CONFERENCIAS EL PARTENÓN A TRAVÉS DE LOS TEXTOS Y DE LAS IMÁGENES Emilio Crespo Güemes Universidad Autónoma de Madrid Introducción Este ensayo pretende ayudar a comprender mejor la forma arquitectónica y la decoración escultórica de edificios que cualquier viandante puede contemplar en una ciudad de Colombia, como, por ejemplo, el cuerpo de triglifos alternados con metopas no decoradas que separa la parte baja, donde se sitúan las puertas de acceso, y la alta, con la espadaña y las dos torres, en la fachada de la Catedral Primada de Bogotá en la Plaza de Bolívar. La herencia clásica también está en la arquitectura y en la decoración de esta iglesia construida en honor de la Virgen María. Por otro lado, el presente texto también pretende ilustrar la complementariedad de las fuentes escritas y de los hallazgos arqueológicos para la cabal comprensión de la Antigüedad clásica y de cualquier otro periodo histórico. El visitante que asciende hoy a la Acrópolis de Atenas contempla en lo alto de la escarpada colina los Propileos, el pequeño templo de Nike Áptera, el Partenón y el Erecteion. Los cuatro edificios fueron construidos entre 447 y 404 a. de C. (figura 1). El Partenón comenzó a construirse en el 447 a. de C. Antes de esa fecha la Acrópolis era un campo de ruinas. Según relata el historiador Heródoto (8,50-3), en el 480 a. de C. los persas saquearon y destruyeron los templos, ofrendas y recintos sagrados que estaban allí. Desde el fin de la Antigüedad hasta la independencia de Grecia en 1829, en la Acrópolis se fueron añadiendo construcciones que cambiaron radicalmente su aspecto, como El Partenón a través de los textos y de las imágenes 44 . . - : . : • • • : • • • • • ' • •. •• • • • • • • . .•• • ' •:•• " • • '¡ : • : : • , . • . : . . - • • . • • . • , • í : • . : . : • • • . 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Destrucciones y reerección de las columnas El Partenón ha sufrido graves deterioros pero es uno de los templos mejor conservados de la antigüedad griega. Su estado es mejor que, por ejemplo, el de Apolo en Deifos, el de Posidón en cabo Sunion, y sólo peor que el Teseion de Atenas. Sufrió destrucciones sobre todo en tres momentos de su historia. Las primeras agresiones las padeció en la época en que fue usado como iglesia cristiana antes de 1674 y más tarde como mezquita islámica. Para su uso como iglesia cristiana, los relieves de las metopas de los lados oriental, occidental y septentrional fueron picados; en la fachada oriental se construyó un ábside que causó desperfectos en el centro del frontón y en el lado oriental del friso escultórico que rodea el muro exterior del templo. Este friso sufrió otros destrozos a causa de las ventanas que se abrieron en los lados largos. En 1687, Morosini, almirante de la flota veneciana, bombardeó la Acrópolis en el curso de la guerra entre la República de Venecia y el Imperio Otomano que terminó con la paz de Carlowitz. Una bomba cayó sobre el Partenón, usado temporalmente como polvorín, derribó la cubierta, parte de la fachada septentrional y causó destrozos en la decoración. Tras conquistar Atenas, Morosini intentó llevar a Venecia las estatuas de Atenea y de su carro del frontón occidental. Durante los trabajos para bajarlas, las estatuas cayeron y se rompieron. En el museo de Kassel hay relieves e inscripciones que los soldados de Hesse, al servicio de la República de Venecia, sacaron de la Acrópolis en 1688. En la misma época llegaron a Dinamarca algunas cabezas de figuras de las metopas, que hoy se exhiben en el museo Ny Carlsberg de Copenhague. En 1788, el diplomático francés Choiseul-Gouffier tuvo el dudoso honor de ser el primero en llevarse una metopa, la 10 de la fachada sur, que hoy está en el Museo del Louvre. La tercera y más grave agresión fue causada por Lord Elgin. Este embajador de Inglaterra ante la Sublime Puerta en 1799 interpretó la carta del sultán, que le autorizaba a trabajar en la Acrópolis y a mover bloques de piedra, como un permiso para 46 El Partenón a través de los textos y de las imágenes quitar partes de la decoración escultórica. Las autoridades que representaban en Atenas al sultán no intervinieron, seguramente para no desagradar a Inglaterra en espera de que ésta contuviera a Francia, que acababa de conquistar Egipto, provincia entonces del Imperio Otomano. Tras diversas vicisitudes, el Museo Británico compró los mármoles de Elgin por una módica cantidad. En época del rey bávaro Otón I de Grecia, Leo von Kletze (1784-1864) inició la limpieza de la Acrópolis demoliendo construcciones medievales y modernas como el minarete, levantado en la época en la que el Partenón fue usado como mezquita. Por su parte, el Erecteion había servido como residencia oficial de los Acciaiuoli florentinos, que dominaron Atenas desde 1388 hasta la conquista otomana en 1456, y del pacha, representante del sultán de Constantinopla, desde el siglo XV hasta la independencia de Grecia, como sabemos por relatos de viajeros ingleses y franceses sobre todo. Las columnas de la fachada norte, que cayeron por el bombardeo de Morosini, están hoy de nuevo en pie. El levantamiento o anastílosis fue posible gracias a los sutiles estudios de N. Balanós (Les monuments de l'Acropole d'Athénes, 1939), sobre la curvatura del estilóbato y de la cubierta, y sobre la éntasis y la inclinación de las columnas, que permitieron precisar dónde había que colocar cada tambor caído. En la actualidad la Acrópolis sufre la agresión de la contaminación. Las estatuas del frontón occidental, que estuvieron in situ hasta 1976 cuando se sustituyeron por réplicas, sufrieron un daño irreparable. Los originales, deteriorados por la polución, están en el Museo de la Acrópolis. Noticias de la Antigüedad sobre el Partenón Las informaciones más importantes sobre el Partenón en la literatura griega antigua se hallan en los capítulos 12 y 13 de la Vida de Feríeles escrita por Plutarco, que tratan acerca del programa de edificación de obras públicas emprendido por Pericles después del 450 a. de C ; y en el pasaje de Pausanias que describe los monumentos de la Acrópolis (Descripción de Grecia, 1, 22, 8-28, 2). Por estas fuentes sabemos que Fidias fue supervisor general de las obras y autor de la estatua de oro y marfil de la diosa Ate- 47 Emilio Crespo Güemes nea, que presidía el interior del templo. Ictino y Calícrates fueron los arquitectos del Partenón, pero desconocemos el cometido exacto de cada uno. La amistad de Fidias con Pericles atrajo la envidia hacia el uno y las maledicencias contra el otro. Aparte de las infamias y calumnias de los cómicos, Fidias fue acusado de haber sustraído materiales. Sabemos por el geógrafo Estrabón (9,1,12 y 16) y por el periegeta Pausanias (8, 41,9) que Ictino fue también arquitecto del templo de Apolo en Figalia y del 'cercado místico' de Eleusis. Situación La Acrópolis es una colina de piedra caliza de 156 m de altitud sobre el nivel del mar situada a 5 km del golfo Sarónico. Sólo es accesible por el lado occidental. El Partenón es el templo mayor de la Acrópolis y el símbolo del arte clásico. El nombre se debe a que estaba dedicado a Atenea parthénos 'virgen'. Ocupa una posición ligeramente descentrada hacia el Sur en lo alto de la colina. Los lados largos están sensiblemente orientados al Norte y al Sur. Cerca del Partenón estaban la calcoteca o depósito de armas y los recintos de Ártemis Brauronia y de Zeus Polieús (figura 3). Estatua de Atenea Promacos Propileos Erecteion Ceceo pión Pandrasion Antiguo' templo de Atenea destruido por ios persas Figura 3. Reconstrucción de los edificios situados en la cumbre de la Acrópolis de Atenas en la Antigüedad. 48 El Partenón a través de los textos y de las imágenes El Partenón tiene un emplazamiento semejante al de los templos de otras ciudades arcaicas griegas, como el de Atenea Políade en Asos. Como en Micenas, Tirinte y Tebas, en la Acrópolis hubo un palacio micénico situado en la zona que hoy ocupa el Erecteion. En la ladera norte de la Acrópolis, al norte del Areópago, hay enterramientos micénicos de corredor. Había culto religioso documentado desde época homérica (cf. Homero, Ilíada, 2. 546 ss.). Descripción El templo se alza sobre un estilóbato rectangular de 30.88 m x 69.50 m, construido sobre una terraza anterior de piedra local de 31.39 m x 76.81 m. La fachada meridional del templo y la parte noroccidental están sobre una plataforma artificial que c. . i; i~ i„ „ , , „ „ - f ; , - ; „ A^ 1~ m e d l i q j l i c u i c i ü xa o u p t u i v - i t u ^ ici : : • • ' . : - , , , : • : ' 's , riT&f.fl *í;á&ÍS Figura 4. El Partenón visto desde el Noroeste de la Acrópolis de Atenas. colina desde época micénica (figura 4). Algunos muros de contención que sujetan el relleno fueron construidos entre 478 a. i ^ ,jn IT i ,-. . . r Una parte de esta plataforma fue echada poco después del 490 a. de C. Esto indica que, tras la victoria de Maratón sobre los persas, los atenienses estaban construyendo un templo, que se suele llamar 'pre-Partenón', cuya edificación fue interrumpida brusca y violentamente. Nos referiremos a esto más adelante. El templo, entero de mármol pentélico, es dórico períptero octástilo con diecisiete columnas en las fachadas norte y sur (figura 5, siguiente página). La cubierta era de madera a dos aguas con tejas de mármol. Las canteras del monte Pentélico distan 12 km de Atenas en dirección Nordeste. El interior estaba dividido en cuatro estancias: las dos de los extremos estaban precedidas por seis columnas dóricas que formaban pórticos. La oriental se llamaba próneos. El pórtico oriental estaba cerrado por una verja, pues en su interior se guardaban ofrendas que estaban al cuidado de tesoreros anuales que ren- Emilio Crespo Güemes 49 dían cuentas a sus sucesores acerca de los objetos custodiados. Las dos estancias centrales estaban separadas por un muro transversal que las incomunicaba. La mayor era Figura 5. la oriental y se llamaPlanta del Partenón. ba hekatómpedos neos porque medía unos cien pies áticos de largo, equivalentes a treinta metros, o porque estaba sobre un antiguo templo llamado hekatómpedon. Albergaba la estatua de Atenea, flanqueada y respaldada por una columnata dórica, sobre cuyos capiteles descansaba un arquitrabe que sostenía otra columnata dórica que servía de apoyo a la techumbre. La sala estaba dividida en tres naves por dos hileras de diez columnas dóricas (figura 6). La estancia menor, llamada parthenón o morada virginal, estaba incomunicada con la mayor y tenía un techo apoyado sobre cuatro columnas. El Partenón tiene una estructura semejante a los templos dóricos más antiguos. A primera vista sólo se distingue por ser entero de mármol y por el tamaño, pero hay otras novedades sutiles. Las columnas exteriores poseen una altura un poco menor que los cinco diámetros y medio y están a una distancia media de Figura 6. 4,295 m, aunque no toReconstrucción del interior del Partenón das a la misma distancia. y de la estatua de Atenea. 50 El Partenón a través de los textos y de las imágenes La anchura media de las metopas es de 1,25 m, unas varían de otras hasta 15 cm. Esta falta de uniformidad parece deliberada porque otras medidas son precisas: los equinos de los capiteles tienen un perfil tenso y siguen una curva hiperbólica continua. Los capiteles y las columnas de las esquinas son más gruesos. Ningún triglifo coincide con el eje de una columna. Hay una disminución gradual de la anchura de los triglifos desde las metopas centrales de las fachadas, que son las más anchas, hasta las más próximas a las esquinas. La arquitectura obedece a normas geométricas, no aritméticas. Los elementos visualmente rectilíneos son en realidad curvos. Los extremos del estilóbato están a un nivel más bajo que el centro. El grosor de las columnas disminuye en los bordes y tiene éntasis en el centro. Además, se inclinan ligeramente hacia el interior. Las superficies verticales tienden levemente hacia el interior, excepto el entablamento, que lo hace en sentido contrario. Todo ello permite corregir efectos ópticos humanos: el éntasis o mayor grosor u6 ias coiumnas en ¿a parte centra* evita que ±as columnas parezcan más estrechas por el centro; la no verticalidad de las columnas ni del estilóbato evita que el edificio parezca tener la figura de un tronco de pirámide. El templo tiene 8 columnas en cada lado menor y 17 (2 x 8 + 1) en cada lado mayor. Su volumen puede ser descrito como 9 cubos: cuatro y medio de largo y dos de ancho, lo que da unas dimensiones en la proporción de 9:4. Esta misma proporción de 9:4 se observa en: el diámetro de la base de la columna x 9/4 = distancia entre las columnas; el diámetro de la base de la columna x 9/4 = altura del friso; la altura de la columna x 9/4 = anchura del edificio; la anchura x 9/4 = longitud; la altura x (9:4) 2 = longitud. Decoración escultórica El exterior del templo estaba decorado así: sobre el arquitrabe había 92 metopas alternadas con triglifos, 32 en los lados largos y 14 en los cortos; había un friso de bajorrelieves de 1 m de Emilio Crespo Güemes 51 altura a lo largo del muro exterior, que ocupaba una longitud de 160 m; y había esculturas en ambos frontones (figura 7). El orden en que he mencionado la decoración escultórica es también el de M# Figura 7. Situación de la decoración escultórica del Partenón. ejecución. Cuando se dedicó la estatua crisoelefantina en el 438/7 a. de C , las metopas y el friso, por razones de seguridad, debían estar acabados. Las esculturas tenían piezas de bronce y estaban pintadas. Quedan restos de clavos de bronce que sujetaban las armas y los arneses de los caballos a la plancha de mármol. No queda pintura sobre las figuras, pero se sabe que había pintura roja y azul, al menos. Para conocer la decoración escultórica y ordenar los fragmentos existentes, son imprescindibles los dibujos que Jacques Carrey hizo en 1674, antes de la explosión de 1687. Carrey, que viajaba en el séquito del marqués de Nointel, dibujó las metopas de la cara meridional, los frontones, el friso occidental y gran parte del friso de los otros tres lados (figuras 9 y 10). Hay otros dibujos de Dalton (1749), Stuart (1751), Pars (1751) y Gell (1805). Se han perdido casi todos los que Elgin mandó hacer a su ayudante Lusieri. 52 El Partenón a través de los textos y de las imágenes La decoración de las metopas Las metopas representan mitos en los que la civilización vence sobre la barbarie. Las orientales representan la gigantomaquia, es decir, la lucha de los dioses olímpicos y Hércules contra los gigantes. Desgraciadamente, sólo los dibujos permiten identificar algunos dioses. Según la Biblioteca mitológica de Apolodoro (1, 34-37), en esta lucha Atenea tuvo una intervención decisiva. Procuró a Zeus la ayuda de un mortal, Hércules, que era imprescindible para la victoria. Además cortó la cola a Palante, arrastró lejos de la península de Palene a Alcioneo, que cobraba fuerza cada vez que tocaba la tierra, y lo mató; además, sepultó bajo una isla a Encelado cuando huía a Sicilia. La gigantomaquia, que encumbraba a Atenea y el orden olímpico, también estaba representada en el frontón oriental del templo de Atenea Poliade, uno de los que los persas destruyeron (figuras 21 y 22); y en el escudo de la estatua crisoelefantina de Atenea. De manera al menos implícita, estas metopas establecían un paralelismo entre la lucha de los olímpicos contra los gigantes y la de los griegos contra los persas. La decisiva intervención de Atenea se correspondía con la de los atenienses. Las metopas occidentales representan duelos cuerpo a cuerpo entre griegos y orientales (persas o, según se dice, amazonas) . El tema ensalzaba la actuación de los estados griegos aliados contra los persas. El tema de las metopas septentrionales es incierto a causa de los destrozos causados por el bombardeo de Morosini. Sólo la más próxima a la fachada occidental se conserva relativamente bien, quizá porque se podía interpretar como la anunciación de María. Algunas metopas representan escenas de la toma de Troya: Menelao arrojando la espada al contemplar a Helena junto al Paladio, y quizá Eneas con Ascanio. Otras parecen representar el Sol y la Luna montada a caballo. La toma de Troya en las metopas del Partenón alude a la victoria de los griegos sobre los asiáticos (troyanos o persas). Las metopas del lado Sur son las mejor conservadas. Los estudios sobre evolución artística de Fidias y de su escuela se basan en esta serie. Al parecer, los cristianos destruyeron las orientales y las occidentales, pero respetaron las meridionales por razones desconocidas. Las metopas conservadas del lado sur representan Emilio Crespo Güemes 53 escenas de lucha entre hombres y centauros (figura 8). La mayoría está en el Museo Británico y todas fueron dibujadas en orden por J. Carrey (figura 9). Las centrales, ninguna de las cuales se conserva, representaban escenas en las que no había centauros. En la mitología, la lucha más famosa entre hombres y centauros sucede Figura 8. en las bodas de Pirítoo e HiMetopa 31. podamía en Tesalia, durante Compárese con el dibujo dej. Carrey. cuyo banquete los centauros irrumpen en busca de vino y tratan de raptar a las mujeres. Si éste es el tema, es difícil imaginar el sentido que tenía en el Partenón. En todo caso, ese tema estaba en el relieve del escudo de la Atenea parthénos, en las pinturas que decoraban la stoá poikíle ('pórtico pintado') del agora y en el Teseion. Si- * t\ , aurV >Cj :| 30 31 32 Figura 9. Dibujos elaborados en el siglo XVII de las metopas del lado Sur del Partenón. 54 El Partenón a través de los textos y de las imágenes La decoración del friso del muro exterior El friso decorativo corría a lo largo del muro exterior a una altura de 12,92 m. La mayor parte conservada se expone en los museos de la Acrópolis de Atenas y Británico. Representa la procesión de las Panateneas (figura 10). A partir del ángulo noroccidental comienzan dos hileras que Figura 10. representan a gentes Placas del friso que representa en procesión, una a lo la procesión de las Panateneas in situ. largo de la fachada septentrional y otra a lo largo de las fachadas occidental y meridional. Ambas hileras confluyen en el centro de la fachada oriental. En la cabecera hay doce personajes sentados, que se identifican como los dioses olímpicos. Entre los dos grupos de seis dioses sedentes, un sacerdote y una figura femenina pliegan o despliegan el vestido nuevo que traen como ofrenda a Atenea (figura 11). En los lados se representan los participantes en la procesión. Ninguna figura era identificada con un personaje. Figura 11. Parte central del friso de las Panateneas. Emilio Crespo Güemes 55 La decoración escultórica de los frontones Pausanias visitó Atenas poco después del año 160 de nuestra era y en su Descripción de Grecia (1, 24, 5-7), la primera guía de viajes occidental, dice de los frontones: "Todo lo que está en el frontón hace referencia al nacimiento de Atenea, mientras en la parte posterior está la disputa de Posidón con Atenea por el país". Entre los dos frontones había unas cincuenta esculturas en bulto redondo. El frontón oriental, que era el principal porque estaba enfrente del altar como es normal en los templos griegos, representaba el nacimiento de Atenea. Según Hesiodo (Teogonia 886-900, 924-9; cf. Apolodoro, Biblioteca 1, 20), Zeus logró unirse con Metis a pesar de la resistencia de esta. Cuando aún estaba encinta, Zeus la tragó para evitar que se cumpliera el vaticinio que predecía que de la hembra que estaba embarazada nacería un varón que sería dueño del cielo. Cuando llegó el momento del parto, Hefesto le golpeó la cabeza con un hacha y de ella salió Atenea adulta y con armas. El llamado putead de la Moncha, que es el brocal de un pozo decorado con relieves en época de Augusto, exhibido en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, es al parecer una copia de las figuras centrales del frontón oriental. El frontón occidental representaba la disputa de Atenea y Posidón por el patronazgo del Ática, mito ático según Heródoto (8, 55, 2). Según Apolodoro (Biblioteca 3,178 s.). Atenea y Posidón aspiraban a ser los dioses patronos del Ática. Para conseguirlo, Posidón golpeó el suelo con su tridente e hizo brotar agua salada. Por su parte. Atenea hizo brotar un olivo. Los jueces nombrados por Zeus para dictar veredicto fueron los dioses o los atenienses. En todo caso, los jueces dieron su voto a Atenea (figura 12, siguiente página). La estatua de Atenea Parthénos La estancia mayor del templo, el hekatómpedos neos, estaba presidida por la estatua crisoelefantina de Atenea (figura 6). La estatua y sus materiales son mencionados en inscripciones y obras literarias. Según Pausanias (Descripción de Grecia 1,24, 5-7), "la imagen está hecha de marfil y oro. En medio del casco hay una figura de la Esfinge [...] y a uno y otro lado del yelmo hay grifos esculpidos en relieve [...] La estatua de Atenea es de pie con man- 56 El Partenón a través de los textos y de las imágenes :: •i-' W$wh-X ' • ' Figura 12. Figuras de dioses representados en el frontón oriental del Partenón (Museo Británico). to hasta los pies y en su pecho tiene insertada la cabeza de Medusa de marfil; tiene una Nike de unos cuatro codos y en la mano una lanza; hay un escudo junto a sus pies y cerca de la lanza una serpiente, que podría ser Erictonio. En la base de la estatua está esculpido el nacimiento de Pandora". Esta estatua se perdió, como otras | i ; : dos de Fidias que representaban a la .• ..;: Atenea que había en la Acrópolis. La ; > 'i f . : descripción de Pausanias recuerda a la Atenea Varvakeion y a la Atenea Lenormant, ambas halladas en Atenas en el siglo XIX y actualmente en el Museo V: Arqueológico Nacional, y a la del Museo del Prado. Se dice que la cabeza de Copenhague es la que por su estilo es más ;i;fpróxima a Izparthénos (figura 13). Según un fragmento (en una nota escrita en el margen al verso 605 de un manuscrito de la Paz de Aristófanes) de Filócoro, que vivió de 340 hasta 267/1 a. de C. y compuso una obra sobre el Ática, la esta-X tua pesaba 44 talentos de oro y fue dediFigura 13. cada en el año 438/7 a. de C. Como el talento de Solón equivalía a 26,196 kg, su Atenea llamada Varvakeion basada en la Parthénos peso era de unos 1.150 kg. Tucídides, de Fidias. il Emilio Crespo Güemes 57 Diodoro y Plutarco dieron cifras que oscilaban entre 40 y 50 talentos para el peso de la estatua. Conservamos las cuentas anuales de gastos de la construcción de la estatua en una inscripción fragmentaria (IG I3 437), que registra la contabilidad de gastos anuales desde el 447/6 hasta el 433/2 y da una cifra total de gastos entre 700 y 999 talentos (figura 14). Las Panateneas La fiesta de las Panateneas se celebraba todos los años entre fines de Figura 14. julio y mediados de agosto, y cada cuaFragmento de la inscripción griega que registra los gastos tro años de modo más solemne (según el Léxico de Harpocración, que se basa de construcción del Partenón. en Isócrates 12, 12, 17; cf. también Pausanias, Descripción de Grecia 8, 2, 1). Conmemoraba la matanza del gigante Asterio por Atenea (según Aristóteles, fragmento 637 Rose) o el nacimiento de Atenea (según Calístenes, FGrH 124 F 52). Las Panateneas eran la fiesta nacional, según Plutarco (Vida de Teseo 4, 3), celebraban la unificación del Ática en un estado. Además, el régimen democrático de Atenas relacionaba las Panateneas con la instauración de la democracia. Según Aristóteles (Constitución de los atenienses, 18, 1), el tirano Hiparco, hijo de Pisístrato, fue asesinado a manos de Harmodio y con la colaboración de Aristogitón, precisamente en la procesión del 514. Tres años y pico más tarde cayó la tiranía, y los tiranicidas se convirtieron en héroes (figura 15, página siguiente). La fiesta comenzaba con una reunión masiva en la que jóvenes de ambos sexos cantaban y bailaban durante la noche (como se deduce de Heliodoro, Etiópicas 1,10,1) y culminaba a la mañana siguiente con la procesión, que comenzaba en la puerta de la muralla de Atenas situada junto al barrio del Cerámico y, tras cruzar el agora, terminaba frente a la fachada oriental del Partenón. En ella, unas jóvenes llevaban a la diosa cestas con ofrendas 58 El Partenón a través de los textos y de las imágenes y otras un vestido nuevo bordado a mano los meses precedentes. Estas jóvenes desfilaban en un carro con forma de barco con mástil (según indica, entre otros, Filóstrato, Vidas de los sofistas 2, 549 s.). En la fiesta había competiciones deportivas y musicales. Una comisión compuesta por diez ciudadanos, uno de cada tribu, elegida a sorteo por el pueblo para cuatro años, organizaba la procesión, los juegos y los premios, y encomendaba la elaboración del peplo (cf. Figura 15. Aristóteles, Constitución Los tiranicidas (Museo Arqueológico Nacional de los atenienses, 43, 1). El de Ñapóles). premio para los vencedores en los certámenes gimnástico e hípico era un ánfora llena de aceite elaborado con aceitunas de los olivos sagrados, que estaba decorada con una pintura que representaba a Atenea Poliade (figura 16); para los vencedores en el certamen musical, plata y oro; y para los que vencían en el concurso de valor, escudos. Según Plutarco (Vida de Feríeles 13), el certamen musical fue aprobado a propuesta de Pericles. En las Panateneas mayores, que se celebraban cada cuatro años, se recitaban los poemas de Homero seguidos y completos, según nos comentan Platón (Hiparco 228 b), Isócrates (Panegírico 159), Licurgo (102 s.) y Diógenes Figura 16. Laercio (Vida de Solón 1, 2, 57). Esta norma se Ánfora instauró en el 566 a. de C. según se deduce de panatenaica. Marcelino, (Vida de Tucídides 3). Emilio Crespo Güemes 59 El Partenón construido desde 447 hasta 432 Cuando la asamblea ateniense decidió edificar el Partenón, se aplicaban principios democráticos al control del dinero invertido en la construcción de edificios públicos. Al comienzo de una obra, la asamblea elegía una comisión, renovada cada año, como responsable de la supervisión y de la contabilidad. Las cuentas se exponían públicamente, inscritas en una losa de piedra que se erigía en la Acrópolis. Se han conservado fragmentos de esta estela de mármol inscrita por cuatro caras (1G 13 437) (figura 14). Conocemos con precisión cuándo fue construido el Partenón porque hay cuentas anuales desde el año 447-6 hasta el 433-2 a. deC. Las cuentas mejor conservadas son las del 434-3 a. de C. Están encabezadas con la fecha, el número de la serie, el nombre del secretario de la asamblea y el del magistrado que da nombre al año. A continuación, se especifican los ingresos divididos así: un pequeño remanente del año anterior (consistente en una cantidad de dracmas de plata y otras monedas), ingresos de la comisión (algo más de 4 talentos, que, como es una cantidad pequeña, muestra que las obras estaban casi terminadas), librados por los tesoreros de Atenea (que eran los encargados de administrar el tesoro de la liga ático-délica), y otra cantidad semejante procedente de la venta de oro. A continuación se registran los gastos anuales, divididos en compras y salarios. Las cuentas del año terminan especificando las cantidades no gastadas y transferidas a la comisión del año siguiente. Los gastos registrados son de unas dos mil dracmas para los obreros de las canteras del Pentélico y para 'los que cargan piedras en las ruedas', y unas tres mil para los escultores, que por entonces trabajaban en los frontones. Atenas al comenzar la construcción del Partenón Tras las victorias de 480 y 479 a. de C , los atenienses propusieron y lograron la formación de una liga contra los persas en el 478 a. de C. Los estados miembros se obligaban a contribuir con hombres, barcos o dinero para mantener la seguridad militar en el mar Egeo. El tesoro se custodiaba en el templo de Apolo y Ártemis de la pequeña isla de Délos, en el centro del mar Egeo, bajo la responsabilidad de los hellenotamías, nombrados por el 60 El Partenón a través de los textos y de las imágenes pueblo de Atenas. En el año 454 a. de C , el tesoro de la liga fue trasladado a Atenas y una parte de la contribución pasó a ser nominalmente una primicia ofrecida a Atenea. El traslado facilitó a los atenienses interpretar que los fondos de la contribución anual de la liga podían ser usados por ellos libremente. Como en Atenas hay inscripciones que recogen la contribución de cada estado a la liga desde 454-3 a. de C, se supone que en ese año tuvo lugar el traslado del tesoro. Según Diodoro (Biblioteca histórica, 12, 38, 2; 12,40,1; 54,3; 13,21, 3), ascendía a ocho mil o a diez mil talentos y fue transferido a Atenas por razones de seguridad (figura 17). Figura 17. Mapa del mar Egeo y de las costas circundantes. En el año 449 a. de C , los atenienses acordaron con Persia delimitar la esfera de influencia mutua. Este acuerdo, llamado Paz de Calías por el negociador, dejaba sin objeto la liga. Aun así, el estado ateniense no se sintió obligado a disolver la alianza; Emilio Crespo Cüemes 61 pero la mayoría de los aliados interpretó el acuerdo como el fin de la liga, según lo prueba el hecho de que muchos dejaron de pagar la cuota anual, como documentan las inscripciones que registran las cantidades anuales satisfechas en concepto de contribución. Después de cierto retraso Atenas consiguió que los aliados pagaran. La paz creó excedentes que se dedicaron a embellecer la ciudad y a ejecutar un programa de obras públicas. Según Plutarco, Pericles sometió a aprobación el programa de construcciones públicas para deshacerse de la oposición política. Hasta el año 450 a. de C. Cimón, hijo de Milciades, vencedor de Maratón, había sido un formidable oponente de Pericles. Aunque Cimón estuvo desterrado durante la mayor parte de la década de los cincuenta, fue elegido general al regresar. Su prestigio se cimentaba en su rancia prosapia, sus cualidades militares y sus espléndidas donaciones para edificios públicos. A su muerte en el 450 a. de C , Tucídides, hijo de Melesias, sucedió a Cimón en el liderazgo. Plutarco (Vida de Pericles, 12-14) da a entender que, en un debate en la asamblea, Pericles propuso gastar parte de la contribución de los aliados para embellecer la ciudad y que Tucídides, se opuso, pero que finalmente la propuesta de Pericles habría vencido. En el 443 a. de C. Tucídides sufrió ostracismo, promovido por Pericles. La falta de una oposición política fuerte permitió a Pericles ejercer el poder hasta su muerte en el 429 a. de C. y llevar a cabo el ambicioso programa de obras públicas. La cámara del tesoro de Atenea El tesoro de Atenea se guardaba en el parthenón, que quizá también se llamaba opisthódomos ('habitación de detrás'). En una famosa inscripción (IG I3 52) se registró el texto de dos decretos propuestos por Calías, seguramente hacia el 434/3 a. de C , que instauran la designación por sorteo de unos tesoreros que custodien el dinero que el estado tomó en préstamo y está a punto de devolver a los dioses. Estos tesoreros deben ejercer su función en un lugar de la Acrópolis llamado opisthódomos, cuyas puertas deben abrir y cerrar en presencia de los tesoreros de Atenea. Los inventarios anuales establecidos por el decreto se conservan en inscripciones, en las que los custodios de las ofrendas de Atenea re- 62 El Partenón a través de los textos y de las imágenes gistraban los tesoros guardados en el próneos, en el hekatómpedos neos y en el parthenón. Pero no mencionan el opisthódomos. Es posible que esta palabra designe una de las dos estancias occidentales del Partenón, que servía como cámara del tesoro. Pero si era así, es sorprendente que estos tesoreros nunca usen la palabra en las rendiciones de cuentas y que las menciones del opisthódomos nunca identifiquen el lugar como una estancia del Partenón. Además, otra inscripción (IG I3 207, datada entre 440 y 420 a. de C.) menciona la erección de un pilar en la Acrópolis detrás del opistódomo. Y Demóstenes (24,136) alude a un incendio del opisthódomos en el año 406 a. de C. ¿De dónde procedía el dinero para el Partenón? Plutarco, en la biografía sobre Pericles (12, 2) que escribió poco después del año 100 de nuestra era, dice que los atenienses acusaban a Pericles de usar las contribuciones de los aliados para embellecer la ciudad, no para mantener la flota rute los defendiera de los persas: "Grecia tiene la impresión de ser víctima de una terrible injuria y de una tiranía manifiesta, porque ve que con los tributos con los que se la fuerza a contribuir para la guerra nosotros recubrimos de oro y embellecemos nuestra ciudad, como una mujer presumida, rodeándola de piedras preciosas, estatuas y templos de mil talentos". Pericles se justificaba con el argumento de que los atenienses tenían derecho a usar el tributo con tal que mantuvieran la seguridad frente a los persas. "Era preciso [...] dirigir sus abundantes recursos a obras que, una vez terminadas, les dieran gloria eterna y que, durante su ejecución, procuraran bienestar". En palabras actuales, el estado era motor de la actividad económica y contribuía al pleno empleo. En esos años comenzó lo que hoy se llama estado asistencial, y se estableció la dieta diaria para los miembros de los jurados y para los asistentes a la asamblea. La inscripción que contiene las cuentas de la construcción del Partenón no prueba que el templo y la estatua crisoelefantina se pagaran con el tributo de los aliados, aunque es muy probable que fuera así porque los pagadores del dinero destinado a las obras eran los tesoreros de Atenea. Emilio Crespo Güemes 63 ¿Cuánto costó construir el Partenón? Plutarco dice que Pericles gastó el dinero en construir "templos de mil talentos". ¿Esta cantidad es precisa o redonda? Desgraciadamente, la inscripción que recoge las cuentas anuales de las comisiones encargadas de la gestión del gasto no se conserva íntegra. Antes del Partenón: pre-Partenón y Hecatómpedon Los atenienses comenzaron a construir un templo en el lugar que hoy ocupa el Partenón antes del 480 a. de C. Hay tambores de columnas sin canaladuras —sin duda porque no estaban terminados— embutidos en la parte septentrional del muro de contención de la Acrópolis (figura 18). Eso quiere decir que este templo que los atenienses habían comenzado a construir poco antes del 480 a. de C , que llamamos pre-Partenón, fue destruido antes de su conclusión. No sabemos cuándo comenzó la construcción del pre-Partenón. Quizá la empezaron los hijos de Pisístrato hacia 520 a. de C , o los demócratas de Clístenes después del 511 a. de C. para celebrar el nuevo régimen, o los contemporáneos de Temístocles después del 490, para celebrar la victoria de Milcíades en Maratón sobre los persas. En todo caso, los per- ífcw- ;;y.;.^^^-^\--}^'%^J^^^}m^ Srhpív••• v, ' :•••' .'•••'•' .•J¡¡'-*StMi££-- • •• '•-V- ••'<•• -:¡' " HHSr k..J^fr4í:¿fc.«Sr.».'£¿A¿ÍM.'*~ —A.*...-, m . * . - S a l * » - . ' 'J-. *- ~ ." • »• '/•'•-- í . .» • ¿ Figura 18. Parte de la cara Norte de los muros que rodean la Acrópolis en los que se observan tambores de columnas. El Partenón a través de los textos y de las imágenes 64 sas destruyeron el pre-Partenón, aún en obras, cuando invadieron Atenas en el otoño del 480 a. de C. Se dice que las piezas de mármol encastradas en el muro Norte de contención de la Acrópolis tienen huellas de fuego. Como no es probable que hayan sufrido un incendio en su posición actual, estos restos procederían de la devastación de los persas relatada por Heródoto (Historia 8, 52 s.). Las excavaciones de 1886/7 sacaron a la luz muchas estatuas destruidas por los persas. La Acrópolis entre en 479 y el 447 a. de C. ¿Qué hubo en la Acrópolis entre el 479 y el 447 a. de C , cuando comenzó la construcción del Partenón? Seguramente sólo ruinas, al menos del pre-Partenón a medio construir y del templo de Atenea Políade, construido por los hijos del tirano Pisístrato. Es posible que hubiera además un templo de Erecteo, el héroe 'nacido de la tierra', en el que, según Heródoto (Historia 8, 55, 1), había agua salada y un olivo del que brotó una rama de medio metro dos días después del incendio persa, testimonios ambos de la disputa de Atenea y Posidón por el país. Del templo de Atenea Políade restan fundamentos entre el Erecteion y el Partenón y estatuas de los frontones, que representan la lucha de Atenea contra los gigantes; y un león devorando un toro (figuras 21 y 22). La Acrópolis fue un campo de ruinas durante treinta años porque los atenienses no repararon los destrozos causados por los persas. Al contrario, enterraron las esta1111 tuas y ofrendas al Sur del . IJlr pre-Partenón y ampliaron Figura 21. la Acrópolis al Sur relleRestos de los cimientos del antiguo templo de nando con escombros la Atenea Políade situado delante del pórtico de las terraza. Estas son las escariátides. tatuas que las excavado• ' • • • • Emilio Crespo Güemes .,, 65 , . , . „ . ..... .,, tmm WS¿B ••'.-•: Figura 22. Atenea en lucha con un gigante. Las esculturas formaron parte seguramente de uno de los frontones del templo de Atenea Políade. nes modernas han recuperado. Por eso el Museo de la Acrópolis contiene una historia de la escultura ática desde los orígenes al 480 a. de C. Cuando Pausanias visitó la Acrópolis poco después del 160 d. de C , posiblemente no vio las estatuas arcaicas que actualmente se exhiben en el Museo de la Acrópolis y que fueron halladas en las excavaciones del siglo XIX. Pausanias sólo menciona una escultura arcaica conservada. ¿Por qué los atenienses dejaron la Acrópolis en ruinas desde 479 hasta 447 a. de C? Según Sócrates (4, 155 s.), Pausanias (10, 35,2) y Cicerón (rep. 3, 9,15), los griegos antes de la batalla junto a Platea, en la frontera entre Ática y Beocia, en el 479 a. de C , juraron no reconstruir los templos destruidos por los persas para que fueran testimonio de su lucha por la libertad. Licurgo (80 s.) y Diodoro (Biblioteca histórica 11, 29, 2 s.) citan el texto del supuesto juramento. Una inscripción hallada cerca de Atenas (cf. P. Siewert, Der Eid von Plataiai, Munich, 1972) cita el texto del juramento, pero no menciona el compromiso de no reconstruir los templos. La historicidad del juramento ya fue negada por Teopompo, historiador del siglo IV a. de C. (FGrH 115, fragmento 153). Pero si el juramento existió, muchos datos encajan. Según Plutarco, Pericles convocó un congreso panhelénico en Atenas hacia el 450 a. de C. En este congreso, al que Esparta decidió no asistir, Pericles quizá propuso a los griegos liberarse del juramento de Platea y sometió a aprobación la edificación del templo que los 66 El Partenón a través de los textos y de las imágenes persas habían destruido cuando aún estaba en obras. Quizá obtuvo una aprobación de los aliados, que él interpretó como la aquiescencia para financiar la construcción con el tributo. ¿Cómo era el pre-Partenón? El pre-Partenón era un templo períptero hexástilo cuyos lados largos tenían dieciséis columnas y que medía 23,53 m x 66,94 m. La celia estaba dividida en dos estancias incomunicadas entre sí. Los pórticos tenían cuatro columnas y la estancia mayor estaba dividida en tres naves. Así algunas peculiaridades del Partenón son simples huellas de la planta del pre-Partenón, que, a su vez, quizá empezó a ser edificado sobre el lugar de un templo anterior llamado hekatómpedon. La estancia mayor medía unos cien pies áticos o treinta metros tanto en el pre-Partenón como en el Partenón, y en este recibía el nombre de hekatómpedos neos. El frontón que se halla en el Museo de la Acrópolis, decorado con un monstruo de tres cabezas y cola de serpiente, fue quizá del hekatómpedon. El pre-Partenón y el Partenón diferían en anchura. Es probable que los arquitectos ampliaran la del Partenón respecto al pre-Partenón cuando se decidió construir una estatua de diez o doce metros de altura en el interior. El material acopiado para el pre-Partenón fue en parte usado para el Partenón, lo que explica la celeridad con la que se edificó, que llamaba la atención de Plutarco. Ictino no tuvo libertad al proyectar el Partenón. Sus decisiones estuvieron constreñidas por razones religiosas y por la propia historia del lugar: la longitud del estilóbato era la del pre-Partenón; la división en cuatro estancias era la del pre-Partenón; y la dimensión de una de las estancias en el Partenón y en el pre-Partenón era la del templo anterior conocido como hekatómpedon. El tamaño de la estatua de Fidias condicionó la anchura del hekatómpedos neos. La anchura de esta estancia condicionó el carácter octástilo del templo y la ampliación de la plataforma artificial hacia el sur. El frente de ocho columnas a su vez condicionó la distancia entre ellas. Además, hay que suponer que la terraza artificial no se podía prolongar hacia el Sur todo lo que se deseara. Pero no sólo es eso. Como en el Partenón se usaron materiales Emilio Crespo Güemes 67 acopiados para el pre-Partenón, resulta que las proporciones entre el diámetro y la longitud de las columnas estaban condicionadas por los bloques acopiados para el pre-Partenón. Estas observaciones abren interesantes cuestiones sobre la belleza: si las dimensiones del Partenón estaban condicionadas por las del pre-Partenón ¿en qué medida el artista tuvo libertad para crear una obra de arte? ¿Qué dimensiones del Partenón son deliberadas y cuáles son forzadas por la configuración del terreno, por el estilóbato anterior y por la utilización de los bloques de mármol acopiados para el pre-Partenón? El Partenón como símbolo de belleza artística El Partenón es posiblemente el símbolo más universal de la belleza artística. ¿En qué consiste esta belleza? ¿Es posible condensar en una fórmula la belleza del Partenón para repetirla indefinidamente? Muchos contemporáneos, y en particular Pericles, debieron ser conscientes de la belleza del Partenón. Tucídides (Historia de la guerra del Peloponeso 2, 40, 1) pone en boca de Pericles las siguientes palabras: "amamos la belleza con sencillez". Sincronías de la construcción del Partenón El Partenón y Pericles son los símbolos de la cultura griega clásica y de las personas que vieron su construcción, que entre otros fueron: los filósofos Anaxágoras, Protágoras, Empédocles, Demócrito, Pródico, Antifonte, Gorgias, Hipias y Sócrates, los dramaturgos Sófocles y Eurípides, el orador Antifonte, el arquitecto y escultor Fidias, los arquitectos Ictino y Calícrates, los escultores Policleto, Mirón y Alcámenes, el médico Hipócrates, los historiadores Heródoto y Tucídides, el cómico Aristófanes, el urbanista Hipódamo. El Partenón es la prueba visible de que aquella época existió, de que hizo obras que ya los coetáneos estimaron bellas, y de que se propuso metas que el hombre sigue hoy persiguiendo. 68 El Partenón a través de los textos y de las imágenes El Partenón símbolo de la época de Pericles El Partenón es símbolo de la época de Pericles, en la que vivieron los hombres mencionados arriba y en la que se dio un gran avance en el proceso de crear una organización social justa, aunque sólo restringida para los ciudadanos. El gobierno de Pericles fue el primer intento conocido en la historia de las sociedades humanas por llevar a la práctica, con todas sus imperfecciones, una organización social basada en la igualdad de derechos entre ciudadanos, en el progreso basado en el mérito individual, en el perfeccionamiento del individuo a través de la educación y en la resolución de los conflictos sociales mediante decisiones libres, libremente expresadas y tomadas por mayoría. Todas estas son aspiraciones de nuestra sociedad y que nosotros sentimos como humanas. Terminemos con una pregunta: ¿dónde deben estar hoy los mármoles del Partenón? M. Mercuri respondía con las palabras del poeta Ritsos: Auréc, OÍ nérpec, 5é fSoXEÚovTca \ií XryÓTEpo oúpavó "estas piedras no cuadran con un cielo más pequeño". En efecto, las piedras del Partenón y su decoración escultórica sólo cuadran con el cielo ateniense, pero eso añade mérito a quienes las han conservado hasta ahora. Bibliografía Fuentes griegas antiguas El texto griego de los autores griegos antiguos citados es el de la versión E del CD-ROM Thesaurus linguae Graecae editado por la Universidad de California, Irvine. Más información en la página web http://www.tlg.uci.edu/. El texto griego de las inscripciones griegas citadas es el editado por D. Lewis, L. Jeffery, E. Erxleben y K. Hallof en Inscriptiones Graecae (abreviado como IG), volumen I, editio tertia, Berlín, 3 volúmenes, 1981, 1994yl998. Traducciones españolas Apolodoro, Biblioteca. Tr. M. Rodríguez de Sepúlveda, Madrid, Ed. Credos, 1985. Estrabón, Geografía. Vol. I, Tr. J. L. García Ramón, Madrid, Ed. Credos, 1991. Emilio Crespo Güemes 69 Heródoto, Historia, 5 Vols., Tr. C. Schrader, Madrid, Ed. Credos, 1977. Hesiodo, Obras y fragmentos. Tr. A. Pérez Jiménez y A. Martínez Diez, Madrid, Ed. Credos, 1978. Pausanias, Descripción de Grecia, 3 Vols. Tr. M. C. Herrero Ingelmo, Madrid, Ed. Credos, 1994. Plutarco, Vida de Pericles en Plutarco, Vidas paralelas. Tr. E. Crespo, Madrid, Ed. Cátedra, 1999. Otras obras Adrados, F.R. - Rodríguez Somolinos, J. (Eds.), El Partenón en los orígenes de Europa, Manuales y Anejos de Emérita XLIV, Madrid, 2003. Balanós, N., Les monuments de l'Acropole: Relévement et conservation, París 1938. Carpenter, R., The Architects of the Parthenón, Harmondsworth-Baltimore-Victoria, 1970. Dinsmoor, W. B., The Architecture of Ancient Greece, 3. a ed. London-New York 1950. Michaelis, A. 