Tomás Federico Arias Castro. 12-JUL-13

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EL CANCILLER
FIGUEROA
(Vida y obra del
Dr. Eusebio Figueroa
Oreamuno)
T F A C
Serie Yvonne Clays N° 7
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92
F475A
Arias Castro, Tomás Federico
El Canciller Figueroa: vida y obra del Dr. Eusebio Figueroa
Oreamuno / Tomás Federico Arias Castro. San José, CR:
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Instituto Manuel
María de Peralta, 2012.
80 p. : 21x14 cm. __ (Serie Yvonne Clays, no. 7)
ISBN 978-9977-76-013-1
1. BIOGRAFÍAS. 2. COSTA RICA. 3. HISTORIA.
4. CANCILLERES 5. FIGUEROA OREAMUNO
EUSEBIO. I. Título. II. Serie.
Edición aprobada por el Instituto del Servicio Exterior Manuel María de Peralta.
Primera Edición: enero 2013.
Revisión de pruebas: Tomás Federico Arias Castro.
Fotografía de la portada: Galería de Ex Cancilleres, Instituto del Servicio Exterior Manuel María
de Peralta.
Edición: Charles S. Hernández Viale.
Diseño y diagramación: Imprenta Nacional.
Preimpresión: Imprenta Nacional.
Impresión: Imprenta Nacional.
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Instituto del Servicio Exterior Manuel María
de Peralta, San José, Costa Rica. Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Costa Rica.
Avenida 7-9, Calle 11-13, San José. Teléfono (506) 22237555. www.rree.go.cr
Impreso en Costa Rica.
Reservados todos los derechos.
Prohibida la reproducción, no autorizada por cualquier medio, mecánico o electrónico, del
contenido total o parcial de esta publicación. Hecho el depósito por ley.
El texto es propiedad exclusiva del autor y no debe ser reproducido sin su autorización. Asimismo,
no constituye un documento oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, por lo cual
las opiniones expresadas en él son de exclusiva responsabilidad del autor.
Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno
(1827-1883)
A mi querido y entrañable hermano
Mauricio Alonso
Emulo del Dr. Figueroa Oreamuno,
en su convicción y corazón
por el Derecho
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Í
Introito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
CAPITULO I
Genealogía y primigenios años de vida
t 'BNJMJB'JHVFSPB0SFBNVOP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
t &OUSFTV1BUSJBZTVPUSB1BUSJB . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
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CAPITULO II
Primeros avatares públicos
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t 1SJNFSNJOJTUFSJP. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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t &M$PMFHJPEF"CPHBEPT . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
13
15
19
20
21
23
CAPITULO III
El Canciller Figueroa Oreamuno
t 4FHVOEPNJOJTUFSJP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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t %FDFTPFOFMDBNQPEFIPOPS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
t $POTFDVFODJBTJODPONFOTVSBCMFT . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
25
31
32
35
37
CAPITULO IV
Las improntas póstumas
t &QÓMPHPTJOFYPSBCMFT . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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t )PNFOBKFTFNQJUFSOP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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42
44
46
48
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IX
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Cronología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
Anexos
t )PKBJNQSFTB#BODP)JQPUFDBSJP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
t )PKBJNQSFTB-B"MRVJNJB.PEFSOB . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Bibliografía
t 'VFOUFTQSJNBSJBT. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
t 'VFOUFTTFDVOEBSJBT . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
X
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I
En 1898 el afamado jurista y escritor costarricense, don
Manuel Arguello Mora, escribió su inmortal obra Páginas de
Historia: recuerdos e impresiones, en cuyo capítulo séptimo, al
narrar su inminente y fallido fusilamiento, en septiembre de 1860,
escrituró una frase particularmente abrumadora:
(…) Morir es y será siempre el asunto más
importante en la vida del hombre…pero morir
cuando la vida es una constante promesa, una
continúa esperanza y una perpetua sonrisa, es
una crueldad del destino (…)
Pues bien, precisamente esa crueldad del destino fue la
que se ensañó, de modo particularmente ostensible, en contra de
la egregia figura del Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno, quien, a la
temprana edad de 56 años, falleció de modo trágico en agosto de
1883, a consecuencia del Duelo de Honor más tristemente célebre
de nuestra historia patria, cuando estaba a punto de acceder al
último escalafón de un brillante e impoluto derrotero publico,
que lo llevaría a desempeñar, muy seguramente, la Presidencia de
nuestra República.
Precisamente, el episodio anterior de su dilatada y eximia
impronta pública, lo había venido desempeñando desde el mes de
abril de 1883, cuando fue nombrado en el destacado puesto de
Canciller de Costa Rica, pero, por esas crueldades del destino, fue
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
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precisamente el ejercicio estricto de dicho cargo, el que provocaría
los antecedentes nefastos que desembocarían en su intempestiva
muerte.
Es así, como esta obra pretende mostrar al lector,
cada una de las huellas y acciones que el Dr. Figueroa desplegó
en su accionar como Secretario de Relaciones Exteriores de
la administración presidencial del Gral. Próspero Fernández
Oreamuno, durante el lapso, casi ínfimo, de apenas cinco meses
de desempeño institucional. Unido lo anterior, a la presentación
de las distintas circunstancias, vicisitudes y episodios de la vida
pública y privada del Dr. Figueroa Oreamuno, quien se destacó
de sobremanera en sus variopintas faceteas como jurista, político,
docente y patriota.
Aún así, a pesar de ese egregio transitar en los más diversos
órdenes de nuestra historia decimonónica, lo cierto es que, una
vez fallecido, la crueldad del destino determinó también, el olvido
sempiterno de su figura, por parte de casi todas las instituciones
que se beneficiaron y engalanaron con sus desempeños.
Por lo que estas páginas, no solo constituyen un
homenaje a uno de los personajes de nuestra historia patria,
que son imprescindibles para entender y colegir nuestras
actuales realidades democráticas y jurídicas, de las que tanto nos
enorgullecemos los costarricenses. Sino que, esperamos, sirvan
de estímulo y ejemplo para los distinguidos ciudadanos que
tengan sobre sus hombros, la inconmensurable responsabilidad
de representar los intereses diplomáticos de nuestra querida
Costa Rica.
Agradecemos profundamente al conjunto de instituciones
públicas y privadas (señaladas en el acápite bibliográfico),
por su desinteresada y amable disposición profesional para la
consecución de esta obra, pues, en todos los casos, obtuvimos la
máxima colaboración y ayuda para la realización de los distintos
bemoles y capítulos de esta investigación histórica, cuyos acápites
primigenios se remontan al año 2007. Por último, deseamos
externar nuestro sentido agradecimiento al colega jurista,
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historiador y docente, Prof. Jorge F. Sáenz Carbonell, por su gentil
invitación para participar de este importantísimo proyecto de
rescate y realce de las emblemáticas páginas de nuestra historia
diplomática, através del conocimiento de sus Cancilleres.
El autor
Guadalupe,
11 de agosto de 2012
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
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Familia Figueroa-Oreamuno
El origen del apellido Figueroa se remonta a la época de
dominación visigoda de la península de Hispania, con el noble
Froyla Ferrández1, como su más antiguo antepasado. Con el
paso de los siglos y ante la invasión musulmana del territorio
hispano, se verificó en 791, un lance caballeresco entre los
descendientes de Ferrandez y un grupo de soldados moros, en
un campo denominado Las Higueras. La contundente victoria
de los primeros, provocó que su escudo familiar fuese adornado
con cinco hojas de higuera, vocablo que paulatinamente se
fue transformando en la palabra Figueras o Figueroas, hasta
convertirse en el actual apellido Figueroa.2
Para mediados del siglo XVIII, nacieron en la localidad
hispana de Santa Cruz de Tenerife, don Andrés Figueroa y
Sánchez y doña Antonia Álvarez y Morales,3 quienes, fueron los
1
SCHNIEPER CAMPOS, Jacques, Diccionario de heráldica, Madrid: Editorial LIBSA,
2004, p. 159.
2
GARCÍA CARRAFFA, Alberto y Arturo, Diccionario heráldico y genealógico de
apellidos españoles y americanos (Tomo XXXIII), Madrid: Nueva Imprenta Radio S.A., 1955,
pp. 20–22.
3
SANABRIA MARTÍNEZ, Víctor, Genealogías de Cartago hasta 1850, San José:
Academia de Geograf ía e Historia de Costa Rica, 1957, p. 1018.
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
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progenitores de Antonio Figueroa Álvarez, nacido en la localidad
de La Laguna, Tenerife.4 Al llegar a la mayoría de edad, el joven
Figueroa Álvarez, decidió trasladarse al continente indiano
(americano), en donde, se dedico a distintas actividades de índole
marítimo, hasta que, durante los primeros años del siglo XIX,
decidió establecer su domicilio definitivo en la provincia de Costa
Rica, desempeñándose como capitán naviero5; en julio de 1815,
fue nombrado como el primer Capitán de Puerto de la localidad
de Puntarenas.6
Cinco años más tarde, el 3 de febrero de 18207, Figueroa
contrajo matrimonio con la señorita Ramona Estefanía de los
Ángeles Oreamuno Jiménez, proveniente de una de las familias
más distinguidas de la capital costarricense: Cartago.
El apellido de doña Ramona provenía de la unión de los
vocablos vascuences Oria y Muno, cuyo significado es Colina de
Oria.8 Por lo que, tal y como puede colegirse, el pronunciamiento
original de este vocablo fue Oriamuno, pero se modificó a
Oreamuno, cuando sus primeros detentadores arribaron a Costa
Rica, en el siglo XVIII.9
En ese sentido, don José Antonio de Oreamuno y García
de Estrada10 (Gobernador de Costa Rica entre 1788 y 1789),
contrajo nupcias con doña María Encarnación Muñoz de la
Trinidad y Arburola, convirtiéndose en los padres de Joaquín
Mariano de Oreamuno y Muñoz de la Trinidad11. Personaje que
4
GRUB LUDWIG, Udo, Diccionario Cronológico y Genealógico del Poder Ejecutivo de
Costa Rica. (1821-1998), obra inédita, pp. 99-100.
5
“Señora María Cristina Agüero Figueroa”, La Nación, 25 de abril, 1972, p. 34.
6
FERNÁNDEZ MONTÚFAR, Joaquín, Boceto Histórico del Ferrocarril Nacional, San
José: EUNED, 2008, p. 32.
7
SANABRIA MARTÍNEZ, op. cit., 1957, p. 101
8
CASTRO TOSI, Norberto, “Oriamuno: etimología”, Revista de la Academia
Costarricense de Ciencias Genealógicas, N.° 23, 1976, p. 7.
9
SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Don Joaquín de Oreamuno y Muñoz de la Trinidad, San
José: EUNED, 1994, p. 3.
10
OBREGÓN LORÍA, Rafael, Los Gobernadores de la Colonia, San José: EUCR, 1979, p.
129.
11
Nacido y bautizado en Cartago en julio de 1755 y fallecido en la misma ciudad el 13 de
noviembre de 1827. Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de Bautismos de Cartago, N.° 8,
f. 161, a. 77 y Libro de Defunciones de Cartago, N.° 12, f. 5, sin asiento.

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llegaría a convertirse en el futuro, en uno de los más conspicuos
ciudadanos de Cartago durante la época final de la Colonia, así
como, en el Comandante General de las Armas (por parte del
bloque de los denominados Imperialistas de Cartago y Heredia)
durante los acres sucesos acaecidos en 1823, en el marco de la
Guerra de Ochomogo (primera Guerra Civil de nuestra historia),
en contra de los llamados Republicanos de San José y Alajuela
(liderados por el ciudadano josefino don Gregorio José Ramírez
Castro12, quien recibió el título de Comandante General de Armas
de la Liga.
Cuatro décadas antes de dicho suceso bélico, don Joaquín
había contraído matrimonio, en 178213, con la señorita Florencia
Josefa de los Ángeles Jiménez y Robredo, lo cual, permitió
el nacimiento, en 1791, de la citada niña Ramona Estefanía,
bautizada en el mes de agosto de ese año.14 Fue así como, al
cumplir 29 años de edad, la señorita Oreamuno Jiménez se casó
con el joven Figueroa Álvarez, estableciendo su primer domicilio
en la ciudad de Alajuela, en razón del nombramiento que recibió
don Antonio, como Teniente Coronel de las Milicias Cívicas y
Regidor de dicha ciudad, a finales de 1821.15
Fue así como, producto del matrimonio entre don Antonio
y doña Estefanía, nacieron seis hijos: José María (Alajuela16, 17
de diciembre de 1820)17; José Francisco Venancio (Alajuela, 2 de
mayo de 1824); Joaquina Hermenegilda (Cartago, 13 de abril de
1826),18 María Josefa (Cartago, 1832)19 y Juan Dolores (Cartago,
1833)20.
12
FERNÁNDEZ GUARDIA, Ricardo, Otras páginas, San José: EUNED, 2008, p. 113.
13
OBREGÓN LORÍA, op.cit., 1979, p. 156.
14
Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de Bautismos de Cartago, N.° 16, f. 203, a. 194.
15
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Provincial Independiente, Exp. N.° 91, f. 1.
16
ARROYO, Jorge, “Las mocedades de Figueroa”, La Nación (sección Ancora), 29 de junio,
2008, p. 12.
17
Referencias de José María y José Francisco Figueroa Oreamuno. OBREGÓN LORÍA,
Rafael, Familias alajuelenses en los libros parroquiales (Tomo III), Alajuela: Museo histórico
cultural Juan Santamaría, 1995, p. 269.
18
Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de Bautismos de Cartago, N.° 25, f. 17, a. 148.
19
Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de Bautismos de Cartago, N.° 26, f. 189, a. 289.
20
Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de Bautismos de Cartago, N.° 26, f. 297, a. 448.
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Estos últimos tres alumbramientos verificados en
Cartago, a raíz del traslado de la familia Figueroa-Oreamuno en
1825, a un amplio domicilio esquinero, situado a una cuadra al
oeste y una al sur de la Plaza Principal de la otrora metrópoli
costarricense. 21
El cuarto de los niños, nació en la ciudad de Cartago22,
en octubre de 182723, procediendo a bautizársele, el día 5 de
noviembre de ese mismo año, con el nombre de Eusebio.24
Entre su patria y su otra patria
Los primeros trece años de infancia del pequeño Eusebio
Figueroa, transcurrieron en la ciudad cartaginesa, la cual, era
dirigida políticamente por su padre, en razón del cargo que
ejercía, desde 183025, como Presidente Municipal de Cartago.26
Pero, lamentablemente, en 1840, se dio el intempestivo deceso de
don Antonio, acaecido el 16 de marzo de ese año. 27
Dicho fallecimiento provocó que la familia materna
del joven Figueroa Oreamuno, decidiera enviarlo a estudiar a
Nicaragua28, bajo la guía y amparo pecuniario del presbítero
Agustín Vigil Selva, gracias a cuyos menesteres, pudo matricularse
en la emblemática Universidad Oriental de Nicaragua, en
21
FIGUEROA OREAMUNO, José M., Plano de la ciudad de Cartago, San José: Imprenta
Nacional, 1967.
22
MALAVASSI VARGAS, Guillermo y GUTIÉRREZ NÚÑEZ, Pedro R., Diccionario
biográfico de Costa Rica, San José: UACA, 1993, p. 92.
23
La referencia a dicho mes de natalicio la efectuó el Dr. José M. Castro Madriz en un
discurso pronunciado en 1883. La Gaceta Oficial, N.° 179, 14 de agosto, 1883, p. 793. La
costumbre de las autoridades eclesiásticas era referenciar los datos de la fecha de bautismo de
los niños, no los acápites correspondientes al día original del nacimiento, pues, en todo caso,
se estilaba realizar dicho acto sacramental muy pocos días después de la llegada al mundo del
infante.
24
Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de Bautismos de Cartago, N.° 25, f. 100, a. 374.
25
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Municipal, Exp. N.° 325, f. 2.
26
OBREGÓN LORÍA, Rafael, “Dr. Don Eusebio Figueroa Oreamuno”, Revista de los
Archivos Nacionales, N.° 9-10, 1941, p. 508.
27
Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de Defunciones de Cartago, N.° 14, f. 45, a. 5.
28
OBREGÓN LORÍA, Rafael, “Doctor Eusebio Figueroa Oreamuno”, Revista Eureka, N.°
7, 1949, p. 12.

