B I B L I O G R A F I A ANALISIS QUIMICOS DE ROCAS ESPAÑOLAS PUBLICADOS HASTA 1952.— J. M. Fuster, E. Ibarrola y M. P. Lobato. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto “Lucas Mallada”. En esta publicaciós los autores han recogido sistemáticamente los trabajos que se han efectuado sobre análisis químicos de rocas españolas hasta el año 1952. En cuadros esquemáticos exponen también los resultados de tales es tudios. Al efecto de exponer sistemáticamente los mismos han dividido la Península Ibérica, así como territorios africanos e insulares en ocho zonas, dentro de las caules se dividen ordenadamente lac diferentes clases de rocas. Las Provincias Vascongadas están incluídas en la zona segunda denominada Septentrional, en la que se recogen además las análisis químicos de las rocas de Galicia, Asturias y provincia de Santander. Los análisis químicos de rocas situadas en Navarra están incluídos en la zona tercera, denominada Nordoriental, junto con las de Aragón y Cataluña. Refiriéndonos a las rocas de nuestro País, en la publicación que comentamos se recogen los siguientes análisis. De Granito, correspondiente a rocas situadas en el barranco de Arditurri, y trincheras del F. C. de Articuza (Guipúzcoa). De Aplita, correspondiente a la Mina de Arditurri, también en Guipúzcoa. De Traquita Calcítica, correspondiente al Monte Axpe, cerca de Bilbao (Vizcaya). De Pizarra con venulas de Aplita, correspondiente al Filón San Joaquín, Mina de Arditurri (Guipúzcoa). De Navarra, no se incluye análisis de roca alguna. Los análisis correspondientes a Guipúzcoa, que antes se ha hecho mención se hallan publicados en el trabajo de P. Termier, “Le granite de La Haya on des Trois-Couronnes”.—Bull. Soc. Geol. France, 4.ª s, vol. VII, pág. 9-17. París, 1907. El análisis correspondiente a Vizcaya indicado, se halla incluido en el trabajo de H. S. Washington, “Chemical analyses of igneons rocks published from 1884 to 1913 inclusive". U. S. Geol. Surv. Prof. Pap., n.º 99. Washington, 1917. A la obra que comentamos le precede un prólogo de Maximino San Miguel de la Cámara, con el titulo “La investigación petroquímica en España", en el que se indica como primer análisis de rocas de la Península de que existe noticia el realizado en las minas de Ríotinto y que fué publicado en un trabajo de J. H. Collins, sobre la Geología de dichas minas el año 1885. A este respecto sería interesante investigar siquiera a título de curiosidad, si bajo la égira de los Caballeritos de Azcoitia, se efectuó algún análisis de rocas. Tengamos en cuenta que sus Extractos son poco o nada conocidos, y que en ellos se publicaron análisis químicos como los de las aguas del Balneario de Cestona, habiendo dedicado también un gran interés por las minas de Somorrostro, en Vizcaya. Teniendo como tenían un plantel de quimicos de primera fila es posible que al menos se hiciera algún intento de análisis de rocas. J. M. H. G. 220 Bibliografía EXCAVACIONES EN NAVARRA.—VII. LA ”VILLA” ROMANA DE LIEDENA, I.— por Blas Taracena Aguirre, en “Príncipe Viana”, n.º 37, págs. 353-382. 5 figs. y 3 fotografías. Pamplona, 1949. Apoyado en ricas fuentes bibliográficas el autor nos presenta una detallada e interesante visión del problema agrícola romano en la Península Ibérica que sirve para mejor comprender luego el mudo lenguaje de las ruinas de la “villa” de Liédena, excavadas por la Institución ‘‘Principe de Viana” de Navarra, bajo la dirección del Sr. Taracena, durante los años 1942 a 1947. La cuidadosa remoción de varios miles de metros cúbicos de tierras han dejado al descubierto variadas construcciones de extensa planta y de distinta cronología que pueden ser fácilmente visitadas pues se hallan al borde de la carretera Pamplona-Sanguesa frente al acantilado terminal de la gigantesca foz del