ANA CARDERO CID ANA CARDERO CID SENTENCIA: ANA CARDERO CID PZA. CONCEPCION ARENAL, 1 Teléfono: 988687072/988687068 N85850 N.I.G.: ANA CARDERO CID ANA CARDERO CID Delito/falta: ANA CARDERO CID Denunciante/querellante: ANA CARDERO CID Procurador/a: D/Dª ANA CARDERO CID Abogado/a: D/Dª ANA CARDERO CID Contra: ANA CARDERO CID Procurador/a: D/Dª ANA CARDERO CID Abogado/a: D/Dª ANA CARDERO CID SENTENCIA Nº 71/2015 ============================================================== ILMOS/AS SR./SRAS Presidente/a: Dª ANA MARÍA DEL CARMEN BLANCO ARCE Magistrados/as D. MANUEL CID MANZANO Dª AMPARO LOMO DEL OLMO ============================================================== En OURENSE a cuatro de Marzo de dos mil quince. Vista en juicio oral y público, ante la Sección 002 de esta Audiencia Provincial, la causa SUMARIO (PROC.ORDINARIO) nº 0003423/2012 del Juzgado de Instrucción nº 3 de Ourense y seguida por el trámite de Procedimiento Ordinario – Rollo de Sala nº 12/2014 - por los delitos de homicidio y robo con violencia, contra LUIS PEREZ RODRIGUEZ, DNI xxxxx, nacido/a en Madrid el día veintinueve de Enero de mil novecientos ochenta y tres, hijo de José Luis y de Dolores Pilar, vecino de esta capital y en prisión provisional por esta causa desde el 11/08/2012; representado por la Procuradora Dª MERCEDES FERNANDEZ PROL y defendido por la Letrada Dña. ANA CARDERO CID. Siendo partes acusadoras el Ministerio Fiscal y, como Acusación Particular, Dª MARIA JOSE PEREZ RODRIGUEZ, representada por el Procurador D. JESUS MARQUINA RODRIGUEZ y defendida por el Letrado D. JAVIER CALVO SALVE. Es Ponente la Magistrada Ilma. Sra. Dª AMPARO LOMO DEL OLMO. I - ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.- Las presentes actuaciones se instruyeron en virtud de Atestado nº 6406/2012 de la Brigada Provincial de Policía Judicial – Grupo 1º UDEV – de la Comisaría Provincial de Ourense, de fecha 08/08/2012 y por un presunto delito de homicidio, que dieron origen a la causa de Diligencias Previas de Procedimiento Abreviado nº 3057/2012 del Juzgado de Instrucción nº 1 de Ourense, quien posteriormente se inhibió al Juzgado de igual clase nº 3 también de esta capital, donde se incoó la causa de Diligencias Previas de Procedimiento Abreviado nº 3423/2012. Practicadas dichas diligencias instructorias, por resolución de 26/02/2014 se transformaron en Sumario nº 3423/2012, cuyo parte de incoación dio origen al rollo de Sala nº 12/2014 de esta Sección Segunda. Por Auto de 03/04/2014, se decretó el procesamiento de LUIS PEREZ RODRIGUEZ por un presunto delito de robo con violencia y otro de homicidio y, declarado concluso el sumario por el Instructor, se remitió a esta Sección Segunda. SEGUNDO.- Recibida la causa en este tribunal y previos los trámites de rigor, se convocó a las partes a juicio oral, que se celebró durante los días 25 y 26 de Febrero último, y a cuyo acto comparecieron quienes se relacionan en el acta levantada al efecto. TERCERO.El Ministerio Fiscal, en sus conclusiones definitivas, calificó los hechos como constitutivos de un delito de robo con violencia de los artículos 237 y 242.1 y 3 del Código Penal y de un delito de homicidio del artículo 138 del Código Penal, de los que considera responsable, en concepto de autor, al acusado LUIS PEREZ RODRIGUEZ, con la concurrencia de la circunstancia agravante de la responsabilidad criminal de abuso de superioridad del artículo 22.2 del Código Penal y de parentesco del artículo 23 del Código Penal respecto del delito de homicidio y la circunstancia agravante de reincidencia del artículo 22.8 del Código Penal, de parentesco del artículo 23 del Código Penal y de abuso de superioridad del artículo 22.2 del Código Penal respecto del delito de robo con violencia; solicitando se impusiera al acusado las penas siguientes: A) Por el delito de robo con violencia, prisión de 5 años e inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, y B) por el delito de homicidio, 15 años de prisión e inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena. Costas. En concepto de responsabilidad civil, el acusado deberá indemnizar a María José Pérez Rodríguez en 80.000 euros por daño moral, con el interés legal del artículo 576 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Por la Acusación Particular, en igual trámite, se calificaron los hechos como constitutivos de: 1. Delito de robo con violencia de los artículos 237 y 242.2 y 3 del Código Penal; 2. Delito de homicidio de los artículos 138 del Código Penal. De los que considera responsable en concepto de autor al acusado LUIS PEREZ RODRIGUEZ; concurriendo las siguientes circunstancias agravantes: 1. Delito de robo con violencia: a. Abuso de superioridad y aprovechando las circunstancias de lugar (Art. 22.2º CP); b. Reincidencia (Art. 22.8º CP) y c. Parentesco en primer grado. Descendiente (Art. 23 CP). 