TEMA 3.- ARISTÓTELES

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Historia de la Filosofía Curso 2016-2017
TEMA 3.- ARISTÓTELES
1. Génesis de su pensamiento
1.1. Circunstancias históricas.
Las guerras del Peloponeso (431-404 a.C.) supusieron la decadencia económica y política de
las dos grandes polis griegas, Esparta y Atenas, y un progresivo cambio en la organización
social de la época que terminó con la unidad política, económica e ideológica que cohesionaba
las ciudades-Estado. Esta situación coincidió con la prosperidad de Macedonia, pequeña
región situada al norte de Grecia, que se mantuvo al margen de los cruentos enfrentamientos
entre Atenas y Esparta.
Filipo II ocupó el trono de Macedonia en el 358 a.C., tras la muerte de su padre Amintas, y
aprovechó las disputas entre las polis griegas para conquistar y consolidar de este modo su
poder. En el año 338 a.C., Macedonia derrotó a Atenas y sus habitantes desconfiaron, desde un
principio, de las pretensiones de Filipo.
El rey macedonio, admirador de la cultura ateniense, propició unos acuerdos de paz que
aseguraran su reconocimiento como soberano supremo de todas las fuerzas griegas, con el fin
de enfrentarse así a la eterna amenaza persa. Las diversas polis griegas, excepto Esparta, se
alinearon con él, constituyeron la Liga de Corinto y declararon la guerra a los persas en el año
337 a.C. La prematura muerte de Filipo en el año 336 a.C., a manos de uno de sus generales,
permitió que su hijo, Alejandro, ocupase el trono y, de forma vertiginosa, se consolidase la
expansión del Imperio macedónico, que se desmoronó con la muerte de éste último en el año
323 a.C. Este fue el contexto histórico en el que se desenvolvió la vida de Aristóteles.
1.2. Breve biografía.
Hijo del médico del rey Amintas de Macedonia, Aristóteles nació en Estagira, en la península
calcídica. Tras la muerte de su padre, a los 17 años, se trasladó a Atenas, donde estudió en la
Academia de Platón. Los veinte años pasados en esta institución, primero como alumno y
después como profesor, supusieron un intenso aprendizaje de la filosofía platónica y
constituyen la primera etapa de su proceso intelectual.
Esta fase se caracteriza por una interiorización absoluta de los presupuestos platónicos.
Tras la muerte de Platón, inició diversos viajes que avivaron su interés por la zoología y por la
botánica. De este modo, se convirtió en un minucioso observador de la naturaleza mediante la
experimentación empírica, lo que trajo consigo que se distanciara de la formación platónica.
Esta época coincidirá con el segundo gran periodo de su itinerario intelectual, que se
extenderá hasta su regreso a Atenas.
Durante su estancia en Mitilene, Filipo II lo convirtió en preceptor de su hijo Alejandro, puesto
que ocupó entre los años 342 y 336 a.C. Su vinculación con Alejandro Magno finalizó cuando
este último asumió la regencia tras la muerte de su padre. La relación personal entre Aristóteles
y Alejandro fue cordial, si bien el maestro rechazó la expansión hegemónica indiciada por su
pupilo la consiguiente supresión de una política acorde con el ideal griego de la polis.
En el año 335 a.C. Aristóteles regresó a Atenas y fundó el Liceo, un nuevo centro de
formación que condicionará la tercera etapa de su pensamiento, desmarcado ya de las tesis
platónicas. Enseño en el Liceo hasta el 323 a.C., año en que murió Alejandro Magno y que
entre los griegos se difundiera el odio ante lo macedónico. Acusado de macedonismo y de
asebeia, huyó a Calcis, donde falleció al año después en el 322 a.C.
1.3. Su obra.
Sus primeros textos, elaborados en forma de diálogo, se suelen denominar escritos exotéricos
y fueron publicados por el propio autor. Constituyen obras de juventud y tanto su contenido
como su estructura son platónicos.
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Sus obras posteriores recogen sus enseñanzas en el Liceo y fueron publicadas por Andrónico
de Rodas en el año 60 a.C. Se conocen como escritos esotéricos y constituyen el denominado
corpus aristotélicum:
• Lógica: conjunto de libros que reciben el nombre de organon. Tratados destinados a
entender la lógica como ciencia que estudia cómo funciona la facultad del pensamiento.
Tenemos: Categorías, Tópicos, Sobre las refutaciones sofísticas, Sobre la
interpretación, Analíticos primeros y Analíticos segundos.
• Metafísica: conjunto de catorce libros. La metafísica es la ciencia que estudia el ser en
cuanto ser y las propiedades que le corresponden.
• Física: libros que componen un tratado sobre la naturaleza y los seres naturales, así
como sobre el problema del cambio o movimiento: Física, Sobre el cielo, Sobre la
generación y la corrupción, Meteorológicos.
