Los Talleres Familiares Textiles en San Felipe Cuauhtenco

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1
G u i l l e r m o
D a v i n s o n
Documentos de Trabajo del pr oyecto
“UNIDAD DE INVESTIGACIÓN Y SERVICIOS
DE A P O Y O P A R A M I C R O E M P R E S A S
Y ORGANIZACIONES DE MICROFINANZAS”
D
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O
RECTOR
Mtro. Enrique González T orres, SJ
COORDINACIÓN EDITORIAL
Eva Paredes Camacho
Andrés Sandoval Her nández
Miriam Cuéllar Álvar ez
DISEÑO, EDICIÓN E IMPRESIÓN
Pixel y Punto
http://www.pixelypunto.com
FOTOGRAfÍA:
Portada: María Or ellana
Interiores: Iván Rico
A V
I
S
O
Los documentos presentados en esta serie “Documentos
de trabajo” son resultados pr eliminares de carácter inter no.
Para solicitar la versión final o hacer comentarios sobre
el documento de trabajo 1, comunicarse con
Luis Guillermo Davinson:
l u i s . g u i l l e rm o . d a v i n s o n @ s i s . u i a . m x
Presentación
E
l presente artículo es uno de los resultados del proyecto “Transformaciones
globales y el destino de la comunidad campesina indígena” a cargo del
Dr. Roger Magazine N. y un servidor que recibe el apoyo financiero de la
Universidad Iberoamericana. El proyecto tiene como objetivo conocer los procesos
de transformación que se han dado en dos regiones de México, las comunidades
cercanas a Texcoco y la región sur occidental del estado de Tlaxcala. Este
conocimiento es producido mediante la colaboración activa de estudiantes del
programa de posgrado en antropología social de la Universidad Iberoamericana
que en los veranos de 2000 y 2001 han realizado prácticas de campo por períodos
de seis semanas en cumplimiento con los requisitos curriculares. Al formar a estudiantes en la investigación el proyecto produce nuevos conocimientos sobre la
realidad nacional, uno de los grandes compromisos del Programa desde sus inicios.
En el presente artículo, Guillermo Davinson nos ofrece algunos avances en su
investigación de tesis de maestría que desarrolla como parte del proyecto. Trayendo un interés en la comunidad indígena desde su Chile natal, el autor pronto
expresó un interés en profundizar en la temática de los procesos de transformación
económica en comunidades de este tipo. Los primeros frutos de esta investigación
se plantean muy prometedores ya que su convivencia con los habitantes de una
comunidad donde aún muchos se expresan en la lengua náhuatl le ha permitido
detalladas descripciones de un proceso a desarrollar. La observación participante,
la herramienta básica de la disciplina antropológica y esencial para su enseñanza,
se ha reproducido gracias al apoyo de la Universidad Iberoamericana y sus resultados se dan a conocer en el presente trabajo. Es sólo a través de estudios de este
tipo que se pueden conocer de cerca las realidades particulares de la diversidad
mexicana y colocarlas en un trasfondo de cambio global.
1. El Dr. David Robichaux H. es académico del programa de posgrado en Antropología Social de la Universidad
Iberoamericana Ciudad de México.
Introducción
E
l objetivo del presente artículo es
describir el funcionamiento de los
talleres familiares textiles en un
pueblo de origen náhuatl del Municipio de Contla, San Felipe Cuauhtenco
ubicado a los pies del volcán de la
Malinche en el estado de Tlaxcala. En
ese marco los datos fueron recopilados en un trabajo de campo, con una
duración de 5 semanas desarrollado
en junio del 2001 y complementado
por visitas entre enero y abril del 2002.
Un análisis preliminar de la información
apunta a percibir un importante cambio en las practicas económicas tradicionales de esta comunidad indígena,
concretamente a partir de 1950, año
que se introduce la actividad textil en
la dinámica económica del pueblo.
Este hecho se encuentra claramente
establecido en la memoria colectiva
de los habitantes de la localidad como un evento significativo y a la vez
trascendente en las transformaciones
que se suscitaron posteriormente en la
localidad. Los cambios económicos y
sociales, si bien se encuentran fijados
en un régimen de historicidad propio
de los habitantes del pueblo, se vinculan a procesos macroeconómicos
que en esa década y posteriormente
6
afectaron a la región de Tlaxcala,
como así también a otras variables que
pretendemos en este primer acercamiento abordar. Algunas ideas centrales de este trabajo provienen de un
capítulo de una tesis en proceso titulada “Cambios socio-económicos
y transformación económica: El caso
de las microempresas textiles en San
Felipe Cuauhtenco, Tlaxcala” que se
encuentra en la actualidad siendo desarrollada por el suscrito y dirigida por
el Dr. David Robichaux del programa
de maestría en Antropología Social de
la Universidad Iberoamericana.
2. Guillermo Davinson es Académico de asignatura del departamento de Sociología de la Universidad Iberoamericana
Ciudad de México.
ACERCAMIENTO
1 UN
AL CONTEXTO
FÍSICO Y SOCIAL
DE LA LOCALIDAD
En la falda nororiental del volcán de
la Malinche, en lo que es conocido
como el medio Poblano – Tlaxcalteca,
se ubica la localidad de estudio en el
Estado de Tlaxcala. Pertenece a el municipio de Contla de Juan Cuamatzi
cuya cabecera es San Bernardino
Contla. Municipio N ° 18 de la entidad
federativa de Tlaxcala3. El pueblo de
San Felipe abarca una superficie aproximada de 3 km2 y su población total
aproximada es de 1.900 habitantes.
