SSTC 19/2003, de 30 de enero y 24/2003, de 10 de febrero: las normas procesales sobre inadmisión han de interpretarse de modo razonable y respetuoso con el derecho fundamental de acceso a la jurisdicción. Postulación procesal: actuación de distinto letrado en la vista al que firmó la demanda. Impugnación de acto consentido y firme. Juan Ignacio Gomar Sánchez Técnico de Administración General Consejero Técnico de la Secretaría General del Ayuntamiento de Madrid [email protected] I. DOCTRINA DEL TRIBUNAL El derecho fundamental de acceso a la jurisdicción exige una interpretación razonable de los preceptos que regulan la posibilidad de inadmisión de recursos. Sobre este aspecto se manifiestan estas dos sentencias, dictadas en procedimientos de amparo, en un caso en relación a la impugnación de una providencia de apremio por razón del IAE y en otro por razón de una reclamación de cantidad. En ambas ocasiones, con motivo de contenciosos seguidos contra corporaciones locales. Siguiendo el reiterado criterio del Tribunal acerca de que la inadmisión es jurídicamente posible si es razonable y no lesiona el contenido esencial del derecho de acceso a la jurisdicción, lo que conduce inevitablemente a un cierto casuismo, en la sentencia 19/2003 se analiza un supuesto de postulación procesal, la posibilidad de que en el acto de la vista en un procedimiento abreviado seguido ante la jurisdicción contencioso administrativa comparezca en representación de la parte un abogado distinto del que firmó la demanda, entendiéndose que no es ajustada a la Constitución una resolución por la que se entiende desistida a la parte, lo que equivale a la inadmisión de su pretensión, si consta adecuadamente a través de cualquiera de los medios que admite la ley que dicho abogado ostenta también su representación. Se admite pues el amparo solicitado. En la sentencia 24/2003 se analiza la adecuación al derecho de acceso a la jurisdicción de la posibilidad de inadmitir un recurso por dirigirse contra un acto anterior consentido y firme, posibilidad que el Tribunal considera compatible con el contenido esencial de este derecho fundamental entendiendo, con el voto particular en contra de un magistrado, que las demás pretensiones planteadas en el caso concreto son de mera legalidad, por lo que se denegó el amparo. II. ANTECEDENTES JURISPRUDENCIALES Son múltiples los antecedentes jurisprudenciales que establecen el principio de que la efectividad del derecho de acceso a la jurisdicción no admite una interpretación de los requisitos legalmente exigibles que se caracterice por un rigor o formalismo desproporcionado que conlleve una obstaculización injustificada del derecho a que un 1 órgano judicial resuelva sobre el fondo de la pretensión a él sometida (STC 63/1999, de 26 de abril; 158/2000, de 12 de junio; 16/2001, de 29 de enero; 160/2001, de 5 de julio). En materia de postulación procesal el antecedente inmediato de la sentencia 19/2003 es la 206/2002, de 11 de noviembre, referida a un supuesto análogo, sobre la intervención de un procurador. Las sentencias 205/2001, de 15 de octubre, y el auto 276/2001, de 29 de octubre, no pueden considerarse antecedentes, pues aunque examinan el mismo problema teórico se refieren a supuestos en que no constaba en ninguna forma admitida en derecho la representación del abogado, a diferencia de lo que ocurre en el caso de la 19/2003. Cabe también considerar antecedente de este supuesto la jurisprudencia que considera que el poder de postulación es un requisito subsanable de modo que solo cuando dicha subsanación no se haya producido tras haber dado a la parte la posibilidad de hacerlo podrá este vicio servir, sin lesionar con ello el derecho a la tutela judicial efectiva, como motivo de inadmisibilidad (STC 174/1988 y 133/1991). En cuanto a la inadmisión de los recursos formulados contra actos consentidos y firmes, el antecedente inmediato de la sentencia 24/2003 se encuentra en las que analizaron el artículo 40 a) de la anterior Ley de la Jurisdicción Contenciosa de 1956, de similar redacción al articulo 28 de la Ley vigente (SSTC 126/1984, de 26 de diciembre, 48/1998, de 2 de marzo, y 143/2002, de 17 de junio), que consideraron que, sin perjuicio de que deba interpretarse y