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Antes de comenzar la exposición, quisiera hacer algunas aclaraciones sobre la versión de los Salmos en la que me apoyo y sobre la manera cómo me referiré al compositor de este libro. La traducción de los Salmos que utilizo es la de Alonso Schokel en su Biblia de Estudio, por sus cualidades literarias y poéticas. Seguiré también a Schokel en su numeración de los Salmos, que corresponde al orden en que aparecen en la Biblia judía. La numeración griega considera el Salmo 9-10 como uno sólo, mientras que la hebrea los separa. Ambas numeraciones vuelven a confluir en el Salmo 147 que la Septuaginta divide en dos y la hebrea une, totalizando así ambas versiones 150 salmos. Aunque el libro de los Salmos fue compuesto por distintos poetas y en distintas épocas y, posiblemente adquirió su orden tardíamente, en la Septuaginta (siglo III a. de C), la voz poética de los 150 Salmos que conforman el canon es una en su estilo y por ello me referiré al 'salmista' o al 'poeta', en singular, pues se trata de una sola voz, que es la voz colectiva del pueblo de Israel. Creo que para cualquier lector de los Salmos salta a la vista la cantidad de referencias que hay al lenguaje y sus distintos 72 Lenguaje y silencio en los salmos usos, y que revelan la gran conciencia que tiene el poeta del poder de su palabra. Pero el salmista no sólo es consciente de lo que el lenguaje puede decir, sino de su habilidad para tergiversar, para dañar y también para ocultar e, igualmente, es consciente de la elocuencia del silencio. El salmista, en otras palabras, sabe que el decir y el callar son inseparables cuando se trata de poetizar. Para abordar este tema del decir y el callar, quiero concentrarme en tres momentos del silencio y tres momentos del decir que se perciben en los Salmos. Con respecto al callar se comenzará por el tema de la ausencia de Dios y su, a veces, angustioso silencio; luego se verá cómo ese callar adquiere su equilibrio en la conciencia que tiene el salmista de las virtudes del silencio y de que cierto silencio de Dios es presencia y no ausencia, lo cual, finalmente, se traduce en que el salmista sabe también cuándo callar. Paralelamente, Dios se manifiesta, reconforta, auxilia, pero además, a veces habla directamente con el poeta o con el pueblo de Israel y el salmista exalta el poder de sus palabras y sus leyes. Por otro lado, no sólo el ser humano habla, sino que toda la creaLiun iu n a c e , y p u i u i u m u , cíodiimsLcí V-UÍJUJJIC Í\J LJLIC pcua t i p a i c - ce ser lo más importante de su palabra que es alabar y cantar. 1. El silencio Un buen punto de partida para mirar el tema de la ausencia de Dios es el comienzo del Salmo 22 que aborda el tópico del abandono: ¡Dios mío. Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? (2) El doliente parece sorprendido por el abandono de Dios y su pregunta es suplicante y a la vez llena de dudas, pues acto seguido habla de sus padecimientos y no de sus pecados (7-22). El suplicante cree que es inmerecido este abandono, pero no por ello pierde su confianza y su fe en Dios, pues una vez expone sus desgracias pasa a la alabanza y a la confianza (23-32) y concluye manifestando la presencia de Dios no sólo en el presente, sino en el futuro: Mi descendencia le servirá y contará quién es; Giselle von der Walde 73 a la generación venidera le anunciará su justicia, al pueblo que ha de nacer, que él actuó (31-32) La ausencia inicial, el sentimiento de abandono, se traduce desde la mitad del Salmo en confianza de presencia y parece entonces un sentimiento subjetivo de quien se lamenta. El doliente se siente abandonado, pero en realidad Dios no se ha ausentado. Este tipo de cambios del sentimiento de abandono al de lealtad y confianza lo podemos ver en otros de los llamados Salmos de lamentación como los Salmos 28; 42-43; 69; 74 y 77. Pero ello nos obliga a hacernos la misma pregunta del que sufre: ¿por qué calla Dios? ¿por qué parece ausente? Naturalmente Dios abandona al pecador y al injusto, pero ese no es el caso del Salmo 22. Incluso, cuando Dios ve al pecador en el Salmo 50-51, le habla directamente y le dice que sus plegarias son blasfemas y que está del lado de los ladrones, adúlteros y engañosos (16-20) y concluye: Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara (21) Dios calla ante el fiel doliente y habla al pecador. En el Salmo 83 se manifiesta esto. Los enemigos del Señor se han aliado contra Israel y el poeta inicia su petición de venganza diciendo: ¡Dios, no te estés callado, no estés en silencio e inmóvil, oh Dios! (2) Si es así, su silencio no puede ser abandono, aunque quien sufre lo vea de esta manera, sino que su silencio es una de las formas de su decirnos algo, de manifestar su presencia por vía negativa. Como afirma Ryken, los Salmos de lamentación que pasan del sentimiento de abandono al de confianza, se refieren a un momento de crisis y obligan en su parte inicial a manifestar y enfrentar dicha crisis. Pero, en su segunda parte, refuerzan el poder del rezo a Dios y de la confianza en su misericordia. Finalmente, ponen de manifiesto que existen el bien y el mal y que Dios, y presumiblemente el salmista, están del lado del bien (Leland Ryken. Words ofDelight: A Literary Introduction to the Bible, Michigan, Ba- ker Book House, 1992, págs. 244-245). 74 Lenguaje y silencio en los salmos Pero más aún, Dios con su silencio parece querer recordarnos la lección que dio también a Job: la perspectiva humana no puede compararse con la divina. La perfección y sabiduría de Dios son y deben ser incomprensibles para el hombre y, paradójicamente, es tratando de comprenderlo a Él como comprendemos su incomprensibilidad. Dios calla y lleva a su pueblo, a través del poeta, a escrutarlo, interrogarlo y sondearlo, para recordarle al hombre sus límites y sus precarias capacidades de comprensión. El silencio de Dios es una forma de manifestar la gran diferencia que hay entre el hombre y la divinidad. El salmista parece saberlo cuando en el Salmo 8, y especialmente en el 144, reconoce con humildad sus limitaciones y lo especial que es Dios con su criatura y le dice: Señor ¿qué es el hombre para que te fijes en él, el ser humano para que lo tengas en cuenta? El hombre se asemeja a un soplo, sus días, como una sombra que pasa (3-4) Por otro lado, el silencio de Dios también es ejemplar. El salmista también es consciente de la importancia de callar y de que no siempre es correcto hablar. Así, en el Salmo 39, pide guía al Señor para que le enseñe a callar y recuerda, como en el ejemplo anterior, que el hombre no es más que un soplo, pero además que su silencio le viene de Dios: Enmudezco, no abro la boca, que eres tu quien lo ha hecho (10) Pero donde es más patente el deber del callar, como forma de manifestar diferencia y de establecer límites, es cuando el poeta imita a Dios en su silencio, en el Salmo 137. El pueblo de Israel está cautivo en Babilonia y cuelga sus citaras en los sauces, enmudece y ante la insistencia de sus opresores: "Cantadnos un cantar de Sión" (3b), el poeta responde indignado: ¡Cómo cantar un canto del Señor en tierra extranjera! (4). En presencia de quienes han esclavizado a Israel, el silencio se hace imperioso y es imposible compartir con ellos los cantos de su nación. Dios sabe ca- Giselle von der Walde 75 llar e Israel también sabe cuándo callar, especialmente el poeta, su vocero. Sin embargo, Israel también sabe cuando hablar, cantar, alabar y recordar la palabra del Señor. Igualmente Dios habla a veces directamente al salmista o a su pueblo con lo cual hace sentir su presencia no sólo en acto y obra, sino en su palabra que, como sabemos desde el Génesis, es una de sus formas más efectivas de obrar. 2 . El decir Dios habla directamente en los Salmos en algunas ocasiones, y en otras, su creación lo hace por El. A veces habla, como hemos visto, para condenar al pecador, otras veces interviene para resaltar su relación con la historia de Israel, como en los Salmos 8; 89; 108 y 110, y en el Salmo 91 recuerda su promesa de protección al hombre. Este poema expone una larga lista de los favores que Dios proporciona a quien confía en Él y se refugia bajo su sombra (v. 3-13); en 14-16 Dios habla: Porque me quiere, lo pondré a salvo, lo pondré en alto porque conoce mi nombre. Cuando me llame le responderé. Estaré con él en el peligro, Lo defenderé y lo honraré. Lo saciaré de largos días Y lo haré gozar de mi salvación. Con estas palabras parece responder Dios a todas las súplicas y quejas de abandono que veíamos en los ejemplos anteriores. Promete refugio, protección y salvación a quien lo quiere y conoce su nombre, con lo cual recuerda que no ha abandonado a su criatura. Por otro lado, le concede largos días, a pesar de que la vida del hombre es sólo un soplo y responde así a la pregunta del Salmo 8 y del 144 de porqué se acuerda del hombre. Además, en este salmo se establece la relación entre el Creador y el hombre a través de la palabra. Dios no sólo habla directamente al salmista, sino que refuerza que se fija en el hombre porque ama a su Señor y porque conoce su nombre. Amor y palabra sellan el pacto. Conocer el nombre implica conocer a la perso- 76 Lenguaje y silencio en los salmos na o la cosa en una visión naturalista del lenguaje y el hombre, a través de los múltiples nombres de Dios, logra desentrañar algo de su misterio, aunque como ya vimos, ese conocimiento nunca será total. Precisamente en el comienzo de este Salmo Yahvé aparece como el Altísimo, el Omnipotente o Todopoderoso (v. 1) y como Dios personal (v. 2): Tú que habitas al amparo del Altísimo Y te hospedas a la sombra del Omnipotente, di al Señor: "Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti" (91, 1-2). El salmista inicia proclamando que conoce a su Señor y sus facetas, y Dios responde al final que ese conocimiento, que está lleno de amor, hace que se fije en su criatura y la proteja. Pero, como ya dijimos, la palabra de Dios no es la única de sus manifestaciones, sino que, como dice el Salmo 19: Los cielos proclaman la gloria de Dios, Pregona el firmamento la actividad de sus manos (2). La creación alaba y proclama las maravillas del Señor y el salmo continúa mostrando la perfección del orden de la naturaleza; pero en la segunda parte nos recuerda el poder de la ley y los mandamientos de Dios. Con ello pone de presente nuevamente que para el hombre no basta la armonía establecida para toda la naturaleza, sino que la presencia de la palabra divina es fundamental para que no se extravíe. El orden humano debe ser complementado por el orden de las leyes de Dios que son tan perfectas y armónicas como el universo creado por Él. El Salmo 96 refuerza la manera como la creación canta y se debe regocijar ante la presencia de Dios: Alégrense los cielos, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto contiene; exulte la campiña y cuanto hay en ella, aclamen los árboles silvestres delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra; regirá el orbe con justicia y a los pueblos con fidelidad (11-13). Giselle von der Walde 77 Pero no sólo el hombre y la creación alaban a Dios, sino que el poeta, en el Salmo 104, asume que el mismo Creador se regocija en su obra. Aquí el salmista se extiende en los distintos seres y fenómenos naturales que resaltan la idea de orden en la creación. Orden en las cosechas, en los astros, en las guaridas y habitat de los animales, idea que concluye diciendo: "y goce el señor con sus obras" (31). Se trata de una celebración del espectáculo de la creación. Dios se regocija en sus obras que son buenas y bellas y el salmista insinúa que el hombre también se regocija con ellas al cantar: Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor (34). Regocijarse en la creación es una forma de regocijarse en Dios. Todo esto retoma la idea de Génesis 1 de que lo que Dios creó es bueno y bello, Pero además, introduce el tema de la importancia que tiene el cantar. Así como los cielos y toda la creación proclaman a Dios, el hombre tiene el don de cantar, alabar, enaltecer y poetizar. Precisamente, aunque muchos de los Salmos son de lamentación, los hebreos le dan a esta colección el título de Tehillim, alabanzas, que como explica Alter, es un sustantivo derivado del verbo hallel, alabar, utilizado frecuentemente en los Salmos (Robert Alter, "Psalms", en The Literary Guide to the Bible, Cambridge, Harvard University Press, 1987, pág. 247). Además, según Prévost, en las lenguas semíticas antiguas las raíces emparentadas con hallel quieren decir "gritar de gozo, aclamar" (Jean-Pierre Prevost, Diccionario de los Salmos, Navarra, Editorial Verbo Divino, 1994, pág. 8). Múltiples ejemplos se podrían citar de la importancia del canto de alabanza para el salmista, pero me limitaré a llamar la atención sobre los Salmos 146-150 con los que concluye el salterio. Con ellos se completa de manera jubilosa y musical la alabanza permanente que el hombre debe hacer a Dios, pues sus obras, su bondad hacia la creación y especialmente hacia el hombre, y su intervención en tiempos de injusticia, guerra y tribulaciones, alejan el sentimiento de desamparo del hombre y le recuerdan al bueno, justo y leal que no está solo. 78 Lenguaje y silencio en los salmos Los últimos Salmos hablan de la alegría que implica el acto de alabar. Todos incluyen la palabra aleluya, que proviene también de hallel, y no esconden el júbilo que produce cantar. Pero al igual que el resto de la creación, el cantar de alabanza proviene del Señor. El salmista sabe que su oficio es especial y que es inspirado por Dios. Así, en el Salmo 40 nos relata que esperaba ansioso a Dios y Él lo escuchó, le dio seguridad y: Me puso en la boca un canto nuevo de alabanza a nuestro Señor (4) Igualmente, en el Salmo 51, hace alusión a la inspiración; en este caso, se trata de una súplica. El salmista pide a Dios que lo favorezca y entre las muchas cosas que demanda dice: Señor mío, ábreme los labios y mi boca proclamará tu alabanza (17) El hombre adquiere así un don más que colma su alegría y que estalla de júbilo al final del salterio. Así como el lenguaje de lamentación y de ausencia es exaltado, hiperbólico, y exagerado, como en 22, 7 cuando dice: "pero soy un gusano, no un hombre" (J-C.L. Gibson, Language and Imaginery in the Oíd Testament, Massa- chussets, Hendrickson, 1998, pág. 15); el lenguaje de alabanza también se desborda y trata de llegar a sus límites últimos. La música y la danza son quienes parecen, en el Salmo 150, reemplazar la palabra: Alabadlo tocando la trompa, alabadlo con arpas y citaras. Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con la cuerda y las flautas. Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al señor. ¡Aleluya! (3-6) Una vez más se pone de presente que hay muchas maneras de llegar a Dios y que cantar, danzar y alabar son las formas que tiene el poeta para cumplir con su Señor. Pero todos los cantos de alabanza del salterio, y en especial estos últimos, nos indican algo sobre la actividad del hombre en el mundo. El ser humano, entre sus múltiples quehaceres, tiene uno muy importante: ala- Giselle von der Walde 79 bar. La creación en su esplendor, al igual que la bondad de Dios para con el hombre, invitan a una actividad concreta que es la alabanza y regocijo en el Señor y su obra. Por último, este breve recorrido por el lenguaje de ausencia1 y presencia en el libro de los Salmos permite ver ese curioso ritmo de toda la Biblia que resalta Josipovici en su análisis del shavat, el cesar. El Sábado, dice este autor, implica una pausa para volver a empezar desde el comienzo, pero con un nuevo sentido: En otras palabras, el Sábado no explica nada; instituye algo. Y de este modo hace posible el crecimiento de este libro, porque el instituir una pausa permite que la narración se renueve a sí misma (Gabriel Josipovici, El libro de Dios: Una respuesta a la Biblia, Barcelona, Herder, 1995, pág. 125). Ello obedece al patrón de repetición y retorno que permite una lectura envolvente de todo el texto de la Biblia hebrea o de cada uno de sus libros. Es así como el final del Salterio puede ser una invitación a retornar a Génesis 1 y recordar la maravilla de una palabra que simultáneamente se va creando y va creando el mundo; pero también puede incitarnos a retornar al comienzo de los Salmos: Dichoso el hombre que no camina aconsejado por malvados y en el camino de pecadores no se detiene y en la sesión de los cínicos no toma asiento; sino que su tarea es la ley del Señor y medita su ley día y noche (1, 1-2). Dichoso, feliz, bienaventurado, alabado son las formas en que se traduce el ashré con el que comienza el libro de los Salmos (Luis Alonso Schokel, Diccionario Bíblico. Hebreo-Español, Madrid, Trotta, 1999, pág. 96). Alabado sea quien peregrina en el camino del Señor y su ley, nos dice el salmista. Los últimos Salmos en su alegría y bienaventuranza remiten así al primero. Nos invitan, pues, a volver a comenzar, pero ahora con la certeza de que cantar y alabar son una de las funciones del hombre en el mundo y de que es el poeta la voz más apta para expresar, tanto el sufrimiento, como el regocijo y la confianza de su pueblo en el Señor. 80 Lenguaje y silencio en los salmos Bibliografía Libro de los Salmos. Hebreo-Español, Tel Aviv, Sinai, 2003. Alonso Schokel, L, Biblia del Peregrino. Antiguo Testamento. Edición de Estudio, Bilbao, Navarra, Mensajero, Verbo Divino, 1998. Manual de Poética Hebrea, Madrid, Cristiandad, 1987. Diccionario Bíblico Hebreo-Español, Madrid, Trotta, 1999. Alter, R, The Art ofBiblical Poetry. New York, Basic Books Inc, 1985. Alter, R. y Kermode F. (eds.), The Literary Cuide to the Bible, Cambridge, Harvard University Press, 2002, la Ed., 1987. Collin, M, El libro de los Salmos, Pamplona, Verbo Divino, Cuadernos Bíblicos 92, 1997. Frye, N, El gran código: Una lectura mitológica y literaria de la Biblia, Barcelona, Gedisa, 1988, laEd., 1981. Poderosas Palabras: La Biblia y nuestras metáforas. Barcelona, Muchnik, 1996. laEd., 1990. Gibson, J.C.L., Language and Imagery in the Oíd Testament, Massachusetts, Hendrickson, 1998. Josipovici, G., El libro de Dios: Una respuesta a la Biblia, Barcelona, Herder, 1995, laEd., 1988. La Coque, A. y Ricoeur, P., Pensar la Biblia: Estudios exegéticos y hermenéuticas, Barcelona, Herder, 1998. Metzger B. y Coogan, M. (eds.), The Oxford Companion to the Bible, Oxford, Oxford University Press, 1993. Prevost, J-P., Diccionario de los Salmos, Pamplona, Verbo Divino, Cuadernos Bíblicos 71, 1994. Trebolle, ]., Libro de los Salmo:. Religión, poder y saber, Madrid, Trotta, 2001. Ryken, L, Words ofDelight: A Literary Introduction to the Bible, Michigan, Baker Book House, 2002, la Ed., 1987. Compúbiblia. CD- Rom, Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. CONDICIONES DE OMISIBILIDAD DE ARGUMENTOS EN LATÍN Ligia Ochoa Sierra Universidad Nacional de Colombia Como es sabido, los modelos gramaticales funcionales centran el peso de la proyección sintáctica de la oración en el predicado en tanto que éste determina qué tipo de elementos deben asociarse con él y qué características tienen estos elementos. Los predicados no se almacenan en el componente léxico de la lengua de manera aislada sino asociados a las estructuras sintácticas de complementación a que dan lugar. Estas estructuras adquieren la forma de los llamados marcos predicativos. Un marco predicativo proporciona la siguiente información sobre un predicado: su forma léxica, la categoría sintáctica a la que pertenece (verbo, adjetivo, nombre), el número de argumentos o constituyentes obligatorios que requiere, sus funciones semánticas y las restricciones de selección que establece el predicado sobre sus argumentos y que especifican qué clase de lexemas pueden aparecer como argumentos con un predicado. Por ejemplo, un predicado español como 'amar' presentaría la siguiente información: amar (V) XI (+animado) agente X2 (+animado) paciente. Una de las primeras decisiones que hay que tomar en un análisis gramatical de corte funcional es determinar el número de valencias de un verbo o, en otros términos, el número de argumentos que tiene un predicado. Esto se debe a que algunos predicados presentan datos diversos en este punto, no sólo cuando de forma clara proyectan estructuras diferentes, sino en otros en los que esporádicamente un verbo, por ejemplo, de régimen no acusativo, explícita un acusativo interno. Al contrario, a veces elementos obligatorios son muy frecuentemente omitidos. 82 Condiciones de omisibilidad de argumentos en latín Para determinar la valencia cuantitativa de un predicado no parece disparatado acudir al criterio de la frecuencia: en un corpus de datos amplio y representativo, parece que el número de constituyentes que más frecuentemente se documentan con un predicado permitirá establecer su valencia. Sin embargo, en la aplicación de este criterio hay que tener en cuenta dos tipos de situaciones: los casos en los que los argumentos no se explicitan (omisión o elipsis) y, por tanto, la valencia aparece 'reducida', y los casos en los que aparece aumentada por la presencia de elementos obligatorios que sólo se explicitan esporádicamente (por ejemplo, el llamado acusativo interno). Es preciso, por ejemplo, diferenciar entre una estructura elíptica bivalente y un verbo prototípicamente monovalente: en el primer caso el verbo aparece con un solo argumento explícito y con otro sobreentendido; en el segundo caso el verbo aparece siempre con una sola valencia y no hay ningún argumento sin explicitar. Lo que se pretende, entonces, es indagar acerca de las condiciones en las cuales es posible omitir un constituyente obligatorio (argumento) dentro de una oración. Se trata, por tanto de responder la siguiente pregunta: ¿bajo qué condiciones se puede omitir un argumento sin que ello genere problemas de coherencia o de incomunicación? En la bibliografía especializada se encuentran dos trabajos reconocidos en el ámbito académico por sus valiosos aportes frente a este problema. Por un lado el trabajo de Sznajder (1998) y por otro el de García Velasco-Portero (2002). En ambos trabajos se señala que se omite un complemento: I. En primer lugar, cuando hace referencia a una entidad conocida o es el tópico o tema de todo un pasaje; veamos el ejemplo (1): (1) "Quia tristem semper, quia tacitumum, quia subhorridum atque incultum uidebant, et quod erat eo nomine «t ingenerata familiae frugalitas uideretur, fauebant, gaudebant" ((se. a Pisón) "como lo veían siempre abatido, taciturno, desaliñado y descuidado, y con un sobrenombre tal que la sobriedad parecía hereditaria en su familia, le manifestaban su apoyo, se alegraban con él" Cic. Sest. 21)'. La búsqueda de datos se ha hecho mediante el CD de la Humanity Packard (PHI #53). De otra parte, la mayoría de las traducciones son tomadas de la colección Clásicos Credos; cuando no existe la traducción en Ligia Ochoa Sierra 83 En (1) se omite el segundo argumento referido a Pisón porque todo el apartado versa sobre él y el lector recupera fácilmente la información: II. En segundo lugar, se omite un argumento cuando puede ser restituido fácilmente ya sea porque apareció en la oración anterior o es el mismo de la oración anterior. Veamos un ejemplo en (2): (2) "Laudabant hunc paires nostri, fauebant etiam propter patris memorían." ("Los senadores lo alababan y también lo favorecían a causa de la memoria de su padre", Cic. Brut. 127). En (2) no es preciso indicar el segundo argumento con el verbo faueo pues referendalmente se trata del mismo al que se alude con hunc. Si el argumento es el mismo para dos verbos o sirve para ambos, suele aparecer sólo una vez, como se ve en el ejemplo (3): (3) "Malo ignoscas otio meo quam inuideas" ("Prefiero que compadezcas mi retiro a que lo envidies", Sen. Ep. 68,9). En (3) se omite el segundo argumento del verbo inuideo porque es el mismo del verbo ignosco y porque está inmediatamente antes. Esto es frecuente en oraciones coordinadas o del tipo non modo...sed etiam. Veamos otro ejemplo en (4): (4) "Illum tomen non modofauisse sed etiam tantam illi pecuniam dedisse honoris mei causa" ("El no sólo le había favorecido sino también le había dado dinero por mi honor", Cic. Att. 11,9, 2). En cambio la omisión no es posible cuando el segundo argumento forma parte de un foco contrastivo, tal como se ve en (5): (5) "Etsi non magis tnihi faueo in nostra amicitia tuenda quam tibí, tomen [...]" ("aunque al proteger nuestra amistad no me favorezco más a mí que a ti, sin embargo [...] ", Cic. Fam. 3, 6, 1). III. En tercer lugar, una información que se omite con frecuencia es la que hace referencia a los participantes de un acto comunicativo: los elementos formales que marcan los papeles que asumen los interlocutores en una situación comunicativa específica esta editorial se ha recurrido a la colección Les Selles Lettres o a The Loeb Classical Library. 84 Condiciones de omisibilidad de argumentos en latín suelen omitirse tanto si aparecen en la primera casilla argumental como en la segunda, tal como se ve en (6): (6) "Dic si quid uis, non noceho" ("Di si algo quieres, no te dañaré", Pl. Am. 391). Entonces, en (6) se omite el constituyente que se refiere al receptor, por razones comunicativas o pragmáticas y porque es recuperable gracias a la estructura comunicativa que presenta el texto. Este supuesto es una variante del primer caso; la restitución de los que intervienen directamente en el acto ilocutivo es siempre más fácil que la de otras entidades participantes. Sólo en construcciones paralelas, en correlaciones o en comparaciones se explícita la información por relevancia informativa o por focalización. IV. En cuarto lugar, se omite un argumento cuando el predicado se emplea en forma absoluta. Una estructura absoluta es una estructura en donde el complemento no aparece y no es recuperable de ninguna manera pues el verbo está empleado en sentido genérico. En una frase como la de (7) no es necesario especificar el segundo argumento pues se refiere a comer todo o mejor, comer cualquier cosa. (7) No es conveniente comer tanto. Generalmente en los usos absolutos el contenido referendal de un determinado constituyente es irrelevante en términos comunicativos ya que el contenido verbal u otro elemento suele estar focalizado, como se ve en (8). (8) "iam domiti ut pareant [...]" ("(se. los britanos) ya domados para que obedezcan [...]", Tac. Ag 13, 2). En este caso lo que se focaliza es la acción de obedecer y no a quién o a qué se obedece. También se produce este empleo cuando se hace una enumeración de actividades en la que interesa la sucesión de acciones y no los participantes involucrados en ellas (9): (9) "non moueor, non obtempero, non satis fado" ("no me conmue- vo, no obedezco, no doy satisfacción", Cic. de Orat. 2,301). De igual manera los predicados se emplean en forma absoluta en definiciones y en construcciones que indican "obligato- Ligia Ochoa Sierra 85 riedad" o "necesidad", como las introducidas por fas est, como se ilustra en (10): (10) "Populum Romanum seruire fas non est" ("No es conveniente que el pueblo romano sirva", Cic. Phil. 6, 19). El pueblo romano es un sujeto que no suele obedecer, la explicitud de un argumento iría en contra de su 'status' sociopolítico. En suma, como lo señala Villa (2003), un elemento que es irrelevante en términos comunicativos puede omitirse sin peligro de que haya pérdida de información. De otra parte, cuanto más predecible es un elemento menor es la probabilidad de que se explicite. En resumen, de acuerdo con la bibliografía existente, un argumento se omite por razones contexuales, es decir, porque ha aparecido en el contexto previo, por razones pragmáticas o comunicativas, porque el predicado se ha focalizado y por coherencia textual. Sin embargo, un análisis de algunos ejemplos en latín muestra que un complemento obligatorio puede elidirse dependiendo de tres factores más: V. la caracterización léxica del primer argumento; VI. la caracterización léxica del predicado y VIL La presencia de cierto tipo de satélites. Veamos: V. La caracterización léxica del primer argumento: cuando en la primera casilla argumenta! hay términos indefinidos, suele aparecer una estructura elíptica u absoluta, como se ilustra en (11) y (12): (11) "Quemadmodum purgatio, si nihil obstitit, statum diem seruat" ("Del mismo modo que la menstruación, si nada lo impide, mantiene el día establecido", SEN. Nat 3, 16,2 ) (12) "cum aliquid occurrit quod inhibeat eius officium" ("cuando se opone algo que paraliza su funcionamiento - el del cuerpo", SEN. Nat. 6,18,7) Obsisto y occurro son, por lo general, verbos bivalentes, en donde se indica la persona que se opone y a lo que se opone; sin embargo términos como ni/u/, quid, aliquid2, cuando aparecen en la primera casilla, suelen favorecer los usos omitidos. En ocasiones estos mismos términos funcionan como cuantificadores y el predicado suele aparecer con el argumento meta (o afectado) elidido. 86 Condiciones de omisibilidad de argumentos en latín VI. La caracterización léxica del predicado: la semántica del predicado (conceptualización) posibilita en muchas ocasiones la omisión del segundo argumento. Es el caso de verbos como obtempero, pareo o seruio cuando aparecen con sujetos como el esclavo, el cautivo o el soldado. Veamos un ejemplo en (13): (13) "Serví parere nolebant" ("Los esclavos no querían obedecer" Sen. Ep 77.7.1) En (13) no aparece el segundo argumento pues no es necesario especificar a qué obedece la primera entidad pues obedece a todo y a todos. Lo mismo sucede con el verbo noceo cuando aparece con sujetos animales como anguis. De otra parte, en los verbos con un claro sentido causativo o en los verbos de impedir suele omitirse la persona a la que se le impide algo o a quien se le obliga a hacer algo; esto es posible porque, en general, suele ser la misma persona del sujeto de la oración subordinada. Intercedo ('impedir', 'oponerse') presenta en ocasiones una proyección triple, como obsisto y otros verbos de 'resistencia'. La codificación que presenta es dativo para el argumento de persona y oración completiva de ne/quominus para el objeto o/ut para el eventivo. El prototipo de esta proyección es el de (14): (14) "Praetori non intercederé tribunos, quominus sua potestate utatur" ("Los tribunos no le impedirían al pretor que ejerciera su autoridad", Liu. 38, 60, 3). La presencia de los tres elementos por separado es poco frecuente porque el argumento humano suele ser también un participante en el evento subordinado y, por tanto, se hace innecesaria su presencia. Veamos un ejemplo en (15): (15) "cum enim uestra auctoritas intercessisset ut ego regem Ariobarzanem Eusebem et Philorhomaeum tuerer eiusque regis salutem et incolumitatem regnumque defenderme" ("pues como vuestra autoridad impidió que yo protegiera al rey Ariobarzano y a Filoromeo, velara por su salud e integridad y defendiera el reino", Cic. Fam. 15, 2, 4). En (15) se omite la tercera valencia por ser referendalmente idéntica al sujeto de la oración subordinada. El borrado de este participante proporciona un medio más compacto de expresión a Ligia Ochoa Sierra 87 la situación más significativa, comunicativamente hablando. Veamos otro ejemplo en (16): (16) "Ea ne impedirent tribuni dictatoris obstitit metus" ("El miedo al dictador impidió que los tribunos pusieran trabas", Liu. 3, 29, 6). En (16) el dativo 'beneficiario' del predicado obsisto es a la vez 'actor' de la situación codificada como tercer argumento 3 , lo que facilita su omisión. VIL Presencia de ciertos satélites: es posible la omisión de un argumento si hay algo en los elementos opcionales o circunstanciales que sustituya en cierta forma el argumento omitido. Esta situación se da sobre todo en las oraciones condicionales, cuando hay un ablativo absoluto y en ciertos sintagmas preposicionales. Veamos un ejemplo de cada u n o en (17-19): (17) "M. Aburius tribunusplebis, si quid de ea re ante M. Aemilii consulis aduentum decerneretur, intercessurum se ostendit" ("El tribuno de la plebe Marco Aburio manifestó su intención de oponerse si se tomaba alguna decisión sobre el particular antes de la llegada del cónsul Marco Emilio", Liu. 39, 4, 4). En (17) el verbo intercedo aparece en el infinitivo futuro acompañado de una oración condicional (prótasis). Por medio del futuro se señala que puede ocurrir el hecho señalado en la oración principal si se cumple la condición. La oración condicional si quid de ea re ante M. Aemilii consulis aduentum decerneretur, indica el objeto de la oposición, es decir, qué se opondría el agente (sujetos + humanos); en este sentido, no es necesario señalar el segundo argumento. (18) "Vi7/ius ab Epheso Apameam processsit eo etAntiochus audito legatorum Romanorum aduentu occurrit" ("Vilio avanzó de Efeso a Apamea. Antioco, enterado de la llegada de los delegados romanos, fue también allí a su encuentro", Liu. 35, 15, 2). En (18) aparece omitido el segundo argumento (que se refiere a los embajadores) pues es el mismo del ablativo absoluto y su explicitud sería redundante. 3 Este rasgo acerca a obsisto a los verbos causativos negativos como prohibeo, impedio etc. (Sobre estos verTorrego. M. E. "Verbos causativos negativos" (en prep.)), de los que difiere, sin embargo, en la codificación del segundo argumento, que es acusativo en los causativos negativos y dativo en éste. 88 Condiciones de omisibilidad de argumentos en latín (19) "Denique imperium domesticum nullum erit, si seruolis hoc nostris concesserimus ut ad uerba nobis oboediant, non ad id quod ex uerbis intellegi possit obtemperent" ("En fin, no habrá autoridad doméstica si concedemos a nuestros jóvenes esclavos que nos obedezcan de acuerdo con nuestras palabras y no a esto que puede ser comprendido de las palabras", Cic. Caec. 52). La entidad que aparece bajo el SP ad + Ac. es conceptualmente la misma que la que hace referencia a la cosa que se obedece. Convencionalmente podemos identificar el papel semántico de este constituyente con el de 'referencia' en tanto que señala el aspecto concreto que se obedece. Este constituyente hace innecesario el segundo argumento. De otra parte, satélites de ubicación introducidos por un SP pueden también cumplir una función similar a la anterior: (20) "si quis apud nos seruisset" ("si alguien hubiese servido en nuestra casa", Cic. de Orat, 1, 182). Apud + Ac. introduce una noción muy parecida a la que se codifica mediante el dativo, por medio del cual se indica la persona a la que se obedece. La codificación como 'ubicación' designando el lugar en el que se encuentra el 'beneficiario' hace innecesaria la designación de esa entidad. En conclusión, los usos anteriores no son determinantes en la valencia cuantitativa porque no responden a una ausencia real del complemento sino a una elipsis explicable desde la economía del lenguaje y son recuperables desde una regla regular del latín. Por tanto, no deben ser tratados de una manera distinta a si dicho complemento apareciera expreso. Bibliografía García Velasco, D. and Portero, M., "Understood Objects in Functional Grammar", en: Working Papers in functional grammar (76) 2002. Sznajder, L., "Yerbes transitifs sans objet en latin", en: García Hernández, B. (ed.), Estudios de Lingüística Latina. Actas del IX Coloquio internacional de lingüística latina, Madrid, Ediciones Clásicas, 1998. Torrego, M. E. Verbos causativos negativos, en preparación, 2005. Villa J. de la. "Límites y alternancias en los marcos predicativos" en: Baños et al. (eds.), Praedicativa: complementación en griego y latín. Verba, anexo 53. Universidad de Santiago de Compostela, 2003. Ligia Ochoa Sierra 89 Obras citadas: Cicero: Cicerón (Cic4): pro Sestio (Sest), Bruto (Brut), Epistulae ad Atticum (Att), Epistulae ad Familiares (Fam), de Gratóte (de orat), Philippicae (phil), pro Caecina (Caec). Plautus: Plauto (Pl): Amphitruo (Am). Livius: Livio (Liu): Ab Urbe Condita. Séneca: Séneca (Sen): Epistolae Morales ad Lucilium (Ep), Naturales Quaestiones (Nat). Tacitus: Tácito: de Vita lulii Agricolae (Ag). Abreviaturas Ac: acusativo Dat: dativo SP: sintagma preposicional V: verbo 4 Abreviatura como aparece citado en el texto EL PROEMIO DE LAS NARRATIVAS VERDADERAS DE LUCIANO DE SAMÓSATA: UNA POÉTICA DE LA FICCIÓN María del Carmen Cabrero Universidad Nacional del Sur Argentina 1. (Im)precisiones previas Jacyntho Lins Brandáo (2001: 11) ha calificado a Luciano de Samósata de autor posantiguo; la caracterización es precisa y nos habilita a pensar que su obra literaria va —razonable pero trabajosamente, a la manera del artesano— sintetizando conceptos estéticos y sus subyacentes valoraciones éticas desde un 'momento cultural' tan inmediatamente posterior a lo antiguo que apenas si tiene conciencia de serlo. Hablamos del espacio-tiempo griego del segundo siglo de nuestra era, permeado por la sujeción de ese mundo a la dominación imperial romana y por las prácticas de producción cultural propias de la Segunda Sofística. Como se sabe, este 'momento cultural' arrastra el menosprecio con que lo vieron patriarcas bizantinos como Focio, que devino en poco aprecio por parte de los fundadores de la filología moderna como E. Rohde (1914), y el liso y llano desprecio que expresan 'neoclasicistas' como B. A. Van Groningen (1965: 41-56): desde esta perspectiva, la Segunda Sofística es, por así decirlo, la consumación de la decadencia griega. Por cierto, hay otras lecturas que convincentemente revaloran ese 'momento cultural'; entre ellas, nos interesan de un modo especial las que parten de una recepción crítica situada en las periferias geográficas, culturales y lingüísticas de nuestro supuesto mundo-uno. Estas lecturas conviven con los traumas de 92 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata una modernidad que nunca termina de ser —no al menos de acuerdo al modelo central— y que al mismo tiempo se ve forzada a ser posmoderna. Si hay un mundo-otro que soporta estas tensiones, ése es el de América Latina, con su problemática de identidad inconclusa y su mestiza permeabilidad para incorporar la Otredad. En todo caso, Luciano era de Samósata, una región mesopotámica helenizada y que para los años en los que se supone nació —comienzos del siglo II— albergaba a una legión romana; de allí, pues, su doble extranjería, en cuanto a que no era griego —paideia dominante incluso en el Imperio romano oriental— y tampoco era romano. Las hipótesis más convincentes nos hablan de que su idioma materno bien podía ser el arameo y que su autoidentificación como sirio le proporciona un constante efecto de distanciamiento creativamente útil (aun cuando psicológicamente conflictivo). Con respecto a lo romano, anticipemos que en nuestra opinión su supremacía no debía ser demasiado dramática para Luciano mientras se mantuviera en un plano estrictamente político; cuando invade la esfera de la paideia se transforma en el peligro mayor para la herencia cultural y para las propias condiciones de la producción intelectual de su tiempo. ParaM. Bajtin (1989:431-2), la situación estratégica de Samósata favoreció el surgimiento de una fuerza creadora que se plasma en la prosa de Luciano como producto de las divergencias y las contradicciones individuales fecundadas por el 'plurilingüismo' en el desarrollo cultural de la época; "Por todo el mundo helenístico había centros dispersos, ciudades y colonias, en donde convivían directamente y se combinaban de manera original varias culturas y lenguajes. He ahí, por ejemplo, Samósata, patria de Luciano que ha tenido un papel colosal en la historia de la novela europea. La población autóctona de Samósata estaba constituida por sirios que hablaban en arameo. El núcleo culto de la población de la ciudad hablaba y escribía en griego. La lengua oficial de la administración y de la cancillería era el latín; todos los funcionarios eran romanos; en la ciudad estaba estacionada una legión romana. A través de Samósata pasaba una gran ruta (muy importante desde el punto de vista estratégico) por la que circulaban las lenguas de Mesopotamia, Persia e incluso María del Carmen Cabrero 93 India. En ese punto de intersección de culturas y lenguas nació y se formó la conciencia cultural y lingüística de Luciano". Esta apreciación está también presente en la obra de C. P. Jones (1986: 6-23), quien sostiene que no se trataba de alguien enajenado a su sociedad, sino de un autor embebido de los parámetros que circunscriben su formación en los cánones de la cultura griega; alguien que viajó por todo el mundo conocido y que cultivó la relación con importantes griegos y romanos, que constituían su público favorito: su perspectiva no era la de un intelectual aislado en su torre de marfil ni la de un periodista, sino la de un hombre en profundo contacto con su tiempo. El furor taxonómico y las supuestamente recuperadas —en el Renacimiento— ortodoxias, legisladas luego por los dasicistas, todavía siguen siendo lastre del estudioso de estéticas y retóricas, especialmente si se dedica a los estudios clásicos. Es una tentación de la que vale la pena prescindir no sin antes procurar establecer algunas precisiones. La idea de que a partir de la Poética de Aristóteles todo escritor clásico —o 'pos-clásico'—, construía su obra en función de los preceptos establecidos por el Estagirita no pasa de ser una simplificación. Esto no quiere decir que las ideas estéticas de Aristóteles no hubiesen adquirido un nivel de naturalidad dentro de lapaideia, sino que lo habrían hecho más bien en las versiones alejandrinas y al impulso, precisamente, de la expansión helenística. No debiera resultar extraño que las generaciones posteriores sintieran algún rechazo hacia esa preceptiva, que condenaba a eterna minoridad a ciertos géneros y establecía rígidas pautas espacio-temporales de construcción. No hay duda de que Luciano escribió las Narrativas Verdaderas teniendo presente, todo el tiempo, la preceptiva de Aristóteles sobre 'lo maravilloso' y 'lo verosímil', lo que no es lo mismo que sostener que fuera esclavo de esa teoría. Sabía que escribía para un público educado en el estudio racional y sistemático de los clásicos, que ha internalizado la teoría de la verosimilitud; no obstante, su producción intenta encontrar un equilibrio entre el postaristotelismo antonino y la apertura hacia nuevos temas, entre ellos, el universo de los sueños, su interpretación, la magia y la superstición, junto a un conjunto de factores que podríamos denominar 'protogóticos' o 'protorrománticos'. Ese espacio nuevo es 'lo narrativo', relativi- 94 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata zado por Aristóteles en laPoética1 (1447a, 48b, 49a) como instancia superior al mythos trágico; 'lo narrativo' en su doble dimensión de ficcionalidad y de potencia temporalizante: "decir el tiempo humano a través del modo del narrar", como sostiene PaulRicoeur (1994:226). 'Ficción', tal como ahora entendemos el concepto, era algo desconocido por los griegos, que se valían de ideas cercanas tales como ipeüSoc, y TtXáaua. En su sentido primario, TtXáaato designa la acción de 'componer' y 'pulir', de 'modelar', de dar una forma determinada a materiales maleables, tales como el oro, la cera o la arcilla2. El uso del verbo TrXáooto con relación a la composición de uü6oc, se remonta ajenófanes de Colofón (plenitud: 540-537 aC), quien califica los combates que libran los Gigantes y los Centauros de TrXáauaTa xóv rtpÓTEpov (invenciones de los antiguos) (DK 21 B). También Platón, por su parte, habla de uúeouc. TfXa06ÉvTac, (República II 377b 6) y de TrXaoeÉvra uoeov (Timeo 26e 4). El sustantivo rrXáaua3 metaforiza una 'figura', una 'criatura' producto de un tpeOSoc, en tanto 'mentira', 'invención poética', que tiene sus propias reglas de composición; es una téchne y una dynamis por medio de las cuales el artista 'ha modelado' la mimesis. UXárjua es el término griego más próximo a nuestro concepto de ficción: se opone a la verdad y tiene una carga de intencionalidad privativa de la mentira. Por su parte, tpeüSoc, aparece ya en Homero en afinidad con el mundo del engaño4 y cubre el campo semántico de la 'ambigüedad' que entra en oposición con áXijOsia y con e-ruuoc,, claramente delimitado en la Teogonia, como bien lo ha estudiado Marcel Detienne 5 (1983:81) con relación al concepto de árrá-rn, pero sin toda la dimensión de abierta creatividad de lo fictivo. La Poética se cita por la edición española de García Yebra (1974); para su estudio se ha consultado la inglesa comentada de Else (1957) y la francesa de Dupont-Roc yJ. Callot (1980). Así, por ejemplo, en el Timeo (42d 6, 78c 3; 73c 8; 74 a 2) de Platón el cuerpo humano es modelado a partir de la médula y la tierra para dar consistencia a los huesos y la carne, el encéfalo con forma de esfera está hecho de una porción de médula y las vértebras fabricadas de la misma arcilla de que se componen los huesos. Liddell&Scott, Creek-English Lexicón (1968:1412): "nXáoua: II. counterfeit, forgery, figment, fiction [...]; of a story which is fictitious but possible, opp. a ioropía and |a09oc". Ver Jí. XXI, 276 (ytvbtarnv lOeXyev); II. II, 80-81 (oveipov... ij)£ü5oc... voo(|ni;oín£0a); Od. XIV, 387 (ipEÚSeatn xapííeo |ir|T£ TI dekyz). María del Carmen Cabrero 95 Estos conceptos (ipeOSoc, TtXáaua) son absorbidos por el verbo latino/mgere 'modelar' o 'formar'; sentido activo y radical que pone en suspenso el ámbito de lo real para engendrar una poíesis, en tanto encierra, como sostiene Raymond Williams (2003: 146), un sentido doble: refiere a un tipo de literatura imaginativa y de pura invención que en ciertos casos se muestra como 'deliberadamente engañosa'. La misma raíz latina produjo fingir, que tenía desde el siglo XIII el sentido de 'inventar falsa o engañosamente'. El vocablo ficticio se usa desde principios del siglo XVII, pero su aplicación al campo de la literatura exigió la creación de la palabra/iccíonaí. El desarrollo fundamental del sentido literario se produjo, según R. Williams, a fines del siglo XVIII: 'ficción dramática' (1780); 'obras de ficción' (1840). En el siglo XIX el término se convirtió en casi sinónimo de novela. De hecho, lo más parecido a la ficción en el universo griego es la epopeya, la antigua poesía épica, pero en ella pesan las imposiciones de la 'creación de belleza', es decir, de la armonía métrica y rítmica de los versos. En cambio, en el siglo II, en pleno renacimiento literario, la prosa es la protagonista de una verdadera revolución que inaugura, en la praxis literaria, un nuevo campo de creación. En el caso de Narrativas Verdaderas es el modelaje de la ficción el que oficia de artífice de la cocpccToc; EXei)6r)pia, sintagma con que Luciano define su poética, una libertad no mezclada con nada, regida solo por la voluntad del creador: espacio de la puraficción,una etapa más en el planteamiento aristotélico de la mimesis6. A partir del sentido arcaico de i^uSiíc M. Detienne (1983.:40) señala que: "[...] pueden reconocerse dos significaciones solidarias: M^uSric, significa en primer lugar, la palabra que intenta engañar, si bien, puesto que una de las características de este tipo de palabra, es el presentar las 'apariencias' de la realidad sin ser lo real, iptuSiíc puede también significar la palabra 'que no ha sido llevada a cabo', desprovista de eficacia, sin realización". De ahí que para P. Ricoeur (1994: 225), fingere entre en el campo de lopseudés ya que debe entenderse "...en el sentido más radical, como instauración de un corte, de una suspensión efectuada en el curso mismo de lapráXis efectiva; corte del que nace esa otra escena, se la llame poíesis, Dichtung, literatura o, mejor, literaturidad". El vocablo aKpaToc, se usa para hacer referencia al vino puro. El sintagma aicparoc éXeuoripía aparece en Cómo se debe escribir la historia con relación al quehacer poético, con sus cánones propios, diferentes de los de la historia: ekei men gár akratés he eleuthería kax nomos eís -tó dóxan tot poietéi (8). 