Irati. El Sr. Taracena que estima que las tierras medias vascónicas en las que se asienta la “villa” de Liédena comenzaron a ser romanizadas en la segunda mitad del siglo I antes de N. S. jesucristo y que al no oponer resistencia a la conquista pasaron a ser retaguardia en las guerras cántabras posteriores, nos dibuja un completo cuadro de las labores de beneficio de cereales vid y olivo que debieron llevarse a cabo principalmente en la “villa”. Esta verosimilitud está basada más en el estudio de materiales arqueológicos y de diversas dependencias que en el hallazgo y examen de restos directos acreditativos. La penuria de hallazgos de restos óseos de animales fuerzan al autor a no poder establecer ni siquiera un esbozo de la población ganadera de la “villa”. Estudiando acontecimientos históricos, invasiones germánicas principalmente, acaecidas en aquellas lejanas épocas, se inclina el autor a señalar el año 280 como el de la destrucción de la primera “villa de Liédena y el año 450 aproximadamente como el del abandono de la segunda. J. E. EXCAVACIONES EN NAVARRA.—VII. LA ”VILLA” ROMANA DE LIEDENA, II.— p o r Blas Taracena Aguirre, en “Príncipe Viana”, n.º 38-39, págs. 9-39, numerosos dibujos y fotografías. Pamplona. 1950. Es una detallada e interesante visita la que el Sr. Taracena nos obliga a efectuar sentados a nuestra mesa de lectura. El examen de un logrado plano de las edificaciones de la “villa” romana de Liédena, que avalora grandemente este trabajo, suple nuestro deambular por el extenso campo de ruinas. Las descripciones (con gran copia de detalles y de medidas) de las diversas dependencias de la “villa” se suceden variadisimas: peristilo (del primer tercio del siglo IV), jardín, pozo, galerías, habitaciones de tres crujías, torre de vigía, almacén, ábside, horno, hipocausto, estanque, trujal, lagar, termas y otros recintos inexplicados. Sigue luego la exposición de una ampliación de la “villa” hacia el oriente (siglo IV ya avanzado) con un inmenso patio que tiene más de cuarenta y cuatro habitaciones periféricas de uso desconocido, quizá de tipo castrense-agrario. Siguiendo pista dada por Altadill, el autor efectuó una interesante cata, fuera del recinto de la “villa’’, que dió por resultado el hallazgo de un sarcófago prismático, tipo siglo IV, de labra basta en piedra del país, 221 Bibliografía También salieron restos de mausoleo del que se dan detalles y se estudia posible traza original. No se señala la existencia de restos antropológicos humanos. En resumen este trabajo del gran excavador que fue el Sr. Taracena sirve para perfilar un importante conocimiento del fenómeno cultural romano en la Navarra media. J. E. EXCAVACIONES EN NAVARRA.—VI. LA ”VILLA” ROMANA DEL RAMALLETE (TERMINO DE TUDELA).— por Blas Taracena y Luis Vazquez de Parga, en “Príncipe Viana”, n.º 34, págs. 9-46, 16 figs. 21 lámina con numerosas fotografías. Pamplona, 1949. Excavaciones patrocinadas por la Institución “Príncipe de Viana” de la Diputación Foral de Navarra han llevado a los autores en otoño de 1946 al interesante resultado que se detalla en este trabajo y que comentamos brevemente. La “villa” se encuentra entre Castejón y Tudela a la orilla derecha del Ebro frente por frente al “vicus’’ del Castejón de Arguedas situado a la orilla izquierda sugiriendo los autores la opinión de que pudieran ambos pertenecer al mismo “fundus” o propiedad agrícola. Las excavaciones, que no pudieron llevarse totalmente a término mostraron los pavimentos de las ruinas a unos 0,6 m. de profundidad. No se hallaron restos de calzada. Se estudian diversas edificaciones romanas de diferente época y finalidad. Destacan entre ellas algunas habitaciones provistas de hipocaustos (sistemas de calefacción por aire caliente bajo el pavimento). Estudian los autores minuciosamente