View online - Ghent University Library

Anuncio
LENGUA Y LITERATURA: FRANCÉS-ESPAÑOL
TESINA DE MAESTRÍA
Año académico: 2013-2014
Directora: Prof. Dr. Eugenia Houvenaghel
La Malinche resucitada: autores recientes
frente al desafío de la desmitificación
Hacia un análisis comparativo de las novelas La india de Cortés
(2004) de Carole Achache, La verdadera historia de Malinche (2009)
de Fanny del Río y Malinche (2011) de Jesús J. de la Gándara Martín
An-Sofie Wybo
Esta tesina de maestría se somete para obtener el grado de Máster en Lengua y
Literatura: francés-español.
1
PALABRAS DE AGRADECIMIENTO
A pesar del proverbio ‘el salir de la posada es la mayor jornada’, aplicable también a este
proyecto, he llegado, al final de un año académico lleno de investigaciones literarias
desafiantes y fascinantes, a un producto prometedor que someto para rematar con éxito mi
formación académica en la Universidad de Gante. De todos modos, quisiera subrayar mi
agradecimiento por la paciencia y los consejos de diferentes personas que han contribuido al
resultado actual de esta investigación.
En primer lugar, le agradezco a la Prof. Dr. Eugenia Houvenaghel, mi directora de
tesis, que siempre me ha asistido con recomendaciones y estímulos valiosos para encontrar
pistas de análisis adecuadas.
Doy las gracias igualmente a mi compañera de estudios Elien Bertels por la
colaboración fructífera que ha dado lugar a la redacción del segundo capítulo del presente
trabajo.
Además, me muestro agradecida por las informaciones inéditas que el autor español
Jesús J. de la Gándara Martín me ha proporcionado con el objetivo de apoyar mi proyecto de
investigación.
Finalmente, quisiera agradecer a mis padres, mi familia y mis amigos por ser mi paño
de lágrimas en tiempos difíciles.
2
ÍNDICE
1.
Parte introductoria .................................................................................................... 6
1.1. Presentación de los autores: vida y obra en general ..................................................... 6
1.1.1.
Carole Achache, tras las huellas de su madre ...................................................... 6
1.1.2.
Fanny del Río, “la hiperactiva amiga de la Malinche”2 ........................................ 7
1.1.3.
Jesús J. de la Gándara Martín, milpiés intelectual ............................................... 9
1.2. Pregunta de investigación y corpus.............................................................................. 11
1.3. Metodología y estructura ............................................................................................. 12
2.
Estado de la cuestión: evolución de la imagen de la Malinche ................................... 14
2.1. La denominación: una persona, varios nombres ......................................................... 14
2.2. Los testimonios durante o directamente después de la Conquista ............................. 15
2.2.1.
Contexto histórico-ideológico ............................................................................ 15
2.2.2.
Representantes .................................................................................................. 15
2.3. El nacionalismo mexicano en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX ................... 18
2.3.1.
Contexto histórico-ideológico y mitificación ..................................................... 18
2.3.2.
Representantes .................................................................................................. 20
2.4. La desmitificación en la segunda mitad del siglo XX .................................................... 21
2.4.1.
Evolución del estudio sobre la (des)mitificación................................................ 21
2.4.2.
Contexto histórico-ideológico y desmitificación ................................................ 26
2.4.3.
Representantes .................................................................................................. 27
2.5. Conclusión .................................................................................................................... 29
3.
Marco teórico: la construcción del personaje histórico en la novela histórica ............ 31
3.1. La (nueva) novela histórica y los géneros de la escritura del yo: ¿fronteras rigurosas
entre historia y literatura?.................................................................................................... 31
3.2. Técnicas para representar la psicología del personaje: introspección y monólogo
interior .................................................................................................................................. 37
3.3. Modo y punto de vista narrativo .................................................................................. 39
4.
Parte analítica .......................................................................................................... 42
4.1. Construcción de la imagen de la Malinche en La india de Cortés ................................ 42
4.1.1.
Construcción del personaje literario .................................................................. 42
4.1.2.
Omnipresencia de la voz lírica de la Malinche ................................................... 46
3
4.2. Construcción de la imagen de la Malinche en La verdadera historia de Malinche..... 48
4.2.1.
Construcción del personaje literario .................................................................. 49
4.2.2.
Feminismo y desmitificación .............................................................................. 54
4.2.3.
La Malinche habla............................................................................................... 55
4.3. Construcción de la imagen de la Malinche en Malinche .............................................. 57
5.
4.3.1.
Construcción del personaje literario .................................................................. 59
4.3.2.
Actualización de la Malinche: María del Mar..................................................... 63
4.3.3.
Punto de vista múltiple ...................................................................................... 66
Conclusiones ............................................................................................................ 69
Bibliografía ..................................................................................................................... 75
Extensión de la tesina: 28.872 palabras
4
“El cielo y la tierra pasarán,
mas mis palabras no pasarán.”
(Mateo, 24:35)
5
1.
PARTE INTRODUCTORIA
1.1. Presentación de los autores: vida y obra en general
Antes de sumergirnos en la vida y obra de los escritores de nuestro corpus, conviene poner
en claro que existen relativamente pocos datos acerca de Achache, del Río y De la Gándara
Martín porque no pertenecen al circuito de los autores más famosos de México. Además, sus
obras son muy recientes y, en el caso de las mujeres, los textos analizados en la presente
investigación constituyen su debut literario. Puesto que no podemos sacar provecho de
estudios ya existentes, lo que parece una desventaja a primera vista, esta tesina nos ofrece
la posibilidad de dirigir una exploración totalmente nueva y original. Por lo que se refiere a
Carole Achache y a Fanny del Río, vamos a basarnos sobre todo en informaciones
provenientes de periódicos y entrevistas, por un lado, y en reseñas breves que figuran en la
edición del libro, por otro lado. En cuanto a Jesús J. de la Gándara Martín, hemos conseguido
ponernos en contacto con su editor y luego con el escritor español mismo, quien nos ha
ofrecido una entrevista muy agradable. Las tres fuentes de De la Gándara Martín que datan
del año 2013 (no editadas) se han conseguido gracias a esta correspondencia (véase también
la nota al pié de la página 58).
1.1.1. Carole Achache, tras las huellas de su madre
La novelista francesa Carole Achache1 nació en la ciudad de
París en el año 1952. Contrariamente a sus coetáneos del Río
y de la Gándara Martín, esta parisiense no continuó los
estudios. Su experiencia proviene en primer lugar de sus
viajes. Carole Achache no se quedó quieta sino que viajó por
Europa, Asia y América. Actualmente, no solo trabaja como
escritora, sino también como fotógrafa. Ejerciendo esta
profesión, contribuyó a la realización de películas de entre
otros Claude Sautet, Joseph Losey y Bertrand Tavernier y
realizó algunos álbumes de fotos, titulados Chantier en cours
1
Los párrafos constituyendo la parte 1.1.1. se basan en las fuentes siguientes: Achache (2004: s.p.), De Ceccatty
(2011: s.p.), Fouteau (2009: s.p.) y S.N. (2011: s.p.).
6
et Des fleurs, respectivamente en 2004 y 2006. Tres años más tarde, en 2009, la francesa
aportó su granito de arena a un proyecto que intenta ayudar a personas en su proceso de
regularización. Bajo el motivo de Des mains pour dire la voix des sans-papiers, Achache sacó
fotografías de las manos de diferentes solicitantes de asilo que intentan entender el sistema
administrativo francés.
Como ya hemos mencionado anteriormente, La india de Cortés, aparecido por
primera vez en español en 2004 (mientras que la versión original francesa data de 2002),
constituyó la primera obra de su carrera literaria. A pesar del hecho de que la crítica ha
publicado muy poco sobre este libro, la cubierta de La india de Cortés nos enseña que la
Conquista se presenta “[...] a un ritmo distinto [...]” (Achache 2004: s.p.) a causa de las
particularidades sensuales y tormentos emocionales que se pintan. Además, la tapa afirma
que la obra literaria “[...] se une a los libros fundamentales sobre México [...].” (Achache
2004: s.p.). En cuanto al género del libro, se trata de una novela histórica.
Cuatro años más tarde, publica La Plage de Trouville (2008), seguido por Fille de en el
año 2011. Achache consagró este último libro a su madre, Monique Lange. La parisiense
parece a su madre en varias maneras. En primer lugar, Lange limitó el número de
publicaciones, lo que hace también su hija, dado que solo comenzó a editar obras a los 50
años. Además, acordándose del hecho de que Monique Lange consagró asimismo una obra a
su padre poco antes de la muerte de éste, Achache sigue los pasos de su madre cuando
decide escribir Fille de. Este libro funciona como recuperación de una relación compleja
entre madre e hija. En último lugar, resulta importante señalar que la francesa adoptó la
vivacidad del estilo de su madre, de manera que la crítica supo apreciar el valor de la obra.
Hasta el día de hoy, Achache continúa viviendo en la capital de Francia.
1.1.2. Fanny del Río, “la hiperactiva amiga de la Malinche”2
Fanny del Río3, autora mexicana nacida en la ciudad de México, debuta, tal y como Carole
Achache, con la novela La verdadera historia de Malinche (2009). Sin embargo, ya en el año
2002, se hace notar como finalista del premio literario-comercial español Planeta
contendiendo con Bryce Echenique. Del Río envió para esta nominación su novela Malinche,
2
Martínez (2009: s.p.)
Los párrafos constituyendo la parte 1.1.2. se basan en las fuentes siguientes: Río (2009: s.p.), Martínez (2009: s.p.),
Méndez (2009: s.p.) y Maes (2013: 10-12).
3
7
que se publicó siete años más tarde como La verdadera historia de Malinche. Con su obra,
Fanny del Río intenta “[...] dar una visión bien diferente de la mujer que siempre se ha usado
como símbolo de la traición.” (Martínez 2009: s.p.). Elena Méndez afirma por su parte que la
escritora mexicana consigue “[...] transmitir el dolor de su protagonista mediante un tono
profundamente lírico – mas no lastimero – [...].” (Méndez 2009: s.p.). Este tipo de
comentarios nos ofrece una indicación clara de la buena recepción de La verdadera historia
de Malinche. En la entrevista con María Eugenia Martínez (2009: s.p.), la novelista confirma
que ser escritora fue un sueño suyo que se realizó. Ya a los tres años leyó sola un comic. Dos
años después, fue fascinada y se quedó tranquila durante la interpretación de un texto de
Federico García Lorca pese a su hiperactividad. El primer poema de Fanny del Río resultó de
esta experiencia.
La mexicana de nacimiento estudió
filosofía
en
la
Universidad
Nacional
Autónoma de México (UNAM). Prefirió no
cursar literatura, puesto que estas clases
“[...] te matan las ganas de escribir.”
(Martínez 2009: s.p.). La facultad fue el lugar
donde conoció al uruguayo Carlos Vargas
Quijano, que se convirtiría más tarde en su
marido. Cuando murió el abuelo del novio, quiso regresar a Uruguay, pero, dado que Fanny
no se podía separar de él, siguió los impulsos del corazón y se quedó con ella por amor. En el
año 1987 viajaron a Uruguay y hasta el día de hoy, la escritora no se ha vuelto a México. En
el país natal de su marido, del Río asumió la función de consejera cultural en la Embajada
Mexicana durante algunos años. En este tiempo, tomó también la decisión de dedicarse a la
literatura y al periodismo. Como resultado, varias de sus contribuciones aparecieron en
revistas mexicanas y uruguayas. Durante su escritura, compuso un poema a dos voces, es
decir las de la Malinche y de Cortés, y casi sin saberlo, este poema se convirtió en la primera
carta de La verdadera historia de Malinche, su novela epistolar.
Martín, el hijo de la pareja, nació en 1989. Por casualidad o no, el niño obtuvo el
mismo nombre que el primer mestizo, a saber Martín Cortés, hijo de Hernán Cortés y la
Malinche. Existen más paralelos entre la vida de, por un lado, Fanny del Río, y por otro lado,
la propia Malinalli. Ambas mujeres subieron la experiencia de perder sus raíces, de
8
desarraigo. Este hecho indujo del Río a estudiar más en detalle la historia de su país natal y
de una de las mujeres principales de México, a saber, la Malinche. Además, la identificación
de Fanny del Río con la intérprete del conquistador Cortés nos parece sumamente plausible
a causa del matrimonio de ambas mujeres con un hombre extranjero y de su dedicación sin
límites al marido. En último lugar surge la cuestión de la lengua. En el caso de la Malinche, se
trata de la adaptación total a la lengua española, mientras que Fanny del Río tuvo que
realizar una adaptación menos drástica, es decir, familiarizarse con la especificidad del
español hablado en Uruguay.
En el año 2001, Carlos Vargas Quijano murió en un accidente de coche. Fue un
choque enorme para la mujer y, entretanto, sus dos hijos de cinco y once años. Sin embargo,
Fanny del Río no se desanimó pese al hecho de que no tuvo otro remedio que vender su
casa para mantener a sus hijos.
1.1.3. Jesús J. de la Gándara Martín, milpiés intelectual
Jesús José de la Gándara Martín4, ciudadano de
Burgos, nació en Tornavacas (en la provincia de
Cáceres, Extremadura) durante el año 1956. Tanto
su madre como su padre eran huérfanos desde los
primeros meses de la vida. A partir de este hecho ya
surge la posibilidad de poner en relación la vida
personal y familiar del autor con su obra Malinche,
puesto que Martín Cortés, uno de los tres
protagonistas de la historia, vive asimismo como
huérfano de madre cuando muere Marina. Junto
con su hermano que nació al año y pico de él, Jesús
José de la Gándara Martín pasó gran parte de su
infancia en su pueblo de nacimiento.
Cuando el padre de De la Gándara Martín comenzó a dar clase como profesor de
griego en el Instituto de Béjar en la ciudad de Salamanca, la familia decidió trasladarse. El
autor español valora esta ciudad afirmando que constituyó el lugar donde nació
4
Los párrafos constituyendo la parte 1.1.3. se basan en las fuentes siguientes: De la Gándara Martín (2011: s.p.), De
la Gándara Martín (2013a: s.p.), De la Gándara Martín (2013b: s.p.) y De la Gándara Martín (2013c: s.p.).
9
verdaderamente y se crió. Ya a los nueve años, entabló su bachillerato. Sin embargo, el
escritor nunca experimentó las ventajas de su precocidad, sino que para él fue más bien un
peso. Durante su bachillerato, Jesús J. de la Gándara Martín ya escribió poesías, pero no se
comportó como un estudiante ejemplar: según los profesores fue “[...] listo pero poco
aplicado [...]” (De la Gándara Martín 2013a: s.p.). A los 16 años se puso manos a la medicina,
lo que se consideró una tradición familiar. Muy pronto, estos estudios se convirtieron en su
vocación y dejó de ser un estudiante poco diligente. Entretanto, siguió produciendo relatos y
poesías, pero los años de la carrera no admitieron tanto la lectura y escritura como le
hubiera gustado. Algunos años más tarde, durante una clase de psicopatología se dio cuenta
de que la psiquiatría constituyó el enlace entre, por una parte, la medicina, y por otra parte,
su inclinación hacia la literatura. En 1977, el médico y psiquiatra en formación conoció a su
mujer futura, Maite. A causa del amor de ésta, tuvo por primera vez un suspenso. Hasta el
día de hoy, el escritor español está casado con Maite. La pareja tiene dos hijos, a saber, Jesús
Manuel y Pablo. En los años ochenta, publicó varios estudios científicos, por lo que la
literatura se ve metida en segundo plano.
Después de terminar la especialidad y el doctorado, ganó su plaza en el Hospital
General Yagüe de Burgos, ciudad que le encanta y donde vive desde 1984. A través de su
carrera profesional, durante la cual ha logrado componer un equipo asistencial psiquiátrico
apreciado, no solo en el entorno nacional sino también en el ámbito internacional, las
constantes han sido, por un lado, la psiquiatría, la investigación y la publicación científica, y
por otro lado, la recuperación de su afición por el género literario y poético. En el transcurso
de los últimos diez años, De la Gándara Martín ha trabajado en la enseñanza con el fin de
divulgar sus conocimientos y continuado con la publicación de libros de psiquiatría y ciencias
afines (por ejemplo Elogio de la tranquilidad (2005) y Posmodernidad y Salud Mental (2010)),
ensayos (como Viva cien años, pero vívalos bien (2004)) y libros de poesía (entre otros Doce
piezas para tintas chinas (2003) y Vino (2010)). No ha dejado tampoco la oportunidad de
dirigir o cooperar en periódicos, revistas médicas como Cuadernos de medicina
psicosomática y programas de televisión o radio.
Como se puede deducir del párrafo anterior, Jesús de la Gándara Martín se convirtió
en un hombre importante y respetado. Sin embargo, la crítica no ha publicado muchas
reseñas, ni sobre sus ensayos u obras de poesía, ni sobre su novela Malinche. Esta obra
literaria se publicó en 2011 y pertenece al género de la novela histórica, como también es el
10
caso para La india de Cortés (2004). La obra de Malinche se basa en otro texto que se llama
Águila Roja (2003), aparecido en edición privada y llevado a cabo en cooperación con el
pintor Segundo C. Escolar Díez. El borrador del relato historiográfico se tituló MARTÍN
CORTÉS (El primer mestizo), por Jesús J. de la Gándara Martín. El autor español tomó como
base la aseveración del filósofo francés René Descartes, es decir, Cogito ergo sum (Je pense
donc je suis) para construir el motivo central de la obra que reza así: “Viajo luego existo” (De
la Gándara Martín 2013c: s.p.). Fue exactamente Martín Cortés, nombre que constituyó el
primer título del libro, que se consideró como el fruto del viaje de Hernán Cortés a México. A
causa del cambio en el título definitivo, De la Gándara Martín pone más énfasis en el
personaje de Marina. Sin embargo, a lo largo del libro, ella no obtiene la palabra para
expresarse de manera libre (véase la parte analítica 4.3.).
1.2. Pregunta de investigación y corpus
En la presente tesina de maestría investigamos más en detalle la figura de la Malinche. Es un
hecho bien reconocido que se trata de un personaje a la vez ambiguo y fascinante. Cargada
con la función de mensajera e intérprete personal del conquistador Hernán Cortés, su
contribución a la conquista de México no se puede negar.
Durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX (Wood 2007: 219), varios autores
han condenado y mitificado a la Malinche, calificándola como traidora de su patria y
responsable de la caída del imperio azteca. En ese sentido, la actitud que manifiesta el
escritor mexicano Octavio Paz en su ensayo famoso Los hijos de la Malinche (1950), sirve de
ejemplo. (Paz 2008: 105 y Cypess 1991: 95). Sin embargo, a partir de la segunda mitad del
siglo XX (Wood 2007: 220), diferentes autores, entre los cuales se destacan las mujeres
como Rosario Castellanos (1975) y Laura Esquivel (2006) han salido en defensa del personaje
histórico llevando a buen término una primera tentativa de desmitificación (Cypess 1991:
123, Flores Farfán 2006: 135 y Sweet 2012: 98-99). Asimismo la esposa de Octavio Paz, Elena
Garro, se inscribe en esta tendencia con su cuento La culpa es de los tlaxcaltecas (1964)
(Hoppe Navarro 2011: 12-13), texto analizado en mi tarea de investigación Ba 3.
Observamos un contraste considerable entre los autores como Octavio Paz y Elena
Garro, famosos por publicaciones anteriores al año 2000 (a saber en los años 1950 y 1964), y
los escritores tratados en la presente tesina, de los cuales las obras son muy recientes (datan
respectivamente de los años 2004, 2009 y 2011) y poco conocidas. De todos modos tiene
11
razón Ainhoa Reyes Manzano (2005: 1) cuando asegura lo siguiente: “Difícil es encontrar un
personaje que, habiendo sido tan decisivo para la historia, haya sido mitificado de tal modo
que apenas podamos distinguir lo que de verdad esconde la historiografía.”. A partir de este
punto de vista y, puesto que escribimos con el propósito de continuar el análisis de la
evolución de la presentación de la Malinche en la literatura, nos parece un desafío explorar
en este estudio la imagen que se construye de ella en algunas obras de prosa narrativa
recientes y poco estudiadas.
Por lo tanto, la pregunta de investigación principal de esta tesina de maestría es la
siguiente: ¿Cómo se construye la imagen de la Malinche, figura histórica convertida en
personaje literario en las novelas contemporáneas que siguen: La india de Cortés (2004) de
la francesa Carole Achache, La verdadera historia de Malinche (2009) de la mexicana Fanny
del Río y Malinche (2011) del escritor español Jesús J. de la Gándara Martín? Añadimos
también algunas subpreguntas que sirven de pauta a nuestro análisis literario: ¿Qué
aspectos surgen como constituyentes del personaje de la Malinche?, ¿Qué actitud adoptan
los autores frente al mito de la Malinche?, ¿Qué estrategias adoptan para reforzar el mito o
para desmitificar a la figura mitificada? y ¿Logran su propósito? Los tres autores se acercan
de manera diferente a la figura de la Malinche, de modo que un análisis bajo la óptica
comparativa ofrece perspectivas enriquecedoras y nos ayuda a destacar mejor la
especificidad de cada obra. Sin embargo, por escasez de espacio, no resulta alcanzable
indagar en igual medida en todos los componentes mencionados, razón por la cual
privilegiamos, en nuestro análisis, los aspectos más significativos de cada libro.
El párrafo que precede muestra de manera clara cuales son las fuentes primarias, es
decir, el corpus de libros que nos sirve en este trabajo. Se trata de tres novelas
(neo)históricas, más particularmente, La india de Cortés (2004), La verdadera historia de
Malinche (2009; este libro pertenece asimismo al género de la novela epistolar) y Malinche
(2011).
1.3. Metodología y estructura
Con respecto a la metodología de este estudio, no nos limitamos al estudio contrastivo sino
que vamos a basarnos en algunas perspectivas teóricas más.
En primer lugar, puesto que las novelas de nuestro corpus giran en torno a la
(des)mitificación, nos proponemos analizar cuáles son las técnicas (des)mitificadoras
12
recurrentes en obras contemporáneas. Como esta materia se relaciona con el estudio sobre
la (des)mitificación, optamos por colocar estas estrategias en el segundo capítulo que nos
esboza la evolución de la imagen de la Malinche a lo largo del tiempo.
Luego, la parte metodológica más importante trata la construcción del personaje a la
vez histórico y literario en las novelas históricas. En esta sección, los modelos de Fernando
Aínsa, Seymour Menton, Georges May, Daniel Madelénat y Judyta Wachowska nos sirven de
base para el tratamiento de la nueva novela histórica (hispanoamericana) y los géneros de la
escritura del yo. La obra de Rafael Azuar Carmen nos da explicaciones acerca de la técnica
del monólogo interior para representar la psicología del personaje. Gérard Genette, Jürgen
Pieters y Yves Reuter, a su vez, ofrecen un marco teórico para el estudio más detallado del
modo y punto de vista narrativo en cada una de nuestras novelas.
En cuanto a la estructura de la tesina de maestría, reelaboramos primeramente la
sección sobre la evolución de la figura de la Malinche. Esta parte ya se encuentra en nuestra
investigación anterior, pero, dado que se trata de un capítulo imprescindible para la
continuación del presente estudio, preferimos integrar este estado de la cuestión más
perfeccionado como contexto que nos permite situar mejor las novelas recientes de nuestro
corpus.
A continuación, presentamos el marco teórico del trabajo, conteniendo
informaciones sobre la escritura del yo, la novela neohistórica, la introspección, el monólogo
interior y los modos y puntos de vista narrativos.
En la parte analítica que sigue, se analizan detalladamente las tres novelas con el
objetivo de descubrir sus propiedades y sus puntos más importantes en el trato del
personaje histórico-literario de la Malinche. Los conceptos de la construcción del personaje
literario y el punto de vista narrativo regresarán en todos los análisis. No obstante, dentro de
estos conceptos, se enfocan las particularidades de cada obra.
A modo de conclusión, contrastamos brevemente las tres obras recientes en
cuestión, lo que forma un trampolín para una comparación más profunda que podría incluir
asimismo escenas específicas que figuran en diferentes novelas.
13
2.
ESTADO DE LA CUESTIÓN: EVOLUCIÓN DE LA IMAGEN DE
LA MALINCHE5
2.1. La denominación: una persona, varios nombres
Antes de entrar en las tres tendencias principales sobre la representación de la Malinche,
conviene explicar los diferentes nombres que ésta recibió a lo largo del tiempo, a saber,
‘Malinal(li)’, ‘Marina’ y ‘Malinche’. Existen numerosas explicaciones acerca de los diferentes
nombres, sus orígenes y los lazos entre sí, de modo que nos vemos obligadas a tratar
únicamente las tres denominaciones más pertinentes que se explican por las fases
consecutivas de su vida. (González Hernández 2002: 182).
