Sentencia del crimen de Cifuentes.

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AUD.PROVINCIAL SECCION N. 1
GUADALAJARA
SENTENCIA: 00001/2015
AUD.PROVINCIAL SECCION N. 1 GUADALAJARA
PASEO FERNANDEZ IPARRAGUIRRE NUM. 10
Tfno.: 949-20.99.00
Fax: 949-23.52.2419130 37 2 2015 0102431
Rollo: TJ TRIBUNAL DEL JURADO 0000001 /2015-P
Órgano Procedencia: JDO.INSTRUCCION N.2 de GUADALAJARA
Proc. Origen: TRIBUNAL DEL JURADO 0000001 /2013
Acusación:_ MINISTERIO FISCAL
Acusación Particular:_H.A.C., M.C.G.C.M., G.M.G.C.C.,
Acusación Popular: LETRADO JUNTA DE COMUNIDADES DE CASTILLA LA MANCHA, ABOGADO
DEL ESTADO
Procuradora: INES GARCIA DE LA CRUZ, ANA ROSA CALLEJA GARCIA
Letrado:
BARBARA
ROYO
GARCIA,
MONICA TRINIDAD BALDOMINOS, LETRADO
COMUNIDAD, ABOGADO DEL ESTADO
Contra: J.M.B.V.
Procurador/a: ANTONIO ESTREMERA MOLINA
Letrado/a: JUAN JOSE PALAFOX COUTO
==================================================
ILMA. SRA. MAGISTRADA PRESIDENTE
Dª. ISABEL SERRANO FRIAS
==================================================
SENTENCIA Nº 1/15
En la Ciudad de Guadalajara,
octubre de dos mil quince.
a
treinta
de
Visto el procedimiento de Ley Orgánica del
Tribunal del Jurado con el número 1/2015, que fue
tramitado en el Juzgado de Instrucción número 2 de
Guadalajara, por el delito de homicidio, figurando
como
parte
acusadora;
El
Ministerio
Fiscal;
Acusación Particular H.A.C., representado por la
Procuradora Inés García de la Cruz, y asistido por
la
Letrada
Bárbara
Royo
García;
Acusación
Particular;
M.C.G.C.M.
y
G.M.G.C.C.,
representadas por la Procuradora Dª Ana Rosa
Calleja García y asistidas de la Letrada Dª Mónica
Trinidad Baldominos;
Acusación popular la Junta
de Comunidades de Castilla La Mancha, representada
por la Letrada Eva Ruiz Sáez y Acusación Popular;
el Abogado del Estado, contra J.M.B.V.
mayor de
edad, titular del NIF
, nacido en Guadalajara,
el día 31 de mayo de 1977, hijo de
y de
,
actualmente en prisión provisional privado de
libertad por esta causa desde el día 26 de octubre
de 2013, salvo ulterior comprobación, representado
por el Procurador de los Tribunales D. Antonio
Estremera Molina y defendido por el Letrado D.
Juan José Palafox Couto, sobre Asesinato y siendo
Magistrada Presidente la Ilma Sra DÑA ISABEL
SERRANO FRIAS.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Por el Juzgado de Instrucción número
dos de Guadalajara, se remitieron a esta Audiencia
Provincial testimonios y piezas de convicción
correspondientes
a
la
citada
causa
con
emplazamiento de las partes, las cuales se han
personado ante esta Audiencia.
SEGUNDO.- Con fecha 30 de junio de 2015 se
dictó el Auto de Hechos Justiciables admitiendo
los medios de prueba propuestos por las partes
considerados pertinentes al tiempo que se fijaba
la fecha de comienzo de las sesiones del juicio
oral.
TERCERO.El
Ministerio
Fiscal
en
sus
conclusiones provisionales califico los hechos
como constitutivos de un delito de homicidio
previsto en el artículo 138 del CP y un delito de
aborto del artículo 144 del mismo texto legal en
concurso ideal, con a circunstancia agravante de
parentesco del artículo 23 del CP,
así como que
se indemnice en 125000 euros a cada hijo y 20000
euros a la madre de la victima M.C.G.C.
CUARTO.- La acusación particular representada
por la Procuradora Sra García de la Cruz califico
los hechos como integrantes de un delito de
asesinato del articulo 139
al concurrir las
circunstancias de alevosía con las circunstancias
agravantes de
ensañamiento, despoblado, abuso de
confianza, un delito de aborto del articulo 144
cp, un delito de profanación de cadáver del
artículo 526 del CP y un delito de robo con fuerza
en las cosas de los artículos 237,238.4 y 239 del
cp, así como que se indemnice en 250000 euros a
cada hijo
QUINTO.- La acusación particular representada
por la Procuradora Sra. Calleja García califico
los hechos como integrantes de un delito de
asesinato de los artículos 139,1.3 y 140 del CP,
aborto del artículo 144 del CP profanación de
cadáveres del artículo 526 del CP, una falta de
hurto del articulo 235.4 y otra del articulo 623.1
en concurso ideal, concurriendo la agravante de
parentesco, interesándose indemnizados en
la
cantidad de 136.000 euros a M.C.G.C. y en 60.000
euros a G.M.C. así como 150.000 euros a cada uno
de los tres hijos.
