DICTAMEN N.º 129/2012, de 27 de junio* Expediente relativo a la reclamación de responsabilidad patrimonial remitido por el Ayuntamiento de Chiloeches (Guadalajara), iniciado a instancia de D.ª X por los daños sufridos en el vehículo de su propiedad por el impacto de una roca. ANTECEDENTES Primero. Reclamación.- Con fecha 21 de octubre de de 2010, D.ª X, presentó ante el Ayuntamiento de Chiloeches una reclamación de responsabilidad solicitando una indemnización de 1.032,81 euros, por los daños causados en el vehículo de su propiedad como consecuencia del golpe de una roca cuando dicho coche estaba aparcado en la calle. La reclamante manifiesta que el “día 26 de junio de 2010, D. Z tenía debidamente aparcado el vehículo propiedad de la compareciente, marca Opel Corsa, matrícula M, del que es conductor habitual, en la calle De la Peñalba, frente al número 24, de esa localidad cuando, debido al mal acondicionamiento de la calle y, posiblemente el viento que había soplado, se desprendió una piedra de grandes dimensiones que fue a impactar fuertemente contra la parte trasera izquierda del mencionado vehículo”. Añade que en el lugar se personó una dotación del Puesto de la Guardia Civil de Guadalajara, quién efectuó una inspección ocular, así como un reportaje fotográfico. Mediante un otrosí se designa como representante a la letrada D.ª T. A la reclamación adjunta los siguientes documentos: - Informe y reportaje fotográfico de la Guardia Civil. - Copia de diario Nueva Alcarria, correspondiente al día 30 de junio de 2010, donde se reseña la noticia de este accidente. - Denuncia presentada por D. Z. - Informe exclusivo para pérdidas totales, efectuado por “P” en el que se valora el vehículo Opel Corsa 1.4 16vSport, matriculado en el año 1995 en 1.032,81 euros. Examinada la anterior reclamación, el Alcalde requirió a la reclamante para que acreditase la propiedad del vehículo siniestrado, a cuyo efecto la Sra. X aportó un certificado de destrucción del vehículo, así como su baja en la Dirección General de Tráfico, documentos en el que consta que el vehículo por cuyos daños reclama es de su propiedad. Segundo. Admisión a trámite.- El Alcalde del Ayuntamiento de Chiloeches, mediante resolución de 20 de diciembre de 2010, acordó admitir a trámite la reclamación presentada, nombrar instructor del correspondiente procedimiento y comunicar dicha resolución a la reclamante. Tercero. Informes emitidos.- Obra en el expediente administrativo los siguientes informes referentes al asunto objeto de la reclamación: 1.- Informe de la Guardia Civil del Puesto de Guadalajara, en el que se expresa que “Se observa como a la altura de los números 24-26 de la calle De la Peñalba de la localidad de Chiloeches (Guadalajara), una piedra de gran dimensión la cual como consecuencia de desprendimiento de la ladera colindante a la citada calle, ésta, ha colisionado produciendo los siguientes daños a los vehículos Opel Corsa, de color negro, matrícula M, propiedad de F (R), asegurado en la compañía de seguros A, con número de póliza B, a nombre de Z (W). Daños: parte trasera hundida; así como rueda trasera reventada”. Al informe se adjunta un reportaje fotográfico del vehículo siniestrado, así como ladera de la que provino la piedra. 2.- Informe exclusivo para pérdidas totales emitido por “P”, según el cual la reparación del vehículo se eleva a 3.227,17 euros; el valor venal es de 457 euros y el valor exclusivo para daños propios 1.032,81 euros. 3.- Informe del Arquitecto Municipal en el que manifiesta que según se desprende del informe de la Guardia Civil, la piedra se desprendió presuntamente de la zona verde colindante y rodó por el terraplén hasta impactar con el vehículo que resultó dañado. 4.- Diligencia del instructor efectuada el día 25 de enero de 2011, en la que consta que “El lugar desde el que se desprendió la piedra es desconocido, si bien, como se demuestra en los planos obrantes en el expediente, la parcela que * Ponente: Fernando Torres Villamor 1 linda con el viario es de propiedad municipal “Terreno destinado a Zona Verde, ZV-1”, […] No obstante, el desprendimiento de la piedra se pudo producir desde alguna parcela de las clasificadas por el Plan de Ordenación Municipal como suelo rústico de especial protección-Montes Consorciados. [ ] La conservación, gestión y mejora de los Montes Consorciados corresponde a la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, en virtud de “Bases del concurso entre el Patrimonio Forestal del Estado y el Ayuntamiento de Chiloeches” suscrito definitivamente el 7 de diciembre de 1959”. Cuarto. Acuerdo del instructor.