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HIPERTENSIÓN
01. ¿Qué es la Hipertensión?
02. ¿Cómo aparece?
03. Riesgos de la Hipertensión
04. La falta de síntomas
05. Factores que favorecen la Hipertensión
06. Psicosomática de la Hipertensión
13. Cuidados higienistas
07. Efectos de la Hipertensión
08. Trastorno de nuestra civilización
09. A veces es secundario a otros trastornos
10. Lo más frecuente no es lo más sano
11. La medicación
12. Resumiendo
01. ¿Qué es la hipertensión?
Cuando late el corazón impulsa la sangre hacia las arterias con una cierta presión para que
esta circule. A dicha presión le llamamos presión arterial, tensión arterial o sanguínea.
Cuando se encuentra más alta que lo normal le llamamos hipertensión. El comienzo de la
palabra “hiper” significa muy alta o en exceso, al igual que un hiper-mercado significa un
mercado muy grande.
Cuando el corazón se contrae (sístole) la presión es mayor, y si la medimos nos da la cifra
alta de la tensión, a la que llamamos “la alta” (presión sistólica). Después de cada
contracción el corazón se dilata o descansa (diástole), disminuyendo la presión de la
sangre, a la que popularmente conocemos como “la baja” (presión diastólica). En resumen
cuando el corazón se contrae da la presión más alta y cuando descansa da la baja.
La presión sanguínea varía a lo largo del día y se adapta a las distintas situaciones que vive
la persona. Cuando hacemos ejercicio, los músculos necesitan más sangre, aumenta la
cantidad de sangre circulando y a mayor volumen de sangre mayor es la presión. Cuando la
persona descansa, por el contrario, disminuye la presión.
La tensión arterial o presión de la sangre en las arterias –vasos sanguíneos que llevan la
sangre oxigenada y llena de sustancias nutritivas hacia los diferentes órganos y células–
aumenta también con el frío, el dolor, las emociones o con las situaciones que producen
ansiedad. En general es mayor por la mañana y suele descender durante el reposo y el
sueño.
De la misma manera la tensión sanguínea puede subir en bastantes personas cuando el
médico o la enfermera les toman la tensión, sin verdaderamente padecer de una presión o
tensión alta. A esta situación se le conoce como hipertensión de “bata blanca”.
Curiosamente la subida es el doble cuando la toma el médico en relación a cuando la toma
la enfermera. Se ve que el médico “impone”, con frecuencia, más que la enfermera. Cuando
a estas personas se les coloca un aparato llamado “holter” que es capaz de tomar la tensión
de forma portátil, se ve que esta presión se va reduciendo a medida que se va alejando de la
consulta.
Cuando la presión sanguínea se mantiene excesivamente alta en cualquier momento del
día, incluso en reposo, se conoce como hipertensión. Se consideran cifras normales de
tensión cuando se mantienen por debajo de los 140 (cifra utilizada a nivel médico) ó 14
(cifra más utilizada a nivel popular, que indica con un cero menos la misma cifra) de alta y
los 90 ó 9 de baja, y se habla de hipertensión cuando, en las mismas condiciones de reposo,
aparecen cifras por encima de los 165 ó 16,5 de alta y de 95 ó 9,5 de baja. En las cifras ente
los 14 y 16 para la alta y de 9-9,5 para la baja se habla de hipertensión ligera o límite. A
nivel higienista consideramos que es necesario mantener unas décimas por debajo del 14/9
para vivir una buena salud, por ejemplo menos de 13 y 8,5.
El estudio de Framinghan demostró el aumento de enfermedades cardiovasculares a
consecuencia de la hipertensión, incluso con cifras por debajo de las consideradas como
normales. Framinghan es una pequeña población del estado norteamericano de
Massachusetts. Al comienzo de los años cincuenta se evaluó médicamente a toda la
población. El seguimiento todavía continúa y cada dos años los habitantes de esta ciudad
vuelven a ser examinados y se analizan cada uno de los accidentes cardiovasculares (del
corazón y de los vasos sanguíneos) mortales o no que se producen. Periódicamente
informan de cuales son los factores de riesgo que facilitan la aparición de dichos
problemas.
02. ¿cómo aparece?
La tensión excesivamente baja se llama hipotensión (hipo es opuesto a hiper) y no da lugar
a los efectos perjudiciales de la hipertensión, aunque puede dar algún que otro mareo
inoportuno.
Los últimos estudios muestran que en nuestro medio una de cada cinco personas es
hipertensa y esta proporción es aún mayor en las personas de edad.
La presión sanguínea depende de dos factores: la cantidad de sangre impulsada por el
corazón y la resistencia que oponen a su paso las arterias. En cada contracción el corazón
impulsa unos 60 mililitros de sangre a las arterias. Suponiendo que en situación normal
pueda latir alrededor de 60-70 latidos por minuto, el corazón expulsa la cantidad de 3,6 a
4,2 litros por minuto. La presión aumenta cuando se impulsa una cantidad mayor de
sangre, a mayor cantidad de líquido en el interior de esas “tuberías” especiales que son las
arterias de nuestro organismo, mayor es la presión. La cantidad de sangre circulando es
mayor cuando aumenta el volumen expulsado en cada contracción o cuando el corazón late
más veces por minuto (por ej. durante el ejercicio). Igualmente aumenta cuando esas
“tuberías” se cierran, perdón, cuando las arterias o vasos sanguíneos disminuyen en
calibre. En este caso la hipertensión es debida al aumento de la resistencia al paso de
sangre por un conducto más estrecho de lo normal o también porque pierden elasticidad
debido al envejecimiento o depósitos de sustancias (especialmente el colesterol) en el
interior de sus paredes.
Con cierta frecuencia y según la constitución de la persona, ocurre en el organismo una
“retención de líquidos” y a consecuencia de ello un aumento de la cantidad de sangre. Esta
situación tiene lugar con frecuencia cómo mecanismo de defensa del organismo para diluir
sustancias tóxicas ingeridas o debido a bloqueos musculares. Muchas personas,
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especialmente las mujeres, retienen líquidos cuando están nerviosas o con problemas
emocionales. El aumento de la cantidad de sangre impulsada hace aumentar la presión o
tensión arterial.