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Granada29, donde decidió estudiar la carrera de Jurisprudencia.
Lo anterior hizo que, para 185130, lograse obtener la prestigiosa
borla doctoral en Derecho Civil31, a la edad de 24 años.
De regreso en Costa Rica, el novel abogado Figueroa
Oreamuno, inició en febrero de 1853, varias gestiones
administrativas ante el Consejo de Instrucción Pública de
la Universidad de Santo Tomás32, para que se reconociese la
legitimidad de su título académico y por ende, se le concediese el
aval para ejercer su profesión. Dicha solicitud le fue concedida el
11 de mayo de 185333, al cumplir con todos los requisitos exigidos
por la normativa vigente al respecto.34
Como consecuencia de lo anterior, Figueroa fue inscrito
en el antiguo Catálogo de Abogados de la República35, de la Corte
Suprema de Justicia, bajo el registro N.° 1536, en virtud de lo cual,
fue uno de los dos únicos abogados que poseían el título de Doctor
en Derecho en Costa Rica durante esa época.37
Pero a los pocos meses, el destino propicio que Figueroa
Oreamuno regresase a la tierra de sus estudios universitarios,
como resultado del ofrecimiento de un cargo público por parte de
las autoridades gubernamentales nicaragüenses.
29
OBREGÓN LORÍA, Rafael, Los Rectores de la Universidad de Santo Tomás de Costa
Rica, San José: Editorial Universitaria, 1955, p. 95
30
MALAVASSI VARGAS y GUTIÉRREZ NÚÑEZ, op. cit., 1993, p. 92.
31
MOLINA SIVERIO, Julio, Eusebio Figueroa Oreamuno: Un Artífice de la Democracia
Costarricense, Cartago: A. Gómez A., 2003, p. 9.
32
Colección de Leyes y Decretos (1843), San José: Imprenta de La Paz, 1861, p. 173 y
Colección de Leyes y Decretos (1849), San José: Imprenta de La Paz, 1865, p. 180.
33
Archivo Nacional de Costa Rica. Sección Administrativa, Exp. N.° 121, f. 1-2.
34
Solicitud concedida en virtud del artículo 171 de la Constitución Política de 1847.
PERALTA QUIRÓS, Hernán, Las Constituciones de Costa Rica, Madrid: Ediciones Cultura
Hispánica, 1962, p. 363.
35
DE LA CRUZ L., Vladimir, El Colegio de Abogados de Costa Rica (Orígenes y
particularidades históricas de su desarrollo), 1995, obra inédita, sin numerar.
36
DOBLES SEGREDA, Luis, Índice Bibliográfico de Costa Rica (Tomo VIII), San
José: Imprenta Lehmann, 1936, p. 305.
37
Ostentado el ex-Presidente José María Castro Madriz, la otra borla. OBREGÓN
LORÍA, Rafael, “El Dr. Figueroa y nuestra antigua Universidad”, Revista de los Archivos
Nacionales, N.° 11-12, 1942, p. 579.
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
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Así, a partir de 1854, inició un amplio derrotero laboral
en ese país38, al desempeñarse, sucesivamente, como asesor en
materia jurídico-comercial del Consulado39, Fiscal General del
Ejército40, redactor del periódico la Gaceta Oficial41 y Diputado
de la Cámara de Representantes42.
Asimismo, entró a integrar el servicio diplomático
nicaragüense, como Secretario de la embajada de dicho país en
Guatemala43, Secretario honorario de la Legación de Nicaragua
en París, Francia44 y Ministro Plenipotenciario de Nicaragua ante
los cuatro Gobiernos de Centroamérica.45 Puesto diplomático
éste último, en el que se mantuvo hasta 1862.
Doña María Cristina
Un año después de haber vuelto por segunda ocasión a su
patria, Figueroa Oreamuno decidió contraer matrimonio con la
señorita cartaginesa María Cristina Ramona Espinach Bonilla.46
Para ello y tal y como se estilaba en dicha época, los contrayentes
solicitaron la verificación eclesiástica de una Información de
Libertad de Estado47, ante el párroco de Cartago, José Anselmo
Sánchez.
38
“Eusebio Figueroa: 1827-1883”. En: RODRÍGUEZ VEGA, Eugenio, El pensamiento
liberal (Antología), San José: Editorial Costa Rica, 1979, p. 111.
39
ARIAS CASTRO, Tomás Federico, “Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno: Primer Presidente
del Colegio de Abogados”, Revista Hermenéutica (Facultad de Derecho, Universidad de Costa
Rica), N.° 15, 2008, p. 65.
40
MALAVASSI VARGAS y GUTIÉRREZ NÚÑEZ, op. cit., 1993, p. 92.
41
SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Historia Diplomática de Costa Rica (Tomo I), San José:
Editorial Juricentro, 1995, p. 429.
42
NARANJO CHACÓN, Gustavo, “Con todas las de la ley”, Revista El Foro (Colegio de
Abogados de Costa Rica), N.° 1, 2002, p. 19.
43
CASCANTE SEGURA, Carlos H. y SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Diccionario
biográfico de la diplomacia costarricense, San José: Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto,
2006, p. 24.
44
CASTEGNARO, Marta, “Doctor Eusebio Figueroa”, La Nación, 16 de septiembre, 1983,
p. 3.
45
SÁENZ CARBONELL, Jorge F. y otros, Los Cancilleres de Costa Rica, San José:
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, 1986, p. 117.
46
FERNÁNDEZ ALFARO, Joaquín A., SÁENZ CARBONELL, Jorge F., MUÑOZ
CASTRO, María G., Las Primeras Damas de Costa Rica, San José: ICE, 2001, p. 712.
47
Archivo Histórico Arquidiocesano. Fondo: Expedientes Matrimoniales (Caja N.°138),
N.° 213, f. 215-217.

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E C F
Después de conseguir el citado exequátur canónico, la
joven pareja de novios contrajo nupcias, en horas de la mañana
del 24 de septiembre de 1863, en la afamada iglesia de San
Francisco de la ciudad de Cartago.48 Enlace conyugal que contó
con un motivo de especial valía, pues fue realizada por el Obispo
de la Diócesis de Costa Rica, Mons. Joaquín Anselmo Llorente y
Lafuente.
Doña María Cristina, al igual que su novel esposo, era
oriunda de la provincia de Cartago, en donde había nacido el 31
de agosto de 184549, en el hogar conformado por el ciudadano
español Buenaventura Espinach Guall y de la distinguida dama
costarricense María Mercedes Bonilla Ulloa.50
A partir del año siguiente, esta unión matrimonial
provocaría el advenimiento de siete hijos51:
48
32.
·
María Isabel (Cartago, 20 de junio de 1864)52
·
Antonio Miguel (San José, 27 de noviembre de 1865)53
·
Clementina Victoria (San José, 17 de noviembre de
1868)54
·
Roberto Maclovio (San José, 15 de noviembre de 1872)55
Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de Matrimonios de Cartago, N.° 14, f. 324, a.
49
Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de Bautismos de Cartago, N.° 29, f. 299, a. 380.
50
Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de Bautismos de Cartago, N.° 23, f. 318, a. 371.
51
FERNÁNDEZ PIZA, Mario, “Genealogía de la Noble Casa de Espinach”, Revista de la
Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas, N.° 25, 1978, pp. 97-99.
52
Bautizada como María Isabel Ramona Florentina Rosario Luisa de Jesús. Archivo
Histórico Arquidiocesano. Libro de Bautismos de Cartago, N.° 36, f. 116, a. 269.
53
Bautizado como Antonio Miguel Virgilio de los Ángeles. Archivo Histórico
Arquidiocesano. Libro de Bautismos de San José, N.° 26, f. 145 vuelto, a. 690.
54
Bautizada como Clementina Ramona Victoria de los Ángeles. Archivo Histórico
Arquidiocesano. Libro de Bautismos de San José, N.° 27, f. 237, a. 722.
55
Bautizado como Roberto Maclovio Enrique de Jesús. Archivo Histórico Arquidiocesano.
Libro de Bautismos de San José, N.° 30, f. 33, a. 220.
T F A C

E C F
·
María Cecilia (Cartago, 21 de noviembre de 1873)56
·
Juan Miguel (Cartago, 10 de junio de 1876)57
·
Luis Flaviano (Cartago, 22 de diciembre de 1878)58
56
Bautizada como María Cecilia Eulalia. Archivo Histórico Arquidiocesano. Libro de
Bautismos de Cartago, N.° 39, f. 199, a. 2091.
57
Bautizado como Juan Miguel Gonzalo Fernando Antonio de los Dolores. Archivo
Histórico Arquidiocesano. Libro de Bautismos de Cartago, N.° 40, f. 263, a. 1513.
58
Bautizado como Luis Flaviano del Carmen. Archivo Histórico Arquidiocesano.
Libro de Bautismos de Cartago, N.° 41, f. 202, a. 1147.

T F A C
E C F
C II
P  
San Salvador-San José
Poco tiempo después de haber regresado a Costa Rica,
don Eusebio Figueroa desempeño su primer puesto público para
el gobierno costarricense, cuando fue nombrado, en febrero de
186359, como nuestro Ministro Plenipotenciario ante la República
de El Salvador. Misión que tenía por objetivo mediar entre
esa nación y Guatemala, debido a un proyecto que pretendía
reunificar a los países centroamericanos en un solo ente político,
y que, concomitantemente, podía tener consecuencias negativas
para los intereses costarricenses.
Pero el periplo de Figueroa en San Salvador, se vio
enturbiado debido a la negativa del gobierno salvadoreño para
legitimar a la presidencia coyuntural costarricense, dirigida por
el cirujano José M. Montealegre Fernández (1863-1866) y los
integrantes de la llamada Nueva Era.60 Grupo que, había urdido el
Golpe de Estado del 14 de agosto de 1859, contra el Presidente de
la República, don Juan Rafael Mora Porras (1849-1859), así como
59
CASCANTE SEGURA, Carlos H. y SÁENZ CARBONELL, Jorge F., “Cancilleres y
Vicecancilleres de Costa Rica”, Revista Costarricense de Política Exterior, N.° 2, 2008, p. 125.
60
MELÉNDEZ CHAVERRI, Carlos, Dr. José María Montealegre, San José: Academia de
Geograf ía e Historia de Costa Rica, 1968, p. 83.
T F A C

E C F
su ignominioso ajusticiamiento, el 30 de septiembre de 1860,
cuando un tribunal ad hoc ordenó su fusilamiento en la localidad
de Los Jobos en Puntarenas61, junto a la ejecución sumaria del
militar salvadoreño, Gral. José María Cañas Escamilla, en el
mismo sitio.62 La anterior razón política llevó a Figueroa a volver
a nuestro suelo, en abril de 186363, al considerar que su labor
diplomática, no tendría efectos positivos.64
Fue entonces, cuando el 27 de julio de 1863, el nuevo
gobierno costarricense, presidido por el Dr. Jesús Jiménez
Zamora (1863-1866), designó a Figueroa como Director y
redactor de nuestra Gaceta Oficial65, así como Director de la
Imprenta Nacional, puestos a los que dimitió el 25 de marzo de
186466, cuando fue nombrado como integrante de la Dirección de
Estudios y catedrático de Educación Política de la Universidad de
Santo Tomás.67 Hasta que, el 1° de mayo de 1864, fue designado
como Fiscal de la Corte Suprema de Justicia68, siendo reelecto el 4
de mayo de 1866.69
En ese mismo mes y año, y a raíz de la elección del Dr. José
M. Castro Madriz (1866-1868), como Presidente de la República
61
Fusilado a las tres de la tarde del domingo 30 de septiembre de 1860, en un sitio del
estero puntarenense, llamado Los Jobos. ARIAS CASTRO, Tomás Federico, “Sesquicentenario
ignominioso (Proceso y ajusticiamiento del Presidente Juan Rafael Mora Porras), Heredia:
Imprenta y Litograf ía Morales, 2010, pp. 30-40.
62
Fusilado a las 9 de la mañana, del martes 2 de octubre de 1860. ARGUELLO MORA,
Manuel, “El General Cañas”. En: Paginas Ticas, San José: Librería e Imprenta Las Américas,
1962, pp. 58-61.
63
SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Historia Diplomática de Costa Rica (1821-1910), San
José: Editorial Juricentro, 1995, p. 282.
64
OBREGÓN LORÍA, Rafael, “Dr. Don Eusebio Figueroa Oreamuno”, Revista de los
Archivos Nacionales, N.° 9-10, 1941, pp. 508-510.
65
CASCANTE SEGURA, Carlos H. y SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Diccionario
biográfico de la diplomacia costarricense, San José: Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto
e Instituto del Servicio Exterior, 2006, p. 24.
66
MOLINA SIVERIO, Julio, Eusebio Figueroa Oreamuno: Un Artífice de la Democracia
Costarricense, Cartago, 2003, p. 22.
67
OBREGÓN LORÍA, Rafael, “El Dr. Figueroa y nuestra antigua Universidad”, Revista de
los Archivos Nacionales, N.° 11-12, 1942, p. 579.
68
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Congreso, Exp. N.° 6226, f. 2.
69
SÁENZ CARBONELL, Jorge F. y MASIS PINTO, Mauricio, Historia de la Corte
Suprema de Justicia de Costa Rica, San José: Editorama S. A., 2006, p. 114.

T F A C
E C F
(candidatura que Figueroa Oreamuno respaldó con ahínco70),
don Eusebio fue elegido en el prestigioso cargo de Rector de la
Universidad de Santo Tomás71, confiriéndosele, en 1867, el grado
de Catedrático de Derecho Público.72 Pero tuvo que separarse de
su cargo rectoral, cuando resultó electo, el 5 de Mayo de 186873,
como Magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
Primer ministerio
El ejercicio de un segundo mandato presidencial, por
parte del Dr. Jiménez Zamora (1868-1870), provocó la designación
de don Eusebio en su primer cargo ministerial, a partir del 2 de
noviembre de 186874, como Secretario de Estado en los despachos
de Gobernación, Justicia, Guerra, Marina y Fomento.75
En el ejercicio de dicho puesto, su primer decisión fue
la de defenestrar a los Generales Máximo Blanco Rodríguez y
Lorenzo Salazar Alvarado, por haber sido los principales artífices
de los distintos pronunciamientos militares ocurridos entre 1859
y 1868.76
Para lo anterior, firmó del Decreto N.° XLVII77 (10 de
diciembre de 1868), en virtud del cual, reasumió la Comandancia
General del Ejército, cargo militar que Salazar Alvarado venía
ejerciendo desde hacia varios lustros. Pero al enterarse de una
inminente sublevación por parte de Salazar, don Eusebio lo citó
70
ARGÜELLO MORA, Manuel, Obras literarias e históricas, San José: Editorial Costa
Rica, 2007, p. 103.
71
OBREGÓN LORÍA, Rafael, Los Rectores de la Universidad de Santo Tomás de Costa
Rica, San José, Editorial Universitaria, 1955.
72
GONZÁLEZ VILLALOBOS, Paulino, La Universidad de Santo Tomás, San José:
EUCR, 1989, p. 163.
73
Colección de Leyes y Decretos (1867-1868), San José: Imprenta de la Paz, 1874, p 149.
74
OBREGÓN LORÍA, Rafael, “Doctor Eusebio Figueroa Oreamuno”, Revista Eureka, N.°
7, 1949, p. 12.
75
GRUB LUDWIG, Udo, Diccionario Cronológico y Genealógico del Poder Ejecutivo de
Costa Rica (1821-1998), obra inédita, p. 99.
76
“Eusebio Figueroa: 1827-1883”. En: RODRÍGUEZ VEGA, Eugenio, El pensamiento
liberal (Antología), San José: Editorial Costa Rica, 1979, p. 111.
77
Colección de Leyes y Decretos (1867-1868), San José: Imprenta de La Paz, 1874, pp. 213214.
T F A C

E C F
a su despacho y le solicito categóricamente (primero por medio
verbal y después desenfundando su revolver78) que rubricase su
renuncia inmediata79, lo cual, fue realizado por el citado militar,
el 5 de febrero de 1869.80 Mismo acto que se dio entorno al Gral.
Blanco Rodríguez81, con la diferencia de que este militar presentó
su carta de renuncia, el 6 de abril de 1869.82
Finalmente, Figueroa Oreamuno ordenó la construcción
de un tercer cuartel en San José (junto al Cuartel Principal
y el Cuartel de La Artillería), al que se bautizó con el nombre
de Cívico83 y comisionó al Coronel francés, Pedro Barallier, la
redacción de una nueva reglamentación castrense.84
Unos cuantos meses antes, y con el fin de emitir una nueva
Constitución Política, se convocó a elecciones para designar a los
Diputados que la votarían. Verificado dicho proceso, la respectiva
Asamblea Constituyente fue inaugurada el 1º de enero de 1869,
según lo había dispuesto el Decreto N.º XLIII85, resultando don
Eusebio electo como representante de provincia de Cartago86
y, el 4 de enero, como miembro de la comisión redactora de
78
VEGA CARBALLO, José L., Orden y Progreso: La formación del Estado Nacional en
Costa Rica, San José: ICAP, 1981, p. 251.
79
CARRANZA PINTO, Rafael, “Apuntes y memorias del Decano del Periodismo
Costarricense”. En: Academia de Geograf ía e Historia de Costa Rica, Documentos Históricos.
San José: Imprenta Nacional, 1990, p. 153.
80
MELÉNDEZ CHAVERRI, Carlos, Documentos fundamentales del siglo XIX, San José:
Editorial Costa Rica, 1978, p. 294.
81
ARIAS CASTRO, Tomás Federico, “Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno: primer presidente
del Colegio de Abogados”, Revista El Foro (Colegio de Abogados de Costa Rica), N.° 15, 2008, p.
66.
82
GUTIÉRREZ NÚÑEZ, Pedro R., Calendario histórico: 500 años de historia de Costa
Rica, San José: UACA, 1988, p. 132.
83
GUARDIA GUTIÉREZ, Víctor, “Memorias del señor Víctor Guardia Gutiérrez,
General de División del Ejército de Costa Rica”. En: Academia de Geograf ía e Historia de
Costa Rica. Documentos Históricos, San José: Imprenta Nacional, 1990, p. 194.
84
BARALLIER, Pedro, Instrucción relativa al Tiro al Blanco: puesta en practica en el
cuartel cívico por orden del señor Ministro de Guerra Dr. Don Eusebio Figueroa, San José,
1869, sin numerar.
85
Colección de Leyes y Decretos (1867-1868), San José: Imprenta de la Paz, 1874, pp. 202203.
86
STONE ZEMURRAY, Samuel, La Dinastía de los Conquistadores, San José: Editorial
Universitaria Centroamericana, 1975, p. 533.

T F A C
E C F
ese proyecto constitucional.87 Para el 18 de febrero, la llamada
Constitución Política de 1869, fue aprobada por dicha Asamblea.
Misma ocasión, en que ese órgano, designó al Dr. Figueroa como
su Vicepresidente.88
El 4 de mayo siguiente, los integrantes del Senado y
la Cámara de Representantes, nombraron a don Eusebio, en
el honroso cargo de Primer Designado (Vicepresidente) de la
administración presidencial del Dr. Jiménez Zamora.89
Tan solo unos días más tarde, el Congreso emitió el
Decreto N.º XXVIII90, por medio del cual, se aprobó el llamado
Contrato Figueroa-Reilly. Acuerdo suscrito entre el ministro
Figueroa y la empresa Edward Reilly and Co.91, el 9 de enero de
186992, para la instalación en nuestro suelo, del primer ferrocarril
interoceánico. Pero, de modo lamentable, ante una serie de
incumplimientos contractuales por parte de los inversionistas
norteamericanos, nuestras autoridades de gobierno declararon la
caducidad de dicho convenio, a principios de 1870.93
Ahora bien, durante ese mismo mes, el Presidente
Jiménez presentó su renuncia a la presidencia, arguyendo la
existencia de un supuesto plan subversivo para derrocarlo. Lo
anterior, conllevó a que, el Dr. Figueroa Oreamuno, en ejercicio
de su cargo como Primer Designado94, asumiese la presidencia
de Costa Rica, durante los días 21 y 22 de mayo de 1869.95; hecho
que lo llevó a ser el primer costarricense de nuestra historia,
87
OBREGÓN QUESADA, Clotilde, Las Constituciones de Costa Rica, San José: EUCR,
2007, p. 20.
88
OBREGÓN LORÍA, op. cit., 1949, p. 12.
89
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Congreso, Exp. N.° 8307, f. 1.
90
Colección de Leyes y Decretos (1869), San José: Imprenta Nacional, 1870, pp. 104-116.
91
DE LA CRUZ L., Vladimir, Las luchas sociales en Costa Rica, San José: EUCR y Editorial
Costa Rica, 1984, p. 28.
92
OBREGÓN LORÍA, Rafael, “Dr. Don Eusebio Figueroa Oreamuno”, Revista de los
Archivos Nacionales, N.° 9 y 10, 1941, p. 510.
93
SÁENZ CARBONELL, op. cit., 1995, p. 326.
94
OBREGÓN LORÍA, Rafael, Nuestros Gobernantes, San José: Editorial Aurora Social
Ltda., 1948, p. 42.
95
BONILLA SERRANO, Harold, Los Presidentes (Tomo I), San José: Editorial Costa Rica y
EUNED, 1979, p. 123.
T F A C

E C F
que desempeño dicha modalidad96, desde su implementación
constitucional en 1859.97
Al siguiente día, la renuncia de Jiménez Zamora fue
conocida por el Congreso, cuyos integrantes no la aceptaron
y por el contario, refrendaron su apoyo irrestricto a don Jesús,
quien, ante ello, retornó al poder presidencial el mismo 23
de mayo. En los días y meses posteriores, Jiménez empezó a
propalar la versión de que los principales implicados en su
supuesto intento de defenestración, eran los integrantes de la
Masonería costarricense, cuyas dos logias, Caridad N.º 2698 y
Unión Fraternal N.º 1999, funcionaban en la ciudad de San José.
Razón por la que se hacía imperioso que el Congreso le otorgase
una serie de facultades omnímodas para sofocar esa rebelión, las
cuales, le fueron concedidas casi de inmediato.100
En virtud a lo anterior, le correspondió al Dr. Figueroa
Oreamuno, como Secretario de Gobernación, apersonarse
a las instalaciones de las dos citadas logias, comandando un
piquete policial.101 Una vez en dicho sitio, en el cual se estaba
realizando una tenida102, fueron detenidos de modo abrupto, un
numeroso grupo de masones, varios de los cuales, incluso fueron
expulsados del país en los días subsiguientes103, mientras que la
sede masónica fue clausurada y resguardada por los personeros
gubernamentales.104
96
Pues, aunque al momento de darse el golpe de Estado de noviembre de 1868, el Dr.
Jesús Jiménez ostentaba el cargo de Primer Designado de dicha gobierno, cuando asumió el
mandato no lo hizo bajo esta modalidad, sino en calidad de Presidente Provisorio. GONZÁLEZ
VÍQUEZ, Cleto, Personal del Poder Ejecutivo de Costa Rica, San José, 1958, p. 13
97
Constitución Política de 1859, Art. 69. PERALTA QUIRÓS, Hernán, Las Constituciones
de Costa Rica, Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1962, p. 408.
98
Calendario masónico costarricense, San José: Imprenta Tormo, 1941, p. 1.
99
”Logia Unión Fraternal N.º 19”, Revista masónica El Instructor, N.º 9, 1904, pp. 87-88.
100
Colección de Leyes y Decretos (1869), San José: Imprenta Nacional, 1870, pp. 101.
101 OBREGÓN LORÍA, Rafael, Presbítero Doctor Francisco Calvo (Ganganelli), San José:
Imprenta Borrase, 1963, p. 69.
102
CARRANZA PINTO, op. cit., 1990, p.155
103 OBREGÓN LORÍA, Rafael, Hechos Militares y Políticos, Alajuela: Museo histórico
cultural Juan Santamaría, 1981, p. 158.
104 SANABRIA MARTÍNEZ, Víctor M., Anselmo Llorente y LaFuente (primer Obispo de
Costa Rica), San José: Editorial Costa Rica, 1972, p. 235.