SEXTO.- La acusación popular en representación
de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha
califico los hechos como constitutivos de un
delito de asesinato de los artículos 139 1ª
del
Código Penal, un delito de aborto del articulo144,
un delito de profanación de cadáver del articulo
526 y un delito de robo del articulo 238.4 y29.2
concurriendo
las
circunstancias
agravantes
modificativas
de
la
responsabilidad
criminal
contempladas en el artículo 22. 2º y
la de
parentesco del artículo 23 del CP así como que
indemnice a los tres hijos de la víctima en
150000 euros para cada uno, 75000 euros
a
la
madre de la victima M.C.G.C. y 25000 a G.M.C.
SEPTIMO.-La defensa califico los hechos como
constitutivos
de
un
delito
de
homicidio
imprudente.
OCTAVO.-Las acusaciones particulares al elevar
las conclusiones a definitivas suprimieron la
agravante de ensañamiento.
NOVENO.- El Magistrado Presidente formulo el
objeto del veredicto en congruencia con el
mantenido por las partes, sus circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal y de
la intervención del acusado. Del veredicto se dio
audiencia
a
las
partes;
se
aceptó
alguna
modificación y acto seguido, se procedió en la
forma que determina el artículo 54 de la Ley
Orgánica del Tribunal del Jurado. Se impartieron
las instrucciones correspondientes y se procedió a
la entrega del veredicto al Jurado.
DECIMO.- El Jurado tras su deliberación emitió
veredicto de culpabilidad- Leído el Veredicto ,
con el resultado obrante en el acta levantada, y
disuelto el Jurado, se celebró el trámite del
artículo 68 de la Ley Orgánica del Tribunal del
Jurado (LA LEY 1942/1995) informando las partes
sobre
petición
de
pena
y
responsabilidades
civiles.
En
dicho
trámite
el
Ministerio
Fiscal,
acusación
particular
y
defensa
ratificaron
nuevamente las peticiones formuladas en trámite de
conclusiones definitivas.
HECHOS PROBADOS
De acuerdo con el veredicto del Jurado
declaran probados los siguientes hechos:
se
PRIMERO.- El acusado J.M.B.V., mayor de edad,
la mañana del lunes 30 de septiembre de
2013,
en el domicilio familiar que compartía con su
pareja sentimental, C.D.C.C.C., propino a la misma
uno o varios fuertes golpes en la cabeza con
o
contra un objeto contuso
con el propósito de
acabar con la vida de C. o admitiendo que era muy
probable que su acción le causara la muerte,
causándole lesiones en el cráneo consistentes en
herida lacerante en la región temporal parietal
izquierda
continuando en dirección horizontal en
una zona deprimida
en región frontal parietal
temporal izquierda que determinaron un traumatismo
cráneo
encefálico
severo
con
destrucción
de
centros vitales que le causaron la muerte.
SEGUNDO.- El ataque a C. se produjo de forma
sorpresiva e imprevista anulando las posibilidades
de defensa de la víctima.
TERCERO.- El acusado y la victima mantenían
una
relación
sentimental
conviviendo
en
el
domicilio sito en la localidad de Cifuentes.
CUARTO.- El acusado se aprovecho tanto de su
mayor fuerza física como del avanzado estado de
gestación
de
C.,
lo
que
disminuía
sus
posibilidades de defensa.
QUINTO.- El acusado sabía que causando la
muerte de C.
provocaría con ello la muerte del
feto.
SEXTO.El
acusado
al
día
siguiente
descuartizo el cuerpo de la victima enterrándolo
con cal viva en una finca de su propiedad en las
afueras de Cifuentes para ocultar su crimen.
SEPTIMO.- El acusado utilizo la tarjeta
bancaria de C. en dos ocasiones extrayendo 300 y
500 euros de la cuenta para simular que estaba
viva.
OCTAVO.- El acusado actuó en una situación de
bloqueo en el momento posterior a la acción
violenta que le limitaba levemente sus facultades
mentales y su capacidad de saber y comprender lo
que hacía.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Los hechos declarado como probados
constituyen en primer lugar
un delito de
asesinato previsto y penado en el artículo 139 del
Código Penal concurriendo la circunstancia de
alevosía (Art. 139 1ª ).El hecho de causar
la
muerte no fue negada por la defensa si bien
considera la conducta del acusado como imprudente.
El delito de asesinato requerirá para su
apreciación la concurrencia de los elementos
siguientes: a) la existencia de un "ánimus
necandi" o voluntad de causar la muerte a otro; b)
la efectiva destrucción de la vida humana por la
actividad del sujeto activo; c) la relación causal
de dicha conducta y el resultado letal (sentencias
del Tribunal Supremo, entre otras muchas, de 24 de
Marzo y 5 de Junio de 2005); y d) que la muerte se
haya conseguido a través de algunas de las formas
previstas en el artículo 139 del Código Penal (LA
LEY
3996/1995),
es
decir
alevosía;
precio,
recompensa o promesa; y/o ensañamiento, aumentando
deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido.