las características de estas realizaciones arquitectónicas y se extienden en interesantes consideraciones de etnografía doméstica romana. Una variada serie de figuras enriquece el texto y muestra en planta, cortes y perspectiva el conjunto de esta especialidad romana. También se descubrieron varios pavimentos de mosaico, tres de los cuales fueron arrancados por encargo de la Institución “Principe de Viana” para ser instalados en el Nuevo Museo de Pamplona, y se describen con detalle sus dibujos, composiciones, orlas, colores, rosetones, centros, etc., etc. La cerámica hallada, relativamente abundante pero que no pudo ser recogida con plena garantía de ubicación por circunstancias ajenas a los exploradores, es reputada por estos como “interesante para dar alguna luz sobre la llamada sigilata tardía”. En resumen, lo excavado y referido por los autores les permite datar estas edificaciones como del siglo IV ya avanzado. En ellas debió vivir ‘‘Dulcitius” súbdito romano cuya efigie ecuestre y mención aparecen en el medallón central de uno de los mosaicos. Una rica colección de estupendas fotografías, debida a la maestría de don José E. Uranga, avalora notablemente el texto. J. E. 222 Bibliografía OBSERVACIONES GEOLOGICAS EN EL FLYSCH CRETACICO-NUMULITICO DE GUIPUZCOA.— por Joaquín Gómez de Llarena. Monografía núm. 13 del Instituto ‘‘Lucas Mallada” del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 98 págs. de texto, 60 láminas de fotografías, un mapa geológico en negro. Madrid, 1954. En este trabajo se recoge una abundante documentación gráfica sobre uno de los terrenos sedimentarios de origen marino que más interés presentan para estudiar el problema de la formación de los estratos. Este terreno, que en el lenguaje geológico lleva el nombre de “flysch”, (término derivado del verbo alemán fliessen=fluir, deslizar, por la facilidad con que se desprenden grandes paquetes de roca, sobre todo en laderas escarpadas y en la estación lluviosa) se halla constituido por una alternancia muy regular de capas duras, por la general de areniscas calizas, con otras blandas, de pizarras arcillosas. Las fuertes presiones de la corteza terrestre durante los movimientos orogénicos, formadores de las cadenas de montañas, plegaron y replegaron estas series alternantes; luego, la labor a cargo de los ríos y del mar, destructora del relieve terrestre, puso al descubierto las curiosas estructuras de los terrenos afectados por aquéllos. Uno de los mejores sitios para reconocerlos es la costa guipuzcoana, toda ella formada por las rocas del flysch, y en donde el ariete marino bate año tras año el acantilado y lo mantiene vivo, dejando al descubierto los materiales que lo constituyen. Examinadas estas rocas en fresco, muestran interesantes detalles, que son recogidos en esta publicación. La obra comprende varios capítulos. En el primero se describen los distintos tipos del flysch reconocidos en Guipúzcoa. Esta especial formación aternante de rocas duras y blandas del flysch se inicia ya en medio del período cretácico y continúa hasta el eoceno, período con el que terminan los depósitos marinos que, luego fueron consolidados, plegados y levantados, constituyendo ahora una gran parte del país guipuzcoano. Se describe luego la arquitectura o tectónica de estos terrenos, que muestra pliegues y falles de intensidad diversa. El capítulo de mayor interés lo ofrece la “paleoicnología”, es decir, el estudio de las pistas o huellas dejadas por los más diversos tipos de animales marinos a su paso por la superficie de los terrenos en formación, así como las figuras resultantes de la acción mecánica del oleaje, de las corrientes, del deslizamiento o de la desecación del suelo, etc., que se conservan admirablemente en estos estratos alternantes, sobre todo en los