Castle Hill

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Castle Hill
1
Samantha Young
Sinopsis
Braden Carmichael nunca imaginó que se enamoraría tanto y tan
rápido como lo hizo con Jocelyn Butler. Tampoco podía haber previsto
lo difícil que sería convencerla de que cediera al amor. Pero ahora que
la tiene, él nunca la dejará ir. Lo tiene todo planeado: la propuesta
apasionada, la boda de sus sueños, la sexy luna de miel hawaiana
perfecta, incluso la familia perfecta con que comenzarán.
Después de tratar de huir de su doloroso pasado, Joss finalmente abraza
el futuro. Pero cuando las cosas empiezan a moverse más rápido de lo
previsto, ella se encuentra en pánico por algo que Braden no puede
entender. Después de todo lo que han pasado, Joss está segura de que
su amor puede sobrevivir incluso sus peores temores. Pero, esta vez, ella
podría presionar a Braden demasiado, y arriesgarse a perder todo de
nuevo…
Libro #2.5 de la Serie On Dublin Street
2
Índice
3
Para todas las fanáticas de Joss y Braden…
4
1
La Proposición
Traducido por Soñadora y Azuloni
Corregido por Kasycrazy
M
is dedos se movían rápida pero silenciosamente por las teclas
de mi laptop, y ajusté la luz de la pantalla para que no fuera
tan cegadora. Me había despertado en medio de la noche,
totalmente despejada y ansiosa de terminar el capítulo de
mi manuscrito donde mi papá finalmente progresa en su relación con
mi mamá. Mucho de lo que había escrito eran conjeturas dado que
solo sabía la historia básica de la relación de mis padres, pero su mundo,
o el mundo que les había dado, me tenía consumida desde estos
últimos meses y me encontré a mí misma disfrutando de escribir como
nunca antes.
Esto significaba a menudo festines de media noche escribiendo y, más
allá del hecho de que estaba parcialmente consumida por su historia,
también estaba muy consciente de mi considerado compañero de
cama y trataba de actuar como él lo haría para no despertarlo.
Había estado tipeando por más de una hora y finalmente había llegado
al final del capítulo. Después de guardar el archivo, cerré la laptop y la
miré por un momento. Respirando dentro y fuera, uniformemente,
controlé la herida dentro de mí. El dolor me atravesaba profundamente
por mi pecho y cuando pensaba en la perdida de mis padres, o de mi
pequeña hermana, Beth, esa herida se habría en un tajo agonizante.
Antes de mi considerado compañero de cama, había cosido esa
herida por completo y le había puesto un sistema de adormecimiento.
Ahora la sentía. Simplemente no la dejaba consumirme convirtiéndome
en un agujero gigante.
Braden ayudaba un montón con eso.
5
Mi considerado compañero de cama.
Entre otras cosas.
Sonreí y giré mi silla hacia él en la habitación oscura. Su espalda
desnuda estaba descubierta, las sábanas enredadas en su cintura, sus
largas piernas enredadas en ellas en medio de la cama. No teníamos
“lados de la cama”. A Braden le gustaba acurrucarse, insistía en que no
necesitábamos lados.
Había tenido un día agotador, ayer. Me había llamado tarde,
explicando cómo había pasado de reunión en reunión, y luego había
sido arrastrado a alguna clase de emergencia en su club nocturno, Fire,
lo cual resultó no ser tal emergencia sino un error de mierda del
mantenimiento. Cuando volvió a casa yo ya debía haber estado
dormida, pero no me sorprendió despertar en sus brazos. O que él
hubiera estado tan cansado que no se despertó cuando me desprendí
de su abrazo.
Mirando con ansias su espalda musculosa y sus brazos fuertes, quise
deslizarme de vuelta a la cama y envolverlo a mí alrededor. Pero viendo
su rostro dormido de perfil, me detuve. Temía despertarlo y, obviamente,
necesitaba el descanso.
Levantándome lentamente para que mi silla no chirriara, caminé de
puntillas desde el escritorio a la cama y muy gentilmente me deslicé
dentro, asegurándome constantemente de no despertarlo mientras
empujaba las sábanas de vuelta sobre mí. Me acosté en mi lado, mi
mano bajo mi mejilla, y lo miré fijamente.
Era hermoso.
Sólo mirarlo causaba un dolor distinto dentro de mí.
Este era un hombre que había luchado largo y duro para conservarme,
incluso cuando estaba decidida a autodestruirnos. Este era un hombre
que entendía que podía ser difícil, cabeza dura, y un poco irracional,
(de acuerdo, quizás demasiado irracional), y aún así me amaba. No era
la mejor demostrando mis emociones. Había pasado tanto tiempo
resguardándolas para no ser vulnerable a un corazón roto que incluso
ahora no era el tipo de novia acaramelada y cursi que podía decirle a
su novio cada día que lo amaba.
Pero Braden sabía que lo amaba.
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Sin embargo, a veces me preguntaba si sabía cuánto. Me preguntaba si
sabía que sólo verlo dormir me hacía terroríficamente feliz, me dejaba
incluso sin aliento. Me pregunté si sabía que era absolutamente, sin
dudas, todo para mí.
Usualmente eso no era algo que quisiera que nadie supiera, porque
significaría admitirlo en voz alta, y si lo admitía en voz alta y luego perdía
a esa persona, entonces, no podría pretender que nunca había sentido
tanto por ellos en un principio. Pero esa era la vieja yo. La Doctora
Pritchard, mi terapeuta, no estaría feliz conmigo si me sostuviera a esos
pensamientos.
Yo no estaría feliz conmigo.
Peor aún, Braden no estaría feliz conmigo.
Me acurruqué más cerca, simplemente necesitando sentir el calor de su
cuerpo contra mi piel. Mis ojos cayeron a su boca, su bella boca, la cual
me decía y hacía tantas cosas lindas.
Yo era todo para Braden. Lo sabía porque él me lo había dicho. Nunca
me hacía dudar lo mucho que significaba para él.
—¿Hay alguna razón para que estés de aquel lado y yo de este? —
murmuró de repente, sus ojos aún cerrados.
Me volví ante el sonido de su voz, pero estaba sonriendo ahora al
acercarme.
—Estás despierto —susurré, envolviendo mi brazo en su cintura,
enredando sus piernas con las mías mientras él pasaba su fuerte brazo
por mi espalda y me empujaba contra su firme pecho. Suspiré.
Contenta.
—He estado despierto los últimos diez minutos esperando que trajeras tu
trasero de vuelta junto a mí.
Resoplé ante su tono descontento.
Su cálida mano recorrió mi espalda, acariciando mi trasero antes de
subir por mi columna.
—¿Terminaste lo que necesitabas para volver aquí?
—Mmmmhmmm. Terminé mi capítulo.
—Bien, nena. Ahora vuelve a dormir.
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Sonreí contra su pecho.
—De acuerdo, hombre de las cavernas.
Pasó un minuto más o menos y justo cuando Braden volvía a dormirse,
susurré:
—Eres mi todo, ¿lo sabes, verdad?
Su brazo se tensó a mi alrededor ante mis palabras y luego me encontré
empujada hacia atrás, sus ojos quemando los míos con intensidad.
Después de buscar en ellos, su boca soñolienta se curvó en las esquinas.
—No tienes que hablarme dulcemente para conseguir sexo, nena.
Mis ojos sonrieron.
—Bueno, ese tipo de conocimiento me hubiera ahorrado meses de
incómodas expresiones de amor.
Ahora bien despierto, Braden apretó sus brazos a mi alrededor mientras
giraba en su espalda y me llevaba con él de modo que estaba
desparramada sobre su pecho, mis piernas abrazando sus caderas. Una
nota de seriedad entró en su mirada mientras trazaba mi boca con su
pulgar. Un escalofrío me recorrió y amé que me excitara tanto.
—Sé cómo te sientes sobre mí. Yo me siento igual. No tienes nunca que
preocuparte por no decírmelo lo suficiente, ¿de acuerdo?
Ahí iba de nuevo, todo perceptivo al punto de ser un terrible hombre
psíquico lector de mentes.
—Eres un terrible hombre psíquico lector de mentes.
Levantó una ceja.
—¿Terrible?
—De un modo caliente.
—¿Hay un modo caliente de ser terrible?
—Lleva tu mano abajo y terrible ciertamente se volverá caliente.
Los dientes de Braden brillaron en la oscuridad, su sonrisa traviesa
acelerando mi corazón. Su mano fue abajo, por mi espalda, por encima
del trasero que le gustaba tanto y debajo de mi camisón.
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—¿Soy caliente ahora? —preguntó, su voz baja y ronca mientras sus
dedos se deslizaban bajo mis bragas.
Me arqueé ante su toque, pasando mis manos por su pecho.
—Cariño, no sabes cómo no ser caliente.
Mis palabras levantaron a Braden, su torso irguiéndose de la cama, así
que me encontré sentada en su regazo, nuestros pechos presionados
cerca, sus brazos abrazándome fuerte. Sus labios acariciaron
suavemente los míos mientras me movía para que su erección estuviera
entre mis piernas.
—Me estás matando con halagos.
Me encogí de hombros, mi respuesta susurrada contra su boca.
—Sólo quería que supieras que sólo por no decirlo siempre, no significa
que no lo siento.
Esta vez él me besó, con lengua y todo, profundo y húmedo. Cuando se
apartó por aire, me prometió:
—Lo sé. —Sus manos empujaron mi camisón hasta que capturó el
dobladillo y lo sacó por mi cabeza. La mirada caliente de Braden viajó
por mi cuerpo desnudo y me encontré abruptamente en mi espalda
mientras él se sacaba sus pantalones de pijama—. Créeme, lo sé.
***
El viento me golpeaba la espalda, y las tristes nubes grises sobre mí me
daban este pequeño puchero de lamento. Cuando había dejado el
apartamento esta mañana, el sol había estado fuera y me había
vestido para ese clima. Tenía una camiseta delgada y mis mejores
pantalones negros ajustados. Ahora amenazaba con llover y estaba
temblando en mi camiseta, preguntándome cómo me había dejado
convencer para caminar y tratando de no enojarme con cómo me
sentía.
Después del sexo recargado emocionalmente que había tenido con
Braden esa mañana, estaba un poco sorprendida de notarlo tan
distraído cuando nos levantamos. Claro, estaba cansado por la falta de
sueño, pero eso nunca lo había detenido de prestarle atención a lo que
yo tenía para decir. Sin embargo, él se había apresurado a ducharse,
me había echado (sí, ¡echado!) de nuestro dormitorio mientras se vestía,
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me dio un rápido beso, me dijo que Ellie quería pasar el día conmigo y
que debería llamarla, y luego salió a toda prisa del apartamento.
Me dejó sintiéndome confundida. Como si estuviera perdiéndome algo.
En lugar de quedarme sentada en casa un sábado, pensando en ello,
dejé que Ellie me convenciera de acompañarla. A veces algo se le
metía en la cabeza, algo que tenía que tener o hacer, y me arrastraba
por la ciudad por esas oscuras pequeñas tiendas. Esta vez la dejé
convencerme de ir a una caminata de treinta minutos a Bruntsfield.
Años atrás en la época pre-Carmichael de mi vida solía vivir en
Bruntsfield. Era ésta pequeña área antigua de la ciudad, con pequeñas
tiendas antiguas. Era popular entre los estudiantes. Diría que la
extrañaba, pero no venía con una adorable amiga molesta como Ellie o
su hermano Braden, el hombre que actualmente me tenía distraída.
El viaje a Bruntsfield tenía un propósito. O al menos, eso era lo que Ellie
me había dicho. Aparentemente había pasado por ésta boutique de
ropa que tenía en venta “los más hermosos zapatos antiguos de la vida”
y Ellie se estaba reprochando por no haberlos comprado. Estábamos de
vuelta, tratando de encontrar la tienda y, con suerte, los zapatos.
—¿Al menos me estás escuchando? —preguntó Ellie, con una sonrisa
traviesa en su voz mientras me estudiaba, su cabello corto rubio
soplando en su cara.
—Por supuesto. —Realmente estaba escuchando. En su mayoría. Sabía
que la charla iba de nuestra amiga Jo y su nuevo novio Cameron—.
¿Me decías que crees que Cam está yendo bastante rápido con Jo? —
pregunté con un ligero tono de pregunta, dado que no estaba segura
de si ese era el punto que ella intentaba hacer.
—Un poco. ¿Tú no?
Absolutamente.
—Uh-huh. —Y lo hacía. Sin embargo, mi instinto me decía que Cam era
un buen hombre—. Pero no creo que sea algo malo. De hecho, creo
que es lo mejor que le podía haber pasado a ella.
Ellie se encogió de hombros.
—Me gusta. En serio. Es sólo que no quiero ver a Jo lastimada.
Elevé una ceja ante ella.
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—¿Desde cuándo te volviste tan… normal?
—¿Normal? —Me fulminó con la mirada—. ¿Quieres decir poco
romántica? Soy consciente de que hay veces que el romance tiene que
volver a la realidad. Jo ha pasado por mucho. Por más que piense que
Cam es genial y aliento por ellos, realmente espero que él esté allí para
ella. ¿Llevarla a casa a conocer a sus padres este fin de semana? Le
está diciendo que va en serio. Espero que sea así.
Aunque el cuidado de Ellie me sorprendió, entendí de donde venía.
Nuestra amiga Jo había pasado por malas cosas con varios chicos por
haberlos escogido por las razones equivocadas. Luchando por cuidar a
su hermanito y a su madre alcohólica, Jo siempre escogía hombres con
seguridad económica. Cam no era uno de ellos. Era un diseñador
gráfico esforzándose, que había conseguido trabajo de barman junto a
mí y Jo en el Club 39, este pequeño bar subterráneo en George Street.
Sin embargo, las chispas habían volado tan pronto se conocieron, y Jo
finalmente dejó a un lado sus tontas reglas de citas para intentarlo con
un hombre que parecía quererla por lo que ella era.
Aunque de entender las reservas de Ellie, no las compartía, y finalmente
me encontré distraída de mi propio novio mientras intentaba convencer
a Ellie.
—Creo que va en serio. Creo que tienen una conexión. No hay modo
de desacelerar las cosas cuando simplemente encajas con alguien de
ese modo. Si yo no hubiera sido tan obstinada con Braden,
probablemente hubiéramos sido un caso cerrado a las pocas semanas
de conocernos.
Una misteriosa y secreta sonrisa curvó los labios de Ellie.
¿Qué mier…?
—¿Qué? ¿Me estoy perdiendo algo? ¿Dije algo gracioso?
—No —respondió ella rápidamente, sus ojos vagando a la iglesia
antigua evangélica frente a nosotras. Se detuvo abruptamente—.
Llegamos.
—¿Llegamos a dónde? —Miré alrededor. No había zapatos antiguos a
la vista.
Ellie miró su reloj y luego al tráfico a cabo en el cruce, luego de vuelta a
su reloj, de nuevo al tráfico…
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—¿Ellie? —Mi corazón empezó a latir con fuerza mientras los eventos del
día comenzaron a caer en su lugar, como piezas de un
rompecabezas—. ¿Qué está pasando?
Sus ojos estaban ampliamente abiertos cuando miraron a los míos.
—Jesús, Ellie, ¿qué pasa? Me estás volviendo loca.
Por una vez, sin embargo, sus labios estaban sellados herméticamente.
Literalmente. Estaban apretadamente cerrados, con tanta fuerza que el
color estaba drenándose de ellos. Sus ojos se dirigieron de nuevo a la
carretera y mientras veía a sus hombros desinflarse con alivio, seguí su
mirada.
Ella sonreía a un taxi negro acercándose.
Esa sonrisa de ojos-brillantes-con-absoluta-alegría se volvió hacia mí.
—Voy a irme ahora.
Uh…
Me di la vuelta cuando ella pasó junto a mí, en la dirección por la que
acabábamos de venir.
Desconcertada, lancé mis manos al aire.
—¿Ellie?
Ella seguía sonriendo cuando me miró por encima del hombro. Señaló
detrás de mí y me di la vuelta para ver que el taxi negro se había
detenido al lado de la acera, junto a mí.
La puerta se abrió y fui recibida por una sorprendente, pero siempre
muy bienvenida vista.
Mi novio.
—¿Braden? —Le dediqué una sonrisa curiosa mientras se inclinaba
hacia mí. Llevaba uno de sus apropiados y caros trajes de tres piezas
que yo amaba. Este era de un gris oscuro y se moldeaba
perfectamente a sus anchos hombros y físico en forma. Al verlo sentado
en el taxi en ese traje, en este lugar donde nos encontramos por primera
vez…
El latido de mi corazón se deslizó hasta detenerse por completo cuando
finalmente procesé la intensidad de su mirada y el hecho de que el
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suelo del taxi en el que estaba sentado estaba cubierto de pétalos de
rosa rojo oscuro. Jodida, jodida mierda, joder. Su distracción de esta
mañana, él echándome de nuestro dormitorio… todo eso se juntó, y me
quedé sin aliento al darme cuenta de lo que esto significaba.
—Entra —dijo, su voz baja, sin admitir ningún argumento.
Con las extremidades temblando, tomé la mano que me tendía,
agaché la cabeza y dejé que me sentara cerca de él en el asiento del
taxi.
—Braden, qué es… —Mi voz se apagó mientras él sostenía en alto una
caja de anillo de gamuza gris.
Todo a mí alrededor se detuvo.
No había ningún taxi, no había pétalos de rosa, ningún taxista
entrometido sonriéndonos en el espejo retrovisor, no había tráfico
pasando a los lados… no había nada más que Braden y una caja de
anillo que simbolizaba mucho para mí.
Hace años había perdido todo lo que significaba algo para mí.
La pérdida que me había dejado perdida.
Hasta Braden.
Le había dado la pelea de su vida cuando él había intentado
convencerme de que amarlo era lo mejor para los dos, pero cuando él
ganó, cuando finalmente me di cuenta de la verdad en eso, supe que
nuestro camino no sería siempre suave. Había pensado que si este
momento llegaba alguna vez, estaría buscando una bolsa de papel
para detener mi ataque de pánico. Para mi completa sorpresa, no sentí
tal cosa. Sí, el miedo estaba allí. El temor de ceder… sólo para perderlo
por la imprevisibilidad de la vida. Sin embargo, mayor que el miedo era
mi emoción. Emoción porque este imposible, demasiado-perspicazpara-su-propio-bien, arrogante, terco, amable, cariñoso y sexy hombre
estaba a punto de pedirme que pasase el resto de mi vida con él.
Los ojos azul pálido de Braden brillaban con emoción a medida que
abría la caja del anillo para revelar una banda de platino sencilla y
elegante con un diamante de corte princesa colocado sobre una
punta elevada con un pequeño diamante ubicado a cada lado de él.
Era tan yo.
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Mierda, me conocía tan bien. ¡No llores, no llores!
—Jocelyn —su voz era áspera, como si estuviera luchando por sacar las
palabras—. Eres mi mejor amiga. Mi todo. Te amo y quiero estar siempre
contigo. Cásate conmigo. Me comprometo a intentar no joderlo si tú
prometes intentar no joderlo.
Me eché a reír, lágrimas cayendo sin mi permiso, así que asentí,
completamente incapaz de hablar.
Braden sonrió enormemente y me acercó a él, necesitando sentir su
boca en la mía. Mis lágrimas se mezclaron con nuestro ardiente beso y
cuando finalmente me dejó ir, los dos estábamos un poco sin aliento.
Tomó mi mano temblorosa y deslizó el anillo en mi dedo. Los dos nos
quedamos mirando el reluciente diamante en mi mano izquierda. Mi
estómago y corazón estaban saltando por todas partes.
Enhebrado mis dedos a través los suyos, estreché su mano firmemente y
miré fijamente a su amado rostro.
—Te amo —susurré con voz ronca—. Eres mi persona favorita. —Las
lágrimas desdibujando mis ojos de nuevo—. Y si alguna vez le cuentas a
alguien que he llorado durante este momento voy negarte el sexo
durante un año.
Su risa cálida y ronca se extendió a través de mí mientras él envolvía sus
brazos alrededor de mí, arrastrándome cerca. Apreté mis brazos
alrededor de sus hombros, temblando de deliciosa anticipación
mientras él murmuraba contra mi boca:
—Me gustaría verte intentarlo.
Arrogante, hombre de las cavernas altanero.
—El matrimonio te quitará toda esa arrogancia tuya —le murmuré de
vuelta.
—Lo único que va quitarme la arrogancia eres tú fingiendo un orgasmo.
Y no veo que eso vaya a suceder pronto.
—Hmm. —Acaricié mi nariz contra la suya, la sensación de hormigueo
entre mis piernas volviéndose más insistente—. Tiene razón en eso, Señor
Carmichael.
***
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—Señor Carmichael, creo que estoy achispada. —Le lancé una sonrisa
poco firme sobre mi hombro mientras giraba la llave en la puerta.
Acabábamos de volver de tomar unas bebidas de celebración con Ellie
y Adam. Honestamente, creo que Braden y yo hubiéramos preferido
una noche tranquila juntos la noche de nuestro compromiso, pero Ellie
no quería nada de eso, y Alistair, mi compañero en el Club 39, nos había
dado dos botellas de champán en descuento, por lo que no me estaba
quejando. Había sido una noche divertida.
Al empujar la puerta, sentí las fuertes manos de Braden en mis caderas y
su cálido aliento en mí oído mientras me preguntaba en voz baja:
—¿Achispada o borracha?
Sonreí, entrando en nuestro apartamento con él cerca de mi espalda.
—Achispada.
Era cierto. Me sentía un poco mareada y más habladora de lo habitual,
pero mi visión era clara y mi coordinación estaba intacta.
—¿Estás segura?
Dándome la vuelta, llegué junto a él y empujé nuestra puerta hasta
cerrarla, apoyando mis pechos contra su pecho cuando le di la vuelta a
la cerradura. Todavía estaba sonriendo mientras echaba mi cabeza
hacia atrás para mirar a sus calientes ojos.
—Si estás preguntando si estoy lo suficientemente sobria como para
follar, pero lo suficientemente borracha como para que sea
especialmente ardiente, la respuesta es sí.
Braden luchó contra una sonrisa.
—¿Alguna vez te he dicho lo mucho que me encanta esa sucia boca
tuya?
Sí, en muchas ocasiones.
—Bueno, eso espero —bromeé—, porque va a ser tu sucia boca
durante todo el tiempo que está por venir. —Pasé mi mano sobre su
duro pecho—. Hablando de venir…
Su mano sobre mi cadera se tensó, atrayendo mis ojos de nuevo a los
suyos. Para mi sorpresa, él había pasado de las burlas a la intensidad.
Conocía muy bien esa mirada. Mi prometido estaba de humor para
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jugar al “hombre de las cavernas”. Me estremecí, sintiendo mis pechos
hincharse con la excitación.
—Desnúdate —pronunció en voz baja, mortalmente serio.
Los hormigueos comenzaron.
—¿Aquí?
Él asintió hacia el espacio frente a él, justo en el centro de nuestro
pasillo.
—Ahí.
—Está bien —concordé—. Pero voy a mandar yo mañana.
La intensidad de sus ojos se iluminó por un momento mientras me daba
un pequeño gesto de conformidad. Por supuesto que él accedería a
eso. Mi versión de ser sexualmente mandona consistía en estar arriba y,
aunque no era la posición sexual favorita de Braden, ciertamente lo
disfrutaba, y la vista también.
Con los ojos fijos en él, di unos cuidadosos pasos hacia atrás hasta que
hubo suficiente distancia entre nosotros como para que disfrutara del
espectáculo. Me saqué mi ligera chaqueta primero, dejándola caer en
una piscina a mis pies, y luego alcancé el primer botón de mi camisa de
seda sin mangas negra.
—Todo menos el anillo —murmuró Braden, con una expresión del todo
ardiente mientras se apoyaba contra la puerta de la entrada, cruzando
sus brazos sobre el pecho, y un tobillo sobre el otro. Su pose decía
casual, y posiblemente incluso aburrido. Sus ojos, sin embargo,
quemaban mi piel todavía-no-desnuda.
Me estremecí bajo sus órdenes, mi propia mirada cayendo al brillante
en el cuarto dedo de mi mano izquierda.
Braden tenía una vena posesiva. Él ni siquiera sabía que tenía una hasta
que me conoció. La idea de que yo esté con otra persona lo dañaba,
igual que la idea de él con otra persona me dañaba a mí. Era parte de
la innegable conexión entre nosotros. Más que eso, yo había hecho que
fuese difícil para él ganarme. No había sido intencional, créeme.
Aunque tengo la impresión que ganarme no sólo le trajo a Braden paz,
sino que lo hizo sentirse un poco como un conquistador. No es que lo
fuese a admitir alguna vez, pero conocía a mi prometido, y él
definitivamente tenía mentalidad de hombre de las cavernas.
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Por lo tanto, sabía que tenerme de pie ante él, vistiendo nada más que
el símbolo de mi promesa de ser solo suya para siempre, era una gran
excitación para él. Y eso significaba una enorme excitación para mí.
Mis dedos pasaron de mi camisa abotonada a los pendientes en mis
orejas. Los saqué y llegué hasta el aparador, el sonido del metal contra
la madera tintineando mientras los dejaba allí llenó el pasillo. Luego me
quité el collar que llevaba puesto, seguido de mi reloj. Una vez que
todas las joyas, menos el anillo estaban fuera, volví a mi camisa.
Los pálidos ojos de Braden ya estaban ardiendo.