- Al considerar el instructor que no había quedado fehacientemente la procedencia de la piedra, así como que podía existir una concurrencia de responsabilidades en el supuesto de que el desprendimiento procediese de los montes consorciados, el instructor dictó resolución el día 3 de mayo de 2011 mediante la que requiere a la reclamante para que acredite el lugar de procedencia de la piedra causante de los daños al vehículo. El mismo día comunica la tramitación del expediente a la Delegación Provincial de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente. El día 20 de mayo de 2011, tiene entrada en el Ayuntamiento un escrito presentado por la representante de la reclamante en el que se dice que de la documental aportada se acredita que la piedra se desprendió del monte denominado “La Peñalba”, debido a la violenta tormenta de agua y viento que se produjo el día 26 de junio de 2010, y así se deduce de las manifestaciones efectuadas por responsables del Ayuntamiento en el periódico “Nueva Alcarria” y del informe de la Guardia Civil. Quinto. Informe del Secretario Municipal.- Al entender el instructor que en la producción del accidente pudo existir fuerza mayor provocada por el viento y las lluvias, solicitó informe al Secretario Municipal sobre la posible existencia de esta circunstancia. El día 15 de febrero de 2012 el Secretario emitió un informe en el que manifiesta que la existencia de fuerza mayor excluye la responsabilidad de la Administración, entendiendo como tal “aquellos acontecimientos insólitos y extraños al campo normal de las previsiones típicas de cada actividad o servicio. Las notas que la singularizan son la determinación irresistible y la exterioridad; indeterminación absolutamente irresistible, en primer lugar, es decir aun en el supuesto de que hubiera podido ser prevista; exterioridad, en segundo lugar, lo que es tanto decir que la causa productora de la lesión ha de ser ajena al servicio y al riesgo que le es propio”. En el informe se citan diversas sentencias que analizan el concepto de “fuerza mayor”. Sexto. Trámite de audiencia.- Mediante sendas resoluciones de 16 de febrero de 2012, se confiere audiencia por plazo de diez días a la reclamante y a los Servicios Periféricos de la Consejería de Agricultura en Guadalajara, adjuntando al referido escrito la relación de documentos integrantes del expediente. Dentro del plazo conferido para ello, la representante de la reclamante presentó un escrito de alegaciones en el que manifiesta que en el lugar de los hechos existe un talud de desmonte del que se desprendió la piedra que impactó sobre el coche, debido a la falta de medidas de seguridad tendente a evitar desprendimientos de piedras en la calzada, estimando que el Ayuntamiento debe responder de los daños causados, dado que se trata de un hecho perfectamente previsible, aunque su acaecimiento no sea reiterado ni frecuente, lo que excluye que el accidente se haya producido por fuerza mayor. Por su parte, el Coordinador Provincial de la Consejería de Agricultura en Guadalajara presentó un escrito en el que tras afirmar que el número 24 de la calle Peñalba se encuentra en las cercanías del monte consorciado con el Ayuntamiento de Chiloeches denominado “Veguilla, Fuente Santa y otros”, el cual tiene unas 200 hectáreas de superficie, se encuentra repoblado con pino carrasco y tiene una fuerte pendiente. Entre el borde del monte consorciado y la calle existen 50 metros. Respecto a la titularidad del monte, dice que en la base tercera del consorcio establece que el suelo continuará perteneciendo al Ayuntamiento y el vuelo pertenecerá al Patrimonio Forestal, siendo la piedra un elemento que forma parte del suelo por lo que no puede atribuirse a la Junta de Comunidades responsabilidad alguna sobre el mantenimiento y conservación del suelo del monte. Séptimo. Propuesta de resolución.- El día 19 de abril de 2012, el instructor del procedimiento efectuó propuesta desestimatoria de responsabilidad patrimonial al estimar la concurrencia de un supuesto de fuerza mayor en la producción de los hechos por los que se reclama. En tal estado de tramitación V.E. dispuso la remisión del expediente a este Consejo Consultivo, en el que tuvo entrada con fecha 29 de mayo de 2012. A la vista de dichos antecedentes, procede formular las siguientes CONSIDERACIONES I Carácter del dictamen.