Registra 536 edificaciones, incluyendo
escuelas, iglesias, centros de salud y
edificios públicos y en cuanto a su división predial está seccionado en 834
lotes. En términos censales es una “localidad”; vale decir se encuentra en el
segmento entre 500 y 2.499 habitantes
que el INEGI para estos efectos desarrolla. Como tal es una de las 138 localidades del Estado de Tlaxcala según
esta clasificación. Se encuentra a una
altitud de 2.480 metros sobre el nivel
del mar y el clima pre d o m i n a n t e
durante la mayor parte del año es templado–húmedo, con lluvias en verano
y tiende a ser más frío conforme se
asciende hacia las alturas de la Malinche4, extinto volcán que determina
parte importante de la vida económica, social y cultural de sus habitantes.
Se encuentra a 20 kilómetros al este de
la capital estatal Tlaxcala. El patrón
de asentamiento del pueblo es semi
concentrado en el lugar denominado
por sus residentes como el “centro”,
sitio donde se erigen las dos iglesias del
pueblo, (una construida hace 16 años
que reemplaza a la capilla usada
desde principios de siglo) el atrio de las
mismas y la única escuela primaria de
la localidad.
A un costado de esta área, se ubica
el punto de llegada y salida del transporte colectivo a Tlaxcala, San José
3. El municipio que cuenta con una población de 28.842 habitantes se encuentra ubicado dentro del área de la
Malinche. Su cabecera municipal Contla es un centro textil de importancia para la economía de la región desde hace
mucho tiempo.
4. Volcán de 4503 msnm, de la era geológica del pleistoceno, del tipo Estratovolcano (cono con extensas laderas). De
clima frío en la cumbre y templado en sus laderas. Temperatura entre los 0 y 15º C.
7
Aztatla, San Bernardino Contla, Santa
Ana Chiautempan y San Pablo Apetitlán. Conforme nos alejamos de este
“centro” prevalecen las casas asentadas en forma semi dispersa y ubicadas
al centro de la parcela familiar.
Es posible describir al pueblo, señalando que la mayoría de las casas son
de un piso, hechas de block y vigas de
madera expuesta como cielo raso. Los
muros son de materiales mixtos; block
y cemento principalmente, adobe y
corteza de árbol en los menos de los
casos. Respecto a las divisiones de la
vivienda, la mayoría de ellas tiene una
habitación principal que sirve de cocina y comedor a la vez, donde se
2
8
encuentra el fogón de leña o carbón
que ha sido complementado en los
más de los casos con estufas a gas.
Estas últimas coexisten con el tlecuil
(fogón); no obstante éste es vital para
las comidas habituales, como el mole
para las numerosas fiestas, los tamales
y las tortillas. Además de esta construcción, se encuentra lo que ellos llaman; “cocina de humo” donde junto
al tlecuil se encuentra el comal para
la elaboración de las tortillas diarias. La
cocina de humo esta construida generalmente de madera. En los patios
de las casas, generalmente al fondo
y no percibibles se construyen cuartos
para instalar los talleres de tejidos.
UN RECORRIDO
HISTÓRICO DE LA
ACTIVIDAD TEXTIL
EN LA ZONA
La actividad textil se encuentra estrechamente unida al desarrollo del
estado de Tlaxcala y constituye en la
actualidad —según indicadores oficiales— uno de sus principales ejes económicos. Fenómeno que en algunas
zonas del estado se remonta a lo
menos a los obrajes del XVI.
Es San Bernardino Contla en la actualidad cabecera municipal, la cual
ha determinado parte importante de
la dinámica textil en el pueblo. No
obstante se debe señalar que toda el
área de Tlaxcala ha sido transformada
por procesos macro y microeconómicos a partir de la década de los 70 donde destacan en este último ámbito, el
cambio suscitado entre la utilización
de los telares de pedal y luego los de
“poder” (eléctricos). Los primeros implicaban un costo importante en el factor
tiempo, como así también en ocupar
a varias personas que incluía los tejedores, los moloteros y otros ayudantes
en las actividades del telar manual. En
cambio, la incorporación del telar ha
impactado fuertemente en la dinámica economía local y por ende en
las relaciones sociales entre los sujetos
de los pueblos del área. Para el caso
de Contla este cambio permitió la
aparición de los denominados “talleres semi industriales” (González Jácome, 1991:39)
La etnografía sobre la zona parece
confirmar estas particularidades, es así
que a partir de los 70 al igual que otros
pueblos de Tlaxcala se inicia un proceso constante de comercialización
y transformación, esto último, incluso
se remite a la organización social de
estos pueblos, como consecuencia
de fenómenos de industrialización. Al
respecto (Robichaux, 2000) describe,
situándose en otro pueblo vecino,
pero con características culturales
similares como es Acxotla del monte,
algunos de estos cambios que hemos
esbozados y donde “el evidente proceso de transformación del campo ha
conducido a los investigadores a destacar la importancia cada vez mayor
de las actividades no agrícolas para
la población rural5. En este trabajo
Robichaux destaca cuatro momentos
históricos, 1929, 1976, 1987 y 1996 donde los cambios suscitados en dicha
comunidad, han producido una transformación radical de la economía
doméstica, “ya que entre los años 1929
y 1987 la mayoría de los hombres han
abandonado la actividad de carboneros/campesinos temporaleros por
la de obreros —en gran medida en
la industria textil— y trabajadores de la
construcción.” (Robichaux, 2000:18).
