AUD.PROVINCIAL SECCION N. 1 GUADALAJARA SENTENCIA: 00001/2015 AUD.PROVINCIAL SECCION N. 1 GUADALAJARA PASEO FERNANDEZ IPARRAGUIRRE NUM. 10 Tfno.: 949-20.99.00 Fax: 949-23.52.2419130 37 2 2015 0102431 Rollo: TJ TRIBUNAL DEL JURADO 0000001 /2015-P Órgano Procedencia: JDO.INSTRUCCION N.2 de GUADALAJARA Proc. Origen: TRIBUNAL DEL JURADO 0000001 /2013 Acusación:_ MINISTERIO FISCAL Acusación Particular:_H.A.C., M.C.G.C.M., G.M.G.C.C., Acusación Popular: LETRADO JUNTA DE COMUNIDADES DE CASTILLA LA MANCHA, ABOGADO DEL ESTADO Procuradora: INES GARCIA DE LA CRUZ, ANA ROSA CALLEJA GARCIA Letrado: BARBARA ROYO GARCIA, MONICA TRINIDAD BALDOMINOS, LETRADO COMUNIDAD, ABOGADO DEL ESTADO Contra: J.M.B.V. Procurador/a: ANTONIO ESTREMERA MOLINA Letrado/a: JUAN JOSE PALAFOX COUTO ================================================== ILMA. SRA. MAGISTRADA PRESIDENTE Dª. ISABEL SERRANO FRIAS ================================================== SENTENCIA Nº 1/15 En la Ciudad de Guadalajara, octubre de dos mil quince. a treinta de Visto el procedimiento de Ley Orgánica del Tribunal del Jurado con el número 1/2015, que fue tramitado en el Juzgado de Instrucción número 2 de Guadalajara, por el delito de homicidio, figurando como parte acusadora; El Ministerio Fiscal; Acusación Particular H.A.C., representado por la Procuradora Inés García de la Cruz, y asistido por la Letrada Bárbara Royo García; Acusación Particular; M.C.G.C.M. y G.M.G.C.C., representadas por la Procuradora Dª Ana Rosa Calleja García y asistidas de la Letrada Dª Mónica Trinidad Baldominos; Acusación popular la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, representada por la Letrada Eva Ruiz Sáez y Acusación Popular; el Abogado del Estado, contra J.M.B.V. mayor de edad, titular del NIF , nacido en Guadalajara, el día 31 de mayo de 1977, hijo de y de , actualmente en prisión provisional privado de libertad por esta causa desde el día 26 de octubre de 2013, salvo ulterior comprobación, representado por el Procurador de los Tribunales D. Antonio Estremera Molina y defendido por el Letrado D. Juan José Palafox Couto, sobre Asesinato y siendo Magistrada Presidente la Ilma Sra DÑA ISABEL SERRANO FRIAS. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.- Por el Juzgado de Instrucción número dos de Guadalajara, se remitieron a esta Audiencia Provincial testimonios y piezas de convicción correspondientes a la citada causa con emplazamiento de las partes, las cuales se han personado ante esta Audiencia. SEGUNDO.- Con fecha 30 de junio de 2015 se dictó el Auto de Hechos Justiciables admitiendo los medios de prueba propuestos por las partes considerados pertinentes al tiempo que se fijaba la fecha de comienzo de las sesiones del juicio oral. TERCERO.El Ministerio Fiscal en sus conclusiones provisionales califico los hechos como constitutivos de un delito de homicidio previsto en el artículo 138 del CP y un delito de aborto del artículo 144 del mismo texto legal en concurso ideal, con a circunstancia agravante de parentesco del artículo 23 del CP, así como que se indemnice en 125000 euros a cada hijo y 20000 euros a la madre de la victima M.C.G.C. CUARTO.- La acusación particular representada por la Procuradora Sra García de la Cruz califico los hechos como integrantes de un delito de asesinato del articulo 139 al concurrir las circunstancias de alevosía con las circunstancias agravantes de ensañamiento, despoblado, abuso de confianza, un delito de aborto del articulo 144 cp, un delito de profanación de cadáver del artículo 526 del CP y un delito de robo con fuerza en las cosas de los artículos 237,238.4 y 239 del cp, así como que se indemnice en 250000 euros a cada hijo QUINTO.- La acusación particular representada por la Procuradora Sra. Calleja García califico los hechos como integrantes de un delito de asesinato de los artículos 139,1.3 y 140 del CP, aborto del artículo 144 del CP profanación de cadáveres del artículo 526 del CP, una falta de hurto del articulo 235.4 y otra del articulo 623.1 en concurso ideal, concurriendo la agravante de parentesco, interesándose indemnizados en la cantidad de 136.000 euros a M.C.G.C. y en 60.000 euros a G.M.C. así como 150.000 euros a cada uno de los tres hijos. SEXTO.- La acusación popular en representación de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha califico los hechos como constitutivos de un delito de asesinato de los artículos 139 1ª del Código Penal, un delito de aborto del articulo144, un delito de profanación de cadáver del articulo 526 y un delito de robo del articulo 238.4 y29.2 concurriendo las circunstancias agravantes modificativas de la responsabilidad criminal contempladas en el artículo 22. 2º y la de parentesco del artículo 23 del CP así como que indemnice a los tres hijos de la víctima en 150000 euros para cada uno, 75000 euros a la madre de la victima M.C.G.C. y 25000 a G.M.C. SEPTIMO.-La defensa califico los hechos como constitutivos de un delito de homicidio imprudente. OCTAVO.-Las acusaciones particulares al elevar las conclusiones a definitivas suprimieron la agravante de ensañamiento. NOVENO.