aplicarse de modo restrictivo, tal supuesto de inadmisión respeta el contenido esencial del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva y es por tanto constitucional. III. SUPUESTOS DE HECHO. En la sentencia 19/2003 una sociedad recurre contra una providencia de apremio derivada del Impuesto de Actividades Económicas y plantea recurso contencioso administrativo que es firmado por un abogado debidamente apoderado mediante documento en el que también constaban apoderados otros abogados, siendo uno de estos otros y no el que firmó la demanda el que comparece en la vista. A pesar de que dicho documento de apoderamiento consta en autos, el Juzgado considera que la representada no ha comparecido por entender que el abogado que se presenta en la vista, al no ser el que firmó la demanda, no puede actuar como su apoderado, y en su virtud declara a la recurrente desistida con imposición de costas. En la sentencia 24/2003 el que fue recaudador municipal reclama el pago de una cantidad en concepto de IVA sobre el premio de cobranza derivado de su actividad, reclamación que plantea años después de que otra solicitud similar le fuese denegada por acuerdo del Pleno Municipal, si bien dentro del plazo de prescripción que el ordenamiento otorga a su derecho. En sucesivas instancias le es inadmitida su petición sobre la base de que en realidad impugna un acto, el de desestimación inicial, que fue consentido y firme. 2 IV. TIPO DE RECURSO. A través de ambas sentencias se resuelven recursos de amparo. En el caso de la sentencia 19/2003 el interpuesto contra dos resoluciones de 2 de febrero de 2000, dictadas por un mismo Juzgado de lo Contencioso Administrativo de los de Madrid, una por la que se declaró desistida a la recurrente y otra por la que se desestimó el recurso de súplica formulado contra la anterior. En la 24/2003 el planteado contra el auto dictado por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla- La Mancha 197/2000 por el que se desestimo el recurso de suplica contra el auto de 10 de abril de 2000 por el que se inadmitió el recurso. V. FUNDAMENTOS JURÍDICOS. Tanto la jurisprudencia constitucional como la ordinaria vienen entendiendo que la interpretación de las normas procedimentales no puede efectuarse de modo rígido y solemne sino en función de la finalidad que están llamadas a satisfacer y, por tanto, de un modo flexible. En este sentido el Tribunal pone de relieve que el incumplimiento del requisito de postulación procesal al que se refiere el articulo 23.1 de la Ley 29/1998, de 13 de julio, de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, permite fundamentar decisiones de inadmisión sin con ello vulnerar la doctrina constitucional sobre el derecho de acceso a la jurisdicción, siempre que pueda apreciase que con ello no se vulnera el contenido esencial de este derecho fundamental. El propio Tribunal ha admitido así estas decisiones en supuestos en los que no constaba de modo alguno la representación del abogado de alguna de las partes. Sin embargo, en el presente supuesto consta en las actuaciones que la sociedad recurrente había otorgado poder a varios abogados de modo que uno de ellos firmó la demanda y otro compareció a la vista. Es lógico por tanto que el Ministerio Fiscal se adhiera a la petición de amparo y que el Tribunal la estime. El fundamento jurídico en el que se basa la estimación del amparo es pues la lesión del derecho de acceso a la jurisdicción que se deriva de la interpretación que efectuó el juzgado. El Tribunal no consideró que el articulo 23.2 de la Ley de la Jurisdicción Contenciosa pudiera ser inconstitucional, de otro modo la Sala hubiera debido de elevar la cuestión al Pleno a través de la posibilidad que le atribuye el artículo 55.2 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional de 3 de octubre de 1979. Con arreglo a los mismos principios, en la sentencia 24/2003 el Tribunal reitera su ya establecido criterio sobre la inadmisión de los recursos que puedan dirigirse contra actos consentidos y firmes al considerar que dicha previsión no lesiona ni limita el derecho de acceso a la jurisdicción pues solo impone a quien pretende acceder a la misma la carga de impugnar previamente (y en plazo) el acto administrativo, “lo que en modo alguno puede estimarse ni arbitrario ni desproporcionado”. 