i I ^ MIADRID AGOSTO 1962 I ^Ii^^ EI eucalipto en Andalucía N.° 15-62 H Carlos Flores Sancristóbal Ingeniero de Montes MINISTERIO DE AGRICULTURA DIRECCION GENERAL DE COORDINACION, CREDITO Y CAPACITACION AGRARIA EL EUCALIPTO EN ANDALUCIA El género Eucalyptus está representado por unas 500 especies, aproximadamente, sin contar subespecies, variedades e híbridos, originarias en su casi totalidad de Australia y Tasmania. La gran difusión alcanzada en el mundo por un buen nítmero de estas especies es debido a dos cualidades que poseen todas ellas en alto grado, la fácil adaptación a medios totalmente distintos al suyo de origen y su rápido crecimiento, siempre que se les dé los adecuados cuidados cu1turales. Si a estas dos cualidades unimos que es fácil encontrar entre estas especies las idóneas para las condiciones del medio más dispares, podremos comprender el gran interés que tiene para el forestal este género. En especial para los países de clima mediterráneo, generalmente necesitados de equilibrar de una manera apremiante su balanza consumo-producción, los eucaliptus brindan una solución rápida al problema de la producción de madera en cantidad. Según la última estadística forestal del Ministerio de Agricultura (año 1959) de las 118.822 Has. de eucaliptal existentes en España, 64.066 Has. corresponden a Andalucía, es decir, un 54 por 100 del total, que se reparten por provincia del siguiente modo : Iiect^íreas Huelva ... ... ... ... ... ... ... Sevilla ... ... ... ... ... ... ... ... Cádiz ... ... ... ... ... ... ... ... Málaga ... ... ... ... ... ... ... Córdoba ... ... ... ... ... ... ... 52.232 5.265 4.827 1.642 100 PoxTAVn : Atmque es más económica la labra con tractor, ]as bestias son mu^ utilizadas en los eucaliptales andah^ces. - 3 - I^'aturalmente estas citras estadísticas representan un límite inferior de las reales, que nunca pueden llegar a conocerse con total exactitud Especies má.5 utilizadas. Las dos especies más empleadas E. glóbulus y- el E. rostratc^. Mantendremos esta sinonimia aun cuando botánicamente es más correcto llamar a este íiltimo E. ca^rzaldulensis, Fig. 1.-Et^caliptal andalua: ^+ _. ___.. . __ _ _. . .._ por ser generalmente conocido en España bajo esta denominación. Se han probado con diferente suerte una serie de espe- - 4 - Fig. 2.-E. rostrata plantado a 1 X 1 metro. A la edad de ocho años los pies sólo tienen unas dimensiones medias de ocho centímetros de diámetro y seis metros de altura total. -5- cies : E. saligtiza, E. vin2inalis, E. gosn^hocéphala, E. rudis, E. botryoides, E. ^naideyai, E. robusta, etc., y bien sea porque no tengan realmente ventaja apreciable sobre las dos citadas, bien sea por ser escasa e incompleta la experimentación realizada, los resultados no animan a mostrar preferencia por ninguna de ellas. Unicamente en plantaciones especiales, vientos marinos fuertes, terrenos encharcados, por ejemplo, puede pensarse cn el empleo cle alguna especie, que sustituya a las dos mencionadas como de uso más corriente. Así, para formar cortavientos cerca del mar, puede emplearse el E. goiiaf^hocéphala y para terrenos encharca<los, e incluso algo salitrosos, está indicado el E. occidentalis. No es necesaria aclarar que aun en estos casos especiales deberán tenerse unas referencias muy precisas sobre la conveniencia del cambio de especie para decidirlo. EI Ti. glóbulrt.r es más rentable que el E. rost^^ata, por el mayor valor de su madera, el aprovechamiento de su hoja y, posiblemente, por un mayor crecimiento, si bien hay que tener en cuenta que suelen reservarse las mejores estaciones e inclus^^ alg^o salitrosos, está indicado el E. nccidentalis. por lo que no es tan f ácil sacar conclusiones sobre este extremo. 1?1 E. rostrata es más rústico. Resiste mejor las heladas, la salinidad, los vientos y la sequía. l^e ahora en adelante sobreentenderemos al decir solamente eucalipto, que hacemos referencia a estas dos especies por ser las únicas que forrnan masas importantes en el sur de nuestro país, aclarando, en cada caso, las diferencias ^sustanciales que entre ellas puedan existir. Exigencias. Los eucaliptos, como toda especie de crecimiento rápido, tienen determinadas exigencias que limitan su empleo como especies económicas. SuEr.o.