• Psicología: estudio sobre el ser humano, su manera de conocer y las relaciones entre
alma y cuerpo: Sobre el alma, Sobre la memoria y el recuerdo, Sobre la vida larga y
corta.
• Ética: Ética a Eudemo, Ética a Nicómaco, Gran Ética.
• Política: Política y Constitución de Atenas.
• Arte: Retórica y Poética.
1.4. Crítica al dualismo ontológico platónico.
En el capítulo 9 del Libro I de su Metafísica, Aristóteles realiza una detallada crítica a la teoría
de las Ideas de Platón:
• Duplicación de la realidad: el mundo de las ideas constituye, según Aristóteles, una
duplicación innecesaria de la realidad. Al explicar la existencia de las cosas del mundo
sensible se recurre a una realidad distinta para dar razón de la primera, ofreciéndose así
una duplicación innecesaria de la realidad, pues deben explicarse dos realidades en vez
de una. También señala la inconveniencia de recurrir al demiurgo para salir de ese
dualismo.
• Existencia de Ideas inadmisibles: cada cosa tiene su idea correspondiente, pero es
inadmisible la existencia de una idea que de contenido a realidades como “ser más alto
que” o similares, ya que estas relaciones no tienen contenido por sí mismas.
• Las ideas no aportan nada al conocimiento de las cosas: las Ideas, al ser inmutables,
no pueden explicar el movimiento de las cosas sensibles, sus cambios, ni tampoco
pueden ser la esencia de las mismas, porque no residen en las cosas. Decir que las Ideas
son los modelos de las cosas conduce a elaborar juegos de palabras sin sentido.
• Imposibilidad de que la esencia de una cosa y la cosa estén separadas: las esencias
no son trascendentes a las cosas, sino inmanentes a ellas. En este punto, Aristóteles
introducirá su concepto de sustancia, que será decisivo en el desarrollo posterior de su
metafísica.
2. La Ciencia
2.1. Primeros principios y división de las ciencias.
Aristóteles concibe la ciencia como un conocimiento universal, estable y necesario. Pero, a
diferencia de Platón, que niega la posibilidad de la ciencia en el ámbito de la realidad física
esencialmente mutable, Aristóteles admite el mundo material dentro del campo de la ciencia.
En sus obras de lógica Aristóteles define la ciencia como “conocimiento cierto por causas”, y
distingue este conocimiento de la simple opinión. Se trata de un saber mediato y elaborado, que
se apoya en último extremo sobre principios inmediatos, necesarios, universales e
indemostrables. Estos primeros principios de toda demostración son comunes a todas las
ciencias y se conocen bajo la siguiente formulación:
1. Principio de no-contradicción: nada puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo el
mismo aspecto.
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2. Principio de identidad: todo ser es igual a sí mismo.
3. Principio de exclusión del término medio: entre el ser y el no-ser no hay término medio.
4. Principio de razón suficiente: para que algo suceda ha de existir una causa
proporcionada.
5. Principio de causalidad: todo lo que existe tiene una causa.
La ciencia aristotélica es un conjunto de conclusiones demostradas a partir de la experiencia,
sobre el fundamento último de los primeros principios. Para Aristóteles, demostrar es proceder
mediante silogismos. E conocimiento científico no es probable sino necesario, pues no procede
de la opinión sino de cusas ciertas; es, además, universal, en el sentido de inmutable y válido
para todos los seres agrupados bajo la misma especie o el mismo género.
Aristóteles agrupó las ciencias en tres familias:
- Especulativas o teóricas: física, matemáticas, metafísica.
- Prácticas: ética, política, economía.
- Técnicas o productivas: el arte, la técnica, la gramática, la medicina…
De la metafísica dirá Aristóteles que es, entre todas las ciencias, la más divina y la más digna
de honor.
2.2. La lógica como instrumento de todas las ciencias.
La disciplina intelectual que los estoicos denominaron lógica fue inventada por Aristóteles y
designada con el nombre de analítica. Analiza los procesos de la mente humana en su camino
hacia el conocimiento científico. Se trata, por tanto, no de una ciencia sino de un estudio
preliminar o propedéutica general de todas las ciencias. Por consiguiente, el término organon,
que significa “instrumento”, expresa perfectamente el carácter instrumental de la lógica
aristotélica.
La lógica considera la forma que debe tener cualquier tipo de razonamiento que pretenda
demostrar algo. Muestra, por ello, cómo procede el pensamiento cuando piensa, y analiza sus
tres operaciones básicas:
• Simple aprehensión: que elabora los conceptos con los que captamos la naturaleza de
las cosas.
• El juicio: que une conceptos según la relación sujeto-predicado.
• El razonamiento: por el que avanzamos de juicios conocidos a juicios desconocidos.
