pluridimensionalidad del rol del pedagogo hospitalario

Anuncio
PLURIDIMENSIONALIDAD DEL ROL DEL
PEDAGOGO HOSPITALARIO
Marian SERRADAS FONSECA
Universidad Nacional Abierta
Centro Local Yaracuy
San Felipe – Yaracuy. Venezuela
[email protected]
RESUMEN:
La inquietud docente investigadora lleva a explorar en otros campos diferentes a aquellos
considerados como habituales dentro de nuestra trayectoria profesional, este es el caso
de muchos profesionales comprometidos dentro del ámbito de la Educación Especial, que
siguen ampliando horizontes con el fin de poder apoyar a otros colectivos, como es el
caso de la atención educativa que requieren los niños enfermos en el Hospital. Este
trabajo que se presenta es el fruto de la observación y la investigación en la trayectoria
personal y profesional de la autora dedicada a la Educación de niños con Necesidades
Educativas Especiales. El objetivo de éste es intentar definir de manera específica el
papel, tareas y competencias que el profesional del ámbito educativo tiene en la
educación hospitalaria; haciendo especial énfasis en la importancia de la escuela en el
hospital, hecho significativo que coloca la labor desempeñada en las aulas hospitalarias
en un lugar de enorme y creciente interés, destacando la complementariedad de las
tareas del rol del pedagogo como agente coordinador de la atención educativa en el
paciente pediátrico.
Palabras Clave: Hospitalización Infantil, Pedagogía Hospitalaria, Aulas Hospitalarias, Rol
del Pedagogo Hospitalario.
ABSTRACT:
The educational investigative worry leads to exploring in other fields different those
considered like habitual inside our professional path, this one is the case of many
professionals compromised inside the area of the Special Education, who continue
extending horizons in order to be able to support other groups, since it is the case of the
educational attention that the sick children need in the Hospital. This work that one
presents is the fruit of the observation and the investigation in the personal and
professional path of the authoress dedicated to the children's Education with Educational
Special Needs. The aim of this one is to try to define in a specific way the paper, tasks
and competitions that the professional of the educational area has in the hospitable
education; doing special emphasis in the importance of the school in the hospital,
significant fact that places the labor recovered in the hospitable classrooms in a place of
enormous and increasing interest, emphasizing the complementarity of the tasks of the
role of the pedagogue as coordinating agent of the educational attention in the paediatric
patient.
Key Words: Infantile hospitalization, Hospitable Pedagogy, Hospitable Classrooms, Role
of the Hospitable Pedagogue.
1
Consideraciones Generales
Dar amor, constituye en sí, dar educación.
Eleonor Roosevelt
Indudablemente, cuando un niño/a enferma, su entorno se ve afectado
apareciendo nuevas áreas de necesidades que no están cubiertas por los servicios
médico-sanitarios. Las soluciones que en la actualidad se barajan para tratar de paliar
problemas referentes a la salud, abogan por un tratamiento multidisciplinar, llegar a
formar una comunidad terapéutica donde intervengan todos los profesionales junto con el
niño/a enfermo y su familia, lo que pudiera caracterizar la labor educativa dentro del
contexto hospitalario. La atención al niño/enfermo corresponde al personal médico y
sanitario, pero también a otros profesionales que han de profundizar en la naturaleza de
los cuidados del pequeño paciente, tal es el caso del pedagogo hospitalario.
En los últimos años se ha venido introduciendo en centros hospitalarios de
diversos países, profesionales de la educación, quienes intentan cubrir las necesidades
psicopedagógicas de los niños/as hospitalizados, es decir, educar y formar dentro de la
situación particular de la enfermedad. Por lo que en el ámbito concreto del normal
desarrollo de la escolaridad de los niños/as enfermos en centros hospitalarios, qué duda
cabe que el papel del maestro del aula hospitalaria es decisivo.
El maestro hospitalario es un profesional que desde su campo ha de llegar al
paciente con estrategias mediadas por actividades lúdicas, creativas e innovadoras, que
aplicadas de acuerdo con las necesidades e intereses del pequeño, puede contribuir a su
equilibrio emocional y autonomía que puede verse vulnerada. De este modo el paciente
pediátrico percibe en el educador a un adulto que comprende su situación y un ser que
respeta su intimidad, actitud que ayuda a generar lazos afectivos que posibilitan
relaciones de confianza y redundan en su proceso de recuperación; el niño/a sentirá que
no es subestimado por su condición actual, sino que por el contrario, la situación
particular de enfermedad y hospitalización es el punto de partida para hallar un nuevo
sentido a su realidad.
En este sentido, el pedagogo hospitalario, maestro de cualquier especialidad,
tiene un perfil profesional y unas funciones bastante bien delimitadas. Ha de ser la
2
persona responsable de aunar la labor de los distintos profesionales que entran en
contacto con el niño/a enfermo, elaborando programas de intervención y actuación
pedagógica bien definidos.
En cuanto al perfil del pedagogo hospitalario, sostiene Polaino (1990: 75) que:
Los pedagogos que trabajen en los hospitales han de ser personas
imaginativas que cultiven el difícil arte de la improvisación creativa y
de la exigencia atemperada. Por fidelidad a la especialidad elegida, el
pedagogo ha de saber sacrificar aquí la eficacia de los rendimientos
académicos a la mejor adaptación del niño al hospital, los
aprendizajes a la salud, la programación curricular a la optimización de
la evolución clínica.
Según la National Association for the Welfare of Children in Hospital (NAWCH), el
rol del maestro en el hospital debe estar dirigido a (Wiles, 1987): ofrecer al niño/a