El consumo de sal produce en especial una retención de líquidos en el organismo
facilitando así el aumento de la presión. Esto lo saben muy bien las personas que siguiendo
una alimentación sana y sin sal consumen una comida con sal. El resultado es la sensación
de sed que permanece durante unas horas después y que sólo se calma bebiendo mucha
cantidad de agua. Si además de sal consumimos fritos, embutidos, conservas (éstas
contienen cantidades muy grandes de sal utilizada como conservante) nos encontraremos
bebiendo con mucha frecuencia, pues el agua diluye las sustancias tóxicas de esta manera
ingeridas y este exceso de agua aumenta la cantidad de sangre facilitando el aumento de la
tensión arterial.
Otras veces tiene lugar una contracción o cierre de las arterias, las “tuberías se cierran”, y
aumenta la presión en su interior. Al disminuir el calibre interior de los vasos sanguíneos
hay un mayor freno o resistencia al paso de sangre. La sangre circula por el “árbol”
circulatorio desde los conductos mayores como la aorta a la salida del corazón (esta es
como la autopista) hasta las ramificaciones cada vez más estrechas (carreteras estrechas)
ya cerca de las células a las que llamamos capilares. Cuando se cierran los pequeños
conductos no “circula” bien la sangre y se atasca produciendo un aumento de la presión.
Un efecto similar ocurre cuando los vasos sanguíneos se obstruyen parcialmente por la
grasa y el colesterol que se deposita en forma de placas (arteriosclerosis).
Una causa importante de hipertensión se encuentra en la dieta rica en grasas y colesterol,
en la sal y con carencia de frutas y verduras. El exceso de grasa y colesterol causan además
un aumento de la densidad o espesamiento de la sangre. Esto hace que se incremente la
presión sanguínea, ya que es más difícil que la sangre espesa corra a través de los más finos
vasos sanguíneos llamados capilares (vasos que por su finura recuerdan a los cabellos de
donde cogen su nombre).
Debido a los grandes cambios que sufre la presión sanguínea, una sola toma de tensión no
es suficiente para su diagnóstico. Se debe repetir varias veces antes de diagnosticar de
hipertensión.
Durante la toma de tensión la persona debe estar relajada, y no haber comido, fumado o
hecho algún ejercicio durante 30 minutos antes de la medición. En condiciones ideales se
aconseja que se lleve a cabo cuando la persona tenga la vejiga vacía y esté sin cruzar las
piernas. El brazo en el que tomamos la tensión debe estar relajado ya que su contracción
puede elevar en un 10% la presión sanguínea.
03. Riesgos de la hipertensión
Diversos estudios, y entre ellos uno de los más principales en los últimos años, el estudio
de Framingham, han puesto de manifiesto que la hipertensión arterial, junto con las cifras
altas de colesterol en sangre y el consumo de cigarrillos, constituyen los principales
factores de riesgo en las enfermedades cardiovasculares (del corazón y de los vasos
sanguíneos, “cardio” de corazón y vasculares de vasos sanguíneos).
La posibilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares es 3 a 4 veces mayor en las
personas con hipertensión y este riesgo sigue siendo mayor incluso en las personas con
hipertensión “ligera”. En un porcentaje superior al 40% de los infartos es posible reconocer
la existencia previa de cifras elevadas de presión arterial.
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Al mismo tiempo, el aumento de la presión en el interior de las arterias produce pequeñas
lesiones(erosiones) que favorecen el depósito de grasa en sus paredes internas, lo que
produce la arteriosclerosis.
Cuando la presión arterial se encuentra elevada el corazón tiene que realizar un mayor
esfuerzo para bombear la sangre. Sufre una aumento de su tamaño y se engrosa. Puede
sentirse fatigado, llegando a desfallecer, apareciendo así una insuficiencia cardiaca (fallo
cardíaco).
Al mismo tiempo los accidentes cerebrovasculares (de los vasos sanguíneos del cerebro,
trombosis o hemorragia cerebral) son tres veces más frecuentes en los hipertensos que en
las personas con una tensión normal. Además la hipertensión puede dar lugar también a
trastornos del riñón.
04. La falta de síntomas
La hipertensión sanguínea no da síntomas excepto en casos poco frecuentes en los que
aparecen mareos, dolor de cabeza por la mañana, ruidos en los oídos, “moscas volantes”
delante de los ojos, dificultad respiratoria, y estos síntomas no son característicos de este
problema.
El dolor de cabeza es propia de la subida de la presión que popularmente llamamos “baja”,
cuando se sitúa por encima de 11, y se localiza normalmente en la nuca y con frecuencia al
despertar por la mañana y desaparece, a menudo espontáneamente, al cabo de unas horas.
A veces ocurre una hemorragia nasal, zumbidos en los oídos, palpitaciones y fatiga
muscular. Pero como hemos dicho la persona generalmente no tiene síntomas aunque a
veces no se siente tampoco bien o tiene miedo a padecer alguna enfermedad del corazón o
cerebral, de igual manera que alguno de sus familiares. Sabe que tendrá que hacer dieta
para perder unos kilos que le sobran, que tendrá que dejar de fumar y tomar café y llevar
una vida más tranquila, haciendo a la vez más ejercicio.
En el embarazo puede haber un aumento importante de la tensión arterial. Cuando esto
ocurre en las últimas semanas del embarazo tiene lugar lo que se conoce como
preeclampsia, que si avanza puede dar lugar a trastornos cerebrales y convulsiones,
síntomas que son conocidos como eclampsia. Situación muy grave para el feto y para la
madre.
05. Factores que favorecen la hipertensión
La mayor parte de las veces no se encuentra una causa física u orgánica concreta que
explique la hipertensión y por ello se llama esencial, que quiere decir de causa
desconocida.
Hay varios factores que favorecen la hipertensión: el exceso de peso, el consumo de sal, la
falta de ejercicio, el consumo de alcohol, el tabaco y el estrés.