2.3. El concepto y las categorías.
El concepto es el modo de conocer que hace posible la ciencia. Aristóteles lo concibe como un
conocimiento de validez universal, es decir, aplicable a muchos objetos particulares.
Conceptos como “hombre”, “músico” o “árbol” son tales porque corresponden a muchos
singulares. Conocemos el mundo a través de las sensaciones que nos llegan por los cinco
sentidos. Pero, más allá de la sensación que nos permite ver u oír algo, podemos preguntarnos
qué es ese algo. Las preguntas sobre el qué no se contestan con los datos captados por los
sentidos. Sólo pueden ser contestadas por los conceptos que elabora el entendimiento, pues
donde nuestros sentidos son solo capaces de captar la figura, el peso y el color de esta
combinación de cristal, cuero y metal, el concepto es capaz de entender que se trata de un reloj.
El concepto no refleja la materialidad de las cosas, sino su esencia, naturaleza o función. Por
ello, tampoco está ligado a los límites espaciales y temporales de los objetos. Y así,
entendemos lo que es un reloj, reconocemos como tales todas las máquinas o instrumentos que
sirvan para medir el tiempo, desde un panel electrónico hasta un reloj de arena. Esa aplicación
universal de los conceptos es lo que confiere a la ciencia su carácter de universal.
El concepto es el conocimiento intelectual de un objeto, y su validez universal hace posible que
el conocimiento humano sea científico. Las sensaciones no entienden la realidad, los conceptos
sí.
Con los conceptos elaboramos juicios. El juicio lógico, también llamado proposición, es el
acto mediante el cual unimos dos conceptos, afirmando o negando uno de otro. Ahora bien,
cada una de las palabras que se dicen sin conexión significan o bien la sustancia, o bien la
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magnitud, la cualidad, la relación, el dónde, el cuándo, el estar en una posición, el tener, el
hacer o el padecer. Se trata de las categorías o formas fundamentales de ser, los géneros
supremos a loas que poder referirse cualquier término.
Las categorías o predicamentos son modos de ser que encontramos en la realidad: sustancias y
accidentes.
2.4. El método de las ciencias.
Hay un modo deductivo de hacer ciencia, que consiste en deducir lo particular de su causa
universal. Aristóteles piensa que la deducción perfecta es el silogismo: el razonamiento
deductivo compuesto por dos premisas y una conclusión. Si queremos que el silogismo
incremente el conocimiento científico, además de coherencia ha de tener verdad: además de
corrección formal ha de partir de premisas verdaderas.
El silogismo aristotélico sustituye a la dialéctica platónica como método científico. Ya no se
trata de ascender al reino trascendente e las ideas sino de conocer la esencia o naturaleza
permanente de las cosas, causa necesaria y universal de su ser y de su obrar.
Además del silogismo, Aristóteles propone otro método para llegar a conocimientos de validez
universal: la inducción. El silogismo va de lo universal a lo particular, y la inducción es el
procedimiento inverso: si advierto que el cobre es buen conductor de la electricidad, y también
el hierro, el plomo, y el aluminio, y el estaño,… puedo concluir que todos los metales son
buenos conductores de la electricidad. Esta conclusión nos ha permitido conectar
racionalmente lo particular con lo universal.
3. La Realidad.
Con su teoría de las Ideas, Platón da razón de un mundo sensible, cambiante, en el que solo
cabe la opinión, y un mundo inmutable, una auténtica realidad en la que es posible la ciencia.
Aristóteles critica la teoría de las Ideas de Platón y vuelve, por tanto, al problema inicial
establecido por Heráclito y por Parménides para tratar de ofrecer una explicación plausible del
cambio y la realidad. Esta tarea será emprendida por Aristóteles en la Metafísica. Según él,
existe una ciencia que estudia el ser en cuanto ser y también las propiedades que le
corresponden en cuanto tal. Esta ciencia no se confunde con el resto de otras posibles ciencias,
ciencias particulares, porque ninguna de estas últimas considera el ser en general, sino solo una
parte esencial del mismo. Por tanto, la metafísica será una ciencia previa a las otras porque se
encargará de cimentar las demás ciencias particulares. Para poder hablar del movimiento, por
tanto, será necesario saber antes qué es ese ser que tiene capacidad de movimiento.
Definida así la metafísica, Aristóteles no emplea ese término concreto (que es de Andrónico de
Rodas), sino que describe una filosofía primera; pero resulta necesario especificar qué se
entiende por ser y cuáles son las propiedades que les corresponden.
3.1. El ser y la sustancia.
Una casa es, una piedra es, un pensamiento es, pero no de la misma manera. El término ser es
análogo porque, aunque todas las cosas descritas son, no todas lo son del mismo modo. El ser
así entendido, ser como forma distintiva de las cosas, es la sustancia. Preguntar por el ser, en
ese sentido análogo, es preguntar por la sustancia.