estimulación y unos lazos reconocibles con su vida normal, ayudarle a reducir el estrés
hospitalario, explicarle los eventos que van a ocurrir en el hospital y ayudar al niño/a a
mantener su progreso académico.
Los maestros hospitalarios entre otras cosas deben proporcionar el apoyo escolar
para que los niños/as enfermos no pierdan, en lo posible, su ritmo de estudio y
aprendizaje. El trabajo escolar en este caso es especialmente difícil, y el profesional de la
pedagogía debe transformarse en un generador de ideas y procedimientos, mediante las
cuales se puedan ir superando las sucesivas dificultades. Lo que no debe hacer es
conformarse con atender a ciertas manifestaciones de conducta, llamadas emocionales,
afectivas, entre otras; desconsiderando sus causas, es decir, olvidando la inseparabilidad
de esos efectos de aquello que los genera, que no es otra cosa que el ejercicio de la
razón, el conocer, de lo cual el afecto y las emociones son algunas de sus formas de
manifestarse (González, Macías y García, 2002).
Es responsabilidad del pedagogo hospitalario además el progreso académico del
niño/a enfermo y de toda la tarea educativa que habrá de planificar en colaboración con
los responsables de la escuela de procedencia del niño enfermo y con el equipo
psicopedagógico, desde su posición de tutor. (Grau, 1993). Ha de ejercer funciones de
negociador entre el niño/a y el equipo médico, como testigo presencial del proceso de
curación, transmitiendo las intenciones de los médicos e informando a éstos de la
situación personal del niño/a enfermo, dentro de la buena relación que debe presidir la
colaboración médico/pedagógica (Lacroix y Assal, 1998).
3
Sobre este particular, Verri (1988) asegura que es fundamental, en este tipo de
trabajo, la colaboración del personal médico y sanitario y los educadores con un
constante intercambio de información por ambas partes respecto a un único objetivo:
mejorar la calidad de vida del niño/a hospitalizado, sea cual sea el rango profesional que
se tenga.
Así pues, el pedagogo hospitalario tiene una implicación directa en la vida afectiva
del niño/a, siendo misión suya el reeducar las emociones, implantar nuevos hábitos e
inculcar nuevos valores y reeducar las relaciones en el medio familiar (Fernández, 1999;
Haller, Talbert y Dombrol, 1987). Pero, de forma especial, su función está en ser
intérprete de la relación existente entre la familia y el enfermo, ver hasta qué punto puede
propiciarse un acercamiento o un distanciamiento.
Para llevar a cabo una acción global sobre el niño/a hospitalizado y su familia, el
pedagogo hospitalario ha de tener una sólida personalidad, un dominio de las técnicas de
intervención, así como una formación en actitudes, habilidades y destrezas para esta
tarea de rango interdisciplinar y multiprofesional, puesto que tendrá que replantearse
cada día su tarea de nuevo en función del estado del enfermo, de su relación con la
familia, la escuela de procedencia y los profesionales del hospital.
El maestro hospitalario debe esforzarse en comprender y conocer a sus alumnos
y las condiciones especiales en que se encuentran, debe ser un verdadero “tutor” para
poder orientarlos tanto a nivel personal como escolar; para ello tendrá que conocer
cuáles son las posibilidades y limitaciones reales de cada niño/a con el fin de potenciar el
desarrollo de sus aptitudes, debiendo, así mismo, ayudarles en su adaptación al medio
hospitalario (Maestros del Hospital San Juan de Dios, 1979).
Esta labor del pedagogo hospitalario debería comenzar desde el mismo momento
en que el niño/a ingresa en el hospital, independientemente de su edad, de la
enfermedad que padezca o de la duración de su estancia hospitalaria. Estas
características habrá que tenerlas en cuenta, obviamente, para tomarlas como punto de
partida y referencia en la elaboración de los programas de intervención específicos para
cada niño/a, pero nunca serán factores excluyentes para dejarlo de atender
pedagógicamente.
Los maestros del aula hospitalaria, una vez que cuentan con la información
pertinente, tienen la libertad para organizar los apoyos, realizar las adaptaciones
curriculares y conseguir la aceptación del niño/a enfermo por sus compañeros de aula
4
hospitalaria, basándose en una evaluación cuidadosa de los efectos de la enfermedad y
de los tratamientos en el desempeño académico y cognitivo de los niños/as.
No se debe olvidar que en este entorno totalmente extraño, el maestro de aula
hospitalaria tiene un punto de referencia común con el niño/a y es quien permanece con
él buena cantidad de tiempo, por lo que son los profesionales más adecuados para
observar si los niños/as han construido bien o mal las explicaciones del personal médico
y/o sanitario o si debido a una inadecuada interpretación sufren terrores innecesarios.
Además el maestro ha sido entrenado en el arte de la comunicación con el niño/a y por
tanto sabe explicarle de forma adecuada conceptos complejos.
Por ello, el maestro hospitalario puede proporcionar un importante servicio
ayudando en el proceso de preparación al paciente pediátrico, informándole sobre las
rutinas y los procedimientos que va a sufrir en el hospital, utilizando materiales conocidos
y agradables para el niño/a (libros, juguetes, videos, entre otros). Pero, para ello, es
necesario que los maestros del hospital y el personal médico y sanitario estén en una
activa colaboración, con el fin de asegurar al niño/a hospitalizado una adecuada
información que pueda ser fácilmente asimilada (Goodman, 1988).
Así pues, para las funciones educativas en las aulas de los centros hospitalarios
están asignados en la actualidad maestros, cuando es evidente que éstos necesitan un
apoyo permanente del que depende la calidad de la actividad educativa desarrollada. La
falta de previsión, en este sentido, hace imprescindible elaborar una justificación de esa
necesidad. En esta justificación es preciso tener en cuenta:

