TC aplica analógicamente normas procesales de manera cuestionable Juan Carlos Ruiz Molleda Luis Andrés Roel Alva Una sentencia controversial acaba de expedir el Tribunal Constitucional (TC). Se trata de la recaída en el expediente Nº 04664-2007-PA/TC. Se trata de un caso donde, ante la falta de una regla procesal expresa, el TC tiene que proceder a una integración jurídica para construir una regla, valiéndose de la analogía jurídica. Lo cuestionable, es que lo hace sin respetar los requisitos para recurrir a esta herramienta, es decir, aplica la analogía ante casos que no son en esencia iguales, y a pesar que ello restringe derechos (esto ultimo, contra el texto expreso de la Constitución). 1. Los hechos Se trata de un caso donde el TC declara infundado un recurso de agravio constitucional por no lograr mayoría. En efecto, esta declaración no fue realizada de manera unánime por los magistrados, ni por mayoría, fue un empate en la votación. Los magistrados Landa, Mesía y Calle votaron por declarar infundado el recurso, mientras que los magistrados Álvarez, Vergara y Eto resolvieron declarar como fundado el petitorio, absteniéndose de votar el magistrado Dr. Beaumont por considerar que carecía de la independencia necesaria al haber sido abogado de una de las partes. Ciertamente, no entraremos al análisis de fondo del caso. No nos estamos pronunciando por la constitucionalidad de la posición de una de las partes. Sólo nos interesa analizar los argumentos que el TC invoca para deducir una regla de naturaleza procesal ante el vacío del marco normativo. 2. El problema El problema es que el Código Procesal no contemplaba para casos de amparo una norma para cuando hubiera un empate, y el séptimo magistrado se abstuviera. Sólo contempla una norma para un caso supuestamente similar, pero en procesos de inconstitucionalidad, la cual está contenida en el artículo 5 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. 3. Lo que dijo el TC Ante esta situación, el TC optó por realizar una interpretación analógica –aún cuando no lo dice- de dicha regla del proceso de inconstitucionalidad, estableciendo que si en el proceso de amparo hubiera un empate en la cantidad de votos de los magistrados constitucionales, este debería ser dilucidado mediante la aplicación del artículo 5, párrafo segundo de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. El argumento del TC fue el siguiente: “Que, no obstante lo dicho, corresponde al Tribunal Constitucional la ineludible responsabilidad de resolver la presente causa aun cuando se presenten situaciones irreconciliables respecto de las posiciones expresadas en los votos de los magistrados que impiden el pronunciamiento de una resolución que cuente con los votos suficientes para resolver el recurso de agravio constitucional interpuesto por los demandantes contra la sentencia de la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República, que en segunda instancia declaró infundada su demanda de amparo y, por tanto, es extensible la regla procesal contenida en el segundo párrafo del artículo 5 de la LOTC, que dispone que “De no alcanzarse la mayoría calificada de cinco votos en favor de la inconstitucionalidad de la norma impugnada, el Tribunal dictará sentencia declarando infundada la demanda de inconstitucionalidad”, al presente proceso que cuenta con un pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de la República, por lo que el recurso debe ser declarado infundado, quedando subsistente la recurrida por sus propios fundamentos…”. (04664-2007-AA Resolución, f.j. 7) “Artículo 5°.- Quórum (…) De no alcanzarse la mayoría calificada de cinco votos en favor de la inconstitucionalidad de la norma impugnada, el Tribunal dictará sentencia declarando infundada la demanda de inconstitucionalidad. (…)” 4. Análisis del razonamiento del TC 4.1. Se ha aplicado la analogía en procesos que son sustancialmente distintos Comencemos por entender qué es la analogía jurídica. La analogía es un método de integración jurídica, mediante el cual la consecuencia de una norma jurídica se aplica a un hecho distinto que aquélla que considera el supuesto de dicha norma, pero que le es semejante en sustancia 1 . Ciertamente no se trata que los casos sean idénticos, sino que sean en sustancia iguales, para lo cual es necesario diferenciar la semejanza de la identidad. En otras palabras, se decide “que el hecho ocurrido en la realidad es esencialmente igual al que describe el supuesto de la norma cuya consecuencia aplica, aún cuando es fácticamente distinto de él” 2 . Para ello es necesario precisarse en qué consiste la semejanza esencial. 