En lo que respecta al pueblo un elemento a agregarse fue la existencia
de ganado lanar en el pueblo hace 60
años. Sumado a los problemas de comercialización de este recurso (como
consecuencia de la inexistencia de vías
expeditas de acceso) y una sobre oferta del recurso actuó como un importante insumo para el surgimiento del
trabajo textil en la localidad. La existencia de lana obligaba a procesarla
para satisfacer los requerimientos de
los primeros telares. En esta época los
habitantes del pueblo tenían como
ocupación la de leñeros, carboneros y
5. Ver por ejemplo, Arias 1992, Cook y Binford 1995 y Mummert 1994, en Robichaux, 2000:17
9
pulqueros mientras que otros se dedicaban a la crianza de borregos. Se
recuerda que se contaba con unas 30
casas aproximadamente y existía ganado lanar en casi todas ellas, lo que
permitía una incipiente comercialización en San Bernardino
Contla. Los telares manuales hacen su aparición en el
pueblo en 1950, pero es en
Contla donde se adiestran
los primeros tejedores del
pueblo. Un vecino ahora de
75 años, (Casimiro Condesa)
fue uno de éstos y es recordado como el iniciador de
la actividad. Compró en Contla 3 telares de madera, lugar donde trabajaba
y aprendió ahí el oficio a los 18 años,
“tejía en casa ajena” y lo hizo por dos
años, primero con Fidel Nezahual y
después en casa de Lauro Hernández
donde conoció la técnica de los teñidos y algo de diseños. Le agradó la
actividad textil, —según refiere— por
ser un “trabajo menos pesado que la
agricultura y el corte de caña” (migración temporal a Veracruz) que en ese
entonces, era una de las alternativas
que existían para el pueblo y en las
cuales le correspondió desempeñarse.
El vecino que compró los telares los
adquirió cada uno en 60 pesos de la
época y eran de segunda mano y de
10
los más pequeños y los instaló en su
casa. No había electricidad en el pueblo y el agua, elementos necesarios
para el proceso de lavado y teñido de
los hilos eran escasos6. Entusiasmó con
su proyecto a otros 5 jóvenes del pueblo, los cuales ayudaron en
la instalación de los telares y
su manejo, constituyéndose
así en el primer grupo de
tejedores del pueblo. Este
primer taller produce saltillos (sarape pequeño) se
tejían 12 piezas diarias (4
por cada telar) pagadas a
4 pesos al momento de ser
entregados a un español, don José
Rodríguez,7 actualmente propietario
de “Hilados San José” en Santa Ana
Chiautempan. Este comerciante (J.
Rodríguez) entregaba los hilos a los
tejedores de la época más molotes,
tintas y lanzaderas —y al entregar
éstos los saltillos— el proveedor “le
hacía la cuenta”, vale decir, descontaba el costo del material suministrado, práctica que aún la desarrollan
algunos artesanos del pueblo. Esta
lógica comercial obligaba al tejedor
a entregar su producción únicamente a
este proveedor quien fijaba los precios
y la demanda. El transporte de la producción era en bicicletas o en burros
(demorándose cerca de dos horas) a
6. En 1950, no todos los hilos eran de colores, se debían teñir, para ello eran sumergidos en tinas con tintas.
7. Los nombres de las personas mencionadas en el artículo han sido cambiados para garantizar su anonimato.
Santa Ana, pues no había caminos
expeditos y por tanto medios de movilización que llegaran al pueblo.
Los telares de este primer taller fueron utilizados por 10 años y el dueño los
vendió a otro vecino del pueblo y
compró nuevamente en Contla, único lugar donde había “formapalos”
denominación de la época para los
constructores de estos aparatos. Las
impresiones que causa el inicio de la
actividad textil en los otros vecinos fueron de incredulidad respecto a su aplicación y resultados. Un ex presidente
Municipal en 1980 y que a los 13 años,
le correspondió desempeñarse como
canillero (hacía las canillas, madejas
de lanas) en el primer taller del pueblo
recuerda que la gente grande al momento de la llegada de los telares;
“veía con malos ojos esta actividad.
Habían estado siempre vinculados al
campo, la leña, el carbón y el pulque
y no se conocían más cosas”. Los
mayores, les decían a los tejedores;
“bueno, si ustedes van a ganar dinero
y no van a ir a trabajar al campo, a ver
si al rato comen tacos de billetes.” No
obstante, los telares de madera permitían la mantención de un grupo
familiar de 5 personas, se recuerda
que con un telar en 1958 era posible
hacer 2 saltillos (sarape pequeño) diarios solo dedicándole un “rato de trabajo”, por tal concepto se le pagaban
6 pesos (3 pesos por saltillo) y no era
posible tejer más que esta cantidad,
pues había que dedicarse también a
la agricultura. Entonces, la quincena,
en estas condiciones; era de 50 o 60
pesos aproximadamente.
En este primer taller aprendieron el
oficio unos 30 hombres del pueblo,
quienes posteriormente se dedicaron
a la actividad. Para 1963 los cálculos
indicaban que cerca de 40 familias
se dedicaban exclusivamente al tejido
y como tal percibían por concepto
de este trabajo sus mayores ingresos
económicos.
Las primeras producciones del pueblo eran compradas en Santa Ana
Chiaumtempan además por Enrique
Temoztle, cuñado de José Rodriguez,
quienes conformaban una sociedad
comercial que vendía la producción a
otros mercados (México, Puebla y
Apizaco) mediante “promotores” que
recorrían estos lugares entregando
los tejidos. El saltillo era la pieza más
confeccionada y su uso según recuerdan los vecinos era para “ decoración,
mantel, sobrecama, o algún lujo para
algún mueble”. Entre la instalación de
los primero telares en 1950 y la década
de 1970 se consolidó la actividad económica del taller de textiles, en términos de cantidad de sujetos dedicados
a ellos. Sin embargo, seguía existiendo
una dependencia de los insumos que
eran controlados por los compradores
de los pueblos vecinos. A ello, debe
agregarse que el traslado era engorroso por las condiciones camineras, sin
embargo pese a ésto se continuó con
la actividad. Rodolfo Cuamatzi fue el
11
12
primer vecino que lleva un carro al pueblo en 1954 y efectuaba recorridos por
las barrancas aledañas y colaboraba
en el transporte de tejidos. Ya en los
años 70 prácticamente todas las casas
del pueblo tenían telares de madera.