de la arenisca dura. Se agrupan las pistas y huellas según pertenezcan a la cara superior o a la inferior de cada estrato. Se reconoce así una disimetría o desigualdad de estas caras que, junto con el análisis de la estructura sedimentaria de la roca sirve para determinar la posición tectónica de los estratos. Este es un hecho de gran importancia en el estudio de los plegamientos, aplicable a países de empujes orgénicos de grna envergadura como son las cadenas terciarias: Pirineos, Alpes, Himalaya, Andes. La verificación de esta ley de la desigualdad de las caras de un estrato y el vuelco o inversión de las capas se puede comprobar fácilmente en ciertos trayectos de la costa, como ocurre entre la orilla izquierda de la ria de Orio y el túnel de la carretera próximo a Guetaria. Es notable ver que los materiales del flysch son escasos en fósiles animales, pero que, en cambio, presentan numerosos rastros de moluscos, crustáceos y gusanos junto con otros de enigmática procedencia, todos ellos bien conservados en las caras superior o inferior de las areniscas duras. Los Bibliografía 223 restos vegetales son más raros aun y solo en muy limitados sitios se encuentran diminutos fragmentos de ámbar. En los capítulos siguientes se exponen las reflexiones que sugiere el estudio del flysch respecto a la profundidad a que se ha constituido y a las condiciones de su depósito. En general, se supone que esta alternancia de estratos, por lo común de escaso espesor, se ha formado en aguas marinas poco profundas o en playas extensas, sometidas a un continuo hundimiento. Estas series llegan así a alcanzar potencias de varios kilómetros. Se ha visto que el flysch forma la fase final en la sedimentación de los terrenos que más tarde han constituido las grandes cadenas montañosas, las cuales, como se sabe, están en su casi totalidad edificadas con materiales depositados en el medio marino. La medición de espesores de las capas sucesivas del flysch puede dar importantes resultados al comparar sus series en distintos puntos del mundo. en donde se encuentre. En este trabajo se proponen varios métodos en un intento de sincronizar los sedimentos por medios puramente geológicos, que luego podrían contrastarse con las técnicas físico-químicas de los minerales radioactivos. La obra va ilustrada con cerca de 120 fotografías en su mayor parte de las rocas o de las pistas halladas en el litoral guipuzcoano. El mapa geológico es sólo un bosquejo de la zona comprendida entre el cabo Higuer y Zumaya. Reseña del autor. SUR LES TRACES DES GLACIERS GUATERNAIRES DANS LA REGION DE L’ARAGON, por Fritz Nussbaum. Pirineos, núm. 13-14, págs. 497-518, 11 fotos, 10 dibujos en el texto, dos mapas en negro. Zaragoza, julio-diciembre 1949. El benemérito profesor de Geografía de la Universidad de Berna, ya jubilado, como continuación de sus importantes trabajos glaciológicos y morfológicos publicados sobre los Pirineos orientales, nos ofrece en este de ahora una investigación detenida de la morfología glaciar cuaternaria del valle. alto de Aragón y de sus regiones limítrofes del Norte y del Oeste. Señala las corrientes glaciares que han descendido de las cumbres en la fase máxima y que han alcanzado longitudes considerables: el río de hielo constituido en el valle de Canfranc tenía más de 20 kilómetros de largo y llegaba hasta Castiello de Jaca; el del Aragón Subordán pasaba de los 25 kilómetros y se detenía en donde ahora se levanta el pueblo de Hecho (los valores máximos a uno y otro lado de la Cadena Pirenaica se encuentran en el valle del Noguera Pallaresa, con 52 kilómetros y en el valle del Ariège con 63 kilómetros). Hacia el Oeste, los últimos glaciares de valle son los del Esca de más de siete kilómetros y el de Santa Engracia, en el valle de Saison, afluente izquierdo del