- El Magistrado Presidente formulo el objeto del veredicto en congruencia con el mantenido por las partes, sus circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal y de la intervención del acusado. Del veredicto se dio audiencia a las partes; se aceptó alguna modificación y acto seguido, se procedió en la forma que determina el artículo 54 de la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado. Se impartieron las instrucciones correspondientes y se procedió a la entrega del veredicto al Jurado. DECIMO.- El Jurado tras su deliberación emitió veredicto de culpabilidad- Leído el Veredicto , con el resultado obrante en el acta levantada, y disuelto el Jurado, se celebró el trámite del artículo 68 de la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado (LA LEY 1942/1995) informando las partes sobre petición de pena y responsabilidades civiles. En dicho trámite el Ministerio Fiscal, acusación particular y defensa ratificaron nuevamente las peticiones formuladas en trámite de conclusiones definitivas. HECHOS PROBADOS De acuerdo con el veredicto del Jurado declaran probados los siguientes hechos: se PRIMERO.- El acusado J.M.B.V., mayor de edad, la mañana del lunes 30 de septiembre de 2013, en el domicilio familiar que compartía con su pareja sentimental, C.D.C.C.C., propino a la misma uno o varios fuertes golpes en la cabeza con o contra un objeto contuso con el propósito de acabar con la vida de C. o admitiendo que era muy probable que su acción le causara la muerte, causándole lesiones en el cráneo consistentes en herida lacerante en la región temporal parietal izquierda continuando en dirección horizontal en una zona deprimida en región frontal parietal temporal izquierda que determinaron un traumatismo cráneo encefálico severo con destrucción de centros vitales que le causaron la muerte. SEGUNDO.- El ataque a C. se produjo de forma sorpresiva e imprevista anulando las posibilidades de defensa de la víctima. TERCERO.- El acusado y la victima mantenían una relación sentimental conviviendo en el domicilio sito en la localidad de Cifuentes. CUARTO.- El acusado se aprovecho tanto de su mayor fuerza física como del avanzado estado de gestación de C., lo que disminuía sus posibilidades de defensa. QUINTO.- El acusado sabía que causando la muerte de C. provocaría con ello la muerte del feto. SEXTO.El acusado al día siguiente descuartizo el cuerpo de la victima enterrándolo con cal viva en una finca de su propiedad en las afueras de Cifuentes para ocultar su crimen. SEPTIMO.- El acusado utilizo la tarjeta bancaria de C. en dos ocasiones extrayendo 300 y 500 euros de la cuenta para simular que estaba viva. OCTAVO.- El acusado actuó en una situación de bloqueo en el momento posterior a la acción violenta que le limitaba levemente sus facultades mentales y su capacidad de saber y comprender lo que hacía. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- Los hechos declarado como probados constituyen en primer lugar un delito de asesinato previsto y penado en el artículo 139 del Código Penal concurriendo la circunstancia de alevosía (Art. 139 1ª ).El hecho de causar la muerte no fue negada por la defensa si bien considera la conducta del acusado como imprudente. El delito de asesinato requerirá para su apreciación la concurrencia de los elementos siguientes: a) la existencia de un "ánimus necandi" o voluntad de causar la muerte a otro; b) la efectiva destrucción de la vida humana por la actividad del sujeto activo; c) la relación causal de dicha conducta y el resultado letal (sentencias del Tribunal Supremo, entre otras muchas, de 24 de Marzo y 5 de Junio de 2005); y d) que la muerte se haya conseguido a través de algunas de las formas previstas en el artículo 139 del Código Penal (LA LEY 3996/1995), es decir alevosía; precio, recompensa o promesa; y/o ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido. En lo que se refiere al ánimo de matar, la sentencia del Tribunal Supremo nº 320/13 de 18 de Abril ha entendido que "para afirmar la existencia del dolo propio del delito de homicidio, deben tenerse en cuenta los datos existentes acerca de las relaciones previas entre agresor y agredido; del comportamiento del autor antes, durante y después de la agresión, lo que comprende la existencia de agresiones previas, las frases amenazantes, las expresiones proferidas, la prestación de ayuda a la víctima y cualquier otro dato relevante; del arma o de los instrumentos empleados; de la zona del cuerpo a la que se dirige el ataque; de la intensidad del golpe o golpes en que consiste la agresión, así como de las demás características de ésta; de la repetición o reiteración de los golpes; de la forma en que finaliza la secuencia agresiva; y, en general de cualquier otro dato que pueda resultar de interés en función de las peculiaridades del caso concreto (sentencia del Tribunal Supremo nº 57/04 de 22 de Enero (LA LEY 19444/2004)). A estos efectos, y aunque todos los datos deben ser considerados, tienen especial interés, por su importante significado, el arma empleada, la forma de la agresión, especialmente su