- El expediente instruido por el Ayuntamiento de Chiloeches versa sobre la reclamación de responsabilidad patrimonial de la Administración municipal, presentada por un particular como consecuencia de los daños que ha sufrido al caer una roca sobre el vehículo de su propiedad, el cual estaba aparcado en una calle de esa localidad. El artículo 142 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, establece los elementos esenciales del procedimiento de responsabilidad patrimonial 2 que han de seguir todas las Administraciones Públicas -tal y como indica su apartado 1- y por tanto, también las Corporaciones Locales. El apartado 3 del citado artículo en la nueva redacción otorgada por la Disposición Final cuadragésima de la Ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible, dispone lo siguiente: “Para la determinación de la responsabilidad patrimonial se establecerá reglamentariamente un procedimiento general con inclusión de un procedimiento abreviado para los supuestos en que concurran las condiciones previstas en el artículo 143 de esta Ley. En el procedimiento general será preceptivo el dictamen del Consejo de Estado o, en su caso, del órgano consultivo de la Comunidad Autónoma cuando las indemnizaciones reclamadas sean de cuantía igual o superior a 50.000 € o a la que se establezca en la correspondiente legislación autonómica”. Por su parte, el artículo 54.9.a) de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, del Gobierno y del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha, dispone que el Consejo Consultivo deberá ser consultado, entre otros asuntos, en los expedientes tramitados por la Administración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha referidos “a reclamaciones de responsabilidad patrimonial por cuantía superior a seiscientos un euros”; y el artículo 57 de la misma Ley establece que “Las Corporaciones Locales de Castilla-La Mancha solicitarán el dictamen del Consejo Consultivo, a través de la Consejería de Administraciones Públicas, cuando preceptivamente venga establecido en las leyes”. Este Consejo, en sesión celebrada el 25 de enero de 2012, acordó comunicar a la Federación de Municipios y Provincias de Castilla-La Mancha su criterio respecto a la cuantía a partir de la cual las Corporaciones Locales han de solicitar su dictamen preceptivo en los expedientes de reclamaciones de responsabilidad patrimonial, considerando que “la remisión efectuada por el inciso final del citado artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, respecto a la cuantía a partir de la cual es preceptivo el dictamen del órgano consultivo “o a la que se establezca en la correspondiente legislación autonómica”, debe entenderse referida al límite de seiscientos un euros que establece la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, para considerar preceptivo el dictamen del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha en los expedientes tramitados por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Límite éste que opera de igual manera con respecto a los expedientes tramitados por las Corporaciones Locales de la Región, al ser el único establecido por la legislación autonómica, y porque de otro modo la garantía que supone la intervención del órgano consultivo en el procedimiento tramitado podría verse mermada en el ámbito local respecto al autonómico, si considerásemos que en el primero sólo es preceptiva la intervención cuando la cuantía de la reclamación iguala o supera un límite (50.000 euros) que es sensiblemente superior al establecido para el segundo (601 euros). [ ] En consecuencia, es criterio del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha que su dictamen ha de ser solicitado, conforme al artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y a los artículos 54.9.a) y 57 de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, en los expedientes de reclamaciones de responsabilidad patrimonial tramitados por las Corporaciones Locales de Castilla-La Mancha de cuantía superior a seiscientos un euros”. Al solicitarse en la reclamación una indemnización de 1.032,81 euros, el dictamen se emite con el carácter de preceptivo. II Examen del procedimiento tramitado.