Culturas - karitomalagon

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En las tierras de los actuales departamentos de Sucre y Córdoba, existió un pueblo conocido como los
Zenúes o Sinúes. Los sinúes fueron la única cultura que estableció un gobierno centralizado, pues los tres
grandes caciques, El cacique de Panzenú, el de Zenufana y la gran Cacica de Finzenú. La estructura se le
puede llamar centralizada, pues los caciques de los tres territorios eran hermanos y los de Panzenú y
Zenufana le debían tributo a la Gran Cacica de Finzenú, quien era su hermana mayor. El sistema centralizado,
causó la concentración de los Sinúes en grandes ciudades, y no en pequeños poblados independientes. Estas
ciudades son: Yapel (Hoy Ayapel, Córdoba), Mexión (Tuchín, Córdoba), Faraquiel (Al Sur de Montería) y la
gran capital de Finzenú (Montería, Córdoba).
No hay registro de los mitos de los Sinúes pero se sabe que contaban la historia de "hydju un" gran diluvio
que inundó todo. Desde ese diluvio los Sinúes aprovechaban el tiempo seco para cavar canales que drenaran
el agua, pues además de las frecuentes lluvias, la tierra de los Sinúes era regada por caudalosos ríos: el río
Sinú y su cuenca así como el Cauca y sus tributarios. Los Sinúes se dedicaron a construir canales hasta dejar
una red intrincada que unía las cuatro ciudades y los pequeños pueblos. Se sabe que los sinúes construyeron
una red secundaria de caminos que bordeaban las montañas y en las zonas altas de las planicies para
mantener conectadas las ciudades y el campo durante las sequías y las inundaciones. Estos grandes canales
fueron en su mayoría enterrados por los españoles al colonizar Córdoba a mediados del siglo XVII. Aun así,
en la zona de la depresión momposina, poco explorada por los españoles, se puede admirar esta magnífica
obra de ingeniería.
Los Sinúes, con sus falencias como nación, avanzaron notablemente, en materia administrativa y en la
producción, además de domar los ríos Sinú y Cauca, su exquisita orfebrería, es única entre las
precolombinas, pues ellos dominaron el arte de la filigrana, cosa que ninguna otra logró. Los Sinúes fueron la
última Cultura en ser encontrada y conquistada por los españoles, es más, en la actual Córdoba, existen
herederos de los Sinúes.
El pueblo Sinú se localiza en los resguardos de San Andrés de Sotavento, Departamento de Córdoba y en El
Volao, en el Urabá Antioqueño. Hay numerosos asentamientos, parcialidades y propietarios individuales en
Córdoba, Sucre, Antioquia y Chocó. La mayor parte de la población habita en el resguardo de San Andrés de
Sotavento. En el municipio de Tolú Viejo, departamento de Sucre, en el Alto San Jorge, departamento de
Córdoba existen comunidades que están en proceso de reconstrucción, las cuales si bien no mantienen
continuidad territorial, se encuentran unificadas en el Cabildo Mayor del Resguardo de San Andrés de
Sotavento.
El Caribe colombiano fue sitio de paso obligado para los pobladores de América del Sur y durante el período
colonial, para los múltiples grupos étnicos que convivieron en la provincia de Cartagena. Antes de la
conquista, la sociedad Sinú estaba organizada en 103 cacicazgos distribuidos en el territorio en tres
provincias: Finzenú, Panzenú y Zenufana, entre las que se mantenía un constante intercambio económico.
El sector de los Finzenú, ubicado sobre el río Sinú, estaba dedicado al tejido y la cestería; los Panzenú,
localizados sobre el río San Jorge, producía los alimentos, y los Zenufana, ubicados entre los ríos Cauca y el
Nechi, trabajaron la orfebrería. Las provincias estaban a cargo de un cacique, hombre o mujer, quien ejercía
un control sobre todos los aspectos de la sociedad.
La cultura Sinú se destacaba por su excelente manejo de la ingeniería hidráulica, como lo evidencia la
construcción de un sistema eficiente de canales que por casi dos mil años, llegó a cubrir 600.000 hectáreas.
Su extensa red de canales artificiales entre los ríos San Jorge, Sinú, Cauca y Magdalena, permitieron
controlar el régimen de inundaciones entre los ríos, conduciendo el excedente de sus aguas a sus salidas
naturales, aprovechando el sedimento y tejiendo una gran red de comunicaciones fluviales.
El Templo de Faraquiel era el centro de la vida religiosa, quedaba en la cima de una colina. Consistía en un
gran bohío rodeado de árboles, a los que les colgaban campanillas de oro en las ramas, y dentro del bohío
había seis ídolos gigantes de oro puro, de los que colgaban hamacas llenas de ofrendas de oro. En la cultura
Sinú no existía la deificación de los caciques ni de los templos ni de los sacerdotes. Hasta la gran cacica de
Finzenú concedía audiencias a ciudadanos rasos; todos podían entrar a los templos libremente y dar sus
ofrendas, a diferencia de culturas como la Quimbaya y la Muisca. Aunque podían ser vistos, salir en público, y
conceder audiencias, los caciques no podían tocar el suelo desnudo, ni ser tocados por nadie.
Los ritos mortuarios sinúes eran bastante simples pero esto no les restaba belleza. Cuando alguien moría era
llevado en una chalupa por los canales hasta Finzenú donde todos los sinúes eran enterrados. Si era un
importante dignatario, la misma cacica de Finzenú presidía en su chalupa. Todos los muertos eran enterrados
mirando hacia oriente para que todos los días vieran la salida del sol. Realmente la muerte para los sinúes no
era triste, lo tomaban con un aire festivo, pues pensaban que ahora la vida era más feliz, ya que el espíritu no
tenía un cuerpo al que le deba obligaciones y ahora es todo diversión. Los asistentes al rito, beben y comen,
mientras pisan la tierra donde la persona va a ser enterrada. Al final del entierro, se siembra un árbol sobre el
montículo y se disuelve la reunión.
Dentro de las creencias actuales de los Sinú, la devoción a los santos ocupa un lugar preponderante. San
Simón Blanco, San Simón de Ayuda y San Simón de Juego, son objeto de grandes fiestas anuales en las que
los hombres se disfrazan de mujeres. Otros santos, los “santos de piedra “permanecen en urnas de madera a
las que se les hace ofrendas permanentemente.
Las grandes ciudades eran interdependientes: Mexión, que rondaba los 25000 habitantes, en su mayoría
tejían canastos, sombreros, viseras, mochilas, taparrabos, mantas, hamacas y otros utensilios. Las mochilas y
taparrabos eran de algodón que recogían, hilaban, tejían y teñían. Yapel, un poco más grande que Mexión,
con unos 30000 habitantes, era la ciudad de la alfarería, allí se fabricaban casi todos los artículos de barro del
País Sinú. Finzenú era la capital del país, y aunque Yapel era la capital de Panzenú, y Zenufana tenía también
la suya, los caciques de estas, relegaban su posición a la de regiones de la nación Sinú. Finzenú tenía
alrededor de 70000 habitantes, y era la ciudad más grande. Además de ser el centro de la vida administrativa
y la residencia de la gran Cacica de los Sinúes, era el centro productor del oro Sinú, pues el río Sinú le daba el
mineral. Por último, estaba Faraquiel, la ciudad espiritual de los sinúes, no lejos de Finzenú. Al templo de
Faraquiel, todo buen Sinú debía ir, siquiera una vez en la vida. La interdependencia de las ciudades era que
entre ellas se exportaban e importaban los productos de cada una, ninguna era autosuficiente, esto garantizó
la estabilidad territorial Sinú. Aun así, cada región tenía sus espacios de agricultura que explotaba
independientemente.
Los zenú se dedican actualmente a la ganadería, agricultura y producción de artesanías. En esta última
actividad son famosos por la elaboración del sombrero "voltiao", actividad de la cual derivan parte de su
sustento, especialmente las mujeres. Una actividad adicional es la pesca. Durante la Semana Santa, además
de pescado, comen como plato especial la "babilla" y la tortuga "hicotea", que a veces crían en pequeña
escala. Secundariamente cazan ñeques y aves como el cormorán o "pato cuervo" y diferentes pavas.
Existe la división del trabajo por sexo y edad, de acuerdo a la cual los niños son los encargados de conseguir
el agua para uso doméstico, mientras las mujeres dedican su labor a las actividades del hogar, ayudan en los
cultivos y trabajan la artesanía.
Por su parte, el hombre es el responsable de la agricultura, de construir las viviendas y cuando posee poca
tierra o carece de ésta, también se dedica a las artesanías. Como artesanos se destacan en el trenzado en
fibras vegetales para fabricar sombreros y otros objetos, que actualmente son exportados a varios países. El
sombrero vueltiao se fabrica a partir de la fibra extraída de la "caña flecha". La fibra de "napa" se usa para
elaborar canastas, floreros, escobas, abanicos y esteras.
Otra forma de ingreso la derivan al emplearse como jornaleros en las fincas de los terratenientes de la vasta
región donde se mueven. De los productos cultivables sobre salen el plátano, yuca, fríjol, ñame y cacao.
También practican la cría de especies menores.
CREACION DEL DEPARTAMENTO DE NARIÑO
Antecedentes. Pasos Iniciales. Agravantes. Acción Colectiva. Papel
de la Prensa. La generación precursora. La novela de la época.
Acontecimientos nacionales e internacionales. Obstáculo legal.
Nuevos intentos. La Constitución de 1886. Irrupción de la guerra de
los Mil Días. Etapa Final en la creación del departamento. Adopción
del nombre de Nariño. Posición Geográfica. Límites. Población.
Aspectos económicos.
EL ARTE PRECOLOMBINO
Los complejos de Capulí, Piartal - Tuza y Quillacinga colonial. La
cultura Tumaco
LA ARQUITECTURA
La vivienda precolombina. La vivienda Tumaco. La arquitectura
colonial en Pasto. La vivienda. Arquitectura religiosa. Conventos. El
primer puente. El primer hospital. El siglo XVII. La vivienda.
Arquitectura religiosa. El siglo XVIII. La vivienda urbana. La casa de
Taminango en Pasto. La casa de hacienda.
ARQUITECTURA Y URBANISMO REPUBLICANOS
El capitolio nacional. Iglesias neogóticas. El santuario de las Lajas.
Facultades de ingeniería y arquitectura. Arquitectura estatal. El
puente de Juanambú. Importancia de Rafael Reyes. Parques y
Avenidas. La Plaza o Parque de Nariño. Fábricas de Cerveza. La
casa republicana. Arquitectura estatal. La Gobernación de Nariño.
Arquitectura privada. El teatro imperial. La Universidad de Nariño.
El antiguo seminario conciliar. El Colegio de San Francisco Javier.
Hospital San Rafael. El ferrocarril de Nariño. El Pasaje del Corazón
de Jesús. La Plaza de Mercado. Desaparición de la arquitectura
colonial. El cemento y nuevos materiales. La casa rural republicana.
Arquitectura religiosa. La catedral de Pasto. Pérdida irreparable.
PSICOLOGIA DEL NARIÑENSE
Planteamientos teóricos. Personalidad paranoide. Las formas de la
angustia. Personalidad esquizoide. Causas. El hombre es
prematuro. Personalidad depresiva. Conclusiones. Rasgos
sobresalientes.
EL ARTE RELIGIOSO
La imaginería quiteña en el sur neogranadino. La pintura en Nariño.
Pintores destacados. La escuela de artes: cierre de esta escuela.
Otros pintores.
FESTEJOS PROFANOS
El Carnaval. El Carnaval de Pasto. El año viejo y el juego de los
inocentes. Danzas mestizas: los danzantes de Males. Usos y
costumbres populares. Festejos indígenas. Juegos populares: la
chaza. Traje típico regional: la Ñapanga. Las artesanías.
Las más recientes investigaciones arqueológicas han demostrado que no hay una cultura Calima
uniforme sino una correspondencia de varias culturas sucesivas que tenían su propia tecnología,
estilo artístico y modo de vida, que se conocen hoy como los periodos culturales de Llama, Yotoco
y Sonso.
Esto explica la diversidad de influencias culturales que se perciben en esta cultura , cuya
cronología no se ha establecido con claridad. En la región existe un gran numero de terrazas,
sobre las cuales se construyeron viviendas. También se encuentran dibujos grabados sobre rocas
un gran número de tumbas de pozo, en las cuales depositaban los cadáveres junto con sus
pertenencias, especialmente cerámica y piezas de orfebrería.
UBICACIÓN
La cordillera Occidental de los Andes colombianos presenta sobre las poblaciones vallecaucanas
de Restrepo-Darién una depresión por donde se llega bajando hacia el océano Pacifico, a una
amplia llanura entre los ríos San Juan al Norte y el Dagua por el Sur. La cruza, serpenteando el río
Calima y está cubierta de alta selva tropical que paulatinamente se va convirtiendo en los
manglares de la costa cruzados por múltiples canales.