2. Delito de homicidio: a. Abuso de superioridad y aprovechando las circunstancias de lugar (Art. 22.2º CP), b. Parentesco en primer grado. Descendiente (Art. 23). Compare las penas solicitadas por el Ministerio Fiscal. En cuanto a la acción civil, se interesa: se declare a LUIS PEREZ RODRIGUEZ heredero incapaz de heredar de Dª Dolores Pilar Rodríguez Miguez, por causa de indignidad del art. 756.2º del Código Civil; se condene a LUIS PEREZ RODRIGUEZ a estar y pasar por la anterior declaración y se condene a LUIS PEREZ RODRIGUEZ a indemnizar a María José Pérez Rodríguez en la cantidad de 140.000 € por daño moral ocasionado a su persona, derivado de los hechos delictivos antes referidos, tanto por resultado como por modo en que se produjeron los hechos. CUARTO.- Por la defensa del acusado se solicitó la libre absolución de su patrocinado al no haber tenido participación alguna en los hechos presuntamente delictivos. 3 II - HECHOS PROBADOS ÚNICO: Se declaran probados los siguientes hechos: En la tardenoche del día 6 de agosto de 2012, cuando el acusado, LUIS PÉREZ RODRÍGUEZ, mayor de edad y ejecutoriamente condenado en virtud de sentencia firme de fecha 12 de febrero de 2008 como autor de un delito de robo con fuerza a la pena de dos años de prisión, y por sentencia firme de fecha 19 de enero de 2010 como autor de otro delito de robo con fuerza a la pena de dos años de prisión, se encontraba en la vivienda en la que convivía con su madre, Dolores Pilar Rodríguez Míguez, sita en la calle concejo nº 2 de esta ciudad, con ánimo de hacerse con dinero de ésta para obtener sustancias tóxicas, procedió, utilizando un cable así como otro instrumento no determinado, y con intención de causarle la muerte, a apretar el cuello de aquélla, y a golpear de forma reiterada a la misma en la cabeza –hasta en 31 ocasiones- y otras partes del cuerpo con un martillo. Como consecuencia de tal brutal agresión le produjo a Dolores fracturas costales derechas e izquierdas con contusión pulmonar izquierda, traumatismo craneoencefálico severo y asfixia, que determinaron el pretendido fallecimiento. Tras causar la muerte de Dolores , el acusado envolvió el cuerpo con una alfombra y procedió a abrir la habitación de su madre, que se hallaba cerrada con llave, ante el temor que a aquella le inspiraba el acusado, y se hizo con la suma de 300 euros, con una cartilla de “Novacaixa Galicia”, una cartilla de “Novagalicia Banco” de las que era titular su madre y su hermana María José Pérez Rodríguez, dos del banco popular propiedad de su madre, una cartera de piel con el permiso de conducir de su madre así como las llaves del coche y el teléfono móvil de la misma, intentando sacar dinero con las cartillas en dos cajeros automáticos, sin llegar a conseguirlo. Dolores Pilar Rodríguez tenía 76 años, era viuda y tenía, junto al acusado, otra hija, María José Pérez Rodríguez, nacida el 5 de octubre de 1961 que no convivía con ella. III - FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- Los hechos declarados probados constituyen un delito de robo con violencia de los artículos 237 y 242.1 y 3 del Código Penal y un delito de homicidio del artículo 138 del mismo Cuerpo Legal. Exige el delito de robo castigado en el artículo 242 del Código Penal la existencia de un acto de apoderamiento de bienes de ajena pertenencia, empleando para ello violencia o fuerza física, o “vis psíquica” o intimidación. Como ya ha señalado la Jurisprudencia del Tribunal Supremo, “… la violencia y la intimidación suponen, respectivamente, una conducta que por sí misma suponga una efectiva lesión de un bien jurídico eminentemente personal protegido por la norma penal. Dicha conducta debe ser relevante, jurídicamente típica, y ejercerse de forma inconsentida, pues de mediar consentimiento la conducta carecería de la nota de relevancia penal, es decir, carecería de la entidad suficiente para limitar la voluntad del sujeto pasivo que la recaba, pues no ha de olvidarse que en el delito de robo la conducta violenta o intimidatoria va dirigida, precisamente, a vencer la voluntad del sujeto pasivo contrario al desapoderamiento de