- Las normas aplicables a los procedimientos de responsabilidad patrimonial tramitados de oficio se encuentran recogidas en el citado el Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, disposición mediante la que se produjo el desarrollo reglamentario expresamente previsto en el artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre. El expediente tramitado por el Ayuntamiento de Chiloeches se ha ajustado, en lo esencial, a lo establecido en la normativa que resulta de aplicación, lo que ha propiciado su normal examen y conocimiento. III Presupuestos normativos y jurisprudenciales para la exigencia de la responsabilidad patrimonial.- La responsabilidad patrimonial de la Administración es una institución jurídica que goza en nuestros días de rango constitucional, con reflejo en los artículos 9.3 y 106.2 de la Constitución, el último de los cuales establece que “los particulares, en los términos establecidos por la Ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos”. Los presupuestos caracterizadores de la responsabilidad patrimonial de la Administración tienen su principal formulación legal en los apartados 1 y 2 del artículo 139 y 1 del 141 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, en los que se establece que los particulares tienen derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos; que, en todo caso, el daño alegado habrá de ser efectivo, evaluable económicamente e individualizado con relación a una persona o grupo de personas; y que sólo serán indemnizables las lesiones producidas al particular provenientes de daños que éste no tenga el deber jurídico de soportar de acuerdo con la Ley. 3 A partir de las notas legales antedichas, la copiosa jurisprudencia existente sobre la materia ha estructurado una compacta doctrina, según la cual “los requisitos exigibles para imputar a la Administración la responsabilidad patrimonial por los daños y perjuicios causados a los administrados son los siguientes: en primer lugar, la efectiva realidad de un daño material, individualizado y económicamente evaluable; segundo, que sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos en una relación directa y exclusiva e inmediata de causa a efecto, cualquiera que sea su origen (Reglamento, acto administrativo, legal o ilegal, simple actuación material o mera omisión); por último, que no se haya producido por fuerza mayor y que no haya caducado el derecho a reclamar por el transcurso del tiempo que fija la Ley” -Sentencias de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha de 23 de febrero de 2004 (Ar. JUR 2004\83545, FJ 2º) y de 13 de octubre de 2006, entre otras muchas, o, en parecidos términos, Sentencia del Tribunal Supremo de 13 de marzo de 1989 (Ar. RJ 1989\1986, FJ 3º)-. A la relación de requisitos precitados cabría agregar también, como elemento de singular significación para apreciar la referida responsabilidad patrimonial, que el reclamante no tenga el deber jurídico de soportar el daño producido. El sistema de responsabilidad extracontractual aplicable a nuestras Administraciones Públicas ha sido calificado por la doctrina como de carácter objetivo. Este rasgo ha sido perfilado por nuestra jurisprudencia señalando que “al afirmar que es objetiva se pretende significar que no se requiere culpa o ilegalidad en el autor del daño, a diferencia de la tradicional responsabilidad subjetiva propia del Derecho Civil, ya que se trata de una responsabilidad que surge al margen de cuál sea el grado de voluntariedad y previsión del agente, incluso cuando la acción originaria es ejercida legalmente, y de ahí la referencia al funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos en la dicción del artículo 40 [de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado, hoy 139 de la Ley 30/1992], pues cualquier consecuencia dañosa derivada de tal funcionamiento debe ser, en principio, indemnizada, porque de otro modo se produciría un sacrificio individual en favor de una actividad de interés público que, en algunos casos, debe ser soportada por la comunidad” -Sentencias del Tribunal Supremo de 26 de septiembre de 1998 (Ar. RJ 1998\6836) o de 28 de noviembre de 1998 (Ar. RJ 1998\9967)-. Sin embargo, como dijo el Consejo de Estado en su dictamen de 3 de junio de 1999, “este carácter objetivo, tal y como en reiteradas ocasiones ha puesto de manifiesto