Adour. Luego, hasta el pico de Ori, se reconocen varios circos, reducidos a la región cimera, de los que cinco se hallan en la vertiente francesa y uno en la española. En el mapa morfológico, el autor distingue la región de las areniscas, rodenas del permotrías, las calizas del cratácico inferior, las calizas del cretácico superior y del eoceno, y señala luego los diversos elementos glaciares cuaternarios (circos, valles en U, rupturas de pendiente rocas glarregadas, morrenas, hoces, terrazas, conos de deyección). Las fotografías Y los dibujos completan la información gráfica. J. G. d. Ll. 224 LA Bibliografía GLACIACION CUATERNARIA EN LA CORDILLERA CANTABRICA, por F. Nussbaum y F. Gigax. Estudios Geográficos, núm. 51. pág. 261-270, Madrid, mayo 1953. Este artículo es la traducción, hecha por A. López Gómez, del original “La glaciation quaternaire dans la Cordillere Cantabrique (Espagne du Nord” Reveu geographique des Pyrénées et du Sud-Ouest, 1952, XXIII, fasc. 1, págs. 36-48. Se hace primero una reseña histórica de los trabajos glaciológicos anteriores, que abarcan desde los macizos gallegos por el Oeste, hasta Aralar por el Este. Sigue luego la descripción de las investigaciones propias, realizadas en las montañas a occidente de los Picos de Europa. En el mapa que acompaña al texto, se señalan los focos glaciares y las líneas límites de las nieves perpetuas de la glaciación cuaternaria, resumiendo las observaciones de autores anteriores y las suyas propia. Entre las conclusiones, los autores comprueban la existencia de huellas glaciares en los macizos que sobrepasan los 1.600 metros de altitud; unas veces son morrenas, circos o roca aborregadas, otras incluso conservan lagos de circo, lo que confirma las observaciones de autores anteriores. J. G. d. LI. EVOLUTION MECANIQUE ET NIVATION SUR LES VERSANTS CALCAIRES DE LA HAUTE MONTAGNE PYRENEENE, por Pierre Barrère, Pirineos, núm. 24,pags: 201-213, 4 figs. en el texto, 12 fotografías. Zaragoza, abril-junio 1952. Estudio de algunos aspectos morfológicos de las regiones calizas más elevadas de los Pirineos, sometidas a contrastes climáticos grandes. El autor distingue dos grupos de vertientes: uno el de las de fuerte inclinación; otro, el de las de inclinación suave. En las primeras, situadas, sobre todo el N., la fragmentación por las diaclasas favorece la destrucción de la roca que, en las estaciones intermedias, primavera y otoño, es de particular intensidad, porque el agua se hiela y deshiela y actuando como fuerte cuña en las grietas provoca el desplome de los bloques, mientras que en el invierno reina la calma bajo el manto helado de la nieve y en el verano la elevada temperatura ambiente no deja desarrollarse este contrapuesto juego diurno del hielo y deshielo. Al pie de los cantiles calizos se acumulan los escombros, sobre los cuales, durante el invierno, se forman espesores grandes de nieve, que permanecen largo tiempo sin fundirse y contribuyen a dar un modelado en media luna, de falsa morrena, al reborde o festón de escombros. Se distinguen, sin embargo, de las verdaderas morrenas recientes por la ausenria de elementos finos, sobre todo de la arcilla azul que empasta los cantos de estas últimas. En las vertientes de inclinación suave, situadas sobre todo al Sur de la Cordillera, dominan las superficies estructurales o subestructurales de pendiente moderada, en las cuales, las acciones cársticas y mecánicas, combinadas, dan lugar a campos de piedras y suelos de elementos clasificados, entre ellos los suelos poligonales. Estos suelos poligonales, del mismo sitio citado por el autor, ya habían sido señalados por mí en nota anterior: J. G. de Llarena: Algunos datos sobre el glaciar actual del Monte Perdido (Pirineos). Bol. Soc. Española de Hist. Nat. 1936, págs. 327-343 J. G. d. Ll.