Mantuve los míos en él mientras poco a poco me desabrochaba la
camisa, encogiéndome de hombros de manera que el tejido se deslizó
por mis brazos y cayó al suelo.
La cremallera de mi falda de tubo era la siguiente. La deslicé hacia
abajo poco a poco, disfrutando de la manera en que el músculo de la
mandíbula de Braden se tensaba ante el sonido. Mis ojos bajaron.
Él ya estaba duro.
Mis pezones se apretaron y sentí mi aliento engancharse con
anticipación.
Una vez que mi falda cayó al suelo, salí de ella, maravillada por mi
propia estabilidad. Todavía estaba achispada y, achispada, con
tacones de diez centímetros, y un buen equilibrio, por lo general no van
de la mano. Afortunadamente, mantuve mi gracia y me agaché para
sacarme los tacones. Tocando el suelo con mis pies, alcé los ojos para
ver de nuevo a Braden mientras llegaba detrás para desabrochar mi
sujetador. Lo desenganché pero deslicé lentamente las correas hacia
abajo, la tela burlándose todo el camino por mi cuerpo.
La piel de gallina estalló sobre mis senos y aureolas, mis pezones
endureciéndose a pequeños puntos. La erección de Braden presionaba
contra sus pantalones de traje y escondí una sonrisa de satisfacción.
Para alguien que había salido con un montón de mujeres con pechos
pequeños, Braden ciertamente estaba obsesionado con mis copas D.
Había pasado de ser un hombre de piernas a un hombre de tetas.
No es que no le gustasen mis piernas, porque definitivamente le
gustaban esas.
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Inconscientemente me lamí los labios, mirando sus ojos estallar mientras
empujaba suavemente hacia abajo mi ropa interior. Estaba húmeda
con mi excitación. Me moría de ganas de que Braden me tocase, para
que sintiese lo mojada que estaba solo por sus ojos en mi cuerpo.
—¿Y ahora qué? —le pregunté en voz baja, con la voz gruesa.
Sus ojos ardieron, trazando un camino que tocó cada centímetro de mí.
—Suelta tu cabello.
Sonreí hacia él cuando llegué y desprendí mi cabello, dejando que la
masa de ondas cayese pesadamente en mi espalda. Tiré las horquillas
en el aparador y masajeé mi cabeza, mis pechos subiendo
provocativamente con el movimiento.
—¿Y ahora?
Se levantó de la puerta, su pose relajada desapareciendo mientras
respondía en su tono bajo retumbante.
—Ahora camina hacia el dormitorio, acuéstate boca arriba en la cama,
estira los brazos por encima de tu cabeza, separa las piernas, y
prepárate para tomarme. Duro y profundo.
El deseo recorrió mi vientre y fue directamente a mi núcleo ante la
imaginen. Tenía que admitir que me encantaba cuán confiado y
dominante era Braden en la cama. Aún así, no podía permitir que él
fuese muy mandón.
—Si voy a abrir mis piernas para ti, quiero tu boca entre ellas antes de
cualquier otra cosa.
Él me dio una leve sonrisa y un guiño de complicidad.
—Trato hecho.
—Trato hecho. —Sonreí con descaro hacia él y me di la vuelta, sintiendo
una oleada de poder ante el sonido de su respiración contenida.
Mientras caminaba hacia nuestra habitación, dijo:
—Más tarde, te quiero sobre tu estómago y con tu precioso trasero en el
aire.
—Primero tu boca —le respondí antes de desaparecer dentro de
nuestra habitación.
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Mi corazón latía demasiado rápido de emoción mientras me arrastraba
hacia nuestras sábanas frescas, me estiraba a través de ellas, y
encendía la lámpara de la mesita antes de darme vuelta sobre mi
espalda, estirando los brazos por encima de mi cabeza, y abriendo mis
piernas.
Todo mi cuerpo se estremeció al estar en esa posición.
Con los ojos en la puerta, mi pulso se aceleró cuando Braden apareció
por ella.
—Mierda —susurró, acercándose a mí, sacando su ropa mucho más
rápidamente de lo que yo lo había hecho—. ¿Cómo he llegado a ser
tan jodidamente afortunado?
—Has sido un niño muy bueno este año —bromeé.
Él sonrió diabólicamente bajo la luz tenue mientras empujaba sus
pantalones y bóxers hacia abajo. Mi hambrienta mirada se posó en su
enorme, palpitante erección mientras él se acercaba a la cama, sus
hermosas manos deslizándose por mis piernas abiertas.
—¿Y has sido tú una buena chica, Jocelyn?
Incliné mis caderas hacia arriba, diciéndole en silencio que quería su
boca sobre mí y que lo quería en mí ahora, antes de estallar.
—Sí —susurré—. No he hecho llorar a ningún hombre adulto este año. Yo
diría que es una mejora sobre el pasado. Ahora dame tu lengua.
Sus manos se apoderaron de mis muslos.
—¿Quién está a cargo aquí?
A pesar de haber sido la que había empezado las bromas, estaba
perdiendo la paciencia. Sabía de una manera de acelerar las cosas.
—Sólo pon tu boca sobre mí, Braden, por favor.
Su gruñido fue lo último que oí antes de que su cabeza descendiese y su
lengua separase mis labios. Me sacudí contra él, sintiendo la
construcción iniciarse mientras rodeaba mi clítoris una y otra vez antes
de chuparlo entre sus labios. Mis súplicas jadeantes por más llenaron el
apartamento, mis dedos se enroscaron sobre las sábanas mientras su
lengua bajaba y entraba en mí.
19
—Braden —jadeé, mis manos alcanzando de forma automática su
cabello.
Esto lo detuvo inmediatamente.
—Manos atrás —demandó, mirándome con fuego en sus ojos.
Hice lo que me pidió al instante y Braden volvió a atormentarme.
Justo cuando estaba a punto del orgasmo, se detuvo.
—¿Qué estás haciendo? —jadeé mientras se movía por mi cuerpo. Él
me había prometido su boca primero.
Enlazó sus dedos con los míos, sosteniendo mi mano con firmeza al
colchón. Sentí su pulgar rozar contra mi anillo de compromiso mientras
nuestras miradas se enlazaban.
—Quiero que la primera vez que te vengas como mi prometida sea
alrededor de mi pene.
Mis
músculos
internos
sorprendentemente dócil.
se
apretaron
y
mi
reacción
fue
—Está bien.
A medida que su boca se movía sobre la mía, él empujó dentro de mí.
Fue duro. Profundo. Y fue hermoso.
Justo como siempre.
20
2
Misión Cumplida
Traducido por Nelshia
Corregido por MaryJane♥
—E
stoy pensando en renunciar al Club 39 —anuncié
a Braden desde el dormitorio. Había llegado a
casa del trabajo antes de lo habitual y estaba en
la cocina preparándonos café.
—¿Por qué? —respondió—. Pensé que te gustaba.
Cerré mi portátil, decidiendo volver más tarde al capítulo en que estaba
trabajando. No muy a menudo Braden terminaba un día de trabajo a
las cinco de la tarde, y estaba decidida a tomar ventaja de ese hecho.
Vagando dentro de la cocina, me detuve ante la vista de la mesa. El
portátil de Braden estaba abierto, rodeado de papeles y recortes.
—Um… —Miré hacia él mientras removía el azúcar en su café—. Estoy
harta de perderme los fines de semana contigo, y Jo se está yendo, así
que… —Le hice un gesto hacia la mesa—. ¿Qué es todo esto?
Me entregó mi café.
—Planes de boda.
—¿Planes de boda?
Braden se sentó frente a su portátil y asintió hacia mí para que tomara el
asiento a su lado.
—Dije que organizaría esta cosa y dijiste que ayudarías. No voy a
finalizar nada hasta que tenga tu opinión.
21
Ya que estaba más que agradecida de que él hubiera decidido
hacerse cargo de los planes de boda en lugar de Ellie, quien estaba
decidida a poner toda nuestra boda color rosa, había aceptado
ayudar a Braden. Bebiendo mi café, me senté y me quedé mirando
todo. No parecía mucho, pero nuestras decisiones valían miles de libras,
por lo que necesitábamos estar seguros. Habíamos decidido dividir los
gastos de la boda, lo que me pareció muy evolucionado por parte de
mi prometido teniendo en cuenta su tendencia a la mentalidad de
hombre de las cavernas.
—Entonces, ¿qué es lo que tenemos?
—La iglesia está reservada, pero tenemos que tomar una decisión sobre
el lugar de la recepción. —Braden volvió la laptop hacia mí—. Me gusta
el Hotel Balmoral. Lo he cotizado. ¿Qué piensas?
Estaba viendo el PDF que el hotel le había enviado cuando sonó nuestro
timbre, seguido por el sonido de la puerta abriéndose. Eso significaba
que era Ellie o Adam.
—¡Soy yo! —anunció Ellie—. Antes de llegar más lejos, ¿están ambos
vestidos?
Riendo, le aseguré que lo estábamos. En algún lugar del camino ella
había tenido la impresión de que Braden y yo no hacíamos nada juntos,
sino tener sexo salvaje como monos.
Su hermana apareció en la puerta, con una amplia sonrisa. Ella levantó
una bolsa con delicioso olor a comida.
—Braden me habló de los planes de la boda. ¡Traje hindú!
—A pesar de que te despedí de los planes de boda, voy a dejar que te
quedes porque trajiste comida para llevar. —Salí de mi asiento para
ayudarla a colocar la comida.
—Lo sé. —Ella sonrió tímidamente—. Pero es emocionante. Sólo quería
estar aquí para ver las decisiones que toman.
—Sin refutar esas decisiones —murmuró Braden, mirándola con
severidad—. Es por eso que terminé como el organizador de bodas en
primer lugar.
—Seré buena. —Prometió ella—. Oh, te traje esto. —Me pasó una bolsa
de plástico blanca mientras tonteaba con un plato.
22
—¿Qué es? —pregunté con cautela.
—Velas. —Ellie se quitó la chaqueta—. Este lugar es tan vacío desde que
me mudé. Pensé que esas podrían hacerlo poco más hogareño.
Compartiendo una mirada divertida con Braden, puse la bolsa en la
encimera. Ellie era conocida por gustarle el desorden. Su idea de vacío
no era la idea de la de una persona normal de vacío.
—Somos minimalistas. Pero gracias.
—Oooh —murmuró Ellie encima del hombro de Braden mientras
inclinaba la pantalla de la laptop—. ¿El Balmoral? ¿Qué piensas, Joss?
—Creo que es hermoso —le contesté con sinceridad, habiendo ya
decidido después de ver las fotos que simplemente iba a estar de
acuerdo con las ideas de Braden. Haría el proceso mucho menos
pesado, y no era como si no compartiéramos los mismos gustos.
—¿Sí? —preguntó él.
—Definitivamente. —Me acerqué a él con un plato de curry y arroz, mis
ojos hundiéndose en el suelo. Mi mirada atrapada en los pies de Ellie.
Intenté y fracasé en no sonreír mientras le preguntaba a Els—. Cariño,
¿has mirado tus pies últimamente?
Arrugando la nariz en confusión, Ellie miró hacia abajo. Ella suspiró.
—Mierda.
Curioso, Braden miró hacia abajo también después de aceptar su plato
de mí y de inmediato se atragantó con su bocado de curry.
Me eché a reír.
Ellie llevaba dos zapatos diferentes. Eran bajos de un estilo similar, pero
uno era sin duda marrón y el otro negro.
—He estado vagando todo el día por New Town así.
—Dudo que muchas personas se dieran cuenta de tus pies, Els.
Se quitó los zapatos y nos instalamos todos alrededor de la mesa,
comiendo y planeando. Bueno, Braden había hecho toda la
planificación, por lo que fue más que nada yo asintiendo a sus
sugerencias y cubriendo la boca de Ellie cuando se puso demasiado
vocal en sus opiniones sobre las flores.
23
Estábamos terminando cuando el teléfono de Ellie sonó. Era Adam,
solicitando su compañía, aunque por la forma en que se sonrojó
dudaba de la solicitud fuese cortés, o falta de insinuaciones sexuales.
Se levantó a toda prisa, dándome una sonrisa y a su hermano un beso
en la mejilla.
—Esto fue muy divertido. Gracias por dejarme estar aquí. ¡Hablamos
pronto! —Ella flotó fuera de la cocina, en su mente ya fuera del
apartamento y con Adam.
—¡Dile a Adam que dije hola! —le dije.
—¡Lo haré! —La puerta se cerró de golpe tras ella.
Empujé mi plato a un lado, ahuecando mi barbilla en la palma de mi
mano mientras le sonreía a Braden.
—Gracias por hacer todo esto.
—No hay de qué. —Su sonrisa se convirtió en un bostezo. Se pasó una
mano por su cabello, viéndose agotado—. Lo único que queda por
planear es la noche de gallinas y ciervos.
Una noche de gallinas era lo que los británicos llamaban una despedida
de soltera, y una noche de ciervos una despedida de soltero.
—¿No están Ellie y Adam organizando esas?
—Sí, al menos eso es algo.
Resoplé.
—Está bien para ti decirlo. Dudo que Adam vaya a organizar una fiesta
de té elegante para la tuya.
—Nah. —Braden sonrió—. Noche de Casino.
Hice un puchero.
—Yo quiero una noche de casino.
—Ten una noche de casino. Voy conseguir que Adam impulse a Ellie en
la dirección correcta.
—No podemos terminar en el mismo lugar durante nuestras fiestas.
Braden se inclinó hacia mí, su mirada curiosa.
24
—¿Por qué no?
Sorprendida por la pregunta ya que pensé que la respuesta era
bastante obvia, parpadeé un par de veces.
—Uh, porque se supone que debe ser una noche simbólica donde
celebramos nuestra última noche de soltería.
—Pero no estamos solteros. Estamos casados sin el certificado. Vamos a
cambiar la simbología de eso. Celebremos juntos. Vamos a celebrar
cómo queremos seguir por el resto de nuestras vidas.
Amaba la forma en que me miraba. Tan llena de… todo.
—Puedes hacer que absolutamente cualquiera se quite los pantalones
con tu encanto —dije en voz baja.
Él sonrió.
—¿Supongo que eso significa que te gusta la idea?
—Me encanta la idea. Me encanta todo lo que has dicho. Pero sé que
Ellie está entusiasmada con esto, así que vamos a darles a nuestros
amigos lo que quieren.
—Adam mencionó strippers —me advirtió Braden, con los ojos brillantes.
—Si Adam reserva una stripper para ti, obligaré a Ellie reservar un stripper
para mí.
Riendo, Braden se relajó en su silla.
—Entonces acordemos nada de strippers.
Levanté mi vaso de agua y esperé a Braden a hacer lo mismo.
—Por no strippers.
—Por no strippers —repitió.
—Y vamos a hacer eso un lema para nuestro matrimonio.
Riendo, Braden asintió.
—Puedo garantizarlo.
Hice un gesto hacia nuestros planes y le di una sonrisa.
25
—Así que, ¿hemos terminado por la noche? ¿Podemos holgazanear
frente a una película ahora?
—Por supuesto.
Juntos, limpiamos nuestros platos y despejamos los planes de boda.
Media hora más tarde nos recostamos en el sofá juntos, mi cabeza
sobre el pecho de Braden, su brazo alrededor de mi espalda, mientras
veíamos una película de acción.
Cuarenta minutos después, incliné mi cabeza hacia atrás para mirarlo a
la cara y dije:
—A veces no puedo creer que tengo la oportunidad de hacer esto
contigo por el resto de mi vida.
Sorprendido por mi sentimiento, Braden me miró, con los ojos brillando
con diversión.
—¿Qué? ¿Ver una película?
—Sí —le respondí con honestidad—. Recostarme en tus brazos y ver una
película de mierda. Puede parecer sencillo para otras personas, pero es
todo para mí.
La diversión dejó su expresión, rápidamente reemplazada con algo
mucho más intenso a medida que él se estiraba para acariciar mi mejilla
con el pulgar.
—Me alegro que estés renunciando al bar.
—¿Lo estás?
—Sí. Nunca me ha gustado que trabajes allí, y te echo de menos los
fines de semana.
—¿Por qué no dijiste nada?
—Porque parecías feliz. Es algo así como una especie de mi misión de
vida asegurarme que permanezcas de esa manera —bromeó.
Sonreí.
—Entendido. Bueno, misión cumplida. Tengo un montón de nuevos
amigos, así que ya no necesito el bar para una vida social. Y quiero
concentrarme en mi escritura y en nosotros. Entregaré mi renuncia esta
semana.
26
Braden asintió y me apretó más cerca.
—Suena bien, nena.
Acurrucándome contra él, dejé escapar un suspiro de satisfacción y
volví la mirada de nuevo en la película.
—Ufff. —Me burlé de la pantalla mientras nos empapábamos en el calor
del otro—. Cómo si un policía comenzara a disparar en un lugar público
como ese. ¿Qué es esta mierda que estamos viendo?
—Algo acerca de “todo para ti”, me parece.
—Hmmph. Bueno, lo será si nos volvemos un poco más exigente en
nuestras opciones de alquiler. Oh, Dios —gemí ante la pantalla—. Este
tipo es un idiota.
—¿Jocelyn? —Braden apretó su brazo alrededor de mí y levanté la
mirada para encontrarlo sonriendo—. Sólo para que lo sepas, esto es
todo para mí también. —Se inclinó para darme un beso dulce antes de
girar de nuevo a la televisión—. Tal vez menos el comentario de la
audiencia.
27
3
La Boda
Traducido por Jessy
Corregido por Jo
C
lark, el padrastro de Ellie, y por consiguiente la figura paterna
para Braden y para mí, pasó mi brazo a través de su codo y
acarició mi mano de una manera reconfortante.
28
Ante el gesto, miré bruscamente su amable rostro.
—¿Qué? ¿Me veo nerviosa?
Me sonrió suavemente.
—Un poco.
—No quiero verme nerviosa —le susurré.
Aunque su boca no reía, sus ojos sin duda lo hacían.
—Sólo respira profundo.
Estábamos de pie fuera de la vista de las puertas dobles que se habían
abierto en el pasillo alfombrado de rojo en la iglesia y mis damas de
honor ya estaban avanzando por este. Era casi mi turno.
No podía creer que el día de nuestra boda ya había llegado.
parecía mucho tiempo atrás que había despertado el día después
mi compromiso, con Ellie llamando a mi puerta con un montón
revistas de novia en sus manos. Aunque había tenido momentos
duda, los había resistido intensamente.
No
de
de
de
Era un poco sorpresivo entonces encontrarme de pie al final del pasillo,
enloqueciendo.
Jodida, jodida, mierda, joder.
Respira profundo.
No podía tener un ataque de pánico. Quería pasar el resto de mi vida
con Braden. El problema era que estaba aterrada de que fuera a
encontrar alguna manera de joderlo todo. Incluso después de meses de
probarme que era capaz de estar en una relación comprometida y
cariñosa, todavía tenía miedo. Tenía miedo de que fuera a lastimarlo.
—¿Qué pasa si estropeo esto? —murmuré.
La mano de Clark se apretó sobre la mía.
—No va ser perfecto porque ningún matrimonio lo es. Van a pelear,
discrepar, decir cosas que no quieren… cuando amas a alguien, esas
cosas pueden pasar. Pero, Joss —inclinó la cabeza para mirarme a los
ojos—, lo bueno que tienen juntos, siempre pesará más que cualquier
mal. —Sonrió—. Y creo que Braden demostró que no hay mucho que
puedas hacer para ahuyentarlo.
—Cierto. —Apreté su mano y tomé una temblorosa y profunda
respiración—. Gracias.
—De nada. Ahora vamos a hacer esto.
Los acordes del guitarrista y el violinista se hicieron más fuertes cuando
las puertas dobles se abrieron, su hermosa versión instrumental de “You
Do Something to Me” de Paul Weller envió escalofríos por mi cuello.
Salimos al pasillo alfombrado de la iglesia y al principio lo único que
pude ver fueron las flores, los invitados que se habían dado vuelta a
mirarme, con sus sonrisas de aprobación y su curiosidad. Ante el apretón
de la mano de Clark en la mía donde aferraba fuertemente mi ramillete
de lirios blancos entremezclados con delgados juncos de color dorado
champaña, comencé a enfocarme. Mis ojos encontraron a mis damas
de honor, Ellie, Hannah, Jo, Rhian, y Liv, usando sus vestidos hasta el
suelo de color champaña, viéndose elegantes y felices. Entre más nos
acercábamos pude ver que Ellie estaba llorando. Capté a Elodie en las
bancas delanteras junto con Cam; Cole; Mick, el tío de Jo; su nueva
novia, Dee; los mejores amigo de Cam, Nate y Peetie; y la novia de
Peetie, Lyn. No tenía familia aquí, así que decidimos no dividir la sala en
los lados del novio y de la novia. Aún así, estaban sólo mis colegas del
Club 39. Todos los demás eran socios o amigos de Braden y la familia
Nichols. Y por supuesto, su insípida madre y miembro de la alta sociedad
29
no había aparecido. Se sentía indispuesta. Más como que nos habíamos
conocido en Navidad el año pasado y había mostrado claramente mi
desagrado por ella y viceversa.
Mis ojos encontraron a Adam y a Dec, quienes estaban en el lado
opuesto del altar. Usaban lo mismo que Clark y Braden: lo que se
conoce como una chaqueta gris estilo Príncipe Carlos y un chaleco de
tres botones a juego. Sus corbatas de seda color champaña estaban
anudadas intrincadamente contra sus camisas color gris oscuro, y
debido a que los Carmichael estaban asociados con el clan Stewart
estaban usando un tartán de un tenue color gris. La amable sonrisa de
apoyo de Adam finalmente me hizo mirar a Braden.
Casi flaqueé en la caminata por el pasillo.
La mirada en sus ojos era como una presión física en mi pecho. El amor
ahí hizo que mi garganta se estrechara y me apoyé más pesadamente
contra Clark mientras intentaba flotar hacia Braden en mi vestido de
novia. Mi vestido era simple. Era sin tirantes con un escote en forma de
corazón, y la mitad superior del corpiño era de color marfil con bordado
de cristal y encaje. La más fina gasa de seda blanca pasaba al otro
lado del corpiño en una caída ceñida, ajustado a mi cintura. Desde mis
caderas las capas de gasa, destellantes de plata, caían hacia el piso
con una sencilla elegancia. Me di cuenta por la mirada en el rostro de
Braden, mientras Clark y yo nos acercábamos, que le gustaba el
vestido.
Todavía temblando, besé a Clark en la mejilla, muy honrada de que él
hubiera caminado por el pasillo en ausencia de mi padre. Le agradecí
sinceramente, casi con un nudo en la garganta ante el brillo de
humedad en sus ojos cuando me entregó a Braden.
En lugar de volverme para mirar hacia el ministro, Braden tomó mi mano
y me llevó a su lado, sus ojos ardiendo intensamente sobre los míos. Bajó
la cabeza y sentí su aliento cálido en mi oído.
—Te ves impresionante, cariño, pero respira profundo. Somos sólo tú y
yo.
—Dile eso a las cien personas sentadas detrás de nosotros —le dije un
poco temblorosa.
Él se rió entre dientes, presionando divertido un beso en mi boca.
30
Cuando se apartó, la expresión de Braden era tranquilizadora mientras
murmuraba contra mis labios.
—Te amo, tú me amas, nuestra familia nos ama y están aquí junto a
nosotros. Nada más importa. Así que sin miedos para el futuro, sin temor
de que lo jodas más allá de lo irreparable. La vida no es perfecta,
nosotros no somos perfectos, pero te lo digo ahora, Jocelyn, somos
indestructibles. Para de temblar, y simplemente cásate conmigo.
Me presioné más contra él, rozando mi boca sobre la suya.
—Así será.
El ministro se aclaró la garganta, llamando mi atención y la de mi
sonriente novio de vuelta a la ceremonia y fuera de la pequeña burbuja
en la que habíamos estado. Oí a nuestros invitados soltar risitas tras
nosotros y la música se detuvo.
Había llegado el momento.
***
Había algo un poco surrealista sobre sentarse al lado de Braden en la
mesa principal, mi alianza de boda posada bellamente contra mi anillo
de compromiso, todos refiriéndose a nosotros como marido y mujer, y las
personas siendo lindas y llamándome Señora Carmichael en vez de Joss.
Era extraño. Pero de la buena clase de extraño.
Nuestra recepción de boda fue celebrada en el Hotel Balmoral. La suite
del banquete era este gran salón con techos altos, columnas,
elaborados candelabros, y enormes ventanas de arco con vista al
Castillo de Edimburgo. Era impresionante y elegante, y más allá de
cualquier cosa que alguna vez hubiera imaginado para este momento.
Después de la cena, Clark tocó la copa de su champaña, llamando la
atención de todos mientras se levantaba para dar su discurso de padre
de la novia. Le había dicho que no tenía por qué, pero él dijo que
quería hacerlo. Y viendo lo cómodo que estaba cuando levantó el
micrófono, supe que como profesor universitario no estaba tan
intimidado por tener que hablar a una gran multitud de personas.
No sabía qué esperar del discurso de Clark. Sentía mariposas en mi
estómago mientras él nos sonreía a Braden y a mí.
—Braden es uno de los mejores hombres que conozco —comenzó—. Es
un hijo para mí. Y es un amigo. Así que cuando fue evidente que lo que
31
él y Joss tenían juntos era especial, no pude estar más feliz por él. Porque
Jocelyn es sin duda alguna una de las mujeres jóvenes más fuertes y
extraordinarias que he conocido.