Aristóteles continúa con su aclaración de conceptos. Podemos plantearnos si el andar, el estar
sano, el estar sentado, etc., son ser o no ser, ya que ninguno de los modos descritos puede tener
existencia por sí mismo. Podemos contemplar a un hombre sentado, pero no es posible
concebir el estar sentado como una realidad en sí misma. Todos esos modos deben darse en
una realidad concreta: la sustancia. Los distintos modos señalados serían entonces los
accidentes.
Sustancia es lo que existe por sí mismo y no necesita sustentarse en otra cosa para existir.
Los accidentes, para existir, deben apoyarse en la sustancia. Por tanto, la sustancia no se puede
predicar de ningún sujeto, sino que es un sujeto de predicación. Si decimos, por ejemplo, que
Juan está sentado, Juan sería la sustancia y estar sentado sería el accidente de esa sustancia.
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Aristóteles distingue entre sustancia primera y sustancia segunda.
• La sustancia primera hace referencia a un ser concreto (Juan).
• La sustancia segunda, al género y a la especie (Juan es hombre, la esencia de hombre).
Utilizaremos de forma genérica el término sustancia para referirnos a la sustancia primera, ya
que para Aristóteles lo realmente existente son los seres concretos. La sustancia segunda es un
concepto derivado de la sustancia primera. La sustancia es el ser en sentido primigenio, y no la
Idea platónica extramental. La realidad propiamente dicha es este mundo sensible en el que hay
cosas singulares: las sustancias. La Idea platónica solo es un concepto mental aplicable a cada
una de esas realidades concretas.
Entendido así el ser, ¿qué principios generales se pueden predicar sobre el mismo? Aristóteles
establece cuatro principios principales o atributos del ser: materia, forma, movimiento y
finalidad.
3.2. Teoría hilemórfica: materia y forma.
Tenemos sustancia y accidentes, por lo que el siguiente paso será determinar la composición de
la sustancia. La sustancia primera consta de materia y forma.
• La materia es aquello de lo que está hecho algo.
• La forma, lo que hace que ese algo sea lo que es.
Un cuadro estaría hecho de tela, madera, tintes. La forma del cuadro sería aquello que le hace
ser cuadro y no otra cosa. Materia y forma constituyen la sustancia del cuadro. Ambas se dan a
la vez y solo es posible dicha separación mediante el entendimiento.
SUSTANCIA
Materia
Forma
Potencia
Acto
Materia (hyle) y forma (morphé) hacen referencia a la sustancia en su aspecto estático.
Cuando hablemos de la sustancia en su aspecto físico, sujeta al movimiento, relacionaremos
materia y forma con los conceptos de potencia y acto.
La teoría hilemórfica aristotélica sitúa el principio de individuación de la sustancia en la
materia. Sigamos con el ejemplo del cuadro: existen diversos cuadros que tienen en común la
forma, pero que son distintos pues la materia no es la misma. Lo mismo ocurre con los seres
humanos: todos somos iguales en la forma, pero distintos por la materia.
El principio de individuación será entonces el que diferencia unas sustancias de otras. La
forma es lo universal, la esencia, lo necesario, y, por tanto, lo que se puede conocer de la
sustancia, ya que la materia es particular y contingente y lo particular y contingente no puede
ser objeto de conocimiento. La forma, aun siendo lo universal, no se da separada de la materia
y es inmanente a la sustancia. No tiene una existencia separada, como pretendía Platón con
respecto a sus Ideas. La forma no trasciende a la sustancia.
Aristóteles coincide con Platón en las características del conocimiento, pero para él lo
cognoscible, la forma, no es una realidad extramental, sino una parte inseparable de la
sustancia concreta.
Tras esta explicación de los conceptos aristotélicos alcanzamos el punto que conforma la
crítica que Aristóteles realizó de la teoría de las Ideas de Platón y que ayudará a solventar la
dicotomía planteada.
3.3. El movimiento.
Iniciemos la cuestión con un ejemplo: un alumno de bachillerato está en potencia de ser
universitario. Este cambio no se da desde el no-ser absoluto hasta el ser, pues el alumno sigue
existiendo, tanto si es bachiller como si es universitario. Por tanto, es posible referirse a un noser relativo, algo no planteado por los pensadores anteriores. No sería posible ser árbol y estar
en potencia de ser un coche, porque ese sí sería un salto del no-ser una cosa a ser otra
completamente distinta: un salto ilícito del no-ser al ser así entendido sería imposible.
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La cuestión clave reside en que en la sustancia está la propia capacidad de llegar a ser lo
que se es. Si se es bachiller se puede llegar a ser universitario, pues en ser bachiller está la
capacidad de llegar a ser universitario. En el árbol no está la capacidad de ser coche y, por
tanto, sería absurdo plantarse un cambio del no-ser al ser, ya que tal posibilidad no resulta
factible.