-Los suelos profundos, fértiles, areno-arcillosos, son, por lo general, dedicados a la agricultura, por lo que no -6- tiene objeto hacer referencia a ellos como especialmente aptos para los eucaliptos. Los suelos sueltos, profundos, con un poco de arcilla en sus diversos horizontes }• una capa arcillosa a los 0'70 - 1 m., son los más indicados para el desarrollo óptimo de los eucaliptos, si bien también viven, aunque con menor rendimiento, sobre suelos arenosos, pobres e incluso en suel^s poco profundos. Soportan mal los carbonatos alcalinos, pero en cambio, el F_. rostrata resiste los cloruros, siempre que no sea muy alta su concentración. En determinadas circunstancias puede vegetar el E. rostratc^, en suelos con pH 9. De las dos especies a que nos referimos, principalmente es ésta la que soporta mejor los suelos pesados. Un nivel freático cle 1- 1'S m., es sumamente favorable para el desarrollo de los eucaliptos. Si es excesivamente alto, pueden pudrirse las raíces, ocasionando la muerte del árbol. A este respecto conviene aclarar que su plantación en terrenos encharcadizos, que lleguen a constituirse en verdaderas lagunas periócíicamente, no resulta práctico, contra lo que se cree, produciéndose con seguridad la muerte del eucalipto. Otra cosa es plantar en el borde de tales terrenos, efectuándose así indudablemente una labor de saneamiento debida a la fuerte transpiración de estos árboles. Sin embargo, para sanear completamente el terreno y poder asentar estas especies en él, será preciso proceder al trazado de desag^ es suficientes para mantener el nivel freático por debajo de los 0'5 m. Es preciso, en estos casos, plantar en lo alto de caballones. Cr.iMa.-Las heladas proloiigadas con temperaturas interiores a 4° C o 5° C., les son sumamente perjudiciales, siencío el E. rostrata más resistente que el E. globuhtis, en cuanto a heladas se refiere. I.as precipitaciones no deben ser inferiores a 300 mm. ni - ^ - en suelos profundos, salvo, naturalmente, que exista hutnedací en el suelo por una razón cualquiera, fiítraciones, etcétera. Para hablar con propiedad de las precipitaciones y sus efectos, debe tenerse en cuenta la cantidad de lluvia y su cíistribución. Sin embargo, dentro de lo que pudiéramos denominar repartición normal en esta zona, podemos decir, de un modo general, que la precipitación media anual para obtener un buen rendimiento, no debe ser menor de 400 a 500 mm. La luminosidad, grancíe siempre en el Sur, es de importancia para el eucalipto, por lo que no debe disminuírsele bajo ningún pretexto. Los vientos .fuertes, especialmente los de ciirección SurEste, tan frecuentes en esta región, pueden llegar a comprometer el éxito cíe la plantación, aconsejándose el empleo del E. rnstrata por su mav _ or resistencia y flexibilidad en tales casos. Ar.TrTUD.-Aun cuando el E. rnstrata puede llegar a los 1.300 m. (en el Atlas Central marroquí alcanza el límite inferior del cedro), no es aconsejable llegar a tales altitudes. Puecíe fijarse su límite de empleo en los 700 m. y en S00 m. el del glóhrrl^^.c, entendiéndose que nos referimos al límite de su rendimiento normal v no al de existencia de la. masa. Técnica de la plantación. En toclas las especies forestales es de la mayor importancia el presente capítulo. Sin embargo, en muchas de ellas, pueden subsanarse los errores de plantación con la oportuna reposición de marras en el año, o años siguientes, sin que ello represente prácticamente más que un gasto inicial. Ahora bien, en el caso de los eucaliptos, tal reposición no es posible, salvo marras cuantiosas, ya que los pies repuestos qttedan dominados por los primeramente plantados, sin que, por lo general, lleguen nunca a ser árboles. I^e ahí el gran interés que tiene en las plantaciones de -$- eucaliptos la aplicación de una técnica que asegure un número mínimo de marras, puesto que en el caso contrario se obtendría una plantación irregtllar que disminuiría extraordinariamente el rendimiento del eucaliptal. Debemos, pues, tener presente lo anteriormente expuesto cuando se trate de las cíistintas operaciones a realizar Fig. 3.