La naturaleza de la pedagogía hospitalaria.

El papel que corresponde al maestro y al pedagogo.

La formación que deben recibir los profesionales para realizar este trabajo.
Funciones del Pedagogo Hospitalario
Los sistemas educativos de diversas naciones han previsto ayudas para la
atención de todos los alumnos, especialmente aquellos que tienen algunas dificultades de
aprendizaje, en ocasiones, causadas indirectamente. En cierta forma, entre estos últimos
se encuentran los niños/as hospitalizados y para su atención los maestros que trabajan
en el hospital necesitan de una dedicación y apoyo permanentes que les faciliten su
trabajo. Uno y otro aspecto, normalidad y excepcionalidad han sido ya atendidas en
distintas disposiciones legales, y sin embargo, para el caso de las aulas hospitalarias no
5
se han precisado la función y características de quienes deben ejercer esos apoyos a los
docentes, a la enseñanza y al aprendizaje. Es lógico que se requiera a los pedagogos
hospitalarios para realizar un trabajo cuyas funciones serían, entre otras:

El trabajar con el equipo médico y sanitario desde una doble perspectiva: en la
búsqueda de información pormenorizada que aclare la situación real del niño/a
enfermo y su trascendencia para la concreción de las ayudas en el proceso de
adquisición de conocimiento; propiciando antes, formación inicial, y en cada
circunstancia concreta, la orientación pertinente en temas de salud; así como
sobre los tipos de enfermedades, atención a la edad más propicia, entre otras. Y
una especificación concreta del tipo de relación entre docentes, médicos y
personal sanitario, con calendario de encuentros, interés compartido en abordar
temas como circunstancias de los ingresos, permanencias de los niños/as en los
hospitales, continuidad o discontinuidad de las estancias, aspectos de la
educación que repercuten más claramente en el desarrollo de las enfermedades,
formas y posibilidades de relación con los padres y con los propios niños/as,
movilidad, reducción en el proceso de hospitalización, cooperación en la
adquisición de conocimientos por parte del niño/a y de los propios profesionales,
entre otras.