Ese poder llegar a ser es definido por Aristóteles como privación. En el ejemplo propuesto la
privación reside en no ser universitario. El sujeto del cambio es el alumno. Lo que adquiere en
ese proceso de cambio, el ser ya universitario, es la forma. Según Aristóteles, los principios
que hacen posible el movimiento son tres:
1
2
3
El
sujeto,
sustancia La forma que adquiere tras La privación de esa forma,
individual que permanece producirse el cambio (ser ser en potencia (el bachiller
después del cambio (el universitario)
que puede llegar a ser
alumno)
universitario porque aún no
lo es y, por tanto, tiene esa
privación)
La determinación actual de una sustancia es acto y la posibilidad de adquirir nuevas
determinaciones es potencia. Así, por ejemplo, una semilla está en potencia de ser árbol. El
árbol es esa potencia actualizada, acto. El movimiento es el paso de la potencia al acto.
Materia y forma hacía referencia a la sustancia en su carácter estático, potencia y acto, a su
carácter dinámico. Los cuatro conceptos hacen referencia a la sustancia y, por tanto, son
susceptibles de ser relacionados.
La materia es potencia y la forma actualiza esa materia. Un trozo de tela, diversos pigmentos,
pinceles, etc., se convierten en un cuadro cuando la forma actualiza esa materia y le hace ser
cuadro y no otra cosa. La materia es la capacidad de recibir formas, es pura potencialidad. La
forma muestra esa potencialidad ya actualizada, es acto. Aristóteles distingue dos tipos de
movimientos o cambios:
• Cambios accidentales: aquellos que no afectan a la esencia de la sustancia. Pueden ser
de tres tipos: cuantitativos, cualitativos y locales. Por ejemplo, aumentamos de peso,
nos teñimos el pelo, cambiamos de ciudad…
• Cambios sustanciales: aquellos que provocan la pérdida o adquisición de una nueva
forma. La pérdida se produce por corrupción; por ejemplo, el fallecimiento de alguien.
La adquisición se produce por generación; por ejemplo, una semilla que se convierte en
planta.
El cambio sustancial plantea interrogantes con respecto a la cuestión de cómo es posible el
cambio. El llegar a ser posibilita dicha explicación, ya que del ser al no-ser no puede darse
nada. Sin embargo, la corrupción o la generación parecen dar a entender que se produce ese
salto del no ser al ser o viceversa, algo que nos conduciría de nuevo al famoso problema del
cambio que nos ocupa desde Parménides.
Recurriremos a un ejemplo: si hacemos leña del tronco y las ramas de un árbol, éste, una vez
convertido en leña ha dejado de ser. Pero dicho dejar de ser árbol no es sinónimo de la nada,
porque entonces la propia teoría aristotélica no se sustentaría.
Por ello, Aristóteles introduce la noción de materia prima. Esta es ese algo que permanece, y
la nueva sustancia (leña) no surge de la nada. Si nos alejamos del ejemplo, la materia prima
sería el sujeto permanente en todos los cambios, siendo, al mismo tiempo, pura
indeterminación dispuesta a ser actualizada. Es, por tanto, una materia primitiva, caótica,
eterna y sustrato de todas las demás materias.
Resuelto el problema de cómo es posible el cambio y de los dos tipos que existen sólo quedaría
por responder a la cuestión de cómo se produce. Acudiremos para ello a la noción aristotélica
de causa.
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3.4. La causalidad.
En su Física, Aristóteles distingue cuatro tipos de causas: material, formal, eficiente y final.
Las causas material y formal son intrínsecas a la sustancia, la eficiente y final son extrínsecas a
la sustancia.
TIPOS DE
CAUSAS
INTRÍNSECAS
A LA MATERIA
Causa
material
•
•
•
•
Causa formal
EXTRÍNSECAS
A LA MATERIA
Causa eficiente
Causa final
Causa material: aquello de lo que está hecho algo. En el ejemplo del cuadro, el lienzo,
los pigmentos, la madera, etc.
Causa formal: aquello que hace que la sustancia sea lo que es y no otra cosa; en nuestro
ejemplo, un cuadro y no una fotografía. La materia es principio potencial, ya que no es
nada por sí misma, pero puede llegar a serlo una vez actualizada por la forma
correspondiente.
Causa eficiente: el agente que pone en marcha el cambio o movimiento pues, si no hay
causa eficiente nunca podría haber movimiento debido a que todo lo que se mueve es
movido por otro. En nuestro caso sería el pintor.
Al referirnos a esta causa explicitamos un principio básico en la teoría aristotélica del
movimiento: todo lo que se mueve es movido por otro. Así entendido, sería planteable
una cadena infinita de motores movidos, lo que imposibilitaría la explicación de la
realidad del movimiento que constato en el presente. Así, es necesario que exista un
motor que mueva sin ser movido por otro, un primer motor inmóvil que es la
explicación última de todos los cambios.
