Poder Judicial de la Nación Causa N° 42.462 “Recurso de queja en autos: ‘N.N. s/ delito de acción pública” Juzgado N° 11 - N° 21 Reg. N°: 437 /////////////nos Aires, 12 de mayo de 2009.Y VISTOS Y CONSIDERANDO: I.- Mediante el recurso de hecho de fs. 2/4 del incidente, el Sr. Fiscal pretende que se revise el juicio de admisibilidad del recurso de apelación interpuesto a fs. 245 del expediente principal contra la decisión del titular del Juzgado Federal N° 11 de archivar las actuaciones por no poder proceder (art. 195, “in fine” C.P.P.N.). El Juez declaró inadmisible el remedio procesal por entender que: “...el recurrente sostiene su agravio en que corresponde certificar el estado procesal de la I.P.P. n° 207.934 del registro de la UFI nro. 7 de La Plata, medida que ya fue realizada en las presentes actuaciones (ver fs. 153/154, 155, 199/200 y 220)...” (cfr. fs. 246). Como contrapartida, el quejoso denunció que ese motivo no se refiere a ninguno de los recaudos de admisibilidad de la apelación previstos por los arts. 432, 438, 449 y cctes., C.P.P.N., por lo cual la vía ha sido mal denegada. II.- La oscuridad del decreto objetado ha exigido un estudio retrospectivo de los actos procesales que precedieron la denegatoria, tarea que nos ha permitido advertir un defecto que vicia de nulidad absoluta, con compromiso de garantías constitucionales, la resolución contra la cual se presentó el recurso, lo cual así será declarado en función de lo estipulado por los arts. 166, 168, 170 y cctes. del C.P.P.N. II.1) A fs. 34/35 el Sr. Fiscal impulsó la acción penal contra Néstor Alberto Pisetta por haber presentado el 21 de noviembre de 2003 ante la seccional N° 80 del Registro de la Propiedad Automotor ubicado en esta ciudad, con el fin de lograr la transmisión del dominio a su favor del automotor marca Renault Clio, patente N° DUP009, un formulario N° 08 (N° 14694381) y un título de propiedad atribuido a dicho rodado (control RALC N° 8239900) presuntamente falsos. II.2) Sin perjuicio de ello y en forma paralela al inicio de las actuaciones, el denunciante –Carlos A. Ruocco, encargado de la repartición ante la cual se intentó el trámite- acompañó copias certificadas de la denuncia que el imputado había realizado ante la UFI N° 7 del Departamento Judicial de La Plata el 28 de noviembre de 2003. En dicha ocasión, Pisetta hizo saber que el 1° de agosto de ese año había comprado el automotor descripto en la agencia de Rafael Giuliano, situada en la calle 13, N° 557 de La Plata, con quien suscribió el boleto de compraventa correspondiente. Cuando intentó perfeccionar el dominio mediante la presentación de la documentación pertinente en la seccional N° 80 del Registro de la Propiedad Automotor, tomó conocimiento de que era apócrifa y de que, en consecuencia, había sido víctima de un error que lo determinó a efectuar una disposición patrimonial perjudicial. Así, de acuerdo con las certificaciones de fs. 153/154, 155, 200 y 220, en la investigación penal preparatoria N° 06-00-207934-03, “Denuncia-averiguación de ilícito-Pisetta, Néstor Alberto” de la UF.I. N° 7, Departamento Judicial de La Plata, se investiga “...la posible adulteración de la numeración de origen estampada sobre el automotor secuestrado, posible origen espúreo del rodado y delito derivado de su tradición y/o receptación...” y en particular, “...la defraudación en perjuicio de Néstor Alberto Pisetta...”. Sin embargo, en dichas actuaciones pudo establecerse de manera preliminar, que las numeraciones estampadas en el motor y chasis así como la correspondiente a las patentes eran originales. En consecuencia, con el fin de corroborar la hipótesis materia de inspección y toda vez que según el testimonio de Giuliano, él a su vez habría adquirido el rodado a Juan Manuel Menéndez, el Fiscal interviniente se encontraba investigando la cadena de Poder Judicial de la Nación compradores mediante sus respectivas convocatorias a prestar declaración testimonial. II.3) a) Desde la primera declinatoria de competencia basada en razones de territorialidad (cfr. fs. 72/74), el Dr. Bonadío interpretó que los sucesos descriptos en los puntos II.1 y II.2 formaban