3 VI. COMENTARIO CRÍTICO El análisis de la constitucionalidad de las causas de inadmisibilidad conduce a un cierto casuismo en la medida en que en cada supuesto es preciso valorar si existe un fundamento razonable que permita considerar que su aplicación no lesiona el derecho de acceso a la jurisdicción Si bien las cuestiones procedimentales y también las de postulación procesal pueden dar lugar a debate como cualesquiera otras de orden jurídico, las circunstancias del caso analizado en la sentencia 19/2003 hablan por si mismas, siendo clara la necesidad de estimar el recurso de amparo puesto que en todo momento constó en autos la representación del abogado que compareció en la vista. Ciertamente, éste no era quien firmó la demanda, pero ello no permite afirmar, como hizo el magistrado, que no representaba a la sociedad recurrente, pues gozaba de poder, otorgado por ésta en el mismo momento y lugar en el que se otorgó el de quien la suscribió. Los despachos profesionales actúan hoy día a través de múltiples letrados distribuyendo su trabajo del modo que les es mas oportuno y debe admitirse que pueda comparecer a la vista un letrado distinto de quien firmó la demanda, si goza del poder de aquel a quien representa. Si el juzgado hubiera tenido alguna duda sobre las circunstancias relacionadas con la dirección técnica de la representación de la recurrente hubiera podido solicitar las aclaraciones oportunas pero ello no le autorizaba a considerarla desistida por incomparecencia. Por otra parte, tales dudas tampoco eran razonables en la medida en que si emplazada la parte comparece un abogado con poder de la misma en el día y hora indicado, es lógico considerar que actúa en nombre de aquel a quien se emplazó. Si en la sentencia 19/2003 el Tribunal examinó el supuesto planteado desde la óptica de las causas de inadmisibilidad, las conclusiones de dicha sentencia pueden servir de partida al análisis de la sentencia 24/2003, que específicamente versa sobre uno de tales supuestos, el que afecta a la impugnación de los actos administrativos que hayan sido consentidos y sean firmes. Sobre este asunto el Tribunal recuerda su doctrina sobre el articulo 40 a) de la anterior Ley de la Jurisdicción Contenciosa, de similar redacción, que consideró ajustado a la Constitución. En este punto no se podría hacer por tanto otra objeción que la que pudiera hacerse a las sentencias en las que se fijó aquel criterio. No obstante, el análisis de fondo de la solicitud de amparo realizada en este caso, que no efectuó el Tribunal al considerar que la cuestión planteada era de legalidad ordinaria, hubiera sido relevante, pues como él mismo Tribunal admite, en relación a esta causa de inadmisibilidad, “la aplicación de la misma puede resultar problemática en aquellos supuestos en los que los actos administrativos impugnados resuelven una petición por la que el ciudadano ejerce un derecho al que el Ordenamiento jurídico reconoce un plazo de ejercicio que no coincide con los plazos establecidos con carácter general para impugnar los actos administrativos”. 4 En que medida en estos supuestos puede deducirse del artículo 28 de la Ley de la Jurisdicción Contenciosa el establecimiento de un limite temporal para el acceso a la jurisdicción consistente en la necesidad de impugnar en los plazos que la misma prevé los actos administrativos, al margen de cualesquiera otros plazos que el ordenamiento establezca para los derechos en ellos afectados, es cuestión que puede no considerarse de orden constitucional, pero el modo en que los tribunales interpretaron en el caso planteado dicho artículo y consideraron consentido el acto, sí hubiera debido serlo, como apuntó el Ministerio Fiscal. Por su parte, el Magistrado discrepante, Gay Montalvo, consideró que si el derecho del particular, la reclamación de una cantidad determinada, está sujeta a un plazo de prescripción distinto al plazo que regula el ejercicio de acciones administrativas, la consideración de un acto como reproducción de uno anterior consentido o firme debe efectuarse en función de los plazos que afecten al derecho material controvertido, pues de lo contrario la causa de inadmisibilidad no