SALA CIVIL PRIMERA Resolución N°: 55 Folio: 428 Tomo: 13 Santa Fe, 30 de Abril de 2013.Y VISTOS: Estos caratulados “CONSORCIO DE COPROPIETARIOS DE EDIFICIO CALLE J. J. PASO MONOBLOCK “B” C/ DIEZ, MANUEL B. Y OTRA S/ DEMANDA ORDINARIA (Expte. N° 1341/2008) - INCIDENTE DE APREMIO PROMOVIDO POR EL DR. VELAZQUEZ, OSCAR F.” (Expte. Sala I N° 104 - Año 2011), venidos para resolver el incidente de nulidad deducido por el Proc. Manuel B. Diez en fecha 5.03.2013 (ver fs. 252/253); y, CONSIDERANDO: 1. Que mediante escrito fechado en 5.03.2013 el Procurador Manuel B. Diez deduce “incidente de nulidad” contra la resolución emitida en 25.02.2013 (v. fojas 249 y vta.) por la cual -a su turno- este Tribunal de Alzada declarara inadmisible e improcedente el “incidente de nulidad” previamente interpuesto por el profesional nombrado contra un decreto emitido por el Vocal que oficia como Director del Trámite en esta Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Santa Fe, Dr. Abraham Luis Vargas (v. fojas 249 y vta). Que, a tales fines, sostiene que el planteo es “admisible” y también “procedente” y que el “principal fundamento” es que el Vocal Dr. Abraham Luis Vargas no podía emitir la resolución indicada por no tener resuelta a la fecha en el Juicio de Amparo (Expte. Sala I N° 15/2012) su excusación conforme el art. 15 del CPCyC. 2. Que el planteo se puso a consideración de la Sala en pleno mediante proveído que -luego de notificado al ocurrente- se encuentra firme y ejecutoriado (v. fojas 254 y 255/256). 3. Que, así las cosas, corresponde señalar que -por las mismas razones que ya se le indicaran al Procurador Diez en el resolutorio atacado- el incidente deducido luce no solo “inadmisible” sino, además, notoriamente “improcedente”. En efecto, en aquella oportunidad se dijo que la inadmisibilidad de lo que pretendía “proviene de que -en principio- las “resoluciones judiciales” sólo son impugnables o pasibles de ser puestas en crisis a través de “recursos” (ordinarios o extraordinarios) y no de “incidentes de nulidad” que sí son válidos cuando se pretenden atacar a otras especies de “actos procesales” emitidos por otros sujetos procesales -v.gr. las partes o terceros- (cfme. Maurino, Alberto; “Nulidades Procesales”, ed. Astrea, Buenos Aires 2009, pág. 285 citando también a Romera, Oscar en Peyrano, Jorge (dir,) - Vázquez Ferreyra, Roberto (coord.), “Código Procesal …”, ed. Juris, Rosario 1997, Tomo II, pág. 6, etc.). Y, por lo demás, su notoria improcedencia deviene de que en “este proceso” (más allá de lo que suceda, sucedió o pueda suceder en “otro” -por caso el juicio de amparo que invoca el ocurrente-) la permanencia del Vocal Dr. Abraham Luis Vargas como “juez natural” ya fue decidida por Autos del 31.7.2012 (v. fojas 217 y vta.) y 19.9.2012 (v. fojas 226 y vta.) en forma definitiva y con autoridad de cosa juzgada (v. fojas 229). 4. Sin perjuicio de lo expuesto y siendo que ya se advirtió -en la resolución de marras- en torno al “abuso del proceso” en que estaría incurriendo el Proc. Manuel Benjamín Diez al deducir “inadmisibles e improcedentes” planteos a los fines de dilatar el avance de la causa, por el presente este Tribunal se ve forzado a rechazar in límine y sin sustanciación el incidente deducido. Para así hacerlo, obviamente el órgano jurisdiccional actuante cuenta con facultades judiciales suficientes (conforme, entre otros, Redenti, Enrico; “Derecho Procesal Civil”, ed. Ejea, Buenos Aires 1957, Tomo I, pág. 264: Fairén Guilén, Víctor; “Estudios de Derecho Procesal”, ed. Revista de Derecho Privado, Madrid 1955, pág. 560; Arazi, Roland; “Rechazo ‘in límine’ de la demanda”, L.L. 1994-B-1152 y ss; Alsina, Hugo; “Tratado Teórico práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial”, Tomo I, pág. 383; Morello, Augusto M. y Berizonce, Roberto O.; “Improponibilidad objetiva de la demanda” en Morello, Augusto M.; “La eficacia del proceso”, ed. Hammurabi, Buenos Aires 2001, pág. 304 -puede verse la versión original en J.A. 1981-III, págs. 788 y ss.