Su nombre original náhuatl fue ‘Malinal(li)’ que significa, por un lado, “hierba
torcida”, y por otro lado, “el decimosegundo signo del ciclo de 260 días, día funesto” (Grillo
2011: 16). Este último significado se invoca asiduamente como predicción de la pérdida del
imperio azteca a causa de la Malinche. ‘Malinal(li)’ aparece sobre todo en fuentes indígenas
y mestizas. (González Hernández 2002: 182-184).
Al bautizar la Malinche, que fue regalada junto con diecinueve mujeres a Hernán
Cortés, los españoles le dieron el nombre ‘Marina’ (Holmes 2005: 3 y González Hernández
2002: 182). Este nombre cristiano se acompaña frecuentemente de la forma de cortesía
‘doña’, lo que resulta en ‘Doña Marina’. Tanto los cronistas españoles como los autores
hispanistas de los siglos XIX y XX utilizaron esta denominación respetuosa. (González
Hernández 2002: 182).
‘Malinche’6, la denominación más extendida, deriva de la palabra azteca ‘Malintzine’
o ‘Malintzé’ y constituye una adaptación a la pronunciación española (González Hernández
2002: 182, 187). De esta manera, Cypess (1991: 2) confirma lo que sigue: “La Malinche is the
syncretic, mestizo form.”. Cabe añadir que al principio, este nombre refirió a Cortés y sólo
después a la Malinche misma (Grillo 2011: 16). En breve, la polémica acerca de la actitud de
la Malinche se refleja asimismo en su denominación (González Hernández 2002: 181).
5
Este capítulo se ha realizado en colaboración con Elien Bertels.
‘Malinche’ es el nombre con el cual vamos a referirnos frecuentemente a ella en el presente estudio. Sin embargo,
utilizamos de vez en cuando las denominaciones ‘Doña Marina’ y ‘Malintzin’ para obtener una variación mayor.
6
14
2.2. Los testimonios durante o directamente después de la
Conquista
2.2.1. Contexto histórico-ideológico
En el siglo XVI, el colonizador Hernán Cortés, con apenas 600 soldados, conquistó el mundo
azteca oprimiendo a millones de indígenas. Aunque la tradición popular atribuye el éxito de
la Conquista enteramente a la colaboración de la Malinche, este triunfo se debe igualmente
a las discrepancias llamativas entre los españoles y los aztecas. Además de que las dos
naciones constituyen “[...] two radically dissimilar cultures, two radically different modes of
interpreting existence.” (León-Portilla citado en Cypess (1991: 15)), los españoles forman
una fuerza unida gracias a la Reconquista, mientras que el imperio azteca se caracteriza por
numerosas tribus fragmentadas. (Cypess 1991: 14-15).
En las primeras fuentes que se dedican a la descripción de la Malinche, la ideología
preponderante es la del eurocentrismo (Cypess 1991: 14), de modo que se ponen la
Malinche y América Latina en general en un segundo plano. Como consecuencia, no se
otorga voz a la protagonista femenina de la Conquista, contrariamente a lo que ocurre en el
caso de los demás participantes, a saber, los indígenas y los cronistas españoles (Cypess
1991: 1).
Tanto los indios como los cronistas tienen el privilegio de ser testigos del
enfrentamiento español-indígena, y aún más, se caracterizan cada uno por una
heterogeneidad tremenda. De este modo, ambos grupos dan lugar a aproximaciones
diferentes de la Malinche, lo que se detallará en los apartados siguientes. (Cypess 1991: 1 y
Montaudon 2010: 2-3).
2.2.2. Representantes
Por lo que se refiere al acercamiento indígena, se observa un panorama de fuentes acerca
de la Malinche en la recopilación La visión de los vencidos de Miguel León-Portilla (Cypess
1991: 1). No obstante, León-Portilla no toma en cuenta otro grupo de representantes
indígenas, los tlaxcaltecas aliados con los españoles. Tanto los indígenas vencidos como los
aliados reconocen el lugar primordial de la Malinche, pero adoptan respectivamente mayor
o menor enemistad hacia ella (Montaudon 2010: 3).
15
Con respecto a los textos de los vencidos, los Anales de Tlatelolco (publicados entre
1528 y 1530) y el testimonio gráfico Castigo de aperreamiento (1537) demuestran una fuerte
hostilidad frente a Malintzin considerándola la culpable de la pérdida del imperio azteca
(González Hernández 2002: 224). En cambio, el Códice Florentino (cuya fecha de publicación
queda desconocida) expresa de manera implícita y sutil una crítica de la Malinche (González
Hernández 2002: 221). Además, las imágenes en éste no solo nos ofrecen información
enriquecedora sobre la Malinche, sino también acerca del arte mestizo (Montaudon 2010:
4). En general, los vencidos describen el aspecto físico de la Malinche como una evolución de
indígena a europea o sea de cabello oscuro y vestido tradicional a cabello rubio y ropa
occidental (Montaudon 2010: 8).
Las pinturas murales Lienzo de Tlaxcala (producida entre 1550 y 1564), representante
del punto de vista de los aliados de los españoles, defienden a la Malinche matizando su
papel principal en la llamada traición de Cholula y adoptando una representación más bien
española de su apariencia (Montaudon 2010: 6-7 y González Hernández 2002: 222, 235).
En cuanto a los cronistas, Montaudon (2010: 8) da en el clavo afirmando lo siguiente:
“[...] el cronista, es, por lo general, autor, narrador y personaje de los hechos que relata.”.
Así, la autora insiste en la combinación de historia y ficción como veremos en las obras de los
grandes representantes de esta tendencia, Hernán Cortés, Francisco López de Gómara y
Bernal Díaz del Castillo (Montaudon 2010: 9).
En las Cartas de relación (realizadas entre 1519 y 1526), Hernán Cortés se dirige a
Carlos V para someter a aprobación legal la Conquista de México (Montaudon 2010: 9). Si
bien la Malinche estuvo en contacto íntimo con el conquistador y fue la madre de su hijo
Martín, Cortés la menciona de manera escasa, y cuando lo hace, es de manera indirecta
(Holmes 2005: 4). A modo de ilustración, mencionamos la segunda carta en la cual Cortés se
refiere a ella como “mujer india” (Cypess 1991: 26). En otros casos, utiliza la denominación
“lengua” con la excepción de la carta cinco donde encontramos la única ocasión en la que
menciona su nombre “Marina” (Cypess 1991: 26 y Montaudon 2010: 11). Cortés solo hace
referencia a la Malinche cuando esta mujer india le viene bien para justificarse frente al rey
Carlos V (Cypess 1991: 26).
Francisco López de Gómara, el biógrafo de Cortés, atribuye su Historia de la
conquista de México a Martín Cortés e imita la aproximación del padre de éste acerca de la
Malinche, puesto que una alabanza de Malintzin rebatiría la superioridad de Cortés y la
16
hegemonía de la religión católica (Montaudon 2010: 11-12 y Cypess 1991: 32). Este
comportamiento negativo se refleja en la sugerencia de la embriaguez de Juan Jaramillo
cuando se casa con la Malinche como única explicación concebible de un matrimonio con
una mujer india (Montaudon 2010: 15). Otro ejemplo consiste en la mención de Martín
Cortés como hijo del conquistador “que era nacido de una india”, de manera que la
Malinche se reduce a una indígena cualquiera y substituible (Franco 2005: 256).
Probablemente por el elogio exagerado a Cortés y por el hecho de que nunca puso un pie en
tierra mexicana, López de Gómara recibió el viento en contra tanto de la Corona española
como de Bernal Díaz del Castillo (Montaudon 2010: 12 y Franco 2005: 256).
Como Bernal Díaz del Castillo intenta rectificar la obra de López de Gómara, convierte
a la Malinche en la protagonista femenina de la Conquista de las Américas (Franco 2005: 257
y Gaudreau 2010: 79). En su obra Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, del
Castillo pone énfasis en el origen noble de la Malinche, su devoción a España y su valor
comparándola con figuras bíblicas y literarias ejemplares (Franco 2005: 260 y Cypess 1991:
28).
Visto que generalmente se considera la obra de del Castillo como la más exhaustiva
en cuanto a los hechos biográficos sobre la Malinche, conviene hacer una breve digresión al
respecto (Flores Farfán 2006: 117). Malintzin fue la hija de caciques pertenecientes a la
nobleza del pueblo Painala, pero después de la muerte temprana de su padre, su vida
cambió radicalmente a causa del segundo matrimonio de su madre con otro jefe y el hijo
que tuvieron juntos. Con el propósito de convertir en heredero al medio hermano de la
Malinche, la madre la vendió a los indios de Xicalango, que hablaban el náhuatl. Después, la
Malinche se entregó a los indios de Tabasco, que tenían como lengua principal el maya. Por
consiguiente, Doña Marina ya dominaba dos idiomas, a saber, el náhuatl y el maya, cuando
se la entregó a Cortés junto a diecinueve mujeres. (Cypess 1991: 33 y González Hernández
2002: 198-199). Aparte de poner de relieve el don de lenguas de la Malinche, del Castillo
asimismo otorga voz a la mujer india en los acontecimientos de Cholula (Cypess 1991: 31 y
Franco 2005: 259). La Malinche no recibiría este privilegio de nuevo antes de la segunda
mitad del siglo XX. Contrariamente a López de Gómara que pone en escena un Jaramillo
borracho (véase arriba), del Castillo menciona el matrimonio con Jaramillo como prueba de
la importancia concedida por Cortés a la Malinche (Cypess 1991: 30, 37). Cuando la Malinche
encuentra a su madre y medio hermano, muestra otra vez su altruismo perdonándoles a
17
ellos en vez de castigándolos (Vásquez 1968: 18). Después del casamiento entre la Malinche
y Jaramillo, la información sobre ella es casi inexistente, de modo que la protagonista
femenina de la Conquista se convierte en un enigma (Cypess 1991: 37).
Aunque del Castillo insiste en la veracidad de su relato (Franco 2005: 261), críticos
han señalado que su obra contiene un encubrimiento de la verdad en la medida en que “he
has carefully selected portions of her life that enhanced her stature as a participant in the
Conquest” (Johnson citado en Gaudreau (2010: 79)).
2.3. El nacionalismo mexicano en el siglo XIX y la primera mitad del
siglo XX
2.3.1. Contexto histórico-ideológico y mitificación
En el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX (Wood 2007: 219), el nacionalismo mexicano
constituye la próxima etapa digna de mención sobre la constitución de la imagen de la
Malinche. No solo la guerra de independencia mexicana (1810-1821) (Gaudreau 2010: 80),
sino también la ocupación impuesta por parte del emperador francés Napoleón III y
ejecutada por Maximilian y Carlota, provocaron un florecimiento de literatura nacionalista
(Cypess 1991: 58). Sobre todo a causa de la opresión española, los mexicanos desarrollaron
el afán de añadir a la independencia política una autonomía cultural reinterpretando la
Conquista (Cypess 1991: 41-42).
Con el intento de formar una identidad propia a través del pasado, “[...] fue fácil
echar la culpa del pasado trágico a la Malinche, debido a su alianza con los conquistadores
españoles.” (Holmes 2005: 2). Según Edmundo O’Gorman, la Malinche se convirtió en chivo
expiatorio, es decir, la culpable de la pérdida del imperio azteca (Cypess 1991: 43). El
acontecimiento histórico que ayudó a constituir la leyenda negra sobre la Malinche consta
de su supuesta traición en la batalla de Cholula (Franco 2005: 259). Una anciana cholulteca
le hubiera revelado a la Malinche la emboscada planificada por su pueblo con el intento de
casarla con su hijo. Las fuentes afirman que la Malinche pasó esta información a Cortés, lo
que llevó a una masacre feroz, aunque existe también la posibilidad de que el conquistador
ya estuviera al tanto de la trampa a causa del aviso de los tlaxcaltecas. (Flores Farfán 2006:
127-128).
18
A partir del discurso nacionalista, la Malinche se cambió de figura histórica a signo
mítico, de manera que pasó a inscribirse en el “sistema mítico de su cultura” (Paladini 2012:
132-133). Su figuración como chivo expiatorio se facilitó tanto por los eventos históricos (la
Independencia mexicana) como por su condición femenina y su actitud no prototípica
(González Hernández 2002: 42 y Gaudreau 2010: 81). Apoyamos la metáfora de Sandra
Messinger Cypess (1991: 1) según la cual la imagen de la Malinche parece un palimpsesto
que revela varias capas a veces incompatibles entre sí.
Las mitificaciones más importantes que se construyen durante esta época consisten
en la Llorona, la Chingada (en oposición a la Virgen de Guadalupe) y la Eva mexicana. Por lo
que se refiere al mito de la Llorona, Fernando Horcasias y Douglas Butterworth diseñan tres
modelos de los cuales la versión más adecuada nos parece la primera. Según ésta, la Llorona
se presenta como una mujer india de extraordinaria belleza que ahogó en un río a su hijo
ilegítimo porque se vio rechazada por su amante. Después de este delito, vagabundea
durante la noche lamentándose de su hijo fallecido. (González Hernández 2002: 155). La
semejanza entre la Llorona y la Malinche se explica cuando Cypess (1991: 7) afirma lo
siguiente: “La Malinche serves as a synecdoche for all Indian women who lament the fate of
their progeny born to the Spanish conquistadors.”.
Octavio Paz desarrolla el origen del mito de la Chingada al pretender lo que sigue: “Lo
chingado es lo pasivo, lo inerte y abierto, por oposición a lo que chinga, que es activo,
agresivo y cerrado.” (Paz 2008: 97). Paz (2008: 105) identifica la Malinche con la Chingada y
el que chinga es Cortés (González Hernández 2002: 170). Aunque ambas figuras míticas
contribuyen a la configuración de la identidad mexicana, Paz pone énfasis en el contraste
entre la Malinche (como la madre violada) y la Virgen de Guadalupe (como la madre virgen y
pura) (González Hernández 2002: 159 y Paz 2008: 104). El reproche de que la Malinche se
entrega pasivamente a los españoles vuelve en la metáfora de Cypess (1991: 89-90), según la
cual Hernán Cortés viola a Malintzin así como el imperio azteca está atacado por los
conquistadores7.
7
La poca resistencia del emperador Moctezuma se explica mediante su superstición religiosa. Según los presagios, el
dios Quetzalcóatl regresaría, lo que provocaría la caída del imperio azteca. A la llegada de Cortés, los aztecas lo
identificaron con Quetzalcóatl, de modo que ofrecían poca resistencia. (González Hernández 2002: 29-30). Para
obtener más información, referimos a la obra histórica History of the Conquest of Mexico (2001) de William H.
Prescott.
19
La Chingada como mito de la Malinche traidora se puede asociar a la leyenda de la
Eva mexicana (Cypess 1991: 9), con el matiz de que la actitud pasiva de la Malinche
contrasta con la supuesta traición activa de la figura bíblica Eva. La traición de ambas
mujeres provocó consecuencias graves, es decir, la exclusión del Paraíso y la sumisión de
México. Además, como las descendientes femeninas de Eva están sometidas por su culpa a
la autoridad masculina (Vos 1990: 23), hoy en día, las descendientes mexicanas y chicanas de
la Malinche siguen estando oprimidas por los hombres.8
2.3.2. Representantes
El primer representante remarcable dentro de la tendencia nacionalista y mitificadora es la
obra anónima Xicoténcatl (1826) en la cual Marina se presenta siempre como el polo
opuesto de Teutila, la heroína de la novela (Cypess 1991: 42, 45). Contrariamente a la
Malinche, Teutila desempeña el papel de indígena fiel resistiendo a las tentaciones de los
invasores españoles. El autor explica la traición de Malintzin mediante motivos románticos al
atribuir su colaboración con Cortés al destino. Como se pone énfasis únicamente en las
vertientes negativas de la Malinche, Xicoténcatl pone los cimientos para la imagen de la
Malinche como traidora. (Cypess 1991: 45, 47, 56).
Aunque la descripción romántica de la Malinche en Xicoténcatl vuelve en Doña
Marina de Ireneo Paz (Cypess 1991: 10), se destaca una discrepancia notable entre ambas
obras. Mientras que el escritor desconocido de Xicoténcatl rechaza todo lo asociado con la
nación española, Ireneo Paz reconoce las atribuciones posibles de los españoles al igual que
los rasgos positivos de los indígenas (Cypess 1991: 69). Este autor ambiguo contrasta a la vez
con la opinión de su nieto Octavio Paz, puesto que matiza la actitud de la Malinche que sigue
el ejemplo de varias mujeres indígenas que favorecen la civilización española en perjuicio de
la suya (Cypess 1991: 76).
Aunque Octavio Paz no inició el pensamiento negativo acerca de la Malinche,
constituye el representante mayor del nacionalismo (Cypess 1991: 11). En su ensayo Los
hijos de la Malinche (1950), la innovación más llamativa es la equiparación entre la Chingada
y la Malinche de la cual se supone que se entregó de manera pasiva y voluntaria a los
8
Otro lazo interesante existe entre la Malinche y Helena de Troya, puesto que ambas mujeres se consideran como la
causa de la pérdida de respectivamente México y Troya (Blanc 2009: s.p.). Sin embargo – a causa de una falta de
espacio – reservamos esta profundización para un estudio futuro.
20
españoles (Cypess 1991: 11, 95-96). A partir de la visión negativa de Paz ha nacido el término
‘malinchismo’ definido por Cristina González Hernández:
El arquetipo de india traidora, de vendepatrias, arraigará con tal fuerza, debido a la insistencia de la
retórica nacionalista, que el neologismo malinchista con el que designar a los traidores a la patria de
todos los tiempos se convertirá para los mexicanos en el peor de los insultos. Los términos
malinchismo y malinchista llegarán incluso a traspasar las fronteras mexicanas y se harán usuales en
otros países de Hispanoamérica. (González Hernández 2002: 43).
2.4. La desmitificación en la segunda mitad del siglo XX
2.4.1. Evolución del estudio sobre la (des)mitificación
Antes de analizar la desmitificación acerca de la Malinche, cabe ofrecer algunas
informaciones sobre el estudio de la (des)mitificación. Después de elucidar el concepto del
mito y de la mitificación, pasamos a la definición de la desmitificación. Terminamos con la
evolución de la crítica con respecto a la desmitificación y las técnicas desmitificadoras más
importantes.
Indicando que es necesario “aceptar [el mito] como una dimensión irrecusable de la
experiencia humana”, J.-P. Vernant, citado en Pérez Tapias (1988: 1), pone de relieve la
importancia del mito. Coincidimos con Gumbrecht (1992: 282) cuando afirma que antes de
analizar la evolución y el término de desmitificación, hay que definir el mito precedente a
ésta. Mircea Eliade, especialista en el estudio del mito, explica el concepto del mito de la
manera siguiente:
[...] el mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo
primordial, el tiempo fabuloso de los comienzos. [...] El mito no habla de lo que ha sucedido realmente,
de lo que se ha manifestado plenamente. (Eliade 2006: 13-14).
Eliade añade que es casi imposible componer una definición de este término que convenga
tanto al mundo intelectual como al aficionado, pero interpreta la definición anteriormente
citada como la menos deficiente (Eliade 2006: 13).
La reflexión acerca del mito empezó en la corriente filosófica del idealismo alemán a
finales del siglo XVIII con El más antiguo programa sistemático del idealismo alemán (1796 o
1797) como disparo de salida. Una década después, los pensadores Creuzer y Müller aspiran
al estudio del mito considerándolo un objeto autónomo. (Albizu 2009: 335, 338, 341).
Alrededor de 1827, el razonamiento de Shelling estudia el lazo estrecho entre, por un lado,
el mito, y por otro lado, la filosofía retomando así la reflexión filosófica sobre el mito de
finales del siglo XVIII (Albizu 2009: 343).
21
En cuanto a la tipología de los mitos, Luis Martínez-Falero distingue los mitos
culturales etno-religiosos de los cultural-literarios. El primer grupo de mitos se caracteriza
por una relación con los rituales específicos de una sociedad y constituyen la base para los
mitos literarios que se incorporan de manera inconsciente en la memoria colectiva. Ambos
tipos tienen en común el rasgo de la narratividad al inscribirse en una tradición literaria
definida. (Martínez-Falero 2013: 482).
El mito desempeña una función particular a partir de las sociedades prehistóricas
para las cuales el relato mítico hace entender los caprichos de la naturaleza (humana)
contribuyendo de este modo al conocimiento de la sociedad en cuestión. De lo anterior se
puede deducir que, en general, el mito asume una función social sin la cual no tiene sentido
de existencia. (Martínez-Falero 2013: 482).
Siguiendo el texto de Gumbrecht (1992: 281), se puede definir el término de
desmitificación a partir de dos aproximaciones, una semántica y otra pragmática. La
perspectiva semántica consiste en una reformulación del mito manteniendo al máximo la
esencia de éste. Al contrario, en la aproximación pragmática, el cambio del contexto sociocultural provoca una recepción radicalmente diferente que no pudo haber ocurrido en el
contexto original. (Gumbrecht 1992: 281). En ambas aproximaciones, se añade otra
distinción entre la desmitificación como acto intencional y proceso histórico exento de
intencionalidad. Mientras que el traspaso de mitos desde la Antigüedad – mediante la Edad
Media y el Renacimiento – hasta la Modernidad pertenece a la desmitificación como proceso
no intencional, el cuestionamiento de mitos en períodos concretos como la Ilustración
forma parte del acto desmitificador intencional. (Gumbrecht 1992: 282).
Hans Ulrich Gumbrecht (1992: 292) atribuye el concepto de desmitificación a Rudolf
Karl Bultmann cuya reflexión crítica acerca de la desmitificación teológica fue tan
controvertida que causó una gran polémica y resultó en la adopción general del término
‘desmitificación’.
Dentro del desarrollo filosófico del concepto de la desmitificación a lo largo del
tiempo, se distinguen tres tendencias primordiales: la eliminación del mito a partir de la
Ilustración, la consideración romántica del mito y la perspectiva más reciente en la cual se
rehabilita el mito (Gumbrecht 1992: 284-297).
El estudio del término ‘desmitificación’ se inicia durante la Ilustración en el siglo XVIII
cuando se considera el mito como “cualquier saber sin una adecuación con la realidad”
22
(Gumbrecht 1992: 285), y, por lo tanto, un engaño que puede efectuar un poder social
(Gumbrecht 1992: 283, 285). La mitología antigua ya nos ofrece conocimiento sobre el
desarrollo intelectual del ser humano, pero la crítica y alejamiento frente a este saber –
implicado en cada proceso desmitificador – van más allá y por consiguiente, son testigos de
progreso intelectual. El positivista francés Auguste Comte se sitúa dentro de esta primera
aproximación, visto que en su opinión, el proceso de la desmitificación sustituye al mito por
conceptos abstractos y metafísicos. De este modo, la desmitificación constituye un paso
adelante en la evolución del espíritu humano. (Gumbrecht 1992: 288-289). Roland Barthes,
otro pensador francés, nos presenta en su libro Mythologies (1957) el funcionamiento de
mitos cotidianos y el papel de la desmitificación (Gumbrecht 1992: 289-290). En este
aspecto, al poner una foto de un soldadito negro en la portada de la revista Paris-Match (el
significado primario), el imperialismo francés nos transmite que incluso la gente de las
colonias como Algeria sirven fielmente al gran imperio francés, lo que forma un sentido
mitificador e ideológico (el significado secundario). Barthes problematiza el hecho de que la
política francesa hace pasar esta interpretación mitificadora como natural y universal. (Elliott
2014: 90-91). Según Barthes, la desmitificación opone el significado primario al secundario
revelando la discrepancia entre ambos y, por lo tanto, el poder deformador del sentido
mitificador (Gumbrecht 1992: 290). Todo lo expuesto con anterioridad se resume en las
palabras que siguen: “En el arte de todos los tiempos y de todos los pueblos impera la lógica
irracional del mito.” (Edmundo O’Gorman (según Luis Barragán) en Río (2009: s.p.)).
Aparte de la Ilustración, el siglo XVIII en Europa se caracteriza por otro movimiento
literario-artístico pertinente en el estudio de la desmitificación, a saber, el Romanticismo. En
esta segunda tendencia, se consideran los mitos como indicaciones de la esencia humana
que necesitan una explicación en el contexto político, económico y cultural de hoy en día
mediante una transferencia intercultural de significado. (Gumbrecht 1992: 290). “Desde
entonces, se oponen entre sí dos conceptos divergentes de desmitificación, el uno como
eliminación del mito [la Ilustración], el otro como transmisión intercultural de sentido [el
Romanticismo].” (Gumbrecht 1992: 290).
Al igual que el Romanticismo, la perspectiva más reciente en el estudio filosófico de
la desmitificación se opone a algunas ideas básicas de la reflexión ilustrada sobre la
(des)mitificación. Jacques Derrida y Claude Lévi-Strauss intentan debilitar la convicción de
que el pensamiento lógico es diferente de o superior al mito (Gumbrecht 1992: 296). De la
23
misma manera, Hans Blumenberg (parafraseado en Resina (1992: 24)) opina lo siguiente: “La
relación entre conocimiento racional y pensamiento mítico no es [...] una relación de
rechazo ni tampoco una relación irónica.”. Además, Blumenberg añade al pensamiento de
Derrida y Lévi-Strauss las funciones semejantes entre la razón y el mito hasta establecer un
sistema comparativo entre ellos. Una de las analogías entre el pensamiento lógico y mítico
es la debilitación de los omnipoderosos – principalmente Dios(es)- mediante la anticipación
del futuro. (Gumbrecht 1992: 296).
