Descargar - Jaime Linares

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Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección General de Publicaciones
* VERSION PRELIMINAR SUSCEPTIBLE DE CORRECCION UNA
VEZ CONFRONTADO CON EL ORIGINAL IMPRESO
(S-3344/12)
PROYECTO DE COMUNICACIÓN
El Senado de la Nación
Vería con agrado que el Poder Ejecutivo Nacional llevara a cabo todas
las acciones que fueren necesarias, para modificar la denominación en
la cartografía oficial argentina, del Monte Fitz Roy por el de Chaltèn,
como lo llamaran originariamente los Tehuelches.
Jaime Linares.- Rubén Giustiniani.- Alfredo Martínez.FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Chaltén es el nombre con que los tehuelches denominaban
originariamente al Cerro, posteriormente, seria el perito Francisco
Pascasio Moreno, durante su expedición de límites en el año 1877,
quien lo bautizaría a cerro con el nombre de Fitz Roy, en honor al
capitán que acompaño a Charles Darwin en su expedición por la
Patagonia.
En la lengua aonikenk, quiere decir montaña que hecha humo, ya que
los habitantes originarios, al igual que muchos de los primeros
exploradores, lo suponían un volcán.
El cerro es sagrado para los pueblos originarios y ocupa un lugar
central en su cosmogonía.
Cuenta la leyenda, que una noche, uno de los hijos de Tons, la
oscuridad absoluta, llamado Nóshtex, el ogro, raptó a Teo, la nube, y
la mantuvo cautiva durante tres días con sus respectivas noches, tras
lo cual engendró en ella al semidios El’Al.
Kóoch, el creador del universo, enterado de esta afrenta desató sobre
el raptor una maldición, por la cual El’Al superaría en belleza y poder a
su propio padre, y como si eso fuera poco, el futuro hijo sería
admirado y venerado por todos los seres vivos.
Al conocer esta maldición Nóshtex presa de un furor inenarrable abrió
el vientre de Teo, con un puñal para acabar con la criatura que crecía
en su vientre.
Sin embargo, Ter-werr, una tucutuco logró recatar al niño con vida, lo
escondió en su cueva y decidió pedir ayuda para salvar a El’Al.
Para ello hizo avisar a todos lo animales para reunirse en asamblea,
en ella Kius, el chorlito, pidió la palabra y explicó que al otro lado del
Chaltén existía una tierra que él solo conocía y que si llevaban al niño
allá, el ogro jamás lo encontraría. Fue a KELLFÜ, el cisne a quien le
cupo la misión de llevar al niño sobre su lomo hasta la cumbre del
Chaltén
Dicen los tehuelches que la Patagonia era sólo hielo y nieve cuando el
cisne la cruzó, volando, por primera vez, detrás del cisne volaron el
resto de los pájaros, que los peces los siguieron por el agua y que los
animales terrestres cruzaron el océano a bordo de unos y de otros.
Así la nueva tierra se pobló de guanacos, de liebres y de zorros; los
patos y los flamencos ocuparon las lagunas y surcaron por primera vez
el desnudo cielo patagónico los chingolos, los chorlos y los cóndores.
Por eso El’Al no estuvo solo en el Chaltén: los pájaros le trajeron
alimentos y lo cobijaron entre sus plumas suaves. Durante tres días y
tres noches, permaneció en la cumbre, contemplando el desierto
helado que su estirpe de héroe transformaría para siempre.
Cuando El’Al comenzó a bajar por la ladera de la montaña le salieron
al encuentro Kokeske y Shíe, el Frío y la Nieve. Los dos hermanos que
hasta entonces dominaban la Patagonia lo atacaron furiosos,
ayudados por Máip, el viento asesino. Pero El’Al ahuyentó a todos
golpeando entre sí unas piedras que se agachó a recoger, y ése fue
su primer invento: el fuego.
Y que un día, modelando estatuillas de barro, creó a los hombres y las
mujeres, los tehuelches.
A ellos, a sus chónek, les confió los secretos de la caza: les enseñó a
diferenciar las huellas de los animales, a seguirles el rastro y a poner
los señuelos, a fabricar las armas y a encender el fuego. Y también a
coser abrigados quillangos, a preparar el cuero para los toldos hasta
dejarlo liso e impermeable... y tantas, tantas otras cosas que sólo él
sabía.
Finalmente El’Al, el sabio, el protector de los tehuelches, dio por
terminados sus trabajos. Dicen que un día, poco antes del amanecer,
reunió a los chónek para despedirse de ellos y darles las últimas
instrucciones. Les anunció que se iba, pidió que no le rindieran
honores pero sí que transmitieran sus enseñanzas a sus hijos, y éstos
a los suyos, y aquéllos a los propios, para que nunca murieran los
secretos tehuelches. Y cuando ya asomaba por el horizonte, El’Al
llamó al cisne y partió con su viejo compañero.1
Si bien es cierto que comúnmente en la actualidad se lo llama con el
nombre Chaltèn, en la cartografía oficial elaborada por el Instituto
Geográfico Nacional, el mismo figura como Monte Fitz Roy2.
Este proyecto va en el sentido de hacer cumplir efectivamente lo
dispuesto por el artículo 75 Inc. 17 de la Constitución Nacional en
cuanto reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos
indígenas, pretendiendo se respete en nuestra cartografía oficial el
nombre originario que éstos habían dado al cerro.
Por estas y por las demás razones que en oportunidad de su
tratamiento expondré en el recinto, solicito la aprobación del presente
proyecto de comunicación.
Jaime Linares.- Rubén Giustiniani.- Alfredo Martínez.-
1
2
Fuente -Leyendas de la Patagonia, Julia Salizman .Ed. Planeta
http://www.argentina.gob.ar/advf/documentos/4e5d2b7bcfdff.pdf
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