La región Calima está ubicada en las estribaciones altas de la cordillera occidental, en la zona
central del departamento del valle del cauca, con una altura promedio de 1.500 m.s.n.m. Es una
región caracterizada por suaves colinas, abundante agua y un clima templado que abarca los
municipios de: Restrepo, Calima-Darién.
A mediados del siglo XX esta región se abrió a la colonización; los arados de los labradores y las
palas de los guaqueros descubrieron un gran número de tumbas de una cultura de características
singulares que es llamada de los Calima, la cual en sus monumentos lleva trazos inconfundibles de
la familia caribe y también afinidad con los Quimbaya.
HISTORIA CULTURA CALIMA
Las antiguas sociedades que habitaron esta región tenían territorios más amplios de los que se les
atribuyen actualmente, pero según las evidencias arqueológicas, los Calimas vivieron en el lugar
donde primero se rescataron sus rastros culturales y donde está el mayor número de sitios de
excavación. De hecho, el poblamiento de la zona se remonta a principios del holoceno, es decir,
alrededor del 8.000 antes de Cristo, cuando la región estaba habitada por grupos pequeños que
vivían de la caza y la recolección de plantas y frutos silvestres.
Los rastros de la primera sociedad de cazadores y horticultores incipientes, a la cual todavía no se
le ha dado nombre, indican que se encontraron en la región Calima a lo largo de seis mil años,
hasta finales del tercer milenio antes de Cristo. Las tres sociedades agro-alfareras que ocuparon
sucesivamente la región se distinguen por nombres arbitrarios impuestos por los arqueólogos. Las
más recientes yotoco y sonso, recibieron sus nombres de lugares situados en la parte plana del
valle del río Cauca, cerca de los cuales se localizaron por primera vez sus restos estratificados. Se
trata de sitios habitados primero por los portadores de la cultura yotoco sobre los cuales se
encontraron los rastros de la cultura sonso, lo que indica la secuencia cultural ya mencionada.
Hasta donde se ha podido investigar, y con grandes lagunas de conocimiento debido a múltiples
saqueos de tumbas y restos arqueológicos, las sociedades ilama y yotoco tuvieron muchos rasgos
comunes.
En la cerámica se presentan similitudes de formas, como la vasija con cuerpo globular y cuello
invertido y la vasija de doble vertedera y asa puente, llamada popularmente alcarraza. En la
orfebrería de ambos periodos también se encuentran diversos objetos de tamaño considerable
elaborados en oro de buena ley con técnicas de martillado y repujado. En las tumbas, una de las
variadas formas yotoco, recuerda las del periodo ilama.
Sin embargo, también hay diferencias importantes. Los objetos de oro son mucho más comunes en
el periodo yotoco y presentan una gama de técnicas más amplia, que permitió elaborar piezas
espectaculares. Los alfareros del yotoco dominaron la técnica de la pintura polícroma, en contraste
con los del periodo anterior que se limitaron al uso de dos colores: rojo y negro. En el campo de la
representación cosmológica se encuentran durante el periodo ilama los personajes míticos en
cerámica, mientras que en el periodo siguiente se prefiere el oro.
Los indicios del periodo sonso son mucho menos numerosos que los de las culturas anteriores,
sobre todos en el campo de la cosmología, cuyos íconos desaparecen sin rastro. Sin embargo,
queda todavía mucho por estudiar acerca de los orígenes de la cultura sonso y las circunstancias
que permitieron a esta sociedad remplazar a la anterior.
La cerámica es uno de los campos donde mejor se refleja ese quiebre: el número de formas
comunes a los dos periodos es mínimo y los perfiles irregulares de las vasijas sonso contrastan
marcadamente con las formas nítidas y equilibradas de los periodos anteriores.
Los objetos en metal son escasos en esta cultura y el oro con el que trabajaron no fue de buena
ley como el de sus antecesores, puesto que lo mezclaban con cobre para formar tumbaga. Del
mismo modo se evidencia un cambio abrupto en las técnicas, pues la presencia del martillado casi
desaparece, imponiéndose el fundido.
OCUPACION Y SUSTENTO
Considerando el medio en que vivieron los calima se puede razonar que sus ocupaciones fueron
agrícolas en los cultivos de yuca, maíz, ñame, tabaco, batatas y ahuyamas; que la caza del monte
les debió suministrar zainos, monos, nevados, guaguas, dantas y pavas, y que los ríos y lagunas
les fueron generosos en pescado y manatíes. Fueron, a pesar de la proximidad al mar, un pueblo
sedentario.
Su actividad comercial se pone de relieve por la presencia de los objetos materiales de otras zonas
y los bien trazados caminos que intercomunicaba la región en todas las direcciones; además,
toman espacial importancia los ya mencionados talleres para orfebrería llamados "patios de indios",
encontrados en Restrepo y Darién. Al aparecer, estos indígenas eran los productores de objetos
para una amplia zona e inclusive elaborarían objetos para otras regiones, como Tolima, Cauca,
Tayrona, San Agustín, Nariño y Tierra dentro. De todas maneras es interesante continuar utilizando
los nombres de los sitios geográficos para identificar la tradición cerámica, sin independizar la
producción de lo que evidentemente conforma un continuum de honda raigambre cultural con una
antigüedad quizá mayor a la hasta conocida, si se emparenta con las fechas de pueblos
precolombinos andinos y mesoamericanos que muestran rasgos culturales similares, según se ha
venido anotando para las áreas aledañas al Pacífico.
VIVIENDA
Aún se aprecian en las laderas de los montes, las pequeñas plataformas excavadas donde los
calimas construyeron sus casas, dominando las colinas. Debido a las características de la zona,
debieron ser chozas fabricadas con variadas maderas abundantes en los bosques aledaños,
techadas con hojas de palma y sutilmente decoradas.
MANUFACTURAS
Es singular en los calima la fabricación de cordeles hechos con pelo humano; la cerámica muy bien
elaborada con motivos zoomorfos; pintada con ocre, naranja, rojo y negro, con incisiones y
relieves. Particularmente, los calima acostumbraban crear vasijas de tres asas, aptas para colgar a
la espalda. fabricaban hachas de piedra, cinceles, collares de cuentas de cuarzo, silbatos, esteras
de corteza de majagua torcida y amarrada con cordeles de cabello; torteros en pizarra y grabados
incisos en este ultimo material, y también urnas funerarias para sus enterramientos secundarios y
para depositar bajo la tierra los huesos de sus muertos.
Sobresalió en los calima el arte ceramista, que dominaron con caracteres de grandiosidad, por lo
cual están catalogados como uno de los más grandes de nuestro suelo. Igual que en otros casos
los alfareros Calimas dieron prelación a confecciones domésticas. Y así fue como elaboraban gran
diversidad de tazas, copas y recipientes de todo orden y formas.
Hay así mismo recipientes con decoración muy especial que nos hace pensar que tenían
exclusivamente una finalidad ritual. Casi siempre llevan dibujos en formas de animal o bien de
figuras humanas estilizadas. En otros casos tienen diseños en alto relieve o, más bien, como
adiciones de diseños muy curiosas que representan algo mítico. Cuyo significado estamos lejos de
descifrar. Parece que la imaginación nativa tomaba vuelos abstracionistas difícilmente superados
en nuestras culturas precolombinas, a no ser por los Taironas y Tumacos, tan dados a
representaciones alegóricas en sus confecciones alfareras.
Lo más representativo de la cerámica calima son los canasteros o pequeñas esculturas de figuras
humanas que llevan a la espalda un elemento de carga, canastos o vasijas de forma tubular.
Impresiona el realismo de estas figuras en las cuales pueden apreciarse los rasgos físicos , el
vestido y hasta expresiones de la cara.. Los canasteros antropomorfos están maravillosamente
ejecutados, tanto que en muchos casos parecen verdaderas estatuillas. Muchas de estas piezas
llevan decoraciones incisas, geométricas, mientras otras son lisas.
Otra variedad Calima se constituye en una especie de estatuilla, es la que se conoce con el
nombre de “patón”. Se trata de estatuillas huecas, de paredes más o menos delgadas, siempre en
posición de pie y con las piernas ligeramente apartadas. En realidad se trata de recipientes,
seguramente utilizados para fines rituales, donde los fieles depositaban preseas para sus dioses
tutelares. En este caso tendrían la misma finalidad que los gazofilacios Quimbayas. Piezas típicas
de la región Calima son las maternidades, las figuras femeninas gordas y personajes de ojos
rasgados y labios gruesos.
ORFEBRERÍA
Los Calimas figuran entre los más grandes orfebres de nuestra época prehispánica, a tal grado,
llegaron en este arte que pueden equipararse con los Quimbayas, Taironas, Chibchas y Sinúes,
que fueron verdaderos maestros en el arte orífice, cuya reputación como tales se ha extendido por
todos los ámbitos de la tierra.
El llamado estilo Calima se caracteriza por el exceso de decoración. Fabricaron sutilmente
diademas, arcos, carretes y vasijas cónicas, orejeras, pectorales, narigueras ceremoniales, vasijas
antropomorfas y zoomorfas, caracoles de gran perfección, posiblemente tomando como horma
caracoles naturales; propulsores, pinzas para depilar, alfileres para sostener los mantos, collares
modelados sobre alma de arcilla y tiaras. Todas estas piezas revelan que los calima alcanzaron
una cultura refinada, lujosa y de gran contenido espiritual.
COSTUMBRES
Poco, sin embargo, sabemos de las costumbres de los calima. Ateniéndonos a las figuras
humanas conservadas en su alfarería y orfebrería, descubrimos que usaron el cabello largo,
arreglado en lo alto con artísticos peinados, y que fue general entre ellos ese carácter caribe de
deformarse los músculos con ligaduras transversales. La riqueza y método de sus enterramientos
los equiparan, en lo que toca a sus creencias en el más allá, con los pueblos más avanzados del
territorio colombiano.
El mundo mítico Calima estuvo inundado de bestias fabulosas. Se combinaban varios animales en
un solo ser. Al parecer el culto funerario tuvo gran importancia para los distintos periodos de la
cultura Calima. Guaqueros y arqueólogos han encontrado gran cantidad de tumbas, unas con
cantidades de piezas de oro y otras donde estas estaban ausentes.
ANTECEDENTES DE LA CULTURA CALIMA
En el área Calima, al noroeste de Cali, la arqueología ha recuperado más de 9000 años de historia
hallando vestigios superpuestos de distintas sociedades que habitaron la zona en períodos
sucesivos : el Pre cerámico de los primeros pobladores seminómadas, y los denominados Ilama,
Yotoco y Sonso, entre los grupos sedentarios.
CAZADORES Y RECOLECTORES
Desde hace 9000 años, la zona Calima fue ocupada por bandas de cazadores y recolectores que
vivían de la recolección de vegetales silvestres y del cultivo incipiente de algunas plantas. Sobre
aterrazamientos naturales del río se han encontrado sus viviendas cercanas a quebradas de agua
permanente donde pescaban y obtenían piedra para sus herramientas.
Este período de 7.500 años se distingue arqueológicamente por la ausencia de objetos de
cerámica. Fabricaron recipientes de calabazo y herramientas de hueso y madera. La tecnología de
sus artefactos de piedra que sobreviven en abundancia, fue la misma de los grupos pre cerámicos
que en esa época se extendieron a lo largo de la cordillera Occidental. Lascas de piedra se
utilizaron para pelar raíces, despresar animales y labrar instrumentos de madera y calabazo.
Herramientas planas hechas de canto rodado se emplearon quizás como azadas para las prácticas
agrícolas.
Cultura Tolima
METALES DE LA CULTURA TOLIMA
Los metales que utilizo el grupo precolombino Tolima es el oro, la plata, el
aluminio, el cobre, el estaño, el platino, el plomo, el zinc, el hierro y el níquel.
Sus características más importantes son:
Maleabilidad: o capacidad de poder estisarse en todos los sentidos sin romperse
al ser trabajados, el metal mas fácil de trabajar es el oro después viene la plata, el
aluminio, el cobre, el estaño, el platino, el plomo, el zinc, el hierro y el níquel.
Ductilidad: es una característica parecida a la maleabilidad solo que es para
fabricar hilos, El orden de ductilidad es: oro, plata, platino, hierro, níquel, cobre,
aluminio, zinc, estaño, plomo.
Elasticidad: es la capacidad de que al estirarse o deformarse vuelva a recuperar
su forma inicial.
Dureza: es la resistencia que tiene los metales al ser rayados y la presencia de
impurezas (que tiene partes de otros metales) perjudica la dureza del metal.
Los metales han servido para fabricar armas y objetos necesarios para la
economía, también adornaban a los fallecidos como collares, etc.... también servía
para reforzar las viviendas de los habitantes.