Luis Martínez-Falero (2013: 492-493) distingue cinco técnicas de reescritura del mito
que pueden contribuir cada una al proceso de la desmitificación. Dentro de este conjunto de
técnicas, discernimos, por un lado, estrategias basadas en la incorporación creativa de
mitemas9, y por otro lado, modalidades estableciendo analogías con o bien la estructura o
bien la trama del relato (Martínez-Falero 2013: 492-493).
En cuanto al primer grupo, Martínez-Falero (2013: 492) hace la distinción entre la
reescritura mediante la adición, combinación o subversión de mitemas. No obstante, no
distinguimos los dos primeros recursos, dado que ambos combinan mitemas y dan lugar de
este modo a nuevos modelos. En cambio, la estrategia de la subversión no adopta mitemas
de manera literal, sino que los invierte hasta llegar a una versión más bien paródica del mito
(Martínez-Falero 2013: 492).
Con respecto al segundo grupo general, el primer recurso consiste en reescribir un
mito refiriendo a la estructura particular de éste. Por poner un ejemplo significativo,
mencionamos la reescritura del mito de Minos incluyendo la estructura del laberinto en el
cuento El Aleph (1949) de Jorge Luis Borges. (Martínez-Falero 2013: 492). En el último
método, las analogías se encuentran entre diferentes tramas como es el caso en Diálogo
secreto (1984) de Buero Vallejo. En esta obra, el personaje principal teje una telaraña de
mentiras al igual que Aracné en el cuadro Las hilanderas de Diego Velázquez. (MartínezFalero 2013: 493). El ejemplo precedente demuestra que los lazos no solo se establecen
entre diferentes textos literarios, sino también entre un texto literario y una obra artística
por lo cual la desmitificación implica a veces una interdisciplinaridad. Aunque el autor Luis
Martínez-Falero (2013: 493) solo pone énfasis en el papel del lector en cuanto a la
9
Claude Lévi-Strauss, parafraseado por Guillermo Martinez, define el mitema como “una porción irreducible de un
mito, un elemento constante que siempre aparece intercambiando y reensamblado con otros mitemas relacionados
de diversas formas, o unido en relaciones más complicadas.” (Martinez 2008: 289).
24
identificación de las analogías existiendo entre tramas, la función del lector nos parece
imprescindible en todas las técnicas de reescritura, puesto que cada una implica una relación
intertextual apelando así al conocimiento literario-cultural del lector.
Después de haber analizado las posibilidades generales de reescritura del mito,
entramos en los recursos específicos que se utilizan en el proceso de desmitificación del
descubrimiento y Conquista de América. Una primera técnica consiste en un juego temporal
que no se restringe al momento puntual de la Conquista, sino que se toman en
consideración igualmente los acontecimientos antes y después del descubrimiento con el fin
de obtener una visión de conjunto más objetiva y más matizada. (Lobo García y Rodríguez
1995: 20).
En segundo lugar, observamos la inversión del punto de vista tradicional otorgando
voz al indígena en vez de la perspectiva del conquistador español. De esta manera, existe
asimismo la posibilidad de jugar con el papel de descubridor: por una parte, se le abre un
mundo nuevo al español en América, y por otra parte, es el indígena el que llega a ser el
descubridor del continente europeo y sus costumbres particulares. Contrariamente a las
versiones oficiales y maniqueístas de los españoles en el siglo XVI, el intercambio del punto
de vista permite una crítica de la agresión de los conquistadores y, lo que es más, una visión
más matizada y rica de las relaciones entre indios y españoles en la Conquista. (Lobo García y
Rodríguez 1995: 20-21).
Además, ciertos textos literarios destronan a personajes oficiales de la Conquista y
endiosados durante siglos. El caso concreto de El arpa y la sombra (1981) de Alejo
Carpentier permite ilustrar esta idea en la medida en que se presenta al conquistador Colón
confesando todos sus pecados en su lecho de muerte. De este modo, el lector se interroga
acerca de la versión oficial de la Conquista y la influencia manipuladora de los textos
canónicos en la realización de aquella versión. (Lobo García y Rodríguez 1995: 20).
Por último, la destrucción de Tenochtitlan constituye un motivo bastante recurrente
en la literatura, ya que esta ciudad funciona como centro poderoso y símbolo de la cultura
azteca. La omnipresencia de Tenochtitlan resulta particularmente interesante para nuestra
investigación que gira alrededor de la Malinche, personaje histórico de la Conquista de
México. (Lobo García y Rodríguez 1995: 21).
25
En resumidas cuentas, el ser humano no se puede pasar del proceso de la mitificación, pero
resulta difícil encontrar unisonancia en cuanto a la definición del término ‘mito’. Tanto el
idealismo alemán como el razonamiento de Shelling relacionan la filosofía y el mito entre sí,
mientras que Creuzer y Müller forman una excepción en la medida en que ponen énfasis en
el carácter autónomo del mito. Se pueden subdividir los mitos culturales en los etnoreligiosos y los literarios, pero ambos comparten una función narrativa y social,
imprescindibles para el funcionamiento del mito en la sociedad en la que existe.
La desmitificación, un término proveniente de Rudolf Karl Bultmann, se define
mediante un acercamiento o bien semántico o bien pragmático, los cuales se caracterizan
respectivamente por el mantenimiento o no de la esencia del mito. Dentro del estudio de la
desmitificación, se destacan tres corrientes principales, es decir, la expulsión del mito sobre
todo en la Ilustración, la visión romántica de los mitos y el intento de rescatar el mito en la
época más reciente. Luis Martínez-Falero enumera cinco técnicas de reescritura del mito,
basadas en el uso creativo de mitemas o en una relación analógica, que pueden llevar cada
una a la desmitificación. En fin, puesto que la reflexión teórica acerca de la desmitificación es
casi inexistente a partir de la segunda mitad del siglo XX, nuestro análisis, aplicado a obras
que intentan desmitificar a la Malinche, resulta innovador.
2.4.2. Contexto histórico-ideológico y desmitificación
En la segunda mitad del siglo XX, el movimiento feminista – que tiene su origen en “l’écriture
féminine” de la cual Julia Kristeva es el mascarón de proa – crece de manera significativa en
México (Tyutina 2008: 1). Dentro de esta tendencia, los escritores ofrecen resistencia al
discurso patriarcal creando literatura por y sobre mujeres ejemplares de la corriente
feminista (Tyutina 2008: 1). Sin embargo, este objetivo conlleva problemas tal y como lo
expone Svetlana V. Tyutina (2008: 1) parafraseando la idea de Guerra Cunningham: “Las
escritoras tuvieron delante de sí una tarea asombrosa: ficcionalizar en su obra la imagen de
la mujer ya ficcionalizada.”.
Como “[...] la historia no ha sido justa con doña Marina.” (Alegría 1975: 65), cada vez
más escritores intentan dar una voz a la Malinche y a la mujer latinoamericana en general
cuya opinión siempre ha sido oprimida. Al concederla la palabra, ponen en primer plano a
Malintzin. (Holmes 2005: 10). Estos autores aspiran desmantelar los paradigmas anticuados
26
de la visión patriarcal para crear de este modo versiones modernas de la Malinche (Hoppe
Navarro 2011: 7).
2.4.3. Representantes
Antes de comentar más detenidamente las tendencias particulares del teatro mexicano y de
la literatura chicana, nos detenemos un momento en las obras de Elena Garro y de Elena
Poniatowska que se inscriben en la narrativa mexicana. Garro sale en defensa de la Malinche
argumentando que la caída del imperio azteca no fue provocada por Malintzin misma sino
por los aliados de Hernán Cortés, a saber los tlaxcaltecas, lo que indica ya el título del cuento
de Elena Garro La culpa es de los tlaxcaltecas (1964) (Hoppe Navarro 2011: 12). Elena
Poniatowska, a su vez, dibuja en su novela La Flor de Lis (1988) el alejamiento traumático de
su madre y la integración dificultosa en un nuevo entorno, lo que recuerda al lector la
infancia dramática de la Malinche (Franco 2005: 269). Por lo que se refiere a estas escritoras
mexicanas, no entramos más en detalle para centrarnos en el género innovador del teatro y
la particularidad racial de las escritoras chicanas.
Dentro de las obras teatrales mexicanas sobre la Malinche, un primer grupo se rebela
contra las ideas de Octavio Paz y “[...] reconfigures the events of the conquest as a way of
offering to his audience a positive view of the patria.” (Cypess 1991: 98). No obstante, estos
dramaturgos no logran la reivindicación de la Malinche, sino que sus obras teatrales se
reducen a una repetición del discurso patriarcal (González Hernández 2002: 164).
El primer representante es Celestino Gorostiza con su pieza teatral La Malinche o La
leña está verde (1958) en la que el dramaturgo representa a la Malinche como una mujer
altruista en vez de traidora sin superar los estereotipos patriarcales de manera lograda
(Cypess 1991: 98 y Tyutina 2013: 26). Dos años más tarde, en su obra Corona de fuego
(1960), Rodolfo Usigli reduce la función de Doña Marina a la de madre simbólico de México,
lo que no es para nada una defensa feminista coronada de éxito (Cypess 1991: 98 y Tyutina
2013: 26). En Cuauhtémoc (1962), Salvador Novo se expresa de manera aún mas negativa
negando la imagen como madre simbólica del autor anterior y repitiendo la mitificación de
la Malinche como traidora de su patria (Cypess 1991: 98, 106). Aunque en el caso de Todos
los gatos son pardos (1970), Carlos Fuentes todavía no se inscribe totalmente en la corriente
del feminismo, su tentativa constituye la más lograda en comparación con sus precedentes
27
al considerar la Malinche un puente entre el mundo azteca y español (Cypess 1991: 121-122
y González Hernández 2002: 171).
Gracias a su intento más fructífero, Carlos Fuentes marca la transición hacia el
segundo grupo que utiliza recursos humorísticos como la parodia, la sátira y la mascarada
con el propósito de socavar las mitificaciones patriarcales acerca de la Malinche. Este
segundo conjunto de piezas teatrales pone de relieve la artificialidad de las construcciones
mitificadores proyectadas sobre la Malinche hasta aquel momento para señalar que un
aniquilamiento de éstas resultará imprescindible. (Cypess 1991: 123-124, 136).
Con su obra de teatro El eterno femenino (1975), Rosario Castellanos constituye el
primer representante dentro de los dramaturgos que reivindican la Malinche de modo
exitoso. En la versión de Castellanos, Malintzin no está perdidamente enamorada de Cortés
ni la traidora de los mexicanos, sino una mujer inteligente e independiente que lleva las
riendas. (Cypess 1991: 123, 125-126). Sabina Berman, a su vez, en Águila o sol (1984) adopta
la perspectiva de los indígenas vencidos y ridiculiza las autoridades patriarcales
parodiándolas (Cypess 1991: 123 y González Hernández 2002: 175).
Después del análisis del teatro mexicano, pasamos ahora a la literatura chicana.
Como Doña Marina personifica la identidad fraccionada del sincretismo mestizo y las
chicanas10 se caracterizan igualmente por el multiculturalismo perteneciendo tanto a los
Estados Unidos como a México (Franco 2005: 251), ellas “[...] view themselves as symbolic
daughters of La Malinche.” (Cypess 1991: 142). Tiene razón Adelaida Del Castillo (citado en
Cypess (1991: 12)) al afirmar lo siguiente: “Any denigrations made against her indirectly
defame the character of the Mexicana/Chicana female. If there is shame for her, there is
shame for us; we suffer the effects of these implications.”. Por consiguiente, a partir de los
años 70, las chicanas reaccionan con vehemencia ante los viejos arquetipos sobre la
Malinche y indirectamente sobre ellas (Cypess 1991: 152 y Tyutina 2008: 2). Las escritoras
chicanas intentan reinterpretar entre otros el malinchismo en términos de un intercambio
enriquecedor entre dos culturas en vez de la explotación de una cultura por otra (Cypess
1991: 151). Además, se dan cuenta de que la relación a menudo problemática entre hombre
y mujer en el México actual resulta del trato de Cortés frente a la Malinche. Por lo tanto, la
10
“Se dice del ciudadano de los Estados Unidos de América perteneciente a la minoría de origen mexicano allí
existente.” (RAE 2001: en línea).
28
inversión de los papeles tradicionales entre el conquistador y su intérprete se incluye en el
programa de revalorización por parte de las chicanas. (Cypess 1991: 8).
Con respecto a los representantes, Adelaida Del Castillo recalca en su ensayo
Malintzín Tenepal: A Preliminary Look into a New Perspective (1974) el trauma de la
juventud de la Malinche y lo positivo de su función como traductora desde la cual pudo
ayudar a los indígenas. El aspecto que más llama la atención en la obra de Del Castillo es la
creencia en la religión indígena alrededor de la llegada de Quetzalcóatl como motivación
mayor de la actitud de la Malinche. (Jacobs 2006: 59 y Cypess 1991: 142-144). Aparte de
debilitar toda la imagen negativa sobre la Malinche en su antología poética Marina (1976)
(Telgen y Kamp (1993: 111) y Cypess (1991: 145-146)), la obra Black Widow’s Wardrobe
(1999) de Corpi cuenta como la mayor contribución de ésta a la reescritura de la imagen de
la Malinche (Tyutina 2013: 28). Corpi insiste asimismo en el valor del mestizaje en sí al añadir
que no se puede exigir la aceptación exhaustiva de la Malinche tanto en la cultura indígena
como en la española (Tyutina 2013: 30-31).
2.5. Conclusión
En resumen, las fuentes indígenas se dividen en dos grupos: mientras que los aliados de los
españoles pintan a la Malinche color de rosa, los vencidos la difaman y se pueden considerar
así como precursores del nacionalismo mitificador en el siglo XIX (González Hernández 2002:
225). Los cronistas tampoco cantan al unísono como lo muestran las visiones de Cortés y
Gómara desacreditando más a la Malinche que del Castillo. Al contrario de Cortés y Gómara,
del Castillo convierte la Malinche casi en la heroína de la Conquista, una aproximación
positiva que será cancelada debido al nacionalismo mexicano. La segunda tendencia, el
nacionalismo mexicano, divulga la leyenda negra sobre la Malinche en la cual se reúnen
todos los aspectos negativos atribuidos a su figura. Los escritores nacionalistas diseñan
varias mitificaciones sobre la Malinche tales como la Llorona, la Chingada y la Eva mexicana
que se reelaborarán parodiándolas y negándolas a partir de la segunda mitad del siglo XX. En
cuanto al teatro mexicano dentro de esta última tendencia, Gorostiza, Usigli, Novo y Fuentes
no logran su propósito de superar las leyendas negativas contrariamente a Castellanos,
Berman y las escritoras chicanas.
Cuando comparamos las diferentes tendencias sobre la Malinche, las dos primeras se
oponen a la tercera en la medida en que esta última concede voz a Malintzin, mientras que
29
en las primeras ella no tiene la oportunidad de expresarse. Además, se observa una
evolución del maniqueísmo hacia representaciones más matizadas. La Malinche posee tanto
elementos negativos como positivos en la tercera tendencia contrariamente a la segunda en
la cual solamente se encuentra una visión unilateral negativa. Cabe atenuar las dos últimas
observaciones, puesto que Bernal Díaz del Castillo e Ireneo Paz constituyen cada uno una
excepción dentro de sus tendencias más bien negativas y patriarcales. Lo que llama la
atención también es que las representaciones chicanas de Marina provienen sobre todo de
mujeres en oposición a los escritores masculinos de las dos primeras tendencias. Además de
las diferencias, se nota igualmente una clara semejanza entre las tres. Como señala Mariane
Gaudreau:
[...] aucune réinterprétation de l’histoire ne peut se vanter de nager dans l’objectivité complète. La
production du savoir historique est toujours, qu’on le veuille ou non, ancrée dans un contexte de
pouvoir auquel n’échappe pas la réinterprétation contemporaine de la Malinche. (Gaudreau 2010: 77).
Los puntos de vista ideológicos funcionan como estimulantes llevando a las diferentes
representaciones de la Malinche a través de los siglos.
30
3.
MARCO TEÓRICO: LA CONSTRUCCIÓN DEL PERSONAJE
HISTÓRICO EN LA NOVELA HISTÓRICA
Con el propósito de redactar los apartados que siguen, nos preguntamos en primer lugar en
qué medida la historia y la literatura (la novela que pertenece al género de la ficción) se
relacionan entre sí. A continuación, analizamos a partir de la idiosincrasia de los tres textos
de nuestro corpus cuáles son los mecanismos principales que contribuyen a la construcción
del personaje histórico de la Malinche. Entre estos mecanismos se distinguen sobre todo la
representación de la psicología del personaje, más particularmente a través de los procesos
de la introspección y del monólogo interior, y el uso de diferentes puntos de vista narrativos.
3.1. La (nueva) novela histórica y los géneros de la escritura del yo:
¿fronteras rigurosas entre historia y literatura?
Amado Alonso (parafraseado por Fernando Aínsa) hace la distinción entre, por una parte,
“[...] la historia que explica los sucesos observándolos críticamente desde fuera [...]”, y por
otra parte, “[...] la ficción que los vive desde dentro, creando en sus actores una vida
auténtica.” (Aínsa 2003b: 56-57). Sin embargo, coincidimos con Fernando Aínsa (2003b: 9)
cuando afirma que las fronteras estrictas entre la literatura y la historia casi han
desaparecido completamente. La caída de estas barreras se ve estimulada por las
semejanzas formales y técnicas (relacionadas con la narrativa) entre las dos disciplinas (Aínsa
2003b: 24). Hoy en día, estas dos disciplinas se vinculan, de manera que la historiografía se
estudia fijando la atención en los rasgos estilísticos y la ficción buscando las fuentes
históricas subyacentes (Aínsa 2003b: 9). De todos modos, como dice el escritor hispanouruguayo Aínsa (2003b: 80): “La ficción poética se nutre de los datos históricos y los
transciende en creación, sin que la invención desmienta la información.”.
La fusión de literatura e historia se ilustra mediante la cita siguiente que proviene de
Schoó:
La historia es una forma de ficción [... ] ya que no puede llegarnos directamente, sino a través del filtro
de sus protagonistas, de sus testigos y de aquellos que, después de los acontecimientos, hacen
investigaciones, la estudian y sacan conclusiones. (Schoó citado en Aínsa (2003a: 100)).
Esta fusión se debe también en parte a la literatura colonial, género que contiene por
ejemplo las misivas (Aínsa 2003b: 9-10). Fernando Aínsa (2003b: 10) confirma que el
objetivo del escritor consiste en la reescritura de la historia a través de la indagación en
31
ficheros. A partir del análisis de varias novelas de entre otros Mario Vargas Llosa y Alejo
Carpentier (Aínsa 2003b: 10), el autor llega a la conclusión siguiente:
[...], el interés de autores y lectores por la relectura del pasado americano ha ido en aumento.
Personajes secundarios de la historia, aspectos ocultos (u ocultados) de la vida privada de héroes y
antihéroes, invenciones basadas en hechos ciertos, emergen en una profusa bibliografía que merece
asimismo un creciente interés de la crítica. (Aínsa 2003b: 11).
La relectura y reescritura de la historia oficialmente aceptada va acompañada de la
búsqueda de la única verdad histórica (“la historia verdadera” según Arturo Uslar Pietri
(Aínsa 2003b: 78 y Aínsa 2003a: 95)) y se encuentra sobre todo desde la aparición de la
nueva novela histórica hispanoamericana (a partir de los años 1950), fundamentada en la
novela histórica11 del siglo XIX (Aínsa 2003b: 11,78 y Aínsa 2003a: 95). No obstante,
observamos algunas diferencias esenciales entre los dos tipos de novelas. Mientras que las
novelas históricas tradicionales coadyuvan a la construcción de mitos (como el mito de la
Malinche misma), la nueva novela histórica intenta destronar estos mitos (Aínsa 2003b: 11).
Encima de la diferencia que precede, podemos afirmar que la nueva novela histórica expulsa
la distancia que encontramos en la novela histórica del siglo XIX mediante mecanismos
narrativos como la expresión a partir de la primera persona singular o plural (Aínsa 2003a:
95 y Aínsa 2003b: 86). Este tipo de narración se presenta de modo claro en nuestro corpus.
En calidad de novela histórica, Malinche de Jesús J. de la Gándara Martín se acerca de
manera muy clara al género de la nueva novela histórica latinoamericana (véanse la sección
4.3. y el capítulo cinco). En general, Seymour Menton (1993: 22-25) nos ofrece una lista
descriptiva de los rasgos que pueden caracterizar el género de la nueva novela histórica.
Menciona seis características, pero no todas ellas tienen por qué aparecer en un mismo libro
(Menton 1993: 22). Las propiedades más relevantes para el presente trabajo consisten en la
atribución del papel principal a una figura histórica y los procesos de la metaficción y de la
intertextualidad (Menton 1993: 23-24). Cuando se habla de metaficción, se refiere a los
comentarios que el autor mismo produce con respecto a la escritura y realización de su
proceso literario. En el caso de intertextualidad, término que proviene originalmente de
Mikhail Bakhtin, se trata de referencias explícitas o implícitas a obras precedentes. Este
rasgo se encuentra sobre todo a partir de la aparición del libro Cien años de soledad (1967)
de Gabriel García Márquez. (Menton 1993: 23-24). Los demás libros de nuestro corpus, es
11
Cuando hablamos de novelas históricas, conviene adoptar la definición propuesta por Enrique Anderson Imbert
(1951) en Menton (1993: 16), a saber: “We call historical novels those whose action occurs in a period previous to the
author’s”.
32
decir, La india de Cortés y La verdadera historia de Malinche, demuestran asimismo
afinidades con los géneros de la escritura del yo en la medida en que combinan los
conocimientos históricos con la imaginación. Estos géneros implican la biografía, la
autobiografía y la confesión, que se tratarán respectivamente en los párrafos siguientes.
El género de la biografía se considera como la “Forme littéraire la plus naturelle [...]”
(Madelénat 1984: 9), contiguo a, por un lado, la historia, y por otro lado, el arte literario
(Madelénat 1984: 13). Mientras que el Diccionario de la lengua española de la Real
Academia Española define la biografía de manera muy concisa: “Historia de la vida de una
persona.” (RAE 2001: en línea), Daniel Madelénat propone en su obra La biographie (1984:
20) una definición más elaborada: “Récit écrit ou oral, en prose, qu’un narrateur fait de la vie
d’un personnage historique (en mettant l’accent sur la singularité d’une existence
individuelle et la continuité d’une personnalité).”.
A partir de la explicación que precede, el autor determina los rasgos principales del
género, que consisten en la prosa (forma), la historia acerca de una figura que existe en la
realidad (sujeto) y la importancia de la interioridad (punto de vista narrativo) que va
aparejada de vez en cuando con la primera persona singular12 (Madelénat 1984: 20, 26,
150). La focalización interna13 es la perspectiva que se encuentra en la mayoría de las
biografías, puesto que el lector sigue al personaje en cuestión casi literalmente a través de
su vida y presencia sus pensamientos mediante procesos como el monólogo interior14
(Madelénat 1984: 150). Estas características se aplican claramente a nuestra novela La india
de Cortés y, en menor medida, también a La verdadera historia de Malinche (véanse 4.1. y
4.2.).
En algunas ocasiones, el término general ‘biografía’ se adopta igualmente para
denotar el subgénero de la autobiografía (véase abajo) (Madelénat 1984: 17). Harold
Nicolson introduce una distinción entre dos tipos de biografías, a saber, la “biografía pura” y
la “biografía impura” (Madelénat 1984: 19). Al contrario de la biografía pura, estimulada por
la búsqueda de la realidad histórica, la versión impura se caracteriza por reflexiones del tipo
teórico, satírico o didáctico (Madelénat 1984: 19). Con el fin de abordar su proyecto, el
12
De esta manera, se obtiene una “pseudo-autobiographie” (Madelénat 1984: 150), lo que ya demuestra que las
delimitaciones entre los géneros de la biografía y la autobiografía no son estrictas (Madelénat 1984: 26).
13
Véase el apartado 3.3. Modo y punto de vista narrativo.
14
Este concepto se explica en la parte 3.2. Técnicas para representar la psicología del personaje: introspección y
monólogo interior.
33
biógrafo recurre a la empatía y al estudio concreto de la personalidad del sujeto (Madelénat
1984: 99). Cuando se pone a escribir, tiene dos posibilidades: o bien no deja huellas de su
presencia en la narración o bien reclama una función crítica manifestándose en el relato
(Madelénat 1984: 158). En cuanto a los acontecimientos, el autor de una biografía se ve
obligado a veces a adoptar un trato suelto con el fin de llegar a una obra literaria coherente
(Madelénat 1984: 146). En este aspecto, según Edel (citado en Madelénat (1984: 152)), es
posible que la falta de respeto frente a la cronología15 no dañe la veracidad de la historia,
sino que contribuya a la cualidad de la narración mediante, por ejemplo, la adopción de un
orden temático (Madelénat 1984: 152-153).