Al construir el principio del movimiento será, por tanto, inmanente al propio universo
ya que, de no ser así, no podría poner en marcha el movimiento: dios físico. La física
aristotélica se fundamenta en su metafísica.
Por tanto, ese primer motor es pura actualización, ya que si estuviera en potencia de
algo no podría concebirse como principio de nada y, por tanto, ha de ser acto puro. Si es
acto puro no puede ser materia, pues esta es pura potencialidad. Si no es materia, su
actividad sólo puede ser intelectual y lo propio de la actividad intelectual lo constituye
el pensamiento.
Ese acto puro es pensamiento, pero no uno que piensa cosas concretas, como ocurre en
el ser humano, sino un único pensamiento que tiene en sí todo el presente: dios
metafísico.
Causa final: aquella que determina el sentido por el cual el agente o causa eficiente
ejecuta una acción. Pintar un cuadro para alcanzar la fama. Para Aristóteles esta causa
es la principal de todas, por lo que la denomina también primera causa. Toda acción
conlleva la consecución de un fin, pues nadie obra por nada. Y esto no es solo aplicable
al ser humano sino a toda la naturaleza. El universo aristotélico es teleológico, todo
tiende a un fin, y ese fin se desprende de manera natural de cada ser particular y de todo
el cosmos en sentido general.
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4. Antropología y Conocimiento.
En su tratado Sobre el alma, Aristóteles presenta su teoría más elaborada acerca del ser
humano y de la naturaleza del alma y la relación de esta con el cuerpo. Esta antropología está
en consonancia con las líneas básicas de su metafísica y por tanto, supone una separación
definitiva del dualismo platónico.
Todos los seres naturales poseen alma, ya que esta es su principio vital. Estos seres son
sustancias y, por tanto, se componen de materia y forma. La materia es el cuerpo; la forma, el
alma. El alma actualiza la potencialidad del cuerpo; la potencialidad del cuerpo es poder recibir
la vida; por eso, es su principio vital. Alma y cuerpo conforman una unidad sustancial al igual
que ocurre con la materia y la forma de cualquier sustancia, aunque esta no sea un ser natural.
Aristóteles distingue tres tipos o facultades del alma:
1. Vegetativa: encargada de la nutrición.
2. Sensitiva: encargada de sensaciones y movimientos.
3. Racional: encargada del conocimiento intelectivo.
Estas facultades se relacionan con los distintos tipos de seres naturales: plantas, animales y
seres humanos. Las plantas solo poseen la facultad nutritiva. Los animales, la nutritiva, la de
sensación, que se manifiesta en que pueden percibir lo que les rodea, y la de locomoción. El ser
humano tiene las tres facultades, de las que la intelectiva sería la más genuina de todas, pues
hace posible el conocimiento científico y la voluntad.
El alma intelectiva sigue un proceso para conocer: a partir de los datos que inicialmente nos
muestran los sentidos, se alcanza la formulación de un concepto universal.
Por tanto, las sustancias no son solo la verdadera realidad, también constituyen el objeto del
conocimiento. A su vez, este concepto universal es una realidad mental, de modo que las Ideas
platónicas quedan despojadas de su aspecto ontológico y epistemológico.
Aristóteles solo coincide con su maestro en la universalidad del conocimiento, condición
necesaria para que realmente lo sea. Expliquemos, de manera gráfica, dicho proceso. La mente
humana es, inicialmente, una tabula rasa, es decir, no hay en ella nada a priori, ni ideas innatas
ni capacidad de recordar ninguna idea por el mero hecho de ser alma. Solo mediante la
experiencia sensible, los datos que nos proporcionan los sentidos, se puede iniciar el
conocimiento.
Los datos de los sentidos no son el conocimiento, pero este no es posible sin la intervención
inicial de ellos. La multiplicidad de sensaciones que se reciben a través de los sentidos no se
acumula en la mente de manera caótica, sino que recibe una primera estructuración mediante
una facultad que Aristóteles denomina sentido común.
Esta unificación produce una imagen en la mente gracias a la facultad de la imaginación – de
imagen y no de mente creativa- y de la memoria; esta imagen posee todavía las características
propias de la particularidad, ya que aún es una cosa concreta y por tanto no es verdadero
conocimiento. Sobre esta imagen actúa el entendimiento agente. Este despoja a la imagen de
toda particularidad y la mente se que da solo con lo que es general; este proceso se conoce con
el nombre de abstracción. La abstracción hace patente la forma y la sustancia, pero sobre ellas
el entendimiento agente no puede actuar, es el entendimiento paciente el que puede pensar
sobre la desmaterialización de la cosa. El entendimiento paciente contiene en potencia todas las
verdades que son actualizadas por el entendimiento agente.