un bien mueble que le pertenece o detenta. La diferencia entre la violencia y la intimidación radica, precisamente, en que la primera consiste en la que se desarrolla para lesionar la capacidad de actuación del sujeto pasivo, en defensa del bien jurídico mueble bajo su ámbito de dominio en tanto que la intimidación es aquella que se desarrolla para lesionar la capacidad de decisión del sujeto pasivo de actuar en defensa del bien mueble que se pretende sustraer.” Los elementos que configuran el delito de homicidio, recogido en el art. 138 del Código Penal, se traducen en: la existencia de un “animus necandi”, o dolo de matar, en el sujeto activo; la existencia por parte de éste de un ataque contra la vida de otra persona y la relación causal entre tal conducta y el resultado letal pretendido. En lo que hace al primero de los mencionados, existe una abundante doctrina jurisprudencial, recogida, entre otras en Sentencia del Tribunal Supremo de fecha 29 de enero de 2008, que viene a señalar cómo “la intención del sujeto activo del delito es un hecho de conciencia, un hecho subjetivo precisado de prueba, cuya existencia, salvo en los supuestos en que se disponga de una confesión del autor que por sus circunstancias sea creíble, no puede acreditarse normalmente a través de prueba directa, siendo necesario acudir a un juicio de inferencia para afirmar su presencia sobre la base de un razonamiento inductivo construido sobre datos fácticos debidamente acreditados…”. “A estos efectos, la jurisprudencia de esta Sala ha entendido que para afirmar la existencia del ánimo propio del delito de homicidio, deben tenerse en cuenta los datos disponibles acerca de las relaciones previas entre agresor y agredido; del comportamiento del autor antes, durante y después de la agresión, lo que comprende las frases amenazantes, las expresiones proferidas, la prestación de ayuda a la víctima y cualquier otro dato relevante; del arma o de los instrumentos empleados; de la zona del cuerpo a que se dirige el ataque; de la intensidad del golpe o golpes en que consiste la agresión, así como de las demás características de ésta; de la repetición o reiteración de los golpes; de la forma en que finaliza la secuencia agresiva y, en general, de cualquier otro dato que pueda resultar de interés en función de las peculiaridades del caso concreto. A estos efectos, y aunque todos los datos deben ser considerados, tienen especial interés, por su importante significado, el arma empleada, la forma de la agresión y el lugar del cuerpo al5 que ha sido dirigida.”. SEGUNDO.- En el supuesto sometido a enjuiciamiento, resulta patente, a la luz de la prueba practicada, la concurrencia de todos y cada uno de los elementos que integran las infracciones mencionadas. Y se constata que el uso de violencia física se encuentra en relación de medio a fin con el acto de apoderamiento patrimonial (STS 14-12-2001). Así, y en lo que hace al primero de los delitos, esto es, el de robo con violencia, debe atenderse en primer lugar a que el propio acusado asume el hecho de haberse llevado de la vivienda en la que convivía con su madre dinero en efectivo –al señalar que cuando se marchó de la vivienda cogió dinero suyo y cuando se le acabó, cogió de su madre-, así como las cartillas pertenecientes a la misma, habiendo intentado sacar dinero, hecho este último debidamente corroborado atendiendo al resultado de la prueba testifical practicada en el agente de la Guardia Civil con número de carnet profesional 87.783; éste investigó acerca del extremo relativo a tales cartillas, comprobando las imágenes de las cámaras de seguridad de uno de los cajeros a los que el acusado acudió, identificando claramente al mismo. Consta acreditado que el acusado se apoderó, así mismo, de una cartera de piel con el permiso de conducir de su madre así como las llaves del coche y el teléfono móvil de la misma; tales efectos se encontraban en una mochila que una amiga del acusado entregó a la Policía, que éste había dejado en su casa la noche en la se sucedieron los hechos. En este sentido prestó declaración Cecilia Elacurriaga, a quien el acusado había llamado por teléfono y con quien pasó la noche, dejando en su domicilio la mochila en cuestión, que ella posteriormente entregó en comisaría. Y entiende la Sala, porque así resulta debidamente acreditado, que para sustraer dichos efectos el acusado empleó violencia en la víctima, constatándose la existencia de una brutal agresión por su parte, con la