-E. rostrata plantado a 3 X 3 metros. A la edad de ocho años los pies tienen unas dimensiones medias de 18 centímetros de diámetro y nueve metros de altura total. en la plantación de eucaliptos v de sus costos, en muchos casos elevados, sin olvidar, por otra parte, que los posibles a.umentos de producción, aunque sean pequeños, en especies de tan rápido crecimiento compensan con creces los sacrificios económicos realizados. -y^REPARACIÓN DEL TERRENO.-D1St1ngUlremOS dOS t1pOS de preparación según la pendiente del terreno. Cuando ésta no es excesiva y permite el uso de tractores oruga, caso muy f recuente en la zona que nos ocupa, debe recurrirse, en lo posible, a la maquinaria pesada, por realizar las operaciones de un modo más perfecto, más rápido y, casi siempre, más económico que si se emplea el trabajo a mano. 1✓n priiner lugar deberemos eliminar el matorral existente, e incluso, a veces, algunos ejemplares arbóreos que se mezclan con aquél. Según el tamaño, clase y densidad de la vegetación, se emplearán únicamente los «subsoladores» o los «f lecos» (empujadores de rastrillo), seguidos de los «subsoladores». Fstos «flecos» se emplean para árboles y arbustos muy desarrollados, bastando el subsolador de tres o cinco dientes para los substratos arbustivos mediano o poco desarrollados. Cuando el matorral es abundante el desfonde no es uniforme, por lo que es preciso dar otra labor cruzada de subsolador o, para que salga más económico, una labor con arado de disco (esto último será aconsejable con frecuencia). ^n especial, para el despalmitado es fundamental el empleo de subsolador. Los tractores empleados serán de potencia superior a los 100 CV., si se pretende desfondar a más de 0,45 m. Normalmente deberá acompañar al subsolador una cuadrilla de hombres que le desbrocen, si fuere preciso, y recojan y quemen el matorral arrancado, carboneando las piezas que puedan ser útiles para tal menester y disminuyendo así, con este ingreso, el costo de la operación. Cuando pueda quemarse el matorral antes de meter el subsolador, se facilitará mucho la labor de éste. En el caso de utilizarse previamente el rastrillo empujador, éste arranca el matorral y lo acumula en cordones distantes uno de otm de 50 a 100 m., permitiendo el empleo inmediato del subsolador. Para terrenos muy sueltos y profundos se comprende que no tiene tanto interés el subsolador que, sin embargo, - to llegá a ser prácticamente imprescincíible en pizarras y sttelos con lajas poco g-ruesas que se rompen así, adquiriendo la profundidad suficiente para el buen desarrollo del eucalipto a la vez que se realiza un auténtico despedregado. Así, pues, una vez pasado el subsolador, con o sin ayuda del empujador de rastrillo y del arado de disco, tendremos un terreno limpio de matorral y de sus raíces, y profundamente labrado. Una vez más recordamos que todo dinero escatimado en estas operaciones es un ah^rro mal entendido, cuyo rédito será inevitablemente ]as marras y el menor crecimiento de la masa. L^s hoyos no serán necesarios, puesto que la tierra está sobradamente movida, plantándose directamente a golpe de azada. Esta economía debe tenerse en cuenta a la hora de comparar costos. Cuando no se disponga de subsolador se dará una labor cruzada de arado lo más profundamente posible con los medios disponibles. Si la labor es con bestias, conviene hacer hoyos, pues la capa movida no pasa realmente de 0'25 cm. Los hoyos se harán de 0'4 ^; 0'4 X 0'4 m. "I'ambién se recurre al hoyo cuando existe un substrato rocoso que disminuye en algunas partes la profundidad del suelo. Cuando la pendiente no permita el empleo de tractores, o no sea aconsejable por consideraciones relativas a la conservación del suelo, será preciso prescindir de la maquinaria v recurrir al trabajo a mano, auxiliado, cuando se pueda, con el trabajo de bestias. Para pendientes muy fuertes, conviene hacer la plantación en zanjas o terrazas que se trazarán siguiendo curvas cíe nivel o, si el terreno no es muy permeable, con una inrlinación longitudinal del 5 por 100 qtte Ileve el agua a las zanjas de desagiie. F_SrACr^MiErrTO.