Hay una íntima relación ente el exceso de peso y la hipertensión. La obesidad es un factor
de riesgo para el corazón y los vasos sanguíneos. Hace elevar la tensión sanguínea, también
el azúcar o glucosa en sangre e igualmente el colesterol y los trigliceridos (grasas).
Hipertensión. Dr. Karmelo Bizkarra MaiztegiPagina 4 de 15
Los factores que más favorecen la aparición de los trastornos cardiovasculares son: la
hipertensión arterial, el aumento de colesterol, el tabaco, el aumento de glucosa en sangre
o diabetes declarada y la obesidad.
06. Psicosomática de la hipertensión
Lo psicológico, lo emocional y la forma de reaccionar que tenemos ante los
acontecimientos de la vida tienen mucho que ver con la hipertensión.
La relación de lo psíquico y lo emocional con la hipertensión es tan clara que en un libro
clásico de Medicina Interna como es el Farreras-Rozman, los autores A. Botey y L. Revert
escriben que en la hipertensión hay que tener en cuenta: “los factores de la personalidad, la
ansiedad, la depresión, los conflictos de autoridad, el perfeccionismo, la tensión contenida,
la suspicacia y la agresividad”. Y la relación de estos conflictos psicoemocionales con los
trastornos del corazón salta tanto a la vista que uno de los dichos más repetidos a nivel
popular así lo manifiesta: "te romperán el corazón".
Según algunos autores, especialistas en el campo de lo psicocomático, la persona
hipertensa vive en una situación de atención crónica (Grace y Graham); empeñado en una
lucha contra sus sentimientos hostiles y agresivos (Alexander) y lo relacionan más con la
agresividad que con la ansiedad.
De las varias características en las que diversos autores psicosomáticos están de acuerdo,
quizás la más común es la incapacidad de expresar sentimientos de rabia y al no poder
liberar la agresividad, esta se vuelve contra uno mismo. La persona hipertensa se le
compara a “un volcán a punto de erupción” pero que no acaba de “explotar”.
Se habla del hipertenso como de una persona que se siente herida o que vive en una
situación que conlleva un peligro real o imaginario (Cannon, Alexander, Schneider)
Para otro autor, Dunbar, son causas importantes la ambición o metas elevadas propuestas
y el miedo a no conseguir sus objetivos; de la tendencia a la perfección y a adquirir
responsabilidades. No entran en conflicto con sus “superiores” pero se sienten furiosos por
haber cedido y mantienen por ello sentimientos de rabia que no llegan a expresar.
Para algunos (Saul, Federico Navarro) la persona hipertensa disimula su hostilidad bajo
una apariencia amable y de comprensión. Con el autocontrol intentan mantener una
imagen amable para que le acepten. Hay dos tendencias contradictorias (Alexander) : un
deseo de pasividad y dependencia de los demás, pero por otro lado un deseo de autonomía
y de dominación.
Pueden ser personas con sentimientos de cólera e irritación (Delteil y Gerbeaux) que salen
a la luz ante la menor contrariedad, real o imaginaria. Existen tendencias dominantes e
inhibición de la agresividad.
En el estudio antes citado de Framinghan observaron que la presión arterial era más alta
en individuos con tendencia a contener sus sentimientos de irritación.
Según Federico Navarro, son personas que controlan la explosiones de cólera a través de
un bloqueo del cuello; donde hay un centro (glomus carotideo) que regula en parte la
presión sanguínea.
No olvidemos que cuando una persona quiere expresar su rabia y no lo hace, “se lo traga”
decimos, y con mucha frecuencia nota un “nudo en la garganta” por reprimir la expresión
de este sentimiento. El sentimiento de rabia lo sentimos todos y todas y no debemos
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sentirnos culpables de ello, es algo normal en la situación de vida en la que vivimos, a veces
es una buena respuesta ante una injusticia o ante un sentimiento de impotencia o
frustración. La agresividad y la rabia no expresadas a lo largo del tiempo, pueden ser
expresadas a través de un trastorno físico, una enfermedad o transformarse en agresión o
violencia, muchas veces ciega y destructiva. La persona que no expresa su rabia puede
transformarla poco a poco en resentimiento, ante la vida o los demás y llegar en algunos
casos de mucha represión a violencia destructiva por la necesidad de destruir el mundo
que le hace sentirse frustrado e impotente. Incluso cuando la represión es muy grande
puede necesitar destruir, sintiendo placer en ello, como una descarga de sus propios
bloqueos psicoemocionales.
Según otros especialistas (Gressel y col.,Saslow) la persona hipertensa se siente siempre
amenazada, dispuesta continuamente a defenderse pero no se permite “estallar” o
“explotar”, viviendo así en una situación de espera crónica (Grace y Graham).
Ante el hipertenso hay que facilitarle la liberación de la agresividad y ello hará reducir los
sentimientos de ansiedad. La agresividad es necesaria para la vida, para vivir en ella ; si
estoy pasando un paso cebra y los coches no me dejan hacerlo necesito expresar mi
agresividad; ante una injusticia muestro mi agresividad... El problema no es la agresividad
sino la agresión y la destrucción, muchas veces ciega y con ganas de hacer daño, incluso
disfrutando de ello, y la agresión es en gran parte, consecuencia de la no expresión de la
agresividad y de la rabia.
Para resumir: la necesidad de liberar la rabia ocasionada por la impotencia, la frustración o
la poca valoración de si mismo que nos hace ser más vulnerables ante el rechazo ajeno es
algo normal y que surge casi siempre en las dinámicas o trabajos psicoemocionales. Sólo la
agresividad reprimida da paso a la agresión, violencia y necesidad de destruir, como
“salida” al estancamiento psicoemocional propio.
07. Efectos de la hipertensión
La hipertensión en sí misma favorece o va unido a diferentes trastornos orgánicos.