Por lo que se refiere al género de la autobiografía, observamos en primer lugar que
este término proviene de ‘biografía’ (May 1979: 155). En la obra Le Pacte autobiographique
(1975 : 14) de Philippe Lejeune, encontramos una definición inequívoca de la autobiografía:
“Récit rétrospectif en prose qu’une personne réelle fait de sa propre existence, lorsqu’elle
met l’accent sur sa vie individuelle, en particulier sur l’histoire de sa personnalité.”. Tal y
como en el caso de Daniel Madelénat, Philippe Lejeune utiliza esta definición como punto de
arranque para enumerar las características del género de la autobiografía. Con respecto a la
forma, menciona que se trata de una narración en prosa. Esta narración, preferiblemente en
la primera persona, tiene como objetivo la presentación de la vida íntima del sujeto en
cuestión. (Lejeune 1975: 14 y May 1979: 63). Hasta aquí, los rasgos de la autobiografía
coinciden con los de la biografía mencionados previamente. Lo que distingue los dos géneros
tiene que ver sobre todo con la situación del autor, puesto que, para hablar de una
autobiografía, se requiere la identidad de, por un lado, el autor, y por otro lado, el relator.
Otra identidad que surge en este género es la existente entre el protagonista y el narrador,
lo que no siempre ocurre en una biografía. (Lejeune 1975: 14).16
El título de la obra de Philippe Lejeune, Le Pacte autobiographique (1975), es
importante también porque indica la existencia de un lazo – establecido por el autor – entre,
por una parte, su libro, y por otra parte, el lector (May 1979: 180). Cuando el autor trata la
definición del género de la autobiografía, afirma explícitamente lo siguiente: “C’est un mode
15
El orden cronológico se considera como el orden “non marqué” de la biografía (Madelénat 1984: 154).
Existen todavía más diferencias entre los géneros de la biografía y la autobiografía. Algunos ejemplos consisten en
los papeles de la muerte y de la memoria (May 1979: 162, 164) . Por lo que se refiere a la muerte, la autobiografía no
implica la muerte del protagonista. La biografía, al contrario, cuenta la historia de una persona ya muerta. (May
1979: 162). En cuanto a la memoria, es sobre todo el autobiógrafo quien hace uso de ésta a través de sus recuerdos.
El biógrafo se limita a documentos históricos y objetivos con los que no tiene un lazo personal. (May 1979: 164).
16
34
de lecture autant qu’un type d’écriture [...].” (Lejeune 1975: 45). Este pacto consiste
concretamente en la garantía (por parte del escritor) de la honradez y la lealtad a la realidad
con respecto a la narración de su vida, garantías que son en muchos casos perecederas (May
1979: 181). Por consiguiente, la autobiografía solo pretende ser verdadera (Mortier 2001:
84). Según los autores May (1979: 180) y Mortier (2001: 80), el contrato entre autor y lector
es la clave para considerar un determinado texto como autobiografía y discernirlo de otros
géneros como la novela.
Daniel Mortier (2001: 75) no habla de la autobiografía como un concepto fijo, sino de
diferentes aspectos de este género literario. Estas formas engloban tanto “les confessions”
(Mortier 2001: 75-76) (véase abajo), “les Mémoires” (Mortier 2001: 76-77) como “les
souvenirs” (Mortier 2001: 77), por ejemplo “le récit de voyage” (Mortier 2001: 77-78) o “le
journal” (Mortier 2001: 78). Los motivos por los cuales se escribe una autobiografía pueden
ser de índole racional o emotivo (May 1979: 41, 48). En cuanto al ámbito racional se
destacan sobre todo “la apología” (May 1979: 41) (en este caso, la redacción sirve de
defensa de sus actividades) y “el testimonio” (May 1979: 43) (dar testimonio de los
acontecimientos a los cuales asistió el autobiógrafo) (May 1979: 41-43). Los motivos
emotivos implican, en primer lugar, la finalidad de rescatar del olvido las remembranzas de,
por ejemplo, la niñez. En segundo lugar, la autobiografía puede funcionar de búsqueda de la
relevancia de la vida. (May 1979: 48, 55).
Los autobiógrafos mismos se dividen en dos grupos principales. El primer grupo se
basa en documentos personales o históricos para llevar a cabo la redacción, mientras que el
segundo parte de y se restringe a sus propios recuerdos. (May 1979: 79). Junto al orden
cronológico, rasgo que se encuentra tanto en la biografía como en la autobiografía, los
escritores adoptan asimismo otros órdenes, por ejemplo en base a temas o asociaciones
(May 1979: 69). Dado que la autobiografía forma también una obra literaria, surge de nuevo
la pregunta de la lealtad a la verdad y la honradez (May 1979: 86). En este aspecto, Georges
May (1979: 78, 88-91) observa que una autobiografía no trata directamente el
acontecimiento histórico en cuestión, sino la recordación que uno conserva de este suceso,
una recordación que no siempre refleja la verdad completa aunque el narrador pretende a
menudo que sí. El autor apoya su dicho con una cita relevante de Jean Starobinski:
[...]; mais ce qui compte par-dessus tout, n’est pas la vérité historique, c’est l’émotion d’une
conscience laissant le passé émerger en elle. Si l’image est fausse, du moins l’émotion actuelle ne l’est
pas. (Starobinski citado en May (1979: 90-91)).
35
El tercer género de la escritura del yo es la confesión. Con respecto a esta categoría
literaria más bien menor (Llevadot s.a. a: 64), una investigación interesante ha sido llevada a
cabo por María Zambrano, titulada La confesión: Género literario (1995) (Llevadot s.a. b: 1).
Zambrano no está de acuerdo con la desestimación de la filosofía frente a la confesión, de
manera que intenta valorizar de nuevo este género literario a través de su obra (Llevadot s.a.
b: 1). Tanto María Zambrano como Maurice Blanchot relacionan Las Confesiones (de
Rousseau), que demuestran un lazo apretado entre escritura y vida, con el comienzo de la
literatura (Llevadot s.a. a: 61). La profesora Laura Llevadot (s.a. b: 1) subraya a su vez la
importancia de la confesión en la sociedad actual.
Por lo que se refiere a la definición del presente género, tenemos que poner en claro
que existen diferentes aceptaciones de la palabra ‘confesión’. En primer lugar, puede referir
al entorno religioso donde obtiene dos sentidos, a saber, “[...] el de confesar la fe en el
sentido del examen de conciencia, hecho que implica obviamente el confesarse de la vida
[...]” y “[...] alabar a Dios, [...] elogiar al Creador [...]” (Wachowska 2001: 179). En segundo
lugar, la confesión recibe la descripción que sigue: “Declaración que alguien hace de lo que
sabe, espontáneamente o preguntado por otro.” (RAE 2001: en línea). En este sentido, “La
confesión es revelación, reconocimiento, [...] manifestación de ideas o sentimientos íntimos
y privados [...].” (Wachowska 2001: 181). La segunda definición es la que conviene más a las
novelas La india de Cortés y La verdadera historia de Malinche de nuestro corpus. Los textos
que sirven de prototipo para el género de la confesión, Las Confesiones de San Agustín (397398 d.C.) por una parte, y, Las Confesiones de Rousseau (1764) por otra parte (Estébanez
Calderón citado en Wachowska (2001: 177), May 1979: 41 y Páez 2011: 161), corresponden
respectivamente a las dos definiciones ya mencionadas. Finalmente, cuando la palabra se
utiliza en plural (‘confesiones’), indica lo siguiente: “Relato que alguien hace de su propia
vida para explicarla a los demás.” (RAE 2001: en línea).
La confesión se muestra sobre todo como un género que surge de un estado de crisis
(Llevadot s.a. b: 1). De ello se deduce que, frecuentemente, esta confesión va acompañada
de una especie de defensa personal, como es el caso por ejemplo en Las Confesiones de
Rousseau (Wachowska 2001: 180-181) y como veremos también en el análisis concreto de la
novela La verdadera historia de Malinche (2009) (véase la parte analítica 4.2.). La apología
surge asimismo como motivación racional para la redacción de la autobiografía (véase
arriba). (May 1979: 41-42).
36
Este hecho no debe sorprender, puesto que “[...] la modalidad más cercana a la
autobiografía propiamente tal es la llamada confesión [...].” (Estébanez Calderón citado en
Wachowska (2001: 177)). Las semejanzas entre ambos géneros no se limitan al plano formal
o temático (véase el párrafo sobre la definición de la autobiografía en la página 34), sino que
incluyen el plano funcional en la medida en que los dos géneros actúan como puente entre
el autor y su público (Wachowska 2001: 178 y Llevadot s.a. b: 1). No obstante, Judyta
Wachowska (2001: 181-182) indica a la vez los rasgos que distinguen la confesión de la
autobiografía. Primero, el asunto tratado en una confesión es mucho más limitado. El tema
consiste en un evento específico de la vida del escritor (indicado con el término
‘conversión’), mientras que la autobiografía tiene más libertad en cuanto a la duración del
periodo tratado. En segundo lugar, el género confesional, en comparación con la
autobiografía, se dirige más abiertamente a su receptor visado. (Wachowska 2001: 181).
Para completar lo anterior, añadimos el componente de la memoria y del tiempo descrito
por Rosa Chacel (parafraseado en Wachowska (2001: 182)). Contrariamente a la
autobiografía, en la que el autor evoca tiempos pasados, la confesión trata pensamientos y
sensaciones presentes en el momento mismo de la enunciación (Wachowska 2001: 182).
La introspección (que se tratará en la parte siguiente) se relaciona también con este
género de la escritura del yo en la medida en que ofrece al personaje la oportunidad de
producir “[...] una forma confesional de lo histórico [...].” (Aínsa 2003b: 57).
3.2. Técnicas para representar la psicología del personaje:
introspección y monólogo interior
Las disciplinas de la historia y de la literatura (ficción) entran también en una red de
interdisciplinaridad con “las ciencias sociales”, “la antropología” y “el psicoanálisis” (Aínsa
2003b: 34). Este último campo, el del psicoanálisis y de la psicología, nos parece pertinente
en el presente trabajo para ofrecernos técnicas que caracterizan al personaje desde dentro,
dado que dos de las tres obras estudiadas más en detalle describen los pensamientos y
sentimientos de la protagonista Malinche. En La india de Cortés y La verdadera historia de
Malinche, la intérprete de Hernán Cortés toma la palabra. Por consiguiente, los
acontecimientos sucedidos en la historia colonial no solo son conocidos de manera
informativa sino que son reanimados y vividos de nuevo debido a las técnicas de la narración
(Aínsa 2003b: 57). Ambos relatos se narran completamente desde el punto de vista de
37
Malinalli, lo que da lugar a un tipo de testimonio y permite “[...] una forma confesional de lo
histórico [...].” (Aínsa 2003b: 57).
Gracias al proceso de la introspección, el narrador tiene la posibilidad de “[...]
abordar los problemas de la vida secreta, íntima de los personajes históricos.” (Aínsa 2003b:
41-42). El investigador histórico no se limita a la historia pública y conocida de figuras
históricas como la Malinche, sino que va más allá y penetra en el mundo íntimo de tal forma
que la mujer histórica “[...] se redimensiona en hombre real.” (Aínsa 2003b: 42). Aquí
aparece el rasgo más pertinente de la nueva novela histórica (véase más arriba) según
Fernando Aínsa, a saber:
[...] buscar entre las ruinas de una historia desmantelada por la retórica y la mentira al individuo
auténtico perdido detrás de los acontecimientos, descubrir [...] al ser humano en su dimensión más
vital [...] (Aínsa 2003b: 111-112 y Aínsa 2003a: 101).
Además, como existen inseguridades acerca de ciertas fases de la vida de figuras históricas
(por ejemplo la fecha exacta de la muerte de la Malinche), la inventividad de los novelistas
se ve alimentada (Aínsa 2003b: 49 y Gaudreau 2010: 72). Por consiguiente, la literatura
complementa las imperfecciones de la historiografía (Aínsa 2003b: 27 y Aínsa 2003a: 93).
Podemos concluir el presente párrafo con las palabras siguientes del mismo Fernando Aínsa
(2003a: 29): “El mundo del subconsciente ingresa en la narrativa [...]. La realidad empieza a
verse desde dentro [...].”.
De vez en cuando, la introspección va acompañada del proceso literario del
monólogo interior (Azuar Carmen 1987: 77). En este caso, el escritor dirige toda su atención
a una sola figura del relato (Azuar Carmen 1987: 77), a saber, la Malinche. El autor se
desplaza y se pone de manera integral en el lugar de la persona histórica en cuestión (Azuar
Carmen 1987: 77). El monólogo interior se presenta entonces como un “discours immédiat”
que manifiesta algunos aspectos de la vida psicológica del personaje (Reuter 2009: 55). El
autor consigue contar desde (por ejemplo) la Malinche a través del proceso de la empatía.
En consecuencia, no se trata de una postura objetiva, pero tampoco se trata de una actitud
completamente subjetiva, lo que se explica por el hecho de que un autor nunca puede
penetrar enteramente en el mundo íntimo de un personaje. (Azuar Carmen 1987: 77).
Gracias a este tipo de desplazamiento, el español Rafael Azuar Carmen (1987: 77) afirma que
el escritor llega a penetrar en los sentimientos y problemas íntimos de la figura, pero a la vez
advierte al autor del peligro que contiene esta aventura. La definición tradicional del
monólogo interior proviene de W. James y consiste en captar “[...] el fluir de la conciencia en
38
un ser humano.” (Azuar Carmen 1987: 78). Este proceso literario moderno da a conocer los
flacos de un ser humano y revela de este modo, entre otros, la desesperanza, el miedo, el
cansancio o el resentimiento (Azuar Carmen 1987: 79). La fuerza del monólogo interior se
encuentra en la efectividad de las palabras, puesto que un tal monólogo procura mucho más
información con respecto al estado interior de un personaje que varias páginas que se
limitan a describir lo que pasa (Azuar Carmen 1987: 80). Encontramos el uso de este tipo de
comunicación sobre todo en el libro La india de Cortés (véase la parte analítica 4.1.).
3.3. Modo y punto de vista narrativo
Fernando Aínsa (2003a: 29 y 2003b: 100) observa que poco a poco, el uso del narrador
omnisciente y objetivo pierde terreno y se sustituye por una literatura más subjetiva por
medio de la inserción de varias perspectivas (posiblemente contradictorias17). Esto es lo que
ocurre sobre todo en el libro Malinche de Jesús J. de la Gándara Martín, dado que tanto el
punto de vista del conquistador Hernán Cortés como el de su hijo Martín aparece en lo que
se refiere a la Malinche. Estos puntos de vista serán tratados más en detalle en los apartados
4.3.1. y 4.3.3.
En cualquier caso, vamos a encontrar en nuestro corpus y en los capítulos analíticos
siguientes ambos “modos narrativos” descritos por Yves Reuter (2009: 53-54), es decir, por
un lado, la “diégesis” (Reuter 2009: 53), y por otro lado, la “mimesis” (Reuter 2009: 54). En el
primer caso el narrador está presente claramente y el lector se da cuenta de eso. Al
contrario, en el caso de la mimesis, el relato no contiene huellas de la presencia de un
narrador. En vez de narrar lo que pasa, los acontecimientos se muestran como en el teatro y
las palabras de los personajes aparecen en diálogos o monólogos, de manera que el lector
tiene la sensación de la presencia directa del discurso ficcional. (Reuter 2009: 53-55). Las
escenas aparecen sobre todo en el caso del modo narrativo de la mimesis, las sinopsis en el
caso de la diégesis. En principio, cada obra literaria utiliza ambos modos, pero normalmente
siempre se destaca un modo que predomina, como vamos a ver también en los capítulos
siguientes que tratan los tres textos del corpus por separado. (Reuter 2009: 54). Cuando se
trata de diégesis, el narrador puede asumir diferentes funciones (Reuter 2009: 56-57). Las
funciones que nos servirán más adelante son, en primer lugar, “la función metanarrativa”
17
En este caso, la diversidad de perspectivas conlleva varias realidades históricas (Aínsa 2003b: 100).
39
(Reuter 2009: 56), a saber, emitir comentarios sobre el proceso de escritura y, en segundo
lugar, “la función moralizadora” (Reuter 2009: 56) que consiste en describir la relación entre
el autor/narrador y su historia (Reuter 2009: 56-57).
Por lo que se refiere al punto de vista narrativo (aplicado a cada obra de nuestro
corpus en los tres capítulos que siguen), nos basamos principalmente en las ideas de la obra
de Gérard Genette, Figuras III (1989, traducción de Carlos Manzano), y, más
particularmente, en su teoría del Discurso del relato. Hacemos una diferencia entre la “voz”
(la voz del narrador) y el “modo” (la perspectiva del narrador) (Pieters 2010: 126).
En cuanto a la voz, los términos siguientes son indispensables: el narrador
“extradiegético” o “intradiegético” y el narrador “hetero-” o “homodiegético” (Pieters 2010:
136 y Reuter 2009: 58). La primera oposición de términos se basa en el nivel ocupado por el
narrador mismo. El relator extradiegético examina su narración desde fuera, a partir de un
nivel más elevado. En cambio, el narrador intradiegético se localiza dentro de la historia
misma y depende de otro narrador superior. (Pieters 2010: 136 y Reuter 2009: 58). La
segunda pareja de términos, es decir, hetero- y homodiegético, tiene a ver con la
participación del relator en la historia concreta. Un narrador heterodiegético no
experimentó los acontecimientos de los que se trata y se caracteriza por una cierta distancia
frente a lo contado. El narrador homodiegético, al contrario, se presenta en calidad de un
personaje del relato. (Pieters 2010: 136-137 y Reuter 2009: 58). Según Yves Reuter (2009:
58), un narrador heterodiegético entra en relación con “le récit” (caracterizado por rasgos
como la tercera persona y el uso de indicaciones temporales como “el día después”),
mientras que un narrador homodiegético se relaciona con “le discours” (donde encontramos
características como pronombres de primera o segunda persona y indicaciones de tiempo
como “mañana”). Cuando hablamos del narrador homodiegético, Gérard Genette distingue
el narrador “autodiegético” (narrador que aparece asimismo como el protagonista de la
historia) del narrador “allodiegético” (que no se presenta como protagonista) (Pieters 2010:
137).
Con respecto al modo, es importante la noción de focalización: “¿Quién ve?” (Pieters
2010: 145). Genette menciona tres posibilidades principales: la perspectiva del relator, del
personaje o la perspectiva neutra (Reuter 2009: 60).
40
La primera recibe igualmente la denominación “visión por detrás”18 o “focalización cero”, la
segunda perspectiva se conoce también bajo los términos “visión con” 18 o “focalización
interna”, y la perspectiva neutra corresponde a una “visión desde fuera”18 o una
“focalización externa” (Reuter 2009: 60-61 y Genette 1989: 244-245 (traducción de Carlos
Manzano)). Yves Reuter (2009: 61) subraya el vínculo existente entre la perspectiva
adoptada y la cantidad de información que el lector recibe. Combinando la oposición heteroy homodiegético con los tres perspectivas que acabamos de comentar, llegamos a cinco
posibilidades que constituyen “instancias narrativas” (Reuter 2009: 62): la narración
heterodiegética con focalización cero, interna o externa y la narración homodiegética con
focalización cero o interna (Reuter 2009: 62-65). 19
18
Los términos “visión por detrás”, “visión con” y “visión desde fuera” provienen de Pouillon, citado en Genette
(1989: 244).
19
La sexta combinación, a saber un narrador homodiegético (subjetivo) con una visión desde fuera, no es posible a
causa de su carácter contradictorio (Reuter 2009: 62).
41
4.
PARTE ANALÍTICA
4.1. Construcción de la imagen de la Malinche en La india de Cortés
Por lo que se refiere al primer libro de nuestro corpus, la autora francesa Carole Achache
anuncia su proyecto – consistiendo en conceder voz a la figura histórica de la Malinche
misma – en la cubierta de su obra: “Estas páginas no son cartas de relación ni vistas de
vencidos, sino el relato de quien no escribió su historia, de quien fue umbral entre unos y
otros: la Malinche.” (Achache 2004: s.p.). Achache se adhiere de esta manera al género de la
biografía, ya que La india de Cortés forma un ejemplo claro de la definición propuesta por
Daniel Madelénat (1984: 20): “Récit écrit ou oral, en prose, qu’un narrateur fait de la vie
d’un personnage historique (en mettant l’accent sur la singularité d’une existence
individuelle et la continuité d’une personnalité).”.
Como veremos en las siguientes subdivisiones, la escritora pone énfasis en la
interioridad del personaje de la Malinche, característica de la biografía mencionada en la
parte 3.1. (Madelénat 1984: 20). Para conseguir acceso a este mundo interior del personaje,
no basta con suscitar la empatía, sino que la francesa tiene que realizar asimismo un estudio
concreto del carácter de Marina (Madelénat 1984: 99).
El tópico “Todo tiempo pasado fue mejor” (Aínsa 2003b: 70), junto con la propensión
general del hombre a embellecer el pasado mediante recordaciones agradables (Aínsa
2003b: 70), no se aplica por completo al personaje de la Malinche que entra en escena en La
india de Cortés. En este libro los recuerdos y sentimientos negativos o dolorosos llegan a
predominar, lo que se demostrará en el apartado que sigue.
4.1.1. Construcción del personaje literario
La obra de Carole Achache se introduce mediante un epígrafe de Tzvetan Todorov acerca de
la Malinche:
Es cierto que la conquista de México hubiera sido imposible sin ella (o algún otro que desempeñase el
mismo papel) y que es así responsable de cuanto acaeció. Por mi parte, la veo con luz distinta; es, ante
todo, el primer ejemplo y por eso mismo el símbolo del mestizaje de las culturas. (Tzvetan Todorov
citado en Achache (2004: s.p.)).
La cita anterior parece anunciar al lector que, en La india de Cortés, la Malinche no solo se
considerará a partir de su papel en la Conquista, sino también (y sobre todo) como el origen
42
del mestizaje. Sin embargo, esta expectativa no se cumple, puesto que apenas dos partes
breves del libro refieren al mestizaje. En primer lugar, se trata de la mención de mujeres
indias, como Luisa, que aceptan a su hijo mestizo (Achache 2004: 232-233). En este sentido,
notamos que la Malinche no fue la primera en dar a luz a un niño mestizo porque al
momento del parto de Luisa, Marina todavía no estaba embarazada (Achache 2004: 233). En
segundo lugar, hacemos referencia al discurso final del libro que proviene de Diego Muñoz
Camargo, él mismo “[...] un mestizo de la primera generación, como Martín.” (Achache
2004: 277).
A excepción del primer capítulo “Después de él” (Achache 2004: 15), La india de
Cortés se organiza cronológicamente20, de manera que el lector sigue la construcción de la
figura de la Malinche desde niña hasta vieja. La información que obtenemos a lo largo de la
historia, por ejemplo acerca de su nacimiento y su venta como esclava (Achache 2004: 2022, 37-40), no se desvía mucho de los datos históricos ofrecidos en el apartado 2.2.2 (página
17). El título del primer capítulo, en el cual habla una Malinche que ya está a punto de morir
a causa de “la gran lepra” (las viruelas) (Achache 2004: 19), demuestra la importancia del
segundo tipo de organización presente en la novela, es decir, el orden temático21. La división
del libro en diez capítulos (Achache 2004: 11) se basa en un solo tema: la presencia o
ausencia de Hernán Cortés22 frente a la Malinche. Algunos ejemplos de títulos subrayan este
hecho: “Nosotros antes de él”, “Partir con él” y “Sin él” (Achache 2004: 20, 114, 261). Visto
que tanto la primera sección (Achache 2004: 15-19) como el final del último capítulo
(Achache 2004: 275-276) ponen en escena una Malinche moribunda, concluimos que la obra
se caracteriza por una estructura circular.
La característica más llamativa de la presente novela consiste sin duda en el
sentimentalismo por parte de la Malinche. Como Carole Achache indica en la cubierta, se
trata de una “Historia íntima donde la Conquista es a la vez amorosa y política, sexual y
guerrera; llena de detalles sensuales, de dolores únicos [...].” (Achache 2004: s.p.). El lado
emocional y sexual de La india de Cortés se relaciona asimismo con una de las estrategias de
desmitificación descritas por Lobo García y Rodríguez (1995: 21-22), a saber, la aparición del
20
Este orden cronológico se considera como el orden “non marqué” del género de la biografía (Madelénat 1984:
154).
21
Este orden ha sido mencionado también en la parte 3.1. en calidad de alternativa para el mero orden cronológico
(Madelénat 1984: 152-153).
22
En La India de Cortés, la Malinche se refiere casi siempre a Hernán Cortés con la denominación siguiente: “[…] el
capitán barbado […]” (Achache 2004: 119).