Respecto a esta última fecha existe
coincidencia por parte de los vecinos
en reconocer un cambio en el pueblo,
“ya el pueblo deja de ser leñero y raspador de pulque”. La consolidación
de la actividad textil para los vecinos,
representó además un elemento altamente simbólico que guarda una relación con una vecindad conflictuada
con Contla, que se remitía a disputas
por tierras en los años 40. En ese marco
muchos de los habitantes, sintieron que
este cambio los asemejaba a sus vecinos de Contla, dado que estos últimos
poseían una larga tradición y reconocimiento por la calidad de sus tejidos.
Esta percepción de cambio y transformación se consolidó definitivamente en 1978 con la llegada al pueblo
de los telares eléctricos, los cuales son
conocidos como; “telares de poder”.
El primer vecino en instalarlos es un vecino de apellido Reyes y los adquirió
usados en Santa Ana, luego hace lo
mismo un tal Juárez y Galicia. Se
contaba con electricidad para ese
entonces y la demanda requería de
aumento de producción, lo que obligaba a contar con estas máquinas
cuya ventaja principal es el mayor
volumen de producción respecto al
telar manual. En 1981 se inauguró la
escuela secundaria del pueblo la cual,
junto con posibilitar la educación de
los jóvenes, se constituiría en un elemento de apoyo a la consolidación de
este proceso de cambio e industrialización textil. Esta fecha es recordada,
por cuanto llegan al pueblo a estudiar,
jóvenes provenientes de lugares como
Contla, Tlachco, San Pablo, Santa Ana
Chiaumtempan y son los padres de
estos alumnos foráneos que motivan a
los vecinos, a cambiar el telar manual
por los de poder dada la experiencia
que ya poseían del rubro textil. Las
reuniones de padres, fueron las instancias de socialización donde se establecían contactos comerciales, de ahí que
los vecinos refieran que “comienza a
abrírseles el mundo”. Se establecieron
relaciones sociales que redituaron en
que los hombres del pueblo, se dedicaran al rubro, conscientes de contar con
algún amigo o compadre que conocía
la actividad y garantizaba resultados.
Otro elemento que surge con la llegada de los telares de poder, es el rol
que comienza a desempeñar la mujer
en esta actividad, toda vez que adquiere un papel definido en el proceso
textil, como es la confección de los
molotes. Actividad que antes desarrollaba generalmente el hombre. Las
“moloteras” eléctricas posibilitaban
mayor rapidez respecto a la redina
(artefacto manual para enrollar hilos)
y su operación demandaba menos
esfuerzo físico por parte de la operadora. Actualmente se señala; “es
solo de vigilar la máquina”. Las moloteras permitían contar con mas tiempo
y por ende dedicarlo a otras actividades de la casa. Además de molotear
las mujeres deshebran, desempacan y
empacan y son ayudadas por los hijos
menores en esta función.
MÁQUINAS
3 LAS
DE TELAR
Y LOS TEJIDOS
EN EL PUEBLO
Genéricamente las máquinas de telar
se dividen en tres grupos (1) de lanzadera, (2) sin lanzadera y (3) telares de
genero de punto. En cuanto a la generación de su energía se dividen en
manuales (“de madera o pedal”) y los
poder alimentados por una fuente de
(“energía eléctrica o a combustión”).
En los talleres del pueblo se encuentran
ambas infraestructuras productivas, y
de hecho muchas de estas máquinas
e instalaciones no se encuentran catastradas y por ende no participan de
las cifras oficiales básicamente por
razones tributarias. Es posible contabilizarlos por medio de información de
vecinos, pero muchos propietarios de
estos talleres niegan su existencia, señalando que poseen dichas máquinas,
no obstante no serían utilizadas productivamente. Las viviendas con patios
extensos y de una sola entrada, posibilitan la autoconstrucción de talleres
generalmente al fondo del conjunto
habitacional prácticamente invisibles
para el observador externo.
La maquinaria de poder de algunos
de estos talleres es de desecho, empero estar regulada esta materia por
una normativa sobre el particular.
Existen talleres que cuentan con ambas infraestructuras (poder y manual)
como un complemento imprescindible. Ello dado que la misma prenda
se puede confeccionar con ambos
telares, pero la diferencia radica en
que el telar manual permite el diseño
y por ende tejer todo tipo de figuras
(dependiendo de la habilidad del tejedor) lo cual con un telar de poder
no es posible. Solo instalándole a estas
últimas máquinas, complejos y caros
sistemas de adaptación al tejido, es
posible realizarlo. Tal inversión no existe
en la actualidad en el pueblo.
13
3.
Telares manuales
1
Los telares elaborados en madera de
pino reemplazan con el pedal, la fuerza que genera un motor en los “de
poder”. Son los manuales de distintas
dimensiones lo que guarda relación
con el tamaño de la prenda a confeccionar. Son igualmente llamados,
“de pedal” y ”de madera.” Su funcionamiento es mecánico en cuanto a
su lógica de operación, pues permiten
sostener y tensar hilos de una urdidumbre, previamente enrollada lo que
3.
Telares de poder
2
14
posibilita un tramado. La diferencia con
los de poder es su velocidad dado que
la fuerza motriz es humana y comparativamente, son más lentos que los eléctricos. No obstante no los desplaza, pues
es imprescindible para el diseño de tejidos donde el artesano a petición del
comprador, puede dar cumplimiento a
las exigencias en tal sentido. Dependiendo del cuidado y mantención, los
telares de pedal pueden durar sobre
30 años y más. Para ello se impregna
la madera con petróleo diesel para
evitar la polilla de la madera.