-E1 marco a emplear variará según la calidad de los terrenos, no debiendo ser ni menor de 3 X 3 ni mavor de 5 X 3. m. En las laderas se plantará al tresbolillo con miras a la - 11 - mejor defensa del suelo, mientras que en los terrenos poco pencíientes se empleará el marco real. Marcos inenores de 3 X 3 m. son poco indicados por dificultar la labor entre líneas, forzosamente deberá prescindirse del tractor, y porque debido a las características del clima y del propio eucalipto, sólo se consigue aumentar los gastos de la plantación sin obtener por ello un aumento compensador en la producción. Solo en el caso de los cortavientos puede ser aconsejablo disminuir el espaciamiento a dos metros. Los espacialnientos mayores tienen colno principal ventaja el facilitar todas las operaciones del eucaliptal, en especial las que pueden hacerse con maquinaria pesada, compensando la menor densidad de pies con su mavor crecimiento por árbol. En los terrenos arenosos debe plantarse a 3'S X 3'5 metros, 4 X 3 m., S X 3 m. 0 4X 4 m. No debemos olvidar que las raíces del eucalipto se extienden a poca profundidad, pero espesamente, buscando humedad y alimento, creándose con espaciamientos pequeños una dura competencia de la que sale perjudicada la producción al interferirse unos pies con otros. Es un error, f recuente en los prof anos, creer qtte cttantos más pies se planten por Ha., más madera se obtendrá a la hora de la corta. Tan simplista teoría carece desgraciadamente de fundamento. Con tal sistema sólo se consigue aumentar el costo de la plantación y criar unos pies numerosos, pero enclenques, que tarcíarán años y más años en adquirir ttn diámetro comercial. ErocA vE PL^x^r.^clórr.-En principio son dos las épocas del año adecuacías para realizar la plantación ; con las primeras Iluvias de otoño o al finalizar el invierno (febrero o principio de marzo). La elección de una u otra época queda condicionada a la posibilidad de que la planta, sin arraigar, sufra heladas fuertes. Es decir, si las lluvias de otoño son tardías y no se con^igue la hwnedad suficiente para la plantación (precipita- i^^^ - 12 - ción de unos 50 litros ), hasta principio de invierno, puede ser aconsejable posponer la plantación hasta que pasen las heladas. Todo esto es un poco aleatorio, y deberá tomarse la decisión a la vista de las estadísticas meteorológicas del lugar y del desarrollo del año. Siempre que no exista riesgo de heladas importantes, es conveniente plantar en otoño, pues en primer lugar se adelanta la plantacióri en unos meses, encontrándose la planta mejor preparada para resistir la sequía y el calol- estival, y en segundo lugar puede realizarse, a finales del invierno, una reposición de marras, si esto fuera preciso. Fig. 4.-Castra de eucaliptos puestos en maceta. Insistimos nuevamente en los ef ectos nocivos de las heladas sobre los eucaliptos recién plantados que aún no han tenido tiempo de tomar tierra. El E. glóbulus es más delicado en este aspecto y soporta peor las heladas. Cr.ASE nE Pr.ANTA.-Debe emplearse planta de un año, generalmente de ocho meses, criada en lata o en maceta. I.a cría en lata resulta un poco cara (a algo menos de - 13 - peseta el pie), pero se consigue un tanto por ciento de arraigue elevadísimo, por el buen cepellón que se obtiene y por su fácil manejo en el transporte, sin que éste se estropee. Naturalmente debe quitarse la lata al plantar o cortarle el aro superior con dos cortes diametrales. ^ ig. 5.