43
aspecto sensual. La sensualidad aparece sobre todo en la descripción del acto sexual entre la
Malinche y Hernán Cortés (Achache 2004: 168-169) y contribuye de este modo a la
desmitificación del mito de la Chingada (véase arriba). Cuando comparamos esta descripción
con la de las relaciones íntimas entre Alonso Hernández Puertocarrero y la Malinche
(Achache 2004: 104-105), concluimos que el primer acto se presenta con ternura, mientras
que el segundo se caracteriza por la rudeza y la falta de respeto23. Las citas siguientes
evidencian esta afirmación: “Me abraza, lo absorbo, […]. Él se pierde en mi.” (Achache 2004:
168) frente a “No puedo moverme. […] Me penetra como lo hacen los perros. Eyacula con
rapidez.” (Achache 2004: 105). La técnica de representar el elemento sensual se reconoce
como más bien típica de autores no hispanoamericanos (Lobo García y Rodríguez 1995: 2122), de modo que se aplica bien a la francesa Carole Achache.
Con el objetivo de entrar en contacto con la psicología de la figura histórica-literaria
de la Malinche y representar su arsenal de emociones fuertes, el proceso psicológico de la
introspección y la técnica literaria del monólogo interior resultan imprescindibles. En el caso
del uso de un monólogo interior, Carole Achache se pone de manera integral en el lugar de
la Malinche24 (Azuar Carmen 1987: 77). El resultado de este desplazamiento consta de un
“[...] discours intérieur, [...], qui nous installe dans l’intimité des personnages pour tenter de
saisir les mouvements les plus infimes de leur vie psychologique dans une sorte de discours
immédiat.” (Reuter 2009: 55). En La india de Cortés, el monólogo interior constituye el
proceso preponderante para la expresión de sentimientos tanto positivos como negativos, lo
que se ilustrará en los párrafos siguientes.
Con respecto a las emociones positivas de la Malinche – que no son abundantes en la
novela – distinguimos primeramente la estimación de sí misma gracias a las capacidades
lingüísticas y la apreciación por parte de Hernán Cortés, apoyadas mediante estas citas: “Yo,
la Malinche, [...], seré la única que hablará las tres lenguas.” (Achache 2004: 61) y “El capitán
barbado ha dado la orden para que pueda ir de un lugar a otro sin tarea alguna. Valora mi
ayuda.” (Achache 2004: 133). En segundo lugar, surge el sentimiento de orgullo cuando la
Malinche tiene conciencia de su posición en primer plano (Achache 2004: 155, 160). Esta
sensación vuelve de manera más explícita en la afirmación siguiente acerca de los indígenas
23
A causa de este tipo de descripción, el mito de la Chingada sigue presente.
Esto se anuncia de manera explícita en una pequeña introducción a la obra: “Me puse en su lugar para rehacer su
historia.” (Achache 2004: 13).
24
44
y los españoles: “Estoy dividida entre mi orgullo – un deseo de sentirme orgullosa de los
míos – y el orgullo de saber lo que él [Moctezuma] ignora. No son dioses.” (Achache 2004:
205). El fragmento de monólogo interior precedente indica a la vez la vacilación y los
sentimientos encontrados de la Malinche. Poco a poco, Marina descubre igualmente su
autoridad como intérprete de por ejemplo el discurso del emperador Moctezuma, lo que
vemos en este flujo de conciencia:
Sin mí Moctezuma no es nadie frente a los castellanos. Y conmigo podría ser aún peor: correr el riesgo
de ser castrado. Puedo despojarlo de su poder a mi antojo, privarlo de sus palabras, escamotearlas,
transformar sus intenciones, deformarlas, quitarles su valor. Con mi aspecto humilde y neutro,
siempre con la mirada baja, nadie lo notará. (Achache 2004: 205).
La última sensación positiva, que surge en varias secciones del libro, consiste en el amor que
la Malinche siente por Cortés. Ella subraya que quiere al conquistador “[...] hasta la locura,
hasta tener miedo de perderlo.” (Achache 2004: 140). Incluso, llega a afirmar que Hernán
Cortés forma su único Dios (Achache 2004: 172), lo que nos hace pensar en el amor loco de
Calisto hacia Melibea y su respuesta frente al criado Sempronio cuando éste pregunta si
Calisto es cristiano: “¿Yo? Melibeo soy y a Melibea adoro, y en Melibea creo y a Melibea
amo.” (Rojas s.a.: s.p.).
Por lo que se refiere al arsenal de sentimientos negativos que predominan en esta
novela, vamos a limitarnos a las sensaciones más fuertes que vuelven a lo largo de la historia
y que se expresan en muchos casos a través del monólogo interior. Un primer grupo de
sentimientos, imposibles de negar, consta de la tristeza, el dolor y la sensación del
abandono. Dos monólogos interiores, uno en el primer capítulo de la novela y otro en el
último, ejemplarizan estas sensaciones:
Me duele la cabeza. [...] Hasta el ruido más leve me molesta. Tengo calor. Tengo frío. Vuelvo a ver a
Catalina, pero no es más que un sueño. Sólo espero que venga a cuidarme. Lo deseo con todas mis
fuerzas. [...] Nadie ha venido a verme. Ni siquiera Catalina. Se mató en Cholula. “Creo que tengo
viruela”, me digo. Todavía no estoy segura. O tal vez la duda sea una forma de negación. No quiero ese
sufrimiento. Temo el contagio. Me aterroriza esta muerte. [...] la fiebre afina mi oído. [...] En la noche,
deliro. [...] Estoy agotada, quiero silencio [...]. (Achache 2004: 15-16).
Ya no puedo respirar. No debo respirar. Supuro en mis entrañas. Todo mi cuerpo está en carne viva.
No puedo moverme, no debo, porque mi dolor se agrava. No debo gritar. No puedo, me hace sufrir
más. No quiero su paraíso. Deseo mi vacío, el nuestro, el de siempre. ¿Dónde estás, Martín, dónde
estás? No sabes lo que acabo de contarme a mí misma. Nunca lo sabrás. Hubiera querido tanto
decírtelo. (Achache 2004: 276).
Un segundo grupo de emociones nos muestra la inferioridad que experimenta la Malinche
frente a los españoles y la vergüenza que le causan los actos de los conquistadores cuando
humillan a las indias (Achache 2004: 96, 117). Estas sensaciones provocan amargura, lo que
45
la Malinche misma afirma explícitamente: “Examina mi vida. Desfila tristemente. Soy sólo
amargura. [...]. Mi piel arde.” (Achache 2004: 191). Añadimos que la amargura se reconoce
por Rafael Azuar Carmen (1987: 79) como motivo de la realización de un monólogo interior.
Cabe recordar que, en los ejemplos anteriores del uso del monólogo interior, no
siempre se trata de la versión tradicional de este proceso literario. Una primera diferencia se
encuentra en el hecho de que no encontramos el aspecto caótico que está presente en, por
ejemplo, el soliloquio de la señora Bloom en Ulises de James Joyce a causa de la omisión de
toda puntuación (Azuar Carmen 1987: 79). Luego, mientras que René M. Albères (citado en
Azuar Carmen (1987: 80-81)) hace la observación siguiente:
En la novela del monólogo interior todo se organiza exclusivamente en función de las obsesiones del
personaje que lleva la voz cantante. Es claro que el texto sigue siendo una confesión y una confidencia,
pero no se dirige a nadie: incluso, pueden resultar muy poco comprensibles para el lector. [...].,
el monólogo en nuestro libro no excluye totalmente al lector. El estilo novelístico de La india
de Cortés no tiene efectos tan radicales, puesto que el lector sigue asumiendo el papel de
testigo del flujo de pensamientos de la Malinche.
Como ya anuncia la cita precedente, el monólogo interior se relaciona asimismo con
el género de la confesión. En este aspecto, la novela enlaza perfectamente con la segunda
definición posible de este género, mencionada por Wachowska (2001: 181): “La confesión es
revelación, reconocimiento, declaración o manifestación de ideas o sentimientos íntimos y
privados [...].”25. Además, tal y como la confesión, algunos monólogos interiores (por
ejemplo los que se encuentran en Achache (2004: 15-16, 276) (citados más arriba)) tratan las
sensaciones de Marina presentes en el momento mismo de la enunciación (Wachowska
2001: 182).
4.1.2. Omnipresencia de la voz lírica de la Malinche
Puesto que Carole Achache concede voz a la Malinche, afirmamos lo que sigue: “La india de
Cortés propone una contrahistoria que ocupa los huecos del relato masculino de la
Conquista [...].” (Achache 2004: s.p. (cubierta)). De esta manera, la obra contribuye a la
desmitificación26 de la intérprete india (Lobo García y Rodríguez 1995: 20). El proyecto de la
autora francesa y la necesidad de desmitificación de la mujer en general ya fueron
anunciados por Virgínia Woolf (citada en Zimmermann y Medeiros (2004: 31)): “[...] as
25
Esta definición se aplica también a la novela que se estudiará en detalle en la parte 4.2., es decir, La verdadera
historia de Malinche.
26
En la tapa del libro, la desmitificación se indica mediante el término “reivindicación” (Achache 2004: s.p.).
46
mulheres começam a explorar o mundo das mulheres, a escrever sobre as mulheres como
nunca se escreveu antes, pois, até época bem recente, as mulheres na literatura eram,
certamente, uma criação dos homens.”.
A causa del afán de Achache de destronar los mitos acerca de la Malinche y su uso de
la primera persona singular, su obra se relaciona claramente con la novela neohistórica
(Aínsa 2003b: 11, 86). Con respecto al uso del ‘yo’, Madelénat (1984: 26) confirma que el
biógrafo opta por este tipo de narración con el objetivo de facilitar la identificación entre el
lector y la protagonista (la Malinche). Al mismo tiempo, la primera persona singular alimenta
la ilusión de que se trata de una autobiografía, un caso que Madelénat (1984: 150) califica de
“pseudo-autobiographie”.
La india de Cortés contiene una combinación de los modos narrativos de la diégesis y
de la mimesis. Por una parte, encontramos la diégesis a través de afirmaciones como “Cortés
responde que él se las arreglará.” (Achache 2004: 150) y “Me lleva a la conclusión de que
somos semejantes.” (Achache 2004: 141). En estos casos, el narrador (la Malinche) está
presente y cuenta lo que pasa o interviene para sacar conclusiones (Reuter 2009: 53). Por
otra parte, el modo de la mimesis surge sobre todo en los monólogos interiores, como los
citados en la página 45, y en los diálogos que presentan por ejemplo las conversaciones
entre Moctezuma y Cortés, con la Malinche en calidad de intermediaria (Achache 2004: 224226). En el caso de este segundo modo narrativo, las escenas se construyen de tal modo que
el lector tiene la impresión de un contacto directo con los acontecimientos (Reuter 2009:
54), un efecto que se refuerza mediante el uso del presente en la mayor parte de la novela.
Como la novela de Carole Achache no se inscribe en una narración marco, no
podemos aplicar la pareja de términos ‘narrador extra- o intradiegético’. Con respecto a otra
distinción, a saber, la que hay entre un narrador homo- y heterodiegético, concluimos que la
Malinche funciona como relator homodiegético mientras que no surge ningún narrador
heterodiegético en la novela. Está claro que la Malinche sufrió los sucesos de la Conquista,
de manera que actúa como personaje en la novela, y, lo que es más, ella se presenta como la
protagonista de la novela. (Pieters 2010: 136-137 y Reuter 2009: 58). Por esa razón, merece
la denominación ‘narrador autodiegético’ (Pieters 2010: 137).
Terminamos este apartado con un breve análisis de las diferentes perspectivas
adoptadas por la Malinche. Está claro que la india adopta una focalización interna cuando se
exprime a través de monólogos interiores (Reuter 2009: 64). Como explica Reuter (2009: 64),
47
la combinación de esta perspectiva con un relator homodiegético crea la impresión de la
coincidencia de los sucesos y de la narración27. Cuando la Malinche relata los
acontecimientos de su vida de manera retrospectiva, adopta más bien la perspectiva del
narrador (Reuter 2009: 63).
4.2. Construcción de la imagen de la Malinche en La verdadera
historia de Malinche
Antes de sumergirnos en la construcción del personaje literario, el intento de desmitificación
y el análisis del modo y punto de vista narrativo, introducimos La verdadera historia de
Malinche (2009) de Fanny del Río mediante un breve resumen de la trama y algunas
reflexiones acerca del género particular de este libro, es decir, la novela epistolar28.
En cuanto al resumen, podemos recurrir a la cubierta del libro, que ya ofrece al lector
una sinopsis de la materia tratada en la novela:
En su lecho de muerte, doña Marina – hoy conocida como Malinche – escribe treinta cartas a Martín,
el hijo que procreó con el conquistador de México Fernando (Hernán) Cortés, en las cuales le cuenta la
verdad sobre su vida. [...]. Ahora ella escribe su verdad y deja un testamento en el que reparte sus
pocas pertenencias. (Río 2009: s.p.).
Por lo que se refiere a la novela epistolar o “novela de cartas” (Rojas Portilla 2012:
s.p.), mencionamos en primer lugar el papel de la carta que, formando parte del género de la
literatura colonial, contribuyó a la fusión entre la literatura y la historia (Aínsa 2003b: 9-10).
Gracias a la novela epistolar, la carta se revaloró y se transformó de medio de comunicación
en categoría literaria (Spang 2000: 639). Como afirma Kurt Spang (2000: 639): “La
comunicación escrita entre un remitente y un destinatario espacial y temporalmente
distanciados es la forma básica del género.”. Aplicando esta explicación a nuestra obra,
vemos que la Malinche y su receptor Martín Cortés se encuentran alejados el uno del otro
tanto en el tiempo (Martín solo recibirá las cartas cuando alcanza la mayoría de edad (Río
2009: 15)) como en el espacio (ella vive en México mientras que su hijo crece en España (De
la Gándara Martín 2011: 41, 99)). Este alejamiento espacial constituye un requisito que tiene
27
En algunos monólogos, por ejemplo al comienzo y al final de la novela (los que se encuentran en Achache (2004:
15-16, 276) (citados más arriba)), esta coincidencia parece plausible, puesto que la Malinche manifiesta sus dolores
experimentados en el momento de escribir, justo antes de su muerte.
28
Puesto que el género de la novela epistolar se reduce a la obra La verdadera historia de Malinche (2009) de
nuestro corpus, preferimos incorporar la información acerca de este género en el presente análisis (en vez de en el
marco teórico).
48
que cumplirse para estimular la escritura de las cartas (Spang 2000: 646). Además, se puede
añadir que también el lector se aleja de la Malinche en el tiempo.
El presente género surgió en el siglo XVIII y se caracteriza por rasgos como la
autoexploración y lo que Kurt Spang (2000: 640) llama el “confesionalismo” (véase más
adelante en este análisis) (Spang 2000: 640). La novela de cartas demuestra asimismo varios
puntos de contacto con el género de la autobiografía, de manera que se coloca entre los
géneros de la escritura del yo (Spang 2000: 641), analizados en el apartado 3.1. Por poner un
ejemplo, mencionamos la concomitancia entre el remitente de la epístola/el narrador y el
personaje principal de los acontecimientos relatados en la carta (Spang 2000: 647). En el
caso de La verdadera historia de Malinche, está claro que se trata de una novela de cartas
“monológica”, dado que la obra consiste en epístolas que provienen de una expedidora
única y que quedan sin contestar (Spang 2000: 644). Este tipo de novela epistolar se
considera a veces como defectuoso debido al eslabón perdido, es decir, la respuesta del
receptor (Maes 2013: 46). Al lado de Martín Cortés, el lector forma el segundo destinatario
de las cartas, aunque en este caso se trata de “[...] un receptor marginal [...].” (Spang 2000:
647).
Dentro de la novela epistolar, existe la distinción entre, por un lado, los personajes
que toman parte en el relato concreto, como la Malinche y Hernán Cortés, y por otro lado,
los personajes a los que solo se refiere, como Martín Cortés (Spang 2000: 648). Cuando
tenemos en cuenta el transcurso entre las diferentes cartas (Spang 2000: 649), podemos
concluir lo siguiente con respecto al orden cronológico29: “Il s’agit [...] d’un ordre
chronologique résultant d’un tri, sinon, dans certains cas, d’un procédé de censure.” (May
1979: 74).
4.2.1. Construcción del personaje literario
En esta obra, la carta forma un elemento clave en la construcción del personaje literario en
la medida en que nos ofrece acceso a la vida íntima y personal de la Malinche (Claudio
Guillén parafraseado en Maes (2013: 34-35)). Como afirma Claudio Guillén (1991: 36): “La
carta, como el diálogo, tiene que concordar con el carácter. Podría decirse que cada uno
dibuja en sus cartas una imagen de su personalidad.”. De esta manera, la novela epistolar
contribuye al proceso en el que la autora Fanny del Río intenta ahondar en el carácter de la
29
En la novela de cartas, este orden se considera como el más “natural y verosímil” (Spang 2000: 651).
49
Malinche (Maes 2013: 35). Además, la figura de la Malinche se construye poco a poco a lo
largo de la novela misma, ya que diferentes epístolas relatan episodios de la vida de ésta
(Maes 2013: 38). Algunos ejemplos consisten en las cartas dos y cinco, en las cuales se
cuenta respectivamente la infancia de Marina y su entrega a los españoles (Río 2009: 19, 36).
La redacción de La verdadera historia de Malinche – título llamativo – y la
(re)construcción de la figura histórica-literaria de la Malinche por la escritora mexicana del
Río constituyen parte de la búsqueda de “la historia verdadera” (Arturo Uslar Pietri citado en
Aínsa (2003b: 78) y Aínsa (2003a: 95)), que hemos mencionado en el apartado 3.1. como
objetivo de la relectura y reescritura de la historia en la nueva novela histórica
hispanoamericana (Aínsa 2003b: 11, 78 y Aínsa 2003a: 95). Cuando analizamos más de cerca
el título de la obra, surge de nuevo el juramento de la honestidad y la lealtad a la realidad
incluido en el “pacto autobiográfico” (May 1979: 180-181). En este sentido Mortier (2001:
84) confirma que la autobiografía pretende ser genuina como lo hace igualmente el libro de
Fanny del Río a través del título mismo: La verdadera historia de Malinche. Un fragmento
que apoya la promesa de veracidad consiste en la afirmación siguiente por parte de la
Malinche: “Sé muy bien, Martín, que la sinceridad tiene un costo; pero he jurado decirte
todo [...].” (Río 2009: 137). No obstante, esta obra de nuestro corpus sigue perteneciendo
también al género de la ficción, de modo que el lector se pone a buscar semejanzas30 entre
el escritor (del Río) y la protagonista (la Malinche) (Mortier 2001: 84) (véase también más
adelante). Además, May (1979: 86) reconoce este hecho: “[...] toute autobiographie qui est
œuvre littéraire est de ce fait suspecte d’infidélité à la vérité de tous les jours.”. Añadimos
que existen también autores que replican a pensadores como Mortier y May al afirmar que
la verdad que se encuentra en una autobiografía o novela de cartas es una especie de
verdad de la que el lector no tiene que dudar (S.N. 2004: s.p.).
En los párrafos que siguen, vamos a analizar más en detalle algunos aspectos
específicos e imprescindibles en la construcción de la figura de la Malinche en esta novela.
Primeramente, queremos subrayar la importancia de la introspección como técnica
para representar la psicología del personaje de la Malinche. A través de este proceso, Marina
transmite sus emociones positivas o negativas cuando describe varias fases de su vida, de
modo que incluso el lector tiene acceso a “[...] los problemas de la vida secreta, íntima de los
30
Las similitudes entre Fanny del Río y la figura histórica de la Malinche se han tratado en la parte 1.1.2. Fanny del
Río, “la hiperactiva amiga de la Malinche” (Martínez 2009: s.p.).
50
personajes históricos.” (Aínsa 2003b: 41-42). La introspección ofrece asimismo la ventaja de
que, por fin, el narrador puede ir más allá de la información histórica proporcionada por los
cronistas españoles y penetrar en el mundo íntimo de la Malinche (Aínsa 2003b: 42).
La escena concreta del robo de la Malinche como niña (Río 2009: 25) permite ilustrar
las ideas emitidas con anterioridad. Cuando la Malinche adulta medita y cuenta en la tercera
carta cómo ella experimentó la entrega a los comerciantes de niños por parte de su madre,
leemos: “[...] sentí un escalofrío [...] y, aterrada, tendí los brazos a mi madre.” (Río 2009: 25).
La cita precedente demuestra también la realización del rasgo más pertinente del género de
la nueva novela histórica, descrito por Fernando Aínsa:
[...] buscar entre las ruinas de una historia desmantelada por la retórica y la mentira al individuo
auténtico perdido detrás de los acontecimientos, descubrir [...] al ser humano en su dimensión más
vital [...] (Aínsa 2003b: 111-112 y Aínsa 2003a: 101).
Después de un fragmento caracterizado por la introspección, observamos que la Malinche
saca conclusiones que se expresan mediante exclamaciones, como la que encontramos en la
página 28, casi al final del episodio de su esclavitud como cría: “¡Qué tristes fueron esos días
terribles!” (Río 2009: 28). Otros indicios del proceso de la introspección surgen por ejemplo
en el momento en que ella analiza la situación de los indios y se da cuenta de la
imbatibilidad de los españoles: “De pronto en mi ánimo se alojó una certeza [...].” (Río 2009:
39).
En segundo lugar, está claro desde el principio de La verdadera historia de Malinche
que el padre de Marina ocupa un lugar importante en su vida. Ya en la primera carta
aparece un discurso del padre a su niña lleno de orgullo y amor (Río 2009: 17-18). La fuerte
relación entre ambos resulta también de – entre otras – las actividades como instalarse
juntos cerca del río con el fin de disfrutar de la naturaleza (Río 2009: 19). Además de su
posición como detentor del poder, la Malinche pone de relieve las pasiones de su padre, es
decir, la astronomía y la matemática (Río 2009: 19-20). En este momento, abandona sus
palabras melancólicas para incitar a su hijo a que se dedique igualmente a estas artes muy
valiosas (Río 2009: 20 y Maes 2013: 38). Sin embargo, la Malinche recae pronto en su
costumbre afirmando que: “[...] con ello honrarás la estirpe de tu abuelo y su memoria.” (Río
2009: 20).
El acontecimiento que tuvo más impacto en la Malinche y que contribuyó a su
formación personal y sus decisiones posteriores consiste en el encarcelamiento y el
asesinato de su padre por orden de Moctezuma (Río 2009: 22-24). Como indica Maes (2013:
51
38), estos sucesos causaron “un trauma infantil”. De todos modos, después de la muerte de
su padre, Marina continúa contemplando las estrellas como solía hacer con él, lo que forma
una estrategia de supervivencia en tiempos de esclavitud (Río 2009: 30).
La importancia que la Malinche concede a su padre se vuelve a ver en cartas
posteriores como la carta ocho. En ésta, la intérprete de Cortés afirma su profunda
conmoción al ver su representación en un documento de Moctezuma. Se da cuenta
entonces de su intento afortunado de honrar el apellido y la memoria de su padre. (Río
2009: 53-54).
El tercer elemento importante para la construcción de la figura de la Malinche es, por
supuesto, su papel de traductora. Frecuentemente, las cartas colocan a la Malinche frente al
otro intérprete de Cortés, el español Jerónimo de Aguilar.
En la carta seis, este último surge como superior, ya que anuncia las tareas a las
esclavas entregadas como la Malinche (Río 2009: 42). No obstante, esta situación cambia
rápidamente, lo que demuestra el fragmento siguiente:
Cortés con calma aguardaba que Aguilar diera cuenta en español de los que los naturales decían, pero
el náufrago no había comprendido una palabra, puesto que conocía sólo el maya y estos hombres se
expresaban en mexicano, la lengua náhuatl. Por un momento, ambos bandos quedaron
desconcertados, [...], pues les resultaba imposible comprenderse; entonces hablé yo. En maya referí a
Aguilar qué era lo que habían dicho los enviados de Teuhtlile [...]. (Río 2009: 47-48).
Desde el dominio de la lengua española por parte de la Malinche, Jerónimo de Aguilar está
de balde, de manera que ella se vuelve la traductora más importante de Hernán Cortés (Río
2009: 87-88). Solo a través de ella se pueden transmitir mensajes significativos, por ejemplo
el convencimiento de Moctezuma de que Cortés era el dios regresado Quetzalcóatl (Río
2009: 52), de manera que la Malinche constituye el eslabón imprescindible en la
comunicación. Cuando, en la carta 17, ella afirma en segunda persona lo que sigue: “[...]
mírate, Marina: el rey de México está en tus manos, él habla por ti, oye por ti, [...]: eres la
persona más importante del mundo en este instante [...].” (Río 2009: 102), está claro que se
da cuenta de su importancia. Mientras que en la novela Malinche (2011: 57, 63-64) de Jesús
J. de la Gándara Martín (véase el capítulo siguiente) encontramos una actitud positiva entre
ambos intérpretes, se desprende de las cartas de la Malinche que a ella Aguilar no le gusta
(Río 2009: 48). Como leemos en la página 90, él intenta causar disputas entre Cortés y la
Malinche, lo que indica que se trata de un disgusto recíproco (Río 2009: 90).