Favorece el aumento de glucosa o azúcar en sangre y por ello la diabetes. Aumenta también
las grasas de la sangre, colesterol y triglicéridos. A menudo la persona antes de ser
diagnosticada de hipertensión arterial lo ha sido de colesterol alto, de diabetes o de ambas
cosas a la vez. Estos procesos o trastornos tienden a agruparse de tal manera que el
hipertenso tiene más probabilidades que una persona con tensión normal de tener el
colesterol y la glucosa elevada también. Casi la mitad de las personas con hipertensión
tienen elevado el colesterol. Ello es debido a que tanto la hipertensión como el colesterol
alto, responden en parte a mecanismos comunes y por eso van juntos con tanta frecuencia.
El cuerpo es una unidad y cuando falla por una lado indica que siguiendo una reacción en
cadena falla todo el conjunto un poco. Con frecuencia la forma de vida causante del
aumento de la presión de la sangre, provoca también el aumento de los otros elementos.
Además hay que añadir a esto que la mitad de los hipertensos son obesos.
La hipertensión no sólo aumenta las grasas en la sangre, sino también el hecho que estas se
depositen en forma de placas (arteriosclerosis) y el efecto más perjudicial de estas placas es
la aparición de trombosis, Esta trombosis puede cerrar el paso de sangre en ciertas arterias
del corazón a las que por ir en forma de corona, se las conoce como coronarias, y dan lugar
al infarto.
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En las personas hipertensas, tanto si están sometidas o no a tratamiento, es más frecuente
el aumento de colesterol en la sangre.
La hipertensión unida al tabaco aumenta extraordinariamente el riesgo de trastornos
cardiovasculares.
También el aumento de ácido úrico es más frecuente en el hipertenso. (Ver revista n.º 3).
Cómo hemos dicho antes cuando hay una hipertensión o aumento de la presión sanguínea,
el corazón se ve sobrecargado de trabajo, tiene que hacer más fuerza para impulsar la
sangre y con cierta frecuencia aumenta de tamaño y se engrosan sus paredes y puede llegar
a sufrir un fallo cardíaco. La mayoría de las muertes debidas a la hipertensión son, en la
actualidad, por infarto o por fallo cardíaco. Al producirse el engrosamiento aumentan las
células musculares de la pared del corazón, pero no aumenta la cantidad de vasos
sanguíneos de la pared y de esta manera puede aparecer una falta de sangre y oxígeno para
algunas células; a esto se le llama angina de pecho o infarto.
El infarto ocurre a menudo a consecuencia de la formación de una placa de ateroma
(grasas, proteínas, calcio, desechos,...) en el interior de los vasos sanguíneos del corazón
(coronarias) que obstruye el paso de sangre hacia las células de una parte del corazón. La
aparición de dicha placa se ve favorecida por la hipertensión. Una zona del corazón se
queda sin sangre y se “infarta”, se muere, se necrosa. Si la persona continúa viva esta zona
“muerta” se cicatriza, pero pierde su capacidad de contracción. Deja de ser funcional.
Otras consecuencias graves de la hipertensión son los trastornos de la circulación cerebral
(cerebrovasculares): trombosis cerebral, embolia cerebral, hemorragia cerebral, infarto
cerebral (el infarto como hemos dicho es la muerte funcional de una zona de cualquier
tejido del organismo y por ello puede afectar a cualquier órgano y no sólo al corazón,
aunque esta localización sea la más frecuente).
La trombosis cerebral ocurre como consecuencia del depósito de placas de grasa, proteínas
y desechos (placas de ateroma) en el interior de los vasos cerebrales.
Y finalmente decir que la hipertensión da lugar también a trastornos del riñón.
No hay que olvidar nunca que el riesgo cardiovascular se potencia cuando la hipertensión
se asocia a colesterol elevado, diabetes o ácido úrico. Situación que ocurre con mucha
frecuencia. Además de la hipertensión se debe evitar estos tres factores de riesgo.
08. Trastorno de nuestra civilización
Podemos adelantar que la hipertensión es consecuencia de nuestra forma de vida y que no
aparece en núcleos de población a los que desgraciadamente llamamos “primitivos” porque
no han sido capaces de alcanzar nuestras altas cuotas de materialismo, consumo y
derroche. Los indios yanomanis del alto Amazonas, los zulús de Africa y los habitantes de
las remotas islas del pacífico, se caracterizan porque en ellas la presión arterial no se eleva
con la edad y es una enfermedad desconocida entre ellos. Igualmente se comprobó que
cuando los habitantes de estos núcleos que viven en contacto con la naturaleza y con sus
ritmos, abandonaban su hábitat natural para instalarse en una sociedad de tipo occidental
y consumista, la presión arterial se elevaba rápidamente y surgía la hipertensión arterial.
Este trastorno es una clara enfermedad de nuestra civilización.
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Según el Dr. Paolo Bavastro, médico antropósofo, el sentirse arropado en un medio
cultural estable, en determinadas tradiciones, en vez de estar en un medio en continuo
cambio, favorece que no suba la tensión.
09. A veces es secundario a otros trastornos
Un concepto higienista importante es que la enfermedad es una y únicamente cambia en
su forma de manifestación. La hipertensión normalmente es consecuencia, cómo hemos
visto, de nuestra forma de vida. Pero a veces se acompaña de otros trastornos en diversos
órganos del cuerpo que producen la hipertensión.
Los problemas del riñón pueden dar lugar a hipertensión aunque al mismo tiempo esta
puede dar lugar a también a trastornos del riñón. Con frecuencia no sabemos que situación
fue la primera en aparecer.
Muy pocas veces la hipertensión es debida a otros trastornos: excesiva producción de
hormonas de las glándulas suprarrenales (situadas encima de los riñones) o un tumor que
igualmente las afecta.
10. Lo más frecuente no es lo más sano
La presión arterial aumenta normalmente con la edad pero ello no indica que dicha subida
pueda ser considerada como un fenómeno más de adaptación del organismo. Ya hemos
visto que esto no ocurre en las civilizaciones con un ritmo más natural que el nuestro.
La subida de la tensión, ocurra a la edad que ocurra, es frecuente pero no es sano ni
debería ser tan normal. Lejos de esta normalidad su elevación con la edad se acompaña de
un mayor riesgo de accidentes cardiovasculares y cerebrovasculares.