1 Marcial Rubio Correa, El sistema jurídico. Introducción al Derecho, 4ª edición, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 1984, pág. 273. 2 Ibídem, pág. 274. En nuestra opinión, la utilización de la analogía por el TC no es acertada, pues lo hace sin respetar y observar las reglas que ella exige para ser aplicada: a) que se trate de casos sustancialmente semejantes y b) que su aplicación no restrinja derechos. Sobre el primer punto, sostenemos que el proceso de amparo y de inconstitucionalidad tienen diferencias sustanciales, debido a sus finalidades y naturalezas distintas. En efecto, cada proceso constitucional ha sido creado para cumplir con ciertas finalidades y objetivos, por lo que hay que tener mucho cuidado al momento de llenar los vacíos de la legislación procesal constitucional, tomando prestado reglas de un proceso para aplicarlas al otro. Para empezar, el proceso de amparo es el instrumento procesal de control concreto, creado por nuestra Constitución, para que los particulares puedan proteger sus derechos constitucionales. El mismo proceso se aplica contra el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona que vulnera o amenaza los derechos estipulados en el artículo 37 del Código Procesal Constitucional, así como los derechos implícitos emanados de aquellos y los llamados “derechos nuevos” según sea el caso. Sin embargo, los procesos constitucionales no solo buscan la tutela subjetiva de los derechos constitucionales, sino también la tutela objetiva de la Constitución 3 . El proceso encargado de esta protección objetiva y que cumple con la otra finalidad de los procesos constitucionales, es el proceso de inconstitucionalidad. 4 En efecto, el proceso de Inconstitucionalidad es el que se encarga de declarar la inconstitucionalidad de las normas que tienen rango de ley (ley, decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados, reglamentos del Congreso, normas regionales de carácter general y ordenanzas municipales), cuando estas contravenga o infrinja la Constitución en aspectos materiales o de fondo; o, en aspectos formales como éstas no hayan sido aprobadas, promulgadas o publicadas en la forma establecida por la Constitución. Se trata de procesos de control abstracto, que tienen como finalidad proteger y salvaguardar la supremacía Constitucional de las afectaciones de normas de rango legal, siendo el Tribunal Constitucional el único órgano jurisdiccional que posee legitimidad para ver el proceso de inconstitucionalidad. 3 STC. Nº 266‐2002‐AA/TC, F. J. 5 Código Procesal Constitucional ‐ Ley Nº 28237 Titulo Preliminar Artículo II.‐ Fines de los Procesos Constitucionales Son fines esenciales de los procesos constitucionales garantizar la primacía de la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos constitucionales. 4 Después de haber definido lo que es el proceso de Amparo y el proceso de Inconstitucionalidad, así como cuáles son sus objetos de estudio y finalidades, podemos darnos cuenta que son distintos entre sí. En el proceso de inconstitucionalidad, opera la presunción de constitucionalidad de la ley y el principio de conservación de la ley, los cuales buscan asegurar y cautelar la seguridad jurídica, bien jurídico constitucional de enorme importancia para el orden público constitucional. Por su parte, el proceso de amparo, al no ser un proceso de control abstracto sino de control concreto, dicha presunción no funciona. En su lugar opera el principio pro homine o pro persona, que exige ante casos de duda, optar por aquella interpretación que maximice la protección de los derechos humanos. En otras palabras lo que fundamenta el proceso de inconstitucionalidad y más en concreto el artículo 5 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, que