-Repoblación de eucaliptos de un año labrada con tractor. Ubsérvese cómo ]a amplitud de calles permite un económico y completo laboreo. Se pueden recuperar pocas latas, y en esto tiene ventaja el uso de la maceta. La maceta, sin embargo, tiene como desventaja su fragilidad, pudiendo en cambio conseguirse con ella las dimensiones de cepellón que se deseen. El «Jiffy-pot», tiestos de barro crudo y demás sistemas de envase que buscan f ormar un todo compacto, al penetrar las raíces en sus paredes, están todavía por experimentarse en gran escala, sin que hasta el momento presente parezca que resuelvan gran cosa, pudiéndose decir lo mismo de las bolsas de plástico. El eucalipto a raíz desnuda resulta cuatro o cinco veces más barato que el de lata, y, en muchos casos, puede dar gran resultado, siempre, desde luego, que el vivero esté en el mismo monte a repoblar y se cuide el transporte y plan- - 14 - tación. Sin embargo, su empleo no es recomendable por el mayor riesgo de marras que entraña. Respecto al tamaño de planta a emplear puede decirse que la planta deberá ser de 0'5 a 1 m. RErosicióN DE Nlnxuns.-Ya hemos dicho que plantando en otoño puede hacerse una reposición de marras a finales de invierno o principio de primavera, de tal forma que las nuevas plantas recojan las últimas precipitaciones abundantes de heladas extraordinarias, inundaciones, etcétera, las marras en cíicha épuca son escasas y se reducen prácticamente a las plantas cíébiles, bien por serlo constitucionalmente, bien por haber sttfrido al plantarlas y no haber conseguido reponerse. No es necesario decir que es interesante realizar esta reposición, eliminando así desde el principio una irregularidad en la futura masa. Es al finalizar el verano cuando podemos hacernos una idea aproximada del éxito o fracaso de la plantación. Usualmente, en la mayor parte de las especies forestales, la reposición cíe marras en el primero, y aun en el segundo año, puede rectif icar los ^Fallos de la primitiva plantación, sin perjuicio grave de su rencíimiento posterior. Sin embargo, en el caso del eucalipto, esto es sólo posible en el caso de un porcentaje de marras mayor del 20 ó 25 por 100, pues la diferencia de un año es suficiente para que la planta nueva quede dominada por la primeramente puesta, haciendo antieconómica la operación. Pueden también reponerse marras cuando, aun siendo el tanto por ciento más bajo del veinte o veinticinco, se hallen concentradas en algunos puntos de la masa. Por ejemplo, en una plantación con un 5 por 100 de marras puede existir un pequeño rodal debido a cualquier f allo cíe plantación, donde se hayan perdido cincuenta eucaliptos casi contiguos. Claro es que en este caso puede reponerse con garantías de éxito, lo que no ocurriría si estas cincuenta marras estuvieran distribuícías homogéneamente entre 950 pies arraigados. Los bosquetes mínimos a reponer serán de diez a quince plantas. - 15 - Cuidados culturales. Durante los tres primeros años de una plantación, y para asegurar su supervivenvia, deberá darse un pase de arado y uno o dos g-radeos arn>ales. Los tres años siguientes puede la plantación vivir normalmente sin que se dé ninguna labor, pero su crecimiento se paraliza considerablemente, pudiendo llegar a perderse, en caso cíe sequías Fig. 6.-Eucaliptal al que se le han dadn labores los tres primeros años. Con un espaciamiento de 3 X 3 metros los piea tienen, a los cinco años, unas dimensiones medias de 13 centímetros de diímetro y siete metros de altura. f.uertes }- terrenos poco profundos o poco trescos, parte de ]a plantación. Los años posteriores hasta su corta son menos críticos, pero al dar una labor anual se consigue a la vez un mayor crecimiento de la masa y una mayor facilidad de br^te en las cepas a la hora de su corta. Se recornienda el arado y la grada de discos para dar las labores reseñadas, pues así se evita el embozamiento con el pasto. ^iempre que se pueda, se realizarán estas con tractor. Para eliminar la grama son mejores los cultivado1-es de dientes. AAA - 16 - Las labores se cruzarán si el marco y la pendiente lo permiten. En los casos que ello sea posible, es sumamente conveniente ceder la plantación para que los vecinos del término^ siembren entre las calles cultivos agrícolas. Cuantas más labores precise el ettltivo agrícola, más notará el eucalipto su efecto benéfico. Los cultivos de mayor interés para el eucaliptal son las. sandías, los melones y el algocíón. Se proscriben totalmente las «raspas» y las siembras espesas de cualquiera que sea la especie. Este