La caducidad de la instancia en el marco de los litigios societarios

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[Doctrina] La caducidad de la instancia en el marco de los litigios societarios
Autor/es: Por Anaya, Gonzalo Luis. ED, 245-868 [Publicado en 2011]
El presente trabajo tiene por objeto exponer a la luz de la legislación y de algunos pronunciamientos
judiciales de la justicia nacional en lo comercial ciertas particularidades que se manifiestan al aplicar el
régimen de la caducidad de la instancia a determinados litigios de carácter societario.
Cabe recordar liminarmente que el ordenamiento procesal incluye la caducidad de la instancia como uno de
los modos “anormales” de extinción de los procesos, que se distingue de los otros por no revestir el carácter
de acto procesal sino, antes bien, por la inexistencia de actos impulsorios del proceso durante los plazos
establecidos por la ley(1).
Destáquese que al estar fundado el proceso en el principio dispositivo, es la parte que da vida al proceso
quien contrae la carga de urgir su sustanciación y resolución(2), de la que no se sustrae en razón de las
facultades ordenatorias e instructorias del juez, en particular las relativas a evitar la paralización del proceso
(art. 36, inc. 1º, cód. procesal civil y comercial). Esta carga se ha justificado, siguiendo la enseñanza de
Palacio, en la inadmisibilidad de exponer a la contraparte a la pérdida de tiempo que importa una instancia
indefinidamente abierta(3).
Son presupuesto de la caducidad: i) la existencia de una instancia, principal o incidental, ii) la inactividad
procesal; iii) el transcurso de un plazo; iv) una resolución judicial que la declare operada(4).
Finalmente, corresponde señalar que el fundamento de esta institución estriba, desde un punto de vista
subjetivo, en la presunción de renuncia de la instancia que comporta el hecho de la inactividad procesal
prolongada(5). Apreciada en cambio la caducidad desde un punto de vista objetivo, su fundamento radica en
la necesidad de evitar la duración indeterminada de los procesos judiciales(6).
Sentado lo anterior y de forma previa a ingresar en la exposición de algunos casos representativos de la
caducidad en los litigios societarios, cabe recordar –a fin de lograr un adecuado encuadramiento del tema–
que la ley 19.550 establece en su art. 15 que “cuando en la ley se dispone o autoriza la promoción o acción
judicial ésta se sustanciará por procedimiento sumario, salvo que se indique otro”.
Al respecto, cabe señalar que si bien esta regla fue criticada porque no tuvo en cuenta que el juicio sumario
reglado por el Código Procesal de la Nación no era conocido en algunos ordenamientos provinciales, lo
cierto es que dejaba bien esclarecido el propósito del legislador en el sentido de dar a los litigios societarios
las formas expeditivas que determinaron la razón de ser en el origen de la justicia comercial.
El primer embate que sufrió este propósito fue la institución por ley 24.573 del régimen de la mediación
prejudicial obligatoria. A la dilación que incorporaba este requisito se sumó la discrepancia de las
interpretaciones sobre la incidencia de esta imposición en lo concerniente al curso de la prescripción y de la
caducidad, afectando en especial el caso del art. 251 de la ley societaria que fija un plazo de tres meses
para la impugnación de las asambleas y que la doctrina mayoritaria tiene como un plazo de caducidad(7). El
hecho más perturbador aún de la finalidad a la que tendía el art. 15 de la ley 19.550 fue la sanción de la ley
25.488 que reformó el Código Procesal de la Nación, suprimiendo el juicio sumario, con lo que el plazo de
caducidad de tres meses que correspondía a estos juicios se extendió a los seis meses que fija el art. 310,
inc. 1º, del cód. procesal civil y comercial(8).