establece que para declarar la inconstitucionalidad de una ley se necesitan los votos de cinco de lo siete magistrados, son los principios de presunción de constitucionalidad de la ley y el principio de conservación de la ley, los cuales buscan asegurar y cautelar la seguridad jurídica. El Principio de presunción de la constitucionalidad de las leyes En virtud del Principio de presunción de la constitucionalidad, se presumirá que la ley se encuentra de conformidad con la Constitución, hasta que el TC en ejercicio de la jurisdicción constitucional no se pronuncie, declarándola inconstitucional. Para el TC, este principio “se presume que está y las demás normas dictadas por el Estado se toman por constitucionales, salvo prueba en contrario” (exp. Nº 03556-2003-HC/TC, f.j. 3) 5 . Es la idea del respeto al legislador democrático lo que conduce a la presunción de la constitucionalidad de la ley, salvo muy severa prueba en contrario 6 . El TC ha reconocido este principio en su jurisprudencia 7 , y también lo ha hecho la doctrina nacional 8 . Como señala Hesse, la voluntad y la conducta del legislador democrático gozan de una presunción de constitucionalidad 9 . Entonces, las sentencias interpretativas tratan de conservar en lo posible un precepto legal cuyo contenido normativo es parcialmente inconstitucional. Muchas veces resulta la mejor alternativa frente a la declaración de inconstitucionalidad simple de 5 Ver también: 0009‐2007‐PI/TC y 0010‐2007‐PI/TC (acumulados), f.j. 17; exp. Nº 00030‐2005‐AI/TC, f,j, 53; exp. Nº 00030‐2005‐AI/TC, f.j. 53; 0004‐2006‐PI/TC, f.j. 135. 6 Aragón Reyes, Manuel, citado por Díaz Revorio, op. cit., 2003, pág. 304. 7 Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el expediente 0010‐2002‐AI/TC. f.j. 13. 8 Rubio Correa, Marcial: La interpretación de la Constitución según el Tribunal Constitucional. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2005, pág. 126. Marcial Rubio ha señalado que “[…] el sistema es un conjunto de partes interrelacionadas con principios comunes. Por consiguiente, quitar una norma del sistema es como quitar un engranaje de una máquina. Nunca sabremos si será necesario, si impedirá operar debidamente al conjunto”. 9 Hesse, Konrad: “La interpretación de la Constitución”, en Escritos de Derecho Constitucional. Madrid: CEC, 1992, pág. 52. todo el artículo o disposición legal —que con frecuencia puede crear un vacío legal y una situación más inconstitucional que la que se trata de resolver— y la declaración de constitucionalidad, que hace permanecer en el ordenamiento interpretaciones o normas inconstitucionales 10 . El fundamento de este principio se encuentra en el artículo 93º de la Constitución según el cual, el Congreso es el titular de la representación nacional. Como señala Roger Rodríguez, “Dado que al Parlamento asiste legitimidad democrática directa como representante de la Nación (artículo 93º C), el juez tiene el deber de presumir la constitucionalidad de las leyes, de modo tal que sólo pueda inaplicarla (control difuso) o dejarla sin efecto (control concentrado), cuando su inconstitucionalidad sea manifiesta, es decir, cuando no exista posibilidad alguna de interpretarla de conformidad con la Constitución” 11 . Este principio ha sido reconocido a nivel legislativo en la Segunda Disposición General de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional: “Los Jueces y Tribunales sólo inaplican las disposiciones que estimen incompatibles con la Constitución cuando por vía interpretativa no sea posible la adecuación de tales normas al ordenamiento constitucional”. El Principio de conservación de las leyes 12 Esta principio está muy relacionado con el principio de presunción de constitucionalidad de las leyes. Señala Jorge León que, “frente a la necesidad de minimizar el impacto de las decisiones de inconstitucionalidad sobre el ordenamiento jurídico, el TC debe buscar un equilibrio entre la posibilidad de eliminar normas inconstitucionales y la de no crear lagunas o discontinuidades que pondrían en duda el carácter unitario del ordenamiento jurídico”. Agrega que “Esto exige que sólo cuando una disposición no sea pasible de una interpretación conforme con la Constitución, al TC le corresponde expulsar la disposición, por inconstitucional, del ordenamiento jurídico5. Este tipo de sentencias, pues, buscan respetar, hasta donde sea razonablemente posible, el principio de conservación de las leyes” 13 . 