Hernán Cortés, a su vez, reconoce el valor de la Malinche y siempre requiere la
presencia de la india cerca de sí (Río 2009: 76, 106). La última intervención llamativa de la
52
Malinche consiste en la revelación del atentado contra Cortés, preparado por Cuauhtémoc
(Río 2009: 160).
El último componente contribuyendo a la formación del personaje de la Malinche
consta de la fuerza y el apoyo que ofrece la religión cristiana. Ya en la tercera carta la
Malinche subraya que, gracias a Dios, quien le impuso la servidumbre con el fin de fortalecer
su carácter, sobrevive y se convierte en una mujer valiente (Río 2009: 25, 30). La importancia
y la influencia de la religiosidad se reflejan en el hecho de que ella relata su vida anterior a
los españoles – cuando todavía no pertenecía a la religión cristiana – desde el punto de vista
de un creyente. De esta manera, Marina atribuye a Dios su aprendizaje del maya durante su
estancia con los indios de Tabasco, lo que sería beneficioso al momento de la llegada de los
españoles (Río 2009: 29). Con respecto a este acontecimiento, añade que la aparición de
Hernán Cortés en el lugar donde ella se encontró forma el mérito de Dios mismo (Río 2009:
37).
En la carta seis, Jerónimo de Aguilar incita a las esclavas a renegar de su religión
poniendo énfasis en figuras cristianas como Dios y su hijo Cristo. Primeramente, en el caso
de la Malinche, la exposición presentada por el intérprete maya-español causa
desorientación. (Río 2009: 42). No obstante, una vez que ella oye el paternóster, empieza a
admitir su nueva religión (Río 2009: 43). Defiende, frente a Martín, su decisión de aceptar el
cristianismo de la manera siguiente:
Sentía como si estas palabras fueran sucesivas llaves que abrían cerrojos a las pesadas cadenas de mi
alma, liberándome de mentiras y falsedades, y entonces posé la mirada en la venerada imagen de la
Virgen, que abrazaba a ese Hijo que el Espíritu Santo había protegido [...], y te juro, Martín, que al
punto me despojé de todas mis creencias anteriores y fui cristiana en mi corazón a partir de aquel
instante [...]. (Río 2009: 44).
A partir de la cita precedente se puede deducir asimismo el lugar significativo que ocupa la
Virgen María en la vida de la Malinche (Río 2009: 47), ofreciéndola ánimo en situaciones
apretadas (Río 2009: 88).
La Malinche invoca igualmente la ayuda de Dios con el objetivo de completar la
redacción de sus cartas antes de morir (Río 2009: 103). Cuando relata los sucesos de la
Conquista, vincula muchos de éstos con la voluntad de Dios. A modo de ilustración,
mencionamos su interpretación de la viruela como castigo de Dios y su convicción de que el
alejamiento frente a Cortés constituye otro prueba por parte de Dios. (Río 2009: 109, 146,
148). Marina termina su discurso religioso en la última carta (la carta treinta) con el
53
convencimiento de que la muerte cercana presentará la posibilidad de entrar en contacto
directamente con Dios (Río 2009: 168).
4.2.2. Feminismo y desmitificación
Con el análisis de La verdadera historia de Malinche, nos encontramos en el contexto del
feminismo (Tyutina 2008: 1-2), dibujado en la sección 2.4.2. Las escritoras de este tendencia,
como Fanny del Río, continúan la iniciativa de “l’écriture féminine” de entre otras Julia
Kristeva y Hélène Cixous (Tyutina 2008: 1). Como ya hemos señalado, el objetivo de los
autores que se inscriben en el feminismo consiste en la resistencia frente al discurso
patriarcal bajo la forma de textos literarios por y sobre mujeres que reflejan las ideas de la
corriente feminista (Tyutina 2008: 1). En este aspecto, el pasado se reestudia y se reescribe
con el fin de saber más sobre la persona de la Malinche y de hacer salir a esta mujer de la
sombra del gran conquistador Hernán Cortés (Aínsa 2003b: 84). Añadimos que Fanny del Río
acepta, con su obra sobre la Malinche, el desafío de “[...] ficcionalizar [...] la imagen de la
mujer ya ficcionalizada.” (Guerra Cunningham parafraseado en Tyutina (2008: 1)).
La meta de la mexicana, a saber, las desmitificación de la figura de la Malinche, se
encuentra de manera literal en la cubierta de su obra: “En esta historia una mujer reflexiona
sobre su vida, justifica sus acciones y acepta sus errores. Esa mujer es la Malinche, y esta
novela la desmitifica para siempre.” (Río 2009: s.p.). La cita precedente demuestra que,
después de la condenación de la intérprete como traidora de la patria por parte de Octavio
Paz (Cypess 1991: 95), autores como Fanny del Río se inscriben en la segunda tendencia que
defiende a la Malinche y prolongan el trabajo iniciado por figuras como Elena Garro y
Rosario Castellanos31 (Cypess 1991: 123 y Hoppe Navarro 2011: 12-13) (véase también 1.2.).
Sin embargo, admiten a la vez los errores que cometió Malinalli, de manera que intentan
matizar sus acciones (Río 2009: s.p.).
Con respecto a la aceptación de sus errores, notamos que la Malinche admite varias
veces en sus cartas a Martín Cortés que erró en su toma de decisiones (Río 2009: 102, 137).
Por lo que se refiere a la justificación de sus actos, la Malinche (en primera persona) afirma
abiertamente que la lucha contra los aztecas al lado de Hernán Cortés “[...] daba la
31
Las escritoras Elena Garro y Rosario Castellanos se incluyen en la lista de “[...] las cuentistas mexicanas en la época
feminista (1970-1988)” (Menton 2002: 147), pero no son conocidas en primer lugar debido a sus cuentos (Menton
2002: 149-150). Además, su obra (los cuentos incluidos) precede en gran medida la fecha 1970, inicio de la época
feminista según Seymour Menton (Menton 2002: 147, 149-150).
54
oportunidad de vengar la muerte de mi padre y, con Cristo a la cabeza de esta empresa,
acaso podríamos liberar a la Nueva España del régimen opresivo y cruel de los mexica.” (Río
2009: 54). A partir de esta cita, se puede deducir también que ella invoca a Dios y a la
religión cristiana para argumentar sus acciones (véase el apartado precedente).
Está claro que surge aquí la autodefensa (Maes 2013: 40) relacionada con el género
de la confesión (Wachowska 2001: 180), como hemos indicado más arriba en el apartado
3.1. La apología pertenece igualmente a las motivaciones llevando a la realización de una
autobiografía, género contiguo a la novela epistolar (May 1979: 41-42 y Spang 2000: 641). El
proceso de defensa personal se explicita por primera vez en el momento de comunicar la
motivación para la escritura de las epístolas:
[...] se dice que personifico la traición y que soy la encarnación de la vergüenza; que por mi culpa, los
mexicanos piensan en sí mismos como escoria. Eso, eso es lo que se dice de mí. Por eso quiero
contarte mi historia y que seas tú quien me juzgue. Porque fíjate, Martín: hubieras podido ser el
heredero de la princesa Malinali, señora de Coatzaqualco, cacica poderosa y respetada [...]. (Río 2009:
17).
Como ha señalado Maes (2013: 42), la sinceridad y firmeza por parte de la Malinche,
que se reflejan a veces en el empleo del modo imperativo (por ejemplo en la cita precedente
y en la frase: “Piensa, hijo, que antes de pertenecerle a tu padre, yo no era nada, ni tenía
nada, y mis día transcurrían sin dirección [...].” (Río 2009: 126)), llevan a la persuasión del
lector. Sin embargo, cabe añadir que a causa de esta forma imperativa la defensa de la
Malinche se convierte casi en una convicción impuesta al receptor (Maes 2013: 42). Además,
la fuerza de las justificaciones de Doña Marina se pierde debido a la ausencia de una
respuesta de Martín, de manera que concluimos que la Malinche (a través de Fanny del Río)
no logra completamente su objetivo (Maes 2013: 46-49).
4.2.3. La Malinche habla
En la presente novela se encuentra una alteración de perspectivas en la medida en que
seguimos los acontecimientos a partir del punto de vista de una india y no desde la mirada
de un español (Aínsa 2003b: 101). Esta opción forma parte de las técnicas de desmitificación
mencionadas por Lobo García y Rodríguez (1995: 20) (véase también el apartado 2.4.1.). En
La verdadera historia de Malinche, se representa la voz de la Malinche, pero en cuanto a las
similitudes con el género de la autobiografía tenemos que poner en claro que no se trata de
la figura histórica de Marina misma que escribe. No obstante, autoras como Fanny del Río
55
consiguen crear la impresión de que sí se trata de la intérprete que relata su propia historia
gracias a su facultad de ponerse en su situación y adoptar su punto de vista (Maes 2013: 35).
Para exprimirlo con las palabras de Georges May (1979: 66), se trata más bien de una “[...]
autobiographie par personne interposée”. Esta facultad se propicia debido a las similitudes
que encontramos entre la vida de Fanny del Río y de la Malinche32.
El uso de la narración en primera persona, presente desde el comienzo de la novela y
típico de la novela de cartas (Maes 2013: 35-36), causa la impresión de que la Malinche se
dirige directamente al lector de sus cartas (S.N. 2004: s.p.). Se trata de un punto de vista
subjetivo que procura a las cartas un carácter auténtico (Vergara Estarita 2008: s.p.).
Además, nos alejamos de esta manera de la historia dominada por un relator omnisciente,
tendencia observada por Fernando Aínsa (Vergara Estarita 2008: s.p. y Aínsa 2003a: 29)33.
Por lo que se refiere a los modos narrativos utilizados en la obra, constatamos que
tanto la diégesis como la mimesis aparecen. Normalmente, los monólogos constituyen parte
del modo de la mimesis, pero aquí no es el caso, puesto que cada carta – que forma en
principio un monólogo de la Malinche – narra lo que le pasó y contiene claros indicios de
diégesis, por ejemplo: “[...] les dije que era un muy importante señor [...].” (Río 2009: 47).
Esta frase se construye en el estilo indirecto, mientras que el estilo directo caracteriza la
mimesis. (Reuter 2009: 53-55). A pesar de que la diégesis constituye el modo predominante,
la mimesis tampoco está ausente y surge, entre otras, en las cartas tres, ocho y diecisiete
(Río 2009: 27, 52, 100). En la mayoría de los casos, la adopción de este modo narrativo se
explica por la importancia del discurso en cuestión, por ejemplo entre Cortés y Moctezuma
(Río 2009: 100), o por la impresión que ha tenido en la Malinche (Río 2009: 27, 52). (Reuter
2009: 53-55).
Analizando la voz narrativa en la presente novela, llegamos a la conclusión de que la
Malinche surge como narrador homodiegético y autodiegético (Reuter 2009: 58 y Pieters
2010: 136-137), tal y como en el caso de La india de Cortés (véase el análisis precedente).
El último elemento importante en relación con el punto de vista narrativo consiste en
el modo, la perspectiva adoptada por el narrador. A primera vista, nos parece que la
Malinche, la relatora homodiegética, maneja una focalización interna, puesto que el lector
recibe únicamente sus impresiones y pensamientos. (Pieters 2010: 145-146, Reuter 2009:
32
Las semejanzas entre Fanny del Río y la Malinche se encuentran en el apartado 1.1.2., titulado Fanny del Río, “la
hiperactiva amiga de la Malinche” (Martínez 2009: s.p.).
33
Esta observación acerca del uso de la primera persona se aplica también a La India de Cortés.
56
60-61 y Genette 1989: 244-245 (traducción de Carlos Manzano)). Sin embargo, siguiendo la
teoría de Yves Reuter (2009: 64), constatamos que la coincidencia entre, por un lado, los
acontecimientos históricos, y por otro lado, la descripción de éstos en las cartas, típica de la
perspectiva del personaje, no se presenta en nuestra novela. La instancia narrativa consta
más bien de un narrador homodiegético con focalización cero. Esta combinación surge en los
géneros de la autobiografía y de la confesión, dos géneros adyacentes a nuestra novela
epistolar, y se caracteriza por un relator que vuelve la vista atrás para contar (algunos
aspectos de) su vida. (Reuter 2009: 63). Es evidente que la explicación precedente se aplica
sin problemas al caso de Doña Marina en La verdadera historia de Malinche.
4.3. Construcción de la imagen de la Malinche en Malinche
Con el propósito de introducir la obra literaria Malinche (2011) del autor español Jesús J. de
la Gándara Martín, ofrecemos en esta parte ya algunos elementos analíticos que indican
asimismo las líneas generales relacionadas con el contenido del libro.
La esencia de la historia se emite desde el inicio en el prólogo: “De eso va esta
historia: de viajes y de sueños, de odios y de amores, de ambiciones y agresiones. Sus
protagonistas son Malinalli (La Malinche), Hernán Cortés y su hijo, Martín Cortés, tres
viajeros, vagabundos y transterrados.” (De la Gándara Martín 2011: 14). No obstante,
tenemos que aclarar que ellos son los personajes principales del relato historiográfico que se
encuentra al interior de una narración marco. Esta narración gira en torno a una familia
española (compuesta del padre José, su mujer Lola y sus hijos Manuel y Pablo). (De la
Gándara Martín 2011: 15). Durante una discusión acerca de las vacaciones de verano, el
padre de la familia decide ir a casa del artista Sergio para descubrir algunos dibujos viejos.
Este último solicitó a José componer una historia que puede acompañar las ilustraciones. (De
la Gándara Martín 2011: 15-16). Los miembros de la familia están confrontados con el
hallazgo de dibujos que presentan a un muchacho indio, llamado “Águila Roja” (De la
Gándara Martín 2011: 19). Estas ilustraciones se proyectan de manera directa sobre la
situación de un niño de la clase de Elvira (la nieta de Sergio) y su madre Marina, e
indirectamente sobre las figuras históricas de la Malinche y su hijo Martín Cortés (De la
Gándara Martín 2011: 17-19). El lazo concreto entre el retrato y Martín se pone en claro en
el quinto capítulo cuando el joven afirma que su nombre original es “[...] Cuaupopoca, que
significa Águila Ardiente [...].” (De la Gándara Martín 2011: 49). A partir de este significado,
57
los españoles le nombraron “Águila Roja”, una decisión motivada también por el color de su
piel (De la Gándara Martín 2011: 50).
El acercamiento a los protagonistas no solo se realiza a través de la tarea de ilustrar
con palabras los retratos de Sergio (De la Gándara Martín 2011: 35), sino también a través
de la decisión de la familia de ir de viaje a México (De la Gándara Martín 2011: 24). El vínculo
se hace aún más claro cuando el hijo mayor Manuel pregunta lo siguiente acerca del
trayecto a recorrer: “Más o menos como el viaje de Hernán Cortés, ¿verdad papá?” (De la
Gándara Martín 2011: 24). En este viaje, comienza la recopilación de fuentes acerca de la
Malinche con la ayuda de un guía turístico, Pedro (De la Gándara Martín 2011: 25). Además,
obtienen información acerca de un cierto Gaspar Antonio Xiu, un maya que, tal y como la
Malinche, asumió la función de intérprete para su pueblo (De la Gándara Martín 2011: 2829).
Al mismo tiempo, Malinche (2011) coloca en primer plano “[...] el primer gran
encuentro entre pueblos y razas, entre culturas y sociedades.” (De la Gándara Martín 2013c:
s.p.34) del que resulta el primer mestizaje cultural y racial reconocida en la historia,
representado por Martín Cortés. Este mestizaje tuvo un impacto considerable, puesto que
hoy en día casi no se encuentran individuos en América Latina que desconozcan lenguas
ibéricas o que no tengan en sí algún gen hispánico. (De la Gándara Martín 2013c: s.p.).
Como hemos visto en el apartado 3.1., la relectura y reescritura de la historia surge
como característica de la nueva novela histórica (Aínsa 2003b: 11). Este rasgo se aplica sin
problemas a nuestra novela en cuestión: José se comporta como un autor que realiza
indagaciones en archivos con el fin de reescribir los acontecimientos pasados (Aínsa 2003b:
10). El título del tercer capítulo de Malinche describe la actividad de José: “Minero de
biblioteca” (De la Gándara Martín 2011: 35). Pablo indica que su padre se sumerge en
fuentes como las Crónicas de Bartolomé de Las Casas y las Cartas de la Conquista de México,
escritas por Hernán Cortés a Carlos I, de manera que “[...] fue una verdadera exploración de
biblioteca, como si fuera un minero o un arqueólogo [...].” (De la Gándara Martín 2011: 3738). Conforme José progresa en las investigaciones, estudiar de nuevo la historia se
34
Las tres fuentes de Jesús J. de la Gándara Martín que datan del año 2013 se han conseguido, como anunciado ya en
la parte introductoria, a través de una entrevista y correspondencia por correo electrónico con el autor español
mismo gracias a, en primer lugar, el contacto con su editor a partir de la dirección electrónica encontrada en la
edición de la novela histórica Malinche (2011). Resulta que estos documentos no han sido editados hasta ahora. No
obstante, los tres documentos en cuestión constituyen une fuente de información importante de la presente tesina.
58
convierte en un tipo de obsesión, de modo que la tarea no le deja en paz (De la Gándara
Martín 2011: 37). La cita general que sigue describe perfectamente lo que ocurre y se aplica
sin problemas al caso concreto de la Malinche:
[...], el interés de autores y lectores por la relectura del pasado americano ha ido en aumento.
Personajes secundarios de la historia, aspectos ocultos (u ocultados) de la vida privada de héroes y
antihéroes, [...], emergen en una profusa bibliografía [...]. (Aínsa 2003b: 11).
Otros rasgos del género de la nueva novela histórica que surgen en este libro
consisten, entre otros, en la aparición de una figura histórica en calidad de personaje
principal y los procesos de la metaficción y de la intertextualidad (Menton 1993: 23-24).
Vamos a comentar el surgimiento de estas técnicas más adelante en el apartado 4.3.2.
4.3.1. Construcción del personaje literario
En lo que se refiere a la motivación del escritor para la construcción de los personajes
literarios, mencionamos su condición de “[...] extremeño35 en la diáspora” y “vecino de
cualquier sitio [...]” (De la Gándara Martín 2011: s.p. (cubierta)), de modo que quería contar
la historia de transterrados (De la Gándara Martín 2011: s.p.). El escritor español utiliza un
tipo de neologismo afirmando que cada hombre tiene algo de “viaja-bundo” (combinación
de las palabras ‘viajar’ y ‘vagabundo’; De la Gándara Martín 2013c: s.p.). Vuelve a explicitar
la condición del ser humano como vagabundo y transterrado en el prólogo de su obra
mediante las afirmaciones siguientes: “Moverse es una condición propia de la especie
humana. Somos homo viator.” (De la Gándara Martín 2011: 13) y “Algún día, la evolución
cultural y genética acabará mostrando el resultado del gran mestizaje de la humanidad
viajera. Pero el mundo ya está lleno de transterrados.” (De la Gándara Martín 2011: 14).
El autor mismo afirma que las fuentes consultadas para la construcción de sus
personajes dentro de la novela (que pertenece a la ficción) son históricas y auténticas a
excepción del discurso de Martín Cortés en la sección cinco (De la Gándara Martín 2011:
s.p.). No obstante, Jesús J. de la Gándara Martín (2011: s.p.) añade que existen diferentes
discordancias entre los textos que sirven como fuentes, de manera que “[...] resulta
imposible asegurar que todas las fechas, hechos, lugares y personajes citados sean del todo
correctos.”36. El novelista indica así la relación existente entre la historia y su novela (ficción).
35
El personaje literario José se presenta también como “extremeño” (De la Gándara Martín 2011: 41), de modo que
la identificación de este personaje con el autor De la Gándara Martín se hace posible.
36
Este tipo de comentarios meta por parte del autor tiene como efecto el poner en entredicho una sola verdad
histórica, puesto que existe la posibilidad de varios puntos de vista verídicos acerca de una figura o hecho histórico.
59
De todos modos, como dice el escritor hispano-uruguayo Aínsa (2003b: 80): “La ficción
poética se nutre de los datos históricos y los transciende en creación, sin que la invención
desmienta la información.”.
Como acabamos de anunciar, De la Gándara Martín – a pesar de las fuentes históricas
disponibles – pone de relieve (mediante la voz de sus personajes Pablo y José) las
dificultades e inseguridades que encuentra a lo largo del proceso de la construcción de los
protagonistas Martín Cortés (De la Gándara Martín 2011: 38-41) y su madre, la Malinche (De
la Gándara Martín 2011: 47, 76). Algunas afirmaciones expresan claramente dudas, tales
como: “Y aún así su historia es bastante confusa, pues con frecuencia se mezclan datos de él
con los de su medio hermano, también llamado Martín, hijo de la segunda mujer española
de Hernán Cortés.” (De la Gándara Martín 2011: 40-41) y, con respecto a la Malinche: “[...]
no sabemos bien como se llamaba [...].”37 (De la Gándara Martín 2011: 47).
Observamos que la construcción de los personajes literarios lleva igualmente a
reflexiones sobre la emi- e inmigración en la propia novela. Jesús J. de la Gándara Martín
introduce hábilmente, por una parte, el tema de la emigración de muchos españoles en los
años sesenta, y por otra parte, la inmigración de sudamericanos en Europa (particularmente
en España) mediante la reflexión del abuelo y artista Sergio sobre el porqué de la fabricación
de sus retratos. (De la Gándara Martín 2011: 20-21). Con respecto a la inmigración de
americanos en España, el autor concluye que el “[...] gran mestizaje de ida ahora es de
vuelta.” (De la Gándara Martín 2013c: s.p.).
El autor Jesús J. de la Gándara Martín aborda el personaje de la Malinche más bien
desde fuera, contrariamente a lo que puede sugerir el título Malinche. La intérprete del
conquistador de México se presenta a través de las miradas de respectivamente Martín38 y
su padre Hernán Cortés39. Esta incorporación de varios puntos de vista narrativos se
relaciona con la estrategia de recalcar la historia como una composición de varias facetas de
la verdad. La voz de Malinalli misma se silencia. Sin embargo, este enmudecimiento no es
completo, puesto que en el capítulo siete, “La joven Marina” (De la Gándara Martín 2011:
37
Estas dos citas caracterizan el autor español como historiador en busca de elementos verídicos. Las referencias a
las dudas y las inseguridades subrayan su rigor y constituyen a la vez una estrategia frecuente en novelas históricas.
38
Esta perspectiva se encuentra en los capítulos cinco: “Martín Cortés, el mestizo” y ocho: “Regreso a tierra madre”
(De la Gándara Martín 2011: 49, 89).
39
El punto de vista de Hernán Cortés se muestra en el sexto capítulo titulado “El altivo extremeño” (De la Gándara
Martín 2011: 59).
60
75), se presenta una nueva Malinche moderna: María del Mar (De la Gándara Martín 2011:
79), como veremos más adelante en la sección 4.3.2.
En cuanto a la técnica adoptada por el autor español, observamos que Fernando
Aínsa (2003a: 29) tenía razón al afirmar que en la época reciente surge una literatura más
subjetiva que inserta diferentes perspectivas.
Tanto el episodio cinco “Martín Cortés, el mestizo” como el capítulo ocho “Regreso a
tierra madre” (De la Gándara Martín 2011: 49, 89) representan el punto de vista de Martín
Cortés acerca de su madre y constituyen un intento de escritura autobiográfica (De la
Gándara Martín 2011: 47, 89). La diferencia se encuentra en el hecho de que, en el quinto
episodio, tenemos el resultado de la tarea de escribir una historia que acompaña los dibujos
de Sergio (De la Gándara Martín 2011: 47), mientras que el octavo capítulo se saca de una
fuente histórica en la que Martín Cortés habla (De la Gándara Martín 2011: 89). El uso de la
perspectiva del hijo de la Malinche se explica por motivos afectivos, ya que Pablo afirma que
este punto de vista “[...] sería más emocionante [...].” (De la Gándara Martín 2011: 47).
Cuando, en el capítulo cinco, Martín refiere por primera vez a su madre, destaca el
aspecto viajero de la vida de ésta, visto que siempre acompañaba a Hernán Cortés en sus
viajes hasta declarar que “[...] más que en un sitio, puede decirse que yo nací en un viaje
[...].” (De la Gándara Martín 2011: 50). Continúa su exposición mediante informaciones
acerca de la evolución del nombre de su madre y su procedencia (De la Gándara Martín
2011: 51-52). Tanto las explicaciones onomásticas como las relacionadas con su origen
coinciden con lo que hemos explicado en los párrafos sobre la denominación de la Malinche
y los puntos de vista de los cronistas (véase arriba, 2.1. y 2.2.2. (páginas 14 y 17)). Refiere
asimismo a las escenas del robo de la Malinche niña, su venta como esclava y el reencuentro
con la madre y medio hermano (De la Gándara Martín 2011: 52-54, 56), sin añadir nuevas
informaciones en comparación con lo que hemos esbozado en la sección 2.2.2. (página 1718).