La colaboración con los padres en la búsqueda de los procedimientos de relación
con el niño/a, incluso preparándolos para que esa relación sea oportuna, prudente
y de apoyo en los procesos de aprendizaje.

El apoyo a los centros escolares de procedencia de los niños/as hospitalizados
en la elaboración y ejecución de medidas de atención, en los distintos proyectos
de estos centros.

La realización, en los momentos y casos necesarios, de las oportunas
evaluaciones psicopedagógicas, con el fin de precisar los apoyos en función del
nivel de conocimiento que el alumno debe alcanzar.

La elaboración y adaptación de materiales curriculares. Esa elaboración y
adaptación deberán repercutir esencialmente sobre dos aspectos: la elección de
materiales y la conveniencia de esos materiales para la situación hospitalaria.

La ejecución de las actuaciones que vayan sustituyendo la práctica de la
orientación por una presencia constante con la que se busquen oportunidades
6
para incidir indirectamente en las pautas de conducta que ayuden al niño/a
hospitalizado en la indagación sobre su equilibrio personal.

La búsqueda de formas de apoyo en dificultades específicas de aprendizaje,
haciéndolo a través de un conocimiento de la situación real del niño/a
hospitalizado y potenciando que el propio conocimiento sea el soporte de la
necesidad sucesiva del conocer.

Las ayudas para situarse en sus funciones respectivas y en sus futuras
interacciones, como una relación estrictamente pedagógica. Diferenciando esas
funciones como coadyuvantes en un proceso integrado en los proyectos
curriculares y como medidas de atención a la diversidad.
Sobre este particular, Castañeda (2006) señala como funciones propias del
pedagogo hospitalario las siguientes:





Diagnóstico, asesoría y orientación educativas: Se fundamenta en la exploración
de necesidades educativas de los sujetos que demandan atención educativa en el
hospital y la asesoría a los diferentes agentes que se relacionan con ellos
(personal sanitario, docentes, profesores de educación especial, entre otros) para
optimizar el tratamiento brindado.
Planificación: Se trata de aquellas tareas relacionadas con la macro-programación
de los diferentes programas de intervención y acciones socio-educativas que se
han de llevar a cabo en el centro hospitalario.
Evaluación de programas: se establece la coordinación en los procesos de
evaluación de los distintos programas y actividades llevadas a cabo dentro del
centro con la perspectiva de mejorar los mismos.
Investigación: Investigación y desarrollo de metodologías, instrumentos y
actividades más eficaces y de mejor aplicación en el ámbito educativo
hospitalario.
Coordinación y gestión de Intervenciones y/o programas: se fundamenta en la
coordinación de esfuerzos dentro del aula y de puente de comunicación con otras
instituciones, además de encargarse de todo lo concerniente al análisis de
necesidades del centro, a la planificación administrativa y de la gestión de los
recursos educativos.
Por su parte, entre los objetivos que persigue este profesional, dentro de la
institución hospitalaria se podrían distinguir dos vertientes, los de orden psicoterapéutico
y los pedagógicos. En este sentido, se tiene que entre los objetivos de orden
psicoterapéutico están: Conseguir mantener el equilibrio psíquico y el ajuste social del
niño/a, favorecer su adaptación psicosocial, prevenir o reducir el efecto traumático que el
hospital produce en el niño/a, fomentar su desarrollo integral y evitar el retraso escolar. Y
7
en el orden pedagógico se puede mencionar: facilitar la reinserción del niño/a en su
centro escolar de origen, evitar la pérdida de hábito de esfuerzo personal y estimular el
desarrollo cognitivo y social del niño/a.
Del mismo modo, el maestro hospitalario tendrá un cuidado especial en la
elaboración de un programa de vuelta al colegio, cuyos objetivos son: implicar a toda la
comunidad escolar en este programa, preparar al grupo de clase para aceptar y
comprender el nuevo estado de su compañero, proporcionar al niño/a estrategias de
actuación frente al grupo y establecer las adaptaciones curriculares adecuadas a sus
necesidades educativas.
Sin embargo, debido a la naturaleza de su trabajo, el pedagogo hospitalario puede
sentirse aislado, ya que trabaja en un entorno médico que no le es familiar, lo que
significa que, con frecuencia, desempeña un rol de menor importancia frente a los
profesionales de la salud. La labor del pedagogo se desarrolla generalmente por la
mañana, y es durante este tiempo, por lo general, cuando tienen lugar precisamente las
visitas de los médicos y la aplicación de tratamientos. A ello se añade el hecho de que el
personal sanitario suele tener un vago concepto de cuál debe ser el papel de un
pedagogo en el hospital. También los padres pueden dificultar la educación al
considerarla como algo excesivo para el niño/a, dado su estado de salud.
A este respecto Christiansen (1988) reconoce que la cooperación interdisciplinar
entre los diversos estamentos dentro del ámbito del hospital es más bien escasa y, en
muchas ocasiones, las funciones desempeñadas por estos profesionales son más de
apoyo al niño/a que las específicas de los verdaderos educadores. Por otro lado,
manifiesta la necesidad que tienen de una preparación más adecuada para estos
profesores y pedagogos.
Formación del pedagogo hospitalario
Actualmente se siente ya como una necesidad vital la presencia del profesional de
la educación en el hospital y es, por tanto, el momento oportuno para que desde
diferentes frentes se aborde su formación, en función de la perspectiva profesional de
cada uno, bien sea desde la educación no formal en general o desde una atención a la
diversidad en el contexto del hospital (Ortiz, 1999).
En cuanto a la formación de este profesional de la educación no existe un
requisito específico, aunque en los planes de estudio de algunas Facultades de
8
Educación, de diversos países se ha incorporado con carácter optativo la asignatura de
Pedagogía Hospitalaria. La diversidad de formación con la que se accede a las aulas
hospitalarias ha hecho que se establezcan planes de formación permanentes dirigidos a
maestros que desarrollan esta labor, ofertando actividades de especialización y
actualización de contenidos relacionados con el contexto hospitalario. Por otro, lado las
limitaciones de diversa índole que imponen las particularidades organizativas
hospitalarias, pueden disminuirse a través de actividades que faciliten la colaboración y el
entendimiento mutuo: participando en jornadas, en trabajos de investigación conjuntos,
creando grupos de trabajo, y espacios y tiempos de coordinación (Fernández, 2000).
La formación de los pedagogos, deberá partir de lo que se ha llamado naturaleza
de la pedagogía hospitalaria y del papel que corresponde a los distintos profesionales de