utilización, al margen de su fuerza física, con la que –ayudado por un cable y un instrumento no determinado- apretó el cuello de su madre, de un martillo con el que golpeó reiteradamente a la misma. No resultan atendibles las alegaciones de la defensa en punto a la falta de acreditación de que la agresión a la víctima fuera con la finalidad de robar a la misma. En lo que a este extremo respecta, resulta patente que la madre del acusado se vio obligada a cerrar su habitación con llave para evitar precisamente la entrada del acusado en la misma, así como las sustracciones que el mismo ya venía llevando a cabo; de hecho, y tal y como resulta de la testifical practicada en el acto del plenario, consta el hallazgo de una nota manuscrita en la que Dolores Pilar había efectuado una relación de efectos que Luis le había sustraído. Así lo declararon los agentes que realizaron la inspección ocular, así como la otra hija de la víctima, que en su declaración como testigo refirió haber reconocido la letra de su madre en tal nota, que le fue exhibida a tal efecto. En dicha nota figuraba -de una forma muy ilustrativa- con palabras textuales “cosas que me has cogido Luis”, y en la que, esencialmente figuran joyas. No debe olvidarse, por otro lado, que el propio acusado asumió el hecho de haber reventado una puerta y la necesidad de cambiar la cerradura de la misma por un previo altercado con la víctima. Tales circunstancias conducen a entender debidamente acreditada la relación causal entre el robo y el homicidio que a continuación se analizará. TERCERO.- En lo que hace al delito de homicidio, existen, de igual modo, suficientes elementos de juicio para entender acreditada la autoría del acusado, cuestionada por la defensa, mediante la alegación de la supuesta intervención de un tercero en tal hecho. Con relación a este primer aspecto, debemos partir del hecho incontestable de que en el momento de sucederse los hechos enjuiciados únicamente se encontraban en la vivienda el acusado y su madre. Ello es reconocido por el propio Luis, que señala, en el interrogatorio practicado, que ese día se encontraban solos, que se tomó su medicación y “unos porros” y que cuando se despertó vio el cadáver de su madre en el suelo. Y, frente a la alegación novedosa que efectúa en el acto del plenario, señalando que la puerta de la vivienda estaba abierta, debe atenderse al resultado de la testifical practicada en los agentes que acudieron al lugar una vez fueron requeridos por la hija de la víctima, así como en los que practicaron la diligencia de inspección ocular; de la misma resulta que la vivienda no presentaba signo alguno de haber sido forzada, ni ningún indicio que pudiera evidenciar la entrada de tercera persona a la misma. En el mismo sentido debe hacerse referencia al resultado de la prueba pericial, que revela el hallazgo de restos de ADN pertenecientes al acusado en el cuerpo de la víctima; en particular, en una uña del dedo; así lo ratificaron los facultativos del Instituto de toxicología que emitieron el correspondiente informe, que debe complementarse con la declaración prestada por los médicos forenses, que en este particular reseñaron que los restos hallados, al encontrarse debajo de la uña indican algo más que el mero contacto accidental sugerido por la defensa. Al margen de lo expuesto, debe significarse que no fueron hallados restos de ADN de ninguna otra persona en el lugar de ocurrencia del suceso. 7 Se hallaron, así mismo, restos epiteliales del acusado en el cable con el que se ató la puerta de la vivienda, lo que viene a descartar igualmente la intervención de una tercera persona. También se encontraron restos de sangre del acusado en una toalla de color azul, muestras que obran con los números 16-1 y 16-2 del informe obrante al folios 455 a 467 de las actuaciones, debidamente ratificado en el acto de juicio, este hecho carente de justificación alguna, y que evidencia la participación del acusado en el trágico suceso que nos ocupa. A ello debe unirse la actuación del acusado en el día de la muerte de su madre, y el posterior: en el primero, su actitud, envolviendo el cadáver en una alfombra, junto con el martillo ensangrentado, y dejándolo de esta forma en la vivienda, sin dar aviso a ninguna persona ni a las autoridades, conducta inexplicable; a continuación, cogiendo el dinero, cartillas y efectos personales de la misma y marchándose de la casa; la entrega de la mochila con los mismos a su amiga Cecilia…Y al día