96 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata 2. En los umbrales de las Narrativas Verdaderas En la lectura lineal de la obra la primera dificultad y también el primer indicio de lo que se puede esperar de ella es el título. 'AAH0ON AIHrHMATílN, atestiguado por el grupo de manuscritos g, es el encabezado que recoge Focio (Bíbí.166)7. Aceptado por la mayoría de los filólogos como el más adecuado, se ha traducido al latín tradicionalmente como Verae Historiae y a! español por Relatos Verídicos (Espinosa Alarcón, 1981); el caso genitivo en el que se presenta invita a considerar la posibilidad de interpretarlo como Sobre narrativas verdaderas o Acerca de narrativas verdaderas ya que se impugnan 'las narrativas' a partir de un discurso hecho 'de narrativas'. El término diégema8 no conduce a ninguna realidad extratextual, a no ser la de la tradición literaria de 'las narrativas' en sí misma, en tanto entendemos por diégema 'historia sin verdad', según la define Polibio (1.14.6). Ofrece, por tanto, el carácter intransitivo propio del texto de ficción, es decir, un discurso que gira sobre sí mismo y no sale de su propia esfera; Los mismos términos se encuentran en Platón, República 562c-d, en tanto nos habla de una libertad pura, no mezclada, sin límites, peligrosa cuando emborracha a los ciudadanos: "[...] cuando una ciudad gobernada democráticamente y sedienta de libertad, se encuentra con que la dirigen unos malos escanciadores y, sobrepasando la medida, se embriaga de libertad pura, castiga a sus gobernantes si no son enteramente condescendientes y no le sirven copiosamente la libertad [...]". Ver también Leyes 723. Aparece luego en Plutarco, Vida de Pericles 7, en su comentario acerca de la libertad otorgada por Eflaltes a los atenienses parangonada con el citado pasaje de la República. E. Rohde (1914: 204, n.l) señala que a esta obra usualmente se le da el título de; áXr|6o0c íoTopiccc. Xóyouc. a', p'. Nos informa además que es el Vaticanus 90 el que nos conserva el texto titulado como 'AXnBüv SiriYnuáTuv a, P', en tanto, en el Marcianus 434 aparece: 'AXr|6ivtbv SiriYniaáTtov a, P'. Es interesante observar que el Greek-English Lexicón (1968), traduce 5HÍYT|ua como 'narrative'; en tanto, Siriyricnc toma el sentido de 'XéyEiv tale', cuento o relato para ser contado. Diégesis —traducible por 'exposición', 'presentación' o 'construcción imitativa'— abarca tanto una modalidad narrativa simple (cmkñ, b[j\yr\cnc,) o por imitación (ii\fxr\a\c, yiyvouévri), o combinando ambos modos (5i" án^oTépojv), tal como lo señalara Platón (República III 392 d 3). El término diégesis en G. Genette (1998:16) remite, precisamente, a la teoría platónica de los modos de representación: "diégesis es el relato puro (sin diálogo), opuesto a la mimesis de la representación dramática y a todo lo que, por medio del diálogo, se insinúa dentro del relato, que de ese modo se hace impuro es decir mixto". María del Carmen Cabrero 97 el título no apunta entonces al contenido temático sino al texto en sí mismo considerado como obra y como objeto. Exhibe, como tal, una suerte de innovación genérica, que será paródicamente desarrollada en el corpas del proemio pero que ya está presente en esta antífrasis en la que oXn6wv sustituye a tpeuSüv. Gracias al oxímoron, creado por virtud del adjetivo inusitado, el efecto de ambigüedad y sátira inducido por el adjetivo áXqOwv se refracta sobre SitiYnuáTtov. La antífrasis ha operado una drástica reducción y se autodenuncia por medio de la incongruencia de los términos. Divierte y seduce al lector competente y al mismo tiempo le da a conocer el estatuto genérico intencional de la obra: yo considero esta obra como diégema, y una decisión: jo decido imponerle a esta obra el estatuto de 'diégema' y añado que es 'verdadera'. La señal de la verdad se transforma aquí en la señal de la mentira por excelencia ya que la afirmación de la verdad en el título es al mismo tiempo una negativa de las mentiras futuras, negativa que será refrendada por el epigrama que Homero le dedica al narrador-personaje en la Isla de los Bienaventurados [JVVII 28] confirmando que es también el autor: "Todo esto Luciano, amado de los bienaventurados dioses, vio y partió de regreso a su amada tierra nativa". De este modo, Homero, el Poeta, el Maestro de Verdad, es, asimismo, Maestro de la Mentira: poseer la verdad es, también, ser capaz de engañar. El título cobra así el valor de un importante paratexto indicando que los índices de la ficción no son tan solo narratológicos, sino que el relato se reconoce ficcional desde las marcas paratextuales de su encabezado. 'AAH0ON AIHPHMATON se torna una fórmula notable porque representa, en primer término, un estadio intermedio entre el plano fantástico de la narrativa y el plano racional del proemio. En segundo lugar, porque explícita la ambigüedad de la áXtjeEia; en el pastiche maravilloso-fantástico de las Narrativas Verdaderas hay una suerte de ficcionalidad condicionada, 'historia verdadera' para algunos, 'ficción maravillosa-fantástica' para los otros. A. Las claves del proemio como insustituible paratexto Prefacio, proemio, exordio, prólogo. Los usos literarios son tan volubles que aun esta última fórmula, la más débil, si se 98 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata la usa en la actualidad, se la emplea con algún giro eufemístico: 'a manera de prólogo', parece más blando, menos definido. ¿Por qué evitamos los prólogos, lectores y autores? En cuanto lectores, para preservar la inocencia: no queremos que nadie nos diga qué vamos a leer, por qué debemos hacerlo, en qué partes encontraremos las claves. En cuanto autores, porque un prólogo nos obligaría a hacer una declaración de intenciones y aversiones, de impulso inicial y objetivo final. Y la verdad es que, para bien y para mal, no sabemos demasiado de todo eso; en todo caso, creemos que, en una razonable división del trabajo, esa es tarea del lector9. En este caso, estamos frente a un proemio 10 que —como quería Borges en su Prólogo de Prólogos (1976)— se presenta 9 Ni siquiera Jorge Luis Borges se ha atrevido a ello en su Prólogo de Prólogos, fechado en Buenos Aires el 26 de noviembre de 1974. Se trata en realidad tan solo de una página que antecede a los dispersos prólogos escritos por Borges y elegidos por Torres Agüero Editor (1976); sin aspirar ai carácter superlativo que pareciera connotar esta 'suerte de prólogo', como lo llama su autor —he ahí el eufemismo—, plantea los problemas que intentaremos esbozar (1996: 13-14): "Que yo sepa, —observa Borges—, nadie ha formulado hasta ahora una teoría del prólogo. La omisión no debe afligirnos, ya que todos sabemos de qué se trata. El prólogo, en la triste mayoría de los casos, linda con la oratoria de sobremesa o con los panegíricos fúnebres y abunda en hipérboles irresponsables, que la lectura incrédula acepta como convenciones del género. Otros ejemplos hay [...] que enuncian y razonan una estética. El prefacio conmovido y lacónico de los ensayos de Montaigne no es la página menos admirable de su libro admirable. El de muchas obras que el tiempo no ha querido olvidar es parte inseparable del texto [...]; el desfile de los peregrinos que narrarán en su cabalgata piadosa, los heterogéneos Cuentos de Canterbury, ha sido juzgado por muchos el relato más vivido del volumen [...]. El prólogo, cuando son propicios los astros, no es una forma subalterna del brindis; es una especie lateral de la crítica". 10 ¿Por qué proemio y no prólogo? No es una elección al azar aplicar el término proemio a la introducción de Narrativas Verdaderas; para el mismo Luciano el 'proemio' de una obra tiene un carácter trascendente, pues en Cómo se debe escribir la historia había, realizado apuntes precisos acerca de lo admisible en materia de dimensiones y contenidos de los mismos. Vista desde esta perspectiva, la introducción de Narrativos se encuadra dentro de las acepciones retóricas inauguradas por Aristóteles en el marco de la oratoria epidíctica y judicial con el carácter de un exordio ya que se presenta en el nivel del enunciado como la preparación del camino (hodopoíesis) para el relato propiamente dicho. María del Carmen Cabrero 99 como una especie colateral de la crítica, una forma de paratexto que resulta determinante, que no cumple una función decorativa, sino que funciona como orientador de toda lectura posterior. Su carácter programático y polémico, fuera del texto del relato, se ve reforzado por el hecho de estar dotado, enfática y pleonásticamente, de la voz autorial que subraya su valor paratextual. Es manifestación tanto del discurso del saber del narrador como de su ejecución escrita; su estatus es el de una reflexión metadiscursiva sobre el discurso del relato fantástico: revela lo que el narrador piensa de su narración, de su finalidad y de su organización, habla de su propio quehacer, reflexiona sobre su práctica. En este sentido, la elección de personas por el yo-autor de Narrativas Verdaderas —el yo-narrador y el yo-personaje— van más allá de la 'imposición mecánica y sin escapatoria' de lo homodiegético11, dejando las huellas del artesano maduro: ese 'tercer yo' que escribe dialoga situacionalmente consigo mismo y con una recepción en apariencia abstracta, pero compuesta de lectores-concretos entre los que nos contamos. Desde la recepción nos hace presuponer un autor que opera como demiurgo libre, capaz de sintetizar la absoluta libertad creativa con el cuidado por la elección de las vetas de la piedra, por el filo del punzón: la madurez ha obrado, quitando a los músculos la torpeza del golpe destructor. Cabe preguntarse cuál es exactamente esta 'elaboración secundaria' tanto respecto al discurso sobre el que pretende reflexionar, como respecto a la 'verdad textual' que el autor inscribe en su metadiscurso. Buscando explicitar la concepción de la poética luciánica —y del descubrimiento de una poética de la ficción que constituye su razón de ser—, tenemos derecho a esperar encontrar en el examen del discurso-proemio, ciertas regularidades propias de todo discurso con vocación ficcional. Sin el proemio nos sería difícil reconstruir la relación entre lo puramente narrativo de la diégesis y lo dramático de la mimesis porque en él aflora, nuevamente, la míxis de géneros propuesta por Luciano en la mayoría de sus obras12 como el procedimiento de base del pastiche y aún más que eso13. En Narrativas la míxis se configura en torno al estilo y los tópicos del género historiografía), con sus mismos ca12 Entre otras: Sueño, Al que dijo: Eres un Prometeo en tus discursos..., Heracles, Diónisos. 100 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata racteres formales y sus diversos estatutos; al sumarle los rasgos de ingenio y artificio (éx TOÜ CKJTEÍOU TE KOÍ xapÍEvroc,), como condición necesaria y declarada del relato de ficción (NVI 2), sostiene el programa poético de las Narrativas. El proemio comienza como una historia seria que entreteje sus elementos inspirándose en el esquema estructural empleado comúnmente por los historiadores para empezar sus obras. Hay tres tópicos fundamentales, cuyos antecedentes se encuentran en todos los historiadores desde Hecateo: indicación del tema y método, justificación de las intenciones de la obra por su oportuno interés para el lector y profesión de veracidad e independencia con garantía de objetividad. El texto presenta las huellas de las diferencias y las semejanzas en que descansa la parodia. Las primeras sirven de clave al lector que ya había tenido una advertencia previa en el título, deformación burlesca de los encabezados de obras de Historia como los de Heródoto y Tucídides14; ahora el proemio de las Narrativas presenta indicios que no invitan a esperar otra cosa más que una burla del género historiográfico. Leemos las primeras líneas con el proemio del texto histórico en mente, pero al reconocer la reducción drástica de sus elementos llegamos a la conclusión de que lo que pretende el narrador es distanciarse de la Historia: la Historia frente a la ficción no necesita crear suspenso, su justifi13 A. Camerotto (1998: 75) considera que la míxis: "E il procedimento che sta alia base della creazione di tutti i testi di Luciano. E mixis di generi, di prosa e verso, di autori, di episodi, di versi, di parole, di immagini, di filosofie. II concetto stesso di paideia ha i caratteri della mixis di elementi diversi. La mixis conferisce alia creazione di Lucinao un carattere di kainotes, che, pero, non é assolutamente libera -i testi stanno sempre in relazione dialettica con la tradizione- e incontrollata- ¡1 contrallo fórmale presiede sempre alia composizione del nuovo testo-, né fine a se stessa. La mixis come paradosso fórmale (Bis acc. 33, KpamcnapáSo^o?) concorre a produrre il paradosso semántico e insieme a questo suscita il thauma, ovvero un effetto di straniamento, che é condizione essenziale della sátira, di fronte non solo alia realtá umana, ma alia stessa tradizione letteraria". 14 Las primeras páginas de la Historia de Heródoto, mencionadas tradicionalmente como 'proemio', constituyen, como lo examina G. Genette (1987: 153), "une préface avec exposé d'intention et de méthode, qui s'ouvre, contrairement a la pratique épique, sur le nom de l'auteur et une sorte d'énoncé du titre". La Historia comienza: "Esta es la exposición del resultado de las investigaciones de Heródoto de Halicarnaso para evitar que, con el tiempo, los hechos humanos queden en el olvido y María del Carmen Cabrero 101 cación está en la importancia y veracidad de los hechos que anuncia, no en la intriga ni el placer. Lo que Luciano nos ofrece no es un producto histórico, intenta precisamente lo contrario, y ha utilizado la parodia para que, midiéndola por el género inspirador, se vea claro a lo que se opone. Narrativas Verdaderas no podría existir —no del modo en que funda la tradición de la ficción moderna— de no mediar su proemio, que en este sentido cumple hacia el cuerpo central del relato una función insustituible: se escapa de las disquisiciones clásicas de Aristóteles y nos enfrenta con un texto desafiante, pues solapadamente Luciano advierte que sólo algunos comprenderán el juego de los hipotextos, y que los demás tendrán —tendremos, en muchos casos— que resignarse a la inmanencia del nuevo texto. Pero es evidente que en el horizonte discursivo del mundo representado en las Narrativas se configura una cultura letrada que posee ciertos toques de refinamiento al que obedecen determinadas conductas sociales: la seducción del lector por medio de la lectura como ejercicio y experiencia personal que involucra la gimnasia del arte de la lectura y del saber académico de su narratario; nuevos espacios de circulación para el relato de ficciones escritas que implica, por un lado, una legitimación previa para tales usos (un poder hacer) y, por otro, una competencia específica de los sujetos discursivos que en ellos actúan (un saber hacer). Vale decir que en el proemio del narrador-autor, irrumpe un narrador intelectual, públicamente activo en su ámbito de pertenencia, así como sus previsiones de un narratario igualmente competente y vivaz en su anhelada y futura recepción. Se reivinque las notables y singulares empresas realizadas, respectivamente, por griegos y bárbaros —y, en especial, el motivo de su mutuo enfrentamiento— queden sin realce". Tucídides también escribe una 'introducción' a su Guerra del Peloponeso que abarca los veintidós primeros capítulos de su obra. El comienzo dice así: "Tucídides de Atenas escribió la historia de la guerra entre los peloponesios y los atenienses relatando cómo se desarrollaron sus hostilidades, y se puso a ello, tan pronto como se declaró, porque pensaba que iba a ser más memorable que las anteriores". Para G. Genette (1987: 154) hay "une imitation de ees incipits historiques, et jusque dans la déclinaison d' identité, chez le premier romancier connu, Chariton, qui entame ainsi son Chéréas et Callirhoé: "Moi. Chariton d' Aphrodisia, secrétaire du rheteur Athénagore, je vais ranconter une histoire d' amour qui est arivée a Syracuse". 102 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata dica la probabilidad de proponer una lectura personal de la obra e interrogarla a través del prisma de una idea fuerte o una red determinada de análisis. Ello refleja un fenómeno de cultura y sociedad importante en la época de Luciano: el lugar, muy grande, que en ella ocupa la escritura. En cierto modo la escritura personal e individual modifica, paulatinamente, las condiciones de lectura. Es difícil, sin duda, datar con precisión el origen del proceso, pero cuando lo observamos en la época en cuestión nos damos cuenta de que la escritura ya se ha convertido y no cesa de afirmarse, cada vez más, en un elemento de ejercicio individual. La lectura se prolonga, se fortalece, se reactiva por la escritura, escritura que es también un ejercicio, también un elemento de la meditación. Este ejercicio es el que permite a un hombre de paideia, tal como Luciano afirma ser, mimetizar y pastichar los géneros discursivos representados en sus Narrativas. Procedentes todos del ámbito intelectual exigen, por lo tanto, una retórica de la escritura. Aún el testimonio del autor del proemio, por pertenecer a una esfera discursiva altamente compleja, se presenta como una declaración escrita. Proemios, prólogos, crítica literaria y retórica, son propios de la cultura letrada a la que, evidentemente, se dirige el narrador e involucra tanto esferas del orden público, como de lo privado personal. El autor no deja de hacer estos ejercicios en cierto modo personales, practica de continuo en sus textos esa UEXÉTTI que se dirige al Otro, pero que es la esencia de su propia libertad creativa. A partir de esta hipótesis se entiende mejor que a Luciano le interese controlar la progresión del lector y la manera en que entrará en contacto con su mensaje al no develarle más que algunos estratos determinados del texto, según el orden y el ritmo de su elección, como lo hacía también el viejo aedo. Precisamente, es el proemio el que abre un potencial inmenso al campo didáctico de la lectura individual. Su secreta admonición alecciona al lector para que ante el texto escrito de las Narrativas, sea él quien pueda elegir el momento de la lectura y la velocidad a la cual asimilar las informaciones; al mismo tiempo, también tendrá la posibilidad de seleccionar segmentos del texto, encarar su lectura en el orden que le conviene y reflexionar acerca de sus parodias. María del Carmen Cabrero 103 Esta preocupación de comprensión del relato por su auditorio nos obliga a revisar la visión de Umberto Eco (1965: 18-19) cuando empleó la fórmula de 'obra abierta' para referirse a aquellas en las que el destinatario pasa a ser un elemento activo, que termina por influir —determinar incluso— toda la significación final de la obra en la que va quedando dibujado el protagonismo del lector. Si esto es realmente así ¿resulta esta postura relevante para interpretar el proemio con el que Luciano encabeza sus Narrativas Verdaderas? U. Eco no aboga por una lectura posmoderna caracterizada por el 'todo vale'; practicar infinitas lecturas de un texto no habla de su apertura sino de su vacío. No hay un lector perfecto, desde luego, pero lo que hay —o debería haber— es una gama amplia de lecturas posibles, todo lo razonablemente amplia para que justifique la propia estructura del texto; no hay lectura unívoca u obligatoria, pero tampoco hay infinitas lecturas legítimas. Ahora bien: ¿conspira el proemio de Narrativas Verdaderas contra la apertura de la obra? Como sabemos, contiene la famosa declaración del autor de que va a contar mentiras, pero ésta es una de las mayores declaraciones de apertura que pudieran pensarse; si Luciano hubiese afirmado —tal como era el uso en la literatura antigua y sigue siéndolo en la literatura popular— que iba a decir la verdad, la obra hubiese arrastrado un carácter cerrado. Al mismo tiempo, al decir que se trata de mentiras excluye las lecturas infinitas, pues Narrativas Verdaderas no puede ser leído como verdad convencional, ni siquiera como posiblemente verosímil. Salvo contadísimas ocasiones, como la que nos ofrece Luciano en Narrativas o aquella de Las Ranas de Aristófanes, en la que la comedia habla sobre el drama como género15, o como en el 15 J. C. Ghiano (1961: 20-21) señala: "es sintomático del genio griego que el primer pasaje de crítica literaria basada en autores contemporáneos haya aparecido en una comedia [...]. El planteo de Las Ranas con respecto a los tres grandes trágicos y la otorgación de la supremacía a Sófocles adelanta un reconocimiento que será decisivo en la Poética de Aristóteles. Aristófanes presenta la dualidad de juicio provocada por las variantes atractivas que Eurípides había introducido en la tragedia, frente a la grandeza, ya arcaica de Esquilo. Al no caracterizar la obra de Sófocles, es suponible que se la considere el justo medio no alcanzado por los otros dos trágicos. El análisis de los diversos elementos de las tragedias esquilianas y euripidianas adelanta un rasgo importante en la problemática de las funciones literarias: el sentido de que cada poeta las interpreta de acuerdo con sus propios intereses y modifica así lo ya acatado tradicio- 204 £í proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata Eutidemo de Platón, un diálogo sobre el diálogo —ejemplos de la antigüedad en los que la crítica se incorpora al texto literario o filosófico—, la literatura no suele ser materia de reflexión ajena a la poetización de la experiencia artística. Las Narrativas, en cambio, ya desde el proemio nos ofrecen el topos literario de la elaboración del proemio (también lo hará Cervantes), en términos de ficcionalización y personificación del propio autor. La ficcionalización del 'yo' autobiográfico y la disolución de las fronteras entre texto de ficción y texto de no ficción, se inserta aquí en otro contexto: la ruptura de los límites de los géneros y la progresiva literaturización del propio discurso. B. Las cuatro secuencias del proemio Estamos ante un proemio que hace que la historia funcione al presentarnos el caso narrativo —el de los argonautas interespaciales— y su eterno tiempo griego: sabemos que nos espera la burla del género historiográfico que actúa como reaseguro de que el relato en sí, escapará de la intencionalidad histórica. Adicionalmente funciona como hipotexto del cuerpo del relato en sí, precisamente porque la 'mentira' que postula, tras revelarse teóricamente, se realiza 'poéticamente' a los ojos del oyente/lector. Se presenta dividido en cuatro parágrafos a lo largo de los cuales el autor despliega la 'función metalingüística' que hace del texto narrativo el objeto al que se refiere el narrador a fin de hacer explícitas sus intenciones y preocupaciones a la hora de bosquejar un relato literario. Sobre la manifestación explícita del narrador descansa, a su vez, la 'situación narrativa' en sí misma. Una primera segmentación realizada en el parágrafo 5 del Libro I, al iniciarse el viaje de aventuras, divide el proemio de la totalidad de las Narrativas lo mismo que de su título, planteando de este modo la cuestión de las relaciones que estos diferentes segmentos textuales mantienen entre sí. Secuencia [1] "De igual modo que los atletas (TOÍC, aBXrrnKotc,) y quienes se ejercitan en el cuidado de sus cuerpos no solo tienen conciennalmente. De esta manera, cuando se comenzó la teorización de los temas, hubo que aceptar el principio de evolución de cada género y el de su desarrollo hasta un límite en que se fijan los elementos en su mayor estrictez". María del Carmen Cabrero 105 cia (TÍJV émuéXeiav) del bienestar que procede de los ejercicios físicos sino también de la relajación (ovEmc,) conseguida oportunamente —pues es la parte principal del entrenamiento—, así mismo, precisamente, yo creo que interesa a los consagrados a las letras (TOÜ; rrepí TOÚC, Xóyouc EorrouSaKÓcny), tras una prolongada lectura de los escritores más serios (pera Trjv 7ioXXf|v Ttóv OTtouScaoTépuv ávávvucny), relajar la mente (oviévoi) y prepararla en plenitud para el esfuerzo futuro". En virtud de la metáfora atlética10, el narrador instala en su discurso al principal actante de la comunicación: un narratario que él ya tiene en mente —"los lectores serios [...] de escritos serios" (TOI(; rcepí roúg XÓYOVJCJ EOTTOüSaKÓcnv)—, una audiencia capacitada para captar los matices de una cierta concepción del quehacer intelectual. Pretende alejar a su narratario del afán por un ejercicio continuado de aprehensión de un pensamiento arduo, —los Xóyoi históricos o filosóficos— y lo incita a adoptar un género nuevo, invitándolo a jugar un rol activo en el goce de percibir, más allá de la superficie del texto, el mensaje cifrado en la narrativa fantástica. La doble acción, la suspensión de la lectura de Xóyot y obtener el beneplácito del lector por sus escritos, tiene un doble objetivo: estimular la participación del narratario y el goce del texto de placer. El saber que demuestra el narrador es, en cierto modo, una especie de alusión a la doxa, a un saber compartido por el narratario que el narrador buscará incorporar a su quehacer por medio de la primera persona de un verbo de creencia: "Yo creo (iJYoOuai) que interesa a los consagrados a las letras [...]." Da cuenta así de una transformación que puede ser percibida por todos y no procede de la opinión autorizada de un especialista que pretende imponerse sobre la opinión común. La fuerza de la estrategia discursiva construye un sujeto narrador tan próximo al narratario que comparte con él su saber y el atisbo de las transformaciones de ese saber. La obra se ofrece 16 Nos remite a Cómo se debe escribir la historia donde la historia es comparada con un atleta sin maquillaje entendiendo por maquillaje todo aquello que tiene que ver con lo poético o lo mítico [8]. Sobre los conocimientos generales de Luciano acerca del entrenamiento atlético ver Anacharsis. El participio de perfecto sustantivado del verbo spoudázein sustituye al adjetivo spoudatos que es comúnmente usado por Luciano en relación con la filosofía {Icar. 4, Pese. 25; Sobre la danza 2; Sobre los que están a sueldo 4). 106 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata como una composición destinada a un momento de relajación (avEotc,, áváTTauaic,)17, contrapuesta a la lectura de los autores más serios (TWV aTiouSaioTéptov) entendiendo por tales a los filósofos e historiadores. La lectura filosófica, particularmente, suscitaba una 'meditación' (ÉTTIUÉXEIO:, peXérq) muy cercana al yuuváCEiv —'entrenarse', 'ejercitarse en'—, entendida como una especie de ejercicio de pensamiento o, más bien, ejercicio 'en el pensamiento', con la consiguiente mediación en la paideia. La avEcnc; con relación al acto de leer sugiere una lectura personalizada que permitirá al lector deambular por el texto según sus necesidades, seleccionando, eligiendo, no extrayendo más que los elementos que concuerdan con su búsqueda de placer. Tal acción solo puede llevarse a cabo por intermedio de la percepción visual. De hecho el poder analítico de discernimiento de la mirada sirve al mismo tiempo de metáfora de la actividad de lectura: áváyvcoaic,, es decir justamente 'reconocer', 'reconocer' en esa especie de enredo de signos que es tan difícil repartir, distribuir como corresponde, y por consiguiente 'comprender'. Y es, precisamente, el ojo, no el oído, el que puede barrer, acariciar, escrutar, seguir una línea de texto, seleccionar otra, volver atrás. De ese modo, la admonición de la secuencia inicial sociabiliza un laborioso acto nuevo de lenguaje —del oficio del lenguaje—: frente al modelo tradicional de lectura intensiva y continuada, que imponía leer una obra entera en voz alta de punta a punta de modo que pudiera ser asimilada por completo, la advertencia del proemio parece alentar un modelo de lectura individual que no necesariamente tenía que ser silenciosa y rápida. Sabemos que se requirió mucho tiempo antes de que el texto dejara de pasar principalmente por la voz en tanto se leía en 'alta voz'18. En la escritura griega y latina al no estar las palabras separadas entre sí era muy difícil leer y el ejercicio de lectura demandaba un entrenamiento especial. No era habitual leer con la vista; para lograr escandir las palabras como se debía, para pronunciarlas, se estaba obligado a articularlas al menos a media voz. Esta operación adquiere tanta más legitimidad en tanto el texto, al pasar del imperio de la oreja al del ojo, cambió de instancia enunciativa. Se convirtió en una 17 La relajación era un momento importante del entrenamiento que todos reconocían; así lo señala Platón en Leyes 724 a-b. María del Carmen Cabrero 107 leer y el ejercicio de lectura demandaba un entrenamiento especial. No era habitual leer con la vista; para lograr escandir las palabras como se debía, para pronunciarlas, se estaba obligado a articularlas al menos a media voz. Esta operación adquiere tanta más legitimidad en tanto el texto, al pasar del imperio de la oreja al del ojo, cambió de instancia enunciativa. Se convirtió en una entidad abstracta, susceptible de ser deslindada de su autor y de su anclaje histórico, ofrecida al consumo individual y a la deconstrucción en todas sus formas. Creemos así que el nuevo estatus que el proemio otorga al lector tiene que ver con una modificación de las prácticas de lectura aceptadas en el siglo II. Secuencia [2] "Resultaría acorde con ellos el descanso (fj áváTtaucni;), si frecuentaran a aquellas lecturas que no solo ofrecerán pura seducción (niiXrjv TT|V lyuxaviovíav), (fruto) del ingenio y del humor (ÉK TOÜ áoTEÍou TE KCXÍ xapÍEvrog), sino las que presentarán un contenido no ajeno a las Musas (óXXá nva mi 9Etopíav ovk auouaov Em5EÍ?ETai), como creo que lo estimarán desde el punto de vista de estos escritos. No solo los atraerá lo extraño (TÓ £ÉVOV) del argumento, ni la graciosa seducción de su libre elección (TÓ xapiEv Tfjc TrpoaipfioEtoc, inaywyóv), ni (el hecho de) que hemos contado mentiras de todos los colores (ipEÚauccra TTOIKÍXOC) de modo persuasivo y verosímil (niGavüc. TE mi évaXiídtúg), sino además que cada historia alude —no exenta de comicidad— (TÜV icrropouuÉvuv EKaorov OÜK áKCijuíp5r|Ttoc puerca) a alguno de los antiguos poetas (TtoXcaüv 18 Vandendorpe, Ch. (2003:14) señala: "La manera de leer que hoy nos parece normal no lo era entre los griegos ni entre los romanos, que concebían la lectura como el medio de restituir el texto a través de la voz. Las personas de suficiente fortuna, por otra parte, no leían sino que se hacían leer el rollo por un esclavo especializado. Solo en un período tardío la lectura se volvió visual. Así alrededor del año 400, Agustino, obispo de Hipona, refiere su admiración por haber visto leer a Ambrosio únicamente con los ojos. El viejo erudito, en efecto, en su búsqueda del sentido alegórico de los textos bíblicos, había aprendido a leer sin mover los labios: 'vox autem et lingua quiescebant'. De hecho recién en el siglo XII los libros fueron concebidos con vistas a una lectura silenciosa. Para ello habrá sido preciso que se instalen diversas innovaciones de orden tabular propias del códice y, sobre todo, que se renuncie a la escritura continua de los romanos, la scriptio continua, para introducir una separación entre las palabras, operación que aparece hacia el siglo VII pero solo se volverá realmente corriente en el siglo XI". JOS El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata rroitiTtov), historiadores yfilósofos,que han escrito muchos relatos prodigiosos y míticos (rtoXXá TEpáona KOCÍ uu9tó5r|), los habría citado por su nombre, si no tuviera la intención de que se revelaran en tu propio caso de la lectura (EK -rijc, ávayvcóaEtüc, ())avEía6ai sueXXov)". El narrador presenta el télos de su relato a partir de la conjunción del terpnón con el chrésimon, de lo agradable y regocijante del placer de la lectura con lo útil y provechoso de ese nuevo quehacer. Lo hace por medio de los términos que nos hablan de la seducción poética (TT\V ipuxaytóYÍav, tnayuíyóv) 19, acompañados de los rasgos propios de la composición luciánica: el ingenio y el humor (-EK TOÜ ácrraou TE icai xapÍEvroc,), lo novedoso del argumento (-TÓ ?évov Tfjc, ÚTroGÉoewg) y la gracia de su libre elección (-TÓ x«píEV Tf¡c, TipocapÉOEtoc,). El terpnón está en consonancia con el chrésimon (óXXá nva Kai Gewpíav OÚK auouaov ém5£Í?ETai) y además con el contenido de la obra —con vistas a deleitar al lector— porque el narrador promete mentiras de todos los colores (tpsúouocTa TTOIKÍXOC) eme S2 acercan y alejan de las reglas que regulan el relato histórico (rnOccvwc, TE Kai EvaXtjewc,) en una míxis ambigua de verdadero y falso. La secuencia continúa la parodia del género historiográfico unido a la comedia20 y —sin perder de vista el terpnón— el narrador proyecta el texto hacia los horizontes de lo geloíon ("ÓXV on Kai TWV íaTopoupÉvwv EKotorov OÚK áKwutp5f|Ttoc, fjviKTca", cada historia alude —no exenta de comicidad—[...]). El narrador espera que aquello a lo que su narrativa 'alude' (fíviKTca) sea considerado o reconstruido en el seno de ciertas normas que marcan estilísticamente no la relación de su relato con el mundo sino la relación de 'muchos textos' (la familia literaria para la que rigen las mismas señales estilísticas) con el mundo. A esa relación apunta fjviKTai perfecto de aivíaoouai, que se vincula con la raíz del verbo cdvEív (poético) y se refiere a toda palabra significativa que llama la atención; un 'decir' en un sentido muy fuerte. La fórmula OÚK cxKcouwStJTwc, fívncrcu se acerca, como ya lo pun19 Ver Gorgias, Encomio a Helena (8), H Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker, vol. II (1956). 20 Señala A. Belatrametti (1989:215): "La commedia e particularmente Aristofane che Luciano richiamerá direttamente, insidia e stimola con i suoi personaggi, le sue situazioni e la sua effervescenza lingüística l'impianto storiografico del racconto, le curiosita e le autenticazioni del narratore". María del Carmen Cabrero 109 tualizaran Georgiadou-Larmour (1998: 23), a la noción de 'parodia'. En nuestra interpretación de rav íoTopouuÉvtov EKaorov TJWKrai, consideramos que cada una de las historias de las Narrativas se encuentran 'cerca de' sus hipotextos, de modo que sus identidades se tensan y tendremos que consignar en qué consiste la proximidad y qué transferencias hay de un sujeto a otro; en suma, qué hay en el espacio entre texto parodiado y texto parodiante. Se trata de una parodia compleja que, significativamente, toma como blanco del ataque satírico a los textos de los poetas, la obra de los historiadores y de los filósofos que deberían haber respetado los principios compositivos no solo del chrésimon sino en especial de la alétheia (irpóc, nvac, TWVraxXaitovrroiqTwv TE Kai cnryYP«(f)Étüv Kai 4)iXo0Ó<i)cov TTOXXÓ TEpáona Kai uu6ü)6q cruYYEYPOt^ÓTtov). Estos autores tienen en común la composición de relatos fabulosos como experiencias personales vividas en el transcurso de sus peregrinaciones por lejanas y extrañas comarcas. Secuencia [3] " [...]de los que (citemos, por ejemplo) a Ctesias, el de Cnido, hijo de Ctesíoco, que escribió sobre la tierra de los Indios y sus habitantes, aquello que él personalmente ni vio ni escuchó de otro que hablara con verdad (a UIÍTE corroe, EÍ5EV UIÍTE aXXou áXr|9EÚovToc, fJKOuoEv). Escribió también lámbulo muchas cosas extraordinarias acerca de (los países) que están en el océano (rrepí TCOV EV TT¡ UEYÓXT) QoXáTTfi rroXXá 7iapá5o^a), forjando un pseüdos amigable para todos (TÓ t|)Eü5oc TtXaocoiEvog), tras elaborar un argumento no carente de interés. Muchos otros que eligieron las mismas cosas que ellos, escribieron sobre algunas de sus aventuras y viajes, mientras describían el gigantismo de los animales salvajes, la crueldad de los hombres y las formas de vida novedosas. Su guía y maestro de tales disparates es el Ulises de Homero (ápxnvóc, 5E aÜToTg Kai 6i5áaKaXog Tfjc, Toicamic PtcpoXoxíac, ó TOO 'Opiípou 'OSuoaEÚg), quien al narrar ante la corte de Alcínoo acerca de la esclavitud de los vientos y hombres de un solo ojo, caníbales y salvajes y, además, de animales de múltiples cabezas y de las metamorfosis de sus compañeros a causa de los fármacos, por medio de multitud de estos relatos, aquel dejó maravillados a los simples hombres Feacios (oíc, rroXXá EKEÍVOC. Ttpóc, i5iÚTac. ávGptüTtovjc, TOÚC. <I>aíaKag ETepaTEÚoccTo)". 110 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata Empapado de esas narraciones ultrafantásticas a la manera de Ctesias (Indika, Focio, Bibi, 1960:729) y Yámbulo (Ciudad del Sol, Diodoro, Bibl. Vol.I, Libro II, 1964:257), el reclamo del narrador se dirige contra todos aquellos que no han contado nada verdadero porque no se han servido, como deberían haberlo hecho, ni de su opsis ni de su akoé, sino que, al igual que el Odiseo de Hom e r o en la corte de los Feacios, solo se han valido de su libre invención y han compuesto su obra atendiendo más al chrésimon y al terpnón que a la alétheia. Se sabe que esta literatura de entretenimiento se alimenta de un género m u y particular —el relato de viajes—, m u y del gusto de la época imperial, vinculado con el pitagorismo; pero no es el pitagorismo lo que el narrador parodia, sino el relato histórico de aventuras maravillosas y para ello esgrime todos los recursos de lo maravilloso-cómico que configuran la mejor introducción a un m u n d o fantástico 21 . Secuencia [4] "Pues bien después de tratar con todos (esos escritores) no los censuré severamente (épEp^áptiv) (que escribieran) para engañar al público (v()£Úoao0ai), viendo que esto es algo habitual incluso entre los consagrados a la filosofía. Me sorprendió en ellos, sin embargo, que creyeran escribir relatos no verdaderos sin quedar en evidencia. A causa de eso yo mismo, por vanagloria me esforcé en dejar algo a los venideros (otÜTÓg úrró Ksvo5o¡;íac, árroXirtEiv TI O7rou5áoa<; rote, UE6' fjuác,), a fin de no ser el único privado de la libertad para narrar (ÉV TÜ UU9OXOYEÍV Tfjg EXEU9EPÍC(C,); puesto que nada verdadero tenía para contar (pr|5Év áXr|9Éc. íoropEiv eixov) —pues no había experimentado nada digno de contarse—, para la mentira me volqué (ém TÓ ipcOSoc), mucho más prudentemente que los otros (rcoXú eÜYvwpovÉOTEpov); pues, sin duda, en una sola cosa diré la verdad, en esto: diciendo que miento (KCÍV EV yap 6ii TOOTO óXr|9EÚau XÉytov on ipEÚSouca). Así creo que escapé de la acusación del público (TIÍV KocTtiYopíav) al reconocer yo 21 No podemos ver en el autor de las Narrativas a un enemigo de los cuentos fantásticos, sino a un escritor que nos invita, como lectores, a disfrutar de una narrativa cuyo contenido no sea indigno de las Musas. La secuencia se encuentra pincelada del afán de Luciano por el análisis crítico de los modos de producción de las disciplinas humanísticas de su época, que garantizan la veracidad de su relato por la autopsia de cada hecho narrado. Se rebela ante esa narrativa y la parodia pero no la condena pues la considera un género bien constituido nacido de los relatos de Ulises. María del Carmen Cabrero 111 mismo que no digo nada verdadero (ur|5év áXr|9£c. XÉYEIV). Escribo por tanto sobre cosas que ni vi ni experimenté o aprendí de otros (YPÓKJJÍÜ TOÍVVJV rrepi úv UÍJTE EI5OV prJTE ETOXOOV piÍTerrap' aXXuv Ém)9óunv), que no existen en absoluto ni por principio pueden existir (ETI 5E UIÍTE oXwc. OVTCÜV pf|T£ Tfjv ápxiív Y£véa9ai 5uvauÉvwv). Por eso es preciso que mis lectores no les presten fe alguna (5ió 5EI TOÚC. ÉTUYxávovrac. uriSapüc. mareÚEiv aúroíg)". El ataque a los escritores mentirosos focaliza ahora en particular a los filósofos que se convierten en el centro de la crítica a lo largo de toda la obra. En Cómo se debe escribir la historia [17] ya había ridiculizado explícitamente a aquellos que escriben historia valiéndose del discurso de la filosofía. Ahora Luciano lo confirma: "Me sorprendió en ellos, sin embargo, que creyeran escribir relatos no verdaderos sin quedar en evidencia". El narrador de Narrativas Verdaderas, en cambio, pretende la misma libertad de los poetas (EV TW uuOoXoyEiv Tfjc, ÉXEuOEpíac} y se aboca a ella con una chispa de autoironía, con una intención seria (crrroi)5áaag) y con la máxima honradez (TTOXÚ EÜyvwuovÉoTEpov). Declara explícitamente que no puede servirse de los instrumentos de la historia, la opsís y la akoé y, en consecuencia, no puede contar nada verdadero. El término pseüdos deviene programáticamente la palabra clave del proemio, pero de inmediato se abre al ámbito de lo alethés por medio de la declaración explícita de la mentira ("ypáfyu TOÍVUV rapi wv UTJTE E!5OV UTJTE ErraOov UIJTE Ttap' aXXtov ÉTrudóunv", "escribo por tanto sobre cosas que ni vi ni experimenté o aprendí de otros que no existen en absoluto ni por principio pueden existir"). Es el pseüdos literario que en cuanto tal manifiesta una verdad que puede sobrepasar aquella del mundo real. De ese modo, el itinerario argumentativo del proemio, que el narrador acompaña en su devenir, implica un desplazamiento temporal que avanza desde el 'presente' de los parágrafos [1] y [2] —lÍYÉoixai, úrroXaupávto— hacia los 'aoristos' de los parágrafos [3] y [4], para arribar a la cláusula concesiva (K&V + oXEesúato —aoristo de subjuntivo—) del parágrafo [4], dependiente del participio Xsytov, que equilibra los dos términos contrapuestos de todo el proemio —ctX£0EÚatü / 6n t|)EÚ5o|uai—. La ironía del oxímoron del título reaparece en la afirmación final del proemio y constituye un verdadero desafío que el autor lanza a su lector pretendiendo que 112 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata olvide toda lógica y realismo: "Aun cuando en una sola cosa diré la verdad, en esto: diciendo que voy a mentir". La enunciación, —un sujeto que dice Soy yo el que digo que voy a mentir—, desplaza la enunciación del nivel implícito al manifiesto. Ya no se trata para el narrador de hacer saber algo acerca de un estado de cosas, sino que se trata de hacer saber qué actitud se adoptará en una circunstancia determinada. En cualquier caso la respuesta apunta a relativizar el valor de verdad de lo que se dice y a comunicar una actitud ante un hecho antes que el hecho mismo. Se ha producido un cambio de significación por efecto de la presencia del acto de decir enunciado que crea una cierta distancia entre dos pseúde. Por un lado, el pseüdos de los géneros historiográficos, filosóficos y poéticos, que siguen las huellas del Odiseo de Homero, es inapropiado (yvwpiuov UEV arcam TÓ ipEüSoc, TrXaaáuevoc, [3]) en tanto se pretende verdadero. Estos géneros son, si no homodiegéticos, fuertemente marcados por la presencia del yo de la enunciación que crea una impresión de vivencia y de autenticidad y, sin duda, es por eso que, después de Homero, la primera persona es particularmente empleada en los textos etnográficos donde la pretensión es mostrar las mismas virtudes de la historiografía. El mismo procedimiento se torna asiduo compañero de lo extraordinario y de lo increíble y termina por devenir sinónimo de ficción. Es así como nace un nuevo pseüdos, aquel que reaparece reiteradamente a lo largo de la secuencia [4] (ipErJoaaGai, érrí TÓ tj)E05oc,, ipEÚSouat); gracias a la dimensión paródica se transforma en pseüdos literario de segundo nivel, ofrece una forma de verdad superior al texto objeto de la parodia y nos permite leer hacia atrás, a través de él, las teorías precedentes que estaba destinado a renovar. En primer lugar, acaba con la teoría más arcaica de todas, la del vínculo indisoluble entre las palabras y las cosas (ETI 5E uf|TE oXwc. ovrtov uñje nív ápxfjv YsvéaOai Suvapivw, "que no existen en absoluto ni por principio pueden existir"). Una vez que ha quedado claro el carácter totalmente arbitrario del pseüdos no podremos pensar más en una relación intrínseca de ese tipo. En consecuencia, el narrador invita a sus lectores a no creerle nada (6ió 5eí TOÜC, ÉrjYX«vovra<; ur|5auwc, morEÚEiv aÜToíg, "por eso es preciso que mis lectores no les presten fe alguna") ; para eso necesita un público de doctos y eruditos: los expertos impregnados de la lectura de textos serios [1], capaces de re- María del Carmen Cabrero 113 conocer las alusiones [2] y la elección de los procedimientos poéticos. En su auxilio viene la idea del 'efecto de realidad'22, tan generosamente empleado en las Narrativas Verdaderas mediante la ilusión que dan los detalles, las pequeñas cosas que escapan a la historia, que están más cerca de la pura técnica de la diégesis. Leamos un pequeño pasaje (LI 26): "Entretanto durante mi estancia en la Luna observé muchas rarezas y curiosidades que quiero relatar [...] Vi también otra maravilla en el palacio real de Endimión. Un enorme espejo está situado sobre un pozo no muy profundo. Quien desciende al pozo oye todo cuanto se dice entre nosotros, en la Tierra; y si mira al espejo ve todas las ciudades y todos los pueblos, como si se alzara sobre ellos. Yo vi, a la sazón a mi familia y a todo mi pueblo, pero no puedo decir con certeza si ellos también me vieron. Quien no crea que ello es así, si alguna vez va por allí en persona, sabrá que digo la verdad". Estos matices del estilo solo pueden ser captados si se cuenta con la recepción ideal a la que Luciano aspira. Las Narrativas se ubican así 'junto a' los escritores que trataron los mismos temas antes que Luciano, a fin de dar la impresión de que los episodios fantásticos que contiene están garantizados por la autoridad de los antiguos. Sin embargo, los textos aludidos, al responder a esta exigencia de los géneros más arduos (TWV crrtouSaioTÉpov) dentro de la burla de las fuentes clásicas, cumplen la misma función que las declaraciones del satírico al mostrar cómo se distancian inmediatamente de ellos: porque el nuevo texto persigue la risa (OÚK áKtoutp5íJTtog), y los otros, en cambio, pretenden ser y son tomados en serio, como 'obra de los antiguos poetas, historiadores y filósofos'. En tanto el historiador escribe para el gran público, para militares gobernantes y para políticos, el narrador de las Narrativas no quiere un público lector secular de legos e inexpertos. Este público literario deberá ser lo suficientemente astuto para saber asumir la misma dimensión ambigua del pseüdos: comprender el juego ficcional y aceptar el pacto narrativo a fin de poder creer —más allá de todo filtro racionalista— todas las maravillas narradas, como también las creyeron los feacios que se dejaron seducir por los relatos de Odiseo [3]. 