sistema, limitada su aplicación en razón a la dificultad que entraña encontrar cultivadores que se presten a sembrar terrenos de mala calidad, agrícolamente hablando, puede ser de interés para pequeñas extensiones de suelos. excesivamente malos. En Cádiz, el L N. C., lo ha venido haciendo con repetido éxito en una serie de repoblaciones que suman alredecíor de las 1.000 Ha. Como puede comprenderse el ahorro es impor-tanter aparte del benef icio hecho al eucaliptal. Las labores se darán al final de la primavera, si es una sola, y si son varias, al principio y al final, y bajo ningún pretexto deberán dejarse de dar en especial las de los primeros años. Otro cuidado cultural interesante es el «aporcado». Esta operación reviste especial interés para las zonas de vientos fuel-tes. Consiste en hacer una peana de tierra al eucalipto, que le permita por una parte resistir mejor el efecto mecánica del viento y por otra. proteger del calor el cuello de la raíz y el arranque de las propias raíces. En tierras muy sueltas al moverse el eucalipto va formando un hueco entre el tronco y el suelo, por donde la arena caliente penetra, uniendo su acción perturbadora a la aireación de las raíces y a las radiaciones solares. El aporcado puede hacerse a mano, árbol a árbol, o con máquina, en cuyo caso se hace por líneas. -17- El único inconveniente de esta operación es su costo. La poda es una práctica recomendable. Por las mismas razones que a las demás especies, es necesario podar y guiar a los eucaliptos. Los primeros años, en los marcos usuales, n^ e^iste ^poda natural y, por ello, es necesario recurrir a la artiticial. La operación es pc^co costosa, por ser las ramillas del^gadas, y, en el caso del E. glóbuli.cs, incluso proporciona in^gresos. El guiado de los árboles que perdieron por cualquier ^r-ausa la guía terminal tiene la mayor importancia, dado ^el ^ran crecimiento del eucalipto y su facilidad para rami f icarse en estos casos. l,as podas ehcesivas dañan al árbol, disminuyendo su ^crecimiento v pudiendo llegar a deformarle. Por ello, no cleberán eliminarse más que las ramillas clel primer tercio clel fuste. La necesidad de estas dos operaciones se hace sentir más en el F. ro.ctra,ta que en el F_. ^^lóbttilrr.c. No es práctica f recuente abonar los eucalipt^s, por lo que carecemos de experiencia su f iciente sobre tal materia, aunque se han hecho ensayos que, p^r su limitaclo volumen, n^ pueden considerarse indicativos. Ha sido motivo de preocupación para los forestales el e^hattstivo aprovechamiento de la tierra y el escaso aporte de materia orgánica que se produce en los eucaliptales. La dificultad cíe transformar su hoj^a en humus y, en general, la lenta incorporación al suelo de sus residuos, hace pensar en la conveniencia de agregar a la tierra abonos qtie compensen estos inconvenientes a la vez que se estimula el crecimiento de la masa. Las tres direcci^nes principales seguidas por los ensayos han sida: a) La búsqueda de estercolizadores económicos para transforn7ar la hoja del eucalipto. -18- b) LTna liga cíe abonos minerales que se añada a cada hoyo, por ej emplo : Superfosfato ... ... ... ... ... ... Potasa ... ... ... ... ... ... ... ... l^moníaco ... ... ... ... ... ... ... 160 grs. 80 » 40 » c) El empleo de la turba, rica en nitrógeno, retentiva. de la humedací y mejorante de las propiedades físico-mecánicas deí suelo. Esta última dirección tiene evidente interés para los terrenos arenosos, pero, como todos íos sistemas de abonado ensayados, tiene como inconveniente el gran encarecimiento de la repoblación. Creemos, sin embargo, que debiera estudiarse seriamente el abonado de los eucaliptales, mediante una experimentación amplia }- rigurosa que explorase todas las posibilidades previsibles. No debe olvidarse que con tierra, idóneas, buena técnica de plantación y prácticas culturales adecuadas, se han conseguido aumentar las producciones de madera hasta los 20 m'./Ha. aiio, que han compensado sobradamente ías inversiones hechas, por lo cual n^ puede desecharse la posibilidad de conseguir nuevos aumentos como respuesta a esta nueva inversión. L?n aumento en la hroducción de 1 m'./Ha. año durante cuarenta años, cortand^ cada diez años y siendo el valor del m' de 325 ptas., supone unas 5.300 ptas. aproximadamente, llevando las cantidades al día de la plantación, lo que da idea clel margen posible de inversión en el F. glóhirltas. Yara el F. rostrata serviría este mismo cálculo, disminuyendo en una tercera parte el valor del aumento obteni-^ do, ya que esa es la proporción que existe entre los precios^ p^r m' de ambas macleras. AGrNTFS DrsTlzucTOxFS.