10 Díaz Revorio, Javier: Las sentencias interpretativas del Tribunal Constitucional. Significado, tipología, efectos y legitimidad. Análisis especial de las sentencias aditivas. Valladolid: Editorial Lex Nova, 2001, pág. 307. 11 Roger Rodríguez, Sobre los efectos normativos de la sentencia constitucional, en Gaceta del Tribunal Constitucional, N.º 1, enero‐marzo 2006, 12 Este principio se hace más evidente en el tema de las sentencias interpretativas. En efecto, cuando el TC expide una sentencia interpretativa no busca declarar toda la disposición y todo el artículo como inconstitucional, sino atribuir tal condición solo a aquellas normas —del artículo— que violan la Constitución, y mantiene y declara constitucionales aquellas que no vulneran la norma suprema, con el objeto de salvar la norma del Congreso. 13 Jorge León y otros, INFORME CONSTITUCIONAL «RELACIONES ENTRE EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y EL PODER JUDICIAL» INFORME ELABORADO POR LOS ASESORES JURISDICCIONALES, en Gaceta del Tribunal Constitucional, N.º 2, abril‐junio 2006. Como señala el TC, por intermedio de ellas se exige al juez constitucional “salvar”, hasta donde sea razonablemente posible, la constitucionalidad de una ley impugnada 14 . Señala el TC que esto se hace para afirmar la seguridad jurídica y la gobernabilidad del Estado. Es decir, la expulsión de una ley del ordenamiento jurídico por inconstitucional debe ser la última “ratio” a la que debe apelarse. Así, la simple declaración de inconstitucionalidad no debe ser utilizada, salvo si es imprescindible e inevitable 15 . La razón es muy sencilla, pues se parte de la presunción de constitucionalidad a favor de la ley del Congreso por proceder de un poder público 16 . Principio de seguridad jurídica Finalmente, la ratio del quórum en el proceso de inconstitucionalidad tiene como fundamento el principio de seguridad jurídica, la certeza y la predictibilidad. Como muy bien señala Marcial Rubio 17 , la Constitución no menciona la seguridad jurídica, sin embargo, el TC ha tratado de ella en su jurisprudencia. Así, el Tribunal señala que “la seguridad jurídica es un principio consustancial al Estado Constitucional de derecho, implícitamente reconocido en la Constitución. Se trata de un valor superior contenido en el espíritu garantista de la Carta fundamental, que se proyecta hacia todo el ordenamiento jurídico y busca asegurar al individuo una expectativa razonablemente fundada respecto del cual será la actuación de los poderes públicos y, en general, de toda la colectividad, al desenvolverse dentro de los cauces del derecho y la legalidad” 18 . Muy por el contrario, el proceso de amparo es un proceso de protección de la libertad, es un proceso de control concentrado, cuyo sustento está en el artículo 44º de la Constitución: la razón de ser del Estado es proteger y garantizar derechos, y cuya interpretación de sus normas está vinculada al principio pro homine. El principio constitucional vinculante pro homine –o pro libertatis-, recogido por el TC 19 y cuya cobertura constitucional se encuentra en el artículo 1º de la 14 Sentencia recaída en el expediente 0004‐2004‐CC/TC, f.j. 3.3. Ibídem. 16 Samuel Abad en la presentación del libro de Javier Díaz Revorio: La interpretación constitucional de la ley. Las sentencias interpretativas del Tribunal Constitucional. Lima: Palestra Editores, 2003, págs. 13‐14. 