22 Ver R. Barthes (1987:179-187). 114 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata La clausura del proemio revela el carácter estratégico de la operación de reinscripción narrativa del modelo aristotélico a través de la explicitación del concepto de ficción que se expande en dos niveles: al nivel de la historia contada o nivel diegético, y al nivel de la situación narrativa que la sostiene o nivel extradiegético. En el nivel de la situación narrativa, nos encontramos con un yo-narrativo que se desprende de la tradición literaria cuyo modelo es la confesión de Odiseo ante los 'ingenuos o sencillos' —iSiwrai— feacios (Od. IX-XII): el narrador mentiroso cobra así un origen noble, desciende del Odiseo homérico (ápxnYó<; 6é aÚTOic, Kai 5i5áfJKaXog rfjg TOiaÚTT|c, PuuoXoxíac, ó TOÜ 'Ourjpou 'OóuaaEÚcJ —el rey de la charlatanería—. Lo hace parodiando, inviniendo las funciones que tenía el yo-narrativo en la prosa historiográfica de sus contemporáneos pero al conservar muchas de sus características formales se torna un yo-ficcional con una función puramente estética23. El yo-narrativo tiene aún otro valor que el de parodiar la tradición, y es la creación de una nueva forma de narrar en primera persona: la convergencia del yo-narrador, el yo-actuante/personaje, y el yo autorial provoca el tono irónico de este texto, en el que —en gran parte— se basa la novedad de Narrativas Verdaderas como obra de arte. En el nivel de la historia contada sucede algo similar: el autor toma estructuras narrativas de obras precedentes, descubriendo la ficcionalidad de lo narrado. Este cambio y esta conservación implican un desplazamiento, una superación de esas estructuras ya automatizadas que permite el paso a un nuevo sistema. Acentuando el carácter paródico del relato y considerando los procedimientos de parodia-pastiche como elementos fundamentales de la evolución literaria, Narrativas Verdaderas subraya los principios de su construcción, ya que las aventuras de los personajes y los elementos fantásticos que se inician en el parágrafo [5] no son sino una parte de la narración, y quizás no la más significativa de la obra. Sus parodias se definen en la pura diferencia de las identidades textuales, o como producto de una interacción. En el primer caso, las Narrativas Verdaderas producirán un efecto canónico: el 'desfiguramiento burlón'. En el segundo, el efecto será de modificación en la lectura, no solo del texto base. Tras leer las Narrativas Verdaderas en cuanto texto B —parodiante—, se modifican de inmedia23 VerM.Fusillo (1988:116). María del Carmen Cabrero 115 to los textos A —parodiados—, ya que se introduce de ahora en más una lectura diferente de los mismos, tal como se había anunciado en los parágrafos [2-3]. La aparición de Narrativas Verdaderas acabó no solo con la falsa historiografía sino también con la lectura de los relatos de viajes exóticos en los que los narradores nos hablan 'con verdad' de lo que han visto y oído personalmente. De tal modo, en el mismo momento en que la prosa se expande hacia una esfera del discurso que reclama diferenciarse de la historia y de la filosofía, se plantea el problema de lo que es verdadero y lo que no lo es. Ese rango ficcional (ETTÍ TÓ ipEOSoO está, de alguna manera, sobredeterminado por las restricciones a la lectura que impone el texto del proemio, que nos previene contra lo fictivo de aquellos discursos que modifican la verdad de los acontecimientos en determinado momento histórico y con una cierta intencionalidad. En tanto, el pseüdos, núcleo de la ficcionalidad luciánica, desnuda la estrecha relación del relato con los constituyentes de la situación comunicativa: narrador, lector y zonas de referencia, y ostensiblemente evita enmarcar su creación en las redes aristotélicas de lo que podría suceder (án génoito), o es posible que suceda según lo que es verosímil (tó eikós) o necesario (tó anankaíon) (Poética 1451b). Basta en este caso que el narrador sea ficticio —como en el caso de las Narrativas, en tanto relato no autobiográfico en el sentido estricto del término—, para que el texto en su totalidad se ficcionalice. Luciano nos había anticipado que su contenido, sin ser ajeno a las Musas [2], procuraría el placer del lector distendido: nuevo pacto con el lector implicado, pues lo que aparentemente encontramos es que en Narrativas Verdaderas hay libertad creativa del lector, siempre que acepte un rango de condicionamiento; ese rango, frecuentemente inusual en la prosa clásica, es el de la ficción. La presunción de que el lector conoce los textos que se transtextualizan se torna plenamente explícita; el no conocerlos —o no conocerlos a todos— nos pone ante una prueba de fuego, pues firmamos a ciegas un contrato de clave de lectura. Se supone que debemos saber que Narrativas imita a tal y cual texto, y que es eso lo que nos provoca la risa. Lo curioso es que aún sin conocerlos reímos; incluso es posible que algunas de las atribuciones de hipotextos que se han intentado sean completamente 116 El proemio de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samóstata erróneas. Allí entra de algún modo la superioridad del pastiche sobre la parodia textual, forma supuestamente canónica del régimen satírico griego. Tal vez no conocemos el texto madre, pero no podemos dejar de advertir las exageraciones, las marcas de estilo que construyen el efecto de saturación; en realidad, en el marco del pastiche, el recurso al hipotexto nunca es completamente indispensable para la comprensión y gozo del hipertexto. La frontera del realismo —incluso de los realismos mágicos o maravillosos— se rompe, y largos pasajes de las Narrativas nos ponen ante una sensación de absurdo característica; si la percibimos hoy, educados por lonesco, se nos hace fácil comprender el azoro medieval de Focio y la invectiva de 'nihilista' elevada contra Luciano desde entonces. Luciano de Samósata practicó el pastiche hasta sus últimas consecuencias; 'pastichó' la tradición cultural en la que él mismo se quería inscribir, y ' autopastichó' sus intentos por lograrlo (aveces, como en Narrativas Verdaderas, en el curso de un mismo libro). Las síntesis que así alcanzó fueron relevantes en el plano estético: el generalizado uso de sus textos para la enseñanza del griego a lo largo de la modernidad parece prueba suficiente de su calidad estilística, de la belleza de las 'formas' de su obra. Lo notable es que su 'contenido', vilipendiado desde las ortodoxias de cierta moral, fue estímulo ético para que se encendieran durante el Renacimiento las imaginaciones de la Utopía; Erasmo y Tomás Moro —que tradujeron y se inspiraron en Luciano— así io atestiguan en su obra. Como no podía ser de otro modo, este utopismo se alimentó del simultáneo encuentro de la conciencia occidental con el territorio de América, y de ese encuentro surgió la audaz idea de dotar de un topos a la utopía. La utopía americana está surcada por la obra de Luciano de Samósata; Vasco de Quiroga24 fundó sus 'hospitales' mexicanos con las Saturnalias luciánicas en mente, y los jesuítas crearon sus misiones mientras usaban los textos de Luciano para la instruc24 Alfonso Reyes (1938), en "Utopías americanas" publicado en el n° 1 de Sur, dice que Vasco de Quiroga se inspiró en Saturnalias de Luciano para sus fundaciones. Vasco lo reconoce explícitamente en "Información en Derecho" de 1535. Este Obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga, fue el primer —y más grande— utopista americano. Sus 'hospitales' protegieron a los indios de esa región durante casi 200 años; el régimen de organización social comunitaria era casi perfecto. María del Carmen Cabrero 117 ción clásica de sus discípulos. Está presente en el pensamiento que sueña la emancipación —Espejo escribió en Quito El nuevo Luciano—, y su impronta, que habitaba a Quevedo y Cervantes, está en un sinfín de autores americanos. Bibliografía 1. OBRAS DE LUCIANO: Principales ediciones Lucían, Ludan Opera. Recognovit brevique anotattione critica instruxit M:D: Macleod. Oxford, 1972-1980. Lucian, Ludan with an English Translation. Ed. By A.M. Harmon (vol.I-V), K.Kilburn (vol.VI) & M.D.Madeod (vol. VII-VIII). London/Cambridge: W. Heinemann/Harvard University, 1953 (v.I-V); 1956 v.VI); 1961 (v.VII); 1979 (v.VIII). Luciano, Diálogos de los dioses; diálogos de los muertos; diálogos marinos; diálogos de las cortesanas. Introducción, traducción y notas de J. Z. Botella, Madrid, 1987. Luciano, Diálogos dos morios. Traducáo e notas de M.C.C. Dezotti. Introducáo de J.L. Brandáo, Sao Paulo, 1996. Luciano, Obras. Texto revisado y traducido por J. Alsina, Barcelona, 1962 (vol.I); 1966 (vol. II). Luciano, Obras. 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POLÍTICA Y PAISAJE EN LA ILÍADA Carla Bocchetti Nery Universidad Nacional de Colombia En la Antigüedad los hombres de letras se dedicaban al estudio geográfico y éste era más un género literario que una rama de la ciencia. Es decir, la geografía pertenecía a un contexto cultural más claro que en el que ahora se enmarca. De hecho, para nosotros no existe mucho en común entre un geógrafo y un humanista. Sin embargo, recientemente, gracias a una nueva rama de la geografía que se conoce como geografía cultural, esta situación está empezando a cambiar; se ha ampliado la definición de geografía y por lo tanto muchas fuentes que normalmente no se consideran textos geográficos pueden empezar a ser leídos desde la geografía cultural1. El propósito de este texto es mostrar que tanto las genealogías como la poesía de catálogo son dos ejemplos que pueden ser reinterpretados como textos principalmente geográficos. ¿Pueden estos dos recursos literarios considerarse formas sociales de representación del espacio? La importancia de esta pregunta radica en tratar de explicar por qué en la Grecia Clásica y Arcaica (o sea entre los siglos VII-V a. de C.) no existió un trabajo geográfico sobre Grecia. Por ejemplo ¿por qué Heródoto se dedicó al estudio de otros pueblos como los egipcios y los persas y no volcó su interés investigativo a su propia tierra, o sea Grecia? Sobre geografía cultural y su relación con el contexto clásico ver; Carla Bocchetti "Hacia una nueva lectura de la geografía en la Ilíada", en Revista Shyntesis, vol 12, Universidad de La Plata, Argentina, 2004. y Carla Bocchetti "Cultural geography in Homer", en ERAS Journal, School of Historical Studies of Monash University in Australia. Online Journal, 5th Edition, 2003. 122 Política y paisaje en la Ilíada Un tratado de geografía sobre Grecia apareció posteriormente en la obra de Pausanias2 con su descripción de los monumentos religiosos griegos, pero data de la época cuando Grecia estaba bajo el Imperio Romano, y existía en esta iniciativa de Pausanias un esfuerzo por mantener la cultura griega a pesar del yugo romano. Pero este es un tema al que no me referiré en este escrito. La geografía tiene un interés por los viajes de exploración a tierras remotas. Si nosotros pensamos en Colombia, gran parte de nuestra geografía y de mapas fueron realizados por extranjeros. En el caso de Grecia, la geografía no sólo no fue hecha por extranjeros, sino que no existen tratados geográficos que nos hayan llegado de la antigüedad ni tampoco aparecen menciones en fuentes antiguas que indiquen que hayan existido. La geografía en genera], tiene un gran componente de exploración y de interés por lo otro, como una forma de explicarse a sí mismo a partir de lo que no se es. En el caso de Heródoto, el espíritu griego sale a relucir cuando se explica quienes son los bárbaros, los persas y otros pueblos, de manera que la identidad griega aparece por comparación, por la negativa, a través de explicar lo que no son los griegos (Aquí está la bibliografía de Todorov sobre el otro y los estudios tan pertinentes para los americanistas, a los que yo no me voy a referir). Sin embargo, el argumento parece ser que existieron otro tipo de documentos, que aunque no parezcan geográficos para nosotros, sí tenían una función geográfica para los antiguos y éstos eran principalmente la poesía de catálogo y las genealogías. Propongo mostrar que la poesía de catálogo y las genealogías son textos susceptibles de ser leídos geográficamente. Voy a centrarme en tres aspectos: 1) El final de los catálogos del libro II de la Ilíada, es decir, la descripción geográfica con que cada catálogo cierra, bien sea ciudades, ríos o montañas. Este es un aspecto que nunca se ha estudiado en la Ilíada. 2) El segundo aspecto son las genealogías como representaciones sociales del espacio, especialmente las genealogías de Hesíodo que se conocen como el Gunaikon Katalogos (el Catálogo de las Mujeres), o sus antecedentes los ehoie. 3) Por ultimo, voy a referirme a la pertinencia del culto al héroe y su relación con la geografía del catálogo. Sobre Pausanias ver Elsner, "Pausanias: A Greek Pilgrim in the Román World", en Past and Present 135:3-29, 1992. Carla Bocchetti 123 1. La geografía del final de los catálogos Existen dos catálogos que aparecen en el libro II de la Ilíada que narran en forma de lista todos los guerreros que participaron en la guerra de Troya3. Uno es el catálogo de los aqueos (o sea, de los griegos), que es conocido como el catálogo de las naves porque menciona los guerreros con el número de embarcaciones que fueron a Troya. El otro catálogo, que es mas breve, el de los troyanos, menciona los aliados de Troya que llegaron desde distintos lugares del Asia Menor; es un ejército terrestre, por eso no puede llamarse catálogo de las naves. Esta diferencia, que es obvia, normalmente pasa desapercibida y los académicos centran su interés solamente en el catalogo de las naves, incluyendo dentro de éste al troyano, el cual consideran un pálido reflejo de aquel4. Entre ambos suman unos 400 versos y mencionan unos 46 contingentes; para los Aqueos se nombran 1000 naves aproximadamente. Cada catálogo cierra con un paisaje particular. El paisaje del final del catálogo aqueo es el territorio de Magnesia en Tesalia, al norte de Grecia; el cierre del catálogo troyano es el río Janto en Licia: De los magnetes era jefe Prótoo, hijo de Tentredón, que alrededor del Peneo y del Pelio, de sacudido follaje, moraban. Al frente de éstos iba el veloz Prótoo. A éste cuarenta negras naves acompañaban (11.2.756-759). Sarpedón era jefe de los Licios, y el intachable Glauco venían de lejos, de Licia, de orillas del turbulento Janto (U.2. 876-877). Veamos la importancia geográfica de estas dos imágenes utilizadas en el final de los catálogos. Aquí pretendo explicar los factores geográficos que determinan que Licia y Magnesia deban ir al final. Ambos catálogos finalizan con la mención de zonas de paisajes y no con centros urbanos. El catálogo aqueo cierra con el escenario del monte Pelión y el río Peneio, y el catalogo troyano con el río Janto. Ambos paisajes sirven de telón de fondo para la construcción de la identidad de ambos bandos: el aspecto rocoso y de montaña de Grecia es simbolizado por la zona del Pelión y 3 4 Existe también un catálogo de héroes de Ptía en el libro 16 de la Ilíada. Alien T.W. The Homeric Catalogue of Ships. Oxford, 1921; Kirk G.S. The lliad: A Commentary. Vol 1. Cambridge, 1985. J24 Política y paisaje en la Ilíada del Peneio, que se conoce como el Valle de Tempe, y esa zona angosta de la geografía escarpada de Grecia continental representa en parte el espíritu del pueblo griego tal como lo muestra Homero en la guerra de Troya. El paisaje montañoso de Grecia forma parte del nostos (regreso) de los héroes; Odiseo incluye al monte Neritos de Itaca como parte de su identidad. Los estrechos han sido muy importantes en la geografía militar griega, Termopilas fue inmortalizada por Heródoto y también la geografía rocosa y estrecha ha sido recreada dentro del ámbito militar por poetas griegos modernos como Elitis: "En los Estrechos haré del viento guardias"5. De otra parte, Asia Menor es una gran llanura regada por muchos ríos y es una zona muy fértil. Así es descrita al inicio del catálogo (7Í.2.459-466) y es famosa en los textos hititas como el 'Seha river land'. Muchos guerreros troyanos tienen ríos como sus ancestros: Héctor, el principal héroe troyano, tiene un vínculo especial con el Escamandro, que pasa cerca de su ciudad y se convierte en una pieza clave en el momento de su muerte, como veremos más adelante. Se ha dicho que existió en Beocia una escuela que cultivó el género de poesía de catálogo, cuyo máximo representante fue Hesíodo, y que una peculiaridad narrativa de ésta es el ser más descriptiva al inicio y luego, como toda lista, tiende a apresurarse hacia el final6. En cuanto a la geografía, una peculiaridad de los catálogos de la Ilíada es que empiezan con zonas urbanas; se mencionan muchas ciudades y a medida que avanza, la descripción se empieza a distanciar de las ciudades y centra su atención en zonas naturales y lugares donde el paisaje es más remoto e impresionante. Un ejemplo que ilustra esta situación es la descripción de Beocia y Magnesia. Todos estamos familiarizados con la Beocia de Hesíodo, que es propiamente la del mito, donde se menciona el Monte Helicón y las fuentes oraculares. La Beocia de Homero es completamente distinta a la Beocia de Hesíodo, pues en Homero se omiten los lugares conocidos en los mitos y se describen nu5 6 Páramo Jorge. Odiseo Elitis: Dignum est Traducción, Introducción y Notas por Jorge Páramo. Instituto Caro y Cuervo / Universidad de Los Andes. Bogotá, 1994. West M. The Hesiodic Catalogue ofWomen. Oxford, 1985. Carla Bocchetti 125 merosos centros urbanos, en forma de periplo: se mencionan todas las ciudades alrededor del lago Copáis en orden, en el mismo sentido de las manecillas de un reloj. Esta Beocia es la del siglo VIII a. de C , la contemporánea a Homero. Sin embargo, a medida que el catálogo avanza, empiezan a aparecer menciones de lugares no urbanos, culminando con Magnesia, en donde ninguna ciudad es mencionada. El cierre del catálogo con la descripción que hace Homero de este lugar puede explicarse, o bien porque Homero desconoce en detalle la geografía urbana de Tesalia y sólo conoce aquello más formidable sobre lo que los viajeros hablan (o sea Tempe), o porque a medida que los catálogos avanzan hacia el final se describen las fronteras que son lugares remotos, donde prima el aspecto grandioso de la geografía, que a su vez sirve al poeta como medio para mostrar aspectos dramáticos de la historia, en este caso, el terror que infundían los Aqueos en territorio troyano al inicio de la guerra. Hablemos de Tesalia y del Valle de Tempe. Aunque la guerra de Troya es una oda al Peloponeso, en realidad casi todos los héroes de la Ilíada provienen de Tesalia, de allí es Aquiles, el héroe principal. Sin embargo no se han encontrado en Tesalia palacios de origen micénico, sólo existen palacios micénicos en el Peloponeso (Micenas, Tirinto, Mesenia). La guerra de Troya es un mito asociado principalmente a la supremacía de Micenas en la península, en contra de la supremacía de Argos, que fue una ciudad que gobernó el Peloponeso y tuvo importantes mitos: 'Siete Contra Tebas', narrado por Esquilo, y héroes, como Ayax, quien en la Ilíada es removido del Peloponeso y aparece como comandante de la isla de Salamina, cuando era uno de los reyes de Argos7. La Argólide es una palabra que se usa para denotar a todo el Peloponeso y es muestra de la importancia que tuvo Argos. En tiempos de Homero, o sea el siglo VIII a. de C , la frontera norte de Grecia era el Valle de Tempe, una zona crucial en las expediciones militares, ya que es el paso que une Tesalia con Macedonia. Heródoto cuenta sobre Jerjes, el comandante persa, pasando por Tempe en su invasión a Grecia (Heródoto VII, 128, 129,130). Se le llama valle, pero en realidad es un cañón, un área Finkelberg M "Ajax's Entry in the Hesiodic Catalogue of Women", en Classical Quarterly 38: 31-41, 1988. 126 Política y paisaje en la Ilíada hostil: Livio describió a Tempe como un lugar no amigable y en 1979, cuando un viajero inglés visitó Tempe se impresionó por el aire sobrecogedor la dificultad del paisaje y lo describió como un lugar de grandeza salvaje. Heródoto (VIII, 129) yEstrabón (9.5.2) cuentan que Tesalia en tiempos remotos era un lago que se drenó por causa de un terremoto cuando dos montañas (Ossa y Olimpo) se abrieron y se creó el curso del río Peneio, surgiendo así la llanura de Tesalia y el Valle de Tempe. Si volvemos al mapa de Tesalia vemos que hacia el sur de Ossa está el monte Pelión cuyo paisaje es muy diferente al de Ossa. El monte Pelión se caracteriza por tener plantas medicina. tología era el lugar donde vivía el centauro Quirón, el proicsur de Aquiles. Tesalia es famosa por sus brujasasoda .-a est: ¡antas, las pócimas mágicas déla ¡liada y Odisea y los remedio. rativos que provienen de Tesalia, según cuenta el pot i. La mu logia enfatiza la altura de las montañas de Tempe, en la Odisea (Od. 11.311 -316) se dice que Pelión, Ossa y Olimpo libraron una guerra contra los gigantes, y en la Antología Palatina se les compara con las pirámides de Egipto. El paisaje hostil de Tempe da un cierre agonal a la historia, pues se mimetiza con la hostilidad del ejercito aqueo en tierra troyana. El paisaje de ferocidad y peligro de Tempe nos recuerda a su vez el poder destructor del ejército Aqueo: una zona escarpada, estrecha y montañosa que magnifica a su vez la geografía general de Grecia, un paisaje que simboliza la colectividad del pueblo griego. El catálogo troyano cierra con el río Janto de Licia. Janto significa amarillo, las aguas del río son amarillas según el testimonio de algunos viajeros del s. XIX. También al río Escamandro de Troya se le llama Janto en algunos pasajes, sobretodo el nombre de Janto aparece en episodios dramáticos donde el río está cubierto de cuerpos y teñido de sangre. El poeta Alemán se refiere metafóricamente al color amarillo del Janto: Su canto es como aquel de los cisnes del Janto, y ella su hermosa cabellera rubia (P.Lovr. £3320:100-101). El Asia Menor es una región muy fértil irrigada por numerosos ríos y existía la profecía en Troya de que al final de la guerra los siete ríos de la zona se iban a unir para limpiar y curar la tierra de las heridas (//.12.15-26). El cierre del catalogo con la mención de un río nos recuerda la identidad de este grupo de guerreros asociada a una visión del paisaje de su Carla Bocchetti 127 propia tierra. Si recordamos el rol que tuvo el Escamandro en la muerte de Héctor en el canto XXII de la Ilíada, donde el río se bifurca en dos corrientes de agua, una fría y otra caliente, y el hecho de que su hijo tuviera como sobrenombre escamandrinos, nos ilustra de la importancia de lo geográfico en la construcción de la identidad épica de los héroes homéricos8. El paisaje es una construcción de la cultura, un resultado de la interacción del hombre con su entorno y no debe ser visto como lo contrario, que sería una visión determinista, que es considerar que es la geografía la que modela el carácter y la cultura de los hombres. El paisaje forma parte de la interpretación de redes sociales que conforman un lugar determinado. El paisaje no solo debe ser visto en su aspecto estético sino sobretodo en su contexto político construido por la cultura, como un lenguaje que codifica formas de poder e identidad. 2. Genealogías Las genealogías son un género literario a partir del cual los griegos asimilaron a su rama familiar numerosos pueblos extranjeros. Las principales son narrados por Hesíodo en su obra Gunaikon Katalogos (Catálogo de las Mujeres), del que existen numerosos antecedentes que reciben el nombre de ehoie9. En este recuento genealógico el origen del mundo conocido se remonta a los ancestros míticos moradores de Argos (Deucalión e Inaco), así que Argos se convirtió en el centro de una genealogía internacional a partir de la cual lo dio origen a los egipcios, árabes y fenicios. Las genealogías tratan de buscar un ancestro griego común a todos los pueblos extranjeros y son construcciones que crean parentescos falsos guiados por razones políticas, imbuidos en mitologías de poder. Los griegos no tenían idea de nación, en el sentido moderno de la palabra, pero construyeron un imperio a partir de la expan8 9 Bocchetti, Homero como geógrafo. En ¡I Jomadas Filológicas en Honor a Jorge Páramo, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2004. Rutherford I, Catalogues of Women: Formulas, Voice and Death in Ehoie Poetry, the Hesiodic Cunaikon Katalogos and the Odysseian Nekuia. En Matrices of Genre. Ed by M.Depew and D. Obbink. Cambridge, 2000. Mass. Hall E. Inventing the Barbarían: Greek Self Definition Through Tragedy. Oxford, 1989. 128 Política y paisaje en la Ilíada sión de su cultura basada en el idioma y la religión10. Estas genealogías son una forma de atar territorios en forma de una red social basada en alianzas matrimoniales, es decir que las genealogías incorporan lugares remotos a la cultura griega y representan una forma social de construir un espacio y dominarlo. Las genealogías pueden ser consideradas como construcciones de etnicidad y comúnmente se cree que ellas revelan el fuerte helenocentrisrao que yace en la forma de cómo los griegos conceptualizaban su mundo. Algunos académicos piensan que el lenguaje, la religión y la raza son centrales para la definición de etnicidad, pero otros consideran que el mito, la memoria, los valores y los símbolos compartidos son los que constituyen dicho concepto. Si tomamos la segunda opinión, es decir la que resalta la importancia del mito en la construcción de la identidad, podemos argumentar que las genealogías representan enclaves sociales y la memoria colectiva de una comunidad, y pueden considerarse como una expresión de unidad, como un mapa social a partir de la cual los griegos definen su identidad por medio de los recuentos mitológicos. Los dasicistas utilizamos una definición de mito un poco diferente a la que se usa en antropología. Para nosotros el mito es claramente una herramienta política de dominación cultural, producto de la expansión colonial del siglo VIII a. de C. en Grecia. Tiene asociaciones con el ritual y tiene vínculos con lo religioso y debe ser visto como un arma cultural. Las genealogías son formas de consolidar a Grecia en una unidad política y un intento por construir una identidad nacional a partir de un discurso mitológico. Conocer la propia historia local es el punto de partida para construir identidad. Por eso los catálogos de la Ilíada y el Catalogo de las Mujeres de Hesíodo son el inicio de la construcción de la identidad griega, que tendrá su máxima expresión más tarde en la tragedia griega y en las historias de Heródoto. Comúnmente se cree que la identidad se expresa principalmente en términos de nacionalidad, es decir, un grupo de personas que viven en un lugar determinado (se identifica un lugar con un grupo étnico); la identidad es vista como un objeto fijo que pasa de generación en generación y como un territorio. Esta no10 Walbank F.W. "The Problem of Greek Nationality". Phoenix 5:41-60; HallJ, 1951. Carla Bocchetti 129 ción identifica un espacio con una cultura y a una cultura con un espacio. Heródoto describe a Egipto y dice; "Egipto es todo el país habitado por los egipcios, así como Cilicia y Asiría son habitados por los cilicios y los asirios respectivamente" (Historia, 11.16). Sin embargo, las opiniones modernas sobre el problema de identidad no adecúan un lugar con un grupo étnico determinado, ya que esta es una de las críticas que se hace al deterninismo geográfico y es precisamente uno de los temas mas rebatidos recientemente en el auge moderno que está teniendo la geografía cultural. En Heródoto se muestra la identidad por la definición de lo otro, de lo que no es griego. Por el contrario, las genealogías son formas internas de reconocimiento, son una forma de apropiarse del territorio a partir de incluirlo en leyendas (se pasa del concepto de espacio abstracto al concepto de lugar donde existe sentido de pertenencia) y es un ejercicio de autodefinición a partir del conocimiento del propio territorio. En general las guerras necesitan un sustrato geográfico para ser explicadas porque da unidad a cada bando que participa en ella. Sabemos que los troyanos no eran un grupo homogéneo, sino que estaba conformado por gente que venía de distintos lugares e incluso algunos no hablaban griego; hay que recordar que los troyanos casi todos hablaban griego y veneraban dioses griegos y por lo tanto no eran un pueblo extranjero propiamente11. Pero tampoco los aqueos eran un grupo homogéneo. En Homero (Ilíada 6.178-240) se menciona una conexión legendaria entre los habitantes de Anatolia y los aqueos, especialmente entre los de Licia y Tirinto (Diomedes y Glauco). También Tucídides (1.9.2) menciona que Pelops, el padre de Atreo, llegó a Grecia de Asia, y así se crea un vínculo entre los atridas y Anatolia, dando la idea de que la guerra de Troya es una guerra civil y no una confrontación oriente-occidente, como luego se empezó a interpretar la guerra de Troya, principalmente en la tragedia griega, con los Persas de Esquilo. Mucho se ha dicho que el catalogo no parece referirse al evento de Troya sino que era una lista distinta que se adaptó a esos fines. Sea ese el caso o no, hay aspectos que dan a pensar que el catalogo sí refleja satisfactoriamente los eventos que se realiza11 Bryce T. R., "The Nature of Mycenaean involvement in Western Anatolia", en: Historia 38: 1-21, 1989. 130 Política y paisaje en la Ilíada ron en Troya, o al menos cumple su función satisfactoriamente, la cual es dar unidad a grupos heterogéneos de guerreros. Denis Page, un profesor muy importante, pensó que la Ilíada pudo recitarse sin el catalogo y en realidad muchos estudiantes se saltan el catalogo cuando leen la Ilíada, pero yo considero que para la audiencia antigua es impensable una Ilíada sin catalogo puesto que éste es un documento que habla de la propia identidad de la audiencia. La poesía de catalogo trata de construir un esquema de unidad y organizar diferentes grupos en una gran comunidad. La poesía de Catálogo y las genealogías son una forma de interpretación social del espacio que da sentido de pertenencia a sus habitantes porque son narraciones que involucran mitos y leyendas a partir de las cuales los habitantes se reconocen. Son representaciones espaciales, mapas dibujados a partir de aspectos sociales y políticos como discursos de poder. A partir del período arcaico griego (siglos VI y VII a. de C.) las genealogías fueron un género literario muy popular, principalmente en Esparta. Caíame12 considera que la función ideológica de las genealogías espartanas era representar la forma en que el espacio dominado (o sea el territorio) se fue generando. Las genealogías son un modelo narrativo de origen oriental. Reflejan el modo de pensar de una sociedad pre literaria y están ligadas al inicio de la escritura. Se caracterizan por ser un medio que ofrece rapidez en la narración y flexibilidad, permiten omitir e incluir nueva información de manera que nunca son obsoletas sino que fácilmente pueden ser modificadas para mostrar un nuevo orden de cosas. Platón en el Teeteto (155d) argumenta que una de las formas de expresar la relación o similitud entre dos cosas o dos conceptos es ponerla en términos genealógicos. La poesía de catalogo aún se cultiva, un ejemplo de ello es T.S Eliot, el poeta griego Jorge Seferis también utiliza listas como parte de sus poemas. Estas genealogías y la poesía de catálogo en general pudieron ser recitados en el contexto del culto al héroe13, debido a que crean un arco en el cual los pueblos extranjeros son explica12 Caíame C, "Spartan Genealogies: the Mythological Representation of a Spatial Organisation", en: Interpretations of Greek Mythology, ed. J. Bremmer, Londres, 1987. 13 Malkin I. The Returns ofOdysseus: Colonizatwn andEthnicity. Berkeley/ LA, 1998. Carla Bocchetti 131 dos y situados con respecto al pasado de Grecia y sus héroes, es decir, el catalogo nos da indicios para saber que le pasó a los héroes de Troya después de la guerra (nostoi). 3. El culto al héroe. ¿Qué se hicieron los héroes de la Ilíada después de Troya? La poesía épica era una institución muy prestigiosa en Grecia por medio de la cual se educaba y se construía la cultura. El culto al héroe, que está emparentado con las genealogías, ayuda a crear y expandir geográficamente una cultura. Así, el mito y la religión conforman dos axis de expansión y permanencia de la cultura e identidad. Miremos las distintas teorías sobre el culto al héroe. La discusión se ha centrado en si los cultos fueron condicionados por la poesía épica, o si por el contrario, la poesía épica utilizó para sus canciones los nombres y las historias de los ancestros que eran venerados como héroes. Rodhe14 cree que el culto al héroe es la manifestación del culto a los antepasados. Por otra parte, Farnell15 piensa que la épica expandió geográficamente el culto al héroe y que muchos cultos, de hecho, parecen estar basados en las canciones épicas. Otros piensan que no hay relación entre el culto a los antepasados y el culto al héroe, y basan su teoría en la etimología de los nombres de los héroes; consideran que los héroes eran dioses antiguos y que se fueron denigrando hasta convertirse en hombres y mujeres; esto explicaría que se encuentren en Esparta cultos como Zeus Agamenón. Nagy,16 con quien tuve la oportunidad de trabajar con un/ellowship en el Centro de Estudios Helénicos en la Universidad de Harvard, es la referencia mas reciente sobre el tema. Piensa que el culto al héroe se originó a partir del culto a los ancestros, sólo en el contexto político de la Polis y no antes, debido a que en la organización de la Polis el héroe es tratado como un dios por los 14 Rodhe E., Psique: La idea del alma y la inmortalidad entre los griegos. FCE, México, 1984. 15 Farnell R.L., Greek Hero Cult and the Idea of Inmortality. Oxford, 1921. 16 Nagy G., The Best ofthe Achaean. Baltimore, Londres, 1979. Ver también Coldstream J.N. 1976 "Hero cult in the Age of Homer"7ourna/ ofHellenic Studies 96; 8-17; Vermeule E. Aspect ofDeath in Early Greek An and Poetry. Berkeley, LA, 1979. 132 Política y paisaje en la ¡liada beneficios que éste le dio a la ciudad en una guerra, en competencias deportivas o incluso poéticas. Además considera que el culto al héroe es un fenómeno local que luego se volvió panhelénico gracias la poesía épica. De esta manera, a través de la puesta oral en escena, muchos lugares pequeños empezaron a conocerse en zonas remotas y la historia de una localidad se articuló conforme al culto del héroe allí venerado. Es por esto que el culto al héroe es importante en la construcción de la identidad e historia de un lugar. No obstante, el culto al héroe puede ser visto como un fenómeno tanto pre homérico como post homérico. Como pre-homérico, se admite que algunos héroes eran ya venerados antes de que Homero tomara sus nombres y los tejiera en el contexto de la poesía épica. Por ejemplo, la Ilíada da indicios del culto al héroe con la figura de Sarpedón. Como un fenómeno post homérico, el culto al héroe da evidencias valiosas relacionadas con migraciones. Muchos nombres de héroes griegos flotaron por diversas zonas del mediterráneo y eso se le atribuye a la poesía épica, por ejemplo, existió un culto a Aquiles en lonia y esto se debe más a la fama de Aquiles en la épica griega, que a su veneración como ancestro en lonia. El caso de Odiseo es interesante. El Profesor Malkin17 argumentó que Itaca y la saga de Odiseo fueron importantes para los griegos por ser Itaca un lugar de peregrinación y de paso obligado para los viajeros que llegaban al santuario de Delfos por vía marítima, puesto que Itaca queda a la entrada del golfo de Corinto. En recientes excavaciones se encontraron en Itaca numerosos trípodes dedicados a Odiseo, como culto al héroe, y pueden comparase con la referencia homérica a las cuevas de las ninfas en Itaca, donde se dice Odiseo atesoró los regalos que trajo a su regreso. El culto al héroe tuvo auge en los siglos IX y VIII a. de C. gracias a la influencia de la épica. Estuvo conectada con individuos prominentes de la edad de hierro y refleja el deseo de la clase dirigente de crear lazos con mandatarios antiguos y figuras legendarias, para justificar su posición actual de poder. Dentro del contexto del culto al héroe, las genealogías eran medios flexibles que permitían adicionar o suprimir nuevos lugares y territorios, hacer interpolaciones a favor de intereses políticos, y podían ser unidas a otras genealogías que circulaban conformando grandes 17 Malkin I., Op. Cit. Carla Bocchetti 133 unidades. Por eso las genealogías no son medios obsoletos de expresión sino que gracias a su flexibilidad de incorporar o suprimir nombres y ciudades siempre podían ser contemporáneas a las distintas épocas de la historia de Grecia donde fueron utilizadas. Se cree que las genealogías se consolidaron a favor de Atenas y el panhelenismo hacia el siglo VI a. de C. con Pisístrato. El tema del culto al héroe nos conecta con el aspecto mitológico que contiene el catálogo; de hecho gran parte del conocimiento geográfico de éste proviene de la información que contienen los mitos, sobretodo lo referente a la geografía del Peloponeso. Anteriormente se mencionó, con respecto a Beocia y Tesalia, que Homero parece seguir una tradición basada en un conocimiento geográfico de Grecia proveniente, no de fuentes míticas como en el caso de Micenas, sino en fuentes contemporáneas al poeta del siglo VIII a. de C. Sin embargo, la construcción de la identidad a partir del mito es un componente geográfico que no debe ser subestimado. Los griegos utilizaron historias míticas para explicar relaciones espaciales entre ciudades y para crear sentido de pertenencia. De hecho, Estrabón defendió el mito como parte del conocimiento geográfico y destacó su aspecto de herramienta didáctica para enseñar geografía (Estrabón 1.1.19, 12.8). Estrabón define la utilidad de la geografía: La geografía es útil no sólo a los gobernantes y generales sino que incluye también conocimiento del cielo, la tierra y el mar, animales, plantas y frutas, el geógrafo es un filósofo porque también se ocupa de investigar el arte de la vida, es decir de la felicidad (Estrabón I.I. 1). Un trabajo sobre geografía incluye teorías de gran valor, la teoría de las artes, de las matemáticas, de las ciencias naturales, así como también las teorías de la historia y del mito, aunque el mito no tiene que ver con la práctica, y si un hombre cuenta las aventuras de Odiseo o de Jasón se puede pensar que en nada está contribuyendo a la sabiduría práctica de su oyente, y esto es lo que los hombres de negocios demandan, —a menos que se puedan mostrar las lecciones de las vicisitudes de estos héroes, aun así no puede dar entretenimiento a un oyente interesado en las regiones donde se desarrollan los mitos. Los hombres de negocios tienden a entretenerse con estas historias, porque las localidades donde 134 Política v paisaje en la ¡liada se desarrollan los mitos son famosas y atractivas, pero no tienen gran interés en ellas, ya que prefieren lo útil y así debe ser. Por esta razón el geógrafo debe centrar su atención en lo que es útil y no en lo que es famoso y ameno (Estrabón I.I.19). A través de las narraciones mitológicas y las genealogías heroicas se define el presente haciendo un uso político del pasado. Las genealogías son mapas de territorios que usan una forma social de expresión, no son una pintura o un mapa en el sentido moderno de la palabra, sino redes sociales que interactúan con los aspectos físicos del territorio: la geografía social representan una tradición etnográfica de representar el espacio. Las genealogías y los catálogos son expresiones sociales de conocer y ejercer control sobre el espado y son otra forma de concebir el espacio distinta a la literatura de viajes. Sin embargo no está completamente desligadas de ella. Los héroes viajan, tienen descedencia y conectan lugares geográficos a través de sus pasos y hazañas. Odiseo representa al gran aventurero de todos los tiempos, por ejemplo, se dice que "ha visto muchas ciudades y conoce la mente de muchos hombres" (Od. 1.3). Hera nos cuenta de cuales son sus ciudades favoritas: "tres son las ciudades más queridas para mi con mucho: Argos, Esparta y Micenas de anchas calles" (7Í.4.51-53). En un símil se compara la rapidez del viaje de Hera con el pensamiento de un hombre que fugazmente recuerda los lugares visitados en sus pensamientos: Como cuando el pensamiento transporta a un hombre que tierras numerosas ha recorrido y que en su juiciosa mente imagina: "ojalá estuviese allá o allí" y medita muchos deseos, tan rauda hizo la travesía volando presurosa la augusta Hera (II. 15.80-83). Podemos estudiar las genealogías y la poesía de catalogo haciendo una analogía con las expediciones geográficas a la Antártida en el sentido que aparentemente no da ocasión para grandes fantasías relacionadas con la naturaleza exótica, que son las descripciones que caracterizan los relatos de viajes, sino que son lugares austeros, pero que sin embargo dan la ocasión de ser empresas espirituales, científicas e incluso políticas. Por ejem- Carla Bocchetti ¡35 pío, el explorador noruego Nansen (1861-1930), que visitó el Polo Norte, no solo dejó anotaciones científicas y records de una gran aventura de perseverancia, sino también reflexiones sobre la naturaleza, el cosmos y el significado de la vida. Nosotros vemos hoy las genealogías y la poesía de catalogo como un viajero ve a Groenlandia en una foto o desde la ventanilla de un avión; un lugar poco factible de ser enriquecido con narraciones fabulosas. Para los griegos fueron testimonios geográficos de carácter interno, con gran contenido social y político; es el medio por el cual construyeron su identidad, su cultura y su imperio. Bibliografía Antonaccio C. M. "The Archaeology of Ancestors", en: Cultural Poetics in Archaic Greece: Cult, Performance, Politics, Ed. by Dougherty C. and L. Kurke, Cambridge, 1993. "Placing the Past: the Bronze Age in the Cultic Topography of Early Greece", en: Placing the Gods. Sanctuaries and Sacred Space in Ancient Greece, Ed. por S. E. Alcock and R. Osborne, Oxford: Clarendon Press, 1994. "Lefkandi and Homer", en: Homer's World: Fiction, Tradition, Reality, Ed. by Anderson O. and M. Dickie. Bergen, 1995. An Archaeology of Ancestors, Tomb Cult and Hero Cult in Early Greece, London, 1995. Ballabriga A., Le Soleil et le Tartare: L'image mythique du monde en Gréce archaíque, Paris, 1986. Bickerman E. "Origines Gentium", en Classical Philology, XLVII, 65-81, 1952. 