Jesús Cristo.
Tragué más allá del nudo de emoción en mi garganta, apoyándome en
Braden, quien automáticamente envolvió un brazo a mí alrededor sin
que siquiera tuviera que preguntar.
—Siento que tu padre no pudiera estar aquí contigo en este día, Joss —
continuó Clark, con su voz baja llena de la emoción suficiente para
amenazar con derramar lágrimas bajo mis párpados—, pero sé que
estaría muy orgulloso de ti por la mujer en la que te has convertido, y tan
feliz de que hayas encontrado una familia en Braden, y en nosotros.
Tuve el honor de caminar por el pasillo contigo por él. Esta noche —
levantó su copa, volviéndose hacia nuestros invitados—, les pido a todos
que levanten sus copas hacia mi hijo y mi hija. Por Braden y Jocelyn.
Todos dijeron nuestro nombre al unísono, levantando sus copas hacia
nosotros, luché contra las lágrimas. Sólo a duras penas.
La verdad era que sí me sentía parte de la familia Nichols. Pero era más
que algo hermoso que la familia Nichols pensara en mí como parte de
ellos.
El siguiente en ponerse de pie fue Adam como el padrino de Braden. Él
aligeró el humor, bromeando sobre su pasado y el de Braden, sobre la
reputación de Braden con las mujeres, lo diferente que era conmigo, y
cuánta diversión había tenido viendo a Braden romperse el trasero para
tenerme. Una vez que Adam levantó su copa hacia nosotros en brindis,
Braden me besó, esperó a que su padrino se sentara, y luego se levantó
él.
Levanté la vista hacia él. Más que nada, quería que la recepción
terminara, ya no quería ser el centro de atención. Principalmente,
quería estar sola en una habitación con mi nuevo marido.
Braden se irguió en su tartán escocés, viéndose cada centímetro del
delicioso hombre escocés, y contempló la habitación con un aire
familiar de intimidante confianza.
—Hace más de dos años y medio —comenzó, con su profunda voz, su
tono de voz serio—. Compartí un taxi con una completa desconocida.
32
Una joven mujer con una boca inteligente y —sonrió hacia mí—, un
buen par de piernas.
Los invitados se rieron mientras negaba con la cabeza ligeramente
hacia él, con una pequeña sonrisa en mis labios.
—Supe entonces —Braden habló en voz alta a los invitados, pero sus
ojos permanecieron en mi rostro—, que mi vida había cambiado.
Simplemente no sabía hasta que saliste del baño de Ellie sin una toalla
puesta lo feliz que estaba con ese cambio que se avecinaba.
Puse los ojos en blanco, sintiendo mis mejillas arder cuando todo el
mundo se puso a reír.
—No estoy bromeando. —Braden se volvió hacia ellos—. La segunda
vez que nos encontramos, Jocelyn estaba desnuda. Hasta entonces ese
era el mejor día de mi vida. Incluso después de ser sorprendida en
cueros mantuvo su actitud conmigo. —Me sonrió de nuevo, y sentí la
calidez en mi pecho volverse una llama de emoción abrumadora—. Me
has desafiado desde el día que te conocí. Ninguna mujer me ha
desafiado más. Ni me ha hecho reír más fuerte. No hay momento que
pase donde no me hagas sentir más vivo de lo que alguna vez pensé
que podría, y hoy me diste algo que pensé que estaba perdido hace
mucho tiempo para nosotros. Me has dado paz, nena. Me has dado
todo. —El timbre de su voz se había profundizado por la emoción y juro
por Dios que estaba cerca de llorar a mares cuando levantó una copa
de champaña de la mesa y la alzó en el aire—. Por mi esposa, la Señora
Jocelyn Carmichael.
Los invitados repitieron sus palabras mientras él se inclinaba hacia mí,
con sus ojos calentándose al ver mis lágrimas no derramadas.
—Por mi esposa —murmuró otra vez, ahuecando una mano detrás de
mi nuca para llevar mis labios a los suyos.
***
Mientras hacía rondas en la recepción, intentando parar a charlar con
todos nuestros invitados, el inquietante revoloteo en mi estómago había
llamado a un alto al fuego y me estaba sintiendo un poco más relajada.
La champaña estaba ayudando.
Me quedé al lado de Braden mientras él me presentaba a unos primos
lejanos, familiares de Elodie y Clark, amigos y socios de negocios.
Habíamos pasado por casi toda la lista de invitados cuando nos
33
encontramos con Jenna y Ed. Jenna era una de las amigas de Ellie y Ed
era su marido. Cuando conocí por primera vez a Ellie, Jenna y Ed
habían sido una parte cercana del grupo, pero después de su boda
Jenna quedó embarazada y por alguna razón dejaron de salir con
muchos de sus amigos. Ellie había estado un poquito molesta al
principio, pero Jenna parecía más contenta de pasar tiempo con
amigos casados que tenían niños y le aseguré a Ellie que ella no había
hecho nada malo. Algunas personas eran simplemente de esa manera.
Aún así, era agradable verlos.
—Joss, te ves hermosa —dijo Jenna, dándome un fuerte abrazo.
—¿Quién está cuidando a Andrew? —preguntó Braden, refiriéndose a
su bebé.
Ed sonrió.
—Hablé con mis padres para que lo cuidaran esta noche. No hemos
tenido una auténtica salida de noche en Dios sabe cuánto tiempo. De
hecho, tuve que convencer a Jenna para venir aquí, para que lo
dejara.
Jenna le frunció el ceño a su marido.
—No me gusta dejarlo. No hay nada malo con eso.
Al escuchar la mordacidad en su tono, le disparé a Braden una mirada
que sugería que debíamos seguir adelante.
Él asintió y se volvió para hablar pero Jenna lo interrumpió jalándome
hacia ella.
—Entonces, ¿cuándo piensan tener un bebé, Joss?
La Jenna que conocía era relajada, con los pies en la tierra, no una
impertinente. Quienquiera que fuera esta, quería matarla.
—Uh… —Eché un vistazo alrededor de la habitación, en busca de
ayuda.
—No hemos tenido una conversación como es debido sobre ello —
ofreció Braden, con su mano apoyada en mi espalda baja de una
manera que sugería que sabía que estaba a punto de huir—. Pero los
niños sin duda están en los planes.
34
Mis hombros se tensaron, mi estómago se apretó, y la champaña se
derramo de una manera desagradable en mi estómago.
Esta mañana había estado optimista cuando me miré en el espejo.
Había pensado en la mini-crisis que había tenido hace unas semanas
cuando Braden mencionó por primera vez el tener niños. Había
pensado que era algo que superaría.
Pero una vez más, la idea de los niños me paralizaba.
Peor aún, la idea de que Braden pensara que estaban en nuestro futuro
inmediato me paralizaba.
No podía tener niños todavía. No estaba preparada emocionalmente
para eso. No. Definitivamente no lo estaba.
—Ahí está Alistair y su novia. —Señalé sobre el hombro de Ed—. Será
mejor que vaya a saludar. —Me aparté del toque de Braden y casi corrí
de ellos, estaba a dos pasos de Alistair cuando un fuerte brazo se
envolvió alrededor de mi cintura y me arrastró.
Me estrellé contra el duro pecho de Braden, parpadeando hacia él,
sorprendida.
—¿Eso era necesario?
Mi marido me frunció el ceño.
—Algo anda mal.
—No. —Sacudí la cabeza en negación—. Es sólo que… Jenna me
molesta un poco ahora. Simplemente quería escabullirme.
Mientras Braden inspeccionaba mi rostro, me pregunté si me creía. Al
final no supe si lo hacía o no. Pero lo dejó pasar, inclinándose para
darme un suave beso en la boca. Era nuestra boda.
No se permitía pelear.
35
4
La Luna de Miel:
Primera Parte
Traducido por Nnancyc
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
—¿E
so dice lo que creo que dice? —pregunté,
inclinando mi mejilla contra el brazo de Braden.
Con su mano agarrada en la mía, permanecí al
lado de él delante del tablero de salidas en el
Aeropuerto de Edimburgo completamente emocionada por nuestra
luna de miel en Hawaii, y tratando de no estar desanimada por la
información en el tablero.
Braden le dio a mi mano un apretón.
—Sí. Retardado.
Nuestro vuelo estaba retardado por unas horas, lo que significaba estar
atascados en el aeropuerto. Por suerte, Edimburgo no era mugriento. De
hecho, era un poco reluciente. Estábamos rodeados de tiendas de
diseñadores, restaurantes, y un bar antiguo ovalado en uno de los
extremos de la sala de salidas internacionales. Aún así. Era un
aeropuerto. Como
seres humanos estábamos genéticamente
predispuestos a odiarlos.
Mi marido soltó mi mano para acurrucarme a su costado, su mano
descansando en la parte baja de mi cadera.
—¿Quieres esperar en la sala de primera clase, conseguir un trago allí o
quieres ir al bar que acabamos de pasar? —preguntó, ausentemente
presionando un beso en mi sien.
36
Ésta era una de las cosas que amaba de él. Después de estar privada
de afecto durante años, me había tomado un tiempo acostumbrarme
al contacto físico de Braden, pero ahora no sabría qué hacer sin ello. Su
cariño por mí venía tan fácilmente que me tocaba y besaba todo el
tiempo, incluso cuando estaba medio distraído. Había pasado de estar
incómoda con ello, a esperarlo y codiciarlo.
—Ve. —Asentí, tomando un paso de mala gana hacia atrás—. Necesito
ir al baño. Te encontraré en el bar.
Después de orinar, me quedé frente al lavabo, analizando mi rostro en
el espejo. Después de la boda, Ellie había dicho que yo lucía diferente.
No había sabido qué quiso decir en el momento, pero mirando mi
reflejo ahora tuve que preguntarme si había algo diferente sobre mis
ojos. Eran grises plomo e inclinados hacia arriba. No eran cálidos y
cordiales. Sabía por fotografías de mí misma que mis ojos tendían a salir
intensos, algunas veces con una especie de mirada lasciva, aunque la
mayoría de las veces era sin intención. La calidez solo entraba en ellos
en fotografías que tomaban de mí riendo. No obstante, mirando
fijamente a mis ojos podía ver un cambio. La intensidad no los había
dejado por completo, pero había algo definitivamente nuevo reflejado
allí. Algo bueno. Algo cálido.
Agaché la cabeza, sonriendo mientras me secaba las manos.
Mi vista cayó a mis piernas. Estaban desnudas en el vestido corto de
tirantes que había elegido para usar en anticipación del tiempo
caluroso en Hawaii. Mi piel aceitunada estaba lista para oscurecerse en
un gran bronceado mientras me recostaba cerca de la piscina durante
los próximos catorce días. Las vacaciones no eran algo de lo que
alguna vez me preocupara porque había perdido todo esa cosa
cuando perdí mi familia. Sin embargo, nunca había estado en algún
lugar como Hawaii. Y estaría allí con mi ardiente marido.
Braden y yo teníamos vidas ocupadas. Esta era la primera vez que
pasaríamos unas sólidas catorce noches sólo disfrutando de la
compañía del otro sin interferencias del trabajo, amigos o familia. Días
cerca de la piscina o en la playa, y noches de sexo caliente y
energético.
Mi sonrisa se volvió petulante.
Saliendo con tranquilidad de la sala de embarque, vagué lentamente
hacia el bar, contenta que al menos no estaría corriendo apresurada
37
por ahí siendo un desastre sudoroso y nervioso como algunos pasajeros
que llegaban tarde. Mis ojos fueron a la deriva al tranquilo bar, encontré
la espalda de Braden frente a mí mientras él se sentaba en una
banqueta. La camarera se mantuvo lanzándole miradas clandestinas
mientras pretendía estar ocupada.
Branden no era un hombre de atractivo clásico, pero era robusto, sexy,
muy alto, imponente y usaba trajes mejor que un modelo de Armani.
Desde el momento que lo conocí había estado sorprendida por su
confianza natural. Era caliente. Incluso cuando llegaba a la arrogancia,
fastidiándome bastante, todavía lo encontraba caliente.
Así que no me sorprendía que muchas personas también encontraran a
mi marido tan atractivo.
Cuando al principio comenzamos nuestra relación sin ataduras, había
pretendido que no me importaba cuando veía otra mujer coqueteando
con Braden. Después, una vez que dejé de hacerle pasar un mal trago y
admití que lo amaba tanto como él me amaba, había encontrado
difícil no ahuyentar los repugnantes flirteos de él. De hecho, algunas
veces perdía el control y no era muy educada al decirles a aquellas
mujeres que Braden era mío. Por supuesto, él encontraba esto divertido
y totalmente excitante.
No tanto cuando era el turno de él.
Aun así, nuestra relación había crecido, al igual que mi confianza en
nosotros, como la de Braden, y juntos habíamos madurado en cierto
modo. No por completo, pero lo suficiente para que en ese momento
no quisiera llegar a zancadas a donde estaba Braden en frente de la
camarera y reclamar mi derecho.
Iba a mi luna de miel. Había tomado un gran salto al dejar mis
problemas atrás hasta incluso llegar a casarme. Estaba de un maldito
buen humor.
Quería jugar.
Ocultando mi sonrisa traviesa, suavicé mis rasgos hasta que estaban
perfectamente en blanco y paseé hacia la barra. Sin embargo, no
tomé la banqueta al lado de Braden. Mis tacones resonaron en el piso
duro y brillante cuando me pavoneé a una banqueta que me daba
una buena vista de Braden… en el lado opuesto de la barra.
38
—¿Qué puedo
cortésmente.
servirte
para
beber?
—preguntó
la
camarera
—Una copa de vino tinto, por favor.
Sentí los ojos de Braden sobre mí mientras la camarera se giraba para
traer mi bebida. Dando una mirada en su dirección, vi sus ojos bailar
ante mi travesura.
Él sabía exactamente lo que estaba haciendo.
La camarera me entregó la copa de vino mientras yo intentaba no reír.
—Hola —saludé casualmente por la barra—, soy Jocelyn.
Él me miró por un momento con aquellos ojos suyos intimidantes,
hermosos y azules claros. Y luego, obviamente, decidió simplemente ir
con ello cando se bajó de su banqueta e hizo su camino hasta estar a
mi lado. Me dio una sonrisa mientras alcanzaba a tomar mi mano en la
suya. Sentí su pulgar frotar sobre mi anillo de bodas.
—Braden.
Le di una sonrisa pequeña y coqueta.
—¿Puedo conseguirte un trago?
—En verdad debería decir que no. —Levantó su dedo con su alianza de
bodas en él—. Estoy casado.
—¿Ah, sí? —Oculté mi sonrisa, sintiendo una avalancha de excitación
pasar por mí ante nuestro pequeño juego—. No me di cuenta. ¿Lo
tomaré como que tu esposa no está contigo esta noche?
—Al parecer, no —contestó Braden, su boca torciéndose con absoluta
diversión ahora cuando nuestros ojos se encontraron.
Fingiendo que no estábamos en un bar en un aeropuerto sino en casa,
mi mirada se volvió ardiente en una forma que Braden entendía.
—Esas son buenas noticias.
—¿Lo son? —Bajó la mirada a mi mano izquierda.
Giré mi diamante para que brillara hermosamente en la luz.
—Sí, también estoy casada.
39
Sus ojos miraron a los míos otra vez, la respuesta de Braden estuvo llena
de una sinceridad que de alguna forma lograba ser tan emocional
como sexual.
—Es un hombre muy afortunado.
Incliné la cabeza de un modo coqueto.
—Eso es lo que escuché.
Braden se cernió sobre mí y sabía que ni siquiera se dio cuenta que lo
estaba haciendo.
Mi sonrisa creció.
—Entonces, ¿puedo comprarte un trago?
—De hecho, creo que me gustaría eso.
El aire estaba cargado entre nosotros mientras él esperaba por mi
siguiente movimiento. Desvié la mirada y llamé a la camarera. Después
de ordenarle un trago, esperé para ver si Braden mantendría la fachada
conmigo.
—Entonces, ¿a dónde estás viajando? —preguntó, su tono divertido
pero ligeramente ronco.
No tenía que mirar a sus ojos para saber que estaba excitado, pero miré
de todas formas porque necesitaba hacerlo.
—Hawaii. —Presioné mi pierna contra su muslo, deseando que no
estuviéramos en un lugar público. Quería sus manos sobre mí.
—Yo también.
—Su trago. —La camarera le entregó el trago a Braden.
Agarramos nuestras copas y brindamos.
—¿Negocios o placer? —pregunté con picardía.
—Oh, definitivamente estoy esperando placer —dijo tomando un sorbo
de vino.
Lentamente lamí una gota de vino de mi labio inferior, triunfando sobre
el gruñido sofocado que se produjo desde la parte posterior de la
garganta de Braden.
40
—Somos dos entonces.
Con los ojos todavía en mi boca, la mano de Braden se apretó
alrededor de su copa.
—Mi esposa no estará muy complacida de encontrar una mujer extraña
flirteando conmigo en un bar.
—¿Tu esposa es del tipo celosa? —bromeé.
Mi diversión fue ahogada por la intensidad de nuestra conexión cuando
nuestros ojos contactaron.
—Puede serlo —murmuró.
Tomé un respiro.
—¿Eres del tipo celoso?
—Absolu-jodida-mente.
Sonreí.
—Entonces, ambos son un poco posesivos, ¿eh? Tampoco creo que le
vaya a gustar lo que estoy pensando en hacerte.
Braden recorrió su mirada sobre mi rostro antes de contestar:
—No, definitivamente no le gustaría. Pero, sabes… me recuerdas a mi
esposa.
Riendo entre dientes, presioné mi pierna más duro contra la suya.
—Sí, tú me recuerdas a mi marido.
Con sus ojos brillando de risa, Branden preguntó:
—¿Qué haría tu marido si estuviera aquí ahora mismo?
—Bueno, es un poco posesivo, pero un caballero, así que sería educado
cuando dejara perfectamente claro para ti que no soy tuya para que
andes coqueteando.
—Hombre inteligente.
—Eso es lo que escuché.
Su risa siempre me hacía sentir como si hubiera ganado algo.
41
Lo miré fijamente, deleitándome con todo acerca de él. Poco a poco,
sus carcajadas se desvanecieron y estábamos mirándonos entre sí
como si estuviéramos a punto de comenzar a hacerlo justo allí en el bar.
—Entonces, ¿qué haría él?
El hormigueo entre mis piernas estalló a la vida y sentí mis pechos
hincharse contra la tela delgada de mi vestido. Moviéndome más
cerca, inhalando su aroma familiar, deseé que estuviéramos en algún
lugar donde pudiéramos hacer algo por el hecho de estar tan
encendidos.
—¿Jocelyn?
Me aclaré la garganta.
—Probablemente me besaría. Y luego insistiría en escuchar todo las
cosas que voy a hacerle cuando lo tenga a solas.
Los ojos de Braden al instante se oscurecieron, su cabeza descendió a la
mía antes de que pudiera pestañar. Su beso fue profundo y caliente, y
me encontré aferrándome a él. Me estremecí ante la sensación de su
mano metiéndose discretamente bajo mi vestido, su toque haciendo a
mis pezones endurecerse con necesidad. Jadeé rompiendo nuestro
beso.
Apenas consciente de alguien alrededor de nosotros, llevé mis labios a
su oreja.
—Tan pronto como te tenga solo —susurré—, voy a dejar que me folles
tan duro como quieras. —Luego continué detallando hasta que mi
respiración quedó atrapada, y los músculos en la mandíbula de Braden
estaban tensos.
De hecho, cada línea de su cuerpo lo estaba. Su mano se apretó
alrededor de mi muslo. Dejé caer mi frente al lado de su mandíbula,
intentado controlar mi respiración.
Después de unos largos minutos, el agarre de Braden se aflojó y me
atrajo en un abrazo. Me acurruqué en su cuello, sintiendo el ardor de la
lujuria insatisfecha.
—Lo siento —murmuré contra su piel.
Acarició mi espalda con calma.
42
—No lo estés. Fue caliente.
—Demasiado caliente para un aeropuerto.
Lo sentí temblar ligeramente, obviamente riendo.
—Probablemente. Aunque me encargaré de ti más tarde. Y, oye, al
menos no tienes una erección en público.
Fue mi turno de reír. Echándome hacia atrás, bajé la mirada a su
regazo, oculto debajo de la barra, para ver que no estaba mintiendo.
Levantando la mirada a su rostro dije:
—Tu madre. Desnuda.
Una mirada de desagrado quitó el calor de sus ojos.
Tomó un sorbo de whisky y al final murmuró:
—Gracias.
Miré abajo a su regazo. La erección se había ido.
Intentando
no
sonreír,
despreocupadamente:
alejé
la
mirada
43
y
pregunté
—¿De qué quieres hablar hasta que el vuelo sea llamado?
—Vientos fríos. Aguanieve. El portero feo en el Club 39. Gachas de
avena.
Exploté en carcajadas.
—¿Quieres decir cualquier cosa que no te vaya a dar un erección?
Me sonrió, sus ojos vagaron por mi rostro con mimo.
—Tal vez deberíamos simplemente dejar de hablar. Y poner una bolsa
en tu cabeza. Y cubrir tus piernas.
—No me mires.
—Todavía puedo olerte.
—Podría moverme.
—Atrévete a alejarte de mí y te pondré sobre mi rodilla, esposa.
—Eso no suena tan malo.
Braden me fulminó con una mirada sucia y me cubrí la boca con la
mano para que no pudiera ver mi sonrisa.
Nos quedamos en silencio por unos minutos y luego apoyé el codo en la
barra, descansando el mentón en mi palma mientras le decía en voz
baja:
—Hasta el momento, me está encantando nuestra luna de miel.
Tomó mi otra mano en la suya.
—A mí también.
Me acerqué más a él, apoyando la rodilla contra la suya.
—¿Quieres esperar en la sala de primera clase? Estoy segura que está
lleno de empresarios anticuados quienes con certeza harán añicos el
humor muy sexual que tenemos aquí con toda su actitud rígida-altivaestoica.
La boca de Braden se retorció.
—¿Actitud rígida-altiva-estoica?
—Rígida-altiva-estoica.
Asintió, ahora riendo en voz baja mientras se bajaba de la banqueta y
me ayudaba a bajar de la mía. Envolviendo un brazo alrededor de mi
cintura, dijo mientras caminábamos hacia la sala:
—Tal vez deberíamos dejar de usar la palabra “rígida” ya que al
parecer, estar casado para ti significa perder el control sobre mi cuerpo
y la dignidad que podría tener.
—¿Motivos de divorcio? —bromeé mientras presentábamos nuestros
boletos a un encargado de la aerolínea en las puertas de la sala.
—Motivos para un maratón de sexo —contestó lacónicamente, sin
preocuparse de que el encargado de la aerolínea se había vuelto
púrpura ante su respuesta—. No serás capaz de caminar por un tiempo
cuando haya acabado contigo —continuó, gentilmente guiándome a
la sala, dejando al jadeante encargado detrás.
Determinadamente intenté no mostrar mi vergüenza, tan acostumbrada
como estaba a él diciéndome algunas veces cosas como esas,
calientes e inductoras de sonrojos en público. La clave era no dejarle
saber que me ponía nerviosa.
44
—Estoy feliz con eso, siempre y cuando estemos hablando de orgasmos
múltiples.
Tres de los empresarios volvieron sus cabezas hacia mí desde la
pequeña barra en la sala, sus cejas elevadas.
Braden y yo nos detuvimos y sentí su mano apretar mi cadera.
—Vamos a conseguir que nos echen de la sala de primera clase.
Sonreí ampliamente.
—Tú lo comenzaste.
—De hecho, tú lo comenzaste.
Exhalé un suspiro y miré mi reloj.
—Bueno, por desgracia tenemos casi diez horas antes de que podamos
finalizarlo.
Sin lucir demasiado feliz sobre eso, los ojos de Braden recorrieron el lugar,
un brillo entrando en ellos cuando quedaron estancados en la puerta
del baño.
—No —dije de inmediato.
Me lanzó esa sonrisa infantil que era muy, muy difícil de resistir.
Mierda, carajo, mierda, joder.
—Braden, no —siseé—. No hay manera que podamos hacer eso con
discreción.
—¿Y?
—Braden…
Soltó mi mano.
—Sígueme en un minuto.
Le agarré la mano.
—No, estamos actuando como adolescentes.
Su sonrisa se amplió mientras inclinaba su cabeza hacia la mía.
—Estamos en nuestra jodida luna de miel, cariño, ese es todo el punto.
—Vio hacia atrás al baño y me apretó la mano—. Iré y entonces me
45
sigues cuando pase un minuto. Finge que estoy enfermo o algo así y
estás sólo comprobándome.
Antes que pudiera rehusarme otra vez, Braden se alejó tranquilamente
de mí, desapareciendo en el baño.
Miré alrededor de la sala. Había solo cuatro hombres y una mujer en
ella, y ninguno me estaba observando. Aún…
—Nunca he estado en primera clase —murmuré—, y voy a conseguir
que me echen antes de siquiera llegar al avión.
Frunciendo el ceño, esperé lo que se sintió como un milenio, pero fueron
unos cuantos segundos y deambulé cerca de la puerta del baño.
Sintiéndome como una completa idiota, golpeé y pregunté:
—Cariño, ¿te sientes bien?
Cuando ninguna respuesta vino, entré como si fuera una cónyuge
preocupada y nada más.
No podríamos estar engañando a nadie con esa mierda.
Una vez dentro, descubrí que había puertas separadas para hombres y
mujeres.