Los telares de poder que se emplean
en el pueblo, son en un 100 % de los
casos de segunda mano, provienen
de EE.UU. y datan de la década del
30. Su uso hace necesario continuos
trabajos de reparación y mantenimiento a sus propietarios por lo que
hay que contar con una persona para
realizar estas tareas ante un desperfecto. Estos, denominados “correiteros”,
se encuentran en San Bernardino Contla. La mayoría de estos telares cuentan con un motor eléctrico de 1.5 HP
que genera la energía para poner en
movimiento una rueda dentada conocida como la “Catarina” de donde
emana la fuerza que provee al cigüeñal el movimiento al telar. Varían según
modelos de fabricación y de ahí sus
características para determinados tipos de tejidos. Este tipo de máquinas
experimenta constantes cambios tecnológicos, los cuales no necesariamente aplican para el tipo de tejido que se
produce en la localidad. Por ejemplo,
el uso de película (rollo de cinta transparente con agujeros que posibilitan
el diseño) es utilizado por telares fabricados entre 1946 y 1950. Este tipo de
telar, es considerado rápido, de 130
golpes por minuto, lo cual se traduce
en 70 piezas de sarapes cada 6 horas
de trabajo y sólo contados talleres en
el pueblo cuentan con ellos.
Desde 1999 a la fecha se utiliza en
pueblos vecinos el diseño computacional, técnica no utilizada por sus costos en San Felipe. El diseño a través de
películas fue precedido por cadenas o
rodajas, ésta ultima maquinaria es la
que se cuenta mayoritariamente en el
pueblo y es la tecnología más básica.
Para el tipo de prenda que se produce
en San Felipe, las máquinas fabricadas
posterior a 1976 no sirven dado que no
dejan orilla en el sarape, pues poseen
un sistema de “remetedor”, que deja
la prenda “bolsuda” y por ende imposible de darle forma al tejido en la presentación requerida 8.
3.
Descripción
3 general del tejido
de un sarape:
prenda de mayor
producción
El sarape es una manta, prenda de 1.95
mts de largo por 1.40 mts de ancho,
también llamada por los tejedores del
pueblo “cobija” y es confeccionada
en telar sea este manual o de poder. El
primer procedimiento es convertir los
conos de acrílicos en molotes, (rollos
de hilos de medio kg), acción que desarrolla la “molotera” (máquina eléctrica) mediante la intervención de una
operadora, generalmente una mujer
(de 1 cono de acrílico de 1,5 Kg y de
medida 2.5 mm salen 100 molotes)9.
Como segundo paso se traspasan los
molotes a la lanzadera, acción que
se desarrolla durante el transcurso del
tejido por parte del tejedor en forma
manual. Luego sobre una base de
8. Las últimas de esta serie de 1972, de la compañía Driper, con película, permite dejar orilla en la prenda, no obstante,
existen pocos talleres con este modelo. El telar mas utilizado en la zona son los modelos Crompton en las variedades
W2, W3, C4, C6 y C8. A ellos se les agrega el modelo pig-pig, también de Crompton. W2:para trabajarse en telas lisas.
Siendo de poder manual en cuanto a su operación o a baterías. W3: es más completo tiene 4 cambios de color, viene
automático para el terminado de la trama C4:Telar electrónico que tiene foto celdas que detecta el terminado de la
trama de la canilla, se le llama automático porque traen una caja de control eléctrico más controlada. C8: Modelos
que hacen tejidos especiales.
9. Esta molotera enrolla los hilos en unas tomas que giran a alta velocidad y al llegar a cierta medida deben ser extraídos ya como molotes por el operador e intercalar otra hebra para continuar el proceso de enrollamiento del hilo.
15
hilos, generalmente blancos, de dos
metros de largo se va conformando
la urdidumbre, acción resultante del
paso de las lanzaderas. Las veces que
la lanzadera corre sobre los “hilos
base” se denominan luchas. (En una
pulgada de tejido entran 15 luchas)
Los bastidores del telar cumplen la función de apretar las luchas mediante
un movimiento mecánico de subida
y bajada. En el ínter el tejedor vigila
que las luchas queden entrelazadas
en forma consistente, para finalizar
una vez lograda la medida de la
prenda y ser cortada manualmente.
Los colores de la cobija están determinados por los hilos que con los
cuales se teje el sarape.
3.
Clasificación de
4 la actividad textil
en la localidad
Es posible clasificar la actividad textil
según la dimensión de su producción
y la propiedad de la infraestructura
productiva. En las primeras tres es posible clasificarlas en lo denominaremos
más adelante como; “talleres textiles
de producción familiar” en tanto que
una de ellas escapa a esta categorización y constituye una categoría
propia, como es la de ser un gran taller
o pequeña fabrica. Se encuentran;
(A) artesanos independientes, (B) taller
individual,(C) pequeño taller familiar y
(d) el gran taller o pequeña fabrica.
A.- artesano independiente
Las personas denominadas así son de
hecho tejedores asalariados. Es quien
trabaja en “casa ajena”, como tal
rota en los distintos talleres del pueblo.
Posee experiencia como tejedor adquirida en la misma localidad e incluso
maneja aspectos técnicos del telar
que posibilitan su mantenimiento y
reparación en algunos casos, mas no
cuenta con telar propio. Cumple entonces un horario de producción y se
le remunera semanalmente por parte
del propietario. Entre él y el propietario
media una relación contractual de
palabra y por ende no esta sujeta esta
relación a las formalidades exigidas
por las autoridades laborales. El mecanismo de control de la producción
de este tejedor es a través de un cuaderno, que éste firma diariamente. No
conoce los aspectos vinculados a la
comercialización del producto, toda
vez que este papel lo desempeña el
propietario del telar.