la educación, así como de la entidad de su trabajo. En todo supuesto son destacables las
decisivas cualidades que deben caracterizar a la persona y la actividad de los
profesionales de la educación, y esto necesita ser especialmente destacado en su trabajo
dentro de los ámbitos hospitalarios. Para el trabajo en ellos exigido es necesaria:
una formación teórica sólidamente fundamentada y suscitadora del
perfeccionamiento moral de los profesionales en práctica... La
integridad debe ser la base de la necesaria autoridad moral que
propicia ese mejor ser... que genera en el enfermo la confianza
como fuente de orientación, consejo y aprendizaje, de ayuda eficaz
y de apoyo en los momentos difíciles (Esteve, 1977; citado por
González-Simancas, 1990).
Se considera que la formación de estos profesionales ha de ir en la línea no sólo de
contenidos, sino también de actitudes, habilidades y destrezas para poder llevar a cabo
una acción integral con el niño enfermo, con los padres y otros profesionales. Así pues,
los ejes formativos básicos han de ser, por lo menos, los siguientes:
 La estructura y servicios hospitalarios.
 El enfermar y repercusiones en la misma en todos los ámbitos físico/psicológico y
social de la ausencia de salud.
 Diagnóstico psicopedagógico y de programas, y orientación psicopedagógica.
 Adaptaciones del entorno a las necesidades y realidad de la persona enferma
para facilitar y promover su autonomía.
 El trabajo cooperativo multiprofesional y multicéntrico.
9
 En la investigación en la acción, sin olvidarse de la referencia permanente de la
escuela para todos, inclusiva y no marginadora.
 Formación de la personalidad y el equilibrio emocional.
 Tratamiento de las áreas curriculares en el contexto hospitalario, adecuando
recursos, metodologías y actividades.
 Se impone el aprendizaje de las Nuevas Tecnologías por su valor como medio de
comunicación, de intercambio, de información, de adquisición de conocimientos,
de teleeducación en aulas hospitalarias (Doval, 2000).
 Diseño y elaboración de un Proyecto Curricular adaptado a las aulas hospitalarias.
 Elaboración y diseño de Programas de Atención Domiciliaria.
Competencias Profesionales
Revisando el trabajo realizado por Castañeda (2006) acerca de las demandas,
tareas y competencias del equipo pedagógico en el hospital, éste habla sobre la “carga
competencial” que debe tener un pedagogo que se integre en el trabajo educativo dentro
del contexto hospitalario.
Para ello parte afirmando que los rasgos de personalidad y las aptitudes no sólo
caracterizan a un trabajador o a una persona en una determinada tarea, sino que le
caracterizan individualmente como persona y explican su forma de ser y de actuar. No
obstante, la competencia es, en sí misma, una combinación de aptitud, predisposición,
rasgo de personalidad, motivación, entre otros; que se usa para ejecutar un determinado
trabajo.
Estas competencias de uso profesional se pueden subdividir en dos categorías:
las competencias técnicas, que incluyen todo el saber académico, los conocimientos
especializados, y la experiencia con ellos que tiene el pedagogo; y las Competencias
metodológicas, que abarcan la utilización provechosa y adecuada, que éste hace de sus
conocimientos técnicos, para la realización de tareas. Partiendo de esta premisa,
Castañeda (2006) sostiene que las competencias mínimas que debe tener en el campo
de uso profesional un pedagogo hospitalario son las siguientes:
En relación a las Cognitivas o técnicas, éstas comprenden las metodologías de
enseñanza/aprendizaje, didáctica, comunicación educativa, teorías básicas sobre el
desarrollo psicológico, estrategias de investigación educativa, políticas y legislación
educativa enfoques de orientación educativa y/o escolar, fundamentos en evaluación
10
educativa, uso de medios y recursos de la tecnología educativa, fundamentos de la
atención a la diversidad, así como también teorías sobre el abordaje de alumnos con
necesidades educativas especiales, entre otras.
En cuanto a las metodológicas o procedimentales, éstas incluyen el diseño y
planificación de programas de intervención, adaptados a características diferenciales de
sujetos y situaciones, detección de necesidades, capacidad de asesoramiento sobre el
uso pedagógico e integración curricular de medios didácticos, planificación y gestión de
grupos de trabajo, entre otras.
Por último, este autor considera unas competencias Transversales o Actitudinales en
el trabajo de este profesional de la pedagogía, entre las que se encuentran: empatía,
conciencia emocional, autocontrol, adaptabilidad, innovación, motivación, compromiso,
comprensión de los demás, capacidad de comunicación oral y escrita, colaboración y
cooperación, observación, organización y planificación, entre otras.
Consideraciones Finales
Los planteamientos referidos anteriormente tienen significativa importancia, por
cuanto permiten inferir que es factible, pertinente y relevante la formación integral del
pedagogo hospitalario, dada la complejidad de su papel en todo el proceso de