la jurisprudencia del Tribunal Supremo y la doctrina del Consejo de Estado, no implica que todos los daños producidos en los servicios públicos sanitarios sean indemnizables, pues ello llevaría a configurar la responsabilidad administrativa en estos casos, de forma tan amplia y contraria a los principios que la sustentan, que supondría una desnaturalización de la institución. Así pues, de acuerdo con dicha doctrina, para apreciar la existencia de responsabilidad patrimonial es preciso acudir a parámetros como la lex artis, de modo que tan solo en el caso de una infracción de esta ley cabrá imputar a la Administración de la cual dependen los servicios sanitarios la responsabilidad por los perjuicios causados. En el caso de que no se infrinja la lex artis, ha de concluirse que tales perjuicios no son imputables a la Administración y han de ser soportados por el particular, sin que generen, en modo alguno, el derecho a percibir una indemnización”. En idéntica línea el Tribunal Supremo en su Sentencia de 4 de abril de 2000 declaró que “el criterio fundamental para determinar si concurre responsabilidad patrimonial en materia de asistencia sanitaria es la de la adecuación objetiva del servicio prestado, independientemente de que existan o no conductas irregulares por parte de los agentes de la Administración y del buen o mal éxito de los actos terapéuticos, cuyo buen fin no siempre puede quedar asegurado”, añadiendo en otra Sentencia de 25 de abril de 2002 que “prestada la asistencia sanitaria con arreglo a la regla de la buena praxis desde el punto de vista científico, la consecuencia de la enfermedad o padecimiento objeto de atención sanitaria no son imputables a la actuación administrativa y por tanto no pueden tener la consideración de lesiones antijurídicas”. Así mismo, la responsabilidad patrimonial de la Administración se asienta en el criterio objetivo o concepto técnico de lesión, entendida ésta como daño o perjuicio antijurídico que quien lo sufre no tiene el deber de soportar. Dicho deber existe cuando la medida impuesta por la Administración constituye una carga general que todos los administrados afectados por su esfera de actuación están obligados a cumplir, y puede venir determinado por la concurrencia de una concreta imposición legal o por otros factores vinculados ordinariamente a la propia situación o actitud del perjudicado, con incidencia sobre la entidad del riesgo generado por el actuar de la Administración. La carga de la prueba de los hechos en que se base la reclamación de responsabilidad patrimonial recae necesariamente sobre el sujeto que la plantea, lo que incluye la acreditación de la relación causal invocada, de los daños producidos y de su evaluación económica. Es ésta una formulación enunciada sistemáticamente por nuestra jurisprudencia, que encuentra ahora su principal apoyo en los artículos 6 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, y 217 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, Ley 1/2000, de 7 de enero, que viene a recoger las reglas del onus probandi dentro de la categoría de las obligaciones, sentando la conocida máxima de que incumbe la prueba de las obligaciones al que reclama su cumplimiento y la de su excepción al que la opone; todo ello, sin perjuicio del deber genérico de objetividad y colaboración en la depuración de los hechos que pesa sobre la Administración, en consonancia con lo previsto en los artículos 78.1 y 80.2 de la citada Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y que se extiende a sus órganos, autoridades y funcionarios. De otro lado, recae sobre la Administración imputada la carga de la prueba cuando ésta verse sobre la eventual concurrencia de una conducta del reclamante con incidencia en la producción del daño, la presencia de causas de fuerza mayor o la prescripción de la acción -v. gr. Sentencias del Tribunal Supremo de 15 de marzo de 1999 (Ar. RJ 1999\4440) y de 21 de marzo de 2000 (Ar. RJ 2000\4049)-. 4 También debe de ser objeto de consideración el tiempo que haya mediado entre la producción del evento lesivo y el ejercicio de la acción tendente a su reparación, pues, conforme a lo dispuesto en los artículos 142.5 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y 4.