11. La medicación
La medicación no cura nunca la hipertensión, únicamente mantiene bajas de forma
artificial las cifras de la presión sanguínea, pero esta vuelve a elevarse al dejar la
medicación. Su forma de actuar varía según el medicamento o grupo de antihipertensivos
utilizado.
Los trastornos del corazón (angina, infarto) no son sólo mucho más frecuentes en las
personas con hipertensión, sino que además el tratamiento o medicación contra la tensión
no reduce la frecuencia de estos trastornos. Según R.P. Ames la medicación no tiene
ningún efecto o poco efecto en reducir la mortalidad por problemas cardiovasculares en la
mayoría de las investigaciones realizadas (Practical Cardilogy, 1989, nº 15). Según S.
Yussuf y col. en una revisión de investigaciones, no vieron ninguna reducción de
enfermedad o mortalidad por trastornos coronarios del corazón, a consecuencia de la
medicación. Este es un punto muy debatido actualmente porque para otros autores si los
reduce.
Según los estudios, el tratamiento de la hipertensión con medicación disminuye la
frecuencia de trastornos cerebrovasculares, pero no podemos olvidar sus muchos y graves
efectos secundarios. Algunos fármacos contra la hipertensión tienden a elevar las grasas o
lípidos de la sangre (colesterol y triglicéridos) y la glucosa; con lo que pueden tener un
efecto especialmente perjudicial en las personas que tienen estos riesgos. Entre los efectos
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secundarios perjudiciales de estos medicamentos podemos encontrar: tos, hinchazón de
tobillos, rojera de la cara, dolor de cabeza, estreñimiento, palpitaciones, cansancio, mareo
al levantarse, extremidades frías,...
Con mucha frecuencia el descenso excesivo de la presión sanguínea con la medicación
produce otras alteraciones más o menos graves.
Si la tensión sanguínea alta permitía llevar la sangre en condiciones a los diferentes lugares
de cuerpo, al bajar excesivamente la presión damos lugar a que haya lugares que se queden
sin una buena irrigación sanguínea, con los efectos secundarios que podemos ocasionar a
corto o largo plazo.
Nunca recomendamos eliminar los medicamentos contra la hipertensión sin control de un
experto higienista porque la brusca eliminación de alguno de ellos puede dar lugar a un
peligroso efecto rebote y aumento de la presión.
12. Resumiendo
Cambiando la forma de vida y la alimentación conseguimos un descenso de la hipertensión
en la mayoría de los casos, sin los efectos perjudiciales de los medicamentos, llegando
verdaderamente a la curación y no sólo a la eliminación del síntoma. El tratamiento con
fármacos solamente elimina el síntoma pero no cura.
13. Cuidados higienistas
A continuación veremos las recomendaciones para prevenir y curar la hipertensión. Con
dichas recomendaciones se pueden prevenir y curar la mayor parte de las hipertensiones.
Sólo algunas veces, cuando el daño en los tejidos, especialmente en las arterias o en el
riñón es tan grande, puede ser algo muy difícil o en pocos casos imposible a pesar de los
consejos higienistas.
Reducir el exceso de peso
El sobrepeso o la obesidad clara aumentan la presión arterial y la reducción de peso se
acompaña siempre de un descenso de la presión arterial. Es necesario reducir la cantidad
de comida para disminuir la presión arterial.
En el estudio Intersalt, investigación citada por el Dr. Luque Otero, en su libro “La
hipertensión, una amenaza silenciosa”, y llevado a cabo en 30 países, se vio que una
diferencia de peso de 10 kilos supone una diferencia de 3 mm de presión en la alta y de 2,2
en la baja. En un estudio llevado a cabo sobre 683 obesos, de los cuales el 48% eran
hipertensos, se vio que salvo casos raros la tensión se normalizaba tras 2 a 4 días de ayuno.
Este fenómeno ha sido bien confirmado tanto con obesos como con no obesos. (J. Susuki,
Y Yamauchi, M Horikawa, S. Yamagata; y M Krotkiewski, E. Ruzyllo, A. Kotowska)
La disminución de peso puede ser incluso más importante que la eliminación de la sal en la
comida, sin por ello quitarle importancia al papel de la sal en la hipertensión para reducir
el peso nada más sano que comer frutas y verduras.
El Dr. Luque Otero, comenta de un estudio en Finlandia en el que se demostró que al
reducir el consumo de grasas saturadas, aumentando el de insaturadas, puede reducir la
presión arterial. Este hecho está bien documentado en animales. Los alimentos más ricos
en grasas saturadas son las carnes grasas, mantequilla, embutidos...
Hipertensión. Dr. Karmelo Bizkarra MaiztegiPagina 9 de 15
La obesidad produce también un aumento de la reabsorción de sodio (sal) elevando ésta la
presión arterial (B. Maceira, A.P. Rodríguez Hernández)
El exceso de peso además de elevar la presión arterial disminuye el efecto de los
medicamentos contra ella.
Eliminar la sal
Este es uno de los primeros consejos que se dan a la persona afectada de hipertensión
crónica. En la medicina convencional es un tema controvertido, pero los estudios muestran
que la disminución o eliminación de sal en la dieta va acompañado en muchas personas de
la reducción de la tensión sanguínea. Lo cierto es que es difícil controlar la cantidad de sal
ingerida, ya que incluso las personas que dicen que no lo toman eliminan bastantes
cantidades de sal (sodio) por la orina por lo que se hace difícil llevar a cabo un estudio
controlado de la cantidad que ingieren.
La ingesta de sal en la población española, entre 10-14 grs, es la más alta de los estados de
nuestro entorno.
La sal es una sustancia, como hemos visto antes, que hace retener mucho líquido en el
cuerpo. O mejor dicho, el organismo vivo reacciona frente a una sustancia como la sal,
reteniendo líquido para diluir esta sustancia mineral y hacerla menos perjudicial para el
cuerpo. De esta manera al retenerse líquido aumenta la cantidad de sangre y con ello se
favorece la hipertensión.