-Af.ortunadamente, los enemigos tracíicionales del eucalipto en su país de origen, insectos y hongos no constituyen aquí un serio peligro. Es el eucalipto un árbol poco atacado por los hongos y - 19 - por los insectos detoliadores, seguramente en razón a sus aceites esenciales. En plantaciones de poca edad se registran algunas veces ataques de orugas polítagas, que generalmente se alimentan de herbáceas. También se citan ataques de un co- Fig. 7.-Apeo de un buen ejemplar de ocho años de edad. leóptero en la provincia de Cádiz, si bien tanto unos como otros pueden controlarse con tacilidad. Bastará con un espolvoreo de D. D. T. 10 por 100 o de la mezcla 5 por 100 D. D. T. ^- 10 por 100 H. C. H. para acabar 'con la plaga. Puede cubrirse la Ha. con 10 ó 15 'kilogramos de producto. -20- Más peligro encierra para la subsistencia del eucalipto el pastoreo abusivo. La cabra y la vaca, en especial, resultan peligrosas para el eucalipto en sus primeros años. La primera, por su voracidad, y la segunda por las heridas, fracturas y torsiones que realiza con sus cuernos en los jóvenes troncos. Debe, pues, proscribirse el pastoreo hasta que la plantación alcance la edad de tres años por lo menos, si bien con la labra del eucaliptal se restringe bastante este peligro al hacer desaparecer el pasto. Métodos de beneficio y producción en madera. Está sobradamente comprobado que el tratamiento que permite una máxima proclucción en madera es el de monte bajo. Lo due se explica conociendo la predilección de los eucaliptos por la luz y el espacio regularizado. I?1 número de cortas depende de la estación, espaciamiento, etc., pero puede fijarse en cuatro como mínimo. Unicamente puede objetarse que los eucaliptales trata- dos de esta manera, con labores culturales, constituyen masas ecológicamente inestables. Recomendamos las cortas a matarrasa y no los entresaques, dentro del tratamiento en monte bajo. Si bien en suelos ricos, con personal apto y siendo el monte pequeño, puede ser de interés económico cortar cada cierto tiempo, dos o tres años, los brotes que alcancen una cierta dimensión. Los árboles deben cortai-se a unos 20 cm. del suelo. En las fincas ganaderas es corriente cortar los eucaliptos a 1- 1'S m. para preservar los brotes del ganado. Esto también se ha hecho simplemente por creer que brotan mejor a alguna altura. Sin embargo, no es buena idea por la poca resistencia que of recen al viento tales brotes, y sólo se justifica cuando el f.in buscado es la sombra para el ganado y no la producción de madera. La producción aumenta entre la primera y segunda corta un 20 ó 25 por 100 para disminuir en las siguientes un -21- 10 o un 20 por 100. Estos tantos por ciento se refieren al volurnen obtenido en la primera corta. La edad de corta puede oscilar de siete a quince años, fijándose como promedio los diez años. Claro está que depende, igualmente, de la estación, el Fíg. 8.-Aunque la corta se haga a hecho, no deben cortarse ]os palos excesivamente delgados, que carecen de todo valor comercial. Una encina es testigo de la transformación del monte. espaciamiento, las labores dadas ^r las dimensionrs más buscadas en el mercado. Cuando se comprueba que las capas, están agotadas, lo que se nota en el escaso crecimiento de los brotes, es preciso sustituir el eucaliptal. -azSi se decide la sustitución por el pino piñonero, es necesario destoconar, sembrando entre las cepas y flameándolas, en todo caso, si quel-emos eliminar su competencia. Ls preciso recordar que estas cepas con sus brotes recientes son ideales para la extracción de esencia. Si, como parece natural, se piensa volver a replantar el monte de eucaliptos, sin preocuparse por el posible agotamiento del terreno, entonces es preciso el descepe, que de- Fig. 9.