Llamé a la de hombres, y mis nudillos apenas habían dejado la puerta
antes de que se abriera lo suficiente amplia para que Braden me
arrastrara dentro, la cerrara de un golpe, bloqueara, y presionara mi
espalda contra ella.
Coloqué los brazos sobre sus hombros mientras él presionaba su cuerpo
firme contra el mío.
—Vamos a lograr que nos echen a patadas de primera clase.
Su mano acarició mi trasero antes de recorrer hacia abajo mi muslo y
luego de vuelta arriba por debajo de mi vestido. Sus talentosos dedos se
deslizaron debajo de mis bragas y susurró con voz ronca:
—Entonces vamos a hacer que valga la pena.
46
5
La Luna de Miel:
Segunda Parte
Traducido Soñadora y Azuloni
Corregido por Flochi
D
esde el momento en que pusimos un pie en nuestra villa estilo
plantación en el complejo de lujo que Braden había
reservado para nuestra luna de miel en el Pacífico, no quise
volver a casa.
A una caminata de pocos minutos del complejo principal, en una colina
con camino natural, estaba nuestra villa. Un enorme porche con una
piscina y cabaña con vistas al océano. Dentro había un living enorme,
hermoso y aireado con muebles blancos que casi tenía miedo de tocar
y un increíble dormitorio con una cama con dosel envuelta en velos
blancos y un vestidor. El toque final de belleza era el baño de mármol,
que debía haber sido más grande incluso que el apartamento entero
de Olivia.
Braden y yo habíamos estado allí por tres días. Los pasábamos vagando
en nuestra piscina privada, disfrutando de vistas espectaculares que te
llenaban con la clase de alegría que deseaba que cada día trajera. A
la noche elegíamos uno de los tres asombrosos restaurantes, íbamos a
uno de los bares por algunas bebidas y volvíamos a la villa donde
hacíamos el amor por horas.
La. Mejor. Luna. De. Miel. De. La. Vida.
Para cambiar de escenario, dejamos la villa el tercer día y tomamos
unas reposeras bajo una sombrilla en la playa. De vez en cuando un
cortés miembro del personal se nos acercaría a preguntarnos si
47
deseábamos comer o beber algo mientras los dos nos quedábamos allí,
leyendo en nuestros e-readers y absorbiendo el sol.
Sólo una hora antes Braden finalmente me había convencido de ir al
mar. No había sido muy amiga de meterme al agua, pero era tan
hermosa su tranquilidad y la persistencia de Braden finalmente me llegó
y decidí meterme.
Arrullada por la paciencia de Braden, me tomó por completa sorpresa
cuando él me arrojó al agua.
Tú no arrojas a Jocelyn Butler Carmichel al agua y sales ileso.
Esto comenzó una lucha en el agua que hizo que los niños se hicieran a
un lado para evitarnos mientras sus padres nos lanzaban miradas
enojadas. Braden estaba muerto de risa. Por supuesto. Estaba ganando.
Fue solo después de levantarme en brazos y arrojarme de nuevo al
agua tan fuerte que hizo que casi perdiera el corpiño de mi bikini frente
a todo el mundo que decidió que el juego había perdido la gracia.
Escupí y resoplé mientras él nadaba hacia mí y re-anudaba las tiras del
bikini detrás de mi cuello.
—¿Feliz ahora? —Lo había salpicado con agua, disparándole una
mirada molesta y burlona.
Él besó mi cuello y envolvió sus brazos en mi cintura bajo el agua.
—Siempre.
No había forma de enojarme con una respuesta así, por lo tanto lo dejé
ganar, dejándolo guiarme de vuelta a las reposeras donde ahora nos
estábamos secando. Braden estaba acostado sobre su estómago, su
alto cuerpo demasiado grande para la reposera, pero parecía lo
bastante cómodo. Me había puesto de lado, mirándolo descansar en el
sol de la tarde. Todo en este momento era perfecto. Desde el sonido del
agua golpeando con suavidad la orilla, las risas de los niños felices, la
suave charla de otras parejas, el olor de la loción bronceadora y el
agua del mar, el suave parpadeo de las pestañas de mi esposo
mientras soñaba a mi lado…
Debería estar aterrorizada.
Había mucho que perder.
El miedo se anidó en mí y determinadamente lo empujé afuera de
nuevo.
48
—¿Por qué me estás mirando? —preguntó Braden en voz baja, sus ojos
aún cerrados contra el sol.
—Nunca te había visto tan relajado. Es lindo.
—En realidad es lindo relajarse.
Levantando una ceja, lo molesté.
—¿Me estás diciendo que no extrañas estar ocupado?
Abrió sus ojos lentamente, parpadeando ante la luz del sol. Se levantó
sobre sus codos.
—Tengo acceso ininterrumpido a mi esposa por las próximas dos
semanas. Créeme, no extraño nada.
Un delicioso escalofrío me recorrió y me incliné para que mi boca casi
tocara la suya.
—Qué elección de palabras. —Rocé sus labios con los míos—. Creo que
alguien está intentando meterse en mi bikini.
—¿Qué quieres decir con “intentando”? —gruñó Braden mientras
tomaba mi cuello, así sus siguientes palabras fueron murmuradas contra
mis labios. Sin embargo, las entendí perfectamente. Algún arrogante
comentario sobre tener acceso ilimitado a lo que estaba debajo de mi
bikini. Mordí su labio suavemente en reconocimiento, lo que sólo le hizo
gruñir en mi boca y profundizar el beso.
Como siempre el mundo desapareció y me encontré balanceándome
precariamente en mi reposera, mitad dentro y mitad fuera,
agarrándome de los bíceps de Braden mientras me llenaba de besos
que aún me dejaban mareada.
El sonido de un agudo y juguetón grito infantil nos separó, y sonreí
resignada mientras Braden rozaba con su pulgar mi labio inferior. Miró en
la dirección del grito y mi mirada siguió la suya. Un joven niño perseguía
a la que parecía ser su hermanita, su risa deliciosa y sus grititos de burla
molestaban a una joven pareja que descansaba en un lugar cercano a
su juego.
Braden me miró.
—Podemos volver a la villa, estar en la piscina si los niños te están
molestando.
49
Frunciendo el ceño, sacudí mi cabeza. No me molestaban los niños. Su
alegría y contento solo ayudaba a la atmósfera general del complejo.
—La villa parece estar muy lejos, y honestamente no me molestan los
niños.
Mi respuesta hizo que Braden inclinara su cabeza y preguntara en
completa sorpresa:
—¿En serio?
Resoplé y me acosté de nuevo.
—En serio.
—Bueno, eso es una buena señal.
La sonrisa en su voz por algún motivo hizo que mi estómago saltara. Y no
de un buen modo.
—¿Qué es una buena señal? —pregunté, insegura de querer o no la
respuesta.
—Tú. Que no te molesten los niños.
Sip, definitivamente no la respuesta que quería.
—Si no te molesta el sonido de los niños de otras personas,
definitivamente no te molestarán los sonidos que harán nuestros niños.
Él bien podría haber rodeado mi garganta con sus manos. Traté de
tragar a través del nudo que sus palabras causaron y supe que debía
levantarme, alejarme, hacer cualquier cosa, para así no tener un
ataque de pánico. Para que no fuera obvio que él me había
desestabilizado esperé lo más que pude antes de decir.
—¿Quieres una bebida? Iré por una bebida.
Sentí sus ojos en mí mientras me ponía mis sandalias y lentes de sol,
apurándome a atar mi pareo en mi cintura. Ni una vez lo miré, pero
supe por su silencioso—: Claro, nena —que no había sido exitosa en
mantener mi ataque para mí misma.
Todo el tiempo que el barista hacía nuestras bebidas la culpa me
golpeaba. Había dejado a Braden preguntándose qué mierda había
pasado y si lo estaba dejando fuera. Eso era algo que prometí nunca
50
volver a hacerle, y debía mantener mi promesa. Con eso en mente,
llevé las bebidas hacia él y me senté en mi reposera.
Después de unos minutos en silencio, dije:
—Vamos a nuestro porche en la villa.
Mirando a Braden, lo encontré observándome, sus cejas fruncidas en
consternación.
—¿Por qué?
Sostuve su mirada y respondí detenidamente:
—Porque me gusta la paz y tranquilidad. Quiero eso por un poco más
de tiempo.
Braden respiró profundamente y se sentó lentamente para mirarme.
Descansando sus codos en sus rodillas, se inclinó y preguntó:
—Pero un día querrás el ruido, ¿verdad?
Mi corazón comenzó a golpear en mi pecho ante ese pensamiento,
pero asentí enfáticamente.
—Sí, pero quiero que seamos sólo nosotros dos por un tiempo.
Algo oscuro que no comprendí del todo brilló en sus ojos, pero me besó
ahuecando mi cara con sus manos, y murmuró contra mis labios:
—De acuerdo.
Cuando se alejó, sus ojos se movieron detrás de mí y frunció el ceño
ante algo. Sintiendo que realmente algo lo molestaba, le pregunté:
—¿Estás bien?
Recibí un asentimiento reasegurándome y se alejó, agachándose a
recoger sus cosas.
Girándome, hice lo mismo, poniéndome las sandalias de nuevo e
inclinándome a buscar mi e-reader, que había ocultado bajo mi
reposera en la sombra.
—Maldita sea, ¿te importa? —espetó Braden.
Mi cabeza se levantó de golpe y mis ojos se encontraron con mi vecino.
Era un hombre mayor, quizás en sus cuarenta y poco, casi cincuenta, no
51
estaba con nadie, y miraba fijamente asombrado sobre mi hombro a mi
esposo. Sus ojos volaron a mis pechos y luego de vuelta a Braden.
Genial.
No necesitaba mirar alrededor para saber que el afilado ataque de
Braden había atraído las miradas de todos nuestros vecinos.
—Tu mujer es muy hermosa —comentó el desconocido en un fuerte
acento.
Me tensé y rápidamente di la vuelta para hacer frente a Braden,
sacudiéndole la cabeza.
—Déjalo.
No lo dejó.
Me agarró suavemente de la muñeca y me puso tras él para poder
inclinarse en la cara del desconocido.
—Mi esposa es muy hermosa. Pero es invisible para ti. ¿Entendido?
El desconocido asintió.
—Entendido.
Lo entendí también. Entendí que estaba mortificada.
No queriendo causar más de una escena, dejé que Braden tomase mi
mano mientras caminábamos por la playa pero tan pronto como
estuvimos fuera de la vista la saqué de su agarre.
—Estás enfadada. —Suspiró.
—Sí, estoy enfadada. No había necesidad de hablar con él de esa
forma. Fue embarazoso. Estabas marcando tú territorio sobre mí como
un perro.
Escuché su carcajada, pero no me atreví a mirarlo porque tenía miedo
de matarlo.
—Ese imbécil había estado comiéndote con los ojos todo el jodido día e
ignorando cada mirada de advertencia que le había dado. No me
gusta que otro hombre mire a mi mujer como si se estuviera imaginando
jodiendo con ella cuando sabe que estoy jodidamente justo ahí.
—¿Dejar caer la bomba J tres veces era realmente necesario?
52
Suspiró, fuertemente esta vez.
—Sigues enfadada.
Sí, sigo enfadada.
—Estoy confundida. Exageraste y sabes que lo hiciste. Sólo estoy
pensando que la reacción exagerada no tenía nada que ver con ese
idiota mirando mis pechos.
En lugar de darme la razón, en vez de decirme que estaba molesto por
el asunto no dicho que ocupaba nuestras mentes, Braden sacudió la
cabeza con impaciencia y echó a andar hacia la villa sin mí.
***
La cena fue un asunto tranquilo.
Había pasado el resto de la tarde tumbada en la piscina con mis
auriculares escuchando Bastille mientras Braden daba un paseo por el
complejo. En el momento que regresó yo estaba en la ducha. Cuando
salí de la ducha para prepararme para la cena, él entró. Después
Braden intentó conversar conmigo. Le gruñí unas cuantas respuestas, ya
no tan enfadada con él como lo estaba por haberme dado un motivo,
en nuestra luna de miel, para enojarme con él.
Me había fruncido el ceño cuando salí del vestidor con un vestido azul
que abrazaba mi figura. La tela era de un fino, elástico jersey, por lo que
a pesar de que me cubría, prácticamente dejaba poco a la
imaginación. Era un vestido caliente y lo había comprado para mi
marido caliente.
En el momento la idea no había sido torturarlo, pero estaba enfadada,
así que ahora lo iba a torturar.
Nuestro paseo a la cena fue tranquilo. La noche anterior habíamos
cenado en Oceanview, un restaurante situado en la playa. Esta noche
nos llevé en silencio al Gran Salón en el edificio principal del complejo.
Ese silencio reinó entre nosotros durante toda la cena.
La tensión entre nosotros estaba aumentando y me di cuenta que
Braden estaba perdiendo la paciencia con ello. O conmigo, más bien.
Decidiendo que lo mejor para nosotros era conseguir una buena noche
de sueño y poner la estúpida pelea detrás de nosotros, sugerí
53
tranquilamente que dejásemos a un lado las bebidas esta noche y tan
sólo regresásemos a la habitación. Tomé su brusco cabeceo como
aceptación.
Terminada la cena, caminamos de regreso a la villa. Me quité los
zapatos de tacón para hundir los pies en la arena, arrastrándome de
mala gana por el camino ajardinado hasta nuestra villa, mientras temía
en secreto una noche tranquila en un molesto silencio y sin sexo.
Dentro del paraíso de aire acondicionado, lancé mis tacones al suelo y
caminé sobre las baldosas frías hacia el dormitorio. Oí los pasos de
Braden detrás de mí segundos antes de encontrarme a mí misma siendo
echada hacía a tras contra su cuerpo.
Di un grito ahogado ante el brusco movimiento, mi aliento
enganchándose mientras una mano se deslizaba toscamente hacia
arriba desde mi estómago hasta ahuecar mi pecho, mientras que la
otra se apoderaba ligeramente de mi cabello. Braden tiró suavemente
mi cabeza hacia atrás, exponiendo mi cuello. Esos temblores familiares
pasaron a través de mí mientras él amasaba mi pecho, y presionaba
calientes y húmedos besos por el costado de mi cuello.
Tan abruptamente como me había presionado contra él, Braden me
empujó hacia delante hasta que llegué a la cama. Mi torso se inclinó
sobre el final de la misma mientras él abría mis piernas con los pies. En el
mismo movimiento deslizó sus manos bajo el dobladillo de mi apretado
vestido y empujó la tela hacia arriba hasta que llegó a la mitad de mi
espalda, dejándole mi trasero al descubierto.
En este punto, mi respiración era tan caliente y pesada como la suya.
El aire frío tocó mi piel cuando Braden tiró de mis bragas. Salí de ellas y
las pateé a un lado, ampliando rápidamente mi postura de nuevo, y
reprimiendo un gemido al sentir la erección de Braden presionando
contra mi trasero.
Sus dedos se clavaron en mis caderas mientras me atormentaba con la
promesa de él.
—Braden —dije en voz baja, su nombre era como un ruego.
Frotó su pene entre mis piernas, burlándose de mí sin piedad. Me sacudí
hacia atrás y adelante contra él hasta que fue demasiado.
—Por favor —gemí.
54
Perdí su calor, pero fue rápidamente reemplazado con sus fuertes dedos
deslizándose entre mis piernas y al interior profundamente.
Gimió al encontrarme ya mojada y al momento en que sus dedos se
fueron, una cremallera sonó y su pene se estrelló en mi interior. Gemí de
nuevo, mi pecho presionado a la cama, mis manos agarrando las
sábanas mientras Braden me abrazaba fuertemente por las caderas y
empujaba rudamente dentro y fuera de mí.
La construcción se inició rápidamente y me encontré retrocediendo
contra su pene con desesperación.
—¿Más duro? —gruñó.
—Más duro —jadeé.
Bombeó con más fuerza contra mí y justo cuando estaba a punto de
correrme Braden salió, dándome la vuelta sobre mi espalda como si no
pesara nada, y se apoderó del dobladillo de mi vestido, tirando de él
hacia arriba por encima de mi cabeza. Lo lanzó a un lado, quitándose a
toda prisa su propia camisa antes de agarrar mis muslos, abriendo mis
piernas y atrayéndome hacia él hasta que sólo mi espalda estaba
presionada contra la cama.
Nuestros ojos se encontraron y ambos gemimos cuando se deslizó
dentro de mí.
Mientras me follaba hasta el olvido mantuvimos nuestras miradas fijas, la
conexión aumentando nuestra excitación, lanzándonos hacia el clímax
más rápido. Sus jadeos y mis gemidos llenaron el aire de la noche hasta
que su pene penetró profundamente, rompiendo la frágil tensión dentro
de mí.
—Jocelyn —gimió a la vez que mis músculos internos lo apretaban. Se
sacudió con fuerza contra mí, estremeciéndose mientras sentía que se
liberaba dentro de mí.
Después de un momento, me envolvió en sus brazos y yo envolví mis
piernas en torno a él, lo que le obligó a arrastrarme más arriba en el
colchón. Tan pronto como estuve totalmente en la cama, Braden se
derrumbó sobre mí, su boca acariciando mi cuello mientras yo apretaba
mis muslos alrededor de su cintura y acariciaba la piel húmeda de su
musculosa espalda.
55
Levantó la cabeza para darme un beso suave en la boca,
preguntándome mientras se retiraba:
—¿He demostrado mi punto?
Levanté una ceja.
—¿Qué sigues siendo un maldito hombre de las cavernas? Sí.
Su risa lo hizo temblar contra mí de una manera que amé y me
decepcionó cuando salió de mí. Esa decepción se desvaneció
rápidamente cuando me arrastró contra su costado.
—Debería superarlo —murmuré.
—Un poco. —Suspiró—. No me gusta la forma en que ese tipo te miraba.
Hice un punto.
—Fue vergonzoso… así que… ¿realmente fue sólo por el sujeto?
¿Honestamente?
—Por supuesto. —Me besó el cabello—. Y… tal vez el bikini. Quizás no
deberías usarlo de nuevo.
—Pensé que te gustaba ese bikini.
—Me gusta ese bikini, pero lo mismo le ocurre a todos los hombres de
este complejo que saben cómo utilizar un pene.
—Hmm, está bien.
Soltó un bufido.
—Sabes que odio señalarlo ahora que volvemos a hablar, pero has
actuado peor cuando has encontrado a mujeres coqueteando
conmigo.
Maldita sea.
—Está bien, es cierto. Pero creía que estábamos tratando de ser adultos,
ahora que estamos casados.
—¿Era eso lo que estabas haciendo en el aeropuerto? —Se rió de
nuevo—. ¿Ser una adulta?
Él tenía una maldita respuesta para todo.
56
—Bien —me quejé—. Lamento estar enfadada. Creo que estaba un
poco nerviosa…
—¿Por qué mencioné a los niños otra vez?
Me tensé en su contra.
—Sólo… quiero esperar unos años, pero no quiero que estés disgustado
por eso. No quiero decepcionarte.
Rápidamente me encontré a mí misma sobre mi espalda, mi marido
apoyado contra mí.
—No lo haces —prometió—. Vamos a esperar.
En respuesta, lo besé.
Pensando en ello, lo besé para no tener que ver la decepción que él
estaba tratando tan duro de ocultar.
57
6
El Regreso a Casa
Traducido por Otravaga
Corregido por LizC
A
lgo me impulsó suavemente a la conciencia, pero me
negué a abrir los ojos. En lugar de ello mantuve mi rostro
enterrado en la cálida y familiar piel del cuello de Braden.
Se hizo claro que lo que me despertó fue mi marido. Podía
sentirlo tratando de liberarse de mi agarre lo más suavemente posible.
Me aferré con más fuerza.
Braden se sacudió contra mí, su tono retumbando de risa cuando
preguntó:
—¿No se me permite salir de la cama esta mañana?
—Nop —mascullé contra su piel—. Si te mueves, tendré que moverme. Si
tengo que moverme significa enfrentar el hecho de que ya no estamos
en Hawaii. No sé si estoy lista para lidiar con eso.
Me rodó sobre mi espalda, riendo ante el hecho de que me negaba a
abrir los ojos.
—¿Entonces el plan es quedarse aquí para siempre?
—Sí.
—Eso podría convertirse en un problema.
Negué con la cabeza contra las almohadas.
—No preveo ningún problema. Es un plan razonable.
58
—Bueno. —Braden suspiró—. Eventualmente empezaremos a apestar. Y
necesitar ir al baño podría convertirse en un problema. Y con tus
problemas de flatulencia…
Le di un puñetazo en el brazo, abriendo mis ojos para no perdérmelo. Mi
marido se libró de mí, riendo como si fuese el hombre más chistoso de la
tierra.
—Un año —le gruñí—. ¡Todo lo que estoy pidiendo es un año sin que
menciones eso!
—¿El que terminaras adorablemente avergonzada cuando te tiraste un
pedo delante de mí?
Después de lanzarle una mirada con los ojos entrecerrados, rodé fuera
de la cama.
—No soy adorable —dije bruscamente, saliendo enfurecida de la
habitación.
—¡Eres jodidamente adorable! —me gritó mientras me dirigía a la
cocina. Puse los ojos en blanco. Braden también podía ser bastante
adorable, pero a él le gustaba todavía menos que a mí que le dijera
eso.
Tomé el hervidor de agua, a punto de gritar y preguntarle si quería café
cuando una oleada de náuseas me agarró con la guardia baja y me
encontré balanceándome contra la encimera.
—Nena, ¿estás bien? —Braden corrió a mi lado, aferrando mi cadera en
su mano.
Respirando por la nariz, luché para contener las náuseas. Después de un
momento apoyé la frente en su pecho.
—No me siento muy bien.
Sentí sus labios en mi cabello.
—Jet Lag. Siéntate. —Me condujo hacia la mesa de la cocina y plantó
mi trasero en ella. Cuando empezó a hacer el café la náusea surgió de
nuevo y supe que esta vez no habría cómo combatirla. Sin decir una
palabra me levanté rápidamente de la mesa y salí corriendo de la
cocina hacia el baño.
59
La tapa del inodoro apenas estaba levantada cuando vomité todo lo
que tenía dentro de mí en él.
—¿Jocelyn? —Podía sentir a Braden detrás de mí.
Lo despedí con un gesto de la mano.
—Estaré bien.
Presintiendo que quería privacidad, se fue.
Después de esperar unos minutos para asegurarme de que la náusea
estaba bajo control, me levanté con las piernas temblorosas y me lavé y
enjuagué los dientes. Viendo mi rostro pálido en el espejo, le fruncí el
ceño.
Hogar, condenado dulce hogar.
—¿Mejor? —preguntó Braden cuando entré en la cocina.
—Sí —sonreí, aceptando con gratitud el café—. Mucho.
***
Al estar sentada en la sala de espera, escuchando a la gente toser y
sorberse la nariz, me sentí frágil por primera vez en mucho tiempo. Mi
pecho estaba pesado, como si el aire a mí alrededor estuviese
demasiado enrarecido, y mis pensamientos estuviesen demasiado
agitados, haciéndome sentir como una loca.
Sólo necesitaba saber una cosa o la otra.
Si lo sabía…
Sólo necesitaba saber.
—Jocelyn Carmichael, Sala Cinco, Doctor Orr.
Aquí vamos…
***
Braden estaba tumbado en el sillón, con las mangas de la camisa
arremangadas, la corbata torcida, y estaba mirando la televisión como
si estuviese sólo medio interesado en lo que estaba pasando.
Él había tenido un día largo en el trabajo.
Yo sólo había tenido un largo día.
60
Y ahora estaba aterrada. Aterrada por respuestas. Aterrada de
arruinarlo. De perderlo… todo.
Habíamos estado en casa desde Hawaii por casi cuatro semanas y yo
había estado escondiéndole mis náuseas a Braden desde aquella
primera mañana. Después de una visita al médico ese día estaba casi
segura del diagnóstico, pero no lo sabría hasta que llamaron para
confirmar los resultados.
—¿Jocelyn?
Volteé la cabeza para mirar a mi marido.
Me miraba con el ceño fruncido por la preocupación.
—¿Qué pasa, nena?
—Nada —susurré, con el corazón latiendo con fuerza contra mis
costillas.
—No es nada. Has estado callada. Tensa.
Me encogí de hombros.
—Sólo estoy en ascuas a la espera de ver si esa agente literaria en
Nueva York quiere firmar conmigo.
Después de meses y meses de cartas de rechazo había recibido un
correo electrónico en respuesta de una agente literaria de una de las
mayores agencias en Nueva York pidiéndome los tres primeros capítulos
de mi manuscrito. Cuando ella envió un correo electrónico pidiendo ver
el resto, yo no lo podía creer. Había estado tratando de no hacerme
ilusiones, y mi preocupación secreta estaba ayudando a mantener eso
fuera de mi mente.
—¿Estás segura de que eso es todo?
Me enfermaba mentirle. Así que no lo hice. En su lugar me levanté
lentamente y me acerqué a él, subiéndome a la silla con él de modo
que estaba a horcajadas sobre su regazo.
—Ojalá estuviésemos de vuelta en Hawaii —susurré contra su boca
mientras él pasaba sus manos por mi espalda—. Ojalá, ojalá, ojalá…
—Joc…
61
Lo interrumpí con un duro y desesperado beso, y esa noche hice el
amor con mi marido como si supiera que lo que estaba por venir podría
cambiarlo todo.