hospitalización y como uno de los responsables directo de la recuperación del niño
enfermo. La finalidad de esta formación del profesorado adscrito a las aulas hospitalarias
iría en la línea de lograr una formación de la personalidad y el equilibrio emocional,
formación no sólo en contenidos, sino en actitudes, habilidades y destrezas para poder
llevar a cabo una acción integral con el niño enfermo, con los padres y con los diferentes
profesionales que se desempeñan en el contexto hospitalario.
Los maestros de un centro hospitalario deben contar con una formación lo
suficientemente sólida y adaptada a esta situación especial y distinta a la que
habitualmente se necesita para desarrollar la docencia en un centro educativo regular,
debe conocer formas de actuación y técnicas psicológicas que faciliten el contacto con
los niños ingresados y con sus padres.
El papel del pedagogo hospitalario se concentra pues, en una labor de educación
y orientación al paciente pediátrico a través de la evaluación psicosocial de la situación
personal y familiar del niño/a y de su condición médica, la mediación con el equipo
11
médico y sanitario que le atiende y el profesorado del niño/a de la escuela de
procedencia, para llevar a cabo un seguimiento escolar durante su ingreso.
Este profesional sirve de puente entre la familia, el hospital y la comunidad
educativa, con un profundo conocimiento del currículo, y del sistema educativo
(desarrollados en el aula regular); trabajará en la elaboración de las adaptaciones
curriculares pertinentes para el aula hospitalaria. La actuación, de los maestros que
trabajan en las aulas del hospital debe tener en cuenta todas las circunstancias que
rodean al niño/a hospitalizado: angustia, ansiedad, desmotivación, aburrimiento; de ahí la
importancia de emplear una serie de técnicas encaminadas a fomentar en estos niños su
creatividad, el perfeccionamiento de sus destrezas, habilidades y capacidades manuales,
así como la utilización de las nuevas tecnologías y de la informática.
No cabe duda que la figura del maestro en el hospital se ha ido introduciendo
poco a poco a medida que se ha ido reconociendo su eficacia en el proceso de
recuperación del pequeño paciente. La figura del educador o pedagogo hospitalario se
convierte entonces en un elemento decisivo para el ajuste psicológico, social, y educativo
del niño/a enfermo, actuando también de intermediario entre el personal médico y
sanitario, la familia y su escuela. Su perfil, se seguirá elaborando gracias a la práctica
diaria de esta actividad y con el apoyo de todos.
Para finalizar, sirvan las palabras de Adams al afirmar que “un profesor trabaja
para la eternidad: nadie puede predecir dónde acabará su influencia”.
REFERENCIAS
Castañeda, L. (2006). Educando en el Hospital: demandas, tareas y competencias
para un equipo pedagógico multidisciplinar. En: Hacia una educación sin exclusion. XXIII
Jornadas Nacionales de Universidades y Educación Especial. Edición electrónica.
Universidad de Murcia.
Christiansen, B. (1988): Teaching of children in danish hospitals. I European Seminar
on Education and Teaching in Hospital. Yugoslavia.
Doval, M. (2000). Telemática y Pedagogía Hospitalaria. Estado de la cuestión. Revista
Interuniversitaria de Tecnología Educativa, 0, verano, 177-190
12
Fernández, M. (2000). La Pedagogía hospitalaria y el pedagogo hospitalario.
Tabanque, N° 15, pp. 139- 149.
Fernández, M. (1999): La orientación familiar en el contexto hospitalario. Tesis
Doctoral inédita. Universidad de Salamanca. Facultad de Educación.
González, F.; Macías, E. y García, F. (2002). La Pedagogía Hospitalaria:
reconsideración desde la actividad educativa. Revista Complutense de Educación,
Vol. 13, N° 1, pp. 303-365.
González-Simancas, J. (1990). La educación personalizada en los hospitales. En: V.
García Hoz. Tratado de Educación Personalizada, vol. 20. Madrid: Rialp.
González-Simancas, J. (1996). Sensibilidad, comunicación y encuentro en la atención
al niño hospitalizado. Pedagogía Hospitalaria. En O. Lizasoáin y B. Ochoa (Eds.).
Pedagogía Hospitalaria: La discontinuidad en la vida del niño enfermo hospitalizado.
Actas del Seminario Europeo de Pedagogía Hospitalaria, Octubre, 69-80. Pamplona:
Newbook.
Goodman, S. (1988): Hospital teachers: medical interpreters or raffia mafia?. Arch Dis
Child, 63, 333-338.
Grau Rubio, C. (1993): La integración escolar del niño con neoplasias. Barcelona:
CEAC.
Haller, J. A. (h), Talbert, J. L., y Dombro, R. H. (1987): El niño hospitalizado y su
familia. Buenos Aires: El Ateneo.
Lacroix, A. y Assal, J. (1998): L ´Education therapeutique des patients. Paris: Vigot.
Maestros del Hospital San Juan de Dios. (1979): El niño enfermo desde el punto de
vista escolar. Rol, 1, 8-11.
Ortiz González, Mª del C. (1999): Formación de los profesionales del contexto
hospitalario. Profesorado, Vol. 3 (2), 105-120.
Verri, R. (1988) Relation between nurse and teacher. I European Seminar on
Education and Teaching in Hospital. Yugoslavia.
Wiles, P. (1987): The schoolteacher on the hospital ward. J. Adv Nurs, 12, 631-640.
13
Descargar