parece tener un fundamento razonable cuando el propio ordenamiento dispone un plazo para solicitar el reconocimiento o ejercicio del derecho mas amplio del que podría existir para recurrir en vía administrativa. No obstante, tal planteamiento no conduciría a mi juicio a la inconstitucionalidad del artículo 28 sino al análisis de su antinomia con todos aquellos otros que disponen distintos plazos para el ejercicio de acciones y derechos, cuestión interpretativa de legalidad ordinaria sobre la que se ha manifestado de modo contradictorio el Tribunal Supremo pues si bien en resoluciones como las de 14 de octubre de 1980, 10 de marzo, 29 de septiembre y 9 de diciembre de 1986 ó 16 de julio de 1993, ha afirmado que “el art. 40.a) de la Ley Jurisdiccional impide que pueda reconocerse, en el ámbito de nuestro Derecho administrativo, que el transcurso del plazo para interponer el recurso pertinente en vía administrativa deja subsistente el derecho subjetivo material afectado por la resolución de la Administración, que podría entonces ejercitarse en cualquier momento, mientras no quedase extinguido por el cumplimiento de su plazo de prescripción”, en otras como las de 22 de julio de 1966, 14 de febrero de 1967 o 6 de julio de 1972 (citadas por González Pérez) declaró que “la falta de impugnación en plazo no puede perjudicar nunca un derecho material que tiene conforme a la ley una vida mas larga”. En lo que al caso que nos ocupa atañe, podemos concluir que el análisis que efectuó el Ministerio Fiscal, al afirmar que no podía considerarse que el acto hubiera sido consentido y firme, y la observación de las circunstancias de hecho producidas en el caso enjuiciado, hubiera debido llevar al Tribunal a estimar la solicitud de amparo en la medida en que, con independencia del derecho material del recurrente y de las cuestiones antes apuntadas, éste efectuó, según la información que se aporta en la sentencia, todo lo necesario para obtener una declaración de fondo sobre su pretensión sin que en modo alguno pudiera deducirse que consintió el acto sino mas bien todo lo contrario. En tal sentido el Tribunal hubiera podido declarar que la causa de inadmisibilidad consistente en la consideración de que se recurre un acto consentido lesiona el derecho de acceso a la jurisdicción cuando de las circunstancias y de las conductas jurídicamente relevantes del afectado se observa que este no se ha aquietado 5 frente al acto o ha dejado de ejercitar ante los tribunales de modo medianamente diligente las acciones que en derecho le correspondan, como en el caso aconteció. Tal afirmación, en la medida en que modula la constitucionalidad de la causa de inadmisión y su relación con el derecho de acceso a la jurisdicción hubiera debido efectuarse por el Tribunal Constitucional, al llegar el asunto a su conocimiento a través de la solicitud de amparo. VII. RELEVANCIA JURÍDICA La jurisprudencia ordinaria ya se había hecho eco en sentencias como la del Supremo de 6 de marzo de 1997, 4 y 6 de abril de 1998, 8 de julio de 1998 y otras, de que es posible subsanar los defectos de postulación procesal, por tanto, la estimación del amparo contribuye a confirmar a nivel constitucional este criterio y a rechazar la utilización de la inadmisión por esta causa siempre que la representación del abogado conste otorgada a través de cualquiera de los medios admitidos en derecho. De la misma forma, la remisión del Tribunal a su ya establecido criterio sobre la inadmisibilidad en casos de actos consentidos y firmes, negándose a entrar, por considerarlo cuestión de legalidad ordinaria, en las circunstancias de este caso concreto, hace que la sentencia 24/2003 no aporte nada nuevo al estudio de esta cuestión, que no es improbable que, en base a similares circunstancias, vuelva a plantearse ante el Tribunal. VIII. BIBLIOGRAFÍA VILLAR PALASI: “La doctrina del acto confirmatorio”, Revista de Administración Pública, número 8; GONZALEZ PEREZ J. “Comentarios a la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa”, Cívitas 1998, página 689 y siguientes; GONZALEZ PEREZ y GONZALEZ NAVARRO, “Comentarios a la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y el Procedimiento Administrativo Común”, Cívitas 1997, tomo II, página 1557. 6