***
Ellie y Adam se habían enamorado de una propiedad en la Calle
Escocia, y en un intento por distraerme, dejé que Ellie fijara otra visita
para que las chicas y yo pudiéramos echarle un vistazo. Jo, Liv y yo
seguimos a Ellie y a su agente de bienes raíces por todo el apartamento
de estilo georgiano, y por un tiempo la exuberancia de Ellie y los
emocionantes planes para el apartamento me alejaron de mi
problema. Por un momento, incluso olvidé que tenía un problema, así
que fue un poco como ser sacudida de nuevo a la realidad cuando mi
teléfono sonó mientras estábamos saliendo de la propiedad.
Mi estómago se revolvió.
Le di a las chicas una sonrisa de disculpa y me aparté a un lado para
responder.
—Señora Carmichael, es el Doctor Orr. Tenemos los resultados de su
prueba de embarazo. Me gustaría ser el primero en felicitarla, usted está
embarazada.
El mundo se inclinó hacia la izquierda.
—¿Señora Carmichael? —preguntó el Doctor Orr suavemente. Y luego
su tono se volvió más precavido—. Le daré tiempo para procesar la
noticia. Por favor, llame lo antes posible para planear su cuidado
prenatal. Fijaremos su primera cita con una partera.
—Gracias —me las arreglé para murmurar de alguna manera, cada
nervio temblando como si acabara de correr el Maratón de la Ciudad
de Nueva York. Colgué y deslicé mi teléfono de nuevo en mi bolso.
Podía escuchar a alguien tratando de hablarme.
Voy a ser mamá.
Alguien me estaba interrogando.
Voy a tener un hijo.
—Joss, ¿qué pasa? —La frenética voz de Ellie finalmente se abrió paso.
62
Levanté la mirada hacia ella, su hermoso rostro un poco borroso en mi
angustia.
—Me tengo que ir.
—¿A dónde?
—Yo sólo… —El mundo se inclinó a la derecha—. Me tengo que ir.
—En serio, me estás asustando. ¿Qué está pasando?
¿Ella estaba asustada? ¡Ella estaba asustada!
—Ellie —dije bruscamente, sintiendo una mano invisible envolverse
alrededor de mi garganta y constreñir mi respiración—. Sólo… —Me
detuve en seco ante la preocupación no adulterada en sus ojos—.
Necesito estar sola un rato.
Esperé por su asentimiento y tan pronto como lo obtuve, tan pronto
como supe que ella comprendía que no la estaba excluyendo —sólo
necesitaba espacio— giré sobre mis talones y comencé a caminar, casi
corriendo, hacia el castillo.
De alguna manera una caminata de treinta minutos había terminado
en un instante. Estaba comprando mi entrada al castillo, estaba
subiendo a pie las escaleras Lang, y caminando a zancadas hacia la
sección elevada del castillo de Edimburgo donde se encontraba la
Capilla de Santa Margarita. Y justo afuera de la capilla estaba mi lugar.
Mi lugar con el cañón, Mons Meg1, y la mejor vista de Edimburgo.
Me apoyé en el cañón por un momento, haciendo caso omiso de los
turistas que estaban tratando de conseguir una fotografía del mismo.
Sintiendo su frío hierro fundido bajo mi mano, respiré profundo.
Yo iba a ser mamá.
Con las extremidades todavía temblando como un desastre de
gelatina, caminé hacia el parapeto, apoyé los codos en la pared, y
eché un vistazo hacia mi hogar.
Mons Meg: El gran cañón Mons Meg, el más destacado entre los cañones del Castillo
de Edimburgo, fue fabricado en la ciudad belga de Mons en 1449, y con sus seis
toneladas de peso, y con la última tecnología armamentística de la época, disparaba
proyectiles de 150 kilos de peso. Ubicado justo frente a la Capilla de Santa Margarita,
es el cañón más importante en la historia militar de Escocia.
1
63
Aquí era donde encontraba mi calma. Por la razón que sea, este lugar
en el Castle Hill me permitía ordenar mis sentimientos, procesarlos, lidiar
con ellos. Era mi lugar especial. Y no lo había necesitado en un tiempo.
Pero ahora que iba a ser mamá… ahora, además de tener a Braden y a
Ellie y a toda mi familia y amigos que perder, yo tenía algo milagroso
que perder. Mi hijo.
Las lágrimas ardían en mi garganta, el miedo convirtiéndose en algo
crudo dentro de mí.
—¿Jocelyn?
Me di la vuelta ante el sonido de la voz de Braden, sabiendo que todo
lo que estaba sintiendo tenía que estar escrito por todo mi rostro.
Ellie debía haberlo llamado y él había adivinado exactamente a donde
iría yo.
Los rasgos de Braden se tornaron preocupados al verme y él se apresuró
hacía mí, aferrando mis brazos en sus manos.
—Cariño, ¿qué pasó?
—Estoy embarazada —dejé escapar, las lágrimas derramándose por mis
mejillas.
Braden se echó hacia atrás como si lo hubiese golpeado. Me miró
fijamente por un largo rato, como si estuviese tratando de entenderme.
En un abrir y cerrar de ojos él lucía como si le hubiesen dado un
puñetazo en el estómago.
—¿Así que viniste aquí? —susurró con incredulidad.
No sabía lo que eso significaba, pero rápidamente me di cuenta que no
significaba nada bueno.
—Braden…
—No lo hagas. —Me interrumpió, apartándose de mí—. No aquí.
Había una inquietud, un nuevo temor, al dejar mi lugar antes de que
hubiese tenido la oportunidad de procesar todo en mi cabeza. Sólo
había querido tener esa oportunidad antes de que Braden y yo…
Caminamos en tenso silencio colina abajo y fuera del castillo. Braden
tenía un taxi esperando por nosotros en la explanada. Estaba tan fuera
64
de mí que ni siquiera me di cuenta que Braden no me había tocado.
Me abrió la puerta, pero no puso su mano en mi brazo para ayudarme a
entrar. No se sentó cerca de mí una vez que estuvimos dentro. Me había
dado cuenta de todo esto más tarde, cuando mi cerebro no era un
tumulto de pensamientos y mi estómago y pecho no estaban
inundados con demasiados sentimientos.
Ni una palabra fue dicha entre nosotros, no hasta que la puerta de
nuestro apartamento estuvo cerrada detrás de nosotros y estuvimos
parados uno frente al otro en la cocina.
Los rasgos de Braden estaban endurecidos de una manera que no me
gustaba.
—¿Estás embarazada con mi hijo y esa es una noticia tan jodidamente
horrible que vas al castillo?
No podía creer que él pensara… ¡No era eso en absoluto!
—Braden…
—¿Eres feliz o eres infeliz? —dijo bruscamente, su rostro brillando con
desesperación.
Mi corazón estaba palpitando con tanta fuerza en mi pecho, que pensé
que podría vomitar.
—Braden. —Mis labios se estremecieron, mi nariz escocía—. No es así de
simple.
Él se echó hacia atrás una vez más, con un dolor en sus ojos que
rápidamente hizo a un lado.
—Déjame…
No tuve la oportunidad de terminar. Él salió del apartamento
demasiado rápido.
Temblando, me hundí en una silla. No sólo no me había sido dada la
oportunidad de procesar mis propios sentimientos, sino que quedé
confundida y asustada por los de Braden. Él era el tipo de hombre que
te daba una oportunidad para explicar, pero obviamente había
tomado mi reacción al embarazo de la forma equivocada, y ahora
estaba demasiado herido para escuchar.
Sólo necesitaba explicarle.
65
Él tenía que escuchar.
***
Era tarde, pero dejé un mensaje en el correo de voz de la oficina de la
Doctora Pritchard preguntando si podía programar una cita esa
semana. La Doctora Kathryn Pritchard era mi terapeuta y me había
ayudado a recorrer un largo camino en tratar con mi trastorno de estrés
postraumático. Me había ayudado a llorar por mi familia y me había
ayudado a ocuparme de mis temores. No había programado una
reunión con ella en un tiempo, pero necesitaba a alguien imparcial
para hablar de esto.
Braden permaneció desaparecido durante horas. Recibí un mensaje de
texto de Ellie preguntándome si estaba bien. Era obvio que Braden le
había dicho a Adam acerca de mi embarazo y Ellie sabía. Ella sólo
estaba tratando de averiguar cómo tratar conmigo. Sabía esto porque
normalmente me llamaba o incluso venía al apartamento. Un mensaje
por noticias así de enorme… Sí, ella no sabía cómo manejar mi
reacción.
Mirando hacia abajo a la foto de mí con mi familia que Braden había
enmarcado y me había dado para Navidad, intenté juntar mis entrañas
de nuevo. Miré a Beth, mi hermana menor a quien estrechaba
fuertemente en mis brazos, y traté de hacer esto y comprender
exactamente lo que estaba sintiendo en ese momento. El temor
coloreaba todo, ni siquiera estaba segura de que fuera infeliz con la
idea de ser mamá. Era pronto. Antes de lo que hubiera querido, pero si
tan sólo pudiera superar el miedo, tal vez vería que no sería algo tan
malo. No es algo malo en lo absoluto. Este bebé era un producto de
Braden y yo. Una parte de él. Una hermosa parte de él. Un regalo que
nos hemos dado entre sí.
A pesar de lo mucho que me encantaba la improvisada familia que
había creado en Edimburgo, ésta era la oportunidad de tener mi propia
familia.
Esa desgarradora presión empujó y rasgó mi pecho de nuevo pero
luché a través de ella, respirando profunda y tranquilamente.
Ahora sólo tenía que explicarle todo esto a Braden, para que así él viera
que no estaba llamando a otro “momento Ellie”, dejándolo fuera
cuando las cosas se ponen difíciles como hice cuando Ellie fue
66
diagnosticada con un tumor cerebral. Sólo quería que él comprendiera
lo que estaba sucediendo en mi interior.
Ven. Había recorrido un largo camino.
Salté ante el sonido de la puerta abrirse y cerrarse. Mi pulso vibraba más
fuerte debajo de mi piel mientras los pasos de Braden se volvían más
fuertes cuanto más cerca llegaba de nuestra habitación.
Se detuvo contra el oscuro telón de fondo de la sala, la luz suave en
nuestro dormitorio apenas lo dejaba fuera de la sombra, pero podía ver
que su expresión era cansada. Triste, incluso.
Me senté, a la espera.
—Hoy se supone que iba a ser el día más feliz de nuestras vidas.
La culpa carcomió mi estómago e hice un gesto de dolor a modo de
disculpa.
—Necesito una respuesta —exigió suavemente—. Necesito saber si estás
feliz de estar embarazada de mi hijo. Después de todo lo que hemos
pasado, necesito esa respuesta.
Me moví, llegando hasta él.
—Por favor, sólo permíteme explicarte. Yo…
—Respuesta incorrecta —pronunció cortantemente, con su expresión
apagándose—. No puedo creerte… después de todo… estamos de
vuelta aquí una vez más. —Se volvió, dejándome sorprendida,
boquiabierta mientras se iba enfurecido por nuestro pasillo. Una puerta
se cerró bruscamente y me bajé de la cama y fui a la sala para ver la
luz encenderse, brillando bajo la puerta del dormitorio de invitados.
Las lágrimas me estaban ahogando y me tragué el nudo en mi
respiración mientras volvía a nuestro dormitorio en puntillas. Mi marido y
yo habíamos peleado muy pocas veces en los últimos años, pero ni una
vez Braden había permitido que se interpusiera entre nosotros. Él siempre
dormía en nuestra cama conmigo y siempre me atraía cerca en la
noche.
Lágrimas calientes se deslizaron por mis mejillas.
Lo había lastimado.
67
Y por primera vez en realmente un largo tiempo, él me había lastimado
también.
***
Toda esa noche di vueltas en la cama y giré sin cesar, con mis ojos
puestos en el pasillo. Una gran parte de mí quería ir a nuestra habitación
de invitados y sacudir a Braden hasta despertarlo y hacer que me
escuchara, pero entre más me recostaba ahí y mientras más pensaba
todo, pensé que lo más adecuado era dejarlo dormir para así poder
tener una conversación racional en la mañana.
Salvo que estaba agotada por la falta de sueño. Me levanté poco
antes de las seis de la mañana, sentada en la cocina bebiendo café y
tratando de leer un libro. Justo antes de que la alarma de Braden
sonara, me levanté e hice café recién hecho para él.
No mucho después, deambuló en la cocina en su pijama, con su
cabello desordenado, y morí de dolor y amor cuando evitó mis ojos.
—Te hice café —le dije tranquilamente, tratando de determinar si esto lo
suavizaría o no.
—Gracias —musitó, tomando la taza. Se inclinó contra la encimera,
mirando fijamente a la pared.
Mi estómago dio un giro desagradable.
Tengo que explicarle para que deje de pensar lo peor de mí.
—Braden…
—Me tengo que bañar. —Salió de la cocina abruptamente.
—¡Tenemos que hablar! —le grité con ira.
Su respuesta fue cerrar de un portazo la puerta del cuarto de baño.
Este era un nuevo lado de mi marido. Y no me gustaba ni un poquito.
Me levanté, lista para la batalla, cuando un golpe en la puerta me
detuvo. Ese golpe fue seguido por una llave girando en la cerradura, y
supe entonces que era Ellie.
Preparándome, me pregunté si sería capaz de manejar a dos de mis
personas favoritas estando tan enfadados conmigo. Hace tres años
68
habría sido facilísimo. Pero estos idiotas me habían ablandado, me
gustara admitirlo o no.
Ellie apareció en el marco de la cocina, con sus ojos azules
instantáneamente encontrándome.
Lo que sea que vio en mi rostro la puso pálida y vino directamente
hacia mí, con los brazos abiertos.
Me relajé en su abrazo, sin ni siquiera darme cuenta hasta entonces lo
mucho que lo necesitaba.
—Ni siquiera sé si debo decir felicitaciones.
Me tensé.
Ellie se echó hacia atrás, mirándome con cautela.
—Braden está muy molesto.
Yo no podía hablar. Quería. Pero tenía miedo de que si lo hacía gritaría.
—Mira, estoy aquí, Joss. —Ella frotó mi hombro en consuelo—. Estoy aquí
si me necesitas.
Tragando más allá de la ráfaga de gritos, asentí y le agradecí
toscamente.
Permanecimos en silencio mientras le hacía una taza de té y nos
sentamos en la mesa. Se me ocurrió mientras nos sentamos en silencio
que quizás, si le decía a Ellie todo lo que estaba sintiendo, Braden la
escucharía. No sabía lo que estaba pasando con mi normalmente
comprensivo y compasivo marido, pero lo que sí sabía era que él estaba
más enfadado de lo que nunca lo había visto, y claramente no
dispuesto a escuchar nada de lo que tenía que decir. Él podría
escuchar a Ellie.
Abrí mi boca para hablar cuando el sonido de la puerta del baño
abriéndose me detuvo. Ellie y yo nos dimos la vuelta para ver a Braden y
al pasar la puerta le dio a su hermana un asentimiento de saludo y
siguió hacia el dormitorio para prepararse para el trabajo. En un
domingo.
Ellie se giró hacia mí, con sus ojos interrogantes.
Tomé su mano y la apreté.
69
—Durmió en tu antigua habitación anoche —susurré—. Nunca había
hecho eso antes.
La expresión de mi amiga se volvió dolida.
—Joss… habla…
La náusea me golpeó antes de que Ellie pudiera terminar su frase y
estaba de pie, inclinándome en el fregadero de la cocina. Sentí sus
manos en mi cabello, sosteniéndolo. Después de vomitar lo último de
mis náuseas matutinas, me hundí hacia atrás contra Els, agradecida por
su reconfortante presencia. El borrón de un movimiento fuera de la
esquina de mi ojo atrajo mi atención y me congelé ante la vista de
Braden mirándome, con un músculo tensándose en su mandíbula. Se
volvió hacia Ellie.
—Dale a Elodie mis disculpas por faltar a la cena del domingo. Voy a
estar todo el día en reuniones. Y, uh —me dio una mirada cortante antes
de echar un vistazo a su hermana—, quédate con ella hasta que se
sienta mejor.
La ira ardió a través de mí mientras Braden salía del apartamento,
haciendo caso omiso de los conmocionados y confusos llamados de
Ellie.
La lastimera y compasiva mirada de ella de repente se convirtió en
dolorosa en lugar de reconfortante.
Me retiré de los brazos de Ellie.
—Lo siento, cariño. Yo sólo… voy a volver a la cama.
Ella asintió con cuidado y me dejó ir.
***
No podía dormir. Seguía reproduciendo todo en mi cabeza una y otra
vez, tratando de averiguar qué decirle a Braden en primer lugar para
hacerlo detenerse y hablar conmigo. Lo tenía todo planeado, pero la
cena pasó y él todavía no se presentaba.
Entonces, la noche.
Le escribí un mensaje y no obtuve respuesta. Llamé. Ninguna respuesta.
Le envíe un mensaje a Adam, pero él no estaba con Adam.
70
Por último, sólo después de las dos de la mañana, la puerta delantera se
abrió. La furia me impulsó fuera de nuestro dormitorio e irrumpí en la sala
mientras Braden cerraba la puerta detrás de él. Sus ojos se trasladaron
hacia mí pero era como si estuviera mirando a través de mí mientras
comenzaba a caminar hacia la habitación de invitados.
¡Oh, no! ¡Otra vez no!
—¿Dónde has estado? —espeté, agarrando su brazo de manera que
me mirara.
Alejó su brazo de un tirón como si no pudiera soportar ser tocado por mí.
—Fuera —me dijo simplemente, con su tono cortante. Y, a continuación,
desapareció dentro de la habitación de invitados, sin siquiera
percatarse de que probablemente me veía como si él me hubiera
arrollado con un auto.
Tenía teorías del por qué estaba tan enojado. Sabía que él creía que no
quería a su hijo. Me pregunté si estaba cuestionando todo acerca de
nosotros. Me pregunté si él tenía miedo. Me pregunté por qué no podía
simplemente decirme todo eso. Pensé que habíamos llegado más allá
de eso. No… supongo que había, probablemente injustamente,
pensado que me veía a través de cualquier cosa.
Hace mucho tiempo casi me dejó definitivamente por dejarlo fuera. Y
ahora él me estaba dejando a mí fuera. Se sumergió dentro de su
cabeza y no me dejaba acercarme a él.
Ni siquiera quería que lo tocara, y eso dolía y me asustaba tanto que no
quería sentir nada. Me gustaría dormir para ayudar con eso, pero el
sueño me estaba eludiendo. En su lugar, me encerré en el cuarto de
baño y me desvestí. Encendí la ducha y entré al agua fría como el hielo,
lo que permitió que el shock se disipara en entumecimiento. Con mi
mente a la deriva, mis manos cubriendo la parte baja de mi estómago
protectoramente, cerré los ojos. Podía estar entumecida por todas
partes menos allí.
Me pareció escuchar un amortiguado “mierda” y abrí mis ojos justo
cuando Braden estaba abriendo la puerta de la ducha. Extendió la
mano, con sus rasgos como el granito mientras cambiaba la manilla a
caliente. Sus ojos se clavaron en mí.
—¿Estás intentando pescar una maldita neumonía?
71
Jadeando, palidecí. No había estado pensando. Obviamente.
—Permanece ahí hasta que te calientes —espetó Braden.
¿Dónde estaba mi marido?
Todo lo que estaba sintiendo de repente rompió el entumecimiento.
Todo el miedo, la culpa, la ira, la soledad de los últimos días, y en
especial el dolor.
Braden se sacudió hacia atrás, confusión y algo como miedo entraron
en su expresión.
Pero como este hombre era un extraño… no me importó una mierda
cómo se sentía.
Me extendí, mirándolo fijamente con la mirada vacía, cerré la puerta de
la ducha, y le di la espalda.
72
7
Castle Hill
Traducido por Nelshia, Nnancyc y Otravaga
Corregido por LizC
—H
a pasado un tiempo, Joss. ¿Qué ha estado
ocurriendo? —preguntó la Doctora Pritchard en esa
cuidadosa voz suya. Ella había llegado a dominar el
arte de no sonar preocupada. Tampoco demasiado
relajada. Sólo calmada. Reconfortante.
Solía fastidiarme por completo. Hubo un tiempo en que habría dado
cualquier cosa por oírla gritar a sus hijos por alguna fechoría sólo para
poder escuchar un poco de presión arterial elevada en su voz. Quería
pruebas de que era humana.
Ahora sabía que ella era humana. Podría incluso estar un poco en el
lado sarcástico. Esa es probablemente la razón por la que me gustaba
tanto.
—Braden y yo nos casamos —le informé en voz baja, con las manos
descansando en mi estómago.
Ella sonrió.
—Felicitaciones.
—Gracias.
La Doctora Pritchard levantó una ceja. Dio un buen levantamiento de
ceja.
—¿Algo más?
Aligerando la razón de mi visita, evité el tema por completo.
73
—Conseguí un agente. —Eso era cierto. Dana había llamado a
principios de la semana y había firmado con ella. Debería haber sido
uno de los momentos más emocionantes de mi vida—. Ella tiene una
editorial interesada en mi manuscrito. —De hecho. Una vez más,
debería haber sido uno de los momentos más emocionantes de mi vida.
—Esa es una gran noticia.
La Doctora Pritchard también parecía temer a la exageración y a las
expresiones de emoción. Una vez más, otra de las razones por las que
me gustaba tanto.
—Estoy embarazada.
La buena doctora permaneció tranquila un momento mientras
procesaba mi balbuceo.
—¿Es por eso que estás aquí?
Asentí, tratando de ignorar el nudo de lágrimas en mi garganta mientras
pensaba en los últimos días. Nuestra casa había sido un lugar silencioso
y frío recientemente. Toda mi vida lo había sido. Ellie y Adam se habían
negado a entrometerse, por lo que se estaban quedando fuera por
completo. Creo Ellie debe haber hablado con Elodie para lo mismo
porque no había oído hablar de ella. Había recibido mensajes de textos
tentativos de mis amigos, pero nadie quería sacar el tema.
—Eso edificó este enorme muro entre Braden y yo.
—¿Eso lo ha hecho o tú lo haces?
—En realidad, él lo ha hecho. —Me encogí de hombros—. Tuve miedo
cuando sospeché que estaba embarazada. Estaba aterrorizada
cuando me enteré de que era verdad. Pero sabía que eso no era todo.
Yo sólo… tenía que alejarme, ir a mi lugar para procesarlo. Antes de que
pudiera, Braden llegó allí, le dije, y él echó un vistazo a mi rostro y
asumió… lo peor.
—¿Lo peor?
—Que soy infeliz. Que no quiero un hijo con él. Está tan enojado, tan
herido, él no me dejó y aún no me permite explicar.
—¿Y qué le dirías si te diera la oportunidad?
Mis manos se presionaron más firme contra mi estómago.
74
—Que nuestro hijo significa más para mí que cualquier cosa jamás lo ha
hecho antes. Que me da miedo sentir eso por nadie. Siempre lo hará.
Pero que estoy trabajando en eso, ahora. Que todavía estoy asustada,
y me da miedo arruinarlo todo, pero que yo quiero esto con él. Sólo
necesitaba tiempo para averiguar lo que estaba sintiendo.
—¿Y eso era?
Sonreí ante la ironía.
—Tan feliz que estaba paralizada.
—¿Todavía crees que todo lo bueno será seguido de algo malo?
—No lo he hecho desde hace mucho tiempo. —Sacudí la cabeza—.
Pero esto es enorme. Tuve una recaída.
—Joss, se te permite sentirte de esta manera. Lo reconociste y estás
trabajando en ello. Eso es todo lo que cualquiera puede pedir.
Nos quedamos en silencio un momento mientras estudiaba mis anillos
de boda, torciendo las bandas en mi dedo.
—Él me lastimó —susurré, no queriendo admitirlo en voz alta.
—¿Braden?
Asentí con la cabeza.
—Él no es perfecto, Joss. Siempre has sabido que era un hombre de
familia. Debe ser difícil para él preguntarse si está casado con una mujer
que podría ser infeliz por llevar a su propio hijo, su hijo.
—Pero él no me va a dejar explicar.
Ella inclinó su cabeza hacia un lado, dándome una pequeña sonrisa
tranquilizadora.
—Tal vez él tiene miedo de escuchar lo que tienes que decir. Así que,
haz que escuche.
—Lo haría… pero…
—Joss…
—Cuando se fue me culpé —admití—. La forma en que reaccioné…
puedo ver por qué él se sentiría de esta manera, actuar de esta
manera. Pero cuando está justo frente a mí, mirando a través de mí, no
75
queriendo que lo toque, incapaz de soportar mi toque, casi lo odio. Me
siento tan sola. —Las lágrimas rodaron por mis mejillas—. Y él prometió
que no me sentiría de esa manera otra vez.
La Doctora Pritchard se inclinó y apretó pañuelos en mi mano, dando un
apretón reconfortante mientras lo hacía.
—Tienes que tratar de superar esa sensación el tiempo suficiente para
hablar con él. Este es un caso de total falta de comunicación y ustedes
dos han llegado demasiado lejos para dejar que eso los destruya.
Asentí mientras me limpiaba las lágrimas.
—Y Joss.
—¿Sí?
Sonrió amablemente.
—Felicidades.
Ella era la primera persona en decírmelo en persona, y aunque
comprendí que era mi culpa que nadie más lo hiciera, aún así era
agradable escucharlo.
—Gracias.
***
Apagué la laptop después de haber acabado de comprar todos los
libros de auto-ayuda que Amazon tenía de ser mamá por primera vez.