intensidad, y el lugar del cuerpo al que ha sido dirigida. En el presente caso la imputación por el delito de asesinato viene dada por considerar concurrente la circunstancia nº. 1 del artículo 139 del Código Penal (LA LEY 3996/1995), la circunstancia de alevosía. La alevosía aparece definida en el artículo 22.1 del Código Penal (LA LEY 3996/1995) que señala que "hay alevosía cuando el culpable comete cualquiera de los delitos contra las personas empleando en la ejecución medios, modos o formas que tiendan directa o especialmente a asegurarla, sin el riesgo que para su persona pudiera proceder de la defensa por parte del ofendido". Se exige para su apreciación, según determina nuestra jurisprudencia, en primer lugar, un elemento normativo consistente en que se trate de un delito contra las personas. En segundo lugar, que el autor ejecute los hechos empleando medios, modos o formas que han de ser objetivamente adecuados para asegurar el resultado, precisamente mediante la eliminación de las posibilidades de defensa, sin que sea suficiente el convencimiento del sujeto acerca de su idoneidad. En tercer lugar, que el dolo del autor se proyecte no sólo sobre los medios, modos o formas empleados, sino también sobre su significado tendente a asegurar la ejecución y a impedir la defensa del ofendido, eliminando así conscientemente el posible riesgo que pudiera suponer para su persona una eventual reacción defensiva de aquél. Y en cuarto lugar, como consecuencia, que se aprecie una mayor antijuridicidad en la conducta derivada precisamente del modus operandi, conscientemente orientado a aquellas finalidades (Sentencia del Tribunal Supremo nº 320/13 de 18 de Abril, en la que se hace referencia a la sentencia de Tribunal Supremo nº. 1.866/02 de 7 de Noviembre). Nuestra jurisprudencia viene a distinguir distintas clases de alevosía y así, ente otras muchas, la sentencia nº 888/13 de 27 de Noviembre del Tribunal Supremo nos dice que "de acuerdo a nuestra jurisprudencia (sentencias del Tribunal Supremo de 1 de Junio de 2006 o nº. 647/13 de 16 de Julio), la alevosía tiene su núcleo esencial en la anulación de las posibilidades de defensa de la víctima. En su explicación hemos distinguido distintas modalidades de alevosía, la proditoria o a traición, la alevosa o sorpresiva y el aprovechamiento de situaciones de desvalimiento que roza el abuso de superioridad y respecto al que la diferenciación clara se perfila poco a poco en los pronunciamientos jurisprudenciales". Doctrina en la que insiste la sentencia del Tribunal Supremo de 10 de Diciembre de 2009 al sostener que: "la sentencia del Tribunal Supremo 888/08 10 de Octubre, con cita de la sentencia del Tribunal Supremo 357/05 de 22 de Marzo (LA LEY 11915/2005), recuerda el criterio uniforme de la jurisprudencia de la Sala Segunda --expresado, entre otras, en la sentencia del Tribunal Supremo 49/04 22 de Enero--cuando distingue entre las distintas modalidades ejecutivas de naturaleza alevosa: a) alevosía proditoria, equivalente a la traición y que incluye la asechanza, insidia, emboscada o celada, situaciones en que el sujeto agresor se oculta y cae sobre la víctima en momento y lugar que aquélla no espera; b) alevosía súbita o inopinada, llamada también "sorpresiva", en la que el sujeto activo, aun a la vista o en presencia de la víctima, no descubre sus intenciones y aprovechando la confianza de aquélla actúa de forma imprevista, fulgurante y repentina (en estos casos es precisamente el carácter sorpresivo de la agresión lo que suprime la posibilidad de defensa, pues quien no espera el ataque difícilmente puede prepararse contra él y reaccionar en consecuencia, al menos en la medida de lo posible); y c) alevosía de desvalimiento, en que el sujeto agente aprovecha una situación de absoluto desamparo de la víctima, como acontece en los casos de niños de corta edad, ancianos debilitados, enfermos graves o personas ebrias en fase letárgica o comatosa, dormidas o privadas de conocimiento". Sentando lo anterior, se puede decir que concurren todos los elementos del tipo, objetivos y subjetivos, del delito de homicidio como es la muerte de C. a consecuencia de los actos violentos que sobre ella ejerció el acusado y que determinaron el fallecimiento de la misma en la forma que se determina en el hecho primero de los hechos declarados probados que lo son en consonancia con lo recogido en el informe médico forense. Existe el elemento subjetivo del tipo como se desprende de los actos efectuados sobre la víctima en la secuencia de agresiones sufridas, la localización de las mismas en la cabeza , su intensidad y alcance .Especial trascendencia por su profesionalidad e imparcialidad tiene la prueba médico forense que resulto contundente al afirmar estos peritos que C. tenía una fractura vital polifragmentada que requería para su producción una “energía muy alta“ descartando pudiera ocasionarse con una simple caída o un empujón, indicando significativa y expresivamente que el hueso fracturado, el parietal requiere en las autopsias para abrirlo “una radial“ en definitiva mucha fuerza. El