En lo que se refiere al ánimo de matar, la
sentencia del Tribunal Supremo nº 320/13 de 18 de
Abril ha entendido que "para afirmar la existencia
del dolo propio del delito de homicidio, deben
tenerse en cuenta los datos existentes acerca de
las relaciones previas entre agresor y agredido;
del comportamiento del autor antes, durante y
después de la agresión, lo que comprende la
existencia de agresiones previas, las frases
amenazantes,
las
expresiones
proferidas,
la
prestación de ayuda a la víctima y cualquier otro
dato relevante; del arma o de los instrumentos
empleados; de la zona del cuerpo a la que se
dirige el ataque; de la intensidad del golpe o
golpes en que consiste la agresión, así como de
las
demás
características
de
ésta;
de
la
repetición o reiteración de los golpes; de la
forma en que finaliza la secuencia agresiva; y, en
general de cualquier otro dato que pueda resultar
de interés en función de las peculiaridades del
caso concreto (sentencia del Tribunal Supremo nº
57/04 de 22 de Enero (LA LEY 19444/2004)). A estos
efectos, y aunque todos los datos deben ser
considerados, tienen especial interés, por su
importante significado, el arma empleada, la forma
de la agresión, especialmente su intensidad, y el
lugar del cuerpo al que ha sido dirigida.
En el presente caso la imputación por el
delito de asesinato viene dada por considerar
concurrente la circunstancia nº. 1 del artículo
139 del Código Penal (LA LEY 3996/1995), la
circunstancia de alevosía.
La alevosía aparece definida en el artículo
22.1 del Código Penal (LA LEY 3996/1995) que
señala que "hay alevosía cuando el culpable comete
cualquiera de los delitos contra las personas
empleando en la ejecución medios, modos o formas
que tiendan directa o especialmente a asegurarla,
sin el riesgo que para su persona pudiera proceder
de la defensa por parte del ofendido". Se exige
para su apreciación, según determina nuestra
jurisprudencia, en primer lugar, un elemento
normativo consistente en que se trate de un delito
contra las personas. En segundo lugar, que el
autor ejecute los hechos empleando medios, modos o
formas que han de ser objetivamente adecuados para
asegurar el resultado, precisamente mediante la
eliminación de las posibilidades de defensa, sin
que sea suficiente el convencimiento del sujeto
acerca de su idoneidad. En tercer lugar, que el
dolo del autor se proyecte no sólo sobre los
medios, modos o formas empleados, sino también
sobre su significado tendente a asegurar la
ejecución y a impedir la defensa del ofendido,
eliminando así conscientemente el posible riesgo
que pudiera suponer para su persona una eventual
reacción defensiva de aquél. Y en cuarto lugar,
como consecuencia, que se aprecie una mayor
antijuridicidad
en
la
conducta
derivada
precisamente del modus operandi, conscientemente
orientado a aquellas finalidades (Sentencia del
Tribunal Supremo nº 320/13 de 18 de Abril, en la
que se hace referencia a la sentencia de Tribunal
Supremo nº. 1.866/02 de 7 de Noviembre).
Nuestra jurisprudencia viene a distinguir
distintas clases de alevosía y así, ente otras
muchas, la sentencia nº 888/13 de 27 de Noviembre
del Tribunal Supremo nos dice que "de acuerdo a
nuestra jurisprudencia (sentencias del Tribunal
Supremo de 1 de Junio de 2006 o nº. 647/13 de 16
de Julio), la alevosía tiene su núcleo esencial en
la anulación de las posibilidades de defensa de la
víctima. En su explicación hemos distinguido
distintas modalidades de alevosía, la proditoria o
a
traición,
la
alevosa
o
sorpresiva
y
el
aprovechamiento de situaciones de desvalimiento
que roza el abuso de superioridad y respecto al
que la diferenciación clara se perfila poco a poco
en
los
pronunciamientos
jurisprudenciales".
Doctrina en la que insiste la sentencia del
Tribunal Supremo de 10 de Diciembre de 2009 al
sostener que: "la sentencia del Tribunal Supremo
888/08 10 de Octubre, con cita de la sentencia del
Tribunal Supremo 357/05 de 22 de Marzo (LA LEY
11915/2005), recuerda el criterio uniforme de la
jurisprudencia de la Sala Segunda --expresado,
entre otras, en la sentencia del Tribunal Supremo
49/04 22 de Enero--cuando distingue entre las
distintas modalidades ejecutivas de naturaleza
alevosa: a) alevosía proditoria, equivalente a la
traición y que incluye la asechanza, insidia,
emboscada o celada, situaciones en que el sujeto
agresor se oculta y cae sobre la víctima en
momento y lugar que aquélla no espera; b) alevosía
súbita o inopinada, llamada también "sorpresiva",
en la que el sujeto activo, aun a la vista o en
presencia
de
la
víctima,
no
descubre
sus
intenciones y aprovechando la confianza de aquélla
actúa de forma imprevista, fulgurante y repentina
(en estos casos es precisamente el carácter
sorpresivo de la agresión lo que suprime la
posibilidad de defensa, pues quien no espera el
ataque difícilmente puede prepararse contra él y
reaccionar en consecuencia, al menos en la medida
de lo posible); y c) alevosía de desvalimiento, en
que el sujeto agente aprovecha una situación de
absoluto desamparo de la víctima, como acontece en
los casos de niños de corta edad, ancianos
debilitados, enfermos graves o personas ebrias en
fase letárgica o comatosa, dormidas o privadas de
conocimiento".