Después de mi sesión con la Doctora Pritchard volví a casa, a un
apartamento vacío y entré a este modo hiperactivo, de limpiar, arreglar
y tirar cosas. También ignoré los recordatorios de que Braden y yo no
estábamos compartiendo la misma cama cuando entré en la
habitación de invitados para medirlo y vi sus cosas esparcidas por todas
partes. Este iba a ser el cuarto de nuestro hijo. Estaba pensando en
amarillo o verde para una combinación de colores ya que ambos eran
de género neutral.
Entonces abrí mi laptop para revisar un correo electrónico de mi nuevo
agente, diciéndome que había enviado mi manuscrito al editor, y le
gustaría que yo empezara a pensar conceptos para un nuevo libro. Por
un tiempo escribí notas de varias ideas que habían surgido, para
complementar más tarde.
76
Y entonces empecé a enloquecer al pensar que yo no sabía nada
acerca de ser una madre y comencé con comprar compulsivamente
en línea.
Con los nervios exaltados, me paré frente al espejo de nuestro
dormitorio y levanté mi camiseta.
Nada de barriga aún.
Pasé mi mano sobre mi estómago pensando en lo extraño que era que
había una pequeña persona dentro de mí, a quien yo ya amaba más
allá de la razón.
Ahora si sólo mi marido me diera la oportunidad de decirle eso.
Miré el espacio entre la ventana y la cama preguntándome si había
espacio suficiente para poner la cuna del bebé allí por un tiempo.
Quería que él o ella estén cerca de nosotros. Ya sabía que iba a
encontrar difícil dormir si no sabía que nuestro hijo estaba a salvo y al
alcance de la mano.
Después de unos minutos de infructuosa búsqueda de la cinta métrica,
vagué de nuevo en la habitación de invitados para ver si la había
dejado allí. La encontré en la mesa de noche, pero a medida que me
alejaba, la dirección en una carta medio escondida debajo de un libro
me detuvo en seco.
Con el latido del corazón terriblemente alto, deslicé la carta fuera de
debajo de la novela y el miedo hormigueó por mi piel con escalofríos
mientras la leía.
Mis dedos quedaron adormecidos y la carta revoloteó fuera de mi
alcance hacia el suelo.
Era una carta para los inquilinos de Braden, pidiéndoles desocupar la
dependencia en el plazo de un mes. Era su ático de soltero en el
Meadows. El que había puesto en renta cuando se mudó conmigo.
El que podía tomar de vuelta de los inquilinos en un corto plazo si lo
necesitaba para uso personal.
Mi timbre sonó.
Una distracción bienvenida del miedo puro corriendo frío en mis venas.
77
—¿Liv? —dije, después de abrir mi puerta, sorprendida de verla en mi
umbral.
Olivia y yo éramos buenas amigas, pero por alguna razón ella no era la
primera persona que esperaba ver. Jo y yo éramos más cercanas. Liv y
yo sólo nos conocíamos debido a Jo, pero rápidamente nos habíamos
unido como conciudadanas americanas y entusiastas de libros.
Los ojos de Liv barrieron sobre mí con preocupación y al instante me
tensé. Sabía lo que estaba viendo. Los círculos oscuros bajo mis ojos
porque no había estado durmiendo; un aspecto pálido, repulsivo; y el
cabello que estaba por todos lados.
—¿Está Braden aquí? —preguntó casualmente mientras irrumpía justo
delante de mí y dentro del apartamento.
No había necesidad de irrumpir. Daba la bienvenida a su presencia,
siempre y cuando habláramos de cualquier otra cosa que no sea
Braden y mi embarazo.
—No, él está en el trabajo —le contesté mientras la seguía a la cocina.
Cuando llegué ahí, ella ya estaba haciendo café. Ella frunció el ceño.
—Necesitas cuidar mejor de ti misma.
—He estado ocupada —salté a un tema diferente rápidamente—. Un
agente literario de Nueva York me representa ahora.
Liv sonrió con emoción.
—¿Ella amó tu libro?
—Ella amó mi libro.
—Joss, eso es increíble.
Le devolví la sonrisa, sabiendo que de todos Liv sería la única en
realmente entendería lo genial que era. Liv era una bibliotecaria. Los
libros eran su pasión.
Cuando sus ojos cayeron a mi estómago, la incertidumbre entrando en
sus profundidades, interrumpí su obvia siguiente pregunta.
—Ella piensa que debería empezar a trabajar en otro.
Para mi alivio, Liv me permitió zafarme con la distracción,
escuchándome vociferar sobre mis ideas diferentes mientras nos
78
instalábamos en la sala de estar con café y galletas. Cualquier cosa,
cualquier cosa, para olvidar la carta que acababa encontrar.
Yo estaba en mitad de una frase acerca de esta loca idea distópica
que tuve, que era completamente diferente a lo que mi agente tenía
en mente cuando me pidió que pensara en nuevos conceptos, cuando
la puerta principal se abrió.
Braden.
Sentí mi cuerpo entero bloquearse con tensión mientras miraba,
esperando con esta horrible sensación de malestar en mi estómago, a
que Braden apareciera en la puerta y me aplaste.
Él apareció, viéndose tan cansado como yo me sentía, y se detuvo en
el umbral.
—Liv. —La saludó antes de mirar hacia mí. Sus ojos instantáneamente se
estrecharon a la vista de mí—. ¿Has dormido hoy?
¿Me estás dejando?
—No pude.
Viéndose molesto, suspiró.
—Necesitas dormir un poco. —Tirando de su corbata, se encaminó fuera
de la vista.
—¿Joss? —El susurro ansioso de Liv trajo mi atención de regreso a ella. Se
veía tan preocupada por mí—. Chica, ¿qué estás haciendo?
¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estoy haciendo?
—No lo hagas. —Ella no sabe una mierda.
Nos sentamos en silencio tenso, bebiendo café.
—Tengo una reunión tardía con Adam —oímos decir a Braden mientras
caminaba por el pasillo. Otra mentira. La puerta principal se cerró de
golpe detrás de él. Me estremecí y traté desesperadamente de no
llorar. Este embarazo me estaba convirtiendo en un agujero negro
emocional.
—Oh, cariño. —Liv se puso de pie, como si viniera a abrazarme.
Levanté una mano para detenerla.
79
—Me abrazas y no voy a dejar de llorar. Y necesito no llorar.
Ella se quedó inmóvil, mirándose impotente y enojada porque se sentía
de esa manera.
Sabía exactamente cómo se sentía.
—No soy yo. —Necesitaba que alguien aparte de la Doctora Pritchard
supiera eso—. No lo he excluido. Ahora mismo estoy teniendo un tiempo
en verdad difícil y lo arruiné. Arruiné esto para él.
—¿Él es el que no está hablando contigo?
—Habla. Pero es… es como si apenas pudiera soportar estar en la
misma habitación que yo estoy. No me ha preguntado cómo me siento
sobre esto ahora que la sorpresa ha pasado. No quiere saber. No quiere
que lo toque…
—Lo siento, Joss.
—Él nunca ha sido así. —La carta volvió a mi mente y sentí ese pánico
tragarme por completo—. Creo que lo he jodido. —Mi risa histérica de
inmediato se volvió en sollozos fuertes, duros que no podía controlar. No
podía siquiera estar mortificada de que me estaba derrumbando.
Estaba llorando tan duro para que me importe.
Sentí la calidez reconfortante de Liv mientras con cuidado me
acercaba a su lado en la silla y se acurrucaba a mi lado para así ella
poder presionarme entre sus brazos. Y luego todo, simplemente
desapareció mientras la dejaba calmarme, las lágrimas empapando su
camisa un testimonio al hecho que yo no estaba sola.
No fui consciente de las sacudidas deteniéndose, o las lágrimas
llegando a un alto. Todo quedó en negro cuando al final caí en el
profundo alivio del sueño.
***
Mis ojos se sentían doloridos cuanto intenté abrirlos, la consciencia
volviendo a mí, y con ella la sensación de algo pesado y cálido
descansando en mi cintura.
Cuando abrí los ojos, me di cuenta que se sentían hinchados y ahí fue
cuando recordé el por qué. Me tensé por el recuerdo de llorar en los
brazos de Liv al mismo tiempo que miraba al rostro dormido de mi
marido.
80
La calidez pesada alrededor de mi cintura era su brazo.
Estábamos acostados en la cama, juntos.
No sabía cómo habíamos llegado aquí.
Comencé a llorar de nuevo.
El brazo de Braden se apretó alrededor de mí y a través de la imagen
borrosa por las lágrimas, vi que lo había despertado.
—No era que no estaba feliz —susurré, lamiendo el agua salada de mis
labios—. Estaba tan feliz que me aterrorizó.
Sus dedos cálidos rozaron mi mentón y sentí la gentil presión de su toque
mientras inclinaba mi cabeza hacia atrás de modo que encontraría su
mirada dubitativa.
—¿Aterrorizada?
Asentí.
—Sólo porque no lo estuve en un largo tiempo, no quiere decir que
todavía no me sienta de esa forma. No me dejaste explicar. Todavía
estoy aterrorizada de perder todo lo bueno que tenemos juntos. —
Teníamos juntos.
Braden frunció el ceño, incorporándose.
—Estás aterrorizada de perder a nuestro bebé, por lo que me excluiste
antes de que yo…
—¡No! —Me senté, mirándolo fijamente—. Tú me excluiste.
—Pensé que habíamos pasado todo eso.
—Entonces, ¡me dejas jodidamente explicar!
Me miró con furia pero se calló.
También lo miré con furia.
—Sabes que tengo miedo de perder a las personas que amo. Pero mi
hijo, nuestro hijo, ya lo amo tanto que no puedo respirar. La idea de
algo sucediendo…
Branden negó con la cabeza lentamente.
81
—Seguiste evitando hablar sobre tener niños… comencé a
preocuparme de que no los quisieras. Pensé que contigo huyendo al
castillo significaba que estabas preparándote para dejarme fuera
porque… no querías a nuestro hijo. Luego cuando intestaste explicar, yo
estaba… —Suspiró.
—¿Estabas qué?
—Asustado —admitió en voz baja, sus ojos fijos en los míos—. Mi madre
nunca me quiso, Jocelyn. Nunca. No fui un niño feliz y nunca desearía
esa clase de infancia para nadie, mucho menos para mis propios hijos.
Me prometí que si alguna vez tenía hijos, sería la clase de padre que el
mío nunca fue y con certeza no me casaría con una mujer que no los
trataría como si fueran su mundo entero. Así que no sabía cómo
sentirme sobre mi esposa no queriendo a nuestro hijo. No sabía cómo
reaccionar a eso y qué significaba para nosotros.
Un dolor como una cuchillada cruzó mi pecho.
—¿Esa es la razón por la que te vas a mudar?
—¿Qué? —preguntó con incredulidad, sus ojos oscureciéndose—. ¿De
qué estás hablando?
—La carta. —Levanté una mano temblorosa, apuntando hacia el
pasillo—. Encontré la carta en la habitación de invitados. La que le pides
a los inquilinos de tu antiguo apartamento que se muden en un mes.
Un silencio denso cayó entre nosotros.
Braden salió de la cama, con la mirada perdida por un momento antes
de volverse a mí con una ira muy conocida.
—Esa es la segunda carta para aquellos inquilinos. En la primera les dije
que estaban siendo desalojados debido a las quejas que había recibido
de los residentes del edificio. La carta que viste era una advertencia
diciéndoles cuanto tiempo tenían para irse.
Oh.
Joder.
—Pensaste sin hablar conmigo, o intentar hacer funcionar esta mierda
que yo… que yo… ¡estaba dejándote! —gritó con incredulidad.
Oh, no, no acaba de enojarse. Salí de la cama en el lado opuesto.
82
—Me excluiste. ¡Estaba asustada y confundida y me dejaste sola! —Mi
voz se rompió cuando le grité, y la ruptura disminuyó mi voz—. No me
dejabas que te toque. Te echabas atrás cuando me acercaba. —
Observé su rostro suavizarse—. Me prometiste que ya no estaba sola,
pero en su lugar, me hiciste pensar que me odiabas. Y creo que te odio
un poco por eso.
Me di la vuelta para que no me viera llorar de nuevo.
Dos segundos después estaba girándome en sus brazos.
—Maldita sea, nena —susurró con voz ronca—. Puedes llevar a un
hombre a tus pies.
Había tanto alivio en sentir sus brazos alrededor de mí, su pecho debajo
de mi mejilla. Inhalando su aroma. Empapándome de él. Pero no le
devolví el abrazo.
—Lo siento —dijo medio gruñendo, con desesperación, a mi oído,
liberándome para mirarme a los ojos. Apartó el cabello de mi rostro
antes de acunarlo en sus manos. Había algo como pánico en ellos—.
Jocelyn, nunca te haré sentir así otra vez. Lo prometo. Lo siento tanto. —
Me besó duro, saboreando mis lágrimas—. Estaba asustado. Actué
como un idiota, pero sólo era debido a que este es nuestro hijo. Significa
más para mí que cualquier otra cosa jamás lo ha hecho. Lo jodí. Lo
arruiné esta vez, pero lo lamento. Lo lamento tanto, cariño. Te amo. ¿Me
crees? —Me presionó contra él, sus manos recorriendo mi espalda—.
¿Me crees?
Respiré profundamente, intentando dejar ir los últimos días. Sería muy
fácil aferrarme al dolor y la ira. Pero en su lugar, vi en retrospectiva a los
años cuando estaba tendida en los brazos de Braden, agradecida de
que él me hubiera perdonado por todo lo que le hice pasar.
Levanté los brazos y los envolví en torno a su espalda.
—Te creo.
Me besó una vez más, esta vez más lento, más profundo. Cuando se
apartó, estaba frunciendo el ceño.
—Lo jodí —repitió en voz baja.
—Bueno, era tu turno.
83
—Habrá veces —murmuró contra mis labios—, cuando no nos gustemos
mucho el uno al otro, pero necesito que sepas que nunca dejaré de
amarte. Esta vez fui yo el que estaba aterrorizado de perderte, y te alejé
porque tenía miedo de escuchar lo que tenías que decir. Si, Dios no lo
quiera, alguna vez te lastimara, dímelo. No me dejes fuera. No me
cierres la puerta de la ducha en la cara. Grítame. No me dejes escapar
de ello hasta que estés almacenando toda esa mierda y mirándome
como si estuvieras atormentada. Porque… Juro por Dios, que esa
mirada en tus ojos esa noche, casi rompió mi jodido corazón. Tenemos
que dejar de hacernos eso el uno al otro. Ahora mismo.
Asentí, aferrándome a él, el alivio y el perdón derritieron mi cuerpo en el
suyo.
—Lo prometo. Y no sólo por ti y por mí. Tenemos un bebé en el que
pensar de ahora en adelante. Por cierto, felicidades.
Los ojos de Braden se iluminaron.
—Felicidades, cariño.
Me reí.
—Oh, Jesucristo, eso nos tomó demasiado tiempo.
Me levantó en sus brazos, mis pies dejando el suelo. Automáticamente
me sostuve de su cuello y envolví las piernas alrededor de su cintura,
sólo para encontrarme siendo bajada sobre mi espalda en la cama.
Braden yació encima de mí, sus ojos afectuosos mirando directamente
a los míos.
—Te he extrañado.
Deslicé las manos debajo de su camisa, sintiendo su espalda caliente y
musculosa debajo de mis dedos.
—También te he extrañado —le dije con la voz quebrada—. Te amo
demasiado. Incluso cuando no te gusté mucho, te amé plenamente.
Su pulgar rozó por mi pómulo.
—Al igual que yo a ti, nena. Y jamás dejaré de amarte. Pero en caso
que tengas tus dudas —me lanzó una sonrisa rápida y acalorada
mientras sus dedos se curvaban en la cinturilla de mis pantalones de
84
chándal—, permíteme
frenéticamente te amo.
mostrarte
cuán
duro
y
profundo…
y
Incliné las caderas, dándole mejor acceso para que poco a poco me
sacara los pantalones. Tan pronto como se habían ido, rodeé su
espalda con mis piernas y sus hombros con mis brazos.
—Vamos a hacer esto en la ducha —murmuré con avidez contra su
boca.
Sosteniéndome con fuerza, Braden se puso de pie y acunó una mano
en mi nuca, llevando mi boca a la suya. Nos devoramos en ese beso,
saboreándonos, nuestros labios hinchándose por el besuqueo
apasionado.
—Me encanta besuquearme contigo —le confesé, acunando su cuello
mientras comenzó a caminar hacia el baño.
Sonrió en acuerdo y lentamente me bajó al suelo una vez que estuvimos
dentro del cuarto de baño. Me saqué la camiseta y me estiré para
encender la ducha mientras Branden se desvestía. Despojándome a mí
misma de mi sujetador y bragas, mis ojos hambrientos vagaron por el
cuerpo de mi marido cuando se sacó los bóxers cortos. La parte inferior
de mi vientre se apretó con necesidad cuando me atrajo con cuidado
a él, sus ojos claros ardiendo con deseo, sus manos acariciando mi
columna, tocando la curva de mi trasero.
Suspiré, pasando mis manos por su pecho, antes de darle besos suaves
a lo largo de sus pectorales, deteniéndome para saborear su tetilla con
mi lengua.
Me apretó el trasero, gruñendo y presionando su erección
profundamente en mi vientre. Continué explorándolo, mi boca trazando
besos por su piel, mientras mis manos bajaban rozando sus abdominales
fuertes, rocé sus caderas estrechas, y agarré su firme trasero.
Como represalia, Braden soltó mi trasero, acariciando mis lados hasta
que cubrió mis dos senos sensibles con sus manos. Un dolor placentero
se disparó a través de mí cuando los masajeó y jadeé, arqueando el
cuello.
—Están sensibles —susurré, recordándole mi estado de embarazo.
Los masajeó más fuerte y sentí una avalancha de excitación dispararse
entre mis piernas.
85
—Braden —gemí, presionándolos con más intensidad contra él.
Para mi decepción, liberó su agarre en mí.
Lo miré cuestionándolo y sonrió, contestando sin decir nada al
arquearme sobre su brazo y levantar mis pecho a su boca ardiente y
húmeda. Grité por la sensación de sus dientes raspando con suavidad
mi pezón y luego estaba esperando por compasión mientras él
chupaba hondo en su boca.
Mis pechos nunca habían estado tan sensibles antes.
—Oh, Dios, creo que me voy a correr —dije jadeando, incrédula, mis
caderas ondulando contra él.
Como si tuviera que probar esa teoría, Braden succionó más fuerte,
rodeando mi pezón con su lengua, mientras apretaba y masajeaba mi
otro seno.
Estaba en llamas, mi cuerpo entero caliente y tieso.
Y luego sentí la repercusión en mi estómago y la humedad resbaladiza
entre mis piernas. Acababa de tener un mini-orgasmo causado por
Braden jugando con mis pechos.
Él levantó la cabeza cuando sintió mi cuerpo relajarse, su mirada
inquisitiva.
Respirando con dificultad, sonreí lánguidamente, apartándole el
cabello del rostro.
—Sí.
Braden deslizó su mano por mi estómago sin esfuerzo y me estremecí, mi
sexo apretándose con anticipación. Deslizó dos dedos dentro de mí
fácilmente y sus ojos se oscurecieron.
—Estás empapada. —Movió sus dedos repetidamente y me mecí contra
ellos—. Esto va a ser divertido, nena —murmuró en tono amenazante.
Me aferré a sus hombros, moviéndome contra sus dedos.
—Cariño, no te detengas. —Estaba cerca de nuevo.
—Quiero probarte —dijo Braden, deteniendo la penetración—. Quiero
que te corras en mi lengua.
No iba a discutir con eso.
86
En segundos me encontré dentro de la ducha, con la espalda contra la
pared, Braden de rodillas. Él enganchó mi pierna por encima de su
hombro y yo hundí los dedos en su cabello a medida que bajaba su
boca mientras el agua de la ducha caía a raudales por su espalda.
Consumida por el placer, con perseguir el orgasmo, nada más
importaba salvo su lengua rodeando mi clítoris, sus dedos bombeando
dentro de mí. Mi cuerpo se puso rígido cuando el clímax se precipitó
sobre mí. Grité el nombre de mi marido mientras me estremecía por mi
liberación contra su talentosa lengua aún lamiendo.
Aletargada, lánguida, mis manos se deslizaron para descansar sobre los
hombros de Braden, pasando por su pecho mientras él se levantaba,
besándome con un erótico beso húmedo. Con una mano agarró la
parte posterior de mi muslo derecho, y con la otra mi trasero y de
alguna manera me las arreglé para saltar hacia arriba, envolviendo mis
piernas alrededor de él para que pudiera meter con cuidado su
caliente y palpitante pene dentro de mí. Mis músculos internos se
estremecieron ante la presión de él empujando hondo y Braden gimió
contra mis labios.
Nuestras miradas se sostuvieron mientras él se movía lentamente dentro
y fuera de mí, nuestra respiración haciéndose más superficial de forma
constante.
—Te extrañé —gruñó, su agarre sobre mí fuerte mientras sus embestidas
llegaban un poco más rápido.
—También te extrañé. —Lo besé. Lo besé con todo lo que tenía y
Braden dobló las rodillas, su pene empujando tan profundo dentro de
mí cuando él se alzó que mi grito separó nuestros labios.
Mis uñas se clavaron en su piel mientras continuaba follándome con una
lenta intensidad que de seguro me mataba. Todos mis músculos
estaban rígidos mientras me llevaba hacia otro clímax.
El cálido aliento de Braden resopló contra mi boca.
—Córrete para mí, nena —jadeó, sus caderas flexionándose más rápido
a medida que se acercaba—. Necesito que te corras, Jocelyn.
Como si fuese una señal la presión en la parte inferior de mi cuerpo
explotó y me hice pedazos en un grito ahogado, mi sexo ondulando
alrededor de Braden.
87
—Joder —gruñó, presionando su rostro en mi cuello mientras me follaba
más duro, más rápido, hasta que su propio grito de clímax fue
amortiguado contra mi piel. Sus caderas se sacudieron contra las mías,
estremeciéndose con fuerza mientras su pene inundaba mi vientre con
su caliente liberación.
Me quedé allí, entrelazada a su alrededor por un tiempo mientras
tratábamos de recuperar el control de nuestra respiración.
Finalmente, Braden levantó la cabeza y antes de que yo pudiera decirlo
él sonrió con suficiencia y murmuró:
—La. Mejor. Ducha. De. Mi. Vida.
***
Braden miró fijamente la vista y luego se volteó hacia mí con una arruga
de confusión en medio de su frente y una pizca de irritación en los ojos.
—Y estamos aquí, ¿por qué?
De pie más allá del Mons Meg en el Castillo de Edimburgo, envolví mis
brazos alrededor de la cintura de mi marido y me apreté con fuerza,
inclinando mi cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.
—En algún punto tuviste la impresión de que sólo vengo aquí cuando
estoy desesperada. Creo que es por eso que me excluiste. Estabas
enojado que viniera aquí cuando me enteré de nuestro bebé.
Él asintió, su agarre en mis caderas apretándose.
—No tenemos que volver a discutir esto, Jocelyn.
Era una semana después de nuestra reconciliación y las cosas desde
entonces habían sido vacilantes, un poco frágiles, pero buenas.
Estábamos adaptándonos de nuevo, pero esta vez como una pareja
embarazada. Braden estaba tan emocionado de ser papá que
realmente estaba ayudándome a superar mis miedos. También hablé
con él acerca de ver a la Doctora Pritchard de nuevo y habíamos
acordado verla juntos, de modo que él entendiera todavía mejor lo que
me estaba pasando. Ver a una terapeuta no estaba en la lista de cosas
que Braden alguna vez quisiera hacer, pero lo estaba haciendo por
nuestra familia.
—No lo voy a discutir de nuevo —le prometí—. Necesito que sepas que
no vengo aquí cuando estoy desesperada.
88
Él frunció el ceño.
—¿No lo haces?
—No. —Sonreí, sacudiendo la cabeza—. Vengo aquí siempre que
necesito calma. Algo de paz y tranquilidad para procesar las cosas.
Cuando me enteré que estaba embarazada todo simplemente llenó mi
cabeza. Mi mamá y mi papá. Beth. Tú. Ellie. Elodie. Clark. Todas las
personas que amo. Y el bebé, nuestro bebé. No sabía si estaba
asustada, feliz, triste o emocionada. Es una sensación incómoda tener
toda esa basura chocando sin enfoque. Vine aquí para enfocarla de
modo que pudiera encontrarle la vuelta a lo que estaba sintiendo. Pero
apareciste antes que pudiera.
—Y salté a conclusiones.
—Sip. Luego quería hablarlo detenidamente contigo. Realmente lo
hacía. Quería tu ayuda.
—Y fui un completo bastardo.
Me eché a reír.
—No es por eso que te traje aquí. Te traje aquí para que supieras que
esto no es como hace tres años. Cuando tenga que encontrarle la
vuelta a algo no voy a huir de ti. Pero si vengo aquí necesito que sepas
que es sólo un lugar al que me gusta venir en busca de paz y
tranquilidad. No te estoy excluyendo de ello. Quiero compartirlo
contigo.
Inclinó la cabeza para hablar en voz baja contra mi boca.
—Este es tu lugar. No tienes que compartirlo conmigo. Con tal de que
compartas lo que está pasando contigo, soy feliz.
—Definitivamente puedo hacer eso.
Sonriendo, Braden agachó la cabeza mientras abría su chaqueta y
sacaba un pequeño paquete del bolsillo interior. Tenía una forma
extraña y estaba muy mal envuelto para regalo.