17 Marcial Rubio Correa, El Estado Peruano según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2007, pág. 77 18 Sentencia del TC recaída en los exp. 0001‐0003‐2003‐AI/TC. 19 El Principio pro homine y pro libertatis ha sido recogido por el TC en su jurisprudencia, en la sentencia recaía en el exp. Nº 0075-2004-AA/TC, f.j. 6 cuando precisa que “Asimismo, y por extensión, la interpretación de la recurrida no resulta acorde con los principios pro homine y pro libertatis, según las cuales, ante diferentes interpretaciones de un dispositivo legal, se debe optar por aquella que conduzca a una mejor protección de los derechos fundamentales, descartando así las que restrinjan o limiten su ejercicio. Vale decir, el principio pro homine impone que, en lugar de asumirse la interpretación restrictiva, e impedir el derecho a la efectiva tutela jurisdiccional, se opte por aquella que posibilite a los recurrentes el ejercicio de dicho 15 Constitución, exige que ante diferentes interpretaciones de una disposición legal o constitucional, se debe optar por aquella que conduzca a una mejor protección de los derechos fundamentales, descartando así las que restrinjan o limiten su ejercicio. Según éste, entonces, al momento de interpretar las normas procesales del proceso de amparo, se debe optar por aquella interpretación que posibilite el mayor ejercicio de sus derechos y una protección más efectiva. Esta diferente naturaleza de los procesos constitucionales se hace más evidente si tenemos en cuenta que el quórum para declarar inconstitucional una ley, la cual nada tiene que ver con los procesos de amparo. En efecto, según el artículo 5 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 28301), para declarar una ley inconstitucional, se requiere 5 votos de los 7. “Artículo 5°.- Quórum El quórum del Tribunal Constitucional es de cinco de sus miembros. El Tribunal, en Sala Plena, resuelve y adopta acuerdos por mayoría simple de votos emitidos, salvo para resolver la inadmisibilidad de la demanda de inconstitucionalidad o para dictar sentencia que declare la inconstitucionalidad de una norma con rango de ley, casos en los que se exigen cinco votos conformes”. Lo que ha hecho en buena cuenta el TC es utilizar una regla procesal que tienen un fundamento específico (principios de presunción de la constitucionalidad de las leyes, conservación de las leyes y seguridad jurídica) y que guarda relación y coherencia con la finalidad de un tipo de proceso constitucional (proceso de inconstitucionalidad), cual es la supremacía normativa de la Constitución, para aplicarla a otro tipo de procesos (procesos de amparo) que han sido creados para garantizar los derechos. Es pro ello que estimamos que la analogía no era aplicable, pues no estábamos ante casos sustancialmente iguales. 4.2. Se ha aplicado analogía no obstante que ella restringe derechos Puede ser el caso que hayamos encontrado dos causas sustancialmente iguales, esencialmente semejantes. Sin embargo, la analogía no podrá ser aplicada si ella restringe derechos, tal como ocurre en el presente caso, donde la interpretación analógica realizada por el TC, viola el derecho de la demandante en el amparo a que el juez se pronuncie sobre el fondo de acuerdo a derecho, el cual es contenido fundamental y una concreción de la garantía y del derecho a la tutela judicial efectiva y al debido proceso recogidos en el artículo 139 inciso 3 de la Constitución. En efecto, de conformidad con este principio, existe una prohibición de aplicación de la analogía cuando estemos ante una norma que restrinja derechos. derecho. La tesis interpretativa que posibilitaría este último supuesto es, justamente, la que proviene del propio tenor literal del mencionado artículo 80° del CPC”. El fundamento de este principio se encuentra en el artículo 139 inciso 9, según el cual “Son principios y derechos de la función jurisdiccional […] El principio de inaplicabilidad por analogía de la ley penal y de las normas que restrinjan derechos”. No es la única base normativa: el artículo IV del Título Preliminar del Código Civil “La ley que establece excepciones o restringe derechos no se aplica por analogía”. También el ordinal “a” del artículo 29° de la Convención Americana de Derechos Humanos, precisa que “Ninguna disposición de la presente Convención puede ser interpretada en el sentido de: a) permitir a alguno de los Estados partes, grupo o persona (...), limitarlos (los derechos y libertades reconocidos en la Convención) en mayor medida que la prevista en ella”. Según el TC, se encuentra “vedada la interpretación analógica, in malam partem, de las normas que restrinjan derechos” 20 . En efecto, en un “sentido general con el que