B.- taller individual
Es aquella infraestructura productiva
compuesta por uno o dos telares. La
propiedad de las máquinas es de quien
la utiliza y opera bajo la modalidad de
17
“sobre pedido”, mantiene contacto
con un comprador quien junto con
adquirir la producción entrega parte
de los insumos. No posee capital significativo, maneja aspectos técnicos
de reparación y mantenimiento de las
máquinas, puede en ocasiones (por
deterioro o reparación de sus telares)
constituirse en la categoría de artesano independiente y conoce la cadena
de comercialización en el ámbito primario que se expresa en la entrega
del producto una finalizado al comprador. Colaboran en la actividad
algún miembro del grupo familiar, generalmente la mujer o un hijo del propietario, su producción es discontinua
y las máquina son entendidas como de
propiedad del jefe de hogar que las
opera habitualmente.
C.- pequeño taller o familiar
18
Es la infraestructura productiva compuesta entre dos y cinco telares, (manuales y de poder) opera por sobre
pedido y también cuenta con existencia para entregar dependiendo de la
demanda extra local, busca poder
comprador para su producción cuando tiene producto que no fue fabricado para surtir un pedido. La propiedad
de la maquinaria es nominalmente del
jefe de hogar, no obstante se asume
por el resto del grupo familiar como un
bien de la familia, por cuanto participan de su operación y ganancias. Uno
o más de los tejedores conoce los
aspectos técnicos de las máquinas y
poseen el capital necesario para contratar según sea el caso, “correiteros.”
Además cuenta con los recursos para
la adquisición de insumos y junto a
los artesanos siempre opera en esta
unidad un miembro de la familia del
propietario que actúa como supervisor
o encargado del pedido. Los ingresos
económicos percibidos, se destinan
tanto para la mantención del grupo
como para la adquisición de bienes
de capital. Manejan los aspectos vinculados a la comercialización, no
obstante, no cuentan con apoyo contable y de mercadeo.
D.- gran taller o
pequeña fábrica
Dichos talleres cuentan entre 5 y 10
telares. Poseen capital para insumos
e imprevistos, cuentan con existencia
de productos terminados y no operan
bajo la modalidad de sobre pedido.
Además, poseen espacio para el almacenamiento y la infraestructura
p roductiva. Cuenta con tejedores
asalariados y técnicos propios para su
mantención y los propietarios poseen
medios de transporte y contratos con
establecimientos nacionales o extranjeros. Manejan los aspectos vinculados
a la comercialización y cuentan con
apoyo contable y de mercadotecnia.
Los propietarios realizan viajes principalmente al Distrito Federal, Mazatlán,
Cancún o las fronteras del norte donde cuentan con los contactos para la
compra de sus productos.
3.
Precios y redes
5 de comercialización
El tejedor percibe en la actualidad 400
pesos a la semana. En el caso del sarape un buen tejedor puede sacar 50
piezas en una jornada de 11 horas10 y
por cada pieza se le paga 2.00 esto en
Es posible encontrar a los talleres
individuales y los pequeños talleres o
familiares, (categorías b y c) para
efectos de nuestra clasificación adscritas o adosadas a la vivienda del
propietario de dicha infraestructura
productiva. Para el caso del (d) gran
taller o pequeña fabrica, se ubica por
razones de tamaño en dependencias
externas a la vivienda del propietario
en las denominadas “naves”.
términos ideales, pues la producción
no es constante básicamente por las
temporadas y los ritmos que impone
el comprador. En algunos talleres se
paga 0.50 centavos más al tejedor en
aquellos pedidos grandes.
Los propietarios del taller individual
19
(b) y del pequeño taller familiar (c) se
concentran respecto a la entrega de
producción en tres centros de comercialización; Contla, San Pablo Apetatitlan y Santa Ana Chiautempan
respectivamente.
Al mes de mayo del 2002, los precios
del sarape bordeaban los 30 pesos al
menudeo en el pueblo. Sin embargo,
debe señalarse que es raro que acuda
algún comprador de esta modalidad.
El costo total de la pieza es de 20.5 pesos. De esta cifra, 17 pesos corresponden a los insumos, (hilos, transportes y
electricidad) donde el porcentaje más
significativo de estos 17 pesos recae
en los hilos. A ello debe agregarse el
Cuadro
20
3
costo del tejedor que en los pedidos
grandes cobra 2.5 pesos por sarape
tejido. Una vez embalados los sarapes
por las mujeres principalmente, se debe trasladar los paquetes de 80 piezas
a Contla u otro centro comprador. En
este transporte se calcula 1 peso por
pieza aproximadamente considerando como medio una camioneta. En
síntesis el costo total del sarape es de
20.5 pesos. En Contla se paga 23 pesos
por esta pieza puesta en el negocio
del comprador. La ganancia para el
productor es de 2.5 pesos por cobija.
A esta ganancia se debe considerar
otro elemento, que es el peso del sarape (p/s) que determina en parte si
Relación Costo Beneficio de un Sarape producido
en San Felipe
10. Trabajando el lunes 4 horas, martes a viernes, todo el día.
estos 2.50 pesos son íntegramente del
productor textil. De no controlar el
peso la ganancia será de 1 peso por
prenda. La ecuación antes mencionada se ejemplifica en la expresión de los
tejedores; “si pesa mas la cobija se
gana menos y si pesa menos se gana
más”. La cobija de un (1) Kg. cuesta 17
pesos, no obstante, si pesa 900 grs se
“le está ganando” 1 peso al costo del
material lo cual hace que el productor
vele por este factor durante el tejido.
(p/s) = (+Kg por cobija = - $)
(- Kg por cobija =+$)
En lo que son los costos de un
sarape, (20.5 pesos) expresados porcentualmente; los insumos básicos,
hilos y electricidad son los que concentran un 83 % en tanto que la mano
de obra, bordea el 18 % y el restante 5
% es concepto de transporte a Contla.