Para completar el panorama legislativo debe recordarse que conforme lo dispuso el decreto-ley delegado
677/01, en su Título I, art. 38, quedan sometidos al arbitraje obligatorio los diferendos de “las entidades
cuyas acciones, valores negociables, contratos a término y de futuros y opciones coticen o se negocien
dentro de su ámbito, en sus relaciones con los accionistas e inversores. Quedan comprendidas en la
jurisdicción arbitral todas las acciones derivadas de la ley 19.550...”. Impuesto de esta suerte el arbitraje
obligatorio para los diferendos en el marco de la oferta pública de valores negociables, cabe advertir que,
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conforme a lo establecido por el Reglamento de Tribunal de Arbitraje de la Bolsa de Comercio de Buenos
Aires, la caducidad resulta excepcional en estas causas toda vez que se impulsan de oficio (art. 36, inc. d]),
debiendo estarse a lo dispuesto por el art. 34: “Se producirá la caducidad de la instancia arbitral cuando no
se instare su curso en el plazo de dos meses computado desde la última actuación del director [del
procedimiento] requiriendo a las partes el cumplimiento de actos tendientes a impulsar el procedimiento”.
En la interpretación judicial de este marco legislativo se constata una aplicación estricta de la caducidad en
los litigios societarios. Una muestra demostrativa de esta orientación es el criterio seguido en la causa
“Macri, Francisco c. Valicente, José Luis”. En dichos autos, la parte actora apeló la sentencia de primera
instancia que declaró la caducidad fundando sus agravios en que su parte había -realizado numerosos actos
impulsorios tendientes a lograr la actuación de un veedor designado de oficio por el juez. El recurso no
prosperó. Consideró el Tribunal(9) que si bien del examen de las constancias obrantes en la causa resultaba
cierto que el demandante había instado en reiteradas oportunidades la actuación del veedor, su actividad se
circunscribió a la medida cautelar, con el objeto de que se diese cumplimiento a la misión dispuesta por el
juez. Entendió que esos actos carecieron de efectos interruptivos del curso de la caducidad en el principal
toda vez que este tipo de medidas no constituyen un fin en sí mismas, ya que son un medio para preservar
el objeto litigioso a efectos de que la sentencia a dictar en el proceso cautelar no se torne ilusoria. De donde
se sigue que la carga de activar el procedimiento que incumbe a la actora bajo el principio dispositivo se
debió cumplir simultáneamente en la cautelar y en el proceso principal para evitar que se produjera la
perención.
En la misma orientación se encuentra el fallo pronunciado en “Taselli, María Victoria y otros c. IATE S.A. y
otros”(10). En este proceso que tenía por objeto la remoción de los directores de la demandada y la
declaración de nulidad de todas las asambleas celebradas por la sociedad con posterioridad a la cesión de
cierta tenencia accionaria, el juez decretó de oficio la caducidad. La parte actora se agravió con fundamento
en que no se había tenido en cuenta el carácter interruptivo que correspondía atribuir a los actos cumplidos
en el marco de los incidentes de medidas cautelares promovidos en el proceso, como tampoco se atribuyó
relevancia a las negociaciones extrajudiciales que celebraron las partes que, en la interpretación del
recurrente, eran demostrativas de un interés en impulsar la instancia que desvirtuaría la presunción del
abandono voluntario de la instancia.
En consonancia con lo decidido en la causa “Macri” anteriormente citada, la Cámara desestimó la apelación
reiterando que no revisten carácter impulsorio del proceso y, por ende, no son idóneos para interrumpir el
curso de la caducidad los actos realizados en el marco de las medidas cautelares, tal como en el caso lo
fueron las actuaciones dirigidas a obtener la suspensión del cumplimiento de resoluciones asamblearias. Por
otra parte agregó que tampoco correspondía atribuir carácter interruptivo de la caducidad a las
negociaciones extrajudiciales, porque la voluntad de mantener vivo el proceso debe materializarse a través
de actuaciones en el expediente o, si se cumplen fuera de él, dejando en tiempo propio debida constancia en
la causa acerca de su cumplimiento(11).
Por último, otro fallo demostrativo del criterio estricto del Tribunal comercial es el recaído en “Sala Ceriani,
Elio c. Latinoquímica Amtex S.A.”(12). En primera instancia, la caducidad de esta causa, que estaba
acumulada con otras cuyo objeto era la declaración de nulidad de diversas resoluciones asamblearias
celebradas por la demandada, se fundó en la inactividad de las actuaciones que afectaba la instancia de
algunos de los expedientes. El agravio de la recurrente se sustentó en que el impulso procesal cumplido en
algunos de los expedientes acumulados excluía que pudiese reputarse abandonada la instancia en los
demás. La Cámara desestimó la impugnación considerando que la acumulación de procesos tiene la sola
finalidad de evitar el dictado de sentencias contradictorias sobre un mismo hecho o una misma cuestión de
derecho, lo que no releva a las partes de su deber de impulsar las distintas causas hasta que se dicte la
sentencia(13).