Según Aristóteles, el entendimiento paciente en inmortal y en entendimiento agente es
imperecedero. Esta cuestión de la inmortalidad del entendimiento agente se presenta de modo
confuso en el pensamiento aristotélico y podría explicarse como un reflejo menor de la
filosofía platónica.
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5. Ética.
5.1. El bien del hombre: la felicidad.
La ética aristotélica, muy semejante a la platónica, aparece en la Gran Ética, Ética a Nicómaco
y Ética a Eudemo. Aristóteles comienza afirmando que toda acción humana busca siempre
algún bien, algún fin. Según él, casi todo el mundo llama felicidad al máximo bien que se
puede conseguir, pero reconoce que nadie sabe exactamente en qué consiste. Unos creen que es
el placer, la riqueza o los honores. Otros piensan que es otra cosa. A menudo la misma persona
cambia de opinión.
La vida en sociedad es otra condición necesaria de la existencia humana, y por tanto, de su
felicidad. El hombre es un animal social pero, por encima de todo, racional. Entonces, el
hombre naturalmente, tenderá a vivir conforme a la razón. Y esa vida conforme a la razón ha
de ser la más feliz. Dotado de inteligencia, el hombre es espectador de la verdad, y como la
más alta verdad es la divinidad, su contemplación constituirá la más hermosa y feliz de las
ocupaciones.
La felicidad consiste en la virtud, sin olvidar que necesitamos bienes materiales, pues es muy
difícil hacer algo cuando se carece de recursos; y entre esos recursos, los amigos y las riquezas.
Y como esto no depende totalmente de nosotros, está claro que la felicidad requiere de cierta
buena suerte (es lo que significa eudaimonía). En este sentido, si algo es un don divino, más
debe serlo la felicidad, puesto que es la mejor de las cosas humanas.
5.2. La virtud, el justo medio y los hábitos.
Hay que diferir el sumo bien del placer. Las virtudes realizan perfectamente los cuatro modos
generales del obrar humano: la determinación práctica del bien (prudencia), su realización en
sociedad (justicia), la firmeza para defenderlo o conquistarlo (fortaleza) y la moderación para
no confundirlo con el placer (templanza).
Las virtudes son hábitos operativos buenos que se adquieren por repetición de actos.
Aristóteles distingue entre virtudes éticas y virtudes dianoéticas. Las primeras perfeccionan
la parte apetitiva del alma (templanza, fortaleza y justicia), y las segundas la parte racional
(ciencia, inteligencia, sabiduría, arte y prudencia). Todo hábito es un modo de obrar que nos
permite realizar con facilidad y frecuencia un mismo tipo de actos. Hay hábitos motores,
intelectuales, volitivos y emocionales, pero todos presentan un rasgo esencial común:
conquistan la facultad de hacer lo que antes no se podía o de hacer con facilidad lo que se hacía
de modo deficiente o con dificultad. Cuando la repetición cristaliza en hábito, la ética se
convierte en una gratificante tarea de mantenimiento.
El griego entiende por virtud la excelencia. Las cuatro grandes virtudes esbozadas por Platón
van a ser estudiadas con detalle por Aristóteles, para quien toda virtud va a ser un hábito de
elegir y realizar prudentemente lo mejor. Se trata de una conquista no automática sino libre, y
siempre guiada por la razón. El exceso y el defecto destruyen la virtud, y el término medio la
conserva.
El término medio no es el mismo para todos, sino relativo para cada persona. Conocemos el
término medio como una media cualitativa, no cuantitativa, entre dos extremos, uno por exceso
y otro por defecto. La virtud no es tanto un conocimiento teórico como una conducta estable,
pues sería inútil saber qué es la virtud y no saber cómo conseguirla, de la misma manera que no
nos conformamos con saber en qué consiste la salud, sino que lo que queremos es estar sanos.
5.3. El arte de la prudencia.
Aristóteles llama prudencia a ver previamente y adelantarse a los acontecimientos, medir las
consecuencias antes de obrar. Se trata de una virtud difícil de poseer, porque el gobierno más
difícil es el de uno mismo. Supone colocar y mantener a la razón en el vértice de una pirámide
donde se amontonan las libertades, los deberes, las responsabilidades, los sentimientos, los
gustos, las afinidades, las rarezas, las aficiones: una especie de circo ingobernable.
En su origen, la prudencia designaba la cualidad máxima de la inteligencia, el arte de elegir
bien en cada caso concreto, una vista excelente para ver bien en las situaciones más diversas.
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Historia de la Filosofía Curso 2016-2017
La prudencia es una cualidad teórica y práctica a la vez. Conocimiento directivo que requiere
estudio, mucha experiencia, petición de consejo y reflexión ponderada.
La prudencia ejerce sobre la propia conducta un control de calidad que obliga a jugar limpio,
tanto en la elección del fin como en el terreno de los medios. La prudencia no es simple
astucia, sino inteligencia para poder escoger los fines adecuados.