siguiente, tal y como se puso de manifiesto a través de la testifical practicada en la persona de Sira Álvarez Rodríguez, amiga de la fallecida, manifestando a ésta –tras recibir llamada telefónica de la misma para preguntar por su madre-, que la misma había ido al médico, cuando lo cierto es que ya había fallecido, atendida la data de la muerte señalada por los forenses; y, en otra llamada posterior, devuelta por el acusado a la ya mencionada, a la que le manifestó, al preguntarle de nuevo por su madre, que estaba acostada. Determinada la participación del acusado, ninguna duda del ánimo de matar que guió su actuación, hecho inferido de la pluralidad de elementos obrantes en la causa. Así, debe recordarse la relación previa existente entre acusado y víctima, con sustracciones por parte del primero a la última, lo que determinó, no sólo que Dolores pusiera llave para cerrar su habitación, sino que hiciera entrega de joyas a su hija para evitar que se las robara, hecho manifestado por ésta en el acto de la vista, así como el extremo relativo a que había enfrentamientos entre su madre y el acusado. Este último reconoció haber reventado una puerta con motivo de anterior disputa con su madre. El instrumento empleado para la agresión, un martillo, circunstancia debidamente acreditada a tenor del resultado tanto de las pruebas testificales ya referidas, practicadas en los agentes de Policía que instruyeron el atestado, y que realizaron la inspección ocular, en la que hallaron dicho efecto, junto al cuerpo de la víctima, dentro de la misma alfombra en la que había sido envuelta, y con restos de sangre, como en la pericial de los médicos forense, de las que resulta la compatibilidad de las lesiones que presentaba la víctima con el empleo de un martillo. Ha de tenerse, así mismo, en consideración la reiteración de los golpes dados con tal instrumento a la víctima, dirigidos principalmente a la cabeza, zona en la que se detectaron hasta treinta un traumatismos, como reveló la autopsia, tal y como informó el médico forense en la prueba pericial practicada. Debe indicarse, en cualquier caso, que pese a que los forenses señalan como causa fundamental de la muerte el traumatismo craneoencefálico severo, indican como causa inmediata la asfixia, producida mediante estrangulación, mecanismo éste que revela igualmente el ánimo homicida. CUARTO.- Es responsable en concepto de autor de dichos delitos el acusado, Luis Pérez Rodríguez, por haber ejecutado voluntaria y directamente los hechos que los integran. QUINTO.- Concurren en la ejecución de los referidos delitos las circunstancias agravantes de parentesco del artículo 23 del Código Penal, así como la de abuso de superioridad del artículo 22.2 del mismo Cuerpo Legal, y, en lo que respecta al delito de robo con violencia, además, la de reincidencia del artículo 22.8 del mismo Código. La concurrencia de la primera resulta incuestionable, atendida la relación de parentesco entre acusado y víctima, al ser madre e hijo. El abuso de superioridad o alevosía menor tiene en una mayor peligrosidad ex ante de la conducta, mayor probabilidad de que la conducta lesione el por el uso de procedimientos tendentes a ejecución. su fundamento es decir, una bien jurídico facilitar la A diferencia de la alevosía que elimina las posibilidades de defensa de la víctima el abuso de superioridad las limita. Conforme a la doctrina jurisprudencial ( SSTS de 16.12.2012 y 4.12.2012 ), la agravante de abuso de superioridad existe cuando concurren los siguientes requisitos: un requisito objetivo, es decir, que haya una situación de superioridad, un importante desequilibrio de fuerzas a favor de la parte agresora frente al agredido derivada de cualquier circunstancia, bien referida a los medios utilizados para agredir (superioridad medial), bien al hecho de que concurran una pluralidad de atacantes (superioridad personal); un resultado, esto es, que la superioridad ha de producir una notable disminución de las posibilidades de defensa del ofendido; y un requisito subjetivo, por el cual se exige la intencionalidad del abuso prepotente, por lo que no concurre la agravante cuando la superioridad no ha sido buscada de propósito ni siquiera aprovechada, sino que simplemente surge en la dinámica comisiva. 