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Nos ocuparemos en la primera parte del texto de la noción «voluntario» presentada por Aristóteles en EN üi.l. En la segunda parte, nos ocuparemos de la propuesta de EN v.8 en donde se introducen nuevos elementos que nos ayudarán a distinguir dos tipos de acciones voluntarias que, a su vez, nos permitirán hablar de responsabilidad en dos sentidos diferentes. La tercera parte de este escrito se ocupa de clarificar las razones por las cuales Aristóteles justifica que un agente puede ser responsable en el sentido más fuerte de dicho término, centrándonos para ello en EN iii.5. En EN üi.l Aristóteles desarrolla un contraste entre lo que es voluntario y lo que no es voluntario. Con el objeto de obtener ¡40 Acción voluntaria y responsabilidad en Aristóteles una idea clara de la noción de lo voluntario, comencemos por distinguir estas dos nociones. Siguiendo la sólida sugerencia de T. Means, voy a suponer que Aristóteles usa el término griego ctKoúmov en dos sentidos diferentes: el sentido general, que traduzco usando la expresión «lo que no es voluntario», y el sentido específico, que traduzco con la palabra «involuntario» (cf. Means 1927, 76). Basados en esta distinción, podemos decir que Aristóteles opone las acciones voluntarias al grupo de cosas que no son voluntarias, y dentro de este último grupo él ubica tanto las acciones no-voluntarias como las involuntarias. Acciones i ' 1 lo que es voluntario lo que no es voluntario (EKOÚOIOV) (áKOÚaiov) í—'—; no-voluntario involuntario (oúx ÉKOÚcnov) (áKoúmov) El grupo de cosas que son voluntarias puede ser distinguido del grupo de cosas que no son voluntarias de la siguiente manera: Para que una acción sea voluntaria, su principio, es decir, su causa debe encontrarse dentro del agente que la realiza y no debe ser causada por ignorancia. Si una acción no es voluntaria, es debido a que su causa es externa al agente o a que es causada por ignorancia. Clarifiquemos esto. Cuando el principio de una acción es externo al agente decimos que la acción ocurrió por fuerza. Así, Aristóteles dice, si un viento arrastrara a alguien, podemos decir que lo que sucedió fue forzado y, en consecuencia, que no fue voluntario. Tampoco consideramos voluntaria a una acción cuando, aunque la causa es interna, la acción sucede por ignorancia. Aquí tenemos que señalar una importante distinción. Aristóteles asegura que podemos distinguir entre las acciones causadas por ignorancia (61'ayvoiav) y acciones realizadas en ignorancia (áyvowv). Una acción es causada por ignorancia si es realizada porque el agente ignora alguno de los particulares en los que la acción con- Laura Liliana Gómez Espíndola ¡4¡ siste y con los que está relacionada. El agente realmente no sabe, por ejemplo, lo que está haciendo (como cuando da de beber a alguien una copa de veneno pensando que es una copa de vino), hacia quién está dirigiendo su acción (como quien dispara a su hijo pensando que es un ladrón que ha entrado a su casa) o cuáles serán las consecuencias de la realización de dicha acción (como quien ignora que al oprimir un botón causará una explosión). En contraste, una acción realizada en ignorancia podría ser ejecutada conociendo perfectamente los particulares que definen la acción. En ese caso la ignorancia es acerca de los universales, se ignora qué tipo de acción se debe hacer o evitar. Esta ignorancia —dice Aristóteles— es la causa del vicio. Como un ejemplo de este tipo de ignorancia podemos imaginar a un ladrón que roba un banco. En este caso, el ladrón sabe qué está haciendo, hacia quién está dirigiendo su acción y también cuáles son las posibles consecuencias de su acción. Lo que él no sabe es que realizar este tipo de acciones no es correcto, pero esa no es una razón para decir que él actuó involuntariamente (EN 1110b25-lllla7). La identificación de estos dos tipos de ignorancia señala una distinción entre dos momentos diferentes del silogismo práctico: el momento en el que se establece la premisa general y el momento en el que se establece la premisa particular. Alguien puede saber muy bien qué tipo de acción se debe realizar en ciertos casos, pero por una ignorancia de los particulares no ser capaz de realizar la acción correcta. Esa persona será perdonada, pues la acción que está realizando no nos indica que esa persona es viciosa, sino que estaba bajo unas circunstancias desfavorables que no le permitían conocer los particulares. Pero quien, conociendo los particulares en los que consiste la acción, desconoce qué tipo de acción debe realizar, es inculpada, pues su acción nos indica la presencia de un vicio. Así, quien actúa en ignorancia procede de modo voluntario, pero quien actúa por ignorancia no lo hace. Hemos distinguido entre lo que es voluntario y lo que no es voluntario. Podemos ahora intentar distinguir, dentro del grupo de lo que no es voluntario, las acciones no-voluntarias de las involuntarias. Ambos tipos de acción son causadas por la ignorancia, pero hay un rasgo especial que el agente manifiesta cuando llega a ser consciente de los particulares previamente ignorados, que 142 Acción voluntaria y responsabilidad en Aristóteles puede ayudarnos a distinguir aquellos tipos de acción. De entre éstos diremos que actúan de modo involuntario quienes, al reconocer los particulares que antes ignoraban, sienten dolor y arrepentimiento. Con estos sentimientos dolorosos la persona manifiesta que la acción viciosa no concuerda con su carácter; de haber sabido en qué consistía realmente la acción, no la habría realizado. Pero de quienes, tras conocer los particulares que antes ignoraban, no manifiestan ninguna objeción a la acción que realizaron, no diremos que actuaron de modo involuntario, pues la acción no va en contra de su carácter, aunque tampoco podremos decir que actuaron de modo voluntario, pues para que una acción voluntaria ocurra es necesario el conocimiento de los particulares. Estos personajes habrán realizado una acción no-voluntaria. Así, basados en la noción de acciones realizadas por ignorancia, hemos distinguido entre acciones voluntarias y acciones que no son voluntarias. Posteriormente, basados en la reacción del agente tras conocer los particulares, hemos distinguido entre acciones no-voluntarias e involuntarias. Basados en el análisis desarrollado en esta sección, podemos determinar las condiciones que una acción debe cumplir para ser considerada voluntaria: (1) su causa debe ser interna, esto es, tiene que depender del agente si la acción es realizada o no, y (2) el agente que realiza la acción debe conocer los particulares en los que consiste la acción y con los que la acción está relacionada. Si una de estas condiciones no se satisface no consideraremos la acción como voluntaria. Quiero concluir esta sección llamando la atención frente a un punto importante. Asegurar que una acción es voluntaria sólo cuando depende del agente realizarla o no, no es una razón para asegurar que sólo las acciones que un agente ha decidido realizar en concordancia con un cálculo racional son voluntarias. Aquellas acciones causadas por sentimientos no-racionales, a saber, por el impulso o el apetito, son también voluntarias. De otro modo —señala Aristóteles—, tendríamos que decir que ni los animales ni los niños realizan acciones voluntarias, puesto que las acciones de éstos son causadas por deseos no-racionales. Pero afirmar semejante cosa es absurdo, luego es preciso señalar que las acciones que surgen de los impulsos y el apetito son también voluntarias (EN l l l l a 2 5 - 3 5 ) . Laura Liliana Gómez Espíndola 143 II La noción de «voluntario» que hemos alcanzado hasta aquí no me resulta del todo satisfactoria por dos motivos. En primer lugar, porque si lo único que se necesita para que una acción sea considerada como voluntaria es que el agente conozca los particulares en los que consiste la acción y que esté en él el principio de la acción, no habría razón para negar que a un médico bien erudito le palpita el corazón voluntariamente y que, en consecuencia, es responsable de su enfermedad cardiaca, lo cual es manifiestamente absurdo. En segundo lugar, porque el hecho de que los animales y los niños, al igual que los hombres adultos, realicen acciones voluntarias, nos conduce a pensar que ellos son responsables de sus actos en el mismo sentido en que los hombres adultos lo son. Pero esta idea parece ir en contra de nuestro sentido común e incluso en contra de nuestras prácticas penales, en las cuales los niños reciben un trato diferente del de los adultos, aun cuando han cometido los mismos delitos. En esta parte del ensayo estudiaremos algunos aportes que hace Aristóteles en EN v.8 a la noción de voluntario que nos permitirán solucionar estos problemas, comprendiendo mejor la noción de principio y el vínculo entre la noción de voluntario y la noción de responsabilidad1. Al inicio del capítulo del que nos ocuparemos, Aristóteles realizó una recapitulación de los rasgos que permiten considerar involuntario a un acto, haciendo explícita una idea que estuvo rondando por EN üi.l, idea que nos abre las puertas a la solución del primer problema planteado. "Así pues, aquello que [1] es hecho en ignorancia, o [2] no es hecho en ignorancia pero no depende del agente, o [3] sucede por la fuerza, no es voluntario (cacoúcnov). Pues también muchas de las cosas que suceden por naturaleza, que nosotros realizamos o experimentamos con conocimiento, tales Seguramente muchos de los elementos (en especial los referentes a la noción de principio) se encontraban ya de alguna manera en EN üi.l. No es mi intención señalar que lo que en aquel capítulo se menciona resulta insuficiente para solucionar los problemas aquí tratados, sino que me parece que los elementos que nos permiten solucionar los problemas se encuentran expresados de manera más clara en EN v.8 y otros pasajes de Aristóteles que examinaremos aquí. 144 Acción voluntaria y responsabilidad en Aristóteles como envejecer y morir, no son ni voluntarias ni involuntarias"2 (EN 1135a31-b2) . El pasaje nos señala tres razones por las cuales una acción no es considerada voluntaria, dos de las cuales ya señalamos nosotros en la primera parte: una acción no es voluntaria, decíamos, (1) si es hecha por ignorancia o (3) si es hecha por la fuerza. Este pasaje señala otra razón para no considerar voluntaria a una acción: (2) si, aunque ocurra con el conocimiento de los particulares, no depende del agente. Pero ¿qué quiere decir Aristóteles cuando escribe "no depende del agente"? Seguramente no quiere decir que la causa de la acción es externa al agente —de ser así la categoría 2 sería idéntica a la 3—. Esto se hace claro cuando examinamos el ejemplo que Aristóteles da de este tipo de acciones: la causa del envejecer, si bien no es externa al agente, no depende de él. Entonces ¿qué significa 'depender del agente'? La siguiente cita podría ayudarnos a aclarar esto. "Cuando actuar depende de nosotros, no actuar también, y cuando decir 'no' depende de nosotros, decir 'sí' también. Y así, si actuar cuando es bueno depende de nosotros, no actuar cuando es vergonzoso también depende de nosotros, y, si no actuar cuando es bueno depende de nosotros, entonces actuar cuando es vergonzoso también depende de nosotros" (HV1113b7-ll). De acuerdo con este pasaje, una acción depende de nosotros porque somos capaces tanto de realizarla como de no realizarla. El palpito del corazón, el envejecimiento y la muerte no son cosas que dependan de nosotros porque, si bien el principio de su Uso las sugerencias de Means en mi interpretación de este pasaje (cf. Means 1927, 76). De acuerdo con esto, la exposición que se hace aquí no es propiamente sobre las acciones involuntarias, sino sobre las acciones que no son voluntarias, entre las cuales ubicamos las acciones involuntarias y no-voluntarias. Sucesos como el envejecer son clasificados dentro del grupo de cosas que no consideramos voluntarias y localizados en la especie de cosas no-voluntarias. Por esta razón, al final de este pasaje Aristóteles asegura que las acciones de este tipo no son ni voluntarias ni involuntarias. Hay otro problema con este pasaje: Aristóteles asegura que las acciones no son voluntarias si ellas son hechas en ignorancia, pero, como hemos visto, las acciones realizadas en ignorancia son voluntarias. Debemos suponer que Aristóteles estaba pensando en acciones realizadas por ignorancia cuando escribió este pasaje. Laura Liliana Gómez Espíndola ¡45 realización está en nosotros, no podemos dejar de envejecer o dejar de morir. Estos sucesos no pueden ser alterados, ni por nuestros deseos, ni por nuestras decisiones, ni por nuestras creencias. Por ello Aristóteles menciona que aquello que depende de nosotros no tiene por causa ni a la naturaleza, ni a la necesidad, ni a la fortuna, sino a nuestra propia mente y a las cosas que suceden por medio de nuestra agencia (cf. £N1112a31). Podríamos señalar a nuestra naturaleza como la causa de fenómenos tales como el palpito del corazón, el envejecimiento y la muerte, mostrando que estas cosas no dependen de nosotros. Y, como lo que no depende de nosotros no es voluntario, diremos que ninguna de estas cosas es voluntaria. Delimitando a partir de esto un poco más el concepto de lo voluntario, podríamos decir que una acción es voluntaria si (i) se realiza con conocimiento de los particulares, (ii) la causa es interna al agente y (iii) está en el poder del agente realizarla o no, esto es, el principio interno de esa acción no es la naturaleza biológica del agente sino, podríamos decir, su estado mental. Este estado mental es constituido por cosas como los impulsos y apetitos del agente, sus creencias, sus decisiones y su carácter. Con lo anterior dimos solución al primer problema que planteábamos al inicio de esta parte del ensayo, pero nos queda otro problema por responder: ¿son los animales y los niños responsables en el mismo sentido en el que decimos que los hombres adultos son responsables? Para responder esta cuestión podemos basarnos en una distinción que Aristóteles hace entre las maneras como podemos infligir daño a una comunidad (cf. EN 1135M3-27). (1) Por sentimientos no-racionales: Podemos realizar una acción voluntariamente, pero sin una deliberación y una decisión previa. En estos casos la causa de la acción es un impulso o apetito. Las acciones de este tipo son voluntarias porque son realizadas con conocimiento, la causa es interna y es una causa mental. En estos casos podemos decir que el agente actuó injustamente3, Una acción injusta, señala Aristóteles en EN ii.4, puede ser o bien la actualización de un vicio, en cuyo caso el agente es vicioso y decide realizar la acción que realiza, o bien una acción de alguien que aún no es vicioso, caso en el cual no es necesaria la previa decisión del agente. Los animales y los niños son capaces solamente de realizar este tipo de acciones. ¡46 Acción voluntaria y responsabilidad en Aristóteles pero no que es una persona injusta. Él no decidió realizar una acción injusta, sino que las circunstancias lo llevaron a actuar injustamente. Un ejemplo de este tipo de acciones es cuando alguien lastima a otra persona por un ataque de ira e intenso dolor. (2) Por vicio: Este tipo de acción también es voluntario. Es realizada con conocimiento de los particulares y su causa es interna y mental. Sin embargo, en estos casos la causa no es un sentimiento no-racional sino una deliberación y una decisión previas. El que la causa de la acción haya sido una decisión da a este tipo de acciones un papel importante: revela la existencia de un vicio en el agente. Si él deliberó y decidió cometer esta acción injusta, es porque es injusto. Así, este tipo de acción es indicador del estado moral del agente. Hay, por consiguiente, acciones voluntarias que son realizadas a partir de una decisión y una deliberación previa y que son indicadoras del estado moral del agente, esto es, de las disposiciones virtuosas o viciosas de su carácter. Otras acciones voluntarias son realizadas a partir de nuestros impulsos y apetitos, sin una decisión y una deliberación previas. Estas acciones no muestran cómo son las disposiciones de nuestro carácter, sino sólo indican la presencia de ciertos deseos irracionales en el agente. Basado en esto, Aristóteles dice: "por esto es correcto juzgar que las acciones causadas por el impulso no resultan de una previsión, puesto que el principio no está en el agente que actúa por el impulso, sino en la persona que lo enfureció" (EN 1135b27-29). Esta afirmación es demasiado tajante, pues afirmar sin más que el principio es externo al agente es quitarle a este tipo de acciones el carácter de voluntarias y, como hemos visto a lo largo del texto, estas acciones son consideradas por Aristóteles como voluntarias. Entonces ¿cómo afirmar a la vez y sin caer en contradicción que el principio de estas acciones es externo e interno? Podríamos afirmarlo a la manera aristotélica: 'principio' se dice en diferentes sentidos y en relación a diferentes cosas. En un sentido decimos que el principio es externo, pues quien causó la existencia de mi ira es un sujeto externo a mí. En otro sentido diremos que el principio es interno, pues el principio del movimiento de los miembros, que son los instrumentos de la acción, estaba en mí (cf. EN 1110al5-18). Aunque el otro es el causante laura Liliana Gómez Espíndola ¡47 de que yo me enfurezca, yo soy el causante de haberlo insultado. Ahora, como el hecho de haber insultado a quien me enojó no es, por hipótesis, consecuencia de una decisión raía sino consecuencia de mi sentimiento de ira, se dirá que esta acción no señala la presencia de un vicio en mí. Pero si yo hubiera decidido deliberadamente insultar al otro, mi acción sí estaría señalando la presencia de un vicio. Habiendo establecido las bases para la solución del segundo problema, podemos ahora intentar darle solución. Podríamos identificar la acción de los niños y los animales con la acción que es consecuencia de los sentimientos irracionales, pues ellos carecen de la capacidad de decidir. Podríamos, en contraste, identificar las acciones propias de un hombre adulto con las acciones que son producto de una decisión y una deliberación previas. Ambos tipos de acción son voluntarias y ambos tipos de acción son responsabilidad del agente, en el sentido de que en ambos casos el agente es la causa del movimiento de los miembros que produjeron la acción. Sin embargo, hay un sentido en el que sólo el hombre ma* duro es responsable de sus acciones. Las acciones de los animales y de los niños se dan como consecuencia de un deseo irracional, del cual ellos no son responsables, esto es, del cual ellos no son la causa o, en otras palabras, un deseo que no estaba en su poder tener o no tener. Así, en últimas, aunque ellos sean responsables de la acción que realizaron en el sentido de que son la causa del movimiento de sus miembros, ellos no son responsables de haber realizado el tipo de acción que llevaron a cabo, pues ellos no decidieron si querían ser movidos o no por el sentimiento por el que fueron movidos. En contraste, el hombre adulto, que actuó basado en su decisión previa, no sólo es responsable de haber realizado la acción que ejecutó, sino que también es responsable de haber realizado el tipo de acción que hizo, pues él decidió, basado en sus virtudes y vicios, qué tipo de acción iba a realizar, y él es, a su vez, responsable de tener los vicios y las virtudes que tiene. Depende del hombre qué vicios y virtudes tiene y, por ello, depende de él el tipo de acciones que realiza. Así, diremos, la acción que el hombre realiza es indicadora de su carácter y es plena responsabilidad suya, mientras que la acción de los niños y los animales es indicadora de sus circuns- 148 Acción voluntaria y responsabilidad en Aristóteles tancias y, por mucho, de su constitución natural, de lo cual ellos no son responsables. Podríamos llamar al tipo de responsabilidad por la que son responsables sólo los hombres 'responsabilidad moral', en tanto que los hombres son responsables del tipo de acción que hacen (justa o injusta, cobarde o valiente, entre otras) y tal responsabilidad indica un rasgo de la disposición moral del agente (él es vicioso o virtuoso). Podríamos llamar al otro tipo de responsabilidad 'responsabilidad causal' o 'responsabilidad en sentido amplio', en tanto que el agente es responsable porque contribuye causalmente en su realización. III Queda una tarea no pequeña para Aristóteles. El debe ser capaz de demostrar que nosotros somos responsables de nuestros vicios y virtudes, que está en nuestro poder tener las disposiciones del carácter que tenemos y que éstas no son meras consecuencias de causas externas (nuestros padres, nuestra cultura, entre otras.). Si no lo logra, no habría ninguna diferencia entre actuar a partir de una decisión o a partir de un sentimiento irracional, pues en ambos casos el agente realizaría el tipo de acción que las causas externas lo habrían llevado a realizar. «Yo actué así porque una causa externa me enfureció y me determinó a actuar de esta manera» o «yo actué así porque una causa externa me determinó a decidir actuar así siempre y no está en mi poder actuar de otro modo»; ambas expresiones manifiestan que yo no soy el responsable del tipo de acción que realizo. Demostrar que somos responsables de nuestras virtudes y vicios, que no podemos referirnos a principios anteriores a nosotros mismos para explicar nuestros vicios y virtudes (cf. EN 1113bl 7), fue la tarea que Aristóteles emprendió en EN üi.5 y que nosotros examinaremos a continuación. Tratemos de reconstruir formalmente el argumento que Aristóteles presentó al inicio del capítulo, pues la argumentación posterior está basada en él (cf. EN 1113b8-14). 1. Hacer o no hacer acciones virtuosas o viciosas depende de nosotros. Laura Liliana Gómez Espíndola 149 2. Ser vicioso consiste en hacer acciones viciosas y ser virtuoso consiste en hacer acciones virtuosas. Ser vicioso o ser virtuoso depende de nosotros (1,2). La premisa 2 de este argumento es presentada por Aristóteles como la pura definición del vicioso y el virtuoso, por lo cual, para que su argumento funcione, sólo le quedaría por demostrar la premisa 1. Es eso lo que él hace a continuación basándose en un argumento de carácter práctico. Nosotros, en tanto ciudadanos privados, así como los legisladores, imponemos tratamientos correctivos y castigos a quienes realizan acciones viciosas, y elogiamos a quienes realizan acciones virtuosas con el objetivo de estimular a las personas virtuosas a seguir actuando virtuosamente e impedir que las personas viciosas realicen acciones viciosas. Pero nadie intentaría motivarnos a realizar o evitar cosas que no dependen de nosotros. Por ejemplo, nadie nos incita a no sentir calor o hambre, pues estos sentimientos no están en nuestro poder. Las prácticas cotidianas señalan, en consecuencia, que depende de nosotros el realizar las acciones virtuosas o viciosas. Esta premisa se sustenta también en un argumento teórico del inicio del capítulo: a. Nosotros deseamos el fin y deliberamos y decidimos sobre las acciones que lo promueven. b. Aquellas cosas sobre las cuales deliberamos y decidimos dependen de nosotros. c. Las acciones que promueven el fin dependen de nosotros (a,b). d. Las acciones virtuosas promueven el fin. e. Las acciones virtuosas dependen de nosotros (c, d). f. Si las acciones virtuosas dependen de nosotros, las acciones viciosas también dependen de nosotros 4 . Las acciones virtuosas y viciosas dependen de nosotros (e, 0Aristóteles introduce una objeción a la argumentación desarrollada hasta este punto, objeción que recae precisamente sobre la premisa que él está tratando de defender (a saber, la premi4 Premisa basada en el pasaje citado en la página 144 (cf. EN 1113b7-l 1). 150 Acción voluntaria y responsabilidad en Aristóteles sa 1): ¿Qué pasa si las acciones que nosotros realizamos dependen del tipo de persona que somos?, ¿acaso no se estaría negando con esto que depende de nosotros realizar dichas acciones? Aristóteles replica señalando que somos también responsables del tipo de persona que somos, puesto que el tipo de persona que somos es consecuencia del tipo de acciones que hemos realizado. Si nos habituamos a realizar acciones injustas adquiriremos una disposición a actuar injustamente; si nos habituamos a actuar de modo justo adquiriremos una disposición a actuar justamente. ¿Cómo soluciona esta respuesta la objeción que se nos señalaba? Veamos dos aproximaciones a esto. 1) Una primera manera de comprender cómo esa respuesta permite escaparnos a la objeción es interpretando la solución de esta manera: somos responsables de nuestro carácter (y de las acciones que se derivan de él) porque éste es consecuencia del hábito de realizar ciertas acciones que nosotros, en la primera etapa de nuestro desarrollo moral, éramos capaces de realizar o no realizar. Si bien en este momento, después de que la primera etapa ha concluido, nuestras acciones son una consecuencia necesaria de nuestro carácter y en esa medida actualmente no depende de nosotros realizarlas o no, al comienzo sí dependía de nosotros el realizar o no realizar estas acciones. Basados en esta lectura podríamos interpretar el símil de quien arroja la piedra (cf. EN iii.5 1114al8-23) de la siguiente manera: así como al principio estaba en su poder arrojar o no la piedra, pero una vez la ha lanzado ya no es posible para él hacerla regresar, así mismo quien ha adquirido un vicio tenía al principio la posibilidad de realizar o no realizar las acciones que lo condujeron a la adquisición del mismo, pero una vez ha adquirido esos vicios ya no les es posible dejar de actuar viciosamente. Esta lectura, sin embargo, tiene dos problemas. En esta primera etapa de nuestro desarrollo moral, cuando apenas éramos unos niños, las causas de nuestras acciones no eran nuestras propias decisiones —pues aún no teníamos capacidad de decidir—, sino nuestros impulsos y apetitos. Pero, como hemos señalado, cuando nuestras acciones tienen a esos deseos irracionales como sus causas nosotros no podemos ser considerados como los responsables del tipo de acción que realizamos y en esa medida tampoco podríamos ser responsables del tipo de disposición que ad- Laura Liliana Gómez Espíndola ¡5¡ quirimos o, en otras palabras, tampoco podríamos ser responsables del tipo de persona que llegamos a ser. El segundo problema está en que, según esta postura, una vez hemos adquirido los vicios ya no es posible para nosotros dejar de actuar viciosamente. De acuerdo con esto, nuestras acciones en la edad adulta ya no estarían en nuestro poder. Pero Aristóteles señala: "las acciones y los estados no son voluntarios del mismo modo. Pues nosotros estamos en control de nuestras acciones desde el principio hasta el final, cuando conocemos los particulares. Con los estados, sin embargo, nosotros estamos en control del inicio, pero no sabemos, más que en el caso de la enfermedad, cuál será el efecto acumulativo de las acciones particulares" (EN 1114b30-l 115a3). Este pasaje señala que nosotros siempre estamos en control de nuestras acciones, no solamente en el inicio cuando no habíamos adquirido las disposiciones viciosas o virtuosas, sino incluso cuando ya las hemos adquirido. El hombre siempre tiene el control de sus acciones, luego siempre será posible para él el realizarlas o no. Esta postura, entonces, parece contradecirse al afirmar tanto que nuestras acciones adultas no están en nuestro poder como que sí lo están. 2) Para escapar a estas dos críticas podríamos dar una lectura diferente de la solución que da Aristóteles a la objeción presentada por él, a saber, ¿qué pasa si nuestras acciones dependen del tipo de persona que somos? El hecho de que el tipo de persona que somos sea una consecuencia de las actividades que hemos realizado no implica (1) que hayamos adquirido esas disposiciones sólo por las acciones que hemos realizado en la primera etapa de nuestra vida; por lo tanto, tampoco implica que (2) una vez adquiridas esas disposiciones se convierten en algo estable e inalterable; ni tampoco implica que (3) nuestras acciones dejen de estar en nuestro poder. Para demostrar que Aristóteles no aceptaría ninguna de estas consecuencias, examinemos el pasaje central de esta discusión: "Sólo una persona totalmente insensible desconocería que un determinado tipo de actividad es la fuente de la disposición correspondiente; y por tanto si alguien hace lo que sabe que lo hará injusto, será voluntariamente injusto. Además es irrazonable que alguien realice una acción injusta y no desee ser injusto o que alguien que esté realizando una acción intemperada no desee ser intemperante. Esto no significa, 152 Acción voluntaria y responsabilidad en Aristóteles sin embargo, que si alguien es injusto y quiere detenerse, en consecuencia se detendrá y será justo" (EN 1114 alO-13). Aristóteles señala en este pasaje que en general los hombres sabemos que el tipo de persona que somos es consecuencia de las acciones que realizamos y que, por ello, cuando actuamos injustamente se manifiesta que nuestra voluntad es tener un carácter injusto. No es posible que nosotros decidamos actuar injustamente cuando queremos tener un carácter justo. Y esto, considero yo, se aplica tanto a los niños como a los adultos: no es posible que usted decida entregarse a la bebida queriendo ser una persona temperante; si usted quiere ser una persona temperante —uno podría añadir— tiene que decidir actuar temperantemente. No hay razón para que una persona adulta no pueda cambiar una disposición a actuar viciosamente. Pero Aristóteles aclara su afirmación y dice que lo anterior no implica que si alguien es injusto y quiere dejar de serlo, como consecuencia de su deseo se detendrá y dejará de ser injusto. Esto podría ser leído como una afirmación en contra de lo que he dicho, pero ésa es una lectura errada. Lo que Aristóteles afirma aquí es que si alguien tiene la disposición a actuar viciosamente y quiere dejar de tener esa disposición no podrá abandonarla por mera voluntad, pero eso no implica que no pueda actuar en ese momento virtuosamente, aunque con un gran esfuerzo de su voluntad y seguramente con algo de displacer. La persona no puede por mera voluntad abandonar una disposición viciosa; para que eso sea posible, la persona debe sobreponerse a su disposición y comenzar a realizar acciones virtuosas de modo que, a través del hábito, pueda modificar su antigua disposición. Si admitimos esta lectura podremos ver que las disposiciones de las personas no son inalterables y podremos dar sentido a la afirmación aristotélica de que nuestras acciones siempre están en nuestro poder. Los hombres estamos siempre en la capacidad de sobreponernos, no sin esfuerzos, a nuestros vicios y virtudes y por ello siempre somos capaces de modificar nuestra disposición moral a partir de nuestros hábitos. Es por eso que nuestras prácticas legales imponen tratamientos correctivos, penas y elogios a los hombres, pues creemos que siempre está en el poder de ellos realizar acciones viciosas o virtuosas (nuestra premisa 1). Esta Laura Liliana Gómez Espíndola ¡ 53 lectura le da unidad a todo el capítulo quinto del libro tercero de la Ética Nicomáquea. Además, esta lectura nos muestra por qué estamos justificados cuando hacemos a los hombres moralmente responsables de sus actos. Los vicios y las virtudes de las personas no son consecuencia de unas acciones que ellas realizaron en su infancia y que no decidieron. Estas disposiciones son consecuencia de las acciones que las personas realizan a lo largo de su vida y, por lo tanto, son modificables de acuerdo con las acciones que las personas decidan hacer a cada momento. De las virtudes y los vicios no podemos encontrar un principio externo a nosotros (la educación de nuestros padres, la cultura en la que nacimos...), pues éstas son consecuencias del tipo de acciones que nosotros alo largo de nuestra vida decidimos realizar. Así, el tipo de persona que somos es el tipo de persona que queremos ser, pues es el tipo de persona que hemos estado construyendo a través de las acciones que decidimos realizar. No es posible que nosotros digamos que lo que ha pasado con nosotros hasta este momento de nuestras vidas determina completamente el tipo de acciones que realizamos y, en consecuencia, el tipo de disposiciones que generaremos fortaleciendo o debilitando las que ya tenemos, puesto que siempre estamos en poder de nuestras acciones y, si nosotros creemos ahora que no vale la pena seguir actuando injustamente, comenzaremos a actuar justamente para adquirir, mediante el hábito, la disposición a actuar justamente. "Es correcto decir, entonces, que una persona llega a ser justa realizando acciones justas y temperada realizando acciones temperadas; pues nadie tiene ni la más mínima esperanza de llegar a ser bueno dejando de realizar estas cosas. La mayoría, sin embargo, no realiza estas acciones. Ellos se refugian en los argumentos, pensando que están haciendo filosofía y que éste es el modo de llegar a ser personas excelentes. Ellos son como una persona enferma que escucha atentamente al doctor, pero no actúa según sus instrucciones. Un tratamiento de este tipo no mejorará el estado del cuerpo de la persona enferma; ni la mayoría mejorará el estado de su alma con esta actitud hacia lafilosofía"(EN 1105 blO-19). 154 Acción voluntaria y responsabilidad en Aristóteles Bibliografía Aristóteles, Aristotelis ethica nicomachea (ed. I. Bywater), Oxford, Clarendon, 1962. Broadie, S. & Rowe, D. H. R. (tr.) Aristotle: Nicomachean Ethics, Oxford: OUP, 2002. Irwin, T. (tr.) Aristotle: Ni'comarJiean Ethics (ed. 2), Hackett, Indianapolis, 1999. Means, T., "Aristotle and the Voluntary", en: Transactions and Proceedings of the American Philosophical Asodation, Vol. 58, 1927. Morales, F. "Libertad y deliberación en Aristóteles", en: ¡deas y valores, No. 121, 2003. LA REPRESENTACIÓN DE LO ORAL Y LA CONSTRUCCIÓN DEL DISCURSO HISTÓRICO EN LA GRECIA ANTIGUA. SIGLO V a. d e C . Nelly Rodríguez Meló Universidad Nacional de Colombia Introducción La bibliografía sobre la sociedad griega, la escritura, la lengua y su cultura crece cada día. Y no podemos decir que en este contexto la historia de la Grecia Antigua quede desatendida, sino que su perspectiva, más bien, es la de conocer los procesos históricos o el reflejo de los mismos. Aunque análisis de obras o pasajes de contenido histórico podemos encontrar en abundancia y existen obras hermosas y bien documentadas sobre la historia de la lengua y la escritura en las que encontramos datos comparativos que nos muestran el desarrollo de los sistemas de escritura y su propagación en el tiempo y en el espacio, vale la pena estudiar en conjunto las relaciones entre la escritura, la oralidad, la memoria y la historia y la sociedad griega en general para comprender cómo se produjeron, circularon y leyeron los textos de historia que recibimos. Esto no sólo por una necesidad pragmática llana, sino porque nuestra comprensión del pasado depende precisamente de textos. El significado social y las relaciones de poder inmersas en estos textos dialogan, además, con el mundo material e icnográfico creado por la sociedad. 156 La representación de lo oral y la construcción del discurso histórico... En este orden de ideas, abordaré la representación iconográfica de la oralidad tratando de ponerla en relación con la escritura, a la luz del discurso histórico. Las fuentes iconográficas seleccionadas corresponden principalmente a la pintura elaborada sobre cerámica durante el siglo V a. de C. Las figuras rojas con fondo de barniz negro que vemos en estas pinturas caracterizaron a los ceramistas atenienses y han sido una de las representaciones iconográficas más aplicadas a la hora de recrear símbolos culturales de la Grecia Antigua. En cuanto al discurso histórico, dentro de este marco temporal, me referiré a los nueve libros de la Historia atribuida a Heródoto de Halicarnaso (484-425 a. de C ) . Aunque esta obra suele referirse como un relato del enfrentamiento entre griegos y persas, la verdad es que se trata de una narración polivalente en la medida en que a través de libros enteros el autor se dedica a proporcionarnos descripciones de regiones diversas, como es el caso de Egipto, Persia, Escitia, entre otras, así como mitos, leyendas, oráculos, genealogías, fundación de ciudades, reinos, la vida de líderes políticos importantes y dioses, entre otros. Entrando en materia. Consideraciones generales Existen cinco elementos relacionados con la representación de lo oral, la oralidad y la elaboración del discurso histórico que debemos considerar: 1) El contexto social, geográfico y cultural como factor determinante en las formas de percibir y elaborar la historia, 2) las condiciones lingüísticas, 3) educativas, 4) la disponibilidad de fuentes y 5) el ámbito de recepción. 1. El contexto: las costas de Asia menor y el Mediterráneo Durante el siglo VII a.C. la pintura dibujada sobre cerámica se elaboraba usando barniz negro con una base amarillenta y era asociada con Corinto. En el siglo VI a. de C. esta región fue bloqueada debido a circunstancias políticas, de modo que los ceramistas atenienses relevaron la producción corintia y, con el aumento de la demanda, ampliaron las formas, temas y acabados de la cerámica. La pasta rojiza con la que se producían los objetos daba su color a las figuras que, sobre acabados negro azabache, recreaban escenas narrativas. Al parecer, la cerámica ateniense Nelly Rodríguez Meló 157 fue muy popular y su comercialización durante el siglo V a. de C , época de la hegemonía de Atenas, garantizó la distribución a lo ancho del litoral del mar Negro, las islas del Egeo, Egipto, Sicilia y Etruria, entre otras zonas del Mediterráneo1. Existieron pintores de cerámica reconocidos: Eufronios, Fintias, Epicteto, Oltos, el pintor de Panaitios, el pintor de Brigos, Makron, Douris, Cleofrades, Polignoto y Micón, entre otros. Aunque sabemos poco de sus vidas, identificamos su autoría por su estilo y porque en ésta época los pintores comenzaron a escribir su nombre o el de las figuras que pintaron en los recipientes. Las imágenes escogidas en este artículo como representaciones de la oralidad, por ejemplo, están en interacción con la escritura. Esta simbiosis entre la escritura y las imágenes nos indica, de una parte, la existencia de pintores que se reconocían en su obra —lo cual no fue frecuente épocas anteriores— y que no sólo eran alfabetizados, sino que esperaban llegar a un receptor que también podría serlo. De otra parte, en sentido amplio, la presencia simultánea de la imagen y la escritura nos sugiere una necesidad expresiva en la que las figuras constituían una unidad narrativa que no siempre parecía ser suficiente para significar en sí misma y necesitaba de la escritura para tener una identificación plena, o al menos, segura. La cerámica decorada fue un producto de usos diversos; se empleó en prácticas rituales, fue elaborada para celebraciones especiales —como es el caso de los jarrones matrimoniales o las copas de trofeos— y también fue adecuada para servir, escanciar, acumular, distribuir, entre otras utilidades. El simposio, la celebración, y en general, las reuniones, fueron estancias propicias para el empleo de la cerámica decorada; sus formas y temas acompañaron el vino, el alimento, la conversación, el conocimiento, la música, la danza y la poesía. No está de más mencionar que los temas presentes en la tradición oral —desde el mito, la épica y la vida cotidiana—• aparecían tanto en la cerámica decorada, como en las formas litera"A cambio de las mercancías de importación, Atenas exportaba aceite de oliva, (...) plomo, plata, objetos de metal, tejidos y cerámica. Los hallazgos arqueológicos revelan la amplitud del comercio de Atenas y de los demás centros mercantiles e industriales griegos". A. Dekonski, A. Berguer y otros. Historia de Grecia, Grijalbo, 1996, págs. 127-132. 158 La representación de lo oral y la construcción del discurso histórico... rias que se representaban en las reuniones y celebraciones que en los siglos VI y V a. de C. los gobernantes y aristócratas de las ciudades griegas gustaban realizar invitando y patrocinando a poetas y músicos. Algunos de estos últimos habían emigrado de las costas de Asia menor debido al dominio del Imperio Persa o al cambio de gobierno, pues el ascenso de los tiranos al poder significó el desplazamiento de las antiguas aristocracias locales. Estas circunstancias de cambio marcaron también la vida de Heródoto. Nuestro historiador había nacido hacia el 484 a. de C , cuando Jerjes preparaba su campaña contra los griegos. Su niñez y adolescencia presenciaron el enfrentamiento entre persas y griegos por la hegemonía sobre la región del mar Egeo. Este acontecimiento determinó el futuro de Heródoto, pues el dominio persa en su ciudad le implicó la subordinación a un tirano (Ligdamis) al servicio de los persas. Nuestro historiador, que procedía de una familia aristocrática, se rebeló contra este gobierno y ello le costó la pérdida de un familiar y su expulsión de Halicarnaso. A partir de las descripciones y regiones que presenta en su Historia, se puede afirmar que durante su exilio, probablemente Heródoto estuvo en Saraos y luego viajó a través de la Hélade, Macedonia, Cólquida, Siria, Libia, Cirene y Egipto. El propósito de plasmar su memoria reciente se evidencia en el proemio de la Historia así: "Ésta es la exposición del resultado de las investigaciones de Heródoto de Halicarnaso para evitar que, con el tiempo, los hechos humanos queden en el olvido y que las notables y singulares empresas realizadas, respectivamente, por griegos y bárbaros —y, en especial, el motivo de su mutuo enfrentamiento— queden sin realce"2. La costa del Asia menor, de la cual procede Heródoto, tuvo ciudades como Quios, Clazómenos, Esmirna, Éfeso, Saraos, Mileto, Cos, entre otras, en las que desde el s. XII a. de C , o incluso antes, pervivió una tradición poética y filosófica fundacional. La composición y transmisión oral de ese acervo cultural, en especial de las narraciones literarias, tuvo una importancia de primer orden, como lo demuestran diversos trabajos de investigación y análisis sobre este fenómeno3. Aedos y rapsodas ejecutaban el 2 3 Heródoto, Historia, Ed. Credos, Madrid, 1992, pág. 86. Ya son clásicos los trabajos de Millman Parry (1920-1935) sobre la Ilíada y la Odisea, Eric A. Havelock, Me Luhan y Walter Ong, entre otros. Nelly Rodríguez Meló ¡ 59 canto o la declamación de poemas que pertenecían a la tradición oral, acompañados de instrumentos musicales. Así, la tradición y transmisión oral fueron el vehículo a través del cual Heródoto seguramente recibió relatos que le permitieron adiestrarse en el arte de narrar y, a su vez, servirse de fuentes para elaborar su discurso histórico. En su propósito de investigar y responder a su pregunta por el pasado de regiones diversas, Heródoto recurrió a la memoria colectiva para explicar el origen de las poblaciones, describir espacios geográficos o identificar a los primeros gobernantes, entre otros aspectos: "Los predecesores de Agrón en el trono de éste país eran descendientes de Lido, hijo de Atis, merced al cual todo este pueblo, que antes se llamaba meonio, pasó a llamarse lidio. De ellos recibieron el poder —y lo ejercieron en virtud a un oráculo— los Herádidas, que eran descendientes de una esclava de Yárdano y de Heracles y que reinaron, durante veintidós generaciones en línea masculina, por espacio de quinientos cinco años (...)"4. Es común en la Historia de Heródoto encontrar expresiones como lo que dicen, se dice, según dicen los sacerdotes, los persas, los egipcios, los lacedemonios o según escuché; ello nos permite tener certeza del empleo de fuentes orales que seguramente provenían de intérpretes o de testimonios de gente a la que escuchó: "En fin, que admita estos relatos de los egipcios quien considere verosímiles semejantes cosas, que yo, a lo largo de toda mi narración, tengo el propósito de poner por escrito, como lo oí, lo que dicen unos y otros. Y por cierto, al decir de los egipcios (...)"5. Aunque son muy escasas las menciones que Heródoto hace de sus fuentes orales con nombres propios, la frescura narrativa de la Historia nos permite percibirla como una obra estilísticamente oral, de manera análoga a como afirmamos que muchas pinturas de la cerámica son narrativas. Algunas veces, Heródoto nos permite diferenciar lo oído, lo visto y su criterio: "en mi opinión, los que cuentan esa historia desbarran en toda ella y, especialmente, en lo que se refiere a las manos de los colosos; nosotros pudimos constatar personalmente que dichas estatuas habían perdido las manos por la acción del tiempo, ya que todavía en nuestros días se las veía caídas a sus pies"6. La constatación personal de lo escuchado nos deja obser5 Heródoto II, 122, pág. 414. ¡60 La representación de lo oral y la construcción del discurso histórico... pies" 6 . La constatación personal de lo escuchado nos deja observar el propósito del autor de graduar el valor de los testimonios recogidos, lo cual es evidente también cuando Heródoto suministra diferentes versiones de un acontecimiento, como sucede con los relatos de la muerte de Cleómenes, en la que recurrió a la versión de los argivos y la contrapuso a la de los espartanos7. Igual que sucede con las figuras que representan lo oral en los vasos de cerámica, la oralidad en Heródoto se presenta simultáneamente con la escritura. La oralidad fue el plasma en el cual habitaron la memoria colectiva y la individual, fuente para la narración histórica, expresividad y movimiento para un estilo vivido de contar la historia que desembocó en el texto escrito. En el camino inverso, es decir, desde la escritura como vertiente que influyó en el proceso cognoscitivo y la forma de construcción del discurso histórico en Heródoto, existen dos referentes directos que son el poeta y filósofo Jenófanes y el mitólogo y geógrafo Hecateo. Ellos mediaron en gran medida el enfoque, recursos y contenido de la obra de Heródoto, en particular, su preocupación por la descripción geográfica, la pasión por los viajes y la atención al mito tanto griego, como foráneo8. Aunque, como mencioné antes, Heródoto no cita abundantemente a sus fuentes, el relato nos permite saber que el autor conoció la obra de Hecateo "Con anterioridad a mi visita, el logógrafo Hecateo trazó en Tebas su genealogía", "La opinión del logógrafo Hecateo, hijo de Hegesandro, era que no debía dirigirse a ninguno de los dos sitios"9, entre la de otros autores: "Me da risa ver que ya ha habido muchos que han trazado mapas del mundo sin que ninguno los haya comentado detallada y sensatamente". Seguramente Heródoto tuvo acceso a fuentes diversas y de distinta procedencia, como inscripciones, genealogías de monarcas y familias, archivos de templos, documentos institucionales: "Una vez terminada la pintura que había encargado, la consagró en el Hereo, con la siguiente inscripción: Las orillas del Bosforo que abunda en peces, unió Mandrocles y a Hera consagró un recuerdo de su 6 7 8 9 Heródoto II, 131-3, pág. 422. Heródoto VI, 75- 84, pág. 312- 326 Véase: Arnaldo Momigliano, La historiografía griega, Barcelona, Ed. Crítica, 1984, págs. 94-104. Heródoto II, 143, pp. 436 y V, 125, pág. 203. Nelly Rodríguez Meló ¡ 6¡ puente (...) Este fue, en suma, el monumento conmemorativo del constructor del puente" 10 . Entre las fuentes escritas que conoció el autor seguramente también se encontraban obras épicas y piezas líricas. El asunto de las fuentes escritas de la Historia resulta intrincado debido a que aún es difícil identificarlas y conocerlas, no sólo por la costumbre de los antiguos de no citar sus fuentes, sino porque los textos empleados no se conservaron. Sabemos y podemos contextualizar que lo oral y lo escrito estuvieron fundidos en la construcción discursiva de la historia, pero ¿Qué tipo de relación existió entre estas dos formas? ¿Cuál fue el grado de influencia o presencia de cada una? Las condiciones lingüísticas de lo oral y lo escrito, así como su aprehensión y difusión en la educación nos acercarán a estos tópicos. 2. Condiciones de lo oral y lo escrito Al mencionar la pervivencia de la tradición oral desde el siglo XII a. de C. me estaba refiriendo a la conformación oral de los ciclos míticos y de narrativas épicas11. Oral porque la adopción del alfabeto y de materiales para escribir entre los griegos data del siglo VIII a. de C. Luego, sabemos que se dio un proceso que duró aproximadamente dos siglos, en el que se adaptaron las consonantes y vocales que componen la escritura del griego antiguo tal como lo conocemos hoy. Esta larga permanencia de la oralidad se nos presenta como la forma indispensable a través de la cual se dio la creación, comunicación, transmisión y preservación de los significados que construía la sociedad. En el proceso de adopción de la escritura, uno de las interacciones que reconocemos entre la oralidad y la escritura es el registro relacionado con el culto o la práctica religiosa. Se han encontrado algunos exvotos, templos e imágenes asociadas rituales o experiencias de adivinación que sugieren que el oficio de escribir también se practicaba en este contexto. La figura 1 nos muestra al dios Apolo orientando a su hijo Orfeo en el arte de vaticinar. Frente a la cabeza oracular de Orfeo y en la dirección que in11 En torno al ciclo tebano, que comprende la Edipodia, la Tebaida, Epígonos y Almeónida, y sobre el ciclo troyano, que versa sobre la guerra de Troya (de la cual la Ilíada y Odisea son apenas una pequeña parte) con Ciprias, Etiópida, Pequeña Ilíada, el Saco de Troya, los Regresos y la Telefonía, entre otros relatos de héroes importantes; véase: Ciclo épico. Ciclo tebano. Ciclo troyano. Credos, Madrid, 1979. 