Otro elemento que no podía faltar en el discurso de Martín Cortés tiene que ver con
la capacidad lingüística de su madre. Menciona su dominio de las lenguas maya y náhuatl
(De la Gándara Martín 2011: 53) y añade que aprendió sus primeras palabras en español
gracias al náufrago Jerónimo de Aguilar, que dominó también el maya y entró en contacto
con la lengua náhuatl a través de la Malinche (De la Gándara Martín 2011: 55). Jerónimo de
Aguilar fue igualmente la persona que introdujo la Malinche a Cortés. A éste, no se le escapó
61
la belleza e inteligencia de la mujer india. (De la Gándara Martín 2011: 57). Martín Cortés
subraya que en vez de una mera “sirviente personal”, su madre era “[...] una compañera
respetada y querida por el gran señor Cortés, Capitán General de las tierras de México [...].”
(De la Gándara Martín 2011: 57). Esta cita ya indica que Martín no se limita a contar lo que
sabe sobre su madre sino que refiere también a su padre Hernán Cortés como “[...] un
hombre muy humano y bondadoso [...].” subrayando que la realidad contrasta con “[...] todo
lo que se haya escrito sobre su carácter duro y despiadado [...].” (De la Gándara Martín
2011: 51).
El joven pone énfasis varias veces en el carácter valiente, altruista y tierno de su
madre (De la Gándara Martín 2011: 50, 58) y concluye su relato con la afirmación de que
“[...] era [...], sin duda muy superior en inteligencia, sagacidad y coraje a la mujeres de su
raza e incluso a las españolas que he tenido oportunidad de conocer.” (De la Gándara Martín
2011: 58). Esta última cita ayuda asimismo a comprender el odio de ciertos indios frente a
ella.
A través de sus explicaciones, Martín Cortés insiste en la veracidad de su versión de
los hechos, puesto que obtuvo sus informaciones de una fuente primaria (su propia madre)
(De la Gándara Martín 2011: 56). Manifiesta esto en adiciones, respectivamente
provenientes del capítulo cinco y ocho, como “[...] esto no es pasión de hijo sino cosa bien
cierta [...]” y “[...] escribo [...], para que quede dicho lo que es cierto [...].” (De la Gándara
Martín 2011: 52, 90).
En el capítulo ocho, se repite una parte de la información obtenida acerca de la
Malinche en el quinto episodio. Además, Martín Cortés destaca la protección y el orgullo por
parte de su madre (De la Gándara Martín 2011: 91, 93) y confirma el amor sincero de la
Malinche por Cortés, dado que ella se preocupa mucho cuando él tarda en llegar a casa (De
la Gándara Martín 2011: 97-98). Sin embargo, no entiende que su madre le dejó partir con
Cortés a España (De la Gándara Martín 2011: 99). En esta sección, la información de la
Malinche se termina con algunas hipótesis acerca de las circunstancias de su muerte. Unos
dicen que murió en 1529 debido a una fiebre aguda, otros afirman que fue eliminada en el
mes de enero del mismo año por orden de Hernán Cortés. (De la Gándara Martín 2011: 104).
El punto de vista del conquistador Hernán Cortés mismo se anuncia mediante el
título del sexto episodio, es decir, “El altivo extremeño” (De la Gándara Martín 2011: 59). En
un diálogo entre la madre Lola y su marido José, la mamá pone de relieve el personaje de
62
Cortés porque “[...] si no se hubiese aventurado a explorar las tierras mejicanas, ni la
Malinche, ni Martín habrían existido para el resto del mundo.” (De la Gándara Martín 2011:
60). Por eso, Lola propone representar también la perspectiva del propio Cortés, mediante
un extracto de la Cartas de relación de Cortés al emperador Carlos I, con el fin de analizar si
pueden descubrir más información sobre la Malinche y su hijo (De la Gándara Martín 2011:
61).
El conquistador de México menciona por primera vez a la Malinche en calidad de
esclava entregada por tribus indias (De la Gándara Martín 2011: 63). Tal y como en el
discurso de su hijo, encontramos aquí la referencia a la introducción de la Malinche a Cortés
por parte de Jerónimo de Aguilar. Reconociendo la inteligencia de la Malinche, Aguilar
propone a Cortés aceptar a la mujer india como intérprete. (De la Gándara Martín 2011: 6364). A partir de este momento, Cortés siempre menciona la Malinche – de manera más o
menos directa – en su función de traductora, por ejemplo interpretando las palabras de los
mensajeros del rey azteca (De la Gándara Martín 2011: 65).
Contrariamente a la afirmación de que Cortés solo hace referencia a la Malinche
cuando ésta le viene bien (Cypess 1991: 26) (véase el apartado sobre el punto de vista de los
cronistas acerca de la Malinche (2.2.2.)), cabe observar que, en el presente discurso, Cortés
reconoce abiertamente el valor de la Malinche (De la Gándara Martín 2011: 67). Gracias a
ella, evita aliados con malas intenciones: “[...], pero bien que hube la suerte de contar con la
india, pues ella me advirtió de que no eran gente de fiar [...].” (De la Gándara Martín 2011:
67).
Cierra su carta a Carlos I con la mención del nacimiento de su hijo Martín. A partir de
esta descripción podemos inferir que Cortés realmente se ocupó de la Malinche, ya que
previo una comadrona conocida por su buen trabajo para ayudar a la Malinche al momento
del parto. (De la Gándara Martín 2011: 74).
4.3.2. Actualización de la Malinche: María del Mar
El título de la sexta sección, “La joven Marina” (De la Gándara Martín 2011: 75), parece
anunciar un relato desde el punto de vista de la Malinche misma. Lola propone a su marido
realizar este relato efectivamente, pero José no está de acuerdo con su mujer. Según él, la
poca información de la que disponen con respecto a la figura de la Malinche impide una
versión verídica de su vida. Cuando José emite sus comentarios y sus razones para no dar voz
63
a la Malinche histórica, surge el aspecto de metaficción presente en la novela Malinche,
característica de la novela neohistórica (Menton 1993: 23). (De la Gándara Martín 2011: 76).
En este momento, aparece también otro rasgo de este género, a saber, la intertextualidad
(Menton 1993: 23-24). Después de constatar que “[...] no sé qué meterse con un personaje
sobre el que tantos han intentado sacar tantas conclusiones teniendo tan pocos datos.” (De
la Gándara Martín 2011: 76), José analiza los autores y las obras que sí emiten un juicio con
respecto a la figura de la Malinche: Salvador de Madariaga40, Gary Jennings41, Octavio Paz42,
Carlos Fuentes43 y Laura Esquivel44. (De la Gándara Martín 2011: 76). Dado que José prefiere
no juzgar a Marina, en principio no se inscribe en ninguna tendencia con respecto a la
postura adoptada frente a la Malinche (mitificación o desmitificación)45. Este
comportamiento coincide con la visión del autor Jesús J. de la Gándara Martín:
El objetivo general de la obra es, por un lado, analizar de forma emocionada y crítica la compleja
época del descubrimiento y conquista de los grandes imperios y culturas centroamericanos, el Azteca,
el Maya, etc., tratando de aportar alguna luz sobre tantas tinieblas, y alguna objetividad entre tantas
leyendas sangrientas. (De la Gándara Martín 2013c: s.p.)
La segunda propuesta de Lola consiste en la actualización de la Malinche. Como ella
trabaja como asistente social, tiene la posibilidad de poner en contacto a su marido con una
mexicana que reside en España, María del Mar, cuya vida es bastante similar a la de la
Malinche histórica (véase más abajo). (De la Gándara Martín 2011: 79). Esta originalidad, a
saber, dar voz a otra ‘Malinche’ contemporánea, contribuye a la desmitificación de la
intérprete personal del conquistador de México. En este sentido, es posible elaborar un
paralelo entre, por un lado, el modo de composición del relato que acompaña los dibujos
(primeramente se fabrican los dibujos y solamente después se escribe la historia: “Justo al
revés de lo que suele hacerse.” (De la Gándara Martín 2011: 21)), y por otro lado, el proceso
40
Este autor ofrece una imagen ambigua de la Malinche, un día como heroína, otro como traidora. Además, la
Malinche solo forma un elemento secundario en su obra El corazón de piedra verde (1976). (De la Gándara Martín
2011: 76 y Lobo García y Rodríguez 1995: 18).
41
En su obra Azteca (1980), se destacan la ambición y frialdad de la Malinche (Lobo García y Rodríguez 1995: 19 y De
la Gándara Martín 2011: 76). Jennings añade asimismo que, en parte, la Malinche es “[...] víctima de su biografía.”
(De la Gándara Martín 2011: 76).
42
En Los hijos de la Malinche (ensayo formando parte de El laberinto de la soledad (1950)), Octavio Paz representa la
Malinche como una de las indias cautivadas (en sentido figurado) y violadas por parte de los conquistadores y
soldados españoles (Cortés y Franco 2003: s.p. y De la Gándara Martín 2011: 76).
43
En El espejo enterrado (1992), Carlos Fuentes pone énfasis en los papeles siguientes de la Malinche: traductora,
querida de Cortés y punto de partida del mestizaje (Cortés y Franco 2003: s.p. y De la Gándara Martín 2011: 76).
44
Con respecto a Malinche (2006) de Laura Esquivel, Jesús J. de la Gándara Martín concluye a través del personaje de
José que esta obra pertenece a las mejores teniendo en cuenta la poca información disponible acerca de la Malinche.
Añade que la figura de la Malinche se utiliza aquí con objetivos feministas. (Sweet 2012: 98 y De la Gándara Martín
2011: 76).
45
No obstante, la actitud de ‘no juzgar’ puede considerarse asimismo como una toma de posición.
64
de la desmitificación (que, en comparación con la mitificación, es también: “Justo al revés de
lo que suele hacerse.” (De la Gándara Martín 2011: 21)).
Como ya hemos mencionado, existen diversas semejanzas entre la figura de María
del Mar y la de la Malinche46 (De la Gándara Martín 2011: 79-88). En primer lugar, se
destacan las afinidades al nivel de los nombres. El padre del hijo recién nacido de María del
Mar se llama Hernando47, lo que nos hace pensar inmediatamente en el nombre ‘Hernán
(Cortés)’, padre del hijo de la Malinche. (De la Gándara Martín 2011: 79-80). Además, en su
niñez, María del Mar fue llamada ‘Marinita’, nombre que constituye el diminutivo de
‘Marina’ (la Malinche). Para completar las semejanzas en cuanto a los nombres dentro de la
familia, Lola tiene la idea de proponer el nombre ‘Martín’ para el recién nacido. (De la
Gándara Martín 2011: 81). En México, María del Mar entró en contacto con un cierto
Jerónimo, que le ofreció mucha información sobre España. Este personaje constituye un eco
de la figura histórica Jerónimo de Aguilar (véase más arriba). (De la Gándara Martín 2011:
55, 83). La última coincidencia de nombres ocurre cuando María menciona el nombre de la
primera mujer de Hernando, Catalina. Como sabemos, la esposa española de Hernán Cortés
tenía el mismo nombre. (De la Gándara Martín 2011: 88).
En segundo lugar, la relación tirante entre María y su madre y hermano nos recuerda
la situación de la Malinche (véase el apartado 2.2.2. (página 17-18)) (De la Gándara Martín
2011: 81).
Tercero, surgen las similitudes siguientes entre María y la Malinche: el estado social
alto de los padres, la entrega como esclava y el don de lenguas (en el caso de María se trata
del aprendizaje del inglés) (De la Gándara Martín 2011: 82).
Luego, tal y como en el caso de la Malinche, el jefe de María del Mar no solo le
ofreció trabajo sino que quiso también hacer el amor con ella (De la Gándara Martín 2011:
83). Otro jefe de la mujer mexicana, Carlos, la trató “[...] como su mano derecha, y [la]
llevaba siempre con él."48 (De la Gándara Martín 2011: 84). Cuando éste contó la vida de la
Malinche histórica a María, ella se dio cuenta de las semejanzas hasta identificarse con
Marina (De la Gándara Martín 2011: 84-85).
46
Estas similitudes confirman que, hoy en día, todavía surgen ‘Malinches’.
A veces, su nombre se escribe también de la siguiente manera: “Fernando” (De la Gándara Martín 2011: 88).
48
La cita original consiste en “[...] como su mano derecha, y me llevaba siempre con él." (De la Gándara Martín 2011:
84).
47
65
El último lazo entre las vidas de ambas mujeres ocurre al momento que María del
Mar describe su relación con Carlos, que es muy comparable a la situación de Hernán Cortés
y la Malinche, puesto que del Mar trabajó como intérprete y estuvo liada con su jefe. (De la
Gándara Martín 2011: 84-85, 87). Como demuestran todas las similitudes precedentes: “Les
vies anciennes [aquí: la vida de la Malinche] sont contemporanéisées, rendues à l’actualité
[...].” (Madelénat 1984: 186).
A partir de la inserción de la historia de María del Mar en la novela, notamos que la
trama de Malinche es muy moderna. Se combinan datos sobre figuras históricas (los
personajes principales) con proyecciones de estas mismas figuras históricas sobre personajes
secundarios y actuales. De la Gándara Martín formula su proyecto de la siguiente manera
significativa:
[...] este ensayo-novelado trata de proyectar y replicar en espejo la historia de Hernán, la Malinche y
su hijo Martín, en nuestra sociedad actual, tomando como modelo una historia semejante, que afecta
a personas reales de nuestros días, buscando comprender los […] sufrimientos, éxitos y fracasos de esa
gran inmigración de regreso de América […]. (De la Gándara Martín 2013c: s.p.).
4.3.3. Punto de vista múltiple
Como hemos dicho más arriba, los puntos de vista de los protagonistas Martín Cortés, su
padre y su madre se encuentran dentro de una narración marco y constituyen de esta
manera “les récits emboîtés” (Reuter 2009: 65). Cuando aplicamos la teoría de los diferentes
niveles descrita por Yves Reuter (2009: 66), vemos que José, un personaje de la narración
marco se convierte en el escritor y narrador (en primera persona) del discurso de Martín
Cortés en el quinto capítulo. Con respecto a la sección ocho, el mismo José anuncia el
hallazgo de una versión moderna de un manuscrito antiguo que se representa a
continuación (De la Gándara Martín 2011: 89 y Reuter 2009: 66). Los vínculos entre la
narración “enchâssant” (narración marco) y las narraciones “enchassées” (narraciones
intercaladas) son bastante explícitos en la presente novela (Reuter 2009: 66).
Los puntos de vista concretos cambian en los diferentes capítulos. Por ejemplo, el
primer capítulo “Los dibujos del abuelo” (De la Gándara Martín 2011: 15) se narra a partir
del hijo menor, Pablo, mientras que el segundo, es decir, “El último rey maya” (De la
Gándara Martín 2011: 23) está contado desde el punto de vista del padre José. El efecto de
este cambio consiste en relatar la opinión de diferentes personajes sobre y el interés para el
proyecto de complementar los dibujos con una historia. Las secciones tres y cuatro se
66
relatan de nuevo desde la perspectiva de Pablo (De la Gándara Martín 2011: 35-47). A partir
del quinto capítulo, observamos el pasaje de la voz de los personajes de la narración marco
hacia la de los protagonistas de las historias intercaladas. Así, los episodios cinco hasta ocho,
se cuentan a partir de respectivamente Martín Cortés, Hernán Cortés, María del Mar y (de
nuevo) el hijo de la Malinche. (De la Gándara Martín 2011: 49-110). La estrategia del cambio
del punto de vista, por ejemplo entre Hernán y Martín Cortés, crea una variedad de
enfoques con respecto a la figura de la Malinche. Mientras que Hernán Cortés se refiere
sobre todo a Marina como intérprete (De la Gándara Martín 2011: 65), Martín subraya la
ternura de su madre a través de todo su relato (De la Gándara Martín 2011: 50, 58).
A excepción del capítulo cinco, donde solo encontramos el modo narrativo de la
diégesis, todas las secciones presentan una combinación de diégesis y mimesis (véase el
apartado 3.3.) (Reuter 2009: 53-55). El episodio “La joven Marina” (De la Gándara Martín
2011: 78) forma un ejemplo claro de esta combinación. Por un lado, los diálogos entre José y
Lola representan la mimesis, por otro lado, cuando María del Mar narra lo que le pasó,
encontramos sobre todo el modo de la diégesis. Sin embargo, en lo que se refiere a la
mimesis, añadimos que no se trata de una mimesis pura, ya que la presencia del
narrador/autor surge a veces a través de menciones como “[...] – preguntó Manuel –.” (De la
Gándara Martín 2011: 24). En cuanto al modo predominante en esta obra, la diégesis,
mencionamos la función metanarrativa y moralizadora del narrador que ya hemos
encontrado en la parte 4.3.2. cuando José defiende sus razones para no dar voz a la
Malinche (De la Gándara Martín 2011: 76). (Reuter 2009: 53-57).
Analizando más en detalle las voces de esta novela, podemos considerar José y Pablo
como los narradores extradiegéticos y heterodiegéticos más importantes49. Ellos aparecen
fuera del discurso ficcional que transmiten, en un nivel superior, y no experimentaron los
acontecimientos de los que se trata en las historias intercaladas. (Pieters 2010: 136-137 y
Reuter 2009: 58). María del Mar, Martín y Hernán Cortés constituyen los narradores intra- y
homodiegéticos. Son narradores que dependen del narrador superior José y que han vivido
la historia, de manera que hablan muchas veces en primera persona. (Pieters 2010: 136-137
y Reuter 2009: 58). Visto que De la Gándara Martín presenta a Martín Cortés, su padre y la
Malinche como los tres protagonistas de la historia (De la Gándara Martín 2011: 14), son
49
Cuando solo consideramos la narración marco, estos personajes son también narradores homodiegéticos, es decir,
personajes en el relato sobre la escritura del texto que acompaña los dibujos de Sergio (Pieters 2010: 136-137 y
Reuter 2009: 58).
67
todos narradores autodiegéticos (Pieters 2010: 137). En realidad, el personaje que recibe
más atención es Martín Cortés, de modo que la etiqueta ‘narrador autodiegético’ le
conviene más.
Al estudiar el modo, llegamos a la conclusión de que los narradores extra- y
heterodiegéticos manejan la perspectiva del personaje, mientras que los relatores intra- y
homodiegéticos adoptan sobre todo la perspectiva del narrador. Por consiguiente,
obtenemos en primer lugar una focalización interna en la que el lector comparte la
visión/mirada con el personaje en cuestión. Segundo, se trata de una “visión por detrás”
(término proveniente de Pouillon, citado en Genette (1989: 244), traducido por Carlos
Manzano), puesto que tanto María del Mar como Martín y Hernán Cortés relatan una parte
de sus cursos de vida de manera retrospectiva. (Pieters 2010: 145-146, Reuter 2009: 60-61,
63 y Genette 1989: 244-245). Como no se utiliza en esta novela un relator heterodiegético
adoptando la perspectiva del narrador (un relator omnisciente), surge el efecto de que los
personajes literarios tienen una vida autónoma50 (Reuter 2009: 62, 65).
50
Debido al efecto de una vida autónoma, los personajes dejan de ser personajes y pasan más bien a personas reales.
De esta manera, María del Mar se acerca aún más a la figura histórica de la Malinche, lo que refuerza tanto la
actualización como la desmitificación de la intérprete mexicana.
68
5.
CONCLUSIONES
Con el propósito de finalizar esta investigación, contestamos primeramente a nuestra
pregunta de investigación central, a saber, ¿Cómo se construye la imagen de la Malinche en
las tres obras analizadas La india de Cortés, La verdadera historia de Malinche y Malinche?
teniendo en cuenta las subpreguntas siguientes: ¿Qué aspectos surgen como constituyentes
del personaje de la Malinche?, ¿Qué actitud adoptan los autores frente al mito de la
Malinche?, ¿Qué estrategias adoptan para reforzar el mito o para desmitificar a la figura
mitificada? y ¿Logran su propósito? Después, profundizamos en la comparación de las tres
novelas que constituyen nuestro corpus. Ofrecemos igualmente algunas reflexiones acerca
del contexto de la evolución de la imagen de Marina y la eficacia de la metodología
manejada en el presente estudio para la realización de nuestro objetivo. Terminamos con la
mención de algunas pistas que quedan por explorar.
Cuando retomamos las dos primeras preguntas de investigación (véase arriba), constatamos
que, al llegar a identificar la especificidad de cada una de las obras estudiadas, hemos
logrado nuestros objetivos. En el caso de La india de Cortés, los componentes constructores
del personaje de la Malinche residen en los sentimientos fuertes y la técnica del monólogo
interior (elementos explicados en la parte 4.1.1.). La introspección (expresada en las cartas)
vuelve como ladrillo en la novela de Fanny del Río, al lado de la importancia del padre de la
Malinche, su fe cristiana y su papel de traductora (aspectos analizados en el apartado 4.2.1.).
El tercer libro, Malinche, presenta al lector varios puntos de vista que ponen énfasis en
diferentes capacidades de Malintzin (véanse 4.3.1. y 4.3.3.). De esta manera, Hernán Cortés
destaca las capacidades lingüísticas de la Malinche, mientras que Martín subraya sus
calidades de madre. En cuanto a las últimas dos preguntas, referimos al párrafo de las
presentes conclusiones que trata la tendencia desmitificadora dentro de la evolución de la
imagen de la Malinche.
En el capítulo analítico de nuestro trabajo (el capítulo cuatro) hemos investigado a fondo las
obras del corpus de manera separada. Para llegar a definir la especificidad de cada una, la
metodología comparativa ha resultado eficaz porque nos permite contrastar las novelas en
varios planos analizando las semejanzas y las disimilitudes.
69
En cuanto al género de la nueva novela histórica hispanoamericana, constatamos que
apenas una fuente primaria, La verdadera historia de Malinche, proviene efectivamente de
una autora mexicana. Sin embargo, las demás obras, a pesar de ser realizadas por escritores
europeos (la francesa Carole Achache y el español Jesús J. de la Gándara Martín), se
inscriben asimismo claramente en la tendencia de este género a causa de la reescritura del
pasado colonial. Analizando las características principales de la novela neohistórica
latinoamericana, observamos un contraste entre, por un lado, La india de Cortés y La
verdadera historia de Malinche, y por otro lado, la obra literaria Malinche. Los primeros dos
ponen en escena la figura histórica de la Malinche como personaje principal, pero no
contienen huellas de la intertextualidad o la metaficción, rasgos destacados por Seymour
Menton como idiosincráticos del género (y comentados en 3.1. y 4.3.2.), que sí aparecen en
Malinche. Concluimos que esta última obra muestra el mayor número de afinidades con la
nueva novela histórica mientras que las obras de Achache y del Río se vinculan más con los
géneros de la escritura del yo, es decir, la (auto)biografía y la confesión. Unos ejemplos de
estas conexiones constan de la presencia de la defensa personal y la afirmación del carácter
verídico del relato en La verdadera historia de Malinche, elementos ligados respectivamente
con la confesión y la autobiografía (véanse los apartados 4.2.1. y 4.2.2.).
Cuando comparamos el punto de vista adoptado en las tres novelas, constatamos de
nuevo que Malinche se distingue de La india de Cortés y La verdadera historia de Malinche.
En el primer caso, no se representa directamente la perspectiva de Malintzin misma, sino
que la información que obtenemos sobre ella proviene en gran medida de padre e hijo
Cortés (como hemos explicado en 4.3.1. y 4.3.3.). Las autoras, en cambio, conceden voz a la
Malinche – surgiendo como narrador homo- y autodiegético en la totalidad de su obra
(véanse 4.1.2. y 4.2.3.) – de manera que su versión de los hechos se saca a la luz. En La india
de Cortés y La verdadera historia de Malinche, el lector consigue acceso a los sentimientos
íntimos y pensamientos personales de la intérprete, lo que no es el caso en Malinche. Jesús
J. de la Gándara Martín opta por un enfoque desde fuera, con excepción del pasaje
concerniendo la actualización de la Malinche en María del Mar.
Añadimos que Malinche, siguiendo las palabras del autor, introduce tres personajes
principales, a saber, la Malinche, Hernán y Martín Cortés (como hemos señalado en el
apartado 4.3.3.). En este sentido, asigna menos protagonismo a Marina que las demás obras
analizadas. Además, aborda el sujeto histórico de la Malinche desde la actualidad, dado que
70
el tema aparece en la vida de la familia moderna de José y Lola. Achache y del Río trabajan
de una manera más clásica colocando la Malinche en su tiempo, el siglo XVI.