Sentando lo anterior, se puede decir que
concurren todos los elementos del tipo, objetivos
y subjetivos, del delito de homicidio como es la
muerte de C. a
consecuencia de los actos
violentos que sobre ella ejerció el acusado y que
determinaron el fallecimiento de la misma en la
forma que se determina en el hecho primero de los
hechos
declarados
probados
que
lo
son
en
consonancia con lo recogido en el informe médico
forense. Existe el elemento subjetivo del tipo
como se desprende de los actos efectuados sobre la
víctima en la secuencia de agresiones sufridas, la
localización de las mismas en la cabeza
, su
intensidad y alcance .Especial trascendencia por
su profesionalidad e imparcialidad tiene la prueba
médico forense que resulto contundente al afirmar
estos peritos que
C. tenía una fractura vital
polifragmentada que requería para su producción
una
“energía
muy
alta“
descartando
pudiera
ocasionarse con una simple caída o un empujón,
indicando significativa y expresivamente que el
hueso fracturado, el parietal requiere en las
autopsias para abrirlo “una radial“ en definitiva
mucha fuerza.
El
Jurado
no
muestran
ninguna
duda,
manifestando por unanimidad que la muerte de C.
tuvo lugar como consecuencia de los golpes que con
intención
de
matar
le
propino
el
acusado
refiriéndose en apoyo de esta consideración a las
conclusiones del instituto de medicina legal así
como del forense de parte, teniendo en cuenta pues
el espacio reducido en el que se producen los
hechos y la entidad de las lesiones en la cabeza
que solo podrían haberse causado con un
objeto
contuso o golpeando directamente la cabeza contra
un objeto de esas características.
El Jurado ha considerado también
que la
muerte de C. ha sido alevosa lo que cualifica el
homicidio y lo convierte en asesinato. En efecto,
en relación a
la alevosía es necesario recordar
que el Tribunal Supremo en sentencia de fecha 28
de enero de 2011 afirma: “En efecto, la alevosía,
en el sentido en el que es entendida por la
jurisprudencia de esta Sala, requiere que el autor
haya
producido
activamente
la
situación
determinante de la indefensión o que la haya
aprovechado.” Y en la de 8 de junio de 2011 se nos
dice que: “En efecto, la Sentencia de este
Tribunal de 8 de octubre de 2008, resolviendo el
recurso 1016 de dicho año, recogía al doctrina de
la
S.T.S.
número
550/08,
que,
retomando
precedentes anteriores de nuestra Jurisprudencia,
que cita profusamente, expone que: para que exista
alevosía no es imprescindible que de antemano el
agente busque y encuentre el modo más idóneo de
ejecución, sino que es suficiente que se aproveche
en cualquier momento y de forma consciente de la
situación de indefensión de la víctima así como la
facilidad que ello supone.“
Sentando lo anterior, se puede decir que
concurren todos los elementos del tipo, objetivos
y subjetivos, del delito de homicidio como es la
muerte de C. como consecuencia de los actos
violentos que sobre ella ejerció el acusado y que
determinaron el fallecimiento de la misma en la
forma que se determina en el hecho primero de los
hechos
declarados
probados
que
lo
son
en
consonancia con lo recogido en el informe médico
forense. Existe el elemento subjetivo del tipo
como se desprende de los actos efectuados sobre la
víctima en la secuencia de agresiones sufridas, la
localización de las mismas y los instrumentos u
objetos empleados para su comisión de los cuales
es fácil colegir la intención de matar que
perseguía el acusado y que consiguió. Por lo que
se refiere a la alevosía afirma el Jurado su
concurrencia
derivado de la inexistencia de
signos de defensa en la acusada que nadie oyera
gritos o petición de auxilio de la misma y la
actitud sumisa del acusado que hacia mas difícil
prever que pudiera actuar de forma violenta
acentuándose
por
tanto
el
factor
sorpresa,
integrando así la circunstancia de alevosía en la
forma denominada como sorpresiva.
SEGUNDO.-Los
hechos
declarados
probados
integran en segundo lugar un delito de aborto del
artículo 144 del CPenal en concurso ideal con el
anterior delito, que sanciona al "que produzca el
aborto de una mujer, sin su consentimiento". La
doctrina
lo
define
como
"toda
interrupción
provocada del proceso fisiológico de gestación,
que ocasiona la muerte del producto de la
concepción" (GONZALEZ RUS). El bien jurídico
protegido es la vida del feto (vida humana
dependiente), para que pueda haber delito de
aborto, el producto de la concepción debe estar
vivo en el momento de la conducta, exigiéndose
"viabilidad intrauterina", esto es, debe de tener
capacidad de evolución fisiológica para nacer
vivo, tratándose de un delito de resultado, cuya
consumación requiere la muerte del producto de la
concepción. Exige que el autor haya obrado con
dolo, pudiendo ser el mismo directo o eventual
(STS 19-9-1990).
En el presente caso, el Jurado ha considerado
probado que el acusado sabia que causando la
muerte de C. provocaría la muerte del feto, no
existiendo duda de que conocía el avanzado estado
de gestación, unas 30 semanas, feto que según
ratificaron en Juicio los médicos forenses era
perfectamente viable. Así lo entiende el jurado
que se apoya en la propia declaración del acusado,
que no declaro en el Plenario, incorporándose
mediante testimonio sus declaraciones ante el Juez
instructor, aludiendo además los jurados a la
declaración de la perito, M.D.M.
y a la
circunstancia
de
haber
realizado
el
acusado
actividades como técnico sanitario que permiten
suponer unos conocimientos. De todo lo que
antecede, se infiere, con claridad meridiana, que
el acusado conocía que su pareja estaba embarazada
y que al causarla a ésta dolosamente la muerte,
asumió y se representó como consecuencia necesaria
e inevitable de su acción, no haciendo nada por la
muerte del feto, cuya paternidad le correspondía.