La ganancia de 2.50 puede ser incrementada mediante dos vías. Por un
lado, el tejedor puede abaratar los
costos recurriendo a que uno o más de
los integrantes de la familiar realicen
el trabajo y evitar la contratación del
tejedor. También puede abaratar el
transporte de la producción, para ello
se recurre a las combis o algún familiar
o amigo con transporte que viaje al
lugar de venta. Actualmente los pequeños talleres familiares (c) y el gran
taller o pequeña fabrica (d) entregan
la producción en San Ana Chiaumtempan, siendo el comprador más
requerido don José Torres (español)
propietario de textiles la Providencia y
Jaime Mejías de la fabrica de cobertores Santa Alicia. Ambos indistintamente
compran y venden la producción a
distintos mercados del mundo. De
pueblo dos productores entregan a la
cadena Waltmart. Esta cadena internacional vende en sus supermercados
a USD 3.95 la pieza, la cual ha sido vendida a éstos en 23 pesos mexicanos,
unos USD 2.95. El sarape es utilizado
por el usuario de estos mercados internacionales como una prenda desechable, para la playa, cubrir asientos
por citar algunas funciones.
Algunos (c) pequeños talleres familiares venden en distintas zonas turísticas
del país, en una suerte de menudeo a
21
pequeñas tiendas. Para ello hacen giras de entre 7 y 10 días con 600 piezas
en algún vehículo rentado o a medias
con otro taller y donde intercalan a la
producción de los sarapes otro tipo de
tejidos (cobertores y manteles) adquiridos en Puebla principalmente, que no
es posible clasificarlos como artesanales, a pesar que el comprador externo
supone lo contrario. Es el caso de un
tipo de cobertor fabricado en Puebla
que cuenta con una alta demanda en
la zona de Mazatlán y alrededores.
Los ingresos económicos provenientes de la actividad, se encuentran en
la actualidad disminuidos principalmente por la escasa demanda del
4
22
mercado internacional, después de
los eventos del 11 de septiembre, lo
que redunda en que los compradores
condicionen a determinadas fechas
montos de producción y precios. No
obstante esta situación no ha mermado las fiestas comunales donde se gastaron aproximadamente 200.000 pesos
en la ultima que se realizó que constituyó una de las inversiones mas fuertes
en esta materia en los últimos 5 años.
Cabe precisar que en la actualidad,
los actuales 4 fiscales del pueblo, se
encuentran vinculados a la actividad
textil, como propietarios de pequeños
talleres familiares.
DESCRIPCIÓN
DE UNIDAD
ECONÓMICA:
ESTUDIO DE
UN CASO
Describiremos el caso de un tejedor y
propietario de un taller familiar (Rogelio Cuamatzi) En primer lugar, definir que
la “propiedad” es entendida como
un derecho familiar fundamentado
en la operación y decisión sobre la
infraestructura por todos, o casi todos
los miembros de la familia. Para este
caso en particular la propiedad es del
hombre jefe de hogar y sus 3 hijos
hombres que trabajan en dicho taller.
El “tamaño del taller familiar depende
fundamentalmente de la constitución
del grupo familiar o doméstico y de sus
posibilidades económicas para incorporar trabajo no familiar” (Castillo,
1991:143) Este taller en determinados
momentos ha incorporado sujetos
externos al grupo familiar, los cuales
provienen del mismo pueblo, debido a
demandas de producción.
4.
Espacios,
1 estructuras
y funcionamiento
del taller
El patio de la vivienda, para el caso de
don Rogelio constituye el lugar donde
confluyen cada una de las 4 secciones
que participan del proceso productivo,
que hemos denominado respectivamente; 1) Área del Taller, 2) Molotera,
mesa y almacenamiento de cobijas,
3) Telar manual y 4) Área de secado
y tendido.
1).- El taller en esta unidad familiar es
el que ocupa mayor espacio del total
de superficie del conjunto habitacional, 12 mts2 (4 metros de largo por 3 de
ancho) y parte de éste fue adaptado
para tales efectos, es así que en el
patio, se construyó una plataforma de
cemento, que permite sean empotrados los 4 telares de poder. (Crompton
W2) Cuenta con instalaciones de electricidad para cada una de las máquinas, como así también bancos de
herramientas. Se encuentra techado
desde donde cuelgan jergas para la
protección de la infraestructura. La iluminación de esta área es natural, pese
a que cuenta con focos sobre cada
uno de los telares, éstos son de baja
intensidad y solo operan cuando producto de la demanda, deben contratar tejedores independientes, para que
trabajen en la noche en lo que ellos
llaman el tercer turno. Los tejedores
operan de pie las máquinas y no
cuentan con audífonos de protección,
pese al sonido de los telares que impide prácticamente todo dialogo entre
ellos. Existen una serie de gestos, que
permiten entenderse entre los tejedores cuando requieren de alguna pieza
o material. Un aparato de radio se encuentra constantemente funcionando
a un alto volumen en esta sección. La
practica del tejedor permite en este
ambiente diagnosticar cuando el telar
produce algún sonido particular que
revela su mal funcionamiento, específicamente lo que ellos denominan
“problemas de sincronización”, que
de suceder detiene el telar por más de
una hora. El espacio que media entre cada telar es de metro y medio
aproximadamente y se encuentran ubicados de manera tal que los tejedores
específicamente hombres miran hacia
una sola dirección, en este caso; cada
tejedor ve la espalda de su compañero de trabajo. Al lado de cada telar se
encuentras los molotes ya preparados,
en bolsas de polietileno, para ser insertados en las respectivas lanzaderas.
El hijo mayor de don Rogelio, quien teje
la mayor parte del tiempo, se dedica
además a supervisar el trabajo de
los otros tejedores, revisa los distintos
23
telares y vela por su funcionamiento.
Los tejedores operan en turnos que
comienzan a las 6 de la mañana, (1
hora de comida de las 10 a las 11 hrs)
y terminan a las 18 hrs. Si son sujetos
externos al grupo familiar no comen
en la casa. No se detiene la producción cuando uno de los familiares
debe comer, pues se turnan para estos
efectos. Los sábados se trabaja y
domingo se detiene la actividad, a
excepción que tengan un pedido que
deba ser entregado.