debe entenderse el artículo 139°, inciso 9) de la Constitución, según el cual constituye uno de los principios que informan el ejercicio de la función jurisdiccional, pero también un derecho subjetivo constitucional de los justiciables, “El principio de inaplicabilidad por analogía de la ley penal y de las normas que restrinjan derechos” ”. En relación con el contenido de este principio, “los alcances de dicho principio de inaplicabilidad por analogía de las normas que restrinjan derechos no han de entenderse restrictivamente como pertenecientes sólo al ámbito del derecho penal y procesal penal, sino como aplicables a todo el ordenamiento jurídico, particularmente cuando con una medida limitativa de derechos el Estado intervenga en el seno del contenido constitucionalmente protegido de estos” 21 . Queda claro, en consecuencia, que tampoco el TC cumplió con respetar el segundo requisito que se exige para utilizar la analogía jurídica. Palabras finales En nuestra opinión, el Tribunal pudo haber echado mano a la autonomía procesal 22 para crear una regla, más acorde con la naturaleza del proceso de amparo. En nuestra opinión, el TC debió de utilizar esta herramienta o algún instrumento procesal para cubrir el vacío que su propia Ley Orgánica tenía, en 20 Sentencia del Tc recaída en el exp. Nº 02235‐2004‐AA/TC, f.j. 8. Ibídem. 22 En efecto, el Tribunal Constitucional en diversa jurisprudencia ha hecho referencia a su autonomía procesal constitucional, la cual le permite frente a vacíos y lagunas en su legislación procesal, desarrollar interpretaciones creativas, lo que hubiera evitado la desnaturalización del proceso constitucional de amparo. En efecto, el TC ha sostenido que: “(…) como máximo interprete de la Constitución y órgano supremo de control de la constitucionalidad, es titular de una autonomía procesal para desarrollar y complementar la regulación constitucional a través de la jurisprudencia en el marco de los principios generales del Derecho Constitucional material y de los fines de los procesos constitucionales.” (Sentencia recaída en el Exp. 0020‐ 2005 – PI/TC, FJ. 2) 21 vez de usar una analogía sin observar los requisitos que la doctrina exige y, encima, desnaturalizando el sentido mismo de los procesos constitucionales. El TC peruano debió optar por una interpretación a favor de la protección de los derechos en el caso particular. De esa manera, se perdió, en nuestra opinión una oportunidad de crear derecho mediante sus instrumentos constitucionales. Debió de llenar este vació procesal, pero no con un dudosa analogía, sino con un contenido propio del derecho procesal constitucional, el cual debía de ser el resultado de un análisis e interpretación de los principios constitucionales del proceso de amparo, y que además esté de acuerdo con la finalidad tuitiva que este proceso busca, que es, la protección de los derechos de los particulares. Como señala Samuel Abad, “al momento de interpretar o integrar un vació normativo el juez deberá hacerlo vinculando la función del proceso a esa finalidad y a la necesidad de garantizar una tutela jurisdiccional efectiva.” 23 Siguiendo lo expuesto por César Landa, el Derecho Procesal Constitucional debe ser entendido como un Derecho Procesal Garantista, que no solo atienda a las exigencias del Estado de Derecho (protección de la supremacía constitucional) sino que además, pueda atender demandas de los particulares (defensa de los derechos fundamentales). 24 Por todo ello, estimamos que la resolución materia de comentario es cuestionable, pues utiliza la analogía jurídica sin respetar la reglas que ella exige para su utilización, esto es, aplica una regla jurídica para procesos constitucionales diferentes en esencia, y a pesar que con ello se restringe derechos fundamentales, violando de esta manera el artículo 139 inciso 9 de la Constitución, que establece la inaplicabilidad de las normas que restrinjan derechos”. 23 ABAD, Samuel. La creación jurisprudencial de normas procesales: la autonomía procesal del Tribunal Constitucional. Palestra Editores: Lima. 2008, Pág. 143 24 LANDA, César. Tribunal Constitucional y Estado democrático. Palestra Editores: Lima. 2007, Pág. 551 ‐ SS