T F A C
E C F
Para el 9 de julio, don Eusebio se separó de su cargo
ministerial, en virtud de lo decidido por el Presidente Jiménez
Zamora al emitir el Decreto N.° XXXVI105, en el que lo nombraba
como nuestro Ministro Plenipotenciario106 ante el gobierno de
Inglaterra. Este designio tenía como objetivo, la negociación y
posterior firma de un eventual empréstito107, para la construcción
de la anhelada primera carretera a la localidad de Limón. Pero, de
nuevo, las acciones desplegadas en dicha nación, no tuvieron un
resultado positivo, debido a las múltiples cláusulas leoninas que
se pretendió imponer a nuestra Patria.
A finales de 1869108, Figueroa Oreamuno regresó a
Costa Rica, pero no se reincorporó al gabinete del. Dr. Jiménez
Zamora109, pues todas las Secretarías de Gobierno habían sido
concentradas en un Ministro General110, por decisión de dicho
mandatario.
La Isla del Tesoro
Entre las naciones europeas que Figueroa visitó durante
su viaje, estuvo España, en donde se apersonó al Archivo de las
Indias (Sevilla)111, con el fin de ubicar varios documentos alusivos
a los afamados Lavaderos o Minas de Oro de Tisingal112, de los
105
Colección de Leyes y Decretos (1869), San José: Imprenta Nacional, 1870, pp. 140-141.
106 ARIAS CASTRO, Tomás Federico, “Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno: Primer Presidente
del Colegio de Abogados”, Revista Hermenéutica (Facultad de Derecho, U.C.R.), N.° 15, 2008,
p. 67.
107 MOLINA SIVERIO, Julio, “Un ilustre costarricense olvidado: Eusebio Figueroa
Oreamuno”, La Prensa Libre, 17 de agosto, 2000, p. 13.
108 GONZÁLEZ VÍQUEZ, Cleto, El sufragio en Costa Rica, ante la historia y la legislación,
San José: Editorial Costa Rica, 1978, p. 190.
109 RODRÍGUEZ VEGA, Eugenio, Don Tomás Guardia y el Estado Liberal, San José:
EUNED, 1989, p. 10.
110
GUARDIA GUTIÉREZ, op. cit., 1990, p. 195.
111 QUESADA CAMACHO, Juan R., Historia de la Historiograf ía Costarricense (18211940), San José: EUCR, 2001, p. 128.
112 Nombre surgido de la deformación lingüística del término Tegucigalpa, enclave
hondureño colonial muy fructífero en explotación minera y que por error, se empezó a asociar
con nuestro territorio. SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Las Minas de Tisingal, 2001.
T F A C

E C F
cuales, tenía algunas referencias históricas dadas por su hermano
José María.113
La anterior circunstancia provocó que, tanto en 1870,
como en 1875, don Eusebio emprendiese dos expediciones con el
fin de hallar este legendario sitio. En ambas ocasiones, el resultado
le fue infructuoso.114
Pero el segundo periplo tuvo una consecuencia
inconmensurable para nuestra patria, pues Figueroa arribó a la
inhóspita Ysle de Coques (Isla del Coco), y después de casi dos
semanas de búsqueda en dicho sitio, decidió retirarse, pero antes,
ordenó a los individuos que lo acompañaban, que levantasen una
vara bastante alta y colocasen en ella, nuestro Pabellón Nacional,
seguido de lo cual, declaró la incorporación jurisdiccional de esta
isla bajo la soberanía del gobierno costarricense.115
Los años aciagos
El sábado 27 de abril de 1870, el segundo mandato del
Dr. Jiménez Zamora feneció abruptamente, cuando un grupo de
individuos, afectados por las actuaciones de dicho mandatario
entre 1868 y 1869,116 y comandado por el Crnl. Tomás Miguel
Guardia Gutiérrez, se apoderaron del antiguo Cuartel de la
Artillería (actual Mercado Central de San José). De seguido, se
suscribió una extensa acta en la que se decretó: a) la defenestración
de Jiménez y sus Ministros117, b) el deposito del Poder Ejecutivo
en el Dr. Bruno Carranza Ramírez118 y c) el nombramiento de
113 Por vez primera en 1843 y por segunda ocasión en 1845. Ambas con resultados
infructuosos. FERNÁNDEZ BONILLA, León, Documentos para la Historia de Costa Rica
(Tomo II), San José, Imprenta Nacional, 1882, pp. 35-36.
114 FERNÁNDEZ GUARDIA, Ricardo, Reseña Histórica de Talamanca, San José: EUNED,
2006, p. 116.
115 Referencia histórica en revista: Centroamérica de ayer y de hoy, N.° 12, 1967, p. 30. En:
MOLINA SIVERIO, op. cit., 2003, pp. 56-57.
116 SALAZAR MORA, Orlando, El apogeo de la República Liberal en Costa Rica (18701914), San José: EUCR, 1990, p. 23.
117
MELÉNDEZ CHAVERRI, op. cit., 1978, pp. 295-296.
118 ARIAS CASTRO, Tomás Federico, “Dr. José Bruno Carranza Ramírez: Médico y
periodista de gran trayectoria”, Revista Buena Salud (Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa
Rica) N.º 20, 2011, p. 48.

T F A C
E C F
Guardia Gutiérrez en el cargo de Comandante General del
Ejército.119
Lamentablemente, el 17 de agosto de 1870, varios
Diputados de la Convención Nacional Constituyente (instalada
a los pocos días del cuartelazo), dispuso la tramitación de un
proceso acusatorio120 contra don Jesús y sus depuestos Secretarios
de Gobierno, incluyendo a Figueroa Oreamuno como uno de los
encausados; ello a pesar de que, como ya se indicó, don Eusebio
había renunciado a su cargo ministerial desde hacia varios meses.
De modo paralelo, otro grupo de integrantes de dicho
órgano legislativo, solicitaron la concesión de un indulto para
los acusados. Posición que fue apoyada por el nuevo mandatario
Guardia Gutiérrez121, quien había asumido dicho puesto, el 9 de
agosto.
Los defensores de ambas tesituras se enfrascaron en un
acre enfrentamiento, hasta que, el 10 de octubre, el Presidente
Guardia disolvió la Convención Nacional Constituyente.122 Mismo
día en que concedió un indulto general a Jiménez, su hermano
Agapito y al Dr. Figueroa, por medio del Decreto N.° XLV. 123
Como consecuencia de lo anterior y por los próximos
seis años, don Eusebio decidió retirarse de la palestra pública y
enfocarse en el desempeño de su profesión particular.
La toga suprema
A inicios de 1876, el Dr. Figueroa Oreamuno fue
convocado por las autoridades del Poder Legislativo, para que
fuese parte de una comisión de ciudadanos notables, destinada
a solventar un enfrentamiento limítrofe con la República de
119 VARGAS GONZÁLEZ, Hugo, El sistema electoral en Costa Rica durante el siglo XIX,
San José: EUCR, 2005, p. 33.
120
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Congreso, Exp. N.° 7.182, f. 11 vuelto y 12.
121 FERNÁNDEZ GUARDIA, Ricardo, Cartilla histórica de Costa Rica, San José: Librería,
Imprenta y Litograf ía Lehmann S.A., 1984, p. 116.
122
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Congreso, Exp. N.° 7.182, f. 39-43.
123
Colección de Leyes y Decretos (1870), San José: Imprenta La Paz, 1873, pp. 125-126.
T F A C

E C F
Nicaragua. El nuevo y destacado derrotero que Figueroa demostró
en este delicado asunto, llevó al Presidente Guardia Gutiérrez a
solicitarle que se incorporarse a su gobierno, como uno de sus
principales asesores y consejeros.124
Dicha actuación tuvo resonancia también a nivel
parlamentario, pues, el 3 de mayo de 1876125, el Congreso
Constitucional lo nombró (por segunda ocasión en su vida), como
Magistrado Propietario126 de la Corte Suprema de Justicia (período
1876-1880). Distinguido cargo para el que fue juramentado el 8
de mayo, siendo asimismo designado, en virtud del Decreto N.° L,
como Presidente de la Sala Segunda del referido Poder Judicial.127
Tan solo dos meses más tarde, el 30 de julio de 1876, el
nuevo Presidente de la República, Lic. Aniceto Esquivel Sáenz,
fue derrocado por un golpe de Estado.128 Ello conllevo a que, el
Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Lic. Vicente Sáenz
Llorente, dimitiere de dicho cargo, debido a la estrecha relación
familiar que poseía con el ex-mandatario Esquivel Sáenz.
Ante tal situación, el 3 de agosto de 1876, el Congreso
nombró al Dr. Figueroa Oreamuno, como nuevo Presidente de
la Corte Suprema de Justicia, por medio del Decreto N.° LVII129,
siendo reelecto el 11 de octubre de 1877, por parte del Gran
Consejo Nacional.130 Distinguido puesto en el que se mantuvo,
hasta octubre de 1878.131
124 FIGUEROA OREAMUNO, Eusebio, “Medidas que en opinión del infrascrito debiera
adoptar el Supremo Gobierno para impulsar la obra del ferrocarril y el desarrollo agrícola e
industrial de la sección del Norte de esta República”. En: RODRÍGUEZ VEGA, Eugenio, El
pensamiento liberal (Antología), San José: Editorial Costa Rica, 1979, pp. 111-119.
125
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Congreso, Exp. N.° 8542, f. 2.
126 SEGURA CARMONA, Jorge R., La clase política y el Poder Judicial en Costa Rica, San
José: EUNED, 1982, p. 174.
127
Colección de Leyes y Decretos (1876), San José: Imprenta de La Paz, 1877, p. 72.
128 Perpetrado por los generales Pedro y Pablo Quirós Jiménez en Cartago y San José.
SANABRIA MARTÍNEZ, Víctor, La Primera Vacante de la Diócesis de San José, San José,
Editorial Costa Rica, 1973, p. 84.
129 SOLERA RODRÍGUEZ, Guillermo, Ex presidentes de la Corte Suprema de Justicia
(1825-1955), San José, 1966, p. 40 y Colección de Leyes y Decretos (1876), San José: Imprenta de
La Paz, 1877, pp. 77-78.

130
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Congreso, Exp. N.° 8502, f. 2.
131
SÁENZ CARBONELL y MASÍS PINTO, op. cit., 2006, p. 151.
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E C F
Con el inicio del año 1879, don Eusebio fue elegido como
Jurado Propietario, para las distintas ternas que conformaban los
antiguos Tribunales de Jurado Común.132
El Colegio de Abogados
Debido a la carencia de un órgano que tutelase y rigiese
el ejercicio profesional del Derecho en nuestra patria, el Dr.
Figueroa Oreamuno empezó a elucubrar un proyecto normativo
que agrupase a los integrantes del foro nacional, implementando
para ello, una serie de esfuerzos intelectivos con el fin de crear un
Colegio de Abogados.133
Tanto las distintas actividades que efectuó en ese sentido,
así como el intenso cabildeo que desplegó, se materializaron
durante la presidencia interina de la República de don Salvador
Lara Zamora (junio1881-enero1882), cuando don Eusebio redactó
un pormenorizado proyecto de ley para la fundación de dicho
ente gremial (producto de la concatenación de varios acápites
de su autoria134, así como de varios artículos de un Proyecto de
estatutos para el Colegio de Abogados, publicado en febrero de
1876135).
Así, una vez analizados todos los acápites de la propuesta,
esta fue aprobada y suscrita, el 6 de agosto de 1881136, por el citado
mandatario Lara Zamora y el Secretario de Gracia y Justicia, Lic.
Manuel Arguello Mora, por medio del Decreto N.º XXIV137:
Reglamento del Colegio de Abogados de la República de Costa
Rica.138
132
La Gaceta Oficial, N.° 260, 3 de enero, 1879, p. 3.
133 NARANJO CHACÓN, Gustavo, “Con todas las de la Ley”, Revista El Foro (Colegio de
Abogados de Costa Rica), N.° 1, 2002, p. 18.
134
MOLINA SIVERIO, op. cit., 2003, pp. 68-71.
135 Originalmente elaborado el 22 de octubre de 1875, constando de 38 artículos y dos
disposiciones transitorias. El Costarricense, N.° 6, 11 de Febrero, 1876, pp. 2-3.
136 DE LA CRUZ L., Vladimir, El Colegio de Abogados de Costa Rica (Orígenes y
particularidades históricas de su desarrollo), 1995, obra inédita, sin numerar.
137
Colección de Leyes y Decretos (1881), San José: Imprenta Nacional, pp. 175-181.
138
La Gaceta Oficial, N.° 1037, 7 de agosto, 1881, pp. 1-2.
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
E C F
Seis días más tarde, el viernes 12 de agosto, se eligió
la primera Junta Directiva de este nuevo órgano139, resultando
unánimemente electo el Dr. Figueroa como su primer presidente140;
actos ambos cuales fueron comunicados de inmediato al Ministro
Argüello Mora.141 El 21 de agosto, Figueroa presidió la sesión
solemne de inauguración del nuevo gremio142, emitiendo un
vibrante y encendido discurso al respecto143, el cual se verificó en
las instalaciones del antiguo Palacio Nacional144, con una nutrida
asistencia de autoridades políticas y eclesiásticas.
Transcurrido un año, el 31 de agosto de 1882145 y
con ocasión de la elección de los integrantes de la nueva Junta
Directiva del Colegio de Abogados146, don Eusebio fue nombrado
en el significativo puesto de vocal.147
139
La Gaceta Oficial, N.° 1044, 17 de agosto, 1881, p 1.
140 ARIAS CASTRO, Tomás Federico, “Ius, Universitas, Collegium”, Revista El Foro
(Colegio de Abogados de Costa Rica), 2006, N.° 7, p. 9.
141 RODRÍGUEZ ECHEVERRÍA, Manuel E., “Discurso del Presidente del Colegio de
Abogados, en ocasión de celebrarse el centenario de Fundación del Colegio de Abogados de
Costa Rica”, Revista de Ciencias Jurídicas, N.° 44, 1981, pp. 13-14.
142
OBREGON LORIA, op. cit., 1949, p. 13.
143 ALVARADO QUIRÓS, Alejandro, “El Cincuentenario del Colegio de Abogados”. En:
ALVARADO QUIRÓS, Alejandro, Prosa Romántica, San José: Imprenta Alsina, 1933, p. 86.
144 JIMÉNEZ ROJAS, Alfonso, “Del Colegio de Abogados”. En: RAMOS, Lillia, Jubilo y
pena del recuerdo, San José: Editorial Costa Rica, 1965, p. 77.
145 ARIAS CASTRO, Tomás Federico, “Historia de la primera Junta Directiva del Colegio
de Abogados”, Revista El Foro (Colegio de Abogados de Costa Rica), N.° 10, 2009, p. 16.
146
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Congreso, Exp. N.° 8918, f. 5.
147 FUMERO VARGAS, Patricia, Colegio de Abogados de Costa Rica: 120 años de historia
(1881-2001), San José: Colegio de Abogados de Costa Rica, 2001, p. 107

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C III
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Segundo ministerio
El advenimiento al solio presidencial del Gral. Próspero
Fernández Oreamuno148 (1882-1885), propició un nuevo
desempeño como Canciller, por parte del Dr. José María Castro
Madriz, quien se mantuvo en dicho cargo, hasta el 2 de abril de
1883.149
Esta dimisión, ciertamente, causó bastantes comentarios
y manifestaciones en distintos corrillos políticos, pues no se
alcanzaba a comprender las poderosas razones que habría tenido
el Dr. Castro Madriz para renunciar a tan importante cargo.
Máxime si se colegía, en el estrecho parentesco familiar político
entre ambos personajes, pues, desde 1843150, don José María
había contraído matrimonio con la hermana de don Próspero,
doña Pacífica Fernández Oreamuno.151
148 FERNÁNDEZ GUARDIA, Ricardo, Cartilla histórica de Costa Rica, San José: Librería,
Imprenta y Litograf ía Lehmann S.A., 1984, p. 120.
149 GRUB LUDWIG, Udo, Diccionario Cronológico y Genealógico del Poder Ejecutivo de
Costa Rica. (1821–1998), obra inédita, p. 135.
150 FERNÁNDEZ ALFARO, Joaquín A., SÁENZ CARBONELL, Jorge F., MUÑOZ
CASTRO, María G., Las Primeras Damas de Costa Rica, San José: ICE, 2001, p. 271.
151 VINATEA CALDERON, Jorge L. y FERNÁNDEZ CASTILLO, Rodrigo E., Grandes
familias de Costa Rica (historia, reseña, heráldica y biograf ía), San José, 2011, p. 69.
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
E C F
Únicamente a nivel privado, se supo la verdad de este
inusual hecho, ya que, el 10 de abril de 1883, el Dr. Castro Madriz
envió una extensa misiva al Ministro Plenipotenciario de Costa
Rica en Europa152, Marqués Manuel María de Peralta Alfaro153,
en cuya pormenorizada redacción y de forma particularmente
reveladora y sesuda, le informó cuales habían sido los verdaderos
bemoles que se conjugaron alrededor de su renuncia y que tuvieron
como personaje principal al abogado e historiador alajuelense154,
Lic. León Fernández Bonilla155, pues al respecto señaló:
“(…) Paso a explicar a usted las circunstancias
de que se ha aprovechado don León y el
resultado de sus maquiavélicos trabajos:
Tiempo ha que don León conocía que se le
cerraban las puertas de la política y se preparó
asilo en las regiones de lo eclesiástico. El ateo
vistió de estola y se apoderó de los Jesuitas y
del Obispo (Thiel)…Nos pusimos en guardia
unos pocos libre-pensadores que veíamos
levantarse contra la luz del siglo las tinieblas
de la Edad Media y a favor de varios incidentes
la que tenía yo que sostener era la bandera de
la civilización, (pero) el ateo con estola me
echó encima al Obispo y a los Jesuitas a pesar
de la finura de mi trato y de mi política en los
casos que ocurrieron…El Obispo instrumento
ya de don León se apoderó de Próspero y le
hizo hasta retroceder en la promesa hecha por
mi medio a las Repúblicas Centroamericanas
de enviar nuestro Delegados a una Dieta que
debía de reunirse en Santa Tecla a discutir
los medios de reorganizar a Centroamérica.
152 CASCANTE SEGURA, Carlos H. y SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Ad Ardua Per Alta:
una biograf ía del Marques de Peralta, San José: EUCR, 2008, pp. 48-49.
153 PERALTA QUIRÓS, Hernán, La diplomacia en Costa Rica, San José: Imprenta Trejos
Hnos., 1969, pp. 39- 45.
154 QUESADA CAMACHO, Juan R., Historia de la historiograf ía costarricense (18211940), San José: EUCR, 2002, pp. 128-131.
155 CASTEGNARO, Marta, “León Fernández Bonilla”, La Nación, 17 de septiembre, 1983,
p. 5B.