-; Gozaíni, Osvaldo A.; “Improponibilidad objetiva de la pretensión”, en su libro “La conducta en el proceso”, ed. Librería Editorial Platense, La Plata 1988, págs. 139 y ss.). En particular, en nuestro rito, la existencia de cosa juzgada puede y debe ser declarada de oficio por el juez –conforme art. 141 del Código Procesal Civil y Comercialy, desde allí, la improponibilidad objetiva de la pretensión procesal esgrimida. Es decir que, corresponde al juez descender al examen de la proponibilidad jurídica y del fundamento intrínseco de la pretensión tal como ha sido propuesta, examen que comprende “la proponibilidad objetiva, como también la proponibilidad subjetiva referida a los supuestos en que existe manifiesta falta de legitimación activa o pasiva” (Berizonce, Roberto O.; “Saneamiento del proceso, rechazo ‘in límine’ e improponibilidad objetiva de la demanda”, espigado en Revista de Derecho Procesal 2004-2, ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe 2004, pág. 90). Deber de la magistratura que aunque tiene anclaje legal (en este caso, artículos 21 y 141 del C.P.C.C.) igualmente no precisaría de textos legales que la avalen pues, está incluida dentro de las atribuciones judiciales implícitas (Peyrano, Jorge W.; “Rechazo in límine de la demanda” en “El proceso atípico”, ed. Universidad, Buenos Aires 1983, págs. 24). Aunque, bien aclara el maestro rosarino, que esa atribución implícita encuentra “raíz directa e inmediata en el principio de autoridad y en el principio de economía procesal. Los tiempos que corren no admiten que los jueces deban permanecer impasibles ante la proposición de incidentes cuya sustanciación sólo traduciría en un inútil dispendio SALA CIVIL PRIMERA Resolución N°: 55 Folio: 428 Tomo: 13 de actividad jurisdiccional (Peyrano, ob. cit., pág. 25). Y, modernamente, tiene raíz constitucional (vía artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional) en el artículo 8 del Pacto de San José de Costa Rica (conforme Berizonce, Roberto O.; “Saneamiento …”, ob. cit., págs. 81/83). Volviendo ahora al tema que nos preocupa (improponibilidad objetiva de la pretensión), digamos que, nadie discute en Argentina que advertida que sea por el magistrado actuante, éste tiene el deber de declararla en cualquier estado y grado del proceso (ver los trabajos citados de Morello, Berizonce, Arazi, Peyrano, etc. y, si se prefiere, algún fallo jurisprudencial como el de la C. Civ. y Com. de Mercedes, Sala II, que declaró la improponibilidad objetiva de la pretensión en segunda instancia y empece que el accionado había sido declarado rebelde y, tampoco había contestado la demanda –fallo espigado en L.L. 1979-C-360 con nota de Guillermo Portela en E.D. 84, pág. 715-). Coincidentemente, se ha dicho que “Debe dejarse establecido que concurriendo en el caso un defecto absoluto en la facultad de juzgar, tal circunstancia puede ser declarada en cualquier estado o grado de la causa, y no sólo in límine. Ello significa que aún cuando la causa haya avanzado en su trámite (por descuido o error del tribunal) y haya pasado la oportunidad de repelerla ab initio, igualmente el órgano jurisdiccional podrá y deberá declarar su “falta de jurisdicción” en la especie. No debe perderse de vista que será nula toda la sustanciación concretada hasta el momento en que el oficio declare que media en el caso un “defecto absoluto en la facultad de juzgar” (Peyrano, Jorge W.; “Rechazo ‘in límine” de la demanda”, en “El Proceso Atípico”, ob. cit., pág. 69) Por eso, actualmente se predica como más conveniente utilizar el giro “rechazo sin trámite completo” (Peyrano) en lugar del rígido rechazo in límine que ha llevado a confusiones doctrinales y jurisprudenciales. Y, también se estima más acertado “incluir