Pero, ¿qué hacer con el placer? Aristóteles repite que el estatuto del placer es radicalmente
natural. Unos dicen que el bien es el placer y otros dicen que todo lo contrario. La respuesta del
filósofo es sencilla: los placeres no son malos por ser placenteros, sino cuando hacen al hombre
brutal o vicioso. Considera Aristóteles que la educación del placer reviste particular
importancia cuando se refiere a ciertos placeres corporales. La falta de control consiste en
buscar el placer donde no se debe o como no se debe. La búsqueda del placer deberá estar
siempre encauzada y templada por la inteligencia. Saber cómo evitar el descontrol en los
placeres es lo que más importa al hombre. Ese saber, y más propiamente la actividad práctica
por él regulada, lo llama Aristóteles sofrosyne (templanza), dentro de la más pura tradición
socrática.
5.4. Tres justicias.
Aristóteles distingue tres tipos de justicia:
• Justicia legal: mira al bien común y regula las obligaciones del ciudadano con la
sociedad.
• Justicia distributiva: distribuye entre los ciudadanos los beneficios y las cargas que
lleva consigo el bien común.
• Justicia conmutativa: regula los intercambios de bienes entre particulares.
Distingue también Aristóteles entre la universalidad de una justicia natural y la contingencia de
la justicia humana. A veces no es fácil conocer lo que es justo y lo que es injusto, pues no lo
dicen las leyes. Las leyes son generales, mientras que las acciones son concretas. El ejemplo
aristotélico es contundente: todo el mundo entiende lo que es amputar, pero saber hacerlo para
curar a un enfermo es tan difícil como ser médico. Ello significa que la última palabra sobre la
conducta justa no la dice la justicia, sino la equidad. Toda ley es universal, pero la variedad de
acciones humanas es tan grande que algunas quedan fuera de la formulación general. Por tanto,
ser equitativo es mejor que ser justo.
6. Política.
6.1. Sociabilidad natural del hombre.
El ser humano, para Aristóteles, es un animal social por varias razones:
a) Porque si un hombre se bastara a sí mismo sería más que hombre o menos que hombre:
un dios o una bestia.
b) La propia naturaleza hace que nazcan hombres y mujeres que se unen en familias para
procrear y satisfacer las necesidades elementales. Como una familia tampoco se basta a
sí misma, nace la aldea, y la unión de varias aldeas forma la ciudad o polis, forma
suprema de comunidad para Aristóteles.
c) La voz de los animales sólo puede expresar placer o dolor, en cambio la naturaleza ha
dotado al hombre de lenguaje (logos) mediante el cual puede expresar lo útil y lo
perjudicial, lo justo y lo injusto.
La búsqueda de la felicidad, el fin último de toda la conducta humana, nos coloca en la
paradójica situación de tender siempre a la utopía. Pero según Aristóteles hay una utopía
posible, la polis. Si se nos niega la felicidad absoluta, la polis nos ofrece el único ámbito donde
alcanzamos la felicidad posible. El ciudadano vive rectamente cuando su vida es útil para sus
conciudadanos, para la conservación y prosperidad de la sociedad en la que vive. Y la
prosperidad de esa sociedad no consiste sino en la prosperidad de sus miembros, en la vida
lograda de todos ellos, en el bien común. La polis alcanza su plenitud cuando educa a todos sus
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ciudadanos, y los ciudadanos alcanzan su plenitud cuando son sabiamente educados por las
leyes, los usos y las costumbres de la polis.
Aristóteles admite que la mujer es inferior al hombre y que ciertos hombres son esclavos por
naturaleza. Además, para ser ciudadano no basta con habitar en el territorio de la ciudad sino
que es preciso tomar parte en la administración de la justicia y participar en la asamblea que
legisla y gobierna la ciudad. Por consiguiente, ni el esclavo, ni el colono, ni el trabajador libre,
ni el extranjero, pueden considerarse verdaderos ciudadanos.
6.2. Formas de gobierno.
La mejor forma de gobierno depende de cada ciudad. Lo más práctico es un régimen mixto:
democrático en las instituciones inferiores, aristocrático en la minoría rectora, monárquico en
el poder supremo.
En los dos últimos libros de la Política Aristóteles expone las condiciones que debería reunir el
Estado ideal:
a) Una población ni demasiado exigua para valerse por sí misma, ni tan numerosa que
resulte ingobernable. El número de ciudadanos debe permitir que todos se puedan
reconocer.
b) El territorio presentará características análogas: suficiente para proporcionar lo que se
necesita para vivir, pero abarcable con la vista.
c) Las funciones esenciales de la ciudad dividen a sus habitantes en agricultores,
pescadores, artesanos, guerreros, comerciantes, gobernantes y sacerdotes. Sólo los
ciudadanos se ocuparán de la guerra, del gobierno y del culto a los dioses.
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