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E C F
El Obispo y los Jesuitas tiemblan ante la sola
idea de la Unión Centroamericana y la han
combatido promoviendo en juego todo género
de supercherías y calumnias contra los que
aquí llevamos el estandarte de esa gran idea
de indefectible realización…Yo me negué a
volver atrás de lo prometido a las Repúblicas
hermanas y preferí presentar mi dimisión
que fue admitida…de manera que estoy
actualmente fuera del gobierno y muy expuesto
hasta a que se me persiga si las calumnias de
don León, Jesuitas y Obispo, para quienes soy
un hombre muy temible, logran extinguir el
afecto y consideración personal que Próspero
todavía me guarda…Dos de mis hijos han
desafiado a León a excusas mías, pero éste se
ha negado a aceptar el duelo, de una manera
cobarde y vergonzosa, dándoles satisfacciones
fementidas (…)”156
Ahora bien, ante dicha vacante, el Presidente Fernández
emitió entonces, el mismo día 2 de abril157, el Acuerdo N.° CXIV158,
en el que dispuso el nombramiento del Dr. Eusebio Figueroa como
Secretario de Estado en los despachos de Relaciones Exteriores,
Instrucción Pública, Culto y Beneficencia.159 Paralelamente,
se nombró como nuevo vicecanciller160 a don Manuel Carazo
Peralta.161
156 “Carta del Dr. José María Castro Madriz al Marqués Manuel María de Peralta Alfaro”.
Archivo del Instituto del Servicio Exterior (Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de
Costa Rica).
157 SÁENZ CARBONELL, Jorge F. y otros, Los Cancilleres de Costa Rica, San José:
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, 1986, p. 117.
158
Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, pp. 113-114.
159 CASCANTE SEGURA, Carlos H. y SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Diccionario
biográfico de la diplomacia costarricense, San José: Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto
e Instituto del Servicio Exterior, 2006, p. 25.
160 CASCANTE SEGURA, Carlos H. y SÁENZ CARBONELL, Jorge F., “Cancilleres y
Vicecancilleres de Costa Rica”, Revista Costarricense de Política Exterior, N.° 2, 2008, p. 140.
161 OBREGÓN LORÍA, Rafael, “El gobierno de don Próspero Fernández Oreamuno”,
Revista del Archivo Nacional, N.º 1-12, 1993, p. 44.
T F A C

E C F
En ese sentido y con el objetivo de presentar de modo
formal a su sucesor, el Dr. Castro Madriz suscribió la siguiente
misiva a varios de los integrantes del servicio diplomático
acreditado en nuestra patria:
“(…) Con particular satisfacción noticio a V.
E. que en esta fecha y por renuncia mía, (se)
ha enviado al ejercicio de las carteras de
Relaciones Exteriores, Instrucción Pública,
Culto y Beneficencia, que estaban a mi cargo
como Secretario de Estado, al nombrado para
desempeñar con igual carácter, Señor Doctor
Eusebio Figueroa, quien suscribe conmigo
para conocimiento de su firma. Al comunicar
a V. E. el acertado nombramiento y plausible
posesión de mi digno sucesor, cumplo con el
deber de enviar a V. E. mi atenta y afectuosa
despedida.
José M. Castro M.
Eusebio Figueroa O. (…)”162
Una vez asumido su puesto como nuevo Canciller de la
República y habiéndose instalado en la dependencia de Relaciones
Exteriores ubicada a lo interno del antiguo Palacio Nacional163,
Figueroa Oreamuno desplegó una pormenorizada labor en las
distintas actividades atientes a su importante y estratégico cargo.
Así, el 12 de abril, rubricó su primer nombramiento
diplomático, cuando emitió el Acuerdo N.º CXXIV164, en el que
se designó al Dr. Castro Madriz, como Enviado Extraordinario
y Ministro Plenipotenciario de Costa Rica ante los Gobiernos
162 MOLINA SIVERIO, Julio, Eusebio Figueroa Oreamuno: Un Artífice de la Democracia
Costarricense, Cartago, 2003, p. 103.
163 Imponente y soberbio edificio construido entre 1853 y 1855 durante la administración
del Presidente Juan R. Mora P. y ubicado en la actual conjunción de la Avenida Central y la
Calle Segunda de San José. FERNÁNDEZ, Andrés, “La memoria perdida”, La Nación (sección
Áncora), 3 de enero, 2009, p. 26.
164

Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, p. 124.
T F A C
E C F
de España, Francia, Bélgica y Gran Bretaña.165 Asimismo, el 4
de mayo y en virtud del Acuerdo N.º CXXXV166, otorgó el aval
correspondiente al diplomático Enrique de Gubernatis, como
Ministro Residente de Italia ante nuestro gobierno. Idéntico acto
al que realizó el 30 de mayo, cuando concedió su aquiescencia a
la credencial del diplomático Werner Von Bergen, en la que se le
designaba Ministro Residente de Alemania en Costa Rica, según
lo normado en el Acuerdo N.º CLIII.167
Para el 1º de junio, Figueroa firmó el Acuerdo N.º
CLVII168, en el que reconoció a don Santiago Felipe Augusto Le
Brun, como Encargado de Negocios y Cónsul General de Francia
en nuestro suelo y, ese mismo día, repitió dicho acto, cuando don
Camilo García fue aceptado como Agente Consular de los EE.UU.
en la ciudad de Puntarenas, según lo reglado en el Acuerdo N.º
CLVIII.169
Al mes siguiente, don Eusebio otorgó su aval para que
don Manuel Argüello pudiese desempeñarse como Cónsul
General de Paraguay en Costa Rica170, cuando firmó, el 11 de julio,
el Acuerdo N.º CXCII171 y para el 30 de julio, suscribió el Acuerdo
N.º CC172, en el que se concedió al diplomático Ernesto C. Reeve,
su beneplácito para que fungiese como Vicecónsul interino del
gobierno de la Gran Bretaña en el puerto de Limón.
Por otra parte, y si bien es cierto, el Dr. Figueroa
Oreamuno tenía apenas un mes desempeñándose como Canciller,
le correspondió efectuar la presentación ante el Congreso de la
República, de la Memoria de Labores correspondiente a dicha
cartera (período 1882-1833), acto que efectuó, el 16 de mayo de
1883.
165 SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Historia Diplomática de Costa Rica (1821-1910), San
José: Editorial Juricentro, 1996, p. 428.
166
Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, p. 139.
167
Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, pp. 167-168.
168
Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, p. 170.
169
Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, p. 171.
170
SÁENZ CARBONELL, op. cit., 1996, p. 444.
171
Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, p. 243.
172
Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, p. 354.
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
E C F
En dicho documento173, don Eusebio disertó de forma
pormenorizada sobre varios acápites atinentes a las relaciones
diplomáticas que nuestro país mantenía, en esa coyuntura, con
los Gobiernos de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua,
Colombia, Venezuela, Argentina, México, EE.UU., Francia, Gran
Bretaña, Alemania e Italia, presentando, asimismo, un profuso
informe acerca de la cantidad de representantes diplomáticos
de Costa Rica en el mundo, cuyo cifra fue de 103 personeros
(siendo únicamente remunerado 2 de ellos), así como el numero
de diplomáticos extranjeros acreditados en nuestra patria, cuya
cantidad ascendió a 25. Un mes y medio más tarde, el 28 de junio,
los miembros del Congreso aprobaron la información contenida
en la Memoria, por medio del Decreto N.º XXVIII.174
Ahora bien, ante una petitoria del Presidente
Fernández Oreamuno, para que cada uno de los Ministerios
del Gobierno disminuyesen sus rubros y gastos de operación y
funcionamiento175, (debido a lo maltrecho y paupérrimo de las
finanzas nacionales), el Canciller Figueroa dispuso de inmediato,
la rebaja de su salario de 300 a 270 pesos mensuales, con lo que,
en lugar de recibir un monto anual de 3600 pesos, pasó a percibir
un salario de 3.240 pesos.176
Asimismo, y en cumplimiento a una directriz emitida
por el Secretario de Hacienda y Comercio, Lic. Bernardo Soto
Alfaro177, para que se rebajase un monto de 10% a los emolumentos
de todos los funcionarios públicos178, Figueroa implementó dicha
medida tanto en los personeros de la Cancillería, así como en los
representantes diplomáticos costarricenses.
173
SÁENZ CARBONELL, Jorge F. y HERNÁNDEZ VIALE, Charles S. Memorias de
la Cancillería de Costa Rica (1842-1889), San José: Escuela de Relaciones Internacionales e
Instituto Diplomático Manuel María de Peralta, 1997, pp. 335-347.
174
Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, p. 228.
175 SOLEY GÜELL, Tomás, Compendio de historia económica y hacendaria de Costa Rica,
San José: Editorial Costa Rica, 1975, p. 50.
176
La Gaceta Oficial, N.° 156, 17 de julio, 1883, p. 686.
177 BONILLA SERRANO, Harold, Los Presidentes (Tomo I), San José: Editorial Costa Rica
y EUNED, 1979, p. 157.
178 SALAZAR MORA, Orlando, El apogeo de la república Liberal en Costa Rica, San José:
EUCR, 1990, p. 107.

T F A C
E C F
Todo lo cual se complementó con la emisión del Decreto
N.° 52 del 30 de julio de 1883179, para la suscripción de un empréstito
internacional180, que permitiese a corto plazo, la erección de un
banco hipotecario en nuestra nación, que concediese créditos
asequibles a ciudadanos de escasos recursos.181
Variopinto desempeño
En el ejercicio de las otras carteras ministeriales a su
cargo, el Dr. Figueroa Oreamuno desplegó una vasta serie de
trabajos y actividades en los más diversos órdenes.
Así, desde su puesto como Secretario de Instrucción
Pública, reivindicó a la Universidad de Santo Tomás
como el principal ente académico de nuestra patria, pues,
lamentablemente, desde la fundación, en 1874182, del llamado
Instituto Nacional183, se habían vendido produciendo una serie de
ostensibles afectaciones al antiguo claustro tomasino.
Para lograr dicho objetivo, Figueroa desempeñó por
segunda ocasión, el cargo de Rector de la Universidad de cita184,
y procedió a rubricar el Acuerdo N.° CLI, en el que determinó
la restauración de la autonomía y demás derechos cercenados
de este centro de estudios; disposición que fue respaldada por el
Congreso, por medio de la emisión del Decreto N.° XVII.185
En cuanto a su cargo como máximo jerarca de
Beneficencia, el 20 de junio de 1883186, don Eusebio aprobó unos
179
Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, pp. 352-353.
180 VILLALOBOS VEGA, Bernardo, Bancos emisores y bancos hipotecarios en Costa Rica
(1850-1910), San José: Editorial Costa Rica, 1981, p. 226.
181
La Gaceta Oficial, N.° 167, 31 de julio, 1883, p. 743.
182 GONZÁLEZ FLORES, Luis F., Evolución de la Instrucción Pública en Costa Rica, San
José: Editorial Costa Rica, 1978, p. 408.
183
Colección de Leyes y Decretos (1874), San José: Imprenta de La Paz, 1875, pp. 90 -93.
184 CASTEGNARO, Marta, “Doctor Eusebio Figueroa”, La Nación, 16 de septiembre, 1983,
p. 3B.
185
Colección de Leyes y Decretos (1883), San José: Imprenta Nacional, 1884, p. 184.
186
MOLINA SIVERIO, op, cit., 2003, pp. 75-78.
T F A C

E C F
nuevos Estatutos del Hospital San Juan de Dios y Lazareto187, así
como, un nuevo Reglamento del Panteón o Cementerio General188,
entre cuyas principales innovaciones estuvo la división de dicho
camposanto en cuatro secciones, con los significativos nombres
de: Cuadro del Carmen, Cuadro Mercedes, Cuadro Dolores y
Cuadro Ángeles.189 Nomenclatura que dicho sitio mortuorio
mantiene hasta el presente.
Las “hojas sueltas”
Entre las rebajas pecuniarias que el Dr. Figueroa
Oreamuno implementó en 1883, estuvo la aplicada al salario del
ya mencionado jurista León Fernández Bonilla, quien, desde el 18
de julio de 1882190, había sido designado como nuestro Ministro
Plenipotenciario y Enviado Extraordinario ante los Gobiernos de
Inglaterra, Francia, España y Bélgica.191
Lo anterior provocó que, para mayo de 1883, Fernández
Bonilla renunciase a dicho designio diplomático al considerar
que:
“(…) No obstante el deseo de servir a mi
patria…no me es posible aceptar la misión que
se me dio por acuerdo del 18 de julio de 1882,
a causa de no creer competente la dotación
asignada y de que mis actuales circunstancias,
no me permiten hacer ese sacrificio por mi
patria (…)”192
187
INCERA OLIVAS, Eugenia, El Hospital San Juan de Dios, sus antecedentes y su
evolución Histórica (1845–1900), San José, 1978, p. 78.
188
La Gaceta Oficial, N.° 146, 5 de julio, 1883, p. 630 y N.° 147, 6 de julio, 1883, pp. 634-635.
189 ZAMORA HERNÁNDEZ, Carlos M. y QUESADA VANEGAS, Santiago, Cementerio
General (Ciudad de San José), San José: Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio
Cultural, 2008, p. 13.
190 FERNÁNDEZ PERALTA, Álvaro, “Cronología de don León Fernández Bonilla (18401887)”, Revista de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas, N.º 4, 1957, p. 39.
191 CAVALLINI QUIRÓS, Ligia, “León Fernández: fundador de los Archivos Nacionales”,
Revista de los Archivos Nacionales, N.º 9-10, 1948, p. 438.
192 OBREGÓN LORÍA, Rafael, “Cuestiones históricas”, Revista de los Archivos Nacionales,
N.º 1-2, 1942, p. 93.

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Esto condujo al Canciller Figueroa, por petitoria expresa
del Presidente Fernández Oreamuno, a solicitar al Congreso
una excepción en cuanto a las medidas restrictivas que había
practicado en el Ministerio a su cargo. Para lo cual refirió que:
“(...)El objeto principal de la misión (asignada
a Fernández Bonilla) es el de obtener y
ordenar los documentos que puedan servir
a la defensa de Costa Rica en la cuestión de
límites con los Estados Unidos de Colombia
y de representar a Costa Rica ante el arbitro
que debe decidirla. El Lic. Fernández se
ha ocupado por mucho tiempo de recoger
documentos y está instruido en el negocio. Si
sus circunstancias no le permiten hacer un
sacrificio por su patria, cree Su Excelencia que
debe acordársele una retribución competente,
atendiendo la entidad del negocio y lo trabajos
preparatorios (...)”193
Ahora bien, como puede inferirse, los argumentos
esbozados por Fernández Bonilla no fueron bien recibidos por
Canciller Figueroa, quien, en su petitoria al Parlamento, hizo
hincapié expreso en la negativa de don León en hacer un esfuerzo
pecuniario por Costa Rica.
Finalmente la solicitud de aumento fue aprobada,
asignándose a Fernández Bonilla el sueldo de 6.000 pesos anuales,
y otros 8.500 pesos anuales194, para gastos confidenciales.
Pocos días después y con ocasión del referido proyecto
para crear una institución hipotecaria en Costa Rica, el Dr.
Figueroa ideó y redactó un minucioso proyecto entorno a dicho
tema195, el cual, publicó el domingo 29 de julio de 1883, bajo la
modalidad de una hoja suelta, a la que título: Banco Hipotecario.196
193
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Congreso, Exp. N.° 10.343, f. 5.
194
La Gaceta Oficial, N.° 156, 17 de julio, 1883, p. 686.
195
NARANJO CHACÓN, Gustavo, “Duelo al amanecer”, La Prensa Libre (Revista
Abanico), 11 de agosto, 2001, p. 3.
196 Instituto del Servicio Exterior de Costa Rica Manuel María de Peralta, Antecedentes
históricos y estructura orgánica, San José: Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, 1988, p.
86.
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
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Pero el jueves 9 de agosto, empezó a circular una nueva
hoja suelta, bajo el nombre de: La Alquimia Moderna197, en la
que se proferían una serie de calumnias y epítetos insultantes, así
como una diatriba burlesca en contra del Dr. Figueroa Oreamuno,
aunque sin citarlo nunca por su nombre; dicho libelo presentó
la particularidad, de estar firmada por un anónimo llamado: Un
Azota Ogros.198
De modo evidente, la redacción de La Alquimia
Moderna, produjo un profundo sinsabor y molestia en don
Eusebio, pero ante la notoria falta de autoría expresa de su
emisor, no pudo más que resignarse. Horas más tarde y al estar
departiendo en las antiguas instalaciones del Club Internacional
(actual Club Unión), en razón de su cargo como Presidente de su
Junta Directiva199, un ilustre abogado amigo suyo200 le comentó
que muy probablemente, la hoja suelta había sido escrita por el
don León Fernández.
La anterior aseveración, provocó que Figueroa empezase
a considerar que, efectivamente, Fernández Bonilla podría ser el
autor del libelo infamatorio, ya que, el diferendo surgido a raíz
del considerable aumento salarial de don León, había producido
un marcado distanciamiento entre ambos personajes, quienes,
otrora, habían compartido una sólida amistad intelectual y
profesional.
Pero, evidentemente, una cosa era intuir una posible
autoría y otra, era probar de modo fehaciente dicha acción, por lo
que Figueroa decidió actuar al respecto al día siguiente.
197
OBREGÓN LORÍA, Rafael, Hechos Militares y Políticos, Alajuela: Museo histórico
cultural Juan Santamaría, 1981, p. 205.
198
VILLEGAS HOFFMAISTER Guillermo y SOTO MONTOYA, Enrique. León
Fernández Bonilla. Alajuela: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 1987, p. 36.
199
OBREGÓN LORÍA, Rafael, “Dr. Don Eusebio Figueroa Oreamuno”, Revista de los
Archivos Nacionales, N.° 9 y 10, 1941, p. 514.
200 VARGAS COTO, Joaquín, “75 años de la muerte del ilustre Dr. don Eusebio Figueroa
Oreamuno”, La Nación, 10 de agosto, 1958, p. 4.