La doctrina judicial que resulta de estos fallos es indicativa de una firme tendencia sobre la estrictez en la
apreciación de la idoneidad de los actos que pueden tenerse en cuenta para interrumpir el curso de la
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caducidad en los litigios societarios, sin margen para la incidencia de factores vinculados con la
intencionalidad de mantener vivo el proceso.
La prioridad que un demandante otorgue a su pretensión cautelar, con frecuencia de intervención judicial de
una sociedad, para impedir la ejecución de decisiones o la continuación de comportamientos que entiende
lesivos del interés social, no compurga los efectos de su inactividad en el proceso principal, como se deja
sentado en el caso “Macri”. Otro tanto acontece, según se decide en “Taselli”, cuando el afán de lograr que
se disponga la suspensión de una resolución asamblearia, como acontece cada vez que se plantea su
nulidad, mueve a la concentración de la actividad en este incidente con descuido del impulso de la demanda
en el principal; y como reiteradamente se tiene decidido, tampoco es dispensable la inactividad procesal por
el hecho de encontrarse las partes en negociaciones extrajudiciales de las que no se ha dado cuenta en la
causa y con olvido de solicitar la suspensión de los términos con arreglo al art. 157 del ordenamiento
procesal.
Expuesto el panorama que ofrecen los pronuncia-mientos de la justicia nacional en lo comercial, cabe
señalar que la tendencia tan estricta de esta jurisprudencia se encontraría en pugna con la orientación más
elástica que postula un criterio restrictivo de la caducidad, como con frecuencia se advierte en fallos de la
Corte Supre-ma(14). En sustento de la aplicación de un criterio más tolerante, cabe aducir que, a veces, las
complejas circunstancias de los procesos societarios, la relevancia que cobran en su ámbito las medidas
cautelares cuando persiguen que se disponga la injerencia judicial en la administración de las sociedades,
las tensiones que con frecuencia provocan estos conflictos entre los socios, parecen invitar a una mayor
flexibilidad en la aplicación de los plazos, no obstante la excesiva extensión que éstos han adquirido desde
la supresión de los juicios sumarios que quiso aplicar el legislador societario. Pero frente al peso de estos
factores, lo cierto es que también debe atenderse el histórico fundamento que alentó la existencia de una
justicia comercial para la resolución expeditiva de los diferendos mercantiles y en consonancia con él, en
una línea tradicional que conoció nuestra primera legislación comercial, el sometimiento al arbitraje de los
diferendos societarios, tendiente a una ágil superación de estas controversias.
Quedan expuestas estas reflexiones para llamar la atención sobre el estado en que se encuentra la
legislación y los criterios imperantes en la justicia nacional en lo comercial acerca de la caducidad de la
instancia.
voces: SOCIEDAD - CADUCIDAD DE INSTANCIA - PROCESO - MEDIACIóN Y CONCILIACIóN - PRESCRIPCIóN - CADUCIDAD SOCIEDAD ANóNIMA - ARBITRAJE - TíTULOS VALORES - BOLSAS Y MERCADOS - RECURSO DE APELACIóN - MEDIDAS
PRECAUTORIAS - ACUMULACIóN DE PROCESOS - ADMINISTRACIóN E INTERVENCIóN JUDICIALES
1 - Palacio, Lino E., Manual de Derecho Procesal Civil, 13ª ed., pág. 555.
10 - CNCom., sala A, 12-5-11.
11 - También en este sentido: CNCom., sala A, 2-10-07, "Sottile, Hugo Carmelo c. Disco S.A. y otro
s/ordinario"; 19-7-07, "Compañía Crusade S.A. c. Cencosud S.A. s/beneficio de litigar sin gastos"; sala D,
28-9-00, "Banco Bica S.A. c. Diarlan S.A. y otro s/ejecutivo"; 20-3-95, "Mariotti, Enrique c. Hacendal S.A.
s/sum."; 8-3-93, "Vacetex SRL s/quiebra s/inc. de verificación de crédito por D.N.R.P.".