Jurado no muestran ninguna duda, manifestando por unanimidad que la muerte de C. tuvo lugar como consecuencia de los golpes que con intención de matar le propino el acusado refiriéndose en apoyo de esta consideración a las conclusiones del instituto de medicina legal así como del forense de parte, teniendo en cuenta pues el espacio reducido en el que se producen los hechos y la entidad de las lesiones en la cabeza que solo podrían haberse causado con un objeto contuso o golpeando directamente la cabeza contra un objeto de esas características. El Jurado ha considerado también que la muerte de C. ha sido alevosa lo que cualifica el homicidio y lo convierte en asesinato. En efecto, en relación a la alevosía es necesario recordar que el Tribunal Supremo en sentencia de fecha 28 de enero de 2011 afirma: “En efecto, la alevosía, en el sentido en el que es entendida por la jurisprudencia de esta Sala, requiere que el autor haya producido activamente la situación determinante de la indefensión o que la haya aprovechado.” Y en la de 8 de junio de 2011 se nos dice que: “En efecto, la Sentencia de este Tribunal de 8 de octubre de 2008, resolviendo el recurso 1016 de dicho año, recogía al doctrina de la S.T.S. número 550/08, que, retomando precedentes anteriores de nuestra Jurisprudencia, que cita profusamente, expone que: para que exista alevosía no es imprescindible que de antemano el agente busque y encuentre el modo más idóneo de ejecución, sino que es suficiente que se aproveche en cualquier momento y de forma consciente de la situación de indefensión de la víctima así como la facilidad que ello supone.“ Sentando lo anterior, se puede decir que concurren todos los elementos del tipo, objetivos y subjetivos, del delito de homicidio como es la muerte de C. como consecuencia de los actos violentos que sobre ella ejerció el acusado y que determinaron el fallecimiento de la misma en la forma que se determina en el hecho primero de los hechos declarados probados que lo son en consonancia con lo recogido en el informe médico forense. Existe el elemento subjetivo del tipo como se desprende de los actos efectuados sobre la víctima en la secuencia de agresiones sufridas, la localización de las mismas y los instrumentos u objetos empleados para su comisión de los cuales es fácil colegir la intención de matar que perseguía el acusado y que consiguió. Por lo que se refiere a la alevosía afirma el Jurado su concurrencia derivado de la inexistencia de signos de defensa en la acusada que nadie oyera gritos o petición de auxilio de la misma y la actitud sumisa del acusado que hacia mas difícil prever que pudiera actuar de forma violenta acentuándose por tanto el factor sorpresa, integrando así la circunstancia de alevosía en la forma denominada como sorpresiva. SEGUNDO.-Los hechos declarados probados integran en segundo lugar un delito de aborto del artículo 144 del CPenal en concurso ideal con el anterior delito, que sanciona al "que produzca el aborto de una mujer, sin su consentimiento". La doctrina lo define como "toda interrupción provocada del proceso fisiológico de gestación, que ocasiona la muerte del producto de la concepción" (GONZALEZ RUS). El bien jurídico protegido es la vida del feto (vida humana dependiente), para que pueda haber delito de aborto, el producto de la concepción debe estar vivo en el momento de la conducta, exigiéndose "viabilidad intrauterina", esto es, debe de tener capacidad de evolución fisiológica para nacer vivo, tratándose de un delito de resultado, cuya consumación requiere la muerte del producto de la concepción. Exige que el autor haya obrado con dolo, pudiendo ser el mismo directo o eventual (STS 19-9-1990). En el presente caso, el Jurado ha considerado probado que el acusado sabia que causando la muerte de C. provocaría la muerte del feto, no existiendo duda de que conocía el avanzado estado de gestación, unas 30 semanas, feto que según ratificaron en Juicio los médicos forenses era perfectamente viable. Así lo entiende el jurado que se apoya en la propia declaración del acusado, que no declaro en el Plenario, incorporándose mediante testimonio sus declaraciones ante el Juez instructor, aludiendo además los jurados a la declaración de la perito, M.D.M. y a la circunstancia de haber realizado el acusado actividades como técnico sanitario que permiten suponer unos conocimientos. De todo lo que antecede, se infiere, con claridad meridiana, que el acusado conocía que su pareja estaba embarazada y que al causarla a ésta dolosamente la muerte, asumió y se representó como consecuencia necesaria e inevitable de su acción, no haciendo nada por la muerte del feto, cuya paternidad le correspondía. TERCERO.Se imputaba además por las acusaciones particulares un delito de profanación de cadáveres del artículo 526 del CP. Se integra el mismo con conductas que trascienden de la figura del auto encubrimiento y concurre el dolo de ultrajar El Jurado no ha considerado acreditado los hechos que integran este tipo penal respecto al cual el legislador únicamente exige que el sujeto activo haya actuado con el