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Deceso en el campo de honor
A primeras horas de la mañana del viernes 10 de agosto,
Figueroa le solicitó al ciudadano inglés Carlos F. Willis Cole.201, el
favor de que aceptase ser su Padrino de Honor y que, en virtud de
ello, se presentase en la oficina de don León Fernández (quien se
desempeñaba como Director de los Archivos Nacionales202), con el
fin de que lo inquiriese acerca de su posible autoría de La Alquimia
Moderna. Para el hipotético caso de que no aceptase ser el autor
de la hoja suelta, Figueroa le pedía una disculpa a Fernández por
medio de Willis, pero si asumía dicha responsabilidad, le exigía
una satisfacción dual en el campo de honor.
Minutos después, Willis Cole se dirigió a su cometido, y
cuando Fernández tomó el documento, le manifestó que él no era
el autor de esa publicación, pero ya que Figueroa lo inquiría sobre
tal asunto, estaba dispuesto a aceptar la responsabilidad que de
ella se derivase.203
Ante ello, don Carlos le planteó el reto a duelo que
don Eusebio proponía, por lo que casi de inmediato, Fernández
Bonilla le solicitó al Gral. Santiago de la Guardia Fábrega204, el que
se apersonase como su respectivo Padrino de Honor. Así las cosas,
como médico de don Eusebio se nombró al galeno Julián Blanco,
mientras que como doctor de don León, se pidió ese menester al
médico Otoniel Pinto.205
Una vez consensuadas las distintas circunstancias en que
se verificaría la lid, ambos Padrinos acordaron entonces que: a)
el combate se verificaría el sábado 11 de agosto, a las 8.00 de
la mañana; b) todos los involucrados se apersonarían en uno de
los predios de la finca de don Napoleón Millet (actual Sábana
201
VILLEGAS HOFFMAISTER y SOTO MONTOYA, op. cit., 1987, p. 37.
202 NÚÑEZ MONGE, Francisco M., “Don León Fernández Bonilla: periodista, historiador
y político”, Revista de la Academia Costarricense de Historia, No. 15-16, 1956, p. 12.
203 Archivo Nacional de Costa Rica. Juzgado del Crimen de San José. Exp. N.° 5.147. 1883,
folio 1.
204 FERNÁNDEZ PERALTA, Ricardo. “Datos Cronológicos del General Santiago de la
Guardia”. Revista de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas, Nº 16-17, 1970, pp.
91-92.
205
BLANCO ODIO, Alfredo, Los médicos en Costa Rica, 1997, pp. 74 y 75.
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
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noreste); c) como arma se utilizaría un par de revólveres y; d) se
dispararía un solo tiro por parte de ambos contendientes, a una
distancia de veinticinco pasos.206
Al arribar al predio de cita y debido a las evidentes
irregularidades topográficas del lugar escogido, tuvo que decidirse
por medio de la suerte (una moneda), cual sería el punto de
ubicación que debería ocupar cada duelista207, tocando a Figueroa
el lado oeste (con el sol deslumbrándole el rostro) y a Fernández
hacia el este (con la sombra a su favor).
Seguidamente, el Dr. Figueroa señaló su deseo de
modificar la distancia originalmente pactada, reduciéndola a
tan solo quince pasos y que los Padrinos cargasen los revólveres
con dos balas, pues no quería que, por la extensión entre ambos
combatientes o por la falta de tiros, el enfrentamiento no se
materializara.
Luego de que los Padrinos y los galenos se ubicaron
en el extremo sur del maltrecho terreno, de la Guardia inició
la respectiva cuenta de tres, momento en el que Figueroa y
Fernández se dispararon concomitantemente, no impactando
ninguno en el cuerpo del otro.
De inmediato, y en atención a la petitoria del Dr. Figueroa,
Willis Cole procedió a acortar la distancia entre ambos duelistas
a nueve pasos, y después de una nueva cuenta a tres, se volvieron
a escuchar dos balazos. Algunos segundos después y en medio
de un profundo silencio, Figueroa Oreamuno cayó pesadamente
al suelo, falleciendo desangrado casi de inmediato, como
consecuencia de la entrada directa del proyectil en su corazón208,
lo cual, empezó a producirle una profusa hemorragia. A los pocos
minutos, y cuando el capataz de la hacienda Millet llegó al lugar de
los hechos, el cadáver de don Eusebio fue trasladado a la hacienda
206 Archivo Nacional de Costa Rica. Juzgado del Crimen de San José. Exp. N.° 5.147. 1883,
folio 16 vuelto.
207
OBREGÓN LORÍA, op. cit., 1981, p. 206.
208 ARIAS CASTRO, Tomás Federico, “El delito de duelo en Costa Rica”, Revista Judicial
(Corte Suprema de Justicia), N.º 101, 2011, p. 111.

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de dicha finca, hasta que, posteriormente, fue conducido a su
domicilio en San José.209
Consecuencias inconmensurables
Los anteriores acontecimientos convirtieron a dicho
enfrentamiento en el Duelo de Honor más emblemático de nuestra
historia, tanto por los distinguidos personajes involucrados, así
como por la serie de consecuencias que propició:
a) En horas de la tarde del referido 11 de agosto y como acto
especial en memoria del fallecido Canciller Figueroa, el Presidente
Fernández Oreamuno, decretó Duelo Nacional por espacio de
tres días210; disposición que fue secundada por los personeros de
la Municipalidad de Cartago, al decretar siete días de duelo en
dicha provincia.211
b) A raíz del tipo de muerte y por estar vigente la normativa
canónica que condenaba al Duelo como una causal de excomunión,
la autoridad eclesiástica de nuestra patria (representada por
el Delegado Episcopal, Pbro. José Zamora Castro212, ante una
ausencia del Obispo Bernardo A. Thiel Hoffman), le negó al
cadáver de Figueroa Oreamuno, la posibilidad de ser enterrado
en el cementerio de Cartago.213 Pero debido a una multitudinaria
cantidad de petitorias por parte de una muchedumbre que se
aglutinó en dicho camposanto214, finalmente el cuerpo de don
209 Ubicado en el distrito segundo de San José, La Merced, propiamente en la conjunción
de las antiguas Calle de la Gobernadora y la Calle de La Merced (actuales Avenida tercera y
Calle cuarta), consistente en una casa esquinera de madera de cedro con horcones, cubierta
de tejas y un con un solar posterior. Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Mortuales
Independientes de Cartago, Exp. N.° 1251, f. 5 vuelto y 6, y Antiguo Registro de la Propiedad.
Libro 85, f. 167, Finca N.° 6.901.
210
La Gaceta Oficial, N.° 178, 12 de agosto, 1883, p. 787.
211
La Palanca, N.° 43, 17 de agosto, 1883, p. 1.
212 BLANCO SEGURA, Ricardo, 1884: el Estado, la Iglesia y las Reformas Liberales, San
José: Editorial Costa Rica, 1984, p. 151.
213 Archivo Histórico Arquidiocesano. Fondos Antiguos. Caja N. ° 236, folio 236 vuelto y
folio 237 y Caja N.° 309, folio 154.
214 SANABRIA MARTÍNEZ, Víctor M., Bernardo Augusto Thiel, San José: Editorial Costa
Rica, 1982, p. 82.
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
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Eusebio fue inhumado en ese sitio215, el 12 de agosto216, cuando
el cadáver fue depositado en el nicho noveno del mausoleo de la
familia Espinach217, ubicado al lado este y a setenta y cinco varas
de la pared de la calle norte218 de dicho camposanto cartaginés.219
Ello provocó que, de regreso en San José, el Obispo Thiel Hoffman,
redactase una furibunda Carta Pastoral, el 21 de agosto,220
oponiéndose tajantemente a todos los bemoles relacionados a los
duelos.
c) El mismo día de los hechos, el Juzgado de 1ª. Instancia del
Crimen de San José, inició un proceso acusatorio por el delito de
Duelo, en contra de todos los implicados. Dicho proceso tuvo
como principal incidencia, una acusación anónima en contra de
Fernández Bonilla e incorporada al expediente penal del suceso
de cita, en la que se le imputaba el haber utilizado una cota o
malla de acero durante el duelo221; aseveración que no pudo
ser comprobada por las autoridades judiciales encargadas de
dicho caso. Un mes después y a pesar de que todos los acusados
aceptaron expresamente sus respectivas responsabilidades en los
hechos de marras, el Tribunal de Jurado222 que conoció la causa
(análogo al utilizado en el sistema del Common Law anglosajón)
los declaró inocentes223, siendo lo más grave de dicha sentencia, la
ostensible omisión que dicho órgano judicial hizo de las normas
215 MATA GAMBOA, Jesús, Monograf ía de Cartago, Cartago: Editorial Tecnológica de
Costa Rica, 1999, p. 320.
216
La Gaceta Oficial, N.° 179, 14 de agosto, 1883, pp. 792-793.
217
Dicho mausoleo había sido erigido en 1844 por el suegro del Dr. Figueroa, don
Buenaventura Espinach. El catafalco de don Eusebio fue ubicado en la segunda hilera
de nichos. Junta de Protección Social de Cartago (Oficina de Cementerios). Inventario de
Fosas del Cementerio General de Cartago. Mausoleo Propiedad Familia Espinach (Sección El
Carmen), f. 5, a. 47.
218 Informe de inhumación del Dr. Figueroa Oreamuno, redactado por el Juez del Crimen
de Cartago, Lic. Ismael Alvarado. Archivo Nacional de Costa Rica. Juzgado del Crimen de San
José, Exp. N.° 5.147, f. 28 bis y 28 bis vuelto.
219 OREAMUNO ORTIZ, Nicolás, “Semblanza del Dr. Don Eusebio Figueroa”, Revista de
los Archivos Nacionales, N.º 11-12, 1941, p. 638.
220
THIEL HOFFMAN, Bernardo A., Sexta Carta Pastoral: El Duelo. 1883, pp. 2- 8.
221 Archivo Nacional de Costa Rica. Juzgado del Crimen de San José. Exp. N.° 5.147. 1883,
folios 51-55.
222
ANGULO GURIDI, Alejandro. “Unos acusados por duelo a muerte y el veredicto
absolutorio del Jurado de Calificación (1883)”. En: DOBLES SEGREDA, Luis, Índice
Bibliográfico de Costa Rica (Tomo VII), San José: Imprenta Lehmann, 1935, p. 132.
223 PORTER MURILLO, Hugo, “El Jurado en Costa Rica”. Revista de Ciencias Jurídicas, No.
4, 1964, pp. 126-127.

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vigentes acerca de la penalización del delito de duelo, señaladas en
los artículos 427 a 432 del decimonónico Código Penal de 1880.224
d) Un año más tarde, propiamente el 18 de julio de 1884225, y a
raíz de una serie previa de acontecimientos concatenados226, el
Presidente Fernández Oreamuno, rubricó el primero de varios
decretos, cuyo conjunto pasó a conocerse con el nombre de
las Leyes Anticlericales de 1884.227Así, la primera disposición
realizada por don Próspero fue el ostracismo del Obispo Thiel
Hoffman y de los integrantes de la Compañía de Jesús, mediante
la emisión del Decreto N.º XXIII.228 Seguidamente, firmó el
Decreto N.º XXIV (19 de julio), que promulgó la secularización
de los cementerios229, y cuya fundamentación estribaba en la
citada negativa clerical para inhumar los restos de don Eusebio
en el Panteón de Cartago, así como el Decreto N.º XXXIII230 (22
de julio), que, entre otros aspectos: prohibió el establecimiento de
órdenes monásticas en Costa Rica (art.1.º); desconoció los votos
religiosos que se hubieren dado en dichas instituciones (art. 3.º); y
prohibió la enseñanza religiosa en centros educativos del Estado
(art. 6.º). Asimismo, promulgó el Acuerdo N.º XLVIII231 (26 de
julio), en el cual se reguló los rubros a cobrarse por derechos
de sepultura (art.1.º); y se reglamentó la administración de los
panteones, los cuales fueron colocados bajo la tutela de Juntas de
Caridad municipales (art. 3.º). Por otra parte, suscribió el Decreto
N.º XLV232 (28 de julio), en el que se suprimió la Ley N.º 24233
(emitida en 1852), lo cual, implicó la derogatoria del Concordato
224 Código Penal de la República de Costa Rica, (1880), San José: Imprenta Nacional, 1880,
pp. 136-137.
225 GUTIÉRREZ NÚÑEZ, Pedro R., Calendario histórico: 500 años de historia de Costa
Rica, San José: UACA, 1988, p. 264.
226
BLANCO SEGURA, op. cit., 1984, pp. 150-156.
227 SOLANO MUÑOZ, Edgar, “Entre lo simbólico y lo real: las leyes anticlericales de 1884
en Costa Rica”, Revista de Historia U.C.R.–U.N.A., N.° 29, 1994, p. 63-88.
228
Colección de Leyes y Decretos (1884), San José: Imprenta Nacional, 1885, pp. 258-259.
229
Colección de Leyes y Decretos (1884), San José: Imprenta Nacional, 1885, pp. 259–261.
230
Colección de Leyes y Decretos (1884), San José: Imprenta Nacional, 1885, pp. 262–264.
231
Colección de Leyes y Decretos (1884), San José: Imprenta Nacional, 1885, pp. 294–295.
232
Colección de Leyes y Decretos (1884), San José: Imprenta Nacional, 1885, p. 296.
233
CAMPOS SALAS, Dagoberto, Relaciones Iglesia-Estado en Costa Rica, San José:
Editorial Guayacán, 2000, p. 51.
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
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rubricado con la Santa Sede en aquel año.234 Mediante la circular
N.° II235 (30 de julio), prohibió cualquier recolecta o limosna
religiosa, sino se poseía la respectiva licencia municipal. También
impidió la circulación del semanario Eco Católico de Costa Rica236
(fundado en enero de 1883237, bajo la dirección del presbítero José
Badilla238). Mientras que por medio del Acuerdo N.º LVI239 (18 de
agosto), ordenó al clero abstenerse de cobrar rubro alguno por la
inhumación de cadáveres, permitiéndose ello solo cuando fuese
producto de un acto voluntario de los familiares del fallecido.
Finalmente, dictó el Decreto N.° XXVIII240 (1º de septiembre),
que prohibió la celebración de procesiones religiosas fuera
de los templos, con la excepción de las efectuadas en los días
correspondientes a la Semana Santa, el día de Corpus Christi y
del Santo Patrono de cada cantón o localidad.
e) Para el 3 de enero de 1887241, y considerando que León
Fernández había asesinado a su padre de forma ilegitima y ruin
(al utilizar la mencionada cota o malla de acero), el joven Antonio
Figueroa Espinach, le propinó tres balazos por la espalda, en las
instalaciones de la antigua Estación de Ferrocarril al Atlántico.242
Don León logró sobrevivir al ataque y pocos días después, al
enterarse quien había sido el autor de su atentado, únicamente
exclamó la afamada frase: Buen hijo, pero mal caballero243
234
PICADO GATGENS, Miguel, “Los Concordatos celebrados entre los países de
Centroamérica y la Santa Sede durante el siglo XIX”, Revista de Historia (U.C.R.-U.N.A.), N.°
28, 1993, pp. 214-221.
235
Colección de Leyes y Decretos (1884), San José: Imprenta Nacional, 1885, pp. 302-303.
236 MARTÍNEZ ESQUIVEL, Ricardo, “Documentos y discursos católicos antimasónicos
en Costa Rica (1865-1899)”, Revista de estudios históricos de la Masonería latinoamericana y
caribeña, N.º 1, mayo 2009-noviembre 2009, p. 147.
237
SOTO VALVERDE, Gustavo A., El Magisterio Pastoral Costarricense, San José:
Ediciones CECOR, 1991, p. 46.
238
SÁNCHEZ SOLANO, Esteban, “La identificación del desarticulador del mundo
católico: el liberalismo, la Masonería y el protestantismo en la prensa católica en Costa Rica
(1880-1890), Revista de estudios históricos de la Masonería latinoamericana y caribeña, N.º 2,
diciembre 2010-abril 2011, p. 40.
239
Colección de Leyes y Decretos (1884), San José: Imprenta Nacional, 1885, p. 314.
240
Colección de Leyes y Decretos (1884), San José: Imprenta Nacional, 1885, pp. 350-351.
241
“Suceso desgraciado”, La República, N.° 129, 5 de enero, 1887, p. 2.
242 GUTIÉRREZ, Fernando, “Un camposanto que cambió la historia”, La Nación (Revista
Dominical), 18 de enero, 2004, p. 16.
243

