Fertil Steril 2010;94:730–7. 30. Newman TA, Bailey JL, Stocker LJ, Woo YL, Macklon NS, Cheong YC. Expression of neuronal markers in the endometrium of women with and those without endometriosis. Hum Reprod 2013; Epub Jul 2. 31. Leslie C, Ma T, McElhinney B, Leake R, Stewart CJ. Is the detection of endometrial nerve fibers useful in the diagnosis of endometriosis? Int J Gynecol Pathol 2013;32:149–55. 32. Aguilar HN, Mitchell BF. Physiological pathways and molecular mechanisms regulating uterine contractility. Hum Reprod Update 2010;16:725–44. 33. Marjoribanks J, Proctor M, Farquhar C, Derks RS. Nonsteroidal anti- inflammatory drugs for dysmenorrhoea. Cochrane Database Syst Rev 2010;1:CD001751. 34. Vercellini P, De Giorgi O, Pisacreta A, Pesole AP, Vicentini S, Crosignani PG. Surgical management of endometriosis. Baillieres Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol 2000;14:501–23. 35. Brown J, Brown S. Exercise for dysmenorrhoea. Cochrane Database Syst Rev 2010;2:CD004142. 36. Weissman AM, Hartz AJ, Hansen MD, Johnson SR. The natural history of primary dysmenorrhoea: a longitudinal study. BJOG 2004;111:345–52. 37. Institute of Medicine. Relieving pain in America: a blueprint for transforming prevention, care, education, and research. Washington, DC: National Academies Press; 2011. 38. Chen H, Nackley A, Miller V, Diatchenko L, Maixner W. Multisystem dysregulation in painful temporomandibular disorders. J Pain 2013; Epub May 28. 39. Hestbaek L, Leboeuf-Yde C, Kyvik KO. Is comorbidity in adolescence a 55. Tu CH, Niddam DM, Chao HT, Liu RS, Hwang RJ, Yeh TC, Hsieh JC. Abnormal cerebral metabolism during menstrual pain in primary dysmenorrhea. Neuroimage 2009;47:28–35. 56. Tu CH, Niddam DM, Chao HT, Chen LF, Chen YS, Wu YT, Yeh TC, Lirng JF, Hsieh JC. Brain morphological changes associated with cyclic menstrual pain. Pain 2010;150:462–8. 57. Tu CH, Niddam DM, Yeh TC, Lirng JF, Cheng CM, Chou CC, Chao HT, Hsieh JC. Menstrual pain is associated with rapid structural alterations in the brain. Pain 2013; Epub May 18. 58. Vincent K, Warnaby C, Stagg CJ, Moore J, Kennedy S, Tracey I. Dysmenorrhoea is associated with central changes in otherwise healthy women. Pain 2011;152:1966–75. 59. Giamberardino MA, Berkley KJ, Iezzi S, de Bigontina P, Vecchiet L. Pain threshold variations in somatic wall tissues as a function of menstrual cycle, segmental site and tissue depth in non-dysmenorrheic women, dysmenorrheic women and men. Pain 1997;71:187–97. 60. Bajaj P, Bajaj P, Madsen H, Arendt-Nielsen L. A comparison of modalityspecific somatosensory changes during menstruation in dysmenorrheic and nondysmenorrheic women. Clin J Pain 2002;18:180–90. 61. Brinkert W, Dimcevski G, Arendt-Nielsen L, Drewes AM, Wilder-Smith OH. Dysmenorrhoea is associated with hypersensitivity in the sigmoid colon and rectum. Pain 2007;132(Suppl 1):S46–51. 62. Iacovides S, Baker FC, Avidon I, Bentley A. Women with dysmenorrhea are hypersensitive to experimental deep muscle pain across the menstrual cycle. J Pain 2013; Epub Jun 12. 63. As-Sanie S, Harris RE, Napadow V, Kim J, Neshewat G, Kairys A, Williams D, Clauw DJ, Schmidt-Wilcke T. Changes in regional gray matter volume in women with chronic pelvic pain: a voxel-based morphometry study. Pain 2012;153:1006–14. 64. Davis KD, Racine E, Collett B. Neuroethical issues related to the use of brain imaging: can we and should we use brain imaging as a biomarker to diagnose chronic pain? Pain 2012;153:1555–9. 65. Tracey I. Can neuroimaging studies identify pain endophenotypes in humans? Nat Rev Neurol 2011;7:173–81. predictor for adult low back pain? A prospective study of a young population. BMC Musculoskelet Disord 2006;7:29. 66. Hunter J. Medical history and chronic pain. Clin J Pain 2001;17(4Suppl):S20–5. 40. Viniol A, Jegan N, Leonhardt C, Strauch K, Brugger M, Barth J, Baum E, Becker A. Study protocol: Transition from localized low back pain to chronic widespread pain in general practice: identification of risk factors, preventive factors and key elements for treatment: a cohort study. BMC Musculoskelet Disord 2012;13:77. 67. Katz J, Seltzer Z. Transition from acute to chronic postsurgical pain: risk factors and protective factors. Expert Rev Neurother 2009;9:723–44. 41. Harel Z. A contemporary approach to dysmenorrhea in adolescents. Paediatr Drugs 2002;4:797–805. 42. Hudelist G, Fritzer N, Thomas A, Niehues C, Oppelt P, Haas D, Tammaa A, Salzer H. Diagnostic delay for endometriosis in Austria and Germany: causes and possible consequences. Hum Reprod 2012;27:3412–6. 43. Liberty University Online. 16 Bible verses about menstruation. Available at: http://www.openbible.info/topics/menstruation. 68. Lim PF, Smith S, Bhalang K, Slade GD, Maixner W. Development of temporomandibular disorders is associated with greater bodily pain experience. Clin J Pain 2010;26:116–20. 69. Chung PW, Chan SS, Yiu KW, Lao TT, Chung TK. Menstrual disorders in a paediatric and adolescent gynaecology clinic: patient presentations and longitudinal outcomes. Hong Kong Med J 2011;17:391–7. 70. Vincent K. Pelvic pain in women: clinical and scientific aspects. Curr Opin Support Palliat Care 2011;5:143–9. 71. Berkley KJ. Sex differences in pain. Behav Brain Sci 1997;20:371–80. 72. Berkley KJ, McAllister SL. Don’t dismiss dysmenorrhea! Pain 2011;152:1940–1. Próximos números: 8 Marihuana y dolor • Los retos del DSM • Tecnología móvil PAIN: CLINICAL UPDATES • Octubre de 2013