2 62 La representación de lo oral y la construcción del discurso histórico... tra al dios Apolo orientando a su hijo Orfeo en el arte de vaticinar. Frente a la cabeza oracular de Orfeo y en la dirección que indica Apolo en la pintura, se encuentra sentado un escriba, quien toma nota de lo que escucha para que esto permanezca tal como fue anunciado. Sacerdotes y escribas alfabetizados se encargaban de salvaguardar, registrando por escrito, la fidelidad de la palabra proferida. Figura 1. Apolo, Cabeza oracular de Orfeo y escriba. Mediados s. V a. de C. Otros usos atestiguados en el período de adaptación mencionado son el registro comercial y el uso oficial. En ambos, la escritura se empleó con el propósito de fijar de manera permanente obligaciones y derechos económicos, o disposiciones y comunicaciones administrativas y políticas. Aunque tenemos noticias de la existencia de algunos archivos administrativos, las ciudades-estado griegas no se caracterizaron por llevar y conservar registros administrativos minuciosos y precisos. Después del s. VIII a. de C. se empezó a afianzar el uso oficial de la palabra escrita a través de inscripciones públicas, por lo general realizadas en materiales fuertes como la piedra o el metal. En la antigüedad el uso de material duro para publicar disposiciones administrativas no sólo tenía el propósito de resistir a la intemperie y al tiempo, sino el de causar, a través de su valor monumental, una impresión psicológica en la población en relación con la importancia, permanencia y validez de las decisiones que allí se fijaban12. Con 12 Rosalind Thomas resalta el uso de inscripciones públicas o de registros administrativos relacionados con acciones contables como una forma de Nelly Rodríguez Meló 163 todo, estos registros escritos estuvieron lejos de ser comprendidos por buena parte de la población que no conocía la tecnología de la escritura. Es muy probable que para campesinos y otros miembros del colectivo las inscripciones no fueran un mensaje susceptible de ser decodificado a simple vista sino un signo visual que indicaba una expresión oficial que debía ser recordada13. El predominio de la tradición y transmisión oral nos dirige a pensar en la oralidad como la fuente historiográfica de mayor importancia para Heródoto, explica el porqué siguió constantemente los testimonios que escuchaba de diferentes personas y se preocupó menos por señalar los registros oficiales o las fuentes escritas que consultó. La composición y acceso a la educación y a los textos escritos nos va a mostrar otros elementos de esta interacción. 3. La educación: el aprendizaje oral y lo escrito Según hemos conocido a través de trabajos irremplazables sobre la educación como el de W. Jaeger y H. I. Marrou, la educación griega clásica conservó elementos de la aristocracia arcaica en el sentido de que fue elaborada en función de las necesidades de un medio acaudalado, que vivía privilegiadamente y tenía más interés en la formación moral para el ejercicio del poder, que en la preparación técnica para el trabajo. En el siglo V a. de C , la democratización y la vida en la ciudad habían aumentado la participación de los jóvenes en la enseñanza y había promovido un mayor interés de la formación hacia el ejercicio de la vida civil. Aún así, la educación siguió siendo un privilegio de la élite política y de grandes propietarios; de ninguna manera se orientaba hacia la vida real de un ciudadano libre que se dedicara a ganarse la vida como campesino, artesano o pequeño comerciante. Debido a esto, debemos tener presente que existía una gran franja de población que no era alfabetizada en el arte de escribir ni en el de leer y que participaba en la construcción y recepción de la historia de manera oral. asegurar la probidad y responsabilidad en las finanzas públicas. Esto, y la idea de escribir las leyes, habría motivado el registro y la creación de documentos oficiales. Rosalind Thomas, Cultura escrita y ciudad estado en la Grecia arcaica y en la Grecia Clásica. En: Alan K. Bowman y Grez Wolf (Ed), Cultura escrita y poder en el Mundo Antiguo, Gedisa, Barcelona, 1999, págs. 59-86. 164 La representación de lo oral y la construcción del discurso histórico... vida real de un ciudadano libre que se dedicara a ganarse la vida como campesino, artesano o pequeño comerciante. Debido a esto, debemos tener presente que existía una gran franja de población que no era alfabetizada en el arte de escribir ni en el de leer y que participaba en la construcción y recepción de la historia de manera oral. Algunos detalles de la representación de la oralidad y la escritura en la escuela (figuras 2AB y 3AB) nos dejan ver una educación dirigida a miembros de la aristocracia: indumentaria de mantos largos o decorados con una franja de color y guirnaldas; la preferencia por la lira, instrumento aristocrático por excelencia; la estilización y proporcionalidad de las figuras nos recuerdan el ideal corporal del héroe y armonizan con el apolíneo ordenamiento de los personajes y las escenas. Las imágenes también recrean una educación-tipo que se institucionalizó con la aparición de la escuela. Heródoto, como otros jóvenes aristócratas, debió entrenarse de un modo parecido en las técnicas que nos muestran las imágenes, y posiblemente los pintores de cerámica reconocidos lo hicieron también. Las pinturas de los vasos exhiben claramente las prácticas en el aprendizaje de la escritura, la lectura, el canto o la recitación de memoria, la ejecución y el acompañamiento con instrumentos musicales. En las figuras 2A y B observamos tres personas en posturas, tamaños y edades distintas que corresponden a su jerarquía y la actividad que realizan. El hombre mayor, con barba, sentado en una silla y portando un bastón es el maestro, el niño frente a él es su estudiante. Hay dos escenas en esta parte de la pintura; en la primera, el niño interpreta la lira en compañía de su maestro y la actividad parece reafirmarse con una lira que aparece colgada en medio de los dos. La siguiente escena parece una práctica de lectura o recitación en voz alta que el estudiante realiza siguiendo un texto que su maestro sostiene frente a él. Por último, el maestro cierra las escenas observando o verificando los ejercicios realizados. En la figura 2B, que es la continuación de la pintura 2A, dibujada en la parte exterior del Kylix, también hay dos escenas que finalizan con la inspección del maestro. En la primera escena hay un joven acompañando con la flauta el canto o la recitación Nelly Rodríguez Meló ¡65 que realiza el niño. Nótese que no hay textos expuestos, sino que en la pared aparecen colgados un rollo y una tablilla cerrada, esto parece indicar que el ejercicio se realiza de memoria. Igual condición parece tener la segunda escena, en la que el joven que acompaña sigue, con su estilete en mano, el texto de una tablilla que observa individualmente y que el niño, frente a él, parece recitar o cantar. Tomándolas como conjunto, las actividades descritas en el segmento 2A parecen indicar especialmente un adiestramiento hacia lo oral/musical, mientras que el grupo de acciones descri- Figura 2 A. Escenas de escuela. Figuras rojas en kylix, por Douris. 490-480 a. de C. Figura 2 B ] 66 La representación de lo oral y la construcción del discurso histórico... tas sobre el segmento 2B muestran una instrucción dirigida hacia el entrenamiento de la memoria. En el borde de ambos segmentos hay textos escritos y se distingue un nombre propio: Hipodamas. Así, la oralidad en las imágenes de escuela nos muestran una transición de lo oral a lo escrito en la que, por un lado, la escritura participa de la imagen y por otro, la escritura pasa de asegurar la permanencia de significados, a actuar en función de la oralidad. Otro elemento significativo que nos muestran las imágenes para este período es el uso de textos escritos. Esto es importante porque contribuye a argumentar la consideración de que Heródoto debió emplear fuentes escritas, a pesar de que no haga referencia directa a ellas en su Historia. Las figuras 3A y B son ejemplos simpáticos del uso de textos escritos en el aprendizaje. En ambas pinturas observamos un grupo de tres niños que parecen imitar, tal vez jugando, las actividades de la escuela. En la imagen 3A uno de ellos toma la actitud, posición y el bastón del maestro; los otros dos niños se acercan, uno llevando un rollo de manuscrito y otro, portando una tablilla para la escritura. En la continuación de la pintura (dibujo 3B), el niño que hace las veces de maestro está de pie sosteniendo en su mano una rama corta como premio de clase y los alum- Figura 3 A. nos continúan frente a él; el primero continua sujetando un rollo y el segundo sostiene el bastón del maestro. Ya sea que se tratara de textos poéticos o de escritos en los que se presentaba al estudiante modelos y prácticas, hubo textos Nelly Rodríguez Meló ¡ 67 escritos disponibles, usados y memorizados con el propósito específico de enseñar y aprender. Con todo, hemos afirmado que en la interacción de lo oral y lo escrito, la oralidad predominaba en la época de Heródoto, en estas condiciones ¿Qué tan extendido o • • • • : • . : : ::i.:í Figura 3 B. abundante pudo ser el acceso y uso de textos escritos para Heródoto? 4. Libros de historia para pocos Aunque para el siglo V a. de C. en la Grecia Antigua ya observamos una escritura adulta, es decir, que ha alcanzado una normalización en su forma, se ha realizado en el plano referencial, a través del uso cotidiano, y en el estético, a partir de la literatura; que además ha comenzado a implantarse de manera estratificada, y con ello, ideologizada14, aún no estamos hablando de una sociedad libraría. Por un lado, el costo de los materiales como el papiro, que debía importarse de Egipto, o del pergamino, elaborado con la piel de ovejas, terneros o cabras jóvenes, hace pensar que no eran accesibles a gran parte de la población, exceptuando, por supuesto a las personas con solvencia económica. En este mismo camino, no se ha comprobado un comercio extendido del libro o la existencia de bibliotecas públicas durante el siglo V a. de C15. Esto nos lleva a colegir que la elaboración y circula14 Ideologizada en la medida en que su uso entre aristócratas trae implicaciones sociales que son importantes como factor a tener presente. 15 Sobre aspectos de la transmisión textual, relacionados con la materialidad y circulación de textos escritos: L. D. Reynolds y N.G. Wilson, Copistas y filólogos. Credos, Madrid, 1986. págs. 11-34. ] 68 La representación de lo oral y la construcción del discurso histórico... ción de textos escritos era restringida y, en esta medida, implicaba dificultad en el acceso a diversos corpus de fuentes que sirvieran de insumo para elaborar o acceder a la historia escrita. De nuevo las condiciones de producción del discurso histórico conducen a concluir que los documentos escritos ocuparon un segundo lugar después de la oralidad en la elaboración de la historia. A ello se suma el interés de Heródoto en registrar y contrastar su experiencia y la de testigos directos en los temas y acontecimientos que aborda, como una fuente directa que recurre al recuerdo para hacer de la memoria individual un lugar en el que también se halla el pasado. Una disponibilidad restringida de libros como la que hemos visto tiene implicaciones también para la recepción... Si la mayoría de personas no tenían acceso a los textos escritos, ¿Para quién se escribió la Historia? El tema de la recepción es un tópico que merece atención, pues es indudable que pensar en que se escribe o compone para alguien también determina el qué y cómo se narra. 5. La recepción de la historiay la construcción del discurso histórico En la Grecia Antigua existieron poetas cuya especialización y reconocimiento social les dio la denominación de tragediógrafos, comediógrafos, o simplemente, poetas. Como se mencionó antes, elaboraban sus obras para ser representadas al público en reuniones, festividades o certámenes. También los filósofos escribieron para un público que reconocían como receptor, especialmente en el ejercicio de la enseñanza. Otros, como los médicos, geógrafos o matemáticos, fueron reconocidos como ejecutantes de una ocupación y sus textos escritos, la mayoría de veces tratados sobre dichas materias, tuvieron uso en el ejercicio de un oficio o arte. ¿Qué sucedía con los historiadores y los textos escritos de historia? Según Momigliano16, la Historia no era reconocida como una ocupación, sino como un tipo de conocimiento que se distinguía de monografías eruditas sobre aspectos del pasado, como es el caso de las arqueologías elaboradas por Hippias, por tratar un tema político, encargarse de explicar y enseñar, seguir un orden cronológico y ocuparse de importantes acontecimientos, regióle Momigliano, Op. Cit., págs. 105-121. Nelly Rodríguez Meló ¡ 69 nes o ciudades. Aunque el panorama de la historia como área de conocimiento en la antigüedad es difuso17, en general se acepta que no había una franja laboral para los historiadores, ni un mercado que adquiriera discurso histórico. Razón de más para que quienes se dedicaran a la historia fueran aristócratas, en el caso de Heródoto y de Tucídides, exiliados. Los elementos que hemos considerado hasta ahora aportan argumentos para plantear que el destino de los textos de historia posiblemente no era ser leídos por la población, sino más bien, ser escuchados. Aunque Heródoto menciona sus viajes y no se refiere a lecturas públicas, en algunos apartes de la narración pareciera como si el autor tuviera presente algún público en particular18. Los testimonios sobre lecturas realizadas por Heródoto —Luciano, Suda, Dion Crisóstomo— son tardíos y es difícil comprobarlos. Aún así, sea que hayan sido ciertos o no, hubiese sido Heródoto u otra persona quien leyera, lo que sabemos de la oralidad y la escritura nos permite sugerir que la forma de anunciar y dar a conocer un texto narrativo era la lectura en voz alta. La siguiente afirmación de Tucídides sobre su historia se refiere indirectamente a la obra de Heródoto y alude a la audición colectiva del texto histórico "(...) Para ser oída en público, la ausencia de leyendas tal vez le hará parecer poco atractiva, más me bastará con que juzguen útil mi obra cuantos deseen saber fielmente lo que ha ocurrido (.. .)" 19 . Tucídides da en un punto que también debió pensar Heródoto: la composición de la obra para un público y la persecución de un propósito: agradar o ser útil para conocer. Diversas pinturas en la cerámica griega reflejan prácticas asociadas a la lectura. Las figuras 2A, 4, 5, 6 y 7 nos permiten observar la práctica de la lectura en voz alta de escritos escolares, dramáticos y líricos. En la figura 4 se presenta a un joven sentado, con un rollo abierto, en medio de dos hombres que parecen escuchar atentamente y hacer indicaciones. De nuevo la escritura acompaña la pintura como se ha referido antes. En la figura 6 observamos tres personajes; por los rasgos faciales y corporales agrandados, las vestiduras y la tarima en la que se encuentran, podemos pensar que se trata de una imagen 18 Heródoto, Op. Cit. I, 173, pág. 233. 19 Tucidídes, Historia de la guerra del Peloponeso, I, 22 Ed. Alianza, Madrid, 1989, pág. 49. ¡ 70 La representación de lo oral y la construcción del discurso histórico... composición de la obra para un público y la persecución de un propósito: agradar o ser útil para conocer. Diversas pinturas en la cerámica griega reflejan prácticas asociadas a la lectura. Las figuras 2A, 4, 5, 6 y 7 nos permiten observar la práctica de la lectura en voz alta de escritos escolares, dramáticos y líricos. En la figura 4 se presenta a un joven sentado, con un rollo abierto, en medio de dos hombres que parecen Figura 4. Joven leyendo y oyentes. Figuras rojas en kyathos. 500-490 a. de C. Figura 5. Musas. Figuras rojas en pyxis. Cerca 430 a. de C. Nelly Rodríguez Meló ¡ 71 escuchar atentamente y hacer indicaciones. De nuevo la escritura acompaña la pintura como se ha referido antes. En la figura 6 observamos tres personajes; por los rasgos faciales y corporales agrandados, las vestiduras y la tarima en la que se encuentran, podemos pensar que se trata de una imagen en la que se presenta el ensayo de una representación teatral con el apoyo del texto escrito en las tablillas que sostienen los personajes. También es posible que la escena que se representa tuviese las tablillas como accesorios pero, en cualquier caso, la pintura nos permite evidenciar la presencia del texto escrito en interacción con la representación oral dramática. Figura 6. Granjero, escriba, mujer sentada con tableta escrita. Figuras rojas. Primera mitad s. IV a. de C. En la figura 7 (página siguiente) el centro de la imagen es una mujer sentada que parece estar leyendo un rollo manuscrito. A su alrededor, hay 3 personas que le acompañan, una con la lira, otra parece extendiendo una corona sobre su cabeza y otra simplemente observa. Alrededor se pueden observar guirnaldas colgadas y las siguientes palabras: Nikopolis, Kallis y, en el centro, Sappws. Es una pintura de la poetisa Safo, rodeada de personas para las que lee en compañía de la lira mientras es coronada. Se trata de una escena que nos muestra la práctica de la lectura en voz alta al interior de los círculos literarios. En las imágenes que acabamos de mencionar, tanto figuras masculinas como femeninas, participan en un contexto de trato y 172 La representación de lo oral y la construcción del discurso histórico... ¡ m Figura 7. conversación cuya ocasión es la vida social. Así, la difusión de lo escrito a través de la lectura en voz alta conlleva una colectivización que equivale a hacer público o publicar lo que se escribe y a originar un sistema de representaciones en cada persona que escucha lo escrito. Dada la escritura continua de los sonidos en la Grecia Antigua, existía la necesidad de comprender o reconocer individualmente el texto antes de realizar una lectura en voz alta. Diferentes palabras griegas usadas para el acto de leer nos sugieren prácticas variadas20: dierchomai: leer con máxima atención, en detalle; nemein (con sus compuestos anamenein, epinemein): leer en el sentido predominante de distribuir el contenido de la escritura, correspondería a lo que llamamos lectura en voz alta; anagignoskein: leer en cuanto reconocer letras, sílabas, palabras, entre otros. Así, el imaginario de la oralidad se realiza en la historia como la transmisión de un tipo de conocimiento que adopta la forma de un logas escrito para ser destinado a la lectura. Entretener a un público con una narración histórica implica construir un discurso que atraiga la atención del auditorio, tanto con el contenido de lo que se narra, como con la forma de narrar. Lo que esto significa es que el ámbito de recepción también con20 Véase: Fierre Chantraine, Les verbes grecs signifiant ¡iré, en Melanges Henri Grégoire, II, Bruselas, 1950, págs. 115-126, yjasper Svenbro, La Grecia arcaica y clásica. La invención de la lectura silenciosa, en Historia de la lectura en el mundo occidental, Santillana, Madrid, 2001, págs. 59-108. Nelly Rodríguez Meló 173 diciona el contenido y la estructura del discurso histórico. Así, la oralidad rodea la construcción del discurso histórico desde su producción, por las fuentes, la transmisión y el aprendizaje de formas orales de narrar, como vimos antes; pero también desde su recepción. El público, al estar habituado a percibir formas narrativas de la tradición oral y la poesía, lo que esperaba escuchar posiblemente era una historia con formas semejantes, las cuales está en condiciones de reconocer, interpretar y disfrutar. Desde la perspectiva del contenido de lo narrado, Tucídides nos da una puntada importante: la inclusión de leyendas hace más atractiva la historia que se escucha. Describir las formas de una región desconocida, contar grandes acontecimientos o guerras, podría ser interesante en el siglo V a. de C. para alguien que nunca hubiera salido al exterior. Los combates y enfrentamientos hacen parte de lo que llamaríamos "relato de acción" y el interés de muchas personas ya estaba asegurado por la épica, pues este género no solo había presentado el tema sino habría habituado una forma de oír. Entramos al campo de la forma. Entendido como una estructura compuesta de elementos que determinan la comprensión de un texto, se abre la hipótesis de la existencia de un paratexto21 oral, es decir, de un conjunto de elementos o formas que no hacen parte del contenido semántico de la narración pero que siendo estructuras o maneras accesorias de presentarla, determinan su comprensión. En caso del texto escrito moderno, por ejemplo, hablaríamos de elementos como el título, los subtítulos, la presentación, el índice o la introducción, entre otros. En la narración oral, también habrían existido, inmersos, elementos formales; éstos habrían determinado el discurso histórico Herodotiano a través de la tradición de escucha que el auditorio habría adoptado directamente de la poesía. Por ejemplo, el auditorio estaría habituado a escuchar la presentación de catálogos, como el célebre catálogo de las naves del canto II de la Ilíada; su forma sería fácil de reconocer y comprender entre el público, que además lo disfrutaría. Este entorno de recepción permitiría y motivaría a Heródoto a hacer un pequeño catálogo de las fuerzas invasoras de Jerjes u otras listas más pequeñas, como las flotas griegas22. Una 21 Véase este concepto en: Gerard Genette, Palimpsestos, la literatura en segundo grado, Madrid, Taurus, 1989 págs. 9-17. 174 La representación de lo oral y la construcción del discurso histórico... estructura que debe considerarse con especial atención es la genealogía, pues sus antecedentes no sólo provienen del mundo griego sino del antiguo oriente, región visitada por Heródoto. Otra forma un poco menos cercana es la aristeia, en la que se presenta la descripción del héroe, como hace Homero con Diomedes o Aquiles, y Heródoto con Leónidas antes de la batalla de Termopilas23. La representación dramática también está reflejada en este contexto, no sólo por la inclusión de diálogos que hace Heródoto dentro de su historia, sino por la exploración de una situación en la que se problematiza la actuación del género humano ante el poder, el amor, entre otros, y se evidencia el papel del individuo en la historia24. Además presenta una dimensión estética del discurso historiográfico que se permite experimentar el placer. Así, la oralidad, la escritura, la memoria y la historia quedan abiertas a la exploración de estructuras y relaciones que no son evidentes pero que pudieron haber regulado su uso en el colectivo. Bibliografía Fuentes primarias Aristóteles, Poética, Bosch, Barcelona, 1451. Heródoto, Historia , Ed. Credos, Madrid, 1992. Tuddídes, Historia de la guerra del Peloponeso, Ed. Alianza, Madrid, 1989. Ciclo épico. Ciclo tebano. Ciclo troyano. Ed. Credos, Madrid, 1979. José Pijoán, Summa Artis. Historia General del arte, Espasa Calpe, Madrid, 1953. http://clasicas.usal.es/didactica.htm. Última fecha de consulta: 05/11/2005 Fuentes secundarias Dekonski A., Berguer A. y otros, Historia de Greda, Grijalbo, 1996 Bowman Alan K. y Wolf Grez (Ed), Cultura escrita y poder en el Mundo Antiguo, Gedisa, Barcelona, 1999. Momigliano Arnaldo, La historiografía griega, Ed. Crítica, 1984. Cavallo Guglielmo y Chartier Robert (Dir.), Historia de la lectura en el mundo occidental, Ed. Santillana, Madrid, 2001. 22 Véase Heródoto VII 20, 61-99 y 202-206. 24 Heródoto I, 8-12. Nelly Rodríguez Meló 175 Cavallo Guglielmo y Chartier Robert (Dir.), Historia de la lectura en el mundo occidental, Ed. Santillana, Madrid, 2001. Lesky Albín, Historia de la Literatura griega, Ed. Credos, Madrid, 1985. Chantraine Fierre, Les verbes grecs signifiant lire, en Melanges Henri Grégoire, II, Bruselas, 1950. Reynolds L. D. y Wilson N.G., Copistas yfilólogos,Ed. Credos, Madrid, 1986. Waters R. H., Heródoto, el historiador, Fondo de Cultura Económica, México, 1996. VOCABULARIO ETIMOLÓGICO LATINO Blandine Descloquemant Genevoisse Liceo francés Louis Pastear de Bogotá Soy profesora de latín desde hace más de 25 años en la educación pública francesa, me intereso permanentemente en la cuestión de la adquisición del vocabulario por parte de los alumnos. Las listas de palabras que componen las lecciones de latín aparecen frecuentemente condicionadas únicamente por el aprendizaje del léxico necesario para la comprensión del texto básico de una lección. Un importante avance ha sido realizado gracias a los trabajos de lexicografía, los cuales han permitido identificar los vocablos más utilizados de la lengua latina. A partir de esos trabajos, se ha logrado establecer que el vocabulario latino fundamental esta compuesto por 1600 palabras. Ellas son las más frecuentes de la lengua latina, la cual constituye un corpas cerrado. Sin embargo, faltaba transformar los resultados de los trabajos en un sistema lógico, comprensivo y arráyente para la adquisición del vocabulario. Considero que se puede alcanzar dicho objetivo mediante la organización por familias etimológicas del vocabulario fundamental. A partir de tres obras, una más antigua: Les mots latins de J. Martin (Hachette, 1941) y dos más recientes de Georges Cauquil y Jean-Yves Guillaumin: Vocabulaire de base du latín (A.R.E.L.A.B., 1984) y Vocabulaire essentiel du latín (Hachette, 1992); realicé una sistematización etimológica. Organicé cuatro columnas de 400 vocablos latinos con su correspondiente versión francesa. Cada columna corresponde a cada uno de los cursos de enseñanza del latín en la educación secundaria francesa. Por ello, hay una graduación de los términos yendo ¡ 78 Vocabulario etimológico latino de los más frecuentes a los menos utilizados. Cada familia etimológica va acompañada de las palabras francesas derivadas del latín y utilizadas corrientemente. Con la ayuda inestimable de Ximena Rincón, estudiante de Filología Clásica de la Universidad Nacional de Colombia, realicé una versión castellana con el propósito que ella pueda ser utilizada en los países de lengua castellana, lengua latina hermana del francés. Gracias a las Jornadas Filológicas podemos, por primera vez, hacer público este vocabulario etimológico. Dux, dú-cis, m.: 1°class.:guide, celui qui conduit ¡es voyageurs; berger, celui qui conduit le troupeau; general, celui qui conduit l'armée; 2° tard. DUC, á la fois magistrature militaire et titre de noblesse; la R. a les formes düc, düc représentant une diphtongue deuc, et, avec élarg. part t, duct; cpr.: en all. =zog dans her=zog (d'abord conduteurd'armée, puis duc), zieh=en (tirer), er =zieh=en (é-lever); en angl. tug (remorqueur), tow (remorquer), touch (toucher); R. düc. re-dux pour red-dux, -duc-is, qui revient, qui est de retour; é-duc-áre, élever un enfant: n.p. cfr. avec é-dücere, tirer hors de; de la educatió, onis, f. ÉDUCATION; R. düc. düc-o, -is, -duxi, düctum, dücere: proprement tirer á soi; parsuite, CONDUIRE 1 ; avec un attribut juger, estimen aliquem v i rum ducere, teñir quelqu'un puor un homme de valeur; parvi ducere, estimer peu; de la: ab-dücere, emmener; con-dücere, propement emmener ensamble, par suite engager, louer d'abord des hommes, puls des maisons, d'oú conductió, ónis, f. location, ef conductor, óris m. locataire; in-dücere: pr. conduire dans; puis mettre sur, ENDUIRE; fíg. trompar, «mettre dedans», INDUIRE en erreur; sé-dücere; pr. tirer á part; fíg. détouner, SÉDUIRE; R. duc-t. duc-tus, -üs, m. fait de mener, d'oú aquae-duc-tus, üs, m. AQUEDUC; duct-ilis, e, qu'on peut conduire, tirer; qui est malléable, DUCTILE. 1. Du composé con-dücere. Fragmento correspondiente a la familia de Dux-ducis : m. del libro Les mots latins de J. Martin (Hachette, 1941). Blandine Descloquemant d. o 03 E 03 c 2 o. E sI a> 03 •o o X3 (0 c 0) 179 COI <aj TO o l "x cu CO CO 3 O o _ o, x X o 03 03 X X Z3 CTJ .O M •o .= •Ó -Ó _L a: J2 O O (J ra cu r ^ o O CO OJ o o CO o o CM o Ü O o o O o o •fj- « 9" S Oí C to (O =» => US 1C3 Q. OTO TO O O LO CM O OO w TO O *Q_ O C O Ü co S v 3 9" o .9.=- m O m CU tT3 O, oo r-- en co o ro co D3 TO co O) 03 C3) "T •«— CO r-N O — ÍT O < •en =3 aj c o O) lo 3 w co *- t CM T - .9 OÍ „ CM CO ce o < > ° o o < a: t= UJ Oí § ü < <o ° E 2 LO T - o E t03. | o o -a "o o 03 ro O- co co OO Ó. CN ( D CO CTJ CM O TjCO o o CM o D_ 2 "°. LO o o OO D, S 8 ? v .9" "ol o -S03 O ¡c ^ O- 3 =1 O O CO CN CO co co CSJ O Q O O o a: "o. "o < CM CM LU o < t O LO CM "<íO N CSI 0 5 CO CO OO i CO CM 1T) co o o CO CM CO X 03 03 D_ O J •<— O í CO i CM s S. OJ TO O CO CO X 03 O N CO LO CM - 3 " CNI CO -<d- ^r co o o OO ~ w O -o co o 13 en ro o O to E „ -s g. gO <-¿ <t -2 ro u .9x cu 3 o o o ~ o. ro co ZI ro o </) LU O < l „o l o )o o í c= OJ TO en TO o o o o Vocabulario etimológico latino 180 03 •o to ._ JO 03 > placer vantes donner 03 O- w c tü co "O c o J¡3 ü "to 03 •o X Z3 lO (O 03 d. o 1 ¡g S 4 X g -o co 03 1| ce . = ó X - • * x 03 -o * 03 03 .9 ]ro c o *co X TO .a « ™ C¿ O ° "ti J2 Ó "O O) L O CO O o o TO "O 03 T3 LO t*~- -^O 03 co .o E -g o o CN| 3 O .9 O ^ ó TO ca 42 co h- Eu *2Í TD "O "¥ T CM CO CO CO CM OO CM CO _ ro m ™£= -8 « o "E rt 2 ^ 03 "D O .2 ° O 03 ÍO O -OTO ro (O o .9 co O 8 o >°y 8 TJ- CO m s CM i - o o co -^ CO o -a 2 a. " * • LO <x> c o - t - •*- CM LO c o -^3- c - CM 03 O o E O o -o 03 to 1^O CO O CM CN a. (D CD r*~ LO CM OO 9, CO o o o o CO Oí Q 9 < a> CM OO -o o_ 3 CD ^ OJ ro tO CO f .2 CO IC3 E B .a -M B 03 S =5 TO E TO x 03 -x 92 03 . 9 2 D_ •§ to CM L O CM CO CM f - CD CO CN N CM v - O O CM o 2: CM CN CM 03 O Q o CO co LO LJ <C -o 03 LO N LO CM CO o CN CD c o -^t- o !-§ Q < o E 3 o -o o -s O -o O -o O o 03 o. o o § o i o |'8 03 •o r-rCD o O Z3 •o n ce E a) -¿ x i <C TO 03 . b : i— m N CM *-? j a o x •= z¡ o co rl- X 3 "O Oí ' " co lO O o I D CO co (O CO r^^r CO o o o g> CU 03 £2 g| ais tO O Blandine Descloquemant ¡81 ro (A C 01 -03 O £ 5- c/> B| 'cz _0J -03 O £ cL .92, "ro d. o i 1 a| ce .E >03 X JO JO 03 J= OJ 03 X 03 OJ 03 X X 3 ra .o T3 (A .£ "tí ce JS ra JD o o CO • i C3 ro 03 -c; co N co o B •2 o 9 '* cz O O jó JO 5 = ó ró JO JO LO o _L co co co co ren o .9 CM CN 0 0 CO o o CM < -2 •§ o .9 i " -2 .y 03 "O TT 2 -™ J= CO O o CM Q CO o CZ» ^f o O JO S 3 CL t o O 03 O o S ' c CZ O u co O 03 ^ .2 ~ m "O iz 03 o . to =3 ~ JO =3 CO co co CO ^ r oí CO "OJ oo ^ 0 CO CD CO CM T - LO CO CM CM CO CO CO CM i - o o o JO O O. ü LO co T - CN CM LO CD CN CM CO M CM CM T — CN Oí N T - CD O CM o 03 JO Oí to > •o ro O LU Q |ü 03 CD Q. oí v- > -JS 1 CO O O X JO -3 3 Q3 ^ Q E x "R fi S 3 <t ro 03 03 . 9 o . to Z3 JO ro JO < O O S .9 . r— O CO O O CO CO CO Oí o í o LU - o 03 Oí O CO LO CM o 03 JO 03 -o O 03 JO ro JO Ü ^ < .9 o CM CO CO CD LO co O O 03 03 JO - o ro ro CO 92 E o o O 03 x OJ CZ § -¿ ••=. .Ei CM CO LO CD LO (O CO CO CO h^ "^t CO O 03 O 03 o 03 £ T - LO N Ü > X Q < O 03 Ü ro o j§ a | s Vocabulario etimológico latino 182 c .<y 03 JO ro *S> •"tul ro c 1 0> .92 w 1 OJI 03 'o cu C tu 03 CO CZ 03 £D_ O > U( CU OH 03 Q. O s 1 ce .E X Z3 CO Ü DI ,0 ~Q3 E OJ CZ Z3 i OJ ZJ r-- r- CO oí cz* CM ,0 03 03 j= c o (A •o .E °* ts ce J2 cz> C cu 3 ¿ =5 h- OO o 0 • Oí 3 CJ Zl CN CD hOí ü tó to rz 03 "E "E 9 ° < 3 3 o i¡ l l < .9 ro O- T3 CD Oí oo r- O ZJ O g, > -o > .2 tr O E E to CZ 3 XI o E -Q CO >s o N CD CO O O) i— CO LO LO CO T~ x- s C/l CD cz> CM £ i i i Si 9i l i CD cz» CO < co r-~ t - "<*• LO CM CM o 3 O O "O 0) ¡z OO T— T ' í O CO CN CM i - i— s T - il § i OO T - CN CD CO CO CD CD r-- T - 1 3 Q cu -o (Ti n) ez> co o o o B en CZ Z3 Z3 O) Z3 o O Z) Z3 ^ 'ÍZ o o o o -^ -^ E 1 M E I S CO Ü "O O Q. £D_ — ca ' 'cz o 1 i 03 O E E LO CO co OO OO co LO í « < J W Dá «5 S •S a 1 CD OO Oí 1—1 a a -o tu CU ¡3 C ja o Tf TJ C O a CU s; en (1) l* 3 J l « u O ^O O u CD) CD> X ro .9 rz O o O a to CZ 03 E en -i U • • rt Blandine Descloquemant 183 DUX, DUCIS, M: PASTOR, JEFE, GENERAL Radical duc-: c o n d u c i r (cf. Al. - z o g en herzog: guía del ejército, después duque, ziehen: jalar, erziehen: elevar. Ingl. tug: remolcador, tow: remolcar, touch: tocar) 1-400 400-800 800-1200 1200-1600 dux, ducis, m: guia, pastor, jefe, general (duc-s) cf, duque duco,is,ere,duxi,ductum: (jalar hacia sí mismo) conducir (con atributo) Juzgar, considerar de-duco, is, ere, duxi, ductum; hacer bajar, llevar de un lugar a otro (cf. deducir) ad-duco, is, ere, duxi, ductum: llevar en dirección de, conducir hasta (cf. aducción) e-duco, is, ere, duxi, ductum: hacer salir (cf. educación) per-duco, is, ere, duxi, ductum: conducir a un destino, hacer llegar a, re-duco, is, ere, duxi, ductum: regresar algo, reducir in-duco, is, ere, duxi, ductum: conducir en, poner sobre, cubrir, engañar, hundir, inducir pro-duco,is,ere,d uxi.ductum: conducir hacia adelante, producir Palabras de la misma familia: seducir, acueducto, dúctil Vocabulario etimológico latino 184 FERO, FERS, FERRÉ, TULI, LATUM; PORTAR Radicales fer-/ for-: portar (cf, al.: gebáren: dar a luz, Geburt: nacimiento, Bahre: camilla, Bürde: bulto; ingl.: birth: nacimiento, born: nacer, barrow: carretilla, burden: bulto) 1-400 400-800 800-1200 fero, fers, ferré, tuli, latum: portar, producir, soportar, reportar, llevar, robar re-fero, fers, ferré, tuli, latum: reportar af-fero, fers, ferré, attuli, allatum: aportar. au tero, fers, ferré, tuli, latum: (de abs-fero): llevar consigo. con-fero, fers, ferré, tuli, collatum: portar junto, reunir, comparar, conferir. de fero.fers.terre, tuli, latum: portar de arriba a abajo, deferir. of-fero,fers,ferre,obtuli.oblatum: portar adelante, presentar, ofrecer. in-fero,fers,terre, tuli, illatum: portar adentro, atacar. ef-fero, fers, ferré, extuli, elatum: portar afuera, llevarse, elevar, exaltar. dif-fero, fers, ferré, distuli, dilatum: reportar más tarde, diferir, ser diferente de per-fero, fers, ferré, tuli, latum: portar hasta el final, suportar hasta el fin 1200-1600 Blandine Descloquemant 1-400 185 400-800 800-1200 1200-1600 prae-fero, fers, ferré, tuli, latum: portar adelante, presentar, preferir pro-fero, fers, ferré, tuli, latum: portar adelante, presentar, exponer, editar (-> proferir injurias) trans-fero, fers, ferré, tuli, latum: portar de un lugar a otro, transferir for-funa, ae, f: buena o mala fortuna forte: por casualidad for-tasse: por casualidad re-fert: (ablativo de res): mea refert por mea re fert: (se lleva con mis cosas), es de mi interés. palabras de la misma familia: lucifer, fortuito, fértil, furúnculo, oprobio. Esquemas correspondientes a las familias de Dux-ducis: m. y fero, fers, ferré, tuli, latum organizadas en cuatro columnas teniendo en cuenta las frecuencias. Vocabulario etimológico latino 186 SENTIDO DE LOS PRINCIPALES ELEMENTOS DE ORIGEN LATINO SENS DES PRINC1PAUX ÉLÉMENTS VENANT DU LATÍN MOTS FRANCAIS duc, aqueduc, ductile réduire, produire, induire, enduire, séduire, déduire adduction, éducation SENS LATÍN berger, general dux, ducis, m conduire duco, is, ere, duxi, ductum SENTIDO PALABRAS EN ESPAÑOL pastor, jefe, general duque, acueducto, dúctil conducir reducir, producir, inducir, deducir, aducción, educación Cuadro explicatorio para la educación bilingüe (Francés-Español). LA OTRA HISTORIA DE LOS GRIEGOS: ENTRE LA SALUD Y LA ENFERMEDAD "La inteligencia crece mientras haya salud, es una preocupación por la cual la gente de buen sentido se dedica, pero cuando el cuerpo esta mal, la inteligencia no tiene el deseo de preocuparse por las cosas más sensatas, pues la enfermedad que ataca de una forma indiscriminada, oscurece y aflige el alma, arrastrando al sufrimiento la razón"' Darío Campos Rodríguez Universidad Nacional de Colombia La salud de la gente ocupa un lugar relevante en el complejo sistema social de los pueblos. Esta no es solamente un patrimonio personal del ser humano como individuo, sino también riqueza social; es uno de los índices y elementos que demuestran el nivel de bienestar social, económico, político y cultural alcanzados por una población en un espacio y tiempo histórico determinado. A partir del anterior supuesto, en el presente artículo veremos el estado de la salud de los griegos en la antigüedad durante los siglos V-IV a. de C , tiempo en el cual, ésta comunidad sobresalió dentro del contexto de las demás poblaciones contemporáneas por sus diferentes alcances en materia de reflexión filosófica y por la coexistencia, bajo un mismo territorio, de diferentes regímenes políticos como la democracia, la tiranía y la diarquía oligárquica. Nos acercamos a este aspecto por cuanto es poco frecuente que en el medio general se presente a la civilización griega antigua como una sociedad en la cual los grandes pensadores y 1 Hipp., Cartas, Decretos y Discursos, 23. ¡ 88 La otra historia de los griegos: entre la salud y la enfermedad gente del común se enfermaban. Esta imagen ha sido reforzada por el halo de divinidad y perfección que la posteridad académica eurocentrista se encargó de construir. Resulta significativo, además, conocer sus interpretaciones entorno a la causa de salud y de la enfermedad a través una fuente primordial como es el Corpus Hippocraticum2. Con el desarrollo de la democracia ateniense y su respectiva influencia en otras polis, la apreciación de la salud de la sociedad fue adquiriendo gran significado y valor moral. Creció el interés hacia el ser humano como objetivo multilateral de conocimiento en todos los niveles, en particular en el estudio de su naturaleza (cpúfjig)y la causa (ama) de la aparición en ella de enfermedades. Éste último fenómeno se analizó a partir de la influencia que ejercen en su salud las condiciones naturales y geográficas del lugar en el que se habita, la forma de vida y las leyes (vóuoi) de la polis; de igual manera la cantidad y calidad del alimento, las condiciones de trabajo y de vida, el temperamento y las relaciones entre la gente: su 'ética'. El ser humano de la sociedades antiguas, como el heleno, sentía una gran y estrecha correlación con la naturaleza, por ello sometía su vida a su ritmo (pu0uóg) y a sus cambios, en especial a los climatológicos. Por ello, los conocedores del arte de curar (iccxpóc) de aquella época, antes de empezar la curación de un enfermo, indagaban sobre las condiciones geográficas de la polis o de la aldea en la cual éste vivía, y tenían presente el relieve del lugar y los cambios climatológicos o estaciones del territorio3. Esta es, precisamente, la piedra angular de la concepción hipocrática y del rastreo que realizaremos usando datos geográficos y meteorológicos, para identificar dónde y qué clase de enfermedades padecieron los helenos. Primero, identificaremos las características físicas de las regiones y las condiciones de vida para asociarlas La edición que se ha tomado como fuente es: Gippokrat. Izbrannye knigi. Per. c Drev.Grech. V.I. Rudneva. Mockva, Medgiz 1936; Gippokrat. Sochinenia. Vol. 1-2. Moskva, Leningrad, 1941-1944. La incidencia de las teoría de los hipocráticos se hizo presente en la ciencia europea a lo largo de su historia, sin embargo, la teoría de la influencia del medio geográfico en el ser humano fue retomada por el eminente geógrafo Friedrich Ratzel (1844-1904) en su Geografía Humana, desarrollada en el libro: Geografía dell'uomo: (antropogeografía), Milano, Torino, Roma, Fratelli Bocea, 1914. Darío Campos Rodríguez ¡ 89 con los entornos descritos por los hipocráticos y ubicar, de esta forma, las poblaciones y sus enfermedades. Luego, nos acercaremos a la incidencia de estas condiciones en la estructura política y social de sus principales polis: Atenas y Esparta. Como sabemos, los helenos de la Grecia antigua se difundieron y ubicaron a lo largo de un extenso territorio al sur de la península balcánica y en el litoral occidental de Asia Menor incluyendo las islas del Mar Egeo. Además, asimilaron otros territorios situados en la parte septentrional del Mar Negro y en la península Itálica. El núcleo de la civilización, por lo general, se ubica en la región de los Balcanes, territorio en el cual centraremos el análisis. Entre valles y montañas, entre humores y enfermedades crecieron los griegos Por tradición, el territorio de los Balcanes ha sido dividido en tres regiones geográficas definidas: el norte, atravesado por la cadena montañosa del Pindó que dibuja un relieve bastante accidentado y que abarcaba, entre otros, a Tesalia y Epiro; el centro, que desde el norte partía de los golfos Malia y Pegaseo hasta los golfos Sarónico y Corinto en el sur; y el sur, compuesto por la península del Peloponeso. Cada una de las regiones geográficas señaladas poseía aguas, suelos y condiciones de humedad que las hacía particulares y que influían en las formas de vida, en la salud y en el temperamento de sus gentes, y por ende, también en su regímenes políticos. Si comenzamos nuestro camino por el norte de Grecia, orientados por el clima cálido, inevitablemente nos dirigiremos en primer lugar al nororiente donde se extiende la región de Tesalia. Allí, en los contornos del río Peneo, se encontró uno de los valles más importantes de Grecia: el valle de Tesalia. En la desembocadura del río Peneo estaba el valle de Tempe, que gracias a la generosidad de sus aguas, ofrecía tierras fértiles que facilitaban el cultivo de granos a gran escala. Al norte de este valle se encontraban montañas como el Olimpo, que evitaban la penetración de los vientos fríos y, en cambio, permitían recibir vientos calidos del sur4. Siguiendo la descripción de los hipocráticos, po4 Hipp., Sobre vientos, aguas y lugares, 3. ¡90 La otra historia de los griegos: entre la salud y la enfermedad demos inferir que la generosidad de este territorio en aguas y vientos cálidos hizo que su gente en invierno contuviera más humedad en la cabeza produciéndoles gran cantidad de flema5 que al descender al estómago los enfermaba impidiéndoles comer y beber adecuadamente, por ello su aspecto era débil. Las mujeres de estos lugares se enfermaron, además de lo señalado, de hemorragias6 que les ocasionaban infertilidad y abortos espontáneos7. Los niños sufrían de asma y epilepsia8. En primavera y verano, tiempo en el cual prevalecía la sangre, la gente padecía de disentería y diarreas, y en consecuencia, también de hemorroides. Por lo general, las personas a los cincuenta años corrían el riesgo de sufrir de parálisis debido a que en esa edad podrían presentarse episodios altos de flujo de flema al cerebro y su reacción a los rayos de sol producía dicha incapacidad9. Al parecer, las enfermedades mencionadas fueron recurrentes en aquellos lugares donde se formaban valles, como el que se extendía en inmediaciones del río Eurotas, en Laconia; en los pequeños valles formados en las llanuras del Ática y Beocia entre los montes Parnaso y Citerón, y entre el Pentelikon y el Himeto. También en aquellas regiones donde llovía con frecuencia y el terreno era poco escarpado como en Epiro. Así, el alto flujo de flema y su predominio sobre los demás humores 10 hacía que los habitantes de esta región fueran flemáticos11. 5 Hipp., Sobre la naturaleza del hombre, 7. Como veremos a lo largo de éste artículo, la fisiología hipocrática se basaba en la teoría de los humores, en la cual, el predominio de sustancias como la flema, sangre, bilis negra y bilis amarilla determinaba la naturaleza de los individuos. 6 Hipp., Epidemias, III. Ver el caso de la enferma 12 de la ciudad de Larisa. Ver también: Epidemias V, 13-21, donde se presentan varias historias clínicas de la misma ciudad. 7 En Hipp., Epidemias, V, 11, se registra un caso de dificultad para concebir y dar a luz. Se trata de la esposa de un hombre llamado Georgia, en Tesalia, en la ciudad de Larisa, aunque no se sabe si ella era natural de esta región o procedía de otra. 8 Hipp., Sobre la enfermedad sagrada, 4. 9 Hipp., Sobre ¡os vientos, aguas y lugares, 3. 10 Hipp., Sobre la enfermedad sagrada, 4. 11 Personas lentas, apáticas y frías. La teoría sobre los temperamentos no fue exactamente elaborada y formulada por los hipocráticos, empero, ellos dieron la premisa fundamental para su ulterior desarrollo. Cabe anotar que las enfermedades se presentaban según el predominio de uno de los humores contenidos en el cuerpo humano (sangre, flema, bilis Darío Campos Rodríguez 191 Ahora bien, si damos una mirada al noroccidente de Grecia y encaminamos nuestro análisis hacia esa dirección, observamos que las polis diseminadas en la zona no tenían la misma protección que brindaban las montañas al nororiente y por ello los vientos fríos del norte eran más frecuentes. A su vez, existía una menor incidencia de los vientos cálidos del sur, como sucedía en las partes altas de las cordilleras por donde se extendía Epiro. Allí, las heladas y tempestades de nieve eran frecuentes, y las aguas eran duras (por su alto contenido en carbonatos y alcalinidad) y frías. En esas condiciones naturales, siguiendo a los hipocráticos, la gente era fuerte pero delgada; en su organismo predominaba la bilis negra sobre la flema, por ello no fue frecuente la epilepsia, pero cuando se presentaba lo hacía de manera muy intensa. Las personas se enfermaban de pleuresía, neumonía, rinitis, abscesos y fiebres12. Como era característico en ellos consumir aguas duras, sus estómagos igualmente se endurecían, entre otras razones porque les gustaba comer mucho, en especial carnes —pues era una región apta para la ganadería—, y beber poco. Como consecuencia de ello, eran frecuentes las hemorroides. Debido al consumo del tipo de aguas señaladas, las mujeres padecían de fuertes cólicos menstruales y su flujo era escaso13, lo que explica que algunas hubieran sido estériles, mientras que aquellas que lograban embarazarse, tuvieran dificultades en sus partos. Al dar a luz, la incidencia de las aguas que bebían se reflejaba en que no podían alimentar a sus hijos con leche materna, pues el agua que consumían la echaba a perder. Otras afecciones comunes en los habitantes de la región eran las enfermedades visuales y las hemorragias nasales en los menores de 30 años. A pesar de las difíciles condiciones geográfiamarilla y bilis negra) debido a la incidencia de la estación climatológica respectiva. En virtud a la influencia constante de la geografía sobre los habitantes, cuando un clima tendía a prevalecer, un humor podría tener cierto predominio en medio de los cambios climatológicos y el ciclo de los humores. A partir de lo anterior, se conjetura el temperamento de las personas de la región con base en: Sheldon W.H., Las variedades de¡ temperamento: psicología de las diferencias constitucionales, Buenos Aires, Paidos, 1972. 