En la antigüedad los metales se trabajaban para la fabricación o construcción de
armas, también el primer metal que se encontró y fue el primer trabajado fue el
cobre, que era usado en esos momentos para construir monumentos y rendir culto
a sus dioses.
Los únicos que usaban el oro y la plata eran los caciques que lo utilizaban para
ceremonias, o algo especial que ellos celebran para sus dioses
Cultura san Agustín
Las culturas prehispánicas de América que nos han dejado huellas vigorosas de su existencia, son
universalmente conocidas, La Inca, La Maya, y la Azteca. Sin embargo, existen otras culturas prehispánicas
mucho menos conocidas y que, aún así, merecen atraer la atención de los especialistas y del público en
general, por la grandeza y belleza de sus vestigios. Tal es el caso de la cultura de San Agustín, cuya milenaria
herencia
de
piedra
podemos
hoy
admirar
en
Colombia
dentro
del
departamento
del
Huila.
Los monumentos denominados como agustinianos, integrados por estatuaria lítica, dólmenes y montículos,
que en gran número se encuentran diseminados en un hermoso y extenso territorio del Macizo Colombiano;
constituyeron el más importante centro de producción escultórica de toda la región andina, durante la época
precolombina.
Cuando se produjo la Conquista, los monumentos funerarios que siglos atrás habían sido hechos en el valle
que domina el primer curso del río Magdalena, yacían abandonados por circunstancias que todavía no se
conocen bien. Una densa vegetación poco a poco, había cubierto de bosques el territorio ancestral que
durante milenios, fuera el hábitat de una de las culturas prehispánicas más importantes de Colombia, tal como
lo
atestigua
su
estatuaria
lítica
monumental.
Los sitios donde anteriormente se había elegido los centros ceremoniales dedicados a culto funerario, o los
lugares de habitación y los campos de cultivo, desaparecieron por la acción incontrolada de la naturaleza
especialmente
feroz
en
este
medio.
En el transcurso del Siglo XVI, cuando lentamente comenzó a producirse la penetración española en la región
del Alto Magdalena, esta se encontraba poblada por numerosas tribus indígenas, como son los Quinchana,
Mulales, Laculata y Laboyos. Es posible que hubieran ocupado este territorio debido a las presiones
migratorias ejercidas por otros grupos, en épocas anteriores, a través del Alto del Magdalena.
El desconocimiento de los vestigios de esta cultura durante la Conquista fundamentalmente se debe a dos
hechos: En primer lugar, esta cultura se extinguió antes de que llegaran los españoles por lo tanto no existió
contacto. En segundo lugar porque principalmente se trataba de imágenes escultóricas, hechas para ser
depositadas dentro de túmulos funerarios, que eran construcciones muy sencillas, que por esas mismas
características rápidamente podían ser recubiertas por la vegetación, obras totalmente diferentes a la
arquitectura pétrea colosal, que los conquistadores encontraron en México ó Perú.
UBICACIÓN GEOGRÁFICA
Cerca de los paramos donde nacen juntos los ríos Magdalena, Cuaca, Patía y Caquetá, montañas frías
habitualmente cubiertas de neblina y azotadas por la llovizna, se encuentra los monumentos de la civilización
de San Agustín.
Allí vivió un pueblo que solo conocemos por sus restos arqueológicos y que desarrolló una cultura que si, por
un lado, ha sido un misterio, por otro nos declara muchas realidades sobre la antigüedad del hombre en
América, sobre las vías que pudo seguir la inmigración asiática a nuestro territorio y sobre el grado que pudo
lograr en su cultura espiritual.
La aldea de San Agustín, centro principal donde se han descubierto extraños monumentos designados con su
nombre, se halla en una alta meseta a 1.636 metros sobre el nivel del mar, en territorio huilense, dentro de la
horqueta que forman, corriendo al fondo de profundos cañones, el río Magdalena y el Sombrerillo, uno de sus
primeros afluentes por la banda derecha.
Ya en la población de San Agustín puede ver el viajero muchas estatuas, tallas y cerámicas que son otros
tantos restos de antiquísimos moradores de la región. Pero lo más sorprendente desde el punto de vista
arqueológico, se halla más allá, en las Mesitas de Uyumbe y en sus cercanas laderas, hoy convertidas en uno
de los Parques Arqueológicos más interesantes de América, obra que debemos a la inteligencia y fervor
científico de Luis Duque Gómez.
VIVIENDA
Las casas estaban construidas con columnas de madera clavadas en planta circular; los muros eran de
bahareque, recubierto de barro; el diámetro era de tres metros mínimos; el techo era cónico y de paja.
Formaban bohíos construidos cerca de las corrientes de agua, a las cuales iban caminos, cuyas huellas
todavía se advierten. En algunas de las habitaciones se encuentran tumbas. Cerca de las casa hay muestras
de los talleres y huellas de las cocinas y fogones. No se han encontrado señales de pueblos o aldeas;
probablemente
vivían,
dispersos
dentro
de
una
extensión
bastante
grande.
ECONOMIA CULTURA SAN AGUSTIN
Se puede afirmar que la economía agustiniana se basó en el cultivo del maíz, complementado con el de los
tubérculos y frutos, así como por la caza y la pesca. Además durante las últimas fases del poblamiento el
maní procedentes de las selvas del oriente, el cual desempeño un papel importante en la alimentación.
Es factible que la población de San Agustín mantuviera a lo largo de su historia un control vertical sobre los
diversos pisos térmicos posibles, en este caso una densa población habría tenido acceso a un sinnúmero de
recursos propios de tierras de muy diversos climas, desde los páramos hasta las templadas vertientes del
ramal
andino.
ORGANIZACION POLITICA
Poco se puede afirmar sobre el modelo de organización política de este pueblo escultor. La sociedad
agustiniana se organizaba en "Cacicazgos" con una clara estratificación social y económica de la población.
En este caso, el papel de los líderes políticos y religiosos habría sido destacado, sin embargo, es seguro que
los pobladores más tardíos no tenían un sistema complejo de organización política.
Es posible que el poder de los caciques del alto magdalena en la región del Alto Magdalena en el siglo XVI
cuente un modelo básicamente tribal; los roles políticos aún no estaban plenamente desarrollados y su poder
dependía de la voluntad popular. Se presume asimismo, que la familia fue la base de la sociedad y que los
agustinianos habitaron en casa muy juntas unas de otras.
TIPÒ FISICO
Muy poco es lo que puede decirse acerca de las características físicas de los antiguos agustinianos, por falta
de suficientes elementos de juicio. A pesar de que algunos de los motivos antropomorfos son de notable
realismo, sería en extremo aventurado hacer deducciones con base en ellos sobre el aspecto somático de
estos
antiguos
pueblos.
Hasta hace poco los hallazgos osteológicos en la zona eran muy escasos por la alta lluviosidad y la elevada
humedad ambiente de esta que no permiten la conservación de restos óseos.
La práctica de exploraciones cuidadosas llevadas a cabos en las necrópolis de las Mesitas B y D, en el Batán
y en Quinchana, permitió localizar un buen número de restos óseos en algunas tumbas, a veces casi
completos
como
en
la
Mesita
D
y
Quinchana.
Los hallazgos antedichos permiten suponer para estos pueblos una aparente tendencia a la braquicefalia
notable robusticidad de los segmentos tibiales y femorales, lo que habla en favor de un fuerte complexión, y
estaturas elevadas, superiores a 1,65 metros. Así lo indican esqueletos hallados en las Mesitas B y D del
Parque
Arqueológico
INDUMENTARIA CULTURA SAN AGUSTÍN
y
Quinchana.
Algunos arqueólogos que han visitado a San Agustín como K. Th. Preuss, basándose en las representaciones
que aparecen en la estatuaria, afirma que los pueblos de San Agustín usaban vestidos de variadas formas, a
saber: una falda corta, sostenida por un cinturón, como se observa en varias estatuas femeninas. En algunos
casos se ve que sólo usaban las mujeres un pequeño lienzo o cubre-sexo, en forma de delantal.
Los hombres usaban a veces un taparrabo que pasaba por entre las piernas y que se originaba en un cinturón
ancho del cual descendían los extremos. En ciertas figuras aparece un cordón que amarra el sexo y que
remata en artístico nudo hacia el lado derecho; en otras se aprecia una banda escalonada en forma de
triángulo,
que
sirve
de
cubre-sexo.
La ausencia en las tumbas de basurales, en las dos primeras fases del desarrollo cultural, de implementos
relacionados con la industria de los hilados y tejidos, lo mismo que ciertos rasgos de las representaciones
escultóricas, parecen demostrar que, al menos en este período, la indumentaria de los nativos estaba
confeccionada con tela de corteza de árboles. El uso de los pesos o valantes sólo aparecen en lo que se
puede
considerar
la
fase
tardía.
ADORNOS PERSONALES
Los principales adornos usados por los antiguos agustinianos fueron, entre otros, collares de cuentas de
piedra, concha, semillas, hueso y oro; pulseras hechas de sartas de chaquira; narigueras de oro, unas en
forma de lúnulas, otras circulares, laminadas tubulares; zarcillos de oro, unos consistentes en alambres
entorchados con engarce de cuentas de cuerno o de piedras; joyeles o pendientes de oro macizo,
generalmente
figurando
águilas
o
cóndores
diminutos.
El uso de los adornos de oro, especialmente de diademas y colgantes o pendientes, parece haber sido un
privilegio de las gentes pertenecientes a un rango elevado, bien fuera por su jerarquía religiosa, por su
autoridad política o por su estatus social. De todos modos el hallazgo de esta suerte de adornos sólo se
registra en tumbas que por su construcción, ubicación y ofrendas, indican que fueron destinadas a guardar los
despojos de señores principales.
La práctica de la pintura corporal está reafirmada por el hallazgos que se han realizado, de núcleos de ocre de
distintas coloraciones, con superficies notoriamente pulimentadas que denotan que fueron destinados a estos
menesteres. Estos elementos han sido encontrados en las basuras de sus sitios de habitación y en las
ofrendas funerarias. Además algunas estatuas todavía conservan pequeñas pigmentaciones rojas, amarillas y
negras, lo que lleva a deducir que en una primera etapa estos monolitos estuvieron pintados de variados
colores y que la pintura corporal constituyó una práctica ceremonial de mucha importancia entre la población.
ORFEBRERIA
Los hallazgos verificados hasta ahora demuestran plenamente que entre las actividades de estos pueblos
existía la industria de la orfebrería. No alcanzaron, desde luego, los acabados productos ni las adelantadas
técnicas que lograron los orfebres prehispánicos de otras regiones de Colombia, tales como los Quimbayas y
los Sinúes. Sin embargo, conocieron la metalurgia del oro y del cobre, que mezclaron para hacer, mediante
las técnicas de alambrado, laminado y fundición, cuentas diminutas de collar, al parecer fundidas a la cera
perdida, zarcillos, narigueras, diademas y colgantes, estos últimos a veces con engarces de cuentas de
cuerno o de piedras finamente pulimentadas.
La presencia de gotas de oro fundido, fragmentos de láminas, pedazos de narigueras y crisoles de cerámica,
en los depósitos arqueológicos de la Mesita B, lo mismo que la identidad de algunas de las piezas halladas
con los adornos que aparecen representadas en varias estatuas, demuestra claramente que no se trataba de
productos de intercambio comercial, sino de una industria local, que utilizó los aluviones auríferos del
Mazamorras, Naranjos y otros ríos y quebradas de la región de San Agustín, y que representó en algunos de
sus productos motivaciones de acentuada significación religiosa, como son los motivos ornitomorfos.
Todo parece indicar que el trabajo de la orfebrería se inicia en San Agustín en la fase inferior, es decir, desde
los comienzos mismos del desarrollo cultural. Así lo indican los hallazgos hechos en el sitio denominado Alto
de Lava patas y en estratos de la Mesita B, que han sido fechados por el sistema del Carbón 14 y que
corresponden,
estos
últimos,
a
las
primeras
décadas
de
la
era
cristiana.
CERAMICA
Constituyó ésta una importante actividad entre los pueblos agustinianos y sus productos tuvieron un notable
uso, como se desprende de los hallazgos arqueológicos realizados por las distintas misiones que se han
ocupado del estudio de esta cultura. La cerámica agustiniana se orientó principalmente a la confección de
aquellos elementos de uso diario en el hogar.
Usaron la técnica de enrollado, aplicado y modelado la cual fue empleada para la elaboración de una gran
variedad de recipientes y figurillas de los más diversos acabados, formas y tamaños. Para pintar usaron tintes
extraídos de las plantas, aunque esto no fue muy notable ya que la mayoría de cerámicas quedaban al
natural.
