Apertura de las I Jornadas de Geografía y Medio Ambiente (San Sebastián 1988). Medio ambiente, contaminación del agua, del aire. Emisión de ruidos. vertidos, Medio ambiente, desarrollismo, residuos. reciclaje. Medio ambiente, calidad de vida. Calidad de vida; tal vez sea este el significado globalizador más adecuado para el geógrafo como analista del espacio, humanizado o no. Pero fundamentalmente calidad de vida en el espacio humanizado puesto que es en él donde se localiza mayoritariamente la dialéctica naturaleza (y sus recursos) y acción humana. En definitiva: naturaleza, espacio y vida. Se trata, simplemente, de vivir; se trata del simple hecho de vivir. Frente al catastrofismo pesimista; cara al desarrollismo incontrolado que amenaza la supervivencia el simple hecho de la voluntad de vivir es, tal vez, la reacción que caracteriza a esta porción del mundo occidental, del espacio económicamente desarrollado. Tal vez en otras áreas la simplicidad sea más dramática y habría que catalogarla como la voluntad de sobrevivir. Pero, entre nosotros, si el Siglo XVI es el siglo del Humanismo; el XVII, el de la Razón; el XVIII, de la Ilustración y el XIX el del Progreso, el Siglo XX, a las puertas ya del XXI, podría ser definido como el de Vivir con calidad; aceptando las consecuencias favorables del desarrollismo pero limitando al máximo sus efectos y consecuencias negativas. Calidad de vida, en este contexto, no supone renuncia al desarrollismo sino condena de este desarrollismo concreto que hoy aprovechamos y padecemos simultáneamente cuando el "homo rationalis" es a la vez consumidor insaciable. Hombre, consumo, recursos, espacio. Cuatro variables relacionadas, dependientes, íntimamente unidas aunque con potencialidades diferentes. El uno, el espacio, limitado. Los recursos, limitados unos, ilimitados otros: renovables a veces, con mayor o menor pureza siempre. Consumo como actitud devoradora de espacio y recursos; auténtica máquina de movimiento continuo. Y, finalmente, el hombre, usuario y limitador del espacio. Consumidor de recursos. Dilapidador en ocasiones. Th1 vez una mayor dosis de racionalidad; un cierto sentido del ahorro del espacio y de los recursos; una optimización del uso de los limitados y no renovables sería lo prudente, lo sensato y hasta lo verdaderamente racional. Pero la solución tal vez no radique sólo en la búsqueda de nuevos modelos de producción, necesarios a todas luces; es preciso, ineludiblemente preciso, el hallazgo simultáneo de nuevos modelos de consumo. En definitiva, producción y consumo han de guardar un equilibrio constante en busca de la optimización y garantía del simple hecho de vivir. Hombre, consumo, recursos, espacio. En una palabra, hombre y medio. Hombre y medio físico, pero también hombre y medio humanizado, rural, urbano y hasta el periurbano, y económico. Espacio de análisis del geógrafo, Geografía y Medio Ambiente no se muestra, desde esta perspectiva, como disciplinas enfrentadas ni siquiera complementarias. La Geografía es análisis del medio; análisis del espacio humanizado; análisis del espacio utilizado por el hombre y de los recursos que ese mismo espacio, con o sin intervención humana, proporciona. La Geografía quedaría configurada como la ciencia de la relación hombre-espacio y el geógrafo como el analista del espacio, detector de su evolución, crítico de la dilapidación y orientador de nuevas pautas de comportamiento. En definitiva, ordenador del Medio, superando una visión limitada de observador y fedatario. y ordenador del Medio supone ser partícipe en la búsqueda de soluciones para que el hecho de vivir se desarrolle bajo pautas de racionalidad. Un reto profesional, tal vez; pero un reto, un desafío para contribuir activamente a la búsqueda de niveles de calidad de vida. MEDIO AMBIENTE E INTERVENCIÓN HUMANA La preocupación ambiental a nivel social surge en los últimos veinticinco años cobrando fuerza creciente, tanto mayor cuanto más desarrollada sea la sociedad y denotando mayor intensidad cuanto más alto sea el nivel de calidad de vida detentado por la misma. La preocupación de los tópicos medioambientales (contaminación atmosférica, de las aguas, del ruido; vertidos y eliminación de residuos, subproductos, etc.) no por repetida pierde vigencia ni por conocida resulta menos preocupante. Pero si la preocupación por el medio ambiente afecta a una sociedad en razón directa de su nivel de desarrollo y calidad de vida, la actividad humana en otros medios diferentes al urbano no es ajena a contribuir -en su medida a incrementar la problemática, de la misma manera que la producción industrial tampoco detenta la exclusiva en la generación de residuos, biocidas, etc. o en la alteración cualitativa de los componentes naturales del espacio. La intervención humana en el medio físico, en el urbano, en el de la