12 - CNCom., sala D, 16-9-10.
13 - CNCom., sala D, 22-12-95, "Sasson Attie, Raúl c. Sasso s/sumario"; sala E, 5-9-97, "Grupo
Universitario de Inmuno Alergia SRL c. Crédito Independencia Cía. Coop. Ltda. s/ordinario"; Falcón, Enrique
M., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, comentado, anotado y concordado, t. II, pág. 230.
14 - CS, 24-5-93, "Rubinstein, Marcos c. Cía. Financiera Central para la América del Sud S.A."; 7-7-92,
"Frías, José Manuel c. Estex SACI e I"; 12-4-94, "Dalo, Héctor Raquel y otros c. Hidronor Hidroeléctrica
Norpatagónica S.A. y Provincia de Neuquén s/daños y perjuicios"; 12-8-97, "Caminotti, Santiago R. c.
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria"; 24-10-00, "Brigne S.A. c. Empresa Constructora Casa S.A. y
otros"; 6-2-01, "Fisco Nacional c. Provincia de Mendoza s/ejecución fiscal".
2 - Palacio, Lino E., Derecho Procesal Civil, 2ª ed., t. IV, nº 362.
3 - CNCom., sala A, 21-9-10, "Macri, Francisco c. Valicente, José Luis s/ordinario"; 28-6-11, "Talleres
3/4
Maestra Rodríguez S.A. s/quiebra c. Almeida, Daniel Enrique y otros s/ordinario"; 12-5-11, "Taselli, María
Victoria y otros c. IATE S.A. y otros s/ordinario"; 8-10-10, "Eoria, Rubén c. Cegan SI y otros s/ejecutivo";
16-11-10, "Prato & Dupuy S.A. c. Márquez y Cía. Alcoholes S.A. s/ejecutivo"; 27-8-10, "Gadea, Andrea
Martha c. Micro Ómnibus Norte S.A. s/incidente de impugnación de rendición de cuentas"; 22-10-10,
"Abruzzese, Andrea Beatriz c. Centromedica S.A. s/beneficio de litigar sin gastos".
4 - Palacio, Lino E., Manual..., cit., pág. 556.
5 - CS, Fallos: 316:1708, 29-7-93, "Hughes Services Company S.A. c. Municipalidad de la Ciudad de
Buenos Aires"; Fallos: 323:2498, 14-9-00, "Astarsa S.A. y otros c. Ministerio de Economía"; Fallos: 323:666,
28-3-00, "Mata, José Horacio c. Mazza, Jorge y otro"; Fallos: 320:2845, 16-12-97, "Fisco Nacional (DGI) c.
La Tropa S.A."; Fallos: 320:1952, 25-9-97, "Lefmar Cooperativa Farmacéutica Ltda. c. La Buenos Aires
Compañía Argentina de Seguros"; Fallos: 320:38, 6-2-97, "Pergamino Cooperativa de Seguros Limitada c.
Macchia, Carlos Gabriel y otros".
6 - Falcón, Enrique M., Caducidad o perención de instancia, págs. 13 y 14; Palacio, Lino E., Manual..., cit.,
pág. 556.
7 - Otaegui, Julio C., Caducidad y prescripción de la impugnación de acuerdos asamblearios a la luz de dos
fallos, ED, 148-262 (especialmente ap. IV, pág. 266). Verón, Alberto V., Sociedades comerciales, 2ª ed.,
Astrea, t. 2, pág. 1036. Roitman, Horacio, Ley de sociedades comerciales, La Ley, 2006, t. IV, pág. 266.
8 - El Anteproyecto de reformas a la ley de sociedades de 2005 proponía volver a implantar un régimen más
apropiado a los procesos societarios mediante el siguiente texto: "Cuando en la ley se dispone o autoriza la
promoción de la acción judicial, ésta se sustanciará por el procedimiento más abreviado compatible con las
características del litigio. En ningún caso queda sujeta a previos procedimientos alternativos de solución de
conflictos, a menos que estén dispuestos en el acto constitutivo o estatuto".
9 - CNCom., sala A, 21-9-10.
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