INDUSTRIA LITICA
El arte de los antiguos agustinianos se orientó especialmente hacia la escultura lítica monumental, en la cual
desarrollaron un estilo simbólico, sin haber dejado de alcanzar formas de un impresionante naturalismo. Como
hemos anotado, las lito-esculturas son el mensaje de su complejo mundo religioso y fueron colocadas al lado
de los despojos de sus muertos. Son deidades que representan el origen de la vida y los atributos de la
muerte, las fuerzas de la naturaleza, los seres protectores, los ancestros míticos, los entes que pueblan el
camino que recorren los muertos hasta llegar al sitio donde inician la vida ultraterrena.
Los bloques de piedra en los cuales se labraron las estatuas son cantos erráticos o rodados, algunos de
grandes dimensiones, hasta de cinco metros, de los que abundan en el subsuelo de San Agustín y regiones
aledañas. Carecen, pues, de razón, los que imaginaron el esfuerzo colosal que habría hecho este pueblo para
llevar aquellos pesados bloques hasta el taller de los escultores o al sitio de los enterramientos, recorriendo
grandes distancias y venciendo toda suerte de dificultades a través de un terreno accidentado.
Las investigaciones adelantadas por Luis Duque Gómez en varios sitios de la zona, han permitido establecer
que el zócalo rígido del valle está a pocos metros de profundidad y aparece formado por aglomeraciones de
estos cantos, algunos de los cuales afloran en los taludes de los viejos caminos, en donde fueron labradas
figuras antropomorfas y zoomorfas directamente, in situ - en sitio -, y veneradas sus imágenes en el lugar
mismo de origen, como es el caso de los monumentos de La Chaquira, de "La Rana de Lava patas" y de "La
Rana
de
Matanzas".
De todos modos, es indudable que estas grandes piedras, con las excepciones anotadas, fueron
transportadas a través de varias cuadras de distancia, no obstante su enorme peso, lo que supone, desde
luego, el conocimiento de recursos especiales para tales maniobras, quizás el empleo de rodillos de madera
para su desplazamiento, tal como todavía lo acostumbran los campesinos de la región.
Además de la estatuaria, los antiguos agustinianos, desde las fases iniciales de su poblamiento en el Valle de
San Agustín, emplearon la piedra dura, eruptiva (basaltos y andesitas) para astillaría y utilizar los núcleos
como busardas y las lascas como cuchillos, navajas, raspadores, buriles y otros artefactos. Esta industria
persistió con sus rasgos primitivos hasta las fases finales del desarrollo cultural en esta zona La obsidiana, o
vidrio volcánico, también se empleó con fines similares, aunque parece haber tenido, además, una
significación
especial
en
los
ritos
mortuorios.
Los instrumentos de piedra pulida (hachas, cinceles) se encuentran esporádicamente y corresponden a una
fase
tardía
del
desarrollo
cultural.
Además de los artefactos mencionados, fabricaron cuentas de collar de piedra, discorde, tabular, globular y
poligonal, que se encuentran en collares y colgante en las tumbas y como ofrendas en las colinas artificiales o
túmulos mortuorios. Bruñidores, con lados muy pulidos por la práctica del frotamiento, quizás en la fabricación
de la cerámica.
En piedra de distintas calidades fabricaron también molinos o metates, con sus respectivas manos, para la
trituración de granos y otros productos alimenticios. Los ejemplares encontrados en las tumbas y en los sitios
de habitación presentan la mayoría superficies de trituración cóncavas y unas pocas superficies planas. Por
regla general, se hallan fragmentados intencionalmente, lo que parece haber obedecido a la práctica de un rito
funerario.
Investigaciones geológicas recientes señalan la existencia de un importante yacimiento de obsidiana al pie del
volcán de Sotorá (Departamento del Cauca), en el curso del alto río Quilcasé. Es muy posible que hubiese
sido de este lugar, que no está muy lejos de San Agustín, de donde se aprovisionaron los nativos de tales
materiales, que, como se ha dicho, se encuentran abundantemente en las tumbas, como ajuar funerario, y en
los sitios de habitación. Igualmente se indican yacimientos en las vertientes de la Cordillera Centro-Oriental
nariñense (Laguna de la Cocha y región de Ipiales-La Victoria), en donde han sido observados en forma de
riego.
LOS MONUMENTOS Y LA RELIGIÓN
Los antiguos habitantes de San Agustín transmitieron hereditariamente las técnicas y los secretos del oficio de
la escultura su poder residía precisamente en el arte de su estatuaria.
La boca cuadrada de colmillos prominentes, imagen que aparece con mucha frecuencia en San Agustín, se
relaciona con el mito del jaguar y es considerada como un emblema protector. Este tema, así como el de la
dualidad águila - serpiente, se repite en las representaciones artísticas de los antiguos habitantes de México,
Perú y otras zonas arqueológicas de Colombia.
El Jaguar es en muchas culturas, representación de una deidad mayor o principal, tal vez por estar en la cima
de la pirámide ecológica, ya que es el gran depredador de América, pero también tiene claras intenciones
chamánicas. El Chaman cuando muere se dice, retorna a la región en forma de tigre, por esta razón durante
su vida, él puede hacer excursiones tomando forma de Jaguar y puede matar si lo desea. Cada Chaman
posee una piel de Jaguar para usarla cuando toma esta forma y la posesión de la piel le confiere el poder de
resucitar
en
forma
de
Tigre.
HISTORIA
Las regiones montañosas de San Agustín y el valle de La Plata, en las cabeceras del río Magdalena, fueron
habitadas de forma continua desde el año 1000 a.C. hasta la conquista europea. Durante los períodos
Formativo, Clásico Regional y Reciente las sociedades de agricultores, ceramistas y escultores crecieron de
manera
gradual
y
se
distribuyeron
en
aldeas
cada
vez
más
centralizadas.
Durante el período Formativo, entre 1000 a.C y 1 d.C., pequeñas sociedades agrícolas vieron surgir las
primeras jerarquías sociales. En este período fue una práctica común retirar los huesos de las tumbas
después de cierto tiempo y guardarlos en urnas funerarias de cerámica. Estas se colocaban en tumbas de
pozo con cámara lateral, a veces con narigueras de oro o de tumbaga.
En el Clásico Regional, que duró asimismo un milenio, entre 1 y 900 d.C., las diferencias sociales se
acentuaron en el ámbito religioso, manifestándose en la construcción de monumentos funerarios. Las tumbas
tenían pocos elementos suntuarios; algunas contenían diademas, collares, vasijas u objetos de madera.
Algunos líderes del período Clásico Regional se enterraron también con ajuares que contenían objetos de oro,
aunque parece ser que el uso y la acumulación de adornos de orfebrería no fueron tan comunes aquí como en
la cultura Calima. Se destaca un colgante en forma de pez alado y llama la atención un pequeño colgante
similar a las estatuas de piedra, comunes en la región durante el período Clásico Regional.
En efecto, lo más notorio de este período fue que las comunidades trabajaron en resaltar el poder y el
prestigio de sus caciques construyéndoles monumentos funerarios acompañados por estatuas talladas en
toba volcánica y cubiertos por montículos de tierra. Estas esculturas de agresivas fauces felinas hoy hacen
famoso
al
Alto
Magdalena.
Durante el período Reciente, desde 900 a 1500 d.C., la población aumentó y continuó viviendo en las mismas
aldeas, bajo nuevos líderes que basaron su poder en el control de la economía. Sus sepulturas contienen
vasijas de cerámica de uso doméstico.
Cultura tierra dentro
El nororiente del departamento del Cauca tiene una topografía de nudos montañosos y
profundos cañones; los españoles lo llamaron Tierra adentro porque se sentían encerrados
entre montañas. Desde el año 1000 a.C. y a lo largo de los períodos Temprano, Medio, Tardío
y Moderno, vivieron allí sociedades de agricultores y ceramistas que labraron cámaras
mortuorias, tallaron estatuas de piedra volcánica y trabajaron la orfebrería de forma
sorprendente. En la actualidad este territorio esta habitado por los indígenas paeces, quienes
llegaron a la región luego de la Conquista, y no cuentan con ninguna relación de sangre o de
herencia cultural con los antiguos habitantes.
UBICACIÓN GOEGRÁFICA
La cultura de Tierra dentro esta localizada en las sierras y valles que descienden a lado y lado
de un sector de la cordillera central, en los municipios de Inzá, San Andrés, Belalcázar y
vitonco, en el actual departamento del Cauca.
RASGOS FÍSICOS
Las condiciones de acidez de los suelos y de humedad ambiental hacen que, hasta la
presente, haya sido imposible aislar restos óseos para determinar características físicas de los
antiguos habitantes. Es también la estatuaria el único indicador de su forma de vestir.
Los hombres usaban cubre sexos escalonados, y tocados formados por dos bandas anchas,
superpuestas, que ceñían la parte alta de la cabeza y caían sobre la nuca o sobre la espalda.
Se adornaban con collares y pendientes antropomorfos, pulseras en una o ambas muñecas y
un adorno circular en el tobillo. En las orejas lucían grandes carreteles incrustados en agujeros
abiertos en el lóbulo.
Las mujeres llevaban una cinta sobre la frente, con los extremos colgados en la parte de atrás
de la cabeza; se cubrían con una especie de camisa sin mangas, y la falda era corta y lisa.
También usaban carreteles en las orejas, además de collares, pendientes y pulseras, que
debieron ser de oro.
Los volantes de huso indican que se ejercitaban en el hilado y, consecuentemente, en el
tejido, que sin duda hacían de las fibras del algodón y del maguey, que crecen en la región. Es
posible que practicaran la pintura facial y corporal aplicada con pinceles o pintaderas de
cerámica, puesto que estas últimas se han encontrado en varios sitios.
VIVIENDA
La vivienda estaba situada en pequeñas planadas artificiales construidas en las laderas de las
montañas, con vista hacia el río o hacia los valles bajos. El poblamiento encontrado hasta
ahora es disperso, es decir, cada casa está separada de las demás, lo que se explica por las
características de la topografía de la región y también por la conveniencia de tener la vivienda
cerca de los campos de cultivo. No se descarta la posibilidad de que existieran poblados.
Los hallazgos de viviendas en varias localidades, como Patucue, Turminá Coscuro, Inzá y San
Isidro, evidencian el asentamiento de grupos humanos en la región. Las casas, eran de planta
circular u oval, y con piso de tierra, estructura y paredes de madera, caña y techos de paja,
tenían, en el centro, un fogón con tres piedras, y en algunas se ha hallado una zanja interna
para la conducción de agua, con desagüe al exterior.
Utilizaron barbacoas para lechos y estantes, y en el exterior ubicaron el telar vertical, los
semilleros y los postes para sacar el fique. Los fragmentos cerámicos encontrados en el piso
relacionan estas viviendas con los enterramientos, de tal manera que cerámica, tumbas y
casas forman un conjunto unitario.
ECONOMIA
Empleaban el maíz como alimento; este grano, con la calabaza y el fríjol, fue la base
económica de los pueblos precolombinos. Una producción agrícola eficiente permitió la
dedicación de un grupo de individuos tareas diferentes de sembrar y cosechar, lo cual trajo la
especialización del trabajo. La caza y la pesca proporcionaban la variación en la dieta. Plantas
como el maguey y el algodón daban la materia prima para los tejidos, y estos, junto con la
cerámica y la sal obtenía de las fuentes subterráneas que manan a orilla del río Ullucos,
servían para el intercambio comercial con los pueblos vecinos.
SOCIEDAD Y POLITICA
Un pueblo que construyó monumentos de la calidad y tamaño de las tumbas e hipogeos de
Tierradentro tuvo, sin duda, una organización social compleja y estratificada. Posiblemente el
clan fue uno de los componentes principales de la organización familiar y social, como lo
indica la representación reiterada de animales en la pintura, la talla de piedra y la cerámica.
El poder político lo asumían los sacerdotes. Seres humanos que tienen la serenidad de los
soberanos, pero sus adornos son pectorales, pulseras y tocados, y muy pocos llevan armas o
escudos.
Las tumbas demuestran también por su número y calidad, que aquel pueblo tuvo una honda
preocupación por lo sobrenatural, por el culto a la muerte o a los antepasados, todo lo cual
configura un sistema de creencias cuyos principales representantes y mantenedores fueron
los sacerdotes.
En la cerámica, los pocos ejemplos de representaciones humanas muestran hombres
sentados en bancos, rodeados de lagartijas y serpientes; no llevan armas ni ornamentos,
parece que su categoría esta expresada por la relación con esos animales simbólicos. Todo
ello induce a pensar que la religión puede considerarse la institución principal de aquella
sociedad que tuvo como rasgo característico su pacifismo, lo cual contrasta con la belicosidad
de otras culturas, entre ellas la de los indígenas Páez, que les sucedieron.
RITUAL FUNERARIO
El rasgo arqueológico especifico y diferenciador de Tierra dentro es el hipogeo o tumbas de
entierro secundario. Las investigaciones de los últimos tiempos han permitido diferenciar, en
esa cultura, dos etapas del ritual funerario; la del entierro primario e individual en fosos
cilíndricos o en tumbas de pozo no muy profundo con una pequeña cámara lateral,
acompañado de cerámica domestica, hachas líticas, cuentas de collar, manos y piedras de
moler, aislándolo del pozo mediante la colocación de losas que tapaban la entrada de la
cámara.