9 Concurre la agravante de abuso de superioridad cuando la defensa de la víctima queda ostensiblemente debilitada por la superioridad personal, instrumental o medial del agresor o agresores que se ven por ello asistidos de una mayor facilidad para la comisión del delito y el elemento subjetivo de abuso de superioridad reside simplemente en el conocimiento de la misma y en su consciente aprovechamiento o, dicho de otra forma, en la representación de la desigualdad de fuerzas o medios comisivos y en la voluntad de actuar al amparo o bajo la cobertura de dicha desigualdad. Así se ha pronunciado reiterada jurisprudencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, como es exponente la Sentencia 85/2009, de 6 de febrero , en la que se declara que para que concurra abuso de superioridad es preciso que se dé un importante desequilibrio de fuerzas a favor del agresor; que de él se siga la notable disminución de las posibilidades defensivas del ofendido; que esta situación de asimetría fuera deliberadamente ocasionada, o, conocida, exista un aprovechamiento de la misma; y, en fin, que esa situación de ventaja de la que se abusa no sea inherente al delito." En nuestro caso, se estima que concurre la mencionada circunstancia, atendida la existencia de ese desequilibrio de fuerzas entre agresor y víctima al que se aludía y el aprovechamiento de tal situación por parte del acusado para disminuir las posibilidades de defensa de la víctima y asegurar la muerte de la misma. Así, ha de tenerse en cuenta la fortaleza física de Luis frente a su madre, una persona de 76 años, a la que agredió con especial brutalidad, limitando considerablemente sus posibilidades de defensa, en un lugar en el que únicamente se encontraban ambos. En lo que hace a la circunstancia agravante de reincidencia, aplicable al delito de robo, su concurrencia obra acreditada a través de documental, ilustrativa de que el acusado fue condenado ejecutoriamente por anteriores delitos de idéntica naturaleza, en particular, y en virtud de sentencia firme de fecha 12 de febrero de 2008 como autor de un delito de robo con fuerza a la pena de dos años de prisión, y por sentencia firme de fecha 19 de enero de 2010 como autor de otro delito de robo con fuerza a idéntica pena. No concurre ninguna de las circunstancias atenuantes interesadas por la defensa del acusado, por cierto, en fase de informe. Así, y pretendida la aplicación de la relativa a drogadicción, ninguna prueba se ha practicado a lo largo de toda la causa que ponga en evidencia ni tan siquiera la circunstancia de que el acusado sea consumidor habitual de sustancias tóxicas; resulta relevante señalar que fue él mismo quien manifestó en prueba de interrogatorio, a preguntas del Ministerio Público, ser consumidor esporádico, y no dependiente de tales sustancias. Tampoco cabe la aplicación de la circunstancia recogida en el artículo 21.1, relativa a una alteración psíquica, aludiendo a que el acusado presenta un trastorno de la personalidad. Es reiterada la Jurisprudencia atinente a la materia en cuanto a que los trastornos de la personalidad en la actualidad tienen encaje en el art. 20.1 pues se trata sin duda de anomalías o alteraciones psíquicas, y sólo en supuestos especialmente graves, generalmente asociados a otras patologías, han sido valorados como eximentes incompletas. En cuanto a su apreciación, se señala también que los trastornos de la personalidad no dan lugar por sí solos a la apreciación de una eximente incompleta: ha de tenerse en cuenta, en primer lugar, que en el sistema del Código Penal vigente, en art. 20.1, en relación con el 21.1 y el 21.6 exige no sólo la existencia de un diagnóstico que aprecie una anomalía o alteración psíquica como elemento biopatológico, sino que a él debe añadirse la comprobación de que tal déficit impide al sujeto, o le dificulta en mayor o medida, la comprensión de la ilicitud de la conducta o bien la actuación conforme a esa comprensión; la Jurisprudencia anterior al vigente Código ya había declarado que no era suficiente con un diagnóstico clínico, pues era precisa una relación entre la enfermedad y la conducta delictiva “ya que la enfermedad es condición necesaria pero no suficiente para establecer una relación causal entre la enfermedad mental y el acto delictivo” (STS 20 de enero de 2003 y 26 de febrero de 2004). En nuestro caso, y frente al informe pericial efectuado por los facultativos del IMELGA, que ratifican sus conclusiones en punto a la imputabilidad del acusado, únicamente consta a medio de informe emitido por el psiquiatra Dr. Cabaleiro, quien atendió en una única ocasión al mismo, que éste presenta una “patología dual, dependencia crónica a múltiples