TERCERO.Se
imputaba
además
por
las
acusaciones particulares un delito de profanación
de cadáveres del artículo 526 del CP. Se integra
el mismo
con conductas que
trascienden de la
figura del auto encubrimiento y concurre el dolo
de ultrajar El Jurado no ha considerado acreditado
los hechos que integran este tipo penal respecto
al cual el legislador únicamente exige que el
sujeto
activo
haya
actuado
con
el
doble
conocimiento de que con su conducta profana un
cadáver o sus cenizas y que con ello falta al
respeto debido a la memoria de los muertos,
considerando
el
jurado que la
única intención
del acusado al respecto fue la de ocultar su
crimen.
Tampoco ha considerado acreditado el jurado la
infracción delictiva contra la propiedad siendo
obvio que faltaba en el hecho de utilizar la
tarjeta de crédito de
la victima tras su
fallecimiento un elemento esencial de estos tipos
penales cual es el ánimo de lucro, considerando el
jurado, por unanimidad, no acreditado que la
extracción del
cajero automático tuviera por
objeto apoderarse de dinero de la víctima,
razonando con rotundidad según consta en el acta
del
veredicto
que
“dichas
acciones
están
encaminadas a la ocultación del delito”, razonando
el Jurado la ausencia de ánimo de lucro
CUARTO.- De los citados delitos de asesinato
con
alevosía
y
aborto
es
criminalmente
responsable en concepto de autor y en grado de
consumación,
el
acusado
J.M.B.V.
por
haber
realizado voluntaria material y directamente los
hechos que lo integran, en virtud de lo dispuesto
en los artículos 27 y 28.1 del Código Penal. Y
ello es así, a tenor de las pruebas practicadas en
el acto del juicio oral, esto es, el informe de
autopsia el cual ha sido ratificado y sus
firmantes
sometidos
a
las
aclaraciones
y
precisiones
que
las
partes
han
considerado
necesarias; las testificales de los agentes de la
Guardia Civil que comparecieron al acto del Juicio
Oral y que fueron debidamente interrogados por las
partes y por los informes periciales que obran en
autos se puede decir que el acusado es responsable
de los
delitos
de los
que se le acusa y que
han
servido de fundamento al Jurado para dictar
el veredicto de culpabilidad,
QUINTO.- En la realización del delito previsto
y penado en el artículo 139 y 144 cp concurre la
circunstancia
agravante
de
parentesco.
La
circunstancia
mixta
de
parentesco
resulta
aplicable cuando, en atención al tipo delictivo,
la acción merece un reproche mayor o menor del que
generalmente procede, a causa de la relación
parental de que se trate.
Resulta indudable que el autor era consciente
de que mataba a su pareja, con la que convivía,
con quién
tenía un hijo en camino, que no nació
por su conducta, lo que propicia que exista un
mayor grado de reproche en su conducta, pues esa
comunidad de afectos y sentimientos que debe
reinar en la institución familiar aún no había
cesado, tal y como señala la jurisprudencia
citada, lo que justifica que el derecho penal le
atribuya un mayor reproche penal al hecho de
privar de la vida a quién pertenece a ese círculo
que hacerlo a un extraño, por lo que debe operar
dicha circunstancia como agravante en el indicado
delito de asesinato y en el aborto.
de
En cuanto a la circunstancia también agravante
abuso
de
superioridad
que
invocaba
el
Ministerio Fiscal en relación con el homicidio y
que el Jurado considero acreditada al entender que
el acusado se aprovecho tanto de su mayor fuerza
física como del avanzado estado de gestación de
C., lo que disminuía sus posibilidades de defensa,
hay que entenderla absorbida por la agravante de
alevosía
que
se
ha
considerado
probada
cualificando el homicidio
en asesinato, pues no
existe legalmente una pluralidad de variantes de
la alevosía, es una única circunstancia cuya
esencia es la mayor facilidad en la comisión, el
aseguramiento del resultado sin riesgo para la
víctima, siendo una creación jurisprudencial las
distintas modalidades, por lo que queda dentro de
dicho concepto el abuso de superioridad que es una
especie de alevosía menor, así se dice en la STS
76/2009, de 4 de febrero, "es claro, pues, que el
abuso de superioridad se encuentra insito en la
alevosía. Y por eso se dice que es una alevosía
menor o de segundo grado.”
El jurado ha considerado
concurre una
circunstancia atenuante de la responsabilidad
penal al entender acreditado que el acusado actuó
en una situación de bloqueo en el momento
posterior a la acción violenta que le limitaron
levemente sus facultades mentales y su capacidad
de saber
y comprender ,que era invocada por la
defensa incardinándola en el articulo 21.1del c.p.
esto es las comprendidas en el articulo 20 cuando
no concurran todos los requisitos necesarios para
eximir de responsabilidad penal.
Señala
reiterada
jurisprudencia
que,
el
trastorno
mental
transitorio
supone
una
perturbación de intensidad y efectos psicológicos
idénticos a los de la enajenación, si bien
diferenciada por su incidencia meramente temporal,
y por el carácter coyuntural del cuadro anulativo
del libre albedrío del individuo. Y ello, en
muchas ocasiones sobre una base constitucional
morbosa o patológica, y en muchas otras, aún sin
presuponer
tara
alguna
condicionante
o
facilitadora de la alteración.