12 Hipp., Sobre ¡a dieta en enfermedades agudas, 2. 13 Para provocar la menstruación, eri casos severos de su ausencia, generalmente trataban a la mujer con mirra. Ver: Hipp., Sobre la naturaleza de la mujer I, 74. ] 92 La otra historia de los griegos: entre la salud y la enfermedad cas y enfermedades, la gente de Epiro se caracterizaba por su longevidad14 y por el predominio de la bilis negra en su naturaleza, por ello presumimos que eran melancólicos15. El paso del norte de Grecia al centro y sur oriente podemos hacerlo a través del istmo de Termopilas (llamado así por los pozos que expulsaban azufre caliente) ubicado entre el mar y el monte Oita. Las tierras que componían este espacio contaban con un relieve accidentado debido a que existían grandes montes que se elevan en la región: el Parnaso, el Pentélico, el Himeto, el Delphi y el Citerón. Los vientos cálidos del sur y los fríos del norte se encontraban indistintamente y en cualquier dirección16. Para los hipocráticos estas condiciones naturales favorecían la exposición a enfermedades. No obstante, los pobladores que vivían en los pequeños valles, donde soplaban los vientos de oriente, cálidos y húmedos gracias al mar, eran más saludables. En éstos el humor predominante sería la sangre, en consecuencia, podríamos decir que eran sanguíneos, es decir, de temperamento muy variable debido a que llevaban un estilo de vida más relajado17. Sin embargo, los hipocráticos registraron entre los atenienses casos de lepra y cólera18. Un fenómeno similar observamos en el Peloponeso debido a las elevaciones de las cadenas montañosas de Hermionsa y Quillene, de Arcadia, y el Taigete y Parnón, al sur. En ambas regiones brotaron ríos pequeños , algunos de ellos, al secarse, formaban pantanos como el Cecifo e Iliso en Atenas; otros ríos, como el Pamisos o Alfeo en el Peloponeso, al desbordarse, formaban lagu14 Hipp., Sobre vientos, aguas y lugares, 4. 15 Para acercarse aun más al estudio de la melancolía es recomendable la lectura de Klibansky R., Panofsky E., Saxl F., Saturno y la melancolía: estudio de historia de la filosofía de la naturaleza, la religión y e¡ arte, Madrid, Alianza Ed., 1991. Igualmente puede consultarse un pequeño trabajo, interesante, de los siglos XVI-XVII, de Burton Robert, Anatomía de la melancolía, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1947. 16 La atención que los griegos de la antigüedad le otorgaron a los vientos (ver: Hipp., Sobre los vientos 3; Sobre ¡a dieta, II, 37-38.) y su influencia en el cuerpo humano fue muy importante. El cambio de dirección en los vientos, por insignificante que pareciera, influía notablemente en la persona. Un cambio en la fuerza del viento, es todavía capaz de provocarnos la sensación de tranquilidad o debilidad, salud o vigor. 17 Tucídides, Historia de ¡a Guerra de¡ Pehponeso II, 39, 2. 18 Hipp., Epidemias, V, 9,10. Darío Campos Rodríguez 193 ñas y pantanos. Debido a la presencia indistinta de los vientos y a la irregularidad de las lluvias, las aguas no eran cristalinas, además, en las mañanas la niebla se mezclaba con el agua quitándole la claridad que alcanzaba solo cuando el sol estaba en su cénit. En estos territorios las mañanas de verano eran frías y durante las tardes el sol casi cocinaba a la gente19. Así, el aire en el Peloponeso era más seco, por tanto, en su gente dominaba la bilis amarilla, lo cual nos lleva a afirmar que eran coléricos. Esto posiblemente incidió en su desarrollo cultural, valorado como menos fecundo en comparación con los alcances de los atenienses20, pero los hizo impulsivos y fuertes guerreros. Siguiendo a los hipocráticos en su descripción de las personas que usaban aguas no saludables y vivían en contextos naturales como los descritos, el aspecto de muchas personas de allí debió ser pálido y débil; con frecuencia se les inflamaba el bazo, sufriendo de esplenitis y de adelgazamiento. Los hombres por lo general padecían várices y ulceraciones desde la rodilla hasta el pie, y a los niños les aparecían hernias. No es extraño, entonces, que la gente del Peloponeso tuviera la necesidad del ejercicio y se entrenaran en la gimnasia y las prácticas militares desde la infancia con un penoso adiestramiento21 y, en consecuencia, hubieran iniciado allí los Juegos Olímpicos. Habiendo recorrido la Grecia continental, nos queda dirigirnos hacia las islas diseminadas en el mar Egeo y al litoral del Asia Menor, donde también se encontraban varias polis de la Grecia Antigua. Parece que esta región, según los hipocráticos, era un lugar ideal, pues los diferentes vientos se encontraban con moderación, el frío y el calor eran proporcionales y las aguas eran cristalinas gracias a que los rayos de sol las purificaban desde tempranas horas del día. Las aguas allí olían bien, eran blandas y agradables al gusto, por ello la gente irradiaba frescura y sus mujeres parían sin dificultad; eran ciudades de buenas y permanentes condiciones naturales. En éste ambiente, la población se enfermaba menos, los humores se mantenían en equilibrio y, si alguna enfermedad atacaba, su efecto era muy débil22. Estas características se hicieron extensivas a las ciudades de Asia, donde, se19 20 21 22 Hipp., Sobre vientos, aguas y lugares, 6. Claiborne R., Climate, Man and History, New York, 1970, pág. 323-324. Tucídides, Op.Cit., II, 39, 4. Hipp., Sobre vientos, aguas y lugares, 5. ¡ 94 La otra historia de los griegos: entre la salud y la enfermedad gún los hipocráticos, la gente era más bella y más saludable gracias a su beneficiosa condición geográfica23. Como pudimos apreciar, el medio geográfico en el cual se desenvolvieron los griegos de la antigüedad, influyó notablemente en la aparición recurrente de algunas enfermedades, dependiendo, por supuesto, del humor que tendiera a prevalecer. Sin embargo, esa misma recurrencia también estuvo sujeta a los cambios climatológicos propios del continente y del mediterráneo, donde aún hoy la naturaleza vive estaciones. Así, en cada una de ellas, fuera invierno, primavera, verano u otoño, los griegos de la antigüedad también padecieron diferentes enfermedades, pues, a pesar de que un humor prevaleciera sobre los demás, por la topografía, con el cambio de estaciones, estos humores asimilaban las características del clima y de la naturaleza de la estación del año correspondiente, ocasionando que el humor dominante generara desequilibrio24 y por tanto la aparición de enfermedades propias de la estación25. En invierno, el humor que prevalecía era la flema26, por tanto, las enfermedades que aparecían a lo largo de esta estación estaban relacionadas con la excesiva producción de flema que ocasionaba inflamaciones por la acumulación excesiva de líquidos fríos. Las enfermedades más recurrentes fueron: pleuritis, neumonía, pulmonía, hidropesía, tisis y parálisis. No obstante al sentido mortífero del frío en la vida humana, si éste se presentaba periódicamente y moderado, le daba fuerza al organismo y favorecía la capacidad de trabajo. Por otra parte, si el frío era continuo, dificultaba la circulación de los fluidos en el organismo ocasionando enfermedades27. Cuando el invierno menguaba su fuerza debido al inicio del calentamiento primaveral y al paulatino paso hacia el verano con sus lluvias, la flema iba cediendo su influjo a la sangre, por ello el cuerpo de la gente se sentía más caliente y su piel se tornaba rojiza28. Las enfermedades más comunes eran la disentería, las fie23 24 25 26 27 28 Ibid., 12. Hipp., Sobre la naturaleza del hombre, 4, 8. Ibid. 10; Sobre los Humores, 15. Hipp., Sobre ¡a naturaleza del hombre, 7. Cabanis Fierre J.G., Rapports du physique et du moral de l'homme, París, J.B. Bailliere, 1844, p. 24-27 Hipp., Sobre ¡a naturaleza de¡ hombre, 7. Darío Campos Rodríguez 195 bres, las hemorragias nasales, el dolor de garganta, erisipela, aftas en la boca, inflamaciones en el genital, diarreas, anorexia y carbunco (ántrax) entre otras. La más mortífera era la tisis (tuberculosis pulmonar). Los antiguos griegos comenzaban a padecerla en invierno, pero era en primavera cuando más se agudizaba ocasionando la muerte a muchas personas29. El mejor tiempo del año, decían los griegos, era el verano30, tiempo de prevalencia de la bilis amarilla. En esta estación, las fiebres se agudizaban, se incrementaban las enfermedades gastrointestinales y las diarreas, además de presentarse inflamaciones de la piel y disneas, entre otras. Pero si el verano se consideraba la mejor estación y de menos enfermedades, la peor era el otoño, pues era cuando prevalecía la bilis negra y aparecían las enfermedades más agudas y peligrosas31. Se recrudecían todas las enfermedades como las fiebres, la tisis, los catarros, resfriados y la tos; se padecía muy fuerte de escalofríos y temblores, de anorexia, disenterías y diarreas. La enfermedad más recurrente en esta estación fue la epilepsia. Los antiguos griegos padecían varias de las enfermedades señaladas de acuerdo al influjo del entorno geográfico y meteorológico, pero además, intervenía el humor que sobre su respectivo cuerpo prevaleciera. Así, los melancólicos y sanguíneos en primavera padecían fiebres y disenterías, los biliosos sufrían diarreas, entre otras32. La enfermedad, como la salud, entra por la boca: la fuerza del alimento Otro elemento fundamental, identificado como causa de enfermedad entre la población de la antigua Grecia, fue el alimento, entre éste se encontraban aguas, vegetales, hortalizas, frutas, granos y carnes. Quienes consumían las aguas pesadas y espesas de los pantanos o los estanques, como sucedía en Maratón o Eleusis, en el Ática, y otras poblaciones, en el Peloponeso, se enfermaban de esplenitis, estreñimiento, hidropesía, fiebres, disentería y pul29 30 31 32 Hipp., Epidemias, III, 3, 13. Hipp., Epidemias, III, 15. Hipp., Epidemias, II, 4. Hipp., Epidemias, III, 14. 196 La otra historia de los griegos: entre la salud y la enfermedad monía; la gente de estas regiones era delgada y debía comer y beber mucho. Un fenómeno similar se presentó en aquellas polis donde el suelo era pedregoso y arcilloso, como en Atenas, en donde, además de las dolencias señaladas, algunos de sus habitantes padecieron de manía. Por otro lado, en aquellas regiones en las que el suelo contenía metales, como el hierro en Laconia, el cobre en Eubea o la plata en Laurio, las aguas eran pesadas y calientes, y por lo general, enfermaban a los griegos de los ríñones con cálculos y dificultades relacionadas con la micción. Enfermedades similares fueron ocasionadas por el consumo de aguas de nieve y de mar, que eran malas, pesadas, espesas e imposibles de digerir. No obstante al efecto nocivo para la salud de las aguas señaladas, en algunas ocasiones se aconsejaba su uso para curar. Por ejemplo, a aquellas personas que padecían de enfermedades de la piel, posiblemente lepra, se les sugería sumergirse en las aguas del río Anigro, caracterizado por su mal olor, y luego orarle a las ninfas Anígridas33. Igual sucedía con las aguas del mar34, empleadas, por ejemplo, para evitar la gangrena, o las aguas provenientes de tierras que contenían metales, pues se consideraban útiles para curar heridas externas35. Las aguas aptas para el consumo eran aquellas que nacían en las montañas cubiertas de bosques, como las de los ríos Aqueloo, Eurotas, Pamisos y Alfeo en el Peloponeso36; Cecifo e Iliso en Atenas, además del Peneo en Tesalia. Estas aguas eran las ideales para irrigar las tierras y mezclarlas con el mosto para hacer el vino. Unas propiedades similares le hallaron los griegos a las aguas de lluvia, como las de Epiro, que también eran claras, suaves y dulces37. Aquellas tierras que fueron regadas con buenas aguas producían cebada, trigo, garbanzo, arveja, avena, habas, pepinos, ajos, cebollas, rábanos, cardamomo, mostaza, lechugas, repollo, anís, ruda, albahaca, moras, peras manzanas, membrillos, uvas y granadas, entre otros alimentos38. Cada alimento adquiría sus 33 34 35 36 Pausanias, Descripción de Grecia, V, 5, 11. Hipp., Sobre el uso de los ¡íquidos, 3. Ibid. 1. Eran tan limpias sus aguas, que se prohibía a las mujeres cruzarlo, en particular, "(...) en los días prohibidos para ellas". Pausanias, V, 7,1-2. 37 Hipp., Vientos, aguas y lugares, 7-9. 38 Hipp., Sobre la dieta, II, 40-56. Darío Campos Rodríguez 197 cualidades y potencia (5úvauig) interna del medio geográfico, es decir que también influían las aguas, los vientos y los suelos; por esta razón, debían consumirse en dependencia de la estación del año que estuviera en curso39. Estos alimentos podrían enfermar, curar o simplemente mantener sana a la persona dependiendo de las cualidades de cada uno de ellos: secos, húmedos, calientes, fríos, fuertes o débiles; y, al igual que la geografía, podrían influir en el pensamiento y en la naturaleza física de las inclinaciones, los impulsos y los motivos naturales del ser humano 40 . La cebada, por ejemplo, se consideraba fría, húmeda y seca, si se consumía limpia, alimentaba menos y producía expulsiones intestinales, si se ingería sin limpiar era más alimenticia. Por ello, si se padecía de estreñimiento se debía consumir limpia, si se tenía diarrea, era mejor sin limpiar. Los pepinos41 y los ajos se recomendaban para los problemas de micción, pues se les consideraba diuréticos —aunque los ajos limpiaban el cuerpo afectaban la visión, que a su vez se fortalecía comiendo cebolla—, estos eran ingredientes típicos de la comida de los soldados42. El rábano se consumía cuando la flema prevalecía, pues se le atribuían propiedades expectorantes —aunque su raíz producía eructos—, mientras que el anís detenía la estornudadera. El jugo de la manzana, así como su olor, se aconsejaba para detener el vómito, mientras que el jugo de las uvas o el vino dulce (dependiendo de los niveles de mezcla con agua), se utilizaba en la curación de heridas lentas de cicatrizar; si era agrio (vinagre) se empleaba para desinfectar las heridas43, si era blanco, para calentar el cuerpo y adelgazar o como laxante. Con relación a las carnes, los antiguos griegos las comían de toro, cerdo (era la más barata, según Aristófanes44. Con ella los 39 Cuando afluye el agua se debe mantener una dieta caliente, cuando afluye el fuego una de agua; la dieta debe ir cambiando poco a poco en cada estación del año. Ver: Hipp., Sobre la dieta, I, 32. 40 Canbanis P., Op. Cit., pág. 119. 41 Para un estudio cuantitativo del uso de los vegetales en el Corpus Hippocraticum, se pude consultar: Dasautels J. et Girard M. Ch. Les vegétaux dans le Corpus Hipocratique, En; Actes du IV Colioque Internacional Hipocratique. (Lausanne, 21-26 sep. 1981) Geneve, 1983. p. 190-191 y ss. 42 Aristófanes, La paz, 529, 1127-1129. 43 Hipp., Sobre e¡ uso de los líquidos, 5; Sobre la dieta, II, 52. 44 Aristófanes, Op. Cit., 374. 198 La otra historia de los griegos: entre la salud y la enfermedad peloponesios preparaban su caldo negro y lo bebían después de bañarse en el Eurotas45), cabra, perro, burro y caballo, al igual que de aves y pescados46. La carne de toro, como todas las demás, se preparaba hervida, asada, freída47 y era difícil de digerir, endurecía el estómago y provocaba estreñimiento. La carne de perro era la indicada contra enfermedades flemáticas como la tos, las fiebres y los temblores porque se consideraba que era caliente, seca y daba fuerza48. La ciudad, por la cual ando, me inspira y enferma El consumo de cierto tipo aguas, de algunos alimentos y la ubicación geográfica de las polis, como hemos visto, eran fuente de enfermedades y también proporcionaban curación. Un rol similar apreciamos cuando nos internamos en el medio urbano y apreciamos la influencia de la ciudad sobre la salud de los griegos de la antigüedad. En Atenas, por ejemplo, cuando llegaba el invierno o los tiempos de lluvias, el agua se estancaba y las calles se llenaban de barro49; cuando llegaba el verano con el sol, proliferaban los insectos (chinches)50 y los malos olores (Se sabe de un barrio llamado el Pantano, cerca del río Iliso; suponemos que su gente debió ser muy enferma, en especial de cólera, debido al tipo de aguas circundantes). Las casas se construían dejando las puertas hacia el costado sur, de tal manera que en invierno los rayos solares y los vientos cálidos entraban, mientras que en el verano, el sol pasaba por encima de los tejados y permitía la sombra51. Las casas no tenían sanitarios, para realizar necesidades52, los griegos usaban bacinillas cuyo contenido expulsaban a las calles en las mañanas. Si había un inspector de cañerías y basuras, era porque los atenienses construían las tuberías con evacuación hacia las calles desde lo alto, importunando a los peatones y generando 45 46 47 48 49 50 51 52 Plutarco, Licurgo, 12, 12-14. Hipp., Sobre la dieta, II, 46-51. Hipp., Sobre las afecciones, 49. Hipp., Sobre la dieta, II, 46. Aristófanes, Las Avispas, 219, 248-257. Aristófanes, Las nubes, 12-14. Jenofonte, Memorables, 3,8,9. Aristófanes, Las Avispas, 935. Darío Campos Rodríguez 199 desaseo, lo mismo con las basuras que tiraban cerca de las murallas o los difuntos que no recogían de las calles53. Aunque la infraestructura y desorden de la ciudad podía generar varias enfermedades, en el siglo V a. de C. los arquitectos de la época se esmeraron para que sus obras armonizaran con la naturaleza humana54. No debe extrañarnos que el Partenón, los Propileos y la Acrópolis propiciaran una intensidad psicoemocional en la gente de modo que hayan sentido alegría, sensación de grandeza y deseos de vivir en una polis bella, aún en medio de las condiciones de la salud señaladas. Pese a las construcciones suntuosas, la vida en el campo fue apreciada e idealizada entre la gente por ofrecer ambientes más sanos que los de la ciudad y acceso a fuentes naturales deseables, como era el acceso al agua cristalina. La Academia, por ejemplo, se ubicó cerca al Cecifo y junto a ella habían gimnasios y balnearios55. Estos últimos fueron muy importantes en la higiene y salud de los atenienses y griegos en general, ya que, por aseo personal y recomendación medica, acudían a este tipo de baños con frecuencia. Dentro de la vida ciudadana, particularmente entre sectores enriquecidos que percibían el trabajo como una deshonra56, el exceso de alimentos y la inactividad llevaban al sobrepeso, que por lo general, se asociaba a diferentes enfermedades. Esta era una razón por la cual se exhortaba a este sector de la población a practicar la gimnasia57 y esforzarse por alcanzar los cánones estéticos, para hombres y mujeres, que los artistas reflejaban en sus obras. La practica de la gimnasia y el deporte junto con una dieta indicada reestablecería y mantendría en equilibrio los humores, por tanto, propendería a la belleza, que en la antigua Grecia, se pensaba, surgía "(...) cuando los elementos físicos armonizan uno con el otro en el cuerpo perfecto vivo del hombre; dependiendo cómo los elementos físicos se organicen en éste, surge el fenómeno de la belleza"58. A los otros miembros de comunidad, que te53 54 55 56 Aristóteles, Constitución de los atenienses, 50. Hipp., Sobre la dieta, I, 17. Aristófanes, Las nubes. 991,1002-1008, 1045-1055. Aristóteles,Política, III, 4, 13-14 (1277b-1278a); Platón, Gorgías, 512 a-c; Plutarco, Licurgo, 24, 2-3. 57 Hipp., Sobre la dieta, II, 61; III, 69-70. 58 Losev A.F. ¡storia antichnoy estetiky: Rannia Klassika. Moskva, 1963. P.77 200 La otra historia de los griegos: entre la salud y la enfermedad nían que trabajar, como a los marineros o mineros, se les recomendaba seguir dietas específicas según la profesión59. Mujeres y esclavos: a falta de ciudadanía, cuidado a su salud A pesar que las mujeres no eran consideradas ciudadanas, se enfermaban igual que los hombres, pero con particularidades propias de su organismo y relacionadas con el embarazo, los partos, la lactancia y el aparato reproductor en su conjunto. Podría incluso afirmar, de acuerdo al número de composiciones escritas por los hipocráticos sobre las mujeres, que el cuidado del estado de salud de ellas prevaleció sobre el de los hombres. Dentro de las enfermedades más frecuentes estuvo la dismenorrea causada por hidropesía, ésta se trataba empleando diversas recetas que provocaban la menstruación, entre ellas, el zumo de la mandragora mezclado con pepino silvestre y disuelto en leche materna 60 . También se mencionan varias enfermedades como asma, lumbago, el mal olor vaginal, enfermedades causadas por el desprendimiento de la matriz, y su respectivo tratamiento 61 . Con relación a los embarazos, algunos hipocráticos consideraban a las mujeres mentirosas e ignorantes 62 . No obstante, otros autores en la colección les dedicaron algunos consejos para realzar la belleza, prevenir las arrugas y la caída del cabello63 empleando vegetales. En torno al cuidado de la salud de los esclavos y esclavas, es muy poco lo que el Corpus Hippocraticum nos deja saber, excepto algunas menciones aisladas en los libros de Epidemias. Se registró el caso de una esclava recién comprada que sufría de estreñimiento, tenía inflamado y constreñido el estómago, respiraba bien, aunque estaba pálida. No menstruaba hacia siete años y se enfermó de disentería. Después de siete días evacuó el vientre de manera abundante y se recuperó, a los pocos días menstruo y recobró sus colores64. 59 60 61 62 63 64 Hipp., Sobre la dieta, III, 68. Hipp., Sobre las enfermedades de la mujer, I, 74. Hipp., Sobre la naturaleza de ¡a mujer, 60-87. Hipp., Sobre el feto de siete meses, 3-4. Hipp., Sobre las enfermedades de ¡a mujer, II, 79-80 (188-189). Hipp., Epidemias, IV, 32-38; V, 35. Darío Campos Rodríguez 201 Aunque el filósofo Platón expone en uno de sus textos que los médicos profesionales no curaban a los esclavos porque quien se encargaba de hacerlo era uno más de ellos, por lo general, un esclavo era quien servía de ayudante al médico. Según Platón, el esclavo asistente del médico, por la ausencia de conocimientos exactos, improvisaba las curaciones, pues aparte de observar las técnicas del médico, no sabía nada más. Su condición práctica no sólo provocó el rechazo de Platón, sino que le sirvió a éste último para dividir a los conocedores del arte de curar en dos categorías: el esclavo conocedor de la técnica de curar que observaba y practicaba; y el medico-filósofo (hipocrático), quien a través de la palabra convencía o persuadía al enfermo de la necesidad de la curación y lo curaba64. Cabe anotar que, según el Corpus, los hipocráticos no dividían a sus enfermos en ricos o pobres y que los tratamientos esta': .: < ; dirigidos a todos los sectores sociales; con la distinción de que de acuerdo al trabajo y recursos del enfermo, los conocedores del arte de curar aconsejaban diversas dietas, ya fuera con fines profilácticos o preventivos65. Así, mientras los filósofos dividieron a la población en esclavos o libres66 por naturaleza, los hipocráticos percibieron al ser humano como un todo integrado a la naturaleza, igual orgánicamente a otros seres humanos, indiferente de si :r.i aviente, esclavo o libre, pues todos se enfermaban de manera similar de • bido a que su naturaleza era la misma; es decir, no había tipo un organismo de esclavos distinto al tipo de organismo del individuo libre. Lo anterior, como vemos, contradijo varios enunciados de Aristóteles, en particular, aquél en el que el filósofo afirmaba que esclavos o libres lo eran en tanto la naturaleza lo quisiera67 y por ello "(...) puede existir una ciencia del amo y otra del esclavo"68. La aplicación del arte de curar fue general y para todos, y no hubo una ciencia referida para unos y otra para otros. Si existió alguna diferencia, además de las sociales69, fue la mediada por las 64 Platón, Leyes, IV, 720 a-e; IX, 867 c-d. Al respecto, también, puede consultarse el trabajo de Lain Entralgo P., La curación por ¡apalabra en la antigüedad clásica, Barcelona, Anthropos del hombre, 1987. 65 Hipp., Sobre la dieta. III, 68-69. 66 Aristóteles, Poiítica, I, 3, 1-4; 4, 1-6 (1253b-1254a). 67 Ibid. 5, 10-11 (1254b). 68 Ibid. 7, 2-3 (1255b). 202 La otra historia de los griegos: entre la salud y la enfermedad enfermedades asociadas a la actividad laboral de cada clase social y su respectivo habitat. La inteligencia geográfica contra la geografía complaciente La percepción de lo humano segmentado, desde la perspectiva filosófica, y la diferenciación de la enfermedad de acuerdo al medio geográfico, desde el punto de vista hipocrático, no sólo fueron enfoques al interior de la cultura griega sino que también fueron formas de interpretar a otras comunidades, tanto vecinas como distantes. Las poblaciones de Asia, por ejemplo, en un comienzo fueron interpretadas como pueblos magnánimos en su pasado, cuyos habitantes vivían en un medio geográfico de tierras fértiles, con aguas abundantes y saludables, y un clima moderado, tan ideal, que incluso los hacia bellos70. Luego de las guerras médicas, éstas comunidades perdieron ese halo de pasado glorioso a los ojos de los griegos y fueron percibidas como las sociedades indicadas para servirles de esclavos71; sus habitantes eran vistos como sujetos que padecían innumerables enfermedades y pestes, que por cierto, los griegos ya no sufrían gracias a la sabiduría de ios conocedores del arte de curar. La victoria de los griegos sobre los persas y la obtención de un gran botín72 consolidaron las relaciones económicas entre las polis y fortalecieron la supremacía de Atenas73. La guerra misma y su resultado hicieron que surgieran nuevos criterios hacia la vida, la salud, la economía y la cultura en general. Esta victoria incrementó en Atenas y en sus polis "aliadas" el sentimiento de supremacía sobre los persas y demás estados asiáticos, considerando sus normas morales y costumbres como las únicas verdaderas, correctas y amables, mientras que las normas sociales, la 69 Aunque este factor tampoco fue óbice para tratar la enfermedad de las personas por igual, ya que se le recomendaba al hipocrático no comportarse inhumanamente con el enfermo y que no sefijaranen si tenían medios económicos o no. Pues, privilegiar el dinero sobre la curación y la salud lo consideraron una deshonra y nocivo para el enfermo. Ver: Hipp. Precepto 6; Sobre la decencia, 2, 5. 70 Hipp., Sobre vientos, aguas y lugares, 12. 71 Aristóteles, Politica, VII, 7, 2 (1327b). 72 Heródoto, Historia, IX, 80. 73 Tucídides, I, 89. Darío Campos Rodríguez 203 higiene e incluso, las conversaciones de los asiáticos, se calificaban de irracionales e inútiles74. El desprecio de algunas polis griegas hacia los asiáticos, no obstante a la admiración de su naturaleza, al ideal de salud75 y al deseo de sus recursos, se fortaleció aun más al tacharlos de lánguidos y cobardes debido a que su medio natural era escaso de alteraciones climáticas (era una persistente primavera), aunque también se le atribuían estos defectos a las leyes76 y normas sociales en general, y a sus hábitos en inmutable sumisión al déspota. Al contrario, en Europa constantemente estaban sometidos a los cambios bruscos de clima haciéndolos más inteligentes y valientes que los asiáticos, pero más salvajes en sus costumbres y moralidad, más hábiles tanto en el arte como en la guerra, además de autónomos y libres77. Es interesante observar, que mientras el ideal de la buena salud se realizaba en aquellos medios naturales en los que los humores se hallaban en equilibrio gracias al encuentro proporcional de los vientos y a la existencia de aguas claras y gustosas, es decir, en espacios geográficos que coincidían con \-.r, condiciones de los asiáticos, el régimen político de éstos no era considerado el mejor debido a que era dirigido por déspotas, es decir, por el poder de una sola persona78. En cambio, los atenienses, pese a la escasez de agua y tierras fértiles, y al frío y calor que abatían a la po blación, instauraron un régimen con nociones de igualdad, es decir, isonomía79 y democracia80. Por el lado de Esparta, las condiciones naturales eran algo similares al Ática, aunque menos hostiles por sus valles fértiles y ríos; pero a diferencia de Atenas, no 75 No obstante al episodio de la dislocación del pie que padeció Darío. Ver Heródoto, III, 129. 76 Las leyes, los hábitos, las costumbres y la moral, según los hipocráticos, eran el reflejo de la naturaleza. Las leyes reflejan la naturaleza del país que a su vez lo hacen en su estructura política: "la ley somete así misma el todo" Hipp., Sobre ¡a generación y Sobre la naturaleza del niño, 1; Sobre los vientos, aguas y lugares, 16. 77 Ibid.16-24. 78 Esta apreciación provenía de los griegos demócratas. Sobre este aspecto resulta útil el aporte de Cambiano G., Patología e metáfora politica. Alcmeone, Platone, Corpus Hippocraticum: Elenchos, en: Rivista distudi sul pensiero íntico, III, 1982, págs. 219-236. 79 Heródoto, III ,80, 6. 80 Tucídides, II, 37, 1. 204 La otra historia de los griegos: entre la salud y la enfermedad ciones naturales eran algo similares al Ática, aunque menos hostiles por sus valles fértiles y ríos; pero a diferencia de Atenas, no constituyeron una democracia, sino una oligarquía organizada socialmente con criterios igualitarios82 sin que esto correspondiera a un equilibrio entre los humores y, en consecuencia, a que sus habitantes hubieran gozado de una buena salud. De lo anterior podría deducirse, entonces, que no hubo una correspondencia directa entre el medio geográfico y los regímenes políticos de manera análoga a la relación que la teoría hipocrática establece una relación entre el medio natural y la salud o la enfermedad. La presencia e influencia de la teoría hipocrática sobre la concepción del régimen político y la organización de la sociedad debe entenderse entonces como una forma ideal de equilibrio natural que encontró diferentes realizaciones en el pensamiento griego antiguo. Como una extensión del ideal hipocrático, la igualdad fue un ideal que no se realizó de manera permanente y perfeccionada dentro del régimen político de Atenas y Esparta. Entre múltiples razones y tensiones sociales, económicas y políticas que no abordaremos ahora, porque las concepciones de los regímenes políticos de la antigua Grecia dejaron de lado un elemento primordial del pensamiento hipocrático: aceptar a todos los miembros de la sociedad en términos de igualdad. Desde la perspectiva de Aristóteles, ninguno de los dos regímenes políticos (oligarquía o democracia) sería el mejor individualmente, sino que la mezcla83 entre ambos podría llegar a tener el tipo de relaciones sociales deseables para que se diera el gobierno de los mejores —que serían unos pocos, los aristos—, balanceando, a través de la participación civil y política con limitaciones, el desequilibrio social o el descontento de las mayorías -demos-. Como ese ideal aristotélico se materializó 22 siglos después, las dos polis que nos ocupan propendieron al dominio de un régimen sobre el otro. Así, al principio de la primavera84, cuando iniciaba la supremacía de la bilis amarilla, los coléricos espartanos, por temor a que los sanguíneos85 atenienses se hicieran más poderosos, atacaron "(...) Platea de Beocia, que era aliada de 82 83 84 85 Jenofonte, La República de los Lacedemonios, X, 8; V, 3; VI, 5. Aristóteles, Política, IV, 12, 6 (1297a); V, 7, 5 (1307a ). Tucídides, II, 2. La cursiva es nuestra. Darío Campos Rodríguez 205 los atenienses"86 dando inicio a "(...) la mayor conmoción que haya afectado a los griegos (...)" 87 y con ello, a la máxima manifestación de desequilibrio de los humores, por su individualización, y en consecuencia de enfermedades88: la sociedad griega se enfermó de guerra. Una de las manifestaciones más fuertes de ese desequilibrio fue la peste89 que sobrevino a los atenienses; era tan virulenta, que todos "(...) se dieron al menosprecio tanto de lo divino como de lo humano"90, los "cuerpos de moribundos yacían unos sobre otros, y personas medio muertas se arrastraban por las calles...movidos por su deseo de agua", ya fuera para beber o para lanzase a los pozos de agua fría. Ese verano fue muy caliente, la enfermedad provocaba enrojecimientos, vómitos de bilis y la aparición de numerosas ampollas por todo el cuerpo: "La naturaleza de esta enfermedad fue tal que escapa sin duda a cualquier descripción (...)". Superada la peste y tras el tercer septenio de los 21 años de guerra, las crisis91 que vivió la sociedad griega, tanto en su salud como en su política, se transformaron en otras afecciones por nuevos desequilibrios al imponerse un solo humor en toda la Grecia Antigua: la monarquía macedónica. 86 87 88 89 Tucídides, II, 2. Tucídides, I, 1, 2. Sobre la medicina antigua, 14-18. Ibid. II, 48-55. Posiblemente tifo exantemático o viruela o leptospirosis (ver: Holladay A.J., Poole J.C.F., Thucydides and the plague: a further footnote, en: The Classicai Quarterly, Vol. 34, No. 2,1984, págs. 483-485). 90 Aunque los médicos de la época trataron a sus pacientes contra las epidemias, especialmente contra la erisipela (ver. Hipp., Epidemias, I-VII), la señalada por Tucídides no aparece referenciada en el Corpus Hippocraticum pues era una "enfermedad que los médicos trataban por primera vez." II 47 4. La cursiva es nuestra. 91 Por crisis, los hipocráticos entendían aquél proceso de la enfermedad, que en el momento de su máxima intensidad de afección y al desenvolverse, podía llevar al enfermo hacia la curación o agravamiento de su dolencia, a su fin. El número de días necesarios para que la enfermedad se solucionara, ya fuera para la vida o para la muerte, eran 7. Ver: Hipp., Sobre las crisis. Sobre los días críticos. Sobre ios Carnes, Sobre las Hebdómadas. 206 La otra historia de los griegos: entre la salud y la enfermedad Bibliografía Fuentes primarias Gippokrat. Izbrannye knigi. Per. c Drev.Grech. V.I. Rudneva. Mockva, Medgiz 1936; Gippokrat. Sochinenia. Vol. 1-2. Moskva, Leningrad, 1941-1944. Aristófanes. Los Avispas, Las nubes. La paz. Aristóteles. Constitución de los atenienses, Política. Heródoto, Historia. Jenofonte, Memorables, La República de los Lacedemonios. Pausanias, Descripción de Grecia. Platón, Leyes, Gorgías. Plutarco, Licurgo. Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso. A excepción de los tratados hipocráticos, todas las fuentes primarias fueron consultadas en la versión de la editorial Credos. Fuentes secundarias Burton Robert, Anatomía de la melancolía, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1947. Cabanis Fierre J.G., Rapports du physique et du moral de l'homme, París, J.B. Bailliere, 1844. Cambiano G. "Patología e metáfora politica. Alcmeone, Platone, Corpus Hippocraticum: Elenchos", en Rívista di studi sul pensiero ántico, III, 1982. Claiborne R., Climate, Man and History, New York, 1970. Dasautels J. et Girard M. Ch., "Les vegétaux dans le Corpus Hipocratique", en: Actes du IV Colloque Internacional Hipocratique. (Lausanne, 21-26 sep. 1981) Geneve, 1983. Dover K.J., Greek popular morality in the time of Plato and Aristotle, Oxford, 1974. Holladay A.J., Poole J.C.F., "Thucydides and the plague: a further footnote", en: The Classical Quarterly, vol. 34, No. 2, 1984. Klibansky R., Panofsky E., Saxl F., Saturno y la melancolía: estudio de historia de lafilosofíade la naturaleza, la religión y el arte. Madrid, Alianza Ed. 1991. Lain Entralgo P., La curación por ¡apalabra en la antigüedad clásica, Barcelona, Anthropos del hombre, 1987. Losev A.F., ¡storia antichnoy estetiky: Rannia Klassika, Moskva, 1963. Ratzel Friedrich, Geografía dell'uomo: (antropogeografia). Milano, Torino, Roma, Fratelli Bocea, 1914. Sheldon W.H., Las variedades del temperamento: psicología de las diferencias constitucionales, Buenos Aires, Paidos, 1972. SIGNIFICADOS DEL ESPACIO EN LA COMEDIA DE ARISTÓFANES Claudia N. Fernández Universidad Nacional de La Plata, Argentina Sin duda puede leerse un texto dramático clásico como si se tratase de una novela dialogada, vale decir, ignorando su carácter performativo primordial, su índole de vehículo para la puesta en escena; pero sólo se ajusta a las condiciones de producción y recepción del texto aquel análisis que repare en su carácter tridimensional básico. Pensemos que la obra estaba destinada a un espectador que conocía el código de las representaciones de su tiempo y sobre su complejo sistema de significantes, visuales y verbales, desentrañaba su significado. Como bien ha observado D. Wiles (1987: 141): "Unaperformance no es una manera de extraer el significado de una obra, sino una manera de hacer que la obra signifique"1. Recordemos también que un autor de teatro en la Grecia Antigua muy probablemente preveía una única representación de su pieza y entonces quedaba fuera de su especulación la existencia de un público lector postrero. Es por ello que desde esta perspectiva metodológica, la de entender el texto dramático como un metatexto de la performance (cf. De Marinis 1993), hemos enfocado el fenómeno de la espacialidad en la comedia aristofánica, intentando dar un muestreo general de las problemáticas más recurrentes al respecto, concentrando empero nuestra ejemplificación en la última comedia conservada del autor, Platos, una de las menos frecuentadas por los especialistas, pero que no obstante, a nuestro entender, da muestras del talento del comediógrafo y justifica su merecida superviven1 Todas las traducciones son nuestras. 208 Significados del espacio en la comedia de Aristófanes cia. El gran desafío sigue siendo integrar estas cuestiones de la espacialidad a un análisis integral de los sentidos de una obra, superando la mera descripción o las taxonomías vanas. Permítasenos entonces comenzar señalando lo más obvio, que es el carácter esencialmente espacial de toda representación teatral, espacialidad que puede abordarse desde dos perspectivas que se complementan y condicionan mutuamente. Por un lado la arquitectura del edificio del teatro con su escenario —codificado por los hábitos escénicos de una época o lugar—, y el espacio dramático que construye la propia pieza teatral, a través de la escenografía particular, el diálogo, el movimiento y los gestos de los actores. Ambos aspectos resultan indispensables para reconstruir la puesta en escena, aunque sólo sea virtual, inscripta en un texto dramático. En lo que respecta al teatro griego antiguo, y atendiendo al considerable número de publicaciones que se han ocupado de recrear el aspecto físico del teatro de Dioniso, podría aducirse que el primero de estos aspectos ha recibido una especial atención. A pesar de la escéptica conclusión a la que arriba Dearden (1976: vii): "Ni dos personas acuerdan en la forma que tenía el teatro ateniense del s. V", hay ciertos consensos mínimos sobre la disposición espacial del teatro de Dioniso, situado en la ladera sur de la Acrópolis, sede de las competiciones teatrales; por este motivo no ahondaremos sobre un tema sabido por todos. Hay aspectos, sin embargo, que todavía hoy siguen siendo problemáticos y sobre los que se hace necesario tomar posición en un análisis performativo como el que proponemos. Por ejemplo, sigue siendo una cuestión debatida la tesis de Russo (1994) que adjudica al famoso teatro de Dioniso la competición de las Grandes Dionisias y supone la realización de las Leneas en un recinto en el área del agora, donde un teatro se improvisaba para la ocasión. La tesis de Russo se monta en la observación de que ciertas diferencias compositivas de las comedias obedecerían a un fuerte condicionamiento sobre la creación dramática ejercida por las posibilidades o limitaciones de cada uno de los teatros. El teatro de Dioniso habría estado preparado para el gran espectáculo, con artefactos como la mechane a disposición de los dramaturgos, lo que posibilitaba un mayor despliegue escénico. Lamentablemente no hay fuentes arqueológicas o textuales seguras para sostener esta hipótesis. Claudia N. Fernández 209 La comedia aristofánica, sin embargo, aporta lo suyo a la discusión, aunque estrictamente no algo relativo al espacio físico, sino a la disímil conformación de la audiencia en uno y otro caso. Por Acarnienses (504-5)2 sabemos de la ausencia de extranjeros entre el público de las Leneas, instancia que habría permitido a los autores de teatro ahondar sobre temas locales y 'sutilezas' (McLeish 1980: 27). En los últimos años se ha concentrado especialmente la atención en el estrecho vínculo del espacio teatral con otros espacios también institucionales de la polis democrática, como las cortes y la Asamblea, entre otros. Las semejanzas espaciales encuentran su plena justificación en las no pocas similitudes que presentan estas prácticas cívicas. Godhill (1999) lo pone de relieve: todas ellas se desarrollan en el marco de una competición (agón), que implica un 'combate' por el status público y la victoria en temas particulares. Cobra relevancia, entonces, la autopresentación (física e intelectual) frente a una audiencia, en la que se requiere un elaborado protocolo y una discusión autoconsciente. Para un griego, formar parte de una audiencia era un acto político fundamental. Sentarse como evaluador, espectador o juez, era participar como sujeto político. Este carácter performativo esencial de la cultura griega se evidencia en la preponderancia del espectáculo como marco de sus prácticas cívicas. Teatro y Asamblea eran espacios remarcadamente congruentes, al punto que la Asamblea podía reunirse en el teatro de Dioniso en ciertas ocasiones. Precisamente Acarnienses se vale de este juego de semejanzas, cuando el protagonista, Diceópolis, en el comienzo de la pieza, espera la llegada de los ciudadanos para dar cabida a la deliberación. En esta escena Aristófanes integra al receptor empírico del espectáculo teatral a la representación cómica como público de la Asamblea ficticia. En uno y otro caso, teatro y Asamblea, el hablante estaba compelido a tomar en consideración las opiniones y las actitudes de su público para ganar simpatía y votos. Hay quienes han explicado la forma circular que finalmente alcanza el teatro —hasta entrado el s. V. la forma originaria de la orchestra, como la del theatron, era rectilínea3— en atención a la constitución democrática de la "Pues estamos solos y es el concurso de las Leneas / y no hay extranjeros presentes" Aristófanes, Acarnienses w. 504-5. 2¡0 Significados del espacio en la comedia de Aristófanes polis, que favorecía la participación de todos (Fischer Lichte 1992). Y es ciertamente el espacio teatral un espacio para la discusión comunitaria de cuestiones cívicas. Claro que la cercanía de la Acrópolis y los recintos sagrados que rodean al teatro siguen explicándose en virtud de la función religiosa del mismo. Efectivamente, las competencias teatrales formaban parte de un ritual religioso, no menos político que social y las relaciones espaciales no hacen sino dar cuenta de este fenómeno. Todos sabemos que la fachada que representaba la skene, de cara a los espectadores y detrás de la orchestra, construía la existencia de un espacio cerrado, formante visual que favorece la instalación de una sintaxis espacial de oposición, cuyo funcionamiento, según ha señalado Padel (1990), era semejante al de otros espacios, psicológicos y culturales. Estas relaciones espaciales fueron especialmente estudiadas en vinculación con la tragedia, donde lo 'no visto' puede identificarse con las emociones internas, con lo oculto, en tanto 'el afuera' convoca espacios sociales. Arnott (1989) destaca la connotación sospechosa que tenía ei interior para los griegos: lo que no podía verse era potencialmente peligroso. Redfield (1993: 187), por su parte, observa que el drama griego pone en evidencia la necesidad que los atenienses tenían de proteger al público de la intrusión de lo doméstico en la realidad. Podría conjeturarse también que, como el teatro griego era una construcción al aire libre, este hecho determinaba el desarrollo de la intriga, que también se desarrollaba en un espacio abierto. Sin embargo esto tiene, en primera instancia, una explicación social: los griegos vivían la mayor parte del tiempo al aire libre. Los encuentros, casuales y públicos, la Asamblea, los tribunales, los negocios y las ceremonias religiosas se desarrollaban a la luz del día (Arnott 1989). La escena reflejaba, entonces, una costumbre profundamente arraigada en el pueblo. Ahora bien, la relación de oposición que señalamos entre el interior y el exterior representados en la escena griega funcionaba de manera diversa en uno y otro género, comedia y tragedia. 3 El ejemplo más antiguo de teatro circular, con cavea semicircular en piedra, data del 415 (cf. Longo 1989). El teatro en su conjunto (skene, orchestra y cavea) formaba un espacio sagrado, donde la comunidad se reunía para celebrar a Dioniso. El círculo central era el espacio privilegiado del coro, cuya presencia dominaba el aspecto visual de la performance. Esta unidad desaparece para la época de Menandro (cf. Slater 1987). Claudia N. Fernández 2¡¡ Mientras en la tragedia el interior de la skene parece ejercer una fuerza de tipo centrípeta, en la comedia se pierde el sentido intimista de la tragedia a favor de un movimiento de tipo centrífugo, expansionista. Los héroes cómicos salen de sus hogares (Lysístrata); están de viaje (Ranas, Platos o Aves); invaden espacios alejados e incluso ajenos, como el ámbito de los dioses, en Paz; la región de las pájaros, en Aves; el mundo subterráneo, en Ranas. Las relaciones espaciales de importancia no se dirigen hacia el interior del personaje, sino del personaje hacia sus pares, lo que pone de relieve la índole social de la comedia. Dado que el alcance y el rango de la acción cómica es más expansivo, es factible suponer que los requerimientos escénicos fueran, entonces, más complejos. El género cómico demandaba casi siempre una localización múltiple. Sin embargo, esta necesidad es del todo aparente, porque "lo que las palabras pueden crear, las palabras pueden destruir" (Arnott 1989: 140). Postular el uso múltiple de un mismo elemento escénico amplía las posibilidades de su funcionamiento. La resemantización de la skene puede tener inclusive un valor humorístico. Así lo creen, por ejemplo, quienes sostienen la presencia de una única puerta en la escena cómica (cf. Dover 1972: 21ss.). En la comedia el argumento dicta el decorado y la escena constantemente se recrea a sí misma y se adapta a las necesidades de la acción. Es el actor el que define y "delimita con su mímica corpórea y fónica, el perímetro del espectáculo" (Lanza 1989: 180). Sin duda es en Acarnienses, la primera comedia conservada, donde esta multiplicidad se ilustra con mayor alcance: no bien comenzada la pieza, como hemos ya señalado, el espacio teatral representa la Pnyx, sede de la Asamblea; luego el escenario se vuelve la campiña hacia donde se dirige el protagonista una vez concluida la paz privada con los lacedemonios; unos versos más adelante la escena representará la casa de Eurípides, donde Diceópolis requiere la vestimenta de Télefo para enfrentar a los acarnienses; más adelante se transforma en la casa de Lámaco, el bélico adversario del protagonista; para terminar refiriendo la casa del propio Diceópolis. Y todo esto sin contar los momentos en que el espacio está completamente indeterminado. La definición de cada uno de estos lugares está siempre confinada al movimiento del protagonista y del coro, a sus gestos y sus palabras. 