doble conocimiento de que con su conducta profana un cadáver o sus cenizas y que con ello falta al respeto debido a la memoria de los muertos, considerando el jurado que la única intención del acusado al respecto fue la de ocultar su crimen. Tampoco ha considerado acreditado el jurado la infracción delictiva contra la propiedad siendo obvio que faltaba en el hecho de utilizar la tarjeta de crédito de la victima tras su fallecimiento un elemento esencial de estos tipos penales cual es el ánimo de lucro, considerando el jurado, por unanimidad, no acreditado que la extracción del cajero automático tuviera por objeto apoderarse de dinero de la víctima, razonando con rotundidad según consta en el acta del veredicto que “dichas acciones están encaminadas a la ocultación del delito”, razonando el Jurado la ausencia de ánimo de lucro CUARTO.- De los citados delitos de asesinato con alevosía y aborto es criminalmente responsable en concepto de autor y en grado de consumación, el acusado J.M.B.V. por haber realizado voluntaria material y directamente los hechos que lo integran, en virtud de lo dispuesto en los artículos 27 y 28.1 del Código Penal. Y ello es así, a tenor de las pruebas practicadas en el acto del juicio oral, esto es, el informe de autopsia el cual ha sido ratificado y sus firmantes sometidos a las aclaraciones y precisiones que las partes han considerado necesarias; las testificales de los agentes de la Guardia Civil que comparecieron al acto del Juicio Oral y que fueron debidamente interrogados por las partes y por los informes periciales que obran en autos se puede decir que el acusado es responsable de los delitos de los que se le acusa y que han servido de fundamento al Jurado para dictar el veredicto de culpabilidad, QUINTO.- En la realización del delito previsto y penado en el artículo 139 y 144 cp concurre la circunstancia agravante de parentesco. La circunstancia mixta de parentesco resulta aplicable cuando, en atención al tipo delictivo, la acción merece un reproche mayor o menor del que generalmente procede, a causa de la relación parental de que se trate. Resulta indudable que el autor era consciente de que mataba a su pareja, con la que convivía, con quién tenía un hijo en camino, que no nació por su conducta, lo que propicia que exista un mayor grado de reproche en su conducta, pues esa comunidad de afectos y sentimientos que debe reinar en la institución familiar aún no había cesado, tal y como señala la jurisprudencia citada, lo que justifica que el derecho penal le atribuya un mayor reproche penal al hecho de privar de la vida a quién pertenece a ese círculo que hacerlo a un extraño, por lo que debe operar dicha circunstancia como agravante en el indicado delito de asesinato y en el aborto. de En cuanto a la circunstancia también agravante abuso de superioridad que invocaba el Ministerio Fiscal en relación con el homicidio y que el Jurado considero acreditada al entender que el acusado se aprovecho tanto de su mayor fuerza física como del avanzado estado de gestación de C., lo que disminuía sus posibilidades de defensa, hay que entenderla absorbida por la agravante de alevosía que se ha considerado probada cualificando el homicidio en asesinato, pues no existe legalmente una pluralidad de variantes de la alevosía, es una única circunstancia cuya esencia es la mayor facilidad en la comisión, el aseguramiento del resultado sin riesgo para la víctima, siendo una creación jurisprudencial las distintas modalidades, por lo que queda dentro de dicho concepto el abuso de superioridad que es una especie de alevosía menor, así se dice en la STS 76/2009, de 4 de febrero, "es claro, pues, que el abuso de superioridad se encuentra insito en la alevosía. Y por eso se dice que es una alevosía menor o de segundo grado.” El jurado ha considerado concurre una circunstancia atenuante de la responsabilidad penal al entender acreditado que el acusado actuó en una situación de bloqueo en el momento posterior a la acción violenta que le limitaron levemente sus facultades mentales y su capacidad de saber y comprender ,que era invocada por la defensa incardinándola en el articulo 21.1del c.p. esto es las comprendidas en el articulo 20 cuando no concurran todos los requisitos necesarios para eximir de responsabilidad penal. Señala reiterada jurisprudencia que, el trastorno mental transitorio supone una perturbación de intensidad y efectos psicológicos idénticos a los de la enajenación, si bien diferenciada por su incidencia meramente temporal, y por el carácter coyuntural del cuadro anulativo del libre albedrío del individuo. Y ello, en muchas ocasiones sobre una base constitucional morbosa o patológica, y en muchas otras, aún sin presuponer tara alguna condicionante o facilitadora de la alteración. Su característica radica en la aparición de una perturbación fugaz, de una reacción vivencial anormal, tan enérgica y avasalladora para la mente del sujeto, que le priva de toda capacidad de raciocinio, eliminando y anulando su potencia decisoria, sus libres determinaciones volitivas, siempre ante el choque psíquico