Su característica radica en la aparición de
una perturbación fugaz, de una reacción vivencial
anormal, tan enérgica y avasalladora para la mente
del sujeto, que le priva de toda capacidad de
raciocinio, eliminando y anulando su potencia
decisoria, sus libres determinaciones volitivas,
siempre ante el choque psíquico originado por un
agente exterior, cualquiera que sea su naturaleza.
Fulminación de conciencia tan intensa y profunda
que
impide
al
agente
conocer
el
alcance
antijurídico de la conducta. La motivación del
trastorno puede ser debida a elementos endógenos o
inherentes a la personalidad del agente, o a
causas
exógenas,
motivos
circunstanciales
o
estímulos externos al sujeto, hechos emocionales o
afectivos de cierta magnitud, capaces de anular
plenamente la inteligencia (eximente plena) o de
alterarla
parcial
y
gravemente
(eximente
incompleta). Así, una reiterada jurisprudencia del
Tribunal Supremo -cfr. Sentencias de 8 julio, 26
octubre 1992 y 30 septiembre 1993 -, ha declarado
que desaparecido el criterio ya superado de la
base patológica como requisito del trastorno
mental
transitorio,
ante
la
realidad
de
alteraciones de la mente de origen meramente
psíquico, sin que sea preciso la enfermedad, que
por su intensidad merecían la exención de la
responsabilidad, se viene entendiendo por esta
Sala que tal trastorno puede tener también origen
exógeno, atribuyendo su aparición a un choque
psíquico,
producido
por
un
agente
exterior
cualquiera que sea su naturaleza y se presenta
bajo la forma de múltiples fenómenos perturbadores
de la razón humana.
El acusado según la prueba practicada no
estaba afectado por enfermedad mental alguna ni
siquiera trastorno patológico de la personalidad,
pero entiende el jurado que como consecuencia del
primer hecho sufrió una situación de bloqueo que
afecto a su capacidad de conocer y querer
en un
breve espacio de tiempo apoyándose ara esta
conclusión
en
la
pericial
psiquiátrica,
integrándose así una circunstancia modificativa de
la responsabilidad atenuante de la misma que
afectaría al delito de aborto únicamente por el
momento de su aparición tras el suceso inicial.
Esta circunstancia carecerá, de trascendencia
penológica
por
cuanto
concurriendo
una
circunstancia
agravante,
parentesco,
se
neutraliza, y además por lo que se expondrá a
continuación al aplicarse la regla del artículo 77
del Cp.
SEXTO.-En cuanto a la individualización de la
pena hay que comenzar por hacer referencia a la
relación
entre
ambas
infracciones
penales,
asesinato y aborto. Recogió la S. Tribunal
Supremo, Sala Segunda, de lo Penal, Sentencia
357/2002 de 4 Mar. 2002, Rec. 403/2001-P/2000 al
revisar la sentencia que condenaba al acusado como
autor, de un delito de asesinato y aborto
(artículos 139.1 y 144) en concurso ideal del
artículo 77 del Código Penal, que “según la teoría
penal mientras en el concurso real existen varios
hechos y varias infracciones, el denominado ideal
o formal supone una unidad de hecho y una
pluralidad de infracciones, poniendo de relieve la
dogmática alemana que precisa la consideración
combinatoria de varios tipos para contemplar el
desvalor total de un hecho unitario.
Ha de reconocerse que no es cuestión pacífica
en la doctrina ni en la jurisprudencia la relativa
al tipo de concurso que debe apreciarse cuando la
conducta enjuiciada produce varios resultados,
especialmente
cuando
del
concurso
ideal
«homogéneo» se trata, es decir, cuando cabe
apreciar la violación reiterada del mismo tipo
penal.
En principio, la base del concurso ideal la
constituye
la
identidad
del
hecho
y,
en
definitiva, la unidad de acción. La dificultad de
precisar en múltiples casos cuando estamos en
presencia de una o varias acciones hacen que la
frontera entre el concurso ideal y el real sea
también difícil de determinar. De todos modos,
como se dice en la sentencia de 23 Abr. 1992 (LA
LEY 53390-JF/0000) (caso de la colza), «partiendo
del carácter personal de lo ilícito penal, es
evidente que la pena se dirige contra la acción y
no contra el resultado. La norma solo puede ser
vulnerada por la acción y, consecuentemente, no se
justifica en modo alguno que en los delitos
dolosos se considere que la unidad o pluralidad de
hechos dependa de los resultados producidos».
Ciñéndonos pues a aquellos en que una sola
acción constituye dos o más delitos, únicos que
pueden tener relación con los hechos de esta
causa, debe recordarse la doctrina sentada en la
sentencia de 23 Abr. 1992, vulgarmente conocida
como del «síndrome tóxico», ya citada. «En los más
antiguos precedentes de esta Sala se consideró que
para determinar la diferencia entre el concurso
ideal y el real lo decisivo es la unidad o la
pluralidad de acciones, sin tomar en cuenta el
número de resultados.»
Ello enlaza con la antigua sentencia del
Tribunal Supremo de 7 Jul. 1909, que estableció
que no debían penar separadamente los delitos de
asesinato y aborto, como son los que ahora nos
ocupan, «por haberse realizado en un solo acto los
expresados delitos».