Este primer entierro duraba un tiempo aun no determinado, pasado el cual se sacaban los
restos óseos para llevarlos a otro recinto.
Iniciando la segunda etapa, es decir el entierro secundario y colectivo, se ponían los restos
dentro de una urna de cerámica sin tapa, para luego colocarlos en otra tumba mas profunda,
denominada hipogeo, que presenta escaleras en el pozo y una amplia cámara lateral de
planta oval y techo cóncavo. Los hipogeos mayores tienen escaleras de caracol en el pozo,
cámara con nichos anexos y dos o tres columnas centrales, así como una decoración interna
de pintura geométrica en rojo y negro sobre fondo blanco. La forma de la cámara del hipogeo
es similar a la de las construcciones que, en la actualidad sirven como casas ceremoniales.
En el piso de la cámara del hipogeo se colocaban las urnas, cada una con los huesos de un
individuo, pero también se abrían agujeros para poner allí los restos óseos de varios
individuos. Se aprecia un tratamiento diferente para los muertos, que reflejan una
diferenciación social entre los vivos: en las urnas guardarían los restos de los gobernantes,
sacerdotes o personajes notables, y en las fosas comunes los de la gente del pueblo.
Las lagartijas como representación de lo masculino y el cien pies como su contraparte
femenina aparecen repetidamente como temas decorativos en las urnas funerarias y están
acordes con los conceptos duales que caracterizan a las religiones Prehispánicas de toda
América.
Las tumbas de Tierra dentro son construcciones subterráneas, talladas en la toba o ceniza
volcánica endurecida que forma el subsuelo de la región. Entre pozo y cámara se colocaba
una losa grande para impedir que, al rellenarlo con tierra, esta entrara a la cámara. A veces la
separación no se hacia con losas sino con una valla de troncos o guaduas colocada a manera
de puerta. Hasta el presente no se ha rodeado la boca de los hipogeos, a pesar de que se
supone que hubo una manera de cubrirlas, mientras se cumplía el trabajo de su construcción y
el del ritual funerario.
Cultura Quimbaya
Durante milenios, grupos humanos con diferentes culturas y formas de vida aprovecharon la diversidad de
climas y la variedad y abundancia en recursos de las montañas del Cauca Medio. Sus primeros pobladores,
diez
mil
años
atrás,
fueron
cazadores
y
recolectores.
Más tarde, por cerca de dos milenios hasta la Conquista, en los períodos Quimbaya Temprano y Quimbaya
Tardío, habitaron la región agricultores y mineros de oro y sal, artífices de cerámica y orfebrería sorprendente.
Los Quimbayas eran uno de los grupos que habitaban el valle medio del río Cauca a la llegada de los
conquistadores españoles. Por tradición todos los objetos arqueológicos encontrados en esta región de
Colombia han sido denominados con el nombre Quimbaya y se ha identificado a los Quimbayas como sus
artífices, a pesar de que muchos de ellos fueron producidos por otra gente y en distintas épocas.
UBICACIÓN GEOGRÁFICA
Estas tierras que hoy son porción riquísima de los departamentos de Caldas, Quindío y Risaralda, para la
época precolombina estaban cubiertas de tupida selva. A ella debieron llegar estos hijos de la familia
lingüística caribe y desde las orillas del Cauca, divisaron las altas cordilleras donde las cumbres del Ruiz y
Santa Isabel platean al sol. En este maravilloso lugar hicieron su morada permanente la cultura Quimbaya.
CULTIVOS Y ALIMENTACIÓN
Las principales ocupaciones de este pueblo de elevada cultura eran la agrícola, la orfebrería y la guerra.
Obtenían su alimentación cultivando en sus fertilísimas tierras maíz, frijoles, chachafrutos, yuca, arracacha,
ahuyama o zapallo, y los consumían cociéndolos con sal. Su agricultura se vio favorecida por abundantes ríos
que utilizaron para riego. Fuera de eso, la montaña les ofrecía los frutos del aguacate, del chulupo, de la
guayaba, de la piña, de los zapotes, del guamo y las almendras muy nutritivas de la olla del mono. Se
proveían de carne por medio de la cacería, a la cual eran muy adictos; en los bosques había zaínos, venados,
conejos, guatines, guartibajas, monos, armadillos y numerosas aves. Además, los ríos le deparaban
abundante
y
variada
pesca.
La sal para cuya extracción cada familia mantenía todos los utensilios indispensables, la obtenían de las
fuentes vecinas al río Consota, sometiendo las aguas a la evaporación en enormes vasijas de barro o en las
palas puestas al fuego, sacando así panes blanquísimos, que los españoles calificaron como iguales en su
blancura a la sal de Castilla. Sus bebidas eran el vino de palma y la chicha del maíz fermentado, elemento
principal de sus fiestas. La agricultura Quimbaya alcanzo gran perfección y aun en época reciente se hallaron
surcos
y
terrazas
de
sus
sembrados.
APICULTURA
Entre los espesos guaduales de la zona Quimbaya se levantaban grandes ceibas cuyos troncos constituían un
medio favorable para la formación de colmenas, que explotaban los indios para complementar su alimentación
y para utilizar la cera en la confección de los rostros de sus ídolos, en la fabricación de objetos de oro por el
sistema de la fundición a la cera perdida y en la técnica de la pintura negativa en vasijas y cerámicas
figurativas
de
carácter
ceremonial.
VIVIENDA
Las viviendas de los Quimbayas eran chozas fabricadas con varas de árboles, de palmas, de helechos y de
guaduas, que en esas tierras eran y son abundantes. Las cubrían con hojas de palma con techado de dos
aguas y no les construían ninguna clase de paredes ni puertas. Ahí colgaban sus hamacas y albergaban sus
familias, no muy numerosas. Las habitaciones de los señores se distinguían a veces por el tamaño mayor, en
otras porque tenían enfrente cercados de las mismas cañas gordas.
Los utensilios de su cocina eran de barro cocido, así como a manera de hachas, usaron las piedras de
pedernal afilado y amarrados con finos cordeles de fibra de palma y con manijas de madera. De estas se
valían para derribar los árboles del monte y para fabricar las canoas con que navegaban en los ríos más
profundos.
ARMAS Y BELICOSIDAD
Las armas con que combatían los Quimbayas a sus enemigos eran tiraderas, lanzas, macanas, hondas, arcos
y dardos. Hacían en los caminos hoyos sembrados en su fondo con agudas púas para que los enemigos que
fueran a atacarlos cayeran en ellos. Para su transporte utilizaban canoas y remos; así como puentes de
guadua. Para llamarse a la distancia y como instrumento musical emplearon bocinas y tambores.
El cronista castellanos refiere, además que en los cercados de los quimbayas solía haber guaduas de tal
suerte horadadas que con el viento que corría formaban tal consonancia que se podía oír música a todas
horas.
Fue famosa entre los conquistadores la belicosidad de los Quimbayas. Es verdad que sus batallas consistían,
sobre todo en la algarabía que hacían los guerreros adornados de todas sus preseas y antecedidos de
banderas salpicadas con estrellas de oro. Pero su habilidad en dispara el arco era tan certera que muchos
españoles resultaban heridos y aun muertos por el curare de las flechas. Este veneno se preparaba por los
indios
con
zumos
de
plantas
y
con
las
secreciones
venenosas
de
algunas
ranas.
Casi todos los caciques tenían la bárbara costumbre de colocar picotas de guaduas en las cabezas y
miembros de los que habían hecho prisioneros o que habían matado en la refriega. Aquellos cráneos
disecados con sus cabellos flotando al viento daban el más espantable espectáculo y el olor más
nauseabundo;
esta
medida
la
empleaban
para
infundir
terror
en
los
invasores.
TEXTILES
La industria textil tuvo dos centros principales de desarrollo durante la época prehispánica: uno en la zona
oriental, entre los grupos chibchas de Cundinamarca, Boyacá y Santander, y otro en la región occidental, en
los territorios de los departamentos de Antioquia, Caldas, Quindío, Risaralda y algunas zonas vecinas.
En la región Occidental, el mayor incremento de la industria se registró en el piso térmico templado y en la
zona cálida. El empleo de ropas de algodón con galanas pinturas se dio entre los Quimbayas y otros a pesar
de que varias poblaciones usaban pocas ropas: la escasez de ropa confeccionada con esta fibra la suplían
con
el
empleo
de
corteza
de
árboles
que
ellos
hacían.
CERAMICA
Fue la cerámica entre la tribu Quimbaya un arte también excepcional. Es de las mejores de Colombia y puede
competir con otras del continente, en donde se alcanzaron avanzadas técnicas. Es seguro que su excelente
calidad se debe a las finas arcillas con que trabajaron y su belleza a la forma que dieron a sus vasijas, que
son clásicas por la exquisitez y buen gusto de las líneas.
Sus moldes fueron generalmente tomados de la Naturaleza, seguramente copiaron en barro las figuras de la
naturaleza que observaban, multiplicaban en ellas los dibujos, le añadieron el colorido y por último, les dieron
un pulimento que los hace brillar como si estuvieran vidriados.
Ánforas, vasos triples, casos idénticos unidos en parejas, ocarinas, vasos silbantes que producen al soplarlos
un sonido musical, rodillos para estampar, volantes para rueca, soportes en que colocar vasijas que tuvieran
fondo esférico; representaciones de rostros humanos, urnas funerarias; vasos naviformes, botijas, vasos con
asas en las cuales hay figuras antropomorfas; copas decoradas, recipientes, escudillas, figuras de animales
como el sapo, la salamandra, la danta, el mico, en actitudes graciosas; alcarrazas de dos picos y un asapuente de líneas perfectas y de extraordinario acabado, son algunos de los elementos mas representativos de
la
cerámica
Quimbaya.
ORFEBRERIA
La orfebrería de los Quimbayas es maravillosa entre las tribus primitivas de Colombia, no sólo por la
abundancia, sino por el arte, la perfección y la elegancia de las piezas que elaboraban. La simetría de las
partes es perfecta; la igualdad de las cuencas de los collares es precisa, pues parecen gotitas de oro soldadas
unas con otras y calibradas con precisión admirable. Las labores de filigrana, el exacto ángulo de los
salientes, el pulimento de los planos, la exactitud de las aristas, la sencillez de unas líneas combinadas con el
abigarramiento de otras, nos demuestra el gusto estético y la persecución de la línea perfecta.
Otra particularidad tiene la orfebrería Quimbaya; es el de la aleación del oro y del cobre, llamada tumbaga, de
la cual se sirven para dar a sus joyas diversos matices, disponiendo de tal suerte de uno al otro sin salto ni
división notable. Lograron dar a sus piezas tal temple a voluntad que algunos cinceles y cetros se parten antes
de doblarse. Para el pulimento superficial se sabe que se valieron de la acerada, hierba ácida que todavía
crece
silvestre
en
los
campos
del
Caldas.
Los objetos elaborados por los orfebres de las sociedades del Período Temprano del Cauca medio y
Antioquia,
sirvieron
como
símbolos
de
prestigio
y
poder
para
sus
líderes
políticos.
La orfebrería comprendía adornos corporales, artefactos para el consumo de las hojas de coca e instrumentos
musicales. Las huellas de desgaste, visibles en narigueras, palillos y otros objetos, indican que fueron
utilizados por estos dignatarios en vida. A su muerte fueron enterrados con ellos en grandes ajuares como el
“Tesoro de los Quimbayas”, el “Nuevo Tesoro Quimbaya” y varios más, acerca de los cuales existe alguna
documentación a pesar de no haber sido hallados en excavaciones científicas. Según los pocos contextos
arqueológicos conocidos, al parecer la gente de menor rango usó sólo algunas narigueras y orejeras.
A partir de un análisis de los objetos que conforman los ajuares mencionados, y de las figuras humanas
representadas en ellos, se deduce que los atuendos de los líderes constaban de un casco o una corona, uno
o varios pares de orejeras, una nariguera y un collar de varias vueltas. Estos adornos no conformaban
atuendos que cubriesen gran parte del cuerpo; estaban restringidos a la zona de la cabeza y el cuello y, con
excepción de los cascos y las coronas, eran pequeños y discretos. Los cascos, utilizados en otras sociedades
del mundo con fines protectores en la guerra, fueron empleados aquí como emblemas de prestigio y fuente de
poder
espiritual.
El utillaje usado en el consumo de la coca estaba integrado por poporos —recipientes para almacenar la cal—
, cuellos de poporo, palillos para extraer la cal y vasijas para guardar las hojas de coca. Estos artefactos se
distinguen por su gran tamaño pues algunos poporos alcanzan 35 cm de alto y existen palillos de más de 50
cm de largo; y por su rica iconografía: varios recipientes son esculturas realistas de figuras humanas
representadas con gran lujo de detalles.