parte de una única maniobra perpetrada en perjuicio de Pisetta, que se habría desplegado en la Ciudad de La Plata –pues en ese lugar, el nombrado habría efectuado la disposición patrimonial perjudicial al abonar a Rafael Giuliano el precio del bien bajo la creencia errónea de que el nombrado estaba en condiciones de transmitirlo y de que la documentación que recibió se encontraba en regla; y por lo demás, según el Juez, la verificación policial del vehículo se habría efectuado en aquel sitio-. Sin embargo, la Sala resolvió en contra de dicha intelección la contienda negativa de competencia, en el sentido propuesto por el Ministerio Público Fiscal, por cuanto frente al desconocimiento del contexto de la adulteración, debía estarse al lugar del uso de los instrumentos. Por lo demás, se consideró que habría existido una posterior verificación policial del vehículo en esta ciudad y que aún ni siquiera se había establecido la autenticidad del Formulario N° 12, correspondiente a la revisión efectuada en la ciudad de La Plata, de la cual se desprendía a su vez una contradicción con los dichos de Pisetta en punto a la identidad de quien la habría llevado a cabo. El Dr. Bonadío se limitó a realizar una certificación del expediente de la U.F.I. N° 7 y volvió a expedirse en el sentido indicado, aunque con el agregado de la calificación legal de la maniobra que entendió como única a la luz del tipo de falsificación de documentos públicos en concurso ideal con el de estafa (arts. 292, 172 y 54, C.P.). De esta manera, hizo explícita su particular comprensión del objeto procesal de las presentes actuaciones como simple consecuencia del perjuicio sufrido por Písetta en razón de la maniobra estafatoria de la cual habría sido víctima. La nueva contienda negativa de competencia mereció una misma posición por parte del Ministerio Público Fiscal y una idéntica decisión por parte de esta Sala. Ahora bien, el particular entendimiento del magistrado se materializó con su decisión, casi inmediata al fallo de la Cámara, de convocar en declaración indagatoria a quien, según la nueva hipótesis delictiva que barajó basada en aquella comprensión unilateral –por no haber tenido eco alguno en el titular de la acción penal-, le habría vendido el auto a Pisetta (cfr. fs. 193). Cabe señalar que la Unidad Funcional de Investigaciones a cargo de la inspección jurisdiccional de la maniobra que habría sido perpetrada en contra del aquí imputado, no había aprehendido la intervención de Rafael Giuliano como normativamente desaprobada a la luz del tipo de los arts. 292 y 172 C.P., pues, de acuerdo con lo explicado con antelación, había sido convocado en aquel expediente en calidad de testigo. Ante la imposibilidad de dar con el paradero del intimado, el Dr. Bonadió volvió, por tercera vez, a declinar su competencia en razón del territorio (cfr. fs. 213/215) sobre la base de idénticas razones que las rechazadas con antelación. La Sala se expidió en sentido contrario a la postura del Juez a fs. 240. b) Pese a ello, el “a quo” no varió su comprensión acerca del objeto de investigación, aunque sí la estrategia procesal para hacerla valer. En el decisorio de fs. 242/244 sobre el cual se abrirá nuestra jurisdicción por la vía indicada previamente, el Dr. Bonadío enfatizó que: “...no hay duda alguna que Giuliano valiéndose de la documentación falsa logró venderle el rodado de marras a Pisetta, quien tomó cuenta de la estafa recién al querer inscribir el bien a su nombre en esta ciudad...” (cfr. fs. 243). Volvió a explicitar su aproximación a ambos objetos procesales como un universo al indicar que la maniobra debía ser subsumida a la luz del tipo de falsificación de documentos públicos en concurso ideal con el de estafa. A modo de tautología argumentó que: “...Prueba de ello es que en estos actuados Rafael Giuliano fue citado a prestar declaración indagatoria (cfr. fs. 193) y en la Poder Judicial de la Nación investigación que tramita ante la UFI N° 7 fue citado a prestar declaración testimonial. Por lo que no hay duda de que podría llegarse a resoluciones palmariamente opuestas...” (cfr. fs. 243 vta.). Como consecuencia de este razonamiento temió que por tramitar en jurisdicciones diversas, el mismo hecho recibiera soluciones contradictorias. Por ello, entendió que correspondía: “...disponer el archivo de estas actuaciones en relación al uso de documentación espuria en esta ciudad, de conformidad con lo dispuesto por el art. 195, segundo párrafo del código de rito, por no poder proceder...”