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, el derecho a reclamar prescribe al año de producido el hecho o acto que motive la indemnización o desde la manifestación o estabilización de sus efectos lesivos. El análisis de la relación de causalidad existente entre el actuar administrativo y los efectos lesivos producidos aparece de ordinario como elemento esencial en el examen de los procedimientos seguidos en materia de responsabilidad patrimonial de la Administración. Ante la falta de referencias legales respecto de sus notas caracterizadoras, se dispone de una amplía creación jurisprudencial al respecto, que vino tradicionalmente considerando como rasgos definitorios de dicho vínculo teleológico su carácter directo, su inmediatez y su exclusividad respecto de los perjuicios generadores de la reclamación -así, Sentencias del Tribunal Supremo de 19 de enero de 1987 (Ar. RJ 1987\426) o de 4 de junio de 1994 (Ar. RJ 1994\4783)-. Sin embargo, dicha tendencia doctrinal ha sido matizada y corregida, admitiéndose también formas de producción mediatas, indirectas y concurrentes que plantean la posibilidad de una moderación de la responsabilidad cuando intervengan otras causas, lo que deberá tenerse en cuenta en el momento de fijar la indemnización -Sentencias del Tribunal Supremo de 28 de julio de 2001 (Ar. RJ 2001\10061), de 15 de abril de 2000 (Ar. RJ 2000\6255) o de 4 de mayo de 1999 (Ar. RJ 1999\4911)-. Este planteamiento conduce en cada supuesto al examen de las circunstancias concretas concurrentes y a la búsqueda de referentes en la abundante casuística que ofrece la jurisprudencia existente. Finalmente, la intervención de este Consejo Consultivo en los procedimientos seguidos como consecuencia de reclamaciones de responsabilidad patrimonial debe centrarse esencialmente en el examen de los elementos aludidos en el artículo 12.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, en el que se dispone: “Se solicitará que el dictamen se pronuncie sobre la existencia o no de relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y la lesión producida y, en su caso, sobre la valoración del daño causado y la cuantía y modo de indemnización [...]”. IV Requisitos para el ejercicio de la acción.- Expuestos los presupuestos jurídicos exigidos legalmente para el reconocimiento de la responsabilidad patrimonial de la Administración y antes de pasar al examen de los elementos sustantivos configuradores de la misma procede analizar la concurrencia de las legitimaciones activa y pasiva inherentes a la reclamación. En relación con la primera, la misma se encuentra acreditada en el expediente, al ser la reclamante la propietaria del vehículo siniestrado. En cuanto a la legitimación pasiva, es de reseñar que de la documental existente en el expediente se considera acreditado que la piedra que causó los daños en el vehículo procedió del monte situado en la margen derecha del lugar donde estaba aparcado el vehículo Opel Corsa, matrícula M, denominado “Veguilla, Fuente Santa, Tras casa y otros”, respecto al cual se estableció un consorcio entre el Patrimonio Forestal del Estado y el Ayuntamiento de Chiloeches para la repoblación de 200 hectáreas el día 28 de octubre de 1959. Ahora bien, como manifiesta el Coordinador de los Servicios Periféricos de la Consejería de Agricultura en Guadalajara, la existencia de este consorcio tenía como finalidad la repoblación de 200 hectáreas con pino carrasco que reduce la erosión del terreno, pero este consorcio no afecta a la titularidad del suelo del monte del que procedió la piedra causante del daño por el que se reclama. En efecto, según se establece en la base segunda del referido consorcio, los terrenos a los que afecta el consorcio pertenecen al Ayuntamiento de Chiloeches. A su vez, la base tercera dispone que “El suelo continuará perteneciendo al Ayuntamiento de Chiloeches”, lo que implica que su conservación y mantenimiento corresponde al mismo, por lo que en el presente supuesto no existe responsabilidad concurrente de la Administración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Por lo que al plazo del ejercicio de la acción se refiere, los artículos 142.5 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y 4.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, establecen que el derecho a reclamar prescribe al año de producido el hecho o acto que motive la indemnización o de manifestarse su efecto lesivo. En el presente supuesto, el daño se produjo el día 26 de junio de 2010 y la reclamación fue presentada el 21 de octubre del mismo año, por lo que resulta evidente que está presentada dentro del plazo conferido para ello. V Requisitos sustantivos: daño, relación de causalidad y antijuridicidad de aquél.