MOLINA SIVERIO, op. cit., 2003, p. 18.
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Días más tarde y como consecuencia de las graves heridas,
Fernández Bonilla falleció en horas de la noche del 9 de enero244,
sepultándosele en el Cementerio de Alajuela.245
f ) El mismo día en que Figueroa Espinach atentó contra don
León, el Juzgado de 1ª. Instancia del Crimen de San José, inició
un proceso penal en su contra por el delito de Homicidio con
Alevosía.246 Pero, el 13 de marzo247, y después de que el vástago
de don Eusebio aceptó de modo expreso su autoría material en
los hechos referidos248 (utilizando como excusa legal, el haber
actuado en razón de una venganza filial), el Tribunal de Jurado
que juzgó la causa, procedió a emitir una sentencia absolutoria
a su favor249, oponiéndose esta vez, a lo señalado en la normativa
penal vigente, para los casos de Homicidio.
g) Finalmente, las reiteradas irregularidades judiciales
acontecidas en los proceso de 1883 y de 1887, propiciaron que la
opinión pública en general y el gremio del Colegio de Abogados
en particular, empezasen a pronunciarse a favor de eliminar
la anacrónica Ley de Jurado, precisamente por los resultados
nefastos e inauditos que ambos procesos habían producido. Por
lo que, finalmente, en julio de 1903250, dicha ley fue derogada, en
virtud del Decreto N.° XXXVII.251 A partir de ello, se instauró el
sistema de juzgamiento procesal penal que actualmente se aplica
en Costa Rica.
244 Archivo de la Cura Diocesana de Alajuela. Libro de Defunciones de la Parroquia de
Alajuela, N.º 17, folio 102, asiento 813 y Certificación de Partida de Defunción de León
Fernández Bonilla, extendida en 1958, por el vicario de Alajuela, presbítero Clodoveo Hidalgo
Solano.
245
Cementerio General de Alajuela. Inventario de fosas: Familia de León Fernández,
derecho N.º 45, tomo N.º 1, folio N.º 321 (Sección: Cuadro B).
246
Archivo Nacional de Costa Rica. Juzgado del Crimen de San José. Exp. N.° 6.192. 1887.
247
“Jurado”, La República, N.° 186, 13 de marzo, 1887, p. 3.
248
“El proceso Figueroa”, La República, N.° 187, 15 de marzo, 1887, p. 3.
249 HOUED VEGA, Mario A., “Comentario sobre el Sistema de Jurados en la Legislación
Costarricense (1873-1903)”. Revista de Ciencias Jurídicas, N.° 51, 1984, p.109.
250 SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Los sistemas normativos en la historia de Costa Rica,
Heredia: Ediciones Chico, 2008, p. 414.
251
Colección de Leyes y Decretos (1903), San José: Tipograf ía Nacional, 1903, pp. 9-10.
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
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C IV
L  
Epílogos inexorables
Al transcurrir cinco años desde el infausto deceso del
Dr. Figueroa Oreamuno, los diputados Demetrio Tinoco Iglesias,
Francisco Aguilar Barquero252 y Pedro García Oreamuno,
presentaron un proyecto de ley ante el Congreso, el 6 de julio
de 1888, para dotar de una pensión a doña María Cristina
Espinach, en razón de su dif ícil estado de viudez.253 La moción
fue unánimemente aprobada dos días después por la Comisión de
Gracia, y de seguido, el 14 de julio, el Plenario emitió el Decreto
N.° XXXIII254, asignándose un monto de setenta y cinco pesos
mensuales a la citada viuda de don Eusebio
En los años subsiguientes, tanto los hijos del Dr.
Figueroa, así como su esposa, fueron paulatinamente falleciendo,
en diversas circunstancias y localidades.
252 Algún tiempo después asumió la representación legal de doña María Cristina en el
proceso sucesorio respecto de los bienes del Dr. Figueroa Oreamuno. Archivo Nacional de
Costa Rica. Fondo: Mortuales Independientes de Cartago, Exp. N,° 1.251.

253
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Congreso, Exp. N.° 9510, f. 1-7 vuelto.
254
Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo: Congreso, Exp. N.° 9706, f. 1-2.
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E C F
Así, el 27 de enero de 1892255 y a la temprana edad
de 26 años, falleció en la lejana ciudad de Liberia, el joven
Antonio Figueroa, como resultado de un fulminante accidente
hemorrágico-cerebral. Misma situación que aconteció con la hija
mayor de don Eusebio, María Isabel, cuyo deceso se verificó en
Cartago, el 12 de abril de 1899.256
Con el arribo del nuevo siglo, propiamente en horas de
la noche del 11 de octubre de 1908257 y después de varios años de
estar sufriendo una gravosa afección viral, doña María Cristina
Espinach falleció en la provincia cartaginesa, siendo inhumada
junto a la tumba del Dr. Figueroa Oreamuno258, tal y como lo había
solicitado en sus últimos días de vida.
El sexto de los hijos de don Eusebio, Juan M. Gonzalo
murió en la ciudad de San José, el 3 de diciembre de 1924.259
Mientras que el fallecimiento de su hijo menor, Luis Flaviano,
sobrevino en Cartago en medio de una serie de circunstancias
trágicas, el 5 de enero de 1941.260 Para el 22 de mayo de 1952261,
se produjo en San José, la muerte de su tercera hija, Clementina
Victoria.
Únicamente se desconoce el paradero y avatares de
vida del cuarto hijo del matrimonio Figueroa-Espinach, Roberto
Maclovio, pues al arribar a la mayoría de edad, abandonó Costa
255 Tribunal Supremo de Elecciones-Registro Civil, “Certificación de Acta de Defunción:
Antonio Figueroa Espinach”, Libro de Defunciones Provincia de Guanacaste, N.° 2, f. 114, a.
882.
256 Tribunal Supremo de Elecciones-Registro Civil, “Certificación de Acta de Defunción:
María Isabel Figueroa Espinach”, Libro de Defunciones Provincia de Cartago, N.° 10, f. 473, a.
12.448.
257 Tribunal Supremo de Elecciones-Registro Civil, “Certificación de Acta de Defunción:
María Cristina Espinach Bonilla”, Libro de Defunciones Provincia de Cartago, N.° 23, f. 65, a.
27.437.
258
Cementerio General de Cartago. Inventario de Fosas: Sucesión de Buenaventura
Espinach, derecho N.° 757, a. N.° 47, nicho N.° 5 (Sección: El Carmen).
259 Tribunal Supremo de Elecciones-Registro Civil, “Certificación de Acta de Defunción:
Gonzalo Figueroa Espinach”, Libro de Defunciones Provincia de Cartago, N.° 55, f. 183, a. 365.
260 Tribunal Supremo de Elecciones-Registro Civil, “Certificación de Acta de Defunción:
Luis Figueroa Espinach”, Libro de Defunciones Provincia de Cartago, N.° 84, f. 200, a. 399.
261 Tribunal Supremo de Elecciones-Registro Civil, “Certificación de Acta de Defunción:
Clementina Figueroa Espinach”, Libro de Defunciones Provincia de San José, N.° 213, f. 159, a.
317
T F A C

E C F
Rica sin informar a sus familiares o amigos, acerca de algún detalle
o menester de su periplo. Por lo que, hasta el presente, se ignora
cualquier referencia sobre que fue de su vida o destino.262
Olvido inaudito
A pesar de las destacadísimas improntas decimonónicas
del Dr. Figueroa Oreamuno, el recuerdo de su vida y obra estuvo
sumido en la más inaudita y paradójica desidia histórica durante
casi todo el transcurso del siglo XX.263
Como excepción a lo anterior, el 27 de diciembre de
1900, las autoridades del Poder Ejecutivo (administración
Iglesias Castro), por medio del Decreto N.° 77, designaron a
la empresa inglesa Waterlow & Sons, para que emitiesen una
serie de timbres postales con las efigies de varios e importantes
políticos costarricenses de antaño. Entre dichos sellos, estuvo
incluida la figura del Dr. Figueroa, cuyo primer tiraje salió a la
venta, el 1º de enero de 1901.264 Posteriormente, durante el
gobierno del Presidente A. Esquivel Ibarra se emitió otro timbre
de don Eusebio en 1903 (color lila grisáceo y café); así como en
1907 (color lila grisáceo y negro) bajo la primera administración
del mandatario C. González Víquez; y en 1910 (color violeta
oscuro) en el transcurso del primer gobierno de don R. Jiménez
Oreamuno, con un valor de 25 céntimos cada uno.265
Ese último año y como consecuencia del devastador
Terremoto de Santa Mónica266 (acaecido el 4 de mayo267), la ciudad
262 FERNÁNDEZ PIZA, Mario, “Genealogía de la Noble Casa de Espinach”, Revista de la
Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas, N.° 25, 1978, pp. 98-99.
263 ARIAS CASTRO, Tomás Federico, “Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno”, La Nación, 7 de
agosto, 2007, p. 32 A.
264 SÁENZ MATA, Carlos, Era de oro de la Filatelia Costarricense (1863-1903), San José:
Editorial Costa Rica, 1984, pp. 225-226.
265 Signaturas A-42, A-49 y A-59. Stanford Postage Stamp Catalogue, Scott Publishing Co.
(Vol. 2), 2006.
266
GONZÁLEZ VÍQUEZ, Cleto, Temblores, terremotos, inundaciones y erupciones
volcánicas en Costa Rica (1608-1910), San José: Tipograf ía Avelino Alsina, 1910, pp. 139.
267 FERNÁNDEZ ESQUIVEL, Franco, Terremoto: Los terremotos de Cartago en 1910, San
José: Uruk Editores S.A., 2008, p. 26.

T F A C
E C F
de Cartago fue arrasada, siendo destruidas casi todas las tumbas
y lápidas de su antiguo y emblemático panteón. Pero, debido a lo
sólido de su estructura, el mausoleo Espinach (donde como ya se
indicó, se encontraban los restos del Dr. Figueroa desde 1883), no
fue afectado en modo alguno, por los efectos de dicho movimiento
telúrico. Por lo que incluso, su placa interior original (color negro
con ribetes plateados268, con una columna trunca en su parte
superior269), así como la inscripción exterior270 en idioma latín:
In te Domine Speravi Non Confudar In Eternum271, no sufrieron
daños de ninguna consideración. Ello provocó que, con el paso
de los años, dicha construcción funeraria fuese declarada como
Patrimonio Cultural, Histórico y Arquitectónico del Cementerio
General de Cartago.272
Asimismo y de modo particularmente lacónico, solo el
distinguido historiador alajuelense, Rafael Obregón Loria, elaboró
tres pequeños artículos biográficos acerca del Dr. Figueroa, los
cuales publicó en la década de los años cuarenta bajo los títulos
de: Dr. Don Eusebio Figueroa Oreamuno273 (1941), El Dr. Figueroa
y nuestra antigua Universidad274 (1942) y Doctor Eusebio Figueroa
Oreamuno275 (1949).
Para 1970, las autoridades municipales cartaginesas
confirieron, a la calle tercera de dicho cantón, el nombre de Dr.
Eusebio Figueroa Oreamuno, colocándose una placa de metal
alusiva al costado oeste de dicho centro educativo. Acto que fue
seguido, el 6 de agosto de 1981 y con ocasión del centenario de
268
Cementerio General de Cartago. Inventario de Fosas: Sucesión de Buenaventura
Espinach, derecho N.° 757, asiento N.° 47, nicho N.° 5 (Sección: El Carmen).
269 OREAMUNO ORTIZ, Nicolás, “Semblanza del Dr. Don Eusebio Figueroa”, Revista de
los Archivos Nacionales, N.º 11-12, 1941, p. 639.
270
Figura triangular elaborada en mármol blanco. Cementerio General de Cartago.
Inventario de Fosas: Mausoleo Propiedad Familia Espinach, f. 5, a. 47.
271
ESPINACH, Ulises, Estampas familiares y once composiciones en verso, San José:
Imprenta Elena, 1964, p. 38. Traducción: En ti Señor espero, no ser defraudado en la eternidad.
272
Junta de Protección Social de Cartago, Informe para declaratoria de fosas como
Patrimonio Cultural, Histórico y Arquitectónico del Cementerio General de Cartago, Cartago,
1994, pp. 2-3.
273
Revista de los Archivos Nacionales, N.º 9-10, pp. 507-516.
274
Revista de los Archivos Nacionales, N.º 11-12, pp. 578-581.
275
Revista Eureka, N.º 7, pp. 12-13.
T F A C

E C F
fundación del Colegio de Abogados, de un emotivo discurso de
recordación de su vida, emitido por el Presidente de la Junta
Directiva de dicho gremio.276
De modo curioso, el 10 de noviembre de 2002277, el delito
de duelo fue derogado del ordenamiento penal costarricense, por
medio de la Ley N.° 8250, emitida el 2 de mayo de 2002. 278
Finalmente, los personeros de la Junta de Protección
Social de Cartago, colocaron una placa en honor al Dr. Figueroa279
en su mausoleo, el 2 de noviembre de 2005. Acto al que
concurrieron algunos de los descendientes de don Eusebio.280
Homenaje sempiterno
Al conmemorarse el 125º aniversario de fundación del
Colegio de Abogados, el suscrito autor presentó a sus compañeros
de la Junta Administradora de dicho ente, una proposición
para que la tradicional actividad anual en honor a los juristas
costarricenses llevase el nombre de Semana Académica y
Cultural del Abogado 2007: Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno.281
La moción fue unánimemente aprobada por dicho órgano, así
como por su Junta Directiva y durante el transcurso de la misma,
se efectuaron varios homenajes al Dr. Figueroa Oreamuno,
destacándose el papel que esta institución había desempeñando
en nuestra historia jurídica y política, desde su fundación en 1881.
Actividades que tuvieron como punto culminante la realización
276
RODRÍGUEZ ECHEVERRÍA, Manuel E., “Discurso del Presidente del Colegio de
Abogados, en ocasión de celebrarse el centenario de Fundación del Colegio de Abogados de
Costa Rica”, Revista de Ciencias Jurídicas, N.° 44, 1981, p. 15.
277 Sección IV, artículos 131-138. Código Penal (1970), San José: Ediciones Investigaciones
Jurídicas S.A., 2003, pp. 80-81
278
La Gaceta Oficial, N.° 89 (Alcance N.° 37), 10 de mayo, 2002.
279
Figura rectangular elaborada en mármol blanco. Cementerio General de Cartago.
Inventario de Fosas: Mausoleo Propiedad Familia Espinach, f. 5, a. 47.
280
Cartago al día, noviembre, 2005, p. 5.
281
Moción del Lic. Tomás Federico Arias Castro. Junta Administradora del Colegio
de Abogados, Acuerdo N.° 3.5, aprobado en sesión N.° 06-07 (22 de febrero, 2007); y Junta
Directiva del Colegio de Abogados, Acuerdo N.° 2007-09-042 aprobado en sesión N.° 09-07 (7
de marzo, 2007).

T F A C
E C F
de la mesa redonda: El Derecho y el Colegio de Abogados en la
formación del Estado Costarricense.282
Asimismo, el suscrito autor, mocionó ante los dos órganos
ya citados, para que se confeccionase una placa marmórea alusiva
al Dr. Figueroa, con el fin de que fuese empotrada en su mausoleo;
la petitoria fue aprobada por ambas entidades283 y materializada
en horas de la mañana del lunes 6 de agosto de 2007, cuando en
medio de una concurrida y sentida actividad conmemorativa, se
celebró el 126º aniversario de fundación del Colegio de Abogados.284
Al año siguiente, el 23 de octubre de 2007285, el suscrito
autor y el diputado José Manuel Echandi Meza (descendiente
del ya citado hermano de don Eusebio, don José María Figueroa
Oreamuno), presentaron un proyecto de ley conjunto ante la
Asamblea Legislativa, para que dicho Poder de la República
procediese a la Declaratoria de D. Eusebio Figueroa Oreamuno
como Benemérito de la Patria286.
Por último, el 19 de enero de 2009, el suscrito autor
presentó a la Junta Administradora y la Junta Directiva del Colegio
de Abogados una nueva moción con el objetivo de designar la Sala
de ex-Presidentes de dicho colegio profesional, con el nombre de
Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno, así como para colocar un retrato
suyo en el citado salón287; ambas propuestas fueron aprobadas
282
Dicha actividad se celebró en al auditorio Pablo Casafont Romero del Colegio de
Abogados, el viernes 25 de mayo de 2007, con la participación de los historiadores Marco A.
Fallas Barrantes, Berny A. Arias Hidalgo y Chester Zelaya Godman. Colegio de Abogados
de Costa Rica, Semana del Abogado: Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno, San José: Colegio de
Abogados de Costa Rica, 2007, p. 3 y La Nación, 13 de mayo, 2007, p. 13.
283 Moción del Lic. Tomás Federico Arias Castro. Junta Administradora del Colegio de
Abogados, Acuerdo N.° 7.1, aprobado en sesión N.° 23-07 (5 de julio, 2007) y Junta Directiva
del Colegio de Abogados, Acuerdo N.° 2007-26-026, aprobado en sesión N.° 26-07 (13 de julio,
2007).
284
ARIAS CASTRO, op. cit., 2007, p. 32 A.
285
La Gaceta Oficial, N.° 229, 28 de noviembre, 2007, p. 6.
286 Asamblea Legislativa de Costa Rica. Declaratoria como Benemérito de la Patria a Dr.
Eusebio Figueroa Oreamuno, Exp. N.° 16.822
287 Mociones del Lic. Tomás Federico Arias Castro. Junta Administradora del Colegio de
Abogados, Acuerdos N.° 4.4, 4.7, 4.4 y 5.1, aprobados, respectivamente, en sesiones N.° 02-09
(19 de enero, 2009), N.° 03-09 (26 de enero, 2009), N.° 05-09 (9 de febrero, 2009), y N.° 30-09 (18
de agosto, 2009) y Junta Directiva del Colegio de Abogados, Acuerdo N.° 2009-31-034 aprobado
en sesión N.° 31-09 (7 de septiembre, 2009).
T F A C

E C F
y posteriormente materializadas en el marco de una ceremonia
formal de inauguración, acaecida en diciembre de ese mismo
año.288
Ultima elucubración
Sin lugar a duda de ninguna especie o naturaleza, la
conclusión inexorable a la que conduce la presente investigación,
radica en la idea de que, la eximia figura del Dr. Eusebio Figueroa
Oreamuno, traspasa los límites temporales de la época en la
que se desarrolló su existencia terrena, para colocarse en el
distinguido sitial que la historia costarricense le tiene asignado
a sus más emblemáticos y preclaros personajes.289 Pues, si bien
es cierto, los tristemente célebres sucesos acaecidos en agosto
de 1883, le privaron de su vida, fueron estos mismos hechos los
que le permitieron acceder, de modo soberbio, a las más ilustres
páginas de nuestra historia nacional.
No en vano, y como justo epitafio a su egregia memoria,
el ex mandatario nacional e ilustre jurista, Dr. José M. Castro
Madriz, pronunció el día de su entierro, las siguientes y
emblemáticas palabras, las cuales, siguen siendo tan certeras hoy,
como desde 1883:
“(...) De índole grave pero adornado de las
más finas maneras,
sin faltar una afabilidad oportuna y exquisita,
de trato sencillo, conversación amena,
atractiva y ocurrente;
de moralidad acrisolada e intachables
costumbres,
accesible al válido como al infeliz,
laborioso
y
ordenado,
caritativo
y
desinteresado...
288 ARIAS CASTRO, Tomás Federico, Reinauguración: Sala de ex Presidentes del Colegio
de Abogados de Costa Rica, San José: Colegio de Abogados de Costa Rica, 2009, pp. 1-2.
289 ARIAS CASTRO, Tomás Federico “Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno: Primer Presidente
del Colegio de Abogados”, Revista El Foro (Colegio de Abogados de Costa Rica), No. 8, 2008, p.
29.