producción (medios y procesos); en una búsqueda permanente de incrementos cuantitativos de la producción y de la colocación en el mercado de nuevos productos. Nuevos productos, resultado de tecnologías también nuevas, que -en parte por sus ventajas intrínsecas y en parte como resultado de técnicas de "marketing" y "mass media" - son rápidamente deseados, masivamente asimilados al consumo individual y sustituidos a corto plazo en la búsqueda de otros más complejos. Más complejos, más elaborados y... menos naturales. Más tecnificados y con mayor incidencia residual. Más útiles a corto plazo, al menos así se presentan y con tal intención se utilizan, pero problemáticos a medio y largo plazo. Intervención humana en definitiva. Incorporación de la producción y sus derivados a las actividades del hombre: desde el campo a la industria; de la aldea a la ciudad. Del vestir al transporte, a la alimentación, a la convivencia, a la vida cotidiana. Porque para el geógrafo, analista del espacio, el medio ambiente es más que el aire y sus contenidos de azufre; o que las aguas contaminadas o depuradas; o que la lluvia ácida y su incidencia en las masas vegetales. O que la polución urbana, la procedente de las instalaciones fabriles, de los vehículos y de un largo etcétera. El geógrafo se ve precisado a ampliar el concepto de Medio Ambiente: el impacto de un desmonte en ladera; el trazado de la infraestructura de transporte; la urbanización del glacis; los cambios en los usos del suelo; su funcionalidad variable; la urbanización del campo son también objetos de análisis del medio en el que se desarrollan las actividades, como lo son también la congestión urbana derivada de las altas tasas de ocupación residencial, la promiscuidad funcional de las áreas y ciudades industriales o el emplazamiento de focos potenciales de contaminación en la trayectoria de los vientos dominantes. GEOGRAFÍA, MEDIO AMBIENTE Y ORDENACIÓN DEL TERRITORIO Si la racionalización en el uso de los recursos y del espacio se considera imprescindible para conseguir una calidad de vida acorde con un desarrollo racional, no cabe duda de que la aportación del geógrafo puede ser conveniente. Conveniente porque el objeto de la ciencia geográfica tiene un alto componente social en tanto considera al hombre como agente de la transformación del espacio. De ahí que la necesidad de contar con su presencia en cuanto afecta a transformaciones espaciales, transformaciones de uso, recalificaciones, etc., se nos presenta ineludible, máxime ante la complementariedad e interdisciplinariedad que los estudios de planeamiento urbano y ordenación territorial están adquiriendo y que es preciso potenciar. Ciertamente que la geografía no puede considerarse absolutamente como una ciencia de las denominadas "técnicas" y que sus instrumentos de trabajo se apartan notablemente de los habituales usuarios de técnicas instrumental es de análisis, medida y control numéricos. Pero cierto también que su método reflexivo en torno al hombre o al grupo social le sitúa en una perspectiva privilegiada para la síntesis de los impactos, la visión globalizadora de las repercusiones e incluso para señalar pautas, recomendaciones o directrices. Lejos de limitarse a cuestiones técnicas, legales o económicas, la vinculación al campo social le obliga a cuestionar lo acertado o desacertado de las actuaciones en materia de ordenación, de calificaciones de suelo, de emplazamiento funcional, etc.; en definitiva, le convierte en un asesor imprescindible de equipos multidisciplinares encargados de tales labores de planeamiento. Abre perspectivas en un doble frente: el de contribuir con su aportación a la sociedad, a la solución de sus demandas y problemas, como elemento práctico a la hora de definir la calidad del simple hecho de vivir. Y, por otro lado, encierra posibilidades individuales de aplicar la teoría en campos de actividad diferentes a los tradicionales, cada vez más difíciles de desarrollar. Pero tales funciones, la presencia del geógrafo en labores de planeamiento y ordenación nos obliga a ampliar nuestros conocimientos; nos obliga a complementar nuestro proceso formativo con disciplinas que se nos revelan, a todas luces, necesarias para abordar tales labores. Disciplinas vinculadas al campo jurídico, al ámbito sociológico, al biológico, al químico y hasta al económico y tecnológico. Sólo una reflexión integradora que contemple tales variables permitirá un diagnóstico más aceptable y unos resultados más acordes con las demandas sociales. Sólo así la posibilidad de hacer compatible ocupación del espacio y uso óptimo de recursos con un proceso desarrollista racional al servicio del hombre de hoy, y sobre todo del de mañana, podrá contar con el geógrafo como elemento necesario. Es un reto, sin duda; pero un reto asumible, útil y que merece la pena asumir.