- En el expediente han quedado fehacientemente acreditados los daños producidos en el vehículo de la reclamante, daños que han dado lugar a la destrucción del referido vehículo, por lo que procede continuar con el análisis del resto de requisitos exigidos para que se produzca la responsabilidad patrimonial de la Administración. La reclamante configura la responsabilidad patrimonial del Ayuntamiento de Chiloeches en la falta de medidas de seguridad adecuadas tendentes a evitar desprendimientos de piedras, añadiendo en el escrito de alegaciones que en la calzada no existe señalización adecuada, por lo que el Ayuntamiento ha incumplido su obligación de mantener la calzada en condiciones de seguridad y evitar riesgos como el que ha producido el accidente. 5 Del contenido del expediente instruido por el Ayuntamiento ha permitido acreditar que la roca que impactó sobre la parte trasera del vehículo de la reclamante procedía del monte ubicado en la margen derecha de la calle donde estaba aparcado el vehículo, y así se admite por el instructor en su propuesta de resolución, quien, propone la desestimación de la reclamación al estimar que dicha relación causal quedó rota por la concurrencia de una situación fuerza mayor que se fundamenta en las intensas lluvias y fuerte viento existente el día en el que se produjo el siniestro. Al respecto, el artículo 139.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, al disponer que “Los particulares tendrán derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes, de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos”. Siendo la existencia de fuerza mayor la que para el instructor determina la inexigibilidad de responsabilidad patrimonial, es de reseñar, como ya se ha dicho anteriormente, que su existencia corresponde acreditarla a la Administración. En tal sentido es clara la Sentencia del Tribunal Supremo de 23 de noviembre de 2010 (Arz. RJ 2010,8630), en la que con remisión a otras anteriores sentencias dice que “que es doctrina de esta Sala la que constata que el carácter objetivo de la responsabilidad de la Administración impone que la prueba de la concurrencia de acontecimientos de fuerza mayor o circunstancias demostrativas de la existencia de dolo o negligencia de la víctima, suficientes para considerar roto el nexo de causalidad corresponde a la Administración”. El instructor en su propuesta de resolución expone que “considerando que el desprendimiento de la piedra desde un monte consorciado con los Servicios Forestales, aún tratándose de un daño antijurídico es del todo imprevisible ya que no había ocurrido y no ha vuelto a ocurrir, hecho éste que demuestra la intervención de unas circunstancias extrañas e insólitas (vientos y lluvias intensas) al campo normal del servicio público afectado que es según la reclamación el mantenimiento de la calzada en condiciones de seguridad”. Sin embargo la existencia de fuerza mayor alegada por el instructor no resulta acreditada en el expediente. Puede admitirse, pues así lo hace la reclamante, la caída de lluvia abundante y existencia de fuertes vientos el día 26 de junio de 2010, pero el acontecimiento de este hecho físico no es suficiente para acreditar la existencia de fuerza mayor. La lluvia y el viento no son, en principio, hechos que puedan tipificarse como de fuerza mayor, ya que su existencia es predecible. Conforme se dice en la Sentencia del Tribunal Supremo de 19 de abril de 1997 (Arz. RJ 1997,3233), citada por el instructor en apoyo de su tesis, “para que sea apreciable la fuerza mayor se requiere que el hecho sea imprevisible o que, previsto, resulte inevitable”. El Ayuntamiento no aporta ningún documento que acredite la cantidad de lluvia caída ese día, ni tampoco la velocidad del viento, lo que impide admitir que se esté ante un supuesto de fuerza mayor. Pero, aún cuando se aceptase la existencia de una cantidad de lluvia e intensidad del viento superior a la normal, ello no constituiría un supuesto de ruptura de la relación causal. En las fotografías que obran en el expediente se observa que el estado en que se encuentran las rocas del monte supone, en sí mismo, un peligro de que se produzcan