La sal es una sustancia mineral que no ha pasado al estado orgánico de la planta o del
animal y por ello es muy poco asimilable, si verdaderamente lo es, por nuestro organismo.
No podemos saltarnos la cadena de la naturaleza y alimentarnos directamente del reino
mineral, el ser humano no puede alimentarse directamente de la “tierra”. La sal mineral
tiene que revitalizarse pasando a ser un componente de los vegetales para que pueda ser
bien asimilado por nuestro organismo. La tierra alimenta a la planta y la planta a los
animales o a los seres humanos. Los animales y las personas no pueden alimentarse
directamente de la tierra, no tienen esa capacidad. Por otro lado en los alimentos de origen
vegetal se encuentran muchas sales minerales en estado orgánico, sales revitalizadas por la
planta, y asimilables por el cuerpo humano.
Según algunos higienistas y entre ellos Alan Immerman, más importante aún que la sal
misma es la proporción sodio/potasio de la dieta. Gran parte de los alimentos que
comemos contienen mucho sodio añadido. La sal de cocina es cloruro sódico, está
compuesto por cloro y sodio. Además los alimentos pierden mucho potasio en su
“preparación”. Normalmente se come poco potasio y mucho sodio. El potasio se encuentra
principalmente en las frutas y verduras.
Para hacer descender la presión o tensión arterial se debe reducir la cantidad de sodio (sal
de mesa, conservas y alimentos preparados y manipulados) y aumentar los alimentos con
alto contenido en potasio, es decir las frutas y las verduras, especialmente en su estado
crudo y fresco. El aumento del potasio ingerido en forma de estos alimentos sanos puede
hacer reducir la tensión arterial. El estudio de las poblaciones vegetarianas,
comparándolas con las que no lo son, ha demostrado la menor frecuencia de hipertensión
en las vegetarianas. La adopción de la dieta vegetariana durante cierto tiempo reduce la
presión sistólica (la alta) en 5 ó 6 mm y la diastólica en 2 ó 3 mm. Este descenso o aún
mayor lo hemos visto muy frecuentemente en las Casas de Reposo, en muy pocos días.
Principalmente, además de la sal de cocina se debe eliminar también los alimentos o mejor
dicho “comestibles” (ya que muchos de ellos se pueden comer pero no alimentan) que lo
Hipertensión. Dr. Karmelo Bizkarra MaiztegiPagina 10 de 15
contienen en alta cantidad: alimentos enlatados, conservas y alimentos precocinados. Con
una alimentación “normal” se consume más sal en forma de alimentos precocinados,
enlatados, sopas preparadas, embutidos... que la que se añade con el salero. Alimentos con
una alta concentración en sal son: las conservas, entre ellas las latas de pescado (sardinas,
anchoíllas, etc,) y otros comestibles como los tomates, pimientos, espárragos, etc., los
quesos (quesitos), los preparados comerciales de pan y bollería, aceitunas, cubitos de
caldos o sopas, salsa de tomate...
Si sabemos comer los alimentos poco cocidos o semicocidos, estos mantienen más su
propio gusto. Si los cocemos con poca agua y al vapor, los alimentos no perderán tantos
minerales que en caso contrario se disuelven en el agua de cocción y mantendrán también
más su gusto y el gusto de sus propias sales orgánicas. No necesitaremos echar sal a estos
alimentos. Se pueden cocinar, por ejemplo, arroz o cereales integrales con caldo de
verduras, preparado anteriormente de cocer verduras: puerro, pimientos, zanahorias, o
hierbas aromáticas y de esta manera le damos más gusto, y sin sal.
En las comunidades primitivas con una muy baja ingesta de sodio (sal) la presión arterial
no aumenta con la edad, a diferencia de lo que ocurre en las sociedades mal llamadas
“civilizadas” (Farreras-Rozman). Por el contrario los habitantes de países que consumen
más sodio (sal) tienden a tener una presión arterial más alta y más hipertensión que los
que consumen menos. En el citado estudio llamado Intersalt, se comprobó que con el
hecho de reducir la ingesta de sal en 6 gramos, que en el caso español sería reducir a la
mitad lo ingerido normalmente, disminuiría la presión sistólica (alta) en 2,2 mm de
mercurio y la diastólica (baja) en 0,5 mm. Y finalmente en un conjunto de los 23 estudios
mejor diseñados, citado por el Dr. M. Luque Otero, se demostró que al disminuir el
consumo de sal a la mitad se redujo la presión sistólica en una media de 5 mm y la
diastólica en una media de 2,5 mm, También hay que decir que hay personas más sensibles
a la reducción de sal que otra y en ellas la reducción de sal da lugar a un descenso mayor de
su tensión.
Y para terminar, la disminución de sal parece ser un factor determinante en la prevención
del aumento en tamaño patológico del corazón (Hipertrofía ventricular izquierda) (Dr B.
Maceira y A.P. Rodriguez Hernández; Medicine, 7ª serie nº 69).
Por todo ello pienso yo que “el salero hay que tenerlo dentro y no encima de la mesa”.
Alimentación sana
La alimentación sana a base de frutas y verduras es necesaria para la reducción de la
tensión arterial. J. Douglas y col. vieron que la ingesta de alimentos crudos favorecía este
descenso.
Un estudio citado por el higienista Alan Immerman, mostró que cuanto mayor es el
consumo de azúcar más alta es la presión sanguínea. Debemos eliminar el consumo de
azúcares, dulces, carnes, grasas saturadas, embutidos, fritos...
En otros estudios (Grundy, Denke) citado por Dr. Dean Ornish, uno de los grandes
especialistas en trastornos del corazón, se ha observado que las poblaciones que ingieren
una alta cantidad de carbohidratos (hidratos de carbono: almidones y azúcares) a menudo
tienen una prevalencia de hipertensión, que se piensa es debido a la tendencia que tienen
las dietas altas en hidratos de carbono a retener sal.