originado por un agente exterior, cualquiera que sea su naturaleza. Fulminación de conciencia tan intensa y profunda que impide al agente conocer el alcance antijurídico de la conducta. La motivación del trastorno puede ser debida a elementos endógenos o inherentes a la personalidad del agente, o a causas exógenas, motivos circunstanciales o estímulos externos al sujeto, hechos emocionales o afectivos de cierta magnitud, capaces de anular plenamente la inteligencia (eximente plena) o de alterarla parcial y gravemente (eximente incompleta). Así, una reiterada jurisprudencia del Tribunal Supremo -cfr. Sentencias de 8 julio, 26 octubre 1992 y 30 septiembre 1993 -, ha declarado que desaparecido el criterio ya superado de la base patológica como requisito del trastorno mental transitorio, ante la realidad de alteraciones de la mente de origen meramente psíquico, sin que sea preciso la enfermedad, que por su intensidad merecían la exención de la responsabilidad, se viene entendiendo por esta Sala que tal trastorno puede tener también origen exógeno, atribuyendo su aparición a un choque psíquico, producido por un agente exterior cualquiera que sea su naturaleza y se presenta bajo la forma de múltiples fenómenos perturbadores de la razón humana. El acusado según la prueba practicada no estaba afectado por enfermedad mental alguna ni siquiera trastorno patológico de la personalidad, pero entiende el jurado que como consecuencia del primer hecho sufrió una situación de bloqueo que afecto a su capacidad de conocer y querer en un breve espacio de tiempo apoyándose ara esta conclusión en la pericial psiquiátrica, integrándose así una circunstancia modificativa de la responsabilidad atenuante de la misma que afectaría al delito de aborto únicamente por el momento de su aparición tras el suceso inicial. Esta circunstancia carecerá, de trascendencia penológica por cuanto concurriendo una circunstancia agravante, parentesco, se neutraliza, y además por lo que se expondrá a continuación al aplicarse la regla del artículo 77 del Cp. SEXTO.-En cuanto a la individualización de la pena hay que comenzar por hacer referencia a la relación entre ambas infracciones penales, asesinato y aborto. Recogió la S. Tribunal Supremo, Sala Segunda, de lo Penal, Sentencia 357/2002 de 4 Mar. 2002, Rec. 403/2001-P/2000 al revisar la sentencia que condenaba al acusado como autor, de un delito de asesinato y aborto (artículos 139.1 y 144) en concurso ideal del artículo 77 del Código Penal, que “según la teoría penal mientras en el concurso real existen varios hechos y varias infracciones, el denominado ideal o formal supone una unidad de hecho y una pluralidad de infracciones, poniendo de relieve la dogmática alemana que precisa la consideración combinatoria de varios tipos para contemplar el desvalor total de un hecho unitario. Ha de reconocerse que no es cuestión pacífica en la doctrina ni en la jurisprudencia la relativa al tipo de concurso que debe apreciarse cuando la conducta enjuiciada produce varios resultados, especialmente cuando del concurso ideal «homogéneo» se trata, es decir, cuando cabe apreciar la violación reiterada del mismo tipo penal. En principio, la base del concurso ideal la constituye la identidad del hecho y, en definitiva, la unidad de acción. La dificultad de precisar en múltiples casos cuando estamos en presencia de una o varias acciones hacen que la frontera entre el concurso ideal y el real sea también difícil de determinar. De todos modos, como se dice en la sentencia de 23 Abr. 1992 (LA LEY 53390-JF/0000) (caso de la colza), «partiendo del carácter personal de lo ilícito penal, es evidente que la pena se dirige contra la acción y no contra el resultado. La norma solo puede ser vulnerada por la acción y, consecuentemente, no se justifica en modo alguno que en los delitos dolosos se considere que la unidad o pluralidad de hechos dependa de los resultados producidos». Ciñéndonos pues a aquellos en que una sola acción constituye dos o más delitos, únicos que pueden tener relación con los hechos de esta causa, debe recordarse la doctrina sentada en la sentencia de 23 Abr. 1992, vulgarmente conocida como del «síndrome tóxico», ya citada. «En los más antiguos precedentes de esta Sala se consideró que para determinar la diferencia entre el concurso ideal y el real lo decisivo es la unidad o la pluralidad de acciones, sin tomar en cuenta el número de resultados.» Ello enlaza con la antigua sentencia del Tribunal Supremo de 7 Jul. 1909, que estableció que no debían penar separadamente los delitos de asesinato y aborto, como son los que ahora nos ocupan, «por haberse realizado en un solo acto los expresados delitos». El criterio de la unidad y pluralidad de acciones, por lo demás, se ratificó en la sentencia de 15 Mar. 1988, en la que la Sala recurrió expresamente al criterio de la unidad de acción afirmando que «la base estructural del concurso ideal radica en la unidad de acción, pese a su proyección plural en el área de la tipicidad penal. Si se acusa la presencia de dos o más acciones, constitutiva cada una de un delito