2 ¡2 Significados del espacio en la comedia de Aristófanes La extrema libertad de la comedia para desplazarse hacia lugares alejados y/o fantásticos encuentra su correlato en el también libre manejo del tiempo. En tanto la tragedia obedece a la lógica del desarrollo del tiempo cronológico, inclusive acotado a un lapso no superior a las veinticuatro horas, la comedia, en cambio, aparenta haberse liberado de las constricciones de las leyes del tiempo 'real', por lo que su acción inmediata sucede muchas veces en un lapso temporal inespecífico. Pensemos, si no, en el alejamiento de Lámaco y Diceópolis, nuevamente en Acarnienses (1142, 1190 y 1198), hacia la guerra y al banquete, respectivamente, cuyo regreso es casi simultáneo. El público puede tener la impresión de que la acción no dura más que algunas horas, pero no es éste un dato sobre el cual el diálogo ofrezca una información certera y cuidadosa. Recientemente Silk (2000) vinculó el carácter discontinuo e irreal del tiempo de la comedia con la estética propia del género que recrea un mundo ficcional ajeno, según su criterio, a una relación estable con la Atenas contemporánea. La categoría bajtiniana del cronotopo, neologismo que da cuenta de esa "conexión esencial de relaciones temporales y espaciales asimiladas en la literatura" (Bajtín 1991: 237), resulta especialmente útil para hacer hincapié en cómo los elementos del tiempo se revelan en el espacio y el espacio también es entendido y medido a través del tiempo. Tiempo y espacio cómicos, fluidos, incoherentes, indeterminados, se oponen a la coherencia del universo trágico. A decir verdad esta movilidad característica del espacio cómico no es siempre tan radical y a veces se produce un solo cambio de lugar en la escena, como puede pensarse que sucede en Nubes, donde la acción se traslada de la casa de Estrepsíades al Pensadero socrático, o en Paz, donde Trigeo se desplaza hasta la mansión de Zeus y regresa luego a la tierra. En Lisístrata la acción nos transporta desde el lugar donde las mujeres han sido convocadas por la heroína hasta las puertas de la Acrópolis, espacio masculino del que las mujeres se han apropiado. Diríamos, repitiendo a D. Lanza (2000), que el espacio se expande o reduce siguiendo el desarrollo de la historia, y los personajes y los objetos se presentan mágicamente cuando tienen necesidad de hacerlo. Por ello este autor entiende que el Marchen (cuento fantástico, cuento de hadas) proveería un modelo para comprender mejor Claudia N. Fernández 213 este entrelazamiento de espacios y ritmos que gobiernan la mayor parte de las comedias de Aristófanes (Lanza 2000: 139). Los desplazamientos, como es fácil de ver, hacen del viaje un componente esencial. La pieza puede comenzar antes del viaje, como sucede en Paz, durante él, como en Ranas y Lisístrata o luego de éste, como en Aves o Acarnienses y Platos, según a continuación veremos. La movilidad de los personajes es significativa. Todos ellos prisioneros de un tiempo crítico escapan a través del espacio. Es el viaje el que les permitirá realizar una 'gran idea' susceptible de transformar ese mundo que no les satisface Qay-Robert 2003: 422). Adentrémonos, entonces, luego de esta somera introducción, en el análisis de algunos aspectos significativos de la espacialidad en Platos, pieza del 388 a.C, reescritura de otra comedia que también con ese nombre fue llevada a la escena veinte años antes. Nuestra idea es avanzar más allá de la mera descripción de los espacios de la skene y la orchestra para volcarnos hacia aspectos menos estudiados, como el espacio lúdico, por ejemplo, creado por el movimiento de los actores y el modo cómo el espacio escénico se puebla no sólo con el cuerpo de los comediantes sino con la variedad de objetos que sabemos que ellos portaban. Debemos destacar en un comienzo que, a diferencia de la tendencia hacia la movilidad que venimos señalando como la característica espacial más peculiar del género cómico, la acción dramática de Platos se desarrolla en un espacio único. La 'unidad de lugar' —por otra parte nunca mencionada por Aristóteles—, responde entonces exclusivamente a las exigencias de la acción y no constituye ninguna regla o normativa. La skene refiere irónicamente la casa del protagonista, con una sola puerta que sirve de entrada o de salida a los personajes, por lo cual podría calificarse como una puesta en escena al 'modo trágico' -convendría señalar en este punto que toda la acción de la comedia se desenvuelve siguiendo un patrón paratrágico, bajo el sino determinante del oráculo de Apolo que parece regir el ritmo de los hechos. La acción se desarrolla puertas afuera (prothyron) y la casa de Crémilo deviene un polo de atracción para el desplazamiento de los personajes que arriban hasta el lugar en busca del héroe o del aclamado dios de la riqueza, Plutos. La presencia de un foco es una condición indispensable de todo espacio performativo. Los actores tra- 2¡4 Significados del espacio en la comedia de Aristófanes tarían en vano de comunicar si el espacio no convocara la concentración de la atención de los espectadores (Wiles 1997: 67). Inclusive para el propio Crémilo la casa representa la culminación de un viaje, pues comienza la comedia con su regreso de Delfos, hacia donde se había dirigido a consultar a Apolo Pitio. Esta imagen 'teleológica' del oikos precisamente se 'oficializa' en la sentenciosa voz del oráculo, según la recrea el protagonista cuando le informa a su esclavo Carión que por respuesta del dios ha recibido la orden de encaminar "hacia su casa" al primer hombre que encuentre en su camino (v. 43). Como la casa es símbolo de los valores domésticos, sede y receptáculo de los bienes (chremata) familiares (cf. Vernant 1973: 135-241), Plutos, la riqueza divinizada, debe ingresar en la casa de Crémilo para enriquecerlo (v. 231; "Ven aquí adentro conmigo, pues ésta es la casa") y allí mismo permanece durante gran , parte del drama. Por la misma razón, la primera manifestación de la riqueza de Crémilo surge de la rhesis angelike de Carión, que cuenta la prodigiosa transformación del interior del oikos que, bajo el sino de la abundancia, se materializa en el trueque de los utensilios hogareños y la plenitud de comida y de bebida (w. 802-822). La personificación del concepto de la riqueza ha pautado el ingreso alegórico de Plutos en la casa del héroe y a través de la palabra se construye una imagen del interior no visto (v. 804-5: "Pues un montón de cosas buenas han caído sobre la casa"). Esta descripción de Carión cumple la función de un ekkyklema, dejando al descubierto el interior de los espacios escenográficos que, de otra manera, permanecerían ocultos. La misma casa había estado habitada anteriormente por Penía, la pobreza personificada (v. 437: "Soy en efecto Pobreza, la que convive con vosotros dos hace muchos años"), por lo que no hay dudas de que es el espacio simbólico primordial para manifestar el cambio de fortuna del protagonista. La casa organiza entonces el espacio, estableciendo una clara oposición entre 'los de adentro' y 'los de afuera', categoría móvil que el diálogo manifiesta (v. 228, v. 964). Estas posiciones adquieren un valor sémico distributivo de enorme importancia en la construcción del espacio teatral. A pesar de las críticas que a menudo suelen escucharse sobre la formulación de este tipo de oposiciones de tipo binario, lo cierto es que su determinación Claudia N. Fernández 2¡5 describe un fenómeno de existencia efectiva, y no meramente descriptivo, de gran ayuda al dejar al descubierto un modelo espacial revestido de valores religiosos, éticos, económicos, etc. En este sentido, la obra responde y reafirma la identificación cultural de la mujer con el ámbito de lo privado. La mujer de Crémilo es la encargada de recibir a Plutos e ingresarlo a la casa (w. 788-790) y ha permanecido también largo tiempo dentro esperando su regreso (v. 643). Es esta función 'económica' de la mujer griega, la de administradora del hogar, la que integra perfectamente a la esposa de Crémilo al desarrollo argumental de la comedia. Su presencia no sólo no es ociosa, sino verosímilmente necesaria. La puerta —designada indistintamente en singular o plural—, cuyo papel es el de canal o límite entre el adentro y el afuera, constituye un punto de localización espacial importante. Se puede estar cerca de la puerta (v. 767), junto a ella (v. 1153), se la golpea (v. 1097) e inclusive se le otorgan cualidades humanas cuando se afirma que "se queja de los maltratos" (w. 1098-9). Marca una frontera rígida entre el interior y el exterior, representa el límite ante el cual se detienen los visitantes que llegan para aclamar o imprecar al dios de la riqueza. En un artículo reciente, Mauduit (2000) llama la atención sobre cómo la puerta, en la escena cómica, es manipulada por el comediógrafo de modo de hacer variar constantemente la distancia entre la ficción y la realidad. Parecería formar parte de la rutina del género esta demora en vincular el exterior con el interior, demora que vienen a dramatizar un sin fin de escenas "a la porte". Golpear a la puerta es el procedimiento normal para hacer salir un personaje que reside dentro, dueño o servidor, y Aristófanes no pierde la oportunidad de utilizarlo como recurso cómico, el cual terminará finalmente banalizado por Menandro. Inclusive la manera de golpear a la puerta vale como un rasgo para caracterizar al personaje. Estamos pensando en la manera rústica de golpear a la puerta del Pensadero por parte de Estrepsíades (Nubes w . 135-6). No se excluye en estas escenas la sorpresa de la confrontación entre el que llega y el que recibe. En Aves es Pesisetero el que se asusta de Tereo, invirtiendo la situación más recurrente que es que el ocupante se sorprenda del visitante. Podríamos resumir el efecto de ellas diciendo que, en la comedia, cada vez que se golpea a la 2¡6 Significados del espacio en la comedia de Aristófanes puerta de la skene no se sabe bien qué o quién va a salir (Maudit 2000:30). En el ingreso a la casa de Crémilo parece habilitada sólo para algunos personajes. La puerta, en ese caso, no es más que un simple pasaje en lugar de una frontera infranqueable. Pero existen también los ejemplos contrarios, cuando la intromisión es considerada una amenaza y sucede en las situaciones de conflicto entre los personajes que ella separa físicamente. Vale aquí traer el ejemplo de Lisístrata, en el que la custodia de la puerta de la Acrópolis, defendida por las mujeres en momentos en que los ancianos intentan vanamente prenderle fuego, destaca el significado político del lugar que ocupan las mujeres en relación con el destino de la ciudad. La libre circulación entre el adentro y el afuera, en la misma comedia, sólo se alcanza con la reconciliación final. El mismo tipo de ingreso peligroso reviste la imprevista llegada de Penía en Plutos. Frente al avasallante avance de esta última, Blepsidemo y Crémilo se ven en la necesidad de permanecer pn su hipar nara nrotpppr al dios oue está dentro, estrateeia esoacial que se expresa enfáticamente en las palabras del héroe (w. 445-8). Hiperbólicamente los personajes interpretan la situación en términos de estrategia bélica, por esto 'permanecer' (440) representa una señal de valentía. La importancia de la defensa del espacio propio se explica por la peculiar táctica militar de las guerras de la época, basada en la ocupación del espacio a medida que se avanza, y en la necesidad de no ceder ni un ápice del terreno. La llegada de alazanes, impostores que vienen a reclamar muchas veces prerrogativas que no les corresponden, forma parte de un patrón estructural que subyace en la narrativa de varias de las comedias de Aristófanes. Esta rutina del género confirma el permanente movimiento escénico de los personajes cómicos. En el itinerario espacial de los personajes en Plutos, la casa de Crémilo, receptáculo del dios de la riqueza, atrae a los coyunturaÍes visitantes. Sin embargo, únicamente los que son aceptados en el nuevo orden son admitidos en ella. De este modo, accediendo a su interior, se legitima la victoria alcanzada: sólo la obtienen el hombre justo (v. 958), la vieja, su amante (v. 1094) y Hermes (v. 1168). Parece evidente, por lo tanto, que, de ser el espacio privado por antonomasia, la casa devenga un espacio público, una especie Claudia N. Fernández 217 de santuario, hacia donde arriban los piadosos para honrar al dios recién sanado. Esta nueva función es sólo momentánea, hasta tanto Plutos sea llevado al opisthódomos, hecho que registra los vínculos estrechos entre personaje y espacio. No sólo los personajes transportan sus propios espacios con ellos, sino que transforman los nuevos lugares que ocupan. Es de destacar la transformación del espacio del oikos en virtud de la presencia de un inusitado huésped. Al pasar por esta casa el control del universo, Bowie (1993: 291) estima que ella asume las prerrogativas de la Boule y del Olimpo —a los que finalmente reemplaza—, produciendo un desplazamiento direccional de la polis hacia el oikos, que altera las relaciones sociales normales en un mundo indiferenciado, de cuyos peligros Penía había advertido. No debe perderse de vista el hecho de que una vez que el dios se dirija hacia la Acrópolis, ese funcionamiento político y público de la casa dejará de tener vigencia. No menos significativo resulta el vaciamiento de los espacios escénicos latentes. No hay dudas de que con la partida del propio Zeus Salvador (Plutos, w . 1189-90) el Olimpo pierde su máximo residente. El templo de Zeus, por su parte, también ha quedado vacío con la llegada del sacerdote. La sede de la utopía cómica no es tanto la conquista de un lugar desconocido o nuevo, como la transformación de uno ya existente. Esta transformación implica, las más de las veces, la expulsión de los residentes no queridos, es decir, una verdadera purificación del espacio. Muchas otras, entraña el intercambio de espacios entre los personajes. En Plutos, por ejemplo, el hombre justo ordena al sicofanta que ocupe su lugar en los baños públicos, sede emblemática de los más pobres, quienes acudían allí para calentarse durante el invierno. De esta forma se expele a los malvados que conspiran contra el nuevo orden y se reafirma el cambio de fortuna del delator, que ha pasado al bando de los más necesitados (w. 953-4). Ahora bien, el espacio teatral es un lugar donde se representan, transpuestas, las condiciones concretas de la vida de los hombres, pero no define "un mundo concreto, cuanto la imagen que los hombres se hacen de las relaciones espaciales en la sociedad en que viven y de los conflictos subyacentes" (Ubersfeld 1989: 111). Cualquier arreglo espacial en el teatro está socialmente condicionado. Un espectador de comedia griega no aban- 218 Significados del espacio en la comedia de Aristófanes donaba su entorno físico para ingresar a un mundo ficcional cerrado y autónomo. La comedia espejaba la realidad cotidiana y, al mismo tiempo, la deformaba con objetivos en primera medida cómicos, aunque no por esto menos serios. En esta dirección, reproduce imágenes de las relaciones espaciales de su sociedad. Es así que, en Plutos, los desplazamientos del protagonista y sus acompañantes inscriben la unión entre la casa de Crémilo, principal referente escénico, y dos espacios divinos: el templo de Delfos, de donde regresan cuando la acción de la comedia se inicia, y el santuario de Asclepio, donde Plutos es conducido para su sanación. Precisamente la religión ocupaba un lugar preponderante como mediadora entre lo público y lo privado, articulaba la ideología de la polis, y el hecho es que los únicos movimientos fuera del hogar reconocen como fin el ingreso a espacios sagrados. Incluso el último desplazamiento de la comedia, la procesión final hacia el opisthódomos, es un viaje hacia la Acrópolis, el lugar de los mayores santuarios. El opisthódomos era parte del templo de Atenea Folias, sobre la Acrópolis, donde se guardaba el tesoro del Estado, el lugar adecuado para la instalación del dios de la riqueza. Dejaremos de lado en esta presentación el análisis de los espacios diegéticos, como es el caso del templo de Asclepio que se configura como un espacio extraescénico narrativo en el relato del esclavo mensajero Carión. En cambio, no queremos dejar de llamar la atención sobre un aspecto normalmente ignorado en los estudios dramáticos, que es la relación espacial entre los personajes. La organización del espacio interpersonal forma parte de las relaciones proxémicas e instala una geometría dinámica de los espacios dramáticos. La ausencia de este tipo de estudio podría explicarse por nuestras limitaciones en lo que respecta al conocimiento de la naturaleza de los movimientos corporales y de los gestos de los actores, codificados muy probablemente de acuerdo con pautas técnicas de actuación. El estudio de los factores kinésicos se nos ofrece como un fenómeno inaprensible. Sabemos poca cosa, como el desplazamiento del coro en formación rectangular, que respondería a los condicionamientos de un movimiento convencionalizado. De todas formas, nos parece pertinente especular sobre el tema, valiéndonos de algunas informaciones que el diálogo provee al respecto. Claudia N. Fernández 219 En primer lugar, advertimos que Plutos —el personaje que le da su nombre a la comedia, sin ser el protagonista de la misma— organiza la sintaxis espacial directriz de la obra. Su figura ejerce una poderosa fuerza de atracción sobre el resto de los personajes, en consonancia con el rol actancial de objeto que le toca cumplir (recordemos que es el afán de riqueza el que guía las acciones del héroe). Inclusive antes de conocerse su identidad, pero aún más cuando el misterio se revela, Plutos no puede desprenderse de Crémilo y de Carión. Nunca está solo en escena y a medida que la pieza avanza es literalmente rodeado por nuevas figuras que se le acercan no sólo para alabarlo (el hombre justo, el joven amante), sino también para reprocharle y exigirle explicaciones (el sicofanta y la vieja). Vale decir que ejerce una poderosa fuerza centrípeta que genera desplazamientos que ratifican las concepciones que sobre la riqueza han vertido el héroe y su esclavo, como la siguiente: "Absolutamente todas las cosas están sometidas a la riqueza" (v. 146). De manera opuesta, Penía —la Pobreza— ejerce una fuerza centrífuga expulsiva, manifestación del rechazo que su sola presencia produce por lo que representa, lo que bien viene a reflejar su apariencia escuálida y andrajosa. Ambas fuerzas, la de los dos personajes alegóricos, se presentan lexicalizadas en el texto. El hecho de que estas dos fuerzas se compensen, equilibren y anulen por su dirección contraria, crea notables vínculos solidarios entre ambos personajes. Los opuestos son elementos que se complementan. Desde esta perspectiva se refuerza la poderosa solidaridad que el aspecto físico de ambos genera en razón de su naturaleza decrépita, a causa de la vejez que los auna. Es verdaderamente relevante que el comportamiento proxémico reafirme la argumentación de Penía en el agón, quien no se opone a la existencia de Plutos entre los hombres, sino a su propia expulsión de la tierra. Sugiere Penía una suerte de compensación y equilibrio entre la sophrosyne que ella engendra y la desmesura a la que Plutos encamina (v. 564). La atracción y repulsión que ambos generan vienen a corroborar sus razones y a desacreditar las del héroe cómico quien, por otra parte, no ha podido ofrecer un verdadero contra-argumento. La posición de los personajes no permanece estable. Y son estas movilidades las que deben implicarse en una lectura de la 220 Significados del espacio en la comedia de aristófanes comedia. Cuando Crémilo toma las riendas de la acción, en el momento en que Plutos revela su nombre, deviene el conductor y guía a Plutos hacia el templo de Asclepio. El texto lo señala repetidas veces con la mención reiterada del verbo ago (w. 620-21, 624-5, 654, 656). En cambio, cuando Plutos recobra la visión gracias a la cura milagrosa de Asclepio, recupera su autonomía y el papel de guía en la marcha de regreso, posición simbólica del triunfo y de la reconquista de una potencia que la ceguera le había hecho perder: "Otros, coronados, lo seguían por detrás" (v. 757). Las relaciones espaciales también resultan ser el vehículo físico que pone en evidencia las relaciones emocionales; los cuerpos se expresan en el espacio. Así, la vieja amante genera una fuerza de expulsión involuntaria. El joven ya no quiere permanecer donde ella esté y por ello se opone enérgicamente al ingreso conjunto en la casa de Crémilo. Con movimientos escénicos exagerados, esta repulsión debía resultar un dispositivo cómico seguro: Joven: Al menos quiero entrar a ofrecer al dios estas coronas que tengo puestas. Vieja: Y yo también quiero decirle algo. Joven: Entonces yo no voy a entrar. (Plutos vv. 1088-91) Las relaciones dinámicas de los personajes durante ^performance también pueden ser mensurables en su grado de distancia. La proxemia informal se extiende desde una distancia íntima hasta una pública, pasando por los grados más próximos de distancia personal y social (Elam 1980: 65). En Plutos, merece destacarse la relación de distancia íntima entre el hombre y la divinidad planteada en la narrativa de Carión que nos cuenta la estancia de los personajes en el templo de Asclepio. Así como el contacto físico con el suelo adquiere el significado de una muerte simbólica durante la incubación, el contacto dios-paciente parece también ser necesario, tanto para la curación y el renacimiento simbólico —en su grado positivo—, como para el castigo, en el caso de Neoclides, quien, en lugar de sanar, queda aún más ciego (w. 720-1, 728-30). Sin duda, esta ceremonia ritual que trae aparejado el contacto físico construye una distancia nueva entre el hombre y la divinidad, sobre todo si se la compara con la distante religión olímpica. Claudia N. Fernández 221 Entre los numerosos interrogantes que el tratamiento del desplazamiento escénico de los personajes plantea, no ha escapado a la crítica especializada la problemática del aprovechamiento de los dos eisodoi como vías de acceso a la orchestra. Tradicionalmente se ha afirmado que en el teatro de Dioniso el eisodos de la derecha señalaba la dirección del campo y el Pireo, y el de la izquierda conectaba con la ciudad. La edición de Coulon y Van Daele (1930), para ilustrar sólo con un ejemplo, otorga a la izquierda el valor simbólico de significar 'venant de l'étranger' (p. 88).4 Una puesta en escena de la pieza bien podría utilizar los eisodoi connotativamente, para subrayar emociones, manifestar ideologías, predeterminar a los personajes. Por ejemplo: los malvados podrían ingresar por un lado y los buenos por otro. Por otra parte, si cada pasillo tiene asignada de antemano una localización geográfica precisa, esto interferiría también en la interpretación final de la obra. ¿A dónde es expulsada Penía? ¿Hacia la villa, hacia el extranjero o hacia la campiña? Wiles (1997) destaca precisamente que estas oposiciones no sólo son topográficas sino también simbólicas, habida cuenta de la conciencia con la que el pueblo griego utilizaba estos sistemas simbólicos binarios. Si bien el desplazamiento de los personajes es una característica de la comedia aristofánica en general, en esta pieza la espacialidad alcanza una relevancia inusual. Los espacios no son meros receptáculos o sedes de acontecimientos, por el contrario, se integran de manera significativa al sentido de la pieza. El desenvolvimiento de la acción dramática demuestra que habitar el espacio apropiado tiene consecuencias importantes para todos. Observamos, por ejemplo, que Crémilo consigue enriquecerse sólo cuando el dios ingresa en su casa. Los griegos usaban la expresión 'estar con Riqueza' para significar un estado de prosperidad y fortuna. Con razón Dover (1972) plantea que es una expresión idiomática la que subyace bajo el argumento de Plutos. Por otra parte, el dios de la riqueza alcanza su sanadón porque es 4 Por allí ingresan Crémilo, Carión y Plutos al comienzo de la pieza. Por la párodos derecha, en cambio, ingresan los campesinos y Penía, y salen Crémilo, Plutos y los acompañantes hacia el templo de Asclepio, por donde también reingresan. Asimismo por el lateral derecho se suman el hombre justo, la vieja, su joven amante, Hermes y el sacerdote de Zeus. Nada se informa en esta edición sobre el lugar de acceso de Blepsidemo, de la expulsión de Penía y de la llegada y la expulsión del sicofanta. 222 Significados del espado en la comedia de Aristófanes transportado al templo de Asclepio y recostado específicamente sobre el adyton. Por último, la obra concluye con la instalación definitiva de Plutos en el opisthódomos de la Acrópolis, donde siempre debería haber estado. A través del personaje de Plutos se expresa en la obra una valoración positiva de la permanencia y de la posesión de un espacio propio. El dios manifiesta su incomodidad para con los espacios ajenos, ya sean cerrados o abiertos: Pero sufro mucho, por los dioses, cada vez que entro a una casa ajena (vv. 234-235) En la misma dirección, se enfatiza la inadecuación de un espacio subterráneo (la riqueza escondida) con la triple repetición de kata en un mismo verso (v. 238) y el mismo descontento experimenta la Riqueza cuando es arrojado puertas afuera (v. 244). Parecería que para Plutos su ceguera no constituye el dolor más grande, sino las consecuencias laterales, los condicionamientos que ella le impone, como el permanente vagabundeo, el tropiezo y el movimiento sin rumbo, que se expresan discursivamente con el verbo peristoneo (w. 121 y 494). El preverbio peri, implica un desplazamiento sin fin ni finalidad. La idea del nostos (regreso), por su parte, es un tópico recurrente en la literatura griega, asociado normalmente con el valor negativo que, según los testimonios escritos, tenía el vagabundear por la tierra. Como bien observa Padel (1995), en la cultura griega el viaje no es considerado un desplazamiento positivo. Ajenos a la idea de la excursión por placer, toda empresa que exigiera un desplazamiento tenía para los griegos un objetivo bien definido. En los relatos míticos aparece el vagabundeo, comúnmente asociado a la locura, como un castigo divino. Así lo, por ejemplo, está condenada a vagabundear hacia Egipto, y para Odiseo el viaje es una desgracia. En el sistema de valores y creencias de la cultura griega, posición y posesión se identifican, por lo que la vida 'sin hogar' deviene una verdadera pesadilla. En íntima conexión con el vagar sin rumbo fijo se inscribe la idea del exilio, una de las penalidades más graves de la sociedad ateniense. Sobre la base de estas concepciones, el final de la comedia adquiere dimensiones imprevistas porque además de la celebración festiva de la riqueza de todos los honestos, se afirma la conquista por parte de Plutos de un lu- Claudia N. Fernández 223 gar propio y permanente, con todas las connotaciones positivas que esto sugiere para un griego antiguo. Ahora bien, el estudio de la problemática del espacio no debe limitarse al análisis de la geometría de los lugares físicos o de las relaciones humanas. Los objetos que pueblan el escenario también forman parte de la espacialización de la comedia. Pueden ser considerados objetos, dentro del teatro, los cuerpos de los comediantes, los elementos del decorado y los accesorios (Ubersfeld 1989). Las pinturas de vasos que ilustran escenas cómicas muestran a menudo objetos grandes y pequeños sobre el escenario, como altares, árboles, sillas, además de objetos fáciles de llevar, como contenedores de variadas formas, instrumentos musicales, comidas, escaleras, tablitas, equipajes, entre otros 5 . Estos pequeños objetos cotidianos ayudan a crear un espacio virtualmente representativo del mundo doméstico, si se tiene en cuenta su naturaleza; pero, a la vez, algunos de ellos, como la vara o bastón, son específicos indicadores del género cómico. Junto con la máscara, el traje abultado y el falo resultan fuertes signos visuales de la teatralidad. Este doble juego de familiaridad y extrañamiento es característico del género cómico, que en otros niveles textuales mezcla también tópicos, ideologías y valoraciones que aparecen disociados en la práctica social. La persistencia con que Aristófanes subraya la idea de que lo cómico puede también ser serio, es decir, que un extremo no es excluyeme del otro, está relacionada con esta variedad de elementos aparentemente contradictoria que forman parte de la comedia antigua. La clasificación de los objetos da cuenta de esta diversidad. Crémilo y Carión ingresan a escena coronados (v. 21). Carión transporta, además, una olla con parte de la carne que utilizó para el sacrificio en el templo de Apolo. Los objetos en el teatro griego funcionan siempre, en primera instancia, como referentes icónicos. Sin embargo, no se limitan a este rol. La mayoría de las veces tienen un funcionamiento metonímico, de manera muy similar como valen en la pintura de vasos elementos como la palmera, para significar Délos, o un altar por un santuario, una Taplin (1993: 35-36). Ussher (1979:38) observa que los elementos de la utilería permanente sobre el escenario son muy pocos y simples. En cambio, los objetos transportados resultan muy numerosos. 224 Significados del espacio en la comedia de Aristófanes puerta por una casa. Esa economía visual indica ciertamente una costumbre o una convención muy aceptada. La corona, o mejor, la guirnalda, juega un papel prominente en nuestra comedia. Referencias textuales y muestras arqueológicas testimonian la existencia de gran variedad de ellas, fabricadas con materiales muy diversos y para múltiples propósitos, no obstante resultan muy difíciles de clasificar aquellas que se representan en las estatuillas. Así pues, también la presencia de un personaje coronado podía sugerir disímiles interpretaciones para la audiencia, si es que algún otro signo de su vestimenta no ayudaba a delimitar su ocasional función. Stone (1984: 207) distingue tres categorías de guirnaldas en los personajes de Aristófanes: la de uso religioso, el accesorio festivo y de algarabía, y la corona cívica. Los tres usos expresan alegría, experimentada en un contexto social. Resultan, por tanto, muy adecuadas para el género cómico. Aristófanes aprovecha humorísticamente la versatilidad de las guirnaldas para ocasionar confusiones entre los per:— ., i„ „ , . J : :„ / c , ~ „ ~ i n o j . o n o \ suiíctjcs y LUII id. ctuuxcm_ict \_ouuiic ±ju-r. ¿*\JVJ. Corona y ollita, ambos, son índice de la coyuntura dramática de la acción. Traen información sobre un evento ya pasado, como la respuesta oracular de Apolo en Delfos, ocurrida antes y fuera de escena. La corona indica que la visita a Apolo ha sido promisoria. Ambos objetos son de uso religioso y tienen un valor anafórico dentro del texto espectacular. Carión señala la corona, seguramente hecha de laurel, como signo de protección contra la golpiza del amo. El laurel es el emblema de Apolo, y por lo tanto, símbolo de la divinidad. El objeto, entonces, transporta desde las afueras el espacio del dios y lo hace manifiesto sobre la orchestra. Mientras portara la corona, la persona se revestía de una aureola sagrada estaba bajo la protección de la divinidad. Groton (1990) estudia, precisamente, el uso de las coronas y los harapos en Plutos. Para este autor, la ironía que alcanza el argumento y el tema de Plutos se manifiesta también en los muchos usos inesperados que se les da a las guirnaldas y a los harapos en esta pieza. Por otra parte, la actitud despreocupada de Crémilo frente a un objeto sagrado adelanta rasgos de la libertad con que los personajes manipulan o aluden a objetos rituales. Carión y Crémilo no son los únicos coronados de la comedia. Cuando Plutos regresa del templo de Asclepio, lo hace acom- Claudia N. Fernández 225 panado por un número indeterminado de gente que lo sigue en el festejo. Son los honestos enriquecidos y lo siguen coronados con guirnaldas (v. 757). Aquí la guirnalda es índice festivo, un elemento común de las procesiones. El mismo uso tiene la guirnalda del joven, quien llega "como para ir a una fiesta" (v. 1039), portando también una antorcha. Espera ofrecer al dios recién curado su corona (v. 1088-9). La corona y la antorcha identifican al personaje como un parrandero. Expresan su disposición 'psicológica' y adelantan al espectador su cambio de fortuna, antes de que pueda expresarlo con sus palabras. Todos los ejemplos que hemos señalado refieren objetos que remiten a hechos previos ocurridos fuera de escena: la consulta al Oráculo, la cura de Plutos, y el enriquecimiento del joven. En estas ocasiones, pues, la presencia del objeto exhibe las repercusiones de acontecimientos extraescénicos. El final de la comedia muy probablemente disponga de los ancianos coreutas y el resto de los personajes, también coronados, para la procesión que guiará a Plutos hasta la Acrópolis. Esta vez las guirnaldas ayudan a la composición de un hecho que ocurre en escena y anuncian, además, un acontecimiento futuro (la entronización de Plutos en el opisthódomos). En este último sentido, cumplen un rol catafórico. Pero la utilización de guirnaldas es del todo conjetural, pues nada se dice de ello en el diálogo. No obstante, es de suponer que así ocurriera, porque es bastante común que las comedias de Aristófanes terminen con escenas festivas y, en ese contexto, los personajes debían estar coronados. Quizás, incluso, el uso frecuente de guirnaldas habría ayudado a indicar al espectador la cercanía del final de la obra (Stone 1984: 210). Desde esta perspectiva, las guirnaldas adquirían un nuevo valor, esta vez metateatral. Lo mismo podría decirse de las antorchas. Aparecen con certeza en varios éxodos (Nubes, Avispas, Paz) y podrían también estar presentes en muchos más (Acarnienses, Aves, Lysistrata, Thesmoforiantes, Ranas y Asambleístas). Por su luminosidad resultan un componente visual de utilidad para la celebración triunfal de la comedia. En la vida cotidiana de los griegos servía para iluminar los caminos de los viajantes nocturnos. En la comedia es símbolo de Jauja y celebración, sobre todo dionisíaca (v. 1194).Enlaparábasis de Nubes (v. 543), Aristófanes habla de las escenas de antor- 226 Significados del espacio en la comedia de Aristófanes chas, como si se tratara de una rutina que él evita por estereotipada y vulgar. En Plutos, el joven amenaza a la vieja con la antorcha (v. 1052). Esto ya había ocurrido en Avispas (w. 1330, 1390). Probablemente en todos estos casos nos encontremos en presencia de una escena rígida del género, de actuación especialmente corporal, que Aristófanes desacredita, pero que no deja de usar, como sucede con otras de este tipo. Ya sobre el final, las ollas que transporta la vieja "canéfora de una nueva especie", como la llama Van Daele (1930: 147), completan la mimesis de una procesión final. Nuevamente el objeto produce comentarios humorísticos del bomolochos, rol que cumple en esta instancia Carión: Vieja: llevaré las ollas. Crémilo: A éstas (ollas) les pasa lo contrario que a las otras. Pues en las otras ollas la nata está en lo más elevado, pero ahora las ollas están encima de la superficie de la nata. (vv. 1203-7) Si exceptuamos los objetos que forman parte de la vestimenta y las golosinas de los enamorados que porta la vieja (w. 995-996, 999), el resto de ellos, como se desprende de nuestro comentario, se inscribe en un mismo paradigma, el ritual. La práctica de rituales formaba parte de la vida cotidiana de los griegos y era difícilmente separable del resto de sus actividades, al punto de que los instrumentos del rito no diferían de los utensilios domésticos. Cabría destacar todavía dos particularidades en este tema. Bien podría pensarse que, en el marco de la arquitectura de la Acrópolis, la instauración de Plutos en el opisthódomos como guardián de los tesoros del estado se llevara a cabo bajo la forma de una estatua. La 'objetuación' del personaje se explica, en primera instancia, por su carácter alegórico: entre otras cosas, simboliza los bienes que representan la riqueza (w. 171-2, v. 238, w . 243-4) y de ese modo perdería por completo su perfil humano-divino. No es del todo frecuente considerar el cuerpo del personaje, encarnado en el comediante, como un objeto en sí mismo. Sin embargo, cuando se llama la atención sobre alguna de sus partes sucede el mismo fenómeno que con la vestimenta. Se puede ha- Claudia N. Fernández 227 blar entonces de cuerpo-convertido-en objeto. En este sentido, la parte del cuerpo más veces nombrada en el diálogo son los ojos, especialmente los de Plutos, aunque no los únicos. La explicación de este hecho resulta más que evidente. En los ojos ciegos de Plutos se centra el destino de los personajes de la comedia. La separación de los ojos del resto del cuerpo llega ai punto de hablarse de "ojos recién comprados" (v. 769). Sobre los ojos recayó el castigo de Zeus y sobre los ojos recae la cura milagrosa de Asclepio. Los ojos de Plutos recuperan la videncia, los de Neoclides, en cambio, quedan aún más ciegos (v. 747). Es del todo hipotética, aunque probable, la posibilidad de que la máscara de Plutos diera cuenta de su ceguera primero y de su videncia después, recorrido inverso del camino de Edipo. En la escena de la vieja y el joven amante estamos ante otro caso de desmembramiento del cuerpo. Del cuerpo de la vieja se destacan las manos (v. 1018), la piel (v. 1020), la mirada (v. 1022), los dientes (v. 1057), una muela (v. 1059), el afeite del rostro (v. 1064), las arrugas (w. 1051, 1065), los pechos (v. 1067). Se hace hincapié en el estado deplorable de la vieja a causa de su vejez. El cuerpo del viejo es normalmente objeto de burla. En una escena de corte erótico como la que estamos comentando, es acorde que el cuerpo de la mujer se juzgue como mediador de la relación entre los amantes. La riqueza del reino de Plutos ha devuelto al objeto-cuerpo su valor cronológico y el reconocimiento del hecho causa el rechazo del joven. Y es que el cuerpo ha perdido su valor de uso. El cuerpo-objeto puede ser interpretado como un signo del tipo de relación 'interpersonal' entre las figuras dramáticas. A lo largo de este texto hemos tratado de destacar el valor de la semiosis espacial en la escena cómica. Bien podría afirmarse que Plutos, y no es esto una excepción, nos habla a través de sus espacios. El hecho, sin embargo, ha pasado inadvertido para la crítica. Es recurrente leer, por ejemplo, que, al igual que en Avispas, en Plutos el espacio escénico tiene una identidad fija y por ende, limitada. Nosotros, en cambio, hemos tratado de demostrar que esta inmovilidad es solo aparente porque la casa de Crémilo, el lugar privado por antonomasia, se convierte en un lugar público, una suerte de templo que convoca a los fieles del dios de la riqueza. En este sentido nuestra comedia repite lo que parece 228 Significados del espacio en la comedia de Aristófanes ser un patrón recurrente en el manejo del espacio en las comedias más 'renombradas'. Jay-Robert (2003) traza una serie de secuencias por las que transita la dinámica espacial de la escena cómica, y la confusión de los espacios constituye, precisamente, una de sus fases. En Lisístrata, por ejemplo, a manos de las mujeres la Acrópolis deviene un hogar comunitario, donde el dinero debe ser administrado como los recursos de la casa (v 495). Esta confusión de espacios provocada por las mujeres constituye una respuesta a la tergiversación espacial producida por los hombres que andan por el mercado, el agora, cubiertos con sus armas (v 557-8) (Jay Robert: 429). Una transformación similar, de la ciudad en oikos, plantea Auger (1997) para el caso de Asambleístas, donde todos los espacios políticos desaparecen en el régimen comunista impuesto por las mujeres: la cena será servida en los tribunales (v. 675). En Avispas, Bdelicleón transforma el hogar en un tribunal, una especie nueva de viaje inverso, porque como el héroe no puede salir al mundo, es el mundo el que se traslada hasta su casa (Jay-Robert: 429). La comedia usa y abusa de la subversión de los espacios, públicos o privados. Aristófanes juega concientemente con la interferencia entre ellos. Acorde con esta suerte de 'movilidad' escénica, el permanente desplazamiento del héroe cómico parece ser otra de las constantes, pero esta traslación, insistimos, está lejos de ser anecdótica. Simbólicamente, traduce la pretensión de cambiar una situación de insatisfacción existente por parte del héroe, no sólo cambiar el mundo, sino, sobre todo, cambiar de mundo Qay Robert: 431). Un caso que hemos comentado tangencialmente, pero que es muy frecuente en la comedia antigua, lo constituye la incorporación del espacio 'teatro' en la ficción dramática, lo que Rehm (2002) llama espacio autorreferencial o autoteatral. La comedia gusta de borrar las fronteras que separan actores de espectadores, y estos últimos son convocados a formar parte del espectáculo, sin perder su condición de tales. Alusiones a la representación teatral en general, a la música, a la danza, la parodia a otros géneros dramáticos o la situación misma de una obra dentro de otra obra, son fenómenos que no quedan acotados a ciertos pasajes de la parábasis, sino que pueden producirse en cualquier momento de una pieza. En Plutos, por unas breves dos líneas, el espacio escénico adquiere la identidad de lo que efectivamente es: una es- Claudia N. Fernández 229 cena cómica. Esto sucede i u mdo la mujer de Ciémilo alude ala práctica usual de los autores de ganar los favores del público arrojando golosinas a los espectadores ("Muy bien dicho; mira ahí a Dexinico, que ya se levanta para agarrar los higos secos" w . 800-1). Del mismo modo en Nubes se alude a los eisodoi, los pasillos del teatro por donde ingresan los coreutas (v. 326). Como la comedia tiende a la utopía, las piezas suelen terminar con un juego de balance, que proyecta una reorganización del espacio, emblema de una armonía espacial novedosa. Así en Plutos, el dios es llevado al opisthódomos y la casa de Crémilo recupera, como vimos, su carácter privado, al tiempo que vuelven a imponerse también los límites entre los sagrado y lo profano. Este reestablecimiento de los límites y las barreras que fueron previamente franqueadas se registra también en Paz, donde se reestablece la diferencia entre lo alto y lo bajo que había sido alterada por la ascensión de Trigeo. En muchas comedias, y Plutos no es la excepción, esta reorganización espacial implica una verdadera reestructuración en la que cada uno recobra su lugar. En Lisístrata, por ejemplo, el reparto de los territorios aliados entre lacedemonios y atenienses (w. 1162 ss.) también implica una reorganización del espacio geográfico que precede al reestablecimiento de las normas sociales y culturales porque las mujeres volverán a sus hogares y el poder político volverá a manos de los hombres (Jay-Robert: 438). Por último, no queremos dejar de llamar la atención sobre lo que bien puede denominarse la 'contaminación' espacial, producida en primer lugar por la localización misma del teatro de Dioniso, que permite al espectador registrar visualmente espacios extraescénicos. El final de Plutos, que implica la salida de todos los personajes en camino hacia la Acrópolis, provoca la elisión de los lindes entre espacio ficcional y extraescénico. Los actores reingresan a la comunidad, confirmando, de este modo, la dimensión social de la comedia, con lo cual se favorece una interpretación que vea en la propuesta del héroe cómico un consejo viable en el seno de la polis. En fin, nos atreveríamos a afirmar que las tantas veces aludida incoherencia de los espacios escénicos cómicos respondería más bien a una elaboración minuciosa y significativa (Jay-Robert: 443). Si el estudio del espacio se completa con una valoración del 230 Significados del espacio en la comedia de Aristófanes manejo de los objetos o el movimiento de los actores -coherentes estos últimos con las interrelaciones que las funciones actanciales organizan-, veremos que el espacio tiene mucho para decirnos. En su relación con los espacios escénicos, en su actitud hacia el movimiento y en su valoración de las actitudes espaciales en general, los personajes también comunican algo de su 'psicología'. Pero eso no es todo. Concepciones culturales relacionadas con el espacio, como la pertenencia a u n habitat, la permanencia, el vagabundeo, se reflejan y se confirman en el desarrollo de la intriga cómica. El espacio resulta ser uno de los temas privilegiados de la comedia antigua, tan importante como suelen ser los temas que ella trata: la economía, la ética, la paz o la política, por citar sólo algunos ejemplos. Diríamos entonces que conocer los sentidos del espacio cómico no es más que una cuestión de querer y saber leerlo. Bibliografía Arnott, P. Greek Scenic Conventions in the Fifth Century B.C., Westport, Greenwood Press, 1978 Public and Performance in the Greek Theatre, London-New York, Routledge, 1989. Auger, D. "Figures et représentation de la cité et du politique sur la scéne d'Aristophane", en: Thiercy, P. & Menú, M (edd.) Aristophane: La Langue, la scéne, la cité, Actes du colloque de Toulouse, 17-19 mars 1994, Bari, Levante Editori, 1997. Bajtín, M. 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