-Los pies apeados se trocean según las dimensiones solicitadas por el mercado. bei-á realizarse con maquinaria pesada, bien con destoconador, bien simplemente con el subsolador, según sea el tamaño de las cepas. Según Echevarría, en la zona de Huelva estudiada por él, comprendida entre Almonte y el mar, el E. glóbulus alcanza con la edad las siguientes características por hectárea, con arreglo a las dos calidades establecidas. 23 _ NlMERO UF. PI6S DIAMETRO MEUfO A1.TUHA MEDIA VOGUNftN POR IIA EN C,M. MAUEItABLE EN M9 EI^ñI) ,1ÑOS I If I 2 4 6 8 10 12 14 16 842 778 750 720 700 680 660 640 547 536 528 523 520 520 520 5,5 12 15,6 18,0 19,6 20,8 21,8 22,6 5,5 11 13,9 15,6 17,0 18,1 18,9 18 630 520 23,3 19,5 II II I ll 3,8 7,7 11,9 14,4 15,9 16,7 17,2 4,9 8,1 10,7 12,6 14,1 14,9 3 35 85 139 185 220 244 262 3 26 50 75 100 123 140 17,4 15,4 272 151 1 Comc> rendimiento medio, sin embargo, fijaremos los 10 m3/1 ] a. teniendo en cuenta la abundancia de terrenos de mala ralidad dedicados a eucaliptal. l;l clesarrollo del E. rostrata podemos considerarlo ligeramente inferior al de F_. ^lóbulaTS. Aprovechamientos. ^egún la última Estadística Forestal (año 1959) el total de madera de eucalipto cortada en España fué de 380.023 metros cúbicos, de los cuales 113.408 corresponden a Andalucía y, dentro de ella, 96.115 m.' a Huelva. Las principales aplicaciones de la madera de eucalipto son : para industrias celulósicas (pasta de papel e industl-ia textil), para apeas de mina, para traviesas, para tableros, para construcción, postes e hincos. En industrias celulósicas se emplearon en 1959, 210.000 toneladas métricas de eucalipto, siendo esta la mayor fuente de consumo. La especie generalmente empleada en la obtención de pastas blancas, es el E. glóbulos, pues si bien la madera del E. rostrata sirve también para tal menester, exige una operación de blanqueo que encarece el proceso sensiblemente. Es esta preferencia, precisamente, la principal razón de que el m'. de E. ,qlóbulu.c se pague un 50 por 100 más que el m' de E. rostrata, en el caso de diámetros inferiores a 30 centímetros. El F_. rostrata, en diámetros mavores, tiene mayor va- -24- lor por tener aplicación en la industria de tableros, traviesas e incluso mueblería, pero sin llegar nunca a valer lo que el E. glóbulus. El uso del eucalipto para apeas de mina, se debe a su barato coste, va que es mejor el pino que «avisa» y pesa menos. Sin embargo, el eucalipto, si no está excesivamente desviado, se defonna antes de romperse, dando así un margen de seguridad a su empleo. Aunque no absorba una gran cantidad de m'., es de tener en cuenta, como curiosidad, el empleo del E. rostrata para mueblería. Sus piezas de buen diámetro, debidamente curadas, son susceptibles de convertirse en excelentes muebles, parecidos en su aspecto a los de caoba. A este respecto diremos que aún se puede oír llamar, algunas veces, a este eucalipto «caobo». La madera es poco putrescible, por lo que, unido a su bajo precio, la hace muy indicada para hincos, postes, pilotes, etc. La leña de los eucaliptos arde con facilidad, sin que exista gran deinanda de ella; carboneada da un bajo rendimient^, del orden de 100 kg. por m'. La extracción de aceites esenciales de las hojas se realiza solo en el E. glóbulus. La esencia de eucalipto tiene buen mercado destinándose sobre todo a la industria f armacéutica y perfumera. El rendimiento viene a ser algo inferior al uno por ciento. Su obtención es muy secilla. Unicamente requiere una caldera con serpentín, extray éndose la esencia al vapor. La ^^roducción por Ha. varía con la edad y calidad de los eucalirrtos, y si bien las hojas jóvenes son más ricas en esencia, los árboles adultos tienen más hoja, pudiéndose fijar, como término medio, en una caldera de hoja por hectárea (150 arrobas ). Es decir 12 litros de esencia por hectárea. DEPOSITO LEGAL, M. 3.109-1958. GRAFICAS UGUITA - MADRID