sustancias, rasgos asociales de la personalidad con episodios explosivosintermitentes de agresividad en corto circuito”; no ha resultado acreditado que tal “patología” le impidiera conocer el alcance de sus actos, por no constar la influencia que los tóxicos, en su caso, hubieran podido tener en sus capacidades intelectivas y volitivas. En cualquier caso, señalaron los forenses que el acusado es consciente de su carácter impulsivo y violento y no resulta cierto que no sea capaz de controlar sus impulsos, al contar con mecanismos para ello. Atendiendo a las circunstancias expuestas, se impondrán al acusado las siguientes penas: por el delito de robo con violencia, la de cinco años de prisión e inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena; y por el delito de homicidio a la de 14 años de prisión e inhabilitación absoluta. Se atiende en la aplicación de tales penas a la concurrencia de las circunstancias agravantes, así 11 como a las circunstancias concurrentes, especialmente la brutalidad con la que actuó el acusado. SEXTO.- De conformidad con lo dispuesto en el art. 109 del Código Penal, el acusado indemnizará a la perjudicada, María José Pérez Rodríguez, hija de la víctima, en la cantidad de 80.000 euros, cantidad interesada por el Ministerio Fiscal, que se estima proporcionada así como análoga a las concedidas en otros supuestos de similares características, significando en cualquier caso la dificultad de cuantificar económicamente la pérdida de un ser querido en tales circunstancias. En cuanto a la solicitud efectuada por la acusación particular, relativa a que se declare en esta jurisdicción la incapacidad por indignidad del condenado para suceder a la víctima en base al art. 756 2º del Código Civil, cabe citar la SAP Baleares de 12 mayo 2004, que señala que tal pronunciamiento es superfluo, pues la propia incapacidad deriva, no de pronunciamiento judicial expreso a tal fin, sino de la propia sentencia condenatoria, sin que pese a ello nada obste al pronunciamiento interesado, como parece reconocerlo también la STS Sala II de 13 de marzo de 1995 a sensu contrario, que señala que en el caso que analiza, (un delito de parricidio), la norma del art. 756 2º del CC no puede ser aplicada al no haber sido invocada en la instancia, con lo que parece admitir que si se invoca y es procedente, puede ser aplicada en una sentencia penal. Atendiendo a tales consideraciones, nada obsta a que se efectúe tal pronunciamiento en vía penal, debiendo accederse a la petición formulada al efecto. SÉPTIMO.- Por aplicación del artículo 123 del Código Penal, responderá el acusado del pago de las costas causadas, no cabiendo la inclusión de las correspondientes a la acusación particular, al no haberse efectuado petición al respecto. Vistos los preceptos legales citados y demás de general y pertinente aplicación, F A L L O Que debemos condenar y condenamos al acusado, LUIS PÉREZ RODRÍGUEZ, como autor responsable de un delito de robo con violencia y de un delito de homicidio, con la concurrencia de las circunstancias agravantes de reincidencia, de parentesco y abuso de superioridad, en el primero, y de las dos últimas en el segundo, a las penas de CINCO AÑOS DE PRISIÓN e inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, por el primero, y a las de 14 AÑOS DE PRISIÓN e inhabilitación absoluta, por el segundo, y a que, en concepto de responsabilidad civil indemnice a María José Pérez Rodríguez, en la cantidad de 80.000 euros, más intereses legales, y costas, sin inclusión de las relativas a la acusación particular. Se declara la incapacidad, por causa de indignidad, para suceder, en cualquiera de las formas previstas en Derecho, por parte del acusado en la herencia de Dolores Pilar Rodríguez Míguez. Para el cumplimiento de la condena impuesta, le será de abono al acusado el tiempo que haya estado privado de libertad por esta causa y si no le fuere abonado en otra. La presente resolución no es firme y contra la misma, cabe interponer recurso de casación ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo, que ha de prepararse mediante escrito autorizado por Abogado y Procurador, presentado ante este Tribunal dentro de los cinco días siguientes a su notificación y que deberá contener los requisitos exigidos en el art. 855 y siguientes de la L.E. Criminal. Así, por esta nuestra Sentencia, de la que se llevará certificación al Rollo de Sala y se anotará en los Registros correspondientes lo pronunciamos, mandamos y firmamos. 13