desprendimientos, circunstancia que se agrava por la existencia de lluvias fuertes, las cuales no son impredecibles, ya que es bastante normal la existencia de fuertes tormentas en la geografía española. Ante esta situación de peligro, el Ayuntamiento debió haber adoptado alguna medida tendente a impedir que los desprendimientos de las rocas afectasen a la circulación o, incluso, a las casas ubicadas cerca de la calzada donde estaba aparcado el vehículo, no pudiéndose aceptar como eximente el hecho de que estos desprendimiento no se hubieran producido antes -aspecto tampoco suficientemente acreditado- ni que no se hayan vuelto a producir desde entonces, ya que el peligro es latente y así se deduce del contenido del escrito dirigido al Ayuntamiento por la Junta del Y. En conclusión, al haberse acreditado la existencia de relación causal entre el daño sufrido y el funcionamiento de los servicios públicos de conservación y mantenimiento de las vías públicas que le corresponde al Ayuntamiento de Chiloeches y no haberse acreditado por este la concurrencia de fuerza mayor en su producción, procede declarar la responsabilidad patrimonial del mismo, dado que la reclamante no se encuentra obligada a soportar el daño sufrido. VI Sobre la indemnización solicitada.- En la reclamación de responsabilidad patrimonial se solicita una indemnización de 1.032,81 euros, fundamentando dicha cantidad en el informe emitido por P, en el que se cuantifica la reparación del vehículo en 3.227,17 euros, su valor venal en 457 euros y el exclusivo para daños propios en la cantidad solicitada, obteniendo la misma de la aplicación del porcentaje del 9,5 al valor nuevo que estima en 10.860,19 euros, al tener más de 9 años. Respecto a la forma de calcular la indemnización, el artículo 141.2 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, dispone que “La indemnización se calculará con arreglo a los criterios de valoración establecidos en la legislación de expropiación forzosa, legislación fiscal y demás normas aplicables, ponderándose, en su caso, las valoraciones predominantes en el mercado”. Teniendo en cuenta esta disposición, y dado que el vehículo accidentado fue destruido como consecuencia del accidente, el sistema que este Consejo estima más correcto para determinar la indemnización es el previsto en la legislación fiscal. A tal efecto, resulta de aplicación la Orden EHA/3476/2009, de 17 de diciembre, del Ministerio de Economía y Hacienda, por la que se aprueban los precios medios de venta aplicables en la gestión del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones e Impuesto Especial sobre Determinados Medios de Transporte para el año 2010, que fue la fecha en la que se produjo el siniestro. 6 El artículo 3 de esta Orden dispone que para la determinación del valor de los vehículos de turismo ya matriculados se aplicarán sobre los precios medios, que figuran en el anexo I de la misma, los porcentajes que correspondan, según los años de utilización establecidos en el anexo IV. En el referido anexo I, al vehículo Opel Corsa 1.4 16 v Sport, correspondiente al periodo comercial 1993-2000 se le aplica un valor para el año 2010 de 8.900 euros. Teniendo en cuenta que el vehículo por el que se reclama fue matriculado el año 1995, su antigüedad es superior a 12 años, lo que supone que el porcentaje a aplicar es el 10 por 100, según se determina en el anexo IV de la referida Orden. Ello implica que la indemnización que corresponde a la reclamante es de 890 euros. Cantidad que habrá que considerar como deuda de valor referida cronológicamente al momento de producción de los daños objeto de compensación, sin perjuicio de la actualización e intereses de demora que en su caso procedan por aplicación de lo previsto en el artículo 141.3 de la citada Ley 30/1992, de 26 de noviembre. En mérito de lo expuesto, el Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha es de dictamen Que existiendo de relación de causalidad entre el funcionamiento de los servicios públicos prestados por el Ayuntamiento de Chiloeches (Guadalajara) y los perjuicios ocasionados a D.ª X por los daños sufridos en el vehículo de su propiedad por el impacto de una roca, procede dictar resolución declarando la responsabilidad patrimonial del Ayuntamiento de Chiloeches y el derecho de la perjudicada a percibir la indemnización que se señala en la consideración VI. 7