Observando los títulos de las obras en cuestión, se nota una evolución desde un
acercamiento más prudente e indirecto al sujeto de la Malinche (La india de Cortés) hacia la
mención explícita de su nombre (La verdadera historia de Malinche y Malinche). No
obstante, el libro más reciente que centra toda su atención en la Malinche a través del título
(Malinche) no cumple totalmente con las expectativas en la medida en que el personaje
histórico-literario de Marina no obtiene voz, como ya hemos indicado anteriormente. Por
otra parte, la falta de protagonismo total de la Malinche en esta obra ofrece la posibilidad de
introducir varios narradores con sus imágenes respectivas de la Malinche.
Constatamos asimismo que los libros recientes que tratan la Malinche se presentan
como cada vez más inventivos en cuanto a técnicas para representar a la india. La india de
Cortés maneja el monólogo interior (véase 4.1.1.), Fanny del Río se centra en la escritura de
cartas por parte de la Malinche a su hijo (véanse 4.2. y 4.2.1.) y De la Gándara Martín
transmite Marina a la actualidad (véase 4.3.2.). Aunque todas las obras de nuestro corpus se
inscriben de una u otra manera en la tendencia de la desmitificación, opinamos que Fanny
del Río es el autor más explícito con respecto a su objetivo desmitificador. El libro de Carole
Achache nos parece menos interesante en la medida en que no ofrece mucha variedad
cuando se trata de las diferentes facetas de la intérprete. Achache subraya sobre todo sus
emociones fuertes y contrasta de esta manera con las obras de del Río y De la Gándara
Martín, que tratan diversos aspectos del carácter de la Malinche.
Tanto Jesús J. de la Gándara Martín como Carole Achache y Fanny del Río realizan su
trabajo acerca de la Malinche en la misma década. A primera vista, esta comprobación no
parece sorprendente. Sin embargo, teniendo en cuenta que el español y la francesa viven en
Europa mientras que Fanny del Río reside en América Latina, nos preguntamos cuáles son las
motivaciones que llevan los tres autores a tratar la figura de la Malinche en esta época
reciente. De todos modos, el interés de los autores contemporáneos de nuestro corpus por
la Malinche demuestra su actualidad hoy en día. A lo mejor, el ejemplo más evidente de esta
contemporaneidad consiste en el personaje de María del Mar (analizado en 4.3.2.),
representando una Malinche moderna en la novela histórica de De la Gándara Martín.
71
Volviendo sobre el contexto de la evolución de la figura de la Malinche y las subpreguntas
siguientes: ¿Qué actitud adoptan los autores frente al mito de la Malinche?, ¿Qué
estrategias adoptan para reforzar el mito o para desmitificar a la figura mitificada? y ¿Logran
su propósito?, constatamos que todos se inscriben en la tendencia de la desmitificación,
manejando sus propias técnicas desmitificadoras más o menos convincentes. Carole
Achache introduce la voz de la intérprete indígena y subraya de manera sutil el aspecto
sensual de su relación con Cortés con el propósito logrado de destronar la imagen mítica de
la Chingada (véanse los apartados 4.1.1. y 4.1.2.). La mexicana, del Río, va más allá
pretendiendo literalmente en la cubierta que su obra desmitifica de una vez para siempre a
Malintzin (como hemos indicado en 4.2.2). No obstante, cabe recordar que el uso del modo
imperativo por parte de la Malinche debilita la fuerza desmitificadora, ya que se trata de
persuasiones casi impuestas al lector (véase también 4.2.2.). De la Gándara Martín, a su vez,
contribuye a la desmitificación dando el rodeo de la creación de una Malinche moderna
(tratada en 4.3.2.).
La metodología girando alrededor de los géneros de la nueva novela histórica y de la
escritura del yo (véase la sección 3.1.) nos ha permitido demostrar las afinidades entre éstos
y las tres obras literarias recientes (véase también uno de los párrafos precedentes). El
marco teórico acerca de las estrategias para representar la psicología del personaje de la
Malinche (3.2.) nos ha servido esencialmente en el análisis y la determinación de las
particularidades de las novelas producidas por las autoras femeninas. La incorporación del
modo y punto de vista narrativo (3.3.) en nuestra metodología ha ofrecido la posibilidad de
analizar los efectos que tiene el uso de diferentes tipos de narraciones y focalizaciones. En
este sentido, hemos comprobado, por ejemplo en el apartado 4.1.2., que un narrador
homodiegético que adopta una focalización interna suscita la sensación de que los
acontecimientos coinciden con el momento de la narración.
Nos damos cuenta de que – a causa del espacio limitado de la presente investigación – no
hemos podido sacar todos los aspectos interesantes acerca de la Malinche, como nos
hubiera gustado. Por eso, terminamos nuestro trabajo académico proponiendo algunos
terrenos de estudio abiertos.
72
Primeramente, recordamos que, en el estado de la cuestión acerca de la evolución de
la imagen de la Malinche (el capítulo dos), hemos hecho referencia brevemente a la
identificación posible entre las figuras de, por un lado, Marina, y por otro lado, Helena de
Troya (véase la nota al pie de la página 20). La historia pega una etiqueta de traidora a
ambas mujeres, puesto que provocaron – presuntamente – la destrucción de su mundo.
Además de esta comparación general, existen varios lazos y semejanzas entre Helena de
Troya y la Malinche que todavía no se han explorado. Como ambas mujeres pertenecen al
dominio de la mitología – Helena de manera directa, la Malinche indirectamente a través de
la mitificación por parte del nacionalismo mexicano – nos parece interesante indagar en las
dos figuras a partir de esta disciplina.
Además, consideramos como enriquecedora la profundización en escenas concretas
de la vida de la Malinche que se encuentran en diferentes libros recientes de nuestro corpus.
Algunos ejemplos consisten en, por una parte, la comparación de la representación de las
relaciones amorosas de Malinalli con respectivamente Alonso Hernández Puertocarrero y
Hernán Cortés, y por otra parte, la confrontación de la reacción de la Malinche frente al
reencuentro con su madre y su hermanastro.
Nos gustaría también escudriñar más el género de la confesión y su importancia en la
sociedad actual, preguntándonos por ejemplo qué rasgos específicos del género se vinculan
con la sociedad de hoy y sus problemas. Como tocamos aquí la actualidad, podemos añadir
unas preguntas más que nos intrigan, es decir, ¿Por qué se siente la necesidad hoy en día de
actualizar mitos grandes como la Malinche o Antígona (en América Latina?), ¿Qué nuevo
significado se concede a estas figuras femeninas a través del proceso de actualización? y ¿Se
inscriben todas estas obras recientes en la tendencia de la desmitificación?
Otra pista de investigación consistiría en el análisis de la representación del personaje
de la Malinche en otros géneros como el cuento (Bien Pretty (1991) de Sandra Cisneros) o el
arte cinematográfico (Salvador Carrasco con su película La otra Conquista (1998)), visto que
estos géneros disponen de recursos particulares que no surgen en la novela (neo)histórica o
la novela epistolar. Nos interesan particularmente las representaciones recientes, es decir,
de las últimas dos décadas (1990-2014). Como nuestro corpus ya contiene obras de varios
países como España, Francia y México, sería interesante asimismo analizar más en detalle
esta dimensión internacional bajo la perspectiva comparativa.
73
Todas las reflexiones precedentes demuestran que la indagación acerca de la figura
histórica-literaria de la Malinche todavía no está agotada y deja abierto varios caminos para
investigaciones futuras.
74
BIBLIOGRAFÍA
1. Ilustraciones
Abajo, T. Hay un patrón genético que aumenta el riesgo de soledad, [en línea]. Bilbao: El
Correo, 2010. URL: <http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100711/vizcaya/patrongenetico-aumenta-riesgo-20100711.html>. [Consulta: 1 de mayo del 2014].  ilustración en
la página 9
J., C. y F., Mantovani. Lignée de cinglée, [en línea]. París: Le Nouvel Observateur, 2008. URL:
<http://bibliobs.nouvelobs.com/romans/20080618.BIB1568/lignee-de-cinglee.html>.
[Consulta: 1 de mayo del 2014].  ilustración en la página 6
Martínez, María Eugenia. La hiperactiva amiga de Malinche, [en línea]. Uruguay: Portal 180,
2009. URL:<http://www.180.com.uy/articulo/La-hiperactiva-amiga-de-Malinche>. [Consulta:
1 de noviembre del 2013].  ilustración en la página 8
2. Fuentes primarias (corpus)
La imagen de la Malinche en la novelística reciente
Achache, Carole. 2004. La india de Cortés. México: Fondo de Cultura Económica.
De la Gándara Martín, Jesús J. 2011. Malinche. Burgos: Dossoles.
Río, Fanny del. 2009. La verdadera historia de Malinche. México, D.F. : Grijalbo.
3. Fuentes secundarias
Vida y obra de los autores: Carole Achache, Fanny del Río y Jesús J. de la
Gándara Martín
Achache, Carole. 2004. La india de Cortés. México: Fondo de Cultura Económica.
De Ceccatty, René. "Fille de", de Carole Achache : Monique Lange sans chichis, [en línea].
Francia: Le Monde, 2011. URL :<http://www.lemonde.fr/livres/article/2011/11/17/fille-dede-carole-achache_1604890_3260.html>. [Consulta : 20 de octubre del 2013].
75
De la Gándara Martín, Jesús J. 2011. Malinche. Burgos: Dossoles.
De la Gándara Martín, Jesús J. 2013a. Biografía. Burgos: inédito.
De la Gándara Martín, Jesús J. 2013b. Currículum Jesús J. de la Gándara Martín. Burgos:
inédito.
De la Gándara Martín, Jesús J. 2013c. Malinche, Documentación. Burgos: inédito.
Fouteau, Carine. Des mains pour dire la voix des sans-papiers, [en línea]. Francia: Mediapart,
2009. URL:<http://www.mediapart.fr/journal/france/290309/des-mains-pour-dire-la-voixdes-sans-papiers>. [Consulta: 1 de noviembre del 2013].
Maes, Hélène. 2013. La Malinche descifrada a través de la carta ‘privada’. Gante:
Universidad de Gante. Versión digital en la biblioteca de Gante:
<http://lib.ugent.be/fulltxt/RUG01/002/060/361/RUG01-002060361_2013_0001_AC.pdf>.
[Consulta: 1 de noviembre del 2013].
Martínez, María Eugenia. La hiperactiva amiga de Malinche, [en línea]. Uruguay: Portal 180,
2009. URL:<http://www.180.com.uy/articulo/La-hiperactiva-amiga-de-Malinche>. [Consulta:
1 de noviembre del 2013].
Méndez, Elena. Entre la libertad y la ignominia, [en línea]. España: La revista de letras, 2009.
URL:<http://www.revistadeletras.net/entre-la-libertad-y-la-ignominia/>. [Consulta: 1 de
noviembre del 2013].
Río, Fanny del. 2009. La verdadera historia de Malinche. México, D.F. : Grijalbo.
S.N. Carole Achache, [en línea]. Francia: La Cause Littéraire, 2011.
URL:<http://www.lacauselitteraire.fr/carole-achache>. [Consulta: 1 de noviembre del 2013].
Contexto: la evolución de la imagen de la Malinche
Albizu, Edgardo. 2009. “El eterno retorno del mito. Prolegómenos de una filosofía
transespeculativa del mito.” Areté, núm.21, 329-362.
Alegría, Juana Armanda. 1975. Psicología de las mexicanas. México: Editorial Samo.
76
Blanc, Marjorie. La Malinche, el personaje ausente siempre presente, [en línea]. Puebla: La
Jornada de Oriente, 2009.
URL:<http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2009/12/24/puebla/cont16.php>. [Consulta:
4 de noviembre del 2013].
Cypess, Sandra Messinger. 1991. La Malinche in Mexican literature. From history to myth.
Austin: University of Texas Press.
Eliade, Mircea. 2006. Mito y realidad. Barcelona: Editorial Kairós S.a.
Elliott, Anthony. 2014. Contemporary Social Theory: An Introduction. New York: Routledge.
Flores Farfán, José Antonio. 2006. “La Malinche, portavoz de dos mundos.” Estudios de
Cultura Náhuatl, núm.37, 117-137.
Franco, Jean. 2005. “La Malinche: del don al contrato sexual.” Trad. Gloria Elena Bernal.
Debate Feminista, núm.11, 251-270.
Gaudreau, Mariane. 2010. “Les multiples visages de la Malinche ou la manipulation
historique d’un personnage féminin.” Altérités, vol.7, núm.1, 71-87.
González Hernández, Cristina. 2002. Doña Marina (La Malinche) y la formación de la
identidad mexicana. Madrid: Ediciones Encuentro.
Grillo, Rosa María. 2011. “El mito de un nombre: Malinche, Malinalli, Malintzin.” Mitologías
hoy, núm.4, 15-26.
Gumbrecht, Hans Ulrich. 1992. "Desmitificación." En: Mythopoesis: literatura, totalidad,
ideología: ofrecido a Joseph J. Duggan por su distinguida aportación a los estudios literarios.
Ed. Ramon Resinan, Joan. Barcelona: Anthropos, 281-299.
Holmes, Bonnie. La visión de la Malinche: lo histórico, lo mítico y una nueva interpretación,
[en línea]. Madrid: Gaceta hispánica de Madrid. Middlebury college y New York university en
España, 2005. URL:
<http://cat.middlebury.edu/~gacetahispanica/trabajos/LavisiondeLaMalinche_Bholmes.pdf>
.[Consulta: 20 de octubre del 2012].
77
Hoppe Navarro, Márcia. 2011. “El mito de la Malinche en la obra reciente de escritoras
hispanoamericanas.” Mitologías hoy, núm.4, 5-14.
Jacobs, Elizabeth. 2006. Mexican American literature. The politics of identity. New York:
Routledge.
Lobo García, Roxana y Victoria, Rodríguez. 1995. “La desmitificación del descubrimiento y
conquista de América en la literatura: a propósito de la ficcionalización de la historia.”
Revista Pensamiento Actual, vol.1, núm.1, 14-23.
Martinez, Guillermo. De la palabra hablada a la palabra escrita: Mito, fábulo y adivinacion
en "¡Oh mio Yemaya!" de Romulo Lachatanere, "Cuentos negros de Cuba" de Lydia Cabrera y
"Cuentos y leyendas negras de Cuba" de Ramon Guirao, [en línea]. Tesina realizada en la
universidad de New York, 2008. URL:
<http://books.google.be/books?id=cd_55naTE0QC&pg=PA423&dq=martinez+Guillermo+mit
ema&hl=en&sa=X&ei=0dEdU4vgLbGyQPt_oCoBg&redir_esc=y#v=onepage&q=martinez%20Guillermo%20mitema&f=false>.
[Consulta: 10 de marzo del 2014].
Martínez-Falero, Galindo Luis. 2013. “Literatura y mito: desmitifación, intertextualidad,
reescritura.” Signa, núm.22, 481-496.
Montaudon, Yvonne. Doña Marina: las fuentes literarias de la construcción bernaldiana de la
intérprete de Cortés, [en línea]. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2010. URL:
<http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/doa-marina-las-fuentes-literarias-de-laconstruccin-bernaldiana-de-la-intrprete-de-corts-0/html/87db9565-9855-4129-b417132fc8d62b57_23.html>. [Consulta: 26 del agosto del 2013].
Paladini, Ludovica. 2012. “El viaje de la Malinche en el teatro mexicano actual: el hiriente
retrato de Jesusa Rodríguez.” Les Ateliers du SAL, núm.1-2, 131-144.
Paz, Octavio. 2008. “Los hijos de la Malinche.” En: El laberinto de la soledad. Ed. Professor
Catherine Davies. Manchester: Manchester University Press, 88-107.
78
Pérez Tapias, José Antonio. Mito, ideología y utopía. Posibilidad y necesidad de una utopía
no mitificada, [en línea]. Gazeta de antropología, 1988. URL:
<http://www.ugr.es/~pwlac/G06_04JoseAntonio_Perez_Tapias.html>. [Consulta: 31 de
marzo del 2014].
Prescott, William H. 2001. History of the Conquest of Mexico. United States of America:
Modern Library.
Resina, Joan Ramon. 1992. “Teoría y práctica del mito.” En: Mythopoesis: literatura,
totalidad, ideología: ofrecido a Joseph J. Duggan por su distinguida aportación a los estudios
literarios. Ed. Resina, Joan Ramon. Barcelona: Anthropos, 7-36.
Reyes Manzano, Ainhoa. 2005. “Doña Marina (La Malinche) y la formación de la identidad
mexicana.” Tiempos Modernos, núm.12, 1-4.
Río, Fanny del. 2009. La verdadera historia de Malinche. México, D.F. : Grijalbo.
Sweet, Colleen A. Silence trough representation: La Malinche as Christian, Mistress and
Conquistadora, [en línea]. Tesina realizada en la universidad católica de América en
Washington, 2012. URL:
<http://aladinrc.wrlc.org/bitstream/handle/1961/10145/Sweet_cua_0043A_10280display.p
df?sequence=1>. [Consulta: 19 de febrero del 2013].
Telgen, Diane y Jim, Kamp. 1993. Notable Hispanic American Women. Detroit: Gale
Research.
Tyutina, Svetlana V. 2013. “La visión del mestizaje en la segunda mitad del siglo XX: La
reivindicación femenina y masculina de la Malinche.” El cid, núm.23, 24-31.
Tyutina, Svetlana V. La doble Malinche: la revisión histórica y política del papel de la mujer en
“La culpa es de los Tlaxcaltecas” de Elena Garro, [en línea]. Florida: Florida International
University, 2008. URL: <http://www.hispanetjournal.com/MalincheMaria2.pdf>. [Consulta:
22 de noviembre del 2012].
Vásquez, Ramón F. 1968. Malinche: drama de la Conquista, en México. Buenos Aires:
Editorial Kraft.
79
Vos, Howard F. 1990. Génesis. Michigan: Editorial Portavoz.
Wood, Stephanie. 2007. “Contextualizing Malinche.” A Contracorriente: Revista de Historia
Social y Literatura en América Latina, núm.4.3, 219-233.
Herramientas de análisis
Achache, Carole. 2004. La india de Cortés. México: Fondo de Cultura Económica.
Aínsa, Fernando. 2003a. Narrativa hispanoamericana del siglo XX : del espacio vivido al
espacio del texto. Zaragoza : Prensas universitarias de Zaragoza.
Aínsa, Fernando. 2003b. Reescribir el pasado : historia y ficción en América Latina. Mérida:
CELARG.
Azuar Carmen, Rafael. 1987. Teoría del personaje literario y otros estudios sobre la novela.
Alicante : Instituto de estudios Juan Gil-Albert.
Cortés, Gabriela y Elvia, Franco. La imagen de la Malinche en cuatro autores del siglo XX, [en
línea]. México: Universidad Autónoma Metropolitana, ARCHIVO de Tiempo y Escritura, 2003.
URL:
<http://www.azc.uam.mx/publicaciones/tye/laimagendelamalincheencuatroautores.htm>.
[Consulta: 16 de abril del 2014].
Cypess, Sandra Messinger. 1991. La Malinche in Mexican literature. From history to myth.
Austin: University of Texas Press.
De la Gándara Martín, Jesús J. 2011. Malinche. Burgos: Dossoles.
De la Gándara Martín, Jesús J. 2013c. Malinche, Documentación. Burgos: inédito.
Gaudreau, Mariane. 2010. “Les multiples visages de la Malinche ou la manipulation
historique d’un personnage féminin.” Altérités, vol.7, núm.1, 71-87.
Genette, Gérard. 1989. Figuras III. Trad. Carlos Manzano. Barcelona: Lumen.
Guillén, Claudio. 1991. “Correspondencia epistolar y literatura.” Boletín Informativo, núm.
211, 35-39.
80
Hoppe Navarro, Márcia. 2011. “El mito de la Malinche en la obra reciente de escritoras
hispanoamericanas.” Mitologías hoy, núm.4, 5-14.
Lejeune, Philippe. 1975. Le Pacte autobiographique. Paris: Le Seuil.
Llevadot, Laura. La confesión, género literario: La escritura y la vida, [en línea]. Barcelona:
Universitat de Barcelona, s.a. a. URL:
<http://www.google.be/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0CCwQFjAA&u
rl=http%3A%2F%2Fwww.raco.cat%2Findex.php%2FAurora%2Farticle%2Fdownload%2F1448
86%2F254831&ei=uEFJU5TfAX07AaQv4HIBQ&usg=AFQjCNGozKpCOufb6y6uyVDm3RECix3GSg&bvm=bv.64542518,d.bGE>
. [Consulta: 16 de febrero del 2014].
Llevadot, Laura. La confesión: Género literario, [en línea]. Barcelona: Universitat de
Barcelona, s.a. b. URL:
<http://www.ub.edu/smzambrano/resenyas/LA_CONFESION_GENERO_%20LITERARIO.pdf>.
[Consulta: 16 de febrero del 2014].
Lobo García, Roxana y Victoria, Rodríguez. 1995. “La desmitificación del descubrimiento y
conquista de América en la literatura: a propósito de la ficcionalización de la historia.”
Revista Pensamiento Actual, vol.1, núm.1, 14-23.
Madelénat, Daniel. 1984. La biographie. Paris: PUF.
Maes, Hélène. 2013. La Malinche descifrada a través de la carta ‘privada’. Gante:
Universidad de Gante. Versión digital en la biblioteca de Gante:
<http://lib.ugent.be/fulltxt/RUG01/002/060/361/RUG01-002060361_2013_0001_AC.pdf>.
[Consulta: 1 de noviembre del 2013].
Martínez, María Eugenia. La hiperactiva amiga de Malinche, [en línea]. Uruguay: Portal 180,
2009. URL:< http://www.180.com.uy/articulo/La-hiperactiva-amiga-de-Malinche>.
[Consulta: 1 de noviembre del 2013].
May, Georges. 1979. L’autobiographie. Paris: PUF.
81
Menton, Seymour. 1993. Latin America’s new historical novel. Austin: University of Texas
Press.
Menton, Seymour. 2002. Caminata por la narrativa latinoamericana. Xalapa (México):
Universidad Veracruzana.
Mortier, Daniel. 2001. Les grands genres littéraires. Paris: Champion.
Páez, Mario Andrés. 2011. “El sujeto presente en el lugar del Santo: aproximación
psicológica a San Agustín de Hipona y su época.” Revista Virtual de Ciencias Sociales y
Humanas, vol.5, núm.7, 153-171.
Pieters, Jürgen. 2010. Beste lezer: een inleiding in de algemene literatuurwetenschap. Gent:
Academia Press.
Reuter, Yves. 2009. Introduction à l’analyse du roman. Paris : Armand Colin.
Río, Fanny del. 2009. La verdadera historia de Malinche. México, D.F. : Grijalbo.
Rojas Portilla, Erika. Novela epistolar, [en línea]. Enciclopedia Cuibercultural Académica,
2012. URL:<http://eca-lenguajeycomunicacion.blogspot.be/2012/05/novela-epistolar.html>.
[Consulta: 1 de noviembre del 2013].
Rojas, Fernando de. La Celestina, [en línea]. Seva: Hogar electrónico del escritor Luis López
Nieves, s.a. URL:
<http://www.ciudadseva.com/textos/teatro/esp/rojas/la_celestina_01.htm>. [Consulta: 2
de mayo del 2014].
S.N. La novela epistolar, [en línea]. Barcelona: Fundación Internacional Josep Carreras, 2004.
URL: <http://cierzo.blogia.com/2004/021501-la-novela-epistolar.php>. [Consulta: 20 de
octubre del 2013].
Spang, Kurt. 2000. “La novela epistolar. Un intento de definición genérica.” RILCE, núm.16.3,
639-656.
Sweet, Colleen A. Silence trough representation: La Malinche as Christian, Mistress and
Conquistadora, [en línea]. Tesina realizada en la universidad católica de América en
Washington, 2012. URL:
82
<http://aladinrc.wrlc.org/bitstream/handle/1961/10145/Sweet_cua_0043A_10280display.p
df?sequence=1>. [Consulta: 19 de febrero del 2013].
Tyutina, Svetlana V. La doble Malinche: la revisión histórica y política del papel de la mujer en
“La culpa es de los Tlaxcaltecas” de Elena Garro, [en línea]. Florida: Florida International
University, 2008. URL: <http://www.hispanetjournal.com/MalincheMaria2.pdf>. [Consulta:
22 de noviembre del 2012].
Vergara Estarita, Glenda. La novela epistolar y la novela de memorias, [en línea]. Valencia:
Blogestudio S.L., 2008. URL:<http://www.arealibros.es/literatura/la-novela-epistolar-y-lanovela-de-memorias.html>. [Consulta: 1 de noviembre del 2013].
Wachowska, Judyta. 2001. “En torno al género literario de la confesión.” Studia Romanica
Posnaniensia, vol.XXVIII, 177-187.
Zimmermann, Tânia Regina y Márcia Maria de, Medeiros. 2004. “Biografia e gênero:
repensando o feminino.” Revista de História Regional, núm.9 (1), 31-44.
4. Diccionarios
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española, [en línea]. Madrid: Gredos,
2001. URL: < http://www.rae.es/recursos/diccionarios/drae>. [Consulta: 15 de febrero del
2014].
83
Descargar