Con mucha frecuencia hemos podido comprobar que unos pocos días de descanso y una
sana alimentación en una Casa de Reposo, bajo la dirección de un experto higienista, son
suficientes para reducir en buena manera la presión arterial de los hipertensos crónicos,
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sin necesidad de tomar medicación alguna con los efectos secundarios y perjudiciales que
ello conlleva. De todas maneras recomendamos que nunca se deje una medicación contra
la hipertensión, sino lo es bajo el seguimiento cercano de un experto higienista y médico.
La ingesta baja en potasio parece ser un factor de riesgo para el desarrollo de hipertensión
y de accidentes cerebrovasculares (SL. Linas, khaw, Barrett-Connor) y recordamos que los
alimentos que más potasio contienen son las frutas y verduras. El aumento de potasio en
sangre favorece la eliminación de sodio; y el acúmulo de sodio está íntimamente unido,
como hemos visto, a la hipertensión.¡A comer frutas y verduras!
Por el contrario una disminución del potasio, inducida por los diuréticos, se asocia con una
elevación de la presión sanguínea.
En estudios realizados con dietas vegetarianas, la eliminación de productos animales y su
sustitución por productos vegetales, redujo la tensión arterial en pacientes hipertensos y
también en los que tienen una tensión normal. (Y Rouse, L. Beilin, Armstrong, Vandogen.
Margetts).
En un reciente estudio la modificación de una dieta habitual, aumentando su contenido en
frutas y vegetales, y reduciendo el contenido de grasas saturadas, produjo un descenso de
la presión arterial en hipertensos, incluso ligera (L. Appel, T. Moore y otros). Lo que
confirma la tesis higienista de la necesidad de una alimentación sana en este y otros
trastornos.
Ejercicio físico
El ejercicio físico moderado tiene unos efectos beneficiosos en la reducción de la tensión
arterial.
Caminar de forma rápida una hora al día como mínimo puede ser una buena manera de
reducir la hipertensión. Cualquier otro deporte: caminar, natación, tenis, ciclismo... es
aconsejable. Si además el ejercicio y el deporte van acompañados de diversión o
distracción, mejor que mejor. La alegría y el disfrutar del deporte es algo muy
recomendable para todos.
No es bueno además que la persona hipertensa haga deporte de forma forzada y en
condiciones de estrés. Elevar pesas de forma muy forzada no sólo no produce un descenso
de la presión arterial sino que incluso puede provocar crisis hipertensivas.
Además del efecto de reducir la tensión (hipotensor) la realización de una actividad física
de forma regular produce como efectos beneficiosos el descenso del colesterol total y la
reducción del peso.
El ejercicio es además recomendable, como es natural, por su efecto beneficioso sobre el
exceso de peso, el colesterol y la glucosa. Los tres disminuyen con el ejercicio físico. En los
Estados Unidos se ha comprobado que las personas de edad media que hicieron ejercicio
durante la adolescencia tienen menos tasas de hipertensión. El ejercicio físico en la
adolescencia, en la juventud y después, es una buena manera de prevenir la presión
arterial alta sin los efectos tóxicos de los fármacos. En general el hipertenso debe sólo
evitar el ejercicio o deporte que le lleven al agotamiento total.
El Dr. Mann, citado por el higienista francés Passebecq, comenta que entre la tribu de los
Masai, en Tanzania, están acostumbrados desde niños a caminar enormes distancias tras
sus rebaños o para visitar a sus lejanos amigos. Caminan a buen paso, a un ritmo entre 5 y
8 kms. la hora y se hallan a diario en los caminos. Entre ellos no hay problemas de
hipertensión a pesar de llevar una dieta principalmente a base de carne y leche. Aún con
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esta dieta mantienen unas tasas de colesterol bajo y tienen unas arterias sanas. Por otro
lado los Masai no consumen sal; ni tan siquiera en su vocabulario aparece ninguna palabra
para designar a esta sustancia. Los pasteles, bombones y pastas les resultan del todo
desconocidos. El Dr. Mann examinó la capacidad física de 53 Masais hombres entre los 14
y los 64 años. Les pidió que caminasen sobre una cinta movida por un motor hasta que se
sintieran cansados, observó la frecuencia del pulso de cada uno de ellos y pudo constatar
que la mayoría de ellos superaban las cotas de los "atletas olímpicos". Su estado físico era
excelente y poseían un corazón en perfectas condiciones.
Es necesario que la persona con hipertensión crónica sepa alternar el ejercicio y el reposo.
El descanso y el sueño son esenciales en toda curación. La mayoría de los mecanismos de
curación tienen lugar cuando descansamos y dormimos. Con la actividad diaria gastamos
energía y cuando descansamos la recuperamos.
Además hay que tener en cuenta que la falta de actividad física es un factor de riesgo
cardiovascular.
Eliminar el alcohol
Eliminar el consumo de alcohol y disminuir el peso son dos de las maneras más eficaces
para disminuir la hipertensión, sin los perjuicios que ocasionan los medicamentos contra
la tensión sanguínea. Se sabe que las personas que toman más de un par de vasos de vino
al día sufren más fácilmente de hipertensión y cuanto más beben mayor es la frecuencia de
hipertensión. Se conoce que un consumo de más de 200-250 gramos de alcohol a la
semana, a parte de otros efectos perjudiciales, más o menos graves, producen un claro
aumento de la presión sanguínea. Un vaso de un cuarto de litro de vino (250 cc) contiene
20 gramos de alcohol; una caña de cerveza de la misma cantidad contiene 10 gramos.
Mucho más concentrados son los licores.
Según Kaplan, en los Estados Unidos, en torno al 11% de los casos de hipertensión están
relacionados con el consumo excesivo de alcohol.
Otra droga, ilegal a diferencia del alcohol, la cocaína, produce elevaciones agudas de la
tensión. Y el hábito de consumir cocaína está asociado a una mayor incidencia de
accidentes cerebrovasculares.
Contacto con la Naturaleza y el silencio
El contacto con la Naturaleza y las actividades al aire libre (paseo, ejercicio) son necesarios
para una buena salud.
La persona con hipertensión debe evitar, en lo posible, los ruidos, ya que diversas
investigaciones demuestran que las personas que viven estresadas por niveles altos de
ruido padecen de forma significativa más hipertensión.