2).- Existe una segunda área donde
está la molotera, la mesa de trabajo
y el lugar en el cual se almacenan los
sarapes en paquetes de 12 piezas.
Aquí trabajan las 2 nueras de don
Rogelio desempacando las bolsas,
Cuadro
24
4
confeccionando molotes y empaquetando los productos. Está techado y
con piso de cemento. La molotera es
eléctrica y cuenta con 6 tomas y en
esta actividad colabora a las mujeres
el hijo menor de don Rogelio de 15
años. Al costado de esta máquina se
encuentran las bolsas para su almacenamiento, mismas que son reutilizadas,
pues originalmente en ellas viene embalado el hilo. Los conos de cartón
donde venia el hilo, se almacenan en
esta misma sección y luego se utilizan
en prender fuego para el temascal o
el fogón. Esta máquina (molotera) debe estar en constante operación para
tener suficiente molotes que luego son
trasladados al área del taller para alimentar las lanzaderas. Las mujeres en
Espacios, estructuras y funcionamiento del taller
los momentos que los telares no se
encuentra en operación, trabajan la
molotera para contar con una suficiente reserva de molotes que no
detenga la producción.
3).- Frente a esta área a unos 4 metros, se encuentra el telar de madera
en un cuarto pequeño, que sirve tam-
bién para almacenar piezas mecánicas de los telares de poder y (4).El área de tendido colinda con las
habitaciones del grupo familiar donde
se cuenta además con mesones de
trabajo dedicados principalmente al
doblado y empaque de las prendas.
Conclusiones
Este pueblo náhuatl de la Malinche,
compatibiliza la producción de textiles
de hace 50 años con otras actividades
productivas tradicionales y cuya organización social y productiva ha experimentado cambios como resultante
de este cambio social. Este cambio en
su dinámica económica y social como
consecuencia de la llegada de los
telares en 1953 a la localidad es advertido por sus habitantes, quienes
reconocen en esta fecha el inicio de
una transformación local. La actual
actividad del telar fue propiciada en
parte por su vecindad con Contla
donde esta localidad (según refieren
investigaciones arqueológicas) la ha
ejercido desde tiempos prehispánicos
por la mujer en telares de cintura. Sin
embargo destaca que solo fuera en
estos últimos años que el pueblo en estudio la haya asumido y desarrollado,
permitiendo conocer algunos aspectos
del proceso de expansión que permitió este fenómeno. Cabe considerar los
procesos de industrialización del área
que han incidido en la adaptación de
nuevos roles por parte de sus habitantes propiciando una transformación de
lo que habitualmente se observó a
principios de siglo y mediados de éste
en el sector rural del estado de Tlaxcala. A ello debe agregarse que fue
posible el crecimiento de la actividad
textil gracias a coyunturas particulares,
tales como existencia de lana, mejoramiento de caminos y comunicaciones,
vecindad con centros textileros y la instalación de infraestructura educativa
que sirvió de agencia de socialización
para este tipo de actividad comercial
en 1981.
Las condiciones de adversidad durante la fase de “llegada del los telares”
no impidieron a los sujetos desarrollar
estrategias de capitalización en torno
a la actividad textil. Por el contrario,
puede ser entendido como un aliciente para consumarlas a partir de la
observación de modelos externos
exitosos en realidades vecinas como
en Contla. La complementariedad
25
entre máquinas de distinto tipo y características y los déficit de capacitación
tecnológica sobre estas herramientas
permiten suponer prácticas productivas donde ha primado la capacidad
local. Ello además ha contribuido a
particularizar la producción y hacerla
identificable en un contexto cada
vez más homogeneizante respecto a
variedades de tejidos. En tanto las
estrategias de comercialización de los
productores buscan extenderse a mercados internacionales, lo cual juega
un rol distinto al suponer que las micro
empresas habitualmente solo satisfacen demanda local.
Destaca además que las unidades
familiares juegan el rol de unidades
productivas caracterizadas por el aporte de cada uno de sus integrantes en
funciones claramente establecidas y
asumidas. Los telares permitieron la
definición del rol de la mujer en el
proceso productivo, siendo ésta clave
en cuanto a la operación de ciertas
máquinas que posibilitan conciliar la
actividad productiva con otras. La producción textil a contribuido con nuevas dinámicas en los sistemas sociales
y religiosos del pueblo, fortaleciendo
la participación en estos de sujetos
vinculados al rubro.
Las exigencias del mercado generan
en los productores formas novedosas
de enfrentar estos procesos productivos y renuevan los tradicionales enfoques dicotómicos de campo —ciudad
que prevalecieron en estudios sobre el
particular. Los talleres familiares textiles
constituyen en algunos casos una
expresión no registrada en los indicadores oficiales y ello guarda relación
con procesos de profunda vinculación
entre el espacio familiar y el productivo cuyo ejercicio es de larga data
en el sector rural de México y una
de sus expresiones más visible la
constituye en este caso los talleres
familiares textiles.
Bibliografía:
Castillo, Dídimo; El taller familiar y el capital. Mitos sobre el sector informal y el trabajo por cuenta
propia en Alba González; Historia de la producción textil en Tlaxcala, México, Universidad Autónoma
de Tlaxcala, Universidad Iberoamericana, 1991.
González, Alba; (comp.) Historia de la producción textil en Tlaxcala, México, Universidad Autónoma
de Tlaxcala, Universidad Iberoamericana, 1991.
Robichaux, David; Cambio y Continuidad en un Proceso de Industrialización: Estructura y Organización
Domésticas en un Proceso de Industrialización en Tlaxcala en La familia: Naturaleza amalgamada,
26
Centro Universitario de Estudios para la Familia, Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2000.
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