. III.- La Sala entiende que el pronunciamiento descripto en último lugar no constituye una derivación razonada del derecho vigente, por apartarse de las constancias de la causa y de las normas aplicables, en violación del mandato establecido por el art. 123 C.P.P.N. y del debido proceso legal (art. 18 C.N.). Por constituir, en consecuencia, una decisión arbitraria – tanto fáctica como normativa- con compromiso de garantías constitucionales, será descalificada como acto jurisdiccional válido. Antes de concentrarnos en los defectos que permiten tal aproximación al resolutorio, es preciso realizar una consideración en punto a las sucesivas declinatorias de competencia realizadas por el magistrado sin nuevos elementos que permitieran virar el sentido de la solución asignada por esta Sala a la contienda correspondiente. Ello es así por cuanto, aun cuando esta conflictiva en particular no constituya materia de decisión en la presente, lo cierto es que en modo indirecto el fallo que aquí se revisa ha reflejado bajo otra fachada procesal la postura rechazada en las intervenciones anteriores de la Sala y concretado, por lo demás, el riesgo que las reglas relativas a las contiendas de competencia pretenden aventar. En este sentido, la Corte Suprema de Justicia ha dicho que: “...Una vez asignada la competencia queda vedado el replanteo de la contienda aún por vía de incidencia promovida por las partes, salvo nuevas probanzas modificatorias...” (CSJN, Fallos:308:273; 307:1608 y 1696), en razón de que dicha asignación tiene el valor de cosa juzgada formal y opera, además, el principio de estabilidad en la competencia. El valor último atrincherado por esta regla radica en evitar la privación de justicia –cfr. Navarro, Guillermo Rafael y Daray, Roberto Raúl, “Código Procesal Penal de la Nación, análisis doctrinal y jurisprudencial”, Ed. Hammurabi, 1° Edición, Buenos Aires, 2004, Tomo 1, ps. 192 y 193-. En el caso, las sucesivas decisiones del Juez al respecto en infracción a esta regla, materializadas en la resolución revisada por una vía indirecta, basadas en la recreación de un objeto procesal sin intervención del Ministerio Público Fiscal, impidió dar solución a un conflicto presentado a la justicia en el año 2003. Dicho balance podría presentarse como el defecto “macro” de la resolución. Ahora bien, en cuanto a cada uno de los términos del problema cabe referir que la particular concepción sobre el objeto procesal de las presentes actuaciones materializada mediante las fallidas declinatorias y con mayor gravedad, en la decisión que nos ocupa, significó una asunción elíptica de la función de acusar reservada al Ministerio Público Fiscal como garantía orgánica del debido proceso legal (arts. 18 y 118 C.N.). En este sentido, así como la Sala señaló en el precedente: “Incidente de nulidad de García Iglesias José” (causa N° 40.340, rta. el 7/8/07, reg. N° 934) que el silencio jurisdiccional respecto de un pedido de sobreseimiento formulado por el Fiscal de la causa, animado sólo por algunos actos procesales ajenos a la petición, se traduce en un acto dispositivo velado atendiendo a que todo proceso penal apareja la restricción de derechos, es posible sostener respecto del sub-lite, que el nuevo entendimiento del magistrado respecto de la hipótesis de investigación delineada en primer lugar por el Ministerio Público Fiscal quien se opuso, al opinar acerca de la contienda negativa de competencia, a la recreación antedicha, tiene un efecto similar y por ello, apareja el mismo compromiso constitucional. Pese a lo expuesto, podría argumentarse en contra que la decisión atacada tendió a proteger al justiciable por haber virado la percepción Poder Judicial de la Nación de su competencia en el hecho desde la posición de autor hacia el rol