—Para ti.
Perpleja, tomé el obsequio.
—¿Qué es?
89
Se encogió de hombros, todavía sonriendo.
—Sólo algo para recordarte quién eres y la gran madre que vas a ser.
Agradecida de que pensara así, rápidamente desenvolví el regalo, con
mi corazón dando un vuelco en mi pecho cuando lo reconocí. Era un
sonajero de bebé de plata y si le daba la vuelta encontraría mi nombre
grabado en un lado y el de mi hermana menor Beth grabado en el otro.
Había sido mi sonajero y cuando llegó Beth hice que mi mamá
mandara a grabar el nombre de Beth en el otro lado para que yo
pudiera dárselo a mi hermana menor. Mi madre lo había guardado en
una caja forrada de seda, con la esperanza de que hubiésemos
comenzado una nueva tradición de dejarlo en herencia en la familia.
No era una historia que le hubiese contado a Braden, incluso cuando lo
había rescatado de la instalación de almacenamiento en Virginia
cuando habíamos ido allí para limpiar las pertenencias de mi familia.
Incluso sin conocer la historia, él había sabido que significaba mucho
para mí.
—Lo saqué de la caja con todas las cosas que has guardado de tu
familia, lo mandé a pulir. —Lo volteó en mi mano para que el nombre
de Beth quedara hacia arriba—. Estaba pensando que si tenemos una
pequeñita, podríamos llamarla Beth.
Tragando el nudo de emoción obstruyendo mi garganta, asentí.
—Me gustaría eso. Gracias. —Arrojé mis brazos alrededor de su cuello, el
sonajero apretado fuertemente en mi puño, mientras lo besaba.
Nos besamos, dulces roces de nuestros labios que rápidamente se
volvieron ardientes. Mi respiración era pesada cuando me aparté,
presionando mi frente contra la suya.
—¿Crees que por fin lo superamos?
—¿Lo superamos?
—Toda la mierda. —Sonreí descaradamente—. ¿Crees que por fin
entendemos todo el uno del otro?
Braden negó con la cabeza, presionando otro beso en mis labios
mientras me aferraba a él.
—No, nena. Vamos a pasar cada día madurando. Aprenderemos
nuevas cosas acerca de nosotros mismos, mucho más el uno del otro.
90
Me aparté.
—¿Alguien le dijo alguna vez que cuando su miedo no se interpone en
el camino de su perspicacia, es un hombre increíblemente sabio, Señor
Carmichael?
Él puso los ojos en blanco.
—¿Alguna vez voy a conseguir que olvides eso?
Solté un bufido, pasando mi brazo a través del suyo mientras
empezábamos a pasear por la colina del castillo.
—Cuando lo arruiné bromeaste sobre ello de manera inapropiada
durante meses y luego lo sacabas de vez en cuando siempre que
querías asegurarte algo.
Él gruñó.
—Te permitiré que me manipules emocionalmente con eso durante una
semana.
—Un año.
—Un mes.
—Un año.
—Seis meses.
Pensé en ello. Ese era un período bastante prolongado de tortura y
probablemente encajaba mejor con el transcurso de nuestro embarazo.
—Está bien, seis meses. Pero debería advertirte que incluirá más que
manipulación emocional.
—Da más detalles.
Le sonreí.
—Estoy embarazada. Mis peticiones, antojos, pueden resultar un poco
escandalosos.
Su cuerpo se estremeció de risa.
—Estás llevando a mi hijo. Probablemente me echaría la culpa si
asesinaras a alguien.
—Probablemente harías eso de todos modos, embarazada o no.
91
Braden sonrió suavemente hacia mí.
—Quita el probablemente en ello.
Riendo, me aferré con más fuerza.
—Voy a hacer que vayas conmigo a comprar ropa de maternidad.
—Puedo manejarlo. De hecho, tengo bastantes ganas de que tengas tu
barriguita. —Él pasó una mano a través de mi estómago, algo que
había llegado a hacer un montón.
—¿Mi barriguita? ¿Por qué?
—Es una cosa de hombre de las cavernas —bromeó.
—Da más detalles. —Le repetí sus palabras.
—No estoy seguro de que quieras saber. Recientemente acabas de
dejar de estar enojada conmigo.
—Braden…
Se detuvo justo cuando estábamos a punto de caminar fuera de la
entrada del castillo hacia la explanada. Dejé que me halara contra él
mientras se inclinaba para susurrar su respuesta en mi oído.
—Cuando cada hombre vea nuestra barriguita, sabrán que yo fui al
que dejaste entrar en ti, sabrán que eres mía y yo soy tuyo, y que eso
creciendo dentro de ti es nuestro hijo.
Mis labios se abrieron mientras me echaba hacia atrás para mirarlo a los
ojos.
—La idea de la barriguita te excita —dije de forma más sucinta.
Él sonrió sin arrepentimiento.
Me encogí de hombros.
—Por mí está bien. Empiezo a mostrarla durante mi segundo trimestre, y
he oído que es también cuando me pondré cachonda como el infierno.
Braden agarró mi mano cuando empezamos a caminar por la
explanada.
—Haré mi mejor esfuerzo por complacerte.
92
—Estoy esperando mucho —bromeé—. Comentarios obscenos en
restaurantes, sexo en baños, autos, ascensores, vestuarios de tiendas de
ropa de maternidad…
Mi marido se echó a reír, dejando ir mi mano para envolver su brazo
alrededor de mis hombros y acercarme a su costado.
—Te faltó el sofá, la mesa de la cocina, la ducha, la bañera… y la cama
también podría funcionar, ya sabes.
—Tenemos que conseguir un taxi. —Empecé a caminar más rápido por
la Mile2.
Sentí a Braden sonriéndome.
—¿Hormonas del embarazo?
—Hormonas inducidas por Braden —refunfuñé, parando un taxi negro
en sentido contrario. Me volví hacia él, con los ojos brillando con
anticipación—. Dado que lo jodiste la semana pasada, yo estoy a
cargo. Y voy arriba. Vamos a ver cómo va a partir de ahí.
Suspiró profundamente, como si fuese una privación tal.
—Ah, y así comienza.
Fin…
The Mile: La Royal Mile es el nombre que recibe la avenida que comunica el Castillo
de Edimburgo con el palacio Holyroodhouse y que se sitúa en pleno corazón del
casco antiguo de Edimburgo. En el recorrido de la Royal Mile, destacan cuatro zonas o
distritos: Castle Hill, Lawn Market, High Street y Canongate.
2
93
Sigue leyendo para un
adelanto especial de
Before
Jamaica
Lane
94
Traducido por Soñadora, Flochi y Debs
Corregido por Flochi
Stirling, Escocia
Febrero.
C
ada vez que girábamos una esquina el viento helado nos
golpeaba, casi con despecho, como si estuviera enojado
cuando se acababa un edificio. Sus dedos helados pinchaban
mis rosáceas mejillas, y apreté mis brazos con más fuerza a mi
alrededor, mis hombros hundiéndose mientras me abrazaba contra el
ataque.
—Por quinta y última vez… ¿adónde nos estás llevando? —preguntó
Joss, hundiéndose más contra su prometido, Braden. Él abrió su abrigo
de lana para acurrucarla dentro, su brazo alrededor de su cintura,
sosteniéndola cerca. Ella llevaba una corta chaqueta moderna con un
vestido rojo que le quedaba como una segunda piel. Como todas
nosotras, usaba tacones altos. De hecho, lo único que llevaba que la
protegía del invierno escocés era una bufanda.
Ellie y Jo estaban prácticamente en la misma condición, usando
vestidos, tacones y chaquetas livianas. Yo estaba un poco más
abrigada en un par de pantalones de vestir de color negro, pero mi top
de seda y el blazer liviano estilo traje no hacían nada para protegerme.
No tan acostumbrada a los tacones como mis amigas, hacía lentos
progresos al final del grupo, mientras Jo nos llevaba a nuestro destino
misterioso.
—No es lejos —prometió, mirándonos sobre su hombro mientras guiaba
el camino a través de la avenida principal del centro. Cam, su
prometido, tenía su brazo envuelto firme alrededor de ella,
manteniéndola tan cálida como fuera posible, y detrás de ellos la
hermana de Braden, Ellie, y su mejor amigo, Adam, se acurrucaban uno
contra el otro para buscar calor. También estaban comprometidos.
Desde hacía muy poco, en realidad.
Yo, por otro lado, no tenía un prometido que me protegiera del viento.
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—¿No está lejos? —le espeté a Jo. Desde mi llegada a Edimburgo hace
poco más de nueve meses, Jo y yo nos habíamos hecho tan cercanas
como hermanas, así que sentía que estaba bien espetarla mientras nos
arrastraba fuera de Edimburgo sin mucha explicación. De ahí la mala
elección de ropas—. Perdiste el derecho a decir “no es lejos” cuando
dirigiste nuestros taxis a la estación de trenes Waverley.
La sonrisa de disculpa de Jo se transformó de repente en un ceño
fruncido cuando nos detuvo en una intersección.
—De acuerdo, creo que llegamos.
—¿Estás segura? —pregunté, mis dientes comenzando a castañear.
—Eh… —Jo miró al otro lado de la calle a una señalización y luego sacó
su teléfono—. Sólo un segundo, chicos.
Mis amigos se apretujaron juntos y me mantuve un poco alejada,
mirándolos. Me di cuenta que a pesar de lo fría que estaba, realmente
no me importaba. Estaba simplemente contenta de estar allí con ellos,
aún sorprendida, incluso, por lo cercana que me había vuelto a ellos.
Me habían aceptado completamente en sus vidas, en parte por Jo,
pero también por Nate, el amigo de Cam, y mi recientemente
adoptado mejor amigo.
Mientras observaba, Nate se giró de hablar con Adam y Ellie para dirigir
su hermosa sonrisa hacia mí.
Parpadeé, distraída por la corriente de atracción que sentí. Me había
vuelto tan buena ignorando el sentimiento que me agarró
desprevenida. Ese era el problema cuando eres amiga de un chico que
te entiende por completo y sucede ser el hombre más atractivo que has
conocido en la vida real.
Esas mariposas, esa corriente de sentimiento inesperado, me enviaron
de vuelta a la primera vez que Nate y yo nos conocimos.
Honestamente, merecía una medalla por ignorar mi atracción a él…
Siete meses atrás…
La mamá de Ellie, Elodie Nichols, y su esposo, Clark, nos habían dado la
bienvenida a papá y a mí al redil como si siempre hubiéramos sido parte
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de su familia. Era agradable. Hizo que acoplarme a los amigos de Jo
fuera más fácil, y dado que papá y yo habíamos decidido hacer a
Escocia nuestro hogar, sería bueno encajar en la vida de Jo. Ella era
algo impresionante. También había pasado por cosas realmente
terribles estos últimos años. Merecía que alguien la cuidara, y sabía que
Cam era la persona que haría eso por ella.
Había entrado con Cole al apartamento de Cam. Mientras él y Jo
estaban en la tienda buscando botanas, había decidido ocuparme de
Cole para darles algo de tiempo a solas. Esa noche todos planeábamos
pasarla con los amigos de Cam, Nate y Peetie, a quienes conocería por
primera vez, y creí que sería lindo darle a Cam y Jo algo de tiempo a
solas antes de que sus amigos aparecieran. Tan pronto como abrí la
puerta, Cole fue directo a la consola en la sala de estar mientras yo iba
al fondo del apartamento. En la cocina vagué un poco, buscando
tazones y platos para las botanas. Apenas estaba lavando los platos,
cuando una grave, escocesa y muy masculina voz dijo:
—Eh… tú no eres Cameron.
Cuando giré para enfrentar al intruso, cualquier palabra que pudiera
haber bajado de mi cerebro a mi lengua cayó de esa escalera y sufrió
una concusión.
Oh.
Oh, Dios.
Inclinado contra el marco de la puerta, sus brazos cruzados frente a su
pecho, estaba el hombre más sexy que jamás había visto.
Mi corazón comenzó a latir ridículamente rápido.
Él levantó una ceja ante mi silencio.
—¿Alguien presionó tú botón de MUDO?
Eso fue gracioso, así que logré una media sonrisa mientras lo miraba. Mis
ojos lo escanearon de pies a cabeza, y mientras asimilaba toda su
gloria, sentí este pequeño hueco en el fondo de mi estómago, tan
abajo que estuvo seguido por un golpe de excitado hormigueo entre
mis piernas.
Oh.
Oh, de acuerdo.
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Eso era algo nuevo.
Tratando desesperadamente de ignorar los hormigueos y fallando,
intenté forzarme a través de la excitación y mi timidez para interactuar
con el extraño. El extraño que asumí era Nate. Jo me había dicho todo
sobre el amigo súper caliente de Cam, Nate. No había exagerado.
Hermoso cual estrella de cine, Nate tenía un bronceado natural que
simplemente no esperabas de una persona escocesa, y ojos tan oscuros
que eran prácticamente negros, aunque justo ahora brillaban con
malicia. Sonreía también, mostrando un par de hoyuelos sensuales y
perfectos dientes blancos. Todo esto más una derecha y firme nariz,
labios que miraba fijamente sin vergüenza porque me recordaban a los
de algún actor, y por lo que podía ver a partir de su esbelta musculatura
en los bíceps que se revelaban por la camiseta que usaba, el tipo
también tenía músculos marcados.
Milagro de milagros, su camiseta de hecho me distrajo de sus músculos.
Tenía las palabras “LA RESISTENCIA ES INÚTIL” impresas en ella.
La timidez paralizante que usualmente me invadía cuando enfrentaba
a un hombre tan caliente se derritió en el fondo cuando comencé a
reír.
—Te consideras uno de los Borg, ¿no? —Hice un gesto a su camiseta, la
cual se refería a la frase de una raza alienígena de Star Trek.
Él miró a las palabras, pareciendo sorprendido. Cuando levantó sus ojos
de nuevo, estaban sonriendo.
—¿Entendiste la frase? La mayoría de las mujeres creen que soy un
bastardo arrogante.
Me reí aún más, inclinándome contra la encimera.
—Imagino que es un poco de eso también. Y puedes entender su error.
No te ves como un fan de Star Trek.
Algo se agudizó en sus ojos, algo intenso. Me estremecí mientras
lentamente recorría su mirada por mi cuerpo de arriba abajo
nuevamente. Su voz fue más baja, gruesa, cuando respondió:
—Tampoco tú.
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Esa intensa mirada se sintió como una lenta caricia. Si hubiera sido
cualquier otra, hubiera pensado que pretendía hacerme sentir así.
Aún así… me quedé sin aliento. El aire de repente se sintió muy delgado,
roto por ésta rara electricidad entre nosotros que no entendía para
nada.
—¿Eres una de las amigas de Jo?
Luché contra la timidez que amenazaba con levantarse en mí de
nuevo.
—¿No te dijo Cole?
—Peetie fue a ver al hombre pequeño. Yo quería una bebida, así que
vine directo a la cocina. —Sus ojos me devoraban de nuevo, y
aparentemente mi cuerpo había estado dormido hasta que sus ojos lo
tocaron porque hubo mucho hormigueo, escalofríos y calor
esparciéndose por todas partes—. Definitivamente la mejor opción que
he tomado en mucho tiempo.
Um… ¿de acuerdo?
—Oh, bueno, soy Olivia.
Las cejas de Nate se levantaron y luego aclaró abruptamente su
garganta, su cuerpo enderezándose del marco de la puerta. Justo así,
el aire en la habitación comenzó a volver a la normalidad.
—¿Eres Olivia? Por supuesto. El acento. Por supuesto.
Asentí, confundida por su reacción.
—¿Supongo que eres Nate?
Su sonrisa era amistosa. Platónica. Eso tuvo más sentido.
—Sí, ese sería yo.
—Cam y Jo están en camino. Sólo limpiaba para ellos.
—Claro. —Él caminó al otro lado de la cocina y lo miré con abierta
fascinación mientras se servía un vaso de soda—. ¿Quieres uno? —Me
ofreció el vaso.
—Estoy bien.
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Una vez que tuvo su bebida, me sonrió de nuevo y me di cuenta que la
razón por la que no era tan tímida a su alrededor no se debía a su
camiseta nerd. Eran sus ojos. Eran imposiblemente amables, y me
sentía… no cómoda… pero, sí, tampoco incómoda. Eso era
definitivamente inusual para mí alrededor de chicos que acababa de
conocer. Especialmente los que me atraían.
—¿Juegas videojuegos, Liv? —preguntó amablemente.
—Uh, sí.
—Bueno, deja de limpiar y ven a jugar con nosotros —bromeó.
Reí.
—¿Me estás invitando a jugar? —Tan pronto como las palabras dejaron
mi boca, me arrepentí. Yo no estaba coqueteando. ¡No sabía cómo
coquetear! Ese era sólo mi sentido de humor, y ahora este tipo iba a
creer que estaba insinuándome…
Nate se rió, interrumpiéndome.
—Sólo porque entendiste la referencia de Star Trek. De lo contrario, las
chicas no tienen permitido jugar con nosotros. Son repelentes.
Impávida, crucé los brazos sobre el pecho.
—Bueno, los chicos también son repelentes.
Sonrió enormemente.
—Es cierto. —Asintió hacia la puerta—. Vamos, Yank3. Si voy a aniquilarte
quiero que sea rápido e indoloro. Soy así de misericordioso.
—¿Aniquilarme? —Me reí a carcajadas—. Creo que debes haberme
confundido con alguien que no va a patearte el trasero.
—¿Siquiera sabes lo que vamos a jugar?
Negué con la cabeza.
—¿Importa a esta altura? Voy a derrotarte sea lo que sea. Por lo que,
primero provocamos al oponente, luego comenzamos la paliza.
Nate echó su cabeza hacia atrás riéndose.
3
Yank (Star Trek): uno de los dos grupos étnicos del planeta Omega IV.
10
0
—¡Oh, cielos! ¡Ven, chica graciosa! —Me agarró por el codo y me
esforcé en ocultar el rubor por su tacto—. Tengo que presentarte a
Peetie.
Lo seguí fuera de la cocina, emocionada por lo rápido que iba a
incluirme. También sentí que estaba siendo adoctrinada como uno de
los chicos. Sentí esto porque sucedía muchas veces. Estaba bien
respecto a eso. Significaba que tenía que aplastar las malditas
mariposas en mi estómago cuando mirara a Nate. Y por aplastar, me
refiero a que tenía que pulverizar a esos malditos hasta la inexistencia…
***
—¿Liv? ¿Liv, te encuentras bien?
Parpadeé nuevamente, regresando a la acera, a Stirling, al frío.
A Nate, quien estaba de pie frente a mí con un fruncimiento
preocupado entre las cejas.
—¿Adónde fuiste?
Sonreí.
—Lo siento, creo que el frío me ha entumecido el cerebro.
—Bueno, ven aquí, tú… —Enganchó mi brazo alrededor del suyo,
acercándome—, antes de que un dedo se te caiga.
Me relajé con gratitud junto a su fuerte costado.
—¿No podías haberlo hecho antes? ¿Cómo, hace tres calles?
—¿Y perderme la mirada horrorizada de tu cara cada vez que
girábamos una esquina? —bromeó, frotando su mano de arriba abajo
por mi brazo.
Hice una mueca, pero estaba acostumbrada a sus bromas, así que lo
dejé pasar.
—Lo siento, chicos. —Jo lanzó el comentario por encima de su hombro,
su rápida mirada llena de culpabilidad—. Debería haberme asegurado
de ponernos abrigos.
—S-s-somos esc-o-oceses —castañeó Ellie, sus dedos enredándose en el
abrigo de Adam—. P-p-p-podemos m-m-manejarlo.
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Mi brazo se apretó alrededor de la cintura de Nate cuando empezamos
a avanzar nuevamente.
—Bueno, yo soy americana —les recordé—. Y de Arizona.
—Soy americana y estoy bien —dijo Joss, sonando mucho más relajada
de lo que parecía. Su peso se tambaleaba cuando su tacón golpeaba
una grieta en la calle adoquinada. Braden la enderezaba mientras ella
maldecía al suelo.
—Eso quizás se deba al escudo de un metro noventa contra el que te
arrimas —contesté secamente.
Ella se echó a reír, acurrucándose más cerca de su escudo.
—Quizás.
—Tenemos frío también —intervino Nate—. Estamos acostumbrados a
ello, así que no nos quejamos.
—Nadie se está quejando —discutió Joss—. Esta es nuestra manera de
advertirle a Jo que si no se apresura y llegamos a nuestro destino, vamos
a usarla como leña.
Jo rió.
—Casi estamos allí… creo…
Doblamos hacía una calle que nos llevó a una calle principal, y Jo alzó
la cabeza hacia los edificios y frunció el ceño mientras la seguíamos. Era
sólo una calle corriente, con camionetas y autos estacionados a lo largo
de ella.
Hoy Cam cumplía veintiocho años, y mientras que todos asumíamos
que íbamos a vestirnos para salir una noche a Edimburgo a celebrar, Jo
tenía un plan secreto bajo su manga. De alguna manera habíamos
terminado en Stirling, una bella ciudad con un glorioso castillo y
pintorescas callejuelas, pero muy posiblemente la ciudad más pequeña
del mundo también.
No tenía idea qué se le pudo pasar por la cabeza a Jo para arrastrarnos
hasta aquí.
Repentinamente, una enorme sonrisa se extendió en su cara mientras se
detenía en una esquina frente a un bar.
—Llegamos.
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2
Todos miramos el bar y luego compartimos expresiones perplejas. No
había nada particularmente glamoroso respecto al bar. Era… sólo un
bar.
—¿Adónde llegamos? —preguntó Cam tranquilamente, su boca
torciéndose con diversión.
—Aquí. —Ella señaló hacia arriba y seguimos su movimiento hasta el
cartel perforado en la pared de ladrillos sobre la entrada del bar.
Cameronian Place.
Me eché a reír ya que todo empezaba a tener sentido.
—¿Nos arrastraste hasta Stirling por el cartel de una calle? —preguntó
Nate con incredulidad.
Pareciendo insegura, Jo asintió.
—No es cualquier cartel de calle. Es el cumpleaños de Cameron. Se
merece tener una bebida en su propio lugar.
Los chicos, salvo Cam, parecieron un poco desconcertados por su
manera de pensar. Su prometido, sin embargo, la acercó y la miró
fijamente a los ojos de una manera que mi pecho se apretó con
emoción.
—Me encanta, cariño. —La besó suavemente—. Gracias.
Una mezcla de felicidad y envidia me arraigaron al lugar por un
segundo. Adoraba el hecho de que Jo tuviera a alguien en su vida que
adorara el suelo que pisaba, pero a menudo me preguntaba si alguna
vez llegaría el día cuando un hombre me mirara a los ojos como si no
hubiera nada más en el mundo que valiera la pena mirar.
Arrancada de mis meditaciones por las bromas del grupo hacia Jo, reí
con ellos mientras vagamos dentro del bar cálido juntos. Quizás
estábamos vestidos con demasiada formalidad para la atmósfera
casual, pero ya que éramos un grupo bastante tranquilo, nadie se
incomodó realmente por la pequeña aventura de Jo. De hecho, creo
que incluso los muchachos pensaban secretamente que era lindo de
parte de ella.
Definitivamente así era. Ella era un encanto, así que cuando hacía
cosas que eran increíblemente lindas, como arrastrar nuestros traseros a
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3
un condado diferente sólo para que Cam pudiera tener una bebida en
la calle de su nombre, nunca estuve sorprendida.
Papá había hablado de ella desde el momento en que lo conocí. Al
principio había estado resentida por esta niña que había tenido a mi
padre durante los primeros trece años de su vida mientras yo crecía con
sólo el espectro de él. Mamá nunca había dicho ni una sola mala
palabra contra papá, y siendo de alguna manera una chica precoz
creciendo con amigos cuyos padres divorciados eran ácidos
mutuamente, se me ocurrió que era extraño que mamá no estuviera
enojada con el hombre que no se había quedado cerca cuando yo
llegué. Había empezado a investigar, degastando a mi madre por
meses hasta que finalmente se quebró.
Recuerdo lo increíblemente furiosa que estuve con ella por ni siquiera
decirle a mi padre que yo existía.
Luego de haber conocido a papá mientras estaba estudiando en el
extranjero en la Universidad de Glasgow, habían comenzado un intenso
romance que mamá terminó abruptamente al regresar a Phoenix al
término de su programa. No fue hasta que regresó a Estados Unidos que
descubrió que estaba embarazada de mí. No confesaría hasta muchos
años después que la razón para no ponerse en contacto con mi padre
fue porque lo amaba demasiado, y no quería que regresara a su vida
por obligación. Amaba a mi madre, pero no era infalible. Fue joven y
tomó una decisión egoísta. A los trece no pude ver más allá de eso por
un tiempo. Nos tomó tiempo regresar a una buena atmósfera.
Tiempo que más tarde lamentaría perder.
El hecho de que papá abandonara toda su vida en Escocia, para venir
y ser padre de una niñita que ni siquiera conocía hasta que me acerqué
a él fue un testimonio claro de la clase de hombre que era. Desarraigó
toda su vida para convertirse en parte de la mía. Pero haciendo eso
dejó a Jo detrás.