T F A C
E C F
el Dr. Figueroa Oreamuno prestó importantes
servicios a la patria,
los prestó con la rectitud e hidalguía que
siempre lo caracterizaron,
con la firmeza y energía que le eran propias
He ahí al Dr. Eusebio Figueroa:
hijo del deber en todas las manifestaciones de
la vida,
hijo de la patria en todas las manifestaciones
de la política,
pudo repetir envuelto en el postrer lienzo, el
célebre dicho:
todo se ha perdido, menos el Honor
en la heroicidad de su muerte,
está retratada la heroicidad de su vida,
murió dejando en el altar de la patria y del
honor:
todo su haber, sus opiniones y su sangre
(...)”290
290 ARIAS CASTRO, Tomás Federico, Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno (su derrotero e
impronta en la historia decimonónica costarricense), San José: EUCR, 2011, epígrafe.
T F A C

E C F
C
Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno
1827.-
Nace en la ciudad de Cartago, hijo de don Antonio
Figueroa Álvarez y doña Ramona Oreamuno Jiménez.
1840.-
Fallece su padre y se traslada a Granada, Nicaragua a
cursar estudios superiores.
1851.-
Obtiene el Doctorado en Derecho Civil, en la Universidad
Oriental de Nicaragua, a los 24 años de edad.
1853.-
Regresa a Costa Rica y es inscrito en el Catálogo de
Abogados de la República, bajo el numeral 15.
1854.- Retorna a Nicaragua, en donde se desempeña
sucesivamente como asesor jurídico-comercial, Fiscal
General del Ejército, redactor del periódico La Gaceta
Oficial, Diputado de la Cámara de Representantes,
Secretario de la embajada nicaragüense en Guatemala,
Secretario honorario de la Legación de Nicaragua en
París, Ministro Plenipotenciario de Nicaragua ante los
gobiernos de Centroamérica.

1862.-
Regresa a Costa Rica.
1863.-
Es designado Ministro Plenipotenciario de nuestra
nación, ante la República de El Salvador.
T F A C
E C F
1863.-
Es nombrado Director y Redactor del periódico La
Gaceta Oficial y Director de la Imprenta Nacional de
Costa Rica.
1863.-
Contrae matrimonio con la señorita María Cristina
Espinach Bonilla.
1864.-
Es nombrado miembro de la Dirección de Estudios y
catedrático de Educación Política en la Universidad de
Santo Tomás.
1864.-
Es designado Fiscal de la Corte Suprema de Justicia.
1866.-
Es elegido Rector de la Universidad de Santo Tomás.
1867.-
Le es asignada la cátedra de Derecho Público en la
Universidad de Santo Tomás.
1868.-
Es designado Magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
1868.-
Es nombrado Secretario de Estado en los despachos de
Gobernación, Fomento, Justicia, Guerra y Marina.
1868.-
Ejerce el cargo de Comandante General del Ejército, en
su condición de Secretario de Guerra y Marina.
1869.-
Es elegido Diputado Constituyente por Cartago.
1869.-
Es designado miembro de la comisión redactora
constituyente.
1869.-
Obtiene la renuncia del general Lorenzo Salazar A. como
Comandante del Cuartel de la Artillería.
1869.-
Es electo Vicepresidente de la Asamblea Constituyente.
1869.-
Obtiene la renuncia del general Máximo Blanco R. como
Comandante del Cuartel Principal.
T F A C

E C F

1869.-
Es nombrado Primer Designado a la Presidencia de la
República, de la administración Jiménez Zamora.
1869.-
Ejerce la Presidencia de la República durante el 21 y el 22
de mayo.
1869.-
Viaja a Europa con el rango de Ministro Plenipotenciario,
con el fin de conseguir un empréstito en Inglaterra.
1870.-
Realiza la primera expedición a la zona sur del país, con
el fin de ubicar las legendarias Minas de Tisingal, no
logrando resultados positivos.
1870.-
Se le encausa junto al ex presidente Jiménez Zamora y
otros ex secretarios de estado, en un procedimiento
acusatorio legislativo, por parte de algunos integrantes
de la Comisión de Justicia del Congreso.
1870.-
El Presidente Tomás Guardia G. decreta a favor del Dr.
Figueroa y los demás encartados una amnistía general.
1875.-
Emprende la segunda expedición en busca de las Minas
de Tisingal, obteniendo el mismo resultado que en
1870. Pero este periplo lo lleva a la Isla del Coco, la cual,
debido a su accionar, queda oficialmente incorporada al
territorio costarricense.
1876.-
Es nombrado miembro de una Comisión Especial del
Congreso para pronunciarse sobre un diferendo limítrofe
con Nicaragua.
1876.-
Es designado Magistrado de la Corte Suprema de Justicia,
por segunda ocasión y concomitantemente Presidente
de la Sala Segunda de dicho poder.
1876.-
Es designado Presidente de la Corte Suprema de Justicia
y Decano del Cuerpo de Abogados de la República.
1877.-
Es reelegido como Presidente de la Corte Suprema de
Justicia y como Decano del Cuerpo de Abogados de la
República.
T F A C
E C F
1879.-
Es elegido como Jurado Propietario del Tribunal de
Jurado Común.
1881.-
Es elegido primer Presidente del Colegio de Abogados
de Costa Rica, de cuya creación, había sido su principal
artífice
1882.-
Es elegido Vocal de la segunda Junta Directiva del Colegio
de Abogados de Costa Rica.
1883.-
Es designado Secretario de Estado en los despachos
de Relaciones Exteriores, Instrucción Pública, Culto y
Beneficencia.
1883.-
Ocupa por segunda ocasión el rectorado de la Universidad
de Santo Tomás.
1883.-
Ejerce la presidencia de la junta directiva del Club
Internacional de San José.
1883.-
El sábado 11 de agosto, a las 8 de la mañana, en un predio
cercano a La Sabana y como consecuencia de un Duelo
de Honor, fallece como producto de un balazo disparado
por el Lic. León Fernández Bonilla.
1883.-
El presidente de la República, don Próspero Fernández
decreta que su sepelio se realice con los honores
nacionales de un funeral de Estado.
1883.-
El Delegado Episcopal, Dr. José Zamora Castro, prohíbe
la sepultura eclesiástica de su cadáver, al haber fallecido
en un Duelo de Honor.
1883.-
Debido al clamor público del numeroso grupo de gente
que acompaña su cortejo fúnebre, es sepultado en el
Cementerio General de Cartago.
1888.-
Se decreta una pensión de honor a favor de la viuda del
Dr. Figueroa, doña María Cristina Espinach Bonilla y sus
hijos menores de edad.
T F A C

E C F

1901.-
Se emiten una serie de timbres postales conmemorativos,
con la efigie del Dr. Figueroa Oreamuno, reimprimiéndose
esta en 1903, 1907 y 1910.
1970.-
La calle tercera de la ciudad de Cartago es bautizada con
el nombre de: Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno.
2005.-
La Junta de Protección Social de Cartago coloca una
placa conmemorativa en el mausoleo del Dr. Figueroa,
en el Cementerio General de Cartago.
2007.-
El Colegio de Abogados de Costa Rica designa a la
Semana Académica y Cultural del Abogado 2007, con el
nombre de: Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno.
2007.-
El Colegio de Abogados de Costa Ricas coloca una placa
conmemorativa en el mausoleo del Dr. Figueroa, en el
Cementerio General de Cartago.
2007.-
Se presenta el proyecto legislativo N.° 16. 822, para
declarar al Dr. Figueroa Oreamuno, como Benemérito de
la Patria.
2009.-
El Colegio de Abogados de Costa Rica designa a la Sala
de ex Presidentes de dicho ente, con el nombre de: Dr.
Eusebio Figueroa Oreamuno.
T F A C
E C F
A I
B H
Vamos a presentar una armazón de banco para que sea
examinado a la faz de la ciencia, y de la experiencia, para que se
le busque el pie o pies de que cojea y se indiquen los medios de
pararlo en firme. Al decir armazón, se quiere dar a entender de
que es la forma de lo que vamos a ocuparnos, que la sustancia es
hipotética. Como esa idea es popular, popularísima, se desea una
discusión franca por la prensa, en todos los tonos, sin excluir el del
tío Simón.
Supongamos que el Gobierno tiene cien o doscientos mil
pesos en dinero, y quiere formar un banco hipotecario, para hacer
adelantos a los agricultores, a un año de plazo, con el interés de
6 por 100 y sin exigirles fiadores, pero ve que ese capital es poca
cosa, y que aunque podría emitir billetes por una suma igual, lo que
no carece de precedentes, este aumento no sería suficiente para su
objeto, que es levantar la agricultura, ni quiere tampoco hacer una
emisión en descubierto.
Supongamos que dos o trescientos de los costarricenses
que tienen sus fincas libres y que no tienen como atenderlas ni
mejorarlas, porque no pueden encontrar dinero a un tipo que no
sea ruinoso, le ofrecen al Gobierno, sus propiedades, cuyo valor
monta a quinientos mil pesos, y por un tiempo determinado para
que con ellas garantice una emisión de billetes de libre circulación
T F A C

E C F
por igual suma, a condición de que el Gobierno le haga adelantos a
cada uno en los términos expresados, por la sexta parte del valor de
su respectiva propiedad y a condición también de que, cuando todo
turbio corra la Nación le responda por el valor de sus propiedades.
Supongamos que el Gobierno acepta tan importante
ofrecimiento, busca con linterna los hombres que deben
administrar ese banco, en cuya elección tomarían parte los
propietarios interesados, que pudiendo dárseles el carácter de
socios fundadores, algún otro privilegio merecerían: -que hace una
emisión de billetes por valor de quinientos mil pesos garantizados
con estas propiedades, como si fueran barras de metal precioso
y pone en caja los doscientos mil pesos para el cambio eventual
de billetes en el curso de los negocios. He aquí el banco parado.
Vamos ahora a ponerlo enmarca.
Supongamos que pone en circulación, por medio
de adelantos, los quinientos mil pesos, tomando en cambio
obligaciones hipotecarias; resultaría que el valor de estas
obligaciones, agregado al valor de las propiedades que aseguraron
la emisión, formarían la suma de un millón de pesos, y que los
billetes estarían asegurados con el doble de su valor nominal.
Agotada aquella emisión a los tres o cuatro meses, no esperando
reembolsos, porque el vencimiento de las obligaciones es a un año,
podría hacer una nueva emisión si fuera necesario, asegurada como
la primera, con un valor igual, aparte de que este banco continuaría
en movimiento aun sin ella; pues considerándolo como la tabla de
salvación después del naufragio, tendría toda la protección del
Gobierno y de la comunidad interesada, administraría las rentas
nacionales y aun las municipales, recibiría los depósitos judiciales
y cualesquiera otros en dinero, efectos de comercio o alhajas y
podría hacer otra muchas operaciones. Al hacer sus préstamo,
estipularía que el tomador recibiera el 10 por 100 en acciones del
mismo banco, y de este modo, pronto llegaría a arraigarse esta
institución en todo el país.
Vamos ahora a entrar en la más graves suposiciones ¡Que
suposiciones! Me parece oír decir al tío Simón: va usted a entrar en
la mayor dificultad, en un imposible, nada menos; - por aquí si que
no pasa esa armazón: -¿Quién le recibe esos billetes?
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E C F
Tendría mucha razón para alarmarse el tío Simón. Ese es el
busilis; y es tanto más seria esta dificultad, cuanto que el Gobierno
no pretendería en ningún caso usar de violencia, sino procurar una
circulación voluntaria de los billetes, a la par, se entiende, porque
si hubiéramos de entrar en el agiotaje, el remedio sería peor que el
mal.
No desmayaremos, sin embargo. Los grandes males no
se curan con medicinas caseras: probemos de salvar la armazón,
aunque sea en el papel, que al fin y al cabo, nada se pierde. ¿Quién
no recibe esos billetes o por que? Los bancos, respondería el tío
Simón, por la muy sencilla razón de que no los podrían convertir
en plata cuando ellos quisieran. Muy bien: vamos a ver si los bancos
tendrían razón.
El crédito de un banco, como el de un Gobierno o un
individuo particular, consiste en la honorabilidad personal y en
la responsabilidad de su propiedad, ya consista esta en metálico
u otros efectos o en valores raíces, que son los que más garantías
ofrecen. Esto puede decirse que es un principio universal. En todos
los bancos del mundo, el crédito hace que circulen los billetes y
los efectos de comercio, sin darse estricta cuenta cada cual, de
si los valores circulantes podrían ser convertidos en dinero en
un momento dado o a cada momento. Si esta cavilación llegara
a constituir una regla de conducta, sería preciso cerrar todos los
bancos, fábricas y almacenes y borrar del diccionario la palabra
crédito. Ofenderíamos a los bancos a que se refiere el tío Simón,
si supusiéramos que abrigaran desconfianza del Gobierno o de las
personas que fueran llamadas a administrar el banco hipotecario.
Veamos, ahora, si las responsabilidades enunciadas serían efectivas
en el caso más adverso, en que por mal manejo o por operaciones
desgraciadas de gran monto, se produjera un pánico que hiciera
quebrar el banco. Las propiedades raíces, se dice que no valen
nada entre nosotros y por eso los bancos no dan dinero, sobre
ellas: poco a poco; que esto no lo diría el tío Simón. La propiedad
raíz es el valor más positivo que existe en todo lo creado, y tanto
es así y también entre nosotros, que esos mismos bancos que no
la admiten en garantía, no tiene en definitiva otro valor con que
pagarse.
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
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¿Qué ha sido del crédito y del dinero y alhajas de tantos
deudores y fiadores que yacen hoy bajo una cruz en los libros de
los bancos? Esos valores están sepultados con sus dueños y sólo ha
quedado a los bancos la propiedad raíz que ellos tenían. Cuando
Aristóteles dijo: “el dinero es el fiador de la humana indigencia”,
debió añadir: “y el fiador del dinero es la propiedad raíz”.
Dígase que la tierra es un monstruo que no produce cada
tres meses ni produce lo bastante para llenar las aspiraciones que
sobre ella se cifran y esto será lógico, así como lógico que el buey no
puede competir con el caballo en la carrera, y como también lo es
que hemos estado apostando al buey; y que si siguiéramos en esta
porf ía, tendríamos que emigrar en calidad de colonos, buscando
un país en que valiera algo la propiedad raíz.
Sentado que los bancos no son ni pueden ser los que digan
que la tierra no vale nada aquí, porque en circunstancias dadas
no se encuentra dinero para comprarla, veamos que necesidad
tendrían ellos de convertir en dinero todos los días o todos los
años los billetes que recibieran del banco hipotecario. Admitido,
que este no se formaría por especulación, sino como un medio de
salvar la agricultura; que por su organización admitiría la entrada
de centenares y de millares de personas que aumentarían su
crédito y responsabilidad; que sus billetes serían recibidos en todas
las oficinas del Gobierno y cambiados, en caso de necesidad, en
el mismo banco; que con ellos se comprarían todos los productos
de exportación, y que cuando en falta de éstos, hubiera necesidad
de girar sobre plazas extranjeras, no faltaría dinero en las arcas
de este banco o de los otros, no encontramos razón alguna para
que no tuvieran en el banco hipotecario la misma confianza que
sus propios accionistas; y antes bien, creemos que se prestarían
gustosos a ayudar al Gobierno en el noble propósito de evitar la
completa ruina del país.
Examinemos ahora, si les convendría rechazar los
billetes. Los bancos tienen un gran valor en créditos hipotecarios
y aunque el banco hipotecario en su formación no admitiría sino
propiedades libres, es seguro que en sus operaciones ayudaría a
rescatar las fincas hipotecadas, puesto que esto entra en sus fines
de proteger la agricultura. (El Banco de Ayuda se estableció en