El conjunto de esta orfebrería revela una marcada coherencia en el estilo. Se distingue por la sobriedad en el
diseño y la decoración; las formas realistas con volúmenes redondeados, el brillo y la tersura de las
superficies, y los colores rojizos. Las formas reproducen la figura humana, con preeminencia de la femenina,
los frutos de calabazas, calabazos y totumas; y animales como caracoles y pupas de mariposa. Varios
adornos muestran formas geométricas basadas en líneas curvas. En la decoración predominan los calados y
las
placas
colgantes
que
a
veces
ocultan
las
figuras.
Según análisis de composición de un grupo significativo de objetos, al parecer esta orfebrería fue elaborada
en su totalidad en tumbaga, la aleación de oro y cobre, de donde adquiere el color rojizo característico. Los
contenidos metálicos oscilan alrededor del 60 por ciento de oro, 30 por ciento de cobre y 10 por ciento de
plata; esta última se encuentra presente por hallarse asociada naturalmente al oro en los yacimientos. Los
adornos pequeños, así como los grandes recipientes fueron elaborados por la técnica de la fundición a la cera
perdida con núcleo, en la cual estos orfebres fueron grandes maestros; los cascos y coronas están hechos por
martillado y repujado, también con un gran dominio técnico. Por su calidad estética y técnica, esta orfebrería
es considerada desde el siglo XIX un patrimonio arqueológico de primer orden para el país.
Durante el Período Tardío del Cauca Medio la orfebrería continuó siendo fuente de prestigio para los líderes;
sin embargo, las transformaciones que dieron paso a una nueva época mostraron cambios en las funciones,
formas y tecnología de los objetos que cumplían este propósito.
Si en el Período Temprano los recipientes y palillos para el consumo de la coca, así como los cascos y las
diademas, eran los emblemas más visibles del poder; en épocas tardías cumplieron esta función pectorales
circulares, narigueras triangulares y adornos sublabiales de diversos tipos. Las formas de mujeres y de frutos
fueron desplazadas por figuras masculinas y de hombre-animal, geométricas y zoomorfas: nuevos símbolos
que revelan la aparición de nuevas ideas relacionadas con el cargo de los líderes.
Los pectorales circulares planos sobresalen entre los nuevos emblemas de poder por su gran tamaño y
elaboración. En ellos se invirtió una cantidad significativa de metal y trabajo; algunos alcanzan diámetros
hasta de 30 centímetros y varios llevan complejos diseños repujados. Un estudio iconográfico de estos
diseños mostró que responden a cuatro categorías o patrones básicos: 1. dibujos basados en formas
geométricas y de aves esquemáticas, 2. figuras de lagartijas y tal vez otros lagartos, 3. imágenes
antropomorfas masculinas estilizadas y 4. figuras humanas con rasgos animales.
Una mirada cuidadosa a estos diseños permite advertir que los tres últimos patrones conforman un continuo
de transformaciones. En las figuras de hombre-animal se mezclan elementos de las otras dos categorías: la
cabeza, los adornos de orfebrería, el sexo y las tetillas son humanas; mientras el cuerpo, la posición corporal,
la cola y los dedos engrosados son de reptiles. De esta combinación de elementos pueden interpretarse estas
figuras como representaciones de hombres-lagarto. Algunas de ellas muestran además un par de orejas
redondeadas en la parte superior de la cabeza que semejan las de un felino, como si aludieran a mezclas de
hombre con más de un animal.
Gracias a la arqueología y la etnología, sabemos que en las sociedades indígenas americanas, desde épocas
antiguas, ha existido la creencia en la capacidad de algunos individuos de transformarse en animal y
apropiarse así de sus facultades. Particularmente son los chamanes quienes tienen esta capacidad, y son
verdaderos especialistas en ella. Las transformaciones en ave, jaguar y murciélago constituyen las
transmutaciones más extendidas; así los chamanes consiguen poder volar, vagar ocultos por la selva, ver en
la oscuridad, comerse a sus enemigos y observar el mundo al revés. Estas facultades son fuente de gran
prestigio
y
autoridad.
Las representaciones antropozoomorfas en los pectorales, unidas a las descripciones de los caciques del
siglo XVI, sugieren que los líderes del período Tardío tenían poderes de transformación. Cuentan las crónicas
que los “Señores” y “Caciques” de la región llevaban el cuerpo profusamente pintado y decorado como
“gatos”, portaban pieles de animales a la espalda, usaban taparrabos largos como colas y uñas largas como
garras. Es probable que estas transmutaciones, como para los chamanes, fueran origen de admiración y
respeto entre su comunidad.
Por dos milenios antes de la Conquista, el Cauca Medio estuvo poblado por agricultores y mineros de oro y
sal, ceramistas y orfebres. La orfebrería del período Temprano (500 a.C. a 600 d.C.) muestra figuras icónicas
de líderes, hombres y mujeres, como símbolos de identidad. Los colores, brillos y las formas de calabazas,
ahuyamas, totumas y mujeres aludían a la fertilidad. Se destaca un poporo o recipiente para cal con forma de
una mujer de alto rango en actitud ritual.
En el período Tardío (800 a 1600 d.C.) se dieron cambios profundos, hubo gran diversidad cultural y un
incremento de población. Se pintaban el cuerpo, usaban ligaduras de cuentas en las extremidades y se
insertaban adornos en la nariz y bajo la boca. La orfebrería, que usó mucho el cobre, y la cerámica se
tornaron geométricas y esquemáticas. Con sus adornos y pinturas, los caciques parecían hombres-jaguar,
hombres-rana y hombres-lagartija. Hacia 1540, por las diferencias de costumbres y lengua, los europeos
clasificaron a los indígenas en "provincias": Caramanta, Anserma, Arma, Picara, Carrapa, Quimbaya, Quindío
y otras. La mayoría fue aniquilada en la conquista.
El noroccidente de la Sierra Nevada de Santa Marta, al norte de Colombia, fue habitado desde el año 200 d.C.
hasta la Conquista por agricultores y artesanos de la piedra y el metal que aprovecharon los recursos
disponibles desde el mar hasta las nieves perpetuas, a quienes se les denomina la nación Tayrona
Los Tayrona contaban con una compleja organización sociopolítica, y con un avanzado conocimiento de la
ingeniería y la arquitectura que se refleja en los restos de grandes obras líticas, plantas de habitación,
caminos, muros de contención, escaleras y puentes.
Inicialmente asentados en el litoral, se expandieron luego hacia las zonas altas donde construyeron ciudades
de piedra. Su historia prehispánica comprende los períodos Nahuange y Tayrona. Actualmente habitan allí los
koguis, wiwas, ikas y kankuamos.
Los Tayronas descuellan como ejemplo de la insistencia en al autenticidad, que les costo ser aniquilados
bárbaramente después de un siglo de constante lucha contra el dominador. Indómitos y belicosos, no
aceptaron el yugo español, que implicaba el renunciamiento a sus costumbres ancestrales, a su idioma, a su
núcleo social y sobre todo a sus creencias religiosas.
UBICACIÓN
La Sierra Nevada de Santa Marta localizada en la parte norte de Colombia, es un macizo montañoso, aislado
del sistema de los Andes. La variada topografía de la Sierra Nevada, produce gran diversidad de condiciones
ecológicas, radicalmente diferenciadas de las que presentan las regiones adyacentes, e influye sensiblemente
en las condiciones climáticas de una gran parte de la región caribe del país.
VIVIENDA
Las casas Tayronas eran admirablemente construidas, en forma de enormes cabañas de madera o
bahareque con techos de paja y de palma, por lo general, de forma cónica, y que por su elaboración se
deduce que fueron excelentes carpinteros. Las puertas eran adornadas con caracoles colgados de hilos, los
cuales, soplados por el viento producían un armonioso sonido. Su mobiliario era de espartos y de cañas, y las
esteras que tendían en el suelo eran tejidas y pintadas con muchos y variados colores. En los tapetes de
algodón dibujaban figuras de animales, como tigres, águilas, y serpientes.
Las viviendas Tayronas se construyeron sobre terrazas artificiales a las que se llegaba por caminos o
escaleras de piedra. Según el tipo de cimiento, de acuerdo con lo expresado por al arqueólogo ReichelDolmatoff hay tres tipos de construcción:
POBLAMIENTO Y ARQUITECTURA la región estuvo densamente poblada; se menciona en las crónicas la
existencia de centenares de poblaciones y ciudades, algunas con mil casas grandes. Pocigueica, Bonda y
Tayronaca se mencionan como las ciudades más importantes. La primera era la capital o ciudad principal, la
más rica; quedaba en la región entre las cabeceras de los ríos Córdoba, Mendiguaca y Don Diego, a dos
leguas del mar y con clima fresco. Bonda se encontraba en las actuales sabanas de Limón o de Terán. Por su
parte Tayronaca estaba localizada en las márgenes del río Don Diego, ya en tierra templada.
Los grandes centros poblados y la arquitectura lítica, son las características más destacadas de la cultura
Tayrona, pues ninguna otra alcanzó tal desarrollo en cuanto a las realizaciones materiales. Tayronaca tenía
plazas triangulares, de grandes lajas y con casa grandes en las esquinas, donde moraban los caciques
principales, y que podían albergar cómodamente trescientas personas. Las calles estaban bien trazadas y
para llegar a la ciudad se ascendía por anchos caminos de piedra y por escaleras hasta de novecientos
escalones.
AGRICULTURA
Los Tayronas eran excelentes horticultores y, favorecidos por la diversidad de sus climas, pudieron cultivar e
intercambiar casi todos los frutos que se cosecharon en Precolombina. En ninguna otra cultura de nuestro
territorio aparecen tan claros los procedimientos para mantener la fertilidad del suelo, consistentes en terrazas
que impedían la erosión de los suelos, ni otras aplicaron tan hábilmente la irrigación artificial, conduciendo por
canales el agua de los ríos hasta sus sementeras.
Como no tenían rebaños, sino que vivían principalmente de vegetales y frutas, su vecindad al mar determino
para los Tayrona una alimentación a base de pescado, mientras que sus montañas les dieron cuantiosa
cacería de venados y aves como paujiles, tórtolas y pavas. También el mar les suministraba la sal, no sólo
para condimentar sus alimentos, sino para conservar el pescado seco, del cual hacían comercio con las tribus
que les proveían de oro.
Complementaban su nutrición con la miel de abejas, que supieron cultivar con gran esmero y en abundancia
tal, que cierto soldado español contaba haber visto en tierras Tayronas hasta 8.000 colmenas. De frutas y
granos
supieron
fermentar
muchas
clases
de
bebidas
embriagantes.
ARMAS
Sus principales armas eran arcos, dardos, flechas, carcajs y macanas; también tensores de arco, flechas
silbantes y flechas incendiarias con las puntas envueltas en algodón que disparaban ardiendo. Las puntas de
los dardos eran de madera o de espina de raya y estaban generalmente envenenadas. Empleaban también
piedras como proyectiles.
Eran tan buenos tiradores que, teniendo que alcanzar un blanco a distancia, arrojaban las flechas a lo alto
para que al caer se clavaran en su enemigo. Tenían cerbatanas curiosísimas que, con sutiles flechas,
mataban toda clase de aves.
ALFARERIA TAYRONAS
La mayor parte de los estudios arqueológicos actuales referentes a esta área señalan que la cerámica que se
conoce como clásica Tayrona procede de una época protohistórica muy próxima a la conquista denominado
periodo Tayrona II. Según una clasificación general de la cerámica, se pueden reconocer tres tipos
característicos que se distinguen fácilmente por su color negro, rojizo o habano.
En cerámica roja aparecen principalmente vasijas culinarias y de almacenamiento mas bien toscas, urnas,
copas grandes, platos y vasijas en forma de copas para macerar alimentos. Algunos de estos recipientes
están decorados con incisiones de puntos, rayas, muescas e impresiones angulares, y otros presentan caras
humanas modeladas en la parte superior.
En la cerámica negra las formas son muy variadas, y algunas de ellas tuvieron, sin duda, carácter ceremonial.
Por lo general, el color de la superficie externa es negro brillante, mientras que el de la pasta es el mismo de
la arcilla. Las vasijas más características son las siguientes: copas, que varían mucho de acuerdo con sus
elementos constitutivos, base, cuerpo y cuello; vasijas globulares sencillas, con una cabeza o dos cabezas
pareadas de animales adosadas al vientre; vasos de cuello alargado, que a veces lleva una efigie
antropomorfa elaborada con una técnica mixta de modelado, pastillaje e incisión. También aparecen silbatos
con representaciones humanas que muestran personajes ricamente ataviados, los cuales llevan mascaras,
coronas e insignias de mando. La decoración adicional consiste en incisiones poco profundas.