Cuando Cam contactó al principio a mi papá para volver a ponerse en
contacto con Jo, pensé en cómo mis acciones habían cambiado la
vida de ella. Con un padre en prisión y una madre alcohólica, mi papá,
que era un viejo amigo del papá de Jo, había sido la única figura
paterna estable que tuvieron ella y su hermano Cole en sus vidas. Por
supuesto, papá no supo hasta que regresamos a Edimburgo que la
madre de Jo, Fiona, se había vuelto una alcohólica grave, dejando a Jo
10
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criar a su hermano menor sola. Papá y yo estábamos cargando nuestros
propios pesos de culpa debido a eso.
Sin embargo, la culpa fue aliviada cuando pasé tiempo en compañía
de Jo y Cam. Después de todo lo que ella había pasado, Jo finalmente
encontró un hombre que vio lo increíble que era y la trataba con el
respeto y amor que merecía.
Sorbí la pinta de cerveza que Nate me había comprado, miré a mi
alrededor a mis amigos. Aquí me encontraba yo, rodeada por personas
que habían atravesado el infierno y salido del otro lado para encontrar
a la persona con la que querían pasar el resto de sus vidas.
Además de Jo y Cam, estaba Joss, mi compañera mitad americana,
mitad escocesa que voló a Edimburgo para escapar de una vida vacía
en Virginia. Cuando pensaba en todo lo que Joss había perdido,
honestamente no sabía cómo ella había seguido en pie. Sabía lo que se
sentía perder a mi madre cuando tenía veintiuno, pero no podía
imaginar lo que debió haber sido para Joss perder a toda su familia
cuando sólo tenía catorce años. Según lo que se cuenta, ella estaba
bastante trastornada cuando se mudó con Ellie y el hermano de esta,
Braden. Al parecer habían tenido sus altibajos debido a los problemas
de Joss, pero finalmente habían conseguido superarlo todo. Se estaban
por casar en tres semanas.
Luego, por supuesto, estaban Ellie y Adam. Era bastante cercana a Ellie,
ya que compartimos un idealismo romántico similar, y me había
contado toda su historia con Adam. Había estado enamorada del
mejor amigo de su hermano durante años, pero él no la había notado
hasta cumplir los dieciocho años, y no hizo ningún movimiento hacia
ella, hasta unos años después de eso, y aún cuando lo hizo, dijo que
había sido un error. Al parecer, no quería arruinar su amistad con ella y
con Braden. Hubo un montón de idas y vueltas hasta que Ellie estuvo
dispuesta a alejarse para siempre, pero cuando mi hermosa y fuerte
amiga fue diagnosticada con un tumor cerebral, Adam finalmente se
acercó para estar con ella. Afortunadamente para todos nosotros, el
tumor de Ellie resultó ser benigno, y por suerte Adam, recobró el sentido
justo a tiempo para ganar a Ellie para siempre. Habían estado
comprometidos por un tiempo, pero nos lo habían dicho hace poco,
ahora tenía un anillo brillante de compromiso en su mano izquierda.
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Estaba rodeada por amor, y no algo cursi, prepotente, falso del tipo entu-cara, sino del real, íntimo, yo-sé-todos-tus-caprichos-y-hábitos-y-aúnasí te amo, ese tipo de amor.
—Tienes la prueba final del vestido el lunes, Joss —dijo de repente Ellie,
tomando un sorbo de su mojito.
Estaba sentada junto a Adam, quién estaba aplastado por Jo y Cam en
la única cabina disponible en el fondo de la sala. Joss, Braden, Nate y
yo estábamos de pie amontonados alrededor de la mesa, y me
maldecía a mí misma por dejar que Jo me convenciera de llevar los
tacones de diez centímetros.
Inclinada en Braden, Joss respondió:
—Gracias por el recordatorio. Voy a tener que prepararme contra los
comentarios sarcásticos de Pauline.
Cam frunció el ceño.
—¿Por qué le compras un vestido a esa mujer si es una vaca?
—El vestido —contestamos con Jo y Ellie al unísono.
Después de haber estado en Edimburgo durante sólo tres meses, fui
honrada cuando Joss me pidió que fuera una de sus damas de honor.
Su amiga de la universidad Rhian había venido desde Londres para el
fin de semana, y todas nos habíamos ido a la caza de un vestido para
Joss y para las damas de honor. Después de discusiones con Ellie
respecto al color, Joss se decidió por color champán para sus chicas.
Habíamos terminamos en esta tienda de novias en New Town, donde la
propietaria, Pauline, hizo comentarios mordaces sobre nuestra falta o
exceso de recursos.
Éramos demasiado tetonas, demasiado planas, demasiado delgadas o
demasiado gordas…
Estábamos a punto de salir de allí cuando Joss salió con un vestido que
la perra había recomendado y Ellie se echó a llorar.
Sí, era así de hermoso.
Claramente, Pauline sabía cómo vestir novias, simplemente no sabía
cómo diablos hablar con ellas. O para el caso, cómo hacerlo con la
gente en general. No soy exactamente la persona más confiada, y
tengo más de mi parte justa de inseguridades con respecto a mi
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cuerpo, así que me fui de esa tienda sintiéndome como una vaquilla de
proporciones gigantescas. Gracias, Pauline.
Joss se echó a reír y miró a la cara de Braden.
—Al parecer, el vestido es bueno.
—Estoy entendiendo eso —murmuró—. Aunque, estoy más ansioso por
quitártelo ese día, que cualquier otra cosa.
—Braden —se lamentó Ellie—, no delante de mí.
—Deja de besar a Adam delante de mí y voy a dejar de hacer
comentarios sexuales con mi esposa frente a ti.
—Ella no es tu esposa todavía —le recordó Nate—. No hay necesidad
de apresurarse.
Solté un bufido.
—Nate, tu fobia al compromiso se está mostrando de nuevo.
Se volvió hacia mí con fingido horror.
—¿Dónde? —Se acarició las mejillas con ansiedad—. Quítamela de
encima.
Le aseguré, pasando mi pulgar a través de una imaginaria mota en su
pómulo.
—Ahí está. Todo se ha ido.
—Uff. —Tomó un trago de su cerveza y miró hacia la barra—. Nunca voy
a echar un polvo con esa cosa a la vista.
—Un encanto —murmuré.
Él me sonrió con picardía y me hizo un gesto hacia un grupo de mujeres
de pie en el bar.
—El deber llama.
Paseó casualmente por la sala y se detuvo junto a una chica de pie con
sus amigas. Las amigas se corrieron a un lado mientras Nate y la chica
comenzaban a coquetear como si se les fuera la vida en ello. La chica
era preciosa, por supuesto, bellos rasgos, cabello largo y oscuro, piel
cremosa, extremadamente voluptuosa. Probablemente con un poco
de sobrepeso, como yo, pero a diferencia de mí, ella lo llevaba bien.
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Tenía que cederle eso a Nate. En realidad, no tenía un tipo, no le
importaba si la chica era flaca, gorda, tetona, o atlética. Mientras sea
linda y una mujer, se sentía atraído por ella.
Tan pronto como Nate le sonrió a la morena, estuvo perdida.
No me sorprendió en lo más mínimo. Con un metro ochenta, Nate no
era excepcionalmente alto, pero con su combinación de un físico
perfeccionado por las artes marciales, una cara hermosa, y el tipo de
carisma que simplemente no se puede comprar, a la mayoría de las
mujeres no les importaría si lo superaban en altura por los tacones si eso
significaba pasar la noche en sus brazos.
Sin embargo, yo no. Nate nunca me vería de una manera sexual, así
que no tenía sentido ni siquiera permitir que mis pensamientos fueran
por allí. Creo que sabía más sobre el verdadero Nate que la mayoría de
las personas, así que no era difícil ponerlo en la zona de amigo. Podía
apagar cualquier atracción que tuviera por él, porque sabía que nunca
iría a ninguna parte. Prefería tener a Nate en mi vida como un amigo
que no tenerlo en absoluto. Aún con todos sus problemas con el
compromiso y la mentalidad playboy sin vergüenza hacia las mujeres,
era un tipo realmente bueno en el fondo, y un muy buen amigo.
—Bueno, está perdida —comentó Joss en voz baja.
Me volví hacia ella, levanté una ceja cuando la vi sonriéndole a Nate y
a la chica.
—Nunca les hace promesas.
Ella se echó a reír.
—No hay necesidad de defenderlo. Sé que Nate siempre lo deja claro,
pero estamos hablando de chicas aquí. A veces sólo escuchan lo que
quieren oír.
—Sí, pero Nate llevó esto hasta hacerlo un arte. Es como un sexto
sentido o algo así. Tan pronto como siente incluso un ligero cambio en
su actitud hacia él, está fuera de allí.
—No puedo esperar a que alguien lo amarre. —Ellie se unió, sonriendo
con malicia en dirección a Nate.
—Yo también. —Jo lanzó una mirada afilada hacia mí antes de
apartarla, y fingí que era demasiada estúpida para entender su
significado.
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Cambié de tema rápidamente.
—¿Vieron el nuevo tatuaje de Cam? Cole lo diseñó —les dije con
orgullo.
Cole Walker era el mejor niño del mundo. Jo había hecho un trabajo
increíble en criarlo y lo mejor que le ha sucedido a los dos, con
excepción de tenerse el uno al otro, era Cameron MacCabe. Eran muy
similares, artistas y nerds geniales, y Cam le había encargado a Cole
diseñar su nuevo tatuaje.
Era impresionante.
Una estilizada “C” y “J” se ocultaban en los viñedos dentados y las
florituras afiladas del diseño tribal de Cole.
—Oh, veamos —rogó Ellie con una sonrisa.
Cam sacudió la cabeza.
—Está en mis costillas.
—Oh, vamos, no es que vayamos a desmayarnos ante la vista de tus
abdominales —bromeó Joss.
—Son buenos abdominales —dijo Jo con orgullo, dando unas
palmaditas en el estómago de Cam.
Braden tomó un sorbo de su whisky.
—Personalmente, no quiero ver sus abdominales. Podrían… provocar mi
envidia.
Adam asintió impasible.
—La mía también.
—Váyanse a la mierda —murmuró Cam, sus labios se curvaron con
diversión.
—Oh, si va a ser un aguafiestas… —me quejé, hurgando en mi bolso.
Sintiendo el papel entre mis dedos, tiré de él y lo saqué, revelando el
dibujo firmado, del diseño de Cole—. Aquí está, este es el tatuaje.
Mientras los demás miraban, Jo me sonrió.
—¿Estás guardando eso?
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9
—Claro, e hice que Cole la firmara también.
Ella se echó a reír.
—Sólo vas a empeorar su enamoramiento por ti.
Me encogí de hombros, sin preocuparme.
—Merece saber lo maravilloso que es.
—Sin hay argumentos allí.
Nos sonreímos la una a la otra mientras los otros elogiaban el talento de
Cole.
Nate no tardó en volver al grupo, y la morena regresó a sus amigas,
pero mantuvo sus ojos en Nate.
—¿No vas a…? —le pregunté con curiosidad, deliberadamente mirando
en dirección a la mujer.
—Oh, sí. —Sonrió infantilmente—. Pero le dije que era el cumpleaños de
mi compañero y quería pasar un tiempo con él.
Fiel a su palabra, Nate se quedó con nosotros hasta el cierre. Todos nos
preparábamos para salir, cuando su aliento susurró a través de mi oído:
—Me voy.
Me di la vuelta para mirarlo, espiando a la morena curvilínea con mi
visión periférica.
—Está bien. Qué te diviertas.
Me guiñó un ojo y luego me besó en la mejilla.
—Siempre lo hago.
Después de decir adiós al grupo, Nate tomó la mano de la chica y salió
del bar. Los celos me pincharon mientras miraba la puerta vacía. Mi
amigo era el maestro de la seducción. Si quería echarse un polvo,
podía.
Por desgracia, para alguno de nosotros eso no era tan fácil.
110
Continúa…
111
POV de
Braden
El (Desnudo) Segundo
Encuentro
112
Traducido por LizC
Corregido por Jo
D
ejándose entrar en el ventilado piso, Braden inmediatamente
oyó la ruidosa música que venía desde el baño. Él miró el
pasillo en busca de signos de la recién llegada, pero sólo había
cosas de Ellie. Hmm. Apretó la oreja contra la puerta del baño,
escuchando a The Killers filtrarse a través de la madera artesanal, junto
con el chapoteo ocasional de agua. La compañera de piso estaba
tomando un baño. Podía esperar. Braden se paseó por el apartamento,
revisando cada habitación, y sin encontrar evidencia de alguien nuevo
viviendo allí. Por último, se detuvo en la entrada de la segunda
habitación y vio las cajas vacías, libros, el ordenador portátil y
fotografías. Parecía que ella todavía estaba desempacando.
Braden se fue a lo suyo casualmente, decidiendo que había
cronometrado esto perfectamente, se hizo un café y se instaló
cómodamente en la sala de estar con el periódico que Ellie siempre
tenía esperándolo. Quince minutos más tarde escuchó la música
detenerse y se puso de pie, sonriendo ante la idea de capturar a esta
persona desprevenida. A veces su sentido del humor rayaba en lo
infantil.
Inclinándose casualmente contra el marco de la puerta de la sala,
Braden creyó oír una maldición entre dientes, y luego la puerta del
baño siendo abierta.
Maldita sea.
Ante él no estaba la desconocida que esperaba en un albornoz.
Ante él estaba la chica del taxi. Y ella estaba desnuda.
Mojada, resplandeciente y desnuda.
Y era cada maldita fantasía de todo hombre hecha realidad.
Luchando para controlar la reacción de su cuerpo mientras su mirada
vagaba sobre sus amplios pechos perfectos, estómago plano y suave, y
caderas que hacían su boca agua, todo ello envuelto en una preciosa
piel aceitunada húmeda, Braden logró decir ahogadamente un vago
saludo:
—Uh… hola.
La compañera de piso de Ellie era la chica del taxi. Qué delicioso giro
del destino. Hola, Jocelyn Butler.
Jocelyn. A Braden repentinamente le gustaba el sonido de éste.
Su cabeza se levantó de golpe, mechones mojados volaron hacia atrás
sobre sus hombros mientras ella soltaba un sonido ronco desde su
garganta, con los ojos muy abiertos por la sorpresa mientras miraba
fijamente a los suyos. Él notó la confusión y el pánico en los de ella, pero
no hizo nada para apaciguarlos; el encanto de su cuerpo era
demasiado grande y sus ojos se dirigieron de nuevo hacia abajo. Había
conocido a muchas mujeres hermosas —se había casado con una—
pero no podía recordar desear alguna de ellas tanto como deseaba a
esta mujer en este momento.
La imagen de ella desnuda estaría grabada a fuego vivo en la memoria
de Braden por siempre.
Al darse cuenta de que él tenía acceso visual a todas sus partes
buenas, Jocelyn apretó un brazo sobre el pecho y atrajo su mirada
hacia sus ojos. Su expresión era de disgusto fresco y Braden se
impresionó inmediatamente con su reacción. La mayoría de las mujeres
sería un mortificado desastre sonriendo tontamente en este momento.
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—¿Qué estás haciendo en mi apartamento? —preguntó ella con tono
beligerante en esa voz sexy y ronca de ella.
Jesús. Ella lo estaba matando. Casi gimió, controlando el sonido en su
garganta, pero aún así atrajo su mirada de ojos entrecerrados. Sin
vergüenza de su deseo por ella, Braden dejó que las llamas ardieran de
sus ojos y vio un temblor correr a través de ella mientras sentía la chispa
de tensión entre ellos.
Como si se ofendiera por estar excitada, los ojos de Jocelyn se
encendieron.
—¡Date la vuelta! —gritó con indignación.
Sin querer que la situación se alejara de estar a su favor, Braden
inmediatamente levantó las manos en un gesto de rendición y de mala
gana se volvió hacia la sala de estar. Incrédulo de que la nueva
compañera de piso de Ellie fuera la chica del taxi, y que él simplemente
se hubiera topado con ella desnuda como alguna escena de una
comedia, Braden comenzó a reír. Esto era jodidamente brillante.
La oyó irse de prisa hacia su dormitorio y decidió que mejor le explicaba
quién era en caso de que ella pensara que era un acosador y decidía
regresar con un arma de algún tipo.
—Soy Braden Carmichael —le gritó—. El hermano de Ellie.
No hubo respuesta, pero Braden pudo oír un revoltijo, y luego el sonido
de su zapateo deliberado mientras se acercaba furiosa a él. Cuando se
dio la vuelta, Jocelyn se detuvo delante de él, una menuda mujer con
gracia en una camiseta sin mangas y pantalones cortos con su masa de
cabello recogida desordenadamente en la parte superior de su
cabeza. Él sonrió, imaginándola desnuda otra vez. Oh sí, definitivamente
no iba a perder esa imagen en cualquier momento pronto.
Ella se llevó las manos a sus caderas, sus pálidos ojos se oscurecieron por
los bordes de los irises con evidente irritación.
—¿Y simplemente entraste aquí sin llamar?
—Es mi apartamento —le recordó Braden.
—Es cortesía común golpear la jodida puerta.
Él se encogió de hombros, metiendo sus manos en los bolsillos. A pesar
de su evidente deseo de crear discordia entre ellos, Braden estaba
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sorprendentemente cómodo con ella. Era entretenida. Y ella lo
deseaba también, pensó, tratando de no sonreír mientras su mirada
voraz y exótica vagaba sobre él.
Como si de repente se diera cuenta de que lo estaba observando
apreciativamente, Jocelyn se encogió de hombros de nuevo,
desafiante. Braden intentó no reír de nuevo cuando ella preguntó:
—¿No vas a pedir disculpas?
¿Por qué?
Sonriendo, él negó con la cabeza.
—Nunca me disculpo a menos que lo diga en serio. Y no voy a pedir
disculpas por esto. Ha sido el punto culminante de mi semana.
Posiblemente mi año. —Vamos, es divertido. Ríete conmigo. Sabes que
quieres hacerlo.
Sin embargo, no lo hizo. Él creyó detectar un pequeño temblor en su
labio… pero estaba equivocado.
Con la punta de su nariz en el aire con altivez, ella pasó campante por
delante de él con un:
—Vaya, qué vida aburrida debes tener.
Lejos de ello, especialmente en estos días.
Braden simplemente gruñó en respuesta y siguió a su pequeña figura
aseada en la sala de estar. Sus ojos rozaron la parte posterior de su
cuello y hombros. Tenía una silueta tan pequeña para una mujer con
curvas. Era tentador. Al igual que su garganta. Piel impresionante. Y olía
a esas cosas afrutadas de nuevo.
Al observarla, su diversión aumentó al ver la mirada con los labios
apretados en su rostro mientras ella notaba su taza de café vacía,
periódico y chaqueta. Al darse cuenta de que él había estado allí un
rato, ella le lanzó la jodida mirada más sucia que pudo por encima de
su hombro. Dios, era divertida.
Sonreír ante ella parecía desarmarla un poco, así que Braden le lanzó
otra y se sentó en el sillón. Mientras lo hacía ella aspiró un suspiro
exasperado haciendo que sus pechos sin sujetador se tensaran contra
la tela de su camiseta. La piel de Braden picaba y de repente podía ver
su mojado y desnudo cuerpo en toda su gloria en el pasillo otra vez.
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Una pequeña sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios.
—Así que tú eres Jocelyn Butler.
—Joss —le corrigió ella al instante, como si su nombre completo dejara
un mal sabor en su boca.
¿Joss? No, no lo haría. No le favorecía en absoluto. Jocelyn… ahora eso
sí lo hacía. Braden podía imaginarse gritando “Jocelyn” en la cama. Sin
embargo, no Joss. Demasiado juvenil, demasiado masculino.
Se relajó en la silla, encontrando una posición cómoda, con la
esperanza de que su charla de cinco minutos de intimidación con la
compañera de piso de Ellie sería ahora la charla de una hora con
Jocelyn Butler.
—Le agradas a Ellie. —Era algo medio-conversacional y medioadvertencia. La mujer podía ser sexy, pero ella todavía tenía que saber
que él ponía los intereses de Ellie por encima de todo y de todos.
—Me agrada Ellie —respondió ella casualmente antes de levantar una
ceja—. Pero no estoy tan segura de su hermano. Él parece un poco
grosero.
Ella no tenía ni idea.
—Él no está seguro de ti tampoco.
—¿Ah, sí?
—No estoy seguro de cómo me siento por mi hermanita viviendo con un
exhibicionista —bromeó.
Ella le hizo una mueca, como una niña de cinco años.
—Las exhibicionistas se desnudan en público. Hasta donde estaba al
tanto, no había nadie más en el apartamento, y se me olvidó la toalla.
—Gracias a Dios por esos pequeños favores. —En serio. Gracias, Dios—.
De verdad. —De manera deliberada y descaradamente la devoró con
la mirada—. Deberías andar desnuda todo el tiempo.
El corazón de Braden casi se detuvo cuando toda la boca de ella
tembló, y entonces empezó a ponerse duro cuando su labio se curvó
con diversión en una esquina, y negó con la cabeza hacia él. Estaba
absurdamente complacido por haber logrado hacerla sonreír y se
encontró riendo suavemente por el logro.
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Y con la misma rapidez que el momento se había formado entre ellos,
Jocelyn trató de terminar con ello entornando los ojos.
—Eres todo un idiota.
Braden resopló.
—Por lo general, una mujer me llama así después de que la he follado y
le he llamado un taxi. —Él normalmente templaba su brusquedad con
las mujeres. Fue criado por su padre para al menos exhibir la imagen de
un caballero. Pero con ella… bueno, no sabía qué pasaba con ella…
sólo sabía que quería desconcertarla y desafiarla tanto como ella lo
desafiaba a él.
Al ver el conmocionado silencio en su rostro ante su selección de
palabras, Braden tuvo que preguntar:
—No me digas que odias esa palabra.
Eso sería una lástima, porque es una de mis favoritas.
—No. Es sólo que no creo que deberíamos estar hablando de follar
cuando apenas nos hemos conocido.
Oh, hermosa. La diversión y emoción de la persecución se apodero de
él mientras la veía palidecer en realización.
—No sabía que eso es lo que estábamos haciendo.
—Si estás buscando a Ellie, ella está en tutoría.
Un cambio de tema deliberado. Maldita sea. Justo cuando se estaba
poniendo bueno.
—En realidad, he venido a conocerte. Sólo que no sabía que te iba a
conocer a ti. Mucha coincidencia. He pensado en ti un poco desde la
semana pasada en el taxi.
—¿Fue mientras estabas cenando con tu novia? —preguntó ella con
picardía, tratando de dibujar alguna línea entre ellos en la arena.
Mentalmente, Braden pateó una pelota de fútbol en la arena,
destruyendo su pequeña íntegra línea y respondió casualmente:
—Holly está al sur visitando a sus padres esta semana. Ella es de
Southampton.
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Se dio cuenta que a Jocelyn no podía importarle menos si Holly era de
la luna, y en ese momento, francamente, él tampoco podía.
—Ya veo. Bueno —dijo, poniéndose de pie en un intento de echarlo—,
diría que fue un placer conocerte, pero yo estaba desnuda, así que…
no lo fue. Tengo mucho que hacer. Le diré a Ellie que pasaste por aquí.
Riéndose de su irreverente sentido del humor, Braden captó la indirecta
y se levantó para ponerse la chaqueta.
—Eres un hueso duro de roer.
Sus cejas se fruncieron.
—Oye, no habrá nada de roer en este hueso. Ahora o nunca.
Oh, ella sólo lo estaba pidiendo ahora. Sofocando la risa, Braden dio un
paso hacia ella de modo que la tenía atrapada entre él y el sofá. El olor
afrutado de su champú causó una agitación sensual en su sangre y su
sonrisa se volvió arrogante cuando él llegó a una decisión.
—Realmente, Jocelyn… ¿por qué tienes que hacer que todo suene tan
sucio? —preguntó descaradamente antes de girar bruscamente sobre
sus talones, la imagen de su exuberante boca cayendo abierta en
indignación le trajo una sensación de triunfo.
Una vez fuera, Braden se detuvo un momento en la escalera de
entrada, tomando una bocanada de aire fresco. Él había entrado en el
piso en el peor jodido estado de ánimo, y salió sintiéndose mejor de lo
que había estado en días.
Mirando hacia atrás a la puerta, se rió por lo bajo. Estaba lleno de
expectación.
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Sobre la
Autora
Samantha Young es una escritora escocesa graduada de la Universidad
de Edimburgo en 2009. Estudió historia antigua y medieval, lo cual en
realidad sólo significa que le gustan las cosa viejas. Desde febrero de
2011, Samantha ha estado auto-publicando sus novelas para adultos
jóvenes más vendidas por Amazon. Ha sido nominada para el Premio al
Mejor Autor y Mejor Romance Goodreads por su best-seller internacional
ON DUBLIN STREET.
Para obtener más información sobre la novela de ficción para adultos
de Samantha visita http://www.ondublinstreet.com
Para obtener información sobre sus novelas de ficción para adultos
jóvenes visita www.samanthayoungbooks.com
Serie On Dublin Street:
1.
Calle Dublín
1.1.
Una Navidad en Calle Dublín
1.5.
Calles de Edimburgo
2.
Calle Londres
2.5.
Castle Hill
3.
Before Jamaica Lane (Enero, 2014)
4.
Fall from India Place (Enero, 2014)
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Créditos
Staff de Traducción
Moderadoras:
LizC & ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
Traductores:
Azuloni
Jessy
Nnancyc
Debs
LizC
Otravaga
Flochi
Nelshia
Soñadora
Staff de Corrección
Correctoras:
Flochi
Kasycrazy
MaryJane♥
Jo
LizC
ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
Revisión y Recopilación
LizC
Diseño
ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
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