se trata de una modalidad o subforma de concurso real». La pena se dirige contra la acción y no contra el resultado. La norma solo puede ser vulnerada por la acción y, consecuentemente, no se justifica en modo alguno que en los delitos dolosos se considere que la unidad o pluralidad de hechos depende de los resultados producidos, pues «el delito es una modificación en el mundo exterior reconducible a un querer humano». Es indudable que si solo las acciones pueden infringir una norma el número de infracciones de la norma dependerá del número de acciones. Según la sentencia de 11 Feb. 1998, si la unidad de acción viene determinada, en último término, por el acto de voluntad y no por los resultados, habrá de determinar en cada caso cuál es el contenido del acto de voluntad del sujeto, pues si este pretende alcanzar en su acción la totalidad de los resultados producidos --es decir, si el mismo actúa con dolo directo-- y dichos resultados constituyen la lesión de otros tantos bienes jurídicos protegidos, habrá que concluir que en tal supuesto, tanto desde el punto de la antijuridicidad como desde el punto de vista de la culpabilidad, estaremos en presencia de varios hechos punibles en concurso real. Así, tratándose de la acusación de la muerte de varias personas, directamente buscada por el homicida, su conducta deberá considerarse constitutiva de otros tantos delitos de homicidio, con independencia de que para lograrlo haya optado por efectuar varios disparos con un arma de fuego o haya hecho explotar una bomba. Por el contrario, cuando la voluntad del sujeto afecte directa y fundamentalmente a la acción, mas no al resultado, previsto pero no directamente perseguido, como sucede en el caso de autos, en el que el autor perseguía dar muerte a su mujer, asumiendo y aceptando que con ello provocaba la del feto no directamente perseguida, estaremos en presencia de un verdadero concurso ideal. En tal caso, existirá unidad de acción y diversidad de resultados penalmente típicos que deberán castigarse conforme a las reglas de dicho concurso. En conclusión, y contemplando el supuesto desde los datos del hecho probado, la acción de estrangular a la mujer embarazada conociendo su estado y que con ello se provocaría la muerte del feto es, a todas luces, una única acción que produce la muerte de la mujer embarazada y la de su hijo. Dolo directo, respecto a la primera, y dolo de consecuencias necesarias respecto al delito de aborto, porque el agente sabe que con su acción se va a producir necesariamente el resultado, ya que la muerte de la madre llevaría como accesoria la muerte del feto, al conocer su estado de gravidez. La consecuencia accesoria es necesaria aunque no deseada. En tanto conocida como necesaria, sin embargo, es suficiente para considerar que ha sido dolosamente producida. “Este es el supuesto de autos en el que el acusado no perseguía la muerte del feto si bien tuvo que representarse que matando a la madre también se produciría ese resultado que se acepta y que se produce pocos tiempo después de fallecer la madre. En la misma línea la más reciente S Tribunal Supremo, Sala Segunda, de lo Penal, Sentencia 158/2015 de 17 Mar. 2015, Rec. 10623/2014. Como consecuencia de lo anteriormente expuesto, el acusado José Miguel Batanero Vicente deberá ser condenado como autor responsable del delito de asesinato ya definido con la concurrencia de la agravante de parentesco en concurso ideal con un delito de aborto con la atenuante del artículo 21.1 del Código Penal, lo que supone aplicar la regla del artículo 77 del CP y penar la infracción más grave (asesinato ) en su mitad superior, valorando la agravante de parentesco, imponiéndose por ello la pena de prisión de 19 años. SEPTIMO.Todo responsable de un delito o falta lo es también civilmente, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 109 Código Penal; comprendiendo la responsabilidad civil, según el artículo 110 del mismo texto la indemnización de los perjuicios materiales y morales, que habrá de abonar el penado. Para calcular el importe indemnizatorio, se acude en ocasiones por razones de seguridad jurídica de forma orientativa el baremo que a tales efectos y para los casos derivados de accidentes de circulación establece el anexo de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos de Motor; pero tal criterio ha de complementarse en casos como el presente pues no cabe duda que existe un plus de daño y perjuicio, personal y moral (que es lo que en definitiva se trata de resarcir o, al menos, compensar) en casos de muerte violenta en los que no existe ninguna aceptación social del riesgo como ocurre en el ámbito circulatorio y son además los responsables criminales quienes de forma deliberada y consciente causan ese daño. Además, las especiales circunstancias de sufrimiento en que se desenvuelven. En atención a lo expuesto se estiman adecuadas fijar como importe de las indemnizaciones las siguientes; a) a los tres menores hijos de la víctima, por el fallecimiento de su madre y del que sería su hermano 125.000 euros a cada uno de ellos. b) a M.C.G.C.M. en 