Se han hallado urnas, sillares ofrendatorios de más de un metro de altura en forma cilíndrica y esférica
decorados con figuras zoomorfas o antropomorfas; cantidad de pitos, vasos, ocarinas, platos, jarras,
alcarrazas, etc.; en las cuales se puede observar un gran dominio de técnicas como la firmeza de su pasta, la
perfección de su acabado y la variedad de estilos.
ORFEBRERIA
Se considera que el desarrollo de la orfebrería Tayrona estaba en pleno apogeo en los comienzos del siglo
XVI ya que poseían bastantes talleres de fundición, cuando los aborígenes tuvieron el primer contacto con los
españoles.
La orfebrería Tayrona se caracteriza por la perfección técnica que lograron al elaborar sus trabajos;
emplearon la fundición a la cera perdida complementada con el martillado, el repujado, la soldadura y la
fundición en moldes abiertos o cerrados.
En la metalurgia Tayrona, los objetos son variados en cuanto a la forma y a las técnicas empleadas en su
elaboración. Existen figuritas fantásticas que llevan grandes atavíos de plumas y máscaras de felinos; hay
aves y reptiles, discos repujados, cascabeles, brazaletes, narigueras y otros objetos, en su mayor parte
hechos de cobre dorado o de tumbaga.
TALLADO EN PIEDRA
Los Tayronas trabajan admirablemente la piedra, no solo para extraer y labrar grandes bloques destinados a
las obras públicas, sino también para confeccionar objetos de culto o de uso común, como bastones
ceremoniales, máscaras, hachas rituales o utilitarias, cinceles, piedras y manos de moler, cuentas para
collares o para fijar a los vestidos, pendientes, placas colgantes y rodillos para estampar tela. Para la
elaboración de todos estos objetos emplearon principalmente granito, esquistos, cuarzo, comalina, jadeita y
nefrita, entre otras.
INGENIERIA
Los Tayronas sobresalieron por su destreza urbanística en ingeniería, lo que en cierta forma los situó como
una de las culturas precolombinas más adelantadas de América. En lo urbanístico se destacaron por la
construcción de poblados o ciudades en forma circular en las zonas planas de las estribaciones de la Sierra
Nevada, a las cuales se llegaba por medio de caminos empedrados y/o puentes colgantes.
Estos poblados contaron con canales de desagüe, zonas públicas y residenciales con casas de ricos y
pobres, que se diferenciaron por el tipo de base sobre la cual se construyeron. En el caso de las casas de
ricos los cimientos eran de varios círculos, mientras que la base de los pobres era de un sólo círculo, lo que
las hacía más frágiles.
Un ejemplo de lo que fue el sistema de una urbanización Tayrona es Ciudad Perdida o Buritaca 200, la cual
fue descubierta en 1975. Se designa con ese número por haber sido el poblado doscientos de esa cultura
hallado con las características propias de las ciudades Tayronas, tales como plataformas curvas y revestidas
de piedra para las casas situadas en las laderas, escaleras de piedra, muros de contención para evitar
deslizamientos, canales y sistemas de drenaje tanto para la parte urbana como para las zonas agrícolas y una
plaza pública para transitar y para ceremonias especiales.
ORGANIZACION SOCIAL Y POLITICA
A la llegada de los españoles la sociedad Tayrona había evolucionado hacia un sistema de clases, en el cual
los factores económicos tenían mayor importancia. Había un grupo importante de artesanos y comerciantes
Intertribales, agentes de intercambio cultural.
Durante el siglo XVI, la población indígena de cultura Tayrona tenia su asiento principalmente en pueblos
nucleados y, al parecer, existía, un particularismo político pronunciado, arraigado en grupos locales cuyas
autoridades políticas residían en algún pueblo central donde se encontraba la mayor parte de la población.
La estructura política de estos grupos locales indica que todos los pueblos tenían un cacique, los cuales
dependían a su vez, de otros caciques principales. Se menciona que algunas poblaciones estaban divididas
en barrios, que eran más, un grupo de casas o aldeas dependientes de otra población. Cada barrio tenia su
propio cacique, y el conjunto de varios barrios tenia un cacique principal.
En la cúspide de la pirámide social estarían los caciques, de quienes descansa la responsabilidad política y
religiosa. Entre el pueblo común, en la base de la estructura social, se encuentran los especialistas de oficio,
tales como agricultores, artesanos y mercaderes.
RELIGION TAYRONAS
Es muy escasa la información sobre la religión de los Tayronas. Rendían culto a las estrellas, adjudicándoles
identidades masculina o femenina y suponiendo en ellas relaciones carnales; adoraban a un niño nacido de
una virgen, el cual permanecía debajo de la tierra, sin crecer ni menguar. Entre sus mitos figuraba el del
diluvio.
Contaban con casa ceremoniales y con centros religiosos a donde acudían en romería a solicitar beneficios de
sus dioses. Allí oficiaban sacerdotes, hechiceros y agoreros que adivinaban por el vuelo de las aves y habían
recibido instrucción en un aprendizaje de dieciséis a veinte años, encerrados en casas especiales, sin ver la
luz del día ni las mujeres, y sometiéndose a ayunos.
Entre los dioses de los Tayronas figuran: Gauteovan, madre de todas las cosas, creadora del sol y de los
espíritus causantes de todas las enfermedades. Peico, quien llegó del mar y les enseño a trabajar el oro y la
tierra a tejer mantas y chinchorros. Creían en el más allá y se comunicaban con el naoma o sacerdote, quien,
además, presidía las ceremonias religiosas que se celebraban con cantos y danzas acompañadas de música.
Practicaban la homosexualidad como ritual en los templos y las representaciones fálicas fueron corrientes en
esta cultura, lo que espantaba la mentalidad medieval del conquistador y de los misioneros, al punto de
considerarla la nación mas deshonesta de estas tierras.
Se han hallado cementerios en los que se observa diferentes tipos de sepulturas; tumbas rectangulares
cubiertas con loza, bóvedas de piedras con cubiertas labradas, tumbas de pozo con cámara lateral y algunas
fosas simples, encontrándose además, urnas de cerámica generalmente tapadas. Se tiene noticia de que
guardaban los huesos y cenizas de sus antepasados en urnas y vasos grandes de tierra cocida, y que a
algunas personas, al morir, las desecaban al fuego.
.CONQUISTA CULTURA TAYRONA
Los Tayrona fueron los primeros habitantes del territorio colombiano que sufrieron la trágica presión de la
conquista española. Fue don Rodrigo de Bastidas, fundador de Santa Marta y descubridor de la
desembocadura del río Magdalena, quien emprendió primero la conquista de los tayrona, según la
Recopilación historial de fray Pedro de Aguado.
Bastidas con la mitad de la gente española que había en Santa Marta, metiéndose tierra adentro por los
pueblos de los indígenas, los cuales le recibieron en PAZ y le dieron presentes de las riquezas que tenían en
cantidad de 18.000 pesos de oro fino.
Después, García de Lerma y el teniente Palomino salieron a pacificar algunas provincias de los indios. Como
pueblos situados en la misma costa que recibía las naves de España, los tayronas fueron sometidos a la
servidumbre y rápidamente desapareció su cultura en la región limítrofe con los conquistadores para
refugiarse en las cumbres de la Sierra.
En una amplia zona del Pacifico que hoy corresponde al Sur de Colombia, se estableció hace
aproximadamente 2.500 años un pueblo cuyos orígenes no se han establecido del todo, pero cuya producción
artística no ha dejado de maravillar a los investigadores. En Colombia siempre se le ha conocido como la
Cultura Tumaco, por ser este el lugar de la región más importante por sus hallazgos arqueológicos (En
Ecuador se les conoce como La Tolita).
La región que sirvió de escenario a esta antigua cultura se caracteriza por lo "laberíntico" de su topografía,
que resulta de varios entrecruzamientos de innumerables afluentes de ríos que bajan de la Cordillera
Occidental. La vegetación es selvática y exuberante, destacándose un árbol llamado Mangle, dándole su
particular fisonomía al ambiente.
El clima es cálido y húmedo, pero se suaviza considerablemente con las bocas de los ríos, lo que hace de
estos puntos los más habitados por el hombre, debido a su amplitud y las brisas marinas refrescantes.
Muchas investigaciones afirman que la cultura surgió producto de varias inmigraciones del oriente, pues se
considera que las figuras elaboradas en arcilla son típicamente orientales, aunque no descartan la influencia
norteamericana en los últimos periodos de esta cultura.Historia
El primer europeo en navegar en aguas cercanas a la Costa Pacifica colombiana y ecuatoriana fue Francisco
Pizarro (1522), los cronistas que lo acompañaban se refieren en forma confusa y contradictoria a los
habitantes de la zona, aunque algunas descripciones coinciden con los vestidos y adornos representados en
las figuras de arcilla de Tumaco.
Aunque los datos históricos sobre esta cultura son escasos, se ha encontrado abundante material artístico
hallado en forma dispersa a lo largo y ancho de la zona arqueológica, lo cual se constituye en uno de los más
variados y completos documentales que haya dejado cultura prehispánica alguna.
Al valor de toda la herencia hay que sumarle el valor artístico, pues juzgando por la calidad estética y la
perfecta elaboración de las esculturas de arcilla, se puede decir que la organización social de este pueblo
estaba dispuesta de tal modo que dejaban solo a un grupo escogido entre los mejores artistas, dedicarse
plenamente a esta labor.
La misma capacidad de observación que se evidencian en el moldeado de las figuras y rostros humanos, se
aprecian también en la fauna y otros elementos de la naturaleza.
Las pequeñas esculturas de arcilla (menos de 30 cm de alto) se destacaban entre las muchas y valiosas
manifestaciones del arte precolombino, por lo que muchos expertos consideran uno de los más hermosos y
vivos testimonios de nuestra historia perdida.
Ubicación Geográfica
El territorio de los muiscas abarcaba las cuencas y valles del río Bogotá hasta Ten; del río Negro hasta
Quetame, el Guavio hasta Gachalá, de Garagoa hasta Somondoco, de Chicamocha hasta Soatá y del río
Suárez hasta Vélez. No existe un acuerdo sobre cifras de población, pero los conquistadores son enfáticos en
destacar la multitud de los indígenas.
Vista desde lo alto del cerro de Suba, la sabana de Bogotá presentaba una amplia zona pantanosa rodeada
por una llanura cubierta de pastos y vegetación baja. En ella se destacaban numerosas aldeas: Suba, Tuna,
Tibabuyes, Usaquén, Teusaquillo, Cota, Engativá, Funza, Fontibón, Techo, Bosa, Soacha y palacios
compuestos por bohíos rodeados por dos o tres empalizadas concéntricas, semejantes a los alcázares árabes
del sur de España.
Este "Valle de los Alcázares" que con las sierras nevadas de la Cordillera Central en el horizonte, dio pie para
el nombre de Nuevo Reino de Granada, era en efecto el núcleo del cacicazgo de Bogotá. Las Sierras
Nevadas de granada continúan en España la cadena sagrada para los grupos Chibchas
Con su sede de gobierno en Funza, este era el cacicazgo regional más extenso y poblado, no sólo del
territorio Muisca sino de todo el norte de Sudamérica en aquel siglo. Sus gobernantes, los Zipas, lo habían
conformado recientemente anexando los cacicazgos intermedios de Guatavita, Ubaque, Ubaté, Zipaquirá y
Fusagasugá (Londoño, 1988).
Sin embargo, y por esa misma razón, Bogotá era a la vez el más inestable de los cuatro cacicazgos
regionales en que se dividía en ese entonces el territorio de los muiscas. Así, aunque el cacique de Bogotá
opuso resistencia a la conquista, muchos de sus sujetos prefirieron sacudirse su dominio aliándose a los
europeos, como sucedió cuando Quesada salió por el valle del Teusacá hacia el norte; emplearon el azadón,
la coa de macana y el sistema de roza. Además, hay evidencias del uso de canales de riego y terrazas en las
laderas en Chocontá, Facatativa, Tocancipa y Tunja.
Caza y Pesca
Los muiscas obtenían y consumían carnes de curi, conejo, venado, peces y aves. La carne de venado era
consumida únicamente por la aristocracia. La caza y la pesca eran actividades poco practicadas por los
muiscas y no domesticaron animales.
Comercio
La abundancia de diferentes productos en determinados lugares, llevó a la necesidad de establecer las ferias
o mercados, con el fin de facilitar el intercambio. Había frecuentes mercados públicos en lugares importantes
como Bacatá, Zipaquirá, Tunja y Turmequé; estos se efectuaban cada cuatro días.
Este intercambio permite afirmar que entre los muiscas, el desarrollo tecnológico logrado y la efectividad del
trabajo, produjeron un excedente, que era destinado en parte al almacenamiento para el pago de tributos o
como reserva para épocas de crisis; la otra parte era utilizada para el trueque con otros grupos indígenas.