T F A C
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Rusia para ayudar a libertar de hipotecas las propiedades raíces).
Los billetes que recibieron en pago de sus créditos hipotecarios,
representarían una garantía mucho mayor que la de éstos, y además
recibirían en cambio un medio circulante que es lo mismo que la
moneda. Por otra parte, sus deudores y fiadores que hoy están en
dificultad de pagar, encontrarían más recursos para hacerlo, así es
que á los bancos les convendrían mucho ayudar y dar crédito al
banco hipotecario.
Vamos más al fondo: si los directores de los expresados
bancos, están convencidos, como deben de estar, de que es
imposible, económicamente hablando; la continuación indefinida
de sus operaciones de hoy; si reconocen, como no pueden menos
de reconocer, que es muy sagrado el derecho que tiene Costa Rica
para procurar salvar el resto de sus propiedades por medios lícitos,
como son la asociación de sus fuerzas, de sus recursos y de su
crédito bajo la ayuda y protección del Gobierno, no creemos que
ellos trataran este establecimiento como a un competidor en el
negocio y le declararan, en consecuencia, abierta hostilidad. No; por el contrario, estamos seguros de que ayudarían al Gobierno y
al país en este esfuerzo supremo.
¿Y de que modo le ayudarían sin perjudicarse?
Veámoslo: 1.º Bajando el tipo de interés, porque esto no es ningún
perjuicio, y adoptando, en cuanto su giro lo permita, las mismas
condiciones del banco hipotecario. Esto haría levantar el espíritu
de los costarricenses a punto de que se creerían ya salvados;
2.º Trasladando sus capitales y especies al banco hipotecario,
encargándose del manejo un directorio compuesto de ellos
mismos, lo cual, creemos, no encontraría objeción en ninguna
parte; y 3.º En caso de que no les conviniera por ahora el negocio
con tan poca utilidad, y en la mira de evitar los sacrificios de una
pronta realización de hipotecas, podrían liquidar esos créditos
con un interés módico que, aunque no fuera tan bajo como el
que esperamos obtener de los tenedores de bonos de Costa
Rica, permitiera a sus deudores, mediante el interés acumulativo
para la amortización del capital, pagar sus créditos sin quedar
enteramente arruinados. El banco hipotecario aceptaría gustoso
la trasmisión de dichos créditos mediante un arreglo, pues que
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
E C F
esto entra en su propósitos de salvación. Así es que hasta para
retirarse encontrarían ventaja en esta institución hipotecaria, que
por su objeto, por la naturaleza de su garantías, por el considerable
número de personas que entrarían en ella, por la respetabilidad
de sus directores y por los prestigios de que gradualmente se iría
rodeando, estaría llamada a gozar de un respeto y popularidad
hasta ahora desconocidos en Costa Rica.
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IMPRENTA NACIONAL - CALLE DE LA MERCED
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E C F
A II
LA ALQUIMIA MODERNA
Yo creía, con perdón de U., que la Alquimia no existía ya
en este siglo, y que los alquimistas de cabellos largos, con anteojos,
gorro, bata y chinelas, metidos en su consabido cuarto atestado de
libros, retortas, hornillos y reactivos, era un tipo desconocido ya
en estos tiempos; y que si bien es verdad que todos nos desvivimos
por el oro, no procuramos al menos hacerlo al estilo de los antiguos
alquimistas, buscando en vano la famosa piedra filosofal; es decir,
que la auri sacra fames es la misma, si no mayor, ahora que en
aquellos buenos tiempos, pero que se ha variado en los medios de
satisfacerla.
Un alquimista al estilo antiguo sería hoy el hazmerreír
de nuestros muchachos y objeto de la policía, mientras que los
alquimistas contemporáneos se pasean por las calles, de levita
abotonada por delante, sombrero alto, cara seria, paso grave y aire
magistral, sin que los muchachos ni la policía, los molesten en lo más
pequeño, siendo al contrario, objeto de respeto y admiración para
muchos cándidos, raza algo numerosa en estos climas. Pero ¿a qué
viene todo este exordio? –me dirán U. –Allá voy, con su permiso.
Esta idea de la Alquimia, ciencia hoy olvidada, me ha venido a
propósito, de cierta publicación titulada “Banco Hipotecario”, que
dicen ha salido del meollo de un señorón, especie de ogro político
y pariente del tío Simón, que parece como la gente cruda. Yo, que
no tengo miedo a los señorones, ni a los ogros políticos, ni a los
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
E C F
tíos Simones y que creo que quien me coma lleva en sí el castigo
en la indigestión que se proporciona, alzo el guante que arroja y
me propongo probarle que su proyecto de “Banco Hipotecario” es
quimérico y que lo que propone es solamente una operación de
Alquimia.
Yo comprendo que se haya podido embaucar a unos
cuantos simples con la vana esperanza de desenterrar los famosos
tesoros de la isla del Coco; y que se les haya hecho perder tiempo
y dinero y hasta arriesgar la vida; también me explico que otros
no menos incautos se hayan dejado sorprender e ido en busca de
las fabulosas minas de Tisingal y Estrella, malgastando igualmente
su tiempo, dinero y salud; pero no concibo, porque esto es ya
demasiado atrevimiento, que se pretenda embaucar a todo un
gobierno, a una nación entera, con un proyecto quimérico y que
dará un resultado peor que las expediciones al Coco y al río Estrella,
porque traerá el ridículo a la administración y una decepción más
al pueblo.
Estoy de acuerdo en que la creación de un Banco Agrícola
sería, sino la salvación completa del país, al menos un gran recurso
para aliviar la actual crisis, y sé que esta idea no ha salido del meollo
del señorón, sino que él se ha apoderado de ella para desfigurarla y
hacerla nugatoria con los medios que propone. No combato, pues,
la idea, que no es de quien la lanza al público; rechazo la manera de
plantearla y de darle forma, que es la parte original del señorón.
La primera condición para el establecimiento de todo
banco, cualquiera que sea su clase y su denominación, es el
metálico, así como la primera condición para el que quiera montar
una casa de posadas es tener casa, muebles y provisiones. Un banco
sin metálico equivaldría a un posadero que sin tener provisiones
pretendería sin embargo dar de comer a sus huéspedes. Los bancos
de emisión o circulación utilizan su crédito emitiendo papelmoneda en cantidad limitada, según el crédito que el público
les acuerde; y ese papel representa exactamente el dinero, por la
confianza que nace de la seguridad que el portador del papel tiene
de que lo puede cambiar por dinero cuando quiera o lo necesite.
Un papel que no puede convertirse en igual cantidad de dinero
que su valor nominal, cada vez que el portador lo quiera, deja de
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ser papel-moneda o billete de banco, para convertirse en papel
de crédito, que no valdrá lo que indica, sino que estará sujeto a
las fluctuaciones de un mayor o menor descuento o que carecerá
absolutamente de circulación. Esto es elemental y está al alcance de
todo el mundo.
Precisamente porque esto es tan elemental y de tan fácil
comprensión, es que tal vez el señorón del proyecto de “Banco
Hipotecario” no lo acepta, al fin como idea vulgar; y olvidando
el mudo real y positivo, que es el único mundo para el verdadero
financiero, se remonta a las regiones de lo hipotético y se entrega a
especulaciones de Alquimia, en lenguaje chabacano, y con puntillos
de chirimitezco.
En efecto, pretender que un banco, sin fondos en
metálico, pueda hacer emisiones de billetes, garantizados nada
más que con la hipoteca de fincas que los costarricenses le ofrezcan
voluntariamente al Gobierno (¿y por qué no ofrecer en garantía
los millones enterrados en la isla del Coco o los productos de las
minas de Tisingal y Estrella?), e imaginarse que tales billetes, que
no son convertibles en dinero a voluntad el portador, sean billetes
de banco, o papel-moneda, es la candidez de un niño o la mala fe
de un viejo.
Al lado de tan original banco podría también establecerse
una casa de huéspedes en que se ofreciera comida barata, pero que
cuando los huéspedes fueran a almorzar o a comer, en lugar de
comida se les diera un papelito para que la buscaran en otra parte,
bajo la garantía de varios propietarios y agricultores costarricenses.
Semejante casa de posadas sería tan casa de posadas, como el
“Banco Hipotecario” del señorón sería un banco; y el público
sacaría tanto provecho de tal banco, como los huéspedes comerían
en tal casa de posadas. He aquí la Alquimia aplicada a los bancos y
a las casa de posadas.
Conozco un loco que durante algún tiempo tuvo la
singular manía de andar proponiendo el negocio siguiente: hacer
papelitos con números y venderlos a diez centavos cada uno. Sin
embargo, este loco era más cuerdo que lo que parecía, porque el
mismo proponía el negocio y la dificultad. ¿Y quién compra los
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
E C F
papelitos? Él no pretendía, como el autor del proyecto de “Banco
Hipotecario” probar que había obligación de comprar los papelitos
ni trataba de convencer a nadie del provecho que sacaría de
comprarlos. Es la gran diferencia que hay entre don Ascensión
Méndez de Alajuela y el alquimista señorón de la idea de “Banco
Hipotecario”.
Si se desea saber desde antes cuáles serían los resultados
del “Banco Hipotecario” que se propone, pueden fácilmente
adivinarse por los que dieron el Banco de Emisión y el Banco Rural;
de modo que el hecho no carece de precedentes entre nosotros, ni
la idea del señorón tiene átomo de originalidad.
En cualquier país, en que hubiera aparecido una publicación
semejante a la titulada “Banco Hipotecario”, habría servido de INRI,
para su autor y se le habría obligado a sentarse en los bancos de
una escuela de Economía Política ó a asistir a una clase de Moral.
Entre nosotros las cosas se arreglan de otro modo; ese hombre,
ese alquimista moderno, continuará repantigando en su sillón,
soplando desde allí su halito mef ítico, para procurar hacer dar
traspiés a la presente administración; pero los amigos de ella velan,
y hay quien está dispuesto a arrancar la máscara a los titiriteros
políticos y a los ogros de gabinete.
San José, Agosto de 1883.
UN AZOTA-OGROS.
___________________________
IMPRENTA DE LA PAZ
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E C F
B
I) Fuentes primarias
·
Documentos del Archivo Nacional
Fondo Juzgado de Primera Instancia del Crimen de la Provincia
de San José:
Exp. Judicial N.° 5.147
Exp. Judicial N.° 6.192
Fondo Administración:
Exp. No. 121.
Fondo Congreso:
Exp. No. 6.226, No. 7.182., No. 8.307, No. 8.502, No. 8542, No. 8.
918, No. 9.510, No. 9.706, No. 10.343.
Fondo Provincial Independiente:
Exp. No. 91.
Fondo Municipal:
Exp. No. 325.
Fondo Mortuales Independientes de Cartago:
Exp. No. 1251.
Fondo Antiguo Registro de la Propiedad:
Libro 85, f. 167, Finca N.° 6.901.
T F A C

E C F
·
Documentos del Archivo Histórico Arquidiocesano
Libros de Partidas de Bautismos (Cartago): N. 8, N.° 16, N.° 23, N.°
25, N.° 26, N. °29, N.° 36, N.° 39, N.° 40 y N.° 41.
Libros de Partidas de Bautismos (San José): N.° 26, N.° 27 y N. ° 30
Libro de Partidas de Matrimonios (Cartago): N.º 14.
Libros de Partidas de Defunciones (Cartago): N.° 12 y N.° 14
Expediente Matrimonial de Cartago: N.° 213 (Caja 138)
Libro de Comunicaciones del Cabildo Eclesiástico de San José
(1882–1887):
Documentos N.° 236 y N.° 309.
·
Documentos de la Curia Diocesana de Alajuela
Libro de Partidas de Defunciones (Alajuela): N. º 17.
Certificación de Partida de Defunción: León Fernández Bonilla
(1958).
·
Documento del Archivo del Instituto del Servicio
Exterior
Carta del Dr. José María Castro Madriz al Marqués Manuel
María de Peralta Alfaro.
·
Documento del Archivo de la Asamblea Legislativa
Declaratoria como Benemérito de la Patria al Dr. Eusebio Figueroa
Oreamuno Exp. N.° 16.822.

T F A C
E C F
·
Documentos del Cementerio General de Cartago
Inventario de fosas: Mausoleo propiedad Familia Espinach.
(Sección El Carmen).
Inventario de fosas: Sucesión de Buenaventura Espinach. (Sección
El Carmen).
·
Documentos del Cementerio General de Alajuela
Inventario de fosas: Familia de León Fernández.
·
Documentos del Tribunal Supremo de Elecciones
Acta de Defunción: Antonio Figueroa Espinach. Libro N.° 2 de
Defunciones de la provincia de Guanacaste. Oficialía Mayor Civil,
Registro Civil.
Acta de Defunción: Isabel Figueroa Espinach. Libro N.° 10 de
Defunciones de la provincia de Cartago. Oficialía Mayor Civil,
Registro Civil.
Acta de Defunción: María Cristina Espinach Bonilla. Libro N.° 23
de Defunciones de la provincia de Cartago. Oficialía Mayor Civil,
Registro Civil.
Acta de Defunción: Juan M. Gonzalo Figueroa Espinach. Libro
N.° 55 de Defunciones de la provincia de Cartago. Oficialía Mayor
Civil, Registro Civil.
Acta de Defunción: Luis Flaviano Figueroa Espinach. Libro N.° 84
de Defunciones de la provincia de Cartago. Oficialía Mayor Civil,
Registro Civil.
Acta de Defunción: Clementina Victoria Figueroa Espinach. Libro
N.° 213 de Defunciones de la provincia de San José. Oficialía
Mayor Civil, Registro Civil.
T F A C

E C F
·
Documentos del Colegio de Abogados de Costa Rica
Libro de Acuerdos de la Junta Administradora (2007 y 2009)
Acuerdos N.º 3.5 (sesión N.º 06-07); N.º 7.1 (sesión N.º 23-07); N.º
4.4 (sesión N.º 02-09), N.º 4.7 (sesión N.º 03-09); N.º 4.4 (sesión
N.º 05-09) y N.º 5.1 (sesión N.º 30-09).
Libro de Acuerdos de la Junta Directiva (2007 y 2009)
Acuerdos N.º 42 (sesión N.º 09-97); N.º 26 (sesión N.º 26-07) y N.º
34 (sesión N.º 31-09).
II) Fuentes secundarias
·
Libros
ALVARADO QUIRÓS, Alejandro. Prosa Romántica. San José.
Imprenta Alsina. 1933.
ANGULO GURIDI, Alejandro. “Unos acusados por duelo a
muerte y el veredicto absolutorio del Jurado de Calificación
(1883)”. En: DOBLES SEGREDA, Luis. Índice Bibliográfico de
Costa Rica (Tomo VII). San José. Imprenta Lehmann. 1935.
ARGÜELLO MORA, Manuel. “El General Cañas”. En: Páginas
Ticas. San José. Librería e Imprenta Las Américas. 1962.
ARGÜELLO MORA, Manuel. Obras literarias e históricas. San
José. Editorial Costa Rica. 2007.
ARIAS CASTRO, Tomás Federico. Sesquicentenario Ignominioso
(Proceso y ajusticiamiento del Presidente Juan Rafael Mora
Porras). Heredia. Imprenta y Litograf ía Morales. 2010.
_____. Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno (su derrotero e impronta
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EUCR, 2011.
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1997.
BLANCO SEGURA, Ricardo. 1884, El Estado, la Iglesia y las
Reformas Liberales. San José. Editorial Costa Rica. 1984.
BONILLA SERRANO, Harold. Los Presidentes (Tomo I). San José.
Editorial Costa Rica y Editorial Universidad Estatal a Distancia.
1979.
CAMPOS SALAS, Dagoberto. Relaciones Iglesia-Estado en Costa
Rica. San José. Editorial Guayacán. 2000.
CASCANTE SEGURA, Carlos H. y SÁENZ CARBONELL, Jorge
F. Diccionario biográfico de la Diplomacia costarricense. San José.
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. 2006.
_____. Ad Ardua Per Alta: una biograf ía del Marqués de Peralta.
San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2008.
CARRANZA PINTO, Rafael, “Apuntes y memorias del Decano
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Historia de Costa Rica. Documentos Históricos. San José. Imprenta
Nacional. 1990.
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DOBLES SEGREDA, Luis. Índice Bibliográfico de Costa Rica
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Poderes Legislativo y Ejecutivo de Costa Rica en el año de 1870.
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Colección de Leyes, Decretos y Órdenes expedidas por los Supremos
Poderes Legislativo y Ejecutivo de Costa Rica en el año de 1874.
San José. Imprenta de la Paz. 1875.
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Poderes Legislativo y Ejecutivo de Costa Rica en el año de 1876.
San José. Imprenta de la Paz. 1877.
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Administrativas emitidas en el año 1881. San José. Imprenta
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Colección de las Leyes y Disposiciones Legislativas y
Administrativas emitidas en el año 1883. San José. Imprenta
Nacional. 1884.
Colección de las Leyes y Disposiciones Legislativas y
Administrativas emitidas en el año 1884. San José. Imprenta
Nacional. 1885.
Colección de las Leyes y Decretos emitidos en el año 1903 (Segundo
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Estatutos de la Universidad de Santo Tomás de Costa Rica. En:
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Otros
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Mapa: Plano de la ciudad de Cartago: 1821-1841. San José.
Instituto Geográfico Nacional. 1967.
Informe: Declaratoria de fosas como Patrimonio Cultural,
Histórico y Arquitectónico del Cementerio General de Cartago.
Junta de Protección Social de Cartago. Cartago. 1994.
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
E C F
A  .
TOMÁS FEDERICO ARIAS CASTRO\ (San Ramón, Alajuela,
1976), Licenciado en Derecho y Notario Público (2002), Egresado
de la Maestría Profesional del Posgrado Centroamericano en
Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (2006).
Coordinador y docente de la cátedra de Historia del
Derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa
Rica (U.C.R.); ex docente de la cátedra de Historia del Derecho
Constitucional de la Maestría en Derecho Constitucional de la
Universidad Estatal a Distancia (UNED); docente de las cátedras
de Historia del Derecho Costarricense, Derecho Romano y
Filosof ía del Derecho de la Universidad Escuela Libre de Derecho
(ELD); ex docente de las cátedras de Historia del Derecho y
Derecho Romano de la Universidad Hispanoamericana; Profesor
del programa de extensión académica de la Escuela de Estudios
Generales de la Universidad de Costa Rica (U.C.R.), en los cursos
de: Historia Universal de la Masonería, Historia de la Masonería
en Costa Rica, Historia política-electoral de Costa Rica, Historia
de los Golpes de Estado en Costa Rica, Historia de los asesinatos
políticos en Costa Rica y otros.
Académico de Número de la Academia Costarricense de
Ciencias Genealógicas, integrante de la Comisión de Docencia
de la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica,
integrante de la Junta Administradora del Colegio de Abogados de
Costa Rica, integrante del comité organizador del XVI Congreso
Latinoamericano de Derecho Romano (sede Costa Rica),
Asesor Parlamentario de la Asamblea Legislativa, funcionario
del Ministerio de la Presidencia, e integrante del grupo de

T F A C
E C F
investigación y análisis histórico de la Campana Nacional 18561857: La Tertulia del 56.
Autor de las obras:
·
·
·
·
·
·
La Verdad Histórica (El óleo del ex presidente Federico
Tinoco y la Pinacoteca de la Asamblea Legislativa), 2010.
Sesquicentenario Ignominioso (Proceso y Ajusticiamiento
del presidente Juan Rafael Mora Porras), 2010.
Dr. Eusebio Figueroa Oreamuno (Su derrotero e impronta
en la historia decimonónica costarricense), 2011.
Historia de la lapidas presidenciales costarricenses
(Exequias y fallecimientos de los Presidentes de la
República), obra inédita.
Presbítero Dr. Francisco C. Calvo: fundador de la
masonería costarricense (sesquicentenario de su
iniciación masónica), obra inédita.
Ulises Odio Santos (Jurisconsulto eximio de la historia
jurídica de Costa Rica), 2013.
Coautor de la obra:
·
La Constitución de Cádiz y Florencio de Castillo (legado
de una época), Academia de Geograf ía e Historia de
Costa Rica y Editorial Universidad Estatal a Distancia,
2011.
Autor de diversos artículos y trabajos de investigación
sobre historia política y jurídica de Costa Rica en: Revista El
Foro (Colegio de Abogados de Costa Rica), Revista de Ciencias
Jurídicas (Facultad de Derecho, U.C.R y Colegio de Abogados
de Costa Rica), Revista Judicial (Corte Suprema de Justicia de
Costa Rica), Revista Buena Salud (Colegio de Médicos y Cirujanos
de Costa Rica), Revista Hermenéutica (Facultad de Derecho,
U.C.R.), Boletín Jurídico Ius Doctrina (Facultad de Derecho,
U.C.R.), Boletín INFOLEX (Colegio de Abogados de Costa Rica),
Antología sobre temas éticos, morales y deberes jurídicos (Colegio
de Abogados de Costa Rica), Revista Uniones (Club Unión de
T F A C

E C F
Costa Rica), Revista de la Academia Costarricense de Ciencias
Genealógicas y distintos periódicos y semanarios nacionales.
Conferencista y panelista invitado en diversas actividades
académicas y universitarias acerca de temas históricos y jurídicos,
en medios televisivos, radiofónicos y escritos.

T F A C
El Canciller Figueroa (Vida y obra del Dr. Eusebio Figueroa
Oreamuno)
se terminó de imprimir en el mes de enero de 2013,
en los talleres gráficos de la Imprenta Nacional.
Su edición consta de 250 ejemplares impresos en papel bond 75 g
con forro de cartulina barnizable tipo C.
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