25000 euros por fallecimiento de su hija y del que sería nieto. el su Ha de ser desestimada, sin embargo la petición de indemnización a favor de la hermana de la víctima, mayor de edad, con vida independiente de la de la perjudicada con la que no convivía, haciéndolo la hermana y su núcleo familiar, hijos, en Perú de quien, desde luego, no consta dependía económicamente. Cierto es que dicha persona han sufrido sin duda un durísimo golpe, y doloroso vacío derivado de la muerte de su hermana, pero cuando nos encontramos ante este tipo de situaciones el resarcimiento del daño moral ha de tener un límite en relación en cuanto a los perjudicados que deben ser indemnizados por tal concepto, ya que el daño moral se ha podido producir sin duda a otras personas (otros parientes y amigos) lo que, sin embargo, por si solo no genera indemnización. Ha de entenderse, por tanto, pues que salvo en supuestos excepcionales de fraternidad con convivencia o con demostración de una especial proximidad que no consta, la condición de hermano de la victima por si solos, cuando éste es mayor de edad o independiente económicamente de la misma no genera derecho a una indemnización civil. En este sentido con carácter orientativo (no vinculante en el supuesto de delitos dolosos) la tabla I del baremo en caso de fallecimiento de la víctima sin cónyuge únicamente otorga la condición de perjudicados-beneficiarios de la indemnización (incluidos los daños morales en las cuantías establecidas en la tabla, a los hijos (menores y mayores de edad) y a los padres de la víctima, así como los hermanos que sean menores de edad, huérfanos y dependientes del fallecido, excluyendo, por tanto, la referida regulación a los hermanos de la mayores de edad, como es el caso presente, habiendo de señalarse que la referida regulación legal y consiguiente exclusión ha sido declarada conforme a la Constitución por sentencia del Pleno del Tribunal Constitucional 190/2005 de 7 de julio (LA LEY 1620/2005). OCTAVO.- Las costas procesales causadas se imponen a la persona criminalmente responsable del delito, artículo 123 Código Penal y 240 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, incluyéndose entre las mismas las de la acusación particular conforme a la jurisprudencia mayoritaria del Tribunal Supremo, por todas la sentencia de 7 de diciembre de 2.006 que establece que "las costas del acusador particular han de incluirse entre las impuestas al condenado, salvo que las pretensiones del mismo sean manifiestamente desproporcionadas, erróneas o heterogéneas en relación a las deducidas por el Ministerio Fiscal, o a las recogidas en la sentencia, habiéndose abandonado el antiguo criterio de la relevancia", por lo que según esa misma doctrina jurisprudencial la regla general es la imposición de las costas de la acusación particular, salvo los supuestos antes citados, exigiéndose el razonamiento explicativo sólo en los casos en los que se deniegue su imposición (STS núm. 175/2001, de 12 de febrero (LA LEY 3224/2001) y STS núm. 1004/2001, de 28 de mayo (LA LEY 6169/2001), STS núm. 560/2002 (LA LEY 224929/2002), de 27 de marzo), sin que en el presente caso sea necesario dado que las pretensiones de las acusaciones no reúnen ninguno de los caracteres antes expresados. Vistos los preceptos legales citados, y demás de general y pertinente aplicación FALLO De acuerdo con el veredicto del Jurado, debo condenar y condeno al acusado J.M.B.V. como autor penalmente responsable de un delito de asesinato previsto y penado en el artículo 139 circunstancia primera en concurso ideal con un delito de aborto del artículo 144 del CPenal concurriendo la agravante de parentesco del artículo 23 del mismo texto legal respecto a ambos, y la atenuante del artículo 21.1 del Cp respecto al segundo, a la pena de 19 años de prisión e inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena. Asimismo según el veredicto del Jurado debo absolver al acusado de los delitos de profanación de cadáveres robo y hurto. El acusado indemnizara a cada uno de los tres hijos de la víctima en 125.000 euros por los daños morales ocasionados y a M.C.G.C.M. en 25.000 euros por el mismo concepto, cantidades que devengaran el interés legal. Se impone al acusado el pago de las costas procesales devengadas incluidas las de las acusaciones particulares. Para el cumplimiento de la pena privativa de libertad impuesta, será de abono al acusado todo el tiempo que hayan estado privado de libertad por esta causa. Pronúnciese esta sentencia en audiencia pública y notifíquese a las partes con la advertencia de que contra la misma se podrá interponer recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Castilla La Mancha, dentro de los siguientes a la última notificación. diez días Así, por esta sentencia de la que se llevara certificación al Rollo de Sala y se anotará en los Registros correspondientes, la pronuncio, mando y firmo. PUBLICACION.- Dada y publicada fue la anterior sentencia por la Ilma. Sra. Presidenta que la suscribe y leída que fue en el mismo día de su fecha, de lo que yo el Secretaria certifico.