Los muiscas utilizaron discos de oro, especie de moneda de diferentes tamaños, peso y forma, lo que permite
afirmar que no lo utilizaban como tal, sino como forma de conservación del oro.
Textileria
Esta industria fue de gran significado en los altiplanos fríos de Cundinamarca y Boyacá. El Cronista Fray
Pedro Simón, refiere que los muiscas usaban mantas coloradas en señal de luto. Los indios de Lenguazaque
las usaban de diversos colores y los cortesanos de Tunja muy ricas y decoradas; los sugamoxis envolvían los
cadáveres de sus antepasados en mantas de algodón. En estas mantas pintaron una gran variedad de
motivos geométricos, al parecer de carácter simbólico.
Gracias a las exploraciones realizadas por Eliécer Silva Celis, se sabe que las coberturas de las momias eran
telas de algodón, mallas de fique y pieles de animales. La industria del tejido tenia para los indios una
importancia extraordinaria; todos los acontecimientos de la vida los festejaban con regalos de mantas. Para
decorarles usaban como colorantes numerosas plantas. También utilizaron los colorantes de origen mineral o
especie de barro a base de tierras de colores.
Minería
La posesión de la sal, permitió a este grupo indígena obtener una ventaja natural sobre las tribus
circunvecinas; la extraían de las salinas de Zipaquirá, Nemocón, Sesquilé y Tausa. Tales minas constituían el
tesoro del soberano muisca y su principal recurso fiscal. El reconocimiento del prestigio que las minas de sal
representaban a la soberanía de los Chibchas, se descubre por el comercio con las demás tribus. Según los
cronistas, en Barrancabermeja los españoles encontraron algunos panes de sal, por lo que comprendieron el
sendero que debían seguir para encontrar el pueblo civilizado.
La compactación de la sal requería hasta cierto punto complicado, cuyos detalles han cambiado poco durante
los últimos cuatro (4) siglos.
Los muiscas explotaron los yacimientos de esmeraldas existentes en Somondoco. Para extraerlas, removían
la tierra con barras de madera resistentes y hacían correr agua con el fin de descubrir y recoger las piedras
preciosas. La extracción se realizaba en época de lluvias.
Con las esmeraldas hacían intercambio comercial por lo que fueron conocidas y apreciadas por tribus lejanas.
Los muiscas utilizaron también el carbón de piedra, el cual era extraído de la región de Sogamoso; el cobre lo
extraían de la zona de Gachalá y Moniquirá; en menor escala, el oro; la mayor parte de este era obtenido
mediante el trueque con otras tribus.
Alfarería y Cerámica
La alfarería se desarrolla en lugares cercanos a las fuentes saladas para hacer las gachas o moyos en que se
compactaban los panes de sal. Los grandes talleres de cerámica artística, estuvieron en los pueblos
circunvecinos a Tocancipá, Gachancipá, Cogua, Guatavita, Guasca y Ráquira, cuyas arcillas especiales
ofrecían materia prima excelente para estas labores.
Los Alfareros chibchas, con los artificios de su tosca industria llenaban otras necesidades, tales como: husos y
torteros de hilandería, rodillos labrados para impresión de relieves, bruñidores, crisoles y matrices de
fundición, ocarinas y otros instrumentos musicales, así como multitud de pequeños implementos cuya
aplicación no se ha podido establecer.
Orfebrería
Los Muiscas fueron magníficos orfebres; fabricaban figurillas y objetos de adorno, como diademas, collares,
narigueras, tiaras, pulseras, pectorales, mascaras y los famosos tunjos decorados con hilos de oro y, en
general, figuras antropomorfas y zoomorfas planas.
Los chibchas o muiscas obtenían el oro por transacción con las tribus vecinas. Trocaban esmeraldas, mantas
y algodón por oro. Aleaban el oro argentífero nativo en proporción variable con el cobre puro y obtenían así
aleaciones de color bronceado, conocidas en Colombia con el nombre de tumbaga,
Arte Rupestre
En el territorio Chibcha especialmente en Facatativá, Bojacá, Fusagasugá y en algunos sitios de la región
ocupadas por los Guanes se encuentran piedras, generalmente grandes rocas, con dibujos indígenas con
tintas indelebles. Suelen hallarse las mismas formas o figuras talladas en rocas. En Facatativá las piedras de
Tunja con sus corpulentas masas geológicas, aparecen tatuadas con estas pinturas a tinta roja encendida,
como testimonios callados, como garabatos prehistóricos que muestran la huella que dejo un pueblo en su
peregrinación de siglos.
Es una de las manifestaciones arqueológicas más importantes de esta área, aunque algunos arqueólogos
opinan que proceden de una época anterior a la llegada de los pueblos de lengua Chibcha a esa zona. La
arquitectura Chibcha fue muy simple, no utilizaban piedra sino madera y paja.
Construcciones y Casas
La arquitectura precolombina que alcanzó entre los aztecas, los mayas y los peruanos sus más brillantes y
admiradas expresiones artísticas, no tubo entre los chibchas siquiera un desarrollo comprable con el de
aquellas culturas. La diferencia esencial consiste en el empleo de la piedra para las construcciones. Los
chibchas tenían la piedra profusamente desparramada en su medio geográfico pero fueron incapaces de
utilizarla para la escultura y para las construcciones. Los chibchas hacían sus casas utilizando como principal
material la caña y el barro para hacer las tapias llamadas bahareque.
Las casas comunes eran de dos formas: unas cónicas y otras rectangulares. Las primeras consistían en una
pared en circulo echo de palos enterrados como pilares más fuertes sobre los cuales se sostenía de lado y
lado un doble entre tejido de cañas cuyo intersticio era tupido de barro. El techo era cónico y cubierto de pajas
aseguradas sobre varas la profusión de tales construcciones en forma cónica en la sabana de Bogotá, dio
origen a que Gonzalo Jiménez de Quezada le diera a esta altiplanicie l nombre de Valles de los Alcázares.
Las construcciones rectangulares consistían en paredes paralelas también de bahareque, como las
anteriores, con techo en dos alas en forma rectangular.
Tanto las construcciones cónicas como las rectangulares tenían puertas y ventanas pequeñas. En el interior el
moblaje era sencillo y consistía principalmente en camas hechas también de cañas, llamadas barbacoas,
sobre las cuales se tendía gran profusión de mantas; los asientos eran escasos pues los indígenas solían
descansar en cuclillas en el suelo. Además de las casas comunes existían otras dos clases de
construcciones: una para los señores principales, probablemente jefe de tribu y de clan, y otras para los jefes
de las confederaciones chibchas, como los Zaque y los Zipas.
Actividades Guerreras
Las armas de guerra en las sociedades salvajes y bárbaras son generalmente los mismos instrumentos de
cacería utilizado sin modificaciones o complementados con algunas innovaciones de adaptación. Primero en
la guerra con los animales, contienda defensiva para preservar la vida y lucha ofensiva para sustentar la
existencia humana. Las armas que el hombre inventa en esta lucha que sistematizada se le llama cacería, le
sirven luego en combate con los demás hombres. Originariamente los inventos de cacería y guerra se enlazan
sobre el fondo de sangre de su dramatismo.
Los chibchas utilizaban en sus guerras grandes macanas, lanzas y cachiporras de madera, y hondas para
lanzar guijarros. Su arma principal era la tiradera o estólica que son ciertos dardillos de varilla liviana a manera
de carrizos con puntas de macana.
Cuando en las actividades guerreras lograban cautivar niños pertenecientes a las tribus enemigas los
destinaban para ser sacrificados al sol y los mantenían entre tanto en casas especiales donde recibían buen
trato y comida esmerada. El sacrificio tenia lugar en las altas cumbres que miraban hacia el este. Los Jeques
conducían ceremonialmente a la criatura y la colocaban en el suelo sobre una manta fina. Con cuchillas de
caña degollaban al niño y recogían su sangre en totumas para untar con ellas las piedras donde caían los
primeros rayos solares del amanecer. El cuerpo de la víctima recibía sepultura en una cueva o era dejado
expuesto al sol tropical para que los rayos lo achicharraran devorándolo. Este sacrificio macabro tenia por
objeto desenfadar al sol.
Igualmente los caciques hacían sacrificios humanos, con flechas, los cuales se llevaban a cabo en las
entradas de sus casas y posteriormente llevada su cadáver y sangre a los cerros más altos, donde teñían las
piedras con sangre y enterraban la víctima de cara al sol.
En las batallas y en las fiestas usaban los chibchas instrumentos de música, algunos como especie de
dulzainas, hechos de arcilla cosida.
A la llegada de los españoles en el territorio muisca existían 5 federaciones independientes, formadas por 25
tribus:
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La confederación de Bacatá o Bogotá: Era la más extensa, a ella pertenecían unas 20 tribus las
cuales gobernaba el zipa; comprendía gran parte del departamento de Cundinamarca.
La confederación de Hunza o Tunja: abarca algunas zonas de clima frío al norte de Cundinamarca y
gran parte de Boyacá. El Zaque la gobernaba.
La confederación de Tundama o Duitama, compuesta por pocas tribus
La confederación de Sogamoso o Iraca: de escasa extensión territorial. Allí residía el sacerdote más
importante, dedicado a la adoración del sol.
La confederación de los indios Guanes: formada por un subgrupo de los muiscas ocupaba las ollas
de los ríos Suarez y Chicamocha y la mesa de Lérida en Santander.
Así conformada, la cultura muisca era un estado en formación. Contaba con una clase gobernante principal,
secundada por otra menor, que regia unidades administrativas más pequeñas (capitanías o parcialidades).
Según parece, al lado de los jefes había un consejo tribal. Al morir un jefe de confederación, el poder lo
heredaba un sobrino, hijo de una hermana. Lo mismo ocurría con los caciques.
Legislación
Los Muiscas se regían por un complejo sistema de sentencias o leyes muy estrictas, que sustentaron el orden
moral, político y social llamado código de Nemequene, transmitido oralmente. El código castigaba el incesto y
condenaba a muerte al homicida, aunque hubiera conseguido el perdón de los familiares del difunto. El hurto
se castigaba con la pena de muerte al igual que el soborno. Si una mujer moría en el parto, el marido debía
indemnizar a la familia de la esposa. Existía la pena de muerte para quien violara una mujer y para el que huía
de la guerra. Además, se limitaba el lujo en la gente común.
organización Social
La sociedad muisca se basó en un grupo de familias emparentadas por vínculos consanguíneos.
En el siglo XVI la población muisca tenia unos 650.000 habitantes. Su base de la organización social era el
Clan o familia extensa, caracterizado por la exogamia. Los hijos heredaban por línea materna, puesto que
pertenecían a la comunidad de su madre. Aunque se permitía el matrimonio poligamico, en realidad solo lo
practicaba la nobleza. La residencia era patriarcal.
Los individuos trabajaban en común las tierras de su jefe de clan, o del sacerdote o jeque. Varios clanes
formaban una tribu y sus miembros trabajaban las sementeras del cacique u uzaque (Jefe de tribu), quien
cobraba los tributos y entregaba parte de ellos al Zipa o al Zaque, jefes de estas confederaciones,
conformadas por varias tribus.
Los jefes de confederación, los jefes de tribu y los sacerdotes formaban una clase superior, que se apropiaba
de parte de los excedentes de producción agrícola y minera. Ello originó la diferenciación de grupos dentro de
la sociedad y condujo a la formación de clases y al surgimiento de la propiedad privada y del estado. La
apropiación de los excedentes de producción se efectuaba mediante el cobro de un tributo o impuesto, que
debían pagarse en especie, y del trabajo, obligatorio también, en los cultivos de los jefes de tribu y de los
sacerdotes. Este sistema impidió que se estableciera la esclavitud en la sociedad muisca.
Religión y Ceremonias
Era politeísta. Sus divinidades representaban diversas fuerzas de la naturaleza. Sus principales dioses fueron
Chiminichagua, principio creador o fuerza suprema, Xué, el sol, Chía, la luna, Bachue, la madre de la
humanidad y diosa de las legumbres, Cuchaviva el arco iris, Chibchacun, dios general, Chaquen, dios de los
corredores y Bochica, héroe civilizador. Las lagunas eran consideradas lugares sagrados; allí celebraban
ceremonias religiosas de gran esplendor, durante las cuales arrojaban al agua, tunjos elaborados en tumbaga,
Los sacrificios humanos eran ceremonias populares de gran importancia en los pueblos chibchas. Fuera de
esta ceremonia en que el homenaje al dios entrañaba el sacrificio de un ser humano, existían otras de gran
renombre como la famosa de El Dorado, de carácter mágico-religioso. Esta ceremonia tenía ocurrencia con
motivo de la posesión en el mando del cacique de Guatavita y era por lo tanto de celebración poco frecuente.
En cambio las grandes procesiones rituales se sucedían a menudo. Tenían lugar en ciertas épocas del año y
adquirían una grandiosa fastuosidad.
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