Una dieta a crudos o el ayuno
Cualquier persona con hipertensión crónica, si no tiene alguna otra cosa que lo
contraindique, puede hacer unos días de dieta a frutas y ensaladas, bajo vigilancia de algún
experto higienista, para disminuir la presión sanguínea.
El ayuno controlado es una buena manera de favorecer la recuperación del hipertenso, así
cómo cualquier otra manifestación de la enfermedad. El ayuno no cura, es el cuerpo el que
se cura durante el ayuno. Por propio instinto, los animales y los niños pequeños dejan de
comer cuando se ponen enfermos.
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Además durante el ayuno suele tener lugar una gran eliminación de sal (cloruro sódico)
por la orina y con ella una pérdida más o menos grande, especialmente durante los
primeros días, de agua retenida para diluir la sal "almacenada" en exceso en el cuerpo.
La presión sanguínea se reduce mucho durante el ayuno. Alan Goldhamer y Jennifer
Marano, higienistas, mostraron en un estudio llevado a cabo sobre 51 personas
hipertensas, el efecto beneficioso del ayuno (ver cuadro).
Resumiendo el cuadro: Al finalizar el seguimiento, tras una media de 6 meses, mientras las
personas llevaban una alimentación higienista y sana, se produjo una reducción de 3,4
puntos en la “alta” y de 1,6 en la “baja”.
El higienista Alan Immerman, en su libro “Health Unlimited” (Salud sin Límites), cita un
estudio realizado por un médico que hizo ayunar a 683 personas con sobrepeso. Antes del
ayuno 48% de ellos eran hipertensos, y tan pronto como al 2º al 4º día de ayuno era raro
que la presión sanguínea no fuera normal.
Nuestra propia experiencia con las dietas de frutas y ensaladas, y con el ayuno a agua, es
que la gran mayoría de las personas recuperan unas cifras normales de presión sanguínea
en unos días.
Dejar de fumar
Es necesario que el hipertenso deje de fumar que es un factor que multiplica los riesgos de
la hipertensión. Puede desencadenar los efectos perjudiciales y acelera la arteriosclerosis.
Igualmente deben evitarse los lugares contaminados por el humo del tabaco. De lo
contrario seguirá siendo un “fumador pasivo” y esto conlleva también sus problemas.
Además los medicamentos contra la hipertensión tienen menos efecto en las personas
fumadoras.
No ingerir bebidas excitantes
El café, el té, las bebidas de cola, el mate en los países sudamericanos, son excitantes;
aceleran los latidos cardíacos y deben ser eliminados. Se ha visto claramente que dos o tres
tazas de café al día tienden a elevar la tensión.
Cuando bebemos café, la cafeína estimula el sistema nervioso vegetativo y como resultado
se eleva rápidamente el nivel de adrenalina y otras hormonas del estrés. El café y otros
estimulantes, entre ellas la cocaína, hacen que la respuesta al estrés no sea adecuada.
Píldoras anticonceptivas
Las píldoras anticonceptivas pueden ocasionar un aumento de la presión arterial y cuando
esto ocurre deben ser eliminadas ya que en muchas ocasiones las presiones se normalizan
de esta manera.
Relajación - Expresión emocional
En los estudios realizados se ha visto que el estrés agudo produce intensas elevaciones de
la presión arterial y ayuda además a agravar la hipertensión existente. Recordar el efecto
de "las batas blancas"
Una persona con hipertensión necesita expresar sus emociones y aprender, poco a poco, a
llevar una vida más relajada. Necesita igualmente que realice más las actividades que le
hagan disfrutar. El mismo deporte es más sano si además de mover los músculos, incluido
el del corazón, disfrutamos y sentimos placer en ello, como un niño que disfruta del juego.
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Al final, que es la vida más que un juego, a veces duro otras menos y que tambiéns nos da
la posibilidad de disfrutar. ¡Qué no se nos escape sin darnos cuenta que estamos vivos!
Las técnicas de relajación, respiración y meditación son beneficiosas para el hipertenso. La
persona debe escoger la técnica con la que se sienta más a gusto. Cualquier técnica que
haga reducir el estrés es beneficiosa para el hipertenso, y para todos los demás. Es siempre
recomendable la liberación de la rabia y a veces un ejercicio o deporte, incluso uno que nos
haga competir con el otro, es recomendable. El deporte competitivo puede ser una vía de
liberación de la propia agresividad, unas buenas patadas al balón o golpes a la pelota
pueden ser una buena manera de dar salida a la rabia que sentimos por haber discutido
con nuestra pareja, porque los niños no me han dejado dormir o porque el jefe en el
trabajo es un...
Recogemos aquí en propias palabras del Dr. Merloo lo beneficioso que puede ser la
expresión de las emociones:
“Tras la última guerra, preparé unos informes sobre pacientes víctimas de campos de
exterminio que, tras las horribles experiencias pasadas, esperaban verse de nuevo
rechazados y maltratados. Había quedado ya asentado su diagnóstico de hipertensión
esencial por parte de sus médicos de medicina general y, con ayuda de mi propio aparato
de medición, encontraba idénticos valores elevados. Con todo, después de que hacía que se
acostaran por lo menos durante media hora sobre la camilla de reconocimiento y les
dejaba que contaran todas sus miserias, su presión sistólica, que, al principio, superaba
con holgura los 200 mm. de mercurio (los 20 como cifra popular), descendía a los límites
de lo normal”.
“La fobia a la hipertensión resulta también nociva. Puede ser la causa de una tensión
nerviosa como consecuencia de la ansiedad” (citado por el Dr. higienista Passebecq).
Eliminar bajo control los medicamentos que aumentan la presión arterial
Los medicamentos que más favorecen la hipertensión son: los antiinflamatorios (muy
usados en problemas reumáticos), los corticoides (derivados de la cortisona), incluso en
forma de pomadas, los anticonceptivos en pastillas, los anti-asmáticos, anticongestivos
nasales, antidepresivos. E incluso el uso crónico del regaliz favorece la subida de la tensión.
(Dr B. Maceira y A.P. Rodríguez Hernández).
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