a la llamada improponibilidad objetiva de la pretensión dentro del género más amplio de lo que podría denominarse <<improponibilidad objetiva de postulaciones>>” (Rodríguez, Alejandro Daniel; “Rechazo de la ‘demanda’ (pretensión) sin trámite completo”, www.salvador.edu.ar/ua1-45-adr1.htm). Finalmente, digamos que el ejercicio de la facultad-deber citada (declaración de la improponibilidad objetiva de la pretensión) en tanto ejercicio de un “anticipo de jurisdicción” no vulnera en absoluto algún dispositivo constitucional. No lo hace, por supuesto, respecto del derecho de defensa en juicio (artículo 18 de la Constitución Nacional) que asiste al demandado pues, antes bien, éste se ve rápidamente desvinculado de un proceso judicial que ha sido incoado en su contra con evidente o manifiesta falta de cualidad intrínseca en la pretensión a la que se pretendía someterlo. Y, tampoco respecto del derecho de acción (modernamente conocido como derecho a la jurisdicción o, mejor, a la tutela judicial efectiva) del actor pues, éste no tiene “un derecho a la sustanciación de la pretensión que, en todo caso, constituye exigencia del debido proceso en relación al contrario, como forma de posibilidad el ejercicio de su defensa” (Berizonce, Roberto O; ob cit., pág. 93. Ibídem: Peyrano, Jorge W.; “Rechazo ‘in límine” de la demanda”, en “El Proceso Atípico”, ob. cit., pág. 21). Es que, “Si la sentencia debe contener ‘decisión expresa, positiva y precisa, de conformidad a las pretensiones deducidas en juicios, calificadas según correspondiere por ley’, ningún agravio puede causar, a quien reclama, en definitiva, la actuación de la voluntad de la ley en el caso concreto, que tal actuación se expida sin otro trámite. Al fin y al cabo, no hubiera sido otro el pronunciamiento sobre el fondo de haberse participado al sujeto frente al cual se perseguía la tutela jurídica” (Morello, Augusto M. y Berizonce, Roberto O.; ob. cit., págs. 306/307). Por el contrario, la aplicación de este instituto logra que la tutela judicial sea efectiva y que el proceso dure un “tiempo razonable” (derecho a un proceso sin dilaciones indebidas) tornando eficaz al servicio de la administración de justicia (artículo 8 del Pacto de San José de Costa Rica y artículos 75 inciso 22 y 114, 3er párrafo, apartado 6 de la Constitución Nacional; conforme Berizonce, Roberto O; “Saneamiento …”, ob. cit., págs. 81/82). En síntesis, de lo que se trata -dicen Morello y Berizonce- es de una decisión sobre el fondo de las pretensiones “cuando éstas, desde su misma proposición, se manifiestan inequívocamente como sin fundamento en su mero confrontamiento con el ordenamiento jurídico vigente” pues “lo que por defecto congénito ha nacido sin destino –muerto- y no hace sino entorpecer la actividad jurisdiccional debe ser descartado cuanto antes” (Morello, Augusto M. y Berizonce, Roberto O.; ob. cit., págs. 302/303 y 308). Y esta actividad oficiosa del juez “es la única que se corresponde con la finalidad del servicio, que excluye la prodigalidad de la gestión infructífera por inconducente. ¿Con qué norte llevar adelante un proceso cuando la pretensión que le dio sustento está excluida de la ley o es seguro no ha de llegar a buen puerto?” (Morello, Augusto M. y Berizonce, Roberto O.; ob. cit., pág. 306). 5. Las costas de la incidencia se imponen al Proc. Manuel Benjamín Diez (conforme lo dispuesto en el artículo 251 del C.P.C.yC.). Por todo ello, la SALA PRIMERA DE LA CAMARA DE APELACION EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE SANTA FE, RESUELVE: 1) Declarar inadmisible e improcedente el incidente de nulidad deducido. 2) Las costas de la incidencia se imponen al Proc. Manuel Benjamín Diez (conforme lo dispuesto en el artículo 251 del C.P.C.yC.). SALA CIVIL PRIMERA Resolución N°: 55 Folio: 428 Tomo: 13 Insértese y hágase saber. VARGAS MÜLLER PENNA (Secretaria) DE CÉSARIS