El criterio de la unidad y pluralidad de
acciones, por lo demás, se ratificó en la
sentencia de 15 Mar. 1988, en la que la Sala
recurrió expresamente al criterio de la unidad de
acción afirmando que «la base estructural del
concurso ideal radica en la unidad de acción, pese
a su proyección plural en el área de la tipicidad
penal. Si se acusa la presencia de dos o más
acciones, constitutiva cada una de un delito se
trata de una modalidad o subforma de concurso
real». La pena se dirige contra la acción y no
contra el resultado. La norma solo puede ser
vulnerada por la acción y, consecuentemente, no se
justifica en modo alguno que en los delitos
dolosos se considere que la unidad o pluralidad de
hechos depende de los resultados producidos, pues
«el delito es una modificación en el mundo
exterior reconducible a un querer humano». Es
indudable
que
si
solo
las
acciones
pueden
infringir una norma el número de infracciones de
la norma dependerá del número de acciones.
Según la sentencia de 11 Feb. 1998, si la
unidad de acción viene determinada, en último
término, por el acto de voluntad y no por los
resultados, habrá de determinar en cada caso cuál
es el contenido del acto de voluntad del sujeto,
pues si este pretende alcanzar en su acción la
totalidad de los resultados producidos --es decir,
si el mismo actúa con dolo directo-- y dichos
resultados constituyen la lesión de otros tantos
bienes jurídicos protegidos, habrá que concluir
que en tal supuesto, tanto desde el punto de la
antijuridicidad como desde el punto de vista de la
culpabilidad, estaremos en presencia de varios
hechos punibles en concurso real. Así, tratándose
de la acusación de la muerte de varias personas,
directamente buscada por el homicida, su conducta
deberá considerarse constitutiva de otros tantos
delitos de homicidio, con independencia de que
para lograrlo haya optado por efectuar varios
disparos con un arma de fuego o haya hecho
explotar una bomba. Por el contrario, cuando la
voluntad
del
sujeto
afecte
directa
y
fundamentalmente a la acción, mas no al resultado,
previsto pero no directamente perseguido, como
sucede en el caso de autos, en el que el autor
perseguía dar muerte a su mujer, asumiendo y
aceptando que con ello provocaba la del feto no
directamente perseguida, estaremos en presencia de
un verdadero concurso ideal. En tal caso, existirá
unidad de acción y diversidad de resultados
penalmente típicos que deberán castigarse conforme
a las reglas de dicho concurso.
En conclusión, y contemplando el supuesto
desde los datos del hecho probado, la acción de
estrangular a la mujer embarazada conociendo su
estado y que con ello se provocaría la muerte del
feto es, a todas luces, una única acción que
produce la muerte de la mujer embarazada y la de
su hijo. Dolo directo, respecto a la primera, y
dolo de consecuencias necesarias respecto al
delito de aborto, porque el agente sabe que con su
acción
se
va
a
producir
necesariamente
el
resultado, ya que la muerte de la madre llevaría
como accesoria la muerte del feto, al conocer su
estado de gravidez. La consecuencia accesoria es
necesaria aunque no deseada. En tanto conocida
como necesaria, sin embargo, es suficiente para
considerar que ha sido dolosamente producida.
“Este es el supuesto de autos en el que el acusado
no perseguía la muerte del feto si bien tuvo que
representarse que matando a la madre también se
produciría ese resultado que se acepta y que se
produce pocos tiempo después de fallecer la madre.
En la misma línea la más reciente S Tribunal
Supremo, Sala Segunda, de lo Penal, Sentencia
158/2015 de 17 Mar. 2015, Rec. 10623/2014.
Como
consecuencia
de
lo
anteriormente
expuesto, el acusado José Miguel Batanero Vicente
deberá ser condenado como autor responsable del
delito
de
asesinato
ya
definido
con
la
concurrencia de la agravante
de parentesco en
concurso ideal con un delito de aborto con la
atenuante del artículo 21.1 del Código Penal, lo
que supone aplicar la regla del artículo 77 del CP
y penar la infracción más grave
(asesinato ) en
su mitad superior, valorando la agravante de
parentesco, imponiéndose por ello la pena de
prisión de 19 años.
SEPTIMO.Todo responsable de un delito o
falta lo es también civilmente, de acuerdo con lo
dispuesto en el artículo 109 Código Penal;
comprendiendo la responsabilidad civil, según el
artículo 110 del mismo texto la indemnización de
los perjuicios materiales y morales, que habrá de
abonar el penado.
Para calcular el importe indemnizatorio, se
acude en ocasiones por razones de seguridad
jurídica de forma orientativa el baremo que a
tales efectos y para los casos derivados de
accidentes de circulación establece el anexo de la
Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la
Circulación de Vehículos de Motor; pero tal
criterio ha de complementarse en casos como el
presente pues no cabe duda que existe un plus de
daño y perjuicio, personal y moral (que es lo que
en definitiva se trata de resarcir o, al menos,
compensar) en casos de muerte violenta en los que
no existe ninguna aceptación social del riesgo
como ocurre en el ámbito circulatorio y son además
los responsables criminales quienes de forma
deliberada y consciente causan ese daño. Además,
las especiales circunstancias de sufrimiento en
que se desenvuelven.