de víctima y que el archivo preliminar de las actuaciones, tiende a evitar resoluciones contradictorias. Sin embargo, en el contexto de este último campo de discusión se enmarca la falla más seria del resolutorio, que aún en forma autónoma podría motivar la descalificación por arbitrariedad. Según la descripción previa, el Dr. Bonadío consideró que no era factible proceder y como consecuencia, dispuso el archivo de las actuaciones, sobre la base de una supuesta comunidad entre el objeto procesal de las presentes actuaciones con aquellas tramitadas en la UFI N° 7. Más allá de los problemas de esta recreación a la luz de la estructura triádica del procedimiento señalados con antelación, lo cierto es que Néstor Alberto Pisetta fue identificado formalmente, a partir del requerimiento de instrucción, como el autor del suceso investigado en autos, es decir, como quien habría presentado ante la seccional del Registro de la Propiedad Automotor de esta ciudad documentación apócrifa con el fin de perfeccionar el dominio de un automotor a su favor. De este modo, si el magistrado hubiese arribado a la convicción necesaria en esta etapa del proceso en punto a la verosimilitud de la versión de los hechos que Pisetta denunció en la otra jurisdicción, debió motivar su convencimiento acerca del error de tipo en que habría incurrido la víctima a la luz de la norma prevista por el art. 296 C.P. –en función del equívoco motivado en el error determinado por el ardid desplegado por el tercero que le habría vendido el automotor y entregado la documentación presuntamente falsificada- y definir, en consonancia con dicha interpretación, la situación procesal del justiciable. De lo contrario, debió haber llevado a cabo las diligencias necesarias con el fin de acoger o descartar aquella versión y luego, fallar en consecuencia. En lugar de ello, el “a quo” superpuso ambos objetos de investigación y comprometió el derecho de Pisetta, mediante el archivo de las actuaciones, de ser juzgado en un plazo razonable (cfr. art. 8, inc. 1, CADH, 18 C.N. y CSJN, Fallos: 272-1:189-193, rta. el 29/11/68, in re: “Mattei”). Por lo demás, y en forma coherente a la necesidad de aventar el riesgo concretado en las actuaciones, el supuesto legal invocado por el magistrado para archivar las actuaciones (art. 195 C.P.P.N., “por no poder proceder”) no comprende el que presentó como su fundamento, pues se refiere a supuestos en los cuales no es factible el progreso de la acción –por falta de instancia, en los casos que la requieren o por algún obstáculo que lo impida, como por ejemplo, la existencia de una cuestión prejudicial- y puede extenderse aún a supuestos en que no se hubiese logrado individualizar al autor. Precisamente por las razones anteriormente expuestas, no es de aplicación el art. 195, in fine, C.P.P.N. cuando existen personas imputadas (Cfed., Sala I, LL, 2000-F-890, entre muchos otros; cfr. Navarro-Daray, op. cit. ps. 489 y 490). Atendiendo a que el “a quo” se ha apartado de las constancias de la causa así como de las normas aplicables, con compromiso de garantías constitucionales (arts. 18, 118, C.N. y 8, inc. 1 CADH) corresponde descalificar el decisorio de fs. 242/244 como acto jurisdiccional válido por resultar arbitrario y, por ello, declarar su nulidad así como de lo obrado en consecuencia y disponer el reenvío de las actuaciones a la instancia anterior, con el fin de que se proceda conforme a derecho, sin perjuicio de recordar al magistrado la facultad que le asiste en virtud de lo normado por el art. 196 C.P.P.N. En virtud de ello, el Tribunal RESUELVE: ANULAR el resolutorio de fs. 242/244 y de todo lo obrado en consecuencia, y REENVIAR las actuaciones al Juez interviniente con el fin de que proceda conforme a derecho. Regístrese, hágase saber, devuélvase el principal con copia de la presente y, cuando corresponda, remítase el incidente. Sirva la presente de atenta nota de envío. Poder Judicial de la Nación Fdo.: Jorge L. Ballestero, Eduardo G. Farah.///guen firmas. En la misma fecha el Dr. Eduardo Freiler no firma por hallarse en uso de licencia. Conste. Ante mí: Sebastián N. Casanello, Secretario de Cámara.