En atención a lo expuesto se estiman adecuadas
fijar como importe de las indemnizaciones las
siguientes;
a) a los tres menores hijos de la víctima, por
el fallecimiento de su madre y del que sería su
hermano 125.000 euros a cada uno de ellos.
b)
a
M.C.G.C.M.
en
25000
euros
por
fallecimiento de su hija y del que sería
nieto.
el
su
Ha de ser desestimada, sin embargo la petición
de indemnización a favor de la hermana de la
víctima, mayor de edad, con vida independiente de
la de la perjudicada con la que no convivía,
haciéndolo la hermana y su núcleo familiar, hijos,
en Perú
de quien, desde luego,
no
consta
dependía económicamente. Cierto es que dicha
persona han sufrido sin duda un durísimo golpe, y
doloroso vacío derivado de la muerte de su
hermana, pero cuando nos encontramos ante este
tipo de situaciones el resarcimiento del daño
moral ha de tener un límite en relación en cuanto
a los perjudicados que deben ser indemnizados por
tal concepto, ya que el daño moral se ha podido
producir
sin
duda
a
otras
personas
(otros
parientes y amigos) lo que, sin embargo, por si
solo no genera indemnización.
Ha de entenderse, por tanto, pues que salvo en
supuestos
excepcionales
de
fraternidad
con
convivencia o con demostración de una especial
proximidad que no consta, la condición de hermano
de la victima por si solos, cuando éste es mayor
de edad o independiente económicamente de la misma
no genera derecho a una indemnización civil.
En este sentido con carácter orientativo (no
vinculante en el supuesto de delitos dolosos) la
tabla I del baremo en caso de fallecimiento de la
víctima sin cónyuge únicamente otorga la condición
de perjudicados-beneficiarios de la indemnización
(incluidos los daños morales en las cuantías
establecidas en la tabla, a los hijos (menores y
mayores de edad) y a los padres de la víctima, así
como los hermanos que sean menores de edad,
huérfanos
y
dependientes
del
fallecido,
excluyendo, por tanto, la referida regulación a
los hermanos de la mayores de edad, como es el
caso presente, habiendo de señalarse que la
referida regulación legal y consiguiente exclusión
ha sido declarada conforme a la Constitución por
sentencia del Pleno del Tribunal Constitucional
190/2005 de 7 de julio (LA LEY 1620/2005).
OCTAVO.- Las costas procesales causadas se
imponen a la persona criminalmente responsable del
delito, artículo 123 Código Penal y 240 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, incluyéndose entre las
mismas las de la acusación particular conforme a
la
jurisprudencia
mayoritaria
del
Tribunal
Supremo, por todas la sentencia de 7 de diciembre
de 2.006 que establece que "las costas del
acusador particular han de incluirse entre las
impuestas al condenado, salvo que las pretensiones
del mismo sean manifiestamente desproporcionadas,
erróneas
o
heterogéneas
en
relación
a
las
deducidas por el Ministerio Fiscal, o a las
recogidas en la sentencia, habiéndose abandonado
el antiguo criterio de la relevancia", por lo que
según esa misma doctrina jurisprudencial la regla
general es la imposición de las costas de la
acusación particular, salvo los supuestos antes
citados, exigiéndose el razonamiento explicativo
sólo en los casos en los que se deniegue su
imposición (STS núm. 175/2001, de 12 de febrero
(LA LEY 3224/2001) y STS núm. 1004/2001, de 28 de
mayo (LA LEY 6169/2001), STS núm. 560/2002 (LA LEY
224929/2002), de 27 de marzo), sin que en el
presente
caso
sea
necesario
dado
que
las
pretensiones de las acusaciones no reúnen ninguno
de los caracteres antes expresados.
Vistos los preceptos legales citados, y demás
de general y pertinente aplicación
FALLO
De acuerdo con el veredicto del Jurado, debo
condenar y condeno al acusado J.M.B.V. como autor
penalmente responsable de un delito de asesinato
previsto y penado en el artículo 139 circunstancia
primera en concurso ideal con un delito de aborto
del artículo 144 del CPenal
concurriendo la
agravante de parentesco del artículo 23 del mismo
texto legal respecto a ambos, y la atenuante del
artículo 21.1 del Cp
respecto al segundo, a la
pena de 19 años de prisión
e inhabilitación
absoluta durante el tiempo de la condena. Asimismo
según el veredicto del Jurado debo absolver al
acusado de los delitos de profanación de cadáveres
robo y hurto.
El acusado indemnizara a cada uno de los tres
hijos de la víctima en 125.000 euros por los daños
morales ocasionados y a M.C.G.C.M. en 25.000 euros
por el mismo concepto, cantidades que devengaran
el interés legal. Se impone al acusado el pago de
las costas procesales devengadas incluidas las de
las acusaciones particulares.
Para el cumplimiento de la pena privativa de
libertad impuesta, será de abono al acusado todo
el tiempo que hayan estado privado de libertad por
esta causa.
Pronúnciese
esta
sentencia
en
audiencia
pública y notifíquese a las partes con la
advertencia de que contra la misma se podrá
interponer recurso de apelación ante la Sala de lo
Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de
Castilla La Mancha, dentro de los
siguientes a la última notificación.
diez
días
Así, por esta sentencia de la que se llevara
certificación al Rollo de Sala y se anotará en los
Registros correspondientes, la pronuncio, mando y
firmo.
PUBLICACION.- Dada y publicada fue la anterior
sentencia por la Ilma. Sra. Presidenta que la
suscribe y leída que fue en el mismo día de su
fecha, de lo que yo el Secretaria certifico.
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